Documento 11
Documento 11
Documento 11
INTRODUCCIÓN
1
PAUL AUSTER. La trilogía de Nueva York: Ciudad de cristal. Barcelona: Anagrama, 1998, pág.
51.
2
UMBERTO ECO. El nombre de la rosa. Buenos Aires: Debolsillo, 2005, pág. 493. (“De la
primitiva rosa sólo nos queda el nombre, conservamos nombres desnudos.”)
3
J. C. ONETTI, citado por ÁNGEL RAMA en el comentario que sigue al libro de J. C. ONETTI, El
pozo. Uruguay: Arca, 1965, pág. 77.
4
Si bien sé que no hay unanimidad, tiendo a pensar que el matemático, cuando llega a un
resultado original, expresa: “Mirá lo que descubrí”, y no: “Mirá lo que inventé.” A este respecto
dice Godfrey H. Hardy en su libro Apología de un matemático: “Creo que la realidad
matemática reside fuera de nosotros, que nuestra misión es descubrirla u observarla, y que los
teoremas que demostramos y que a veces describimos grandilocuentemente como nuestras
«creaciones» no son más que notas de nuestras observaciones.” En el mismo sentido el
matemático francés Jacques Hadamard (1865-1963) afirmaba en su Psicología de la invención
en el campo matemático: «La verdad preexiste, aunque todavía no la conozcamos e
inexcusablemente nos impone el camino que debemos seguir.» (Ambas citas fueron extraídas
de: MORRIS KLINE. Matemáticas. La pérdida de la certidumbre. México: Siglo veintiuno editores,
2000, pág. 389.)
1
historia de la matemática en esa dirección, es que se lleva adelante esta
actividad didáctica. Consiste en el trabajo con relatos sobre historia de la
matemática que estén vinculados de algún modo con el tema que va a ser
tratado en clase. En este trabajo presentaré una actividad que fue desarrollada
en base a un texto extraído de la novela El teorema del loro de Denis Guedj.
Este libro presenta un buen material de divulgación, además de una lectura
bastante sencilla y entretenida para los adolescentes. Con esta actividad
pretendo mostrar a la matemática como un objeto cultural, porque más allá de
cierta imposición por una cultura dominante que determina cuales son los
conocimientos importantes que la sociedad debe poseer y perpetuar, creo en la
importancia de la matemática como creación de la humanidad. Aunque no
ignoro que soy vehículo de legitimación y de transmisión de ciertos
conocimientos, que pone énfasis en unas, en detrimento de otras producciones
culturales.
2
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
El papel de la historia
Pienso que los textos de historia de la matemática con los que he trabajado
ayudan a comprender que los conocimientos en matemática no han existido
siempre, no son obra de un dios, son el resultado del pensamiento de hombres
y mujeres de huesos, carne y sangre, persuadidos por distintas motivos5.
Surgen muchas veces de un modo caótico, amorfo, vago; los seres humanos, a
través de los siglos, los fueron modelando hasta darles una forma definitiva y,
luego de diversas transformaciones, muchos de estos conocimientos son
transmitidos a nuestros alumnos. Así como un matemático no llega de un modo
lineal a demostrar una proposición (más bien lo logra luego de realizar una
serie de conjeturas, de ensayar y errar, etc.6), a lo largo de la historia los
conocimientos en matemática no se fueron constituyendo de un modo
ordenado y conciso, sin contradicciones, como son presentados generalmente
hoy día en el liceo (es decir como cuerpo cerrado y gozando de total perfección
desde el punto de vista lógico-aristotélico), sino que se fueron acumulando de
un modo errático, con contradicciones que hubo que subsanar, y de forma
imprecisa, en donde a veces las definiciones carecían de rigor matemático.
Para citar un ejemplo, en 1734 (un cuarto de siglo después de la célebre
publicación de Newton sobre el cálculo infinitesimal) el obispo y filósofo George
Barkeley, movido por las críticas del astrónomo Halley hacia las doctrinas
5
En oposición con esto, parecería que en los alumnos subyace la idea inconsciente de que los
conceptos matemáticos, como así la simbología, han existido siempre o que, por lo menos,
tuvieron una aparición fortuita (“Al que se le ocurrió esto no tenía nada que hacer, ¿no?”). Lo
cual no es difícil de comprender puesto que la enseñanza tradicional de la matemática, en
general, no ha tenido en cuenta la evolución del conocimiento, el contexto histórico, la
componente humana, etc., y se ha ocupado de describir un cuerpo acabado de conocimientos
sin lugar a disentimientos. “Cuántos de esos teoremas, que en nuestros días de estudiantes
nos han aparecido como verdades que salen de la oscuridad y se dirigen hacia la nada, han
cambiado de aspecto para nosotros al adquirir un perfecto sentido dentro de la teoría, después
de haberla estudiado más a fondo, incluido su contexto histórico y biográfico.” DANIEL GIL
PÉREZ, MIGUEL DE GUZMÁN OZÁMIZ. Enseñanza de las ciencias y la matemática. Tendencias e
innovaciones. España: Popular S. A., 1993, pág. 107.
6
“Todo matemático creador sabe por propia experiencia que, en el descubrimiento o
conformación de un nuevo teorema o teoría, interviene ciertamente, y jugando un papel
primordial, la Lógica Formal. Pero también un conjunto más o menos grande de elementos
dialécticos: tanteos y ensayos; exploraciones exitosas o fracasadas del terreno; las llamadas
intuiciones o revelaciones más o menos súbitas –que el propio Poincaré, admitiéndolas,
desmitifica en otro de sus sabrosos pasajes, explicándolas como punto y condensación a un
nivel cualitativo superior, de etapas anteriores de reflexión dialéctica-; el juego, eminentemente
dialéctico, de los intentos de demostración de presuntos teoremas y de la búsqueda de
contraejemplos que los niegan –de lo cual es muestra paradigmática el descubrimiento de las
geometrías no euclideanas; etcétera.” (JOSÉ LUIS MASSERA. Dialéctica y matemática. Uruguay:
Publicaciones y ediciones de la Universidad de la República, 1985, pág. 6)
Cada vez que en el liceo presentamos la demostración de una proposición a la manera clásica
(teorema: hipótesis, tesis. Demostración: por hipótesis sabemos que…, y así hasta llegar a la
tesis) corremos el riesgo de que el alumno crea que los matemáticos piensan y trabajan de
modo que, de una premisa, y realizando una cadena de deducciones lógicas, llegan a lo que
querían probar. Y esto casi nunca es así, a no ser que sea un resultado lo suficientemente
sencillo como para que lo puedan ordenar en la mente antes de pasarlo al papel.
3
cristianas, calificándolas de inconcebibles porque carecían de justificación
científica, publicó su libro The Analyst, subtitulado Discurso dirigido a un
matemático infiel, en el que somete a la teoría infinitesimal a un análisis
minucioso, descubriendo un cierto número de argumentos inconexos, de
proposiciones imprecisas y de contradicciones. Barkeley muestra la falta de
fundamento del cálculo:
Pero esta crítica sirvió para que los matemáticos, en las décadas
subsiguientes, intentando escapar a los ataques lógicos del obispo, tendieran a
perfeccionar el lenguaje, eliminando palabras como naciente e incipiente,
fluente y fluxión. La historia del cálculo no empieza por la definición (que hoy
día conocemos) de límite, con la que los docentes de matemática suelen,
generalmente, aún cuando venga precedida de una serie de ejemplos,
comenzar el tema en los cursos de bachillerato.
7
J. BABINI. Origen y naturaleza de la ciencia. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1947, pág. 62.
8
DANIEL GIL PÉREZ, MIGUEL DE GUZMÁN OZÁMIZ, op. cit., pág. 107.
9
Esta prueba, de ciento treinta páginas, únicamente la pueden seguir una cantidad de
matemáticos que se cuentan con los dedos de una mano o a lo sumo de dos.
10
Op. cit., pág. 108.
4
Por último, señalan Daniel Gil y Miguel de Guzmán:
“La historia debería ser un potente auxiliar para objetivos tales como:
11
Op. cit., pág. 110.
5
Las palabras y el pensamiento
“[…] no se puede observar sin utilizar un lenguaje, sea verbal, sea mental. Y la
lengua ya es un modo cultural de estructurar una visión, […]. Una descripción en
una lengua no producirá el mismo efecto que en otra. Estamos, pues,
irremediablemente atrapados en el leguaje, que existe desde antes que nosotros
y existirá después que nosotros. Así que los científicos no son individuos que
observen el universo a partir de cero; son los participantes de un universo
cultural y lingüístico en el que se insertan con sus proyectos individuales y
colectivos.”13
12
A. PALACIOS, P. BARCIA, J. CLEMENTE, J. BOLZÁN, E. ANDERSON IMBERT. La matemagia del
laberinto. Hacia la integración del saber. Argentina: Serie Eureka, 1997, pág. 11.
13
GÉRARD FOUREZ. La construcción del conocimiento científico. Madrid: Narcea, 1994, pág. 28.
14
JOSÉ ITZIGSOHN, prólogo al libro de L. S. VYGOTSKY, Pensamiento y lenguaje. Argentina:
Lautaro, 1964, pág. 11.
6
que la educación debe propender a potenciar la palabra en el alumno15: la
pobreza en el lenguaje implica pobreza en la explicitación del pensamiento, que
es como decir en el propio pensamiento, puesto que, éste es y toma forma
cuando se concibe en palabras. “La relación entre pensamiento y palabra es un
proceso viviente; el pensamiento nace a través de las palabras. Una palabra sin
pensamiento es una cosa muerta, y un pensamiento desprovisto de palabra
permanece en la sombra.”16
15
El alumno debe poder comunicar la matemática, indica los Estándares curriculares y de
evaluación para la educación matemática de la NCTM.
16
LEV S. VYGOTSKY. Pensamiento y lenguaje. Argentina: Lautaro, 1964, pág. 164.
17
Op. cit., pág. 156.
18
Aunque como dice Saramago: “Los lenguajes son conservadores, van siempre con los
archivos a cuestas y detestan las actualizaciones.” (JOSÉ SARAMAGO. Ensayo sobre la lucidez.
Argentina: Alfaguara, 2004, pág.337.)
19
LEV S. VYGOTSKY, op. cit., pág. 165.
7
Enseñar desde la complejidad
“Está bien distinguir estas materias [la historia, la geografía, la física, etc.] pero
no hay que establecer separaciones absolutas […] Nuestro pensamiento es
disyuntivo y, además, reductor: buscamos la explicación de un todo a través de
la constitución de sus partes. Queremos eliminar el problema de la complejidad.
20
EDGAR MORIN. La cabeza bien puesta. Repensar la reforma. Reformar el pensamiento.
Buenos Aires: Nueva visión, 1999, pág. 64.
21
Op. cit., pág. 45.
22
Op. cit., pág. 82.
23
DANIEL GIL PÉREZ, MIGUEL DE GUZMÁN OZÁMIZ, op.cit., pág. 107.
8
Este es un obstáculo profundo, pues obedece al arraigamiento de una forma de
pensamiento que se impone en nuestra mente desde la infancia, que se
desarrolla en la escuela, en la universidad y se incrusta en la especialización
24
[…]”
24
DORA SCHNITMAN. Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Buenos Aires: Paidos, 1998,
pág. 423.
25
EDGAR MORIN, op. cit., pág. 26.
26
Op. Cit., pág. 27. Cursiva en el original.
27
DANIEL GIL PÉREZ, MIGUEL DE GUZMÁN OZÁMIZ, op. cit., pág. 108.
9
UNA PROPUESTA DE CLASE
A continuación presento un texto de Denis Guedj al que titulé Breve historia del
cero, con el que he trabajado en primer año de ciclo básico durante el abordaje
de los temas: Número natural y Sistemas de numeración.
En primer lugar se les pidió a los estudiantes que lo leyeran para la clase
siguiente, subrayaran lo que les resultaba más importante y buscaran en el
diccionario las palabras que desconocían, para más adelante pedirles la
construcción de un quipu, con el fin de observar la concepción que tenían
acerca del número cero y, poder entonces, reflexionar al respecto junto a ellos.
1 1
10
Cuando quitó las barras de separación, ¡fue tremendo!
11
1 1
Con las muletas fuera, el número había menguado. ¡”Mil uno” se había
convertido en “once”!
Alguien -¿quién?-, un día, tuvo la idea de crear un signo particular para dar a
entender que la columna estaba desocupada: un redondel pequeño. Ruche lo
escribió en las dos columnas vacías de en medio:
1 0 0 1
1001
1 0 0 1
¡Y los números, sin muletas, pudieron mantenerse en pie por sí mismos! Sintió
una gran envidia.
Ruche se sorprendió, en el curso de su periplo, al saber que, trescientos años
antes de nuestra era, ya existía en Babilonia una cifra cero. El cero babilonio
fue el primer cero de la historia. Los astrónomos mayas más tarde inventaron
un cero-cifra representado por un óvalo horizontal que simulaba [...] un caracol.
Habría que esperar al siglo VI de nuestra era para que los hombres inventaran
el cero “completo”, que era una cifra y también un número, es decir, un ente
susceptible de ser actor en una operación. Ésa fue la gran invención de los
indios, la del número nulo. Shunya, definido como el resultado de la sustracción
de un entero por sí mismo:
0=n–n
[...]
Impotente en la suma: n + 0 = n.
11
Todopoderoso en la multiplicación: n x 0 = 0.
En este tipo de actividades, los alumnos de este curso (primer año del C.B.)
muestran dificultad para expresar lo que leyeron, tratando de decirlo de
memoria29 luego de haber releído lo que tenían subrayado. La mayoría no
puede expresar adecuadamente sus ideas. Los primeros textos, de principio de
año, aparecían subrayados casi en su totalidad, lo que habla de una gran
dificultad para jerarquizar. A medida que el año avanza y se insiste en estas
actividades (junto con las realizadas en otras asignaturas, orientadas en este
sentido) los alumnos van evolucionando.
Luego de comentado el texto, siempre que sea interesante hacerlo, se puede
realizar una línea de tiempo, que en matemática es posible identificar con un
eje de abscisas (con el que se puede trabajar en este curso ubicando los
números naturales), lo cual facilita luego el trabajo en historia. También se
puede realizar en el pizarrón un esquema, de este modo el alumno va
incorporando estrategias para estudiar que desconoce.
El quipu (palabra quechua que significa nudo), es un sistema de numeración
que utilizaban los Incas para realizar recuentos en los censos que se llevaban a
cabo anualmente, distinguiendo a las personas por sexo, por edad, etc. En una
trenza matriz que ponían horizontalmente, colgaban otras de menor grosor en
las que indicaban los distintos recuentos haciendo nudos. Los nudos más
alejados de la trenza matriz representaban las unidades, más arriba, separadas
por un espacio, iban la decenas, luego las centenas, etc. Para diferenciar un
recuento de otro, cambiaban el color de la lana, o colgaban palitos u otros
objetos.
Luego de comentarles brevemente a los alumnos qué era un quipu, les propuse
que construyeran uno como tarea domiciliaria, en donde debían realizar el
recuento de por lo menos tres objetos; con la condición de que, en por lo
menos uno de esos recuentos, apareciera el cero. Yo no les había dicho el
modo en que los Incas lo indicaban. Mi interés sobre todo, con esta actividad,
era observar, después de haber leído el texto, cómo se ingeniaban para
realizar una representación del cero.
Las respuestas fueron de dos tipos. Unos dejaban un espacio para indicar la
ausencia, ya sea de unidades, decenas, etc. Otros, en cambio, optaron por
crear un signo especial para el cero: algunos realizaron un nudo más grande,
otros pusieron un palito o una cuenta, para distinguir ese dígito de los demás.
Una alumna, que había representado el cero mediante un palito, expresó que
28
DENIS GUEDJ. El teorema del loro. Novela para aprender matemáticas. Barcelona: Anagrama,
2000, pág. 286.
29
Quiero dejar en claro que no estoy desmereciendo el papel de la memoria, ya que ha sufrido
un gran desprestigio. Según mi punto de vista, la memoria es importante y debe ser ejercitada.
12
ella no había dejado un espacio porque consideraba, que de hacerlo, no se
distinguiría el 60 del 600.
Es así, entonces, que algunos alumnos representaron al cero como ausencia.
Esta, según aparece en el texto, es la visión más primitiva, aunque los alumnos
de distintos cursos siguen manteniendo: Profesor- ¿Cuánto es 15 - 15?,
Alumno- Nada. Otros, en cambio, buscaron un representación “positiva”,
asignándoles un símbolo. En vez de decir, en palabras de Denis Guedj, aquí no
hay nada dicen aquí hay cero.
La discusión de las diferentes posibilidades presentadas por los estudiantes,
junto a la relectura del texto, nos condujeron a una reflexión sobre la
importancia de la creación de un símbolo para el cero y de la ventaja de un
sistema de numeración posicional como el nuestro.
13
CONSIDERACIONES FINALES
30
EDGAR MORIN, op. cit., pág. 35
14
BIBLIOGRAFÍA
15