El Espíritu Santo Está Aquí, Gaston Espinoza

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El Espíritu Santo está aquí, en la tierra

(Las contribuciones de los latinos al avivamiento de la Calle Azusa)

por Gastón Espinosa

Primavera 2006

"Mientras yo me restregaba los ojos para despertar, ella comenzó a hablar con rapidez
en una lengua que yo nunca había oído ... Entonces dejó de hablar y me dijo: 'Hijo,
acabo de tener la más gloriosa de las experiencias. Recibí el bautismo en el Espíritu
Santo y el don de lenguas'."

Muy tarde una noche de 1906 Susie Villa Valdez susurró estas palabras a Adolfo, su hijo
de diez años.

"Estamos en tiempos benditos, hijo", afirmó. "El Espíritu Santo está aquí, en la tierra,
como en el día de Pentecostés. Gracias a Dios, vivimos para ver el cumplimiento de las
promesas de la Biblia." 1

El nuevo mensaje de la señora Valdez causó una verdadera revolución en aquella


familia, católica devota. No pasó mucho tiempo para que llevara a su hijo y a su esposo
enfermo al avivamiento de la Calle Azusa, donde también se convirtieron y recibieron el
bautismo en el Espíritu. 2

No obstante la poderosa descripción dada por A. C. Valdez de la primera experiencia de


su madre en el avivamiento de la Calle Azusa, no se ha escrito prácticamente nada
acerca de la participación de los latinos en este suceso histórico y sus contribuciones al
mismo. 3 El hecho de que se haya insistido en los orígenes del avivamiento entre
personas de color y anglosajonas ha dejado en las sombras por largo tiempo la
participación de los latinos en él. 4 Sin embargo, los latinos participaron de forma activa
en el avivamiento de la Calle Azusa desde 1906 hasta 1909. Participaron en la primera
manifestación sobrenatural del Espíritu Santo y la primera sanidad divina que se
produjo; ayudaron también a dar sabor internacional y multilingüe al avivamiento,
fueron reconocidos como líderes, llevaron a cabo trabajo evangelístico y social, y
participaron en un conflicto que llevó a la decadencia del avivamiento de la Calle Azusa.

Los latinos ayudaron a alterar la composición del avivamiento y a transformar algo que
al principio había sido esencialmente una reunión de oración birracial, estadounidense y
en inglés en el 212 de la Calle Bonnie Brae, en un avivamiento multiétnico, multilingüe e
internacional en el 312 de la Calle Azusa. 5           

Aunque la mayoría de los nombres de los latinos que participaron en el avivamiento han
caído en el olvido, sí conocemos los nombres de once de ellos que participaron en el
avivamiento de la Calle Azusa, y en algunos casos, contribuyeron a él: Abundio y Rosa
López, José Valdez, Susie Villa Valdez, A. C. Valdez, Brígido Pérez, Adolph Rosa, Juan
Martínez Navarro, Luis López, y posiblemente Jenaro y Ramonita Carvajal de
Valenzuela. 6

LAS CONTRIBUCIONES DE LOS LATINOS AL AVIVAMIENTO DE LA CALLE


AZUSA

La primera manifestación sobrenatural del Espíritu Santo. Aunque nunca se


ha hablado de esto, lo cierto es que los latinos participaron por vez primera en el
avivamiento de la Calle Azusa un día antes de que comenzara formalmente. El viernes 13
de abril de 1906, se informa que un trabajador latino fue derribado por el poder del
Espíritu Santo mientras preparaba la Misión de Fe Apostólica para el culto del sábado.
Arthur G. Osterberg, testigo clave que participó en el avivamiento, informó que él estaba
limpiando de escombros la misión con tres trabajadores un día antes de que se abriera,
cuando uno de sus trabajadores latinos cayó de rodillas en medio de aquel desorden y
rompió a llorar. Osterberg informa que por lo menos seis latinos más asistieron al
avivamiento aquella primera semana. 7 No se sabe quiénes eran. Osterberg sostenía que
este suceso señalaba la primera manifestación sobrenatural del Espíritu Santo en la
Misión de Azusa. También, él y otros lo han interpretado como una premonición de que
algo histórico estaba a punto de suceder. 8

Los angloamericanos que participaron en el avivamiento se sorprendieron por la


facilidad con que los católicos mexicanos eran bautizados en el Espíritu Santo.
Osterberg informaba que los mexicanos eran los que recibían con mayor rapidez el
bautismo en el Espíritu Santo. Afirmaba que, a pesar de que su teología era la mejor que
había en aquel lugar, le sorprendió grandemente ver que aquellos mexicanos católicos
recibían el bautismo en el Espíritu Santo, aun antes de convertirse. A Osterberg también
le impresionó su piedad. Afirmaba que, en más de una ocasión, se arrodilló en aquel
suelo cubierto de aserrín junto a un mexicano católico por cuyas mejillas corrían las
lágrimas, aunque el propio Osterberg "no había llegado aún al punto en que Dios lo
estaba tocando". Más tarde interpretaría esta experiencia como evidencia de que Dios
estaba tratando de echar abajo los muros que separan a los protestantes de los
católicos.9

LA PRIMERA SANIDAD MILAGROSA EN LA CALLE AZUSA.

Los latinos no sólo participaron en la primera manifestación sobrenatural del Espíritu


Santo en la Misión de la Calle Azusa, sino también en la primera sanidad divina. 10 Se
informa que poco después de abrir la Misión de Fe Apostólica, un mexicano con un pie
deforme fue sanado durante un culto de adoración. Osterberg afirma que éste fue el
primer gran milagro del avivamiento. Esto es lo que escribió: "De repente, un hombre
que había entrado de manera vacilante con un pie deforme, se levantó y salió al pasillo, y
estaba batiendo palmas, y tenía el rostro levantado. Su esposa lo miró, y muy pronto lo
siguió. Anduvieron hacia el fondo, y después hacia el frente (de la Misión), y ya para
entonces estaban andando tomados del brazo, y él (estaba) batiendo palmas, y (tenía) el
rostro levantado. Todo esto duró unos cuatro o cinco minutos, después se calmó, y él
pasó al frente con su esposa. Yo observé que cuando anduvo por el pasillo no iba
tropezando como cuando entró a la reunión. Sabía que algo había pasado a su pie. Por
vez primera lo notó, se detuvo allí (en la Misión) moviéndolo, y después comenzó a
andar; después de esto, empez ó a gritar '¡aleluya!'." 11

Una primera noche inolvidable

"Ahora yo estaba ansioso por ver lo que estaba sucediendo en la Calle


Azusa. A la noche siguiente, ella [la madre de A. C. Valdez, Sr., n. del ed.]
me invitó a acompañarla. Cuando estábamos a una cuadra de aquel edificio
de madera de dos pisos pintado de blanco, sentí que 'algo tiraba de mí'. No
me habría podido volver atrás si hubiera querido.

"En el interior, aquel lugar parecía un gran granero sin adorno alguno. La
mayoría de los asientos —tablones rústicos sobre barriles de madera para
clavos— estaban ya ocupados. Había tanta gente de color como blanca. Yo
no podía comprender por qué había buzones de correo de metal clavados a
las paredes.

"Cuando nos movíamos hacia un lugar libre en uno de los bancos de atrás,
sentí de repente un escalofrío. ¿Cómo era posible? No había frío alguno.
Entonces se me comenzó a erizar el pelo de los brazos, las piernas y la
cabeza. Sentía como si estuviera rodeado por Dios. Estaba temblando.
También mi madre temblaba, y todos los demás.

"En la plataforma, un hombre de color — mi madre me dijo que era el pastor


W. J. Seymour— estaba sentado detrás de dos cajas de madera, una encima
de la otra. Aquello era su púlpito. De vez en cuando levantaba la cabeza y se
sentaba derecho, mientras movía sus grandes labios en una oración
silenciosa. Era un hombre común y corriente, con una barbita corta y un ojo
de vidrio. A mí no me parecía que fuera un líder, pero cuando vi lo que
estaba pasando, supe que no era necesario que lo fuera.

"Estaba pasando algo poco usual. En la mayoría de las iglesias, los niños
estarían corriendo por los pasillos, o retorciéndose y mirando hacia atrás en
sus asientos. Aquí los niños, sentados entre sus padres —aun los bebés que
estaban en los brazos de su madre— estaba callados. Pero no eran sus
padres los que los mantenían callados. Nadie susurraba siquiera. Todos los
adultos estaban orando con los ojos cerrados.

"Yo sabía que el Espíritu de Dios estaba allí.

"De repente, la gente se puso de pie. Por todas partes, se extendieron los
brazos hacia el cielo. Los míos también se levantaron,   y yo no había
tratado de hacerlo. Lo mismo sucedió con los brazos de los niños pequeños,
y aun con los brazos de los bebés que tenían cargados sus madres de color.
"Unos hombres grandes y fuertes comenzaron a llorar en voz alta, y después
los siguieron las mujeres. Yo también sentí ganas de llorar. No sabía por
qué. Sólo pude decir: 'Gracias, Dios mío, por dejarme estar aquí contigo'.

"Cuando miré a la congregación, otro escalofrío me corrió por la espina


dorsal. Era como si las olas del océano se estuvieran moviendo desde un
extremo de la congregación hasta el otro; lo más maravilloso que había visto
jamás.

"Una oleada tras otra del Espíritu atravesó aquel salón, como una brisa
sobre un campo de maíz. De nuevo la multitud se acomodó en los asientos.
Y las plegarias se comenzaron a escuchar como un zumbido por todo el
lugar. Entonces aparecieron de repente lenguas de fuego sobre las
cabezas de algunas personas, y un hombre de color con el rostro
resplandeciente saltó para ponerse de pie. De su boca salieron unas palabras
en una lengua que yo nunca había escuchado. Comencé a temblar más
fuerte que antes.

"Cuando él terminó, otro hombre de color se puso de pie y nos dijo en inglés
lo que había dicho el otro hombre. Era una oración dirigida a Jesús.

"De vez en cuando, mientras oraba el pastor Seymour, inclinaba tanto la


cabeza, que desaparecía detrás de la caja de arriba. En un momento en que
se había hecho silencio en todo el salón, una mujer blanca saltó de su banco,
como si tuviera un resorte.

"'Oh, mi amado Jesús', exclamó emocionada: 'puedo ver, puedo ver.' Se


puso las manos sobre los ojos. 'Oh, Jesús, gracias. Gracias por este milagro.'

"Entonces se tiró al pasillo y comenzó a danzar, con las palmas de las manos
abiertas y dirigidas hacia el cielo. 'Gracias, Padre. ¡Puedo ver, puedo ver!'

"Antes de terminar el culto aquella noche, otra persona ciega había


comenzado a ver, los sordos pudieron oír y los lisiados pudieron andar.

"Aquello era muy emocionante.

"Ésa fue la primera de muchas noches para mí en más de tres años en el


312 de la calle Azusa."

A. C. VALDEZ, SR.

NOTAS
De A.C. Valdez con James F. Scheer, Fire on Azusa Street: An Ebye Witness
Account (Costa Mesa, Calif.: Gift Publications, 1980), 5-7.

Aquella sanidad dejó una impresión indeleble en Osterberg. Aquel suceso lo conmovió
tanto, que cerró su iglesia y se unió a la Misión de la Calle Azusa.12  También hubo
muchas otras sanidades en el avivamiento, en las cuales participaron mexicanos. La
primera edición de The Apostolic Faith describe a un indio mexicano pobre e inculto del
centro de México imponiéndole sus manos oscuras y callosas a la Sra. Knapp, una joven
blanca de habla inglesa. Este mexicano, cuyo nombre desconocemos, oró por la sanidad
de ella durante una de las reuniones del avivamiento, y se afirma que fue sanada.   A. C.
Valdez afirmaba haber presenciado muchas sanidades en la misión, entre ellas la de su
propio padre. Abundio y Rosa López afirmaban también que la sanidad divina formaba
parte de su ministerio.13 Un escritor pentecostal del momento atribuía la receptividad de
los latinos a sus "tradiciones y creencias inmemoriales respecto a la sanidad divina", y
afirmaba que la cuarta parte de sus misiones del sur de California estaba formada por
"españoles y mexicanos, entre los cuales hay muchos lisiados y deformes". 14

SU CARÁCTER MULTIÉTNICO, INTERNACIONAL, Y MULTILINGÜE

Los latinos contribuyeron directamente al carácter multiétnico, internacional, y


multilingüe del avivamiento. Hay pocas razones de dudar que la participación de
mexicanos como López, Valdez, y Pérez haya alterado la psicología del avivamiento, y
animado a Seymour a alcanzar otras minorías étnicas. El simple hecho de que la
mayoría de los mexicanos que asistían al avivamiento hablaban español como lengua
materna, debe haber causado un profundo impacto en la forma en que él planeó
ministrarles, y en su manera de interpretar el significado más amplio de la presencia de
ellos. La participación de mexicanos también fue importante para ayudar a hacer una
comparación entre la Calle Azusa y el primer gran derramamiento del Espíritu Santo en
el día de Pentecostés, descrito en Hechos 2, donde se hallaban representadas todas las
naciones conocidas de la tierra. 15

El hecho de que la gente hablara en otras lenguas y de que asistieran muchos


extranjeros no fue algo accidental; es posible que ambos factores estén relacionados. La
afirmación de que se hablaba en lenguas desconocidas puede haber ayudado a crear un
ambiente abierto a las veinte nacionalidades que según se afirma participaron en el
avivamiento. Al parecer, los mexicanos fueron el primero y el mayor de los segmentos de
habla extranjera del avivamiento.

Dejando esto a un lado, vemos que el número creciente y la importancia de los latinos
que asistían al avivamiento de la Calle Azusa llevó a William J. Seymour y a los líderes
del movimiento allí a publicar el testimonio de Abundio y Rosa López en inglés y en
español en el segundo número del periódico The Apostolic Faith (octubre de 1906). No
fue éste el caso con ninguna de las otras diecinueve nacionalidades que se afirma que
participaron en el avivamiento. Al describir el impacto del avivamiento en su vida,
Abundio y Rosa López escriben: "Testificamos del poder del Espíritu Santo en el perdón,
la santificación, y el bautismo con el Espíritu Santo y fuego. Damos gracias a Dios por
este don maravilloso que hemos recibido de Él, según su promesa. Damos gracias a Dios
por el Espíritu que nos llevó a la religión antigua de la Misión de la Calle Azusa, la Fe
Apostólica. Mi esposa y yo, el 28 de mayo pasado... vinimos buscando la santificación...
y damos gracias a Dios por el bautismo en el Espíritu Santo y fuego que yo recibí el 5 de
junio de 190[6]. No tenemos palabras para expresar la gratitud y acción de gracias que
sentimos en todo momento, por lo que Él ha hecho a nuestro favor, así que queremos
que nos use para la salvación y la sanidad, tanto de almas como de cuerpos. Soy testigo
de su maravillosa promesa y sus prodigiosos milagros por medio del Espíritu Santo, por
la fe en el Señor Jesucristo. Que Dios los bendiga a todos". 16

LA OBRA EVANGELÍSTICA Y MISIONERA DEL AVIVAMIENTO DE LA CALLE


AZUSA

Los latinos llevaron a su comunidad el mensaje que acababan de hallar acerca de la


salvación y la sanidad divina. El celo de Abundio y Rosa López los llevó al distrito de la
Plaza Mexicana, en el centro de Los Ángeles, donde llevaron a cabo cultos evangelísticos
al aire libre. Sus reuniones deben haber atraído a muchos mexicanos, porque los líderes
de la misión escribieron que Dios los estaba usando. Abundio se retiró en 1944, a la edad
de setenta y cinco años, después de cuarenta en el ministerio.17

Abundio y Rosa López no fueron los únicos mexicanos que propagaron el mensaje de
avivamiento de la Calle Azusa. Un joven trabajador mexicano llamado Brígido Pérez
comenzó a asistir al avivamiento en el verano de 1906. En septiembre, se informa que
recibió el bautismo en el Espíritu Santo durante el notable aumento en la asistencia.
Como los López, Pérez se sintió llamado a entrar al ministerio. Su fe recién adquirida lo
llevó a San Diego, California, como misionero nacional, y allí escribió: "Por la gracia de
Dios Todopoderoso y la fe en Jesucristo, puedo testificar de la santificación y del
bautismo con el Espíritu Santo y fuego en mi corazón. ¡Cuán bueno ha sido Él conmigo!
El 3 de septiembre, mientras estaba orando, sentí en el corazón que Cristo, nuestro
Salvador, quería que yo testificara en su precioso nombre en diversos lugares del país".
Los líderes de la Calle Azusa siguieron su ministerio en San Diego y más tarde
afirmaron: "El Espíritu Santo resplandece desde el corazón de este hermano". 18

Al llegar el otoño de 1906, los evangelistas pentecostales mexicanos comenzaron a


propagar por toda California el mensaje de la Calle Azusa de redención espiritual y
corporal. Como ya hemos indicado, Rosa y Abundio López, y Brígido Pérez, predicaron
en Los Ángeles y en San Diego. 19 Los futuros evangelistas de la Asamblea Apostólica,
Luis López, Juan Martínez Navarro, y Jenaro y Ramonita Carvajal de Valenzuela
llevaron el mensaje de Azusa a los campamentos de trabajo migratorio en las granjas
por los condados de Los Ángeles, San Diego, San Bernardino, y Riverside, en California.
Adolph Rosa, nacido en las islas de Cabo Verde y antiguo pastor metodista, visitó la
Calle Azusa y llevó después el mensaje pentecostal a Oakland, California, donde lo
predicó a un público formado por personas de habla portuguesa y de habla española. 20
Susie Villa Valdez hizo obra evangelística por todo el estado de California. 21 A. C. Valdez
(1896-1988), siguiendo los pasos de su madre, viajó con su bicicleta por todo el sur de
California, cantando corridos pentecostales, distribuyendo tratados evangelísticos, y
predicando en las esquinas de Los Ángeles, San Bernardino, Riverside, y San Diego.
Después siguió predicando por todos los Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, la
India, China, y Japón. Aunque frecuentemente pasado por alto, fue uno de los más
importantes evangelistas pentecostales de principios del siglo XX. 22

EL MINISTERIO EVANGELÍSTICO Y SOCIAL DE LOS PENTECOSTALES

Una de las claves del buen éxito de los primeros evangelistas pentecostales latinos fue su
decisión de unir el evangelismo con la sanidad y el ministerio social. Ellos creían que
Dios quería sanar el cuerpo, la mente y el espíritu. Aunque estos primeros pentecostales
latinos no eran partidarios de la teología del evangelio social de Walter Rauschenbusch,
realizaron una obra espiritual y social directa en sus comunidades. Por ejemplo, Susie
Villa Valdez trabajó durante muchos años con prostitutas, alcohólicos, madres solteras y
otros inmigrantes mexicanos marginados de Los Ángeles. Ella y la Sra de Louis
Osterberg se unieron para predicar en los campamentos de trabajo migratorios de las
granjas en Riverside y San Bernardino, California. Valdez también trabajó en el Hogar
Pisgah, del Dr. Finis Yoakum, una misión en un barrio bajo de Los Ángeles. Recordando
el ministerio laico de su madre, A. C. Valdez escribe: "La recuerdo (a Susie Valdez) como
si fuera hoy, en su duro pero gratificante trabajo espiritual y social con prostitutas y
alcohólicos de los peores barrios, hecho en el nombre del Señor en los Hogares Pisgah...
A medianoche, la policía recogía a los borrachos y los dejaba en el Hogar Pisgah, en vez
de llevarlos a la cárcel... Por las noches, cuando el Dr. Yoakum no la necesitaba, mi
madre visitaba los tugurios, tocando la guitarra y cantando cánticos sagrados en sus
calles mal iluminadas, para todo el que la quisiera escuchar. Sin temor alguno, porque
iba armada con el Señor, oía las tribulaciones de muchas personas solitarias y
deprimidas, y las solía llevar a los pies de Cristo. Alrededor de la medianoche, caminaba
largo tiempo hasta casa, y muchas veces llegaba hasta a las dos de la madrugada". 23

Aunque hubo mujeres mexicanas que ministraron de manera activa en la Calle Azusa,
no hay evidencias de que Valdez, López o ninguna otra de ellas haya sido ordenada
jamás. 24

LÍDERES LATINOS EN EL AVIVAMIENTO DE LA CALLE AZUSA

Una de las principales razones de que los expertos hayan pasado por alto la
participación de los mexicanos en el avivamiento, y su contribución a él, es que éstos no
fueron líderes. Esto sólo es cierto si la idea del liderazgo se limita al comité de
ordenación y al personal pastoral oficial de la Misión de la Calle Azusa. En cambio, si se
amplía la idea de liderazgo para incluir a los líderes, tanto ordenados como laicos,
entonces sí hubo latinos que se condujeron como líderes. Fueron pastores, evangelistas,
misioneros nacionales, trabajadores sociales, y líderes laicos que oraban con las
personas en el altar durante los cultos de avivamiento.

Además de estas manifestaciones de liderazgo, la evidencia más fuerte de que hubo


mexicanos que obraron como líderes reconocidos en el avivamiento, es la decisión de
Seymour de ordenar a Abundio L. López y a Juan Martínez Navarro. 25 El autor de este
ensayo ha visto una copia del certificado de ordenación de Abundio L. López, firmado
por William J. Seymour en 1909. La ordenación era concedida sin hacer distinción
alguna de raza, clase o nivel de estudios, pero no se ofrecía a los que no habían mostrado
ser líderes. Teniendo en cuenta el papel activo como líder laico que había desempeñado
Abundio en la misión durante los tres años anteriores, la decisión de ordenarlo parece
algo natural.

LOS LATINOS Y LA DECADENCIA DEL AVIVAMIENTO DE LA CALLE AZUSA

Ya en 1909, el papel creciente desempeñado por los latinos en el avivamiento de la Calle


Azusa puede haber dado lugar en parte a un conflicto de importancia entre el líder de la
misión (probablemente William J. Seymour) y el contingente mexicano. En la mente de
Frank Bartleman, historiador y testigo presencial del avivamiento de la Calle Azusa, la
decisión dictatorial de Seymour de aplastar sin piedad a un grupo de mexicanos pobres
y analfabetos en el avivamiento de la Calle Azusa fue la que señaló la decadencia de la
obra del Espíritu Santo en la misión. 26 Bartleman escribe: "La vieja Misión de Azusa se
fue llenando cada vez más de ataduras. Ahora las reuniones se tenían que celebrar sólo
en el orden indicado. El Espíritu trató de obrar a través de algunos mexicanos pobres y
analfabetos que habían sido salvos y 'bautizados' en el Espíritu. Pero el líder se negaba
deliberadamente a dejarlos testificar, y los aplastaba sin misericordia . Aquello era
como asesinar al Espíritu de Dios. Solo Dios sabe lo que esto significó para aquellos
pobres mexicanos. Personalmente, yo habría preferido morir antes que asumir un
espíritu de dictadura como aquel. Ahora todas las reuniones estaban programadas de
principio a fin. Lo lógico era que ocurriera un desastre, y así fue". 27

Aunque Bartleman no explica por qué Seymour rehusaba dejar que testificaran los
mexicanos, compara su actitud con la de "asesinar al Espíritu de Dios". 28

LA CALLE AZUSA Y EL NACIMIENTO DEL MOVIMIENTO PENTECOSTAL LATINO


EN LOS ESTADOS UNIDOS

Cualquiera que fuera la causa de que comenzara el conflicto, éste tuvo por consecuencia
la expulsión de hecho del contingente mexicano de la Misión de la Calle Azusa entre los
años 1909 y 1910. Este suceso fue el que dio nacimiento al movimiento pentecostal
latino. Entre 1909 y 1913, el autor calcula que unos doscientos mexicanos comenzaron a
asistir a la Misión del Aposento Alto, la Misión de la Calle Séptima, ya Misión Apostólica
Hispana, la Misión del Hogar Pisgah, y muchas otras misiones pentecostales más
pequeñas de Los Ángeles. Aunque muchos se unieron a congregaciones blancas y negras
de habla inglesa ya existentes, otros decidieron formar sus propias iglesias
independientes.29 Alrededor del año 1912, un mexicano llamado Jenaro Valenzuela
organizó la Misión Hispana de Fe Apostólica en Los Ángeles. Hubo personas que habían
participado en el avivamiento de la Calle Azusa, como George y Carrie Judd
Montgomery, que influyeron sobre futuros evangelistas precursores pentecostales, como
Valenzuela, Juan Lugo, y Francisco Olazábal, quienes extendieron el movimiento
pentecostal. Lugo propagó el fuego pentecostal en Puerto Rico en 1916 y en la ciudad de
Nueva York en 1931. Olazábal celebró grandes campañas evangelísticas de sanidad en
Los Ángeles, San Antonio, El Paso, Houston, Chicago, la ciudad de Nueva York, Ciudad
de México, y San Juan, Puerto Rico. En su labor precursora en los Estados Unidos y
Puerto Rico se les unieron A. C. Y Susie Villa Valdez, Abundio y Rosa López, Brígido
Pérez, Francisco Llorente, Juan Martínez Navarro, Luis López, Antonio Castañeda Nava,
Jenaro y Ramonita Carvajal Valenzuela, Rodolfo Orozco, Demetrio y Nellie Bazán,
Francisco Ortiz y su hijo Frank, Salomón y Dionisia Feliciano, Jeannie Mishler, Clarissa
Nuzum, H. C. Ball, Alice E. Luce, Frank y Aura Finkenbinder y muchos otros.

En 1915, Ball, Luce y Orozco organizaron la obra de las Asambleas de Dios entre los
latinos. En 1916, Llorente, Marcial de la Cruz, y Navarro organizaron la Asamblea
Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, Inc., con el PAW. En 1923, Francisco Olazábal fundó
el Concilio Latinoamericano de Iglesias Cristianas. Estos precursores, junto con sus
convertidos y muchos otros, han ayudado a su vez a propagar el movimiento pentecostal
por toda la América Latina. 30

CONCLUSIÓN

Durante su época de apogeo (1906-1090), hubo latinos como Susie Villa Valdez, y
Abundio y Rosa López, que participaron en el avivamiento de la Calle Azusa, en Los
Ángeles. Participaron en la primera manifestación sobrenatural del Espíritu Santo, la
primera vez que hubo una sanidad divina, contribuyeron a imprimirle su sabor
internacional y multilingüe, fueron reconocidos como líderes, llevaron a cabo obra
evangelística y social, y participaron en un conflicto que según se informa, fue el que
acabó con la espontaneidad guiada por el Espíritu que había en las reuniones, y marcó
su decadencia. Los latinos ayudaron a alterar las cifras del avivamiento y a transformar
algo que al principio era una reunión de oración esencialmente birracial estadounidense
en idioma inglés, en el 212 de la Calle Bonnie Brae, en un avivamiento multiétnico,
multilingüe e internacional en el 312 de la Calle Azusa.

El espíritu del avivamiento de la Calle Azusa sigue vivo y operante hoy en la comunidad
latina. El movimiento pentecostal y carismático latino ha crecido desde el puñado de
latinos que lo componían en 1906 hasta más de ciento cincuenta millones de hombres,
mujeres y niños hispanos de toda la América Latina (ciento cuarenta y un millones, el
veintisiete por ciento) y los Estados Unidos (nueve millones, el veintiocho por ciento) en
2004. En los Estados Unidos hay ocho millones de latinos entre protestantes y otros
cristianos. El sesenta y dos por ciento de todos los protestantes latinos de los Estados
Unidos se identifican a sí mismos como pentecostales, carismáticos, llenos del Espíritu o
miembros de una denominación pentecostal. En total, nueve millones de latinos de los
Estados Unidos (el veintiocho por ciento de todos los cristianos latinos) son protestantes
pentecostales (3,8 millones) o católicos carismáticos (5,4 millones). Las Asambleas de
Dios son la denominación pentecostal que sirve al mayor número de latinos en los
Estados Unidos, con más de 2.092 congregaciones y misiones que sirven a latinos, y
770.000 afiliadas latinas. 31 Casi cien años después del inicio del avivamiento de la Calle
Azusa y su manifestación en el escenario de la historia mundial, millones de latinos que
viven por todos los Estados Unidos y en América Latina siguen proclamando que "el
Espíritu Santo está aquí, en la tierra, como en el día de Pentecostés". 32

Gastón Espinosa , Ph.D., es profesor auxiliar de filosofía y estudios


religiosos en el Claremont McKenna College, en Claremont, California.
1. A. C. Valdez y James F. Scheer, Fire on Azusa Street (Costa Mesa, Calif.:
Gift Publications, 1980), pp. 3, 4.

2. Ibíd.

3. La única excepción a esto es el artículo de Cecil M. Robeck, Jr., titulado


"Evangelization for Proselytism of Hispanics? A Pentecostal Perspective", en
el Journal of Hispanic/Latino Theology, 4, n° 4 (1997): pp. 42-64. Aunque
escribí la versión original de este ensayo antes de leer el artículo de Robeck,
tengo una deuda de gratitud con Robeck por la identificación de dos citas
que usé en la versión más larga del ensayo en mi disertación para el
Doctorado en Filosofía, y por dos fuentes que desconocía: The Los Angeles
Record y el Church of God Evangel. Gastón Espinosa, "Borderland Religion:
Los Angeles and the Origins of the Latino Pentecostal Movement in the U.S.,
Mexico, and Puerto Rico, 1900-1945" (Ph.D. diss., Universidad de California,
Santa Bárbara, 1999), pp. 117-140.

4. Walter J. Hollenweger, "Black Pentecostal Concept: A Forgotten Chapter


of Black History: The Black Pentecostals' Contribution to the Church
Universal", Concept , edición especial, n° 30 (Ginebra, Concilio Mundial de
Iglesias, junio de 1970); Leonard Lovett, "Black Origins of the Pentecostal
Movement", en Aspects of Pentecostal-Charismatic Origins, ed., Vinson
Synan (Plainfield, Nueva Jersey: Logos International, 1975), pp. 123-141;
Douglas J. Nelson, "For Such a Time as This: The Story of Bishop William J.
Seymour and the Azusa Street Revival" (Ph.D. diss., Universidad de
Birmingham, Inglaterra, 1981). Iain MacRobert, The Black Roots and White
Racism of Early Pentecostalism in the USA (Nueva York: St. Martin's Press,
1988); Edith Blumhofer, The Assemblies of God: A Chapter in the Story of
American Pentecostalism , vol. 1 (Springfield, Mo.: Gospel Publishing House,
1989), p. 98; Harvey Cox, Fire From Heaven (Reading, Mass: Addison-
Wesley Publishing Company, 1995), pp. 45-65. Una excepción notable a esta
línea de interpretación es la obra de Robert M. Anderson llamada Vision of
the Disinherited: The Making of American Pentecostalism (Peabody, Mass.:
Hendrickson Publisher, 1992), p. 69; también la obra de Grant Wacker
llamada Heaven Below: Early Pentecostals and American Culture
(Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 2003), pp. 226-235. Aunque
Anderson y Wacker mencionan claramente el carácter multirracial del
avivamiento de la Calle Azusa, no exploran en detalle las contribuciones de
los latinos, ni las de otras minorías étnicas. El próximo libro de Mel Robeck,
titulado The Azusa Street Mission and Revival, examinará los componentes
étnicos del avivamiento.

5. Aunque el movimiento pentecostal latino de los Estados Unidos nació


principalmente en el avivamiento de la Calle Azusa de Los Ángeles, sus
orígenes también se remontan a la obra de Charles Fox Parham en Texas.
Espinosa, "Borderland Religion", pp. 151-153.

6. Mientras que la familia Valdez era católica romana, los López, Brígido
Pérez, Adolph Rosa y Luis López ya tenían raíces en el protestantismo antes
de asistir a la Misión de Fe Apostólica. Espinosa, "Borderland Religion", pp.
117-140.

7. Arthur G. Osterberg, "Oral History of the Life of Arthur G. Osterberg and


the Azusa Street Revival", entrevista realizada por Jerry Jensen y Jonathan
Perkins (1966), transcripción, Flower Pentecostal Heritage Center,
Springfield, Mo.: p. 11.

8. Ibíd.

9. Ibíd.

10. Espinosa, "Borderland Religion", pp. 117-140. Valdez y López


(Supernatural Manifestations). The Apostolic Faith (Los Ángeles), septiembre
de 1906, p. 2. Osterberg (Divine Healing).

11. Nickel sostiene que el pie deforme de este hombre mexicano había
quedado "totalmente corregido". Nickel, p. 13, citado por Espinosa en
"Borderland Religion", p. 138.

12. Osterberg, "Oral History", p. 12.

13. Mrs. Knapp. The Apostolic Faith (Los Ángeles), septiembre de 1906, p.
3; Valdez, Fire on Azusa Street , pp. 27, 34, y en especial, 39. López,
"Spanish Receive the Pentecost", The Apostolic Faith 1:2 (Los Ángeles),
octubre de 1906, p. 4.

14. "A Revival in Los Angeles", Pisgah (diciembre de 1910), p. 13; "The
Camp Meeting at Pisgah Gardens", Pisgah (diciembre de 1913), p. 7.

15. Jennie Moore, "Music from Heaven", The Apostolic Faith (Los Ángeles),
mayo de 1907, p. 3; Frank Bartleman, Azusa Street (Plainfield, N.J.: Bridge
Publishing Inc., 1980, publicado originalmente en 1925), p. 145.

16. Cursiva del autor. López, "Spanish Receive the Pentecost", p. 4.

17. Gastón Espinosa, "Your Daughters Shall Prophesy": A History of Women


in Ministry in the Latino Pentecostal Movement in the United States, en
Women and Twentieth Century Protestantism , eds. Margaret Bendroth y
Virginia Brereton (Chicago: University of Illinois Press, 2002), pp. 25-48.
Tengo copias de los certificados de ordenación de Abundio López en la Misión
de Fe Apostólica y en Victoria Hall en mi colección personal de Historia del
Pentecostalismo Latino.

18. "Preaching to the Spanish", The Apostolic Faith (Los Ángeles), noviembre
de 1906, p. 4.

19. "Preaching to the Spanish", p. 4; "From Los Angeles to Home and


Foreign Fields", The Apostolic Faith (Los Ángeles), diciembre de 1906, p. 4.

20. Adolph Rosa, "A Portuguese Minister Receives His Pentecost", The
Apostolic Faith (Los Ángeles), octubre de 1906, p. 1; "Spreading the Full
Gospel", The Apostolic Faith (Los Ángeles), noviembre de 1906, p. 1.

21. Valdez, Fire on Azusa Street , p. 25.

22. Ibíd., pp. 40ss.

23. Ibíd., pp. 24, 25.

24. Espinosa, "Your Daighters Shall Prophesy", 2002.

25. Tengo una copia de la solicitud de ordenación de Abundio López, junto


con varias fotos suyas, en mi colección de Historia Pentecostal Latina.

26. Aunque Douglas J. Nelson rechaza la acusación de Bartleman, afirmando


que no estaba de acuerdo con el carácter de Seymour tratar al contingente
mexicano de una forma tan pobre. Antes de la disertación de Nelson, nadie
(ni siquiera la esposa de Seymour, quien murió en 1938), había salido a la
palestra para negar, revisar o desafiar las alegaciones hechas por vez
primera por Bartleman en 1925 en su conocida historia del avivamiento de la
calle Azusa, cuando muchos testigos presenciales aún vivían. En realidad,
hay fuertes evidencias que corroboran el informe dado por Bartleman: (1) A.
C. Valdez escribió que el avivamiento de la calle Azusa llegó a su fin (para
él) en 1909; (2) alrededor de 1909-1910, otras misiones pentecostales de
Los Ángeles informaron sobre una larga afluencia de mexicanos que ya
estaban "bautizados en el Espíritu"; (3) Bartleman tenía muy poco que
ganar, tanto política como moralmente, con acusar a Seymour de tratar tan
mal a los mexicanos durante una época en que se los linchaba a lo largo de
la frontera entre los Estados Unidos y México, y se los veía como personas
ajenas a la cultura; (4) no se menciona que hubiera latinos que
acostumbraran asistir a la Misión de Fe Apostólica después de 1909 (o 1911
con mi fecha alterna; vea mi disertación), aunque es posible que algunos la
visitaran una que otra vez, y (5) esto ayudaría a explicar por qué Seymour
no estableció una cuota para mexicanos entre los obispos y los líderes de la
Misión después de revisar la Constitución y los Artículos de Incorporación en
1914. Hallará un detallado comentario en Espinosa, " Borderland Religion ",
pp. 128-131, 139; Bartleman, Azusa Street , p. 145, y Nelson, " For Such a
Time as This ", p. 92.

27. Comillas del autor. Bartleman, Azusa Street, p. 145.

28. William J. Seymour, "Receive Ye the Holy Spirit", The Apostolic Faith
(Los Ángeles), enero de 1907, p. 2. Para una explicación de las razones de
que estallara el conflicto, vea Espinosa, "Borderland Religion", pp. 128-131.

29. El cálculo de doscientos latinoos se basa en los números de latinos que


se informa que asistían a las misiones del Aposento Alto, Pisgah, Midnight,
Fe Apostólica Hispana y calle Séptima. "Our Spanish Mission", The Upper
Room (enero de 1911), p. 1; "Work Among Spanish", Pisgah (enero de
1909), pp. 11, 12; "A Revival in Los Angeles" Pisgah (diciembre de 1910), p.
13.

30. Los Angeles County City Directory (1912), p. 33.; p. 1552; William
McEuen, "A Survey of the Mexicans Living in Los Angeles" (tesis para la
Maestría en Artes, Universidad del Sur de California, 1914), p. 38; Clifton
Holland, The Religious Dimension of Hispanic Los Angeles (South Pasadena,
Calif.: William Carey Library, 1974), pp. 356, 357; Valdez y Scheer, Fire on
Azusa Street , pp. 41, 42; Nelson, "For Such a Time as This", p. 254;
Ernesto S. Cantú y José Ortega, editores, Historia de la Asamblea Apostólica
de la Fe en Cristo Jesús (Mentone, Calif.: Sal's Printing Press, 1966), p. 6;
Nellie Rangel, Historia de la Confederación Nacional de Sociedades Femeniles
"Dorcas", (Rancho Cucamonga, Calif.: Apostolic Assembly of the Faith in
Christ Jesus, 1986), pp. 23-26; Juan Lugo, Pentecostés en Puerto Rico o La
vida de un misionero (San Juan, Puerto Rico: Puerto Rico Gospel Publishing
House, 1951); David Ramos Torres, Historia de la Iglesia de Dios
Pentecostal, M. I. (Río Piedras, Puerto Rico: Editorial Pentecostal, 1992);
Espinosa, "Borderland Religion"; Gastón Espinosa, "El Azteca: Francisco
Olazábal and Latino Pentecostal Charisma, Power and Faith Healing in the
Borderlands", Journal of the American Academy of Religion 67:3 (septiembre
de 1999), pp. 597-616.

31. A menos que se indique algo diferente, todas las estadísticas han sido
redondeadas a los centenares de miles más cercanos para los números
superiores al millón, y a la decena de miles más cercana para los números
superiores a cien mil. Gastón Espinosa, Pneuma: The Journal of the Society
of Pentecostal Studies 26, n° 2 (2004): pp. 262-292; Gastón Espinosa,
"Changements Démographiques et Religieux Chez les Hispaniques des États-
Unis", Social Compass: International Journal of the Sociology of Religion, p.
51 (2004), pp. 303-320; Gastón Espinosa, Virgilio Elizondo y Jesse Miranda,
Hispanic Churches in American Public Life: Summary of Findings (Notre
Dame, Ind.: Institute for Latino Studies at the University of Notre Dame,
2003), p. 16; David Barrett, George Kurian y Todd M. Johnson, World
Christian Encyclopedia (Oxford University Press, 2001), p. 14. Datos
actuales de las Asambleas de Dios en el año 2005 (basados en el año 2004).

32. Quiero expresar mi agradecimiento a Glenn Gohr y Mel Robeck por sus
sugerencias sobre un borrador inicial de este ensayo.

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