TP Santa Rosa Jazmin
TP Santa Rosa Jazmin
TP Santa Rosa Jazmin
Sus planes eran desembarcar allí y saquear Lima con la ayuda de 300
hombres, que navegaban junto a él en seis navíos a su cargo.
Ella estaba dispuesta a morir en defensa de los valores católicos, por lo que
suplicó por la protección de Lima a la Virgen del Rosario.
Spilbergen decidió no desembarcar en El Callao ni atacar la ciudad de Lima.
Siguió su rumbo hacia Paita y Acapulco y nunca más regresó. El pueblo
limeño atribuyó las acciones y plegarias de la santa a un milagro.
Aunque también debe destacarse que el pirata holandés había quedado con
sus fuerzas muy disminuidas luego del combate de Cerro Azul.
Luego de oír los relatos de sus milagros, el Sumo Pontífice habría dicho:
“¡Hum! ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa? Que lluevan flores sobre mi escritorio si es
verdad”. Entonces comenzó a caer sobre la mesa del Papa una lluvia de rosas
que lo dejó estupefacto.
Otro de los milagros por los cuales creció el fervor de los limeños hacia Santa
Rosa fue la sanación de los enfermos, valiéndose de una estampita de Jesús
al que llamaba “niño doctorcito” y rezaba diariamente.
De acuerdo con las historias que se cuentan sobre estos milagros, Santa Rosa
era devota del Niño Jesús y tenía en su casa una imagen del Divino Niño.
Los enfermos acudían a ella en busca de cura o consuelo para sus males. Ella
amablemente encomendaba su curación al “doctorcito”. A partir de allí, la fe
católica en el Divino Niño se extendió por todo el continente.
Mientras las tropas del Ejército imperial avanzaban cerca de ese lugar, la
santa peruana hizo su aparición y los condujo hasta un templo cercano donde
les ofreció refugio y alimento.
Se dice que una bella dama vestida con túnicas blancas y negras los guió
hasta la iglesia, en la parroquia de Santa Rosa.
Una vez dentro ella les ofreció abundante pescado y arroz. Los agradecidos
desplazados caían de rodillas al ingresar al templo y reconocer su imagen
presidiendo el altar.
Se dirigió a la Capilla del Rosario donde lloró y suplicó por perdón a Jesús, y
este le respondió: “Rosa de mi corazón, yo te quiero por esposa”. Ella
contestó al Señor que sería su más “humilde esclava”.
En esta huerta ella cultivaba con esmero y amor sus flores multicolores, de
exquisito perfume y belleza sin igual.
Un viejo árbol de limón, que según la leyenda fue secado por el Diablo
molesto porque Santa Rosa no le hizo caso en una de las tantas veces que la
intentó tentar, fue revivido por ella siendo niña y siguió dando frutos.
Sin embargo, los devotos quisieron quedarse con una parte del árbol de
limón y le fueron arrancando sus hojas y ramas hasta dejarlo inerte. Del árbol
solo se conserva su tronco como testigo del milagroso hecho.
FIN.