Capitalismo Moderno
Capitalismo Moderno
Capitalismo Moderno
MODERNO
Y
REVOLUCION
Segunda Edición
2021
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INDICE
Introducción
Primera parte
Capitalismo, socialismo y comunismo. El materialismo y la dialéctica hegeliana.
CAPITULO I
Estado actual del socialismo y de la revolución socialista internacional.
CAPITULO II
La Lógica de Hegel.
CAPITULO III
La aplicación por Marx y Engels de la dialéctica hegeliana.
CAPITULO IV
La dialéctica del régimen capitalista después de la Comuna de París.
CAPITULO V
Esquema de la dialéctica del ser y la esencia del régimen capitalista.
NOTA CRITICA
El estalinismo
SEGUNDA PARTE
El nacimiento de la teoría revolucionaria
CAPITULO I
Antecedentes de la teoría revolucionaria.
1. Antecedentes Filosóficos.
El materialismo.
El materialismo mecanicista.
El materialismo inglés.
El materialismo francés.
El socialismo crítico-utópico.
La historia política
El idealismo.
La filosofía hegeliana
Primera posición crítica
Segunda posición crítica
Tercera posición crítica
Cuarta posición crítica
Feuerbach.
2. La Economía Política.
CAPITULO II
Los primeros planteamientos.
1. “En torno a la crítica de la Filosofía del derecho”, (Introducción)
2. Sobre la Cuestión Judía.
3. La ideología alemana
4. Crítica de la economía política
5. La Sagrada Familia (Capítulo IV, apartado 4, Glosa Marginal Crítica No. 2)
CAPITULO III
Los primeros planteamientos (continuación)
Los manuscritos económico-filosóficos de 1844.
A. Introducción.
B. Primer manuscrito
C. Segundo Manuscrito
D. Tercer Manuscrito
E. Estructura de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844
CAPÍTULO IV
NOTAS SOBRE EL CONCEPTO DE ESENCIA NATURAL DEL SER HUMANO.
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A. Base biológica del trabajo.
B. Base social del trabajo.
C. El proceso del trabajo
D. Desarrollo histórico del trabajo y de sus condiciones de existencia
E. La esencia natural del ser humano en la sociedad capitalista
1. Base material
2. Base social
3. Proceso de trabajo
4. Base biológica del trabajo en la sociedad capitalista.
5. La industria moderna y la esencia natural humana
F. El comunismo y la esencia natural del ser humano
G. El socialismo y la esencia natural del ser humano
CAPITULO V
La anulación, degeneración y descomposición de los procesos psíquicos en el
régimen de producción capitalista.
Notas para una crítica de la teoría de Freud.
Esquema del psicoanálisis
Critica de la teoría de Freud
TERCERA PARTE
El desenvolvimiento del capitalismo internacional y la evolución
de la teoría y el movimiento revolucionarios
Sección Primera
Dialéctica del régimen de producción capitalista.
Capítulo I
Etapa de la constitución del ser del régimen capitalista.
Capítulo II
Etapa del desenvolvimiento de la primera fase del régimen capitalista
A) Época del capitalismo de libre cambio (1789-1872)
B) Época del capitalismo monopolista
1. Desarrollo de los elementos constitutivos del régimen capitalista.
2. Desarrollo ascendente de los elementos negatorios del régimen capitalista que son ya elementos
formales de su esencia negativa.
3. Anulación de la teoría y el movimiento revolucionarios por la burguesía internacional. Surgimiento del
revisionismo y del oportunismo.
4. Fase de mutua complementación de los contrarios.
5. Resurgimiento de la teoría y el movimiento revolucionarios. Se produce la forma de la esencia negativa
del capitalismo.
Primera revolución socialista.
6. El sistema de países capitalistas y el sistema socialista
7. El derrumbe del “socialismo realmente existente”
Capítulo III
Etapa de desenvolvimiento de la segunda fase de la esencia positiva
del régimen de producción capitalista
Establecimiento de la “sociedad del bienestar”
Nacimiento del capitalismo de consumo
La sociedad de consumo y el individuo
El capitalismo de consumo y la esclavitud asalariada
El capitalismo de consumo y la explotación del trabajador
El capitalismo de consumo y la producción de mercancías
La “sociedad del bienestar” y la sociedad de consumo
La revolución tecnológica en el capitalismo de consumo
La maquinización de la producción en la sociedad de consumo
La cibernética
La informática
La comunicación
Las redes como sistemas de maquinaria
La sociedad de consumo y la ciencia y la tecnología
La acumulación de capital en la sociedad de consumo
La nueva división internacional del trabajo.
Sección Segunda
Surgimiento del neo-revisionismo
4
Naturaleza del capitalismo contemporáneo según el neo-revisionismo
La coexistencia pacífica.
La emulación económica.
Acerca del colonialismo.
La revisión del concepto del socialismo.
El socialismo "humanista"
Otras versiones del revisionismo moderno.
a) El revisionismo Albanés.
b) El revisionismo chino.
c) El revisionismo cubano.
d) El revisionismo de derecha pequeño burgués.
Anexo 1 Naturaleza del capitalismo moderno
Anexo 2 La revolución proletaria en América y el mundo.
Bibliografía
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INTRODUCCION
Los países de Europa oriental vivieron, a partir de 1989, una acelerada transformación:
los gobiernos llamados socialistas o comunistas que en ellos existían fueron derrocados y en su
lugar se establecieron regímenes que se dedicaron abiertamente a la conformación de una
estructura económica capitalista.
Aunque se presentaba como una floración intempestiva, la vuelta al modelo capitalista de
los países de Europa oriental era el resultado de un largo proceso histórico.
En la Rusia soviética, el socialismo ahí instaurado desde 1917 alcanzó el punto
superior de su existencia durante la década de los años cincuenta: la producción era casi en
su totalidad colectiva, la economía, sujeta a una dirección centralizada mediante un plan
único, crecía aceleradamente con base en una pujante industria pesada y el trabajo era un
deber moral que tenía por objeto la satisfacción de las necesidades de la colectividad.
El socialismo se extendió a todos los países que habían quedado bajo la tutela de
Rusia cuando ésta los liberó de las garras del fascismo. Se formó así un sistema de países
socialistas.
Desde esa alta cima, el socialismo (que correspondía a grandes rasgos al concepto
marxista de esta formación económico-social, aunque, como veremos después, sólo en su
aspecto formal) inicia su ineluctable declinación.
La economía y la sociedad soviéticas, ante el empuje de una fuerza incontenible que el
mismo socialismo había creado, empezaron a sufrir cambios significativos. El socialismo se
había instituido con el propósito de satisfacer las necesidades individuales de los trabajadores,
por lo que se mantuvo vivo en la sociedad socialista el interés individual como el fin último del
desarrollo; este interés fue el elemento disolvente del régimen socialista. Aunque en el socialismo
soviético se había abolido la propiedad privada sobre los medios e instrumentos de producción,
sin embargo, quedó intangible la propiedad privada del obrero sobre sí mismo.
El propio desenvolvimiento venturoso del socialismo dio lugar al nacimiento de un grupo
social, procedente de la clase de los trabajadores y que incluía a los dirigentes del Partido y a los
técnicos y científicos, que era de hecho el conductor de la economía y de los procesos sociales;
por contrapartida, la gran masa de los obreros quedó confinada al trabajo físico y al trabajo
mental más simple y rutinario. Se conformaron de tal suerte dos grupos antagónicos: una
burocracia que comprendía a los cuadros superiores del Partido y los técnicos y científicos de
procedencia obrera y una numerosa clase trabajadora que estaba excluida de la dirección del
proceso productivo.
La burocracia naciente intentó de inmediato convertir la administración de la
economía en la propiedad sobre los medios e instrumentos de producción; la cruenta lucha
de Stalin tuvo como razón última de ser la defensa de la propiedad colectiva de los primeros
embates de la burocracia obrera.
Para la década del 60, la burocracia soviética era ya de facto propietaria de los medios e
instrumentos de producción y había organizado la descentralización de las empresas, la
propiedad por grupos y la autogestión e introducido de una manera muy amplia las relaciones
mercantiles y el estímulo material. La propiedad colectiva y la planificación centralizada fueron
definitivamente sustituidas por nuevas formas de propiedad y dirección de la economía.
La clase obrera soviética, por su parte, quedó sujeta a la explotación de esa nueva
clase dominante surgida de su seno. La relación entre la burocracia y la clase obrera
soviética era simple y llanamente la del trabajo asalariado: aquella se nutría del trabajo
excedente extraído a ésta.
La nueva forma de organización económica que se implantó en la URSS tendía
ardorosamente hacia la restauración plena del capitalismo; sin embargo, como la base del poder
de la burocracia era precisamente esa forma específica de organización económico-política en la
que no había un retorno definitivo a la propiedad privada sino sólo un estado de transición hacia
ésta desde la propiedad colectiva, entonces la clase poseedora refrenaba por todos los medios a
su alcance la fuerza que movía al régimen soviético hacia el capitalismo pleno.
Dos tendencias contradictorias se instalaron dentro de la clase dominante soviética:
una, que cuidaba del mantenimiento del estado de cosas existente, si acaso introduciendo
en él modificaciones graduales, y otra que procuraba el apresuramiento de las medidas
liberalizadoras para llevar rápidamente el régimen soviético hacia el capitalismo, aunque
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esta última ocultaba sus verdaderas intenciones escudándose en un supuesto socialismo
democrático y humanista, en el que quería transformar al “socialismo estalinista gris y
opresor”. Estas dos fuerzas fueron las que, asentadas sobre los firmes cimientos de la
explotación de trabajo asalariado, determinaron por décadas la dialéctica del desarrollo del
régimen soviético.
Advirtamos que un sector de la clase gobernante soviética defendía algo que ni por asomo
era el socialismo; se trataba, como hemos visto, de una degeneración de ese régimen social que
había adquirido una forma sui géneris del capitalismo y que tenía un soporte en la explotación
de los obreros soviéticos y la acumulación de capital. El otro sector –que escondía sus apetitos
tras la propuesta de la humanización del socialismo mediante la exaltación del individuo, lo que
a fin de cuentas es el verdadero fundamento del régimen burgués- era el abanderado de la
rápida implantación del capitalismo del tipo existente en el mundo occidental.
Los demás países pertenecientes al campo soviético también vivieron el cambio del
socialismo a un capitalismo embozado. Las relaciones entre ellos y Moscú pasaron de la
cooperación y la ayuda mutua a la explotación y la dominación por el oso imperialista.
En los países que giraban en torno a la Unión Soviética se formaron igualmente dos
corrientes dentro de la clase imperante, pero aquí la disidencia tuvo manifestaciones más
radicales que la acercaron peligrosamente a la completa restauración capitalista y se
enriqueció con la inclusión en sus filas de artistas, escritores, filósofos, etcétera que dieron
a su lucha una aureola de poesía y romanticismo. En otros casos, la oposición incorporaba
a sí a la misma clase obrera.
Lo sucedido en Yugoslavia, Hungría, Checoslovaquia y Polonia fue ejemplo de la
potencialidad tan grande de esa tendencia y de la reacción airada del centro del imperio
para evitar su desmembramiento. Más de un intento de las fuerzas reclamantes de
enseñorearse de esos países, volverlos al capitalismo típico y desintegrar el sistema del que
eran parte fueron brutalmente reprimidos por el ejército ruso.
A mediados de los ochenta, Gorbachov se puso a la cabeza de los contestatarios al iniciar
desde el gobierno la fase de regreso definitivo de la economía y la sociedad soviéticas al
capitalismo.
Como era de esperarse, tal decisión dio un gran impulso a la corriente antagónica en
los otros países del sistema. Todo el año de 1989 está lleno de movimientos políticos en la
mayoría de los países del este europeo que confluyen en la deposición de los gobiernos
denominados comunistas y en el acceso al poder de los líderes discrepantes, quienes de
inmediato se dan a la tarea de poner en obra sus reivindicaciones más sentidas, cuyo eje
rector lo es la restauración de la propiedad privada capitalista. La insurrección de las
fuerzas contradictoras en las naciones sojuzgadas por Moscú, a su vez alentó a los
impugnadores del régimen en el interior de la propia Unión Soviética, quienes arrebataron el
poder a Gorbachov y se lo entregaron a Boris Yeltsin. La antigua URSS se desintegró y en su
lugar surgió una Mancomunidad de Naciones que, sin obstáculo al frente, entraron por una
ancha calzada al proceso de plena restauración capitalista.
Debemos dejar bien establecido que las transformaciones habidas en los países
nombrados socialistas no tienen como contenido la derrota del socialismo, porque éste
había dejado de existir en esas naciones desde finales de los años 50; se trataba únicamente
del hundimiento de una forma específica del capitalismo que se denominaba a sí mismo
socialismo y comunismo y como tal pasaba a los ojos del mundo. De igual manera, lo que
reemplazó al capitalismo especial existente en Europa oriental no fue ningún “socialismo
democrático” ni algún híbrido colocado entre los dos sistemas, sino el capitalismo típico del
mundo occidental.
Esta situación fue interpretada de varias maneras. La izquierda del mundo
occidental, poseída de una cándida estulticia, saludó entusiastamente estos
acontecimientos, pues los consideró como la entrada de lleno de esos países a lo que ella
llamaba “socialismo humanista”. Por fin, aquel socialismo triste y despótico iba a adquirir
un rostro humano.
Por una explicable inversión ideológica, la izquierda veía en el capitalismo específico
existente en los países de Europa oriental un régimen verdaderamente socialista, aunque
gravado con una herencia estalinista que no le permitía pasar a una forma superior, más
democrática; en la disidencia, avanzada del capitalismo occidental, encontraba los paladines
de la democracia socialista, del socialismo humanista (utopía ésta a la que aspiraban por
igual, en las décadas pasadas, la pequeña burguesía de los países capitalistas y la oposición
de las naciones antiguamente socialistas antes de volverse descaradamente pro-capitalista y
que excluía tanto a la gran burguesía como a la burocracia obrera y preconizaba el reinado
7
del individuo como tal).
Muy pronto, sin embargo, su voz tuvo que enmudecer ante una realidad abrumadora:
por lo que los sublevados bramaban como ciervos sedientos era por la propiedad privada
capitalista.
Otra corriente de pensamiento echó también las campanas al vuelo, aunque por un
motivo diferente. Partiendo del mismo supuesto que la izquierda, es decir, de la reputación del
capitalismo encubierto existente en Europa oriental como una forma determinada del
socialismo, pero a la vez comprendiendo exactamente la naturaleza pro-capitalista de los grupos
que encabezaron la rebelión, arribaron al convencimiento de que el derrumbe de los regímenes
“comunistas” o “socialistas” era la prueba palpable del fracaso del socialismo marxista y
estimaron confirmado su viejo prejuicio del carácter antihumano de este sistema social. La
naturaleza humana, vulnerada por la dictadura socialista, dijeron, se ha sublevado por fin
para demandar a la historia que corrija su terrible desviación y le reintegre los atributos que
le ha expoliado, sobre todo su valiosa libertad individual. El capitalismo clásico, sazonado
con algunos rasgos humanistas, es el que se acomoda perfectamente a la naturaleza del
hombre. Para ellos no quedaba duda alguna de la historia había decretado la muerte del
socialismo.
A pesar de todo, los principios del socialismo marxista tienen ahora mayor actualidad que
nunca. Lo que ha concluido su ciclo vital es esa grotesca deformación, a fin de cuentas, una
variedad de la ideología burguesa, que los teóricos de Europa oriental hicieron pasar
impunemente, por muchos años, como el socialismo marxista.
Desde sus escritos de juventud, Marx definió con una precisión meridiana la esencia
del régimen de producción capitalista.
En su trabajo En torno a la crítica de la filosofía del derecho 1, escrito en 1844, Marx
sostiene ya que en la clase de los proletarios del régimen capitalista se da la pérdida total del
hombre, es decir, la negación absoluta de su naturaleza humana, y en ellos mismos debe
surgir la necesidad de su recuperación mediante la actividad práctica revolucionaria. En un
famoso texto posterior, en La Sagrada Familia2 , Marx determinó lo que es la esencia del
régimen de producción capitalista: la aniquilación de la naturaleza humana en el
proletariado moderno y lo que debe ser, conforme a la dialéctica del fenómeno, el resultado
del movimiento revolucionario: la recuperación, a través de la lucha de los trabajadores, de
esa naturaleza perdida. En los Manuscritos económicos-filosóficos de 18443 , que constituyen
el guión de una obra que jamás fue escrita definitivamente, Marx manifiesta que en la
relación trabajo asalariado y capital el trabajador es un ser espiritual y físicamente
deshumanizado; el capital es la forma enajenada que adopta la naturaleza humana del
trabajador; el trabajo engendra al capital como su naturaleza enajenada y el capital produce
al trabajador como un ser despojado de su naturaleza humana. Esta mutua implicación
tiene un desenlace conforme a lo siguiente: la separación entre el trabajo y la naturaleza
humana llega al punto en que ésta ha sido arruinada por completo y convertida
absolutamente en su contrario; es aquí en donde ambos polos se exigen acuciantemente y
no pueden continuar existiendo sin lograr su unión. Marx obtiene la conclusión de que la
contradicción trabajo asalariado-capital debe resolverse, de acuerdo con las premisas
establecidas, mediante la superación de la enajenación del trabajo a través de la
reapropiación de su naturaleza humana por el trabajador. Esta desenajenación del trabajo
es el contenido del socialismo y del comunismo.
En El Capital4 , su obra clásica de madurez, Marx desentraña las formas que adopta
el trabajo en la sociedad capitalista y su relación con la naturaleza del hombre. La
producción de plusvalía absoluta y relativa, la maquinización e intensificación del trabajo,
etcétera conducen a la culminación de la deshumanización del trabajador iniciada desde la
época de la disolución de la comunidad primitiva. El capital desposee al obrero de todas sus
capacidades humanas y se las apropia para sí; el ser humano así disociado de su naturaleza
1
Marx, Carlos, En torno a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, 1844, París. Contenido en: Carlos
Marx, Federico Engels, “La Sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la época”, traducción del alemán
por Wenceslao Roces, segunda edición, Editorial Grijalbo, S. A., 1967, México, D. F., pp. 3-15
2
Marx, Carlos, Federico, Engels, La sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la época, traducción
del alemán por Wenceslao Roces, segunda edición, Editorial Grijalbo, S. A., 1967, México, D. F., pp.
100-102
3
Marx, Carlos, Manuscritos económico-filosóficos de 1844, Ediciones de Cultura Popular, S.A., 1977, México,
D.F.
4
Marx, Carlos, El capital, Crítica de la Economía Política, 3 tomos, Versión del alemán por Wenceslao
Roces, Fondo de Cultura Económica, tercera edición, México-Buenos Aires, 1964.
8
esencial queda sujeto a un movimiento en el cual todos sus procesos orgánicos, todos sus
órganos y funciones entran en una pendiente de desgaste, descomposición, atrofia y
degeneración que tiene como resultado la devastación de las características biológicas de la
especie.
En el consumo masivo, resultado y condición de existencia del capital en su etapa
superior, el trabajador, llevado de la mano por el capital, se prostituye a sí mismo y pone en
sobre tensión sus órganos y procesos orgánicos para desarrollar un cúmulo de necesidades
individuales exacerbadas y obtener una satisfacción magnificada de ellas bajo la égida del
principio del placer. Se completa así la deshumanización del trabajador.
Lo que existe actualmente en el mundo occidental y lo que se estableció en los países
de Europa oriental a la caída del “socialismo real”, es el capitalismo, que entró así en una
fase de desarrollo desbocado una vez que fue removido el obstáculo que representaba la
forma primitiva del capitalismo existente en las naciones del bloque soviético. De lo que se
sigue que el proceso de deshumanización de la especie, sufrido en primer lugar por su nervio
vital que es la clase de los trabajadores, continuará en ascenso de una manera acelerada.
La situación que está viviendo la clase obrera moderna corresponde fielmente a
aquella que Marx consideraba, desde sus primeros escritos, como la premisa de la
revolución.
La historia, esa vieja calladamente hacendosa, ha querido hacer las cosas
cuidadosamente; decidió llevar hasta sus últimas consecuencias la deshumanización de los
trabajadores para después colocarlos frente a esa caricatura de sí mismos en que han
quedado convertidos a través de la explotación directa del capital y de la exaltación de sus
necesidades individuales; reconociéndose como la encarnación de una monstruosa
degeneración de la especie humana, deberán tomar conciencia de la necesidad de subvertir
el orden actual y establecer, ahora sí definitivamente, el socialismo y el comunismo, en
donde primero se recuperará la naturaleza humana del hombre y luego se dará libre curso a
sus enormes potencialidades.
El destino de la revolución que el proletariado actual se verá obligado a realizar es el
establecimiento del socialismo y su posterior evolución hacia el comunismo, tal y como
Marx y Engels lo previeron en sus elaboraciones teóricas iniciales.
El comunismo es, para Marx, desde ese temprano esquema de 1844, la supresión de
la propiedad privada sobre los medios e instrumentos de producción y la del obrero sobre sí
mismo, la reapropiación de la naturaleza humana de la especie, la reivindicación de la
producción y el consumo colectivos y la abolición de las necesidades individuales como el
motor de la producción.
Así, nos dice en los “Manuscritos...”, en el comunismo, supresión positiva de la propiedad
privada,
- el hombre produce al hombre,
- el objeto es la realización directa de la individualidad del hombre y a la vez la
existencia de otro hombre, es decir, es un objeto social [colectivo]
- el carácter social [colectivo] es el carácter total del movimiento,
- el hombre crea a la sociedad y la sociedad crea al hombre,
- la actividad y el consumo son sociales [colectivos],
- la apropiación de la naturaleza es social [colectiva],
- la existencia natural del hombre se convierte en su existencia humana en la
sociedad [colectividad],
- la naturaleza se convierte en hombre en la sociedad [colectividad],
- la existencia individual es directamente actividad social [colectividad],
- la conciencia individual es directamente conciencia social [colectiva],
- la conciencia social es la forma teórica de la comunidad real
- la apropiación de la esencia natural del hombre se realiza de una manera total
a través de sus relaciones humanas con la realidad: ver, oír, olfatear, gustar, sentir,
pensar, juzgar, percibir; todas las cualidades del ser individual son órganos directamente
sociales [colectivos] que se relacionan de una manera humana con el objeto,
- se da la emancipación de todos los sentidos y cualidades humanas,
- se realiza la conversión de todos los sentidos en subjetiva y objetivamente
humanos,
- se produce la conversión para el hombre del objeto en objeto humano u hombre
objetivo al convertirse el objeto en objeto social [colectivo],
- el mundo objetivo se hace en todas partes para el hombre en sociedad [colectividad],
9
- todos los objetos se hacen para él objetivación de sí mismo, se convierte en sus
objetos,
- las fuerzas esenciales del ser humano, que están constituidas por la estructura
industrial, se volverán humanas en sociedad [colectividad]. El desarrollo de la
industria -condicionado por el desarrollo de las ciencias naturales- ha
preparado la emancipación humana, aunque directamente y en forma
preponderante les ha correspondido consumar la deshumanización.
El socialismo y el comunismo, a donde la revolución proletaria que viene ha de
arribar, deberán tener, por una necesidad histórica, las características que Marx les asigna
en los Manuscritos...; su fundamento lo será la supresión implacable de la individualidad de
los integrantes de la sociedad y la implantación de una verdadera colectividad.
La teoría marxista, de acuerdo a lo que hemos visto, tiene plena vigencia en los días que
corren; la realidad del capitalismo coincide totalmente con el concepto que de ella se ha formado
la doctrina de la revolución. Sin embargo, esta teoría ha sido por completo desplazada, desde
hace muchos años, de la base social que la debe llevar a su materialización, es decir, de la
intelectualidad pequeño burguesa y de las capas superiores del proletariado, y ha quedado
reducida a una escondida existencia en los anaqueles de las bibliotecas.
En las circunstancias descritas, la labor de los revolucionarios consiste en tratar de
explicarse teóricamente, como premisa para su acción práctica, todo el proceso que aquí
hemos señalado esquemáticamente del nacimiento del socialismo, su declinación y la
necesidad de su reaparición en una forma superior y definitiva.
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PRIMERA PARTE
11
CAPITULO I
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CAPITULO II
La Lógica de Hegel.
La esencia positiva son los dos polos que contienen cada uno a su contrario en sí mismo,
lo engendran en sí mismo, lo excluyen de sí y lo generan en el exterior como el otro polo y se
procrean a sí mismos en el otro polo a través de esa exclusión.
CUADRO NUMERO 1
LA ESENCIA POSITIVA
15
Esta esencia positiva es el basamento del ser determinado dentro de los límites de su
existencia, antes de su extinción.
La esencia positiva contiene en sí misma, en estado germinal, los elementos del otro en
que fatalmente el algo ha de convertirse.
Una vez que el algo está plenamente constituido con sus tres niveles de existencia, la
esencia despliega su carácter negativo y se inicia el desenvolvimiento de los elementos de su
otro.
La esencia es primeramente el tercer nivel de existencia del ser determinado, la
contradicción polar que determina la existencia del ser; esta esencia se niega a sí misma y es
entonces también aquella que desarrolla en sí los elementos del otro en que ha de transformarse
el algo, es la esencia negativa.
Hegel ha realizado una verdadera revolución en la teoría del conocimiento. Para la lógica y
la teoría del conocimiento anteriores a él la esencia es sólo el fundamento, la base de lo que el
ser determinado es. En lo que se transforma el algo una vez que fenece está sujeto a la
casualidad y a la arbitrariedad o a una necesidad basada en la simple regularidad de la
aparición de los fenómenos. Hegel descubre la naturaleza más profunda del cambio: el ser
determinado es él mismo y el otro que le ha de suceder; su esencia contiene en embrión los
elementos del otro en que se ha de transformar y es, con esta naturaleza dual, el fundamento de
aquel; el movimiento de la esencia consiste en el desarrollo de los componentes del otro del ser
determinado hasta concluir con su aparición en la existencia, mediante la negación de su
progenitor, como otro ser determinado específico; durante todo este período, la esencia negativa
es también fundamento del ser determinado actualmente existente. La necesidad del mundo
objetivo adquiere así un significado más hondo: el ser determinado es tal porque es en sí mismo
el otro en que ha de devenir, su ser es pasar a ser precisamente este otro ser determinado.
La relación entre el ser determinado y la esencia negativa es, antes que nada, la de forma
y esencia, en donde ésta es un mero sustrato indeterminado y extrínseco de aquel pero que está
destinado a producir el otro que ha de sustituir al ser que existe actualmente. Después, la
relación pasa a ser la que hay entre forma y materia; la materia es la esencia que no es aún
fundamento ni negación del ser determinado, sino su base indeterminada, pero que ha dejado de
ser extrínseca a él: la materia es tal por mediación de la forma, se niega a sí misma y se
convierte en su otro, en la forma; ésta es ella sólo por mediación con la materia: se niega y viene
a ser su otro, la materia. Forma y materia son el mismo ser determinado que aún no desarrolla su
esencia como fundamento y negación. Sin embargo, la materia del ser actual es la sustancia con
la que ha de constituirse el nuevo ser determinado.
La relación forma-materia pasa a la de forma-contenido. La materia deviene en contenido.
Este es la esencia positiva formada por los polos positivo y negativo, de los cuales el segundo es
el germen del otro del ser inmediato determinado. La esencia negativa está aquí sólo en estado
latente. El contenido del ser actual es el que ha de producir la forma y el contenido del nuevo
ser.
La relación entre el fundado y el fundamento, entre el ser puesto y el ser en sí y por sí es
de mutuo engendramiento y negación. El ser en sí y por sí es el otro de sí mismo del ser actual,
su destinación, lo que está destinado a ser, y su existencia es el paso constante de una a otra
forma de sí mismo. En este proceso, el ser actual cultiva los elementos de su deber ser, del otro
ser inmediato en el que debe convertirse a su perecimiento.
El paso sucesivo de una destinación a otra eleva el ser determinado a una etapa superior
de su existencia. Esa evolución es al mismo tiempo la procreación de los elementos constitutivos
de la esencia, la cual saldrá a la existencia como un ser determinado distinto. El movimiento de
la destinación conduce necesariamente a la aparición de la esencia.
El ser determinado produce en primer lugar su esencia como su fundamento de
existencia. Es la esencia positiva.
La dialéctica entre polo positivo y polo negativo de la esencia positiva (contenido del ser
determinado) da lugar a la reflexión del segundo de ellos, es decir, a la producción por el polo
negativo de la forma del otro que ha de sustituir al ser inmediato actual, pero sólo de la forma,
que en este estadio coexiste con el contenido de aquel. La esencia positiva ha dado a luz la
esencia negativa, esto es, los elementos del otro del ser determinado, pero únicamente como una
forma que conserva el mismo contenido del ser de donde proviene. La nueva forma adquirida por
el ser determinado elimina la forma precedente.
16
a) La esencia positiva se niega a sí misma y produce la forma de la esencia negativa
CUADRO NUMERO 2
Es desplazada por
FORMA
Polo Polo del ser inmediato la forma de la
Positivo Negativo actual. esencialidad
Esencia Fundado
CONTENIDO negativa.
Positiva
Determinaciones del
ser inmediato actual
CUADRO NUMERO 3
17
CUADRO NUMERO 3
b)
FORMA FUNDADO
Polo Polo del ser inmediato
(Fundamento
Esencia Positivo Negativo actual.
positivo del
Positiva CONTENIDO
CONTENIDO ser actual)
Determinacionesdeldelser
Determinaciones
ser inmediato
inmediato actual
actual como
generadoras de la forma Se engendran y se niegan
de la esencia negativa.
mutuamente.
Esencia FORMA
Negativa de la esencialidad negati-
(Sólo la va, de las determinacio-
FUNDAMENTO
forma del nes del otro hacia el que
FORMAL
ha de evolucionar pero
otro) (Fundamento ne-
conservando aún el con-
gativo del ser ac-
tenido del ser actual.
tual)
c)
FORMA
Adquieren una negativi-
Polo Polo del ser inmediato actual. Restaura la forma
dad extrema, anulan la
Esencia Positivo Negativo CONTENIDO anterior del ser
forma de la esencialidad
Positiva del ser inmediato actual inmediato actual. su
pero en una fase superior
negativa y recobran
de su existencia forma anterior.
Esencia FORMA
Negativa Anula la forma de la
(Sólo la
esencialidad negativa.
forma del
otro)
Las determinaciones del ser determinado actual en su nueva fase de existencia son otra
vez sólo la esencia positiva, el fundamento de lo que el ser es; se reanuda la relación primitiva
entre contenido y forma.
CUADRO NUMERO 4
RESTAURACION DE LA ESENCIA POSITIVA
FORMA
del ser
Polo Positivo Polo Negativo
inmediato
Esencia actual.
Positiva CONTENIDO
Determinaciones del ser
inmediato en su nueva natu-
raleza; recobran su papel de
fundamento positivo de lo que el
ser es.
CUADRO NUMERO 5.
FORMA
del ser inmediato
actual.
Polo
Esencia Positivo Polo
CONTENIDO
Positiva Negativo
Determinaciones del ser Fundado
inmediato actual en una
e) fase superior de su
existencia.
CONTENIDO
Esencia La esencia positiva Determinaciones del ser
Negativa produce posteriormente, a en sí y por sí, es decir,
(Contenido través de la reflexión de su del otro en el que el algo Fundamento
del otro) polo negativo, el contenido ha de transmutarse al Real
del otro que le seguirá. Es perecer.
el fundamento real.
19
El ser determinado inmediato tiene ahora la estructura siguiente: las determinaciones del
ser determinado actual que son el contenido de la forma correspondiente y las determinaciones
propias del ser determinado en que el existente ha de trocarse, que son un contenido distinto del
anterior y el cual se dará la nueva forma de la esencialidad negativa mediante la negación de la
anterior. Aquellas y su forma específica son lo fundado y éstas son el fundamento real que al
producir su forma característica será el fundamento integral (real y formal)
Las determinaciones del ser actual, que aquí tienen el carácter de un fundado,
comprenden desde luego las determinaciones de la esencia positiva y por lo tanto constituyen
una relación polar (polo positivo y polo negativo) que se rige por los principios señalados en la
parte correspondiente de este estudio; el resultado final de esa relación es la gestación de las
determinaciones del otro del ser actual.
Como al momento de su surgimiento las determinaciones del otro ser determinado
carecen de su carácter negativo, son idénticas a las determinaciones del ser inmediato que les
dieron vida, se continúan en ellas, y al hacerlo fijan una diferencia entre las mismas, lo que da a
lo fundado un doble contenido: unas determinaciones (polo negativo del ser actual) que son la
continuación del fundamento real y que por tanto son las determinaciones del otro en lo
fundado y otras determinaciones (polo positivo del ser presente) que son extrínsecas tanto a
aquellas como al fundamento.
CUADRO NUMERO 6
EL POLO NEGATIVO DE LA ESENCIA POSITIVA PRODUCE LA FORMA Y EL CONTENIDO DE LA
ESENCIA NEGATIVA
Extrín-
Fundado
seco Polo Polo Doble contenido
tanto Positivo Negativo
al polo CONTE- CONTE-
negati- NIDO A NIDO B
vo como
al fundamento.
El polo
Esencia negativo se CONTENIDO El contenido
Negativa del otro en el que el algo
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contenido del ha de devenir
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pero aún en el contenido de en las deter-
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actual.) negativa. del ser inme-
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negativa, de
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determinacio dos que co-
nes del otro. rresponden a
los polos po-
sitivo y ne-
gativo.
20
21
f) La esencia positiva, produce, a través del polo negativo, los polos positivo y negativo del
contenido de la esencia negativa
CUADRO NUMERO 7
g) Los dos polos de la esencia positiva engendran a los dos polos del contenido de la
esencia negativa y viceversa.
CUADRO NUMERO 8
22
23
conflictiva; este polo positivo de la esencia negativa se transmuta en el polo positivo de la
esencia positiva y ahí se reanuda de nuevo todo el proceso.
Las determinaciones que en el fundamento real constituyen los elementos del otro en que
el algo ha de transformarse y que son uno de sus contenidos (el polo negativo del mismo), tienen
que acreditar su ser negando, con la intención de desplazarlas de la existencia, las
determinaciones del ser inmediato, del algo existente que es otro de los contenidos del
fundamento (polo positivo).
Las determinaciones extrínsecas e inesenciales que eran uno de los contenidos de lo
fundado (su polo positivo) entran, por mediación de la relación fundamental (es decir, de la
vinculación negativa inmediata de los contenidos (polo positivo y polo negativo) en el
fundamento), en relación con el otro contenido de lo fundado (su polo negativo); esa conexión
es positiva, de creación de las determinaciones negativas de lo fundado.
Queda así perfectamente estructurado el fundamento negativo del ser determinado y bien
delimitados los elementos cuya dialéctica ha de llevar a la metamorfosis de éste en otro ser
determinado.
Cuando lo fundado está ya bien formado como el ser determinado inmediato existente
que tiene dos contenidos, los cuales se enlazan engendrando el contenido A (las determinaciones
positivas del ser determinado actual) al contenido B (sus determinaciones negativas) y el
fundamento tiene también sus dos contenidos, cuyo nexo consiste en la negación por el
contenido B (que son las determinaciones del nuevo ser inmediato en que se convertirá el que
existe) del contenido A ( que son las determinaciones del ser actual), entonces lo fundado se
vuelve condición que produce el fundamento y que a su vez es producida por éste. Lo fundado es
la generación de los elementos del otro en su interior (contenido B, polo negativo) por el
contenido A (determinaciones del ser inmediato, polo positivo); esta generación es a su vez la del
fundamento como negación en él de las determinaciones del ser inmediato (contenido A, polo
positivo) por las del otro ser (contenido B, polo negativo); el fundamento a su tiempo produce lo
fundado como condición.
La mutua procreación de la condición y el fundamento da como resultado que del
contenido B de aquella, es decir, de las determinaciones del otro que se encuentran bajo la
forma del ser actual, advenga el contenido B del fundamento, esto es, las determinaciones que
son ya un elemento del otro que ha de venir después del ser actual; de igual manera, las
determinaciones del ser inmediato que se encuentran en el fundamento se transforman en las
determinaciones positivas de la condición (contenido A de lo fundado).
La relación llega a su clímax cuando el polo negativo de la esencia positiva se ha vuelto en
su totalidad el polo negativo de la esencia negativa; por tanto, el polo positivo de la esencia
positiva ha desaparecido también, pues su razón de ser es el engendrar y ser engendrado por el
polo negativo; todo su contenido se ha incorporado al polo positivo de la esencia negativa. La
esencia positiva desaparece; quedan enfrentándose en lucha abierta, pretendiendo su mutua
desaparición, el polo negativo (que es el otro del ser inmediato actual) y el polo positivo (que es el
ser inmediato actual pero ya en su papel defensivo ante la acometida del otro polo) de la esencia
negativa.
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24
La dialéctica de la relación lleva a que el total de las determinaciones negativas de la
condición (fundado) se transmuten en fundamento (en elementos del otro ser inmediato) y que
todas las determinaciones del ser inmediato anterior que estaban en el fundamento se
truequen en condición.
Quedan entonces enfrentándose sólo el fundamento que son las determinaciones
negativas como elementos del nuevo ser inmediato y la condición o fundado constituida
únicamente por las determinaciones del ser inmediato en vías de desaparecer. Se establece
la lucha decisiva entre ambos elementos.
CUADRO NUMERO 10
En esta última fase del desarrollo de la esencia han quedado totalmente polarizadas las
determinaciones del ser inmediato existente y las del que ha de sustituirlo a su acabamiento. La
condición son las determinaciones del ser inmediato anterior y el fundamento las del nuevo ser
determinado inmediato; éste se encuentra como cosa en sí, como contenido de los dos momentos
que son la condición y el fundamento, los que están en franca lucha. De la mutua negación de
condición y fundamento se produce el nuevo ser inmediato, la cosa inmediata esencial, que los
conserva todavía como sus momentos. A través de la negación de la condición por el
fundamento, aquella se hace fundamento y desaparece como condición; el ser inmediato
anterior perece cuando la condición se vuelve fundamento. En la negación de la condición
por el fundamento éste se transmuta en ser inmediato y desaparece como fundamento; el
nuevo ser inmediato nace al transformarse el fundamento en cosa inmediata esencial. El
nuevo ser inmediato es la cosa inmediata esencial que ha surgido a la existencia mediante la
eliminación tanto de sus condiciones como de su fundamento. El nuevo ser inmediato ha roto
el cordón umbilical que lo unía al anterior.
En este punto Hegel da cima a su tarea de reflejar en toda su complejidad el mundo
objetivo; ha develado los tres niveles de existencia del ser determinado (ser determinado
inmediato, ser determinado infinito y esencia como fundamento positivo de lo existente) y la
esencia del ser determinado como el desarrollo del otro en el que ha de transmudarse a su
perecimiento (esencia negativa).
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25
En resumen, conforme a la Lógica de Hegel, el ser tiene 3 niveles de existencia; el ser
determinado finito, el ser determinado infinito y la esencia. El ser determinado finito, que es una
compleja combinación de la sustancia infinita, se interna en sí mismo y produce su esencia. A
ésta la constituyen dos polos contrarios que se encuentran en una relación de mutuo
engendramiento y negación y es el fundamento, la causa última del ser determinado. Este tiene
una forma y un contenido que se corresponden.
La esencia como fundamento y causa última del ser determinado, partiendo del
contenido que le es propio y conservándolo como su base, inicia el desarrollo de los
elementos del otro ser inmediato en que ha de convertirse a su extinción. Produce una
nueva relación entre los mismos polos de la esencia positiva; en ella el polo negativo actúa
como elemento negatorio del actual ser inmediato y constitutivo del nuevo ser que ha de
venir; el polo positivo se desempeña como elemento de la conservación del ser inmediato
existente. Esta relación contenciosa que se da entre los mismos polos que son el
fundamento del ser inmediato, da como resultado el surgimiento de la forma, pero sólo de la
forma del nuevo ser inmediato, la cual se alza sobre el mismo contenido del ser inmediato
anterior; lo que se ha generado, por tanto, es tan solo la forma del nuevo ser empalmada,
por así decirlo, al contenido del ser anterior. Esta forma del nuevo ser surgiendo del
contenido del ser anterior es la esencia negativa, por ahora sólo formal, de éste.
La aparición de la forma del nuevo ser hace madurar la esencia del ser inmediato actual
obligándola a pasar a una fase superior de su existencia. En esta nueva etapa de vida da otra
vez lugar al desarrollo de los elementos del nuevo ser que ha de sucederlo, pero ahora como un
par de polos, distintos de los de la esencia positiva, que pasan a constituir el contenido del
nuevo ser inmediato. La esencia negativa, que es la forma y la materia del nuevo ser inmediato
en el seno del que lo precede, queda constituida también por dos polos entre los que se establece
la lucha definitiva que tiene como resultado la eliminación del ser inmediato anterior y el
surgimiento a la existencia del nuevo ser inmediato.
La Lógica de Hegel nos brinda los elementos teóricos para la determinación de la
naturaleza del socialismo del siglo XX: un régimen formalmente socialista, pero con un contenido
capitalista que actúa sobre la forma, la desplaza y establece una forma capitalista más alta, y del
capitalismo moderno: un régimen capitalista superior, en el cual se desarrollan los componentes
del socialismo integral, que lo será tanto en la forma como en el contenido.
25
26
CAPITULO III
6
Hegel, Jorge Guillermo Federico, Filosofía de la Historia Universal, Traducción del alemán por J. Gaos, Ediciones
Anaconda, Buenos Aires, 1946.
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31
Base y superestructura son los polos de una contradicción. Se engendran y niegan
mutuamente.
La base está integrada por las fuerzas productivas (medios e instrumentos de producción y de
vida y fuerza de trabajo en una fase determinada de su existencia) y por las relaciones de producción
(relaciones de propiedad).
Las fuerzas productivas son el polo activo de la contradicción.
Se producen a sí mismas y engendran las relaciones de propiedad y la superestructura
ideológica que les corresponden.
En su evolución, adquieren una nueva naturaleza, elemento germinal de un nuevo modo de
producción, que choca con las relaciones de producción y la superestructura ideológica existentes.
Se entabla una lucha entre los extremos de la contradicción, de la cual resulta triunfadora la
nueva naturaleza de las fuerzas productivas, la cual derruye las antiguas relaciones de producción y
establece unas nuevas dentro de las cuales ahora se desarrolla libremente.
De la transformación del anterior modo de producción surge uno nuevo en donde, por medio de
su mutuo engendramiento, se desarrollan las fuerzas productivas y las relaciones de producción sobre
una base más alta.
Los extremos de la evolución de los modos de producción son la comunidad primitiva y el
comunismo que habrá de instaurarse necesariamente. Estadios intermedios de la historia son, en un
orden lógico-histórico, la comunidad asiática, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo y el
socialismo.
La teoría de la evolución de los modos de producción es el alma del materialismo histórico y
éste el núcleo fundamental de la doctrina marxista. Marx y Engels la utilizan invariablemente en todos
sus trabajos teóricos y la explican en muchos de sus escritos, pero en donde ha quedado plasmada en
su expresión clásica es en la Introducción a la Crítica de la Economía Política.7
7
Marx, Carlos, Crítica de la economía política, versión al español de Javier Merino, Editora Nacional, 1973, México,
D.F.
31
32
CAPITULO IV
En los últimos treinta años del siglo diecinueve y los primeros decenios del siglo veinte, el
capitalismo desarrolla en una gran medida su esencia positiva. En la misma proporción,
intensifica la negatividad de sus determinaciones en su papel de elementos constitutivos del
régimen capitalista; es la negación de la naturaleza humana que se caracteriza por la
aniquilación física del sujeto humano a través de la reducción del salario, la extensión de la
jornada, la intensificación del trabajo, la esclavitud fabril, la insalubridad, las enfermedades y la
muerte prematura. La negatividad de las determinaciones es tan intensa que produce su
reflexión, es decir, su tránsito a elementos de la esencia negativa: el perfeccionamiento de la
teoría revolucionaria, la lucha revolucionaria del proletariado, la conquista del poder político por
los trabajadores y el establecimiento del socialismo en Rusia, pero todo ello sólo como una forma
(abolición de la propiedad privada sobre los medios e instrumentos de producción y
establecimiento de la propiedad colectiva sobre los mismos) cuyo contenido lo son todavía las
determinaciones del ser, de la esencia positiva del régimen capitalista (la propiedad privada del
obrero sobre sí mismo); tan es así que el proletariado se ha levantado en armas con el fin de
satisfacer sus necesidades elementales y no, ni mucho menos, para reapropiarse
conscientemente su naturaleza humana.
En el período a que nos referimos, el régimen capitalista eleva el carácter negativo de sus
determinaciones de existencia, pero como elementos constitutivos de ese régimen; la negatividad
avanza de tal manera que produce la reflexión de esas determinaciones, lo que por ahora sólo se
traduce en el surgimiento de la forma del régimen socialista, la cual tiene como contenido las
mismas determinaciones de existencia del capitalismo; quiere esto decir que éstas no han
alcanzado la negatividad superior que lleva necesariamente al surgimiento de otra serie de
determinaciones negativas que son los elementos materiales del nuevo régimen (proletariado
consciente de ser la encarnación de la total anulación de la naturaleza humana y, por tanto,
sujeto de la revolución que debe conducir a la reconstitución de la naturaleza humana que el
capital le ha sustraído).
Después de la revolución rusa se da una relación de mutuo procreamiento y negación
entre el régimen capitalista internacional y la forma del régimen socialista establecida en aquel
país. El capitalismo internacional sigue acrecentando en una gran medida la negatividad de sus
determinaciones de existencia y su reflexión produce la implantación del régimen formalmente
socialista en un grupo de países de Europa oriental; se constituye así un sistema de países
formalmente socialistas.
El sistema de países capitalistas y el sistema de países formalmente socialistas entran en
una relación de gestación y negación recíprocas. Aquel da un paso adelante y se inicia la
transformación del capitalismo tradicional, primeramente en el capitalismo del bienestar y más
tarde en el capitalismo de consumo; éste tiene como fundamento una revolución en el proceso
de maquinización de la producción como método de producción de plusvalía relativa
(cibernética, computación, robótica, etcétera) y el establecimiento del consumo masivo que
presupone la exaltación del individuo propietario de sí mismo; en las modernas producción y
consumo capitalistas se da cima al proceso de anulación de la naturaleza humana en el
proletariado de esos países.
En el sistema de países formalmente socialistas, después de conquistar el punto más alto
de su desenvolvimiento, se produce el fortalecimiento de su contenido capitalista, lo que lleva a
la degeneración del socialismo formal, el cual primero evoluciona hacia una variedad híbrida –
socialismo en degeneración, capitalismo sui generis- que prevaleció en Europa del este por cerca
de 50 años y después se trueca en un régimen capitalista clásico que acaba con el último
vestigio de aquella forma. La esencia negativa meramente formal del régimen capitalista ha sido
destruida por su contenido capitalista, pero, como contrapartida, el capitalismo ha entrado a la
fase en que deberá llevar sus determinaciones negativas (explotación del proletariado) hasta sus
últimas consecuencias y en donde, por tanto, su negatividad será tal que dejarán de ser
elementos constitutivos del régimen capitalista, serán repelidas por éste y obligadas a
convertirse en las determinaciones del nuevo régimen que ahora sí tendrá una naturaleza
material y formalmente socialista al haber abolido definitivamente y de raíz el interés individual
(la propiedad privada del obrero sobre sí mismo) que es el contenido más recóndito del régimen
capitalista.
32
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La teoría revolucionaria quedó constituida en lo fundamental con los trabajos de
Marx y Engels; como ya vimos, ellos estructuran en una unidad armónica el conocimiento
del ser determinado, de la esencia positiva y de la esencia negativa del régimen capitalista y
descubren el otro que el capitalismo lleva en su interior y las fases del proceso de su
surgimiento a la existencia. Sin embargo, queda fuera de su horizonte teórico que el
socialismo tenga que ser por necesidad primeramente una forma que envuelve un contenido
capitalista.
Lenin y Stalin parten del punto en donde Marx y Engels habían dejado el progreso de la
teoría revolucionaria y lo continúan; la perfeccionan en lo que respecta a la conquista del poder
por el proletariado y a la construcción del socialismo, pero éstos conservan, sin embargo, el
carácter de una forma que mantiene un contenido capitalista.
De esta suerte, la revolución y el socialismo que estos dos pensadores llevan a la práctica
no son el vehículo para que el proletariado se reapropie la naturaleza humana, sino solamente
un medio a través del cual los trabajadores satisfacen sus necesidades elementales como
individuos, lo que a fin de cuentas es la meta confesada del régimen capitalista.
Puesto que el propósito fundamental del régimen socialista es la satisfacción de las
necesidades individuales de sus componentes (individuos propietarios privados de sí
mismos), se hace al individuo el fundamento de la organización social y esto lleva
necesariamente a la exaltación desmedida de la individualidad. Esta ineludible conservación
y luego inevitable enaltecimiento del individuo, que son el más caro principio del régimen
capitalista, constituyen el cáncer que corroe la forma del socialismo implantada en Europa
del este y que por último la llevan a su extinción.
Los revolucionarios de la época de Lenin y Stalin, al trabajar teóricamente en la
determinación de la forma del régimen socialista, firmemente asentada, según se ha visto, en un
contenido capitalista, dejaron de lado la parte de la teoría previamente desarrollada referente al
aspecto material de la esencia negativa del régimen capitalista, es decir, el concepto de la
explotación que es la absoluta deshumanización de la especie en el proletariado y del socialismo
que implica la reapropiación de la naturaleza humana perdida, principalmente del ser colectivo
del hombre.
El que Marx y Engels no hubieran podido determinar teóricamente la naturaleza de
simple forma con un contenido capitalista de la primera aparición del socialismo, el que Lenin y
Stalin tuvieran por fuerza que reputar al socialismo como un medio para satisfacer las
necesidades individuales de los trabajadores y dejar de lado el contenido material de la
revolución y del socialismo y, por último, el que el socialismo formal haya degenerado en una
variedad sui generis del capitalismo trajeron la consecuencia necesaria de la revisión de la teoría
revolucionaria.
Después de la muerte de Stalin se manifiesta plenamente la degeneración del socialismo
formal; en esta misma época se inicia el proceso de revisión de la teoría revolucionaria. Al final,
nos encontramos con que ésta ha sido sustituida totalmente por una variedad de la ideología
burguesa: la dialéctica, que era el método para lograr el conocimiento de la esencia negativa del
ser inmediato, ha quedado reducida a un instrumento para cuando mucho penetrar a la esencia
positiva del mismo, la explotación del proletariado no es ya la anulación en él de la naturaleza
humana del hombre sino solamente la vulneración de sus condiciones de vida y la negación de
su libertad individual, la consigna de la conquista del poder político por el proletariado es
reemplazada por la de la vía parlamentaria al socialismo y éste es caracterizado como un
régimen social en el que se da libre curso al desarrollo de los individuos, el socialismo
humanista.
Este revisionismo moderno al que nos referimos tuvo su época de oro durante el
predominio en Europa del este de la variedad degenerada del socialismo formal; fue, en realidad,
la ideología oficial de ese régimen social. Ya que esa ideología provenía de un régimen que había
sido formalmente socialista, se le identificaba inmediatamente como la versión más pura de la
teoría revolucionaria; con el respaldo del socialismo degenerado de Europa del este, el
revisionismo dio la lucha decisiva en contra de la verdadera teoría revolucionaria y la expulsó de
todos los reductos en los que se había hecho fuerte y finalmente la suplantó. De esta manera, el
revisionismo, una variedad determinada de la ideología burguesa adornada con un ligero barniz
de la teoría revolucionaria, quedó a los ojos del mundo como su formulación más depurada;
mientras tanto, la verdadera teoría de la revolución entró en un estado de animación suspendida
en los empolvados textos de Marx, Engels, Lenin y Stalin.
A causa de que el tipo degenerado del socialismo formal se puso de lleno en el camino
de la plena restauración capitalista, su ideología también fue desplazada y sustituida por
una variedad descaradamente burguesa; puesto que el revisionismo estaba considerado
33
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como la forma más desarrollada del marxismo-leninismo, su derrota fue conceptuada
también como la aniquilación total de la teoría revolucionaria.
34
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CAPITULO V
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y luego de restauración definitiva del capitalismo típico (formal y materialmente).
A partir de la caída de los regímenes degenerados del socialismo formal en Europa del
este se inicia una fase de desarrollo incontenible del ser determinado del capitalismo a todo lo
largo y lo ancho del planeta. Este nuevo y poderoso impulso a que se ve sometido el régimen
capitalista ha de derivar, por necesidad, en la culminación del proceso de anulación de la
naturaleza humana, de tal manera que el polo negativo adquiera su máxima negatividad y
procree los elementos materiales de su esencia negativa, del nuevo régimen social, del socialismo,
el cual tendrá ahora sí una existencia tanto formal como material.
La explotación capitalista tiene dos aspectos fundamentales: uno que se deriva de las
formas de producción de plusvalía absoluta y otro que tiene su origen en los métodos de
producción de plusvalía relativa. En una primera etapa de existencia del capitalismo predomina
el primer aspecto, el cual se caracteriza por la no-satisfacción de las necesidades individuales de
los obreros; esta situación genera, en contrapartida, la lucha por lograr la satisfacción de las
mismas; con base en este aspecto de la explotación se desarrolló la primera aparición del
socialismo, que se constituyó como la forma del nuevo régimen social pero que conservaba el
contenido del régimen anterior.
Este contenido estaba constituido precisamente por las necesidades individuales de los
trabajadores (último reducto de la propiedad privada), las cuales continuaron siendo el
fundamento del régimen formalmente socialista.
En su desenvolvimiento, el socialismo formal dio un fuerte impulso a su contenido
capitalista, el cual adquirió tal fuerza que rompió aquella envoltura socialista y se dio primero
una forma sui generis del capitalismo y posteriormente adquirió la forma clásica del capitalismo
occidental.
El propio desarrollo de la forma del socialismo hizo pasar la esencia del régimen
capitalista a una etapa superior. En ella se desenvuelve con mayor fuerza el segundo
aspecto de la explotación, pues se produce una verdadera revolución en los métodos de
producción de plusvalía relativa, esto es, en la maquinización de la producción, la cual
incorpora a sí la cibernética, la computación, la robótica, etcétera y se exalta el consumo
hasta niveles altísimos; con esto, el proceso de desgaste, descomposición y degeneración de
los órganos y procesos orgánicos de los trabajadores, la anulación de su naturaleza
humana, adquieren un poderoso impulso. Las formas que se derivan de la producción de
plusvalía absoluta siguen existiendo y sus efectos nocivos para la clase obrera son
potenciados por las modernas formas de producción de plusvalía relativa.
De esta naturaleza superior de la esencia del capitalismo brotan necesariamente los
elementos materiales del nuevo régimen social.
La esencia positiva del régimen capitalista produce la materia (el contenido) del polo
negativo de la esencia negativa.
En primer lugar, en su forma superior, la esencia del capitalismo lleva a la más
terrible degeneración y descomposición de la naturaleza humana en el proletariado: por otra
parte, conduce a una monstruosa exaltación de la individualidad, la cual es precisamente el
vehículo para la absoluta anulación de las capacidades naturales de la especie.
En segundo lugar, esa enorme depauperación a que se ve reducido el proletariado en la
etapa superior del desarrollo de la esencia del capitalismo habrá de obligar a la intelectualidad
pequeño burguesa (que también se ve sometida a la anulación de sus capacidades humanas por
medio de la exaltación desmesurada de su individualidad) a reconocerse como una grotesca
caricatura de ser humano y reivindicar y desarrollar la teoría revolucionaria con el fin de llevarla
hasta el interior de la clase obrera para darle conciencia de la forma superior que adopta la
explotación en esta última etapa del capitalismo y de la necesidad imperiosa de realizar la
revolución socialista.
Este proletariado consciente constituirá el contenido material del polo negativo de la
esencia negativa. Su característica fundamental será que habrá echado fuera de sí el
contenido que aún conserva durante la primera aparición del capitalismo: el agente de la
revolución, el proletariado, habrá anulado su individualidad y será, en la lucha, un ser
eminentemente colectivo.
Este polo negativo de la esencia negativa, plenamente constituido como un elemento
que material y formalmente pertenece a la nueva organización social, desarrolla la forma
más alta de su negatividad y plantea la lucha frontal y decisiva contra el polo positivo, es
decir, contra la burguesía, para expulsar de la existencia al régimen capitalista y hacer
surgir plenamente el socialismo.
El socialismo, en su segunda aparición histórica, tendrá así una naturaleza acabada,
completa, será lo que es tanto formal como materialmente. No habrá entonces ni la más remota
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posibilidad de regresar hacia el capitalismo: el socialismo se implantará en toda la faz de la
tierra y se abrirá entonces el anchuroso camino que lleve a la humanidad al comunismo.
A la par con la aniquilación de la forma del socialismo marxista ocurrida en los
últimos años de la década del cincuenta del siglo XX, se originó la moderna revisión de la
teoría del marxismo leninismo.
El revisionismo moderno fue la ideología del capitalismo sui generis que se estableció
en los países de Europa oriental después de la caída, sancionada oficialmente por el XX
Congreso del PCUS, en 1957, del socialismo formal.
Este revisionismo moderno continuó siendo la ideología del tipo de capitalismo
existente en los países que se llamaban a sí mismos socialistas, hasta que en el otoño de
1989 fueron derrocados los gobiernos de esas naciones.
Con el “socialismo real” (una forma específica del capitalismo) se derrumbó también
su complemento ideológico que era el revisionismo. Este había sido declarado oficialmente
como la forma superior del marxismo-leninismo, por lo que su derrota se consideraba
también como la de esta teoría.
Los revolucionarios modernos tienen la obligación de desligar absolutamente el
marxismo-leninismo de esa caricatura suya que fue el revisionismo soviético, el cual
paladinamente se hacía pasar por una forma superior de esa doctrina, y desarrollarlo
creadoramente con la finalidad de aplicarlo a las condiciones actualmente existentes.
La teoría marxista-leninista detuvo abruptamente su desenvolvimiento cuando el
socialismo marxista fue derrotado, inmediatamente después de la muerte de Stalin; de ahí
en adelante, hasta 1989, fue sometido a un proceso de metamorfosis por el cual, debajo de
la apariencia de la teoría revolucionaria, se fue deslizando un contenido capitalista que
desplazó finalmente la esencia de la teoría revolucionaria; en su última fase de existencia, el
revisionismo adquirió la forma que le correspondía, es decir, la de la ideología del sector II
de la burguesía y de la pequeña burguesía internacionales y sólo conservó el nombre
(usurpándolo, por tanto) de la teoría revolucionaria.
En vista de todo esto, para reivindicar el marxismo-leninismo es absolutamente
necesario hacer la crítica del revisionismo y llegar de esta manera a la esencia misma de las
tesis revolucionarias; con este instrumento teórico en las manos, será posible acometer la
tarea histórica de elucidar la naturaleza de la fase actual del desarrollo capitalista, en la
cual se produjo el nacimiento, la declinación y muerte del socialismo formal, y las
características de la nueva etapa de existencia de ese régimen social que se ha inaugurado
con el desmoronamiento del “socialismo real” en Europa del este, para, de esta manera,
determinar la labor que corresponde a los revolucionarios en el proceso de reinstauración
del socialismo, ahora también en su carácter material, en la sociedad humana.
Como un prerrequisito para este desenlace histórico es absolutamente necesario
reivindicar la teoría revolucionaria mediante su rescate de la asfixia por ese cuerpo muerto
que es el revisionismo, la vuelta a sus formulaciones originales y su desarrollo creador de
acuerdo con las nuevas condiciones de existencia del capitalismo.
Reivindicar la teoría revolucionaria requiere abordar el estudio de la constitución de sus
elementos fundamentales, clásicos.
En primer lugar, es necesario estudiar sus antecedentes en las explicaciones que los
mismos Marx y Engels hicieron en algunos de sus escritos y pasar más tarde al análisis de
las primeras formulaciones de esa teoría hechas por estos autores en sus trabajos iniciales.
Posteriormente, se debe acometer el examen, en los textos de los teóricos de la revolución,
del concepto de “naturaleza humana”, porque este es el punto de apoyo de la noción de la
esencia del régimen de producción capitalista como la anulación absoluta de la naturaleza
específica del ser humano, la degeneración y descomposición de los procesos y órganos de los
trabajadores.
El estudio concienzudo de la Lógica de Hegel, con un especial énfasis en la doctrina
de la esencia, ya que ahí se encuentra formulado de una manera precisa el proceso de
tránsito del ser determinado a su otro, del cual a fin de cuentas el paso del capitalismo al
socialismo no es sino un caso especial, es también una tarea inaplazable de los
revolucionarios.
En la segunda parte de este trabajo se intenta hacer una aportación a esa tarea al
abordarse el estudio de la constitución de los elementos fundamentales, clásicos, de la teoría
revolucionaria.
Primero se estudian sus antecedentes en las explicaciones que los mismos Marx y Engels
hicieron en La Sagrada Familia y en los Manuscritos económico-filosóficos de 1844; después se
pasa al estudio de las primeras formulaciones hechas por Marx y Engels en: En torno a la crítica
37
38
de la Filosofía del Derecho, La cuestión judía, La Ideología alemana, Crítica de la economía
política, La sagrada Familia y Manuscritos económico-filosóficos de 1844.
El cuerpo principal de esta primera parte del trabajo lo compone el estudio sobre los
Manuscritos económico-filosóficos...; de él se hace un resumen concentrado que sirve de base
para establecer una serie de hipótesis acerca del concepto marxista de “naturaleza humana”,
punto de apoyo éste, a su vez, del concepto de “esencia del régimen de producción capitalista”.
En los Manuscritos... da Marx la definición más completa y profunda de lo que es la
esencia del régimen de producción capitalista; de ahí entonces la importancia que tiene un
análisis detenido de los mismos.
La anulación absoluta de la naturaleza específica del ser humano, resultado necesario del
régimen de producción capitalista, queda suficientemente ilustrada en el análisis que en el
capítulo V de la segunda parte de este trabajo se hace de la degeneración y descomposición de
los procesos y órganos de los trabajadores.
En la parte segunda se reseña el proceso dialéctico del desarrollo del régimen capitalista y
de la teoría revolucionaria a través de las dos fases lógico-históricas del desenvolvimiento de la
esencia de esa formación económico-social.
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39
40
NOTA CRÍTICA
El estalinismo
La consideración del socialismo que existió en Europa del este a partir de 1917 como una
forma con un contenido capitalista, nos da la pauta para comprender con más exactitud la
naturaleza de ese período particularmente controvertido de la historia del régimen soviético que
fue la etapa de gobierno de José Stalin.
En el cuerpo principal de este trabajo hemos sostenido la tesis de que el socialismo
surgió inicialmente como una forma que conservaba un contenido capitalista; en efecto, de
un capitalismo que vivía los inicios de su existencia en donde la explotación se manifestaba
concentradamente en la no satisfacción de las necesidades individuales de los trabajadores
(la situación de los obreros y campesinos rusos sólo constituía una forma especialmente
agravada de las condiciones generales de existencia del proletariado internacional) brotó
una primitiva aparición del socialismo. El régimen soviético empezó así su camino
ascensional, en cada una de cuyas fases cumplió con los postulados de la teoría del
marxismo-leninismo, hasta llegar al punto superior de su existencia, en donde logró, a
través de la dictadura del proletariado, la aniquilación de la burguesía y la pequeña
burguesía, la conversión de una parte sustancial de los medios e instrumentos de
producción en propiedad colectiva, la colectivización casi total de la producción y del
consumo y la abolición del interés individual como el incentivo de la actividad de los
trabajadores. Estas características alcanzadas por el socialismo en la cumbre de su
primigenia aparición histórica –comprendida aproximadamente entre el fin de la segunda
guerra mundial y la realización del XX Congreso del PCUS correspondían por completo al
concepto que de ese régimen social había forjado el marxismo-leninismo en su proceso de
vida teórico-práctica.
Sin embargo, el socialismo marxista-leninista instaurado en Rusia recibió en herencia,
conservó y desarrolló un contenido capitalista. El proletariado ruso vivía, en el período previo
a la revolución, en un estado de insatisfacción creciente de sus necesidades elementales; la
clase obrera estaba formada por individuos, es decir personas que son propietarios privados
de su corporeidad y que, por tanto, tienden a llenar plenamente esa naturaleza suya –la
individuación de los seres humanos, tan cara a Hegel que la hace el fin último de la historia
humana, es un proceso que se inicia la disolverse la comunidad primitiva y que culmina en el
régimen de producción capitalista-. El empobrecimiento creciente de los trabajadores hace
surgir inexorablemente en ellos la exigencia de cubrir esas necesidades insatisfechas para así
realizarse como individuos. El marxismo-leninismo toma a ese individuo propietario de sí
mismo y lo enfrenta a un dilema: el capitalismo se basa íntegramente en la disminución
constante del nivel de vida de los obreros; por otro lado, es posible la conquista de un nuevo
orden social, el socialismo, en el cual el capital sea abolido y en consecuencia se garantice la
satisfacción plena de las necesidades individuales de los trabajadores.
El proletariado ruso fue puesto en pié de lucha por los revolucionarios precisamente
al proporcionarle una conciencia que comprendía la oposición entre el capitalismo y la
satisfacción de las necesidades de los obreros y la unidad entre ésta y el socialismo.
El socialismo marxista-leninista establecido en Rusia inició su existencia teniendo en
su interior, como su contenido, al individuo propietario de sí mismo que era el producto y
fundamento del régimen capitalista. En su primera aparición el socialismo era una forma con
contenido capitalista.
En la última parte de la época llamada estalinista han madurado suficientemente la
forma y el contenido del socialismo marxista-leninista implantado en Rusia, régimen social
que para entonces se había extendido ya a los países del este europeo y a China.
La forma del socialismo marxista-leninista tenía, a estas alturas, las características
que señalamos al iniciar esta nota; pero al mismo tiempo se había fortalecido su contenido
capitalista. Los trabajadores soviéticos, después de llenar sus necesidades elementales,
pugnaban por la satisfacción de otras más sofisticadas que correspondían a su
individualidad en plena eclosión; todo esto chocaba por fuerza con la forma dentro de la que
hasta ahí aquellas se habían desenvuelto. El advenimiento de nuevas necesidades
individuales y su satisfacción abundante ya no cabían en el marco de una economía
centralizada de propiedad colectiva que “despóticamente” exigía la anulación del interés
individual.
40
41
En la sociedad soviética madura existían dos grupos sociales específicos: por un lado,
la burocracia obrera, formada por técnicos, científicos, administradores y cuadros
superiores del Partido Comunista y, por el otro, la gran masa de los trabajadores
industriales y agrícolas; sobre esta estratificación social ejerció su influencia la expansión
de las necesidades individuales de los trabajadores y la hizo evolucionar hacia una división de
clases en la que la burocracia se constituyó como la clase poseedora de los medios e
instrumentos de producción y la base obrera como la clase no-propietaria proveedora de trabajo
excedente; en esta situación, el proletariado soviético entró en una relación con la clase
poseedora como la que ya se perfilaba en el capitalismo del mundo occidental de explotación
basada en la constante elevación del nivel de vida de las capas altas del proletariado; al mismo
tiempo, se restituía, a pasos agigantados, en el resto de los trabajadores soviéticos, la forma de
explotación capitalista que se caracteriza por la no-satisfacción de las necesidades elementales
de los obreros.
Surgieron en la sociedad soviética de los últimos años del gobierno de Stalin dos
fuerzas sociales en conflicto: por un lado, los defensores de la forma del socialismo
marxista-leninista, con Stalin a la cabeza, y por el otro, quienes promovían el vigorizamiento
del contenido capitalista de ese régimen social. Una verdadera lucha de clases, violenta y
definitiva, se escenificó durante los últimos años del período estaliniano, de la cual salió
derrotado el socialismo marxista-leninista. La muerte de Stalin sólo vino a dar libre curso a
lo que ya existía firmemente asentado en el seno de la sociedad soviética.
A partir de aquí se inicia el desmantelamiento en la Unión Soviética y en los demás
países socialistas de la forma del socialismo marxista-leninista y su relevo por una forma
sui generis del capitalismo que corresponde plenamente al contenido capitalista previamente
fortalecido.
El XX Congreso del PCUS fue realizado por la fracción antiestalinista recientemente
instalada en el poder. Aunque ya totalmente identificada con el proceso de regresión hacia el
capitalismo, no pudo declararlo así abiertamente porque el socialismo marxista-leninista y
su dirigente, Stalin, gozaban todavía de un enorme prestigio entre las masas; fue por eso
que en lo referente a la política interna sólo se hicieron públicas dos cuestiones: una
condena al “culto a la personalidad”, sin nombrar explícitamente a su destinatario, y un
llamado al establecimiento del estímulo material como medio para incrementar la
productividad y el bienestar personal de los trabajadores. La denuncia de los llamados
“crímenes” de Stalin sólo pudo tener por el momento el carácter de un “informe secreto”.
En lo que el grupo Jruschovista se abrió de capa fue en lo referente a los problemas
de la revolución internacional; revisando de la a a la z las tesis del marxismo-leninismo,
formuló toda una “teoría” de la revolución proletaria que tenía como eje rector la
colaboración de clases: se dio vida al revisionismo más descarado que contenía aquellos
celebrados conceptos de “la crisis general del capitalismo”, “el papel determinante del
socialismo en la arena internacional”, “el tránsito pacífico y parlamentario al socialismo en
los países capitalistas”, “la coexistencia pacífica”, “la emulación económica entre los dos
sistemas sociales”, etcétera.
No fue sino hasta el XXIII Congreso del PCUS cuando se incorporaron a sus
documentos oficiales las reivindicaciones más sentidas del grupo que ahora estaba en el
poder de la Unión Soviética. Quedó así establecida plenamente en la realidad y en los
principios la nueva estructura económico-política de los países antiguamente socialistas,
eufemísticamente llamada por los intelectuales pequeño burgueses de occidente “socialismo
real”. En este régimen social existían dos clases sociales fundamentales, la burocracia,
nacida de la misma clase obrera, que detentaba la posesión de los medios e instrumentos de
producción y la clase de los trabajadores, excluida de la propiedad y usufructo de aquellos;
la relación entre ambas clases era la de explotación del trabajo asalariado en su versión
moderna, es decir, la exacción de plusvalía paralela a un incremento del nivel de vida
determinado por su productividad de las capas altas de los trabajadores y la explotación de
la gran masa de los trabajadores a través de las formas tradicionales, es decir, de aquellas
que implican la no satisfacción de sus necesidades elementales. La industria estaba
descentralizada en empresas semi-autónomas que se relacionaban a través del mercado y
en las cuales se buscaba primeramente la maximización de los beneficios; las relaciones
mercantiles habían ya tomado carta de naturaleza en el capitalismo característico de
Europa oriental.
El resto de la historia es de sobra conocido: el “socialismo real”, que era en verdad una
forma determinada del régimen capitalista, se derrumbó estrepitosamente y dio paso a la forma
clásica del capitalismo de occidente.
41
42
Después del XX Congreso del PCUS, y al calor de la “desestalinización” que ahí se inició,
se desató entre la intelectualidad pequeño burguesa de occidente, presuntamente marxista, una
pasión desbordada por la crítica del régimen soviético; dilatadas controversias se suscitaron
entre los más conspicuos representantes de la intelligentiza y en ellas se obtuvieron conclusiones
que iban desde la determinación minuciosa del tipo y grado del socialismo que ahí había existido
–desde luego para reducirlo a su mínima expresión o hacerlo pasar como una grotesca
deformación de un “modelo” de socialismo por ellos preconizado- hasta la negación franca de su
existencia en cualquier época del régimen soviético.
En su labor de crítica del régimen soviético y particularmente del período estaliniano
del mismo, la intelectualidad pequeño burguesa de occidente (un coro de “nulidades graves”)
mejor conocida como “la nueva izquierda” y que en forma arrogante se llamaba así misma
marxista, empezó a buscar afanosamente en los textos del joven Marx la justificación teórica
para una concepción del socialismo que ya tenía plenamente estructurada. Temblando de
pavor ante el espectáculo de la violencia revolucionaria que intentaba infructuosamente
suprimir el interés individual, la intelectualidad pequeño burguesa de occidente
argumentaba que en el régimen soviético, cualquiera que fuese el tipo y el grado de
socialismo ahí existente, se negaba absolutamente la libertad individual, elemento esencial
ésta de la naturaleza humana; para el intelectual pequeño burgués, compendio y suma del
individuo de la sociedad capitalista, que se considera a sí mismo como el producto superior
de la “creación”, el ombligo del mundo, que ama desmesuradamente todo lo que constituye
su individualidad (su pervertida sensibilidad, su burda imaginación, su pretendida
inteligencia, su cierta estulticia) y cree firmemente que si esas facultades suyas son
vulneradas o abolidas se derrumbaría el universo, la conculcación de esa libertad era el más
nefando de los crímenes.
Por contrapartida, se postulaba que el socialismo –un socialismo “humanista y
democrático” debería tener como centro de gravitación precisamente el libre desarrollo del
individuo como tal.
Se buscaba en el joven Marx lo que era imposible de encontrar a menos que se
desvirtuara completamente su pensamiento: la idea de que la verdadera naturaleza humana,
reivindicada por el “socialismo humanista”, era la del individuo que, habiendo prescindido de la
propiedad privada sobre los medios e instrumentos de producción, conservaba sin embargo la
propiedad privada sobre sí mismo, sobre sus facultades y capacidades personales, deseos,
apetitos, etcétera y, amo y señor de los mismos, los potenciaba hasta el infinito; este individuo
libre e hipertrofiado es precisamente el átomo constitutivo del régimen de producción capitalista.
La intelectualidad pequeño burguesa, ese Cuasimodo físico y espiritual, engendro del
régimen capitalista, pretende establecer un mundo a su imagen y semejanza. Todas sus
repugnantes deformaciones, sus insanos apetitos, sus aberrantes necesidades son
presentados como componentes de la naturaleza verdaderamente humana y, por tanto, el
desenfrenado florecimiento de los mismos como el contenido esencial del socialismo.
El desenvolvimiento sin sujeciones del individuo es la forma a través de la cual se realiza
en la fase superior del capitalismo, en la sociedad de consumo, la depauperación más profunda
del proletariado. A través de la potenciación de las formas clásicas de producción de plusvalía y
de intensificación del consumo, extremos que se dan un mutuo impulso, se completa el proceso
de anulación de la naturaleza humana de los trabajadores que se caracteriza por el desgaste,
descomposición y degeneración de todos sus órganos y procesos orgánicos; es precisamente por
medio de la exaltación de su individualidad como el trabajador es despojado por el capital de
todas sus características humanas.
La tesis de Marx, que ninguno de los integrantes de la “nueva izquierda” ni de sus
actuales seguidores supo ni ha sabido encontrar en ninguno de sus textos, es diametralmente
opuesta a la del socialismo humanista: la naturaleza humana es la que florece en el individuo
que ha recobrado su característica del ser social, que se ha subsumido por completo en la
colectividad; de ahí entonces que el contenido del socialismo debe ser precisamente la abolición
implacable del individuo “libre” e independiente de la colectividad y la restauración del hombre
colectivo.
Como vemos, la crítica del régimen soviético, y sobre todo del período estaliniano del
mismo, tenía como fundamento una posición eminentemente burguesa: lo que con tanta
vehemencia se cuestionaba era una política que, con indudables errores, defectos y excesos en
su aplicación, representaba la exigencia esencial del socialismo marxista: el sometimiento del
individuo a la colectividad a través de la dictadura del proletariado.
En la sociedad capitalista moderna, que comprende ahora también a los países de
Europa oriental, se producen ya las premisas de un resurgimiento del socialismo que lo será
42
43
tanto en la forma como en el contenido. El reconocimiento de la terrible miseria física y
moral, la absoluta depauperación y la irreversible aniquilación de la naturaleza humana a
que son condenados los trabajadores y de que todo esto es producto exclusivamente de la
exacerbación de su individualidad, hará posible que los obreros nieguen esa conciencia
deformada suya desde el momento mismo de la lucha por el poder y que, al conquistarlo,
estén ya dotados de una conciencia colectiva que será el contenido del régimen socialista
por venir.
Una condición previa para la realización de la próxima revolución socialista es el
combate denodado en contra de todas las modernas desviaciones que ha sufrido el
marxismo-leninismo; un lugar muy especial en esta batalla lo tiene el enfrentamiento con
las doctrinas de la intelectualidad pequeño burguesa que, impulsada por un odio visceral a
Stalin, tiene ya casi cuatro décadas explorando los textos de Marx y de Hegel, dando vueltas
en torno al concepto del “socialismo democrático y humanista”, sin haber logrado hacer
aportación alguna a la teoría revolucionaria.
Marx y Engels, bien provistos con los instrumentos cognoscitivos que les brindaba la
filosofía hegeliana, principalmente la Lógica, develaron la naturaleza exacta del capitalismo y su
necesaria transformación en el socialismo. Aplicando la doctrina de la esencia determinaron que
el capitalismo tenía en sí mismo a su otro y que el desenvolvimiento de aquel era al mismo
tiempo el desarrollo de los elementos de éste; para los fundadores de la teoría revolucionaria la
esencia del capitalismo era el socialismo. La esencia tenía que aparecer, es decir, el socialismo
tenía que llegar a la existencia a través de la negación del régimen de donde provenía. Para
Marx, Engels e incluso Lenin, el socialismo, que se implantaría en la sociedad humana después
de terribles luchas de clases, guerras entre naciones, avances y retrocesos, guardaría en su
interior por mucho tiempo vestigios del régimen anterior, ya fuese como una pequeña propiedad
en proceso de extinción o una conciencia individualista de los trabajadores; pero el propio
desarrollo del socialismo crearía las condiciones para que todo eso fuera erradicado
definitivamente del nuevo régimen.
Quedaba por completo fuera de la visión de Marx, Engels, y Lenin que la primera
aparición histórica del socialismo tuviera que ser sólo una forma con un contenido capitalista y
que, por tanto, el perfeccionamiento de esta forma implicase ineluctablemente el fortalecimiento
de aquel contenido. No pasaba por sus mentes, ni podía hacerlo, que el ascenso progresivo del
socialismo en su primer surgimiento a la existencia tuviera como fundamento un elemento del
capitalismo en constante expansión.
La historia nos ha puesto ante el hecho puro y simple: el socialismo, después de llegar a
la cúspide (no en los años ochenta, desde luego, sino en la década del cincuenta) sucumbió y fue
reemplazado por una variedad específica del capitalismo. Esta situación es la que debemos
explicarnos teóricamente y a partir de ahí encontrar el camino hacia la nueva fase de la
revolución.
En esta tarea tenemos que volver necesariamente al instrumento cognoscitivo por
excelencia del marxismo que es la Lógica hegeliana puesta de pie. Marx y Engels, con esta
misma herramienta, habían determinado el movimiento general de la esencia del capitalismo
hacia la existencia, pero no tomaron en cuenta los detalles del mismo porque la realidad aún no
lo exigía. En su Lógica, Hegel establece como una ley general del movimiento de la materia que el
nuevo ser que se gesta en el interior del que existe actualmente viene a la existencia
primeramente como una forma que mantiene como su contenido y fundamento, vale decir, como
su razón suficiente de ser, al mismo ser de donde proviene; este contenido posteriormente rompe
la envoltura dentro de la que ha vivido, entra en una fase superior de su existencia y se da la
forma que le corresponde –su forma anterior conservada y superada-; el ser existente inicia un
nuevo período de vida en el cual produce en su interior los elementos tanto formales como
materiales de su otro que al surgir a la existencia lo hacen negando el ser de donde provienen y
separándose definitivamente de él.
Después de derrotar al socialismo marxista-leninista y a la forma primitiva del
capitalismo que existía en Europa oriental, el capitalismo ha entrado de lleno en un período
de dominación absoluta sobre el planeta; pero en esas mismas circunstancias germinarán
necesariamente las semillas de una nueva y definitiva, real y formal, instauración del
socialismo.
43
4
4
SEGUNDA PARTE
44
4
5
CAPITULO I
Antecedentes de la teoría revolucionaria.
1. Antecedentes Filosóficos.
En La Sagrada Familia (Capítulo VI, apartado 3, parágrafo d) Batalla crítica
contra el materialismo francés)8 Marx y Engels hacen un recuento de los antecedentes
de la filosofía revolucionaria que están desarrollando.
El materialismo y la metafísica son partes integrantes de la ideología del
régimen capitalista; son los extremos de una contradicción que se desenvuelve a través
de un proceso de mutua complementación y oposición hasta desembocar en la unión
de ambos polos.
El materialismo inglés y francés del siglo XVIII viene al mundo y adquiere su
madurez en lucha abierta y declarada contra la metafísica, principalmente la de
Descartes, Malebranche, Spinoza y Leibniz, y la teología y la escolástica que formaban
la base de sustentación espiritual del régimen feudal y eran un arma poderosa en su
lucha contra el capitalismo naciente.
El materialismo inglés y francés del siglo XVIII es producto necesario del avance
del capitalismo; es una condición y resultado del progreso industrial, germen de la
negación de ese régimen social.
El materialismo inglés y francés evolucionan necesariamente hacia el
socialismo y comunismo crítico-utópicos; éstos representan la negación teórica del
régimen capitalista, pero que no lo trascienden; son a la vez una negación del
8
Marx, Carlos, y Federico Engels, La Sagrada Familia. y otros escritores filosóficos de la época, versión
al español de Wenceslao Roces, Segunda Edición, 1967, México, Editorial Grijalbo, pp. 191-200.
45
4
6
El materialismo.
9
Marx, Carlos, y Federico Engels, op. cit., pp. 191-192
46
4
7
El materialismo mecanicista.
La física de Descartes sirve de base al materialismo cartesiano.
el alma como una modalidad del cuerpo y de las ideas como movimientos mecánicos.11
El materialismo inglés.
La metafísica de Descartes, cuyo postulado fundamental era la existencia de
ideas innatas en la conciencia del hombre, genera como contrapartida otra forma de
materialismo representada por Gassendi y los ingleses Bacon, Hobbes y Locke. Este
materialismo pone el acento en el problema del origen de las ideas, de su proceso de
formación; frente a las ideas “innatas” de la metafísica cartesiana se desarrollan las
tesis de que las ideas que se forma el hombre acerca del mundo exterior son el
producto de un proceso que parte de las sensaciones (la relación directa del hombre
con la naturaleza a través de los sentidos) y se eleva hasta el pensamiento. Los
sentidos son los que para este materialismo suministran todos los conocimientos:
Nihil est in intellectum quod non fuerit in sensu.
El materialismo francés.
Los materialistas franceses (la “Ilustración francesa”, los llama Hegel) son
los continuadores directos de los ingleses y los que
Los franceses consideraron, como los ingleses, que la totalidad de las ideas del
hombre eran sensaciones transformadas; pero no se quedaron en eso y, refiriendo esta
tesis a las relaciones sociales, sostuvieron que todas las concepciones y sentimientos
del hombre son el resultado de la influencia del medio ambiente social; a su vez, el
medio ambiente social dependía del tipo de legislación y de las formas de gobierno. El
Estado, cuyas leyes responden a las exigencias de la razón, puede crear las
condiciones necesarias para asegurar una vida moral y hacer que el hombre sea
ilustrado.
La ilustración francesa llevó el materialismo hacia un punto superior de su
desarrollo. El materialismo cartesiano había establecido el principio general de la
10
Ibíd., p. 192
11
Idem
12
Ibíd., p. 196
47
4
8
primacía de la materia, último fundamento del ser y del conocer; los ingleses,
partiendo de este principio, lo enriquecieron postulando que las ideas del hombre
tenían su origen en la experiencia sensible, en la relación directa del hombre con el
mundo exterior a través de sus sentidos y, por último, los franceses lo perfeccionaron
estableciendo la tesis de que es el ser social el que determina la conciencia social.
Los filósofos materialistas franceses pensaban que el medio ambiente social era
el que determinaba las opiniones de los individuos (es decir, sus ideas, sentimientos,
emociones, voluntad, acción, etcétera); por lo tanto, para que el individuo
experimentase verdaderos sentimientos humanos, para que su comportamiento fuese
verdaderamente humano había que organizar el “medio ambiente” en forma tal que
correspondiese a las exigencias de la naturaleza humana. Según los franceses, el
espíritu humano no es un don de la naturaleza, sino el fruto de la educación, por la
cual entendían el conjunto de influencias del medio sobre la personalidad. Pero el
medio social mismo sólo se halla determinado, según ellos, por el régimen político. Y
estos filósofos apelaban a la razón para que de la cabeza de sus más preclaros hijos
sacara, ya acabado, el sistema social que sería cabal expresión de las necesidades del
hombre.
Como vemos, los materialistas franceses dejaban entrar por la puerta de
atrás lo que habían expulsado por la de adelante: el idealismo; “el medio ambiente
es el que determina las opiniones” y “el medio ambiente social es determinado a su
vez por las leyes y las formas estatales”, habían dicho; entonces, para cambiar el
medio ambiente inhumano era necesario construir, en la mente de los filósofos,
una organización social (leyes y formas estatales) que correspondiese a la
naturaleza humana, y una vez terminada en sus detalles no había más que
aplicarla. No se buscaba la solución a los problemas sociales en la sociedad
misma, en los elementos que su desarrollo brindaba.
Esta etapa es pródiga en estudios acerca de la naturaleza humana
(recordemos la obra de Rousseau, sobre todo el Discurso acerca de las causas de la
desigualdad humana) y en teorías relativas a la reforma social; todos los
argumentos sobre estas materias son desarrollados por la propia ideología
burguesa como base de sustentación del régimen capitalista y armas para el
combate al feudalismo pero, al mismo tiempo, contienen en germen los elementos
de la negación del régimen burgués.
La revolución francesa de 1789, que fue un resultado directo de la labor
desarrollada por la ilustración francesa, echó abajo toda la organización feudal de
la sociedad al tiempo que instauró el reinado de la clase burguesa.
El socialismo crítico-utópico.
El propio capitalismo crea, en la época posterior a la revolución francesa, los
elementos de una primitiva negación de su naturaleza; la situación a que es llevado el
proletariado naciente a causa del crecimiento de la riqueza capitalista provoca el
surgimiento, a partir del materialismo francés, de una primigenia doctrina socialista y
comunista (Owen, Fourier, Cabet, Saint Simon, Dezamy, Gay, etcétera) que se propone
acabar con los males surgidos del desarrollo de la sociedad moderna estableciendo
una forma de organización social acorde con la naturaleza humana y cuyos
lineamientos generales son formulados sacándolos de las cabezas de sus epígonos por
medio de la razón pura; el socialismo crítico-utópico, como fue llamado por Marx y
Engels, constituye el germen de la negación teórica del régimen de producción
capitalista y es la base del movimiento práctico del proletariado de esa época. Los
razonamientos de los socialistas crítico-utópicos (la crítica de la sociedad burguesa y
los atisbos de la sociedad del futuro) tienen su punto de apoyo en los argumentos de
los materialistas franceses, a los cuales superan y perfeccionan, y constituyen el punto
de partida de las tesis de la teoría revolucionaria del proletariado.
El socialismo crítico-utópico es la negación del régimen de producción
48
4
9
La historia política.
Después de la revolución francesa, en plena época de la Restauración, un grupo
de escritores políticos (Guizot, Thierry y Mignet) sometieron a un concienzudo estudio
el movimiento que acababan de presenciar. De sus análisis extrajeron la conclusión de
que la sociedad se desarrolla regida por leyes intrínsecas y que sus cambios no
obedecen a la voluntad de tal o cual persona, a los efectos de la legislación, a las
determinaciones estatales o a los dictados de la “razón”, sino a las condiciones
materiales que forman la base de su desarrollo, a la organización de la sociedad civil, a
la lucha de clases; descubrieron que la “sociedad civil” es la que determina la
legislación y el Estado.
Ha sido por el estudio de las instituciones políticas, dice Guizot, que han procurado
conocer el estado de la sociedad, el grado o el género de su civilización. Habría sido
más atinado estudiar primeramente la sociedad misma para conocer y comprender
sus instituciones políticas. Antes de convertirse en una causa, las instituciones son
un efecto; la sociedad las produce antes de ser a su vez modificada por ellas; y en
vez de buscar en el sistema o en las formas de gobierno el estado del pueblo es
menester examinar ante todo el estado del pueblo para saber cuál ha sido y cual ha
podido ser el gobierno... la sociedad, su composición, el modo de ser de los
individuos de acuerdo a su situación social, las relaciones de las diversas clases de
individuos, el estado de las personas, en fin, esta es sin duda, la primera cuestión
que llama la atención del historiador que quiere observar la vida de los pueblos y del
publicista que quiere saber cómo han sido gobernados.”32 32. Ensayos sobre la
historia de Francia, 10º ed. pp. 73-74, París, 1860 (la primera edición de estos
Ensayos apareció en 1822).13
El idealismo.
En la comunidad primitiva se da el proceso de constitución y consolidación
de las características fundamentales de la naturaleza humana. El conocimiento
primitivo se encuentra en íntima y armónica unión con todos los elementos de la
naturaleza del hombre.
Al disolverse la comunidad primitiva, esta prístina unidad se rompe; el
conocimiento se desgaja del tronco común y se inicia su proceso de
sustantivación, por el cual se convertirá en una potencia ajena y negatoria de la
naturaleza humana.
La sustantivación del conocimiento consiste en que, separado de la unidad
primera con todas las fuerzas del hombre, cobra vida propia y se considera a sí
mismo como la única realidad.
13
Plejanov, Jorge, La concepción materialista de la historia de Carlos Marx, versión al español de
Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, URSS, Ediciones Roca, S.A.., Primera Edición, 1974, pp.37
y 38
49
5
0
La filosofía hegeliana
14
Marx, Carlos, y Federico Engels, op. cit., p. 257
15
Ídem
16
Ídem
17
Marx, Carlos, Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Ediciones de Cultura Popular, 1977,
México, D.F., pp. 144-176
18
Ídem
50
5
1
…el espíritu filosófico es el espíritu enajenado del mundo que piensa dentro de su
enajenación, es decir, comprendiéndose a sí mismo en forma abstracta. 19
19
Ibíd., p. 151
51
5
2
hombre.
Al destruirse la colectividad, el conocimiento (la conciencia social), deja de
ser elemento del proceso de trabajo integrante de la esencia natural humana y se
convierte en algo ajeno y opuesto a ella, que incluso provoca su degeneración y
descomposición.
Adquiere así el carácter de una sustancia, aparentemente con vida propia,
compuesta por las siguientes partes: leyes del pensamiento, acervo de conocimientos
sobre los diversos campos de la realidad incorporados en unidades independientes y
leyes generales sobre la estructura, relaciones mutuas y evolución de los anteriores
elementos, etcétera. El conocimiento sustantivado se nutre, de una manera
inconsciente, de los productos mentales que surgen de la actividad práctica del
hombre; éstos se van filtrando espontáneamente y se elevan hasta llegar a formar
parte del conocimiento enajenado; una vez ahí, obran en el sentido de impulsar su
desarrollo interno, haciéndolo pasar a etapas superiores de su existencia.
El conocimiento, en virtud de su naturaleza enajenada, considera tener la
causa de su desarrollo en sí mismo. En el punto superior de su existencia, el
conocimiento enajenado cobra conciencia de sí y de toda la historia de su generación y
desenvolvimiento. Es precisamente lo que Marx llama el espíritu enajenado del mundo
que se considera a sí mismo en forma abstracta.
Según Marx, en la Enciclopedia Hegel describe el desenvolvimiento del espíritu
filosófico.
La evolución del espíritu filosófico comienza con la Lógica.
52
5
3
germinal que deberá recorrer el mismo camino señalado. Esta es la ley absoluta del
53
5
4
movimiento de la materia.
Si detenemos este movimiento en un momento determinado, encontraremos por
fuerza a la materia estructurada en dos niveles fundamentales, el ser y la esencia.
La esencia contiene en sí misma el motor de su movimiento: está integrada por
polos opuestos que en un proceso de mutua complementación y oposición la llevan
desde un estado germinal hasta su madurez. En la introducción adelantamos ya los
principios fundamentales de este movimiento, al que Hegel dio el nombre de dialéctica.
(b) Para Hegel, el pensamiento puede penetrar y penetra hasta la inasequible
“cosa en sí” de los kantianos. La realidad es cognoscible y lo es hasta su estructura
más íntima y sus movimientos más complicados. La lógica no es sino el compendio de
las leyes conforme a las cuales el pensamiento se apropia el objeto de la manera más
completa: aprehende primero lo superficial y accidental, es decir, la apariencia del
fenómeno, lo que Hegel llama las determinaciones del ser; después encuentra las
características del otro que existe germinalmente en el interior del ser, es decir, las
determinaciones de la esencia; con estos elementos construye el concepto subjetivo
que es la unidad en la oposición de las determinaciones del ser y la esencia; con el
concepto como hipótesis de la naturaleza del objeto, va hacia éste para su verificación,
resultando de ello la elaboración de la idea como la forma de pensamiento en la cual el
concepto, es decir, la hipótesis y el objeto coinciden plenamente. La “idea absoluta” es
el reflejo superior de la realidad en la conciencia, es la aprehensión nuevamente del
ser, pero con una riqueza de determinaciones formando su contenido como resultado
de todo el proceso.
El carácter místico de la metafísica de Hegel radica en:
(a) Cada forma del pensamiento: categoría, concepto e idea, son tomados por
Hegel no como medios específicos de reflejarse la realidad en la conciencia humana
sino como el fundamento último de la realidad, como la única y verdadera realidad.
Hegel encuentra que las cosas se desarrollan de acuerdo con el concepto y la
idea que son el reflejo de su movimiento; mediante una trasposición, considera que
son dichos reflejos mentales, la categoría, el concepto y la idea, los que forman la
esencia de las cosas y determinan su desenvolvimiento; de aquí entonces que, según
Hegel, la más íntima realidad de las cosas, su verdad, lo sea su concepto o idea, es
decir, el pensamiento.
(b) En virtud de la inversión realizada entre reflejo y cosa reflejada, las formas
del pensamiento se sustantivan y cobran vida propia; pasan a constituir una
sustancia -el pensamiento, el espíritu- que pretende existir desde el inicio de los
tiempos y que se erige en el fundamento último, en el demiurgo de todo lo existente.
En Hegel sólo encontramos la formulación más acabada de este proceso porque, como
ya lo habíamos señalado, el mismo se inicia desde los tiempos de la disolución de la
comunidad primitiva, cuando el conocimiento se desprende de la primigenia unidad
con los demás elementos integrantes de la esencia natural humana; desde entonces, el
pensamiento -el espíritu- tiene una existencia sustantivada, ajena y opuesta a aquella.
Habiendo perdido todo contacto con la realidad de la que procede, la
sustancia espiritual hegeliana pretende existir desde el principio de los tiempos,
dentro de sí misma, en un constante movimiento circular en el que sus partes se
encuentran al mismo tiempo en sucesión y simultaneidad; es decir, es el espíritu
en movimiento interno que al mismo tiempo es ser, esencia, concepto e idea que a
la vez se encuentra en tránsito de una a otra forma.
La lógica de Hegel es, aunque en una forma invertida, la formulación más
exacta, no superada hasta ahora, de las leyes del movimiento de la materia y del
pensamiento; puesta sobre los pies, como dice Marx, constituye una parte integrante de
la doctrina del marxismo con el mismo derecho que los propios textos de Marx, Engels y
Lenin y con mucho mayor razón porque los clásicos únicamente aplicaron
ampliamente el método hegeliano en todo su trabajo teórico, pero no desarrollaron algo
que pudiera considerarse como una “lógica marxista”. Marx y Engels utilizaron en
todos sus trabajos teóricos el método que se contiene en la lógica hegeliana, pero no
54
5
5
como algo externo y accidental, sino como aquello que permite penetrar a la esencia
del objeto y que por tanto se convierte en parte integrante de su reflejo mental: El
Capital, la obra cumbre de Marx, es, de la A a la Z, una aplicación de la Lógica de
Hegel al estudio de la economía política; de igual manera, las tesis clásicas de la
explotación y depauperación del proletariado y del establecimiento del socialismo
constituyen una versión de la doctrina hegeliana de la esencia en el terreno de la
historia de la sociedad humana.
Como dejamos dicho, el revisionismo, aunque virtualmente extinto, es lo que
pasa hoy en todas partes como la forma más refinada de la teoría marxista; de ahí
entonces que para la reivindicación de esta última, para dar de nuevo vigencia a las
tesis marxistas, para poner de relieve lo esencial de los planteamientos de Marx y de
Engels, sea legítimo y necesario apoyarse en lo que fue el método utilizado por ellos
para forjar la teoría de la revolución; y no sólo eso, sino que en virtud de que con la
derrota del socialismo y la anulación de la teoría marxista se presenta una situación
inédita para la que no hay respuesta en ninguno de los textos clásicos, sea igualmente
legítimo y necesario acudir al método en el que abrevaron Marx y Engels. El
revisionismo tuvo dos actitudes distintas frente a Hegel: un sector de esa corriente
ideológica experimentó un terror pánico, un miedo cerval ante la filosofía hegeliana; es
el mismo sentimiento que los invadía ante la obra fundamental del marxismo, El
Capital de Carlos Marx, que es para ellos terra ignota; acostumbrados a seguir la línea
de menor resistencia intelectual que significa el adoptar sin reservas los prejuicios
teóricos de la pequeña burguesía y darles una leve mano de barniz marxista, la sola
lectura, no se diga el estudio de la obra hegeliana, reclamaría un esfuerzo mental que
por definición no estaban capacitados para realizar; otro sector del revisionismo, por el
contrario, se acercaba a Hegel de la misma manera que a El Capital, es decir, con el
propósito de encontrar puntos de apoyo para el prejuicio teórico pequeño burgués que
era el fundamento de su doctrina económico-social: el socialismo humanista.
La dialéctica, como método del conocimiento, es una generalización de las leyes
del movimiento de la materia que nos auxilia a conocer en toda su extensión y
profundidad la totalidad del ser o una parcela determinada de la realidad; su
característica fundamental, que la distingue claramente de la lógica formal y de la
ontología anterior, es que considera que todos los fenómenos tienen tres niveles de
existencia: el del ser determinado, el de la esencia positiva y el de la esencia negativa y
que su movimiento consiste en internarse en sí mismo, producir su esencia y dar lugar
así al otro que tiene en su interior en estado germinal; el conocimiento del objeto, para
ser un fiel y completo reflejo suyo, debe también seguir ese camino: partir del ser
determinado, llegar a la esencia y descubrir el otro que aquel tiene en su interior y en
el que ha de transformarse ineluctablemente; es evidente que la necesidad de esa
transformación no se la da al objeto el método del conocimiento sino su propia
naturaleza y el pensamiento únicamente puede aprehenderla con mayor o menor
exactitud.
El método dialéctico es el alma del marxismo-leninismo; su divisa es
siempre calar hasta lo más hondo del objeto para encontrar la esencia del mismo,
esto es, el otro que existe en su interior y en el que ha de convertirse
indefectiblemente; es el método científico por excelencia y se alza sobre las ruinas
de la lógica formal y de la gnoseología a ella inherente, las cuales únicamente
aprehenden la superficie del objeto y su relación con una esencia interna, inmóvil
que es el fundamento, la causa última del ser encerrado en sí mismo; para ellas, el
objeto es una multitud de determinaciones superficiales inconexas que sólo
reconocen una relación lineal de causa a efecto con otra multitud de
determinaciones igualmente desvinculadas que son la razón suficiente de las
primeras. La lógica formal es el método del conocimiento característico de la
ideología burguesa; ésta se solaza muy especialmente en esa pretendida
cientificidad de considerar a esas determinaciones formales como variables que
pueden ser sometidas a un modelo matemático lo más complicado posible y de ahí
55
5
6
extraer las hipótesis del movimiento del objeto teniendo como límite absoluto la
naturaleza actual del mismo. El revisionismo toma directamente este método
cognoscitivo del arsenal de la ideología burguesa y únicamente lo adereza con las
dos o tres simplificaciones que con fines didácticos hicieron Marx y Engels de la
dialéctica; así pertrechados, acometen la tarea de realizar un análisis
“revolucionario” de la realidad. El revisionismo tiene un cuidado muy especial en
desvirtuar la teoría marxista del conocimiento y es por eso que niega que la Lógica
de Hegel, puesta sobre sus pies, sea una parte integrante de aquella, el corazón
mismo de la dialéctica materialista; en lugar de ella introduce una variedad
cualquiera de la gnoseología burguesa. No sólo es una conclusión en nuestra
argumentación, sino una premisa suya, la consideración de la dialéctica hegeliana,
“puesta sobre los pies” por el marxismo, como el único método científico.
La teoría marxista fue sustituida, a la caída del socialismo que aquí hemos
denominado formal, por el revisionismo; un terreno especialmente afectado por esa
transformación lo fue el del método revolucionario del conocimiento, de donde, en
primer lugar, expulsó a la dialéctica hegeliana que era el núcleo del mismo y la
sustituyó por una vulgarización extrema de las famosas tres leyes enunciadas por
Engels en más de uno de sus trabajos; posteriormente, debajo de esta delgadísima y
frágil capa pseudo marxista, se introdujo toda una versión de la teoría burguesa del
conocimiento.
La lógica hegeliana tiene dos aspectos claramente diferenciados: su carácter
místico y su naturaleza racional.
En su cualidad sobrenatural es la descripción de las características y del
desarrollo del pensamiento puro, una sustancia supra humana que conforme a la
filosofía hegeliana es el fundamento de la naturaleza y del espíritu.
En su condición racional es el reflejo en la conciencia humana de las leyes
más generales de la estructura y del movimiento de la realidad objetiva. La lógica
formal también era el reflejo de la objetividad, pero únicamente de la superficie de
la misma, de tal manera que estaba constituida por abstracciones vacías,
categorías fijas y rígidas y superficiales representaciones del ser que tenían el sello
de la accidentalidad; la lógica de Hegel –la dialéctica- es el reflejo de los dos niveles
de existencia del mundo objetivo: el ser, que tiene en sí mismo a su otro que es la
esencia, y la esencia que es el otro del ser y que tiene en sí al ser como su otro, y
del movimiento que va del ser a la esencia y de ésta al ser; es la más completa y
profunda representación del ser y la esencia del mundo. En atención a esto, la
dialéctica hegeliana está integrada por un cuerpo de categorías y conceptos
fluidos, cuya naturaleza fundamental es la contradicción y la necesidad y que
producen abstracciones llenas de contenido (concretos del pensamiento) que
reflejan la riqueza de determinaciones del ser y de la esencia y de su paso de uno a
otro.
El concepto de la necesidad que desarrolla Hegel en su lógica es, desde
luego, una parte integrante de la teoría marxista del conocimiento; y aplicándolo a
la realidad del régimen capitalista es como los clásicos extraen la conclusión de la
inevitable, fatal, ineluctable transformación de esa forma de organización de la
sociedad en el socialismo.
La lógica objetiva de Hegel, que abarca las dos primeras partes de su lógica, el
ser y la esencia, contiene la descripción más detallada, minuciosa, exhaustiva e
integral que se haya hecho por filósofo alguno, anterior o posterior a aquel, de la
estructura fundamental y de las leyes más generales del movimiento de la materia;
esta lógica objetiva es, al mismo tiempo que el reflejo omnicomprensivo del mundo
objetivo, un método que puede y debe aplicarse en los más variados campos del
conocimiento para obtener el concepto exacto de su objeto, ya que éste, como parte de
la realidad, se rige también por aquellas leyes generales.
En el último capítulo de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844
continúan Marx y Engels su labor de fijar su posición frente a la Filosofía de Hegel.
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5
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0
El concepto
En la actividad productiva enajenada y, por lo que hace al régimen
capitalista, en la industria, se establece la relación directa entre el hombre y su
objeto. Esta actividad productiva consiste en la aplicación de una serie de
conocimientos preexistentes, producto de la práctica humana anterior,
materializados en determinados instrumentos de producción, capacidades
humanas, procesos productivos y características del objeto; a su vez, la actividad
práctica humana es fuente de una serie de conocimientos acerca de las
características del objeto, los instrumentos de producción, las capacidades
humanas y los procesos productivos. Estos conocimientos se obtienen, en el
régimen capitalista, en el proceso de explotación y son literalmente arrancados por
el capital a los trabajadores; su naturaleza es la parcialidad y la inmediatez.
Los conocimientos generados en la práctica industrial (o en la producción en
general) son absorbidos por una instancia superior al servicio del capital atendida por
un grupo especial de trabajadores, independientes o asalariados; su labor consiste en
elaborar y perfeccionar constantemente una imagen mental de la actividad productiva
específica: los instrumentos, capacidades, procesos y objeto. Esta imagen es producto
de la actividad práctica y, a la vez, el instrumento a través del cual esta actividad
práctica se realiza.
Dicha imagen mental tiene las siguientes características:
(a) En virtud de la enajenación del conocimiento, pertenece al capital; es decir,
no tiene la característica de instrumento de la actividad práctica integrante de la
naturaleza humana. El capital es una potencia humana enajenada, negatoria de la
naturaleza humana; de ahí que uno de sus elementos, la imagen mental del proceso
industrial, sea también ajena y negatoria de dicha naturaleza.
(b) es instrumento de explotación del trabajo asalariado por el capital y
resultado de ese proceso explotador;
(c) está reducida a un solo aspecto de la realidad, por lo que es incompleta,
inconexa, casual, etcétera;
(d) tanto en ésta como en la anterior instancia la enajenación y
sustantivación son la base de su mistificación.
El mecanismo real es el siguiente: en la actividad práctica productiva el
hombre obtiene los elementos para forjar la imagen mental de la realidad; con ella
como instrumento proyecta en su cerebro la actividad práctica a realizar; de nueva
cuenta actúa sobre la realidad para llevar a cabo ese proyecto, obteniendo de ahí
nuevos elementos con los cuales enriquece la imagen mental preexistente; adscrito
a un grupo especial de trabajadores y separado del trabajo manual, el
pensamiento inicia aquí su proceso de mistificación: soslaya u oculta el proceso de
formación de los elementos de la imagen mental y la considera existente por sí
misma; luego se instala en ese terreno y, trabajando sólo con imágenes mentales,
proyecta la transformación de la realidad; es por eso que para el pensador
(trabajador intelectual, filósofo, etcétera) la imagen mental aparece como un sujeto
vivo supra humano, distinto de las facultades humanas, de cuya naturaleza
participa, que puede aprehender por sí mismo el mundo exterior y la actividad
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6
1
La ciencia
Esta imagen mental, propiedad del capital, se eleva hacia una instancia
superior del conocimiento enajenado, la ciencia.
La labor científica es también una labor del capital; los científicos son
trabajadores independientes o, cada vez más, trabajadores asalariados al servicio del
capital.
La función de la ciencia consiste en producir una imagen mental de todo un
sector de la realidad con las imágenes mentales parciales que le proporcionan las
instancias anteriores, por ejemplo de los fenómenos físicos, químicos, atómicos,
biológicos, etcétera.
Esa imagen mental tiene las siguientes características:
(a) pertenece al capital con todas las implicaciones que este hecho trae consigo;
(b) es instrumento de explotación del trabajo asalariado por el capital y
resultado de la misma;
(c) abarca todo un sector de la realidad;
(d) su alejamiento de la industria, que es el núcleo de la actividad práctica
humana, es mayor que el de los niveles cognoscitivos anteriormente considerados;
su mistificación es también de un grado mayor.
La ciencia recibe sólo imágenes mentales elaboradas que constituyen su
materia prima; con ellas trabaja tratando de integrarlas en una síntesis superior, en
una imagen mental más amplia, más completa y más sistematizada; el producto de su
función está constituido también por imágenes mentales como hipótesis, teorías,
etcétera con las que forma la imagen mental más adecuada del sector de la realidad
correspondiente. La materia prima de su actividad no le es proporcionada directa y
explícitamente por la industria ni sus productos van a ella en la misma forma; sólo por
un proceso indirecto de sublimación en un caso y decantación en el otro se establece
la comunicación entre la ciencia y la industria. La ciencia se satisface encerrada en sí
misma; produce pensamientos sin que su fin remoto ni próximo sea la acción sobre la
realidad en ningún sentido.
En suma, la ciencia utiliza como materia prima y produce imágenes mentales
que integra en un cuerpo de pensamientos sobre un sector de la realidad; para ella, lo
que realmente existe, puesto que es con lo que trabaja y el resultado de su trabajo,
es el pensamiento; de ahí que se refuerce la mistificación del pensamiento en esta
área específica de su acción: (1) se robustece su pretensión de ser la realidad más
íntima de los objetos, (2) igualmente se hace más fuerte la creencia de que es una
sustancia que puede conocer la realidad en virtud de una mística facultad que
posee, sin necesidad de pasar por el proceso productivo y (3) su resultado real es
producir y perfeccionar un cuerpo de pensamientos, una sustancia espiritual.
De la imagen mental desarrollada por la ciencia se desprenden hacia abajo
conocimientos que, al llegar a la actividad práctica industrial, comprueban o no su
validez y la de la hipótesis de donde parten; a su vez, de la prosaica realidad, de la
producción, brota una serie de conocimientos que se van elevando hasta llegar a la
ciencia en donde sirven de base a nuevas hipótesis, teorías, etcétera.
La filosofía
La ciencia evoluciona hacia una fase más alta del conocimiento enajenado, el
pensamiento filosófico.
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6
2
Este es, desde luego, también una función del capital realizada de una manera
indirecta a través de pequeños productores intelectuales.
La filosofía se nutre con los elementos que le proporcionan todas las
ciencias; su trabajo consiste en forjar una imagen mental de la realidad.
Esa imagen tiene las siguientes características:
(a) pertenece al capital;
(b) es el basamento último de la función explotadora del capital y a la vez
resultado de la misma;
(c) abarca la totalidad de la realidad, las leyes generales del conocimiento y
del ser; introduce en los elementos que le brindan las ciencias positivas las
características de esencialidad, necesidad y causalidad y las engarza en el
esquema de la concatenación universal;
(d) es el nivel del conocimiento más alejado de la actividad productiva cuya
mistificación alcanza el más alto grado. Su labor se desarrolla tomando como base
las imágenes mentales sectoriales que le proporcionan las ciencias y el resultado
de la misma es una imagen mental que comprende la totalidad del ser y del
conocer; una vez forjada, esa imagen se levanta en contra de su humilde y lejano
origen, es decir, de la actividad productiva, y se declara a sí misma como una
sustancia independiente que tiene una existencia desde el comienzo de los tiempos
y que es el fundamento y demiurgo de la realidad y del conocimiento. Se postula
como existiendo primero en sí misma, luego exteriorizándose en la naturaleza y,
por último, recobrándose a sí misma en el espíritu; es en esta fase en la que
alcanza la forma superior de manifestarse y en la que pretende poseer en sí y por
sí la capacidad de dotar a los conocimientos que le proporcionan las instancias
inferiores de las características de esencialidad, necesidad y causalidad mediante
su sometimiento a la forma del concepto y la idea, de la misma manera que su
forma enajenada se había impuesto sobre la caoticidad y accidentalidad de la
naturaleza, y le proporciona orden y concierto; al ejercer esa facultad intrínseca, el
espíritu filosófico recoge todos los conocimientos que le proporciona el saber de
nivel inferior y llega, a través de ellos, a reconocer en la realidad la obra del
concepto y de la idea, es decir, la obra de sí mismo bajo otra de sus formas. En
suma, el pensamiento filosófico, debido a la enajenación de la naturaleza respecto
del hombre, se convierte en una sustancia independiente de todos los demás
elementos de la naturaleza humana y se erige por sí mismo en el pretendido
creador de la realidad y fundamento último de la misma y en el depositario de la
facultad del conocimiento, con independencia absoluta de la actividad práctica; el
pensamiento filosófico ignora así todo el complicado proceso por el cual los
conocimientos se van formando lentamente en la misma actividad práctica
industrial, es decir, en la producción, suben luego trabajosamente por los demás
peldaños del saber y desembocan finalmente en el saber filosófico; de la misma
manera, da de lado al proceso inverso, es decir, aquel por el cual el conocimiento
adelantado por el pensamiento filosófico como hipótesis o teoría del mundo
desciende hasta la práctica para recibir ahí la sanción definitiva; la facultad que se
arroga el espíritu filosófico de poder dotar a los conocimientos inferiores de las
características que les permiten reflejar con exactitud creciente la realidad tiene su
origen en la práctica industrial, pues es la industria la que ha penetrado realmente
hasta los niveles más íntimos de la estructura de la materia y la que ha
reproducido los movimientos más complicados de la misma.
El conocimiento tiene su origen y su confirmación en la actividad práctica
industrial.
La filosofía de la naturaleza de Hegel participa también del doble carácter
que posee su lógica: una corteza mística y un contenido racional.
El aspecto misterioso radica en que Hegel considera la naturaleza como un
producto enajenado del pensamiento puro y, por tanto, la evolución de aquella
como el desarrollo no consciente de éste.
62
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3
La naturaleza ha sido determinada como la idea en la forma del ser-otro (Anderssein). Como
la idea es de este modo, la negación de sí misma y exterior a sí, la naturaleza no es exterior
sólo relativamente respecto a la idea (y respecto a la existencia subjetiva de la idea, el
espíritu), sino que la exterioridad constituye la determinación, en cual ella es como
naturaleza.
…En la naturaleza, no solamente el juego de las formas está sujeto a una accidentalidad
sin regla y sin freno, sino que toda forma carece por sí del concepto de sí misma. La cima a
la que se dirige la naturaleza al existir es la vida; pero siendo ésta solamente idea natural,
está sujeta a lo irracional de la exterioridad, y la vitalidad individual está, en todos los
momentos de su existencia, en pugna con una individualidad distinta de la suya, mientras
que en toda manifestación espiritual se da el momento de la relación libre y universal
consigo misma…
Hay que considerar a la naturaleza como un sistema de grados, cada uno de los cuales sale
del otro necesariamente y es la próxima verdad de aquel de que resulta, no ya en el sentido
de que el uno sea producido por el otro naturalmente, sino en el sentido de que es así
producido en la íntima idea que constituye la razón de la naturaleza. La metamorfosis
corresponde sólo al concepto como tal, puesto que sólo el cambio de éste constituye la
evolución. Pero el concepto en la naturaleza es, en parte, sólo algo de interno; en parte
existente, sí, pero sólo como individuo vivo. A éste último, solamente por eso, está limitada
la metamorfosis existente.
La contradicción de la idea que, como Naturaleza debe ser exterior a sí misma, es, más
precisamente, ésta: que por una parte hay la necesidad, operada por el concepto, de la
formación de la naturaleza y de su determinación orgánica; por otra parte, su
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6
4
El desarrollo del pensamiento enajenado, que comprende las diferentes fases del
conocimiento humano, se da de una manera inconsciente, sin que la conciencia
enajenada sepa el porqué de su existencia; en la fase superior de su proceso de vida, la
conciencia enajenada adquiere conciencia de sí misma y de su proceso de surgimiento
–de su proceso abstracto enajenado de autogeneración-, es decir, se convierte en
autoconciencia desenajenada. [Marx hace una mordaz crítica a esta autoconciencia
omnisciente, absoluta y todopoderosa que realiza inconscientemente la mayoría de sus
funciones fundamentales y que sólo post festum viene a enterarse, es decir, a tener
22
Hegel, G. W. F., Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, Estudio introductivo y análisis de la obra por
Francisco Larroyo, Cuarta Edición, Editorial Porrúa, S. A, México, 1980, “SEPAN CUANTOS Num.
187. Versión española de F. Ovejero y Maury, revisada, pp. 120-123
23
Idem
64
6
5
La enajenación no es, para Hegel, el hecho real de que el hombre objetive sus
fuerzas esenciales en oposición a sí mismo, en forma no humana; es, por el contrario, el
hecho de que objetive las entidades espirituales, que son el reflejo de esas fuerzas
esenciales enajenadas, en oposición al pensamiento abstracto, a la autoconciencia.
Puesto que para Hegel todas las fuerzas esenciales enajenadas del ser humano
son sólo entidades espirituales y, puesto que también para él la naturaleza esencial del
hombre es el espíritu –la autoconciencia-, la revocación de la enajenación, la apropiación
de las fuerzas esenciales enajenadas del hombre, es una apropiación que se da en el
pensamiento puro –en la autoconciencia-, es la apropiación de esos objetos como
24
Marx, Carlos, op. cit., p. 152
65
6
6
pensamientos –como entidades espirituales, como fases del espíritu y por la vía del
pensamiento –de la autoconciencia-.
Pese a su idealismo, la filosofía de Hegel tiene un núcleo racional que es el
punto de partida de la teoría marxista: la concepción de la constitución y de la
realización de la esencia natural humana como el proceso de autogeneración,
enajenación y revocación de esa enajenación de las potencias esenciales del hombre; si
bien Hegel considera la esencia natural humana como constituida por la
autoconciencia –la conciencia consciente de sí misma-, las potencias humanas como
las entidades espirituales que son su reflejo enajenado y el proceso de enajenación y
revocación de la enajenación como la enajenación y desenajenación del pensamiento
abstracto, del espíritu, de la autoconciencia.
Marx toma esta concepción de Hegel como su punto de arranque, la pone sobre
los pies y considera la historia del hombre como el proceso a través del cual, en
primera instancia, produce los elementos esenciales de su naturaleza: capacidades
físicas y mentales del individuo, fuerza colectiva de trabajo, conciencia social, etcétera,
todas como elementos objetivos, naturales –naturales humanos-; en su desarrollo,
esos elementos objetivos, producto de la acción práctico-consciente del hombre, se
separan de la esencia natural humana, entran en oposición objetiva, real con ella, la
aniquilan y se convierten en la esencia enajenada del ser humano, una esencia
enajenada real, objetiva; la separación entre el ser humano y su esencia llega a tal
punto de hostilidad que se hace imperiosa la reapropiación de esos elementos por el
hombre para reconstituir su esencia natural; esa reapropiación es una acción objetiva,
práctico-consciente, del hombre. El papel de la conciencia –del ser consciente- es
reflejar todo este proceso real, objetivo, como prerrequisito para la acción práctico-
consciente enfilada a recobrar la esencia natural del hombre.
En el capítulo final de la Fenomenología, “Saber Absoluto”, se hace una
condensación de la obra, se establece la relación de la Fenomenología con la dialéctica
especulativa y se expone la conciencia de Hegel en relación a ambas y su relación
recíproca.
Hegel parte del postulado de que la esencia natural del ser humano es la
autoconciencia.
La función esencial de la autoconciencia es apropiarse entidades mentales
(pensamientos, representaciones e imágenes mentales, etcétera), organizarlas,
sistematizarlas e incorporarlas a su sustancia.
Para realizar esta función esencial, la autoconciencia debe primero producir
esas entidades mentales.
En el proceso de engendrar las imágenes mentales, la autoconciencia las
elabora directamente a partir del objeto exterior; esta actividad no es su función
esencial, que como decimos, consiste en relacionarse con entidades mentales –
espirituales-, sino la negación de la misma. De ahí entonces que la autoconciencia
se enajene –es decir, realice una función que no es de su esencia- y produzca los
objetos mentales como corporización de esa esencia enajenada.
La autoconciencia restaura su naturaleza esencial perdida al apropiarse los
objetos mentales creados por ella en el proceso de su enajenación e incorporarlos a
su sustancia; reasume así su función esencial anteriormente señalada.
En la primera fase del proceso, la autoconciencia establece la objetividad, una
objetividad enajenada.
Como potencia separada de la primigenia esencia natural del ser humano,
la conciencia –el hombre consciente- elabora los pensamientos, las imágenes
mentales en relación directa con el objeto.
Al reapropiarse su naturaleza esencial, la autoconciencia supera –niega- la
objetividad y restaura la no objetividad del objeto, su naturaleza espiritual, o más bien
dicho, su verdadera objetividad que es el espíritu.
La conciencia, como potencia separada de la esencia natural del ser
humano, se apropia las entidades previamente elaboradas y las incorpora a su
66
6
7
sustancia.
La objetividad no puede ser, para Hegel, otra cosa que la autoconciencia
enajenada.
El ser humano es un ser natural, objetivo; sus capacidades y potencias son
fuerzas naturales y objetivas que actúan sobre el mundo objetivo, natural; la
objetividad del mundo exterior es establecida a través de la acción teórico-práctico del
ser humano.
La autoconciencia, por el contrario, establece la objetividad cuando crea
entidades mentales; el objeto es para ella, precisamente, aquella entidad que sólo es la
imagen del objeto real.
El objeto –la imagen mental producida por la autoconciencia enajenada- es
negatividad pura; en su movimiento niega su objetividad -su carácter de imagen
mental del objeto real- porque esa objetividad no es sino la negación de la verdadera
esencia del ser humano, la autoconciencia, es decir, negación de la función de
apropiarse entidades espirituales e incorporarlas a su sustancia; es una objetividad
enajenada.
Al negarse el objeto, se supera su naturaleza objetiva –imagen mental- y se
reapropia su verdadera naturaleza, como parte integrante de la autoconciencia, como
entidad mental ya producida y que ahora se incorpora a la sustancia de la
autoconciencia. Se restaura la verdadera objetividad de la autoconciencia.
El proceso de apropiación del objeto por la conciencia mediante la creación de
imágenes mentales del mismo es, para Hegel, la negación de la naturaleza esencial de
la autoconciencia; todo el acervo de imágenes mentales creadas por la conciencia es la
objetivación de la esencia natural de la autoconciencia; la negación de la negación es
la recuperación por la autoconciencia de su esencia a través de la superación de la
enajenación; esta superación se realiza negando la objetividad enajenada del objeto y
restaurando su verdadera objetividad, es decir, transformando al objeto en parte de la
autoconciencia.
25
G. W. F. Hegel, Fenomenología del Espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, p. 461
67
6
8
68
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9
EL ESPIRITU ABSOLUTO
C
LA FILOSOFÍA
572
Esta ciencia es, por consiguiente, la unidad del arte y [la]- religión por cuanto el modo intuitivo,
exterior según la forma, del primero (cuyo producir exterior y dispersión del contenido sustancial
en muchas figuras autosuficientes) no sólo se ha conservado íntegramente en la totalidad de la
segunda (cuyo salir uno-fuera-de-otro desplegándolo en la representación y mediar lo desplegado)
haciéndolo un todo, sino que ha sido unido en la simple intuición espiritual, y en ésta entonces
ha sido elevado a pensar autoconsciente. Este saber es así el concepto pensante, [ahora]
conocido, del arte y la religión, en el cual lo diversificado en el contenido ha sido conocido como
necesario, y esto necesario [ha sido conocido] como libre.27
§
574
Este concepto de la filosofía es la idea que se piensa, la verdad que sabe (§ 236), lo lógico, con el
significado de que ello es la universalidad acreditada 918 en el contenido concreto como realidad
efectiva suya. La ciencia ha regresado de este modo a su comienzo, y lo lógico es así su resultado
como lo espiritual; lo espiritual, a saber, que desde el juzgar presuponente (en el cual el concepto
era sólo en sí y el comienzo era algo inmediato), o desde el [carácter de] fenómeno que tenía lo
espiritual en aquel comienzo se ha elevado a la vez a su puro principio como a su elemento.
§
575
Es este fenómeno lo que fundamenta primero el desarrollo ulterior. El primer fenómeno
constituye el silogismo que tiene por fundamento lo lógico como punto de partida y [tiene] la
naturaleza como término medio que concluye el espíritu con lo mismo. Lo lógico deviene
naturaleza, y la naturaleza, espíritu. La naturaleza que está entre el espíritu y su esencia no los
separa desde luego hasta [hacerlos] extremos de finita abstracción, ni se separa de ellos como
algo autosuficiente que como [un] otro concluyera [extremos que fueran] solamente otros; pues el
silogismo está [entero] en la idea y la naturaleza está esencialmente determinada sólo como punto
de paso y momento negativo, y es en sí la idea; pero la mediación del concepto tiene la forma
exterior del pasar y la ciencia [tiene] la forma del curso de la necesidad, de modo que sólo en uno
de los extremos está puesta la libertad del concepto como su concluirse consigo mismo.
§
576
Este fenómeno está superado en el segundo silogismo en tanto éste es ya el punto de vista del
espíritu mismo, el cual es el mediador del proceso, presupone la naturaleza y la concluye con lo
lógico. Es el silogismo de la reflexión espiritual en la idea; la ciencia aparece como un conocer
subjetivo cuyo fin es la libertad y el conocer mismo es el camino para producírsela.
§
577
26
Ibidem, p. 471-473
27
Hegel, G. W. F., Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio, Para uso de sus clases,
Edición, introducción y notas de Ramon Valls Plana, Filosofía y pensamiento, Alianza Editorial,
Segunda reimpresión, Madrid, 2005, p. 592.
69
7
0
El tercer silogismo es la idea de la filosofía, la cual tiene como [término] medio suyo a la razón que
se sabe [a sí misma], (lo universal-absoluto), la cual se escinde [o desdobla] en espíritu y
naturaleza, hace de aquél lo presupuesto como proceso de la actividad subjetiva de la idea y
[hace] de ésta extremo universal como proceso que está-siendo en sí, objetivamente. El juzgarse [o
partirse originario] de la idea en los dos fenómenos (§ 575/6) determina a éstos como
manifestaciones suyas (de la razón que se sabe [a sí misma]) y en ella se junta que es la
naturaleza de la cosa, (el concepto), la que se mueve adelante y desarrolla, y este movimiento es
igualmente la actividad del conocer, la idea eterna que está-siendo en y para sí, [que] se actúa
eternamente como espíritu absoluto, [se] engendra y [se] goza.28
70
7
1
71
7
2
dicha actividad; esto quiere decir que, además de que la autoconciencia es una
potencia enajenada de la verdadera humanidad, es sólo una de dichas potencias.
III II LEYE
ESPIRITU EN SU LA MATERIA ESPIRITU COMO
VIDA ENAJENADA IDEA ABSOLUTA
EN LA La realidad absoluta es la Reflejo mental de la rea-
NATURALEZA totalidad, el universo, la mate- lidad absoluta Co
En su tránsito por la Lógica, el ria infinita.
espíritu, además de constituirse La materia es una sustan- LOGICA
como idea absoluta que es el reflejo cia que tiene una estructura DE HEGEL
mental de la realidad absoluta, al corpuscular (átomos, electro- Categ
final recobra su naturaleza de pen- nes, neutrones, etcétera) que turaleza y
Lógica objetiva
samiento puro que ahora se interio- existen, simultánea y sucesi- Reflejo
vamente, en estado de des- EL SER
riza en la naturaleza para realizar LA NADA diante la
agregación (nebulosa indife-
su imagen mental renciada) y como agregados EL DEVENIR estructur
que forman sustancias, com- LA CUALIDAD ria.
Mecánica puestos y cuerpos de distinta LA MEDIDA
Física naturaleza (estrellas, sistemas Forma
LA ESENCIA
Física Orgánica planetarios, seres vivos y seres pensamie
La reflexión
-organismo vegetal pensantes). dad. Sínt
La apariencia
-organismo animal Ley general del movimien- conocimie
to y estructura de la materia
La realidad
La realidad absoluta sis sobre
IV a) Estructura de la mate-
El ser
ESPIRITU QUE SE ria: la materia está estructu- La sustancia
rada en dos niveles funda- de la real
RECOBRA A SI la activid
Es Feuerbach
MISMO EN EL mentales:laSER
el que, mediante de la metafísicaLógica
y ESENCIA
crítica subjetiva
hegeliana, de la
corteza b) Forma fundamental de EL CONCEPTO este reflej
SER mística
PENSANTE de su filosofía, al restaurar el materialismo pone la base para que Marx
el ser hu
movimiento de la materia: de del la filosofía La subjetividad
El yespíritu
Engelsdesarrolla
se deshagan de aquella
las facul- ser
envoltura
a la esencia
idealista
y de la esencia
hegeliana, la
realidad
tades sustituyan
y capacidades porde el la
principio
concien-materialista de la primacía del ser sobre la -Elconciencia
concepto –la
al ser Relación
conciencia no es más
cia. Es primero la conciencia del que el ser consciente- y conserven el rico contenido -El juicio
racional de
SER tremos; d
aquella. Queda así
objeto y después la conciencia de estructurada la base fundamental
(Nebulosa indiferenciada) de la teoría -El
del silogismo
materialismo
dialéctico que es el núcleo de la doctrina marxista. La objetividad proceso e
sí mismo, la autoconciencia. En su Movimiento mecánico
munidad
En esta su forma
última fase, la autoconciencia es el primitiva, el materialismo dialéctico
Movimiento físico comprende -Mecanismo
lo siguiente:
el principio fundamental de la primacía del ser
Movimiento sobre
químico la conciencia, el -Quimismo
reconocimiento La vid
espíritu nuevamente como pensa- movimien
miento depuro.
la actividad práctica humana como el único ESENCIAcriterio de la verdad, la-Teleología exhaustiva y
pormenorizada recopilación de las leyes Vida orgánica
generales de la estructura y el LA IDEA de
movimiento sante, la f
-Conciencia del objeto en su La ma
la materia, la cual se contiene en laVida pensante
lógica (especie
hegeliana y es al mismo -La
tiempo vidael más
inmediatez. humana) esencia y
completo método
-Certeza de sí mismo como del conocimiento científico, la representación -La idea
abstracta del conocer
de la
-Constitución de la esen- hasta llev
evolución de la naturaleza
conciencia que conoce lo inmediato y el reflejo abstracto también, del -La idea
desenvolvimiento absoluta
de la
cia natural humana: el trabajo pensante.
especie
(autoconciencia).humana como actividad vital conscien-
Marx de y Engels, con base te. en aquel principio esencial, conservan Como reflejo mental
íntegra la Relaci
-Enajenación la autocon- realidad.
dialéctica
ciencia; desarrollohegeliana como método del-Desarrollo
de la conciencia conocimiento;
de la no realizanexhaustivo
esencia de la reali-
ninguna formulación
nueva de dad absoluta,
de Hegel. la Lógica concuerd
de la esencia della misma, sino que se atienen
objeto. que es al rigurosamente
mismo tiempo asu la versión Engels
de la cosa
efectúa un fallido
-Desenajenación de laintento
autocon- enajenación y anulación. de Hegel
de hacer una exposición de la dialéctica hegeliana en unvi- es la única
Reapropiación de la esen- sión científica del univer- una idea.
ciencia; conciencia de sí, pero aho- cia natural humana. so que han producido la
ra conteniendo en su interior la QUE ES SER QUE TRASPASA 72
riqueza de la esencia desarrollada filosofía y la ciencia en
A
por la conciencia, la idea absoluta. toda su historia.
LA ESENCIA
Al mismo tiempo, la
(nebulosa indiferenciada)
ESPIRITU QUE VUELVE A SI Lógica es el pensamiento
7
3
lenguaje materialista; el resultado fue ese esbozo de trabajo que se conoce como
“Dialéctica de la naturaleza”29, en el cual se contiene la famosa y excesivamente
simplificada explicación de las “tres leyes de la dialéctica” que es, para el revisionismo
de todas las épocas, la suma y compendio de la dialéctica materialista.
Armados con los principios materialistas y con la dialéctica hegeliana, Marx y
Engels acometen la tarea de llenar de contenido los dos esquemas hegelianos de la
evolución de la naturaleza y de la especie humana. En lo que se refiere al ámbito de la
historia natural, es realmente poco lo que investigan los dos teóricos revolucionarios;
de ellos, es Engels el que más atención pone a esta área del conocimiento y lo hace
únicamente para ordenar y sistematizar, con base en el principio materialista y de
acuerdo con el esquema hegeliano, el abundante acervo de conocimientos
proporcionado por las ciencias positivas, las cuales eran impulsadas en su desarrollo
por la producción capitalista.
En donde realizan el grueso de su labor teórico-revolucionaria es en el ámbito
de la historia humana y lo hacen aplicando a este sector del conocimiento la tesis
nodal del materialismo, la dialéctica hegeliana, y el esquema hegeliano de la evolución
de la humanidad. Desarrollan así las leyes fundamentales de la estructura y evolución
de las sociedades humanas, forjando los conceptos de formación económico-social,
base económica y superestructura política e ideológica, fuerzas productivas y
relaciones de producción, clases sociales, lucha de clases, revolución social, etcétera;
pasan después, equipados con los mismos instrumentos y con esas primeras leyes
fundamentales, al estudio del régimen de la propiedad privada para encontrar en él la
clave de la evolución de la especie humana, que consiste en la pérdida, en esa
formación económico-social, de las características esenciales de la especie pero, al
mismo tiempo, en la producción de los elementos para su restauración en una forma
más alta, en una formación económico-social que debe suceder a la de la propiedad
privada, en el comunismo; continúan, utilizando todo ese bagaje teórico acumulado,
con el análisis específico de la última fase de la propiedad privada, el régimen de
producción capitalista, al que dedican una parte sustancial de su labor teórica y por
medio del cual determinan al detalle cómo se da culminación en él al proceso de
anulación de la naturaleza humana de la especie y la manera en que se crean las
premisas para el cambio revolucionario hacia la sociedad comunista; se descubren las
leyes de la economía y de la lucha de clases de la sociedad capitalista.
Con fundamento en todo lo anterior, Marx y Engels adelantan las hipótesis
del proceso de cambio revolucionario del capitalismo al socialismo y de ahí al
comunismo.
En diversos pasajes de sus distintas obras reconocen Marx y Engels la
relación que guarda su doctrina con la filosofía hegeliana. Enseguida citaremos los
más representativos de ellos.
73
7
4
su lado revolucionario, del método dialéctico, descrito más arriba. Pero bajo su
forma hegeliana este método era inservible. En Hegel, la dialéctica es el
autodesarrollo del concepto. El concepto absoluto no sólo existe desde toda la
eternidad –sin que sepamos dónde-, sino que es, además, la verdadera alma viva de
todo el mundo existente. El concepto absoluto se desarrolla hasta llegar a ser lo que
es, a través de todas las etapas preliminares que se estudian por extenso en la
Lógica y que están contenidas todas en un dicho concepto; luego, se “enajena” al
convertirse en la naturaleza, donde, sin la conciencia de sí, disfrazado de necesidad
natural, atraviesa por un nuevo desarrollo hasta que, por último, recobra en el hombre
la conciencia de sí mismo; en la historia, esta conciencia vuelve a elaborarse a partir de
su estado tosco y primitivo, hasta que por fin el concepto absoluto se recobra de nuevo
por completo en la filosofía hegeliana. Como vemos en Hegel, el desarrollo dialéctico que
se revela en la naturaleza y en la historia, es decir, la concatenación casual del progreso
que va de lo inferior a lo superior, y que se impone a través de todos los zigzags y
retrocesos momentáneos, no es más que un clisé del auto movimiento del concepto; auto
movimiento que existe y se desarrolla desde toda una eternidad, no se sabe dónde, pero
desde luego con independencia de todo cerebro humano pensante. Esta inversión
ideológica era la que había que eliminar. Nosotros retornamos a las posiciones
materialistas y volvimos a considerar los conceptos de nuestro cerebro como las
imágenes de las cosas reales, en vez de reputar las cosas reales como imágenes de tal o
cual fase del concepto absoluto. Así, la dialéctica quedaba reducida a la ciencia de las
leyes generales del movimiento, tanto del mundo exterior como del pensamiento
humano: dos series de leyes idénticas en cuanto a la esencia, pero distintas en cuanto a
la expresión, en el sentido de que la mente humana puede aplicarlas conscientemente,
mientras que en la naturaleza, y hasta hoy también, en gran parte, en la historia
humana, estas leyes se imponen de un modo inconsciente, bajo la forma de una
necesidad exterior, en medio de una serie infinita de aparentes casualidades. Pero, con
esto, la propia dialéctica del concepto se convertía simplemente en el reflejo consciente
del movimiento dialéctico del mundo real, lo cual equivalía poner la dialéctica hegeliana
cabeza abajo; o mejor dicho, a invertir la dialéctica, que estaba cabeza abajo, poniéndola
de pie. Y, cosa notable, esta dialéctica materialista, que era desde hacía varios años
nuestro mejor instrumento de trabajo y nuestra arma más afilada, no fue descubierta
solamente por nosotros, sino también, independientemente de nosotros y hasta
independientemente del propio Hegel, por un obrero alemán Joseph Dietzgen.
De tal manera volvía a ponerse de pie el lado revolucionario de la filosofía hegeliana y
se desprendía al mismo tiempo de la costra idealista que en Hegel impedía su
consecuente aplicación... ”30
“Entretanto, junto a la filosofía francesa del siglo XXIII, y tras ella, había surgido la
moderna filosofía alemana, que fue coronada por Hegel. El principal mérito de esta
filosofía es la restitución de la dialéctica como forma suprema del pensamiento...
...
...
...
...
La filosofía alemana moderna alcanzó la cumbre en el sistema de Hegel, en el que por vez
primera –y ese es su gran mérito- se concibe todo el mundo de la naturaleza, de la
historia y del espíritu como un proceso, es decir, en constante movimiento, cambio,
transformación y desarrollo, y se intenta además poner de relieve la íntima conexión
que preside este proceso de movimiento y desarrollo. Contemplada desde este punto
de vista, la historia de la humanidad no aparecía ya como un caos árido de
violencias absurdas, todas igualmente condenables ante la razón filosófica, hoy ya
madura, y buenas para ser olvidadas cuanto antes, sino como el proceso de
desarrollo de la propia humanidad, que el pensamiento debía seguir ahora en sus
etapas graduales y a través de todos los extravíos, y demostrar la existencia de las
leyes internas que guían todo aquello que a primera vista pudiera creerse obra del
azar.”31
Recuérdese que la crítica que las ciencias naturales oponen a Hegel, en aquello en
30
Engels, Federico, Ludwig Feuerbach y el Fin de la Filosofía Clásica Alemana. en: Carlos
Marx, Federico Engels, Obras Escogidas, T. VII, Editorial Ciencias del Hombre, Buenos Aires,
Argentina, 1973, pp. 376-378
74
7
5
que está certeramente orientada, sólo versa sobre estos dos aspectos: el punto de
partida idealista y la construcción arbitraria de un sistema que se da bofetadas con
los hechos.
Pues bien, descontando todo esto, queda todavía en pie la dialéctica hegeliana.
Corresponde a Marx –frente a los “gruñones, petulantes y mediocres epígonos que
hoy ponen cátedra en Alemania culta” el mérito de haber destacado de nuevo,
adelantándose a todos los demás, el relegado método dialéctico, el entronque de su
pensamiento con la dialéctica hegeliana y las diferencias que la separan de ésta, a la
par que en El Capital aplicaba este método a los hechos de una ciencia empírica, la
economía política...”32
Las leyes de la dialéctica se abstraen, por tanto, de la historia de la naturaleza y de la
historia de la sociedad humana. Dichas leyes no son, en efecto, otra cosa que las leyes
más generales de estas dos fases del desarrollo histórico y del mismo pensamiento. Y se
reducen, en lo fundamental, a tres:
ley del trueque de la cantidad en cualidad, y viceversa;
ley de la penetración de los contrarios;
ley de la negación de la negación
Las tres leyes han sido desarrolladas por Hegel, en su manera idealista, como
simples leyes del pensamiento: la primera, en la primera parte de la Lógica, en la
teoría del Ser; la segunda ocupa toda la segunda parte, con mucho la más
importante de todas (NB) de su Lógica, la teoría de la Esencia; la tercera, finalmente,
figura como la ley fundamental que preside la estructura de todo el sistema. El error
reside en que estas leyes son impuestas, como leyes del pensamiento, a la naturaleza y a
la historia, en vez de derivarlas de ellas. De ahí proviene toda la construcción forzada y
que, no pocas veces, pone los pelos de punta: el mundo, quiéranlo o no, tiene que
organizarse con arreglo a un sistema discursivo, que sólo es, a su vez, producto de una
determinada fase de desarrollo del pensamiento humano. Pero, si invertimos los
términos, todo resulta sencillo y las leyes dialécticas, que en la filosofía idealista
parecían algo extraordinariamente misterioso, resultan inmediatamente sencillas y
claras como la luz del sol.”33
Lo que hay de grande en la Fenomenología de Hegel y en su resultado final –la dialéctica
de la negatividad. Como el principio motor y engendradores, por tanto, de una parte, el
que Hegel conciba la auto génesis del hombre como un proceso, la objetivación como
desobjetivación, como enajenación y como superación de esa enajenación, el que capte,
por tanto, la esencia del trabajo y conciba al hombre objetivado y verdadero, por ser el
hombre real, como resultado de su propio trabajo; el comportamiento real, activo, del
hombre ante sí mismo como ser genérico o la manifestación de sí mismo como un ser
genérico real, es decir, como ser humano, sólo es posible por el hecho de que crea y
exterioriza realmente todas sus fuerzas genéricas –lo que, a su vez, sólo es posible
mediante la actuación conjunta de los hombres, solamente como resultado de la historia
y se comporta ante ellas como objetos, lo que, a su vez, hace posible, solamente y ante
todo, la forma de la enajenación.
...
Provisionalmente, anticiparemos tan sólo esto: Hegel adopta el punto de vista de la
economía política moderna. Concibe el trabajo como la esencia, como el ser del hombre
que se hace valer; sólo ve el lado positivo del trabajo, pero no su lado negativo. El trabajo
es el devenir para sí del hombre dentro de la enajenación o en cuanto hombre enajenado.
El único trabajo que Hegel conoce y reconoce es el abstractamente intelectual. Por tanto,
lo que en general constituye la esencia de la filosofía, la enajenación del hombre que se
sabe, o la ciencia enajenada que se piensa, es lo que Hegel reconoce como esencia
suya... 34
Se trata, ahora, de resumir los momentos positivos de la dialéctica hegeliana, dentro de
31
Engels, Federico, Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico, en Carlos Marx, Federico Engels,
Obras Escogidas, T. VII, Editorial Ciencias del Hombre, Buenos Aires, Argentina, 1973, pp. 301-304
32
Engels, Federico, Dialéctica de la Naturaleza, traducción directa del alemán por Wenceslao Roces,
Editorial Grijalbo, S.A., México, 1982, pp. 27-28
33
24 Ibíd., p. 41
34
Marx, Carlos, La dialéctica y la filosofía hegelianas, en La Sagrada Familia y otros escritos filosóficos
de la primera época, traducción del alemán por Wenceslao Roces, segunda edición, Editorial Grijalbo,
S.A., México, 1967, pp. 55-56
75
7
6
la determinación de la enajenación.
a) La superación como movimiento objetivo, que se hace retornar a sí la
exteriorización.<Es ésta la visión, expresada dentro de la enajenación, la visión
enajenada en la objetivación real del hombre, en la real apropiación de su esencia
objetiva por la negación de la determinación enajenada del mundo objetivo, por su
superación, en su existencia enajenada, como el ateísmo, en cuanto a superación de
Dios, es el devenir del humanismo teórico, y el comunismo, como superación de la
propiedad privada, la reivindicación de la vida humana real como su propiedad, es este
devenir del humanismo práctico, o el ateísmo es el humanismo conciliado consigo
mismo mediante la superación de la religión, y el comunismo mediante la superación de
la propiedad privada. Sólo con la superación de esta mediación –que es, sin embargo,
una premisa necesaria se llega al humanismo que comienza positivamente consigo
mismo, al humanismo positivo. >
Pero en ateísmo y el comunismo no son ninguna evasión, ninguna abstracción,
ninguna pérdida del mundo objetivo engendrado por el hombre, de sus fuerzas
esenciales nacidas y manifestadas para la objetividad, ninguna pobreza que retorna
a la sencillez no natural, no desarrollada. Son, por el contrario, por vez primera, el
devenir real, la realización realmente devenida para el hombre de su esencia, y de su
esencia en cuanto real.
Por tanto, Hegel, al concebir el sentido positivo de la negación referida a sí misma –aún
cuando, una vez más, de modo enajenado-, concibe la auto enajenación, la
exteriorización de la esencia, la desobjetivación y desrealización del hombre como auto
adquisición, cambio de esencia, objetivación y realización.
<En una palabra, concibe el trabajo –dentro de la abstracción- como la conciencia
genérica y la vida genérica en gestación.>35
El pseudomarxismo y la dialéctica
35
Ibídem, p. 64
76
7
7
ella sus cabezas, la teoría científica que explica al mundo y a la sociedad humana.
En suma, para estos autonombrados marxistas, el marxismo es una
doctrina que tiene sólo dos principios: el de la primacía del ser (del ser práctico, de
la “praxis”) sobre la conciencia y el del devenir, armado con los cuales se enfrenta
directamente a los objetos para reproducirlos en el pensamiento; por lo tanto,
desposeída de la dialéctica hegeliana, a la doctrina de la revolución sólo le quedan
como instrumentos del conocimiento la filosofía heraclitiana, la experiencia
inmediata e ingenua que es el fundamento de la metafísica, la metafísica misma
(principio de identidad, etcétera), el empirismo que busca la verdad en la
experiencia que está presente en la percepción externa e interna y que es la base
de la filosofía crítica (kantismo), la propia filosofía crítica (categorías fijas e
inmóviles que sólo pueden aprehender lo singular, casual, yuxtapuesto,
accidental, etcétera; la contradicción y la necesidad están en el pensamiento, no
en la realidad objetiva; la “cosa en sí”, la esencia, no es cognoscible), el saber
inmediato, sustentador del cartesianismo, que postula que únicamente lo
particular e inmediato es aprehensible a través de categorías y conceptos y que lo
general es cognoscible sólo por medio de un acto de fe, el cartesianismo para el
cual el conocer es también un acto de fe: cogito ergo sum y el supremo método de
la dialéctica que consiste en el arte de discutir posiciones opuestas hasta llegar a
encontrar la verdad.
Esta corriente teóricamente espuria pretende hacer retroceder el marxismo a
las posiciones filosóficas anteriores a la filosofía hegeliana, en alguna parte incluso
hasta la filosofía griega.
La revisión moderna de la teoría marxista se originó al mismo tiempo que el
socialismo soviético era sustituido por el llamado “socialismo real”; fue la fracción
radical de la intelectualidad pequeño burguesa la que, tratando de darle a sus
intereses de clase un sustento teórico que fuera distinto del que tenían los de la
burguesía y los de las otras capas de la pequeña burguesía, volvió los ojos a la teoría
marxista para tomar de ella aquello que a sus propósitos convenía.
La teoría marxista es la concepción científica de la evolución de la sociedad
humana; como tal, aprehende su objeto a partir de su ser y se interna, por pasos
sucesivos, hasta llegar a la esencia del mismo, pero considerada ésta en su
aspecto negativo, es decir, como el germen del otro en que aquel ha de
transformarse ineluctablemente. El marxismo trabaja primero sobre las
determinaciones del ser del régimen capitalista, después penetra a las de la
esencia positiva, es decir, a las que son el fundamento de su existencia y por
último se adentra en las de la esencia negativa. El conocimiento marxista es un
movimiento que sólo se detiene cuando llega al corazón mismo del objeto, a la
esencia negativa; en su camino va dotando de orden y concierto, para poner de
relieve al otro que contienen en su interior, primero a las determinaciones del ser y
luego a las de la esencia positiva que ya la ciencia social anterior, pertrechada con
las armas de la lógica formal, se había encargado de develar, aunque de una
manera incompleta y confusa y en un lenguaje disímil y contradictorio; sólo
después de todo esto, la ciencia marxista se introduce en la esencia negativa de su
objeto.
La intelectualidad pequeño burguesa posee una naturaleza de clase
típicamente burguesa y su instrumento del conocimiento es, por necesidad, la
lógica formal, que es el alma de la metafísica; conservando esa naturaleza y ese
bagaje gnoseológico, su fracción radical busca una afilada arma con que
enfrentarse a la burguesía, encontrándose en su indagación con la teoría marxista
plenamente desarrollada.
Sin abandonar sus intereses de clase ni el método del conocimiento que a ellos
corresponde, la intelectualidad pequeño burguesa radical toma la organización y
sistematización que el marxismo hace de las determinaciones del ser y de la esencia
positiva y la preparación que de ellas se realiza para que conduzcan el conocimiento
77
7
8
78
7
9
punto de apoyo del desenvolvimiento de la ciencia burguesa y, con ello, del progreso de
la industria capitalista. Al mismo tiempo, la filosofía hegeliana contiene los elementos
de su negación, que a la vez son los de la negación del régimen de producción
capitalista; estos son los que pasarán a formar parte de la teoría revolucionaria del
proletariado.
Feuerbach.
79
8
0
La religión, por lo menos la cristiana, consiste en el comportamiento del hombre para consigo
mismo o, mejor dicho: para con su esencia, pero considerando a esa esencia como si fuera de
otro. La esencia divina no es otra cosa que la esencia humana o, mejor dicho: la esencia del
hombre sin límites individuales, es decir, sin los límites del hombre real y material, siendo esta
esencia objetivada, o sea, contemplada y venerada como si fuera otra esencia real y diferente
del hombre. Todas las determinaciones de la esencia divina son por ello determinaciones de la
esencia humana (3).
Es esencialmente necesario observar -y este fenómeno es sumamente notable porque
caracteriza la esencia más íntima de la religión- que cuanto más humana es la esencia de
Dios, tanto más grande es aparentemente la diferencia entre él y el hombre, quiere decir tanto
más es negada por la reflexión sobre la religión o sea por la teología la identidad, o sea la
unidad del ser humano y divino y tanto más es rebajado lo humano tal como es objeto de la
conciencia del hombre (7). La causa de ello es: porque lo que es positivo en la imaginación o
determinación de la esencia divina, es exclusivamente humano: por eso la imaginación del
hombre tal como es objeto de la conciencia, sólo puede ser negativa y adversa. Para enriquecer
a Dios el hombre debe empobrecerse: para que Dios sea todo, el hombre ha de ser una nada.
Pero por eso tampoco necesita ser algo para sí mismo porque todo lo que él se adjudica no va
perdido para Dios, sino que queda conservado en él. El hombre tiene su esencia en Dios ¿cómo
podría tenerla en sí y para sí mismo? ¿Por qué sería necesario poner o tener dos veces la
misma cosa? Lo que el hombre se quita, lo que él no tiene en sí, lo disfruta en un modo
incomparablemente más alto y más amplio en Dios.
Por eso donde de la negación de la sensualidad se construye un ser especial, un sacrificio
agradable para Dios, allí se da el valor más alto precisamente a la sensualidad y la sensualidad
80
8
1
renunciada es, sin quererlo, restablecida, por el hecho de que Dios se coloca en lugar del ser
sensual al cual se ha renunciado.
La religión prescinde del hombre y del mundo pero sólo puede prescindir de las verdaderas o
supuestas deficiencias y restricciones, o sea, de lo que son los defectos del mundo; pero no de
la esencia, o sea de la parte positiva del mundo, ni tampoco de la humanidad. Por eso la
religión debe nuevamente ocuparse en la abstracción y negación de lo que prescinde o por lo
menos cree prescindir. De este modo la religión en forma inconsciente pone todo en la idea de
Dios; lo que ella conscientemente niega -siempre que aquello que niega sea algo esencial, algo
verdadero, algo que no puede negarse-. De este modo el hombre niega en la religión su
inteligencia: él por sí mismo no sabe nada de Dios, sus ideas son solamente mundanas y
terrestres; sólo puede crear lo que Dios le revela. Pero en cambio, los pensamientos de Dios
son ideas humanas, ideas terrestres; él idea planes, al igual que un hombre se amolda a las
circunstancias y a las fuerzas intelectuales del hombre, al igual que un maestro se adapta a la
inteligencia de sus alumnos; él calcula exactamente el efecto de sus dones y revelaciones; él
observa al hombre en todo lo que hace, sabe todo, también lo más vil, lo más detestable y lo
más humano. En una palabra, el hombre, frente a Dios, niega su saber y su pensamiento,
para colocar éste su saber y su pensamiento en Dios. El hombre renuncia a su persona y, en
cambio, le es Dios el Ser omnipotente, ilimitado, un Ser personal. El niega el honor humano; el
yo humano, pero en cambio le es Dios un ser egoísta que sólo piensa en sí mismo, que sólo
busca su propio honor, su propio provecho, su propio bienestar. Dios es la satisfacción propia
del egoísmo que mira de soslayo a todas las demás cosas; Dios es la satisfacción suprema del
egoísmo (10), la religión niega además lo bueno como una cualidad del ser humano; pues para
ella el hombre es malo, corrompido, incapaz de hacer algo bueno; pero, en cambio, Dios es
exclusivamente bueno, Dios es el ser bueno37.
37
Feuerbach, Ludwig, La esencia del cristianismo, Crítica filosófica de la religión. Traducción Franz Huber.
81
8
2
38
Marx, Carlos, Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Ediciones de Cultura Popular, S.A., 1977.
México, D.F., p. 103
39
Feuerbach Ludwig, La filosofía del porvenir. Crítica de la filosofía de Hegel, Versión al español de
Victoria Pujolar, Ediciones Roca, S,A,, México, D. F., 1976, p. 14.
82
8
3
El teísmo, por ejemplo el del cristianismo, postula que todas las determinaciones de
la especie se separan del sujeto original y se reúnen en un sujeto distinto, que es una
persona dotada de razón, voluntad y sensibilidad. Dios es un ser personal magnificado que
posee todos los atributos de la especie, pero con un carácter potenciado.
El panteísmo considera que Dios no es ni una persona sobrenatural ni una
sustancia sino el mismo mundo existente; Dios es todas las cosas (ser y pensamiento).
La filosofía especulativa toma uno sólo de los atributos de la especie, la razón, y la
convierte en una sustancia, en pensamiento puro, absoluto, despojado de toda
materialidad, la determina como Dios.
En el teísmo, Dios, como ser personal, crea el mundo real.
En la teología especulativa, se sustituye la creación material del mundo por un acto
especulativo, teórico que realiza el pensamiento absoluto, Dios.
La teología especulativa, por el contrario, transforma ese acto sensible, que contradice la
esencia del pensamiento, en un acto lógico o teórico: transforma la producción material del
objeto en creación especulativa, a partir del concepto.41
83
8
4
43
Ibídem, pp. 43-45
44
Ibídem, pp. 45-46
84
8
5
conoce a sí mismo.
Es decir, es Dios que se niega a sí mismo y luego se establece de nuevo a sí mismo.
Al colocar la materia en sí mismo Dios se niega a sí mismo, es la primera negación. Al
establecerse de nuevo a sí mismo niega su anterior negación; es la negación de la negación.
Esa negación de la negación es la vuelta al punto de partida, en el seno de la religión
cristiana.
El secreto de la dialéctica hegeliana consiste en negar la teología en nombre de la filosofía para
después negar la filosofía en nombre de la teología.
Hegel no disimula ni oscurece esta contradicción, sino porque hace de la negación de Dios,
del ateísmo, una determinación objetiva de Dios, porque determina Dios como un proceso, y
el ateísmo como un momento de este proceso.45
El idealismo subjetivo, Kant y Fichte, colocan al mundo material fuera del sujeto
cognoscente, del yo, del espíritu, de Dios.
Por el contrario, el idealismo objetivo de Hegel lo pone en Dios.
La esencia divina es la esencia del hombre, pero liberada de los límites de la naturaleza.
De igual manera, la esencia del idealismo absoluto es la esencia del idealismo subjetivo
liberado de los límites, racionales esta vez, de la subjetividad, es decir, de lo sensible o del
orden de los objetos en general.
El idealismo subjetivo pone el mundo sensible, al cual se enfrenta en el proceso del
conocimiento, fuera del sujeto cognoscente, del yo, del espíritu, de Dios; el idealismo objetivo
(Hegel) lo coloca en Dios.
La filosofía hegeliana se puede deducir inmediatamente del idealismo kantiano y fichteano
[idealismo subjetivo].
Pero el sujeto que no tiene ya cosa que le sea ajena ni, en consecuencia, límites en sí mismo,
no es un sujeto “finito”, no es ya el yo enfrentado a un objeto; es el ser absoluto llamado Dios
en el lenguaje del pueblo o de la teología. Es el mismo sujeto, sin duda, el mismo yo que en el
idealismo subjetivo, pero sin limitaciones; es el yo, pero un yo que no tiene aspecto de serlo;
un ser subjetivo que como tal ya no se llama “yo”.
El pensamiento privado de la determinación que hace de él un acto de pensamiento, un acto de
la subjetividad [un pensamiento humano], tal es la esencia de la Lógica de Hegel.46
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El punto de vista esencial es que se trata sobre todo de un concepto nuevo del
procedimiento científico. La filosofía, si tiene que ser ciencia, no puede, como lo he
recordado en otro lugar [Fenomenología del espíritu], tomar en préstamo para este fin
sus métodos de otra ciencia subordinada, como sería la matemática, ni puede
tampoco contentarse con las aserciones categóricas de la intuición interior, ni puede
servirse del razonamiento fundado sobre la reflexión exterior. Solamente la
naturaleza del contenido puede ser la que se mueve en el conocimiento científico,
puesto que es al mismo la propia reflexión del contenido, la que funda y crea su
propia determinación.
El intelecto determina y mantiene firmes las determinaciones. La razón es negativa y
dialéctica, porque resuelve en la nada las determinaciones del intelecto; es positiva,
porque crea lo universal, y en él comprende lo particular. Así como el intelecto suele
considerarse en general algo del todo separado de la razón, así también la razón
dialéctica suele ser entendida como algo separado de la razón positiva. Pero en su
verdad, la razón es espíritu, que está por encima de los dos [de la razón positiva que
produce los universales y de la razón dialéctica que niega las determinaciones del
intelecto], como razón inteligente o intelecto razonante. El espíritu es lo negativo, es
lo que constituye las cualidades tanto de la razón dialéctica como del intelecto; niega
lo simple y fundamenta así la determinada diferencia del intelecto [la contradicción];
al mismo tiempo la resuelve, y por tanto es dialéctico. Pero no se detiene en la nada
de esos resultados, sino que en esto es igualmente positivo, y de esta manera ha
restaurado lo primero simple, pero como un universal, que es concreto en sí mismo;
bajo aquél no se subsume un particular, sino que en esa definición y en la solución
de la misma lo particular ya se ha determinado. Este movimiento espiritual, que en
su simplicidad se da su determinación y en ésta se da su igualdad consigo mismo, y
representa al mismo tiempo el desarrollo inmanente del concepto, es el método
50
Hegel, G. W. F., La Ciencia de la Lógica, Prólogo a la primera edición, p. 28
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Aquello por cuyo medio el concepto se impele hacia adelante por sí mismo es lo negativo, ya
mencionado, que contiene en sí; éste es el verdadero elemento dialéctico.
…la idea general, que él [Kant] puso en fundamento y valorizó, es la objetividad de la
apariencia, y la necesidad de la contradicción, que pertenece a la naturaleza de las
determinaciones del pensamiento. Primeramente esto acontece, es verdad, en cuanto estas
51
Ibidem, p. 29
52
Ibídem, Introducción, p.50
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determinaciones son aplicadas por la razón a las cosas en sí; pero justamente lo que ellas
son en la razón y con respecto a lo que existe en sí, constituye su naturaleza.
Este resultado, comprendido en su lado positivo, no es más que la negatividad interior de
aquellas determinaciones, representa su alma que se mueve por sí misma, y constituye en
general el principio de toda vitalidad natural y espiritual. Pero, al detenerse sólo en el lado
abstracto y negativo de lo dialéctico, el resultado es sencillamente la afirmación conocida de
que la razón es incapaz de reconocer el infinito; extraño resultado, en cuanto que, mientras
lo infinito es lo racional, se dice que la razón es incapaz de conocer lo racional.
Lo especulativo está en este momento dialéctico, tal como se admite aquí, y en la concepción,
que de él resulta, de los contrarios en su unidad, o sea de lo positivo en lo negativo… 53
…la lógica se determinó como la ciencia del pensamiento puro, cuyo principio está en el puro
saber, esto es, en la unidad no abstracta, sino concreta y vital, en cuanto que en ella se
conoce como superada la oposición, propia de la conciencia, entre un ser subjetivo, que
existe por sí, y un segundo ser semejante, pero objetivo; además se conoce el ser como puro
concepto en sí mismo, y el puro concepto como el verdadero ser. En consecuencia, éstos son
los dos momentos contenidos en el elemento lógico. Pero ahora son también conocidos como
inseparables y no como si cada uno existiera también por sí mismo, como acontece en la
conciencia; sin embargo, debido a que son conocidos al mismo tiempo como diferentes (pero
no existentes por sí mismos), su unidad no es abstracta, muerta, inmóvil, sino concreta… Así
las determinaciones, que existían anteriormente por sí mismas (en el camino hacia la verdad)
como lo subjetivo y lo objetivo, o bien como el pensamiento y el ser, o el concepto y la
realidad –de acuerdo con la consideración con la que pudiesen ser determinadas- se
encuentran ahora en su verdad, es decir, en su unidad, degradadas a la situación de formas.
Por lo tanto, pese a su diferencia, quedan siendo en sí mismas el concepto total, que es
colocado en la división sólo bajo sus propias determinaciones.
Tal es el concepto total, que una vez ha de ser considerado como concepto existente, y otra
como concepto; en el primer caso, sólo es concepto en sí, concepto de la realidad o del ser; en
el segundo es concepto como tal, concepto que existe por sí (como existe en general, para
mencionar formas concretas, en el hombre que piensa; y en general también en el animal
sensible y en la individualidad orgánica, aunque, sin duda, no como concepto consciente y
menos todavía como concepto conocido; pero sólo en la naturaleza inorgánica es concepto en
sí).54
En consecuencia, la lógica se dividiría primeramente en lógica del concepto como ser y del
concepto como concepto, o bien –para servirnos de las expresiones habituales… -en lógica
objetiva y subjetiva.
Sin embargo, debido a la existencia del elemento fundamental constituido por la unidad del
concepto en sí mismo, y a la consiguiente inseparabilidad de sus determinaciones, éstas –en
cuanto son diferentes, o sea en cuanto el concepto está fundado en su diferencia- deben
también estar por lo menos en relación entre ellas. Resulta así una esfera de la mediación, el
concepto como sistema de las determinaciones de la reflexión, es decir, del ser que se
convierte en el estar dentro de sí mismo del concepto, y que de esta manera no está todavía
afirmado por sí mismo como tal, sino que se halla al mismo tiempo vinculado con el ser
inmediato, como algo que le es también extrínseco. Esta es la doctrina de la esencia, que se
encuentran en un punto medio entre la doctrina del ser y la del concepto. En la división
general de esta obra, esta doctrina fue colocada todavía bajo el rubro de la lógica objetiva,
53
Ibídem, p. 52
54
Ibídem, pp. 55-56
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1
De este modo la lógica objetiva toma más bien el lugar de la antigua metafísica, en cuanto
que ésta representaba el edificio científico acerca del universo, que debía ser construido sólo
mediante pensamientos. Si tomamos en consideración la forma última alcanzada por esta
ciencia en su perfeccionamiento, veremos en primer lugar que la lógica objetiva sustituyó
directamente a la ontología. La ontología era la parte de esa metafísica que debía investigar
sobre la naturaleza del ente en general; y el ente comprende en sí tanto el ser como la
esencia, para cuya diferencia nuestro idioma [alemán] afortunadamente ha conservado las
distintas expresiones (Sein y Wesen).
Pero en segundo lugar la lógica objetiva comprende en sí también el resto de la metafísica, en
cuanto que ésta intentaba comprender, junto con las formas puras del pensamiento, los
substratos particulares, tomados, al comienzo, de la representación; es decir el alma, el
universo, Dios; y las determinaciones del pensamiento constituían lo esencial del modo de
considerar las cosas. Pero la lógica, considera estas formas libres de aquellos substratos, es
decir, de los sujetos de la representación, y considera su naturaleza y su valor en sí y para sí
mismos.
Esto fue omitido por la antigua metafísica y se atrajo por consiguiente el bien merecido
reproche de haber utilizado aquellas formas sin crítica, sin indagar previamente, si eran
capaces de constituir las determinaciones de la cosa-en-sí, (según la expresión kantiana), o
mejor dicho de lo racional, ni cómo tenían tal capacidad.
Por consiguiente, la lógica objetiva es la verdadera crítica de aquellas formas, crítica que no
las considera según las formas abstractas de lo a priori en oposición a lo posteriori, sino que
los considera en ellas mismas, en su contenido particular.
La lógica subjetiva es la lógica del concepto, esto es, de la esencia, que se ha liberado de su
relación con un ser o de su apariencia, y que en sus determinaciones ya no es exterior, sino
que es lo subjetivo, libre e independiente, que se determina en sí mismo, o más bien que es
el sujeto mismo…
Así se divide la lógica esencialmente en lógica objetiva y subjetiva; pero con más exactitud, se
compone de tres partes: I. La lógica del Ser; II. La lógica de la Esencia; y III. La lógica del
Concepto.56
SER
El ser, el puro ser, inmediato e indeterminado, es lo mismo que la nada, el
vacío perfecto.
El ser y la nada son iguales y absolutamente diferentes.
El ser y la nada son inseparados e inseparables.
Cada uno desaparece en el otro.
Es el inmediato desaparecer de uno en el otro, el devenir.
El momento del ser en el devenir es el ser determinado.
El ser determinado es la unidad del ser y la nada (el no-ser).
El ser determinado que es la unidad del ser y el no ser es la cualidad.
La cualidad como determinación inmediata y existente es la realidad.
La cualidad como determinación en la forma de la nada es la negación.
El algo es el ser determinado existente que ha eliminado la diferencia entre la
realidad y la negación; es la vuelta del ser determinado existente a la forma del ser.
El algo tiene su negativo como un cualitativo, como otro en general.
El uno y el otro son extrínsecos.
El algo tiene a su otro en sí mismo
El otro del algo es primero su destinación, lo que el algo está destinado a
ser.
El ser rellena su destinación y se convierte en el otro de sí mismo: otra forma de
55
Idem.
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Ibídem, pp. 58-59
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ESENCIA
La verdad del ser es la esencia.
El ser se interna en sí mismo y produce su esencia.
La esencia se desarrolla a partir del ser.
Las determinaciones del ser tienen todas la misma naturaleza; después se establece
una distinción entre ellas conservando aun su naturaleza semejante; unas de aquellas
determinaciones están destinadas a ser esencia y otras a conservarse como
determinaciones del ser, unas son lo esencial y otras lo inesencial del ser determinado;
ambas son extrínsecas entre sí.
Más adelante se produce una relación entre los dos tipos de determinaciones.
Las determinaciones destinadas a ser esencia se reflejan en sí mismas y niegan a
las determinaciones del ser; en virtud de esa negación, las determinaciones del ser pierden
su naturaleza de existentes inmediatos, son no-esencia, mera apariencia, sólo parecen ser.
Por esa misma negación, las determinaciones de la esencia adquieren la naturaleza
del ser, del verdadero ser inmediato que no es sólo apariencia.
La reflexión en sí de la esencia es el poner el ser en la esencia; es decir, el obtener
ésta la naturaleza de verdadero ser inmediato existente en contraposición a la apariencia.
Los dos tipos de determinaciones del ser determinado, lo esencial y lo no esencial,
se constituyen en dos polos.
Los dos polos son idénticos.
Por la reflexión se niega la identidad y se pone la diferencia.
Los dos polos son diferentes.
En un momento son idénticos y diferentes en el otro. Los polos son diversos.
La identidad y la diferencia entran en una relación en la que cada uno de los polos
es él y el otro, entran en oposición.
Los polos se determinan como positivo y negativo.
Lo positivo y lo negativo tienen la naturaleza del ser puesto, es decir, del ser
determinado. No son aún lo positivo en sí ni lo negativo en sí.
El ser determinado está integrado por dos polos que contienen cada uno a su
contrario en sí mismo, lo engendran en sí mismo, lo excluyen de sí y lo engendran en el
exterior como el otro polo y se engendran a sí mismos en el otro polo a través de esa
exclusión; los polos están en contradicción.
En su relación mutua los polos engendran a su contrario en sí mismos. Se forma
así otro par de polos que son el fundamento, mientras que los progenitores son lo fundado.
El ser determinado tiene dos pares de polos, el fundamento, que es lo negativo de la
esencia, y lo fundado, que es lo positivo, los cuales se implican mutuamente.
La esencia como fundamento de la existencia del ser determinado evoluciona hacia
la esencia que es el fundamento negativo del ser determinado; la esencia es ahora el ser en
sí y por sí del ser determinado, el otro en que ha de convertirse, su negación, pero a la vez
su fundamento como existente.
En su nuevo papel, la esencia es primeramente la unidad del ser puesto y del ser en
sí y por sí; posteriormente se diferencia internamente y se escinde en forma y esencia: la
forma es el ser puesto, las determinaciones inmediatas y la esencia el ser en sí y por sí de
ellas, su naturaleza generadora del otro.
La relación forma-esencia evoluciona a la de forma-materia, en donde la forma es el
ser puesto y la materia el ser en sí de las determinaciones inmediatas, cuya naturaleza es
la absoluta indiferencia, son la materia de la cual se ha de formar el nuevo ser.
La relación forma-materia pasa a la de forma-contenido. La materia deviene en
contenido. Aquí la esencia está formada por los polos positivo y negativo, de los cuales el
segundo es el germen del otro del ser inmediato determinado. Lo negativo de la esencia
está aquí sólo en estado latente. El contenido del ser actual es el que ha de producir la
forma y el contenido del otro que ha de sucederlo.
La dialéctica entre el polo positivo y el polo negativo de la esencia (contenido del ser
determinado) da lugar a la reflexión del segundo de ellos, es decir, a la producción por el
polo negativo de la forma del otro que ha de sustituir al ser inmediato actual, pero solo de
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a) la posibilidad formal
El ser inmediato de la realidad es una existencia en general que contiene de modo
inmediato el ser en sí; lo contiene como simple posibilidad que apunta hacia la esencia, pero
que no es aún la esencia; es una mera posibilidad de convertirse en esencia.
Lo real es posible
La realidad es primero el ser que es la manifestación de lo absoluto.
Esta realidad es el ser inmediato.
El ser inmediato tiene en unidad al ser y el ser en sí (la esencia).
El ser en sí que está en la realidad es la posibilidad.
La realidad es posibilidad.
La posibilidad es la determinación del ser en-sí en la realidad.
Pero las determinaciones del ser-en-sí de la realidad tienen la forma del ser-puesto.
Por tanto, son también no-posibles, imposibles.
Por el mismo motivo, son posibles ellas y su contrario.
Así, la posibilidad (es decir, el que las determinaciones sean en sí y por sí, destinadas
a ser esencia) es en la realidad meramente accidental.
La unidad de la realidad y la posibilidad es la accidentalidad.
b) la necesidad formal
La realidad es la posibilidad.
La unidad de la realidad y la posibilidad es la accidentalidad.
La identidad de la realidad y la posibilidad es la necesidad. [La accidentalidad es la
necesidad.]
Ya que la posibilidad es idéntica a la realidad, entonces las determinaciones del en sí
de ésta son inmediatamente posibles y reales y por tanto necesarias.
Lo necesario es un real.
Es algo carente de fundamento.
Y al mismo tiempo tiene su realidad por medio de un otro, de su fundamento.
También es el ser puesto de este fundamento.
Y es igualmente la reflexión en sí de éste.
Lo accidental es necesario porque lo real está determinado como posible, con lo que
se elimina su inmediación y está mediado por su fundamento o ser en sí y lo fundado.
Lo necesario es tal porque su posibilidad, es decir, la relación fundamental está
eliminada y puesta como ser.
El en sí ha alcanzado la naturaleza del ser.
Lo necesario existe y este ser existente es la necesidad.
Existe como ser inmediato.
Al mismo tiempo lo necesario existe en sí; es un otro distinto del inmediato del ser; la
necesidad de lo existente es un otro.
Lo existente no es él mismo lo necesario, sino que este ser en sí de lo necesario es
sólo ser puesto.
La realidad en su diferente, la posibilidad, es idéntica consigo misma y por tanto
necesidad.
Y al mismo tiempo tiene su realidad por medio de un otro, de su fundamento.
También es el ser puesto de este fundamento.
Y es igualmente la reflexión en sí de éste.
“…Lo necesario existe, y este ser existente, es él mismo, lo necesario...”
La posibilidad se ha hecho realidad.
La realidad absoluta que es necesidad relativa, o bien realidad, posibilidad y
necesidad reales
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El ser inmediato esencial es también el ser que se está internando en sí mismo para
convertirse en esencia.
Bajo la forma del ser se desarrollan las determinaciones de la esencia: el
fundamento, las condiciones, etcétera.
La realidad no es ahora sólo formal sino real.
El en sí del ser inmediato esencial existe como su fundamento y sus condiciones; su
posibilidad es real.
El fundamento y las condiciones, que son el en sí del ser inmediato esencial,
apuntan ya hacia el surgimiento de la esencia a la existencia como una necesidad real.
La posibilidad real es la necesidad real.
La realidad real es la necesidad real.
La unidad de la accidentalidad, esto es, de la realidad en la que la posibilidad y la
necesidad son meramente formales y de la necesidad real, en la cual la posibilidad y la
necesidad son ya el fundamento y las condiciones del ser inmediato esencial, es la necesidad
absoluta.
La necesidad absoluta que es la unidad de la accidentalidad y de la necesidad real
La realidad formal es existencia inmediata, accidentalidad; ella transita hacia la
posibilidad formal, que es el en sí como pura posibilidad; ésta pasa a ser la necesidad
formal, es decir, el desarrollo del ser en sí como la relación fundamental (fundamento y
fundado); la realidad formal deviene realidad real, la múltiple existencia que contiene al ser
en sí como sus condiciones de existencia, por lo que el ser en sí es posibilidad real; esta
posibilidad real avanza hacia la necesidad real que es el surgimiento del en sí a la existencia
a través de la negación de sus condiciones. El punto de partida de todo este movimiento fue
la existencia inmediata, la accidentalidad; ahora el resultado del mismo, la necesidad,
vuelve a su origen, la accidentalidad, la existencia inmediata.
Esta necesidad es la necesidad absoluta, la unión de la accidentalidad (realidad,
posibilidad y necesidad formales) y la necesidad (realidad, posibilidad y necesidad reales) en
el ser inmediato. Así, la realidad absoluta es aquella que es necesidad absoluta, ser absoluto
inmediato que contiene la esencia como (1) pura posibilidad, (2) necesidad formal, -relación
entre el fundado y el fundamento-, (3) posibilidad real –conjunto de las condiciones de
existencia del ser en sí- y (3) necesidad real –negación de las condiciones del ser en sí y
surgimiento de éste a la existencia-. El ser existente absoluto es simultánea y sucesivamente
ser y esencia en las diversas fases de su desarrollo, es la necesidad absoluta.
La necesidad absoluta es la unión de la necesidad formal y de la necesidad real.
Es el ser inmediato esencial que contiene sus propias determinaciones (ser
determinado inmediato) y las de la esencia en sus fases de constitución (fundamento) y de
surgimiento a la existencia (condiciones y ser inmediato esencial), todas en la forma del ser;
las contiene simultáneamente, coexistiendo unas con las otras, y sucesivamente,
transformándose constantemente unas en las otras (el ser en esencia y la esencia en ser)
bajo el imperio de una férrea necesidad.
Todas las sucesivas determinaciones del ser que se interna en sí mismo y las de la
esencia que se constituye y sale a la existencia, son determinaciones del ser inmediato.
La necesidad absoluta es el ser absoluto que al mismo tiempo es reflexión en sí,
esencia.
Es puro ser y pura esencia.
Es simple inmediación que es absoluta negatividad.
Es ser absoluto que es absoluta reflexión (esencia).
El ser absoluto es esencia absoluta.
El ser absoluto es una multiplicidad de existentes, de algos.
Estos son cada uno lo necesario en sí mismos.
Al mismo tiempo su relación mutua es lo accidental.
Pero como lo inmediato es al mismo tiempo reflexión, esencia, la mutua relación de
los algos es también absolutamente necesaria.
Los algos de la multiplicidad son necesarios en sí mismos, esencia, pero al mismo
tiempo son inmediatos, existentes.
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determinaciones.
Son la sustancia finita causal.
En los accidentes tienen por tanto, la causalidad extrínseca a sí mismos pero
también la tienen en sí mismos.
La primera es la causalidad de la sustancia infinita y la segunda la de la sustancia
finita.
La causalidad está también presupuesta en los accidentes.
Acción y reacción.
Frente a la causalidad de la sustancia infinita, los accidentes, que son la sustancia
finita, son una sustancia pasiva; son el efecto que tiene una causa extrínseca, en la potencia
de la sustancia infinita.
Pero al mismo tiempo, esa sustancia pasiva posee una potencia [violencia] propia por
la que ejerce una acción sobre otra sustancia finita; por tanto, la sustancia finita que es
pasiva frente a la sustancia infinita es activa frente a otra sustancia finita, que es pasiva. La
sustancia finita activa es la causa y la sustancia finita pasiva el efecto.
La sustancia finita que es pasiva es al mismo tiempo activa y como tal actúa sobre la
sustancia que actuó sobre ella, que ahora es sustancia finita pasiva.
Ante la acción de la sustancia finita activa, la sustancia finita pasiva ejerce una
reacción sobre aquella.
La acción recíproca.
Hay una relación de acción recíproca entre sustancias finitas que son cada una la
unidad de sustancia pasiva y sustancia actuante.
La acción de la sustancia finita activa es la causa; la sustancia finita pasiva recibe la
acción como un efecto; este efecto provoca la reacción de la sustancia pasiva que es una
acción sobre la sustancia finita primeramente actuante; la causa es así causa de sí misma y
el efecto, efecto de sí mismo.
Los accidentes son sustancias finitas que son pasivas y activas al mismo tiempo y
entre las que hay una relación de causalidad de acción recíproca.
Estas sustancias finitas que son los accidentes son independientes de la sustancia
infinita que es su causa formal; son libres porque han quedado desligadas de su causa
formal y de la necesidad de la causalidad formal; la necesidad se ha elevado a libertad.
El ser inmediato esencial existente se ha determinado, al final, como una sustancia
absoluta que es en sí misma sustancia infinita, activa, que es la causa formal y sustancias
finitas pasivas que son el efecto de aquella y entre las cuales hay una relación de causalidad
real por la que son activas y pasivas al mismo tiempo y existe entre ellas una relación de
acción recíproca.
Hegel postula su Lógica como el desarrollo del pensamiento puro, como una
sustancia con vida propia.
En la Prefacio a la primera edición de su Lógica, expresa cómo en la Fenomenología
del Espíritu ha realizado la sustantivación del pensamiento.
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Hegel, G. W. F., Ciencia de la Lógica, Prefacio a la primera edición, p, 30
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regular astronómico (por ejemplo el ciclo de vida de una galaxia en especial), el que a fin de
cuentas tendría que traducirse al tiempo geocéntrico.
El espacio que ocupan las galaxias es el continente de la materia de que están
formadas y de los procesos que en ésta se dan. El ser de la materia galáctica y sus
metamorfosis existen y se desenvuelven en ese ámbito, cuya única característica física es
la de ser el receptáculo de aquellos. Ese espacio galáctico no se crea, ni se expande, ni se
contrae, ni se curva, ni, desde luego, tampoco se destruye. Es una parte localizada del
espacio infinito que contiene al universo infinito.
El tiempo de existencia de las galaxias es el mismo que aquel en el cual discurren
todos los fenómenos del universo; objetivamente es el giro constante del globo terráqueo
sobre su propio eje que determina el hoy, el ayer y el mañana, o el ciclo de una galaxia
especial que fija la actualidad, el pasado y el futuro. El tiempo galáctico es el mismo tiempo
universal. Ese tiempo no se crea, ni se dilata, ni se contrae, ni mucho menos se destruye.
Es una manifestación local del tiempo universal.
El universo es el ser existente esencial, una multiplicidad de cosas en sí, de algos
que son esencia surgida a la existencia y esencia hacia la que apunta el ser.
Estos algos tienen en la sustancia una existencia esencial, poseen cualidades que
son propiedades específicas de las materias que los forman, cuyos destinación,
rellenamiento, constitución y deber ser están presididos por leyes.
Las cosas en sí integran dos mundos que son uno y el mismo, un mundo
fenoménico sujeto a la finitud y a la accidentalidad y un mundo en sí y por sí, regido por
leyes, entre los cuales existe una relación esencial que es primero la del todo y las partes:
las partes son el mundo fenoménico y el todo es el mundo en sí y por sí, pero el todo es a
su vez parte y la parte es también el todo, por lo que la sustancia es la unidad del mundo
fenoménico y del mundo en sí que es al mismo tiempo todo y parte.
La relación esencial entre los dos mundos es también la de la fuerza y su
exteriorización: la fuerza es la que el todo ejerce sobre las partes y éstas son las que
solicitan la fuerza al todo; pero como el todo es parte y la parte es el todo, la fuerza es tanto
ejercida como solicitada por el todo y las partes; la sustancia es el todo y las partes, parte y
todo y fuerza y exteriorización de la misma.
La relación esencial última es la de lo interior y lo exterior: el mundo fenoménico es
lo exterior y el mundo en sí y por sí es lo interior, pero lo en sí y por sí se convierte en
exterior como la esencia que surge a la existencia y lo fenoménico se transforma en interior
porque el ser inmediato se interna en sí y produce su esencia, por lo que lo exterior y
fenoménico es al mismo tiempo interior y en sí y por sí y viceversa; la sustancia es interior
y exterior.
El universo es el todo y las partes, fuerza y exteriorización de la misma y exterioridad
e interioridad.
La unidad del mundo fenoménico y del mundo en sí, de la existencia y la esencia es
la realidad.
El universo es la realidad.
La realidad es la absoluta identidad de la esencia y la existencia en la esencia y de
la esencia y la existencia en el ser.
La realidad es la absoluta realidad.
El universo es la absoluta realidad.
La absoluta realidad es la absoluta necesidad.
Es el ser existente esencial, el ser absoluto, dominado por la accidentalidad, que
tiene en sí su esencia como posibilidad, como realidad en acto y como necesidad real.
El universo es la absoluta necesidad.
El Universo es también la absoluta accidentalidad.
El universo es la absoluta necesidad y la absoluta accidentalidad
El universo es el ser existente.
En el universo, bajo la forma del ser existente, coexisten el ser que tiene la esencia
como posibilidad, el que tiene la esencia en acto, produciéndose, y el que tiene la esencia
como el otro que ha negado el fundamento y las condiciones.
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En el universo, bajo la forma del ser existente, hay un paso constante del ser que
tiene la esencia como posibilidad al que tiene la esencia en acto y al que ha surgido a la
existencia y, viceversa, un incesante trastrocarse de la esencia en ser.
La necesidad es la más importante determinación de la sustancia (materia): el
movimiento del ser a la esencia y de la esencia al ser se produce a través de la ineluctable
necesidad; la necesidad se manifiesta en la accidentalidad y ésta en la necesidad.
El universo que es el ser inmediato esencial quedó determinado en todo lo anterior
como la realidad que es el ser absoluto (la absoluta unidad (identidad) de ser y esencia, de
mundo fenoménico y mundo en sí, de lo interior y lo exterior, de la forma y el contenido,
etcétera) que al mismo tiempo es la necesidad absoluta (la unidad de la necesidad formal
(accidentalidad) y de la necesidad real) y el ser inmediato esencial que contiene sus propias
determinaciones (ser determinado inmediato) y las de la esencia en sus fases de constitución
(fundamento) y de surgimiento a la existencia (condiciones y ser inmediato esencial) en forma
simultánea, coexistiendo unas con las otras, y sucesivamente, trastrocándose
constantemente unas en las otras (el ser en esencia y la esencia en ser), la sustancia finita,
la accidentalidad absoluta, o sea, la multiplicidad de algos, cuyo existir es el devenir, el
surgir a la existencia, el perecer y el dar lugar a otros algos; y todo esto existiendo en una
materia universal con propiedades generales que se manifiesta en la sustancia finita de los
seres determinados que poseen cualidades específicas.
La materia infinita, la sustancia del universo, se encuentra simultánea y
sucesivamente en la forma física de partículas elementales separadas por la repulsión
(nebulosa indiferenciada de Kant-Laplace) y en la de agregados de las mismas unidas por
la atracción (cuerpos planetarios, como los del sistema solar) que eventualmente
evolucionan hasta la materia pensante, y en todas las fases del paso de una a la otra
forma.
En nuestro planeta la esencia de la sustancia infinita indiferenciada, la materia
pensante, ha surgido a la existencia.
La especie humana (materia pensante) es el otro, la esencia negativa de la materia
inorgánica; el desenvolvimiento de ésta lleva necesariamente a la aparición de su esencia, a
la conversión de la materia pensante (especie humana) en un existente.
.
La Economía Política.
En “La Sagrada Familia” (Capítulo IV, apartado 4, Glosa marginal No. 1)58 ,
Marx y Engels hacen un esbozo de la crítica de la economía política (llamada por
ellos en ese tiempo todavía “economía social”), labor que habrían de continuar
hasta rematar en “El Capital”. Sus tesis fundamentales son las siguientes:
La economía política clásica considera a la propiedad privada como el
fundamento inatacable de la sociedad moderna. Acepta las condiciones de la
propiedad privada como condiciones “humanas y sociales”. En realidad, esas
apariencias se contradicen con los hechos económicos. Entonces, la economía política
estima que esos hechos encuentran su explicación en una forma determinada de la
propiedad privada, a la que hay que suprimir o modificar. Dentro de esta
contradicción se mueven sin poder salir de ella.
La labor teórica de la economía política –Adam Smith y David Ricardo,
principalmente- produce los elementos necesarios para el conocimiento del régimen de
producción capitalista en función de su conservación y perfeccionamiento; aunque va
más lejos que la economía vulgar –la cual se detiene en la apariencia más superficial
del fenómeno- sin embargo, no puede ni quiere llegar a la esencia del mismo. Estos
elementos constitutivos del régimen de producción capitalista son germinalmente
elementos de su negación, es decir, elementos de la teoría económica marxista (tal es
el caso, principalmente, de la teoría del valor desarrollada por los economistas
58
Marx, Carlos, y Federico Engels, La Sagrada Familia. y otros escritores filosóficos de la época, versión
al español de Wenceslao Roces, Segunda Edición, 1967, México, Editorial Grijalbo, pp. 96-99
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clásicos).
Proudhon, en su obra ¿Qué es la propiedad?, inicia la crítica de la economía
política en el terreno mismo de la economía política. Opone la “apariencia humana” de
las relaciones económicas a su realidad y en ellas las disuelve; establece que los
supuestos falseamientos de la “apariencia humana” de las relaciones económicas son
el resultado necesario de la existencia de la propiedad privada, fundamento de la
sociedad burguesa y que, por tanto, la inhumanidad de las relaciones económicas
burguesas tiene su origen en la propiedad privada en general y no en una forma
determinada de la misma.
Las tesis de Proudhon son la negación teórica de la economía política burguesa
que no pasa de los linderos de ésta; al mismo tiempo, constituyen el punto de partida
para el desarrollo de la economía política marxista, la cual es la negación teórica de la
economía burguesa y, con ello, del régimen de producción capitalista.
108
1
0
CAPITULO II
El primer trabajo teórico de Marx, realizado en 1843, fue una revisión crítica de la
filosofía del derecho. En él llega a la conclusión fundamental de que tanto las relaciones
jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la
llamada evolución general del espíritu humano sino por las condiciones materiales de vida,
la llamada sociedad civil, y la anatomía de la sociedad civil había que buscarla en la
economía política. Así lo dice Marx expresamente en el Prólogo a la Crítica de la Economía
Política60
En este primer planteamiento de Marx encontramos la herencia de Feuerbach,
quien había establecido que la filosofía, entre cuyas ramas se encuentra la filosofía del
Estado y del Derecho, no era otra cosa que el conocimiento enajenado. El espíritu,
conforme a Feuerbach, no tiene vida propia sino derivada de la base humana que es su
fundamento. En suma, aplicado por Marx a la crítica de la Filosofía del Derecho y del
Estado, el postulado de Feuerbach se transforma en el principio de que no es la evolución
del espíritu humano (espíritu absoluto de Hegel) lo que explica la naturaleza del derecho y
del Estado, sino que estos encuentran su explicación en la sociedad civil, la que a su vez la
tiene en la economía política.
También se manifiesta la influencia de los historiadores franceses, continuadores
de los materialistas de esa misma nacionalidad, quienes se explicaban la naturaleza del
Estado y del derecho en la sociedad civil y la de ésta en la lucha de clases.
Con base en este principio fundamental, Marx desarrolla posteriormente los
elementos esenciales del materialismo histórico.
A la par con el establecimiento de los principios fundamentales del materialismo
histórico, Marx hace, en el trabajo que comentamos, una aplicación de ellos al análisis del
régimen de producción capitalista.
Parte del punto al que ha llegado la filosofía. La filosofía alemana, heredera y
continuadora de la filosofía de Hegel, ha realizado la crítica de la religión, que es la premisa
de toda crítica. Una vez terminada la crítica del cielo, es necesario realizar la crítica de la
tierra, es decir, acabada la crítica de la religión es necesario realizar la crítica del derecho y
del estado.
La filosofía alemana del derecho y del estado había llegado, con la filosofía
hegeliana, al punto superior de su desarrollo; al contrario del régimen económico-político
de Alemania, que apenas si se encontraba en el punto focal de 1789.
La filosofía alemana era contemporánea de los pueblos más adelantados económica
y políticamente; no así la realidad económica alemana.
En los pueblos modernos, después de lograda la emancipación política, se
planteaba la emancipación humana como el siguiente paso de la revolución.
Expresa Marx que el papel que a Alemania correspondía en este proceso era el de
realizar la crítica de la filosofía del Estado y del Derecho modernos como prerrequisito para
obtener el conocimiento de la realidad económica y política que preparase la acción
revolucionaria; las armas de la crítica deberían preparar la crítica de las armas.
La sociedad moderna había engendrado una clase con cadenas radicales, una clase
de la sociedad burguesa que no es una clase de la sociedad burguesa... una clase que es,
en una palabra, la pérdida total del hombre. Esta disolución de la sociedad como una clase
59
Marx, Carlos, En torno a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, 1844, París, contenida en.
Carlos Marx, Federico Engels, “La Sagrada Familia y otros escritores filosóficos de la época”,
traducción del alemán por Wenceslao Roces, Segunda Edición, Editorial Grijalbo, S.A., 1967, México,
D.F., pp.3-15
60
Marx, Carlos, Crítica de la Economía Política, Editora Nacional, 1973, México, D. F., pp. 6-7
109
1
1
especial es el proletariado.
La condición para la emancipación humana (la recuperación total del hombre) es
que la filosofía, en su labor crítica ya señalada, prenda en ese “candoroso suelo popular” y
se haga uno con el movimiento que desarrolla el proletariado moderno.
La filosofía no puede llegar a realizarse sin la abolición del proletariado y el
proletariado no puede llegar a abolirse sin la realización de la filosofía.
Marx capta aquí la esencia del régimen de producción capitalista: el
engendramiento de una clase social, el proletariado, que es la pérdida total del hombre y,
como consecuencia, la necesidad histórica de que esta clase realice la acción práctica
revolucionaria, iluminada por la filosofía crítica, mediante la cual se logre la recuperación
total del hombre.
Como prerrequisito para esta tarea debe hacerse una crítica de toda la ideología
existente, la que empieza con la crítica de la filosofía del derecho y del estado. Se forjará así
el arma de la crítica.
Basado en el principio materialista previamente desarrollado, Marx aplica
dialécticamente, es decir, negándolas y conservándolas al mismo tiempo, las ideas de Hegel
acerca de la naturaleza humana y de la historia de su desenvolvimiento.
Marx sostiene que en el régimen capitalista se da, en la clase de los proletarios, la
pérdida total del hombre, es decir, la anulación absoluta de su naturaleza y ahí mismo
surge, ineluctablemente, la necesidad de su recuperación mediante la acción práctica
revolucionaria; es, como vemos, un “enderezamiento” de la tesis hegeliana del desarrollo de
la autoconciencia como esencia natural del ser humano a través de su constitución,
enajenación (pérdida) y recuperación.
Para llegar a la esencia del régimen de producción capitalista, Marx ha empleado de
una manera rigurosa el método dialéctico de Hegel.
En resumen, en este trabajo Marx descubre, aunque de una manera incipiente aún:
1) Los principios fundamentales de la teoría crítica, es decir, del materialismo
histórico;
2) la esencia del régimen de producción capitalista;
3) el papel revolucionario del proletariado moderno;
4) el lugar de la teoría en todo este proceso y
5) la necesidad del desarrollo del arma crítica.
Este primitivo planteamiento de Marx constituye la primera negación teórica del
régimen de producción capitalista que llega a la esencia del mismo. Se basa, como ya vimos,
en todos los elementos negatorios desarrollados por el propio régimen capitalista, puestos
de pie y sistematizados por Marx.
Toda emancipación es la reducción del mundo humano de las relaciones, al hombre mismo.
La emancipación política es la reducción del hombre, de una parte, a miembro de la sociedad
burguesa, al individuo egoísta, independiente y, de otra parte, al ciudadano del Estado, a la
persona moral.
Solo cuando el hombre individual real cobra en sí al ciudadano abstracto y se convierte,
como hombre individual, en ser genérico en su trabajo individual y en sus relaciones
individuales; sólo cuando el hombre ha reconocido y organizado sus “forces propres” como
fuerza social y, cuando, por tanto, no desglosa ya de sí la fuerza social bajo la forma de
fuerza política, sólo entonces se lleva a cabo la emancipación humana.
61
Marx, Carlos, Sobre la Cuestión Judía, 1843, Zurich, contenida en: Carlos Marx, Federico Engels, “La
Sagrada Familia y otros escritores filosóficos de la época”, traducción del alemán por Wenceslao
Roces, Segunda Edición, Editorial Grijalbo, S.A... 1967, México, D.F., pp.16-44
110
1
1
3. La ideología alemana62
En la primavera de 1845, cuando Engels se reunió con Marx en Bruselas, juntos
realizaron un trabajo teórico con la finalidad de
Conclusiones:
1. En la primera parte de este trabajo, Marx y Engels establecen los conceptos
fundamentales del materialismo histórico:
Modo de producción: una forma de organización de los individuos humanos
provistos de una organización corpórea específica apta para la producción de sus medios
de vida.
Relaciones de producción: el intercambio que se establece entre los individuos, el
cual está determinado por la producción.
Fuerzas productivas, cuyo desarrollo está determinado por la división del trabajo
(separación del trabajo comercial e industrial del trabajo agrícola, esto es, del campo y la
ciudad, separación del trabajo industrial del comercial y separación en el interior de estas
ramas en diversos sectores).
El nivel de las fuerzas productivas determina la estructura interna de una nación.
A cada fase de la división del trabajo corresponde una fase determinada de la
propiedad.
La propiedad es la relación de los individuos con respecto al material, el
instrumento y el producto del trabajo.
Formas de propiedad: tribual, antigua comunal y estatal que tiene como centro a la
ciudad y la feudal o por estamentos.
Superestructura social y política. Relaciones sociales y políticas que contraen entre
sí los individuos.
Superestructura ideológica. Conciencia. Ideas, representaciones y pensamientos de
los individuos humanos que primero se presentan como emanaciones de su
comportamiento material y más tarde aparecen invertidos, es decir, como si los
pensamientos determinaran su actividad material.
2. En la parte siguiente, nuestros autores amplían los conceptos desarrollados
sobre el materialismo histórico y los aplican a un primer acercamiento a la historia
humana y a su necesario desenlace.
En la producción y reproducción de su vida los hombres contraen determinadas
relaciones.
62
Marx, Carlos, Federico Engels, La Ideología Alemana, Ediciones de Cultura Popular, S. A., México, D.
F., 1974 (Primera edición en español: Ediciones Pueblos Unidos, S. A., Montevideo, Uruguay, 1958.
Se utiliza, por autorización expresa, la traducción directa del alemán de Wenceslao Roces.)
63
Marx, Carlos, Crítica de la Economía Política, edición citada, p. 9
111
1
1
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1
1
Limitaciones de Feuerbach:
-sólo ve al hombre como “objeto sensible” y no como “actividad sensible”,
-no concibe a los hombres dentro de su trabazón social dada, bajo las condiciones
de vida existentes que han hecho de ellos lo que son,
-no llega, por tanto, hasta el hombre realmente existente, hasta el hombre activo,
sino que se detiene en el concepto abstracto “el hombre”,
-no reconoce más “relaciones humanas” “entre el hombre y el hombre” que las del
amor y la amistad, y además, idealizadas.
Por tanto, en la medida en que Feuerbach es materialista, no aparece en él la
historia, y en la medida en que toma la historia en consideración, no es materialista.
Las ideas dominantes son la expresión ideal de las relaciones materiales
dominantes. Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de la época.
La división del trabajo se manifiesta en la clase dominante de tal suerte que una
parte de esta clase la forman sus pensadores (ideólogos) y otra parte adopta una actividad
pasiva y receptiva ante las ideas e ilusiones que la primera crea.
La existencia de ideas revolucionarias presupone la existencia de una clase
revolucionaria.
Proceso de sustantivación de los productos de la conciencia:
1) Separación de las ideas dominantes de su base material.
2) Introducir un orden en estas ideas demostrando que hay una trabazón mística
entre ellas.
3) Se les convierte en una persona (“autoconciencia”) o en una serie de personas
representantes “del concepto” en la historia: pensadores, filósofos e ideólogos, a los que se
les concibe como los fabricantes de la historia.
4. Más adelante, Marx y Engels utilizan todas las herramientas teóricas hasta aquí
desarrolladas para estudiar detalladamente el proceso de tránsito del régimen feudal al
régimen capitalista, mostrando la evolución histórica que va desde el régimen artesanal y
parcelario hasta la gran industria maquinizada.
La gran industria maquinizada engendra una masa de fuerzas productivas que
encuentra una traba insuperable en la propiedad privada.
Estas fuerzas productivas tienen, bajo la propiedad privada, para la mayoría, el
carácter de fuerzas destructivas.
La gran industria crea una clase con intereses comunes que ha perdido toda
nacionalidad y que se desentiende del viejo mundo y se enfrenta a él.
La gran industria hace insoportable para el obrero su relación con el capitalista y
con el propio trabajo.
Por ello, los proletarios desarrollan un movimiento de clase en contra de estas
condiciones en que viven.
La gran industria maquinizada es la forma superior de la propiedad privada.
La propiedad privada evoluciona desde la propiedad mobiliaria (esclavos, etcétera),
hasta la propiedad privada capitalista (propiedad privada pura).
El Estado sólo existe en función de la propiedad privada.
El Estado moderno pertenece a los propietarios privados, quienes lo han comprado
a través de la deuda pública.
Para ciertas fases industriales, la propiedad privada es necesaria (industria
extractiva y pequeña industria y agricultura anterior).
En la gran industria maquinizada, por el contrario, surge una contradicción entre el
instrumento y la propiedad privada, es decir, que la propiedad privada se convierte en una
traba para el desarrollo de la industria.
Esto hace que surja la posibilidad de la abolición de la propiedad privada.
La gran industria maquinizada reduce a todos los individuos a dos formas simples:
la propiedad privada y el trabajo.
El intercambio no es entre individuos como tales, es decir, individuos libremente
asociados, sino entre el trabajo asalariado y el capital (obreros y capitalistas).
En la gran industria maquinizada, las fuerzas productivas aparecen como
113
1
1
...El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, me sirvió de guía para mis
estudios, puede formularse brevemente de este modo: en la producción social de su
existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su
64
Marx, Carlos, Op. cit.
114
1
1
Los sujetos de la evolución histórica son, para Marx, los modos de producción.
Un modo de producción lo constituyen las fuerzas productivas, que son la fuerza
humana de trabajo y los medios e instrumentos de producción (una extensión de aquella),
las relaciones de producción, que son las que contraen los hombres en el proceso de
producción, es decir, las relaciones de propiedad y la conciencia social que sobre este
fundamento se levanta (superestructura ideológica en las sociedades en donde existe la
propiedad privada).
El modo de producción es la forma de organización social mediante la cual el
hombre desarrolla su esencia natural.
La esencia natural del ser humano es el trabajo.
El trabajo es la actividad vital consciente, es decir, la actividad consciente a través
de la cual el hombre satisface sus necesidades vitales mediante la transformación de la
naturaleza.
Esta actividad es la manifestación de las capacidades físicas y mentales del ser
humano, quien las ejerce actuando sobre la naturaleza con la finalidad de producir los
medios necesarios para reconstituirlas.
Lo característico de la actividad productiva es que se realiza conscientemente, es
decir, representado en la conciencia del hombre todos los elementos y las fases de la
actividad productiva como prerrequisito para la acción.
El modo de producción tiene como fundamento las fuerzas productivas y las
65
Ibíd., pp. 7-8
115
1
1
relaciones de producción.
Ambas constituyen los dos polos de una contradicción.
Las fuerzas productivas –medios e instrumentos de producción y fuerza de trabajo
son la materialización de las facultades y las capacidades humanas. El proceso productivo
es el ejercicio de esas facultades.
Las relaciones de producción son las que contraen entre sí los hombres en el
proceso productivo, relaciones de propiedad.
Las fuerzas productivas, que expresan un cierto grado de desarrollo de las
facultades y capacidades humanas, engendran las relaciones de producción (de propiedad)
que les corresponden.
En su movimiento, las fuerzas productivas procrean en su seno los elementos de
una forma superior que, a su vez, produce los de unas nuevas y más altas relaciones de
producción (propiedad). Las viejas relaciones de producción, de ser el vehículo para el
desarrollo de las fuerzas productivas, se transforman en una traba para el mismo: se abre
una época de revolución social.
Se establece un nuevo modo de producción formado por las fuerzas productivas en
un punto superior de su desarrollo y unas más altas relaciones de producción que le
corresponden.
Los puntos extremos de este proceso son:
a) El período de constitución de las capacidades y facultades humanas de la
especie, es decir, del nacimiento de las fuerzas productivas; éstas crean las relaciones de
producción que les corresponden: propiedad colectiva sobre los medios e instrumentos de
producción, fuerza de trabajo y conciencia colectivas.
b) Las capacidades y facultades humanas constituidas en la fase anterior entran
de lleno en un desarrollo ascendente, aunque de una manera contradictoria: su
perfeccionamiento implica primero su materialización en un instrumento individual y
después una desposesión de aquellas a los individuos y su conversión en capacidades y
facultades colectivas, que en la fase superior del régimen capitalista se materializan en la
industria maquinizada, a la que se aplica una reunión de fuerzas individuales de trabajo
sustantivadas, sujetas a un proceso de degeneración y atrofia de sus características
humanas. Se crean las relaciones de producción que corresponden a esta etapa: propiedad
privada sobre los medios e instrumentos de producción, ausencia de propiedad o
propiedad precaria derivada de la gran propiedad, exacción de trabajo excedente de los
productores directos por los propietarios de los medios e instrumentos de producción,
sujeción de la mayoría de los integrantes de la sociedad a los propietarios privados,
etcétera.
c) Las capacidades y facultades humanas llegan al punto superior de su
desarrollo: se han convertido en una unidad mecanizada y socializada que es operada por
el obrero colectivo, a cuyos integrantes se ha suprimido la individualidad antinatural de
que todo el desarrollo anterior los había dotado. Se reivindican, aunque en una forma más
alta, las relaciones de propiedad, la fuerza de trabajo y la conciencia colectivas.
Los modos de producción sustentados en la propiedad privada están integrados por
una base y una superestructura.
La base está formada por las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
La superestructura está compuesta por el derecho, el Estado y la conciencia social
sustantivada (ideología)
Las relaciones entre base y superestructura son las siguientes:
Ambas constituyen los polos de una contradicción: la base es la estructura
económica de la sociedad, y la superestructura jurídica, política y las formas de conciencia
social se alzan sobre ella.
La estructura económica produce sus propios elementos: fuerzas productivas y
relaciones de producción, y a la vez, los de su opuesto, es decir, las formas jurídicas,
estatales e ideológicas correspondientes.
Se abre una fase de mutua complementación: la base produce la superestructura
que le corresponde y ésta a su vez influye sobre la base, propiciando su desarrollo.
116
1
1
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1
1
hegeliana, constituyen lo que Marx llamó el “hilo conductor de sus estudios”, son el punto
de partida para la evolución posterior de su teoría.
5. La Sagrada Familia (Capítulo IV, apartado 4, Glosa Marginal Crítica No. 2)66
En este trabajo, Marx y Engels aplican las tesis desarrolladas en sus escritos
anteriores a la lucha teórica en contra de los seguidores de la filosofía hegeliana, quienes
continuaban sus campañas especulativas contra la filosofía de la religión de Hegel.
En esta polémica enriquecen y perfeccionan sus ideas expresadas en los trabajos
anteriores.
Marx y Engels parten de los resultados obtenidos por Proudhon: el reconocimiento
de que la miseria tiene su origen en la existencia y desenvolvimiento de la propiedad
privada. De ahí en adelante establecen las leyes que rigen el desarrollo de esta antinomia.
El proletariado y la propiedad privada son antinómicos y constituyen un todo; son
dos formas del mundo de la propiedad privada.
La esencia negativa de la propiedad privada radica en que en ella se hace ajena al
hombre su naturaleza específica.
La propiedad privada capitalista es la forma superior que adopta este tipo de
propiedad.
La clase burguesa y la clase proletaria están sujetas al mismo estado de
desposesión; es decir, que ambas han perdido las características naturales de la especie
humana.
Fase de mutua complementación.
La propiedad privada está obligada a mantenerse a sí misma y a su contrario. Es el
lado positivo del fenómeno.
La relación de mutuo engendramiento entre propiedad privada y proletariado
produce como resultado necesario el reforzamiento de la anulación de la naturaleza
humana, tanto en el proletariado como en la burguesía.
El propio movimiento de la propiedad privada crea los elementos de su negación:
a) En su punto superior, la enajenación se manifiesta en la miseria “en adelante
ineluctable, imposible de paliar, absolutamente imperiosa”.
b) La clase burguesa vive la apariencia de una existencia humana que es la base
de su poder; se afirma en el lado positivo del fenómeno.
c) El proletariado se ve ineluctablemente empujado entonces, por la contradicción
que existe entre su naturaleza humana (en potencia) y sus condiciones de vida, que son la
negación franca, neta y absoluta de esa naturaleza humana, a rebelarse contra ese estado
de cosas.
Cambio revolucionario
El proletariado está entonces obligado a trabajar por su supresión y por la de la
propiedad privada.
Condiciones para el cambio revolucionario.
La propiedad privada, en su movimiento, produce al proletariado en cuanto
proletariado, es decir, a la miseria consciente de su miseria física y moral.
Dicho de otro modo, produce el movimiento obrero, la teoría revolucionaria y la
fusión de ambos.
De esta manera, el proletariado consciente (armado de la teoría revolucionaria)
ejecuta la sentencia que el asalariado dicta contra sí mismo al producir la miseria propia y
la riqueza ajena. El proletariado desarrolla una lucha revolucionaria contra la propiedad
privada que desemboca en la supresión de ambos contrarios.
Y entonces, el proletariado habrá desaparecido tanto como el contrario que lo
condiciona, la propiedad privada.
66
Marx, Carlos, Federico Engels, “La Sagrada Familia y otros escritores filosóficos de la época”,
traducción del alemán por Wenceslao Roces, Segunda Edición, Editorial Grijalbo, S.A... 1967, México,
D. F., pp. 99-103
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1
1
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1
2
CAPITULO III
Los primeros planteamientos (continuación)
A. Introducción.
El revisionismo moderno realizó cabalmente su labor de reexaminar la teoría
revolucionaria y sustituirla por una forma embozada de la ideología burguesa.
En esta tarea llegó hasta el núcleo mismo de las concepciones revolucionarias, la
noción de la esencia de la explotación capitalista, a la que reemplazó con las ideas que una
parte de la burguesía y la pequeña burguesía sostienen acerca de las formas primitivas o
imperfectas a través de las cuales dicha esencia se exterioriza.
En sus elaboraciones más acabadas, el revisionismo emplea un lenguaje y conceptos
típicamente marxistas cuando revisa las tesis revolucionarias sobre esta materia.
En sus manifestaciones más descaradas, el revisionismo hace suyos ciertos
conceptos burgueses referentes a la naturaleza del régimen capitalista que obtiene
directamente del arsenal de la ideología burguesa (de la parte de ella que corresponde al
sector “liberal” de la burguesía) y pequeño burguesa; tales conceptos reconocen su origen
en los economistas clásicos, quienes lograron determinar al detalle algunas formas de la
explotación capitalista, a las que confundieron por necesidad con su esencia, ante la cual
se detuvo impotente su análisis.
De igual manera, el revisionismo oculta y sustituye por su formulación burguesa
las tesis revolucionarias referentes al Partido y proceso necesarios para la conquista del
poder por el proletariado y a la naturaleza del socialismo y el comunismo.
Para el revisionismo, el socialismo es un régimen en el cual se anulan las formas
primitivas e imperfectas de la explotación capitalista, pero se mantienen vivas y en ascenso
su esencia y la forma perfecta que le corresponde. En efecto, el “socialismo humanista y
democrático”, cuya instauración ha sido el sueño dorado del revisionismo, estaría
constituido por una diluida base de organización colectiva de las funciones más generales
de la sociedad, un nivel superior de organización en grupos sociales (universidades,
“colectivos”, etcétera) en los que existiría la “propiedad por grupos” y la “autogestión”, un
último nivel de desarrollo de los individuos en cuanto tales y, aunado a esto, un proceso
incontenible de perfeccionamiento de la esencia de la explotación capitalista. El
revisionismo toma la forma superior, perfecta, en que se manifiesta la esencia de la
explotación capitalista (a través de la satisfacción y desarrollo de las necesidades
individuales) y la considera ¡como lo característico del régimen socialista, que por definición
supone la anulación de la explotación capitalista!
Los clásicos del marxismo-leninismo determinaron con exactitud cuál es la esencia
de la explotación capitalista; en justa correspondencia con ello, delinearon los procesos
necesarios (Partido, propaganda, agitación, conciencia revolucionaria, lucha teórica,
económica y política, conquista del poder por el proletariado, etcétera) para el
derrocamiento del régimen capitalista y la instauración del socialismo; igualmente,
estableció a grandes rasgos la naturaleza específica del régimen socialista y del
comunismo, meta última éste de la revolución proletaria.
Los primeros movimientos revolucionarios del proletariado guiados por el
marxismo-leninismo (en Rusia, principalmente) se realizaron en una fase de existencia del
capitalismo en la cual predominaban, con una fuerza enorme, las formas primitivas e
imperfectas de la explotación; en torno a ellas se estructuró todo el aparato revolucionario
67
Marx, Carlos, Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Ediciones de Cultura Popular, S.A., 1977.
México, D.F.
120
1
2
121
1
2
B. Primer manuscrito
En este primer manuscrito hace Marx un resumen de los economistas clásicos
respecto del salario, la ganancia, la acumulación de capital y las relaciones entre todos
esos conceptos, mediante la organización, sistematización y la conducción hasta sus
últimas consecuencias de las proposiciones de los clásicos, pero sin transgredir los límites
del régimen capitalista.
SALARIO
El salario se determina por la lucha antagónica entre capitalista y obrero. El triunfo
corresponde necesariamente al capitalista.
Esto es así porque:
-El capitalista puede vivir más tiempo sin el obrero.
-El obrero no puede subsistir mucho tiempo sin el capitalista.
-Los capitalistas se agrupan en asociaciones para defender sus intereses.
-Las asociaciones de los obreros están prohibidas y cuando las forman les acarrean
graves consecuencias.
-Los capitalistas y los terratenientes tienen, además de sus rentas, ingresos por
ganancias industriales.
-Los obreros sólo tienen ingresos por sus salarios y no reciben ningún tipo de
ganancia industrial, ni renta de la tierra ni intereses sobre capitales.
-Esto es la base de la intensidad de la competencia entre los obreros.
La situación desventajosa del obrero se deriva de la separación necesaria entre el
capital, la propiedad de la tierra y el trabajo. Esa separación es fatal para el obrero.
El salario que pagan los capitalistas al obrero gira en torno al precio natural del
trabajo.
El precio natural del trabajo es aquel que provee para la subsistencia del obrero y de
su familia, para que no perezca la raza de los obreros.
El trabajo es una mercancía como cualquier otra y por lo tanto su demanda
gobierna necesariamente su producción.
Si la oferta sobrepasa a la demanda entonces una gran parte de la población no
tendrá trabajo y se hundirá en la pobreza y el hambre.
Si la oferta es mayor que la demanda se reducirá el precio comercial del salario por
debajo de su precio natural. Los demás factores de la producción, cuando su precio
comercial desciende por debajo de su precio natural, pueden emigrar a otras ramas
productivas con lo que al descender la oferta el precio comercial se acercará al precio
natural, restableciéndose el equilibrio entre la oferta y la demanda. En el caso del trabajo
esto es prácticamente imposible porque:
...1) donde existe una considerable división del trabajo es extremadamente difícil para el
obrero dirigir su trabajo hacia otras vías; 2) porque a causa de su relación de subordinación
al capitalista es el primero que sufre.68
Las fluctuaciones del mercado afectan menos a la renta del suelo y a la ganancia
industrial que al salario del obrero.
Si el capitalista mantiene el precio de sus mercancías por arriba de su precio
natural obtiene un provecho adicional, pero el obrero que trabaja en su fábrica no recibe
ninguna ventaja de ello.
68
Ibídem, p. 14
122
1
2
El precio del trabajo es mucho más constante que el precio de las subsistencias y
frecuentemente se encuentran en relación inversa.
En épocas de carestía el alza de precios provoca una contracción de la demanda de
mercancías; esto, a su vez, da como resultado que disminuya la demanda de trabajo con lo
que descienden los salarios. Por otro lado, debido a los altos precios de las subsistencias
los salarios suben por su tendencia a nivelarse con el precio natural del trabajo. Los
aumentos y las disminuciones se compensan, por lo cual los salarios se equilibran.
En épocas de abundancia el aumento de la producción genera un incremento en la
demanda de obreros; el salario sube. Por otro lado los precios de las subsistencias bajan y
con ellos el salario. Ambos movimientos se compensan.
El obrero no sólo tiene que obtener los medios necesarios para su subsistencia sino
que tiene también que buscar trabajo, es decir, la oportunidad de desplegar sus
capacidades físicas y mentales.
La sociedad se puede encontrar en tres situaciones fundamentales distintas, las
que se analizan en relación con la suerte que en ellas tienen las condiciones de vida de la
clase obrera:
(1) Disminución de la riqueza social. La clase que más cruelmente sufre con la
caída de la prosperidad social es la clase obrera.
(2) Riqueza social en aumento. Esta es la condición favorable al obrero.
Aumenta la producción; se incrementa la demanda de obreros; sube el salario. Al
subir el salario el obrero trata de obtener más ingresos trabajando tiempo extraordinario.
Trabaja en exceso y acorta su vida. De esta manera da paso a nuevos contingentes de
trabajadores. El sacrificio de una parte de sus miembros es la condición para el aumento
de la ocupación de la totalidad de la clase obrera.
El enriquecimiento progresivo de la sociedad se basa en el aumento de los capitales
y las rentas. Este aumento tiene las consecuencias siguientes:
El crecimiento de la riqueza supone el aumento de la acumulación; la acumulación
es concentración de trabajo de los obreros en manos de los capitalistas; por lo tanto el
crecimiento de la riqueza se basa en el despojo de lo que el obrero produce y en su
concentración en manos de otra persona; los medios de trabajo y de subsistencia del
obrero se concentran en manos de los capitalistas.
La acumulación del capital aumenta la división del trabajo:
-La división del trabajo aumenta el número de obreros.
-A su vez el número de obreros aumenta la división del trabajo.
-La división del trabajo incrementa la acumulación.
-Por la acumulación de capital y la división del trabajo el obrero llega a depender
más y más del trabajo para su subsistencia y de un trabajo cada vez más unilateral,
mecanizado.
-La dependencia del trabajo hace depender al obrero de las fluctuaciones del
mercado, de la aplicación del capital y del capricho del rico.
-El aumento de las personas que dependen únicamente del trabajo determina la
competencia entre ellos y hace disminuir su precio.
-Los dueños del dinero se ven forzados a hacer negocios con él. La competencia
entre los capitalistas arruina a los capitalistas medios y pequeños y los lanza a las filas del
proletariado aumentando la competencia entre ellos y haciendo descender su precio.
En consecuencia, las condiciones más favorables tienen los siguientes resultados
para los obreros:
-Trabajo extraordinario.
-Muerte prematura.
-Decadencia hasta convertirse en máquinas.
-Relación de servidumbre respecto del capital.
-Aumento de salarios que:
-Presupone y envuelve la acumulación de capital; enfrenta cada vez más al obrero el
afán de enriquecerse sacrificando su espíritu y su cuerpo.
-Aumento de la división del trabajo que acentúa más y más su unilateralidad y
123
1
2
dependencia.
-Incremento de la competencia entre los hombres y las máquinas.
-La máquina se enfrenta al obrero como competidora.
-Sobreviene la sobreproducción que lanza obreros al arroyo y hace descender sus
salarios.
(3) Riqueza social en su punto culminante.
-El salario y el interés del dinero serían muy bajos.
-La competencia entre los obreros sería tan grande que los salarios descenderían en
gran proporción, viéndose reducidos a lo necesario para mantener el mismo número de
obreros. El excedente de obreros tendría que morir.
-En resumen: en el estado decreciente de la sociedad, miseria progresiva; en el
estado progresivo, miseria compleja; en el estado culminante, miseria estacionaria.
Según Adam Smith, una sociedad no es dichosa si la mayor parte de sus miembros
padecen; el estado de mayor riqueza obliga a la mayoría a padecer; en consecuencia, la
economía política procura la desventura de la sociedad.
Comparación qua hace el economista entre lo que teóricamente es el obrero y lo que
es la práctica.
124
1
2
Teóricamente Prácticamente
El producto íntegro del trabajo El obrero sólo recibe la parte menor y
pertenece al obrero. estrictamente indispensable del producto; sólo lo
necesario para subsistir, no como hombre, sino
como esclavo y para perpetuar, no la especie
humana, sino la clase esclava de los obreros.
Todo se compra con trabajo. El capital El obrero, lejos de poder comprarlo todo
es trabajo acumulado se ve obligado a venderse él mismo, su propia
humanidad.
La renta del terrateniente es, en la El “algo más” que el obrero gana en los
mayor parte la 3ª. parte de la renta del suelo; la mejores tiempos alcanza a tan poco que de cada
ganancia del capitalista industrial es el doble cuatro de sus hijos, dos deben morir de hambre.
del interés del dinero
Remontándose por arriba de la economía política, Marx propone responder a dos preguntas:
(1) ¿Qué significa en la evolución de la humanidad esta reducción de la mayor
parte del género humano al trabajo abstracto?
(2) ¿Cuáles son los errores que cometen los reformadores sociales que, o quieren
elevar los salarios y de este modo mejorar su situación de la clase obrera, o consideran la
igualdad de salarios (como Proudhon) como finalidad de la revolución social?
Conforme a la economía política el trabajo se presenta sólo como actividad para
obtener salarios.
Wilhelm Schulz:
Salario mayor para las ocupaciones que suponen talentos específicos o reparación
más prolongada; salario menor para las actividades mecánicas, monótonas en las que una
persona puede entrenarse fácil y rápidamente. Esta clase de trabajo es el que abunda en el
estado actual de organización del trabajo.
El promedio encubre las diferencias salariales.
El cálculo del monto del salario también debe de considerar la seguridad de su
permanencia.
Esta disminuye constantemente.
Igualmente el cálculo del salario debe tomar en cuenta las horas trabajadas antes y
ahora. En general, ha aumentado en los últimos 25 años.
125
1
2
Si aumentan el salario puede ser, sin embargo, que las necesidades sociales hayan
aumentado en mucho mayor proporción por lo que en realidad el salario habrá disminuido
relativamente.
Pero la economía política ve al obrero sólo como un animal de trabajo; como una
bestia estrictamente reducida a sus necesidades corporales.
La productividad del trabajo crece enormemente con las nuevas maquinarias más
modernas.
Sin embargo, esto ha traído consigo un aumento de la duración del trabajo esclavo.
La simplificación del trabajo sustituye el trabajo de los obreros adultos por el de las
mujeres y niños.
El trabajo asalariado es agotador y destroza el cuerpo y lisia moral e
intelectualmente.
Los hombres son condenados a ocupaciones tan bajas, a una degradación tan
devastadora y cruel que por comparación el estado de salvajismo parece una condición
regia.
London: (1842)
-Incremento de la prostitución.
-Incremento de la población. En cuanto mayor la pobreza, mayor la población.
-La teoría del trabajo como mercancía es la teoría de servidumbre disfrazada.
-El actual régimen económico rebaja simultáneamente el precio y la remuneración
del trabajo; perfecciona al obrero y degrada al hombre.
-Las máquinas lanzan al arroyo a los obreros. Etcétera.
LA GANANCIA DEL CAPITAL
El capital. Es el trabajo acumulado en reserva. Da al capitalista poder de dirección
sobre el trabajo y sus productos.
La ganancia del capital.
Es completamente diferente del salario.
La ganancia del capital es regulada por el valor del capital empleado, sin atender al
trabajo de inspección y dirección que, por otra parte, es realizado por funcionarios a sueldo
del capitalista. Es decir, que la ganancia del capitalista nada tiene que ver con su trabajo
personal sino que está en función del valor del capital invertido.
El capitalista emplea a los obreros para obtener de la venta del valor que produce
un exceden te sobre lo que les adelantó como salario.
El capitalista no tendría interés en invertir grandes capitales si su ganancia no
fuera proporcional al volumen del capitalista.
Los capitalistas obtienen una ganancia tanto de los salarios como de las materias
primas cuyo valor adelantan.
¿Cuál es el nivel normal de la ganancia? Existen múltiples dificultades para
determinarlo.
En general debe ser mayor que el interés del dinero. Cuanto mayor es la ganancia
que se puede obtener, más alta la tasa de interés y, al contrario.
La tasa de ganancia más baja es aquella que cubre un poco más de lo necesario
para compensar las pérdidas ocasionales del capital.
La tasa de ganancia superior es aquella en la cual el precio de la mayor parte de las
mercancías consume el total de la renta del suelo y reduce el salario.
La ganancia puede aumentar también cuando el capitalista mantiene el precio de
mercado por sobre el precio natural:
-A través del secreto industrial.
-Por medio de monopolios.
-Por circunstancias fortuitas.
-Por el mayor grado de elaboración de las mercancías, que reduce la parte de la
renta del suelo.
-Mientras mayor volumen del capital mayor es la masa de la ganancia.
-Mediante el abaratamiento de los medios de circulación.
126
1
2
Los planes y proyectos de los poseedores de capital regulan y dirigen todas las operaciones
más importantes del trabajo, y el objeto que se proponen todos esos planes y proyectos es la
ganancia69
69
Ibídem, p. 36
127
1
2
punto lo es que el obrero no solo es despojado de los objetos más necesarios para su vida
sino que su trabajo mismo se convierte en un objeto del que solo se apodera con grandes
esfuerzos.
-La apropiación es el extrañamiento, la enajenación. Esto se manifiesta en el hecho
de que mientras más objetos produce el obrero menos puede poseer y más cae bajo el
dominio de lo que produce: del capital.
-El mayor desgaste del obrero se traduce en un mundo objetivo extraño más
poderoso que él crea frente a sí; mientras más grande es ese mundo objetivo más pobre es
el obrero y menos le pertenece como suyo.
-El trabajador pone su vida en el objeto, pero desde ese momento su vida no le
pertenece sino al objeto.
Todo esto tiene su origen en el hecho de que el obrero está relacionado con el
producto de su trabajo como objeto extraño. El trabajo del obrero existe fuera de él como
algo extraño a él que se convierte en poder en sí mismo, que se le opone como algo hostil y
ajeno.
Se examinará ahora el proceso de objetivación del trabajo, es decir, la producción del
obrero.
-El trabajo, para objetivarse, necesita de la naturaleza; ella le provee medios de vida
en un doble sentido: (1) como material para realizar su trabajo (2) como medios de
subsistencia.
-En virtud de la relación del trabajo con su producto como un objeto extraño, la
naturaleza (el mundo sensorial externo) va dejando de ser un objeto que pertenece al
trabajo en los dos sentidos arriba expresados. La naturaleza se enajena del trabajo.
-Se establece una doble servidumbre del trabajo respecto del objeto: 1’ recibe un
objeto de trabajo, es decir, recibe trabajo.
2’ recibe medios de subsistencia. Esta servidumbre llega a su expresión superior: el
ser humano sólo como obrero puede mantenerse en calidad de sujeto físico, y sólo es obrero
en cuanto sujeto físico.
La economía política oculta la enajenación inherente a la naturaleza del trabajo no
considerando la relación directa entre el obrero (trabajo) y la producción. Es decir, que no
considera que la privación en que viven los obreros, los tugurios en que se ven obligados a
morar, la deformidad de sus cuerpos y sus espíritus, su calidad de accesorios de las
máquinas, su falta de trabajo, su estupidez y cretinismo, sean producidos directamente por
el trabajo.
Si el producto del trabajo del obrero es algo extraño a él, el trabajo, la actividad
productiva, debe ser la enajenación activa, la enajenación de la actividad, la actividad de la
enajenación.
La enajenación del trabajo se manifiesta en:
-El trabajo es externo al trabajador porque:
No se afirma, sino que se niega en él.
No desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y
arruina su espíritu. [Anula sus facultades físicas y mentales]
Su trabajo no es voluntario sino forzado. (Es la condición para mantener su
existencia física]
No es la satisfacción de una necesidad sino solamente un medio para satisfacer las
más apremiantes necesidades fuera del trabajo.
El trabajo no es suyo, sino de otro. Es su autoenajenación. El trabajador se siente
libre sólo cuando realiza sus funciones animales: comer, beber, engendrar, habitación y
atavío; y en sus funciones humanas [la facultad de trabajar] se reduce a un animal. Lo
animal se convierte en humano y lo humano en animal.
Ya se analizó el producto como producto enajenado del obrero y la actividad
productiva como su autoenajenación; ahora se pasará a analizar una tercera característica
del trabajo enajenado.
-El hombre es un ser genérico porque: [o: La esencia del ser humano consiste en
que:]
128
1
2
129
1
3
la contradicción del trabajo enajenado consigo mismo. Proudhon falla a favor del trabajo.
El salario y la propiedad privada son idénticos; en consecuencia, un aumento
forzado de los salarios no acabaría con la enajenación del trabajo; la igualdad de salarios
sólo transforma la relación actual del obrero con su trabajo en la de todos los hombres con
el trabajo. El salario es una consecuencia directa del trabajo enajenado y el trabajo
enajenado la causa directa de la propiedad privada.
De la relación del trabajo enajenado con la propiedad privada se deriva que la
emancipación de la sociedad de la propiedad privada, de la servidumbre, etcétera, toma la
forma política de la emancipación de los trabajadores porque ella contiene la emancipación
universal del hombre y porque toda relación de servidumbre tiene como base la relación
del obrero con la producción.
Se plantean aquí dos problemas:
(1) Determinar la naturaleza de la propiedad privada en su relación con la
propiedad verdaderamente humana, social y
(2) ¿Cómo llega el hombre a extrañar, a enajenar su trabajo?
C. Segundo Manuscrito
Con base en el concepto de “esencia natural humana” Marx analiza ahora la
relación trabajo asalariado-capital.
La relación de la propiedad privada.
En el trabajador se da el hecho subjetivo de que el capital es el hombre que se ha
perdido totalmente a sí mismo.
En el capital se da el hecho objetivo de que el trabajador es el hombre que se ha
perdido totalmente a sí mismo.
El trabajador produce el capital; el capital le produce a él; se produce, pues, a sí
mismo y el hombre, en cuanto trabajador, en cuanto a mercancía, es el resultado de todo el
movimiento.
El hombre sólo existe en esta relación como trabajador. Su esencia humana
[propiedades humanas] existe enajenada bajo la forma de capital.
La producción no produce solamente al hombre como mercancía, la mercancía-
hombre, el hombre en función de mercancía; lo produce en esta calidad como un ser
espiritual y físicamente deshumanizado.
70
Ibídem, pp. 8687
130
1
3
Como tal descomponiéndose en sí mismo y sus intereses, así como éstos a su vez se
descomponen en intereses y beneficios. Sacrificio total del capitalista. Cae en la clase obrera
así como el obrero -aunque sólo excepcionalmente se hace capitalista.
Trabajo como momento del capital, sus costos. El salario, pues, sacrificio del capital.
Trabajo se descompone en sí mismo y en salario. El trabajador mismo, un capital, una
mercancía. Colisión de oposiciones recíprocas.71
D. Tercer Manuscrito
Marx desarrolla aquí la idea de que el comunismo es el desenlace necesario del
desenvolvimiento de la contradicción; propiedad privada-trabajo.
La propiedad privada y el trabajo.
La naturaleza subjetiva de la propiedad privada –propiedad privada dinámica para sí, como
sujeto, como personaes el trabajo...72
131
1
3
La comunidad es sólo una comunidad de trabajo, y una igualdad de salarios que paga el
capital comunal: la comunidad como fuente universal. Los dos lados de la relación son
elevados a una universalidad imaginaria: el trabajo como un ámbito en el que se coloca todo
el mundo, y el capital como la universalidad reconocida y el poder de la comunidad.74
74
Ibídem, p. 100
75
Ibídem, p. 102
76
Ídem.
132
1
3
77
Ibídem, p. 104
133
1
3
134
1
3
Controversia entre los economistas: una escuela recomienda el lujo y execra del
ahorro; otra recomienda el ahorro y execra del lujo. La primera admite que es necesario el
lujo para producir trabajo (es decir, ahorro absoluto); el segundo recomienda el ahorro para
producir riqueza (es decir, lujo).
La falta de necesidad [su anulación] como fundamento de la economía política se refleja
contundentemente en su teoría de la población. Hay demasiada gente. Aún la existencia de
los obreros es puro lujo...80
...El capitalista industrial también goza. Por ningún motivo retorna a la sencillez antinatural
de la necesidad; pero su placer es sólo secundario –recuperación-, que se subordina a la
producción; al mismo tiempo es un placer calculado y económico. Porque lo carga a los costos
del capital y lo que se despilfarra en su placer no debe exceder a lo que será reemplazado por
beneficio a través de la reproducción del capital. El placer está pues subordinado al capital, y
el individuo que goza, subordinado al individuo que acumula capital…81
78
Ibídem, pp. 116-118
79
Ibídem, pp. 119
80
Ibídem, pp. 122
81
Ibídem, p. 129
135
1
3
decir, el trabajo que se desarrolla con la finalidad de satisfacer las necesidades de los
individuos. La división del trabajo es la forma enajenada que adquiere la esencia natural de
la especie humana.
Diversas tesis de los economistas clásicos acerca de la división del trabajo:
Adam Smith: La división del trabajo es la consecuencia necesaria, lenta y gradual de
la propensión al cambio de los productos. [Esta propensión es una característica natural-
humana]
La diferencia de los talentos naturales no es tanto la causa como el efecto de la
división del trabajo.
El motivo del intercambio es el egoísmo.
Skarbek: El derecho de propiedad exclusiva es indispensable para el
establecimiento del intercambio entre los hombres.
Mill: el intercambio desarrollado, el comercio, es una consecuencia de la división del
trabajo.
El examen de la división del trabajo y del intercambio es de sumo interés, porque se trata de
pautas perceptibles de la actividad humana y de potencialidad humana esencial, como
actividad y fuerza de la especie.
Afirmar que la división del trabajo y el intercambio se originan en la propiedad privada
equivale a afirmar que el trabajo es la causa de la propiedad privada... Precisamente en el
hecho de que la división del trabajo y el intercambio son corporizaciones de la propiedad
privada, reside la doble prueba, por una parte de que la vida humana necesita de la
propiedad privada para su realización y por otra que es necesaria la supresión de la
propiedad privada.
La división del trabajo y el intercambio son dos características relacionadas con las que la
economía política presume del carácter social de su ciencia y en el mismo sentido dan
vigencia a la contradicción en ella: el establecimiento de la sociedad a través de intereses
antisociales, particulares.83
136
1
3
137
1
3
apremiantes necesidades,
-el trabajo no es suyo, sino de otro.
(j) El producto y el trabajo son ajenos al trabajador porque el trabajo hace ajeno al
hombre de su esencia humana.
La esencia de la propiedad privada capitalista es el trabajo enajenado, es decir, el
trabajo que hace ajena al hombre su esencia humana.
La esencia de la propiedad privada en general es el trabajo enajenado, esto es, el
trabajo que hace ajena al hombre su esencia humana.
En este contexto, aunque Marx no lo dice explícitamente, es evidente que la relación
entre trabajo asalariado y capital queda reducida a un caso particular de la relación entre
trabajo y propiedad privada y que aquella es la última y más aguda forma que adopta la
enajenación del trabajo.
Para establecer la esencia de cada etapa del desarrollo de la propiedad privada
(esclavismo, feudalismo y capitalismo) es necesario descubrir la forma específica que
adopta en cada una de ellas el trabajo enajenado en relación con la esencia humana.
El análisis partió de la propiedad privada como fuente del trabajo enajenado: ahora
nos encontramos con que el trabajo enajenado produce la propiedad privada.
En el plan de Marx estaba considerado el entrar luego a estudiar lo que es la
esencia humana y las causas por las cuales ésta se vuelve ajena al hombre; estos
problemas están planteados de la siguiente manera en los manuscritos:
(a) Determinar la naturaleza de la propiedad privada en su relación con la
propiedad verdaderamente humana, social y
(b) ¿Cómo llega el hombre a extrañar, a enajenar su trabajo?
La parte del manuscrito en donde Marx desarrolla detalladamente la solución a
estos problemas se perdió y nunca ha sido encontrada.
Existen, sin embargo, elementos suficientes para reconstruir el pensamiento de
Marx. En el texto se da una amplia explicación de lo que, conforme al espíritu del
marxismo, es el concepto de esencia humana.
De una manera sintética podemos decir que para Marx la esencia natural humana
está constituida por las características biológicas de la especie adquiridas a través del
trabajo y por la propiedad, la producción y el consumo colectivos.
El hombre llega a extrañar su trabajo cuando en la sociedad humana se disuelve la
comunidad primitiva y se establece la propiedad privada, primero como propiedad familiar
(en la comunidad asiática) y luego individual. El trabajo colectivo, fundamento de la
esencia natural de la especie, es sustituido por el trabajo privado, el cual es el elemento
decisivo de la negación de la humanidad de la especie. El hombre enajena su trabajo
cuando éste se transforma de colectivo en privado.
Una vez establecido lo que es la esencia humana, Marx pasa a analizar lo que en
este texto enriquecido (analíticamente) es la relación trabajo asalariado-capital y encuentra
que:
(a) El trabajador es un ser despojado de todas sus características humanas, es un
ser espiritual y físicamente deshumanizado.
[La deshumanización llega al punto en que todos los procesos orgánicos, todos los
órganos y funciones de los trabajadores entran en un proceso de desgaste, atrofia y
degeneración que lleva a la aniquilación de las características naturales de la especie
humana. Este proceso es causado por las formas específicas que adopta el trabajo en la
sociedad capitalista: producción de plusvalía absoluta y relativa, maquinización e
intensificación del trabajo, etcétera, y por la forma específica que en ella adopta el
consumo (consumo masivo, sociedad del bienestar).]
(b) El capital es la forma enajenada que adopta la esencia humana del trabajador.
(c) El trabajo engendra al capital como su esencia humana enajenada y el capital
engendra al trabajador como un ser despojado de su esencia humana.
Este mutuo engendramiento debe llevar a un desenlace conforme a lo siguiente:
(a) La separación entre el trabajo y su esencia humana llegan al punto en que la
naturaleza esencial del hombre se ha anulado por completo y convertido absolutamente en
138
1
3
su contrario.
(b) Dicha separación debe llegar hasta donde ambos polos se exijan
acuciantemente y no puedan continuar existiendo sin lograr su unión.
Marx llega a la conclusión de que la contradicción trabajo asalariado-capital debe
resolverse, conforme a las premisas establecidas, superando la enajenación del trabajo a
través de la reapropiación de su esencia natural (humana) por el trabajador.
Esta desenajenación del trabajo a través de la reapropiación de la esencia natural
(humana) por el trabajo es el contenido del comunismo.
El comunismo es la abolición (o superación positiva) de la propiedad privada.
Marx hace una descripción más o menos detallada de lo esencial del comunismo
(Ver texto).
Marx termina con un análisis de lo que son las necesidades en la sociedad
capitalista por oposición a las necesidades en el comunismo, de la división del trabajo
como fundamento de aquellas necesidades y del dinero como lazo de unión entre el hombre
y su esencia enajenada.
Este trabajo de Marx es el antecedente necesario de su labor teórica posterior. En él
descubre la esencia del régimen capitalista de producción: su ineluctable transformación
en el socialismo y el comunismo. En El Capital desarrolla al detalle la naturaleza del
régimen capitalista para extraer de ahí, también minuciosamente, la táctica y la estrategia
del cambio revolucionario, conservando siempre como su base los descubrimientos teóricos
hechos en aquel primitivo estudio. Es evidente que la más profunda y cabal comprensión
de El Capital, sobre todo en estos tiempos de dominio absoluto del revisionismo moderno,
sólo puede obtenerse teniendo como punto de partida las tesis desarrolladas por Marx en
esta su obra de juventud.
El revisionismo, que requiere por un lado una base en la teoría burguesa para
fundamentar todas sus concepciones económicas, puesto que éstas son burguesas en el
fondo, y por otro mantener la apariencia de que esa base es la teoría económica marxista,
toma de ésta la parte en que Marx organiza y sistematiza las tesis de los clásicos y la hace
pasar como la esencia del régimen capitalista. El revisionismo, igual que la economía
clásica, no comprendió la esencia de la propiedad privada, ni la conexión esencial entre la
propiedad privada y la relación trabajo asalariado-capital; es decir, no entendió que la
esencia de la propiedad privada es la anulación de la esencia natural del hombre, ni
mucho menos lo que ésta sea.
Igualmente, el revisionismo no alcanzó a saber cuál es la forma que adopta en la
actualidad la ley de la depauperación creciente en relación con la anulación de la esencia
natural del hombre ni, por supuesto, lo que es el comunismo como reapropiación de la
esencia natural del hombre.
Para el revisionismo, la depauperación se manifiesta, en las sociedades de bajo
desarrollo capitalista, como hambre, desnutrición, insalubridad, violencia, antidemocracia,
dominio del gran capital sobre el mediano y el pequeño, etcétera y en las sociedades
desarrolladas como la sumisión del proletariado (y de la pequeña burguesía) al “aparato de
dominación total” que arruina la preciosa individualidad de las personas.
Para el revisionismo, en consecuencia, el socialismo y el comunismo tienen el
significado, ya sea de una elevación general de las condiciones de vida, ya de la abolición
del gran capital dejando subsistente la propiedad de la pequeña burguesía (socialismo
“humanista”), ya del establecimiento de la propiedad por grupos (autogestión o “socialismo
realmente existente”), etcétera.
No cabe duda de que el revisionismo, que se llama heredero del marxismo-
leninismo, no sólo no lo es, sino que no pudiendo siquiera ser el continuador de la
economía clásica, ha caído al miserable nivel de la economía vulgar.
La táctica y la estrategia que los revisionistas proponían para establecer en los
diversos países las caricaturas de socialismo y comunismo que pregonaban son también
meras caricaturas de los métodos clásicos preconizados por Marx, Engels, Lenin y Stalin
para la realización de la revolución proletaria, métodos que los clásicos habían derivado de
la esencia misma del régimen capitalista de producción y que rigen por tanto en donde
139
1
4
quiera que exista esta formación económico-social. En realidad, el revisionismo sólo fue la
avanzada teórica y práctica de un sector determinado de la burguesía (la llamada
burguesía media, burguesía no-monopolista, burguesía liberal, burguesía nacionalista,
etcétera) y de la pequeña burguesía, cuyos intereses formulaba teóricamente e impulsaba
prácticamente; el revisionismo devino necesariamente en oportunismo.
140
1
4
CAPÍTULO IV
84
Darwin, Charles, El origen del hombre y la selección en relación al sexo, Editorial Diana, S. A.,
México, 1971
85
Engels, Federico, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, en Carlos
Marx/Federico Engels, Obras escogidas, tomo VII, editorial Ciencias del Hombre, Buenos Aires,
Argentina, 1973
141
1
4
inferiores) y
(2) el pensamiento, o sea la facultad de representación del objeto y de las
capacidades físicas del sujeto en el interior del mismo como medio para dirigir su actividad
hacia la transformación y la apropiación de la naturaleza, lo cual es lo contrario de la vida
fundamentalmente instintiva de las especies inferiores.
Las características físicas específicas del ser humano según Engels y Darwin, son:
-Posición erecta, por la cual las extremidades inferiores se especializan en la
locomoción y las superiores quedan libres, en posibilidad de adquirir otras funciones.
-Las manos como instrumento por excelencia para la transformación y apropiación
del objeto.
-Los sentidos altamente desarrollados para captar con mayor precisión los objetos
exteriores.
-El cerebro, como centro rector de los procesos anímicos, plenamente desarrollado,
con una enorme capacidad de energía nerviosa para sus funciones específicas.
-Todos los cambios (fisiológicos, funcionales, orgánicos, etcétera) que en el
organismo traen consigo los cuatro anteriores en virtud de las leyes de la correlación del
crecimiento.
La especialización de las manos del mono en ciertas funciones distintas de la
locomoción (al trepar a los árboles, al recoger y comer sus alimentos, etcétera) crea y
fomenta la tendencia a la adopción de la posición erecta; la consecución de esta, a su vez,
deja las manos libres para adquirir mayor destreza y habilidad en sus funciones
tradicionales y para desarrollar nuevas funciones; la postura erecta se convierte en una
necesidad del mono antropoide. La mayor habilidad y destreza de las manos, así como las
nuevas funciones que ellas adquieren al penetrar más profundamente en la naturaleza del
objeto, determinan un gran progreso de los sentidos (vista y tacto, fundamentalmente); el
mono antropoide adquiere un conocimiento más completo de las características del objeto
exterior que se apropia y de las capacidades físicas de su organismo que puede poner en
obra para esa apropiación. Todas estas transformaciones redundan en cambios de la
estructura de la mano que la hacen más apta para sus nuevas funciones. El cerebro del
mono recibe, a través de los sentidos, una mayor cantidad de datos acerca de un mayor
número de objetos y fenómenos exteriores, los cuáles debe clasificar, organizar y
almacenar para su utilización futura; además, debe coordinar y dirigir todas las nuevas
funciones orgánicas destinadas a la apropiación de los objetos; es evidente que en estas
circunstancias las funciones del cerebro se amplían y perfeccionan. Todo este proceso, por
el cual se constituyen las características específicas del ser humano, es el resultado de la
actividad del mono para satisfacer sus necesidades elementales.
El desarrollo de las características específicamente humanas y del objeto son los
dos extremos de una contradicción que se engendran mutuamente y cuyas relaciones son
de unidad y lucha; el perfeccionamiento de las capacidades del mono antropoide hace más
extenso y profundo el campo de la naturaleza que es objeto de su actividad, es decir,
provoca la ampliación del objeto; por su parte, el crecimiento del campo de acción de su
actividad impulsa hacia un punto más alto las capacidades del mono.
Son características mentales específicas del ser humano, de acuerdo con Engels y
Darwin:
-la memoria de acontecimientos pasados,
-previsión,
-razón e
-imaginación,
las que se traducen en la capacidad de hacer abstracciones, formar conceptos
generales, tener conciencia, etcétera.
El mejoramiento de estas capacidades, al llegar a un punto determinado, hace
necesario el establecimiento del lenguaje, el cual a su vez se convierte en un potente
acelerador del proceso de perfeccionamiento de las capacidades mentales.
El desenvolvimiento de las capacidades mentales del ser humano tiene su origen en
la actividad práctica cotidiana realizada sobre la naturaleza con el fin de satisfacer sus
142
1
4
necesidades y es, al mismo tiempo, el medio para que el ser humano perfeccione, amplíe y
profundice su actividad práctica.
Esta es la característica especial que lo distingue de las restantes especies animales
superiores, las que, en lo fundamental, aunque habiendo llevado más o menos a un alto
nivel las características mencionadas, regían su actividad por los instintos, no producían
sus medios de vida ni instrumentos, ni habían estructurado el lenguaje.
El paso del mono al hombre se caracteriza porque las facultades mentales, que ya
existían en germen, toman un gran impulso que las hace elevarse hasta niveles altísimos,
siempre en torno a la actividad práctica tendiente a obtener los medios de vida. Al final de
este proceso quedan constituidos los elementos mentales de la naturaleza biológica del
hombre.
143
1
4
144
1
4
trabajo individual el carácter de una fuerza de trabajo directamente social, colectiva. Pone
en obra en forma armónica, y promueve de esta manera el perfeccionamiento de todos
estos aspectos de la esencia natural humana, el proceso de trabajo, su base biológica y su
cimiento social colectivo.
La fuerza productiva es en esta época aún muy pequeña: las fuerzas y capacidades
físicas del individuo, su mezquino instrumento que representa el dominio apenas sí de la
epidermis de la naturaleza y las fuerzas y capacidades de la cooperación. Las fuerzas y
procesos naturales que el hombre aprovecha o pone en marcha para producir son también
las más sencillas y superficiales.
e) El individuo obra colectivamente de acuerdo con lo establecido en la
descripción del proceso del trabajo. Fomenta así las condiciones de la vida colectiva
(organización social colectiva) que son el fundamento del trabajo humano y de la
naturaleza biológica del hombre.
2. La colectividad actúa de acuerdo con la esencia natural de la especie: organiza y
dirige conscientemente la producción y el consumo sociales conforme a las instancias del
proceso del trabajo ya reseñadas. Organiza y dirige la vida colectiva como un todo, con lo
que garantiza las bases del proceso de trabajo y de la estructura biológica del individuo.
La esencia natural de la especie humana se forjó, como vemos, a través de la
organización colectiva de la sociedad; es por eso que la vida colectiva constituye también
una característica imprescindible de la esencia natural del hombre.
En todo el período señalado la esencia natural del individuo y de la especie se
desenvuelven y perfeccionan en un movimiento armónico de mutuo engendramiento.
La evolución ascendente de la esencia natural del individuo y de la especie llega a
un punto en el que da como resultado (en virtud del incremento de la productividad) la
disolución de la tribu en familias (gens):
-se inicia así la anulación de las condiciones colectivas de vida, elementos
integrantes de la esencia natural del ser humano;
-igualmente comienza el desarrollo autónomo de las capacidades y de los
instrumentos individuales, desgajados éstos de su base social colectiva e incluso opuestos
a ella;
-empieza, como consecuencia de lo anterior, un proceso de anulación y
degeneración de todos los elementos y condiciones de la esencia natural humana.
Este movimiento remata en la constitución de una sociedad de pequeños
productores, antecedente inmediato de la sociedad capitalista.
En la sociedad capitalista las capacidades e instrumentos individuales, producto de
toda la época anterior, se incorporan a la máquina; se multiplican y profundizan las
fuerzas naturales que forman el campo de acción de la fuerza de trabajo (Ver El Capital, t.
I, Capítulo XIII, Maquinaria y gran industria).
2. Base social.
La organización social capitalista está integrada por una clase de propietarios
145
1
4
3. Proceso de trabajo
El proceso de trabajo tiene, en el régimen de producción capitalista, las siguientes
instancias:
-El obrero es un ser apremiado por sus necesidades vitales individuales, autónomas
y sustantivadas. El motor de su actividad es la satisfacción individual de esas necesidades.
La fuerza individual de trabajo es sustantivada, tiene vida propia, es decir, no es parte
indiferenciada de una fuerza colectiva de trabajo que satisface las necesidades sociales de
la especie. La conciencia del individuo, igualmente, no es una parte indiferenciada de la
conciencia colectiva que se representa las necesidades sociales, sino una conciencia
individual que se representa las necesidades individuales como punto de partida y
finalidad de su actividad.
-Las fuerzas y capacidades individuales del trabajador son un medio para satisfacer
sus necesidades individuales sustantivadas. No constituyen una porción indiferenciada de
las fuerzas y capacidades sociales de la especie que actúa orgánicamente fundida con los
demás trabajadores para la realización del trabajo colectivo y la satisfacción de las
necesidades sociales. La conciencia individual del obrero se representa esas fuerzas y
capacidades individuales como de su propiedad y al servicio de sus necesidades
individuales.
-Los medios e instrumentos de producción fraccionados entre los propietarios
privados son una propiedad ajena al obrero con la que tiene que relacionarse diariamente
para obtener los medios de subsistencia necesarios. No son un todo único propiedad de la
colectividad que satisface precondicionadamente las necesidades de sus integrantes. El
trabajador se representa en su conciencia a sí mismo y a los medios de producción como
entes separados y ajenos.
-La actividad por la cual se relacionan las capacidades del obrero con la parte de la
máquina o proceso a la que está adscrita es la manifestación de su fuerza individual de
trabajo. No es la actividad individual fundida indisolublemente con las demás fuerzas de
trabajo formando una fuerza colectiva que actúa como un todo sobre la totalidad de los
medios e instrumentos de producción.
-La cooperación forzada por el capital entre varios obreros individuales para actuar
sobre los medios e instrumentos de producción detentados por un propietario privado no
es la unión natural humana que brota directa y espontáneamente de la vida colectiva y que
al mismo tiempo es su presupuesto.
-La fuerza de trabajo del obrero es una mercancía enajenable que se intercambia
por el equivalente de sus medios de subsistencia. No se trata de la fuerza individual de
trabajo diluida en la fuerza colectiva (inalienable, por tanto) que recibe los medios de vida a
146
1
4
través de la colectividad.
-El resultado del trabajo del obrero es un objeto que pertenece al propietario de los
medios e instrumentos de producción. No es el producto indiferenciado de una fuerza
colectiva de trabajo que entra al fondo colectivo, ya sea como medio de producción o medio
de consumo.
-El capitalista, por su parte, es poseedor de sus necesidades vitales individuales
sustantivadas, entre las que sobresale la necesidad imperiosa de acumular.
-La forma de satisfacerlas es a través de la exacción de trabajo excedente, es decir,
de la explotación de los trabajadores.
-Para él las necesidades vitales del obrero individual son el medio para establecer la
unión entre la fuerza individual de trabajo y la parcela de los medios e instrumentos de
producción que le pertenecen.
-Las fuerzas y capacidades individuales de los obreros son los instrumentos
mediante los cuales se valoriza el capital.
-Su capital (medios e instrumentos de producción) es una propiedad cuya finalidad
es incrementarse incesantemente a través del intercambio con el trabajo vivo.
-La actividad productiva del obrero es para el capitalista el uso de uno de los
elementos del capital productivo de su propiedad.
-Su actividad principal es como organizador y director del proceso productivo, en la
cual emplea necesariamente la violencia física y moral para reunir las fuerzas de trabajo
individuales de los obreros y obligarlos a realizar las funciones productivas que les asigna.
-La fuerza de trabajo de los obreros es, para el capitalista, una mercancía que existe
en el mercado junto a las demás mercancías.
-Otra instancia más del proceso capitalista de trabajo es la organización y dirección
del trabajo privado como una función del capitalista individual o de sus empleados a
sueldo. Esta función se basa, por necesidad, en la violencia física y moral que se ejerce
sobre el obrero individual quien, precisamente en virtud de su autonomía e independencia,
tiende a sustraerse a la voluntad del capitalista. La violencia moral consiste también en el
halago a los placeres de los obreros como un medio de someterlos a la disciplina del
trabajo asalariado.
-El obrero y el capitalista se representan en su conciencia individual todas estas
instancias y desarrollan la actividad práctica individual a que aquella los impulsa.
-El obrero la realiza para, en cooperación forzada por el capital con otros obreros,
relacionarse con la fracción de medios e instrumentos de producción que pertenecen al
capitalista privado que los contrata y efectuar la función cuyo resultado es producir bienes
en los que se materializa un valor valorizado (proceso de valorización del capital). Se trata
de una fuerza de trabajo individual, sustantivada y autónoma, que es puesta a funcionar
por el capital (por un propietario privado) reuniéndola con las otras fuerzas individuales de
trabajo y con la parte de los medios de producción de su propiedad para producir bienes
que le son ajenos. No es la fuerza individual fundida en una fuerza colectiva que actúa
sobre medios e instrumentos de producción colectivos.
-En esta actividad el obrero produce trabajo excedente que se apropia el capitalista,
quien lo convierte en trabajo acumulado y lo emplea como medio para extraer más trabajo
excedente. No es la actividad individual indiferenciada de la actividad colectiva a través de
la cual el individuo produce y reproduce en colectividad los medios e instrumentos
colectivos de trabajo y el fondo colectivo de consumo.
-Esta actividad se basa en la maquinización de la producción. La maquinización
capitalista de la producción genera directamente la anulación, atrofia y descomposición de
los procesos y la estructura orgánica de los individuos. No es la actividad en colectividad a
través de la cual se manifiestan y reproducen las características biológicas de la especie.
El capitalista organiza y dirige el proceso de trabajo que se realiza con los elementos
productivos de su propiedad. La base de esta actividad del capitalista es, por necesidad, la
férrea violencia física y moral ejercida sobre los obreros individuales.
-Otros elementos más del proceso capitalista del trabajo son:
La organización y dirección de la actividad práctica de la comunidad de los
147
1
4
148
1
4
acuerdo con el desarrollo individual, de las capacidades físicas y mentales del ser humano
individual, la adscripción de cada una de las facultades físicas y mentales a individuos
distintos con la consiguiente anulación de todas las demás, la atrofia e hipertrofia de los
procesos orgánicos y fisiológicos, la descomposición de la unidad armónica entre los
distintos procesos y funciones, la degeneración de los órganos fundamentales, la
descomposición de toda la estructura orgánica del ser humano individual y, en suma, la
degeneración y descomposición de la naturaleza biológica del ser humano.
El régimen de pequeños productores dueños de sus propios medios e instrumentos
de producción constituye, tal y como lo llevamos explicado, el remate de la primera fase de
un proceso de degeneración y descomposición de la esencia natural humana que tiene su
culminación en la sociedad capitalista; es, por tanto, un régimen antinatural y no-humano.
En él se lleva hasta sus últimas consecuencias el desarrollo de las capacidades
individuales y, por tanto, de los instrumentos individuales. Se produce en él el proceso que
hemos expuesto de degeneración y descomposición de la naturaleza biológica del hombre.
A partir de la pequeña producción de mercancías se engendra el régimen de
producción capitalista.
Los métodos de producción de plusvalía relativa son el medio para realizar la
supeditación re-al del obrero al capital. La supeditación real del obrero se lleva a cabo por
el paso de sus capacidades físicas y mentales individuales (altamente perfeccionadas en la
etapa anterior) de su corporeidad física hacia el capital. El método superior de producción
de plusvalía relativa es la producción maquinizada; en la máquina se concentran todas las
capacidades físicas y mentales que le han sido sustraídas al obrero. Los elementos de su
antigua esencia se han materializado en la máquina; la industria es la suma total de los
elementos de la esencia natural de la especie humana, por ahora ajenos a ella.
A través de la maquinización de la producción se consuma el proceso de anulación
de la naturaleza biológica del ser humano, integrante de su esencia natural:
-las capacidades físicas y mentales, que sufrieron un proceso de degeneración
durante todo el período de la propiedad privada anterior al capitalismo, pasan del obrero a
la máquina, subsistiendo en el individuo una capacidad abstracta, sin contenido, que se
reduce a cuidar, alimentar, etcétera a la máquina que ahora reúne todas aquellas
capacidades concretas. Se arruinan definitivamente, en el individuo, todas las capacidades
físicas y mentales antiguas integrantes de la esencia natural-humana;
-los procesos orgánicos fisiológicos, que se encuentran ya en una fase adelantada
de su degeneración, son privados también de contenido y orientados hacia el servicio de la
máquinas quedan sujetos al funcionamiento de la misma y convertidos en sus apéndices;
con esto se da cima al proceso de desintegración de la primitiva unidad de los mecanismos
biológicos del trabajador y se provoca la anulación de unos y la exaltación desmedida de
otros, de acuerdo con las necesidades de la máquina correspondiente; se pierde por
completo la medida original de los procesos orgánicos;
-como consecuencia de lo anterior, se llega al punto superior en el proceso de
degeneración y descomposición de los órganos y de la estructura orgánica de los
trabajadores.
La actividad realizada por el obrero se materializa en trabajo abstracto que,
cobrando vida propia, se acumula como capital que incrementa el cuerpo vivo que ahora
son las antiguas capacidades del obrero. El capital sólo vive a costa de absorber el trabajo
abstracto del obrero; de ahí entonces que esta actividad, antinatural en esencia, engendre
los elementos y las condiciones para su mantenimiento y desarrollo como tal actividad
anulatoria de la esencia natural humana; hay una relación de generación recíproca entre
ambos extremos de la contradicción cuyo resultado es un ahondamiento de la
degeneración y descomposición de la naturaleza esencial del hombre.
El capital, en virtud del hambre insaciable de trabajo obrero que posee, absorbe
cantidades cada vez mayores de trabajo abstracto. El resultado de esto es el refuerzo
inconmensurable de la relación estudiada y una intensificación y aceleración del proceso
degenerativo que ya hemos apuntado.
El obrero asimila los objetos y las condiciones que garantizan su reproducción como
149
1
5
ser vivo (alimentos, salud, habitación, etcétera). Esta acción tiene como resultado la
conservación del obrero en aptitud para continuar realizando la actividad productiva
antinatural que hemos descrito; por tanto, tal asimilación es la condición para mantener y
ahondar la descomposición de la estructura y las funciones orgánicas del individuo, es
decir, la anulación de su esencia natural humana.
En el caso de que el obrero no reciba los objetos ni las condiciones necesarias para
la reposición diaria de su naturaleza degenerada y en degeneración, habrá un desgaste
mayor de la fuerza de trabajo, lo que se traducirá en hambre, enfermedades, etcétera,
fenómenos que, además de sus efectos directos sobre la salud inmediata de los
trabajadores, proporcionan un fuerte impulso a la degeneración y descomposición del
organismo humano.
Cuando, en las sociedades industriales avanzadas, el consumo masivo toma carta
de naturaleza, los órganos, funciones y procesos orgánicos de la asimilación trabajan
mucho más allá de los límites fisiológicos que les impone la naturaleza biológica esencial
del hombre. Se refuerzan la degeneración y descomposición del organismo humano.
La unión del individuo con los medios de producción a través de la colectividad y el
trabajo colectivo, es un elemento fundamental de la esencia natural del hombre. El obrero
está separado de los medios de producción y de vida y de los demás trabajadores. Esta
separación es el resultado de toda una evolución histórica que se inicia en la época de la
disolución de la comunidad primitiva y remata en el régimen de producción capitalista;
representa la anulación de una condición fundamental para la reproducción y
desenvolvimiento de la esencia natural del hombre, por lo que trae consigo la conversión
del trabajo en la actividad antinatural ya estudiada y la degeneración biológica del
individuo y de la especie.
Dada esa separación, el trabajador, para poder conservar su existencia física, es
decir, la vida antinatural a que es condenado por el capital, se ve obligado a buscar, lograr
y mantener cotidianamente, en forma individual, la reunión con los elementos que se le
han hecho ajenos mediante la realización para el capital, en cooperación forzada con otros
trabajadores, la actividad antinatural que es la negación del trabajo humano.
Genera, de este modo, una enorme tensión psíquico-física encaminada hacia la
obtención de los capitalistas, bajo esta base antinatural, de los elementos para la
reconstitución de su naturaleza biológica en degeneración (alimentos, salud, habitación,
etcétera). La satisfacción de las necesidades elementales no es ya una función social,
colectiva. Los capitalistas ejercen, a su vez, una presión (violencia) psíquico-física
desmesurada sobre el trabajador individual para obligarlo a realizar la actividad
antinatural del trabajo enajenado en cooperación con otros trabajadores.
Esta sobre tensión y presión psíquico-física a que se ve sometido el trabajador
individual colabora también, en virtud de que hace funcionar todos los procesos orgánicos
más allá de sus límites naturales y fuera de su destino natural, a la descomposición de la
estructura y las funciones orgánicas de los individuos y de la especie; se anula también
desde este frente la esencia natural del hombre.
El individuo es separado también de las condiciones de su reproducción biológica;
la sexualidad se convierte de una manifestación de su naturaleza humana en un poderoso
medio para su anulación. La conversión de la necesidad sexual humana al principio del
placer trastoca todos los mecanismos sexuales de la reproducción y los transforma en
vehículos de la degeneración de la esencia biológica del hombre.
Los trabajadores son determinados como individuos por el régimen de producción
capitalista; cada uno de ellos es un centro de multitud de intereses concretos cuya
satisfacción exige un impulso a la acción que choca con obstáculos internos y externos.
Todo el proceso psíquico-físico de la vida individual tiene como base una relación
desnaturalizada (no colectiva) del individuo con los demás individuos y con los medios e
instrumentos de producción e implica, por tanto, un desgaste desmedido de los órganos y
procesos vitales que se traducen en la descomposición acelerada de sus cuerpos y sus
mentes. Pero, además, es opuesta a la forma de trabajo abstracto que es inherente al
régimen capitalista, por la cual el obrero se limita a vigilar el funcionamiento de la
150
1
5
máquina que es la que realiza el trabajo concreto de que se trata. Por tanto, existe una
absoluta contraposición entre la constitución psíquico-física individual de que ha dotado al
obrero el régimen capitalista y la forma de trabajo abstracto que este mismo le exige, de tal
manera que se requiere de una enorme violencia física y moral para unir la individualidad
concreta del obrero a la abstracción de la forma de trabajo capitalista, las cuales se repelen
drásticamente; esa contraposición lleva a los mismos resultados que ya hemos señalado:
desgaste y descomposición de los órganos y procesos orgánicos de los trabajadores.
Esta oposición que señalamos nos muestra dos cosas: a) en el régimen capitalista
se ha alcanzado la absoluta contradicción de la propiedad privada, esto es, el obrero como
el propietario de sí mismo (individuo, persona) y la completa desindividualización y
despersonalización del trabajo capitalista; el revisionismo saca de aquí la peregrina
conclusión de que, por un lado es necesario reducir al individuo a límites “normales”,
“racionales” y, por el otro, ajustar los medios e instrumentos de producción, altamente
socializado, a ese individuo “normal” y “racional” mediante la “autogestión”, la “propiedad
por grupos” y la dotación de un contenido individual para el trabajo capitalista; b) la
maquinización y la socialización de la producción han puesto la base para la constitución
de un instrumento colectivo que es la forma más alta que adoptan las capacidades de la
especie; esta forma excluye drásticamente al individuo y la vida individual determinados
por la propiedad privada en su fase superior de existencia que es el régimen capitalista y
presupone precisamente la previa anulación de la individualidad.
La individuación y desindividualización que el régimen capitalista produce
necesariamente en el trabajador lo somete a un estrujamiento entre ambos extremos que
se traduce en la aceleración del proceso de aniquilación de sus características naturales-
humanas.
La maquinización y socialización de la producción y la desindividualización del
trabajo que ellas implican, son los gérmenes, aún gravados de su contrario –la
parcelización de las fuerzas productivas en propiedades privadas independientes y la
individualización de los trabajadores- de la forma superior que en el comunismo adquieren
ambas: una colectivización total de los medios e instrumentos de producción y del
individuo trabajador.
El régimen capitalista supone y engendra una pequeña producción complementaria
de la gran producción; su fundamento lo es el pequeño productor, categoría en la que
englobamos tanto a los pequeños productores de mercancías propiamente dichos como a
los intelectuales, artistas, etcétera, quienes son poseedores de medios de producción tales
como su “inteligencia”, su “sensibilidad”, etcétera.
La actividad que realiza el pequeño productor es antinatural (la negación del trabajo
humano constituyente de la esencia natural del hombre): 1º. porque está desgajada de la
vida y de la organización colectivas de la comunidad, soporte del trabajo humano y de la
esencia biológica del individuo y 2º., porque las antiguas capacidades físicas y psíquicas
tienen ahora un desarrollo autónomo, individual, desmesurado, es decir que sale de los
límites estrictos fijados por las bases biológica y social del trabajo. En vista de tales
circunstancias, la actividad productiva del pequeño productor provoca directamente la
degeneración y descomposición del organismo del individuo.
El capitalista, a través de la absorción de fuerza de trabajo de la clase obrera, su
acumulación como capital y su empleo como medio para absorber trabajo vivo produce
directamente la anulación del trabajo humano y la degeneración y descomposición de las
características biológicas de la especie y conserva y refuerza la forma de vida y
organización social privada, capitalista, que es el fundamento de aquellas anulación,
degeneración y descomposición mencionadas.
151
1
5
152
1
5
revolucionaria.
9º. Al establecer prácticamente, en la realidad, la relación directa entre el desarrollo
del individuo y la anulación de la esencia natural del hombre, se hace posible contar con
los elementos para dar conciencia a los trabajadores de la esencia de la explotación
capitalista, la cual se realiza, en su forma superior, precisamente a través de la satisfacción
y exaltación de las necesidades individuales. Es decir, que se crean las premisas que
permiten dar conciencia de la verdadera naturaleza de las necesidades individuales.
153
1
5
154
1
5
155
1
5
CAPITULO V
156
1
5
Historia.
...Los neurólogos de aquella época habían sido formados en la sobreestimación de los hechos
químico-físicos y patológico anatómicos, y a lo último se hallaban bajo la influencia de los
descubrimientos de Titzig y Ferrier, Goltz y otros, que parecían demostrar una íntima vinculación,
quizá exclusiva de ciertas funciones a determinadas partes del cerebro. Con el factor psíquico no
sabía qué hacerse: no podían aprehenderlo; lo abandonaban a los filósofos, a los místicos y a los
curanderos; y en consecuencia, no se abría acceso ninguno a los secretos de la neurosis, sobre
todo a los de la enigmática “histeria”, la cual constituía el prototipo de la especie toda... 87
...se consideraba suficiente la fórmula de que dependían de ligeros trastornos funcionales de las
mismas partes del cerebro, cuya grave lesión provocaba la parálisis orgánica correspondiente. 88
“... Lo “inconsciente” era ya tiempo atrás, como concepto teórico, objeto de discusión entre los
filósofos; pero en los fenómenos del hipnotismo se hizo por vez primera corpóreo, tangible y objeto
de la experimentación”89
Los fenómenos hipnóticos presentaban una gran similitud con las manifestaciones de
algunas neurosis.
El hipnotismo sirvió para penetrar más profundamente en el estudio de las neurosis y
principalmente en las histerias.
Charcot supuso que ciertas parálisis surgidas después de un trauma (accidente), eran
de carácter histérico; por medio del hipnotismo produjo en sus pacientes este tipo de traumas,
provocando directamente los síntomas histéricos correspondientes.
Janet demostró por medio del hipnotismo que las manifestaciones patológicas de la
87
Ibídem, p. 101
88
Idem.
89
Idem
157
1
5
El psicoanálisis no surge, sin embargo, de los estudios de Charcot y Janet, sino de los
trabajos del médico vienés José Breuer, quien en 1881 logró estudiar y restablecer con ayuda
del hipnotismo a una muchacha enferma de histeria.
...el síntoma histérico nacía cuando el afecto de un proceso anímico intensamente afectivo era
desviado de la elaboración consciente normal y encaminado así por una ruta indebida. En el caso
de la histeria, dicho afecto se resolvía en inervaciones somáticas inhabituales (conversión), pero
podía ser dirigido en otro sentido y descargado por medio de la reviviscencia del suceso
correspondiente durante la hipnosis (derivación por reacción). A este procedimiento le dimos el
nombre de catarsis (limpieza, liberación del afecto represado).
El método catártico es el antecedente inmediato del psicoanálisis, y a pesar de todas las
ampliaciones de la experiencia y de todas las modificaciones de la teoría, continúa hallándose
contenido en ella como nódulo central. Pero no era más que un nuevo camino para la
influenciación médica de ciertas enfermedades nerviosas, y nada hacía sospechar que pudiera
llegar a ser objeto del interés general y de violenta oposición91
En este punto termina la colaboración de Breuer y Freud y éste sigue adelante por su
cuenta.
90
Ibídem, p. 102
91
Ibídem, p. 102-103
158
1
5
...Dicho material no aportaba los elementos olvidados mismos, pero sí tan claras y abundantes
alusiones a ellos, que el médico podía ya adivinarlas (reconstruirlas) con el auxilio de ciertos
complementos y determinadas interpretaciones... 93
“...Las impresiones y los impulsos anímicos, de los que ahora eran sustitución los síntomas, no
habían sido olvidados sin fundamento alguno o, según la tesis de Janet, a consecuencia de una
incapacidad constitucional para la síntesis, sino que habían sufrido, por la influencia de otras
fuerzas anímicas, una represión, cuyo resultado y cuya señal eran precisamente su apartamiento
y su exclusión de la memoria. Sólo a consecuencia de esta represión se habían hecho patógenos;
esto es, se habían creado, por caminos inhabituales, una expresión como síntoma.” 94
Freud encontró que había un proceso dialéctico de lucha de contrarios psíquicos en los
estados patológicos.
Dos impulsos anímicos (o fuerzas anímicas) contrarios, uno que impele a la realización
del acto y otro a su represión, eran los factores fundamentales que entraban en juego en los
estados patológicos objeto de estudio.
Como motivo de la represión, y con ellos como causa de toda enfermedad neurótica, habíamos de
considerar el conflicto entre dos grupos de tendencias anímicas.95
92
Ibídem, p. 103
93
Idem.
94
Ibídem, p. 104
95
Idem
159
1
6
Freud descubrió el magno papel que desempeñan en la vida anímica los impulsos
optativos sexuales.
Estudió la evolución del instinto sexual, llegando a formular una teoría sexual.
Puntos fundamentales de dicha teoría:
a) La teoría partió de la observación de que
...las vivencias y los conflictos de los primeros años infantiles desempeñan un papel
insospechadamente importante en la evolución del individuo y dejan tras de sí disposiciones
imborrables para la edad adulta…97
b) Encontró después que esas vivencias y conflictos estaban relacionadas en gran parte
con una vida sexual infantil (la que hasta entonces había sido pasada por alto por todos los
investigadores)
c) Freud llegó a la conclusión de que el nódulo de toda la vida sexual infantil se
encontraba en la complicada relación afectiva del sujeto con sus padres, el llamado complejo de
Edipo; por tanto, también la raíz de toda neurosis se encontraba en dicha relación.
d) De acuerdo con estos descubrimientos se amplió el concepto de lo sexual para poder
integrar en un todo los fenómenos de la vida sexual normal de los adultos y las desviaciones de
los perversos.
Así fue como nació el psicoanálisis a partir del estudio de las neurosis, principalmente de
la histeria.
Síntesis que hace Freud acerca del psicoanálisis de las neurosis:
...El psicoanálisis fue adueñándose paulatinamente, en este intervalo, de una teoría que parecía
procurar información suficiente sobre la génesis, el sentido y la intención de los síntomas
neuróticos y un fundamento racional para el esfuerzo médico encaminado a la supresión de la
enfermedad. Reuniré de nuevo los factores que constituyen el contenido de tal teoría. Tales
factores son: la acentuación de la vida instintiva (afectividad), del dinamismo anímico y de la
plenitud de sentido y determinación incluso de los fenómenos psíquicos aparentemente más
oscuros y arbitrarios, la doctrina de conflicto psíquico y de la naturaleza patógena de la represión,
la concepción de los síntomas patológicos como satisfacciones sustitutivas y el descubrimiento de
la significación etiológica de la vida sexual, y muy especialmente de los brotes infantiles de la
misma. En sentido filosófico, esta teoría tuvo que adoptar el punto de vista de que lo psíquico no
coincide con lo consciente, y que los procesos psíquicos son, en sí, inconscientes y sólo por la
función de ciertos órganos (instancias, sistemas) son hechos conscientes. Como complemento de
esta enumeración, añadiré que entre las actitudes afectivas de la infancia resaltaba la complicada
relación afectiva del sujeto infantil con sus padres, el llamado complejo de Edipo, en el cuál se
descubría, cada vez más patentemente el nódulo de todo caso de neurosis... 98
96
Idem
97
Idem
98
Ibídem, pp. 104-105
160
1
6
...Sus resultados – del psicoanálisis- no atañían ya tan solo al sector de la vida anímica
patológica, sino también al de la función normal, para cuya comprensión habían de ser
imprescindibles.99
1) Los resultados del estudio de los procesos anímicos patológicos (el psicoanálisis)
fueron aplicados a una serie de fenómenos anímicos de las personas normales como los actos
fallidos (olvidos y equivocaciones orales y escritas, etcétera) y los sueños.
Actos fallidos:
2) Se encontró que los actos fallidos tenían un sentido y nacían a consecuencia de la
perturbación de una intención consciente por otra, retenida y a veces directamente inconsciente.
Se comprobó una vez más la existencia de procesos anímicos que, no siendo conscientes,
son sin embargo, eficaces y se procuran una exteriorización por lo menos como inhibiciones y
modificaciones de otros actos intencionales.
Sueños:
3) En el análisis de los sueños, Freud llegó a la conclusión de que detrás del contenido
manifiesto de los mismos se escondía una idea latente.
4) La idea latente del sueño es siempre un impulso optativo (deseo), que es representado
como cumplido en el presente.
5) La realización del deseo no adquiere en el sueño una expresión reconocible, salvo en
los casos de los niños pequeños y cuando surge bajo la presión de necesidades somáticas
imperativas.
6) Esto es así porque la idea latente del sueño es sometida a un proceso de deformación
por las fuerzas represivas del yo, las que en el sueño funcionan como censura onírica actuando
aquí más débilmente que durante la vigilia.
7) La mejor fórmula del sueño: el sueño es una satisfacción (disfrazada) de un deseo
(reprimido).
... De este modo nace el sueño manifiesto, tal como es recordado al despertar, deformado, hasta
resultar irreconocible, por las conversiones de la censura onírica; pero que el análisis puede
desenmascarar y revelar como expresión de una satisfacción o del cumplimiento de un deseo,
como una transacción entre dos grupos de tendencias anímicas en pugna, idénticamente a como
descubrimos que sucedía en el síntoma histérico... El estudio de aquel proceso que transforma el
deseo onírico latente en el contenido manifiesto del sueño (la elaboración onírica) nos ha
procurado lo mejor que sobre la vida anímica inconsciente sabemos.
Ahora bien: el sueño no es un síntoma patológico, sino una función de la vida psíquica normal.
Los deseos cuyo cumplimiento presenta son los mismos que en la neurosis sucumben frente a la
represión. El sueño debe la posibilidad de su génesis simplemente a la circunstancia favorable de
que durante el estado de reposo, que paraliza la motilidad del hombre, la represión se debilita,
convirtiéndose en la censura onírica. Pero cuando la formación del sueño traspasa ciertas
fronteras, el sujeto le pone fin y despierta sobresaltado. Se demuestra, pues, que en la vida
psíquica normal existen las mismas fuerzas, y las mismas relaciones entre ellas, que en la
patología. A partir de la interpretación de los sueños, reunió el psicoanálisis una doble
significación: no era ya sólo una nueva terapia de las neurosis, sino también una nueva
psicología; aspiraba a ser tenida en cuenta, no sólo por los neurólogos, sino por todos los
hombres consagrados a las ciencias del espíritu.100
99
Ibídem, p. 105
100
Ibídem, p. 106
161
1
6
Es cierto que la teoría psicoanalítica de la libido no está aún acabada ni aclarada aún en relación
con una teoría de los instintos...101
Si prescindimos de los impulsos internos poco conocidos, podemos decir que el motor capital de
la evolución cultural del hombre ha sido la necesidad real exterior, que le negaba la satisfacción
cómoda de sus necesidades naturales y le abandonaba a magnos peligros. Esta negación exterior
le obligó a la lucha con la realidad, lucha cuyo desenlace fue en parte una adaptación y en parte
un dominio de la misma, pero también la colaboración y la convivencia con sus semejantes, a lo
cual se enlazó ya una renuncia a varios impulsos instintivos que no podían ser satisfechos
socialmente. Con los progresos siguientes de la cultura crecieron también las exigencias de la
represión. La civilización se basa, en general, en la renuncia de los instintos, y cada individuo
tiene que repetir personalmente en su camino, desde la infancia a la madurez, esta evolución de
la Humanidad hasta la resignación razonable. El psicoanálisis ha mostrado que son,
predominante, si no exclusivamente, impulsos instintivos sexuales los que sucumben a esta
represión cultural. Parte de ellos integra la valiosa cualidad de poder ser desviados de sus fines
más próximos y ofrece así su energía, como tendencias “sublimadas”, a la evolución cultural. Pero
otra parte pervive en lo inconsciente en calidad de impulsos optativos insatisfechos y tiende a
lograr una satisfacción cualquiera, aunque deformada.102
Hemos visto que en una parte de la actividad mental humana está dedicada al dominio del
mundo exterior real. A esto añade el psicoanálisis que otra parte, singularmente estimada, de la
creación psíquica se halla consagrada al cumplimiento de deseos, a la satisfacción sustitutiva de
aquellos deseos reprimidos que desde los años infantiles viven insatisfechos en el alma de cada
cual...”
...A estas creaciones, cuya conexión con un inconsciente inaprensible fue siempre sospechada,
pertenecen los mitos, la poesía y el arte; la labor de los psicoanalistas ha arrojado realmente viva
luz sobre los dominios de la mitología, la literatura y la psicología del artista.
Tal ha sido principalmente la obra meritoria de Otto Rank. Se ha demostrado que los mitos y
fábulas son, como los sueños, susceptibles de interpretación: se han seguido los intrincados
caminos que conducen desde el impulso del deseo inconsciente hasta la realización de la obra de
arte; se ha aprendido a comprender la acción efectiva de la obra de arte sobre el sujeto receptor; se
ha explicado la afinidad interior del artista con el neurótico y sus diferencias y se ha indicado la
relación entre su disposición, sus vivencias casuales y su obra. La valoración de las dotes artísticas
de la obra de arte y la explicación de las dotes artísticas son problemas ajenos al psicoanálisis.
Más parece que el psicoanálisis está en situación de decir la palabra decisiva en todos los
problemas relativos a la vida imaginativa del hombre.103
5. En la explicación del papel del complejo de Edipo como generador de las instituciones
de la religión, el derecho, la ética y todas las formas estatales.
Pero, además, el psicoanálisis no ha descubierto, para nuestro asombro, cuán ingente papel
desempeña en la vida anímica del hombre el llamado Complejo de Edipo; esto es, la relación
afectiva del niño con sus padres. Tal asombro se mitiga cuando averiguamos que el complejo de
101
Ibídem, p. 108
102
Ibídem, p. 110
103
Idem.
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1
6
...Si se acepta la diferenciación por mí propuesta poco ha, que divide el aparato anímico en un yo
vuelto hacia el exterior y dotado de conciencia y una ello inconsciente dominado por sus
necesidades instintivas, el psicoanálisis deberá ser considerado como una psicología del ello (y de
su acción sobre el yo). Puede, pues, procurar en todo sector científico aportaciones
complementarias de los de la psicología del yo. Si estas aportaciones contienen con frecuencia
precisamente lo más importante de un estado de hechos, ello corresponde tan sólo a la
importancia que para nuestra vida integra el inconsciente psíquico, que tanto ha permanecido
ignorado.105
2) SISTEMATICA
I.DEFINICION DEL PSICOANALISIS.
104
Idem.
105
Ibídem, p. 111
106
Idem.
107
Idem.
108
Ibídem, p. 112
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1
6
Breuer suponía que las representaciones patógenas ejercían acción traumática porque habían
nacido en estados hipnoides, en los cuales la función anímica sucumbe a ciertas restricciones. En
cambio, yo rechazaba tal explicación, y creía reconocer que una representación se hace patógena
cuando su contenido repugna a las tendencias dominantes, provocando así la defensa del
individuo (Janet había atribuido a los histéricos una incapacidad constitucional para la síntesis
de sus contenidos psíquicos)...109
...ciertos actos psíquicos muy frecuentes de los hombres normales, actos para los cuales no se
había hallado aún explicación psíquica ninguna, debían equipararse a los síntomas de los
neuróticos, entrañando, como ellos, un sentido ignorado por el sujeto mismo, pero que podía ser
descubierto sin gran trabajo por la labor analítica...110
...el olvido temporal de palabras y nombres perfectamente conocidos; el olvido de propósitos; las
equivocaciones, tan frecuentes, en el discurso, la lectura y la escritura; la pérdida y el extravío
temporal de objetos; ciertos errores; los accidentes aparentemente casuales, y, por último, ciertos
tics o movimientos habituales hechos como sin intención y por juego, y las melodías que se
tararean sin pensar, etcétera...111
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1
6
b) Las ideas oníricas latentes que son descubiertas por medio de la interpretación y
c) El proceso por el cual estas últimas se transforman en el primero se llama
elaboración del sueño.
2) Su elaboración: las ideas latentes (que son llamadas también restos diurnos por su
relación con la vida despierta) son condensadas de un modo singular, deformadas por medio
del desplazamiento de intensidades psíquicas y dispuestas para su representación en imágenes
visuales; por último, son sometidas a una elaboración secundaria que intenta dar al producto
algo como sentido y coherencia.
3) Teoría dinámica de la producción de los sueños.
a) Fuerza motriz del sueño: no son las ideas latentes o restos diurnos, sino una
tendencia inconsciente, reprimida durante el día, con la que pudieron enlazarse los restos
diurnos y que se procura, con el material de las ideas latentes, el cumplimiento de un deseo.
b) Por lo tanto, el sueño es cumplimiento de un deseo.
c) La deformación de las ideas latentes en la elaboración del sueño nos demuestra que
existe una censura onírica y que esta es una manifestación de las mismas fuerzas psíquicas
que durante el día había reprimido el impulso optativo consciente.
4) Fondo común de los fenómenos psíquicos normales y de los anormales.
..La labor analítica ha mostrado que el dinamismo de la producción onírica es el mismo que actúa
en la producción de síntomas, aquí como allí descubrimos una pugna entre dos tendencias, una
inconsciente, reprimida por lo demás, que tiende a lograr satisfacción –cumplimiento de deseos-,
y otra repelente y represora, perteneciente probablemente al yo; y como resultado de este conflicto
hallamos un producto transaccional –el sueño-, el síntoma en el cual han encontrado ambas
tendencias una expresión incompleta. La importancia teórica de esta coincidencia es evidente.
Como el sueño no es un fenómeno patológico, tal coincidencia nos prueba que los mecanismos
psíquicos que generan los síntomas patológicos están ya dados en la vida psíquica normal, que la
misma normatividad abarca lo normal y lo anormal y que los resultados de la investigación de los
neuróticos y de los dementes no pueden ser indiferentes para la comprensión de la psique
normal.114
114
Ibídem, pp. 114-115
115
Ibídem, p. 116
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1
6
...Pero tanto la dirección de esta evolución como todas las disposiciones a ella inherentes están ya
determinadas por la anterior floración temprana infantil de la sexualidad. Esta evolución en dos
fases, interrumpida por el período de latencia de la función sexual, parece ser una peculiaridad
biológica de la especie humana y contener la condición de la génesis de la neurosis...” 116
...La reunión de estos conocimientos teóricos con las impresiones inmediatas de la labor analítica
conduce a la concepción de las neurosis que, expuesta a grandes rasgos, sería la siguiente: las
neurosis son la expresión de conflictos entre el yo y aquellas tendencia sexuales que el yo
116
Ibídem, p. 117
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encuentra incompatibles con su integridad o con sus exigencias éticas. El yo ha reprimido tales
tendencias; esto es, les ha retirado su interés y les ha cerrado el acceso a la conciencia y la
descarga motora conducente a la satisfacción. Cuando en la labor analítica intentamos hacer
conscientes estos impulsos inconscientes, se nos hacen sentir las fuerzas represoras en calidad
de resistencia. Pero la función de la represión falla con singular facilidad en cuanto a los instintos
sexuales. Cuya libido represada se crea, partiendo de lo inconsciente, otros exutorios,
retrocediendo a fases evolutivas y objetos anteriores y aprovechando las fijaciones infantiles, o sea
los puntos débiles de la evolución de la libido, para lograr acceso a la conciencia y conseguir
derivación. Lo que así nace es un síntoma, y, por tanto, en el fondo, una satisfacción sustitutiva
sexual; pero tampoco el síntoma puede sustraerse por completo a las fuerzas represoras del yo y,
en consecuencia, tiene que cometerse –lo mismo que el sueño- a modificaciones y
desplazamientos que hacen irreconocible su carácter de satisfacción sexual. El síntoma recibe así
el carácter de un producto transaccional entre los instintos sexuales reprimidos y los instintos del
yo represores de un cumplimiento de deseos simultáneo para ambas partes, pero también para
ambas igualmente incompleto. Tal sucede estrictamente con los síntomas de la histeria, mientras
que en los de la neurosis obsesiva la parte de la instancia represora logra más intensa expresión
por medio de la formación de productos de reacción (garantías contra la satisfacción sexual). 117
117
Ibídem, pp. 117-118
118
Ibídem, p. 118
119
Ibídem, p. 119
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entre la libido del objeto y la libido del yo, o puesto que la naturaleza de los instintos era la
misma, entre las cargas del objeto y el yo.120
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instintiva, es decir, realiza sus funciones naturales (buscar comida, techo y pareja) bajo el
impulso acuciante de la necesidad inmediata. El resorte para la acción es la exaltación de esa
necesidad hasta el punto en que obliga a la búsqueda del satisfactor (ejemplo típico es la época
del celo en los animales). La transformación del mono en hombre implica necesariamente el
nacimiento y desarrollo del pensamiento. Ahora el individuo reconoce el nexo existente entre el
mundo y sus necesidades elementales y actúa conscientemente para proveer a la satisfacción
de las mismas. Es evidente que en estas circunstancias los instintos sufren una
transformación radical, pues el reconocimiento consciente de las necesidades determina que
aquellos dejen de ser palanca para la acción, con lo que se anula el enardecimiento de las
necesidades respectivas; también es evidente que los procesos especiales mediante los cuales el
individuo se apropia del objeto (por el hambre la comida y por la libido el sexo) siguen
existiendo, pero despojados de su carácter exacerbado, precisamente porque ahora se provee
conscientemente a la satisfacción de sus necesidades respectivas. Precisamente las primeras
formas humanas de organización tienen como objetivo fundamental garantizar al individuo, a
través de la comunidad, la satisfacción de sus necesidades elementales. La producción, la
reproducción humana y la defensa de los individuos frente a los ataques de otras comunidades
se tornan actividades conscientes rígidamente reglamentadas y organizadas. Como vemos, las
primeras formas de organización humana se alzan sobre las ruinas de los instintos como tales y
se basan en la actividad consciente de sus integrantes. En estas sociedades encontramos que el
individuo mantiene un perfecto equilibrio entre sus sentidos, su actividad mental y su
actividad productiva y reproductiva como medios para la satisfacción de sus necesidades
naturales.
El movimiento ascensional de las fuerzas productivas lleva necesariamente a la
disolución de la comunidad primitiva y al establecimiento de las sociedades clasistas. En ellas
la fuerza colectiva de trabajo se fracciona en una multitud de fuerzas parciales de trabajo
sustantivadas hasta llegar a una completa atomización. De la misma manera se inicia un
movimiento por el cual van cobrando sustantividad, independencia y autonomía las
necesidades individuales, los procesos orgánicos correspondientes y los órganos y estructuras
orgánicas que les sirven de base.
El régimen capitalista es la etapa superior de desarrollo de las sociedades clasistas y en
donde todos estos procesos alcanzan su culminación.
El individuo queda aquí por completo separado de los medios e instrumentos de
producción y de vida; el lazo de unión entre sus necesidades naturales y su satisfacción, es
decir, la colectividad, ha sido totalmente destruido. En consecuencia, para el individuo
aparecen por un lado sus necesidades (las que anteriormente eran sociales y por tanto asunto
de la colectividad) y por el otro, completamente ajenos a ellas, los medios para satisfacerlas. Se
produce la más radical sustantivación, independencia y autonomía de las necesidades.
Esta separación determina en primer lugar que ahora el individuo tome a su cargo lo
que anteriormente correspondía a la colectividad: debe representar en su conciencia la
necesidad individual, absolutizándola, y los medios para satisfacerla; luego, efectuar la acción
práctica correspondiente en oposición a las necesidades de los demás individuos y sobre un
objeto ajeno y hostil.
La necesidad se convierte en un estado sin solución de continuidad, puesto que la
separación del individuo respecto de su objeto es constante.
Las sensaciones y procesos orgánicos, que en la comunidad primitiva se activaban en
relación con una necesidad inmediata y luego retornaban a su estado de potencia, adquieren
también la característica de trabajar sin solución de continuidad, en ininterrumpida tensión
provocada por la separación entre las necesidades y su objeto.
El pensamiento del individuo asume ahora las tareas que anteriormente realizaba la
colectividad a través de la conciencia colectiva.
El primer resultado de este proceso es el funcionamiento antinatural y antihumano de
las sensaciones y procesos orgánicos y psíquicos, lo que ocasiona la degeneración de la esencia
biológica del hombre.
Las necesidades individuales sustantivadas adquieren una enorme potencia de
desarrollo cuantitativo y cualitativo; su número y variedad crecen ilimitadamente.
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cualquier época; el único cambio que reconoce es la represión de los instintos animales (que
pasan a tener una vida latente) por las necesidades que impone la exigencia de la vida en
sociedad; la medida del progreso social es para Freud el grado en que se han reprimido esos
instintos animales y la energía así liberada se ha desviado hacia actividades superiores
(culturales, intelectuales, etcétera); con ello da de lado a la influencia decisiva que la estructura
económica capitalista ejerce sobre la constitución biológica del hombre, la cual es tan profunda
que provoca la restauración de los instintos animales, los cuales adquieren así una forma más
aguda aún que en la etapa del desarrollo biológico del hombre, la represión de esos instintos
animales por ella misma exaltados, la alteración de todos los procesos del organismo y la
degeneración y descomposición de los órganos fundamentales del ser humano, entre ellos,
naturalmente, aquel en el cual reside la capacidad intelectiva del hombre; (4) por último, y ya
de plano poseído de una euforia intelectual incontrolable, Freud se pasa abiertamente al
idealismo: considera que las formas ideológicas como el derecho y la religión y las instituciones
del Estado son producto del desarrollo de los fenómenos psíquicos, específicamente del
complejo de Edipo. Freud fue, ni que dudarlo, un titán del pensamiento y sus grandes
descubrimientos hicieron época: provocaron una verdadera revolución en la ciencia de la
Psicología; sus finos análisis nos han permitido llegar a la esencia misma del funcionamiento
de la psique del hombre de la sociedad burguesa y, debidamente integrados a la visión
marxista del mundo, nos dan la clave para comprender la forma en que el régimen capitalista
de producción vulnera progresivamente el sistema nervioso del ser humano. Es el de Freud el
caso típico del hombre de ciencia que es un genio en la rama de su especialidad, pero que más
allá de ella, por falta de una concepción científica del mundo, es un simple aficionado que cae
en los absurdos más disparatados. Pero quizá haya sido necesario que así sucediera para que
la ciencia de la Psicología tomara ese impulso grandioso que le conquistó un lugar dentro del
conjunto de las demás ciencias. Por lo demás, no debemos olvidar nunca que las posiciones
filosóficas de Freud eran franca y abiertamente burguesas; en todos sus trabajos justifica y
defiende el régimen capitalista de producción, al declarar paladinamente que la finalidad del
psicoanálisis es la adaptación del individuo a ese sistema de producción.
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del individuo como tal, quien debe entrar en competencia con los demás individuos para
lograrlo. En la sociedad comunista debe desaparecer esta cotidiana “lucha de contrarios” al ser
reducidas las necesidades a sus límites naturales (humanos) y al organizar su satisfacción
precondicionada por la sociedad, al contrario de la reivindicación pequeño burguesa que exige
la estimulación de las necesidades individuales. Como una acotación marginal, diremos aquí lo
siguiente: el propósito declarado del psicoanálisis es mantener los “deseos reprimidos” dentro
de los límites de lo “normal”, es decir, sin que se manifiesten en neurosis, psicosis, etcétera;
esto quiere decir que para ello los principios “éticos y estéticos” introyectados al individuo por
la sociedad burguesa deben adquirir una fuerza enorme, lo que supone el empleo de
cantidades gigantescas de energía psíquica, con el desgaste y degeneración correspondientes
del sistema nervioso. O sea, que la situación que el psicoanálisis considera “normal” es aquella
en la cual se vulnera más decisivamente el aparato anímico del hombre. Por otro lado, no
olvidemos que a cada refrenamiento de los deseos corresponde, necesariamente, una
exasperación de los mismos con una mayor intensidad.
Una nueva teoría –proveniente de los intelectuales de la pequeña burguesía urbana-
postula un tipo de sociedad –no comunista en donde se deje libre el campo a las necesidades
instintivas de los individuos. Esa teoría es el marcusianismo. Aparte de que una situación tal
generaría por sí sola su contrario, o sea, la represión, sus efectos sobre el sistema nervioso del
ser humano serían idénticos, cuando no superiores a los mecanismos anteriormente descritos.
El principio del placer sería la base inexcusable de una tal sociedad: el hombre tendría que
especular constantemente acerca de nuevas necesidades y nuevos satisfactores cada vez más
refinados para halagar aquel principio que se desarrollaría desmesuradamente; el placer es
representado necesariamente en el cerebro, por lo cual, al convertirse en una situación sin
solución de continuidad de intensidad creciente, presionaría grandemente sobre este órgano; la
exigencia de un placer de intensidad cada vez mayor obligaría al cerebro a accionar
enérgicamente sobre los demás componentes del sistema nervioso para que extremaran su
funcionamiento; por último, cada nivel de satisfacción placentera alcanzado embotaría a fin de
cuentas la capacidad receptiva del cerebro, por lo que sería necesario iniciar de nuevo el ciclo
con un impulso a las necesidades, un aumento de la intensidad del placer, etcétera; el
resultado de todo esto sería, evidentemente, un desgaste y degeneración progresivos del
sistema nervioso humano. Desde luego que una situación permanente de este tipo no sería
posible de ningún modo, pues estructurada necesariamente en torno a una forma cualquiera
de producción capitalista (y no es otra cosa lo que proponen los marcusianos en su fórmula del
“socialismo humanista”) provocaría ineluctablemente la correspondiente limitación necesaria
para evitar el caos del sistema. Esto no excluye que una situación de esta naturaleza tenga una
vigencia transitoria, más o menos larga, dentro de los límites mismos de la sociedad burguesa;
o que, como en las modernas “sociedades de consumo”, se “liberen” algunas formas de
manifestación del instinto sexual, con lo cual se descarga al inconsciente de la tarea de su
represión mientras se transfiere a la vida consciente del individuo –dominada por todos los
mecanismos represores directos del sistema el trabajo agotador de realizarlas prácticamente.
Estas manifestaciones del instinto sexual, que son liberadas de su cautividad en el
inconsciente y postuladas como legítimas y que pasan a ocupar el proscenio de la vida anímica,
son aquellas referentes a la promiscuidad sexual, al homosexualismo, a la realización pública y
masiva de la actividad sexual, etcétera; esa liberación fue necesaria para el desarrollo
venturoso de la “sociedad de consumo”, pues ella requería, para promover el consumo masivo,
de la liberación de una enorme energía libidinal que hasta entonces había permanecido
reprimida en el inconsciente y que a lo sumo se manifestaba en las formas subterráneas de la
prostitución, etcétera. Una vez logrado su objetivo, vuelven a funcionar los elementos
restrictores de la sociedad para encaminar esa energía libidinal liberada del inconsciente hacia
los propósitos del régimen burgués (integración al aparato productivo y de consumo masivo),
conteniendo de nuevo, en aras de la familia y la propiedad privada burguesas, aquellas
manifestaciones del instinto sexual previamente liberadas que adquieren otra vez su carácter
inconsciente y buscan un desarrollo subterráneo.
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de los órganos en los que radican las sensaciones, los cuales funcionan mucho más allá de sus
límites naturales bajo la égida del principio del placer; (b) los mecanismos nerviosos a través de
los cuales se producen las sensaciones placenteras con una intensidad creciente, sufren
también un proceso de desgaste; (c) el cerebro, centro nervioso en donde se reflejan con
potencia creciente los procesos de producción de placer, se desgasta igualmente a una
velocidad vertiginosa; todos los órganos, mecanismos, funciones y procesos del ser humano se
ven sometidos a una degeneración absoluta en relación con su naturaleza biológica, la cual ha
sido lograda a través de millones de años de labor paciente de la naturaleza y que se ve en
peligro de ser destruida en unos cuantos decenios; (e) esos órganos, mecanismos y funciones
del ser humano son sometidos a un proceso de descomposición irreversible dentro del régimen
capitalista de producción; (f) la represión de la sexualidad, inherente a la esencia del régimen
de producción capitalista, da origen a una exaltación de la sexualidad que tiene los resultados
consabidos para la estructura orgánica del ser humano; (g) en el inconsciente, el preconsciente
y el consciente del ser humano se escenifica una lucha devastadora, cada vez más violenta,
entre las tendencias contradictorias del enconamiento y apaciguamiento de la sexualidad que
desemboca en el desgaste acelerado, la degeneración y descomposición del cerebro.
En las primeras fases del régimen capitalista, el mecanismo represor funciona en toda
su extensión, y provoca como contrapartida el florecimiento de la prostitución pública y
privada; esta situación es altamente perniciosa para la sociedad burguesa porque amenaza con
acabar con uno de sus pilares más sólidos, la familia, en el seno de la cual el amor conyugal se
ha visto reducido a la expresión mínima del placer, en tanto que éste se eleva hasta alturas
insospechadas en los prostíbulos, en las alcobas de los amantes y en las otras mil formas de la
prostitución privada. Por otro lado, la sociedad burguesa, al convertirse en “sociedad de
consumo”, requiere la liberación de todos los mecanismos productores de placer para obligar a
los individuos a consumir sin descanso y a proporcionar más trabajo excedente mediante la
conversión del trabajo en un placer. Surge entonces, en la fase superior de la sociedad
burguesa, una tendencia al relajamiento de las restricciones sexuales con la finalidad de
liberar la energía libidinal y (1) encauzarla hacia las relaciones conyugales haciéndolas más
liberales, o lo que no es sino lo mismo, llevando la prostitución al seno del hogar, (2) emplearla
como medio para que el hombre trabaje y consuma más. Como se ve claramente, los
mecanismos represores, relajados de una parte, tienen sin embargo que actuar más
rígidamente en otros aspectos en los que se ven presionados por aquel crecimiento irrestricto
del principio del placer: siguen funcionando las limitaciones al comercio sexual incestuoso y al
comercio sexual extraconyugal que se derivan del derecho de propiedad proveniente del
matrimonio y, sobre todo, continúa en pie el hecho de que el ejercicio de la función sexual en
su nueva forma ampliada sólo puede realizarse mediante actos de cambio que se rigen en
absoluto por las leyes económicas de la sociedad capitalista.
La necesaria liberación de la sexualidad en la “sociedad de consumo” cristaliza en el
establecimiento franco y abierto, dentro de un sector de la sociedad (pequeña burguesía
urbana), de la prostitución, la degeneración, el vicio, es decir, de las peores manifestaciones del
principio del placer, como actividades legítimas, como las únicas actividades legítimamente
humanas. El desarrollo desmesurado del principio del placer dentro de esta clase social tiene
por objeto servir de polo de atracción para acelerar la liberación de la sexualidad de todos los
miembros de la sociedad.
El desbocamiento del principio del placer y su establecimiento como fin legítimo de la
existencia humana, tienen sobre el organismo de los individuos los efectos devastadores que ya
señalamos anteriormente; aquí sólo aludiremos a aspectos específicos que habían quedado sin
analizar. Al convertir el trabajo en una actividad libidinal (placentera), el régimen capitalista
cierra más constrictivamente las cadenas sobre la clase obrera, pues aumenta la intensidad y
la extensión del trabajo, con lo que provoca una aceleración en el ya de por sí veloz proceso de
desgaste, degeneración y descomposición del organismo de los trabajadores. Al propiciar el
consumo incesante de cantidades crecientes de bienes, el régimen capitalista obliga a los
obreros a desplegar más trabajo (intensiva y extensivamente) para poder adquirir la masa de
mercancías existentes en el mercado; el propio consumo, que no es sino la apropiación de
objetos a través del mecanismo del placer, provoca necesariamente el desgaste, degeneración y
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con atributos físicos superiores. Tal es el caso de los amantes de Verona, Romeo y Julieta,
quienes son jóvenes y hermosos.
Los atributos físicos sustantivados como objeto para satisfacer la necesidad sexual
exaltada tienen un determinado valor de cambio. Mientras mayor sea el placer que
proporcionen y, por tanto su belleza, mayor será su valor de cambio. Así sucede con la argiva
Helena, prototipo universal de la belleza femenina.
El valor de cambio de los atributos físicos está en principio dirigido a obtener un
equivalente en los atributos físicos del complemento sexual; pero, inmerso en el mundo infinito
de las mercancías, también se puede cambiar adicionalmente por una variedad inmensa de las
mismas: bienes, riquezas, posición social, etcétera.
Igualmente, el poseedor de bienes, riquezas, posición social, etcétera, puede sumar ese
valor al de sus atributos físicos y obtener en el intercambio un objeto sexual de características
extraordinarias.
La persona que intercambia su corporeidad por la corporeidad del otro más un
determinado volumen de objetos o relaciones valiosos, concede a éstos un carácter libidinal;
quien adiciona a sus características físicas una cierta cantidad de bienes considera a éstos
como una extensión de su sexualidad.
Las mercancías, además de ser materializaciones sustantivadas de fuerza humana de
trabajo, incorporan en sí mismas funciones fisiológicas de los individuos, poseen una
naturaleza libidinal.
La relación sexual tiene como núcleo el intercambio de corporeidades; para ello, las
características físicas del individuo deben sustantivarse, convertirse en algo enajenable, en un
valor de cambio para su poseedor originario que en su destinatario se transformará en un valor
de uso erótico; este otro individuo, a su vez, dará el mismo carácter a sus atributos físicos. A
ese nódulo del intercambio sexual se suman todas las relaciones libidinales que están
mediadas por los bienes o las posiciones sociales. Las diversas mezclas y las distintas
proporciones en que todos estos elementos entran en la conformación de la relación sexual dan
lugar a una infinita variedad de situaciones en que los individuos se pueden encontrar. De ahí
las incontables posibilidades de la temática que aborda la literatura romántica y erótica.
Se pueden, por tanto, intercambiar, en una relación que tiene como núcleo la relación
sexual, atributos físicos, bienes, posiciones sociales, servicios personales, protección
económica, virtudes morales, cualidades intelectuales y espirituales, etcétera, en variadísimas
mezclas en las que puede incluso llegar a quedar oculta la relación fundamental.
Una enumeración que no agota la totalidad de esas posibilidades, es la siguiente:
-Un intercambio de características físicas superiores (belleza) entre individuos de las
clases poseedoras, como en el romance de Romeo y Julieta.
-Un intercambio entre una belleza femenina excepcional y un individuo físicamente
insignificante pero poseedor de una riqueza o una posición social relevantes, que es la
situación que se presenta en el matrimonio de Carlos y Diana.
-Un intercambio entre una mujer sin prendas físicas notables pero poseedora de bienes
o posición social privilegiada y un varón únicamente dotado de belleza física.
-Un intercambio entre dos poseedores de fortuna y relaciones en el cual la presencia o
ausencia de cualidades físicas introduce variantes a la dialéctica fundamental que es la que
existe entre las cosas.
-Un intercambio entre dos desposeídos en el que entran en juego la existencia o no de
cualidades físicas y al cual se añaden relaciones de servidumbre y de potestad de pater
familias.
Todos los enumerados son casos extremos; entre ellos existe un infinito número de
variaciones posibles.
La familia es la célula de la sociedad; en ella se producen y reproducen los elementos
personales del régimen de producción, que en los polos de la estratificación social son los
obreros y los propietarios de los medios e instrumentos de producción. La familia se integra por
una pareja y sus hijos; las parejas se forman con base en la atracción sexual y se establece
como relación fundamental el intercambio sexual entre sus componentes. A la par que esta
relación se dan otras que se refieren específicamente a la función económica de los individuos:
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en la pareja proletaria se intercambia la protección económica del varón por los servicios
personales de la mujer, los cuales comprenden también la procreación de los hijos, futuros
proletarios; en la pareja de propietarios se intercambian la manutención de la mujer por la
dirección de los trabajos del hogar, la procreación de los herederos y la representación social.
La relación con los hijos es también un intercambio de prestaciones de diversa índole:
manutención actual por apoyo económico posterior y sostenimiento en la vejez, el sustento por
la obligación de preservar la propiedad, etcétera. La familia es, por tanto, el lugar en donde se
realizan todas aquellas transacciones de intercambio que implican prestaciones sexuales,
económicas, de servicios personales, etcétera, que tienen valores muy diversos y que coexisten
en su interior en una abigarrada combinación.
En la familia se inicia el desarrollo de la sexualidad de los individuos; es por ello que los
primeros objetos teóricos de la necesidad sexual lo son ineluctablemente los integrantes de ese
núcleo parental y esto inevitablemente da lugar a que se presenten los llamados complejos de
Edipo, de Electra y toda clase de tendencias incestuosas. A esto debemos agregar el hecho de
que en los integrantes de la familia cuya sexualidad ya ha madurado pervive la
indeterminación objetual, lo que los impele también a tener idealmente como objetos a los
demás miembros de la familia. Estos deseos incestuosos son mantenidos a raya por una
poderosa represión familiar, social y religiosa y enviados al subconsciente, dejando en la
conciencia únicamente los objetos sexuales que están fuera del grupo familiar.
Las cualidades físicas del individuo transfiguradas como medios para satisfacer una
necesidad sexual exacerbada producen una sustancia con movimiento propio que baña a todo
lo que existe en el mundo de la propiedad privada, las personas, las cosas y las relaciones; la
sociedad en la que reina la propiedad privada llevada hasta su extremo, la sociedad capitalista,
es una sociedad totalmente libidinal, una sociedad en la que la relación del individuo con los
otros individuos y con los medios de producción y de vida es absoluta y totalmente libidinal,
gratificante en grado extremo para su sensoreidad.
La notable economía de la naturaleza impuso a los mismos órganos dos o más
funciones distintas; así, aquel en el cual radica la sexualidad humana es también el que realiza
la función excretora. La sustantivación de las cualidades físicas para realizar el intercambio
sexual implica por tanto la transfiguración de lo sucio y repulsivo en lo excelso y placentero.
Inter faeces amamos. O, más propiamente dicho, amamos las heces; el sexo es escatológico por
definición.
El hombre le acarició las nalgas con la mano, percibiendo lenta y sutilmente las curvas y la
plenitud de la redondez. Con la caricia del gutural acento dialectal, el hombre dijo:
“-“Tienes un trasero muy bonito. Tienes el culo más bonito del mundo ¡Es el culo de mujer
más hermoso que existe! ¡Y es todo él mujer, no cabe la menor duda! ¡No, no eres una de
esas chicas con el culo como dos botones, que parecen más chicos que chicas! ¡Tienes un
trasero realmente suave y redondeado, como los que gustan a los hombres en el fondo de sus
tripas! ¡Es un trasero como para levantar en vilo al mundo!
Y mientras hablaba, él estuvo acariciando en exquisito movimiento el culo redondeado, como
si un fuego sutil y resbaladizo pasara de las nalgas de Connie a las manos del hombre. Y las
puntas de los dedos del hombre tocaron las dos entradas secretas del cuerpo de Connie, una
y otra vez, con su suave y menudo cepillo de fuego.
-Y me gusta que esto cague y que esto mee. ¡No quiero a una mujer que no cague ni meee!
Connie no pudo evitar un brusco estallido de pasmada risa, pero el hombre siguió,
impertérrito:
-¡Esto es de verdad, esto es verdad! ¡Eres de verdad, e incluso un poco puta! Esto caga y esto
mea. Y he puesto la mano en las dos cosas, y me gustas por tener eso. Me gustas por eso.
Esto es un culo de mujer tal como debe ser, orgulloso de sí mismo. ¡No, no está avergonzado
de sí mismo, no!
Puso con firmeza y presión la mano en los lugares secretos de Connie de una manera que
parecía un íntimo saludo. Dijo:
-Me gusta... ¡Me gusta! Y si sólo viviera diez minutos, y tocara tu culo y llegara a conocerlo,
me parecería que hubiera vivido toda una vida ¡Con sistema industrial o sin él! Este es uno
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La relación sexual tiene como eje absoluto la necesidad exacerbada del individuo; la
satisfacción placentera es lo primordial y el objeto con que esto se logra es secundario. De ahí
que la necesidad sexual sea en principio indeterminada y que, por tanto, admita teóricamente
como objeto al mismo cuerpo del individuo, al de un individuo del sexo opuesto, al de un
individuo del mismo sexo, al de un pariente consanguíneo, al de un niño, al de un adolescente,
al de un adulto, al de un anciano, etcétera, aunque la realidad le imponga límites a esos deseos
acuciantes y solo permita que se realicen de acuerdo con ciertas reglas, la violación de las
cuales constituye toda la gama de las llamadas conductas sexuales desviadas; igualmente, la
necesidad sexual es insaciable por definición, por lo que, por un lado incorpora cada vez a más
órganos y procesos orgánicos al binomio displacer-placer y por el otro pronto agota el objeto
sobre el que actúa y tiende inmediatamente a desplazarse a otro objeto, primero mentalmente y
luego de facto.
El individuo de la sociedad en donde impera la propiedad privada se apropia realmente
de su objeto sexual y al mismo tiempo se encuentra haciendo una evaluación, una apropiación
teórica de otros objetos, hacia los que eventualmente puede dirigir su acción, abandonando
momentánea o definitivamente al objeto primitivo. La infidelidad teórica o real es una
consecuencia necesaria de la forma que adquiere la sexualidad en el régimen de la propiedad
privada. La fidelidad tiene a su otro, a la infidelidad, en sí mismo; cuando las relaciones
económicas y sociales hacen imposible la trasmigración real del individuo de un objeto a otro,
entonces, mientras realmente se efectúa la apropiación sexual del objeto primitivo, idealmente
se está tomando a otro objeto distinto.
En las sociedades en donde impera la propiedad privada -el régimen capitalista tiene
como fundamento la propiedad privada llevada hasta sus últimas consecuencias- la necesidad
sexual y su satisfacción tienen la característica fundamental de ser antinaturales y no-
humanas; lo que ahora se nos impone como necesario es determinar cuáles deberían ser los
atributos de la necesidad sexual para que ésta tuviera la cualidad de lo natural-humano.
En primer lugar, presupone la desindividualización del ser humano; establecido esto, la
necesidad sexual debe ser reducida a su mínima expresión, desexacerbada, devuelta a sus
límites naturales, biológicos; la satisfacción es despojada del carácter de una búsqueda del
individuo para darse una gratificación placentera y se le dota de la naturaleza de una función
social determinada externamente al individuo por reglas que fija la colectividad; con ello, se
elimina el proceso de objetivación de la corporeidad y la sensoreidad de los individuos que era
indispensable para la realización de la función sexual en el régimen de la propiedad privada.
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Lawrence, D. H., El amante de lady Chatterley, Seix Barral, Colección Summa Literaria, Barcelona,
1986, p. 208
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necesariamente unido, es decir, sin que existan el displacer, el odio, la violencia, la agresión,
etcétera.
Sobre el terreno de esta teoría puede decirse que los instintos son tendencias intrínsecas de la
sustancia viva a la reconstitución de un estado anterior, o sea históricamente condicionados, de
naturaleza conservadora, y como manifestación de una inercia o una elasticidad de lo orgánico.
Ambas clases de instintos, el Eros y el instinto de muerte, actuarían y pugnarían entre sí desde la
primera génesis de la vida.123
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pertenece al capitalista, es decir, que los medios de producción y de vida que el obrero produce
le son ajenos; el producto es, también, la materialización de las facultades esenciales de la
especie que el obrero enajena de sí en el proceso productivo y que se convierten en propiedad
del capitalista; el trabajo produce directamente en el obrero la destrucción de su naturaleza
biológica humana, la degeneración y descomposición de su cuerpo y de su mente. Esta
actividad del proletariado, por la cual enajena su fuerza de trabajo, el producto de su trabajo y
sus capacidades esenciales y aniquila su naturaleza biológica, la realiza a través del
mecanismo psíquico ya analizado.
La relación que se establece entre burguesía y proletariado se caracteriza porque en ella
los capitalistas sólo viven para extraer a los obreros cantidades crecientes de trabajo excedente
(materia prima del capital) para lo cual los mantienen bajo la esclavitud del trabajo asalariado;
con ello producen la anulación de la esencia humana en el proletariado, al tiempo que
acumulan los elementos materiales de la misma bajo la forma enajenada del capital. Por su
parte, el obrero vive aherrojado al capital produciendo trabajo excedente que se apropia el
capitalista; al hacer esto origina la negación de su esencia natural y su objetivación como
potencia ajena. Burguesía y proletariado realizan sus funciones específicas a través del
movimiento psíquico ya descrito.
En suma, la explotación capitalista se lleva a cabo a través de la dinámica psíquica
cuyo resultado es el menoscabo creciente de los órganos y procesos anímicos de los individuos.
A la degeneración y descomposición de la estructura psíquica de los trabajadores que
proviene de la forma característica de su funcionamiento en la sociedad capitalista se suma la
que es ocasionada directamente por el capital en la órbita productiva cuando, por un lado
anula las capacidades intelectuales de los trabajadores y convierte a sus despojos en apéndices
de las máquinas y, por otro, se las sustrae y las materializa en el capital. La atrofia de sus
capacidades mentales, determinada ineluctablemente por el capitalismo, da lugar
necesariamente a la degeneración de los órganos y procesos orgánicos en donde aquellos
radican. Sobre este terreno preparado por el capitalismo en el seno de la producción misma
obra la primera tendencia mencionada. Desde estos dos frentes actúan, dándose un mutuo
impulso ascendente, las fuerzas que generan la acelerada ruina de la naturaleza biológica de
los trabajadores.
En su actividad práctica, la burguesía genera la individualización creciente de los
componentes de la sociedad capitalista y con ello fomenta la base para el desarrollo del proceso
psíquico que se caracteriza por provocar la anulación y descomposición de sus órganos y
funciones psíquicas; realiza la explotación de los trabajadores a través de ese proceso por el
cual refuerza los efectos anteriormente producidos; y directamente, en la órbita productiva,
ocasiona la anulación y descomposición de los órganos y facultades mentales de los
trabajadores.
La burguesía está irremisiblemente obligada a mantener y perfeccionar el régimen
capitalista y la relación de explotación a él inherente y en ella “se siente bien y tiene la
apariencia de una existencia humana”; es el polo positivo del fenómeno.
El proletariado es el nervio vital de la sociedad, la inmensa mayoría de sus
componentes; la burguesía, al actuar conforme a su naturaleza produce en él, a través del
movimiento anímico que nos ocupa y directamente al anular y sustraer sus capacidades físicas
y mentales, la degeneración y descomposición de su naturaleza biológica; con ello destruye uno
de los elementos fundamentales de la esencia natural de la especie humana.
El proletariado está irrevocablemente destinado a terminar con esa relación porque,
entre otras cosas, en él se materializa, producida por la burguesía, la aniquilación, que
amenaza ser irreversible, de la especie humana.
En la órbita de la producción, el capital ha desposeído al trabajador de sus capacidades
mentales; de la misma manera que ahora realiza un trabajo abstracto, sin contenido, la
actividad mental que lo acompaña es también abstracta y sin contenido; se da entonces
necesariamente en estas circunstancias la atrofia de los órganos y procesos mentales de los
trabajadores. Como contrapartida a este embotamiento de sus facultades mentales, el obrero
desarrolla durante sus horas de trabajo una intensa vida anímica en la que se produce una
incesante contienda entre los clásicos pares de contrarios que ya definimos y que tienen en
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este caso como contenido todos los deseos, los anhelos, los problemas, las necesidades, las
insatisfacciones del individuo que se refieren a sus condiciones de vida y de trabajo; esta vida
anímica en que necesariamente cae el obrero en su tiempo de trabajo, tiene la naturaleza de un
estado de ensoñación, de semiinconsciencia durante el cual, como en el sueño, hay un proceso
sin solución de continuidad de enfrentamiento de deseo y represión y de forjamiento de
satisfactores sustitutivos; el inmoderado desgaste y la degeneración acelerada a que con esto
se ven sometidos los órganos del entendimiento y los procesos mentales de los obreros se
suman a los que provienen de las otras fuentes ya estudiadas.
La evasión que la vida anímica aneja al trabajo produce en el obrero tiene un límite muy
concreto en la prosaica realidad; el estado de ensoñación en que se encuentra el obrero es roto
bruscamente por las exigencias del trabajo forzado capitalista; este despertar produce en el
obrero una repulsión y un odio profundo contra el trabajo que lo ha sacado intempestivamente
de sus quimeras, los cuales sólo supera con una nueva inmersión en el mundo de la fantasía.
Atento como siempre a lo que puede elevar sus ganancias, de la observación de este
hecho el capital extrae la conclusión de que si hace placentero el trabajo al obrero éste
abandonará su reluctancia para trabajar y será más productivo. En este punto empiezan a
regir las leyes ya estudiadas del principio del placer: el trabajo placentero por un lado provoca el
desgaste y degeneración de la fisiología de los procesos mentales de los trabajadores y, por el
otro, da lugar a una exigencia de un placer cada vez mayor, lo que a fin de cuentas hace
renacer, de una manera magnificada su odio y repulsión al trabajo, con lo que se reinicia el
ciclo descrito.
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TERCERA PARTE
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Sección Primera
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Capítulo I
En el seno del régimen feudal se gestan los elementos de su negación (esencia) que
a la vez lo son de la constitución del régimen económico-político que habrá de sucederlo.
La burguesía y el proletariado nacen y se desarrollan en la entraña misma del feudalismo;
como esencia negativa de este régimen económico-social, bajo la conducción de una de
ellas, de la burguesía, lo niegan y llevan el nuevo modo de producción, el capitalismo, a
hacer su aparición en la existencia. Surge así el ser del régimen capitalista.
El capitalismo aparece primero como una mera forma que tiene como contenido a
los mismos elementos materiales constitutivos del feudalismo. Se trata de una fase en la
cual se generalizan e intensifican las relaciones mercantiles, cuando surge y se desarrolla
ampliamente el capital mercantil, pero sin alterar la estructura interna del régimen feudal.
Esta primitiva forma del capitalismo se interna en sí misma y produce los
elementos de su esencia positiva: burguesía y proletariado, que son al mismo tiempo los de
la esencia negativa del feudalismo; éstos se enfrentan abiertamente a los elementos
positivos del régimen feudal, los derrotan y devienen a la existencia como la forma y el
contenido del régimen capitalista, el ser del mismo.
El ser del régimen capitalista es en sí mismo su otro, incorpora al otro a sí mismo y
pasa a ser otro sin dejar de ser él mismo.
El régimen capitalista está constituido por dos elementos fundamentales: burguesía
y proletariado. La primera es el elemento positivo del fenómeno y el segundo el negativo.
La burguesía, al desarrollarse, engendra a su otro, al proletariado y lo incorpora al
régimen de producción capitalista. El proletariado, a su vez, niega a la burguesía y la hace
pasar a una etapa superior de su existencia: la lleva a ser lo que no es pero está destinada
a ser de acuerdo con su naturaleza. El ser del régimen capitalista se convierte en otra
forma de sí mismo.
Estas transformaciones progresivas del ser del capitalismo sin dejar de ser él mismo
se producen a partir de su nacimiento del seno del régimen feudal, hasta llegar a su plena
maduración en la época del capitalismo monopolista.
En El Capital, Marx describe el proceso de nacimiento del capitalismo del interior
del régimen feudal. El hecho que expresa la disolución del régimen feudal y al mismo
tiempo la transformación de sus elementos en los elementos constitutivos del régimen
capitalista, lo es la proliferación de los pequeños productores de mercancías y la formación
con ello de un amplio mercado interno.
Conforme crece el mercado, de entre la masa de los campesinos se empiezan a
destacar los comerciantes y los campesinos ricos que amplían sus posesiones mediante el
arriendo de tierras y el empleo de trabajo asalariado para aumentar la producción que
destinan al mercado. La relación fundamental del régimen capitalista, trabajo asalariado-
capital, se generaliza en el campo al formarse una clase social capitalista que vive de
extraer trabajo excedente a un proletariado agrícola que crece explosivamente; la demanda
de tierras para arriendos se incrementa y el terrateniente, que ahora tiene que comprar
fuerza de trabajo para el cultivo de las tierras señoriales y los bienes de consumo que
anteriormente le proporcionaban gratuitamente los siervos, ve en ella la posibilidad de
obtener ingresos mayores: expulsa de sus tierras a los campesinos-siervos y la ofrece a los
comerciantes y pequeños productores capitalistas de mercancías agrícolas; de esta
manera, además, crece inconmensurablemente el mercado de trabajo.
El movimiento económico producido por la proliferación de la pequeña producción
de mercancías agrícolas, por un lado ha hecho surgir a la pequeña burguesía agraria y por
otro ha obligado a los terratenientes a comercializar sus tierras; éstos se han convertido en
hijos de los tiempos no sin antes ver rota por la violencia (ejercida por la pequeña
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Capítulo II
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de mercancías y
-el que forman aquellos que tienen su origen en los terratenientes feudales (o, en
general, en la aristocracia feudal).
En este período se destruyen las formas económicas precapitalistas y se establece el
reinado del capitalismo industrial y de la libre competencia; el capitalismo se extiende a los
principales países de Europa y a los Estados Unidos de Norteamérica.
La dialéctica de la lucha de clases a través de la cual se da este proceso que hemos
reseñado, la estudia detalladamente Marx en sus escritos políticos Las luchas de clases en
Francia de 1848 a 1852124, El 18 Brumario de Luis Bonaparte125 y La Guerra Civil en
Francia.126 La aristocracia y la plutocracia de los países capitalistas, iniciados ya en ese
torturador principio del "auri sacra fames", extienden sus tentáculos hacia las regiones
atrasadas del planeta para saquearlas literalmente a través del robo descarado, de la
imposición de tributos y secundariamente por medio del comercio. Para ello, esos países
son conquistados militar y políticamente y se establece ahí un gobierno colonial
dependiente directa o indirectamente de la metrópoli. El efecto de esta primera acometida
es doble: por un lado, tiene que apoyarse necesariamente en las clases dominantes del país
colonizado (terratenientes feudales y grandes comerciantes), con lo que afianza al más
poderoso bastión del régimen feudal existente; pero por otro, a través del comercio, inicia la
disolución de la economía campesina autoconsuntiva y de la producción artesanal (otros
de los pilares del régimen feudal) y provoca el desarrollo de una pequeña producción de
mercancías que sienta las bases del capitalismo colonial.
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metropolitana.
La finalidad última del movimiento es la expulsión de los imperialistas del territorio
nacional, el fraccionamiento de la propiedad territorial para así contar con la materia
prima indispensable para su desarrollo, el rescate del mercado exterior para la propia
burguesía nativa y la reivindicación del mercado interno para ella misma. En esta lucha
arrastra detrás de sí a las demás clases sociales, entre ellas al proletariado urbano y rural
y al campesinado pobre, presentando su interés como el interés general.
Es a finales del período que estudiamos cuando han madurado los elementos para
el desarrollo de la revolución democrático burguesa y antiimperialista en las colonias, la
cual brotará incontenible en el período siguiente.
b) Lucha político-insurreccional.
-La burguesía desarrolla la lucha armada en contra del régimen feudal. Detrás de sí
lleva a todas las demás clases sociales (proletariado, pequeña burguesía, campesinado,
etcétera) al presentar su interés como el interés general del "pueblo".
-Arrastrado a la vorágine de la lucha insurreccional armada, el proletariado se
educa rápidamente en esa escuela y a la vez empieza a diferenciar sus intereses de los de
la burguesía; primero los coloca al lado de los de aquella pero como distintos y después los
contrapone a ellos.
-El proletariado presenta a la burguesía sus intereses diferenciados como
reivindicaciones que son exigidas en un tono cada vez más airado.
-Por último, la clase obrera echa mano del mismo expediente que la burguesía
utilizó contra la aristocracia feudal: la rebelión armada, para obligarla a satisfacer sus
intereses.
-Este es el primer enfrentamiento violento entre las dos clases modernas. El
proletariado es sometido a sangre y fuego por la burguesía.
Las reivindicaciones que el proletariado hace valer frente a la burguesía son, como
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c) Lucha teórica.
-El materialismo inglés y francés desemboca en el socialismo inglés y francés
(socialismo utópico). Esta es la negación teórica del régimen capitalista en su propio
campo. Proporciona apoyo a la lucha obrera del mismo período.
-La filosofía alemana alcanza su punto culminante con Feuerbach.
Su crítica a la filosofía constituye la negación de la filosofía burguesa en su mismo
terreno.
-La economía política inglesa llega a su nivel superior con Proudhon. Su crítica es la
negación de la economía burguesa en el interior de sí misma y sirve de base a teorías
socialistas de diversa índole.
Esta etapa se cierra en 1852 y se caracteriza porque en ella el capitalismo ha dado
la primera gran batalla, a escala internacional, contra el régimen feudal, provocando con
sus conquistas la reacción furibunda de las clases feudales y, al mismo tiempo, una
primera incorporación de las mismas a la maquinaria de explotación capitalista.
A la par con ello se produce la primera negación del régimen capitalista por parte
del proletariado naciente y sus aliados.
Esa negación primitiva del capitalismo no tiene la finalidad expresa de trascenderlo
y se hace dentro de sus propios límites. El resultado es, por tanto, el perfeccionamiento del
régimen capitalista y la consolidación de su ser en su primera fase.
4. Negación del régimen capitalista por los primeros elementos formales del otro que
ha de sucederlo.
La esencia del régimen capitalista es la negación de su ser y el desarrollo del otro
que ha de surgir de su interior a la existencia.
La negación esencial del capitalismo es aquella que lleva a su transformación en
otro régimen económico-social a través de la conversión de sus elementos constitutivos en
elementos aniquilatorios suyos y formativos del otro que lo sustituirá en la existencia.
La esencia positiva del régimen capitalista se ha consolidado en su primera fase de
existencia como resultado de la primitiva negación ejercida por el polo negativo. Su
desarrollo ascendente produce de nuevo, en una forma más alta, los elementos de su
negación, que son ya los elementos formales del otro en que ha de devenir:
a) Lucha económico-política en torno a las reivindicaciones económicas y políticas
de los obreros, desarrollada en una forma superior; fortalecimiento de la organización
sindical y nacimiento de la Internacional.
b) Lucha político-insurreccional. Después de un período recesivo comprendido
entre 1852 y 1871, en este último año se produce en París la primera insurrección armada
del proletariado que logra arrebatarle el poder a la burguesía e instaurar el poder obrero.
La Comuna es la primera negación que constituye ya un germen formal del otro del
régimen de producción capitalista, del socialismo.
c) Lucha teórica. Nacimiento de la teoría revolucionaria del proletariado.
- 1a. Fase. Los primeros planteamientos: labor teórica de Marx y Engels entre
1844 y 1852.
- 2a. Fase. Maduración teórica: trabajos de Marx y Engels entre 1852 y 1880
aproximadamente. Esta teoría aprehende, en un proceso dialéctico, la esencia del régimen
de producción capitalista.
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por la explotación ejercida por el capital imperialista a través de sus agentes nativos. El
desarrollo del capitalismo nacional promovido por la burguesía autóctona es dañado por el
desarrollo capitalista de los grandes hacendados, comerciantes y usureros, el cual
conserva y centuplica los efectos de las formas de explotación feudal. Las colonias están
grávidas de una revolución democrático burguesa, de una revolución campesina y
antiimperialista.
Al final del período queda estructurado definitivamente el sistema colonial del
imperialismo. Las colonias son convertidas en fuentes de materias primas y productos
alimenticios para las metrópolis y en campos de inversión y mercados para el capital y las
mercancías metropolitanas. La explotación colonial por las metrópolis tiene los siguientes
rasgos característicos: (a) se ejerce a través del robo descarado y de los tributos
confiscatorios; (b) se explota directamente a los proletarios agrícolas e industriales de la
colonia en las empresas establecidas por los extranjeros; (c) se establece una relación de
comercio desigual por la que los productos manufacturados de la metrópoli se venden a un
precio exorbitante a la colonia en tanto que los productos coloniales son comprados a
precios excesivamente bajos; (d) los capitales extranjeros prestados al aparato
administrativo de la colonia o a los terratenientes y sus asociados reciben volúmenes
enormes de intereses, regalías y beneficios; (e) las empresas extranjeras de electricidad,
telégrafos, ferrocarriles, etcétera, cobran cuotas excesivas por los servicios que prestan.
Con la ganancia de la explotación colonial, la burguesía metropolitana crea un cuantioso
fondo para sobornar a las capas altas del proletariado de las metrópolis. Las masas
populares de las colonias están sujetas a una doble explotación. Por un lado, el propio
desarrollo capitalista generado por la intervención imperialista provoca la creciente
miseria, degradación y explotación de los trabajadores coloniales. Por otro, la explotación
colonial por las metrópolis repercute sobre las masas trabajadoras acentuando aún más el
deterioro de sus condiciones de vida, ya sea directamente en las empresas que establece el
capital extranjero o indirectamente por medio de todos aquellos mecanismos a través de
los cuales la metrópoli impone una exacción a sus aliados coloniales, pues éstos se
resarcen reforzando la explotación capitalista y feudal de sus propios trabajadores y de la
burguesía nativa, la cual a su vez traslada las cargas a sus trabajadores; en última
instancia, el capitalismo colonial y la explotación imperialista de las colonias determinan,
con su acción conjunta, la creciente miseria, esclavizamiento y degradación de los obreros
y campesinos coloniales; debido a las características especiales del desarrollo del
capitalismo en las colonias, en ellas la explotación capitalista llega a escandalosos
extremos jamás vividos anteriormente por el régimen capitalista. De estas circunstancias
surge incontenible un movimiento revolucionario democrático-burgués y antiimperialista
que tiene como objeto derrocar al régimen feudal-colonial y expulsar al imperialismo para
despejar el camino del desarrollo capitalista de la burguesía nativa.
Esta época que hemos descrito del desarrollo del capitalismo a escala universal se
caracteriza por el predominio absoluto del capital financiero, el crecimiento impetuoso de
la producción basada en monopolios, una reacción política extrema, una relativa
organización interna de la producción capitalista, la agudización de la anarquía en el
exterior, la exportación de capitales y el establecimiento de las bases fundamentales de un
sistema colonial capitalista.
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del género humano; para el revisionismo, la esencia del capitalismo consiste en que este
régimen vulnera las condiciones de vida de los obreros considerados como la parte variable
del capital global de la sociedad, es decir, como la propiedad de los capitalistas que
produce valor, en que no satisface las necesidades individuales de los trabajadores en su
carácter de elementos del capital.
b) Igualmente, la esencia del capitalismo se finca en el hecho de que en su
desarrollo crea ineluctablemente la necesidad y los elementos de la recuperación de la
naturaleza humana por el proletariado; para el revisionismo, la finalidad del movimiento
obrero es tan sólo la satisfacción de las necesidades inmediatas de los trabajadores, la
restauración de su capacidad de producir valor, lo que implica la agudización del proceso
de desnaturalización al que se encuentran sometidos.
c) En resumen, el revisionismo sustituye el concepto de la esencia del régimen
capitalista por las determinaciones de la apariencia del mismo.
d) Como resultado de ello se anula la teoría revolucionaria:
-se le destierra de su antiguo campo de acción, es decir, de los Partidos obreros y de
amplios sectores del proletariado internacional y
-se le sustituye con la forma de la ideología burguesa proveniente de la mediana y
la pequeña burguesía desarrollada en la lucha de éstas en contra de la burguesía y la
aristocracia monopolistas.
El oportunismo reconoce las mismas fuentes que el revisionismo; es la política
realizada por los Partidos Obreros y el movimiento obrero internacional para sacar
adelante los intereses inmediatos de los trabajadores como parte integrante de las
reivindicaciones de la mediana y pequeña burguesía; los Partidos obreros y el movimiento
obrero se convierten así en apéndices políticos de determinadas fracciones de la burguesía,
colaborando de esta manera al perfeccionamiento del régimen burgués.
El enorme desarrollo de la producción monopólica acentúa la opresión de la gran
burguesía y de la antigua aristocracia terrateniente sobre el proletariado, clase ésta a la
que somete a un proceso despiadado de sobreexplotación.
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despiadado de la mediana y la pequeña industria (sector II); esto es, en la implantación del
fascismo. Bajo esta forma, la producción monopolista se desarrolla en estos países de una
manera mucho más rápida y más profunda que en el otro grupo de países.
En el sistema colonial, la revolución democrático-burguesa sigue, en este período,
completando su obra. En un proceso contradictorio y de acuerdo con la dialéctica del
mismo y con las características específicas de los países coloniales, la revolución
democrático burguesa colonial se resuelve en tres resultados: (a) se mantienen en el poder
los terratenientes, ahora convertidos en productores capitalistas; obviamente, este sector
del capitalismo nacional recibe un poderoso impulso en su desarrollo, mientras que el otro
sector capitalista (comandado por la burguesía nacional) es mantenido en un lugar
secundario; (b) conquista el poder la burguesía nacional, con lo que se da la situación
inversa a la del punto anterior y (c) la pequeña burguesía, aliada con el proletariado,
conquista el poder y da a su régimen una "forma socialista", aunque en esencia lo que bajo
ella se desarrolla es el régimen capitalista puro y simple (China). El capitalismo colonial da
un gran paso adelante y elimina definitivamente al feudalismo, agotándose ahí las
posibilidades de la revolución democrático-burguesa por el simple hecho de que su objeto
ya ha sido alcanzado: el régimen feudal ha sido destruido. Se inaugura una nueva época
en la que, suprimidas las reminiscencias feudales, los terratenientes y la burguesía
nacional integran una sola clase capitalista cuyas partes componentes son antagónicas
entre sí en virtud de que los intereses capitalistas de ambos son también contradictorios.
Cumplidos los objetivos de la revolución democrático burguesa colonial, sólo queda a estos
pueblos la perspectiva de la revolución socialista. El desarrollo de la revolución
democrático burguesa en las colonias obliga al imperialismo a iniciar su retiro físico de
esos territorios, concederles su independencia política y evacuar de ellos a sus tropas. El
viejo colonialismo ha muerto y en su lugar surge el neocolonialismo. Este proceso que
hemos descrito se extiende más allá del período capitalista que nos ocupa y culmina en la
siguiente fase.
Como en el período anterior a la primera guerra mundial, estas contradicciones del
régimen cristalizan en dos grupos de países; por un lado, unas naciones llevan hasta sus
últimas consecuencias el desarrollo desorbitado de la industria pesada y establecen así el
régimen de dominación del trinomio: burguesía monopolista-burguesía financiera-Estado,
es decir, el fascismo, excluyendo definitivamente del mismo a la burguesía de la industria
ligera; por el otro, y a causa de la acción absorbente del fascismo que pretende conquistar
a todo el mundo, los demás países imperialistas se ven obligados a establecer una forma de
coordinación entre las dos ramas fundamentales de la producción que les permita
desarrollarse progresivamente y competir con éxito con el fascismo (se desarrollan así las
primicias de las "políticas económicas", que no son otra cosa sino la actividad del Estado
encaminada a coordinar las dos ramas de la producción).
Bajo estas dos formas cobra un gran impulso la demanda de materias primas,
etcétera y se incrementa el hambre de colonias. Se plantea una nueva redistribución de las
mismas por medio de otra conflagración mundial; la contradicción internacional entre
burguesía integrada y burguesía monopolista-financiera que detenta la industria pesada
apunta también a resolverse en un conflicto armado universal.
La guerra mundial de 1940 tiene, todas las proporciones guardadas, las mismas
consecuencias que la de 1914-17; las condiciones de vida de los trabajadores se deterioran
hasta niveles increíblemente bajos; los mecanismos establecidos a cuenta de las super
ganancias coloniales para sobornar a la clase obrera suspenden su acción a causa de la
guerra; en consecuencia, de nuevo la guerra imperialista se transforma en guerra civil. La
labor revolucionaria de la IIIa. Internacional, que rescató al proletariado del revisionismo y
del oportunismo de la IIa., preparó las bases para que en esta ocasión la guerra civil se
convirtiera a su vez en revolución socialista en los países capitalistas de Europa Oriental.
Se constituyó así, junto con la URSS, todo un sistema de países formalmente socialistas.
La negación del régimen capitalista es ahora más profunda y extensa.
El papel de este sistema en la arena internacional fue el mismo que el desempeñado
por la revolución rusa de 1917; su aparición y desarrollo sólo podía influir como
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Enseguida abordaremos más detenidamente los temas que aquí hemos enunciado.
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de que ahí nunca hubo socialismo. Y, efectivamente, así es. En la Unión Soviética, en el
período de su existencia que se ha dado en llamar estalinista, no se estableció ese
decantado socialismo pequeño burgués, sino una primera aproximación, deficiente y todo,
al socialismo proletario.
Nosotros no defendemos de ninguna manera a Stalin. Nuestro interés principal
radica en determinar científicamente la naturaleza del régimen económico que se estableció
en Rusia en 1917 y las líneas de su desarrollo hasta llegar al derrumbe de lo que se
denominó "socialismo real". Por tanto, nuestro "modelo" de comparación no es aquel que
fue construido por los intereses y apetitos de la pequeña burguesía, el "socialismo
humanista", sino el que delinearon Marx, Engels y Lenin, los clásicos de la teoría
revolucionaria. De acuerdo con esto, lo que erigió el Partido Bolchevique bajo la dirección
de Stalin no fue el socialismo en toda su extensión (formal y materialmente), sino sólo su
forma no "una" forma, sino "su" forma- dentro de la cual ese régimen conservó un
contenido capitalista: el régimen soviético de la época estaliniana continuó y concluyó la
colectivización de la producción iniciada desde los tiempos leninistas, es decir, la tarea que
constituye la exigencia principal de la teoría marxista-leninista para la construcción del
socialismo; además, elevó constantemente el nivel de vida de los trabajadores para
reconstituir sus capacidades físicas y mentales arruinadas durante el régimen capitalista;
por último, desarrolló la conciencia y la moral colectivas de las masas reprimiendo en ellas
la conciencia y la moral individualistas heredadas del capitalismo. Pero el socialismo
bolchevique conservó como su elemento constitutivo al individuo capitalista, al trabajador
que tiene una íntima constitución fisiológica y psicológica y una recóndita conciencia de
propietario privado que no fue puesta en evidencia y denunciada ante los obreros por los
revolucionarios, sino, por el contrario, utilizada como punto de partida y base de su acción
radical. En los tiempos de la lucha en contra de la burguesía, de la conquista del poder y
de la consolidación de la dictadura del proletariado, todas las condiciones de existencia de
la clase obrera rusa generaban espontáneamente entre ellos una solidaridad y una
conciencia y moral colectivas que se levantaba sobre su naturaleza íntimamente
capitalista, la cual, sin embargo, seguía existiendo en estado de animación suspendida; los
revolucionarios, a través de su Partido, en una relación dialéctica y "democrática",
estimulaban en la base obrera la libre emisión de iniciativas que en lo general, por fuerza,
coincidían con las necesidades del proceso revolucionario; el Partido las hacía suyas, las
elaboraba teóricamente y las devolvía a la base para ampliarlas y consolidarlas; masas y
Partido marchaban, no sin contratiempos y contradicciones, unidos por el camino de la
revolución. Después de 1930, fortalecida la dictadura del proletariado en Rusia, se pone a
la orden del día la construcción del socialismo. La fuerza que alcanzaron en el período
previo la conciencia y la moral colectivas son el punto de apoyo para esa nueva tarea de la
revolución; en la medida que la colectivización avanza se produce un mejoramiento de las
condiciones de vida de los trabajadores que, por necesidad, reanima e impulsa su
naturaleza capitalista que hasta ahí había permanecido reprimida por sus intereses
colectivos; en el seno de las masas proletarias se gesta una primitiva división entre
aquellos que desean llevar hasta sus últimas consecuencias la colectivización de la
producción y los que quieren detenerla en un cierto punto e incluso convertirla en una
forma de producción autogestionaria; esa escisión da lugar a una lucha dentro de la clase
de los trabajadores que es más aguda en cuanto más avanza la colectivización, más se
incrementan los niveles de vida de los trabajadores, más ímpetu adquiere su naturaleza
capitalista y, por tanto, más numeroso es el sector obrero contrario a la colectivización; en
el Partido Bolchevique se refleja la lucha de clases que existe en el interior de las masas
trabajadoras y también se fracciona en dos grupos que corresponden a los que hay en la
base obrera. En atención a todo lo anterior, las relaciones entre el Partido y las masas
obreras sufren un cambio en la forma en que se desenvolvieron anteriormente; lo que
espontáneamente brota ahora de la clase obrera, en mayor medida conforme más avanza la
colectivización, es una conciencia y una moral del individuo capitalista que exige una
crecientemente poderosa, violenta y dictatorial acción contraria del otro sector obrero y del
Partido Bolchevique para hacer ir adelante a la organización colectiva de la producción; en
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el mismo Partido Bolchevique se establece una dictadura del grupo que preconiza la
colectivización sobre aquellos que se oponen a ella en nombre del individuo capitalista, la
que, a fin de cuentas, deviene en una dictadura personal. Lo que tenemos aquí, es, ni más
ni menos, una verdadera lucha de clases dentro de la clase de los trabajadores y al interior
de su Partido; la democracia leninista de la etapa inmediata anterior, tan cara a los
revisionistas, ha cedido su lugar a la dictadura revolucionaria del proletariado que produce
en ellos una repulsión instintiva. Todas estas líneas de desarrollo del socialismo soviético
llegan a su punto culminante en la década de los años 50; la colectivización de la
producción es prácticamente total, el nivel de vida de los trabajadores es alto y se eleva
constantemente y la conciencia y la moral colectivas se vigorizan enormemente; pero, en
virtud de la necesaria estimulación del individuo capitalista que cada trabajador tiene
dentro de sí, que es inherente al régimen del socialismo formal, la colectivización y la
conciencia y la moral colectivas son mantenidas en el estadio alcanzado únicamente por
medio de la dictadura violenta de una fracción del partido y del proletariado sobre el total
del partido y de la clase, tanto más virulenta aquella cuanto lo que espontáneamente surge
de la gran masa de los obreros es la reivindicación de un régimen económico basado en la
descentralización, la autogestión y la propiedad por grupos, que es la antítesis del
socialismo marxista.
La continuación de esta historia es conocida de todos: los elementos germinales del
otro del socialismo formal maduran y dan origen al capitalismo específico que se conoció
como "socialismo real" y se derrumbó en 1989.
Entonces, para nosotros, el régimen económico que construyó el proletariado ruso
bajo la dirigencia del partido bolchevique no es el socialismo en toda su extensión, tal y
como lo habían columbrado Marx y Engels, sino sólo su forma que está gravada por un
contenido capitalista; era forzoso, entonces, que aún la forma del socialismo que se
estableció en la URSS adoleciera de imperfecciones y defectos, de estigmas del régimen
capitalista, etcétera, como por ejemplo sucedió con la estructura industrial que,
colectivizada y todo, mantenía unas características que sólo la hacían apta para restaurar
la naturaleza capitalista de los trabajadores y no para reconstituir sus capacidades
naturales humanas; era inevitable que la forma del socialismo tuviera a su otro en sí
mismo, es decir, un contenido capitalista. De igual manera, la estructura y acción del
Partido Bolchevique y su relación con las masas no fueron, durante el período de la
construcción del socialismo, las que teóricamente había definido Lenin porque, debido al
fortalecimiento del contenido capitalista que el progreso de aquel implicaba, las masas
obreras se inclinaban espontáneamente hacia una forma de organización económica
contraria a la colectivización que no era otra cosa sino un régimen capitalista sui generis y,
por tanto, en una medida cada vez mayor debió prevalecer necesariamente la dictadura
sobre la democracia; la verdadera naturaleza de los intereses de los revisionistas se
comprende ahora más claramente, pues la democracia que post festum exigen al partido
bolchevique de la época de Stalin sólo habría ocasionado la acelerada reversión del
socialismo formal hacia el capitalismo sui generis, como efectivamente sucedió después de
la muerte de aquel. En la cima del socialismo bolchevique, la mayoría de la clase obrera y
del Partido ha sido ganada por las ideas contrarias al régimen, por lo que la dictadura de
los elementos socialistas encabezados por Stalin adquiere por fuerza una violencia enorme,
desproporcionada y completamente inútil, que además se han encargado de magnificar,
unidos amigablemente también en esta tarea, la burguesía internacional y el revisionismo
y oportunismo modernos.
Para nosotros, en suma, el socialismo formal es el resultado necesario de una fase
específica del desarrollo del régimen capitalista y no una deformación de un modelo teórico
determinado que no se aplicó correctamente por circunstancias coyunturales y/o por las
deformaciones de un dirigente y un Partido que traicionaron los principios de la revolución;
haciendo una reducción al absurdo, podemos decir que, aunque en esta etapa el
socialismo se hubiera establecido en los países más desarrollados, el resultado final habría
sido el mismo, pues la naturaleza del capitalismo ahí existente no su grado de desarrollo
era igual que la del de la Rusia prerrevolucionaria; también entonces habríamos visto el
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1
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Bettelheim, Charles, Las luchas de clases en la URSS, primer período (1917-1923), Siglo XXI Editores,
México, 1977.
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participación libre y voluntaria de las masas; para Bettelheim y para todos los revisionistas
modernos, la apropiación por el proletariado de los medios e instrumentos de producción
debe ser un acto que surja espontáneamente de las masas, una manifestación libre de la
personalidad e individualidad de los proletarios que tenga en cuenta sus capacidades y
necesidades específicas, una realización de aquellas para que de esa manera la porción de
los medios de producción en los que despliega su fuerza de trabajo, la fábrica, sea su
propiedad, su fábrica; esta es, ni más ni menos, la tesis de la autogestión obrera llevada a
la práctica por los revisionistas yugoslavos y reivindicada por la intelectualidad pequeño
burguesa durante su levantamiento internacional iniciado en París en 1968.
Bettelheim fustiga la forma de trabajo asalariado que necesariamente conserva el
régimen soviético, con lo cual se adhiere a la propuesta del "socialismo humanista" de
establecer una forma de trabajo voluntario y libre que sea la expresión y realización de las
capacidades individuales de los trabajadores; en lugar de la actitud racional, sencilla y
natural del hombre de la sociedad comunista que despliega sus capacidades directamente
en forma social, colectiva, tenemos una actitud mística, irracional, en la que la pequeña
burguesía pretende que el obrero cultive y desarrolle lo que la historia ya se encargó de
eliminar totalmente con la socialización de la producción, es decir, sus capacidades
particulares, personales, individuales y, además, que lo haga en una forma sensual,
placentera, libidinal, lúdica -el trabajo como juego-; como vemos, la en apariencia
terriblemente izquierdista proposición de abolir, como condición para la existencia del
socialismo, la remuneración de los obreros conforme a la cantidad del trabajo
proporcionado a la sociedad, resulta ser en realidad el vehículo para introducir una
reivindicación clásica de la pequeña burguesía; esta clase social lo único que logra, en
realidad, es preparar el terreno, aquí, en esta sociedad burguesa existente, para las
tendencias capitalistas que, con el fin de incrementar la masa de plusvalía que arrancan al
proletariado, intentan también convertir el trabajo asalariado en algo placentero, libidinal y
lúdico para el obrero individual.
Nuestro autor reprocha al régimen soviético el no haber suprimido, como condición
para la construcción del socialismo, la división entre el trabajo físico y mental; esta
exigencia tiene también la apariencia de una propuesta archi revolucionaria. Sin embargo,
en el fondo se trata de lo mismo: lo que la pequeña burguesía pretende es convertir a todos
los trabajadores en intelectuales pequeño burgueses, es decir, dotar a los obreros de una
facultad intelectiva individual -la inteligencia personal, tan cara a los profesores
universitarios- que les permita conocer sus capacidades y necesidades individuales
verdaderamente humanas, su sensibilidad humana y dirigir su actividad práctica al
ejercicio y la satisfacción de aquellas. La pequeña burguesía sueña con un proletariado que
sea un vasto semillero de pensadores, filósofos, poetas, pintores, escritores, actores,
artistas en toda la extensión de la palabra.
La cruda realidad se encargó de echar por tierra todo el andamiaje teórico de
Bettelheim; al mismo tiempo que encontró en la invasión rusa a Checoslovaquia la piedra
de toque para la comprensión de la naturaleza del régimen soviético, vio en la "revolución
cultural" china el método revolucionario por excelencia para evitar que los partidos
comunistas sufrieran las desviaciones que según el prejuicio teórico de la pequeña
burguesía había padecido el partido bolchevique. En lugar de la acción revolucionaria de
las masas para encauzar la revolución por el camino correcto, lo que obtuvo la dirigencia
del partido comunista chino fue la formación de grupos de choque integrados por
delincuentes juveniles que, desplegando una violencia inaudita contra la masa de los
trabajadores, aceleraron en lugar de detener el proceso de descomposición del socialismo
en China, que a partir de ahí se enfiló directamente hacia un régimen de capitalismo sui
generis, como el que existió en la URSS hasta 1989.
Bettelheim descarta como factores determinantes de la evolución del régimen
soviético al grado de desarrollo alcanzado por el capitalismo en Rusia en el período anterior
a la revolución y al supuesto cerco económico, político y militar que los países capitalistas
tendieron en su derredor a partir del triunfo de la revolución proletaria; de esta manera,
deja como único elemento significativo a la actuación del partido bolchevique, la cual pudo
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haber sido de un tal modo -para Bettelheim, el modo revolucionario- y fue de otro debido a
las múltiples circunstancias que concurrieron en el proceso revolucionario y a las que hay
que estudiar concienzudamente para obtener las conclusiones correspondientes y evitar
los mismos errores en la revolución futura.
El revisionismo moderno hace una crítica del concepto clásico de socialismo y en su
lugar propone una definición que considera ser la acertada. Para él, el socialismo no es el
otro del capitalismo, es decir, no es el proceso de socialización de la producción, de
integración del proletariado como fuerza abstracta de trabajo, de explotación y
depauperación de los obreros como aniquilación de su naturaleza humana, de desarrollo
de la teoría y el movimiento revolucionarios, etcétera, que se da en el régimen capitalista y
que lleva necesariamente, porque ya lo es por su destino, hacia el socialismo, es decir, a la
conquista del poder por el proletariado, a la dictadura de esa misma clase, a la
expropiación de la propiedad privada de la burguesía, a la instauración de la propiedad
colectiva sobre los medios e instrumentos de producción, a la colectivización de la
producción, etcétera; para nuestros revisionistas, puede la historia empeñarse en realizar
esas tareas una y mil veces, pero si no hay "democracia" en el partido que dirija ese
movimiento, no habrá socialismo a despecho de lo que aquella diga. Ya sabemos lo que
para el revisionismo pequeño burgués significa esa "democracia" que con tanto denuedo
defiende: consiste en dejar actuar libremente a las masas obreras para que ellas impongan
soberanamente al régimen económico y político las características que corresponden a sus
verdaderas necesidades "humanas", esto es, organizarlas bajo la dirección de la
intelectualidad pequeño burguesa con el fin de establecer el "socialismo humanista", que
es el régimen en el cual deben florecer sin restricciones sus capacidades individuales.
El socialismo no es, entonces, para los revisionistas, el movimiento real de la
historia, sino lo que ese movimiento debería haber sido de acuerdo con el modelo que la
intelectualidad pequeño burguesa, desde sus cubículos en la Universidad, ha forjado a
través de la crítica dentro de los límites de la razón pura y que constituye un verdadero
"ideal", en el sentido ético de la palabra.
Un examen superficial de las tesis revisionistas nos haría creer falsamente que a su
juicio las características del régimen soviético no son socialistas sólo porque no hubo
"democracia" en el proceso, ya sea dentro del partido o en las relaciones entre el partido y
las masas trabajadoras, y que en el caso de que se hubiese corregido esta "desviación",
aquellos rasgos distintivos, y no otros, habrían adquirido entonces el rango de
verdaderamente socialistas; pero no hay nada más lejos de la verdad. Para el revisionismo,
precisamente la falta de "democracia" hizo abortar el proceso desde el principio, dando
lugar a un régimen que no tenía ningún carácter socialista; esto quiere decir que para ellos
la propiedad colectiva sobre los medios e instrumentos de producción, la colectivización de
la producción, la dirección colectiva de la economía, la formación del hombre colectivo,
etcétera, en ninguna forma y en ninguna circunstancia tienen naturaleza socialista. ¿Qué
es, entonces, el socialismo para los revisionistas? Es el régimen del "socialismo
democrático y humanista", retoño teórico mimado de la intelectualidad pequeño burguesa,
que tiene su fundamento en la llamada propiedad por grupos, en la autogestión obrera y
en el desarrollo multifacético de la individualidad de los trabajadores, y que ya tuvo
oportunidad de mostrarse a la faz del mundo en la antigua república Yugoslava; es
evidente que esta forma de organización social únicamente puede implantarse ahí en
donde se deje en entera libertad a las masas obreras para que establezcan un régimen
acorde con sus necesidades individuales, las cuales en el capitalismo brotan directamente
de su situación económica y son capitalistas por definición y en el socialismo formal
surgen a la luz cuando su contenido capitalista se impone sobre la conciencia colectiva de
los trabajadores.
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establecido en los países de más alto desarrollo capitalista, en los cuales las condiciones
materiales estaban ya lo suficientemente maduras para ello. Posteriormente, una vez
fortalecido el socialismo en los países más ricos, la revolución se extendería hasta las
colonias, neocolonias y países independientes en donde, con el apoyo de aquellos, se
podría establecer el socialismo mediante la acumulación acelerada dirigida por el gobierno
de los trabajadores.
Lenin, argumentan los revisionistas, forzando la teoría marxista e intentando
imponer un curso determinado a la historia, se propuso hacer lo que era imposible, es
decir, construir el socialismo en un país sumamente atrasado, en el cual la acumulación y
las fuerzas productivas estaban muy por debajo del punto crítico y que además se
encontraba completamente cercado por países en donde el capitalismo se había vigorizado
enormemente por medio de la derrota de la revolución que en ellos se gestaba.
Lenin se encuentra en Rusia con un movimiento revolucionario que se palpa con las
manos; pero éste no tenía, explican los revisionistas, un carácter socialista, sino
capitalista. Imbuido de sus prejuicios, Lenin trata entonces de fundamentar teóricamente
la acción del partido bolchevique en la revolución que se avecina. Desarrolla así la teoría
del imperialismo, de la cual hace el sujeto principal al capital financiero que, avasallándolo
todo, crea las premisas de la revolución socialista en una buena parte del sistema
capitalista, y no sólo en los países más desarrollados, sino también en aquellos de menor
desarrollo pero en los cuales se ha asentado firme y profundamente el capitalismo; el
sistema capitalista está formado por un conjunto de países de disímil desarrollo, en todos
los cuales maduran las premisas de la revolución, por lo cual ésta puede surgir tanto en
alguno o algunos de los países imperialistas o en alguno de sus eslabones más débiles, es
decir, en alguno de los países de menor desarrollo capitalista. Si la revolución estalla en
una de las metrópolis, entonces ella se convertirá en la base de sustentación de la
revolución en los demás países capitalistas; si, por el contrario, aquella se presenta en el
eslabón más débil de todo el sistema, entonces será el motor para encender la revolución
en los países desarrollados en donde se constituirá la base de apoyo para el primer país
revolucionario. De acuerdo con esto, Lenin considera erróneamente que la revolución que
se avecina en Rusia tiene un carácter socialista y que su realización traerá consigo
necesariamente un gran impulso a la revolución en los países desarrollados, los cuales
posteriormente serán el soporte de la construcción del socialismo en la vieja Rusia.
Sin embargo, continúan expresando los revisionistas, la realidad se impuso
implacablemente a las mistificaciones teóricas de Lenin: en efecto, la revolución rusa no
sólo no produjo la revolución en las metrópolis capitalistas, sino que, por el contrario, dio
lugar a un avasallador proceso contrarrevolucionario; la revolución rusa quedó
abandonada a sus propias fuerzas y entonces Lenin tuvo que echar mano de otro
subterfugio más: la tesis de la construcción del socialismo en un sólo país que por
añadidura se encontraba en el punto más bajo del desarrollo capitalista.
Es por eso que la cruda realidad se impuso definitivamente; a despecho del
discurso leninista, lo que verdaderamente se estableció en Rusia fue un régimen de
capitalismo de estado que tenía como contenido una acumulación acelerada de capital y
un desarrollo impetuoso de las fuerzas productivas basados en una colectivización forzosa
bajo la dirección dictatorial de un pequeño grupo que se constituyó en el único capitalista;
ningún tipo de socialismo pudo haberse instituido ahí porque el previo desarrollo
capitalista (acumulación de capital y volumen de las fuerzas productivas) no había
alcanzado el mínimo nivel requerido para ello.
En El imperialismo, fase superior del capitalismo 130, Lenin, haciendo una aplicación
impecable del marxismo, parte del estudio de las leyes que rigen la producción industrial
en la fase que vive el capitalismo en los primeros años de este siglo; así, encuentra que la
concentración y la centralización del capital han dado lugar, en los países capitalistas más
130
Lenin, Vladimir Ilich, El imperialismo, fase superior del capitalismo (esbozo popular), en Lenin,
Vladimir Ilich, “Obras Escogidas” en tres tomos. T. I, Instituto de marxismo-leninismo del CC. Del
PCUS, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, s/f, pp. 719-834
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2
...[El folleto] está escrito con vistas a la censura zarista. Por esto, no sólo me vi precisado a
limitarme estrictamente a un análisis exclusivamente teórico -sobre todo económico-, sino
que también hube de formular las indispensables y poco numerosas observaciones políticas
con la mayor prudencia, valiéndome de alusiones, del lenguaje a lo Esopo, ese maldito
lenguaje a que el zarismo obligaba a recurrir a todos los revolucionarios cuando tomaban la
pluma para escribir algo con destino a publicaciones de tipo 'legal'... Resulta doloroso releer
ahora, en los días de libertad, los pasajes del folleto desnaturalizados, comprimidos,
apretados en un anillo de hierro por la preocupación de la censura zarista. Para decir que el
imperialismo es la antesala de la revolución socialista, que el socialchovinismo (socialismo de
palabra y chovinismo de hecho) es una traición completa al socialismo, el paso completo al
lado de la burguesía, que esa escisión del movimiento obrero está relacionada con las
condiciones objetivas del imperialismo, etc., me vi obligado a recurrir a un lenguaje
'servil'131...
131
Idem
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2
liberación sexual es una reivindicación proletaria; nada más alejado de la verdad: la teoría
de Reich no es sino una variedad del psicoanálisis freudiano que no contiene ni un átomo
de crítica marxista y su eje central, la revolución sexual, es una reivindicación peculiar de
la pequeña burguesía que, por ejemplo en la década del 60, convirtió en su grito de guerra
en su enfrentamiento contra la gran burguesía. La revolución sexual sólo es la cretina
proposición de la intelectualidad pequeño burguesa de que se eliminen todas las
represiones sociales para que la energía libidinal pueda desarrollarse libremente bajo la
égida del principio del placer, es decir, pretende que se convierta la vida de los individuos
en un orgasmo ininterrumpido.
De la misma manera, concede el "status" de marxistas a verdaderos renegados o
enemigos de la teoría revolucionaria como Jean Paul Sartre, paradigma de los ideólogos de
la pequeña burguesía, André Gorz y, por supuesto, Herbert Marcuse, entre otros. Todos
ellos fueron integrantes de la llamada "nueva izquierda", fracción de la intelectualidad
pequeño burguesa internacional que tras de la abierta liberalización del régimen soviético
registrada a partir del XX Congreso del PCUS se dedicó en cuerpo y alma a revisar el
marxismo y a denostar al socialismo bolchevique.
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Capítulo III
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cuerpos y sus mentes de dos sentimientos contradictorios: por un lado, la euforia que
el consumo facilitado por el crédito les provoca, y por el otro, la angustia que los aflige
ante el peligro que sobre ellos se cierne de ser despojados de su patrimonio si no se
realizan los pagos pactados y la severa depresión en que se hunden cuando esa
amenaza se cumple.
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La cibernética
La cibernética, disciplina que en los últimos 20 años ha tenido un
impresionante desarrollo, reconoce como su núcleo esencial el análisis exhaustivo
de los sistemas y los mecanismos productivos, en el que ha obtenido los siguientes
resultados:
a) En primer lugar, ha permitido que la vigilancia, el control, la
comunicación y la retroalimentación de los sistemas y mecanismos que todavía se
realizan manualmente por los trabajadores se puedan ejecutar con una mayor
racionalidad, coordinación, organización y velocidad y que, por ende, tengan una
productividad más alta;
b) en segundo término, ha sido la base para un perfeccionamiento de los
sistemas y los mecanismos existentes, con lo cual dota a sus procesos de una
productividad más elevada;
c) en tercer lugar, ha sido el punto de apoyo para el desarrollo de nuevos
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Marx, Carlos, El Capital, t. I, Versión del alemán de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica,
México-Buenos Aires, Tercera Edición, 1964, pp. 546-547
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enorme.
Los gigantescos volúmenes de plusvalía que se producen mediante el trabajo
que utiliza los métodos y las máquinas cibernéticas se acumulan y se reinicia el ciclo
en una escala ampliada; con esto se fortalecen la violencia del capital sobre el trabajo
y el esclavizamiento de éste a aquel, se ahonda la separación de ambos, se
incrementan la explotación y la mutilación del obrero, se ratifica su condición de
apéndice de la máquina y se priva de una manera más decisiva de contenido al
trabajo, que así adelanta un paso más en su proceso de abstracción.
Los obreros de estos sectores productivos se ven sujetos también a los procesos
cíclicos del capital, por los cuales éste atrae y repele alternativamente obreros en
cantidades masivas, de acuerdo con sus necesidades de acumulación y las
condiciones impredecibles del mercado; de esta manera, tan pronto los llama a la
órbita de la producción, en donde sufren por fuerza todas los males del trabajo
capitalista, como los rechaza de la misma y los lanza a una situación de espantosa
miseria, de hambre, enfermedades y muerte.
Todas estas circunstancias que concurren en el trabajo cibernético
producen necesariamente el desgaste, descomposición y degeneración de todos los
órganos y funciones orgánicas de los trabajadores, al tiempo que fortalecen
férreamente su individualidad; de esta manera, se niega radicalmente la
naturaleza humana de los trabajadores, se anula su esencia natural humana.
Pero al mismo tiempo que esa monstruosa negación de la esencia natural
humana de los trabajadores, el trabajo cibernético produce los elementos de la
reconstitución de la misma sobre una base más alta.
En primer lugar, el individuo trabajador se encuentra aquí convertido
absolutamente en fuerza abstracta de trabajo, sin ningún contenido (no posee
ningún instrumento propio ni tiene una capacidad concreta determinada,
únicamente la capacidad abstracta de servir al sistema de maquinaria), es un
simple apéndice del instrumento maquinizado capitalista. En la medida en que la
fuerza de trabajo cobra mayor abstracción sólo puede funcionar como trabajo
cooperativo, cada vez más socializado
En segundo término, las capacidades y facultades concretas del individuo se
separan del mismo y se incorporan a un sistema de maquinaria, propiedad de los
capitalistas, el cual adquiere una dinámica propia de movimiento por la cual se
constituye como una masa de sistemas de maquinaria a la que ya sólo es posible
utilizar mediante el trabajo abstracto socializado. El instrumento individual se ha
transformado en un instrumento colectivo.
Este grado supremo de abstracción de la fuerza de trabajo y la socialización
que necesariamente la acompañan, son la forma adecuada bajo la cual los
trabajadores pueden reivindicar la propiedad del sistema global de maquinaria, de
la acumulación de fuerza de trabajo de los obreros que es el instrumento colectivo
de la especie para la transformación de la naturaleza, que detentan en propiedad
privada los capitalistas.
El trabajo cibernético tiene todas la características que Marx y sus seguidores
atribuyeron al trabajo capitalista: en él se produce necesariamente el despojo de las
capacidades de los trabajadores y la anulación creciente de su naturaleza humana,
pero al mismo tiempo se crean los elementos de un régimen económico superior, el
socialismo, en el cual el proletariado, como fuerza de trabajo colectiva, ha de
reivindicar la propiedad del instrumento colectivo y proceder a la reconstitución de la
naturaleza humana de los trabajadores.
La informática
A la par con la cibernética, e íntimamente ligada con ella, en los últimos
tiempos ha tenido un desarrollo mayúsculo la disciplina denominada Informática.
El perfeccionamiento de los sistemas, procesos y máquinas productivas, así
como el establecimiento y mejoramiento constante de métodos y máquinas de control,
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3
La comunicación
De la mano con la cibernética y la informática cobró un impulso superlativo la
llamada “ciencia de la comunicación”.
En todos los sistemas, procesos y máquinas productivas y en todos los
sistemas, procesos y máquinas de control, coordinación, comunicación,
retroalimentación, etcétera, se dan relaciones de acción y reacción recíprocas entre
ellos, entre los elementos que los componen, entre todos los anteriores y los elementos
subjetivos (propietarios capitalistas, trabajadores productivos y consumidores) y entre
éstos últimos mismos.
Esas relaciones se establecen a través de la comunicación, es decir, del proceso
en el cual un emisor envía por un medio específico y utilizando un código determinado
un mensaje al receptor y éste lo recibe y tiene una reacción que puede ser una acción
determinada que contenga también una comunicación de respuesta, con lo que se
origina el mismo movimiento en sentido inverso, es decir, partiendo del receptor que
ahora es emisor, y así sucesivamente.
La creciente complejidad que los sistemas, procesos y máquinas adquieren en
la fase superior del capitalismo genera una gran cantidad de datos que deben fluir en
el interior de cada uno y entre ellos mismos, en ambos sentidos a la vez, y a una
vertiginosa velocidad; se imponen entonces el análisis exhaustivo de los procesos de
comunicación, su desarrollo y perfeccionamiento y la maquinización de los mismos.
Aquí también la máquina por excelencia es la computadora.
El trabajo de comunicación, lo mismo que el cibernético y el de informática, es
trabajo capitalista y posee las mismas características que ya pusimos de relieve
anteriormente.
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Ver: National Science Board. 2004. Science and Engineering Indicators 2004. Two volumes. Arlington,
VA: National Science Foundation (volume 1, NSB 04-1; volume 2, NSB 04-1A).
http://www.nsf.gov/statistics/seind04/c6/c6s5.htm
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4
económico-políticas.
En Metrópolis y neocolonias transformó radicalmente la antigua estructura
industrial: obligó a los empresarios a convertir sus industrias para adecuarlas al
nuevo modelo industrial (desde luego, aquellos que no lo hicieron, la gran mayoría,
fueron sacados del mercado) y proporcionó un gran impulso a las nuevas ramas
productivas que la sociedad de consumo había generado. Esta acción fue un golpe
mortal para la fracción burguesa propietaria del sector industrial desplazado, pues
significó su ruina económica; igualmente, tuvo como efecto inmediato el despido de
cantidades masivas de trabajadores, que pasaron a engrosar el ejército industrial de
reserva.
Entregó a los empresarios privados las industrias estatales y los fondos de
salud, de jubilación y retiro de los trabajadores.
Restringió a su mínima expresión los derechos laborales de los trabajadores.
Formó asociaciones regionales de países entre los cuales se redujeron y en
última instancia se eliminaron las protecciones arancelarias y de otros tipos y en
general se negociaron acuerdos de libre comercio de la más diversa índole. Se
empezó a formar un mercado global dentro del cual circulaban capitales y
mercancías con una libertad casi absoluta.
En último lugar en la enumeración, pero no en importancia, el año de 1989
se derrumbó el sistema de países del capitalismo sui generis en el que se habían
convertido las naciones antiguamente socialistas; cierto es que como una de las
vertientes de la llamada “guerra fría” la plutocracia burguesa internacional realizó
una sistemática labor de socavamiento de la economía de esos países, pero el
impulso principal de su derruimiento venía del interior mismo del sistema, por lo
que su estrepitoso desplome fue una grata sorpresa, algo no esperado pero que la
burguesía internacional recibió con gran beneplácito.
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(conceptos de: naturaleza esencial del ser humano, anulación y reapropiación de su esencia
natural humana, comunismo como la absoluta colectivización del ser humano, etcétera) y d)
reconocimiento de la Lógica de Hegel como el método científico del marxismo.
-Desarrollo creador del marxismo leninismo, cuando menos en los siguientes aspectos:
a) análisis del proceso histórico del paso de la primera a la segunda fase del capitalismo, b)
estudio del nacimiento y extinción del socialismo que se instauró en la primera fase del
capitalismo, c) utilización, en a) y b), de la Lógica de Hegel como método científico del
conocimiento (doctrina del ser y doctrina de la esencia) y, desde luego, de aquellos principios
del marxismo que tienen vigencia para ambas fases del capitalismo, d) determinación de las
características específicas del capitalismo de consumo (consumo masivo, individuación de los
trabajadores, etcétera), e) discernimiento de las formas particulares de explotación y
depauperación de los trabajadores que se dan en la sociedad de consumo, f) identificación de
los elementos que en la sociedad de consumo constituyen los gérmenes de la segunda etapa del
socialismo, g) explicación de los rasgos esenciales del socialismo que surgen de la sociedad de
consumo (colectivización del consumo, abolición de la individualidad capitalista de los
trabajadores, abolición de la familia y el hogar individuales, etcétera). Una vez conseguido este
objetivo, la intelectualidad radical habrá logrado aclarar para sí misma todas esas cuestiones
teóricas y estará en posibilidad de pasar a la etapa siguiente, en la cual: -procederá a remover
la conciencia burguesa y pequeño burguesa que posee la clase de los trabajadores y a
sustituirla por una conciencia proletaria, lo cual significa que debe llevar a la clase de los
trabajadores a la comprensión plena de la naturaleza que tiene el régimen capitalista de
consumo, del carácter de propietarios privados de sí mismos que éste les ha conferido, de las
formas extremas que en él adquieren su explotación y depauperación y de la necesidad de que
unidos, organizados y conscientes den vida, por medio de los métodos revolucionarios clásicos,
al socialismo integral, el que además de la propiedad colectiva sobre los medios e instrumentos
de producción incluye la colectivización del consumo y la supresión de la individualidad
capitalista de los obreros;
-al mismo tiempo, deshará la organización burguesa y pequeño burguesa de los obreros
y los organizará en torno al denominador común de su naturaleza de trabajadores asalariados
y al proceso de dotación de la conciencia proletaria;
-en esta evolución se irán transformando cualitativamente la intelectualidad radical y
la clase de los trabajadores; la primera integrará a su ser las capas superiores de la clase
obrera y se convertirá en un partido revolucionario; la segunda estará cada vez más y mejor
organizada en torno a sus intereses de clase, será una clase revolucionaria; partido y clase
formarán una unidad indisoluble. Partido y clase desarrollarán entonces la lucha por la
instauración del socialismo integral. Una vez que la clase obrera, guiada por su Partido
revolucionario, haya conquistado el poder, deberá realizar las transformaciones revolucionarias
en el régimen de producción: apropiación colectiva de los medios e instrumentos de
producción, colectivización del consumo, abolición de la individualidad capitalista de los
trabajadores, etcétera.
Multitud de grupos y grupúsculos, en el tramo de existencia de la sociedad de consumo,
han intentado infructuosamente convertirse en Partidos revolucionarios y organizar a los
trabajadores en una clase revolucionaria. El esquema de su acción es siempre el siguiente: se
reúne un grupo de intelectuales radicales que declaran su adhesión al marxismo-leninismo, al
cual consideran una doctrina completa y lista para aplicarse, y manifiestan su repudio al
revisionismo de todo tipo; se organizan de acuerdo con las directrices de la IIIa. Internacional y
toman como modelo al Partido Bolchevique: establecen Comités, Burós, Conferencias, etcétera,
entre los que reparten, conforme a una meditada división del trabajo, todas las tareas
imaginarias que algún día van a llevar al cabo; fundan su órgano informativo, al que
denominan “Iskra”, o algo así; otean el horizonte político y siempre descubren que ahora sí el
proletariado, obligado por la superexplotación capitalista, ha iniciado una lucha contra el
régimen burgués; trazan una estrategia y una táctica para la lucha revolucionaria, armados
con las cuales se lanzan a la conquista de la clase obrera. Invariablemente, una clase obrera
sometida organizativa e ideológicamente a la burguesía los repele sin que hayan siquiera
podido hacer contacto con su epidermis; sobreviene la crisis en la organización
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“revolucionaria”, se produce sin falta la escisión y ya tenemos dos grupos que seguirán el
mismo ciclo descrito. Y así sucesivamente. Las organizaciones que después de varios intentos
de penetrar en la clase obrera, por alguna causa sobreviven a esta fatalidad, se convierten,
conservando su estructura de Partidos “revolucionarios”, en aliados de la pequeña burguesía
en las luchas “populares” que sus diversos sectores despliegan contra la burguesía y hacen de
esa lucha pequeño burguesa el único contenido de su acción política. Esto es así porque estos
grupos nunca realizan las tareas necesarias, que acabamos de describir, para tener un
carácter verdaderamente revolucionario. Sin embargo, el propio desarrollo del capitalismo en
su fase de consumo habrá de obligar a la intelectualidad radical a dar el salto cualitativo por el
cual debe convertirse en una organización verdaderamente revolucionaria.
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Marx, Carlos, El Capital, Crítica de la Economía Política, t. I, versión del alemán por Wenceslao Roces,
Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, 1964 pp. 434-443
135
Robledo Esparza, Gabriel, El Desarrollo del Capitalismo Mexicano, Biblioteca Marxista, Sísifo
Ediciones, México, 2007, pp. 181-182
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Marx ha establecido las leyes generales que rigen la relación entre el precio de la
fuerza de trabajo, el valor de la misma y la extensión, intensidad y productividad del trabajo.
Es a través de las mismas que se realiza el movimiento contradictorio de vulneración
y reconstitución de la fuerza de trabajo que hemos delineado en párrafos anteriores.
En un extremo, la potencia enemiga del trabajo, el capital, pasa por fases bien
definidas: capitalismo de libre cambio, capitalismo de monopolios, capitalismo del bienestar
y capitalismo de consumo; en el otro, en cada una de ellas se produce una reacción peculiar
de la clase de los trabajadores.
En el capitalismo de libre cambio tienen su primera aparición, plena de violencia,
brutalidad y atrocidades en contra de los trabajadores, las formas clásicas de producción de
plusvalía, cuyos efectos inmediatos son: extensión e intensidad desmedidas del trabajo,
reducción sistemática del salario, utilización masiva de trabajo infantil, violencia física y
moral dentro y fuera de los lugares de trabajo, todo lo cual se traduce, como ya lo hemos
señalado, en una situación interminable de desgaste excesivo de la fuerza de trabajo,
hambre, enfermedades, muerte prematura, etcétera.
La reacción de los obreros es el despliegue de una lucha en contra de la burguesía
para detener y después revertir todas estas circunstancias adversas.
Desarrolla, entonces, un movimiento que tiene como objetivos reducir la jornada de
trabajo, elevar el salario obrero, regular el trabajo infantil y femenil, etcétera y lo hace
mediante su organización en sindicatos, la realización de huelgas y, en estadios superiores,
participando políticamente e incluso fundando partidos obreros. Es en esta época en la que
surge, como resultado necesario de la anterior evolución de la ciencia y la filosofía, el
marxismo, que es la doctrina revolucionaria del proletariado, científicamente exacta.
La propia lucha obrera obliga al capitalismo a dar un salto adelante. Ahora la
producción se realiza fundamentalmente en empresas monopólicas. El desarrollo
desmesurado de los monopolios tiene como resultado necesario la ruina de la pequeña
industria y de la industria no monopólica, las cuales compensan sus pérdidas ejerciendo
una gran presión sobre sus trabajadores mediante los métodos clásicos de producción de
plusvalía, con los resultados consabidos en la situación de los obreros. En esta época, el
ejército industrial de reserva se incrementa sustancialmente y se consolida como una
cuantiosa población desempleada que presiona sobre los trabajadores ocupados y aumenta
en gran medida las condiciones de miseria de la situación en que viven los trabajadores.
La competencia entre los países capitalistas desemboca necesariamente en la guerra
interimperialista.
El conflicto mundial entre las potencias ocasiona la incapacidad física y mental y la
muerte de una gran parte de los trabajadores reclutados como militares por los ejércitos
contendientes, severos daños y numerosas muertes en la población civil, centuplicación de
la explotación de los trabajadores en general que incrementa ampliamente la miseria
preexistente, la cual toma ahora el carácter de un genocidio contra los trabajadores, a los
que lleva, literalmente, a su extinción física masiva.
La primera forma de la depauperación de los trabajadores en el régimen capitalista ha
llegado a su punto superior. Se ha producido una absoluta disyunción entre el desarrollo del
capital y la reproducción del trabajo como su base de existencia. De tal magnitud es esa
separación que el capital ha conducido a los trabajadores a un proceso de aniquilación que
amenaza ser irreversible.
El movimiento obrero ha madurado. Se han conformado partidos obreros
socialdemócratas que inscriben en sus banderas la abolición de la propiedad privada y el
establecimiento de la propiedad colectiva, del socialismo.
La teoría revolucionaria se enriquece con los desarrollos de Lenin y Stalin, quienes
fundamentan científicamente la naturaleza del capitalismo ruso: en ese régimen se ha
producido la total desposesión de los trabajadores y sus antiguas facultades y capacidades
se han concentrado en los medios e instrumentos de producción, que se acumulan en
montos crecientes bajo la propiedad de los capitalistas; por un lado, los medios e
instrumentos de producción, concentrados y socializados, cuyo manejo es cada vez más un
asunto de un obrero colectivo y, por el otro, los obreros que realizan un trabajo en conjunto,
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4
colectivo, son el prerrequisito para la apropiación de los primeros por los segundos
organizados colectivamente para la lucha política.
La consigna revolucionaria es: conquista del poder por el proletariado, derrocamiento
de la burguesía, establecimiento de la dictadura de los trabajadores, desposesión de la
propiedad privada de los capitalistas, constitución de la propiedad colectiva del proletariado
sobre los medios e instrumentos de producción.
El impulso para la acción de la clase obrera se encuentra en la absoluta
contradicción entre el capital y los trabajadores, los cuales no tienen otra opción, frente a su
inminente desaparición, que recobrar los elementos que el capital les ha sustraído y con ello
garantizar la continuación de su existencia.
Como resultado de las características específicas que en esta época tienen la
explotación capitalista y la respuesta a ella de la clase obrera se produce la revolución
socialista rusa en octubre de 1917.
En el período posterior a la revolución rusa continúan prevaleciendo las mismas
condiciones, por lo que después de un segundo conflicto bélico mundial el socialismo se
instaura en varios países de Europa oriental y en China.
El capitalismo y el socialismo establecen una relación de mutuo engendramiento y
negación.
El capitalismo, en un espacio sensiblemente reducido, se eleva a un plano superior.
La monopolización de la producción es disminuida sensiblemente y se da un gran
impulso a la industria no monopólica, entre ellas a la que produce bienes de consumo.
La fuerza productiva del trabajo (la maquinización de la producción) tiene un
desarrollo portentoso, tan grande que crea la posibilidad de que la jornada de trabajo se
reduzca sensiblemente, los salarios crezcan en alguna medida, las condiciones laborales
mejoren en cierta magnitud, etcétera.
El movimiento obrero pugna ahora por consolidar y ampliar esas tendencias que
surgen en el capitalismo y, además, por incluir entre sus demandas una serie de
reivindicaciones nuevas, como pensiones para adultos, seguro contra accidentes laborales,
servicios médicos universales, educación elemental gratuita, seguro contra el desempleo,
salarios mínimos remuneradores, viviendas para los trabajadores, etcétera.
El Estado per se y presionado por el movimiento obrero, es el garante de su
suministro en unos casos y el proveedor directo en otros, de los satisfactores que la clase
obrera requiere y reclama.
Son el Estado benefactor y el capitalismo del bienestar, los que toman cuerpo en los
países capitalistas más adelantados después de la segunda guerra mundial.
Las características de este capitalismo concuerdan exactamente con una de las
posibles combinaciones de las relaciones determinantes entre fuerza productiva, extensión,
intensidad, valor y precio del trabajo enumeradas por Marx en el capítulo XV del primer
tomo de El Capital. La explotación y depauperación de los trabajadores se produce, de
acuerdo con los mismos razonamientos de Marx, no obstante y por medio de la elevación del
salario, la reducción de la jornada, la maquinización de la producción, el mejoramiento de
las condiciones de trabajo y de vida de los obreros, etcétera.
La teoría de la revolución había establecido una relación inextricable entre la primera
forma de la depauperación del proletariado y la necesidad de la revolución.
La revolución era inminente a causa de la extrema miseria, la cual atentaba contra la
mera existencia física del proletariado
Cuando el capitalismo se eleva a un nivel superior de su existencia y aquella forma
deja de tener una vigencia general ya que es sustituida por otra que implica un
mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores que los aleja de la catástrofe,
entonces la teoría se extravía.
Se considera que el capitalismo ha cambiado sustancialmente. Ya no es aquel que
fatalmente generaba la miseria exterminadora del proletariado; ahora tiene la capacidad, y
la ejerce, de satisfacer en cierta medida las necesidades de los trabajadores.
La explotación y depauperación del proletariado tienen otro contenido: se trata del
sometimiento del trabajador a las exigencias de un régimen de dominación total que anula el
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capitalistas.
El consumo masivo tiene como premisa y resultado necesarios la prostitución del
individuo, la especulación que el trabajador realiza sobre sus necesidades y satisfactores,
exaltándolos desmedidamente para obtener una satisfacción magna, inacabable. Es la
negación absoluta de las necesidades individuales humanas.
De aquí surge, necesariamente, la reivindicación de la restitución de la naturaleza
humana de las necesidades individuales, de la reapropiación de su naturaleza individual
colectiva, lo que implica la abolición implacable de la individualidad capitalista de los
trabajadores
El trabajo cibernético tiene todas la características que Marx y sus seguidores
atribuyeron al trabajo capitalista: en él se produce necesariamente el despojo de las
capacidades de los trabajadores y la anulación creciente de su naturaleza humana, pero al
mismo tiempo se crean los elementos de un régimen económico superior, el socialismo, en el
cual el proletariado, como fuerza de trabajo colectiva, ha de reivindicar la propiedad del
instrumento colectivo y proceder a la reconstitución de la naturaleza humana de los
trabajadores.
El socialismo y el comunismo son, entonces, la reapropiación de la naturaleza humana
de la especie.
La primera forma de la depauperación de los trabajadores sigue existiendo, y con
una gran fuerza, en el capitalismo moderno.
En los países menos desarrollados el capitalismo atraviesa fases que se asemejan a
las del capitalismo de libre cambio. En ellos tiene un amplio campo de acción la primera
forma de la explotación y depauperación de los trabajadores.
Los países desarrollados, al transitar a la nueva división internacional del trabajo
desplazan su fuerza de trabajo hacia industrias de alta tecnología y requieren de mano de
obra barata para sus ocupaciones inferiores (agricultura, construcción); recurren entonces a
los desocupados que sus homólogos han creado en el tercer mundo e importan fuerza de
trabajo en cantidades crecientes.
En los países metropolitanos se forma, con los inmigrantes, una copiosa población
que está sujeta, en su totalidad, a las formas de explotación y depauperación clásicas, con
la esclavitud sans phrase incluida.
En los países capitalistas desarrollados se presentan cíclicamente crisis
catastróficas, como la de 2008-2012. Durante estos cataclísmicos acontecimientos
económicos se desarrolla nuevamente y cobra bríos, entre los mismos obreros
metropolitanos, la primera forma de la explotación y depauperación.
Entre los países capitalistas desarrollados se establece una división del trabajo por
la cual uno de ellos se convierte en el productor de bienes de capital de una tecnología
cada vez más poderosa que cubre las necesidades del mercado mundial y los demás se
transforman en los proveedores internacionales de bienes de consumo sofisticados y bienes
de capital de una tecnología inferior. Esta división genera, desde luego, relaciones de
complementación y oposición entre los países ricos que puede desembocar en crisis como
la monetaria que sacudió al mundo en la década de los años setenta del siglo XX. La
acción mutua entre estas dos partes integrantes del sistema eleva el capitalismo a etapas
superiores de su existencia.
En las colonias concluye en lo fundamental la revolución democrático-burguesa
antiimperialista. Al término de la misma queda establecido en ellas plenamente el régimen
capitalista de producción, al que integran dos sectores fundamentales: (a) uno formado por
los grandes terratenientes, comerciantes e industriales capitalistas provenientes de las
clases feudales dominantes (pero que, merced al proceso reseñado, han dejado de ser
feudales) que poseen plantaciones, explotaciones y fábricas en las que producen materias
primas y alimentos para el mercado metropolitano y bienes de producción y de consumo
para el mercado interno; el capital de este sector crece con base en el capital extranjero, al
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2
5
que está íntimamente unido; en este proceso de capitalización, este sector negocia con el
capital extranjero para que primero le permita asociarse con él y por último deje
definitivamente a su cargo algunas ramas productivas; el capital imperialista, por su parte,
se desplaza a otras ramas en las que provoca también un proceso de capitalización del
sector aludido y determina su modernización, vale decir que el capital extranjero acrecienta
y moderniza el capital nacional del sector en estudio; (b) un segundo sector formado por
capitalistas agrícolas, comerciales e industriales provenientes de los pequeños productores
de mercancías de la época de la dominación feudal imperialista y que producen
principalmente bienes de consumo para el mercado interno; este sector, que también ha
nacido al calor de la penetración imperialista y que crece conforme lo hace el otro sector
mencionado, aunque en mucho menor medida, encuentra un obstáculo en el crecimiento
desorbitado del capitalismo nacional que es apoyado por el capital extranjero; estas
condiciones de existencia obligan al sector que nos ocupa a realizar una acción económica
y política en contra de la gran burguesía para detener su crecimiento exorbitante y forzarla
a derivar recursos hacia él con la finalidad de propiciar un desarrollo armónico de los dos
sectores del capitalismo colonial; todas las reivindicaciones de este sector capitalista
nacional giran precisamente en torno a sus intereses económicos, que son contrarios a los
del otro sector; de ahí entonces que entre sus banderas se encuentre la del
antiimperialismo que significa, simple y llanamente, la exigencia de que el capital nacional
desplace aceleradamente al capital extranjero y lo sustituya en sus funciones; el programa
de este sector burgués incluye, por tanto, la nacionalización de las empresas extranjeras
que explotan recursos naturales, producen bienes y servicios, etcétera, la protección
arancelaria, la sustitución de importaciones, el empleo de materias primas y energéticos
nacionales para el capitalismo nacional, exportación de bienes manufacturados mediante
la complementación de las economías desarrolladas, transmisión libre y barata de la
tecnología de los países adelantados a los "subdesarrollados", reglamentación de las
inversiones extranjeras para excluirlas legalmente de ciertos sectores económicos a la vez
que se les dirige hacia otros campos para que impulsen en ellos el crecimiento del
capitalismo nacional, etcétera. En torno a estas reivindicaciones se genera una lucha
interburguesa entre la gran burguesía proveniente de los terratenientes y la burguesía que
desciende de los pequeños productores de mercancías, a la que arrastran a las demás
clases sociales de la colonia; con alternativas que llevan al poder a una o a otra fracción
burguesa, se va conformando una tendencia hacia la constitución de una nueva forma del
capitalismo colonial y de una nueva relación entre las metrópolis y las colonias, a la que
aquí denominaremos neocolonialismo; en esencia, el proceso tiende a que el capital
nacional vaya desplazando al capital extranjero de las esferas y funciones tradicionales y
de esta manera lo obliga a que se reconcentre en nuevas funciones cada vez más
complejas, lo que da al mismo tiempo un gran impulso ascendente al capitalismo nacional
y al de la metrópoli; en la forma "pura" del neocolonialismo, los países desarrollados se
dedicarían a la tarea de proporcionar a los países neocoloniales modernos bienes de
capital, complicada tecnología, alto financiamiento y bienes de consumo sofisticados,
mientras que éstos, por su parte, proporcionarían a las metrópolis, producidos con su
propio capital, materias primas, energéticos y manufacturas cuya producción es
incosteable para ellas y también controlarían la mayor parte del mercado interno de bienes
de consumo y de capital; cada nueva esfera de acción que reivindicase para sí el capital
nacional neocolonial sería una carga menos para el capital metropolitano, el cual podría
así reconcentrarse en el desarrollo más amplio de la tecnología moderna, de igual modo
que todo progreso de ésta se traduciría en un adelanto del capitalismo neocolonial. Como
se ve, en su fase superior el capitalismo internacional está estructurado por dos partes
interdependientes, las cuales se suponen y se engendran mutuamente. Las relaciones
entre estos dos elementos son de unidad y lucha, por lo que deben necesariamente
presentarse crisis (como las del petróleo, vgr.) de las que el capitalismo internacional sale
más fortalecido. De suyo se comprende cuál es la verdadera naturaleza del
antiimperialismo ayer todavía en boga: se trata, simple y sencillamente, de la lucha de una
fracción de la burguesía nacional de las neocolonias en contra de otro sector burgués de
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las mismas y del imperialismo ¡para hacer pasar a éste a una fase superior de su
existencia!
Esta relación entre el capitalismo metropolitano y neocolonial, basada en el
proteccionismo, evoluciona, a partir de la octava década del siglo XX, hacia otra que tiene
su fundamento en el libre comercio, a la que se denomina neoliberalismo.
El grupo de países formado por las grandes potencias capitalistas que habían
participado en el conflicto armado constituyó un primer sector del régimen capitalista
resultante de la segunda guerra mundial; a este grupo pertenecían los Estados Unidos,
país que salió súper fortalecido de la contienda y que era ahora la mayor potencia
económica capitalista, y otros países, como Alemania, Francia, Japón, etcétera, cuyas
economías habían sido devastadas por la guerra. Entre ellos se estableció una relación por
la cual los Estados Unidos primero desarrollaron una acción para impulsar la
reconstrucción de los otros países del sector, luego apoyaron su desarrollo económico y por
último los integraron al grupo de las economías capitalistas más desarrolladas, que tiene
por extremos, por un lado a Norteamérica, cuya economía se especializa en la producción
de medios de producción, alta tecnología, la ciencia moderna, bienes de consumo
sofisticados, productos financieros, capital, etcétera, y por el otro a Francia, Alemania,
Japón, etcétera, que proporcionan al mercado norteamericano bienes de consumo
duradero y, también, bienes de producción de una tecnología inferior e incluso la misma
tecnología de segundo orden. Las dos partes de este sector se establecieron como los
extremos de una contradicción, los cuales se engendran y se niegan mutuamente.
Para finales de la década de 1970 esta relación había alcanzado su madurez.
En un mutuo impulso, la economía norteamericana creció por medio del apoyo a la
reconstrucción y el desarrollo de las economías de los otros países del sector. Sin embargo,
esta relación empezaba ya a convertirse en su contrario: las economías de los países
europeos y del Japón crecían a un ritmo vertiginoso, desbordando el mecanismo de mutua
complementación con la economía norteamericana, y se había generado ya una drástica
oposición en la cual el desarrollo de los países europeos y del Japón tenía su base en la
vulneración del desenvolvimiento de la economía norteamericana.
La metamorfosis radical de la economía norteamericana, el paso de la “sociedad del
bienestar” a la “sociedad de consumo”, que implicaba un cambio sustancial en el modelo
industrial, comercial y financiero del capitalismo norteamericano hacia lo que se ha dado
en llamar la “nueva economía”, se realizó, sin embargo, bajo la égida del sector I de la
economía norteamericana (la plutocracia norteamericana), que fue el que estuvo en el
poder durante los gobierno de Reagan y Bush padre, esto es, en el período comprendido
entre 1981 y 1993.
La misma plutocracia norteamericana fue la que condujo el proceso señalado, que
en esencia se centraba en la estructuración de una industria productora de medios de
producción, tecnología y bienes de consumo sofisticados que tuviera su base en los
adelantos tecnológicos alcanzados por las industrias militar y espacial en la etapa anterior
(cibernética, informática, etcétera). Recordemos que el galardón más alto de la “nueva
economía”, la red global, la web, es un instrumento originalmente concebido y desarrollado
con fines militares.
Al mismo tiempo, la plutocracia impulsó la transformación de las economías de los
demás países capitalistas con el fin de hacerlos ingresar a la nueva relación internacional.
La revolución pequeño burguesa China fue el último resultado de la revolución
democrático burguesa antiimperialista internacional y a la vez el motor del
neocolonialismo, nueva fase del colonialismo.
Después de llegar a la cima de su desarrollo, los países del socialismo formal de
Europa oriental sufrieron el fortalecimiento del contenido capitalista que mantenían en su
interior, por lo cual, a partir de la década del 60, iniciaron un proceso de regresión hacia el
capitalismo que primeramente dio como resultado el establecimiento de un capitalismo sui
generis que tenía como elementos constitutivos a una pequeña burguesía surgida del
propio proletariado y una clase obrera que soportaba la explotación de que la primera la
hacía objeto y después, a partir de 1989, los hizo entrar en la vía del capitalismo clásico,
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En resumen:
En los países metropolitanos y en los capitalistas que no son neocolonias, el
capitalismo ha pasado por las siguientes fases:
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planeta;
j) la concentración y centralización del capital, su socialización e
internacionalización han ido en aumento;
k) en consecuencia, la explotación y depauperación de la clase obrera
internacional se han agudizado en una escala grandísima;
l) el capitalismo se ha estructurado en todo un sistema mundial compuesto por
las partes que a continuación se detallan:
a' Sistema de países capitalistas altamente desarrollados (imperialistas), en cuyo
interior se da una división entre un país que se especializa en la producción, para el
mercado internacional, de bienes de capital modernos, una ciencia omnicomprensiva y una
moderna y compleja tecnología, y las restantes naciones, que producen preferentemente
bienes de capital más modestos y bienes de consumo sofisticados para ese mercado. Las
relaciones que se establecen entre ambas partes del sistema son de unidad
(complementación) y lucha: la economía de estas dos partes del sistema se complementan
porque una de ellas proporciona a la otra los medios de producción modernos y ésta a su
vez provee a la primera de otros bienes de capital más sencillos y bienes de consumo; de
esta suerte, al especializarse en la producción de cada uno de los tipos de bienes
mencionados, los dos sectores del sistema se engendran mutuamente y acceden a una fase
superior; la lucha se entabla porque la acción del país de la industria pesada sobre los
demás países produce en éstos un progreso de sus industrias productoras de bienes de
capital y de bienes de consumo, las que entran en competencia con las de aquel, tanto en
los mercados internos del sistema como en todo el mercado internacional; para poder
enfrentarse a sus competidores, el país líder del sistema se ve obligado a dar un poderoso
empuje a sus industrias mediante un desarrollo más intenso de la ciencia y la tecnología;
los países del polo opuesto, ante esta acometida, tienen que asimilar la nueva tecnología e
impulsar sobre esa base superior sus industrias productoras de bienes de consumo y de
capital, con lo que se reinicia el ciclo descrito; la lucha entre las dos partes del sistema es,
también, como se ve, un mutuo engendramiento (que discurre a través de crisis) cuyo
resultado es el desenvolvimiento sobre una base científica y tecnológica cada vez más alta
de la industria pesada y la industria productora de bienes de consumo a escala
internacional y, por ende, el perfeccionamiento constante del régimen capitalista de
producción.
b' Sistema neocolonial del imperialismo, integrado por un grupo de países
capitalistas que forman mercado y campos de inversión para los productos y los capitales
excedentes del sistema de países desarrollados y que son fuentes de materias primas,
energéticos, productos alimenticios y, de una manera cada vez más intensa, de
manufacturas para esas mismas naciones.
Las dos partes integrantes del sistema general del capitalismo (imperialismo), es
decir, los países desarrollados y los países neocoloniales, tienen entre sí relaciones de
unidad y lucha, a través de las cuales se engendran mutuamente. El capitalismo, al
extenderse geográficamente más allá de los límites de Europa occidental y Estados Unidos,
generó el capitalismo en los países de la periferia, a los cuales convirtió en sus colonias;
establecida esta estructura fundamental (las metrópolis proveedoras de capital y productos
manufacturados para las colonias y éstas a su vez de materias primas, energéticos y
alimentos para las metrópolis), ambas partes se especializaron en sus funciones
respectivas, con lo que se dieron un poderoso impulso ascendente; la intrusión del
capitalismo en las colonias da lugar al nacimiento de un capitalismo nacional que tiene su
base en el capital extranjero; el capital nacional se enfrenta de inmediato a su progenitor,
al que le disputa sus campos de acción, y logra primero la abolición del régimen feudal en
las colonias, la salida de las tropas de ocupación y la nacionalización de la administración
pública; posteriormente reivindica para sí la producción de las materias primas,
energéticos y alimentos para el mercado metropolitano y la producción para el mercado
interno de algunos bienes manufacturados; y, por último, demanda la utilización de esas
materias primas, energéticos y alimentos para su propio desarrollo capitalista. En cada
una de estas fases, el capitalismo de la metrópoli se ve obligado a reconcentrarse sobre sí
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2
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mismo y pasa a una etapa superior de su existencia que se caracteriza por un gran
desarrollo de la tecnología moderna (por ejemplo, si el petróleo y el carbón son empleados
definitivamente en la industria de las neocolonias, entonces las metrópolis se verán
obligadas a desarrollar la tecnología para el aprovechamiento de la energía atómica y solar,
acelerando así el perfeccionamiento del capitalismo metropolitano) y alto financiamiento y
complicada tecnología para las colonias; éstas, por su parte, tienden a convertirse en
proveedoras de ciertos bienes manufacturados -cuya producción es incosteable para los
países desarrollados- para surtir el mercado metropolitano. Estas dos partes del sistema
general del capitalismo, al engendrarse mutuamente (a través de crisis), se dan un impulso
que las lleva a etapas cada vez más altas del capitalismo.
c' Sistema de países del "socialismo pequeño burgués". Estuvo originalmente
formado por un grupo de naciones en las que se estableció el socialismo pero que
posteriormente degeneraron en una restauración sui generis del capitalismo. En su interior
se dio una división que, guardadas todas las proporciones, tenía la misma naturaleza que
la establecida entre los integrantes del sistema de países capitalistas desarrollados; es
decir, que Rusia Soviética era, dentro del sistema del "socialismo pequeño burgués", un
país imperialista. Las relaciones de este sistema con el sistema general del capitalismo, que
se hicieron más amplias conforme se realizaba la política de "coexistencia pacífica", eran de
unidad y lucha, por las que se engendraban mutuamente ambos sistemas para formar el
sistema mundial del capitalismo. Hubo un proceso de creciente complementación en el que
el sistema de países capitalistas desarrollados transmitía tecnología moderna a los países
del "socialismo pequeño burgués" y alentaba así en ellos la forma sui generis del
capitalismo que ahí existía; por su parte, estos países exportaban al "mundo occidental"
materias primas y bienes manufacturados. La lucha frontal entre estos dos sistemas se
entablaba en torno al sistema neocolonial; conforme más se desarrollaba el capitalismo
restaurado en los países "socialistas pequeño burgueses", más apremiante era su
necesidad de contar también con neocolonias y más virulento era su ataque para
arrebatárselas a los países capitalistas desarrollados. Las relaciones contradictorias entre
estas dos partes integrantes del sistema mundial del capitalismo se resolvieron en el
perfeccionamiento de ambos, lo que dio lugar el paso del socialismo en degeneración que
ahí existía a un capitalismo al estilo de occidente. Se produjo así la fusión de ambos
sistemas en un gran sistema mundial del capitalismo.
m) Las relaciones entre las distintas partes del sistema mundial del capitalismo
son, como ya vimos, de complementación y oposición. La lucha que entre ellas se entable
puede llevar hasta la paralización ya de uno ya de otro de los sistemas enunciados y son
desde simples guerras comerciales que desembocan en crisis como la monetaria y la del
petróleo hasta verdaderas guerras militares localizadas preferentemente en los países
periféricos. Estos conflictos son enfrentamientos de las burguesías de los distintos
sistemas capitalistas, es decir, luchas interburguesas en el ámbito internacional y tienen
como resultado final el adecuamiento mutuo de esos sistemas mencionados para el mejor
logro de su común propósito fundamental: la explotación del proletariado internacional y,
desde luego, la exaltación del capitalismo mundial a un estadio más alto. Existen conflictos
entre las dos partes fundamentales del sistema de países desarrollados, entre este sistema
y el sistema neocolonial y anteriormente entre todos éstos y el sistema del "socialismo
pequeño burgués", el que también tenía contradicciones en su interior. A su vez, es ocioso
decirlo, hay una lucha encarnizada entre los países componentes de cada uno de los
sistemas y partes del sistema considerados. El sistema neocolonial era apoyado por los
países del "socialismo pequeño burgués" en su contienda en contra del imperialismo
burgués.
La economía de los países imperialistas crece desorbitadamente, con lo que provoca
la declinación de las demás partes del sistema y las lleva a la ruina; la respuesta de éstas
es la lucha económica y política que tiene como finalidad detener el crecimiento
desorbitado de aquellas y derivar recursos para su propio desarrollo como partes
integrantes del sistema mundial del capitalismo, con lo cual proveen así a su
perfeccionamiento; esta lucha adopta distintas formas, según la parte del sistema
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Comunidad Económica Europea, la Cuenca del Pacífico y América del Norte, entre los que
ha de suscitarse una competencia feroz en los próximos años.
ñ) Las premisas materiales para la revolución socialista mundial están dadas
íntegramente y se perfeccionan conforme avanza el capitalismo, que ha llevado la
proletarización de las masas y la explotación y depauperación de la clase obrera
internacional hasta sus fases más altas.
o) La ideología burguesa se ha perfeccionado con cada adelanto del capitalismo y
alcanzó su sueño más preciado: que el propio obrero coopere conscientemente a dorar sus
cadenas.
p) La ideología pequeño burguesa ha progresado gigantescamente al convertirse
en una forma más sutil de mantener al obrero sujeto a la ideología capitalista en general;
en suma, la ideología burguesa, directamente o a través de su engendro más querido, la
ideología pequeño burguesa, ha echado profundas y fuertes raíces dentro del proletariado
(más profundas y más fuertes que en épocas anteriores).
q) Las premisas teóricas de la revolución existen casi en su totalidad; la mayoría
de las partes de la teoría revolucionaria están ya elaboradas y avaladas prácticamente por
toda la historia del movimiento comunista internacional; la labor que resta hacer en este
sentido es rescatar del revisionismo las partes ya desarrolladas de la doctrina
revolucionaria, unir esas partes que permanecen dispersas en un todo armónico que actúe
concentradamente y elaborar los principios teóricos correspondientes a la nueva fase del
capitalismo internacional.
r) Los conflictos interburgueses en el ámbito internacional se convierten
necesariamente, como ya lo hemos explicado, en crisis y guerras localizadas. La etapa del
reparto del mundo entre los imperialistas burgueses mediante guerras que
ineluctablemente desembocan en conflictos armados mundiales ha sido superada y ahora
las contradicciones entre los países capitalistas desarrollados, por agudas que sean, se
resuelven pacíficamente; por otro lado, la lucha que por una nueva división del mundo se
estableció entre el imperialismo burgués y el imperialismo "socialista pequeño burgués"
que adoptó la forma de guerras locales en las que no participaban directamente ambos
imperialismos, sino que empleaban como peones de brega a los propios pueblos
neocoloniales (Medio Oriente, África, etcétera) tampoco se convirtieron en un conflicto total
entre los dos grupos. La capacidad del capitalismo moderno para asimilar las crisis es tan
grande en los tiempos que corren que, existiendo un estado de guerra sin solución de
continuidad, éste no ha desembocado en una guerra mundial. Las crisis y guerras
localizadas, que son movimientos de ajuste entre los sistemas del capitalismo mundial y
entre las partes de cada sistema, no pueden llevar espontáneamente, por sí mismas, por
grande que sea su extensión y violencia, a la revolución proletaria; mucho menos, desde
luego, al "desplome" catastrófico de todo el sistema. La revolución proletaria se gesta en el
seno de una crisis mayor, de la cual las perturbaciones señaladas anteriormente son sólo
sus manifestaciones superficiales; el enorme crecimiento progresivo del capitalismo
mundial provoca ineluctablemente la acelerada depauperación absoluta y relativa de la
clase obrera mundial y la lleva a extremos pavorosos, desconocidos anteriormente, en los
que se da un proceso, irreversible dentro del régimen capitalista, de degeneración y
descomposición del organismo humano, de aniquilación de la esencia natural humana de
los trabajadores. Esta profunda y terrible crisis es el verdadero motor interno de la
revolución proletaria. Las otras crisis y guerras limitadas pueden ser aprovechadas como
punto de partida para la revolución socialista, convirtiéndolas en verdaderas guerras
civiles, solamente cuando se hayan formado verdaderos partidos revolucionarios que
realicen las labores teóricas y organizativas necesarias para derrotar al revisionismo y
conducir a los obreros a la conquista del poder; mientras esto no suceda, aquellas
perturbaciones seguirán existiendo sin que alteren para nada la dominación política de la
burguesía.
Una vez que la nueva fase de la revolución mundial se haya iniciado, la propia
lucha revolucionaria de los trabajadores engendrará la crisis general del capitalismo que
los llevará a la conquista del poder. Esta que hemos descrito es una situación distinta en
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6
relación con las etapas anteriores de la revolución, en las que los comunistas supeditaban
su acción a una crisis mundial del capitalismo, que era ineluctable, pero que no dependía
de la actividad de aquellos, sino que la determinaba; en la actualidad, sólo la propia acción
de los revolucionarios originará la crisis general que abrirá el camino al poder.
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Sección Segunda
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partir de 1989, por regímenes capitalistas típicos. La caída de los gobiernos que se
autonombraban socialistas trajo consigo necesariamente el derrumbe de la ideología que
era su complemento obligado; como ésta pasaba por ser la más pura expresión de la teoría
de la revolución, entonces en su caída arrastró también a la doctrina de los clásicos, la
cual fue declarada oficialmente muerta.
Es entonces necesario rescatar la teoría revolucionaria de entre las ruinas del
revisionismo ; se impone discriminar en esa masa informe lo que corresponde a la revisión
de la doctrina marxista y aquello que constituye la expresión clásica del pensamiento
revolucionario. Para ello es preciso remontarnos a las manifestaciones más acabadas del
moderno revisionismo y con base en ellas realizar la labor implacable de análisis y crítica
que nos permita restituir en su forma primigenia a la teoría revolucionaria.
Analizaremos a grandes rasgos las principales formas de manifestarse estas
desviaciones tomando como base los documentos oficiales de aquellos partidos comunistas
que fueron los representantes de la corriente revisionista y oportunista moderna,
especialmente del Partido Comunista de la Unión Soviética. Estos documentos tienen ya
una cierta antigüedad, pero sus postulados rigieron la actividad teórico-práctica de los
revisionistas hasta la virtual extinción de esa ideología.
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6
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La coexistencia pacífica.
Los países del socialismo pequeño burgués, al trazar la línea táctica del movimiento
comunista internacional, pretendían encaminar la lucha del proletariado internacional
hacia la tarea de crear una situación pacífica en la que se perfeccionase el régimen
capitalista en ambos sistemas y se acelerase en consecuencia el proceso de depauperación
de la clase obrera.
La causa última de la posición soviética se encuentra precisamente en la naturaleza
del régimen económico que ahí existía y en sus intereses de nación imperialista; para el
oso ruso era de vital importancia, en el logro de sus fines de expansión imperialista, poner
un freno al crecimiento del poder militar de occidente a la vez que fortalecía su propio
aparato de guerra; es por ello que estimulaba a la oposición legal existente dentro del
sistema del capitalismo desarrollado, la que tenía su base social en un sector de la
burguesía imperialista cuyos intereses económicos y políticos eran contrapuestos a los del
sector burgués propietario del complejo monopólico industrial-militar y que veía en la
guerra, llevada por su hermana mayor más allá de sus límites “racionales”, una grave
amenaza para su propio desarrollo, la estimulaba, decimos, para que exigiera que se
pusiera fin a la carrera armamentista y se evitasen las aventuras bélicas. Los soviéticos
empleaban como instrumento para poner en marcha ese proceso anti-militarista —que era,
266
2
6
La emulación económica.
Según los neorevisionistas, la tarea principal de los países socialistas consistía en
vencer al capitalismo en el terreno económico mediante la elevación de la producción hasta
alcanzar y sobrepasar la de los países capitalistas; la emulación debía también extenderse
hacia el terreno de los países “subdesarrollados”, en donde, en competencia pacífica con el
imperialismo burgués, mediante la ayuda económica, técnica y científica, habrían de
llevarlos hacia mejores condiciones de vida, auxiliándolos en la construcción de su
industria moderna.
La “emulación económica pacífica” era la fórmula de que se valía el imperialismo
ruso para justificar su propósito de mantener e incrementar la explotación de los obreros
soviéticos y formar su propio sistema de explotación colonial.
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división entre el trabajo físico y el intelectual no puede ser en esta etapa todavía
erradicada; por el contrario, toma un gran incremento con la particularidad de que la
ciencia y la técnica están ahora en manos de las capas superiores del proletariado; éste,
dirigido por su Partido Comunista, debe pasar a la tarea de acabar con esa división.
La formación de una intelectualidad proletaria se realiza en medio de una enconada
lucha de clases, pues en el interior del país que construye el socialismo quedan capas
sociales burguesas y pequeño burguesas que tratan no sólo de reconquistar el poder sino
de atraer bajo su influencia a ese estrato del proletariado que ahora dirige el Estado y la
producción; esa misma capa dirigente, aunque extraída del proletariado, conserva todavía
rasgos muy acusados de la ideología burguesa, los que se acentúan por el hecho de que
ahora ella tiene en sus manos los medios e instrumentos de producción y es de hecho
quien determina todo el desarrollo del proceso productivo y de distribución. Aunada a todo
esto encontramos la influencia del capitalismo internacional que no cede un ápice en su
intento de destruir al régimen socialista que nace y emplea para ello todos sus
instrumentos propagandísticos y la infiltración misma de sus agentes.
Se origina así, en la intelectualidad proletaria, una tendencia a convertirse en una
clase social separada y opuesta a las capas restantes del proletariado; dicha
intelectualidad trata de mantener el desarrollo socialista en la etapa en que ella es amo y
señor del proceso y se niega a pasar adelante hacia el comunismo, e incluso, en el caso de
que esa tendencia triunfe, se llega a la restauración de diversas formas de organización
económica capitalista. La propia intelectualidad proletaria se convierte en una clase
burguesa que nosotros hemos caracterizado como pequeña burguesía socialista.
La intelectualidad obrera de Rusia se convirtió en una clase dominante que
lentamente escamoteó al proletariado la propiedad de los medios e instrumentos de
producción; llegó así a ser una clase poseedora, es decir, una clase burguesa que, como
tal, vivía del trabajo de quienes eran los productores directos, los proletarios. Esa fracción
extraída del proletariado y convertida posteriormente en clase dominante fue tomando
posiciones en todo el aparato estatal bolchevique y en el mismo Partido comunista, de tal
forma que cuando Stalin quiso pasar adelante hacia una etapa superior de la construcción
del socialismo se encontró con la tenaz y decidida oposición de la mayoría de esos
intelectuales; no otro es el significado de esa época que se conoce vulgarmente como
"dictadura estalinista", durante la cual Stalin y una verdadera minoría trató de llevar a
Rusia adelante por la senda del socialismo, hacia el establecimiento de las premisas del
comunismo, lo cual era ya imposible debido a que la corriente contrarrevolucionaria había
organizado su dominio a todo lo ancho y lo largo de la Rusia soviética. Los desesperados
intentos de Stalin por volver al país al cauce correcto se materializan en una abierta lucha
de clases en la que la minoría revolucionaria ejerce el derecho irrenunciable del
proletariado de reprimir violentamente a sus enemigos de clase; pero la relación de fuerzas
era absolutamente desfavorable a Stalin y sus seguidores, por lo que, aún sin que hubiera
sobrevenido su muerte, habría sido a fin de cuentas derrotado y la reacción se habría
entronizado en Rusia, tal y como sucedió efectivamente. A la luz de los acontecimientos
modernos, cuando es evidente la traición del socialismo de parte de los países que
usufructuaron el honroso título de socialistas, emerge más gigantesca que nunca la figura
del verdadero revolucionario sin tacha que fue José Stalin. Ahora se comprende
perfectamente contra quién se ejercía en aquella época la violencia revolucionaria y a
nombre de quién se hacía: en contra de los intelectuales que trataban de socavar las bases
del socialismo y en nombre del proletariado revolucionario que luchaba por conservar las
conquistas del nuevo régimen y seguir adelante hacia el comunismo.
La causa fundamental de la regresión hacia el capitalismo en la Unión Soviética
radica en que el socialismo se instauró durante la primera etapa de existencia del
capitalismo internacional, en la cual éste produjo necesariamente los elementos de su
negación, pero sólo en su aspecto formal, por lo que el socialismo que ahí se estableció fue
únicamente una forma que mantenía un contenido capitalista; este contenido fue
vigorizado por el propio desarrollo ascendente de la forma socialista, hasta llegar al punto
en que la rompe en pedazos y se da la nueva forma capitalista que le corresponde y que es
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2
7
con la que entra a la segunda fase de su existencia. Por esta razón, el movimiento
revolucionario ruso estuvo dirigido en contra de la forma que el contenido capitalista
adoptaba en esa primera fase -una restricción drástica de la satisfacción de las
necesidades capitalistas de los obreros y el proletariado ruso- no tuvo la oportunidad de
desentrañar -por más que los revolucionarios se empeñasen en denunciárselo- el núcleo
esencial de la explotación del capital. La exaltación de sus necesidades individuales, que
como expediente de lucha brotaba ineluctablemente por oposición a la vulneración
constante que de las mismas hacía el capital, constituía un dique infranqueable a la
comprensión de la esencia de la explotación capitalista; en efecto, después de la conquista
del poder quedó latente en el subconsciente de la clase obrera el imperativo de desarrollar
y satisfacer sus necesidades individuales. Esto sólo podía ser erradicado a través de la
acción consciente del partido proletario encaminada a realizar una profunda educación
ideológica de los trabajadores, el cual debería poner en obra todos los dispositivos
necesarios que evitasen el entronizamiento de la intelectualidad nacida del seno de la clase
obrera, la cual hallaba en aquella herencia burguesa su más firme apoyo; pero esto no fue
hecho por el PCUS debido a que aún la historia no ponía de relieve, sin embozos, la esencia
del régimen capitalista, lo que tendría que ser la labor de una nueva y ahora sí última
etapa de su existencia. De ahí entonces que el proletariado ruso haya tenido que vivir todo
ese proceso (regresión al capitalismo) en el que se lleva al régimen burgués hasta sus
últimas consecuencias y en el que la clase obrera experimenta en carne propia la
explotación capitalista en su forma superior y más inhumana de manifestarse, es decir, la
explotación que realiza a través del desarrollo y satisfacción en una gran medida de las
"necesidades individuales"; este ascenso del capitalismo hacia sus fases superiores provee
por sí mismo los elementos necesarios para evitar en el futuro una regresión del
socialismo.
La intelectualidad extraída de las capas avanzadas del proletariado en los países del
socialismo pequeño burgués, para convertirse en una verdadera clase poseedora, es decir,
en pequeña burguesía, debió necesariamente organizar la producción en tal forma que
quedase garantizado el usufructo privilegiado de los medios e instrumentos de producción
y de los medios de vida; para ello, actualizó y transformó conforme a sus necesidades
algunas de las instituciones del capitalismo, como la descentralización de las empresas, la
propiedad por grupos, el estímulo material, etcétera, instituciones éstas que le permitieron
elevarse a la categoría de clase poseedora, detentadora de una propiedad que excluía la
propiedad personal, la cual indefectiblemente la habría llevado hacia la completa
restauración del capitalismo. Esta caricatura del socialismo se movía pues dentro de los
dos extremos de la contradicción: no podía dejar de incorporar a la economía algunos
rasgos del capitalismo y, a la vez, estos rasgos la llevaban de la mano hacia el capitalismo.
Como clase dominante consciente de que su poder radicaba precisamente en la exclusión
de la gran propiedad capitalista, debía frenar constantemente aquella tendencia de que
hablamos, tratando de mantenerse en el justo término medio. En sus momentos de gloria,
la "pequeña burguesía socialista", aunque no pudo suprimir esa tendencia que nacía
espontáneamente de su propia organización económico-política, si logró dominarla
perfectamente, como lo demostró en los casos de Hungría y Checoslovaquia.
Anotemos que, además, el régimen del socialismo pequeño burgués llevó al poder a
la "intelectualidad tecnocrática", dejando fuera de él a capas de la pequeña burguesía como
los intelectuales y los escritores, los poetas, los pintores y toda esa excrecencia social;
estas capas pugnaban por incorporarse al régimen de explotación pequeño burgués y
servían de base firme a la tendencia pro-capitalista que existía en el seno de los países
"socialistas".
El socialismo "humanista"
Esta teoría de los intelectuales pequeños burgueses no es nada nuevo; ya los
yugoslavos se habían encargado, con mucha antelación, de perfeccionarla y llevarla a la
práctica. Estudiaremos a grandes rasgos los principios fundamentales del socialismo
“humanista” que fueron expuestos detalladamente en ese monumento al revisionismo
273
2
7
274
2
7
como, por lo demás, la nueva relación en que se encuentra con respecto a la producción
deriva del hecho de que el obrero, de asalariado que era se ha transformado en gestor directo
de la producción y de la distribución, y que al cumplir esta función, satisface diariamente
sus intereses personales: mayor utilidad, elevación del nivel de vida individual y general.
Como quiera que la producción tiene carácter mercantil, los productores asociados en los
colectivos de trabajo constituyen necesariamente organizaciones económicas, ejercen sus
derechos sociales y cumple sus obligaciones referentes a la gestión de la producción,
estableciendo entre ellos relaciones comerciales. Así, el interés personal de los productores
no está condicionado únicamente por los resultados obtenidos en cada puesto de trabajo,
sino también por la actividad de todo el colectivo de trabajo, por la actividad de la empresa,
por la importancia de sus fondos, por el desarrollo económico de la comuna, por las
condiciones económicas generales, por la situación del mercado, por la comunidad social en
su conjunto y su política económica, etc. El interés individual estimula sin cesar el trabajo
individual e incita a los productores a participar activamente en los consejos obreros, en los
órganos de la comuna y en los consejos de los productores y, por su intermedio, en todo el
mecanismo del poder y de la autogestión social.
Partiendo desde este punto de vista la Liga de los Comunista de Yugoslavia estima que el
productor y el colectivo obrero deben tener el máximo de autonomía en su actividad, es decir,
en la producción y en la utilización de ciertos fondos de las empresas, dentro de los límites
de los intereses generales expresados en el plan social que orienta el desarrollo económico, y
en las demás decisiones de los órganos sociales. Esto significa que los productores y los
colectivos de trabajo pueden, dentro de los límites fijados por el plan y por la ley dirigir
personal y libremente la producción, que pueden asociarse, unirse y cooperar con otras
organizaciones según las necesidades de la producción y que pueden dar libre curso a su
iniciativa creadora con miras a aumentar la productividad del trabajo y de la producción
general. En el sistema de autogestión socialista, deben estar en condiciones de poder decidir
realmente la creación y distribución global del producto social. Solo así podrían adquirir
plena conciencia de los inevitables procesos materiales, de liberarse a sí mismos y de
transformarse en los dueños de su destino, adoptando su actividad profesional y social de los
medios de producción, de una orientación consciente y planificada del desarrollo económico y
del carácter mercantil de la producción que caracteriza la actual base del desarrollo de las
fuerzas productivas."
La nueva organización social del trabajo elabórase sobre la base de ese sistema de
planificación y distribución económicas, aún la orientación social planificada y la libre
iniciativa socialista del productor. El interés social se garantiza mediante un mínimo de
medidas de planificación y de reglamentación, al paso que el interés individual exige que el
productor participe según su aporte al ingreso obtenido y que disponga de un campo de
acción suficiente para desplegar su iniciativa personal en materia económica."
...En sus planes, las empresas deciden libremente las principales cuestiones referentes a la
producción, los intercambios, los diferentes fondos, las inversiones, la utilización del
potencial, su renovación y su reemplazo regular, los ingresos individuales de los obreros, la
asociación con otras empresas...
Libertad de asociación de las empresas (dentro de las normas del plan), en cámaras
y asociaciones económicas.
Este mercado, relativamente libre a la par que controlado, debe ser uno de los instrumentos
del plan social y de la política económica.
Estimulando la iniciativa de todos los promotores de la actividad económica, este mercado
influye en la producción, en su estructura y, sobre todo, favorece el desarrollo de las fuerzas
productivas...
Los obreros solo pueden ser libres cuando controlen directamente la gestión de la
producción y de la distribución. En esta tarea, la clase obrera no puede ser reemplazada
por ningún régimen de control del estado.
275
2
7
140
El camino Yugoslavo; Programa de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia adoptado por el III
Congreso, celebrado del 22 al 26 de abril de 1958 en Lubljana. Prensa Latinoamericana, S.A.,
Santiago, Chile, pp. 137-193.
276
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7
277
2
7
e) El revisionismo Albanés.
En la década de los ochenta apareció, con la pretensión de ser la reivindicación de
la teoría revolucionaria, una nueva versión del revisionismo. Nos referimos a los postulados
del Partido Comunista Albanés y de su dirigente, Enver Hoxha.
Albania fue uno de los países en donde se estableció el socialismo al término de la
segunda guerra mundial; cuando en el sistema de países socialistas se produjo la
restauración capitalista, sólo Albania continuó sosteniendo la forma de organización
socialista.
Ya hemos visto que el socialismo implantado en Europa oriental correspondía a una
primera fase del desarrollo de ese régimen económico-social a escala universal y que por
tanto era imperfecto y llevaba su negación en sí mismo; es por eso que si bien en Albania
no se produjo la regresión hacia el capitalismo, sí se mantuvo en ese país la forma
primitiva del socialismo que ya había agotado todas sus posibilidades de desarrollo
histórico-universal; convertida en un verdadero anacronismo, aferrada a un socialismo ya
superado por la historia, no podía ser ni el abanderado teórico ni el promotor práctico de la
nueva fase de existencia de la teoría y el movimiento revolucionarios que debe llevar a la
implantación universal del socialismo en su forma superior; por el contrario, intentó
encabezar a escala mundial un proceso de restauración de aquella forma primitiva del
socialismo, empeño en el que obtuvo el más estrepitoso fracaso y en el que por necesidad
hizo suyos los postulados del revisionismo, al que supuestamente combatía.
En su obra principal, El imperialismo y la revolución 141, Enver Hoxha sigue al pie de
la letra las tesis del revisionismo soviético que en páginas anteriores hemos transcrito y
comentado:
141
Hoxha, Enver, El imperialismo y la revolución, Casa Editora "8 Nentori", Tirana, 1979.
142
Ibídem, pp. 12-14
278
2
7
143
Ibídem, pp. 135-136
144
Ibídem, pp. 146-148
279
2
8
extraordinarias.”145
Es precisamente esta situación actual de crisis general del capitalismo, que tiende a
profundizarse de continuo, la que nos lleva a sacar la conclusión de que la situación
revolucionaria se ha dado o se está dando en la mayoría de los países capitalistas y
revisionistas y que esta situación, por consiguiente, ha puesto la revolución a la orden del
día.146
El desarrollo capitalista en América Latina se ha quedado en general atrasado, también por
el hecho de que aún subsisten bastantes residuos de los latifundios, que no se han
despojado por completo de su carácter feudal, y por eso algunos de los países
latinoamericanos tienen un atraso tan acentuado como lo de Asia y África...147
En un momento en que los capitalistas y los terratenientes nativos no pueden vivir a no ser
que lo hagan bajo la tutela y con el apoyo del imperialismo norteamericano, la idea de la
revolución como el único medio indispensable para asegurar la liberación nacional y social,
penetra cada vez más profunda y ampliamente en la conciencia del proletariado, del
campesinado trabajador, de la intelectualidad progresista y de las masas de la juventud de
estos países.148
En lo que atañe a la tradición combativa de los pueblos de América Latina, en ella predomina
el aspecto positivo, revolucionario, que constituye un factor muy importante y que hace falta
utilizar lo mejor y más ampliamente posible en la preparación y el desarrollo de la
revolución...
Para realizar estas grandes tareas, los partidos marxista-leninistas de la clase obrera
desempeñarán un papel decisivo. Estos partidos no sólo han sido creados ya en casi todos
los países de América Latina, sino que la mayoría de ellos han dado importantes pasos hacia
delante en el trabajo por preparar al proletariado y a las masas populares para la
revolución... han elaborado una línea política correcta y acumulado una experiencia de lucha
bastante grande para materializar esta línea, convirtiéndose en portadores de toda la
tradición revolucionaria del pasado, para utilizarla y desarrollarla en adelante a favor del
movimiento obrero y de liberación, con el fin de preparar a las masas y lanzarlas a la
revolución.
...
Ahora que los pueblos han despertado y ya no aceptan vivir bajo el yugo imperialista y
colonial, que exigen la libertad, la independencia, el desarrollo y el progreso; ahora que crece
el odio popular contra los opresores extranjeros e internos, ahora que África, América Latina
y Asia se han transformado en una caldera en ebullición...149
La crisis general del capitalismo, como hemos explicado anteriormente, va profundizándose
cada vez más. Esto hace que el proletariado, las clases y los pueblos oprimidos ya no
soporten la explotación, exijan que cambie su vida, que sea derrocado el sistema burgués y
suprimido el neocolonialismo, el imperialismo...150
En los países de África, América Latina, Asia, etc., con escaso desarrollo económico-social y
más dependientes del capital extranjero y donde las tareas democráticas y antiimperialistas
de la revolución revisten particular importancia, el proletariado puede tener como aliados al
campesinado medio y al sector de la burguesía que no está ligado al capital extranjero y que
aspira a un desarrollo independiente del país. La vinculación de esta parte de la burguesía
con la revolución democrática y antiimperialista depende de la estrategia y de una táctica
justa del proletariado, y de si el partido revolucionario de la clase obrera maniobra ágil y
prudentemente. El proletariado con su partido puede convencer, de esta forma, no sólo a la
pequeña burguesía, sino también a ese sector de la burguesía del que hablamos para que se
ponga bajo su dirección y se levante para suprimir la dominación extranjera y a la grande y
feroz burguesía capitalista, instrumento del imperialismo, que oprime y explota, que
desmoraliza al pueblo y adultera sus sentimientos puros, su cultura secular. 151
f) El revisionismo chino.
145
Ibídem, pp. 157-158
146
Ibídem, p. 164
147
Ibídem, p. 208
148
Ibídem, p. 212
149
Ibídem, pp. 214-215
150
Ibídem, p. 223
151
Ibídem, p. 233
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2
8
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2
8
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8
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8
g) El revisionismo cubano.
La revolución cubana fue un movimiento de la pequeña burguesía urbana, dirigida,
como decía Marx a propósito de un acontecimiento similar, por unos cuantos “locos
284
2
8
sueltos”; esta clase se fabrica una base social en la exigua pequeña burguesía agraria y
tiene como meta la realización de todas las aspiraciones de las diversas clases opuestas a
la débil plutocracia nativa.
La pequeña burguesía cubana da forma a una teoría acorde con la naturaleza de su
movimiento.
En primer lugar, hace suyos, aplicándolos extralógicamente, principios tomados del
arsenal de la teoría del marxismo-leninismo: la lucha armada como medio de acceder al
poder, la dictadura de la clase insurrecta para conservarlo, la desposesión de los medios e
instrumentos de producción a los propietarios privados y su concentración bajo la potestad
del estado (en este caso se trata de una agroindustria) y la creación (pues no existía) por el
estado de una industria que es de propiedad colectiva.
Después, tras esa apariencia revolucionaria, introduce las revisiones al marxismo-
leninismo que la caracterizan: no es necesario un partido que organice y guíe al
movimiento revolucionario, pues éste puede ser planeado, dirigido y ejecutado por un
puñado de héroes, míticos superhombres, que con base en su voluntad indoblegable y su
intelecto poderoso inciten, con el ejemplo, a las masas a la lucha; la clase destinada a
realizar la revolución no es el proletariado, sino una pequeña burguesía (urbana y rural)
sin formación teórica ni experiencia política previa (las cuales, se pretende, las adquirirán
durante el desarrollo de la lucha armada); el proletariado urbano y los jornaleros agrícolas
son clases minoritarias que no pueden darle contenido al proceso revolucionario y, por
tanto, son pequeños grupos sociales que la pequeña burguesía incorpora como sus aliados
y actúan bajo su dirección; la nacionalización y concentración en manos del estado de una
agroindustria y la creación de una industria típica son el contenido de la colectivización
socialista de los medios e instrumentos de producción, etcétera.
El régimen cubano, después de más de 50 años de existencia, sólo puede
contabilizar como sus logros la estatización y desarrollo de la rama agroindustrial
preponderante, el establecimiento, también por el estado “socialista”, de la industria
turística, íntimamente ligada con la prostitución y otras actividades ilegales, y un notable
impulso a la educación y la salud de los trabajadores. Nada que tenga siquiera un átomo
de socialismo existe, ha existido ni existirá en la isla caribeña.
Nos encontramos ante un caso típico de capitalismo de estado, regido por la
pequeña burguesía urbana, el cual ni siquiera ha podido avanzar al punto que alcanzó la
revolución china: la construcción de una poderosa industria estatal de propiedad colectiva
que, ya sabemos, después se convirtió en patrimonio grupal y por último fue de dominio
individual, típicamente capitalista, igual como sucedió en la URSS.
El régimen económico-político cubano es un verdadero anacronismo. No es, como
hemos visto, ni por asomo socialista; pero tampoco es un capitalismo típico, sino una
forma primitiva suya, por la cual ya pasaron hace muchos años otros países mal llamados
socialistas, como China, aunque con resultados más brillantes; el sistema cubano está
postrado en una situación de estancamiento crónico, sin posibilidad de evolución alguna.
La revolución y el régimen cubanos han producido un material inagotable que a
nivel internacional nutre la chabacana sensiblería de la pequeña burguesía y de los
sectores radicales de la burguesía. El apoyo a la revolución cubana, la solidaridad con el
pueblo y los dirigentes cubanos, el culto a Fidel y al Ché, la lucha egregia del pueblo
cubano contra el imperialismo norteamericano, los míticos adelantos médicos y en las
disciplinas deportivas, el paisaje isleño y las épicas aventuras eróticas de los turistas, son
el alimento (melcocha) espiritual que, por ejemplo, sustenta moralmente a la pequeña
burguesía y a la burguesía latinoamericanas en su lucha contra el imperialismo,
proporcionándoles la fortaleza de ánimo necesaria para enfrentarlo.
En todo este proceso reseñado hemos visto cómo los regímenes soviético, yugoslavo,
albanés, chino y cubano y los partidos comunistas de todo el orbe, en correspondencia con
las condiciones económicas y políticas que se vivían después de la segunda guerra
mundial: la degeneración o el estancamiento del socialismo formal, la revolución de la
pequeña burguesía agraria y urbana, el movimiento de las burguesías nacionales de los
países neocoloniales y de menor desarrollo económico, la nueva etapa del capitalismo en
285
2
8
El dogmatismo cubano.
En seguida pasamos analizar de una manera más sistemática el revisionismo
(dogmatismo) cubano.
Ya hemos establecido cómo el desarrollo ascendente del capitalismo moderno
genera la super explotación intensiva del proletariado neocolonial. Esa explotación es la
286
2
8
causa del deterioro de las condiciones de vida de los obreros y campesinos de esos lugares,
de su depauperación creciente, lo que crea una situación potencialmente revolucionaria.
En tales condiciones, la táctica correcta de los revolucionarios consiste en desarrollar la
lucha del proletariado para la conquista del poder político y la instauración del socialismo.
Como en las décadas de los años 60-70 los llamados partidos comunistas eran
oportunistas y no impulsaban la lucha revolucionaria del proletariado, sino que apoyaban
a la burguesía neocolonial, era necesario entonces crear nuevos partidos comunistas que
organizasen la lucha teórica y práctica de los obreros por la implantación del socialismo.
Junto a esta tesis, que es la única correcta conforme a los principios del marxismo-
leninismo, surgió la doctrina izquierdista que sostenía que no era necesaria la creación de
un partido y que un puñado de audaces guerrilleros podía catalizar a las masas de tal
modo que las condujera a la victoria y a la conquista del poder. Esto no es otra cosa que
blanquismo, pues se suplanta la lucha de las masas dirigidas por su partido político, con
la conjuración de unos cuantos intelectuales pequeño burgueses sin partido. Quienes
propugnaban estas tesis pretendieron haber hecho una "revolución en la revolución", pero
en realidad habían roto con los principios clásicos del marxismo-leninismo, que según ellos
eran sólo dogmas con los que había que terminar.
La "revolución en la revolución" no se circunscribía, según sus promotores, a la
subversión de las tácticas comunistas en los países neocoloniales. Abarcaba también a los
países imperialistas, a las metrópolis; como aquí también los partidos comunistas
existentes eran oportunistas y las formas de lucha tradicionales no prosperaban debido a
la represión del gobierno burgués y además las condiciones de vida de amplias capas de
obreros eran tan miserables como las de los trabajadores coloniales y era igualmente
imperiosa su liberación, los comunistas debían lanzarse de inmediato a la lucha, sin
pararse a pensar en sutilezas teóricas o a formar partidos; las guerrillas urbanas eran la
forma en que esa lucha debía desarrollarse. Bastaba solamente que un pequeño grupo
bien organizado empezara la lucha armada y todo el pueblo, incluido el proletariado, se
uniría a ellos para llevar adelante la revolución. Esta teoría era evidentemente una
restauración del blanquismo en una forma nueva.
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práctica (Debray, Che y Fidel y la revolución cubana) que se pretendía fuese el fundamento
de una nueva doctrina de la revolución.
Movería a risa, si no fuera en realidad una trágica traición al proletariado
internacional y un obstáculo a su desarrollo, esta pretensión descabellada. Descubrir el
camino de la revolución socialista y guiar a la clase obrera por esa vía, es decir, fundar y
desarrollar la ciencia de la revolución, ha costado al proletariado mundial años y años de
paciente labor teórica y práctica; ha requerido la entrega absoluta de titanes del
pensamiento y la acción revolucionaria como los ya mencionados y, sobre todo, ha costado
sangre, sudor y lágrimas a millones y millones de obreros de varias generaciones; y cuando
esa ciencia está ya estructurada en lo fundamental, sus principios comprobados y
enriquecidos en la práctica viva de más de una centuria, cuando ya es posible hablar de
una verdadera revolución porque el instrumento teórico está por fin casi perfeccionado y
las condiciones materiales en su punto óptimo, es cuando un puñado de conjurados, que
conquistan el poder por un golpe de suerte, y un profesorcito de última categoría, educado
éste en esa basura que hacen pasar por marxismo en las Universidades y escuelas
burguesas "marxistas" de la talla de Louis Althausser, pretenden haber descubierto unos
nuevos principios revolucionarios. La novedad de esa teoría, por cierto, se reduce a dar
una formulación moderna, acorde con las circunstancias actuales, a la vieja doctrina del
blanquismo. Una revolución pequeño burguesa por su forma y su esencia, que ha podido
presentarse a sí misma como socialista gracias a una serie de circunstancias,
principalmente a que llevó al poder a la fracción más radical de la pequeña burguesía
cubana y puso en pie de guerra a la pequeña burguesía internacional -en especial a la
latinoamericana-, y que necesariamente se ha desarrollado hasta convertir a Cuba en un
país socialista pequeño burgués, al estilo de los de Europa oriental; una revolución
pequeño burguesa, decíamos, y un intelectual pequeño burgués empapado de prejuicios
marxistas vertidos en 50 páginas de tonterías escritas con un espíritu de autosuficiencia
(desprecio absoluto a la ciencia) muy típico de esa clase de "sabios", eran los que
pretendían echar abajo el edificio centenario del marxismo-leninismo. El neoblanquismo
presupone, como su piedra angular, la tesis de que la revolución mundial no se ha llevado
a cabo por errores teóricos y prácticos de los dirigentes, quienes se han pasado años y
años empleando fórmulas equivocadas sin descubrir, por su negligencia, el "ábrete
sésamo" que a los cubanos les cayó del cielo; esta forma de concebir las cosas excluye de
por sí cualquier clase de ciencia y permite entronizar en su lugar el prejuicio y la
superstición políticas de la peor especie, puesto que son los prejuicios y la superstición de
la clase que es el detritus de la sociedad moderna, la pequeña burguesía.
La revolución proletaria es un proceso en el que se conjugan dos fenómenos que
antes habían transcurrido separados: el desarrollo de la ciencia del marxismo-leninismo y
el movimiento obrero; el neoblanquismo es la negación de toda ciencia, como sus propios
promotores lo han aceptado, y por lo mismo no puede llevar por ningún concepto hacia la
revolución proletaria.
Los principales puntos de la doctrina que criticamos los transcribimos literalmente
del libro de Debray:
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ni los reclaman? la mayor parte de los combatientes proceden de las filas comunistas. Son
las primeras guerrillas socialistas que no han adoptado el sistema de comisarios políticos.
Ese sistema no parece corresponder a la realidad latinoamericana.
Si lo que hemos dicho no está desprovisto de sentido, esa ausencia de técnicos en asuntos
políticos viene a sancionar la ausencia de técnicos en asuntos militares: los guerrilleros son
unos y los otros, indisolublemente...
Resumamos. No comprender a cabalidad la novedad teórica e histórica de esta situación
puede llevar a equivocaciones peligrosas, en el seno mismo de la lucha armada. Considerar al
Partido existente como distinto y superior al Partido de nuevo tipo que crece con la guerrilla,
conduce lógicamente a dos actitudes.
Una: subordinar la guerrilla al Partido. El sistema de los comisarios políticos es un efecto de
esta subordinación. Supone que el ejército guerrillero es incapaz de dirigirse a sí mismo y
que debe ser orientado desde fuera; es decir, supone la existencia de un dirigente y un
orientador revolucionario en una vanguardia previa a la guerrilla. Este supuesto,
desgraciadamente, no responde a la realidad.
Otra: calcar el Partido sobre la guerrilla, o sea construir el ejército popular sobre el modelo
tradicional del Partido. Hemos visto un efecto de este sistema en la preferencia dada a las
organizativas sobre las tareas operativas, en la creencia de que el órgano puede crear la
función"...
A situación nueva, métodos nuevos. Es decir, cuidarse de no adoptar, por equivocación o
tradición, for mas de acción que no son las propias de este contenido nuevo.
Cualquiera puede ahora responder al dilema inicial.
En algunos lugares de América, dialécticamente, a largo plazo, no habrá que escoger entre
partido de vanguardia y ejército popular. Pero en lo inmediato hay un orden de tareas
históricamente fundamentado. El ejército popular será el núcleo del partido y no a la inversa.
La guerrilla es la vanguardia política "in nuce" y sólo de su desarrollo puede nacer el
verdadero Partido.
Por ello hay que desarrollar la guerrilla para desarrollar la vanguardia política.
Por ello en la coyuntura actual el acento principal debe ponerse en el desarrollo de la guerra
de guerrillas y no en el fortalecimiento de los partidos existentes o en la creación de nuevos
partidos.
Por ello, en estos mismos lugares, el trabajo insurreccional es hoy el trabajo político número
uno. ALGUNAS CONSECUENCIAS PARA EL FUTURO
Ahora bien, cualquiera puede hoy esbozar las consecuencias generales de ese aporte de Cuba
a América Latina.
I. Lo decisivo para el futuro es la apertura de focos militares y no de "focos" políticos.
II. Sin lucha armada no hay vanguardia definida. Donde quiera que no hay lucha armada,
existiendo condiciones para ello, es que aún no existe vanguardia política...
III. No escapa a nadie que hoy, en la América Latina, la lucha contra el imperialismo es
decisiva. Si es decisiva, todo lo demás es secundario...
En torno de esta línea de acción se reúnen hoy los que en América Latina tienen las armas
en la mano. Hacia ellos convergen todas las formaciones a medida que se acercan a la lucha
armada. Este encuentro no debe nada al azar. Debe menos todavía al complot. No se han
dado el santo y seña, como afectan creerlo las oligarquías. Este encuentro es simplemente
racional. En una situación histórica dada puede haber mil maneras de hablar de la
Revolución, pero hay una concordancia necesaria entre todos los que se han decidido a
hacerla.153
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existencia.
b) Primera fase del desarrollo de la naturaleza esencial de la especie. Dentro de la
comunidad primitiva se produce un perfeccionamiento de las capacidades individuales de
los integrantes de la especie humana que al final lleva necesariamente a los siguientes
resultados: (a) destrucción de la fuerza colectiva de trabajo, (b) inicio del proceso de
anulación y degeneración de la naturaleza biológica del hombre, (c) transformación del
proceso colectivo de trabajo en un proceso familiar e individual y (d) destrucción del ser
primigenio de la especie y establecimiento en su lugar de otra forma distinta, compuesta
por las familias o los individuos, sus fuerzas individuales de trabajo, sus instrumentos
individuales, una parcela de las fuerzas de la naturaleza y la comunidad de las familias y
los individuos con sus condiciones generales de existencia y reproducción; en pocas
palabras, surge y se desarrolla la propiedad privada. Se incorpora al individuo y a la
comunidad de individuos, y a través de ellos a la nueva forma alcanzada por el ser de la
especie, una porción más grande de las fuerzas de la naturaleza, aunque parceladas y
ajenas entre sí sus partes integrantes.
En este período, las características de la especie (actividad vital consciente y
asimilación de la naturaleza exterior) se siguen desarrollando ascendentemente, aunque en
una forma distinta que en la fase anterior, es decir, ahora a través de las familias o los
individuos opuestos entre sí y desgajados de la colectividad y teniendo como antecedente y
resultado necesarios la anulación creciente de aquellos elementos de la naturaleza humana
dentro de los cuales se formaron las características de la especie: fuerza colectiva de
trabajo, conformación biológica del ser humano y proceso humano de trabajo.
Durante el período de la propiedad privada, al tiempo que se producen los
elementos de esta etapa de la existencia de la especie humana se crean los elementos de su
negación que simultáneamente son el germen de una forma superior suya. En la primera
parte del régimen de la propiedad privada, las capacidades de la especie se desarrollan
hasta el virtuosismo en los individuos que la componen; el punto más alto de este proceso
se alcanza con el establecimiento de un régimen basado en la existencia de una multitud
de productores privados independientes, dueños de sus propios instrumentos de
producción. A partir de aquí se inicia la última etapa de existencia de la propiedad privada,
el régimen de producción capitalista. En ésta se consuma el proceso de anulación de la
naturaleza esencial del hombre y las capacidades de la especie son quitadas al individuo e
incorporadas al capital como capacidades sociales. En este momento el ser de la especie
está compuesto de la siguiente manera: una clase de propietarios privados de los medios e
instrumentos de producción, una multitud de fuerzas individuales de trabajo
sustantivadas, desposeídas de toda capacidad y violentamente reunidas para trabajar
sobre las parcelas de medios e instrumentos de producción (capacidades de la especie)
propiedad de los capitalistas, los medios e instrumentos de producción parcela dos entre
los propietarios privados, relacionadas entre sí de una manera extrínseca y constituyendo
cada una de ellas una concentración de medios e instrumentos de producción que sólo
pueden ser empleados por el trabajo colectivo.
c) Fase superior del desarrollo de la especie humana. El capitalismo deviene
necesariamente en su otro, el socialismo, dando paso así a la forma superior de existencia
de la especie humana. En este período son reivindicados todos aquellos elementos de la
naturaleza humana perdidos en la época de la propiedad privada: (a) una fuerza colectiva
de trabajo formada por las fuerzas individuales despojadas de su sustantividad, que
indiferenciadas se han fundido en una unidad, (b) la naturaleza biológica humana, (c) el
proceso humano de trabajo que adquiere ahora una forma más elevada de existencia, en la
cual las capacidades de la especie tienen una naturaleza social y el sujeto de la misma lo
es la fuerza colectiva de trabajo. El ser de la especie lo componen: la fuerza colectiva de
trabajo, las capacidades sociales de esa fuerza colectiva y la totalidad de las fuerzas de la
naturaleza que se han hecho interiores a la especie.
La materia pensante (especie humana) ha llegado a la fase superior de su
existencia; en su interior, en forma germinal, contiene a su esencia como a su otro, como a
la materia inorgánica; es decir que, fatalmente, tras un reinado más o menos largo de la
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especie humana sobre la faz de la tierra, deberá venir una fase descendente que culmine
con su extinción, lo que sólo anunciará la reversión de la materia viviente hacia la materia
inorgánica.
El capitalismo tiene en su interior a su esencia como su otro; el desarrollo de este
régimen social lleva necesariamente a la aparición de su esencia, es decir, a la conversión
de su otro, el socialismo, en un existente.
En su proceso de vida, el capitalismo engendra sus elementos constitutivos, los
cuales son al mismo tiempo elementos de su negación; conforme esta formación económica
llega a estadios superiores, en la misma medida se perfeccionan y fortalecen sus elementos
negatorios.
Cuando el capitalismo alcanza el punto más alto de su existencia, sus elementos
negatorios, que son a la vez elementos de la aparición del otro existente en su interior, han
madurado lo suficiente para exigir el cambio cualitativo.
La esencia del régimen capitalista consiste, por un lado en la anulación de la
esencia natural humana y, por el otro, en el desarrollo de los elementos para su
reapropiación por la especie humana.
El proceso de anulación de la naturaleza humana de la especie llega, en la fase
superior del régimen capitalista, a lo siguiente:
-destrucción completa de la comunidad (colectividad) y establecimiento de la forma
más exacerbada de la individualidad;
-descomposición y degeneración de todos los procesos orgánicos y de los órganos de
los trabajadores;
-anulación, irreversible dentro del régimen capitalista, de la esencia biológica de la
especie;
-despojo al trabajador de todas sus capacidades físicas y mentales, las que se
incorporan a la maquinaria y a través de ella al capital.
Los elementos de la naturaleza humana que le son sustraídos al trabajador se
acumulan en el polo opuesto, bajo la forma del capital. Este sólo puede existir y
desarrollarse produciendo la anulación acelerada de la naturaleza humana en el
proletariado. La clase obrera es el sujeto pasivo de esta relación en tanto que la burguesía
es el sujeto activo.
Esta relación de mutuo engendramiento entre el proletariado y el capital que es esa
misma esencia natural pero ajena y opuesta a él se produce a través del sistema de trabajo
asalariado, es decir, de la producción y acumulación de plusvalía.
El proceso de anulación de la naturaleza humana en el capitalismo es al mismo
tiempo el de la creación de los elementos para su reapropiación por la especie en una
forma superior:
en primer lugar, reduce al individuo a simple fuerza abstracta de trabajo, sin
ninguna capacidad específica; esto constituye la base para: (a) la formación de una fuerza
colectiva de trabajo en la que las fuerzas individuales no tengan sustantividad alguna y (b)
la conversión de esa fuerza colectiva de trabajo en el sujeto de las capacidades esenciales
de la especie;
en segundo lugar, transforma las capacidades esenciales de la especie en
capacidades colectivas, sociales (sistema industrial basado en la producción maquinizada);
por último, hace imperiosa esa reapropiación porque de no realizarse se llegaría al
punto en que la anulación biológica fuese absolutamente irreversible, lo que provocaría la
aniquilación definitiva de la especie humana.
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encuentra, a lo largo de toda esta etapa, enfrascada en una disputa a muerte con la
burguesía en torno a su mera supervivencia física como clase productora de plusvalía; es a
este proletariado al que se une la teoría revolucionaria para conducirlo por el camino del
socialismo. El marxismo, una vez que ha establecido sus fundamentos teórico-filosóficos,
se lanza de lleno a la tarea de dirigir al proletariado hacia la revolución socialista:
desarrolla entonces todos los problemas teóricos de la táctica y la estrategia para la
conquista del poder, pero deja en el mismo punto aquel fundamento del que había partido,
sin continuar con su profundización, ampliación y perfeccionamiento. El leninismo toma
esta situación tal cual, eleva al virtuosismo la teoría de la conquista del poder por el
proletariado y la lleva a su materialización en la revolución de 1917; esta revolución se ha
realizado dando conciencia a los trabajadores únicamente de la oposición irreconciliable
entre su individualidad capitalista y el régimen capitalista y del carácter del socialismo
como el régimen que satisface las exigencias de aquella individualidad. La revolución de
octubre la hizo un proletariado que no tenía conciencia de la esencia de la explotación y
depauperación capitalista ni por tanto de la del socialismo y a quien, por el contrario, los
mismos revolucionarios le habían inyectado una conciencia de la explotación y miseria
capitalistas que se definían como la no-satisfacción de sus necesidades individuales, como
el hambre, las enfermedades, la muerte prematura, el desempleo, la falta de viviendas, la
violencia física y moral en las fábricas, etcétera y del socialismo como una colectivización
que tiene como finalidad cubrir aquellas necesidades. El proletariado desarrolla en la lucha
y después de ella una conciencia, una moral y una acción colectivas que niegan, pero que
sin embargo conservan como su base, a la individualidad capitalista que es su naturaleza
esencial; el ser colectivo de los trabajadores existe pero teniendo como su fundamento al
individuo capitalista. El leninismo también forja y aplica la teoría de la construcción del
socialismo; se trata de la colectivización de la producción que está gravada por su
contrario, por el individuo capitalista que no ha sido destruido en el proletariado; la
colectividad existe en función del individuo, aunque en algunos momentos parezca negarlo
radicalmente. Es por eso que, aunque al revisionismo moderno le parezca paradójico, la
colectivización leninista, que aparentemente niega al individuo capitalista, al contrario, no
únicamente lo mantiene como su base, sino que lo engendra con una potencia
inconmensurable. Stalin es el que da el impulso final a la teoría y a la práctica de la
colectivización socialista con las características aquí descritas; al final de su dictadura, el
contenido capitalista del régimen socialista ha madurado lo suficiente como para romper la
envoltura colectiva que le había sido impuesta: toda la violencia revolucionaria ejercida por
Stalin no es sino un trágico intento de conservar algo (la colectivización socialista) que ya
había sido destruido desde sus cimientos.
Después de la caída del que aquí hemos denominado socialismo formal el
capitalismo internacional ingresa a una nueva fase de su desenvolvimiento cuyas
características ya hemos enumerado en páginas anteriores y de las cuales sólo nos
interesa aquí señalar algunos aspectos fundamentales:
(a) el franco desarrollo de la segunda forma de existencia del capitalismo da la
base para que se pueda conceptuar la satisfacción de las necesidades individuales
capitalistas de los trabajadores como otra manifestación de la esencia de la explotación
capitalista y, por tanto, brinda así los elementos para la plena comprensión de ésta; (b) con
el incremento del consumo se presentan las condiciones para llegar a aprehenderlo como
una forma específica de la explotación capitalista y (c) en el consumo masivo se hace el
obrero a sí mismo lo que el capital le causa en la órbita de la producción, con lo cual se
pone de manifiesto que el trabajador es el último reducto de la propiedad privada
capitalista y que como tal se provoca su propia deshumanización acelerada. Con la
conciencia de todo esto, que la teoría revolucionaria se encargará de llevarles, los
trabajadores, que se ven a sí mismos como unas verdaderas piltrafas, como una trágica
caricatura de seres humanos, deberán abjurar de su individualidad capitalista y desplegar
la lucha en contra del régimen burgués para la instauración de la forma superior del
socialismo.
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simple por medio del empleo cada vez más generalizado de las máquinas y de la división
del trabajo. En conclusión, la depauperación de la totalidad de la clase obrera se
incrementa con el desarrollo del capital y el aumento de la riqueza social.
Pero el capitalismo no trae sólo la depauperación de los trabajadores, sino también
su sojuzgamiento, su esclavización al despotismo del capital; igualmente acarrea la miseria
moral de la clase obrera.
La riqueza social monopolizada por una minoría no es otra cosa que el trabajo,
convertido en medios e instrumentos de producción y medios de vida, de la inmensa
mayoría de la sociedad, de los proletarios, que no poseen en propiedad sino su fuerza de
trabajo, la cual tienen que vender para poder obtener lo necesario para vivir y
reproducirse. Todo el mundo de riqueza que existe en la sociedad burguesa, que ha sido
creado solamente por la actividad productiva de la clase obrera y que es su propia sangre,
sus músculos, su cerebro, carne de su carne, no le pertenece. Se encuentra así, en la
sociedad capitalista, separada de sus propios productos, desgajada de lo que no es sino
otra forma de manifestar su propia naturaleza, separada del mundo que le pertenece
porque lo ha hecho con sus manos. La burguesía, por el contrario, sin haber creado un
solo átomo de la riqueza social, disfruta de ella, se la apropia en su totalidad y se adueña
del trabajo acumulado de millones de trabajadores.
El capitalismo, al incrementar las fuerzas productivas, socializa el proceso de
producción. Los instrumentos, que en la edad media existían diseminados por toda la
sociedad, son concentrados y convertidos de instrumentos individuales en instrumentos
sociales. La producción, que anteriormente era la actividad que realizaba cada pequeño
propietario con sus miserables instrumentos individuales, se transforma en una actividad
en la que por fuerza tiene que participar toda la colectividad conjuntamente, pues los
instrumentos han cobrado una forma y proporciones tales que ya no es posible que los
manejen individuos aislados. La dirección de la producción social está a cargo de
empleados a sueldo del capital; los propietarios de los medios e instrumentos de
producción no tienen ningún papel productivo; aquí se manifiesta claramente lo irracional
de la propiedad privada sobre los medios e instrumentos de producción en la sociedad
capitalista.
Una de las leyes de la producción capitalista es su reproducción sobre una base
cada vez más amplia. Primero invade todas las ramas de producción de un país y luego el
mundo entero. Así, aumenta el número de proletarios y los concentra en núcleos cada vez
más grandes y mejor organiza dos. La depauperación aumenta necesariamente con el
número de esclavos del capital.
Todas las circunstancias en que se manifiestan la depauperación, la esclavización y
lo inhumano de las condiciones de vida de la clase obrera, la llevan necesariamente a
indignarse y rebelarse contra ese estado de cosas. Y como el régimen capitalista en su
desarrollo los reproduce en forma ampliada, siempre hay, para la clase obrera, motivos
para su indignación y rebeldía.
Conforme a los principios clásicos de la teoría, de estas características esenciales se
deriva el papel revolucionario de la clase obrera. El capitalismo se basa en la separación
absoluta entre el productor directo y los medios de producción y de vida propiedad de la
clase burguesa; a causa de esta situación, la necesidad de mantener la existencia física
obliga al proletariado a obtener los medios de vida a través del intercambio, con el burgués,
de fuerza de trabajo por salario. La actividad productiva del obrero no se realiza
espontáneamente, sino impuesta por la necesidad física de mantenerse con vida; el trabajo
es ajeno al proletario, es decir, no es parte de su propia naturaleza, sino algo exterior a
ella; en consecuencia, para realizar la actividad productiva, el proletario debe ser acuciado
por la necesidad, la cual se manifiesta en una insatisfacción e inquietud constantes ("su
inquietud en sí, la propiedad privada disuelta y que se disuelve"), en una falta, que
significa para el obrero un malestar ininterrumpido, sensación que se renueva cada día,
puesto que su base material, es decir, la separación del trabajador respecto del mundo
objetivo, es permanente. Este malestar, siempre renovado y ampliado conforme se
acumula, se expresa en una constante tensión psíquica, en una especie de energía
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potencial que presiona desde dentro al obrero: es el motor de su actividad; tal sensación de
malestar, tal tensión psíquica, son una consecuencia y condición indispensables de la
existencia del capitalismo; éste la reproduce y amplía durante su desarrollo porque
reproduce y amplía la separación del obrero respecto de su trabajo. Esta situación en que
el obrero vive separado de sus condiciones de existencia trae consustancialmente una
inseguridad absoluta respecto a la forma y momento en que se relacionará con ellas, es
decir, respecto a si tendrá en un momento determinado trabajo y por tanto comida, techo,
etcétera, inseguridad que es fuente también de una sensación de malestar en el obrero. La
misma actividad productiva, el trabajo, como algo ajeno al productor, que no es parte de su
naturaleza, es fuente también de una sensación de malestar, de incomodidad. El trabajo
implica sacrificio y mortificación. Esta sensación, que se agrega a la anterior, es también
reproducida y ampliada con el desarrollo del capitalismo.
Desde las dos fuentes enumeradas la organización capitalista engendra dentro de la
clase obrera un odio sordo y potente, una frustración siempre renovada, informe en su
esencia, pero que se expresa perfectamente en el estado constante de "zafarrancho de
combate" en que se encuentra el obrero contra todo y contra todos, incluso contra sí
mismo.
Cuando los clásicos de la teoría revolucionaria expresan que la clase obrera es
revolucionaria por naturaleza se refieren a que, entre otras razones, a causa de la situación
en que se encuentra dentro de la sociedad burguesa genera en su seno una energía
potencial que es el presupuesto indispensable para un movimiento radical, y no han
querido decir que la clase obrera desarrollará automáticamente (espontáneamente) un
movimiento revolucionario. Esa "energía potencial" es la base de cualquier actividad
política de la clase obrera; por consiguiente, la energía motriz de un movimiento
revolucionario está en germen en esa "inquietud en sí" que hemos explicado y que es
inherente al régimen capitalista.
Hemos supuesto que el proletario encuentra siempre la posibilidad de intercambiar
su fuerza de trabajo por un salario y que éste es suficiente para reproducir aquella día tras
día; pero en la sociedad burguesa (en la actualidad incluso en los países altamente
desarrollados, como EE.UU.) existe una cantidad gigantesca de proletarios que no tienen
trabajo o que no ganan lo suficiente para reproducirse diariamente; en estas
circunstancias tienen que aumentar la inconformidad, el odio, la frustración y la
"inquietud' de la clase obrera y es obvio que esa energía latente que hemos analizado aflora
a la superficie en formas violentas, de una manera generalizada en los días de entusiasmo
juvenil de la clase obrera, esporádica pero seguramente en la sociedad moderna.
También hemos partido del supuesto de que el nivel de necesidades de los obreros
es inmutable; pero las mismas exigencias del desarrollo capitalista prohijan en el
proletariado nuevas necesidades y una subvariedad de satisfactores altamente
especializados para cualquier necesidad individual (las simples necesidades de comer,
vestir, etcétera, se convierten en fuentes de mil formas, cada una más sutil que la otra, y
en una serie infinita de satisfactores de las mismas); cada nueva necesidad, como acicate
de la voluntad del proletariado, es fuente de esa situación que explicábamos arriba, por lo
que contribuye así a aumentar y a afianzar el malestar, la inconformidad, la frustración, el
odio reprimido, en una palabra, la energía latente de la clase obrera.
La sociedad burguesa no sólo confirma las necesidades esenciales y no esenciales
de bienes de consumo y las desarrolla hasta el infinito, sino que también hace nacer en el
proletario la necesidad acuciante de la propiedad privada sobre los medios e instrumentos
de producción; pero la esencia misma del capitalismo determina que esa necesidad,
promovida y exaltada constantemente como requisito de la existencia de la sociedad
burguesa, sea también constantemente reprimida porque una consecuencia ineluctable del
capitalismo es el aumento del proletariado y su mantenimiento en la situación de clase
desposeída; es decir, que la esencia del capitalismo es el monopolio de la burguesía sobre
la riqueza social. En esta situación, a la que es conducido necesariamente el proletariado
por el régimen capitalista, la inconformidad, la frustración, el malestar y el odio reprimido
son elevados a su más alta expresión creando así la base material para el desarrollo del
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Las revoluciones burguesas, como las del siglo XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en
éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por
fuegos de artificio, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta
vida, llegan en seguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad, antes de
haber aprendido a asimilarse serenamente los resultados de su períodos impetuoso y
agresivo. En cambio, las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se critican
constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven
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sobre lo que parecía terminado para comenzarlo de nuevo desde el principio, se burlan
concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus
primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra
nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden
constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea
una situación que no permita volverse atrás y las circunstancias mismas gritan:
¡Hic Rhodus, hic salta!154
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la ideología revolucionaria, lo cual da a ésta una debilidad intrínseca que sólo puede ser
eliminada en su propio desarrollo. La clase obrera no puede actuar sino en el sentido que
la impela su conciencia; para lograr que guíe su actividad hacia otro distinto que el que le
indica su conciencia burguesa es necesario que ésta sea sustituida por una conciencia
proletaria, revolucionaria.
Después de un necesario extravío juvenil (primitiva posición de Marx y Engels
frente a la revolución del 48 en Francia) la ideología revolucionaria llegó a la conclusión de
que para lograr la conquista del poder político por el proletariado era indispensable que su
voluntad estuviera determinada por la conciencia de la necesidad de esa reivindicación,
para lo cual, a su vez, era necesario desalojar a la ideología burguesa de la conciencia
proletaria, bastión tras bastión, en una lucha encarnizada que removiese sus profundas
raíces; era necesario, además, sustituir la conciencia burguesa de la clase obrera por una
conciencia proletaria, prerrequisito indispensable de la acción revolucionaria; era
indispensable, en fin, romper las organizaciones burguesas del proletariado y cambiarlas
por organizaciones proletarias. Para realizar esta tarea, los portadores de la ideología
revolucionaria deberían llevar a todas las capas de la clase obrera las ideas sobre la
revolución, hacer propaganda acerca de ellas y agitar y organizar en su torno hasta
convertirlas en carne de su carne y sangre de su sangre; sólo después de esto podría el
proletariado conquistar el poder. En resumen, los clásicos de la teoría revolucionaria
descubrieron que el proletariado sólo puede actuar movido por las determinaciones de su
conciencia, que ésta es en la sociedad capitalista burguesa por definición, que para llevar
al proletariado hacia la subversión del régimen del capital es necesario erradicar la
ideología burguesa del seno de la clase obrera y sustituirla por la conciencia proletaria y
que todo esto sólo puede realizarse a través de una enorme tarea que requiere un trabajo
lento y sistemático de propaganda, agitación y organización. Esto era perfectamente cierto
para la época propiamente infantil del capitalismo; en la actualidad, cuando la dominación
ideológica y organizativa de la burguesía ha llegado a su máxima perfección (precisamente
porque el régimen capitalista ha llegado a su estado superior, "perfecto", de existencia, en
donde, por ejemplo en las "sociedades de consumo", declara y cumple que es su misión
desarrollar, exaltar y satisfacer las "necesidades individuales" de los proletarios y en donde,
por tanto, coincide el "interés individual" de los trabajadores con el interés general del
capital), es más válida que nunca la necesidad de transformar la conciencia y la
organización de la clase obrera como requisito indispensable para que ésta produzca un
movimiento revolucionario. Lo único que cambia es que ahora la ideología revolucionaria
no se encuentra con un movimiento obrero ya desarrollado, sino que tiene que crearlo
desde sus propias bases. ¡Hic Rhodus, hic salta!.
La esencia de las tesis castristas se comprende ahora fácilmente: su planteamiento
fundamental en esta materia lo expresan diciendo que la teoría no es necesaria para hacer
una revolución y que las masas se harán conscientes durante la lucha armada, y
posteriormente, cuando los "revolucionarios" estén ya en el poder; esto precisamente
cuando la dominación ideológica y organizativa de la burguesía ha llegado a su más alta
perfección y cuando la ideología revolucionaria está completa en lo esencial, a punto para
ser empleada en dar conciencia a la clase obrera y conducirla al poder.
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intelectualidad pequeño burguesa, pues ésta es la que por su contacto con la ciencia
moderna está en posibilidad de explicarse el papel histórico del proletariado y los medios
necesarios para realizarlo y la que debe transmitir sus conocimientos a la clase obrera.
La meta fundamental de la revolución es la conquista del poder político por el
proletariado. Condición indispensable para ello es la destrucción del aparato estatal
burgués y el establecimiento de la dictadura del proletariado. Para esto es absolutamente
necesaria la derrota del ejército burgués por el proletariado en armas (ejército proletario).
Para lograr la meta trazada y partiendo del supuesto de la absoluta dominación
ideológica y organizativa de la burguesía sobre el proletariado, es necesario dar
previamente conciencia a la clase obrera de la naturaleza del régimen capitalista de
producción, de su situación dentro de él, de su misión histórica y de las formas y etapas
necesarias para llevarla al cabo; además, se impone organizarlo para la realización de esas
tareas. Es obvio que esto implica que antes de la conquista del poder, y como premisa
necesaria para ello, la dominación ideológica y organizativa de la burguesía sobre el
proletariado debe ser desplazada y sustituida por la ideología y la organización proletarias.
La conquista del poder sin realizar estas tareas sólo puede ser producto de un golpe
de suerte y excluye de por sí, desde luego, cualquier clase de ciencia. Un movimiento de
este tipo no puede ser una revolución socialista ni llevar a la clase obrera al poder; tal es el
caso de la revolución cubana, la cual fue realizada por la pequeña burguesía con la
finalidad de instaurar su dominación de clase; en Cuba, la clase obrera sólo ha cambiado
de amo y continúa siendo explotada, ahora por la pequeña burguesía cubana, adquiriendo
esa explotación un carácter tanto más escandaloso cuanto que se realiza en nombre del
socialismo.
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Los comunistas deben guiar al proletariado, según las circunstancias del caso,
desde las formas más modestas de lucha hasta las más radicales, desde las etapas
inferiores del movimiento hasta la cúspide del mismo.
Para realizar las tareas planteadas, los comunistas deben aplicar creadoramente las
tesis leninistas sobre la materia, las cuales, como hemos visto, tienen plena vigencia en la
fase actual del capitalismo internacional.
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que la conciencia de la necesidad de la acción extrema esté dirigida a esos tres objetivos
fundamentales es preciso que previamente el proletariado adquiera la conciencia de los
mismos y se organice en torno a ellos, lo cual sólo es posible, como lo hemos demostrado, a
través de un Partido Revolucionario.
Esta que hemos expuesto es la esencia de la teoría marxista-leninista sobre el
partido proletario; las desviaciones de izquierda (castrismo), las sintetizamos en seguida:
a) Es posible que la clase obrera conquiste el poder sin necesidad de que exista
un partido que dirija la lucha ni, evidentemente, el proceso de desplazamiento de la
ideología y organización burguesas del seno del proletariado.
b) La conquista del poder se puede lograr por medio de un grupo armado
(guerrilla rural o urbana) que destruya desde fuera, por medio de la acción militar
inmediata y directa la dominación burguesa sobre las clases explotadas, debilitando el
aparato militar burgués e incitando a las masas a la lucha exclusivamente a través del
ejemplo. Así se creará un ejército popular que conquiste el poder. Durante el mismo
proceso, antes o después de la conquista del poder, eventualmente se formará el partido.
c) La posibilidad se presenta no como una alternativa entre la forma antigua y la
nueva, sino como la única posibilidad en las condiciones actuales.
Las bases sobre las que hacen descansar esas desviaciones, son las siguientes:
La necesidad de la existencia del Partido y del desarrollo de la lucha ideológica y
organizativa previamente a la conquista del poderno responde a la esencia del régimen
capitalista, sino a características accidentales de Asia o Europa; en América hay
condiciones distintas (geográficas, económicas y políticas) que hacen posible y necesaria la
vía distinta propugnada.
Existen los prerrequisitos de la revolución de tal suerte que se da la condición
indispensable para que funcione el fenómeno de la catálisis, es decir, que es posible crear
las condiciones subjetivas por medios del ejemplo (focos).
En relación con lo anterior, se parte del supuesto de que la dominación de la
burguesía sobre el proletariado es puramente económica y policiaco-militar y no ideológica
y organizativa.
Cuando se acepta que existe este último tipo de dominación se dice que la misma es
sólo una capa delgada que no ha llegado a penetrar profundamente en las clases
explotadas y que por tanto puede ser rota fácilmente por la energía revolucionaria latente
de las masas. El papel de la guerrilla es presentar a los explotados una alternativa para
dar curso a su energía revolucionaria latente.
El proletariado tiene por sí –se dice- una energía revolucionaria que se manifiesta
automáticamente, en cuanto se presenta la alternativa mencionada.
Se sostiene que el proletariado se alzará en armas sin saber por qué ni para qué, en
cuanto exista la alternativa de la lucha armada.
Otra de las bases de la que parten es la consideración de que las clases explotadas
están por completo bajo la dominación (ideológica organizativa) de la burguesía y que es
imposible por tanto penetrar en ellas para crear su partido, darles conciencia y
organizarlas; por eso, sólo es posible seguir la vía de la lucha armada.
Se pretende que hay superioridad táctica de la guerrilla frente al ejército regular de
la burguesía.
Toda una forma de fundamentar el problema es la siguiente: es cierto que el
proletariado se encuentra completamente sujeto a la burguesía y que la revolución sólo
puede ser obra de la propia lucha de la clase obrera, que es necesario el Partido, etcétera,
pero en las condiciones actuales, para romper más fácilmente el asfixiante cerco ideológico
y organizativo tendido por la burguesía en torno al proletariado, y tomando en cuenta la
alta centralización de la industria, es posible desquiciar la economía burguesa a través de
las acciones terroristas que paralicen los nervios vitales de la producción (comunicaciones,
etcétera), debilitando el cerco mencionado, lo que permitirá una más cómoda y rápida
introducción de la ideología y organización revolucionarias al proletariado y un desarrollo
más acelerado de la lucha de clases. La actividad de los "revolucionarios" debe dirigirse
paralelamente en los dos sentidos.
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Los errores teóricos de los fundamentos de las tesis revisionistas de izquierda, son
evidentes: El primero y fundamental: la necesidad del Partido y de todo el proceso previo a
la fase final de la revolución no se deriva, como ya vimos, de un carácter accidental del
capitalismo, sino de su esencia misma, de la tendencia del capitalismo a penetrar
fuertemente (ideológica y organizativamente) en lo más recóndito de las clases explotadas y
de la facilidad con que ellas mismas asimilan y hacen suyos los principios ideológicos
burgueses (línea de menor resistencia). En la actualidad, en todo el mundo, y en especial
en Latinoamérica, esa tendencia se ha hecho más fuerte, infinitamente más fuerte, y ha
creado lo que Marcuse llamó la sociedad de la "Administración total", en donde las clases
explotadoras han logrado por fin que los explotados acepten gustosos y cooperen
"voluntariamente" a perfeccionar el régimen capitalista de producción. Es lógico entonces
que con mayor razón sea necesario el mismo proceso propugnado por los clásicos: Partido,
toma de conciencia y organización y que el mismo tenga que ser más profundo y complejo.
Las características que por ejemplo Debray señalaba como típicas de Latinoamérica (baja
densidad de población en el campo, ausencia de intervención militar directa, etcétera) y
sus opuestos, que los consideraba como la causa de la necesidad de la formación del
Partido y del proceso político previo a la fase radical de la revolución, no son
circunstancias esenciales de la explotación colonial, sino formas secundarias que adopta
ésta en sus distintas etapas y que sólo nos hacen saber que el proceso de creación del
Partido, etcétera, deberá ahora ser más arduo, complejo y profundo que antes, pero que no
nos autoriza a extraer de ahí nuevas consecuencias tácticas puesto que lo esencial no ha
cambiado y al contrario, ha llevado a su máxima expresión su naturaleza.
Es cierto que existen los prerrequisitos para la revolución en todo el mundo
capitalista, pero aquí hay que hacer una clara distinción entre las precondiciones objetivas
y subjetivas de la revolución. Es evidente que existen las primeras y que se agudizan o
"perfeccionan" conforme pasa el tiempo, pero no podemos decir lo mismo de las segundas;
y en estas últimas no podemos incluir el descontento de la clase obrera, que existe
siempre, aunque canalizado incluso hacia el perfeccionamiento del capitalismo; tal
descontento así considerado pertenece a las condiciones objetivas. Las condiciones
subjetivas, o sea la conciencia y organización de la clase obrera para la conquista del
poder, no existen en ninguna parte espontáneamente, sino que su creación es
precisamente la tarea principal de un Partido proletario. La teoría según la cual es posible
crear la condiciones subjetivas por medio de la acción militar se basa en la tesis falsa de
que la conciencia y la organización pueden brotar espontáneamente de la misma clase
obrera; además, descansa también en el error de que al destruir o debilitar el aparato
militar de la burguesía, automáticamente se destruye o debilita la sujeción ideológica y
organizativa.
La dominación de la burguesía sobre el proletariado no es puramente económica y
policiaco-militar, sino eminentemente ideológica y organizativa; la máxima aspiración de la
burguesía, que se convierte en una tendencia del régimen capitalista, es lograr que la
explotación se base exclusivamente en resortes ideológicos y organizativos y sólo
excepcional y suplementariamente en la fuerza policiaco-militar. Este es un hecho
inobjetable que nos lo demuestra el constante perfeccionamiento de la ideología burguesa.
Como hemos insistido, la dominación de la burguesía sobre el proletariado penetra
firmemente hasta alcanzar todas las fibras de la conciencia y de la acción del proletariado
a través de una educación que viene de muchas generaciones atrás. Como es obvio, para
dar conciencia al proletariado de la necesidad de conquistar el poder mediante el
derrocamiento de la burguesía y la subversión de toda la sociedad burguesa y organizarlo
en torno a esos objetivos, es necesario derrotar previamente, en el seno de la clase obrera,
a la ideología y organización burguesas y sustituirlas con las que corresponden al
proletariado.
El argumento según el cual a causa de la completa dominación burguesa es
imposible penetrar en las clases explotadas y que por tanto se impone la lucha armada
inmediata, demuestra palpablemente la estulticia de quienes la sostienen: precisamente
cuando se agudizan las condiciones que hacen necesario el partido y el proceso previo a la
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urbanas, las que, indefectiblemente, se convierten en grupos de terroristas sin base social
alguna, sin partido y sin programa político definido que son fácilmente aniquilados o
neutralizados.
Cuando la pequeña burguesía, en el proceso que hemos esbozado, toma conciencia
de que es impotente en su lucha contra la burguesía, vuelve angustiada los ojos a la clase
obrera, de la que trata de obtener ayuda. Pero sus principios son tan grotescos y traídos de
los pelos y su acción política se mueve de tal forma dentro de los límites de la "razón pura",
alejada por completo de las necesidades prácticas e inmediatas del proletariado, que
realmente no logra atraer sino a una fracción harto reducida de la clase obrera. Así, por
ejemplo, la celebrada unión entre obreros e intelectuales practicada en Francia durante la
"revolución de mayo" de 1968 no era otra cosa que la conversión de los lugares de trabajo y
reunión de los obreros en aulas universitarias y seminarios públicos y, por tanto, no
significaban sino el trasplante al movimiento obrero de todo el cretinismo y la estupidez de
los profesores universitarios y de los intelectuales pequeño burgueses, quienes llamaban a
la clase obrera a la discusión y al diálogo para construir en la imaginación la sociedad del
futuro, con todos sus detalles, mientras que la sociedad real, a la que en todo caso había
que destruir para dar nacimiento a un nuevo orden de cosas, seguía existiendo firmemente
enraizada, poniendo en acción los dispositivos necesarios para garantizar esa existencia.
"La imaginación ha tomado el poder"; esta frase apareció constantemente en los muros de
París y nada podía haber pintado mejor de una pieza a la "revolución de las flores" que este
epigrama que ella se hizo a sí misma. Mientras más la imaginación se enseñoreaba de la
pequeña burguesía y de reducidos grupos de obreros, en tanto con más insistencia se
decretaba la abolición del régimen existente, más seguía la sociedad real apuntalando los
pilares en los que se sostenía y haciendo más fuerte la influencia que sobre la aplastante
mayoría de la clase obrera tenía a través del Partido comunista francés, modelo típico éste
de partido oportunista y, por tanto, colaborador hasta la ignominia de la burguesía
francesa.
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"vanguardia", es decir, con sus "Mafias", se mueve dentro de una contradicción insoluble:
para instaurar su dominación debe derrocar a la burguesía y esto no puede hacerse, en las
condiciones actuales, sin que sea el proletariado quien dirija y realice la revolución; pero al
ser el proletariado la fuerza motriz de un movimiento radical, la pequeña burguesía tiene
que someterse a su dominio y quedar bajo su dictadura. Esta es la razón por la que los
teóricos de la pequeña burguesía eluden las condiciones verdaderamente necesarias para
instaurar el socialismo y llevar al proletariado al poder. Quieren una revolución dentro de
los "límites de la razón pura" con el fin de crear un reino a su imagen y semejanza, donde
toda vulgaridad tenga su asiento.
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el que encabezan los intelectuales y del que forman parte también los artistas, los
escritores, los poetas, los técnicos, los científicos, los profesionistas y la burocracia estatal
y de las empresas privadas; el de los pequeños productores y comerciantes; y aquel que es
el desecho natural de aquellos dos y que se encuentra en transición de la pequeña
burguesía hacia el proletariado.
No podemos considerar a los estudiantes como formando un sector especial dentro
de la pequeña burguesía, sino, más bien, como pequeños burgueses in nuce, en período de
gestación.
En estas condiciones empezaron a crearse las premisas para la rebelión de la
pequeña burguesía:
- la intelectualidad, los científicos y los técnicos, que son quienes en gran
medida dirigen en nombre y a cuenta de la burguesía el proceso productivo, político y
social, por un lado vieron reducidos sus ingresos en relación con el enorme crecimiento de
la riqueza de la burguesía y por otro, en la misma proporción que aumentó su papel
dirigente en la economía nacional, sintieron cada vez más opresiva la tutela despótica de la
burguesía;
- la principal "capacidad natural" de los artistas, poetas y escritores, es decir, su
imaginación, fue exaltada hasta niveles muy altos pero dentro de los límites estrechos que
dictatorialmente le impuso la burguesía; aunado a esto, también sus ingresos fueron
relativamente menores que los de la burguesía;
- las condiciones de vida de los técnicos medios, los profesionistas y la
burocracia estatal y privada descendieron relativamente y se acentuó la opresión de que
eran objeto por la burguesía;
- los ingresos de los pequeños productores y comerciantes se redujeron
relativamente respecto del aumento desmesurado de la riqueza social en las décadas
anteriores y su sujeción a la burguesía se hizo más constrictiva;
- el sector más bajo de la pequeña burguesía, que tiende a proletarizarse, es
obvio que también se vio afectado por el recrudecimiento de sus condiciones de vida.
La rebelión de la pequeña burguesía germinaba en el caldo de cultivo de la
prosperidad económica.
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por el proletariado, no significa otra cosa que la consideración de las diferentes esferas de
la producción, del consumo y de las superestructuras ideológicas, políticas y culturales
como campos de acción privativos de las personas directamente interesadas en ellas; es
decir, que los asuntos de la fábrica deben ser decididos por los propios obreros, técnicos y
burócratas que en ellas trabajan, los de los distintos grupos de consumidores por sus
propios integrantes, los de los diversos grupos culturales autónomamente por sus
miembros, los de una circunscripción territorial por los habitantes de la misma y, lo que es
más importante, los que se refieren a la dirección de la economía nacional como un todo
por los directamente interesados, es decir, por los técnicos, científicos e intelectuales que
en la situación actual dirigen no en nombre propio sino en el de la burguesía; es evidente
que en la "autogestión" dirigiría (a nivel de las empresas individuales y de la economía
nacional) quien tiene capacidad de hacerlo, es decir, los técnicos y burócratas de las
empresas y el proletariado quedaría en una situación igual a aquella en que se encuentra
dentro de la sociedad capitalista; una vez eliminada la propiedad de la burguesía -lo que
constituye el sueño dorado de nuestros intelectuales- la reivindicación de la dirección del
proceso productivo trae consigo necesariamente la propiedad de la pequeña burguesía
sobre los medios e instrumentos de producción y el mantenimiento de la explotación de la
clase obrera; en realidad, en esto sólo hay una sustitución de explotadores y un terrible
engaño a la clase obrera.
Tales son los términos en que se conciben, por la pequeña burguesía, la
impugnación al régimen capitalista y la "nueva sociedad" que ha de brotar de la acción
"revolucionaria" de los elementos integrantes de las sociedades de consumo. Como vemos,
no es difícil encontrar bajo la piel de oveja al lobo pequeño burgués.
El "socialismo humanista", que es la "alternativa" que "trasciende" a la sociedad
industrial o de consumo no fue, ni mucho menos, una invención de la pequeña burguesía
del mundo occidental; la pequeña burguesía que en los países socialistas despojó del poder
al proletariado la dio a luz y la puso en práctica en Yugoslavia, desde donde fue importada
por la oposición que surgió en los antiguos países socialistas cuando el "socialismo
realmente existente" -una forma sui generis del capitalismo- sustituyó al socialismo
soviético.
Al desentrañar la forma especial en que es oprimida la pequeña burguesía en la
sociedad capitalista y al agudizarse dicha opresión a causa del incremento fabuloso de la
propiedad de la burguesía, la élite intelectual cohesiona en su torno a todos los demás
sectores de aquella con los que forma un frente unido de lucha que la reconoce como su
más fiel representante.
b) Los pequeños productores y comerciantes
El sector de la pequeña burguesía integrado por los pequeños productores y
comerciantes no participó en la misma medida que la burguesía en la apropiación de la
riqueza social. La ideología natural de este sector, por la propia posición que guarda en el
régimen capitalista de producción, es el reformismo; no importa que por un momento haya
sido arrastrado por la intelectualidad al apoyo de sus quimeras descabelladas, pues el
núcleo de sus posiciones ideológicas siguió siendo siempre, como se manifestó en la
contraofensiva de la burguesía francesa en la revolución de mayo, la simple reforma de la
sociedad capitalista.
c) Las capas inferiores de la pequeña burguesía
Por último, las capas más bajas de la pequeña burguesía, íntimamente entrelazadas
con los estratos superiores del proletariado, sirvieron de base material a la ideología
ultraizquierdista de los grupos pro-chinos y pro-cubanos; hay que hacer notar cómo la
ideología de esos grupos, que en su forma original preconizaban la lucha armada para la
conquista del poder, se vieron obligados a adoptar las mismas posiciones de la pequeña
burguesía tanto en su crítica a la sociedad capitalista como en las formas de lucha que
desarrollaron, yendo siempre a su zaga.
La posición de los grupos pro-cubanos se explica perfectamente si partimos de sus
principios acerca de la revolución conjura; la situación estaba hecha como por encargo;
sólo restaba impulsar el movimiento de las masas y, por sorpresa, unos cuantos locos
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sueltos podrían tomar el poder; para ello no era necesario, desde luego, un programa y un
partido verdaderamente revolucionarios sino la existencia de un pequeño grupo que, con
base en las masas, llevara adelante el movimiento hasta la conquista del poder. Cayeron
presos por completo de la trampa que les tendió la pequeña burguesía y, de paso,
demostraron la inoperancia de las tesis cubanas respecto de la revolución.
La rebelión de la pequeña burguesía internacional se materializó en varios
movimientos que se realizaron en los últimos años de la década del 60 y en los primeros de
la del 70 del siglo XX en varios países del mundo; se cuentan entre ellos la "revolución" de
mayo de 1968 en Francia, que es el modelo clásico, la revuelta estudiantil de México,
también en 1968, la revolución de los claveles en Portugal y una gran cantidad de
movilizaciones estudiantiles en Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, etcétera.
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sociedad actual, lucha activamente por hacer valer precisamente esa individualidad en
contra de la individualidad de la burguesía. Aquí, el filósofo, el teórico de esta clase social y
de su movimiento solamente debe traducir estas necesidades y requerimientos a un
lenguaje tan pedante e intrincado que obligue a dar inmediatamente por cierto lo que ahí
se dice, antes que sufrir el suplicio de tratar de comprenderlo.
La pequeña burguesía aspira a una forma de organización social en donde por
principio de cuentas sea abolida la dominación de la gran burguesía; una vez logrado esto,
las capacidades naturales (instintivas, dice Marcuse) de todos los miembros de la sociedad
deberán florecer libremente y harán brotar la verdadera individualidad del ser humano;
así, si mi capacidad natural e instintiva es ser mal poeta o mal filósofo, o técnico en
cualquier rama de la producción, u obrero, etcétera, esa mi capacidad natural e instintiva
se desarrollará libremente cuando yo deje de hacer malos versos para mi amo burgués y
los haga para fastidiarme a mí mismo, para mi éxtasis personal, cuando deje de realizar
actividades tecnológicas para el explotador capitalista y trabaje sólo para la fábrica que
poseo en unión de mis colegas técnicos, cuando deje de trabajar para enriquecer al
burgués y lo haga para labrar yo mismo las cadenas que me aten a la nueva clase
explotadora; además, una vez libre del poder de dominación, yo, mal poeta, mal filósofo,
técnico u obrero podré hacer valer mi individualidad también dejando volar mi imaginación
e inventando mil y una necesidades y formas de satisfacerlas en lugar de que me las
imponga el aparato de dominación; ahora seré yo mismo quien determine qué ropa debo
usar, qué habré de comer, qué programas de televisión veré, etcétera. En lo económico, la
descentralización, la propiedad por grupos, las asociaciones de consumidores, etcétera; en
lo político, la comunidad democrática cerrada, autónoma (descentralización municipal,
etcétera); en lo cultural, el grupo pequeño de seres de "sensibilidad afín", etcétera; esto es,
qué duda cabe, la vuelta, bajo una forma nueva, de la sociedad medieval dividida en sus
gremios y sus corporaciones y basada en sus artesanos que en ese régimen encontraban el
campo propicio para hacer florecer "sus capacidades naturales e instintivas". Esto es
perfectamente explicable: la sociedad burguesa socializa en alto grado la producción y
desde luego también las capacidades humanas, a las que convierte de individuales en
sociales, y despoja al proletariado de cualquier capacidad natural e instintiva individual
que no sea su fuerza de trabajo (automatización de que habla Marcuse); pero, sin embargo,
a la vez es incapaz de llevar hasta sus últimas consecuencias ese proceso y deja un campo
muy grande para la acción de la "capacidad individual" de personas como los científicos,
los técnicos, los intelectuales, los pequeños productores, quienes, por tanto, representan
dentro de la sociedad burguesa un "anacronismo", pero sin duda un anacronismo
absolutamente indispensable. La ideología del pequeño artesano de la edad media renace
en esta clase producto de la más alta etapa del desarrollo capitalista. La sociedad con que
sueña la pequeña burguesía tiene el mismo fundamento que la sociedad capitalista: la
teoría burguesa de la necesidad eterna de la división de la sociedad en clases a causa de la
existencia de capacidades naturales e instintivas que hacen naturalmente distintos a los
individuos; por eso, para la pequeña burguesía lo único que no es una capacidad natural
del hombre es ser gran burgués; de ahí en adelante todas las demás clases y grupos
sociales son una necesidad natural y eterna de la sociedad: obreros, campesinos, técnicos,
intelectuales, poetas, filósofos, etcétera son categorías que no pueden dejar de existir so
pena de que se acabe la sociedad; obvio es, entonces, que si en la sociedad que propone la
pequeña burguesía existen las clases sociales deba existir también la explotación, la
exacción de plusvalía al proletariado por la pequeña burguesía y esto es lo que hubo
realmente ahí donde, como en los países antiguamente socialistas, la pequeña burguesía
nacida de la propia clase obrera llegó al poder.
La lucha de la pequeña burguesía contra la gran burguesía puede ser meramente
reformista y pretender sólo que se suavice el yugo del gran capital y acaso también obtener
algunas reformas económicas que le den cierta autonomía y descentralización a los
diferentes grupos de pequeños burgueses o pretender de plano el derrocamiento del
aparato burgués de dominación y su sustitución por el gobierno de la pequeña burguesía;
lo que esta clase social se planteé como objetivo depende de una serie de circunstancias,
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pero lo único que realmente puede alcanzar es lo primero, porque para hacer lo segundo es
necesaria una revolución socialista y esa sólo la puede llevar a cabo la clase obrera. Las
causas de la lucha independiente de la pequeña burguesía y del perfeccionamiento de sus
armas teóricas durante la década del 60 del siglo XX fueron: a) reflujo de la lucha
revolucionaria del proletariado, b) incremento de la explotación burguesa sobre la pequeña
burguesía y c) cambio de la estructura de la clase de la pequeña burguesía: los técnicos e
intelectuales pasan a formar una parte sustancial de la misma llevando los elementos
teóricos necesarios para su rebelión independiente.
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de amor, paz, erotismo, etcétera, son su base de sustentación, es, por más que se diga otra
cosa, una sociedad en donde existe cada uno de los contrarios de los polos mencionados.
Y así es, en realidad, la forma de organización social que Marcuse imagina como
"sociedad libre": la parcelación de las fuerzas productivas en esferas privadas de acción
(propiedad por grupos o autogestión de los Yugoslavos), exaltación hasta el infinito de las
capacidades individuales (desde luego de los intelectuales, artistas y técnicos
principalmente) con la formación de gremios de las más diferentes especialidades de estos
artesanos del absurdo, con la adoración metafísica, religiosa de sus mezquinos
instrumentos de producción (su sensibilidad artística, su imaginación, su inteligencia o su
cretinismo), con la fetichización de las fábricas como propiedad privada de un grupo de
personas, etcétera. Claro es que esta "sociedad" así concebida tiene que generar como su
producto más peculiar una "sensibilidad" como la que Marcuse delinea para su "sociedad
libre" y que, a fin de cuentas, no es sino la misma "sensibilidad" que existe en la sociedad
burguesa.
La "nueva sensibilidad" de Marcuse no es, bien mirado, sino la conservación, en un
régimen de dominación de la pequeña burguesía, del hombre separado de sí mismo y de
sus fuerzas esenciales, es la reposición, en una forma distinta, de la forma degradante en
que el hombre de la sociedad capitalista se relaciona con sus semejantes y con la
naturaleza; es concebir a los otros como objeto de su amor, es decir, de su interés privado,
como objeto de su erotismo, es decir, de su placer individual, etcétera.
Para Marcuse, en esencia, el sentimiento que debe presidir la actividad del hombre
"nuevo" es un placer sensual, lúdico, sereno (en suma, un orgasmo ininterrumpido); y ¿qué
es el placer sino el fundamento último del régimen capitalista, la esencia misma del
hombre egoísta base de la sociedad burguesa? La estulticia de Marcuse se expresa
claramente en el hecho de pretender que exista el placer sin su correlato necesario, el
displacer.
El placer (base fundamental del interés individual), es decir, el halago y exaltación
de los sentidos como mecanismo para relacionar al hombre con sus objetos y los demás
hombres, ha sido hasta hace poco una necesidad imprescindible del desarrollo social, el
motor del mismo; pero hoy día ha llegado a convertirse en una traba insuperable y en el
punto de apoyo más firma del régimen capitalista; dos conquistas del progreso económico,
la constante mecanización de las funciones que anteriormente requerían la intervención
directa de los sentidos humanos, y la posibilidad de la satisfacción precondicionada de las
necesidades biológicas elementales, hacen perfectamente prescindible el mecanismo del
placer para el desarrollo de la existencia del hombre; en el socialismo, a través de la
socialización de la producción y del consumo se irá acabando paulatinamente con esa
"sensibilidad" hasta que, en el comunismo, haya desaparecido por completo. ¡Y
precisamente Marcuse erige al placer en el fundamento último de la sociedad libre que
propone!
El régimen capitalista de producción genera, como su producto más peculiar, los
"instintos" de belleza, amor, paz, erotismo, etcétera; son, en realidad, el producto necesario
de las contradicciones existentes en la sociedad burguesa; son manifestaciones del
mecanismo, ya enunciado, del placer como forma de relacionarse el hombre con la
naturaleza que es elevado a su máxima expresión por el régimen de explotación capitalista.
Marcuse considera a esos "instintos" como el fundamento de la "sociedad libre", con lo que
declara abiertamente que ésta no es sino el régimen en el que se alcanza la forma más alta
de la esencia del capitalismo. En el comunismo (verdadera "sociedad libre"), estos
"instintos" tan queridos de Marcuse deben desaparecer, pues sólo tienen lugar ahí donde el
hombre está separado de su objeto y no puede, por tanto, relacionarse con él sino a través
del placer, es decir, del interés individual.
En síntesis, lo que Marcuse propone es una sociedad en donde, eliminados los
"aspectos malos" del régimen actual, persista sola, y elevada a la enésima potencia, una
sensibilidad libidinal que convierta toda la actividad del hombre en un acto sexual único,
en un orgasmo ininterrumpido.
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Varios han sido los “pensadores” que han derrochado su inteligencia en esta tarea,
pero destacan entre ellos Michael Hardt y Antonio Negri, quienes han expresado sus ideas
detalladamente en su obra Imperio.
La novedad de sus tesis se cae al primer análisis: todos sus conceptos tienen una
correspondencia exacta con los de la teoría marcusiana. La posmoderna “sociedad de la
información” es la “sociedad de la administración total” marcusiana, los “trabajadores del
sector de servicios” son los “neoproletarios” de la era moderna, el “trabajo inmaterial” es el
“trabajo mental”, etcétera.
La crítica al marcusianismo posmoderno es la misma que se ha hecho al
marcusianismo clásico y la explicación metodológica que hemos desarrollado a propósito
de aquel tiene aplicación en el caso de éste.
Hardt y Neri consideran, al igual que Marcuse, que el capitalismo ha entrado en
una nueva etapa en la que sus elementos han adquirido una naturaleza distinta de la que
le asignaban los clásicos del marxismo; a causa de ello, todo lo que éstos preveían como el
destino del régimen capitalista, es decir, la revolución proletaria y el establecimiento del
socialismo, no tiene ya validez.
Como en el caso de Marcuse, la posición de Hardt y Neri expresa los intereses de la
moderna pequeña burguesía.
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Anexo 1
Ponencia presentada en el
XII Coloquio Nacional Internacional (Virtual)
Carlos Marx: Problemas y desafíos del siglo XXI
organizado por
Cátedra Internacional Carlos Marx de la Universidad Autónoma de Guerrero
3, 4 y 5 de diciembre de 2020
Presentación
El propósito de la ponencia es hacer algunas reflexiones sobre la naturaleza del
capitalismo moderno y su necesaria evolución.
Por “capitalismo moderno” entendemos el régimen económico que es el sucesor
lógico-histórico del capitalismo clásico en los países del llamado mundo occidental, en
donde adquirió una forma superior, y el que se estableció en los países llamados socialistas
a la caída del denominado socialismo real.
Nuestro instrumento cognoscitivo es la teoría marxista-leninista, esto es,
exclusivamente los textos de Marx, Engels y Lenin.
Las producciones teóricas contemporáneas que se autonombran marxista-
leninistas, en su generalidad tienen como finalidad demostrar que el capitalismo no tiene
ya las características esenciales que en él descubrieron los clásicos y, por tanto, los
derroteros de su evolución son otros distintos de la revolución proletaria y el
establecimiento del socialismo.
En otros casos, se postula que nada ha cambiado sustancialmente y únicamente
hay que desempolvar las viejas armas y, superando los errores personales que llevaron a la
derrota del socialismo en 1989 y cultivando una mística como la de los viejos
revolucionarios, desarrollar el movimiento que lleve a la instauración del socialismo, cuyo
concepto es, sin ninguna evolución, el mismo que el de los fundadores de la teoría
revolucionaria.
En primer lugar haremos una revisión de los conceptos de ser determinado y
esencia desarrollados por Hegel en su Lógica, pues ellos nos permitirán guiar nuestra
argumentación en lo relativo a la naturaleza del capitalismo moderno.
El ser determinado
El ser determinado (un algo, una cosa, un fenómeno, un régimen
económico) tiene a su otro en sí mismo
El otro del ser determinado es primero su destinación, lo que está destinado
a ser.
El ser rellena su destinación y se convierte en el otro de sí mismo: otra forma de
existencia como tal ser determinado. Es la variación del algo.
El movimiento del ser determinado consiste en constituir el otro que tiene como su
destino.
El ser determinado se supera y se conserva en ese pasar de lo que es a lo que está
destinado a ser.
El resultado es una naturaleza superior del ser determinado, en el cual se establece
una nueva destinación que tiene que ser constituida; y así sucesivamente.
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La esencia
El deber ser es la esencia del algo (ser determinado)
El ser se interna en sí mismo y produce su esencia.
La esencia se desarrolla a partir del ser.
El ser determinado está integrado por dos polos que contienen cada uno a su
contrario en sí mismo, lo engendran en sí mismo, lo excluyen de sí y lo engendran en el
exterior como el otro polo y se engendran a sí mismos en el otro polo a través de esa
exclusión; los polos están en contradicción.
La dialéctica entre el polo positivo y el polo negativo de la esencia da lugar a la
reflexión del segundo de ellos, es decir, a la producción por el polo negativo de la forma del
otro que ha de sustituir al ser inmediato actual, pero solo de la forma, que en este estadio
coexiste con el contenido de aquel.
La esencia ha dado a luz al otro del ser determinado, pero únicamente como una
forma que conserva el mismo contenido del ser de donde proviene. La nueva forma
adquirida por el ser determinado elimina la forma precedente.
La forma del otro y su contenido, que son las determinaciones del ser inmediato que
la producen, se engendran y niegan mutuamente.
Las determinaciones del ser inmediato pasan a una fase superior de su existencia y
niegan la forma del otro.
Además, restauran la forma anterior del ser inmediato, la cual ahora tiene
características nuevas.
Las determinaciones del ser determinado actual en su nueva fase de existencia son
otra vez sólo la esencia (polo positivo y negativo), el fundamento de lo que el ser es; se
reanuda la relación primitiva entre contenido y forma.
La relación entre forma y contenido lleva a la exacerbación de la negatividad del
contenido (del polo negativo), lo que da lugar a que surjan otras determinaciones que son las
del ser en sí y por sí, esto es, del otro en que el algo ha de transformarse.
El contenido, mediante la reflexión del polo negativo de la esencia, produce también
la forma del nuevo ser.
Forma y contenido del nuevo ser son el fundamento integral.
En esta última fase del desarrollo de la esencia han quedado totalmente polarizadas
las determinaciones del ser inmediato existente y las del que ha de sustituirlo a su
perecimiento.
Se entabla la lucha frontal entre los dos tipos de determinaciones y al final de la
misma las determinaciones del nuevo ser eliminan a las del ser originario.
El nuevo ser inmediato surge a la existencia. Lo que aparece en la existencia es el
ser inmediato esencial.
El ser existente es simultánea y sucesivamente ser y esencia; es ser esencial.
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El capitalismo de consumo
El destinatario de esta gran evolución de la industria productora de bienes de
consumo es el individuo consumidor. En el régimen de la propiedad privada se da
necesariamente el proceso de constitución, desenvolvimiento y apoteosis, en el capitalismo,
del individuo que es la negación de la naturaleza colectiva de la especie y, por tanto, de la
esencia natural del hombre.
En la fase superior del régimen capitalista el trabajador ha adquirido la propiedad
privada plena sobre sí mismo. Con este carácter se enfrenta al voluminoso mundo de
bienes y servicios que el moderno capitalismo de consumo le pone delante. En primera
instancia, los trabajadores, acuciados por ese enorme cúmulo de satisfactores, llevan hasta
sus últimas consecuencias las transformaciones que en su fisiología y en su psique
produce la propiedad privada; el trabajador, excitado por esa monstruosa acumulación de
cosas, procede, bajo su propia dirección, a manipular su sensoreidad para desarrollar
nuevos procesos orgánicos –fisiológicos y psíquicos– (necesidades y su satisfacción) que
correspondan a la plétora de bienes que la sociedad de consumo seductoramente le
presenta.
Las sensaciones exacerbadas de insatisfacción y satisfacción traen consigo el
funcionamiento desmandado de los procesos sensoriales y psíquicos implicados y, por
tanto, el desgaste acelerado de los mismos y de los órganos en los que residen.
Esa actividad desbordada y el rápido deterioro de los procesos orgánicos y los
órganos involucrados se traducen necesariamente en su descomposición irreversible.
La integración armónica de órganos y procesos se trueca en el descoyuntamiento de
los mismos, lo que resulta en un monstruoso desarrollo autónomo de sus elementos.
La sociedad de consumo ofrece una variedad y una cantidad inagotables de
satisfactores, por lo que en el individuo consumidor se genera una multitud de situaciones
de insatisfacción exasperada, las que a fin de cuentas integran una sola sensación
magnificada de insatisfacción (displacer) que crece desmesuradamente, tanto con su
parcial aplacamiento por la satisfacción de una necesidad aislada, lo que sólo es el punto
de apoyo para una necesidad mayor, como por la imposibilidad de satisfacer una, varias, o
gran parte de las necesidades.
Cada satisfacción placentera trae consigo un embotamiento de la sensoreidad del
individuo, por lo que exige una exacerbación mayor de la sensación de insatisfacción y una
satisfacción que proporcione un placer redoblado. Y así sucesivamente.
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la égida del principio del placer. Se completa así la deshumanización del trabajador.
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6. Proceso de trabajo
El proceso de trabajo tiene, en el régimen de producción capitalista, las siguientes
instancias:
-El obrero es un ser apremiado por sus necesidades vitales individuales, autónomas
y sustantivadas. El motor de su actividad es la satisfacción individual de esas necesidades.
La fuerza individual de trabajo es sustantivada, tiene vida propia, es decir, no es parte
indiferenciada de una fuerza colectiva de trabajo que satisface las necesidades sociales de
la especie. La conciencia del individuo, igualmente, no es una parte indiferenciada de la
conciencia colectiva que se representa las necesidades sociales, sino una conciencia
individual que se representa las necesidades individuales como punto de partida y
finalidad de su actividad.
-Las fuerzas y capacidades individuales del trabajador son un medio para satisfacer
sus necesidades individuales sustantivadas. La conciencia individual del obrero se
representa esas fuerzas y capacidades individuales como de su propiedad y al servicio de
sus necesidades individuales.
-Los medios e instrumentos de producción fraccionados entre los propietarios
privados son una propiedad ajena al obrero con la que tiene que relacionarse diariamente
para obtener los medios de subsistencia necesarios.
-La actividad por la cual se relacionan las capacidades del obrero con la parte de la
máquina o proceso a la que está adscrita es la manifestación de su fuerza individual de
trabajo.
-Los obreros individuales son sometidos a una cooperación forzada para actuar
sobre los medios e instrumentos de producción.
-La fuerza de trabajo del obrero es una mercancía enajenable que se intercambia
por el equivalente de sus medios de subsistencia. -El capitalista, por su parte, es poseedor
de sus necesidades vitales individuales sustantivadas, entre las que sobresale la necesidad
imperiosa de acumular.
-La forma de satisfacerlas es a través de la exacción de trabajo excedente, es decir,
de la explotación de los trabajadores.
-Para él las necesidades vitales del obrero individual son el medio para establecer la
unión entre la fuerza individual de trabajo y la parcela de los medios e instrumentos de
producción que le pertenecen.
-Las fuerzas y capacidades individuales de los obreros son los instrumentos
mediante los cuales se valoriza el capital.
-Su capital (medios e instrumentos de producción) es una propiedad cuya finalidad
es incrementarse incesantemente a través del intercambio con el trabajo vivo.
-La actividad productiva del obrero es para el capitalista el uso de uno de los
elementos del capital productivo de su propiedad.
-Su actividad principal es como organizador y director del proceso productivo, en la
cual emplea necesariamente la violencia física y moral para reunir las fuerzas de trabajo
individuales de los obreros y obligarlos a realizar las funciones productivas que les asigna.
-El obrero y el capitalista se representan en su conciencia individual todas estas
instancias y desarrollan la actividad práctica individual a que aquella los impulsa.
-El obrero la realiza para, en cooperación forzada por el capital con otros obreros,
relacionarse con la fracción de medios e instrumentos de producción que pertenecen al
capitalista privado que los contrata y efectuar la función cuyo resultado es producir bienes
en los que se materializa un valor valorizado (proceso de valorización del capital). Se trata de
una fuerza de trabajo individual, sustantivada y autónoma, que es puesta a funcionar por el
capital (por un propietario privado) reuniéndola con las otras fuerzas individuales de trabajo
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y con la parte de los medios de producción de su propiedad para producir bienes que le son
ajenos. No es la fuerza individual fundida en una fuerza colectiva que actúa sobre medios e
instrumentos de producción colectivos.
-En esta actividad el obrero produce trabajo excedente que se apropia el capitalista,
quien lo convierte en trabajo acumulado y lo emplea como medio para extraer más trabajo
excedente.
-Esta actividad se basa en la maquinización de la producción. La maquinización
capitalista de la producción genera directamente la anulación, atrofia y descomposición de
los procesos y la estructura orgánica de los individuos.
El capitalista organiza y dirige el proceso de trabajo que se realiza con los elementos
productivos de su propiedad. La base de esta actividad del capitalista es, por necesidad, la
férrea violencia física y moral ejercida sobre los obreros individuales.
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de aquellas.
5º. La degeneración de la esencia humana se manifiesta en la última fase del
régimen capitalista de una manera aguda, directa y explícita, sin la mediación de las
formas primitivas de la explotación capitalista que ocultaban la raíz del fenómeno.
6º. El socialismo ha recorrido una fase de su existencia durante la cual, en virtud
de haberse dado en una etapa muy primitiva del capitalismo, colectivizó el régimen social
con la finalidad de garantizar e impulsar la satisfacción de las necesidades individuales de
los trabajadores, con lo cual generó al individuo como tal; en su evolución posterior, el
crecimiento desorbitado de las necesidades individuales rompió en pedazos la antigua
organización social colectiva y obligó a la restauración de formas capitalistas como la
propiedad por grupos, la autogestión, etcétera, lo que resultó por necesidad en un
sustancial avance en la degeneración de la naturaleza esencial del hombre en esos países;
más tarde, ese proceso de exaltación del individuo llevó al pleno restablecimiento del
capitalismo, lo cual habrá de ocasionar una más profunda vulneración de las
características fundamentales de la especie humana.
7º. En las sociedades industriales modernas, las tradicionalmente capitalistas y las
que antaño fueron “socialistas”, se ha aportado la prueba práctica de que el desarrollo del
individuo como tal – sueño dorado del oportunismo moderno-, aún cuando sus condiciones
generales de existencia sean colectivas, deviene necesariamente en la degeneración de las
características naturales de la especie y en la destrucción de la colectividad.
8º. La exaltación de las necesidades individuales genera, como contrapartida
necesaria, el placer antinatural, un malestar y una inquietud crecientes, una
inconmensurable insatisfacción que es el elemento psíquico constituyente de la energía
revolucionaria.
9º. Al establecer prácticamente, en la realidad, la relación directa entre el desarrollo
del individuo y la anulación de la esencia natural del hombre, se hace posible contar con
los elementos para dar conciencia a los trabajadores de la esencia de la explotación
capitalista, la cual se realiza, en su forma superior, precisamente a través de la satisfacción
y exaltación de las necesidades individuales. Es decir, que se crean las premisas que
permiten dar conciencia de la verdadera naturaleza de las necesidades individuales.
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Anexo 2
En este XIII Coloquio se propone como tema el análisis, de acuerdo con el concepto de
revolución proletaria de Carlos Marx, del proceso de cambio, en nuestra América y en el siglo
XXI, del régimen capitalista al socialismo,
Esto es, se trata de la determinación de la medida en que se ha realizado la previsión
teórica de Marx de la necesaria transformación, mediante una revolución proletaria, del
capitalismo al socialismo en América y el mundo.
Para cumplir con ese objetivo, en primer lugar haremos un recuento de los elementos
fundamentales del concepto marxista de revolución proletaria; después, seguiremos el camino
de su realización en la historia a partir de la revolución rusa de 1917 que dio a luz el
socialismo en Rusia, continuando con el socialismo implantado en los países de Europa
oriental, y por último daremos vista a los pseudo socialismos del siglo XX establecidos en
China, Vietnam, Corea del Norte y Cuba y a los del siglo XXI, como el “socialismo venezolano”.
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Los modos de producción están formados por una base económica y una
superestructura.
La base económica tiene dos elementos: las fuerzas productivas y las relaciones de
producción. Las fuerzas productivas son los medios e instrumentos de producción y las
relaciones de producción fundamentalmente las relaciones de propiedad.
El capitalismo es un modo de producción que tiene las siguientes características:
•Sus fuerzas productivas son los medios e instrumentos de producción y la fuerza viva
de trabajo.
•Los medios de producción son todos los elementos naturales que participan en la
producción y los instrumentos una estructura industrial mecanizada y socializada.
•La fuerza de trabajo la constituyen trabajadores que realizan de manera coordinada
sus funciones productivas, formando así una fuerza colectiva de trabajo.
•Los medios e instrumentos de producción, denominados capital, son propiedad de los
capitalistas, un grupo social específico que constituye una minoría de la sociedad; los
trabajadores, la inmensa mayoría de la sociedad, no participan en la propiedad de los medios e
instrumentos de producción, solo son propietarios de su fuerza de trabajo.
•La totalidad de los productos son, en el modo de producción capitalista, mercancías,
ya sea bienes de producción, ya bienes de consumo. La fuerza de trabajo es también una
mercancía que se ofrece y se adquiere en el mercado de trabajo.
•La relación fundamental entre los capitalistas y los trabajadores es la del trabajo
asalariado.
•Los capitalistas compran la mercancía fuerza de trabajo y la utilizan para producir
bienes que venden en el mercado, con lo que su capital adquiere la forma de dinero que
utilizan para comprar bienes de producción y fuerza de trabajo para repetir el ciclo productivo.
•En el proceso productivo el trabajador individual crea un valor que excede el de sus
medios de vida representados por el salario.
•La jornada individual de trabajo se divide en dos partes, una, el tiempo de trabajo
necesario, en la cual el trabajador repone el valor del salario y otra, el tiempo de trabajo
excedente, durante la cual el trabajador produce un valor excedente, del cual se apropia el
capitalista sin retribución.
•El proceso productivo capitalista es un mecanismo por el cual los capitalistas se
apropian de cantidades ingentes de trabajo excedente de millones de obreros, con el cual
engruesan de una manera superlativa su capital.
•La repetición constante de este proceso da lugar a que el total del capital de la
sociedad sea trabajo obrero no retribuido.
•En el modo de producción capitalista existen dos formas características de producción
de trabajo excedente o plusvalía: los métodos de producción de plusvalía absoluta y los
métodos de producción de plusvalía relativa.
•La plusvalía absoluta se obtiene mediante la extensión de la jornada y la reducción del
salario. Por ambas vías aumenta la cantidad de trabajo excedente que se apropian los
capitalistas. En un caso alargando la jornada inmoderadamente y en el otro reduciendo
drásticamente el volumen de medios de vida necesarios para la reproducción diaria del
trabajador, todo lo que se traduce en el desgaste excesivo de la fuerza de trabajo, hambre,
enfermedades, muerte prematura, etcétera.
•Las formas de plusvalía absoluta tienen su papel más relevante en las primeras etapas
de existencia del capitalismo, pero cobran fuerza nuevamente en las sociedades capitalistas
avanzadas, en donde recurrentemente se presentan.
•La plusvalía relativa se produce mediante la reducción del tiempo de trabajo necesario
y esto se logra con el aumento de productividad en las ramas que producen bienes de consumo
necesarios, lo cual hace bajar en el mercado el valor de los mismos y por tanto el de la fuerza
de trabajo. En la medida en que desciende el tiempo de trabajo necesario el tiempo de trabajo
excedente se extiende, y en la misma medida aumenta la plusvalía que se apropian los
capitalistas.
•El aumento constante y en grandes cantidades de plusvalía relativa es el resultado del
mejoramiento incesante de los métodos de producción.
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En las primeras etapas de su existencia el capital se nutre del trabajo infantil y femenil.
Se destruye así el hogar obrero, lugar en donde se produce y reproduce la fuerza de trabajo.
Los métodos de producción de plusvalía relativa se basan en el incremento de la
productividad del trabajo. Esto se logra mediante la abolición de la independencia del
trabajador y su reunión en el establecimiento en el que es sometido a la esclavitud del trabajo
asalariado y la desposesión de sus instrumentos de producción y capacidades productivas, los
cuales se incorporan a las máquinas. El trabajador pierde sus capacidades productivas,
subsistiendo sólo la capacidad abstracta de trabajar. Los procesos orgánicos de los
trabajadores se convierten en una extensión de las partes y movimientos de la máquina, el
obrero es un apéndice de la máquina.
Mediante las formas de producción de plusvalía relativa los trabajadores pierden sus
facultades y capacidades productivas específicas, lo que provoca necesariamente la
degeneración y descomposición de todos sus órganos y funciones orgánicas, físicas y
mentales, proceso que se hace más intenso por la necesaria adecuación que el capital realiza
de la fisiología de los trabajadores a la estructura y funcionamiento de la máquina y por la
intensificación desmedida del trabajo inherente al hambre insaciable de trabajo excedente de
los capitalistas.
El resultado de la acción conjunta de las formas de producción de plusvalía
características del modo de producción capitalista es, para los trabajadores, una situación
interminable de exceso de trabajo, desgaste inmoderado de sus cuerpos y de sus mentes,
hambre, insalubridad, enfermedades y muerte prematura, violencia física y moral de parte de
los capitalistas, destrucción del hogar obrero, desposesión, degeneración y descomposición de
sus facultades físicas y mentales, esto es, de todos sus órganos y funciones orgánicas, de la
anulación constante y creciente de su naturaleza humana.
El capital es trabajo excedente acumulado. La función del capital consiste en extraer a
los trabajadores cantidades crecientes de trabajo excedente y acumularlas bajo su propiedad.
Lo que significa que, con su propio trabajo, convertido en riqueza capitalista, los
trabajadores son sometidos, en el modo de producción capitalista, a una condición progresiva
de esclavitud, explotación y miseria interminables.
El modo de producción capitalista no se arredra ante la posibilidad de que su acción
lleve a la extinción de la clase de los trabajadores, fuente de la riqueza capitalista; de hecho, su
actuar se asemeja al de las líneas asintóticas: se acerca peligrosamente al exterminio de la
clase de los trabajadores, el cual nunca se produce porque la acción de otras fuerzas sociales lo
evitan, entre ellas la propia actividad de los trabajadores.
La relación trabajo asalariado-capital desemboca necesariamente en la constitución de
una estructura productiva cada vez más grande, unificada y centralizada, en un verdadero
instrumento colectivo que solamente una masa de fuerzas de trabajo puede poner en
funcionamiento, un obrero colectivo que únicamente por medio de esa unión puede ejercer su
actividad productiva.
El capitalismo ha producido los elementos de una forma superior de la naturaleza
humana en donde el instrumento y el obrero colectivos son la esencia surgida a la existencia
de la especie humana.
La relación de explotación existente en el régimen de producción capitalista, que
amenaza seriamente con el aniquilamiento de la clase de los trabajadores, obliga a éstos a
desarrollar una lucha defensiva en contra de las depredaciones del capital.
La acción de los trabajadores discurre por varias fases hasta que alcanza su plenitud en
un poderoso movimiento, integrado por diversas asociaciones de obreros (uniones, sindicatos,
etcétera) que reclaman a los capitalistas la satisfacción de sus intereses vitales formulados
como reivindicaciones económicas y políticas de su clase a los capitalistas y su estado.
Las exigencias de los obreros tienen como finalidad poner un dique al proceso de
extinción física que les provoca el capital y a reconstituir y desarrollar su capacidad productiva
como la parte variable del mismo.
Al lado del movimiento obrero tiene lugar la formación de grupos de la intelectualidad
pequeño burguesa, la cual se encuentra también sujeta a muchas formas de explotación por el
capital, con el cual entra en franca lucha.
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acumulación de capital y las fuerzas productivas, todo lo cual hacía apto al capitalismo ruso
para transformarse en su contrario, el socialismo ruso; (2) su participación en el conflicto
bélico había llevado al proletariado ruso a su empobrecimiento acelerado y a su aniquilación
masiva, por lo que existía en él un vivo sentimiento de repudio hacia el régimen que era el
causante directo de sus desgracias y (3) en el partido bolchevique habían llegado a su más alto
grado de desarrollo la teoría y la organización revolucionarias, las cuales constituyen un
elemento decisivo para la realización de la revolución y la posterior construcción del socialismo.
La revolución rusa fue, por tanto, una revolución proletaria que llevó a la clase obrera
rusa al poder y que culminó con el establecimiento en Rusia de un régimen socialista clásico.
La revolución china
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El “socialismo” cubano
El propio desarrollo del capitalismo, así como la influencia ideológica y política del
sistema de países socialistas y de la revolución china determinaron que en la segunda mitad
del siglo pasado la pequeña burguesía latinoamericana saltara a la palestra política.
Surgieron entonces en América latina una serie de movimientos guerrilleros, dirigidos
por grupúsculos de la pequeña burguesía, que intentaron establecer en el continente
regímenes socialistas en diversos países.
El caso más conspicuo fue el de la revolución cubana.
Cuba, un país formalmente independiente, era en realidad un apéndice económico del
capitalismo norteamericano.
Su economía se basaba en una agroindustria y en el turismo. La industria era
prácticamente inexistente
La clase mayoritaria era el campesinado.
Había también una pequeña burguesía agraria y una pequeña burguesía urbana de la
que se destacaba una reducida intelectualidad radical.
Este pequeño grupo se erige en el líder de una oposición inexistente que ella misma
fabrica.
Organiza al campesinado, a la pequeña burguesía urbana y rural y declara la guerra al
gobierno cubano.
En un rápido ascenso insurreccional, para el que el gobierno no estaba preparado, los
revolucionarios toman el poder y erigen la dictadura de la pequeña burguesía.
De ahí en adelante siguen el mismo camino que la revolución china.
Nacionalizan la agroindustria fundamental e inician la constitución de una industria
nacional, en la que destaca el turismo.
De esta manera la pequeña burguesía se apropia de los medios e instrumentos de
producción fundamentales, y al desarrollarlos como industrias estatales crea una clase obrera
cada vez más numerosa.
La pequeña burguesía basa su existencia en la explotación de los trabajadores cubanos.
Como en el caso de China, la cubana no fue una revolución proletaria en su acepción
clásica sino una insurrección de la pequeña burguesía agraria Inducida y dirigida por el
minúsculo sector radical de la intelectualidad pequeño burguesa que accedió al poder y
estableció su dictadura sobre todas las clases sociales, ni el régimen que ahí se instauró fue el
socialismo sino una dictadura de la pequeña burguesía que se propuso desarrollar una
industria estatal.
Este régimen se basa, al igual que el chino, en la explotación por la pequeña burguesía
cubana del proletariado que ahí se ha formado en torno a la industria nacional.
El “socialismo venezloano”
Después del fracaso en América latina del movimiento guerrillero de los años 70 del siglo
pasado, la pequeña burguesía latinoamericana perdió su ímpetu revolucionario.
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El capitalismo de la posguerra
La segunda guerra mundial fue la culminación necesaria de una fase de existencia del
capitalismo internacional y la partera de una nueva época.
Se establece en los países capitalistas altamente desarrollados lo que se ha dado en
llamar la “sociedad del bienestar”. Se trata de una organización económico-política que se basa
en un Estado con múltiples funciones y los correspondientes órganos y organismos
imprescindibles para ejercerlas, todo ello dirigido a impulsar el crecimiento de la clase
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dominante, esto es, la burguesía industrial, que por el momento se encuentra en la fase de
reconstrucción de sus condiciones de existencia, y mantener en funciones todos los elementos
generales de este régimen económico, de entre ellos un proletariado bien cebado y altamente
productivo.
Al término de la segunda guerra mundial, en los principales países europeos existían
potentes movimientos obreros y poderosos partidos comunistas, estos últimos descendientes
directos de la IIIa. Internacional; su filiación inmediata era el marxismo-leninismo clásico, el
mismo que había llevado a la instauración del socialismo en Rusia. Las exigencias económicas
que la reconstrucción puso a la orden del día, y en las que se unían inextricablemente la
necesidad de la burguesía industrial de promover la industrialización reconstructiva con el
imperativo de reconstituir la fuerza de trabajo de los obreros, ocasionaron que el movimiento
obrero y los partidos comunistas centraran su lucha en la satisfacción de las necesidades
inmediatas de los trabajadores, lo cual, aunque de una manera contradictoria, constituía
también un interés primordial de la burguesía industrial; el movimiento obrero y los partidos
comunistas se convirtieron a pasos agigantados en la oposición legal, en el ala radical del
movimiento de la burguesía industrial.
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grupos de una clase social proveniente del mismo proletariado, a la que quizá podríamos
denominar “pequeña burguesía socialista”; esa nueva clase basaba su existencia en la
explotación del trabajo de la masa de los obreros soviéticos, a los cuales extraía cantidades
crecientes de plusvalía; una primitiva relación se estableció entre el capital (la propiedad de los
grupos formados en la capa superior del proletariado) y el trabajo asalariado (el que
proporcionaba la enorme multitud de obreros soviéticos).
Al calor de las medidas liberalizadoras de la economía, junto al macizo central de la
propiedad por grupos y la autogestión, pero íntimamente ligada a él, se formó una pequeña
producción de mercancías, ya de tinte francamente capitalista, que rápidamente evolucionó
hacia la mediana producción capitalista. Más tarde este tipo de organización desemboca en un
régimen capitalista clásico, en el que se ha consolidado la propiedad privada plena (capitalista)
sobre los medios e instrumentos de producción y se ha generalizado la relación trabajo
asalariado-capital.
En el sistema de países formalmente socialistas, después de conquistar el punto
más alto de su desenvolvimiento, se produce el fortalecimiento de su contenido capitalista,
lo que lleva a la degeneración del socialismo formal, el cual primero evoluciona hacia una
variedad híbrida –socialismo en degeneración, capitalismo sui generis- que prevaleció en
Europa del este por cerca de 50 años y después se trueca en un régimen capitalista clásico
que acaba con el último vestigio de aquella forma
La degeneración franca del régimen del socialismo formal se inicia a partir de la
abjuración que del marxismo-leninismo se hace en los congresos XX y XXII del Partido
Comunista de la Unión Soviética y culmina con la defenestración, en 1989, de todos
los gobiernos llamados socialistas y la instauración de regímenes ya francamente
capitalistas.
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Hay una extrema fluidez entre los polos de todas las contradicciones: la producción y el
consumo, las distintas funciones del capital industrial, las diversas formas del capital (capital
industrial, capital comercial y capital bancario), los dos sectores de las economías nacionales
(sector I y sector II), los dos sectores de la economía internacional (sector I y sector II
internacionales), etcétera. Todos los elementos del régimen capitalista se engendran
mutuamente y dan lugar a una sobre acumulación de capital.
Esta suprema acumulación de capital produce necesariamente, en una forma más alta,
los elementos de la negación del régimen capitalista.
En efecto, el proceso de maquinización y socialización de la producción avanza
sustancialmente en el camino de su conversión en una unidad productiva global y la fuerza de
trabajo se aproxima en una gran medida a su máxima abstracción y a su concentración total
en un obrero colectivo, también de extensión global. El instrumento y la fuerza de trabajo
colectivos de la especie se forjan en el paroxismo del movimiento económico y por el momento
permanecen ajenos uno del otro.
La explotación y depauperación de los trabajadores se hace más extrema: las formas
clásicas de producción de plusvalía (absoluta y relativa), la intensificación y extensión del
trabajo y el consumo masivo tienen un desarrollo vigoroso del que resultan el desgaste y la
descomposición total de los órganos y procesos orgánicos de los trabajadores, la definitiva
anulación de su constitución biológica, la negación radical de su esencia natural humana.
La sociedad de consumo tiene como último fundamento la conversión definitiva de los
obreros en propietarios privados de sí mismos, en individuos. Como tales, a través de la
exaltación desmedida de sus necesidades y su satisfacción, ellos participan activamente en la
labor del capital de reforzar sus grilletes, endurecer su explotación y acelerar el proceso de su
depauperación.
En el capitalismo de consumo se presenta la fase más alta de la formación del
instrumento colectivo y del sujeto colectivo, es decir, del obrero colectivo.
La reunión de estos dos elementos integra la naturaleza superior de la especie humana:
un obrero colectivo total que posee un instrumento colectivo total, su misma fuerza de trabajo
materializada, por medio del cual actúa sobre la totalidad de la naturaleza con la finalidad de
satisfacer colectivamente sus necesidades.
El instrumento colectivo encuentra un obstáculo para su constitución definitiva en su
fraccionamiento en parcelas de propiedad privada de los capitalistas.
El obrero colectivo, por su parte, se ve impedido de realizar su conformación final a
causa, primero, de la segmentación a que lo somete la misma parcelación del instrumento en
propiedades privadas y, segundo, de la naturaleza de propietario privado de sí mismo con que
lo ha dotado el régimen capitalista, fortalecida en grado superlativo por la sociedad de
consumo, que erige una traba insuperable a la colectivización del consumo y a la abolición de
la individualidad capitalista de los trabajadores, al tiempo que agrava la depauperación de los
mismos.
El instrumento y el obrero tienden ardorosamente hacia la colectivización; también se
exigen acuciantemente uno al otro.
El instrumento que se colectiviza demanda un obrero colectivo que se apropie del
mismo como un todo y permita así que esa fuerza productiva se desarrolle libremente; el obrero
en vías de colectivización reivindica la propiedad del instrumento colectivo para detener y
revertir el proceso de depauperación, colectivizar el consumo y abolir la individualidad
capitalista de los trabajadores.
La separación entre el instrumento y el obrero se trueca en su reunión. La especie
humana habrá reivindicado, como elementos de su naturaleza esencial, un instrumento
colectivo maquinizado y una fuerza de trabajo colectiva totalmente desindividualizada.
Este resultado aparece como la reapropiación por la especie humana de su naturaleza
esencial, la cual le había sido despojada por el régimen capitalista. Es la restauración de la
naturaleza humana de los trabajadores.
En su fase de consumo masivo, el régimen capitalista tiene en sí mismo a su otro, al
socialismo, en un grado de maduración tal que ya apunta abiertamente hacia su surgimiento a
la existencia.
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revisionistas de la teoría de la revolución. Para dar el salto hacia una concepción científica del
régimen de producción capitalista en su fase actual de capitalismo de consumo es necesario
que la intelectualidad radical realice una inmensa labor teórica, de igual envergadura cuando
menos que las producciones de los clásicos. Esa tarea debe comprender lo siguiente:
-Reivindicación del marxismo leninismo, empresa que abarca: a) exclusión de las tesis
revisionistas del cuerpo de la teoría revolucionaria, b) delimitación de aquello de la doctrina
marxista así depurada que es aplicable a ambas fases del régimen capitalista (teorías
económica, de la lucha de clases, de la revolución socialista con sus postulados fundamentales
de la conquista del poder por el proletariado, la abolición de la propiedad privada sobre los
medios e instrumentos de producción y el establecimiento de la propiedad colectiva sobre los
mismos, etcétera), c) determinación más precisa de lo que en la primera fase se adelantó sólo
como una mera indicación y que en la etapa actual adquiere una relevancia fundamental
(conceptos de: naturaleza esencial del ser humano, anulación y reapropiación de su esencia
natural humana, comunismo como la absoluta colectivización del ser humano, etcétera) y d)
reconocimiento de la Lógica de Hegel como el método científico del marxismo.
-Desarrollo creador del marxismo leninismo, cuando menos en los siguientes aspectos:
a) análisis del proceso histórico del paso de la primera a la segunda fase del capitalismo, b)
estudio del nacimiento y extinción del socialismo que se instauró en la primera fase del
capitalismo, c) utilización, en a) y b), de la Lógica de Hegel como método científico del
conocimiento (doctrina del ser y doctrina de la esencia) y, desde luego, de aquellos principios
del marxismo que tienen vigencia para ambas fases del capitalismo, d) determinación de las
características específicas del capitalismo de consumo (consumo masivo, individuación de los
trabajadores, etcétera), e) discernimiento de las formas particulares de explotación y
depauperación de los trabajadores que se dan en la sociedad de consumo, f) identificación de
los elementos que en la sociedad de consumo constituyen los gérmenes de la segunda etapa del
socialismo, g) explicación de los rasgos esenciales del socialismo que surgen de la sociedad de
consumo (colectivización del consumo, abolición de la individualidad capitalista de los
trabajadores, abolición de la familia y el hogar individuales, etcétera). Una vez conseguido este
objetivo, la intelectualidad radical habrá logrado aclarar para sí misma todas esas cuestiones
teóricas y estará en posibilidad de pasar a la etapa siguiente, en la cual:
-procederá a remover la conciencia burguesa y pequeño burguesa que posee la clase de
los trabajadores y a sustituirla por una conciencia proletaria, lo cual significa que debe llevar a
la clase de los trabajadores a la comprensión plena de la naturaleza que tiene el régimen
capitalista de consumo, del carácter de propietarios privados de sí mismos que éste les ha
conferido, de las formas extremas que en él adquieren su explotación y depauperación y de la
necesidad de que unidos, organizados y conscientes den vida, por medio de los métodos
revolucionarios clásicos, al socialismo integral, el que además de la propiedad colectiva sobre
los medios e instrumentos de producción incluye la colectivización del consumo y la supresión
de la individualidad capitalista de los obreros;
-al mismo tiempo, deshará la organización burguesa y pequeña burguesa de los obreros
y los organizará en torno al denominador común de su naturaleza de trabajadores asalariados
y al proceso de dotación de la conciencia proletaria;
-en esta evolución se irán transformando cualitativamente la intelectualidad radical y
la clase de los trabajadores; la primera integrará a su ser las capas superiores de la clase
obrera y se convertirá en un partido revolucionario; la segunda estará cada vez más y mejor
organizada en torno a sus intereses de clase, será una clase revolucionaria; partido y clase
formarán una unidad indisoluble. Partido y clase desarrollarán entonces la lucha por la
instauración del socialismo integral. Una vez que la clase obrera, guiada por su Partido
revolucionario, haya conquistado el poder, deberá realizar las transformaciones revolucionarias
en el régimen de producción: apropiación colectiva de los medios e instrumentos de
producción, colectivización del consumo, abolición de la individualidad capitalista de los
trabajadores, etcétera.
Multitud de grupos y grupúsculos, en el tramo de existencia de la sociedad de consumo,
han intentado infructuosamente convertirse en Partidos revolucionarios y organizar a los
trabajadores en una clase revolucionaria. El esquema de su acción es siempre el siguiente: se
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