Pronunciamiento de Ejidos y Baldios
Pronunciamiento de Ejidos y Baldios
Pronunciamiento de Ejidos y Baldios
Tierras Baldías:
El 13 de noviembre de 2001 se promulgó la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario,
en cuyo artículo 99 se dispuso, que a partir de esa fecha: Las tierras propiedad de
la República, los Estados, los Municipios y demás entidades, órganos y entes de
la Administración Pública descentralizados funcionalmente, conservan y serán
siempre del dominio público e igualmente, conservan y mantendrán siempre su
carácter de imprescriptibles. Esta norma, sin duda, constituye una novedad en el
ordenamiento jurídico venezolano, pues a partir de la entrada en vigencia de la
Ley (2001) se produjo un cambio radical en el régimen jurídico de los bienes
inmuebles patrimoniales del Estado, es decir de las personas jurídicas estatales
(de la República, los Estados, los Municipios y las entidades estatales
descentralizadas funcionalmente).
Desde los tiempos de la colonia, los bienes que pertenecía a la Corona como
bienes realengos eran esencial enajenables y prescriptibles, y ese régimen pasó a
la época republicana, cuando se dictaron las primeras leyes en la materia desde
1821, y luego cuando se sancionó la primera regulación propiamente venezolana
en materia de tierras baldías, contenida en la Ley de Tierras Baldías de 1848. Con
esta ley, puede decirse que se regularizó la situación de los baldíos, reconociendo
el derecho de aquellos particulares que ejercían la posesión de los mismos y que
podían alegar respecto de ellos la usucapión, mediante la cual podían convertirse
en propietarios legítimos de las tierras. La ley de 1848 otorgó un lapso a los
ocupantes y poseedores para hacer valer sus derechos, y estableció que vencido
dichos lapsos sin que se ejercieran los derechos que ella otorgaba, los terrenos se
considerarían propiedad de la República. La Ley de 1848, por otra parte,
estableció el régimen de enajenabilidad de los baldíos, al regular la forma de
adquirir la propiedad de los mismos por particulares, circunscrita a actos formales
del Estado de otorgamiento de títulos o venta. La ley no hizo referencia expresa y
tampoco excluyó expresamente la posibilidad de adquisición por prescripción de
baldíos. Si bien de esta ausencia de regulación podía interpretar que no cabía la
usucapión de baldíos30, sin embargo, la posibilidad de la adquisición de las tierras
baldíos por prescripción se estableció expresamente en el Código Civil de 1867.
En las leyes posteriores de 1882, 1894, 1896 y 1900 continuó regulándose la
posibilidad de enajenación de baldíos a los particulares, y asimismo, continuó sin
regularse en la Ley de tierras baldías la posibilidad de prescriptibilidad de los
baldíos. Las leyes sin embargo si regularon la forma cómo los poseedores de
buena fe podían adquirir la propiedad de las tierras baldías, y cómo a los
poseedores con justo título debía ratificárseles la propiedad por documento
registrado. En esta forma se reconocieron los derechos de los poseedores a
obtener del Estado los títulos respectivos o a que el Estado les reconociera la
propiedad. La imprescriptibilidad expresa de las tierras baldíos, en realidad, sólo
fue establecida en general en la Ley de 1904, al preverse las formas precisas y
especiales de adquirirse la propiedad de los baldíos, con exclusión de cualquier
otra, incluso de la usucapión. En esa Ley, sin embargo, se reconocieron las
adquisiciones de baldíos efectuadas con anterioridad por particulares,
reconocimiento que sólo se refirió a las adquisiciones legítimas, es decir, hechas
conforme a la ley; las cuales no procedían respecto de baldíos inalienables, como
los playeros. Puede decirse entonces, en forma indubitable, que sólo fue durante
cinco años en el período 1904 a 1909, que la legislación especial declaró la
inprescrptibilidad de las tierras baldías. Con excepción de esa declaratoria
general, desde 1865 sólo se estableció la inalienabilidad de los baldíos playeros y
luego de los baldíos insulares, lo que conllevaba a su imprescripctibilidad. La ley
de 1909, tal como se señaló, además de regular ampliamente la posibilidad de la
adquisición de baldíos por venta o adjudicación, en cambio, reconoció
expresamente la posibilidad de adquirir la propiedad de los baldíos por
prescripción, y además, eliminó el régimen de la inalienabilidad de los baldíos
playeros, lo que se restableció posteriormente, en 1913. El régimen de la Ley de
1909 se recogió básicamente en las leyes posteriores, incluyendo la de 1936, en
la cual, además, se reguló a los ejidos; régimen que se completó con las
regulaciones de la Ley Orgánica de Hacienda a partir de 1918, en la que se
admitió la posibilidad de adquisición por prescripción de los bienes patrimoniales
del Estado, incluyendo los baldíos. 54 Por tanto, las tierras baldías, con la sola
excepción de los baldíos playeros, de los situados en islas y otros específicos
vinculados al tema de los recursos naturales forestales y de aguas que desde el
Siglo XIX fueron declarados inalienables, puede decirse que siempre han podido
ser enajenadas por el Estado de acuerdo con las previsiones establecidas, tanto
en la legislación especial sobre las mismas, como en los Códigos Civiles y las
leyes de hacienda pública (bienes nacionales). Es decir, desde siempre, desde la
época colonial y en particular, desde la primera regulación legal en la materia de
Venezuela de 1848 en adelante hasta 1960 (Ley de Reforma Agraria), las tierras
baldías pudieron ser enajenadas a particulares y adquiridas en propiedad por
estos, por lo que el origen de la tradición legal de la propiedad privada de tierras
rurales en Venezuela puede legalmente fijarse en cualquier año hasta 1960. A
partir de esa fecha, como se dijo, Ley de Reforma Agraria estableció que no
podían enajenarse, gravarse ni arrendarse las tierras afectadas a la reforma
agraria, entre las cuales estaban las tierras baldías; limitación que, sin embargo,
no fue absoluta, pues quedaba a salvo el “que el Ejecutivo Nacional lo [autorizase]
por ser necesarias para otros fines de utilidad pública o social” (art. 15). En
consecuencia, hasta 1960 las tierras baldías (con las excepciones mencionadas
de baldíos playeros, insulares y otros) podían ser enajenadas por el Estado y
adquiridas por los particulares, por lo que el origen de la propiedad rural y de la
titulación podría ser cualquier año antes de 1960. En cuanto a la posibilidad de
adquisición por prescripción de tierras baldías, a pesar de su no regulación
expresa en la Ley de 1848 y de las interpretaciones que ello podía originar, dicha
posibilidad se estableció en las regulaciones del Código Civil desde 1867 y en las
regulaciones de la ley Orgánica de Hacienda desde 1918, respecto de los bienes
patrimoniales del Estado, y luego, expresamente, a partir de la Ley de Tierras
Baldías de 1909. Sólo fue durante la vigencia de la Ley de 55 Tierras Baldías de
1904 (1904-1909) que en la legislación venezolana se estableció la
imprescriptibilidad de baldíos. Por tanto, la exigencia que el Instituto Nacional de
Tierras ha venido haciendo a los propietarios de fincas rurales sobre la necesidad
de presentación de una tradición legal de la propiedad desde antes de 1848, no
tiene asidero jurídico alguno. Esa exigencia parecería derivarse de la incorrecta
asunción de que las tierras baldías supuestamente habrían sido siempre bienes
inalienables e imprescriptibles (es decir, materialmente del dominio público) desde
esa fecha de 1848, lo cual no es cierto. No existe en el ordenamiento jurídico
venezolano, presunción legal (art. 1.395 C.C.) alguna que establezca que todas
las tierras rurales serían baldías, siempre que no se demuestre una tradición legal
de la propiedad privada desde de antes de 1848. En realidad, la presunción legal
que existe en el ordenamiento civil venezolano es que se presume propietario de
un inmueble a quien tenga título de propiedad registrado sobre el mismo (el título
suficiente a que se refiere la Ley de Tierras), y quien pretenda derechos sobre el
mismo, incluyendo el Estado, debe demandar su reivindicación probando la
propiedad.
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Henry Luis Hernández Alvarado Carmen María
Gutiérrez Acosta
Jefe Oficina Registro Agrario
Providencia Administrativa INTi N° 225 de fecha 18 de Agosto 2021
Abogado Sustanciador