Módulo 1
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Es así como en los últimos años, el Ministerio de Educación ha posicionado la temática a través de las
políticas de Convivencia Escolar y de una serie de otros recursos que han permitido otorgar
orientaciones sobre principios, definiciones y acciones a desarrollar en las comunidades escolares.
Poco a poco la temática ha ido instalándose no sólo en las propuestas emanadas de los organismos
gubernamentales, sino que en el discurso y en las prácticas de los distintos actores del sistema
educativo. Probablemente has sido partícipe de diversas iniciativas que han tenido como foco la
convivencia escolar: has leído, has ayudado a resolver conflictos, has revisado y/o diseñados
protocolos de acción. En este sentido, aunque el tema de la convivencia es del día a día de los
establecimientos, sabemos que es una tarea ardua y por lo mismo cualquier apoyo para actualizarse y
tener herramientas para lograr mejores resultados educativos es siempre bienvenido.
En el año 2011, se publica una nueva Política Nacional de Convivencia Escolar, la cual surge de un proceso de
revisión y consiguiente actualización de la política anterior, teniendo como base la normativa vigente (Ley
General de Educación, Ley de Violencia Escolar), los cambios socioculturales experimentados en el período, y la
experiencia y los estudios realizados a la fecha.
Por su parte, en el año 2015 se requieren nuevos ajustes para una Política Nacional de Convivencia, la cual pone
énfasis en la calidad e inclusión en los espacios educativos, concibe la educación como un derecho social
garantizado por el Estado, que valora y responde a la heterogeneidad y donde el concepto de calidad es entendido
como un proceso de formación integral. Además, se enfatiza la importancia de gestionar la convivencia como un
ámbito clave de la calidad de los aprendizajes. Se promueve y fomenta la comprensión y desarrollo de una
convivencia escolar participativa, inclusiva y democrática, con enfoque formativo, participativo, de derechos,
equidad de género y de gestión institucional y territorial.
En este sentido, se aprende a convivir según la experiencia de convivencia que se construye en la escuela y cómo
esa experiencia va haciéndose rutina en el comportamiento cotidiano de cada uno. Es así como la convivencia
escolar posibilita el aprendizaje de relaciones de respeto, de inclusión y de participación democrática, pero
también de sus contrarios, es decir, se puede aprender a convivir para favorecer la inclusión o para alimentar la
discriminación.
La política da cuenta de cuatro características básicas que debieran incluir los modos de convivir de las
comunidades educativas:
Las comunidades educativas están llamadas a convivir en el trato respetuoso entre todos quienes la
componen y para ello, gestionar el aprendizaje de la convivencia es imprescindible. Como plantea la
Política, el propósito de la gestión de la convivencia es promover aprendizajes sobre los modos de
convivir que han sido descritos en la Política Nacional, abordar formativamente los problemas de
convivencia y disminuir o reducir la violencia escolar. Es una tarea ardua y que se transforma en una
oportunidad para promover mejoras y cambios en las comunidades educativas.
La política entrega diversos elementos que favorecen la comprensión y gestión de la convivencia escolar. Sin
embargo, no es el único recurso que va en esa dirección. A continuación, encontrarás referencias sobre algunos de
ellos.
“Todos los establecimientos educacionales deberán contar con un encargado de convivencia escolar,
que será responsable de la implementación de las medidas (de promoción de la buena convivencia y
prevención de la violencia) que determinen el Consejo Escolar o el Comité de Buena Convivencia
Escolar, según corresponda, y que deberán constar en un plan de gestión» (artículo 15).
“Contar con un reglamento interno que regule las relaciones entre el establecimiento y los distintos
actores de la comunidad escolar. Dicho reglamento, en materia de convivencia escolar, deberá
incorporar políticas de prevención, medidas pedagógicas, protocolos de actuación y diversas
conductas que constituyan falta a la buena convivencia escolar, graduándolas de acuerdo a su menor
o mayor gravedad. De igual forma, establecerá las medidas disciplinarias correspondientes a tales
conductas, que podrán incluir desde una medida pedagógica hasta la cancelación de la matrícula. En
todo caso, en la aplicación de dichas medidas deberá garantizarse en todo momento el justo
procedimiento, el cual deberá estar establecido en el reglamento.
“Si las autoridades del establecimiento no adoptaren las medidas correctivas, pedagógicas o
disciplinarias que su propio reglamento interno disponga, podrán ser sancionadas de conformidad con
lo previsto en el artículo 16 de este cuerpo legal”.
“El personal directivo, docente, asistentes de la educación y las personas que cumplan funciones
administrativas y auxiliares al interior de todos los establecimientos educacionales recibirán
capacitación sobre la promoción de la buena convivencia escolar y el manejo de situaciones de
conflicto." (artículo 16E).
En resumen, la ley contiene cinco elementos cruciales que poseen un carácter de obligatoriedad para
las comunidades educativas:
iii) contar con un Reglamento Interno que regule las relaciones entre los distintos actores de la
comunidad escolar;
Antes de continuar, ¿qué entiendes tú por bullying? ¿es sinónimo de acoso escolar y de violencia
escolar?
Es muy importante reconocer distinciones conceptuales entre los fenómenos asociados a la violencia
escolar en las comunidades, permitiendo con ello contar con más herramientas para el abordaje, ya
sea desde su prevención como en su reparación.
Convivencia escolar
Conflicto
Consiste en un desacuerdo entre dos o más personas, debido a intereses verdadera o aparentemente
incompatibles. Es un fenómeno natural e inherente a la diversidad humana, por tanto, no es
necesariamente un hecho negativo. Cómo se resuelvan estas diferencias determinará si se transforma
en un acto violento o se soluciona de manera pacífica.
Violencia Escolar
Es preciso mencionar que la violencia escolar no refiere solo a las situaciones entre los estudiantes,
sino que involucra a todos los actores de la comunidad: apoderados, docentes, estudiantes, directivos
y asistentes de la educación.
Cuando se trata de estudiantes, el objetivo final de un acto violento no siempre responde a causar
daño o sufrimiento a otro; en ocasiones la explicación de este fenómeno responde a la necesidad de
autoafirmación del individuo, la dificultad para controlar impulsos, la necesidad de validación por parte
de grupos de pares, entre otros. Es importante tener presente que en la violencia escolar no hay una
diferencia de poder entre los participantes, por lo que podría corresponder simplemente a un conflicto
mal resuelto que desencadena una agresión. Situación diferente veremos a continuación.
La ley de Violencia Escolar (2011) define el acoso como “toda acción u omisión constitutiva de
agresión u hostigamiento reiterado, realizada fuera o dentro del establecimiento educacional por
estudiantes que, en forma individual o colectiva, atenten en contra de otro estudiante, valiéndose para
ello de una situación de superioridad o de indefensión del estudiante afectado, que provoque en este
último, maltrato, humillación o fundado temor de verse expuesto a un mal de carácter grave, ya sea por
medios tecnológicos o cualquier otro medio, tomando en cuenta su edad y condición”.
Es fundamental que las comunidades educativas impulsen acciones sistemáticas que favorezcan las
interrelaciones armónicas y que prevengan todo tipo de hostigamiento. El hostigamiento sistemático no
solo compete a víctima y victimario, sino que estos fenómenos se dan en la “tríada del acoso”:
víctima, agresor y testigos (o espectadores). Estos últimos juegan un rol central en el desarrollo,
mantenimiento o cese del acoso, según el rol que adopten. Hay estudiantes que pueden incitar al
agresor, otros que solo observan atemorizados, algunos que intervienen para defender a la víctima,
entre otros. Lo que caracteriza al acoso es que se cuenta con testigos que juegan un rol central como
participantes activos o pasivos, por lo que muchas estrategias contra el acoso los incorporan.
Asimismo, cabe mencionar la existencia de la “ley del silencio”, que es lo que permite que la dinámica
se sostenga: si bien todos saben lo que está pasando entre víctima y agresor/a, tienden a ocultarlo y a
no acudir por ayuda, lo que hace que esta situación se prolongue en el tiempo. Esto implica que la
situación de acoso sea difícil de percibir por parte de un adulto, es decir, es una situación grave entre
estudiantes, que además es difícil de detectar, lo que no ocurriría en un acto de violencia escolar más
común, que se presenta de manera aislada en el tiempo y que suele ser más visible.
Las comunidades educativas requieren contar con estrategias acordes a la complejidad del acoso
escolar, los daños que causa en sus víctimas pueden llegar a ser muy profundos y diversos, siendo lo
más frecuente la baja en la autoestima, problemas psicosomáticos, altos montos de ansiedad,
trastornos emocionales e incluso ideación e intento suicida.
Por lo tanto, dado el carácter particular del acoso, no sirven las estrategias comunes para abordar la
violencia escolar, como por ejemplo la mediación, puesto que no hay igualdad de condiciones entre el
agresor y la víctima, quien suele estar muy atemorizada y afectada por la situación. El acoso escolar
“no es una cosa de niños”, esto requiere de acciones concretas, sistemáticas y oportunas para
prevenir y también reparar.
Liderazgo
Gestión pedagógica
Formación y convivencia
Gestión de recursos
Formación, que refiere a la promoción de la formación espiritual, ética, moral, afectiva y física
Además, cada subdimensión contiene una serie de estándares que definen con claridad las
expectativas en cada una de ellas.
Ambiente de respeto, que considera percepciones y actitudes que tienen los actores de la
interior de la comunidad.
Éste marco tiene por objetivo orientar la acción de los directivos de las escuelas y liceos en Chile, así
como también su proceso de auto desarrollo y formación especializada.
Dentro de esta dimensión, se establecen una serie de prácticas que permiten orientar el rol directivo en
torno a la convivencia, específicamente en lo referido a:
1) Cultura inclusiva: desarrollan e implementan una política inclusiva (equitativa, justa, con dignidad y
respeto), resguardando derechos y deberes;
Instrumentos de gestión
Las distintas comunidades educativas del país cuentan con una serie de documentos, que más allá de
ser una declaración, requieren concebirse como instrumentos que permiten alinear miradas y
prácticas en el actuar cotidiano de una escuela, liceo o colegio. El marco legal en torno a la educación
ha establecido la necesidad de que toda comunidad educativa cuente con un Proyecto Educativo
Institucional (PEI), con un Plan de Mejoramiento Educativo (PME) y con un Reglamento Interno;
recursos que deben ser conocidos y construidos con activa participación de la comunidad.
Los instrumentos antes mencionados requieren tener un sello claro y coherente entre si respecto a los
modos de convivir que se desean enseñar y aprender.
Es una herramienta estratégica de la planificación, que permite diseñar los procesos en torno a la
mejora institucional y pedagógica en las distintas dimensiones que lo conforman: Liderazgo, Gestión
pedagógica, Convivencia Escolar y Gestión de recursos.
En el PME se deben diseñar las metas, objetivos y acciones que se implementarán en la comunidad
educativa. Es así que este instrumento otorga la oportunidad de pensar estratégicamente y concretar
acciones en torno a la dimensión de la Convivencia Escolar. Las acciones allí expuestas deben
guardar coherencia con lo expuesto en el PEI, como también tener como referencia los Estándares
Indicativos de Desempeño.
3. Reglamento Interno
El Reglamento Interno es el instrumento elaborado por los miembros de la comunidad educativa, de
conformidad a los valores expresados en el PEI, que tiene por objeto permitir el ejercicio y
cumplimiento efectivo de los derechos y deberes de sus miembros, a través de la regulación de
sus relaciones, fijando en particular, normas de funcionamiento, de convivencia y otros procedimientos
generales del establecimiento.
El Reglamento Interno es un instrumento único, aun cuando esté compuesto por distintos manuales
o protocolos, por ejemplo, las normas de convivencia se encuentran contenidas en lo que usualmente
se ha definido como Manual de Convivencia, que se entenderá parte integrante del Reglamento
Interno.
Según la Ley sobre violencia escolar, en el área de convivencia escolar el Reglamento Interno debe
contar con políticas de prevención, medidas pedagógicas, protocolos de actuación y diversas
conductas que constituyen falta a la buena convivencia escolar, graduándolas de acuerdo a su menor
o mayor gravedad. De igual forma, establece las medidas disciplinarias correspondientes a tales
conductas, que pueden incluir desde una medida pedagógica, hasta la cancelación de la matrícula.
Como verás, los instrumentos de gestión expuestos anteriormente requieren ser coherentes entre sí,
ya que cada uno desde su lugar, permiten impactar en las formas de convivir en la comunidad
educativa.
Este plan se suma a los otros 5 planes normativos exigidos a partir de diversas leyes: 1) Plan
Integral de Seguridad Escolar (Res. Ex. N°2515 de 2018 del Ministerio de Educación); 2) Plan de
Formación Ciudadana (Ley N° 20.911), 3) Plan de Sexualidad, Afectividad y Género (Ley N° 20.418),
4) Plan de Apoyo a la Inclusión (Ley N° 20.845), y 5) Plan de Formación para el Desarrollo Profesional
Docente (Ley N° 20.903). Al igual que el plan de convivencia, estos deben ir en sintonía con el PEI,
PME y el Reglamento Interno de la comunidad.
Asimismo, el plan requiere ser determinado por el consejo escolar o el comité de buena
convivencia. Su construcción requiere que el consejo escolar lidere el proceso de lectura de las
necesidades y el estado actual de la comunidad, de tal manera que el plan sea pertinente y favorezca
procesos para el aprendizaje de la convivencia y la mejora educativa, teniendo siempre como norte el
ideario, principios y valores que emanen del PEI.
Las escuelas y liceos cuentan con una serie de instrumentos (algunos ya revisados anteriormente) y
de datos que deben ser utilizados como recursos valiosos, especialmente cuando la intención es
diseñar un plan de gestión, en este caso para la convivencia escolar. De esta forma, será fundamental
que el plan de gestión dialogue con el PME, que considere los resultados entregados por la Agencia
de Calidad de la Educación, que comprenda el PEI y lo establecido en Reglamento Interno; elementos
que junto a otros instrumentos y/o datos (por ejemplo, los resultados de una consulta participativa)
permitan tener claridad sobre lo que ayuda y lo que no ayuda al logro de los modos de convivir que
promueve la política. Esto será la base sobre la cual se construirá el Plan de gestión de la convivencia
escolar.
Para que este recurso se transforme en una herramienta, es fundamental contar un sistema de
monitoreo y evaluación constante del proceso llevado a cabo. Recuerda que la convivencia escolar,
se caracteriza por su carácter cotidiano, dinámico y complejo. Por lo tanto, hacer seguimiento y
reflexión constante sobre los avances (o atascos) del plan, se transforma en un facilitador de la
gestión.
Bibliografía Módulo 1
Recursos Básicos
2011
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2013
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Ministerio de Educación de Chile
2015
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2019
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Ministerio de Educación de Chile
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2020
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Superintendencia de Educación
2018
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Superintendencia de Educación
2019
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Superintendencia de Educación
(s/a)
https://www.supereduc.cl/contenidos-de-interes/plan-de-gestion-de-convivencia-escolar/
Recursos Complementarios
Para profundizar en la temática de este módulo te sugerimos algunos recursos complementarios, los
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