Yo, El Estado. Nicolás María López Calera (1992)
Yo, El Estado. Nicolás María López Calera (1992)
Yo, El Estado. Nicolás María López Calera (1992)
E D T o R A L T R o T T A
IN DICE
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LA OFENSIVA CONTRA EL ESTADO
YO, EL ESTADO
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LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO
YO, EL ES lADO
general, aunque lenta, progresiva. Se h~ culmin~d~ con el ido tan bien para ese Estado. Particularmente sus aCtuaciones
Estado social de Derecho, con el Estado mtervencwntsta y de en el campo de las políticas sociales y económicas se cuestionan
bienestar. Pero parece que ha llegado a un punto de inflexión radicalmente. Sobre todo las fuerzas sociales e ideológicas
que exige un gran esfuerzo y una gran imaginación teórica. conservadoras opinan que el Estado intervencionista es , un
Una teoría crítica de la política debe reflexionar sobre las grave impedimento para el desarrollo económico. Se argum~n
insuficiencias y contradicciones de ese Estado, así como sobre ta que las teorías de Keynes sobre la intervención del Estado én
sus alternativas. ·
En las páginas que siguen voy a reflexionar con ~ayor
la vida económica han fracasado. En consecuencia se vuelve a
insistir en la necesidad de recuperar el viejo modelo económico
detenimiento y profundidad sobre algunos aspectos negattvos y del liberalismo y se apuesta decisivamente por el mercado para
positivos de este proceso de sustancialización del Estado, sobre resolver los problemas de desarrollo y de distribución de la
la conveniencia de afirmarlo o negarlo. Inevitablemente hay riqueza: more Market, less State. Esto es, s_e exige «desestatali-
que preguntarse si conviene mantener y animar ese proceso de zar» y despolitizar la economía y dar paso de nuevo y con
sustancialización estatal con las correcciones que sean necesa- renovado vigor a la iniciativa privada.
rias, o bien si hay que reconstruir los Estados-mínimos. En mi La_ recuperación de la sociedad civil, entendida como lo
opinión, hay que optar por una «refundaciÓn» del Estado_ que ~ocia( no integrado en el Estado o como la «desregulaciÓn» de
haga frente a los retos de un mundo que, por muchos mottvos, tmportant~s sectores de la vida pública, es una propuesta
es evidentemente cada vez más distinto de aquel en que nació car~cterísttca del actual panorama económico y político. Ahí
no sólo el Estado moderno, sino también el contemporáneo. estan los hechos y los datos. Una ola de privatizaciones nos
En las páginas que siguen se intenta construir una teoría del invade. Las compañías privadas de seguridad suplen o comple-
Estado que se pregunta fundamentalmente qué hacer con el mentan a las fue:zas de se~uridad del E_stado. Las empresas de
Estado en el siglo xxt. Para tan ambicioso objetivo me voy a «palomas mensaJeras» sustttuyen con eftcacia al Correo estatal.
apoyar en una concepción dialéctica de la historia y más ~os fondc;>s de pensiones _desvelan la crisis, las carencias y las
particularmente en la inevitable e insuperada dialéctica de lo tmpotenctas de la Segundad Social estatal. Las enseñanzas
individual y lo colectivo, que se manifiesta en esas realidades y buenas, los «masters», son impartidos por instituciones priva-
conceptos históricos que son la «sociedad civil» y el «Estado». das y no por las Universidades estatales, etc.
~unque la recu~e~~ción !eórisa .de la sociedad civil implica
una mdudable ambtguedad tdeologtca y su valoración política
3. La ambigua recuperación de la sociedad civil depende del contexto sistémico en el que se inserte, parece que
la propuesta de una recuperación de la sociedad civil ha venido
Los procesos de estatalización creciente en nuestro siglo se ~a.n principal~e.nte de los s_ectores sociales conservadort:s, que criti-
producido, entre otras causas, como una respuesta a c~tsts c~~an y cnttc~n _el crectente autoritarismo de Estado, la imposi-
económicas y sociales. El Estado social y de bienestar ha stdo, cton de una logtca estatal, para la que los individuos cuentan
en el plano ·jurídico-político y en el plano económico, un cada vez menos 11 • Paradójicamente el famoso informe de la
instrumento decisivo para superar desajustes sociales, graves Trilateral se quejaba ya de la falta de autorid~d se lamentaba
injusticias que el viejo Estado liberal no había sido capaz de de la «ingobernabilidad democrática» 11 , que of;ecía más bien
resolver. Sus resultados, globalmente considerados, han sido,
en mi opinión, altamente positivos. 11. R. Falk, H11man rights and State sovereignty, Holmes-Meier Publishcrs, New
Ahora bien, tal vez porque los problemas quejustificaro~ la York-London, 1981, 63-64.
aparici-Ón de- un Estado fuerte e intervenctontsta han stdo 12. Z. Brzezinski, Introducción a M. Croizier y orros, The Crisis o( Democracy.
resueltos, o tal vez porque la grave crisil'; económica de l~s 70 Report on the goberttabt1ity o( democracies lo tbe Trilateral Commission Ncw York
Universiry Press, 19?5, pp. 2-9. Cf. P. Rosanvallon, La crise de I'Etat-provide11ce Seuil
ha colocado a ese Estado ante graves contradicciones e impo- Paris, 1981; H. Dubiel, Was ist Neokoserz,atismus?, Suhrkamp, Frankfurt, 1985; A:
tencias, el hecho es que a partir de los años 70 las cosas no han Maeszre, •¿Qué es Neoconservadurismo?•, en Sistema, 1986n3, pp. 3 ss.
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--como ha escrito Macpherson- <<la eutana_s~a de la dem~cra civil, habría que preguntarse qué se entiende por sociedad civil,
cia liberal» 13 • Los sectores conservadores cntican contradicto- habría que preguntarse y dar alguna respuesta, aunque sea
riamente; desde el punto de vista políti~o, el aut~ritarismo breve, sobre qué se recupera. La historia de la _palabra y del
estatal y la expansión de las libertades. Qmeren a':ltondad en I_o concepto está ya bastante elaborada. Lo primero que _debe
político y libertad en lo ec~mómico. Al final se ~rnesgan a ped1r afirmarse es que el concepto de «sociedad civil» es desde luego
menos Estado. Paradigmatica es en este sentido la teona de una «noción política», que no tiene un solo significado y qQe
Nozick a favor de un Estado mínimo (a mínima[ State), esto es, no es un instrumento neutro 17 • Aunque históricamente hit
de un Estado que ya no tiene como fun.ción pr~curar u.na tenido numerosos y diversos significados, la sociedad civil ha
justicia distributiva. Un Estado con functones mas amplias sido considerada como un mito político sin una definición
violaría los derechos de las personas 14 • • • • ••
estable y coherente, pero que tiene efectos prácticos:_
En los- últimos tiempos renacen, pues, vieJos pnncipios
liber~les amparados quizás con nuevos arg~mentos y otros La sociedad civil es uno de los instrumentos de la crítica del Estado,
que permiten denunciar sus intervenciones concretas. Pero este arma es
vocabularios. Se puede constatar una crec1ente :<fe, en la
de doble filo, recubriendo valores también diferentes hasta contradic-
sociedad civil. Tal vez esa creciente ,,fe» en la sociedad nace torios como la solidaridad y la autogestión de un lado, la iniciativa
más bien de un <<descreimiento» en el Estado. En todo cas? privada y la concurrencia de otro ".
aumentan las reacciones que tratan de justific~r la funcic;>~ah
dad, la eficacia y la justicia de lo social y lo pnvad~ Y cntlcan Entre sus numerosos significados, destaca, dentro de este
esa cierta «sustancializaciÓp» del Estado, que esta llevand_o contexto de críticas al Estado social y de bienestar, su estrecha
-se dice-- a ahogar las libertades individuales y a producir conexión con las necesidades e intereses.no organizados políti-
graves desajustes económicc;>s. Se afirma _la c?nvicción de que la camente, como sostuvieron Bernard Mandeville y Adam Smith.
sociedad puede auto-organtzarse con eficacia en muchos cam- La sociedad civil -se ha dicho-- es un mecanismo regido por
pos hasta ahora controlados por el Estado: sus propias leyes, por las leyes del interés, del intercambio, de
las necesidades y no necesita ser reglamentado por las leyes del
La consideración de todo ello es que la sociedad civil, incluso en el 19
Estado • Durante todo el siglo XIX y prácticamente hasta los
área erizada de dificultades de las relaciones socio-económicas, mues-
años cuarenta de nuestro siglo, se afirma paso a paso la
tra hoy una capacidad considerable de integració~ social_y de c~eación
de focos de solidaridad y comunidad. No neces1ta dos1s mas1vas de
confianza de la sociedad civil en su autosuficiencia, como hizo
B. Constant 20 •
•estatalidad~ para conseguir esa integración 15 •
Sin embargo, hoy la sociedad civil aparece genéricamente
Sin embargo, lo que no está demo~trado es que en ella como el no-Estado, como el lugar o las relaciones en donde el
existan aceptables niveles de democrac_1a, por lo que desde Estado no debe intervenir:
estos sector_es neoliberales se ha rec~nocido que, par_a v~~ver a
la sociedad civil, es necesaria tambien la «democratizacton de La noción reaparece hoy en los discursos de los hombres políticos, de
los espacios privados» 16 • •, •
los filósofos, de los economistas y de los sociólogos. En los discursos
Ahora bien, cua~do se habla de recuperacton de la soctedad políticos, la sociedad civil aparece muy frecuentemente como el revés
del Estado y tiende más y más a ser cargada de un valor positivo 21 •
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lA OFENSIVA CONTRA El ESTADO
YO, El ESTADO
les que establece el Estado para que los ciudadanos participen privatizaciones. Este argumento explica por qué los gobiernos
en esta empresas públicas privatizadas o los grupos económtcos socialistas no han tenido a veces ningún inconveniente ideoló-
que de hecho acceden a estas empresas privatizadas. gico o ético en realizar políticas económicas que tradicional-
En definitiva, la cuestión de fondo que se debate, en torno a mente han sido propias de una concepción conservadora ,del
las privatizaciones, es el J?apel que c?rresponde al Es~ado en las Estado. En suma, al Estado hay que juzgarlo por los efec'tos
sociedades avanzadas a fmales del stglo XX, esto es, st el Estado concretos de su política económica. Pero no se puede atribu~r
ha de ser un productor (a producer) y un propietario (the abstractamente al Estado ni la intervención ni la liberalización
owner of capital), según la propuesta igualitarista e interven- del mercado. No hay un Estado de derechas ·o un Estado
cionista propia del keynesianismo y propia del Estado social y progresista porque se pro_muevan o no las privatizaciones. Los
de bienestar, o el Estado ha de reducirse a ser protector (the resultados son los que cuenta.
protective State) conforme a los viejos principios liberales 16 • Lo En principio estoy de acuerdo con lo que parece que es el
que s·e está discutiendo también en este proceso -añade Velja- argumento de fondo de Veljanovski: el Estado no es una
novski- no es el «atractivo» económico o la eficiencia de un entidad que pueda definirse universalmente. El Estado, como
modelo u otro de Estado, sino dónde colocar y cómo organizar concepto y como realidad, tiene una incuestionable naturaleza
los centros de decisión. Parece como si las privatizaciones histórica. Y tampoco es plausible una concepción causal del
trataran de dar el protagonismo a los ciudadanos, a las organi- Estado, según la cual, establecido (constitucionalmente) un
zaciones privadas y promover así unas bases más democráticas Estado, se realizarían necesariamente los objetivos que· expre-
a la sociedad y más autonomía a los ciudadanos. Se trataría, san sus funciones definitorias. Por ello se puede decir que ni las
pues, de un problema de libertad, no de eficiencia. La esclavi- nacionalizaciones ni las privatizaciones son, en términos abso-
tud era mala, no porque era poco eficiente para la economía, lutos, inequívocas funciones de un Estado progresista o de un
sino porque restringía la libertad. No es el Estado lo que se Estado conservador. En todo momento habrá que considerar
cuestiona, sino sus funciones. En una economía liberal, el las consecuencias de esas dos clases de política de Estado. Hay
Estado tiene todavía que hacer muchas cosas, porque sin el que evitar los nominalismos políticos que llevan a la confusión.
Estado lo privado y el mercado se colapsarían. Por otra parte, La afirmación de una idea universal y abstracta no puede
la cuestión no es afirmar o negar la propiedad privada, que es tenerse como garantía de su realización. En suma, la ambiva-
algo vacío y general. Lo importante es qué concretos property lencia de las nacionalizaciones o de las privatizaciones parece
rights se tienen, cómo se ejercen y no la simple afirmación de la evidente. ·
propiedad. Una política de nacionalizaciones no es garantía de Ahora bien, conviene no exagerar estos planteamientos
una mayor- igualdad social y de distribución de la riqueza. Por analíticos y realistas. Es difícil, por no decir imposible, afirmar
eso los partidos de izquierdas no piensan ya en políticas de ••re- que hay conceptos universalmente <<buenos», porque la <<bon-
nacionalizaciones» 17 • dad» o la «maldad» hay que determinarlas en la praxis. Pero
La argumentación de Veljanovski me sugiere la convenien- creo que hay conceptos (y también realidades) que tienden por
cia de evitar todo dogmatismo metodológico respecto a este su propia estructura a ser más buenos que malos o más malos
tipo de cuestiones. Con ello quiero decir aquí que conviene que buenos, es decir, son tendencialmente buenos y tendencial-
evitar una concepción universalista sobre las funciones del mente malos. En este sentido se podría afirmar que, de acuerdo
Estado, a partir de la cual se pueda juzgar lo que el Estado debe con la experiencia política de los últimos cuarenta años el
hacer o no hacer (no lo que puede hacer) en el campo de las Estado social o de bienestar ha servido decisivamente al pro-
políticas económicas. Consecuentemente, no són p_osi?~es valo- greso en justicia y en igualdad de amplias masas sociales. Se
raciones absolutas o abstractas sobre lo que stgmftcan las podría afirmar incluso que estamos ante el modelo de Estado
que ~enos sirve, qu_e menos favorece al capitalismo, aunque
26. /bid., pp. 205 SS. tambten le haya servtdo. En resumen, creo que el Estado social
27. /bid., pp. 206-212. y de bienestar es un concepto tendencia/mente buetto, aunque a
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YO, El ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO
veces en la práctica haya caído y caiga en graves contradic- Pie~~o . que el E~tado social y de bienestar tiene suficiente
ciones. legJttmtdad para mtervenir en la vida económica. Otra ·cosa es
Pero también hay conceptos tendettcialmente malos, aun- que ese Estado se h~y~ excedido a veces en sus funciones, no
que a veces sirvan a una praxis positiva. Este sería el caso de un ha~~ !~grado los obJetivos propuestos o haya perdido cotas de
Estado mínimo, dominado por la iniciativa privada y el merca- legttJmtdad. Todo eso p~ede. ~er cierto, pero ello sólo obliga a
do. Una experiencia política de cerca de dos siglos demuestra pr_ogresar en la democrattzacton del Estado en el ámbito econó-
que las graves injusticias sociales no se resuelven con la inhibi- n;ttc?, esto es, a procurar una democratización económica Cle
ción del Estado de los procesos económicos. Consecuentemente stmtlar altura a la democratización política.
una política económica de privatizaciones no sirve tendencial- Re~o~ozco _que los poderes estatales pueden ser también
mente a una justa distribución de la riqueza, aunque en algunos hegem<;>ntcos e mcluso autoritarios, pero son al menos localiza-
casos pueda ser positiva para un desarrollo económico y social. bies, st cometen _errores. En cambio, los poderes privados,
Margaret Thatcher dijo en alguna ocasión 9ue esa venta de cuando son do~u~a!l,tes, sue,Jen ser poderes ocultos, que se
empresas públicas, esas privatizaciones, servinan a la construc- !llueven por defmtcton en ambitos con escasos niveles de
ción de un democracia económica, esto es, a que más ciudada- Igualdad, de participación y de control democrático Además
nos británicos tuvieran acceso a la propiedad (a property- vo_Iver. a la so~iedad ci,vil_ desde el punto de vista e~onómico:
ownitzg democracy)2 8 • Veo muy difícil, por no decir imposible, pr!va~t~ar la vida economica, es hacerla ajena o alejarla de los
que una política de privatización dominante de los medios de pnnctptos, ~unque sean formales, de la igualdad y libertad de
produccion o un sistema económico favorable, por principio, a ~odos los ct~dadanos. En otras palabras, el neoliberalismo
la apropiación privada de los beneficios del capital puedan mtent~ v?l~er a u_n tipo de relaciones que no se ordenan bajo
llevar, de hecho, a una democracia económica y, en definitiva, los prmciptos de Igualdad y libertad reales de todos los hom-
a una mayor justicia social. Los datos concretos de esta política bres. De alguna ,man~ra_ s~ qui~re volver a una cierta «selva»,
de privatizaciones en Gran Bretaña muestran, por ejemplo, que d_onde no ha~ mas pr!n~Ipto practico que la propia sobreviven-
uno de sus efectos ha sido la pérdida de miles de puestos de cia y el propio beneficto.
trabajo. Po~ otro lado ere~ que las potencialidades del Estado social
Yo no soy un economista y no puedo, por tanto, explicar Y ~e bienestar _no estan agotadas. No estoy de acuerdo con Ja
en términos económicos lo que significan, implican o suponen tests haber~asia.~a d~ q?e.' si somos realistas, debemos recono-
concretamente, según las circunstancias históricas actuales, un cer que la _sJtuacion histonca actual ha ·revelado «los límites del
camino u otro de entendimiento de la vida económica. Incluso proyecto del Estado social», pues la verdad es que no se ha
es difícil hoy hablar de modelos económicos puros para una ~ncontrado una fórmula sustitutoria válida. La vuelta al Estado
determinada sociedad. En cualquier caso, lo que quería decir hbe!al_no es una solución ni siquiera para el capitalismo. El
ahora es que, sin ser experto en economía, me parece injusto capt~ahsm<_> desarrollado no puede vivir sin el Estado social y
-por principio y de acuerdo con la experiencia- dejar la vida al mtsmo ttempo, no puede hacerlo con él. «El Estado social e~
económica al juego de fuerzas o poderes desiguales, que es la su desarrollo, h? entrado en, un callejón sin salida. En se éi
opción económica que implica esa recuperación de la sociedad agotan las energtas de la utopia de la sociedad del trabajo» El
civil promovida por el neoliberalismo. reto ahora, concluye Habermas, es buscar un equilibrio e~tre
Por otra parte, no pueden ·negarse los fallos e insuficiencias los tres recursos. de I_as socied_ades modernas, esto es, el dinero,
de ese Estado social y de bienestar. Las pérdidas de las empre- el poder Y la sohdandad 19• Ptenso que ese equilibrio es posible
sas públicas y estatales y su deficientes gestión y administración dentro del Estado social y de bienestar con tal de que, entre
son datos que ño pueden ignorarse y que deben servir a la
reforma de· ese Estado, pero no a su negación o sustit~ción. 2~. J..H~bermas, •La crisis del Esrado de bienesrar y el agotamiento de las
~~~:g;~~-~~d.tcas• (I984), en Ensayos po/lticos, Península, Barcelona, 1988, pp. 119,
28. /bid., p. XVII.
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J
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otras cosas, se profundice en la democratización de los apara- disminuir el control jurídico por parte del Estado. El neolibera-
tos del Estado y en los niveles efectivos de participación social lismo exige un cierto <<saneamiento jurídico>> de la sociedad con
en dichos aparatos. . el fin de incrementar -se dice-- los espacios de libertad. Se
Evidentemente no debo confundir el deseo con la realidad. propone suprimir textos legales y favorecer, por ejemplo, la
Las tendencias reales a nivel político y económico se dirigen a «COiltractualizaciÓn» de las relaciones jurídicas frente la a
esa recuperación de la sociedad. civil y a u!la .pé~~ida de intervención del Estado. Los defensores de la desreglamerita-
protagonismo del Estado. L~ retuada o la "l':lb!la:1on». d;l ción se basan en el principio de que •<lo que no está prohibido
Estado constituyen una parte Importante de la dmam1ca hlsto- por_ la ley, está perm!tidon, m!en~ras que sus adversarios (partí-
rica de nuestros días. Habrá que reflexionar más adelante de danos del Estado 1ntervenc10msta) consideran que la «ley
qué modo o con qué sentido se debe frenar ese proceso .~e ?efjn~ las condiciones de la libertad», ~sto es, que la regulación
«minimización» del Estado, aun en el supuesto -tamb1en ¡~nd1ca es una forma de proteger la libertad, de garantizar las
razonable-- de aceptar un mayor protagonismo de la sociedad libertades de los que no disponen de una fuerza económica
s~ficiente • Como .ha dicho James O'Connor, la «desregula-
civil. 31
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YO, El ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO
ción de las reglas del juego social, porque se conoce la frecuen- 6. La privatización ideológica o el postmodemismo político
te desigualdad de las partes implicadas. En este sentido, el
derecho moderno ha ganado en respeto público, a pesar de sus La recuperación conservadora de la sociedad civil se ve favore-
indudables defectos. Estamos ya lejos del dogma marxista de cida por la crisis de una concepción pública, solidaria y utópica
que el derecho es incondicionalmente la voluntad de la clase ~e la historia y de la vida. La ideología de que estamos\ ya
dominante erigida en forma de ley. El derecho puede ser hoy Instalados en la postmodernidad fomenta un cierto esceptiCis-
un importante instrumento de igualación y liberación social. La mo filosófico-histórico que considera inútil todo intento de
ciudadanía de nuestro tiempo en general prefiere las incerti- superación de las contradicciones dominantes. El «descreimieri~
dumbres del derecho a las arriesgadas ventajas de una sociedad to» se hace casi general. Estamos -se dice-- en 'una época
radicalmente entregada a un juego incontrolado de libertades escatológica: el fin de las ideologías, el fin de la religión, el fin
(falsas libertades) económicas y laborales. del marxismo. La crisis de la ••gran historia» es una invitación
És cierto que esa «juridificaciÓn» ha llegado o está llegando a convivir con «historias menores». La ••posthistoria» autentifi-
a veces a una creciente ineficacia y a constituir una trama ca (hace verdad) la filosofía hegeliana de la reconciliación con
bucrocrática y tecnocrática inútil y a veces incluso injusta. Los la realidad 34 • En consecuencia hay que amoldarse a: esa reali-
ciudadanos huyen a veces de los cauces establecidos para dad que revela, entre otras cosas, •<la inquebrantable victoria
administrar justicia e intentan resolver sus conflictos privada- del liberalismo económico y político» 35 • Y así se ve como
mente antes que acudir a los tribunales. Por ejemplo, las ••normal» que el individuo se refugie en el ámbito de lo
empresas multinacionales, que saben mucho de eficacia, suelen privado. Parece que no hay nada que hacer y hay que volver a
establecer en sus contratos cláusulas de arbitraje para resolver casa.
sus diferencias. Como la prensa también se convierte a veces en Marshall Berman ha descrito con enorme razón y brillantez
una especie de jurado popular, poco legitimado, de presuntas que nuestro presente está retratado por dos símbolos: el símbo-
irregularidades cuando determinados controles jurídicos fallan lo del hogar y el símbolo de los fantasmas. Fueron los moder-
estrepitosamente. nistas de lo~ años 70 los 9ue, abandonando las autopistas y las
Ahora bien, a pesar de las «ineficacias» o «ineptitudes» ~alles, t~nd1eron a obsesiOnarse por los hogares, por las fami-
del derecho, no hay una justificación rotunda para que haya has~ ,El titulo ~e ~:~n a~bum de Bobb Dylan refleja el espíritu de
menos derecho, sino muchos motivos para exigir que haya un esa epoca: ~rtngmg tt al/ back home, de regreso a casa con
«mejor» derecho. El derecho, aunque producido en gran parte ~odo. Y el s1mbolo de los fantasmas representa esas miradas
por el Estado, representa la intervención de una «voluntad» mca~~ables hacia atrás, hacia el pasado. Un pasado de desinte-
que de alguna manera, por democrática, es la voluntad de una g~aciOn, que anhelamos aprehenderlo, pero que es algo escurri-
mayoría. La sociedad, d legitimante originario, entrega al d!z? Y que carece de base. Volvemos la mirada en busca de algo
Estado la potestad de ordenarla, de intervenirla, de acuerdo a sohdo en que apoyarnos y·nos encontramos abrazando fantas-
pautas preestablecidas que no pueden cambiarse arbitraria- mas 36:
mente por los mismos detentadores del poder estatal. La
«desregulaciÓn» es un intento de evitar los controles más Todas. las rel~ciones estancandas y enmohecidas, con su cortejo de
objetivos y razonables (evidentemente, no todos, no siempre) creenctas y de tdeas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas
que puede haber en una sociedad, que son aquellos creados por se hacen añejas antes de haber podido verificarse. Todo lo sólido se
un Estado democrático a través de las leyes. El derecho no es
una garantía absoluta de nada e incluso a veces puede estar al
servicio de los peores intereses. Pero lo que me parece más . 34. A. Heller y F. Féher, •La condizione política postmoderna•, en Mondopera-
rto, 10/1988, pp. 86-90.
claro todavía es que una sociedad, dejada en manos de la
35. F. Fukuyama, •¿El fin de la historia?•, en Claves, 1990/1, p. 85.
libertad «natural» de sus individuos y grupos, puede llevar a 36. M. Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experieucia de la
resultados todavía más negativos. Modernidad, Siglo XXI, Madrid, 1988, pp. 350-351.
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YO, El ESTADO
desvaneee etz el aire; todo lo sagrado es profanado; y los h?~bres, al sión de que el Estado tampoco sirve para producir justicia
fin se ven forzados a considerar serenamente sus condtctones de social y bienestar general. De esta manera se deslegitima a los
exi~tencia y sus relaciones recíprocas 37 • agentes estatales y se deja el campo libre para una entrega más
confiada a otros agentes sociales, que parecen estar en mejores
Se mantiene la filosofía de no hay nada que hacer de~de un condiciones para resistir a las críticas y sobre todo 1\ara
punto de vista tr~scend~ntal, esto es! desde la perspectiva de favorecer los intereses oligárquicos, pero desde luego menos
una transformacion radtcal de la sociedad. Se ha a?~ndon~do legitimados que el Estado social y democrático de Derecho; .
la propuesta inicial de Marx a favor de una Ilustrac10n radica-
lizada (the radicalized Enlightment). Muchos de estos po~tmo
dernos son los hijos de Marx y de la Coca-Cola (the Chtl4ren 7. La izquierda y la recuperación de la ~ociedad civil:
of Marx añd Coca-Cola), los ideólogos del 68 que ahor~ viven el corporatismo y los movimientos sociales
del fracaso de la gran revuelta y que ahora se de~t~an a
formular la ideología de los ejecutivos de los 80. ~1, estetici.sJ?o, Algunos sectores del socialismo democrático han visto con
la obsesión por el estilo, por el diseño, una obses!on narcicista buenos ojos la recuperación de la sociedad civil en general.
por el cuerpo Es la «estetización de la existencia» de la que Desde posiciones críticas, pero confesadamente socialistas,
hablaba Fouc~ult. Y abundan en un tono apocalíptico a la John Keane sostiene que una reconstrucción del socialismo
espera del desastre total, de una guerra nuclear 38 • exige poner límites a la acción estatal. En este sentido propug-
Las cosas son como son y la libertad humana sólo puede na una «filosofía pública•>, que se oponga a la burocratización,
transformar lo pequeño. El horizonte persa~~~ se reduce. a los que postule más descentralización y más democracia y que, en
problemas que se producen en la vida famthar y profesional. definitiva, tenga menos vergüenza de aprender algo de los
Sólo una minoría se compromete a afrontar los problemas conservadores respecto de su tesis de «menos Estado». Es
colectivos. Hay más de profesionalismo que de utopía en esta necesario -dice- no dejar que el neoconservadurismo capita-
dedicación a lo colectivo. El Estado pertenece a u~ mundo, a} lice los fallos del Estado de bienestar o del socialismo estata-
que no tiene acceso el común de los mortales. La vida real esta lista 39 •
en la sociedad civil. Solamente el lugar de los afectos y de los Ahora bien, lo que el socialismo ha de procurar es la
intereses económicos menores merece ser vivido. Incl?so la democratización de la sociedad civil y del Estado, como .una
sociedad civil, en cuanto lugar de encuentro de grandes Intere- alternativa que no es ni la ampliación ni la abolición del
ses económicos que desbordan incluso las fronteras y poderes Estado, pero tampoco el acuerdo espontáneo entre los ciudada-
40
de los Estados, tampoco interesa. nos • Una de las grandes cuestiones de nuestro tiempo es si se
Creo que nada de esto es casual. Toda e.l discurso, l?ostmo- puede construir un orden más democrático que no se haga por
derno, que tiene sin duda un sentido plausible de cntl~a a lo medio del Estado o que se haga sin el Estado. En opinión de
real se instrumentaliza como argumento a favor de la Ideolo- Keane, es necesario buscar el equilibrio entre sociedad civil y
gía del«abandonismo» político y del desprecio del Estado. En Estado, esto es, un Estado que gobierne a la sociedad ni
demasiado mucho ni demasiado poco 41 :
el fondo lo que hay es un interés ideoló~ico en, 9ue los
individuos y los grupos sociales (clases y partidos. pohticos) no
se tomen en serio la historia. La tesis postmodermsta de que ya La decisiva cuestión que afrontan los demócratas al final del siglo xx es
no hay políticas de redención lleva implícitamente a la conclu- cómo establecer la estrategia compleja de una reforma creativa y una
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política y su alcance, desde el punto de vista democrático, es las .clases no propie~arias, a los asalariados, frente a los propie-
una cuestión abierta o no definitivamente cerrada 51 • El hecho tanos del gran capital y frente a un Estado que es originaria-
es que, después de la segunda guerra mundial, casi todos los !Jlente una construcción histórica naéida para legitimar los
gobiernos socialdemócratas han apoyado el corporatismo m~ereses ?ligárq~icos de las minorías propietarias. Salvador
como una vía de solución para resolver conflictos sociales de Gmer entiende, Sin embargo, que la «CorporatizaciÓn» es una
un modo democrático y más cercano a los intereses de la clase erosión de la sociedad civil, a la que afecta en sus caracterí~ti
obrera. En Europa el corporatismo toma la forma de una cas fundamentales, especialmente en su individualismo y en ~u
democracia social y sobre todo de una «democracia consen- carácter de clase 56 • . ..
sual» entre el gobierno, los sindicatos y las asociaciones empre- La alternativa de los «movimientos sociales» tiene también
sariales. Aunque hay una dato importante y negativo, como es significados div~rsos y contradictorios, aunque su historia es
una relativa marginación de la política .,-de la política parla- men?s .larga y d1yersa qu~ la del co~po~atismo. En general; los
mentaria- respecto a las políticas sociales y económicas, sin mov1m1~ntos so.cial~s se vmculan mas facilmente a las políticas
embargo, en general, la clase obrera mejora con el corporatis- alt~rnatlvas de 1zqmerda y representan una recuperación de lo
mo sus condiciones y alcanza un protagonismo indudable 51 • El social, un mayor protago1_1is~o d.e fuerz~s y grupos no integra-
neocorporatismo introduce los conflictos de clase dentro del ~os ~ormalm~~te en las InstituciOnes publicas y estatales. Su
corazón del aparato estatal y puede significar un paso decisivo fmahdad genen~a es enfre~t~rse al Estado o, quizá más exacta-
en el desarrollo de una democracia social y económica 53 • No se mente, a determmadas poiitlcas estatales. En este punto coinci-
trata -ha escrito Ramesh Mishra -de someter el trabajo al den con el neocon~er~adurismo. Sin embargo, sus objetivos no
capital, sino que «el corporatismo lleva la lógica del Estado de s?n separar lo. pubhc? . y lo pri.vado, ni dar autonomía y
bienestar a un paso más adelante» 54• De todos modos no es libertad ,a la sociedad ciVIl y reducir el Estado a mero guardián
-reconoce Mishra- un camino hacia el socialismo o hacia de lo mas fundamental. Los nuevos movimientos sociales tra-
una sociedad igualitaria, sino un modo de aumentar el bienes- tan de «politizar las instituciones de la sociedad civil de forma
tar social y económico simultáneamente: no res.tringida a los canales de las instituciones políticas repre-
Lo que el Estado corporatista de bienestar parece prometer es una
s~ntatlv~-~urocráticas, reconstituyendo así, por tanto, una so-
cierta medida de coltSeltsus de los trabajadores sobre el sistema de ~Iedad c1y!I que ya no depende de una regulación, control e
economía mixta y de un mínimo de standards protegidos por el mtervenc10n cad~ ~ez mayor~s. Para. poderse emancipar del
Estado''· E.stado, ha de ~oht1zarse la misma sociedad civil -sus institu-
ciones de. trabaJo, producción, distribución, relaciones familia-
Para el.socialismo democrático o para la socialdemocracia, res, relaciOnes con la naturaleza, sus criterios de racionalidad y
el neocorporatismo ha sido una posibilidad, no una garantía, progreso:- por medio de prácticas que se sitúan en una esfera
de realizar una política social más cercana a los intereses mtermed1a entre el quehacer y las preocupaciones. 'privadas'
populares o del proletariado. Por ello. el neo~~rporatismo ha por un lado, y las actuaciones políticas institucionales, sancio~
sido y es un modo de recuperar la soctedad civil para avanzar nadas por el Estado, por otro lado, 57 :
en la democracia social, porque se da protagonismo a las
mayorías sociales no integradas en los partidos y sobre todo a El c~mpo ~e ~cci~n de los nuevos movimientos es una espacio de
polltt~a 11o mst~ltt~tona/, cuya existencia no está prevista en las doctri-
51. B. Jessop, •Capitalism and Democracy: the best possiblc política! shell?•, en nas m en la pracuca de la democracia liberal y del Estado de bienes-
tar 51.
G. L. Hlejohn y otros (eds.), Power mrd Sta/e, Croom/Heln, London, 1978, p. 49.
52. O. Newman, op; cit., pp. 41-45. 56. S. Giner, •Avatares de la sociedad civil•, en Ensayos cir,i/es cit., pp. 65 ss.
5.1. B. Jessop, •Capitalism and Democracy• cit., pp. 2.19-240.
54. R. Misbra, Tbe \Velfare State irr Crisis, Harvester Press PublishingGroup,
.S?· .c.. Of~e, •Los nuevos movimientos sociales cuestionan los límites de la
P?htrca mstrtu~tonal•, en C. Offe, Partidos poUticos y truer,os mm,imieutos sociales
Wihtstable, 1985, p. 170. · Srstema, Madrrd, 1988, p. 167. '
55. lbid., pp. 173-174. 58. lbid., p. 174.
34 35
YO, EL ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO
Claus Offe ha llamado a los movimientos sociales la «nueva de que la participación política no-convencional es un recurso
política» frente al «viejo» paradigma dominante después de la legítimo de la ciudadanía democrátiCa; y dos, que hoy la
segunda guerra mundial, cuyos objetivos casi exclusivos eran el política está llena de mujeres y hombres jóvene_~;, bien· forma-
crecimiento económico, la distribución y la seguridad 59 • dos, que no aceptan que su eficacia política quede recortada
Personalmente creo que los movimientos sociales son una por los canales de la democracia representativa oficialn1ente
recuperación, en general progresista, de la sociedad civil, aun- sancionados 65 • '
que «no totalizante», porque no abarcan ni quieren abarcar La importancia de los movimientos sociales no se reduc~ a
todos los campos de la praxis social, ni tampoco van estricta- una rec_uperación de la soci~dad civil desde una perspectiva
mente contra «todo» el Estado. En este sentido se diferencian progresista. Su gran valor restde sobre todo en lo que significan
quizás del viejo anarquismo libertario 60 • Estos movimientos como reto para el viejo paradigma: «la mejor manera de
sociales pretenden que se reconozcan como legítimos sus me- entender el nuevo paradigma político es como la crítica 'mo-
dios y que sus objetivos sean asumidos por la comunidad, dos derna_' de la ~,odernización en marcha» 66 • Otro punto de su
características que les diferencian de otros movimientos socia- espectal atencwn es el futuro de estos movimientos sociales
les «privados» de tipo religioso o económico 61 • que depende de la resolución de las fisuras e inconsistencia~
Otra característica importante de ese <<nuevo paradigma», inte~nas que se dan entre la nueva clase media, la vieja clase
de esa <<nueva política», es la reivindicación de la esfera de medta y los elementos periféricos en el interior de los nuevos
••acción política en el interior de la sociedad civil» como su movimientos sociales 67 • Los nuevos movimientos sociales han
espacio propio desde el que cuestionan las prácticas e institu- sido un factor decisivo en la reorientación que están sufriendo
ciones tanto privadas como político-institucionales 62 • Offe des- las organizaciones trad!cionales de izq~ie~das al abrirse a pro-
taca como una de sus características más progresistas su contri- blemas y posturas propias de estos movimientos sociales como
bución enormemente positiva a favor de una política de pro- son los te~as de 1~ juventud, de la mujer, de los parados 'y en la
greso, de realización más plena de ciertos valores (derechos y recuperacton de ctertas preocupaciones antiguas (anteriores a
libertades, aumento de la riqueza, la igualdad y el acercamiento la prime;~ guerra mu!ldi~l) de estas, organizaciones de izquier-
de la vida social a un cierto orden moral). Sobre todo cuestio- das (pact_fismo, orgamzactones economicas alternativas, etc.) 6 8.
nan la noción de «progreso», se enfrentan a la modernización El paradtgma que representan los movimientos sociales ha sido
técnico-burocrática y, debido a esta lógica antiprogresista, asumido por ciertos sectores de la izquierda que ya no creen en
exaltan conceptos como ••supervivencia», ••principio de vida» solucio~es. «totalizantes» a los graves probl~mas que plantea el
(Kelly), «mundo de vida» (Habermas) o <<modo de vida>> neocapttaltsmo.
(Raschke) 63 • · S_in _embargo,_Elías Díaz cree que el nuevo paradigma de los
A Claus Offe le preocupa especialmente la «mediaciÓn» del movt.~tentos s?ctales no ha sido, no ha podido ser, un sustituto
potencial de estos movimientos sociales frente al «viejo» para- del VI~J~ paradt_gma qu~ todavía representa el Estado social. En
digma. En este punto aparece su preocupación por la inexisten- su opmton, exts~e el nesgo de su absolutización, que puede
cia o las dificultades de una metodología fiable que mida su llevar a 1~ neg_act~n d_e elementos válidos del viejo paradigma,
eficacia 64 • Sin embargo, de la mano de Barnes y Kaase con- como _sena 1~ tnst!tucwn~s de la democrac!a pluralista y repre-
cluye dos cosas importantes: una, que se ha extendido la idea s~ntatt_va. Ehas Dtaz advterte sobre los pehgros de un antiesta-
ttsmo Incontrolado, en el que coincidirían neoliberales y neoli-
59. /bid., p. 169.
60. )bid., p: 186. 65. Cf. S. H. Barnes y M. Kaase (eds.), Political Actio11, cit .. pp. S9 106 U5
61. /bid., p. 175. apud C. Offe, op. cit .. , p. 194. ' ' '
62. lbid., p. 181. 66. C. Offe, op. cit., pp. 227-228.
63. /bid., pp. 187-188. 67. lbid., pp. 227-228.
64. /bid., pp. 190-193. 68. Ibid., pp. 237-239.
36 37
YO, EL ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO
bertarios 69 • Existe el riesgo de marginar las vías institucionales Estado social e intervencionista, no vaya a ser peor el remedio
y estatales, como pretenden con distintos objetivos los neolibe- que la enfermedad.
rales economicistas y anarquistas libertarios pacíficos. Al refe- En suma, la recuperación de la sociedad civi-l como el no-
rirse a estos últimos, reconoce su trabajo en la sociedad civil Estado, tien~ también s~ ~ersi?!! progresista, que 'se conec~a en
para una plena realización de la libertad, inseparable, pues, de alguha medida ~on la vieJa cntica de Marx, Engels y Lenin al
la igualdad. No obstante, sus vías de actuación, de carácter casi ~stado. Lo social aparece aquí como la expresión dé ~.na
excluivamente social (y cultural), debieran complementarse hbertad natural del hombre que se ha perdido a través de 'la
-para esos mismos objetivos- con una praxis por vía ram- · constitución de estructuras económicas y polítiCas que alienan
bien institucional, cuya conjunción viene propugnando en estas al ser hl!~ano y pr?ducen desigualdades muy fuertes. La
páginas como la más propia y especifica del socialismo demo- recuperacwn de lo social por parte de los movimientos sociales
crático 70 • En su opinión no está muy claro qué sea eso de la e incluso del corporatismo quiere significar la afirmación de
«sociedad civil», porque dentro de la sociedad --dice- hay una igualdad y una libertad perdidas que eran patrimonio de
cosas muy dispares y hasta contradictorias 71 • Por ello critica todos los hombres. · ·
suavemente a Salvador Giner por sus lamentaciones acerca de
las «erosiones» que ha sufrido la sociedad civil por parte del
Estado, cuando el mismo Giner reconoce que dicha sociedad 8. La «colonización jurídica>> segúu ]ürgen Habermas .
civil va unida al auge y consolidación del capitalismo. También
critica a Victor Pérez Díaz porque su postura a favor del Desde preslipuestos críticos muy distintos del neoliberalismo
retorno de la sociedad civil puede ser el retorno de los que ~omi.n~nte? Jürgen Habermas ha puesto de relieve una serie de
nunca se fueron. «¿De qué 'sociedad civil' se habla: ¿será msufictenctas del. Es~~do social o de bienestar, que indirecta-
--ojalá- esa sociedad civil que 'erosionó' al franquismo?» 72 • ~~nte al meno~ stgmftcan una propuesta limitada de recupera-
Por todo ello Ellas Díaz propone un «tercer -paradigma», el cto~, de la soc!ed~d civil. Concretamente, en su Teoría de la
socialismo democrático, «que se construya contando a la vez, ar:;c10n comumcattva ~e r~~ier~ a la «cosificación,· (Verdingli-
en interrelación crítica, con las instituciones políticas democrá- chung~ Y. ~ la <<colomzacton mterna» de la vida (die imzere
ticas y los movimientos de base de la sociedad civil» 73 • Su Kolomalmerung) que se producen en las sociedades capitalistas
reconocimiento, que no aplauso, a la necesidad de recuperar la desa~rolladas. A;mb?s fen~menos significan que los sujetos han
sociedad civil y el importante papel que juegan los movimien- p~rdtdo la conctencta de st, han pasado de una «falsa concien-
tos sociales, lleva a Ellas Díaz a proponer un «gran pacto cta» a. una «conciencia fragmentada» y de este modo se ven
político y económico-socia),, cuya característica más impor- s?mettdos, en sus esferas más Íntimas y más estrechamente
tante -por lo que interesa aquí- es que se constituiría con hgadas con los. sentimientos y con la libertad, a criterios y
toda clase de fuerzas sociales y políticas, con todos los actores pautas de substst~mas, com~ la economJa y el derecho, que
institucionales o no institucionales, entre los que se incluirían P.e,netr.an e?~ medtos monetanos y burocraticos en la reproduc-
obviamente los nuevos movimientos sociales 74 • Lo que, en cton stmboltca del mundo de la vida 75 •
suma, podría concluirse de las tesis de Ellas Díaz es que .. Particularment~ in~~resante me parece, en este contexto, ese
conviene tener cuidado con tantas críticas y alternativas al e!e~p~o ~~ colomzacto~ del mundo de la vida, que es la
«)Urtdt~acwn» (Verrechtlzchuug) y que ha acompañado al Esta-
69. E. Díaz, •Socialismo democrático: instituciones políticas y movimientos socia- do soctal de Derecho y en general a toda la historia del Estado
les•, en Revista de Estudios Polfticos, 1988/72, pp. 56-57. de Derech~. Habermas no critica los progresos que supuso el
70. lb1d., p. 66.
71. ./bid., p: 58.
Estado soctal de Derecho con sus «procesos de juridización en
72. /bid., p. 62, nota 20.
73. /bid., p. 57. 75. J. Habermas,. Teoría de la acción commricatit•a t. 11 Taurus Ma 1Jr'1d 198"
74. /!Jid., pp. 60 SS. pp. 502-503. • ' • • • . o,
38 39
LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO
YO, El ESTADO
prole. «La protección del derecho fundamental del niño al vida se pueda equiparar en Habermas a la sociedad civil corno
bienestar sólo puede imponerse si se conceden al Estado posibi- el mundo de las relaciones no formalizadas. Pero cr~o, sin
lidades de intervención en lo que antes se consideraban privile- embargo, que ese mundo de la vida tiene unas caraGterísticas
gios intocables de los padres» 85 • Los casos presentados ante los que le aproximan analógicamente al concepto de sociedad civil
jueces tutelares de menores implican una «justicializaciÓn» de como son la rnay::'r espontanei~ad, la mayor naturalidad,, si
asuntos que necesitarían de otro tipo de tratamiento. El juez puede hablarse as1, y la mayor ltberrad y autonomía perso'nal
puede hacer muy poco en estos casos con medios jurídicos. «Es que se da en el mundo de la vida, como en la sociedad ci~il
el propio medio 'derecho' el que violenta las estructuras comu- respecto del Estado, de la Economía y del Derecho. ·. '
nicativas del ámbito de acción juridizado» 86 • Habermas, obviam~nte, no utiliza esta terminología, por-
Esta formalización de la familia y la escuela significa, en que, e~ concepto d~ ~oc1edad en este contexto como categoría
definitiva, una objetivización (Versachlichtmg) y una desmun- genenca. adopta. dlstmtas formas de relaciones y de resolución
danización (Entweltlichung) de la convivencia familiar y esco- de ~o~fl~ctos. ~m ~~bargo, _dentro de su peculiar concepción
lar. Habermas recoge la tesis de Simitis de que se debe hacer soc1olog1ca y fllosof1ca, sost1ene que la sociedad se diferencia
todo lo posible por «desjusticializar>> los conflictos, aunque la e~ el curso de su evolución como sistema y como mundo de fa
solución no es sustituir al juez por el terapeuta o el asistente vzda . .La evolución sistémica se mide por el aumento de la
social. La juridificación de ámbitos de acción comunicativa- capac1da~ de control [~teuerungskapazitat) de una sociedad.
mente estructurados o el uso del derecho como medio en estos En c~mb1o, la. separac1on de cultura, sociedad y personalidad
ámbitos debe sustituirse por procedimientos adecuados, esto c~:mstttuye un md1cador del estado evolutivo de un mundo de la
es, por medio de la negociación y la decisión orientados hacia v1da 89 •
el consenso. Habría que volver, en este ámbito escolar como en Sin intr<;>ducirnos a fondo en el discurso o argumentación
el familiar, a procedimientos consensuales de regulación de los que el prop1o Habermas desarrolla, lo que se deduce genérica-
conflictos 87 • Esta exigencia es bastante asumible en el ámbito mente de estos. textos es un enfrentamiento crítico con un
familiar, pero en un ámbito público como es la escuela, tiene mundo de ~ela~10~es o~ganizado según diversas pautas y con-
que chocar con resistencias. La protección jurídica de alumnos tro~es, que mst1_tuc~onahzan los conflictos y limitan una «racio-
y padres se consigue al precio de una profunda justicialización nah~ad comu~1cattva», que es más importante desde el punto
y burocratización de los procesos de enseñanza y aprendizaje. de VISta de la hbertad que las r.e?ucciones instrumentales que se
La socialización escolar queda descompuesta en un mosaico de hacen cuando el derecho es ut1ltzado como medio. Debe recor-
actos administrativamente impugnables. El derecho introduce darse ~u e ~no de ~os gran~~s temas de su Teoría de la acción
la competencia y no considera las necesidades e intereses de las comumcatw~ h~ s1do la cnt1ca del proyecto ilustrado, esto es,
personas concretas 88 • de la re,duccwn mst_r,umental d_e la. racionalidad, a la que opone
En definitiva, Habermas considera negativamente esta «co- su teona, ?e la acc1on comumcat1va. En este sentido coincide
lonización jurídica» de ámbitos del mundo de la vida, donde con 1~. cr1t1ca de _Max Weber a la Ilustración de que no hay una
deberían regir otros procedimientos de resolución de conflic- relac1on necesana entre progreso científico, progreso económi-
tos. Su discurso implica, en mi opinión, la exigencia de que co Y prog_reso moral, pues la Zweckrationalitat puede servir
afloren comportamientos, sentimientos e instituciones, que de- para dominar el mundo, pero no para darle sentido:
ben estar al margen de o más allá del control del Estado, de la
Economía y del Derecho. No quiero decir que el mundo de la La promesa de la Ilustración de una vida informada por la razón no
puede_ cumplirse mientras la racionalidad que encuentra expresic'111 en
la sociedad se vea deformada por la modernización capitalista ••.
85. /bid., p. 523.
86. /bid., pp. 523-524. 89. /bid., p. 215.
87. /bid., p. 527.
90. Th. MacCarthy, La teorla critica de ]iirgen Habermas, Tecnos, Madrid, J9R7,
88. Ihid., pp. 525-527. p. 479.
42 43
YO, El ESTADO
44 45
YO, El ESTADO LA SUS TANCIALIZACION DEL ESTADO
del Estado pasa por el reconocimiento de que el Estado es un la libertad 1 • Si se aceptara el principio de la duda, se estaría
sujeto y de que el Estado tiene derechos. En lo gue sigue trato aceptando -afirma- la posibilidad de situaciones en las
de construir, aunque sea elementalmente, una teoría de los cuales la duda ·no existiera y en las que habría que optar en
derechos del Estado, que genéricamente sirva para apoyar lo favor de los intereses colectivos y en contra de la libertad 2 :
que llamaría una «sustancialización positiva» del Estado, aun- \
que al mismo tiempo ponga de manifiesto los aspectos o En la aceptación de este principio reside también la necesaria afirma-
consecuencias negativas de los procesos de sustancialización. ción de que el Estado 110 puede ser titular de derechos (tmdament;lles.
Un derecho fundamental solamente es derecho del ciudadano contra el
Ahora bien, para el cumplimiento de tal propósito, reco- poder del Estado; si fuera por el contrario --<:osa que hoy se discute--
nozco -entre otras- dos dificultades casi evidentes: 1) la el Estado, o un ente públiéo establecido por él, titular de los mismos
necesidad de aclarar y fundamentar muchos conceptos; y 2) la derechos fundamentales que posee el ciudadano, esta libertad quedaría
ambigüedad, los riesgos e incluso las consecuencias gravemente destruida en caso de conflicto 1 •
negativas que pueden tener el concepto y la realidad de estos
derechos del Estado. No voy a poder superarlas, pero en Tal es el caso -diée-- de la llamada propiedad pública de
alguna medida lo intentaré. Para confirmar el concepto y para los Estados comunistas, que excluye por completo la posibili-
no esconder los riesgos, he recogido algunos ••casos difíciles» dad de la propiedad privada 4 •
de la realidad jurídico-política española, que son una prueba de . Aho.r? bien, la teoría política neoliberal olvida que la
la existencia de tales derechos y de una «sustancialización af!rmac10n d~ los derechos individuales ha exigido el reconoci-
negativa>> del Estado, que yo también denunciaría, como los miento de ciertos derechos al Estado. Parece históricamente
neoliberales, pero por otros motivos y con otras finalidades. demostrado que el Estado moderno nace, con todas las insufi-
ciencias y .co~t~adicciones que se quieran, para salvar y prote-
ger a los mdividuos, como trataron de demostrar las teorías
2. De los derechos individuales a Los derechos del Estado contractualistas. Los poderes del Estado (sus posibles «dere-
chos») se justifican por su finalidad protectiva de los derechos
Indudablemente resulta difícil fundamentar una «teoría de los individuales, esto es, porque protegen el «derecho natural» a la
derechos del Estado» dentro de un contexto cultural-jurídico sobrevivencia: sua cuique conservatio. Ya Hobbes reconocía
originaria y renovadamente individualista, así como lleno de que por el pacto social, que es pacto de supervivencia, se
recelos, a veces justificados y otras veces no, contra un Estado concede al soberano determinados derechos:
fuerte e intervencionista. La •<lluevan, como la vieja, filosofía
política liberal suele ver al Estado como un mal menor y De esta institución de una república se derivan todos los derechos y
facultades de aquel o a~u~llos a quienes resulta conferido el poder
generalmente teme que el Estado sea prepotente. Que un soberano por el consenttmtento del pueblo reunido 5 •
Estado tenga «derechos» significaría para esta filosofía recono-
cer demasiados poderes al Estado y permitir que sus funciones Hobbes relata cuáles son «los derechos que constituyen la
fundamentales fueran más allá del establecimiento de míos esencia de la soberanÍa»: el derecho a hacer leyes, el derecho de
mínimos éticos para la convivencia pacífica y para el eficaz
funcionamiento de una economía libre de mercado. Que el
l. . K. Doehri.ng, •Estado social, Estado de Derecho y orden democrático• (1978),
Estado pueda ser sujeto de derechos sería un grave peligro para en el libro colectivo El Estado social, Centro de Estudios Constitucionales Madrid
los derechos individuales. 1986, 1'· 137. • '
El neoliberalismo llega a veces a planteamientos muy radi- 2. lbid., 1'· 137.
cales. Karl Doehring, por ejemplo, niega de manera tajante que 3. lbid., !'· 138: Quien discute esta tesis es K. A. Bettermann, en •Juristische
el Estado sea titular de derechos, porque rechaza el principio in Personen des offemllchen Rechts als Grundrechtstriiger•, en N]W,I969, PI'· 1321 ss.
4. Cf. K. Doehring, op. cit., p. 158.
dubio pro libertate, porque está a favor de un principio más 5. Th. Hobbes, Leviatán, cap. XVIII, pp .. 268·269, ed. C. Moya .y A. Escohotado
radical: semper et sine exceptione hay que decidirse a favor de Nacional, Madrid, 1979, pp. 268-269. '
46 47
YO, El ESTADO LA SUSTANCIALIZACION DEl ESTADO
en¡mctamiento, el derecho de hacer la guerra y la paz, el definió como un derecho subjetivo, esto es, como poder de la
derecho de dar títulos de honor 6 • voluntad que reina dentro de los límites de las reglas j.!Jrídicas.
El desarrollo histórico de los derechos individuales no El Estado de Derecho no se constituye, a diferencia de lo que
puede entenderse sin esa relación al Estado, como ha sostenido decía Hobbes de la república, por un pacto de sumisión, sino a
Norbertó Bobbio: través de una soberanía popular continuamente renovada que
exige el sometimiento de todos los derec~os, incluso los1 del
El desarrollo de los derechos humanos ha pasado a través de tres fases: soberano, al principio de legalidad, a la ley como voluntad
en un primer tiempo, se han afirmado los derechos de la libertad, es general, no como voluntad del Estado. No tiene ~entido, pues,
decir, todos aquellos derechos que tienden a limitar el poder del Estado identificar «derechos del Estado» con poderes absolutos del
y a reservar al individuo o a los grupos particulares utta esfera de Estado.
libertad respecto del Estado; en un segundo tiempo se ha propugnado El individualismo moderno no podía consentirlo. En efecto,
los derechos políticos, que -al concebirse la libertad no sólo negativa-
mente como no impedimento, sino positivamente como autonomía-
ya Locke advertía de los peligros de un soberano caprichoso
han tenido por consecuencia la participación cada vez más amplia en el que podía situar al hombre en una condición peor que la del
poder político (es la libertad ett el Estado); y finalmente, se han estado de naturaleza. Locke decía que una persona racional no
proclamado los derechos sociales, que expresan la maduración de se comprometería con un contrato para escapar de las mofetas
nuevas exigencias (bienestar, igualdad real), que se podrían llamar y las zorras si esto le pusiera a merced de los leones. Los
libertad a través o por medio del Estado 7 • poderes del soberano han de ser, pues, limitados 9 • Pero, ade-
más, desde una perspectiva clásica liberal, los derechos indivi-
Ahora bien, la afirmación práctica y la construcción teórica duales se entendieron no sólo como fundamento y finalidad
de categorías como «derechos naturales>>, «derechos del hom- genérica del Estado, sino también como su límite. Se hablaba
bre», «derechos individuales», etc., forzaron a un proceso de los derechos de los individuos como la frontera, como la
similar de determinación teórica y práctica de los poderes del «línea de separación eterna entre el Estado y el individuo»,
- . Estado, cuyo gran «derecho» era en principio su soberanía como «los límites precisos del poder del Estado», «la limitación
interna y externa. Obviamente no se hablaba de «derechos» del legal de aquellas esferas en que el Estado no debe penetrar» 10 •
Estado, sino de los poderes soberanos del Estado. Por eso se ha En cualquier caso lo que me parece históricamente más impor-
dicho que en Hobbes no hay otro derecho que el derecho del tante para mi argumepto es que el desarrollo de los derechos
Estado (law) que suplanta definitivamente al derecho (right) individuales se ve continuamente dependiente de que existan
individual 8 • Pero la sustancia de la soberanía fue transformán- derechos del Estado. No hay derechos individuales sin que el
dose en un conjunto de facultades de hacer o de exigir que Estado disponga de poderes y facultades, aunque sin duda
otros hagan que tiene el soberano dentro de los límites estable- limitados por la ley (derechos), para realizar, defender y armo-
cidos por las leyes y sobre todo por la ley de leyes, la Consti- nizar aquéllos. Al menos ésta era --creo-la lógica interna que
tución. conllevaba el discurso individualista moderno sobre los dere-
Lo que la Modernidad afirmó progresivamente fue la exi- chos individuales y el nacimiento del Estado.
gencia de que esos poderes soberanos tuvieran límites y con- El presente también avala este argumento. La Constitución
trol, lo cual era una forma de convertirlos, al menos analógica- Española de 1978 establece, por ejemplo, en su artículo 10.1
mente, en lo que posteriormente la cie~cia jurídica del XIX
48 49
YO, El ESTADO LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
que los derechos humanos son el fundamento del orden jurídi- que el Estado tiene la «Supremacía de las competencias» en
co y político: estas materias 12 • En el ámbito legislativo, gubernativo y judi-
cial, el sujeto de los «grandes derechos» es indudablemente el
La dignidad de la persona humana, los derechos inviolables que le son Estado. El Estado es el titular por excelencia de esos !'dere-
inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto de la ley Y a chos» de legislar, juzgar y administrar. Son derechos, que
los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la recaen sobre más cosas y sobre cosas más importantes que las
paz social. que pueden ser objeto de los derechos del resto de los ciudada-
nos, porque estamos ante un sujeto excepcional caracterizado
Y al Estado corresponde especiales derechos y deberes para por su soberanía. Por ello tradicionalmente se ha hablado de
la protección y realización de los derechos individuales y de los «competencias», «funciones••, «potestades», etc., del Estado,
wupos: . derivadas de un genérico ius imperii y no de «derechos» 13 •
Ahora bien, uno de los principales argumentos a favor del
Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que
concepto de «derechos del Estado» se encuentra en las-propias
la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra
sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten limitaciones legales que tienen esos poderes o competencias del
su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la Estado. Sus poderes o facultades no son soberanos en un
vida política, económica, cultural y social (art. 9.2 CE). sentido absoluto, porque se ordenan y se realizan dentro de
unos límites jurídicos, que son la Constitución y las leyes
ordinarias. En consecuencia, se puede afirmar que el Estado
3. Un concepto de derechos del Estado: argtmtetttos y aporlas tiene «derechos» en cuanto· puede o está facultado para hacer
algo o exigir que alguien haga o no haga algo de acuerdo con
A partir de este breve argumento histórico, voy a profundizar, a lo que las leyes establecen. Indudablemente, ·los derechos del
ampliar la fundamentación y construcción de un concepto de Estado son más fuertes (tienen menos limitaciones reales y
«derechos del Estado». Advierto de antemano que tal vez el legales) y son más amplios (generalmente son facultades frente
debate sobre su existencia sea, en alguna medida, una cuestión a unos colectivos muy numerosos, incluso frente a la totalidad
de nombres 11 • Esto es, que lo que yo llamo «derechos», tal vez de una sociedad). Pero en el fondo coinciden con la clásica
otros lo llamen «poderes» o «competencias». Sin embargo, no definición de Savigny de derecho subjetivo como la voluntad de
creo que se trate sólo de una cuestión de nombres. Hay mucha una persona que manda sobre un determinado ámbito con
ideología tanto al afirmar que el Estado tiene unos «derechos», nuestro asentimiento y bajo los límites de las leyes 14 •
como al afirmar que no los tiene. Además estoy convencido de Pero hay otro dato importante. El Estado no es sólo un
que las cuestiones de nombre no son siempre inocentes. Pero conjunto de estructuras jurídico-políticas anónimas, sino que
entremos de lleno en la cuestión de qué son y cómo se es también un conjunto de personas individuales que pueden
fundamentan los llamados <<derechos del Estado». hacer determinadas cosas o exigir que otros las hagan bajo la
En principio, lo que podría llamarse «derechos del Estado» cobertura o el reconocimiento de una legislación fundamental
se relaciona inevitablemente, aunque no exclusivamente, con lo (Derecho constitucional) u ordinaria (Derecho común público
que son sus competencias como fJOder soberatto, competencias
que se desarrollan en los ámbitos de la legislación, de la 12. R. Zippelius, Teorfa general del Estado. Ciencia de la polltica, UNAM,
gobernación o administración y de la jurisdicción. Es indudable México, 1985, p. 55.
13. Algunas leyes, sin embargo, hablan taxativamente de •derechos•. Por ejem-
11. Desde luego, cuando uno lee libros como el de AJan R. White, donde de plo, la Ley General Presupuestaria de 1977 habla concretamente de •los derechos de la
manera minuciosa se exponen numerosas distinciones y combinaciones sobre quiénes Hacienda pública• (art. 22).
pueden ser sujetos de derechos, qué puede ser objeto de derechos y cuáles pueden ser 14. F. K. v. Savigny, System des heutigen romischen Rechts (1840), r. l. pfo. 4,
los fundamentos de los derechos, no resulta difícil concluir que estamos an'te una p. 7, Sciemia, Aalen, 1973. Cf. J. Dabin, El derecho subjetiv,;, Revista de Derecho
cuestión de nombres. Cf. AJan R. White, Rights, Clarendon Press, Oxford, 1984. Privado, Madrid, 1955, pp. 70 ss.
50 51
LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
YO, El ESTADO
esp~cial, al abogado del Estado (art. 34). Por otro lado, dado
o privado). El Estado no es una realidad metafórica o una que muchos de sus derechos están determinados directamente
ficción, sino que tiene nombres y apellidos. Es decir, los por su soberanía, que es un valor de indudable natÜraleza
poderes, facultades o derechos subjetivos de expropiar, de política, el ejercicio de estos derechos está sometido también a
exigir el pago de una multa o de un impuesto, de contratar, etc. juicios políticos por parte de otros órganos del Estado (~arla
están adscritos frecuentemente a unas personas físicas concre- mentos), de los ciudadanos en el ejercicio de su libertad de
tas, que actúan (o deben actuar) según la ley. El Estado tiene expresión o por medio del voto en unas elecciones genera'les.
rostro, nombre y apellidos, se encarna en personas físicas que En cualquier caso, debo reconocer que los derechos del
tienen una serie de facultades de hacer o no hacer, de exigir que Estado no son copia exacta, al menos en su regulación u
otro haga o no haga, facultades reconocidas y tuteladas por ordenación, de los derechos propios de los sujetos privados.
la ley. Pero también debo añadir una precisión importante: tampoco
· A todo ello se puede añadir el argumento de que hay un todos los ciudadanos tienen real e incluso legalmente los
sentido más estricto o restringido de «derechos del Estado», en mismos y exactos derechos. La desigualdad ante la ley no se da
tanto que no todo lo que puede hacer o exigir el Estado deriva sólo respecto al Estado, que es sujeto soberano, sino incluso
directamente de su soberanía, como sucede cuando ejercita su entre los mismos ciudadanos, entre los que también hay «sobe-
••derecho a legislar». Un Estado <<puede» hacer no sólo leyes ranos», esto es, sujetos que tienen derechos sobre más cosas,
(••derecho» evidentemente derivado de su soberanía, aunque sobre cosas más importantes y frente a más sujetos.
sometido también a leyes, leyes constitucionales), sino que el
Estado tiene «derecho» a crear empresas, a: construir viviendas,
a contratar albañiles, etc., igual (o casi igual) que cualquier 4. Hasta Kelsen dijo sí a los derechos del Estado
ciudadano. Dentro de este sector de competencias o «derechos»
el Estado actúa como una persona jurídica, con responsabilida- Aunque no hay una tradición teórica tan puntual como'Ia que
des muy similares a las de cualquier otro sujeto de derecho, afecta a los derechos subjetivos del ámbito del Derecho priva-
individual o colectivo. A veces se somete incluso a las reglas del do, no me estoy inventando un concepto, ni pretendo pasar por
Derecho privado o a normas de Derecho público especiales y original o novedoso 15 • Como se sabe, ya en 1834 Robert von
muy condicionantes de.su capacidad o poder. Hay, pues, otros Mohl dedicaba precisamente una páginas de su System der
derechos del Estado, que no son tan fuertes, porque no nacen Praventivjustiz a la protección de los derechos del Estado
directamente de su soberanía, o están más condicionados legal- (Schutz der Rechte des Staates) desde el punto de vista penal y
mente, o se refieren a cuestiones menos trascendentales o más consideraba una serie de peligros para el Estado, como eran las
particulares o no afectan a la totalidad social. reuniones populares, la posesión de armas, los ataques de la
Por otro lado, se puede afirmar incluso que el Estado es un prensa, etc.
«justiciable». Así, por ejemplo, si el Estado ejerce mal su
••derecho a hacer leyes» será llevado al Tribunal Constitucio- 15. Desde el punto de vista del Derecho internacional es evidente que los Estados
son •sujetos de derecho•, los •sujetos de derechos• por antonomasia, aunque se acepte
nal; si el Gobierno {la Administración Pública) gobierna en la posibilidad de otros sujetos internacionales, como serían los puehlos, los organismos
contra de las leyes será demandado de acuerdo con las leyes internacionales e incluso los mismos individuos. Cf. P. Sieghart, The /nternational Law
constitucionales, con las leyes ordinarias (Ley Contencioso-Ad- of h11man rights, 1!183, pp. 367-378; J. Crawford, The rights of Peoples: •Peoples• or
ministrativa) o incluso de acuerdo con el derecho común o •Governments•, pp. SS ss. y G. Trigss, The Rights of •Peoples• and the lndividt~al
Rights: Conflicts of Harmony?, pp. 114 ss., en l. Crawford (ed.), The Rights of the
general, según los casos, los derechos que ejerza o los titulares Peoples, Clarendon Press, Oxford, 1988. Se ha elaborado incluso una •teorla de los
concretos de esos derechos. La Ley de la Jurisdicción Conten- derechos fundamentales del Estado•. Cf. G. F. Martens, Précis d11 droit de gens
cioso-Administrativa de 1956 habla de los sujetos de esta moderne de I'E11rope fondée s11r les traités et l't~sage, ap11d Onuma Yasuki, ·Between
jurisdicción, de los derechos y deberes que les corresponden y natural Rights of Man and Fundamental Rights of States•, en N. MacCormick y Z.
de que su defensa corresponderá, como en el caso de cualquier Bankowski (eds.), Enlightenment, Rights and Ret,oltltion, Aberdcen University Press,
1989, pp. 137-138.
otro sujeto de derecho, a un abogado, aquí a un abogado
52 53
LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
YO, EL ESTADO
El mismo Hans Kelsen, que no destacó precisamente por su el que realiza determinado acto, el que desempeña determinada
amistad hacia el concepto de Derecho subjetivo, que entendía funciÓn». Según Kelsen, ••el Estado, como persona actiya, no es
como «un mero reflejo de una obligación jurídica» 16 , se refirió una realidad, sino una construcción auxiliar del pensamiento
a unos «derechos subjetivos del Estado», a los ••derechos del jurídico». Por todo ello no está de acuerdo con hablar de
Estado» 17 • Ya en sus Hauptprobleme de 1911, distinguía entre conducta estatal, de acto estatal, de función estatal, salvb que
derechos subjetivos de unos súbditos para con otros, derechos el Estado, como persona activa, sea «representado como \Una
subjetivos de los súbditos frente al Estado y «derechos subjeti- realidad diferente del hombre, como una suerte de superhom-
vos del Estado contra los súbditos». Decía que los tres grupos bre, es decir, cuando la construcción auxiliar de la personifica-
presentan «la misma estructura esencial» y rechazaba la distin- ción ha sido hipostasiada» 21 • En cualquier caso y resumida-
ción clásic~ entre Derecho privado y Derecho público y la de mente, para Kelsen, en mi opinión, el Estado es una persona
]ellinek entre derechos subjetivos privados y los públicos, jurídica que tiene derechos y obligaciones que son ejercidos por
porque ••todos los derechos se conceden en interés general, es personas individuales concretas respecto a las que cabe una
decir, todos ellos tienen carácter público» 18 • Kelsen sostiene «imputación atributiva» 12 • Por consiguiente, «<os derechos in-
que el Estado tiene derechos, porque los individuos tienen terpretados como derechos del Estado son derechos de los
obligaciones respecto al Estado, respecto a la sociedad. Esto es, individuos que, en su calidad de Órganos del Estado, ejercen ese
••cuando la conducta obligatoria de un individuo -escribe poder jurídico» 23 •
Kelsen- no se refiere a otro individuo específicamente deter- Kelsen sostiene que hay obligaciones de Derecho público y
minado en cuanto tal; es decir, cuando aquella conducta no ha obligaciones de Derecho privado, creadas mediante un negocio
de cumplirse frente a otro individuo determinado individual- jurídico, en el cual interviene el Estado. De estas obligaciones
mente, sino que se le exige con respecto a la comunidad derivan derechos que son ejercidos por individuos que tienen la
jurídica en cuanto tal; se habla a veces, por cierto, de un calidad de Órganos estatales, aunque las obligaciones están
der~cho del Estado, con respecto de esa conducta del individuo estatuidas en interés de la totalidad, de la comunidad jurídica.
obligado, como es el caso de la obligación de cumplir el Por ello Kelsen califica estos derechos del Estado como «dere-
servicio militar ... » 19 • En opinión de Kelsen, el Estado es una chos colectivos de estos individuos» que son Órganos del Esta-
persona jurídica, un sujeto activo y como tal tiene obligaciones do. Esta distinción entre titular legitimante del derecho subjeti-
y derechos. Al estar constituido bajo un orden jurídico interno vo (el Estado) y titular ejerciente de ese derecho (el individuo-
y un orden jurídico externo o internacional, el Estado tiene Órgano) se aclara bastante cuando se habla de los derechos
«derechos externos» (en el ámbito internacional) y <<derechos reales o patrimoniales del Estado, esto es, de un derecho de
internos» 20 • propiedad del Estado que, sin embargo, es ejercido por perso-
Por otro lado, es importante la tesis kelseniana sobre la nas concretas que tienen a su cargo la administración de esos
conveniencia de no entender, a este respecto, el Estado como bienes o patrimonio 24 •
••una suerte· de superhombre». En su opinión, <<nunca es el Hay un párrafo de la Teoría general del Derecho y del
Estado, sino sólo siempre un hombre determinado el que actúa, Estado, en el que se resumen de manera muy clara muchas de
las cosas que sobre los ••derechos del Estado» se dicen en la
16. H. Kelsen, Teorfa pura del Derecho, UNAM, México, 1981, p. 141. Teoría pura del Derecho:
17. H. Kelsen, Problemas capitales de la teorfa ;urfdica del Estado, Porrúa,
México, 1987, libro tercero, sección segunda, apartado B), •Los derechos subjetivos del
Estado y los derechos subjetivos contra el Estado•, pp. 539-570; y Teor{a pura del Puede hablarse de un derecho del Estado cuando la ejecución de una
Derecho cit., parte VI: .. E( Estado como sujeto de obligaciones y derechos•, apartado sanción se hace depender de una demanda presentada por un individuo
bl, •Derechos del Estado•, pp. 311-314.
18. H. Kelsen, l'roblemas capitales de la teorfa ¡mfdica del Estado cit., pp. 550- 21. Tbid., pp. 295-296.
551. 22. /bid., p. 295.
19. H. Kelsen, Teorfa pura del Derecho cit., p. 141. 23. Tbid., p. 311.
20. Tbid., p. 295. 24. Tbid., pp. 311-314.
54 55
YO, El ESTADO LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
en su carácter de órgano estatal, en el sentido estricto del término, esto tienen por contenido una prestación patrimonial. En este caso,
es, como .,funcionario•. Especialmente, dentro del campo del Derecho la sanción de reparar afecta al patrimonio del Estado y se
civil, el Estado puede tener derechos en el mismo sentido y medida que entiende, pues, que el Estado sufre la sanción 27 •
los particulares. En este caso, el derecho es correlativo de un deber
jurídico de una persona privada. La relación entre el Estado y los
sujetos de las obligaciones creadas por el Derecho penal permite la
misma interpretación, en cuanto la sanción penal es aplicada única-
5. Desde el Derecho Administrativo:
mente cuando el Ministerio Público ejercita la correspondiente acción.
contra los derechos del Estado
El acto por el cual el procedimiento judicial que conduce a la sanción
es puesto en movimiento, debe ser considerado como un acto estatal; Personalmente, comprendo que la categoría de «derechos del
y, en tal hipótesis, es posible hablar de un derecho subjetivo del Estado Estado» plantee reticencias en un mundo jurídico donde la
al castigo de los delincuentes, y decir que el delincuente ha violado un categoría de «derecho subjetivo» ha estado construida princi-
derecho estatal 25 • palmente por la ciencia y la legislación iusprivatista. Por otro
lado, estas reticencias surgen también por causa de ciertos
Ahora bien, Kelsen elabora también una interesante, com- miedos políticos a que un Estado fuerte, con muchos «dere-
pleja y muy discutible teoría sobre las «obligaciones del Esta- chos» o con «derecho a tener derechos», se convierta en una
do», que en definitiva sirve, por lo que interesa aquí, para amenaza para la sociedad civil y para los individuos en general.
poner de relieve que el Estado, de una manera u otra, es un Tal es el transfondo de la rigurosa, pero para mí no convincen-
sujeto que entra en el juego de las relaciones jurídicas con te, construcción doctrinal que sobre la distinción entre Estado
derechos y deberes como los individuos en general 26 • Lo más y Administración han elaborado Eduardo García de Enterría y
peculiar y llamativo de su teoría es que,_ en su opinión, el Tomás Ramón Fernández en su Cttrso de Derecho Administra-
Estado no puede delinquir y que un Estado que incurriera en tivo (1986).
delito sería una contradicción. Una obligación jurídica se da Su tesis más importante, por lo que interesa aquí, es quizás
cuando el orden jurídico hace de la conducta contraria la que sólo la Administración, y no el Estado, puede tener «dere-
condición de una sanción. Ante la violación de una obligación chos». En su opinión, la Administración Pública es una persona
estatal sólo se puede atribuir tina sanción al individuo (órgano jurídica, pero no lo es propiamente el Estado:
del Estado) que con su conducta ha violado tal tipo de obliga-
ción. La estricta posibilidad de que el Estado sea sancionado Todas las relaciones jurídico-administrativas se explican en tanto la
sólo puede darse en el ámbito de las obligaciones estatales que Administración Pública, en cuanto persona, es un sujeto de derecho,
que emana declaraciones de voluntad, celebra contratos, es titular de
un patrimonio, es reponsable, es justiciable, etc. 10 •
2S. H. Kelsen, Teor{a general del Derecho y del Estado, UNAM, México, 1979,
pp. 238-239.
26. Recientemente se ha hablado de estas obligaciones o deberes del Estado Para fundamentar esta tesis, E. García de Enterría y T. R.
(p11blic d11ties), como deberes que surgen del derecho público y que son_l,o opuesto a las Fernández dedican especial atención a criticar la tesis de la
facultades discrecionales del poder. En este contexto se habla tambten de derechos personalidad jurídica del Estado. Su argumento de fondo es la
públicos (p11blic rights), que están fijados por las leyes para proteger o. beneficiar lo valoración negativa de toda sublimación del Estado. Confiesan
público y que, por consiguiente, pueden chocar con los derechos de los pnvados. Cf. A.
J. Harding, P11blic D11ties and P11blic Law, Clarendon Press, Oxfor~, 1~89, pp. 3-4~ 148 que sus planteamientos «están muy lejos de· la teoría de la
y 248. En España, Rafael de Asís ha estudiado las llamadas •obhgact_on~ ~~penores Es~uela Alemana del Derecho Público, que sostuvo por vez
materiales de los poderes•, que constituyen --como los derechos, en mt optmon- una pnmera, ~omo antes vimos, la personalidad jurídica ael Esta-
parte importante del edificio democrático: •al régimen democrático caracterizado por do, notonamente sobre supuestos del idealismo hegeliano. La
la defensa de los derechos fundamentales, se añade otra característica no menos
import~nte: la existencia de obligaciones estatales• (R. de Asís Roig, Deberes Y 27. H. Kelsen, Teorfa pura del Derecho cit., pp. 305-310.
obligaciottes ett la Constit11ciÓtt, CEC, Madrid, 1991, p. 285 y, en general, para esta 28. E. García de Enterria y T. R. Fernández, Curso de Derrdm Admitti5tratir•o
cuestión, pp. 267-321). t. 1, Civitas, Madrid, 1986, p. 26. '
56 57
LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
YO, El ESTADO
teoría de la realidad que niegue la existencia de grupos y Gierke hace un riguroso relato histórico de los antecedentes
mantenga que sólo los individuos tienen derechos y responsabi- que fundamentan la realidad y el sentido conceptual de las
lidades, sería una teoría de la realidad que ignora una ·parte personas colectivas, desde el primitivo derecho germánico has-
grande ~e la praxis 37 : ta su tiempo.' La persona colectiva es una persona plena y real
como la persona individual 41 • Dentro de esta línea doctrinal,
En el hombre (como única criatura racional sobre la tierra) aquellas Gierke afirma rotundamente la personalidad jurídica del E,sta-
disposiciones naturales que tienden al uso de su razón sólo deben do en un triple sentido: es una persona internacional frent(;! a
desarrollarse por completo en la especie, mas no en el individuo 18 • otros Estados; es una persona jurídico-estatal como el más alto
ser colectivo que comprende todas las personas individuales y
La afirmación de que el Estado puede ser entendido como colectivas; y finalmente es una persona de Derecho privado
sujeto de derechos tiene un importante antecedente histórico en junto al resto de los sujetos de Derecho privado 42 •
numerosas teorías filosóficas que, desde hace muchos años, Por otro lado, tampoco debe parecer exagerada la tesis de
vienen afirmando la realidad y la capacidad jurídica de los que el. Estado tiene derechos, porque la existencia de personas
entes colectivos. No pretendo aquí recuperar las viejas tesis colectivas con personalidad jurídica propia es algo que ya no se
orgamctstas de finales del siglo XIX y principios del xx, que discute en el seno de los ordenamientos jurídicos contemporá-
llevaron en algunos casos a hablar de los «sentimientos del neos. El Código Civil español, en su artículo 35, trata de las
Estado», de un devoción al Estado, de un yo individual y de un personas jurídicas:
yo social (Spencer, Bluntschli, Oppenheimer, etc.) 39 • Ni se trata
tampoco de valorar las consecuencias políticas de ese organi- El concepto de sujeto de derecho se extiende, no sólo a toda persona
cismo ya pasado. Pero no se pueden olvidar algunos argumen- humana individual, con independencia de cuál sea su origen y condi-
tos importantes que justifican la subjetividad del Estado, como ción, sino también a determinadas entidades (universalidades de perso-
nas o de cosas), nacidas de la cooperación entre distintos individuos y
hipótesis razonable y no radicalizable. Me parecen interesan- dirigidas a conseguir fines que no sería posible alcanzar sin la unifica-
tes, en este orden de cosas, los clásicos argumentos de Otto von ción de las actividades y esfuerzos de una pluralidad de individuos ... 43 •
Gierke en su teoría sobre las Gesamtpersonen y sobre la
Verbmzdpersonlichkeit: Si la existencia de intereses y valores colectivos es evidente,
será necesario que haya titulares de los mismos que los defien-
La personalidad de las asociaciones es la capacidad reconocida por el dan y realicen. El Tribunal Constitucional, en su Sentencia
orden jurídico a una asociación como un sujeto de derechos y deberes
como un todo unitario distinto de la suma de la personas que se
22/1984, de 17 de febrero, argumentó que «existen, ciertamen-
asocian •o. te, fines sociales que deben considerarse de rango superior a
algunos derechos individuales, pero han de tratarse de fines
sociales que constituyan en sí mismos valores constitucional-
37. S. Axinn, •Kant on Collective human Rights•, en Ervin H. Pollack (ed.), mente reconocidos y la prioridad ha de resultar de la propia
Human Rights, Jay Steward Publications, Buffalo, 1971, pp. 329-3.10 y 328 ss. ConstituciÓn». La jurisprudencia constitucional confirma la
38. l. Kant, Ideas para tma historia universal en clave cosmopolita, Tecnos,
Madrid, 19R7, p. 6, Segundo Principio. . posibilidad de que determinados intereses y valores sociales,
39. Cf. H. Spencer, PrincifJles of Sociology, 1881; F. Oppenheimer, Der Staat, constitucionalmente reconocidos, puedan ser límite de los dere-
1909; System der Soziologie, 4 vals., 1922-35; Bluntschli, Psycbologische Studien iiber chos individuales. Los derechos de lo colectivo tienen, pues,
Staal tmd Kirche, 1844, etc. Y. B. Morgenstierne, «Die staatliche Gemeinschaft als
Organismos•, en ARWP, 1912/13, Bd. VI, pp. 443-595. Cf. G. Balladore Palieri,
Dottrina de/lo Stato, Cedam, Padova, 195R, pp. 112-136; D. C. Phillips, •Ürganicism 41. /bid., pp. 456-469.
in tlie late Ninetcenth and early Twentieth Centuries•, en ]ournal o{ the History o( 42. /bid., pp. 475-479.
Ideas, 197013, vol. XXXI, pp. 413 ss. · : 43. A. de Cossío, ·De las personas jurídicas•, en Comeutnrios al Código Cit•il y
40. Otto von Gierke, Deutsches Prit•atrecht, Erster Band, 1895, reedición, Dun- Compilaciones forales, dirigidos por M. Albadalejo, t. 1, Revista de Derecho Privado,
cker & Humblot, Míinchen-Leipzig, 1936, p. 469. Madrid, 1978, p. 831.
62 63
LA SUSTANCIALIZACION DEl ESTADO
YO, El ESTADO
del Estado, derivados directamente de su soberanía. Sin embar- contexto de esta argumentación, sea el derecho a su defensa y
go, en mi opinión, los poderes del Estado que se van a citar seguridad, como manifestación de un genérico derecho a la
aquí pueden calificarse también como «derechos del Estado», supervivencia. Sin embargo, su indiscutible necesidad se ve
porque no son mera expresión de la autonomía absoluta de acompañada por los riesgos de su peligrosa hegemonía ~obre
una voluntad, sino que son --con sus características especia- los derechos individuales, por su ambigüedad y por su generica
les- facultades que han de ejercerse dentro de los límites de o imprecisa ordenación legal. Se trata sin duda de un der¿cho
la ley. . . que está pensado por y para la sociedad, pero que --dado su
La segunda precisión es que estos derechos dei Estado son, tratamiento constitucional y legislativo-- obliga inevitable-
en alguna medida, derechos de la sociedad, ya que nos referi- mente a preguntarse quién es realmente el titular de este
mos a un Estado democrático, de un ente que representa a la derecho.
sociedad. Sin embargo, esos derechos del Estado son a veces Este derecho aparece claramente definido en el ámbito
algo ajeno, casi totalmente ajeno a la sociedad. Hay derechos constitucional y en la legislación ordinaria. Es un derecho
·que se refieren al mantenimiento de los aparatos estatales y que fundamentalísimo que se apoya principalmente en toda una
no tienen nada que ver directamente con intereses sociales, esto ideología e incluso una legislación que tiende a identificar la
es, hay facultades del Estado con un objeto tan preciso que seguridad del Estado con seguridad nacional" 7 • Su importancia
poco o nada dicen ya respecto de la sociedad y sus miembros. se revela particularmente en la especial atención que recibe en
Por ello es frecuente qve los derechos del Estado se enfrenten a los Presupuestos Generales del Estado y en la proliferación de
los derechos de la sociedad y de los individuos. . las políticas armamentistas y de alianzas militares. En princi-
La tercera precisión es que la posible negatividad de estos pio, los textos constitucionales establecen muy claramente los
derechos del Estado se acentúa lamentablemente con motivo de distintos Órganos del Estado que son los titulares de este
la crisis de legitimidad democrática que sufren actualmente los derecho y señalan que el beneficiario último de este derecho
Estados, por lo que esos derechos no sólo entran en conflicto «debe ser» España. Así el artículo 8.1 CE establece que «las
o
con Ios derechos de otros sujetos (individuales colectivos), lo Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la
cual no sería de extrañar e incluso significaría un sín'toma de Armada y el Ejército del Aire, tiene como misión garantizar la
vitalidad política, sino que esos derechos se constituyen en una soberanía e independencia de España, etc.», El artículo 149.1.4
auténtica amenaza contra los derechos de otros sujetos indivi- CE precisa que la defensa y las Fuerzas Armadas son compe-
duales y colectivos. Aquí siempre existe el riesgo, que frecuen- tencia del Estado; y el artículo 97, que el Gobierno dirige la
te~ente se h~ce realidad, de que la fortaleza y la soberanía, que defensa del Estado.
amdan deba¡o de todo derecho del Estado, conviertan a esos Sin duda estamos en presencia de un estricto «derecho del
derechos en hegemónicos y prevalentes sin tener siempre la Estado» que nadie discutiría, pero que revela en los textos
suficiente justificación moral o política. legales un sentido negativo, porque se trata de un derecho cuyo
Pero veamos algunos ejemplos concretos de estos derechos ejercicio queda casi absolutamente en manos de los aparatos
del ~stado, q~e ~o~ su evidencia .Y por su hegemonía respecto a del Estado, sin que la participación social o individual en su
los Intereses mdtvtduales y soctales pueden ser considerados ejercicio pueda darse, cuando parece que dicho derecho se
como ejemplos de «derechos del Estado», pero también como justifica en última instancia por la sociedad y los individuos a
prueba de esa sustancialización (negativa) del Estado. los que sirve el Estado. Tal vez ante este derecho no estorbaría
hacer una pregunta, llena de retórica, pero enormemente signi-
7.1. El derecho del Estado a su defimsa y seguridad ficativa: ¿nos defendemos o nos defienden?
Lo mismo que en el ámbito individual el derecho a la vida es 47. Sobre los orígenes hi~tóricos de la categoría •seguridad nacional• en los
un derecho primero o primario, también para el Estado tal vez Estados actuales, cf. G. M. Raskin, Thl' Politics o( National Security, Transactions
su «derecho» primero o primario, quizás el más evidente en el Books, New Brunswick, New Jersey, 1979, pp. Jl-59.
66 67
YO, EL ESTADO LA SUSTANCIALIZACION DEl ESTADO
Responder a esta pregunta exigiría una amplia disertación muy distante, tan distante que parece -y ésta es la prueba de
conceptual sobre las relaciones pueblo-nación-Estado. Inicial- que hay derechos del Estado muy hegemónicos- que el Estado
mente las cosas parecen claras. Por ejemplo, los artículos 1 y 2 se convierte en el titular casi excluyente de quien le cedió ese
CE, así como su preámbulo, identifican «pueblo» y «naciÓn» y derecho, esto es, del pueblo. La distancia entre Estado y pueblo
amb~s categorías se ven a la vez comprendidas en otra más en materia de defensa y seguridad se hace a veces dramát¡ca-
amplia que es «España». España es una nación, España es un mente enorme, como lo demuestran ejemplos relativamerte
pue,b!o, aunque también desde otra perspectiva constitucional y recientes: la guerra de las Malvinas o el ataque norteamerica'no
polltlca España es un conjunto de nacionalidades y de pueblos. a Libia fueron resultados del ejercicio de ese derecho del
Pa_rece razonable afirmar, en principio, que según la CE lo Estado a su defensa y seguridad en nombre -sin duda, ¡no
pnmero es España como nación, como pueblo. Y lue'go viene el faltaba más!- de sus respectivos pueblos. El envío de tropas
Estado que, en definitiva, es una creación del pueblo español en militares a la zona del conflicto del Golfo Pérsico por parte de
uso de su soberanía. ••España --dice el artículo 1- se consti- los Estados occidentales fue decidido, en muchos casos, sin
tuy~ en un E~tado» y más adelante se añade que •<la soberanía conocimiento de los respectivos Parlamentos, que fueron infor-
nac10nal restde en el pueblo español, del que emanan los mados después o convocados para una ratificación de trámite.
poderes del Estado». Parece lógico, fues, afirmar que, cuando Pero fue un Estado, y no un pueblo, el que ejercitó ese derecho,
se habla de defensa y seguridad de Estado, debe (o debería) el que comprometió la vida de muchos ciudadanos de sus
entenderse que se trata, en última instancia de un derecho respectivos países (e incluso la vida de todos los ciudadanos del
cuyo último titular es la nación española. ' mundo). Tal forma de usar la fuerza armada para la defensa
No obstante, la Constitución, que es (entre otras cosas) la del Estado está bastante escasa de legitimación, salvo que se
organización y ordenación jurídico-política de un pueblo en crea que la seguridad del Estado es algo distinto de la seguridad
forma de E~tado, habl_a sobre todo de poderes y facultades del del pueblo. Y cosas similares podrían decirse respecto a la
Estado y s~lo ~xcep~10nalmente hace referencia a poderes o facilidad con que algunos Estados, sin consultar con sus pue-
fa~ultades eJerctdas duectamente por el pueblo, por la nación. blos, siembran sus territorios de armas de destrucción masiva.
f:vt_d,entemente el I?ueblo español, como cualquier otro pueblo Para confirmar la hegemonía e incluso la autonomía de
ct.vthzado! no functona en este terreno por sí mismo o de modo estos «derechos del Estado» se puede referir un caso del ~stado
dtrecto, smo por medio de su «constituciÓn» o más exacta- español, un caso quizás no tan dramático, pero también grave
mente por medio de «lo constituido» a través de su soberanía y sintomático. Me refiero a lo sucedido en el famoso debate del
que ~s. prec!samente el .~stado como su organización política: Congreso de los Diputados, durante su sesión de 27 de octubre
a?,mmtstra_uva. y, tambten, militar. En principio, esta· regula- de 1981, cuando se consideró la proposición del Gobierno que
cton c?~stttuctonal de la defensa del pueblo y del Estado tiene presidía Leopoldo Calvo Sotelo sobre la adhesión de España al
u~a. logtca aceptada en o por todos los sistemas políticos Tratado del Atlántico Norte. En aquella ocasión, Felipe Gon-
mtmmamente desarrollados: el Estado tiene el derecho a su zález, secretario general del PSOE, defendió la tesis de que el
defensa, porque ésta es en definitiva la defensa del pueblo que problema sometido a debate no era, en última instancia, sino la
representa. seguridad de 37 o 38 millones de españoles, y no propia o
Ahora bien, las cosas de la defensa y la seguridad no están abstractamente la seguridad del Estado español. Argumentaba
tan claras cuando se _empiez~ a concretar, desarrollar y aplicar que aquella cuestión, aunque era indudablemente una cuestión
e~~e derecho .. Los pnm~ros mconvenientes surgen, en mi opi- «de» Estado, no lo era solamente «del» Estado. En consecuen-
mon, por la tmportancta de los valores e intereses en cuestión cia, Felipe González pidió a la presidencia del gobierno lo
~la defens~ y la se~uri,dad de un pueblo, de un Estado), siguiente: ••que someta a la consideración popular la consulta
tmportancta. que obltga~ta a que la relación pueblo-Estado en sohre la adhesión o no de España al Tratado del Atlántico
estas matenas fuera mas estrecha que en otros campos. Sin Norte». Y añadió: «yo les aseguro que esa consulta la manten-
embargo, dicha relación en la práctica resulta lamentablemente drá, como promesa y compromiso, el Partido Socialista Obrero
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LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
YO, El ESTADO
Español para cuando el pueblo español, temprano o tarde, rías, como es el caso de la Ley Orgánica 6/1980, de 1 de julio,
tenga a bien cambiar las relaciones mayoritaria~ de fuerza» '48 • que regula los criterios básicos de la defensa nacional y la
Por su parte, el presidente Calvo Sotelo mantuvo otra organización militar. Lo que desarrolla esta ley es el derecho a
filosofía política, que es la más frecueNe o dominante en las la defensa del Estado, porque la nación o el pueblo no aparecen
esferas del poder estatal. El presidente del gobierno defendía la por ninguna parte, salvo como titulares de deberes jurídicos en
tesis de que el Estado, aunque indudablemente representa a la esta materia. Efectivamente la cita Ley establece que la defensa
nación, no tiene --eso sí, de acuerdo con la CE- que consul- es «competencia exclusiva» del Estado (art.1.2), que el presi-
tar en este tema al último titular de ese derecho a la defensa y dente del Gobierno asume «la dirección de la política de
la seguridad, que es el pueblo. El Estado podía, sin violar la defensa», «la dirección de la guerra» y la definición de «los
Constitución, emanciparse de su base, del pueblo que le dio y le grandes objetivos estratégicos» (arts. 8.1; 8.2 y 8.3). A pesar de
da legitimidad, para actuar en este terreno. A este respecto hizo que el artículo 30 CE establece que «los españoles tienen el
una peculiar argumentación, cuando afirmó que los deberes del derecho y el deber de defender a España», curiosamente la
Estado son antes que los derechos de los pueblos, aunque citada Ley sólo habla de deberes para las ciudadanos, como
olvidó que esos deberes no tienen sentido sin los correspon- sucede por ejemplo en el artículo 2 que define la defensa
dientes y alternativos derechos de otro sujeto, que en este caso nacional:
no podía ser otro que el mismo pueblo. Se intentaba así
La defensa nacional es la disposición, integración y acción coordinada
suavizar la situación hablando de «deberes del Estado>> y no de
de todas las encrg¡as y fuerzas morales y materiales de la Nación, ante
«derechos del Estado», C\lando en verdad lo trágico de la cualquier agresión, debiendo todos los españoles participar en el logro
situación era que el Estado estaba ejerciendo «derechos» cons- de tal fin.
titucionales, ya que la CE atribuye precisamente al Estado las
competencias en esta materia. En cualquier caso, Calvo Sotelo El Estado y sus Órganos, en este caso, especialmente el
defendía que el Estado podía, para cumplir sus deberes o Gobierno, asesorado por la Junta de Defensa Nacional y la
realizar sus derechos, marginar los derechos del pueblo. Tex- Junta de Jefes de Estado Mayor, son los legitimados por la
tualmente se manifestó así: «Aittes que un derecho del pueblo a representación que ostentan para hacer muchas cosas en esta
ser consultado, hay una obligación nuestra, una obligación materia, aunque obviamente se atribuye a las Cortes el debate
como parlamentarios, de decidir». Su argumento no era, sin y aprobación de las leyes que establecen las «líneas generales de
embargo, de naturaleza cronológica, esto es, no quería decir la política de defensa» (art.6).
con ello que el Parlamento debía decidir a11tes y que después el En suma, el derecho a la defensa y seguridad del Estado
pueblo diría la última palabra. Su propuesta implicaba el confirma de manera clara la especificidad de esta clase de
reconocimiento de la hegemonía del Estado sobre la sociedad derechos, aunque al mismo tiempo revela aspectos negativos de
política, porque el «deber-derecho» del Estado a decidir en este proceso de sustancialización estatal, que está llevando en
estas materias se consideraba no solamente anterior, sino tam- este terreno a políticas autocráticas y contrarias a los derechos
bién superior al derecho del pueblo a su seguridad y defensa. fundamentales de la persona humana. Como ha dicho Peter
La filosofía política de su propuesta se resumía en lo siguiente: Wallington, hoy la defensa de la libertad para estos Estados no
a la democracia representantiva no le hace falta «un suplemen- admite el ejercicio de la libertad para decidir cómo ésta ha de
to de democracia directa» 49 • ser defendida 50 • Parece que en polftica exterior y en política de
El protagonismo del Estado, como titular efectivo de este de(e11sa los métodos democráticos no han alcanzado los mis-
derecho, se confirma e incluso se acentúa en las leyes ordina- mos niveles que en política interna. ¿Por qué la política exterior
y de defensa escapa tan fácilmente a los controles democráti-
48. Boletín del Co11greso de los Diputados, núm. 191, de 27 de octubre de 1981,
p. 1322. so. P. Wallington, Introducción a Civil Uberties 1984, M. Robcmon, Oxford,
49. lbid., pp. 1323-1324. 1984, p. 10.
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YO, El ESTADO
LA SUSTANCIAliZACION DEl ESTADO
cos? Porque se entiende que son asuntos de importancia no estados de alarma, excepción y sitio. En España tal derecho del
continuada, porque unas elecciones no se deciden por los Estado está reconocido por el artículo 55 CE y regulado por la
programas de política exterior, porque la gente no sabe y no Ley Orgánica 411981, de 1 junio. Es sin duda un derecho
tiene criterios sobre estas políticas, etc. 51 • Creo que se debe reconocido a todos los Estados democráticos por las Con,sti-
criticar esa distinción y separación entre polltica doméstica y tuciones democráticas y la legislación ordinaria. Incluso decla-
política exterior, como si no tuvieran nada que ver entre sí, raciones y pactos internacionales reconocen este derecho 'al
cuando muchos problemas internos dependen de problemas y Estado:
soluciones de política exterior. ·
No pretendo con este ejemplo sugerir que, en materia de En situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la
defensa y seguridad, todo haya de hacerse por el pueblo mismo nación y cuya existencia haya sido proclamada oficialmente, los
co"mo protagonista inmediato y directo. No soy tan ingenuo, Estados partes, en el presente Pacto, podrán adoptar disposiciones que,
utópico o demagógico para hacer tal propuesta o mantener tal en la medida estrictamente limitada a las exigencias de la situación,
suspendan las obligaciones contraídas en virtud de este Pacto, siempre
tesis. Es evidente que tal alternativa no sería ni posible, ni que tales disposiciones no sean incompatibles con las demás obligacio-
eficaz para la misma finalidad de la defensa y la seguridad. nes que les impone el Derecho internacional y no entrañen discrimina-
Desgraciadamente parece imposible, por ahora, una democra- ción alguna fundada únicamente en motivos de raza, color, sexo,
cia directa en estos asuntos. Debe reconocerse, pues, la necesi- idioma, religión u origen social (art. 4 del Pacto Internacional de
dad de la «inevitable mediaciÓn» del Estado. El modo de derechos civiles y políticos de Nueva York de 1966).
ordenar el genérico derecho de un pueblo a su defensa y En caso de guerra o en caso de otro peligro público que amenace la
seguridad es el «modo estatal», solución que en principio no vida de la nación, cualquier alta parte contratante puede tomar
debe preocupar, porque todo Estado avanzado, en cuanto medidas que deroguen las obligaciones previstas en la presente Con-
Estado democrático, se soporta sobre importantes mecanismos vención en la medida estricta en que lo exija la situación, y supuesto
que tales providencias no sean opuestas a las otras obligaciones que
de legitimación y control para actuar en este terreno con
dimanan del Derecho internacional (art. 15 de la Convención de Roma
bastante corrección. Pero pienso que se está dando mucha de 1950).
autonomía al Estado en estas materias, que faltan controles
democráticos eficaces y que, todavía, se pueden hacer muchas Este derecho está legitimado por una genérica defensa de
c?sa~ ~;>ara que ese derecho a la defensa y a la seguridad, cuyo valores colectivos como ••vida de la naciÓn» u <<orden público»,
e¡ercicio suele poner en peligro la vida de muchas personas, sea cuya importancia no puede ignorarse, aunque tampoco su
ejercido más directamente por su auténtico y último titular. ambigüedad. Por ello en 1984 la «International Association of
En cualquier caso, el derecho a la seguridad y defensa del Law» se preocupó de determinar los mínimos a respetar, esto
Estado es un caso típico de lo que hemos llamado «derechos es, los derechos individuales no derogables en estas situaciones
del Estado,,, que confirma la posibilidad de hablar de derechos excepcionales. Es el París Mínimum Standards 52 • La verdad es
del Estado, aunque revele al mismo tiempo la peligrosa hege- que este derecho del Estado, jurídica y prácticamente, está
monía y equivocidad de esta clase de derechos. rodeado de una relativa indefinición. En el ejercicio de este
derecho, el Estado decide con demasiada autonomía sobre
7.2. El derecho del Estado a limitar los derechos individuales cuestiones graves e importantes que afectan a la sociedad y a
los ciudadanos y a veces no hay las suficientes garantías
Hay otro ejemplo significativo, muy conectado con el anterior. democráticas de que será utilizado efectivamente para la defen-
Se trata del derecho del Estado a limitar los derechos indivi- sa de un auténtico interés público, que no estatal.
duales, concretamente el derecho del Estado a declarar los La Ley española establece que el Gobierno es competente
52. Cf. S. R. Chowdhury, Rule of Lau• in State of Emergency. The Paris
51. S. Smith, Reasons o{ State, en D. Held and C. Pollit, Neu• Forms of Minimum Standards of Human Rights Norms in a Stctle of Emergency, Pinter
Democracy, Sage Publications, London, 1986, pp. 195-211. Publishers, London, 1989.
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LA SUSIANCIALIZACION DEL ESIAOO
YO, EL ESTADO
declara el derecho de los ciudadanos a la participación e Estado y a determinar cuestiones particulares y curiosas de su
incluso, de manera más concreta, ·reconoce el derecho de los ejercicio, como los lugares para la custodia de documentos,
ciudadanos a acceder a los archivos y registros administrativos, incluso las técnicas de custodia (cajas fuertes, armarios, etc.),
<<salvo en lo que afecte a la seguridad y defensa del Estado». los cambios de combinación o de cerraduras, la destrucción.de
Por otra parte,' e~ artículo 9.3 garantiza la responsabilidad de documentos por fuego o productos químicos. Aunque tal V!!Z
los pode~es publtcos,_ y poca responsabilidad cabría exigir al sea una exageración, de la lectura de estas leyes y reglamento se
Estado SI sus actuaciOnes, determinadas actuaciones fueran podría concluir que casi todo puede ser declarado secreto d~l
sustraídas al conocimiento de la ciudadanía o, al meno~, de sus Estado y que los ciudadanos sólo tienen deberes frente a este
representantes . derecho del Estado.
. , A est~ co!lflictividad de base hay que añadir que la legisla-
cion .o.rdmana sobre esta materia suele establecer límites o
c<;mdiciones a veces muy imprecisos, así como suele dar tam- 8. Una cottcfusiÓ11: es bueno que el Estado tenga derechos
bté_n bastantes facilidades y autonomía al Estado con posible
dano_ a derechos individuales y sociales fundamentales. En La argumentación y las pruebas presentadas confirman, a mi
Esp~na la Ley 9/1968, de 5 de abril, que regula los secretos modesto entender, que tiene sentido hablar de los «derechos
oftctales, parcialmente modificada por la Ley 48/1978 de 7 de del Estado». A pesar de la crisis de eficacia y de legitimidad y
octub_re, _conserva características fuertemente estatalistas por de la reacción neoliberal que quiere dominar el panorama
autontanas y confirma una especial hegemonía de este derecho político, creo que sigue siendo positiva una afirmación hege-
del Estado. mónica o sustancializadora del Estado. Como ya he señalado,
E~ preámbulo de .la Ley de 1968 establece un principio esa sustancialización o hegemonía estatal tiene una lectura
ampliamente ~omp,arttdo po~ t?dos los sistemas jurídicos, que positiva y una lectura negativa. La primera diría que interesa
tuvo poca apltcac10n en el regtmen franquista: que el Estado democrático sea importante y hegemónico para
corregir las injusticias que se han producido y se producen
cuando las libertades individuales se relacionan a partir de
Es principio general, aun cuando no declarado especialmente en nues-
tras leyes fundamentales, la publicidad de la actividad de los órganos
situaciones de graves desigualdades. La segunda lectura diría
del Estado, porque las cosas públicas que a todos interesan pueden y que esa importancia y hegemonía del Estado afectan negativa-
deben ser conocidas por todos. mente a las libertades individuales y de los grupos sociales. En
cualquier caso los derechos del Estado revelan la irreductible
A pesar de las reformasintroducidas por la Ley de 1978, lo dialéctica que se da entre entre el individuo, la sociedad y el
fund~mental de L ~.ey de 1968 sigue vigente, esto es, se Estado.
manttene la hegemoma de un derecho abstracto no claramente En mi opinión, los derechos del Estado son algo positivo
precisado y limitado, del Estado a clasificar' como secretas para los intereses generales y los derechos individuales a condi-
determinadas materias, hechos o documentos. Domina en esta ción de que la democraticidad del Estado esté garantizada.
l~y un int~r~s prio~·itario por proteger al Estado y establece tan Como no podrá estar garantizada en términos absolutos, siem-
solo condtciOnamtentos vagos y formales al ejercicio de este pre habrá riesgos o peligros. Pero si la tensión individuo-socie-
~erecho. El ~r.tícu!o 10.1 de la Ley de 1968 establece que los dad-Estado permanece como garante de un proceso continuo
o~ganos clastftcaran los secretos o materias reservadas <<me- de democratización, pienso que es mejor que el Estado tenga
diante un acto f?rmal y con los requisitos y materializaciones derechos y muchos derechos que lo contrario. La sociedad y los
que reglall'!entanamente se determinen», Pero el Reglamento individuos, dejados a una libertad natural y espontánea, produ-
cen mayores males para la igualdad y libertad de las masas
qu; ~probo el Decreto 242/1969, de 20 de julio, no concreta
sociales que un Estado (democrático) con derechos. Elías Díaz
practtcamente nada sobre el alcance y límites concretos de ese
<<acto formal». Más bien se dedica a reafirmar ese derecho del realizó hace unos años (1984) un riguroso y brillante análisis y
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YO,. El ESTADO
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REFUNDAR EL ESTADO
YO, EL ESTADO
al final del siglo XX es cómo esta~I:cer _1~ cm~pleja estrategia. ?e va p~~de traspasar muchos condicionantes históricos. A conti-
una reforma creativa y una plamf1ca~ton gu1a.~a por. 1~ ~c~ton nu~c~on v?~ a exponer algunos argumentos de la filosofía
estatal, y una innovación desde abar o a traves. de tniCiat1y3;s poltttca clas1ca (Rousseau y Hegel) y otros más personales a
sociales radicales que expandan e igualen las hbertades CIVI- favor de una sustancialización positiva del Estado inserta en
les» 3 • una concepción dialética de sus relaciones con la sociedad civil.
Tal vez el Estado sea «una paradoja patológica» (a patholo-
gical paradox) que tiene una «misión imposible», pues ha
nacido para resolver las divisiones ~e los ~o!nbres ~por el caos 2. Voluntad general e individualidad inaUe1rab/e
del estado de naturaleza o de la soc1edad c1vtl: Platon, Hobbes,
Locke, Rousseau, Hegel, etc.), pero al mismo tiempo es un Co"Jo se sabe, hay antecedentes históricos importantes de
·productor de divisiones entre los hombres. Tal vez --como teonas que han pretendido la construcción de categorías funda-
dijo irónicamente Marx- sólo una concepción «divina» del mentales y fundamentadoras de un orden político, así como
Estado podría superar esta contradicción 4 • Ahora bien, ap?star capaces de promover la utziversalidad de lo humano en la
por el Estado (¿qué Estado?) no. significa. ap<;>yar ~oncepctones ~o.nvivencia, social. A~gunas de estas categorías pueden ser
«divinas», ni promover alternativas totalttanas, smo ser cons- uttles todavta para onentar esa refundación necesaria de un
cientes de que en torno al Estado gir~ ~a solución de m~chos de n.uevo Estado a finales del siglo xx, que supere las insuficien-
los grandes problemas sociales y poltttcos de la humamd?d.del Cias y con~radicciones (teóricas y prácticas) de los Estados
siglo XXI. Es necesaria una filosofía del Estado y, en ulttma contem~ora'?e~s. En general, se trata de doctrinas que han
instancia, una filosofía de la historia, que afronte la permanen- preten~td? /mutar la ~a~cialidad Íltau~éntica d~ lo individual y
te dialéctica entre lo individual y lo colectivo y su posible la parctaltdad «anorgamca» de lo soaal a traves de una totali-
racionalización. La tesis central de las reflexiones que siguen se dad conceptual de síntesis que sirva a la sublimación auténtica
resume en la necesidad de refundar el Estado y de recuperar su de lo individual.
función de paradigma moral que para el tratamiento de esa La filosofía política de Rousseau y, particularmente, su
dialéctica el Estado tuvo en algunos clásicos de la filosofía co~cept? de «voluntad ~eneral» ~puestan por una síntesis entre
política. Hay razones para considerar que la refundació'? de 1~ lo mdtv1dual y lo colectivo a traves de ese «artificio», el Estado,
«idea de Estado» puede ser una importante base para ractonah- que surge de un pacto social. Dicha síntesis sirve de orientación
zar proyectos históricos de convivencia social, que armonicen argumenta_tiva para la conc;pción del Estado que propugno.
libertad e igualdad. Lo que qutero mantener aqut estaba ya brillantemente expues-
Desde esta perspectiva propugno una sustancialización po- to, a_su manera y en otro contexto, por Rousseau en un famoso
sitiva del Estado, como síntesis ideal de lo individual y lo ~asare: de Del ~Oittrato social que resume la pretensión de
colectivo. Abogo por una teoría sustancializadora (no sustan- smtes1s que encterra en general su filosofía política:
cialista) del Estado, esto es, por una sustancialización positiva
del Estado, que no niegue la sustancialidad positiva (no absolu- Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda la
ta, tampoco) de lo individual y que mantenga viva una dialécti- fu~~za común la persona y los bienes de cada asociado. y por la cual,
ca individuo-sociedad-Estado. No se trata de entregarse a umendose cada uno a todos, no obedezca, sin embargo, más que a sí
ninguna euforia estatalista, y menos aún en medio de los mismo y quede tan libre como antes J.
tiempos que corren. El Estado ha sido y es también un proyecto
y una realidad histórica, sometido a toda clases de limitaciones A este reto, problema y drama de la historiá humana, trata
y carencias. Pero, en mi opinión, el Estado como idea regulati- de dar respuesta o solución el contrato social. "Tal es el
3. J. Keane, Democracy and Cil'il Society, Verso, London, 1988, p. 27.
4. J. Hoffman, op. cit., pp. 33·34. 5. J.-j. Rousseau, Del contrato social, l. l. cap. VI, Alian7.a, Madrid. 1988, p. 22.
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YO, EL ESTADO REFUNOAR El EST AOO
problema fundamental al que da solución el contrato social», voluntad general como síntesis entre lo individual y lo colecti-
dice el mismo Rousseau 6 • vo. Pero esta síntesis (la voluntad general) sólo es posible si el
Si la necesidad de asociarse no puede discutirse, la «asocia- hombre actúa segtÍn la racionalidad. Y sólo la razón que pacta
ciÓn» engendra unos intereses y unos fines nuevos que antes no puede conducir a la justicia. Para Rousseau, de acuerdo con la
existían en la pura individualidad aislada. La necesidad de un tradición de su tiempo, toda justicia viene de Dios, pero co'mo
«trascendental social» se hace evidente, si no se quiere anular o no se sabe cómo, hay que acudir a una voluntad general: \
negar lo individual-concreto. Rousseau se cuidó mucho de no
anular la voluntad individual. Su individualismo permanece, Toda justicia viene de Dios, sólo él es su fuente; pero si supiésemo~
aunque mantiene la exigencia fuerte de una voluntad distinta recibirla de tan alto no tendríamos necesidad de gobierno ni de leyes.
de la voluntad individual y el reconocimiento de que el pacto es Indudablemente existe una justicia universal emanada de la sola razón;
el medio para tal fin: pero esta justicia, para ser admitida entre nosotros, debe ser recí-
proca'.
Sólo la voluntad general puede dirigir las fuerzas del Estado según el
fin de su institución, que es el bien común: porque si la oposición entre Ahora bien, lo peculiar del pacto se encuentra en que la
los intereses particulares ha hecho necesario el establecimiento de las construcción de esa voluntad general no debe significar el
sociedades, es el acuerdo entre esos mismos intereses lo que lo ha sacrificio de las partes para salvar al cuerpo:
hecho posible 7 •
Se trata, pues, de distinguir bien los derechos respectivos de los
Ahora bien, lo individual no tiene que desaparecer en la ciudadanos y del soberatto, y los deberes que tienen que cumplir los
asociación como «trascendente social». La existencia de la primeros en calidad de súbditos, del derecho natural de que deben
«asociaciÓn» de individuos engendra la necesidad de una armo- gozar en calidad de hombres 10•
nía. Esto es, para Rousseau es necesaria una coincidencia entre
la ley del cuerpo social y la libertad del individuo: La ley es la que trata de resolver esas contradicciones:
¿Qué es propiamente, por tanto, un acto de soberanía? No es una La libertad se encuentra garantizada en el Estado a condición, y
convención del superior con el inferior, sino una convención del solamente a condición, de que la ley del cuerpo social y las leyes de las
cuerpo con cada uno de sus miembros: convención legítima porque personas que forman parte de él, formen conjuntamente una misma y
tiene por base el contrato social; equitativa, dado que es común a única ley 11 •
todos; útil, dado que no puede tener otro objeto que el bien general; y
sólida, porque tiene por garantía la fuerza pública y el poder supremo. La propuesta de Rousseau conecta -se ha dicho- con la
Mientras los súbditos sólo estén sometidos a tales convenciones, no tradición cristiana de una «voluntad general divina», con esa
obedecen a nadie sino únicamente a su propia voluntad; y preguntar «vocación de salvación universal» de Cristo, cuya razón de ser
hasta dónde alcanzan los derechos respectivos del soberano y de los está en el reconocimiento de la igualdad o la fraternidad de
ciudadanos es preguntar hasta qué punto pueden éstos comprometerse todos los humanos 12• Sin embargo, Rousseau no radicalizó su
consigo mismos, cada uno con todos y todos con cada uno de ellos 1 • propuesta de síntesis entre lo individual y lo colectivo, quizás
porque evitó o no supo construir una metafísica social. Por ello
Esa armonización de lo individual y lo colectivo ha sido
uno de los más duros retos de la filosofía política moderna, que
había nacido de un radical entusiasmo por lo individual. La 9. lbid., J. 11, cap. VI, p. 42.
10. lbid., l. 11, cap. 4, p. 36.
propuesta rousseauniana es, como se sabe, la constitución de la 11. H. Barth, •Volonté générale et volonté particuliére chez J.-J. Rnusseau•, en
Rousseau et la Philosophi~ Politique. Annales de Philosophie Politique, 196515, Pnr,
6. lbid., l. 1, cap. 6, p. 22. Paris, p. 39.
7. lbid., l. 11, cap. 6, p. 32. 12. P. Riley, The Geneml Wi/1 befare Rousseatt, Princenton University Press,
8. lbid., l. 11, cap. 4, p. 39. 1986, p. 189.
84 RS
YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO
su propuesta gira en torno al término y a la categoría de lo filosofía política de Rousseau, porque había elevado la libertad
«general». Rousseau no cree en la posibilidad de encontrar algo a principio:
así como «lo universal permanente>>, Tal vez por ello habla de
••voluntad general» y no de «voluntad universal>>. Patrick Riley La voluntad quiere producir un ser; mas, en su pureza, la volunta~ es
sostiene que Rousseau está lejos de coincidir con Diderot en la tan universal como el pensamiento. Este principio fue establecido 'en
búsqueda de lo universal, esto es, de un universalismo, entendi- Francia por Rousseau ••. \
-do como la afirmación de una moral universal de todo el
género humano, tal como se manifiesta en su artículo Droit Como Rousseau no escapa del individualismo. radical y
naturel de la E11ciclopedia, a pesar de que Rousseau dice que el unilateral de su tiempo y afirma rotundamente que ser libre
· ho_mbre que sólo oye su voluntad particular es enemigo de la significa obedecer una ley que el individuo se da a sí mismo,
ra-za humana u. Rousseau había dicho en su primera versión Hegel le criticó por haber elevado «la voluntad individual»
del Contrato social que la razón sola en el silencio de las (como Fichte) como principio del Estado y no haber concebido
pasion~s no daría lo universal, sino lo general 14 • Lo que está «la voluntad general» como «lo en sí y por sí racional de la
claro es que se adhiere a la idea de que la generalidad es buena voluntad, sino como lo comÚ1l»:
y el particularismO es malo, idea muy propia de pensadores de
finales del siglo XVII como Pascal, Malebranche o Leibniz. La unión de los individuos en el Estado se transforma así en un
Según Riley la pretensión de Rousseau es ge1íeralizar la volzm- contrato que tiene por lo tanto como base su voluntad particular, su
tad, porque la voluntad es una noción moral, política y teológi- . opinión y su consentimiento expreso y arbitrario 19 •
ca en su obra. «Aquello que generaliza la voluntad pública no
es la cantidad de votantes, sino el interés común que les une» 15 • Según Hegel, Rousseau no había entendido el concepto de
El problema principal será generalizar la volu11tad si11 destruir libertad como «la voluntad racional», como «la voluntad en y
su particularidad, porque su generalización excluye el particu- para sÍ». La libertad queda determinada por la forma del
larismo, pero ·no el individualismo 16• Es difícil admitir en individuo aislado, aunque «éste es un gran comienzo» 20 • El
Rousseau, como ha afirmado Raymond Polio, una Versohmmg mismo Hegel había criticado en su Filosofía del Derecho a
hegeliana, como una especie de conciliación entre lo universal y Kant por seguir «la opinión, muy difundida desde Rousseau,
lo particular o como una síntesis dialéctica entre el todo y los según la cual el fundamento esencial y primero (del derecho)
individuos 17 • Rousseau estaba lejos de lo que Hegel iba a no es la voluntad en cuanto racional y existente en y por sí,
sostener más tarde: la superación de lo individual y lo social en sino en cuanto voluntad del individuo según su propio arbi-
la eticidad del Estado, como realización ética de la libertad. trio» 21 •
Hegel, sin embargo, quiso ir más lejos y habló de •<lo Como ha sostenido Norberto Bobbio, Hegel rechaza el
universal» y consecuentemente criticó a Rousseau. Buscaba, en expediente del contrato, demasiado ligado a una concepción
definitiva, un plano superior de realización de la libertad. atomística del Estado, pero acepta el resultado, un Estado
Inicialmente había valorado, en general, como positiva la ético:
86 87
REFUNDAR El EST AOO
YO, El ESTADO
Rousseau se ha servido del expediente del contrato social para fundar ha comentado Althusser 25 • El mismo Rousseau sublima en
un Estado llamado a actuar una nueva y más alta forma de libertad, la algún momento lo colectivo y llega a hablar de una cierta
libertad como autonomía, o, como se suele decir, no ya la libertad del «razón de Estado», necesaria por la función «paidética» que
individuo concreto frente al Estado o por el Estado, sino la libertad de tiene el legislador. La mera razón individual falla, porque .«el
todos los individuos de una comunidad en el Estado 11• pueblo siempre quiere el bien, pero por sí mismo no siempre\lo
ve» y «los particulares ven el bien que rechazan: lo públic~
Hegel, en cambio, quiso pasar de lo general a lo universal, quiere el bien que no ve» 16 • · ·.
esto es, fue mucho más lejos. <<La voluntad objetiva es en su Toda esta filosofía política rousseauniana tiene especial
concepto -dice Hegel- lo en sí racional, sea o no reconocida interés para mi argumento, entre otras cosas porque Rousseau
por el individuo y querida por su arbitrio particular» 23 • Es termina hablando de «la persona moral que constituye el
decir, <<lo universal», «lo sustancial» supera de manera absoluta Estado como un ser de razÓn» 27 y afirma la necesi·dad de
lo individual, aunque no para detruirlo sino para transformar- «distinguir bien los derechos respectivos de los ciudadanos y
lo, como ya hemos vísto. del soberano» 28 • Y añade más aún:
Pero la creación del Estado, de un cuerpo social, produce
una evidente tensión con los individuos, con los intereses Para que un pueblo naciente pueda gustar las sanas máximas de la
individuales, que en Rousseau se expresa en la dialéctica entre política y seguir la reglas fundamentales de la razón de Estado, sería
menester que el efecto pudiera volverse causa, que el espíritu social que
voluntad getzeral y voluntad particular; que no coinciden, pero debe ser obra de la institución, presida la institución misma, y que los
deben coincidir. La causa está en que el conocimiento de la hombres fuesen antes de las leyes lo que deben llegar a ser por ellas 1 '.
«razón universal», de una justicia universal, se deforma por la
razón subjetiva, por las pasiones e intereses. De ahí el antago- Rousseau no se entrega al ••artificio» que pueda derivar del
nismo entre la voluntad general y la voluntad de todos, enten- pacto. No debe extrañar, pues, que a la hora de la verdad
dida como la suma de las voluntad particulares: renazca su individualismo profundo. <<Harían falta dioses para
dar leyes a los hombres» 30 • Por ello apuesta definitivamente
Con frecuencia hay mucha diferencia entre la voluntad de todos y la por la democracia directa:
voluntad general; ésta sólo mira al interés común, la otra mira al
interés privado, y no es más que: una suma de voluntades particulares: Quien redacta las leyes no tiene, pues, ni debe tener ningún derecho
pero quitad de estas mismas voluntades los más y los menos que se legislativo, y el pueblo mismo no puede, aunque quiera, despojarse de
destruyen entre sí, y queda por suma de las diferencias la voluntad este derecho intransferible; porque según el pacto fundamental sólo la
general 14 • voluntad general obliga a los particulares, y nunca se puede asegurar
que una voluntad particular es conforme a la voluntad general hasta
En Rousseau debe reconocerse una no confesada pretensión después de haberla sometido a los sufragios libres del pueblo 11 •
de construir la «voluntad general» como una categoría y una Sin embargo, esta salida democrática no se concreta en la
realidad moral capaz de ponerse por encima del bien y del mal, obra de Rousseau, que se limita a afirmar que su intención no
de los intereses individuales y de los intereses colectivos. La es elaborar una teoría política aplicable a los grandes Estados,
tesis textual de Rousseau de que «todo el pueblo estatuye sobre
todo el pueblo» es la expresión correcta para fundar la «gene-
25 L. Althusser, •Sohre el Contrato social•, en C. Lévi-Strnuss y ntrm, Prrsrnria
ralidad» de la ley, como forma de la voluntad general y la de Rousseau, Nueva Visión, Buenos Aires, 1972, p. 89.
<<generalidad» de su objeto, que sería el interés general, como 26. J.-J. Rousseau, Del contrato social cit., l. 11, cap. VI, pp. 44-45.
27 lbid., l. 1, cap. 7, p. 26.
22. N. Bobbio, Studi begeliani, Einaudi, Torino, 1981, p. 27. 28 lbid., l. 11, cap. 4, p. 36.
23. G. W. F. Hegd, Gmndlinien ... cit., pfo. 258, p. 331; ed. esp. p. 320. 29 lbid., l. 11, cap. 7, p. 48.
24. J.-J. Rousseau, Del contrato social cit., 11, cap. 3, p. 35. Cf. este argumento en JO lbid., l. 11, cap. 7, p. 45.
H. Barth, • Volonté générale et volonté particuliére chez J.-J. Rousseau• cir., pp. 43-46. J 1 lbid., l. 11, cap. 7, p. 47.
88 89
YO, EL ESTADO REFUNDAR El ESTADO
sino a pequeñas repúblicas. Y por eso se ha dicho que el Contrato social como «el más terrible auxiliar de todos los
Contrato social es «Un livre a refaire» 31 • géneros de despotismo» 37 • Yo me quedaría más bien con la
Én cualquier caso, toda esta clase de categorías políticas, positiva valoración de Polín:
como la voluntad general, que se presenta por encima de lo
individual inmediato, plantea la duda de si realmente no son Sin imaginar los horrores del totalitarismo, él lo condenaba en\,su
sino un modo más sutil y razonable de alienar la libertad, como principio condenando todas las formas de despotismo. ¿Qué más 'se
de alguna manera insinuaba Althusser, para quien Rousseau puede pedir a un filósofo? 30 • \
90 91
YO, EL ESTADO REFUNDAR EL ESTADO
Sin embargo, más allá de valoraciones negativas, o de bies riesgos de toda concentración de poder (ético y político).
exaltaciones incondicionales, creo que es importante releer a Conocidas son las fuertes críticas que Marx realizó a la filoso-
Hegel y sacar algunas conclusiones para nuestro tiempo sobre fía del Derecho y del Estado de Hegel. Una de sus críticas más
el papel del Estado hoy. Quizás el centro de toda su filosofía fundamentales acusaba a la filosofía política hegeliana .de
política sea una clara y rotunda sustancializadón del Estado. haber invertido la relación sujeto-predicado, de haber entend.i-
«El Estado en sí y por sí es la totalidad ética, la realización de do el atributo como una entidad independiente, esto es, d<¡:
la libertad, y es un fin absoluto de la razón que la libertad sea considerar al Estado como un objeto independiente de los
efectivamente real» 43 , aunque se debe reconocer que Hegel fue individuos 48 • ·
demasiado lejos, cuando de algún modo propugnaba una cierta Sin embargo, según Ilting, la idea del Estado no está
«~ivinizaciÓn» del Estado, porque el Estado era «el paso de separada inicialmente, en el curso sobre Derecho natural y
Dios por el mundo» (der Gang Gottes in der Welt) 44 • ciencia del Estado de 1818-19, de los fines individuales, porque
¿Por qué el Estado y no la sociedad civil (die bürgerliche en el Estado se realizan los fines individuales que se coordinan
Gesellschaft) 45 ? Como sostiene Adorno, la idolatría hegeliana con los intereses sociales. «El Derecho del Estado es lo más
del Estado tiene su origen en haberse percatado de que las elevado para el individuo» 49 • La sustancialización del Estado
contradicciones de la sociedad burguesa no podían resolverse no significa la negación de lo individual:
por su propio movimiento. «Merced a esta su propia dialéctica,
la sociedad burguesa se verá llevada más allá de sÍ...» 46 • Esto no es, como pudiera suponerse, una demanda de subordinación
Adorno hace referencia al pfo. 245 de la Filosofía del Derecho, del individuo al interés del Estado; es más bien un reconocimiento del
donde Hegel habla de la impotencia de la sociedad para derecho (Recht) de los ciudadanos a tomar parte en las decisiones
políticas dentro del Estado 50 •
resolver el problema de la pobreza por las contradicciones que
crearía: dependencia de la beneficiencia y no del propio trabajo
El mismo Hegel escribía:
por parte de los necesitados; o exceso de producción, si todos
los necesitados tuvieran trabajo. Así expresa Hegel esta concre- El Estado es efectivamente real y su realidad consiste en que el interés
ta contradicción de la sociedad civil: del todo se realiza en los intereses particulares. La realidad efectiva es
siempre la unidad de la universalidad y de la particularidad, el
Se manifiesta aquí que en medio del exceso de riqueza la sociedad civil desprendimiento de la universalidad en la particularidad que aparece
uo es suficientemente rica, es decir, no posee bienes propios suficientes como si fuera independiente, aunque es llevada y mantenida exclusiva-
para impedir el exceso de pobreza y la formación de la plebe 47 • mente por el todo 51 •
Es decir, es necesaria una instancia superior al individuo y a Se debe constatar que para Hegel el Estado «es el absoluto e
la sociedad civil que supere las parcialidades e impotencias de inmóvil fin último en el que la libertad alcanza su derecho
esos momentos del devenir del Espíritu. · supremo, por lo que este fin último tiene un derecho superior al
Es evidente que toda exaltación del Estado, aun cuando individuo, cuyo supremo deber es ser miembro del Estado» 52 •
asuma el respeto de los derechos fundamentales de la persona
humana y de los valores democráticos, comporta los inevita- 48. K. Marx, Crltictt dr la filosofía drl Estado, etl. de A. S:ínchc1. V:ízqucz,
Grijalho, Barcelona, 1974, comentario al pfo. 267, p. 18.
49. G. W. F. Hegel, Natrtrrecht und Stnatslt'isunschaft. Vorlcsun~en nach dcr
43. G. W. F. Hegel, Grundlinien ... cit., pfo. 258, pp. 333-334; ed. esp. p. 321. Nachschri~t Carl Gustav Homeyers, en Vorlestmgen iiber Rechtsphilosophie 1818-
44. lbid., pfo., 258, p. 336; ed. esp., p. 323. 1831, ed. Kari-Hcinz llting, Erster Band, Frommann-Holzhoog, 197], pfo. 114, p. 324.
45. Cf. N. Bobbio, • Verso la distinzione di societa e Statto•, en N. Bobbio y M. 50. K.-H. Iltin~, •Hegels concept of the State antl Marx's early critique•, en Z. A.
Bovero, Societa e Stato nella filosofia política moderna, Saggiatore, Milano, 1979, pp. · Pelczynski (ed.), Tite State attd civil Society. Strtdies on lle¡¡el's Political Philosophy,
165-178. Cambridge University Press, 1984, p. 95.
46. Th. W. Adorno, en Tres aspectos sobre Hegel cit., pp. 48-49. 51. G. W. F. Hegel, Grundlittien ... cit., pfo. 270, p. 262; ed. esp. pp. 346-347.
47. G. W. F. Hegel, Gnmdlinien... cit., pfo. 245, pp. 319; ed. esp. p. 310. 52. /bid., pfo. 258, p. 329; ed. esp., p. 318.
92 93
REFUNOAR El ESTADO
YO, El ESTADO
Sin embargo, esta propuesta no es, al menos en el terreno de la rarse los Estados alemanes de la dominación francesa 57 • La
razón, una propuesta totalitaria, porque sól~ en el Estado objetiva necesidad que plantea es la elevación de lo individual a
alcanza la libertad su dereého supremo: lo uni~ers~11 de la libertad subjetiva a libertad objetiva, esto es,
la realtzacton de la voluntad sustancial universal:
El Estado .. deificado• de Hegel no puede identificarse con el Estado '
totalitario, Este último representa precisamente el nivel de desarrollo La racionalidad, tomada abstractamente, consiste en la unidad qu1'<
social que el Estado de Hegel debía supuestamen~e evitar, a saber, ~¡ compenetra mutuamente la universalidad y la individualidad (Einheit
gobierno tot-alitario directo de los intereses espectales sobre la totah- der Allgemeinheit 1md der Eim;e/heit) 51 • ·
dad .u.
El Estado no significa, pues, la desaparición de lo indivi-
. Precisamente Hegel criticó duramente a voÍ1 Haller Y su dual. Hegel reconoce que derechos y deberes en el Estado y
Restauratio11 der StaatswissetJschaft, porque iba contra una frente al Estado tienen una realidad simultánea:
comprensión del Estado como algo racional. p~ra sí (eiiz f~r
sich Vemün{tiges) y porque to.maba. la extenondad, la contt- El Estado, como lo ético, en cuanto compenetración de lo sustancial y
gencia, esto es, la nec~sidad · de pr ~tección, la .f~erza y la
5
riqueza como la sustancta del Estado . Hegel le cnttca concr~
de lo particular, implica que mi deber frente a lo sustancial es al mismo
tiempo el existir de mi libertad particular, esto es, que en él, lleber y
tamente que así se vuelve a reconocer la ley natural del mas derecho están unidos en una sola y misma referencia 19 ,
fuerte como principio del Estado:· «no se· trata del poder de la
justicia o de lo ético, sino de la contingente fuerza natural:•• Contra lo que Hegel iba era contra la unilateralidad y
dice Hegel 55 • Incluso llega a afirmar que van Haller debena parcialidad del individualismo de su época. Hegel, como sostu-
llorar, no por la alegría de haber descubiert<:> ~sas ••leyes vo Marcuse, da «al Estado una posición suprema porque ve los
divinas», sino por haberse apartado «del conoctmtento de la efectos inevitables de los antagonismos dentro de la sociedad
infinita y divina importancia que tiene que los deberes del moderna» 60 • Lo individual se realiza en el Estado de una
Estado y los derechos de lds ciudadanos, así co~o los de~echos manera superior o superadora de la mera unilateralidad de la
del Estado y los deberes de los ciudadan<:>s, esten ~e~e_r,mmados moralidad (subjetiva} o de la familia y la sociedad civil. El
legalme11te ..... , afirmaciones que son cast una defmtcton de un Estado es el lugar ético para la superación y sublimación de lo
Estado democrático de Derecho 56 • individual:
Para Hegel, indudablemente, el individuo co.m~ t.al (das
lnteresse der Eitzzelnen als solcher) no pude ser el fm ulttmo del En cuanto el Estado es el Espíritu objetivo, así el individuo mismo
Estado (der letzte Zweck), pues ello significaría la unilaterali- tiene sólo objetividad, verdad y eticidad como miembro del Estado. La
dad, la parcialidad, «algo caprichoso» (etwas Beliebiges). H.egel conciliación como tal es verdad, contenido y fin, y la determinación de
los individuos es llevar una vida universal".
va contra el individualismo inconsistente del Contrato soctal Y
Este (el Estado) es la realidad en la cual el individuo tiene y goza su
más concretamente su Filosofía del Derecho parece que iba libertad; pero por cuanto sabe, cree y quiere lo universal... En el
contra la ideología pseudodemocrática que se produjo al libe- Estado la libertad se hace objetiva y se realiza positivamente. Pero esto
no debe entenderse en el sentido de· que la voluntad subjetiva del
individuo se realice y goce de sí misma mediante la voluntad general,
53. H. Marcuse, Razón y revolución. Hegel y el surgimiento de la teoría social, siendo ésta un medio para aquélla. Ni tampoco es el Estado una
Alianza, Madrid, 1971, p. 212. Cita el agregado del pfo. 260 de la Filoso{la del
Derecho, que dice: •la esencia del nuevo Estado es que lo universal esté unido con la
completa libertad de la particularidad y con la prosperidad de los individuos ... •, pfo. 57. H. Marcuse, op. dt., pp. 172 }" 179.
260, p. 338. 58. G. W. F. Hegel, Grwzdlinien ... cit., pfo. 25!1, p. 239; cd. esp., p. .319.
54. G. W. F. Hegel, Grundlinien ... cit., pfo. 258, p. 331; cd. esp., p. 320. 59. /bid., pfo. 261, p. 339; cd. esp., p. 319.
55. /bid., pfo. 258, nota, p. 333; cd. esp., p. 322. 60. H. Marcuse, op. cit., p. 173.
56. /bid., pfo. 258, nota, p. 335; ed. esp., p. 324. 61. G. W. F. Hegel, Grzmdlinien ... cit., pfo. 25!1, p. .129; cd. esp., p. .119.
94 95
REFUNOAR El ESTADO
YO, El ES! AOO
Consecuentemente no ofrece soluciones concretas y prácti- La misma experiencia histórica parece confirmar que la socie-
cas a las contradicciones de una realización universal (ética) de dad civil por sí sola y, en definitiva, los individuos sin la
la libertad el gran tema de su filosofía del Espíritu. Quizás determinación de un referente racionalizador y universalizador
porque no' podía, quizás porque no sabía. En consecuencia, de sus intereses y fines, producen conflictos muy radicales y
tampoco debe extrañar, como ha sostenido Ilting, que Hegel se muy graves y llevan a que grandes masas sociales se vean·
refugie en un uso metafísico del lenguaje, cuando trata estos sometidas a minorías y a graves opresiones deshumanizantes.
temas políticos fundamentales en su Filosofla del Derecho. La Paralelamente se puede afirmar también que la existencia
verdad es que tampoco la situación política de_ 1819 y .1820 del Estado social y de bienestar ha representado una experien-
permitía mucho juego a las libertades de pensamiento y expre- cia de un valor incalculable dentro del proceso inacabado de
sión a causa de la restauración prusiana y de la publicación del una síntesis entre lo individual y lo colectivo. Como realidad
célebre Decreto de Karlsbad (Karlsbader Bescbliisse) de sep- histórica, tal Estado ha tenido y tiene, obviamente, insuficien-
tiembre de 1819, que imponía la censura 69 • En suma, el concep- cias, graves insuficiencias. Pero lo que quisiera destacar espe-
to hegeliano de Estado no es, pues, uha propuesta estrictamen- cialmente en este momento es que la idea de ese Estado o ese
te política, no es un programa para la construcción de un Estado como idea va más allá o está por encima de una simple
Estado histórico, sino una construcción teorética que trata de o simplificadora identificación con los Estados históricos real-
resolver unas contradicciones reales. Quizás lo más riguroso mente existentes en nuestros días. Esto quiere decir que la
del pensamiento político de Hegel sea esa construcción teoréti- sustancializaciótt positiva del Estado que defiendo no quiere
ca del Estado como idea ética y no las elementales aportaciones quedarse en esas experiencias históricas, sino que se refiere a la
que hizo también sobre el «Estado político» (der politiscbe alta pretensión de racionalidad que tenía el Estado moderno
Staat) 70 • frente a la naturalidad brutal de la mera sociedad «incivil>· y
frente a una espontánea y natural asociación interesada y
desigual (sociedad civil), regida por un pacto de no agresión y
4. Sentido y limites de una sustancialización del Estado de supervivencia. Y sobre todo quiere significar la necesidad de
abundar en la fundamentación de una síntesis de lo individual
Los argument9s de Rousseau y Hegel ponen de relieve, entre y lo general, de lo individual y lo colectivo para la convivencia
otras muchas cosas, las insuficiencias de la mera individualidad justa y pacífica.
en sí y para sí y de la socialidad inmediata del hombre para Ahora bien, quizás la tesis central de este trabajo sea
construir un orden de convivencia basado en la igualdad y la afirmar la necesidad y la posibilidad de «refundar» el Estado,
libertad de todos los seres humanos. La individualidad y la esto es, de asegurar y ampliar la «idea regulativa» del Estado
socialidad necesitan, sin duda, fuertes correctivos y el Estado como síntesis de lo individual y lo colectivo 71 • Pero sobre todo
democrático tiene, como idea, no como realidad histórica creo que hace falta profundizar en la racionalización del poder
concreta, el sentido de superar esas limitaciones y potenciarlas y de hacer un esfuerzo teórico para constituir las bases de un
en dirección a esa justicia social (igualdad y libertad de todos). nuevo orden político, como en otros momentos se hizo frente
al absolutismo político de la Modernidad con los «inventos•• de
69. K.-H. llting, •Hegel's concept of the State... • cit., p. 113.
categorías tan importantes como «libertades individuales••, «so-
70. Cf. G. W. F. Hegel, Grundlinien ... cit., pfo. 273, p. 371; ed. esp., p. 269. Esto beranía popular», «división de poderes», «democracia», etc. La
es lo que sostiene A. Pelczynski, •La concepción hegeliana del Estado• cit., pp. 264-
267. Sin embargo, Norberto Bobbio afirma que para Hegel la racionalidad del Estado 71. En este sentido me parece positiva la propuesta de Victoria Camps y Salvador
es más una realidad que una exigencia, más un hecho de la historia que un ideal. No se Giner a favor de la categoría de •interés comÚn•, como categoría capaz de superar lo
trataba de justificar el Estado como momento supremo de la vida colectiva (lo que yo individual de los derechos subjetivos y lo ideológico del ·bien comÚn•. Cf. V. Camps y
llamaría sustancialización positiva del Estado), sino que la justificación de Hegel S. Giner, •L'interesse comune come attivita morale•, en Mondoperario, 1990/12, pp.
-según Bobbio-- se propone no como un programa para el futuro, sino como un 104-110; también W. Fach, •Begriff und Logik des iiffentlichen lnteresses•, en ARSP,
reconocimiento del presente. Cf. N. Bobbio, Studi hegeliani cit., pp. 22-23. 19;'4/2, pp. 231 SS.
98 99
YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO
interdependencia a nivel planetario de individuos y pueblos tiempos. Pero aquí me refiero al Estado como un topos, nunca
obliga a pensar también que los problemas del poder y de la definitivamente determinado, pero que, al menos racionalmen-
racionalización del poder no siguen estando sólo en el ámbito te, se puede presentar como ••existente en sÍ» y no depe!ldiente
de los Estados histórico-concretos, sino en la fundación de una (sustancialidad) de otras realidades. El Estado, entendtdo a~í,
idea de Estado de rango internacional, esto es, en unas relacio- no se identifica, pues, con un Estado histórico concreto. Sit:t
nes intersubjetivas (Estados, pueblos, organismos internaciona- embargo, cada época ha aportado, con mayor o menor acierto~\
les), que todavía no han alcanzado la eticidad (objetiva) de que algún elemento a la construcción de una concepción sustancia-
hablaba Hegel, ni la trascendentalidad de la voluntad general lizadora del Estado, como síntesis superadora de los connictos
de Rousseau. A nivel internacional todavía existe un relativo de lo individual y lo colectivo para una convivencia justa y
«e¡;tado de naturaleza», del que se intenta salir. Los poderes pacífica. Otra cosa son los resultados, positivos o negativos, de
internacionales y las formas de su organización todavía recuer- esos proyectos históricos.
dan tiempos políticos muy antiguos, cuando la igualdad y la Una concepción sustancializadora del Estado, tal y como
libertad no eran atributos individuales universalizados. aquí se entiende, no trataría de ningún modo de promov.~r un
Desde esta perspectiva o planteamiento general, me parece nuevo Leviatán, que fuera a devorar lo malo, pero tambten _lo
· razonable insistir en una concepción sustancializadora (no bueno, de la individualidad que es para si. Todo lo con~ra_no,
sustancialista) del Estado con perspectivas nacionales y trans- perseguiría deslegitimar todo modelo de E~tado-que no ~~r~tera
nacionales, de un Estado que se enfrente a las irracionalidades a una universalización autentificada de la ltbertad y la dtgmdad
persistentes en las relaéiones intersubjetivas e internacionales de todos los hombres. Concretamente tal concepción se opone
(interestatales) 72 • Se trata de refundar el Estado como paradig- a la propuesta de un «Estado mínimo•¡, en cu~nt? ~mplica una
ma o idea reguladora, desde la que corriprend(!r y resolver vuelta a situaciones primitivas, en las que los mdtvtduos, en ~u
históricamente (relativamente) las contradicciones concretas pura «naturalidad», es decir, rel.acionados ~or la ley del mas
que surgen de esas otras contradicéiones «Ónticas», que consti- fuerte, y la sociedad «des-orgamzada» y g~tada por esa pura
tuyen la trama y el drama dialéctico de la historia social ~ individualidad serían los elementos determmantes de una con-
colectiva, como son las que se dan entre lo individual y lo vivencia social: La afirmación del carácter sustancial del Esta-
social, entre )¡t igualdad y la libertad, entre la libertad y la do sirve para colocar a las instituciones polít!cas conc~etas en
·autoridad, etc., cuyo incorrecto tratamiento impide que masas un proceso de continua etificaciót! (en el senttdo he~eltano del
sociales no sean dueñas de su destino 73 • término), esto es, de verse contmuamente apre~m~das para
La naturaleza «sustancial» del Estado significa aquí su superar la inmediatez, la unilateralida~ y la pa_rc~altdad de 1~
entendimiento como <<idea» válida en sí pero no absoluta ni individual, que se apoya en ~na moraltda_d subJettv~ Y. para s~
excluyente, para orientar síntesis históricas (relativas) respecto que impide la universalizacion _de un~ ~tbertad obJe,ttva. Ast
a esas contradicciones fundamentales y concretas que presenta sucede en la familia y en la soctedad ctvtl, como decta Hegel,
la vida colectiva. Las accidentalidades históricas del Estado, donde el individuo se mueve por el sentimiento, el int~~és y l_a
sus formas, pueden y deben cambiar en los espacios y en los necesidad, fuerzas que están alejadas de toda pretenston um-
versalizadora. .
72. Especial importancia tiene esta búsqueda de una instancia de rncionalización Una concepción sustancializadora del _Estado, no prete~d_e
de los conflictos en el ámbito internacional. El concepto de Estado que intento constituir un proyecto político concreto, m un_a formula ma~t
construir no coincide siempre y necesariamente con los Esiados existentes. Mi idea del ca que resolviera definitivamente las. más radtc~le~ ~ontradtc
Estado se constituye también como idea reguladora para la armonización de los ciones de la historia social o colectiva. Debe mststtrse en la
intereses a nivel internacional, esto es, como posibilidad de un pacto desde la igualdad
y la libertad de los pueblos y naciones para armonizar lo individual (nacional o local) naturaleza metafísica que implica una sustancialización del
con los intereses colectivos de la humanidad como tal. Estado como lugar «ético» para la realización dt; la _libertad ~ la
73. Cf. N. M. López Calera, •Teoría crítica del Derecho•, en Anuario de igualdad de todos los hombres. D~~de. !a teorta ttene senttdo
Derechos Humanos, Madrid, 1986-87, núm. 4, pp. 161-171. justificar la necesidad de una conctltac1on de elementos, cuya
100 101
YO, El ESTADO REFUHDAR El ESTADO
contradictoriedad puede producir indudables dramas huma- convertir la «sustancialidad» del Estado en un absoluto, lo
nos. Tal justificación puede servir tan sólo para orientar la cual, además de ser peligroso para las individualidades, es
praxis. Las grandes dificultades aparecen cuando se pasa de la ingenuo e imposible. Esta concepción sustancializadora del
teoría a la praxis, donde las cosas no son tan racionales. Nunca Estado quiere mantener la vivacidad dialéctica de lo individual
se tiene la garantía de que el ser (el Estado diseñado ideal o y lo colectivo. Porque ni la idea ni la realidad pueden tened~
metafísicamente) alcance su plenitud en la historia. La historia, como definitivas y perfectas y siempre mantienen dentro sí un,
lo real-conereto, falsifica siempre de alguna manera lo ontoló- elemento de negación. Si el Estado se entiende, desde esta
gicamente proyectado. El paso de lo ontológico-trascendental a perspectiva sustancializadora, como un paradigma de síntesis,
la realidad histórica es siempre un trabajo imperfecto y ambi- es simplemente porque se considera necesario ofrecer una
guo. Sin embargo, la realidad necesita de un proyecto metafísi- posibilidad razonable, no real, de que los conflictos humanos
co (universalizador y utópico) que no la deje descansar y sobre pueden tener progresivas soluciones, que nacerán de esa bús-
todo que le abra perspectivas de universalidad, que en este caso queda inacabada e inacabable de una síntesis definitiva.
sería superar la parcialidad de lo individual-concreto o de un
ser colectivo (la sociedad civil o incluso un Estado concreto e
histórico) negador de lo individual-universal. 5. Dialéctica y Estado: ¿qué dialéctica?
En cualquier caso, creo que, en la actual coyuntura históri-
ca, determinada por un desmedido postmodernismo político, Como acaba de decirse, esta concepción sustancializadora del
no estorba proponer un· proyecto metafísico de claras connota- Estado asume la naturaleza dialéctica de la historia social, esto
ciones utópicas sobre lo que debe ser el Estado. Lo que se es, la contradictoriedad irreductible de lo humano. Por consi-
quiere afirmar, en última instancia, es que·ni el individuo ni la guiente, se hace indispensable preguntarse qué se entiende aquí
sociedad pueden «por sÍ•• resolver sus contradicciones. Ambos por «dialéctica». En principio me parece acertada la vieja
necesitan buscar un lugar de encuentro superior, en el que definición hegeliana de que la dialéctica es el caminar de la
pudieran sublimar lo positivo-propio y abolir lo negativo-pro- cosa misma (der Gmrg der Sache selbst). Las cosas son su
pio. Tampoco «sustancializar» el Estado quiere decir divinizar- mismo devenir en lo que son ya, en lo que no son y en lo que
lo o mitificarl9. Pienso que ni el «Todo» ni la «Parte», por sí y pueden ser, como momentos constitutivos y contradictorios de
en sí, pueden asegurar en términos absolutos la universaliza- su mismo ser. La esencia y la verdad de las cosas están
ción de los intereses y los fines, ni su satisfacción individual. La determinadas por el principio de que «todas las cosas son en sí
«pretensiosidad» y el «absolutismo teorético» del Estado ético mismas contradictorias» 74 •
hegeliano no tienen cabida en nuestra propuesta, entre otras La dialéctica se predica, pues, del ser. Es la vivacidad del
cosas porque participamos convencidos de planteamientos re- ser. Lo muerto, lo definitivamente extinguido, lo que no es, no
lativistas (quizás postmodernos) sobre la posibilidad de cons- tiene dialéctica. De la pura nada, del no-ser no se puede
truir un «definitivo relato» de la historia social. predicar una contradictoriedad definitoria. Pero la dialéctica es
Debo confesar la ambigüedad y ambivalencia de concepcio- el conflicto del ser con el no-ser en medio de su coexistencia
nes de esta clase, que tal vez sólo tengan una explicación inevitable, dramática y también creadora. El no-ser puede
plausible en que asumen una concepción dialéctica de la histo- entenderse, en sentido estricto, como el dejar de ser algo, pero
ria. Porque, en último término, tengo que reconocer que el también como el ser más o ser de otra manera. En este sentido
Estado, como todo proyecto de síntesis de la historia social, se sí puede decirse que el no-ser forma parte de ser. El no-ser, en
enfrenta a contradicciones que no pueden reducirse a términos definitiva, es la negación o la contradicción de lo que es, bien
absolutos, pues ello significaría una paz perpetua o el mismo
final de la historia. Una concepción sustancializadora del Esta- 74. G. \V. F. Hegel, WissensciJa{t der Logik, t. IV, p. 545, t!pud J. Ritter,
do es una «salida», no «la salida», a la intrínseca dialéctica de Historisches Wor/erlmch der Philosophie, Bd. 2, ·Dialektik-, Schawal->e, Basel-Stutt·
la historia social. Ir más allá de este planteamiento significaría gart, 1972, pp. 189-190.
102 103
YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO
como fuerza intrínseca al propio ser (inacabamiento, finitud, latente o manifiesta, fuerte o débil, que se produce permanente-
potencialidad), que es la que aquí interesa, o bien como fuerza mente en las relaciones intersubjetivas a partir de ese pluralis-
extrínseca y meramente destructora. La dialéctica significa, mo positivo y negativo que comporta lo individual de todo ser
pues, lo inconcluso, lo inacabado de la realidad, la finitud humano, exige mecanismos (el Estado) para ordenar esas rel.a-
paradójica (infinita finitud) de la cosa y, consecuentemente, su ciones, evitar una dinámica de destrucción y conseguir objeti-
mismo devenir inacabado e inacabable, que se entiende como vos comunes inalcanzables a nivel individual. Es cierto que esta
permanente transformación, como pérdida de identidad e in- necesidad del Estado como orden para la resolución de conflic-
cluso finalmente como destrucción. Descubrir o determinar los tos y como instancia para el logro de fines comunes cae
elementos, el ritmo, las posibles leyes de esa dialéctica que también en las redes de esa dialéctica individual-colectivo y se
contiene la realidad, y especialmente la realidad humana, es un ve fuertemente contestada por una individualidad dispuesta a
modo de conocer la cosa en s[ afirmarse aun a costa de arriesgarse a su propia destrucción.
La dialéctica de lo real promueve que el conocimiento Ya Kant había hablado de la ttngesellige Geselligkeit (la inso-
humano tenga que ser también dialéctico en su trabajo, es ciable socialidad) del hombre:
decir, que el método dialéctico sea también un modo necesario
para el entendimiento de la realidad. La dialéctica no se El que su inclinación a vivir en sociedad sea inseparable de una
predica sólo de lo real, sino también del conocimiento. El hostilidad que amenza constantemente con disolver esa sociedad ... El
método dialéctico significa que no hay una comprensión defini- hombre tiene una tendencia a socia/izarse, porque en tal estado siente
tiva de las realidades complejas y, por consiguiente, de la más su condición de hombre al experimentar el desarrollo de sus
realidad humana. La realidad, en su devenir dialéctico, no tiene disposiciones naturales. Pero también tiene una fuerte inclinación a
un momento fijo, un instante definitivo que pueda como individualizarse (aislarse), porque encuentra simultáneamente en sí
fotografiarse como su ser total, objetivo y acabado. En este mismo la insociable cualidad de doblegar todo a su mero capricho 77 •
sentido está claro que el método dialéctico implica una cierta
clase de relativismo. Implica un ir y venir, un afirmar y un También Rousseau reconocía esta inevitable contradicción
negar. Nunca, desde una perspectiva dialéctica, puede darse un que envolvía su mismo concepto de «voluntad general»:
conocimiento como definitivo. El método dialéctico implica
reconocer que los objetos son algo más que su concepto, o que
Así como la naturaleza da a cada hombre un poder absoluto sobre
el concepto lleva en sí el germen de su propia negación. No se
todos sus miembros, el pacto social da al cuerpo político un poder
puede, pues, estar conforme con la vieja definición escolástica absoluto sobre todos los suyos, y es este poder el que, dirigido por la
de la verdad como adeqttatio. Quien se ajuste a la disciplina voluntad general, lleva, como he dicho, el nombre de soberanía.
dialéctica tendrá sin duda que pagar un tributo de amargo
sacrificio en lo tocante a la variedad cualitativa de la experien-
cia 15 • Tal vez, en esto y por todo esto, lleva razón Popper Sin embargo, más adelante matiza:
cuando afirma que la dialéctica no puede ser ciencia 76 ,
Esta naturaleza dialéctica de la realidad se expresa de Pero, además de la persona pública, tenemos que considerar las
manera casi sublime en el ser humano y consiguientemente personas privadas que la componen y cuya vida y libertad son natural-
afecta en particular a la constitución teorética y práctica del mente independientes de ella. Se trata, pues, de distinguir bien los
Estado. Concretamente la contradictoriedad individual-colecti- derechos respectivos de los ciudadanos y del soberano (nota 4), y los
deberes que los primeros tienen que cumplir, en calidad de súbditos,
vo es la que de manera más radical se constituye en el trans(ott-
del derecho natural de que deben gozar en calidad de hombres.
~o dialéctico de la idea regulativa del Estado. La conflictividad,
75. Th. W. Adorno, Dialéctica negativa, Taurus, Madrid, 1971, pp. 13-14. n. l. Kant, Ideas para 1ma historia universal e11 clal'e cosmopolita, Tecnos,
76. CL R. Valls Plana, La dialéctica, Montesinos, Barcelona, 1981, pp. 71 ss. Madrid, pp. 8-9, Cuarto Principio.
104 105
REFUNDAR El ESTADO
YO, El ES 1 ADO
Y la nota número 4 a pie de página dice: muchas veces ordenar y promover los valores e intereses de
muchos individuos que son iguales. Ser yo mismo me obliga a
Os ruego, lectores atentos, que no os apresuréis a acusarme aquí de realizar cosas en favor de otros. La realización de lo individual-
contradicción. No he podido evitarla e11 los térmi11os, dada la pobreza humano depende de la realización de todos los seres human9s.
de la lengua; ·pero, esperad 71• Un ejemplo en este sentido se encuentra de manera clara ~n
la experiencia histórica de los derechos individuales, como
Evidentemente habría que hacer muchas aclaracion~s· ~obre derechos humanos y fundamentales, que tienen obviamente a
lo que puede entender~e po_r «ind_ivi~u.alida~h> y <<soctaltdad» la individualidad como su fundamento primero (no el más
del ser humano. En prtnctpto, la mdrvtdualtdad puede enten- importante). Todos queremos algo para nosotros con exclusión
derse como el conjunto de valores, fines e intereses .que deter- de los demás. Sin embargo, la socialidad es también una
minan la dinámica de un ser humano como <<realidad para sÍ». condición necesaria para su realización y paradójicamente el
El.<<para sÍ» puede tener un sentido (undante o identifica!'~e d~I primer motivo de su limitación. Nuestros derecho~ dependen
ser, al que no se está dispuesto a renunciar, porque s~gmftcana de una organización social que los promueva y deftenda. Esta
no ya su negación co~o individuo, sino .s,u negact?n como fue una de las tesis centrales de todo el contractualismo
especie. Pero el «para SI» puede t~ner tambten el senttdo de )o moderno. La existencia de tales derechos implica necesaria-
importante-individuado que no tte~e ~n. cuenta el <<para. st»- mente su negación, alguna negación al menos, esto es, su
incondicionado de otros seres. Lo tndtvtdual como «realidad limitación. De aquí el carácter no absoluto de los derechos
para sÍ», en este último sentido, puede ser negado. Incluso un humanos se explica por la socialidad inevitable que acompaña
«para sÍ» puede ser, paradójicamente, una negación. El am<?r, a la realización de lo individual. Ya los artículos 1 y 4 de la
la amistad o la paternidad implican negaciones de un <<para st», Declaración de los derechos del hombre y de ciudadano de
aunque al mismo tiempo co~lleven su realiz~,ción .. También lo 1789 establecían, por un lado, que «la meta de toda aso_ciación
individual puede ser afirmado en su negac_ton, st con ~llo_ s_e política es la conservación de los derechos naturales e Impres-
posibilita una igual realiza~ión de la totalidad de los tndtvt- criptibles del hombre», pero añadía a continuación que. «el
~ru. . ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no ttene
Tal p~radoj_a de lo individ~al (s~ ne&ación para su r_ea!iza- más límites que los que aseguran a los demás miembros de la
ción) esta mamfestando el caracter mevttable de la soctaltdad sociedad el goce de estos mismos derechos».
humana. La socialidad significa que algunos de esos valores, La historia de los derechos fundamentales es una de las
fines e intereses individuales comportan una dimensión inter- pruebas más fuertes de una de las contradicciones constitutivas
subjetiva, unas veces con mayor fuerza y otras de modo más del ser humano. No ha habido jamás en la historia un acuerdo
débil, esto es, una vocación estrictamente alterocéntric~. En definitivo respecto a una armonización de lo individual Y lo
cualquier caso la socialidad forma parte de la individualidad, social que sirva a la constitución jurídico-política de la con~i
en cuanto en definitiva beneficia al individuo concreto, pero vencia humana. Toda teoría del Estado ha de proponerse, sm
puede diferenciarse de la pura i_ndividualidad, porque se !de.nti- embargo, resolver esa dialéctica, aun a sabiend.~s _de 9u~. se
fica en que los valores, fines o mtereses se ordenan y se ltmttan trata de una dialéctica irreductible. Su resolucton defmtttva
en relación a otros seres o en beneficio también de otros sujetos significaría algo así como el final de la historia.
distintos del que los promueve o trata de realizar~os.. ~a
socialidad transforma incluso fines y valores que, en prtnctpto,
podrían entenderse como e~trictamente individuales .. Desde 6. La hegemonfa relativa del Estado:
esta perspectiva nada o cast nada del hombre es aJen~ ~1 bases para una concepción dialéctica
hombre. Lo individual no existe aislado, no puede extsttr de las relaciotzes sociedad civil-Estado
aislado, en términos absolutos. Realizar lo individual implica Una teoría sustancializadora y dialéctica del Estado se enfrenta
78. J.-J. Rousseau, El cotttrato social cit., l. 11, cap. IV, p. 32. dialécticamente a lo individual a través de la sociedad civil, que
106 107
YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO
es donde lo individual puede aparecer como problema consis- ción de relaciones intersubjetivas amplias y complejas. En este
tente para la organización colectiva. Y desde esta perspectiva sentido, la sociedad civil puede entenderse como un modo de
sostiene la hegemonía relativa del Estado sobre la sociedad asociación y organización más inmediato, más espontáneo, que
civil.. En cuanto «relativa», admite que esa hegemonía deba ser surge sobre todo del sentimiento y de las necesidades materia-
contmuamente contradicha por la sociedad civil. Todo lo que les. El Estado, en cambio, se entiende como un modo más
aquí se ha dicho a favor del Estado no tiene sentido sino en artificial y con una pretensión racionalizadora, sin duda ambi~,
medio de una permanente conflictividad con la sociedad civil. gua, de esas relaciones intersubjetivas. La sociedad civil man-
Tal planteamiento lleva evidentemente a una problemática tiene un mayor respeto por lo individual-concreto, mientras
vieja y nunca resuelta. Francisco J. Laporta ha llegado a que el Estado «piensa» más en lo individual-colectivo y produ-
manifestar «la convicción de que el uso que se está generalizan- ce transformaciones del individual-concreto. En cualquier caso,
do. de la clásica dicotomía Estado/sociedad civil tiende más como conceptos históricos o como categorías a priori, sus
bien a ocultar que iluminar el entendimiento de nuestros relaciones no son pacíficas, sino que entran frecuentemente en
problemas reales» 79 • Sin embargo, personalmente estoy más de fuertes contradicciones.
acuerdo con la tesis de john Keane. Si una universalización del En cualquier caso me parece que la dicotomía se puede
poder del Estado y una universalización de la sociedad no son constatar en la experiencia histórica como dos realidades per-
ni viables tti deseables en las condiciones actuales entonces el fectamente diferenciadas o diferenciables. Que hay una reali-
mantenimiento de la distinción entre Estado y s~ciedad civil dad que se llama Estado no puede discutirse y que toda la
puede ser una condición decisiva para la democracia en las realidad intersubjetiva no se reduce al Estado tampoco puede
sociedades complejas ~ 0 • De todos modos Keane considera que discutirse, es decir, existe lo que podría llamarse el no-Estado.
n? se trata de .productr ahora un nuevo paradigma. Un ••meta- Lo que no es el Estado sé puede entender como algo existente
dtscurso» teónco que hipostasiara la distinción caería en gene- antes y después de la constitución del Estado mismo. Lo que
ralizaciones filosóficas o en simplificaciones sociológicas 81 • existe atttes que el Estado, como organización elemental de
Pero. la distinción. entr~ sociedad civil y Estado cumple dos relaciones intersubjetivas complejas, basada en sentimientos,
functones normattvas tmportantes: una, sirve para advertir intereses y necesidades parciales, es precisamente lo que podría
sobre las con~e~ue~~ias indesea~les de los intentos prácticos de llamarse simplemente «sociedad», pueblo o nación, conceptos
anular esta dtstu~cton; y otra, strve para abogar por la necesi- y realidades que, a partir del siglo XIX, son frecuentemente
da~ de un pl?~alt~~o más ar,n¡;>l~o en la distribución del poder englobados también bajo la categoría de sociedad civil. El
soc!al y I?o.Itttco . En defmltlva, replantear las relaciones Estado se constituye para representar a esa realidad «anterior».
soctedad ctv.ti-Est~do es plantearse la problemática del pluralis- El Estado nace de y para la sociedad. El artícúlo 1 CE sentencia
mo, de poltcen.tnsmo, y el control del poder político. Creo, que los poderes del Estado emanan del pueblo español. El
pues, que esa. ?•cotomta e~ u.na realidad viva y decisiva para la Estado representa a alguien. Ese «alguien» es precisamente la
fundamentact~n y e~ten~tm!ento de esa concepción dialéctica sociedad, el pueblo no constituido, no organizado jurídica y
del Estado, mas arnba dtsenada. - políticamente. Todo Estado democrático representa a la socie-
Indudablemente la sociedad civil y el Estado son dos con- dad, que es lo legitimante. Un Estado dictatorial, que no
ceptos históricos, pero también pueden ser entendidos como representa a la mayoría de los sectores sociales, es el que de
categorías a priori sobre los modos de asociación y organiza- manera más rotunda ejemplifica la «distinción», la «separa-
ciÓn» entre sociedad y Estado. .
79. F. J. LapDrta, •So~~e la precariedad del individuo en la sociedad civil y los Lo que existe después del Estado y no es el Estado consti-
deberes del Estado democrallco•, en Sociedad civil o Estado. Reflujo o retorno de la tuye la llamada «sociedad civil» en términos dialécticos. Por-
sociedad civil, Fundación Eberr-lnstituto Fe y Secularidad, Salamanca, 1988, p. 19.
80. J. Keane, •IntroducciÓn•, op. cit., pp. 14-29. que es evidente que aun el Estado más democrático existente
81. lbid., p. 15. no se identifica con la sociedad. El Estado, a pesar de su
82. lbid., p. 28. democraticidad, es una cosa y la sociedad es otra. Ambos
108 109
YO, El ESTADO REFUNOAR El EST AOO
existen como realidades diferenciadas y a veces incluso enfren- píos constitutivos del Estado (Estado democrático), con todas
tadas. La autonomía, emancipación o sustancialización de los las sombras e insuficiencias que se quieran, proporcionan una
aparatos del Estado o del Estado mismo es una realidad mayor racionalidad a las relaciones sociales desde el punto de
evidente. Se podría parodiar una famosa frase histórica y vista de la justicia (igualdad y libertad), una r;;¡cionalidad
resumir la situación diciendo que, aun dentro de un sistema distinta y superior a la que puede proporcionar la socieda'd
democrático, «el Estado no soy yo». Incluso podría llegarse a la civiL \
conclusión de que el Estado es mi enemigo. Esa hegemonía del Estado se justifica también a partir de
Lo que me interesa destacar ahora es que hay dos realida- las mayores insuficiencias de racionalidad de la sociedad. La
des que viven una contradictoriedad permanente e irreductible sociedad, como realidad previa al Estado o la sociedad civil
en términos absolutos. El reconocimiento del carácter dialécti- como realidad residual respecto al Estado, tienen unas estruc-
cq de esa relación implica que no cabe afirmar una prevalencia turas ·Y unas reglas muy distintas de las propias del Estado.
o hegemonía absoluta de un elemento sobre otro, ni del Estado Parece que la «racionalidad» a partir de la cual se construye la
sobre la sociedad, pero tampoco de la sociedad sobre el Estado. sociedad es una «racionalidad menos universalizable» de prin-
Tan progresista como reaccionario puede ser pedir más Estado cipios, de convicciones y de fuerzas. Es una «racionalidad
y menos sociedad, como pedir más sociedad y menos Estado. menos razonable» que la que, al menos formalmente, se utiliza
Todo depende no sólo de lo que se entienda por una y otra para construir y determinar al Estado. Los fundamentos de las
realidad, sino también de las coordenadas históricas, complejas reglas y poderes sociales están en la tradición, en los sentimien-
y de muy diversa naturaleza, en que una sociedad y un Estado tos, en los intereses, que tienen sin duda también su racionali-
se relacionan. dad, aunque más alejada del reconocimiento de la igualdad y
Sin embargo, debo añadir a continuación que, en principio libertad de todos sus miembros. La sociedad es un reino donde
y de acuerdo con la experiencia del pasado y del presente, la puede reinar todo, desde una radical generosidad capaz de dar
alternativa más plausible y positiva es la hegemonía relativa del la vida por los demás hasta la más inhumana brutalidad capaz
Estado. El gran argumento a favor del Estado es su mayor y de sacrificar hasta la propia familia por un buen negocio. Si
mejor racionalidad por motivo de su mejor y mayor legitimi- pautas de este tipo se dan en el ámbito social-familiar, donde
dad democrática. El orden estatal es más racional para la -se dice-- anida más frecuentemente el amor, ya puede uno
igualdad y libertad de un mayor numero de seres humanos que imaginarse lo que puede pasar en otros ámbitos sociales, donde
la mera sociedad civil ayudada por un Estado mínimo, porque las · relaciones son menos personales, donde no existen los
se funda en principios más racionales y universales (no más afectos y donde los intereses juegan un papel dominante. Baste
reales siempre): la igualdad y libertad de todos los individuos fijarse en lo que sucedió y todavía sucede en el ámbito de ~as
que lo integran. relaciones económico-laborales, cuando está ausente la relattva
Esta perspectiva estatalista nos mete en una problemática racionalidad de un derecho (no de cualquier derecho) igualador
demasiado amplia (la democracia), que desborda el objeto de y liberador. Es el campo de las guerras más salvajes, donde
este estudio, pero algo puede y debe decirse a este respecto. Y triunfa la ley del más fuerte.
es lo siguiente. En principio el Estado empieza a ser una Aunque la sociedad es el legitimante primero --en el tiem-
realidad aceptable y positiva, en tanto que se legitima por la po-- del Estado, su negación y superación por el Estado
sociedad, por el conjunto de los individuos y grupos que no pueden ser positivas. Se puede ~firmar que el Estado .~n las
tienen una constitución jurídico-política acabada o la tienen sociedades avanzadas es algo· mas que una estructurac10n de
muy imperfecta y quieren autoconstituirse o constituirse de un poderes políticos para la mejor ordenación de la sociedad. El
modo más racional, con medios más racionales, entre los que Estado, en estos países avanzados, se presenta también desde el
destacan la universalización formal de la igualdad y libertad de punto de vista constitucional como un modelo social, como un
todos los seres humanos, el pluralismo político, la participa- modelo de organización sociaL La sociedad, pues, se supera a
ción política y el Derecho como voluntad generaL Los princi- sí misma por la constitución de un Estado democrático. El
110 111
YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO
Estado aparece así, al menos constitucionalmente, como la riesgos como en otras épocas ciertos ámbitos de autonomía o
superación -antítesis- de la sociedad, como el modelo social, de auto-regulación. En suma, nadie puede afirmar incondicio-
hacia el que la sociedad debe encaminarse y que ha sido nalmente que la sociedad debe prevalecer frente al Estado,
democráticamente plasmado en una Constitución. A partir de como tampoco que el Estado debe prevalecer sobre la sociedac:l.
este momento el Estado se convierte también en una racionali- La propuesta de una relativa hegemonfa del Estado que
dad ideal. Las Constituciones son, en este sentido, algo más aquí se hace está condicionada por esa inevitable dialéctica de
que mera norma, aunque lo sean. Son el diseño de cómo lo individual y colectivo a que ya he hecho referencia y que'
idealmente tendría que funcionar una sociedad. significa el reconocimiento de la riqueza de lo humano de la
Porque la sociedad legitima al Estado, pero al mismo vida colectiva, esto es, la imposibilidad de que lo humano
tiempo el Estado supera a la sociedad, hay una inevitable pueda expresarse o realizarse en una sola formulación organi-
dial~ctica entre sociedad y Estado. Y no debe extrañar, pues, zativa. En cualquier caso, la relativa hegemonía del Estado
que el Estado real, en parte ideal realizado y en parte mero implica, para mí, algunas exigencias elementales que no estor-
ideal, trate de erigirse en una realidad superior a la sociedad. El ba repetir.
Estado es algo así como un educador, a veces fuerte y duro,
que la sociedad ha nombrado, al que ha dado una mandato y al a) Me parece importante y decisivo que la tensiótt dialéc-
que costea para que haga a veces cosas que no le gusta (a la tica sociedad civil-Estado se mantenga en la teoría y en la
sociedad) con la finalidad de mejorarla. La relación .entre praxis social. Pienso que en tanto se mantenga viva la dialécti-
mandante y mandatario es enormemente ambigua. Desde luego ca sociedad civil-Estado, éste es el mejor camino para mejorar
existe el riesgo de que el representante se emancipe o separe de los niveles de igualdad y libertad de las masas sociales. Lo peor
su representado, como hoy sucede con frecuencia. También es que puede suceder a un pueblo es el «silencio social» ante el
cierto que la sociedad tiene también sus posibilidades legales y Estado o la «pasividad estatal» ante la sociedad civil. Mantener
reales -en los Estados democráticos- de contradecir al Esta- unos niveles de conflictividad entre ambos, que no sea la
do, promoviendo el cambio de la estructuras estatales (cambios búsqueda una mutua destrucción, es algo positivo. No cabe
constitucionales) o de los objetivos concretos de los adminis- pensar en un Estado tan perfecto que ya no pueda hablarse de
tradores de ese Estado (elecciones generales). A pesar de sus un «algo social» distinto de lo estatal, porque todo lo social
déficits y crisis de legitimidad, la estabilidad política de los haya sido organizado y ordenado por el Estado y dentro del
países avanzados es resultado, entre otras cosas, de una positi- Estado y no haya ya lugar para la marginación o para la
va, aunque relativa, armonía entre sociedad y Estado. disidencia respecto al Estado. Como tampoco cabe pensar en
Pero también es cierto que el Estado no puede dejarse a su una sociedad tan perfecta desde sí misma que haga superflua la
aire, como si fuera una realidad ideal plenamente constituida y existencia del Estado. Es imposible un Estado sin sociedad
realizada, cuando todos sabemos las enormes distancias que diferenciada porque se hayan identificado, como también es
separan al Estado real del Estado ideal o constitucional. A imposible una sociedad sin Estado, al menos si se entiende el
veces nos podemos encontrar con la necesidad de negar al Estado como un conjunto complejo de estructuras de organiza-
Estado porque se presenta como realidad inacabada o corrom- ción colectiva de una determinada sociedad.
pida de esos poderes y objetivos ideales que se plasman en su b) -- Me parece decisivo el mantenimiento de la exigencia
Constitución. La experiencia demuestra que no se puede hacer viva de una mayor democratizaciótt del Estado, de todos los
una opción incondicional a favor del Estado. La sociedad civil órganos y aparatos del Estado, desde los más importantes
es decir, aquellas relaciones intersubjetivas y formas de convi~ hasta los más pequeños o periféricos. Esta mayor democratiza-
ve~cia que ~stán por deb~jo o á) ~~rgen del Estado, o que no ción significa, entre otras cosas, una mayor participación de
estan necesttadas de la mtervencton del Estado, tienen hoy - grupos e individuos en la fundación y control de los aparatos
unos niveles de racionalidad práctica respecto a los valores de del Estado, que es lo contrario de la abstención política y del
la igualdad y la libertad, que permiten respetar sin tantos pasotismo, una mayor diafanidad de sus actuaciones, una
112 113
L
YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO
democratización de los partidos políticos, que son los gestores mantenimiento de oligopolios y dominaciones de muy diversa
directos del Estado, un mayor control de la gestión de los clase. Como también estar a favor de la sociedad puede ser
órganos estatales, una más fácil revocabilidad de los represen- favorecer la expansión y el mantenimiento del gran capital en
tantes del pueblo a nivel de todos los órganos estatales, una manos de minorías y en otras ocasiones puede ser favorecer el
limitación y superación de la creciente burocratización y tecni- cambio e incluso la revolución de un sistema social y político 83 .'
ficación del gobierno y la administración de la cosa pública,
que impiden ver y controlar los objetivos y los resultados de las
distintas políticas estatales, etc., etc.
e) Me parece que no habrá una auténtica positiva sustan-
cializ'lción del Estado sin una más amplia y profunda democra-
tización social, porque no basta la democratización política.
Esta democratización social significa que más individuos y
grupos participen en las distintas agencias e instituciones socia-
les (culturales, educativas, deportivas, etc.) que no se identifi-
can con el Estado o no están integradas en el Estado. Esa
democratización tiene que alcanzar sobre todo al ámbito fami-
liar, empresarial y económico en general, ámbitos sociales que
por una tradición y una presión ideológica muy fuertes han
sido excluidos de estos procesos de igualación social y, por
consiguiente, de democratización. Mientras que un hijo sea una
cosa propiedad de unos padres o un trabajador sea un costo o
una herramienta para los propietarios del dinero y de los
medios de producción, será muy deficitaria la legitimidad del
Estado y muy difícil que sus objetivos más trascendentales sean
alcanzados. El Estado puede hacer muchas cosas por la socie-
dad, pero no puede hacer milagros, si la misma sociedad desde
sí no tiene importantes iniciativas para su conversión a más
altos niveles de igualdad y libertad.
114 115
YO, El ESTADO
INDICE DE CONCEPTOS obligaciones del: 56 Libertad: 32, 38-40, 46-48, 88, 96,
razón de: 89 98
refundación del: 15, 99
soberanía del: 48
sociedad civil y E.: 32, 61, 92, Marxismo: 33
107-113 Mercado: 33
subjetividad del: 60-64 Modernización: 36-37
sustancialización: 12, 45 Movimientos sociales: 31, 35-37
sustancialización negativa del: 14, Mundo de la vida: 40-42
45, 64 y sociedad civil: 43
sustancialización positiva del: 45,
.82, 89, 99-102
y economía: 20-25 Nacionalismo: 81
y escuela: 41 Nacionalizaciones: 22
Estado de bienestar Nazismo: 91
Administración Derecho crisis del: 13, 16, 24-25, 34, 39 Neocapitalismo: 37
derechos de: 57 funciones del: 26, 28 crítica conservadora del: 15 Neoconservadurismo: 17, 31, 34-35
persona jurídica: 57-60 límites del: 26, 28 crítica izquierdista del: 13 Ncoliberalismó: 24-25, 27, 37-38, 46
Alienación: 90 Derecho Administrativo y Estado: Estado de Derecho: 44, 49
Anarquismo: 36, 38 57-60 Estado liberal: 11
Antiestatismo: 37 Derecho internacional: 53, 73 Estado mínimo: 18, 24, 101 Objerivización: 42
Armonización (individual-colectivo): Derecho Penal: 75-76 Estado social: 11, 39, 41 Obligaciones del Estado: 56
84-85 Derecho subjetivo: 51 Obligaciones jurídicas: 54-55
Autoritarismo estatal: 17, 18 Derechos del Estado: 45-51 Organicismo: 62-63
Derechos humanos: 17, 48, 50 Familia: 41
Derechos individuales y fundamen- Fascismo: 91
Bien Común: 99 tales: 46-49, 72-75, 96, 105, Pacto político: 38, 47
107 Parlamentarismo: 33
Desmundanización: 42 Igualdad: 32, 38-39, 99 Partidos políticos: 34-35
Capitalismo: 13, 33 Desregulación jurídica: 27 Ilustración: 30, 43 Personas colectivas: 62-63
Clases, conflicto de: 34, 40 Dialéctica: 103-107 Individualidad: 106 Poder: 11, 99-100
Colonización Dios: 85 Individuo-sociedad: 98-99, 104-105 Postmodernismo: 33
interna: 39-41 Interés público: 65, 99 Privatización: 17, 24, 29
jurídica: 39, 41 Interés del Estado: 65 económica: 20-26
Contrato social: 83-84, 87, 91 Estado jurídica: 26
Corporatismo: 31-33 abolición del: 12-15 Property rights: 22
como sujeto: 46, 52, 54, 57-60 Juridización: 26-28, 39-40, 42 Pueblo: 68, 88-89
concepto: 23, 54-55 Justicia: 85
Deberes del Estado: 95 crisis del: 13, 25 Justicialización: 42
Democracia crisis de racionalidad: 15, 99 Razón de Estado: 89
de lo privado: 18 delitos contra el: 75
ingobernabilidad de la: 17 democratización del: 113 Legitimación democrática: 66
representativa: 70 derechos del: 45-60, 65-85 Ley: 85, 89 Seguridad nacional: 67
Democratización: 31, 79 función del: 21-23 Liberalismo Sistema: 40, 42
del Estado: 113 hegeliano: 91-98 económico-político: 29 Soberanía: 50-51, 81, 83
social: 114 individuo y E.: 49, 92-96 jurídico: 27 Socialdemocracia: 34
117 118
INOICE DE CONCEP10S
Falk, R.: 17
Balladore Palieri, G.: 62 Fcher, F.: 29
Bankowski, Z.: 62 Ferrajoli, L.: 14
Barth, H.: 85, 90 Fichte: 87
Baudrillard, J.: 30 Flathman, E.: 65
Berman, M.: 29 Fleischmann, E.: 91
Bettermann, K.A.: 47 Friedman, L.M.: 27
Blanke, Th.: 77 Fukuyama, F.: 29
Bluntschli: 62
Bobbio, N.: 14, 48, 77, 87-88, 91-
92, 98-99
García de Enterria, E.: 57, 59-60
Brzezinski, Z.: 17 Germino, D.: 97
Gierke, O. von: 62-63
Callinicos, A.: 30 Giner, S.: 20, 35, 99
Calvo Sordo, L.: 69-70 González, F.: 69
Camps, V.: 99 Goyard-Fabre, S.: 48
Chowdhury, S.R.: 73 Guildmann, T.: 40
Constant, B.: 19, 90-91
Cossío, A. de: 63
Crawford, J.: 53 Habermas, J.: 13-14, 25-26, 36, 39-
Crouch, C.: 33 43
Crozicr, M.: 17 Haller: 94
Harding, j.: 56
Hegel, G.W.F.: 29, 82-83, 86-88,
Dabin, J.: 51 91, 101-103
Deader, H.: 33 Heller, A.: 13, 29
119 121
INOICE DE NOMBRES
YO, El EST AOO
i\
Newman, 0.: 33-34 Valls Plana, R.: 104
11.
Nozcik, R.: 18 Vattimo, G.: 53
illl 122 123
!i!!
!i
11