La Fe Catolica y El Arte Cusqueno

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LA FE Y EL ARTE CUSQUEÑO.

Cuzco estuvo destinada a ejercer durante el virreinato un papel fundamental


en el universo de las artes. Durante aquellos 300 años de influencia Ibérica
se vio particularmente una pintura la cual definió el carácter mestizo de una
tensa y dramática simbiosis hispano indígena cuya expresión mayor se
manifestó en la vasta corriente plástica de la segunda mitad del siglo XVII y
el siglo XVIII, a la que tradicionalmente se ha llamado como “Escuela
Cusqueña de Pintura”. Al momento de la conquista Cuzco y el imperio
LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN – PERÚ
realizaba pintura en queros y ceramios, y también, pinturas preincaicas en
murales y tejidos.BITTI. (1576)
POR BERNARDO

En las primeras décadas de la evangelización el arte estuvo firmemente vinculado a la difusión de la nueva fe. El
arte se convirtió en un extraordinario soporte para las explicaciones didácticas que hallaban serias limitaciones
en traducir a las lenguas nativas. En el siglo XVI cusqueño el arte pictórico fue considerablemente influido por las
pinturas y grabados flamencos, así como la pintura de origen español. En el siglo XVI y hasta principios del XVII
son varios lienzos que evidencian la fuerte influencia del estilo manierista. En 1583 llego el jesuita Bernardo Bitti,
quien dejaría una profunda huella a lo largo de más de un siglo. Su enseñanza estuvo la base de la pintura
colonial peruana, en particular de la cusqueña. Su arte tiene una gracia y delicadeza particulares, propias de un
espíritu contemplativo, con un mercado esteticismo centrado en la figura humana. Otro maestro influyente fue
Angelino de Medoro, donde su discípulo más destacado fue Luis de Rinao, su arte reúne todas las
características del estilo, figuras alargadas, escorzos acentuados, colores fríos y tornasoles. En 1687 ocurre un
problema gremial, este ano los pintores indios se separan de los artistas criollos y españoles con la finalidad de
agruparse de manera independiente y, por lo tanto, libre de la normativa gremial. Esta forma no gremial traería la
modalidad del comercio del arte. El siglo XVII continuara sintiéndose con influencia de pintores italianos y del arte
barroco, donde este último marcara un hito fundamental en el desenvolvimiento artístico de la escuela. Este siglo
fue una época de gran producción, donde emergerán artistas, donde Diego Quispe Tito llegara a ser el artista
más representativo de la escuela. Su estilo, de influencia manierista, se fortalecería a partir del estudio de
grabados y tablas de pintores flamencos. Sus obras denotan un claro sincretismo entre el indigenismo cusqueño,
el manierismo y el barroco europeo. Dentro del panorama de la escuela es menester destacar el surgimiento de
autores anónimos como el de la serie de retratos de gobernadores indígenas y de cuadros que describen,
iconográficamente, la genealogía del Imperio Inca. En el siglo XVIII la aceptación de la pintura cusqueña se
extenderá rápidamente, incrementándose la demanda. El Cuzco se transforma en el eje de un próspero mercado
de pinturas de carácter religioso. El arduo trabajo de artistas llevo a masificar la producción, pero, al mismo
tiempo, les otorgo la posibilidad de la búsqueda formal y la creatividad iconográfica. La obra pictórica ganaría en
suntuosidad y relevancia. Así, las imágenes religiosas pintadas sobre fondos oscuros de inspiración barroca,
alcanzarían un gran refinamiento cuya cualidad principal radicaría en el delicado contraste entre las orlas de
flores y la resplandeciente magnificencia dorada de los detalles. La actitud de las autoridades españolas, en
relación al artista indio y mestizo, se tornaría más considerada. En el ámbito social, estas transformaciones
estarían representadas por la intervención creciente del mestizo en las altas jerarquías eclesiásticas, culturales y
administrativas. Se reafirma la expresión mestiza de los artistas indígenas. El fenómeno de la masificación
rebajaría el arte pictórico a un mero sistema de copia. La gran demanda que empieza a tener la escuela, estará
motivada por el prestigio conseguido en la centuria anterior y por la devoción del pueblo.

FUNDADORES DE LA ESCUELA CUSQUEÑA

Esta sensibilidad especial para comprender la fe y la compasión de los momentos de la vida de Cristo fue
celebrada por los sacerdotes que comisionaron la pintura de murales en sus templos.
1. BERNARDO BITTI (1548 – 1610)
Además de pintor, fue sacerdote jesuita y llegó a Perú en 1575, de un estilo “contra maniera” y
“anti maniera”. Su obra cumbre fue “Coronación de la Virgen” (1580); se exhibe en la iglesia San
Pedro. En 1592 se encuentra con Mateo Pérez de Alesio; de quien recibe la influencia de pintar
las “madonas”.

2. MATEO PEREZ DE ALESIO (1547 – 1606)


Llegó a Lima en 1588, su pintura más celebre es “La virgen de la Leche”; cuyas réplicas fue venerada por Santa
Rosa de Lima y aún se conserva en su santuario. Antes de llegar al Perú, en 1572, pintó un fresco a la entrada
de la Capilla Sixtina “La Disputa del Cuerpo de Moisés”.
3. ANGELINO MEDORO (1567 – 1633)
Muy joven este artista se trasladó a Sevilla y posteriormente, en 1587 a Santafé, en el Nuevo Reino de Granada,
en donde se le apodó El Romano. En ese mismo año fue contratado por el padre prior de Santo Domingo fray
Francisco de Villacida para que pintara algunos cuadros para el convento, los cuales infortunadamente fueron
destruidos por el incendio del 8 de diciembre de 1761. Viajó a Tunja para encargarse de la decoración de la
capilla de los Mancipe de la Catedral de Santiago de Tunja. Allí pintó La oración en el huerto y El
Descendimiento de la Cruz.
En 1598 terminó sus pinturas para la capilla de los Mancipe, y en 1599 se trasladó a la ciudad de Cali para
trabajar en varios cuadros encargados por los franciscanos. Allí dejó un San Antonio de Padua, que se conserva
en la parroquia de San Pedro de Buga, y una imagen de bulto de Nuestra Señora del Socorro, que es la única
escultura que se le conoce. En 1600 viajó a Lima, en donde pintó varios cuadros, tales como un Señor de la
Columna y diversas obras para la capilla de las Ánimas de la catedral.
En 1604 en Lima fue maestro del pintor cuzqueño Pedro de Loayza, tuvo amistad con la primera santa de
América Santa Rosa de Lima, a quien llegó a retratarla poco después de su muerte en 1617. Este retrato fue
muy difundido no sólo en el continente americano sino inclusive en Europa, a través del grabado.

LOS MAESTROS INDÍGENAS

1. DIEGO QUISPE TITO (1611 – 1681)


De una noble familia autóctona, establecida en el barrio de San Sebastián. Pintó la serie
del zodiaco (1681) para la catedral cusqueña, pero sólo se han conservado ocho,
posiblemente porque el artista murió antes de culminar su obra.

2. BASILIO DE SANTA CRUZ PUMACALLAO (1661 – 1700)


En 1667 participó en la ejecución de la serie sobre la vida de San Francisco de Asis; para el convento
Franciscano en Cusco, esta obra fue elogiada por el virrey “Conde de Lemos”. En 1690, el obispo Mollinedo lo
designa para hacerse cargo de las obras de decoración de la Imponente Catedral.
Hoy en día todas estas decenas de murales, y cuadros de dicha escuela, están ubicadas desde la imponente
Catedral de Cusco hasta en pequeñas iglesias a lo largo de la ciudad imperial de Cusco.

CARACTERÍSTICAS:
Las pinturas de la Escuela Cusqueña se caracterizan por la utilización exclusiva de temas religiosos, su falta de
perspectiva, y el predominio de rojos, amarillos y colores tierra.
 También utilizaron una gran cantidad de oro, especialmente con imágenes de la Virgen María.
 Aunque los pintores cusqueños estudiaron el arte bizantino flamenco, de Andorra y el renacimiento
italiano, sus obras eran más libres que las de sus tutores europeos que usaron colores brillantes y
distorsionados, imágenes dramáticas.
 Representaron la flora y fauna nativa como telón de fondo en sus obras.

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