Yo, El Estado. Nicolás María López Calera (1992)

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't'IJ, el Estado

Nicolás María Lópcz Calera

E D T o R A L T R o T T A
IN DICE

COlECCION ESTRUCTURAS Y PROCESOS


Serie Derecho

Prólogo ..... ·............................................... ·..... 9

l. LA OFENSIVA CONTRA EL ESTADO ........... 11


1. Sustancialización y crisis del Estado a finales
del siglo XX ............ ·..... . . . . . . . . . . . • . . . • . . . . . . 11
2. No corren buenos vientos para el Estado . . . . . 13
3. La ambigua recuperación de la sociedad civil. 16
4. La privatización económica o el thatcherismo. 20
5. La privatización jurídica o la «desregulaciÓn». 26
6. La privatización ideológica o el postmodernis-
mo político . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
7. La izquierda y la recuperación de la sociedad
civil: el corporatismo y los movimientos socia-
les . ..... ... .... .... .. ... ... .. .. .. . ... ...... .. .... .... 31
© Nicolás Mario lópez Calero. 1992 8. La «colonización jurídica» según Jürgen Haber-
© Ediloriol Trolla, S.A.. 1992 mas ................................................. 39
Ferroz, 55. 28008 Madrid
Teléfonos: 549 14 43 11. LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO ....... 45
54909 79
1. Las pruebas de la sustancialización: el Estado
Diseño tiene derechos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
Rofoel Celda y Jooquin Gallego 2. De los derechos individuales a los derechos del .
ISBN: 84 · 87699 · 27 · 8
Estado ............... ·....................·~.......... 46
Depósilo legal: VA · 171 /92 3. Un concepto de derechos del Estado: argumen-
tos y aporías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
Impresión 4. Hasta Kelsen dijo sí a los derechos del Estado. 53
Simoncos Ediciones, S.A.
Poi. lnd. Son Crislóbol 5. Desde el Derecho Administrativo: contra los
C/ Esloño, parcelo 152 derechos del Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
470 12 Valladolid
7
YO, EL ESTADO

6. La subjetividad del Estado . .. . . .. . . .. . . . . . . . . .. . 60 PROLOGO


7. Los derechos del Estado: de los casos difíciles a
la sustancialización negativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
7 .l. El derecho del Estado a su defensa y
seguridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . 66
7.2. El derecho del Estado a limitar los dere-
chos individuales .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. . .. . 72
7.3. Los derechos del Estado y el Derecho
penal ........................................ 75
7.4. El derecho del Estado a sus secretos 76
8. Una conclusión: es bueno que el Estado tenga
derechos ......................... ·.... . . . . . . . . . . . . . .. 79

III. REFUNDAR EL ESTADO .......................... ,. 81


1. ¿Qué hacer con el Estado? Hacia una razonable
refundación del Estado ........ .... ............... 81 En este Libro se reconoce que no corren buenos vientos para el
2. Voluntad general e individualidad inalienable. 83 Estado y al mismo tiempo, con precisiones importantes, se hace
3. El Estado como totalidad ética y política .. ... 91 una apuesta por el Estado. Por consiguiente, es wz Libro contra
4. Sentido y límites de una sustancialización del corriente y en alguna medida una cierta insensatez intelectual.
Estado .............................................. 98 Su motivación genérica es La convicción de que La teorla
5. Dialéctica y Estado: ¿qué dialéctica? ....... .... 103 jurldico-polltica debiera hacer hoy un excepcional esfuerzo por
6. La hegemonía relativa del Estado: bases para renovar las salidas a los conflictos sociales. Aquí se ofrece una
una concepción dialéctica de las relaciones so- modesta contribución ante una crisis de finales de siglo, que
ciedad civil-Estado . .. .. . .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. . 107 está dominada por uno de esos desconciertos ideológicos que
abundan siempre en La historia. EL neoliberalismo, con su
lndice de conceptos .................. .................... .... 117 recuperación de la sociedad civil y su propuesta de un Estado
mínimo, está sembrando ya sus buenas semillas y está recolec-
l1zdice de nombres .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. . .. . . .. .. .. .. .. .. .. 121 tando cuantiosos frutos para que 110 se produzcmz las transfor-
maciones históricas eficaces para que amplias masas sociales se
incorporen a disfmtar de razonables niveles de bie11estar y
libertad. Los Estados históricos tampoco colaboran a qtte la
historia tenga wt final feliz. Su ineficacia y crisis de legitimidad
son patentes. AL mismo tiempo aterriza la ideología postmo-
dernista, que nos ofrece «una reconciliación con lo que existe»
(Vattimo).
Sin asustarse: el Estado como sustancia y no como mero
accidente social, esto es, un Estado no regido por el viejo
principio Liberal de la subsidiariedad, un Estado profzmdamen-
te democrático, comprometido especialmente con una demo-
cracia social y económica, wz Estado que autentifique dla a dla
la conexión de los altos valores a los que sirve con las masas
sociales, un Estado que viva en continua tensión con la socie-
8 9
YO, EL ESTADO

dad y con los individuos concretos, si1t mimarlos en sus nume-


rosas negatividades y tampoco sin ap!as~arlos,_ ~n Estado asl es LA OFENSIVA CONTRA EL ESTADO
wt sujeto histórico qite puede contrt~utr dect~wamente a que
amplias masas sociales progresen en ltbertad e tgualdad. Defen-
der aqul al Estado no es defetzder «este» E~ta~o, los Estados ''
históricos y concretos, llenos de tantas y stt"!tlar~s n:z~ldades \

como las que puede tener cualquier otro suJeto mdwtdual Y


colectivo que se roza con el poder o lo detenta. Creo que ~ra
Holder/in el que decía que «siempre qtu~ el homb:e /?a quertdo
hacer del Estado su cielo, lo ha cotwerttdo en su m{tertto». No
creo que los infiernos de la historia hayan nacido ~e las manos
de u 11 Estado qúe pueda llamarse, auttque sea dtscretamente,
democrático. De lo que estoy más seguro es de que las le)'~s del
mercado, caminando bajo el palio de los_ los Estados m~ntmos,
lto sirven para producir un bienestar en zgualdad y e"! l~bertad.
1. Sustancialización y crisis del Estado a finales del siglo XX
De estas cosas y de algunas más y con mayor detenrmzento se
trata ett las páginas que siguett. La motivación genérica de esta investigación nace del descon-
cierto y la perplejidad que me produce la existencia del poder
Granada, noviembre, 1991. en las relaciones humanas. ¿Por qué alguien tiene que mandar
sobre alguien? En el ámbito social y político, la cosa es más
grave porque el poder se puede ejercer sobre grandes masas de
seres humanos. Y si el poder parece inevitable, me preocupan
las dificultades por encontrar alguna racionalidad o sentido a
esa «inevitabilidad» de la existencia humana, que es el poder.
Particularmente positivo me parece, pues, reflexionar sobre el
Estado, que constituye todavía hoy una de las formas más
importantes --evidentemente no la única ni la más importan-
te-- de personificación o institucionalización del poder. Es un
hecho evidente que los hombres y las mujeres de nuestro
tiempo, al menos los occidentales, se encuentran a finales del
siglo xx condicionados por una presencia fuerte e incluso
agobiante del Estado en casi todos los sectores de su vida. Su
fuerza tendencialmente totalizante o su consideración como
hecho de poder expansivo obliga a todos, teóricos y prácticos
de la política, a realizar un especial esfuerzo por introducir
altas dosis de racionalidad en su existencia.
Aunque la gente está cansada de tanto Estado, en principio,
a mí nq me parece negativa una historia social e individual
determinada fuertemente por el Estado, por un Estado social y
democrático de Derecho. La existencia de un Estado grande e
intervencionista tuvo una justificación clara en la necesidad,

11
10
LA OFENSIVA CONTRA EL ESTADO
YO, EL ESTADO

a mi entender, está inicialmente claro es que hoy se necesita


justa y benéfica, de supe~ar un E~t~do liberal, que.,había mucho Estado, indudablemente democrático, radicalmente de-
mostrado sus graves carenc1as 1 . Participo de la con.v1cc1on! ~n mocrático, para que la convivencia social y su ordenación
la que se gestó ese Estado social, de que una soc1edad <:tv1l, merezcan la pena calificarse de positivas y razonables. Hoy .Ya
sobre todo en los ámbitos de lo económico y lo laboral, deJada no cabe pensar una sociedad sin Estado. Agnes Heller ha
al libre encuentro de los individuos y sometida a un genérico
control de un Estado mínimo-policía reproduce y amplía las escrito recientemente que la ut~pí~ de la abolic!ón ~el poder
estatal ha de ser abandonada, s1 b1en es necesana mas demo~
injusticias y las desigualdades. erada política para evitar también la tiranía estatal 3 •
Ahora bien debemos reconocer que estamos rodeados por
todas partes d~ Estado, de aparatos estata!es, de exig~nc!as
estatales. En mi opinión, estamos en presencia de un autentico 2. No corren buenos vientos para el Estado
proceso de- sustancialización del Estado .. Por lo menos en las
sociedades políticas occidentales, los hechos demuestran que el En cualquier caso, parece evidente que ese Estádo intervencio-
Estado, a veces con demasiada frecuencia, se afirma como una nista (Estado social y de bienestar) no tiene buena prensa desde
especie de ser trascendental que vale en s{, por s{ y para si, esto hace ya bastantes años y las críticas le han llovido desde todos
es que trata de convertirse en una sustancia. Está claro que los sectores ideológicos 4 • La crisis está servida. En lo que sigue
h~y el Estado no es ya, como en los vieio.s tiempos libe~ales, ~n quiero exponer algunos aspectos de esta crisis centrada en la
mero <<accidente>> o <<producto>> de la soc1edad, que actua segun recuperación de la sociedad civil que se produce a partir de una
el principio de <<subsi?iari.e,dad». No se llega, no se ha llega~o serie de críticas, conservadoras y frogresistas, contra ese Esta-
al final o a la culmmac1on de este proceso, lo que podna do. Estas referencias a la crisis de Estado son simplemente un
significar una exaltación del Estado histórico al modo aristoté- pretrexto para proponer, en la última parte, una «refundaciÓn»
lico o hegeliano. Esto es, no creo que este proceso haya del Estado.
culminado ya con una sustancialización totalizadora del Esta- La crítica de la izquierda, por ejemplo, culpa al capitalismo,
do. En todo caso, podría hablarse de una sustancial!zación a sus crisis y contradicciones, de que no se haya producido una
parcial o relativa. En cuanto que h~bla!llo~ de un mtento auténtica democratización social y económica y que el Estado
continuado, de un proceso, estamos mas b1en m~ersos en una contemporáneo sea, pues, un poder opresor. Las tesis de Jür-
importante hegemonfa del Estado, en cuanto funciona como un gen Habermas en este sentido son conocidas. El capitalismo
ente que está en general y con frecuencia por enci~a .del tardío es un capitalismo regulado por el Estado, que pone fin al
individuo y de los grupos sociales. Ese proceso d~ ~ust~nclaltza­ capitalismo de la competencia. El Estado se dedica a satisfacer
ción ha llevado a lo que Alan Wolfe llama the ret(tcatton of the numerosos imperativos del sistema económico mejorando las
State, que consiste en su <<obie.~ivizaciÓn>>, est? es, en su conver- condiciones de valorización del capital acumulado: mejora de
sión en una cosa concreta y d1ferente de un mstrumento de la comunicaciones, planificación territorial, promoción científica
voluntad de- un pueblo; en su «personalización», ~~ su .~onver­ y técnica, incremento de la capacidad productiva del trabajo
sión en un organismo que piensa; y en su ~<ep1~1zac1on», es humano con el fomento de la educación y de la formación
decir en la constitución de sus ocupantes mtennos en una profesional, asunción de los costos sociales y materiales de la
esP.e~ie de héroes públicos dest}na.dos a re~lizar grandes ges~as producción privada, como paro y medio ambiente, etc. 5 • Pero
publicas, pero que no son autent1c.o~ serv1dore~ del pueblo.·
Si realmente este proceso es positiVO o negatiVO son cuestiO- 3. A. Heller, •Ün formal Democracp, en J. Keane (ed.), Civil Society and the
State, Verso, london, 1988, pp. 129 ss.
nes que vamos a estudiar en este trabajo. Sin embargo, lo que, 4. Como prueba de esa opini6n pública conservadora contra el Estado, cf. los
t. E. Díaz, Estado de Derecho y sociedad democrática, Taurus, Madrid, '1981, trabajos periodísticos de Jean-Fran>ois Revel, recogidos en su libro El rechazo del
Estado, Planeta, Barcelona, 1985.
PP· 83 SS. f :
2. A. WolCe, Tlu Umits of Legitimacy. Political contradictiotls o cont~mpDrary 5. J. Habermas, Problemas de legitimación en el ctlpitalismo tardlo (1975),
capitalism, The Free Press, New York, 19n, pp. 281-282. Amorrotu, Buenos Aires, 1976, pp. 49-52.

12 13
LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO

YO, EL ES lADO

Todo portavoz de clase, empresario u obrero, desea que el


tanto Estado al servicio, en última instancia, de la acumu,Jac_ión Estado sea al mismo tiempo parcial e imparcial, que sirva al
privada del capital y, en d~finitiva, del poder econom1co, interés particular y al interés general. Su .tarea se hace así
significa un Estado contra los mtereses de las masas populare~, imposible o llena de contradicciones 9 •
esto es de las mayorías sociales, a pesar de su democracia La lista de las quejas izquierdistas sobre el Estado interv~n­
formal 'y política. La co~~radicci?~ está. servida: la ~o~tradic­ cionista es larga. No se trata aquí de exponerlas ni de estudi"\r-
ción «entre una produccwn admmistratJvamente s?c1ahza~a Y las. Pero sí quería destacar cómo la izquierda se viene quejando
un modo de apropiaciÓf! y de empl~<? de la plusvaha q~e sigue desde hace ya bastantes años de que el Estado social o interven~
siendo privado» 6 • Pero mcluso pohucament~, n~ ya solo ~c~­ cionista sirve al capitalismo, tiene altas cotas de· ineficacia,
nómicamente el Estado -se critica desde la IZQUierda- elimi- restringe importantes libertades individuales y colectivas y no
na posibilidades de disenso, porque se autodefine como impor- sirve realmente a los intereses sociales mayoritarios.
tante e in~:uestionable: Los sectores conservadores mantienen tesis parecidas, no
todas, pero obviamente con argumentos distintos. Critican ese
El Estado acreditado por el consenso de todas las fuerzas políticas, se Estado grande porque oprime y limita importantes libertades,
propone ~omo valor supremo, co~o bien en sí, a .cuya defe~sa Y sobre todo en d terreno económico y exigen al mismo tiempo
conservación debe plegarse la legahdad. Y el garanttsmo cam~ta de más Estado y mayor eficacia estatal para reprimir determina-
sentido: de sistema de garantlas de libertades individuales Y del dtsenso das conductas que entienden como antisociales (inseguridad
pasa a ser sistema de garantías de seguridad, para tutela no ya de los ciudadana, consumo de drogas, aborto, etc.). Paradójicamente
ciudadanos frente a los abusos del Estado, sino del Estado Y sus lamentan al mismo tiempo la falta de libertad (Estado opresor)
«democráticas» instituciones frente al disenso y la oposición de los y el exceso de democracia para explicar su rechazo de un
ciudadanos 7 • Estado fuerte e intervencionista. El conocido informe de la
Trilateral sostenía que las exigencias radicales de igualdad, de
Esa «sustancialización no legitimada» del Estado s~ ~grava libertad y de participación han llevado a una fragmentación del
con el hecho de que ese Estado, prepotente y sustanc1ahza~o, poder y, consecuentemente, a una impotencia (<<Íngobernabili-
no es capaz de resolver grandes e importantes demandas. s.ocia- dad democrática>>) y a una deslegitimación 10 •
les. Es lo que Habermas también ha llamado la <<cns.Is de En cualquier caso, es evidente que la realidad del Estado es
racionalidad» del Estado, que se produce al no cumphr l~s hoy altamente problemática. No se sabe exactamente a dónde
imperativos de autogobierno que ~ecibe ~el sist~ma econÓmi- va el Estado a finales del siglo XX. Nuestras libertades y el
cos. El terrorismo, el paro, la msegundad ~mdadana, los destino de la humanidad están seriamente comprometidos por
salarios y las pensiones insuficientes, las carencias graves d~ la lo que es y sobre todo por lo que pueda ser el Estado en el
sanidad pública, son ~jemplos típic~s y tópicos e!l, este sentido. próximo siglo. Por ello creo que hay que seguir pensando sobre
Esa ineficacia no es, sm embargo, so!o !-~,"a cuesti.on ?e falta de el Estado. Concretamente creo que el Estado IZO debe ni puede
medios sino también una contradJccwn constitutiva de ese desaparecer, pero sobre todo estoy convencido de que se deben
Estado' social y de bienestar. Como ha dicho AJan Wolfe, reinventar teóricamente sus fundamentos Y. determinar el papel
estamos en un Estado que ha de servir al «todo» y a <<todos». que le corresponde en un momento histórico lleno de cambios
espectaculares y de perplejidades teóricas y prácticas muy
fuertes. La trayectoria histórica del Estado moderno ha sido en
6. /bid., p. 53. · ¡· D z 1
7. L. Ferrajoli, •¿Existe una democracia representativa•, en L. Ferra)o t Y •. o~·
Democracia autoritaria y capitalismo maduro, 2.001, Barcelona.• 19~0, P· 63. C · 9. A. Wolfe, The Limits o( Legitimacy. Political contradictions of contemporay
también R. Miliband, Capitalism democracy in Britain, Oxford U~1vers•ty Press, 1982; capitalism cit., p. 279.
J Habermas, Problemas de legitimación en el capitalismo tardfo, cit.; N. Poulana~~s Y 10. M. Crozier y otros, The crisis o{ Democracy, New York Universiry Press,
o~ros, La crisis del Estado, Fontanella, Barcelona, 1977; N. Bobbio Y otros, La c.,rtsrs de 1975; R. Skidelsky (ed.), The End of the Keynesian Era, 1977; B. Crozier, The
Mínimum State. Beyond Party Politics, Hamish Hamilton, London, 1979.
/a democracia, Ariel, Barcelona, 1985.
8. J. Habermas, op. cit., p. 64.
15
14
YO, El ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO

general, aunque lenta, progresiva. Se h~ culmin~d~ con el ido tan bien para ese Estado. Particularmente sus aCtuaciones
Estado social de Derecho, con el Estado mtervencwntsta y de en el campo de las políticas sociales y económicas se cuestionan
bienestar. Pero parece que ha llegado a un punto de inflexión radicalmente. Sobre todo las fuerzas sociales e ideológicas
que exige un gran esfuerzo y una gran imaginación teórica. conservadoras opinan que el Estado intervencionista es , un
Una teoría crítica de la política debe reflexionar sobre las grave impedimento para el desarrollo económico. Se argum~n­
insuficiencias y contradicciones de ese Estado, así como sobre ta que las teorías de Keynes sobre la intervención del Estado én
sus alternativas. ·
En las páginas que siguen voy a reflexionar con ~ayor
la vida económica han fracasado. En consecuencia se vuelve a
insistir en la necesidad de recuperar el viejo modelo económico
detenimiento y profundidad sobre algunos aspectos negattvos y del liberalismo y se apuesta decisivamente por el mercado para
positivos de este proceso de sustancialización del Estado, sobre resolver los problemas de desarrollo y de distribución de la
la conveniencia de afirmarlo o negarlo. Inevitablemente hay riqueza: more Market, less State. Esto es, s_e exige «desestatali-
que preguntarse si conviene mantener y animar ese proceso de zar» y despolitizar la economía y dar paso de nuevo y con
sustancialización estatal con las correcciones que sean necesa- renovado vigor a la iniciativa privada.
rias, o bien si hay que reconstruir los Estados-mínimos. En mi La_ recuperación de la sociedad civil, entendida como lo
opinión, hay que optar por una «refundaciÓn» del Estado_ que ~ocia( no integrado en el Estado o como la «desregulaciÓn» de
haga frente a los retos de un mundo que, por muchos mottvos, tmportant~s sectores de la vida pública, es una propuesta
es evidentemente cada vez más distinto de aquel en que nació car~cterísttca del actual panorama económico y político. Ahí
no sólo el Estado moderno, sino también el contemporáneo. estan los hechos y los datos. Una ola de privatizaciones nos
En las páginas que siguen se intenta construir una teoría del invade. Las compañías privadas de seguridad suplen o comple-
Estado que se pregunta fundamentalmente qué hacer con el mentan a las fue:zas de se~uridad del E_stado. Las empresas de
Estado en el siglo xxt. Para tan ambicioso objetivo me voy a «palomas mensaJeras» sustttuyen con eftcacia al Correo estatal.
apoyar en una concepción dialéctica de la historia y más ~os fondc;>s de pensiones _desvelan la crisis, las carencias y las
particularmente en la inevitable e insuperada dialéctica de lo tmpotenctas de la Segundad Social estatal. Las enseñanzas
individual y lo colectivo, que se manifiesta en esas realidades y buenas, los «masters», son impartidos por instituciones priva-
conceptos históricos que son la «sociedad civil» y el «Estado». das y no por las Universidades estatales, etc.
~unque la recu~e~~ción !eórisa .de la sociedad civil implica
una mdudable ambtguedad tdeologtca y su valoración política
3. La ambigua recuperación de la sociedad civil depende del contexto sistémico en el que se inserte, parece que
la propuesta de una recuperación de la sociedad civil ha venido
Los procesos de estatalización creciente en nuestro siglo se ~a.n principal~e.nte de los s_ectores sociales conservadort:s, que criti-
producido, entre otras causas, como una respuesta a c~tsts c~~an y cnttc~n _el crectente autoritarismo de Estado, la imposi-
económicas y sociales. El Estado social y de bienestar ha stdo, cton de una logtca estatal, para la que los individuos cuentan
en el plano ·jurídico-político y en el plano económico, un cada vez menos 11 • Paradójicamente el famoso informe de la
instrumento decisivo para superar desajustes sociales, graves Trilateral se quejaba ya de la falta de autorid~d se lamentaba
injusticias que el viejo Estado liberal no había sido capaz de de la «ingobernabilidad democrática» 11 , que of;ecía más bien
resolver. Sus resultados, globalmente considerados, han sido,
en mi opinión, altamente positivos. 11. R. Falk, H11man rights and State sovereignty, Holmes-Meier Publishcrs, New
Ahora bien, tal vez porque los problemas quejustificaro~ la York-London, 1981, 63-64.
aparici-Ón de- un Estado fuerte e intervenctontsta han stdo 12. Z. Brzezinski, Introducción a M. Croizier y orros, The Crisis o( Democracy.
resueltos, o tal vez porque la grave crisil'; económica de l~s 70 Report on the goberttabt1ity o( democracies lo tbe Trilateral Commission Ncw York
Universiry Press, 19?5, pp. 2-9. Cf. P. Rosanvallon, La crise de I'Etat-provide11ce Seuil
ha colocado a ese Estado ante graves contradicciones e impo- Paris, 1981; H. Dubiel, Was ist Neokoserz,atismus?, Suhrkamp, Frankfurt, 1985; A:
tencias, el hecho es que a partir de los años 70 las cosas no han Maeszre, •¿Qué es Neoconservadurismo?•, en Sistema, 1986n3, pp. 3 ss.

16 17
YO, El ESTADO LA OFENSIVA CONTRA EL ESTADO

--como ha escrito Macpherson- <<la eutana_s~a de la dem~cra­ civil, habría que preguntarse qué se entiende por sociedad civil,
cia liberal» 13 • Los sectores conservadores cntican contradicto- habría que preguntarse y dar alguna respuesta, aunque sea
riamente; desde el punto de vista políti~o, el aut~ritarismo breve, sobre qué se recupera. La historia de la _palabra y del
estatal y la expansión de las libertades. Qmeren a':ltondad en I_o concepto está ya bastante elaborada. Lo primero que _debe
político y libertad en lo ec~mómico. Al final se ~rnesgan a ped1r afirmarse es que el concepto de «sociedad civil» es desde luego
menos Estado. Paradigmatica es en este sentido la teona de una «noción política», que no tiene un solo significado y qQe
Nozick a favor de un Estado mínimo (a mínima[ State), esto es, no es un instrumento neutro 17 • Aunque históricamente hit
de un Estado que ya no tiene como fun.ción pr~curar u.na tenido numerosos y diversos significados, la sociedad civil ha
justicia distributiva. Un Estado con functones mas amplias sido considerada como un mito político sin una definición
violaría los derechos de las personas 14 • • • • ••
estable y coherente, pero que tiene efectos prácticos:_
En los- últimos tiempos renacen, pues, vieJos pnncipios
liber~les amparados quizás con nuevos arg~mentos y otros La sociedad civil es uno de los instrumentos de la crítica del Estado,
que permiten denunciar sus intervenciones concretas. Pero este arma es
vocabularios. Se puede constatar una crec1ente :<fe, en la
de doble filo, recubriendo valores también diferentes hasta contradic-
sociedad civil. Tal vez esa creciente ,,fe» en la sociedad nace torios como la solidaridad y la autogestión de un lado, la iniciativa
más bien de un <<descreimiento» en el Estado. En todo cas? privada y la concurrencia de otro ".
aumentan las reacciones que tratan de justific~r la funcic;>~ah­
dad, la eficacia y la justicia de lo social y lo pnvad~ Y cntlcan Entre sus numerosos significados, destaca, dentro de este
esa cierta «sustancializaciÓp» del Estado, que esta llevand_o contexto de críticas al Estado social y de bienestar, su estrecha
-se dice-- a ahogar las libertades individuales y a producir conexión con las necesidades e intereses.no organizados políti-
graves desajustes económicc;>s. Se afirma _la c?nvicción de que la camente, como sostuvieron Bernard Mandeville y Adam Smith.
sociedad puede auto-organtzarse con eficacia en muchos cam- La sociedad civil -se ha dicho-- es un mecanismo regido por
pos hasta ahora controlados por el Estado: sus propias leyes, por las leyes del interés, del intercambio, de
las necesidades y no necesita ser reglamentado por las leyes del
La consideración de todo ello es que la sociedad civil, incluso en el 19
Estado • Durante todo el siglo XIX y prácticamente hasta los
área erizada de dificultades de las relaciones socio-económicas, mues-
años cuarenta de nuestro siglo, se afirma paso a paso la
tra hoy una capacidad considerable de integració~ social_y de c~eación
de focos de solidaridad y comunidad. No neces1ta dos1s mas1vas de
confianza de la sociedad civil en su autosuficiencia, como hizo
B. Constant 20 •
•estatalidad~ para conseguir esa integración 15 •
Sin embargo, hoy la sociedad civil aparece genéricamente
Sin embargo, lo que no está demo~trado es que en ella como el no-Estado, como el lugar o las relaciones en donde el
existan aceptables niveles de democrac_1a, por lo que desde Estado no debe intervenir:
estos sector_es neoliberales se ha rec~nocido que, par_a v~~ver a
la sociedad civil, es necesaria tambien la «democratizacton de La noción reaparece hoy en los discursos de los hombres políticos, de
los espacios privados» 16 • •, •
los filósofos, de los economistas y de los sociólogos. En los discursos
Ahora bien, cua~do se habla de recuperacton de la soctedad políticos, la sociedad civil aparece muy frecuentemente como el revés
del Estado y tiende más y más a ser cargada de un valor positivo 21 •

13. C. B. Macpherson, ·Democracy: utopian and scientific•, en T. Bell Y J. Farr


(eds.), After Marx, Cambridge University Press, 1984, p. 150. 17. F. Rangeon, •Sociéré civile: histoire d'un mor•, en j. Chevalier (ed.), La
société civile, PUF, París, 1986, p. 10.
14. R. Nozick, Anarchy, State and Utopia (1974), Basil Blackwell, Oxford, 1984,
18. /bid., pp. 31-32.
p. IX. • d d' E • . 19. /bid., pp. 16-19.
15. V. Pérez Díaz, El retorno de la sociedad civil, Instituto e Esto Jos <;onomt-
20. /bid., p. 21.
cos, Madrid, 1987, pp. 13 ss. 21. /bid., p. 29.
16. /bid., pp. 42-43.

18 19
lA OFENSIVA CONTRA El ESTADO
YO, El ESTADO

tización de importantes empresas estatales o públicas ha sido y


La sociedad civil puede definirse como aquella esfera histó- es el ejemplo más significativo de esta recuperaciÓJ? de la
ricamente constituida de derechos individuales, libertades Y sociedad civil. La política económica de Margan:t Thatcher en
asociaciones voluntarias, cuya autonomía y competición mutua el Reino Unido es un modelo, fuerte y riguroso, de esa retirada
en la persecución de sus intereses e intenciones privados que- del Estado del campo de la producción de bienes. El sugestiyo
dan garantizadas por una ins~ituci?~ pública, llama~a ~stado, título de un libro recientemente editado en Gran Bretanfl
la cual se abstiene de intervenir pohucamente en la VIda mterna expresa por dónde ha caminado el thatcherismo: Sellir~g the
de dicho ámbito de actividades humanas 11 • La sociedad civil State. Voy a referirme brevemente a este caso y a este hbro.
evoca los valores de la autonomía, de la responsabilidad, de la Su autor, Cento Veljanovski, sostiene inicialmente que esta
asunción de los individuos de sus propios problemas, del libre política de privatización de industrias y esta retira~a del Est~do
juego del mercado 23 • de la producción de bienes y servicios han convertido al Partido
En resumen estamos en presencia de un proceso de recupe- Conservador en un partido radical y han alterado la naturaleza
ración de la so~iedad civil. Este proceso está animado y favore- del Estado en la economía británica. Incluso el gobierno de M.
cido especialmente por sectores e ideologías conservadoras. Sin Thatcher ha hecho esta política con pequeña oposición, lo que
embargo, se debe reconocer la ambigüedad que puede tene~ ,la demuestra que ha conseguido un cambio en el consenso nacio-
defensa de lo social frente a lo estatal, dado que tambien nal sobre las funciones del Estado en la sociedad democrática.
sectores progresistas han participado en sus críticas al Estado Como se sabe, esta política de privatizaciones no ha sido
intervencionista y de bienestar y han reivindicado importantes exclusiva de los gobiernos conservadores. Gobiernos socialistas
esferas de autonomía para la sociedad. Veamos a continuac.ión (como el caso español) han realizado políticas económicas, que
algunos ejemplos de la recuperación conservadora y progresista se han basado en privatizaciones. Numerosos gobiernos de
de la sociedad civil. . otros países han seguido el modelo de Thatcher. Si las ideas
políticas pudieran tener un copyright, el gobierno de M. That-
cher estaría en el camino de convertirse en un best-seller
4. La privatización económica o el thatcherismo internacional 24 •
Según Veljanovski, el problema de las privatizaciones de las
Hace poco tiempo (8 de abril de 1991) el semanario ~<Ti~en empresas públicas no se resuelve a partir de clichés, de ideolo-
dedicaba la información central de este número a la «privatiza- gías o creencias sobre el Estado. Una concepción del papel del
ciÓn» bajo titulares como: «se venden, «los gobiernos en t~dos Estado no sirve realmente para entender lo que realmente está
los sitios liquidan sus activos», «Usted puede coml?!ar una h!lea pasando o para mejorar las instituciones existentes 25 • Estoy de
aérea filipina o una compañía de teléfonos meJicana». SI la acuerdo con la argumentación, muy anglosajona, de Veljanovs-
nacionalización ha sido la panacea económica del siglo, ahora ki de que los beneficios económicos y la eficiencia de estas
la privatización es la gran alternativa de los . 90! la gran privatizaciones tendrán que verse a largo plazo. Inicialmente la
medicina. Hay que dejar libres las fuerzas del capitalismo para sospecha de su rentabilidad social va más más allá de un juicio
que haga su milagro y resuelvan todos los problemas actuales. de intenciones. Son muchas las circunstancias concretas, legales
«Carlos Marx ha muerto; viva Adam Smith». y económicas, que rodean a las privatizaciones para sacar
En efecto, quizás el dato más significativo de esta recupera-
conclusiones generales. Baste citar --dice-- el fuerte compo-
ción de la sociedad civil sea el abandono por parte del Estado
nente monopolístico que integra las privatizaciones de determi-
de su importante protagonismo como suje.to e~onómic~ al nadas empresas públicas (teléfonos, gas, agua, etc.), los contro-
poner en venta partes importantes de su patrimonio. La prtva-
24. C. Veljanovski, Selling the State. Privatisation in Britlzin, Weidenfeld and
22. S. Giner, •Avatares de la sociedad civil•, en su obra Ensayos ciL'iles, P~nínsu­ Nicolson, London, I988, pp. XI-XII.
la, Barcelona, I9R7, p. 56. 25. lbid., p. XIII.
23. F. Rangeon, op. cit., p. 30.
21
20
YO, El ESTADO LA OfENSIVA CONTRA El ESTADO

les que establece el Estado para que los ciudadanos participen privatizaciones. Este argumento explica por qué los gobiernos
en esta empresas públicas privatizadas o los grupos económtcos socialistas no han tenido a veces ningún inconveniente ideoló-
que de hecho acceden a estas empresas privatizadas. gico o ético en realizar políticas económicas que tradicional-
En definitiva, la cuestión de fondo que se debate, en torno a mente han sido propias de una concepción conservadora ,del
las privatizaciones, es el J?apel que c?rresponde al Es~ado en las Estado. En suma, al Estado hay que juzgarlo por los efec'tos
sociedades avanzadas a fmales del stglo XX, esto es, st el Estado concretos de su política económica. Pero no se puede atribu~r
ha de ser un productor (a producer) y un propietario (the abstractamente al Estado ni la intervención ni la liberalización
owner of capital), según la propuesta igualitarista e interven- del mercado. No hay un Estado de derechas ·o un Estado
cionista propia del keynesianismo y propia del Estado social y progresista porque se pro_muevan o no las privatizaciones. Los
de bienestar, o el Estado ha de reducirse a ser protector (the resultados son los que cuenta.
protective State) conforme a los viejos principios liberales 16 • Lo En principio estoy de acuerdo con lo que parece que es el
que s·e está discutiendo también en este proceso -añade Velja- argumento de fondo de Veljanovski: el Estado no es una
novski- no es el «atractivo» económico o la eficiencia de un entidad que pueda definirse universalmente. El Estado, como
modelo u otro de Estado, sino dónde colocar y cómo organizar concepto y como realidad, tiene una incuestionable naturaleza
los centros de decisión. Parece como si las privatizaciones histórica. Y tampoco es plausible una concepción causal del
trataran de dar el protagonismo a los ciudadanos, a las organi- Estado, según la cual, establecido (constitucionalmente) un
zaciones privadas y promover así unas bases más democráticas Estado, se realizarían necesariamente los objetivos que· expre-
a la sociedad y más autonomía a los ciudadanos. Se trataría, san sus funciones definitorias. Por ello se puede decir que ni las
pues, de un problema de libertad, no de eficiencia. La esclavi- nacionalizaciones ni las privatizaciones son, en términos abso-
tud era mala, no porque era poco eficiente para la economía, lutos, inequívocas funciones de un Estado progresista o de un
sino porque restringía la libertad. No es el Estado lo que se Estado conservador. En todo momento habrá que considerar
cuestiona, sino sus funciones. En una economía liberal, el las consecuencias de esas dos clases de política de Estado. Hay
Estado tiene todavía que hacer muchas cosas, porque sin el que evitar los nominalismos políticos que llevan a la confusión.
Estado lo privado y el mercado se colapsarían. Por otra parte, La afirmación de una idea universal y abstracta no puede
la cuestión no es afirmar o negar la propiedad privada, que es tenerse como garantía de su realización. En suma, la ambiva-
algo vacío y general. Lo importante es qué concretos property lencia de las nacionalizaciones o de las privatizaciones parece
rights se tienen, cómo se ejercen y no la simple afirmación de la evidente. ·
propiedad. Una política de nacionalizaciones no es garantía de Ahora bien, conviene no exagerar estos planteamientos
una mayor- igualdad social y de distribución de la riqueza. Por analíticos y realistas. Es difícil, por no decir imposible, afirmar
eso los partidos de izquierdas no piensan ya en políticas de ••re- que hay conceptos universalmente <<buenos», porque la <<bon-
nacionalizaciones» 17 • dad» o la «maldad» hay que determinarlas en la praxis. Pero
La argumentación de Veljanovski me sugiere la convenien- creo que hay conceptos (y también realidades) que tienden por
cia de evitar todo dogmatismo metodológico respecto a este su propia estructura a ser más buenos que malos o más malos
tipo de cuestiones. Con ello quiero decir aquí que conviene que buenos, es decir, son tendencialmente buenos y tendencial-
evitar una concepción universalista sobre las funciones del mente malos. En este sentido se podría afirmar que, de acuerdo
Estado, a partir de la cual se pueda juzgar lo que el Estado debe con la experiencia política de los últimos cuarenta años el
hacer o no hacer (no lo que puede hacer) en el campo de las Estado social o de bienestar ha servido decisivamente al pro-
políticas económicas. Consecuentemente, no són p_osi?~es valo- greso en justicia y en igualdad de amplias masas sociales. Se
raciones absolutas o abstractas sobre lo que stgmftcan las podría afirmar incluso que estamos ante el modelo de Estado
que ~enos sirve, qu_e menos favorece al capitalismo, aunque
26. /bid., pp. 205 SS. tambten le haya servtdo. En resumen, creo que el Estado social
27. /bid., pp. 206-212. y de bienestar es un concepto tendencia/mente buetto, aunque a

22 23
YO, El ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO

veces en la práctica haya caído y caiga en graves contradic- Pie~~o . que el E~tado social y de bienestar tiene suficiente
ciones. legJttmtdad para mtervenir en la vida económica. Otra ·cosa es
Pero también hay conceptos tendettcialmente malos, aun- que ese Estado se h~y~ excedido a veces en sus funciones, no
que a veces sirvan a una praxis positiva. Este sería el caso de un ha~~ !~grado los obJetivos propuestos o haya perdido cotas de
Estado mínimo, dominado por la iniciativa privada y el merca- legttJmtdad. Todo eso p~ede. ~er cierto, pero ello sólo obliga a
do. Una experiencia política de cerca de dos siglos demuestra pr_ogresar en la democrattzacton del Estado en el ámbito econó-
que las graves injusticias sociales no se resuelven con la inhibi- n;ttc?, esto es, a procurar una democratización económica Cle
ción del Estado de los procesos económicos. Consecuentemente stmtlar altura a la democratización política.
una política económica de privatizaciones no sirve tendencial- Re~o~ozco _que los poderes estatales pueden ser también
mente a una justa distribución de la riqueza, aunque en algunos hegem<;>ntcos e mcluso autoritarios, pero son al menos localiza-
casos pueda ser positiva para un desarrollo económico y social. bies, st cometen _errores. En cambio, los poderes privados,
Margaret Thatcher dijo en alguna ocasión 9ue esa venta de cuando son do~u~a!l,tes, sue,Jen ser poderes ocultos, que se
empresas públicas, esas privatizaciones, servinan a la construc- !llueven por defmtcton en ambitos con escasos niveles de
ción de un democracia económica, esto es, a que más ciudada- Igualdad, de participación y de control democrático Además
nos británicos tuvieran acceso a la propiedad (a property- vo_Iver. a la so~iedad ci,vil_ desde el punto de vista e~onómico:
ownitzg democracy)2 8 • Veo muy difícil, por no decir imposible, pr!va~t~ar la vida economica, es hacerla ajena o alejarla de los
que una política de privatización dominante de los medios de pnnctptos, ~unque sean formales, de la igualdad y libertad de
produccion o un sistema económico favorable, por principio, a ~odos los ct~dadanos. En otras palabras, el neoliberalismo
la apropiación privada de los beneficios del capital puedan mtent~ v?l~er a u_n tipo de relaciones que no se ordenan bajo
llevar, de hecho, a una democracia económica y, en definitiva, los prmciptos de Igualdad y libertad reales de todos los hom-
a una mayor justicia social. Los datos concretos de esta política bres. De alguna ,man~ra_ s~ qui~re volver a una cierta «selva»,
de privatizaciones en Gran Bretaña muestran, por ejemplo, que d_onde no ha~ mas pr!n~Ipto practico que la propia sobreviven-
uno de sus efectos ha sido la pérdida de miles de puestos de cia y el propio beneficto.
trabajo. Po~ otro lado ere~ que las potencialidades del Estado social
Yo no soy un economista y no puedo, por tanto, explicar Y ~e bienestar _no estan agotadas. No estoy de acuerdo con Ja
en términos económicos lo que significan, implican o suponen tests haber~asia.~a d~ q?e.' si somos realistas, debemos recono-
concretamente, según las circunstancias históricas actuales, un cer que la _sJtuacion histonca actual ha ·revelado «los límites del
camino u otro de entendimiento de la vida económica. Incluso proyecto del Estado social», pues la verdad es que no se ha
es difícil hoy hablar de modelos económicos puros para una ~ncontrado una fórmula sustitutoria válida. La vuelta al Estado
determinada sociedad. En cualquier caso, lo que quería decir hbe!al_no es una solución ni siquiera para el capitalismo. El
ahora es que, sin ser experto en economía, me parece injusto capt~ahsm<_> desarrollado no puede vivir sin el Estado social y
-por principio y de acuerdo con la experiencia- dejar la vida al mtsmo ttempo, no puede hacerlo con él. «El Estado social e~
económica al juego de fuerzas o poderes desiguales, que es la su desarrollo, h? entrado en, un callejón sin salida. En se éi
opción económica que implica esa recuperación de la sociedad agotan las energtas de la utopia de la sociedad del trabajo» El
civil promovida por el neoliberalismo. reto ahora, concluye Habermas, es buscar un equilibrio e~tre
Por otra parte, no pueden ·negarse los fallos e insuficiencias los tres recursos. de I_as socied_ades modernas, esto es, el dinero,
de ese Estado social y de bienestar. Las pérdidas de las empre- el poder Y la sohdandad 19• Ptenso que ese equilibrio es posible
sas públicas y estatales y su deficientes gestión y administración dentro del Estado social y de bienestar con tal de que, entre
son datos que ño pueden ignorarse y que deben servir a la
reforma de· ese Estado, pero no a su negación o sustit~ción. 2~. J..H~bermas, •La crisis del Esrado de bienesrar y el agotamiento de las
~~~:g;~~-~~d.tcas• (I984), en Ensayos po/lticos, Península, Barcelona, 1988, pp. 119,
28. /bid., p. XVII.

24 25

J
YO, El ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO

otras cosas, se profundice en la democratización de los apara- disminuir el control jurídico por parte del Estado. El neolibera-
tos del Estado y en los niveles efectivos de participación social lismo exige un cierto <<saneamiento jurídico>> de la sociedad con
en dichos aparatos. . el fin de incrementar -se dice-- los espacios de libertad. Se
Evidentemente no debo confundir el deseo con la realidad. propone suprimir textos legales y favorecer, por ejemplo, la
Las tendencias reales a nivel político y económico se dirigen a «COiltractualizaciÓn» de las relaciones jurídicas frente la a
esa recuperación de la sociedad. civil y a u!la .pé~~ida de intervención del Estado. Los defensores de la desreglamerita-
protagonismo del Estado. L~ retuada o la "l':lb!la:1on». d;l ción se basan en el principio de que •<lo que no está prohibido
Estado constituyen una parte Importante de la dmam1ca hlsto- por_ la ley, está perm!tidon, m!en~ras que sus adversarios (partí-
rica de nuestros días. Habrá que reflexionar más adelante de danos del Estado 1ntervenc10msta) consideran que la «ley
qué modo o con qué sentido se debe frenar ese proceso .~e ?efjn~ las condiciones de la libertad», ~sto es, que la regulación
«minimización» del Estado, aun en el supuesto -tamb1en ¡~nd1ca es una forma de proteger la libertad, de garantizar las
razonable-- de aceptar un mayor protagonismo de la sociedad libertades de los que no disponen de una fuerza económica
s~ficiente • Como .ha dicho James O'Connor, la «desregula-
civil. 31

cJOn» se ha convertido en el santo y seña de la despolitización


de la economía y la despolitización de los problemas económi-
5. La privatización jurídica o la «desregulación» cos es uno de los objetos-del neoliberalismo 32 •
Sin embargó, «desregular» jurídicamente las relaciones so-
La recuperación conservadora de la sociedad civil sigue ex- ciales es un reto demasiado fuerte para las fuerzas conservado-
traños caminos. Uno de ellos se adentra en los campos del ras, si ello quiere decir dejar liberados importantes sectores de
derecho. En principio, las sociedades avanzadas. se caracterizan las actividades humanas que hasta el presente estaban bajo
por su amplia y creciente juridificación. Inicialmente la <<juridi- control jurídico. Por ello este ••liberalismo jurídico» cae en la
ficaciÓn», la marea legislativa (flood of norms), ha sido una de contradicción de exigir fuertes controles jurídicos y estatales en
las características del Estado de bienestar, del Estado interven- aquellos sectores que no cuestionan las estructuras básicas del
cionista. Según Habermas, lo más típico del Estado de bienes- sis~ema económi:o (orden público, seguridad). Como tampoco
tar en este orden de cosas es la instrumentación del derecho I: ,1m porta, por e¡emplo, 9ue el Estado intervenga en la regula-
como mecanismo para las intervenciones y compensaciones del cton de los productos qmmicos que pueden ser añadidos a las
Estado. Pero también se ha puesto de relieve los límites de ese latas. de sopa o de verduras. «Los ricos están poco dispuestos a
<<instrumentalismo legal», como son su ineficacia (el derecho confiar 33en el mercado para deshacerse de los alimentos envene-
como mecanismo inadecuado para el control social), la <<colo- nados» •
nización jurídica» (el derecho pone en juego la libertad del La recu.I!eración de la sociedad civil por . medio de la
beneficiario), fatiga excesiva (sobrecarga del sistema legal para :·de~r~gulacton>: me parece uno de los mayores peligros para la
hacer frente a las tareas de control asignadas) y el conflicto de ¡ust1c1a y la hbertad que presenta la crisis del Estado de
sistemas (entre el económico y el político, en cuanto se hace b_ienest~r e interve~cionista. Creo que todavía hay una concien-
abstracción de la situación socio-económica de base) 30 • cia socta! generalizada so?re. 1~ necesidad de no dejar a la
Una tesis central de esa recuperación conservadora de la autonom1a de la voluntad (mdtvtdual o colectiva) la determina-
sociedad civil ha sido demandar menos derecho, menos regula-
ciones o reglamentaciones de las relaciones sociales, es decir, 31. Y. Madiot, ·Déreglementation et liberté•, en Rer,ue de la Recherche juridi-
que. Droit Pr~spectif, .198613, pp. 23-28. Cf. J. Carbonier, •L'inflation des lois• en
Revue des Scrences sociales et Politique, 1982, p. 691. '
p.· ~~- J. O'Connor, Crisis de acumulación (1984), Península, Barcelona, 1987,
2
30. Estas ideas oucdcn encontrarse en G. Teubner, • The Transformation of the
Law in the Welfare. State•, resumen de los principales trabajos publicados, en ~·
Teubner (ed.), Dilemmas o{ the l..aw in the Welfare State, Walter de Gruyter, Berlm-
. 33. L. M. Frie?man, •Legal Culture and the Welfare State•, en G. Teubner (ed.),
New York, 1986, pp. 3-7. Drlemmas of Law m the Wel{are State cit., p. 18.

26 27
YO, El ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO

ción de las reglas del juego social, porque se conoce la frecuen- 6. La privatización ideológica o el postmodemismo político
te desigualdad de las partes implicadas. En este sentido, el
derecho moderno ha ganado en respeto público, a pesar de sus La recuperación conservadora de la sociedad civil se ve favore-
indudables defectos. Estamos ya lejos del dogma marxista de cida por la crisis de una concepción pública, solidaria y utópica
que el derecho es incondicionalmente la voluntad de la clase ~e la historia y de la vida. La ideología de que estamos\ ya
dominante erigida en forma de ley. El derecho puede ser hoy Instalados en la postmodernidad fomenta un cierto esceptiCis-
un importante instrumento de igualación y liberación social. La mo filosófico-histórico que considera inútil todo intento de
ciudadanía de nuestro tiempo en general prefiere las incerti- superación de las contradicciones dominantes. El «descreimieri~
dumbres del derecho a las arriesgadas ventajas de una sociedad to» se hace casi general. Estamos -se dice-- en 'una época
radicalmente entregada a un juego incontrolado de libertades escatológica: el fin de las ideologías, el fin de la religión, el fin
(falsas libertades) económicas y laborales. del marxismo. La crisis de la ••gran historia» es una invitación
És cierto que esa «juridificaciÓn» ha llegado o está llegando a convivir con «historias menores». La ••posthistoria» autentifi-
a veces a una creciente ineficacia y a constituir una trama ca (hace verdad) la filosofía hegeliana de la reconciliación con
bucrocrática y tecnocrática inútil y a veces incluso injusta. Los la realidad 34 • En consecuencia hay que amoldarse a: esa reali-
ciudadanos huyen a veces de los cauces establecidos para dad que revela, entre otras cosas, •<la inquebrantable victoria
administrar justicia e intentan resolver sus conflictos privada- del liberalismo económico y político» 35 • Y así se ve como
mente antes que acudir a los tribunales. Por ejemplo, las ••normal» que el individuo se refugie en el ámbito de lo
empresas multinacionales, que saben mucho de eficacia, suelen privado. Parece que no hay nada que hacer y hay que volver a
establecer en sus contratos cláusulas de arbitraje para resolver casa.
sus diferencias. Como la prensa también se convierte a veces en Marshall Berman ha descrito con enorme razón y brillantez
una especie de jurado popular, poco legitimado, de presuntas que nuestro presente está retratado por dos símbolos: el símbo-
irregularidades cuando determinados controles jurídicos fallan lo del hogar y el símbolo de los fantasmas. Fueron los moder-
estrepitosamente. nistas de lo~ años 70 los 9ue, abandonando las autopistas y las
Ahora bien, a pesar de las «ineficacias» o «ineptitudes» ~alles, t~nd1eron a obsesiOnarse por los hogares, por las fami-
del derecho, no hay una justificación rotunda para que haya has~ ,El titulo ~e ~:~n a~bum de Bobb Dylan refleja el espíritu de
menos derecho, sino muchos motivos para exigir que haya un esa epoca: ~rtngmg tt al/ back home, de regreso a casa con
«mejor» derecho. El derecho, aunque producido en gran parte ~odo. Y el s1mbolo de los fantasmas representa esas miradas
por el Estado, representa la intervención de una «voluntad» mca~~ables hacia atrás, hacia el pasado. Un pasado de desinte-
que de alguna manera, por democrática, es la voluntad de una g~aciOn, que anhelamos aprehenderlo, pero que es algo escurri-
mayoría. La sociedad, d legitimante originario, entrega al d!z? Y que carece de base. Volvemos la mirada en busca de algo
Estado la potestad de ordenarla, de intervenirla, de acuerdo a sohdo en que apoyarnos y·nos encontramos abrazando fantas-
pautas preestablecidas que no pueden cambiarse arbitraria- mas 36:
mente por los mismos detentadores del poder estatal. La
«desregulaciÓn» es un intento de evitar los controles más Todas. las rel~ciones estancandas y enmohecidas, con su cortejo de
objetivos y razonables (evidentemente, no todos, no siempre) creenctas y de tdeas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas
que puede haber en una sociedad, que son aquellos creados por se hacen añejas antes de haber podido verificarse. Todo lo sólido se
un Estado democrático a través de las leyes. El derecho no es
una garantía absoluta de nada e incluso a veces puede estar al
servicio de los peores intereses. Pero lo que me parece más . 34. A. Heller y F. Féher, •La condizione política postmoderna•, en Mondopera-
rto, 10/1988, pp. 86-90.
claro todavía es que una sociedad, dejada en manos de la
35. F. Fukuyama, •¿El fin de la historia?•, en Claves, 1990/1, p. 85.
libertad «natural» de sus individuos y grupos, puede llevar a 36. M. Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experieucia de la
resultados todavía más negativos. Modernidad, Siglo XXI, Madrid, 1988, pp. 350-351.

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lA OFENSIVA CONTRA El ESTADO
YO, El ESTADO

desvaneee etz el aire; todo lo sagrado es profanado; y los h?~bres, al sión de que el Estado tampoco sirve para producir justicia
fin se ven forzados a considerar serenamente sus condtctones de social y bienestar general. De esta manera se deslegitima a los
exi~tencia y sus relaciones recíprocas 37 • agentes estatales y se deja el campo libre para una entrega más
confiada a otros agentes sociales, que parecen estar en mejores
Se mantiene la filosofía de no hay nada que hacer de~de un condiciones para resistir a las críticas y sobre todo 1\ara
punto de vista tr~scend~ntal, esto es! desde la perspectiva de favorecer los intereses oligárquicos, pero desde luego menos
una transformacion radtcal de la sociedad. Se ha a?~ndon~do legitimados que el Estado social y democrático de Derecho; .
la propuesta inicial de Marx a favor de una Ilustrac10n radica-
lizada (the radicalized Enlightment). Muchos de estos po~tmo­
dernos son los hijos de Marx y de la Coca-Cola (the Chtl4ren 7. La izquierda y la recuperación de la ~ociedad civil:
of Marx añd Coca-Cola), los ideólogos del 68 que ahor~ viven el corporatismo y los movimientos sociales
del fracaso de la gran revuelta y que ahora se de~t~an a
formular la ideología de los ejecutivos de los 80. ~1, estetici.sJ?o, Algunos sectores del socialismo democrático han visto con
la obsesión por el estilo, por el diseño, una obses!on narcicista buenos ojos la recuperación de la sociedad civil en general.
por el cuerpo Es la «estetización de la existencia» de la que Desde posiciones críticas, pero confesadamente socialistas,
hablaba Fouc~ult. Y abundan en un tono apocalíptico a la John Keane sostiene que una reconstrucción del socialismo
espera del desastre total, de una guerra nuclear 38 • exige poner límites a la acción estatal. En este sentido propug-
Las cosas son como son y la libertad humana sólo puede na una «filosofía pública•>, que se oponga a la burocratización,
transformar lo pequeño. El horizonte persa~~~ se reduce. a los que postule más descentralización y más democracia y que, en
problemas que se producen en la vida famthar y profesional. definitiva, tenga menos vergüenza de aprender algo de los
Sólo una minoría se compromete a afrontar los problemas conservadores respecto de su tesis de «menos Estado». Es
colectivos. Hay más de profesionalismo que de utopía en esta necesario -dice- no dejar que el neoconservadurismo capita-
dedicación a lo colectivo. El Estado pertenece a u~ mundo, a} lice los fallos del Estado de bienestar o del socialismo estata-
que no tiene acceso el común de los mortales. La vida real esta lista 39 •
en la sociedad civil. Solamente el lugar de los afectos y de los Ahora bien, lo que el socialismo ha de procurar es la
intereses económicos menores merece ser vivido. Incl?so la democratización de la sociedad civil y del Estado, como .una
sociedad civil, en cuanto lugar de encuentro de grandes Intere- alternativa que no es ni la ampliación ni la abolición del
ses económicos que desbordan incluso las fronteras y poderes Estado, pero tampoco el acuerdo espontáneo entre los ciudada-
40
de los Estados, tampoco interesa. nos • Una de las grandes cuestiones de nuestro tiempo es si se
Creo que nada de esto es casual. Toda e.l discurso, l?ostmo- puede construir un orden más democrático que no se haga por
derno, que tiene sin duda un sentido plausible de cntl~a a lo medio del Estado o que se haga sin el Estado. En opinión de
real se instrumentaliza como argumento a favor de la Ideolo- Keane, es necesario buscar el equilibrio entre sociedad civil y
gía del«abandonismo» político y del desprecio del Estado. En Estado, esto es, un Estado que gobierne a la sociedad ni
demasiado mucho ni demasiado poco 41 :
el fondo lo que hay es un interés ideoló~ico en, 9ue los
individuos y los grupos sociales (clases y partidos. pohticos) no
se tomen en serio la historia. La tesis postmodermsta de que ya La decisiva cuestión que afrontan los demócratas al final del siglo xx es
no hay políticas de redención lleva implícitamente a la conclu- cómo establecer la estrategia compleja de una reforma creativa y una

39. J. Keane, Democracy and Civil Society. On the Predicaments o( European


37. Palabras de K. Marx, citadas por M. Berman, op. cit., p. 7. Socia/ism, the Prospects for Democracy and the Problem o( Controlling Social and
38. Estos son algunos de los comentarios que Alex Callinicos ha hecho ;contra Political Power, Verso, London, 1988, pp. 2-8.
Lyotard y Baudrillard en su libro Against Postmodernismus. A Marxist Critique, Polity 40. J. Keane, Democracy and Civil Society, cit., pp. Xl·XIll.
Press, Cambridge, 1989, pp. 162-171. 41. /bid., p. 23.

30 31
lA OFENSIVA CONTRA El ESTADO
YO, El ESTADO

organización social con una larga historia, que renació después


planificación guiada por la acción estatal, y una innovación. desde
abajo a través de iniciativas sociales radicales, que expandan e 1gualen
de la segunda guerra mundial en los países europeos de econo-
mía avanzada con el objetivo, entre otros, de complemen'tar el
las libertades civiles u.
parlamentarismo político. Los déficits de legitimación socjal y
Para Keane no hay una prevalencia del Estado sobre la la ineficacia del parlamentarismo para resolver determinados
sociedad, ni al revés, sino que lo importante. es. enco!ltrar un conflictos sociales, la crisis de los partidos en relación a \su
modo de relacionar ambas realidades que maxt!Dtce la I?ualdad representatividad social, sirvieron a ese resurgimiento. El cor-
con la libertad. Por ello hay que buscar nocmnes mas com- poratismo surgió también por la presión de las masas popula-
plejas de libertad e igualda~, porque ambos va~ores no se res y su deseo de controlar y participar en la planificación de
maximizan simplemente acudtendo al mercado (tests conserva- las políticas sociales y económicas 46 • En definitiva, se ha
dora) o al Estado (tesis soCialista) 43 • buscado en las corporaciones de intereses una manera de
· A partir de estos planteamientos, Kean.e apuesta a favor de actuar frente al Estado y dentro del Estado 47 • Ahora bien, por
la sociedad civil. Hay que reformar. y restr~n~tr ~1 p_oder es~atal su carácter pluridimensional y por su historia larga y diversa,
y transformar radicalmente la soctedad ctvtl, SI bten advterte no debe extrañar que haya unas críticas negativas e incluso un
frente a los neoconservadores que la sociedad civil no tiene rechazo por parte de determinados sectores de la izquierda. Los.
tampoco una «inocencia natural>> 44 • En definitiva, la recupera- precedentes históricos de un corporatismo que sirvió a diversas
ción de la sociedad civil que Keat?e propone s~ ~resenta com? dictaduras, los déficits de legitimidad democrática de unas
una alternativa al neoconservadunsmo y. al socialismo de admi- corporaciones qu'e se distinguen por su jerarquización interna,
nistración estatal. Sus objetivos son expan~ir las li?ert~de~ Y la la falta de participación efectiva de sus miembros y sus servi-
igualdad social y reestructurar y democratizar las mstttuctones cios al mantenimiento del sistema económico capitalista han
estatales. . · ·1 d d 1 hecho que, para ciertos sectores izquierdistas, el corporatismo
Una recuperación más concreta de.l~ soctedad 7~v1 ~s. e a no sea una alternativa positiva. El neocoporatismo -ha dicho
izquierda está o puede estar en la posttlv~ valoracton te~n~a Y Otto Newman- es la mejor cara del capitalismo, la mejor
práctica que han podido tener el corporattsmo y los _movu~uen­ estructura para las finanzas mundiales, para las multinaciona-
tos sociales al menos en algunas de sus concretas onentacmnes les y los monopolios 48 • Y Colín Crouch afirmaba que es la
y realizaci~nes históricas. No voy a estudiar aqu! de manera adecuada estrategia del capitalismo para subordinar el trabajo
exhaustiva estas alternativas, sobre las que existe ya una a los procesos del mercado 49 • Las corporaciones -se ha di-
amplia bibliografía, pero me inter.esa subr~yar algunos aspe~os cho-- han de aceptar la legitimidad del orden económico
de estas alternativas que han stdo constdera~~s como vt.as existente y han de limitar sus demandas a las que sean compa-
tendencia/mente no conservadoras de recuperacton de la socte- tibles con la expansión de ese orden económico 50 •
dad civil. · · . A pesar de estas carencias y de estas experiencias históricas
Y digo lo de «tendencialmenten, porque el ~o.rporaus~o es negativas, el corporatismo es un área interesante de lucha
un concepto pluridimensional con fuertes c<;>ndtctonante~ ,'deo-
lógicos. En principio, el corporatis"}o realtza un.a funct.on de 46. S. H. Barnes, Political Action: Mass participation in five westem democmcies,
mediación respecto del Est~do a traves de g_rupos Jerarqmzados Sage, london, 1979.
47. H. Deadder y P. Mair, Westem E11ropean Party System: coii/ÍIIIIity a11d
y de afiliación no voluntana 45 • El corporattsmo es un modo de change, Sage, London, 1983.
48. O. Newman, The Challange o( corporatism, Macmillan, Lqndon, 1981,
42. lbid., p. 27. pp. 2-6.
43. 111id., pp. 11-12. 49. C. Crouch, • The Sta te, capital and liberal democracy•, en C. Crouch (ed.),
44. lbid., p. 14. . h State a11d Economy in the contemporary capitalism, Croom/Helm, London, 1979,
45. P. c. Schmitter, ·Reflections on where the theory of neocorporat1sm as gone
pp. 19 SS.
and where thc praxis of neo-corporatism may be going•, en G. Lehmbruch Y P. C.
50. B. Jessop, The Capitalist Sta/e. Marxist theories and metl10ds, Martin Ro-
Schimitter (eds.), Pattems o( corporatist policiy-making, Sage, London, 1982, PP· 260-
bertson, london, 1982, pp. 239-240.
263.

32 33
YO, El ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO

política y su alcance, desde el punto de vista democrático, es las .clases no propie~arias, a los asalariados, frente a los propie-
una cuestión abierta o no definitivamente cerrada 51 • El hecho tanos del gran capital y frente a un Estado que es originaria-
es que, después de la segunda guerra mundial, casi todos los !Jlente una construcción histórica naéida para legitimar los
gobiernos socialdemócratas han apoyado el corporatismo m~ereses ?ligárq~icos de las minorías propietarias. Salvador
como una vía de solución para resolver conflictos sociales de Gmer entiende, Sin embargo, que la «CorporatizaciÓn» es una
un modo democrático y más cercano a los intereses de la clase erosión de la sociedad civil, a la que afecta en sus caracterí~ti­
obrera. En Europa el corporatismo toma la forma de una cas fundamentales, especialmente en su individualismo y en ~u
democracia social y sobre todo de una «democracia consen- carácter de clase 56 • . ..
sual» entre el gobierno, los sindicatos y las asociaciones empre- La alternativa de los «movimientos sociales» tiene también
sariales. Aunque hay una dato importante y negativo, como es significados div~rsos y contradictorios, aunque su historia es
una relativa marginación de la política .,-de la política parla- men?s .larga y d1yersa qu~ la del co~po~atismo. En general; los
mentaria- respecto a las políticas sociales y económicas, sin mov1m1~ntos so.cial~s se vmculan mas facilmente a las políticas
embargo, en general, la clase obrera mejora con el corporatis- alt~rnatlvas de 1zqmerda y representan una recuperación de lo
mo sus condiciones y alcanza un protagonismo indudable 51 • El social, un mayor protago1_1is~o d.e fuerz~s y grupos no integra-
neocorporatismo introduce los conflictos de clase dentro del ~os ~ormalm~~te en las InstituciOnes publicas y estatales. Su
corazón del aparato estatal y puede significar un paso decisivo fmahdad genen~a es enfre~t~rse al Estado o, quizá más exacta-
en el desarrollo de una democracia social y económica 53 • No se mente, a determmadas poiitlcas estatales. En este punto coinci-
trata -ha escrito Ramesh Mishra -de someter el trabajo al den con el neocon~er~adurismo. Sin embargo, sus objetivos no
capital, sino que «el corporatismo lleva la lógica del Estado de s?n separar lo. pubhc? . y lo pri.vado, ni dar autonomía y
bienestar a un paso más adelante» 54• De todos modos no es libertad ,a la sociedad ciVIl y reducir el Estado a mero guardián
-reconoce Mishra- un camino hacia el socialismo o hacia de lo mas fundamental. Los nuevos movimientos sociales tra-
una sociedad igualitaria, sino un modo de aumentar el bienes- tan de «politizar las instituciones de la sociedad civil de forma
tar social y económico simultáneamente: no res.tringida a los canales de las instituciones políticas repre-
Lo que el Estado corporatista de bienestar parece prometer es una
s~ntatlv~-~urocráticas, reconstituyendo así, por tanto, una so-
cierta medida de coltSeltsus de los trabajadores sobre el sistema de ~Iedad c1y!I que ya no depende de una regulación, control e
economía mixta y de un mínimo de standards protegidos por el mtervenc10n cad~ ~ez mayor~s. Para. poderse emancipar del
Estado''· E.stado, ha de ~oht1zarse la misma sociedad civil -sus institu-
ciones de. trabaJo, producción, distribución, relaciones familia-
Para el.socialismo democrático o para la socialdemocracia, res, relaciOnes con la naturaleza, sus criterios de racionalidad y
el neocorporatismo ha sido una posibilidad, no una garantía, progreso:- por medio de prácticas que se sitúan en una esfera
de realizar una política social más cercana a los intereses mtermed1a entre el quehacer y las preocupaciones. 'privadas'
populares o del proletariado. Por ello. el neo~~rporatismo ha por un lado, y las actuaciones políticas institucionales, sancio~
sido y es un modo de recuperar la soctedad civil para avanzar nadas por el Estado, por otro lado, 57 :
en la democracia social, porque se da protagonismo a las
mayorías sociales no integradas en los partidos y sobre todo a El c~mpo ~e ~cci~n de los nuevos movimientos es una espacio de
polltt~a 11o mst~ltt~tona/, cuya existencia no está prevista en las doctri-
51. B. Jessop, •Capitalism and Democracy: the best possiblc política! shell?•, en nas m en la pracuca de la democracia liberal y del Estado de bienes-
tar 51.
G. L. Hlejohn y otros (eds.), Power mrd Sta/e, Croom/Heln, London, 1978, p. 49.
52. O. Newman, op; cit., pp. 41-45. 56. S. Giner, •Avatares de la sociedad civil•, en Ensayos cir,i/es cit., pp. 65 ss.
5.1. B. Jessop, •Capitalism and Democracy• cit., pp. 2.19-240.
54. R. Misbra, Tbe \Velfare State irr Crisis, Harvester Press PublishingGroup,
.S?· .c.. Of~e, •Los nuevos movimientos sociales cuestionan los límites de la
P?htrca mstrtu~tonal•, en C. Offe, Partidos poUticos y truer,os mm,imieutos sociales
Wihtstable, 1985, p. 170. · Srstema, Madrrd, 1988, p. 167. '
55. lbid., pp. 173-174. 58. lbid., p. 174.

34 35
YO, EL ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO

Claus Offe ha llamado a los movimientos sociales la «nueva de que la participación política no-convencional es un recurso
política» frente al «viejo» paradigma dominante después de la legítimo de la ciudadanía democrátiCa; y dos, que hoy la
segunda guerra mundial, cuyos objetivos casi exclusivos eran el política está llena de mujeres y hombres jóvene_~;, bien· forma-
crecimiento económico, la distribución y la seguridad 59 • dos, que no aceptan que su eficacia política quede recortada
Personalmente creo que los movimientos sociales son una por los canales de la democracia representativa oficialn1ente
recuperación, en general progresista, de la sociedad civil, aun- sancionados 65 • '

que «no totalizante», porque no abarcan ni quieren abarcar La importancia de los movimientos sociales no se reduc~ a
todos los campos de la praxis social, ni tampoco van estricta- una rec_uperación de la soci~dad civil desde una perspectiva
mente contra «todo» el Estado. En este sentido se diferencian progresista. Su gran valor restde sobre todo en lo que significan
quizás del viejo anarquismo libertario 60 • Estos movimientos como reto para el viejo paradigma: «la mejor manera de
sociales pretenden que se reconozcan como legítimos sus me- entender el nuevo paradigma político es como la crítica 'mo-
dios y que sus objetivos sean asumidos por la comunidad, dos derna_' de la ~,odernización en marcha» 66 • Otro punto de su
características que les diferencian de otros movimientos socia- espectal atencwn es el futuro de estos movimientos sociales
les «privados» de tipo religioso o económico 61 • que depende de la resolución de las fisuras e inconsistencia~
Otra característica importante de ese <<nuevo paradigma», inte~nas que se dan entre la nueva clase media, la vieja clase
de esa <<nueva política», es la reivindicación de la esfera de medta y los elementos periféricos en el interior de los nuevos
••acción política en el interior de la sociedad civil» como su movimientos sociales 67 • Los nuevos movimientos sociales han
espacio propio desde el que cuestionan las prácticas e institu- sido un factor decisivo en la reorientación que están sufriendo
ciones tanto privadas como político-institucionales 62 • Offe des- las organizaciones trad!cionales de izq~ie~das al abrirse a pro-
taca como una de sus características más progresistas su contri- blemas y posturas propias de estos movimientos sociales como
bución enormemente positiva a favor de una política de pro- son los te~as de 1~ juventud, de la mujer, de los parados 'y en la
greso, de realización más plena de ciertos valores (derechos y recuperacton de ctertas preocupaciones antiguas (anteriores a
libertades, aumento de la riqueza, la igualdad y el acercamiento la prime;~ guerra mu!ldi~l) de estas, organizaciones de izquier-
de la vida social a un cierto orden moral). Sobre todo cuestio- das (pact_fismo, orgamzactones economicas alternativas, etc.) 6 8.
nan la noción de «progreso», se enfrentan a la modernización El paradtgma que representan los movimientos sociales ha sido
técnico-burocrática y, debido a esta lógica antiprogresista, asumido por ciertos sectores de la izquierda que ya no creen en
exaltan conceptos como ••supervivencia», ••principio de vida» solucio~es. «totalizantes» a los graves probl~mas que plantea el
(Kelly), «mundo de vida» (Habermas) o <<modo de vida>> neocapttaltsmo.
(Raschke) 63 • · S_in _embargo,_Elías Díaz cree que el nuevo paradigma de los
A Claus Offe le preocupa especialmente la «mediaciÓn» del movt.~tentos s?ctales no ha sido, no ha podido ser, un sustituto
potencial de estos movimientos sociales frente al «viejo» para- del VI~J~ paradt_gma qu~ todavía representa el Estado social. En
digma. En este punto aparece su preocupación por la inexisten- su opmton, exts~e el nesgo de su absolutización, que puede
cia o las dificultades de una metodología fiable que mida su llevar a 1~ neg_act~n d_e elementos válidos del viejo paradigma,
eficacia 64 • Sin embargo, de la mano de Barnes y Kaase con- como _sena 1~ tnst!tucwn~s de la democrac!a pluralista y repre-
cluye dos cosas importantes: una, que se ha extendido la idea s~ntatt_va. Ehas Dtaz advterte sobre los pehgros de un antiesta-
ttsmo Incontrolado, en el que coincidirían neoliberales y neoli-
59. /bid., p. 169.
60. )bid., p: 186. 65. Cf. S. H. Barnes y M. Kaase (eds.), Political Actio11, cit .. pp. S9 106 U5
61. /bid., p. 175. apud C. Offe, op. cit .. , p. 194. ' ' '
62. lbid., p. 181. 66. C. Offe, op. cit., pp. 227-228.
63. /bid., pp. 187-188. 67. lbid., pp. 227-228.
64. /bid., pp. 190-193. 68. Ibid., pp. 237-239.

36 37
YO, EL ESTADO LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO

bertarios 69 • Existe el riesgo de marginar las vías institucionales Estado social e intervencionista, no vaya a ser peor el remedio
y estatales, como pretenden con distintos objetivos los neolibe- que la enfermedad.
rales economicistas y anarquistas libertarios pacíficos. Al refe- En suma, la recuperación de la sociedad civi-l como el no-
rirse a estos últimos, reconoce su trabajo en la sociedad civil Estado, tien~ también s~ ~ersi?!! progresista, que 'se conec~a en
para una plena realización de la libertad, inseparable, pues, de alguha medida ~on la vieJa cntica de Marx, Engels y Lenin al
la igualdad. No obstante, sus vías de actuación, de carácter casi ~stado. Lo social aparece aquí como la expresión dé ~.na
excluivamente social (y cultural), debieran complementarse hbertad natural del hombre que se ha perdido a través de 'la
-para esos mismos objetivos- con una praxis por vía ram- · constitución de estructuras económicas y polítiCas que alienan
bien institucional, cuya conjunción viene propugnando en estas al ser hl!~ano y pr?ducen desigualdades muy fuertes. La
páginas como la más propia y especifica del socialismo demo- recuperacwn de lo social por parte de los movimientos sociales
crático 70 • En su opinión no está muy claro qué sea eso de la e incluso del corporatismo quiere significar la afirmación de
«sociedad civil», porque dentro de la sociedad --dice- hay una igualdad y una libertad perdidas que eran patrimonio de
cosas muy dispares y hasta contradictorias 71 • Por ello critica todos los hombres. · ·
suavemente a Salvador Giner por sus lamentaciones acerca de
las «erosiones» que ha sufrido la sociedad civil por parte del
Estado, cuando el mismo Giner reconoce que dicha sociedad 8. La «colonización jurídica>> segúu ]ürgen Habermas .
civil va unida al auge y consolidación del capitalismo. También
critica a Victor Pérez Díaz porque su postura a favor del Desde preslipuestos críticos muy distintos del neoliberalismo
retorno de la sociedad civil puede ser el retorno de los que ~omi.n~nte? Jürgen Habermas ha puesto de relieve una serie de
nunca se fueron. «¿De qué 'sociedad civil' se habla: ¿será msufictenctas del. Es~~do social o de bienestar, que indirecta-
--ojalá- esa sociedad civil que 'erosionó' al franquismo?» 72 • ~~nte al meno~ stgmftcan una propuesta limitada de recupera-
Por todo ello Ellas Díaz propone un «tercer -paradigma», el cto~, de la soc!ed~d civil. Concretamente, en su Teoría de la
socialismo democrático, «que se construya contando a la vez, ar:;c10n comumcattva ~e r~~ier~ a la «cosificación,· (Verdingli-
en interrelación crítica, con las instituciones políticas democrá- chung~ Y. ~ la <<colomzacton mterna» de la vida (die imzere
ticas y los movimientos de base de la sociedad civil» 73 • Su Kolomalmerung) que se producen en las sociedades capitalistas
reconocimiento, que no aplauso, a la necesidad de recuperar la desa~rolladas. A;mb?s fen~menos significan que los sujetos han
sociedad civil y el importante papel que juegan los movimien- p~rdtdo la conctencta de st, han pasado de una «falsa concien-
tos sociales, lleva a Ellas Díaz a proponer un «gran pacto cta» a. una «conciencia fragmentada» y de este modo se ven
político y económico-socia),, cuya característica más impor- s?mettdos, en sus esferas más Íntimas y más estrechamente
tante -por lo que interesa aquí- es que se constituiría con hgadas con los. sentimientos y con la libertad, a criterios y
toda clase de fuerzas sociales y políticas, con todos los actores pautas de substst~mas, com~ la economJa y el derecho, que
institucionales o no institucionales, entre los que se incluirían P.e,netr.an e?~ medtos monetanos y burocraticos en la reproduc-
obviamente los nuevos movimientos sociales 74 • Lo que, en cton stmboltca del mundo de la vida 75 •
suma, podría concluirse de las tesis de Ellas Díaz es que .. Particularment~ in~~resante me parece, en este contexto, ese
conviene tener cuidado con tantas críticas y alternativas al e!e~p~o ~~ colomzacto~ del mundo de la vida, que es la
«)Urtdt~acwn» (Verrechtlzchuug) y que ha acompañado al Esta-
69. E. Díaz, •Socialismo democrático: instituciones políticas y movimientos socia- do soctal de Derecho y en general a toda la historia del Estado
les•, en Revista de Estudios Polfticos, 1988/72, pp. 56-57. de Derech~. Habermas no critica los progresos que supuso el
70. lb1d., p. 66.
71. ./bid., p: 58.
Estado soctal de Derecho con sus «procesos de juridización en
72. /bid., p. 62, nota 20.
73. /bid., p. 57. 75. J. Habermas,. Teoría de la acción commricatit•a t. 11 Taurus Ma 1Jr'1d 198"
74. /!Jid., pp. 60 SS. pp. 502-503. • ' • • • . o,

38 39
LA OFENSIVA CONTRA El ESTADO

YO, El ESTADO

Lebenswelt se opone a la idea de «sistema» y significa un


el mundo del trabajo que inicialmente ha~ía estado s?meti?o al proceso de entendimiento acumulado por el sujeto, un conjun-
omnímodo poder de disposición y autondad orgamzatona de to de convicciones profundas, difusas y aproblemáticas, un
76
los propietarios de los medios de producción» ·.Tales y roce- mundo subjetivo, un entendimiento alcanzado comunicativa-
sos perll)itieron la limitación del tiempo de tra?aJ?• la ltberta~ mente frente a los acuerdos normativamente adscritos~ La
de organización sindical, el derecho a un salano J~sto, segu~t­ autoconservación de los sistemas exige una acomodación y 'una
dad social, etc. Sin embargo, los problemas empteza,n, seg;un racionalización del mundo de la vida 81 • \
Habermas cuando la juridización se hace cada vez mas. tuptda Ahora bien, según Habermas, el intervencionismo del Esta-
y tiene ef~ctos laterales patológicos: «e_l ca.r~cter a!"bwale~;e do social llega hasta ámbitos de acción estructurados comuni-
de una garant{a de libertad y de utt prwacron de ltb~rtad» · cativamente:
Habermas señala con razón que algunas ~e estas mterv~n­
ciones del Estado social de Derecho (prestactones monetanas La tesis de la colonización interna (die ilmere Kolonialisiertmg) afirma
en casos de enfermedad y vejez) represen.tan ~na progreso que los subsistemas Economía y Estado se hacen .cada vez más
histórico frente a las instituciones de beneftcencta, «pero que complejos a conscuencia del crecimiento capitalista y penetran cada
esa juridificación de los medios con que se ha~e frente a los vez más profundamente en la reproducción simbólica del mundo de la
vida 81 •
riesgos de la existencia se cobra un notable precto en .forma de
intervenciones reestructuradoras en el mundo de la vtda de !os
El frente en el que se produce esa colonización es cada vez
beueficiarios» 78 • Esa intervención ~~ el mund? de la ~vtda más amplio: el tiempo libre, la cultura, las vacaciones, el
(Lebenswelt) es especialmente dramattca en ocastones, pues se
turismo, etc. El derecho de familia y el derecho escolar, en la
trata de situaciones muy personales que han d~ pasar por l~s
República Federal de Alemania, son dos casos paradigmáticos
trámites del derecho. Incluso desde la perspecttva de la teona
de esta colonización interna como colonización jurídica. Esta
jurídica, entiende Habermas, h~y una violencia m~y fuerte en
juridización se manifiesta en el reconocimiento y atención de
estos casos, porque una biografta y una forma de v.t?a concr~ta
los derechos fundamentales del niño frente a sus padres, de la
tienen que ser sometidas a una violenta ab~traccton,. ,no solo
mujer frente al marido, del alumno frente a la escuela, y de los
para poder ser tipificada jurídicamente, smo tambten para
79 padres, profesores y alumnos frente a las autoridades educati-
poder ser tratada administrativamente : vas del Estado 83 •
En la medida en que el Estado social va más allá de la pacificación del Concretamente la introducción en la escuela de los princi-
conflicto de clases, que se presenta inmediatamente en la .esfer~ de la pios del Estado de Derecho ha llevado a que «los procesos de
producción, y tiende sobre los ámbitos privados de la ex1stenc1a una enseñanza y las medidas escolares, en la medida en que resulta-
red de relaciones de clientela, con tanta más fuerza surgen los espera- ran relevantes para el futuro del alumno y para los deseos de
dos efectos laterales patológicos de una juridizac~ón ~ue sim~ltá~ea­ los padres, recibieran una forma que, en caso de demanda, los
mente significa una burocratización y monetanzacJOn de ambJtos hiciera accesibles al examen judicial>>. Ultimamente la justicia
nucleares del mundo de la vida (Lebenswelt) ••. ha invitado al legislador a que tome medidas para encauzar por
vía de leyes una juridización burocrática que empieza a salirse
Es difícil resumir, por complejo y contradicto~io, el conce~­ de madre 84 • La colonización se ha producido.
to habermasiano de Lebenswelt. Por lo que mteresa aqut, En la familia sucede algo similar. Habermas cita los estu-
dios de Simitis sobre el derecho de los padres a cuidar de su
76. /bid., pp. 510-511. 1
77. lbid., p. 511, citando a T. Guildmann y otros, Soúalpolitik als sozia e 81. lbid., t. 1, pp. 104-105.
Korrtrolle, Frankfurt, 1978. 82. lbid., t. 11, pp. 519-520.
78. J. Habermas, op. cit., t. 11, p. 512. 83. lbid., pp. 520-521.
79. lbid., p. 513. 84. lbid., p. 521.
80. lbid., p. 514.
41
40
YO, El ESTADO lA OFENSIVA CONTRA El ESTADO

prole. «La protección del derecho fundamental del niño al vida se pueda equiparar en Habermas a la sociedad civil corno
bienestar sólo puede imponerse si se conceden al Estado posibi- el mundo de las relaciones no formalizadas. Pero cr~o, sin
lidades de intervención en lo que antes se consideraban privile- embargo, que ese mundo de la vida tiene unas caraGterísticas
gios intocables de los padres» 85 • Los casos presentados ante los que le aproximan analógicamente al concepto de sociedad civil
jueces tutelares de menores implican una «justicializaciÓn» de como son la rnay::'r espontanei~ad, la mayor naturalidad,, si
asuntos que necesitarían de otro tipo de tratamiento. El juez puede hablarse as1, y la mayor ltberrad y autonomía perso'nal
puede hacer muy poco en estos casos con medios jurídicos. «Es que se da en el mundo de la vida, como en la sociedad ci~il
el propio medio 'derecho' el que violenta las estructuras comu- respecto del Estado, de la Economía y del Derecho. ·. '
nicativas del ámbito de acción juridizado» 86 • Habermas, obviam~nte, no utiliza esta terminología, por-
Esta formalización de la familia y la escuela significa, en que, e~ concepto d~ ~oc1edad en este contexto como categoría
definitiva, una objetivización (Versachlichtmg) y una desmun- genenca. adopta. dlstmtas formas de relaciones y de resolución
danización (Entweltlichung) de la convivencia familiar y esco- de ~o~fl~ctos. ~m ~~bargo, _dentro de su peculiar concepción
lar. Habermas recoge la tesis de Simitis de que se debe hacer soc1olog1ca y fllosof1ca, sost1ene que la sociedad se diferencia
todo lo posible por «desjusticializar>> los conflictos, aunque la e~ el curso de su evolución como sistema y como mundo de fa
solución no es sustituir al juez por el terapeuta o el asistente vzda . .La evolución sistémica se mide por el aumento de la
social. La juridificación de ámbitos de acción comunicativa- capac1da~ de control [~teuerungskapazitat) de una sociedad.
mente estructurados o el uso del derecho como medio en estos En c~mb1o, la. separac1on de cultura, sociedad y personalidad
ámbitos debe sustituirse por procedimientos adecuados, esto c~:mstttuye un md1cador del estado evolutivo de un mundo de la
es, por medio de la negociación y la decisión orientados hacia v1da 89 •
el consenso. Habría que volver, en este ámbito escolar como en Sin intr<;>ducirnos a fondo en el discurso o argumentación
el familiar, a procedimientos consensuales de regulación de los que el prop1o Habermas desarrolla, lo que se deduce genérica-
conflictos 87 • Esta exigencia es bastante asumible en el ámbito mente de estos. textos es un enfrentamiento crítico con un
familiar, pero en un ámbito público como es la escuela, tiene mundo de ~ela~10~es o~ganizado según diversas pautas y con-
que chocar con resistencias. La protección jurídica de alumnos tro~es, que mst1_tuc~onahzan los conflictos y limitan una «racio-
y padres se consigue al precio de una profunda justicialización nah~ad comu~1cattva», que es más importante desde el punto
y burocratización de los procesos de enseñanza y aprendizaje. de VISta de la hbertad que las r.e?ucciones instrumentales que se
La socialización escolar queda descompuesta en un mosaico de hacen cuando el derecho es ut1ltzado como medio. Debe recor-
actos administrativamente impugnables. El derecho introduce darse ~u e ~no de ~os gran~~s temas de su Teoría de la acción
la competencia y no considera las necesidades e intereses de las comumcatw~ h~ s1do la cnt1ca del proyecto ilustrado, esto es,
personas concretas 88 • de la re,duccwn mst_r,umental d_e la. racionalidad, a la que opone
En definitiva, Habermas considera negativamente esta «co- su teona, ?e la acc1on comumcat1va. En este sentido coincide
lonización jurídica» de ámbitos del mundo de la vida, donde con 1~. cr1t1ca de _Max Weber a la Ilustración de que no hay una
deberían regir otros procedimientos de resolución de conflic- relac1on necesana entre progreso científico, progreso económi-
tos. Su discurso implica, en mi opinión, la exigencia de que co Y prog_reso moral, pues la Zweckrationalitat puede servir
afloren comportamientos, sentimientos e instituciones, que de- para dominar el mundo, pero no para darle sentido:
ben estar al margen de o más allá del control del Estado, de la
Economía y del Derecho. No quiero decir que el mundo de la La promesa de la Ilustración de una vida informada por la razón no
puede_ cumplirse mientras la racionalidad que encuentra expresic'111 en
la sociedad se vea deformada por la modernización capitalista ••.
85. /bid., p. 523.
86. /bid., pp. 523-524. 89. /bid., p. 215.
87. /bid., p. 527.
90. Th. MacCarthy, La teorla critica de ]iirgen Habermas, Tecnos, Madrid, J9R7,
88. Ihid., pp. 525-527. p. 479.

42 43
YO, El ESTADO

Para Habermas, en conclusión, es más importante el «en- 11


tendimiento alcanzado comunicativamente» que el «acuerdo
normativa mente adscrito» 91 • El Estado de Derecho mediatiza LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
el mund9 de la vidá. Los subsistemas (económico y jurídico),
que son medios para un fin, penetran <<desde fuera» en el
mundo de la vida y, como dice, producen su colonización
interna. Hay, pues, en Habermas una implícita demanda de
liberación del Estado y del Derecho para lo que llama el mundo
de la vida (Lebenswelt) y en este sentido hay una propuesta
indirecta de recuperar unas relaciones sociales, que tal vez
puedan llamarse·en un sentido clásico (al estilo del pensamien-
to social y político de finales del XVIII y principios del XIX) la
sociedad civil, como lugar más espontáneo (no absolutamente
espontáneo) de la vida individual y colectiva frente a una vida
social institucionalizada, el ámbito de lo estatal, donde hay
modelos y reglas que predeterminan e incluso condicionan los 1. Las pruebas de la sustancialización:
comportamientos, los intereses, las formas y los objetivos de el Estado tiene derechos
vida para el logro de los fines del sistema. Tal vez haya en
Habermas una interpretación más rousseauniana que hegeliana ~a ~ustancialización del Estado se confirma a partir de los
de la sociedad civil (primacía de los sentimientos y la libertad s1gu1entes supuestos argumentables y datos verificables:
individual sobre necesidades, intereses y normas), así como a) Que c:I Estado_ es un sujeto con derechos y d~beres.
alguna conexión con el análisis marxista del Estado, en cuanto ,bJ Que tiene sentido, en la teoría y en la práctica jurídico-
valora negativamente el subsistema <<Estado» por sus distorsio- pohttca, hablar de <<derechos del Estado>>.
nes de ese mundo más auténtico, que es el mundo de la vida, y . ~). Que estos <<derechos del Estado>> tienen en el contexto
por su implantación de la relación medio-fin. Para Habermas htstortco actual una importante hegemonía sobre los derechos
la <<estatalizaciÓn» y la <<juridificaciÓn» de ciertos ámbitos de la de otros sujetos individuales y colectivos.
vida no son, pues, positivas. . ~s,ta h~gemo~Ía del Estado, que es una forma de sustancia-
hzacwn, tiene. d1versas lecturas y, en todo caso, encierra una
profunda ambtv~l~ncia. En principio, me parece positivo que el
Estado (democrattco)_ te~ga derechos hegemónicos, pues de
e~ta maw.:r~ ha contnbmd~ y puede contribuir a .mejorar los
mv~les de tgualdad y ?e hbertades reales de amplias masas
soctales. Este es el senttd_o de la sustancialización positiva del
Estado 9u~ parece plaus1ble, en mi opinión. No obstante, el
reconoctmt~nto de d~rechos (además hegemónicos) al Estado
comporta sm duda nesgos y peligros que no pueden descono-
cerse. Junto a esa sustancialización positiva coexiste frecuente-
me~te una su,s~ancialización 1Zegativa del Estado, que es un
fenomeno pohuco perfect_af!lente comprobable, pero no de la
grayedad Y de la dramatlctdad que le atribuyen los sectores
soctales conservadores. .
91. J. Habermas, op. cit., t. 1, p. 105. La afirmación de una sustancialización positiva o negativa

44 45
YO, El ESTADO LA SUS TANCIALIZACION DEL ESTADO

del Estado pasa por el reconocimiento de que el Estado es un la libertad 1 • Si se aceptara el principio de la duda, se estaría
sujeto y de que el Estado tiene derechos. En lo gue sigue trato aceptando -afirma- la posibilidad de situaciones en las
de construir, aunque sea elementalmente, una teoría de los cuales la duda ·no existiera y en las que habría que optar en
derechos del Estado, que genéricamente sirva para apoyar lo favor de los intereses colectivos y en contra de la libertad 2 :
que llamaría una «sustancialización positiva» del Estado, aun- \

que al mismo tiempo ponga de manifiesto los aspectos o En la aceptación de este principio reside también la necesaria afirma-
consecuencias negativas de los procesos de sustancialización. ción de que el Estado 110 puede ser titular de derechos (tmdament;lles.
Un derecho fundamental solamente es derecho del ciudadano contra el
Ahora bien, para el cumplimiento de tal propósito, reco- poder del Estado; si fuera por el contrario --<:osa que hoy se discute--
nozco -entre otras- dos dificultades casi evidentes: 1) la el Estado, o un ente públiéo establecido por él, titular de los mismos
necesidad de aclarar y fundamentar muchos conceptos; y 2) la derechos fundamentales que posee el ciudadano, esta libertad quedaría
ambigüedad, los riesgos e incluso las consecuencias gravemente destruida en caso de conflicto 1 •
negativas que pueden tener el concepto y la realidad de estos
derechos del Estado. No voy a poder superarlas, pero en Tal es el caso -diée-- de la llamada propiedad pública de
alguna medida lo intentaré. Para confirmar el concepto y para los Estados comunistas, que excluye por completo la posibili-
no esconder los riesgos, he recogido algunos ••casos difíciles» dad de la propiedad privada 4 •
de la realidad jurídico-política española, que son una prueba de . Aho.r? bien, la teoría política neoliberal olvida que la
la existencia de tales derechos y de una «sustancialización af!rmac10n d~ los derechos individuales ha exigido el reconoci-
negativa>> del Estado, que yo también denunciaría, como los miento de ciertos derechos al Estado. Parece históricamente
neoliberales, pero por otros motivos y con otras finalidades. demostrado que el Estado moderno nace, con todas las insufi-
ciencias y .co~t~adicciones que se quieran, para salvar y prote-
ger a los mdividuos, como trataron de demostrar las teorías
2. De los derechos individuales a Los derechos del Estado contractualistas. Los poderes del Estado (sus posibles «dere-
chos») se justifican por su finalidad protectiva de los derechos
Indudablemente resulta difícil fundamentar una «teoría de los individuales, esto es, porque protegen el «derecho natural» a la
derechos del Estado» dentro de un contexto cultural-jurídico sobrevivencia: sua cuique conservatio. Ya Hobbes reconocía
originaria y renovadamente individualista, así como lleno de que por el pacto social, que es pacto de supervivencia, se
recelos, a veces justificados y otras veces no, contra un Estado concede al soberano determinados derechos:
fuerte e intervencionista. La •<lluevan, como la vieja, filosofía
política liberal suele ver al Estado como un mal menor y De esta institución de una república se derivan todos los derechos y
facultades de aquel o a~u~llos a quienes resulta conferido el poder
generalmente teme que el Estado sea prepotente. Que un soberano por el consenttmtento del pueblo reunido 5 •
Estado tenga «derechos» significaría para esta filosofía recono-
cer demasiados poderes al Estado y permitir que sus funciones Hobbes relata cuáles son «los derechos que constituyen la
fundamentales fueran más allá del establecimiento de míos esencia de la soberanÍa»: el derecho a hacer leyes, el derecho de
mínimos éticos para la convivencia pacífica y para el eficaz
funcionamiento de una economía libre de mercado. Que el
l. . K. Doehri.ng, •Estado social, Estado de Derecho y orden democrático• (1978),
Estado pueda ser sujeto de derechos sería un grave peligro para en el libro colectivo El Estado social, Centro de Estudios Constitucionales Madrid
los derechos individuales. 1986, 1'· 137. • '
El neoliberalismo llega a veces a planteamientos muy radi- 2. lbid., 1'· 137.
cales. Karl Doehring, por ejemplo, niega de manera tajante que 3. lbid., !'· 138: Quien discute esta tesis es K. A. Bettermann, en •Juristische
el Estado sea titular de derechos, porque rechaza el principio in Personen des offemllchen Rechts als Grundrechtstriiger•, en N]W,I969, PI'· 1321 ss.
4. Cf. K. Doehring, op. cit., p. 158.
dubio pro libertate, porque está a favor de un principio más 5. Th. Hobbes, Leviatán, cap. XVIII, pp .. 268·269, ed. C. Moya .y A. Escohotado
radical: semper et sine exceptione hay que decidirse a favor de Nacional, Madrid, 1979, pp. 268-269. '

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YO, El ESTADO LA SUSTANCIALIZACION DEl ESTADO

en¡mctamiento, el derecho de hacer la guerra y la paz, el definió como un derecho subjetivo, esto es, como poder de la
derecho de dar títulos de honor 6 • voluntad que reina dentro de los límites de las reglas j.!Jrídicas.
El desarrollo histórico de los derechos individuales no El Estado de Derecho no se constituye, a diferencia de lo que
puede entenderse sin esa relación al Estado, como ha sostenido decía Hobbes de la república, por un pacto de sumisión, sino a
Norbertó Bobbio: través de una soberanía popular continuamente renovada que
exige el sometimiento de todos los derec~os, incluso los1 del
El desarrollo de los derechos humanos ha pasado a través de tres fases: soberano, al principio de legalidad, a la ley como voluntad
en un primer tiempo, se han afirmado los derechos de la libertad, es general, no como voluntad del Estado. No tiene ~entido, pues,
decir, todos aquellos derechos que tienden a limitar el poder del Estado identificar «derechos del Estado» con poderes absolutos del
y a reservar al individuo o a los grupos particulares utta esfera de Estado.
libertad respecto del Estado; en un segundo tiempo se ha propugnado El individualismo moderno no podía consentirlo. En efecto,
los derechos políticos, que -al concebirse la libertad no sólo negativa-
mente como no impedimento, sino positivamente como autonomía-
ya Locke advertía de los peligros de un soberano caprichoso
han tenido por consecuencia la participación cada vez más amplia en el que podía situar al hombre en una condición peor que la del
poder político (es la libertad ett el Estado); y finalmente, se han estado de naturaleza. Locke decía que una persona racional no
proclamado los derechos sociales, que expresan la maduración de se comprometería con un contrato para escapar de las mofetas
nuevas exigencias (bienestar, igualdad real), que se podrían llamar y las zorras si esto le pusiera a merced de los leones. Los
libertad a través o por medio del Estado 7 • poderes del soberano han de ser, pues, limitados 9 • Pero, ade-
más, desde una perspectiva clásica liberal, los derechos indivi-
Ahora bien, la afirmación práctica y la construcción teórica duales se entendieron no sólo como fundamento y finalidad
de categorías como «derechos naturales>>, «derechos del hom- genérica del Estado, sino también como su límite. Se hablaba
bre», «derechos individuales», etc., forzaron a un proceso de los derechos de los individuos como la frontera, como la
similar de determinación teórica y práctica de los poderes del «línea de separación eterna entre el Estado y el individuo»,
- . Estado, cuyo gran «derecho» era en principio su soberanía como «los límites precisos del poder del Estado», «la limitación
interna y externa. Obviamente no se hablaba de «derechos» del legal de aquellas esferas en que el Estado no debe penetrar» 10 •
Estado, sino de los poderes soberanos del Estado. Por eso se ha En cualquier caso lo que me parece históricamente más impor-
dicho que en Hobbes no hay otro derecho que el derecho del tante para mi argumepto es que el desarrollo de los derechos
Estado (law) que suplanta definitivamente al derecho (right) individuales se ve continuamente dependiente de que existan
individual 8 • Pero la sustancia de la soberanía fue transformán- derechos del Estado. No hay derechos individuales sin que el
dose en un conjunto de facultades de hacer o de exigir que Estado disponga de poderes y facultades, aunque sin duda
otros hagan que tiene el soberano dentro de los límites estable- limitados por la ley (derechos), para realizar, defender y armo-
cidos por las leyes y sobre todo por la ley de leyes, la Consti- nizar aquéllos. Al menos ésta era --creo-la lógica interna que
tución. conllevaba el discurso individualista moderno sobre los dere-
Lo que la Modernidad afirmó progresivamente fue la exi- chos individuales y el nacimiento del Estado.
gencia de que esos poderes soberanos tuvieran límites y con- El presente también avala este argumento. La Constitución
trol, lo cual era una forma de convertirlos, al menos analógica- Española de 1978 establece, por ejemplo, en su artículo 10.1
mente, en lo que posteriormente la cie~cia jurídica del XIX

9. Cf. J. Locke, Second Treatise of Gm•ernment, 1960, sección 93, apud T.


6. lbid., cap. XVIII, pp. 273-275. Campbell, Siete teórlas de la sociedad, Cátedra, Madrid, 1985, pp. 106-107.
7: N. Bobbio, •Presente y porvenir de los derechos humanos•, en Anuario de 10. G. Jellinek, La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, 1895,
1
Derechos Humanos, Madrid, 1981, p. 16. , 1903, en Orlgenes de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de G.
8. S. Goyard-Fabre, l.e droit el la loi dans la philosophie de Thomas Hobbes, Jellinek y otros, ed. preparada por Jesús González Amuchast~ui, Nacional, Madrid,
Librairie C. Klincksicck, París, 1975, p. 123. 1984, pp. 71 y 89.

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YO, El ESTADO LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO

que los derechos humanos son el fundamento del orden jurídi- que el Estado tiene la «Supremacía de las competencias» en
co y político: estas materias 12 • En el ámbito legislativo, gubernativo y judi-
cial, el sujeto de los «grandes derechos» es indudablemente el
La dignidad de la persona humana, los derechos inviolables que le son Estado. El Estado es el titular por excelencia de esos !'dere-
inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto de la ley Y a chos» de legislar, juzgar y administrar. Son derechos, que
los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la recaen sobre más cosas y sobre cosas más importantes que las
paz social. que pueden ser objeto de los derechos del resto de los ciudada-
nos, porque estamos ante un sujeto excepcional caracterizado
Y al Estado corresponde especiales derechos y deberes para por su soberanía. Por ello tradicionalmente se ha hablado de
la protección y realización de los derechos individuales y de los «competencias», «funciones••, «potestades», etc., del Estado,
wupos: . derivadas de un genérico ius imperii y no de «derechos» 13 •
Ahora bien, uno de los principales argumentos a favor del
Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que
concepto de «derechos del Estado» se encuentra en las-propias
la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra
sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten limitaciones legales que tienen esos poderes o competencias del
su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la Estado. Sus poderes o facultades no son soberanos en un
vida política, económica, cultural y social (art. 9.2 CE). sentido absoluto, porque se ordenan y se realizan dentro de
unos límites jurídicos, que son la Constitución y las leyes
ordinarias. En consecuencia, se puede afirmar que el Estado
3. Un concepto de derechos del Estado: argtmtetttos y aporlas tiene «derechos» en cuanto· puede o está facultado para hacer
algo o exigir que alguien haga o no haga algo de acuerdo con
A partir de este breve argumento histórico, voy a profundizar, a lo que las leyes establecen. Indudablemente, ·los derechos del
ampliar la fundamentación y construcción de un concepto de Estado son más fuertes (tienen menos limitaciones reales y
«derechos del Estado». Advierto de antemano que tal vez el legales) y son más amplios (generalmente son facultades frente
debate sobre su existencia sea, en alguna medida, una cuestión a unos colectivos muy numerosos, incluso frente a la totalidad
de nombres 11 • Esto es, que lo que yo llamo «derechos», tal vez de una sociedad). Pero en el fondo coinciden con la clásica
otros lo llamen «poderes» o «competencias». Sin embargo, no definición de Savigny de derecho subjetivo como la voluntad de
creo que se trate sólo de una cuestión de nombres. Hay mucha una persona que manda sobre un determinado ámbito con
ideología tanto al afirmar que el Estado tiene unos «derechos», nuestro asentimiento y bajo los límites de las leyes 14 •
como al afirmar que no los tiene. Además estoy convencido de Pero hay otro dato importante. El Estado no es sólo un
que las cuestiones de nombre no son siempre inocentes. Pero conjunto de estructuras jurídico-políticas anónimas, sino que
entremos de lleno en la cuestión de qué son y cómo se es también un conjunto de personas individuales que pueden
fundamentan los llamados <<derechos del Estado». hacer determinadas cosas o exigir que otros las hagan bajo la
En principio, lo que podría llamarse «derechos del Estado» cobertura o el reconocimiento de una legislación fundamental
se relaciona inevitablemente, aunque no exclusivamente, con lo (Derecho constitucional) u ordinaria (Derecho común público
que son sus competencias como fJOder soberatto, competencias
que se desarrollan en los ámbitos de la legislación, de la 12. R. Zippelius, Teorfa general del Estado. Ciencia de la polltica, UNAM,
gobernación o administración y de la jurisdicción. Es indudable México, 1985, p. 55.
13. Algunas leyes, sin embargo, hablan taxativamente de •derechos•. Por ejem-
11. Desde luego, cuando uno lee libros como el de AJan R. White, donde de plo, la Ley General Presupuestaria de 1977 habla concretamente de •los derechos de la
manera minuciosa se exponen numerosas distinciones y combinaciones sobre quiénes Hacienda pública• (art. 22).
pueden ser sujetos de derechos, qué puede ser objeto de derechos y cuáles pueden ser 14. F. K. v. Savigny, System des heutigen romischen Rechts (1840), r. l. pfo. 4,
los fundamentos de los derechos, no resulta difícil concluir que estamos an'te una p. 7, Sciemia, Aalen, 1973. Cf. J. Dabin, El derecho subjetiv,;, Revista de Derecho
cuestión de nombres. Cf. AJan R. White, Rights, Clarendon Press, Oxford, 1984. Privado, Madrid, 1955, pp. 70 ss.

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LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
YO, El ESTADO

esp~cial, al abogado del Estado (art. 34). Por otro lado, dado
o privado). El Estado no es una realidad metafórica o una que muchos de sus derechos están determinados directamente
ficción, sino que tiene nombres y apellidos. Es decir, los por su soberanía, que es un valor de indudable natÜraleza
poderes, facultades o derechos subjetivos de expropiar, de política, el ejercicio de estos derechos está sometido también a
exigir el pago de una multa o de un impuesto, de contratar, etc. juicios políticos por parte de otros órganos del Estado (~arla­
están adscritos frecuentemente a unas personas físicas concre- mentos), de los ciudadanos en el ejercicio de su libertad de
tas, que actúan (o deben actuar) según la ley. El Estado tiene expresión o por medio del voto en unas elecciones genera'les.
rostro, nombre y apellidos, se encarna en personas físicas que En cualquier caso, debo reconocer que los derechos del
tienen una serie de facultades de hacer o no hacer, de exigir que Estado no son copia exacta, al menos en su regulación u
otro haga o no haga, facultades reconocidas y tuteladas por ordenación, de los derechos propios de los sujetos privados.
la ley. Pero también debo añadir una precisión importante: tampoco
· A todo ello se puede añadir el argumento de que hay un todos los ciudadanos tienen real e incluso legalmente los
sentido más estricto o restringido de «derechos del Estado», en mismos y exactos derechos. La desigualdad ante la ley no se da
tanto que no todo lo que puede hacer o exigir el Estado deriva sólo respecto al Estado, que es sujeto soberano, sino incluso
directamente de su soberanía, como sucede cuando ejercita su entre los mismos ciudadanos, entre los que también hay «sobe-
••derecho a legislar». Un Estado <<puede» hacer no sólo leyes ranos», esto es, sujetos que tienen derechos sobre más cosas,
(••derecho» evidentemente derivado de su soberanía, aunque sobre cosas más importantes y frente a más sujetos.
sometido también a leyes, leyes constitucionales), sino que el
Estado tiene «derecho» a crear empresas, a: construir viviendas,
a contratar albañiles, etc., igual (o casi igual) que cualquier 4. Hasta Kelsen dijo sí a los derechos del Estado
ciudadano. Dentro de este sector de competencias o «derechos»
el Estado actúa como una persona jurídica, con responsabilida- Aunque no hay una tradición teórica tan puntual como'Ia que
des muy similares a las de cualquier otro sujeto de derecho, afecta a los derechos subjetivos del ámbito del Derecho priva-
individual o colectivo. A veces se somete incluso a las reglas del do, no me estoy inventando un concepto, ni pretendo pasar por
Derecho privado o a normas de Derecho público especiales y original o novedoso 15 • Como se sabe, ya en 1834 Robert von
muy condicionantes de.su capacidad o poder. Hay, pues, otros Mohl dedicaba precisamente una páginas de su System der
derechos del Estado, que no son tan fuertes, porque no nacen Praventivjustiz a la protección de los derechos del Estado
directamente de su soberanía, o están más condicionados legal- (Schutz der Rechte des Staates) desde el punto de vista penal y
mente, o se refieren a cuestiones menos trascendentales o más consideraba una serie de peligros para el Estado, como eran las
particulares o no afectan a la totalidad social. reuniones populares, la posesión de armas, los ataques de la
Por otro lado, se puede afirmar incluso que el Estado es un prensa, etc.
«justiciable». Así, por ejemplo, si el Estado ejerce mal su
••derecho a hacer leyes» será llevado al Tribunal Constitucio- 15. Desde el punto de vista del Derecho internacional es evidente que los Estados
son •sujetos de derecho•, los •sujetos de derechos• por antonomasia, aunque se acepte
nal; si el Gobierno {la Administración Pública) gobierna en la posibilidad de otros sujetos internacionales, como serían los puehlos, los organismos
contra de las leyes será demandado de acuerdo con las leyes internacionales e incluso los mismos individuos. Cf. P. Sieghart, The /nternational Law
constitucionales, con las leyes ordinarias (Ley Contencioso-Ad- of h11man rights, 1!183, pp. 367-378; J. Crawford, The rights of Peoples: •Peoples• or
ministrativa) o incluso de acuerdo con el derecho común o •Governments•, pp. SS ss. y G. Trigss, The Rights of •Peoples• and the lndividt~al
Rights: Conflicts of Harmony?, pp. 114 ss., en l. Crawford (ed.), The Rights of the
general, según los casos, los derechos que ejerza o los titulares Peoples, Clarendon Press, Oxford, 1988. Se ha elaborado incluso una •teorla de los
concretos de esos derechos. La Ley de la Jurisdicción Conten- derechos fundamentales del Estado•. Cf. G. F. Martens, Précis d11 droit de gens
cioso-Administrativa de 1956 habla de los sujetos de esta moderne de I'E11rope fondée s11r les traités et l't~sage, ap11d Onuma Yasuki, ·Between
jurisdicción, de los derechos y deberes que les corresponden y natural Rights of Man and Fundamental Rights of States•, en N. MacCormick y Z.
de que su defensa corresponderá, como en el caso de cualquier Bankowski (eds.), Enlightenment, Rights and Ret,oltltion, Aberdcen University Press,
1989, pp. 137-138.
otro sujeto de derecho, a un abogado, aquí a un abogado

52 53
LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
YO, EL ESTADO

El mismo Hans Kelsen, que no destacó precisamente por su el que realiza determinado acto, el que desempeña determinada
amistad hacia el concepto de Derecho subjetivo, que entendía funciÓn». Según Kelsen, ••el Estado, como persona actiya, no es
como «un mero reflejo de una obligación jurídica» 16 , se refirió una realidad, sino una construcción auxiliar del pensamiento
a unos «derechos subjetivos del Estado», a los ••derechos del jurídico». Por todo ello no está de acuerdo con hablar de
Estado» 17 • Ya en sus Hauptprobleme de 1911, distinguía entre conducta estatal, de acto estatal, de función estatal, salvb que
derechos subjetivos de unos súbditos para con otros, derechos el Estado, como persona activa, sea «representado como \Una
subjetivos de los súbditos frente al Estado y «derechos subjeti- realidad diferente del hombre, como una suerte de superhom-
vos del Estado contra los súbditos». Decía que los tres grupos bre, es decir, cuando la construcción auxiliar de la personifica-
presentan «la misma estructura esencial» y rechazaba la distin- ción ha sido hipostasiada» 21 • En cualquier caso y resumida-
ción clásic~ entre Derecho privado y Derecho público y la de mente, para Kelsen, en mi opinión, el Estado es una persona
]ellinek entre derechos subjetivos privados y los públicos, jurídica que tiene derechos y obligaciones que son ejercidos por
porque ••todos los derechos se conceden en interés general, es personas individuales concretas respecto a las que cabe una
decir, todos ellos tienen carácter público» 18 • Kelsen sostiene «imputación atributiva» 12 • Por consiguiente, «<os derechos in-
que el Estado tiene derechos, porque los individuos tienen terpretados como derechos del Estado son derechos de los
obligaciones respecto al Estado, respecto a la sociedad. Esto es, individuos que, en su calidad de Órganos del Estado, ejercen ese
••cuando la conducta obligatoria de un individuo -escribe poder jurídico» 23 •
Kelsen- no se refiere a otro individuo específicamente deter- Kelsen sostiene que hay obligaciones de Derecho público y
minado en cuanto tal; es decir, cuando aquella conducta no ha obligaciones de Derecho privado, creadas mediante un negocio
de cumplirse frente a otro individuo determinado individual- jurídico, en el cual interviene el Estado. De estas obligaciones
mente, sino que se le exige con respecto a la comunidad derivan derechos que son ejercidos por individuos que tienen la
jurídica en cuanto tal; se habla a veces, por cierto, de un calidad de Órganos estatales, aunque las obligaciones están
der~cho del Estado, con respecto de esa conducta del individuo estatuidas en interés de la totalidad, de la comunidad jurídica.
obligado, como es el caso de la obligación de cumplir el Por ello Kelsen califica estos derechos del Estado como «dere-
servicio militar ... » 19 • En opinión de Kelsen, el Estado es una chos colectivos de estos individuos» que son Órganos del Esta-
persona jurídica, un sujeto activo y como tal tiene obligaciones do. Esta distinción entre titular legitimante del derecho subjeti-
y derechos. Al estar constituido bajo un orden jurídico interno vo (el Estado) y titular ejerciente de ese derecho (el individuo-
y un orden jurídico externo o internacional, el Estado tiene Órgano) se aclara bastante cuando se habla de los derechos
«derechos externos» (en el ámbito internacional) y <<derechos reales o patrimoniales del Estado, esto es, de un derecho de
internos» 20 • propiedad del Estado que, sin embargo, es ejercido por perso-
Por otro lado, es importante la tesis kelseniana sobre la nas concretas que tienen a su cargo la administración de esos
conveniencia de no entender, a este respecto, el Estado como bienes o patrimonio 24 •
••una suerte· de superhombre». En su opinión, <<nunca es el Hay un párrafo de la Teoría general del Derecho y del
Estado, sino sólo siempre un hombre determinado el que actúa, Estado, en el que se resumen de manera muy clara muchas de
las cosas que sobre los ••derechos del Estado» se dicen en la
16. H. Kelsen, Teorfa pura del Derecho, UNAM, México, 1981, p. 141. Teoría pura del Derecho:
17. H. Kelsen, Problemas capitales de la teorfa ;urfdica del Estado, Porrúa,
México, 1987, libro tercero, sección segunda, apartado B), •Los derechos subjetivos del
Estado y los derechos subjetivos contra el Estado•, pp. 539-570; y Teor{a pura del Puede hablarse de un derecho del Estado cuando la ejecución de una
Derecho cit., parte VI: .. E( Estado como sujeto de obligaciones y derechos•, apartado sanción se hace depender de una demanda presentada por un individuo
bl, •Derechos del Estado•, pp. 311-314.
18. H. Kelsen, l'roblemas capitales de la teorfa ¡mfdica del Estado cit., pp. 550- 21. Tbid., pp. 295-296.
551. 22. /bid., p. 295.
19. H. Kelsen, Teorfa pura del Derecho cit., p. 141. 23. Tbid., p. 311.
20. Tbid., p. 295. 24. Tbid., pp. 311-314.

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YO, El ESTADO LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO

en su carácter de órgano estatal, en el sentido estricto del término, esto tienen por contenido una prestación patrimonial. En este caso,
es, como .,funcionario•. Especialmente, dentro del campo del Derecho la sanción de reparar afecta al patrimonio del Estado y se
civil, el Estado puede tener derechos en el mismo sentido y medida que entiende, pues, que el Estado sufre la sanción 27 •
los particulares. En este caso, el derecho es correlativo de un deber
jurídico de una persona privada. La relación entre el Estado y los
sujetos de las obligaciones creadas por el Derecho penal permite la
misma interpretación, en cuanto la sanción penal es aplicada única-
5. Desde el Derecho Administrativo:
mente cuando el Ministerio Público ejercita la correspondiente acción.
contra los derechos del Estado
El acto por el cual el procedimiento judicial que conduce a la sanción
es puesto en movimiento, debe ser considerado como un acto estatal; Personalmente, comprendo que la categoría de «derechos del
y, en tal hipótesis, es posible hablar de un derecho subjetivo del Estado Estado» plantee reticencias en un mundo jurídico donde la
al castigo de los delincuentes, y decir que el delincuente ha violado un categoría de «derecho subjetivo» ha estado construida princi-
derecho estatal 25 • palmente por la ciencia y la legislación iusprivatista. Por otro
lado, estas reticencias surgen también por causa de ciertos
Ahora bien, Kelsen elabora también una interesante, com- miedos políticos a que un Estado fuerte, con muchos «dere-
pleja y muy discutible teoría sobre las «obligaciones del Esta- chos» o con «derecho a tener derechos», se convierta en una
do», que en definitiva sirve, por lo que interesa aquí, para amenaza para la sociedad civil y para los individuos en general.
poner de relieve que el Estado, de una manera u otra, es un Tal es el transfondo de la rigurosa, pero para mí no convincen-
sujeto que entra en el juego de las relaciones jurídicas con te, construcción doctrinal que sobre la distinción entre Estado
derechos y deberes como los individuos en general 26 • Lo más y Administración han elaborado Eduardo García de Enterría y
peculiar y llamativo de su teoría es que,_ en su opinión, el Tomás Ramón Fernández en su Cttrso de Derecho Administra-
Estado no puede delinquir y que un Estado que incurriera en tivo (1986).
delito sería una contradicción. Una obligación jurídica se da Su tesis más importante, por lo que interesa aquí, es quizás
cuando el orden jurídico hace de la conducta contraria la que sólo la Administración, y no el Estado, puede tener «dere-
condición de una sanción. Ante la violación de una obligación chos». En su opinión, la Administración Pública es una persona
estatal sólo se puede atribuir tina sanción al individuo (órgano jurídica, pero no lo es propiamente el Estado:
del Estado) que con su conducta ha violado tal tipo de obliga-
ción. La estricta posibilidad de que el Estado sea sancionado Todas las relaciones jurídico-administrativas se explican en tanto la
sólo puede darse en el ámbito de las obligaciones estatales que Administración Pública, en cuanto persona, es un sujeto de derecho,
que emana declaraciones de voluntad, celebra contratos, es titular de
un patrimonio, es reponsable, es justiciable, etc. 10 •
2S. H. Kelsen, Teor{a general del Derecho y del Estado, UNAM, México, 1979,
pp. 238-239.
26. Recientemente se ha hablado de estas obligaciones o deberes del Estado Para fundamentar esta tesis, E. García de Enterría y T. R.
(p11blic d11ties), como deberes que surgen del derecho público y que son_l,o opuesto a las Fernández dedican especial atención a criticar la tesis de la
facultades discrecionales del poder. En este contexto se habla tambten de derechos personalidad jurídica del Estado. Su argumento de fondo es la
públicos (p11blic rights), que están fijados por las leyes para proteger o. beneficiar lo valoración negativa de toda sublimación del Estado. Confiesan
público y que, por consiguiente, pueden chocar con los derechos de los pnvados. Cf. A.
J. Harding, P11blic D11ties and P11blic Law, Clarendon Press, Oxfor~, 1~89, pp. 3-4~ 148 que sus planteamientos «están muy lejos de· la teoría de la
y 248. En España, Rafael de Asís ha estudiado las llamadas •obhgact_on~ ~~penores Es~uela Alemana del Derecho Público, que sostuvo por vez
materiales de los poderes•, que constituyen --como los derechos, en mt optmon- una pnmera, ~omo antes vimos, la personalidad jurídica ael Esta-
parte importante del edificio democrático: •al régimen democrático caracterizado por do, notonamente sobre supuestos del idealismo hegeliano. La
la defensa de los derechos fundamentales, se añade otra característica no menos
import~nte: la existencia de obligaciones estatales• (R. de Asís Roig, Deberes Y 27. H. Kelsen, Teorfa pura del Derecho cit., pp. 305-310.
obligaciottes ett la Constit11ciÓtt, CEC, Madrid, 1991, p. 285 y, en general, para esta 28. E. García de Enterria y T. R. Fernández, Curso de Derrdm Admitti5tratir•o
cuestión, pp. 267-321). t. 1, Civitas, Madrid, 1986, p. 26. '

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LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
YO, El ESTADO

En cambio, la personificación de la Administración no necesita de


personalidad del Estado en su conjunto es sólo admisible en el mística alguna. La Administración es una organización instrumental,
seno de la comunidad de los Estados (el Estado en cuanto la cual actúa siempre ante el Derecho como sujeto que emana actos,
sujeto del Derecho Internacional en sus relaciones con otros declaraciones, que se vincula por contratos, que responde con su
Estados). Desde el punto de vista del ordenamiento interno no patrimonio de los daños que causa, que es enteramente justiciable ante
aparece, en cambio, esa personalidad un tanto mística del los Tribunales. Entre todos los poderes del Estado, sólo ella 'actúa·
según esta técnica 34 • •
Estado, sino sólo la personalidad propiamente jurídica de uno
d~ s.us elementos: la Administración Pública» 29 • En la experien-
cia mglesa, la misma palabra Estado es extraña y otros térmi- La Administración Pública por excelencia es la Administra-
nos son, sin embargo, más usuales, como la Corona o el ción del Estado, aunque hay pluralidad de administraciones
Parlamento. Incluso en el Derecho continental el Parlamento, públicas, como aquellas que existen en las Comunidades Autó-
más que un Órgano del Estado, es un Órgano del pueblo (art. nomas y en los Municipios.
66.1 CE). En definitiva, están en contra --dicen- de la tradi- Las tesis de Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón
ción absolutista y de la filosofía idealista, que unificaban todas Fernández tienen una fuerte consistencia desde el punto de
las funciones públicas subjetivamente en el Monarca o en el vista de la teoría general del Derecho y de la mera técnica
Estado como «centro subjetivo único». «El dogma de la perso-. jurídica. Sus objetivos no son evidentemente construir una
nalidad jurídica del Estado, como expresión de un supuesto teoría del Estado, sino claramente explicar la naturaleza y
ente transpersonal», se formó en la Alemania del siglo XIX para objeto del Derecho Administrativo para sustantivado y buscar-
encubrir que ni el pueblo ni el Monarca eran los soberanos, le un sujeto y objeto propios, la Administración Pública, y
sino el Estado como .«Un ente abstracto del cual todos los separándolo del Derecho Constitucional y de la Teoría del
protagonistas de la vida política serían. a lo sumo simples Estado. Su tesis sobre la Administración como persona jurídi-
Órganos» 30 • ca, como sujeto de derecho, que no es representante de la
Sin embargo, la Administración Pública es una 'realidad comunidad, sino una comunidad puesta a su servicio, etc., me
distinta. No es representante de la comunidad, sino una organi- parecen en principio totalmente válidas.
zación puesta a su servicio, que aparece «con una personalidad - Sin embargo, me parecen discutibles sus tesis negativas y
jurídi~a propia, y para el Derecho Administrativo, al que está excluyentes, esto es, sus diversas descalificaciones, del Estado
somettda, es, ante todo, un sujeto de relaciones jurídicas» 31 • Su como sustantividad o subjetividad en el mundo de las relacio-
personalidad jurídica deja fuera a los Órganos legislativos y nes jurídicas. No me parece tan rigurosa desde el punto de vista
judiciales. Y añaden: «sólo la Administración Pública está de una estricta ciencia jurídica, aunque sea válida dialéctica-
realmente personificada dentro del vasto complejo orgánico mente, su referencia a motivos estrictamente políticos, es decir,
que llamamos Estado» 32 • En opinión de estos autores, según el al ~!~al uso, del Estado como s~jeto con personalidad por parte
artículq 1.2 CE, la soberanía reside en el pueblo. «Sobre el de tdeolog1as y grupos extremtstas de derechas y de izquierdas
cimiento de esta realidad básica, toda la construcción poHtica para negar sentido a la tesis del Estado como sujeto de dere-
es instrumental y nada impone sustantivada ni aislarla de ese chos. El estatismo fascista y comunista no es argumento sufi-
origen, tratándola como una entidad abstracta•• 33 • Por ello la ciente para negar que el Estado, especialmente el Estado demo-
ley no es la voluntad del Estado, sino la «voluntad general». crático de Derecho, pueda ser considerado como sujeto de
Solamente la Administración pública es sujeto de derechos y derechos y deberes. Por ello las alusiones crítico-irónicas al
deb.eres: idealismo a kmán, a un tradición absolutista, a una cierta
mística y sublimación del Estado como un ente transpersonal
29. - Tbid., p: 26. no son suficientes para dejar sin justificación o sin sentido el
JO. Tbid., pp. 28-29. entendimiento del Estado como sujeto de derechos. No niego
JI. Tbid., p. 28.
J2. Tbid., p. 26. J4. Tbid., p. JO.
JJ. rbid., p. 29.
59
58
YO, El ESTADO
LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO

los riesgos que comporta mi concepción del Estado y sus


derechos, en cuanto puede llevar a una sublimación y totaliza- existe. Una teoría de los derechos del Estado está exigida a dar
ción alienante y opresora del Estado. Pero también puede llevar alguna explicación sobre qué clase de sujeto es el Estitdo.
a una ordenación más justa, igualitaria y solidaria de la vida Y lo primero que me gustaría decir es que el Estado no es
colectiva. un e~te per se, sino una realidad histórica que expres~ una
De todas maneras las tesis de los dos administrativistas neces1da~ p~rman~~te de la convivencia social. Incluso oq me
citados son, en mi opinión, perfectamente compatibles con la resulta d1ftc1l adm1ttr, aunque tal vez caiga en algunas contra-
tesis que reconoce al Estado como titular de derechos y debe- dicciones, que no es tan importante como pudiera deducir~e o
res, porque ellos mismos reconocen que la Administración concluirse de estas páginas. Antes que el Estado (antes en
Pública es uno de los poderes del Estado, aunque sólo ella sentido cronológico y antes en sentido axiológico) pueden
actúa como estricto sujeto de derecho. Si la Administración son existir, existe!1, otras realidades. El artículo 1.1 CE deja muy
sus Órganos concretos y las personas que los representan y ellos claro establecido que el Estado español se constituye a partir de
son los que celebran contratos, son titulares de patrimonios, una realidad previa que es España y que los poderes del Estado
etc., lo mismo podría decirse en general del Estado. La Admi- emanan de la soberanía del pueblo español. Esto es, el Estado
nistración es también el Estado. Cuando contrata la Adminis- procede de realidades previas, como pueden ser una sociedad
tración Pública, quien contrata, en definitiva, es el Estado. Por un pueblo, una nación o unas naciones. '
eso hay una ley que se llama precisamente «Ley de Contratos . P~ro in.mediata~~nte quisiera decir también que la expe-
del Estado». Cuando se demanda a la Administración, quien la nencla soc1al y poltt1ca muestra la identidad diferenciada del
defiende es el abogado «del Estado», no el «abogado de la Estado respe~t? a la sociedad y al individuo. Un Estado, por
AdministraciÓn», etc. García de Enterría y Tomás Ramón muy democrauco que sea, es una entidad diferenciada de sus
Fernández sostienen que ,,e) sistema de Derecho Administrati- causas y con una subjetividad reconocida por el mismo derecho
vo como sistema garantizado por la jurisdicción contencioso- . frente a la sociedad y los individuos. Sociológicamente el
administrativa, se aplica a las organizaciones personificadas Estado, aun el democrático, es frecuentemente tm extraiio e
que el citado precepto básico enumera (más a las Comunidades incluso un adversario de la sociedad y los individuos. Un «el
Autónomas y a las Administraciones por ellas tituladas) y no a Estado. no soy yo» y un :•ya está aquí el Estado» pueden ser
ninguna función abstracta que pueda emanar de cualquier expresiones llenas de realtsmo que reafirman la realidad dife-
órgano estatal» 35 • Sin embargo, ellos mismos reconocen que renciada. del Estado. No .es ninguna exageración afirmar que el
esa Ley Contencioso-Administrativa ha sido considerada como Estado tiene una sustantividad propia. En definitiva, una teoría
sospechosa de un fuero privilegiado de la Administración 36 • Y de los derechos dei.Estado argumenta a partir de este dato: que
dicho privilegio no puede provenir sino del entendimiento el Estado es un stt¡eto perfectamente diferenciado de la socie-
implícito de que la Administración, en definitiva, es una forma- dad y de otros sujetos colectivos.
lización- de los poderes y funciones del Estado y una parte del . Afin~ar que el Estado es un sujeto con derechos exige
Estado como sujeto soberano o preeminente. 1~troduc1rse, aunqu~ se~ ?revemente, en la complej~ problemá-
tica de naturaleza ftlosof1ca que conlleva la categona de «suje-
to» e incluso la de «personan. Aunque no puedo extenderme
6. La subjetividad del Estado mucho en esta problemática, se me debe reconocer que no me
estoy. inventando nada nuevo. En este orden de cosas habría
No se trata aquí de inventarse dioses que no existen. Ni que c1~a~ !a tesi~ de Kant sc;>bre .la h~manida~ como una especie
fantasmas q~e hablan y asustan por las noches. Pero el Estado de defm1t1vo su¡~to de la h1stona. S1dney Axmn sostiene que en
como -sujeto existe. Desde luego no tiene ojos ni manos, pero ~ant los colectivos humanos pueden ser seres racionales y
tienen derechos morales y deberes morales. El reino de los fines
35. lbid., p. 36.
36. lbid., p. 45. --dice-- debe satisfacer no sólo los fines individuales, sino los
derechos de un número potencialmente amplio de grupos. Una
60
61
YO, El ESTADO LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO

teoría de la realidad que niegue la existencia de grupos y Gierke hace un riguroso relato histórico de los antecedentes
mantenga que sólo los individuos tienen derechos y responsabi- que fundamentan la realidad y el sentido conceptual de las
lidades, sería una teoría de la realidad que ignora una ·parte personas colectivas, desde el primitivo derecho germánico has-
grande ~e la praxis 37 : ta su tiempo.' La persona colectiva es una persona plena y real
como la persona individual 41 • Dentro de esta línea doctrinal,
En el hombre (como única criatura racional sobre la tierra) aquellas Gierke afirma rotundamente la personalidad jurídica del E,sta-
disposiciones naturales que tienden al uso de su razón sólo deben do en un triple sentido: es una persona internacional frent(;! a
desarrollarse por completo en la especie, mas no en el individuo 18 • otros Estados; es una persona jurídico-estatal como el más alto
ser colectivo que comprende todas las personas individuales y
La afirmación de que el Estado puede ser entendido como colectivas; y finalmente es una persona de Derecho privado
sujeto de derechos tiene un importante antecedente histórico en junto al resto de los sujetos de Derecho privado 42 •
numerosas teorías filosóficas que, desde hace muchos años, Por otro lado, tampoco debe parecer exagerada la tesis de
vienen afirmando la realidad y la capacidad jurídica de los que el. Estado tiene derechos, porque la existencia de personas
entes colectivos. No pretendo aquí recuperar las viejas tesis colectivas con personalidad jurídica propia es algo que ya no se
orgamctstas de finales del siglo XIX y principios del xx, que discute en el seno de los ordenamientos jurídicos contemporá-
llevaron en algunos casos a hablar de los «sentimientos del neos. El Código Civil español, en su artículo 35, trata de las
Estado», de un devoción al Estado, de un yo individual y de un personas jurídicas:
yo social (Spencer, Bluntschli, Oppenheimer, etc.) 39 • Ni se trata
tampoco de valorar las consecuencias políticas de ese organi- El concepto de sujeto de derecho se extiende, no sólo a toda persona
cismo ya pasado. Pero no se pueden olvidar algunos argumen- humana individual, con independencia de cuál sea su origen y condi-
tos importantes que justifican la subjetividad del Estado, como ción, sino también a determinadas entidades (universalidades de perso-
nas o de cosas), nacidas de la cooperación entre distintos individuos y
hipótesis razonable y no radicalizable. Me parecen interesan- dirigidas a conseguir fines que no sería posible alcanzar sin la unifica-
tes, en este orden de cosas, los clásicos argumentos de Otto von ción de las actividades y esfuerzos de una pluralidad de individuos ... 43 •
Gierke en su teoría sobre las Gesamtpersonen y sobre la
Verbmzdpersonlichkeit: Si la existencia de intereses y valores colectivos es evidente,
será necesario que haya titulares de los mismos que los defien-
La personalidad de las asociaciones es la capacidad reconocida por el dan y realicen. El Tribunal Constitucional, en su Sentencia
orden jurídico a una asociación como un sujeto de derechos y deberes
como un todo unitario distinto de la suma de la personas que se
22/1984, de 17 de febrero, argumentó que «existen, ciertamen-
asocian •o. te, fines sociales que deben considerarse de rango superior a
algunos derechos individuales, pero han de tratarse de fines
sociales que constituyan en sí mismos valores constitucional-
37. S. Axinn, •Kant on Collective human Rights•, en Ervin H. Pollack (ed.), mente reconocidos y la prioridad ha de resultar de la propia
Human Rights, Jay Steward Publications, Buffalo, 1971, pp. 329-3.10 y 328 ss. ConstituciÓn». La jurisprudencia constitucional confirma la
38. l. Kant, Ideas para tma historia universal en clave cosmopolita, Tecnos,
Madrid, 19R7, p. 6, Segundo Principio. . posibilidad de que determinados intereses y valores sociales,
39. Cf. H. Spencer, PrincifJles of Sociology, 1881; F. Oppenheimer, Der Staat, constitucionalmente reconocidos, puedan ser límite de los dere-
1909; System der Soziologie, 4 vals., 1922-35; Bluntschli, Psycbologische Studien iiber chos individuales. Los derechos de lo colectivo tienen, pues,
Staal tmd Kirche, 1844, etc. Y. B. Morgenstierne, «Die staatliche Gemeinschaft als
Organismos•, en ARWP, 1912/13, Bd. VI, pp. 443-595. Cf. G. Balladore Palieri,
Dottrina de/lo Stato, Cedam, Padova, 195R, pp. 112-136; D. C. Phillips, •Ürganicism 41. /bid., pp. 456-469.
in tlie late Ninetcenth and early Twentieth Centuries•, en ]ournal o{ the History o( 42. /bid., pp. 475-479.
Ideas, 197013, vol. XXXI, pp. 413 ss. · : 43. A. de Cossío, ·De las personas jurídicas•, en Comeutnrios al Código Cit•il y
40. Otto von Gierke, Deutsches Prit•atrecht, Erster Band, 1895, reedición, Dun- Compilaciones forales, dirigidos por M. Albadalejo, t. 1, Revista de Derecho Privado,
cker & Humblot, Míinchen-Leipzig, 1936, p. 469. Madrid, 1978, p. 831.

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LA SUSTANCIALIZACION DEl ESTADO
YO, El ESTADO

dejará de reconocer que en los últimos tiempos el Estado ha ido


legitimación y obviamente necesitarán un s~jeto-titular que los afirmándose sobre el individuo y, esto es lo grave, de manera
defienda. Los más importantes (e incluso otros menos impor- injusta. La amplia y ambigua utilización de categorías como
tantes) se confían al Estado, como representante, democrática- «interés del Estado» o «interés público» han producido graves
mente constituido, de la totalidad de individuos y grupos que daños a los derechos individuales 44 • Esa expansión negativa del
constituyen una sociedad concreta. No debe extrañar, pues, Estado no es ya una característica propia de las dictaduras~\ en
que tenga sentido hablar de los <<derechos» de esos sujetos que las que se llega a los extremos más radicales e injustos, sino que
. tienen por sí o representan esos valores e intereses colectivos. con desgraciada frecuencia está afectando también a los Esta-
La subjetividad del Estado no puede reducirse, pues, a una dos democráticos de Derecho 45 • ,
tesis típica y radical de las filosofías antiindividualistas. La Sin embargo, en mi opinión, el problema no está propia-
realidad y el valor de lo colectivo, cuyo sentido último viene mente en que el Estado tenga derechos, sino en que no se
dado sin duda por lo individual concreto, no pueden realizarse instrumenten los medios eficaces para su correcta ordenación,
históricamente sin alguien que piense y quiera (sujeto) por lo esto es, para conseguir un adecuado equilibrio entre los intere-
colectivo. El Estado democrático, que intenta expresar una ses individuales y los intereses colectivos. Quizás uno de los
voluntad general, puede ser con razón y fundamento el sujeto aspectos más importantes que revelan los ejemplos que voy a
que encarne y defienda los intereses de lo colectivo, en los que relatar es la complejidad y gravedad de esa permanente e
muchas veces se salva lo individual. La necesidad de un ser de irresoluble conflictividad que existe entre lo individual y lo
esta clase está promovida por la inevitable socialidad de lo colectivo. Ya hace muchos años Jellinek cerraba su famosa
humano. Su estructura y sus funciones, sus derechos y sus obra sobre La Declaración de derechos del hombre y del
deberes, dependerán en su concreción de muchos condicionan- ciudadmw (1895) con la tesis de que «conocer el límite jurídico
tes históricos. Pero creo que no es ninguna aberración teórica entre el yo y la colectividad es el problema más elevado que la
ni práctica afirmar que el Estado, ante el Derecho y en la especulación debe resolver» 46 • La historia del Estado moderno
realidad política, puede ser entendido como un sujeto (sin duda es, en gran parte, la historia de sus conflictos con los derechos
histórico) que habla (tiene portavoces), actúa, exige y es exigi- individuales.
do en razón de que lo humano no se expresa sólo en la A continuación voy a citar algunos ejemplos de la legisla-
subjetividad individual. ción española que confirman la validez del concepto «derechos
del Estado», aunque al mismo tiempo revelen las negatividades
de ese proceso de sustancialización estatal. Por ello he dicho
7. Los derechos del Estado: que los «casos evidentes» son también los «casos difíciles».
de los casos difíciles a la sustancialización negativa Pero antes de exponerlos, me parece oportuno hacer tres pre-
cisiones.
Los argumentos teóricos expuestos hasta el momento pueden La primera es que algunos de estos ejemplos pueden parecer
completar~e co1~ la exposición de algunos ejemplos que confir- como inadecuados, porque en definitiva son simples poderes
man la ex1stenc1a de es_tos derechos, pero que al mismo tiempo
revelan aspectos negativos de ese proceso de sustancialización 44. Sobre una concepción individualista del concepto de •interés pítblico•, cf. R.
d~I, ~stado. Los «casos evidentes» son precisamente los «casos E. Flathman, The Public lnterest. An Essay concerning the 11ormatir'e Discourse o(
dJ~JcJles'~· Esto es, aque_llos ejemplos que mejor demuestran la Politics, J. Willey, New York, 1966; desde un punto de vista individualista, cr. H. P.
ex1stenc1a de unos estnctos derechos del Estado son aquéllos Smith, Democracy a11d Public l11terest, University of Georgia Press, 1960.
45. Cf. C. U. Schminck-Gustavus, El renacimie11to del Let•iatáll, Fontanclla,
que revelan mejor también las negatividades de la actual Barcelona, 1982 y J. R. Serrano-Piedecasas, Emergencia y crisis del Estado social, PPU,
hegemonía del Estado frente al individuo y a la sociedad civil. Barcelona, 1988.
No se deben esconder los aspectos negativos concretos que sin 46. G. Jellinek, La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano cit.,
duda ha conllevado una filosofía sustancialista (no sustanciali- p. 120.
zadora) del Estado. Nadie que no tenga los ojos cerrados
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64
YO, El ESTADO LA SUSTANCIALIZACION DEl ESTADO

del Estado, derivados directamente de su soberanía. Sin embar- contexto de esta argumentación, sea el derecho a su defensa y
go, en mi opinión, los poderes del Estado que se van a citar seguridad, como manifestación de un genérico derecho a la
aquí pueden calificarse también como «derechos del Estado», supervivencia. Sin embargo, su indiscutible necesidad se ve
porque no son mera expresión de la autonomía absoluta de acompañada por los riesgos de su peligrosa hegemonía ~obre
una voluntad, sino que son --con sus características especia- los derechos individuales, por su ambigüedad y por su generica
les- facultades que han de ejercerse dentro de los límites de o imprecisa ordenación legal. Se trata sin duda de un der¿cho
la ley. . . que está pensado por y para la sociedad, pero que --dado su
La segunda precisión es que estos derechos dei Estado son, tratamiento constitucional y legislativo-- obliga inevitable-
en alguna medida, derechos de la sociedad, ya que nos referi- mente a preguntarse quién es realmente el titular de este
mos a un Estado democrático, de un ente que representa a la derecho.
sociedad. Sin embargo, esos derechos del Estado son a veces Este derecho aparece claramente definido en el ámbito
algo ajeno, casi totalmente ajeno a la sociedad. Hay derechos constitucional y en la legislación ordinaria. Es un derecho
·que se refieren al mantenimiento de los aparatos estatales y que fundamentalísimo que se apoya principalmente en toda una
no tienen nada que ver directamente con intereses sociales, esto ideología e incluso una legislación que tiende a identificar la
es, hay facultades del Estado con un objeto tan preciso que seguridad del Estado con seguridad nacional" 7 • Su importancia
poco o nada dicen ya respecto de la sociedad y sus miembros. se revela particularmente en la especial atención que recibe en
Por ello es frecuente qve los derechos del Estado se enfrenten a los Presupuestos Generales del Estado y en la proliferación de
los derechos de la sociedad y de los individuos. . las políticas armamentistas y de alianzas militares. En princi-
La tercera precisión es que la posible negatividad de estos pio, los textos constitucionales establecen muy claramente los
derechos del Estado se acentúa lamentablemente con motivo de distintos Órganos del Estado que son los titulares de este
la crisis de legitimidad democrática que sufren actualmente los derecho y señalan que el beneficiario último de este derecho
Estados, por lo que esos derechos no sólo entran en conflicto «debe ser» España. Así el artículo 8.1 CE establece que «las
o
con Ios derechos de otros sujetos (individuales colectivos), lo Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la
cual no sería de extrañar e incluso significaría un sín'toma de Armada y el Ejército del Aire, tiene como misión garantizar la
vitalidad política, sino que esos derechos se constituyen en una soberanía e independencia de España, etc.», El artículo 149.1.4
auténtica amenaza contra los derechos de otros sujetos indivi- CE precisa que la defensa y las Fuerzas Armadas son compe-
duales y colectivos. Aquí siempre existe el riesgo, que frecuen- tencia del Estado; y el artículo 97, que el Gobierno dirige la
te~ente se h~ce realidad, de que la fortaleza y la soberanía, que defensa del Estado.
amdan deba¡o de todo derecho del Estado, conviertan a esos Sin duda estamos en presencia de un estricto «derecho del
derechos en hegemónicos y prevalentes sin tener siempre la Estado» que nadie discutiría, pero que revela en los textos
suficiente justificación moral o política. legales un sentido negativo, porque se trata de un derecho cuyo
Pero veamos algunos ejemplos concretos de estos derechos ejercicio queda casi absolutamente en manos de los aparatos
del ~stado, q~e ~o~ su evidencia .Y por su hegemonía respecto a del Estado, sin que la participación social o individual en su
los Intereses mdtvtduales y soctales pueden ser considerados ejercicio pueda darse, cuando parece que dicho derecho se
como ejemplos de «derechos del Estado», pero también como justifica en última instancia por la sociedad y los individuos a
prueba de esa sustancialización (negativa) del Estado. los que sirve el Estado. Tal vez ante este derecho no estorbaría
hacer una pregunta, llena de retórica, pero enormemente signi-
7.1. El derecho del Estado a su defimsa y seguridad ficativa: ¿nos defendemos o nos defienden?

Lo mismo que en el ámbito individual el derecho a la vida es 47. Sobre los orígenes hi~tóricos de la categoría •seguridad nacional• en los
un derecho primero o primario, también para el Estado tal vez Estados actuales, cf. G. M. Raskin, Thl' Politics o( National Security, Transactions
su «derecho» primero o primario, quizás el más evidente en el Books, New Brunswick, New Jersey, 1979, pp. Jl-59.

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YO, EL ESTADO LA SUSTANCIALIZACION DEl ESTADO

Responder a esta pregunta exigiría una amplia disertación muy distante, tan distante que parece -y ésta es la prueba de
conceptual sobre las relaciones pueblo-nación-Estado. Inicial- que hay derechos del Estado muy hegemónicos- que el Estado
mente las cosas parecen claras. Por ejemplo, los artículos 1 y 2 se convierte en el titular casi excluyente de quien le cedió ese
CE, así como su preámbulo, identifican «pueblo» y «naciÓn» y derecho, esto es, del pueblo. La distancia entre Estado y pueblo
amb~s categorías se ven a la vez comprendidas en otra más en materia de defensa y seguridad se hace a veces dramát¡ca-
amplia que es «España». España es una nación, España es un mente enorme, como lo demuestran ejemplos relativamerte
pue,b!o, aunque también desde otra perspectiva constitucional y recientes: la guerra de las Malvinas o el ataque norteamerica'no
polltlca España es un conjunto de nacionalidades y de pueblos. a Libia fueron resultados del ejercicio de ese derecho del
Pa_rece razonable afirmar, en principio, que según la CE lo Estado a su defensa y seguridad en nombre -sin duda, ¡no
pnmero es España como nación, como pueblo. Y lue'go viene el faltaba más!- de sus respectivos pueblos. El envío de tropas
Estado que, en definitiva, es una creación del pueblo español en militares a la zona del conflicto del Golfo Pérsico por parte de
uso de su soberanía. ••España --dice el artículo 1- se consti- los Estados occidentales fue decidido, en muchos casos, sin
tuy~ en un E~tado» y más adelante se añade que •<la soberanía conocimiento de los respectivos Parlamentos, que fueron infor-
nac10nal restde en el pueblo español, del que emanan los mados después o convocados para una ratificación de trámite.
poderes del Estado». Parece lógico, fues, afirmar que, cuando Pero fue un Estado, y no un pueblo, el que ejercitó ese derecho,
se habla de defensa y seguridad de Estado, debe (o debería) el que comprometió la vida de muchos ciudadanos de sus
entenderse que se trata, en última instancia de un derecho respectivos países (e incluso la vida de todos los ciudadanos del
cuyo último titular es la nación española. ' mundo). Tal forma de usar la fuerza armada para la defensa
No obstante, la Constitución, que es (entre otras cosas) la del Estado está bastante escasa de legitimación, salvo que se
organización y ordenación jurídico-política de un pueblo en crea que la seguridad del Estado es algo distinto de la seguridad
forma de E~tado, habl_a sobre todo de poderes y facultades del del pueblo. Y cosas similares podrían decirse respecto a la
Estado y s~lo ~xcep~10nalmente hace referencia a poderes o facilidad con que algunos Estados, sin consultar con sus pue-
fa~ultades eJerctdas duectamente por el pueblo, por la nación. blos, siembran sus territorios de armas de destrucción masiva.
f:vt_d,entemente el I?ueblo español, como cualquier otro pueblo Para confirmar la hegemonía e incluso la autonomía de
ct.vthzado! no functona en este terreno por sí mismo o de modo estos «derechos del Estado» se puede referir un caso del ~stado
dtrecto, smo por medio de su «constituciÓn» o más exacta- español, un caso quizás no tan dramático, pero también grave
mente por medio de «lo constituido» a través de su soberanía y sintomático. Me refiero a lo sucedido en el famoso debate del
que ~s. prec!samente el .~stado como su organización política: Congreso de los Diputados, durante su sesión de 27 de octubre
a?,mmtstra_uva. y, tambten, militar. En principio, esta· regula- de 1981, cuando se consideró la proposición del Gobierno que
cton c?~stttuctonal de la defensa del pueblo y del Estado tiene presidía Leopoldo Calvo Sotelo sobre la adhesión de España al
u~a. logtca aceptada en o por todos los sistemas políticos Tratado del Atlántico Norte. En aquella ocasión, Felipe Gon-
mtmmamente desarrollados: el Estado tiene el derecho a su zález, secretario general del PSOE, defendió la tesis de que el
defensa, porque ésta es en definitiva la defensa del pueblo que problema sometido a debate no era, en última instancia, sino la
representa. seguridad de 37 o 38 millones de españoles, y no propia o
Ahora bien, las cosas de la defensa y la seguridad no están abstractamente la seguridad del Estado español. Argumentaba
tan claras cuando se _empiez~ a concretar, desarrollar y aplicar que aquella cuestión, aunque era indudablemente una cuestión
e~~e derecho .. Los pnm~ros mconvenientes surgen, en mi opi- «de» Estado, no lo era solamente «del» Estado. En consecuen-
mon, por la tmportancta de los valores e intereses en cuestión cia, Felipe González pidió a la presidencia del gobierno lo
~la defens~ y la se~uri,dad de un pueblo, de un Estado), siguiente: ••que someta a la consideración popular la consulta
tmportancta. que obltga~ta a que la relación pueblo-Estado en sohre la adhesión o no de España al Tratado del Atlántico
estas matenas fuera mas estrecha que en otros campos. Sin Norte». Y añadió: «yo les aseguro que esa consulta la manten-
embargo, dicha relación en la práctica resulta lamentablemente drá, como promesa y compromiso, el Partido Socialista Obrero
68 69
LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
YO, El ESTADO

Español para cuando el pueblo español, temprano o tarde, rías, como es el caso de la Ley Orgánica 6/1980, de 1 de julio,
tenga a bien cambiar las relaciones mayoritaria~ de fuerza» '48 • que regula los criterios básicos de la defensa nacional y la
Por su parte, el presidente Calvo Sotelo mantuvo otra organización militar. Lo que desarrolla esta ley es el derecho a
filosofía política, que es la más frecueNe o dominante en las la defensa del Estado, porque la nación o el pueblo no aparecen
esferas del poder estatal. El presidente del gobierno defendía la por ninguna parte, salvo como titulares de deberes jurídicos en
tesis de que el Estado, aunque indudablemente representa a la esta materia. Efectivamente la cita Ley establece que la defensa
nación, no tiene --eso sí, de acuerdo con la CE- que consul- es «competencia exclusiva» del Estado (art.1.2), que el presi-
tar en este tema al último titular de ese derecho a la defensa y dente del Gobierno asume «la dirección de la política de
la seguridad, que es el pueblo. El Estado podía, sin violar la defensa», «la dirección de la guerra» y la definición de «los
Constitución, emanciparse de su base, del pueblo que le dio y le grandes objetivos estratégicos» (arts. 8.1; 8.2 y 8.3). A pesar de
da legitimidad, para actuar en este terreno. A este respecto hizo que el artículo 30 CE establece que «los españoles tienen el
una peculiar argumentación, cuando afirmó que los deberes del derecho y el deber de defender a España», curiosamente la
Estado son antes que los derechos de los pueblos, aunque citada Ley sólo habla de deberes para las ciudadanos, como
olvidó que esos deberes no tienen sentido sin los correspon- sucede por ejemplo en el artículo 2 que define la defensa
dientes y alternativos derechos de otro sujeto, que en este caso nacional:
no podía ser otro que el mismo pueblo. Se intentaba así
La defensa nacional es la disposición, integración y acción coordinada
suavizar la situación hablando de «deberes del Estado>> y no de
de todas las encrg¡as y fuerzas morales y materiales de la Nación, ante
«derechos del Estado», C\lando en verdad lo trágico de la cualquier agresión, debiendo todos los españoles participar en el logro
situación era que el Estado estaba ejerciendo «derechos» cons- de tal fin.
titucionales, ya que la CE atribuye precisamente al Estado las
competencias en esta materia. En cualquier caso, Calvo Sotelo El Estado y sus Órganos, en este caso, especialmente el
defendía que el Estado podía, para cumplir sus deberes o Gobierno, asesorado por la Junta de Defensa Nacional y la
realizar sus derechos, marginar los derechos del pueblo. Tex- Junta de Jefes de Estado Mayor, son los legitimados por la
tualmente se manifestó así: «Aittes que un derecho del pueblo a representación que ostentan para hacer muchas cosas en esta
ser consultado, hay una obligación nuestra, una obligación materia, aunque obviamente se atribuye a las Cortes el debate
como parlamentarios, de decidir». Su argumento no era, sin y aprobación de las leyes que establecen las «líneas generales de
embargo, de naturaleza cronológica, esto es, no quería decir la política de defensa» (art.6).
con ello que el Parlamento debía decidir a11tes y que después el En suma, el derecho a la defensa y seguridad del Estado
pueblo diría la última palabra. Su propuesta implicaba el confirma de manera clara la especificidad de esta clase de
reconocimiento de la hegemonía del Estado sobre la sociedad derechos, aunque al mismo tiempo revela aspectos negativos de
política, porque el «deber-derecho» del Estado a decidir en este proceso de sustancialización estatal, que está llevando en
estas materias se consideraba no solamente anterior, sino tam- este terreno a políticas autocráticas y contrarias a los derechos
bién superior al derecho del pueblo a su seguridad y defensa. fundamentales de la persona humana. Como ha dicho Peter
La filosofía política de su propuesta se resumía en lo siguiente: Wallington, hoy la defensa de la libertad para estos Estados no
a la democracia representantiva no le hace falta «un suplemen- admite el ejercicio de la libertad para decidir cómo ésta ha de
to de democracia directa» 49 • ser defendida 50 • Parece que en polftica exterior y en política de
El protagonismo del Estado, como titular efectivo de este de(e11sa los métodos democráticos no han alcanzado los mis-
derecho, se confirma e incluso se acentúa en las leyes ordina- mos niveles que en política interna. ¿Por qué la política exterior
y de defensa escapa tan fácilmente a los controles democráti-
48. Boletín del Co11greso de los Diputados, núm. 191, de 27 de octubre de 1981,
p. 1322. so. P. Wallington, Introducción a Civil Uberties 1984, M. Robcmon, Oxford,
49. lbid., pp. 1323-1324. 1984, p. 10.

70 71
YO, El ESTADO
LA SUSTANCIAliZACION DEl ESTADO

cos? Porque se entiende que son asuntos de importancia no estados de alarma, excepción y sitio. En España tal derecho del
continuada, porque unas elecciones no se deciden por los Estado está reconocido por el artículo 55 CE y regulado por la
programas de política exterior, porque la gente no sabe y no Ley Orgánica 411981, de 1 junio. Es sin duda un derecho
tiene criterios sobre estas políticas, etc. 51 • Creo que se debe reconocido a todos los Estados democráticos por las Con,sti-
criticar esa distinción y separación entre polltica doméstica y tuciones democráticas y la legislación ordinaria. Incluso decla-
política exterior, como si no tuvieran nada que ver entre sí, raciones y pactos internacionales reconocen este derecho 'al
cuando muchos problemas internos dependen de problemas y Estado:
soluciones de política exterior. ·
No pretendo con este ejemplo sugerir que, en materia de En situaciones excepcionales que pongan en peligro la vida de la
defensa y seguridad, todo haya de hacerse por el pueblo mismo nación y cuya existencia haya sido proclamada oficialmente, los
co"mo protagonista inmediato y directo. No soy tan ingenuo, Estados partes, en el presente Pacto, podrán adoptar disposiciones que,
utópico o demagógico para hacer tal propuesta o mantener tal en la medida estrictamente limitada a las exigencias de la situación,
suspendan las obligaciones contraídas en virtud de este Pacto, siempre
tesis. Es evidente que tal alternativa no sería ni posible, ni que tales disposiciones no sean incompatibles con las demás obligacio-
eficaz para la misma finalidad de la defensa y la seguridad. nes que les impone el Derecho internacional y no entrañen discrimina-
Desgraciadamente parece imposible, por ahora, una democra- ción alguna fundada únicamente en motivos de raza, color, sexo,
cia directa en estos asuntos. Debe reconocerse, pues, la necesi- idioma, religión u origen social (art. 4 del Pacto Internacional de
dad de la «inevitable mediaciÓn» del Estado. El modo de derechos civiles y políticos de Nueva York de 1966).
ordenar el genérico derecho de un pueblo a su defensa y En caso de guerra o en caso de otro peligro público que amenace la
seguridad es el «modo estatal», solución que en principio no vida de la nación, cualquier alta parte contratante puede tomar
debe preocupar, porque todo Estado avanzado, en cuanto medidas que deroguen las obligaciones previstas en la presente Con-
Estado democrático, se soporta sobre importantes mecanismos vención en la medida estricta en que lo exija la situación, y supuesto
que tales providencias no sean opuestas a las otras obligaciones que
de legitimación y control para actuar en este terreno con
dimanan del Derecho internacional (art. 15 de la Convención de Roma
bastante corrección. Pero pienso que se está dando mucha de 1950).
autonomía al Estado en estas materias, que faltan controles
democráticos eficaces y que, todavía, se pueden hacer muchas Este derecho está legitimado por una genérica defensa de
c?sa~ ~;>ara que ese derecho a la defensa y a la seguridad, cuyo valores colectivos como ••vida de la naciÓn» u <<orden público»,
e¡ercicio suele poner en peligro la vida de muchas personas, sea cuya importancia no puede ignorarse, aunque tampoco su
ejercido más directamente por su auténtico y último titular. ambigüedad. Por ello en 1984 la «International Association of
En cualquier caso, el derecho a la seguridad y defensa del Law» se preocupó de determinar los mínimos a respetar, esto
Estado es un caso típico de lo que hemos llamado «derechos es, los derechos individuales no derogables en estas situaciones
del Estado,,, que confirma la posibilidad de hablar de derechos excepcionales. Es el París Mínimum Standards 52 • La verdad es
del Estado, aunque revele al mismo tiempo la peligrosa hege- que este derecho del Estado, jurídica y prácticamente, está
monía y equivocidad de esta clase de derechos. rodeado de una relativa indefinición. En el ejercicio de este
derecho, el Estado decide con demasiada autonomía sobre
7.2. El derecho del Estado a limitar los derechos individuales cuestiones graves e importantes que afectan a la sociedad y a
los ciudadanos y a veces no hay las suficientes garantías
Hay otro ejemplo significativo, muy conectado con el anterior. democráticas de que será utilizado efectivamente para la defen-
Se trata del derecho del Estado a limitar los derechos indivi- sa de un auténtico interés público, que no estatal.
duales, concretamente el derecho del Estado a declarar los La Ley española establece que el Gobierno es competente
52. Cf. S. R. Chowdhury, Rule of Lau• in State of Emergency. The Paris
51. S. Smith, Reasons o{ State, en D. Held and C. Pollit, Neu• Forms of Minimum Standards of Human Rights Norms in a Stctle of Emergency, Pinter
Democracy, Sage Publications, London, 1986, pp. 195-211. Publishers, London, 1989.

72 73
LA SUSIANCIALIZACION DEL ESIAOO
YO, EL ESTADO

En definitiva, las Constituciones y la legislación ordinaria


inicialmente para declarar el estado de alarma durante un confirman aquí que el Estado tiene unos derechos frente a los
plazo de quince días, (art. 6) par~ lo~ casos d~ estado de ~larl!l,a. derechos de los demás sujetos (individuales y colectivos) y que
Y durante quince dtas (para mas dtas se extge la autonzacton esos derechos del Estado suelen estar regulados de forma
del Congreso) puede suspender derechos tan fundamentales bastante imprecisa y favorecen ese proceso de sustancializac\ón
como la libre circulación de personas, la propiedad de determi- negativa. \\
nados bienes e industrias, etc. (art. 11), suspensión que depen-
derá de la «sensibilidad» del Gobierno para apreciar qué son 7.3. Los derechos del Estado y el Derecho penal
alteraciones graves de la «normalidad». Para la declaración del
estado de excepción, los conceptos están menos indetermina- Un reconocimiento especialmente indirecto de derechos del
dos, aunque la discrecionalidad del Estado sigue siendo amplia, Estado puede encontrarse en el Códi~o Penal, cuando se ~r~t.a
ya que, según establece el artículo 13 de la citada Ley, el de los «delitos contra el Estado». Sm entrar en un analtsts
Gobierno podrá solicitar del Congr.eso de los Diputados la propio de la dogmática penal, este articulado confirma que el
declaración del estado de excepción cuando los derechos y Estado es sin duda un bien jurídico protegible y que el Estado
libertades de los ciudadanos, el normal funcionamiento de las tiene una subjetividad propia distinta o diferenciada de la
instituciones democráticas o de los servicios públicos esenciales sociedad. ,
para la comunidad y (aquí viene esa criticable discrecionalidad Rodríguez Devesa considera que hay estriCtos atentados
estatal) «cuando cualquier otro aspecto del ordeu público contra el Estado, aunque, en definitiva, sean atentados contra
resulten tan gravemente alterados que el ejercicio de las potes- la sociedad 53 • Según esta intepretación del Código Penal, dañar
tades ordinarias fuera insuficiente para restablecerlo y mante- al Estado es, en definitiva, dañar a la colectividad social. Los
nerlo ... ••. «delitos contra el Estado» se encuadran dentro de aquellos
Según la Ley española se adoptarán las medidas ~stricta­ delitos «que le atacan en cuanto entidad soberana dotada de
mente necesarias «para asegurar el restablecimiento de la nor- personalidad jurldica en la que se estructura la vida política de
malidad, y .«en forma proporcionada a las circunstancias» (art. una colectividad» 54•
1.1). Evidentemente este tipo- de expresiones jurídicas son con Desde otra perspectiva hermenéutica, Muñoz Conde distin-
frecuencia inevitables, pero el lenguaje jurídico podía ser tam- gue entre «delitos contra los valores sociales supraestat~les» y
bién a veces menos impreciso y general para evitar consecuen- «delitos contra el Estado••, aunque ambas clases de delttos se
cias funestas. Porque las cosas -permítaseme hablar así- no incluyan dentro de los llamados «delitos contra la socieda~»
pasan hasta que pasan, es decir, hasta que un dete~minado para distinguirlos de los ••delitos contra la~ ~er~~mas». Sm
Gobierno en un determinado momento, a partir de esta genera- embargo, mantiene sus reservas sobre esta dtstmcton, ya que
lidad de la ley, no «afina» mucho sobre qué es lo normal y lo considera que también todo atentado contra la pers~ma es_un
proporcional y toma decisiones en este terreno que pueden ser atentado contra la sociedad 55 • De todos modos, segun Munoz
un grave e injustificado atentado contra los derechos funda- Conde, hay delitos que atacan el orden social, independiente-
mentales de la ciudadanía. Es cierto que esta Ley señala cuáles mente de su organización como Estado, así como hay otros
han de ser esas alteraciones graves de la normalidad (catástro- delitos que afectan a una determinada organiza~ión política de
fes, calamidades públicas, crisis sanitarias, paralización de los convivencia, que es, el Estado. Entre los delttos contra l_os
servicios públicos esenciales para la comunidad, desabasteci- valores sociales estan los que van contra la moral soctal
miento de productos de primera necesidad, etc.), pero debe
reconocerse la imprecisión, quizás inevitable, de esos conceptos
y sobre todo las fuertes cómpetencias (derechos) que se le 53. J. Rodríguez Devesa, Derecho Penal Español. Parte €'special, .Madrid, '1983,
reconocen al Estado para limitar o negar, según su modo de pp. 562-563.
54. lbid., p. 59.
entender lo que son unas circunstacias excepcionales, derechos 55. F. .Muñoz Conde, Derecho Perta/. Parte €'speci.tl, Sevill~. •t985, p. 3.17.
fundamentales. .
75
74
LA SUSTANCIALIZACION DEL ESTADO
YO, El ESTADO

debe entrar. Más concretamente, y sin tantas metáforas, el


(violación, estupro, etc.), contra el estado civil, contra los Estado tiene el derecho a declarar «reservadas» o «secretas»
sentimientos religiosos, contra la fe pública, etc. Y entre los determinadas materias, hechos o documentos.
delitos contra el Estado están los que atentan contra su seguri- Los «secretos del Estado» sirven de manera muy expre,siva
dad exterior e interior, contra la administración de justicia, para señalar que el Estado es «algo» que no es la sociedad,, o
contra el orden económico, etc. En este orden de cosas, el que tiene «algo» que no comparte con la sociedad, a pesar ·~e
Estado es una superestructura de un determinado tipo de que la representa y por ella se legitima. El secreto va unido
sociedad y añade: frecuentemente a una lógica del poder. Bobbio ha dicho que
uno de los problemas actuales de la democracia es que el poder
De la existencia del Estado se deriva una serie de intereses que el
mismo Estado protege, incluso más fuertemente que otros valores
se hace invisible para ser más invulnerable 57 • También Trefft
comunitarios y personales, amenazando con pena su lesión o puesta en considera que los gobiernos han utilizado el secreto muchas
peligro". veces no para favorecer una administración eficiente y racional,
sino para burlar las leyes existentes o para subvertir los valores
Estas referencias a actuaciones. delictivas contra el Estado democráticos con el pretexto de proteger la seguridad nacio-
como tal, no propiamente contra la nación española, contra el nal 58 • En mi opinión, el secretismo del Estado no se armoniza
pueblo español, confirman la personalidad jurídica del Estado bien con la libertad y la igualdad como bases de una sociedad
y sus derechos. Así, por ejemplo, el Código Penal habla de justa y democrática. El secreto permite un poder incontrolado,
«ultrajes al Estado» como algo distinto a «ultrajes a la Nación es decir, un poder injusto. Kant fue rotundo en este tema:
española» (art. 123 CP). La misma protección jurídico-penal
del Jefe del Estado, castigando con penas severísimas diversas Las acciones referidas al derecho de otros hombres, cuyas máximas no
clases de atentados contra su persona, es el' ejemplo más obvio admiten publicidad, son injustas ... Una máxima que no puede publi-
carse sin provocar el fracaso de sus propósitos, que debe mantenerse
de la personalidad del Estado, de sus excepcionales derechos,
en secreto para conseguir el éxito deseado, que no puedo proclamar
que en este caso todavía más se «personalizan» en una indivi- públicamente sin levantar el ánimo de todos contra mis intenciones ... ,
dualidad física concreta. En definitiva, en el Código Penal se esta máxima no podrá basarse nurica sino en la injusticia, injusticia
tipifican una serie de delitos contra determinados derechos del con la cual amenaza a todos 59 •
Estado, que se engloban dentro de un genérico derecho a la
sobrevivencia y al ejercicio de una serie de libertades funda- Ahora bien, nadie, con un poco de sentido común, negaría
mentales (delitos de traición, delitos contra el Jefe del Estado y que los Estados, en alguna medida y con muy· estrictos requisi-
su sucesor, delitos contra la forma de gobierno, delitos de tos, deben tener un <<derecho a la intimidad,, un <<derecho a sus
rebelión, delitos de sedición, etc.). secretos». Se trata sin duda de una excepción a una regla
fundamental de todo Estado democrático de Derecho, como es
7.4. El derecho del Estado a sus secretos la publicidad de sus actuaciones. No puede haber democracia
sin participación y no puede haber participación sin informa-
De modo semejante a como los individuos tienen derecho a su ción, lo cual engendra indudables conflictos entre los derechos
intimidad personal, a la inviolabilidad de su domicilio y al individuales y este derecho del Estado 60 • El artículo 23.1 CE
secreto de sus comunicaciones postales, telegráficas y telefóni-
cas (art.l8 CE), parece que el Estado tiene también su intimi- 57. N. Bobbio, •La politica tra soggetti e istituzioni: le lezioni dei classici•, en
dad, su privacy, sus secretos, es decir, cosas que no quiere Democra:da e Diritto, 1980, núm. 5, pp. 7-8.
58. S. K. TreFft, Secrecy. A Cross-Cultural Perspective, Human Sciences Press,
contar a nadie o que quiere preservar del conocimiento de los New York, 1980, pp. 7-8.
demás, es decir, unas esferas muy <<personales» donde nadie 59. l. Kant, Apéndice a La paz perpetua, AguiJar, Madrid, 1966, pp. 114-115.
60. Th. Blanke, .()ffentlichkeit und staatliche Geheimhaltung•, en Kritische
Justiz, 1988/3, pp. 281-303.
56. /bid., p. 499.
77
76
lA SUSTANCIAliZACION DEl ESTADO
YO, El ESTADO

declara el derecho de los ciudadanos a la participación e Estado y a determinar cuestiones particulares y curiosas de su
incluso, de manera más concreta, ·reconoce el derecho de los ejercicio, como los lugares para la custodia de documentos,
ciudadanos a acceder a los archivos y registros administrativos, incluso las técnicas de custodia (cajas fuertes, armarios, etc.),
<<salvo en lo que afecte a la seguridad y defensa del Estado». los cambios de combinación o de cerraduras, la destrucción.de
Por otra parte,' e~ artículo 9.3 garantiza la responsabilidad de documentos por fuego o productos químicos. Aunque tal V!!Z
los pode~es publtcos,_ y poca responsabilidad cabría exigir al sea una exageración, de la lectura de estas leyes y reglamento se
Estado SI sus actuaciOnes, determinadas actuaciones fueran podría concluir que casi todo puede ser declarado secreto d~l
sustraídas al conocimiento de la ciudadanía o, al meno~, de sus Estado y que los ciudadanos sólo tienen deberes frente a este
representantes . derecho del Estado.
. , A est~ co!lflictividad de base hay que añadir que la legisla-
cion .o.rdmana sobre esta materia suele establecer límites o
c<;mdiciones a veces muy imprecisos, así como suele dar tam- 8. Una cottcfusiÓ11: es bueno que el Estado tenga derechos
bté_n bastantes facilidades y autonomía al Estado con posible
dano_ a derechos individuales y sociales fundamentales. En La argumentación y las pruebas presentadas confirman, a mi
Esp~na la Ley 9/1968, de 5 de abril, que regula los secretos modesto entender, que tiene sentido hablar de los «derechos
oftctales, parcialmente modificada por la Ley 48/1978 de 7 de del Estado». A pesar de la crisis de eficacia y de legitimidad y
octub_re, _conserva características fuertemente estatalistas por de la reacción neoliberal que quiere dominar el panorama
autontanas y confirma una especial hegemonía de este derecho político, creo que sigue siendo positiva una afirmación hege-
del Estado. mónica o sustancializadora del Estado. Como ya he señalado,
E~ preámbulo de .la Ley de 1968 establece un principio esa sustancialización o hegemonía estatal tiene una lectura
ampliamente ~omp,arttdo po~ t?dos los sistemas jurídicos, que positiva y una lectura negativa. La primera diría que interesa
tuvo poca apltcac10n en el regtmen franquista: que el Estado democrático sea importante y hegemónico para
corregir las injusticias que se han producido y se producen
cuando las libertades individuales se relacionan a partir de
Es principio general, aun cuando no declarado especialmente en nues-
tras leyes fundamentales, la publicidad de la actividad de los órganos
situaciones de graves desigualdades. La segunda lectura diría
del Estado, porque las cosas públicas que a todos interesan pueden y que esa importancia y hegemonía del Estado afectan negativa-
deben ser conocidas por todos. mente a las libertades individuales y de los grupos sociales. En
cualquier caso los derechos del Estado revelan la irreductible
A pesar de las reformasintroducidas por la Ley de 1978, lo dialéctica que se da entre entre el individuo, la sociedad y el
fund~mental de L ~.ey de 1968 sigue vigente, esto es, se Estado.
manttene la hegemoma de un derecho abstracto no claramente En mi opinión, los derechos del Estado son algo positivo
precisado y limitado, del Estado a clasificar' como secretas para los intereses generales y los derechos individuales a condi-
determinadas materias, hechos o documentos. Domina en esta ción de que la democraticidad del Estado esté garantizada.
l~y un int~r~s prio~·itario por proteger al Estado y establece tan Como no podrá estar garantizada en términos absolutos, siem-
solo condtciOnamtentos vagos y formales al ejercicio de este pre habrá riesgos o peligros. Pero si la tensión individuo-socie-
~erecho. El ~r.tícu!o 10.1 de la Ley de 1968 establece que los dad-Estado permanece como garante de un proceso continuo
o~ganos clastftcaran los secretos o materias reservadas <<me- de democratización, pienso que es mejor que el Estado tenga
diante un acto f?rmal y con los requisitos y materializaciones derechos y muchos derechos que lo contrario. La sociedad y los
que reglall'!entanamente se determinen», Pero el Reglamento individuos, dejados a una libertad natural y espontánea, produ-
cen mayores males para la igualdad y libertad de las masas
qu; ~probo el Decreto 242/1969, de 20 de julio, no concreta
sociales que un Estado (democrático) con derechos. Elías Díaz
practtcamente nada sobre el alcance y límites concretos de ese
<<acto formal». Más bien se dedica a reafirmar ese derecho del realizó hace unos años (1984) un riguroso y brillante análisis y

78 79
YO,. El ESTADO

valoración de esas críticas radicales, desde la derecha y desde la III


izquierda, contra el Estado social y democrático de Derecho,
esto es, contra esos dos modelos simples y simplificadores de la REFUNDAR EL ESTADO
maldad estatal:
El de quienes, de palabra o de obra acríticamente lo (al Estado)
sacralizan, viéndolo como el Bien (más o menos supremo), creyendo
que todo lo hecho por •razón de Estado•, incluso el derroche y el
expolio económico, la preparación de la guerra nuclear o la insosteni-
ble y ruinosa carrera armamentista actual, está ya sin más y por ello
mismo justificado; y el de aquellos otros que, no menos acríticamente,
lo consideran en todo caso el Mal Absoluto, inutilizándolo para
cualquier cosa positiva, queriendo tal vez trasladar culpas, errores y
responsabilidades bien determinadas y hasta personalizadas hacia esa
suprema y nefanda objetiva instancia que --se concluye invariable-
mente-- es siempre el Estado".
1. ¿Qué hacer con el Estado?
Sin creerse eso de que el Estado es un instrumento neutro, Hacia una razonable refundación del Estado
Elías Díaz afirma con razón que el Estado social y democrático
de Derecho, impulsado por la sociedad civil, posee enormes Si a la ya aludida sustancialización negativa del Estado que se
potencialidades de expresar la soberanía popular y de transfor- podría identificar con una hegemonía del Estado liena de
mar el modo de producción. capitalista 62 • ineficacias y falta de una auténtica legitimación se le unen la
profunda crisis de la soberanía estatal a nivel i~ternacional y
las ~eivindicaciones naci~nalistas a la búsqueda del Estado
perd1do, se comprendera el negro panorama que se cierne
sobre el Estado como categoría histórica y como realidad
política •. Me parece que el Estado es hoy una patata caliente
en las manos de políticos y teóricos, que nadie se atreve
tampoco a arrojar a la basura. En definitiva, no sabemos qué
hacer con el Estado. Estamos a finales de un siglo que se
p_regu~ta si podemos o debemos deshacernos del Estado (Get-
tmg Rtd of the State?), pero no podemos asegurar una comuni-
dad real en la que el autogobierno social reemplace al Estado,
esto es, una sociedad sin Estado 2 • Como ha escrito John
Keane, «la decisiva cuestión que afrontan todos los demócratas

l. No puedo prestar aquí la atención que se merece al tema de los nacionalismos


en el acrual contexto político. Me parece que Neil MacCormick ha centrado hasranre
el problema a partir de una postura claramente nacionalista, pero llena de prudencia
polírica: Cf. N. MacCormick, Questions o( Frudom. ls the Nationafism philosophica-
lly credible?, Malcom Konx Lecture, 1989 y •Nación y nacionalismo•, en su obra
Derecho legal y sodal-democrada, Tecnm, Madrid, 1990, pp. 197-209.
61. E. Díaz, De la maldad estatal y la soberan(a popular, Debate, Madrid, 1984, 2. J. Hoffman, State, Power atrd Democracy, Whearsheaf Book, Sussex, 1988,
p. 11. pp. 47-56.
62. /bid., pp. 228-229.

81
80
REFUNDAR EL ESTADO
YO, EL ESTADO

al final del siglo XX es cómo esta~I:cer _1~ cm~pleja estrategia. ?e va p~~de traspasar muchos condicionantes históricos. A conti-
una reforma creativa y una plamf1ca~ton gu1a.~a por. 1~ ~c~ton nu~c~on v?~ a exponer algunos argumentos de la filosofía
estatal, y una innovación desde abar o a traves. de tniCiat1y3;s poltttca clas1ca (Rousseau y Hegel) y otros más personales a
sociales radicales que expandan e igualen las hbertades CIVI- favor de una sustancialización positiva del Estado inserta en
les» 3 • una concepción dialética de sus relaciones con la sociedad civil.
Tal vez el Estado sea «una paradoja patológica» (a patholo-
gical paradox) que tiene una «misión imposible», pues ha
nacido para resolver las divisiones ~e los ~o!nbres ~por el caos 2. Voluntad general e individualidad inaUe1rab/e
del estado de naturaleza o de la soc1edad c1vtl: Platon, Hobbes,
Locke, Rousseau, Hegel, etc.), pero al mismo tiempo es un Co"Jo se sabe, hay antecedentes históricos importantes de
·productor de divisiones entre los hombres. Tal vez --como teonas que han pretendido la construcción de categorías funda-
dijo irónicamente Marx- sólo una concepción «divina» del mentales y fundamentadoras de un orden político, así como
Estado podría superar esta contradicción 4 • Ahora bien, ap?star capaces de promover la utziversalidad de lo humano en la
por el Estado (¿qué Estado?) no. significa. ap<;>yar ~oncepctones ~o.nvivencia, social. A~gunas de estas categorías pueden ser
«divinas», ni promover alternativas totalttanas, smo ser cons- uttles todavta para onentar esa refundación necesaria de un
cientes de que en torno al Estado gir~ ~a solución de m~chos de n.uevo Estado a finales del siglo xx, que supere las insuficien-
los grandes problemas sociales y poltttcos de la humamd?d.del Cias y con~radicciones (teóricas y prácticas) de los Estados
siglo XXI. Es necesaria una filosofía del Estado y, en ulttma contem~ora'?e~s. En general, se trata de doctrinas que han
instancia, una filosofía de la historia, que afronte la permanen- preten~td? /mutar la ~a~cialidad Íltau~éntica d~ lo individual y
te dialéctica entre lo individual y lo colectivo y su posible la parctaltdad «anorgamca» de lo soaal a traves de una totali-
racionalización. La tesis central de las reflexiones que siguen se dad conceptual de síntesis que sirva a la sublimación auténtica
resume en la necesidad de refundar el Estado y de recuperar su de lo individual.
función de paradigma moral que para el tratamiento de esa La filosofía política de Rousseau y, particularmente, su
dialéctica el Estado tuvo en algunos clásicos de la filosofía co~cept? de «voluntad ~eneral» ~puestan por una síntesis entre
política. Hay razones para considerar que la refundació'? de 1~ lo mdtv1dual y lo colectivo a traves de ese «artificio», el Estado,
«idea de Estado» puede ser una importante base para ractonah- que surge de un pacto social. Dicha síntesis sirve de orientación
zar proyectos históricos de convivencia social, que armonicen argumenta_tiva para la conc;pción del Estado que propugno.
libertad e igualdad. Lo que qutero mantener aqut estaba ya brillantemente expues-
Desde esta perspectiva propugno una sustancialización po- to, a_su manera y en otro contexto, por Rousseau en un famoso
sitiva del Estado, como síntesis ideal de lo individual y lo ~asare: de Del ~Oittrato social que resume la pretensión de
colectivo. Abogo por una teoría sustancializadora (no sustan- smtes1s que encterra en general su filosofía política:
cialista) del Estado, esto es, por una sustancialización positiva
del Estado, que no niegue la sustancialidad positiva (no absolu- Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda la
ta, tampoco) de lo individual y que mantenga viva una dialécti- fu~~za común la persona y los bienes de cada asociado. y por la cual,
ca individuo-sociedad-Estado. No se trata de entregarse a umendose cada uno a todos, no obedezca, sin embargo, más que a sí
ninguna euforia estatalista, y menos aún en medio de los mismo y quede tan libre como antes J.
tiempos que corren. El Estado ha sido y es también un proyecto
y una realidad histórica, sometido a toda clases de limitaciones A este reto, problema y drama de la historiá humana, trata
y carencias. Pero, en mi opinión, el Estado como idea regulati- de dar respuesta o solución el contrato social. "Tal es el
3. J. Keane, Democracy and Cil'il Society, Verso, London, 1988, p. 27.
4. J. Hoffman, op. cit., pp. 33·34. 5. J.-j. Rousseau, Del contrato social, l. l. cap. VI, Alian7.a, Madrid. 1988, p. 22.

82 83
YO, EL ESTADO REFUNOAR El EST AOO

problema fundamental al que da solución el contrato social», voluntad general como síntesis entre lo individual y lo colecti-
dice el mismo Rousseau 6 • vo. Pero esta síntesis (la voluntad general) sólo es posible si el
Si la necesidad de asociarse no puede discutirse, la «asocia- hombre actúa segtÍn la racionalidad. Y sólo la razón que pacta
ciÓn» engendra unos intereses y unos fines nuevos que antes no puede conducir a la justicia. Para Rousseau, de acuerdo con la
existían en la pura individualidad aislada. La necesidad de un tradición de su tiempo, toda justicia viene de Dios, pero co'mo
«trascendental social» se hace evidente, si no se quiere anular o no se sabe cómo, hay que acudir a una voluntad general: \
negar lo individual-concreto. Rousseau se cuidó mucho de no
anular la voluntad individual. Su individualismo permanece, Toda justicia viene de Dios, sólo él es su fuente; pero si supiésemo~
aunque mantiene la exigencia fuerte de una voluntad distinta recibirla de tan alto no tendríamos necesidad de gobierno ni de leyes.
de la voluntad individual y el reconocimiento de que el pacto es Indudablemente existe una justicia universal emanada de la sola razón;
el medio para tal fin: pero esta justicia, para ser admitida entre nosotros, debe ser recí-
proca'.
Sólo la voluntad general puede dirigir las fuerzas del Estado según el
fin de su institución, que es el bien común: porque si la oposición entre Ahora bien, lo peculiar del pacto se encuentra en que la
los intereses particulares ha hecho necesario el establecimiento de las construcción de esa voluntad general no debe significar el
sociedades, es el acuerdo entre esos mismos intereses lo que lo ha sacrificio de las partes para salvar al cuerpo:
hecho posible 7 •
Se trata, pues, de distinguir bien los derechos respectivos de los
Ahora bien, lo individual no tiene que desaparecer en la ciudadanos y del soberatto, y los deberes que tienen que cumplir los
asociación como «trascendente social». La existencia de la primeros en calidad de súbditos, del derecho natural de que deben
«asociaciÓn» de individuos engendra la necesidad de una armo- gozar en calidad de hombres 10•
nía. Esto es, para Rousseau es necesaria una coincidencia entre
la ley del cuerpo social y la libertad del individuo: La ley es la que trata de resolver esas contradicciones:

¿Qué es propiamente, por tanto, un acto de soberanía? No es una La libertad se encuentra garantizada en el Estado a condición, y
convención del superior con el inferior, sino una convención del solamente a condición, de que la ley del cuerpo social y las leyes de las
cuerpo con cada uno de sus miembros: convención legítima porque personas que forman parte de él, formen conjuntamente una misma y
tiene por base el contrato social; equitativa, dado que es común a única ley 11 •
todos; útil, dado que no puede tener otro objeto que el bien general; y
sólida, porque tiene por garantía la fuerza pública y el poder supremo. La propuesta de Rousseau conecta -se ha dicho- con la
Mientras los súbditos sólo estén sometidos a tales convenciones, no tradición cristiana de una «voluntad general divina», con esa
obedecen a nadie sino únicamente a su propia voluntad; y preguntar «vocación de salvación universal» de Cristo, cuya razón de ser
hasta dónde alcanzan los derechos respectivos del soberano y de los está en el reconocimiento de la igualdad o la fraternidad de
ciudadanos es preguntar hasta qué punto pueden éstos comprometerse todos los humanos 12• Sin embargo, Rousseau no radicalizó su
consigo mismos, cada uno con todos y todos con cada uno de ellos 1 • propuesta de síntesis entre lo individual y lo colectivo, quizás
porque evitó o no supo construir una metafísica social. Por ello
Esa armonización de lo individual y lo colectivo ha sido
uno de los más duros retos de la filosofía política moderna, que
había nacido de un radical entusiasmo por lo individual. La 9. lbid., J. 11, cap. VI, p. 42.
10. lbid., l. 11, cap. 4, p. 36.
propuesta rousseauniana es, como se sabe, la constitución de la 11. H. Barth, •Volonté générale et volonté particuliére chez J.-J. Rnusseau•, en
Rousseau et la Philosophi~ Politique. Annales de Philosophie Politique, 196515, Pnr,
6. lbid., l. 1, cap. 6, p. 22. Paris, p. 39.
7. lbid., l. 11, cap. 6, p. 32. 12. P. Riley, The Geneml Wi/1 befare Rousseatt, Princenton University Press,
8. lbid., l. 11, cap. 4, p. 39. 1986, p. 189.

84 RS
YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO

su propuesta gira en torno al término y a la categoría de lo filosofía política de Rousseau, porque había elevado la libertad
«general». Rousseau no cree en la posibilidad de encontrar algo a principio:
así como «lo universal permanente>>, Tal vez por ello habla de
••voluntad general» y no de «voluntad universal>>. Patrick Riley La voluntad quiere producir un ser; mas, en su pureza, la volunta~ es
sostiene que Rousseau está lejos de coincidir con Diderot en la tan universal como el pensamiento. Este principio fue establecido 'en
búsqueda de lo universal, esto es, de un universalismo, entendi- Francia por Rousseau ••. \
-do como la afirmación de una moral universal de todo el
género humano, tal como se manifiesta en su artículo Droit Como Rousseau no escapa del individualismo. radical y
naturel de la E11ciclopedia, a pesar de que Rousseau dice que el unilateral de su tiempo y afirma rotundamente que ser libre
· ho_mbre que sólo oye su voluntad particular es enemigo de la significa obedecer una ley que el individuo se da a sí mismo,
ra-za humana u. Rousseau había dicho en su primera versión Hegel le criticó por haber elevado «la voluntad individual»
del Contrato social que la razón sola en el silencio de las (como Fichte) como principio del Estado y no haber concebido
pasion~s no daría lo universal, sino lo general 14 • Lo que está «la voluntad general» como «lo en sí y por sí racional de la
claro es que se adhiere a la idea de que la generalidad es buena voluntad, sino como lo comÚ1l»:
y el particularismO es malo, idea muy propia de pensadores de
finales del siglo XVII como Pascal, Malebranche o Leibniz. La unión de los individuos en el Estado se transforma así en un
Según Riley la pretensión de Rousseau es ge1íeralizar la volzm- contrato que tiene por lo tanto como base su voluntad particular, su
tad, porque la voluntad es una noción moral, política y teológi- . opinión y su consentimiento expreso y arbitrario 19 •
ca en su obra. «Aquello que generaliza la voluntad pública no
es la cantidad de votantes, sino el interés común que les une» 15 • Según Hegel, Rousseau no había entendido el concepto de
El problema principal será generalizar la volu11tad si11 destruir libertad como «la voluntad racional», como «la voluntad en y
su particularidad, porque su generalización excluye el particu- para sÍ». La libertad queda determinada por la forma del
larismo, pero ·no el individualismo 16• Es difícil admitir en individuo aislado, aunque «éste es un gran comienzo» 20 • El
Rousseau, como ha afirmado Raymond Polio, una Versohmmg mismo Hegel había criticado en su Filosofía del Derecho a
hegeliana, como una especie de conciliación entre lo universal y Kant por seguir «la opinión, muy difundida desde Rousseau,
lo particular o como una síntesis dialéctica entre el todo y los según la cual el fundamento esencial y primero (del derecho)
individuos 17 • Rousseau estaba lejos de lo que Hegel iba a no es la voluntad en cuanto racional y existente en y por sí,
sostener más tarde: la superación de lo individual y lo social en sino en cuanto voluntad del individuo según su propio arbi-
la eticidad del Estado, como realización ética de la libertad. trio» 21 •
Hegel, sin embargo, quiso ir más lejos y habló de •<lo Como ha sostenido Norberto Bobbio, Hegel rechaza el
universal» y consecuentemente criticó a Rousseau. Buscaba, en expediente del contrato, demasiado ligado a una concepción
definitiva, un plano superior de realización de la libertad. atomística del Estado, pero acepta el resultado, un Estado
Inicialmente había valorado, en general, como positiva la ético:

IR. G. W. F. Hegel, I.eccimres so/m• {illlsofl<l de la historia rmir•rrsal, Alianza,


13. J.-J. llousseau, •Govcrnement de Pnlogne•, cnps. 1·4. Las críticas a Didernt
en su Prémier t•ersión du Contrat Social o en Genet•a MS •. según 1'. Riley, The General Madrid, 19RO, p. 6H9.
19. G. W. F. Hegel, Grundlinien der Philosopie des Rechts, pfo. 258, ed. H.
Will befare Rousseau cit., pp. 202-204.
Glockner, t. 7, p. 320; ed. esp.: Principios de Filosofía del Derecho o Derecho 11atuml y
14. P. Riley, op. cit., p. 207.
ciencia política, Edhasa, Barcelona, !9RR, pfo. 258, p. 320.
15. Cf. J.-J. Rousseau, Premiere ''ersion, citado por P. Riley, op. cit., p. 244.
20. G. W. F. Hegel, Leccio11es de historia de la {ilosofla, FCE, México, 1955, t. 111,
16. P. Riley, op. cit., p. 249.
17. R. Polin, La politique de la solitude. Essai sur la philosophie politique de].·]. pp. 400 y 4RO.
21. G. W. F. Hegel, Grmrdlinie11 ... cit., pfo. 29, p. 79; cd. e5p. p. 91.
Rousseau, Sirey, Paris, 1971, p. 148.

86 87
REFUNDAR El EST AOO
YO, El ESTADO

Rousseau se ha servido del expediente del contrato social para fundar ha comentado Althusser 25 • El mismo Rousseau sublima en
un Estado llamado a actuar una nueva y más alta forma de libertad, la algún momento lo colectivo y llega a hablar de una cierta
libertad como autonomía, o, como se suele decir, no ya la libertad del «razón de Estado», necesaria por la función «paidética» que
individuo concreto frente al Estado o por el Estado, sino la libertad de tiene el legislador. La mera razón individual falla, porque .«el
todos los individuos de una comunidad en el Estado 11• pueblo siempre quiere el bien, pero por sí mismo no siempre\lo
ve» y «los particulares ven el bien que rechazan: lo públic~
Hegel, en cambio, quiso pasar de lo general a lo universal, quiere el bien que no ve» 16 • · ·.
esto es, fue mucho más lejos. <<La voluntad objetiva es en su Toda esta filosofía política rousseauniana tiene especial
concepto -dice Hegel- lo en sí racional, sea o no reconocida interés para mi argumento, entre otras cosas porque Rousseau
por el individuo y querida por su arbitrio particular» 23 • Es termina hablando de «la persona moral que constituye el
decir, <<lo universal», «lo sustancial» supera de manera absoluta Estado como un ser de razÓn» 27 y afirma la necesi·dad de
lo individual, aunque no para detruirlo sino para transformar- «distinguir bien los derechos respectivos de los ciudadanos y
lo, como ya hemos vísto. del soberano» 28 • Y añade más aún:
Pero la creación del Estado, de un cuerpo social, produce
una evidente tensión con los individuos, con los intereses Para que un pueblo naciente pueda gustar las sanas máximas de la
individuales, que en Rousseau se expresa en la dialéctica entre política y seguir la reglas fundamentales de la razón de Estado, sería
menester que el efecto pudiera volverse causa, que el espíritu social que
voluntad getzeral y voluntad particular; que no coinciden, pero debe ser obra de la institución, presida la institución misma, y que los
deben coincidir. La causa está en que el conocimiento de la hombres fuesen antes de las leyes lo que deben llegar a ser por ellas 1 '.
«razón universal», de una justicia universal, se deforma por la
razón subjetiva, por las pasiones e intereses. De ahí el antago- Rousseau no se entrega al ••artificio» que pueda derivar del
nismo entre la voluntad general y la voluntad de todos, enten- pacto. No debe extrañar, pues, que a la hora de la verdad
dida como la suma de las voluntad particulares: renazca su individualismo profundo. <<Harían falta dioses para
dar leyes a los hombres» 30 • Por ello apuesta definitivamente
Con frecuencia hay mucha diferencia entre la voluntad de todos y la por la democracia directa:
voluntad general; ésta sólo mira al interés común, la otra mira al
interés privado, y no es más que: una suma de voluntades particulares: Quien redacta las leyes no tiene, pues, ni debe tener ningún derecho
pero quitad de estas mismas voluntades los más y los menos que se legislativo, y el pueblo mismo no puede, aunque quiera, despojarse de
destruyen entre sí, y queda por suma de las diferencias la voluntad este derecho intransferible; porque según el pacto fundamental sólo la
general 14 • voluntad general obliga a los particulares, y nunca se puede asegurar
que una voluntad particular es conforme a la voluntad general hasta
En Rousseau debe reconocerse una no confesada pretensión después de haberla sometido a los sufragios libres del pueblo 11 •
de construir la «voluntad general» como una categoría y una Sin embargo, esta salida democrática no se concreta en la
realidad moral capaz de ponerse por encima del bien y del mal, obra de Rousseau, que se limita a afirmar que su intención no
de los intereses individuales y de los intereses colectivos. La es elaborar una teoría política aplicable a los grandes Estados,
tesis textual de Rousseau de que «todo el pueblo estatuye sobre
todo el pueblo» es la expresión correcta para fundar la «gene-
25 L. Althusser, •Sohre el Contrato social•, en C. Lévi-Strnuss y ntrm, Prrsrnria
ralidad» de la ley, como forma de la voluntad general y la de Rousseau, Nueva Visión, Buenos Aires, 1972, p. 89.
<<generalidad» de su objeto, que sería el interés general, como 26. J.-J. Rousseau, Del contrato social cit., l. 11, cap. VI, pp. 44-45.
27 lbid., l. 1, cap. 7, p. 26.
22. N. Bobbio, Studi begeliani, Einaudi, Torino, 1981, p. 27. 28 lbid., l. 11, cap. 4, p. 36.
23. G. W. F. Hegd, Gmndlinien ... cit., pfo. 258, p. 331; ed. esp. p. 320. 29 lbid., l. 11, cap. 7, p. 48.
24. J.-J. Rousseau, Del contrato social cit., 11, cap. 3, p. 35. Cf. este argumento en JO lbid., l. 11, cap. 7, p. 45.
H. Barth, • Volonté générale et volonté particuliére chez J.-J. Rousseau• cir., pp. 43-46. J 1 lbid., l. 11, cap. 7, p. 47.

88 89
YO, EL ESTADO REFUNDAR El ESTADO

sino a pequeñas repúblicas. Y por eso se ha dicho que el Contrato social como «el más terrible auxiliar de todos los
Contrato social es «Un livre a refaire» 31 • géneros de despotismo» 37 • Yo me quedaría más bien con la
Én cualquier caso, toda esta clase de categorías políticas, positiva valoración de Polín:
como la voluntad general, que se presenta por encima de lo
individual inmediato, plantea la duda de si realmente no son Sin imaginar los horrores del totalitarismo, él lo condenaba en\,su
sino un modo más sutil y razonable de alienar la libertad, como principio condenando todas las formas de despotismo. ¿Qué más 'se
de alguna manera insinuaba Althusser, para quien Rousseau puede pedir a un filósofo? 30 • \

construye la interioridad de la alienación a través de una


persona moral constituida por la alienación de todos los indivi-
duos. Frente a la alienación total en la exterioridad de Hobbes, 3. El Estado como totalidad ética y política
está: la alienación total en la interioridad de Rousseau 33 • En
definitiva, este tipo de categorías como la «voluntad general» La filosofía del Estado de Hegel puede ser uno de los grandes
son intrínsecamente problemáticas, porque son construcciones modelos teóricos de sublimación de lo estatal que conserva una
abstractas, que tienen graves contradicciones en su concreción cierta vigencia y sirve un material interesante para refundar el
y sobre todo en su realización en la experiencia. El mismo Estado. Norberto Bobbio ha llegado a decir:
Rousseau reconoce que, « ... cuando los intereses particulares Cuando nosotros expresamos la esperanza de un eventual Estado
comienzan a dejarse sentir ... , el interés común se altera ... , la mundial o hablamos de un posible "Estados Unidos de Europa•,
unanimidad no reina ya en los votos, la volwttad general no es nosotros estamos más cerca del sentido de Hegeln.
ya la voluntad de todos, se alzan las contradicciones, los
debates ... » 34 • Por ello se ha dicho que ••se trata de un intento Sin embargo, la concepción hegeliana del Estado ha recibi-
fallido de conjugar autonomía del sujeto moderno con la do, como se sabe, toda clase de valoraciones. La bibliografía
homogeneidad de la colectividad precapitalista. Intento fallido que condena la filosofía política de Hegel por ser el presupues-
porque los elementos que se busca combinar son opuestos, y to o el fundamento teórico del totalitarismo nazi y fascista de
las individualidades sólo pueden surgir de la destrucción de las nuestro siglo es amplísima. Conocida es la dura y descarnada
formas comunitarias» 35 • Su pretensión de síntesis «supone la crítica de Karl Popper, quien, en La sociedad abierta y sus
'cuadratura del círculo' en política». De alguna manera Rous- enemigos, recogía unas palabras de Schopenhauer contra He-
seau trata de injertar el individualismo del sujeto moderno en gel, al que acusaba de marcar el comienzo de la <<edad de la
las viejas formas comunitarias 36 • deshonestidad», particularmente por su platonizante adoración
En definitiva, se debe reconocer el importante esfuerzo de del Estado, por su apología del prusianismo y por su teoría
Rousseau por buscar la síntesis de lo individual y lo colectivo, totalitaria del nacionalismo 40 • Sin embargo, según Adorno, no
que sirve como orientación para la praxis política. Pero no se es correcto colocar a Hegel en el mismo montón con el
puede ignorar la ambigüedad de la construcción rousseaunia- imperialismo alemán y con el fascismo 41 • Hegel no es un
na. La conciliación definitiva (entre lo individual y lo colectivo} liberal, pero tampoco es un nazi 42 •
tampoco está servida. Pero el intento, serio y válido en muchos
sentidos, está ahí. Por ello me parece exagerada aquella descali- 37. R. Constan!, Apéndice a Ref/exions sur les col!stitutiolls ct les f{arrmties
(IRIS), apud, H. Barth, op. cit., p. 38.
ficación radical que hizo Benjamín Constant, cuando valoró el 3R. R. Polin, ofJ. cit., p. 17.1.
39. N. Bobhio, Studi hegelimri cit., p. 111. .
32 H. Barth, op. cit., p. 48. 40. K. Popper, l.a sociedad abierta y sus errenrif{os, P~idós, Buenos, 19RI, pp. 221,
33. L. Ahhusser, •Sobre el Contrato social• cit., pp. 80·81. 224, 228 y 253; y E. Topisch, Die Sozialphilosophie Hef{els als Hcilslehre rmd
34. J.·J. Rousscau, Del contrato social cit., l. IV, cap. 1, p. 106. fierrscha(tsideolof{ie, Neuwicd, 1967.
35. M.• José Villa verde, Rousseau y el pensamiento de las luces, Tecnos, Madrid, 41. Cf. Th. W. Adorno, Tres aspectos sobre llegel, Taurus, Madrid, 1969,
1987' p. 248. pp. 48-49.
36. /bid., pp. 247-249. 42. Cf. E. Flcischmann, l..a philosophie po/itique dt• Hef{cl, Plon, Paris, 1964.

90 91
YO, EL ESTADO REFUNDAR EL ESTADO

Sin embargo, más allá de valoraciones negativas, o de bies riesgos de toda concentración de poder (ético y político).
exaltaciones incondicionales, creo que es importante releer a Conocidas son las fuertes críticas que Marx realizó a la filoso-
Hegel y sacar algunas conclusiones para nuestro tiempo sobre fía del Derecho y del Estado de Hegel. Una de sus críticas más
el papel del Estado hoy. Quizás el centro de toda su filosofía fundamentales acusaba a la filosofía política hegeliana .de
política sea una clara y rotunda sustancializadón del Estado. haber invertido la relación sujeto-predicado, de haber entend.i-
«El Estado en sí y por sí es la totalidad ética, la realización de do el atributo como una entidad independiente, esto es, d<¡:
la libertad, y es un fin absoluto de la razón que la libertad sea considerar al Estado como un objeto independiente de los
efectivamente real» 43 , aunque se debe reconocer que Hegel fue individuos 48 • ·

demasiado lejos, cuando de algún modo propugnaba una cierta Sin embargo, según Ilting, la idea del Estado no está
«~ivinizaciÓn» del Estado, porque el Estado era «el paso de separada inicialmente, en el curso sobre Derecho natural y
Dios por el mundo» (der Gang Gottes in der Welt) 44 • ciencia del Estado de 1818-19, de los fines individuales, porque
¿Por qué el Estado y no la sociedad civil (die bürgerliche en el Estado se realizan los fines individuales que se coordinan
Gesellschaft) 45 ? Como sostiene Adorno, la idolatría hegeliana con los intereses sociales. «El Derecho del Estado es lo más
del Estado tiene su origen en haberse percatado de que las elevado para el individuo» 49 • La sustancialización del Estado
contradicciones de la sociedad burguesa no podían resolverse no significa la negación de lo individual:
por su propio movimiento. «Merced a esta su propia dialéctica,
la sociedad burguesa se verá llevada más allá de sÍ...» 46 • Esto no es, como pudiera suponerse, una demanda de subordinación
Adorno hace referencia al pfo. 245 de la Filosofía del Derecho, del individuo al interés del Estado; es más bien un reconocimiento del
donde Hegel habla de la impotencia de la sociedad para derecho (Recht) de los ciudadanos a tomar parte en las decisiones
políticas dentro del Estado 50 •
resolver el problema de la pobreza por las contradicciones que
crearía: dependencia de la beneficiencia y no del propio trabajo
El mismo Hegel escribía:
por parte de los necesitados; o exceso de producción, si todos
los necesitados tuvieran trabajo. Así expresa Hegel esta concre- El Estado es efectivamente real y su realidad consiste en que el interés
ta contradicción de la sociedad civil: del todo se realiza en los intereses particulares. La realidad efectiva es
siempre la unidad de la universalidad y de la particularidad, el
Se manifiesta aquí que en medio del exceso de riqueza la sociedad civil desprendimiento de la universalidad en la particularidad que aparece
uo es suficientemente rica, es decir, no posee bienes propios suficientes como si fuera independiente, aunque es llevada y mantenida exclusiva-
para impedir el exceso de pobreza y la formación de la plebe 47 • mente por el todo 51 •

Es decir, es necesaria una instancia superior al individuo y a Se debe constatar que para Hegel el Estado «es el absoluto e
la sociedad civil que supere las parcialidades e impotencias de inmóvil fin último en el que la libertad alcanza su derecho
esos momentos del devenir del Espíritu. · supremo, por lo que este fin último tiene un derecho superior al
Es evidente que toda exaltación del Estado, aun cuando individuo, cuyo supremo deber es ser miembro del Estado» 52 •
asuma el respeto de los derechos fundamentales de la persona
humana y de los valores democráticos, comporta los inevita- 48. K. Marx, Crltictt dr la filosofía drl Estado, etl. de A. S:ínchc1. V:ízqucz,
Grijalho, Barcelona, 1974, comentario al pfo. 267, p. 18.
49. G. W. F. Hegel, Natrtrrecht und Stnatslt'isunschaft. Vorlcsun~en nach dcr
43. G. W. F. Hegel, Grundlinien ... cit., pfo. 258, pp. 333-334; ed. esp. p. 321. Nachschri~t Carl Gustav Homeyers, en Vorlestmgen iiber Rechtsphilosophie 1818-
44. lbid., pfo., 258, p. 336; ed. esp., p. 323. 1831, ed. Kari-Hcinz llting, Erster Band, Frommann-Holzhoog, 197], pfo. 114, p. 324.
45. Cf. N. Bobbio, • Verso la distinzione di societa e Statto•, en N. Bobbio y M. 50. K.-H. Iltin~, •Hegels concept of the State antl Marx's early critique•, en Z. A.
Bovero, Societa e Stato nella filosofia política moderna, Saggiatore, Milano, 1979, pp. · Pelczynski (ed.), Tite State attd civil Society. Strtdies on lle¡¡el's Political Philosophy,
165-178. Cambridge University Press, 1984, p. 95.
46. Th. W. Adorno, en Tres aspectos sobre Hegel cit., pp. 48-49. 51. G. W. F. Hegel, Grundlittien ... cit., pfo. 270, p. 262; ed. esp. pp. 346-347.
47. G. W. F. Hegel, Gnmdlinien... cit., pfo. 245, pp. 319; ed. esp. p. 310. 52. /bid., pfo. 258, p. 329; ed. esp., p. 318.

92 93
REFUNOAR El ESTADO
YO, El ESTADO

Sin embargo, esta propuesta no es, al menos en el terreno de la rarse los Estados alemanes de la dominación francesa 57 • La
razón, una propuesta totalitaria, porque sól~ en el Estado objetiva necesidad que plantea es la elevación de lo individual a
alcanza la libertad su dereého supremo: lo uni~ers~11 de la libertad subjetiva a libertad objetiva, esto es,
la realtzacton de la voluntad sustancial universal:
El Estado .. deificado• de Hegel no puede identificarse con el Estado '
totalitario, Este último representa precisamente el nivel de desarrollo La racionalidad, tomada abstractamente, consiste en la unidad qu1'<
social que el Estado de Hegel debía supuestamen~e evitar, a saber, ~¡ compenetra mutuamente la universalidad y la individualidad (Einheit
gobierno tot-alitario directo de los intereses espectales sobre la totah- der Allgemeinheit 1md der Eim;e/heit) 51 • ·

dad .u.
El Estado no significa, pues, la desaparición de lo indivi-
. Precisamente Hegel criticó duramente a voÍ1 Haller Y su dual. Hegel reconoce que derechos y deberes en el Estado y
Restauratio11 der StaatswissetJschaft, porque iba contra una frente al Estado tienen una realidad simultánea:
comprensión del Estado como algo racional. p~ra sí (eiiz f~r
sich Vemün{tiges) y porque to.maba. la extenondad, la contt- El Estado, como lo ético, en cuanto compenetración de lo sustancial y
gencia, esto es, la nec~sidad · de pr ~tección, la .f~erza y la
5
riqueza como la sustancta del Estado . Hegel le cnttca concr~­
de lo particular, implica que mi deber frente a lo sustancial es al mismo
tiempo el existir de mi libertad particular, esto es, que en él, lleber y
tamente que así se vuelve a reconocer la ley natural del mas derecho están unidos en una sola y misma referencia 19 ,
fuerte como principio del Estado:· «no se· trata del poder de la
justicia o de lo ético, sino de la contingente fuerza natural:•• Contra lo que Hegel iba era contra la unilateralidad y
dice Hegel 55 • Incluso llega a afirmar que van Haller debena parcialidad del individualismo de su época. Hegel, como sostu-
llorar, no por la alegría de haber descubiert<:> ~sas ••leyes vo Marcuse, da «al Estado una posición suprema porque ve los
divinas», sino por haberse apartado «del conoctmtento de la efectos inevitables de los antagonismos dentro de la sociedad
infinita y divina importancia que tiene que los deberes del moderna» 60 • Lo individual se realiza en el Estado de una
Estado y los derechos de lds ciudadanos, así co~o los de~echos manera superior o superadora de la mera unilateralidad de la
del Estado y los deberes de los ciudadan<:>s, esten ~e~e_r,mmados moralidad (subjetiva} o de la familia y la sociedad civil. El
legalme11te ..... , afirmaciones que son cast una defmtcton de un Estado es el lugar ético para la superación y sublimación de lo
Estado democrático de Derecho 56 • individual:
Para Hegel, indudablemente, el individuo co.m~ t.al (das
lnteresse der Eitzzelnen als solcher) no pude ser el fm ulttmo del En cuanto el Estado es el Espíritu objetivo, así el individuo mismo
Estado (der letzte Zweck), pues ello significaría la unilaterali- tiene sólo objetividad, verdad y eticidad como miembro del Estado. La
dad, la parcialidad, «algo caprichoso» (etwas Beliebiges). H.egel conciliación como tal es verdad, contenido y fin, y la determinación de
los individuos es llevar una vida universal".
va contra el individualismo inconsistente del Contrato soctal Y
Este (el Estado) es la realidad en la cual el individuo tiene y goza su
más concretamente su Filosofía del Derecho parece que iba libertad; pero por cuanto sabe, cree y quiere lo universal... En el
contra la ideología pseudodemocrática que se produjo al libe- Estado la libertad se hace objetiva y se realiza positivamente. Pero esto
no debe entenderse en el sentido de· que la voluntad subjetiva del
individuo se realice y goce de sí misma mediante la voluntad general,
53. H. Marcuse, Razón y revolución. Hegel y el surgimiento de la teoría social, siendo ésta un medio para aquélla. Ni tampoco es el Estado una
Alianza, Madrid, 1971, p. 212. Cita el agregado del pfo. 260 de la Filoso{la del
Derecho, que dice: •la esencia del nuevo Estado es que lo universal esté unido con la
completa libertad de la particularidad y con la prosperidad de los individuos ... •, pfo. 57. H. Marcuse, op. dt., pp. 172 }" 179.
260, p. 338. 58. G. W. F. Hegel, Grwzdlinien ... cit., pfo. 25!1, p. 239; cd. esp., p. .319.
54. G. W. F. Hegel, Grundlinien ... cit., pfo. 258, p. 331; cd. esp., p. 320. 59. /bid., pfo. 261, p. 339; cd. esp., p. 319.
55. /bid., pfo. 258, nota, p. 333; cd. esp., p. 322. 60. H. Marcuse, op. cit., p. 173.
56. /bid., pfo. 258, nota, p. 335; ed. esp., p. 324. 61. G. W. F. Hegel, Grzmdlinien ... cit., pfo. 25!1, p. .129; cd. esp., p. .119.

94 95
REFUNOAR El ESTADO
YO, El ES! AOO

pensaba sobre todo en el mundo del espíritu y de la cultura. En


reunión de hombres, en la que la libertad de los individuos tiene que su obra el Estado no tiene el sentido siniestro que la palabra
estar limitada. Es concebir la libertad de un modo puramente negativo
el imaginarla como si los sujetos que viven juntos limitaran su libertad Estado tiene en nuestra época 64 • Pelczynski ha escrito que
de tal forma que esa común limitación, esa recíproca molestia de Hegel debía ser considerado como el primer escritor político,de
todos, sólo dejara a cada uno un pequeño espacio en que poder la racionalidad política. El Estado es el símbolo que Hegel
moverse. Al contrario, el derecho, la moralidad y el Estado son la emplea para mostrar que la razón humana puede resolver lós
única realidad y satisfacción de la libertad 61 • conflictos que asaltan la vida del hombre 65 • Como he intentado
demostrar en otro lugar, Hegel no entendía el Estado como un
Desde esta perspectiva hegeliana de la eticidad (de una ética conjunto de estructuras jurídico-políticas al servicio de una
objetiva), como también desde la perspectiva de una democra- sociedad, sino como una realidad ética superadora del momen-
cia política (como una relativa armonización objeti~a de los to de la sociedad civil. El Estado era simplemente un momento
conflictos sociales), lo que se sigue planteando --en tiempo de ético de síntesis, en el que se superaban los conflictos y las
Hegel y hoy también- es si los derechos individuales y de los «parcialidades» propias de la familia y de la sociedad civil, que
grupos sociales se «salvan» en el Estado o se· pierden. Hegel eran los momentos anteriores (tesis, antítesis) de la eticidad y
habla de la armonía entre el fin general del Estado y los del despliegue del espíritu objetivo 66 • Pienso que en su obra
intereses particulares de los individuos (Einheit seines allgemei- filosófica, la realización de la libertad en lo universal (el Estado
nen Endzwecks und des besotrderen Interesses der Individuetl) como das sittliche Ganze) no está conectada con la praxis
y de que los individuos tienen deberes frente al Estado porque política. Se trata ante todo de ·un momento final del devenir del
tienen también derechos (dass sie insofern Pflichtetr gegen ihn espíritu objetivo. O sería, según el lenguaje de nuestra época, el
haben, als sie zugleich Rechte haben) 63 ~ Pero, en cualquier fruto de una racionalidad humana que mira más allá de lo
caso, las contradicciones entre un organismo, una entidad, inmediato y de lo parcial, como pretenden las «singularidades
como el Estado, y las partes que lo constituyen inicialmente, empíricas» (die empirischen Einzelheitetr} que actúan segím sus
nunca se resuelven de manera definitiva o total. Esa armonía propiedades accidentales (riqueza o pobreza, fuerza o debili-
entre lo individual y lo colectivo no queda resuelta en un dad) 67 •
supuesto Estado ético, como tampoco en los Estados democrá- En definitiva, desde esta perspectiva sobrar¡ muchas de las
ticos de nuestro tiempo. Lo que está claro, hoy como ayer, es críticas que se le han hecho:
que no se puede dejar la convivencia social a la pura moralidad
subjetiva, donde domina el yo insolidario, ni a las leyes de una Puesto que para Hegel •el Estado• no significa en forma alguna lo que
sociedad civil, en la que priman las necesidades y los intereses tanto el hombre ordinario como los teóricos sociales y políticos
de unos individuos frente a las de otros sin que haya un normalmente expresan mediante este término, es inmune a muchas de
organismo con una racionalidad preestablecida que intente su las críticas que se han lanzado tradicionalmente contra él".
armonización, esto es, una sublimación trascendental no nega-
dora de lo individual, que es lo que intentó Hegel, en mi
opinión.
64. D. Germino, •La théorie de I'Etat d'Hegcl: Humaniste on totalitaire?•, en
Por otro lado, al hablar de Hegel y el Estado, siempre se Revue Européemre des Scienus Sociales, t. XVIII, 1980, núm. 52, dedicado a •La
debe hacer una precisión importante: su filosofía política no Philosophie politique de G. W. F. Hegel•, Libraire Droz, Géneve, pp. 110-111.
era un programa político ni trataba de dar recetas políticas, 65. Z. A. Pelczynski, /ntroduction, en su edición con T. M. Knox a Hegrl's
sino que era más bien una filosofía de la historia. En este Political Writings, Oxford University Press, 1964, p. 36.
sentido se debe decir que cuando Hegel hablaba del Estado 66. Cf. N. M. López Calera, El riesgo de Hegel sobre la libertad, Universidad de
Granada, 1972, pp. 97 ss.
67. G. W. F. Hegel, Gnmdlinien ... cit., pfo. 258, p. 331; ed. esp., p. 321.
62. G. W. F. Hegel, Lecciones de filoso(la de la historia universal, trad. J. Gaos, 68. A. Pelczynski, •La concepción hegeliana del Estado• (1971), en Estudios sobre
Alianza, Madrid, 1980, pp. 100-101. la ·Filosofla del derecho• de Hegel, CEC, Madrid, 1989, pp. 283-2R4.
63. G. W. F. Hegel, Grundlinie11 ... cit., pfo. 261, p. 339; ed. esp., p. 326.
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YO, El ESTADO REFUNOAR El ESTADO

Consecuentemente no ofrece soluciones concretas y prácti- La misma experiencia histórica parece confirmar que la socie-
cas a las contradicciones de una realización universal (ética) de dad civil por sí sola y, en definitiva, los individuos sin la
la libertad el gran tema de su filosofía del Espíritu. Quizás determinación de un referente racionalizador y universalizador
porque no' podía, quizás porque no sabía. En consecuencia, de sus intereses y fines, producen conflictos muy radicales y
tampoco debe extrañar, como ha sostenido Ilting, que Hegel se muy graves y llevan a que grandes masas sociales se vean·
refugie en un uso metafísico del lenguaje, cuando trata estos sometidas a minorías y a graves opresiones deshumanizantes.
temas políticos fundamentales en su Filosofla del Derecho. La Paralelamente se puede afirmar también que la existencia
verdad es que tampoco la situación política de_ 1819 y .1820 del Estado social y de bienestar ha representado una experien-
permitía mucho juego a las libertades de pensamiento y expre- cia de un valor incalculable dentro del proceso inacabado de
sión a causa de la restauración prusiana y de la publicación del una síntesis entre lo individual y lo colectivo. Como realidad
célebre Decreto de Karlsbad (Karlsbader Bescbliisse) de sep- histórica, tal Estado ha tenido y tiene, obviamente, insuficien-
tiembre de 1819, que imponía la censura 69 • En suma, el concep- cias, graves insuficiencias. Pero lo que quisiera destacar espe-
to hegeliano de Estado no es, pues, uha propuesta estrictamen- cialmente en este momento es que la idea de ese Estado o ese
te política, no es un programa para la construcción de un Estado como idea va más allá o está por encima de una simple
Estado histórico, sino una construcción teorética que trata de o simplificadora identificación con los Estados históricos real-
resolver unas contradicciones reales. Quizás lo más riguroso mente existentes en nuestros días. Esto quiere decir que la
del pensamiento político de Hegel sea esa construcción teoréti- sustancializaciótt positiva del Estado que defiendo no quiere
ca del Estado como idea ética y no las elementales aportaciones quedarse en esas experiencias históricas, sino que se refiere a la
que hizo también sobre el «Estado político» (der politiscbe alta pretensión de racionalidad que tenía el Estado moderno
Staat) 70 • frente a la naturalidad brutal de la mera sociedad «incivil>· y
frente a una espontánea y natural asociación interesada y
desigual (sociedad civil), regida por un pacto de no agresión y
4. Sentido y limites de una sustancialización del Estado de supervivencia. Y sobre todo quiere significar la necesidad de
abundar en la fundamentación de una síntesis de lo individual
Los argument9s de Rousseau y Hegel ponen de relieve, entre y lo general, de lo individual y lo colectivo para la convivencia
otras muchas cosas, las insuficiencias de la mera individualidad justa y pacífica.
en sí y para sí y de la socialidad inmediata del hombre para Ahora bien, quizás la tesis central de este trabajo sea
construir un orden de convivencia basado en la igualdad y la afirmar la necesidad y la posibilidad de «refundar» el Estado,
libertad de todos los seres humanos. La individualidad y la esto es, de asegurar y ampliar la «idea regulativa» del Estado
socialidad necesitan, sin duda, fuertes correctivos y el Estado como síntesis de lo individual y lo colectivo 71 • Pero sobre todo
democrático tiene, como idea, no como realidad histórica creo que hace falta profundizar en la racionalización del poder
concreta, el sentido de superar esas limitaciones y potenciarlas y de hacer un esfuerzo teórico para constituir las bases de un
en dirección a esa justicia social (igualdad y libertad de todos). nuevo orden político, como en otros momentos se hizo frente
al absolutismo político de la Modernidad con los «inventos•• de
69. K.-H. llting, •Hegel's concept of the State... • cit., p. 113.
categorías tan importantes como «libertades individuales••, «so-
70. Cf. G. W. F. Hegel, Grundlinien ... cit., pfo. 273, p. 371; ed. esp., p. 269. Esto beranía popular», «división de poderes», «democracia», etc. La
es lo que sostiene A. Pelczynski, •La concepción hegeliana del Estado• cit., pp. 264-
267. Sin embargo, Norberto Bobbio afirma que para Hegel la racionalidad del Estado 71. En este sentido me parece positiva la propuesta de Victoria Camps y Salvador
es más una realidad que una exigencia, más un hecho de la historia que un ideal. No se Giner a favor de la categoría de •interés comÚn•, como categoría capaz de superar lo
trataba de justificar el Estado como momento supremo de la vida colectiva (lo que yo individual de los derechos subjetivos y lo ideológico del ·bien comÚn•. Cf. V. Camps y
llamaría sustancialización positiva del Estado), sino que la justificación de Hegel S. Giner, •L'interesse comune come attivita morale•, en Mondoperario, 1990/12, pp.
-según Bobbio-- se propone no como un programa para el futuro, sino como un 104-110; también W. Fach, •Begriff und Logik des iiffentlichen lnteresses•, en ARSP,
reconocimiento del presente. Cf. N. Bobbio, Studi hegeliani cit., pp. 22-23. 19;'4/2, pp. 231 SS.

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YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO

interdependencia a nivel planetario de individuos y pueblos tiempos. Pero aquí me refiero al Estado como un topos, nunca
obliga a pensar también que los problemas del poder y de la definitivamente determinado, pero que, al menos racionalmen-
racionalización del poder no siguen estando sólo en el ámbito te, se puede presentar como ••existente en sÍ» y no depe!ldiente
de los Estados histórico-concretos, sino en la fundación de una (sustancialidad) de otras realidades. El Estado, entendtdo a~í,
idea de Estado de rango internacional, esto es, en unas relacio- no se identifica, pues, con un Estado histórico concreto. Sit:t
nes intersubjetivas (Estados, pueblos, organismos internaciona- embargo, cada época ha aportado, con mayor o menor acierto~\
les), que todavía no han alcanzado la eticidad (objetiva) de que algún elemento a la construcción de una concepción sustancia-
hablaba Hegel, ni la trascendentalidad de la voluntad general lizadora del Estado, como síntesis superadora de los connictos
de Rousseau. A nivel internacional todavía existe un relativo de lo individual y lo colectivo para una convivencia justa y
«e¡;tado de naturaleza», del que se intenta salir. Los poderes pacífica. Otra cosa son los resultados, positivos o negativos, de
internacionales y las formas de su organización todavía recuer- esos proyectos históricos.
dan tiempos políticos muy antiguos, cuando la igualdad y la Una concepción sustancializadora del Estado, tal y como
libertad no eran atributos individuales universalizados. aquí se entiende, no trataría de ningún modo de promov.~r un
Desde esta perspectiva o planteamiento general, me parece nuevo Leviatán, que fuera a devorar lo malo, pero tambten _lo
· razonable insistir en una concepción sustancializadora (no bueno, de la individualidad que es para si. Todo lo con~ra_no,
sustancialista) del Estado con perspectivas nacionales y trans- perseguiría deslegitimar todo modelo de E~tado-que no ~~r~tera
nacionales, de un Estado que se enfrente a las irracionalidades a una universalización autentificada de la ltbertad y la dtgmdad
persistentes en las relaéiones intersubjetivas e internacionales de todos los hombres. Concretamente tal concepción se opone
(interestatales) 72 • Se trata de refundar el Estado como paradig- a la propuesta de un «Estado mínimo•¡, en cu~nt? ~mplica una
ma o idea reguladora, desde la que corriprend(!r y resolver vuelta a situaciones primitivas, en las que los mdtvtduos, en ~u
históricamente (relativamente) las contradicciones concretas pura «naturalidad», es decir, rel.acionados ~or la ley del mas
que surgen de esas otras contradicéiones «Ónticas», que consti- fuerte, y la sociedad «des-orgamzada» y g~tada por esa pura
tuyen la trama y el drama dialéctico de la historia social ~ individualidad serían los elementos determmantes de una con-
colectiva, como son las que se dan entre lo individual y lo vivencia social: La afirmación del carácter sustancial del Esta-
social, entre )¡t igualdad y la libertad, entre la libertad y la do sirve para colocar a las instituciones polít!cas conc~etas en
·autoridad, etc., cuyo incorrecto tratamiento impide que masas un proceso de continua etificaciót! (en el senttdo he~eltano del
sociales no sean dueñas de su destino 73 • término), esto es, de verse contmuamente apre~m~das para
La naturaleza «sustancial» del Estado significa aquí su superar la inmediatez, la unilateralida~ y la pa_rc~altdad de 1~
entendimiento como <<idea» válida en sí pero no absoluta ni individual, que se apoya en ~na moraltda_d subJettv~ Y. para s~
excluyente, para orientar síntesis históricas (relativas) respecto que impide la universalizacion _de un~ ~tbertad obJe,ttva. Ast
a esas contradicciones fundamentales y concretas que presenta sucede en la familia y en la soctedad ctvtl, como decta Hegel,
la vida colectiva. Las accidentalidades históricas del Estado, donde el individuo se mueve por el sentimiento, el int~~és y l_a
sus formas, pueden y deben cambiar en los espacios y en los necesidad, fuerzas que están alejadas de toda pretenston um-
versalizadora. .
72. Especial importancia tiene esta búsqueda de una instancia de rncionalización Una concepción sustancializadora del _Estado, no prete~d_e
de los conflictos en el ámbito internacional. El concepto de Estado que intento constituir un proyecto político concreto, m un_a formula ma~t­
construir no coincide siempre y necesariamente con los Esiados existentes. Mi idea del ca que resolviera definitivamente las. más radtc~le~ ~ontradtc­
Estado se constituye también como idea reguladora para la armonización de los ciones de la historia social o colectiva. Debe mststtrse en la
intereses a nivel internacional, esto es, como posibilidad de un pacto desde la igualdad
y la libertad de los pueblos y naciones para armonizar lo individual (nacional o local) naturaleza metafísica que implica una sustancialización del
con los intereses colectivos de la humanidad como tal. Estado como lugar «ético» para la realización dt; la _libertad ~ la
73. Cf. N. M. López Calera, •Teoría crítica del Derecho•, en Anuario de igualdad de todos los hombres. D~~de. !a teorta ttene senttdo
Derechos Humanos, Madrid, 1986-87, núm. 4, pp. 161-171. justificar la necesidad de una conctltac1on de elementos, cuya
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YO, El ESTADO REFUHDAR El ESTADO

contradictoriedad puede producir indudables dramas huma- convertir la «sustancialidad» del Estado en un absoluto, lo
nos. Tal justificación puede servir tan sólo para orientar la cual, además de ser peligroso para las individualidades, es
praxis. Las grandes dificultades aparecen cuando se pasa de la ingenuo e imposible. Esta concepción sustancializadora del
teoría a la praxis, donde las cosas no son tan racionales. Nunca Estado quiere mantener la vivacidad dialéctica de lo individual
se tiene la garantía de que el ser (el Estado diseñado ideal o y lo colectivo. Porque ni la idea ni la realidad pueden tened~
metafísicamente) alcance su plenitud en la historia. La historia, como definitivas y perfectas y siempre mantienen dentro sí un,
lo real-conereto, falsifica siempre de alguna manera lo ontoló- elemento de negación. Si el Estado se entiende, desde esta
gicamente proyectado. El paso de lo ontológico-trascendental a perspectiva sustancializadora, como un paradigma de síntesis,
la realidad histórica es siempre un trabajo imperfecto y ambi- es simplemente porque se considera necesario ofrecer una
guo. Sin embargo, la realidad necesita de un proyecto metafísi- posibilidad razonable, no real, de que los conflictos humanos
co (universalizador y utópico) que no la deje descansar y sobre pueden tener progresivas soluciones, que nacerán de esa bús-
todo que le abra perspectivas de universalidad, que en este caso queda inacabada e inacabable de una síntesis definitiva.
sería superar la parcialidad de lo individual-concreto o de un
ser colectivo (la sociedad civil o incluso un Estado concreto e
histórico) negador de lo individual-universal. 5. Dialéctica y Estado: ¿qué dialéctica?
En cualquier caso, creo que, en la actual coyuntura históri-
ca, determinada por un desmedido postmodernismo político, Como acaba de decirse, esta concepción sustancializadora del
no estorba proponer un· proyecto metafísico de claras connota- Estado asume la naturaleza dialéctica de la historia social, esto
ciones utópicas sobre lo que debe ser el Estado. Lo que se es, la contradictoriedad irreductible de lo humano. Por consi-
quiere afirmar, en última instancia, es que·ni el individuo ni la guiente, se hace indispensable preguntarse qué se entiende aquí
sociedad pueden «por sÍ•• resolver sus contradicciones. Ambos por «dialéctica». En principio me parece acertada la vieja
necesitan buscar un lugar de encuentro superior, en el que definición hegeliana de que la dialéctica es el caminar de la
pudieran sublimar lo positivo-propio y abolir lo negativo-pro- cosa misma (der Gmrg der Sache selbst). Las cosas son su
pio. Tampoco «sustancializar» el Estado quiere decir divinizar- mismo devenir en lo que son ya, en lo que no son y en lo que
lo o mitificarl9. Pienso que ni el «Todo» ni la «Parte», por sí y pueden ser, como momentos constitutivos y contradictorios de
en sí, pueden asegurar en términos absolutos la universaliza- su mismo ser. La esencia y la verdad de las cosas están
ción de los intereses y los fines, ni su satisfacción individual. La determinadas por el principio de que «todas las cosas son en sí
«pretensiosidad» y el «absolutismo teorético» del Estado ético mismas contradictorias» 74 •
hegeliano no tienen cabida en nuestra propuesta, entre otras La dialéctica se predica, pues, del ser. Es la vivacidad del
cosas porque participamos convencidos de planteamientos re- ser. Lo muerto, lo definitivamente extinguido, lo que no es, no
lativistas (quizás postmodernos) sobre la posibilidad de cons- tiene dialéctica. De la pura nada, del no-ser no se puede
truir un «definitivo relato» de la historia social. predicar una contradictoriedad definitoria. Pero la dialéctica es
Debo confesar la ambigüedad y ambivalencia de concepcio- el conflicto del ser con el no-ser en medio de su coexistencia
nes de esta clase, que tal vez sólo tengan una explicación inevitable, dramática y también creadora. El no-ser puede
plausible en que asumen una concepción dialéctica de la histo- entenderse, en sentido estricto, como el dejar de ser algo, pero
ria. Porque, en último término, tengo que reconocer que el también como el ser más o ser de otra manera. En este sentido
Estado, como todo proyecto de síntesis de la historia social, se sí puede decirse que el no-ser forma parte de ser. El no-ser, en
enfrenta a contradicciones que no pueden reducirse a términos definitiva, es la negación o la contradicción de lo que es, bien
absolutos, pues ello significaría una paz perpetua o el mismo
final de la historia. Una concepción sustancializadora del Esta- 74. G. \V. F. Hegel, WissensciJa{t der Logik, t. IV, p. 545, t!pud J. Ritter,
do es una «salida», no «la salida», a la intrínseca dialéctica de Historisches Wor/erlmch der Philosophie, Bd. 2, ·Dialektik-, Schawal->e, Basel-Stutt·
la historia social. Ir más allá de este planteamiento significaría gart, 1972, pp. 189-190.

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YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO

como fuerza intrínseca al propio ser (inacabamiento, finitud, latente o manifiesta, fuerte o débil, que se produce permanente-
potencialidad), que es la que aquí interesa, o bien como fuerza mente en las relaciones intersubjetivas a partir de ese pluralis-
extrínseca y meramente destructora. La dialéctica significa, mo positivo y negativo que comporta lo individual de todo ser
pues, lo inconcluso, lo inacabado de la realidad, la finitud humano, exige mecanismos (el Estado) para ordenar esas rel.a-
paradójica (infinita finitud) de la cosa y, consecuentemente, su ciones, evitar una dinámica de destrucción y conseguir objeti-
mismo devenir inacabado e inacabable, que se entiende como vos comunes inalcanzables a nivel individual. Es cierto que esta
permanente transformación, como pérdida de identidad e in- necesidad del Estado como orden para la resolución de conflic-
cluso finalmente como destrucción. Descubrir o determinar los tos y como instancia para el logro de fines comunes cae
elementos, el ritmo, las posibles leyes de esa dialéctica que también en las redes de esa dialéctica individual-colectivo y se
contiene la realidad, y especialmente la realidad humana, es un ve fuertemente contestada por una individualidad dispuesta a
modo de conocer la cosa en s[ afirmarse aun a costa de arriesgarse a su propia destrucción.
La dialéctica de lo real promueve que el conocimiento Ya Kant había hablado de la ttngesellige Geselligkeit (la inso-
humano tenga que ser también dialéctico en su trabajo, es ciable socialidad) del hombre:
decir, que el método dialéctico sea también un modo necesario
para el entendimiento de la realidad. La dialéctica no se El que su inclinación a vivir en sociedad sea inseparable de una
predica sólo de lo real, sino también del conocimiento. El hostilidad que amenza constantemente con disolver esa sociedad ... El
método dialéctico significa que no hay una comprensión defini- hombre tiene una tendencia a socia/izarse, porque en tal estado siente
tiva de las realidades complejas y, por consiguiente, de la más su condición de hombre al experimentar el desarrollo de sus
realidad humana. La realidad, en su devenir dialéctico, no tiene disposiciones naturales. Pero también tiene una fuerte inclinación a
un momento fijo, un instante definitivo que pueda como individualizarse (aislarse), porque encuentra simultáneamente en sí
fotografiarse como su ser total, objetivo y acabado. En este mismo la insociable cualidad de doblegar todo a su mero capricho 77 •
sentido está claro que el método dialéctico implica una cierta
clase de relativismo. Implica un ir y venir, un afirmar y un También Rousseau reconocía esta inevitable contradicción
negar. Nunca, desde una perspectiva dialéctica, puede darse un que envolvía su mismo concepto de «voluntad general»:
conocimiento como definitivo. El método dialéctico implica
reconocer que los objetos son algo más que su concepto, o que
Así como la naturaleza da a cada hombre un poder absoluto sobre
el concepto lleva en sí el germen de su propia negación. No se
todos sus miembros, el pacto social da al cuerpo político un poder
puede, pues, estar conforme con la vieja definición escolástica absoluto sobre todos los suyos, y es este poder el que, dirigido por la
de la verdad como adeqttatio. Quien se ajuste a la disciplina voluntad general, lleva, como he dicho, el nombre de soberanía.
dialéctica tendrá sin duda que pagar un tributo de amargo
sacrificio en lo tocante a la variedad cualitativa de la experien-
cia 15 • Tal vez, en esto y por todo esto, lleva razón Popper Sin embargo, más adelante matiza:
cuando afirma que la dialéctica no puede ser ciencia 76 ,
Esta naturaleza dialéctica de la realidad se expresa de Pero, además de la persona pública, tenemos que considerar las
manera casi sublime en el ser humano y consiguientemente personas privadas que la componen y cuya vida y libertad son natural-
afecta en particular a la constitución teorética y práctica del mente independientes de ella. Se trata, pues, de distinguir bien los
Estado. Concretamente la contradictoriedad individual-colecti- derechos respectivos de los ciudadanos y del soberano (nota 4), y los
deberes que los primeros tienen que cumplir, en calidad de súbditos,
vo es la que de manera más radical se constituye en el trans(ott-
del derecho natural de que deben gozar en calidad de hombres.
~o dialéctico de la idea regulativa del Estado. La conflictividad,

75. Th. W. Adorno, Dialéctica negativa, Taurus, Madrid, 1971, pp. 13-14. n. l. Kant, Ideas para 1ma historia universal e11 clal'e cosmopolita, Tecnos,
76. CL R. Valls Plana, La dialéctica, Montesinos, Barcelona, 1981, pp. 71 ss. Madrid, pp. 8-9, Cuarto Principio.

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REFUNDAR El ESTADO
YO, El ES 1 ADO

Y la nota número 4 a pie de página dice: muchas veces ordenar y promover los valores e intereses de
muchos individuos que son iguales. Ser yo mismo me obliga a
Os ruego, lectores atentos, que no os apresuréis a acusarme aquí de realizar cosas en favor de otros. La realización de lo individual-
contradicción. No he podido evitarla e11 los térmi11os, dada la pobreza humano depende de la realización de todos los seres human9s.
de la lengua; ·pero, esperad 71• Un ejemplo en este sentido se encuentra de manera clara ~n
la experiencia histórica de los derechos individuales, como
Evidentemente habría que hacer muchas aclaracion~s· ~obre derechos humanos y fundamentales, que tienen obviamente a
lo que puede entender~e po_r «ind_ivi~u.alida~h> y <<soctaltdad» la individualidad como su fundamento primero (no el más
del ser humano. En prtnctpto, la mdrvtdualtdad puede enten- importante). Todos queremos algo para nosotros con exclusión
derse como el conjunto de valores, fines e intereses .que deter- de los demás. Sin embargo, la socialidad es también una
minan la dinámica de un ser humano como <<realidad para sÍ». condición necesaria para su realización y paradójicamente el
El.<<para sÍ» puede tener un sentido (undante o identifica!'~e d~I­ primer motivo de su limitación. Nuestros derecho~ dependen
ser, al que no se está dispuesto a renunciar, porque s~gmftcana de una organización social que los promueva y deftenda. Esta
no ya su negación co~o individuo, sino .s,u negact?n como fue una de las tesis centrales de todo el contractualismo
especie. Pero el «para SI» puede t~ner tambten el senttdo de )o moderno. La existencia de tales derechos implica necesaria-
importante-individuado que no tte~e ~n. cuenta el <<para. st»- mente su negación, alguna negación al menos, esto es, su
incondicionado de otros seres. Lo tndtvtdual como «realidad limitación. De aquí el carácter no absoluto de los derechos
para sÍ», en este último sentido, puede ser negado. Incluso un humanos se explica por la socialidad inevitable que acompaña
«para sÍ» puede ser, paradójicamente, una negación. El am<?r, a la realización de lo individual. Ya los artículos 1 y 4 de la
la amistad o la paternidad implican negaciones de un <<para st», Declaración de los derechos del hombre y de ciudadano de
aunque al mismo tiempo co~lleven su realiz~,ción .. También lo 1789 establecían, por un lado, que «la meta de toda aso_ciación
individual puede ser afirmado en su negac_ton, st con ~llo_ s_e política es la conservación de los derechos naturales e Impres-
posibilita una igual realiza~ión de la totalidad de los tndtvt- criptibles del hombre», pero añadía a continuación que. «el
~ru. . ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no ttene
Tal p~radoj_a de lo individ~al (s~ ne&ación para su r_ea!iza- más límites que los que aseguran a los demás miembros de la
ción) esta mamfestando el caracter mevttable de la soctaltdad sociedad el goce de estos mismos derechos».
humana. La socialidad significa que algunos de esos valores, La historia de los derechos fundamentales es una de las
fines e intereses individuales comportan una dimensión inter- pruebas más fuertes de una de las contradicciones constitutivas
subjetiva, unas veces con mayor fuerza y otras de modo más del ser humano. No ha habido jamás en la historia un acuerdo
débil, esto es, una vocación estrictamente alterocéntric~. En definitivo respecto a una armonización de lo individual Y lo
cualquier caso la socialidad forma parte de la individualidad, social que sirva a la constitución jurídico-política de la con~i­
en cuanto en definitiva beneficia al individuo concreto, pero vencia humana. Toda teoría del Estado ha de proponerse, sm
puede diferenciarse de la pura i_ndividualidad, porque se !de.nti- embargo, resolver esa dialéctica, aun a sabiend.~s _de 9u~. se
fica en que los valores, fines o mtereses se ordenan y se ltmttan trata de una dialéctica irreductible. Su resolucton defmtttva
en relación a otros seres o en beneficio también de otros sujetos significaría algo así como el final de la historia.
distintos del que los promueve o trata de realizar~os.. ~a
socialidad transforma incluso fines y valores que, en prtnctpto,
podrían entenderse como e~trictamente individuales .. Desde 6. La hegemonfa relativa del Estado:
esta perspectiva nada o cast nada del hombre es aJen~ ~1 bases para una concepción dialéctica
hombre. Lo individual no existe aislado, no puede extsttr de las relaciotzes sociedad civil-Estado
aislado, en términos absolutos. Realizar lo individual implica Una teoría sustancializadora y dialéctica del Estado se enfrenta
78. J.-J. Rousseau, El cotttrato social cit., l. 11, cap. IV, p. 32. dialécticamente a lo individual a través de la sociedad civil, que

106 107
YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO

es donde lo individual puede aparecer como problema consis- ción de relaciones intersubjetivas amplias y complejas. En este
tente para la organización colectiva. Y desde esta perspectiva sentido, la sociedad civil puede entenderse como un modo de
sostiene la hegemonía relativa del Estado sobre la sociedad asociación y organización más inmediato, más espontáneo, que
civil.. En cuanto «relativa», admite que esa hegemonía deba ser surge sobre todo del sentimiento y de las necesidades materia-
contmuamente contradicha por la sociedad civil. Todo lo que les. El Estado, en cambio, se entiende como un modo más
aquí se ha dicho a favor del Estado no tiene sentido sino en artificial y con una pretensión racionalizadora, sin duda ambi~,
medio de una permanente conflictividad con la sociedad civil. gua, de esas relaciones intersubjetivas. La sociedad civil man-
Tal planteamiento lleva evidentemente a una problemática tiene un mayor respeto por lo individual-concreto, mientras
vieja y nunca resuelta. Francisco J. Laporta ha llegado a que el Estado «piensa» más en lo individual-colectivo y produ-
manifestar «la convicción de que el uso que se está generalizan- ce transformaciones del individual-concreto. En cualquier caso,
do. de la clásica dicotomía Estado/sociedad civil tiende más como conceptos históricos o como categorías a priori, sus
bien a ocultar que iluminar el entendimiento de nuestros relaciones no son pacíficas, sino que entran frecuentemente en
problemas reales» 79 • Sin embargo, personalmente estoy más de fuertes contradicciones.
acuerdo con la tesis de john Keane. Si una universalización del En cualquier caso me parece que la dicotomía se puede
poder del Estado y una universalización de la sociedad no son constatar en la experiencia histórica como dos realidades per-
ni viables tti deseables en las condiciones actuales entonces el fectamente diferenciadas o diferenciables. Que hay una reali-
mantenimiento de la distinción entre Estado y s~ciedad civil dad que se llama Estado no puede discutirse y que toda la
puede ser una condición decisiva para la democracia en las realidad intersubjetiva no se reduce al Estado tampoco puede
sociedades complejas ~ 0 • De todos modos Keane considera que discutirse, es decir, existe lo que podría llamarse el no-Estado.
n? se trata de .productr ahora un nuevo paradigma. Un ••meta- Lo que no es el Estado sé puede entender como algo existente
dtscurso» teónco que hipostasiara la distinción caería en gene- antes y después de la constitución del Estado mismo. Lo que
ralizaciones filosóficas o en simplificaciones sociológicas 81 • existe atttes que el Estado, como organización elemental de
Pero. la distinción. entr~ sociedad civil y Estado cumple dos relaciones intersubjetivas complejas, basada en sentimientos,
functones normattvas tmportantes: una, sirve para advertir intereses y necesidades parciales, es precisamente lo que podría
sobre las con~e~ue~~ias indesea~les de los intentos prácticos de llamarse simplemente «sociedad», pueblo o nación, conceptos
anular esta dtstu~cton; y otra, strve para abogar por la necesi- y realidades que, a partir del siglo XIX, son frecuentemente
da~ de un pl?~alt~~o más ar,n¡;>l~o en la distribución del poder englobados también bajo la categoría de sociedad civil. El
soc!al y I?o.Itttco . En defmltlva, replantear las relaciones Estado se constituye para representar a esa realidad «anterior».
soctedad ctv.ti-Est~do es plantearse la problemática del pluralis- El Estado nace de y para la sociedad. El artícúlo 1 CE sentencia
mo, de poltcen.tnsmo, y el control del poder político. Creo, que los poderes del Estado emanan del pueblo español. El
pues, que esa. ?•cotomta e~ u.na realidad viva y decisiva para la Estado representa a alguien. Ese «alguien» es precisamente la
fundamentact~n y e~ten~tm!ento de esa concepción dialéctica sociedad, el pueblo no constituido, no organizado jurídica y
del Estado, mas arnba dtsenada. - políticamente. Todo Estado democrático representa a la socie-
Indudablemente la sociedad civil y el Estado son dos con- dad, que es lo legitimante. Un Estado dictatorial, que no
ceptos históricos, pero también pueden ser entendidos como representa a la mayoría de los sectores sociales, es el que de
categorías a priori sobre los modos de asociación y organiza- manera más rotunda ejemplifica la «distinción», la «separa-
ciÓn» entre sociedad y Estado. .
79. F. J. LapDrta, •So~~e la precariedad del individuo en la sociedad civil y los Lo que existe después del Estado y no es el Estado consti-
deberes del Estado democrallco•, en Sociedad civil o Estado. Reflujo o retorno de la tuye la llamada «sociedad civil» en términos dialécticos. Por-
sociedad civil, Fundación Eberr-lnstituto Fe y Secularidad, Salamanca, 1988, p. 19.
80. J. Keane, •IntroducciÓn•, op. cit., pp. 14-29. que es evidente que aun el Estado más democrático existente
81. lbid., p. 15. no se identifica con la sociedad. El Estado, a pesar de su
82. lbid., p. 28. democraticidad, es una cosa y la sociedad es otra. Ambos

108 109
YO, El ESTADO REFUNOAR El EST AOO

existen como realidades diferenciadas y a veces incluso enfren- píos constitutivos del Estado (Estado democrático), con todas
tadas. La autonomía, emancipación o sustancialización de los las sombras e insuficiencias que se quieran, proporcionan una
aparatos del Estado o del Estado mismo es una realidad mayor racionalidad a las relaciones sociales desde el punto de
evidente. Se podría parodiar una famosa frase histórica y vista de la justicia (igualdad y libertad), una r;;¡cionalidad
resumir la situación diciendo que, aun dentro de un sistema distinta y superior a la que puede proporcionar la socieda'd
democrático, «el Estado no soy yo». Incluso podría llegarse a la civiL \
conclusión de que el Estado es mi enemigo. Esa hegemonía del Estado se justifica también a partir de
Lo que me interesa destacar ahora es que hay dos realida- las mayores insuficiencias de racionalidad de la sociedad. La
des que viven una contradictoriedad permanente e irreductible sociedad, como realidad previa al Estado o la sociedad civil
en términos absolutos. El reconocimiento del carácter dialécti- como realidad residual respecto al Estado, tienen unas estruc-
cq de esa relación implica que no cabe afirmar una prevalencia turas ·Y unas reglas muy distintas de las propias del Estado.
o hegemonía absoluta de un elemento sobre otro, ni del Estado Parece que la «racionalidad» a partir de la cual se construye la
sobre la sociedad, pero tampoco de la sociedad sobre el Estado. sociedad es una «racionalidad menos universalizable» de prin-
Tan progresista como reaccionario puede ser pedir más Estado cipios, de convicciones y de fuerzas. Es una «racionalidad
y menos sociedad, como pedir más sociedad y menos Estado. menos razonable» que la que, al menos formalmente, se utiliza
Todo depende no sólo de lo que se entienda por una y otra para construir y determinar al Estado. Los fundamentos de las
realidad, sino también de las coordenadas históricas, complejas reglas y poderes sociales están en la tradición, en los sentimien-
y de muy diversa naturaleza, en que una sociedad y un Estado tos, en los intereses, que tienen sin duda también su racionali-
se relacionan. dad, aunque más alejada del reconocimiento de la igualdad y
Sin embargo, debo añadir a continuación que, en principio libertad de todos sus miembros. La sociedad es un reino donde
y de acuerdo con la experiencia del pasado y del presente, la puede reinar todo, desde una radical generosidad capaz de dar
alternativa más plausible y positiva es la hegemonía relativa del la vida por los demás hasta la más inhumana brutalidad capaz
Estado. El gran argumento a favor del Estado es su mayor y de sacrificar hasta la propia familia por un buen negocio. Si
mejor racionalidad por motivo de su mejor y mayor legitimi- pautas de este tipo se dan en el ámbito social-familiar, donde
dad democrática. El orden estatal es más racional para la -se dice-- anida más frecuentemente el amor, ya puede uno
igualdad y libertad de un mayor numero de seres humanos que imaginarse lo que puede pasar en otros ámbitos sociales, donde
la mera sociedad civil ayudada por un Estado mínimo, porque las · relaciones son menos personales, donde no existen los
se funda en principios más racionales y universales (no más afectos y donde los intereses juegan un papel dominante. Baste
reales siempre): la igualdad y libertad de todos los individuos fijarse en lo que sucedió y todavía sucede en el ámbito de ~as
que lo integran. relaciones económico-laborales, cuando está ausente la relattva
Esta perspectiva estatalista nos mete en una problemática racionalidad de un derecho (no de cualquier derecho) igualador
demasiado amplia (la democracia), que desborda el objeto de y liberador. Es el campo de las guerras más salvajes, donde
este estudio, pero algo puede y debe decirse a este respecto. Y triunfa la ley del más fuerte.
es lo siguiente. En principio el Estado empieza a ser una Aunque la sociedad es el legitimante primero --en el tiem-
realidad aceptable y positiva, en tanto que se legitima por la po-- del Estado, su negación y superación por el Estado
sociedad, por el conjunto de los individuos y grupos que no pueden ser positivas. Se puede ~firmar que el Estado .~n las
tienen una constitución jurídico-política acabada o la tienen sociedades avanzadas es algo· mas que una estructurac10n de
muy imperfecta y quieren autoconstituirse o constituirse de un poderes políticos para la mejor ordenación de la sociedad. El
modo más racional, con medios más racionales, entre los que Estado, en estos países avanzados, se presenta también desde el
destacan la universalización formal de la igualdad y libertad de punto de vista constitucional como un modelo social, como un
todos los seres humanos, el pluralismo político, la participa- modelo de organización sociaL La sociedad, pues, se supera a
ción política y el Derecho como voluntad generaL Los princi- sí misma por la constitución de un Estado democrático. El

110 111
YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO

Estado aparece así, al menos constitucionalmente, como la riesgos como en otras épocas ciertos ámbitos de autonomía o
superación -antítesis- de la sociedad, como el modelo social, de auto-regulación. En suma, nadie puede afirmar incondicio-
hacia el que la sociedad debe encaminarse y que ha sido nalmente que la sociedad debe prevalecer frente al Estado,
democráticamente plasmado en una Constitución. A partir de como tampoco que el Estado debe prevalecer sobre la sociedac:l.
este momento el Estado se convierte también en una racionali- La propuesta de una relativa hegemonfa del Estado que
dad ideal. Las Constituciones son, en este sentido, algo más aquí se hace está condicionada por esa inevitable dialéctica de
que mera norma, aunque lo sean. Son el diseño de cómo lo individual y colectivo a que ya he hecho referencia y que'
idealmente tendría que funcionar una sociedad. significa el reconocimiento de la riqueza de lo humano de la
Porque la sociedad legitima al Estado, pero al mismo vida colectiva, esto es, la imposibilidad de que lo humano
tiempo el Estado supera a la sociedad, hay una inevitable pueda expresarse o realizarse en una sola formulación organi-
dial~ctica entre sociedad y Estado. Y no debe extrañar, pues, zativa. En cualquier caso, la relativa hegemonía del Estado
que el Estado real, en parte ideal realizado y en parte mero implica, para mí, algunas exigencias elementales que no estor-
ideal, trate de erigirse en una realidad superior a la sociedad. El ba repetir.
Estado es algo así como un educador, a veces fuerte y duro,
que la sociedad ha nombrado, al que ha dado una mandato y al a) Me parece importante y decisivo que la tensiótt dialéc-
que costea para que haga a veces cosas que no le gusta (a la tica sociedad civil-Estado se mantenga en la teoría y en la
sociedad) con la finalidad de mejorarla. La relación .entre praxis social. Pienso que en tanto se mantenga viva la dialécti-
mandante y mandatario es enormemente ambigua. Desde luego ca sociedad civil-Estado, éste es el mejor camino para mejorar
existe el riesgo de que el representante se emancipe o separe de los niveles de igualdad y libertad de las masas sociales. Lo peor
su representado, como hoy sucede con frecuencia. También es que puede suceder a un pueblo es el «silencio social» ante el
cierto que la sociedad tiene también sus posibilidades legales y Estado o la «pasividad estatal» ante la sociedad civil. Mantener
reales -en los Estados democráticos- de contradecir al Esta- unos niveles de conflictividad entre ambos, que no sea la
do, promoviendo el cambio de la estructuras estatales (cambios búsqueda una mutua destrucción, es algo positivo. No cabe
constitucionales) o de los objetivos concretos de los adminis- pensar en un Estado tan perfecto que ya no pueda hablarse de
tradores de ese Estado (elecciones generales). A pesar de sus un «algo social» distinto de lo estatal, porque todo lo social
déficits y crisis de legitimidad, la estabilidad política de los haya sido organizado y ordenado por el Estado y dentro del
países avanzados es resultado, entre otras cosas, de una positi- Estado y no haya ya lugar para la marginación o para la
va, aunque relativa, armonía entre sociedad y Estado. disidencia respecto al Estado. Como tampoco cabe pensar en
Pero también es cierto que el Estado no puede dejarse a su una sociedad tan perfecta desde sí misma que haga superflua la
aire, como si fuera una realidad ideal plenamente constituida y existencia del Estado. Es imposible un Estado sin sociedad
realizada, cuando todos sabemos las enormes distancias que diferenciada porque se hayan identificado, como también es
separan al Estado real del Estado ideal o constitucional. A imposible una sociedad sin Estado, al menos si se entiende el
veces nos podemos encontrar con la necesidad de negar al Estado como un conjunto complejo de estructuras de organiza-
Estado porque se presenta como realidad inacabada o corrom- ción colectiva de una determinada sociedad.
pida de esos poderes y objetivos ideales que se plasman en su b) -- Me parece decisivo el mantenimiento de la exigencia
Constitución. La experiencia demuestra que no se puede hacer viva de una mayor democratizaciótt del Estado, de todos los
una opción incondicional a favor del Estado. La sociedad civil órganos y aparatos del Estado, desde los más importantes
es decir, aquellas relaciones intersubjetivas y formas de convi~ hasta los más pequeños o periféricos. Esta mayor democratiza-
ve~cia que ~stán por deb~jo o á) ~~rgen del Estado, o que no ción significa, entre otras cosas, una mayor participación de
estan necesttadas de la mtervencton del Estado, tienen hoy - grupos e individuos en la fundación y control de los aparatos
unos niveles de racionalidad práctica respecto a los valores de del Estado, que es lo contrario de la abstención política y del
la igualdad y la libertad, que permiten respetar sin tantos pasotismo, una mayor diafanidad de sus actuaciones, una

112 113

L
YO, El ESTADO REFUNDAR El ESTADO

democratización de los partidos políticos, que son los gestores mantenimiento de oligopolios y dominaciones de muy diversa
directos del Estado, un mayor control de la gestión de los clase. Como también estar a favor de la sociedad puede ser
órganos estatales, una más fácil revocabilidad de los represen- favorecer la expansión y el mantenimiento del gran capital en
tantes del pueblo a nivel de todos los órganos estatales, una manos de minorías y en otras ocasiones puede ser favorecer el
limitación y superación de la creciente burocratización y tecni- cambio e incluso la revolución de un sistema social y político 83 .'
ficación del gobierno y la administración de la cosa pública,
que impiden ver y controlar los objetivos y los resultados de las
distintas políticas estatales, etc., etc.
e) Me parece que no habrá una auténtica positiva sustan-
cializ'lción del Estado sin una más amplia y profunda democra-
tización social, porque no basta la democratización política.
Esta democratización social significa que más individuos y
grupos participen en las distintas agencias e instituciones socia-
les (culturales, educativas, deportivas, etc.) que no se identifi-
can con el Estado o no están integradas en el Estado. Esa
democratización tiene que alcanzar sobre todo al ámbito fami-
liar, empresarial y económico en general, ámbitos sociales que
por una tradición y una presión ideológica muy fuertes han
sido excluidos de estos procesos de igualación social y, por
consiguiente, de democratización. Mientras que un hijo sea una
cosa propiedad de unos padres o un trabajador sea un costo o
una herramienta para los propietarios del dinero y de los
medios de producción, será muy deficitaria la legitimidad del
Estado y muy difícil que sus objetivos más trascendentales sean
alcanzados. El Estado puede hacer muchas cosas por la socie-
dad, pero no puede hacer milagros, si la misma sociedad desde
sí no tiene importantes iniciativas para su conversión a más
altos niveles de igualdad y libertad.

Finalmente, creo que se debe avisar de los riesgos que tiene


hacer una opción radicalmente favorable por unos de los dos
elementos de esta dicotomía sociedad civil-Estado. Entregarse
incondicionalmente en manos del Estado puede ser caer en las
redes de un proceso de sustancialización negativa del Estado,
como el que se está produciendo en los últimos tiempos.
Entregarse en manos de la sociedad es volver a que las relacio-
nes más fundamentales de la vida colectiva sean determinadas
por minorías poseedoras del gran capital y de los más impor-
tantes medios de producción. Por eso he dicho en otra ocasión 83. Estos principios y argumentos, que no pretenden ser absolutos, están construi-
que estar a favor del Estado puede ser muy progresista, esto es, dos para el entendimiento y valorización de sistemas sociales y pollticos democráticos y
avanzados. Para otros sistemas que sufren niveles muy duros de subdesarrollo econó-
una prestación a favor del progreso de la igualdad y libertad de mico y de explotación o dominación política, habría que hacer muchas mati1.aciones
todos los hombres, pero en otros casos puede ser un servicio al sobre esta dialéctica sociedad civil-Estado.

114 115
YO, El ESTADO

INDICE DE CONCEPTOS obligaciones del: 56 Libertad: 32, 38-40, 46-48, 88, 96,
razón de: 89 98
refundación del: 15, 99
soberanía del: 48
sociedad civil y E.: 32, 61, 92, Marxismo: 33
107-113 Mercado: 33
subjetividad del: 60-64 Modernización: 36-37
sustancialización: 12, 45 Movimientos sociales: 31, 35-37
sustancialización negativa del: 14, Mundo de la vida: 40-42
45, 64 y sociedad civil: 43
sustancialización positiva del: 45,
.82, 89, 99-102
y economía: 20-25 Nacionalismo: 81
y escuela: 41 Nacionalizaciones: 22
Estado de bienestar Nazismo: 91
Administración Derecho crisis del: 13, 16, 24-25, 34, 39 Neocapitalismo: 37
derechos de: 57 funciones del: 26, 28 crítica conservadora del: 15 Neoconservadurismo: 17, 31, 34-35
persona jurídica: 57-60 límites del: 26, 28 crítica izquierdista del: 13 Ncoliberalismó: 24-25, 27, 37-38, 46
Alienación: 90 Derecho Administrativo y Estado: Estado de Derecho: 44, 49
Anarquismo: 36, 38 57-60 Estado liberal: 11
Antiestatismo: 37 Derecho internacional: 53, 73 Estado mínimo: 18, 24, 101 Objerivización: 42
Armonización (individual-colectivo): Derecho Penal: 75-76 Estado social: 11, 39, 41 Obligaciones del Estado: 56
84-85 Derecho subjetivo: 51 Obligaciones jurídicas: 54-55
Autoritarismo estatal: 17, 18 Derechos del Estado: 45-51 Organicismo: 62-63
Derechos humanos: 17, 48, 50 Familia: 41
Derechos individuales y fundamen- Fascismo: 91
Bien Común: 99 tales: 46-49, 72-75, 96, 105, Pacto político: 38, 47
107 Parlamentarismo: 33
Desmundanización: 42 Igualdad: 32, 38-39, 99 Partidos políticos: 34-35
Capitalismo: 13, 33 Desregulación jurídica: 27 Ilustración: 30, 43 Personas colectivas: 62-63
Clases, conflicto de: 34, 40 Dialéctica: 103-107 Individualidad: 106 Poder: 11, 99-100
Colonización Dios: 85 Individuo-sociedad: 98-99, 104-105 Postmodernismo: 33
interna: 39-41 Interés público: 65, 99 Privatización: 17, 24, 29
jurídica: 39, 41 Interés del Estado: 65 económica: 20-26
Contrato social: 83-84, 87, 91 Estado jurídica: 26
Corporatismo: 31-33 abolición del: 12-15 Property rights: 22
como sujeto: 46, 52, 54, 57-60 Juridización: 26-28, 39-40, 42 Pueblo: 68, 88-89
concepto: 23, 54-55 Justicia: 85
Deberes del Estado: 95 crisis del: 13, 25 Justicialización: 42
Democracia crisis de racionalidad: 15, 99 Razón de Estado: 89
de lo privado: 18 delitos contra el: 75
ingobernabilidad de la: 17 democratización del: 113 Legitimación democrática: 66
representativa: 70 derechos del: 45-60, 65-85 Ley: 85, 89 Seguridad nacional: 67
Democratización: 31, 79 función del: 21-23 Liberalismo Sistema: 40, 42
del Estado: 113 hegeliano: 91-98 económico-político: 29 Soberanía: 50-51, 81, 83
social: 114 individuo y E.: 49, 92-96 jurídico: 27 Socialdemocracia: 34

117 118
INOICE DE CONCEP10S

Socialidad: 106 Totalitarismo: 91 INDICE DE NOMBRES


Socialismo: 31, 34 Trabajo: 40
Sociedad: 106
Sociedad civil
como no-Estado: 19 Universalidad de lo humano: 83,
concepto: 17, 27, 31, 38-39 86
dialéctica s.c.-Estado: 82
hegeliana: 91
izquierda y s.c.: 30-33 Voluntad
recuperación de la: 16, 99 de todos: 88, 90
y Estado: 31 general: 83-85, 88, 90, 100, 105
Sociedad internacional: lOO particular: 88

Adorno, Th.: 91-92, 104 Díaz, E.: 12, 37-38, 79-80


Althusser, L.: 89-90 Doehring, K.: 46
Asís Roig, R.: 56 Dubiel, H.: 17
Axinn, S.: 61-62

Falk, R.: 17
Balladore Palieri, G.: 62 Fcher, F.: 29
Bankowski, Z.: 62 Ferrajoli, L.: 14
Barth, H.: 85, 90 Fichte: 87
Baudrillard, J.: 30 Flathman, E.: 65
Berman, M.: 29 Fleischmann, E.: 91
Bettermann, K.A.: 47 Friedman, L.M.: 27
Blanke, Th.: 77 Fukuyama, F.: 29
Bluntschli: 62
Bobbio, N.: 14, 48, 77, 87-88, 91-
92, 98-99
García de Enterria, E.: 57, 59-60
Brzezinski, Z.: 17 Germino, D.: 97
Gierke, O. von: 62-63
Callinicos, A.: 30 Giner, S.: 20, 35, 99
Calvo Sordo, L.: 69-70 González, F.: 69
Camps, V.: 99 Goyard-Fabre, S.: 48
Chowdhury, S.R.: 73 Guildmann, T.: 40
Constant, B.: 19, 90-91
Cossío, A. de: 63
Crawford, J.: 53 Habermas, J.: 13-14, 25-26, 36, 39-
Crouch, C.: 33 43
Crozicr, M.: 17 Haller: 94
Harding, j.: 56
Hegel, G.W.F.: 29, 82-83, 86-88,
Dabin, J.: 51 91, 101-103
Deader, H.: 33 Heller, A.: 13, 29

119 121
INOICE DE NOMBRES
YO, El EST AOO

Vcljanovski. C.: 21-23 White, A.R.: 50


Hobbes, Th.: 47 O'Connor, J.: 27 Villaverde, M.J.: 90 Wolfe, A.: 12-14
Hoffman, J.: 81-82, 86-87 Offe, C.: 35-37
Holderlin: 10 Oppenheimer, F.: 62
Wallington, P.: 71 Zippclius, R.: 51
Weber, M.: 43 Zolo, D.: 14
Ilting, K.H.: 93, 98 Pascal: 86
Pelczynski, Z.A.: 97-99
Pérez Díaz, V.: 18
Jellinek, G.: 65 Phillips, D.C.: 62
Jcssop, B.: 33-34 Polín, R.: 86, 91
Popper, K.: 91, 105
Poulantzas, N.: 14
Kaase, M.: 37
Kant, 1.: 61, 62, 77, 87, 105
Kcane, J.: 31-32, 81-82, 108 Ramón Fcrnández, T.: 56
Kelsen, H.: 53-57 Rangeon, F.: 19
Raskin, G.M .. 67
Ravel, j.F.: 13
Laporta, F.J.: 108 Riley, P.. 85-86
Leibniz: 86 Ritter, J.. 103
Lenin: 39 Rodríguez Devesa, ).: 75-76
Locke, J.: 49, 82 Rosavallon, P.: 17
López Calera, N.M.: 97, 100 Rousseau, J.-J.: 82-90, 98, 100, 105
Lyotard: 30

Savigny, F.K. von: 51


MacCarthy, Th.: 43 Schminck-Gustavus, L.U.: 65
MacCormick, N.: 53, 81 Schmiuer, P.C.: 32
Macpherson, C.B.: 18 Schopenhauer: 91
Madiot, Y.: 27 Serrano-Piedecasas, ). R.: 65
Maestre, A.: 17 Sieghart, P.: 53
1\ • .ir, P.: 33 Simitis: 41
Malebranche: 86 Smith, A.: 19-20, 72
Mandeville, B.: 19 Smith, H.P.: 65
Marcuse, H.: 94-95 Spencer, H.: 62
Martens, G.F.: 53
Marx: 20, 30, 39, 82, 93
Milliband, R.: 14 Teubner, G.: 26
Mishra, R.: 34 Thatcher, M.: 21
Molh, R. von: 53 Topischo, E.: 91
Morgenstierne, B.: 62 Trefft, J.K.: 77
1
Muñoz Conde, F.: 75-76 Triggs, G.: 53
.1

i\
Newman, 0.: 33-34 Valls Plana, R.: 104
11.
Nozcik, R.: 18 Vattimo, G.: 53
illl 122 123

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