La Fe Catolica y El Arte Cusqueno
La Fe Catolica y El Arte Cusqueno
La Fe Catolica y El Arte Cusqueno
En las primeras décadas de la evangelización el arte estuvo firmemente vinculado a la difusión de la nueva fe. El
arte se convirtió en un extraordinario soporte para las explicaciones didácticas que hallaban serias limitaciones
en traducir a las lenguas nativas. En el siglo XVI cusqueño el arte pictórico fue considerablemente influido por las
pinturas y grabados flamencos, así como la pintura de origen español. En el siglo XVI y hasta principios del XVII
son varios lienzos que evidencian la fuerte influencia del estilo manierista. En 1583 llego el jesuita Bernardo Bitti,
quien dejaría una profunda huella a lo largo de más de un siglo. Su enseñanza estuvo la base de la pintura
colonial peruana, en particular de la cusqueña. Su arte tiene una gracia y delicadeza particulares, propias de un
espíritu contemplativo, con un mercado esteticismo centrado en la figura humana. Otro maestro influyente fue
Angelino de Medoro, donde su discípulo más destacado fue Luis de Rinao, su arte reúne todas las
características del estilo, figuras alargadas, escorzos acentuados, colores fríos y tornasoles. En 1687 ocurre un
problema gremial, este ano los pintores indios se separan de los artistas criollos y españoles con la finalidad de
agruparse de manera independiente y, por lo tanto, libre de la normativa gremial. Esta forma no gremial traería la
modalidad del comercio del arte. El siglo XVII continuara sintiéndose con influencia de pintores italianos y del arte
barroco, donde este último marcara un hito fundamental en el desenvolvimiento artístico de la escuela. Este siglo
fue una época de gran producción, donde emergerán artistas, donde Diego Quispe Tito llegara a ser el artista
más representativo de la escuela. Su estilo, de influencia manierista, se fortalecería a partir del estudio de
grabados y tablas de pintores flamencos. Sus obras denotan un claro sincretismo entre el indigenismo cusqueño,
el manierismo y el barroco europeo. Dentro del panorama de la escuela es menester destacar el surgimiento de
autores anónimos como el de la serie de retratos de gobernadores indígenas y de cuadros que describen,
iconográficamente, la genealogía del Imperio Inca. En el siglo XVIII la aceptación de la pintura cusqueña se
extenderá rápidamente, incrementándose la demanda. El Cuzco se transforma en el eje de un próspero mercado
de pinturas de carácter religioso. El arduo trabajo de artistas llevo a masificar la producción, pero, al mismo
tiempo, les otorgo la posibilidad de la búsqueda formal y la creatividad iconográfica. La obra pictórica ganaría en
suntuosidad y relevancia. Así, las imágenes religiosas pintadas sobre fondos oscuros de inspiración barroca,
alcanzarían un gran refinamiento cuya cualidad principal radicaría en el delicado contraste entre las orlas de
flores y la resplandeciente magnificencia dorada de los detalles. La actitud de las autoridades españolas, en
relación al artista indio y mestizo, se tornaría más considerada. En el ámbito social, estas transformaciones
estarían representadas por la intervención creciente del mestizo en las altas jerarquías eclesiásticas, culturales y
administrativas. Se reafirma la expresión mestiza de los artistas indígenas. El fenómeno de la masificación
rebajaría el arte pictórico a un mero sistema de copia. La gran demanda que empieza a tener la escuela, estará
motivada por el prestigio conseguido en la centuria anterior y por la devoción del pueblo.
Esta sensibilidad especial para comprender la fe y la compasión de los momentos de la vida de Cristo fue
celebrada por los sacerdotes que comisionaron la pintura de murales en sus templos.
1. BERNARDO BITTI (1548 – 1610)
Además de pintor, fue sacerdote jesuita y llegó a Perú en 1575, de un estilo “contra maniera” y
“anti maniera”. Su obra cumbre fue “Coronación de la Virgen” (1580); se exhibe en la iglesia San
Pedro. En 1592 se encuentra con Mateo Pérez de Alesio; de quien recibe la influencia de pintar
las “madonas”.
CARACTERÍSTICAS:
Las pinturas de la Escuela Cusqueña se caracterizan por la utilización exclusiva de temas religiosos, su falta de
perspectiva, y el predominio de rojos, amarillos y colores tierra.
También utilizaron una gran cantidad de oro, especialmente con imágenes de la Virgen María.
Aunque los pintores cusqueños estudiaron el arte bizantino flamenco, de Andorra y el renacimiento
italiano, sus obras eran más libres que las de sus tutores europeos que usaron colores brillantes y
distorsionados, imágenes dramáticas.
Representaron la flora y fauna nativa como telón de fondo en sus obras.