Admin, Cuatro Figuras1
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× El llamado “bus de las mujeres” llega a la plaza del actual poblado. El bus sale a la madrugada y
regresa al caer la tarde [detalle]. Palenque. Fotografía de Richard Cross, 1983. Fondo Visual Nina S. de
Friedemann, Biblioteca Luis Ángel Arango.
P E T R I T BAQU E RO 2
B O L E T Í N C U LT U R A L Y B I B L I O G R Á F I C O , V O L . X L I X , N Ú M . 8 8 , 2 0 1 5 [23]
Procesión en Barbacoas, Nariño provenir de los centros de poder mundiales), no pierdan del todo su carácter para
(Pacífico colombiano). unas poblaciones que se reivindican todo el tiempo en sus expresiones, realidades
Fotografía de Nina S. de
Friedemann, 1972. y tradiciones culturales (Santos, 2014). En ese sentido, la música popular puede
Fondo Visual Nina S. de constituir la mejor forma de expresar las realidades, vivencias, los sueños, las
Friedemann, Biblioteca Luis
Ángel Arango.
esperanzas y alternativas de vida, con lo cual, los criterios que impone la indus-
tria cultural pueden también ser permeados desde abajo por esos localismos que
Jairo Varela, 1985. irrumpen de manera permanente.
Fotografía de Codiscos para el
álbum Triunfo.
Jairo Varela, Diomedes Díaz, Joe Arroyo y Carlos Vives representan a grandes ar-
tistas que, a su manera, transformaron la música colombiana al impulsar distintos
procesos cuyos efectos se siguen viendo día a día.
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Cuando Jairo Varela murió de un infarto fulminante, Cali –y toda Colombia– lo Un desfile religioso sobre el
lloró y lo acompañó hasta llegar a su última morada en el Cementerio Sur. En ese río, la virgen católica blanca es
adorada en el litoral Pacífico
periplo, su cuerpo fue trasladado por un día a Quibdó, ciudad donde Varela nació colombiano, Güelmambí
el 9 de diciembre de 1949 y empezó a forjar sus sueños alrededor de la música con (Nariño).
Fotografía de Nina S. de
la tutela de Teresa Martínez, una poeta, folclorista, ensayista y novelista que, sin Friedemann, 1969.
duda alguna, le heredó a su hijo la capacidad de contar en pocas palabras bellas Fondo Visual Nina S. de
poesías y sentimientos profundos que supieron hacerse canciones. Friedemann, Biblioteca Luis
Ángel Arango.
Varela, quien lanzó su orquesta en los cafés y bares del centro de Bogotá a fines
de los años setenta, logró convertirla en una de las mejores del mundo, hasta el
punto de que en algún momento, entre finales de los ochenta y comienzos de los
noventa, Niche pudo haber sido la mejor banda de todas, sobre todo cuando sacó
al mercado, entre 1988 y 1990, tres álbumes espectaculares titulados Tapando el
hueco, Sutil y contundente y Cielo de tambores, más o menos con una formación
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a r r i ba similar y con solo unos pocos cambios de formato instrumental (una trompeta más
En la fotografía, Jairo Varela por ahí, un teclado extra por allá, un nuevo cantante…), que lo pusieron a sonar en
con su gran amigo venezolano,
el cantante Óscar de León y gran parte de América Latina y lo consolidaron como uno de los referentes más
Cristina Varela, su hija. importantes de la “salsa”.
Fotografía de Norma Nivia
Varela (hermana de Varela).
Archivo de Gloria Bonilla,
propiedad Museo de la Salsa Empieza su –nuestro– sueño
Jairo Varela. Reproducción de
Álvaro Ruales. El primer Grupo Niche3 grabó su primer disco en 1979 (Al pasito), luego grabó un
disco de 45 r. p. m. con dos temas4 y finalmente consolidó su formación en 1981
abaj o
cuando grabó el álbum Querer es poder. Desde su comienzo llamó la atención por
Jairo Varela y Umberto Valverde,
su amigo y biógrafo. Colección su gran calidad interpretativa ya que mostraba un tumbao y un swing especial que
particular Umberto Valverde. no existía en ningún otro lado. Si bien no tenía los acentos roqueros que en algún
Grupo Niche durante la
momento tuvo Fruko, o los alcances jazzísticos de algunas orquestas neoyorquinas o
inauguración de la Feria de Cali, puertorriqueñas (Richie Ray, La Sonora Ponceña, Eddie Palmieri, Roberto Roena,
26 de diciembre de 1989. Al Bobby Valentín, Willie Colón…), los arreglos de Alexis Lozano, las voces de sus
centro Tito Gómez.
Colección particular de Umberto cantantes, así como las letras y melodías de Jairo Varela eran la expresión de una
Valverde. Fotografía tomada del salsa colombiana que no venía del Caribe sino del Pacífico, el cual se sentía con
libro Que todo el mundo te cante
creces, además, sonando muy bien. Así, desde su primer éxito nacional llamado
de Umberto Valverde.
“Buenaventura y Caney” (1981), la orquesta siguió ascendiendo peldaños con un
formato que tenía saxo-flauta, trombón, trompeta, tres (aunque no siempre), piano,
3. Niche es un término coloquial bajo y percusión5.
(que a algunos les gusta y a
otros no) con el que se llama
en Colombia y otros países de
América a las personas de raza
Cali, luz de un nuevo sueño
negra.
Al poco tiempo de su primer éxito, Varela decidió irse para Cali, ciudad con una
4. “Las flores también se mueren”
y “Primero y qué”. fuerte tradición de consumo salsero, siendo ya un lugar famoso por sus bailarines,
5. Con músicos como Alexis
músicos, melómanos y coleccionistas. Todo esto se sumó a la bonanza coquera de los
Lozano, Nicolás Cristancho años ochenta en la que muchos “mágicos”, incluyendo a algunos poderosos capos,
“Macabí”, Ostwal Serna, Alí se convirtieron en grandes fanáticos de la salsa6 (Valverde, 2013). Así, fue en Cali
Garcés, Oswaldo Ospino,
Álvaro del Castillo, Moncho donde el Grupo Niche se consagró con canciones como “Del puente pa’llá”, “Ana
Santana, Alfredo Longa,Fabio Milé” (cantada por el propio Varela7), “Interés cuanto valés” (del álbum Triunfo de
continúa 1985), “Sólo un cariño”, “La negra no quiere” y, sobre todo, “Cali pachanguero” (del
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álbum No hay quinto malo de 1984), sin duda alguna el éxito más grande que tuvo Jairo Varela, 1985.
Jairo Varela en toda su historia, al punto de convertirse en el himno no oficial de Fotografía de Codiscos para el
álbum Triunfo.
Cali y una de las tres canciones más importantes de la salsa colombiana al lado de
“El preso” de Fruko y sus Tesos y “Rebelión” de Joe Arroyo y La Verdad. Dos figuras colombianas: Joe
Arroyo, quien cantó desde el
Caribe, y Jairo Varela, quien lo
hizo desde el Pacífico.
Tapando el hueco Propiedad del Museo de la Salsa
Jairo Varela. Reproducción de
Luego de que en la Feria de Cali de 1987 nueve de los doce músicos, al exigir me- Álvaro Ruales.
jores pagos, decidieran abandonar la orquesta a pesar de tener contratados varios
Jairo Varela.
bailes, Varela rearmó al Grupo Niche con un nuevo sonido que ya había empezado
Archivo Fotográfico de Codiscos.
a probar en sus álbumes Me huele a matrimonio de 1986, Con cuerdas de 1987 e
Historia musical de 1988, eliminando el saxo y dándole preeminencia al sonido de
los trombones. Esta época consolidó el sonido internacional de Niche, el cual era
Espinoza, Fabio García,
menos “folclórico” pero mucho más contundente8; incluso llegó a participar en la Francisco García y
(muy floja, por cierto) película Salsa de Boaz Davidson (con una versión de “Cali muchos más
Pachanguero” en inglés). Igualmente, fue la época de los conciertos multitudinarios 6. Se sabe que el más
en Perú, México, parte de Europa y los Estados Unidos, y la época en que Jairo Varela importante empresario de
los ochenta, el ya legendario
lanzó su propio estudio de grabación, dotado de la mejor tecnología del momento. César Araque, conocido en
el mundo de la rumba como
“Larry Landa”, tuvo una
estrecha relación con ese
Un caso social, ¿Llegando al 100%? complejo entorno.
Jairo Varela fue detenido el 12 de diciembre de 1995 y salió de prisión el 25 de sep- 7. Jairo Varela cantaba algunos
tiembre de 19999. Su estancia en la cárcel significó un fuerte golpe que realmente temas en los discos del Grupo
Niche, pero con el paso del
el músico nunca pudo superar, y si bien este hecho lo afectó de manera profunda,
tiempo fue dándole paso a
el Grupo Niche continuó grabando y tocando, con el soporte del virtuoso trom- diferentes cantantes. Varios
petista José Aguirre. Sin embargo, desde discos como Llegando al 100% de 1992 de los temas que él cantó
son “Ana Milé”, “Cicatrices”,
(excelente álbum que pegó temas que hoy en día siguen sonando como “Mi pueblo “Ese día”, “Te enseñaré a
natal”) y, sobre todo Un alto en el camino de 1993 y Huellas del pasado de 1994, olvidar” y su voz está muy
empezó a extenderse en los salsómanos tradicionales la idea de que Niche había presente en temas como
“Perder para amar”, “Mi
perdido el tumbao original comercializándose en exceso. En gran parte esta afir- Valle del Cauca” y “Cielo de
mación era cierta, pues si bien las producciones de Niche siguieron contando con tambores”.
grandes arreglos y calidad interpretativa (que le empezaron a dar preeminencia continúa
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Músicos jóvenes en Santa
Bárbara de Timbiquí (Cauca),
diciembre de 1987.
Fondo Visual Nina S. de
Friedemann, Biblioteca Luis
Ángel Arango.
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Grupo de músicos de Santa
Rosa de Saija, litoral Pacífico,
diciembre de 1987.
Fondo Visual Nina S. de
Friedemann, Biblioteca Luis
Ángel Arango.
El éxito de Varela fue arrancar con el tumbao del Pacífico que recordaba su origen
chocoano; luego creó y consolidó un estilo propio de salsa que, si bien adquirió con
el tiempo formatos más internacionales (o más bien, más parecidos a los de la salsa
de Nueva York y Puerto Rico), siguió representando un sonido bien particular y de
alta calidad: el de la salsa colombiana. El sonido del Grupo Niche demuestra que la
salsa, más que una etiqueta comercial, es efectivamente una mezcla de influencias
venidas de muchos lugares que si bien no niega una raíz cubana, se complementa
con las herencias y tradiciones que se recogen en todos los lugares en donde ésta
se empezó a consumir, disfrutar y, por supuesto, desarrollar.
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El llamado “bus de las excepcional capaz de narrar grandes historias costumbristas o sutiles declaraciones
mujeres” llega a la plaza del de amor. Su legado se encuentra en las casi trescientas canciones que compuso, en
actual poblado. El bus sale a la
madrugada y regresa al caer la la gran cantidad de éxitos que logró y en la inmensa herencia musical que hace
tarde. Palenque, población en que muchos colombianos puedan cantar al menos una estrofa de sus canciones.
la que, como en toda la costa, el
Cacique fue ídolo.
Lo anterior lleva a afirmar que, para quien escribe esto, Jairo Varela ha sido el más
Fotografía de Richard Cross, grande compositor que ha dado Colombia, y eso, en un país que ha tenido notables
1983. creadores, es algo que, por lo menos, se debe tener en cuenta.
Fondo Visual Nina S. de
Friedemann, Biblioteca Luis
Ángel Arango
DIOMEDES , EL CACIQUE QUE SIGUE MANDANDO EN SU TRIBU
Diomedes Díaz fue para Colombia lo que Héctor Lavoe para Puerto Rico: un
ídolo popular que logró una conexión tan grande con su fanaticada que esta llegó
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a considerarlo no solo un ídolo, sino una verdadera deidad. Precisamente por
esto, como a Lavoe, sus admiradores lo malcriaron perdonándole sus reiterativos
incumplimientos, sus excesos en la tarima y, por supuesto, hechos terribles como
la muerte de una de sus seguidoras.
Porque cantando las canciones mías, hasta de fiesta se visten los santos
En el vallenato, a comienzos de los años setenta, se independizó el cantante del
acordeonista, con lo cual el denominado “juglar centauro”, ese que cantaba y eje-
cutaba el acordeón al mismo tiempo (como Alejo Durán, Luis Enrique Martínez,
Calixto Ochoa o Alfredo Gutiérrez), empezó a pasar de moda (Salcedo Ramos,
2011); así surgieron grandes vocalistas como Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Beto
Zabaleta, Rafael Orozco y, como no, el más importante de todos, Diomedes Díaz,
quien desde muy joven se diferenció de sus colegas por su aguda voz, afinación
y forma particular de interpretar las canciones, haciéndolas sentir como si solo
10. Aquí hay, entre muchas más,
hubieran sido compuestas para él. algunas de ellas: “¡Las vacas
pariendo, y yo bebiendo!”;
En esos contextos, Diomedes combinó una gran espontaneidad en el escenario, que “¡Virgen del Carmen, dame
vida, dame salud, que lo
le llevaba a narrar sus vivencias, a saludar a sus grandes amigos, a interactuar con demás lo resuelvo yo!”; “¡Que
bastante facilidad con su público y a exponer una teatralidad que cada vez fue ajus- vivan los hombres, de mi
papá para acá!”; “¡Que vivan
tando más y que acompañaba de frases y dichos coloquiales10. Pero fue un carisma
las mujeres, de mi mamá para
excepcional lo que lo destacó por encima de los otros intérpretes, pues la gente se acá!”; “¡Como Toyota nuevo
arremolinaba siempre alrededor suyo y, cuando se subía a la tarima, lo observaba en carretera destapada!”;
“¡Que viva la vida y que
en silencio, generándose una especie de éxtasis para quienes presenciaban su es- mueran los pesares!”; “¡La
pectáculo, al punto que “los seguidores (parecían) más interesados en idolatrarlo demora me perjudica!”;
a él que en regocijarse con sus canciones” (Salcedo Ramos, 2011). “¡Ay! Virgen del Carmen,
deme licencia señora, deme
licencia”; “¡Se las dejo
ahí!”; “¡No es que el zorro
sea atrevido, sino que las
Se llenó de requisitos
gallinas se van lejos!”; “Como
Diomedes, desde muy joven, hizo canciones basadas en todos los sucesos que le Diomedes no hay otro / y eso
acontecían en su vida cotidiana, lo cual llevó a que sus seguidores conocieran su nunca nacería / y si nace no
se cría / y si se cría se vuelve
biografía a través de sus éxitos. Así, sus fanáticos han oído historias sobre la “ventana loco” y la famosísima “¡Con
marroncita” a donde iba a cantarle serenatas a Patricia Acosta, la madre de varios mucho gusto!”.
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izq ui e r da
Álbum de 1977. Archivo
Fotográfico de Sony Music
Entertainment.
der e c ha
Álbum de 1978. Archivo
fotográfico de Sony Music
Entertainment.
izq ui e r da
Álbum de 1982 con el cual
Diomedes Díaz se convirtió en el
artista vallenato más popular en
toda Colombia junto al Binomio
de Oro.
Archivo Fotográfico de Sony
Music Entertainment.
der e c ha
Carátula del álbum de 1993.
El mejor y más vendido de
su carrera, que consagró al
“Cacique” como ídolo popular.
Archivo Fotográfico de Sony
Music Entertainment.
de sus hijos (“Tres canciones”, 1977); el nombre de sus hijos (sobre todo Rafael
Santos, Diomedes de Jesús, Luis Ángel y el Gran Martín Elías, como su padre
los llamaba), la vez en que le salió su primera cana (“Mi primera cana”, 1993), la
ocasión en que su pequeño hijo Rafael Santos se molestó por un “pencazo” que
le dio cuando el cantante quería descansar (“Mi muchacho”, 1984), la vez en que
molesto por los celos de su esposa decidió irse de la casa (“El cóndor herido”,
1989), el día en que decidió regresar a su hogar (“El regreso del cóndor”, 1992), la
vida de su padre en La Junta (“A mi papá”, 1981), el gran dolor por la muerte de su
compañero de fórmula, el virtuoso acordeonista Juancho Rois (“Canto celestial”,
1995), las dificultades que tuvo para terminar sus estudios (“El profesional”, 1979),
el agradecimiento que sentía por toda su fanaticada (“Para mi fanaticada”, 1980 y
“Muchas gracias”, 1996), su vida en el ambiente musical (“Cantando”, 1982, “Una
de mis canciones”, 1982 y “Mi vida musical”, 1991), los líos judiciales y problemas
de salud que empezó a sufrir (“Volver a vivir”, 1998 y “Experiencias vividas”, 1999),
sus innumerables conquistas, desengaños amorosos y llamados a la reconciliación
(“Rayito de amor”, 1988; “Brindo con el alma”, 1986; “Gracias a Dios”, 1993; “Título
de amor”, 1993; “La doctora”, 1994 y “Lo más sabroso”, 1991) y un balance de lo
que había sido su vida hasta ese momento (“26 de mayo”, 1994).
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aclamación popular y conciertos multitudinarios, es evidente que la expresión
“sexo, drogas y rock and roll” se acomoda de manera perfecta a la vida y obra de
Diomedes Díaz, aunque él hablaba era de “parranda, ron y mujé” y, claro, de unas
cuantas dosis de cocaína. De hecho, en alguna ocasión, un periodista le preguntó
a Diomedes si se consideraba el “Mick Jagger del vallenato”, ante lo cual este, un
tanto sorprendido, respondió: “Yo no sé quién es ese señor, pero me le mandan
mis saludos y me le dicen que se venga para parrandear con él un buen rato. ¡Que
se venga que aquí lo recibimos con mucho gusto y que mi Dios y la Virgen me lo
bendigan!”.
para Diomedes Díaz, pues si bien siguió vendiendo masivamente, con preventas de 13. Basta recordar las grabaciones
de Juan Gabriel, Rocío Durcal
casi quinientos mil discos, su música empezó a cambiar, perdió un poco de la espon- o Pedrito Fernández, entre
taneidad que lo había acompañado antes y grabó además una serie de canciones muchos otros.
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con un estilo un tanto diferente, más cercanas al “vallenato romántico” (que algunos
críticos denominan “balanato”) que pegaba con gran fuerza en el interior del país.
Además, comparado con Juancho Rois, el acordeón de Iván Zuleta sonaba plano,
mucho menos creativo y bastante predecible en sus arreglos. Todo esto se sumó a
una vida cada vez más desordenada que muy pronto le pasó factura.
Por otro lado, un gran sector de la opinión pública del país expresó un radical rechazo
a Diomedes Díaz, a quien veían como el representante del ascenso del narcotráfico
y el paramilitarismo, como un adicto a las drogas, como un rumbero desenfrenado,
como el autor de algunos insultos machistas y, sobre todo, como alguien que se burló
de la justicia luego de asesinar a una de sus amantes.
Diomedes, el Cacique de la Junta, fue uno de los más grandes talentos que ha
dado la música colombiana. Como cantante, compositor, intérprete y showman
fue incomparable y logró transformar al vallenato, una música que pasó de ser una
expresión exclusiva de campesinos en regiones de provincia a transformarse en el
género más vendido del país. Rápidamente se convirtió en un ídolo de multitudes
que sin necesidad de “payola” o manejadores rimbombantes tuvo una carrera de
casi cuarenta años, cerca de veinte millones de copias vendidas y más de cien éxi-
14. Diomedes Díaz fue declarado tos con los que sus seguidores se sintieron tocados de una u otra forma, pues con
culpable de homicidio
preterintencional por el juez su talento llevó su música a todos los sectores de la sociedad colombiana. Dueño
26 de Bogotá, quien afirmó de un carisma desbordante, es claro que pocos cantautores han logrado narrar de
que, al intentar controlar o
tal manera las vivencias de un pueblo, tal y como Diomedes pudo hacerlo. Pero,
acallar a Doris Adriana Niño,
el cantante le tapó la nariz y la por supuesto, los contrastes que se le atribuyen a su personalidad son reales, y
boca causándole la muerte. Para quizá mucho del daño que hizo también. De hecho, como se dijo en un editorial
el juez del caso, si bien Díaz
intentó hacerle daño a Niño, no del diario El Espectador a raíz de su muerte, Diomedes cantó y celebró la vida,
tuvo intención de asesinarla. pero estiró tanto la cuerda de su propio éxito que terminó por rompérsele en sus
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Ambiente musical, Valledupar
(Cesar), ca. 1953,
Fotografía de Nereo López
Meza, emulsión de gelatina de
plata sobre papel fotográfico
brillante
Colección Permanente del Banco
de la República.
narices. Empero, no se puede olvidar que este cantautor dejó un legado artístico
maravilloso que pasará a la historia con letras y vivencias que identificaban a las
de quienes lo seguían –y siguen– con fanatismo. Evidentemente, muchos de los
hechos de su vida no son dignos de imitar, pero vale la pena decir que aquellos que
ven a Diomedes como ídolo y ejemplo deben admirar lo que es digno de admirar
y dejar de lado esos hechos cuestionables de su biografía (sin justificarlos), pues
si se tiene el don de convertir en himnos de la vida los relatos de la cotidianidad,
sea como sea, dentro de la cultura popular colombiana, el paso a la inmortalidad
de Diomedes Díaz, el recordado Cacique de la Junta, estará más que garantizado.
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Joe Arroyo, dos momentos
del artista: a comienzos de los
ochenta (izquierda) y durante
un viaje a Roma (derecha).
Colección particular de Marcos
Barraza.
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La fiesta del Carnaval de Barranquilla.
Fotografía de Nina S. de Friedemann, 1976.
Fondo Visual Nina S. de Friedemann,
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La fiesta del Carnaval de Barranquilla.
Fotografía de Nina S. de Friedemann, 1976. Fondo Visual Nina S. de Friedemann, Biblioteca Luis Ángel Arango.
Carnaval de Palenque, s. f.
Fondo Visual Nina S. de Friedemann, Biblioteca Luis Ángel Arango.
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En ese contexto es que surge (desde Medellín, epicentro discográfico del país en Calles de Palenque de San Basilio.
aquellos tiempos) Fruko y sus Tesos, como una orquesta de salsa brava que con una Fotografía de Richard Cross, 1975.
Fondo Visual Nina S. de Friedemann,
influencia evidente de Richie Ray, le daba primacía al sonido del piano, a un bajo Biblioteca Luis Ángel Arango.
con bastante fuerza, a unas trompetas agudas, a veces un tanto descuadradas; a unos
trombones que dotaban de agresividad y potencia a la banda y a una percusión que
creaba nuevos ritmos, con lo que daban rienda suelta a su creatividad. Con Fruko,
Joe Arroyo tuvo grandes éxitos; se convirtió en la voz más cotizada de ese género
del país, lo cual lo llevó a grabar con otras bandas como The Latin Brothers (la
misma Fruko pero con énfasis en los trombones), el legendario Pacho Galán y con
Los Titanes, La Sonora Guantanamera, Wganda Kenya y Afrosound, entre otras17.
La hora de La Verdad
Después de su paso por Fruko durante casi diez años, Joe se lanzó como solista con
una banda que denominó La Verdad. El público se dio cuenta muy rápido de que no
era una copia de Fruko, pues armó un formato instrumental que integró saxos a la
cuerda de trompetas y trombones y una percusión folclórica muy marcada, además
empezó a nutrirse de nuevas cosas como el riquísimo y diverso folclor del Caribe
colombiano (cumbias, cumbiones, chalupas, porros, chandés), el merengue domi-
nicano (que con Wilfrido Vargas y Cuco Valoy había puesto a bailar a todo el país)
y –muy importante recordarlo– la música que llegaba en los barcos y desembarcaba
en los puertos desde muchos lugares del mundo, con gran acogida principalmente en
las barriadas populares y que empezó a pegar con mucha más fuerza con el Festival 17. De hecho, Discos Fuentes
de Música del Caribe, un evento gigantesco que comenzó a realizarse en Cartagena utilizó a Joe Arroyo como
corista en innumerables
desde 1982 y que trajo a los más famosos artistas de África y el Caribe no hispa- producciones discográficas en
nohablante. De ahí en adelante, el Joe nunca dejó de lado su tumbao champetúo. los géneros más variados.
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Joe Arroyo y su orquesta La Fuego en su mente
Verdad, Barranquilla, 1984.
En la fotografía, de izquierda
La consagración definitiva de Joe con su paso decisivo al Olimpo de la música
a derecha: Johnny Arzuza colombiana llegó con el álbum Musa original de 1986 en el que grabó un tema
(vocalista), Libardo Ching llamado “Rebelión”, una de las más importantes canciones de la salsa de cualquier
(saxofonista), Víctor “El Guachi”
Meléndez (vocalista), Luis Polo lugar del mundo, tanto por su letra y música, como por su brillante interpretación,
(trompetista), William Roca la cual, con el perdón de grandes compositores como Tite Curet Alonso o Rubén
(pianista), Efraín Villanueva
Blades, se convirtió en la canción salsera que mejor ha relatado el drama de la
(bongosero), Jorge Peña
(trombonista), Emil Galvis esclavitud en América Latina.
(conguero), Guillermo López
(bajista), Tomás “Tommy”
Colombo (trombonista), Miguel
Márceles (trompetista) y Luis Rescatando la música del Caribe colombiano
Ojeda (timbalero). Joe se convirtió en un ídolo en todo el país y su aporte con cumbiones como “A
Colección particular de Marcos
Barraza. mi Dios todo le debo” y “El niño Dios”, cumbias como “Suave bruta” y chandés
como “Quién lo sabe bailá” y “El trato”, pusieron a la música tradicional del Caribe
colombiano a sonar en un formato mucho más moderno y comercial que no tenía
nada que envidiar a la salsa neoyorquina y al merengue dominicano. Mejor dicho,
Joe Arroyo sacó de los museos a los que estaban condenados muchos de los ritmos
del Caribe colombiano y los puso a competir, de igual a igual, con géneros que sí
habían asimilado su paso de música folclórica a popular en contextos urbanos, con
excelentes arreglos musicales, la participación de músicos profesionales y voces
brillantes, virtuosas y sumamente comerciales, como la de Arroyo.
Salsa ventiada
Pero Joe también siguió grabando poderosas canciones salseras, consagrándose
como el principal intérprete del género en el país con temas espectaculares como
“Mary”, “Yamulemau”, “En Barranquilla me quedo”, “Pa’l bailador”, “Ban Ban”,
“Fuego en mi mente”, “La guerra de los callados” y “Por ti no moriré” (o plenas
como “Las cajas” y bombas como “Amerindio”), entre muchas otras, que mostraban
a una orquesta agresiva, pitos brillantes con saxos, trompetas, clarinetes y trombo-
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nes, un bajo profundo y una voz con un registro vocal amplísimo, además de unos Joe Arroyo: una de las imágenes
clásicas del artista.
arreglos contundentes que él mismo, a pesar de no tener conocimientos técnicos Archivo Fotográfico de Discos
en música, ayudaba a confeccionar. Fuentes.
a r r i ba
Cabe mencionar que el impresionante sonido que tenía su orquesta en vivo se com- The Latin Brothers, grupo
plementaba con las grabaciones que se hacían en el soberbio y portentoso estudio salsero creado por Fruko para
competir con el sonido de la
de Discos Fuentes en Medellín, con un piano acústico que ya prácticamente nadie
orquesta venezolana Dimensión
utilizaba en el mundo de la salsa comercial y que se deleitó con los solos de piano latina. De izquierda a derecha:
de Chelito de Castro18. Víctor Meléndez, Joe Arroyo y
John Jairo “El Soruyo” Murillo.
Archivo Fotográfico de Discos
Todo esto hizo que Joe Arroyo se consolidara como el gran ídolo de la música co- Fuentes.
lombiana, con un sonido único que nadie podía imitar y una popularidad que solo
a ba j o
podía ser disputada por el Grupo Niche, agrupación que, dirigida por Jairo Varela, De izquierda a derecha: Wilson
también le cantaba a su gente pero desde una perspectiva que miraba más hacia el Manyoma “Saoko”, Julio Ernesto
Estrada “Fruko” y Álvaro
Pacífico y a la salsa de Nueva York. Sin embargo, a diferencia de Niche, que estaba José Arroyo “el Joe”. Archivo
muy metido en el mundo netamente salsero, Joe Arroyo era un artista perfecto Fotográfico de Discos Fuentes.
para lo que se había empezado a denominar, tal vez desde los años ochenta y con
18. Esto se evidencia con el primer
el apoyo de algunos artistas de rock19, como World Music, por su estilo particular,
disco que Arroyo grabó en
mezcla de ritmos de todo tipo, innegable herencia africana e incuestionable exotismo Miami con Sony Music (Toque
que calaba muy bien en ciertos círculos artísticos. de clase, de 1991) que tiene
un sonido muy inferior al de
las anteriores grabaciones con
Discos Fuentes.
El del tono africanizao 19. Como David Byrne, Paul
Joe asimiló ritmos de lugares como Jamaica, Trinidad y Tobago, Martinica, Haití Simon y Peter Gabriel, quienes
grabaron álbumes con músicos
y varios países africanos20, e hizo una mezcla que fue bautizada como Joeson, con de esas “periferias” e incluso
canciones como “Tumbatecho”, “Musa original”, “Echao pa’lante”, “La noche”, llegaron a involucrarse con
“Teresa vuelve”, “El centurión de la noche”, “Te quiero más” y otras un poco sellos discográficos para apoyar
artistas que no pertenecían a los
diferentes como “Simula timula” y “Si so gole”, las cuales a veces suenan a soca circuitos tradicionales del pop
y, sobre todo, a un ritmo haitiano llamado konpa dirèk que, sin duda alguna, Joe anglo.
tuvo que escuchar con bastante atención. Su conexión con tradiciones musicales continúa
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Joe Arroyo recorrió casi todo el
mundo con su orquesta. En Roma
con Obert López, bajista de La
Verdad y una admiradora, 1989.
izq ui e r da
Joe Arroyo con Eline, Belkys y
Derlys, hijas de Marcos Barraza.
Colección particular de Marcos
Barraza.
der e c ha
En Roma, durante la primera gira
por Europa, 1989, aparecen Joe
Arroyo, Jorge Peña, trombonista
de la orquesta La Verdad y Rubén
Blades “el poeta de la salsa”.
Colección particular de Marcos
Barraza.
Es en esa época cuando el Joe (como le gustaba ser llamado) llenó estadios y ferias
populares, fue invitado a tocar en los más importantes escenarios del mundo, la
20. Lo cual tampoco es una novedad BBC de Londres le produjo un LaserDisc, firmó contrato con Island Records para
pues artistas como Wilfrido
Vargas, Las Chicas del Can y
distribuir su música en el Reino Unido, realizó el concierto más multitudinario que
Juan Luis Guerra, entre otros, se ha hecho en el estadio El Campín de Bogotá (entre setenta y noventa mil asis-
hicieron, por esa misma época, tentes) y ganó catorce Congos de Oro en el Carnaval de Barranquilla, que hicieron
varias versiones de temas de
música africana y del Caribe no que se creara un premio especial solo para él llamado el Super Congo, porque era
hispanohablante. claro que nadie podía competirle sin caer derrotado.
[42] B O L E T Í N C U LT U R A L Y B I B L I O G R Á F I C O , V O L . X L I X , N Ú M . 8 8 , 2 0 1 5
Joe Arroyo y su orquesta
La Verdad. Aquí el Joe con
Víctor “el Guachi” Meléndez
(compañero de Joe en The Latin
Brothers) y Johnny Arzuza
(compañero en La Protesta de
Colombia, primera orquesta de
salsa en la que participó Joe),
Roma, 1989.
Colección particular de Marcos
Barraza.
a r r i ba
Joe Arroyo en compañía de
Andy Montañez, conocido como
“el Godfather de la salsa” y “el
niño de Trastalleres”. Colección
particular de Marcos Barraza.
a ba j o
Joe Arroyo, su música llegó a
muchos lugares del mundo, por
lo que se convirtió en ícono de la
World Music.
Colección particular de Marcos
Barraza.
i n fe r i o r i z q u i e rda
Desde muy joven, Joe Arroyo
estuvo en los primeros lugares de
popularidad, primero con Fruko y
Canta Joe, te vinimos a oír cantar sus Tesos y luego con su orquesta
Si bien Joe Arroyo siguió grabando grandes éxitos, el paso del artista por Sony fue La Verdad. Fotografía de sus
años dorados a finales de los años
muy inferior al de su época con Fuentes y se constituyó en testigo de su decaden- ochenta.
cia artística (a pesar de álbumes excelentes como Mi libertad de 1995, Deja que te Archivo Fotográfico de Discos
cante de 1997 y En sol mayor de 199921), pues sus excesos le pasaron factura y ya Fuentes.
para mitad de los noventa su voz no era la misma. Asimismo, es bien sabido que i n fe r i o r d e r e c h a
Arroyo plagió a grupos haitianos, brasileros, martiniqueses y hasta franceses que Joe Arroyo en su regreso a Discos
Fuentes.
en tiempos de Internet y redes sociales son muy fáciles de rastrear pero que hace
Archivo Fotográfico de Discos
veinte o treinta años podían pasar inadvertidos22. Fuentes.
Sin embargo, todo esto no niega su grandeza artística, pues su mezcla de salsa, 21. Con Sony grabó seis álbumes
música costeña colombiana, géneros del Caribe no hispanohablante y su energía, más.
carisma y swing únicos e inconfundibles, le hacen estar al mismo nivel de símbolos continúa
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[44] B O L E T Í N C U LT U R A L Y B I B L I O G R Á F I C O , V O L . X L I X , N Ú M . 8 8 , 2 0 1 5
de la africanidad en el Caribe como Celia Cruz, Beny Moré, Ismael Rivera y Óscar
D’León, pues Joe solo necesitaba pararse en la tarima para que el público pudiera
percibir el verdadero sabor de un artista maravilloso que a veces solo tocaba las
claves para dirigir por completo a toda su orquesta. Su figura, su extraño ruido
gutural que parecía un relincho y que se convirtió en su sello personal, su maravi-
llosa voz, su ecléctica mezcla de ritmos, su poderosa presencia escénica, sus más
de cuarenta años de vida artística, sus conciertos en diferentes lugares del mundo,
su excelente y brillante orquesta, sus letras extrañas pero llenas de bacanería, su
mitomanía y su estilo único y fácilmente identificable, hicieron de Joe Arroyo un
artista revolucionario que trascendió las barreras de la música y la cultura popular
colombiana. Por eso aquel 26 de julio de 2011, dolió tanto su partida y por eso no
se vislumbra una figura que pueda llegar a reemplazarlo.
De manera premeditada o no, jóvenes citadinos han intentado volver contemporá- Carlos Vives.
neas –ligadas a los formatos de producción y ejecución globales– algunas tradiciones Archivo Fotográfico de Hernán
Díaz, Biblioteca Luis Ángel
culturales vernáculas. En muchos casos, ese proceso ha fracasado –a pesar de bue- Arango.
nas, regulares o malas propuestas–, pero en otros, ha tenido gran éxito al acercar
página anterior
a más personas al consumo de determinados géneros, ampliar sus posibilidades El lenguaje del tambor, Palenque
de difusión e impulsar un mayor conocimiento sobre distintas tradiciones locales. de San Basilio.
Los ejemplos constantemente citados de Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Pedro Fotografía de Nina S. de
Friedemann, 1976.
Morales Pino, León Cardona, Jesús Zapata Builes, Francisco Zumaqué, entre Fondo Visual Nina S. de
muchos otros (sin contar la infinidad de grandes músicos que transformaron sus Friedemann, Biblioteca Luis
Ángel Arango.
propios géneros musicales en todo el mundo), demuestran que el interés de vestir
a la música tradicional con ropa nueva no es una tendencia de los últimos años,
sino una constante entre aquellas personas que viven nuevas realidades y quieren
expresarlas en los géneros musicales en los que se han formado.
El caso de Carlos Vives y La Provincia es muy especial, pues pudo desarrollar, con
grandes márgenes de libertad creativa, un producto que revolucionaría la música
en Colombia, con lo que demostró que se puede vender algo novedoso y original
a pesar de estar inmerso en el mainstream de la denominada cultura global.
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Fanático del rock argentino,
Carlos Vives transformó la
música colombiana con su fusión
local y global.
Archivo Fotográfico de Hernán
Díaz, Biblioteca Luis Ángel
Arango.
doce años y, luego, cuando estudiaba Publicidad, era mesero en bares capitalinos
(donde entró en contacto con parte de la movida musical bogotana) y se convertía
en galán de telenovelas, fue reafirmando su gusto por el rock argentino, el cual tenía
en Charly García a su principal representante. Esto le llevó a grabar tres álbumes
conformados principalmente por baladas que, a pesar de contar con el apoyo de la
industria, pasaron casi que inadvertidos.
Pero en 1991 fue seleccionado para protagonizar la serie de televisión Escalona, que
narraba la vida y obra del compositor Rafael Escalona, una de las grandes glorias
de la música colombiana. La música de la serie tuvo gran éxito y lanzó a Vives a
interpretar esas canciones en diferentes lugares del país. Con esto, el antiguo galán
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de telenovelas empezó a mirar el inmenso caudal de música caribeña colombiana Vida cotidiana en Palenque.
que tenían compositores como Escalona, Emiliano Zuleta, Leandro Díaz, Calixto Fotografías de Richard Cross,
junio de 1975.
Ochoa, Carlos Huertas, Adolfo Pacheco, entre otros, y lanzó el álbum Clásicos de Fondo Visual Nina S. de
la provincia (1993). Friedemann, Biblioteca Luis
Ángel Arango.
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Músicos. Sincelejo (Sucre), niero de mezcla cercano al rock y desconocedor del vallenato, le dieron al disco un
ca. 1960. sonido diferente, que se sentía más profundo, grande y, por supuesto, moderno. Hoy
Fotografía de Nereo López Meza.
Emulsión de gelatina de plata en día se afirma que en ese álbum Vives le agregó baterías y guitarras eléctricas
sobre papel fotográfico brillante. al vallenato, lo cual no es del todo cierto, pues las baterías son más bien tímidas y
Colección Permanente del Banco
de la República.
se pueden oír más guitarras acústicas que eléctricas (con la excepción de un solo
roquero en “Matilde Lina”).
La verdadera Provincia
Fue el álbum La tierra del olvido (1995) el que definitivamente consolidó el verda-
dero sonido fusión de La Provincia, el cual es el resultado de un proceso creativo
que involucró nuevos nombres como el del productor Iván Benavides, con quien
Vives y el resto de músicos generaron un sonido completamente diferente. Por esto,
La tierra del olvido decepcionó a aquellas personas que esperaban un Clásicos de la
provincia II, pues se incorporó una batería mucho más potente, guitarras eléctricas
–ahí sí– bastante marcadas y canciones originales, las cuales se intercalaron con viejos
temas. Además, el álbum no se basó solo en el vallenato, sino que expuso una amal-
gama de ritmos costeños como la cumbia, la champeta y el porro de banda. A pesar
de que el álbum decepcionó a algunas personas, para otras significó el inicio de un
camino de investigación sobre la música colombiana para reinterpretarla con nuevas
sonoridades e influencias, lo cual hace que La tierra del olvido sea considerado, por
algunos críticos, como uno de los discos más importantes de la historia de Colombia.
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Rumbo al sonido Miami Ambiente musical, Valledupar
Luego de la tímida recepción que tuvo el álbum Tengo fe (1997), Sonolux contrató (Cesar), ca. 1953.
Fotografía de Nereo López Meza.
al, en ese entonces, rey Midas de la música latina en Miami, Emilio Estefan, quien Emulsión de gelatina de plata
delegó a Juan Vicente Zambrano, un caleño, la producción del disco El amor de mi sobre papel fotográfico brillante.
Colección Permanente del Banco
tierra (1999), el cual mostró un cambio de sonoridad que se tradujo en un completo de la República.
éxito. Si bien Estefan figuró solo como consultor del proyecto, es evidente que el
sonido Miami se sintió en la producción, que estuvo lleno de ganchos comerciales,
guiños más internacionales y canciones más parecidas a las de la música latina más
comercial (la de Gloria Estefan o Juan Luis Guerra23). Su siguiente álbum Déjame
entrar (2001) repitió el mismo criterio y se limitó a afinar los elementos que tuvieron
éxito desarrollando un excelente álbum. Así, Carlos Vives ya no partió desde “la
tierra del olvido” colombiana, sino desde Miami, en donde lo “latino” se ha defini-
do en oposición a la población angloparlante de los Estados Unidos, corriendo, a
veces, el riesgo de convertirse en un cliché.
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Carlos Vives y La Provincia en guna novedad, y esperaba la misma fórmula con canciones estilo “Déjame entrar”
sus inicios. o “Quiero verte sonreír”. Infortunadamente, el público colombiano ya no quería
Archivo Fotográfico de Hernán
Díaz, Biblioteca Luis Ángel sorprenderse y, por el contrario, solo esperaba volver a lo predecible. El problema,
Arango. para algunos, fue que Vives no pretendió hacer música colombiana con elementos
del rock sino que buscó hacer rock con elementos de música colombiana, pero la
apuesta simplemente no pegó.
De vuelta al mainstream
Luego de lanzar Clásicos de la provincia II (2009), con grandes ventas pero ningún
impacto en la industria24, Vives regresó al mainstream con sus álbumes Corazón
24. Por grabarlo y venderlo con profundo (2013) y Más corazón profundo (2014). En estos álbumes, Vives ya no
una cadena de supermercados quiso tomar riesgos innecesarios y prefirió ceñirse a una fórmula exitosa que lo
y no con un sello discográfico.
volviera a poner en los grandes reflectores, y lo logró con creces.
25. Claro está que grupos como
El Binomio de Oro venían
haciendo algunas cosas
similares desde hacía rato, Transformando la música colombiana
aunque no mirando hacia
el rock, sino a las grandes Como se ha dicho, la influencia de Carlos Vives ha sido muy importante en la músi-
orquestas, del Caribe de salsa, ca colombiana. Por ejemplo, después del disco de Clásicos de la provincia, algunos
merengue y la denominada
grupos vallenatos empezaron a utilizar baterías electrónicas que imitaban el sonido
música tropical.
de La Provincia, así como algunas guitarras eléctricas distorsionadas25. Además, el
26. Aunque no el bombo, como
en forma equivocada lo vallenato empezó a adoptar patrones de producción y puesta en escena diferentes,
señalan Sevilla et al. (2014), desarrollando un sonido que no tuvo miedo de incorporar otros instrumentos y
pues El Binomio de Oro lo
estilos musicales26.
usa desde 1985 y 1986 (¿se
acuerdan de “Barranquillera”
y de “La candelosa”?), e Otra corriente que generó el sonido de Carlos Vives, sobre todo el de su época
incluso antes, volviéndose
frecuente en el género, ya sea de Miami, fue la que se conoció como tropipop y que por poco más de un lustro
acústico o electrónico. sonó hasta el cansancio en las emisoras juveniles colombianas. Si bien el tropipop
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se puede rastrear desde el sonido ochentero de artistas como Yordano, Juan Luis
Guerra, Donato y Estéfano y la misma Gloria Estefan cuando empezó a cantar en
español, es Carlos Vives, cuando adopta muchos “ganchos” de ese sonido, quien
influye en músicos colombianos más jóvenes que buscaban un estilo netamente
comercial. El tropipop fue una versión simple, light y estandarizada del sonido de
Vives, que, además de tener un lenguaje políticamente correcto, defensor del statu
quo y monotemático hacia el amor adolescente, adoptó unos clichés más o menos
básicos con introducciones de guitarra arpegiada que imitaron el sonido de Teto
Ocampo, progresiones armónicas del pop y baterías al estilo del tema “Pa’ Mayté”,
que llevaron a que existiera bastante similitud en las canciones. Esto quiere decir
que el tropipop imitó el sonido de Vives, pero sin encontrar su esencia (Sevilla et
al., 2014).
El amor de su tierra
Carlos Vives es un artista del mainstream. No es un ídolo popular al estilo de
Diomedes Díaz, Joe Arroyo o Jairo Varela, pues sin un fuerte aparato publicitario
deja de sonar y desaparece del mercado (aunque su influencia se siente en muchos
artistas). Sin embargo, si bien algunas posturas o actitudes del sonido actual de Vives
ya no representan alguna novedad, no se puede desconocer su importante legado
por trabajar lo autóctono y volverlo contemporáneo en un mundo en el que a pesar
de la gran diversidad de información, aún se sigue vendiendo una única manera de
vivir, sentir, pensar y ser. Y ya por eso, su proyecto ha valido mucho la pena.
CONSIDERACIONES FINALES
La vida y obra de Jairo Varela, Diomedes Díaz, Joe Arroyo y Carlos Vives, todos
grandes artistas colombianos, visibilizan al país diverso, pluriétnico y multicultu-
ral que cada día emerge con más fuerza con sus realidades, tradiciones, sueños y
maneras de ser, vivir, sentir y pensar. A pesar de sus diferentes orígenes, su legado
revaloriza las tradiciones musicales que en Colombia siempre contaron con grandes
creadores, ejecutores y gestores. Su impacto comercial y artístico generó grandes
transformaciones en la forma como se desarrolló la música colombiana pues se
convirtieron en los más importantes representantes de sus géneros en los últimos
treinta años en el país, al punto de que hoy en día no se vislumbran otros artistas
que logren tener un impacto similar.
Por ejemplo, Jairo Varela consolidó a Colombia como un país salsero, con el Grupo
Niche, una espectacular agrupación que, desde los sonidos del Pacífico, se puso al
nivel de las mejores del mundo y demostró que era posible hablar de una salsa
colombiana, la cual sigue siendo muy importante en todo el mundo. Por su parte,
Diomedes Díaz, el Cacique de la Junta, se convirtió en el máximo representante
del nuevo vallenato, con una voz espectacular, un estilo único para cantar las letras
y una gran capacidad para congregar a su público, con lo cual se volvió un verda-
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dero ídolo popular para Colombia. Asimismo, Joe Arroyo, el Joe, fue la mejor voz
salsera que ha tenido el país; quien además recuperó ritmos folclóricos del Caribe
colombiano y conectó a Colombia con el Caribe no hispanohablante, con lo que
hizo explícitas las estrechas relaciones socioculturales con naciones y territorios que
consciente e inconscientemente se habían desconocido. Por último, Carlos Vives es
un representante del mainstream que, a pesar de encontrarse en el contexto de una
industria musical que asume parámetros que estandarizan y empaquetan, resultó
transformando la música colombiana con su importante apuesta de fusionar lo
local y lo global.
Todo lo anterior analiza en forma breve la obra de cuatro grandes artistas que logra-
ron visibilizar a poblaciones tradicionalmente excluidas de las decisiones del poder
político y económico. Colombia, que por muchos años se creyó blanca, apostólica
y romana (seamos sinceros, en muchos casos, aún se cree así), con élites clasistas y
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Con Clásicos de la Provincia,
Carlos Vives buscó visibilizar
la diversidad cultural, étnica y
geográfica de Colombia.
Archivo Fotográfico de Hernán
Díaz, Biblioteca Luis Ángel
Arango.
racistas que ignoraron por años, incluso de manera violenta, un gran número de
manifestaciones populares, ha terminado por reconocer esas otras realidades que
se revelaron mediante una cultura popular contundente encarnada en excelentes
artistas que se transformaron en grandes ídolos y que, con sus éxitos y fracasos,
errores y virtudes, seguidores y detractores, contribuyeron a generar una idea de
nación, una nación que continúa siendo fragmentada y violenta, pero que a la vez
ha podido encontrar referentes que le han hecho darse cuenta de que, sea como
sea, existe y se reproduce en todo momento. ■
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