Tiempos Difíciles: La Normalización Del Discurso de La Extrema Derecha

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Amara Rubio Gómez1

Tiempos difíciles: la normalización del discurso de la extrema


derecha
Hard times: the normalisation of the far-right discourse

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Resumen

Estos últimos años hemos sido testigos de una aceleración del tiempo histórico en que las
corrientes de la extrema derecha han ido tomando mayor control de los espacios públicos.
Los discursos de odio hacia diversos colectivos han dejado de darse en minorías marginales
para pasar a formar parte de los debates del común de la sociedad. La derecha más radical
ha empezado a marcar la agenda política en una parte importante de los países europeos.
Todo ello nos invita a cuestionarnos por los orígenes de estas corrientes, sus anhelos,
angustias y objetivos.

Este tipo de cuestionamientos están comenzando a ser trabajados con esmero por
intelectuales de diversas ramas del conocimiento, razón por la que para llevar a cabo el
presente texto solamente se han elegido dos obras que, consideramos, muestran con
bastante claridad una visión global del fenómeno de la extrema derecha que recorre el
mundo. Estas obras son:

FORTI, Steven, Extrema Derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla, Madrid: Siglo XXI,
2021. 272 pp.

VV.AA., Familia, raza y nación en tiempos de postfascismo, Madrid, traficantes de


sueños, 2020. 192 pp.

Palabras clave: Extrema Derecha 2.0., Postfascismo, Neofascismo, Rojipardos, Fascismo

Abstract

In recent years we have witnessed an acceleration of historical time in which the currents
of the far-right have been taking greater control of public spaces. Hate speech towards

1
Amara Rubio Gómez es estudiante de Doctorado en Historia Contemporánea por la Universidad de
Valladolid y el Instituto Universitario de Historia de Simancas.

Hastapenak. Revista de Historia Contemporánea y Tiempo Presente. Gaurko Historiaren Aldizkari


Kritikoa. Número 4. Julio-diciembre de 2022. ISSN 2530-3627.
Amara Rubio Gómez

various groups has ceased to be heard from marginalised minorities and has become part
of the debates of mainstream society. The most radical right has begun to set the political
agenda in a significant part of European countries. All this invites us to question the
origins of these currents, their yearnings, anxieties and objectives.

This type of questioning is beginning to be worked on with great care by intellectuals from
different branches of knowledge, which is why only two works have been chosen for this
text, which, we believe, provide a fairly clear overview of the far-right phenomenon that
is sweeping the world. These books are:
105
Forti, Steven, Extrema Derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla, Madrid: Siglo XXI, 2021.
272 pp.

VV.AA., Familia, raza y nación en tiempos de postfascismo, Madrid, traficantes de


sueños, 2020. 192 pp.

Keywords: Right 2.0., Post-fascism, Neo-fascism, red-brown alliance, Fascism.

*2Antes de comenzar la presente recensión, la autora3 pretende dejar de manifiesto


un par de aspectos: de un lado que el presente análisis nace de la voluntad de abrir mayor
debate y no de estructurar una investigación cerrada. De otro lado, las breves pinceladas
en las que la autora expresa sus cuestionamientos –fruto de los interrogantes surgidos de
sus indagaciones– tan solo persiguen encontrar un mayor consenso con el que entender
mejor el desarrollo de las extremas derechas actuales y hacerlas más comprensibles al
ciudadano medio. En la presente recensión el público no encontrará una definición
cerrada sobre las diversas ramas que encierra la extrema derecha o unos límites precisos,
sino algunas herramientas –especialmente una bibliografía básica– con las que,
posteriormente, el lector pueda detectar de manera autónoma algunos aspectos comunes de
las derechas más radicales del mundo actual.

Las últimas décadas del siglo XX fueron testigo de la aparición de nuevos partidos
vinculados a la derecha extrema. Estos nacieron de manera marginal en la década de los
ochenta y mostraron aspectos distintivos en función de la realidad nacional en que fueron

*2 No querría dejar pasar la oportunidad de agradecer a mis hermanos (Anastasio y Victorino) todo su
apoyo –tanto directa como indirectamente–: sin vosotros nada hubiera sido posible. “If the sky comes
falling down, for you, there’s nothing in this world I wouldn’t do”
3
La autora quiere expresar su agradecimiento a los/as evaluadores/as anónimos/as por sus
comentarios y observaciones dado que han permitido profundizar en la reflexión y mejorar el presente
texto
Tiempos difíciles: la normalización del discurso de la extrema derecha

surgiendo. Así, con el paso de los años y el deterioro del estado de bienestar de las
sociedades occidentales, han ido mostrando una serie de rasgos comunes que pueden ser
muy útiles para comprender sus bases y estrategias políticas.

Las obras de las que nos proponemos hacer una breve recensión tienen en común
el intento de comprender la sociedad que nos envuelve y que ha visto renacer, entre grupos
cada vez más numerosos, los anhelos de la extrema derecha. Si bien los análisis sobre los
“neofascismos” o “derechas extremas” apenas habían tenido importancia hace una década,
durante los últimos años (como consecuencia de la realidad social) se han multiplicado.
106
De esta manera la proliferación de estudios, desde las más variadas ciencias del
conocimiento, nos ha permitido profundizar concienzudamente en el entramado de las
nuevas estructuras de sociabilidad de la extrema derecha.

En el presente texto haremos un recorrido –aunque muy breve– sobre los orígenes
–y continuismos– de las nuevas extremas derechas hasta el tiempo presente para, de ese
modo, poder contextualizar más fácilmente sus objetivos; sus características unificadoras
–así como los principios diferenciadores– a nivel mundial; sus estrategias políticas, etc.

Extrema Derecha y Fascismo Histórico. Entre la ruptura y la continuidad

Es por todos conocida la necesidad de acudir a los procesos históricos previos para
comprender los orígenes y evoluciones de las nuevas formas políticas. Es este, también, el
caso de la denominada derecha extrema. De ahí la exigencia de retrotraernos a la época
de Alain de Benoist4 –hacia finales de los setenta y principios de los ochenta– como
referente de la nueva derecha radical europea.

Este punto de inflexión es trascendental, dado que para entender este fenómeno
político hemos de ser capaces de discernir entre la derecha extrema tradicional y la
extrema derecha actual. La primera, aunque antidemocrática y en conexión directa con el
fascismo de siglo pasado, apenas tiene representación en la actualidad, mientras que la
que surge a partir de la década de los ochenta se autodenomina democrática y asume como
propios los valores liberales, residiendo su mayor peligro en la adopción de una postura
moderada que, a posteriori, arremete contra buena parte de la sociedad.

4
Entre otras obras suyas destacamos De Benoist, Alain, La nueva derecha, Editorial Planeta, Barcelona,
1982.

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Si echamos una ojeada hacia la segunda mitad del siglo XX en Francia –donde
iniciaba sus teorías políticas Benoist5– encontraremos una mirada recelosa hacia la
migración, empezándose a reivindicar el etnodiferencialismo como lógica de continuación
al antiguo racismo biológico. Este velo permitirá a las nuevas corrientes de extrema
derecha moverse con mayor liberad dentro del plano democrático. Esto es así, dado que la
interpretación ideológica del nacionalismo y rechazo de la diversidad “cultural”, tiene
mayor capacidad de encontrar coherencia dentro de la mentalidad occidental del presente
siglo6. Es más, estos movimientos reivindican el término de “nativismo” (y no el
107 nacionalista) para defender que la población habitante de los diversos países ha de ser
nativa. Estableciéndose, así, una reciprocidad total entre nación y Estado.

Este principio enlaza de manera directa con su concepción “populista7” –término


que, según Forti caracteriza a la extrema derecha, pero sin ser determinante por la

5
La figura de Benoist es crucial en el nacimiento de la “nouvelle droite”: director de la revista Europe
Action. En 1968 creó el Groupement de Recherches et d’Études sur la Civilisation Européenne (GRECE),
donde reivindicaba la construcción de una nueva élite que propagara por Europa un nuevo modelo de
comprensión de la sociedad. Esto se materializó en la década siguiente con la aparición del Frente
Nacional Francés que comenzó su lucha por el poder con otros partidos de corriente neofascista, como
era el caso del Movimiento Social Italiano, por ejemplo. La trascendencia de estas corrientes reside en
su desvinculación del fascismo histórico, declarándose demócratas y criticando a los partidos
tradicionales a los que acusan de corrupción y de oligárquicos, al tiempo que se erigen como
representantes del pueblo.
Es necesario recordar que en mayo de 1968 la derecha neofascista y revolucionaria buscó reedificar los
principios filosóficos que les eran propicios. En este marco es donde se encontraban personas como
Champetier, pero también Benoist –ambos escribieron el manifiesto de La nueva derecha del año 2000–
, quienes planteaban que el plano ideológico tenía mayor trascendencia política en la conciencia social.
De este modo, se hacía una lectura de Gramsci desde la derecha, abogando por centrar la batalla
política en el discurso identitario y cultural.
Para Benoist, la derecha tradicional no era útil dentro del mundo moderno, que se había dejado llevar
por el liberalismo. Dentro de estos principios, como trataremos en el presente texto, Benoist se mostró
contrario a las tendencias de la “mundialización” y sobre todo a los inmigrantes que consideró como
invasores. De otro lado, Renaud Camus (otro teórico de estos parámetros) clamaba a la sociedad por la
defensa de los valores que consideraba de tradición europea frente a la amenaza que suponía la
mundialización contra esos principios. Estos aspectos tendrán, posteriormente, su importancia en la
construcción del discurso de la nueva extrema derecha que, aun dejando a un lado los planteamientos
racistas de la derecha fascista de los años treinta, cuentan con la propuesta identitaria de dicotomía
política y social (amigo-enemigo).
6
Vid. Blee, Kathleen, Understanding Racist Activism: Theory, Methods and Research . Londres,
Routledge, 2017
7
Este término merece un breve inciso dado que ha sido utilizado de manera recurrente por parte de
los medios de comunicación desde mediados de la primera década del siglo XXI. Diversos autores han
definido a las derechas radicales de la actualidad como populistas sin dar mayor precisión sobre el
término –que, prácticamente, se ha utilizado de manera reiterada para designar de un modo
peyorativo a toda corriente–.
Es interesante la definición dada por Benoist, quien acercándose a los principios laclausianos alegaba
que, dado que el liberalismo había derivado en una crisis política y social, el populismo era una clara
reacción ante tal situación, que había dejado a la sociedad desposeída de sus identidades y valores
políticos. El teórico francés, además, consideraba al populismo como el elemento clave para volver a
organizar las identidades políticas que habían ido perdiendo su significado en la mundialización de la
sociedad. Si bien este planteamiento del populismo que hace Benoist es clave para comprender su
propuesta de “guerra cultural”, la autora del presente texto no entiende el populismo como una
Tiempos difíciles: la normalización del discurso de la extrema derecha

desvirtuación que ha padecido–, en la que un pueblo virtuoso ha de enfrentarse con la


clase política corrompida (dentro de su territorio nacional) y frente a la llegada de la
población migrante. Así, alejándose de los antiguos conceptos de “raza” se utilizan otros
como el de “cultura” para criticar la inmigración –hablándose más de racismo cultural
que de “racismo biológico” en la actualidad–.

Así las cosas, ante los pequeños cambios padecidos por estas corrientes en los
últimos años, parece lógico cuestionarse qué queda de los antiguos fascismos del siglo XX
en las presentes derechas extremas. A este respecto, el especialista italiano ha establecido
108
siempre una barrera entre el fascismo y las categorías de la nueva derecha radical8,
construyendo, por consiguiente, el concepto de “extrema derecha 2.0”. El mismo
razonamiento es desarrollado por Emmanuel Rodríguez López en la obra colectiva al
cuestionarse la cantidad de fascismo que aún quedaba en el “populismo conservador”. Su
respuesta se dirige a lo que describe como la “paradoja” del nuevo fascismo, caracterizada
como una especie de socialdemocracia nacionalista y de corte racista que va anexionándose
las fuerzas de tradición izquierdista.

Este último punto no es baladí, y nos servirá para hacer un paréntesis sobre lo que
se conoce como nazbol, rojipardos o socialchovinistas. Se trata de nacionalistas, defensores
de lo tradicional, nostálgicos de la vida rural, militaristas y xenófobos que miran con
nostalgia los supuestos pasados “heroicos” de sus naciones. Pero, además, sirviéndose de
principios marxistas o de corte progresista, juegan a seducir a una parte de la sociedad
trabajadora, que anteriormente se vinculaba, sin lugar a dudas a la izquierda.

corriente ideológica, sino –siguiendo a autores como Traverso a nivel internacional, o a Francisco
Veiga a nivel nacional (a este respecto se puede observar la obra Veiga, Francisco, Patriotas indignados.
Sobre la nueva ultraderecha en la posguerra fría. Neofascismo, posfascismo, nazbols , Madrid, Alianza
Editorial, 2019)– como un concepto que atiende a las emociones personales. Es decir, cuando utilizamos
el presente término lo hacemos como adjetivo que acompaña a la ultraderecha, pero no como un
sustantivo que lo desplace del plano político (cabe remitirse a Traverso, Enzo, Las nuevas caras de la
derecha. Conversaciones con Régis Meyran, Buenos Aires: Siglo XXI, 2018). Entendemos, pues –del
mismo modo que apunta Forti en sus obras– que el término se ha utilizado tan ligeramente que ha
terminado por difuminar los principios de las corrientes de extrema derecha.
8
Sobre este tema, como tratamos a lo largo del texto, consideramos que, si bien se ha de diferenciar a
las derechas demócratas de las extremas, en lo que concierne a las segundas –sin propósito de
construir una especie de “cajón de sastre” donde quepa todo tipo de tendencias derechistas– sí que
encontramos algunos elementos de continuidad entre la nostalgia del fascismo del siglo pasado y el
tiempo presente. De hecho, nos es muy reciente y simbólico el caso de La Russa (admirador de
Mussolini, como se ha podido observar en la presentación de su casa: un mausoleo dedicado al Duce)
ocupando el puesto de Segre (a quien Mussolini deportó a un campo de exterminio) en Italia. Además,
cabe recordar que Lorenzo Fontana (brazo derecho de Salvini) mientras fue ministro de familia en
Italia, intentó abolir la ley de prohibía la apología del nazismo, fascismo y odio racial. Estos aspectos
podrían interpretarse como síntomas de continuismo de algunos aspectos del fascismo histórico en las
nuevas extremas derechas.

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El rojipardismo como síntoma9

Todo ello nos exige hacer un inciso sobre un término que engloba esos grupos de derecha
radical que han adoptado un discurso social de izquierda. Estos, enarbolan la idea de
haber superado las estructuras políticas de “izquierda” y “derecha”, abogando por un
“mundialismo” ante el que intentan defender la “soberanía nacional” a través de un
proteccionismo acérrimo.

Nos referiremos al fenómeno del rojipardimo, del cual Forti aseveraba que “en un
109 mapeo de todas las experiencias que podríamos etiquetar de rojipardas, se trata de
grupúsculos de extrema derecha o claramente neofascistas que asumen un discurso, una
retórica y unos lemas de izquierdas”10. Lógicamente, como espectro de la derecha extrema,
defienden los valores tradicionales, de familia, cultura, etc., y se oponen a la inmigración.
Se trata de la “nueva rebeldía” política que critica los posicionamientos más “pusilánimes”
(defensores de la corrección política) enarbolando, para ellos, la “libertad de expresión”.

En esta línea, por ejemplo, encontramos personajes –como Fusaro en Italia– que
se reivindican como la izquierda más pura, frente al posmodernismo actual. Sin embargo,
estos no dejan de ser fruto de ese posmodernismo que se sirve de los medios digitales y
propagandísticos para construir un discurso que, desvirtuando frases y argumentos de
pensadores marxistas, puede construir una corriente de pensamiento derechista.

Así bien, hemos de cuestionarnos hasta qué punto este pequeño grupo tiene
trascendencia dentro de las corrientes derechistas más radicalizadas en la actualidad.
Ante lo que hemos de responder que, si bien el número de sus integrantes no es muy
elevado, sí que forman parte de la estela de la extrema derecha que cada vez va
construyendo más espacios de sociabilidad en los que impregnar su discurso.

La extrema derecha

Las últimas décadas del siglo XX y las primeras del siglo XXI, los países han tenido que
hacer frente (mediante acuerdos multilaterales) a una serie de problemáticas
internacionales, que han derivado en la cesión de la democracia a organismos
supranacionales.

9
Vid. Forti, Steven, Extrema Derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla, Madrid: Siglo XXI, 2021; Forti,
Steven. “Los rojipardos: ¿mito o realidad?”. Nueva sociedad, 2020, nº 288, p. 15-26.
10
Forti, Steven, Extrema Derecha 2.0. … op. cit. p. 171.
Tiempos difíciles: la normalización del discurso de la extrema derecha

Durante los años sesenta del pasado siglo los intelectuales se centraron en las
acciones juveniles, las políticas de género, los derechos civiles, etc. Mientras tanto la
extrema derecha marcó distancias con el racismo, dado que se consideraba algo ya arcaico,
y colocó en el centro del tablero la “lucha cultural”. La derecha de Benoist fue
abandonando la terminología radical en pro de un conceptualismo “populista” que
conformaba una visión difusa de la realidad11. Ataviados cual rebeldes antiliberales, se
fueron erigiendo como la única “alternativa real”. De este modo, el campo se fue
sembrando: solamente faltaban las condiciones propicias para que al regar el territorio
110 surgieran los frutos indicados. Y en esa coyuntura, en la que la mundialización se
acompañó de situaciones de flexibilidad de empleos precarios, la pérdida de soberanía, y
un aumento de los sectores marginales (la denominada sociedad de riesgo12), se
comenzaban a ver los brotes de una corriente que llevaba mucho tiempo germinando.
Ingentes cantidades de trabajadores desempleados a raíz –sobre todo– de la crisis de 2008,
jóvenes estudiantes en busca de un primer trabajo que no llegaba, individuos cuyo estatus
social se había visto degradado etc., encontraron en estos discursos, una respuesta fácil a
sus problemáticas.

Desde estos márgenes extremos se propusieron, como apuntaba Gallego13, nuevos


espacio de sociabilidad en que construir congruencia a través de la recuperación de una
identidad homogénea y excluyente. Aquí el enemigo estaba claramente identificado:
aquellos que atentaban contra el bienestar de la nación (los extranjeros que competían por
puestos de trabajo autóctonos, los demandantes de asilo que cambiaban las costumbres de
las sociedades occidentales, las reivindicaciones de género que atentaban contra lo
“tradicional” etc.).

Mientras las antiguas instituciones sociales se fueron resquebrajando, reapareció


como apuntaba Rodríguez14, la “nostalgia del viejo Estado nacional protector de la
seguridad y el empleo”. Las nuevas “Extremas derechas 2.0”, “neofascismos” o
“postfascismos”, aunque distintas en función de la nación en que se han ido

11
Como corriente del pensamiento –no lo comprendemos como doctrina política, dado que el
populismo per se no dispone de corpus doctrinal–, Mudde apuntaba al populismo como una ideología
“delgada” que termina por adaptarse a la realidad política de cada espacio en el que crece. Para él, el
pueblo sería la base moral que establece un concepto ideal de sociedad, frente a la elite corrupta. Esta
visión, además, sería binaria –tal y como apuntaban Lazar y Diamanti: Diamanti, Ilvo y Lazar, Marc.,
Peuplecratie: la métamorphose de nos démocraties, París, Gallimard, 2019– en que se encontraría un
pueblo homogéneo frente a la corrupción de las élites.
12
Vid. Beck, Ulrich. Teoría de la sociedad del riesgo. Las consecuencias perversas de la modernidad,
1996.
13
Gallego, Ferran, De Auschwitz a Berlín: Alemania y la extrema derecha , España, debolsillo, 2006, p.
303
14
Rodríguez López, Emmanuel, “Fascismo: ¿viejo, nuevo u otra cosa?”, en VV.AA., Familia, raza y
nación en tiempos de postfascismo, Madrid, traficantes de sueños, 2020. p 54.

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desarrollando15, aglutinan unos objetivos semejantes. El propio Steven daba unas


pinceladas sobre lo que hemos de entender con el presente término: un fenómeno nuevo
con algunos elementos de tinte “fascista” –aunque no se ha de denominar como tal– donde
no cabría el término de populista, debido al excesivo uso de este en el mundo actual. De la
misma manera, el empleo de la concreción “2.0.” se correspondería con el hábil manejo de
fuentes tecnológicas y de internet como medio de propaganda de estas corrientes.

Tanto la obra de Traficantes de Sueños, como la de siglo XX coinciden en la


caracterización que le proponen a las nuevas corrientes de derecha extrema y sobre las que
111
daremos unas pinceladas a continuación: una toma de distancia con el fascismo del siglo
XX, crítica a la inmigración y multiculturalismo (a lo que se puede unir la islamofobia),
el nacionalismo nativista, la defensa de la ley y el orden en los valores tradicionales
conservadores, reivindicación de recuperar la soberanía nacional, criticando al multiverso
y, por último, el antiintelectualismo.

Sobre todo, esto cabe preguntarse si es necesario, realmente, hacer distinciones


terminológicas entre “neofascismos”, “posfascismos” o “extremas derechas”. Si bien existen
matizaciones trabajadas de manera ardua desde la academia, donde se ha argumentado
por qué se han de utilizar unos términos y no otros16, pareciera una manera de construir
determinismos estancos en el tiempo o en el espacio. Sin embargo, si algo hemos aprendido
del estudio de los movimientos políticos a lo largo de la historia –y sobre todo del análisis
de la extrema derecha en los años treinta– es que hemos de acercarnos a estos movimientos

15
A este respecto, de hecho, cabe destacar el posicionamiento financiero o internacional de las
diferentes fuerzas, dado que los programas económicos de las diversas realidades de extrema derecha
que ocupan el plano político internacional son heterogéneas –el sistema de privatizaciones y
desregulación que propone Vox se encuentra bastante alejado de las propuestas de eliminación a los
impuestos sobre bienes inmuebles o la eliminación del Ministerio de educación propuestos por la
Chega portuguesa–. También varían las regulaciones geopolíticas, propuestas por cada una (por
ejemplos en Polonia, España o Portugal las fuerzas de extrema derecha han mostrado preferencias por
el atlántico, mientras que otras han permitido entrever sus simpatías con oriente, por ejemplo). De
otro lado, personajes como Le Pen o Salvini han mirado con buenos ojos el posicionamiento centralista
de Putin sobre la soberanía, tradición e identidad. A este respecto, Steven Forti en “extrema derecha
2.0” alegaba citando a Cas Mudde que tal vez no se tratase de contradicciones dentro de la extrema
derecha actual, sino más bien a que “los partidos de ultra-derecha están muy divididos en torno a la
cuestión sobre cómo debería ordenarse el mundo” Vid. Mudde, Cass, La ultraderecha hoy, Barcelona,
Paidós, 2021. p. 65.
16
Grosso modo podemos indicar que el neofascismo tendría una línea de continuación directa con el
fascismo del siglo XX (un ejemplo sería Casa Pound en Italia), mientras que el postfascismo rompe con
el fascismo de los años treinta del siglo XX (pese a que algunos aspectos puedan repetirse en la
actualidad). En este segundo grupo encontraríamos Alternativa para Alemania o La Liga (en Italia) y
sería un movimiento que está construyéndose todavía, sin llegar a materializar aún. Vid. Casals, X., “La
renovación de la ultraderecha española: una historia generacional (1966-2008)”, Historia y política, 22,
pp. 233-258. 2009, p. 153; Casals, X., Ultrapatriotas: Extrema derecha y Nacionalismo de la guerra fría
a la era de la globalización, Barcelona, Crítica, 2003; Ignazi, P., Extreme right parties in Western Europe,
Oxford, Oxford University Press, 2003; Traverso, E, Els nous rostres del feixisme, València, Balandra
Edicions, 2017.
Tiempos difíciles: la normalización del discurso de la extrema derecha

poliédricos con su debida cautela, pero tratando de construir metaanálisis de confluencia.


Es decir, ser capaces de comprender y explicar que ciertos partidos, asociaciones,
sindicatos, etc. pueden tomar (no necesariamente de manera persistente en el tiempo) una
deriva de radicalización extrema y, al mismo tiempo, construir elementos ideológicos que
vayan calando y construyendo hegemonía sobre los juicios sociales.

En este sentido, como ejemplo nacional, cobran relevancia el Hogar Social de


Madrid, el Centro Social Nacional de Salamanca, A.C. Málaga 1487, Democracia
Nacional, Hazte Oír, etc. con un gran peso en la construcción de un discurso cada vez más
112
tendente hacia la extrema derecha actual. De tal manera que se echa en falta –aunque,
lógicamente, no era el objetivo de las obras aquí citadas– el análisis sociológico de los
diversos espacios de sociabilidad que van encontrando congruencia a la vez que construyen
el discurso de la extrema derecha que va calando en una mayoría social.

Rasgos distintivos de las derechas extremas actuales17

El desapego político al sistema liberal de buena parte de la población ha conllevado que


un número elevado de ciudadanos encuentre congruencia en el discurso de la extrema
derecha. No solo eso, sino que, además, estas corrientes han sabido canalizar las angustias
de la sociedad en su beneficio usando sus propios “chivos expiatorios”. De esta manera,
percibieron el modo en que algunas familias más conservadoras empezaron a observar la
nueva realidad a finales del siglo XX. En este sentido la aparición de sociedades
heterogéneas, consecuencia de las migraciones, que dieron como resultado una mayor
riqueza de valores culturales o de razas, empezaron a ser uno de los frentes susceptibles de
ser atacados. Se comenzó a señalar –entre otros– a la inmigración como la causante de la
posible desestabilización de los cimientos sobre los que habían erigido sus sociedades: sus
creencias religiosas, su posición económica o social, su identidad nacional etc. Y así,
alimentándose de un miedo irracional a la posible llegada masiva de población migrante,
estas corrientes fueron abogado por realizar una reestructuración del nacionalismo con

17
Hemos de dejar claro –pese a que consideramos que, a veces, existe una “excesiva catalogación” de
corrientes políticas– que se ha de diferenciar, al menos a priori, entre los grupúsculos minoritarios
que, tras la caída del fascismo del siglo XX, continuaron reivindicando los antiguos símbolos; y las
corrientes que comenzaron con Alain de Benoist en los años setenta (estos dejaron de lado la acción
callejera por un posicionamiento más intelectual e identitario). Ambos han de diferenciarse del
“neofascismo” que aparece tras el fin de la guerra fría y que fue blanqueándose ante la desaparición
del bloque soviético. Estas tres corrientes citadas, a la vez, han de marcar una línea de separación con
las corrientes conservadoras tradicionales. Es decir, con las derechas parlamentarias democráticas
que, a pesar de estar alejadas de las anteriores, no dudarán en pactar con algunas de ellas en diversos
momentos históricos.

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que construir una nueva legislación de fronteras –tal y como reivindicaba Le Pen en
Francia–.

Samuel Pulido centraba el foco en el modo en el que la extrema derecha intentaba


reorientar el “problema” de la inmigración como algo social y no meramente ideológico.
Razón por la que su crítica al desplazamiento y llegada de individuos con menores medios
a las naciones occidentales se orienta más al cambio de los valores tradicionales que en
cuestiones raciales. Es decir: la problemática de la inmigración es justificada mediante
varias ramificaciones que, a su vez, entroncan con otras inclinaciones congénitas. Si bien
113
consideran como un desafío para sus países la acogida de otras culturas considerándolas
excluyentes y generadoras de conflictos, también arguyen al coste que supondría para el
estado del bienestar de las sociedades occidentales el uso desmesurado y fraudulento de los
servicios públicos por parte de estas poblaciones.

Además, introducen la idea de la consecuente degradación social18 ante la llegada


de inmigrantes, a los que consideran como un foco de delincuencia que terminaría por
poner en peligro a la sociedad del país receptor. A todo ello añaden la premisa del “nosotros
primero”, alegando la posibilidad de que los estados antepongan el bienestar de la
población migrante al de la propia sociedad nativa.

El discurso del penúltimo (la sociedad temerosa ante la incertidumbre social y


económica en la que se encuentra) contra el último (personas en situación de mayor
vulnerabilidad, como es el caso del inmigrante con menor capacidad económica). Una
alocución al miedo que ha funcionado a lo largo del tiempo. En este caso, además,
introducir el rechazo a religiones como la islámica es simple.

Otro frente contra el que arremete con vehemencia la extrema derecha es el


feminismo. Aspecto contra el que se oponen desde diversos de sus principios básicos, puesto
que los valores tradicionales que defienden (como es la familia, la religión, etc.). miran
con recelo los movimientos en defensa de la igualdad, a los que criminalizan como
subproducto de las corrientes de izquierdas y de la perversidad de las féminas. Esto
algunas veces ha conducido a la banalización aspectos como la interrupción de embarazos

18
Aquí también tiene importancia la figura de Benoist quien creció en una coyuntura que marcaría su
posterior postura ideológica: ante la etapa final de la época colonial a mediados del siglo pasado –ante
la elevada tasa de inmigración en Francia (de 450.000 personas en 1955)– se iniciaba un tipo de
inmigración nueva, pues hasta el momento la población migrante foránea que había llegado a Francia
había procedido de Portugal, España o Italia (cuyas tradiciones o religiones eran más acordes), y en la
década de los cincuenta llegaba población árabe del Magreb y de la África negra a la que se distribuyó
en barrios prefabricados para ellos (alejados de la población nacional francesa). Todo ello haría que el
“choque” cultural fuese más marcado.
Tiempos difíciles: la normalización del discurso de la extrema derecha

o el acoso, llegándose hasta el punto de criticar la educación sexual como un fruto


contaminante de la denominada “ideología de género”.

Prácticamente podríamos considerar que las mujeres que no actúan conforme a sus
principios clásicos son vistas como un enemigo al que cabe, como mínimo, despreciar. Es
decir, el comportamiento de esas mujeres que desobedecen el modo clásico de entender la
sociedad tradicional cristiana y patriarcal ha hecho que un número –cada vez más–
elevado de hombres sientan temor a la pérdida de privilegios de los que no eran conscientes
con anterioridad. Estos reivindican que se ha de actuar contra la posición “buenista” de
114
aquellos valores progresistas que han impuesto un “pensamiento único global” y que se
debería operar frente a las “políticas de género”.

Otro tipo de críticas que se establecen contra el feminismo reside en la idea de que
reivindicar nuevos derechos para el género femenino es algo innecesario, dado que se vive
en una sociedad completamente igualitaria. De tal modo que, dándole un giro de tuerca
más, establecen que la construcción de leyes que pudieran destinarse a mejorar la situación
de las señoras sería directamente discriminatoria con el género masculino.

Todo ello hace que se desprestigie y se trate de invisibilizar los movimientos


feministas, con términos peyorativos como “feminazismo”, corrientes “hembristas”, o
“femizombismo”. Paralelamente, este rechazo al feminismo enlaza con el pensamiento
liberal a ultranza del individualismo. Consideran que el feminismo pretende dividir y
enfrentar a la sociedad, razón por la que algunos partidos de extrema derecha, como es el
caso español de Vox, han propuesto suprimir “organismos feministas radicales
subvencionados”.

Sin embargo, estos hombres blancos, occidentales, cishetero, y de la derecha más


extrema no solamente adoptan un posicionamiento de pavor ante los cambios feministas
producidos, sino que tienden a mostrar una superación de estos posicionamientos de índole
igualitarista. Marisa Pérez Colina, no duda en calificar esas poses como instrumentales
(introduciendo un elevado número de mujeres en las filas de sus partidos, poniendo a sus
frente a féminas como es el caso de Le Pen en Francia, etc.) o cosméticas, dado que el
discurso que posteriormente enarbolan cual feminista, no deja de ser patriarcal y de ir en
detrimento de los derechos de las personas LGTBI y de las propias mujeres19.

19
Un claro ejemplo lo encontramos con la reciente llegada al poder de Giorgia Meloni en Italia: que
pese a deberle a los movimientos feministas la posibilidad de haber llegado a ese puesto, ha comenzado
a llevar a la praxis un claro paquete de reformas contra estos movimientos. De hecho, en el ministerio
de “familia, natalidad e igualdad de oportunidades” ha colocado a Eugenia Roccella (perteneciente al
movimiento Family Day) partidaria de acabar con el matrimonio homosexual, el divorcio y de eliminar

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Estos dos puntos, de hecho, se ensamblan de manera perfecta con el


posicionamiento que tienen en el plano de la familia y la ferviente necesidad de la extrema
derecha de defenderla de las mujeres radicales y de los migrantes. Nuria Alabao apuntaba
a las manifestaciones de 2.005 en contra de la legalización del matrimonio homosexual
que llevó a cabo el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En aquella época se
escudaban argumentando que no solamente se reivindicaba la negatividad de existencia
de un nuevo tipo de matrimonio, sino la necesidad de una estructura familiar
determinada. Algo que hoy en día encontramos, cada vez con mayor vehemencia, dentro
115 de las corrientes ultraderechistas, defensoras de la familia de corte patriarcal que, en
muchas ocasiones, se han reivindicado contra los derechos de las personas LGTBIQ. En
esta misma línea argumentaba María Fernanda Rodríguez López cómo el problema de
índole sexual se había tornado biopolítico, construyendo un discurso biológico de la
organización social.

Medios de Acción de la extrema derecha. Postverdad y propaganda20

La nueva derecha extrema ha dejado de constituirse por grupos marginales de cabezas


rapazas y chaquetas de cuero, ya no utilizan los términos del siglo pasado, sino que han
modernizado sus vestimentas y han tergiversado el discurso más socialmente aceptable en
beneficio propio21. El avance de esta ultraderecha encuentra su combustible en la incerteza
de una sociedad sumida en un liberalismo a ultranza que arrastra unas condiciones de
vida propias de crisis económica (debilitamiento del estado de bienestar), social
(desigualdades y precarización laboral), etc.

el derecho de abortar –como sucede ya en la Región de las Marcas, donde gobierna Hermanos de Italia–
.
Esta, además, ha renunciado a equipararse a otros países europeos y ser reconocida en femenino por
su cargo de presidenta, solicitando que se dirijan a ella en masculino.
20
Si recordamos la ley de Brandolini (o de la asimetría de la estupidez), hemos de poner de relieve la
máxima de que es mayor la energía invertida en desmentir una mentira que la que se ejerce para
construirla. El modelo de inspiración, de hecho, fue Berlusconi –que empleó un sistema de
construcción de bulos y de imposición de sus argumentos a partir de elevar más la voz que sus
adversarios–.
21
La extrema derecha formada en los sesenta en Francia entroncó con unos valores de izquierdas –más
atractivos para la juventud–. Analizaron el concepto de hegemonía de Gramsci y comprendieron que
era necesario integrar su pensamiento en los diversos espacios de la sociedad, haciendo que el
denominado “sentido común” diese una vuelta de tuerca más hacia la derecha. De esta manera, en los
últimos años la “moda” se ha asentado en las corrientes políticas de la derecha, designando de “carca”
a todo pensamiento “progresista”.
Un ejemplo de actualidad lo encontramos en Meloni (en Italia), que ha ido fagocitando a la derecha
italiana en su beneficio. Si bien empezó siendo un socio minoritario de Berlusconi, con el tiempo ha
acabado ejerciendo el papel mayoritario. La derecha extrema siempre termina por instruirse en el
centro de gravitación de las derechas, dado que las tradicionales, para no perder los apoyos que tenían
previamente, deben ir copiando el mensaje de los radicales.
Tiempos difíciles: la normalización del discurso de la extrema derecha

Estas corrientes radicales comprendieron rápidamente que en una sociedad


saturada audiovisualmente es legítimo utilizar los desconciertos que pueden producir los
diversos medios de comunicación en beneficio de la polarización social. Así, la visión en
binario de la sociedad –cada vez más radicalmente opuesta a principios culturales como
el aborto, la inmigración, el feminismo, matrimonio homosexual, etc.– ha traído consigo
una reacción de las personas más conservadoras y vinculadas a estas corrientes.

La propaganda fuertemente persuasiva en que ha primado lo sentimental frente a


lo racional se ha construido mediante videos, mensajes, sátiras, etc. en las redes sociales a
116
través de perfiles falsos o incluso personajes ilustres –youtubers, entre otros, de extrema
derecha–. De este modo se ha estructurado un discurso que ha ido calando en la sociedad,
y especialmente en los adolescentes. De manera paulatina, se van construyendo ejércitos
de personas, cada vez mayores, que recibe mensajes que materializaran en un consenso
electoral. Es, como ya hemos apuntado, la lucha del penúltimo contra el último, que
pretenderá endurecer el código penal y expulsar a los extranjeros a quienes se asocia al
incremento de delitos, robos y violaciones. Pero también es el miedo y odio a las medidas
feministas o en defensa de los derechos LGTBIQ, al considerarlos una amenaza para la
familia tradicional y las sociedades occidentales. El discurso, pleno de contradicciones,
está calando en una mayoría social que encuentra en estas “soluciones”, la capacidad de
escapar rápidamente de las problemáticas que les acechan.

Mecanismos de defensa contra la extrema derecha

Si bien la finalidad de la presente recensión no perseguía más que ofrecer al lector una
visión general sobre la situación global de las extremas derechas, las dos obras analizadas
sí que buscaban, además, aportar mecanismos mediante los que frenar la acumulación de
poder de estas corrientes. El miedo e inseguridad sobre los que se ha estructurado la
extrema derecha ha permitido a estos grupúsculos introducirse, como apuntaba Brais
Fernández, –del mismo modo que lo hizo el fascismo del siglo pasado– dentro de diversas
capas de la sociedad, lo cual obliga al ciudadano medio y demócrata a construir nuevos
mecanismos mediante los que luchar contra estos postulados. Si bien en el presente texto
no aportamos una redacción programática, esperamos que el lector haya podido sacar sus
propias conclusiones sobre la radicalización de la sociedad y haya adquirido los
instrumentos necesarios para percatarse de manera temprana de las posibles alertas que
esconden las corrientes ultraderechistas.

En cualquier caso pareciera que para los diversos autores aquí apuntados la teoría
de acción frente a la derecha radical está clara: perfilar nuevos mecanismos de identidad

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social con que solucionar los problemas inmediatos de los ciudadanos y construir espacios
de ayuda mutua –algunos, de hecho, ya existentes, como son las plataformas de afectados
por la Hipoteca, asambleas vecinales, sindicatos, etc.– Fernández argüía que estas acciones
habrían de pasar por la reorganización sindicalista (un modelo sindical social y no
solamente salarial, para acabar con el individualismo propio del liberalismo y con los
postulados de la extrema derecha). En definitiva, podríamos alegar: mediante la
organización ciudadana. De otro lado Forti apuntaba que el freno de estas corrientes no
ha de darse meramente desde el plano social y vecinal, sino que ha de adoptar diversos
117 niveles: el plano militar (exigiendo la retirada de aquellos pequeños grupúsculos que
maquinan contra los gobiernos democráticos, como sucedió, por ejemplo, en el asalto al
Capitolio), o el parlamentario (donde cualquier fuerza democrática ha de hacer lo posible
para impedir la entrada al gobierno de partidos de extrema derecha: desde los partidos de
izquierda, hasta la derecha tradicional conservadora)22.

Ambas obras abogaban por la regulación de las fake news a nivel global,
impidiendo que ciertos relatos o bulos queden en la memoria colectiva como si fuesen
certeros. Máxime cuando esos discursos defienden postulados homófobos, racistas, o de
odio contra cualquier colectivo.

Si bien todas estas regulaciones parecen más que coherentes, hemos de tener
presente que no se ha de comprender como una tarea propia de las instituciones y colectivos
ya creados, sino que habría de ser la sociedad responsable quien luche por defender los
postulados demócratas. La izquierda en general, los progresistas, pero también todo aquel
que defienda la democracia ha de poner de su parte en una lucha global para frenar los
principios autoritarios de la extrema derecha.

Sin embargo, la problemática sobre la que creemos, deberíamos ahondar con mayor
detenimiento –ya adelanto que quien suscribe estas líneas tampoco tiene la clave al
respecto– es la cuestión sobre el modo en que se podría reorganizar a la sociedad que ha
perdido la conciencia de lucha social y se encuentra sumergida en la normalización del
discurso de la extrema derecha.

Que los sistemas democráticos de los países en los que la derecha radical está
tomando fuerza están en peligro, lo sabemos. También somos conscientes de que es
necesario frenar esta escalada iliberal. Lo que cabe preguntarse ahora es ¿cómo? ¿por qué

22
Medidas que han de tener carácter global, de tal modo que las instituciones supranacionales puedan
frenar el avance de fuerzas como las de Polonia o Hungría, que no respetan el estado de derecho. Así
como es menester frenar la violencia callejera de las escuadras de extrema derecha, o investigar la
procedencia de financiación de los diversos partidos.
Tiempos difíciles: la normalización del discurso de la extrema derecha

no hemos actuado todavía? ¿qué nos ha frenado? Y si ¿todavía hay tiempo de reaccionar?
¿Existe la teorización suficiente como para pasar al plano de la praxis?

118

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