Ayurveda

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El

Ayurveda, «la ciencia de la larga edad y de la salud», es el más antiguo y famoso


sistema indio de medicina natural. Considerada como un complemento del Atharva-
veda, la sabiduría del Ayurveda nos enseña que cada uno de nosotros posee una
constitución específica, que es la que debe guiarnos a la hora de escoger el tipo de
alimentación, el ritmo de trabajo, la forma de descansar, etcétera.
Los tres tipos básicos que establece el Ayurveda son Kafa, Vata y Pitta —con sus
correspondientes combinaciones—. Así, por ejemplo, las personas del tipo Kafa son
estables, algo lentas y autosatisfechas; en consecuencia, necesitan fuerte motivación y
estímulo. En cambio, las del tipo Vata requieren una atmósfera de equilibrio y
relajación. Las del tipo Pitta necesitan situaciones de desafío. Un médico ayurvédico
recomendará a los Kafa dietas ligeras y ejercicio físico, les prohibirá las siestas, les
prescribirá condimentos estimulantes como el gengibre o la pimienta. Las
prescripciones variarán según los tipos, teniendo en cuenta que mayormente
predominan los tipos mixtos como Vata-Pitta o Kafa-Pitta o Vata-Kafa.
El Ayurveda considera al ser humano como una totalidad. Por consiguiente el
diagnóstico, la curación y la prevención de enfermedades son contemplados desde el
punto de vista holístico. El presente libro es el tratado más claro que se ha editado
para que cada cual pueda descubrir cual es su prakriti o constitución. Se trata de
comprender mejor la propia naturaleza y solucionar problemas que quizá parecían
insolubles debido a una mala interpretación de uno mismo.
El doctor Robert Svoboda es el único estudioso occidental que ha obtenido un título
en medicina ayurvédica. Se graduó en el Tilak Ayurveda Mahavidyalaya de Poona
(India), donde fue discípulo del doctor Vasant Lad. Desde entonces ha viajado por
todo el mundo impartiendo cursos y conferencias sobre el tema.

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Robert Svoboda

Ayurveda
Descubrir la propia constitución, vivir según ella, y prevenir o
curar las enfermedades

ePub r1.0
Titivillus 07.06.2023

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Título original: Prakruti
Robert Svoboda, 1988
Traducción: Fermín Guisado

Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1

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Dedico este libro a mis padres, que fueron mis primeros
maestros, y a Vimalananda, que fue mi amigo, filósofo y
guía.
Se lo dedico también a la Madre Tara, la Madre
Naturaleza Universal, de la que todos procedemos, en la
que todos existimos y a la que finalmente todos volvemos,
Ella es la Madre de la compasión, el perdón, la verdad, la
belleza, el conocimiento, la abundancia, la energía y la
libertad. Es al mismo tiempo la Madre de la oscuridad y la
esclavitud. De ella proceden tanto la enfermedad como la
salud.
El cariño maternal es esencial para la curación, porque
la Madre Naturaleza puede curar por sí sola. Ofrezco
humildemente este libro a la Madre Tara con el ruego de
que nos cure a todos nosotros y a nuestro mundo.

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PRÓLOGO

El ayurveda no sólo abarca la ciencia, sino también la religión y la filosofía.


Empleamos el término religión para indicar creencias y disciplinas que propician
estados del ser en los que las puertas de la percepción se abren a todos los aspectos de
la vida. En ayurveda se considera sagrado todo el transcurso de la vida. El término
filosofía hace referencia al amor a la verdad, y, en ayurveda, verdad es ser, pura
Existencia, la fuente de toda vida. El ayurveda es la ciencia de la verdad tal como se
manifiesta en la vida.
El ayurveda considera que cada individuo es un fenómeno único. El individuo es
inseparable del cosmos. Todo lo que hay en el macrocosmos existe también en el
microcosmos. Cada individuo es una manifestación de conciencia cósmica.
La vibración de la pura conciencia universal produce el sonido mudo «om». A
partir de ese sonido se generan los cinco elementos básicos, es decir, éter, aire, fuego,
agua y tierra. Estos cinco elementos básicos se manifiestan además en las tres
organizaciones biológicas denominadas vata, pitta y kafa. Ellas tres regulan todos los
cambios fisiopatológicos en cada uno de los organismos.
En el momento de la fecundación, vata, pitta y kafa determinan con sus
permutaciones y combinaciones la constitución del individuo, que se denomina
prakriti. Prakriti significa «la primera creación». Cada ser humano es la primera
creación del cosmos, y por eso cada ser humano es una entidad separada, un
fenómeno único. Para entender esa exclusividad de cada individuo está el estudio de
la prakriti; el ayurveda nos proporciona una manera directa de abordar ese estudio.
La ciencia curativa del ayurveda se basa de principio a fin en el conocimiento de
la prakriti, la constitución individual. Si cada individuo conociese su propia
constitución podría saber, por ejemplo, cuáles son la dieta y la clase de vida que le
convienen. Lo que para uno es alimento, es veneno para otro. Por consiguiente, el
conocimiento de la constitución es absolutamente indispensable para hacer saludable,
feliz y equilibrada la vida de cada uno.
Mi amigo y colega el doctor Robert Svoboda estudió ayurveda en el Tilak
ayurveda College de Pune, India. Allí fue uno de mis estudiantes, y su comprensión y
brillantez en ayurveda le llevaron a mantenerse en el primer lugar de su clase. Este
hecho es más digno de mención porque el doctor Svoboda es americano y el único
occidental que ha completado el programa de una escuela médica ayurvédica. Su
profundo conocimiento del ayurveda y su adscripción a la cultura inglesa se unen en
esta importante obra, de incalculable valor para el lector occidental.

Dr. VASANT LAD,


octubre de 1987

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AGRADECIMIENTOS

El autor quiere agradecer a las siguientes personas, tanto el que leyeran y


criticaran este libro, como toda la ayuda que prestaron para su elaboración:

Judy P. Allyn Launette Rieb


Tyagi Kersten Pamela Barinoff
Graham Dodd Dr. Michael Stone
Elliot McLaughlin Dr. Vasant D. Lad
Vaidya B.P. Nanal Michael Laurenson
Fred & Kathy Smith Dr. Greg Heil (Krsna Das)
Laura & Edwin Svoboda Vimalananda Loretta Levitz & David Liberty

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INTRODUCCIÓN

La naturaleza y sus caminos son realmente inescrutables para los mortales. Por
mucho que emprendas el viaje de tu vida resuelto a ir hacia el oeste, si ella dispone
que vayas hacia el este, tu camino no dejará de dar vueltas hasta que quedes orientado
al este. Cuando dejé los Estados Unidos allá por los idus de marzo de 1973, nunca
sospeché que acabaría viviendo en la India. Estaba matriculado en la University of
Oklahoma Medical School, y sólo pensaba en una corta estancia en África antes de
reincorporarme a las clases en septiembre.
Un mes más tarde, sin embargo, yacía por tierra en Abidján, Costa de Marfil,
violentamente aquejado de disentería. Dos franceses se apiadaron de mí y me
llevaron con ellos a su apartamento a pasar el fin de semana hasta que encontrase un
médico. Ellos se dirigían a lo que describieron como una convención de hechiceros,
una reunión de sanadores, magos y médiums en la sabana profunda. Su propio guía
era un hechicero. Cuando llegó y me vio tendido inerte en la cama, completamente
exhausto, insistió en tratarme. Yo estaba demasiado débil para ponerle peros.
Se trataba de un joven africano de unos treinta años, bien vestido y de un físico
robusto. Fácilmente se le podría haber tomado por un empleado de banca y, de haber
tenido yo la suficiente energía para pensar, habría pensado que se trataba del más
insólito de los hechiceros. Pero yo estaba demasiado débil, de modo que no pensé
nada cuando llenó un vaso con agua de la garrafa que tenía junto a la cabecera y se
puso a mirar atentamente en su interior. Contemplé pasivamente cómo mascullaba
alguna especie de conjuro sobre el vaso y me lo acercaba para que bebiese. Lo hice
sin rechistar, tranquilizándome pensando que el agua clara, aunque no me
beneficiase, tampoco podría hacerme daño. El hechicero y los franceses se
despidieron de mí, y caí en un profundo sueño.
Cuando me desperté esperaba sentir el imperativo de la enfermedad, pero
descubrí con agradable sorpresa que mi vientre estaba tranquilo. Permaneció
tranquilo todo aquel día y el siguiente, y habría seguido así de haber sabido entonces
lo que ahora sé acerca del efecto de la dieta sobre la enfermedad. Pero aprendí bien la
lección, me había curado temporalmente un chamán, con escasa contribución de fe
por mi parte. Durante los días siguientes de convalecencia en aquel apartamento leí
también mi primer libro de yoga. Así empezó el proceso que culminó con mi marcha
a la India.
El paso siguiente se produjo en Kenia, donde participaba, con un equipo del
Museo Nacional de Kenia, en una expedición etnológica al país de la tribu pokot. Me
invitaron a unirme ritualmente a la tribu, y así lo hice. Me entrevisté con hombres y
mujeres que ejercían la medicina tribal, y hablé con médicos europeos que
atestiguaron la utilidad de los remedios tradicionales de la tribu. Decidí estudiar más

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a fondo la medicina pokot y me prometí volver a Kenia después de una visita al
Nepal.
En Nepal, sin embargo, el médico del Peace Corps me introdujo en el significado
del término ayurveda, y la iniciación tibetana kalachakra, que seguí más tarde en la
India, me mostró los beneficios prácticos del yoga. A pesar de los recelos que me
produjeron mis primeras impresiones de la India, supe que tenía que quedarme allí
para estudiar las antiguas artes curativas, tanto físicas como mentales y espirituales.

El arte de la medicina

Una de las primeras cosas que aprendí fue que la medicina es un arte. Hasta
entonces había sostenido la interpretación mecanicista de la vida en boga, aquélla en
la que el ser humano es esencialmente una máquina pensante, y la enfermedad y la
salud problemas de ingeniería. El ayurveda me enseñó que, como en tantas otras
artes, la terapia sólo se convierte en curación cuando interviene un sanador. Los
artesanos pintan cuadros, moldean vasijas o componen conciertos, pero sus productos
carecen de vida a menos que, como artistas, sean capaces de insuflarla en sus
creaciones. Ahora sé que la buena medicina es hija del matrimonio entre el arte y la
ciencia.
La cocina es una ciencia, pero no se puede comparar un souflé cocinado
científicamente con otro preparado por un chef experto. El chef puede no saber nada
acerca de la termodinámica de la preparación de alimentos, pero sabe cómo lograr
que su comida sea exquisita al paladar humano. Un chef experimentado es un artista
de la cocina. Un médico ayurvédico debe ser a la vez un buen cocinero y un doctor,
porque la buena medicina se prepara como la buena comida. La cocina es una de las
facetas del arte del ayurveda, y la terapia ayurvédica sólo tiene éxito cuando el
médico tiene hacia ella la misma disposición que un experto cocinero hacia un pastel
de manzana. La armonía con la naturaleza proporciona esa disposición, permitiendo
que el doctor se aproxime al ideal del médico como sanador intuitivo. El ayurveda no
es acientífico; ha progresado más allá de la ciencia.
Desde el principio de los tiempos, ningún médico ha curado nunca a un paciente.
Ninguno lo hará jamás, puesto que sólo la naturaleza tiene la capacidad de curar. La
función de los médicos no es hacer maravillas ni realizar milagros. El verdadero
médico es un maestro que ayuda a sus pacientes a descubrir poco a poco sus
problemas a todos los niveles. Los médicos están para emplear su conocimiento de
las enfermedades pasadas y las condiciones presentes del paciente en intuir las
posibilidades futuras de curación y establecer una estrategia curativa para el
individuo. Los verdaderos médicos dejan los milagros a la naturaleza, ofreciéndose
ellos mismos como conductos a través de los cuales la naturaleza pueda hacer
funcionar su magia. Todos los médicos tienen la obligación inmutable de emplear la

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máxima energía en curar en todo momento a cualquier paciente, incluso durante los
procedimientos de diagnósticos.
Más que un sistema médico, el ayurveda es una forma de vida, una forma de
cooperar con la naturaleza y vivir en armonía con ella. En ayurveda, salud significa
armonía, y realmente no hay límite para el grado de armonía que uno puede alcanzar
si se dedica a ello. Esta manera de vivir destaca la prevención frente a la curación, sin
descuidar por ello esta última. Algunos se quejan de que el ayurveda actúa
lentamente, pero a menudo la lentitud forma parte del remedio, especialmente hoy en
día, en que muchos de nosotros padecemos de la enfermedad de la prisa. El ayurveda
equilibra y rejuvenece el organismo, reduciendo su susceptibilidad y fortaleciendo su
inmunidad para impedir el desarrollo de nuevas enfermedades.
En realidad los humanos no hemos cambiado mucho a lo largo de nuestra historia
conocida. Nuestra tecnología es, sin duda, más avanzada pero nuestros cuerpos y
mentes son casi idénticos a los de nuestros antepasados, que padecieron las mismas
enfermedades y dieron muestras de las mismas admirables y despreciables cualidades
que nosotros. La sucesión ininterrumpida de experiencia del ayurveda tiene mucho
que contarnos hoy. Sus terapias, así como sus métodos para determinar la terapia
adecuada para cada estado, han sido comprobados por miles y miles de médicos en
millones y millones de pacientes. Sus teorías han resistido la prueba del tiempo.
En la Antigüedad, cuando el ayurveda se estaba desarrollando, los humanos eran
mucho menos capaces que ahora de dominar su entorno exterior. No tenían más
remedio que confiar en la naturaleza. A falta de instrumentos complicados cultivaron
sus capacidades intuitivas, y al vivir en estrecha relación con la naturaleza les resultó
fácil determinar los efectos medicinales de las plantas, los animales y los minerales.
Experimentaron en sí mismos y transmitieron sus observaciones a sus hijos. La
recopilación de este conocimiento médico fue codificada hace mucho tiempo,
formando el ayurveda.
Los antiguos se valieron de la mente humana para sus sistemas informáticos.
Desarrollaron de tal modo sus capacidades de memorización que cada médico se
convirtió en un almacén de copiosos datos médicos, y emplearon su bien aprovechada
y refinada capacidad intuitiva para dirigir la terapia. Convirtieron el ayurveda en un
arte curativo y determinaron que el objetivo propio de un sistema médico fuese nada
menos que la consecución de la inmortalidad.

Salud, individualidad e inmortalidad

Todos los humanos hemos soñado alguna vez con volvernos inmortales. Pese a
saber que todo aquello que se crea finalmente se destruye, cada uno de nosotros
abriga en secreto la esperanza de que la muerte haga una excepción en nuestro caso.
Los antiguos rishis de la India estudiaron la cuestión y hablaron de ello en sus

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himnos, recogidos en las más antiguas compilaciones de la raza humana, los Vedas,
fundamento de la cultura india. Los Vedas ponen de relieve que la perfección física,
mental y espiritual son igualmente esenciales para la inmortalidad. Una famosa
oración védica dice:

Llévame de la oscuridad a la luz.


Llévame de la mentira a la verdad.
Llévame de la mortalidad a la inmortalidad.
Puesto que todo individuo encarnado consta de un cuerpo, una mente y un
espíritu, los antiguos rishis de la India que desarrollaron la ciencia de la vida
organizaron su sabiduría en tres cuerpos de conocimiento: el ayurveda, que se ocupa
sobre todo del cuerpo físico; el yoga, que trata principalmente del espíritu, y el tantra,
que se ocupa sobre todo de la mente. La filosofía de los tres es idéntica, pero sus
manifestaciones difieren a causa de sus distintos objetos. El ayurveda está más
relacionado con la base física de la vida, concentrándose en su armonía para inducir
la armonía de la mente y el espíritu. El yoga regula el cuerpo y la mente para
permitirles armonizar con el espíritu, y el tantra trata de utilizar la mente para
equilibrar las demandas del cuerpo y el espíritu.
El yoga y el tantra son vías para librarse de la dependencia del mundo. La
verdadera libertad es la capacidad para ser totalmente adaptable. El yoga descansa en
la restricción progresiva de los estímulos procedentes del exterior; el tantra descansa
en la transmutación de todos los estímulos del exterior de modo que uno ya no
dependa de ellas, sino que pueda tomarlos o dejarlos a voluntad. El yoga y el tantra
contribuyen a hacer independiente al individuo.
Los rishis diseñaron el ayurveda especialmente para aquellos individuos que
quieren disfrutar del mundo con salud. Sus rutinas diarias y estacionales, su
orientación dietética, sus terapias y su doctrina de los antídotos contra los efectos
secundarios de las adicciones pueden conservarnos sanos, fuertes y dichosos hasta
bien entrada la senectud, siempre que seamos capaces de dominarnos lo suficiente
para seguir estrictamente sus preceptos. Conviene decidir conscientemente cuántos
caprichos vamos a consentirnos, ya que de ello dependerá cuán sanos estemos; quien
algo quiere, algo le cuesta.
Tradicionalmente, el yoga anima a la gente a mantener el mundo a distancia,
viviendo ascéticamente para limitar la intromisión de alteraciones externas en el
ámbito interior. Esta propuesta funciona bien, pero es demasiado severa para la
mayoría de la gente moderna. Al amparo de la espiritualidad, el tantra parece prestar
una indulgencia ilimitada pero en realidad es un sistema sumamente riguroso que
sólo se puede emprender con éxito tras una purificación ayurvédica y unas prácticas
yóguicas intensas. No se deben seguir prácticas yóguicas ni tántricas sin disponer al
menos de unos rudimentos básicos de conocimiento ayurvédico.

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El equilibrio individual o armonía tiene una dimensión vertical que es la
interacción dinámica del cuerpo, la mente y el espíritu del individuo; su dimensión
horizontal es el equilibrio entre el individuo y su entorno. Para estar realmente sano,
el cuerpo físico ha de estar en equilibrio con la naturaleza, la mente en armonía con la
mente colectiva de la sociedad o el grupo en que se vive, y el alma debe mantener
una relación satisfactoria con el Alma Universal. Los rishis utilizaron la vida como
libro de texto; los médicos deben hacer lo mismo, aprendiendo por sí mismos cuándo
y cómo conviene ocuparse del cuerpo, la mente o el espíritu del paciente.
Es más fácil armonizar el complejo cuerpo-mente-espíritu empezando por el
cuerpo, que es relativamente estable. El equilibrio de la mente y el espíritu, que son
etéreos y por tanto intrínsecamente difíciles de estabilizar, resulta más fácil una vez
que el cuerpo se ha puesto firme y sano. Esto es especialmente importante hoy en día,
en que la mayoría de la gente está profundamente cautivada por el mundo material.
Un médico debe tratar a un paciente al nivel de conciencia en que el paciente pueda
responder, y ya que la mayoría de la gente está sumergida en la conciencia física, la
medicina física será la primera en emplearse. El momento de usar la medicina mental
y espiritual llegará inevitablemente.
Cada ser humano es un individuo único, con su idiosincrasia y sus peculiaridades.
Nuestra posesión más preciosa, nuestra vida, es nuestra y sólo nuestra, distinta de la
de cualquier otro ser humano pasado, presente o futuro. Cada ser humano es una
manifestación única de la Madre Naturaleza, la Energía Creadora del universo. Todos
albergamos un fragmento del Alma Universal. El mensaje de los Vedas es que cada
uno de nosotros debe encontrar su propio camino hacia una vida de plenitud, pues
sólo con lo mejor de nosotros mismos podemos restituir a la naturaleza la deuda que
contraímos con ella cuando nos dio la vida. El universo nos necesita para añadir la
pequeña contribución de cada uno al vasto tapiz que conocemos por civilización
humana. Sólo si estamos sanos podemos contribuir plenamente a la vida y, a cambio,
sólo la salud nos permite disfrutar de la vida con plenitud.
El término avastha significa «sano» en sánscrito. Se deriva de:

sva, «yo + —stha—, estabilizado» =


svastha, «estabilizado en el yo».
Aquí el «yo» es el ego; no el ego freudiano, sino la capacidad de identidad
individual que distingue a un ser de cualquier otro ser. El ego es lo que me da
identidad, lo que me hace saber que yo soy yo, y no tú, ni él, ni ella, ni nosotros, ni
ellos. El aspecto de la personalidad que me recuerda permanentemente que yo soy yo
se llama en sánscrito ahamkara, literalmente, «la formadora de yo». Ya que todos
somos un cuerpo, una mente y un espíritu, tenemos cada uno un yo-cuerpo, una yo-
mente y un yo-espíritu. Para estar «estabilizado en el yo» hay que estar estabilizado
en cada uno de esos egos.

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Los médicos actuales tienden a ignorar la individualidad. A veces confunden a la
gente con «hígados» o «pulmones», descuidando al organismo que aloja ese hígado o
esos pulmones. Algunos adoptan la terapia que mejor conocen como una panacea
para cualquier enfermo, pasando por alto las variaciones que existen incluso entre
pacientes con la misma enfermedad. Esta terapia poco sistemática no fomenta el
equilibrio del organismo. Como los médicos actuales no suelen lograr una proyección
terapéutica sobre sus pacientes, éstos deben aprender a hacerlo por sí mismos. Todo
el que quiera estar sano en el mundo actual tiene la responsabilidad personal de
aprender cuanto pueda acerca de la salud.
Todos existimos en cuanto a individuos sobre el trasfondo de nuestro entorno
exterior, la Madre Naturaleza. Ninguno de nosotros puede ser nunca totalmente
individual, porque procedemos de la naturaleza, que condiciona nuestra
individualidad. La mayoría de nosotros nos apegamos al mundo, tratando de
complacernos ilimitadamente, confiando en que el mundo siga dándonos golosinas y
la naturaleza capacidad digestiva suficiente para consumirlas. La mayoría de
nosotros, a esa autocomplacencia la llama «libertad».
El placer es, por supuesto, uno de los objetivos de la vida, pero la capacidad de
disfrutar se pierde cuando se exceden los propios límites. La limitación es inherente a
la vida. Uno está limitado por docenas de obligaciones como la necesidad de respirar,
comer, dormir y emplear palabras para comunicarse con los demás. La limitación más
importante es la capacidad de nuestro organismo para resistir nuestros excesos.
O te limitas voluntariamente o te limitará la naturaleza. La enfermedad es el
medio de que dispone la naturaleza para obligarnos a ir más despacio y descansar. Por
eso la llamamos Madre Naturaleza: nos ama tanto que no soporta ver cómo nos
arruinamos a nosotros mismos. Nos avisa una y otra vez de nuestros errores, y sólo
recurre a medidas drásticas cuando nos negamos obstinadamente a escucharla. Éste
es un caso típico de libertad contra responsabilidad: o limitas un poquito tu libertad
día a día, o la naturaleza lo hará por ti durante días, semanas o a veces meses.
El disfrute es un objetivo legítimo de la vida, pero sólo es uno de los cuatro
objetivos vitales. Ninguna vida se puede dar por colmada sin haber alcanzado cada
uno de esos objetivos. Son:

dharma, el objetivo de cumplir con las obligaciones que nos asigna nuestra
posición en la sociedad;
artha, el objetivo de acumular posesiones durante el cumplimiento de nuestras
obligaciones;
kama, el objetivo de satisfacer los deseos legítimos con la ayuda de las posesiones
que uno ha acumulado; y
moksha, el objetivo de descubrir que hay algo más en la vida que obligaciones,
posesiones y deseos.

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Cada uno necesita un hueco estable en la sociedad que le permita atender a sus
necesidades vitales, y el tiempo libre para llevar una vida de excesos o de ascetismo
espiritual. Sea cual sea la meta de nuestra vida, necesitamos una mente sana en un
cuerpo sano para alcanzarla. Uno debe estar sano si quiere divertirse continuamente.
Muchos occidentales estudiarán el ayurveda con la esperanza de descubrir
milagros que les permitan seguir recorriendo sus caminos de autocomplacencia.
Pueden lograr algún alivio temporal, pero el alivio permanente sólo se produce con
cambios permanentes en el estilo de vida. Esa gente se engaña a sí misma como lo
hace la que acude en tropel a los vendedores de milagros con la esperanza de un
progreso espiritual rápido. El ayurveda es para quienes estén dispuestos a
responsabilizarse de sí mismos.
Si el ayurveda fuese una religión, su diosa sería la Naturaleza, y la
autocomplacencia el único pecado que ella castigaría. El ayurveda está concebido
para permitirnos disfrutar de los placeres de la vida hasta el punto en que tal disfrute
choca con nuestra salud. En realidad, la gratificación permanente es esclavitud,
puesto que cuanto más consumimos, más cautivos nos volvemos de nuestro consumo.
La complacencia ilimitada nos hace menos libres porque nos volvemos menos
autosuficientes. Cada una de nuestras adicciones —⁠ a la cafeína, el azúcar, la sal, los
deportes espectaculares, los concursos televisivos, el alcohol, las drogas, las casas de
juego u otros excesos⁠ — es un nuevo clavo en el ataúd de nuestra libertad, una nueva
restricción de nuestra individualidad. La mayoría de nosotros no sabe siquiera cómo
complacerse adecuadamente, y enfermamos y morimos de los efectos secundarios de
nuestros excesos. El verdadero placer sólo es posible cuando existe una buena salud.
He estado viajando a través de los Estados Unidos, hablando con la gente y
tratando de averiguar qué puede hacer por ellos el ayurveda. Este libro es un producto
de mis viajes. No se trata de una exposición de los principios clásicos del ayurveda;
en realidad, un médico ayurvédico conservador podría estar en desacuerdo conmigo
en algunos puntos. Se trata de mi interpretación personal de determinadas teorías
ayurvédicas. Estoy en deuda con mi maestro Vimalananda por tales observaciones, ya
que fue él quien me enseñó a pensar así.
Darshana, el término sánscrito para «filosofía», significa literalmente «visión».
La filosofía consiste, pues, en palabras que nos permiten ver las cosas de una
determinada manera. El ayurveda es una filosofía que permite a los médicos ver a los
pacientes del modo en que los ve la naturaleza. A los sabios que crearon el ayurveda
les llamaron «videntes» por su capacidad para percibir claramente la realidad. Vieron
cómo funcionaba el mundo y sus partes, y describieron sus observaciones con
palabras que a los que vinieron después les permitieron ver y percibir del mismo
modo. Cada vidente vio las cosas desde un punto de vista distinto; por eso no hay uno
sino muchos sistemas ayurvédicos. Al hilo de esta tradición, cada médico ayurvédico
tuvo su propio sistema, procedente de las experiencias de los grandes videntes y

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aumentado por su experiencia personal. Este libro es una exposición parcial de mi
propia experiencia.
Empieza con una introducción a los principios fundamentales de la concepción
ayurvédica del mundo y muestra de qué manera esos principios determinan los tipos
constitucionales. Luego procede a examinar los efectos de la alimentación en la
constitución, la propia naturaleza de la alimentación y los hábitos adecuados para
lograr la salud y conservarla.
Después la atención se dirige hacia los temas que exploran las fuerzas que
mantienen unidos el cuerpo, la mente y el espíritu, concentrándose en ahamkara y la
naturaleza de la identidad individual. Dado que uno está sano, o svastha, cuando está
estabilizado en el yo, es importante examinar cómo se produce y se conserva esa
estabilización en el yo y cómo resulta afectada por la adicción. Se investigan las
causas de la enfermedad, utilizando la obesidad y la artritis como muestras
ilustrativas del enfoque ayurvédico para el tratamiento de enfermedades. Por último,
se usan las cuestiones de la reproducción y el rejuvenecimiento a la luz de la
ahamkara para introducir métodos más esotéricos de equilibrar el yo.
Muchos volúmenes sánscritos empiezan con el término atha, que significa
«ahora», indicando que el conocimiento contenido en el libro está esperando dentro,
listo para que lo experimente en cualquier momento quienquiera que lo abra. El
conocimiento ayurvédico es eterno y universal, tan válido hoy en día como lo era
hace cinco mil años, y lo seguirá siendo dentro de cinco mil años más. Pueden
cambiar los detalles, pueden aparecer y desaparecer remedios, pero la esencia del
conocimiento permanece inalterada. He estudiado, tanto en traducciones como en su
original sánscrito, a los antiguos autores ayurvédicos como Charaka, Sushruta y
Vagbhata. Tomando muy a pecho sus enseñanzas, he tratado de aplicar la esencia de
su antigua sabiduría a las características específicas de nuestros problemas modernos.
El ayurveda es bastante complejo; yo me he tomado la libertad de extraer de él
algunas enseñanzas, considerando que nos pueden servir de primeras herramientas a
aquéllos de nosotros que queramos mejorarnos.
Uno de los grandes problemas modernos es el desarraigo, una enfermedad
promovida por la gran movilidad de la gente de hoy. Los estadounidenses nos
enorgullecemos de la fluidez de nuestra cultura, que es amalgama de la del mundo.
La nuestra es una sociedad en la que, teóricamente, cada uno puede valerse del
talento y la ambición para adquirir fama y fortuna. Cada hombre es un rey, al menos
para sí mismo; ése es nuestro lema. Nos deleitamos en nuestro desarraigo y nos gusta
vivir libremente, sin ninguna clase de ataduras ni limitaciones del pasado. La mayor
parte de nuestros antepasados vino de otros países a olvidar su propio pasado. Olvidar
el pasado se convirtió en un rito iniciático estadounidense. Al magnificar de ese
modo nuestra individualidad, llegamos a equiparar progreso con olvido, y ahora el
progreso, tal como lo compendia la ciencia, se ha convertido en nuestro ídolo. La
mayoría de nosotros seguimos nuestro camino como esclavos del progreso.

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La devoción al progreso suele hacer que confundamos individualidad con
soberanía. Un fuerte sentido de identidad individual es importante para la salud de
cualquier ser humano, pero en las sociedades antiguas cuyos miembros compartían
una cultura, el individuo no era el único responsable de la definición de su identidad.
Un japonés, por ejemplo, se sabe heredero de la antigua cultura del Japón. Gran parte
de su personalidad se desarrolla a partir de la adopción o el rechazo de los dogmas de
esa cultura, como reverenciar a los padres, los mayores y el emperador.
Las instituciones culturales estadounidenses no están tan profundamente
arraigadas en nosotros y, por lo general, estamos mucho menos dispuestos a respetar
el pasado que otros pueblos. Como nuestra experiencia histórica como suelo donde
plantar la semilla de nuestra personalidad es menor, debemos confiar más en nuestra
propia experiencia individual. Cada uno de nosotros establece una ética y una moral
individuales. Es el colmo del egotismo. Por desgracia, la mayoría de nosotros invierte
mucho en nuestra personalidad, pues no tenemos nada mejor en que invertir con
confianza. Tenemos un principio colectivo de «sálvese quien pueda» (que cada cual
mire por sí mismo) que considera enemigo todo lo que hay fuera del individuo,
incluida la naturaleza.
La falta de memoria es un trastorno devastador. Los humanos modernos hemos
olvidado nuestras raíces, hemos olvidado a nuestros dioses, y ahora andamos
ocupados tratando de olvidar nuestras morales. Cuanto más olvidamos, más libres y
menos limitados nos sentimos, ignorantes de que cada pérdida adicional de memoria
nos aleja un poco más de nuestra verdadera identidad. Nos construimos falsas
personalidades a partir del mosaico de adicciones a nuestros excesos sensoriales,
definiendo la libertad como satisfacción ilimitada, olvidando que toda individualidad
es condicional. Cortada la comunicación con nuestra madre interior, quedamos
separados de nuestra fuente de compasión y olvidamos cómo empatizar con las
demás criaturas vivientes.
Ésa es la razón por la que muchos no dudamos en eliminar todo aquello que no
forma parte de nosotros o no nos da un beneficio demostrable. Por eso nuestra
sociedad es violenta. Nuestra literatura, nuestro arte, nuestra música, incluso nuestra
agricultura, son violentos, y también es violenta nuestra medicina. Matamos con
antibióticos y antisépticos, y si el exterminio resulta ineficaz empleamos la cirugía
para expulsar de nuestra presencia al órgano ofensor. Destruimos el cuerpo con el
pretexto de curarlo.
Sin embargo, «estabilizarse en el yo» no significa aislarse de la fuente, el Ser que
nos ha creado. Invertir demasiado en uno mismo es tan pernicioso como lo contrario.
La destrucción debe ser el último recurso; el primero debe ser la crianza, ese
sentimiento maternal de nutrición, educación y apoyo, dirigido hacia uno mismo y
hacia todos los seres. La naturaleza es siempre magnánima, y será tan generosa con
nosotros como nosotros lo seamos con nosotros mismos y con los demás seres. La

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salud no se puede comprar, mendigar, tomar prestada ni robar; es un regalo que nos
hace la naturaleza.
El ayurveda es el producto de una civilización profundamente enraizada en la
Madre Naturaleza. Los videntes sabían que la naturaleza en su totalidad forma parte
del individuo, en la medida en que todos procedemos de, existimos en y volvemos a
ella. La individualidad es, por consiguiente, un estado puramente transitorio que sólo
puede prosperar con la ayuda, no la enemistad, de la naturaleza, el estado
permanente.
Carl Jung expresó esta opinión tras una visita a la India en 1938:

«Es muy posible que la India sea el mundo real, y que el hombre blanco viva en un
manicomio de abstracciones… En la India la vida no ha sido aún recluida en la
cápsula de la cabeza. Sigue viva la totalidad del cuerpo. No es extraño que al
europeo le parezca estar en un sueño; la vida total de la India es algo en lo que él
se limita a soñar. Cuando se anda con los pies descalzos, ¿cómo se puede olvidar la
tierra?».
Este libro tiene el propósito de invitar a los occidentales a andar de nuevo por la
vida «con los pies descalzos», a entrar de nuevo en contacto con la naturaleza. A
pesar de su antigüedad de siglos, el concepto de constitución individual es un
concepto nuevo para la mente occidental, una nueva forma de que cada uno entienda
su «relación» con la naturaleza. El ayurveda va dirigido sobre todo a aquellos que,
con la propia armonización, procuran actuar como fuerzas equilibradoras del
universo.
Nuestra presuntuosa y arrogante pasión por la autocomplacencia ha envenenado
el mundo. Si queremos seguir viviendo en este planeta, debemos revertir el daño
causado tanto a nosotros mismos como a nuestro entorno para calmar así a la
naturaleza y recuperar la salud. El propósito de la ciencia de la vida, como decía a
menudo Vimalananda, es hacer de cada hogar un hogar feliz, un hogar en el
verdadero sentido de la palabra: un paraíso. Todos debemos tener un verdadero hogar,
un paraíso al que acudir siempre, dentro y fuera de nosotros. Todos tenemos una
madre en la naturaleza, y sólo ella puede darnos cobijo.

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1. DOSHAS Y SABORES

Cada uno de nosotros conserva su diferenciación con respecto a otros seres vivos
por tanto tiempo como la naturaleza le permite seguir con vida. La naturaleza nos
deja que consideremos nuestro el espacio limitado por la piel y el aparato digestivo.
Todo lo que hay fuera de la piel forma parte del entorno. Tú formas parte de mi
entorno y yo formo parte del tuyo. La naturaleza es la suma de todos los individuos y
sus entornos.
Dentro del aparato digestivo tenemos material que en un principio formaba parte
del entorno. Una vez, tuvo su propia existencia independiente, su propia
individualidad; ahora está sometido a la prueba del metabolismo, tratando de pasar el
examen de la digestión para entrar a formar parte de nosotros. Si el aparato
gastrointestinal llegase a romperse, una parte de ese material se vertería en la cavidad
corporal y, a consecuencia de la capacidad del cuerpo para reconocerlo como extraño,
se produciría una tremenda reacción que, si se dejase prosperar, nos llevaría muy
rápidamente a la muerte.
Si la piel exterior dejase de cumplir su cometido, como ocurre después de las
quemaduras graves, entrarían en el sistema merodeadores extraños, lo que también
puede llevarnos a la muerte. Debemos la continuidad de la existencia diaria a la
admirable fortaleza de nuestras dos murallas, la piel exterior del cuerpo y la piel
interior del tracto digestivo.
Las enfermedades son seres con intenciones parasitarias. Algunas tienen cuerpos
colectivos, como las lombrices, las bacterias y los virus, y muestran signos de
conciencia colectiva parecida a la de los insectos sociales como las hormigas y las
termitas. Otras enfermedades no tienen cuerpo propio y «toman posesión» de un
organismo para poner de manifiesto las convulsiones de la existencia individual.
Otras entidades, como el cáncer, incluso se crean dentro del cuerpo. Sea cual sea el
intruso, la curación se produce cuando se expulsa del organismo el cuerpo extraño y
la personalidad innata del huésped recobra la normalidad.
Los agentes extraños son mal recibidos en un cuerpo sano. Un sistema
desequilibrado fomenta la digestión incorrecta de la comida, lo que produce toxinas
físicas y mentales llamadas en sánscrito ama. Ama sirve de alimento a los parásitos y
los incita a prosperar en el organismo. La indigestión aparece por pautas inadecuadas
de alimentación y vida, exceso deliberado y obstinado de prácticas malsanas llamadas
colectivamente prajnaparadha, o «atentados contra el sentido común». La
indigestión impide que los nutrientes lleguen a los tejidos, debilitando las defensas
inmunológicas del huésped.
El aura es la primera línea defensiva contra los entes parasitarios. La segunda
línea defensiva está formada por la piel y el intestino. Una tercera línea defensiva, el

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sistema inmunológico, aguarda para interceptar y destruir cualquier parásito que de
algún modo logre atravesar las dos primeras defensas. El sistema inmunológico, que
está comunicado tanto con la piel como con el intestino, es un órgano sensorial, un
«sexto sentido» para los intrusos. Consiste en una intrincada red de células T,
células B, anticuerpos y linfocitos, un sistema de una complejidad fascinante
controlado en su totalidad por un único jefe: ahamkara.
Ahamkara se identifica continuamente con cada una de los trillones de células
corporales. Mi ahamkara recuerda constantemente a cada una de mis células su
identidad como subunidad de la gran y gloriosa entidad denominada Yo. La
ahamkara asegura que sólo aquellas células que juren lealtad a su dirección suprema
serán autorizadas a seguir con vida en el cuerpo. Cualquier extraño es descubierto y
exterminado implacablemente, y los rebeldes —⁠ mutantes o células cancerosas⁠ —
despiadadamente ejecutados como advertencia para otras células que pudieran
atreverse a desafiar la norma.
Podemos seguir vivos, a salvo en nuestro castillo, mientras la ahamkara siga
gobernando la guarnición. Si ésta resultase dañada, los entes extraños podrían
descubrir un punto débil en las defensas y fulminarnos. Cuando ella, como guardiana
que obliga a nuestras células a trabajar sin descanso para nosotros, renuncia a su
función, todos los inquilinos quedan libres para obrar a su antojo, y entonces
morimos. Ella es espesa, amante, amiga, guía, consejera y sirvienta. Lo es todo para
nosotros. Por encima de todo, es nuestra madre.
Ahamkara es femenina porque es una parte de la Divina Madre, la diosa
Naturaleza. Cuando te guía y te aconseja, lo hace teniendo en cuenta tu propio
interés. Como sirvienta, trabaja sin descanso para mantenerte vivo o viva.
El más importante de todos esos aspectos es su relación con nosotros como
madre. El principio «yo soy» aglutina en sí mismo todos los bloques de que estamos
compuestos: los cinco grandes elementos que dan origen al cuerpo, los órganos
sensoriales y la mente. La «formadora de yo» es la causa de nuestro nacimiento, por
eso es nuestra madre. Los antiguos rishis lo sabían bien, y veneraron como madres a
sus propias ahamkaras para establecer con ellas relaciones de amor. La India es una
tierra madre porque los rishis, en su sabiduría trascendente, reconocieron la
importancia creadora de la madre naturaleza. Hasta el mismo Adi Shankaracharya, el
fundador de diez sectas de monjes renunciantes que rehuyó toda interacción humana
normal, mandó venerar a la diosa en todos sus monasterios.
Las enfermedades aparecen cuando la ahamkara está afligida y la inmunidad se
debilita. El término sánscrito para inmunidad es uyadhikshamatva, que se traduce
literalmente como «perdón de enfermedad». Uno conserva la salud en la medida en
que esté dispuesto a olvidar sus tensiones, no dejarse impresionar por la adversidad y
adaptarse a nuevas situaciones. La resistencia al cambio siempre obstaculiza el
funcionamiento de la inmunidad. Un viejo proverbio sánscrito nos dice: «kshama cha

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janani»: la esencia del amor maternal es el perdón. Dañar a la madre ahamkara
debilita nuestra indulgencia innata y nos predispone a la enfermedad.
El tratamiento de la ahamkara es la medicina fundamental. Los sabios de la India
saben desde hace mucho tiempo que la buena salud espiritual es requisito previo para
la buena salud física y mental. La salud espiritual es un equilibrio dinámico entre una
personalidad fuertemente integrada y la personalidad cósmica de la naturaleza, un
equilibrio que sólo es posible en la medida en que cada ser recuerde su deuda con la
madre naturaleza.
Sólo los seres inmortales pueden estar completamente sanos, porque sólo sus
ahamkaras son lo bastante fuertes para impedir la invasión de cualquier ser extraño.
Los antiguos rishis de la India llevaron a cabo largas penitencias para despertar y
controlar totalmente sus ahamkaras, y de resultas de ello se volvieron inmortales. Su
voluntad de comunicar sus experiencias a los demás les llevó a establecer el sistema
de «percepción» filosófica que usan los estudiosos del ayurveda para contemplar la
vida encarnada.
Cuando los sabios rishis examinaron su propia experiencia e intercambiaron sus
intuiciones, comprendieron que la conciencia, la voluntad y la identidad humanas
debían de ser fragmentos de las propias conciencia, voluntad e identidad de la
naturaleza. La sutileza de sus facultades perceptivas les permitió ponerse en contacto
con la naturaleza y comunicarse directamente con ella. Una de las primeras cosas que
aprendieron estaba relacionada con la estructura y el origen del universo.

La naturaleza les dijo que primero hay


Pura Existencia
que desea manifestarse,
y se divide en
conciencia y voluntad,
que más tarde se acoplan. El fruto es
el intelecto,
que es la capacidad de discernimiento.
El intelecto se transforma gradualmente en ahamkara
que es la «formadora de yo». El universo se llena de un sinnúmero de pequeños haces
de inteligencia con individualidad, en busca todos ellos de maneras de expresarse.
Según sus preferencias innatas, esos haces de ahamkara se manifiestan como:

ondas de energía cinética, rajas,


partículas materiales de energía potencial, tamas
y conciencia subjetiva, sattva.
Rajas es actividad, tamas inercia y sattva el equilibrio entre ambas; sólo la
conciencia puede compensar la energía cinética con la energía potencial. La

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ahamkara de la naturaleza es lo bastante amplia para equilibrar las energías de todo
el cosmos. La conciencia individual de los humanos es suficiente para equilibrar sus
propias energías individuales.
Un haz individual de «espíritu», que desea expresarse, utiliza la conciencia
subjetiva, o sattva, para manifestar órganos sensoriales y una mente. Luego el espíritu
y la mente se proyectan en un cuerpo físico, creado a partir de los cinco grandes
elementos que proceden de tamas. Los órganos sensoriales utilizan rajas para
proyectarse desde el cuerpo hacia el mundo exterior a fin de percibir los objetos. El
cuerpo es el vehículo de la mente, su instrumento de gratificación sensorial. La mente
se retira cada noche a su abrigo corporal durante el sueño, cuando está cansada de
vagar por el exterior. El espíritu no abandona ni un instante ese refugio, dando vida al
cuerpo y conciencia a la mente.

Los cinco grandes elementos

Igual que nuestros cuerpos se componen de trillones de células independientes,


cada uno de nosotros es una pequeña célula del organismo universal. Como las
células, cada ser humano tiene una existencia individual, pero ninguno es lo bastante
«libre» para vivir una independencia completa. En realidad, todo lo que existe en el
universo exterior tiene su réplica en el propio universo interior individual de cada ser
vivo. Todas las fuerzas cósmicas, en forma modificada, están representadas. El flujo
de entrada de nutrientes y salida de desechos de las células corporales caracteriza
también los flujos continuos de entrada de nutrientes y salida de desechos de las
plantas, los animales y los seres humanos.
Por tanto no hay ninguna diferencia intrínseca entre, pongamos, cocer la comida
en un puchero al horno o cocerla en la olla de nuestro estómago al calor de nuestro
«fuego» digestivo interno. En ambos casos se emplea calor en preparar la comida
para facilitar su asimilación. En el horno externo se usan las llamas, y el ácido y las
enzimas en el interno, pero el principio de la cocción es idéntico en ambos.
Los rishis utilizaron la teoría de los cinco grandes elementos, más propiamente
llamados «los cinco grandes estados de la existencia material», para explicar de qué
modo las fuerzas interiores y exteriores están unidas entre sí. Los cinco grandes
elementos son:

Tierra, el estado sólido de la materia, cuyo atributo característico es la estabilidad,


fijeza o rigidez. La tierra es sustancia estable.

Agua, el estado líquido de la materia, cuyo atributo característico es el flujo. El


agua es sustancia que carece de estabilidad.

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Fuego, el poder capaz de transformar una sustancia de sólida en líquida y en gas, y
viceversa, aumentando o reduciendo la disposición relativa de la materia. El
atributo característico del fuego es la transformación. El fuego es forma sin
sustancia.

Aire, el estado gaseoso de la materia, cuyo atributo característico es la movilidad o


dinamismo. El aire es existencia sin forma.

Éter, el espacio en que todo se manifiesta y al que todo regresa; el espacio en que
ocurren las cosas. El éter no tiene existencia física; sólo existe en forma de
distancias que separan la materia.

Las tres doshas

Los cinco elementos se condensan en las tres doshas: vata, pitta y kafa, que son
en realidad aire, fuego y agua respectivamente. Vata es el principio de energía
cinética del cuerpo. Está relacionada sobre todo con el sistema nervioso y regula todo
el movimiento del cuerpo. Kafa es el principio de energía potencial, que regula la
estabilidad y lubricación del cuerpo. Los tejidos y desechos corporales que vata
mueve de un lado a otro son competencia de kafa. Pitta regula el equilibrio en el
cuerpo de las energías cinética y potencial. Todos los procesos de pitta suponen
digestión o «cocción», aun cuando se trate de cocer pensamientos para elaborar
teorías. Los sistemas enzimático y endocrino son los principales campos de actividad
de pitta.
A nivel celular, vata introduce los nutrientes en las células y saca de ellas los
productos de desecho, pitta digiere los nutrientes para suministrar energía al
funcionamiento de las células, y kafa es la que regula la estructura celular. En el
aparato digestivo, vata mastica y traga la comida, pitta la digiere, vata asimila los
nutrientes y expulsa los desechos, y kafa regula las secreciones que lubrifican y
protegen los órganos digestivos. En la mente, vata recupera datos previos a la
memoria para compararlos con los nuevos. Pitta procesa los nuevos datos y saca
conclusiones, que luego vata almacena como nuevos registros. Kafa proporciona la
estabilidad necesaria para que la mente capte un solo pensamiento a la vez.
Las tres son fuerzas, no sustancias. Kafa no es mucosidad; es la fuerza que,
cuando se proyecta en el cuerpo, provoca la aparición de mucosidad. Pitta no es bilis;
es la fuerza que hace que se produzca la bilis. Vata no es gas, pero un incremento de
vata provoca un incremento de gas. Vata, pitta y kafa reciben el nombre de doshas
porque el término «doshas» significa «cosas que pueden estropearse». Cuando vata,
pitta y kafa están desequilibradas entre sí, el sistema pierde inevitablemente su propio
equilibrio.

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Kafa, la dosha acuosa, está asociada en realidad tanto al elemento agua como al
elemento tierra, que no tienen ninguna afinidad real entre sí. Por ejemplo, cuando se
vierte arena en agua, aquélla baja hasta el fondo de la vasija y se queda allí. Por
mucho que nos empeñemos, la arena sólo seguirá suspendida en el agua mientras
sigamos removiendo. Aunque algunas sustancias sólidas se disuelven en agua, como
la sal común, la mayoría no lo hace. Kafa es la fuerza que nos ha dado la naturaleza
para mantener la tierra del cuerpo (sus sólidos) suspendida en su agua (sus líquidos)
en la adecuada proporción.
Dondequiera que el cuerpo se vuelva demasiado sólido aparece siempre un
problema. Por ejemplo, los cálculos biliares y renales. Se trata de concreciones de
tierra en las que el agua se ha secado demasiado para permitir que se mantenga el
flujo libre. Del mismo modo, cuando en el sistema hay demasiada agua y escasez de
tierra, se producen trastornos como el edema. Kafa obliga al agua y a la tierra, que de
otro modo rehusarían actuar conjuntamente, a combinarse adecuadamente y
permanecer en equilibrio.
Pitta, el elemento ígneo, está asociado tanto al fuego como al agua. Mientras que
al agua y la tierra les gustaría poder ignorarse mutuamente y son recíprocamente
inertes cuando se mezclan, el fuego y el agua son siempre antagónicos. Cada vez que
se mezclan fuego y agua, uno de los dos acaba predominando sobre el otro. Si hay
más fuego que agua, el fuego consume o evapora el agua; si hay más agua que fuego,
el agua, aun hirviendo, apaga el fuego. La función de pitta es hacer que semejantes
contrarios cooperen entre sí.
Todos los «fuegos» del cuerpo están contenidos en agua. El ácido del estómago,
por ejemplo, es un ácido extremadamente potente, con un pH de 2. Quema todo lo
que toca, exactamente igual que un fuego vivo o un rayo. El ácido es fuego contenido
en agua. Cuando el fuego predomina en la mezcla, el ácido quema a través de los
medios que, como contenedor natural, le proporciona el agua. Cuando el agua
predomina, apaga el fuego, provocando indigestión. Sólo la mediación prestada por
una pitta saludable puede mantener intacta la agitada alianza entre el fuego y el agua.
Vata se compone de aire y éter. El aire, como el viento en el universo exterior,
sólo se mueve libremente en el cuerpo cuando su paso está exento de obstáculos.
Uno, en su casa, está a salvo de los fuertes vientos, a menos que lleguen a ser tan
fuertes que derriben las paredes. Del mismo modo, la insuficiencia de espacio vacío
(éter) impide el correcto movimiento del aire, a menos que la fuerza del aire se
acumule hasta el extremo de abrirse paso por sí misma.
El éter es completamente inerte; el aire totalmente móvil. El aire trata siempre de
expandirse sin ninguna limitación. Si esa tendencia se acentúa demasiado, se
destruyen todas las estructuras que la limitan. Demasiado espacio vacío y escasa
capacidad de movimiento pueden llevar además a la estasis, con repercusiones
adversas para la salud. El enfisema es un ejemplo de tal estado; otro es el tipo de
estreñimiento que aparece después de un abuso de enemas o lavativas. Sólo una vata

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saludable puede mantener el aire y el éter equilibrados entre sí. La función de vata es
asegurar que haya el éter suficiente para que el aire se mueva en él.
Las tres doshas tienen cualidades, o atributos, que caracterizan sus efectos en el
organismo. Son las siguientes:

vata pitta kafa


seca oleosa oleosa
fría caliente fría
ligera ligera pesada
irregular intensa estable
móvil fluida viscosa
turbia maloliente densa
áspera líquida suave

Vata posee todas las cualidades que normalmente se asocian al aire. Seca, igual
que una brisa, aun suave y húmeda, acaba secando la ropa colgada en una cuerda.
Enfría, como incluso un viento cálido enfría el cuerpo al evaporar el sudor de la piel.
Provoca asperezas, igual que el viento del desierto erosiona las formas del relieve. Es
errática o irregular; normalmente se presenta a ráfagas, no como una corriente
uniforme. El viento no es áspero en sí mismo, ni necesita ser seco o frío para producir
sequedad o enfriar. Sus cualidades innatas prevalecen sobre las cualidades
circunstanciales que encuentra en el entorno.
También pitta debe sus efectos a sus propias cualidades innatas. No es oleosa, o
untuosa, porque el fuego sea oleoso, sino porque los aceites y las grasas arden
vivamente con el fuego. Como el fuego, es caliente, intensa y ligera, y su fluidez y
liquidez se derivan del hecho de que es fuego contenido en agua. Ya que es fluida y
capaz de tragarse y devorar la comida, puede digerir y transformar.
Kafa tiene las mismas cualidades que la mucosidad. Es viscosa, lo que la hace
lenta de movimiento. Es también fría, pesada, torpe, espesa, suave, pegajosa y
perezosa, cualidades todas ellas que asociamos al lodo, una sustancia hecha de tierra
suspendida en agua. El yogur es un ejemplo característico de alimento de tipo kafa,
pues posee todos esos atributos.

Conviene señalar que:


Tanto pitta como kafa son oleosas y vata es seca, luego la sequedad es
característica de vata. La sequedad sólo aparece en el cuerpo o la mente cuando
existe un trastorno de vata.

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La sequedad es un efecto secundario del movimiento, que es la función fisiológica
de vata. La desigualdad de la sequedad excesiva introduce la irregularidad en el
cuerpo y la mente.

Tanto vata como kafa son frías y pitta caliente, luego el calor es característico de
pitta. El calor sólo aparece en el cuerpo o la mente cuando existe un trastorno de
pitta.

El calor es un efecto secundario de la transformación, que es la función fisiológica


de pitta. La intensidad del calor excesivo introduce la irritabilidad en el cuerpo y la
mente.

Tanto vata como pitta son ligeras y kafa pesada, luego la pesadez es característica
de kafa. La pesadez sólo aparece en el cuerpo o la mente cuando existe un
trastorno de kafa.

La pesadez es un efecto secundario de la estabilidad, que es la función fisiológica


de kafa. La viscosidad de la pesadez excesiva introduce la lentitud en el cuerpo y la
mente.
Debido a que vata, pitta y kafa poseen cada una sus propias cualidades
intrínsecas, tienen afinidades distintivas con determinados órganos del cuerpo. Todas
están presentes en cada una de las células, ya que son esenciales para la vida, pero
tienden a congregarse en determinadas zonas:

vata pitta kafa


cerebro piel cerebro
corazón ojos articulaciones
colon hígado boca
huesos cerebro linfa
pulmones sangre estómago
vejiga bazo cavidad pleural
médula ósea glándulas endocrinas cavidad pericardiana
sistema nervioso intestino delgado

Vata y kafa tienen cualidades casi completamente opuestas entre sí. Kafa, que
representa todos los estados potenciales de la energía corporal, permite almacenar la
energía. Vata, que representa todos los estados cinéticos de la energía corporal, hace
que se libere la energía potencial almacenada. Vata fomenta el cambio, pero un
exceso de cambio puede llevar a la sobreestimulación. Kafa fomenta la estasis, pero

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un exceso de estasis puede llevar a la inercia. Pitta es la encargada de equilibrar esas
dos fuerzas diametralmente opuestas.
Vata y kafa se congregan una junto a otra por motivos prácticos. El corazón y los
pulmones están en constante movimiento y por eso necesitan una lubrificación
continua. Vata aporta el movimiento, kafa la lubrificación. Un exceso de movimiento
consume el lubricante; un exceso de lubricante paraliza la actividad. El líquido
sinovial proporciona lubrificación y protección a las articulaciones. El cerebro y la
médula espinal, cuyo movimiento se limita a los impulsos nerviosos, nadan en
líquido cefalorraquídeo. La mucosidad protege el revestimiento del intestino en toda
su longitud, permitiendo que la comida pase libremente por él. Movimiento y
estabilidad, y la fuerza que los equilibra: vata, kafa y pitta.
Vata, pitta y kafa son todas ellas esenciales para la vida, pero pueden causar
mucho daño si se deja que pierdan su armonía relativa. Esta doble personalidad es
consecuencia de que son doshas, cosas que a menudo caen en el error. No es culpa
suya en realidad, dada la dificultad de las tareas que tienen que llevar a cabo. Kafa ha
de superar la indiferencia recíproca del agua y la tierra, y hacer que trabajen juntas,
pitta debe vencer la natural aversión que el agua y el fuego se tienen mutuamente, y
vata se ve obligada a utilizar el éter inerte para tratar de controlar al caprichoso aire.
En realidad es sorprendente que funcionen tan bien como lo hacen.
Al ser tan reactivas, el cuerpo no tiene los medios para almacenarlas en su interior
por mucho tiempo, como tampoco los tiene una central nuclear para almacenar
residuos radiactivos. Por lo tanto, se eliminan regularmente del cuerpo durante el
desempeño de sus funciones. La fuerza de kafa se expulsa continuamente del cuerpo
con la mucosidad, pitta se excreta regularmente a través del ácido y la bilis, y vata es
eliminada tanto en forma de gas como de energía muscular o nerviosa.

Los seis sabores

La eliminación regular de las doshas es importante porque los procesos


metabólicos normales las producen constantemente. La cantidad de cada dosha que el
cuerpo produce depende en primer lugar de los sabores que consume. Los sabores
influyen en el equilibrio de las doshas en el cuerpo. Proceden, como las doshas, de
los cinco grandes elementos. Debemos poner de relieve el profundo efecto que tienen
en cada una de las partes del organismo, no sólo en la lengua.

Dulce — compuesto principalmente de tierra y agua, el dulce incrementa kafa,


reduce pitta y vata y es refrescante, pesado y untuoso. Nutre y tonifica el cuerpo y
la mente, y alivia el hambre y la sed. Aumenta todos los tejidos.

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Agrio — compuesto principalmente de tierra y fuego, el agrio incrementa kafa y
pitta, reduce vata y es calorífico, pesado y untuoso. El agrio refresca el ser,
fomenta la eliminación de residuos, reduce espasmos y temblores, y mejora el
apetito y la digestión.

Salado — compuesto sobre todo de agua y fuego, el salado incrementa kafa y


pitta, reduce vata y es pesado, calorífico y untuoso. El salado elimina residuos,
purificando el cuerpo, y aumenta la capacidad digestiva y el apetito. Suaviza y
ablanda los tejidos.

Picante — compuesto principalmente de fuego y aire, el picante incrementa pitta y


vata, reduce kafa y es calorífico, ligero y seco. El picante limpia el cuerpo de toda
clase de secreciones y reduce los tejidos de tipo kafa como el semen, la leche y la
grasa. Mejora el apetito.

Amargo — compuesto principalmente de aire y éter, el amargo incrementa vata,


reduce pitta y kafa, y es refrescante, ligero y seco. El amargo purifica cualquier
secreción, es antiafrodisíaco y tonifica el organismo devolviendo todos los sabores
a su equilibrio normal. Aumenta el apetito y controla todas las enfermedades
cutáneas y las fiebres.

Astringente — compuesto sobre todo de aire y tierra, el astringente (que deja la


boca áspera) incrementa vata, reduce pitta y kafa y es refrescante, ligero y seco. El
astringente cura, purifica y constriñe todas las partes del cuerpo. Reduce cualquier
secreción y es antiafrodisíaco.
Todos los sabores son imprescindibles para el buen funcionamiento del
organismo, y nos llegan sobre todo a través de la comida. Mi maestro Vimalananda
sostuvo siempre que lo que cuenta no es lo que se come, sino lo que se digiere. La
comida más sana del mundo es el más nocivo de los venenos si no se es capaz de
digerirla y asimilarla correctamente. La digestión empieza en la boca en el preciso
instante en que la lengua saborea la comida. Los sabores de la comida se transmiten
directamente al cerebro, quien determina qué clase de grasa, proteína o hidrato de
carbono se ha ingerido y qué clase de jugos hay que segregar para lograr una
digestión óptima. Los órganos digestivos deben estar preparados para cuando la
comida llegue al estómago.
Los comensales que elogian los platos exquisitos dirigen mal sus elogios, porque
donde realmente está el sabor es en la boca, no en la comida. Un alimento calificado
de dulce, por ejemplo, es un alimento percibido como dulce por los individuos más
sanos en condiciones normales. Generalmente una naranja sabe tanto dulce como

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agria, pero, según el estado del sentido del gusto, unas veces puede saber más dulce y
otras veces más agria.
A modo de experimento se puede cortar una naranja en dos mitades y comerse
una de ellas. Tomar a continuación una cucharadita de algo dulce, como miel o jarabe
de arce, y finalmente comerse la otra mitad de la naranja. No importa cuán dulce nos
haya parecido la primera mitad de la naranja; la segunda nos sabrá menos dulce, más
agria. El cambio se ha producido en el órgano gustativo, no en la naranja. El
endulzante tomado sació temporalmente la capacidad corporal para el dulce. Cuando
la segunda mitad de la naranja entró en la boca, la lengua ignoró el sabor que tenía de
sobra y percibió de manera selectiva el agrio, el otro sabor de la naranja.
Otro ejemplo de la naturaleza interna del sabor se sirve de una hoja de la India,
madhuvinashini, que se traduce por «la que mata la dulzura». Ésta anula
temporalmente el sabor dulce cuando se masca. Basta una pequeña cantidad para que
el azúcar pierda su dulzor y la lengua sólo perciba su textura, no su sabor. Como el
dulce es el único sabor del azúcar, ésta se convierte en algo muy parecido a arena
soluble. La manzana conserva su acidez aun después de que desaparezca su dulzor; el
regaliz pierde su dulzor y conserva la mayor parte de su amargor. Se pierde una parte
de amargor porque la hoja también reduce ligeramente el amargo. El dulce y el
amargo son las dos caras de una misma moneda.
El sabor no desaparece de la comida ni siquiera una vez digerida. Todas las
células tienen un sentido rudimentario del gusto, y cada una resulta afectada por el
sabor de sus nutrientes. Como cada célula del cuerpo afecta a todas las demás, y todas
ellas afectan a los sentidos y a la mente, los sabores de lo que se come ejercen una
influencia crítica sobre la conciencia y la salud. El sabor predomina sobre cualquier
otra influencia física en el individuo, incluidas las doshas, porque el sabor es el
primer aporte que el sistema recibe de la comida ingerida.
Todo lo que se come tiene tres oportunidades de afectar al organismo:

El efecto de la comida antes del inicio de la digestión es el sabor que la lengua


encuentra en ella mientras está en la boca. Ese efecto se denomina rasa, o sabor.

El segundo efecto, que se experimenta durante la digestión, es la virya, o energía.


La comida «caliente» aumenta la capacidad digestiva del cuerpo, liberando energía
para otras tareas metabólicas.

La comida «fría» necesita energía adicional para ser digerida. El intestino obtiene
esa energía del resto del cuerpo, lo que obliga a reducir las demás actividades.

El vipaka, o efecto postdigestivo, es el que se produce una vez que la digestión ha


terminado y los nutrientes entran a formar parte de los tejidos. Una vez digeridos,
el dulce y el salado suelen producir un efecto dulce, agradable, nutritivo, un
beneficio neto para el organismo. El agrio suele producir un efecto agrio,

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aumentando el deseo de nuevas cosas que digerir pero sin añadir ni sustraer nada
de uno mismo. El amargo, el picante y el astringente suelen producir picante, que
hace que las cosas, físicas y mentales, se consuman o salgan del cuerpo. El amargo
y el astringente reducen pitta, pues aunque su efecto postdigestivo suele ser picante
(que incrementa pitta), su sabor y energía fríos compensan con creces el picante
producido.

Sabor energía postdigestivo


dulce fría dulce
agrio caliente agrio
salado caliente dulce
picante caliente picante
amargo fría picante
astringente fría picante

El agrio, el salado y el picante son siempre «calientes», y el dulce, el amargo y el


astringente siempre son «fríos», pero a veces ocurre que una sustancia tiene sabor
calorífico y energía fría, lo cual significa que cuando entra en el cuerpo aumenta la
capacidad digestiva pero no agrava pitta durante la digestión. Otras veces ocurre lo
contrario: una sustancia tiene sabor refrescante y energía caliente, reduciendo el
apetito cuando se come pero aumentando el flujo de jugo gástrico en el transcurso de
la digestión.
Por ejemplo, la cebolla cocida tiene sabor dulce, energía caliente y efecto
postdigestivo dulce. Aplaca el hambre con su sabor dulce y promueve el anabolismo
con su efecto postdigestivo dulce, pero su energía caliente no permite que kafa se
altere por su dulzor.
El limón es de sabor agrio y amargo, energía caliente y efecto postdigestivo
dulce. Al ser amargo tonifica el cuerpo y evita el aumento de kafa; al ser agrio,
aumenta el apetito y la digestión, y alivia vata. Su energía fría impide que pitta se
altere, y su efecto postdigestivo dulce contribuye a la nutrición de los tejidos.
Normalmente, las sustancias más eficaces para equilibrar el organismo suelen ser
aquellas que presentan un modelo de cualidades más peculiar.

Efectos del uso excesivo

Uno puede mantener el equilibrio entre los seis sabores mientras no se empeñe en
el uso excesivo de uno o más de ellos. Los efectos del uso excesivo de cada sabor
concreto incluyen:

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Dulce — obesidad, diabetes, hidropesía, parásitos, obstrucción circulatoria,
inflamación ocular, indigestión, vómito, gases, letargo, congestión respiratoria y
otros trastornos de tipo kafa.

Agrio — sensaciones de ardor, picores, mareo, envejecimiento prematuro, falta de


firmeza corporal y supuración.

Salado — inflamación, edema, propensión a las hemorragias, enfermedades


cutáneas incluidas herpes y urticaria, enfermedades articulares, impotencia, arrugas
y calvicie prematuras.

Picante — dolor, vértigo, pérdida de conciencia, sequedad de boca, temblores,


debilidad, emaciación, sensaciones de ardor, fiebre, aumento de la sed,
agotamiento de las secreciones sexuales.

Amargo — todas las enfermedades vata incluidas entumecimiento, emaciación,


dolores punzante, terebrante o cólico, mareo, dolor de cabeza, anquilosamiento,
temblores y disminución de las secreciones sexuales.

Astringente — todo tipo de trastornos vata incluidos temblores, ataques,


estreñimiento, sequedad corporal, distensión, hormigueo, emaciación, sed y
disminución de las secreciones sexuales.
El salado es el sabor más importante para el control de vata porque es pesado,
oleoso y calorífico, y mejora la digestión. Luego viene el agrio y después el dulce. El
amargo es el mejor sabor para controlar pitta porque es refrescante y secante. A
continuación va el dulce y después el astringente. El picante es el mejor sabor para
controlar kafa porque es calorífico, ligero y seco, y limpia el cuerpo de secreciones.
Luego viene el amargo y después el astringente. La intensidad de los sabores en un
alimento determina sus efectos sobre las doshas.
Dos de las primeras manifestaciones físicas de alteración de los tejidos corporales
son la confusión de un sabor con otro y la incapacidad para percibir sabor alguno.
Ambos trastornos se derivan normalmente de un uso excesivo de uno o más sabores.
Este embotamiento del sentido del gusto dificulta al cerebro el preparar
adecuadamente el cuerpo para la comida que entra, lo que impide una digestión
correcta.
Los seis sabores son incluso más importantes para la mente de lo que lo son para
el cuerpo, por la apetencia que tiene la mente de estímulo sensorial. Hay dos grupos
de sentidos: los cinco sentidos de la percepción, que todos conocemos bien, y los
cinco sentidos de la acción, que son la voz, las manos, los pies, los órganos genitales
y el ano. Cada sentido de la percepción es un canal a través del cual la mente va hacia
el objeto sensorial, lo percibe y regresa a procesar su percepción. Cada sentido de la

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acción es un canal en el cual se introduce la mente para expresarse proyectando su
personalidad hacia el mundo exterior, y a través del cual regresa de nuevo una vez
concluida su expresión.
Como cualquier otro canal, los canales sensoriales padecen enfermedades: pueden
estar o muy dilatados o muy constreñidos. El uso excesivo de un órgano sensorial
sobredilata su canal, debilitando de tal modo ese sentido, que la mente deja de
obtener placer alguno con su uso. La falta de uso de un sentido constriñe el canal de
su órgano sensorial, que a su vez reduce la capacidad de la mente para disfrutar por
ese camino. Un canal excesivamente dilatado proporciona demasiado éter para que el
aire circule correctamente por él; un canal constreñido en exceso es un obstáculo para
el libre movimiento del aire. Uso excesivo, falta de uso, mal uso y abuso son
considerados conjuntamente en ayurveda como una de las tres causas principales de
enfermedad humana.

Emociones predominantes

De entre los múltiples factores que influyen en la dilatación y el constreñimiento


de los canales sensoriales, el sabor y la emoción son probablemente los más
importantes. El término sánscrito rasa significa, entre otras cosas, tanto «sabor»
como «emoción». Ello sugiere, según las convenciones de la gramática sánscrita, que
el sabor y la emoción son fuerzas idénticas en planos de existencia distintos. De
hecho, el sabor es para el cuerpo lo que la emoción para la mente. Una emoción en la
mente tiende a producir en el cuerpo su sabor correspondiente, como la ingestión de
un sabor específico tiende a crear en la mente su emoción correspondiente. Las
actitudes y emociones predominantes asociadas a los sabores son:

Dulce — satisfacción o saciedad (el «dulce sabor del éxito»). El exceso de dulce
trae consigo sus aspectos negativos, la autocomplacencia y la glotonería.

Agrio — la búsqueda fuera de uno mismo de cosas que poseer. El agrio provoca la
valoración de algo para determinar su atractivo, lo que acrecienta de manera
selectiva determinadas apetencias. El exceso de valoración conduce a la envidia o
los celos, que pueden manifestarse en forma de desprecio hacia la cosa deseada,
como en el síndrome de las «uvas verdes».

Salado — gusto por la vida, que aumenta todos los apetitos. El exceso de gusto
lleva al hedonismo, el ansia de complacencia en todos los placeres sensoriales que
el cuerpo pueda obtener físicamente, como le ocurre a un «lobo de mar» (old salt
en inglés) cuando regresa a puerto tras una larga travesía.

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Picante — extraversión, la tendencia a la excitación y la estimulación, y
especialmente el ansia de intensidad. El exceso de excitación y estimulación lleva
a la irritabilidad, la impaciencia y la ira («picarse uno»).

Amargo — insatisfacción, lo que provoca un deseo de cambio. Cuando hemos de


tragarnos una «píldora amarga», su amargor disipa la ilusión y nos obliga a
afrontar la realidad. Demasiada desilusión lleva a la frustración, que confirma al
sistema en la amargura. La pena también es amarga.

Astringente — introversión, la tendencia a alejarse de la excitación y la


estimulación. La introversión excesiva conduce a la inseguridad, la ansiedad y el
miedo. La astringencia provoca contracción, lo que nos hace «arrugarnos» y nos
pone alrededor del cuello la «fría y huesuda mano del miedo».
La personalidad trata en todo momento de mantenerse en el mayor grado posible
de bienestar. Busca la satisfacción del dulce y hace uso de cualquier otro sabor que
precisa para obtenerlo, escogiendo sabores «calientes» o «fríos» según sus
necesidades. El agrio, el salado y el picante son sabores «calientes», y el dulce, el
amargo y el astringente son sabores «fríos». Por lo tanto, cada una de sus
correspondientes emociones es en caliente o fría. El calor dilata y el frío contrae; éste
es un principio universal de la física. El frío constriñe los canales físicos y mentales;
el calor los dilata.
El dulce, el amargo y el astringente son sabores refrescantes, y sus
correspondientes emociones son frías y contractivas. Disminuyen el deseo del
organismo de «comer» cosas nuevas. La satisfacción o complacencia es una emoción
constrictiva porque disminuye el apetito mental de disfrute a través de los sentidos.
La insatisfacción constriñe porque es un reconocimiento de incapacidad para disfrutar
a través de algún sentido. El miedo constriñe todos los sentidos; es la más poderosa
de las emociones constrictivas. El miedo constriñe realmente los bronquiolos en
individuos susceptibles y puede desencadenar ataques asmáticos.
El agrio, el salado y el picante son sabores calientes, y sus emociones
correspondientes son calientes y expansivas. Aumentan el deseo del organismo de
consumir alimentos u otros objetos de los sentidos. Se trata del hedonismo, la
emoción del salado. La envidia o los celos aumentan activamente el deseo mental de
gozar, la ira aumenta indirectamente las apetencias físicas y mentales, inundando de
calor el organismo.
El salado se denomina «el mejor sabor», sarva rasa en sánscrito, porque realza
todos los sabores de una comida aumentando al mismo tiempo la apetencia de comida
del organismo. Si se usa en pequeñas cantidades, como condimento, promueve la
buena digestión, pero debilita el cuerpo si se abusa de él. El «hedonismo», la emoción
asociada al salado, actúa de igual modo en la mente: pequeñas cantidades

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incrementan el deseo mental de intensidad en la experiencia, pero el uso excesivo
deja la mente débil e insulsa.
El salado hace que el cuerpo retenga agua y aumenta la producción de jugos
gástricos y fluidos sexuales; por eso está contraindicado en aquellos que quieran
permanecer célibes. En realidad, el salado aumenta todos los jugos corporales. La
vida misma se basa en el agua —⁠ todos somos agua en un 75%⁠ —, por lo que más
jugos contribuyen a una vida «más jugosa», ya que los sentidos, fuertemente
impulsados por el salado a obtener satisfacción, nos obligan a enfrascarnos en
ocupaciones mundanas. La sal y el sabor salado son literalmente embriagadores, y
poseen, como cualquier otra sustancia embriagadora, una posibilidad de abuso.

Efectos sobre la conciencia

En realidad, todos los sabores pueden emplearse como embriagadores. El dulce,


por ejemplo, es una droga corriente en nuestra sociedad. La gente lo usa para sentirse
satisfecha. Algunas sociedades se embriagan con la envidia del agrio o la irritabilidad
del picante, y ciertos individuos pueden usar incluso el amargo y el astringente para
procurarse satisfacción. Cada uno de nosotros usa de la comida para alterar su
conciencia, y toda alteración de la conciencia repercute en el cuerpo a través de las
tres doshas.

El intenso efecto complaciente del dulce aumenta la kafa, de por sí inerte y


complaciente, calma la ira de pitta y alivia el miedo de vata.

El efecto envidioso del agrio incrementa kafa si envidiar el éxito de otro nos incita
a conseguir un éxito mayor para nosotros mismos. De lo contrario, será pitta la que
aumente, puesto que los celos se transforman en cólera ante el trato injusto que nos
parece estar recibiendo de la vida. La envidia ayuda a reducir vata fijando y
calentando la conciencia.

El «hedonismo» del salado incrementa la complacencia en la medida en que lo


consintamos, lo que a su vez incrementa kafa. Aumenta la fogosidad de la ira de
pitta cada vez que algún obstáculo dificulta nuestra satisfacción, y reduce vata al
aliviar los temores a la inadecuación o incapacidad para complacernos
debidamente.

El picante incrementa pitta al aumentar activamente el flujo de hormonas y jugos


gástricos, facilitando tanto la digestión como la manifestación de cólera. Alivia
kafa, reduciendo la satisfacción de sí mismo, y temporalmente vata, permitiendo la
expresión del resentimiento contenido. A la larga, sin embargo, el picante
incrementa vata por agotamiento de los órganos y las glándulas, que «nos deja

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secos», limitando nuestra capacidad para proyectar hacia fuera la agresividad o la
infelicidad.

El amargo es el mejor de los seis sabores. En pequeñas cantidades facilita el


equilibrio en el cuerpo de todos los demás sabores. Tal como una pequeña
insatisfacción consigo mismo o con su situación incita al cambio, el amargo dilata
los canales que están demasiado constreñidos, reduciendo con ello kafa y su
complacencia, y constriñe los que están dilatados en exceso, con la consiguiente
reducción de pitta y su cólera. Sin embargo, el uso excesivo del amargo incrementa
vata en la medida en que la insatisfacción y el cambio continuo provocan
inseguridad y miedo.

El astringente constriñe, alejándonos de la suficiencia de kafa y el


autoengrandecimiento de pitta. Su constricción aumenta el temor a la «nutrición»
sensorial insuficiente y lleva al incremento de vata.
El amargo, el picante y el astringente incrementan vata y reducen kafa. Su
ligereza disminuye el deseo de permanecer conectado al cuerpo y dificulta que la
personalidad se identifique con el cuerpo aun en el caso de querer seguir haciéndolo.
El dulce, el agrio y el salado incrementan kafa y reducen vata. Su pesadez realza
tanto la capacidad para identificarse con el cuerpo como el interés en hacerlo. Todos
somos víctimas de nuestros sabores y emociones.
Por ejemplo, vivimos en una cultura de consumo. Se cuenta con que
contraigamos muchas deudas para que la economía siga funcionando. Para fomentar
el gasto, la publicidad nos crea, con sus estupendos anuncios, nuevos deseos de cosas
que antes nunca tuvimos y que normalmente no necesitamos. En primer lugar se crea
el deseo de un estilo de vida hedonista, lo que produce en nosotros el sabor salado.
Luego viene la envidia, puesto que nos comparamos con los vecinos de la puerta de
al lado y nos damos cuenta de que están más y mejor capacitados que nosotros para
satisfacer sus sentidos. Ello produce el sabor agrio. Por último, nuestra impaciencia
por darnos satisfacción se manifiesta en forma de ira cuando algún obstáculo se pone
en nuestro camino; esto genera picante.
Salado, agrio y picante, los sabores calientes. Ahora estamos «calentitos»,
preparados para consumir y digerir, tanto física como mentalmente. Todo va bien
mientras seamos capaces de obtener el suficiente «alimento» (para todos los sentidos)
que satisfaga ese hambre. Sin embargo, es inevitable que algunos de esos deseos
creados queden insatisfechos. Aun disponiendo de una riqueza ilimitada, el día tiene
un número limitado de horas. ¿Cuánto podemos gastar? ¿En qué medida podemos
autocomplacernos? Los deseos que quedan insatisfechos nos producen amargura a
causa de la insatisfacción.
El ayurveda nos enseña que, en pequeñas dosis, el amargo es un tónico para el
apetito y la digestión. También actúa así en el mundo; una pequeña insatisfacción

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incita en nosotros apetitos cada vez mayores. Sin embargo, demasiada insatisfacción
produce un exceso de amargura en el organismo. Cuando uno no tiene bastante
energía —⁠ dinero⁠ — para salir, tiene que priorizar sus complacencias, y ello conduce
a la frustración a causa del disfrute repetido y constante que los medios de
comunicación nos proponen continuamente. El exceso de amargura sobreestimula
vata y altera la mente porque uno no deja de dar vueltas a su situación.
El agrio, el salado y el picante impregnan el ser mientras se tiene el interés y la
capacidad para complacerse, pero una vez que se interrumpe la gratificación, el
amargo inunda el organismo. El cuerpo sabe que tiene un desequilibrio en el sabor, y
sabe que puede servirse del dulce para reequilibrar la situación, de modo que lo
anhela. El dulce aplaca las ansias generadas por el agrio, el salado y el picante, y, al
ser exactamente el contrario del amargo, elimina la frustración y la insatisfacción.
Una vez que se ha consumido el dulce, el cuerpo y la mente vuelven temporalmente
al equilibrio y a sentirse a gusto consigo mismos.
La mente no necesita consumir alimentos para obtener dulzor. Puede sacar el
dulce de cualquier actividad que provoque emociones, incluido ir de compras. La
sensación temporal de poder ilimitado inherente a una tarjeta de crédito proporciona
un intenso placer que, desgraciadamente, se desvanece casi tan pronto como el
comprador regresa a casa con las compras.
La comida bien digerida satisface por más tiempo que ninguna otra emoción,
porque aun después de que el primer aflujo de placer se ha desvanecido, la comida
bien digerida y asimilada sigue nutriendo y satisfaciendo a miles de células. Una
digestión poco satisfactoria produce la misma insatisfacción secundaria que resulta de
cualquier emoción barata, que primero halaga pero luego defrauda. Se engaña
momentáneamente a los tejidos con la promesa de una nutrición sustanciosa, y éstos
se sienten burlados cuando el humo se aclara y la sensación desaparece.
Incluso cuando la digestión es buena, la intensidad de la sensación dulce
disminuye en cuanto la comida ha sido digerida y asimilada. Entonces se tiende a
comer de nuevo para volver a experimentar la transitoria dicha somática que la
comida proporciona. Esta tendencia es aún más acusada si la digestión es mala, pues
a pesar de la ración ingerida, el alimento que llega realmente a los tejidos es escaso, y
éstos envían mensajes a la mente para recordarle que están pasando hambre. Cuanto
más se come en este estado, más se debilita la digestión.
El individuo empieza pronto a anhelar el agrio, el salado y el picante, además del
dulce, porque los sabores «calientes» avivan los fuegos digestivos permitiendo
obtener mayor satisfacción de la comida. Ahora bien, el agrio, el salado y el picante
también aumentan el apetito, de modo que por mucho que se coma siempre se está
hambriento.
La cocina rápida, fast food, que hoy constituye la mitad de las comidas que se
sirven en los EE. UU., se ha desarrollado porque nadie sabe cuándo puede presentarse
un anhelo de satisfacción inmediata del paladar. Pensemos en las patatas fritas: las

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patatas son dulces de por sí, y se sirven con una gruesa cubierta de sal y bañadas en
salsa de tomate dulce-agria-salada. El comensal recibe su dosis de dulce junto con
suficiente agrio y salado para despertar las papilas gustativas y los órganos
digestivos. O la noble hamburguesa: mayonesa dulce-agria, más mostaza agria-
salada-picante, más encurtidos dulce-agrio-salados, todo ello en un bollo dulce de
trigo. Y el taco, que tiene todos esos sabores más una cantidad adicional de picante
para estimular más aún un aparato digestivo sobreestimulado.
Las «comidas basura», que son basura porque sólo tienen sabor y ningún
alimento, suelen rociarse con bebidas no alcohólicas o café con leche. La mayoría de
las bebidas no alcohólicas son intensamente dulces, y muchas de ellas tienen el
complemento añadido de la cafeína. El café es picante, además de dulce por la leche
y el azúcar que se le añade, y también está cargado de cafeína. La cafeína es una
tarjeta de crédito metabólica, una sustancia que obliga al cuerpo a segregar
suficientes hormonas para mantenernos en marcha, gratificándonos con las diversas
formas del dulzor, hasta que nos caemos de cansancio. A semejanza de la deuda fiscal
que nos incitan a contraer, la mayoría de nosotros adquirimos abrumadoras cargas de
deuda fisiológica mediante el uso de tales «tarjetas de crédito».
Tarde o temprano, todas las deudas acaban venciendo. A diferencia de los países
del Tercer Mundo, el organismo, a menos que muera, no puede dejar de pagar sus
deudas. Puede contraer la diabetes, una enfermedad en la que el cuerpo no puede
seguir dando abasto a las enormes cantidades de dulce que necesita la mente, y
empieza a desecharlo sin digerir. Si no es que la tiroides o las glándulas suprarrenales
se derrumban por el peso de la deuda y el sistema se declara en huelga general.
La constitución personal, que es la estructura metabólica individual, ayuda a
determinar en qué medida los sabores y emociones específicos afectan a cada uno.
Por esta razón, no todos los que comen la misma comida sufren necesariamente las
mismas consecuencias físicas o mentales. Cuando todos los miembros de una familia
comen juntos, los sabores y emociones de cada individuo resultan afectados según su
propio equilibrio individual de sabores y emociones.
El modelo metabólico innato se denomina prakriti. Prakriti significa también
«Naturaleza», la primera creación. Nuestra prakriti es nuestra primera «creación»,
nuestra primera reacción cuando nos vemos obligados a adaptarnos a algún cambio
en el entorno. La constitución es el conjunto de tendencias metabólicas que
determinan de qué modo reaccionarán instintivamente el cuerpo y la mente cuando se
enfrenten a un estímulo. Muchos de los rasgos que apreciamos de nuestra
personalidad proceden de esas tendencias metabólicas. Muchas de las cualidades que
no nos gustan de nosotros mismos también tienen su origen en esas tendencias. El
conocimiento de la propia constitución permite conocer mejor el cuerpo y la mente.
Uno aprende a no sentirse culpable por sus preferencias dietéticas, o por rasgos
mentales como la ira o el miedo. Una vez que se ha comprendido que esos rasgos

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dependen de la propia constitución, los cambios en el estilo de vida pueden ayudar al
organismo a minimizar su influencia.
La constitución personal depende del estado de los cuerpos del padre y de la
madre en el momento de la concepción. El espermatozoide concreto que mejor
resistió las condiciones imperantes en ambos cuerpos ganó la carrera para alcanzar el
óvulo, y mezcló sus genes con los genes del óvulo para formar el nuevo hijo. La
constitución está influida por la genética de los padres, la dieta de la madre durante el
embarazo y los sucesos anormales en el momento del nacimiento. Una vez
establecidas la constitución personal y las tendencias que la acompañan, no se pueden
alterar de manera permanente. Nos guste o no, la constitución, como los genes, es
para toda la vida.
Uno puede, sin embargo, aprender cómo adaptarse a su constitución para resultar
menos afectado por sus distorsiones. Uno puede aprender cómo evitar los
desequilibrios de la salud y la mejor forma de tratarlos cuando aparecen. Puede
conocer el pronóstico de cualquier enfermedad que contraiga y determinar qué
programa de rejuvenecimiento es el más indicado para uno mismo. A través del
estudio y la práctica de los principios ayurvédicos se puede comprender también por
qué el cónyuge, los hijos, los parientes, los amigos, los vecinos y los compañeros de
trabajo se comportan como lo hacen, y decidir la mejor forma de relacionarse con
ellos con miras a una máxima armonía interpersonal. Uno puede planificar las
comidas de la familia teniendo en cuenta lo mejor para cada una de sus prakritis.
El ayurveda es un tipo de sistema médico muy lógico. Se vale de principios muy
sencillos y fáciles de entender para determinar la prakriti individual. Esos principios
se basan en la teoría de las tres doshas, y por eso la prakriti se expresa en términos de
vata, pitta y kafa. La gente de tipo vata es realmente más ligera y etérea que el resto
de la gente. Sus cuerpos tienden a producir más gases intestinales y sus mentes a ser
más «espaciales». Algunas autoridades opinan incluso que los crujidos que hacen sus
articulaciones son debidos al desplazamiento en ellas de burbujas de nitrógeno. Las
personas de tipo pitta tiene literalmente más fuego que las de los demás tipos. Tienen
más apetito y mejor digestión, aguantan mejor el frío y son más impulsivas. La gente
kafa suele tener cuerpos más pesados, más terrosos que la de los demás tipos, y
suelen almacenar sustancias acuosas como fluidos y grasa más fácilmente que los
demás. El ayurveda contempla a los individuos a través de las lentes de vata, pitta y
kafa.
La constitución influye también en las emociones. Por ejemplo, quien tenga una
tendencia constitucional al aumento de vata, será inquieto y temeroso por naturaleza.
Ansiará naturalmente el dulce, el agrio y el salado que reducen vata y por eso mitigan
el miedo. No obstante, si consume dulce, agrio y salado en exceso, tratando de
sentirse cada vez mejor, provocará el aumento de kafa, lo que puede obstaculizar el
libre movimiento de vata y ser causa de enfermedad. Para estar sana, la gente vata

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debe consumir sobre todo alimentos dulces, agrios y salados en cantidades lo bastante
pequeñas para ser digeridas fácilmente.
A veces, las personas cuya constitución es predominantemente kafa se sirven del
dulce, el agrio y el salado para atrincherarse más en sus rígidas costumbres, cuando
deberían valerse de los sabores amargo, picante y astringente para estimularse y
despertarse. No se puede vivir sólo de amargo, picante y astringente, pero esos
sabores deben constituir una parte importante de la dieta.
Las personas que tienen una constitución de tipo pitta son agresivas e impacientes
por naturaleza. El dulce, el amargo y el astringente son los sabores más indicados
para combatir esas tendencias innatas y promover el equilibrio. Desgraciadamente, la
gente de tipo pitta prefiere a menudo alimentos agrios, salados y picantes que los
vuelven todavía más agresivos, impacientes e implacables, y acelera su búsqueda de
éxitos cada vez mayores, lo que constituye un sello característico de la personalidad
pitta. Sin embargo, tales alimentos tienden a recalentar sus cuerpos y mentes e
inducen al desequilibrio.
La constitución afecta a las emociones, y a los sabores que se anhelan, a través de
los genes. Los científicos ya han localizado el gen que cuando se activa provoca la
depresión, y están seguros de encontrar otros genes que producen las demás
emociones que hereda la carne. Cada una de las emociones no puede ser controlada
por un solo gen, pero ya que todos los estados mentales tienen una base física, debe
haber un gen o grupo de genes que produzca una proteína que actúe recíprocamente
con una hormona para producir la emoción. Y viceversa, las emociones ponen en
funcionamiento ciertos genes y dejan inactivos a los demás, afectando de ese modo a
las hormonas y al equilibrio metabólico.
Si nuestros padres y abuelos se enojaban fácilmente, es muy probable que nos
pasaran un gen o grupo de genes que nos hagan propensos a enojarnos fácilmente. Si
eran temerosos, es probable que nos pasaran un gen o unos genes del miedo y que el
miedo nos acompañe durante toda la vida. Cada uno de nosotros vive en un mar de
emociones producto de esos genes.
Esos genes se activan y desactivan con los sabores que ingerimos, pero en sí
mismos no cambian nunca; están siempre a la espera de una oportunidad para
manifestarse. La tendencia a determinadas emociones nos acompañará mientras los
genes existan. Hasta que no podamos cambiar los genes, tendremos que confiar en el
conocimiento de la propia constitución personal si esperamos lograr el equilibrio. La
comprensión de la prakriti nos permite hacernos una idea de por qué nos
comportamos como lo hacemos y nos da claves para mejorarnos a nosotros mismos.

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2. CARACTERÍSTICAS CONSTITUCIONALES

Existen ocho tipos de constitución posibles:

V, P, K, VP, PK, VK, VPK, y equilibrado.

El escaso número de individuos VPK que tienen las tres energías descompensadas
raras veces están sanos y deben llevar una vida muy disciplinada para mantenerse
libres de enfermedades. Asimismo, el reducido número de individuos casi
perfectamente equilibrados suelen estar sanos ya que han de verse sometidos a una
grave tensión para que se produzca un desequilibrio. Nos concentraremos en los otros
seis tipos, la gran mayoría de la gente. Por comodidad, vata se ha abreviado como V,
pitta como P y kafa como K.
Para determinar la propia constitución individual conviene evaluarse tan fiel y
sinceramente como se pueda. Evitemos la tentación de vernos más como querríamos
ser que como somos en realidad. Lo mejor es tener un amigo o un miembro de la
familia que también nos evalúe y luego comparar las dos evaluaciones para mayor
claridad. En este examen no hay bien ni mal, ni mejor o peor. Sólo existe la realidad
de la propia constitución individual. Aprueba todo aquel que responde sinceramente
al examen, y suspende todo aquel que apaña las respuestas para que se ajusten a la
imagen que percibe de sí mismo. Aunque no nos gusten nuestras tendencias
constitucionales, son las nuestras, y tendremos que aguantarlas como a parientes
gorrones durante toda la vida. También podemos aprender a vivir con ellas y cómo
cambiar nuestras vidas para estar tan sanos como sea posible.
Conviene responder según se ha reaccionado en general a lo largo de toda la vida,
no según se reacciona en la actualidad. Seleccionar la descripción que mejor se nos
adapta en conjunto. Si en algún apartado ha habido grandes cambios en distintas
épocas de nuestra vida, hay que escoger vata como respuesta, aunque la descripción
correspondiente a vata para ese apartado no nos describa exactamente tal como
somos hoy en día. Por ejemplo, si se han tenido grandes oscilaciones de peso a lo
largo de la vida, de modo que se tuvieron excesos significativos de peso en
determinados períodos y un peso casi insuficiente en otros, hay que responder «vata»
en cuanto al peso aunque ahora se tenga exceso de peso.
La mayor parte de la gente no es de naturaleza puramente vata, pitta o kafa; la
mayoría encaja predominantemente en una categoría y secundariamente en otra,
porque la constitución se deriva de las condiciones de los cuerpos de ambos padres en
el momento de la concepción. A menos que los dos fuesen muy parecidos en tipo
corporal y salud, la variación entre ellos en aquel momento sale a la luz como
variación en la propia constitución. Si en alguno de los apartados alguien cree
pertenecer en parte a una constitución y en parte a otra, que escriba las dos. Si en

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algún apartado le parece que puede encajar en las tres constituciones, que escoja las
dos que mejor le caracterizan. Cuando exista una duda o confusión importante, que
escoja vata.
Al evaluarse, hay que tener presente que:

Vata es fría, seca e irregular.


Pitta es caliente, oleosa e irritable.
Kafa es fría, húmeda y estable.
Cada tipo de constitución tiene su propia manera innata de abordar el manejo de
energías físicas y mentales, que aplica a cualquier variedad de energía que encuentra.
Vata se rige por la energía cinética, la energía de la acción y, por consiguiente, la
gente V hace un uso activo de la energía. Gasta generosamente y a menudo derrocha
sus energías a causa de su predilección por el movimiento. Las personas de tipo K se
rigen por la energía potencial de kafa y tienen una decidida tendencia a almacenar
energía en su interior. Tienen una predisposición genética a ahorrar y administrar bien
la energía. Pitta es la encargada de equilibrar y gestionar vata y kafa. Desde su
nacimiento, la gente P es experta en el manejo y el uso eficiente de energías de todo
tipo. Bien se trate de la actividad, el dinero, la conversación, el sexo o incluso el
dormir y los sueños, el modelo individual innato de utilización de la energía depende
de la prakriti.
Vata ejerce una influencia fría, seca e irregular en el sistema porque la energía se
gasta tan pronto como entra en el organismo, dejando el vacío tras de sí. Kafa tiene
una influencia fría, húmeda y estable, y una persona de tipo K raramente está vacía
porque la mayor parte de la energía que entra en el individuo se queda almacenada en
su interior. El efecto de pitta es caliente, oleoso e irritable porque pitta debe mantener
un alto índice de reactividad para manipular eficazmente la energía.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de la gente tiene una personalidad dual, y
que no siempre es fácil saber qué fuerza predomina en cada uno. Si alguien se siente
confuso, que ignore el apartado difícil y preste más atención a los fáciles. La gente V
presenta casi siempre hombros y/o caderas estrechos; los hombros y/o caderas anchos
son característicos de kafa. La gente cuya piel es oscura o se broncea fácilmente tiene
mucho de vata, mientras que aquellos que no se broncean en absoluto o se broncean
muy poco son muy pitta, sobre todo si tienen el pelo ralo. Los criterios enumerados
para la evaluación pueden parecer complejos a causa de la dificultad de describir con
palabras conceptos que son fáciles de percibir pero difíciles de explicar. No hay que
olvidar que el ayurveda se basa en el sentido común, y que su comprensión y uso
depende del sentido común de cada uno. Los apartados siguientes nos ayudarán a
ilustrar la manera en que cada sistema aborda la utilización de su propia energía.

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Evaluación de la prakriti

Estructura corporal

La gente V suele ser más alta o más baja de lo normal. Al crecer como la hierba,
son, en la mayoría de los casos, ágiles o esbeltos, delgados de cuerpo y con hombros
y/o caderas estrechos. Con frecuencia sus brazos o piernas parecen
extraordinariamente cortos o, más a menudo, extraordinariamente largos. Suelen
tener los dedos de las manos y los pies largos y afilados. Cualquier desviación
importante de toda proporción corporal se debe normalmente a la cualidad de vata de
la irregularidad.
La gente V puede tener huesos muy ligeros o pequeños, o huesos pesados con
articulaciones prominentes o salientes. A menudo sus articulaciones crujen cuando se
mueven. Quien presente la mayoría de esas características es V, aun cuando tenga
exceso de peso. La mayor parte de las anormalidades estructurales como el tabique
nasal desviado, la escoliosis, las piernas arqueadas o estevadas, también se deben a
vata.
La gente P tiene cuerpos medianos con hombros y caderas medianos y
articulaciones normales. Los dedos de sus manos y sus pies son de mediana longitud.
Su estructura corporal y su altura están generalmente proporcionadas y equilibradas,
indicando un uso prudente de la energía para el desarrollo.
La gente K tiene un cuerpo de mediano a grande con una estructura ósea pesada y
hombros y/o caderas anchos y firmes. Su tendencia a almacenar energía fomenta la
macicez; los defensas de un equipo de fútbol (americano) suelen ser de constitución
perfectamente K. Sus cuerpos parecen a la vista bien proporcionados, y sus
articulaciones están bien lubrificadas y pueden estar firmemente enlazadas. Los dedos
de sus manos y pies suelen ser cortos y de formas cuadradas.

Peso

La sequedad de vata fomenta la delgadez natural del cuerpo. Algunas personas V


son delgadas toda su vida y encuentran difícil o imposible engordar, como mi abuelo,
que podía hacer cuatro comidas diarias sin engordar jamás ni un gramo. La vata de
tales individuos gasta toda la energía que entra en su cuerpo antes de que pueda ser
almacenada. La gente V es a menudo piel y huesos, con tendones y venas
prominentes en los miembros. Algunos V pueden engordar comiendo en exceso
alimentos pobres, pero en cuanto mejoran sus dietas y costumbres pierden ese peso y
se mantienen sin mucha dificultad. La gente V es conocida por sus grandes
variaciones en el peso aun sin cambios radicales en la dieta. Normalmente acumulan
la mayor parte de la grasa alrededor del diafragma en un «michelín».

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Los P acostumbran a mantener un peso proporcionado a su estructura, con pocas
oscilaciones. Ya que pitta es el principio corporal del equilibrio suelen engordar y
adelgazar con bastante facilidad. Tienen tendencia a depositar la grasa por todo el
cuerpo de manera uniforme.
La gente K puede mantenerse en un peso moderado con ejercicio regular; de otro
modo la pesadez de kafa suele hacer que aumenten excesivamente de peso. Engordan
fácilmente, sobre todo en las partes inferiores del cuerpo, como el trasero, y
adelgazan con dificultad, ya que gozan naturalmente cuando disponen de una
abundante reserva de energía.

Color y aspecto de la piel

El color de la piel de cada persona depende en gran medida de los antecedentes


raciales. Un escandinavo que a su familia le parece de piel oscura tendrá una
pigmentación varios tonos más clara que el más claro de los africanos. Para hacer una
evaluación precisa hay que compararse con los miembros más próximos de la propia
familia o con otros que tengan los mismos componentes raciales.
Los V suelen ser oscuros por naturaleza, o se broncean intensamente y no se
queman con facilidad. Normalmente adoran el calor y no se cansan del sol porque se
sienten más «vivos» después de tomarlo. Sus cuerpos necesitan infusiones regulares
de calor porque vata es fría por naturaleza, ya que no almacena energía suficiente
para mantener la adecuada temperatura corporal. Su piel es fría al tacto a causa de su
mala circulación innata, y por ello puede tener un aspecto grisáceo.
Los P tienen la piel ligeramente coloreada, a menudo de tono rosado o cobrizo.
Generalmente es cálida al tacto porque pitta es caliente y reactiva. Su circulación es
buena, pero tienden a la hipertensión. Se cubren de pecas antes de broncearse, y
raramente se broncean intensamente. Se queman con facilidad y pueden padecer de
alergia al sol.
La gente K disfruta del sol y se quema si lo toma en exceso, pero se ajusta
fácilmente a la entrada de energía solar y se broncea homogénea y totalmente después
de tomar el sol con moderación. Su piel es fresca pero no fría al tacto y, como tienen
un buen tono circulatorio, raramente sufren de manos y pies fríos como a menudo les
ocurre a los V. Pueden tener algunas pecas, pero nunca con la profusión de P.

Características de la piel

Los V suelen tener problemas de piel seca porque su gran emisión de energía
agota rápidamente cualquier lubrificación externa. Su piel puede ser seca en su
totalidad o seca en unas zonas y grasa en otras debido a la cualidad de vata de la
variabilidad. La piel V se agrieta fácilmente y por ello puede tener una textura

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coriácea. Está expuesta a estados como la psoriasis y el eczema seco. Los granos y
los callos, así como las grietas, se forman fácilmente, sobre todo en las plantas de los
pies. Las personas de tipo V sufren a menudo de labios agrietados. Pueden tener
algunos lunares o arrugas. Su vello corporal es o escaso o superabundante, y suele ser
oscuro, áspero y rizado.
Los P suelen tener una piel delicada, irritable, propensa a granos y sarpullidos, y a
inflamaciones como el impétigo. Generalmente tienen muchos lunares y su piel suele
arrugarse pronto. Su vello corporal es rubio pálido y tenue. Su piel es de color rojo
cobrizo, sobre todo después de hacer ejercicio o cuando están excitados. Sus labios
son rojo subido, reflejo del abundante caudal de sangre que fluye bajo la piel. Ello
explica también por qué los P se sonrojan fácilmente.
Los K tienen la piel ligeramente grasa, suave, gruesa y bien lubrificada, con una
cantidad moderada de vello corporal y un lunar o dos. Los K no son propensos por
naturaleza a ningún trastorno de la piel. Sus labios son gruesos y húmedos.

Sudor

El sudor V es escaso porque el tipo corporal V es metabólicamente frío y tiene


una necesidad natural de fuentes externas de calor como estufas, baños de vapor y
fuentes termales. No obstante, la gente V que engorda transpira más.
Los P pueden sudar aun con tiempo frío a causa de la innata producción excesiva
de calor de pitta. Incluso las palmas de los P pueden parecer sudorosas.
El sudor de los K es moderado, y es consistente incluso en climas extremos.

Pelo

El pelo está estrechamente relacionado con prana, la fuerza vital del cuerpo. Ésa
es la razón por la cual, como Sansón, ningún rishi de la India se cortó nunca el pelo.
Se lo dejaban crecer cuanto quisiera y que se rompiese cuando le viniese en gana.
Puesto que un pelo sano raras veces crece en un cuerpo enfermo, el pelo y su brillo
son indicadores importantes de la salud general de los tejidos.
El pelo V suele ser seco, pero puede variar de seco a graso en distintas partes de
la cabeza. Generalmente es de tono oscuro y textura basta o áspera. Normalmente el
pelo V es muy rizado o incluso crespo, y tiende a ensortijarse o enredarse. Puede ser
propenso a la caspa o a partirse en las puntas, y a menudo parece deslustrado y sin
vida.
Todos los pelirrojos naturales tienen abundancia de pitta en su prakriti. Otros P
son la gente de pelo claro (rubio o castaño claro), o aquella cuyo pelo se ha vuelto
gris o blanco a temprana edad. La calvicie prematura es también indicador de P, pues
indica altos niveles de testosterona, una hormona de tipo P, caliente y agresiva. El

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pelo P suele ser ralo y fino o delicado, y completamente liso. A veces la grasa empaña
su brillo.
El pelo K es generalmente castaño o castaño oscuro, o achocolatado, y es espeso,
ligeramente ondulado y con los bordes ásperos. La grasa es uno de sus principales
trastornos, pero su brillo, por lo general, es bueno.

Uñas

Los V tienen uñas duras, quebradizas, de superficie desigual y que pueden ser
distintas entre sí en cuanto a tamaño. Como siempre, una irregularidad significativa
demuestra un grado importante de V. Sus uñas presentan a menudo estrías o
depresiones pronunciadas y pueden ser ligeramente azuladas o grisáceas. Las
personas que tienen la costumbre de morderse las uñas suelen ser de tipo V.
Las uñas P son blandas, resistentes, algo elásticas y bien formadas. Son de color
rosa brillante, con un cierto matiz cobrizo, debido a la profusión de sangre caliente
debajo mismo de la piel.
Las uñas K son fuertes, anchas y simétricas, de acuerdo con la regularidad y la
falta de variación naturales de los K. Tienden a ser gruesas y pueden parecer un poco
pálidas.

Ojos

El color de los ojos es la longitud de onda lumínica que el cuerpo no desea y por
eso la refleja en vez de absorberla. Los ojos grises, por ejemplo, indican que el
cuerpo no necesita el gris, y como el gris es uno de los colores asociados a vata, ello
demuestra que el organismo de ojos grises tiene suficiente vata y no necesita más.
Algunas personas tienen manchas marrones en los ojos que indican la presencia
de toxinas acumuladas en el sistema. Aunque pueden indicar un estado actual, esas
manchas no representan el verdadero color del ojo. Al determinar la constitución
deben ignorarse y sólo tener en cuenta el color subyacente.
El tamaño del ojo es subjetivo, pero si los ojos parecen pequeños, tal como los
ojos de un elefante parecen pequeños en relación con el tamaño de su cabeza, o si
parecen más juntos o más separados de lo normal, son de tipo V. El gris, el violeta y
el azul pizarra son los colores típicos de los ojos V. Los ojos marrón muy oscuro,
tirando al negro del chocolate agridulce, son también indicativos de V. Los individuos
que tienen un ojo de cada color suelen ser de tipo V. Los ojos V son a menudo secos y
borrosos. La esclerótica tiene un tinte grisáceo o azulado y los ojos se quedan
rápidamente apagados y sin brillo cuando el individuo ha gastado toda su energía y
está pachucho.

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Los ojos P son de tamaño mediano y color claro. El avellana, el verde, el rojo, el
azul claro y el azul eléctrico de los ojos de algunas personas pelirrojas, son todos
ellos colores de ojos P. Normalmente los ojos P arden con un fuego intenso e irradian
energía en todas direcciones. La esclerótica tiene un tinte rojizo, que se vuelve rojo
intenso cuando se irritan.
Los ojos K son grandes y claros, a veces azules pero más a menudo de color
chocolate con leche. Su fuerza tranquila, fría y estable hace que los textos
ayurvédicos los comparen con los ojos de un ciervo o los pétalos de un loto. Pueden
tener tendencia a la picazón.

Boca

La gente V suele tener los dientes torcidos o desiguales. La irregularidad de vata


puede hacer que la mandíbula sea demasiado pequeña para acomodar todos los
dientes, o demasiado grande para que todos ellos se ajusten perfectamente.
Normalmente algunos dientes son significativamente más grandes que los otros. Los
dientes V suelen ser frágiles e hipersensibles a sensaciones como el frío y a los
dulces. Con frecuencia las encías V retroceden pronto. Muchas veces la lengua está
sucia, y la saburra acostumbra a ser clara y adherente, de color grisáceo o gris
rosáceo. Pueden tener un sabor astringente o amargo en la boca al despertarse por la
mañana.
Las bocas P tienen dientes uniformes y de mediano tamaño. Sus dientes son
propensos a las caries y sus encías sangran fácilmente. Sus lenguas están sucias de
vez en cuando y la saburra suele ser amarilla, naranja o roja. A veces la lengua sangra
de tan irritada. La boca y la lengua P son propensas a las úlceras dolorosas. De buena
mañana los P pueden tener un sabor agrio o metálico en la boca.
Los K tienen dientes grandes, uniformes y relucientes que raras veces necesitan
cuidados. Sus lenguas raramente están sucias, y cuando lo están la saburra es espesa,
coagulada y de color blanco, blancuzco o blanco verdoso, acompañada de un
empalagoso sabor dulzón en la boca.

Apetito

La gente V siempre está ansiosa por comer, pero sus ojos son más grandes que
sus estómagos; quedan hartos después de comer menos de lo que querían comer. Sus
apetitos son variables: el hambre excesiva de un día puede ir seguida de desinterés
por la comida al siguiente. La gente que se marea o se desmaya si le falla el habitual
tentempié entre comidas también es V. No les gustan los ayunos estrictos porque sus
cuerpos no almacenan la energía suficiente que les ayude a pasar largos períodos de
privación de alimento.

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La gente P tiene buen apetito y realmente disfruta comiendo. Siempre está
dispuesta a comer, por la mañana, al mediodía, por la noche y a medianoche, y
detesta perderse una comida. Los P se vuelven cortantes e irritables si no comen
cuando tienen hambre, y tampoco son aficionados a los ayunos porque sus sistemas
andan siempre merodeando en busca de nueva energía que consumir y «administrar».
La gente K tiene unas ganas de comer estables y normalmente moderadas, aunque
pueden ser propensos a comer emocionalmente. Pueden pasar un día entero con sólo
agua o zumo sin experimentar la menor angustia física porque almacenan suficiente
cantidad de energía en previsión de tales períodos de privación.

Desayuno

A los V les cuesta funcionar eficazmente si se saltan el desayuno porque a media


mañana empiezan a sentirse ansiosos o soñolientos, ya que su glucemia disminuye y
su energía se agota. A muchos V les gusta un desayuno copioso porque les parece que
consumen rápidamente lo que comen, pero la mayoría se encuentra mejor si toma un
desayuno ligero y luego almuerza temprano. Los V suelen confiar en las cafeína del
café o del té para despertarse y ponerse en marcha por la mañana, pero esta práctica
insidiosa les quita energía a últimas horas del día y acaba agotándolos del todo al
secar completamente sus glándulas. La energía V se presenta de cualquier manera, a
chorros o ráfagas, y la estimulación artificial con cafeína o azúcar agota rápidamente
las reservas de energía.
La gente P puede saltarse el desayuno cuando convenga, sobre todo si persigue
algún objetivo, pero a la hora de comer empiezan a ponerse calientes e irritables y
sólo se calman realmente después de una buena comida. A veces padecen de acidez
de estómago cuando pasan demasiado tiempo sin comer. Pueden tomar café y té, pero
para ellos los estimulantes no son tan importantes para despertarse por la mañana
como en el transcurso del día para mantener sus altos niveles de gasto de energía.
La gente K considera que lo mejor es un desayuno ligero, como una pieza de
fruta, y con frecuencia disfruta saltándose por completo el desayuno. Ni siquiera les
preocupa demasiado perderse el almuerzo. Por naturaleza no les atraen los
estimulantes, pero pueden disfrutar con una taza de café o té que les ayude a ponerse
en marcha por la mañana.

Digestión y evacuación

Por lo que se refiere a esta cuestión, todo aquél cuyo vientre no evacúe
regularmente una vez al día sin esforzarse ni usar laxantes, se considera estreñido. Un
estado en que se evacúan deposiciones sueltas tres o más veces al día constituye
diarrea. Un vientre sano evacúa una o dos veces al día sin necesidad de ayuda.

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Algunas personas V padecen toda la vida de estreñimiento, con tendencia a
deposiciones duras y de color oscuro, y frecuentes gases o hinchazón. Otras personas
de tipo V sufren variaciones en sus hábitos intestinales, alternando períodos de
estreñimiento con temporadas de deposiciones sueltas o diarrea. Mucha gente V sabe
por experiencia que los buenos hábitos alimenticios son esenciales para la buena
digestión. Muchas veces la gente V pura, cuando está estreñida, sólo responde a
laxantes fuertes como el sen o el aceite de ricino.
La gente P raras veces está estreñida y defeca regularmente y a menudo.
Normalmente sus deposiciones son amarillentas y bien formadas, pero a veces son
sueltas y pueden parecer calientes o irritantes, sobre todo después de una comida
picante y especiada. Una deposición de un color amarillo o naranja intenso indica una
gran intensidad de pitta en el cuerpo. Mucha gente P descubre que sustancias como la
leche, los higos, las pasas y los dátiles les sirven de laxantes.
La gente K suele ser regular, y evacúa su vientre una vez al día. A veces son
lentos en sus eliminaciones. Sus deposiciones son casi siempre bien formadas pero
raramente duras. Cuando están estreñidos responden a laxantes de mediana
intensidad.

Menstruación

Las mujeres V suelen tener ciclos muy irregulares y pueden saltarse períodos,
sobre todo si hacen demasiado ejercicio o adelgazan en exceso. El intervalo entre
períodos dura con frecuencia más de un mes. El flujo suele ser escaso y pueden haber
coágulos. Ambos síntomas son debidos a la sequedad de vata. Normalmente la sangre
es oscura. Pueden tener fuertes retortijones y estreñimiento justo antes del inicio de la
hemorragia. Generalmente los retortijones V son más intensos que los P o los K
porque los retortijones en sí mismos son debidos a vata.
Las mujeres P suelen tener ciclos regulares, pero sangran más y durante más
tiempo que las demás a causa de su calor innato. Normalmente la sangre es de un rojo
intenso y brillante. Las mujeres P pueden tener deposiciones sueltas justo antes y
durante sus períodos y sufrir retortijones de mediana intensidad.
Las mujeres K suelen tener períodos fáciles y regulares, con una cantidad
mediana de sangre de un color más bien claro. De haber retortijones, probablemente
serán benignos y más bien flojos que intensos. Las mujeres K suelen ser propensas a
retener agua.

Preferencias climáticas

Las personas de tipo V tienen la sangre tan fría que siempre les encanta el calor.
Se necesita mucho calor para hacerlas sudar. El sol las anima y suelen perder fuerza

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en pleno invierno, cuando se acurrucan cálidamente a la espera de fuentes de calor
externas que compensen su exigua producción interna de calor.
La gente P pura prefiere las latitudes más frías y encuentra intolerables los climas
cálidos. A causa de la cantidad de calor interno que ellos mismo producen, les gusta
dormir con las ventanas abiertas incluso en invierno. Las personas de tipo P mezclado
no encuentran tan intolerable el calor, pero suelen preferir los climas fríos.
Las personas de tipo K son lo bastante estables para no verse muy alteradas por
ningún clima extremo, pero si los apuran admiten que prefieren el tiempo cálido y no
les gusta mucho la humedad alta.

Instinto sexual

Las personas de tipo V piensan mucho en el sexo. A veces encuentran tan


placenteras sus fantasías que pierden interés en consumarlas físicamente. Cuando se
interesan, lo hacen intensamente. Su pasión se enciende rápidamente y alcanza
rápidamente el máximo, puesto que gastan toda la energía disponible en el acto
sexual. Como ocurre con sus otros apetitos, su apetito sexual varía de día en día,
aunque los V suelen habituarse a los excesos sexuales que los dejan exhaustos. Su
fertilidad suele ser más baja que la media.
Las personas P, al ser de sangre caliente, suelen tener un gran deseo sexual. Saben
lo que quieren y están prestos a poner en práctica sus deseos. Sin embargo, sea
grande o pequeño el deseo, los P son capaces de equilibrar deseo con satisfacción. Su
cólera innata suele estallar si la satisfacción sexual se ve frustrada o demorada. Su
fertilidad es mediana.
Los individuos K tienen un deseo estable y acostumbran a gozar del sexo sin estar
particularmente fascinados por él a causa de su innata displicencia en «gastar»
energía. No obstante, una vez que el deseo capta su atención, su apetencia sexual se
intensifica grandemente. La pasión se despierta en ellos lentamente, pero una vez
despierta siguen apasionados durante mucho tiempo. Su fertilidad suele ser excelente.

Fuerza y resistencia físicas

Las personas de tipo V son muy activas y a menudo inquietas, pero suelen
desplegar escasa energía. El ejercicio enérgico las cansa rápidamente —⁠ las deja
secas⁠ — y hace que después se sientan hambrientas. Desgraciadamente, se entregan a
menudo al exceso y el agotamiento por hiperactividad, pues están convencidas de que
«cuanto más, mejor», y porque les encanta gastar energía cuando la tienen. Pueden
volverse adictas al ejercicio enérgico porque las hace sentirse temporalmente estables
e indoloras. Su tono muscular suele ser pobre y deben prestar una atención activa al
desarrollo de la coordinación muscular.

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La gente P aguanta el ejercicio enérgico con tal que no la caliente demasiado.
Después de un buen ejercicio, los P suelen tener tanto hambre como sed. Pueden
comedirse si quieren, pero a menudo no lo hacen porque son compulsivos y
competitivos por naturaleza. Su tono y coordinación muscular son medianos.
Las personas de tipo K tienen un excelente tono muscular y son coordinadas por
naturaleza. De entre todos los tipos constitucionales, son las que mejor aguantan el
ejercicio enérgico, pero muchas veces son las menos interesadas en él a causa de su
aversión a gastar energía. Sin embargo, una vez motivadas sacan un gran provecho de
la actividad regular, y les gusta porque hace que se encuentren bien. Raramente
tienen hambre después del ejercicio.

Pulso

El pulso debe tomarse por la mañana temprano antes de comer. Hay que sentarse
tranquilamente con la espalda derecha y las manos sobre los muslos durante cinco o
diez minutos antes de tomar el pulso, respirando profunda y regularmente para que la
lectura sea precisa. Normalmente es mejor usar el pulso radial, el pulso de la muñeca
por debajo del pulgar. Sólo se necesitan tres dedos para tomarlo: el índice, el medio y
el anular. El índice ha de ocupar la posición más próxima al pulgar, y el anular la más
alejada, en dirección al codo.
El pulso V es débil, superficial y rápido, con un ritmo entrecortado y variable, o
una tendencia a saltarse algún que otro latido. En las personas puramente V el pulso
parece deslizarse como una serpiente, y la arteria parece dura y fresca o fría al tacto.
Se siente más fuerte con el dedo índice.
El pulso P es amplio, regular y fuerte, con ritmo y rapidez medianos; en los
individuos P puros, a menudo parece saltar como una rana. La arteria parece caliente
y blanda. Se siente más fuerte con el dedo medio.
El pulso K es fuerte, amplio, lento y rítmico como la forma de nadar en un cisne,
y la arteria puede parecer fresca y elástica. Se siente más fuerte con el dedo anular.

Sueño

Normalmente de sueño ligero, la gente V puede agitarse y dar vueltas y tener


problemas para conciliar el sueño, o puede despertarse varias veces durante la noche
sin motivo aparente. Su capacidad para dormir varía de una noche a otra. Algunas
noches, sobre todo cuando están exhaustos, los V caen en un sueño tan profundo y
prolongado que quedan inertes al mundo y es casi imposible despertarlos. De lo
contrario se alteran fácilmente con los ruidos exteriores porque su mente sigue
consumiendo energía incluso cuando tienen que descansar. Por ese motivo, aunque
duerman muy profunda y prolongadamente, muchas veces se despiertan por la

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mañana con la sensación de no haber descansado. Hablar dormido o pasear dormido
habitualmente son también indicativos de V. La gente que rechina los dientes por la
noche suele ser de tipo V.
Los P concilian el sueño fácilmente, tienen el sueño ligero y se despiertan alerta.
Aun cuando se despierten por la noche, vuelven a dormirse rápidamente. La mayoría
de las noches gozan de un sueño tranquilo, y pueden arreglárselas muy bien
durmiendo muy poco durante muchas noches seguidas sin que esto parezca
afectarles. Cuando tienen un sueño agitado suele deberse a un exceso de atención a su
trabajo.
Las personas de tipo K se duermen rápidamente y tienen un sueño pesado, pero se
despiertan descansadas y alerta. Si se las deja, duermen gustosamente muchas horas
de un tirón, porque así ahorran energía. A una persona K raras veces le cuesta dormir.

Sueños

Las personas de tipo V sueñan mucho y olvidan fácilmente sus sueños. Por la
mañana saben que han soñado pero sólo son capaces de recordar fragmentos. A veces
se alternan períodos de aparente «ausencia de sueños» con días o semanas de sueños
intensos. Cuando los recuerdan, suelen relatar sueños violentos, intensos y activos. El
movimiento, especialmente volar, es típico de los sueños V, como lo es ser
perseguido por algo o por alguien.
La gente P suele recordar lo que sueña. Sus sueños son a menudo apasionados o
intensos y con frecuencia implican calor, luz u otra forma de energía. Normalmente el
individuo P controla la situación en el sueño; si hay una persecución, acostumbra ser
la persona P la que persigue y no al contrario. Los sueños de compra y venta son
también de tipo P, pues implican una transferencia de dinero (energía «verde»). La
gente P suele soñar en color.
La gente K tiene normalmente sueños muy frescos, tranquilos, callados,
recogidos, sin incidentes y pacíficos, como los de una merienda con emparedados de
pepino en un mirador junto a un lago con cisnes en la campiña inglesa. Los K no
suelen molestarse en recordar tales sueños; es más probable que recuerden los que
son intensamente emotivos.

Cualidades vocales

La gente V sin formación de la voz habla a menudo con voz velada que se torna
ronca con facilidad y se quiebra si se la fuerza. La formación de la voz puede superar
esos defectos naturales. Los V suelen hablar deprisa, a menudo en un tono ascendente
al final de la frase, y tienden a desviarse del tema. Acostumbran a ser muy locuaces y
pueden hablar de casi cualquier tema a casi cualquier audiencia, aunque sólo se trate

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del gato, las plantas o la pared. Hablan por el placer de hablar. Gastan mucha energía
al hablar, lo cual es un motivo para que les guste tanto. Sus conversaciones pueden
semejarse a monólogos, de hecho, dos personas V pueden pasarse horas hablando una
a, no con, la otra, y al final quedar las dos satisfechas sin que haya habido mucha
comunicación entre ellas. Una parte de su debilidad vocal se deriva de ese uso
excesivo de la voz.
La gente P suele ser concisa y no tener segunda intención en lo que dice. Sabe lo
que quiere comunicar, qué respuesta quiere provocar y cuánta y qué clase de energía
necesita proyectar para obtener la respuesta deseada. Con frecuencia una voz P lleva
aparejado un tono de impaciencia con el oyente, y normalmente es intensa; un
cuchicheo P puede oírse claramente desde el otro lado de la habitación. Dos
personas P tienen la seguridad de comunicarse, y normalmente convierten una
conversación en una contienda de voluntades para ver quién rebate a quién. Los P son
acusados a menudo de tener lenguas afiladas.
Las personas de tipo K hablan lentamente y con cautela, sin dar mucha
información. La información puede que haya que arrancársela. Un K puro sólo
iniciará una conversación si tiene algo importante que decir, contrastando con los V,
que entablarán conversación con cualquiera y los P, que abordarán a todo aquel que
parezca interesante. Las voces K suelen ser de tono e intensidad más bajos que las
demás, pero suelen ser más sonoras y melodiosas. Es un placer escuchar a los K
cuando se consigue que hablen. Dos K pueden fácilmente estar sentados uno junto al
otro durante horas o días y no llegar a cruzarse más que algunas bromas superficiales.
Tal vez su taciturnidad innata ayuda a conservar la dulzura de sus voces.

Emoción característica

Esta cuestión se refiere a cómo reaccionamos típicamente cuando nos


enfrentamos a una situación estresante. Puede que en la actualidad no mostremos esa
emoción si nos hemos educado para ello, pero la reacción más inmediata es
característica de nuestra constitución.
Por ejemplo, una vez, un amigo mío estaba en un banco cuando entró un ladrón,
le apuntó con una pistola y le dijo: «¡Tú, bobo, levanta las manos!».
De manera característica, lo primero que manifiestan los V es miedo o ansiedad,
producto de la sequedad de su astringencia intrínseca. En tales circunstancias una
persona de tipo V levantaría las manos inmediatamente.
Las personas de tipo P, llenas de calor pungente, primero se encienden de ira, que
manifiestan externamente o simplemente las consume por dentro. En esta situación,
las personas P levantarían las manos despacio pensando únicamente en cuándo
podrán vengarse del pistolero.

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La gente K prefiere evitar confrontaciones a causa de la complacencia de su
dulzura innata. Tienen un fuerte desinterés por el cambio, y su sensibilidad emocional
suele manifestarse cuando se ven sometidos a situaciones imprevisibles. Como las
avestruces, esperan que, si ignoran una situación, ésta desaparezca. Les cuesta mucho
despertar, pero, una vez despiertos, pueden sentir mucho miedo o ira.
Mi amigo mostró la respuesta K: primero se sintió herido al verse llamado bobo,
y luego decidió que no tenía nada que ver con un hombre tan ofensivo. Salió por la
puerta del banco dejando boquiabierto tras él al asombrado bandido. Cuando, pocos
metros más abajo, se disipó la emoción, se dio cuenta de que se estaba produciendo
un atraco y llamó a la policía, que consiguió pescar al ladrón.

Rasgos de la personalidad

Las personas de tipo V son sensibles, muy nerviosas y reaccionan rápidamente a


los cambios en su entorno. Son extraordinariamente variables y se resisten a la
regularidad en sus vidas porque sus mentes activas les piden continuos estímulos.
Cuando su nivel de energía es alto, son el alma del grupo, pero la queman
rápidamente. Unas veces desean ardientemente compañía y otras reclaman soledad.
Suelen hacer amigos fácilmente, pero a menudo su amistad es efímera. Les gusta
viajar por diversión. Su gran adaptabilidad les confiere flexibilidad y un potencial de
independencia, pero también contribuye a hacerlas caóticas y «espaciales».
Encuentran difícil concentrarse en cualquier tema y no suelen acabar los proyectos
que empiezan.
Las personas de tipo V reconocen la necesidad de desarrollar la personalidad,
pero raras veces son consecuentes con algún programa. Pueden convertirse en
seguidores fanáticos de cultos u otras doctrinas lejanas, pero su fanatismo también es
inestable y, rápidamente y sin motivo, pueden trasladar su devoción a un conjunto de
ideas completamente nuevo. A menudo su fe tiene su origen en la inseguridad.
Las personas de tipo P son fuertes y enérgicas en sus relaciones. Se consagran al
lado práctico de la vida. Son dominantes cuando tienen la oportunidad. Son valerosas
por naturaleza y creen en el juego limpio, y cuando están de buen humor rezuman
exuberancia, pero cuando se enfadan pueden ser crueles e hirientes. Hacen amigos
con facilidad, sobre todo si perciben que tales amigos pueden serles útiles.
Normalmente son de inteligencia aguda y suelen ser impacientes con cualquier
persona cuya inteligencia no sea igualmente aguda. La arrogancia innata de la
inteligencia puede hacerlas intolerantes.
Las personas de tipo P se consagran al desarrollo de su propia personalidad, lo
que a veces se convierte en una especie de desarrollo egocéntrico. Defienden
enérgicamente sus opiniones y pueden caer en el fanatismo. Suelen aferrarse a sus

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ideas fanáticas si suponen que proceder de ese modo puede beneficiarles. Los guías
religiosos y sus lugartenientes acostumbran a ser de tipo P.
Los K son personas predominantemente tranquilas, reservadas, equilibradas y
serias que disfrutan sobre todo de los placeres del hogar y la familia. La paciencia, la
fortaleza y la humildad son virtudes corrientes de K. Esos rasgos en exceso pueden
engendrar pasividad, fijación, posesividad y avaricia. La gente K suele tener
personalidades muy estables, tan estables que alguna vez se estabilizan al socaire de
la agudeza o la agilidad mental. Estudian detenidamente cada tema antes de
comprometerse. Sin embargo, una vez que se han comprometido en una línea de
acción, suelen llevarla a cabo obstinadamente. A menudo hacen amigos lentamente,
después de pensarlo bien, pero cuando establecen una amistad, ésta suele durar.
La suficiencia innata de las personas de tipo K hace que estén menos motivadas
que las otras para desarrollar su personalidad. No son fanáticas, pero la fe en lo que
creen es firme e inquebrantable, aunque ello esté motivado por un deseo de mantener
el statu quo. No obstante, los K suelen ser por naturaleza más compasivos que los
demás. Tal vez sean más maternales por la fuerte influencia del elemento tierra en sus
caracteres. La Madre Tierra es ella misma de prakriti principalmente kafa.

Modo de expresión predominante

Uno puede averiguar su sentido predominante recordando su viaje de vacaciones


más reciente; pongamos, por ejemplo, a la costa. Recordemos la experiencia y luego
preguntémonos de qué aspecto de la experiencia nos hemos acordado primero. Cada
uno puede haber pensado en organizar su pensamiento de una manera específica, pero
la primera reacción —⁠ la prakriti⁠ — suele reflejar la constitución.
Las personas de tipo V tienen un agudo sentido del oído, tan agudo que a veces el
ruido fuerte o disonante les resulta doloroso. Lo primero que acostumbran a recordar
son los sonidos, como el graznar de las gaviotas o el retumbar de las olas. La mayor
parte de las veces la gente V piensa predominantemente en palabras, y hasta cuando
visualizan (pensar en imágenes) o evocan (pensar en sensaciones) suelen usar
palabras para entrelazar su pensamiento.
Las personas de tipo P se orientan visualmente. Lo primero que suelen recordar
son imágenes, como las cabrillas sobre las olas o el reflejo deslumbrante de la luz del
sol sobre la arena. Los P visualizan casi todo aquello en lo que piensan y no les cuesta
crear imágenes fantásticas. Aunque hayan sido educados para ser muy verbales,
siempre tienden a ver aquello en lo que piensan y a usar imágenes para relacionar
palabras y emociones.
La gente K recuerda fácilmente las sensaciones del calor del sol en sus cuerpos o
la humedad y el movimiento del agua contra ellos cuando nadaban. Sus sensaciones
son emocionales así como físicas, y las emociones influyen a menudo en su

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pensamiento tanto o más que la «percepción» física de las cosas. A menudo piensan
con sus emociones, y «perciben» la conexión entre las palabras y las formas.

La mente

Los V son buenos teóricos originales porque no les asusta dar nueva forma a
pensamientos antiguos. Sin embargo, su tendencia a revolotear de idea en idea hace
difícil que sus teorías funcionen en la práctica.
La gente P es metódica y eficaz en la planificación y ejecución de nuevas ideas
concebidas por personas más teóricas. A los P les gusta desarrollar ideas para usos
prácticos y apenas les interesa el detalle de la marcha diaria de un proyecto o
negocio.
Las personas de tipo K son estabilizadoras. No son famosas como teóricos ni
como ingenieros, pero si les confían una nueva empresa la harán funcionar como una
seda. Esto se traduce a veces en inflexibilidad y resistencia al cambio, pero si alguien
tiene una fábrica o una oficina que dirigir, querrá que se encargue de ella un K.

Memoria

Los V suelen recordar y olvidar fácilmente. Cuando se enfadan, reaccionan como


una botella de gaseosa que se ha agitado antes de abrirla: estallan rápidamente,
proyectando toda su energía en la ira, y vuelven a la normalidad con la misma rapidez
cuando su atención se desvía de aquello que les enojó. Al cabo de poco tiempo
olvidan incluso por qué se enfadaron, a menos que el que les sacó de sus casillas se lo
recuerde.
Los P suelen recordar fácilmente y olvidar con dificultad. Cuando las desprecian,
las personas de tipo P explotan con rabia, e incluso después de extinguido el fuego, la
indignación sigue ardiendo sin llama durante mucho mucho tiempo. A menudo los P
calculan el gasto de energía de forma que les permita seguir más tiempo enfadados.
Los K necesitan que les digan más de una vez una cosa para que se les grabe en la
memoria, pero una vez la han aprendido la recuerdan de por vida. Como el elefante,
jamás olvidan. También como el elefante, les cuesta mucho irritarse, pero una vez
enojadas, las personas de tipo K nunca olvidan una ofensa.

Estilo de vida

Los V encuentran difícil contraer hábitos de ningún tipo, incluso aquéllos


asociados a comportamientos tan habituales como comer y dormir. La
responsabilidad financiera no es adecuada para ellos. Su naturaleza difusa hace que

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gasten el dinero fácilmente tan pronto como llega a sus manos. Son propensos a
gastar impulsivamente en cosas que realmente no necesitan; para ellos el dinero
(energía «verde») está hecho para gastarlo.
Los P planifican y organizan bien, calculan juiciosamente sus gastos y gastan con
sensatez. No les asusta gastar pero raramente son presa de los gastos impulsivos.
Gastan en necesidades concretas y suelen creerse superiores a la gente que no puede
ejercer ese tipo de autocontrol. Cogen o dejan hábitos según perciben su utilidad para
ellos.
Los K disfrutan de los hábitos, a veces hasta el punto de hundirse en la rutina.
Siempre tienen dinero ahorrado para tiempos difíciles y pueden virar hacia la
avaricia. A veces ceden al gasto emocional, pero normalmente creen que el dinero
está hecho para acumularlo.

Resúmenes de los tipos constitucionales

Contar el número de respuestas V, respuestas P y respuestas K que cada cual ha


obtenido de la evaluación. Normalmente predominarán una o dos, y ésas indicarán la
prakriti. Por ejemplo, si se tienen 9 respuestas V, 13 respuestas P y 3 respuestas K, es
probable que la constitución sea predominantemente P y secundariamente V. Si existe
confusión, tener en cuenta sobre todo las respuestas a los siguientes apartados:
estructura corporal, color y aspecto de la piel, pelo, digestión y evacuación,
preferencias climáticas, sueños, emoción característica y estilo de vida.
Si alguien sigue confuso, que piense en qué temperatura prefiere. Si realmente
detesta al frío y prefiere con mucho abrigarse, lo más probable es que el predominio
mayoritario corresponda a vata. Si verdaderamente no soporta tener mucho calor y
por esa razón le gusta el frío, seguramente es predominantemente pitta. Y si ninguno
de los dos le molesta demasiado, es probable que tenga en él una importante cantidad
de kafa, aunque a veces esté eclipsada por pitta o vata. Los resúmenes que siguen
pueden ayudarle a confirmar la estimación de su propia constitución.

Vata

Las personas de tipo V suelen ser delgadas y tienen problemas para engordar
excepto cuando se exceden fanáticamente en la comida, cosa que pueden hacer para
estabilizarse o para proveerse de más energía en previsión de la siguiente ronda de
actividad. Sus cuerpos son normalmente de hombros y caderas estrechos y sus
articulaciones crujen a menudo cuando las mueven. Suelen ser nerviosos; el
nerviosismo, como la obesidad, viene de familia.
La gente V es seca. Su piel suele agrietarse fácilmente y es propensa a los granos
y los callos. Su pelo suele ser áspero, seco y rizado. La gente V adolece de frío y a

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menudo se queja de mala circulación en las extremidades. Su piel suele ser fresca o
fría al tacto. Sudan poco y les encanta tomar el sol.
Sus apetitos son irregulares, y su pasión por la excitación suele llevarles a
costumbres alimenticias irregulares que empeoran su digestión. Normalmente
padecen, o han padecido, de estreñimiento crónico debido a su astringencia innata.
Les gustan las comidas espesas, aceitosas y picantes, pero siempre tienden a llegar a
extremos con la comida, o dándose gusto con cazuelas de aspecto caseoso y
productos pesados y de difícil digestión, o privándose de cualquier alimento pesado.
Son propensos a fluctuaciones rápidas de sus niveles de energía. Su energía se
presenta en destellos o ráfagas. A menudo tratan de mantener esa energía con
estimulantes picantes como el café antes que admitir para sus adentros que están
cansados y necesitan descansar. Pueden mantener una actividad realmente frenética
por poco tiempo, pero inevitablemente acaban exhaustos, lo que no reconocen hasta
que la fatiga completa las obliga a descansar.
Las personas V suelen tener dificultades con el sueño. O tienen el problema de
que se caen de sueño y se quedan dormidos, o evitan el insomnio manteniendo un
nivel de agotamiento tan alto que cada vez que se permiten un descanso duermen
como troncos. Suelen sentir el dolor más intensamente que los demás y el ruido fuerte
también les resulta menos soportable; sus sistemas nerviosos parecen tener menos
«aislamiento» del necesario. Un impulso innato de V para evitar el dolor puede
manifestarse en forma de miedo. Los V adoran el masaje con aceite porque les ayuda
a calmar y tranquilizar su hiperactivo sistema nervioso, lo que reduce la sensibilidad
nerviosa y, por consiguiente, el dolor, físico o mental.
Los V llevan vidas irregulares porque les resulta muy difícil crear rutina. El sabor
amargo hace que estén permanentemente interesados en cambiarse ellos mismos y
cambiar su entorno. Si la variabilidad caracteriza la mayor parte de lo que hacemos,
es que somos predominantemente V.

Pitta

Los P puros son picantes, lo que los hace intensos, calientes e irritables.
Normalmente son de estatura, peso y resistencia medianos. Su piel suele ser clara y se
enrojece rápidamente al sol, después de hacer ejercicio o cuando se ruborizan. Se
broncean rápidamente y suelen tener muchas pecas y lunares. Su pelo suele ser liso y
claro. Todos los pelirrojos son, al menos en parte, P.
La gente P suda fácilmente a causa de todo el calor almacenado en su interior. Los
sabores agrio y salado aseguran que tengan siempre buen apetito. Les gusta comer,
porque la comida y la bebida reducen la intensidad del fuego. Si se pierden una
comida, pueden «comerse» a algún mirón imprudente con su ira almacenada. Les

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gustan todo tipo de comidas y normalmente digieren bien. Tienen tendencia a las
deposiciones sueltas y raramente están estreñidos.
El intenso fuego de los P hace que la mente sea también agua. Las personas de
tipo P suelen impacientarse rápidamente en contacto con individuos más lentos o
menos centrados. Los P suelen dormir bien porque creen que es sensato hacerlo así,
pero si se obsesionan con el trabajo pueden pasar noches en blanco. Aplican la misma
intensidad y competitividad a todo lo que hacen, en el trabajo o en el juego, y el sabor
picante hace que se enojen fácilmente, aunque aparentemente no pierdan los estribos.

Kafa

La persona K suele ser un individuo rechoncho, pero un atleta natural si se


entrena adecuadamente, y que engorda con sólo mirar la comida si descuida el
ejercicio. La mayoría de los K están sanos casi siempre, sobre todo si no comen
demasiado. Realmente los K no sienten la intensa hambre física de los V o los P, ya
que el sabor dulce domina en sus constituciones, pero pueden volverse adictos a la
comida como medio de satisfacción emocional. La gente K duerme profundamente y
tiende a hacerlo demasiado. Por lo general no ansían la misma excitación o
estimulación que los V o P adoran, ni siquiera en el sexo. Sin embargo cuando se
sienten estimuladas, los sabores agrio y salado aumentan en ellas y despiertan sus
apetitos. Las personas K son estables, algo lentas y suelen estar satisfechas de sí
mismas. El apego a un statu quo placentero les hace enemigas del cambio y puede
llegar a convertirlas en avaras, testarudas o reaccionarias. Los K necesitan motivación
y estímulo como los V requieren equilibrio y relajación y los P un desafío.
Los individuos cuyas constituciones reflejan la influencia de una sola dosha son
realmente afortunados en el sentido de que una vez que se conocen, pueden saber
siempre cómo reaccionarán ante estímulos concretos. La gente de constituciones
duales —⁠ VP, PK y VK⁠ — tiene personalidades que en cierto sentido siempre están
«divididas»: en determinadas condiciones predominará una dosha y en otras será la
otra dosha la que destaque. La cohesión intrínseca de la personalidad de la gente
puramente V, P o K es más difícil de conseguir para aquellos de nosotros que
tengamos personalidades duales porque hemos de intentar equilibrar las exigencias de
dos principios muy diferentes. La mayoría de los individuos es de constitución dual.

Vata-pitta

La gente VP tiene generalmente la mala circulación y el amor al calor que


caracteriza a los V, pero su naturaleza P establece límites definidos a su capacidad
para aguantar el calor. Su parte P hace que les guste comer, pero la parte V asegura
que tendrán problemas para digerir comidas abundantes. Muchas de sus

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características revelan una combinación de V y P; por ejemplo, a menudo tienen el
pelo ondulado, resultado de combinar el rizado de V y el lacio de P.
Sin embargo, las influencias de V y P casi siempre se alternan en el individuo VP.
Cuando un VP está desequilibrado, el miedo se alterna con la ira como respuesta a la
tensión. Esto puede inducir a la intimidación y la tiranía. El aspecto P tiene la
necesidad de dominar, pero el aspecto V crea la duda acerca de la propia capacidad o
aptitud para dominar, de modo que el compromiso supone la dominación de seres
más débiles que uno mismo.
Un VP sano, equilibrado, une la capacidad de V para el pensamiento original y la
habilidad de P para aplicar la teoría. V y P tienen la ligereza y la intensidad como
cualidades comunes. Dirigir correctamente esa intensidad exige el aprovechamiento
de la ligereza para desarrollar intensamente la personalidad. De lo contrario, la
tendencia de V a enviciarse para controlar el dolor y la predilección de P por
enviciarse para aumentar la intensidad, arrastrarán al individuo VP a estados de
enviciamiento más profundos que los que la gente V o P pueda conocer por separado.
Las personas de tipo VP necesitan sobre todo estabilidad. Necesitan el lastre de la
pesadez que caracteriza a kafa, el factor menos influyente de la ecuación de su
personalidad. El sabor dulce es el más importante para ellos.

Pitta-kafa

Probablemente, la gente PK se adapta mejor que la de cualquier otra constitución


a la confusión, la irregularidad y el cambio constante que caracterizan al mundo
actual, porque combina la estabilidad de K y la adaptabilidad de P. Muchas de las
personas que triunfan plenamente en la vida son PK. El activo metabolismo de P
equilibra el potente físico de K para promover la buena salud física, y la ira de P es
bien templada por la prudencia de K para fomentar el buen equilibrio mental. Aunque
los PK prefieren normalmente los climas templados, aguantan fácilmente el calor y el
frío extremos. Disfrutan y sacan provecho del ejercicio enérgico, incluido el sexo.
El lado oscuro de los individuos PK resulta de la untuosidad y la humedad que
comparten P y K. La facilidad con que triunfan en el mundo fomenta la arrogancia y
el exceso de confianza de P y la suficiencia pagada de sí misma de K, lo que puede
aislar total y eficazmente a la personalidad de toda realidad distinta de la que desea
percibir. Aquí es donde interviene la untuosidad; como «agua sobre el lomo de un
pato», se puede ignorar la crítica y admitir únicamente los halagos. Esta actitud puede
hacer muy difícil la convivencia con un PK triunfador. Puesto que vata está
minimizada en ellos por naturaleza, los PK necesitan la sequedad de la introspección
o la disciplina espiritual y la irregularidad de exponerse a situaciones imprevisibles
para evitar el exceso de confianza. El amargo y el astringente son sus mejores
sabores.

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Vata-kafa

Vata y kafa están unidas en su frialdad. Aunque no padecen de frío físico tan
intensamente como las personas de tipo V puro a causa de la fuerza y el aislamiento
de K, tiene una doble necesidad emocional de calor. Suelen ser altos pero medianos
en cuanto a estructura y a la mayoría de las demás cualidades físicas, tal como las
personas de tipo P. Su falta de calor suele manifestarse físicamente en forma de
trastornos digestivos, sobre todo estreñimiento; también son corrientes los problemas
respiratorios con abundante producción de mucosidad.
Los VK suelen ser celosos en lo que hacen y a menudo exageran las cosas
dejando a un lado la discreción. Pueden ser a ratos alegres, abiertos y airosos, y a
ratos tristes y reservados. La falta de un fuego de pitta intenso hace que les resulte
especialmente difícil la integración de la personalidad a causa de las naturalezas
diametralmente opuestas de V y K. Han de tener cuidado sobre todo con sacar
conclusiones precipitadas sin la oportuna investigación preliminar. La naturaleza
profundamente emocional de K unida a la sobreactivada naturaleza fluctuante de V
asegura que el daño emocional en los individuos VK sea profundo y permanente. Los
VK necesitan calor más que ninguna otra cosa y deben usar los sabores «calientes»
(agrio, salado y picante) no exclusivamente, sino con preferencia a los sabores
«fríos» (dulce, amargo y astringente).
Las constituciones no cambian, pero pueden hacerlo las percepciones. Uno puede
volver a evaluarse después de algún tiempo y descubrir que la primera opinión acerca
de su constitución era inexacta. Esto es normal, puesto que a medida que mejora
nuestra salud, nuestra percepción de la realidad se torna menos deformada, y lo que
antes nos pudo parecer inextricablemente incomprensible, de pronto se vuelve
profundamente claro. Usemos la evaluación actual como base para planificar nuestra
estrategia general de salud. Aunque hoy nos hayamos equivocado al determinar
nuestra constitución, vivir durante algún tiempo según nuestro estado actual será
terapéutico.
La idea de los tipos constitucionales es simple, pero no simplista. Cada individuo
tiene un cuerpo y una mente que son completamente diferentes de los de cualquier
otro. Los tipos constitucionales no nos ciñen a ningún estereotipo; nos proporcionan
información sobre las tendencias metabólicas que tenemos tan profundamente
arraigadas que debemos equilibrarlas activamente si queremos permanecer en
equilibrio. Son medios sencillos que nos ayudan a preparar los cimientos sobre los
cuales construir el edificio de un nuevo yo. Vimalananda decía siempre que si los
cimientos son buenos la estructura durará, y si los cimientos son imperfectos, por
muy grande que sea el edificio, no se salvará la estructura construida sobre ellos. La
constitución es el comienzo de un camino que lleva a sendas más complejas y
esotéricas de acrecentamiento personal.

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3. ALIMENTACIÓN

El ayurveda enseña que el alimento es el prana, o fuerza vital, de los seres vivos,
y que la vida es una búsqueda continua de alimento. «La vida vive de vida», en
palabras de un proverbio sánscrito: sostenemos nuestras vidas consumiendo otros
seres vivos.
A los ojos de la naturaleza, todos los seres tienen el mismo derecho a existir. Si
queremos seguir en armonía con la naturaleza, no debemos sacrificar sus hijos a la
ligera. Tomar la vida de otro, aunque sea la de una coliflor, es un acto que debe
llevarse a cabo atendiendo sinceramente a su significado. Sir Jagadis Chandra Bose,
el famoso especialista indio en fisiología y física de las plantas, demostró hace más
de cincuenta años que los vegetales tienen órganos sensoriales que siguen
funcionando aun después de dejar la cepa. Según los antiguos, tanto la zanahoria que
exprimimos por su jugo, como la col que picamos para guisarla, sienten dolor y
pánico al ser sacrificadas y desmembradas, tal y como los sentiría un animal. Las
plantas no pueden comunicarnos sus sentimientos, por eso suponemos erróneamente
que no los tienen. Las verduras y las frutas también tienen sentimientos.
Pocos de nosotros llevamos una vida de la que pueda sentirse orgulloso el nabo
que fue atormentado para la mesa, o el rábano que renunció a su propia identidad
para convertirse en parte integrante de alguno de nosotros. El comer es un acto
sagrado, una ofrenda al fuego digestivo interno para propiciar al espíritu que mora en
cada forma humana, más o menos como las ofrendas que se hacen en las piras de
sacrificio externas para propiciar a las fuerzas cósmicas personificadas en forma de
deidades. Por tratarse de una forma de culto, el acto de comer debe ser ritualizado
para poner de relieve su aspecto sacramental.
Cada bocado que ingerimos debe renunciar a su propia existencia individual y
transmutarse de modo que pueda participar de la existencia superior del cuerpo
humano. Es un misterio y un milagro: lo que es «no yo» se convierte, por mor de
ahamkara, en una parte de mí. El material alimenticio no digerido que se introduce
en la cavidad corporal provoca una reacción inflamatoria, mientras que el material
alimenticio que primero es digerido y asimilado, se adapta mansamente a formar
parte del cuerpo.
Cualquier sustancia puede servir de alimento, medicina o veneno para ahamkara.
El alimento es lo que nutre el cuerpo, la mente y el espíritu. La medicina mejora la
digestión para aumentar la nutrición. El veneno impide la digestión y perturba la
nutrición. Alimento es todo aquello que podemos dominar; medicina es todo aquello
que nos asiste en la dominación; veneno es todo aquello que desafía esa dominación.
Algunos neuróticos usan de la comida para procurarse una sensación de
realización, un sentimiento prepotente de haber conseguido dominar, destruir y

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asimilar a otro ser. Si bien en el mundo exterior hay desvalidos, a merced de seres
más fuertes que los obligan a actuar en contra de su voluntad, no dejan de ser dueños
y señores de sus mundos interiores privados y de los entes alimenticios que entran en
ellos. La ritualización del comer contribuye a limitar ese aspecto «tiranizante» de la
personalidad, rebajando automáticamente a la personalidad que se congratula de sí
misma ante la presencia del infinito.
Cada uno de los alimentos que tomamos altera nuestra disposición mental. Todos
nos sentimos naturalmente atraídos por aquellos alimentos que crean en nuestro
interior el estado mental que deseamos, y rechazamos espontáneamente todos
aquellos que producen los estados mentales opuestos. Algunos alimentos,
especialmente los derivados de la carne animal, estimulan el aspecto dominador de la
personalidad y la llevan a consumir y dominar cada vez más. Los peores alimentos al
respecto son las carnes de vaca y cerdo. Otros alimentos, entre los que se incluyen
especialmente la leche, los cereales, la fruta fresca y las verduras, ayudan a satisfacer
ese deseo antinatural y nos dejan más dispuestos a someternos a la voluntad de la
naturaleza.

El ritual de la comida

Empecemos con la rutina matinal, prestando especial atención a la orina, las


heces y la lengua. La orina debe ser clara y de color cerveza, y las heces marrón claro
y de la consistencia de un plátano maduro. Si la orina es turbia y desprende mal olor,
o las heces están llenas de comida sin digerir, tienen un olor ofensivo y son evacuadas
con abundancia de gases, es que hay ama. Cualquier saburra en la lengua indica
también la presencia de ama, toxinas debidas a comida mal digerida en el aparato
digestivo.
Cuando aparecen esos signos de ama, u otros como náuseas o pesadez de los
miembros, hay que ayunar todo el día, o al menos saltarse una comida. No comamos
si no estamos físicamente hambrientos. Si alguien no está seguro de cuándo está
físicamente hambriento o deja de estarlo, un día de ayuno le enseñará cómo es el
hambre.
No hay que comer cuando se está enojado, deprimido, fastidiado o alterado
emocionalmente por cualquier otro motivo, ni inmediatamente después de hacer
ejercicio físico.
Hay que bañarse, o al menos lavarse la cara, las manos y los pies antes de
empezar.
Comer sentado, en una zona aislada y limpia, y si es posible mirando al este, la
dirección del sol, la fuente de calor y fuego para la tierra. Comer solo, o con personas
conocidas y de confianza. Procurar que todos los órganos sensoriales queden

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satisfechos acondicionando el comedor con música agradable, flores frescas y cosas
por el estilo.
No conviene ir regularmente a restaurantes. La mayoría de la gente que nos vende
comida está más preocupada por sus propios beneficios que por nuestra digestión. La
satisfacción no depende de cuánto se coma. Una pequeña cantidad de comida
presentada con cariño dejará satisfecha al alma, mientras que grandes montones de
comida de un restaurante de cocina rápida pueden llenar temporalmente la barriga,
pero dejarán insatisfechos a la mente y el espíritu.
Sólo hemos de dejar que cocine para nosotros alguien que nos quiera. En la India
se suele escoger a los cocineros de entre la clase sacerdotal para que exista al menos
una posibilidad de que mientras cocinan transfieran a la comida alguna vibración
espiritualmente enriquecedora. Las mujeres no deben cocinar durante la
menstruación, porque están pasando por un proceso de purificación y en vez de eso
deben descansar.
Mientras comemos conviene que funcione la ventana nasal derecha, ya que con
ello aumenta el fuego digestivo. Podemos hacerla funcionar acostándonos sobre el
lado izquierdo durante unos minutos antes de comer, taponando la ventana izquierda
con el dedo medio de la mano derecha y respirando rítmicamente a través de la
ventana derecha durante unos minutos, o pasando el brazo izquierdo por encima del
respaldo de la silla.
Cuando todo está preparado hay que rezar. Dar gracias a la naturaleza por
proveernos de comida y al dios que cada cual venere por seguir vivos para
comérnosla. Hay que tratar cada producto alimenticio con reverencia y cariño,
aunque nos sirvan algo que no nos gusta pero estamos obligados a comer.
Supongamos que la suegra, que no nos gusta, nos sirve colinabos, que detestamos. Si,
deseando mantener la paz familiar, nos comemos los colinabos bajo coacción, esas
verduras introducirán profundamente en nuestro sistema la antipatía y el odio, y
alterarán nuestro equilibrio. La comida hay que comerla, aunque no nos guste, con
respeto por el sacrificio que está haciendo por nosotros, de modo que, con ella, entre
en nuestro interior la fuerza armonizadora de la plegaria.
Antes de empezar a comer hay que dar de comer a alguien más.
Tradicionalmente, en la India se hace una ofrenda quíntuple: al fuego sagrado, a una
vaca, a un cuervo, a un perro y a otro ser humano que puede ser un niño, un mendigo
o cualquier otra persona que no pertenezca a la familia. Se trata de una forma práctica
de dar gracias a la naturaleza, dando de comer a algunos de sus hijos en
agradecimiento por habernos dado en sacrificio para nuestro consumo a algunos de
sus otros hijos. Es al mismo tiempo otro medio de controlar a ahamkara, un
reconocimiento de que la alimentación no sirve tan sólo para la gratificación personal
sino también para un mayor bienestar de todos los seres. Demos de comer a alguien
—⁠ un animal doméstico, una planta, un vecino, un desconocido⁠ — y podremos

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participar en algo de la alegría de la naturaleza, la alegría que siente una madre
cuando alimenta a sus hijos y gracias a ello los ve crecer y desarrollarse.
Justo antes de empezar a comer hay que masticar un poco de jengibre para
despertar las papilas gustativas, activar el flujo de jugos y purificar la lengua y la
boca. La gente P debe omitir este paso. Lo mejor es cortar el jengibre en tiras largas y
finas y macerarlas en zumo de limón y opcionalmente una pizca de sal gema.
Concentrémonos en la comida, sin distraernos con la televisión, la radio, el
estéreo o la conversación. Comamos en silencio; sentémonos a charlar después.
Debe masticarse muchas veces cada bocado con lentitud y atención. Cuando se
pueda, hay que comer con las manos para que la piel envíe señales de temperatura y
textura al cerebro.
Alimentemos los cinco sentidos con comidas de aspecto apetitoso, sabrosas,
aromáticas y de textura y sonoridad agradables (como el burbujeo de una cazuela o el
silbido de una tortita al freírse).
Después de comer hay que tomar una mezcla de yogur batido con agua para
facilitar la digestión. Las personas de digestión débil deben tomar yogur desnatado y
en una proporción de 1 a 3 con respecto al agua; los que tengan una digestión más
fuerte pueden tomar yogur normal en una proporción de hasta 3 a 1 con respecto al
agua. La gente V debe añadir zumo de limón y una pizca de sal, y sazonar la mezcla
con jengibre fresco o guindillas verdes picadas, o con comino y cilantro en grano o en
polvo. La gente P debe usar cilantro fresco o en grano, o cardamomo en polvo, con
menos zumo de limón y algún endulzante como jarabe de arce o incluso azúcar; la
gente K debe usar miel con jengibre o pimienta negra en polvo, u otras especias
calientes como guindillas verdes picadas. Si alguien es alérgico a los productos
lácteos debe omitir este paso, y algunas autoridades recomiendan evitar cualquier
producto lácteo en una comida en la que se consuma carne.
Al final de la comida hay que dar gracias de nuevo, limpiarse la boca, aplicarse
agua en los ojos para prevenir el debilitamiento de la vista a causa del incremento de
pitta en ese momento, orinar sin estimular la defecación y dar un corto paseo de unos
100 pasos para promover la digestión.
Evitar el ejercicio o el sexo hasta una hora después de comer, y dormir o estudiar
hasta pasadas dos. Si se ha comido mucho, o se está físicamente débil, tumbarse
sobre el costado izquierdo, sin quedarse dormido, para asegurar que el buen
funcionamiento de la ventana nasal derecha mantenga viva la digestión.
Evitar comer muy tarde por la noche. No tomar por la noche ningún alimento
productor de kafa como melones, yogur, productos con sésamo, queso o helado. En
general, todo alimento helado debilita la digestión.
Los K sólo deben comer dos veces al día, dejando un intervalo de al menos seis
horas entre comidas, y no deben «picar». Los P deben hacer tres comidas diarias con
intervalos de cuatro a seis horas entre ellas. Pueden tomarse un bocado si mantienen
firmemente el intervalo de cuatro horas. Los V deben comer tres o cuatro veces al día

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en pequeñas cantidades cada vez, y pueden tomarse un bocado cuando lo necesiten
con intervalos de al menos dos horas. Nadie debe comer a intervalos de menos de dos
horas porque es el tiempo mínimo que tarda el intestino en prepararse para la
siguiente comida.

Cualidades de los alimentos

Todos los alimentos son ligeros o pesados en cuanto a la digestión. Entre los
alimentos ligeros se incluyen el arroz, las judías mongo y las carnes de caza, como el
venado. Los alimentos pesados incluyen la leche, las judías negras, las frutas y
verduras crudas y las carnes de vaca y cerdo. La cocción y la preparación pueden
cambiar esas cualidades; por ejemplo, la leche resulta más ligera si se toma caliente
con azafrán, y el arroz se vuelve más pesado cociéndolo con leche.
Generalmente la carne animal es más pesada que las verduras, las legumbres o los
cereales; la comida cruda es más pesada que cocida y en conserva más pesada que
fresca. No hay que tomar juntos, en la misma comida, alimentos crudos y cocidos,
salvo pequeñas cantidades de alimentos crudos como aperitivos o salsas
acompañando una comida cocida, o pequeñas cantidades de salsas o aliños con una
comida cruda. No mezclar alimentos pesados y ligeros en la misma comida; no
mezclar comida recién preparada con las sobras. No hay que tomar a la vez sustancias
muy calientes y muy frías, como comida mexicana y helado, en la misma comida.
La comida ligera facilita el empeño de la mente en integrar el cuerpo, la mente y
el espíritu, porque atrae menos sangre hacia el cuerpo durante el proceso de digestión.
La comida pesada requiere mayor cantidad de energía para ser digerida, de modo que
se desvía más sangre hacia el intestino y menos para uso del cerebro. El arroz es
ligero, el trigo es pesado. Los comedores de trigo del norte de la India están
orgullosos de ser más corpulentos que los comedores de arroz de la India del sur. Los
indios del sur responden con calculada suficiencia que «el trigo aumenta la fuerza
muscular, pero el arroz aumenta la inteligencia». Según el Bhagavad Gita, los
productos alimenticios que más incrementan el equilibrio mental cuando se
consumen en cantidades adecuadas y se digieren correctamente son el arroz, las
judías mongo, la leche, el gui (mantequilla clarificada), la miel y el agua pura.
Podemos tomar comida ligera hasta quedar llenos, pero no más, o como máximo
la mitad de la cantidad de cualquier comida pesada que nos pueda apetecer. Las
personas débiles, enfermas, sedentarias o que no hacen ejercicio, no deben tomar más
de la mitad de su capacidad de cualquier alimento sólido, por muy ligero que sea, y
una cuarta parte de dicha capacidad de líquido. La cuarta parte restante del estómago
ha de quedar vacía para permitir la mezcla adecuada de los jugos gástricos y los
nutrientes. Algunas autoridades recomiendan que la proporción sea a tercios iguales.

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Es probable que los V tengan mayor necesidad de alimentos cocinados que los P,
que a menudo se las arreglan mejor con alimentos crudos. Es raro encontrar V puros
a los que compense una dieta exclusivamente de comida cruda, mientras que los P o
los PK pueden vivir de ella casi indefinidamente. Las personas VP suelen subsistir
fácilmente con alimentos crudos durante la primavera y el verano. La comida cruda
ayuda a tonificar el aparato digestivo de las personas K y VK, pero la falta de fuego
intrínseco supone que dichas personas no puedan abusar de la comida cruda.
Lo mejor para la gente V son las comidas de un solo plato: sopas, guisos, cazuelas
y similares. Todos los ingredientes de un guiso —⁠ carne, cereales, legumbres,
verduras⁠ — pierden su propia personalidad y se funden en una única sustancia. Si se
toman por separado, cada uno de los alimentos requiere por parte del cuerpo unos
cuidados digestivos distintos. Tales alimentos pueden disputarse esos cuidados una
vez en el intestino, provocando indigestión.
Por eso la combinación de alimentos es más importante para la gente V que para
la de otros tipos. El sistema digestivo V no es capaz de tratar a la vez alimentos
diversos, por pequeña que sea la cantidad, pues la sequedad y variabilidad de vata
limita su capacidad de respuesta digestiva. La irregularidad en la dieta altera vata y
empeora todavía más la digestión. Sin embargo, en las comidas de un solo plato, los
alimentos han resuelto sus diferencias en la olla, han dirimido cuanto habían de
dirimir y han llegado a una conclusión, que luego nosotros nos comemos. Las
comidas de un solo plato son las más indicadas para todo el mundo durante la
enfermedad, la convalecencia y la terapia de rejuvenecimiento.
Hay que evitar los productos alimenticios mal preparados, como los cocidos con
miel, los que están demasiado cocidos, demasiado crudos, quemados, tienen sabor
desagradable, están inmaduros, demasiado maduros, podridos, pasados o son
repulsivos por cualquier otro motivo. La comida frita agrava las tres doshas. Vata se
incrementa por la sequedad producida durante el proceso de freidura, pitta se
incrementa por el calor de este proceso y la rancia untuosidad de la comida resultante,
y kafa se incrementa a causa de la pesadez del aceite y la viscosidad de la comida
después de freiría. La comida frita también deteriora la vista, y no hay que comerla
regularmente.
Cada alimento que tomamos afecta a la mente al mismo tiempo que al cuerpo. La
mente tiene tres estados posibles:

sattva, o equilibrio; el estado normal en que la mente discierne acertadamente;

rajas, o movimiento; un estado en que el exceso de actividad mental debilita el


discernimiento; y

tamas, o inercia; un estado en que la falta de actividad mental debilita el


discernimiento.

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Los alimentos de sabor pútrido o repugnante, los fermentados como el alcohol, o
los que han estado en conserva demasiado tiempo, fomentan tamas. Las legumbres y
otros alimentos ricos en proteínas como la carne, el pescado y las aves, aumentan
rajas, igual que las especias picantes. Rajas y tamas perturban la integración mente-
cuerpo-espíritu. Sattva, que promueve esa integración, la fomentan los alimentos
dulces como los cereales y las frutas, además de algunas verduras y productos
lácteos.
El ajo y la cebolla son tanto rajásicos como tamásicos, y los yoguis los tienen
prohibidos porque contribuyen a arraigar más sólidamente la conciencia en el cuerpo.
No obstante, si alguien ya está desequilibrado, es aconsejable que use el ajo, la
cebolla y otras sustancias semejantes para mejorar la relación cuerpo-conciencia
antes de emprender una disciplina alimenticia espiritual estricta.
Siempre que se pueda hay que comer alimentos que procedan directamente de la
granja. Además de ser más frescos y sabrosos, han tenido que pasar por menos manos
para llegar hasta nosotros. La comida que compramos en las ciudades ha pasado por
las manos del granjero, el tratante, el mayorista y el minorista antes de llegar a
nuestras mesas. Cada uno de esos personajes ha tratado los alimentos como un medio
para obtener beneficios, no como un sacramento orientado al sacrificio, y por eso han
añadido negatividad a la comida. Toda negatividad en la comida altera la mente.
Los hábitos alimentarios repercuten en la capacidad digestiva. Por ejemplo, si
siempre comemos alimentos cocidos, el día que comamos alimentos crudos los
encontraremos difíciles de digerir porque nuestro sistema no está acostumbrado a
ellos. Hay algunos hábitos útiles: el consumo regular de arroz, trigo, cebada, judías
mongo, el largo rábano blanco llamado daikon, jengibre, cebolla, ajo, uva, granada,
suero de leche o yogur batido, gui, sal gema y agua pura es bueno para todo aquél
cuya constitución se lo permita. La gente P, por ejemplo, no debe servirse del ajo
habitualmente por ser demasiado caliente para ella. La carne de caza es la única
indicada para uso regular.
Los productos alimenticios a los que nunca debemos acostumbrarnos por ser
demasiado pesados para digerirlos correctamente incluyen el yogur sin batir, el cerdo,
la vaca, el cordero, la carne seca, los vegetales secos, la melaza y el queso, así como
cualquier alimento muy frío, muy caliente, completamente insípido o de sabor
demasiado intenso.
A pesar de que en ayurveda se prescribe para los pacientes debilitados, los
guerreros y los que hacen un esfuerzo excesivo, la carne es muy difícil de digerir, se
pudre más deprisa que otros alimentos y produce ama rápidamente. A menos que
hagamos ejercicios extenuantes, el consumo regular de carne aumentará antes la
grasa que la carne. Fomenta la rapidez más que la resistencia, lo que no es indicado
para individuos aquejados de vata. La carne calienta la mente y el cuerpo, pero ni
siquiera en climas fríos debe comerse con exceso. Además, la carne actual es de baja

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calidad, llena de antibióticos y otros medicamentos, procedente de animales cebados
que nunca hacen ejercicio, por lo que todo su ama se queda en los tejidos.
Esotéricamente, el miedo que siente el animal mientras espera a ser sacrificado y
el odio que siente por el humano que va a matarlo, cambian la composición de su
carne y aumentan el miedo y la ira en quienquiera que la coma. Cuanta más violencia
se emplee en la obtención de nuestra comida, más violentas serán nuestras vidas.
Además, puesto que los residuos de la digestión se eliminan parcialmente con el
sudor, un comedor de carne se pasa el día envuelto en su propio olor corporal,
aspirando productos químicos que fomentan el miedo y la ira, y proyectando ese
miedo y esa ira hacia los demás.

Alimentos para cada constitución

Cada sustancia alimenticia tiene su propia personalidad, una personalidad relativa


al sabor, que actúa recíprocamente con la conciencia y la afecta. Esos efectos, como
los de la carne, son complejos y no resulta fácil conocerlos del todo. El conocimiento
del sabor, la energía y el efecto postdigestivo facilita la predicción de los efectos,
aunque también hay otras cualidades que influyen en el resultado. Las observaciones
que siguen a continuación dependen del estado de cada cual: sus alergias
alimenticias, su capacidad digestiva y el nivel actual de agravamiento de las doshas.
El mismo néctar de la inmortalidad es veneno para todo aquel que no pueda digerirlo.
Los artículos alimenticios relacionados más abajo para cada tipo de constitución son
los artículos normalmente indicados para esa constitución. Las listas no son
exhaustivas.

Alimentos para constituciones vata

Por lo general los alimentos dulces, agrios y salados son indicados para la
gente V, ya que satisfacen al sistema y reducen su inseguridad de estar bien
alimentado. Los alimentos amargos, picantes y astringentes no son tan beneficiosos
porque secan el sistema y aumentan la inestabilidad emocional, especialmente la
inseguridad. Deben evitarse grandes cantidades de cualquier sabor porque vata se
agrava con el exceso.
Cereales - El cereal más sustancioso para los V es el trigo, pero es pesado y es
fácil volverse alérgico a él. Son indicados la avena y el arroz bien cocidos. El
alforfón, el maíz, el mijo y el centeno tienden a ser secantes y por consiguiente no tan
indicados para V como los otros, pero como los cereales son nutritivos como grupo y,
por tanto, convenientes para la gente V, se incluyen éstos también para variar. Sobre
todo deben cocerse con mucha agua, añadiendo mantequilla, gui o aceite para reducir
su sequedad. Las gachas de arroz son óptimas para quienes tengan una digestión

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catastrófica. El pan con levadura no es un buen alimento básico para las personas V
porque la fermentación lo deja lleno de burbujas de gas. Es mejor el pan sin levadura,
pero ya que el pan de cualquier tipo es algo secado al horno, para las personas de
tipo V son siempre preferibles los cereales recién cocidos.
Verduras - Para vata las verduras son más indicadas cocidas que crudas. Incluso
algunas verduras que no aparecen en la lista V como las setas, las berenjenas, los
guisantes y las espinacas, son convenientes para la gente V si están bien cocidas y
sólo se comen de vez en cuando. Otras como la cebolla y el gombo, que sí aparecen
en la lista, suelen causar problemas a los V si las comen crudas. Las verduras más
ásperas y duras, como el apio, se digieren mejor en jugo. Las ensaladas de verduras
de hoja, como perejil, cilantro, lechuga, espinacas y coles de Bruselas, son todas ellas
indicadas para los V si se comen de vez en cuando con un buen aliño de aceite o
crema.
El pepino, la calabaza y el calabacín pueden comerse esporádicamente si están
bien cocidos con aceite. El tomate crudo no es indicado para los V, pero la salsa de
tomate cocida acompañando un plato de pasta, por ejemplo, puede ser aconsejable
porque se han eliminado las indigestas piel y semillas del tomate. Si un individuo V
tiene las articulaciones o los músculos anquilosados y doloridos, indicativos de ama
profundamente incrustados, debe renunciar definitivamente a las espinacas, las
patatas, los tomates, las berenjenas y los pimientos.
Las verduras más indicadas para las personas de tipo V incluyen:

ajos, apios, batatas, castañas de agua, cebollas, chirivías, colinabos, espárragos,


gombos, judías verdes, nabos, rábanos, remolacha, zanahorias.
Frutas - La mayoría de las frutas son buenas para los V, excepto las de naturaleza
astringente como los arándanos y las granadas, o las secantes como la manzana. Sin
embargo, son aceptables la salsa de arándanos y el jarabe de granada, así como las
manzanas cocidas en agua o al horno o la salsa de manzana. Está permitido el zumo
de granada dulce. Todos los frutos secos, incluidos los dulces como los higos y las
uvas pasas, son inadecuados para los V a menos que se les devuelva su normal
jugosidad poniéndolos en remojo o, mejor aún, cociéndolos, que al mismo tiempo los
calienta.
Hay que evitar la fruta inmadura, especialmente los plátanos, que verdes son
astringentes. Los plátanos maduros, sin embargo, son indicados porque, usados con
buen sentido, pueden controlar tanto la diarrea como el estreñimiento y calman el
intestino. Los mangos y los albaricoques son especialmente indicados. El abuso de
melones puede causar trastornos tanto de vata como de kafa que pueden evitarse
añadiendo al melón hinojo, clavo, pimienta negra o pimentón como antídoto.
Las frutas indicadas para los V incluyen:

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aguacates, albaricoques, bayas, caquis, cerezas, ciruelas, cocos, dátiles, higos,
limones, mangos, melocotones, melones, naranjas, nectarinas, papayas, peras,
piñas, plátanos, pomelos, uvas.
Productos cárnicos - Los V son las únicas personas que realmente necesitan
alimentos de origen animal en su dieta porque precisan las proteínas completas que
dichos alimentos proporcionan. Sin embargo, el exceso de carne debilita rápidamente
la inestable digestión V. Aunque se digieran bien, el uso prolongado de alimentos
ricos en proteínas acaba incrementando vata porque el residuo de digerir la proteína
aumenta el volumen de desechos nitrogenados del cuerpo.
Muchos V cubren su necesidad de proteína animal con un uso juicioso de los
productos lácteos. Aparte de eso, los huevos, el pollo, el pavo, el pescado fresco y el
venado son por lo general indicados para los V. De entre las carnes rojas disponibles
en el comercio sólo deben comer la de cabra o cordero, que puede contribuir a veces
a equilibrar temporalmente el sistema. Mientras que la de cabra es indicada para la
gente V, la de cordero no debe consumirse regularmente. La carne de vaca sólo está
permitida cuando sea absolutamente necesaria para «poner en tierra» a la persona V.
Hay que tener cuidado con el marisco porque puede provocar alergias. Los huevos
deben ser revueltos, a ser posible con leche, o escalfados; no deben comerse
regularmente huevos fritos.
Legumbres - Las legumbres son el equivalente de la carne en el reino vegetal.
Son ricas en proteínas de difícil digestión cuyo subproducto metabólico son residuos
nitrogenados. El nitrógeno es un gas, y cualquier gas incrementa vata. El nitrógeno
ha llegado a revelarse indispensable para el desarrollo de determinados tipos de
cáncer que no soportan el oxígeno. La forma de prevenirlos es evitar el exceso de
proteína. La judía mongo es el más indicado de los alimentos ricos en proteínas por
ser el más fácil de digerir y el que menos altera la mente. Los cacahuetes fomentan la
coagulación de la sangre, por lo que no debe comerlos nadie que tenga la circulación
deteriorada.
Las legumbres han de cocerse con cúrcuma para evitar que intoxiquen la sangre,
con semillas de comino y cilantro para avivar el fuego digestivo y con jengibre, ajo o
asafétida para evitar que vata resulte alterada. Hay que añadir un poco de aceite a la
cocción con el mismo propósito de controlar vata. El incremento de vata debido a las
judías o los guisantes suele presentarse en forma de gases intestinales, que pueden
reducirse teniendo en remojo las legumbres durante al menos una hora antes de
cocerlas y desechando el agua resultante. Si aun así producen demasiados gases,
hervir las legumbres entre cinco y diez minutos en agua abundante y desechar el
líquido antes de empezar a cocerlas.
En la India, los guisantes y las lentejas se emplean casi siempre partidos. Al
partirlos queda expuesta al proceso de cocción una superficie mayor de la legumbre y
se elimina la indigesta piel exterior. El mejor modo de preparar las legumbres

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partidas es hacer con ellas una sopa muy especiada y comerlas con cereales. Si no se
dispone de alubias y guisantes partidos pueden dejarse germinar y luego quitarles la
cáscara mediante lavado.
Los V sólo deben comer una pequeña cantidad de legumbres en una comida
cualquiera. Incluso el tofu, que está predigerido, puede agravar vata si se consume
diariamente en grandes cantidades durante un largo período. Las legumbres más
indicadas para las personas V son las lentejas negras, las lentejas rojas, los garbanzos,
las judías mongo y el tofu. Las lentejas negras son muy fortificantes, pero también de
digestión muy pesada. Conviene tenerlas mucho tiempo en remojo antes de cocerlas
con un suplemento de ajo o asafétida.
Nueces y semillas - La almendra es la mejor de todas las nueces. No hay que
comerlas nunca con piel, que irrita el revestimiento del intestino, ni escaldarlas.
Deben dejarse en remojo toda la noche y pelarlas a la mañana siguiente. Diez
almendras cada mañana suministran al cuerpo los nutrientes necesarios para todo el
día. Las semillas de calabaza son un tónico cerebral. El exceso de productos del
sésamo, al ser difíciles de digerir, deteriora gradualmente el tono del tracto
gastrointestinal. Todas las nueces y semillas son indicadas para la gente V, pero
demasiado concentradas para consumirlas regularmente a menos que hayan sido
transformadas en leches o mantequillas. La comida superconcentrada, que resiste a la
penetración de los jugos gástricos, es una de las principales causas de indigestión
debida a vata.
Aceites - En general, el mejor aceite es el de sésamo y el peor el de alazor, pero
cualquier aceite es bueno para V. El aceite de almendras está indicado para el cerebro,
los de coco y sésamo para el pelo y el de mostaza para la piel.
Productos lácteos - Todos los productos lácteos son indicados para las personas
de tipo V que no sean alérgicas a ellos. Los quesos secos deben comerse con
moderación; al ser tan compactos y concentrados, hay que prepararlos en forma más
líquida como la «fondue» o el chile con queso. El yogur, mezclado con agua y
condimentado con jengibre, comino u otras especies similares, ayuda a eliminar vata
del sistema.
Endulzantes - El dulce reduce vata. Los V pueden tomar cualquier endulzante
con moderación, excepto el azúcar blanco, que para ellos es tóxico. La miel puede
tomarse a placer pero nunca cocida. El exceso de dulce acaba incrementando vata.
Especias - En pequeñas cantidades, todas las especias, y sobre todo el jengibre y
el ajo, son buenas para los V y los VK. Los V tienden siempre a abusar de las
especias con la esperanza de mejorar sus capacidades digestivas, pero el exceso de
especias calientes acaba agravando vata. La gente VP debe ser prudente con las
especias porque el aspecto V de su naturaleza las ansia mientras que el aspecto P
puede resultar seriamente agravado por ellas. La asafétida es una de las especias más
indicadas para controlar vata, pero no debe tomarla nadie con demasiado calor en el
hígado o en la mente. La infusión fría de hinojo o de sándalo salva cualquier efecto

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nocivo de la asafétida en una persona V; las personas de otros tipos pueden valerse de
la granada o la manzana.
Vicios - Se incluye este apartado porque de vez en cuando los seres humanos caen
presa del vicio. Si hemos de pecar, hagámoslo al menos sabiamente y evitemos ser
víctimas de la culpa o los efectos secundarios. Nadie debe tomar nunca habitualmente
una sustancia intoxicante.
La gente V es propensa a la adicción. Debe evitar cualquier vicio, incluidos sobre
todo el tabaco, el azúcar y la cafeína. Medio vaso de vino diluido con agua, durante o
después de la comida, es beneficioso para las personas V; cantidades mayores de
alcohol pueden resultar nocivas. Los V deben evitar cualquier vino que sepan que
contiene aditivos químicos. La cerveza, por su contenido en levadura, no es tan
indicada para los V como el vino, y los licores fuertes son demasiado intensos para la
constitución V. La intensidad es de por sí embriagadora para la gente V, pero la
intensidad fomenta la irregularidad. Son más indicadas la relajación y la meditación.

Alimentos para constituciones pitta

La gente P debe evitar el agrio, el salado y el picante, los sabores «calientes», y


concentrarse en el dulce, el amargo y el astringente, los sabores «fríos». Mientras que
los V deben evitar especialmente la cafeína y el azúcar, los P deben hacerlo sobre
todo con la carne, los huevos, el alcohol y la sal. Todas esas sustancias aumentan la
agresividad y la impulsividad naturales de pitta. Los cereales, la fruta y las verduras
enfrían el calor de pitta y deben constituir la mayor parte de la dieta P. El
vegetarianismo es lo más indicado para las personas P; Todo P debe hacer un
esfuerzo sincero por convertirse en vegetariano.
Cereales - La cebada es el cereal supremo para la gente P porque es refrescante y
secante a la vez y ayuda a reducir el exceso de ácido gástrico. A continuación va el
arroz, seguido de la avena y el trigo. El alforfón, el maíz, el mijo y el centeno son
todos ellos caloríficos y los P no deben consumirlos habitualmente. El pan con
levadura no es indicado para pitta por la acidez que se produce durante la
fermentación, pero son indicados los panes sin levadura.
Verduras - Los P pueden comer verduras durante todo el día y sólo deben
preocuparse de evitar las verduras agrias como el tomate y las picantes como los
rábanos. Los tomates, en la forma que sea, están prohibidos. Hay que evitar el ajo. La
remolacha, la zanahoria y el rábano daikon purifican el hígado y ayudan a los P a
controlar pitta siempre que pitta no esté ya agravada. Si pitta está alterada deben
evitarse.
Las cebollas blancas o pardas cocidas al vapor son buenas de vez en cuando para
la gente P porque dichas cebollas, aun siendo picantes, pierden lo picante con la
cocción y quedan completamente dulces. Las cebollas encarnadas y moradas son

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demasiado picantes para los P, como lo son todas las variedades de pimientos. Las
espinacas con requesón o a la crema suelen satisfacer a las personas de tipo P. Deben
evitarse incluso las verduras permitidas normalmente, como el perejil, si en virtud del
estado o las condiciones de crecimiento saben más agrio o más picante de lo normal.
Asimismo, las verduras no citadas en la lista siguiente son permisibles cuando un
ejemplar concreto sea más dulce de lo corriente.
Las verduras más indicadas para los P son:

apio, berros, brécol, brotes, calabacín, calabaza, castañas de agua, cilantro, col, col
de Bruselas, coliflor, espárragos, gombos, guisantes, judías verdes, lechuga,
patatas, pepino, perejil, setas, verduras de hoja.
Frutas - Los P deben comer frutas dulces y evitar las agrias. No deben comer
pieza alguna de las frutas relacionadas más abajo que por casualidad esté agria; esto
se refiere especialmente a las manzanas, las cerezas, las uvas, las naranjas, las piñas y
las granadas. Asimismo, cualquier fruta no incluida en la lista, como las bayas, puede
comerse si es excepcionalmente dulce. Por lo general la papaya es demasiado caliente
para la constitución P. Las bananas, aun siendo dulces y de reconocida utilidad para
curar las úlceras, tienen un efecto postdigestivo agrio y las personas de tipo P no
deben consumirlas habitualmente. Los higos y las uvas son especialmente indicados
para los P, ya que ambos son dulces y actúan como laxantes. La uva es la reina de las
frutas, y el mango es el rey. Aunque los limones y las limas son agrios, reducen pitta
si se usan con moderación; su abuso, sin embargo, sobre todo del limón, incrementará
pitta.
Las frutas siguientes son las más indicadas para los P:

aguacates, albaricoques, caquis, cerezas, ciruelas, cocos, frutos secos, grandas,


higos, limones, mangos, manzanas, melocotones, melones, naranjas, nectarinas,
peras, piñas, uvas.
Productos cárnicos - Las personas P no deben probar el pescado porque es
«caliente» y suele provocar alergias. Las yemas de huevo son calientes, y las claras
refrescantes. Los P pueden digerir los productos cárnicos, pero por lo general deben
evitarlos, pues contaminan la sangre y fomentan la agresividad y la irritabilidad. La
gente P puede permitirse el pollo, el pavo, el conejo y el venado.
Legumbres - A las personas P les cuesta poco digerir cualquier comida, pero
deben procurar no excederse con las legumbres porque los mismos residuos
nitrogenados que agravan vata también agravan pitta a causa de su acidez. Sin
embargo, cualquier legumbre es buena excepto las lentejas rojas y amarillas. Las
legumbres más indicadas para los P son las lentejas negras, los garbanzos, las judías
mongo y el tofu.

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Nueces y semillas - La mayoría de las nueces y semillas son demasiado calientes
y untuosas para las personas de tipo P. El coco está indicado para los P porque, si bien
es untuoso, también es muy refrescante. La leche de coco recién exprimida es
excelente para la pitta agravada. También están permitidas las semillas de calabaza y
girasol.
Aceites - Los P deben evitar los aceites, pero pueden consumir pequeñas
cantidades de aceite de almendras o cantidades mayores de aceite de coco, oliva o
girasol.
Productos lácteos - Todos los productos lácteos dulces, como la leche, la
mantequilla sin sal y el gui, son indicados para las personas de tipo P; no lo son en
cambio los productos agrios. El yogur puede tomarse si se sazona con canela o
cilantro y unas gotas de zumo de limón, se le añade un endulzante y se mezcla con
agua a partes iguales. La gente P debe usar quesos tiernos sin sal; los quesos secos
deben limitarse estrictamente.
Endulzantes — Pitta se alivia con dulces. Los P son los que más provecho sacan
de la comida dulce, incluido el azúcar, porque los dulces reducen el calor. Por eso los
habitantes de países cálidos pueden tomar más azúcar y sufrir menos por ello que los
habitantes de climas más fríos. La melaza es «caliente» y los P no deben usarla.
Teóricamente, el exceso prolongado de miel, que también es «caliente», puede
agravar pitta.
Especias - Las especias aumentan la típica impaciencia agresiva de P. Los P
deben resistir a la tentación de hacerse adictos a las especias y sirviese únicamente de
las especias refrescantes relacionadas a continuación. La mostaza debe ser suprimida
y la sal eliminada o reducida drásticamente de la dieta P. El comino, por ser caliente,
se emplea siempre con cilantro para compensarlo. Las especias más indicadas para
uso corriente de las personas P son el cardomomo, la canela, el cilantro, el hinojo y la
cúrcuma, además de pequeñas cantidades de comino y pimienta negra.
Vicios - El tabaco es demasiado caliente para el sistema P, así como el alcohol.
Sin embargo, una cerveza de vez en cuando puede ayudar a P a relajarse. El té negro
es astringente y puede tomarse alguna que otra vez. El café es picante e irritante para
el hígado, por lo que no se debe tomar habitualmente. El uso prolongado de café
debilita el fuego digestivo, recalienta la sangre y produce síntomas tales como
emaciación, dolor de cabeza, palpitaciones y dificultades respiratorias. El tratamiento
para la adicción al café debe ir dirigido tanto a vata como a pitta y debe servirse de
leche, gui y mantequilla en abundancia para contrarrestar sus efectos.

Alimentos para constituciones kafa

La gente K tiene que concentrarse en los alimentos amargos, picantes y


astringentes, que vigorizan sus cuerpos y mentes, y evitar las sustancias dulces, agrias

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y saladas que los ayudan a mantenerse aferrados a sus costumbres. Los K nunca
deben comer cosas fritas o grasientas y deben evitar los productos lácteos. La grasa es
el peor alimento posible para las personas de este tipo. Los vegetales son lo más
indicado para los K, que deben limitar la cantidad total de comida que ingieren.
Cereales - La gente K necesita menos de los cereales que la V o la P. Los cereales
más indicados para los K son los calientes y secantes como el alforfón y el mijo,
seguidos de la cebada, el arroz y el maíz. A las personas K les van mejor los cereales
tostados o cocidos en seco. Cualquier pan ha de estar tostado; si no, mejor evitarlo. El
trigo es demasiado pesado, frío y untuoso para convenir a los K.
Verduras - Todas las verduras son indicadas para K excepto las patatas, los
tomates y las castañas de agua. El pepino, aunque dulce, también es amargo y
astringente y por lo tanto no agrava kafa. La gente K debe evitar las verduras muy
dulces, muy agrias y las muy jugosas. Por lo demás, pueden comer tantas verduras
como quieran y tantas veces como les apetezca. Las verduras de hoja y las que
contienen semillas (como la calabaza) son preferibles a las verduras de raíz, que son
más terrosas por naturaleza. Las verduras caídas son buenas; las verduras hervidas o
salteadas son más fáciles de digerir. Los pimientos son adecuados para las personas
de tipo K. Los K que abusan de las guindillas, la pimienta de cayena u otras especias
picantes pueden recurrir al gui para contrarrestar cualquier agravamiento de pitta que
pueda derivarse.
Frutas - La gente K debe evitar tanto las frutas muy dulces como las muy agrias,
además de las muy jugosas. Son indicadas las frutas secas como las ciruelas pasas.
Las mejores frutas para los K son las manzanas, los albaricoques, los arándanos, los
mangos, los melocotones, las peras y las granadas.
Productos cárnicos - Los K raramente necesitan ningún producto cárnico porque
su carne se nutre adecuadamente con otros alimentos. Cuando comen carne, ésta debe
ser asada, a la parrilla, al horno o en cualquier otra preparación seca, pero nunca frita.
Pueden comer pollo, huevos, conejo y venado.
Legumbres - Las personas K no deben abusar de las legumbres como tampoco
deben hacerlo de la carne porque sus cuerpos no necesitan grandes cantidades de
proteína. No obstante, para los K son mucho más indicadas las legumbres, por su
carencia de grasa animal, que la carne. Aun así las personas K deben evitar las
legumbres más pesadas, como las lentejas negras, las alubias y la soja. Los K pueden
permitirse el tofu muy cocido en pequeñas cantidades; cantidades mayores pueden
incrementar kafa. Las legumbres más indicadas para los K son las judías negras, las
judías mongo, las judías pintas y las lentejas rojas.
Nueces y semillas - Las personas K no necesitan la pesada y untuosa energía de
las nueces y semillas, y deben evitarlas. De vez en cuando pueden comer semillas de
girasol y calabaza.
Aceites - La gente K debe evitar el uso de aceites. Cuando sea necesario puede
usar aceites de almendra, maíz, cártamo o girasol.

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Productos lácteos - Las personas de tipo K no necesitan de las pesadas, untuosas,
viscosas y frías cualidades de los productos lácteos, que son muy parecidas a las
propias cualidades de kafa. Están indicadas pequeñas cantidades de gui y la leche de
cabra es mejor que la de vaca porque es «más caliente». La leche de cabra está
indicada para las enfermedades respiratorias en cualquier constitución.
Endulzantes — Kafa se incrementa con los dulces, por lo que los K no deben
hacer uso de ningún endulzante excepto la miel pura, que ayuda a reducir kafa.
Especias - Los K encuentran útiles las especias que despiertan su organismo;
pueden tomar cualquier especia excepto la sal, que aumenta kafa directamente. Como
en el caso de los V, las más indicadas son el jengibre y el ajo.
Vicios - Sólo los K puros pueden beneficiarse realmente del uso esporádico de
estimulantes. El té negro es indicado para ellos, y el café, aceptable. Fumar de vez en
cuando no es tan malo para los K como para los V o los P, porque el calor y la
sutileza del humo contribuyen a reducir kafa. Sin embargo, fumar en exceso aumenta
kafa inevitablemente. En realidad las personas K no tienen ninguna necesidad de
tomar alcohol, pero si lo hacen deben evitar la cerveza y beber sólo vino, o algún
licor diluido. Sólo los K puros pueden probar los licores.
Las recomendaciones anteriores son sólo directrices. Cada cual habrá de descubrir
por sí mismo qué normas le conviene más seguir y cuáles puede ignorar de vez en
cuando sin peligro. Hay que evitar en lo posible los alimentos inadecuados para la
propia constitución, pero puestos a engañarnos, hagámoslo en el momento oportuno.
Las personas P a las que les apetezca la comida picante, no deben tomarla a
mediodía o en verano, cuando pitta está en su punto más alto, sino sólo por la mañana
temprano o al anochecer, en otoño o en invierno, cuando kafa las protege. Las
personas de tipo K, a quienes les apetezca la comida pesada y espesa, deben evitarla
por la mañana y el anochecer, en invierno y primavera, y comerla tan sólo los
mediodías de verano, cuando pitta puede facilitar la digestión. Los V no deben tomar
comida basura, que estimula vata, por la tarde o en otoño, cuando vata predomina
naturalmente; deben limitarse a la mañana o el mediodía, en primavera o verano,
cuando la influencia de kafa o pitta es mayor.

Prakritis duales

En términos generales, una persona VP debe seguir una dieta reguladora de vata
en otoño e invierno, y una dieta reguladora de pitta en primavera y verano. Como el
picante incrementa tanto vata como pitta y el dulce regula ambas doshas, los VP
deben evitar sobre todo la comida especiada y picante y la ira que engendra, y buscar
la dulzura en todo lo que hacen, especialmente en la comida.
La gente PK debe seguir una dieta reguladora de pitta desde finales de primavera
hasta principios de otoño, y una dieta reguladora de kafa desde finales de otoño hasta

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principios de primavera. El amargo y el astringente son los sabores más indicados
para los PK, así como la buena disposición que los acompaña a aceptar el cambio y la
falta de seguridad, porque ambos regulan tanto pitta como kafa. El agrio y el salado,
con su envidia y su hedonismo, son doblemente peligrosos para las personas PK
porque ambos incrementan tanto pitta como kafa.
Los VK deben concentrarse en controlar vata en verano y otoño, y kafa en
invierno y primavera. Puesto que tanto vata como kafa son frías y necesitan calor, los
VK deben preferir el agrio, el salado y el picante, los sabores «calientes», al dulce, el
amargo y el astringente, los sabores «fríos». En verano y otoño pueden dar
preferencia al agrio y el salado, pero deben compensarlo con el dulce. En invierno y
primavera pueden dar preferencia al picante, pero deben compensarlo con el amargo
y el astringente.

Productos alimenticios específicos

Aun cuando el arroz integral está lleno de nutrientes, en la India se viene usando
el arroz pulido desde tiempo inmemorial. El arroz integral es de textura demasiado
áspera para los V, demasiado caliente para los P y demasiado pesado para los K para
consumirlo habitualmente. El arroz basmati es indicado para uso corriente porque se
ha cocido a medias antes de pulirlo. Esta media cocción introduce las vitaminas y los
minerales en lo más profundo del grano de modo que sólo se pierden pequeñas
cantidades durante el proceso de molienda. Quien prefiera usar arroz basmati pulido
ha de cerciorarse de que las variedades locales sean cocidas a medias antes de
pulirlas, o bien comprar una variedad importada en un almacén de productos indios.
La leche está destinada a las personas que tienen una digestión poderosa, a las
muy activas sexualmente y a las que están emaciadas a causa de cualquier otra
actividad productora de vata y necesitan descansar y dormir. La sopa de judías mongo
puede sustituir a la leche si no se dispone de ésta o está desaconsejada. Algunos
yoguis viven sólo de leche porque es el único alimento dado gustosamente por un ser
para alimentar a otro. Sus efectos secundarios en la mente son prácticamente nulos y
fomenta los sentimientos maternales en quien la bebe. La fruta y la miel también son
alimentos destinados a otros seres, pero no se renuncia a ellos de buena gana y su
consumo por los humanos puede privar a sus destinatarios originales de una
oportunidad de vivir. Todos los demás alimentos, incluidas las nueces, las semillas y
los cereales, implican la muerte de otro ser.
La leche también facilita la integración de la conciencia. El resto de proteína
animal procede de la carne y hunde la conciencia en la carne. Ello desalienta la
ruptura liberadora de las limitaciones terrenas que requiere el progreso espiritual. La
proteína vegetal, al ser de composición tan distinta a la proteína animal, aun siendo
saludable resulta a veces insuficiente para que la conciencia arraigue en el cuerpo con

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la suficiente firmeza. La leche es el único alimento que combina la esencia sáttvica de
las plantas con la sólida terrenidad de los animales.
Algunos autores sostienen que la leche sólo sirve para los animales jóvenes y no
deben consumirla los adultos. Si bien es verdad que algunas personas son
genéticamente incapaces de digerir correctamente la leche, no está justificado inferir
que la leche sea mala para todo el mundo. Por ejemplo, la dieta de la tribu masai de
Kenia se compone casi exclusivamente de leche. Los masais son temidos como
guerreros, pero nunca matan a los animales de la selva y sólo en raras ocasiones
sacrifican su ganado para comer, porque creen muy firmemente que todos los seres
tienen derecho a la vida. ¿Es posible que siglos de consumo de leche hayan
fomentado en ellos tal actitud?
Se culpa erróneamente a la leche de muchas enfermedades. No conviene:

Bebería fría. La leche es de energía fría, y servirla a temperatura del frigorífico


agrava su frialdad y pesadez.

Homogeneizarla. La homogeneización transforma la grasa y la vuelve indigesta,


lo que fomenta la formación de ama.

Tomarla con otros alimentos. La leche es un alimento complejo y completo y


debe tomarse sola, o con gui y miel. No obstante puede cocerse con ciertos
alimentos como los cereales.

Tomarla en exceso. Una pinta de leche (alrededor de medio litro) de un tirón suele
ser más que suficiente para que el sistema la trate a la vez.

Tomarla sin condimentar. Añadir una pizca de azafrán a la leche caliente


aumenta enormemente su digestibilidad. En su lugar se puede usar cúrcuma y
jengibre, así como cardamomo, canela, nuez moscada o clavo. La miel por sí sola
también reduce la tendencia de la leche a producir kafa.
La mantequilla es un tónico cerebral, sobre todo después de clarificada y
convertida en gui. Una cucharada de gui derretido con media cucharadita de azúcar o
jarabe de arce contribuye a promover la serenidad mental en las personas de tipo P.
Sustituyendo el azúcar por una cucharadita de miel contribuye a promover la
cohesión mental en las personas de tipo V. El gui aumenta el fuego digestivo sin
aumentar pitta, ayuda a eliminar los efectos de los venenos, fomenta la belleza,
mejora la tez y su brillo y es afrodisíaco. Promueve la estabilidad mental y la
inteligencia y es un buen vehículo para la mayoría de las hierbas medicinales.
El gui y la miel tomados juntos se potencian mutuamente, pero nunca deben
mezclarse en cantidades iguales. Hay que tomar más gui que miel (al menos 2: 1) si

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se desea mejorar la salud de los tejidos, y más miel que gui (al menos 2: 1) si lo que
se persigue es incrementar la capacidad digestiva.
La miel es a la vez un alimento y una medicina. Es óptima como medicina
porque, igual que el veneno, se propaga inmediatamente por todo el cuerpo y llega
hasta los tejidos más profundos sin pasar antes por la digestión. El veneno destruye
los tejidos, mientras que la miel, al haber sido predigerida para servir de alimento a
las ponzoñosas crías de abeja, los nutre. La miel es indicada para el corazón y la
vista, facilita la curación de heridas si se aplica sobre ellas directamente, elimina
toxinas del cuerpo y transporta cualquier hierba que se le añada al interior de los
tejidos. También es afrodisíaca. La miel no se debe usar nunca para guisar u hornear,
pues el calor extremo incrementa sus cualidades tóxicas y hace que produzca ama en
el cuerpo. Para cocinar es más indicado el uso de maltosa de cebada, jarabe de
salvado de arroz o azúcar de dátil.
La sal es intensa, caliente, pesada y untuosa. Si se toma en exceso produce un
rápido envejecimiento del cuerpo aumentando las arrugas, la calvicie y la caída
irregular del cabello, provocando enfermedades de la sangre y la carne, aflojando los
músculos y las articulaciones y promoviendo la vulnerabilidad, el letargo, el
debilitamiento y la disminución de la capacidad de trabajo. Reducir la sal en la dieta
puede hacer que vivamos más tiempo y más sanos. Las personas P y K, en particular,
deben intentar suprimir la sal de sus dietas, y los V comer sólo la justa para mantener
vivos sus fuegos digestivos. La mejor de las sales es saindhava, una variedad de sal
gema procedente de la región del Sindh, en Pakistán, que no hace retener agua al
cuerpo como la mayoría de las sales.
El yogur incrementa kafa porque sus cualidades son casi exactamente iguales a
las de kafa. La miel disminuye las cualidades productoras de kafa del yogur y las
especias las contrarrestan aún más. Añadir agua al yogur condimentado lo diluye, y
batirlo rompe su estructura gelatinosa reduciendo su viscosidad. La mezcla resultante
agrava muy poco kafa y estimula grandemente la digestión. Quien no sea alérgico a
los productos lácteos debe tomarse una taza al final de cada comida.

Adicción y sabor

Los humanos solemos habituarnos a alimentos que no nos sientan bien a causa de
sus efectos intoxicantes. Las personas V, por ejemplo, se quedan a menudo
hipoglucémicas porque les encanta comer azúcar, ya que el azúcar proporciona
satisfacción inmediata y controla temporalmente la irregularidad mental que genera
vata. Las personas P pueden habituarse a la carne o las especias calientes que
inflaman pitta y las hacen más obsesivas, intensas, interesadas e impacientes. Las
personas K pueden revelarse habituadas a los alimentos grasos y pesados que
refuerzan su autocomplacencia innata.

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Todos nosotros nos valemos de la comida para influir en nuestra conciencia. La
mayoría, sin embargo, preferimos perpetuar nuestra vieja idiosincrasia y nuestros
rasgos personales en vez de mejorarlos con una dieta equilibrada según nuestra
constitución. Vivimos en un mundo veloz en el que muchos tratamos de ir todavía
más de prisa de lo que el mundo nos obliga. Cuando un individuo ha invertido tanto
en su personalidad que cree que ya no puede permitirse cambiarla, empieza a valerse
de muletas que le ayuden a enfrentarse con el ritmo de la vida. Cuando se usan
muletas, se corre el riesgo de acabar dependiendo de ellas.
Uno puede volverse adicto a casi todo. Todas las adicciones son
fundamentalmente idénticas, aun cuando las sustancias difieren en su poder de
adicción, porque a lo que la gente se vuelve adicta es a las sensaciones. Las
sensaciones se deben a cambios químicos en el cerebro. La música inspiradora, las
obras de arte, las maravillas de la naturaleza, las películas, el ballet, las obras de
teatro, los libros, los acontecimientos deportivos, los desfiles, los perfumes, la
comida, el juego, el ejercicio, el sexo y todo aquello que nos colma de sensaciones
estremecedoras nos proporciona placer por mor de moléculas internas.
Ciertos investigadores creen que las sensaciones se producen cuando se liberan
unas moléculas denominadas endorfinas. Una sustancia llamada naloxone bloquea
esas moléculas e impide que la música nos inspire, las películas nos conmuevan o los
desfiles nos provoquen un nudo en la garganta. Otros investigadores atribuyen las
sensaciones a la adrenalina y otras hormonas, y algunos, como Vimalananda,
consideran un incremento del riego sanguíneo en determinadas áreas del cerebro
como la causa de la exaltación. Cualquiera que sea la causa concreta, la química está
en la base de las sensaciones y las adicciones.
Nuestra sociedad está plagada de adicciones porque ansiamos la intensidad y
requerimos sensaciones cada vez más intensas para satisfacer nuestros anhelos. Los
humanos que se hacen adictos a la intensidad pueden agotar sus moléculas internas de
sensación para luego pasar a ciertos alimentos que los estimulen, o tomar drogas
como sustitutos. La adicción a las drogas reduce la sensibilidad para con las
sensaciones más sencillas de la vida y debilita la propia humanidad. Las ratas a las
que se administra morfina pierden todo instinto maternal y se abstienen de enseñar la
conducta maternal a sus crías. El naloxone devuelve su conducta a la normalidad. Las
endorfinas, que son opiáceos elaborados internamente, pueden tener un efecto
parecido. No podemos permitirnos adquirir insensibilidad al dolor a costa del instinto
maternal, pues para la salud dependemos de la Naturaleza, la Madre Universal.
La sutileza ha pasado de moda en nuestra sociedad. Nuestros sistemas nerviosos
ya no son lo bastante sensibles para funcionar al nivel de «arte, elegancia y cultura»
que según Vimalananda distingue a los seres humanos de los animales de forma
humana, aquellos que han perdido el interés en distinguir entre lo bueno y lo malo.
Los animales también se autoadministran drogas de vez en cuando. Se ha sabido
que los babuinos se sirven del tabaco; los elefantes, los mapaches, los osos, las

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cabras, los cerdos y las ovejas consumen cereales y frutas fermentados por el alcohol;
y los renos, el ganado vacuno y los conejos comparten a veces setas embriagadoras.
Los animales, sin embargo, saben cuándo parar. Los humanos, una vez que se
consagran a la intensidad, raramente lo dejan de buena gana, porque, a diferencia de
los animales, que toman sustancias embriagadoras para un cambio de ritmo ocasional,
se sirven de las muletas para equilibrarse.
La gente V suele volverse adicta a sustancias que mitigan su dolor y su
inseguridad. La gente P abraza las adicciones que la mantienen en el alto nivel de
actividad que asocian con el éxito. La gente K suele caer en la adicción sin darse
cuenta por culpa de malos hábitos alimenticios que no logran cambiar. La adicción al
dulce es un buen ejemplo de cómo se desarrollan las adicciones.
El dulce produce satisfacción a ahamkara. Si buscamos satisfacción en la comida
antes que en la vida, podemos convertirnos en adictos al dulce. Si no tenemos
cuidado en seleccionar alimentos dulces saludables, como la fruta y los cereales
integrales, seguramente caeremos víctimas de las comidas basura repletas de azúcar,
como los buñuelos, para completar la dosis de dulce. Si tomamos gran cantidad de
azúcar blanco durante mucho tiempo, nos volvemos hipersensibles a él. Ello agota la
capacidad de nuestro sistema para digerirlo y agrava vata, que aumenta con cualquier
tipo de agotamiento. Luego vata exagera la diferencia entre los niveles superior e
inferior de azúcar en la sangre. El grado de variación entre ambos viene determinado
por la intensidad del trastorno de vata y a su vez determina la gravedad de los
síntomas. El control de vata mitiga los síntomas.
No podemos sacudirnos la adicción al dulce tratando de reemplazarlo lisa y
llanamente por otros sabores. Primero hemos de sustituir el azúcar refinado por otros
alimentos dulces como los cereales integrales para seguir recibiendo regularmente
durante el día nuestra «cuota» de dulce. Podemos recurrir a complementos
ayurvédicos para allanar el «encrespamiento» de la respuesta del sistema a los
carbohidratos provocado por los altibajos de nuestro nivel de glucemia.
Simultáneamente, una dieta y unos hábitos indicados reducirán y equilibrarán vata.
El alcohol es una especie de sustancia superdulce que se metaboliza del mismo
modo que el azúcar. El enorme aflujo de dulce que proporciona el alcohol satisface
enormemente a ahamkara. Los alcohólicos son personas para las que el dulce del
alcohol es tan superior a las otras clases de dulce que se empeñan en seguir
tomándolo. El alcohol en pequeñas cantidades es una medicina, pero su abuso lo
convierte en un veneno. Cuando ingerimos alcohol habitualmente, nuestro sistema se
crea un equilibrio basado en el alcohol, y con el tiempo empezamos a sentirnos
enfermos si dejamos de beber regularmente. Ya somos adictos, aunque no seamos el
clásico alcohólico.
Todo hábito que no se pueda dejar sin infligir un grave daño a la persona física,
mental o espiritual es una adicción. Hay que romper con todas las adicciones, aunque
suele ser mejor dejarlas gradualmente para que el sistema no se desequilibre

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dramáticamente en el proceso. Cada adicción requiere una consideración especial. A
continuación se presentan algunos elementos del enfoque ayurvédico de la
dependencia del alcohol por ser tan extendido su abuso.
La dependencia del alcohol es una forma de dependencia del dulce en la que las
tres doshas están alteradas. Pequeñas cantidades de vinos medicinales controlan las
enfermedades de tipo vata; cantidades mayores de alcohol provocan enfermedades
vata. El alcohol, por su aroma y su sabor calientes e intensos y su naturaleza líquida,
agrava tanto pitta como kafa, lo que genera obstáculos al libre movimiento de vata y
la envicia. Las fases avanzadas del alcoholismo son de naturaleza puramente vata:
andar arrastrando los pies, la mirada perdida, hablar profusamente y sin sentido,
bruscos cambios de humor, delirium tremens y alucinaciones. Todos esos síntomas
reflejan una profunda desigualdad física y mental como consecuencia de la
irregularidad de la vata alterada. Aunque no seamos claramente alcohólicos, primero
tendremos que sosegar vata y luego devolver pitta y kafa a la normalidad si queremos
suprimir el hábito del alcohol.
La medicina moderna ha establecido que existe una clara propensión genética al
alcohol que presenta entre el 7 y el 10% de la población. En otras palabras, que la
tendencia al alcohol pasa de padres a hijos genéticamente. Parece ser que hay dos
tipos de propensión genética al alcohol. La primera, que no necesariamente ha de ser
muy grave, pasa del padre a la madre al hijo o la hija y no suele hacer que el
alcoholismo se desarrolle hasta después de los veinticinco años. El segundo tipo pasa
únicamente de padre a hijo. El individuo afectado puede poner de manifiesto
importantes anormalidades cerebrales heredadas aunque nunca beba, pero la mayoría
de las víctimas empieza a beber a edad tan temprana como los once o los doce años y
se vuelven alcohólicos rápidamente. A diferencia del primer grupo, su
comportamiento suele ser violento.
A menudo, las personas que han dependido del alcohol y luego lo dejan, cambian
su adicción al alcohol por adicciones al café, al que echan montones de azúcar, y a la
comida caliente, agria, salada y picante como las patatas fritas con salsa de tomate y
chile. El café y la salsa de chile, picantes ambos, reemplazan ese aspecto de la
personalidad del alcohol en cuanto al sabor. El uso intensivo de azúcar blanco es el
método más sencillo para que el cuerpo alcance el nivel de consumo de dulce a que el
alcohol le tenía acostumbrado. La salsa de tomate y otras salsas proporcionan los
niveles necesarios de agrio y salado para obligar al ya sobrecargado aparato digestivo
a que trate los pesados fritos, cuyas pesadez y aceite ayudan a reducir vata. Hay que
suministrar todos esos sabores al cuerpo alcohólico para permitir que conserve su
equilibrio relativo. Simultáneamente se emplea el sabor amargo para reducir las
necesidades de intensidad del organismo.
El dulce debe suministrarse por medio de los cereales integrales y las frutas y
zumos de frutas. Los cereales constituyen una fuente estable y regular de azúcar para
la sangre; los zumos de frutas como la uva o la pera deben emplearse para suministrar

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«dosis» rápidas de dulce cuando el cuerpo lo demande. El zumo de granada
proporciona dulce además de astringencia, por lo que resulta más terapéutico para
pitta. Los dátiles son buenas fuentes de dulce porque fortalecen el cuerpo.
El zumo de zanahoria es lo bastante caliente para promover la buena digestión y
lo bastante amargo para ayudar a reducir la necesidad corporal de estimulación
intensa. Es también poderosamente dulce. La satisfacción y el equilibrio que el
cuerpo obtiene del zumo de zanahoria proporciona una enorme satisfacción
subliminal al cerebro, lo que compensa en cierta medida la falta de la agradable
distorsión mental que proporciona el alcohol.
El zumo de zanahoria puede tomarse solo. Se puede añadir remolacha si el hígado
está especialmente alterado. Añadir el rábano largo blanco denominado daikon para
sustentar una digestión débil. La astringencia del pepino sirve para reducir la
apetencia de intensidad y alivia los tejidos inflamados. El mejor complemento es el
cilantro, que es picante pero frío. Se trata de uno de los mejores alimentos disponibles
para reducir la ira porque expele el calor tanto del cuerpo como de la mente. Si la
digestión es muy débil se puede preparar una sopa cociendo juntos el rábano y la
zanahoria en una olla a presión con una tajada de remolacha, o picar los vegetales y
preparar un khichadi con judías mongo y arroz y esparcir cilantro por encima.
La leche de coco fresca es un dulce excelente a menos que la debilidad del hígado
nos obligue a un consumo restringido de grasa. Suele encontrarse embotellada en los
almacenes de productos dietéticos. En caso contrario hay que rallar la pulpa de un
coco fresco, ponerla en una batidora y cubrirla con el agua justa para que quede
empapada del todo. Una vez batida se exprime, se añade más agua fría y se repite el
proceso. Luego hay que añadir agua caliente, y después de exprimirla se desechan los
restos de la pulpa. El coco es refrescante y de digestión pesada; su pesadez contribuye
a satisfacer la apetencia de comida pesada del alcohólico.
El zumo de lima o limón debe aportar el sabor agrio de la dieta, y el sabor salado
debe proceder del vares u otras algas marinas en polvo o de alguna preparación
líquida de aminoácidos. De poderse conseguir, el fruto del amalaki es la mejor fuente
de agrio. La mejor fuente de picante es el jengibre seco, pero hay que usarlo con
precaución para evitar mayores trastornos de pitta.
Una laxación suave es una purificación indicada para quien haya abusado del
alcohol, ya que elimina el calor acumulado en el hígado aquejado del incremento de
pitta. El amargo puede obtenerse de los compuestos arogya, vardhini y tikta, o de un
surtido de plantas solas que incluye la genciana, el agracejo y al áloe, cada una de las
cuales limpia de toxinas el hígado. Hay que evitar una purgación drástica porque, si
bien reduce pitta rápidamente, agrava vata más aún con su intensidad. Dado que la
apetencia de intensidad es uno de los aspectos de la dependencia del alcohol u otras
drogas, resulta terapéutico reducir la exposición del organismo a la intensidad.
El equilibrio fisiológico suprime los altibajos y promueve la estabilidad, que a su
vez ayuda a la mente a corregirse y volver a funcionar normalmente. La gente bebe

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alcohol porque éste infla la ahamkara hasta más allá de sus límites. Esa gente vive de
pura energía ahamkara, de pura individualidad, sin ninguna consideración con el
espíritu, la mente o el cuerpo. El asco y la lástima de sí mismo que muestra un
alcohólico cuando está sobrio no es más que una treta de la que se vale ahamkara
para con el resto del organismo para seguir disfrutando ininterrumpidamente de su
alimento alcohólico. El alcoholismo es, de hecho, una enfermedad de ahamkara, de
la individualidad.
El alcohol es un superdulce. Ningún alimento corriente puede igualar la intensa
corriente de dulzor que desemboca en el cerebro con el alcohol. Para sustituirlo
parcialmente hay que inundar todos los sentidos de dulce. Dejar que la nariz del
paciente huela fragancias dulces, como la rosa, y que la piel del paciente sienta cosas
«dulces», como el aceite. En los oídos del paciente deben entrar «palabras dulces» y
cruzarse en su mirada ambientes «dulces», como la vida en el campo. Hay que
suministrar dulce intenso de todo tipo hasta que el cerebro quiera y pueda reducir su
consumo de dulce. De lo contrario el paciente puede reincidir en el alcohol, en el que
sabe que puede confiar para proveerse de dulzor.
Conviene reforzar la mente para reafirmar su capacidad de discernimiento. Tanto
la memoria como el discernimiento pueden reforzarse con hidrocótila asiática,
tomada en infusión o en cápsulas que se tragan con infusión de tercianaria
(Scutellaria galericulata, L.). La hidrocótila es el principal ingrediente de la medicina
ayurvédica brahmi vati.
Uno de los peores problemas de los alcohólicos es la falta de voluntad. La
ahamkara dependiente del alcohol cree que puede vivir sin cuerpo, mente o espíritu y
está dispuesta a engañar al cuerpo, la mente y el espíritu tanto tiempo como pueda.
Para perpetuar su ilimitada indulgencia debilita la fuerza de voluntad del individuo
hasta que ya no es capaz de oponerse a su deseo de beber. No se puede hacer nada
para remediar esta adicción a menos que la fuerza de voluntad del individuo se
reafirme y restablezca los límites de ahamkara. Como decía mi maestro
Vimalananda, «si quieres beber, has de asegurarte de que eres tú quien se bebe la
bebida, y de que no sea la bebida la que se te bebe a ti». La ahamkara dependiente
del alcohol deja beber hasta consumir la totalidad del organismo a cambio de una
falsa promesa de vida y vitalidad eternas que la embriaguez de alcohol proporciona.
El ayurveda reconoció que el alcoholismo era una enfermedad grave hace más de
tres mil años, respetándolo por su fuerza y su capacidad de causar daño e insistiendo
en que el individuo dependiente del alcohol acepte ayuda exterior para volver a poner
a ahamkara en su sitio. Esta misma forma de salir de uno mismo en busca de ayuda
la emplean los programas modernos que admiten que el primer paso en el tratamiento
de cualquier dependencia es el reconocimiento de que el problema existe. El
reconocimiento de que ahamkara ha sobrepasado sus límites abre la puerta a un
nuevo equilibrio para todo el organismo.

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4. NUTRICIÓN

Los siete dhatus

La comida digerida nutre tanto al cuerpo como a la mente y da fuerza y soporte a


ahamkara y su querida personalidad. El ayurveda divide todos los tejidos corporales
en siete grupos denominados dhatus, siendo un dhatu todo aquello que da firmeza.
Cada dhatu satisface uno de los requisitos de ahamkara para existir en un cuerpo
humano, y «afirma» o «confirma» la identificación de ahamkara con el cuerpo. De lo
bien que cada uno —⁠ su personalidad⁠ — se adapte a su cuerpo, dependerá su
resistencia a los extraños que desafíen sus derechos sobre el organismo.
Los siete dhatus son:

Rasa — literalmente, «savia» o «jugo»; los líquidos tisubares, incluidos el quilo, la


linfa y el plasma sanguíneo. Sus tejidos accesorios son la leche materna y la sangre
menstrual, y su producto de desecho la mucosidad. Su función es prinana, o nutrir.

Sangre — los glóbulos rojos. Sus tejidos accesorios son los vasos sanguíneos y los
tendones, y sus residuos la bilis. Su función es jivana, o vigorizar.

Carne — la musculatura. Sus tejidos accesorios son los ligamentos y la piel, y sus
productos de desecho todos aquellos que se acumulan en los orificios corporales:
cera de oídos, moco, pelusa umbilical, esmegma, etcétera. Su función es lepana, o
«recubrir» el esqueleto.

Grasa — la grasa de los miembros y el torso. Su tejido accesorio es el mesenterio


y su producto de desecho el sudor. Su función es snehana, o lubrificar.

Hueso — todos los huesos. Sus accesorios son los dientes y sus residuos el pelo, la
barba y las uñas. Proporciona dharana, o sostén, al cuerpo.

Médula — todo lo que está contenido en hueso: las médulas óseas roja y amarilla,
además del cerebro y la médula espinal, que están completamente encerrados en
hueso. Su tejido accesorio es el cabello y sus desechos las secreciones lacrimales.
Se encarga del purana, o el «relleno» de los huesos.

Shukra — los fluidos sexuales masculinos y femeninos. Sus misiones son


garbhotpatti, o la reproducción, y la producción de ojas, el fluido que produce el
aura y regula la inmunidad. No tiene ni tejidos accesorios ni productos de desecho.

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Este esquema no constituye una explicación pormenorizada de la fisiología
humana. Los rishis no estaban interesados en los pequeños detalles; su estudio era
más profundo, tratando de desvelar los principios organizadores. Se trata de una
explicación de cómo ahamkara decide revestirse de carne.
En tanto que los dhatus estén sanos y bien formados y los residuos sean mínimos
y se excreten con facilidad, ahamkara se siente plenamente satisfecha de su
encarnación y el individuo experimenta una profunda sensación somática de
bienestar. Cuando la nutrición de los dhatus es inadecuada, ahamkara acusa la
carencia y su insatisfacción se transmite a la conciencia del individuo en cuestión. La
digestión y la asimilación son fundamentales para el bienestar de un individuo a todos
los niveles.
El ayurveda afirma que cada dhatu se forma a partir de su predecesor inmediato,
excepto los tejidos accesorios que sólo se nutren sin nutrir a cambio. Por ejemplo, la
leche materna y el endometrio sirven para alimentar a un hijo pero no cumplen
ninguna labor en la nutrición de la madre. Los residuos producidos en cada fase de la
digestión de los dhatus son utilizados en el diagnóstico, pues el exceso de cualquier
residuo indica mala digestión al nivel de ese dhatu.
La mayoría admitiríamos sin demora que la comida ingerida forma primero el
quilo, que luego éste produce glóbulos rojos que a su vez nutrirán la carne. Ahí se
acaba, sin embargo, nuestra comprensión lógica del proceso. ¿Cómo nutre la carne a
la grasa, o el hueso a la médula? La respuesta reside en una redefinición del término
«nutrir». Los dhatus se «nutren» unos a otros proveyendo las condiciones
metabólicas propicias para la producción del siguiente y respondiendo cada uno a una
necesidad de ahamkara que permite que la necesidad subsiguiente se formule.
Por ejemplo, si el hueso es metabólicamente enfermizo, el entorno químico del
cuerpo se vuelve menos propicio para la formación adecuada de médula, que a su vez
es menos capaz de producir shukra sano. Los textos consideran que ese entorno
puede verse influenciado por tres supuestos distintos:

1. Un dhatu puede transformarse completamente en otro. El rasa, por ejemplo,


provee directamente de alimento para la producción de sangre. Una gran parte de
rasa circulante se convierte en sangre. La analogía ayuvédica consiste en la
formación de yogur a partir de la leche.

2. El dhatu puede circular por todo el cuerpo, nutriendo gradualmente al dhatu


subsiguiente por medio de una serie de reacciones cada vez más complicadas. Por
ejemplo, cuando la sangre nutre la carne, circula por muchas partes distintas del
cuerpo, nutriendo la carne en todo su recorrido. La analogía tradicional consiste en
la afluencia de agua de riego a un campo a través de una acequia.

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3. El dhatu puede simplemente «sembrar» el dhatu siguiente enviándole señales
hormonales o enzimáticas. Es así como la carne nutre la grasa y la grasa nutre el
hueso. En ayurveda se compara con la siembra al azar de un campo por una
paloma que deja caer granos de su pico.

Rasa dhatu

Ahamkara y los dhatus son mutuamente interdependientes. Sin el visto bueno de


ahamkara ninguna molécula es admitida en la comunidad de nuestro cuerpo; sin
dhatus bien nutridos, la confianza de ahamkara, que regula su capacidad de mantener
las defensas inmunológicas del cuerpo, se deteriora. En ambos casos se resiente la
salud.
La progresión de los siete dhatus representa las siete fases que comporta la
nutrición de ahamkara. Esta integración de material ajeno y extraño en nuestro Yo
interno es una operación delicada que empieza con la introducción de la comida en la
boca. Los sabores alertan al cerebro de la clase de alimento ingerido, y el cerebro
dirige en consecuencia el proceso digestivo. A medida que avanza la digestión, el
material que ya ha sufrido la transformación preliminar es absorbido por el sistema y
empieza a circular. Este dhatu es rasa.
Rasa tiene al menos dos docenas de acepciones importantes en sánscrito,
acepciones tan diversas como agua, semen, savia y mercurio. Rasa dhatu significa
principalmente quilo, plasma sanguíneo y linfa, pero también hace referencia a
«sabor» y «emoción». El hecho de que rasa signifique «sabor» indica que sólo puede
producirse buen rasa dhatu cuando la comida ingerida posee los sabores requeridos
por el organismo. Estos sabores aseguran que las doshas desempeñen correctamente
su cometido.
Vata, pitta y kafa determinan a su vez el grado de eficacia con que se
desenvuelven la digestión y la asimilación. Vata regula el transporte de nutrientes
hacia las células y de residuos procedentes de ellas. La falta de nutrientes o el exceso
de residuos dificulta la nutrición de los dhatus. Kafa proporciona las estructuras en
las que tiene lugar ese transporte; estructuras alteradas suponen alteraciones en el
transporte. Pitta es la encargada de transformar los nutrientes en partes del cuerpo y
determina la cantidad de nutrientes que va a utilizar y cuántos residuos va a producir.
La función propia del rasa dhatu es «prinana», un término que indica nutrición
pero se deriva de una raíz que significa amor romántico. Todos los cuerpos viven de
comida en comida, con un anhelo permanente de volver a comer. Cuando el cuerpo
está hambriento, está hambrienta cada una de sus células. Tal como una planta
marchita por falta de cuidados y agua parece reponerse inmediatamente cuando un
paseante solícito la rocía con agua, nuestras células se reaniman, física y

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emocionalmente, cuando reciben la «savia» del rasa dhatu. Rasa no es de por sí
suficiente para nutrir todo el organismo, pero es una promesa de buenos augurios.
El enamoramiento es una emoción efímera que pone de manifiesto un potencial
de dar más. Del mismo modo, la satisfacción que obtenemos de un vaso de zumo al
final de un largo ayuno, o el alivio que experimenta nuestro organismo cuando
tomamos un vaso de agua tras varias horas de sed, no deja de ser en realidad más que
un anticipo de la nutrición que obtendrán nuestros tejidos una vez que la digestión
actúe sobre la comida y el agua. «Prinana» es la satisfacción que sentimos cuando el
alimento entra por primera vez en la boca.
Se denomina «amor romántico» porque es realmente un vals entre dos existencias
separadas —⁠ nosotros y la comida⁠ — que tratan de intimar lo suficiente para unirse.
La sensación de peligro, los arrebatos de excitación, el estremecimiento ante lo
desconocido y todas las demás emociones, incluida la lujuria, que sentimos al
enamorarnos, se sienten también, de forma más sencilla, cuando el cuerpo se baña de
rasa fresco procedente de una comida bien digerida.
Si no digerimos bien la comida, o si la digerimos bien pero no la asimilamos
correctamente, nuestra ahamkara se sentirá exactamente igual que una novia cuyo
novio deja plantada: engañada, utilizada, insultada y frustrada. Ser seducida (por el
proceso digestivo tras minuciosas masticación y deglución) con la promesa de una
noche de jolgorio (buena asimilación de rasa saludable), para luego pasar largas
horas de angustiosa espera mientras las flores se marchitan, es una afrenta a la
confianza en sí misma (un debilitamiento de la capacidad de ahamkara para
proyectar una personalidad unificada) que puede llevarla a denigrarse a sí misma
(debilitamiento de la inmunidad) si sucede a menudo.
Los textos enumeran multitud de síntomas que aparecen cuando el rasa está
alterado. Los más importantes son la «falta de fe» y la «falta de sabor». La falta de fe
empieza con la falta de confianza en sí mismo. Puede presentar falta de fe en uno
mismo o en los demás, o ambas, dependiendo de si ahamkara considera que él fallo
en su nutrición proviene de sus propias limitaciones o de la intervención malévola de
algún elemento exterior. La falta de fe puede convertirse en recelo, y el recelo
levantar barreras contra todo aspecto del mundo interior o exterior que ahamkara
haya juzgado culpable de traición.
La «falta de sabor» tiene un doble significado. Fisiológicamente indica una falta
de ganas de comer que se presenta cuando se produce ama con preferencia a rasa. En
este caso el sistema admite que tiene que digerir primero el ama, para despejar la
obstrucción del proceso de nutrición de los dhatus, antes de plantearse cualquier
nutrición posterior.
Psicológicamente, «falta de sabor» significa falta de interés por la vida, «falta de
gusto por las cosas de la vida». Incapaz de ilusionarse con nada, el individuo afectado
va y viene perpetuamente acongojado. Se trata de una forma del mal de amores: la
privación del objeto del amor, en que el amante deambula en un mar de confusiones,

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incapaz de obtener satisfacción de las ocupaciones corrientes. Aquí la amante es
ahamkara, y rasa el objeto del amor. La congoja es kafa, el residuo producido
durante la fase de conversión del alimento en rasa. Una conversión ineficaz produce
un exceso de kafa, que fomenta la producción de ama y genera esa letargia.
Si el pretendiente de ahamkara (el alimento) se revela como un criminal (ama),
un ser que en realidad quiere perjudicarla, hay que sacarlo a patadas de la casa y la
relación. Luego ahamkara tiene que recomponer su corazón destrozado y volver a su
vida anterior (evitar ciertos alimentos y someterse a procedimientos terapéuticos) y
esperar pacientemente a un nuevo pretendiente. Ninguna personalidad puede estar
mental y emocionalmente sana hasta que el cuerpo físico no se libere de la
indigestión.

Sangre

Cuando el organismo es capaz de obtener suficiente rasa, se produce el idilio


entre ahamkara y su alimento, y rasa tiene la oportunidad de convertirse en sangre.
La sangre produce «vigorosidad», ese torrente de vitalidad que nos hace sentir la
vibración de la vida en toda su plenitud. Parte de la sensación de peligro se va
desvaneciendo a medida que ahamkara conoce a su novio y lo encuentra interesante
y excitante. Se le ha «metido en la sangre». Está fascinada por él; empieza a pensar
que tal vez sea un compañero digno de ella. La esperanza y la expectación la
fortalecen.
Cuando rasa no es bien digerido, la producción de sangre es insuficiente y pitta,
el producto de desecho de esta fase, se produce en exceso. Pitta tiene una influencia
caliente e intensa, igual que la sangre, pero pitta no puede llevar a cabo la función
«vigorizadora» de la sangre. Pitta sólo puede calentar el organismo, de lo que resulta
un aumento de la ira (contra el objeto de amor por rehusar someterse a la dominación
por parte de ahamkara) y los celos (por temor a que cualquier otra ahamkara se
atreva a disputarle su objeto del amor errante). Los «amantes de sangre caliente»
disponen de suficiente rasa para el amorío y la lujuria, pero tienen demasiada pitta en
la sangre; su violencia es una manifestación de esa energía calorífica cuando se
desvanece tras chamuscar al individuo.

Carne

Cuando la sangre está sana y bien formada nutre la carne, cuya función es
«recubrir», envolver el esqueleto y los órganos internos para protegerlos del exterior.
Los residuos derivados de esta fase se producen en los orificios corporales y los
obstruyen. Asimismo la carne interpone una barrera preliminar entre el «Yo» de
nuestro organismo y el «no Yo» del mundo exterior. Las fibras musculares son como

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las piedras y los ladrillos de las fortificaciones del cuerpo contra los ataques
procedentes del exterior; proporcionan una sensación de seguridad.
Siguiendo con la analogía del idilio, nuestra pareja —⁠ la ahamkara y su
alimento⁠ — han decidido salir juntos. Ahora él tendrá que defenderla y defenderse
contra cualquier desafío; ella tiene ahora un protector, un «guardaespaldas» que la
resguarda del mundo. Una ahamkara que carece de suficiente carne sana se siente
desnuda e indefensa, desprotegida ante el mundo, expuesta a las influencias externas
a pesar de la nutrición y la vigorosidad. Los culturistas que vuelven la espalda a
cualquier actividad humana que no esté orientada a aumentar los músculos, suelen ser
individuos inseguros que se sirven de los músculos para sustraerse a la necesidad de
relacionarse más profundamente con los demás.

Grasa

La carne bien alimentada nutre la grasa, cuya función es sneha, que literalmente
significa «untuosidad». Sneha también significa amor, aunque es un amor de un tipo
distinto a prinana. Sneha es una relación amorosa estable, segura, como la que existe
entre madre e hijo, o entre marido y mujer. Así como los amantes se arrebujan y
abrazan para entrar en calor, la grasa «arropa» nuestros cuerpos y nos da calor, amor
satisfactorio. Al final ahamkara y su alimento se han unido formalmente; ahora están
casados, para lo bueno y para lo malo. La grasa, y en cierta medida también la carne,
nos proporciona esa sublime satisfacción que una persona que duerme profundamente
obtiene de un cálido edredón en una noche fría.
Tanto la grasa como su producto de desecho, el sudor, ayudan a mantener la
temperatura interna del cuerpo. La grasa nos aísla para conservar el calor en nuestro
interior; el sudor irradia calor hacia el exterior. Un humano, sin la grasa suficiente,
está permanentemente frío, tanto física como emocionalmente, porque carece del
aislamiento término que proporciona la grasa. Esta frialdad hace que el individuo
busque cada vez más alimento físico y mental, sin importarle mucho los medios, para
nutrir la grasa y conseguir el amor cálido y satisfactorio que ésta puede darle.
Recordemos a Casio y su «cara enjuta y hambrienta»[1]. Casio buscaba placer antes
que amor, como todo aquel que disfruta de la lujuria, la vigorosidad y la seguridad
física mientras elude asiduamente un compromiso emocional sincero. Puede que el
aspecto anoréxico tan de moda hoy en día se derive en parte del instinto de
independencia y desarraigo que rompe vínculos y relaciones restrictivas y se muestra
psicosomáticamente como una aversión casi patológica a la grasa.
La extrema sobreabundancia de grasa es característica de la gente que desespera
de encontrar una relación amorosa estable con otro ser humano y recurre al consuelo
que proporciona la grasa. Lo que necesita esa gente tan afectuosa es simplemente una
pareja fija cariñosa o una situación familiar estable que pueda ser objeto de su afecto.

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La satisfacción que siente un individuo obeso por estar gordo es real y perceptible
para ahamkara, y es poco probable que consiga adelgazar de forma duradera hasta
que ahamkara lo reconozca y acceda a renunciar al «manto protector» al que se
aferra. Ese afecto debe dirigirse hacia otros objetos, acaso externamente hacia
actividades al servicio de la comunidad, o internamente hacia el progreso espiritual.
La obesidad no es ni un simple problema psicológico ni un simple problema de
nutrición. Es un problema de nutrición psicológica.

Hueso

La grasa sana contribuye a engendrar hueso sano, cuya función es «sostener». El


hueso nos permite movernos en el mundo. Sin nuestras estructuras óseas todos
yaceríamos flácidamente en el suelo como charcos de gelatina. Los huesos y las
articulaciones están estrechamente relacionados con la capacidad de la mente para
expresarse, porque la capacidad de expresarse es una función de la capacidad de
moverse. El hueso «apoya» además de «sostener»; nos permite proyectar nuestra
identidad hacia el mundo exterior, tal como sus residuos —⁠ el pelo, la barba y las
uñas⁠ — crecen y se proyectan desde el interior hacia el exterior. Si falta el sostén, el
placer, el vigor, la seguridad y el compromiso sólo proporcionan una satisfacción
limitada.
Los cuatro dhatus anteriores están relacionados únicamente con nuestra salud
interna y son completamente ajenos a los órganos más vitales del cuerpo. El hueso
señala un cambio en el énfasis. Ahora el alimento empieza a desembocar en lo más
profundo del organismo, en su centro, para contribuir al mantenimiento de la salud
externa. Ya ha sido salvaguardada la capacidad de ahamkara para mantener la
integridad interior; ahora hay que estabilizar su capacidad para mantener la integridad
exterior, su capacidad para presentar al mundo un aspecto coherente y unificado. Un
hueso débil disminuye el soporte de ahamkara para su proyección exterior. Pensemos
en el epíteto «belleza sin carácter» y tendremos una imagen mental del efecto del
hueso malsano en un individuo. Un hueso sano permite que ahamkara consolide su
personalidad y establezca sólidos parámetros personales.

Médula

El hueso produce médula. Médula es todo lo que hay dentro de un hueso,


incluidas la médula ósea amarilla gelatiniforme, la médula ósea roja creadora de
sangre y el cerebro y la médula espinal, que están completamente contenidos en
hueso. Observemos que aunque la médula produce físicamente sangre, en ayurveda la
sangre se identifica con el hígado, que la medicina moderna considera el regulador de

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la producción de sangre, si no como su lugar de origen. El ayurveda se interesa por
las causas profundas.
La función de la médula es «rellenar». Fisiológicamente, el hueso es tan propenso
a la acumulación de vata como el colon, porque ambos son huecos; éste es uno de los
motivos de su afinidad recíproca. El «relleno» de médula desalienta la acumulación
de vata. A nivel mental, una médula sana impide la vacuidad de la mente. El alimento
ya ha proporcionado a ahamkara una base sólida en la que afirmarse cuando se
proyecta; cualquier buen esposo lo haría. Ahora el alimento se introduce en lo más
profundo del organismo y se reagrupa en los bastiones óseos que ahamkara ha creado
para él. Como médula, sirve de medio para almacenar energía, algo parecido al banco
de memoria de un ordenador: una reserva de poder pasivo y disponible.
La mera capacidad de proyectar la personalidad en el mundo no basta. Uno puede
sentirse gratificado, fortalecido, seguro, querido y confiado, pero si no hay algo de
valor en su personalidad, estará vacío, con la «cabeza llena de paja», sus palabras
serán «altisonantes y enérgicas pero carentes de sentido»[2]. Ésta es una enfermedad
muy extendida en la actualidad, y es característica del mal estado de nutrición general
del mundo. Es diagnosticable a través de los ojos, que son el principal proyector de la
personalidad en el entorno.
Una médula sana confiere a los ojos un brillo claro e intenso, que irradia una luz
sosegada como la llama de una lámpara en un lugar tranquilo; los ojos tristes y
apagados indican una médula débil. En algunas enfermedades terminales, como la
tisis galopante, hacia el final los ojos adquieren un brillo febril. Esto no indica salud,
por supuesto; más bien demuestra que el organismo ha reunido sus últimas y
desvanecientes reservas de fuerza y se sirve de ellas para proyectar su personalidad
en el exterior durante el tiempo que le queda. El cuerpo quema sus propios tejidos
para proveerse de luz con que proyectar su ahamkara a través de los ojos, sus
ventanas al mundo.
Como el hueso es una de las principales sedes de vata, y la médula procede del
hueso, la médula es propensa a la nutrición inadecuada, aunque el resto del cuerpo
esté sano, a causa de los efectos secante, abrasivo y desestabilizador de vata. Una
médula débil no tendrá efectos negativos directos sobre la nutrición del hueso,
aunque puede tenerlos indirectamente. Algunos individuos flojos de médula pueden
proyectar sus personalidades en el mundo e influir en los demás con gran facilidad.
Son enérgicos y persuasivos, pero su proyección carece de sustancia. No es, en
definitiva, al ser un producto de vata, más que «aire caliente». Esta alteración de vata
acaba afectando al hueso, que es tan propenso a los trastornos de vata. Cuando el
globo hinchado de personalidad envanecida y engrandecida por fin estalla, todo el
aire se escapa y el individuo queda reducido a un simple montoncito arrugado.

Shukra y ojas

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La médula bien nutrida nutre a su vez el shukra, nombre colectivo para todas las
secreciones que intervienen en la reproducción. Ahora el alimento ha sido
transformado en una sustancia que puede unirse a ahamkara. Las funciones del
shukra son la creación y la creatividad. El shukra puede emplearse en la procreación,
que es la producción de hijos, o en la producción de obras intelectuales o artísticas. El
cometido del shukra es servir de matriz a través de la cual las nuevas creaciones
puedan manifestarse en nuestro plano de existencia; Es la arcilla que la creatividad
moldea.
Un shukra débil supone una creatividad débil. Los individuos que la padecen
pueden tenerlo todo; pueden verse gratificados, fortalecidos, seguros y amados,
pueden ser capaces de proyectarse coherente y convincentemente en el entorno, y
pueden tener mucho que ofrecer, pero sin un shukra fuerte serán incapaces de
consumar ningún proyecto productivo o de ejercer ningún efecto duradero en el curso
de los acontecimientos. Un hijo es un efecto duradero; como lo es una nueva
corporación, una partitura musical o una enmienda de ley. El shukra regula la
capacidad del individuo para dejar una señal en el encerado del mundo. Cuando la
ahamkara copula con el shukra de forma excitada y expansiva, la energía resultante
llega a ser incontrolable. O se vierte a raudales en otro cuerpo a través del acto sexual
o en algún proyecto o empresa. Cuando la ahamkara copula con el shukra con calma
y recogimiento, la nueva sustancia creada permanece en el interior del cuerpo y
solidifica el vínculo entre las existencias físicas, mental y espiritual. Esta sustancia se
llama ojas.
Todas las formas de indigestión física y mental perjudican al ojas y promueven la
formación de ama. La indigestión es más fácil de tratar cuando se limita al aparato
digestivo. Una vez que se introduce en los dhatus y altera la capacidad de ahamkara
para nutrirse, el tratamiento resulta mucho más complicado. Si el ama bloquea la
nutrición de los dhatus en el aparato digestivo, la vida pierde primero su entusiasmo
porque el rasa queda desnutrido y contaminado de kafa. Luego la sangre
contaminada de pitta nos socava la vitalidad, la carne desnutrida nos despoja de la
seguridad y así, uno tras otro, se van debilitando los dhatus hasta que ojas, el
fundamento de nuestra inmunidad, deja de funcionar por hambre. La mente
contamina al cuerpo obligándole a realizar actividades malsanas, y el cuerpo
contamina a la mente produciendo ama y privando al organismo de ojas. La mente y
el cuerpo están unidos de manera inherente y contradictoria.

Obesidad

Dado que hay tanta gente en el mundo con más grasa de la necesaria, la obesidad
es un ejemplo apropiado de la interacción entre la mente y el cuerpo y sus
repercusiones en los dhatus y ahamkara. La obesidad, como la gota y la diabetes, se

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clasifica en ayurveda como una de las «enfermedades de la opulencia». La opulencia
no está reservada a los ricos; todo aquel que tenga tiempo y dinero para derrochar es
opulento. La opulencia, o más bien el estado de opulencia mental que cree tener
tiempo y dinero para derrochar, es la verdadera enfermedad; la obesidad, la gota o la
diabetes no son más que los síntomas.
La mayoría de los habitantes de los países opulentos de Occidente nos sentimos
«opulentos», por lo que no es de extrañar que la mayoría de los occidentales
necesitemos adelgazar un poco. Éste es el motivo por el que nuestra cultura popular
rinde culto a la delgadez, y por el que es tan alta la incidencia de la anorexia. Otras
culturas, como la de la India, tienen un concepto de la belleza completamente distinto
al nuestro. Nadie en la India, por rico que sea, cree que lo delgado sea hermoso.
Todos los héroes y heroínas indios de la pantalla están regordetes. La incidencia de la
anorexia en la India y en otros países en desarrollo es insignificante porque sus gentes
disfrutan con la satisfacción de ahamkara que procura la grasa.
Nuestra sociedad valora la individualidad por encima de la vinculación a la
sociedad, por lo que el vínculo que proporciona el dhatu grasa no se tiene en gran
estima. Sin embargo, los medios publicitarios no dejan de exhortarnos a consumir
ininterrumpidamente, pues el consumo continuo es el mecanismo por el que hemos
conseguido la opulencia. Un texto ayurvédico comenta: «Con aburrimiento,
diversiones estúpidas y durmiendo en exceso, engordarás como un cerdo». La
mayoría de nosotros hemos comprobado la veracidad de esta afirmación durante las
vacaciones, cuando, liberados del trabajo, nos atiborramos como cerdos y nos
tumbamos ante el televisor hasta que, de aburridos e indolentes, nos quedamos
dormidos. Éste es un método infalible para engordar, y si se repite habitualmente
conduce a la obesidad.
Cada día nos bombardean con sugerencias contradictorias: no pares de comer y
siéntete opulento, ¡pero no engordes! Lo sorprendente es que quede alguien cuerdo
con sugerencias tan incongruentes. No obstante, muchos de los que no hemos perdido
el juicio con tanta incongruencia, nos hemos vuelto neuróticos, y la neurosis es
suficiente para hacer que una persona se ponga obesa. Las neurosis alimentarias se
producen por la represión de esas emociones contrapuestas y por la influencia de
desequilibrios químicos internos. La confusión interna nos incita a refugiarnos más
en la opulencia, lo cual complica el problema. Las causas de la obesidad están tan
entrelazadas unas con otras que resulta imposible separar el exceso de peso del
trauma emocional. Cualquier intento de adelgazamiento debe tener en cuenta todas
las causas.
Hay personas más capaces que otras de cumplir con los paradójicos requisitos
culturales de nuestra sociedad. Las variaciones en la capacidad de adelgazar son
debidas a lo que los científicos modernos llaman «nivel idóneo de grasa», el nivel de
grasa que el cuerpo trata de conservar por ser aquél con el que mejor funciona. La
principal influencia sobre este «nivel idóneo de grasa» es la acción de los genes a

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través de la constitución personal. La gente V quema la comida rápidamente y tiene
que abusar intensivamente de ella para ponerse obesa. Los VP son casi igual de
afortunados y los P suelen adelgazar lo que temporalmente engordan. A las personas
VK les cuesta tanto engordar como adelgazar. Por poco que coman, los PK y los K
siempre parecen tener en alguna parte algún kilo de más que les gustaría perder.
Otra influencia crítica se gesta durante la infancia, cuando se completa el número
de células adiposas. Una vez formadas, estas células adiposas jamás abandonan el
cuerpo; cuando adelgazamos se reduce la cantidad de grasa acumulada en cada una
de ellas, pero no desaparecen. Los niños sobrealimentados con malas dietas
seguramente desarrollarán un gran número de células adiposas que harán que a lo
largo de su vida engorden con facilidad y les cueste adelgazar de nuevo. Los niños
gordos contribuyen a crear adultos gordos.
La actitud también cuenta. El miedo tiende a rechazar la entrada de nutrientes en
el sistema; por eso la gente V suele tener problemas para engordar. No obstante,
quienquiera que coma en exceso para calmar el miedo acabará engordando. La ira
consume nutrientes, por lo que los P pueden evitar la obesidad a pesar de su poderoso
apetito, pero todo aquel que se sobrealimenta específicamente para apaciguar la ira
acaba engordando. En cualquier caso, la gente K suele tener algún peso de más, pero
todo aquel que coma en exceso para satisfacer una necesidad de amor estable del tipo
que proporciona la grasa (un motivo inducido por kafa), seguramente engordará. Las
personas que, llenas de la amargura debida a una frustración intensa, deciden obtener
la dulzura de la vida a través de la comida, pueden hacerse adictos a los placeres de la
mesa y volverse obesos. Los motivos individuales para la obesidad varían, pero todos
ellos implican la determinación de ahamkara a defender tenazmente su adorada
grasa, el dhatu que le proporciona amor y calor seguros y estables.
No hay dieta, por estricta que sea, que pueda cambiar esto. La soledad es peor que
una dieta rica en grasa cuando se trata de adelgazar. En realidad las dietas más
estrictas son autodestructivas porque revelan una actitud de odio hacia uno mismo, de
desprecio por la grasa y por el Yo, cuya debilidad permitió que la grasa se acumulara.
Esta actitud conduce al deseo de privar al cuerpo de alimento para castigar a la
mente. Durante una dieta drástica el cuerpo pasa hambre y, como no le gusta pasarla,
actúa por su cuenta para preservar su tejido más energético reduciendo el ritmo
metabólico, con lo que la grasa se quema más lentamente. También suele quemar
primero los tejidos que no necesita de forma inmediata. Por consiguiente, quien se
ponga a dieta y no haga ejercicio, perderá primero la carne porque no la está
utilizando.
Las punzadas del hambre aumentan a medida que el cuerpo trata de obligar a la
mente a comer más y saciar su hambre. Los efectos son peores en los adictos a la
comida basura, ya que sus cuerpos están vacíos de muchos nutrientes esenciales de
los que tendrán una necesidad acuciante durante la dieta. Además, cuando al final de
una dieta la persona vuelve a sus hábitos alimenticios normales, consume menos

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calorías y almacena más grasa de la que tenía previamente, porque sus ritmos
metabólicos han disminuido y porque ahora sus cuerpos tienen miedo a pasar hambre
y quieren aumentar las reservas por si acaso se repitiese un episodio semejante. Por
consiguiente, las dietas drásticas elevan el nivel idóneo de grasa del cuerpo,
¡haciendo que engordemos!
Los efectos psicológicos de las dietas drásticas son mucho más perniciosos. Tanto
las personas que pasan hambre como las que se ponen a dieta sueñan y fantasean con
la comida, y ambas padecen de ansiedad y depresión, todo ello provocado por el
estrés físico de tener que vivir por debajo del nivel idóneo de grasa que el cuerpo
necesita. El cuerpo y la mente de quien se pone a dieta están a matar. Cuando el
organismo escapa a la dieta porque ya está harto de soportar las incesantes peticiones
de comida por parte del cuerpo, la primera reacción de la mente es emborracharse,
«ya me he salido de la dieta, ¿y por qué no?». Tras la borrachera viene la culpa, ya
que descubre que con su pasajera indulgencia con la comida ha perjudicado a su
propia imagen física. Para remediarlo, la persona que está a dieta vuelve a la
penitencia y empieza a recorrer de nuevo la senda de la privación, poco consciente de
que tal comportamiento errático eleva inexorablemente el nivel idóneo de grasa
además de agravar la vata.
Resistir a la tentación también puede ser peligroso para el peso. Quienquiera que
esté a dieta y codicie un postre exquisito, envía un mensaje al cerebro de que está a
punto de tomar nuevos y sabrosos bocados. Esto hace que la boca ensalive y los jugos
gástricos empiecen a fluir, e indica a la insulina del cuerpo que retire un poco de
azúcar de la circulación general para dejar sitio al nuevo azúcar que pronto inundará
la sangre. El cuerpo almacena ese azúcar en forma de grasa.
Un bajo nivel de glucemia incrementa el apetito. Cada vez que nos apetece un
postre tentador pero nos privamos de comerlo, aumentamos un poco la grasa en el
momento del deseo, y cuando más tarde comamos, comeremos mucho más de lo que
hubiéramos comido normalmente, porque el deseo mental de aquel postre habrá
disminuido la glucemia y aumentado tanto la apetencia física de carbohidratos como
la apetencia mental de dulce. Un aumento de la grasa corporal incrementa la
producción de insulina, lo que provoca que en cada episodio se deposite mayor
cantidad de grasa. ¡Realmente se puede engordar con sólo mirar un pastel apetitoso!
Con el tiempo, el exceso de grasa hace que la insulina se vuelva menos sensible al
nivel de glucemia, porque el cuerpo se niega a soltar más grasa hasta que ésta no
alcance el nivel que considera idóneo. A continuación, la glucemia empieza a
aumentar por encima de lo normal, lo que significa diabetes. Cuando los tejidos
pierden la capacidad de utilizar la insulina, los músculos se sienten agotados al no
recibir el suministro habitual de azúcar como carburante, y envían insistentes
peticiones de más comida al cerebro, profundizando aún más de ese modo la espiral
descendente de malnutrición y deterioro de ahamkara. La nutrición excesiva de un
dhatu es tan mala, si no peor, que la falta de nutrición.

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La mayoría de los casos de diabetes contraídas de ese modo no requieren ser
tratados con insulina, puesto que el adelgazamiento puede hacer que la insulina
vuelva a funcionar normalmente asegurando de nuevo la buena alimentación de los
tejidos. La diabetes, como todas las «enfermedades de la opulencia», responde bien a
la austeridad.

Adelgazamiento

Sólo se produce un adelgazamiento permanente cuando se reduce el nivel idóneo


de grasa del cuerpo. Las anfetaminas administradas en píldoras como adelgazantes y
la nicotina del tabaco pueden reducir temporalmente el nivel idóneo de grasa, pero
sus efectos sólo perduran mientras se toma la droga. Seguramente volveremos a
engordar tan pronto como dejemos de fumar o de tomar las píldoras. Además, tanto
las anfetaminas como la nicotina son drogas adictivas; la nicotina es incluso más
adictiva que la heroína.
Ambas drogas reducen el nivel idóneo de grasa del cuerpo acelerando el
organismo, haciendo que tanto el cuerpo como el cerebro trabajen más deprisa. La
rapidez de cualquier tipo incrementa la vata, que hace que tanto el cuerpo como la
mente ansíen mayor cantidad de dulce para equilibrarse. Tanto la nicotina como las
anfetaminas proporcionan una cierta cantidad de dulce intenso al cerebro, pero no al
cuerpo y, cuando se suprime la droga, la apetencia física de alimento acumulada por
los tejidos obliga al individuo a comer en exceso, y la culpabilidad inherente lleva a
la indisciplina, a tentativas más dramáticas de adelgazar y a un incremento
generalizado de vata que intensifican la neurosis.
El ayurveda es partidario de acelerar el organismo por métodos naturales y
saludables como el ejercicio, determinados suplementos y tomar alimentos ligeros no
productores de kafa, que regulan a vata al mismo tiempo que alivian al sistema del
exceso de kafa. Se trata de un proceso más lento, pero en el adelgazamiento, como en
cualquier otro aspecto de la medicina, la prisa lo estropea todo.
Si pesamos demasiado y sufrimos de todos o la mayor parte de los síntomas
siguientes, debemos adelgazar urgentemente con la adecuada orientación profesional:

Vientre, pechos o nalgas colgantes; jadeos y resoplidos al menor esfuerzo;


transpiración abundante aunque no haga calor; sed excesiva, sobre todo por la
noche; ansia intensa de comida; sueño prolongado pero insatisfactorio; olor
corporal desagradable; inflamación donde los pliegues de la piel rozan unos con
otros; dolor corporal generalizado; pérdida de apetito sexual; falta de celo o de
entusiasmo por la vida.
Quien no padezca la mayor parte de estos síntomas, que no emprenda ninguna
dieta severa ni ningún otro procedimiento radical para adelgazar. No obstante, podrá

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beneficiarse del asesoramiento, sobre todo si sufre una adicción a la comida. Pocas
personas tienen la suficiente fuerza de voluntad para salirse por su cuenta; la mayoría
necesita una fuente externa de apoyo cuando trata de quitarse una adicción. Puede ser
la pareja, un amigo íntimo o un grupo de individuos que sufran el mismo problema,
pero ha de ser una fuente de apoyo en la que se pueda confiar plenamente,
permitiendo que oriente nuestros actos y aceptando consejo sobre cómo proceder.
Debemos estar dispuestos a aceptar cualquier ayuda que puedan prestarnos.
No hay que tener ninguna prisa si queremos que nuestro adelgazamiento sea
permanente. Nuestro cuerpo necesita tiempo para readaptarse y reducir su nivel
idóneo de grasa, y nuestro peso no bajará hasta que el nivel idóneo lo haga. Hay
cosas, como el desarrollo del hijo en el útero, que no pueden precipitarse. En cierto
sentido, estamos tratando de crear un Yo completamente nuevo. Una nueva silueta
corporal y un nuevo concepto de vida requieren profundas alteraciones de la
personalidad, y la lentitud en el progreso permite que la mente se vaya adaptando a la
nueva persona. Además, un rápido adelgazamiento somete el cuerpo a tensiones
debido a que toxinas como el DDT, que estaban atrapadas en la grasa, se liberan más
deprisa de lo que los sistemas corporales de evacuación de residuos pueden hacerse
cargo de ellas. También provoca estrés a ahamkara, que se alarma cuando ve que se
elimina la seguridad de la grasa antes de que pueda potenciar otras fuentes de amor
seguro y estable.
La opulencia mental es la verdadera causa de la obesidad. La transformación
empieza cuando superamos el aburrimiento que nos hace comer porque creemos que
no tenemos nada mejor que hacer. Estar tan asqueado de sí mismo que uno come con
pesar por la aparente incapacidad de cambiar, es también una forma de opulencia.
Nuestro objetivo debe ser la transformación personal, no el adelgazamiento. El
adelgazamiento es una parte de la autotransformación que se produce
automáticamente.
La primavera es la mejor época para empezar la transformación corporal, porque
en la primavera todo se renueva y porque los calores de la primavera y el verano
ayudan a fundir la grasa y restablecer su nivel idóneo. Sin embargo, cualquier época
es buena para empezar, aunque se trate de empezar de nuevo. Nunca debemos
abandonar. Aunque fracasemos cien veces, probemos de nuevo la ciento una. Cada
intento, si es sincero, nos beneficiará, y con el tiempo acabaremos consiguiéndolo.
No hay adelgazamiento permanente sin ejercicio regular. La gente que hace
ejercicio cuatro o cinco veces por semana adelgaza tres veces más rápido que los que
sólo lo hacen tres. Hacer ejercicio una o dos veces por semana es insuficiente para
alterar el nivel idóneo de grasa. El ejercicio moderado y sostenido es mejor que el
ejercicio enérgico. Incluso un rápido paseo de media a una hora puede ser suficiente
si es lo bastante vigoroso. El masaje intenso sirve como ejercicio pasivo para mover
los músculos y liberar las endorfinas. Aunque el masaje nos venga bien, debemos
mover el cuerpo.

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La respiración es especialmente importante. Obtenemos el prana, la fuerza vital,
tanto del aire como de la comida. Nuestro sistema se sentirá menos hambriento si la
respiración es buena porque no dependerá tanto de la comida para su prana. Cada vez
que tengamos hambre, debemos sentarnos y hacer diez respiraciones profundas. Si
después seguimos hambrientos podemos comer, pero la mayoría de las veces
notaremos que el hambre se ha disipado.
Dormir demasiado es una de las principales causas del exceso de peso. Para
reducir el período de sueño hay que acostarse cada noche a la misma hora y
levantarse a la misma hora cada mañana. Si un día nos acostamos antes de lo normal,
a la mañana siguiente debemos levantarnos más temprano. Tratemos de levantarnos
media hora antes del amanecer, o por lo menos no más tarde de las seis. Tras un mes
regularizando nuestro modelo de sueño, reduzcamos el período total en media o una
hora. A la mayoría de la gente le resulta más fácil acostarse media hora más tarde
cada noche que levantarse media hora antes cada mañana. Reduzcamos el período de
sueño en media hora cada mes hasta llegar al mínimo. Seis horas es lo más indicado;
nadie debe dormir más de ocho horas excepto cuando está enfermo.
Si nos parece francamente que no vamos a poder reducir el tiempo de sueño por
esos métodos, despertémonos a media noche y salgamos de la cama. Paseemos,
sentémonos y leamos, cualquier cosa menos comer. Permanezcamos despiertos
durante al menos media hora y luego volvamos a dormir. Esta interrupción de la
profundidad del sueño nos ayuda a reducir el hábito del sueño sin afectar al descanso.
No hay que dormir nunca durante el día.
Conviene que sigamos las recomendaciones hechas en el capítulo relativo a la
alimentación y que ayunemos una vez por semana según la prakriti. También
conviene aumentar los conocimientos acerca de la comida. Comemos,
inconscientemente, muchas cosas que no necesitamos. Hay personas que llevan un
diario, anotando bien antes o después de comer una relación de los alimentos
tomados. Otras graban su menú en una cinta registradora. Los hay también que
cuentan hasta tres antes de cada bocado. Cualquier sistema que adoptemos, por muy
ridículo que parezca, garantizará que seamos conscientes de todas las sustancias
presentes en cada comida.
No olvidemos masticar detenidamente. Las masticación libera el sabor de la
comida. Los obesos suelen ser adictos al sabor, pues una masticación profunda
produce más placer con menos comida. La masticación contribuye por sí sola a
colmar las ansias de comida, y un método para no comer cuando lo que nos apetece
es un estímulo para la boca consiste en mascar cera de abejas o incluso goma de
mascar sin azúcar. Comamos cada producto alimenticio por separado, para mayor
placer sensorial. Hagamos comidas de un solo plato sólo cuando sean necesarias para
controlar a vata. Abstengámonos de ilusiones y fantasías sobre la comida.
Recordemos que el deseo de bocados apetitosos incrementa realmente la grasa.

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Demos un paseo, masquemos cera de abejas o tomemos alguna infusión de hierbas
cuando nuestra imaginación se ponga hiperactiva.
Recompensémonos regularmente por nuestra buena conducta. Permitámonos
alguna indulgencia en otras áreas sensoriales cada vez que logremos disciplinar
nuestro consumo de alimentos. No dejemos de consumir el dulce suficiente a través
de los demás órganos sensoriales para completar el dulce que solía entrar en nosotros
a través de la lengua. Nunca nos castiguemos por un desliz. El castigo por el fracaso
disminuye la esperanza y la confianza en un posible triunfo, refuerza la culpabilidad
y debilita la nueva imagen de nosotros mismos que estamos tratando de crear.
Cuando quiera y dondequiera que comamos, ¡disfrutemos de la comida!
Aunque no seamos capaces de observar ninguna otra restricción, por lo menos no
comamos ni demasiado deprisa ni demasiado a menudo.
Todo alimento que incremente kafa suele engordar. Del mismo modo, todo
alimento que ayude a regular la kafa impide el aumento de peso. Sobre todo hay que
evitar los siguientes alimentos:

Carne de vaca y cerdo; mantequilla, queso, helado, nata agria; trigo y derivados del
trigo; azúcar blanco y los productos que lo contengan; bebidas alcohólicas; todo
tipo de cosas fritas; comida basura y comida rápida; todo alimento excesivamente
agrio o salado como los encurtidos.
Seguir simplemente una dieta anti-kafa cuando queremos adelgazar puede
resultar completamente inadecuado si somos una persona V que necesita alimentos
productores de kafa para mantener el equilibrio. Lo mejor sería que estabilizáramos
primero nuestra dieta después de suprimir los alimentos inconvenientes citados más
arriba. Si nuestras doshas no están equilibradas, nuestros dhatus, incluida la grasa,
jamás se pondrán sanos.
Cambiemos nuestra dieta gradualmente. No usemos la sal para nada; si nos
apetece el sabor salado tomemos sal «ligera», varec (algas) en polvo o una solución
líquida de aminoácidos. Limitemos el consumo de endulzantes, aunque podemos usar
habitualmente la miel, excepto en la cocina. La miel tiene un ligero efecto reductor de
la grasa. Tomemos salvado o simientes de zaragatona cada vez que comamos mucho
dulce; la fibra ayuda a compensar la respuesta del cuerpo al dulce. Si bien las frutas
son dulces, su fibra suele evitar que sus azúcares se absorban demasiado de prisa. La
fibra de los cereales integrales también protege de los niveles exagerados de
glucemia.
Los hidratos de carbono, como los cereales, aumentan asimismo la serotonina del
cerebro, un producto químico que nos hace sentirnos relajados y «maduros». Por eso,
aunque con una dieta rica en proteínas podamos perder peso más rápidamente, lo
perderemos de forma más placentera y relajada tomando una cantidad razonable de
hidratos de carbono. Además, la grasa necesita carbohidratos para quemarse, por lo

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que tratar de privarnos de todo hidrato de carbono mientras nos alimentamos de
proteínas y verduras hace el adelgazamiento más difícil e incierto.
En cuanto pensemos que hacerlo así es seguro y sensato, reduzcamos la cantidad
de alimento que tomamos en cada comida. A medida que vayamos reduciendo la
cantidad de comida, el estómago se encogerá, reduciendo poco a poco su capacidad.
El exceso de comida es un problema más relacionado con el exceso de peso de las
personas de tipo V y P que con las de tipo K, cuyos cuerpos suelen conservar algunos
kilos de más aunque no coman demasiado.
Suprimamos todas las comidas y bebidas frías. No tomemos nada a la temperatura
del refrigerador. La grasa es el aislamiento del cuerpo y aumenta naturalmente en los
climas más fríos. La continua exposición a la comida y la bebida frías, e incluso el
aire acondicionado, convencen al cuerpo de que debe aumentar el aislamiento, con la
consiguiente elevación del nivel idóneo de grasa. El ejercicio, que ayuda a calentar el
cuerpo, reduce la necesidad de aislamiento.
Reduzcamos el consumo total de agua a medida que reducimos la sal de la dieta.
Hay que beber cuando se tiene sed, pero no hay que beberse necesariamente de 6 a 8
vasos diarios de agua como preconizan ciertas «autoridades». El agua caliente y la
infusión caliente de hierbas ayudan a fundir la grasa. Todavía mejor es el agua
caliente con miel y limón, y una pizca de pimienta negra molida.
Cuando estemos hartos de tantas restricciones, salgamos a tomar lo que nos
apetezca, sin ningún sentimiento de culpa, y luego olvidemos lo ocurrido. Las
apetencias de alimentos que son viejos conocidos nuestros no son más que reacciones
de pánico de nuestro cuerpo o nuestra mente. Si nos persuadimos con alimentos que
nos resultan familiares de que no estamos tratando de matarnos de hambre, las ganas
de atiborrarnos irán desapareciendo progresivamente.
Durante esta fase de transición es aconsejable tomar suplementos de vitaminas y
minerales para asegurar que no le falten nutrientes al cuerpo. Este tipo de
suplementos no puede reducir el nivel idóneo de grasa, como pueden hacerlo las
preparaciones ayurvédicas de plantas. Estas preparaciones sacan la grasa de sus
depósitos y la eliminan. No son supresores del apetito; son sustancias que promueven
un estado de cambio metabólico permanente que permite que el control dietético y el
ejercicio consigan que la grasa desaparezca rápidamente y no vuelva a depositarse.
Todo alimento, planta o mineral amargo, picante o astringente tiene un cierto
efecto adelgazante, aunque hay unos más activos que otros. Algunas de las plantas
son el agracejo, la pimienta negra, la genciana, la hidrastis, la hidrocótila, las hojas de
frambueso, el azafrán y la cúrcuma. Algunos compuestos ayurvédicos prescritos en la
India como adelgazante son:

El polvo denominado trífala, una mezcla de tres frutos, sobre todo cuando se le
añade tríkatu, una mezcla de jengibre, pimienta negra y pippali, o pimienta larga,
molidos.

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El purificador hepático arogya vardhini.

Chandra prabha, un compuesto que incluye una especie de brea mineral


denominada shilajit.

Guggulu, una resina estrechamente relacionada con la mirra. El guggulu se ha


venido usando con éxito en la India para tratar enfermedades como la hepatitis y la
necrosis del miocardio. Ayuda a reducir el colesterol de la sangre, es emenagogo y
analgésico, y parece tener algún efecto contrario a la fertilidad. La fórmula de
guggulu más empleada para reducir la grasa es trífala guggulu.
Los ingredientes de trífala guggulu son trífala, tríkatu y guggulu. A esta mezcla
se le añade infusión cargada de trífala y se frota con la maja en el almirez hasta que
quede seca, y luego se confeccionan pequeñas píldoras con la pasta trífala purifica el
cuerpo del viejo ama incrustado en la grasa: tríkatu facilita la reducción del nivel
idóneo de grasa; y guggulu «arranca» realmente la grasa de los otros tejidos trífala
guggulu debe tomarse con agua caliente o infusión de jengibre seco.
Muchos norteamericanos tienen la teoría de que si una píldora va bien, diez
píldoras irán diez veces mejor. Esto es absolutamente falso. El uso continuado de
dosis de guggulu superiores a las normales a lo largo de muchos meses puede hacer
que las doshas se acumulen en los pulmones y el hígado. El abuso de guggulu puede
agravar la sequedad de la boca o del cuerpo, la impotencia, los problemas de la vista,
la emaciación, la debilidad y la falta de firmeza de los miembros. Afortunadamente,
el azafrán ayuda a mitigar los síntomas causados por el guggulu. Las mismas
precauciones son aplicables al uso de la mirra. Estos efectos secundarios sólo se
producen cuando el sistema se vuelve adicto a la presencia del guggulu, y no son
debidas a toxicidad alguna por parte de éste.
Cualquier preparación ayurvédica surte más efecto en un cuerpo purificado.
Aparte de las tradicionales purificaciones ayurvédicas, es recomendable tomar aceite
de ricino antes de iniciar el tratamiento de guggulu. Si nos pasamos al menos 15 kilos
de nuestro peso ideal, podemos tomar durante seis semanas una cucharada de aceite
de ricino cada mañana al levantarnos, tragada con una taza de infusión cargada de
jengibre seco. No producirá un efecto laxante, pero iniciará la labor de raspado de la
grasa. También podemos tomar un compuesto compensador de las glándulas, como
tikta, durante un mes antes de empezar con trífala guggulu, para aumentar su efecto.
El peso ideal para cada uno es el adecuado a su constitución. Las personas de
tipo K no deben aspirar al aspecto anoréxico que lucen las modelos de las revistas de
moda. Aunque el ayurveda sostiene que es mejor estar demasiado delgado que
demasiado gordo, recordemos que la falta de grasa debilita a ahamkara y perjudica la
inmunidad. La grasa es un dhatu esencial, y, en la cantidad adecuada, es útil. El odio

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a la grasa es odio a sí mismo, que se transfiere a ahamkara y la debilita aún más.
Olvidémonos de la grasa; pensemos en recrearnos.

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5. RUTINA

Las recetas hacen más fácil la cocina. Los hábitos saludables forman parte de la
receta para recrearnos. Cuando nuestros dhatus están cambiando constantemente,
ahamkara no puede identificarse tan firmemente con el cuerpo y la enfermedad tiene
más oportunidad de desarrollarse. El ayurveda considera que una rutina disciplinada
para el cuerpo y la mente fortalece activamente la inmunidad al proporcionar una
base sobre la que ahamkara puede construir un nuevo Yo.
Los rishis que revelaron el ayurveda establecieron hace mucho tiempo qué
hábitos eran convenientes y cuáles había que evitar, y elaboraron rutinas cotidianas y
estacionales que tenían que seguir las personas de cada prakriti para conservar la
salud. La gente V necesita especialmente la rutina a causa de su irregularidad innata.
A las personas de tipo V les resulta muy difícil seguir una rutina cualquiera aunque
sea por poco tiempo. A las de tipo K les encanta la rutina, pero a menudo sus rutinas
son malsanas. Les cuesta tanto dejar los malos hábitos como a los V adquirir los
buenos. Las personas de tipo P pueden coger y dejar hábitos prácticamente a
voluntad, pero pueden tener dificultad en distinguir los buenos hábitos de los malos.
Mucha gente está convencida de que no le queda tiempo para dedicarse a la
creación y el seguimiento de buenos hábitos. Mi maestro Vimalananda solía decir,
«los occidentales llevan sus dioses en la muñeca». Con ello quería decir que dejamos
que regule nuestras vidas una versión artificial y arrítmica del tiempo. Todo
organismo requiere un ritmo para funcionar correctamente, pero la mayoría
ignoramos los ritmos interiores y exteriores naturales que nos influyen en secretos y
tratamos de crear en su lugar nuestro propio tiempo antinatural. El seguimiento de
horarios arbitrarios nos sustrae a esos ritmos y debilita nuestra capacidad para
adaptarnos a las tensiones. Afortunadamente, los ritmos pueden regenerarse
introduciendo nuevas rutinas en nuestras vidas. Al organismo humano le encanta la
rutina y prospera cuando come, hace ejercicio y descansa con regularidad.
Es especialmente importante disciplinar los hábitos en cuanto a la indulgencia con
la comida, el sueño y el sexo. Tengamos la constitución que tengamos, la comida, el
sueño y el sexo son los tres pilares de nuestra vida, las tres actividades que cuando
son sólidas sostienen la casa que es nuestro cuerpo. Cuando están debilitadas por el
mal uso, la casa se derrumba. Puesto que la salud depende del soporte que recibe de
los tres pilares, los buenos hábitos en la comida, el sueño y el sexo son indispensables
si queremos que nuestra vida sea próspera.
Los tres pilares equivalen a la digestión, el descanso y la creatividad. Alimento es
todo aquello que el cuerpo digiere, lo que nutre el organismo. Abusar de la comida
agrava principalmente a pitta y conduce a la mala digestión física y mental. El sueño
es lo que obliga a la mente a descansar de su incesante proyección exterior y permite

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que nuestra identidad consolide su control sobre todo el organismo. Dormir
demasiado agrava sobre todo a kafa y entorpece el dinamismo del cuerpo y de la
mente. El sexo es lo que procrea y permite que nos unamos temporalmente a otro ser.
Abusar del sexo agrava sobre todo a vata y debilita la creatividad y la capacidad de
comunicarnos.
La comida que se come y se digiere correctamente nos proporciona la energía
necesaria para la creación, la proyección en el entorno de la unicidad de nuestra
individualidad. Podemos proyectar nuestra energía en la materia para crear una forma
artística, o un balance, o podemos disiparla proyectándola en actividades
improductivas como ver la televisión. Si durante el día no conseguimos crear con
nuestra energía ni disiparla, por la noche estaremos tentados de proyectar esa energía
en otro ser humano a través del acto sexual: para crear otra forma humana, engendrar
satisfacción en la pareja o simplemente para disiparla. Después de la transmisión,
descansamos de nuestro afán de proyectarnos y expresarnos y entramos en el estado
de reposo conocido como sueño, que nos prepara para la admisión y el gasto de
energía del día siguiente. La digestión, la creación y el descanso son indispensables
cada día para todo individuo sano de cualquier constitución. Todos necesitamos el
alimento, el sueño y el sexo preciso; ni más, ni menos.
La mayoría andamos demasiado ocupados para seguir todas las indicaciones que
figuran en este capítulo. Incorporemos a nuestra rutina cotidiana todas aquellas que
nos parezcan de utilidad para nuestras necesidades y aspiraciones. Una buena rutina
mejora la salud, que a su vez aumenta la capacidad para cumplir con las obligaciones,
acumular posesiones y colmar los deseos.

Rutina diaria

La rutina matinal nos ayuda a prepararnos para comer depurando nuestro


organismo de sus residuos, los restos de la porción de comida del día anterior
desechada por insatisfactoria. Hay que eliminar todos los residuos antes de añadir
más combustible, tal como hay que retirar la ceniza de una chimenea antes de
encenderla de nuevo. Los residuos incluyen: la orina, las heces y el sudor; toda la
suciedad que se acumula en los órganos sensoriales; y todos los residuos mentales
como emociones, obsesiones y engaños. Los puntos más destacados de esta rutina
son:

Levantarse

Lo mejor es despertarse al amanecer para que el cuerpo empiece a sincronizarse


con el ritmo del sol. Además, la parte final de la noche está regida por vata, cuyas
cualidades de ligereza e irregularidad no incitan a un sueño profundo y reparador.

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Puesto que vata también está implicada en la eliminación, el período que precede al
amanecer es el momento más oportuno para tratar de eliminar los residuos físicos y
mentales del cuerpo. La correcta eliminación contribuye asimismo a eliminar la kafa
que de manera natural se acumula durante la noche.
La ligereza de vata también fomenta la buena meditación. El sueño es una especie
de muerte, una disociación parcial de la mente y el espíritu con respecto al cuerpo. La
magnanimidad del sol, que da vida consumiéndose a sí mismo para proporcionarnos
luz y calor, ha hecho que muchas culturas lo venerasen como a un dios. Todo el
mundo tendría que levantarse temprano y maravillarse por unos instantes ante el
milagro de la existencia que se repite una vez más, dejando que ese milagro instile un
profundo respeto hacia todo tipo de vida en el corazón de nuestro Yo. La madrugada
es un buen momento para rogar a la Naturaleza que a lo largo del día conserve y
aumente nuestra propia armonía para relacionarnos armoniosamente con todo aquél y
todo aquello que nos salga al encuentro.

Residuos

Lo mejor es defecar una o dos veces al día. Tres o más veces al día incrementa
innecesariamente vata, la fuerza que ha de expulsar los residuos, y provoca que la
comida pase por el intestino demasiado deprisa para ser correctamente absorbida. No
conviene estimular la defecación inmediatamente después de comer, aunque es
aconsejable orinar después de cada comida. Apretar bien los dientes al evacuar orina
o heces para impedir que vata los afloje.
Examinemos la orina y las heces cada mañana para comprobar si su aspecto es
saludable. Cualquier alteración en los residuos indica mala digestión y presencia de
ama. Para remediarlo antes de que éste tenga la oportunidad de hundirse
profundamente en nuestro organismo, no comamos nada y bebamos tan sólo infusión
de hierbas, sobre todo de jengibre seco, hasta que los residuos mejoren y el apetito
aumente. Ésta es una norma general y, como cualquier otra generalidad, tiene sus
excepciones, pero en la mayoría de los casos no debemos introducir comida en
nuestro sistema en tanto que éste dé muestras de que no la puede digerir
correctamente.

Limpieza

Lavarse las manos, los pies, la cara, la boca, los ojos y la nariz purifica los
órganos sensoriales del cuerpo. Lo primero que hay que hacer es examinarse la
lengua. Una lengua sucia indica la presencia de ama tóxico, material alimenticio sin
digerir o mal digerido, en el aparato digestivo. Una lengua sucia puede preceder
cambios en las cualidades de los residuos, de modo que si nos examinamos

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regularmente la lengua podremos prevenir las consecuencias de la indigestión antes
de que aparezca.
Hay que rasparse la lengua a diario, con un raspador o una cuchara que han de ser
de plata, cobre o acero inoxidable. La lengua hay que rasparla lentamente de atrás
hacia adelante, de cinco a seis veces, para extraer de las criptas toda la suciedad que
podamos. Hacer gárgaras de vez en cuando con agua salada y una pizca de cúrcuma
ayuda a mantener sanas las encías, la boca y la garganta.
Hay que cepillarse los dientes cada día, pero con suavidad para no dañar el
esmalte o las encías. Los primeros cepillos dentales indios consistían en ramitas con
la punta machacada que se usaban una vez y luego se tiraban. La investigación
moderna ha demostrado que los cepillos dentales pueden hospedar colonias de
bacterias patógenas capaces de provocar infecciones recurrentes. Mantengamos
limpio y seco el cepillo dental y reemplacémoslo a menudo.
Todavía en uso en la India rural, las ramitas utilizadas como cepillos limpian los
dientes a la vez que los cepillan. Los occidentales tenemos que hacer uso de alguna
sustancia limpiadora. La limpieza diaria de los dientes es importante para su salud,
como lo es el uso de polvo o pasta dentífricos, cuya utilidad principal es fortalecer y
purificar las encías. La siguiente es una sencilla receta de polvo dentífrico:

5 partes de alumbre, Heucheria americana o corteza de roble albar en polvo


3 partes de pimienta negra molida
2 partes de sal gema (la mejor es la sal oscura denominada kala namak o la sal
blanca denominada sindhalu o saindhav)
1 parte de cúrcuma en polvo
¼ parte de alcanfor puro o aceite de clavo
Los ojos deben limpiarse con agua tibia que se habrá tenido en la boca durante
unos instantes para que absorba un poco de saliva. La saliva es buena para los ojos.
Una vez por semana hay que instilar en ellos unas gotas de miel, aceite de ricino,
agua de rosas o infusión de agracejo o trífala para expulsar el exceso de kafa. La
nariz hay que limpiarla con agua pura o ligeramente salada e instilar diariamente una
gota de aceite en cada ventana con la punta del dedo meñique. Tanto para limpiarlos
como lubrificarlos (para prevenir el incremento de vata) hay que instilar dos o tres
gotas de aceite en cada oído cada una o dos semanas.

Meditación

Lo más indicado es tomar un breve baño antes de meditar, pero si no nos apetece,
al menos debemos lavarnos a fondo las manos, los pies y la cara. La meditación es
una forma de alimentación, un consumo de energías sutiles que son digeridas por los
fuegos digestivos sutiles de la mente. La meditación es un elemento crucial de

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cualquier programa diario porque satisface el apetito mental. La meditación
inadecuada o insuficiente deja hambrienta a la mente, y hace que se vuelva hacia los
órganos de los sentidos en busca de satisfacción en los objetos sensoriales, incluida
especialmente la comida física.
Valerse de la comida para satisfacer sólo a la mente sin contar con el cuerpo
conduce siempre a la enfermedad. La buena meditación nutre de tal modo el
organismo que el cuerpo puede sustentarse con menos comida. El control del deseo,
que es el apetito mental, es la clave de la longevidad y la inmortalidad.
Meditación puede serlo todo, en la medida en que sea sincero y realmente sentido.
Desde el punto de vista estrictamente de la salud del organismo, la más sencilla de
todas las meditaciones concierne al sol, sin cuyas luz y calor no existiríamos. El color
dorado del sol es de entre todos el más saludable, el más nutritivo y el que da más
fuerza y vigor. El ayurveda recomienda el consumo diario del color dorado.
Los yoguis suelen hacer acopio de ese color mirando fijamente al sol durante
algunos minutos cada día desde el preciso instante en que aparece en el horizonte,
meditando sobre su magnificencia y su munificencia. Todo el mundo lo puede hacer
fácilmente; en cuanto la luminosidad del sol alcance un grado de intensidad que
resulte molesto, cerremos los ojos y sigamos mirando fijamente un rato más a través
de los párpados cerrados. Unos pocos minutos al día nos fortalecerán el Yo y nos
mejorarán la vista.
Si no aguantamos el calor, o vivimos en un clima nuboso, podemos obtener color
dorado por el método ayurvédico de fijar la mirada en un cuenco dorado lleno de gui
de vaca, que es de color dorado. O podemos valernos del procedimiento denominado
trataka, que consiste en colocar a la distancia del brazo y la altura de los ojos una
lámpara llena de gui, que arde con luz dorada, y mirarla fijamente hasta que se nos
salten las lágrimas. También podemos cerrar los ojos e imaginar el sol, o un globo de
oro incandescente. Tras cualquiera de estos procedimientos, hay que lavarse los ojos
e instilar una o dos gotas de agua pura de rosas en cada uno de ellos para eliminar
todo exceso de calor.

Masaje

El tacto es el sentido de la piel. La piel y el aparato digestivo son las barreras


físicas que nos separan del entorno. Ambos controlan la entrada a nuestro sistema,
dejando pasar los nutrientes y negando la entrada a los agentes patógenos. Asimismo,
los residuos corporales pueden evacuarse tanto a través de la piel como del intestino.
Cuando la evacuación por otros canales resulta ineficaz, el exceso se encamina al
exterior a través de la piel. Las enfermedades cutáneas suelen aparecer cuando la piel
está atascada con residuos tóxicos. Por eso la salud de la piel está estrechamente
relacionada con la salud del aparato digestivo. Las enfermedades cutáneas mejoran

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cuando mejora el funcionamiento de la digestión, y cuando la piel queda limpia de
impurezas y se entona hasta vibrar, el aparato digestivo también mejora su estado.
Todo ser humano necesita un masaje regular con aceite. Aunque en la mayoría de
los casos suele bastar el automasaje, todo el mundo debería tomar un masaje
profesional de vez en cuando. El masaje deja la piel suave y untuosa y regula a vata
reduciendo sus cualidades de frialdad, sequedad, ligereza, aspereza e irregularidad.
Su movimiento rítmico alivia la rigidez de músculos y articulaciones y confiere ritmo
y soltura a los movimientos corporales. La circulación sanguínea aumenta,
estimulando la rápida eliminación de residuos metabólicos. El masaje también relaja
el cuerpo antes de un ejercicio más enérgico.
La gente V necesita más del masaje que la P o la K porque su sentido del tacto es
mucho más agudo, tan agudo que a veces puede resultar doloroso. El tacto puede ser
también terapéutico. Las personas V necesitan que las toquen más que las demás
porque el tacto contribuye a situarlas en el nivel de conciencia apropiado para vivir
en el mundo. El masaje proporciona tacto terapéutico y suaviza la agudeza del
sentido del tacto.
La gente V es también más propensa a los estragos de la radiación que la de los
demás tipos, y las investigaciones han demostrado que el aceite vegetal en la dieta y
aplicado en la piel contribuye a proteger a las personas de los efectos destructivos de
la radiación. El uso tanto de aceites medicinales, por vía interna como externa, es el
método fundamental que emplea el ayurveda para equilibrar a las personas V y tratar
los estados causados por vata.
Para proteger su salud y su cordura, todas las personas V deberían acudir
regularmente a un o una masajista profesional competente por lo menos una vez al
mes, y si es posible a la misma hora del día del mismo día de la semana cada vez. La
rutina refuerza y aumenta los efectos del masaje.
Las personas P deben buscar la variedad en el masaje, probando el shiatsu, el
hidromasaje, la polaridad y varias técnicas más para mantener la mente ocupada. Los
tejidos P son tiernos e irritables por naturaleza y deben manipularse con cuidado para
evitar que se irriten.
Las personas de tipo K requieren manos firmes, dedos que penetren hondamente
y una técnica rayando la brusquedad para despertar su perezosa circulación y eliminar
los residuos celulares. Han de hacer un uso moderado del aceite o prescindir
totalmente de él. Las personas de constitución dual deben escoger un masaje basado
en la estación del año y sus propias circunstancias personales.
Lo más indicado es usar el aceite de una planta que crezca o pueda crecer en
nuestra región. Debemos escoger el aceite según la estación (aceites caloríficos como
los de mostaza o sésamo en invierno y refrescantes como los de coco u oliva en
verano), el clima (aceites húmedos como los de sésamo y ricino en climas secos, y
secantes como el del alazor en climas húmedos) y la constitución personal.
Seguramente el mejor de los aceites medicinales es el aceite de sándalo porque

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reduce las propiedades productoras de pitta y kafa de cualquier aceite que se mezcle
con él, y porque promueve el equilibrio y la serenidad mentales.
Cualquier aceite es bueno para los V, pero los más indicados suelen ser los de
sésamo, almendra, mostaza y ricino. El aceite de oliva, la manteca de cacao y el
aceite de coco son excelentes para los P junto con algún aceite aromático como los de
lavanda o sándalo. Los K deben evitar el aceite y concentrarse en el masaje seco, si
bien para lubrificar la piel pueden ponerse aceite de girasol, alazor o, en invierno,
mostaza. Los VP necesitan menos aceite que los V puros, pero pueden servirse de
casi todos ellos y deben tomar masajes con regularidad. Los PK han de usar
habitualmente aceite de girasol o maíz y los VK pueden escoger entre los de mostaza,
almendra, girasol y maíz, y necesitan masajes frecuentes.
Para masaje corporal general se mezcla una onza de aceite aromático como el de
sándalo a un cuarto de galón (aprox. 1 l) de un aceite adecuado a las condiciones del
momento. Las personas de tipo V, VP y VK con mala circulación en las extremidades
pueden optar por añadir de una a dos cucharaditas de aceite de Gaultheria o de
eucalipto al aceite principal. El aceite de hojas de pino ayuda a combatir las
tendencias a los espasmos musculares y el aceite puro de jazmín, en cantidades de
una onza por pinta (aprox. 1/2 l), surte un efecto afrodisíaco. Los aceites vegetales no
medicinales, excepto el aceite de ricino, nunca deben aplicarse a las articulaciones
reumáticas. El aceite de ricino puede aplicarse en cualquier momento a cualquier
parte del cuerpo. Un poco de aceite de ajo en el aceite de ricino, que actúe como
revulsivo, contribuye a que la zona reumática se limpie por sí sola.
No nos pongamos nunca en el cuerpo aceite mineral ni aceite perfumado o teñido
con productos químicos; la piel absorbe el aceite con la misma eficacia que si nos lo
hubiésemos puesto en la boca. Conservemos el aceite puro y prensado en frío para
masaje corporal en el frigorífico, pero no más de tres meses. Si guardamos el aceite
en una botella roja y lo exponemos diariamente al sol durante cuarenta días, su calor
aumenta y con él su eficacia en el tratamiento de enfermedades vata y vata-kafa
como los achaques. Conservar el aceite en una botella azul y exponerlo al sol
diariamente durante cuarenta días lo enfría, aumentando sus efectos sobre el
sarpullido, las quemaduras y otros estados con participación intensa de pitta.
Cuando nos demos masaje debemos seguir la corriente de energía corporal para
evitar que vata se desvíe de su trayectoria normal. Para ello podemos actuar en el
sentido del crecimiento del pelo. Procedamos desde las manos y los pies hacia el
tronco y desde fuera hacia dentro. Apliquemos un poco más de aceite a las partes
vitales del cuerpo —⁠ el corazón, el ombligo, los genitales, las articulaciones, el ano y
cualquier órgano sensorial que no hayamos aceitado previamente⁠ — y apliquémoslo
generosamente sobre las zonas cubiertas de pelo como la cabeza, las axilas, el pubis y
el pecho. La nutrición del pelo está relacionada con la nutrición de los huesos. El
aceite en el cabello también ayuda a regular a vata en la mente. Una vez por semana
extendámonos un poco de aceite en el cuero cabelludo y esperemos unos veinte

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minutos a que lo empape antes de lavarnos la cabeza. El masaje con aceite en la
cabeza relaja tanto el cerebro como el cuerpo y fortalece los órganos sensoriales.
Si no disponemos de tiempo para darnos masaje en todo el cuerpo, hagámoslo al
menos en las plantas de los pies. El masaje con aceite en los pies promueve un sueño
profundo. Quien tenga la vista débil debe aceitarse cada noche la uña del dedo gordo
de cada pie. Hay que evitar el masaje cuando el aparato digestivo esté lleno de ama.
Unos residuos corporales anormales y una lengua muy sucia indican ama aunque no
haya otros síntomas, pero la mayoría de las enfermedades agudas, sobre todo las
fiebres, están asociadas a una presencia masiva de ama.

Ejercicio

El ejercicio puede ser pasivo como el masaje, activo como el «aerobic» o tanto
activo como pasivo como las posturas de yoga. El ejercicio aumenta el vigor corporal
y la resistencia a la enfermedad facilitando la acción del sistema inmunológico.
Limpia todos los canales, fomenta la circulación y la evacuación de residuos y
destruye la grasa. El ejercicio regular puede llegar a disminuir la ansiedad y producir
una sensación de bienestar estimulando la liberación de endorfinas, lo que explica
que el ejercicio pueda ser adictivo.
La gente V se vuelve adicta al ejercicio enérgico porque la agota temporalmente,
impidiéndole pensar al vertiginoso ritmo acostumbrado, y porque las endorfinas
elevan el umbral de resistencia al dolor del organismo, lo cual es importante para
personas normalmente sensibles al dolor como las V. El exceso de ejercicio enérgico
agota el cuerpo, lo cual altera a vata. Además, el embotamiento mental que engendra
el ejercicio enérgico es sólo transitorio. De rebote, induce a la mente a actuar aún más
enérgica y caóticamente que antes como para recuperar el tiempo perdido.
Los V suelen tener preferencia por la carrera y la marcha, que someten a grandes
tensiones sus articulaciones intrínsecamente débiles. Las lesiones articulares de los V
son más susceptibles de complicarse o de conducir a la artritis que lesiones parecidas
en personas de otros tipos. Algunos V se sienten atraídos por deportes como el
balonmano que requieren intensas explosiones de energía, de la que los V disponen
en abundancia; sin embargo, el resultado final es el agotamiento total de la energía.
Para las personas de tipo V, los ejercicios suaves y regulares como el yoga, el tai-chi,
el paseo o la natación son siempre preferibles al ejercicio intenso. El yoga y el tai-chi
son especialmente indicados para las personas V porque al ser contemplativos
promueven la ecuanimidad mental.
Los V tienden a impacientarse por todo, y la energía que un impaciente
incorregible puede consumir en un día equivale a la empleada en marchar durante
varias millas. Los ejercicios rítmicos son siempre más indicados para las personas de
tipo V que los esfuerzos caóticos. Por ejemplo, levantar habitualmente pesas ligeras

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es mucho más indicado para los V que agotarse esporádicamente con ejercicios
gimnásticos. Los saltadores están indicados para los V adictos a la marcha y la
carrera. Los ejercicios participativos como los bailes populares también pueden
satisfacer esos requisitos.
Como los V detestan la rutina y les encanta probar cosas nuevas, pueden empezar
con el tipo de ejercicio que le apetezca. Una vez adquirido el hábito de hacer
ejercicio, deben moderar la intensidad y potenciar la estabilización. Las fuentes
externas de calor como los baños de vapor o de agua caliente son un estímulo
suplementario para la circulación. La gente VP necesita menos calor que la V pura
pero, por lo general, en cuanto al ejercicio debe observar las mismas directrices que
los V.
A los P les encanta el ejercicio enérgico como la halterofilia porque alimenta su
agresividad y los pone mucho más intensos, irritables y tozudos. Los deportes
competitivos como el tenis les excitan porque son competitivos por naturaleza y les
encanta la sensación de competir. Un deporte óptimo para un P ha de aportar esa
competitividad sin permitir que refuerce su egotismo natural. Los deportes de equipo
como el baloncesto y el voleibol, en los que se pone el acento en la cooperación y se
minimizan los méritos individuales, y los deportes que como el montañismo permiten
competir con uno mismo, son los más indicados para los P. El tai-chi y el yoga
también pueden serlo si los P se sirven de ellos para enfriar su fuego y compensar su
agresividad.
Los P deben ser precavidos con las fuentes externas de calor. Si la naturaleza
hubiese querido que los P se pasaran horas tendidos al sol, los habría dotado de pieles
oscuras. Conscientes de ello, deben usar una loción protectora del sol y ponerse a
cubierto en cuanto empiecen a estar demasiado calientes. La natación es excelente
para los P porque es refrescante; ayuda a reducir el fuego, lo mismo que el esquí
acuático y el esquí sobre nieve. La natación es un ejercicio sencillo y excelente,
especialmente indicado para los V y los P, pero que resulta adecuado para todo el
mundo.
La gente K tiene verdadera necesidad de ejercicio enérgico. Muchos K precisan
poderosos estímulos para contraer el hábito de hacer ejercicio, pero, una vez
contraído, la persona K lo conserva. A los K no suele gustarles tener que implicarse
profundamente en la actividad, por eso tienden a optar por ejercicios que, como
montar en bicicleta, pueden hacerse con el «piloto automático». Sin embargo, tales
actividades repetitivas refuerzan la naturaleza rutinaria y repetitiva de un organismo
K. Son más indicados los deportes intensos o las secuencias gimnásticas complicadas.
El yoga y el tai-chi pueden ser adecuados si se emplean para estimular y vigorizar el
organismo.
Las personas de tipo K y PK son las únicas que deben entregarse a actividades
que fuercen al máximo el organismo, como el hockey sobre hielo o la tala de troncos.
La mayoría de los VK no tienen la misma resistencia intrínseca a causa de la

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influencia de vata. Necesitan ejercicio enérgico regularmente pero no continuamente,
además de generosas dosis de calor. Como en el caso de las personas V, las de tipo K
que necesitan ser estimuladas para hacer ejercicio, aun cuando tienen que evitar el
ejercicio repetitivo, deben empezar con alguna actividad repetitiva como las carreras
de fondo o la calistenia y luego ir incrementando gradualmente la complejidad del
programa.
Ningún ejercicio puede beneficiarnos si lo practicamos hasta el agotamiento. La
norma ayurvédica consiste en no realizar nunca esfuerzos superiores a la mitad de
nuestra capacidad. Si sabemos que al cabo de, pongamos, una hora de montar en
bicicleta estaremos agotados, nunca debemos montar más de media hora seguida. En
climas extremos, donde la energía se disipa más rápidamente, el esfuerzo ha de ser
incluso inferior a la mitad de la capacidad. No hagamos ejercicio si estamos
aquejados de enfermedades respiratorias como tos o catarro crónicos, ni en caso de
inflamación o indigestión agudas. Los niños no deben empezar demasiado pronto a
hacer ejercicio enérgico, ni hay que seguir haciéndolo en la vejez.
El ejercicio inadecuado puede descompensar entre sí las distintas partes del
cuerpo, acentuando en exceso una zona mientras se descuidan otras. Incluso el
ejercicio adecuado puede tener efectos indeseables si se practica en exceso. El
ejercicio enérgico aumenta la necesidad de comida física que reponga los nutrientes
consumidos para suministrar energía. Esta comida adicional precisa energía
suplementaria para digerirla. Como esta energía ha de obtenerse a expensas de la
mente, el exceso de ejercicio la entorpece. El ayurveda recomienda siempre el
ejercicio meditativo, como el yoga o el tai-chi, para evitar esa torpeza mental y
asegurar la correcta circulación de energía por todo el organismo. Tales prácticas
estabilizan a los vata, sosiegan a los pitta, estimulan a los kafa y facilitan la
integración de los que tienen constituciones duales.
El ayurveda recomienda acompañar el ejercicio con respiración rítmica. La
respiración introduce en el cuerpo la fuerza vital (denominada prana en sánscrito) y
saca de él los residuos gaseosos. La buena respiración purifica los pulmones; la mala
respiración debilita los pulmones y altera el colon y los huesos. Para que el ejercicio
resulte eficaz la respiración debe ser regular, uniforme y profunda.
El ejercicio respiratorio más sencillo que podemos hacer consiste en sentarse y
concentrarse en respirar desde lo más profundo del abdomen, aminorando la cadencia
gradualmente y sin esfuerzo hasta reducirla a unas pocas respiraciones por minuto.

El saludo al sol surya namaskara

De pie, con las palmas juntas, inhalar y exhalar despacio.

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Separar las palmas e inhalar lentamente mientras se echan hacia atrás los brazos y la
cabeza. Con los brazos abiertos y las palmas hacia arriba, doblar suavemente la
espalda.

Exhalar despacio manteniendo la cabeza entre los brazos y doblarse lentamente hacia
adelante por la cintura. Inclinarse con las rodillas rectas, relajando la cabeza, el
cuello, los hombros y los brazos, hasta, si es posible, tocar el suelo con las manos.

Doblando ambas rodillas, apoyar las palmas planas en el suelo a cada lado de los
pies. Estirar la pierna derecha hacia atrás dejando la punta del pie y la rodilla
derechas en contacto con el suelo. Inhalar despacio estirando el mentón hacia arriba.

Llevar el pie izquierdo junto al derecho y levantar las caderas en posición de navaja,
formando un triángulo, con el mentón pegado al pecho. Contener la respiración.

Mover los pies hacia atrás y bajar el cuerpo hasta que entren en contacto con el suelo
las puntas de los pies, las rodillas, el pecho y la frente, pero no el abdomen. Exhalar
despacio mientras se baja el cuerpo.

Inhalar despacio doblando suavemente la espina dorsal hacia atrás con el mentón
levantado, las caderas y las puntas de los pies en contacto con el suelo y los codos
ligeramente doblados.

Exhalar lentamente mientras se devuelven las caderas a la posición de navaja,


formando un triángulo. Mantener los talones pegados al suelo y el mentón al
pecho.

Inhalar despacio llevando la pierna izquierda a la altura de las manos.


Mantener la rodilla derecha en contacto con el suelo, las palmas planas y el
mentón levantado.

Exhalar despacio mientras se lleva el pie derecho junto al izquierdo, se


yerguen las rodillas y se dobla el cuerpo hacia adelante por las caderas.
Relajar el cuello, la cabeza y los brazos.

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Erguirse lentamente inhalando mientras se extienden las manos, primero hacia fuera
y luego hacia arriba, e inclinar hacia atrás la cabeza y los brazos con las palmas hacia
arriba.

Exhalar despacio juntando las palmas y cerrando los ojos.

Observemos atentamente los distintos cambios en nuestro cuerpo: el aumento del


calor, la respiración, el ritmo cardíaco.
Al principio hay que mantener tres segundos cada una de las doce posturas. Una
vez familiarizados con el saludo al sol, cada asana (postura) se encadenará con la
siguiente. No debe producirse sensación de ahogo, pero lo más importante es hacerlo
despacio según la capacidad de cada uno. Quien tenga un historial de hipertensión
arterial o problemas cardíacos ha de tomar la precaución de consultar con un médico
antes de hacer este ejercicio.
Los yoguis afirman que cada individuo nace disponiendo de un número
determinado de respiraciones, y que cuando éstas se acaban, el individuo muere.
Cuanto más rápido respiremos, más pronto gastaremos nuestras respiraciones y más
corta será nuestra vida. Respirando más despacio se vive más tiempo. Éste es otro
argumento en contra de los ejercicios gimnásticos demasiado enérgicos. Hagamos el
ejercicio o la meditación que hagamos, debemos dedicar unos minutos al día a
concentrarnos en la respiración, sentándonos con la espalda derecha y respirando con
el abdomen, no con el pecho.
Mi maestro Vimalananda solía decir que aun ignorando todas las demás normas
de rutina, podemos conservar la salud si:

Mantenemos el intestino en movimiento (mantener limpio el colon)


Mantenemos el cuerpo en movimiento (hacer ejercicio regularmente)
Mantenemos la respiración en movimiento (respirar siempre lenta y
profundamente).
Aunque no hagamos nunca rigurosas purificaciones ayurvédicas o yóguicas,
debemos tomarnos cada día el tiempo necesario para asegurarnos de que el colon se
vacía correctamente. Aun cuando sólo nos alcance para dar una vuelta a la manzana,
hacer estiramientos en el suelo de la sala de estar, o ejercicios isométricos en el cuarto
de baño, debemos tomarnos de cinco a diez minutos diarios, preferiblemente a la
misma hora cada día, para mover el cuerpo. Aunque nunca estudiemos pranayama, la
ciencia yóguica de la respiración, debemos dedicar por lo menos cinco minutos al día
a respirar tranquila, profunda y lentamente para regenerar las reservas de prana.
La pieza maestra de los ejercicios es el saludo al sol o surya namaskara, una serie
de posturas yóguicas realizadas con respiración rítmica. Cada postura tiene asociado

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un mantra, un modelo sónico especializado que fortalece al cuerpo sutil como la
postura fortalece al cuerpo físico. La respiración facilita la unión entre ambos
cuerpos. No obstante, el saludo al sol es compensador y armonizador aunque no
sepamos los mantras porque ayuda a integrar en una sola las distintas identidades
(espiritual, mental y física). Es al mismo tiempo una meditación y un ejercicio.
La apariencia sencilla del saludo al sol es engañosa. Al principio hay que hacer de
una a tres rondas diarias e ir aumentando su número, hasta una docena o más, según
lo que tardemos en hacer cada una. Las personas V deben hacerlas de manera lenta y
meditativa, rápida y enérgicamente las K y a un ritmo mediano las P. Éstas, sobre
todo, deben aprenderse los mantras correspondientes a cada movimiento para tener
ocupadas sus activas inteligencias. Dejemos que la respiración fluya libremente
mientras el cuerpo pasa de una postura a otra.
El saludo al sol es el ejercicio supremo porque equilibra y activa el cuerpo y
controla y acondiciona la mente además de presentar una faceta espiritual. Se trata de
un saludo al sol, la fuente de nuestra vida. Aunque no podamos introducir el saludo al
sol en nuestra rutina diaria, ningún V es tan desorganizado, ningún P está tan ocupado
ni ningún K es tan indolente como para no poder hacer alguna clase de ejercicio.
Siempre nos queda el recurso de andar, un ejercicio que entona los intestinos, relaja el
cuerpo y promueve la digestión, todo lo cual conserva la claridad mental. Cuando
todo lo demás nos falla, nos queda reírnos. La risa quema calorías, mejora el
funcionamiento de los pulmones, oxigena la sangre, aporta prana al sistema, libera
endorfinas y refuerza el sistema inmunológico. ¡Y es tan fácil…!

Baño

El ayurveda recomienda bañarse con agua caliente; el yoga aconseja emplear


agua fría. El cuerpo se enfría minutos después de entrar en contacto con el agua
caliente porque los vasos sanguíneos dilatados por el calor reaccionan contrayéndose.
Una ducha fría tiene el efecto contrario, calentándonos al cabo de unos minutos,
cuando los vasos, contraídos por el frío, se dilatan.
Un buen término medio para la gente V, que necesita calor, consiste en bañarse o
ducharse con abundante agua caliente hasta absorber el calor suficiente para sentirse
acalorados, y al final aclararse con agua fría para conservar el calor. A ser posible la
gente P debe acostumbrarse a los baños y duchas fríos, que la ayudan a eliminar el
exceso de calor. Las personas de tipo K deben acostumbrarse al agua fría, que las
estimula. Nadie debe bañarse hasta por lo menos una hora después de comer, para no
distraer sangre del aparato digestivo, donde es necesaria para la digestión. Conviene
evitar temporalmente el baño en caso de diarrea, distensión, catarro crónico,
indigestión y la mayoría de enfermedades agudas en las que predomina ama.

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El agua muy caliente aplicada directamente en la cabeza disipa la potencia de los
órganos sensoriales. Mientras que podemos hacer uso regularmente del champú para
el cabello y el cuero cabelludo, el jabón no puede usarse en el cuerpo más que en
caso de auténtica mugre, puesto que despoja la piel de su manto protector y estimula
el crecimiento de bacterias responsables del olor corporal. El jabón es especialmente
perjudicial para las membranas mucosas (el ano, los órganos genitales, los pezones,
etc.). En vez de jabón hay que usar arcilla o harina de cebada o garbanzo para
absorber el aceite que queda después del masaje o el sudor que queda después del
ejercicio. Además, la harina arrastra los residuos que el sistema excreta después del
masaje y el ejercicio, y tonifica la piel sin secarla ni dejar una capa de jabón. El jabón
no se debe usar nunca en la mayoría de enfermedades de la piel.
Si no nos hemos untado todo el cuerpo de aceite podemos incorporar aceite a la
pasta. Mezclar media taza de aceite con una taza de harina de garbanzo, cebada o
incluso trigo, y añadir de un cuarto a media cucharadita de cúrcuma en polvo para
facilitar la purificación de la piel. Incorporar el agua precisa para obtener una pasta
espesa pero fácil de aplicar y extenderla de manera uniforme, friccionando el cuerpo
con ella. A ser posible hay que dejarla secar hasta que empiece a agrietarse. Sirve de
mascarilla, o emplasto, para todo el cuerpo.
El baño físico debe ir acompañado de un baño mental para despertar la mente y
avivar los fuegos digestivos. En la India se han asignado mantras específicos con esta
finalidad. Los cánticos devotos, los himnos y en realidad cualquier canción o canto
que nos guste ayudarán a satisfacer a la mente, contribuyendo a que el baño sea más
satisfactorio.

Estilo de vida

Es conveniente llevar a cabo la rutina por la mañana, antes de salir al mundo,


porque nos reviste de una «coraza» para nuestra incursión en el entorno exterior. La
falta de una protección adecuada contra los peligros del mundo exterior nos expone a
la invasión de fuerzas externas desestabilizadoras, sean seres humanos o bacterias, ya
que toda interacción con otro ser afecta a nuestra personalidad. Esta «coraza» no debe
aislarnos de las energías benéficas; debe limitarse a permitirnos tamizar las
influencias que nos llegan para decidir con cuáles nos gustaría quedarnos.
Seleccionando experiencias provechosas y protegiéndonos de las fuerzas
desintegradoras, podemos crear a nuestro alrededor un entorno propicio para la salud
total según la propia constitución personal.

Vestido

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La ropa es la parte de quita y pon de nuestra coraza exterior. Hoy en día, dada la
preponderancia de influencias nocivas en la sociedad, la ropa es más importante que
nunca. La ropa debe ser siempre ligera y holgada, hecha de fibras naturales como el
algodón, la lana o el lino. La seda es el tejido que mejor protege contra las influencias
negativas externas que, por demasiado sutiles, no pueden evitarse de otro modo. Por
eso a los sacerdotes indios les gusta vestirse de seda durante las ceremonias rituales.
Algunas autoridades afirman que el rayón tiene esa misma propiedad.
Hay que vestir siempre ropa limpia y no usar nunca la ropa, las flores o el calzado
que haya llevado otra persona, pues dichos artículos captan muy fácilmente las
vibraciones de la personalidad innata del individuo. No hay mejores vibraciones para
cada cual que las suyas propias, excepto las de un santo, las de alguien que haya
alcanzado un nivel de integración superior al suyo. El uso de la ropa, las flores o el
calzado de un santo nos ayuda realmente a armonizar nuestro Yo.
En la India la gente venera con cariño tanto los pies como el calzado de sus santos
porque sabe que la energía entra en el cuerpo por la coronilla y sale por las plantas de
los pies llevándose el calor anormal del sistema. Podemos reducir la fiebre aplicando
pasta de hoja de alheña o frotando gui con un pequeño cuenco de bronce en las
plantas de los pies. La energía que sale de nosotros estará contaminada y llena de
miasma si estamos enfermos mental o físicamente; en cambio será tónica y saludable
si, como los santos, estamos bien equilibrados e integrados. Nuestro calzado absorbe
gran parte de esa energía.
En la India y otros países de Oriente no se permite el calzado en las casas porque,
por muy limpio que esté por fuera, no deja de retener una parte de esa energía
contaminada y contamina todo aquello que entra en contacto con él, tal como unos
zapatos llenos de barro ensucian un suelo limpio. Ya que en cierta medida el uso de
nuestro propio calzado nos afecta negativamente la conciencia, lo mejor es ir
descalzos siempre que podamos, sobre todo dentro de casa. Otro motivo para ir
descalzo es que la piel misma del zapato, al ser la piel de un animal muerto,
contamina la conciencia. Los zapatos de goma suponen una mejora, pero afectan
negativamente a la vista. Los yoguis indios estrictos calzan siempre sandalias de
madera.

Ocupación

El trabajo consume como mínimo un tercio de nuestras vidas. El éxito o fracaso


en la profesión escogida afecta a la confianza en uno mismo y en la validez y
merecimientos de la propia personalidad. El trabajo ha de estar en consonancia con la
prakriti.
A la gente V le gustan los trabajos que requieren bruscos estallidos de energía
intensa, pues ésa es su forma natural de actuar. Sin embargo, tales trabajos, la agotan,

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por lo que debe evitarlos. Aunque desdeñen y se resistan a todo lo que sea aburrido,
repetitivo y rutinario, lo ideal para un V es ocuparse en algo repetitivo, que discipline
la normalmente errática naturaleza V. La gente V debe evitar los puestos de trabajo en
que el aire sea excepcionalmente frío y seco, como la habitación limpia de una
fábrica de componentes electrónicos, o excepcionalmente polvorientos, como una
fábrica de piensos o fertilizantes, aunque tales puestos sean rutinarios.
Los V necesitan un hogar y un entorno laboral tranquilizadores que suavicen sus
asperezas. Deben descansar lo suficiente y, cuando puedan, arreglárselas para echarse
un sueñecito de unos diez minutos por la tarde, pues la tarde es la hora vata del día.
Los V no deben programar reuniones importantes para últimas horas de la tarde a
menos que quieran quedarse dormidos en ellas. Los V deben administrarse con
prudencia y resistir a la tentación de hacerlo todo al mismo tiempo. A veces a la
gente V le resulta muy difícil ser constante o soportar el tedio, pero es indispensable
que lo hagan.
Las personas de tipo V son excelentes pensadores originales, pero si teorizan
sobre la vida deben cuidarse de mantener los pies en el suelo con una rutina
establecida de masaje, ejercicio, sueño y comida. Esto se aplica también a los V que,
a causa de su afición a los cambios frecuentes, se orientan hacia las profesiones
relacionadas con los viajes, como las líneas aéreas. Toda persona V que aspire a
disfrutar del estímulo constante que supone un trabajo de este tipo, la excitación
continua de descubrir nuevos lugares y conocer nuevas gentes, debe mantener un
control estricto sobre todos los demás aspectos de su vida. El cambio y la excitación
son embriagadores para los V y, como cualquier sustancia embriagadora, sólo se
conciben para una indulgencia ocasional. El reto consiste en encontrar un trabajo que
sea lo bastante excitante para sostener el interés de un V y lo bastante rutinario para
evitar que se desequilibre.
Las personas P son prácticas hasta el exceso. Cogen ideas concebidas por los
teóricos V y las aplican a situaciones reales. Los P son realistas y disfrutan de las
obviedades de la realidad; por ejemplo, suelen obsesionarse con los números y el
tiempo, como cuántos nuevos clientes se pueden conseguir en un mes o cuántas citas
se pueden apretujar en una jornada de ocho horas. Los P son por naturaleza agresivos
y paladines de sí mismos. Para ellos todo es una competición, y toda competición está
hecha para ganarla. Tienen que destacar en cualquier actividad, ser los primeros en
cruzar la línea de llegada en cualquier competición. Le piden estímulos a la vida hasta
atiborrarse de ellos, y exigen a su cuerpo que funcione perfectamente en cada
momento.
La ocupación ideal para los P tendría que incluir un grado de desafío suficiente
para mantenerlos ocupados sin la tensión de una dura competencia. La enseñanza, por
ejemplo, proporciona a un P el reto de comunicar sus conocimientos a los demás,
pero no tiene que llevarle necesariamente a compararse continuamente con sus
colegas de profesión, como podría ocurrir si se dedicase a la venta. Los P deberían

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evitar también las condiciones de trabajo físicamente irritantes, como es el caso de la
soldadura o la fundición en que el intenso calor podría incrementar pitta. La violencia
de cualquier tipo no es conveniente para los P, ni siquiera en las películas.
Las personas P que optan por una ocupación estimulante acaban a vueltas con la
irritabilidad y la impaciencia. A los P les encanta hacer planes y entusiasmarse con
ellos; no encajan bien los retrasos ni los obstáculos. Tienen que estar dispuestos a
escuchar a los demás y abstenerse de desestimar sus ideas en seguida. A mediodía, la
hora pitta del día, se ponen extraordinariamente hambrientos e irritables y deben
evitar las confrontaciones hasta después de comer. A los P les resulta difícil separar la
profesión de la familia. Nadie debería llevarse trabajo a casa, pero los P han de ser
más estrictos que los demás en distinguir entre la profesión y la familia. Tienen que
reservarse algún tiempo para «perderlo», para ponerse a disposición de la familia por
cuestiones aparentemente no esenciales.
Los K no son conocidos como pensadores originales ni como destacados
ingenieros, pero un buen K es un excelente administrador. La estabilidad y el
equilibrio de un K hacen que cualquier negocio con el que se asocie vaya como sobre
«ruedas bien engrasadas». Un K cuyo empleo sea casi totalmente rutinario y
repetitivo debe introducir conscientemente el cambio y el estímulo en su vida.
Aunque se trate tan sólo de redistribuir los muebles en casa o la oficina, cualquier
esfuerzo por cambiar a menudo el entorno físico será terapéutico para los K, que
deben cuidarse asimismo de que si su trabajo no es físicamente activo, lo sea su
tiempo libre. La competición es buena para ellos aunque les resulte estresante, y
deben evitar conformarse con soluciones sencillas y ordenadas a problemas
complejos, aunque se trate de asuntos sin importancia.
La mañana es la hora kafa del día, por lo que los K no deben contar con ser
capaces de hacer a esa hora un gran trabajo creativo. Deben reservar las mañanas a
las labores rutinarias, que los K pueden hacer mejor que nadie, y abordar las
cuestiones más espinosas en torno al mediodía o por la tarde, cuando el cosmos les
proporciona respectivamente pitta para su capacidad resolutiva y vata para promover
la especulación. Uno de los grandes retos de la vida es conseguir que nuestra
constitución trabaje para nosotros, no en contra nuestra.

Animales de compañía

Los animales de compañía son prolongaciones de la personalidad de sus dueños,


versiones reducidas de sus amos. La mayoría de las gente prefiere la compañía de
animales con los que pueda relacionarse naturalmente, que reflejen los rasgos de su
propio carácter, pero lo más indicado es tener un animal que resulte terapéutico para
nuestros propios desequilibrios. A los V, por ejemplo, les van bien los perros porque
la adorable y empalagosa generosidad canina calienta, tranquiliza, relaja y estabiliza

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la fría, temerosa y voluble naturaleza de los V. A los K les van mejor los animales
pequeños como los pájaros porque la alegre y vivaz ligereza de las aves ayuda a
compensar la pesada, lenta y estable naturaleza de los K.
Los perros grandes resultan beneficiosos para algunas personas K porque tanto el
perro como el dueño necesitan ejercicio enérgico, y la responsabilidad de éste para
con el perro le estimula a hacer ejercicio con él. A algunas personas de tipo V les van
bien los pequeños animales peludos y muy nerviosos, como el conejillo de Indias y el
hámster, que despiertan en sus dueños el instinto maternal.
Las personalidades P son a veces demasiado altaneras para encontrar algo que
estimule su desarrollo personal en las personalidades más simples de las aves y las
bestias. Los P no deben optar por la solución más sencilla y escoger un animal con el
que sea fácil llevarse bien, ni uno tan agresivo que cada uno alimente los instintos
agresivos del otro. Un pájaro longevo como el loro puede ser lo bastante complejo
para reclamar la atención de un P, pero los gatos, que tienen criterios muy sólidos
acerca de muchos temas, incluidos sus amos, plantean continuos desafíos a la
penetrante mente P, por lo que son tal vez los mejores animales de compañía P. El P
tiene que ir detrás del felino, lo cual constituye una refrescante nueva experiencia
para muchos P de marca.

Pareja

Tal como no abandonaríamos a un animal de compañía por no satisfacer del todo


nuestras necesidades, tampoco rechazaremos a una pareja porque no encaje a la
perfección con nosotros. Pero nos será útil saber algo acerca de nuestra constitución
antes de escoger un animal doméstico o una pareja.
La sexología de la India antigua insiste en que los individuos de la misma
constitución se emparejen entre ellos —⁠ los V con los V, los P con los P y los K con
los K⁠ — a causa de sus tendencias sexuales intrínsecas. Por ejemplo, los K no son
especialmente proclives a los excesos sexuales, pero se ponen completamente
cachondos cuando se vence su natural indolencia. Dada su fuerza física innata, no
será fácil que dos K se agoten con su persistente disposición al contacto sexual. Dos
amantes V se excitan fácilmente y se agotan con facilidad, lo cual es un detalle, pues
connota un sentido de reciprocidad. Un V y un K formando una pareja podrían
experimentar una frustración mutua: primero el V sufriría por la falta de interés por
parte de su pareja, luego, cuando al cabo de días o semanas el apetito sexual del K se
despertase y a éste le entrasen ganas, el V estaría demasiado agotado para responder
con el mismo ardor.
La sabiduría ayurvédica añade que las personas del mismo tipo se acoplan mejor
a causa de la similitud de sus procesos y actitudes mentales. La gente V, por ejemplo,
no es capaz de retener el dinero; lo malgasta rápidamente o lo dona para cualquier

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«causa». La gente P hace muchos cálculos, planifica y gasta y ahorra según un
proyecto estudiado. Un P puro y un V puro casados se tirarían de los pelos a causa de
los hábitos fiscales de la pareja.
Desgraciadamente, dos personas con las mismas condiciones son propensas a
tener los mismos defectos. Dos personas V viviendo juntas tenderán a alimentarse
mutuamente con sus respectivas energías caóticas, y lo más probable es que acaben
subiéndose por las paredes y hablándose a borbotones entre rayos y truenos sin
decirse nada. Dos personas K presumiblemente se inmovilizarán de tal modo que
podrían vivir juntos durante años sin apenas relacionarse. Dos personas P difícilmente
podrán resistirse a competir entre ellas, tratando de arrogarse el papel preponderante
en la relación. Su inveterada irritación mutua puede llevar a grandes y terribles peleas
salpicadas de intervalos de precaria tregua.
El problema es la prakriti. Recordemos que kafa es la fuerza que obliga a que el
agua y la tierra cooperen entre sí, aun cuando preferirían ignorarse. La gente K siente
en lo más profundo de su Yo el deseo de evitar la confrontación, y no hay esfuerzo,
desde dentro o desde fuera, que pueda doblegar por completo esa tendencia. Si bien
un K solo puede reunir la fuerza de voluntad suficiente para acometer su propia
autotransformación lo más probable es que dos K viviendo juntos perseveren en sus
viejos hábitos y refuercen cada uno las tendencias innatas del otro.
Del mismo modo, el calor no es la única causa del antagonismo innato de un P. La
función de pitta es equilibrar dos elementos mutuamente antagónicos: el fuego y el
agua. Los más probable es que dos personas P viviendo juntas se proyecten
antagonismo mutuamente; éste se presenta de forma natural. Es difícil que dos V en
la misma casa lleguen a desarrollar nunca la disciplina que precisan con urgencia, ya
que vata tiene que poner límite al aire, que se resiste a cualquier limitación, con la
ayuda del éter, que sólo puede ejercer una influencia etérea. Dos personas de la
misma prakriti tienden siempre a reforzarse mutuamente las debilidades
constitucionales.
Los P pueden prestar a los V organización para su caos mental y los V brindar a
los P continuos estímulos en la comunicación. Pero como haya un desequilibrio, el
viento V soplará el fuego P lo mismo que un fuelle y quemará la relación, o el
fuego P calentará el aire V y lo dilatará como un globo hasta que levante el vuelo o
reviente. Los V pueden recibir estabilidad y equilibrio de los K y a cambio sacudirles
de su pesadez, siempre que a causa de su frialdad común el aire V no consolide a K
en la obstinación, o la pegajosidad de K no obstaculice el libre movimiento de V. Los
P calientan y activan a los K; los K enfrían y estabilizan a los P. No obstante, si el P
es demasiado caliente, el K hervirá, y si el K es demasiado húmedo, el P acabará
anegado.
Dos personas que vivan juntas durante el tiempo suficiente empiezan a asimilarse
mentalmente e incluso a parecerse físicamente. Dos personas cualesquiera que
duerman juntas cada noche penetran cada una en el aura de la otra, aunque no medien

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entre ellas las relaciones sexuales, a causa de la proximidad y la bajada de defensas
que se produce durante el sueño. En algunos casos, si la pareja en cuestión es estable,
la proximidad puede ser suficiente para promover la integración, pero a menudo la
fuerza de la naturaleza es tan grande que da al traste con los simples buenos
propósitos. Por ejemplo, debido a la carencia de fuego en su relación, es poco
probable que una pareja V-K llegue a buen puerto sin un espacio significativo de
interés compartido, como un trabajo o una afición, que proporcione la unión
necesaria entre las personalidades para que el matrimonio tenga éxito.
El problema se torna mucho más confuso cuando se incorporan las permutaciones
con VP, PK y VK. Una pareja formada por un VP y un PK constituye una de las
relaciones más estables porque ambos disponen de energía ígnea para comunicarse y
la V del uno compensa la K del otro. Un VK y un PK pueden formar una buena
pareja, pero la obstinación K que comparten tenderá a ensanchar las diferencias entre
ambos. Un VK y un VP pueden hacer una buena pareja espiritual, pero la estabilidad
de su vida mundana se resentirá de la influencia V que comparten.
La elección ha de depender fundamentalmente del tipo de relación que
ambicionemos en esta vida. Si queremos una relación estable con una pareja
compatible, escojamos a alguien de nuestro mismo tipo constitucional. El exceso
mutuo que se produce en tales parejas es más fácil de soportar que la tensa dinámica
que genera una pareja cuyas constituciones difieren radicalmente. Cada uno de los
miembros de una pareja estable de parecidas constituciones comprende
intuitivamente las fuerzas que motivan al otro, porque son las mismas fuerzas que lo
motivan a él mismo. Si no queremos tener que invertir una gran cantidad de energía
en una relación, busquemos una pareja de nuestro mismo tipo metabólico.
Si lo que deseamos es una relación que nos sirva de vehículo para el progreso
personal, optemos por una pareja que nos estimule y nos despierte, que nos ofrezca lo
que nos falta y a la que podamos aportar energía complementaria. Sepamos, sin
embargo, que una decisión de este tipo puede sorprendernos comiendo, bebiendo y
divirtiéndonos de manera muy distinta a la de nuestra pareja a causa de nuestra
divergencia constitucional.

Entorno

Las reglas anteriores son válidas para cualquier relación interpersonal. Además, el
criterio principal para escoger a nuestros amigos y compañeros debe ser el efecto
armonizador de su influencia. La amistad con individuos autodestructivos aumentará
cualquier autodestructividad que todavía conservemos en nuestro Yo; la camaradería
con personas empáticas aumentará nuestra propia empatía. Cuando nos asociemos
con una persona debemos ser conscientes de los efectos que esa persona tiene en
nuestra personalidad. La relación con individuos negativos, o sanga dosha, hace que

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adquiramos sus defectos físicos, mentales y espirituales, mientras que satsanga, la
relación con gente fuerte, sana y espiritual, permite que su armonía se nos contagie.
Las características físicas y mentales deben influir también en la elección del
lugar de residencia. Las personas V puras se encuentran mejor en climas cálidos y
húmedos como los de Hawai y la costa del golfo de México, mientras que los climas
fríos les resultan insoportables. Las personas K puras necesitan climas cálidos y
áridos como el desierto del Oeste para equilibrarse, y las de tipo P puras rehuyen los
climas tórridos y adoran el frío. Tanto los V como los K necesitan exponerse
regularmente al sol, si bien la sobreexposición puede dañar el sistema inmunológico.
Los P deben tener cuidado con el sol.
Social y culturalmente podríamos establecer nuestro hogar en un vecindario lo
más opulento posible, con vecinos de los mismos gustos y mentalidades, y evitar todo
contacto con la pobreza para impedir que nuestra sensibilidad se altere con visiones
inquietantes. Esta actitud elevaría al máximo nuestra capacidad para manifestar
nuestra propia riqueza física y acrecentaría nuestras energías terrenal y acuosa.
En el caso de que decidiéramos potenciar al máximo nuestra naturaleza espiritual,
podríamos vivir de manera sencilla y limitada en una vivienda sencilla rodeados de
vecinos sencillos y evitando la compañía de los ricos y poderosos cuyas mentes
andan sumidas en el lodo del mundo. Esto acrecentaría las energías aérea y etérea de
nuestro organismo.
Pero si lo que queremos es ejercitar nuestras facultades mentales, podemos
adaptarnos a cualquier entorno en que nos encontremos, tratando con gente de todo
tipo y condición y manteniendo en cualquier circunstancia una perfecta disposición
mental. Esto intensificaría nuestra energía ígnea.
En un guiso se combinan diferentes verduras, para lo cual cada una ofrece una
parte de su propia personalidad y acepta una parte de la identidad de las otras. Igual
que para con nosotros mismos tenemos una responsabilidad de comer y vivir
saludablemente, también tenemos la de escoger compañías saludables, entornos
saludables y pasatiempos saludables. Por eso el ayurveda insiste en que pasemos todo
el tiempo que nos quede con nuestros «ancianos». Un anciano es alguien mayor que
nosotros en madurez y experiencia; la edad cronológica tiene poca importancia. Hay
que rehuir la sociedad que no tenga ancianos, por muy avanzada que sea material o
artísticamente.

Sueño

El sueño es conocido en ayurveda por la «nodriza del mundo» porque alimenta a


sus criaturas con cariño maternal y promueve su adecuado crecimiento. El sueño es
inercia corporal con relajación mental; está estrechamente relacionado con kafa
porque su esencia es la inercia.

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La noche es el tiempo de dormir, después de que la personalidad se cansa de
proyectarse externamente. Las siestas de diez minutos están indicadas para las
personas V. Las siestas largas sólo están permitidas en pleno verano, cuando los días
son cálidos y las noches cortas. De otro modo, dormir durante el día incrementa kafa,
y sólo los muy jóvenes, los muy viejos, los muy débiles y los que están exhaustos a
causa del sexo, las sustancias intoxicantes, la enfermedad, los viajes, el exceso de
trabajo u otros traumas físicos o emocionales, deben dormir por la tarde una siesta de
más de diez o quince minutos. Descabezar un sueño antes de comer puede ser
beneficioso en algunos casos de indigestión aguda, pero en general, a menos que nos
hayamos pasado toda la noche despiertos, dormir durante el día produce ama
inevitablemente.
El anochecer es la hora kafa de la noche, el momento en que los K deben hacer un
esfuerzo para no quedarse confortablemente inertes. La medianoche es la hora pitta.
Los P en particular no deben estar despiertos a esa hora, pues su apetito aumentará y
estarán tentados de comer. A veces los P se despiertan con hambre a medianoche o, si
tienen úlceras, con dolores producidos por el ácido que pitta ha hecho segregar al
cuerpo a esa hora. Las horas previas al amanecer están regidas por vata, otro motivo
para que los V se acuesten temprano, cuando kafa los anima a dormir profundamente,
y se levanten temprano por la mañana, cuando, de todos modos, vata no les permite
un sueño profundo.
Nadie debe tomar una comida física o mental completa menos de dos horas antes
de acostarse, excepto los suplementos necesarios para provocar el sueño. Todos los
procesos digestivos físicos y mentales deben haber concluido antes de entregarse al
sueño. La meditación, o las plantas nervinas como la valeriana, pueden ayudarnos a
dormir. A las personas V suele resultarles soporífera una taza de leche con una pizca
de azafrán.
La mejor posición para dormir es incorporado en la cama porque proporciona el
sueño más alerta. Dormir sobre el lado derecho es la más relajante; sobre el lado
izquierdo, la más digestiva; boca arriba, altera a vata, y boca abajo lo altera todo. Los
yoguis que no duermen incorporados prefieren hacerlo sobre el lado derecho porque
estimula el funcionamiento de la ventana nasal izquierda al suprimir la respiración a
través de la derecha. Ello enfría y relaja el cuerpo facilitando su control, lo cual es
esencial para el yoga.
Las personas que desean disfrutar ampliamente de los placeres mundanos deben
dormir sobre el lado izquierdo, ya que ello estimula el funcionamiento de la ventana
nasal derecha al obstruir la libre circulación por la izquierda. La ventana nasal
derecha calienta y activa el cuerpo además de aumentar el interés del organismo por
la comida, el sueño y el sexo. Esto nos ayuda a exteriorizar mejor la personalidad
para permitirle un mayor disfrute de la sensualidad.
Dormir boca arriba permite que las dos ventanas nasales funcionen al mismo
tiempo, lo que desalienta la integración cuerpo-mente-espíritu y contribuye

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indirectamente a la enfermedad al fomentar que la energía salga del cuerpo. Dormir
boca abajo provoca directamente la enfermedad al obstruir la respiración sana y
profunda.
Lo mejor es dormir con la coronilla orientada al este y los pies al oeste; ello
fomenta el sueño meditativo. Dormir con la cabeza al norte saca energía del cuerpo,
perturbando la integración cuerpo-mente-espíritu. Si la cabeza da al sur, la energía
entra en el cuerpo, mejorando la salud. La cabeza al oeste provoca sueños
perturbadores. Investigaciones recientes en la India confirman los efectos relajantes
del este y los efectos perturbadores del norte.
Antes de abandonarnos al sueño debemos lavarnos siempre las manos, los pies y
la cara, darnos masaje en los pies con un poco de aceite y meditar durante unos
minutos para dejar que se disipe la negatividad del día. En caso de poluciones
nocturnas frecuentes, lavarse las piernas y los pies con agua fría antes de acostarse se
llevará energía de los genitales, reduciendo la probabilidad de una emisión nocturna.
Sólo debemos acostarnos para dormir, nunca para leer, escribir o pensar, y
debemos salir de la cama en cuanto nos despertemos. No hay que dormir nunca en la
cocina o en cualquier otro lugar donde se prepara comida, ya que tanto los olores
apetitosos como las vibraciones sutiles del lugar nos activarán el aparato digestivo
perturbándonos el sueño.
La manera ideal de dormir se denomina yoga nidra, un estado de inercia física
total con retención de actividad y conciencia mentales. Cuanto más perfectamente
nos aproximemos a ese ideal, mejor preparado estará nuestro organismo para
volverse a encarnar al amanecer, cuando la rutina empieza de nuevo.

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6. EQUILIBRIO

Una vida estructurada contribuye a reducir los efectos del estrés en el organismo.
El estrés, o mejor dicho la inadecuada respuesta al estrés, puede provocar
enfermedades como la angina de pecho y el asma, y empeora enfermedades
preexistentes. Estudios científicos han demostrado que el estrés puede aumentar el
colesterol de la sangre y el ácido gástrico, y agravar el cáncer, las infecciones víricas
y la artritis reumatoide. Se sabe que el estrés deteriora la capacidad del sistema
inmunológico para responder a la invasión, permitiendo con ello la proliferación de
seres extraños como virus y células cancerosas. Cuando el sistema nervioso es
estimulado con las emociones resultantes del estrés, puede llegar incluso a fomentar
la propagación de células extrañas.
El estrés se produce cada vez que hemos de adaptarnos a una situación nueva.
Cada vez que nuestro entorno —⁠ las condiciones físicas, mentales, emocionales,
sociales y espirituales⁠ — cambia, nos obliga a cambiar y a establecer con él un nuevo
equilibrio. Nuestra resiliencia, que es nuestra capacidad de liarnos a puñetazos y
volver a la normalidad al recibir el menor golpe, es nuestra inmunidad. A medida que
el estrés aumenta, crece la tensión del sistema inmunológico. Cuando la tensión llega
a ser demasiado grande, la protección inmunológica falla y de desarrolla una
enfermedad.
Nadie está exento de los efectos del estrés; los niños, por ejemplo, a veces
desarrollan úlceras pépticas incluso antes de nacer. Pero cualesquiera que sean la
clase y el momento del estrés, la forma de reaccionar a él viene determinada por la
constitución, y depende de cómo los genes nos manden reaccionar. Al margen de la
reacción, debe producirse un modelo específico de trastorno vata-pitta-kafa para que
una enfermedad concreta se manifieste. Sea cual sea el modelo del trastorno, éste se
debe fundamentalmente a la debilidad de ojas y la inmunidad.

Prana, tejas y ojas

Prana es la fuerza vital, equivalente al chi o ki de la medicina oriental. Enhebra el


cuerpo, la mente y el espíritu en una única hebra de aliento, como perlas en un hilo, y
los hace vivir, actuar de concierto como un único organismo. Tejas es la fuerza de la
transmutación, que da lugar a que el cuerpo, la mente y el espíritu se influyan
mutuamente a pesar de sus distintos planos de existencia. Ojas es la manifestación
más sutil de la fuerza de la inmunidad, lo que constituye la individualidad, la cola que
cimenta la unión entre esas piezas e integra el Yo. Prana, tejas y ojas unen el cuerpo,
la mente y el espíritu.

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Vata, pitta y kafa, las tres doshas, son las manifestaciones densas de prana, tejas
y ojas, que no son doshas en absoluto. Vata es la forma más inestable de prana, pitta
es la forma más reactiva de tejas y kafa la forma más inerte de ojas. Cuando la
digestión física, mental y espiritual está en su apogeo, se producen vata, pitta y kafa a
partir de prana, tejas y ojas en las cantidades precisas para llevar a cabo las funciones
corporales necesarias. La mala digestión da lugar a una mayor producción de esos
subproductos reactivos, reduciendo con ello el total de fuerzas esenciales de que
dispone el organismo. Un aumento de la producción de vata, pitta y kafa requiere al
mismo tiempo un aumento de la excreción y mayor pérdida de energía.
El prana lo obtenemos de la atmósfera y la comida. La respiración recarga de
prana inmediatamente. Prana no es oxígeno, como tampoco kafa es mucosidad ni
pitta bilis. Prana es la fuerza vital; el oxígeno es una de las sustancias que lo
transportan. La comida y el agua también transportan prana. Mientras que la mayor
parte de los nutrientes son absorbidos por la circulación en el intestino delgado, el
prana es absorbido en el colon. Las investigaciones modernas demuestran que unas
sustancias denominadas ácidos grasos volátiles son absorbidas en el colon por la
circulación y representan una fuente importante de energía para el sistema. Esos
ácidos grasos, igual que el oxígeno, son portadores de prana. La salud de nuestros
pulmones y colon determinará la cantidad de prana que podamos absorber y, por
consiguiente, cuán activos nos sintamos.
Cuando los pulmones o el intestino grueso no funcionan eficazmente, nuestros
cuerpos absorben prana de manera ineficaz y se generan mayores cantidades de vata.
Vata y prana son similares; ambos son ligeros, intensos, expansivos y sutiles, aunque
vata, a diferencia de prana, no es equilibradora y nutritiva por naturaleza. Vata es
causa de enfermedad a menos que se excrete regularmente del sistema. Aunque la
vata alterada puede afectar a cualquier dhatu, muestra una afinidad especial por el
hueso. Por eso la salud del hueso está íntimamente ligada a la salud de los pulmones
y el colon. De aquí el consejo de Vimalananda de mantener el cuerpo (los huesos) en
movimiento, los intestinos (el colon) en movimiento y la respiración (los pulmones)
en movimiento.
Las patologías de los pulmones, los huesos y el intestino grueso están a menudo
relacionadas. Por ejemplo, las mujeres que fuman pierden más calcio de los huesos a
causa del efecto del monóxido de carbono del humo sobre la química de la sangre.
Asimismo, equilibrar alguno de esos órganos puede beneficiar a los otros. El jengibre
seco mezclado con jaggery (zumo de caña de azúcar solidificado) aumenta el flujo de
orina y heces y, si se administra a pacientes con congestión respiratoria aguda, puede
aliviar esta congestión aliviando la congestión del colon. A veces se administran
enemas medicinales para controlar un ataque de asma.
Tejas es fuego. Prana aviva tejas tal como un fuelle aviva el fuego de una
chimenea. Cuando la mente es estable y el discernimiento profundo, tejas arde
limpiamente y con pureza y se transfiere eficazmente al cuerpo. Cuando la mente está

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aquejada de movimiento o inercia, o el discernimiento está alterado por la memoria o
abrumado por la emoción, tejas se pervierte y al transferirse al cuerpo produce
mayores cantidades de pitta. Como las toxinas químicas transportadas por la sangre
influyen poderosamente en la conciencia, la capacidad de tejas para alimentar
adecuadamente la digestión física depende de la sangre, el hígado y el bazo, que
regulan la sangre, y el cerebro.
Ojas es el medio a través del cual se transmite la fuerza de tejas. La digestión
tanto física como mental sólo puede ser buena cuando ojas es fuerte. Ojas y kafa
están estrechamente relacionados. Cuando se digiere bien la comida y las demás
impresiones sensoriales, ojas se produce eficazmente. Una digestión debilitada
provoca un aumento de la producción de kafa y fomenta la producción de ama.
A diferencia de tejas y prana, ojas es una sustancia, lo que significa que puede ser
producida, recogida y almacenada. Todo lo que incrementa vata reduce ojas,
incluidos la comida seca o rancia, la excesiva exposición al viento y al sol, la
inquietud, el miedo, la pena, la vejez, no dormir y la pérdida excesiva de cualquier
tejido corporal. La pérdida de shukra, que nutre a ojas directamente, es más
perjudicial que la pérdida de otros tejidos. Ésta es una de las razones por las que en
ayurveda se recomienda la continencia sexual.
Ama es la réplica siniestra de ojas. Ojas es una fuerza viva que protege la
integridad del individuo. Ama es una fuerza viva en el sentido de que es un rico caldo
de nutrientes para cualquier invasor extraño como las bacterias, los virus y las células
cancerosas que decidieran colonizar el sistema.
Cuando ojas es fuerte, tejas puede digerir y asimilar correctamente la comida y
nutrir todos los dhatus, lo que fortalece a ahamkara y la identidad. Una identidad
central fuerte no permitirá que ni ama ni los intrusos permanezcan en el sistema. Un
ojas débil interfiere la transmisión de tejas, lo que debilita la digestión y fomenta la
producción de ama. Ama debilita tanto a los dhatus como a ahamkara porque sólo
sirve de alimento a los intrusos. A su vez, una ahamkara débil incita a las identidades
ajenas a prosperar en el estiércol de ama, tal como un gobierno débil incita a que
prolifere la ilegalidad.
Ojas es el fundamento de la inmunidad física y produce el aura. El aura es la
primera línea defensiva contra intrusiones procedentes del exterior. Es un
amortiguador de toda la negatividad que consciente o inconscientemente se proyecta
cada día contra nosotros. Un ojas débil deja que se filtre más negatividad a través de
la barrera del aura, agravando la falta de armonía interna. Cuanto más débil sea el
aura, menos estrés podremos ignorar con un simple encogimiento de hombros.

Indigestión

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La indigestión es la base de todas las enfermedades físicas, el estado en que se
originan todos los demás estados. En cierto sentido la indigestión, la incapacidad de
un individuo para digerir cualquier aporte físico, mental o emocional, es la única
enfermedad de los seres vivos. Suele empezar en la mente como un «crimen contra el
sentido común», y desde la mente se proyecta en el cuerpo físico.
Todas las enfermedades resultan de una combinación de causas físicas, mentales
y espirituales. Algunas enfermedades, como la colitis ulcerosa, se deben sobre todo a
influencias mentales; otras, como el resfriado común, son principalmente físicas.
Quienes padecen a la vez de una enfermedad mental y otra física, como esquizofrenia
y asma, suelen comprobar que el problema físico empeora cada vez que el trastorno
mental empieza a remitir, y viceversa. En el fondo todas las enfermedades son
mentales; todas son debidas a la obstinación, esa perversión de la inteligencia y el
sentido común que nos hace hacer lo que no deberíamos hacer. Esa obstinación
deliberada es prajnaparadha, el «crimen contra el sentido común».
Por ejemplo, supongamos que somos una persona VK que vive en el norte de
Minnesota. Es una medianoche de pleno invierno y fuera sopla una ventisca. De
pronto nos sentimos transidos de ansias de helado. Sabemos que el helado es frío,
húmedo, viscoso, pesado y productor de kafa, y que tanto la noche como el invierno
son períodos kafa, además de la kafa que contiene nuestra constitución. Sabemos que
si nos comemos el helado estamos implorando que aumente kafa, pero aun así lo
hacemos, y a la mañana siguiente el sistema está completamente anegado de kafa.
Éste es el castigo por un «crimen contra el sentido común».
Los viajes transcontinentales en avión suponen una tensión nerviosa para
cualquiera sin tener en cuenta su constitución. Se puede viajar de costa a costa en
unas seis horas, atravesando de camino tres zonas climáticas. La conciencia llega a
destino en seis horas, y sale con nosotros del avión. El cuerpo, sin embargo, no llega
realmente hasta tres días más tarde, ya que necesita más o menos un día para
recuperarse de cada zona climática que atraviesa. Si dedicamos el tiempo necesario a
descansar y recuperarnos del viaje, podemos adaptarnos fácilmente a nuestra nueva
ubicación.
La mente, sin embargo, detesta quedarse quieta, así como dejar que el cuerpo se
quede quieto. Está convencida de que su equilibrio depende de quitarse de en medio
lo antes posible el trabajo pendiente. Los vuelos intercontinentales suponen un estrés;
por eso trata de ponerse a trabajar en cuanto aterriza. La exasperación de la mente a
causa de la tensión producida por el retraso del cuerpo dificulta el proceso de
adaptación. Si la mente se sale con la suya y tratamos de ocuparnos de nuestros
negocios como de costumbre, es muy probable que el cuerpo se enfade y que exprese
su disgusto poniéndose enfermo. De ese modo la naturaleza extrae de cada cual el
castigo por el «crimen contra el sentido común».
La fisiología de la mente corre pareja con la del cuerpo. La mente tiene sus
propios cinco elementos, equivalentes a los cinco grandes elementos físicos:

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estabilidad, el equivalente mental de la tierra;
emoción, el equivalente mental del agua;
discernimiento, el equivalente mental del fuego;
memoria, el equivalente mental del aire, y
vacuidad, el equivalente mental del éter.
La vacuidad de la mente es lo que permite que otros estados mentales se
manifiesten. El discernimiento es la digestión mental, que determina si una forma de
actuar es conveniente o no para el bienestar del organismo. En tanto nuestra
capacidad de discernimiento funcione normalmente, dejaremos de cometer «crímenes
contra el sentido común». Dado que el discernimiento está a menudo condicionado
por el estado de la mente, la inestabilidad mental debilita la capacidad de
discernimiento, tal como un trastorno de vata, pitta y kafa afecta a la capacidad
digestiva física del cuerpo. Un discernimiento débil fomenta la formación de ama
mental (percepciones anormales), tal como una digestión débil da lugar a que se
produzca ama físico (residuos tóxicos).
Vata, pitta y kafa son las encargadas de reunir los cinco grandes elementos físicos
en el cuerpo. Sattva, rajas y tamas desempeñan la misma función para la mente. La
comida sana, sencilla y bien digerida y los hábitos sanos y sencillos promueven
sattva. Los alimentos intensos y estimulantes y las actividades intensas como el sexo
promueven rajas. La comida rancia y pútrida y las actividades embotadoras como
dormir promueven tamas. Sattva, rajas y tamas son las doshas de la mente. Son
necesarias en pequeñas cantidades, pero son causa de enfermedad si se acumulan en
exceso.

La buena digestión física va acompañada de los siguientes signos:


1. No se tiene ninguna molestia después de ingerir la cantidad de comida
apetecida.
2. Después de comer no se eructan gases con el mismo olor y sabor que la comida
ingerida.
3. El estómago no se siente lleno más tiempo de lo normal después de comer.
4. El paso de la comida a través del intestino delgado y el colon no produce ningún
síntoma; uno no ha de darse cuenta siquiera de esta fase de la digestión.
5. Se excretan las heces a la hora habitual. Éstas deben tener la consistencia
adecuada y no contener sangre, mucosidad o comida sin digerir ni ser de olor
ofensivo.
6. Tras la digestión el deseo físico de comer vuelve a la hora acostumbrada. (No
cuentan los deseos mentales de gratificación de la lengua).
Si falta algo de lo dicho más arriba, hay indigestión física.

La buena digestión mental va acompañada de los siguientes signos:

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1. No se siente malestar mental tras ingerir la cantidad apetecida de objetos
sensoriales.
2. Después la mente no se siente llena ni harta.
3. No se producen emociones inconvenientes mientras se está procesando la nueva
información.
4. Se puede recuperar la experiencia de la memoria fielmente y sin esfuerzo y
comunicarla si es preciso.
5. El sueño que sigue a la indulgencia es profundo y placentero, sin sueños
perturbadores (que son indicativos de ama mental).
6. El deseo de más gratificación sensorial se presenta al cabo de un plazo de
tiempo conveniente.
Si falta alguno de estos aspectos, hay indigestión mental. La indigestión física
puede provocar indigestión mental, y viceversa, pero en la mayoría de los casos se
presentan juntas. El ayurveda considera que, al ser el cuerpo mucho más fácil de
controlar que la mente, lo más indicado es purificar y equilibrar primero el cuerpo
tanto como se pueda y luego ponerse a trabajar con la mente, de modo que el cuerpo
armonizado ejerza un efecto armonizador sobre la mente.
La indigestión física es básicamente de tres tipos: la causada por vata, la causada
por pitta y la causada por kafa. Cualquiera de las doshas puede hacer que el cuerpo
pierda su capacidad de procesar la comida, pero cada una lo hace de manera distinta.
Los síntomas que se presenten revelarán que dosha es la más alterada.
La indigestión provocada por vata afecta sobre todo al intestino grueso. El
estreñimiento alterna con heces sueltas y suelen abundar los gases intestinales,
aunque todos los síntomas son variables. La digestión mejora durante unos días, y
luego, sin motivo aparente, regresan los viejos síntomas. La situación es tan
cambiante que el individuo no sabe qué comer ni cuándo comer para provocar las
rachas intermitentes de buena digestión.
La indigestión provocada por pitta afecta sobre todo al intestino delgado y suele
provocar heces sueltas. Son corrientes las sensaciones de ardor como acedía o
escozor en el ano tras la defecación. El paciente puede apetecer la comida muy
especiada, que no hace más que empeorar su estado.
La indigestión provocada por kafa afecta principalmente al estómago. El paciente
no suele tener ningunas ganas de comer y presenta pesadez de la parte superior del
abdomen, salivación abundante y pesadez de los miembros. Es corriente el
estreñimiento.
Kafa se concentra sobre todo en el estómago, pitta en el intestino delgado y vata
en el colon. Si se deja que la indigestión avance sin tratarla, una o más doshas
aumentarán en demasía, saldrán de un órgano de origen y empezarán a circular por el
sistema en busca de un área débil en la que instalarse y causar una enfermedad. Por
eso la indigestión no tratada tiene por resultado enfermedades agudas como catarros,

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fiebres, toses, gripe, diarrea, úlcera péptica, etcétera. Todas estas enfermedades son
los métodos de que se vale la naturaleza para purificar nuestro organismo cuando
nuestro Yo no puede «digerir» las experiencias de la vida y en vez de eso permite que
la suciedad física y mental se acumule en nuestro interior.
Por muy eficazmente que se trate una enfermedad aguda, el esfuerzo será baldío a
menos que el tratamiento vaya dirigido también a la indigestión subyacente. Si no se
elimina la raíz, más tarde brotarán de ella nuevas enfermedades. El tratamiento debe
empezar por desarraigar la causa profunda de la enfermedad antes de ocuparse de
cualquier manifestación específica. Los estados que amenazan la vida requieren
cuidados urgentes, es cierto, pero cuando ha pasado la crisis hay que seguir
abordando la indigestión.

Tratamiento ayurvédico

A unas 200 millas de Bombay vivía hasta que murió, no hace mucho, un yogui
llamado Chaitanyananda. Sus curaciones de enfermedades graves, que llegaban
incluso a las primeras fases del cáncer, estaban bien documentadas y la gente acudía
en masa desde toda la India para recibir tratamiento de sus manos.
Solía acoger con grandes recibimientos a todos los que acudían a él para crearles
una ilusoria sensación de seguridad. Mientras descansaban, se iba a la selva a
recolectar cierta planta cuyo jugo administraba después al confiado paciente. Al cabo
de unos quince minutos, el pobre paciente empezaba a vomitar y a purgarse. Esta
enérgica purificación podía durar hasta tres horas. En cuanto remitían la náusea y la
diarrea, servían al paciente judías mongo partidas y arroz guisados juntos en una
preparación denominada khichadi. Chaitanyananda solía añadir a esta papilla una
mezcla de óxidos minerales y metálicos en una proporción específica según la
naturaleza de la enfermedad. Tras repetir el proceso durante treinta días, el paciente
estaba limpio de pies a cabeza y la enfermedad había desaparecido.
Chaitanyananda nunca estudió el ayurveda clásico en una escuela, pero su
tratamiento seguía las directrices ayurvédicas:

Supresión de la causa.
Purificación para eliminar el exceso de doshas.
Compensación de las doshas y reanimación del fuego digestivo.
Rejuvenecimiento para reconstruir el organismo.
Toda terapia que no siga estos pasos no es ayurvédica, ni su efecto puede ser
permanente porque deja descompensadas las doshas. Incluso cuando la
desequilibrada es la mente, el desequilibrio se debe al desequilibrio de alguna dosha
o está agravado por él.

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Uno de los principales ingredientes de las curaciones de Chaitanyananda era la fe.
La gente acudía a él con la esperanza de encontrar ayuda porque se había enterado de
lo que contaban aquellos que había ayudado, y esa fe facilitaba la curación.
Recordemos que uno de los síntomas de un rasa dhatu enfermo es la «falta de fe». La
fe es el único aspecto principal de la curación porque aumenta la capacidad de
ahamkara de identificarse con el cuerpo y contribuye activamente a reforzar el rasa
dhatu, que luego nutre a los otros dhatus y también a ojas. Vimalananda decía
siempre que sólo hay dos maneras de curar una enfermedad. Podemos tener confianza
en otro ser —⁠ un médico, una deidad, la abuela o cualquier otro⁠ — y, poniéndonos
enteramente en sus manos, dejar que esa persona oriente la fuerza de nuestra fe o, por
el contrario, confiar en nosotros mismos, en nuestras propias facultades curativas y
curarnos directamente nosotros solos.
Si no tenemos un Chaitanyananda que nos obligue a ponernos buenos, seremos
los responsables de nuestra propia curación. Hemos de concluir, junto con cada una
de las partes de nuestro Yo, que estamos tan hartos de andar desequilibrados como
dispuestos a someternos a la disciplina que haga falta para curarnos. Mientras uno no
pueda decirse sinceramente a sí mismo que está decidido a cambiar de costumbres, la
curación no puede producirse. La decisión firme de curarse sólo se produce cuando la
mente está dispuesta a reconocer su obstinación y sus «crímenes contra el sentido
común», cuando está dispuesta a admitir la tortuosidad que supone culpar al cuerpo
de sus propios excesos. Si la mente está sinceramente arrepentida y dispuesta a
disculparse por haber caído enferma, no hay duda de que cooperará con el cuerpo
para hacer bien las cosas.
La desesperanza o sensación de impotencia es peligrosa porque priva al sistema
inmunológico del soporte de ahamkara. Si la mente decide que está harta de
cualquier parte del cuerpo, lo más probable es que esa parte del cuerpo pierda su
inmunidad y se debilite rápidamente. Podemos enfurecernos, ponernos agresivos,
experimentar cualquier emoción que quiera manifestarse pero, si queremos curarnos,
no nos dejemos atrapar nunca por la desesperanza.
Para estar sanos tenemos que desear además que todo el mundo esté sano. Según
la ley de la naturaleza, se nos devuelve todo aquello que emitimos, de modo que sólo
tendremos salud si con nuestras actividades y actitudes promovemos, o al menos no
interferimos, la salud de los que tenemos cerca. La salud es muy parecida a la
enfermedad: es contagiosa y puede pasar de una persona a otra repetidas veces.
Las consideraciones que siguen no pretenden ser una guía para que cada cual se
trate sus enfermedades graves. Simplemente perfilan algunos aspectos del tratamiento
ayurvédico de determinados estados. Para cualquier trastorno grave siempre hay que
buscar los consejos de un profesional experto.

Eliminación de ama

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Si la lengua está sucia, las heces huelen mal y la orina es turbia, es que hay ama
en el aparato digestivo y lo primero que hay que hacer es eliminarlo. La mejor forma
de hacerlo es no hacer nada: dejar que el propio cuerpo expulse el ama mediante el
ayuno.
El ayuno es la primera y la mejor de las medicinas. Cuando podamos debemos
ayunar entre 24 y 48 horas, comiendo lo menos posible. Si padecemos alguna
enfermedad aguda, como una fiebre, no nos resultará demasiado difícil porque lo más
probable es que no nos apetezca nada. Preparemos una infusión clara de jengibre seco
(hasta una cucharadita por litro de agua, hervida durante 20 minutos) y tomémosla a
sorbos, justo lo suficiente para evitar deshidratarnos. Si queremos podemos añadir
algunas gotas de zumo de limón. Tan pronto como la orina, las heces y la lengua se
aclaran, el aparato digestivo está libre de ama y la purificación puede proseguir. Si no
estamos seriamente enfermos, pasar entre 24 y 48 horas sólo con una infusión clara
de jengibre puede parecemos una eternidad si somos un V o un P, por lo que además
podemos tomar una papilla clara de arroz para suministrar alguna sustancia al cuerpo
mientras se dedica a vaciarse de ama.
Una vez que el ama ha desaparecido del aparato digestivo, vata, pitta y kafa
pueden volver a circular libremente. Éste es el ámbito de las terapias denominadas
colectivamente panchakarma: vómito, purgación, enema, medicación nasal y sangría.
El vómito terapéutico es la forma más idónea de mejorar la circulación cuando la
causa principal de la enfermedad es la congestión de kafa. La purgación sirve para
eliminar la congestión de pitta y el enema regula vata. La medicación nasal actúa
sobre las doshas acumuladas en la cabeza y la sangría purifica la sangre directamente.
El ayurveda considera el enema medicinal como el principal método de
purificación a causa de la importancia del intestino grueso en la salud y la
enfermedad. Por ejemplo, parece ser que el virus del SIDA coloniza primero el colon
y se multiplica en él antes de invadir el sistema. Esto sólo es posible si el colon está
lleno de ama que estimule su desarrollo. Los enemas medicinales eliminan el ama
patógeno y facilitan la absorción de prana.
Hay que preparar bien el cuerpo antes de someterse a panchakarma.
Especialmente:

1. Determinar qué dosha es la más alterada. Normalmente lo indica el estado de


indigestión. Tener en cuenta también la propia constitución y el siguiente axioma:
No hay dolor sin participación de vata.
No hay inflamación sin participación de pitta.
No hay formación de pus sin participación de kafa.

Siempre que haya dolor intenso, especialmente de tipo cólico o punzante, es que
hay vata. Cuando predomine la fiebre o la inflamación, como en una úlcera, hay

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exceso de pitta. Cada vez que se forme pus en algún sitio, aun en forma de esputo
como en la bronquitis, la alterada es kafa.

2. Aceitar el cuerpo. Cuando el cuerpo está cargado de ama, el uso de aceites


corrientes provocará una ingestión suplementaria, por eso no hay que usar más que
aceite de ricino. Puede aplicarse externamente en áreas doloridas o inflamadas a
causa de ama y por vía interna en dosis de una cucharada con una taza de infusión
cargada de jengibre en polvo para arrancar el ama de los tejidos. Cuando el cuerpo
está relativamente purificado se puede emplear cualquier aceite.

3. Sudar. El sudor es el colaborador del aceite en el control de vata. La


termografía moderna demuestra que las áreas doloridas del cuerpo en que no hay
inflamación suelen estar varios grados más frías de lo normal. Este dolor es
consecuencia de la constricción de los vasos sanguíneos. Uno de los efectos que
presentan los medicamentos analgésicos es una restauración transitoria de la
temperatura normal de las partes doloridas. Tal enfriamiento puede tener una causa
física o deberse al miedo u otras emociones frías.
El calor seco, como las saunas o sepultarse en gruesas mantas, debe utilizarse
exclusivamente cuando no haya ninguna obstrucción física debida a ama. El calor
húmedo, como los baños de vapor o de agua caliente, puede utilizarse cuando haya
poco ama. Normalmente el calor no debe aplicarse directamente a los ojos, el
corazón o los testículos.

4. Purificarse. El aceite y el calor «reblandecen» el sistema y ayudan a movilizar


todo el ama atrapado en los dhatus de modo que pueda ser excretado. Los textos
antiguos emplean la siguiente analogía: «Un bastón seco es tan frágil que se rompe
al curvarlo, mientras que si primero lo aceitamos bien y lo calentamos ligeramente,
recuperará su flexibilidad y podremos curvarlo de nuevo sin que se rompa».
Hemos de procurar no «curvar» nuestro cuerpo con panchakarma antes de
aceitarlo, y calentarlo lo suficiente para que no resulte dañado.
Las purificaciones mal administradas pueden producir efectos secundarios, de
modo que hay que servirse de ellas con precaución. La purificación no debe
hacerse en períodos climáticos extremos —⁠ olas de calor o de frío, inundaciones
repentinas, huracanes⁠ — y está prohibida para los muy jóvenes, los muy viejos, los
muy débiles y las mujeres embarazadas.
Por lo general:
Si el paciente es fuerte y la enfermedad es débil, aplicar panchakarma.
Si el paciente es débil y la enfermedad es fuerte, antes de aplicar panchakarma hay
que compensar las doshas para debilitar la enfermedad y fortalecer al paciente.
Panchakarma no es un tratamiento radical. Como cualquier otra terapia
ayurvédica, emula los métodos de la naturaleza para colaborar con ella en la curación

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del individuo. Sirva de ejemplo lo siguiente: hace algunos meses estaba ayudando a
un amigo a hacer unas reparaciones de urgencia en los frenos de su vehículo.
Estábamos en el norte de Ontario. Era a principios de primavera. Convencidos de
acabar pronto el trabajo, pospusimos la comida.
Al final tardamos casi cinco horas en hacer las reparaciones. A la caída de la
tarde, la hora vata del día, se levantó un viento helado que en nada contribuyó a
paliar nuestra exasperación por la demora del proceso. Por fin llegamos a casa,
decepcionados por haber perdido la oportunidad de ir en canoa. Al cabo de media
hora, mi amigo tenía fiebre.
Vi que era a consecuencia de vata. Había aparecido rápidamente, una
característica de muchas enfermedades vata. Los factores causantes eran todos ellos
productores de vata: esfuerzo intenso que acaba en fatiga, viento frío, hambre,
exasperación, final de la tarde y decepción generadora de amargura. Le dije que
comiese un poco de khichadi recién hecho con gui para reponer los nutrientes que
había consumido en el esfuerzo y luego me acompañase a la sauna, para dejar que su
calor controlase el frío de vata. El calor no es indicado para las fiebres de tipo pitta,
pero puede ser conveniente para las debidas a vata o kafa.
Siguió mi consejo y al cabo de unos instantes en el calor empezó a sentir náuseas
y tuvo que irse a vomitar. Lo consideré una buena señal: el khichadi había atraído la
vata hacia el estómago, el gui le había aceitado las tripas y el sudor había facilitado el
movimiento de vata. Regresó a la sauna sintiéndose muy aliviado, reunió más calor,
vomitó de nuevo y se acostó. A la mañana siguiente, tras pasar una buena noche,
estaba como nuevo.
Los detalles acerca de los métodos de purificación panchakarma que podemos
practicar en casa pueden encontrarse en ayurveda: la ciencia de curarse uno mismo
del doctor Vasant Lad.

trífala

Panchakarma es algo fantástico, pero no es más que el principio. Si nos hemos


pasado muchos años maltratando nuestro cuerpo, tendremos muchas capas de ama
que eliminar. Cada capa ha de ser reblandecida antes de disolverla y evacuarla.
Aunque pudiésemos eliminar todo el ama de golpe, no sería prudente hacerlo así,
porque los órganos de eliminación podrían verse incapaces de procesar todas las
toxinas que desequilibrarían gravemente el sistema.
Además, el organismo ha tenido tanto tiempo las toxinas en su interior, que ha
llegado a desarrollar un equilibrio metabólico contando con ellas. Se resistirá a
cualquier cambio revolucionario, sobre todo si hay gran cantidad de vata productora
de miedo en su constitución o estado, porque tiene el presentimiento de que su
entramado metabólico está siendo socavado. Chaitanyananda soslayó este problema

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proporcionando un entorno de total estabilidad y seguridad que el organismo podía
usar como refugio mientras su mundo era vuelto del revés. Si no podemos retirarnos
del mundo durante al menos seis semanas, lo mejor es prolongar cada temporada de
purificación con algunas semanas de compensación de las doshas y nutrición de los
dhatus.
Panchakarma es un procedimiento depletivo (llamado apatarpana en sánscrito),
y toda depleción tiende a debilitar a ahamkara. A menos que santarpana, o la
reconstrucción de los dhatus, sea adecuada después de panchakarma, la inmunidad
no puede más que debilitarse. Por ejemplo, las lavativas pueden ser beneficiosas para
librar de impurezas al cuerpo, pero si se abusa de ellas provocarán un grave trastorno
de vata porque agotan al sistema sin ofrecer nada a cambio. Como vata produce
miedo, el sistema retendrá todo el ama restante con mayor tenacidad si cabe. El
sistema ha de tener confianza; debe estar dispuesto a liberar las toxinas almacenadas
para que la purificación surta efecto. En cualquier caso es preferible que la
purificación sea lenta y uniforme.
El exceso de purificación puede incrustar el ama más profundamente incluso en
los tejidos. Por ejemplo, el uso excesivo de alimentos y plantas medicinales calientes
y picantes como el ajo y la cayena, el exceso de ejercicio y la represión de las
emociones tienen las mismas probabilidades de alterar el proceso de purificación que
las violaciones más patentes del mismo como la represión de las necesidades
naturales, la mala combinación de alimentos y el abuso de estimulantes como el
alcohol o la cafeína. Aunque nos fastidie o nos impaciente, hemos de procurar
purificarnos al ritmo que marque nuestro sistema.
Trífala purifica y rejuvenece el aparato digestivo de forma suave y gradual,
mejorando la capacidad para nutrir los dhatus. Trífala, que significa literalmente «tres
frutos», se compone de tres plantas extraordinarias: amalaki, haritaki y bibhitaki. El
sabor principal del amalaki es el agrio, pero también tiene sabores secundarios dulce,
amargo, picante y astringente. Su energía es fría y su efecto postdigestivo dulce.
Equilibra las tres doshas pero está más indicado para regular pitta. Gracias al dulce y
el frío, mejora el fuego digestivo por medio del agrio sin alterar pitta. El fruto fresco
es intensamente agrio y, si tomamos un vaso de agua después de comer un amalaki,
nos sabrá tan dulce como el almíbar.
Un amalaki del tamaño de una ciruela contiene veinte veces la vitamina C de una
naranja. Esta vitamina C se encuentra en una forma inerte al calor que sobrevive a los
procesos de cocción o secado empleados en la preparación del fruto. El amalaki se
emplea sobre todo para la hiperacidez y las enfermedades del hígado. Se prepara en
champúes, y los aceites medicinales que lo contienen mejoran el cabello y el cerebro.
Es un excelente rejuvenecedor; uno de sus nombres sánscritos en nan, en honor de la
diligencia con que, igual que el sueño, mejora el cuerpo y la mente.
El principal sabor del haritaki es el astringente, pero también es secundariamente
dulce, agrio, amargo y picante. Tiene energía caliente y efecto postdigestivo dulce.

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Equilibra las tres doshas pero es más indicado para vata porque consolida el cuerpo y
la mente con su astringente mientras regula vata a través del dulce y el calor. Arranca
del aparato digestivo el ama incrustado de antiguo y tonifica el colon.
El sabor principal del bibhitaki es también el astringente, con sabores secundarios
dulce, amargo y picante, energía caliente y efecto postdigestivo dulce. Equilibra las
tres doshas pero es más indicado para kafa a pesar de ser dulce porque es astringente
y caliente. Purifica todos los líquidos corporales y está especialmente indicado para el
asma y el hipo.
Trífala es la panacea ayurvédica. Podemos usarla para lavarnos la cabeza o el
cuerpo, como laxante, purgante o emético, o en enema. Su decocción puede
emplearse en forma de gotas para los ojos, la nariz o el oído, o en gargarismos.
Arranca las toxinas de los tejidos corporales y hace que las doshas que se han salido
de su correspondiente ubicación —⁠ el estómago, el intestino delgado y el colon⁠ —
regresen a ella. Por su poderosa capacidad purificadora se emplea también para
desintoxicar sustancias como los metales antes de ser transformados en medicinas.
Trífala es inocua, pero a veces puede provocar alguna reacción en personas muy
intoxicadas si la toman en dosis demasiado elevadas porque moviliza las toxinas
almacenadas más deprisa de lo que sus debilitados sistemas pueden procesarlas.
La mejor forma de tomar trífala en polvo para purificar y regenerar gradualmente
el aparato digestivo es mezclar una cucharadita con un vaso de agua pura y dejarlo
reposar toda la noche. A la mañana siguiente hay que beberse el agua sin remover,
dejando que el poso permanezca en el fondo. Luego se rellena el vaso, se remueve
enérgicamente, se deja reposar todo el día y se bebe de nuevo por la noche sin
remover. A continuación se desecha el poso y se mezcla otra cucharadita con otro
vaso de agua para el día siguiente.
Si la dosis resulta demasiado laxante o provoca alguna reacción, tomar un solo
vaso al día. Tras rellenar el vaso, se deja reposar durante todo el día y toda la noche, y
se bebe a la mañana siguiente, desechando a continuación el poso y preparando una
nueva mezcla para la siguiente. De ese modo una cucharadita nos llegará para dos
días. Si aun así provoca reacción, reducir la cantidad a media cucharadita. Hay que
seguir esta rutina de tres a seis meses para obtener el máximo provecho.

Ayuno

El ayurveda desaprueba los ayunos prolongados porque la sensación de privación


creada por un largo ayuno nos incita a reemplazarlo por una larga temporada de
indulgencia para reconstruir la confianza de ahamkara. Conocí a un occidental en la
India que decidió hacer del ayuno su camino a la iluminación. Comprendí que podía
ser arriesgado por tratarse de un ejemplo excepcional de constitución V y le advertí
vehementemente los peligros que corría. Fue imposible convencerle; ignoró

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obstinadamente todas las advertencias. Un día, su hambriento y debilitado sistema
inmunológico dio con él en el hospital, donde los médicos le abrieron un largo
absceso que se extendía por su pierna. ¿El resultado de aquella aventura por la
conciencia superior? ¡Nada más recuperarse regresó a Norteamérica y se hizo
cocinero!
Su obsesión por la comida nunca le abandonó, porque su perseverante ayuno hizo
padecer tanta hambre a los dhatus que acabaron dando al traste con su resolución.
Este ciclo de restricción excesiva seguida de excesiva gratificación agrava la vata de
quienquiera que lo intente. Lo mejor es ayunar regularmente durante un día cada una
o dos semanas. Los órganos digestivos necesitan un día de descanso como cualquier
trabajador humano, y no vale hacerlos trabajar horas extraordinarias durante meses
seguidos sin descanso y luego darles unas largas vacaciones de ayuno forzoso.
En caso de enfermedad debemos ayunar mientras no tengamos verdaderas ganas
de comer. En tanto nos sintamos más ligeros, despiertos y sanos sin comer,
prosigamos el ayuno. Tan pronto como empecemos a perder la energía y tengamos
hambre de verdad, tomemos una papilla muy cocida de arroz o cebada hasta que ésta
deje de saciar nuestro apetito y pasemos al khichadi, la preparación de arroz y judías
mongo partidas cuya receta aparece en el Apéndice. Purifica y nutre los dhatus y
constituye una dieta idónea para terapias prolongadas de enfermedades crónicas
porque relaja y aclara la mente eliminando al mismo tiempo el ama tanto físico como
mental.
El ayuno sólo se emplea como purificación cuando no se puede hacer
panchakarma. Por consiguiente, los enemas cotidianos y otras prácticas radicales
similares no deben formar parte del ayuno. Si decidimos ayunar por un período
prolongado y nunca hemos ayunado antes, debemos recabar asesoramiento
profesional. Podemos sufrir estrés físico agudo si nuestro sistema empieza a
movilizar ama más deprisa de lo que nuestros órganos excretorios pueden ocuparse
de él.
También debemos observar las restricciones relativas a la constitución. La
gente V, por ejemplo, jamás debe ayunar a base de agua o cualquier otra dieta
severamente restringida durante más de uno o dos días. El ayuno absoluto, ni que sea
de una semana, puede arruinar el equilibrio metabólico que tal vez haya costado
meses conseguir.
Las personas de tipo V deben escoger una única comida, como el khichadi, de la
que puedan subsistir durante un mes seguido o más. La gente P puede ayunar a base
de líquidos como zumos de frutas o verduras o de frutas y verduras frescas, pero no
sólo de agua. No deben escatimar la cantidad. La gente K es la única que puede
permitirse un ayuno prolongado a base de agua si lo desea. Si no, puede recurrir a los
zumos frescos. La gente K en particular necesita ayunar regularmente cada semana
para mantener viva la digestión.

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La gente V puede ayunar una vez por semana o dos por mes a base de líquidos
que no sean sólo agua. A algunos V les gusta añadir miel y zumo de limón al agua;
otros disfrutan con los zumos, y los no alérgicos a los lácteos pueden preferir la leche,
el suero fresco o el yogur batido con agua. En ningún caso hay que enfriarlos en la
nevera. Los P deben tomar zumos de frutas diluidos, le uva, ciruela o granada, o de
vegetales amargos o astringentes como el pepino. Deben evitar los zumos agrios. Las
personas de tipo K deben huir de los zumos intensamente dulces o intensamente
agrios.

Compensación de las doshas

Tanto si hemos empleado panchakarma para la purificación como si no, debemos


equilibrar las doshas descompensadas.

Si tenemos una constitución V, o si nuestra indigestión y formación de ama fueron


debidas a vata, podemos emplear:
Jengibre seco, hinojo o eneldo para digerir ama.
Limón, lima o pomelo para el sabor agrio, sal gema para el sabor salado y jengibre
o ajo para que su sabor picante avive la digestión. Los vinos medicinales son
excelentes para el fuego digestivo V.
Comida ligera y bien guisada y líquidos calientes, especialmente con jengibre.
Ejercicio suave, sobre todo sencillos estiramientos de yoga; baños de sol regulares
y ventilación indirecta, ya que los vientos fuertes incrementan vata.

Si la causante del problema fue pitta podemos servirnos de: Hinojo para digerir
ama. Podemos usar también jengibre seco si no nos resulta demasiado intenso.
Cascarillas de simiente de zaragatona (Plantago psyllium, L.), trífala o cualquier
planta amarga como la genciana para reavivar la digestión.
Zumos y alimentos ligeros o crudos con infusión fría de cilantro o sándalo.
Paseos al aire libre, sobre todo junto a cursos de agua; baños de sol moderados, a
primeras o últimas horas del día, y exposición regular al viento para facilitar el
secado de pitta.

Si el problema era debido a kafa podemos hacer uso de: Jengibre seco, pimienta
negra o comino para digerir ama.
Cualquier planta amarga o picante como el ajo o la pimienta negra para avivar el
fuego digestivo.
Pequeñas cantidades de comida, sobre todo asada, con el menor líquido posible; el
más indicado es la infusión de jengibre seco.

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Ejercicio enérgico; largos baños de sol, bien abrigados si es preciso para fomentar
la sudación, y exposición al viento, también bien abrigados para conservar el calor
corporal.
Las cascarillas de simiente de zaragatona, conocidas en la India por el nombre de
«isabgol», constituyen un excelente recurso para purificar los intestinos. Si se
emplean para absorber el exceso de agua del cuerpo, deben tomarse secas; si no, hay
que ponerlas primero a remojo en algún líquido para evitar que provoquen
estreñimiento y congestión. Quien no sea alérgico a los productos lácteos debe poner
a remojo las cascarillas de zaragatona en leche para aliviar el estreñimiento y en una
mezcla de yogur y agua para las deposiciones sueltas.
Por ser difícil de digerir, el uso regular de zaragatona durante un largo período
debilita el fuego digestivo en las personas de tipo V y K. Esto puede evitarse
tomando 30 ml de algún vino medicinal diluidos en 30 ml de agua al mismo tiempo
que la zaragatona. Dado que los vinos medicinales ayurvédicos no son fáciles de
conseguir, se puede usar en su lugar 30 ml de vino orgánico sin aditivos diluidos con
30 ml de agua, o media taza de infusión de jengibre seco.
Aun después de dejar las medicinas debemos proseguir el control dietético y
restringir los hábitos normales de indulgencia durante al menos seis semanas. Los
textos enumeran ocho prácticas corrientes que pueden reproducir la enfermedad en
aquellos que se están recuperando.

Hablar fuerte y en exceso; viajar, sobre todo a largas distancias; andar en exceso;
permanecer mucho tiempo sentado o acostado en la misma postura; comer en
exceso hasta llegar a la indigestión; dieta inadecuada con incorrecta combinación
de alimentos; dormir durante el día (excepto en verano), y todo tipo de actividad
sexual.

Medicación mental

No cabe duda de que el equilibrio de vata reduce el miedo, pero no puede


eliminarlo del todo, especialmente si el individuo tiene una constitución V cuyos
propios genes tienen el potencial de crear miedo. Como el miedo se intensifica y
empeora con la inquietud, las personas V deben estar siempre ocupadas para no dejar
tiempo a la inquietud. La meditación es la mejor de las ocupaciones, la única manera
directa de acabar con el miedo. El ejercicio o algún pasatiempo pueden ser útiles en
la medida en que induzcan al individuo a concentrarse en ellos. Los V, sin embargo,
deben guardarse de la adicción, que pueden derivar hacia cualquier tipo de
entretenimiento activo. Los pasatiempos pasivos, como escuchar música o disfrutar
de los deportes como espectador, también son adictivos, pero por su carácter pasivo
es menos probable que agoten a un V.

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Del mismo modo, la ira puede ser reducida, no eliminada, en un individuo P que
tiene genes creadores de ira. La impaciencia, que produce ira y envidia, es el
trastorno clave del individuo P. Puesto que suele presentarse cuando la mente está
ociosa, la mente P debe estar siempre ocupada en algo. Los meros pasatiempos no
bastan, como ocurría con vata, porque pitta necesita problemas que rumiar, «digerir»
y resolver poco a poco. Los problemas difíciles son indicados porque los P suelen
perseverar en un proyecto hasta concluirlo, pero ni un instante más. Servirá cualquier
proyecto complicado que sea beneficioso para el individuo.
La gente K tiene autocomplacencia en sus genes. El tratamiento de la indigestión
causada por kafa puede controlarla, no eliminarla. La autocomplacencia puede
manifestarse como avidez de consumir y poseer todo aquello que uno pueda
conseguir, o señalar una actitud apática con respecto a la salud. La tierra que hay en
kafa suele hacer que los K se aferren obstinadamente a sus costumbres. Una fuerte
motivación, por uno mismo o por los demás, es el único modo de compensar esos
rasgos. Lo más indicado es concentrarse al principio en una actividad. Aunque puede
tardar bastante, una vez que el individuo K se consagre al progreso personal, su
fuerza de inercia hará que siga progresando, a menos que vuelva a estancarse
gradualmente por falta de «inyecciones» periódicas de motivación.
Nuestra habilidad para actuar sobre nuestras intenciones está limitada por nuestra
capacidad de integrarlas en nosotros mismos. Una persona sáttvica, que tiene
abundancia de equilibrio mental o sattva, descubre fácilmente su camino y lo sigue
con firmeza y coherencia, progresando rápidamente. Las personas rajásicas, imbuidas
de la hiperactividad de rajas, deforman los hechos para ajustarlos a sus prejuicios y
se convencen a sí mismas de que están progresando, cuando en realidad lo único que
hacen es reforzar las dependencias de ahamkara. La gente temásica, cuya existencia
se guía por la abundancia de inerte tamas, ignora la clara evidencia de la necesidad de
progresar y se atrinchera allí donde tiene la esperanza de quedarse.
La digestión mental prevalece sobre la digestión física. Si queremos abarcar más
de la cuenta, trátese de escribir un libro o del pastel que nos estamos comiendo, lo
haremos por debilidad de ahamkara. Está débil pero se cree fuerte y trata de
demostrarlo con ambiciones desmedidas. Si tenemos la mente relativamente clara, la
ilusión será pasajera y nos «sacaremos la comida de la boca» antes de que se nos
atragante.
Si retenemos tenazmente la «comida» y nos empeñamos en masticarla, estaremos
masticando más de lo que podemos tragar. Aún estamos a tiempo de escupir «la
comida» si admitimos el engaño, pero cuanto más tiempo la retengamos, más
invertirá ahamkara en demostrar que es capaz de hacer todo aquello que se proponga.
Permitir que ahamkara invierta en su personalidad ficticia para regular nuestras vidas
nos obliga a tragar más de lo que podemos digerir.
A estas alturas podemos impedir que la experiencia mal digerida entre en nuestro
sistema «vomitándola»: confesando el problema y reconociendo el «crimen contra el

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sentido común». De no hacerlo así, se crea ama físico y mental que es absorbido por
el sistema, haciendo inevitable alguna que otra enfermedad.
No hace mucho un amigo mío abrió una escuela de estudios herbarios, y dejó con
su ambición que su digestión mental se agobiase. Matriculó a quince estudiantes,
tanto porque necesitaba sus cuotas para cubrir los primeros gastos como porque se
sentía con fuerzas suficientes para formarlos adecuadamente a todos. A medida que
avanzaba el curso se vio desbordado por las necesidades de aquellos quince
individuos distintos y empezó a trabajar demasiado. Su capacidad de desenvolverse
no corrió pareja con sus propósitos. En su entusiasmo por facultar a los demás
transfiriéndoles sus conocimientos estaba arruinando su propia salud.
El estrés de tener que adaptarse continuamente a una quincena de ahamkaras
distintas debilitó su digestión y generó ama mental. Como al principio no quiso
reconocer para sus adentros que había sobrepasado sus límites, sepultó el ama en su
interior. La mente, para protegerse, proyectó el desequilibrio en el cuerpo. La última
vez que nos vimos se quejaba de síntomas que indicaban un trastorno de la vesícula
biliar.
Su dieta era apropiada para su constitución y la estación no era agravante de pitta,
por lo que deduje que el origen de sus problemas estaba sobre todo en la mente. A
medida que íbamos hablando él mismo estableció la conexión entre la digestión
mental incompleta y la debilidad de un órgano digestivo físico, y se dio cuenta de que
necesitaba eliminar la situación indigesta que era la causa de su problema. Podía
hacerlo reduciendo el número de estudiantes o buscando a alguien que le ayudase. Su
reconocimiento del problema garantizaba que sería capaz de resolverlo.
El tratamiento de los trastornos mentales comporta los mismos pasos esbozados
para el tratamiento físico. Cuando la mala digestión mental ha generado muchas
emociones inconvenientes y la acumulación de tales emociones acaba desvirtuando la
imagen de uno mismo y su capacidad para funcionar eficazmente, el primer requisito
es la eliminación de la causa. Luego hay que purificar la mente. Una mente llena de
ira suelta la ira con bastante facilidad, y de ese modo se purifica un poco, pero una
mente llena de miedo sujeta tenazmente ese miedo y no lo libera más que con una
aplicación consecuente de calor y aceite mentales, que es sneha, afecto sincero. La
inercia mental requiere una estimulación intensa para persuadirla de que se purifique.
Por supuesto, si la mente del individuo es débil y el trastorno es fuerte no es
aconsejable la purificación, que debilitaría aún más la mente. Es imprescindible
compensar primero rajas y tamas con la fuerza de sattva. En todos los casos está
indicado el rejuvenecimiento mental.
Cuando la mente está llena de ama generado a partir de relaciones interpersonales
insatisfactorias, es imprescindible abstenerse de anhelos. Existe también una trífala
mental que ayuda a eliminar el viejo ama de apegos egoístas. Se denomina «kirtana»,
la evocación devota del nombre de Dios. Aunque no creamos en un dios con forma

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alguna, podemos escoger un nombre que represente todo aquello en lo que creemos y
repetirlo con devoción, dejando que su fuerza entre en nosotros y nos cure.
Kirtana es a la vez el mejor rejuvenecedor, porque nos ayuda a rectificar nuestra
relación con la naturaleza. El auténtico significado del yoga es unión con lo divino, y
la petición sincera de ayuda divina es el mejor camino al verdadero yoga.

Yukti

El término «yukti» se deriva de la misma raíz que el término «yoga». Yukti se


define en sánscrito como «bahu-karana-yoga-ja»: creado de la unión de muchas
causas. Por ejemplo, una vasija de barro se crea de yukti. Es la unión de arcilla, agua,
un torno, una paleta para dar forma a la vasija, un horno para cocerla, combustible
para el horno y un alfarero que dirija todo el proceso.
La salud es producto de yukti. El cáncer de una persona puede desaparecer
después de un tratamiento con potentes medicinas; el de otra puede remitir con la sola
imaginación; el de una tercera puede que responda exclusivamente a la dieta. La
curación depende de una terapia que puede ser más o menos compleja, un paciente
que ha de confiar en algo, unas personas que han de administrar las terapias al
paciente y un director que lo supervise. Antes que nada, debe haber un director
competente. Puede ser el mismo paciente, pero ha de ser alguien que sepa qué hacer y
cuándo hay que hacerlo. Se dice que aunque el remedio sea insuficiente, los
auxiliares incompetentes y el paciente recalcitrante, un terapeuta experto todavía
puede proporcionar alivio, aprovechando el principio de yukti para combinar la
supresión de la causa, la purificación, la compensación y el rejuvenecimiento en una
terapia integral armoniosa.

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7. ENFERMEDAD

Sin yukti, la combinación experta de actitud y actividad que armonice al


individuo, la indigestión se convierte en crónica y adopta nuevas formas. La
indigestión crónica debilita el sistema inmunológico, que reacciona primero con
alergias, luego con enfermedades autoinmunes y por último con estados en que la
inmunidad se derrumba por completo, como el cáncer o el SIDA. La debilidad de la
identificación de ahamkara con su cuerpo es la causa fundamental de todos estos
estados.

Alergia

Un antígeno es algo, generalmente una proteína pero no siempre, que el


organismo reconoce como extraño. Ama es un término genérico para designar el
material antígeno. Cada partícula de comida mal digerida que el sistema absorbe es
ama. Los anticuerpos son proteínas especiales creadas por algunos glóbulos blancos
en respuesta al contacto con determinados antígenos. Los anticuerpos sujetan
fuertemente a los antígenos, y si el sistema inmunológico está sano, completa su labor
de limpieza barriendo del cuerpo los complejos anticuerpo-antígeno.
Nuestro sistema inmunológico puede identificar la fuente de cada tipo de ama:
ama de queso, ama de cerdo, ama de cacahuete, etcétera. Cuando nos exponemos una
y otra vez al mismo ama, se producen cada vez más anticuerpos porque nuestro
sistema se acoraza contra la siguiente oleada de invasores. Si a sabiendas de que
digerimos mal los cacahuetes seguimos empeñados tercamente en comerlos, esos
cacahuetes mal digeridos se empeñarán en formar ama. Al final habremos acumulado
tanto ama de cacahuete que cada vez que un cacahuete entre en contacto con la
lengua nuestra policía inmunológica hará sonar una alarma, dando por supuesto que
éste también será mal digerido. Cuando la reacción inmunológica es tan pronunciada
que nos damos cuenta de ella por algún síntoma físico o mental resultante de un
efecto secundario del combate interno, tenemos una alergia.
Los humanos podemos volvernos alérgicos a casi todo. Una fuente estimó que el
30% de la población de los EE. UU. tenía algún grado de alergia alimentaria. Los hay
alérgicos al moho, a los hidrocarburos y sus derivados o al pelo de gato o perro. A
algunos les sale urticaria cuando se exponen súbitamente al frío. Incluso existe un
estado denominado anafilaxia inducida por el ejercicio, en el que un esfuerzo
agotador provoca una reacción alérgica que puede acabar con la vida. Lo más
probable es que tanto ésta como la alergia al frío se deban más al estado de toxicidad
del organismo que a una alergia específica al aeróbic. El inesperado estrés de la

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actividad hace que las toxinas abandonen sus lugares de almacenamiento en los
tejidos e inunden la circulación.
Una reacción alérgica puede provocar casi cualquier síntoma. Mientras que una
enfermedad aguda con fiebre y/o pus es poco probable que sea alérgica, como
tampoco los estados unilaterales (dolores, inflamaciones y similares en un solo
costado del cuerpo), la propensión a dolores e inflamaciones bilaterales y a
infecciones periódicas y recurrentes con presencia de pus y fiebre, como los catarros
crónicos y las infecciones de amígdalas y oídos, suele ser alérgica.
Las alergias se producen en organismos hipersensibles. Si bien determinadas
alergias puedan responder a técnicas de insensibilización específicas, el tratamiento
del estado alérgico requiere la reducción de la hipersensibilidad. Vata y pitta son las
principales doshas implicadas en la alergia, porque es su intensidad común la que
hipersensibiliza al organismo.
Las alergias pueden ser de muchos tipos distintos. Las hay que sólo se producen
si tomamos el alergeno con la suficiente frecuencia, ya que de otro modo los niveles
de anticuerpos no llegan a subir lo bastante para provocar alguna reacción apreciable.
Otras se presentan cada vez que tomamos una determinada sustancia. Las más
insidiosas son las alergias adictivas. Nos encontramos bien mientras tomamos la
sustancia a la que somos alérgicos, pero en cuanto dejamos de tomarla, empezamos a
notar síntomas de abstinencia.
Esto se puede comprobar examinando cuidadosamente nuestras apetencias.
Supongamos que nos gusta comer chocolate. Si sólo nos apetece de vez en cuando y
quedamos satisfechos con un trocito, es que seguramente el cuerpo nos creó esa
apetencia por algún motivo concreto. Tal vez necesitaba equilibrarse con la ayuda de
algún factor presente en el chocolate. En cambio, si necesitamos comer chocolate
cada día para no sentirnos pachuchos o si, tras comernos un bomboncito, nos asaltan
de repente unas ansias irrefrenables de comernos todos los bombones de la caja, lo
más probable es que tengamos una alergia adictiva al chocolate. Probablemente todas
las adicciones, incluso a las drogas más virulentas, se vuelven con el tiempo de
carácter alérgico.
La tendencia a la alergia se manifiesta a temprana edad y está fuertemente
influida por la prakriti. Las alergias son mucho más comunes entre las personas de
tipo V y P que entre los K. Incluso los modernos especialistas en alergias señalan que
la mayoría de sus pacientes de alergia alimentaria son rubios y de ojos azules, que
podemos identificar como personas de tipo P, PV o PK.
Además, cuando después de la concepción el hijo está creciendo en el útero, la
madre envía una parte de su protección inmunológica al feto a través de la placenta
en forma de anticuerpos. Si la madre está muy intoxicada puede que le envíe
demasiados anticuerpos, o acaso le transmita al feto los antígenos que circulan por su
sangre. Las reacciones inmunológicas pueden empezar en el cuerpo del niño incluso
antes de nacer. Después del nacimiento se considera que la leche materna proporciona

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inmunidad pasiva al hijo. Si transfiere al mismo tiempo material antígeno al bebé, o
si el bebé deja el pecho antes de tiempo, su inmunidad se resentirá.
También es importante la naturaleza de los alergenos a que estamos expuestos.
Por ejemplo, la alergia al alcohol, que seguramente influye en el desarrollo tanto de
las resacas como del alcoholismo, puede empezar en realidad como alergia al grano
empleado en el proceso de fermentación. Del mismo modo, la alergia a la leche
puede derivarse de una intolerancia a la lactosa, o puede empezar como alergia a la
penicilina que se administra a las vacas para prevenir enfermedades y luego
convertirse en alergia a la leche misma. La alergia al cerdo puede empezar como
sensibilidad a la tetraciclina. Los pollos criados en serie son atiborrados de muchas
sustancias distintas, cada una de las cuales puede predisponer al cuerpo en contra del
pollo.
La toxemia intestinal también está involucrada en el desarrollo de la alergia. La
contaminación del intestino grueso permite que los productos químicos irritantes
resultantes de la mala digestión sean absorbidos por el sistema y llevados por la
circulación a otras partes del cuerpo. Todos ellos son ama, que provoca reacciones
dondequiera que va. Esos contaminantes internos inflaman la membrana que recubre
el intestino grueso y reducen la movilidad, haciendo que el cuerpo absorba toxinas
que de otro modo serían evacuadas. Por ejemplo, la mala digestión del aminoácido
tiroxina produce el corrosivo químico fenol. Una gota de fenol puro puede hacernos
un agujero en la piel exterior; imaginemos su efecto, aun en forma diluida, en el
revestimiento interior de piel del aparato digestivo.
La toxemia intestinal también afecta negativamente al cerebro. Puesto que nuestra
conciencia cerebral se fundamenta en la química, todas las toxinas la alteran. La
buena digestión del aminoácido triptófano produce serotonina, la «sustancia química
madura» del cerebro que nos mantiene serenos, sosegados y recogidos. La mala
digestión del triptófano produce indol y escatol, las sustancias químicas que dan a las
heces su olor ofensivo. Éstas agitan y perturban el cerebro. Tomar pastillas de L-
triptófano puede aumentar la serotonina y calmar temporalmente el cerebro, pero si se
digieren mal, la consecuencia a largo plazo será una mayor agitación, por culpa del
aumento de indol y escatol.
Los procesos anormales también producen sustancias como la octopamina,
denominadas «falsos neurotransmisores». Éstos pueden reemplazar a los
neurotransmisores normales, cuya función es transmitir mensajes fielmente a través
del cerebro, dejando la conciencia más dispersa y desorganizada, incapaz de controlar
o mantener las defensas inmunológicas del organismo.
Tal como el ama creado por la mala digestión de la comida puede alterar la
conciencia y trastornar las emociones, las emociones trastornadas pueden debilitar la
digestión y crear ama, que luego incita al sistema inmunológico a reaccionar contra
él. Las emociones profundamente reprimidas amplifican la reacción alérgica, ya que
la mente se siente traicionada por su propia capacidad para expresarse y descarga sus

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frustraciones en las sustancias que la invaden. Una limpieza física completa
remediaría la situación, pero normalmente una mente muy perturbada tratará de
aprovechar cualquier oportunidad de indulgencia sensorial. La presencia continua de
ama en el sistema genera un estado de alerta inmunológica permanente, un estado
alérgico.

Reumatismo

Las alergias persistentes acaban desembocando en estados más graves. El ama se


incrusta tan firmemente en nuestro interior que parte de nuestros propios tejidos
sucumbe a las reacciones inmunológicas. Esas células muertas son cuerpos extraños,
una variedad de ama de procedencia interna que el sistema inmunológico envuelve y
devora como lo haría con cualquier otro intruso. Con el tiempo nuestras células
inmunológicas le toman un gusto caníbal a los tejidos vivos del tipo de los que han
estado recogiendo. Se trata de una reacción «autoinmune».
La enfermedad autoinmune ha sido calificada de malignidad condicionada, o
limitada. Puesto que en el proceso de envejecimiento median los procesos
autoinmunes, y que todos morimos de vejez si no nos reclama antes alguna otra
enfermedad, para que el rejuvenecimiento sea posible hay que eliminar primero la
autoinmunidad.
El reumatismo proporciona un buen ejemplo de estado autoinmune que a menudo
puede tratarse con éxito desde una perspectiva ayurvédica. Los reumatismos
—⁠ fiebre reumática, reuma, artritis reumatoide⁠ — son estados en los que el cuerpo
está lleno de «rheum», una forma de ama. Alrededor de un 10% de los pacientes que
acuden a un médico tienen algún reumatismo, lo que indica cuán profundamente
enfermo ha caído el público en general. La artritis reumatoide, como la fiebre
reumática, puede afectar al corazón y provocar efectivamente la muerte. Se trata de
un estado grave que amenaza la vida.
La artritis reumatoide es una enfermedad sistemática generalizada que puede
presentarse a cualquier edad, aunque es menos corriente en los niños y los
adolescentes que en los adultos. Los más jóvenes son más propensos a la fiebre
reumática, que sigue siendo corriente en algunos de los países menos desarrollados y
consiste básicamente en una forma aguda del mismo proceso patológico. Por término
medio, la artritis reumatoide aparece por primera vez alrededor de los cuarenta años.
Está implicada una tendencia hereditaria y afecta a las mujeres con una frecuencia de
tres a cinco veces superior a la de los hombres. Aunque afecta a personas de todas las
partes del mundo, es significativamente más grave en los climas fríos y húmedos que
fomentan la congestión de kafa y la acumulación de ama.
La artritis reumatoide se denomina ama-vata en sánscrito, que significa que se
produce cuando vata hace circular ama por todo el cuerpo. La principal causa

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desencadenante parece ser la dieta inadecuada, que produce ama. Otras causas
incluyen el agotamiento por exceso de trabajo, el exceso de ejercicio, el sexo
frecuente, la inquietud intensa y los trastornos emocionales como la pena. El
agotamiento y la emoción intensa agravan vata; empeoran la artritis reumatoide y a
veces pueden iniciarla. El uso excesivo de sustancias intoxicantes, sobre todo de
alcohol, altera la vata y al mismo tiempo produce ama.
En las articulaciones de todos los pacientes de artritis reumatoide puede
encontrarse el cieno opaco, pegajoso y repulsivo que es ama. Es una manera segura
de distinguir la artritis reumatoide de la osteoartritis, que es una manifestación
localizada del proceso de envejecimiento. Si extraemos líquido sinovial (el lubricante
pegajoso y sumamente viscoso que lubrifica las articulaciones) de una articulación
osteoartrítica, veremos que está casi normal, mientras que en la artritis reumatoide o
bacteriana el líquido pierde su capacidad de lubrificar, se vuelve turbio, contiene
células de muy diversos tipos en grandes cantidades y hasta coágulos en suspensión.
El líquido sinovial sano nunca se coagula.
El líquido sinovial es uno de los depósitos corporales de la fuerza de kafa. Kafa y
ama son muy parecidos en cualidad, por eso no es de extrañar la afinidad de ama con
las articulaciones. Este ama procede sobre todo del colon, donde el metabolismo
incorrecto de la grasa produce una variedad de ama que presenta una afinidad
especial con los huesos y las articulaciones. Como la membrana que reviste el colon
está estrechamente relacionada con la nutrición del cartílago y el hueso, este ama
llega rápidamente a su ubicación predilecta y se deposita allí. El sistema
inmunológico empieza a atacar en seguida y se produce la enfermedad. Si se la deja
avanzar sin obstáculos, la inflamación se convierte en crónica y destruye la
articulación, provocando la atrofia de los músculos adyacentes. Todo esto ocurre por
la presencia en el colon de material sin digerir.
Las irregularidades en la menstruación predisponen a la mujer a la artritis
reumatoide. Las mujeres son físicamente más afortunadas que los hombres porque su
sangre se purifica cada mes mediante el flujo menstrual. Durante la primera parte del
ciclo, el cuerpo suministra los mejores nutrientes posibles al útero preparándolo para
acoger a un hijo. Si no se produce el embarazo, el endometrio se convierte en ama, un
cuerpo extraño que el útero debe evacuar. El cuerpo se aprovecha de ello para añadir
al flujo menstrual toda la porquería acumulada en la sangre durante el mes. Aunque la
digestión intestinal de una mujer no sea óptima, dispone de una segunda oportunidad
de nutrir correctamente sus dhatus superiores gracias a esta purificación mensual de
la sangre. Probablemente sea éste uno de los motivos por los que las mujeres viven
más tiempo que los hombres.
Por desgracia sólo será una bendición mientras la regla sea regular y suficiente. Si
por algún motivo se obstruye el flujo menstrual de modo que no se elimine toda la
porquería de la sangre, este ama virulento se extiende por todo el cuerpo y aumenta
los efectos de otros amas. Por eso las prácticas religiosas que enseñan a las mujeres a

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suprimir la menstruación son muy perniciosas. Se dice efectivamente que la cesación
de la regla es un signo de progreso espiritual, pero ello debe ocurrir espontáneamente
una vez que el sistema se haya purificado a fondo. La deliberada cesación prematura
de la menstruación está cargada de peligros, incluida la posibilidad de que se formen
peligrosos coágulos de sangre.
La emoción es uno de los principales factores causantes de la artritis. Cuando
estamos preocupados, nos agobia la pena, la inseguridad, el miedo o cualquier otra
emoción intensa, no prestamos la debida atención a qué comemos o cuándo
comemos. Puede que nos volquemos en el trabajo o la diversión en busca de la
vacuidad mental que proporciona el agotamiento, o nos entreguemos a las sustancias
intoxicantes para escapar a la opresión de nuestro sufrimiento. Todos sabemos cómo
se desvanece el apetito cuando estamos enojados o algo nos perturba. La comida
tomada sin apetito produce ama, y se comporta como un veneno insidioso cuyos
efectos sólo afloran gradualmente.
La inestabilidad emocional puede causar daño haciendo que la mente trate de
evadirse de su estado a través de alguna actividad obsesiva, que también afecta
directamente al organismo. Por ejemplo, después de un acontecimiento deportivo
cargado de emociones, aumenta el factor reumático en la sangre de los jugadores. La
enfermedad es tres veces más frecuente entre los individuos que fueron adoptados
como hijos que entre los que vivieron con sus padres genéticos.
En la artritis psicopática, los síntomas de artritis alternan con los síntomas de
psicosis, indicando que la artritis es un medio del que dispone el organismo para
poner de manifiesto un agotamiento mental grave sin trastornar completamente su
equilibrio mental. La principal consecuencia de la artritis es el grave tullimiento que
impide al paciente llevar una vida normal. En esto es muy parecida a la catatonia. Los
catatónicos no pueden moverse por motivos psicológicos. Los enfermos de artritis
tienen razones físicas para su inmovilidad, y la incapacidad física es mucho más
aceptable socialmente que el trastorno mental.
A menudo los pacientes de artritis son psicológicamente rígidos e inflexibles.
Supongamos que tenemos un trabajo que nos desagrada, le tenemos aversión al jefe o
nuestras condiciones de trabajo nos parecen intolerables. Si no nos adaptamos, ni
admitimos para nuestros adentros nuestra incapacidad de adaptarnos, un ataque de
artritis nos concede una excusa válida para librarnos del trabajo sin el menor
reproche, ya que se considera que la enfermedad física está «fuera de nuestro
control».
Todo papel intolerable puede tener por resultado una rigidez física que impida o
limite la obligación de desempeñarlo. Tal vez las mujeres sean más propensas a la
artritis reumatoide que los hombres (a pesar de que las hormonas del sexo femenino
ayudan a mitigar esta enfermedad) por la confusión que sufre su ahamkara para fijar
su posición en la vida. Una mujer a la que repugna tener que someterse al marido, o
que desdeña el papel subordinado que le atribuye la sociedad, se encuentra

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presionada en ambas direcciones. Se ve desgarrada por los deseos simultáneos de
individualidad y de unión con la familia y la sociedad, empalada en los cuernos del
dilema. En este caso, una enfermedad física la ayuda a conservar sus ilusiones acerca
de cómo le gustaría que fuese su vida libre de restricciones, sin nada que la obligase a
actuar en contra de estos sueños. Sabe por dentro cómo quiere ser, pero acaso le falte
el valor y la confianza en sí misma para saltar las barreras que no la dejan expresarse.
La falta de fortaleza para resistir a las influencias que tratan de encadenarla indica
debilidad del hueso, el dhatu que permite a ahamkara representarse en el mundo. La
debilidad de la médula, que regula las articulaciones, hace que ahamkara tema
fracasar cada vez que piensa en afirmarse. El temor a las consecuencias de la
autoafirmación y el temor a la falta de autoafirmación se combinan para
inmovilizarla, alterando a vata y generando astringencia que constriñe la circulación
y promueve la congestión. Su frustración sigue creciendo, aumentando la amargura
en su Yo y agravando aún más a vata, hasta que finalmente la congestión de ama en
las articulaciones se convierte en inflamación y se manifiesta la artritis.
La enfermedad es una entidad real, un sirviente ajeno que la paciente ha creado a
partir de su ama para que trabaje a su servicio. Ahora ya no tiene por qué seguir
siendo esclava de las tareas de la casa que su familia no aprecia, porque ha
modificado su realidad interior de modo que no tenga que adaptarse a la realidad
exterior. Para algunos pacientes, la artritis reumatoide se convierte en realidad,
seguridad y sensatez. Piensan casi que se desintegrarían, que sus identidades se
desvanecerían si se relajasen, sufriesen, llorasen y afrontasen de nuevo la realidad
exterior.
La enfermedad es también una adicción, un soporte que nos permite ir tirando.
Desgraciadamente se trata de un soporte muy pernicioso. El ama acaba por
propagarse al corazón, los vasos sanguíneos, los ojos, los pulmones y los nervios con
resultado de anemia, formación de nódulos linfáticos e incremento del ritmo cardíaco.
Las complicaciones cardíacas a veces resultan fatales. Como consecuencia directa de
la artritis reumatoide pueden producirse colitis, estreñimiento, tensión arterial
errática, bronquitis; cálculos renales, calambres en las piernas y enfermedad de la
vesícula biliar. En casos graves se produce sedimentación de amiloide. El amiloide
son los restos de los ataques de glóbulos blancos contra los tejidos corporales, un tipo
de ama interno que puede causar la muerte por obstrucción de los riñones.
En la actualidad la mayoría de los pacientes de artritis reumatoide no puede
precisar el día en que empezó la enfermedad, porque suprimen cualquier síntoma tan
pronto como aparece. El dolor y la rigidez de músculos y articulaciones aumenta
gradualmente durante semanas o meses, acompañados de un cansancio inhabitual y
una sensación general de malestar. Sin embargo, en más o menos una de cada diez
víctimas y en concordancia con las descripciones de textos ayurvédicos seculares,
empieza de repente con fiebre, fuerte malestar, dolor corporal, indigestión, lengua
muy sucia y pérdida de capacidad gustativa. La patología principal comprende

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hinchazón, enrojecimiento y fragilidad de una o varias de las articulaciones mayores.
Es característico que la inflamación pase de una articulación a otra, remitiendo en una
mientras aparece en otra, un síntoma que en sánscrito se denomina «dolor errante».
En algunos pacientes las causas emocionales pesan más que lasjnfluencias físicas,
en otros prevalecen las causas físicas. Cualquiera que sea la causalidad, en el
tratamiento del reumatismo es indispensable la medicina física para expulsar el ama
del cuerpo porque el «rheum» es el núcleo del problema.

Tratamiento de la artritis

El primer paso en el control de la artritis reumatoide consiste en reconocer que el


cuerpo está sometido a un conflicto para que la mente no tenga que afrontar
sentimientos confusos o reprimidos. Si somos capaces de admitir que podemos tener
un conflicto interno así y nos proponemos resolverlo con el tiempo, podemos
valernos de terapias físicas para controlar los efectos físicos de la enfermedad,
seguros de que las causas ocultas no agravarán nuestro estado mientras dure la
limpieza.
Tal vez comprobemos que la sola voluntad de hacer frente a la realidad,
combinada con medidas físicas adecuadas, basta para controlar la enfermedad, sobre
todo si ésta se debía principalmente a una mala dieta y sólo indirectamente a causas
emocionales. Aunque la causa principal fuesen las emociones, el éxito con las
articulaciones aumentará nuestra confianza en las posibilidades de curación,
facilitando que más tarde nos ocupemos de la mente cuando nos sintamos preparados
para ello.
Como otras enfermedades autoinmunes, la artritis reumatoide crónica presenta
dos fases distintas y alternantes: exacerbación y remisión. Durante la fase de
exacerbación están presentes todos los síntomas característicos y hay inflamación
aguda de las articulaciones. Durante la remisión, los síntomas desaparecen porque se
ha dispersado la acumulación aguda de doshas en las articulaciones. Las doshas
siguen en ellas, amenazando tullirnos, pero temporalmente sus amenazas resultan
vanas al descender por debajo del nivel mínimo en que se manifiesta la enfermedad.
Un cubo puesto bajo un grifo rebosa cuando se llena. Si cerramos el grifo, el cubo
deja de rebosar, pero sigue lleno. En cuanto abramos el grifo, ni que sea un hilo, el
cubo rebosará de nuevo.
A causa de la existencia de ama tan profundo en las articulaciones artríticas,
cualquier dosha que se acumule en el aparato digestivo tiende a repercutir en las
articulaciones y exacerbar de nuevo el estado. La articulación sólo puede recobrar la
salud si se vacía su cubo de ama. El tratamiento eficaz de la artritis implica la
eliminación inmediata de doshas durante la exacerbación, y la eliminación gradual de

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ama profundo durante la remisión. La filosofía básica de la terapia de la artritis
reumatoide está resumida en una concisa sentencia sánscrita:

Ayuno, sudación y los sabores amargo y picante, todo lo que aviva el fuego
digestivo.

Exacerbación

Ayuno - La comida, durante la exacerbación, debe ser, en palabras del doctor


Vasant Lad, liviana, ligera y líquida. Cuando la lengua está muy sucia, lo más
indicado es sorber lentamente una infusión floja de jengibre, con miel y limón si hace
falta. A continuación se pasa a la papilla de arroz o cebada, luego a una sopa clara de
judías mongo y por último al khichadi de judías mongo. Se sigue con él hasta que
empieza la remisión y una semana más como mínimo antes de empezar de nuevo a
comer normalmente. Suprimir de la dieta las grasas animales, incluido el gui, por un
período de entre dos y seis semanas.
Probablemente seamos alérgicos a más de uno de los alimentos que tomamos
normalmente. Una vez que la digestión y el apetito hayan mejorado, introduzcamos
en la dieta no más de dos o tres alimentos nuevos cada día, uno en cada comida, y
comprobemos sus efectos secundarios, como una vuelta repentina del dolor articular.
Si tenemos dudas acerca del resultado, tomémonos el pulso antes y después de comer.
Si el pulso aumenta un 5% o más después de comer, lo más probable es que estemos
reaccionando a algo que comimos. Cada vez que tengamos alguna reacción,
suprimamos ese alimento y probemos de nuevo al cabo de una semana. Si nos sigue
provocando reacción, renunciemos a él durante al menos seis meses antes de volver a
probarlo.
Prescindiendo de las alergias, debemos suprimir de la dieta todas las grasas
animales, todos los fritos, todos los productos lácteos, todos los alimentos enfriados
en el frigorífico, todo el azúcar blanco, todo el alcohol y todas las solanáceas durante
al menos seis semanas. Las solanáceas incluyen la patata, el tomate, la berenjena, los
pimientos y el tabaco. Si no somos capaces de renunciar totalmente al tabaco,
restrinjamos su uso tanto como podamos. Si las guindillas constituyen una parte
importante de la dieta, pueden ser responsables de una parte del problema, por lo que
deben suprimirse durante el régimen. Hay que reducir el consumo de sal.
Eliminemos el aluminio de la comida. El aluminio es astringente, por lo que se
emplea en antitranspirantes. Constriñe las membranas corporales y fomenta que el
ama se seque en ellas, haciendo más difícil su eliminación. Rechacemos todos los
utensilios de cocina de aluminio y cerciorémonos de que la levadura en polvo no esté
hecha a base de aluminio.

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Sudación - Como vata está obstruida con ama, el uso de aceite corriente
aumentará la obstrucción. El aceite de ricino es el único que puede reducir la
inflamación y arrancar el ama. Hay que extender una fina capa de aceite de ricino
sobre la articulación afectada y luego aplicar calor seco. El calor húmedo agrava la
obstrucción y la congestión. Una bolsa de agua caliente o una manta eléctrica no lo
hacen, pero lo más indicado es calentar al horno una bandeja llena de polvo de
ladrillo, o de una mezcla a partes iguales de arena y sal gema en polvo, poner el polvo
caliente en una bolsa de algodón o lino y aplicarla a la articulación. La sequedad de
dichos materiales ayuda a disipar la congestión articular. Los baños de sol son
indicados para las articulaciones artríticas a causa del poder curativo del calor de los
rayos solares y porque la vitamina D que producen es vital para la salud del colon y el
hueso.
Las cataplasmas también pueden hacer que la articulación «sude» impregnándola
del «calor» innato de las plantas empleadas. La hoja de estramonio (variedad de
datura) es un material indicado y fácil de conseguir, aunque es tóxico y debe usarse
con precaución. Se puede triturar la hoja y aplicaría sobre la articulación con un paño,
o embadurnar la hoja entera de aceite de ricino y tostarla ligeramente en una sartén de
hierro colado antes de aplicarla. Dejar que se seque sobre la articulación una pasta
espesa de raíz de ruibarbo ayuda a reducir la hinchazón. La pasta de jengibre seco
contribuye a que el cuerpo digiera el ama profundo de la articulación. La raíz de
consuelda alivia, así como el olmo y el gordolobo. El tabaco indio, las hojas de pino e
incluso la guindilla en polvo son convenientes en determinadas circunstancias.
Podemos servirnos de la guindilla en polvo y la ortiga, excepto las personas pitta y en
caso de inflamación intensa, para excitar a la articulación a que empiece a purificarse.

Amargo y astringente - Estos sabores se emplean para ayudar a regular vata y


limpiar de ama. En general, por ser el picante de energía caliente, lo más indicado es
valerse de sustancias picantes durante la remisión para reavivar activamente el fuego
digestivo. Las sustancias amargas están más indicadas durante la exacerbación;
reaniman indirectamente a la digestión y ayudan a reducir la inflamación. El amargo
es especialmente necesario cuando existe dolor corporal agudo y generalizado,
pérdida de apetito, falta de capacidad gustativa, indigestión y fiebre.
La fiebre es la manera que tiene el cuerpo de enviar calor a los dhatus para
ayudarlos a digerir ama. También la medicina moderna se ha dado cuenta por fin de
que la fiebre es un importante mecanismo de destrucción de microbios y virus
patológicos. Sólo hay que contener la fiebre, con compresas frías, cuando suba
demasiado, normalmente por encima de 38 °C. Las sustancias amargas catalizan la
acción digestiva de la fiebre sobre el ama y permiten que la fiebre acabe antes el
trabajo y descienda más pronto.

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Éstas son algunas de las sustancias total o parcialmente amargas fácilmente
asequibles:

abedul árbol de la cera martiniáceas


acedera chaparral milenrama
achicoria echináceas regaliz
alfalfa genciana tercianaria
áloe hidrastis trébol de los prados
alsine lampazo mayor yuca

En esta fase cualquier sustancia amarga puede ser buena para la artritis, si bien
cada una tiene propiedades específicas. La genciana es útil cuando se dan
conjuntamente pérdida importante de apetito e indigestión. El áloe alivia el aparato
digestivo y purifica el hígado, igual que el árbol de la cera. La alfalfa es un
analgésico natural y purifica el colon. Las martiniáceas, la yuca y el chaparral ayudan
a mitigar el dolor articular intenso. El regaliz ejerce un efecto parecido a la cortisona.
La tercianaria alivia la irritación nerviosa. El árbol de la cera, las echináceas y la
hidrastis ayudan a eliminar los microorganismos parasitarios.
Todas las sustancias amargas contribuyen a reducir la propensión a la alergia
tonificando y reequilibrando el metabolismo. Preparados ayurvédicos tales como tikta
o mahasudarshan churna, ambos sumamente amargos, contribuyen activamente a
eliminar el estado alérgico del sistema si se toman regularmente durante al menos seis
semanas. Dichas sustancias también pueden interrumpir o evitar ciertas reacciones
alérgicas.
El guggulu es la sustancia más indicada para controlar la inflamación de la artritis
reumatoide. Su sabor es principalmente amargo, aunque con sabores secundarios
picante, astringente y dulce. Su energía es caliente y su efecto postdigestivo picante.
Trífala guggulu suele ser útil en este tipo de estados, ya que trífala purifica el sistema
y tríkatu mejora la digestión.
La mejor preparación de guggulu a emplear en las exacerbación de la artritis
reumatoide es, no obstante, simhanada guggulu. Contiene makshika bhasma, trífala,
azufre, guggulu y aceite de ricino preparados juntos en una olla de hierro. Makshika
bhasma es pirita incinerada, que contiene hierro y azufre. El hierro arranca el ama de
los tejidos; el azufre purifica la sangre. El guggulu arranca el ama de las
articulaciones, ejerce un efecto antiinflamatorio y mejora el metabolismo de la grasa.
Todas estas sustancias son rejuvenecedoras.
El aceite de ricino es un específico para estados reumatoideos. Un verso sánscrito
declara:

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«El león del aceite de ricino puede matar él solo al elefante enloquecido del
reumatismo cuando éste se abalanza sobre el cuerpo».
El término «simhanada» se traduce por «rugido de león». El aceite de ricino
aumenta la digestión regulando a vata y arrancando ama del colon y el hueso. Si el
aparato digestivo está sucio de ama, es aconsejable empezar la terapia administrando
de dos a cuatro cucharadas de aceite de ricino junto con una taza de infusión muy
cargada de jengibre seco para limpiar a fondo el colon y poner en marcha la
purificación de las articulaciones.
El aceite de ricino es picante, como el azufre y, en cierta medida, el guggulu. Las
cosas picantes pueden tomarse libremente en una exacerbación si hay mucho ama
que eliminar y no existe inflamación aguda o algún otro síntoma de una importante
complicación de pitta. Excepto cuando están llenos de ama, los P deben tener
cuidado con la mayoría de las sustancias picantes.
Las plantas picantes más corrientes son:

ácoro betónica menta piperita


ajo cúrcuma menta verde
alholva hinojo nébeda
angélica jengibre perejil
artemisa lobelia valeriana

Las mentas, aun siendo picantes, no suelen incrementar pitta a menos que se usen
en exceso. Lo mismo ocurre con la cúrcuma.
Una receta sencilla para las enfermedades reumáticas, especialmente las que
afectan a una sola articulación, consiste en picar un diente de ajo en una cucharada de
leche y tomárselo al acostarse. Si bien los productos lácteos están específicamente
prohibidos en este estado, esa exigua cantidad de leche sirve de vehículo al ajo y
reduce sus cualidades calientes e irritantes.
En caso de inflamación extrema, en que pitta está sumamente agravada, lo más
indicado es kaishora guggulu, una forma de guggulu preparada con la planta guduchi
que reduce las cualidades caliente y picante del guggulu.

Remisión

Consumir una dieta equilibrada y antialérgica es el tipo de ayuno apropiado


cuando disminuye la exacerbación. Se puede emplear el calor húmedo. Los aceites
ayurvédicos indicados para estados reumáticos son dhanwantram taila, ksheerabala
taila, sahachara taila y vishagarbha taila. Vishagarbha taila, que es tóxico, es útil
incluso durante la exacerbación. Todos estos aceites contienen medicamentos para

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purificar y lubrificar la articulación. Un enema medicinal de vez en cuando, sobre
todo cuando los hábitos intestinales cambian y el bajo vientre se llena de gases, es
importante para mantener el revestimiento del colon sano y libre de ama.
Durante la remisión el guggulu sirve para eliminar de los dhatus el ama
incrustado desde hace tiempo. Las variedades más indicadas en este caso son
yogaraja guggulu y mahayogaraja guggulu. Ambas contienen más de dos docenas de
plantas picantes para mejorar la digestión, aunque mahayogaraja también contiene
minerales para potenciar su efecto rejuvenecedor.
A veces es necesario guardar cama durante la exacerbación hasta que desaparece
la inflamación articular. Mover una articulación inflamada con demasiada energía
puede dañarla aún más y empujar el ama más adentro. Una vez que desaparece la
inflamación, hay que mantener la articulación en movimiento para minimizar la
atrofia muscular y hacer que el líquido sinovial circule en su interior. Si esta
circulación se interrumpe, el ama tóxico puede acumularse y provocar una nueva
inflamación.
Algunas posturas sencillas de yoga y ejercicios respiratorios promueven la
eliminación de ama. Cuando la salud mejora hay que completar el yoga con ejercicio
enérgico. Un programa de ejercicio regular es importante sobre todo para los
pacientes de artritis con exceso de peso, ya que la pesadez de los miembros supone
una presión añadida sobre los músculos y las articulaciones.
Algunas personas constatan que una experiencia sexual agradable alivia
temporalmente el dolor artrítico. Esto sucede por una combinación de efecto
psicológico y liberación de endorfinas en el cerebro, pero aunque de vez en cuando se
puede recurrir al sexo para un pronto alivio, no es aconsejable servirse habitualmente
de él como analgésico porque el exceso de actividad sexual debilita los nervios y
agota el ojas, lo que debilita la digestión, aumenta el ama y empeora la artritis. No
paguemos el alivio a corto plazo con sufrimientos a largo plazo.
La cortisona y otros medicamentos antiinflamatorios como la fenilbutazona son
otras tantas medidas corrientes a corto plazo que ocasionalmente pueden ser
necesarias para evitar perjuicios mayores a la articulación. Sin embargo, no deben
usarse habitualmente porque no actúan sobre el ama, que es la causa del estado. Los
medicamentos como la cortisona no dejan de ser sobornos al sistema inmunológico
para que mire hacia otro lado mientras el ama sigue pasando los dhatus de
contrabando. Quien esté tomando habitualmente corticoides que no los deje nunca de
repente; puede ser sumamente peligroso. Su consumo debe reducirse muy
gradualmente bajo supervisión profesional.
Una vez en remisión debemos resolver nuestros conflictos emocionales. Puede
que la situación existiese tiempo atrás pero ya no exista en la actualidad. Tal vez la
causa de la enfermedad fue una experiencia pasada, y el sufrimiento su efecto
retardado. Si examinamos nuestro interior y no encontramos ninguna confusión

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profunda, es que puede haber desaparecido tras crear en nosotros el ser extraño que
ahora nos asola.
En caso de encontrar un torbellino de emociones, debemos examinarlo sin
prejuicio. Algún suplemento con sabor amargo nos ayudará a reconocer el
descontento con nosotros mismos. No ganaremos nada buscando culpables de tal
descontento. Lo más importante es enfrentarse con la realidad presente estableciendo
nuestras necesidades actuales y pensando en cómo conseguirlas. Si nos cuesta ser
objetivos acerca de nuestra situación, pidamos ayuda a un amigo de confianza o a un
asesor profesional. No hagamos un hábito de la purgación emocional o de lo
contrario empezará a intensificar nuestro sufrimiento, tal como el uso excesivo del
sabor picante incrementa pitta y, por consiguiente, la ira.
No potenciemos la personalidad extraña que nos hemos creado dándole mayor
importancia de la que merece. La creamos para que desempeñase una tarea para
nosotros, y cumplió su cometido. Ahora que ya no la necesitamos podemos dejar que
se vaya. En cuanto el ama desaparezca y los dhatus recobren la salud, la ahamkara se
pondrá más fuerte y seremos capaces de encontrar en nuestro Yo la satisfacción que
tal vez no supimos encontrar en el exterior. El amor y la compasión por uno mismo
son los remedios más potentes que existen contra cualquier enfermedad, y el mejor
alimento para el sistema inmunológico.

Cáncer

El amor y la compasión son todavía más importantes en el caso del cáncer. Como
en la artritis reumatoide, se crea una personalidad extraña. En el caso de la artritis, la
entidad, como buena esclava, desempeña la función para la que fue creada. En el
cáncer, el alter ego ajeno se subleva y se vuelve en contra de su creador. El rebelde
prolifera tomando el control de las células renegadas, se crea un cuerpo propio y
desafía a ahamkara en una guerra civil cancerígena por la posesión del organismo. Si
ahamkara se rinde y lo da todo por perdido, el cáncer se convierte en terminal.
Resulta asombroso que ahamkara, que adora la vida y procura vivir tanto tiempo
como puede, llegue a rendirse y renunciar a su autoridad en favor de un criminal
advenedizo. Unas veces la causa es una contaminación física abrumadora, como una
exposición intensa o prolongada a productos químicos cancerígenos o a la radiación,
que deja el cuerpo inhabitable. Otras veces, un individuo cuya digestión ha estado
deteriorada durante muchos años contrae el cáncer a causa del antiguo ama residual.
Y en algún caso es la desesperación extrema la que llega a agobiar de tal modo a
ahamkara y al sistema inmunológico que da lugar a un cáncer.
Es tal el poder de la desesperación que hasta la gente que dispone de
personalidades bien integradas puede contraer el cáncer si el shock producido por
alguna pérdida es lo bastante fuerte. Incluso un episodio pasajero de desesperación

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puede desencadenar una sucesión de acontecimientos cancerosos en alguien cuyo
cuerpo esté lleno de ama físico acumulado durante toda la vida. Además, la
exposición a sustancias químicas o reactivas poderosamente cancerígenas engendra
desesperación en las células corporales, que perciben las consecuencias funestas de
tal exposición. Esta desesperación celular acaba siendo fatal para la personalidad.
La salud de la sangre, que proporciona vigor a ahamkara, es decisiva para el
desarrollo del cáncer. De hecho en el cáncer es corriente la hemolisis, o destrucción
de la sangre. El ayurveda establece una distinción entre sangre «roja» y «blanca». En
tanto la sangre está llena de glóbulos rojos sanos, nutre y vigoriza todos los dhatus y
los provee de prana. Cuando la sangre se llena de leucocitos del sistema
inmunológico, lo que demuestra que el sistema ha dejado de poner el acento en la
nutrición de los dhatus para hacerlo en la eliminación de ama y sustancias extrañas,
no puede proporcionar el vigor necesario. La falta de prana, transportado por el
oxígeno, estimula el crecimiento del tejido canceroso, que detesta el oxígeno. La
sangre «blanca» fomenta la desesperación a nivel celular.
El cáncer suele producirse cuando un individuo sufre una experiencia física o
mental completamente indigesta para la personalidad, algo que el Yo no puede
afrontar bajo ningún concepto. Esta experiencia perpetuamente extraña queda al
acecho en el organismo hasta que encuentra una célula anormal, rebelde, en la que
residir, dando origen a un invasor. La propia ahamkara, al estar tan poco dispuesta a
hacer frente a la realidad, aísla y confiere identidad e individualidad al hecho
indigesto.
Cuando este «individuo» encuentra una célula huésped adecuada, la «posee»,
como un espíritu incorpóreo podría poseer a un ser humano. Como el hecho resulta
insoportable para ahamkara, éste lo clasifica como disruptivo o «maligno» desde el
principio, por lo que, cuando queda en libertad en el cuerpo, se dedica a destruir
según el papel que se le ha asignado. Con mucha frecuencia el cáncer es una profecía
que se cumple. Incluso la creencia de que «cualquiera puede coger el cáncer, pero no
yo», una señal de indigestión mental, oculta a menudo un intenso temor
subconsciente a que eso pueda ocurrir.
La producción del cáncer supone normalmente la intervención de muchos
factores con distintos grados de influencia. No obstante, la incubación de sustancias
desencadenantes (cancerígenas) en las células dañadas, así como la posesión de esas
células por parte de una personalidad extraña, autoengendrada, es común a todos los
cánceres. A veces el propio ama puede obrar como cancerígeno. Aunque no sea así,
el ama es indispensable para la proliferación del cáncer por tratarse de material no
digerido. El pensamiento y el alimento mal digeridos se atraen naturalmente y se
nutren uno a otro. Las células cancerosas reciben su alimento físico de la irrigación
de ama y la estimulación mental de la desesperación.
Se ha dicho que la mayoría de los pacientes de cáncer no tomaron el pecho. Puede
que eso los privara de alguna sustancia inmunológica esencial contenida en la leche

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materna, de la primera vinculación con su madre o de ambas cosas. La buena
vinculación a los demás empieza con un buen vínculo materno. La mala vinculación
a los demás suele afectar a la capacidad de ahamkara para vincularse a los dhatus y
promueve en su lugar la vinculación de las células extrañas.
Un potencial paciente de cáncer puede empezar pronto a experimentar una
profunda sensación de aislamiento existencial, y levantar barreras para impedir que
los demás le quieran. Puede que dé mucho más de los que recibe, y que se sienta
incómodo al aceptar algo de los demás. Esta constricción astringente que inhibe el
placer salado provoca incapacidad para aceptar alimentos dulces de los demás y, por
ser el don tan necesario, garantiza el desengaño en las relaciones. La amargura del
desengaño puede engendrar ira picante sin objeto, o envidia agria. Cuando todos los
sabores están lo bastante descompensados, ahamkara puede decidir que ya no vale la
pena seguir viviendo.
Los hay que utilizan una pistola, una soga o pastillas para quitarse la vida cuando
les cae la gota que hace rebosar el vaso; otros se suicidan psíquicamente y se refugian
del mundo en la esquizofrenia. Algunas personas propensas al cáncer se buscan un
agresor maligno en su interior que legitime su anhelo de simpatía por parte de los
demás. Se permiten aceptar ayuda a causa de la enfermedad que, por supuesto, no es
culpa suya.
Cualquier insatisfacción intensa puede afectar a ahamkara. El cáncer cervical
golpea más a menudo a mujeres que no han dejado de ser vírgenes o son
extremadamente promiscuas sexualmente. Las primeras rehuyen un placer que creen
no merecer, las segundas se dedican al placer pero se guardan de obtener de él
verdadera satisfacción, que están seguras de que no se merecen. Los hombres que
padecen este tipo de incertidumbre sexual son asimismo más propensos al cáncer de
próstata.
Los individuos emocionalmente propensos al cáncer suelen encontrar algo con lo
cual identificarse. Puede tratarse de un individuo, como una pareja, o de alguna
situación, como un trabajo. Luego se vuelven adictos a ello, invirtiendo todo lo que
tienen en ese soporte externo, depositando en él toda la autoridad. La pérdida de esa
inversión es un golpe aplastante para ahamkara, porque tiene que dejar en seco su
adicción. A menos que pueda encontrarse un sustituto, se impondrán la desesperación
terminal y el abatimiento final, creando las condiciones para que una de las 100. 000
células cancerosas que surgen diariamente en el cuerpo establezca su propio régimen.
Estas células pueden empezar en cualquier dhatu, aunque si el cáncer no es
tratado acaban devorándolos a todos. Vata hace que las células cancerosas sean
anormales y proliferen rápidamente. Kafa proporciona el aumento incontrolado de la
masa celular y pitta es la encargada de robar alimento a los demás dhatus para nutrir
al intruso. El cáncer es al mismo tiempo un tornado de vata que trastorna las
funciones y estructuras corporales normales, un devastador incendio de pitta que
consume los dhatus y una inundación de kafa cuyas olas anegan de ama tóxico todos

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los dhatus. Las doshas, que protegen el cuerpo en tiempos de paz, lo destruyen
cuando la enfermedad se apodera de ellas.

Consunción

Este tipo de enfermedad comprende diversos estados terminales, entre ellos la


tuberculosis y el SIDA. También se denomina «emaciación» o «síndrome de
adelgazamiento crónico», descripciones consideradas como diagnóstico de la
infección del SIDA a través de un virus. El ayurveda lo denomina consunción porque
se produce cuando la enfermedad invade completamente al individuo y lo
«consume». En este estado, como en el cáncer, todas las doshas, todos los dhatus y
todos los sabores están alterados, pero se diferencia del cáncer en que la disposición
mental del paciente es exactamente la opuesta a la del paciente de cáncer. Tanto uno
como otro tienen en común la soledad, pero el primero no duda nunca acerca de sus
propios merecimientos. Está seguro de merecer los placeres de la vida y antepone sus
deseos y aspiraciones a los de cualquier otra persona. Toma todo lo que desea, sin
preocuparse de las consecuencias.
La causa principal de la consunción es la obstinación. Los tísicos creen que
pueden hacer cualquier cosa y acaban agotándose para demostrarlo. En este caso
ahamkara está tan interesada en la gratificación sensorial que se entrega a reiterados
«crímenes contra el sentido común» y descuida nutrir adecuadamente su cuerpo.
La consunción se produce de dos maneras. Si tomamos más nutrientes de todo
tipo de los que podemos digerir, sobre todo por exceso de una dieta inadecuada, el
sistema se llena de ama y kafa se agrava. El exceso de ejercicio o de sexo, la
disciplina excesiva como el ayuno y la penitencia fanáticos o el consumo excesivo de
tabaco, alcohol, drogas y otras sustancias intoxicantes agotan el ojas, hacen pasar
hambre a los dhatus y agravan la vata. La continua represión de cualquier necesidad
natural también altera la vata. Las trece necesidades naturales que nunca deben
reprimirse son las de: orinar, defecar, peerse, vomitar, estornudar, eructar, bostezar,
eyacular el semen cuando surge, comer cuando se tiene hambre, beber cuando se
tiene sed, dormir cuando se está cansado, jadear cuando se está exhausto y llorar
cuando se sufre.
Todas estas causas tienen en común el exceso. Ahamkara trata insistentemente de
hacer alardes para demostrar que es mejor, más brillante, más fuerte, más elegante,
más resistente, más inteligente y en general más valiosa que cualquier otra en el
mundo. Trata de sobrepasarse a sí misma y lo único que consigue es sobrepasar sus
limitaciones.
El exceso de alimento hace que kafa y ama obstruyan los caminos por los que se
nutren los dhatus, dificultando la correcta circulación de nutrientes, que está regulada
por vata. Un consumo de nutrientes insuficiente para reponer un dispendio excesivo

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de energía, sobre todo en sexo reiteradamente insatisfactorio, altera directamente a
vata, cuyas cualidades de sequedad, ligereza y aspereza agotan los dhatus. El
problema no es el bacilo de Koch, el hongo Candida, el virus de Epstein-Barr ni tan
siquiera el virus del SIDA. El problema es la debilidad inmunológica, que se debe al
agravamiento de vata.
Los estadounidenses honramos nuestro compromiso con el exceso como para
demostrarnos nuestra individualidad, Nuestros chupadores de gasolina han de ser
mayores que los de nadie; nuestro producto nacional bruto, el más colosal. Gozamos
y gozamos, sin pensar en el mañana ni en el mañana de los demás. Organizamos
nuestras vidas en torno al pan y el circo. Pero no podemos ampliar indefinidamente
nuestros excesos, como tampoco desarrollar ilimitadamente nuestra economía,
porque la enfermedad de la consunción acecha a quienquiera que consuma en exceso
y trate de engrandecerse a expensas del resto de la creación de la naturaleza.
No existe una única terapia para el cáncer y la consunción. El enfoque ayurvédico
de ambas supone reducir progresivamente la intensidad de la enfermedad mientras se
reconstruye la capacidad inmunológica del individuo, a fin de crear un clima en que
la naturaleza pueda curar. Sea cual sea la terapia, es indispensable el
rejuvenecimiento para dar vigor a los dhatus y revitalizar el organismo.
En las enfermedades potencialmente mortales como el cáncer y la consunción se
invierte la secuencia normal de las fases del tratamiento. Cuando resultamos heridos
en un accidente, lo primero que hemos de recibir son primeros auxilios por la herida,
luego nos preocuparemos de todo lo demás. Asimismo, en caso de enfermedad grave,
lo primero es conservar la vida y sólo entonces podremos pensar en cómo purificar y
equilibrar el sistema.
Así pues, el procedimiento para el cáncer y la consunción suele quedar como
sigue:

Ante todo, rejuvenecimiento


para conservar la vida.
En segundo lugar, compensación de las doshas
para fortalecer al paciente y debilitar la enfermedad.
A continuación, panchakarma
para purificar el sistema.
Por último, supresión de la causa emocional del estado
cuando el paciente esté preparado para ello.
Esto puede seguir siendo válido aunque la enfermedad aún no sea grave,
especialmente cuando la causa primera es una predisposición mental. Una amiga mía
se lamentaba de que cada vez que se sentía apremiada para «alcanzar su objetivo»
—⁠ en el trabajo, en la relación⁠ — acababa cogiendo fiebre. La fiebre debía de

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consumir la energía nerviosa acumulada y la dejaba temporalmente relajada, pero
volvía una y otra vez. Me pidió consejo.
Le dije que la mayor parte del problema se debía a su empeño en tratar de valerse
de su fuerza de voluntad para resolver sus conflictos. Cuando su jefe se quejaba o
discutía con su novio, solía enfrentarse a la situación como en un asalto a las
murallas, impidiendo la libre comunicación.
Tras recordarle que lo único que puede esperar quien se da de cabeza contra un
muro es un cráneo dolorido, le sugerí que primero se rejuveneciese, con plantas
nutritivas y sus actividades favoritas, y que dejase todo lo demás en suspenso cuando
notase que subía la fiebre. Le aconsejé que, pasada la crisis, equilibrase la energía en
la interacción con su jefe o su novio y que no tratase de purificar la relación
suprimiendo la causa del desacuerdo hasta después de recuperada la calma.
Si no conseguimos relajarnos y reunificarnos cuando nos alcanza el estrés,
nuestros desequilibrios nos envejecerán rápidamente; el estrés nos consumirá. El
rejuvenecimiento sistemático es la mejor respuesta al problema de las tensiones
antinaturales de nuestra vida moderna.

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8. REJUVENECIMIENTO

La enfermedad nos obliga siempre a reconsiderar nuestros apegos. Todos los


apegos son temporales, y la naturaleza los disuelve cuando estima que ha llegado el
momento de ampliar nuestra personalidad. La enfermedad no deja de ser una
oportunidad para aprender de nuestros errores, una oportunidad que nos da la
naturaleza en virtud de su maternal magnanimidad. Ella espera que aprendamos tanto,
que nunca necesitemos estar enfermos. Puede enseñarnos incluso cómo vencer a la
muerte y a desarrollar personalidades permanentes como los inmortales. El
rejuvenecimiento es el primer paso en la dirección de la inmortalidad.
La vejez es una enfermedad autoinmune, un reconocimiento por parte de
ahamkara de que ya no es capaz de identificarse adecuadamente con el cuerpo. La
vejez es debida al abuso reiterado de placeres sensoriales, cuyo desgaste corporal
destruye ojas. Cuanto más rápido vivimos, más rápido nos deterioramos. Un colibrí
apenas revolotea unas pocas estaciones; la tortuga anda despacio durante décadas. La
longevidad requiere lentitud. Cuando uno vive lentamente, su aura protectora puede
interponerse eficazmente entre él y el mundo exterior.
El término para indicar rejuvenecimiento en ayurveda es «rasayana», que
significa literalmente «el curso de rasa». Para seguir el curso del rasa hay que
purificar y nutrir el rasa dhatu físico, porque rasa es la materia prima de que están
hechos los demás dhatus. Un rasa dhatu sano es la primera etapa de la producción
física de shukra sano, del cual se obtiene ojas directamente. Una cuidadosa selección
de los sabores de la comida (rasas) y el control de las emociones (rasas) aseguran la
producción de rasa dhatu sano y, por consiguiente, de shukra y ojas sanos.
Puesto que lo más nutritivo para shukra es el dulce, el rejuvenecimiento requiere
la creación de un intenso dulzor en el cuerpo y la mente. La miel está hecha de polen,
el esperma de las plantas. El shukra de las plantas aumenta el shukra humano según
el principio de atracción entre afines. La miel es, por tanto, rejuvenecedora por
naturaleza. Además, gracias a las laboriosas abejas es un alimento predigerido que
puede llegar a cualquier parte del cuerpo sin pasar antes por la digestión, y puede
hacerlo con cualquier medicina que se mezcle con ella. Por este motivo se la
considera el mejor vehículo para sustancias terapéuticas y rejuvenecedoras.
Añadir miel pura, sin filtrar, a las infusiones de hierbas permite que la miel actúe
de vehículo para los principios activos de las hierbas. No obstante, como la miel se
vuelve tóxica al calentarla, sólo debe añadirse una vez que la infusión haya reposado
y se haya enfriado hasta la temperatura en que vamos a tomarla. En honor a su
posición como alimento dulce ideal, la miel recibe en sánscrito el nombre de
«madhu». «Madhu» significa el dulce perfecto, en contraste con «madhura», que
hace referencia al dulce que ha de ser digerido antes de entregar su dulzor a

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ahamkara. Todas las demás sustancias físicas son simplemente madhura, sólo la miel
es madhu.

Virilización

La mayoría de los rejuvenecedores, incluida la miel, son también afrodisíacos


porque ambas categorías de sustancias aumentan el shukra dhatu. Un incremento
extraordinario de shukra aviva los fuegos de la lujuria y provoca un anhelo de
satisfacción sexual. Si lo que se pretende es un efecto rejuvenecedor, conviene evitar
que despierte y contener la energía dentro de sí para que pueda transformarse en ojas.
La cebolla aumenta el shukra rápidamente. Pero el fomentar rajas, o la actividad
mental, dificulta mucho más la contención del shukra durante el tiempo necesario
para convertirlo en ojas. La cebolla produce shukra, pero obliga a la mente a buscar
una situación sexual en que gastarlo. El gui, el oro metálico y el sulfuro de mercurio
también producen shukra rápidamente, y también incrementan rajas, aunque tanto
éstos como la miel producen menos rajas que la cebolla.
El ayurveda distingue entre las ciencias de la virilización y el rejuvenecimiento
porque la primera, además de aumentar el shukra, comprende también técnicas para
acrecentar el placer sexual y la fertilidad. En el sexo es esencial el placer mutuo; de
hecho, Charaka, el principal autor ayurvédico, afirma que el mejor virilizante es una
pareja que os ame. Los textos antiguos dicen que el sexo es más importante para la
mujer que para el hombre. El hecho es que la medicina moderna ha descubierto que
las feromonas masculinas, absorbidas por la mujer durante el acto sexual, contribuyen
a regular su fertilidad y aseguran la salud de su aparato reproductor. Las relaciones
sexuales regulares aumentan el bienestar de la mujer.
El sexo insatisfactorio es causa de muchas enfermedades en el mundo de hoy,
sobre todo entre las mujeres. Una mujer tiene todo el derecho a enfadarse si su
hombre deja de satisfacerla sexualmente, porque le está negando nutrientes
indispensables para ella. La nutrición insuficiente incrementa vata, haciendo que sus
períodos sean más irregulares y difíciles. La frustración sexual engendra ira, y el
picante que engendra la ira desequilibra los órganos sexuales femeninos y la sangre,
afectando además a la menstruación. Los trastornos menstruales intensifican el
agravamiento emocional de la mujer.
Es difícil que una mujer en tales condiciones quede embarazada, y si quedase, su
aflicción sería transferida al hijo en el útero a través de las toxinas que circulan por su
sangre impura. Cualquier bebé criado en un entorno tan amargo y picante crecerá
insatisfecho y enojado porque tales emociones son el fundamento de su constitución.
Virilización es rejuvenecimiento para el shukra dhatu y «prerrejuvenecimiento»
para los hijos. La virilización es un procedimiento para seleccionar los genes más
sanos posibles que una pareja pueda reunir para crear un hijo con la constitución más

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sana posible. Este arte amatorio fortalece los cuerpos del hombre y la mujer y genera
la máxima excitación en el momento del encuentro. Parte de ese placer y esa
excitación se transmite al cigoto y proporciona una base de satisfacción sobre la que
el hijo puede fundamentar su vida.
Según el autor ayurvédico Vagbhata, el deseo es la primera de las enfermedades.
Si se consigue infundir al cigoto una parte de la inmensa satisfacción que
experimenta una pareja en el momento del orgasmo, el hijo que nazca de él se
contentará más fácilmente con la vida que el hijo cuyos padres estaban
descompuestos por intensas emociones retorcidas en el momento de la concepción,
que le dejarán con hambres constitucionales que nunca podrá saciar.
El fundamento de la fatiga sexual es la pérdida de ojas, que a su vez es debida al
exceso de sexo. Muchas parejas modernas no se toman el tiempo necesario para
disfrutar del sexo, y sólo buscan la autosatisfacción en lugar de la satisfacción mutua.
La masturbación es la culminación de esa tendencia, el colmo de la autocomplacencia
y el derroche gratuito de energía. La reiterada realización de sexo insatisfactorio es
causa segura de enfermedad.
Las personas pierden la buena disposición para entregarse el uno al otro en la
unión sexual cuando se sienten vulnerables a causa de la debilidad de sus identidades.
La falta de ojas, debida especialmente a la frecuencia de sexo obsesivo, debilita el
aura y, cada vez que alguien se acerca demasiado, los timbres de alarma subliminales
empiezan a sonar. Cada personalidad se organiza de manera distinta, y la mezcla de
auras que se produce cuando dos personas se unen sexualmente es intrínsecamente
amenazadora para ahamkara. Si ésta se ha debilitado a causa de un ojas débil, se
siente abrumada por la personalidad contraria y percibe que sus defensas son
insuficientes para protegerse, llegando a rechazar paroxísticamente a la pareja, física
o emocionalmente.
Existen muchos grados de rejuvenecimiento, pero incluso un grado menor de
rejuvenecimiento sólo es posible cuando se disciplina la actividad sexual. Ya que el
sexo es el tercer pilar de la vida, la actitud hacia el sexo debe reflejar su importancia
para la salud. La reverencia hacia el sexo es el verdadero significado que hay detrás
de la filosofía de moderación sexual denominada brahmacharya, que significa
literalmente «lo que nos acerca al Creador». Los yoguis la interpretan en un sentido
religioso y siguen el camino del celibato. El ayurveda la interpreta como «lo que hace
que la energía creativa del universo se acumule en tu interior».
El sexo es el pilar de la vida más estrechamente relacionado con vata. El sexo
orgásmico es una enorme pérdida de energía del sistema. El salmón castrado, por
ejemplo, vive dos veces más que sus colegas potentes simplemente porque no se
agota sexualmente. La actividad sexual debe regularse siempre cuidadosamente para
no enviciar vata.
Lo más indicado, por ejemplo, es disfrutar del sexo por Ja noche, ya que la noche
está regida por kafa y es menos probable que el esfuerzo sexual tenga por resultado

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un trastorno de vata. El ayurveda aconseja que se limite el sexo orgásmico a no más
de dos veces por semana en invierno, cuando el fuego interno del cuerpo está en su
punto más alto. En primavera y otoño la frecuencia máxima aconsejada es de una vez
por semana, y en verano, cuando el cuerpo está asolado por el calor, el sexo está
indicado solamente una vez cada dos semanas. Los yoguis son más estrictos todavía,
aconsejando no más de una vez al mes. Todo el mundo debe abstenerse del sexo
durante la enfermedad y la convalecencia, así como durante la menstruación.
Puesto que debe limitarse la frecuencia de la actividad sexual para conservar la
salud física, y el sexo insatisfactorio es una causa importante de enfermedad,
conviene aumentar la calidad de cada experiencia sexual. La sola meditación puede
hacerlo. El mismo sexo debe convertirse en una meditación, o en un acto de culto
ritual, lo que en realidad aumenta ojas en vez de reducirlo.
Una de las upanishads, tratados espirituales que explican el sentido oculto de los
Vedas, describe toda la vida en el cosmos en términos de sacrificio en el fuego. El
mundo del más allá es una forma del fuego universal, lo mismo que nuestro mundo, y
los dioses envían la lluvia para transmitir agua del uno al otro. En el cosmos interno
del cuerpo humano, el mundo del más allá es el cerebro, la lluvia es el ojas y los
dioses son la mente y los sentidos. Nuestros mundo es el cuerpo físico.
Un cuerpo humano es también un fuego. Su boca abierta es el combustible, su
aliento el humo, su habla la llama, sus ojos las ascuas, sus orejas las chispas. En ese
fuego, que representa los procesos digestivos en los dhatus, los dioses ofrendan
comida; de esa ofrenda resulta shukra. Un cuerpo de mujer tiene un fuego especial,
un fuego sexual. Durante la unión sexual el pene es el combustible, el vello púbico el
humo, la vulva la llama, la penetración las ascuas, y el placer las chispas. En ese
fuego los dioses ofrendan semen. De esa ofrenda surge un nuevo ser humano.
Dos personas haciendo el amor deben sacrificar todas las reservas, todas las dudas
e incertidumbres que las separan y les impiden convertirse en una en la momentánea
experiencia unitaria del orgasmo. Mientras uno no pueda convertir sus experiencias
sexuales en meditaciones, no dejará de estar tentado a buscar nuevos compañeros
sexuales para satisfacer sus apetitos, siempre incapaz de alcanzar la sensación de
placer total que el sexo corriente insinúa pero no proporciona.
La satisfacción sexual completa tiene lugar entre dos personas, no entre dos
órganos genitales. Esto no sucede inmediatamente, sino que crece y se desarrolla con
el tiempo. El primer paso para mejorar la experiencia sexual es resistir a la tentación
de saltar de cama en cama en busca de mayor placer. Hay que ser fiel a una pareja. La
gente V se inclina más por la variedad que la de los demás tipos, y debieran satisfacer
sus ansias de variación con nuevas técnicas y posturas antes que con nuevas parejas.
La gente P también tiene miras cambiantes, pero su principal deseo es de
intensidad de la experiencia y no de variación. Debe procurar no dominar
completamente a una pareja más débil, o peor aún, que sus ansias de intensidad no le
hipnotice y le lleve a la perversión. La gente K es la menos propensa a vagar y, ya

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que el sexo es para ellos un buen ejercicio enérgico, pueden animarse a disfrutarlo
más que los P o los V, para quienes el sexo regular es más un lujo que para los K.
El primer paso en cualquier programa de virilización es la castidad sexual
absoluta durante al menos un mes. El cuerpo necesita como mínimo un mes para
reconstruir sus reservas de ojas de modo que ahamkara pueda sentirse lo bastante
segura de sí misma para permitir que otro ser entre en contacto íntimo con ella. La
castidad selectiva, la costumbre de guardar continencia física mientras se fantasea
activamente sobre el sexo, es inútil. De cualquier modo el sexo depende del cerebro;
no habrá la menor excitación si la mente no quiere que la haya. La continua presión
de los pensamientos sexuales no resueltos es más perjudicial para ojas que la pérdida
física de ojas durante el acto sexual. Además, la duplicidad mental y la decepción que
supone llevan a la tortuosidad, que fomenta la obsesión y alienta el desarrollo de otras
enfermedades.
Como en el caso del rejuvenecimiento, la virilización debe ir precedida de una
purificación completa. Después hay que aplicar regularmente aceites medicinales en
los órganos genitales para nutrirlos y fortalecerlos. Los dátiles, la nuez moscada, el
clavo, el oro, pippali (pimienta larga), shatavari (raíz de espárrago) y el regaliz son
algunas de las sustancias que se emplean en las recetas virilizantes por vía interna.
Cuando dos personas van a unirse sexualmente deben acondicionar una habitación
bien amueblada con música dulce, fragancias dulces y dulces flores a la vista para
nutrir y dar satisfacción a la mente y a todos los sentidos. Las flores son los órganos
sexuales de las plantas, y su presencia aumenta el efecto.
La noche de luna llena es la mejor de todas las noches para la unión sexual,
siempre que la mujer no esté menstruando, porque la luna inunda la mente de rasa.
Los eclipses lunares y las noches de luna nueva, en que la luminiscencia natural de la
luna se oculta, son para la meditación, no para la excitación sexual. Todas las demás
noches del mes son hábiles, y cada noche la experiencia será distinta según la fase de
la luna. Sea cual sea la noche escogida, la pareja, después de un buen baño, ha de
ponerse ropas limpias y dulcemente perfumadas y tomar una comida ligera de
alimentos dulces, con un poco de vino. Puesto que el sexo, como el ejercicio, no debe
hacerse inmediatamente después de comer, la pareja debe entregarse al coqueteo
durante al menos una hora antes de abandonarse plenamente a la pasión.
Tanta dulzura, asociada a una actitud alegre y despreocupada, asegura una
experiencia maravillosa, y, de producirse la concepción, un hijo maravilloso. Los
textos antiguos describen 84 posturas para el disfrute sexual. Si se desea la
concepción son más indicadas las posturas con el hombre encima, que permiten que
el esperma llegue hasta el óvulo sin grandes obstáculos y que el cigoto se implante
fácilmente en la pared del útero. Sea o no sea la concepción el propósito de la unión,
el hombre debe mantener un firme control de sí mismo para que su compañera pueda
saciarse de placer.

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Después del sexo, hay que orinar, expulsar todo residuo de vata de la pelvis y
tomar un baño caliente para relajar el cuerpo. Es conveniente hacer una o dos asanas
de yoga para equilibrar vata. Luego cada uno debe tomar una taza de leche caliente
con dátiles, almendras cortadas a tiras, gui, miel y azafrán para reponer el shukra que
se acaba de gastar. Tanto la leche como el gui y la miel incrementan ojas, pero la
leche es la mejor de las sustancias para nutrir rápidamente el shukra. Hay que
procurar no tomar gui y miel en cantidades iguales. Si alguno de los miembros de la
pareja es alérgico a la leche, puede tomar en su lugar leche de almendras.

Rasayana

El aumento de shukra es también el objetivo del rejuvenecimiento físico, que


requiere una estricta disciplina. El efecto que se obtiene es directamente proporcional
al grado de seguimiento de la disciplina. Algunas personas con dominio de sí mismas
emplean la sola disciplina para el rejuvenecimiento y hacen uso de sus propios prana,
tejas y ojas para la transmutación. Investigaciones modernas han demostrado que hay
dos maneras garantizadas de vivir más tiempo: disminuir la temperatura corporal y
disminuir el consumo de alimentos. Se ha estimado que si se pudiese reducir la
temperatura corporal normal en tan sólo 3o F viviríamos treinta años más. Pueden
añadirse algunos años más reduciendo el consumo de alimentos al mínimo necesario
para una buena nutrición. Las vitaminas y los minerales sólo pueden ayudarnos de
manera indirecta. El aeróbic puede fortalecer el cuerpo y acrecentar el vigor, pero no
puede aumentar el tiempo de vida.
Cuando los yoguis se sientan a meditar durante años en el frío intenso del Gran
Himalaya, comiendo lo menos posible, su yoga y su aceptación pasiva del frío
externo enfría sus cuerpos y los conserva durante mucho más tiempo del que podría
conservarlos un entorno contaminado y cargado de tensión como el de una ciudad.
Sus aspiraciones también son distintas a las nuestras: ellos buscan una vida más larga
que les permita perfeccionar sus meditaciones.
Por eso los yoguis veneran al gran Señor Shiva. Shiva no es un dios en el sentido
corriente del término en español; Él es la personificación del poder de
transformación. Shiva tiene el poder de transformar todo lo que quiera. Se le
denomina el dios de la muerte porque sus transformaciones son tan intensas que la
mayoría de los seres que las sufren no pueden conservar la integridad de su ahamkara
y, por tanto, deben disolverse.
Siempre se representa a Shiva como un yogui en el monte Kailas, el más sagrado
de los lugares de peregrinación para hindúes y budistas. Como todo el Gran
Himalaya, el monte Kailas es sumamente frío. El calor provoca la dilatación de todos
los canales sensoriales para dejar que el organismo proyecte la mente hacia el mundo
exterior y perciba sus objetos sensoriales. El frío constriñe los canales sensoriales e

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impide la proyección de la mente. Cuando ahamkara arde en deseos de percepción,
calienta la mente y el cuerpo preparándolos para experiencias sensoriales. Cuando el
deseo se apaga, la mente y el cuerpo se enfrían y los sentidos se vuelven hacia dentro.
Exponerse habitualmente al frío o a las emociones frías como el miedo sustrae
fuego del cuerpo porque su calor se difunde por todos los tejidos. Los yoguis
practican el yoga durante décadas para constreñir gradualmente todos sus canales de
manera suave y uniforme, lo que concentra el fuego muy dentro de sí, a salvo de
cualquier influencia externa. Al mismo tiempo perfeccionan de tal modo su
concentración interior que resisten al poder de transformación de Shiva. Quien se
interese por el rejuvenecimiento debe aprender concentración interior, lo que mi
maestro Vimalananda llamaba «interioridad».
Debemos eliminar toda tensión física y mental de nuestra vida si esperamos
rejuvenecer por la sola disciplina. Debemos cultivar la paz y la tranquilidad tanto
interior como exterior en una mente estabilizada con una firme disposición mental.
Algunos yoguis siguen esas restricciones en la soledad de sus cuevas en las altas
montañas. Quien sea incapaz de controlar perfectamente sus emociones no podrá
rejuvenecerse por la sola disciplina porque las emociones ardientes consumirán el
ojas a medida que se produzca y las emociones frías lo secarán.
Es imprescindible un estricto control dietético. Los sabores calientes, que dirigen
la conciencia hacia el exterior, debe suprimirse de la dieta. Hay que evitar el alcohol
y demás sustancias embriagadoras, todas las comidas y bebidas picantes, agrias y
saladas y la ira, el odio y cualquier otra emoción disgregadora. Debe eliminarse la
astringencia y el miedo que la acompaña para mantener abiertos los canales
alimenticios. Incluso el amargo, que es indispensable para equilibrar las doshas, debe
suprimirse de la dieta. Sólo está permitido el dulce. La leche fresca de vaca, el gui de
vaca y la miel son los tres principales alimentos rejuvenecedores que hay que usar en
un programa de rejuvenecimiento orientado a la disciplina.
La perfecta disciplina física y mental es una de las maneras de aislarse del mundo.
Simplemente hemos de negarnos a que nos afecte la provocación. Si aun así
seguimos siendo víctimas de vez en cuando de trastornos emocionales, tendremos
que retirarnos físicamente del mundo durante algún tiempo para evitar las
provocaciones que puedan alterarnos la mente y quemar nuestro ojas. Quien no pueda
aislarse del mundo para siempre, deberá tratar de aislarse durante al menos un mes y
valerse de una sustancia rejuvenecedora para aumentar el efecto de la disciplina. Las
personas de tipo V y P suelen necesitar sustancias; las V porque su sequedad agota el
ojas y las P porque su fuego interno lo consume. Un mes es realmente el mínimo para
obtener algún resultado significativo, si bien cualquier retiro, aunque sea de un día,
no deja de ser beneficioso.
Lo ideal sería evitar todo contacto humano durante el retiro, sin salir de la
habitación, evitando incluso el viento y el sol. El aislamiento del mundo exterior
ayuda a equilibrar la existencia interior. Se precisa una profunda purificación

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panchakarma antes de empezar y es indispensable una cuidadosa regulación de la
comida y el sueño. El sexo está prohibido durante el período de rejuvenecimiento.
Puede parecer aburrido, pero el rejuvenecimiento no puede producirse en un
ambiente de estimulación y excitación continuas. Uno no puede estar «ocupado» en
rejuvenecerse, como tampoco un árbol puede estar ocupado en crecer. El
rejuvenecimiento, como el crecimiento, se produce al ritmo de la naturaleza.
Una sustancia rejuvenecedora aumenta los efectos de la disciplina aunque uno no
pueda aislarse. Hay que tomarla por la mañana temprano mucho antes del desayuno
para que no tenga que competir con la comida por la digestión, de modo que
cualquier anormalidad que pueda producirse durante el día en el metabolismo o las
emociones no altere su efecto rejuvenecedor. Hay que tomar la sustancia durante al
menos tres semanas para obtener un mínimo efecto; es mejor seis semanas. Durante
este período hemos de evitar todo aquello que evitaríamos durante una convalecencia,
incluidos viajar mucho, hablar mucho o en voz alta, las actitudes violentas y
cualquier otra actividad perturbadora de vata que pueda destruir ojas. Son
convenientes la meditación y el ejercicio suave.

Algunas fórmulas rejuvenecedoras sencillas:


Triturar siete granos de pimienta negra y mezclar el polvo con miel. A los yoguis
les gusta la pimienta negra porque su efecto secante seca las secreciones
reproductoras y ayuda a conservar el celibato. También seca otras secreciones
corporales y es un rejuvenecedor indicado para quienes tienen pulmones débiles
que se llenan fácilmente de kafa. Es más indicado para las personas de tipo K, VK
y PK que para las V, VP y P.
El pippali, o pimienta larga, es un rejuvenecedor específico para los pulmones. A
pesar de su sabor picante y su energía caliente, su efecto postdigestivo es dulce. Si
se usa durante varios meses sin interrupción, puede incrementar kafa a causa de su
untuosidad. El abuso de pippali puede incrementar las tres doshas.
Dejar en remojo un puñado de garbanzos durante toda la noche y a la mañana
siguiente masticarlos y tragarlos despacio, rociándolos con el agua del remojo.
Está especialmente indicado para la debilidad de estómago.
Calentar ligeramente una cucharadita de raíz de regaliz en polvo en una taza de
leche, sin dejar que hierva. Beberlo dos veces al día. Evitar el uso prolongado de
regaliz si se tiene la presión sanguínea alta. El regaliz está indicado especialmente
para los órganos sexuales.
El shatavari, una variedad de espárrago, es especialmente rejuvenecedor para los
órganos reproductores femeninos. Una cucharadita de raíz hervida a fuego lento
entre cinco y diez minutos en una taza de leche con un cuarto de cucharadita de
jengibre en polvo y un dátil blando finamente picado está indicada para personas
tanto de tipo V como P.

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El ajo es especialmente rejuvenecedor para las personas de tipo V y K. Tiene cinco
sabores —⁠ todos excepto el agrio⁠ — pero predominan el picante y el dulce. Es de
energía caliente y efecto postdigestivo picante. El ajo tierno, que se recoge cuando
la planta, con apenas dos semanas, tiene sus primeras largas hojas verdes y se usa
entera, es mucho más suave, menos susceptible de agravar pitta y menos
perturbador de la mente que el ajo corriente. Conviene reducir siempre la seca
intensidad del ajo salteándolo durante treinta segundos en gui o mantequilla sin sal.
Las personas V y P también pueden hervir el ajo a fuego lento entre cinco y diez
minutos en una taza de leche mezclada con media taza de agua, filtrar la mezcla y
bebérsela.
Dicen que la albahaca sagrasa, o tulsi, contiene una forma de prana
extraordinariamente poderosa que puede curar casi cualquier enfermedad, incluido
el cáncer. Es ideal para las fiebres. Las personas de tipo V y K pueden tomar cada
mañana una onza de jugo de hojas frescas para prevenir el desequilibrio de las
doshas.
Se reduce cuidadosamente zumo de granada por evaporación a fuego lento hasta
convertirlo en un jarabe espeso. Cada día se mezcla una hoja de plata y una hoja de
oro con dos cucharaditas de jarabe y se hace una bola con la mezcla. Luego se
toma con leche fresca, especialmente las personas de edad avanzada para las que
retardar el proceso de envejecimiento es una meta más realista que invertirlo.
La hidrocótila asiática contribuye a rejuvenecer la mente y aumenta la memoria. Es
de sabor principalmente amargo, con sabores secundarios astringente y dulce,
energía fría y efecto postdigestivo dulce. El abuso de hidrocótila puede
incrementar vata. La hidrocótila asiática es más indicada para las personas de
tipos V y P si se hierve su infusión a fuego lento con gui hasta que el agua
desaparezca del todo, de modo que los principios activos se queden en el gui que
contrarresta cualquier efecto secundario. Las personas de tipo K deben tomarla en
infusión.
Se aplica pasta de trífala sobre el fondo de una sartén de hierro nueva y limpia para
permitir que absorba un poco de hierro. Pasadas al menos veinticuatro horas se
retira una cucharadita cada vez y se toma en forma de pasta con miel, seguida de
un vaso de agua tibia en el que se ha disuelto una cucharadita de miel. Está
indicada especialmente para aquellos que necesitan eliminar grandes cantidades de
ama acumuladas a lo largo de muchos años.
El haritaki se emplea solo o en preparaciones como agastya rasayana para limpiar
de ama y al mismo tiempo rejuvenecer. El maritaki puede provocar un incremento
de vata si se usa continuamente durante mucho tiempo. No debe administrarse a
las personas emaciadas, o exhaustas, a las mujeres embarazadas o a las personas
que tengan un desequilibrio de pitta o hayan tenido hemorragias recientemente.
Debe administrarse con azúcar sin refinar en verano o en un clima cálido y un

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jengibre seco y pimienta larga en invierno o en un clima frío. En otoño hay que
añadir sal gema, y en primavera, miel.
Por lo general el fruto fresco del amalaki se transforma en mermelada o
conservas. Dos preparaciones corrientes son amalaki rasayana y dhatri rasayana. El
más famoso de todos los rejuvenecedores a base de amalaki es chyavanaprash
avaleha. Su principal ingrediente es el amalaki, al que se añaden dos docenas largas
de otras hierbas por sus efectos sinérgicos. Para darle un dulzor intenso, concentrado,
se añade un endulzante como azúcar sin refinar, jaggery (zumo de caña de azúcar
solidificado) o miel. El amalaki y las demás hierbas aseguran que el dulce se digiera
correctamente y no provoque reacciones.
La dosis de chyavanaprash es de una o dos cucharadas cada mañana, seguidas de
una taza de leche caliente con azafrán. Para conservar su potencia, el azafrán debe
añadirse siempre tras retirar la leche del fuego. La mejor forma de tomar
chyavanaprash es conseguir dátiles secos en un almacén de productos indios. Poner
en remojo dos de esos dátiles durante toda la noche. A la mañana siguiente, cortar a
lo largo los dátiles hinchados y rellenarlos de chyavanaprash y una almendra pelada.
Masticar despacio.

Minerales y metales

En ayurveda se emplean minerales desde que el tantra inició sus investigaciones


alquímicas. Cada mineral, como cada planta, tiene su propia personalidad en cuanto
al sabor. El oro, por ejemplo, es dulce, la plata agria, el cobre picante y el hierro
astringente. El oro es la medicina más indicada para vata porque es caliente además
de dulce. La plata es una medicina indicada para pitta porque, como el amalaki, es
fría además de agria; su acidez aumenta la digestión, mientras que el frío impide el
incremento de pitta. El cobre controla kafa porque es caliente además de picante, y
limpia el cuerpo de ama y kafa. El hierro nutre la sangre, y su astringencia no deja
que la sangre se ponga demasiado caliente o demasiado fluida.
El oro es luz solar solidificada. Sus efectos son como los efectos del sol. Llevarlo
purifica toda la energía que entra en el cuerpo. Mejora la piel, la belleza corporal
general, las articulaciones y la energía global del ser. Es un antídoto general para todo
tipo de venenos, incluido el ama. Las sales de oro que emplea la medicina moderna
para la artritis también controlan vata y ayudan a eliminar ama del sistema, pero
causan efectos secundarios porque son solubles. Se descomponen en iones reactivos
demasiado intensos para que el sistema los utilice sin peligro.
Los metales y minerales ayurvédicos, incluido el oro, se preparan de forma muy
distinta. Primero son completamente purificados para eliminar cualquier
contaminante tóxico. Luego se les aplican pastas de hierbas medicinales y son
incinerados. Algunos científicos creen que las hierbas forman quelatos con los

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minerales; otros sostienen teorías diferentes. Lo cierto es que una vez incinerados la
mayoría de los minerales, excepto el oro y probablemente la plata, se convierten en
óxidos o sulfuros.
La mayor parte de los óxidos y sulfuros metálicos son totalmente insolubles en
agua y por eso no se desintegran en iones reactivos cuando entran en el cuerpo.
Dentro del cuerpo siguen siendo sustancias inertes y parecen ejercer un efecto
catalítico sobre los procesos metabólicos. El oro, y en gran medida la plata,
permanecen aparentemente inalterados, pero la incineración los reduce a partículas
inertes finamente divididas que actúan como los óxidos. La razón principal por la que
los demás metales se convierten en óxidos o sulfuras es eliminar su reactividad; el
oro, que de todos modos es prácticamente inerte, sólo necesita dividirse en
minúsculas partículas.
Cuantas más incineraciones, menor será el tamaño de las partículas. Cuando éstas
se vuelven lo bastante pequeñas al menos para ocupar las huellas de la punta de los
dedos, pueden circular por el sistema y ejercer sus efectos durante mucho más tiempo
que las medicinas corrientes. Éste es uno de los motivos de la utilidad de los
minerales en la terapia de rejuvenecimiento. Otro motivo: las bhasmas (metales y
minerales incinerados) aumentan su eficacia con el tiempo porque las partículas se
vuelven cada vez más pequeñas espontáneamente, mientras que las plantas pierden su
eficacia al cabo de uno o dos años. En la India son muy apreciadas las bhasmas de
cien años.
Generalmente la dosis de una bhasma es un montoncito de polvo del tamaño de
un grano de arroz. Por consiguiente, el intenso sabor de la bhasma no resulta tan
desagradable como el de las grandes dosis requeridas por la medicina herbaria. Las
bhasmas también actúan más rápidamente y sus efectos duran más tiempo. Primero la
bhasma se reduce a pasta con miel, mantequilla o gui y luego se coloca esa pasta bajo
la lengua para acelerar sus resultados. El primer efecto de la bhasma procede de la
transmisión de su sabor al cerebro; el segundo efecto, que se produce casi al mismo
tiempo que el primero, supone la liberación de prana en la sangre, transportado por
una forma sutil y potenciada de oxígeno que se crea durante el proceso de
incineración. El tercer efecto es debido al propio mineral y tiene lugar a medida que
las partículas de bhasma circulan por todo el cuerpo.
Tradicionalmente, cada médico preparaba sus propias medicinas, pero con la
modernización cultural, muchos médicos han preferido confiar el suministro de
medicinas a los fabricantes de productos farmacéuticos ayurvédicos. A medida que
las medicinas ayurvédicas se van haciendo más frecuentes en los Estados Unidos, y la
gente se siente tentada a probar los preparados minerales para rejuvenecimiento, se
vuelve más acuciante el problema de la calidad. «Conocer al proveedor» es la
principal consigna para quienes piensen adquirir medicinas ayurvédicas. Actualmente
muchas farmacias ayurvédicas producen bhasmas; no todas ellas las producen
correctamente.

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La bhasma de mica (llamada en sánscrito abhraka), por ejemplo, es un excelente
rejuvenecedor para los pulmones y el rasa dhatu. La mejor bhasma de mica se
prepara haciendo un agujero de tres pies cúbicos (unos 84 litros) en el suelo y
dejando al lado una provisión de 1. 500 tortas de estiércol de vaca seca. Las tortas de
estiércol de vaca se emplean mucho en la India como combustible para incinerar
cadáveres porque arden lentamente con intenso calor. Después de rellenar el hoyo con
unas 500 tortas, se coloca una vasija de arcilla sellada conteniendo la mica y sus
coadyuvantes herbarios y se acaba de llenar el hoyo con las 1000 tortas restantes. La
pira tardará al menos un día, y normalmente más, en consumirse. Una vez fría, se
recupera la vasija de arcilla, se abre y se prepara la mica con hierbas para la siguiente
incineración. En total, se precisan unos tres días para hacer correctamente una
incineración y preparar la siguiente.
La mayoría de los minerales sólo requieren 5, 7 u 11 incineraciones antes de
quedar listos para su uso. La mica es más potente si ha sido incinerada cien veces, o
incluso mil. Los yoguis, que disponían de tiempo, plantas y estiércol de vaca
ilimitados, podían permitirse invertir los ocho o diez años necesarios para incinerar
correctamente la mica mil veces. Las empresas modernas no pueden hacerlo, por lo
que hoy en día es mejor usar mica que haya sido incinerada lo suficiente para perder
todo su brillo, si bien serán precisas dosis mayores para obtener igual resultado.
Del mismo modo, muchas empresas venden su bhasma de diamante como una
panacea para cualquier enfermedad incluido el cáncer, pero pocas personas saben
cómo hacer correctamente bhasma de diamante. A menos que sepamos distinguir la
diferencia, nos pueden estafar con la bhasma de diamante igual que con la calidad de
las gemas. Por ese motivo se han señalado algunos sustitutos. Si no se puede
conseguir bhasma de diamante de confianza, se puede usar en su lugar la bhasma de
otras gemas como la turmalina, obteniendo casi el mismo provecho. Si la bhasma de
oro está fuera del alcance de nuestro bolsillo, podemos usar en su lugar bhasma de
pirita (suvarna makshika, citada en la discusión sobre la artritis) porque también es
un rasayana para el rasa dhatu.
Aun correctamente elaboradas, las bhasmas pueden ser peligrosas si se abusa de
ellas. Por otra parte, si no se acompañan con la dieta adecuada pueden resultar
ineficaces. Una vez pidieron a Vimalananda que examinase a un maharajá. Los
médicos de la corte de este soberano, todos ellos doctores ayurvédicos expertos,
habían estado tratándole con una bhasma durante semanas sin ningún resultado.
Vimalananda revisó la prescripción y le pareció correcta, por lo que a continuación
preguntó por la dieta. Cuando descubrió que seguía tomando sal, Vimalananda le dijo
que dejase de hacerlo, y en cuestión de días la enfermedad desapareció.
Algunos minerales no son incinerados. El shilajit, un tipo de brea que exudan las
montañas cuando hace calor, es un ingrediente de compuestos rejuvenecedores como
chandra prabha, útil en múltiples estados incluidos la diabetes, la obesidad y las
enfermedades del aparato urinario. Fortalece el sistema inmunológico, regula el ciclo

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menstrual y tonifica los órganos reproductores masculinos. El shilajit también se
emplea disuelto en leche caliente, junto con otras hierbas y miel, para promover la
fortaleza física y mental y la virilidad.
Ya que por lo general las bhasmas son todavía difíciles de encontrar, podemos
valernos de algunos metales en sus formas puras. Los brazaletes de cobre puro, por
ejemplo, son realmente indicados para el reumatismo, como ha sostenido la sabiduría
popular de este país durante años porque el cobre arrastra el ama de los tejidos. Sin
embargo, sólo deben usar estos brazaletes las personas V y K, y nos las P, para las
que el cobre es demasiado caliente. El cobre y también el oro pueden quemar la piel
de la persona P que los lleve. Asimismo, si el cobre deja una mancha verde en la piel
indica que el sistema ya está lo bastante caliente y ácido y no necesita cobre.
Si alguien no puede llevar el metal que desea, puede beber el agua en un vaso de
cobre o de plata, o hervir una pieza de oro de 24 quilates en agua durante media hora
y luego tomar el agua resultante en dosis de una cucharadita. También se puede poner
una pieza de un metal purificado sobre la propia fotografía, o sobre un mechón
cortado del propio cabello, para proveerse de las vibraciones del metal sin
introducirlo físicamente en el cuerpo.
Tradicionalmente los indios introducen un fino hilo de oro de 24 quilates por un
agujero longitudinal en una raíz entera de ácoro verdadero y frotan la raíz en el
sentido de las agujas del reloj con media cucharadita de miel sobre una superficie
plana. La dosis para un niño es de tres fricciones, y de siete o más para un adulto. En
la India esta pasta se administra al niño desde que nace hasta que tiene entre tres y
seis meses para activar el sistema inmunológico, función que el oro cumple mejor
que ninguna otra cosa por ser tan dulce y tan nutritivo para todos los dhatus.

Makaradhwaja

Vimalananda me ilustró sobre el poder del oro recordándome que se extrae con
ayuda del cianuro. Puesto que el cianuro disuelve el oro, debe de tener una gran
afinidad con el metal amarillo. El oro es un dulce muy concentrado, un poderoso
alimento para el cuerpo, la mente y el aura. Es tónico y rejuvenecedor, y puede que
los efectos tónico y rejuvenecedor de sustancias tales como la milenrama, el bambú,
las almendras y los albaricoques sean debidos a las minúsculas cantidades de
cianógenos (sustancias que liberan cianuro) que contienen.
Dosis mayores de cianuro matan por obstrucción de la respiración celular (la
liberación de energía producida por la combinación del oxígeno con diversas
sustancias en el interior de la célula). Las células mueren cuando se cortan sus fuentes
de energía. Probablemente el oro, y pequeñas cantidades de cianuro, ejercen el efecto
contrario aumentando la eficacia de la respiración celular de modo que produzca más
energía con menos desechos.

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El aura de cada uno cuenta una historia distinta de estado de preparación
inmunológica, según el tipo de ama físico y mental que contamina la personalidad. El
color más sano de un aura es el dorado. El término sánscrito más corriente para oro,
suvarna, significa literalmente «color hermoso». El oro es al fin y al cabo luz solar
solidificada, y sin duda el consumo de oro da brillo al aura, siempre, claro está, que
uno pueda digerirlo.
El oro tomado solo puede ser difícil de digerir, sobre todo si nos aviva de tal
modo el fuego digestivo físico que empezamos a excedernos ignorando nuestros
límites físicos. Por consiguiente, lo más indicado es tomar el oro una vez digerido
previamente por el mercurio. El oro es el alimento del mercurio, y cuando se
administra con mercurio, la posibilidad de que sea correctamente digerido por el
cuerpo aumenta extraordinariamente.
Dicen del mercurio que es el semen del Señor Shiva. Ello significa que el
mercurio es la encarnación en el plano físico del fuego de la transformación.
Proporciona una enorme cantidad de tejas a cualquier organismo y hace que ese
organismo lo digiera casi todo. Ya que el mercurio es semen, o shukra, es el
afrodisíaco por excelencia, el virilizador supremo. El semen está vivo, lleno de
prana; el mercurio puede suministrar prana al sistema. Puesto que shukra es la
materia prima de que se obtiene ojas, el mercurio puede producir ojas ilimitado en un
organismo. El mercurio provee al cuerpo de los tres principios esenciales de la vida
—⁠ prana, tejas y ojas⁠ — y, por tanto, puede controlar las tres doshas.
Aun después de purificado, el mercurio es demasiado potente para usarlo en
forma metálica. Generalmente se le hace reaccionar con azufre para formar sulfuro
pardo de mercurio, que después de calentarlo se convierte en sulfuro rojo de
mercurio. El azufre es la sangre menstrual de la esposa de Shiva, Parvati, la única
sustancia capaz de controlar adecuadamente el enorme poder del mercurio. Ya que el
azufre es una forma de sangre que puede dar origen a otros seres, es como si actuase
de útero en el que el semen mercurial se transforma en la nueva criatura: kajjali, el
sulfuro pardo de mercurio.
Hace mucho tiempo que se conoce la afinidad del azufre con los metales pesados.
La parte activa del BAL, el primer medicamento desarrollado para eliminar metales
pesados del cuerpo, son dos átomos de azufre. El sulfuro pardo de mercurio es casi
completamente insoluble tanto en agua como en ácidos suaves, de modo que el
potencial de envenenamiento por mercurio libre es muy bajo. El sulfuro rojo de
mercurio es un poco más soluble, pero su potencial de causar toxicidad también es
bajo. En realidad, el sulfuro de mercurio se emplea para ayudar a prevenir la
toxicidad del mercurio elemental en las industrias, con lo que también hoy en día se
reconoce su seguridad innata.
Los textos dicen que no hay enfermedad que el mercurio no pueda curar si se
prepara y se usa correctamente. Mal preparado o usado, no hay enfermedad que no
pueda causar. No es necesaria prueba alguna de la segunda mitad de este antiguo

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refrán; todos sabemos cuán venenoso es el mercurio. La primera mitad del refrán ha
sido comprobada durante siglos de uso inocuo del mercurio en medicinas
ayurvédicas. Los efectos secundarios del mercurio pueden derivarse de impurezas,
como otros metales pesados no eliminados antes de procesar el mercurio, o deberse a
un tratamiento incorrecto. Todo aquel que piense usar el mercurio para
rejuvenecimiento debe ser sumamente cauteloso con su procedencia y estar seguro de
que ha sido correctamente preparado. ¡Nadie debe tratar de preparar mercurio para
uso interno sin la debida formación!
La cantidad de mercurio en cada una de las píldoras es muy pequeña gracias al
método de tratamiento denominado bhavana. Bhavana consiste en mezclar una
decocción o jugo de plantas con la sustancia medicinal y frotar suavemente la mezcla
resultante con la maja en el almirez hasta que se seque. El movimiento suave,
tranquilo y continuo proporciona una vibración suave y tranquila a la medicina,
mientras que la fricción y la trituración reducen el tamaño de sus partículas,
mejorando con ello su eficacia. Cada bhavana reduce la concentración mercurial del
producto acabado y la potencia, de forma parecida a como se potencian las medicinas
homeopáticas.
El más famoso de todos los rejuvenecedores mercúricos es makaradhwaja, cuyos
principales ingredientes son el mercurio, el azufre y el oro. Regenera el vigor y la
vitalidad, mejora la inmunidad y facilita el desarrollo corporal incrementando la
actividad metabólica. Makaradhwaja resulta beneficiosa en todo tipo de estados
agudos de enfermedad, incluidos especialmente los trastornos respiratorios como el
catarro, la gripe y la neumonía, y todo tipo de estados crónicos como tensión arterial
baja, agotamiento general y debilidad nerviosa o mental. Tiene la capacidad de
mantener despierta y energética la totalidad del ser hasta muy avanzada la vejez.
Las mejores clases de makaradhwaja tienen las píldoras recubiertas de lámina de
oro además de oro en su interior. La dosis de makaradhwaja suele ser de una píldora
una o dos veces al día, triturada y reducida a pasta con miel o chyavanaprash y
rociada con una taza de leche caliente con azafrán. Hay que tomarla media hora al
menos antes de las comidas y hacerlo a lo largo de entre tres y seis semanas.
Normalmente es aconsejable tomar makaradhwaja, así como otros rejuvenecedores
basados en el mercurio, durante la estación más fría del año para que su poderoso
fuego innato no incremente pitta. Para la mayoría de la gente son suficientes dos
ciclos al años de medicinas basadas en el mercurio.

Otros rasayanas

Otros rejuvenecedores basados en el mercurio son:

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Parpati — sulfuro pardo de mercurio preparado en láminas gruesas. Parpati
tonifica y estimula la membrana que recubre el colon mejorando su capacidad para
absorber prana de la comida ingerida. A ciertos compuestos de parpati se les
añade oro, mica, hierro, cobre y plantas para lograr efectos terapéuticos
específicos.

Lakshimi vilasa rasa — sus principales ingredientes, además del sulfuro de


mercurio, son oro, plata, mica, cobre, estaño, hierro, perlas y acónito. Su efecto
rejuvenecedor se concentra en el corazón y los pulmones además de los dhatus
rasa y sangre.

Vasanta kusumakara rasa — sus ingredientes principales son casi los mismos
que los de lakshmi vilasa rasa, pero sus efectos difieren a causa de sus distintas b
havanas. Vasanta kusumakara pasa por 35 o más b havanas con sustancias tan
diversas como leche de vaca, zumo de caña de azúcar, jugo de flor de jazmín,
infusión de sándalo y agua de almizcle. Aumenta la capacidad corporal para digerir
rasa, por lo que resulta terapéuticamente eficaz en la diabetes, la enfermedad del
corazón y la consunción. Es un potente virilizador.

Suvarna malini vasanta — el primero de un grupo de tres compuestos


estrechamente relacionados que actúa sobre todo en casos de consunción. Contiene
oro, perlas, sulfuro de mercurio, pimienta blanca y otro tipo de mercurio
denominado kharpara que, como las pimientas blanca y negra, seca el exceso de
secreciones, sobre todo en el aparato respiratorio. Con todo ello se llevan a cabo 21
b havanas de zumo de lima. El efecto secante hace a estos compuestos indicados
para todo tipo de enfermedades del rasa dhatu, como bronquitis crónica, pleura,
fiebre, consunción, leucorrea y anemia. Aumenta la vista, contribuye a formar
fetos fuertes y ayuda a eliminar venenos del sistema. A pesar de su efecto secante,
puede invertir la pérdida de peso y energía que se produce a consecuencia de una
enfermedad grave, o en la vejez.

Suvarna raja vangeshvara — aunque su color es dorado, no contiene oro. Sus


principales componentes son mercurio, azufre y estaño. Se emplea cloruro
amónico como desoxidante y se calienta la mezcla dentro de un frasco de vidrio en
un baño de arena. En este caso el resultado esperado se deposita en el fondo del
frasco sugiriendo una acción intensa sobre las partes inferiores del cuerpo, de lo
que efectivamente se trata. Suvarna raja vangeshvara resulta más eficaz en
pérdidas de shukra, como las debidas a frecuentes masturbaciones o poluciones
nocturnas, y en estados como la consunción que son consecuencia de pérdidas de
shukra. También responden la impotencia y la eyaculación precoz, así como
ciertos tipos de diabetes.

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Samriti sagara rasa — esta píldora, denominada «océano de memoria», es uno de
los diversos compuestos que contienen arsénico. En pequeñas cantidades el
arsénico es indispensable para la nutrición humana, y se encuentra naturalmente en
alimentos tales como las almendras, la cebada, las zanahorias, el maíz, las uvas, la
avena, la piña y el arroz. En la medicina india se emplea sobre todo como un
poderoso vigorizador. El óxido de arsénico es bastante tóxico y su uso es menos
corriente que el de sus sulfuros. Samriti sagara rasa contiene sulfuro de mercurio,
óxido de cobre, bisulfuro y trisulfuro de arsénico, y el tratamiento consiste en 21 b
havanas de cada de infusión de raíz de ácoro y jugo de hidrocótila asiática y una
bhavana de aceite de jyotishmati (farolillos, Cardiospermum halicacabum, Linn.).
Todas estas plantas son tónicos cerebrales muy populares. Las píldoras contienen
el arsénico suficiente para estimular suavemente la memoria.

Hema garbha — esta medicina, que contiene sulfuro de mercurio, oro y óxido de
cobre, se hierve a fuego lento en azufre líquido en un crisol de barro, luego se
convierte en barras que se reducen a pasta frotándolas con miel sobre una piedra y
se administra sublingualmente cuando se presenta un trastorno extremo de vata
como el coma. Se trata de un poderoso rejuvenecedor y un tónico cardíaco.
Éstos son sólo algunos de los muchos rejuvenecedores ayurvédicos disponibles.
No cabe exagerar los peligros inherentes a la automedicación con cualquiera de estas
sustancias. No hay que experimentar nunca en sí mismo con ninguna de ellas, sino
tomarlas únicamente bajo la directa supervisión de un médico ayurvédico capacitado.

Estaciones

En una ocasión, un sufí de Bombay me dio una prescripción para la buena salud.
«La mayor parte del tiempo —⁠ dijo⁠ — llevo una vida estricta, y siempre como en
casa. Pero una vez al mes me impongo la obligación de hacer una buena comida en
un restaurante. Comer regularmente en restaurantes no es saludable, lo sé, pero es
bueno hacerlo al menos una vez al mes para exponer nuestro sistema a todas las
enfermedades imperantes en la comunidad. Así el sistema inmunológico está
preparado para todo aquello que de otro modo podría cogernos desprevenidos».
Se trata de un buen consejo. Hoy en día no es prudente tratar de llevar una vida
demasiado pura. Hay demasiados contaminantes a nuestro alrededor en el aire, el
agua y la comida para ser totalmente prístinos. Y aunque uno se purifique a fondo
hoy, el entorno empieza a contaminarle de nuevo al día siguiente. La purificación no
puede hacerse una vez para luego olvidarse de ella. El ayurveda recomienda la
purificación regular para mantenimiento preventivo, seguida de rejuvenecimiento
para contrarrestar las periódicas desestabilizaciones de la vida.

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Podemos tratar de sustraernos a la influencia de las fuerzas exteriores con
humidificadores, aires acondicionados y calefacciones centrales, pero estamos
expuestos al entorno cada vez que abandonamos nuestros capullos. Esta continua
reorientación provoca una tensión constante. Tratando de crear un entorno habitual a
lo largo del año hemos logrado en su lugar una fuente continua de tensión.
El clima influye intensamente en todas las debilidades constitucionales. Los
problemas causados por vata, por ejemplo, empeoran siempre «cuando el cielo se
cubre de nubes», razón por la cual nuestros ancianos afirman que la aparición de
achaques en sus articulaciones reumáticas anuncia una tormenta. Cualquier cambio
de tiempo puede alterar vata porque vata se agrava con el cambio, pero cada
constitución resulta afectada de manera distinta en cada estación. «Estación» incluye
todo tipo de ciclos temporales.

V predomina — entre el final de la comida y el inicio de la digestión


antes del amanecer y a últimas horas de la tarde
en otoño y al principio del invierno
en la vejez

P predomina — durante la digestión


a mediodía y a medianoche
en verano
en la mediana edad

K predomina — tras la digestión, durante la asimilación al amanecer y al


anochecer
al final del invierno y en primavera en la infancia y la juventud
Una persona V tiene por naturaleza más dificultades para conservar el equilibrio
cuando en una estación predomina V; lo mismo ocurre con P y K. El otoño suele ser
la peor estación para los V porque el tiempo es más variable y porque imperan los
temporales de viento como huracanes y tornados. La gente V no debe iniciar nuevos
proyectos importantes en otoño, y aun adaptando sus normas dietéticas y de estilo de
vida durante el resto del año, debe renovar la disciplina en otoño para conservar la
armonía en todas las áreas de su vida. Los P deben ser muy estrictos consigo mismos
durante el verano, o en cualquier otro momento que haga mucho calor. La gente K
necesita mayor disciplina en primavera, cuando la nieve se funde, la savia circula por
la naturaleza y el cuerpo desborda de kafa.
Sin embargo, todo el mundo ha de estar alerta para evitar el desequilibrio en los
cambios de estación, los períodos en que se pasa de una estación a otra y ni el propio
tiempo sabe a qué estación corresponde. Esta confusión externa de la naturaleza se
refleja en la confusión interna del organismo. La fiebre primaveral, por ejemplo,

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puede afectar a cualquiera, y se debe a la inercia que acarrea el poderoso flujo de kafa
que se produce al final del invierno.
Esto puede controlarse con la purificación regular. Ya que kafa predomina en la
primavera, eliminar el exceso de kafa cuando ya se ha acabado el invierno y aún no
ha llegado la primavera evita enfermedades debidas a la acumulación de kafa. El
exceso de pitta debe eliminarse en el ínterin entre la primavera y el verano, y el
exceso de vata entre el verano y el otoño.
Los rishis de la India establecieron fiestas y tradiciones para animar a todo el
mundo a cambiar sus dietas y costumbres según cambian las estaciones. Por ejemplo,
al día siguiente a la luna nueva más próxima al equinoccio de primavera, la gente de
la India Occidental come siempre antes que nada unas hojas de margosa (Melia
azadirachta, Linn.) por la mañana temprano. Dicen que de ese modo no habrá
amargura durante el resto del año; el significado oculto es que no habrá necesidad del
amargor debido a la enfermedad si se emplea margosa u otra sustancia amarga para
controlar kafa, que predomina en ese momento, y pitta, que se acumula y se vuelve
predominante a medida que aumenta el calor.
Según el calendario indio, el sol entra en Capricornio el 14 de enero. Ese día hay
que comer semillas de sésamo y jaggery (zumo de caña solidificado) para hablar
dulcemente durante el resto del año. Las semillas de sésamo, sobre todo la variedad
oscura, son nutritivas y virilizantes pero difíciles de digerir. Como el fuego digestivo
del cuerpo es más intenso en invierno, cuando se necesita una cantidad adicional de
alimento para conservar el calor, consumir semillas oscuras de sésamo y jaggery
ayuda a conservar la fuerza corporal. Ello mejora la capacidad de los órganos
sensoriales para funcionar («hablar») eficientemente («dulcemente») durante los
meses siguientes de doshas agravadas. El tiempo es un factor importante en la vida de
todo mortal, y vivir acorde con el tiempo de la naturaleza es el único modo de
mantenerse sano.

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9. MAS ALLÁ DEL AYURVEDA

Inmortalidad

Ahamkara se sirve del cuerpo y la mente para su gratificación por tanto tiempo
como puede, pero aun con el adecuado rejuvenecimiento, el organismo acaba
gastándose. La dependencia del mundo exterior para toda clase de alimento —⁠ físico,
mental, emocional o espiritual⁠ — produce desgaste. La mente, los sentidos y el
espíritu no viven «sólo de pan»; para estar sanos necesitan sentirse prasanna, o
«satisfechos». Mientras crean que les falta gratificación sensorial para quedar
satisfechos, mantendrán su orientación hacia fuera, buscando en el mundo que los
rodea con qué gratificarse.
La mente y el espíritu no dependen necesariamente del cuerpo para todo. Por
ejemplo, 300 de entre 600 individuos con hidrocefalia, un estado en que el 95% de la
capacidad del cráneo está ocupada por líquido cefalorraquídeo en lugar de tejido
cerebral, resultó tener coeficientes de inteligencia superiores a 100, indicando una
inteligencia por encima de la media. Si la mente puede funcionar sin la mayor parte
del cerebro, también será capaz de hacerlo sin muchas otras cosas que creemos que
necesita. Los rishis así lo entendieron, y como era su intención sustraerse a las
limitaciones del tiempo, comprendieron que es la dependencia del sustento externo lo
que hace que un individuo esté sometido al tiempo.
También sabían que cada estación tiene su propio sabor, que impregna la comida,
el agua y el aire de que disponemos durante la misma. Como el sabor influye en la
emoción y los mortales dependemos de fuentes externas de rasa, comprendieron que
su equilibrio mental dependía también de las influencias de los cambios estacionales
del entorno.
Por consiguiente restringieron su dieta, primero a raíces y frutas, luego a leche,
más tarde a agua y por último a solamente aire, para eliminar los efectos físicos y
mentales de la alimentación física. Aprendieron cómo obtener prana del aire y cómo
crear todos los dhatus y finalmente también ojas directamente de ese prana, con la
ayuda de un poderoso tejas inflamado en su interior por las austeridades espirituales.
Esto les permitió sustraerse a la influencia del rasa externo, y los hizo inmortales.
Un inmortal no necesita tomar alimento físico porque su organismo es capaz de
crear en su interior cada uno de los seis sabores en las proporciones adecuadas que
necesita ahamkara para expresarse. Inmortalidad es auténtica libertad, ausencia de
toda limitación. Un mortal no puede decidir de buenas a primeras prescindir
completamente del alimento; el sistema ha de estar preparado para ello.
La comida que ingerimos nos suministra una forma muy tosca de prana. El prana
que nos entra a través de las narices con cada aspiración es mucho más sutil, pero

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sigue siendo tosco comparado con el que se obtiene a través de los ojos por
procedimientos tales como trataka, mirar fijamente al sol o a las llamas. La forma
suprema de prana es la que la mente absorbe directamente del universo
telepáticamente, sin la interposición de ningún órgano sensorial. Las formas más
sutiles de prana son mucho más dulces que el prana de fuentes normales. Necesitan
poca digestión, sacian más profundamente el cuerpo y la mente, y pueden absorberse
con la sola concentración interior. Por eso los yoguis hablan de la bendición del
jnanamrtam bhojanam, «el néctar del conocimiento como sustento».
Incluso quien carezca de perfecta concentración mental para obtener esas formas
más sutiles de prana puede obtener prana refinado del mercurio. Una de las
interpretaciones del término «rasayana» es «la vía del mercurio». Rasashastra, la
«ciencia del rasa», es el arte de purificar y controlar el mercurio para aprovechar su
poder disipador de los efectos del envejecimiento. El mercurio bruto no puede
hacerlo; es demasiado tóxico. Después de purificaciones preliminares, se añade prana
al mercurio y se le da vida. Luego se le despierta, instruye, alimenta, restringe, hace
desfallecer y sacrifica. Estos procesos depurativos se denominan samskaras.
El término «samskara» está estrechamente emparentado con el término «sanskrit,
—que actualmente se escribe samskrta—, el que ha sufrido samskaras». El sánscrito
no es una lengua corriente, de las que han evolucionado a golpe de ensayos y errores
durante siglos de mala pronunciación colectiva. El sánscrito es un producto de
ingeniería fonética. Cada una de sus palabras tiene un significado vibratorio además
de su significado manifiesto. Por eso el sánscrito se denomina una lengua mántrica,
una lengua en que cada palabra es un mantra. Un mantra es un grupo de sonidos que
cuando se pronuncian de una determinada manera producen una cierta vibración tanto
en el cuerpo como en la mente del que lo pronuncia y en todo aquello hacia lo que
éste decida dirigir la vibración.
Así como la comida puede introducir la plegaria o el odio en el sistema, la
vibración del mantra puede entrar en el cuerpo a través de cualquier sustancia,
incluida el agua. Puesto que los mantras son mucho más sutiles que el fuego físico y
la trituración, las medicinas preparadas mántricamente ejercen un efecto más
profundo en todo el organismo que las medicinas corrientes. Originariamente, los
samskaras se practicaban en el mercurio tanto con plantas como con mantras, y las
medicinas producidas de ese modo eran exponencialmente más potentes que las
medicinas preparadas actualmente para el comercio, cuyos samskaras se realizan sólo
con plantas.
Uno de los términos sánscritos para el mercurio es parada, lo que nos lleva a la
otra orilla de la existencia y nos hace inmortales. También se le denomina rasa,
porque contiene una combinación perfecta de los seis sabores. Los yoguis afirman
que mientras que las plantas pueden mantenernos con vida de cuatrocientos a
quinientos años, el mercurio puede hacerlo para siempre si comprendemos la
disciplina y las restricciones que conlleva su uso. El mercurio es el único metal o

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mineral al que realmente se puede dar vida. El alquimista engendra vida en el
mercurio para quitársela después; sacrifica al mercurio para obtener su prana.

Sacrificio

La alquimia externa se desarrolló a partir de la alquimia interna del tantra y,


como todo lo demás en el universo védico, está enraizada en el concepto de
sacrificio. El Yo Cósmico sacrificó su propio cuerpo; cada una de sus partes se
transformó en un aspecto del universo. Lo que hace un inmortal es emular al Yo
Cósmico. Una vez asegurada la nutrición de ahamkara, un inmortal permite que las
fronteras del Yo se disuelvan y deja que la naturaleza dirija cada uno de sus pasos.
Ahamkara tiene que comer, y la naturaleza siempre está dispuesta a proveer de
alimento a sus hijos. Se inmola por ella misma. Para corresponder a la deuda
contraída con ella por este sacrificio, el inmortal le sacrifica cada uno de sus actos en
ofrenda de alimento y en remedio a los desequilibrios que provocan en ella sus otros
hijos. Los inmortales contribuyen a conservar la salud del cuerpo social.
Ahamkara es adicta a la comida. La mayoría somos adictos a la comida física; los
santos y los sabios abandonan las adicciones corrientes y se hacen adictos a Dios. La
adicción es la base de todo desorden y falta de armonía, y la adicción a Dios el único
remedio permanente. La adicción a Dios elimina toda posibilidad de interferencia por
parte de otros seres porque el cuerpo, la mente y el espíritu están concentrados en el
mismo objeto. Como todas las enfermedades se deben a influencias ajenas, quedamos
exentos de enfermedad. Aunque no seamos todavía inmortales, transferir nuestras
adicciones a Dios puede transformar nuestra existencia.
Shiva, Vishnu y todas las demás divinidades indias son fuerzas cósmicas. Los
rishis les asignaron personalidades basadas en las emociones que engendran en
nuestro interior. La personalidad emocional de una deidad es exactamente igual que
la personalidad relativa al sabor que presenta un alimento o una medicina. Si sabemos
cómo adaptarla a nuestro estado, podemos aprovechar sus sabores o emociones para
equilibrar nuestro sistema. Las plantas y los minerales también son fuerzas cósmicas
pero, al ser físicas, son limitadas. La personalidad de una deidad está mucho más
cerca de ser ilimitada.
Krishna, por ejemplo, que es un aspecto de Vishnu, es la dulzura personificada.
Todo lo que Krishna toca se torna dulce, o madhura, porque Krishna en sí mismo es
madhu, la ilimitada e inclasificable dulzura cósmica. Cualquiera que haga un uso
correcto del mantra de Krishna, aunque se trate de alguien que no cree en deidades y
desconfía de la historia de Krishna, puede beber del pozo insondable de dulzura
permanentemente satisfactoria que Krishna personifica.
Las disciplinas espirituales védica, puránica y tántrica, erróneamente clasificadas
en conjunto como religión hinduista, plantean un acercamiento combinado, físico y

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mental, al mayor desarrollo espiritual. Durante milenios se han asociado plantas
específicas a deidades concretas: la feronia elephantum a Shiva, lakshmi, la albahaca
sagrada, a Vishnu, la grama común a Ganesha, etcétera. Estas plantas benefician
física, mental y espiritualmente a los devotos que las usan como es debido.
La grama común, por ejemplo, regula la glucemia en los elefantes, que adoran la
comida dulce, y puede hacer lo mismo en los humanos que la consuman. Si se
ofrenda la grama común a Ganesha antes de utilizarla, su efecto medicinal se
multiplica muchas veces.
O examinemos el culto ritual denominado satya narayana puja, en el que se
ofrendan a Vishnu 1000 hojas de albahaca sagrada. Las hojas se recogen tras ser
ofrendadas con mantras, se les extrae el jugo y se administran. Como alimento se
toma shira, una preparación de trigo mondado cocido en gui. El jugo de tulasi y la
shira actúan de concierto para surtir el efecto rejuvenecedor: la tulasi aviva todos los
fuegos digestivos y la shira provee de alimento que digerir a esos fuegos reavivados.
Hoy en día, en la India, la mayoría de la gente celebra este ritual mecánicamente,
ignorante de su verdadero significado. Vishnu es el Conservador, la fuerza cósmica
que perpetúa la vida, y la albahaca sagrada es una de las esposas de Vishnu, una de
las fuerzas que Vishnu emplea para preservar la vida. Ello indica que la tulasi
(albahaca sagrada) es una de las sustancias más indicadas para conservar la vida.
El satya narayana puja es, en cierto sentido, un proceso de potenciación de las
hojas de tulasi para aumentar sus efectos prolongadores de la vida, de modo que
actúen como rejuvenecedoras en el individuo que las consuma. Esta potenciación es
comparable a la que proporcionan el bhavana y la incineración, pero los mantras se
aplican siempre sin el concurso de ningún procedimiento físico. El satya narayana
puja fue descrito por los rishis, que intuyeron tanto las cualidades de la tulasi como
los sonidos convenientes para realzar esas cualidades.
También puede beneficiarse del satya narayana puja para mejorar su salud física
quien sea cristiano o musulmán, o se oponga al paganismo por cualquier otro motivo.
La fe en el significado esotérico del ritual aumenta sus efectos, pero si los mantras se
pronuncian correctamente, producirán algún efecto sin importar lo que uno piense al
respecto. La potenciación por el mantra es tan científica como cualquier otra forma
de potenciación, aunque es mucho más sutil. Los mantras son cargas de poder
impersonales que nos resultan más comprensibles cuando nos valemos de las
personalidades que los rishis nos han proporcionado. Meditar sobre una personalidad
cósmica, concentrando y dirigiendo su fuerza hacia nuestro interior, transforma
nuestra propia personalidad para que se parezca al objeto de la concentración.

Kundalini

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Podemos valernos del mercurio como rejuvenecedor aunque no nos resignemos a
creer que se trata del semen del Señor Shiva. No obstante para seguir la vía del
mercurio y sacar de él el máximo provecho no hay sustituto para el culto a Shiva. El
Señor Shiva mora en cada ser humano, en lo más profundo del cerebro. Él es
conciencia pura, sin mezcla. La verdadera inmortalidad sólo es posible cuando
nuestro Shiva personal tiene un control total sobre su shakti, o fuerza, nuestra
ahamkara. Uno de los aspectos de Shiva se denomina Mahakala, Tiempo Infinito.
Mientras el ser humano se mantiene en un estado de conciencia terrenal ordinaria,
limitada por el tiempo, esta ahamkara-shakti, denominada Kundalini, se identifica
constantemente con el cuerpo. La vida humana existe en tanto la Kundalini se engaña
a sí misma creyendo que ella y la personalidad físico-mental son idénticas.
Cuando Kundalini se despierta del todo, descubre que es la shakti de Shiva. Esta
experiencia transportará a cualquier ser humano, que no haya sufrido ya rigurosas
penitencias, más allá del tiempo terrenal normal, al infinito. En tales circunstancias,
el cuerpo no puede seguir existiendo, porque Kundalini se olvidará inmediatamente
de él para recordar a Shiva. Por Él sacrifica su identidad, alcanzando por el camino la
iluminación instantánea.
Quien, a semejanza de los yoguis, haya empleado su conciencia-Shiva en preparar
su Yo físico, mental y espiritual para soportar tan tremenda experiencia evolutiva,
tendrá una oportunidad de conservar el cuerpo, al menos durante un tiempo. Quien se
haya vuelto inmortal puede conservar el cuerpo para siempre y enseñar a Kundalini a
identificarse con él, o a olvidarlo e identificarse con Shiva, como mejor le convenga.
Esto es la salud absoluta, el control total de ahamkara y sus defensas inmunológicas.
Mucha gente sigue disciplinas espirituales con la esperanza de quedar iluminados
a través de la meditación y otras austeridades. La mayoría lo hace con apenas un vago
conocimiento de fisiología física y mental; muy pocos saben algo acerca del
ayurveda. A veces experimentan con fuerzas como Kundalini de las que saben muy
poco. Como cualquier otra potente medicina, Kundalini puede curar cualquier
enfermedad cuando se aplica adecuadamente, y provocarlas todas si se hace un mal
uso de ella.
Si no estamos preparados física y mentalmente para arrancar por la fuerza a
ahamkara del abrigo seguro de nuestro limitado cuerpo humano con su
correspondiente personalidad, sufriremos daños físicos y psíquicos graves a
irreparables. La «crisis de Kundalini», una enfermedad en la que la fuerza de
Kundalini se libera en un organismo no preparado, es un trastorno grave porque,
como el cáncer, constituye un ataque directo a la personalidad.
La crisis se produce cuando la personalidad intenta resistirse al despertar de
Kundalini. Una Kundalini completamente despierta en un organismo desprevenido se
olvida totalmente del cuerpo y el organismo muere. Este proceso es muy parecido a la
transmisión de millones de voltios de electricidad a través de una línea diseñada para
soportar 110. La línea se evapora al instante en sus átomos constituyentes y no queda

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ni rastro. Por eso se considera a Shiva el dios de la muerte, y por eso conviene hacer
de Shiva nuestro consejero si queremos despertar la Kundalini sin destruirnos en el
intento.
Sin embargo, si Kundalini sólo se despierta parcialmente, cuando empiece a
circular a través de los desprevenidos sistemas nervioso y endocrino, éstos se
colapsarán, o se fundirán. Si enviamos 220 voltios por una línea de 110, arderá el
aislamiento de toda la línea, que tal vez se funda en algunos lugares. Si bien su
integridad esencial permanece, no puede funcionar sin antes repararla. En un cuerpo
humano no preparado, una oleada de Kundalini quema el aislamiento del sistema
nervioso y funde algunos de los controles endocrinos del cuerpo. La vida permanece,
pero está desequilibrada.
En las personas V, o en las aquejadas de trastornos de vata, Kundalini golpea con
la fuerza de un huracán o un tornado. En las P y en las que tienen la pitta agravada,
Kundalini envuelve a la víctima en llamas. Las personas de tipo K pueden resistir un
poco más pero, a medida que avanza la crisis, acaban cayendo en el fuego o siendo
abofeteados por el vendaval. Cuando el cuerpo está lleno de ama, ese viento esparce
el ama por todas las partes del cuerpo, y el fuego lo transforma en un pernicioso
veneno.
Con esto basta para la mayoría de la gente: se dan cuenta de que el peligro que
corren con el progreso espiritual es el de la extinción de la personalidad. El miedo a
la muerte de la identidad limitada está en la base de la crisis de Kundalini. El «shock»
que sufren al enterarse de la inminente desintegración de la personalidad aterroriza de
tal modo a sus desprevenidas personalidades, que buscan la retirada. Por desgracia no
hay escapatoria. No se puede volver a casa una vez que la casa ha sido demolida por
un terremoto de Kundalini. Muchas víctimas de ese escape de shakti viven en un
limbo, incapaces de avanzar o retroceder, inmovilizadas por la profundidad de su
miedo.
La crisis de Kundalini resulta incontrolable para sus víctimas porque es un
trastorno de la propia ahamkara, un trastorno que amenaza la capacidad «formadora
de Yo» del individuo. Cuando la personalidad se está disolviendo, ¿cómo va a
controlar nada como es debido?
En ninguna otra enfermedad el axioma «mejor prevenir que curar» resulta más
oportuno. Cuando el individuo está en plena crisis de Kundalini, no existe un remedio
rápido, ni una solución fácil, porque no hay ningún procedimiento físico capaz de
invertir el flujo de energía y de hacer que retroceda la Serpiente. La acupuntura puede
ser útil, como también las técnicas respiratorias yóguicas o el masaje ayurvédico,
pero todas estas terapias son meramente sintomáticas. Si lo que nos preocupa es la
Kundalini, debemos buscar, desde luego, asesoramiento profesional, pero no hay
vuelta atrás. Hay que adaptarse o perecer.
Los textos ayurvédicos afirman que la enfermedad apareció por primera vez en el
mundo cuando Shiva destruyó el culto a Daksha. Daksha fue un gran yogui, un ser

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tan avanzado espiritualmente que los propios rishis oficiaban en su culto. Shiva se
vio obligado a destruirlo porque Daksha no estaba dispuesto a renunciar al apego a
sus logros. Esta historia contiene una moraleja para todos los que tratan de Kundalini,
puesto que el Shiva que hay dentro de cada uno puede destruir cualquier logro y
provocar cualquier enfermedad a menos que el sacrificio sea desinteresado.
Daksha creía ser lo bastante poderoso para controlar a Kundalini con su propia
personalidad, pero descubrió consternado que sólo la personalidad de Shiva es lo
bastante fuerte para poner límites a Kundalini y dirigirla. Puesto que Kundalini es
también la energía sexual, la historia del culto a Daksha es al mismo tiempo la
historia del acto sexual tal como lo practican los seres humanos corrientes. Se
permiten creer que lo controlan todo y gozan de la excitación sexual hasta el
orgasmo, en que toda la energía movilizada es proyectada súbitamente hacia el
exterior. Este ciclo violento de manifestación y pérdida de energía aumenta
inevitablemente la vata, y con ello la enfermedad, en el organismo. El control de la
Kundalini sólo es posible mediante el control de la respuesta sexual.
Kundalini elimina por la fuerza las endebles limitaciones humanas y nos impulsa
hacia una existencia verdaderamente ilimitada. En esta fase de transmutación
personal está involucrada la glándula pineal. La epífisis encargada de regular la
conversión del shukra, las secreciones sexuales masculinas y femeninas, las máximas
expresiones de la ahamkara creadora, en ojas, que forma el aura. Ahamkara debe
conceder un margen de confianza en el éxito del proceso. Debe estar dispuesta a
sacrificar una parte de sí misma, una parte de su propia personalidad, para
trascenderse a sí misma y, paradójicamente, perpetuarse. El concepto de sacrificio es
básico en los Vedas porque sin sacrificio no hay trascendencia, no «salimos de
nosotros mismos» para entrar en la esfera de un nuevo ámbito existencial.

Oscuridad y luz

Los científicos modernos han empezado a estudiar la melatonina, una de las


principales hormonas de la epífisis. Parece ser que regula nuestros ritmos circadianos,
esos relojes estacionales internos que determinan si somos personas «diurnas» o
«nocturnas», y si el invierno nos exalta o nos deprime. Estos ritmos se alteran con
nuestro sentido del tiempo artificialmente creado, que engendra actividades como el
trabajo por turnos o los viajes en avión a largas distancias, actividades que alteran
nuestra rutina natural del día y la noche.
La melatonina contribuye a determinar la cantidad de «oscuridad» o «luz»
presente en el organismo de un individuo. También ayuda a determinar nuestros
sabores, tanto en términos de preferencias alimenticias como de caprichos
psicológicos. La depresión y otros trastornos psicológicos puede deberse a un exceso
de melatonina, que suele ser consecuencia de una falta de exposición a la luz. De

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hecho, se ha demostrado que la estimulación lumínica mejora algunos estados como
la manía depresiva, la esquizofrenia, las migrañas y la anorexia. Más luz solar sobre
la piel y los ojos supone más energía sexual y fertilidad por la reducción de la
melatonina.
Pensemos en un hecho muy interesante: podemos beber más alcohol por la noche
en un rincón oscuro que durante el día, o en un lugar bien iluminado. El alcohol
engrandece poderosamente a ahamkara. Bajo los efectos del alcohol se debilita y
pierde toda su introspección, y empieza a satisfacer todos sus deseos sin la
interferencia de la conciencia o el remordimiento. Parece ser que el alcoholismo se
agrava con altos niveles de melatonina. Si se estimula adecuadamente la epífisis con
luz, reduce el egotismo; en la oscuridad, la epífisis estimula el egoísmo. Como ojas es
producto del sacrificio, la luz promueve la producción de ojas; la oscuridad, al
fomentar la autocomplacencia, retrasa la producción de ojas.
A pesar de que ningún científico ha logrado todavía aislar el ojas, se trata sin
duda de la réplica «luminosa» de la «oscura» melatonina. La melatonina es la sombra
que se produce cuando ahamkara trata de interponerse entre el individuo y la
percepción pura de la realidad. Ojas deja que la luz de la realidad inunde el
organismo sin obstáculos. Es indispensable pasar «de la oscuridad a la luz», de altos a
bajos niveles de producción de melatonina, si queremos pasar «del engaño a la
verdad», del engaño de una indulgencia sensorial egoísta y egocéntrica de ahamkara
a la verdad del sacrificio de shukra productor de ojas. Sólo entonces, cuando ojas
esté en su apogeo, podremos pasar «de la mortalidad a la inmortalidad».

Tarpana

No existe una curación física o mental permanente para las debilidades


constitucionales. Una vez que nos hemos identificado como una persona de tipo V, P
o K, o como una combinación de dos de ellos, estamos sujetos a esa constitución, con
todas sus virtudes y defectos, hasta la muerte. Sólo existen dos vías de escape. Una de
ellas se nos abre si tenemos aspiraciones religiosas y seguimos estrictas disciplinas
espirituales. En condiciones tan controladas habrá pocas oportunidades de que la
constitución se manifieste. No cambiará, pero dejará de molestarnos. La otra vía
conlleva el antiguo ritual del tarpana. Relacionado con el término sánscrito trpti, que
significa «saciedad o satisfacción», tarpana es un procedimiento para satisfacer a
nuestros antepasados.
Existe una ley de la naturaleza denominada bija vrksha nyaya: la ley de la semilla
y el árbol. Nuestras semillas son nuestros genes y cromosomas, la esencia del plasma
germinativo de nuestros padres. Cada uno de nosotros es el árbol, el producto de esas
semillas. La mitad de nuestros genes procede del padre y la otra mitad de la madre.
Por mucho que tratemos de alejarnos de nuestros padres en el espacio, el tiempo o el

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trato, nuestros genes y los suyos son idénticos y repercuten unos en otros.
Seguramente las emociones de nuestros padres repercutirán en nuestras emociones,
por muy lejos que estemos de ellos, a causa de su identidad fundamental. Por eso a
veces se produce entre padre e hijo una cierta comunicación telepática.
Como los genes de nuestros padres tienen su origen en nuestros abuelos, nuestras
emociones estarán influidas por las emociones de éstos, y por las de nuestros
bisabuelos, y así hasta por lo menos siete generaciones. Aunque la mayoría de
nuestros antepasados ya hayan muerto, los efectos sutiles de sus personalidades
permanecen en nuestro entorno genético y siguen afectándonos.
La medicina homeopática habla de miasmas, debilidades hereditarias que pasan
de una generación a otra dentro de una familia. Estas debilidades constitucionales
reciben en sánscrito el nombre colectivo de kutumba dosha, «defectos de familia». El
rejuvenecimiento ayurvédico actúa sobre las manifestaciones físicas de esos defectos.
Tarpana actúa más profundamente, reduciendo las cargas emocionales que se han
acumulado en nosotros a consecuencia de las actividades de nuestros antecesores.
Supongamos que uno de nuestros antepasados era extremadamente aficionado a
la comida, tan aficionado que se pasaba el día pensando en comer. Todas las
apetencias son formas de energía que se emiten al éter con cada pensamiento.
Algunos de esos pensamientos serán razonables y sensibles, pero muchos de ellos
serán obsesivos. Nosotros, que estamos permanentemente sintonizados con la
longitud de onda de nuestros antepasados, recibiremos automáticamente esas
emisiones sutiles, que nos llevarán a obsesionarnos por la comida si somos sensibles
a ellas.
Lo más probable es que alguien que está realmente obsesionado por la comida
esté pensando en comer en el momento de la muerte. El último mensaje emitido es
mucho más potente que todos los precedentes, porque se transmite con toda la
angustia de un deseo irrealizable. Debido a la fuerza que encierra ese deseo, y al
hecho de que el individuo cuya mente racional podría anularlo parcialmente ha
dejado de existir, ese último deseo nos afecta con mucha más intensidad que
cualquiera de nuestros deseos presentes.
Tarpana nos permite anular esos deseos. Una vez que han desaparecido,
disminuye la presión sobre nuestros genes para que nos obsesionemos por la comida,
y nuestra dieta y nuestros hábitos pueden inducir a que se pongan en marcha otros
genes, con lo que cambia la atmósfera emocional. Mientras esas influencias ocultas
nos sigan afectando, no habrá dieta ni rutina que consiga eliminarlas porque no
alcanzan al origen. El 99% de los genes del ser humano y el chimpancé son idénticos;
las diferencias entre ambas especies estriban en que unos genes se manifiestan más
que otros. Cada uno es su propio creador, que se crea sin cesar a partir de sus propios
genes con la ayuda del alimento y los hábitos físicos y mentales.
El ritual tradicional del tarpana es complejo, pero en esencia es sencillo. Es muy
parecido a la tradición del día de todos los santos, en que la gente visita a sus

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parientes en el cementerio. A modo de preparación, pensemos en el alimento que más
le gustaba a nuestro padre o nuestro abuelo. Tal vez se trate del pastel de manzana
que solía preparar la abuela, o de la cerveza que acostumbraba beber nuestro padre.
Ese alimento servirá de vehículo para nuestra emoción.
Sentémonos cómodamente mirando al sur e imaginemos a nuestros antepasados
muertos, uno por uno, hasta donde alcancemos a recordar. Ofrezcamos asiento a cada
uno frente a nosotros. Mientras les contamos que queremos ayudarles a librarse de
cualquier deseo terrenal residual que puedan tener, hemos de ofrecerles una
cucharada de agua, una cucharada de leche y una cucharada de semillas de sésamo, a
ser posible de la variedad oscura. Las ofrendas son a cada uno por igual.
Luego ofrezcamos un poquito del alimento especial, con el deseo sincero de que
satisfaga toda apetencia residual y permita que el individuo, sea él o ella, siga su
propia progresión hacia una mayor integración y claridad. A continuación,
roguémosles que regresen al lugar del que proceden y con la comida preparada demos
de comer a un animal, o echémosla a un río o al mar. Es aconsejable repetirlo cada
año, preferiblemente en el mismo día de luna nueva. Los días más indicados para
tarpana son los días de luna nueva, especialmente los que caen en septiembre.
Para celebrar tarpana no hace falta que creamos en la reencarnación, ni siquiera
en una vida después de la muerte. Nuestros padres y abuelos siguen vivos dentro de
nosotros, en nuestros genes. Lo único que hacemos es proyectar una parte de nuestra
personalidad y contactar con ella, para tenerla contenta y pedirle que renuncie a toda
mala influencia que pueda tener sobre nosotros. Esta proyección nos libera de
cualquier hábito psicológico malsano que hayamos podido contraer a consecuencia
de los seres que nos precedieron y que comparten nuestros genes, y de la imagen que
tenemos de ellos.
Tarpana es importante sobre todo por las personas que conocimos personalmente.
Si las queríamos, mostrémosles nuestro cariño de la única manera que nos queda,
recordándolas y ofreciéndoles una parte de nosotros mismos como prueba de nuestro
amor. Si nuestra relación con ellas se vio entorpecida por emociones negativas,
tarpana nos permite olvidarlas, sanando la relación por el sacrificio de nuestra
negatividad y la ofrenda del poder curativo de nuestro amor. La gratitud por los genes
que nos han dado la vida y el perdón por aquellos que nos han limitado la existencia,
conducen el sacrificio a la meta deseada.
Este procedimiento surtirá efecto si estamos convencidos de que realmente ayuda
a eliminar toda negatividad residual entre nosotros y la imagen que tenemos de
nuestros antepasados. La fe es indispensable para que actúe; debemos hacer la
ofrenda con total sinceridad. Realmente la fe puede curarnos.
La fe puede curar también a nuestra sociedad. Tarpu na es importante para todos
los que hemos olvidado nuestra raíces. Reconstruye el lazo que debe existir entre
cada uno y sus antepasados. La tradición india considera el tarpana como un deber
que todo hijo ha de cumplir para con sus padres. En el mismo momento que

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aceptamos esa responsabilidad, renunciamos al olvido. Tarpana es un acto de
reconocimiento que refuerza el vínculo entre generaciones. Abriéndonos a nuestras
influencias ancestrales y perdonando las imperfecciones de nuestros antepasados, lo
que hacemos es abrirnos a la sabiduría que acumularon, que puede contribuir a
cimentar nuestra propia cultura.

Conclusión

Si aún no somos inmortales, nuestra salud será un estado dinámico, no un estado


permanente. No hay límite para la armonía que podemos alcanzar, ni para la armonía
que podemos crear a nuestro alrededor. El fin último es la auténtica libertad, libertad
con respecto a la dependencia del mundo exterior, que sólo podemos alcanzar
convirtiéndonos nosotros mismos en un cosmos equilibrado y autosuficiente. Nadie
que sea mortal es verdaderamente libre; estamos obligados a pagar nuestra libertad
limitada con eterna vigilancia.
Lo que nos limita son nuestros propios conceptos de la limitación. Una
reestructuración de nuestros sistemas de creencias es la clave que nos ha de permitir
un desarrollo personal ilimitado. Si somos capaces de aprender a andar sobre las
brasas sin quemarnos, lo seremos también de aprender a suprimir los efectos
secundarios de una terapia con potentes medicamentos o a cicatrizar rápidamente las
heridas quirúrgicas. El ayurveda y sus ciencias hermanas aportan orientaciones para
nuestros esfuerzos por entrar en una relación estable y sincera con la naturaleza, que
es la fuente de fe y perdón. La fe mueve montañas.
Nuestra misión en este imperfecto planeta es actuar constantemente en el sentido
de una perfección relativa. La perfección del mundo empieza por la perfección de
uno mismo. En palabras de la canción, «que haya paz en la tierra, empezando por
mí». La perfección personal requiere estar en paz, que empieza por la supresión de
las limitaciones físicas, mentales y emocionales. Las herramientas para el desarrollo
personal son la comprensión, la sinceridad, la tolerancia, el perdón y la compasión.
La naturaleza es la encarnación del perdón, y toda curación viene de la naturaleza.
Aprovechemos nuestras doshas. Una persona sana se vale del método V para
conseguir ideas originales y creativas, pasa al método P para transformar la teoría en
un plan para llevarlas a la práctica, y se sirve del método K para realizar el plan. Una
persona sana es una persona equilibrada. En vez de regañarnos por nuestras
imperfecciones, superémoslas con la ayuda de nuestra luz interior.
Quien sea una persona V debe perdonarse por ser caótica, por estar a veces tan
hiperactiva que descuida lo que hay que hacer. Quien sea P debe aceptar su
impaciencia innata consigo mismo y con los demás. No debe dejar nunca que esa
impaciencia se interponga en su proceso de armonización interior y exterior. Quien

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sea una persona K tiene que perdonarse su autocomplacencia y estar dispuesta a
superarla.
Si ya estamos enfermos debemos ser capaces de perdonar nuestra enfermedad.
Debemos perdonar a ahamkara por su dependencia del amor a la grasa si estamos
gordos. Si tenemos artritis hemos de perdonarnos por haber creado un sirviente ajeno
que nos bloquee las articulaciones por nosotros. Si estamos invadidos de cáncer
debemos perdonar a ahamkara por estar confusa hasta el extremo de autorizar a otra
identidad a que la obligue a enfrentarse con sus problemas. El perdón nos permite
liberarnos de todo aquello que hemos mordido, mascado y tragado y no podemos
digerir. Podemos dejar todo eso atrás, y crearnos una nueva imagen. Demos a
ahamkara una nueva imagen con que identificarse y ella creará para nosotros un
organismo sano.
La plegaria siguiente puede ser nuestro pacto con el universo. Nos ofrecemos
como instrumento, por exiguo que parezca, para hacer del mundo un lugar mejor sin
escatimar esfuerzos. Si la recitamos sinceramente, la naturaleza nos ofrecerá a
cambio sus poderes curativos para nosotros y nuestro entorno:

Que todo el mundo sea feliz.


Que todo el mundo esté sano.
Que todo el mundo sea puro.
Que nunca falte la armonía, ni en parte alguna.
Éste es el mensaje de ayurveda.

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APÉNDICE

Khichadi — judías mongo partidas con arroz

Esta preparación, un plato básico corriente para muchos indios, constituye


también una dieta compensadora y purificadora para casi todo el mundo. Es ideal
para los que tienen mala digestión o asimilación porque resulta fácil de digerir y
ayuda a eliminar toxinas del sistema.

2 tazas de arroz, a ser posible arroz indio del tipo basmati


1 taza de judías mongo partidas
de 8 a 12 tazas de agua, según lo claro que lo queramos
2 cucharadas de gui (mantequilla clarificada)
1 cucharadita de comino molido
1 cucharadita escasa de cilantro molido
de ¼ a ½ cucharadita de cúrcuma en polvo
de 3 a 5 vainas de cardamomo enteras
de 1 a 2 cucharaditas de jengibre en polvo
una pizca de sal o de varec en polvo
una pizca de asafétida en polvo
Quien no tenga a mano un almacén de productos indios puede sustituir la
variedad partida de judías mongo germinadas. Hay que lavarlas para quitarles la
cubierta verde que revienta al germinar la judía. La proporción normal es de una parte
de judías por dos de arroz. Las personas con mala digestión pueden optar por reducir
la proporción de judías y arroz a 1: 3, o incluso menos. Las que tengan digestiones
más fuertes pueden aumentar la proporción de 1: 1 si así lo desean.
Lavar las judías y el arroz y ponerlas a remojo por separado en agua abundante
durante al menos una hora. A continuación desechar el agua del remojo, mezclar las
judías y el arroz y aclararlos con agua corriente.
Calentar suavemente dos cucharadas de gui. Cuando esté caliente echar el
comino, el cilantro, la cúrcuma y la asafétida. Saltear las especias en el gui hasta que
se doren, sin dejar que se tuesten, y agregar las judías mongo y el arroz removiendo
enérgicamente durante un minuto para que se impregnen de las especias. Luego se
añade el agua, el jengibre, el cardamomo y la sal o el varec, se deja que arranque a
hervir, se tapa y se deja cocer a fuego moderado hasta que los granos estén bien
blandos. Se sirve con yogur para las personas de tipo V y con un suplemento de gui
para las P. Las personas K deben echar más especias y menos agua. Con estas
cantidades bastará para cinco o seis personas.

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A medida que vaya mejorando la digestión se puede aumentar la cantidad de cada
especia además de incorporar la cebolla, el ajo, el rábano daikon y otras verduras de
raíz antes de que empiece la cocción.

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GLOSARIO

ahamkara — literalmente, «la formadora de Yo». Ahamkara es la fuerza que se


identifica con el cuerpo, la mente y el espíritu de un individuo y les permite una
existencia conjunta como ser vivo. Es femenina porque es una parte de la
capacidad creativa de la Madre Naturaleza. Cuando está fuera de control,
ahamkara puede, identificándose con objetos ajenos al individuo, crear
dependencias y adicciones malsanas.

ama — un término genérico para las toxinas internas producidas por un mal
funcionamiento del metabolismo.

amalaki — Emblica officinalis, el grosellero indio, el componente de la trífala


que mejor regula a pitta. Es el principal ingrediente de la jalea rejuvenecedora
denominada chyavanaprash.

anabolismo — la fuerza que impele el cuerpo a crecer y desarrollarse.

anticuerpo — una proteína creada especialmente por el cuerpo para un antígeno


concreto y que ayuda a eliminar el antígeno del sistema.

antígeno — cualquier sustancia que el cuerpo reconoce como extraña y contra la


que reacciona produciendo un anticuerpo.

aura — el campo de energía sutil que impregna y envuelve el cuerpo humano. El


aura la produce el ojas.

bhasma — literalmente «ceniza», una bhasma es un metal o mineral incinerado


después de un número determinado de b havanas que se emplea con finalidades
terapéuticas.

bhavana — un procedimiento para potenciar las cualidades de una sustancia; la


mayoría de las veces se realiza con maja y almirez.

bibhitaki — Terminalia bellerica, el ingrediente de la trífala que mejor regula a


kafa.

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brahmacharya — literalmente «acompañar al Creador», se emplea para indicar
un cierto grado de continencia sexual orientado a la salud física, mental y
espiritual.

catabolismo — la fuerza que desintegra y consume los tejidos corporales.

chyavanaprash — una jalea rejuvenecedora cuyo principal ingrediente es el fruto


del amalaki.

dhatu — literalmente, «lo que sostiene el cuerpo». Un dhatu es uno de los siete
tejidos corporales que, cuando están bien alimentados, nutren a ahamkara.

dosha — literalmente «defecto» o «error». Una dosha es cada una de las tres
fuerzas que obligan a los cinco grandes elementos a unirse para formar seres
vivos. Son vata, pitta y kafa.

emenagogo — una sustancia que facilita el inicio del flujo menstrual.

endometrio — el revestimiento del útero que se renueva mensualmente. Sirve de


lecho para el cigoto si la mujer queda embarazada; en caso contrario se desprende
durante la menstruación.

Ganesha — la bondadosa divinidad india con cabeza de elefante que elimina los
obstáculos del camino de sus devotos.

guduchi — Tinospora cordifolia, una planta trepadora de la que se extrae un


polvo blanco amargo considerado en ayurveda como uno de los mejores tónicos
amargos.

gui — mantequilla clarificada, que se prepara calentando mantequilla sin sal al


menor fuego posible hasta que se evapore toda el agua, filtrándola luego para
separar los residuos sólidos de la leche. La grasa purificada resultante es el gui.

guggulu — Commiphora mukul, una goma o resina procedente de un árbol nativo


de la India y el Pakistán, que se emplea en combinación con otras plantas para
arrancar ama de la grasa, la carne y el hueso.

haritaki — Terminalia chebula, el ingrediente de la trífala que mejor regula a


vata.

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lakshmi — la fuerza cósmica de la abundancia y la riqueza física.

laxación — el uso de laxantes de suaves a medianos para promover que pitta y


kafa salgan libremente del sistema.

madhura — el dulce que primero hay que digerir, al contrario de madhu, el dulce
que está predigerido, como la miel.

madhuvinashini — Gymnema sylvestre, una hoja que, cuando se mastica,


elimina la capacidad de la lengua de percibir el dulce y reduce su capacidad de
percibir el amargo (madhu «dulce» + vinashini «destructor»).

margosa — Azadirachta indica, un árbol tropical de partes muy amargas. Se


emplea sobre todo en trastornos de la piel y del hígado.

ojas — sustancia parecida a una hormona que procede del shukra. Produce el
aura, transmite al cuerpo la energía de la mente y regula la inmunidad.

panchakarma — los cinco métodos de purificación que se emplean para librar al


cuerpo del exceso de doshas. Son: enema, purgación, vómito, medicación nasal y
sangría.

parada — «lo que nos lleva más allá de la mortalidad», el mercurio.

pippali — Piper longum o pimienta larga, un pariente de la pimienta negra que se


emplea principalmente para fortalecer el aparato respiratorio, aumentar la
capacidad corporal de aprovechar el alimento y como afrodisíaco.

prajnaparadha — literalmente «crimen contra el sentido común», indica la


perversidad de la mente que se comporta deliberadamente de un modo conocido
como malsano.

prakriti — literalmente, «primera acción». En ayurveda, prakriti se refiere a la


«naturaleza» intrínseca de un individuo, las tendencias innatas que influyen en su
conciencia y su actividad. La prakriti determina la primera reacción del cuerpo o
la mente ante una situación de tensión.

prana — la fuerza vital, denominada ki o chi en la medicina oriental.

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prasanna - «satisfecho». La mente, los sentidos y el alma sólo están sanos cuando
están prasanna.

prinana — la función del rasa dathu, el primero de los dhatus. Prinana


proporciona al cuerpo una satisfacción parecida a la que obtiene del amor
romántico.

purgación — el uso de laxantes de medianos a fuertes para expulsar del sistema


el exceso de pitta o kafa.

rajas — la fuerza cósmica de la actividad. El exceso de rajas pone a la mente


hiperactiva e inestable.

rasa — 1. sabor, especialmente los seis sabores del ayurveda y las emociones que
se derivan de ellos. 2. el primer dhatu, llamado asimismo quilo o plasma, análogo
a la savia de las plantas. 3. semen (shukra), especialmente el del Señor Shiva y,
por extensión, el mercurio.

rishi — un vidente; un ser inmortal capaz de comprender las realidades ocultas y


ponerlas de manifiesto de un modo comprensible para los humanos. Así es como
los antiguos rishis crearon el ayurveda, movidos a compasión por los
padecimientos de la humanidad.

samskara — un proceso de acondicionamiento. Los niños se educan


impartiéndoles samskaras culturales y el mercurio se prepara para su uso en
medicina con la ayuda de samskaras físicos.

sanga dosha — el efecto negativo producido en la conciencia de quien se asocia


con personas desequilibradas y egoístas.

satsanga — literalmente «relacionarse con lo bueno», el hecho de dedicar nuestro


tiempo a estar con alguien más integrado. Satsanga favorece activamente la
integración de la propia personalidad.

sattva — la fuerza cósmica del equilibrio, que es el estado normal de equilibrio


de una mente sana.

shakti — fuerza o energía, descrita como femenina en los textos antiguos.

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shiva — la encarnación de la conciencia cósmica; el dios de la muerte que
finalmente rescata a la ahamkara individual de su autoidentificación con un
cuerpo y una mente limitados.

shukra — un término genérico para todos los fluidos reproductores masculinos y


femeninos, así como para las hormonas que hacen que se segreguen.

surya namaskara — el saludo al sol, una serie de ejercicios yóguicos centrados


en el sol, que refuerza y estabilizan tanto la mente como el cuerpo.

tamas — la fuerza cósmica de la inercia. El exceso de tramas hace que la mente


se embote y se resista a crecer.

tantra — de la raíz tan, «tejer», el tantra teje formas a partir de energías sin
forma. Tradicionalmente tantra se refiere a las prácticas que se sirven de energía
concentrada y refinada para el progreso espiritual.

tarpana — derivado de la misma raíz que el término trpti, «saciedad», tarpana es


un antiguo método para desembarazar a la propia conciencia de los obstáculos
creados por la propia prakriti genética que consiste en saciar a la personalidad
engendrada por esos genes.

tejas — la esencia del fuego cósmico, que regula la digestión mental y se


transmite al interior del aparato digestivo físico a través del ojas.

trífala — «tres frutos», un compuesto purificador y rejuvenecedor que se


compone de amalaki, haritaki y bibhitaki, normalmente en la misma proporción.

tulsi — Ocinum sanctum, o albahaca sagrada, una variedad de albahaca que se


considera sagrada y se emplea como medicina para la fiebre, el cáncer y muchos
otros estados.

Upanishads — un conjunto de aclaraciones acerca del sentido del los Vedas que
los rishis formularon a sus discípulos.

Vedas — los antiguos libros sagrados de los arios, las obras literarias más
antiguas que conserva la raza humana.

vipaka — el efecto que tiene una sustancia en el organismo después de ser


digerida y asimilada por el sistema.

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virya — la «energía» de un alimento, medicina o veneno; el efecto estimulante o
depresivo que tiene una sustancia sobre la capacidad digestiva del organismo de
un individuo.

vyadhikshamatva — literalmente «perdón de la enfermedad», se refiere por


extensión a la inmunidad de un organismo, que depende de su capacidad para no
dejarse impresionar por las injurias físicas y mentales.

yoga — derivado de la raíz yuj, «unir», yoga significa yunta o unión.


Tradicionalmente se emplea yoga como término genérico para las disciplinas que
unen el alma individual con el alma universal o conciencia cósmica.

yukti — el proceso de creación de un efecto concreto haciendo que diversos


factores esenciales coincidan en el lugar y el momento oportunos; procede de la
raíz yuj y se describe como «producido por la unión de muchas causas».

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ROBERT EDWIN SVOBODA (1953 - Texas, U. S.). El Dr. Robert Svoboda es el
primer occidental en graduarse de una universidad de Ayurveda y obtener una
licencia para practicar Ayurveda en la India. Durante y después de su formación
ayurvédica formal, su mentor, el Aghori Vimalananda, lo instruyó en Ayurveda, Yoga,
Jyotish, Tantra y otras formas de tradición india clásica. Es autor de doce libros,
incluidos Prakriti: Your Ayurvedic Constitution y la serie Aghora, que analiza sus
experiencias con su mentor durante los años 1975 a 1983.
El Dr. Svoboda nació en Texas en 1953 y en 1972 obtuvo un B. S. de la Universidad
de Oklahoma en Química con una especialización en francés. Después de ser iniciado
ritualmente en la tribu Pokot del norte de Kenia como su primer miembro blanco en
junio de 1973, se mudó a la India, donde vivió de 1973 a 1980 y de 1982 a 1986,
recibiendo su Licenciatura en Medicina y Cirugía Ayurvédica (Ayurvedacharya) de la
Universidad de Poona en 1980. En su último año de estudio en Tilak Ayurved
Mahavidyalaya, ganó todos menos uno de los premios de la Universidad de Poona a
la excelencia académica en Ayurveda, incluida la Medalla de Oro Ram Narayan
Sharma.
El Aghori Vimalananda también era dueño de caballos de carreras de pura sangre, y
el Dr. Svoboda se desempeñó como su agente de carreras autorizado en el Royal
Western India Turf Club en Bombay y Poona entre 1975 y 1985. Más tarde se
desempeñó como profesor adjunto en el Instituto Ayurvédico en Albuquerque, NM, y
en la Universidad de Bastyr en Kenmore, WA.

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En los años transcurridos desde 1986, el Dr. Svoboda ha viajado mucho, pasando en
promedio tres meses al año en la India. A menudo habla sobre Ayurveda, Jyotish,
Tantra y temas afines en lugares de todo el mundo.

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Notas

Página 205
[1] «Lean and hungry look», Julio César, de William Shakespeare, acto I, escena 2.a

(N. del T.). <<

Página 206
[2] «Full of sound and fury and signifying nothing», Hamlet, de William Shakespeare,

acto V, escena 5.a (N. del T.). <<

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