La Iliada Libro
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LA ODISEA
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HOMERO
Por tratarse de obras provenientes de una Edad preliteraria, las fuentes de que se dispone para su
estudio son inciertas, y la crítica ha llegado a poner en duda la existencia misma de su autor. Toda la
antigüedad, sin embargo, le atribuyó la paternidad de ambos poemas. Se han conservado unas vidas de
Homero, cuyo material proviene de pasajes de los Poemas Homéricos, de proverbios y poesías
populares. La más documentada parece ser la de Herodoto, quien se piensa que vivió cuatro siglos
antes que él, hacia mediados del siglo IX antes de Cristo. Teopompo, por su parte lo sitúa hacia 685
antes de Cristo, y Aristarco, en 1044. En cuanto al lugar de origen, casi todas las vidas coinciden en
considerarlo oriundo de Jonia. Siete ciudades, Esmirna, Quíos, Colofón, Salamina, Rodas, Atenas y
Argos, se disputan el honor de haberlo visto nacer. Al morir Meón; Homero quedó huérfano y fue muy
pobre, pasados los años estudió letras y música en la escuela de Femio. Al morir este Homero tomó su
puesto de maestro, luego al mercader Mantes, lo llevó en sus viajes y así llegó a Ítaca donde recogió
datos sobre Ulises. A continuación arribó a Quío donde un mecenas le facilitó una academia la que
enseñó y pudo terminar La Ilíada, más tarde compuso La Odisea. Vivo, ciego y pobre llegó a la isla de
Ios.
La tradición relata que, viejo, ciego y pobre, Homero erraba de ciudad en ciudad cantando sus poemas,
hasta el día en que murió en Ios, donde se mostraba su tumba a los visitantes. Además de La Ilíada y La
Odisea se atribuyeron a Homero 33 himnos, llamados Himnos Homéricos, que parece que son de época
posterior, la Batracomiomaquia o Combate de los ratones y las ranas, parodia épica de fecha
probablemente muy posterior, y once epigramas que, por cierto, no son de Homero.
Los Poemas Homéricos habían sido cantados al principio por los aedas, en residencias de los grandes
señores y se difundían por todo el mundo griego, acomodados al gusto y a los recuerdos nacionales de
cada pueblo. Así se constituyeron, sin duda, diferentes ciclos: ciclo de Agamenón, ciclo de Aquiles, ciclo
de Ulises, enriquecidos cada uno de ellos con variados episodios añadidos al acervo común.
La otra versión niega la autoría de Homero sobre los grandes poemas que otros le atribuyen, así en
1664, Francois Hedelin escribió Las Conjeturas Académicas, en las que sostiene que La Ilíada y La
Odisea son obras de varios autores que narraron un hecho histórico, desde distintos puntos de vista y
que los rapsodas sintetizaron, Wolf ratifica esto en Los Prelegómenos de Homero, en la que explica que
en la época de Homero la escritura no era todavía de uso común, y por tanto era imposible que una
sola persona hubiera compuesto obras tan extensas.
Otra versión es la que supone que en el año 560 a.C. se reunieron todos los relatos y leyendas populares
sobre los hechos antiguos por varios poetas, y así nacieron La Ilíada y La Odisea. Omeros, en griego
posee dos acepciones: rehén y ciego.
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LA ILIADA
LOS ANTECEDENTES
El Rapto de Helena fue el pretexto para desencadenar la guerra de Troya, aunque los
verdaderos motivos debieron ser otros, ya que los estados griegos fueron presionados
desde el norte, por pueblos que ya dominaban las armas de hierro y que penetraron en
Grecia durante los últimos siglos del segundo milenio anterior a nuestra era (a., o a.C., o
ane.). Muchos reinos griegos debieron verse impulsados a buscar nuevos horizontes y
atacaron Troya para hacerse con las rutas comerciales que los troyanos controlaban por el
Estrecho de los Dardanelos y de las costas de Asia Menor. La coalición de las tribus griegas
contra los "bárbaros" asiáticos contó con un ejército de unos cien mil hombres bajo el
mando de Agamenón, rey de Argos, el más destacado reino de Grecia, al que
acompañaron: su hermano Menelao, rey de Esparta; Néstor, rey de Pilos; Aquiles, rey de
Ftía (Tesalia), país de los mirmidones; Ulises, rey de Itaca y otros reyes como Diomedes,
Áyax, Idomeneo, Filoctetes, etc. La ciudad cayó y fue incendiada, después de 10 años de
asedio, y los supervivientes fueron exterminados o reducidos a esclavitud y deportados. El
único héroe que se salvó fue Eneas, protagonista de la Eneida de Virgilio, quien erró largo
tiempo antes de establecerse en Italia y fundar una estirpe en la que Roma quiso hallar sus
remotos y legendarios orígenes.
Modernas excavaciones arqueológicas han revelado que Troya fue destruida por el fuego a
principios del siglo XII a.C., tradicional fecha de la guerra, y que ésta pudo haber estallado o
bien por el deseo de saquear esa rica ciudad o por poner fin al control comercial que Troya
ejercía sobre Dardanelos.
Relatos legendarios de la guerra remontan su origen a una manzana de oro, dedicada a “la
más bella”, que lanzó Eris, diosa de la discordia, entre los invitados celestiales a las bodas
de Peleo, soberano de los mirmidones, y Tetis, una de las nereidas. La entrega de la
manzana a Afrodita, diosa del amor, por parte de Paris, hijo de Príamo, rey de Troya,
aseguró a Paris el favor de la diosa y el amor de la hermosa Helena, mujer de Menelao, rey
de Esparta. Helena se fue con Paris a Troya y como consecuencia se organizó una
expedición de castigo, al mando de Agamenón, rey de Micenas, para vengar la afrenta
hecha a Menelao. El ejército de Agamenón incluía a muchos héroes griegos famosos, como
Aquiles, Patroclo, Áyax, hijo de Telamón y Áyax, hijo de Oileo, Teucro, Néstor, Odiseo y
Diomedes.
Como los troyanos se negaron a devolver a Helena a Menelao, los guerreros griegos se
reunieron en la bahía de Áulide y avanzaron hacia Troya en mil naves. El sitio duró diez
años y los nueve primeros transcurrieron sin mayores incidentes. En el décimo año, Aquiles
se retiró de la batalla por un altercado que tuvo con Agamenón; la acción de Aquiles
proporcionó a Homero el tema de la Iliada. Para vengar la muerte de su amigo Patroclo,
Aquiles retomó la lucha y mató a Héctor, el principal guerrero troyano. Otros hechos, que
aparecen narrados en poemas épicos posteriores, abarcan la victoria de Aquiles sobre
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Pentesilea, reina de las Amazonas, y Memnón, rey de Etiopía, y la muerte de Aquiles en
manos de Paris.
La ciudad de Troya fue tomada finalmente gracias a una traición. Un grupo de guerreros
griegos consiguió entrar en la ciudad ocultándose en el interior de un gran caballo de
madera (véase Caballo de Troya). A continuación los griegos saquearon y quemaron la
ciudad. Sólo escaparon unos pocos troyanos, el más famoso de ellos Eneas, quien condujo a
los demás sobrevivientes hacia la actual Italia. Virgilio ha contado esta historia en la Eneida.
El retorno de los guerreros griegos a Grecia también inspiró muchos poemas épicos. El más
famoso de ellos es el de Odiseo, que regresa a Ítaca después de diez años de difícil travesía,
tal como lo elabora poéticamente Homero en la Odisea.
LA ILÍADA
Tiene 15 693 versos agrupados en 24 cantos, gracias a los aportes de Schlieman y Dorpfeld.
Se presume que Troya fue fundada en 2870 a.C. y destruida en 1184 a.C. Estaba ubicada a
unos 200 kilómetros del estrecho de Dardanelos (actualmente Helesponto) y estaba entre
los ríos Escamandro y Símois, en lo que hoy es Turquía (Asia Menor).
El poema no nos narra la guerra de Troya íntegramente, sino un episodio del último año,
aquél que se conoce con el nombre de La cólera de Aquiles. Se inicia cuando Crises
sacerdote de Apolo, se presenta ante el rey Agamenón y le reclama a su hija Criseida. La
muchacha está en poder del jefe de los griegos que acampan sitiando la ciudad de Ilión.
Agamenón se rehusa al pedido del anciano padre y lo expulsa insultándolo. Crises acude,
suplicante, al soberano Apolo a quien pide un voto: "¡Paguen los dánaos mis lágrimas con
tus flechas!" y así sucedió que durante nueve días el ejército sufrió una lluvia de dardos. Al
décimo, Aquiles convoca a jefes y soldados en una junta.
El augur Calcas revela la necesidad de devolver a Criseida. Esto supone una exaltada
discusión entre los griegos porque Agamenón acepta lo que sugiere el adivino, siempre y
cuando se le dé otra mujer a cambio. Cuando anuncia que es Briseida, esclava de Aquiles, a
quien quiere; Aquiles, el hijo de Tetis, abandona la asamblea llenó de indignación. Este será
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el motivo que conduzca al ofendido Pélida a abandonar la guerra, retirarse a su tienda y no
pelear más. Todo esto va a significar un avance de las huestes troyanas que saben de la
ausencia del más dotado de los guerreros griegos. En este enfrentamiento los dioses
olímpicos no son ajenos a ello, constantemente intervienen a favor de sus predilectos. Así
Zeus confunde a los estrategas griegos porque Tetis abrazada a sus rodillas le ha pedido por
su hijo; Hera en cambio ayuda a los aqueos; Afrodita protege a su hijo Eneas y también a
París; mientras Ares se deleita en el fragor del campo de batalla.
El más valiente y poderoso guerrero troyano, Héctor comienza a ganar posiciones con sus
hombres, entonces Agamenón quiere reconciliarse con Aquiles enviándole presentes y
devolviéndole a Briseida. El Pélida rechaza todo, pero ante los ruegos de su querido amigo
Patroclo accede a que éste último salga al campo de batalla con su armadura (exceptuando
la lanza que sólo Aquiles puede maniobrar). Patroclo y los mirmidones logran hacer
retroceder a los temerosos teucros, pero Héctor, que advierte que no es Aquiles el que ha
vuelto, se le enfrenta y en terrible duelo, lo mata.
Los griegos logran arrebatarle a Héctor el cadáver que mostrarán a Aquiles. Esto logra
conmover al Pélida, quien regresa a la lucha. Los troyanos pierden posiciones, perdiendo lo
ya ganado; y sólo Héctor confiado en sus fuerzas enfrenta a Aquiles; desoyendo los ruegos
de sus padres Príamo y Hécuba, y de su esposa, Andrómaca. Cuando Aquiles logra vencer a
Héctor, lo atraviesa con su lanza y tiene tal furor de venganza que pasa días arrastrando el
cadáver alrededor de la pira fúnebre de Patroclo. Príamo, el desconsolado padre, ruega con
lágrimas a Aquiles que le devuelva el cadáver de su hijo. La sinceridad y humildad del
anciano lo logran conmover. El poema finaliza con las exequias del valiente Héctor.
CANTO I
Se pide desde el principio a la musa que mande el canto de las desgracias alcanzadas por la
ira de Aquiles. Llega a la asamblea de los argivos, Crises, sacerdote de Apolo para rescatar a
su hija, hecha cautiva hacía poco en la guerra y por honor entregada a Agamenón. Apolo
mandó sobre el ejército una terrible epidemia por haber sido rechazado ignominiosamente
su sacerdote. Aquiles hace una asamblea, para aplacar al dios, en la que el adivino Calcas
pregona que ellos debían liberar a su hija Criseida de tan terrible disputa. Ante la presión
Agamenón decide devolver a Criseida, pero le arrebata a Aquiles a Briseida a quien había
sido concedida como premio a su valor. Se apodera de Briseida aunque Néstor se opone.
Enardecido por esta ofensa, decide el firme joven separarse de la guerra con los
mirmidones, sus soldados. Su madre Tetis reafirma su propósito y promete venganza al
suplicante. Mientras tanto el ejército ofrece sacrificios expiatorios y son ofrecidos a Apolo.
Entonces se hace retirar a Crises a su casa junto con las víctimas propiciatorias, por quienes
es expiado el crimen siendo sacrificadas, puesto que se había presentado Tetis en el Olimpo
ocultamente, favoreció con la victoria a los troyanos, mientras los aqueos no dieran una
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satisfacción a Aquiles. Hera, enemiga de los troyanos ataca estas determinaciones
clandestinas y riñe con Zeus en la cena. Por esta causa se entristece toda la asamblea de los
dioses, a quienes Hefesto hace volver finalmente a la tranquilidad y alegría.
CANTO II
CANTO III
Al primer encuentro del combate, Paris o Alejandro provoca con suma fiereza a cada uno
de los aqueos para el combate; pero en cuanto ve a Menelao saltando de su carro, huye
atemorizado. Poco después él mismo, impulsado por los gritos de Héctor se ofrece en
singular desafío con Menelao, comenzando lo más importante de la batalla; aceptada la
condición pide Menelao que vaya por medio una promesa, consagrándola ante la presencia
de Príamo. Así pues los ejércitos dejan las armas y se preparan sacrificios de ambas partes,
mientras tanto Helena llama desde la torre a Príamo y a los ancianos de Troya, a los jefes
argivos que están en el campo inferior. Siendo llamado, se presenta Príamo en compañía de
Antenor y se hace un pacto según el antiguo rito y bajo estas condiciones, de que si uno de
los dos venciese al otro, obtendría a Helena y sus riquezas; pero los troyanos inferiores a
los aqueos pagarían una fuerte multa. Después de la partida de Príamo, toman las armas
Menelao y Paris y marchan al espacio convenido para la pelea; pero Paris, superado por
Menelao, es sustraído por Afrodita ocultamente y se lo lleva incólume a su propia morada.
Al mismo lugar lleva a Helena, quien resistiendo primero al nuevo marido le echa en cara su
cobardía; sin embargo poco después se reconcilia con él. De esta manera, en vano busca
Menelao al adversario que estaba gozando de la protección de la diosa, mientras
Agamenón busca públicamente el precio de la victoria que se había pactado.
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CANTO IV
Debiendo ser devuelta Helena a los aqueos según el pacto y dirimidas las diferencias en la
línea de combate en la que fue separado Paris; Hera indignada en la asamblea de los
dioses, no pudo contener ya su odio contra los troyanos e insiste ante Zeus a fin de que
conceda que los aqueos den muerte a Paris. Atenea, enemiga también de los troyanos,
enviada a la tierra por la exhortación de Zeus, persuade a Pándaro Licio para que lanzada
una flecha contra Menelao, rompa el pacto e introduzca una nueva causa para combatir.
Llamado el médico Macaón, cura a Menelao de su herida no mortal. Mientras tanto,
armados nuevamente vuelven a combatir los troyanos, mientras Agamenón va y viene
entre la multitud de aqueos, alabando el valor de algunos como Idomeneo, Áyax y Néstor,
que ya estaban situados en el campo de batalla y reprendiendo la tardanza de los otros
como Menesteo, Odiseo, Diomedes que aún no se llenaban del nuevo ardor para combatir.
Se reanuda la lucha, en la que Ares por una parte y Apolo, Atenea y otras divinidades por la
otra, ayudan respectivamente a los troyanos y a los aqueos.
CANTO V
Los aqueos continúan despedazando a los troyanos; delante de todos, el insigne Diomedes
lleno de ferocidad por la protección de Palas retira a Ares de la batalla. Pero él mismo
herido por Pándaro, ataca con mayor vehemencia a los enemigos; mata a Pándaro, estando
de pie, y después peleando desde el carro de Eneas; hiere a Eneas que cubría el cuerpo de
su amigo; hiere a Afrodita en la mano, pero Iris la saca del combate. Afrodita librada por su
hija en el carro de Ares, la lleva al Olimpo, en donde su madre Dione la cobija en su seno.
Los otros dioses se ríen sin que lo note. Apolo libra a Eneas, apartado por Atenea del furor
de Diomedes y lo cura recreándolo en la fortaleza troyana y llama nuevamente a Ares a las
filas. Ares exhorta a los troyanos para que peleen con fortaleza; enseguida se presenta ante
ellos Eneas, ya curado. Tampoco los aqueos combaten con cobardía y caen muchos de una
y otra parte, entre éstos Tlepolemo contra Sarpedón; finalmente se alejan poco a poco los
aqueos. Hera y Atenea vienen desde el Olimpo en auxilio de éstos que luchaban. Por estas
palabras de Hera se enardece nuevamente la masa; pero Diomedes aconsejado y
conducido por Atenea, hiere al mismo Ares quien regresa enseguida al Olimpo desde el
campo de batalla y ahí sana, siguiéndolo también las diosas.
CANTO VI
El adivino Héleno, cuando decaía en huida el ejército troyano exhorta a Héctor para que
haga un sacrificio público a Atenea en la fortaleza (1-101). Así pues él, habiéndose
reanudado la lucha rápidamente, marcha a la ciudad; en este combate, Diomedes y Glauco,
jefe de los licios, encaminándose al lugar de la lucha, antes de llegar a las manos, habiendo
recordado la hospitalidad de sus padres, hecho el cambio de las armas, unen sus diestras
(102-236). Hécuba y las demás matronas, por consejo de Héctor y de los próceres troyanos,
llevan el manto al templo de Atenea y expresan sus votos por la salvación de la patria (237-
311). Mientras tanto Héctor, en su casa, hace volver a Paris reprendiéndolo en el campo de
batalla (312-368); a su esposa Andrómaca, la buscó en vano en sus habitaciones y salió
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finalmente de la ciudad por la puerta Escea; la encuentra con su hijo Astianacte y les habla
por última vez (369-502). Armado, Paris alcanza a su hermano en el camino (503-529).
CANTO VII
Héctor y Paris impulsan a los aqueos para que vuelvan a la batalla, combatiendo ya sea con
armas iguales o mejores; lo cual, para que sea terminado finalmente, de acuerdo con el
designio de Atenea y de Apolo, y la persuasión de Héleno sea provocado cada uno con la
mayor fuerza posible por parte de Héctor para un combate cuerpo a cuerpo. Agamenón
disuade a Menelao que se muestra alegre y confiado mientras los demás vacilan; al poco
instigados por Néstor salen a combatir nueve héroes de cuyas suertes señala el suceso Áyax
Telamonio. Se reúnen Héctor y Áyax y pelean duramente, mientras bajo la noche apartan a
éstos, iguales en fuerzas, habiéndoles dado a su vez regalos. En los banquetes públicos
Néstor hace el recuento de los cuerpos de los caídos que deben sepultarse y los
campamentos que deben fortificarse. Cuando en la asamblea de los troyanos, Paris
responde a Antenor quien dice que deben ser restituidos al dueño, Helena juntamente con
sus riquezas, añade que él no regresará ningunas riquezas sino que a aquéllas se añadirán
las propias. Al día siguiente Príamo lleva aquella respuesta a los aqueos y a fin de que
también puedan ser sepultados los cuerpos de los troyanos manda que se haga una tregua.
Después de estos sucesos cada bando procura dar sepultura a los suyos y al mismo tiempo
los aqueos rodean su base naval con un muro y fosas; Poseidón se admira de estas obras
con indignación en la asamblea de los dioses. A la cena sigue la noche amenazadora con sus
rayos.
CANTO VIII
Zeus pide a los dioses llamados a asamblea que no se presenten en la batalla contra
ninguno de los dos pueblos, y es llevado en su carroza al monte Ida. Desde ahí contempla
durante la mañana a los ejércitos que combaten en dudosa victoria; después habiendo
pesado cuidadosamente sus suertes en la balanza del destino, y lanzando sus terribles
rayos, pronostica la muerte a los aqueos. Hera en vano pide a su aliado Poseidón que le
sean apartadas a aquellos toda clase de ayudas; después vuelve Agamenón, levantando los
ánimos y señala que Zeus se le ha mostrado propicio. Ya los aqueos, algún tanto superiores,
repelen a los troyanos en un nuevo encuentro, y Teucro hiere a muchos de aquéllos con sus
flechas y a su vez es herido por Héctor. Una vez más, se lanzan a la huida los aqueos cuando
Hera y Atenea se preparan a marchar a Troya para llevar auxilio; pero Zeus habiéndolas
visto desde el monte, las rechaza inmediatamente por medio de Iris. Él mismo, habiendo
regresado al Olimpo reprende con suma severidad a las desobedientes diosas y aun
amenaza a los aqueos con mayores matanzas para la mañana siguiente. Terminada la
batalla a causa de la noche y habiendo realizado una asamblea los troyanos vencedores,
ponen guardias de asedio en el mismo lugar de la batalla, y para impedir a los enemigos
asechanzas o navegación, encienden innumerables fogatas a través de la ciudad y del
campo.
CANTO IX
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Entre los aqueos, una vez pasado el peligro, aterrorizados y rechazados de momento,
convoca Agamenón ocultamente a los jefes a quienes el rey les señala la determinación de
huir y dirigir la navegación durante la noche. Diomedes y Néstor lo desaconsejan de este
torpe intento. Se colocan fogatas en las trincheras de los campamentos, se prepara una
cena en la tienda de Agamenón y después de la cena se trata a toda costa de hacer las
paces con Aquiles y atraerlo al ejército. El propio Agamenón mandó decir que si cedía en su
enojo ante la pública necesidad, le prometía devolverle intacta a Briseida y magníficos
regalos. Néstor envió con estas condiciones a varios escogidos, como Fénix a quien el padre
de Aquiles lo había hecho mentor en su juventud, Áyax el mayor, Odiseo y dos embajadores
de paz. Aquiles recibió amigablemente a los legados, pero rechazó todas las promesas de
Agamenón y los discursos, ya los esmerados como los ásperos y suaves; además retuvo a
Fénix y amenazó con que regresaría al poco juntamente con él a la patria. De este modo,
después de que Áyax y Odiseo anunciaron tan dolorosa resolución, Diomedes lo confirma
en toda su gravedad a los afligidos jefes y los exhorta a la tenacidad en la lucha.
CANTO X
Electos los vigías, Agamenón en unión con su hermano Menelao llama a Néstor y a los
demás jefes y hacen guardia con ellos ante el foso. Toman determinaciones ahí mismo
donde habíansufrido las calamidades y envían como observadores a Diomedes y a Odiseo.
Habiendo avanzado éstos algún tanto, un ave de raudo vuelo ofreció próspero augurio. Al
mismo tiempo había salido cierto troyano, Dolón, que había sabido las determinaciones de
los aqueos, e incitado por las promesas de Héctor, fue aprehendido por los que se habían
adelantado más hacia la base naval. Implorando éste por su vida, denunció todos los sitios
de los campamentos y a dónde se dirigía Reso, el rey de los tracios, pero sorprendido por
Diomedes fue asesinado. Ya marchan a los aposentos de Reso, a quien habían oído llegar
con sus famosos caballos. Atenea amonesta a los héroes para que no se retarden más
tiempo con la esperanza de obtener demasiados botines; mientras tanto Apolo incita a los
tracios y a los troyanos y los regresa a sus campamentos.
CANTO XI
Armado Agamenón con espléndidas armas conduce por la mañana a sus tropas a las filas de
combate; lo mismo hacen Héctor y los otros príncipes de Troya. Ante el insólito valor de
Agamenón que enardece a la turba desconocida, se excitan los troyanos y se inicia una gran
batalla. El mismo Héctor apartado por mandato de Zeus hasta las murallas de la ciudad,
evita el coraje del enardecido adversario, mientras aquél se marcha del combate mal
herido. Realizado esto, Héctor vuelve a pelear e infunde a los suyos un nuevo valor.
Diomedes, Odiseo y Áyax vuelven a la decaída batalla; pero Diomedes herido por Paris se
regresa violentamente hacia las naves; asimismo Odiseo herido por Soco y muerto aquél,
viéndose rodeado por los troyanos, se libra del combate ayudado por Menelao y Áyax. A
poco a Macaón y Euripilo los hieren las flechas de Paris. Viendo Aquiles a Macaón que se
adelantaba en el carro de Néstor, envió a Patroclo para reconocer su presentación. Tan
pronto como reconoció éste a Macaón y librado por Néstor de tan miserable muerte, le
pide que o bien implore directamente la ayuda de Aquiles en auxilio de los aqueos o que él
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mismo espante a los enemigos revestido con el armamento de Aquiles. Al regreso Patroclo
hiere al peligroso Euripilo y es curado en su tienda de campaña.
CANTO XII
Rechazados los aqueos contra las murallas (hecho abominable a los dioses; a ellos mismos
los rechazan detrás de la misma ciudad), ven que los troyanos se dirigen a las naves y que
están a punto de atravesar ya el foso. Desconcertados al principio por lo difícil del
momento bajan de los carros por consejo de Polidamante y corren divididos en cuatro
grupos. Asio se atrevió a atacar una de las puertas desde su carro y fue rechazado por los
dos Lapitas con gran matanza de los suyos. Polidamante interpretó augurios adversos que
no intimidaron a Héctor en perseguir a los enemigos. Éstos aunque molestados por un
viento tempestuoso, defienden sus trincheras con suma fortaleza, estando en los primeros
lugares los dos Áyax. Por otra parte entran Sarpedón y Glauco a quienes se les opone
Menesteo y son llamados por él, Áyax el mayor y Teucro. Son heridos Epicles, el compañero
de Sarpedón y Glauco por Teucro; finalmente él es derrotado en la almena del muro. Los
aqueos atacan duramente la muralla, abierta por la parte de los licios; Héctor conjura el
peligro y tapa la puerta con una enorme piedra y abre a los suyos el camino hacia las naves.
CANTO XIII
Pasando el muro los troyanos, por diversas partes, matan a los aqueos, cuando Poseidón
conmovido por la calamidad en su interior por Zeus, se acerca a los que defendían las
naves. Oculto bajo forma humana para animar a los que se detenían, exhorta primero a los
dos Áyax y después a los demás capitanes. Así los Áyax y otros, rechazan a Héctor de la
matanza de las naves en plena fila de combate; al poco, Idomeneo, movido por Poseidón a
combatir, habiéndose unido con Merión, socorre por la izquierda a los afligidos aqueos.
Después se traba un feroz combate en el que Zeus favorece a los troyanos y Poseidón a los
aqueos. Sobresale entre éstos, el valor de Idomeneo. Éste, da muerte a Otrioneo, Asio y
Alcátoo y asimismo, en compañía de Merión, Antíloco y Menelao lucha con superioridad
contra Eneas, Deífobo, Héleno y Paris. También detiene a Héctor quien hacía poco se
hallaba en el centro del lugar y de tal modo lo apremian los Áyax y otros grupos, que ya se
retiran los troyanos: pero fortalecido Héctor por el consejo de Polidamante, conduce
repentinamente contra el enemigo a los que había reunido. Áyax da comienzo a un nuevo
combate y se pelea por ambas partes con grandes clamores.
CANTO XIV
Néstor, atemorizado por el clamorío del combate, sale de su tienda en la que aún se curaba
Macaón, para explorar los hechos en el lugar en que se realizaban. Agamenón, Odiseo y
Diomedes, doliéndose aún por las heridas, le salen al encuentro cambiándose de lugar por
la misma causa; el primero de los cuales angustiado por el éxito de la guerra y viendo ahora
abierta la muralla, reflexiona sobre la huida. Odiseo reprueba esta determinación, y así
Diomedes persuade a todos a que vuelvan a la batalla y que con su presencia ayuden a
todos, dándoles certidumbre y consejos; al mismo tiempo Poseidón conforta a Agamenón
que ya se iba y da fortaleza al ejército. Mientras tanto Hera, para elevar la moral de los
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aqueos, se arregla en su persona y se prepara delante de Zeus en el monte lda para atraerlo
con todos los halagos de una esposa; para lo cual se coloca el cíngulo de Afrodita y hace
venir desde Lemnos al dios Sueño, quien lo entretiene en el estado de descanso. Poseidón
había puesto asechanzas en este tiempo, mediante el consejo de Sueño, la suerte de los
aqueos que les devolvió auxiliándolos prontamente. Héctor, herido por el golpe de la
piedra que le había lanzado Áyax, estaba sin alientos y fue transportado y curado por sus
soldados. Combatiendo los aqueos a los troyanos, elevados ya sus fuerzas y espíritu de
combate, los alejan de las naves, persiguiéndolos en primer término Áyax el menor.
CANTO XV
Despertando de su letargo Zeus, ve a Poseidón dando ayuda a los troyanos contra los
aqueos. Enseguida, reprende ásperamente a Hera y manda llamar del Olimpo a Iris y Apolo;
se sirve de ellos como de sus ministros para restituir sus fuerzas a los troyanos y
simultáneamente predice toda la serie de designios hasta la destrucción de la ciudad.
Habiendo regresado Hera a la morada de los dioses, Ares sabe por ella lo referente a la
muerte de su hijo Ascálafo y se apresta para la venganza; Atenea reprime su cólera. Apolo e
Iris se presentan ante Zeus y por mandato de éste obliga a Poseidón bajo amenazas a que
abandone la guerra. Éste a pesar de estar lleno de temor aún se atreve a resistirse. Apolo
alienta a Héctor, ya sanado y retirado del combate por esa causa, y renueva la suerte de los
troyanos. Héctor acomete a los fortísimos aqueos que dejando de combatir se retiraban a
las naves; mata a una parte de ellos; a otros los hace huir, yendo delante el dios, quien
agitando su égida estremeció de temor a los aqueos y fortaleció a los troyanos, pues
derribando el muro, preparó el camino para destruir al ejército. Por esta terrible desgracia
que le comunicó Eurípilo, Patroclo regresó ante Aquiles y lo exhortó para que los ayudara
en ese último trance. Mientras tanto los aqueos combaten terriblemente ante sus naves
cayendo muchos de ambas partes. Finalmente ellos se retiran sin dispersarse entre las filas
de las naves, desde las que Áyax Telamonio defiende del fuego, armado con una lanza,
porque ya Héctor amenazaba quemar la nave de Protesilao.
CANTO XVI
Aquiles le presta a su amigo Patroclo que le suplicaba y pedía ayuda, sus propias armas y
tropas para salir a combatir bajo la condición de que se contentase con rechazar a los
troyanos de las naves y no se expusiese a mayores peligros. Debilitado ya el mismo Ayax,
no pudo impedir que se pusiese fuego a la nave. Visto lo cual Aquiles, llama a su amigo a las
armas, prepara las filas de los suyos, les habla y hechas las libaciones y las preces los
despide. De pronto, habiendo visto el jefe de los mirmidones, aterrorizados a los enemigos,
el engaño de la figura de Aquiles, libra del ataque a la nave y apaga el incendio. Comienza
de nuevo la batalla y a los que huian cegados por el pavor, los persigue sobre la trinchera y
aun a campo abierto. Enseguida, Glauco mata a Sarpedón, hijo de Zeus, habiendo quedado
asi vengadas las matanzas. Éste juntamente con Héctor y otros de los en terrible combate
con los aqueos que arrastraban los despojos, les quita el cuerpo de Sarpedón. Apolo ve esto
y por mandato de Zeus es lavado el cuerpo y ungido y llevado a Licia por sus amigos. Por
aquel tenor de los acontecimientos el feroz Patroclo persigue a los troyanos hasta la
ciudad, sube a su muralla pero es apartado de aquel lugar por el dios; sin embargo, resiste
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de nuevo a Héctor que irrumpe lleno de fuerza, mata a su auriga Cebrión y se lleva el
cadáver después de haberlo despojado. Finalmente mata a muchos de la masa de soldados
hasta que Eufrobio lo hiere, aterrorizado él mismo por la fuerza de Apolo y despojado de
sus armas; Héctor le da muerte e insta a Automedonte a encaminar el carro de Aquiles
llevándolo junto a las naves.
CANTO XVII
Muerto Patroclo, Menelao mata a Euforbo y lo despoja de sus armas. Héctor por consejo
de Apolo dejando de perseguir a Automedonte le quita los despojos y regresa, mientras
Menelao hace venir a Áyax el mayor, para que cuide el cadáver. Héctor se retira ante Áyax,
pero incitado por la reprensión de Glauco vuelve nuevamente, luciendo soberbiamente las
armas de Aquiles, a fin de arrebatar el cuerpo y lleno de fortaleza anima a cada uno de los
suyos en el mismo campo de batalla; simultáneamente llamados por Menelao acuden con
presteza los más valientes aqueos. Así en un mismo lugar se origina un terrible combate
entre Menelao y Héctor con cada una de sus tropas y pelean uno y otro con distinta suerte.
Ellos para defender el cuerpo de Patroclo y éstos para que lo arrastren y sea causa de
ludibrio. Zeus vuelve el vigor a los caballos de Aquiles que se dolían por la muerte de
Patroclo y Automedonte los regresa al combate en unión con Alcimedonte. Héctor, Eneas y
otros, atacan el carro de Aquiles para apoderarse de los nobles caballos y los aqueos
sostienen con fiereza el ímpetu de aquellos, quienes tratan también de rescatar el cadáver.
Entonces Menelao implora nuevas fuerzas a Atenea, y Apolo exhorta a Héctor con la
aprobación de Zeus. Finalmente viene a menos la fuerza aquea, y aun el mismo Áyax
Telamonio, tiembla, bajo cuyo mandato Menelao envía un mensajero a Aquiles, y es
Antíloco, quien le anuncia la muerte de Patroclo y las derrotas recibidas, y el mismo
Menelao junto con Merión apoyado por la compañía de los Áyax, se atreve a llevarse el
cadáver hasta las naves, metiéndose entre los enemigos que combatían.
CANTO XVIII
CANTO XIX
A la salida del sol, Tetis le da a Aquiles las armas que había fabricado Hefesto y lo excita
nuevamente a la alianza para la guerra; pues el cuerpo de Patroclo derrama divinos olores a
fin de que dure incorrupto para la sepultura. Aquiles, reuniendo una samblea, olvida su ira,
y pide continuar la guerra cuanto antes. Por su parte Agamenón confiesa su error y una vez
reconciliado, ofrece los dones prometidos por medio de su legado Odiseo; pero
olvidándolos él, tal vez con intención de vengarse, apremia a comenzar la batalla.
Finalmente cede ante Odiseo y espera hasta hallarse presente al que lo aconsejaba
mientras las tropas tomaban el desayuno y recibe ante la asamblea los dones y a la hija de
Brises, causa de la discordia a la que Agamenón juró devolverla intacta mediante un
sacrificio expiatorio. Se trasladaron los dones desde un lugar público a la tienda de Aquiles
en donde las mujeres lloraban a Patroclo y el héroe mismo vuelve a lamentarse y se
abstiene firmemente de probar alimento, tomándolo el ejército. Aquiles es deleitado por
Atenea, enviada desde el cielo; poco después se pone las nuevas armas, sube al carro con
Automedonte y sabido por otro el destino de sus caballos, marcha a la fila lleno de vida.
CANTO XX
Preparados ambos ejércitos y llamados los dioses a la asamblea, Zeus les permite que cada
uno socorra a cualquiera de los dos que desee a fin de que no madure la matanza para los
troyanos por la crueldad de Aquiles. Así marchan a la guerra, Hera, Atenea, Poseidón,
Hermes, Hefesto, para ayudar a los aqueos; y Ares, Febo, Artemisa, Latona, Janto y
Afrodita, a los troyanos. Las tierras celebran con estremecimiento y temor la entrada de los
dioses. Antes del comienzo de la batalla, Febo excita a Eneas contra Aquiles que amenazaba
a Héctor. Mientras tanto los dioses por convencimiento de Poseidón se sitúan alejados del
combate. A varias provocaciones sigue el combate de Aquiles con Eneas a quien Poseidón
libra por medio de una nube, pues según los oráculos le tenía destinado un reino entre los
troyanos; Héctor, que está por agredir a Aquiles, es rechazado por Febo. Aquiles mata entre
otros troyanos a Polidoro, hijo de Príamo. Estando ya por vengar la muerte de su hermano,
se dirige Héctor contra Aquiles a quien lo salva también Febo rodeándolo con una nube.
Movido por el dolor Aquiles ataca a los demás troyanos y llena el campo de una espantosa
ruina de muertos y armas.
CANTO XXI
Aquiles acosa a los troyanos, parte hacia la ciudad y parte hacia el Janto (el Escamandro) y
habiendo despedazado a muchos en el río, conserva a doce jóvenes vencidos, para las
exequias de Patroclo. Ahí mismo mata a Licaón, hijo de Príamo a pesar de sus súplicas;
después a Asteropeo, jefe de los peonios junto con otros de aquel pueblo, habiéndose
librado del enfurecido río desigual en fuerza. Continuaba la matanza hasta que Janto,
obstruido por el número de cadáveres, compadeciéndose, mandó que su cauce se
desbordara contra él. Apenas se escapaba Aquiles cuando de nuevo tenía que saltar; pero
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el río enfurecido lo sumergía en sus ondas y perseguía al que volvía a escapar. Ya le
faltaban las fuerzas al que luchaba entre las olas, pero Poseidón y Atenea se las
aumentaban; entonces Janto que estaba demasiado irritado, llamó en su ayuda a Simóis,
pero Hera llamó a Hefesto que quemó el campo y al río y ni las llamas lo detenían si no las
hubiese aumentado la misma diosa. Se iniciaron después combates personales entre los
demás dioses: Ares, Atenea, Afrodita, Febo, Poseidón; Hera, Artemisa; Hermes, Latona.
Después de esto vuelven al Olimpo los dioses, excepto Febo quien se dirigió a Troya,
mientras Aquiles hacía estragos a través del campo y a los demás los empujó su furia hacia
el interior de la ciudad en la que Príamo mandó que se cerrara la puerta. Para que aquellos
no fueran diezmados en la fuga, Apolo detuvo a Aquiles introduciendoa Agenor, y después
él mismo disfrazado bajo la apariencia de Agenor, lo engañó huyendo y así lo alejó de la
ciudad.
CANTO XXII
Ambos ejércitos se habían puesto en lugar seguro en el campo, cuando Héctor, estando él
solo, permanece frente a Aquiles que volvía de perseguir a Febo. Desde el muro querían
detener a Héctor sus parientes que lloraban desolados. Vanamente, porque a éste el pudor
y a aquél el afecto les impedía retirarse del lugar; sin embargo, apareciéndosele un dios
bajo aspecto de hombre, hizo huir a Héctor atemorizado. Lo persiguió fieramente Aquiles y
dio tres vueltas alrededor de la muralla. Entre tanto Zeus, compadeciéndose de Héctor,
pesó su destino en la balanza y decretó su muerte. Febo lo abandonó al instante y Atenea
lo incitó a combatir bajo la apariencia de su hermano Deífobo. De esta manera los héroes
se unen en singular combate en el que estando presente Atenea, ayuda a Aquiles y se burla
de Héctor con terrible engaño. Finalmente, Aquiles, en lo más álgido del combate lo
atraviesa con su lanza, lo despoja de sus armas e insultándolo y manchándose de
ignominia, insulta a los suyos y atado a su carro lo arrastra hacia la base naval. Toda la
ciudad llora la muerte de su querido Héctor y gritan amargamente sus parientes desde la
muralla y Andrómaca es llevada a su casa.
CANTO XXIII
Los mirmidones dejan sus armas alrededor del féretro de Patroclo, yendo delante Aquiles
quien poco después les prepara el banquete fúnebre. Él mismo cena ante Agamenón y
anuncia las exequias para el próximo día. A la siguiente noche se le presenta durante el
sueño la imagen de Patroclo que le pide justos funerales. Por mandato de Agamenón se
llevan leños por la mañana, se presenta el cuerpo y se dispersan las caballerias de Aquiles y
de los demás; sacrificadas ante él muchas víctimas y los doce jóvenes troyanos, se hace la
hoguera, se enciende y arde con el soplo del Bóreas y del Céfiro, mientras el cuerpo de
Héctor es preparado por Afrodita y por Febo. Al día siguiente se recogen y llevan a la urna
los huesos de Patroclo para que estén algún dia, según promesa hecha, junto con los de
Aquiles; se levanta también un túmulo improvisado. Aquiles añade en honor del difunto,
certámenes de varias clases en los que se llevan premios y regalos los principales jefes
aqueos. En equitación: Diomedes, Antíloco, Menelao, Merión, Eumelo y Néstor; en
pugilato: Epeo y Eurialo; en lucha: Áyax Telamonio y Odiseo; en carreras: Odiseo y Áyax el
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menor, así como Antiloco; en competencia de armas: Diomedes y Áyax Telamonio; en
disco: Polipetes; en flechas: Meriones y Teucro; y lanzando dardos: Agamenón y Meriones.
CANTO XXIV
Terminados los juegos, los aqueos se entregan a la cena y al sueño; Aquiles permanece
insomne y durante la mañana arrebata el cadáver de Héctor atado al carro cerca del túmulo
de Patroclo, repetida esta profanación ante los dioses durante varios días, parte se duelen
de ello, parte se alegran; compadecido Febo, que guardaba aun íntegro el cuerpo, se queja
ante todos gravemente, y por esto Zeus, llamando a Iris por medio de Tetis, manda a
Aquiles que desista de tanta crueldad y que no rehúse devolver el cuerpo a los que quieren
redimirlo; al mismo tiempo y por su mandato, Iris exhorta a Príamo a que, pagado el
rescate de redención, reciba a su hijo. Se llevan a cabo estas gestiones doce días después
de la muerte de Héctor. Príamo, durante la noche, al igual que Hécuba y todos los demás
troyanos, reúnen preciosos dones y cargan con ellos un carro conducido por el pregonero
Ideo y manda que se prepare otro. Entonces hechas las libaciones y aceptado el augurio
directo, comienzan a recorrer el camino. Hermes llega ante Príamo por mandato de Zeus, y
lo lleva a la tienda, sirviéndole de vigía durante el tiempo dedicado al sueño. Aquiles,
vencido fácilmente por las súplicas del rey, recibe el precio de la redención, le devuelve el
cuerpo lavado, envuelto en túnicas y concede once días de tregua para la sepultura y of
reciéndole honrosa cena lo manda a descansar. Al amanecer del dia siguiente,
conduciéndolos Hermes, Príamo lleva el cuerpo a la ciudad a cuya vista salieron todos los
troyanos con grandes lamentos; colocado poco después en palacio, después de haberse
presentado los cantores, lloran Andrómaca, Hécuba y Helena. Hecha después la pira, se
celebra el funeral y el banquete.
Personajes
Bando griego
Aquiles: El mayor de los guerreros griegos en la guerra de Troya. Era hijo de la ninfa del
mar, Tetis, y de Peleo, rey de los mirmidones de Tesalia. Aquiles libró muchas batallas
durante el sitio de diez años a la ciudad de Troya. Cuando el príncipe troyano Héctor mató a
Patroclo, el desconsolado Aquiles volvió a la batalla, mató a Héctor y arrastró su cuerpo
triunfante detrás de su carro. Más tarde permitió a Príamo, rey de Troya, rescatar el cuerpo
de Héctor.
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Agamenón: Rey de Micenas y jefe de las fuerzas griegas en la guerra de Troya. Hijo de
Atreo, padeció la maldición lanzada sobre su casa. Después de un sitio de diez años, cayó
Troya y Agamenón volvió victorioso a Micenas.
Áyax: Hijo de Telamón: Poderoso guerrero que combatió en la guerra de Troya. Era hijo de
Telamón, rey de Salamina, y condujo a las fuerzas de esta isla hacia Troya. Un hombre
corpulento, lento en el hablar pero veloz en la batalla.
Durante la guerra de Troya Áyax luchó con Héctor en dos ocasiones. La primera fue en un
duelo que duró durante todo un día sin que hubiera un vencedor. La segunda fue durante
una incursión de los troyanos en el campamento de los aqueos donde ambos pelearon en
los barcos griegos. Áyax casi mató a Héctor arrojándole una piedra mayor que el propio
príncipe troyano. Ambos encuentros tuvieron lugar cuando Aquiles había abandonado el
campo de batalla debido a su enfado con Agamenón.
Cuando Patroclo murió a manos de Héctor, los troyanos intentaron hacerse con su cuerpo y
alimentar con él a los perros pero Áyax luchó contra ellos protegiendo el cadáver y
devolviéndolo al campamento griego y a Aquiles.
Néstor: Rey de Pilos, hijo de Neleo y Cloris. Desde temprana edad, fue un guerrero
sobresaliente que participaba en muchos de los grandes acontecimientos de su tiempo.
Odiseo: El más célebre de los héroes antiguos, gobernador de la isla de Ítaca y uno de los
jefes del ejército griego durante la guerra de Troya. Popularmente es más conocido por su
nombre latino, Ulises. Es el protagonista de la otra obra homérica, la “Odisea”, que toma su
nombre de él.
Patroclo: Amigo predilecto del héroe Aquiles, a quien acompañó a la guerra de Troya.
Patroclo murió a manos del capitán troyano, Héctor.
Calcas: Adivino más famoso entre los griegos en la época de la guerra de Troya. Por una
sugerencia suya, los jefes griegos construyeron el caballo de Troya, gracias al cual las
fuerzas griegas penetraron en la ciudad
Bando troyano.
Héctor: Hijo mayor del rey Príamo y la reina Hécuba de Troya, y esposo de Andrómaca.
Durante la contienda mata a Patroclo, el amigo amado de Aquiles, el héroe de los griegos.
Aquiles, que se había retirado de la lucha por una disputa con el rey Agamenón, líder de las
fuerzas griegas, vuelve al campo de batalla para vengar la muerte de su amigo.
Desconsolado y frenético, persigue a Héctor tres veces alrededor de las murallas de Troya,
lo mata y después ata el cadáver a su carro y lo arrastra por el exterior de las murallas hasta
la pira funeraria de Patroclo. La “Iliada” concluye con una descripción del funeral celebrado
en honor de Héctor. En contraste con el feroz Aquiles, Héctor simboliza el guerrero
caballeroso.
Paris: Hijo de Príamo y de Hécuba, rey y reina de Troya. Una profecía había anticipado que
Paris causaría la ruina de Troya y, por esa razón, Príamo lo abandonó en el monte Ida,
donde unos pastores lo encontraron y lo criaron.
Casandra: Hija del rey Príamo y de la reina Hécuba de Troya. El dios Apolo, que amaba a
Casandra, le concedió el don de la profecía, pero cuando ella se negó a corresponder a su
amor, el dios volvió inútil el don haciendo que nadie creyera en sus predicciones. Casandra
advirtió a los troyanos de muchos peligros, incluso del caballo de madera con el que los
griegos entraron en la ciudad, pero fue desestimada como una loca.
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Eneas: Hijo de Anquises, un príncipe troyano, y de Venus, diosa del amor. Después de la
toma de Troya por los griegos, Eneas fue capaz, con la ayuda de su madre, de escapar de la
ciudad caída. Con su padre anciano a cuestas y mientras guiaba a su hijo pequeño de la
mano, hizo su camino hasta la costa. En la confusión de la fuga, su mujer quedó atrás.
Helena de Troya: La mujer más bella de Grecia, hija del dios Zeus y de Leda, mujer del rey
Tindáreo de Esparta. Su fatal belleza fue la causa directa de la guerra de Troya.
Príamo: Rey de Troya. Después de la muerte de su hijo Héctor a manos del héroe griego
Aquiles, Príamo se dirigió al campo griego para recuperar el cuerpo de Héctor. Aquiles
perdonó la vida a Príamo y le entregó el cadáver de su hijo para que recibiese sepultura,
pero durante el saqueo de Troya, Neoptólemo, hijo de Aquiles lo mató.
Pándaro: Hijo de Licaón, es un famoso arquero. Participa en la guerra de Troya del lado de
los troyanos. Aparece por primera vez en el Canto IV de la Ilíada. Hiere con una flecha a
Menelao, saboteando así una tregua que podría haber terminado con la entrega pacífica de
Helena a los aqueos.
Sarpedón: Hijo de Zeus y Laodamía. Según Homero, participó en la guerra de Troya como
aliado de los troyanos al frente de las tropas licias junto con Glauco. En el transcurso de la
guerra fue muerto por Patroclo.
Glauco: Hijo de Hipóloco. Participó en la guerra de Troya como parte del ejército licio que
apoyaba a Príamo. En una ocasión en que se encontró a Diomedes ambos recordaron cómo
sus antepasados hicieron un pacto de hospitalidad, por lo que intercambiaron sus
armaduras (la de Glauco era de oro y la de Diomedes de bronce) y juraron no enfrentarse
en el campo de batalla. Sin embargo, Glauco murió poco después a manos de Áyax.
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LA ODISEA
Homero
a) La Telemaquia
b) Las aventuras de Ulises
c) La fidelidad de Penélope
Características
Argumento
Odiseo es un héroe griego y el Rey de Ítaca, quién, después de pelear la guerra con Troya,
le toma diez años regresar a casa. Penélope es su esposa y Telémaco su hijo. La Odisea
cuenta la historia de Odiseo, uno de los héroes griegos más famosos, y su travesía de diez
años a casa al final de la Guerra con Troya. En su camino se topa con hechiceras, cíclopes,
dioses furiosos, entre otros. En casa, en Ítaca, su esposa, Penélope, y su hijo, Telémaco, son
acechados por varios nobles y solteros codiciosos que creen que Odiseo está muerto y
están buscando su fortuna. Eventualmente Odiseo regresa a casa y los mata a todos.
La travesía del héroe abarca desde Troya, en Asia, menor pasando por las islas del Mar
Mediterráneo (cerca de Italia) y de regreso a Ítaca, Grecia.
Canto I: Homero comienza la Odisea invocando a la Musa para que cuente lo sucedido a
Odiseo después de destruir Troya. En una asamblea de los dioses griegos, Atenea aboga por
la vuelta del héroe a su hogar, quien lleva muchos años en la isla de la ninfa Calipso. La
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misma Atenea, tomando la figura de Mentes, rey de los Tafios, aconseja a Telémaco que
viaje en busca de noticias de su padre.
Canto II: El palacio de Odiseo se encuentra invadido por decenas de pretendientes que
buscan la mano de su mujer Penélope, creyendo que aquel ha muerto. Gracias a la ayuda
de Atenea, aparecida ahora en forma de Mentor, el joven convoca una asamblea en el
ágora para expulsar a los soberbios pretendientes de su hogar. Finalmente, Telémaco
consigue una nave y emprende viaje a Pilos en busca de noticias sobre su padre.
Canto III: La siguiente mañana, Telémaco y Atenea, que continuaba bajo la forma de
Mentor, llegan a Pilos e invitados por Néstor, participan en una hecatombe para Poseidón.
El rey Néstor les relata el regreso de otros héroes desde Troya y la muerte de Agamenón,
pero no tiene información específica de Odiseo. Les sugiere que vayan a Esparta a hablar
con Menelao, quien acaba de regresar de largos viajes. Atenea pide a Néstor que uno de
sus hijos acompañe a Telemaco a Esparta y desaparece milagrosamente. Néstor ordena el
sacrificio de una vaca en honor de ella y arregla que su hijo Pisístrato acompañe a Telémaco
a Esparta.
Canto IV: Continúa el viaje hasta Esparta, donde le reciben Menelao y Helena. Éste le
cuenta acerca de su conversación con Proteo, quien le informó acerca de la suerte que
había corrido Odiseo, encontrándose éste en una isla retenido por Calipso. Mientras tanto,
los pretendientes sabiendo del viaje del joven, le preparan una emboscada a su regreso.
Canto V: En una nueva asamblea de los dioses, Zeus toma la decisión de mandar al
mensajero Hermes a la isla de Calipso para que ésta deje marchar a Odiseo. La ninfa le
promete la inmortalidad si se queda, pero el héroe prefiere salir de la isla. Tarda cuatro días
en construir una balsa y emprende el viaje al quinto día, pero es hundido por Poseidón,
enfadado con Odiseo desde que el griego cegó a su hijo Polifemo. Odiseo es ayudado por la
nereida Ino, quien le da una manta con la que debe de taparse el pecho y nadar hasta la isla
de los feacios.
Canto VI: Atenea visita, en un sueño, a la princesa Nausícaa, hija de Alcínoo, rey de
Esqueria y la urge a tener sus responsabilidades como mujer en edad de casarse. Al
despertar, Nausícaa pide a su padre un carro con mulas para ir a lavar ropa al río. Mientras
ella y sus esclavas descansaban y otras jugaban a la pelota, Odiseo se despertó, las vio y
pidió ayuda a la princesa. Nausícaa, impresionada por su forma de hablar, acoge al héroe y
le brinda alimentos, le dice que la siga hacia la casa del rey y le indica cómo pedirle a su
madre, la reina, hospitalidad. Le señala un bosque consagrado a Atenea a las afueras de la
ciudad donde puede descansar. Odiseo aprovecha la ocasión para implorar a la diosa que lo
reciban y lo ayuden a llegar su isla patria.
Canto VII: Odiseo es recibido en el palacio por Alcínoo, rey de los feacios (fue guiado hasta
allá por Atenea), y le invita al banquete que se va a celebrar. Odiseo cuenta todo lo
acaecido hasta ese momento, con lo que el rey queda impresionado. Éste le ofrece la mano
de su hija, mas Odiseo no acepta, por lo que el rey cambia su ofrecimiento por ayudarlo a
llegar a su isla.
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Canto VIII: Se celebra una fiesta en el palacio en honor del huésped, que aún no se ha
presentado. Tras una competición de atletismo, en la que Odiseo asombra al público con
un gran lanzamiento de disco, comienza el banquete. El aedo Demódoco ameniza la comida
con un canto sobre la guerra de Troya. Al hablar del episodio del caballo de Troya, Odiseo
rompe a llorar, y el rey manda al aedo que deje de cantar, y pregunta al huésped sobre su
verdadera identidad.
Canto IX: Odiseo se presenta, y comienza a relatar su historia desde que salió de Troya.
Primero destruyeron la ciudad de Ísmaro (donde estaban los cicones), donde perdió a
bastantes compañeros. Más tarde llegaron a la isla de los lotófagos. Allí, tres compañeros
comieron el loto, y perdieron el deseo de regresar, por lo que hubo de llevárselos a la
fuerza. Posteriormente, llegaron a la isla de los cíclopes. En una caverna se
encontraron con Polifemo, hijo de Poseidón, que se comió a varios de sus compañeros.
Estaban atrapados en la cueva, pues estaba cerrada con una enorme piedra que les
impedía salir. Odiseo, con su astucia, emborrachó con vino a Polifemo y mandó afilar un
palo con el que cegaron al cíclope mientras éste dormía. Consiguieron escapar ocultándose
bajo pieles de oveja.
Canto X: El palacio de Circe la hechicera. Odiseo sigue narrando cómo viajaron hasta la isla
de Eolo, que trató de ayudarles a viajar hasta Ítaca. Eolo entregó a Odiseo una bolsa de
piel que contenía los vientos del oeste. Al acercarse a Ítaca, sus hombres decidieron ver
lo que había en la bolsa, dejando salir a todos los vientos y creando una tormenta que hizo
desaparecer la esperanza del regreso al hogar. Tras seis días de navegación, llegaron a la
isla de los Lestrigones, gigantes antropófagos que devoraron a casi todos los
compañeros de Odiseo. Huyendo de allí llegaron a la isla de Circe, quien dijo al héroe que
para regresar a su casa, antes tendrá que pasar por el país de los muertos. Igual que
Calipso, Circe se había enamorado de Odiseo. Pero ninguna de las dos se vio correspondida.
Canto XI: Tras llegar al país de los Cimerios y realizar el sacrificio de varias ovejas, Odiseo
visita la morada de Hades para consultar con el adivino Tiresias, quien le profetizó un difícil
regreso a Ítaca. A su encuentro salieron todos los espectros, que quisieron beber la sangre
de los animales sacrificados. Odiseo se la dio en primer lugar a Tiresias, luego a su madre
Anticlea y también bebieron la sangre varias mujeres destacadas y algunos combatientes
que habían muerto durante la guerra de Troya.
Canto XII: De nuevo en ruta, lograron escapar de las Sirenas, cuyo canto hacía enloquecer a
quien las oyera. Para ello, siguiendo los consejos de Circe, Odiseo ordenó a sus hombres
taparse los oídos con cera exceptuándolo a él y manda ser atado al mástil. Escaparon
también de las peligrosas Caribdis y Escila. Consiguieron llegar a Trinacria (nombre griego
de Sicilia), la isla del Sol. Pese a las advertencias de no tocar el ganado de Helios, los
compañeros sacrificaron varias reses, lo que provocó la cólera del dios. Al hacerse de nuevo
a la mar, Zeus lanzó un rayo que destruyó y hundió la nave, sobreviviendo únicamente
Odiseo. Finalmente, arribó a la isla de Calipso (lugar donde se encuentra al principio de la
historia).
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Canto XIII: Cuando el héroe termina de contar su viaje, el rey ordena su regreso a su hogar.
Acompañado por navegantes feacios, llega a Ítaca. Atenea le disfraza de vagabundo para
evitar ser reconocido. Por consejo de la diosa, va a pedir ayuda a su porquerizo, Eumeo.
Canto XIV: Odiseo no revela su verdadera identidad a Eumeo, quien le recibe con comida y
manta. Se encuentra con la diosa Atenea, y juntos preparan la venganza contra los
pretendientes.
Canto XV: Atenea aconseja al joven Telémaco salir de Esparta y regresar a su hogar.
Mientras tanto, Eumeo relata su vida y sus orígenes al mendigo, y de cómo llegó al servicio
de Odiseo.
Canto XVI: Gracias a la ayuda de la diosa, el joven consigue eludir la trampa que los
pretendientes le habían preparado a la entrada de la isla. Una vez en tierra, se dirige por
consejo de la diosa a la casa de Eumeo, donde conoce al supuesto mendigo. Cuando Eumeo
marcha a casa de Penélope a darle la noticia del regreso de su hijo, Odiseo revela su
identidad a Telémaco, asegurándole que en verdad es su padre, a quien no ve desde hace
veinte años. Tras un fuerte abrazo, planean la venganza, con la ayuda de Zeus y Atenea.
Canto XVII: Al día siguiente, Odiseo, de nuevo como mendigo, se dirige a su palacio. Sólo es
reconocido por su perro Argos que, ya viejo, fallece frente a su amo. Al pedir comida a los
pretendientes, es humillado e incluso golpeado por éstos.
Canto XVIII: Aparece un mendigo real, llamado Iro, quien solía pasarse por el palacio. Éste,
riéndose de Odiseo, le reta a una pelea. Los pretendientes aceptan que el ganador se junte
a comer con ellos. Le dan 2 trozos de pan a Odiseo, que, tras quitarse su manta y dejar ver
sus músculos, gana fácilmente al mendigo. A pesar de la victoria, ha de seguir soportando
las vejaciones de los orgullosos pretendientes.
Canto XIX: Odiseo, ocultando su verdadera identidad, mantiene una larga conversación con
Penélope, quien ordena a su criada Euriclea que le bañe. Ésta, que fue nodriza del héroe
cuando era niño, reconoce una cicatriz que a Odiseo, en su juventud, le hizo un jabalí
cuando se encontraba cazando en el monte Parnaso. La esclava, pues, reconoce a su
amo, que le hace guardar silencio para no hacer fracasar los planes de venganza.
Canto XX: Al día siguiente, Odiseo pide una señal, y Zeus lanza un trueno en medio del cielo
azul. Este gesto es entendido por uno de sus sirvientes como una señal de victoria contra
los pretendientes. Odiseo aprovecha para ver quién es fiel al desaparecido rey, y librarse así
de la venganza. Un profeta, amigo de Telémaco, advierte a los pretendientes que pronto
los muros se mancharán de su sangre. A pesar de que algunos de ellos creen en la profecía
y huyen, la gran mayoría de ellos se ríe de la adivinación.
Canto XXI: Aparece Penélope con un arco que Odiseo dejó en casa a su marcha a Troya.
Promete a los pretendientes que se casará con aquel que consiga hacer pasar la flecha por
los ojos de doce hachas alineadas. Uno tras otro, los pretendientes lo intentan, pero ni
siquiera son capaces de tensar el arco. Odiseo pide participar en la prueba, ante la negativa
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de los demás. Tras la insistencia de Telémaco, le es permitido intentarlo. Con suma
facilidad, Odiseo tensa el arco y consigue hacer pasar la flecha por los ojos de las hachas,
ante el asombro de los presentes. A la señal de su padre, Telémaco se arma, preparándose
para la lucha final.
Canto XXII: Antinoo, jefe de los pretendientes, se encuentra bebiendo cuando Odiseo
le atraviesa la garganta con una lanza, dándole muerte. Ante las quejas de los demás,
Odiseo responde con amenazadoras palabras, y los pretendientes temen por sus vidas. Se
inicia la feroz lucha, con los numerosos pretendientes por un lado y Odiseo, su hijo
y sus dos fieles criados por otro. Melantio, infiel cabrero de Odiseo, consigue armas,
pero gracias a la ayuda de Atenea, todos aquellos que traicionaron a Odiseo van muriendo
uno por uno. Los esclavos son colgados del cuello en el patio del palacio, mientras que
Melantio es cortado en pedazos para que se lo coman los perros. Odiseo manda a Euriclea
que haga fuego y limpie el patio con azufre.
Canto XXIII: Después de que Odiseo matase a los pretendientes que se hospedaban en su
casa, Odiseo manda a los presentes que vistan sus mejores trajes y bailen, para que los
vecinos no sospechen de lo ocurrido. Con la ayuda de Euriclea, el héroe se presenta a
Penélope, pero ella no le reconoce ya que ella estaba convencida de que él estaba muerto y
el aspecto que tenía en ese momento no era el mismo que cuando se marchó a la guerra.
Entonces, Odiseo describe el lecho conyugal del matrimonio, y cómo lo hizo él mismo de un
olivo. Penélope, convencida ya, abraza a su esposo.
Canto XXIV: Las almas de los muertos viajan al Hades, donde cuentan lo ocurrido a
Agamenón y Aquiles, compañeros del héroe en la expedición de los aqueos a Troya.
Odiseo marcha a casa de su padre, Laertes, que se encuentra trabajando en la huerta. El
hombre se encuentra envejecido y apenado por la larga ausencia de su hijo. Para ser
reconocido, Odiseo le muestra la cicatriz y recuerda los árboles que en su infancia le regaló
su padre. Mientras, los familiares de los pretendientes se juntan en asamblea, y piden
venganza por la muerte de los suyos. Odiseo, su hijo y su padre, que se encuentran en la
casa de éste, aceptan el reto, y da comienzo la lucha. Laertes dispara una lanza que mata al
padre de Antinoo. Pero en ese momento cesa la lucha. Interviene la diosa Atenea, que
anima a los itacenses a llegar a un pacto, para que juntos vivan en paz durante los años
venideros.
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Personajes principales
Odiseo: Rey de Ítaca. Astuto e ingenioso, fue hijo de Laertes y Anticlea. También es llamado
Ulises. Fue esposo de Penélope y padre de Telémaco.
Penélope: Encarna la fidelidad conyugal hasta la actualidad, ya que, ella es la esposa del
personaje principal, Odiseo. Ella espera durante veinte años el retorno de su marido de
la Guerra de Troya.
Circe: Hechicera que habita en la Isla Eea, transforma en cerdos a los hombres de Ulises.
Calipso: Ninfa del mar. Tuvo cautivo a Ulises por siete años. Cuando Odiseo, que se hallaba
a la deriva tras naufragar su barco, llegó a esta isla Calipso le hospedó en su cueva,
agasajándole con manjares, bebida y su propio lecho. Le retuvo así durante siete largos
años, teniendo de él cuatro hijos. Calipso intentó que Odiseo olvidara su vida anterior, y le
ofreció la inmortalidad y la juventud eterna si se quedaba con ella en Ogigia. Pero el héroe
se cansó pronto de sus agasajos, y empezó a añorar a su mujer, Penélope.
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EDIPO REY
SÓFOCLES
(495-406 a.C)
"La Abeja Ática"
Equilibrio y racionalidad.
Se debate entre el poder de los dioses y la voluntad de los hombres.
Sus personajes no son dioses, sino hombres.
Incorpora el tercer actor. (Triagonista)
Disminuye la intervención y la importancia del coro.
Lenguaje elegante.
Sus contemporáneos consideraron a Sófocles como el más grande de los trágicos griegos. Se acerca al
teatro como director de coros, y siempre continuó entrenando a coreutas y actores antes del estreno
de sus obras. Durante su larga carrera, escribió y llevó a escena más de 130 tragedias, entre ellas el
célebre ciclo de la dinastía tebana formado por: Antígona, Electra, Edipo Rey y Edipo en Colona.
Renovador profundo de las técnicas dramáticas de su tiempo, consolida la presencia de un tercer
intérprete o agonista, que tercia en el diálogo entre el protagonista y el antagonista, lo que motiva que
los actores pasen a ser el centro de la representación, desplazando al coro a un papel secundario,
aunque aún importante. Se le atribuye también la invención del decorado y el perfeccionamiento de
otros recursos escénicos como los coturnos que elevaban la estatura de los actores, y las máscaras con
la boca en forma de bocina. En ese sentido Sófocles, que también componía la música de sus obras, era
más un hombre de teatro que un literato.
Sófocles se diferencia de Esquilo por su tratamiento más humanizado de los personajes, hombres y
mujeres en cuya suerte, siempre marcada por el destino, intervienen también sus propias pasiones y
obsesiones personales. Sin embargo, estos caracteres alcanzarán el rango de arquetipos, como
evidentemente ha sucedido con las figuras de Electra y Edipo.
PERSONAJES:
EDIPO(El de los pies cansados): rey de Tebas, esposo de Yocasta (su madre), e hijo de Layo.
YOCASTA: esposa de Edipo (y madre), viuda de Layo y hermana de Creonte.
LAYO: ex Rey de Tebas, esposo de Yocasta y padre de Edipo.
CORIFEO: guardia de Edipo.
CREONTE: cuñado de Edipo, hermano de Yocasta.
TIRESIAS: profeta.
MENSAJERO: anunciador de Corinto y ex pastor de rebaños, el que recibió a Edipo llevándolo donde
sus padres adoptivos, Pólibo y Mérope.
SEGUNDO MENSAJERO: anunciador del suicidio de Yocasta y el horrible castigo que Edipo se auto
infligió.
SIERVO: ex pastor de rebaños, el que recibió la orden de matar a Edipo y sobreviviente del asesinato
de Layo.
MÉROPE: madre adoptiva de Edipo.
POLIBO: padre adoptivo de Edipo.
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SACERDOTE: sacerdote de Zeus y vocero de los ciudadanos.
I PROLOGO:
Frente al palacio real hay ciudadanos tebanos angustiados y enfermos por una terrible
epidemia que ataca a la ciudad, entre la gente aparece un sacerdote de Zeus quién
encabeza la súplica, de repente se abren las puertas del palacio y aparece Edipo pidiéndoles
a los ciudadanos una explicación de porque están así, dirigiéndose al sacerdote, este le
explica que la ciudad sufre mucho por esta epidemia y le pide a Edipo que le encuentre un
remedio a la peste. Edipo le dice lo mal que se siente y le cuenta que ya ha mandado a su
cuñado Creonte al templo de la Pita, a preguntar a Apolo que deben hacer para detener
este mal, de inmediato llega Creonte contando frente a todos que para detener este mal
hay que capturar al asesino de Layo.
II PRIMER EPISODIO:
Edipo anuncia un edicto contra el asesino de Layo, deseándole lo peor del mundo y los
castigos que se le dará si no se entrega. Corifeo le dice a Edipo que conoce a un profeta
llamado Tiresias, que él le puede decir quién es el asesino de Layo, Edipo antes había
mandado a Creonte a llamar al profeta. Tiresias llega al palacio y Edipo le habla para que de
indicios de quién es el asesino de Layo, Tiresias se niega a hablar de eso porque sabe que
Edipo lo asesinó y que traería graves consecuencias si se supiese. Edipo lo presiona a hablar
que al final Tiresias le dice a medias de que él es el asesino, Edipo comprende las indirectas
y se le viene a la cabeza de que Creonte inventó todo eso para quedarse con el trono y que
sobornó al profeta para que lo digiera, al final Tiresias se va muy enojado y Edipo queda
con esa idea de traición en la cabeza.
Los ciudadanos le han hecho saber a Creonte sobre las acusaciones de Edipo. Creonte le
dice a Corifeo que el profeta mintió sobre él, llega Edipo y le reprocha su sinvergüenzura de
venir, Creonte le dice que no sería tan tonto para quitarle el trono, Edipo y su cuñado
tienen una gran discusión hasta que Corifeo les dice que se calmen y tengan respeto ya que
Yocasta se viene acercando. Creonte le hace saber a su hermana el motivo de la discusión y
ella le ruega a Edipo que le crea, Creonte se va y Yocasta le pregunta a Edipo el por qué de
todo esto; Edipo le cuenta que Creonte lo ha acusado de ser el asesino de Layo a través del
profeta Tiresias para no comprometerse. Yocasta le dice que ese profeta es falso ya que le
cuenta sobre la maldición que lanzaron contra Layo, de que el hijo de él lo iba a matar y se
casaría con su madre, Layo ordenó a que matasen al niño colgándolo de los pies con un
gancho y luego tirarlo desde un monte y que con eso le torció la mano al destino. También
le cuenta sobre el día del asesinato y que a Layo lo habían matado varios asaltantes donde
se juntaban los tres grandes caminos que van a Fócida, Delfos y Daulia. A Edipo le llama la
atención la descripción que hizo sobre la muerte de Layo y le pregunta más detalles y se da
cuenta de que todo coincide. Edipo le pregunta a Yocasta de cómo sabe tanto y le dice que
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un siervo de Layo alcanzó a escapar de esa terrible muerte. Edipo ordena llamar al siervo y
le dice a Yocasta sobre el miedo terrible que lo invade porque que hace tiempo sus padres,
Pólibo y Mérope hicieron un banquete y que un viejo ebrio le gritó que era hijo adoptivo,
empezaron a correr los rumores, Edipo quedó con la duda y viajó hacia Pitos, allí Apolo no
quiso responder su consulta y lo echó contándole lo de la maldición, que él mataría a su
padre y se casaría con su madre. Entonces se fue de Corinto para que no se cumpliera esa
maldición y que en los tres grandes caminos mató a unos viajeros que le impedían el paso y
que uno alcanzó a escapar. Edipo le dice a su mujer de que podría salvarse de ser el asesino
ya que ella le dijo que fueron varios asaltantes y él estaba sólo, Yocasta lo tranquiliza
diciéndole que el siervo dijo eso y que no podía alterar sus palabras.
IV TERCER EPISODIO:
Yocasta sale del palacio para orarle a Apolo, de inmediato llega un mensajero con la
información de que el rey Pólibo ha muerto y que Edipo debe ocupar su lugar, Yocasta se
entera de la noticia y manda a llamar al rey. Edipo al saber la noticia se tranquiliza ya que el
no ha matado a su padre. Yocasta y Edipo hablan sobre el miedo terrible que tenían de que
se cumpliese el próximo paso de la maldición, el casamiento con su madre, entonces el
mensajero les dice que Pólibo y Mérope no eran sus padres, si no que él mismo había
recibido a Edipo de un siervo, y que tenía sus pies destruidos por un gancho. Edipo se
aterroriza y Yocasta trata de calmarlo ya que él se da cuenta de que todo coincide. Edipo le
pregunta a su mujer si ese siervo que mandó a buscar será el mismo que se lo entregó al
mensajero, ella trata de disuadir a Edipo para que no interrogue al siervo, pero solo logra
tener una discusión con Edipo y salir corriendo.
V CUARTO EPISODIO:
Llega el siervo de Layo donde Edipo, el mensajero le dice al rey que es el mismo que le
entregó al niño. Edipo lo interroga pero se niega a hablar, luego, poco a poco empieza a
apreciarse la verdad hasta que todo se sabe: Edipo mató a su padre y se casó con su madre
sin saberlo.
VI EL EXODO:
Un segundo mensajero sale del palacio para informar sobre el suicidio de Yocasta, que se
mató a través del ahorcamiento y el horrible castigo que se auto infligió Edipo hiriéndose
los ojos con unos grandes prendedores de oro que su mujer usaba. Edipo sale del palacio
lleno se sangre y maldiciendo a los que le dieron la vida y al que lo salvó de esa horrible
muerte, Edipo dialoga con Corifeo diciéndole que quiere ver a Creonte. Edipo está muy
avergonzado con él pero Creonte le dice que no se preocupe, Edipo le suplica que lo
destierre en ese mismo instante pero primero le pide sus últimos deseos, que coloque en
una tumba el cuerpo de Yocasta, que lo deje vivir en la montañas de Citerón y hablar por
última vez con sus hijas para decirles lo mucho que las quiere y que oren por él. Luego de
todo eso Creonte acompaña a Edipo hacia su destierro.
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