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En el mencionado título constitucional el artículo 103 establece los principios que deben regir la actuación de las
Administraciones Públicas, entre los que destacan el de eficacia y el de legalidad, al imponer el sometimiento pleno
de la actividad administrativa a la Ley y al Derecho. La materialización de estos principios se produce en el
procedimiento, constituido por una serie de cauces formales que han de garantizar el adecuado equilibrio entre la
eficacia de la actuación administrativa y la imprescindible salvaguarda de los derechos de los ciudadanos y las
empresas, que deben ejercerse en condiciones básicas de igualdad en cualquier parte del territorio, con
independencia de la Administración con la que se relacionen sus titulares.
Artículo 13 LPACAP. Derechos de las personas en sus relaciones con las Administraciones Públicas.
Quienes tienen capacidad de obrar ante las Administraciones Públicas, son titulares, en sus relaciones con ellas, de
los siguientes derechos:
a) A comunicarse con las Administraciones Públicas a través de un Punto de Acceso General electrónico de la
Administración.
b) A ser asistidos en el uso de medios electrónicos en sus relaciones con las Administraciones Públicas.
c) A utilizar las lenguas oficiales en el territorio de su Comunidad Autónoma, de acuerdo con lo previsto en esta Ley
y en el resto del ordenamiento jurídico.
d) Al acceso a la información pública, archivos y registros, de acuerdo con lo previsto en la Ley 19/2013, de 9 de
diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno y el resto del Ordenamiento Jurídico.
e) A ser tratados con respeto y deferencia por las autoridades y empleados públicos, que habrán de facilitarles el
ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones.
f) A exigir las responsabilidades de las Administraciones Públicas y autoridades, cuando así corresponda legalmente.
g) A la obtención y utilización de los medios de identificación y firma electrónica contemplados en esta Ley.
h) A la protección de datos de carácter personal, y en particular a la seguridad y confidencialidad de los datos que
figuren en los ficheros, sistemas y aplicaciones de las Administraciones Públicas.
Estos derechos se entienden sin perjuicio de los reconocidos en el artículo 53 referidos a los interesados en el
procedimiento administrativo.
6. LA LEY 39/2015, DE 1 DE OCTUBRE, DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO COMÚN (II). EL ACTO
ADMINISTRATIVO: CONCEPTO, ELEMENTOS Y CLASES. MOTIVACIÓN, NOTIFICACIÓN Y PUBLICACIÓN. NULIDAD Y
ANULABILIDAD DE LOS ACTOS. REVISIÓN DE LOS ACTOS EN VÍA ADMINISTRATIVA. RECURSOS ADMINISTRATIVOS.
CONTROL JURISDICCIONAL DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS.
La definición de acto administrativo es una tarea sobre la que recae un enorme peso, dada la trascendencia que
esta cuestión adquiere en el conjunto del Derecho Administrativo. Según la doctrina, la definición más aceptada es
obra de Zanobini, posteriormente completada por García de Enterría, dando como resultado la siguiente definición:
acto administrativo es cualquier declaración de voluntad, de juicio, de conocimiento o de deseo, emanada de un
sujeto de la Administración Pública en el ejercicio de una potestad administrativa distinta de la potestad
reglamentaria.
A partir de esta definición, veamos cuales son las características del acto administrativo:
Todo acto administrativo se compone de una serie de elementos que los distinguen de otros, y que son
Sujeto. El órgano específico que formula la declaración de voluntad en representación del Estado, siempre
y cuando ello esté dentro de sus competencias según lo establecido en la Constitución.
Competencia. La cantidad de poder que un ente posee dentro del concierto de los poderes públicos, y que
lo faculta para llevar a cabo un acto administrativo, o no.
Voluntad. La intención objetiva o subjetiva con la cual se realiza el acto administrativo.
Objeto. Aquello sobre lo que recae el acto administrativo, y que debe ser cierto físicamente y posible
jurídicamente.
Motivo. El porqué del acto jurídico.
Mérito. El grado de adecuación del acto administrativo respecto del principio de proporcionalidad de los
medios y los fines.
Forma. La materialización en sí del acto administrativo, es decir, la formación externa del acto.
Establecer una clasificación completa y exhaustiva del acto administrativo es una tarea compleja, puesto que
podrían hallarse tantas categorías como actos hay. A continuación, os proponemos la siguiente clasificación:
- En función del órgano que lo dicta, nos encontramos con actos simples que serán aquellos que proceden
de un órgano y actos complejos en cuya producción intervienen más de un órgano administrativo.
- En función de su contenido nos encontramos con actos constitutivos y actos declarativos. Los primeros,
son aquellos actos que crean, modifican o extinguen relaciones jurídicas, mientras que los actos
declarativos son los que acreditan un hecho o situación jurídica.
- Por la posición que ocupan en el procedimiento, contamos actos de trámite que no deciden sobre el
fondo del asunto y actos definitivos que sí deciden sobre el fondo del expediente y normalmente ponen
fin a éste.
- Por la posibilidad de ser recurridos en vía contencioso-administrativa, nos encontramos ante actos
impugnables y actos no impugnables.
La LPACAP no contiene una definición que nos indique lo que ha de entenderse por MOTIVACIÓN. El art. 35
LPA/2015 bajo la rúbrica "motivación", establece los supuestos en los que es preciso cumplir con este requisito,
señalando los actos administrativos que tienen que estar motivados. La jurisprudencia establece que la motivación
del acto administrativo consiste en dejar constancia de las auténticas razones por las que la Administración adopta
la decisión y tiene como fin permitir al destinatario poder enfrentarse y, en su caso, combatir, ese acto
administrativo. Se trata de expresar los m
Las notificaciones administrativas son comunicaciones, relativas a resoluciones y actos administrativos, que realizan
los órganos de las distintas Administraciones Públicas a aquellas personas interesadas que puedan verse afectadas
por dichos actos o resoluciones. Por ejemplo, la notificación de una multa de tráfico, un requerimiento de la
Agencia Tributaria, etc.
Aunque este tipo de comunicaciones solían realizarse en formato papel (a través de correo certificado o mediante
agentes notificadores), hoy en día se han generalizado las notificaciones por medios electrónicos.
Deben cursarse dentro del plazo de 10 días a partir de la fecha en que el acto haya sido dictado.
El contenido mínimo que debe tener cualquier notificación administrativa es el siguiente:
El texto íntegro de la resolución.
La indicación expresa acerca de si pone fin o no a la vía administrativa.
La expresión de los recursos que procedan, en su caso, en vía administrativa y judicial, así como el órgano
ante el que hubieran de presentarse y el plazo para interponerlos.
Las notificaciones se practicarán preferentemente por medios electrónicos y, en todo caso, cuando el
interesado resulte obligado a recibirlas por esta vía. No obstante, existen algunas excepciones.
Para ser válidas, las notificaciones administrativas han de dejar constancia de los siguientes aspectos:
Su envío o puesta a disposición.
La recepción o acceso por el interesado o su representante.
Sus fechas y horas.
El contenido íntegro.
La identidad fidedigna del remitente y destinatario de las mismas.
PUBLICACIÓN
La publicación de actos administrativos es el medio de comunicación de los actos administrativos por medio de su
inserción en diarios oficiales que sustituye, en determinados supuestos, a la notificación.
El art. 45.1 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones
Públicas establece los supuestos en los que la comunicación de los actos administrativos a los interesados se
realizará mediante su publicación. Se trata de una forma que, en su caso, producirá los mismos efectos que la
notificación personal.
De forma genérica se establecen dos supuestos en los cuales la comunicación la comunicación no se realizará
mediante notificación si no mediante publicación:
El régimen de nulidad y anulabilidad de los actos administrativos se encuentra regulado en los artículos 47 a 52 de la
Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas.
¿Qué es la nulidad del acto administrativo? De conformidad con lo establecido en el artículo 34 de la Ley 39/2015
1. Los actos administrativos que dicten las Administraciones Públicas, bien de oficio o a instancia del
interesado, se producirán por el órgano competente ajustándose a los requisitos y al procedimiento
establecido.
2. El contenido de los actos se ajustará a lo dispuesto por el ordenamiento jurídico y será determinado y
adecuado a los fines de aquéllos.
Pues bien, si los requisitos esenciales de un acto son vulnerados, se producirá la nulidad o anulabilidad de dicho
acto, en función de la gravedad de dicha vulneración.
Por una parte, se producirá la nulidad de un acto cuando vulnere el ordenamiento jurídico de tal forma, que una vez
declarado como tal se produce la ineficacia del acto y no producirá ningún efecto jurídico.
El artículo 47.1 de la Ley 39/2015 regula una lista de supuestos en los que se dará esta circunstancia, como por ej…
La principal diferencia existente entre ambas figuras es que un acto nulo no podrá ser subsanado en ningún caso,
mientras que un acto anulable sí, mediante la figura de la convalidación regulada en el artículo 52 de la Ley
39/2015.
Además, un acto nulo puede ser impugnado en cualquier momento, mientras que el acto anulable requiere la
impugnación en plazo, en virtud de lo establecido en los artículos 106 y 107 de la Ley 39/2015.
La desviación de poder, entendida como el ejercicio de potestades administrativas para fines distintos de
los fijados por el ordenamiento jurídico.
Se dicta un acto administrativo por parte de un Secretario General con el objeto de obtener un beneficio
personal.
Multa de tráfico donde la matrícula que se referencia y la que sale en la fotografía que se adjunta no
coinciden.
La solicitud de una beca por parte de un menor, cuando dicha actuación no esté permitida por el
ordenamiento jurídico sin la asistencia de la persona que ejerza la patria potestad, tutela o curatela
(defecto de capacidad).
La revisión de los actos en vía administrativa es la potestad que la Ley otorga a la Administración Pública para que
pueda, de oficio o a instancia de los interesados, según los casos, rectificar, sustituir sus actos por otros o dejarlos
sin efecto, declarando su nulidad o anulabilidad, o bien declarar su lesividad para, posteriormente, demandar su
anulación ante los Jueces y Tribunales.
En esta genérica definición de las técnicas reguladas por el Título V de la LPACAP se incluyen las siguientes figuras,
cada una de las cuales serán objeto de estudio detallado en los siguientes epígrafes:
a) La revisión de oficio de actos y disposiciones administrativas nulos por concurrir en ellos alguna de las
causas de nulidad del artículo 47.1 y 2, respectivamente de la LPACAP.
b) La declaración de lesividad de los actos favorables al interesado que incurran en causa de anulabilidad,
como paso previo a su impugnación ante los Tribunales.
c) La revocación de los actos de gravamen o desfavorables.
d) La rectificación de los errores materiales, de hecho, o aritméticos existentes en sus actos.
e) Los recursos administrativos, y dentro de éstos, sus clases: alzada, potestativo de reposición y
extraordinario de revisión.
RECURSOS ADMINISTRATIVOS
Los recursos administrativos son actuaciones de los ciudadanos particulares que permiten solicitar a la
Administración la modificación o revocación de una resolución o un acto administrativo, al no considerarlos acordes
con el ordenamiento jurídico. Los recursos administrativos son la vía previa para reclamar antes de llegar a la vía
judicial.
• Actos recurribles: son las resoluciones y los actos de trámite que deciden directa o indirectamente el
fondo del asunto, determinan la imposibilidad de continuar el procedimiento o producen indefensión o
perjuicio irreparable a derechos e intereses legítimos.
• Actos no recurribles: las disposiciones administrativas de carácter general no son recurribles en vía
administrativa, mientras que las reclamaciones de tipo económico-administrativo tienen un régimen
diferente del general.
Según la Ley 39/2015 de 1 de octubre, en concreto los artículos que van del 112 al 126, hay tres tipos de recursos
administrativos: el recurso de alzada, el recurso potestativo de reposición y el recurso extraordinario de revisión.
El recurso de alzada
El recurso de alzada es el que se interpone contra actos y resoluciones que decidan sobre el fondo del asunto,
hagan imposible continuar el procedimiento o provoquen una situación de indefensión o perjuicio irreparable,
aunque no pongan fin a la vía administrativa.
Los recursos de alzada se interponen ante el órgano que haya dictado el acto o resolución contra el que se pretenda
reclamar. En el caso de que no haya contestación al recurso en el plazo estipulado, algo que se conoce como
silencio administrativo, el recurso se considerará desestimado y no se podrán interponer más.
El recurso de reposición
El recurso de reposición se interpone contra actos y resoluciones que agotan la vía administrativa. Esto son los
siguientes:
La Administración tiene un mes para dar su resolución y, desde ese momento, se da por iniciado el silencio
administrativo. Una vez dada la resolución de un recurso de reposición, se da por finalizado el procedimiento
administrativo, por lo que para seguir impugnando hay que acudir a la vía contencioso-administrativa.
El recurso de revisión
• Cuando al dictarlos se incurriera en error de hecho, resultado de los propios documentos incorporados al
expediente.
• Cuando aparezcan documentos de valor esencial para la resolución del asunto y que, aunque sean
posteriores, evidencien el error de la resolución.
• Cuando haya habido documentos o testimonios declarados falsos por sentencia judicial, anterior o
posterior, y que hayan influido esencialmente en la resolución.
• Cuando la resolución se haya dictado como consecuencia de prevaricación, cohecho, violencia,
maquinación fraudulenta y otras conductas punibles, y así lo haya dictado una sentencia judicial firme.
Los plazos para presentar un recurso de revisión son de cuatro años para los casos de errores documentales y tres
meses para el resto de los supuestos.
La Administración dispone de tres meses para responder al recurso de revisión. Una vez terminado ese plazo, se
debe recurrir a la vía contencioso-administrativa.
Los recursos administrativos los pueden presentar los interesados, que son los siguientes:
• Quienes lo promuevan como titulares de derechos o intereses legítimos a nivel individual o colectivo.
• Quienes, sin haber iniciado el procedimiento, tengan derechos que puedan resultar afectados por la
decisión que se adopte en el mismo.
• Quienes tengan intereses legítimos, individuales o colectivos, que puedan resultar afectados por la
resolución y se personen en el procedimiento en tanto no haya recaído una resolución definitiva.
• Relacionado: Cómo ser perito judicial
El artículo 106 de la Constitución española de 1978 confiere a los Tribunales la función de controlar la potestad
reglamentaria, la legalidad de la actividad administrativa y su sometimiento a los fines que la justifican. Esta función
se realiza con sometimiento a la Ley 29/1998 reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa que
estudiaremos a lo largo del desarrollo de esta asignatura.
En muchas ocasiones, antes de acudir a la vía judicial, los particulares deben recurrir con carácter previo ante la
propia Administración Pública. Esta actividad es conocida como los recursos administrativos y con el transcurso del
tiempo es, cada vez, más cuestionada por su ineficacia, salvo excepciones. Esta materia y la siguiente están
reguladas en la conocidísima Ley 30/1992 del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento
Administrativo Común.
Por último, en virtud del principio de autotutela, la Administración también puede revisar de oficio sus actos,
procediendo a anularlos o a revocarlos sin necesidad de acudir, la mayor parte de las veces, a los jueces y
magistrados de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa.