40 Años Después Titiriteros y Dignidad - Carlos Del Frade

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40 años después

Titiriteros y dignidad

Carlos del Frade


40 años después
Titiriteros y dignidad

Carlos del Frade


40 años después. Titiriteros y dignidad.
Carlos del Frade

[email protected]
[0341] 155 196 286


Hecho en Rosario en el mes de febrero de 2016.

La edición y el diseño de este libro estuvo a cargo de Este Carnaval y las


tapas fueron intervenidas por las niñas y niños de La Banateca, biblioteca
popular de Villa Banana.

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facebook: CAUSA organización popular

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40 años después
Titiriteros y dignidad

Carlos del Frade


Rosario, 2016
Índice

Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 El Gato maula. . . . . . . . . . . . . . . . 92


Rodenas y La Calamita. . . . . . . . . 94
Capítulo 1 La cara oculta de Acindar. . . . . . . 98
Del presente. 40 años después El desaparecedor de Haroldo
De Mitre a Macri. . . . . . . . . . . . . 13 Conti y la Barrick. . . . . . . . . . . . 104
Los ejecutivos. . . . . . . . . . . . . . . . 17 Otro que inventó la muerte
Rivadavia, Kirchner, Macri, (Gazari Barroso). . . . . . . . . . . . . 115
mineras… . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Los juicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 Capítulo 5
El origen del narcotráfico
Capítulo 2 en Argentina. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
De sueños, rebeldías y dignidad La memoria de los represores. . 123
Los Rosariazos. . . . . . . . . . . . . . . 41 El negocio paraestatal . . . . . . . . 125
Angelelli, Devoto y Brasca. . . . . . 55 La conexión boliviana . . . . . . . . 127
Maestros que molestaban. . . . . . 58 Los contactos de Massera
La guerra de monseñor Iriarte. . .63 y Galtieri . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
Viaje al paralelo 28. . . . . . . . . . . . 68
Capítulo 6
Capítulo 3 40 x 40.
El caso Larrabure y la construcción Números y frases para
de la necesidad del golpe. . . . . . . . . . . . . 71 pensar los 40 años del
golpe de estado de 1976. . . . . . . . . . . . . 133
Capítulo 4
Reciclajes Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
Los titiriteros . . . . . . . . . . . . . . . . 79 Fuentes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189
Pío Laghi y el recuerdo de Brasca. 82 Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . 197
Civiles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 Dedicatorias. . . . . . . . . . . . . . . . 205
7
Prólogo

Consecuencias y causas.

Seis de cada diez desaparecidos eran obreros, empleados


y profesionales. Es decir que el 60 por ciento de los que moles-
taban eran trabajadores.
Y seis de cada diez desaparecidos tenían entre 21 y 30
años. Eran jóvenes.
La principal característica del blanco del terrorismo de
estado fueron los trabajadores jóvenes.
Cuarenta años después del inicio del sexto golpe de esta-
do en la Argentina del siglo veinte hay que tener claridad so-
bre esta consecuencia. Los enemigos para los que usurparon
el poder eran trabajadores jóvenes.
La deuda externa, en tanto, entre 1976 y 1983 aumentó en
35 mil millones de dólares y fueron cerradas 20 mil fábricas,
aproximadamente. Y de las 1.627 «leyes» todavía vigentes de la
dictadura una de ellas marca el perfil de la economía de aquel
momento, la ley de entidades financieras, la 21.525 «sanciona-
da» el 14 de febrero de 1977.
Los trabajadores jóvenes debían desaparecer para apli-
car un plan económico que priorizara la subordinación a los
capitales internacionales y, especialmente, a los movimientos
financieros por encima de los productivos.
En esas consecuencias, quizás, puedan verse las causas.
Cuarenta años después, la Argentina encuentra en su pre-
sente algunas huellas del Proceso de Reorganización Nacio-
8 nal, no solamente en los desaparecidos, en la búsqueda de los
chicos apropiados apenas habían nacido o en esas 1.627 leyes
todavía vigentes, sino también en matrices que van devoran-
do las existencias de los más vulnerables, como el negocio pa-
raestatal del narcotráfico.
Uno de los capítulos del presente trabajo es pensar el ini-
cio de los cargamentos de cocaína que comenzaron a llegar al
país como resultado de una negociación entre de la dictadura
de Videla, en Argentina, y Banzer, en Bolivia.
También hay informaciones sobre las distintas formas de
reciclaje que tuvieron los proveedores de la muerte, en orga-
nismos estatales y empresas privadas multinacionales, como
sucedió con el desaparecedor de Haroldo Conti nombrado
jefe de seguridad de la poderosa Barrick Gold, en la provincia
de San Juan.
Están los nombres de los civiles que prestaron colabora-
ción con la noche carnívora y los números de los procesados
y condenados que son muy pocos en relación a los 80 mil inte-
grantes de las fuerzas armadas que llevaron adelante la ejecu-
ción del exterminio, según apuntó en un documento reserva-
do y confidencial el entonces jefe del ejército a principios de
la democracia, Río Ereñú.
Cuatro décadas después, la nueva administración nacio-
nal, votada por la mayoría del pueblo, ubica en la cima del po-
der político a un gobierno de centro derecha que ha puesto
como funcionarios de los ministerios a empleados de grandes
empresas, nacionales y extranjeras, como también de bancos,
nacionales y extranjeros. Una composición que responde a las
líneas directrices que marcara uno de los principales referentes
del grupo Techint, Paolo Rocca, cuando anunció, en noviembre 9
de 2015, el final del estado distribucionista en América Latina
y el advenimiento del tiempo de los empresarios.
«La defensa del capital y la empresa privada es el principal
deber», dijo, en septiembre de 1977, en la Bolsa de Comercio
de Rosario, Ramón Genaro Díaz Bessone, ex comandante del
Segundo Cuerpo de Ejército, con jurisdicción en las provincias
de Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos.
Aquella afirmación era la confirmación que las fuerzas armadas
y de seguridad trabajaron para el gran capital. No había alu-
sión a la defensa del ser nacional ni a la Patria, sino al «capital
y la empresa privada». Había que matar trabajadores jóvenes
en beneficio del «capital y la empresa privada».
Los dueños de la vida y la muerte en los centros clandes-
tinos de detención eran militares y policías pero, en definitiva,
se trataba de títeres, macabros, pero títeres al fin.
El problema es y son los titiriteros.
Los delincuentes de guante blanco, aquellos empresarios
ante los cuales rendían cuentas de sangre los comandantes
como Díaz Bessone.
La extraordinaria lucha de sobrevivientes, Organismos de
Derechos Humanos y familiares de desaparecidos ha generado,
en estos cuarenta años, la continuidad de los juicios contra los
delitos de lesa humanidad.
Ahora es el momento de seguir por los titiriteros, por los
integrantes de ese poder económico que pidió la desaparición
de trabajadores jóvenes.
No parece ser sencillo llevar a los juzgados federales a
los grandes patrones en el «tiempo de los empresarios», como
10 dijera Paolo Rocca. Es uno de los grandes desafíos del presen-
te, de esta forma de pensar y vivir los cuarenta años del golpe
perpetrado el 24 de marzo de 1976 pero ya puesto en funcio-
namiento desde hacía tiempo como, por ejemplo, lo sufrido en
Acindar, en Villa Constitución, el 20 de marzo de 1975.
En estas líneas, en forma paralela, habrá datos e historias
que apuntarán a pensar lo educativo, cultural y comunicacio-
nal desde las consecuencias en existencia colectiva cotidiana.
Aquellos valores de consumismo e individualismo que quiso
imponer el modelo de la dictadura están vigentes en la Argen-
tina, cuarenta años después.
Un gran tarea sigue siendo democratizar esos valores que
terminan fundamentando proyectos políticos y económicos que
solamente favorecen a muy pocos.
Y una vez más, será preciso pensar en por qué eran tan
peligrosos aquellos trabajadores jóvenes que fueron el blanco
preferido de la noche carnívora.
Estaban enamorados de la palabra revolución y necesita-
ban que se hiciera carne en la realidad cotidiana de las gran-
des mayorías.
Dieron la vida, la ofrendaron en beneficio de los demás.
Fenomenal demostración del amor colectivo. Ante semejante
entrega, el verdadero poder, el económico, los titiriteros de
guante blanco, tuvieron terror e impusieron el terrorismo de
estado. La década del setenta no fue solamente un espacio de
violencia. También fue un momento de amor y solidaridad que
generó semejante brutal represión.
Porque esos trabajadores jóvenes querían ver que en el
trono de la vida cotidiana esté la noble igualdad, como apun-
ta la letra del himno libertario que siempre hemos cantado de 11
forma mutilada.
El gran sueño colectivo inconcluso, la igualdad.
Con humildad y firmeza decimos que es necesario seguir
peleando por el amor contra la muerte y el poder.
Que la memoria cobija la esperanza y que hacer justicia
sobre los titiriteros de guante blanco que movieron a los títe-
res macabros que produjeron el genocidio no es saldar cuen-
tas con el pasado sino una concreta apuesta hacia el presente
y el futuro.
Por eso los invitamos a leer este libro.
Para que la felicidad, como siempre decimos, no sea la
propiedad privada de unos pocos.
40 años después, no nos han vencido, como suele cantarse
en las calles desde diversas organizaciones sociales y políticas.

Carlos del Frade


Periodista de investigación
diputado provincial de Santa F
por el Frente Social y Popular
Rosario, enero de 2016
Capítulo 1 13
Del presente.

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40 Años después.

De Mitre a Macri

Techint es uno de los dueños de la Argentina. Su principal


referente, Paolo Rocca, marcó el futuro próximo a través de una
conferencia, días antes de la segunda vuelta que determinó el
triunfo de Mauricio Macri el domingo 22 de noviembre, una fe-
cha con historia, como se verá más adelante.
Entre otras cosas, Rocca, en el 56º Congreso de la Asociación
Latinoamericana del Acero, sostuvo que durante los doce años
del kirchnerismo «aumentó el peso del Estado en la economía
del 22% a más del 40% del pbi… El peso del Estado redujo el peso
de la iniciativa privada y eso fue malísimo para nosotros, no sólo
en la Argentina. Hemos pensado que la riqueza la crea el Estado,
pero no es así, sólo la distribuye… ese modelo debe cambiar… El
Estado no va a poder gastar lo mismo que en los últimos años, va
a tener que achicarse, pero puede hacerlo sin perder eficacia ni
capacidad de promoción del desarrollo… La verdad es que no se
la ve en el nivel de inversiones, que quedó estancado en el orden
del 20 por ciento a lo largo de los últimos quince años. Esa masa
de recursos se transformó en aumento del consumo y en subsi-
dios, en elemento de un «diseño económico pero también polí-
tico populista en algunos casos con rasgos autoritarios, como se
puede encontrar en Venezuela y Rusia… Las políticas económicas
14 van a cambiar pero también el cuadro político, se tienen que en-
carar problemas distintos: hoy el tema no puede ser redistribuir
un surplus (superávit) que se está extinguiendo», sostuvo Paolo
Rocca, del grupo Techint, uno de los dueños de la Argentina. Y
opinó que el modelo de «más Estado menos industria» va a tener
que «ser sustituido por uno en el cual el rol de las empresas au-
mente para transformarse en el motor del desarrollo».
Inversiones privadas, reducción del estado distribucionista
y el tiempo de las empresas por encima de otros actores, es la re-
ceta que Rocca quiere imponer a través del voto mayoritario al
ingeniero Macri.
Una matriz que tiene un largo recorrido en estos arrabales
del mundo.
El 22 de noviembre de 1861, a tres meses de la extraña vic-
toria en los campos de Pavón, las tropas del general Bartolomé
Mitre, llevaron adelante una masacre de federales en Cañada de
Gómez, sur de la provincia de Santa Fe.
«Las divisiones mitristas a las órdenes de Flores, Sandes,
Paunero, Arredondo, Rivas, entran implacablemente en el inte-
rior. Hombre tomado con la divisa punzó es lanceado; si no lleva
la divisa es incorporado a los invasores o mandado a un cantón
de la frontera a pelear con los indios. Venancio Flores, que an-
tes fue presidente de la República Oriental por una revolución
de los colorados, es jefe de la vanguardia de Mitre. Se adelanta a
Cañada de Gómez y sorprende, el 22 de noviembre, al grueso del
ejército federal que sigue esperando órdenes de Urquiza. Flores
pasa a degüello a los más reacios e incorpora a los demás. No se
había visto tanta violencia en nuestras guerras civiles, que no se
distinguieron precisamente por su lenidad; pero esta ocupación
porteña del interior colma la medida. Hasta Nelly y Obes, el mi-
nistro de guerra de Mitre se estremece al redactar el parte de la
hecatombe: ‘El suceso de la Cañada de Gómez -informa al go-
bernador delegado Manuel Ocampo- es uno de esos hechos de
armas que aterrorizan al vencedor… esto es lo que le pasa al ge- 15
neral Flores, y es por ello que no quiere decir detalladamente lo

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que ha pasado. Hay más de 300 muertos, mientras que por nuestra
parte sólo hemos tenido dos muertos… Este suceso es la segunda
edición de Villamayor, corregida y aumentada… Para disimular
más la operación confiada al general Flores se le hizo incorporar
toda la fuerza de caballería de la División de Córdoba enemiga’»,
cuenta José María Rosa en su imprescindible libro La guerra del
Paraguay y las montoneras argentinas.
Meses antes, Bartolomé Mitre, al inaugurar el Ferrocarril del
Sur, el 7 de marzo de 1861, diría que «los ciudadanos de la Gran
Bretaña» no eran reconocidos como extranjeros en estas tierras.
«…Démonos cuenta de este triunfo pacífico, busquemos el nervio
motor de estos progresos y veamos cuál es la fuerza inicial que
lo pone en movimiento. ¿Cuál es la fuerza que impulsa nuestro
progreso? Señores, es el capital inglés… Desde 1809, quedó sella-
do entre el comercio inglés y la industria rural del país. Los de-
rechos que los negociantes ingleses abonaron en aquella época
a la Aduana de Buenos Aires, fueron tan cuantiosos que fue ne-
cesario apuntalar las paredes de la tesorería por temor de que el
peso que soportaban las echara al suelo. Esta fue la primera ha-
zaña del capital inglés en estos países que presagiaba la caída de
las antiguas murallas y el advenimiento de una nueva época. Ver-
daderamente, señores, el capital inglés es un gran personaje anó-
nimo cuya historia no ha sido escrita aún… señores brindo por
el fecundo consorcio del capital inglés y del progreso argentino»,
decía el creador del diario «La Nación», la Academia Nacional de
Historia y el hombre que abrazaría la idea de construir un país
con un estado a favor de los intereses extranjeros y las minorías.
En esos pensamientos, llevados a la práctica con la interven-
ción de varias provincias argentinas, el asesinato del Chacho Pe-
ñaloza, la guerra al pueblo paraguayo y la masacre de Cañada de
Gómez del 22 de noviembre de 1861, Mitre expresaba su idea de
16 libertad y progreso. Los fundamentos de los nuevos tiempos que
anuncia Paolo Rocca para los días del ingeniero Macri.•

Fuentes: Discurso de Paolo Rocca del 11 de noviembre de 2015; «La


guerra del Paraguay y las montoneras argentinas», de José María Rosa
y «El mitrismo y las bases de la Argentina agroexportadora», de Nor-
berto Galasso.
Los ejecutivos

«El país atendido por sus propios dueños. En apenas vein-


te días, desembarcaron en ministerios y secretarías ex gerentes
de Shell, Techint, General Motors, hsbc, Telecom, Grupo Clarín,
lan, Banco Galicia, Pan American Energy, jp Morgan, Citibank,
Telefónica, Coca-Cola, Deutsche Bank, Farmacity y Axion, entre
otras empresas», escribió el periodista Fernando Krakowiak en 17
el diario Página/12, el domingo 3 de enero de 2016.

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Sostenía que «en apenas veinte días, decenas de ejecutivos
de las principales empresas del país desembarcaron en los mi-
nisterios y secretarías del Estado nacional, pero ya no para llevar
adelante sus actividades habituales de lobby sino para hacerse
cargo de la gestión pública. El presidente Mauricio Macri designó
como integrantes de su gobierno a ex gerentes de Shell, Techint,
General Motors, hsbc, Telecom, Grupo Clarín, lan, Banco Galicia,
Pan American Energy, jp Morgan, Citibank, Telefónica, Coca-Cola,
Deutsche Bank, Farmacity y Axion, entre otras empresas. Algunos
de los flamantes funcionarios trabajaron en esas multinacionales
hasta hace pocos días y otros consolidaron su carrera profesional
allí y luego pasaron a desempeñarse en otras organizaciones, de
donde ahora fueron reclutados por ‘cazadores de talentos’, como
Egon Zehnder y Stigol & Moore. La mayoría no tiene experiencia
en la administración pública, pero se sintieron interpelados por
un gobierno que se presenta como amigo de los mercados y rei-
vindica la supuesta eficiencia del sector privado como modelo a
seguir», apuntaba el principio de la investigación.

Jefatura de Gabinete. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, de-


signó como secretario de Coordinación de Políticas Públicas a
Gustavo Lopetegui, ceo de la Aerolínea chilena lan desde 2009 y
fundador de la desaparecida cadena de supermercados Eki. Tam-
bién se sumó Mario Quintana como secretario de Coordinación
Interministerial de la Jefatura de Gabinete. Este economista diri-
gió hasta su asunción el Grupo Pegasus, controlante de Farmacity,
Freddo y Tortugas Open Mall, entre otras firmas. Quintana llevó
como subsecretaria de Evaluación de Proyectos con Financiamien-
to Externo a Natalia Zang, ex directora de Finanzas de Farmaci-
ty, quien también fue vicepresidenta de Pegasus, ceo de Jazmín
Chebar, ceo de Grupo Monarca y directora de la minera Austral
18 Gold. Como subsecretario de Relaciones Institucionales de la se-
cretaría de Asuntos Estratégicos asumió Matías García Oliver, ex
director de Asuntos Públicos de Directv. Otro que se ubicó en la
jefatura de Gabinete fue Rosendo Grobocopatel, hijo de Gustavo
Grobocopatel, presidente de Los Grobo, quien es uno de los fla-
mantes asesores de Marcos Peña.

Ministerio de Energía y Minería. El ministerio está encabe-


zado por Juan José Aranguren, quien dejó su cargo de presiden-
te de Shell el pasado 30 de junio luego de haberse desempeñado
37 años en la petrolera angloholandesa. Además, a su equipo se
sumaron otros ejecutivos que venían desempeñándose en las pe-
troleras a las cuales ahora deberán regular. El secretario de Re-
cursos Hidrocarburíferos es José Luis Sureda, quien desde 1999
se desempeñó como vicepresidente de Ventas de Gas Natural de
Pan American Energy (PAE), la firma que controlan los herma-
nos Carlos y Alejandro Bulgheroni en sociedad con los chinos de
Cnooc. Como secretario de Planeamiento Estratégico asumió Da-
niel Redondo, un ingeniero químico que desarrolló gran parte de
su carrera profesional en Exxon Mobil, en las filiales de Argentina
y El Salvador, donde llegó a ser ceo y presidente de la subsidiaria
Esso Standard, y en cargos regionales con responsabilidad sobre
América latina y el Caribe. También se sumó Sebastián Kind como
subsecretario de Energías Renovables, un ingeniero mecánico que
trabajó como especialista en energía eólica en British Petroleum,
fue jefe de Energías Alternativas de pae y presidente de la firma
ítalo-argentina Aires Renewables s.a. A su vez, al frente de la Sub-
secretaría de Refinación y Comercialización está Pablo Popik, un
ingeniero químico recibido en el itba que trabajó un año en Rep-
sol-ypf entre 1998 y 1999 y luego pasó a Exxon donde desempeñó
diversos cargos en Argentina, Sudamérica e incluso Estados Uni-
dos hasta septiembre de 2012. Los últimos tres años estuvo en la
petrolera Axion. La petrolera estatal Enarsa, creada por Néstor
Kirchner, está conducida ahora por Hugo Balboa, quien hasta el 19
mes pasado era director del proyecto de expansión de Axion y

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antes ocupó diversos cargos gerenciales en Shell, Pecom Energía
y Sociedad Comercial del Plata.
En los entes reguladores del sector energético, también des-
embarcaron gerentes del sector privado. Macri eligió como presi-
dente de Enargas a David José Tezanos, presidente de Metrogas
y director de Gas de ypf, un técnico eléctrico, que anteriormen-
te trabajó en Wintershall Energía, Total Austral y tgs. En la pre-
sidencia del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (enre)
estará Juan Garade, un contador público socio en Management
Consultants, quien antes de sumarse a esa consultora trabajó casi
once años como director de Planificación, Control y Regulación
de Edesur (marzo 2001-mayo 2012) y antes de eso fue gerente de
Planificación Económica de Edenor (octubre 1992-marzo 1998). A
su vez, como director del enre irá Ricardo Sericano, quien trabajó
en cargos gerenciales de Edenor desde septiembre de 1992 hasta
agosto de 2010 para luego sumarse a la consultora rhs.

Petrolera ypf. La petrolera ypf renovó su directorio y una de


las principales incorporaciones fue la de Miguel Ángel Gutiérrez.
Este ejecutivo se desempeñó entre 1980 y 2001 en el banco esta-
dounidense jp Morgan donde llegó a ser director general de Mer-
cados Emergentes Globales. Fue ceo de Telefónica de Argentina
entre noviembre de 2001 y junio de 2003, fecha en la que pasó a
desempeñarse como Consejero Delegado de Telefónica Interna-
cional. De marzo 2005 a Noviembre 2011 fue Consejero y miem-
bro del Comité de Auditoría de Telefónica Sao Paulo (Telesp). En
la actualidad es miembro del Consejo Asesor de Telefónica para
Latinoamérica, y Consejero y Presidente del Comité de Audito-
ría y Control de la española Abertis Infraestructuras, entre otras
empresas. También es socio fundador de The Rohatyn Group, un
fondo de inversión para mercados emergentes creado en Estados
20 Unidos en 2003. Otro de los directores que se incorporó a ypf es
Carlos Felices, quien ya había trabajado en la compañía como
ceo financiero entre 1994 y 2002, cuando la empresa estaba con-
trolada por la española Repsol. Entre julio de 2002 y abril de 2008
trabajó en Telecom Argentina donde llegó a ser presidente y ceo.
Una vez que abandonó la firma controlada por los italianos fue
vice chairman de Centro de Estudios Financieros hasta mayo de
2012, mientras que los últimos años se desempeñó como gerente
general de President Energy (ex President Petroleum), una firma
británica dedicada a la exploración y producción de petróleo y
gas en Sudamérica.

Ministerio de Hacienda y Finanzas. Si bien hace más de diez


años que se dedica a la política, el nuevo ministro de Hacienda,
Alfonso Prat-Gay, hizo sus primeras armas en el sistema finan-
ciero como director del banco estadounidense jp Morgan, donde
trabajó con Luis Caputo, a quien ahora designó secretario de Fi-
nanzas. Caputo trabajó en jp Morgan entre 1994 y 1997 y luego
se incorporó a Deutsche Bank, donde estuvo hasta abril de 2008,
llegando a ser presidente del banco en la Argentina. En los úl-
timos años se venía desempeñando como presidente del fondo
de inversión Axis. Al frente de la Comisión Nacional de Valores,
una entidad autárquica dependiente del Ministerio de Finanzas,
Prat Gay designó a Marcos Ayerra, otro hombre del mercado fi-
nanciero. Si bien en los últimos años trabajó como director de
Desarrollo Corporativo del grupo Biosidus, una firma argentina
que produce biofármacos, el antecedente clave que lo catapultó
al organismo regulador del mercado de capitales fue haber sido
vicepresidente del Departamento de finanzas corporativas para
América Latina de Chase Securities, un banco de inversión contro-
lado por jp Morgan. Ayerra trabajó once años en el Chase, entre
1987 y 1998. Otra de las incorporaciones clave de la cnv es la de
Rocío Balestra, una abogada que trabajó 14 años y medio en Bru-
chou, Fernández Madero & Lombardi, un estudio que asesora a 21
grandes compañías financieras locales e internacionales. Balestra

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también se desempeñó como abogada internacional del estudio
neoyorquino Shearman and Sterling, que ahora podría ser con-
tratado por Argentina para negociar con los buitres.

Banco Central. Es otro de los organismos que reclutó varios


ejecutivos del sector privado. Demian Reidel es uno de los nuevos
directores de la entidad. Es un físico recibido en el Instituto Bal-
seiro, con un máster en matemática financiera en la Universidad
de Chicago y un doctorado en Economía en Harvard. Comenzó
su carrera profesional en el sector financiero en septiembre de
1998 en el área de investigación sobre mercados emergentes en
jp Morgan. En marzo de 2001 pasó a Goldman Sachs, donde es-
tuvo a cargo del área de estrategia de deuda externa en mercados
emergentes. Fue cofundador de qfr, compañía de manejo de acti-
vos financieros basada en Nueva York, donde se desempeñó entre
abril de 2007 y septiembre de 2012. Otro de los nuevos directores
es Horacio Tomás Liendo (nieto), un abogado que inició su carre-
ra en el estudio Marval, O’Farrell & Mairal, dedicado a defender a
grandes empresas. Desde julio de 2007 trabajaba como responsa-
ble del departamento legal del banco Industrial and Commercial
Bank of China. Como gerente general del Central asumió Mario
Flores Vidal, quien se desempeñó como director para Sudamérica
y como Head de M&A para América Latina en la agencia Thom-
son Reuters. El último de los refuerzos provenientes del sector
privado fue Agustín Collazo, flamante subgerente de operaciones
del banco, un licenciado en Economía egresado de la Universidad
Torcuato Di Tella, con un MBA en la Universidad de Chicago, que
se venía desempeñando como director gerente en la administra-
ción de derivados de índices accionarios internacionales de Mor-
gan Stanley, New York.

22 Banco Nación. El nuevo presidente de la entidad, Carlos Mel-


conian, decidió convocar a varios profesionales del sector financie-
ro. Uno de los ejecutivos más conocidos que se sumó al directorio
es Luis Ribaya, quien venía desempeñándose como director del
Banco Galicia y presidente del Mercado Abierto Electrónico. En
las empresas vinculadas al grupo también sobresalen los hombres
de la city. Al frente de Nación Servicios quedó Alejandro Nigro,
un ejecutivo que comenzó su carrera en el Citibank, luego fue ge-
rente general del hsbc y después se dedicó al asesoramiento de
banca de inversión. Como director en la misma firma se incorpo-
ró Alejandro Cavallero, quien fue vicepresidente de Citibank en-
tre 1987 y 2000 y gerente de canales alternativos del hsbc entre
2000 y 2002. En los últimos seis años trabajó como ceo de la firma
Guía Local llc. El presidente de Nación Seguros es Juan Horacio
Sarquis, un economista recibido en la uca que hizo toda su carre-
ra en el Banco Galicia, donde desde 2009 se venía desempeñan-
do como gerente de Banca Minorista. El Banco Nación también
incorporó a Jorge Lawson, quien, si bien se venía desempeñando
como ministro de Comunicación Pública y Desarrollo Estratégico
de Córdoba, es un reconocido lobbysta del Grupo Arcor.

Ministerio de Transporte. El ministro Guillermo Dietrich, hijo


del dueño de una importante concesionaria de autos del mismo
nombre, también incorporó a varios ejecutivos del sector priva-
do. En Aerolíneas Argentinas asumirá Isela Constantini, ex ceo
de General Motors. A su vez, el PRO contrató a Egon Zehnder, la
multinacional «cazadora de talentos» dirigida en el país por Mar-
celo «Grillo» Grimoldi, para seleccionar otros cuadros gerenciales
de la firma. En Intercargo, la empresa estatal que presta servicios
en tierra a las aerolíneas, pusieron a Mario Agustín Dell’Acqua,
ex director de Proyectos de Techint. A su vez, Marcelo Orfila, ge-
rente general de Grupo Monarca entre 2011 y 2014, director de
Aeropuertos Argentina 2000 entre 2000 y 2007 y gerente general
de Alpargatas entre 1994 y 1997, asumió al frente de Operadora 23
Ferroviaria, la sociedad estatal que gestiona los trenes urbanos

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del Área Metropolitana de Buenos Aires, los servicios regionales
y de larga distancia. Orfila puso como vicepresidente a Diego Ky-
burg, quien durante los últimos dos años fue gerente de opera-
ciones de Biomac y antes se desempeñó en Logyt Sudamericana,
L’Oreal, Home Depot, Alpargatas y Casa Tía. A cargo de la socie-
dad Administración de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) que-
dó Guillermo Fiad, un ingeniero de Fundación G-25, con pasado
en Duke Energy, Shell, Metrogas y BankBoston.

Otros organismos. La canciller Susana Malcorra viene de tra-


bajar como jefa de Gabinete de la Organización para las Naciones
Unidas, pero tiene una larga trayectoria en el sector corporativo
como gerente de ibm y Telecom. El caso de Francisco Cabrera es
similar, no es una flamante incorporación del sector privado por-
que se venía desempeñando como ministro de Desarrollo Econó-
mico de la Ciudad de Buenos Aires, pero el nuevo ministro de Pro-
ducción transitó la mayor parte de su vida profesional en el Gru-
po hsbc. Además, trabajó en Hewlett-Packard, en Máxima afjp
y en el diario La Nación. Como secretario de Coordinación del
Ministerio de Desarrollo Social, virtual viceministro del área que
conduce Carolina Stanley, asumió Gabriel Castelli, un economis-
ta ex director de Loma Negra, hsbc y Farmacity, que también fue
director nacional de Caritas. La secretaría de Empleo del Minis-
terio de Trabajo quedó a cargo de Miguel Ángel Punte, ex jefe de
Recursos Humanos de Techint. En el Fondo de Garantía de Sus-
tentabilidad de la Anses que administra los recursos previsionales,
Macri puso a Luis María Blaquier, un economista egresado de la
uca que trabajó 13 años como director Ejecutivo de Goldman Sa-
chs. También fue director de Transportadora Gas del Sur, Arcor,
Ledesma, empresa propiedad de su tío Carlos Blaquier, y Grupo
Clarín, donde se venía desempeñando cuando lo convocaron. Al
24 frente de la Dirección Nacional de Relaciones Institucionales del
flamante Ministerio de Modernización quedó Guillermo Baistroc-
chi, ex vicepresidente de Relaciones Institucionales de pae, quien
también trabajó en AES, Correo Argentino y Socma.
En el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de-
signaron a Alejandro Cacetta, quien entre 2001 y 2006 fue gerente
de negocios y finanzas de la división cine y publicidad de la pro-
ductora Pol-ka y desde 2009 ocupa el mismo cargo en Patagonik
Film Group, cuyos accionistas son Disney, Artear (Grupo Clarín)
y Cinecolor. Como Director Nacional de Desarrollo Institucional
de la Secretaría de Vivienda y Hábitat asumirá Guillermo Casa-
nova, ex director de Asuntos Corporativos y Legales de Coca-Co-
la-Femsa. También postularon a María Eugenia Talerico como
vicepresidenta de la Unidad de Información Financiera (uif). Ta-
lerico fue integrante el estudio Fernández Alonso y Becar Varela
& Richards entre 2006 y 2012. Desde entonces trabaja como pro-
fesional independiente en temas de lavado y fue la encargada de
defender al banco hsbc justamente ante la uif, organismo que
combate el lavado de activos.•
Rivadavia, Kirchner, Macri, mineras…

Minera Alumbrera vendió durante el año 2015 por un total


de 8.177 millones de pesos, ocupando el puesto 68 entre las mil
empresas que más facturaron. A un nivel de 22,71 millones de pe-
sos diarios, 1.577 pesos cada sesenta segundos.
Su ganancia fue de 1.031 millones de pesos. Tiene 1.404 em-
pleados en distintos lugares del país. 25
«Bajo de la Alumbrera es uno de los principales yacimientos

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


metalíferos del mundo que se explota a cielo abierto, en el cual se
invirtieron US$ 1.200 millones para su puesta en marcha en 1997.
La producción minera anual asciende a 120 millones de tonela-
das métricas. El material se extrae con cuatro palas eléctricas de
gran escala y se transporta a través de una flota de 36 camiones
mineros con capacidad para 220 toneladas. Mediante procesos
de trituración, molienda y flotación de gran escala, la producción
anual de Bajo de la Alumbrera asciende a 400.000 toneladas de
concentrado que contienen aproximadamente 100.000 toneladas
de cobre metálico y 300.000 onzas troy de oro. También se pro-
ducen 25.000 onzas de oro doré y 2000 toneladas de concentra-
do de molibdeno. Las reservas actuales del yacimiento permiten
hacer una proyección de su vida útil hasta fines de 2018», dice la
empresa de sí misma en su propia página.
Por otro lado, Barrick Argentina, facturó 7.600 millones de
pesos, por lo que se situó en el puesto 71 entre las mil firmas que
más vendieron durante 2015.
Es decir que facturó a razón de 21,11 millones diarios, 1.466
pesos por minuto, a pesar del desastre ecológico denunciado du-
rante 2015.
Barrick Argentina, a diferencia de Minera Alumbrera, no in-
formó sobre ganancias y, según su propia página, tenía 1.601 em-
pleados, hasta principios de 2013.
«Somos una compañía canadiense que desarrolla actividades
de exploración y explotación minera en distintas partes del mun-
do. Presente desde 1993 en Argentina, las actividades incluyen la
operación de Veladero, la propiedad del proyecto binacional Pas-
cua-Lama (en la frontera entre Argentina y Chile) y diversas áreas
de prospección y exploración. La compañía cuenta con oficinas
en Buenos Aires, San Juan capital y los departamentos sanjuani-
nos de Albardón, Iglesia y Jáchal. La sede central de Barrick se
26 encuentra en Toronto, Canadá. La empresa, principal productora
de oro del mundo, tiene operaciones en 19 minas y presencia en
10 países. Durante 2013, el 50% de su producción la obtuvo de Es-
tados Unidos y Canadá; el 24,7%, de Australia y Pacífico; el 18,7%,
de Sudamérica y el 6,6% restante, de África. En Argentina, la mina
Veladero comenzó sus operaciones en 2005, con una inversión
inicial de 540 millones de dólares. Está ubicada en la provincia
de San Juan, en el departamento de Iglesia, a aproximadamente
350 kilómetros al noroeste de la ciudad de San Juan y a una al-
tura de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Actualmente emplea
de manera directa a más de 3.800 personas, entre personal pro-
pio y contratado. Pascua-Lama es el primer proyecto minero bi-
nacional del mundo, ubicado 10 kilómetros al norte de Veladero.
Su nombre reconoce el carácter binacional del proyecto: Pascua,
por el nombre del área chilena, y Lama, por la argentina» dice la
página de la empresa.
Para el nuevo ministro de Energía y Minería de la Nación,
José Aranguren, «el desafío es lograr que la sociedad se enamore
de la minería».
«Para ello, vamos a trabajar juntos para recuperar el sentido
común, la previsibilidad, y la confianza de la sociedad en que la
minería puede. Esto debe hacerse responsablemente, con trans-
parencia y excelencia en la gestión del control ambiental, y gene-
rar así verdadero desarrollo en las comunidades», dijo.
Por otro lado, según un informe de las consultoras Ecolati-
na y Key Market, la minería podría ser uno de los sectores «más
beneficiados por la corrección de la economía durante los próxi-
mos años, a partir de la devaluación y la eliminación del cepo».
El informe asegura que el nuevo escenario «generará condicio-
nes propicias para la atracción de inversiones y el incremento de
las exportaciones. El mayor potencial se concentra en el segmen-
to metalífero que representa cerca de las dos terceras partes de
la producción minera local», indicaron las fuentes periodísticas.
De tal manera, la administración Macri, al igual que los go- 27
biernos kirchneristas, seguirán la ruta iniciada hace más de un

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


siglo y medio por Bernardino Rivadavia, que las empresas mine-
ras multinacionales continúen con el saqueo de los bienes comu-
nes sin importar demasiado los costos ambientales y humanos.•

Fuentes: Revista Prensa Económica, número 326, octubre de 2015;


Ieco, 24 de diciembre de 2015; páginas oficiales de Minera Alumbrera y
Barrick Argentina.
Los juicios

«Hasta ahora se realizaron 153 juicios en los que hubo 660


condenados y 60 personas absueltas. Pero en el año que terminó
hubo 19 sentencias contra las 25 de 2014, lo que marca una des-
aceleración. El objetivo para 2016 es investigar a los civiles, sobre
todo al poder económico», escribió Alejandra Dandan, en el dia-
28 rio Página/12, el domingo 3 de enero de 2016.
En 2006 comenzaron los juicios orales de lesa humanidad. A
diciembre de 2015, los juicios llegaron a 153 con 660 condenados
y 60 personas absueltas. Hay 116 causas ya elevadas a juicio oral
que aún esperan fecha de comienzo de debate y otras 237 en ins-
trucción. Durante este año, hubo 19 sentencias contra las 25 sen-
tencias de 2014: los datos indican una desaceleración de las horas
de audiencia de los Tribunales Orales Federales, aún teniendo en
cuenta que ahora hay 7 megajuicios en simultáneo con debates más
largos. Las estadísticas que acaba de publicar la Procuraduría de
Crímenes contra la Humanidad del ministerio público muestran
parte de los avances y retrocesos del reconocido proceso de justi-
cia por los crímenes de la dictadura en Argentina. Consultados por
Página/12, integrantes de los Organismos de Derechos Humanos
valoran en términos positivos que durante el 2015 se mantuvieron
sostenidamente los juicios en buena parte del país. Y que existie-
ron dos hitos fundamentales: la apertura del juicio a los jueces en
Mendoza y del juicio al empresario Marcos Levín en Salta. La co-
misión bicameral para investigar responsabilidades civiles en el
Congreso a partir de marzo, el informe de Flacso, el cels y el Mi-
nisterio de Justicia sobre esos mismos actores asoman como ejes
del 2016 para contrarrestar los golpes que recibieron este año las
causas a los empresarios. Y también aparece en agenda el inicio
del Juicio por el Operativo Independencia. En ese escenario con
el nuevo contexto político, los organismos mantienen las alarmas
encendidas por la continuidad de las políticas de Estado.
El fin de 2015 marcó varios cierres en simultaneo. Uno se
refiere a los números de 2015 y otro más extenso abarca los años
transcurridos desde aquel primer juicio oral en La Plata en el
que desapareció Julio López. Esa segunda mirada abre un balan-
ce sobre los años en los que las demandas de Memoria, Verdad
y Justicia -sostenidas incansablemente por los Organismos de
Derechos Humanos- fueron tomadas como políticas de Estado.
Las primeras declaraciones de Mauricio Macri sobre este eje en- 29
cendieron señales de alarma al interior de los organismos cuando

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


ante un editorial del diario La Nación que pidió impunidad para
los acusados, expresó que «la justicia tendrá total independen-
cia para continuar con su tarea». Los organismos respondieron
inmediatamente que eso no bastaba para garantizar una política
de Estado. Luego Macri nombró por decreto dos ministros de la
Corte, lo que fue masivamente repudiado por los Organismos de
Derechos Humanos.
Uno de los datos valorados por las querellas de estos juicios
es el sostenimiento constante de los debates en buena parte del
país. Este dato encierra otros ejes. Algunos positivos, como la
constante producción de prueba, el acceso a nuevos datos de víc-
timas y de victimarios y las políticas estatales de desclasificación
de documentos. Otros negativos, dado que mirados de cerca los
juicios también mostraron mayor lentitud, caída de los números
de las sentencias, aumento de excarcelaciones y prisiones domi-
ciliarias. Aquí hay que pensar además el bloqueo o resistencias
para el avance de las causas a los civiles. Y en términos de supe-
restructura, el retiro o caída de la actividad de la Comisión Inter-
poderes de la Corte Suprema de Justicia.
Elizabeth Victoria Gómez Alcorta estuvo a cargo de la coor-
dinación del Programa Verdad y Justicia del ministerio de Justicia,
que se encarga del monitoreo de las causas. «Entre los puntos sa-
lientes de este año hay que marcar el primer juicio a un empresa-
rio -señala. Hay que decir además que se mantuvieron sosteni-
damente los juicios en muchas provincias y que se lleva adelante
el juicio a los jueces, sin duda es uno de los hitos de 2015. Creo
que la presentación del Informe Responsabilidad empresarial en
delitos de lesa humanidad realizado por el cels, Flacso y el Minis-
terio de Justicia, de algún modo marca la agenda de 2016, lo mis-
mo que el comienzo del juicio por el Operativo Independencia.»
La constante en la realización de los juicios también es una
30 marca de este año para Pablo Llonto, querellante de las causas
de Campo de Mayo. Llonto señala que en ocasiones hubo hasta 7
u 8 debates en simultáneo y detalla como punto saliente de «esa
intensa actividad judicial es que va a confirmando que las causas
están muy activas y que existe un aporte de testimonios y de do-
cumentación que agregan cada vez más material de conocimien-
to sobre nombres, estructuras e integrantes de las Fuerzas Arma-
das y de Seguridad». Esos resultados marcan al mismo tiempo
un desafío: «Los datos que surgen de los juicios permiten buscar
a centenares de imputados que hasta ahora se desconocían, pero
además identificar a otras víctimas. Esto es porque los juicios no
sólo buscan condenas sino que actúan como fuente de prueba.
De ellos surgen pruebas nuevas para nuevos juicios con nuevas
víctimas». Uno de los ejemplos, dice, es el juicio por los crímenes
del Vesubio con un crecimiento de 100 por ciento de las víctimas
entre 2010 a 2015. Vesubio i se hizo por 156 víctimas; Vesubio ii
por 202 y Vesubio III, que aún no se realizó, tiene a 358 personas.
Otra riqueza de los Juicios -ahora mirados en plazos más
largos- es que aportaron datos para identificar lugares donde los
detenidos desaparecidos estuvieron alojados. «De gran parte de
los desaparecidos no se sabía en qué centro clandestino habían
estado -dice Llonto- y ahora, por primera vez después de cua-
renta años, sus familiares pueden tener algún dato.» Eso sucede
no solo por la reactivación de los juicios, sino por la dinámica de
la oralidad: a diferencia de la instrucción los debates orales es-
tán permitiendo a las víctimas hablar de manera más suelta, du-
rante mayor cantidad de tiempo y sin la interlocución de un es-
criba judicial.
Según los últimos números de la Procuración, sobre 54 impu-
tados del sistema judicial sólo 2 por ciento tiene condena; más de
la mitad está procesado y un 34 por ciento se encuentra sometido
a las primeras medidas de investigación. Entre los empresarios,
el panorama es aún más complicado. Sobre 17 imputados, hay 2
condenados y 1 en juicio oral, pero el universo más numeroso lo 31
integran 5 faltas de mérito. Los golpes más fuertes de este año

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


en estas causas fueron la falta de mérito a Pedro Blaquier de Le-
desma impulsada por la Casación, el rechazo a las indagatorias
de Héctor Magnetto y Ernestina Herrera de Noble por la apro-
piación de Papel Prensa, el reciente apartamiento del camarista
Eduardo Freiler en esa causa y la falta de mérito a favor de Vicente
Massot, dueño del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca. Lo
positivo, como se dijo, fue el comienzo del juicio a Marcos Levín.
En este campo se esperan algunas novedades para 2016: la
sentencia del juicio a Levín; un dictamen de la Procuración en la
causa a Pedro Blaquier para que la Corte revise la falta de mérito
de Casación; el inicio de las actividades de la Bicameral del Con-
greso y el demorado comienzo del juicio por los directivos de la
Ford. El nuevo escenario político también aquí produce, sin em-
bargo, las mayores dudas y perturbaciones.
Tomás Ojea Quintana es querellante de la causa Ford en
representación de los delegados víctimas de secuestros. Ford se
elevó a juicio oral hace un año pero no tiene ni jueces ni fecha de
comienzo. «Es positivo que en un futuro -aunque no sabemos
cuándo- se abra el juicio oral y público contra los crímenes co-
metidos por los directivos por Ford», dice el abogado. «El caso
ha llevado mucho tiempo pero finalmente logramos que ingre-
sara en el Tribunal Oral de San Martín donde se ha preparado
toda la prueba. Sólo queda definir la fecha de comienzo. Eso fue
positivo para los trabajadores y el equipo jurídico. Pero eso tam-
bién lleva a lo negativo, porque desde que el expediente entró al
tof no logramos saber quiénes van a ser los jueces que van a in-
tegrar el Tribunal para que el juicio se haga. Hay responsabili-
dades del Consejo de la Magistratura, de Casación y del mismo
tribunal, porque hubo jueces que han ido y venido y renunciaron
con argumentos que en nuestra opinión no eran aceptables.» Eso
genera, dice, «una incertidumbre muy seria entre las víctimas y
32 nos plantean desafíos como saber si la Justicia y este tof se va a
constituir efectivamente para hacer Justicia en un escenario de un
gobierno que no está dando señales en particular por las políticas
de Memoria, Verdad y Justicia».
David Leiva es querellante en Salta en la causa a Marcos Le-
vín. También destaca la importancia del comienzo del debate aun-
que adelanta preocupaciones. «Nos preocupó la foto que circuló
en los medios cuando Macri se instaló en el Hotel Alejandro i (de
Marcos Levín) y el empresario pechó un lugar hasta colocarse a
su lado. Nosotros, de todos modos, hemos trabajado y tenemos
prueba suficiente en la causa que determina su participación en
los hechos que se le imputan y el uso del aparato estatal para per-
seguir a los trabajadores de la UTA.» El juicio en Salta está toda-
vía en proceso, duró mas de lo esperado, una jueza dejó el puesto
y lo mismo sucedió con el abogado de Levín.
Luz Palmas Zaldúa es abogada querellante por el cels en las
causas de lesa humanidad. Señala que el avance en estas causas
es un tema prioritario. «En adelante debemos avanzar en la in-
vestigación y sanción de los responsables civiles por delitos de
lesa humanidad, fundamentalmente los actores económicos. Es-
peramos la sentencia en la causa que juzga la responsabilidad del
dueño de la empresa La Veloz del Norte por la represión sufrida
por un delegado gremial durante la dictadura cívico-militar y que
finalmente empiece el juicio a los directivos de la empresa Ford,
demorado en una jurisdicción, San Martín, que tiene varios juicios
con fecha pendiente de inicio. Por otra parte, el Informe Respon-
sabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad: represión a
trabajadores durante el terrorismo de Estado puede tener impacto
en las investigaciones en curso y aportar información para abrir
nuevas causas. Por último, la labor de la nueva Comisión Bicame-
ral puede contribuir a profundizar esas líneas.»
Liliana Alanis querellante en esma de la Asociación Profesio-
nales en Lucha señala: «Estos juicios lentos e incompletos, tienen
pendiente además la deuda de atacar a los grupos económicos que 33
organizaron el golpe. Contamos con los dedos los civiles que están

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


siendo juzgados o investigados, se reducen mayormente a los casos
de apropiación de menores -las mujeres apropiadoras-, cuando
la burguesía nacional fogoneó y participó en el golpe militar».
Un aporte central para las causas de lesa humanidad fueron
las políticas de Estado de desclasificación de documentos. La fis-
calía esma pudo reconstruir las estructuras de la Armada para en-
marcar la participación de los pilotos de la muerte, juzgados por
primera vez en el juicio que se realiza en este momento. El juicio
a los jueces de Mendoza trabaja sobre una prueba de más de 200
expedientes de detenidos desaparecidos que pasaron durante la
dictadura de la policía de Mendoza a la justicia federal. Pablo
Salinas, del MEDH, es querellante en esa causa. «Los jueces fue-
ron la garantía del funcionamiento del aparato represivo porque
cualquier operativo terminaba llegando a manos de ellos a través
de esos expedientes que se archivaban en cuestión de días», dijo
sobre el valor de esos papeles. «Entiendo que ahora son centra-
les los alegatos que se realizan en el debate, en febrero comenza-
remos nosotros en representación del MEDH.»
La señalización de la Escuelita de Famaillá como centro clan-
destino de detención y el anuncio del comienzo del juicio por el
Operativo Independencia previsto para mayo de 2016 resulta uno
de los hechos más importantes para las provincias del norte. «No
sólo es importante para Tucumán o Santiago del Estero sino tam-
bién para Jujuy, Catamarca y Salta», explica Luis Garay, de la Aso-
ciación de ex detenidos de Santiago del Estero. «El juicio por las
más de 216 víctimas en el primer tramo y más de 30 imputados
abarca una investigación que comienza en 1975 sobre los años de
la democracia y que en realidad nunca se terminó. La señalización
de la Escuela de Famaillá que fue el primer centro clandestino
del país y que estaba totalmente olvidado fue otra de las marcas
importantes para este año: por ahí pasaron mas de 2000 personas,
34 90 por ciento de las cuales están desaparecidas.»
Las condenas por delitos sexuales pasaron de 0 a 15 entre
2010 y 2015. «El avance de estas causas hace dos años era impensa-
ble», dice Carolina Varsky de la Procuraduría de Crímenes contra
la Humanidad. «Hoy es factible que ante un pedido, un Tribunal
haga lugar a condenas de este tipo.»
Otro emergente del 2015 fueron pedidos de reparación para
las víctimas en términos de Memoria y de Verdad. Como sucedió
con la fiscalía de Bahía Blanca, la fiscalía esma pidió la rectifica-
ción de noticias publicadas durante la dictadura por los diarios
Clarín, La Nación, Crónica, La Prensa y las revistas Somos, Gen-
te y Para Ti. Los artículos presentaban a las víctimas del terroris-
mo de Estado bajo la configuración de delincuentes subversivos
aportando a la acción psicológica impulsada por el régimen de
facto. En esa línea pueden leerse otros pedidos semejantes. Esa
misma fiscalía pidió que la Corte declare de Patrimonio Históri-
co y Cultural el contenido de la causa esma, una línea que abre
instancias de acceso a la información mas allá del contexto del
Juicio. También pidieron que se declare de Patrimonio Cultural e
Histórico el Programa de la Escuela va a los Juicios. El dato no es
menor: en el marco de la acordada de la Corte que regula y res-
tringe el acceso de los medios de comunicación a la producción de
la prueba testimonial de los debates, el Programa funcionó como
verdadera puerta de salida de los Juicios a la escena de lo público.
En los primeros meses de 2016 habrá sentencia en el juicio por
el Plan Cóndor. Luz Palmas Zaldúa, del cels, señala el aporte de ese
juicio para el escenario de Justicia en la región. «De dar cauce a las
acusaciones planteadas -dice-, se constituiría en la primera sen-
tencia en probar el Cóndor como sistema criminal, como una aso-
ciación ilícita. La importancia de este juicio se extiende a la región
ya que esperamos que impulse los procesos de Memoria, Verdad y
Justicia en los países miembros del Plan, sobre todo en aquellos en
donde la investigación y sanción de delitos de lesa humanidad no
avanzó lo suficiente o ni siquiera dio sus primeros pasos.» 35
Entre los retrocesos, los datos de este año marcan una desace-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


leración en el ritmo de las audiencias de juicios orales. De acuer-
do a los datos de la Procuración, el ritmo de sentencias comenzó
a descender en 2014 y continuó en 2015. Esto da cuenta de un rit-
mo a la baja en la celebración de los juicios. Uno de los datos que
se analizaron para entender estos números fue la realización de
las megacausas: en este momento se hacen siete juicios orales de
esas dimensiones con debates más largos y amplios. Sin embar-
go, sólo 3 de las 7 megacausas en curso tienen demoras con 2 o 3
años de audiencias: La Perla, esma y Cóndor.
El último Informe de la Procuración concluye, entonces, que
los Tribunales efectivamente tuvieron una postura más laxa, con
una baja de audiencias semanales: hay juicios pautados una vez
cada 15 días con sólo media jornada de debate.
Este es uno de los principales reclamos de querellantes y Or-
ganismos de Derechos Humanos de todo el país. Entre los casos
paradigmáticos aparece la jurisdicción de San Martín y el debate
por la esma Unificada.
«San Martín es el caso mas gráfico», dice Llonto. «Con 13
juicios orales en espera, sólo se hizo 1 en el 2015: el juicio por los
hechos en la Comisaría de Villa Ballester que debió haber dura-
do un mes y se extendió durante seis meses. Entre los problemas,
está la lentitud de los jueces, pero además hay problemas de inte-
gración de los tribunales, fallas en el Consejo de la Magistratura
y en la Cámara de Casación.»
Palmas Zaldúa apunta a las dificultades de los tiempos en
esma Unificada. «Es necesario que se agilicen los tiempos del de-
bate del Juicio esma Unificada, que ya lleva más de 3 años, para
que antes de concluir el año 2016 tengamos una sentencia. Sería
la primera en la que se acredite la existencia de los vuelos de la
muerte. Además, esta causa es muy importante para el cels porque
entre las numerosas víctimas por las que aún no hubo condena,
36 se encuentra Mónica Mignone, la hija de Emilio Mignone, funda-
dor del cels, por el que hasta ahora no hubo ninguna condena.»
De acuerdo a los datos de la Procuración, hay 353 causas en
trámite en instrucción o elevadas a juicio oral pero sin fecha de
comienzo: 237, es decir, el 67 por ciento está aún en instrucción
y 116 fueron elevadas a juicio pero su comienzo no está previsto.
Una de las demandas de los organismos y querellantes es ace-
lerar las causas por la edad de víctimas y victimarios. Una de las
herramientas usadas en estos escenarios de crímenes masivos es
la acumulación de causas en tramos más numerosos o megacausas.
Desde la Procuración, consideran que la tendencia a acumular las
causas podría reducir la cifra de trámites pendientes en instruc-
ción. El problema es entender si los criterios que se usaron hasta
ahora bastan o hay que imaginar nuevas direcciones. Hasta ahora
las causas se acumulan en general por centro clandestino o por im-
putados, o por fuerzas. «A esta altura del proceso -señalan en la
Procuración-, en algunas jurisdicciones quizá haya que empezar
a pensar en el aparato represivo local de modo completo y articu-
lar a los distintos integrantes de las fuerzas en un mismo debate.»
Un dato en aumento es el número de fallecidos a 40 años de
los hechos. De los 2220 imputados en Juicio, 13 por ciento falle-
ció: 60 murieron luego de la sentencia y 239 sin sentencias. Otro
dato en esa línea es una preocupación por las domiciliarias. Gó-
mez Alcorta señala como retroceso, el avance de prisiones domi-
ciliarias y excarcelaciones: los juicios orales se están realizando
con más imputados excarcelados.
Otro punto del año es la lentitud en la confirmación de las
condenas de parte de la Corte Suprema de Justicia: sólo el 24 por
ciento de las condenas está firme y el 15 por ciento de las absolu-
ciones. Entre los problemas que eso genera, las querellas apun-
tan dificultades para concretar las sentencias: si la sentencia a una
persona de 60 años incluye el arresto en una cárcel común, el tri-
bunal no formaliza la detención hasta que la Corte la confirme.
Lo mismo sucede con las medidas que disponen exoneraciones. 37
En esa línea, el cels agrega que la Corte intervino en 102

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


casos y en todos confirmó la decisión de los tribunales de prime-
ra y segunda instancia, ratificando la constitucionalidad de las
decisiones judiciales. «Pero los tiempos que atraviesa una sen-
tencia para quedar firme, pasando por Casación y la Corte, son
extensos. Como ejemplo podemos mencionar que la sentencia
del juicio de esma, dictada el 28 de diciembre de 2011, recién
quedó firme por la Corte el 12 de mayo de 2015. En el caso de
Juan Carlos Falcón, imputado en el juicio de abo, fue absuelto
el 22 de marzo de 2011; la sentencia fue recurrida por algunas
querellas -entre ellas el cels- que presentamos un recurso ex-
traordinario ante la Corte y a casi cinco años, aún está pendien-
te de resolución.»
Para José Schulman, de la Liga, lo más significativo fue la
sentencia del tof de La Plata que consideró probado en Argen-
tina el genocidio, «tal como lo estipula la Convención pertinen-
te de 1948. En el 2006 -dice-, en el juicio contra Etchecolatz se
entendió que los delitos se cometieron ‘en el marco de un geno-
cidio’, pero la desaparición de Julio López obturó el debate que
nunca tuvo razones exclusivamente jurídicas». Si hubo genocidio,
dice él, es porque «hubo un bloque social que lo planificó para
reorganizar regresivamente a la sociedad. La Liga propone que el
2016 sea el año de los juicios contra el poder económico, conven-
cidos que el único modo de no retroceder es avanzar en ampliar
el campo de los acusados».
Liliana Alanis, querellante de esma, también destaca este
dato: «La victoria conquistada este año fue obtener la primera
sentencia por genocidio, conforme lo solicitado por la querella
de Justicia Ya! La Plata. En el marco del juicio FuerTar 5, por pri-
mera vez se condenó a los genocidas por el delito internacional
de genocidio. Esperamos que la misma resolución tome el tof N°
1 en la causa esma: a las cosas hay que llamarlas por su nombre,
38 en el país hubo un genocidio, los perpetradores son genocidas y
así deben ser condenados».
Un eje positivo fueron las políticas emanadas desde el Con-
greso. La creación de la Comisión Bicameral para investigar res-
ponsabilidades civiles. La ley que impide indultar, amnistiar o
conmutar penas a los responsables de crímenes de lesa humani-
dad aprobada por mayoría con la oposición del macrismo. Y el
proyecto de declaración que firmaron todos los bloques -inclu-
so Federico Pinedo del PRO-, que declara a los Juicios de lesa
humanidad como política de Estado, fueron parte de los logros.
La preocupación central de querellas y organismos es el lu-
gar que asumirá el Ejecutivo con estas políticas. «El impulso a las
políticas públicas de sostenimiento, programas, direcciones y arti-
culaciones desde el Ejecutivo Nacional son un pilar fundamental
del proceso de juzgamiento», dice Gómez Alcorta. En esa línea,
Llonto agrega que «el interrogante político es una preocupación
sobre el macrismo porque vemos un Estado seguramente ausente
que hoy no da ninguna señal, ni una sola, de apoyar a los Juicios.
Esto es preocupante. Es un retroceso a 15 años, a la época de la
Alianza en la que algunos de sus integrantes de la UCR hacían
mención a la necesidad de Juicio y Castigo pero en los hechos
no concretaban nada. Como siempre, nuestra tarea será solicitar,
reclamar, ganar la calle, exigir y pensar alternativas legislativas
para apurar los Juicios. En esta línea hay que decir que también
preocupa mucho el aporte de datos y de documentación que es-
tán en manos del Estado a las causas que se llevan adelante por-
que los nuevos secretarios no dan ninguna señal en ese sentido».
La Procuración asumió la coordinación del Sub Grupo de Tra-
bajo sobre Delitos de Lesa Humanidad en el marco de la xiii y xix
Reunión de Ministerios Públicos del Mercosur y Estados Asociados
(rempm). «Como parte de este rol, elaboró una Guía de actuación
para los Ministerios Públicos en la investigación penal de casos
de violencia sexual perpetrados en el marco de crímenes de lesa
humanidad. La Guía fue adoptada por los fiscales y Procuradores 39
Generales del Mercosur, lo cual significa un importante avance

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


en la investigación de estos delitos.» Por otro lado, el área «orga-
nizó en el mes de noviembre, junto con la Secretaría de Derechos
Humanos de la Nación y la Cancillería, el Coloquio Regional so-
bre los 40 años del inicio de la Operación Cóndor, donde coordi-
nó un taller de trabajo en el que participaron fiscales de Argenti-
na, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador
y Venezuela con competencia en materia de investigación penal
de crímenes contra la humanidad». Durante la reunión, hubo un
compromiso para elaborar y compartir una metodología común
para el monitoreo del proceso de justicia en cada país, con miras
a obtener datos comparables del avance y los obstáculos de los
juicios a nivel latinoamericano. •
Capítulo 2 41
De sueños, rebledías y dignidad

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Los Rosariazos

En el ‘69 aparecieron los grandes despidos en la ciudad in-


dustrial. 300 personas se quedaron en la calle por decisión de los
dueños de la Empresa Cid. En Celulosa se tomaba la fábrica y en
pasa, el sindicato surgido de la propia empresa, comenzaba a radi-
calizarse, de la mano de socialistas, trotzkistas y peronistas de base.
En mayo del ‘69, el primer cimbronazo del subsuelo rosarino.
En Corrientes, el asesinato del estudiante Juan José Cabral,
despertó la solidaridad en las facultades. Por las calles y por los
claustros se escuchaba «Cabral y Pampillón, los mártires del ca-
mino de la liberación».
El 17 de mayo, la movilización de estudiantes llegó hasta los
edificios del Banco Transatlántico y la Bolsa de Comercio. Allí
fueron reprimidos por la policía provincial. En la galería Melipal,
las fuerzas policiales asesinan al estudiante de Ciencias Econó-
41
micas, Adolfo Bello, de 22 años. «Entraron con pistolas y garro-
tes, parecían enloquecidos. Uno de ellos disparó a quemarropa a
la cabeza de Bello», relató uno de los sobrevivientes.
El 21 de mayo se hizo la marcha del silencio. El centro de la
ciudad quedó en manos de los manifestantes. Bombas molotov,
fogatas, piedras, barricadas. Al querer tomar la emisora LT 8, un
grupo de policías los desaloja, asesinando al obrero metalúrgi-
42 co de quince años, Luis Blanco. Rosario es declarada «zona de
emergencia bajo control militar».
Durante cinco horas marchó el cortejo que llevaba los res-
tos de Blanco hasta el cementerio La Piedad.
100 mil personas estuvieron en las calles aquel 23 de mayo.

El niño símbolo
«…Desde dentro mismo de una casita de madera -elevada
en la misma zona del drama de la inundación- partió lo que
sería el cortejo más multitudinario que registra Rosario en su
historia. Manos rudas, pero tiernas de trabajadores de todas las
esferas del proletariado, conducían el féretro de un niño símbo-
lo… Luis Norberto Blanco…
«… sobre el féretro, dos coronas de claveles blancos, síntesis
de la pureza… Y tras la caja -que encerraba la quietud del ángel
abatido- una legión de coronas… blancas, rojas, de suave amari-
llo… Y presidiendo el cortejo -que iría a cubrir 87 cuadras- una
cruz… llevada a manos cambiantes de cinco niños entre los cua-
les estaba José Potenza, de 15 años…
«A las 11.45 ya con la nave de la iglesia colmada de con-
currencia… el rector de la parroquia del Perpetuo Socorro leyó
distintos salmos y manifestó la condolencia a los padres, parien-
tes y amigos de este joven que ha perdido la vida en uno de los
sucesos más luctuosos, en un momento crucial de Rosario y para
el país… Al llegar al portón Nº 1 del Ferrocarril Mitre la columna
fue engrosada por una caravana de obreros ferroviarios. En to-
das las calles se repetían escenas de honda emotividad.
«Córdoba -la gran vía- ofreció el espectáculo más impre-
sionante de todo su recorrido. Todo el vecindario se había volca-
do a la calle.
«Vehículos de todas las categorías, bicicletas, motos, moto-
netas, camiones enracimados de juventud obrera, colegiales, jó-
venes obreras, formaban una marcha imponente. 43
«Cada esquina, una pequeña ciudad en el último homenaje

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


al niño inmolado… ofrendas florales en manos de mujeres y ni-
ños y una verdadera eclosión obrera… el féretro sobre el cual se
encontraba una bandera argentina, gris de tiempo… el clérigo
Francisco Parenti dijo una oración fúnebre, que esta sangre ver-
tida, que esta sangre que llegó al cielo no sea en vano… que ella
lleve la liberación que todos ansiamos…
«Depositado fue el cuerpo y luego el ingreso de la legión del
silencio por las calles que vieron el cortejo más impresionante
de que tiene memoria Rosario. Mirar hacia atrás, era contemplar
algo que nunca pasó en el largo trajín del cronista…87 cuadras,
casi cinco horas de marcha», sostenía la crónica del diario La
Tribuna, del 23 de mayo de 1969.
El título de la nota decía: «Más de 100 mil almas en cortejo».
Fenomenal y profunda postal del primer rosariazo, 45
años atrás.
Cien mil personas conmovidas por el asesinato de un chico
de quince años.

El segundo rosariazo
Para Héctor Quagliaro, ex secretario general de la Asocia-
ción de Trabajadores del Estado y uno de los principales diri-
gentes de la resistencia peronista desde la CGT de los Argenti-
nos -«nosotros fuimos la primera delegación del interior que se
sumó al conducción de Ongaro»-, «el rosariazo fue un pedazo
grande de la historia social. El primero de los rosariazos fue pro-
tagonizado por el estudiantado. Hubo lucha popular, teníamos
mucha bronca por el asesinato de Bello. Yo vine envuelto en un
sobretodo a Rosario, en forma clandestina, junto a Héctor Les-
cano, el arquitecto Segovia Meyer para la movilización del 21 de
mayo. En Maipú y Córdoba hubo una violenta represión».
44 El segundo rosariazo, «en setiembre lo más homogéneo fue
el frente sindical. Allí se notaba por qué Rosario era la capital del
peronismo», recalcó el colorado.
El 8 de setiembre de 1969, se declaró un paro por tiempo
indeterminado de los trabajadores afiliados a la Unión Ferrovia-
ria. Los estudiantes, en tanto, se preparaban para el tercer ani-
versario del asesinato de Pampillón. Hacia el 11 de setiembre,
se produjeron actos de sabotaje y descarrilamiento de trenes en
la zona de Granadero Baigorria, a menos de quince minutos al
norte del centro rosarino, y otro en Pergamino, en la provincia
de Buenos Aires.
El viernes 12 de setiembre se declara ilegal el paro. La CGT
anuncia la huelga general desde el día 16.
«A las 9.30 del martes 16 la epidermis urbana de Rosario no
presentaba a la vista de cualquier ocasional visitante ninguna al-
teración, 30 minutos después la imagen quedaba destruida. Vein-
te focos insurrectos en los accesos periféricos, seis columnas de
obreros y estudiantes en el radio céntrico, en total 10 mil perso-
nas -según fuentes policiales- incendiaban en sentido literal y
literario la ciudad», describía un cronista de la revista Panorama.
A diferencia de los sucesos de mayo, el rosariazo tuvo en
los barrios sus principales escenarios. Cuando la policía rosari-
na fue rebasada, llegaron, desde Corrientes, dos mil efectivos al
mando del entonces coronel Leopoldo Galtieri.
Los diseñadores del cordón industrial se convertirían, en
pocos años, en los desaparecedores y los desocupadores, a partir
de la segunda mitad de los años setenta.
Un año después, Agustín Feced era nombrado -por prime-
ra vez en su vida-, jefe de la Unidad Regional ii de la Policía de
Santa Fe, con asiento en Rosario.
Ya era integrante del Batallón de Inteligencia 601 del Ejér-
cito Argentino.
Ya trabajaba para el plan estatal y empresarial que tenía
como objetivo aniquilar a las nuevas generaciones de revolucio- 45
narios. Ese plan que comenzó a implementarse en 1955 y tuvo en

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


los cursos dictados por los oficiales franceses una de sus prime-
ras manifestaciones.

Fontanarrosa y el recuerdo de aquella ciudad


A principios del tercer milenio, después de diciembre de
2001, Roberto Fontanarosa, el más rosarino de los argentinos y
el más argentino de los rosarinos, nos recibió en su estudio muy
cerquita de la Plaza Alberdi.
Le hicimos una entrevista para un programa de televisión
de Santa Fe y le preguntamos por su inicio como dibujante de la
tapa de la emblemática revista política periodística de Rosario,
«Boom», cuando le tocó hacer la portada que anunciaba las cró-
nicas de los Rosariazos.
-¿Cómo era para vos aquella ciudad de 1969? -le pregun-
tamos.
-Es un poco difícil hoy recordar cómo tomaba yo y cómo
tomaba la ciudad esa tapa. Lo concreto es que todo ese período
de la revista Boom para mí fue muy importante tanto a nivel per-
sonal como profesional. Personal porque yo venía de no haber
terminado la escuela secundaria, después de haber entrado en
publicidades, de hacer un trabajo y hasta te diría una vida muy
aislada y muy ajena a lo que ocurría alrededor mío. Entonces,
significó encontrarme con un grupo de gente que obviamente
tenía mucha información, que estaba muy pendiente de esa in-
formación, que tenía otro grado de compromiso… Rodolfo Vi-
nacua, «el negro» Ielpi, Juan Carlos Martínez, Esvend Segovia,
«el gordo» Ceballos, Carlitos Saldi, etc… que produjeron en mí
un cambio que me llevó a darme cuenta que no se reducía todo
a dibujar, a una página de historieta, a la publicidad o al fútbol.
Aquello fue para mí un descubrimiento, considerando los suce-
46 sos que se producen después, como el Rosariazo que obligaba a
que uno se pusiera al tanto de lo que pasaba, al menos para saber
por qué te iban a romper la cabeza por la calle. Por eso, para mí
Boom fue desde todo punto de vista fundamental, incluso desde
el aspecto técnico, desde el aspecto profesional. Fue como un
descubrimiento de todo un entorno y de una profesión íntegra-
mente en un grupo humano que se armó de casualidad pero que
a la vista de los acontecimientos y con el tiempo transcurrido
creo que hizo una revista que en definitiva quedó como emble-
mática de Rosario porque no se ha repetido ese fenómeno.
Para mí significó advertir que había una posibilidad de ac-
tividad fuera de la publicidad que era un rubro que en principio
me había sido ajeno, me gustó y me gusta especialmente en el
aspecto creativo porque en la publicidad se trabaja con una enor-
me cantidad de límites que te los da el producto por la necesidad
de mostrarlo, de venderlo… En cambio, todo el aspecto editorial,
a pesar de que uno tenía ciertas limitaciones que daba la directi-
va de la revista, encontré que elevaba mucho el techo de las posi-
bilidades y descubrí que era eso lo que me gustaba. Yo ya había
advertido que podía ganarme la vida con el dibujo publicitario,
pero esta parte editorial me atrajo y me gustó más.
-¿Qué diferencias encontrás entre aquel dibujante de ayer y
esa ciudad del 69, con el presente?
-Con respecto al dibujo, aparecieron muchísimas alternati-
vas de cambio porque de chico quería hacer dibujo de historieta
de aventura seria, no de humor, y empiezo a incursionar en el
humor en publicidad, haciendo tarjetas de Navidad o de Fin de
año de tinte humorístico, pero no tenía un estilo propio en lo
que significaba el dibujo de humor. Tal vez sí para la historieta,
porque provenía de la línea de Hugo Pratt y algunos otros, pero
en humor no. Leía Patoruzú como leíamos todos, me fijaba en
Quino, pero no copié a esos dibujantes… Por eso recuerdo que
para los primeros dibujos de la revista «Boom» tuve que impro-
visar un estilo y le saqué un poco a Garaicoechea, le saqué un 47
poco a Bataglia que dibujaba a Don Pascual en Patoruzú y armé

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


una especie de perfil, que parecía un perfil de alambre, al punto
que no lo firmaba Fontanarrosa porque era tan largo el apellido
que gráficamente tenía más peso que el dibujo. Firmaba con mis
iniciales R.A.F., después empecé a variar y a incorporar más ele-
mentos del dibujo para hacerlo un poco más complejo y de más
peso, pero fue toda una época de cambios muy rápidos porque
fue una investigación ya que no tenía práctica al respecto. Em-
pecé a hacer la práctica sobre la publicación. En lo que refiere a
aquella ciudad, uno tenía una relación en la infancia más barrial,
a pesar de haber vivido en el centro toda mi infancia y adolescen-
cia, en el edificio Dominicis, de Catamarca y Corrientes, pero aún
así no había tantas medidas de seguridad que tomar… se dejaban
las puertas abiertas, no se suponía que era una ciudad peligrosa…
Después, la cosa se revierte a puntos de tragedia con la dictadura
militar, pero la ciudad y el país eran como más pequeños. No es-
taba la llegada masiva de los medios que nos conectan con todo
el mundo, las noticias inmediatas de los sucesos fuera del país.
Era todo más acotado o quizás yo vivía dentro de un mundo más
acotado que se circunscribía al fútbol, al trabajo, a comprar revis-
tas de historietas, a ir a cines cercanos a mi casa como el Imperial,
Empire, Urquiza y todos los que estaban por ahí. La sensación
era de una ciudad más pequeña y de un país más pequeño- re-
cordaba el inolvidable Fontanarrosa.
Delia
La vida de Delia Rodríguez Araya es la historia a contrama-
no de aquellos que hicieron de la abogacía una simple carrera de
ascenso personal y patrimonial.
Una biografía individual que cuestiona la lejanía del servicio
público de justicia en relación a las necesidades de las mayorías.
Una mujer que supo enfrentar los mandatos poderosos de
48 una sociedad machista y prejuiciosa y se hizo de acuerdo a la
permanente reafirmación de sus principios.
El nombre de Delia Rodríguez Araya resulta ineludible a
la hora de pensar en los recientes juicios contra los crímenes de
lesa humanidad cometidos en la zona del Gran Rosario entre
1976 y 1983.
Los jóvenes abogados que hoy acompañan a los sobrevivien-
tes, familiares e hijos de los desaparecidos de estos arrabales del
mundo reconocen su compromiso y formación en la inalterable
presencia de Delia en cada uno de los militantes que insisten en
su necesidad de construir justicia en medio de tanta impunidad
y tanto cinismo.
A fines de la primera década del tercer milenio, en la Facul-
tad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, la mate-
ria Ética es optativa. Todo una síntesis de los pavorosos vientos
individualistas de los años noventa del siglo veinte que todavía
se sienten en la vida cotidiana de los argentinos.
Alcanzaría con repasar la vida de mujeres como Delia o de
abogados como Juan Carlos Gardella para empezar a suplir se-
mejante agujero en la formación de los nuevos defensores de los
hijos e hijas del pueblo.
Pero las historias de Delia o la de Gardella son prácticamen-
te ignoradas en la casa de altos estudios rosarina.
No es casual que se junten estos nombres.
Gardella y Delia fueron echados por la llamada interven-
ción Saráchaga, la decisión de la dictadura del general Juan Car-
los Onganía y su ministro del Interior, Guillermo Borda, de so-
juzgar al poder judicial rosarino que había permitido un acto en
celebración por los cincuenta años de la reforma universitaria.
Aquella invasión a los tribunales determinó el inicio de una
triste dependencia del poder judicial a distintos poderes, ya sea
en dictaduras o en democracia.
No hubo muchas declaraciones públicas de parte del Cole-
gio de Abogados de Rosario en torno a la intervención Saráchaga. 49
Ni tampoco abundaron comentarios, análisis o documen-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


tos que pidieran una investigación exhaustiva sobre el increíble
robo a los tribunales del 8 de octubre de 1984.
De allí que Gardella y Delia sean referentes de una actitud
ética y política que hoy no parece ser moneda corriente entre los
profesionales de distintas actividades.
No siempre hay que aceptar resignadamente a los que mandan.
La vida es posible aún por fuera de los lugares habituales
de trabajo.
De allí que la existencia de Delia sirva para recrear la histo-
ria reciente de los rosarinos y los que habitan el sur de la atribu-
lada y saqueada provincia de Santa Fe.
Delia era una mujer comprometida con su tiempo desde sus
convicciones.
Enfrentó con valentía la separación, la renuncia a su cargo
en los tribunales provinciales cuando sucedió la intervención Sa-
ráchaga, defendió perseguidos y nunca ocultó su pensamiento
verdaderamente progresista y profundamente ético.
Fue una mujer atenta a su tiempo.
La historia política la atravesó. Tal como sucede con todos.
Pero a diferencia de muchos, Delia, desde sus propias y pro-
fundas convicciones, fue adquiriendo una dimensión política y
social que esos hechos reclamaban.
Mantuvo lo individual pero lo puso al servicio de causas
colectivas.
Participación política en los años cincuenta a través de la
militancia universitaria, cimbronazo intelectual y existencial con
la revolución cubana, denuncia y renuncia del sistema judicial
rosarino cuando se produjo la intervención de parte de la dic-
tadura de Onganía, compromiso inquebrantable con los presos
políticos de principios de los años setenta y durante y después
del terrorismo de estado, ejercicio de su cargo de jueza desde esa
50 historia a la que nunca traicionó y frente a la cual jamás quiso
permanecer indiferente.
Una abogada atenta, como dicen que son los poetas.
Estaba atenta y siempre lista a sumergirse en algo colectivo
aunque los costos de esa decisión fueran muy altos en términos
individuales.

Voces
Inés Cozzi
«Nuestros más antiguos nos enseñaron que la celebración
de la memoria es también una celebración del mañana. Ellos nos
dijeron que la memoria no es un voltear la cara y el corazón al
pasado, no es un recuerdo estéril que habla de risas o de lágrimas.
La memoria, nos dijeron, es una de las siete guías que el corazón
humano tiene para andar sus pasos. Las otras seis son la verdad,
la vergüenza, la consecuencia, la honestidad, el respeto a uno mis-
mo y al otro, y el amor.»
Subcomandante Marcos

Hablar de Delia, resulta fácil y difícil al mismo tiempo. Fácil


es hablar de Delia como abogada consecuente y militante de los
derechos humanos, sobre su entrega desinteresada, su ética, su
calidez humana, pero tal vez lo que resulta más difícil es sinteti-
zar en palabras lo qué significó su vida y la huella indeleble que
nos dejó a todos los que de una u otra manera nos relacionamos
con ella. Porque Delia poseía las siete guías de la que habla el
subcomandante Marcos.
Antes de conocer personalmente a Delia Rodríguez Araya,
yo había oído hablar elogiosamente de ella a varios compañeros
de la Facultad de Derecho como una profesional que se ocupaba
desinteresadamente de la defensa de los presos políticos. Corría
la década del ‘70, y eran las épocas difíciles que precedieron al
golpe. Yo militaba en la JS del Partido Socialista de los Trabaja- 51
dores y estudiaba derecho (en ese orden). Vivía en San Lorenzo,

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


donde daba clases particulares para costear mis estudios y via-
jaba todos los días a Rosario. Conocía muy bien lo que estaba
pasando en el cordón Industrial norte. Los esbirros de la triple
A habían secuestrado y asesinado a un vecino de toda la vida y
compañero de juegos Roberto De Grandis , un poco más chico
que yo y como diría mi hijo «más bueno que el pan». Era el hijo
mayor (tenía un hermano menor discapacitado) de una pareja de
inmigrantes italianos y su muerte destruyó a la familia y empujó
a su madre a la locura.
Y reitero, ya en esa época el nombre de Delia merecía admi-
ración y respeto. Pero fue bastante tiempo después, en las cerca-
nías de la democracia, cuando me acerqué con otros jóvenes a los
Organismos de Derechos Humanos, más concretamente la apdh
y Familiares que funcionaban en conjunto en la calle Corrientes.
Cuando la conocí estaba sentada al lado de otra mujer, las dos
muy elegantes y de una belleza singular: una era Delia y la otra
Olga Cabrera Hansen, también abogada, ex presa política y cuya
historia merecería escribir otro libro.
Y ahí se desarrolló todo el trabajo de reconstrucción de la
memoria, organizado y coordinado por Delia. Ella era incansa-
ble, siempre estaba disponible, acompañando al equipo en todo
momento. Se iban tomando los testimonios, a los familiares y a
las víctimas que habían estado prisioneros en las mazmorras de
la dictadura, se recolectaban pruebas, se formaban los legajos, se
relacionaban datos y al mismo tiempo se sostenía y acompaña-
ba el dolor de las personas. Esos testimonios eran como piezas
fraccionadas que permitían armar el rompecabezas del terror en
Rosario e ir individualizando uno a uno a los responsables de ese
genocidio. Y ese trabajo era todo a pulmón, no había computado-
ras ni archivos informáticos que permitieran entrecruzamiento
de datos (los testimonios se tomaban en una máquina de escribir
52 bastante usada , original y cuatro copias con carbónico: sí, el viejo
y querido carbónico). Oh! no! Era un trabajo de hormiga de to-
dos los compañeros escribiendo, leyendo, cotejando, analizando,
y allí estaba Delia, con su mirada aguda, dando consejos, organi-
zando, armando las presentaciones judiciales. Recuerdo que nos
decía cuando surgía alguna duda sobre hechos que había que re-
lacionar: «Preguntenlé al gringo (se refería al gringo Aloisio), que
es la computadora del subdesarrollo…»
Y todo ese trabajo fue entregado después a la Conadep, y sir-
vió de base fundamental al Juicio a las juntas, así como al armado
de la causa Feced, y a las otras causas hoy en trámite que no po-
dría darse sin ese trabajo de investigación que había coordinado
y organizado Delia.
Recuerdo de ese equipo a Adriana Acosta, Cristina Bernengo,
Graciela Diez, Ana Moro, Alicia Lesgart, el gringo Aloisio y tantos
otros. Fueron momentos duros, pero llenos de fuerza y esperanza.
Sentíamos que había que continuar la lucha de nuestros compañe-
ros muertos y desparecidos, y desde nuestras diferentes posicio-
nes ideológicas le dedicamos todo nuestro esfuerzo.
También pusimos todo nuestro esfuerzo en acompañar la
formación de Madres de Plaza de Mayo en Rosario, a la que Delia
también acompañó y potenció, ya que estaba muy unida afectiva-
mente a las Madres de Rosario, sobre todo con Darwinia. (Ésta
siempre decía que Delia era como su hermana).
Cuando fue designada Camarista en Comodoro Rivadavia,
sentí alegría por ella, pero una profunda tristeza. Recuerdo estar
con ella y sus dos hijas Micaela y Mariana en su estudio de la
calle Sarmiento. Ella estaba por irse y revisaba algunos papeles y
comentábamos distintas cosas, pero yo sentía un profundo vacío,
porque con su alejamiento sabía que los Organismos de Dere-
chos Humanos estábamos perdiendo a un ser extraordinario, y
que el trabajo no iba a ser el mismo.
Por eso, cuando escuché las sentencias de cadena perpetua
a los asesinos de la Quinta de Funes y Fabrica Militar, inmediata- 53
mente me acordé de Delia y de que sin saberlo con esa sentencia

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


se le estaba rindiendo un homenaje. Para quienes somos agnósti-
cos o ateos, es muy difícil hablar de quienes ya no están, pero lo
que sí puedo afirmar es que Delia Rodríguez Araya era de esas
personas a quien Bertolt Brecht califica de imprescindibles…

Camila Schwarzstein, nieta.


¿Cómo era mi abuela? La verdad es muy complicado respon-
der a eso, literalmente era rara, era de esas abuelas, bah, de esas
mujeres, que no hay. Delia era hermosa, de carácter fuerte, gra-
ciosa hasta en los peores momentos, luchadora, orgullosa, com-
prensiva, solidaria, protectora y sensata
Casi todos los días al salir del colegio, iba a la casa de mi
abuela. Allí tuve el privilegio de que ella, Darwinia (su querida
amiga que a veces estaba) y Ana María (a la cual le debemos tan-
to), me relataran muchas historias. Me contaban de los desapare-
cidos, de los nietos, de sus abuelas, de cómo trabajaba, de Cuba,
de sus tatarabuelos españoles que llegaron a la Argentina sin un
centavo. Todas las historias que ella con su voz bajita lograba con-
tarme me apasionaban mucho. Lo que ellas me contaban luego lo
aplicaba en el colegio y me daba cuenta de que no todos tenían la
suerte de SABER.
Siempre agradecí mucho que me tocara Delita como abue-
la. Mi abuela me deja un legado (no es una simple casualidad
que desde el día en el que me dijeron que mi abuela iba a morir
siempre que me preguntan que quiero ser cuando sea grande mi
respuesta sea «abogada, ecologista o de derechos humanos»). El
legado que ella nos deja a todos es que siempre hay que luchar
por la verdad y la justicia, cueste lo que cueste. Para ella esto sig-
nificó durante la última dictadura, dejar de lado su vida personal,
amorosa, afectiva, laboral y económica.
Mi abuelita era bajita, rubia, de ojos grandes y azules, rodete
54 y zuecos. Una mujer hermosa e inteligente que podría haber gana-
do mucho con eso, pero sin embargo cuando le tocó elegir entre lo
bueno y lo malo siempre eligió lo primero.
Cuando ella estaba en el hospital, y me dijeron que no se iba
a recuperar me preguntaron si quería despedirme de ella. Yo dije
que sí, sentía que si no lo hacía iba a quedar algo inconcluso. Fui,
ella estaba con oxígeno, dormida. Entre lágrimas le dije: «Abuela
te quiero mucho, nunca te voy a olvidar.» Espero que eso se cum-
pla y mi abuela siga estando conmigo siempre.
Ella era como un libro que estaba lleno de historias que con-
tar y que parecía que nunca iba a dejar de tenerlas, hasta que una
vez, ese libro se terminó y con él, se fue mi abuela que de un día
para el otro, se apagó y dejó de respirar. •
Angelelli, Devoto y Brasca

«Con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio», dijo y


practicó de forma cotidiana el obispo de La Rioja, Enrique Ange-
lelli. El 4 de agosto pasado se cumplieron 39 años de su asesinato
en una ruta de las tierras defendidas por las montoneras de Fa-
cundo y el Chacho. Tenía solamente 53 años. El Pelado tenía una
mirada crítica del último peronismo de los años setenta, al igual 55
que otros dos obispos, Alberto Devoto, de Goya, Corrientes; y

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Antonio Brasca, de Rafaela, provincia de Santa Fe.
Devoto, referente de la lucha de los campesinos contra la
explotación terrateniente, y Brasca, organizador de barrios, con-
sejero de delegados de base y denunciante de cualquier tipo de
discriminación y abuso; murieron antes de tiempo.
El correntino en otro extraño accidente de ruta, el 28 de
julio de 1984 y el santafesino, cosido por el cáncer, el 26 de junio
de 1976.
A la muerte de Perón, producida el primero de julio de 1974,
Angelelli, Devoto y Brasca emitieron un documento que cuestio-
naba el giro hacia la derecha de aquella administración nacional
y llamaban a un verdadero protagonismo popular.
Aquellas prácticas sacerdotales que iban a fondo contra los
mercaderes que habían usurpado el templo de la vida colectiva
y enfrentaban a los crucificadores cotidianos, los dueños de casi
todas las cosas, merecen ser recordadas en estos días.
Por eso es necesario leer aquel documento de tres notables
obispos que tuvo la Argentina en tiempos nada sencillos.

Nuestros pueblos de La Rioja, Goya y Rafaela.


En diversas ocasiones cada uno de nosotros hemos escrito a los
cristianos de nuestras respectivas iglesias locales. Hoy queremos ha-
cerlo en forma conjunta, como expresión de comunión intereclesial,
dirgiéndonos a nuestros pueblos de La Rioja, Goya y Rafaela.
Fieles al Concilio y al Magisterio de la Iglesia en Latinoa-
mérica y en Argentina, claramente expuesto en Medellín y San
Miguel, que nos guía, orienta e impulsa a la acción, queremos ser
solidarios con nuestro pueblo y comprometernos, cada vez más,
con él en su proceso histórico, entendiendo que este debe mani-
festarse hoy con nuestro aporte concreto en el momento actual.
56 Es misión de la Iglesia asumir la conciencia del pueblo e inter-
pretarla, escuchándolo, captándolo y entendiendo sus expresiones,
«porque la Iglesia es la conciencia del mundo». Sólo así podremos
unir nuestro aporte al suyo para que pueda expresarse y organizar-
se, para que sea él, el auténtico protagonista de su destino histórico.
Después de largos años nuestro pueblo ha podido expresar-
se y ha hecho una opción que es profunda y va más allá de los
límites de los partidos políticos. Ha optado por una concepción
de vida, un estilo de vida, un núcleo de valores hecho carne en su
tradición auténtica y en su historia.
El pueblo argentino ha optado por un camino que le es pro-
pio. Ha optado por una concepción liberadora de la vida, que tie-
ne como raíz los valores encarnados en su propio ser. No optó ni
por el sistema liberal que hasta ahora lo ha oprimido, ni por la
rigidez dogmática de un régimen marxista. Quiere construir su
propia vida social, política, cultural y económica abierta al tiempo
y a la historia, sobre la base de la justicia, la libertad y la soberanía.
Con conciencia y profunda intuición ha elegido a quienes
hoy deben ser los intérpretes fieles de su propio ser.
Ahora bien, para asegurar la continuidad de este proceso
ya iniciado, es necesaria una plena fidelidad a todo aquello que
constituye la verdadera liberación de todo hombre y de todos los
hombres, sin excepción.

Esto no se logrará:
1. Si todos nosotros, como pueblo, no asumimos un real pa-
pel de protagonistas de este proceso de reconstrucción;
2. Si como pueblo no nos mantenemos fieles a nuestros pro-
pios movimientos de base, para lograr que se realicen nuestras
legítimas aspiraciones y expectativas;
3. Si no estamos dispuestos -con una entrega generosa y sin
cuestionamientos estériles- a compartir juntos los inevitables sa-
crificios y exigencias que lleva consigo todo proceso liberador,
4. Si los que tienen la responsabilidad de servir al pueblo en 57
una tarea de conducción no están dotados de honestidad, de sen-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


sibilidad humana, de capacidad para interpretar las expresiones
e intuiciones del pueblo, y si no se esfuerzan constantemente por
tener una visión clara de los objetivos de la revolución social en
nuestro contexto argentino;
5. Si nosotros como cristianos no asumimos con coraje y es-
peranza las exigencias de nuestra fe en este proceso de liberación.

Lo que implica:
• un serio y real compromiso con los sectores más pobres y
marginados -campesinos, changarines, hacheros, peones, obre-
ros- exigiendo el reconocimiento de su derecho a ser incorpora-
dos al quehacer nacional y a participar organizadamente en las
decisiones a nivel local, regional y nacional;
• vivir en plenitud los valores del Evangelio -justicia, frater-
nidad, igualdad, entrega de si mismo- y a la vez abierta a todos
los valores manifestados en todo hombre de corazón recto;
• mantener un espíritu de crítica constructiva, tendiente a
evitar que el proceso de liberación se desvirtúe y se convierta en
opresor del hombre.
Que el Espíritu del Señor nos de a todos su Fuerza, para que
seamos capaces de hacer todo esto.

Enrique Angelelli Alberto Devoto Antonio Brasca.


Obispo de La Rioja Obispo de Goya Obispo de Rafaela •
Maestros que molestaban

«Las escuelas son la democracia… Necesitamos hacer de


toda la República una escuela», dijo Sarmiento antes de hacerse
cargo de la presidencia de la Nación, en agosto de 1868.
Tal vez por eso de que las escuelas son la democracia, el
terrorismo de estado mató y desapareció a 606 maestros.
58 Y la República no fue una escuela, sino un pizarrón negro
y mudo.
«En la noche del 24 de marzo de 1976, un maestro caía ase-
sinado en Tucumán. Por el Operativo Independencia, el general
Antonio Domingo Bussi, tenía entonces a su mando todas las
tropas militares y policiales de la provincia. Un grupo policial
militar recibió la orden de asaltar el local del gremio de los edu-
cadores, donde vivía Isauro Arancibia, fundador de CTERA.
Cuando Isauro concurrió al sepelio del secretario general de la
FOTIA, Atilio Santillán, recién asesinado, le dijeron al oído «maestro,
mañana es el golpe, no vuelva al gremio porque lo matan». Tal vez
supo allí mismo que él volvería precisamente a su lugar. Que nadie
tenía el derecho a derrumbar las puertas de la casa de los maestros.
Esperó a los golpistas con dos escopetas de caza en una piecita. De-
bían ser como las cuatro de la mañana cuando se llevó a un asesino
a otro mundo y él cayó con cien balazos en el cuerpo.
No era propietario más que de unos cuantos discos de pasta,
un tiralíneas y algo de ropa.
Pero sus hermanas acababan de regalarle un par de zapatos
marca Delgado por haber cumplido cincuenta años. Los zapatos
no figuraban en el acta policial levantada después del crimen.
En la cuenta suiza del general Bussi, recién hallada y denun-
ciada internacionalmente, y que la cancillería argentina trató de
esconder hasta el final, está el par de zapatos. La hora ha llegado.
Bussi deberá ser sometido a juicio por delito común (después de
haberse salvado por el punto final).
Deberá decir por qué mintió en la declaración jurada de
bienes ante la Cámara de Diputados de la Nación, pero también
«en cuál de los ceros de la cuenta suiza está el par de zapatos del
maestro asesinado», escribió el periodista, historiador y docente
tucumano Eduardo Rosenzvaig.

Elvira Márquez era miembro de la comisión directiva del


SINTER, profesora de historia, trabajaba como bibliotecaria en la 59
escuela Carrasco y como docente en la escuela número 100 de Gra-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


nadero Baigorria. Está desaparecida desde julio de 1976. Una ma-
ñana, a fines de mayo de ese año, las fuerzas represivas rodearon
la escuela Carrasco, en el barrio Alberdi, irrumpieron en ella fuer-
temente armados, a los gritos. Rompieron a patadas la puerta de
la vivienda del portero Ángel, lo sacaron y se lo llevaron detenido.
Al rato llegaron los chicos y muchos padres enterados de lo
ocurrido, se los llevaron de vuelta a sus casas, por miedo a que
les pasara algo.
Desde ese día Elvira no se presentó más a trabajar. Ángel,
que sufrió varios años de prisión contó que «Elvira era una per-
sona extraordinaria, muy dulce, muy querida por los maestros y
por los chicos y de una gran firmeza ideológica».
Una compañera recordó: «Debatía con nosotras, era una
gran luchadora, muy activa, pintaba las pancartas para concurrir a
las marchas. En esa época estábamos organizadas gremialmente».
Eran años de grandes movilizaciones gremiales y estudian-
tiles. Elvira, como conducción del gremio docente, tenía estrecha
relación con los sindicatos obreros del cordón industrial del nor-
te de Rosario, con un intercambio permanente de ideas con sus
dirigentes.
Creía que era necesario unificar el sindicato docente con el
de los porteros. Consideraba que todos eran trabajadores de la
educación y que, en épocas de conflicto, se perdía fuerza, siendo
la escuela una unidad, al parar sólo un sector de sus trabajadores.
Elvira pudo escapar de la Triple A y su familia, preocupada,
trató de convencerla para que dejara de militar y le propusieron
esconderla en la isla, a lo que ella se negó. Creía que su lugar es-
taba en la lucha cotidiana al lado de sus compañeros. Así rechazó
la posibilidad de una salvación individual. Su mamá Norma cree
que fue secuestrada entre julio y agosto de 1976.

60 Ana María Gutiérrez nació el 14 de agosto de 1952. Era


maestra, estudiante de odontología, hermana y compañera. En
1977 se vio forzada a dejar su trabajo de maestra en el barrio
Casiano Casas. Seis meses después, la llevaron mientras cami-
naba por la calle. Luego el consabido comunicado de las Fuerzas
Armadas daba cuenta del enfrentamiento armado en el que la
habrían asesinado. En realidad era la mesa de torturas.
Encontraron su cuerpo en «la Mandarina», aquella de su
querida compañera Evita, la del barrio Saladillo en Rosario.
En noviembre de 1999, los compañeros de la facultad levan-
taron su nombre y su recuerdo.

Raúl García era estudiante de antropología, alfabetizador


de adultos siguiendo las enseñanzas de Paulo Freire y miembro
de la comisión directiva del sindicato. Participó en la comisión
redactora que elaboró los principios de CTERA, en Huerta Gran-
de. Había conformado desde allí un grupo de estudios que con
gran calidad ideológica llegó a la conclusión de la necesidad de
los trabajos barriales para unir al docente con la comunidad edu-
cativa, teniendo como base una escuela abierta y participativa. Se
hacían en cada barrio asambleas multitudinarias donde se discu-
tían los problemas escolares y barriales con la participación de
los vecinos, representantes de las iglesias, entidades gremiales…
Trabajó como docente en la Dirección de Alfabetizadores
en la escuela de Pueblo Nuevo donde incentivó especialmente la
puesta en práctica de esta concepción educativa.
«Berlín, 7 de julio de 1969. Querida Silvia, esta mañana, al
levantarme e ir al baño a lavarme, mirándome en el espejo me
apliqué unos bifes, no muy violentos, por supuesto… vos en París
y yo en Berlín. No es posible. Flaca, esto es imposible. Realmente
quería despertarme… ¡¡¡qué se yo!!!… Salimos de Ezeiza el sábado
último, María Celia, Juan Carlos and me (ya estoy loco con los
idiomas)… el despegue, en el jet alguna lágrima. Junto a la ven-
tanilla: un cuadro agridulce en el aeropuerto, Ana, Chachi, Tom, 61
Eduardo, Ester, mami y papi, una serie de tipos amigos de María

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Celia metían un ruido bárbaro con unas banderas desplegadas…
fue agridulce, realmente. Luego la partida, el cuadro que se achi-
ca, las nubes, un paraíso de algodón. Después Río, la bahía de
Guanabara, dos horas cantando con un brasileño de una fabela…
Ahora estoy viviendo con algunos turcos (uno escribiendo a mi
lado), jamaiqueños, nicaragüenses, rumanos, una chilena, alema-
nes, un boliviano, uno de Costa Rica, ¡ah!…y también una india
encantadora con sus atuendos típicos. Flaca, esto para mi, que
jugaba con los vagos del barrio al béisbol en la calle… Todavía no
conozco Berlín pero voy a estar aquí tres meses. Me gustaría que
te pegaras un viajecito pronto, así nos vemos… Rejuntate algo y
venite, aunque más no sea unos días porque yo voy a tardar bas-
tante en ir para allá: tengo tres meses de trabajo bastante duros
en el geriátrico… Bueno, te espero lo más pronto posible, aquí.
Un abrazo grandote: tu hermano Raúl».

La carta desde Berlín, Raúl la escribió a los 22 años. Allí


comenzó a gestionar un subsidio de una organización alemana
para Latinoamérica. Pasado un tiempo y con ese dinero cons-
truyó a pulmón una casilla en Pérez que luego se transformó en
la escuela más grande de la provincia de Santa Fe, la escuela de
Cabín 9. Raúl es el fundador, la casilla aún se conserva. Antes de
su viaje a Alemania trabajaba desde los 19 años como maestro
en un centro de alfabetización para adultos que funcionaba en
la escuela primaria que está en la plaza de Pérez. Al volver de
Alemania estuvo por Chile y Perú…
Con ese mismo espíritu, organizó con los vecinos y la Aso-
ciación Barrial de Cabín 9, en Pérez, la creación de un centro
cultural. Construyeron el local en el que se desarrollaron esas
actividades y en el que funcionó la escuela que finalmente fue
habilitada como tal.
62 Fue asesinado por las fuerzas represivas el 15 de diciembre de
1976, escapando del bar Piggalle, de José Ingenieros y Alberdi, don-
de se encontraba con la maestra de lenguas vivas, Nora Larrosa.
Sus restos están en el cementerio de Granadero Baigorria.
La noticia salió en La Capital el 17 de diciembre de 1976, en pri-
mera plana. Dice enfrentamiento. No fue así. Lo acribillaron a
menos de un metro de distancia un grupo de civil.
«Hace más de veinticinco años que intento sepultar a Raúl
y hasta ahora no lo he logrado… y tal vez no lo logre nunca. La
falta de justicia, la impunidad, el agravio que rodearon su muerte,
me lo impiden. Como Antígona, aún no cumplí todos los deberes
de la piedad familiar», escribió Silvia García, la hermana de Raúl.
«Son necesarios los relatos cargados de sueños, de miedo y
de esperanza, son los únicos relatos de verdad humanos. Ya se
encargarán, quienes nos siguen, de construir con esos retazos de
dolor genuino y de alegrías consistentes la historia que hace falta
para apoyar la civilización», decía Silvia.
Es la historia que todos los días, porfiada y obstinadamente,
escriben los maestros en estos arrabales del mundo. •
La guerra de monseñor Iriarte

Recién en el año 2006 comenzaron a hacerse públicos los


papeles del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto que reve-
lan el seguimiento al que fueron sometidos algunos obispos de la
provincia de Santa Fe, entre ellos Vicente Faustino Zazpe y Juan
José Iriarte, de la ciudad capital y Reconquista, respectivamente.
Los papeles corresponden a la entonces denominada Dirección 63
Nacional de Culto e informan sobre las «actividades del sacer-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


dote Rafael Yacuzzi en Roma con sectores políticos italianos de
extrema izquierda» y «la no asistencia de sacerdotes a los actos
celebratorios de la fecha patria realizados en la localidad de Villa
Ocampo por haber sido llamados por monseñor Iriarte a una
reunión en Reconquista». El responsable de los informes era el
entonces teniente coronel José Luis Picciuolo que ostentaba el
cargo de «director general de culto».
Un hasta ahora desconocido oficial que bien podría aclarar
varios sucesos ocurridos no solamente en la provincia de Santa
Fe, sino también en el país, como los crímenes de Enrique An-
gelelli, los padres palotinos y Carlos Ponce de León, entre otras
cuestiones. Y, por otra parte, estos papeles que por primera vez
aparecen en un medio de comunicación, hablan de la dignidad
de un obispo silenciado por sus propios pares, Juan José Iriarte.
El cura que le declaró la «guerra» a la dictadura…

Los sacerdotes ausentes


El vicealmirante retirado, Jorge Desimoni, a la sazón gober-
nador de Santa Fe, recibió una carta del ingeniero Guillermo Vi-
laseca, por entonces subsecretario de industria de la provincia.
El hombre estaba indignado. El 25 de mayo de 1977 debió
hacerse el acto oficial en la norteña ciudad de Villa Ocampo. Pero
no hubo ni un solo sacerdote.
«En la iglesia, con concurrencia de escuelas con sus abande-
rados bordeando el altar, y totalmente colmada, un laico dirigió la
entonación del himnos religiosos pues no existía sacerdote para
oficiar misa, ya que según se me informó, todos los sacerdotes de
las localidades del norte habían sido llamados por monseñor Iriar-
te a una reunión en Reconquista», explicó el ofendido funcionario.
Vilaseca quería explicaciones sobre la huelga de curas.
64 No se sabe qué contestó Desimoni. Pero a fojas siguientes
se encuentra un papel con el sello «reservado» en donde se pue-
de leer que aquel 25 de mayo el único sacerdote que estaba a
disposición de las fuerzas «vivas» era el capellán castrense de la
Base Aérea Militar de Reconquista.
Iriarte aprovechó el feriado para reunirse con sus sacerdo-
tes en el colegio «Nuestra Señora de Lourdes», ubicado en la ciu-
dad de Avellaneda, y desarrollar una «pastoral de conjunto».
En aquel documento se decía que «de la conversación man-
tenida con el obispo… no se encuentra en una posición negativa
hacia las FFAA».
Desde el Ministerio de Gobierno de Santa Fe, sin embargo,
siguieron buscando razones para la huelga. El 15 de junio remi-
tieron una carta al general Albano Harguindeguy, ministro del
interior de la dictadura.
«La actitud asumida por el obispo de la diócesis de Recon-
quista resulta clara y definida, pues la convocatoria a una reu-
nión con la asistencia de la totalidad de los sacerdotes de su ju-
risdicción en un día en que la Iglesia debe prestar su adhesión
y con conocimiento previo de la realización de actos religiosos
incluidos en la programación de los festejos, fue sin lugar a du-
das, retacear su presencia y por ende, su participación en las efe-
mérides patrias», se apuntaba.
Agregaban que «es dable destacar la influencia que ejerce
sobre el obispo, el cura párroco, enrolado en el Movimiento del
Tercer Mundo, Armando Yacuzzi, primo del subversivo Rafael
Yacuzzi (detenido en la localidad de Villa Ana el año pasado)
quien se desempeña como secretario del obispado y cuya con-
ducción en la marcha de la diócesis es relevante», delataba el
desconocido escriba de la cartera política santafesina. El papel
tiene un sello que dice «estrictamente secreto y confidencial».

La guerra de Iriarte 65
A continuación seguía un informe elaborado por el servicio

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


de inteligencia de la Unidad Regional ix de la policía de la pro-
vincia, del 3 de junio de aquel año 1977.
Las conclusiones son impactantes: «Que el señor obispo,
Juan José Iriarte, ha iniciado lo que puede llamarse «guerra fría»
hacia las Fuerzas Armadas o para ser más concreto hacia la Base
Aérea Militar Reconquista» y «se denota una clara ruptura de las
relaciones militares-religiosas, sin entrar al choque violento en lo
que respecta la jurisdicción».
Apuntan que «el señor obispo con la actitud asumida fija su
posición (sin lugar a dudas, contraria al gobierno actual), se basa
lo expuesto en que no lo hizo en otro anterior, pese a que hace
quince años que se radica en ésta, demostrando claramente que
se ha inclinado a la oposición».
Y a la hora de pensar la «probable evolución» del conflicto,
el jefe de operaciones especiales de la división inteligencia de la
ur ix sostiene en una acabada demostración de sagacidad que
«las relaciones militares-religiosas continuarán enfriándose» y
que «resta esperar si todos los sacerdotes seguirán al obispo en
su actitud (completamente fuera de lugar en los momentos actua-
les)», afirmaba el oficial de La Santafesina s.a.
La persecución contra Yacuzzi
Iriarte no tuvo paz durante todo el ´77.
El teniente coronel José Picciuolo, Director General de Cul-
to, le remitió una carta el 6 de diciembre de aquel año. «Como
Vuestra Excelencia Reverendísima conoce, desbaratado el pro-
ceso subversivo, sus ideólogos y dirigentes de choque, abando-
naron nuestro país para reagruparse en diferentes centros en el
66 extranjero», comenzaba diciendo la carta.
«La idea consecuente es la de abrir un nuevo frente de ba-
talla, ahora desde el exterior, tratando por todos los medios de
desfigurar la imagen argentina», sostenía en clara sintonía con la
argumentación de la dictadura a pocos meses de la realización
del Mundial de fútbol en la Argentina.
«Días pasados una delegación de montoneros procedentes
de París llega a Roma con el objeto de mantener contacto con
sectores políticos italianos de extrema izquierda. En la confe-
rencia de prensa que brindaron el 22 de noviembre próximo
pasado participa integrando esa delegación, Rafael Yacuzzi, sa-
cerdote que puesto a disposición del PEN, por decreto número
427 del 14 de mayo de 1976, fuera autorizado a salir del país con
destino a Italia (27/5/1977).
«En la inteligencia de que el citado sacerdote se desempe-
ñaba en jurisdicción de vuestra excelencia reverendísima, es que
me permito solicitarle la siguiente información: si aún permane-
ce incardinado a esa diócesis y en su caso, cuál es su situación
canónica en la actualidad», exigía el teniente coronel.
Iriarte no contestó la carta.
Desde la Dirección General de Cultos, en tanto, siguieron
persiguiendo a los obispos y sacerdotes que se oponían al terro-
rismo de estado.
Tres décadas después, desde el seno mismo de la Conferen-
cia Episcopal Argentina o desde las cúpulas de las diócesis y ar-
quidiócesis santafesinas, todavía no se ha hecho un documento
que hable con nombres y apellidos de los sucesos, dignidades y
complicidades acontecidos en aquellos años.
Por ahora, los documentos del Ministerio de Relaciones Exte-
riores y Culto que comienzan a circular ya están diciendo de la dig-
nidad de obispos hasta hoy desconocidos como monseñor Iriarte. •

67

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Viaje al paralelo 28

«En el norte santafesino, donde crecen los palmares, allí se


encuentra un pueblito que se llama Los Amores. Dicen que no
era un jardín ni tus mujeres son flores: para mi sos lo más lindo,
pueblito de Los Amores», son los versos que se repiten en cada
convocatoria popular muy cerca del paralelo 28, límite entre las
68 provincias de Santa Fe y Chaco.
Desde la escuela secundaria 560 aún sin nombre, impulsa-
ron las «jornadas por la memoria y la militancia» y en 2008 lo-
graron que la plaza del pueblo llevara el nombre del maestro
Alberto «el Indio» Galarza, uno de los 30 mil militantes revolucio-
narios desaparecidos. Hijo de un obrero de La Forestal, Alberto
nació en Tartagal, también en la geografía del departamento más
grande de Santa Fe, Vera. Se recibió de maestro normal en 1968,
cuando tenía solamente 19 años. Estudió Psicología en Rosario
y de regreso al norte, ya militante del Partido Revolucionario de
los Trabajadores, comienza a enfrentarse con las burocracias sin-
dicales de diferentes organizaciones.
«En 1974 su rumbo lo lleva hacia Los Amores para dar cla-
ses en la escuela primaria. Sus compañeros de trabajo lo re-
cuerdan por su perfil bajo en la relación con ellos, silencioso
y refugiado en el aula, usando siempre un poncho rojo para
enfrentar el frío. Fiel a su estilo, se relaciona con peones de
estancia estimulando el espíritu de la organización. Con dos
agrupaciones, Los toros orejanos y Los pueblos Olvidados via-
jaron a Rosario a participar el vi congreso del Frente Antimpe-
rialista y por el Socialismo en el club Tiro Federal… allí en ese
marco festivo de 25 mil personas el Indio ingresa al estadio con
su peonada vestida en ropa tradicional», cuentan las memorias
que circulan en la escuela de Los Amores.
El pueblo de Los Amores, capital del olvido, del tordo y la
nutria, inundado en un 90 por ciento y con una calle transitable,
solicita a las autoridades correspondientes una inmediata solu-
ción al problema de la inundación, construyendo para ello un
puente sobre la ruta 3 que permita a las aguas seguir su curso
natural hacia el arroyo Los Amores y por esa vía al Paraná… en-
tre los otros anhelos de la comunidad de Los Amores se desta-
can los siguientes: la instalación de agua potable en la escuela 69
número 46 cuyos trámites pertinentes ya encaró la comisión de

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


ex alumnos, la instalación de una escuela albergue que permitirá
la educación de los hijos de peones rurales, cosecheros y peo-
nes golondrinas, iniciativa ésta que es llevada adelante por los
maestros de la localidad- escribía la Asociación de los Pueblos
Olvidados el 26 de julio de 1974.

Cuarenta y dos años después, el nombre de Alberto Galarza


desde la plaza de Los Amores sigue exigiendo lo mismo.
En 1995, por ejemplo, Carlos Reutemann, entonces gober-
nador y hoy senador nacional apoyando a Mauricio Macri, pro-
metió hacer una escuela secundaria nueva en un mes. Dos déca-
das después las pibas y los pibes, las maestras y los profesores,
ruegan al Gauchito Gil y otras tantas entidades que los techos de
las viejas casonas del ferrocarril levantadas a principios del siglo
veinte no se les caigan encima mientras usan un solo baño y se
las arreglan para prender los equipos de la FM Andares cuando
hay tensión eléctrica. En esa escuela secundaria donde el agua
potable aparece en bidones que generan furor en esas chicas y
esos chicos que no conocen el sabor del agua potable porque los
32 años de democracia todavía no le trajeron ese lujo.
Para la directora de la escuela secundaria de Los Amores,
Elizabeth Maidana, hay una relación directa entre la muerte por
peritonitis de su querido ex alumno Ovidio Fernández, ocurrida
el 27 de febrero de 2014, y la lucha que llevaba adelante el maes-
tro Galarza denunciando la situación de los pueblos olvidados.
En viaje hacia el paralelo 28, la existencia de las pibas y
los pibes demuestra la insoportable levedad de la democracia
permitida. •

Fuentes: Entrevistas del autor, material de la escuela secundaria


de Los Amores.
70
Capítulo 3 71
El caso Larrabure y la construcción de

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


la necesidad del golpe

El Caso Larrabure, el asesinato que no fue


El 23 de agosto de 2015 se cumplieron cuarenta años del
descubrimiento del cuerpo del entonces mayor del Ejército, Ar-
gentino del Valle Larrabure, en un barrio de la periferia rosarina.
Las fuerzas armadas, parte de la justicia federal y grandes
medios de comunicación impusieron la idea de que el oficial ha-
bía sido torturado y luego asesinado por el Ejército Revoluciona-
rio del Pueblo.
Fue la mentira más aberrante de la historia contemporánea.
Sobre ella creció la justificación del terrorismo de estado.
El expediente original de la causa dice con absoluta claridad
que no hubo tortura ni asesinato.
Ese indispensable documento de obvio interés público des-
cansa en la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario.
En caso de no hacer público este expediente, los integrantes
de este órgano judicial estarían muy cerca del delito de ocultar
información de nítido interés colectivo al pueblo argentino.
He aquí, por primera vez, un resumen de algunos fragmen-
tos de aquel expediente que demuestran que no se trató de un
asesinato.

Los hechos
72 El 10 de julio de 1974, el Ejército Revolucionario del Pueblo
produjo la toma de la Fábrica Militar de Villa María, en la pro-
vincia de Córdoba. Allí fue apresado el subdirector del estable-
cimiento, mayor Argentino del Valle Larrabure. La guerrilla lo
necesitaba como técnico para la fabricación de explosivos.
El 19 de agosto de 1975, el mayor Larrabure se suicidó es-
trangulándose con un cordel en la cárcel del pueblo donde se
encontraba, ubicada en calle Garay 3254, en Rosario.
El Ejército difundió que se lo había torturado. «Acostum-
brado a torturar y fusilar a todo combatiente que cae en sus ma-
nos, el Ejército quiere justificar su miserable actitud atribuyendo
falsamente a los revolucionarios los mismos métodos que él uti-
liza», contestó el erp.
El sábado 23 de agosto, el cadáver del oficial fue encontrado
en un zanjón ubicado en inmediaciones de calle Ovidio Lagos y
Muñoz, poco antes de la intersección con la ruta 178, en las afue-
ras de la ciudad cuna de la bandera.
Alguien había llamado a la comisaría 18ª y sostuvo que «hay
un bulto que les va a interesar».
El 4 de setiembre de 1975 el cadáver fue entregado al enton-
ces teniente coronel Casals y las alhajas que eran de Larrabure
fueron a manos del coronel Juan Pablo Saa, jefe del servicio de
inteligencia del batallón 121.
Por aquellos días el comandante del Segundo Cuerpo de
Ejército con asiento en Rosario y jurisdicción sobre las provin-
cias de Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Entre
Ríos era Roberto Eduardo Viola. El 9 de setiembre lo reemplaza-
ría Ramón Genaro Díaz Bessone.
El diario La Nación tituló que «oficiales del Ejército infor-
maron que el coronel Larrabure fue ahorcado por extremistas
después de entonar el himno nacional».
Comenzaba a articularse una de las mayores mentiras de la
historia contemporánea de los últimos cuarenta años.
El expediente judicial jamás habló de torturas, mala alimen- 73
tación y mucho menos de asesinato.

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Sin embargo, desde los grandes medios de comunicación se
impuso la falsificación de la realidad.

Aquella madrugada
Era el 11 de agosto de 1975 cuando René Alberto Vicari fue
secuestrado cuando se disponía a ingresar a su oficina en calle
San Juan 2460, en la ciudad de Rosario.
-Policía Federal. Nos tiene que acompañar. Hubo un asalto
en un banco y tenemos que averiguar -le dijo uno de los tres
hombres que lo rodearon mientras le apuntaban con un revólver.
Lo subieron en su propio automóvil Renault Break e inicia-
ron una marcha que pasó por el Parque Independencia, tomaron
por avenida Godoy hasta que le vendaron los ojos.
-¡Pará, pará! Acá está la camioneta -escuchó Vicari.
-Ahora te vamos a cambiar de coche -le indicaron.
Lo metieron en un cajón de madera y recomenzaron el viaje.
Notaba que era un terreno barroso.
-Bueno, ahora te vamos a poner una inyección porque te-
nés que hacer un viaje muy largo…
A los pocos segundos, Vicari perdió el conocimiento.
Cuando despertó, el comerciante estaba en una pequeña ha-
bitación amueblada con una cama, un banquito y un inodoro de
plástico.
Le contaron que había sido secuestrado por el Ejército Re-
volucionario del Pueblo.
-¿Cuánto quieren por mi rescate?.
-Mil millones de pesos -fue la respuesta.
Lo llevaron a un sótano.
Allí Vicari notó que había evidentemente otro detenido, que
tosía mucho y expectoraba y se quejaba para que bajaran el apa-
74 rato de radio y que no prendieran el extractor de aire.
En la noche del día 14 a la madrugada, aproximadamente
a las 3 horas, escuchó un fuerte grito, e inmediatamente que era
abierta la puerta de la otra habitación que se hallaba en el sótano.
Descendieron varias personas. Durante un largo rato escu-
chó conversaciones nerviosas.
Todos fumaban mucho.
Después vino un médico. Aquella mañana, Vicari se dio
cuenta que estaba solo. Larrabure ya no estaba. Ya nadie cantaba
el himno nacional.
A las horas, sus captores se llevaron todos los trozos de
soga, cables, hojas de afeitar y cualquier objeto punzante. No
querían más sorpresas.
Aquel grito que escuchó fue ahogado, como un quejido.
El descubrimiento del cuerpo muerto de Larrabure desató
un movimiento desacostumbrado.
Algo raro había ocurrido.
Sus secuestradores estaban preocupados, seriamente preo-
cupados.
El 4 de setiembre de 1975, Vicari, al notar que no había na-
die en el predio, saltó por arriba de una pared de madera. Subió
la escalera hacia la planta alta y al no ver a nadie, salió corriendo
por una calle de tierra.
La invención del asesinato
«Larrabure, Argentino del Valle - su muerte».
Así decía el expediente que se había tramitado en el Juzgado
Federal Número 1 de Rosario, a cargo del doctor Pedro Alegría
Cáceres. Llevaba el número 27.513 y luego se le habían acumula-
dos el 27.522 y 27.526.
No hablaba de asesinato.
En agosto de 1979, el entonces coronel José Herman Llera, a 75
cargo del denominado juzgado de instrucción militar número seis,

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


dependiente del Ministerio de Defensa en la Dirección General
de Fabricaciones Militares, recibió una notificación desde Rosario.
En aquella carta se informaba que no estaba «agregada la
partida de defunción del occiso» y explicaba que la inscripción
de la defunción de Larrabure fue ordenada por el juez nacional
de primera instancia en la criminal y correccional federal número
cuatro de la ciudad de Buenos Aires, doctor René Daffis Niklison.
Esa nota es una doble confesión: cuatro años después de
encontrado el cuerpo de Larrabure la mismísima burocracia del
terrorismo de estado que había hecho del caso un símbolo y una
permanente excusa para secuestrar y torturar opositores políti-
cos y sociales a la dictadura, decía que se trataba de «una muerte»
y ni siquiera dudosa y, por otra parte, señalaba que desde el pri-
mer momento la reconstrucción política del caso fue llevada ade-
lante desde Capital Federal, a más de trescientos kilómetros en
donde fue encontrado el cuerpo del oficial del Ejército Argentino.
No hay referencias a ningún asesinato.
La palabra homicidio fue impuesta por los jueces federa-
les de Capital Federal, Ramón Ojeda Febre y el ya mencionado
Daffis Niklison, cuando le ordenaron a su par rosarino, Aguirre
Stegmann, calificarlo como tal.
Esa invención de la realidad se produjo el 24 de agosto de
1975, menos de un día después que el cadáver fuera encontrado
en un baldío rosarino.
Es un dato relevante: el pronunciamiento de los jueces Fe-
bres y Niklison se hacen al mismo tiempo que se practicaba la
primera autopsia, a las ocho de la mañana.
«La muerte de Argentino del Valle Larrabure fue produci-
da por asfixia por estrangulación», dice el expediente y también
apuntan que se encontraba en un «buen estado nutricional».
Larrabure, ¿fue estrangulado o se ahorcó?
76 El informe de la autopsia no lo dice. No lo aclara.
Si lo hacen los jueces Febres y Niklison.
Así empezó la historia oficial del supuesto asesinato de La-
rrabure.
En setiembre de 1975, otro informe elaborado por los médi-
cos forenses Avelino Do Pico y Guillermo Osman Dick, determi-
nó que «no surgen lesiones producidas por el paso de corriente
eléctrica», como ya había salido a decir el Ejército Argentino.
El 27 de setiembre, la justicia federal todavía en democracia,
sigue con dudas. Las autopsias no hablan de asesinato.
El Ejército y el gobierno nacional encabezado por la seño-
ra María Estela Martínez de Perón, en cambio, multiplicaron la
idea de un cobarde homicidio practicado por una célula del Ejér-
cito Revolucionario del Pueblo.
En los papeles puede leerse que aquel primer análisis que
en tiempo record fue interpretado por los jueces de Buenos Ai-
res, se estaba haciendo a la misma hora que los mencionados
magistrados dictaminaban el asesinato, a las ocho de la mañana.
El médico legista de la Policía Federal, doctor Horacio José
Marinoni, comenzó el examen del cadáver a esa hora pero con
un detalle no menor: no contaba con los medios ni el equipo
de ayudantes que llevaron otros profesionales. Marinoni desta-
ca la nutrición de un sujeto normal con respecto a su talla. Y el
profesional dice algo más: su primer informe «fue hecho condi-
cionado al resultado de la autopsia forense y de los exámenes
complementarios que luego se requirieron, habiendo actuado
con escasos elementos para su examen con los antecedentes que
se brindaron en ese momento».
En síntesis, la autopsia practicada en el cuerpo de Larra-
bure jamás ofreció como conclusión la certeza de un homicidio,
al contrario, era un cadáver que presentaba indicios de buena
alimentación y buen cuidado sin la menor marca de tortura o
golpe alguno.
Larrabure no estaba siendo castigado ni tampoco mal ali- 77
mentado. No se lo iba a matar. Eso se desprende de las autopsias

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


practicadas el 24 de agosto y confirmadas hasta fines de setiembre
de 1975, según precisan las fuentes consultadas para esta investi-
gación. Esto figura en el expediente judicial. Fueron aquellos dos
jueces porteños, Febres y Niklison, los que impusieron la teoría
del homicidio mucho antes de practicarse el primer examen.
Larrabure no fue asesinado.
El Ejército y la Policía Federal en complicidad con aquellos
magistrados inventaron la historia oficial del supuesto homicidio.
Sirvió para impulsar el genocidio.
Nada más y nada menos. •
78
Capítulo 4 79
Reciclajes

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Los titiriteros
21 de marzo de 2013

«… Ahora, en todos los órdenes tienen confidentes que los


informan de cualquier procedimiento regular o irregular. Es incon-
cevible (sic) que estos hechos ocurran, tal es así que ni bien toma in-
tervención un funcionario equis en un procedimiento saben como
(sic) y cuando (sic) ocurrió, sorprende de tal manera que no dejan
pasar un minuto sin moverse en forma conjunta», dice indignada
la señora Irma F. de Ciccone, jefa del Departamento Provincial del
Trabajo de la Inspectoría San Lorenzo, en una nota del 5 de no-
viembre de 1971 al entonces presidente del área, Benito Cantelli.
La carta es una de las tantas pruebas del seguimiento siste-
mático que se hacía sobre las organizaciones obreras desde los
años sesenta en la región del Cordón Industrial del Gran Rosario,
San Lorenzo y Villa Constitución.
Decretos y órdenes que tenían como objetivo la persecución
a los trabajadores de las grandes empresas asentadas en la geo-
grafía sur santafesina y que generó una burocracia esencial para
la desaparición de personas a partir del 20 de marzo de 1975, con
la invasión a Villa Constitución pagada por José Alfredo Martí-
nez de Hoz, gerente de Acindar y otras empresas y profundizada
desde el 24 de marzo de 1976.
80 «Atento a lo ordenado por esa superioridad respecto al orga-
nismo denominado intersindical con jurisdicción en esta zona
(San Lorenzo) cumplo en informar lo siguiente de acuerdo a las
constancias obrantes en Jefatura de Policía y de conocimientos
obtenidos por la suscripta a travez (sic) de procedimientos segui-
dos con el fin de lograr datos concernientes a dicha entidad…»,
comenzaba diciendo el parte informativo de la señora Ciccone.
Herencia de los cursos de inteligencia que dieron los ins-
tructores franceses contratados por el estado argentino a fines
de los años cincuenta y que elevaron a Alcides López Aufranc
en titular del SIDE, primero, general represivo del Cordobazo,
en segundo término y luego presidente de Aincar, en tercer tér-
mino en plena democracia; esos partes eran consecuencia de los
«manuales de contrainsurgencia» difundidos por la dictadura de
Onganía a partir de 1976 y que conformaron la primera red de
centros clandestinos de detención que florecieron en la región
de la mano del general Juan Carlos Sánchez y del ex gendarme,
Agustín Feced. El hombre que con total claridad ideológica diría
en el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas en 1985 que él
vino a hacer lo mismo que hizo el coronel Varela en la Patagonia:
matar obreros díscolos. Y que en el máximo punto de la perver-
sión se hizo llamar Rubén Carlucci, el mismo apellido de una
trabajadora desaparecida de Capitán Bermúdez, para cobrar su
jubilación en plena democracia alfonsinista.
En ese parte de la funcionaria provincial se lee sobre las
particularidades de una acción gremial del 24 de marzo de 1971.
«A la hora establecida, los obreros hacen abandono de sus tareas,
afectando a las siguientes fábricas de San Lorenzo, Molinos Río
de la Plata, afectando a 180 operarios. Respecto de esta medida
la gerencia no conforme con que los operarios permanecieran
dentro de la propiedad fabril, siendo las 9.20 horas, se apersonan
a Jefatura y solicitan la colaboración policial para solicitar a la
misma su intervención a fin de que haga retirar al personal que
se encuentra dentro del establecimiento, ante esta intervención 81
policial, deciden trasladarse hasta la vereda enfrente del estable-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


cimiento…», describe Ciccione.
Una verdadera confirmación de la matriz del golpe: los gran-
des empresarios le ordenan a la policía que inicie la represión.
Eso es lo que se está juzgando en la llamada causa San Lo-
renzo en los tribunales federales rosarinos. La responsabilidad
de las grandes empresas como verdaderos titiriteros de guante
blanco de los macabros títeres que fueron las fuerzas de seguri-
dad y armadas. Por eso es curioso que en 30 años de democracia
haya jueces que desdoblen el juicio para seguir favoreciendo los
intereses patronales. Por eso es necesario decir que la identidad
trabajadora de la región merece ser acompañada, recordada y
defendida para que no queden invictos los deseos de los verda-
deros impulsores del genocidio. •
Pío Laghi y el reemplazante de Brasca

El domingo 22 de julio de 2012, el periodista Horacio Ver-


bitsky publicó una nota titulada «Buenos Oficios», en el diario
Página/12. En ella aseguraba que «el ex dictador Jorge Videla
dijo que el ex nuncio apostólico Pío Laghi, el ex presidente de la
Iglesia Católica de la Argentina Raúl Primatesta, y otros obispos
82 de la Conferencia Episcopal asesoraron a su gobierno sobre la
forma de manejar la situación de las personas detenidas-desa-
parecidas. Según Videla la Iglesia «ofreció sus buenos oficios»
para que el gobierno de facto informara de la muerte de sus hijos
a familias que no lo hicieran público, de modo que cesaran la
búsqueda. Esto confirma el conocimiento de primera mano que
esa institución tenía sobre los crímenes de la dictadura militar,
como consta en los documentos secretos cuya autenticidad el
Episcopado reconoció ante la justicia hace dos meses (por mayo
de 2012). Pero además muestra un involucramiento episcopal
activo para que esa información no trascendiera tampoco por
comentarios de los familiares de las víctimas, de cuyo silencio la
Iglesia era garante».
Más adelante, Verbitsky remarca dos puntos bajo los sub-
títulos: «El rol de Laghi» y «La eucaristía», donde se menciona a
Brasca y Collosa.

Estos son los fragmentos mencionados:

El rol de Laghi
La minuta para el Vaticano también muestra el conocimien-
to de la Iglesia sobre el secuestro de las religiosas francesas Ali-
ce Domon y Léonie Duquet. Sin embargo, cuando la superiora
de las monjas en la Argentina, Evelyn Lamartine, y la religio-
sa Montserrat Bertrán recurrieron a Laghi, el nuncio las miró
«como si fuéramos bichos asquerosos, y nos dijo: ‘Nosotros no
sabemos nada, por algo habrá sido’. Montse se arrodilló y le
rogó que hiciera algo. El se la sacó de encima, instintivamente,
describe Evelyn, que entonces pensó: ‘Dios no se olvida de lo
que dijiste’». Su testimonio fue recogido por María Arce, Andrea
Basconi y Florencia Bianco, cuya investigación fue publicada por
Clarín en 2007. Un obispo y una madre superiora llegaron des-
de Francia para interesarse por Alice y Léonie, pero Primatesta
ordenó desmentirlo y explicar que sólo venían a pasar Navidad. 83
En 1995, bajo la conmoción de las revelaciones del ex capitán

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Adolfo Scilingo sobre el asesinato de prisioneros arrojados al
mar, la esposa del secuestrado periodista Julián Delgado, María
Ignacia Cercós, contó que el Comandante en Jefe de la Armada
Armando Lambruschini consultó con Laghi acerca del destino de
40 detenidos-desaparecidos en la esma, que su antecesor, Emilio
Massera, le había entregado al retirarse. Lambruschini no quería
matarlos pero temía que si los dejaba en libertad contaran lo
padecido en la esma, tal como ocurrió, y le preguntó a Laghi qué
hacer. Según Cercós, el concimiento de Laghi sobre lo que suce-
día en aquel campo de concentración llegaba hasta la nómina de
los prisioneros que aún quedaban con vida. Ante el pedido de
María Ignacia, Laghi consultó esa lista y «me dijo que Julián no
estaba entre ellos. Quiere decir que tenía pleno acceso a la infor-
mación». En aquel momento, el propio Massera defendió a Laghi
de tales «noticias calumniosas» y dijo que se preocupó en forma
permanente por la suerte de «los llamados desaparecidos». El
problema es que Laghi había elegido la estrategia opuesta: negar
que hubiera conocido la índole y la extensión de las violaciones
a los derechos humanos. Dijo que «no tenía ni micrófonos ni es-
pías que fuesen a los cuarteles a ver lo que los militares hacían».
Sus amigos Oscar Justo Laguna (quien al morir este año esta-
ba procesado por la justicia federal de San Nicolás, por haber
mentido en su testimonio sobre el asesinato de su colega Carlos
Horacio Ponce de León), Alcides Jorge Pedro Casaretto, Carlos
Galán, Domingo Castagna y Emilio Bianchi di Carcano sostuvie-
ron que declaraciones como la de María Ignacia Cercós podrían
«reinstalar entre nosotros no ya la violencia de las armas sino la
de la venganza». La esposa de Julián Delgado dijo entonces que
durante años estuvo agradecida a Laghi por sus gestiones. «Pero
ahora sé que no puedo perdonarle su silencio cómplice. Me sien-
to un monstruo por haber escuchado esas cosas sin reaccionar.»
84 El propio jefe máximo de aquella Junta Militar, sin el menor aso-
mo de crítica, confirma tres décadas después el asesoramiento
de Laghi sobre el secreto más horrendo y peor guardado de la
dictadura.

La Eucaristía
Recuerdos coincidentes tienen muchos sacerdotes que en
aquellos años frecuentaron a Laghi. Uno de ellos, Hugo Collo-
sa, de Rafaela, le narró al periodista Carlos del Frade que Laghi
visitó esa ciudad santafesina luego de la muerte de su obispo,
Antonio Alfredo Brasca, incendiado por un cáncer en 1976. La
enfermedad se adelantó a las Fuerzas Armadas, que lo tenían
en su lista corta de aversiones. En el Obispado se reunían las
agrupaciones laicas que militaban en los barrios más humildes y
las del peronismo revolucionario, que tenían algunos miembros
en común, entre ellos un sacerdote. Brasca se había manifestado
en apoyo del movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo
junto con los obispos Enrique Angelelli, Ponce de León y Alberto
Devoto. «Laghi vino a maltratarnos», dice Collosa, quien ya no
es sacerdote. «No tenía ninguna intención de discutir el perfil del
nuevo obispo ni mucho menos que se siguiera la línea de Brasca.
Lo llevamos a almorzar en un comedor para chicos de la ciudad
y allí, a varios sacerdotes, nos contó de los vuelos de la muerte,
de los secuestros, las desapariciones y las torturas. Es decir que
ellos ya sabían lo que estaba pasando con lujo de detalles desde
mucho antes que 1978. Y hablaba con fundamento de lo que ha-
cía cada una de las tres armas. Nosotros ya habíamos sufrido el
secuestro del padre Raúl Troncoso que militaba en barrio Fátima,
y estábamos muy preocupados. Después lo mandaron a Cassa-
retto que hizo una pastoral totalmente distinta a la de Brasca y
bien cercana a los sectores dominantes de la ciudad». La primera
entrevista de Videla con el periodista cordobés se interrumpió
cuando lo trasladaron al Hospital Militar para tratarse de una 85
incipiente bronquitis. Formaba parte de la comitiva que buscó a

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Videla «un hombre canoso que venía, cáliz y alba en mano, a dar-
le la Eucaristía». Es decir que pese a las sucesivas condenas por
los más graves delitos, la Iglesia Católica no consideró necesario
excomulgarlo, pena eclesiástica que impide la recepción de los
sacramentos y se aplica a los pecados graves. El no considerar
como tales los delitos de Videla certifica la prolongación en el
tiempo de la complicidad eclesiástica con ellos. •
Civiles

El Batallón de Inteligencia 601 se creó en el año 1964 y a


partir de ese momento comenzó a ser el cerebro de la represión
en la Argentina.
La lista de más de 4.300 nombres que entregó en el año 2010,
el Archivo Nacional de la Memoria a un juez de Capital Federal
86 incluye los nombres de militares y civiles que colaboraron por el
terrorismo de estado a partir del 24 de marzo de 1976.
La totalidad de las identidades pueden revisarse en el dos-
sier que acompaña al número de la revista Veintitrés del pasado
18 de febrero de 2010.
Estos nombres ratifican lo actuado por todos y cada uno de
los Organismos de Derechos Humanos en la zona del Gran Ro-
sario desde hace más de veintisiete años que hacia 1986 denun-
ciaron a muchos de los que hoy salen a la luz pública.
Es necesario que la justicia federal tome en cuenta a estas
personas civiles que bien podrían aportar más datos sobre la in-
geniería de la represión en la zona sur de la provincia de San-
ta Fe. Resulta curioso y sugestivo que Agustín Feced revistiera
como personal civil de inteligencia y su rol haya sido el de ana-
lista cuando se desempeñaba como jefe de la policía rosarina
durante la noche carnívora.
También aparece el del ex técnico de las divisiones inferio-
res de Rosario Central, Edgardo Andrada, el otrora maravilloso
arquero del club de Arroyito y la Selección Nacional al cual Pelé
le hizo su famoso gol número mil.

Militares y civiles
Entre los 345 militares que aparecen en el dossier surgen los
nombres de Juan Daniel Amelong, como teniente primero; José
Alberto Bernhardt, también en su grado de teniente primero; Jor-
ge Fariña, como teniente coronel; Roberto Fossa como capitán;
Pascual Guerrieri, como teniente coronel; Domingo Marcellini
como teniente coronel; Edgardo Alcidez Pozzi como coronel; Víc-
tor Hugo Rodríguez como teniente primero; Eduardo Sarmien-
to como teniente coronel; Alfredo Sotera, como coronel; todos
vinculados con la represión ilegal en la zona del Gran Rosario,
aunque no están discriminados por zona.
En la segunda lista aparece la «nómica del personal civil de 87
inteligencia que prestó servicio en el batallón de inteligencia 601

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


entre los años 1976 y 1983».
Allí, curiosamente, surge el nombre de Agustín Feced en el
rol de «analista». Por supuesto que en esos tiempos el ex coman-
dante de gendarmería no era civil sino que el jefe de la policía
rosarina.
También aparece Raúl Guglielminetti como integrante del
área «producción», un hombre vinculado a la invasión a Villa
Constitución en marzo de 1975 y que supo sobrevivir hasta los
primeros tiempos de la democracia recuperada en 1983.
Pero lo más interesante surge de la lista de los civiles que
participaron de las actividades del destacamento de inteligencia
directamente dependiente del segundo cuerpo de ejército con
asiento en Rosario.
Muchos de esos nombres fueron denunciados por los Orga-
nismos de Derechos Humanos cuando ningún ente estatal cola-
boraba con ellos.
Una serie de identidades que pueden develar muchos de los
interrogantes que todavía subsisten a casi treinta y cuatro años
del inicio de la noche carnívora.

Nómina de Personal Civil de Inteligencia que prestó servicio


en el Destacamento de Inteligencia 121 entre los años 1976 y 1983.

Aguilar, Rubén Alberto, dactilógrafo.


Alasino, Rolando Sergio, agente reunión.
Alcuri, Rubén Eduardo, agente seguridad.
Alisi Diris, Fabián A., dibujante.
Andrada, Edgardo N., agente reunión.
Bello, Eduardo D., dactilógrafo.
Bonfils Sadi, Armando, radioperador.
Bossi, Juan Carlos F., agente reunión.
88 Brunel, Luis Alberto, programador.
Bueno, Gustavo Francisco, agente reunión.
Bustos, Jorge, agente reunión.
Cabrera, Juan Andrés, agente reunión.
Caraccia, Ricardo Hugo, fotointérprete.
Caracotche, Horacio E., asesor militar.
Cardozo, Hugo Alberto, agente reunión.
Carre, Raúl Jorge, agente reunión.
Cazeneuve, Aldo José, agente reunión.
Chriesteler, Anita Rosa, agente seguridad.
Cocimano, Ricardo Luis, radioperador.
Costanzo, Eduardo R., agente reunión.
Copparo, Hugo Enrique, agente reunión.
Cruz, Raúl Alfredo, agente seguridad.
Dalfino, Rafael, auxiliar apyicia.
De León, Saúl Segundo, agente reunión.
De Nicola, Alberto D., agente reunión.
Della Ceca, Juan Carlos, dactilógrafo.
Demirdjian, Miguel Ángel, agente seguridad.
Ducca, Ricardo Antonio, agente reunión.
Edes, Leopoldo Julio, dactilógrafo.
Favia, Daniel Ricardo, agente reunión.
Fioretti, Pedro Santos, auxiliar contaduría.
Florentín, Alicia Rosalía, agente seguridad.
Frenna, Adriana Ester, agente reunión.
Fulgueira, Walter José, radioperador.
García, Jorge Raúl, operador scd.
Garella, Oscar F.A.R., dactilógrafo.
Garella, Ricardo José, conductor.
Godoy, Osvaldo Joaquín R., programador scd.
Gómez, Carlos Walter, agente seguridad.
González Pinto, Heriberto, Act. Especial icia.
González, Raúl Héctor, auxiliar apoyo icia.
Grosso, Eduardo Antonio, programador auxiliar . 89
Gruboy, Eduardo Luis, operador scd.

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Gutiérrez, Juan Domingo, mecánico.
Hernández, Osvaldo Víctor, asesor jurídico.
Herrera, Domingo Faustino, agente reunión.
Igoillo, Daniel Fernando, agente reunión.
Isach, Carlos Gabriel, agente reunión.
Isach, Rodolfo Daniel, agente reunión.
López, Ariel Antonio, agente seguridad.
Martínez, Gabriel Alberto, agente reunión.
Molina, Miguel Ángel, agente reunión.
Montenegro, Osvaldo J., agente seguridad.
Monti, Alberto, dactilógrafo.
Morilla, José Elvio, agente reunión.
Mule, Osvaldo Godofredo, dactilógrafo.
Navarro, Sergio Oscar, dactilógrafo.
Nicolás, Santiago Roberto, agente seguridad.
Nota, Carlos, dactilógrafo.
Nucifora, Héctor Pedro, perfograbador.
Ojeda, Roberto C., auxiliar contable icia.
Orefici, Eduardo S. agente reunión.
Orellana, Victuriano S., agente reunión.
Osorio, Juan Carlos, agente seguridad.
Ozcari, Héctor, peón.
Pagano, Walter Dionisio, agente reunión.
Pangia, Raúl Joaquín, agente censura.
Paradot, René Aníbal, agente seguridad.
Pascuali, Humberto A., agente reunión.
Pavesio, Claudio Luis Juan, radioperador.
Peirano, Luis José, agente reunión.
Pelliza, Alberto Enrique, agente reunión.
Pérez, Jorge Walter, act. Especial icia.
Pérez, Mónica Feliza, agente reunión.
90 Pérez, Gustavo Eduardo, dactilógrafo.
Perugini, Gualter A., agente seguridad.
Pettorossi, Osvaldo Luis, auxiliar reg y archivo.
Pettorossi, Carlos, perfograboverificador.
Porra, Ariel Zenón, agente seguridad.
Ramos, Ángel Paulino, agente seguridad.
Rebechi, Eduardo, agente reunión.
Roca, Carlos Eduardo, agente reunión.
Rock, Hellmut Otto, radioperador.
Rock, Claudio Andrés, radioperador.
Rodríguez, Néstor E., peón.
Rojas, Manuel Rubén, agente seguridad.
Romero, Carlos Daniel, agente reunión.
Roscoe, Walter Roberto, agente reunión.
Salegas, Oscar Armando, agente censura.
Scacco, Jorge Omar, agente seguridad.
Sciascia, Oscar Raúl, agente censura.
Scilabra, Francisco José, agente reunión.
Sfulsini, Carlos Antonio, agente reunión.
Solé, César Ramón, agente reunión.
Spezzi, Cayetano Julio, peón.
Spezzi, Eduardo Julio, agente seguridad.
Spezzi, José, conductor.
Spezzi, Roberto Salvador, dactilógrafo.
Tardío, Ricardo Emilio, dactilógrafo.
Tarrió, Osvaldo Aníbal B, agente reunión.
Troncoso, José Luis, agente reunión.
Ubiedo, Adriana Beatriz, analista universitario.
Valero, Jorge Santiago, dactilógrafo.
Vázquez, Alfredo, auxiliar personal.
Vázquez, Daniel Alberto, perfograboverificador.
Vegas, Néstor José, agente seguridad.
Vernuccio, José María, agente seguridad.
Vila, Juan Carlos, teletipista. 91
Vogliano, Fernando, dactilógrafo.

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Vragnisan, Juan José, agente seguridad.
Wirsch, Alicia Aracelli, agente reunión.
Zambelli, Juan Carlos, fotógrafo.
Zangara, José Felipe, agente reunión.
Zárate, Alfredo, auxiliar contable icia.

Fuente: Revista veintitrés, año 12, número 607, del 18 de febrero


de 2010. Basado en la lista elaborada por el Batallón de Inteligencia
601 y entregada por su actual titular, César Milani, al juez Ariel Lijo,
a través de Ramón Torres Molina, titular del Archivo Nacional de la
Memoria. •
El Gato maula

El miércoles 5 de marzo de 2008, Rosario fue tenido en


cuenta por el diario español El País.
El título de la nota fue «La doble vida de Andrada» y allí se
leía que «el portero argentino al que Pelé marcó su gol número
1.000, acusado de haber sido un represor durante la dictadura
92 argentina».
La nota fue escrita por el corresponsal Rodolfo Chisleans-
chi y sostenía que «el 19 de noviembre de 1969, el pulso futbo-
lístico de Brasil se detuvo por un instante. En el viejo Maracaná,
el árbitro Manoel Amaro acababa de pitar un penalti a favor del
Santos contra el Vasco da Gama y Pelé se disponía a lanzarlo
para intentar conseguir el gol 1.000 de su carrera. Enfrente, un
portero argentino, Edgardo Gato Andrada, estaba dispuesto a
aguarle la fiesta. Se estiró hacia su izquierda, adivinó el destino
del remate, pero no llegó a rozar el balón y se quedó golpeando
con rabia el suelo mientras los flashes buscaban a O Rei», descri-
bía la crónica.
Agregaba que «han pasado casi cuatro décadas de aquello.
Andrada, un excelente portero que fue ídolo del Rosario Central
antes de partir hacia Brasil, volvió a Argentina a finales de 1976,
en tiempos de la dictadura militar que comandaba el general Jor-
ge Videla. Entonces se sumó a las filas del Colón de Santa Fe, en
el que hace algunos años le eligieron como el mejor arquero que
haya pasado por el club, y se retiró en 1982 en el Renato Cesarini,
un pequeño equipo de la misma provincia».
Pero ahora existen sospechas de que no sólo se dedicó a po-
nerse bajo los palos en los últimos años de su carrera. «El Gato
Andrada integró la patota [fuerzas paramilitares] que secuestra-
ba gente en Rosario», le acusó el ex represor Eduardo Constanzo,
procesado por crímenes contra la humanidad. En su declaración
ante el juez Carlos Villafuerte Ruzo, hace dos semanas, Cons-
tanzo abundó en detalles y sostuvo que Andrada participó del
operativo que terminó con la desaparición y la muerte de los mi-
litantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi el
14 de mayo de 1983.
«No quiero hablar. Es una cosa que no tiene ni ton ni son,
Constanzo miente. Yo estuve en el Ejército, pero no así», se de-
fendió El Gato. Pero algunos datos juegan en contra del ex porte-
ro, que actualmente tiene 69 años y trabaja para el Rosario Cen- 93
tral como coordinador de la cantera en la zona sur de la ciudad.

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Andrada niega haberse jubilado como integrante de los ser-
vicios de Inteligencia del Ejército como señaló Constanzo en su
declaración judicial, aunque todavía no ha aclarado cuál fue su
actividad en las fuerzas armadas. Y otra denuncia, en este caso
anónima y realizada en 1997 ante el juzgado de San Martín, pro-
vincia de Buenos Aires, ya lo señalaba como integrante del co-
mando que secuestró a Cambiaso y Pereira Rossi en la cafetería
Magnum, en pleno centro rosarino.
«Desde hace años, en Rosario hay un fuerte rumor sobre la
participación de Andrada en la represión», asegura Ana Ober-
lín, abogada de la agrupación hijos, organización de derechos
humanos formada por hijos de desaparecidos, asesinados o pre-
sos en la dictadura. Incluso algunos ex compañeros del Gato en
el club Colón sostienen: «Nunca hablábamos delante de él, ni
siquiera de dinero, porque sabíamos que lo contaba todo a los
dirigentes».
Andrada «está ahora a la espera de una citación que se pro-
ducirá en los próximos días. Como una ironía del destino, el mis-
mo hombre que hace 39 años quiso ganar la gloria evitando el
gol número 1.000 de Pelé deberá ahora echar mano de sus viejos
reflejos para permanecer en el olvido. Porque, si el juez Villa-
fuerte Ruzo logra certificar las acusaciones de Constanzo, no ha-
brá reconocimiento, sino vergüenza en su entrada en la historia»,
concluía la crónica. •
Rodenas y La Calamita

El 30 de mayo de 2004, Eduardo Alberto Benzadón aseguró


ante los tribunales federales de Rosario que su padre, Samuel
Raúl Benzadón era el titular del predio conocido como La Cala-
mita desde el año 1968 o 1970, a través de una compra efectuada
en un remate judicial.
94 Allí existía una bodega y en el predio «había construido una
casa, un galpón de cemento y otro de chapa, como así varias ha-
bitaciones para la bodega donde se metían los vinos, eran luga-
res cerrados herméticamente».
Benzadón aclaró que las actuales construcciones son las
mismas con que se encontraron a finales de los años sesenta.
«Esa propiedad más o menos desde el año setenta al ochen-
ta fue alquilada a Rodenas, el que era presidente de Central. La
alquiló para uso personal. Con él firmamos contrato de alquiler
sellado y todo, pero hasta este momento no lo pude encontrar.
Recuerdo una vez que fue el administrador de nuestras propie-
dades, más o menos en el año ‘73 o ‘74 y no se pudo arrimar a
la propiedad porque a tres cuadras de la misma, lo paró gente
armada y le dijeron que no podía seguir y mencionó que iba a
cobrar el alquiler y le dijeron que bueno que ya se lo iban a llevar,
el administrador nuestro era Dalmacio Monserrat que aún vive…
Sólo ocurrió ese episodio que no fue normal, pero fuera de eso,
nunca nos enteramos de nada hasta que empezó a salir en los
diarios que esa propiedad podría haber sido un centro clandes-
tino de detención. Actualmente mi padre, hará más o menos tres
años, me pasó dicha propiedad a mi y yo ahora se la he alquilado
al señor Omar Caballero», recordó Eduardo Benzadón.
Agregó que su padre «en la época de Alfonsín» fue llamado
a declarar ante el tribunal de la provincia por la propiedad de
esta casa y «en dicho momento acompañó el duplicado del con-
trato de alquiler de dicha casa al señor Rodenas».
En la segunda declaración que efectuó ante los tribunales
federales rosarinos el 23 de febrero de 2006, Benzadón añadió
que la superficie del predio es de casi 150 mil metros, mientras
que La Calamita en si tiene alrededor de cinco mil metros.
Recordó que había un galpón luego derrumbado alrededor
del año 2001 y que «la casa fue alquilada al señor Rodenas» por
su padre «en la época de los militares» aunque desconoció el uso
que le dio el fallecido ex dirgente de Rosario Central y del pero- 95
nismo a ese predio.

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Pero hay otra historia vinculada a La Calamita, Rodenas y
los negocios derivados de la sangre derramada.
La contó un ex comisario de La Santafesina SA, Luis Ga-
lanzino.
El ex oficial fue desplazado de la policía provincial duran-
te la primera administración del ingeniero Obeid. Desde enton-
ces denuncia a su entonces subsecretario de Seguridad Pública y
hoy titular de Defensa Civil, el ex teniente coronel José Bernhardt,
como el oficial que trasladaba a los detenidos ilegales de Santa Fe,
durante el terrorismo de estado, hasta el ya mencionado centro
clandestino que funcionaba en Granadero Baigorria, La Calamita.
Galanzino llegó a efectuar esa denuncia ante la Comisión In-
teramericana de Derechos Humanos con sede en Washington. Ac-
tuales funcionarios del gobierno provincial desprecian la denun-
cia porque creen que Galanzino miente para ocultar sus propias
acciones contrarias a los más elementales derechos humanos.
«Es de público conocimiento que Bernhardt trabajó para
el Servicio de Inteligencia del Ejército. El participó en los trasla-
dos de los detenidos de Santa Fe hasta La Calamita. Eso es real»,
afirma Galanzino.
«Bernhardt hacía los traslados y también creo haber demos-
trado la relación existente entre él, el entonces ministro de Go-
bierno, Roberto Rosúa y la jueza Alejandra Rodenas. ¿O no se
sabe que Osvaldo «Tito» Rodenas, histórico dirigente de Rosario
Central, era quien tenía La Calamita. El tema este nace entre el
coronel Juvenal Pozzi y el dirigente empresario Natalio Wains-
tein. Este último le presenta Rodenas a Pozzi para que el estadio
de Central sea confirmado como la sede del Mundial ‘78. Y una
de las condiciones fue que Rodenas le alquilara a Pablo Benza-
dón, La Calamita y luego se la pasara a los militares. Y ahí se
hicieron las torturas», terminó diciendo.
96 Como si todo esto fuera poco, uno de los más caracterizados
y perseguidos hinchas de Central, Marcelo «Vitamina» Barberis,
relató una experiencia personal que vuelve a poner la pelota en
la difícil cancha en la que convivían los intereses del terrorismo
de estado y ciertos dirigentes del club de Arroyito.
«En los ambientes chicos le baten Tarantela a Vesco. Yo
quise hacer la unidad, entonces le planteé a Vesco y a Rodenas
que con la experiencia de ellos más las ganas y juventud que
teníamos nosotros, armar una sola lista sin ir a elecciones y no
dividirnos. Vesco estuvo treinta años porque justamente dividió.
Dividir para triunfar, dicen… Entonces Rodenas me dijo que lo
vaya a ver a Tarantela», comentó Vitamina, el mismo que se enca-
denó frente a la Asociación del Fútbol Argentino para denunciar
el saqueo del patrimonio del club de sus amores.
«Qué hacés… dejemos de hinchar los huevos, tanta pelea y
Central siempre va para atrás. Vayan ustedes dos arriba y lis-
to. En ese momento, Vesco me dice: ¿Vos sos peronista? Sí, le
dije… Viste cómo es, por tradición en mi familia. Y cómo podés
estar al lado de un peronista que entregaba peronistas para que
los maten en los paredones… como podés estar al lado de ese
Rodenas»…Yo vine a hablar de la unidad, de Central. Y me fui
mal. Y me volví a lo de Rodenas. Tito, le dije: Ya fui. Me pregun-
tó si era peronista. Le dije que sí. Y qué más te dijo. Nada, que
vos entregabas peronistas para que los maten en los paredones.
Imaginate que Tito estaba hemipléjico y yo en algo que respeto
de Tito es algo muy importante. No es que entregó, tal vez no
pudo salvar, salvó lo que pudo. Porque en esa época era jodido,
era medio sálvese quién pueda. Salvó lo que pudo y a muchos no
lo pudo salvar. El veneno que se agarró le terminó de liquidar la
cabeza. Y ese qué puede hablar si los bienes de los desaparecidos
se los escrituraba a los militares. Y entonces yo dije dónde mier-
da me metí. Dónde estoy metido. En el medio de un tiroteo nada
que ver… Yo quiero que Central tenga 60 mil socios…», apuntó
Barberis que a pesar de vivir cuatro años afuera de la ciudad por 97
distintas amenazas recibidas, sigue soñando con un club grande,

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


bastante lejos de historias densas y pesadas. •
La cara oculta de Acindar

El 20 de marzo de 1975, cuatro mil efectivos procedentes de


diferentes lugares del país entre los cuales había policías provin-
ciales santafesinos, policías federales, pesados de las organiza-
ciones sindicales de derecha y bandas de delincuentes comunes
reclutados para la ocasión, invadieron la ciudad obrera de Villa
98 Constitución, al sur de la provincia de Santa Fe.
Según el ex oficial de la Policía Federal, Rodolfo Peregrino
Fernández, se trató de un operativo de la Triple A y contó con el
apoyo del gobierno nacional de entonces a través del Ministro
del Interior, Alberto Rocamora y fue pagado por las gerencias
de las grandes fábricas de la zona, Acindar, Metcon y Marathon,
entre otras, a razón de 200 dólares para cada uno de aquellos que
detuvieron 200 delegados de fábrica y convirtieron al albergue
de solteros de Acindar, en aquel momento gerenciada por José
Alfredo Martínez de Hoz, en uno de los primeros centros clan-
destinos del país.
Por primera vez, a través de la documentación que aquí se
exhibe, perteneciente al servicio de la Policía Federal, Adrián Ca-
zaubón, queda demostrado cómo Acindar y, en su momento, la
Unión Ferroviaria, le dieron trabajo a estos represores.
Y, por otro lado, esta comprobación habilita al juez federal
Norberto Oyarbide que sigue la investigación sobre aquellos su-
cesos de Villa Constitución, para que pida la declaración de los
entonces funcionarios de la empresa Acindar y busque más evi-
dencias sobre las identidades de aquellos que conformaron en su
momento la Triple A y años después, las Tres fuerzas armadas,
como lúcidamente lo denunciara Rodolfo Jorge Walsh.

De la Triple A a Acindar
Las credenciales demuestran identidades y pertenencias.
Hablan del pasado abierto como consecuencia de la impunidad
que supo tejer el poder económico como verdadero titiritero de
la masacre desatada contra los trabajadores en los años setenta,
aún desde antes del 24 de marzo de 1976.
La llamada Asociación del Personal de Dirección de la In-
dustria Siderúrgica, fundada el 20 de setiembre de 1971, le otorgó
la tarjeta al afiliado Adrián Mario Cazaubón y le otorgó el núme-
ro de afiliado terminado en 11620. Y dice con exactitud el papel 99
plastificado: «acindar s.a. Empresa a la que pertenece».

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Por su parte el Ministerio de Bienestar Social a través de la
Caja Nacional de Previsión de la Industria, comercio y activida-
des civiles, expidió la «certificación de cesación de servicios» del
mencionado Cazaubón cuyas tareas eran desempeñarse como
«Jefe Protección Planta» bajo un convenio «excluido» en la zona
de Rosario.
La causa de la cesación fue «renuncia» el 7 de setiembre de
1977 y el último pago que recibió consistió en 196.697 pesos en
calidad de sueldo y 121.067 pesos más como aguinaldo.
El empleador certificante, dice el documento oficial, era
acindar industria argentina de aceros s.a., con domicilio en
avenida Ovidio Lagos 4250. La certificación está firmada por Le-
lio Ángel Galassi, de la división personal de la acería.
Otra credencial, emitida por la Policía Federal Argentina, en
Buenos Aires, el 31 de enero de 1974, dice que Cazaubón «es cus-
todia personal del señor presidente de la Unión Ferroviaria, está
autorizado a portar armas, por el término de un año, a contar de
la fecha».
Y un tal Leopoldo Díaz le firmó otro carnet como integrante
del Servicio de Informaciones Anticomunistas (sia) que vencía
el 31 de diciembre de aquel año 1974 e informaba que Cazaubón
«presta servicio como auxiliar de enlace (sec. Capital)». Este Ser-
vicio estaba inscripto en la denominada coara.
También el señor Cruz Alcides Machado, socio gerente de
orinpri srl, «autorizado por la delegación Rosario de la Poli-
cía Federal Argentina», según el decreto 1.063 del año 1976 y la
resolución 1902 del Ministerio de Gobierno de la Provincia de
Santa Fe, sostiene que Cazaubón «se desempeña como inspector
de objetivos de esta empresa».

Adrián Mario Cazaubón, nacido el 3 de septiembre de 1934,


100 casado y padres de dos hijas a quienes abandonó en los años se-
tenta, era integrante de una de las tantas bandas de derecha que
primero conformaron la Triple A y luego siguieron brindando
servicios en sindicatos y empresas que financiaron la represión
desde principios de los años setenta contra los trabajadores que
no respondían a los intereses y mandatos de la burocracia.
Estos documentos que, por primera vez se publican, de-
muestran que Acindar, la empresa cuyo gerente era José Alfredo
Martínez de Hoz y que financió la invasión a Villa Constitución
el 20 de marzo de 1975, le dio trabajo a Cazaubón en los prime-
ros años de la noche carnívora de la dictadura y comprueban
cómo la acería fundada por la familia Acevedo había invertido en
represores para mantener a raya sus empleados.
«Mi papá tenía guardada una manopla de hierro que que-
dó en un armario de la casa y hasta en su momento llegamos a
descubrir una credencial de la Triple A…» comenta de una de las
hijas de Cazaubón ante este cronista.
La mamá de las chicas tuvo que hacerse cargo de la familia
sin ningún tipo de comunicación o ayuda económica. Lo hizo con
una gran valentía mientras su ex marido era uno de los tantos
integrantes de los grupos de tarea antes y durante la dictadura.
Cuarenta años después del inicio de la matriz del golpe más
sangriento de la historia argentina, los papeles y los documentos
de Cazaubón revelan que todavía existen pruebas concretas y
materiales de quiénes fueron aquellos 4 mil efectivos de distintas
fuerzas que ocuparon la ciudad obrera del sur santafesino.
Todos ellos pagados por organizaciones sindicales de de-
recha, distintos gobiernos y, por supuesto, por empresas como
Acindar.
Estos nombres y papeles plastificados deberían interesarle
al juez federal Norberto Oyarbide que está investigando el rol
de la empresa en la feroz respresión desatada aún antes de la
asunción de la Junta Militar encabezada por Jorge Rafael Videla.
101

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


El militante nacionalista
La amarillenta página 5 del viejo diario «La Razón», del do-
mingo 8 de agosto de 1954, daba cuenta de «un raid de pintores»,
el viaje «a México de tres jóvenes a caballo», sostenía el recuadro
acompañado por una fotografía.
«Impulsados por un auténtica vocación de artistas, tres jó-
venes argentinos iniciaron esta mañana un raid a caballo con
destino a México, con el exclusivo fin de plasmar en sus telas los
paisajes más sugestivos y atrayentes del viaje. Son ellos Adrián
Mario Cazaubón, de 20 años, dibujante y a la vez alumno de la
Escuela Nacional de Cerámica; Juan Roberto López, de 32, de
igual actividad y Pedro Héctor Gutiérrez, de 24, dedicado a la
confección artística de flores», sostenía la noticia.
«Para realizar esta arriesgada empresa llevan cinco caballos
-dos de ellos donados por el intendente de Morón-, una carpa,
algunas ropas, más de un centenar de pinceles, témperas, óleos,
paletas que emplearán durante su raid que abarca, además de
Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá,
Puerto Rico, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México», agre-
gaba la información.
El artículo añadía que las alternativas del viaje serían trans-
mitidas por onda corta y que la partida se hizo desde la Plaza
del Congreso. «Desde el monolito que señala el kilómetro cero
emprendieron el viaje, rindiendo previamente homenaje a la Jefa
Espiritual de la Nación, para lo cual depositaron una ofrenda
floral en el busto que perpetúa su memoria en la Confederación
General del Trabajo», terminaba diciendo la crónica de La Razón.
En una carpeta azul con anillos, Cazaubón le puso una eti-
queta con el título: «Recuerdo del Operativo Cóndor».
Habían pasado doce años de aquel viaje a caballo a México.
Era el 28 de setiembre de 1966, bajo la dictadura del general
102 Juan Carlos Onganía.
Cazaubón fue conmovido por aquella acción de los 18 «co-
mandos» que intentaron tomar las Islas Malvinas. La revista Pa-
norama editó un suplemento gratuito con muchas fotografías que
hoy, casi medio siglo después, se pueden encontrar en la web.
Pero desde la carpeta azul de Cazaubón surge el original
con el clásico aroma que deja el paso del tiempo sobre los pape-
les. Son fotografías en blanco y negro y la tapa muestra el mo-
mento en que «se cierra la portezuela del DC-4 de Aerolíneas
Argentina, LV-AGG, donde van los comandos. Sentada, se ve a la
única mujer del grupo», informa la revista.
El título de la publicación era «Operación Comando en las
Malvinas».
Luego, a doble página, la fotografía de aquellos muchachos
nacionalistas mostrando la bandera argentina en medio del frío
malvinero.
Dice el texto de Panorama, «los integrantes de la Operación
Cóndor: ‘Estamos unidos porque creemos que eludir un compro-
miso es cobardía. Estamos luchando y lucharemos. O concreta-
mos nuestro futuro o moriremos con el pasado’, tal fue la pro-
clama de los jóvenes que organizaron la operación comando»,
remarcaba el escrito.
Cazaubón, militante peronista y nacionalista, siguió juntando
y pegando recortes de la Operación Cóndor en su carpeta azul.
Allí estaba el nombre del jefe de aquella acción, Dardo Cabo,
que luego sería desaparecido durante la dictadura; y también
aparecía como subjefe, Alejandro Giovenco, alguien que después
fuera denunciado como integrante de las patotas de la uom y la
Triple A. Casi la síntesis de los enfrentamientos de la década del
setenta.
Pero entre esos papeles de diario, Cazaubón resalta un
nombre los que viajaban en el avión hacia Tierra del Fuego, Car-
los Villar, nada menos que el jefe de la Policía Federal y, en su
momento, el jefe operativo de la Triple A, luego ajusticiado por 103
Montoneros.

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


La última información que tienen los familiares es que mu-
rió y fue enterrado en el cementerio de Villa Gobernador Gálvez,
al sur de Rosario. •
El desaparecedor de Haroldo Conti y la Barrick

Miembros de la asamblea de Derechos Humanos y de las


agrupaciones ambientales de la provincia reconocieron al impu-
tado por la desaparición del escritor. Hoy intenta obtener una
cátedra en la Universidad Católica de San Juan.
Rubén Osvaldo Bufano, ex integrante del Batallón 601 y
104 acusado de ser uno de los responsables del secuestro y desapari-
ción del escritor Haroldo Conti, coordinó las tareas de la seguri-
dad privada de la Barrick Gold en el yacimiento Veladero, en la
provincia de San Juan, a partir de 2006, confirmaron fuentes sin-
dicales y profesionales de aquella capital cuyana. Hoy, el ahora
empresario del rubro intenta obtener una cátedra sobre «inteli-
gencia y seguridad» en la Universidad Católica de San Juan, se-
gún confiaron militantes de Derechos Humanos, al diario Tiem-
po Argentino, el 6 de diciembre de 2010.
El reciclaje de Bufano, también acusado de haber partici-
pado en la llamada Masacre de Fátima, en Pilar, provincia de
Buenos Aires, se inscribe en la lógica de la policía particular de
la multinacional minera que, en estos días, volvió a ser denuncia-
da por «perseguir» y «escuchar los llamados telefónicos» de los
ambientalistas de la Unión de Asambleas Ciudadanas.
Ramón Gómez Medero, integrante de la Unión de Asam-
bleas Ambientales de San Juan, sostiene que «la cuestión de la
policía privada de la Barrick es un secreto que circula. En reali-
dad, la mano de obra barata y sucia que trabaja para la empresa
es la mismísima policía provincial. Pero el trabajo del seguimien-
to, las escuchas y las amenazas contra nosotros proviene de este
tipo de expertos.» Agrega que, cuando se hacían las movilizacio-
nes en contra de las mineras a cielo abierto, Barrick tenía su ofici-
na en pleno centro sanjuanino. «Desde allí hemos visto personas
muy altas y rubias que no eran de acá y que formaban parte de
esa seguridad privada. Los informes que nosotros tenemos nos
dicen que se trata de hombres que formaron parte de conflictos
bélicos internacionales, más precisamente que estuvieron en la
guerra de Irak. Parece una película de ciencia ficción pero no lo
es», dice Ramón.
Gómez Medero explica que «el llamado D-2 de la policía
provincial le sirve a la minera, es decir que la seguridad pública
está al servicio de la transnacional, pero este es un esquema que
no sólo se da en San Juan, si no también en Catamarca, Chile y 105
Perú donde recientemente se hizo una película al respecto que se

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


llama Operación Diablo».
Para el militante, fundador de la Asamblea Permanente por
los Derechos Humanos de la capital cuyana, Eloy Camus, también
autor del libro Historia de víctimas del terrorismo de Estado. San Juan,
Argentina, Bufano llegó a la ciudad de la mano de Jorge Escobar,
«el Fujimori de Menem, empresario exitoso que iba a generar
un buen gobierno. En ese momento junto a un cabo del Ejército,
Obredor, Bufano fundó ovys y con esta empresa de seguridad
empezaron a recibir los beneficios del gobierno de Escobar, que
le daba a proteger las empresas del Estado, las privatizadas y
de algunos sanatorios, como ados, entre otros establecimientos.
Bufano está apañado por ese poder menemista que existe toda-
vía en San Juan». Y agrega que Bufano «camina libremente por
las calles de San Juan como si fuera un señorón a pesar de que
muchos sabemos de su pasado. Por eso es fundamental seguir
profundizando la democracia para perder el miedo y recuperar
nuestra dignidad. No es casualidad que se reciclen represores
para reciclar aparatos represivos. Es vital seguir adelante con la
reconstrucción de la memoria y también es necesario poner en
cuestionamiento al poder judicial que se hace el bobo ante estas
situaciones de impunidad.»
La presencia de Bufano en los planteles de seguridad priva-
da de la Barrick reactualiza la historia de La Forestal, otra trans-
nacional dedicada a la explotación de los recursos naturales, que
durante los años veinte del siglo pasado armó a su propia policía,
la «gendarmería volante», también llamada «Los Cardenales»,
con el apoyo del gobierno de Santa Fe.
La Barrick tiene el nombre comercial de Minera Argentina
Gold. En 2009 facturó 2200 millones de pesos, a razón de $4243
por minuto, colocándose en el puesto 71 entre las 1000 empresas
que más venden en el país.
106 En el informe Nunca Más, de la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas, se lee parte del legajo 77 que refiere
a la detención de Haroldo Pedro Conti, autor de Sudeste, En vida,
Alrededor de la jaula y la célebre Mascaró. El 4 de mayo de 1976
«fue aprehendido cuando retornaba a su domicilio de Capital Fe-
deral a medianoche, junto a su compañera Marta Beatriz Scavac
Bonavetti y el bebé de ambos. Allí tenía que aguardarlos un ami-
go. Al arribar a la vivienda, el amigo se encontraba ya maniatado,
había un grupo de individuos vestidos de civil, quienes golpea-
ron brutalmente a la pareja y la encerraron allí mismo, mien-
tras se peleaban por el reparto del botín: los sueldos de ambos,
percibidos esa mañana, efectos patrimoniales de toda naturaleza,
dejando escasamente los muebles de gran tamaño. Robaron los
originales de todas las obras de Conti y documentación perso-
nal», sostiene el documento.
Más adelante, el informe expresa que «los diarios de fecha
13 de noviembre de 1982 dieron cuenta de la detención, en la
ciudad de Ginebra, Suiza, de tres argentinos, quienes declara-
ron pertenecer a grupos secretos de represión política, autores
de secuestros extorsivos cuyos rescates cobrarían en aquel país
donde resultaron aprehendidos y que manifestaron estar en con-
diciones de proveer información sobre el destino de Conti». En
base a las fotografías «difundidas en su momento de los indivi-
duos detenidos en Suiza (Bufano, Martínez y otros), la señora
Scavac reconoció que el «amigo» que se hallaba en el domicilio
antes de que llegaran las fuerzas que capturaron a Conti y que
decía llamarse Juan Carlos Fabiani (quien había concurrido a
casa de Conti una semana antes del secuestro solicitando asilo
por sentirse perseguido por la policía a causa de su militancia
política), era el detenido Rubén Osvaldo Bufano -perteneciente,
según sus declaraciones, al Batallón 601 del Ejército-. Los hijos
de Conti -Marcelo Haroldo y Alejandra- del primer matrimo-
nio, también reconocieron dichas fotografías, ya en sede judicial,
como pertenecientes al ‘amigo’ a quien veían en la casa de su 107
padre cuando le efectuaban visitas…»

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


«En seguridad y en inteligencia, a mí el Ejército argentino me
formó muy bien. Yo le debo todo lo que sé, le debo toda mi vida.
Renegar de ese pasado sería renegar de mi vida», dijo Rubén Os-
valdo Bufano al Diario de Cuyo, el jueves 22 de agosto de 1996.
Aquella declaración fue consecuencia de la denuncia que
hiciera el entonces diputado nacional por el socialismo, Alfredo
Bravo, sobre la actividad del represor en democracia a través de
su empresa Oeste, Vigilancia y Seguridad (ovys) que prestaba
sus servicios a la Asociación de Obras Sociales (ados) y a Edessa,
la firma que se había quedado con la privatización del suminis-
tro de electricidad en la provincia de San Juan en tiempos del
gobierno de Jorge Escobar.
«Bufano fue la cara visible de la empresa ovys en los ’90.
Esa firma custodió el sanatorio Almirante Brown el día que la
psicóloga María Rosa Pacheco de Balamaceda fue vista por úl-
tima vez. Ella desapareció el 2 de junio de 1996», escribió el pe-
riodista Daniel Tejada en el Diario de Cuyo. Dos meses después,
llegó el repudio público de Bravo a la presencia de Bufano.
El 24 de junio de 2004, la cara del secuestrador volvió a apa-
recer en el diario. Se pedía su captura como presunto partícipe
de la llamada Masacre de Fátima, producida el 20 de agosto de
1976, cuando 30 personas alojadas en la Superintendencia de Se-
guridad Social de la Policía Federal fueron trasladadas en camio-
nes y en un punto de la Ruta 8, a la altura del kilómetro 62, en un
paraje conocido como Fátima, en el partido bonaerense de Pilar,
las fusilaron. El caso estaba siendo investigado por el juez fede-
ral Rodolfo Canicoba Corral. En junio de 2004, entonces, ordenó
la detención del agente del 601. Pero la causa tampoco prosperó.
Por vericuetos judiciales, Bufano gambeteó la causa, siguió
en libertad y de regreso a San Juan encontró un buen puesto
laboral: se convirtió, a través de la empresa Custo, en uno de los
108 responsables de la seguridad privada de la Barrick Gold, que en
octubre de 2005 había iniciado la explotación del yacimiento de
oro, plata y cobre de Veladero, a 4000 metros de altura. El dato
fue confirmado por dirigentes de la Asociación Obrera Minera
de la Argentina, delegación San Juan y por profesionales de la
ciudad y la región del noroeste argentino.
Tres empresas de seguridad privada son las que prestaron
sus servicios a la poderosa Barrick: Custo, Prosegur y la actual El
Guardián, a cargo del ex policía provincial Raúl Morán.
«Custo era una empresa que decía venir de Suiza. Allí, una
de las personas que manejaba todo era Bufano. Lo conozco muy
bien», dijo un dirigente de la Asociación Obrera Minera de San
Juan a este cronista. Para cerciorarse del dato llamó a otro ex
integrante de una fuerza de seguridad, también vinculado a la
seguridad privada de la minera canadiense. Y es curioso, porque
Bufano estaba en Suiza cuando fue detenido en 1982 y donde
otros sobrevivientes de la dictadura también lo reconocieron
como un infiltrado en distintas organizaciones políticas que tra-
bajan desde el exilio.
Profesionales que hoy trabajan en la capital sanjuanina y en
el noroeste argentino reconocieron al imputado de haber parti-
cipado en el secuestro de Haroldo Conti como uno de los princi-
pales coordinadores de la seguridad privada de la Barrick en el
yacimiento de Veladero.
Según el ex legislador provincial Diego Seguí, «cuando cual-
quiera quiere ir por el camino minero, o la llamada servidumbre
minera, no lo puede hacer, porque la empresa de seguridad pri-
vada de la Barrick impide el paso. Viene una requisa minuciosa
y sólo se puede pasar si la autorización proviene de la empresa
cuya sede no está en el cerro sino en la ciudad capital a casi 150
kilómetros de distancia. Ese es un camino provincial pero el con-
trol lo tiene la empresa».
Agrega que durante 2009 se llevó adelante una causa judicial
que investigaba el origen de camionetas 4x4 que se vendían en 109
Mendoza a precios extraños. «En realidad se trataba de vehículos

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


robados, reducidos y que luego se rearmaban para ser vendidos
en la provincia vecina. La investigación determinó que el origen
de este material era el yacimiento de Veladero. Pero la justicia
no llegó a nada, porque cuando la jueza que llevaba adelante la
investigación quiso acceder al establecimiento, la seguridad pri-
vada de la firma no la dejó entrar. Es decir, un poder por encima
de la propia justicia provincial. Fue un escándalo, pero no pasó
más nada», agregó Seguí.
El periodista del diario Huarpe, Ernesto Simón, dice que no
se sorprendería si reaparece Bufano como jefe de seguridad de
la Barrick. «Recuerdo que Bufano era propietario de dos esta-
ciones de servicio Raza, en pleno centro sanjuanino. También es
conocida su participación en los sucesos relacionados con la des-
aparición de la psicóloga Pacheco. El problema es que Bufano
actúa detrás de alguna otra persona, porque sabe que su pasado
se conoce. Debe andar bien camuflado», apunta.
La jueza de ejecución penal de la provincia, Margarita Ca-
mus, integrante del Centro de Estudios Legales y Sociales, señala:
«Hace más de cuatro años que pedí informes sobre las causas
judiciales que lo involucran a Bufano y para mi sorpresa saltó
que la orden de detención que se había librado en su contra es-
taba sin efecto». Dice que el reciclaje de Bufano se dio a través
de la agencia de seguridad ovys, la protección de los sanatorios
y clínicas como ados y que su nombre volvió a estar sobre el
tapete con la desaparición de la psicóloga Pacheco. «Una mujer
que trabaja con chicos que sabían del negocio del narcotráfico
acá en San Juan. Bufano fue investigado, la causa quedó en nada
y realmente tuvo ribetes escandalosos. Lo que tiene que quedar
claro es que toda esta gente siguió haciendo lo que hacía antes.
Ninguno de ellos se puso un comedor…», ironiza Camus.
Mientras la minera factura más de 4200 pesos por minuto,
110 Bufano, experto en seguridad e inteligencia, camina con tranqui-
lidad por las calles céntricas de San Juan. Sabe que la multina-
cional está custodiada por expertos muy parecidos a él mismo.

Tiempo después de aquella nota, la jueza Alicia Vence, del


Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional de San Martín N°
2, procesó, sin prisión preventiva, a tres ex directivos de la empre-
sa Ford, por la causa en la que se investigan los secuestros de 24
obreros de esa automotriz, ocurridos entre marzo y agosto de 1976.
En tanto, en San Juan fue detenido Rubén Bufano, acusado
de ser uno de los responsables del secuestro y desaparición del
escritor y periodista Haroldo Conti y de haber participado en la
llamada Masacre de Fátima en Pilar. Actualmente, era el respon-
sable de seguridad de la minera Barrick Gold.
«Bufano es un personaje de los tantos personajes oscuros
que han pasado por esta bendita ‘Barrica’ y este gobierno que
tenemos en San Juan. Era el jefe de la seguridad de quienes con-
trolaban la seguridad y los controles de la Barrica, estaba a cargo
de la empresa Pro Segur, fue la primera empresa que se contrató.
En el momento en que esto sale a la luz, hace cuatro años empe-
zamos a saber de esta persona. Antes sabíamos su nombre pero
no el personaje siniestro que era. Se manejaba de una manera
muy cómoda, con total impunidad, paseaba por las calles de San
Juan muy tranquilo pero desde hace algunos años cuando se em-
pezó a investigar y a saber lo que realmente había pasado se
hizo una investigación, vino Carlos del Frade me acuerdo y esta
persona dejó de andar por los lugares habituales por los que an-
daba normalmente. Acá las informaciones en San Juan son muy
escasas y como todos sabemos nos limitan mucho la informa-
ción. Solo sabemos que fue detenido pero no tenemos detalles
porque en los medios de acá no se informó», declaró José Leiva,
de la Organización Sindical Mineros Argentinos (osma-cta), en
una entrevista con la Agencia acta.
111
La balada del reciclado

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


27 de mayo de 2013

-Uno se pregunta si no es una tarea inútil la nuestra, eso


de escribir fatigosamente, de atornillarse a una silla sin saber si
vamos a trascender ese acto individual y llegar a un público. A
veces ocurre que las ganas de escribir son como una enfermedad
y uno escribe para curarse. He dicho muchas veces que yo no es-
cribo la Historia sino las historias de las gentes, de los hombres
concretos. Escribo para rescatar hechos, para rescatarme a mí
mismo.
Podría decirles más: creo que toda mi obra es una obsesiva
lucha contra el tiempo, contra el olvido de los seres y las cosas.
Uno siente que envejece, que se va y quiere que algunas cosas, de
alguna manera, permanezcan. Es una cuestión, diríamos, metafí-
sica, y determina todo lo que escribo -dijo alguna vez uno de los
mejores escritores de lengua española, Haroldo Conti, desapare-
cido el 5 de mayo de 1976.
Treinta y siete años después, permanecen los relatos de Ha-
roldo y también permanecía la impunidad de uno de sus aparen-
tes secuestradores. El jueves 16 de mayo pasado, Rubén Osvaldo
Bufano, un ex agente de Inteligencia del Batallón 601 del Ejército,
fue detenido en su domicilio de la calle Santa Rosa, del Barrio
Centinela II, en Rivadavia, San Juan, y trasladado a la Capital
Federal, donde fue puesto a disposición del juez federal Gonella.
Se lo acusa a Bufano, entre otros cargos, de haber participado en
una asociación criminal que secuestraba empresarios para pedir
rescates a fines de los ‘70 y comienzos de los ‘80. De hecho, fue
una vez capturado en Suiza al intentar cobrar el rescate por Fer-
nando Combal, y luego extraditado a la Argentina, donde se lo
excarceló por «falta de méritos» y finalmente se lo desprocesó,
con fallo de la Corte Suprema. En el informe de la Comisión
112 Nacional de Desaparición de Personas, «Nunca Más», Bufano
aparece como uno de los responsables del secuestro de Haroldo
Conti asumiendo la personalidad de un compañero de militancia,
hecho desmentido por Marcelo Conti, uno de los hijos de Harol-
do en diálogo con este cronista.
En el año 2010, este cronista escribió que Bufano coordinó las
tareas de la seguridad privada de la Barrick Gold en el yacimiento
Veladero, en la provincia de San Juan, a partir de 2006, confirma-
ron fuentes sindicales y profesionales de aquella capital cuyana.
Hoy, el ahora empresario del rubro intenta obtener una cátedra
sobre «inteligencia y seguridad» en la Universidad Católica de San
Juan, según confiaron militantes de Derechos Humanos.
El reciclaje de Bufano, también acusado de haber partici-
pado en la llamada Masacre de Fátima, en Pilar, provincia de
Buenos Aires, se inscribe en la lógica de la policía particular de
la multinacional minera que, en estos días, volvió a ser denuncia-
da por «perseguir» y «escuchar los llamados telefónicos» de los
ambientalistas de la Unión de Asambleas Ciudadanas.
Ramón Gómez Medero, integrante de la Unión de Asam-
bleas Ambientales de San Juan, sostiene que «la cuestión de la
policía privada de la Barrick es un secreto que circula. En reali-
dad, la mano de obra barata y sucia que trabaja para la empresa
es la mismísima policía provincial. Pero el trabajo del seguimien-
to, las escuchas y las amenazas contra nosotros proviene de este
tipo de expertos.» Agrega que, cuando se hacían las movilizacio-
nes en contra de las mineras a cielo abierto, Barrick tenía su ofici-
na en pleno centro sanjuanino. «Desde allí hemos visto personas
muy altas y rubias que no eran de acá y que formaban parte de
esa seguridad privada. Los informes que nosotros tenemos nos
dicen que se trata de hombres que formaron parte de conflictos
bélicos internacionales, más precisamente que estuvieron en la
guerra de Irak. Parece una película de ciencia ficción pero no lo
es», dice Ramón.
Para el militante, fundador de la Asamblea Permanente por 113
los Derechos Humanos de la capital cuyana, Eloy Camus, tam-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


bién autor del libro «Historia de víctimas del terrorismo de Esta-
do. San Juan, Argentina», Bufano llegó a la ciudad de la mano de
Jorge Escobar, «el Fujimori de Menem, empresario exitoso que
iba a generar un buen gobierno. En ese momento junto a un cabo
del Ejército, Obredor, Bufano fundó OVYS y con esta empresa
de seguridad empezaron a recibir los beneficios del gobierno
de Escobar, que le daba a proteger las empresas del Estado, las
privatizadas y de algunos sanatorios, como ADOS, entre otros
establecimientos. Bufano está apañado por ese poder menemista
que existe todavía en San Juan». Y agregaba que Bufano «camina
libremente por las calles de San Juan como si fuera un señorón a
pesar de que muchos sabemos de su pasado»
La presencia de Bufano en los planteles de seguridad priva-
da de la Barrick reactualiza la historia de La Forestal, otra trans-
nacional dedicada a la explotación de los recursos naturales, que
durante los años veinte del siglo pasado armó a su propia policía,
la «gendarmería volante», también llamada «Los Cardenales»,
con el apoyo del gobierno de Santa Fe.
Barrick Argentina respondió a través de Dante M. Ramos,
por entonces director de Asuntos Corporativos, diciendo que «la
empresa de seguridad Custo prestó servicios de seguridad en la
operación minera Veladero durante los años 2004 y 2005. Duran-
te eses período, ninguna persona llamada Rubén Osvaldo Bufa-
no prestó servicios a Barrick en nombre de dicha compañía. Y,
hasta donde es de nuestro conocimiento, la misma no pertenecía
a dicha compañía en aquel entonces». El párrafo es muy inte-
resante porque revela el estrecho conocimiento de parte de la
Barrick de la vida laboral y profesional de Bufano. Un saber que
solamente puede ser hijo de una relación aceitada.
Hoy la Barrick, suspendida en Chile por su contaminación,
sigue funcionando en la Argentina con el apoyo de la presidenta
114 de la Nación y el gobernador de San Juan. Durante 2012 facturó
6.221 millones de pesos y ganó 2.409 millones de pesos netos.
Una utilidad de más de 278 mil pesos por hora.
Según José Leiva, secretario general de la Organización Sin-
dical Mineros Argentinos, de San Juan, «Bufano es un personaje
de los tantos personajes oscuros que han pasado por esta bendi-
ta «Barrica» y este gobierno que tenemos acá en San Juan. Bufa-
no era el jefe de la seguridad de quienes controlaban la Barrica,
estaba a cargo de la empresa Pro Segur, fue la primera empresa
que se contrató. Se manejaba de una manera muy cómoda, con
total impunidad, paseaba por las calles de San Juan muy tranqui-
lo pero desde hace algunos años cuando se empezó a investigar y
a saber lo que realmente había pasado se hizo una investigación
y esta persona dejó de andar por los lugares habituales por los
que andaba normalmente», sostuvo Leiva.
La impunidad de Bufano parece haber llegado a su fin. La
cuestión es la impunidad de los demás represores reciclados y
aquellos que los manejan, los verdaderos titiriteros. Esos inte-
reses para los que no hay mucha diferencia entre dictaduras y
democracias.

Fuentes: Investigación periodística del autor de esta crónica; car-


ta de la Barrick del 7 de diciembre de 2010; agencia ACTA, de la CTA;
entrevista a Marcelo Haroldo Conti, el martes 21 de mayo de 2013 en el
programa «Radiohistorias», de Radio Universidad de Rosario y diarios
regionales. •
Otro que inventó la muerte (Gazari Barroso)

En agosto de 2008, escribimos: «Julián Gazari Barroso era


uno de los represores más buscados del Segundo Cuerpo de
Ejército. Fue dado por muerto durante años, pero detectado en
el departamento que declaró como su domicilio, en Capital Fede-
ral, apenas finalizada la dictadura. Fue detenido por orden de la
Justicia Federal en marzo pasado e indagado por su rol como jefe 115
del área Operaciones del Segundo Cuerpo de Ejército, entre 1976

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


y 1977, primero bajo las órdenes de Ramón Genaro Díaz Bessone
y después de Leopoldo Fortunato Galtieri. El militar retirado está
imputado en tres causas por las desapariciones de Sonia Beatriz
González y Rubén Tito Messiez, y por ser miembro de una aso-
ciación ilícita».

-Ay, Julián para qué le dije que estabas… -se lamenta la se-
ñora del otro lado de la línea. Son las 12.36 del sábado 14 de julio
de 2007. El cronista llama desde Rosario al (011) 47859675, el do-
micilio del «coronel» Julián Gazari Barroso, jefe del área Opera-
ciones del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército con asiento
en Rosario y jurisdicción sobre las provincias de Santa Fe, Chaco,
Formosa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos, entre 1976 y 1977.
Hay unos segundos de silencio…
-Hola, ¿quién habla? -pregunta una voz cansada, casi cas-
cada que denota un hombre mayor. Me presento como perio-
dista de investigación y le digo que su nombre está en la Justicia
Federal rosarina vinculado con los delitos cometidos durante los
días de Ramón Genaro Díaz Bessone como comandante de Se-
gundo Cuerpo.
-Es la primera noticia que tengo -dice el «coronel».
-Sin embargo usted hizo presentaciones judiciales en el año
1987 para no venir a declarar a Rosario y estableció como domi-
cilio la sede del Comando, en Sarmiento al 1300.
-Nunca se me acusó de nada…
-Pero usted está imputado en las causas.
-Mire… una vez el presidente del Partido Comunista habló
de que había detenidos por la subversión en tal lugar y nosotros
ordenamos investigar y no había nada… Desde entonces nunca
tuve noticias de algo así.
-Sin embargo usted formaba parte del Comando del Segun-
116 do Cuerpo en tiempos de la dictadura…
-Pero ahora vivo en Buenos Aires… En fin, es la primera
noticia que tengo sobre este tipo de cosas… La verdad es que no
se si habrá todavía algún papelito dando vueltas por ahí… Nunca
tuve ninguna acusación -repite quien fuera el titular del área
Operaciones en los tiempos más duros del terrorismo de Estado.
-A usted se le imputa haber participado de la desaparición
de Sonia Beatriz González.
-¿Quién…? No me suena para nada…
-¿Usted va a venir a declarar a Rosario cuando se lo cite?
-Eso no lo decido yo… Pero si me llaman, seguramente iré…
Es la primera noticia que tengo. En algún momento estuvieron
respondiendo Luciano Jáuregui, que en paz descanse, y también
Galtieri… (Ahora se escucha la voz de la mujer que le dice: -No
hablés más, Julián. Y el «coronel» que le contesta: -No pasa nada).
-¿Usted dice que jamás participó de hechos aberrantes?
-En absoluto. Siempre me he comportado bien, durante
toda mi vida.
-Sin embargo usted es consciente de que se produjeron he-
chos aberrantes mientras trabajaba en el Comando del Segundo
Cuerpo de Ejército.
-No les diría así… Se cometieron algunos excesos de parte de
alguna gente de las Fuerzas Armadas y las fuerzas de seguridad.
Ahora el «coronel» pide el nombre del cronista, dice no te-
ner computadora y solicita el número de teléfono del entrevista-
dor. Se los doy.
Gazari Barroso no está muerto ni perdido como se decía
desde hace años en los Tribunales Federales de la ciudad de Ro-
sario. Nadie lo quiso encontrar… por lo menos hasta ahora.

De huéspedes y anfitriones
«B. A. Homestay es una organización fundada por María
Luisa Etiennot desde hace más de 15 años, brindando alojamien- 117
to en la Argentina a estudiantes, profesores y empresarios; ya sea

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


en casas de familias o con alquileres temporarios», dice la página
oficial de la empresa que se ofrece como anfitrión de visitantes
extranjeros el domicilio del ex jefe de Operaciones del Comando
del Segundo Cuerpo de Ejército, Julián Gazari Barroso.
La firma sostiene que «durante este tiempo» dieron «aloja-
miento a unas 1.300 personas que han sido hospedadas en 350
casas de familia», una de ellas el hogar del militar.
«B. A. Homestay está compuesto por un grupo de profe-
sionales interdisciplinarios que reúnen 15 años de experiencia y
prestigio en el área de intercambios internacionales», asegura el
sitio web www.bahomestay.com.ar
En el apartado dedicado a los anfitriones, se puede leer: «Si
usted tiene comodidades en su casa y desea enriquecer su expe-
riencia y la de sus hijos, puede contar con B. A. Homestay para
que lo contacte con extranjeros que además de conocer nuestro
país, desean conocer su gente y su cultura viviendo con una fami-
lia argentina. A través de B. A. Homestay, usted se asegura reci-
bir personas de acuerdo con sus expectativas y la posibilidad de
un responsable de residencia permanente en el país. Desde hace
más de 15 años, que B. A. Homestay ayuda a cambiar las vidas
de más de 350 familias argentinas que han recibido más de 1.300
estudiantes y profesionales. Si quiere ser una de las familias que
trabajan con B. A. Homestay o quiere más información sobre
esta posibilidad; no deje de contactarse con nosotros o nosotros
nos contactaremos con usted si nos envía el formulario en línea,
o el archivo del formulario por correo (no todos los datos son
necesarios, pero cuanto mayor información nos brinde mejor le
podremos ayudar)».
Con respecto al alojamiento en casas de familia, B. A. Ho-
mestay sostiene: «Le permite al huésped compartir con una fa-
milia argentina sus costumbres, pudiendo así comprender mejor
118 nuestra cultura; como así también practicar el idioma y recibir
de la familia toda la contención y cuidados necesarios para que
capitalice dicha experiencia».
El servicio incluye, entre otras cosas, «selección personali-
zada de cada familia para el huésped; sugerencias para una me-
jor convivencia; asistencia a los alumnos y familia ante cualquier
duda que tengan sobre la convivencia» y «feedback de los hués-
pedes y las familias».
Prometen «una evaluación» de todas las actividades con el
objetivo de «medir la satisfacción del estudiante y poder reali-
mentar» el proceso de mejora continua.
En ninguno de los puntos en los que piden evaluar al po-
tencial anfitrión existe la posibilidad de identificar el domicilio
de un represor. Queda claro que eso debería ser función de la
Justicia Federal y otros organismos nacionales.
Sin embargo, la empresa ya sabe desde hace un tiempo qué
tipo de personaje es Gazari Barroso porque ha recibido la in-
quietud de varios huéspedes. La respuesta fue mudarlos de casa. •
Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad
119
120
Capítulo 5 121
El origen del narcotráfico

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


en la Argentina

El narcotráfico comenzó siendo un negocio paraestatal de


la dictadura argentina a partir de las relaciones tejidas desde el
Segundo Cuerpo de Ejército, con asiento en Rosario y jurisdic-
ción sobre las provincias de Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones,
Corrientes y Entre Ríos. Eran los tiempos de Leopoldo Fortunato
Galtieri, Jorge Videla y Emilio Massera, por un lado; y los altos
oficiales del ejército boliviano que luego desatarían la dictadura
del 17 de julio de 1980, general Luis García Meza y coronel Luis
Arce Gómez.
Así se desprende de la declaración de un ex integrante del
Servicio de Inteligencia del Ejército argentino realizada en Brasil
en el año 2009 y que, por primera vez, es publicado en esta nota.
De tal forma, los primeros envíos masivos de cocaína a través de
la ruta 34 fueron la consecuencia de un acuerdo que venía estable-
ciéndose, por lo menos, desde los tiempos del Mundial de 1978,
entre funcionarios de las dictaduras de Hugo Banzer y Videla.
121
Esta es la historia que sigue desarrollándose por estos días
en las geografías de Buenos Aires, Rosario y Córdoba, entre
otros centros urbanos. Y como todo gran negocio capitalista, de
arriba hacia abajo y con complicidades en los diferentes nichos
de corrupción de los distintos gobiernos. •

122
La memoria de los represores

El 10 de diciembre de 1998, el entonces comisario principal


José Rubén Lo Fiego, fue puesto a disponibilidad por la resolu-
ción 879 del gobierno provincial. Estaba imputado de 68 delitos
de lesa humanidad y fue el principal torturador del Servicio de
Informaciones de la Unidad Regional II, entre 1976 y 1979. El
«Ciego» o «Mengele», habló en tres ocasiones con este cronista 123
entre setiembre y diciembre de 1997 en su despacho del área

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Logística, en el subsuelo de la ex Jefatura de Policía, justo en la
ochava de Santa Fe y Moreno. No está arrepentido de nada y
sus diálogos con los periodistas apuntan a relativizar su siniestra
historia personal.
Lo que sigue es un resumen de aquellos encuentros.
-Vamos a ahorrarnos algunas cosas. Sé quién es usted.
¿Dónde están los cuerpos de los desaparecidos y qué hicieron
con los chicos nacidos en cautiverio? -fue la pregunta que sinte-
tizó la primera entrevista.
-No sé nada de eso -contestó Lo Fiego en su despacho
adornado con un poster del equipo de Central ganador de la
Conmebol de 1995.
-Me gustaría saber quiénes fueron los apoyos políticos y
económicos que los manejaban a ustedes.
-No se consiguió todo a través de la tortura. Acá mucha
gente jugaba al superagente y en todos lados había un terroris-
ta. Colaboracionismo. Hubo mucho colaboracionismo. Trate de
grabar esa palabra en su memoria. Más allá de lo que usted pien-
sa. Lo peor de todo es la conspiración de los idiotas -dice en
referencia de otros oficiales de la policía.
-Había una presión insoportable de parte del comando. La
formación la obtuve por las mías. Ahora hay una cultura light.
Acepto la tortura, pero no el robo ni la droga -admitió el 9 de di-
ciembre de 1997, en comparación con otros policías. -Tampoco
soy un matasiete -agregó ese día mientras tomaba mate hacien-
do alusión a una palabra que surgió en la literatura nacional en
El Matadero, el cuento de Esteban Echeverría en el que denuncia-
ba las atrocidades de la policía rosista, «la mazorca».
Esta crónica fue publicada en nuestro libro «El Rosario de
Galtieri y Feced», del 2000 y también formó parte del primer
tomo de «Ciudad blanca, crónica negra. Historia política del nar-
124 cotráfico en el Gran Rosario», publicado durante el mismo año.
Lo Fiego daba a entender que él se lavaba las manos de la
sangre de los torturados y que luego escribía los partes al Coman-
do del Segundo Cuerpo de Ejército, en los días de Ramón Genaro
Díaz Bessone y Leopoldo Fortunato Galtieri, sin necesidad de
recurrir a algún tipo de apoyo químico. Sin embargo, algunos
de sus compañeros de torturas sí necesitaban «de la blanca que
venía del Comando», tal como lo sugirió en aquel encuentro. •
El negocio paraestatal

En forma paralela a aquellos recuerdos de Lo Fiego, Gusta-


vo Bueno, ex oficial de la policía rosarina desde 1971 a 1975, fue
convocado al Comando del Segundo Cuerpo de Ejército en 1977.
Luego lo enviaron a un área de «preconflicto entre la Argen-
tina y Chile.
Hacia 1978 volvió a Rosario «para ejercer actividades de in- 125
teligencia en el Destacamento de Inteligencia 121, en el sector

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


llamado aei -Actividades Especiales de Inteligencia-, donde
había estado desde 1975.
Bueno, en medio de estas idas y vueltas, trabajó durante
dos años junto al entonces coronel Oscar Pascual Guerrieri en el
llamado Grupo de Operaciones Especiales (oe).
Muchos años después, en el contexto del juicio por delitos
de lesa humanidad, Gustavo Bueno (integrante del Servicio de
Informaciones del Ejército Argentino, dependiente del segundo
jefe del Destacamento de Inteligencia 121, el entonces teniente
coronel Pascual Oscar Guerrieri) confesó que el alto jefe militar
estaba en el negocio paraestatal del narcotráfico. Lo hizo ante el
doctor Otmar Paulucci, presidente del Tribunal Oral Federal Nº 1
de Rosario, en la ciudad de Belem, estado de Pará, en la Repúbli-
ca Federativa de Brasil, el lunes 30 de noviembre de 2009.
La primera mención a esta declaración apareció el domin-
go 13 de diciembre de 2009 en el diario Rosario/12 a través de
una nota del periodista José Maggi. Ahora, por primera vez, se
publica la copia en castellano de los dichos de Bueno en la sede
policial brasileña:
-…Sí, Guerrieri estaba vinculado al tráfico de cocaína. Es-
taba vinculado a Arce Gómez y García Meza. Había una interna
en la época de elección de Galtieri, que desplazó a Viola. Había
plata que trajeron de los cocacoleros de Bolivia. Tenía que libe-
rar el norte de Argentina. Otro del acuerdo era Noriega, del que
se encargaron otros servicios de otros países. El organizó cosas
muchas veces en mi contra. En Rosario fue en varias veces -sos-
tuvo Bueno quien goza de un tratamiento muy especial en Brasil,
según constató el juez Paulucci.
El 2 de diciembre de 2009, Bueno agregó que «en principio,
Oscar Guerrieri dijo que el grupo especial tenía por objetivo com-
batir a los Montoneros. Que el declarante entró en conflicto con
126 ese grupo porque no aceptó los desvíos de conducta de Guerrieri.
Que el declarante desempeñaba actividades de contrainteligen-
cia y, en ese trabajo, investigó al teniente coronel Oscar Pascual
Guerrieri y a otros, por supuesto involucramiento con oficiales
del ejército boliviano relacionados al tráfico. Que se quedó tra-
bajando en el sector de Actividades Especiales de Inteligencia
hasta noviembre de 1979… y que en noviembre de 1979 salió de la
Argentina al entender que el coronel Guerrieri quería ejecutarlo…
que en 1979 el declarante salió a pie de Rosario, dejando su arma
y su credencial y vino a Brasil…».
Guerrieri se desempeñó desde el 6 de diciembre de 1976
hasta el 26 de enero de 1979 en el Destacamento de Inteligencia
121 del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército con asiento
en Rosario. Fue ascendido a teniente coronel el 31 de diciembre
de 1976. Revistaba como segundo jefe, un escalón por debajo de
Edgardo Alcides Juvenal Pozzi, titular del Destacamento de Inte-
ligencia. Fue condenado por crímenes de lesa humanidad a per-
petua porque quedó establecido que tenía «absoluto dominio de
la puesta en marcha de los operativos, sobre las líneas concretas
que debía seguir la inteligencia represiva, sobre la ‘evaluación’
de los secuestrados y su permanencia en los centros clandestinos
de detención, sobre la metodología y lugar de cautiverio y, en
definitiva, sobre el destino final de las víctimas». Era el mayor
«Jorge» en la Quinta de Funes, descripta en Recuerdo de la muerte,
de Miguel Bonasso. Junto a él, en aquellos días, estaba «Gustavo»
que no era otro que Gustavo Bueno. •
La conexión boliviana

Roberto Suárez Gómez, el llamado «Rey de la cocaína», pro-


veedor nada menos que de Pablo Escobar Gaviria, «acusó a la
coalición de gobierno de Paz Estensoro y Banzer Suárez, además
de todos los anteriores gobernantes del país desde finales de la
década del setenta, de ser y haber sido cómplices del narcotráfi-
co bajo la protección de la cia y la anuencia del gobierno de los 127
Estados Unidos de América, supervisada por medio de su emba-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


jada en el país», cuenta su ex mujer, Ayda Levy, en su libro El Rey
de la Cocaína. Mi vida con Roberto Suárez Gómez y el nacimiento del
primer narcoestado.
La mujer sostuvo, además, que «en el mes de febrero de
1980 viajaron a la ciudad de Buenos Aires, el ex ministro de Agri-
cultura Marcelo Ibáñez, Klaus Altmann y un agente de la cia, de
apellido Perou, para reunirse con los miembros de la Junta Mili-
tar que gobernaba la Argentina desde 1976. Su misión era lograr
el apoyo de nuestros vecinos al golpe de Estado que se gestaba
en Bolivia. Los emisarios cumplieron su mandato a cabalidad. La
junta de comandantes, dirigida por el general Jorge Rafael Vide-
la, dio su total respaldo al proyecto. Las alas del tenebroso Plan
Cóndor se extenderían hasta nuestro país», expresó Ayda Levy.
La señora explica que el principal argumento que desarro-
llaba su marido era que «al ser Bolivia un país monoproductor
minero, ante la caída del precio del estaño en los mercados inter-
nacionales la coca era el único recurso estratégico renovable que
le quedaba al gobierno para sacar al país del subdesarrollo y sa-
ciar el hambre del pueblo». Estaba completamente seguro de que
podíamos pagar en treinta y seis meses la deuda externa del país
que, por esos años ascendía a tres mil millones de dólares ame-
ricanos. Finalmente, para tratar de convencerme, me dijo: «Los
gringos siempre manejan un doble discurso y tienen una falsa
moral. Te doy sólo dos ejemplos para comprobar la veracidad de
lo que te estoy diciendo: los cigarrillos que fabrica la tabacalera
Philip Morris y las armas que fabrica Smith & Wesson, que se
venden sin control en los Estados Unidos, matan anualmente a
más gente que la cocaína», se puede leer en otro párrafo del libro
mencionado.
El testimonio de Ayda Levy y las confesiones de Lo Fiego
y Gustavo Bueno dan cuenta de una serie de relaciones que ve-
128 nía estableciendo la dictadura de Videla con sus pares bolivianos
desde antes del narcogolpe del 17 de julio de 1980.
Contactos que tuvieron su mayor desarrollo alrededor de la
llamada zona franca boliviana en el puerto rosarino. •
Los contactos de Massera y Galtieri

«Los comandantes en jefe de las Armadas de la Argentina


y Bolivia, almirante Eduardo Emilio Massera y vicealmirante
Gutenberg Barroso Hurtado, respectivamente, presidieron en la
mañana de ayer el acto de recepción en la zona franca de Bolivia,
en el puerto de Rosario, del buque Libertador Simón Bolívar, escri-
bió el diario La Prensa, el 25 de abril de 1978. 129
Se leyó un mensaje del entonces presidente del país her-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


mano, Hugo Banzer Suárez, donde destacaba que «es el primer
barco boliviano que surca el océano, llevando en el corazón de
sus tripulantes la esperanza de un pueblo que a pesar de todas
las adversidades, jamás renunciará al derecho de volver sobera-
namente al Pacífico».
Junto al almirante Massera estaba el comandante del Se-
gundo Cuerpo de Ejército, Leopoldo Fortunato Galtieri.
«América tiene un significado en el mundo de hoy, con una
Europa convulsionada con el terrorismo que ya pasó por acá;
donde hay un Medio Oriente también convulsionado entre gru-
pos y grupos, en los que yo diría que nadie sabe quién es quién.
Latinoamérica significa una cosa nueva. Una cosa más profun-
da…», filosofó Massera ante los periodistas.
Por su parte, el vicealmirante boliviano Barroso Hurtado sos-
tuvo: «Nada habría sido más significativo para mi país que recibir
al buque transporte Libertador Simón Bolívar entrando en aguas y
puerto bolivianos. Ello no pudo ser, como lo esperaba América a
los casi cien años del encierro asfixiante que sufre mi patria. Pero
frente a la incomprensión que todavía ensombrece el horizonte
del destino continental, felizmente surge la palabra amiga, el res-
paldo solidario, la tierra que se brinda…», agradeció el oficial de la
armada de la dictadura de Banzer Suárez, aquella que ya comen-
zaba a comercializar los productos de Suárez Gómez, el «rey de la
cocaína», tal como lo expresó su mujer Ayda Levy.
La zona franca de Bolivia en el puerto rosarino fue el resul-
tado de un convenio suscripto el 4 de junio de 1969 por el que se
cedieron 55 mil metros cuadrados y que tenía previsto realizar el
primer embarque en febrero de 1973 consistente en 25 mil tone-
ladas de algodón hacia Japón. Después vendrían exportaciones
de azúcar a los Estados Unidos, madera a Europa y minerales.
Uno de los principales impulsores de los acuerdos en torno
130 a la utilización de la zona franca en el puerto rosarino era Waldo
Cerruto Calderón de la Barca que sería luego embajador durante
la narcodictadura de Luis García Meza y Luis Arce Gómez.
Otro de los que fogoneaba los encuentros con los referentes
rosarinos de la dictadura argentina era el entonces director gene-
ral de Política Exterior de Bolivia, el embajador de Hugo Banzer,
Javier Murillo de la Rocha.
El 6 de julio de 1976, el vicealmirante retirado, Jorge Aníbal
Desimoni, a cargo del gobierno de la provincia de Santa Fe, reci-
bió a representantes de la dictadura de Hugo Banzer Suárez para
hacer entrega formal de la zona franca del puerto rosarino.
Entre ellos estaba Raúl Tejerina Barrientos, agregado mili-
tar, uno de los principales integrantes del Plan Cóndor, corres-
ponsable del asesinato del General Juan José Torres, cometido
en Buenos Aires el 2 de junio de 1976 y señalado como uno de
los más hábiles cerebros del negocio paraestatal del narcotráfico,
según señalan las excelentes investigaciones de Martín Sivak (El
asesinato de Juan José Torres: Banzer y el Mercosur de la muerte) y Ro-
mán Lejtman (Narcogate).
Los negocios de Banzer con la dictadura argentina fueron
continuados y profundizados durante los tiempos de la narcodic-
tadura de García Meza. Por eso hubo reciclaje de funcionarios
y, en forma paralela, la zona franca del puerto rosarino siempre
apareció como excusa para desarrollarlo como cabecera de playa.
Por eso la confesión del ex servicio de inteligencia del Ejér-
cito argentino, Gustavo Bueno, termina siendo la confirmación
del inicio del negocio paraestatal del narcotráfico desde la región
del Gran Rosario.
No fue casualidad que a principios de 1979, Leopoldo Gal-
tieri saltara al Primer Cuerpo de Ejército y luego a la presidencia
en reemplazo de Roberto Eduardo Viola.
Galtieri no solamente tuvo el apoyo de los grandes empre-
sarios del sur de la provincia de Santa Fe sino también del nar-
coestado construido por las dictaduras de Banzer y García Meza. 131
Quizás por eso Galtieri sostuvo, alguna vez: «En Bolivia yo

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


decido a quién y cuándo poner en el poder y cuándo sacarlo».
Quizás por eso Pascual Guerrieri, el nexo entre ambas dic-
taduras, en uno de sus alegatos en los juicios de lesa humanidad
llevados a cabo en Rosario, ofrecía sus servicios, su larga expe-
riencia y preparación para combatir al narcotráfico.
De allí que la confesión de Gustavo Bueno prueba que el
negocio del narcotráfico es, desde su origen, paraestatal y que,
como muchas actividades económicas ilegales del presente, co-
menzó en los tiempos del terrorismo de Estado. Desde una geo-
grafía estratégica que no por casualidad sufre las consecuencias
de tanta impunidad acumulada durante años: la región del Gran
Rosario. •
132
Capítulo 6 133
40 x 40

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Números y frases para pensar los 40
años del golpe de estado de 1976

1. 20 mil fábricas fueron


cerradas en esos días.

«El empresariado argentino ha crecido y está decidido a


aceptar el desafío que significa la reconstrucción de la república.
Por ello estamos aquí reunidos, para conocer el pensamiento de
las fuerzas armadas y poder así reflexionar sobre la naturaleza
de sus designios, determinando la dimensión exacta de nuestra
responsabilidad empresarial», dijo un exultante representante
de la Federación Gremial de la Industria y Comercio de Rosario,
José Luis Pinasco, en octubre de 1977 al recibir a Díaz Bessone.
El militar no se quedó atrás: «Los empresarios forman uno
de los primeros sectores que constituyen la nación día a día. Aca-
so por eso fueron uno de los blancos predilectos de la agresión
133
criminal de las hordas marxistas. Por eso la responsabilidad mo-
ral es la otra gran vertiente de esta eminente función social, y co-
mienza dentro de la misma empresa. Allí los derechos ceden su
lugar a los deberes. Defender la empresa y la propiedad privada
contra agresores de toda índole es el primer deber», sostuvo en
una clara conciencia del rol de los militares como celadores del
gran capital.
134

2. 30 mil detenidos desaparecidos.

Walter Klein, socio de Martínez de Hoz, años después, fue


mucho más contundente frente a la embajada de los Estados
Unidos: «Quédense tranquilos, todos los activistas gremiales de
Villa Constitución ya están bajo tierra».
Rodolfo Peregrino Fernández, ex comisario de la Policía Fe-
deral relató ante la Comisión Argentina de Derechos Humanos,
en 1983, que «otra represión notoria de la Triple A fue la ejercida
contra los activistas sindicales de Villa Constitución».
Esa «operación fue dirigida por el comisario Antonio Fisc-
chietti, alias El Padrino o Don Chicho. Fiscchietti fue reclutado
para integrarse en la AAA siendo delegado de la Policía Federal
Argentina en la provincia de Tucumán».
Sostuvo que «las patronales de las industrias metalúrgicas
instaladas allí, en forma destacada el presidente del directorio de
Acindar, ingeniero Arturo Acevedo, establecieron una estrecha
vinculación con las fuerzas policiales mediante pagos extraordi-
narios en dinero».
Remarcó que «el presidente de Metcon, por ejemplo, retri-
buía con una paga extra de 150 dólares diarios al oficial de poli-
cía que dirigía su custodia personal, por un servicio de vigilancia
no superior a las seis horas de duración».
Acindar «pagaba a todo el personal policial, jefes, suboficia-
les y tropa, un plus extra en dinero, suplementario al propio plus
que percibían ya del Estado esos efectivos. El pago estaba a car-
go del jefe del Personal, Pedro Aznarez y del jefe de Relaciones
Laborales, Roberto Pellegrini».
Agregó que «Acindar se convirtió en una especie de fortale-
za militar con cercos de alambres de púas. Los oficiales policiales
que custodiaban la fábrica se alojaban en las casas reservadas 135
para los ejecutivos de la empresa…».

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


3. 923 procesados en los juicios de
delitos de lesa humanidad.

«…estas organizaciones trabajan sin tener en cuenta el tiem-


po, el tiempo para ellos es secundario, no nos extrañemos que
empiecen, no ahora, sino en una fecha relativamente corta, larga,
pero van a volver porque les queda todavía… por empezar que
ha sido histórico, una etapa de venganza personal, una venganza
personal, como ocurrió con ese teniente coronel que fue a repri-
mir allá en el sur, en la Patagonia trágica y después lo mataron
acá en el centro de Buenos Aires… Varela y lo mató un terrorista
extranjero…», declaró Agustín Feced el 11 de setiembre de 1984
ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
Feced se sentía la continuidad de Varela, el represor de los
huelguistas del año ‘21 en la Patagonia. Una clara definición del
objetivo del terrorismo de estado.
4. 500 chicos secuestrados

Leyla Perazzo era la jefa de la policía de menores durante


la dictadura en la ciudad de Rosario, bajo las órdenes de Agustín
Feced. Con la democracia llegó a ser la titular de la Policía de la
136 Provincia de Santa Fe, durante una de las administraciones de
Jorge Obeid. En una entrevista a principios del año 2000, sostuvo
que nunca se va a olvidar de la cara de Cati. «Convivíamos con
las niñas. La vi sufrir por esa niña, cuidarla. El juez la autorizó a
llevarla a su casa. Si no, se hubiera muerto», remarcó Perazzo en
diálogo con este cronista. «Es un episodio muy difícil de borrar.
La he visto llorar cuando el juez le ordenó entregar esa nenita a
la familia», agregó.
Perazzo defendió a las celadoras de la policía de menores
durante la dictadura porque «hicieron un trabajo como seres hu-
manos más allá del oficial, asumieron roles…».
«Yo estuve en la peor época… dos o tres años. En general las
chicas (por las celadoras) salían a pedir ropa para los pibes. Los
llevaban al médico. Hasta una persona como Feced, en una cues-
tión como la de los chicos, no se metió, dejó que los resolviera la
justicia», indicó.
La policía «recibía un chico del comando y lo anotaba. Ese
era un aspecto. Después estaban los grupos de tareas», diferen-
ció la abogada.
«Llegamos a tener como sesenta, me acuerdo», confesó la
funcionaria.
¿Quiénes eran esos sesenta chicos que ingresaron en la po-
licía de menores de Rosario durante la dictadura? Esa pregunta,
hasta ahora, sigue sin responderse.
5. 318 intendentes fueron dirigentes
de la UCR durante la dictadura.

«El padre García me tuvo engañada tanto tiempo. Me decía


que Sergio estaba bien, que como se había recibido ese año de
agrónomo lo tenían trabajando de agrónomo en el campo, que 137
estaba perfectamente y que de un momento a otro iba a estar con

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nosotros. Y me decía siempre ya falta menos, falta menos, ya va
a llegar y un día, víspera de navidad, las navidades eran terribles
para mi y siguen siendo, me dice Señora póngase contenta, vaya
a su casa, prepárele la camita, ventílele toda la ropita, prepárele
la comida que más le gusta porque esta navidad Sergio la pasa
con ustedes. Yo me fui enloquecida a mi casa y empecé a hacer
todo lo que él había dicho. Y me dispuse a esperarlo… y Sergio
no llegó. El padre García era el secretario del obispo Bolatti y él
se encargaba de dar falsas noticias a los familiares de los desapa-
recidos a cambio de regalos que él mismo nos pedía. Me acuerdo
que un día me pidió un maletín de cuero y yo en ese momento no
contaba con dinero porque había abandonado todas mis activi-
dades, yo trabajaba en el comercio con mi esposo y me dediqué
únicamente a buscar a Sergio, entonces no contaba con dinero y
juntando las moneditas y fui y le compré el maletín y se lo regalé.
Le llevaba vinos finísimos y como yo, desfilaban las madres por-
que a todas nos tenía igual. Hasta que un día me convencieron
sobre lo que estaba pasando y yo nunca más le llevé regalitos
pero tampoco tuve más audiencias», nos dijo la maravillosa Nel-
ma Jalil, madre de la Plaza 25 de Mayo de Rosario antes de partir
hacia la pampa de arriba.
6. 169 intendentes eran dirigentes del
PJ durante la dictadura.

Ángel Dambrosio era el secretario de gobierno de Rosario


una vez recuperada la democracia. Un día fue llamado por el
138 gordo Flarte, a cargo del Ministerio de Trabajo en la ciudad. Te-
nía que arreglar el tema de la justicia provincial.
«Era una reunión de la justicia provincial, se hacía en el es-
tudio Cerrutti. Con él tenía una buena relación porque había sido
abogado de unas cooperativas de seguros que tenían seguros con-
tratados y como él era abogado de todos los choferes de empre-
sas de transporte, teníamos muchos juicios laborales. Ya en aquel
entonces tenía un juzgado donde escribía desde el primer decreto
hasta la sentencia. Pero teníamos una buena relación porque el
‘Gringo’ en el sentido cotidiano era un tipo que no te jodía… Cuan-
do voy a la reunión, estaba el ‘Gringo’, nos saludamos. Había toda
una serie de personajes, la mayoría de ellos desconocidos para mí,
en un momento dado, Cerrutti se levanta y deja el lugar principal
de su escritorio para que se siente alguien, era el dueño del sin-
dicato que lo había puesto a Vernet, era Miguel Gómez, se sentó
ahí. Estaba el gordo Flartes, Reynaldo, yo y dice: «Bueno, como se
dieron los resultados en la provincia nosotros tenemos que armar
una justicia de acuerdo a los votos», fue la primera y la última reu-
nión que fui, no fui más, pero sé que los jueces fueron designados
así… Me parece que el tema de la justicia en la provincia de Santa
Fe es pavoroso, empieza en el ‘68, transcurre en esta anécdota que
te cuento de Miguel Gómez y concluye en Usandizaga y Reuteman
diciendo que hay que designar jueces amigos…»
El relato del primer secretario de gobierno de Rosario en
democracia es una síntesis de lo que sucedió en las otras provin-
cias del litoral.
7. 35 mil millones de dólares aumentó
la deuda externa entre 1975 y 1983.

José Rubén Lo Fiego, alias el Ciego o doctor Mortensen, fue


imputado por 68 delitos de lesa humanidad cuando se desempe-
ñaba como el principal torturador del Servicio de Informaciones 139
de la policía rosarina en los tiempos de Agustín Feced.

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En su legajo personal consta que el 26 de julio de 1979 fue
«felicitado por la superioridad por el procedimiento realizado en
la Empresa fabril Petroquímica Argentina Sociedad Anónima».
A renglón seguido fue felicitado el 18 de agosto de 1977 por
el comandante del ii Cuerpo de Ejército, Leopoldo Fortunato
Galtieri, «por el resultado de las investigaciones realizadas que
permitieron los éxitos obtenidos por las fuerzas legales en los
últimos días».
Oscar Mullet, uno de los principales referentes empresaria-
les de pasa, fue uno de los impulsores de la Federación de Indus-
triales de Santa Fe a finales de 1979 en sintonía con la dictadura
militar.

8. 600 empresas transfirieron su deuda


privada al estado en julio de 1982.

«El objetivo del proceso de Reorganización Nacional es rea-


lizar un escarmiento histórico. En la Argentina deberán morir
todas las personas que sean necesarias para terminar con la sub-
versión». Jorge Rafael Videla, palabras dichas en Washington y
reproducidas por Crónica el 9 de septiembre de 1977.
9. 1.180 integrantes de las fuerzas
armadas y seguridad fueron
desprocesados por la Obediencia
Debida de 1987.

«Aniquilar a los delincuentes subversivos donde se encuen-


140 tren (…) Cuando las Fuerzas Armadas entran en operaciones no
deben interrumpir el combate ni aceptar rendición. También se
podrá operar en forma semiindependiente y aún independiente,
como fuerza de tareas (…) Como las acciones estarán a cargo de
las menores fracciones, las órdenes deben aclarar, por ejemplo,
si se detiene a todos o a algunos, si en caso de resistencia pasiva
se los aniquila o se los detiene (…) Las operaciones serán ejecu-
tadas por personal militar, encuadrado o no, en forma abierta o
encubierta (…) Elementos a llevar: capuchones o vendas para el
transporte de detenidos a fin de que los cabecillas detenidos no
puedan ser reconocidos y no se sepa a dónde son conducidos (…)
Los tiradores especiales podrán ser empleados para batir cabe-
cillas de turbas o muchedumbres (…) La evacuación de los dete-
nidos se producirá con la mayor rapidez, previa separación por
grupos: jefes, hombres, mujeres y niños».
Directiva secreta firmada por el jefe del Estado Mayor Ge-
neral del Ejército, Gral. Roberto Viola, el 17 de diciembre de 1976.

10. sólo el 40 % de la educación fue


financiada por el estado nacional a
partir del golpe.

«El 8 de octubre de 1973, Osinde le organizó el cumpleaños


a Perón. Se hizo una comida en Gaspar Campos y a esa comida
asistieron quinientos suboficiales de todo el país. Entre ellos, mi
viejo con la delegación de Santa Fe...», contó Jorge Castro, mili-
tante revolucionario de los años setenta, sobreviviente e hijo de
Saturnino, uno de aquellos convocados por el General el 8 de
octubre de 1973.
«En esa comida Perón les da un discurso. Los saluda uno
por uno y ejerció una presión política muy fuerte. En un mo-
mento Perón les dice que los va a necesitar, que de vuelta va a 141
necesitar de suboficiales del ejército argentino. Que él sabía que

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habían resistido y que después Lopecito, por López Rega, se va a
encargar de la organización de ellos…
«Quedaron entre 200 y 300 suboficiales de todo el país. Se
reunieron en un salón aparte.
«Perón, Ossinde y López Rega están con ellos. Les pide que
en los viajes de Isabelita conformaran grupos para custodiarla
de los zurdos…
«Cuando mi viejo vuelve, justo se había producido el naci-
miento de nuestra primer hija, Victoria, el 9 de octubre. Viene
muy parco, no cuenta todo, no es ningún boludo. Y la cosa se
destapa el 7 de noviembre, porque viene Isabelita a Paraná…
«Entonces ese día a la mañana, mi vieja estaba que trinaba.
El viejo le había dicho que le planchara el traje, la camisa, y todo
el día nosotros habíamos escuchado cruces de palabras entre
ellos, hasta que como a las tres y media de la tarde viene un Fal-
con verde con tres tipos que yo conocía, que eran del Círculo de
Suboficiales de Santa Fe y lo buscan a mi viejo…
«Entra al dormitorio, yo no lo veo, se pone la pistola y se
va, y mi vieja queda llorando. Cuando se va, mi vieja nos agarra
a nosotros y nos cuenta: ‘Tenés que pararlo, está metido en co-
sas raras…’. Y se va de custodia de Isabelita a Paraná, entonces
cuando vuelve, yo empiezo a hablar con mi viejo, y al principio
mi viejo no quería reconocer.
«Nosotros ya teníamos conocimiento de que se estaban con-
formando grupos paramilitares, entonces ahí le dije realmente
vas a estar en la vereda de enfrente, y ahí lo cagué: ‘Vos en cual-
quier momento vas a dejar sin padre a tu nieta’. Eso fue directo a
la mandíbula. No sabía qué contestar ante eso. Bueno, ahí viene
un período de impás. Teníamos conversaciones hasta que llega
el intento de copamiento al regimiento de Azul. Aparece Perón
de uniforme por televisión y mi viejo golpeando la mesa. Nos
142 fuimos de casa.»

11. 84 trabajadores de prensa fueron


desaparecidos.

Dijo Osvaldo Bayer el 28 de diciembre de 1994 en Santiago


2815, en la ciudad de Rosario: «…Recuerdo bien ese mediodía
caluroso en mi ciudad natal, Santa Fe, cuando me vinieron a ver
nuestras queridas Madres de Plaza de Mayo. Entre ellas estaba
la abuela, la Negrita, con mucha timidez pidió hablar conmigo
y me fue dando uno a uno los detalles de la tragedia. Indigna-
ción, impotencia y profundo dolor me fueron invadiendo. Pensé
en ese momento en los políticos que habían votado obediencia
debida y punto final, pensé en Alfonsín y todos sus ministros y
partidarios, pensé en el indultador Menem y todos sus ministros
y partidarios. Me sentí sucio en una sociedad sucia. Egoísta, que
no merecía tener niños ni pájaros ni cielos azules.
«Fue así que escribí mi denuncia que titulé ‘La Mirada de
los Ciegos’. Salió en contratapa de Página/12, el 5 de diciem-
bre de 1992. De inmediato tomó en sus manos la denuncia Ro-
sario/12 y su periodista Carlos del Frade fue destapando toda
la suciedad visitando a gendarmes y militares que solo eran
capaces de responder con el consabido no sé, no me consta o
remítase a los superiores. Respuestas cobardes, inmorales que
reducen a la insignificancia a sus autores.
«El tema fue extendiéndose, difícil de parar. Fue Ricardo
Molinas el primero en poner la cara y lo siguieron los concejales
rosarinos Luis Cuello y Silvia Fernández León. Mientras las ban-
cadas radicales y justicialistas se callaban la boca. El senador na-
cional Losada, del radicalismo, hizo viajar a la abuela Ravelo desde
Santa Fe. Fui a acompañarla con las Madres de Plaza de Mayo y
nuestros abogados, pero el senador no apareció. Nos atendió un 143
amanuense que ponía cara de sorprendido frente a todo lo que

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decíamos. Recibimos la respuesta habitual de ‘el senador se va a
ocupar’ y por siguiente se borró por el tiempo de los tiempos.
«Después fue aquel gran encuentro frente a la casa robada
del 25 de marzo de 1993. Nosotros viajamos con las Madres y
allí estaban los Organismos de Derechos Humanos de Rosario,
el inquebrantable del Frade, amigos, vecinos, periodistas. Nunca
olvidaré el discurso de Hebe y la cobardía de los gendarmes, de
los cuales no se asomó ninguno.
«Mi imagen no es injusta ni se inspira en la ética del sermón
de la montaña: se escondieron como las ratas. En el frente de
esta casa quedó inscripta la indignación de la juventud. Y des-
pués prosiguió la labor ininterrumpida de nuestros abogados, de
los cuales voy a nombrar a esta hermosa persona que es Beto
Olivares, de esos seres sabios, sacrificados y silenciosos. Para
ellos toda mi admiración y agradecimiento. Y mi recuerdo emo-
cionado para todos aquellos abogados asesinados por sus princi-
pios éticos en la defensa de los derechos humanos.
«A raíz de eso publiqué una segunda contratapa que titulé
‘Nuestra casa de Ana Frank’, donde predecía que esta casa se con-
vertiría en los tiempos maduros de la decencia en lugar de visita
de niños, adolescentes y jóvenes de nuestras escuelas, colegios
y universidades, para revivir con unción el destino de Emilio y
María Esther y aquel pequeño Iván, hoy ya hombre, testimonio
vivo de la memoria, el amor y la constante acusación contra los
asesinos de uniformes y sus secuaces civiles. En aquella nota ela-
boré el deseo de que esta casa fuera el monumento constante que
recuerde a los miles de jóvenes víctimas de la impiedad, tal cual
lo es en Amsterdam la casa de la niña que significa permanente
vida ante el crimen y la discriminación, Ana Frank, la expresión
de la inocencia y la alegría de vivir.
«Para mi, hoy es como entrar en el paraíso.
144 «No deseo otro paraíso que este.
«Que el de la verdad, el de la justicia, el de la eterna lucha
por los valores éticos.
«Esta casa es un templo, mucho más que las iglesias que fue-
ron manchadas con sangre al darle el sacramento a los asesinos.
«Un templo de la dignidad.
«Gracias Emilio Etelvino Vega. Gracias María Esther.
«Gracias a ustedes».

12. 606 maestros fueron desaparecidos.

Setiembre de 1976.
Marta Bertolino ya sabía que su compañero Oscar Mansur
había muerto en la tortura en el Servicio de Informaciones. Ella
es llevada a parir al segundo piso de la Maternidad Martin, en
Moreno y Rioja. La esposan a la camilla y la vigilan, desde afue-
ra, hombres armados.

«Yo estaba en una habitación de la Maternidad Martin, creo


que en el segundo piso. Esposada a una cama, el único movi-
miento que podía hacer era mover la cabeza. A dos metros dor-
mía en una cuna, arrimada contra la pared de enfrente, una beba
recién nacida, dormía agotadísima, era mi hija. Yo no podía to-
carla. Menos aún podía amamantarla. Tampoco me habían de-
jado darle un nombre. Recuerdo que habían cerrado la puerta
de la habitación. Estaba celosamente custodiada por fuera por
varios hombres armados. La única ventana había sido clausura-
da por un candado. De repente una oblicua luminosa viene y se
instala ahí. Sólida, finita, increíble, delante de mis ojos… Recuer-
do que me hizo reir la ocurrencia del sol, su desparpajo, su modo
silencioso de colarse. El gesto fulgurante de ese instante ganado
a las tinieblas. Eso es lo que retuve de esos momentos. 145
«Años después tematicé esto escrito con aspirinas a falta de

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tizas en un calabozo de Villa Devoto, sobre una de las paredes
de ese encierro.
«Poca cosa había en el cuarto, apenas una cama, vos dormida
y yo mirándote en silencio. Nadie ahí para contarle que existías y
existías en un buitre acechándote furioso, en un aletear de pájaro,
en una bata. Nadie para contárselo. De un domingo extrañamente
ajeno transcurría la tarde y aquel rayo de luz abrió un atajo por
donde se coló la risa», contó Marta, hoy psicóloga, docente y poeta.

Su hija Alejandra estudia música, canta y sueña.

13. 340 centros clandestinos de


detención funcionaron en la
geografía argentina.

Aurora.
El martes 12 de septiembre de 2006 murió la más luminosa
mujer de Gualeguaychú. No se trata de la piba Carrozo, sino de
Aurora Fraccarolli, Madre de Plaza de Mayo.
Su cara hecha grito atravesó las fronteras, los muros y se
convirtió en símbolo de lo mejor de un pueblo.
Aquella fotografía que la muestra a Aurora seguirá conmo-
viendo porque tiene esa imagen el raro privilegio de haber cap-
tado el alma de la mamá de Humberto, militante revolucionario
desaparecido en la ciudad de La Plata. Por eso fue tapa de suple-
mentos especiales, vídeos y otras tantas formas de expresar la
dignidad de las Madres.
Andará Máximo, su fiel compañero peronista de toda la vida
y ex trabajador del frigorífico, intentando descifrar el misterio del
146 último mate cebado bajo la parra del fondo de la casita, mientras
Tacuara, bravo perro de rulos blancos y grises, también buscará la
caricia de la mamá. Peleó contra todo pero no pudo evitar el do-
lor que le provocó la discusión con su querida y admirada Hebe.
Nunca lo pudo superar. Varias veces lo dijo en confianza.
Le faltaba línea para transmitirle a decenas de pibas y pibes
que la convirtieron en referente en una población que pocas ve-
ces la tuvo en cuenta.
El último veinticuatro de marzo, cuando se cumplieron
treinta años del golpe, Aurora subió al escenario del viejo tea-
tro municipal mientras afuera llovía con insistencia y con su voz
calma y su mirada tranquila y profunda volvió a insistir en la
justicia y en la pelea a fondo contra las impunidades.
Una vez mostró un crucifijo hecho de migas de pan, papel,
sangre y sudor que Humberto le pudo hacer llegar antes de ser
arrastrado a la última fosa a la que fue condenado. Ella, Aurora,
la más luminosa mujer de Gualeguaychú, juntaba pesito por pe-
sito para editar el periódico de las Madres, allí en ese hermoso
pedazo de mapa entrerriano.
Decir «las Madres» de Gualeguaychú es una exageración.
Ella era la única que permaneció siempre peleando y desafiando
a los poderes. Recién en los últimos años asomaron los otros
pañuelos blancos.
Su nieto le contó que cuando estaba muy mal, a orillas de un
laguito cordobés, le pidió a las fuerzas de la naturaleza que le envia-
ra un mensaje que confirmara que su padre, Humberto, el hijo de
Aurora y Máximo, estaba cerca. Fue entonces que un zorro blanco
apareció de algún lugar, lo miró y después se fue. Aurora sabía, al
igual que su nieto, que Humberto efectivamente andaba cerca.
El cáncer no la frenó y fue una de las primeras en encabezar
las marchas contra las papeleras al mismo tiempo que se rebe-
laba contra la prepotencia policial siempre ensañada contra los
pibes pobres de Gualeguaychú.
La noticia de su muerte vino de la voz de Matías, hijo de un 147
matrimonio desaparecido, ambos nacidos en aquella ciudad que

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besa las aguas del Uruguay. Cuando la abracé por última vez me
negué al presentimiento.
Ojalá que su pueblo reconozca la colosal dimensión de Aurora.
Su alma, su insistencia, su rebeldía mágica. Cuando me tocó
hablar aquel 24 de marzo en el teatro dije que en caso de contra-
decir el viejo lugar común que pontifica que madre hay una sola,
no tendría dudas en elegir a la más luminosa mujer de Guale-
guaychú, Aurora Fraccarolli.
Sé que ahora andarán riéndose con Humberto, peleando
por antiguas disputas en torno a la revolución e intentando darle
ánimo a Máximo y Tacuara, como lo hicieron siempre. Ya no
puedo seguir. Pero ella, Aurora, seguro que sigue peleando.

14. 3 mil eran los combatientes


de las organizaciones armadas
a la hora del golpe.

El 15 de agosto de 1967 se conoció el llamado «Manifiesto


de 18 Obispos del Tercer Mundo».
Los 18 firmantes fueron Helder Camara, arzobispo de Olin-
da y Recife, del Brasil; Jean Baptiste Da Mota e Alburqueque, ar-
zobispo de Vitoria, del Brasil; Luis Gonzaga Fernández, de Vito-
ria, Brasil; Georges Mercier, obispo de Laghouat, Sahara, Argelia;
Michel Darmancier, obispo de Wallis et Futuna, Oceanía; Armand
Hubert, Heliópolis, Egipto; Ángel Cuniberti, Florencia, Colombia;
Serverino de Aguiar, Pernambuco, Brasil; Frank Franic, Split, Yu-
goslavia; Francisco Austregesilo de Mesquita, Pernambuco, Bra-
sil; Gegoire Haddad, Melquita, Beirut, Líbano; Manuel Pereira da
Costa, Paraibo, Brasil; Charles Van Melckebebke, China; Antonio
148 Batista Fragoso, Ceará, Brasil; Etiene Loosdregt, Laos; Waldir Cal-
heiros de Novais, Volta Redonda, Brasil; Jacques Grent, Maluku,
Indonesia; y David Picao, obispo de Santos, Brasil.
«…en su peregrinación histórica terrenal, la Iglesia ha es-
tado prácticamente siempre ligada al sistema político, social y
económico que, en un momento de la historia, asegura el bien
común o, al menos, cierto orden social. Por otra parte las Iglesias
se encuentran de tal manera ligadas al sistema, que parecen es-
tar confundidos, unidos en una sola carne como un matrimonio.
Pero la Iglesia tiene un solo esposo, Cristo. La Iglesia no está ca-
sada con ningún sistema, cualquiera que éste sea, y menos con ‘el
imperialismo internacional del dinero’ (Popularum Progressio),
como lo estaba a la realeza, o al feudalismo del antiguo régimen
y como tampoco lo estará mañana con tal o cual socialismo».
Definiciones como estas conmocionaron a los sacerdotes que
se encontraban trabajando y desarrollando su pastoral en medio
de barrios marginales de todas las naciones del Tercer Mundo.
La Argentina no fue la excepción.
La repercusión ideológica y política fue proporcional al con-
traste con la alianza establecida entre el cardenal Caggiano con
el partido militar y los representantes de los intereses económi-
cos que comenzaron a vaciar el estado en beneficio propio.
«En el momento en que un sistema deja de asegurar el bien
común en beneficio del interés de unos cuantos, la Iglesia debe
no solamente denunciar la injusticia sino además separarse del
sistema inicuo, dispuesta a colaborar con otro sistema mejor
adaptado a las necesidades del tiempo y más justo», indicaba el
documento de los 18 obispos del Tercer Mundo.
«El sistema económico en vigor actualmente permite a las
naciones ricas seguir enriqueciéndose aunque incluso ayuden
un poco a las naciones pobres que, proporcionalmente, se em-
pobrecen. Estas tienen el deber de exigir, por todos los medios
legítimos a su alcance, la instauración de un gobierno mundial,
en el que todos los pueblos sin excepción están representados, y 149
que sea capaz de exigir, incluso para imponer, una repartición

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equitativa de los bienes, condición indispensable para la paz»,
señalaba el punto 21 de aquel documento liminar.

15. 7 mil hábeas corpus se habían


presentado hasta 1977.

«Cuando en la noche del 6 de diciembre de 1977 los secues-


tradores se llevaron a nuestra hija Marta y a su esposo Jorge, su
hijo de nueve meses, Matías, quedó provisoriamente en manos
de una vecina y amiga.
«Al otro día, a las seis de la mañana, la policía se llevó al
bebé. La vecina puso en la muñequita del nene su nombre: ‘Ma-
tías Ayastuy’.
«Nos hablaron de Buenos Aires los parientes: ‘Venga ya;
ante todo hay que correr tras el nene; los bebés desaparecen,
pierden su identidad, entran a integrar otra familia y, a veces,
hasta cruzan las fronteras’.
«Fuimos Enrique y yo y comenzamos la búsqueda, ince-
sante, angustiosa. Ni amigos, ni allegados, ni parientas sabían
nada. No había rastros del bebé. Días amargos aquellos en que
recorríamos infructuosamente los sitios adonde podían haberlo
llevado… casas cunas… hogares de niños… guarderías…
«De pronto recordamos que en su última carta, Marta nos
decía: ‘Está enfermito, hace días que tiene fiebre’. Se nos abrió
una esperanza: ¡el Hospital de Niños! Lo recuerdo a Enrique reco-
rriendo ansiosamente, cunita por cunita, sala por sala, guiado por
el doctor que le había dicho: ‘A veces llegan con otros nombres’.
«Y me veo allí sentada, largas horas esperando entre una
nube de chiquitos de toda edad junto a sus madres o abuelas y
150 diciéndome: ‘¿Es posible que lo perdamos para siempre al nues-
tro?’ Tampoco estaba allí. Surge otra esperanza, un médico nos
aconseja: ‘Vayan a la Secretaría del Menor y la Familia; a veces
llevan ahí a chicos de padres desaparecidos’.
«Y de nuevo la decepción, un empleado nos contesta: ‘No,
aquí no han traído ningún chico con ese nombre’. Y, entonces, el
milagro. En ese mismo instante pasa por detrás una enfermera,
e interrumpe: ‘Si, aquí llegó este mes un chico con el nombre de
Matías Ayastuy, y está en un lugar de esta dependencia, a cargo
de una ama externa’. Un momento inolvidable de nuestra vida.
«Hicimos los trámites requeridos, vino el médico del lugar,
le mostramos la foto, nos dijo: ‘Si, es el chiquito que atiendo,
pero lo van a encontrar muy disminuido’. Nos prometieron en-
tregárnoslo pronto.
«Cuando volvimos al departamento de Tabita y Adriana,
tras el grito de ‘¡Lo encontramos!’, vino el llanto. Pienso que si un
minuto antes o después hubiera aparecido la enfermera, quizás
nunca hubiéramos vuelto a verlo.
«Después, gestiones de todo tipo, y un día memorable llegó
a la Secretaría, en brazos del ama que lo cuidaba. Estaba, si, en-
flaquecido y palidito, pero estaba allí… ¡Podíamos alzarlo, besar-
lo, llevarlo de vuelta a casa! Le pregunté a la ciudadora: ‘¿Cómo
pasó los primeros días?’. ‘Lloró mucho y durante un tiempo
apenas comió’. Era lógico: ese bebé vivía, de la mañana a la no-
che, pegado a su madre. Y luego pregunté a la Asistente Social:
‘¿Cómo llegó este nene aquí?’. Me contestó: ‘Lo trajo la policía
con el parte de abandonado por sus padres en la vía pública’. El
ama externa que lo custodiaba me contó luego que, por la fiebre,
no se le había buscado todavía el nuevo hogar. La fiebre, otro mi-
lagro. Nos habían autorizado su tenencia como abuelos. Nos lo
entregaron el 23 de diciembre, diecisiete días después del secues-
tro. El 24 volvimos a Gualeguaychú, Tabita, Adriana, Enrique y
yo, con él en brazos. Junto al niño Dios, pusimos nuestro niño
recuperado. Fue una Nochebuena distinta, con lágrimas. 151
«Todos mis hijos lo pidieron. Nosotros también lo hubié-

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ramos querido criar, pero ellos adujeron que era mejor que tu-
vieran padres jóvenes, y hermanitos, y la elección, por fundadas
razones recayó en el hogar Almeida-Bugnone.
«En la medida en que pudo ir recibiéndola, se le contó su
historia, se le dijo que un día sus padres verdaderos vendrían a
llevárselo. Otro día, supimos nosotros que ya nunca vendrían a
buscarlo, y se lo dijimos: que sus padres habían defendido con
sus vidas, su compromiso y su opción por los pobres.
«Matías tiene ahora veinticuatro años. Estudia y trabaja. En
estos días está preparando su tesis para graduarse de comuni-
cador social. Es un muchacho reflexivo, maduro y muy querible.
«Sabe que tuvo la suerte de criarse con los de su sangre, jun-
to a sus raíces. A menudo toma la guitarra y canta, como tan-
tas veces lo hiciera Marta con sus hermanos y con su marido. Y
nosotros sentimos que recuperamos en él un poco de nuestra
querida Marta».
Esto escribió Elvira Cepeda de Bugnone, mamá de Marta,
abuela de Matías Ayastuy, en el año 2001. Matías es uno de los
chicos recuperados y, en la actualidad, busca a su hermano tam-
bién secuestrado durante la dictadura.
16. 1.627 decretos de la
dictadura siguen vigentes

Entre el 23 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983 se


sancionaron 1774 leyes de las cuales 1627 no fueron derogadas.
152 Según un informe solicitado por Perfil.com a la Dirección
de Referencia Legislativa del Senado de la Nación, basado en
La Ley on line, existen muchas leyes que se sancionaron en la
dictadura que aún están vigentes. Por estos días, fue el argu-
mento oficialista para apurar la sanción de una nueva ley de
medios en reemplazo de la polémica ley de radiodifusión. Pero
hay otras de igual envergadura que intervienen en la vida coti-
diana de los Argentinos.
Una de las más importantes es la de entidades financieras que
fue sancionada en 1977 y pergeñada por Martínez de Hoz. Algunas
de sus modificaciones fueron durante las presidencias de Menem,
De la Rúa y Kirchner. Hoy se habla de reemplazarla por una nueva.
Si se quisiera registrar una marca o producto, la ley que rige
esta actividad fue sancionada en 1981. Las modificaciones en los
contratos de trabajo de la ley de hidrocarburos es de 1978, y dos
años más tarde se reformó el código minero. El código aduanero,
que establece las polémicas retenciones, es de 1981.

17. 40 por ciento fue la


devaluación del salario real en
el primer año de la dictadura.

Para el periodista inglés David Yallop, famoso por su in-


vestigación sobre el presunto asesinado del papa Juan Pablo I,
titulada «¿Por voluntad de Dios?», en su libro ¿Cómo se robaron la
copa?, no hay dudas.
«La orden de arreglar el resultado vino directamente del
hombre que dirigía la Junta Militar, el general Jorge Videla. El
hombre al que dio las órdenes fue Lacoste» que «realizó una se-
rie de negociaciones detalladas con tres antiguos oficiales que
viajaban con el equipo de Perú. Los sobornos tomaron una va-
riedad de formas. Treinta y cinco mil toneladas de grano que se 153
iban a embarcar de Argentina a Perú. También se pagaron sus-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


tanciales sobornos directamente a funcionarios de Perú de cuen-
tas manejadas por la Armada argentina… Una parte sustancial
del crédito de los 50 millones de dólares que estaría disponible
fue distribuida entre los miembros de la junta militar de Perú…
He hablado largamente con tres integrantes del equipo, los cua-
les independientemente confirmaron que les habían ofrecido di-
nero para asegurar el resultado correcto. Fueron contactados por
un antiguo miembro de la junta en forma separada… En vista de
lo que estaba en juego, la cantidad recibida por estos tres juga-
dores era lastimosamente pequeña: 20 mil dólares por hombre»,
sostuvo Yallop.
«Pero fue gracias a los periodistas que vinieron por el Mun-
dial que tuvimos nuestros primeros grupos de apoyo» recuerda
Mercedes Meronio, vicepresidenta de Madres de Plaza de Mayo.
Una agrupación holandesa de solidaridad con las Madres (sam)
donó las primeras casas. Y un hogar que hoy permite vivir juntas
a las Madres que van quedando sin familia lleva el nombre de
Lizbeth, esposa del que por entonces era el primer ministro de
Holanda, Joop den Uiyl. «¿Cómo no voy a comprender a la gente
si en mi propia casa, mientras yo lloraba en la cocina, mi esposo
gritaba los goles frente a la televisión?», contó alguna vez Hebe
de Bonafini, presidenta de las Madres.
18. 2.818 días fue el tiempo del
terrorismo de estado.

«Disponiendo, en cumplimiento del deber legal de denun-


ciar, se ponga en conocimiento del Consejo Supremo de las
154 Fuerzas Armadas el contenido de esta sentencia y cuantas piezas
de la causa sean pertinentes, a los efectos del enjuiciamiento de
los oficiales superiores que ocuparon los comandos de zona y
sub-zona de Defensa, durante la lucha contra la subversión y de
todos aquellos que tuvieron responsabilidad operativa en las ac-
ciones», decía el punto 30 de la sentencia de la Cámara Federal
de Apelaciones de Capital Federal leída por León Arslanián el 9
de diciembre de 1985.
El concepto de «responsabilidad operativa» parece haber
sido ignorado por completo por los actuales juzgados federales
que repiten los testimonios de las víctimas y entienden que de-
ben volver a probar lo ya convertido en cosa juzgada.
Semejante omisión del punto 30 de la sentencia de la Cá-
mara Federal de Apelaciones es directamente proporcional a la
construcción de impunidad.

19. 40 por ciento más aumentaron los


precios del consumo popular hacia 1977.

La primera mención sobre la actuación del «Tucu» apareció


en el libro Recuerdo de la muerte de Miguel Bonasso.
Su identidad fue revelada por las declaraciones que desde el
exterior hizo el ex servicio de inteligencia del Ejército, con actua-
ción en el Comando del ii Cuerpo de Ejército, Gustavo Francisco
Bueno, alias Germán Bueno o Banegas, ante el Centro de Estu-
dios Legales y Sociales, en 1987. Allí informa sobre el personal
que revistaba en la Quinta de Funes.
En la lista de represores confeccionada por la Asamblea Per-
manente de Derechos Humanos de Rosario, en 1987, Eduardo
Constanzo aparece como miembro de Inteligencia militar: «in 14».
Al tiempo, sin imputación alguna en la causa federal 47.913,
la denominada causa Feced, Constanzo se presentó al diario Rosa- 155
rio/12 para hablar sobre su actuación en Funes, diciendo que en-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


volvía los cuerpos de los muertos, entre ellos algunos chicos y que
después los trasladaba a las barrancas del río Paraná o por avión
hasta la Bahía de Samborombón. Los datos fueron revelados por
una entrevista que le hizo el periodista Reynaldo Sietecasse.
Su relato también apareció en la revista Gente a través del
corresponsal rosarino de la misma, Raúl Acosta.
Al saberse su participación, los familiares de desaparecidos
pidieron que se investigue lo relacionado con el supuesto fon-
deadero en las barrancas del Paraná, tarea que desarrolló el en-
tonces juez provincial de instrucción de la 10ª nominación, Mar-
tínez Fermoselle, sin encontrarse ningún rastro positivo.
Aparece nombrado en el cuerpo 28 de la causa Feced al in-
cluirselo como «Tucu» entre los torturadores y represores de la
Quinta de Funes. Era finales de 1986.
En el cuerpo 43 de la causa, se anexan fotocopias del capítulo
ii al xi de la «Segunda Temporada», del libro Recuerdo de la Muerte,
de Miguel Bonasso. El «Tucu» aparece en el apartado x «La Onda
expansiva», señalado por Dri como «con la cachaza tucumana.
Viejo. Experimentado. Ojo, es observador». Se repite el pedido de
hábeas corpus presentado por María Adela Panelo de Forestello
por el destino de su hija María Marta Forestello. Su nieta fue en-
contrada en la policía de menores de Rosario el 2 de diciembre de
1977. Estas actuaciones ya correspondían a febrero de 1987.
Hasta que llegó el lunes 15 de diciembre de 1997.
El «Tucu» Constanzo me recibe en el living que inventó en
el viejo garaje de su casa de Pueyrredón 2931, a dos cuadras de
la casita robada, aquella de Santiago 2815 donde vivía una pareja
de ciegos, secuestrados, torturados y desaparecidos por las hues-
tes de Galtieri y Feced el 17 de setiembre de 1977.
Impecable traje marrón y corbata con dibujos de Mickey y
Tribilín. No le queda nada bien a quien supo torturar y envolver
156 cuerpos para luego, según dijo, tirarlos al río.
«Usted escríbalo y después vea cómo podemos repartir lo
que surja. Creí que me venía a ofrecer hacer una película. Hay
que hacer negocios», dice mientras apostrofa contra los militares.
«Yo peleé por la patria, la bandera, esas cosas, pero ellos se
quedaron con la plata», sostiene mientras confiesa que estuvo
nueve años junto a Luis Rubeo.
Tiene un automóvil casi nuevo, dos camiones con los que
trabaja en el Mercado de Productores de Fisherton trayendo fru-
ta desde Tucumán. Su madre de noventa años tiene buena salud
pero se está muriendo de vieja.
«Le di a cada uno de mis hijos casa y auto. Yo vine con mu-
cho dinero de Tucumán. Después cometí el error de mi vida
cuando trabajé con los militares», cuenta mientras toma un café.
Quiere dinero a cambio de su memoria.
«Tengo todo acá adentro», señalando su cabeza.
Toma pastillas de Tetrargill, «recuerdo de los montoneros»,
relata y señala unas ventanas que le quedaron de una casa en
Tucumán cuando le metieron algunas granadas.
Dice que el coronel Fariña hizo mucho dinero, que trabaja
frente al diario La Capital y le fue muy bien. «Hijo de una gran
puta, le digo cuando lo veo y no me saluda. Ninguno de nosotros
lo queríamos. Era muy prepotente. Ellos hicieron muy buen di-
nero», recuerda. Dice que Fariña fue el jefe de operaciones espe-
ciales del comando del ii Cuerpo.
20. 30 por ciento era el índice
la mortalidad infantil en las
principales provincias argentinas.

El ex jefe del Ejército Cristino Nicolaides aseguró, el 7 de


abril de 2005, ante la Justicia federal, que posee una serie de «re- 157
glamentos de operaciones» militares oficiales utilizados durante

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


la última dictadura.
Según explicó la defensa del represor «quien declaró en
Córdoba en una causa por la desaparición de ciudadanos corren-
tinos», esos registros «demuestran que los procedimientos y la
lucha antisubversiva librada contra bandas terroristas fueron en
el marco de la legalidad vigente en la época».
Desde los Organismos de Derechos Humanos señalaron
que la estrategia de Nicolaides es «tratar de dar un manto de
legalidad a sus crímenes, pero no hace más que confirmar que la
represión fue planificada desde el Estado».
Nicolaides declaró ante el juez federal de Corrientes, Carlos
Soto Dávila, quien lo investiga por la desaparición de tres perso-
nas durante la última dictadura cuando él estaba al frente de la
Séptima Brigada de Infantería de esa provincia.
Según explicó su abogado, Alejandro Zeverín, el ex jefe del
Ejército dio «datos» sobre una serie de manuales oficiales im-
presos en 1966 por el Instituto Geográfico Militar (igm) que «le
permitían al Ejército detener, secuestrar, allanar domicilios, inte-
rrogar bajo compulsión física o psíquica, y hasta eliminar física-
mente al enemigo».
En su declaración, Nicolaides aseguró que esos registros
fueron destruidos por orden del ex titular del Ejército y actual
embajador argentino en Colombia, Martín Balza. «Nunca se hi-
cieron públicos porque en 1995, el señor Balza los quemó, los
incineró sin avisar a nadie», señaló el defensor con la clara in-
tención de involucrar al ex jefe del Ejército. Sin embargo, el re-
presor explicó que algunos ejemplares podrían encontrarse en
los archivos del Congreso Nacional o en el igm, y que él mismo
conserva uno de ellos pero decidió no entregárselo al juez «por
miedo a que se lo roben».

158
21. 25 por ciento terminó siendo la
participación del salario en el pbi
cuando en 1975 era del 43 por ciento.

«Los sueños son más fuertes que el cáncer.»


Ricardo Cáceres, Misiones

La militancia empezó tibiamente en los años setenta en Mi-


siones. En realidad comenzaba por algún pensamiento que traía-
mos de chicos.
Mi viejo, Don Alejandro Cáceres, era mensú. Tenía que me-
terse en el monte y pelearle a las víboras y otras alimañas. Tenía
diez años y sabía que lo poco que teníamos se lo debíamos al
peronismo. Nos fuimos de Puerto Liberal a trabajar en las tierras
de los Benberg, después a El Dorado, pasamos por las cataratas,
hasta llegar a Posadas.
Por ese tiempo me acuerdo cuando cayó Perón y vi cómo
arrastraban los bustos de Evita. Mi papá tuvo que volver al mon-
te. Y cuando se enfermaba tenía que ocultarse porque si no lo
echaban. Un compañero le cobraba el jornal para ir tirando. Mi
mamá le hacía la ollita con el reviro, una especie de caldo muy
flaco que apenas servía para gambetear el hambre y ahí se iba el
viejo, otra vez, con su reviro, para adentro del monte.
Dos veces le picaron víboras cascabel.
Y hubo una en la que casi no cuenta el cuento.
Lo acompañé al médico y como éramos pobres nadie nos
atendía. Pero él le pidió tanto que quería vivir porque necesitaba
alimentar a sus cuatro hijos que el médico le hizo un tajo en la
pierna. Fue tremendo todo lo que le salió. Pero se salvó.
Y hasta en una vuelta se agarró paludismo…
Y se curó solo… ¿Cómo se curan los pobres? Solos… Tem-
blaba por el chucho que le daba el paludismo, pero se curó solo. 159
Entonces todo eso me fue quedando. Mucha injusticia.

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Y así nos juntamos con algunos compañeros y fuimos cre-
ciendo. Fue algo explosivo como crecimos. Y eso se dio en toda la
Argentina y también en otras partes de Latinoamérica.
Tuve una militancia activa hasta octubre de 1976, cuando me
detuvieron. Estábamos en la tendencia revolucionaria, en la jp, o
la jtp hasta encuadrarnos en Montoneros. Hasta hoy en día me
sigo manteniendo ideológicamente sano…
Creo que el sacrificio mío y de los compañeros que hoy no
están y los que están muertos y desaparecidos es algo que no-
sotros no podemos olvidar ni negociar. Se pueden negociar y
discutir un montón de cosas en esta etapa de la historia, porque
también es cierto que hay que vivirla para después cuestionar y
analizar.
Hoy sigo estando en el llano pero sigo militando y creo se-
guir siendo útil para mi país. Yo ofrecí mi vida, mi juventud y mi
sacrificio y creo que vale la pena y en eso estoy.
Me casé muy tarde, cuando me dejaron libre.
Ando con cáncer, pero no me va a matar.
Sigo creyendo en lo mismo, en la dignidad del hombre y por
eso sigo. ¡Qué me importa el cáncer!…
22. 4.300 civiles están imputados
de haber colaborado con los
delitos de lesa humanidad.

En 2006 comenzaron los juicios orales de lesa humanidad. A


160 diciembre de 2015, los juicios llegaron a 153 con 660 condenados
y 60 personas absueltas. Hay 116 causas ya elevadas a juicio oral
que aún esperan fecha de comienzo de debate y otras 237 en
instrucción. Durante 2015, hubo 19 sentencias contra las 25 sen-
tencias de 2014: los datos indican una desaceleración de las horas
de audiencia de los Tribunales Orales Federales, aún teniendo en
cuenta que ahora hay 7 megajuicios en simultáneo con debates
más largos. Las estadísticas que acaba de publicar la Procura-
duría de Crímenes contra la Humanidad del ministerio público
muestran parte de los avances y retrocesos del reconocido pro-
ceso de justicia por los crímenes de la dictadura en Argentina.
Consultados por Página/12, integrantes de los Organismos de
Derechos Humanos valoran en términos positivos que durante
el 2015 se mantuvieron sostenidamente los juicios en buena par-
te del país. Y que existieron dos hitos fundamentales: la apertura
del juicio a los jueces en Mendoza y del juicio al empresario Mar-
cos Levín en Salta. La comisión bicameral para investigar respon-
sabilidades civiles en el Congreso a partir de marzo, el informe
de Flacso, el cels y el Ministerio de Justicia sobre esos mismos
actores asoman como ejes del 2016 para contrarrestar los golpes
que recibieron este año las causas a los empresarios. Y también
aparece en agenda el inicio del Juicio por el Operativo Indepen-
dencia. En ese escenario con el nuevo contexto político, los orga-
nismos mantienen las alarmas encendidas por la continuidad de
las políticas de Estado.
23. 297 civiles, solamente,
han sido juzgados.

«Con esta política buscamos debilitar el enorme poder sindi-


cal que era uno de los grandes problemas del país. La Argentina
tenía un poder sindical demasiado fuerte, frente al cual era impo-
sible el florecimiento de cualquier partido político, porque todo 161
el poder lo tenían ellos (…) Hemos debilitado el poder sindical

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


y esta es la base para cualquier salida política en la Argentina».
Juan Alemann, Secretario de Hacienda, citado en Martin
Andersen, Dossier Secreto, Planeta, 1993.

24. 37,4 por ciento fue el índice de la


pobreza en el país luego que en 1974
solamente alcanzara al 5,8 por ciento
de los habitantes.

Las persecuciones, la censura y la desaparición de personas


se extendieron a todos los ámbitos de la vida y la educación no
fue una excepción. A dos días del golpe, el contraalmirante César
Guzzeti, delegado militar ante el Ministerio de Cultura y Educa-
ción, designaba uniformados en todas las direcciones nacionales
y generales del Ministerio. Todas sus dependencias fueron ocu-
padas por miembros de las Fuerzas Armadas.
Se trataba de disciplinar al sistema educativo, y erradicar de
él los elementos «subversivos». Así, el Ministerio de Educación
publicó un panfleto denominado «Subversión en el ámbito edu-
cativo. Conozcamos a nuestro enemigo», que tenía por objetivo
«erradicar la subversión del ámbito educativo y promover la vi-
gencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacio-
nal y de la dignidad de ser argentino». Por resolución Nº 538 del
27 de octubre de 1977, el folleto debía ser distribuido en todos
los establecimientos educativos del país, entre personal docente,
administrativos y alumnos, en caso de considerárselo adecuado.
La desaparición forzada de personas fue muy extendida entre
docentes, investigadores y estudiantes.
En 1978, al mando del coronel Agustín C. Valladares se llevó
162 a cabo la «Operación Claridad», como se denominó al espionaje
e investigación de funcionarios y personalidades vinculadas con
la cultura y la educación. Valladares mantenía reuniones con di-
rectivos de los establecimientos educativos a fin de lograr que se
cumplieran sus órdenes. Transcribimos a continuación el testi-
monio de Rubén Cacuzza, quien como rector de una institución
educativa, participó en uno de aquellos encuentros:

Fue en 1978, en el salón de actos del Colegio San José de


la Capital Federal, debajo de una bóveda cubierta de pinturas
renacentistas.
Había concurrido como rector apenas electo de un Instituto
de la Provincia de Buenos Aires…
A pesar de que el salón estaba a oscuras, por las hendijas de
luz del retroproyector se podía ver que el coronel estaba con uni-
forme de fajina y con anteojos oscuros. En el salón, los rectores
y rectoras de la enseñanza privada, en su gran mayoría monjas
y sacerdotes, escucharon en silencio al coronel cuando agitan-
do una revista Redacción lanzó improperios contra su director,
Hugo Gambini, acusándolo de marxista, subversivo y otras del
mismo tenor.
El coronel estaba exasperado.
En una rápida revisión retrospectiva de la historia de las
ideas en occidente fustigó a Mao, a Marx y a Freud, al raciona-
lismo iluminista dieciochesco, a Descartes por haber inventado
la duda, a Santo Tomás por atreverse a intentar fundar la fe en la
razón y se quedó en San Agustín, en el concepto de guerra santa
y en el de la guerra justa que enarbolaron los conquistadores
españoles para imponer la encomienda y la evangelización. El
coronel estaba furioso porque desde la primera reunión en 1977,
no había recibido ninguna denuncia a pesar de que había dado
no sólo los teléfonos del Ministerio sino los de su domicilio par-
ticular.
-¿Quiere decir que ni siquiera sospechan? -espetaba eno- 163
jado y agregaba:

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


-Mientras ustedes están en la tranquilidad de sus despa-
chos nosotros hemos matado, estamos matando y seguiremos
matando. Estamos de barro y sangre hasta aquí -dijo señalando
sus piernas más arriba de su rodilla.
Señaló con el dedo al auditorio silencioso y gritó:
-¡Basta de ombligos flojos!
Pasaron después una serie de acetatos con gráficos pertene-
cientes al folleto «Conozcamos a nuestro enemigo. Subversión en
el ámbito educativo». Folleto que fue entregado a los presentes.
Y en el cierre hubo un documento filmado sobre las accio-
nes del ejército contra la guerrilla en Tucumán.
Finalmente, toda esa masa comenzó a abandonar el salón
en silencio, caminado sin mirarse hacia la puerta, lentamente,
conscientes del terror en la piel, porque en un año no habían
denunciado a ningún docente de sus escuelas.

Fuente: Pablo Pineau, Impactos de un asueto educacional.


Las políticas educativas de la dictadura (1976-1983), en AA.VV., El
principio del fin. Políticas y memoria de la educación en la última dic-
tadura militar (1976-1983), Buenos Aires, Editorial Colihue, 2006,
págs. 56-57.
25. 25 por ciento fue el índice de la
fuga de capitales en 1979.

Dos de las carpetas que forman este archivo (tituladas Siste-


ma e Informe sobre la estructura funcional) sirven para recons-
164 truir la historia. Tras el golpe, se creó en el Ministerio de Cultura
y Educación (mce) un organismo de inteligencia encubierto bajo
el nombre Recursos Humanos. Así se lo recordaba a Jorge Vide-
la el primer ministro de Educación del Proceso, Ricardo Pedro
Bruera, en un memorándum «estrictamente confidencial y secre-
to» del 23 de noviembre de 1976: «La radicalización del accionar
opositor de docentes, alumnos y no docentes en el quehacer edu-
cativo y de los elementos actuantes en el ámbito cultural y cientí-
fico técnico, adquiere una importancia tradicionalmente relevan-
te sobre lo cual resulta ocioso insistir». «Se creó entonces bajo el
encubierto nombre de Recursos Humanos un área que funciona
como dependencia del Departamento de Asesores del Ministro».
«Imprescindible complemento (…) es el aporte de un grupo de
personas especialistas en tareas de Inteligencia, destinados a ma-
nejar los aspectos técnicos del tema en cuestión. La necesidad
aludida ha sido gestionada ante las autoridades de la secretaria
de inteligencia del estado (side), quienes la han cubierto a en-
tera satisfacción del suscripto». El verdadero sentido del mensaje
de Bruera a Videla aparece en el anteúltimo párrafo, con el mis-
mo lenguaje de memorándum: «El mce necesita contar con una
partida de fondos secretos que permita afrontar los gastos que
insume el pago de los servicios del personal técnico y la creación
de toda la infraestructura de apoyo a la labor informativa (pago
de informantes ocasionales) todo lo cual ha sido evaluado por
la side y propuesto a su Excelencia para su aprobación». Otro
documento llamado «La estructura orgánica funcional», revela
que el jefe de Recursos Humanos contó con un Estado Mayor en
el que participaban tres delegados de las Fuerzas Armadas y un
enlace técnico de Inteligencia. Allí se ordena usar una segunda
máscara: «Adoptar, como cobertura, el cargo de ‘Jefe de Asesores
del Gabinete Ministerial’ (resolución 449)». Ese Jefe de Asesores
fue el coronel retirado Agustín Camilo Valladares, compañero de
promoción y amigo del general Roberto Viola. El propio Valla-
dares es autor de muchos de estos documentos de lectura densa 165
y fascinante a la vez, incluyendo el que explica en el punto m que

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


«Por la Resol. N 456/78 se designó al infrascripto como Asesor de
Comunicación Social». Traducción: en el año ‘78 Valladares pasó
a comandar la Asesoría de Comunicación Social, nueva cobertu-
ra de los servicios de espionaje en el área educativa. Permaneció
en el cargo hasta fines del Proceso. En 1981 su principal obsesión
aparecía en otro documento (Informe sobre la situación): «El mi-
nisterio propuso en 1979 y 1980 acrecentar la reunión de infor-
mación, no solamente por ser una exigencia del pen, sino por la
circunstancia de que psicológicamente es conveniente acelerar
la erradicación de ideólogos terroristas. La realidad del espectro
sectorial nos muestra que, si bien los activistas terroristas fueron
eliminados, quedan aún, especialmente en los niveles terciario
y secundario, los activistas ideológicos». Las palabras están ahí:
un miembro de un centro de estudiantes de un secundario, o
un docente opuesto al Proceso, podía ser considerado «activista
ideológico», equivalente en el texto a uno de los «ideólogos terro-
ristas», que deben ser «erradicados» aunque también se utiliza la
palabra «eliminados». Un opositor a la dictadura terminaba sien-
do considerado un terrorista, incluso en los memorándums de
1981, cuando ya no había guerrilla. El coronel Valladares actuaba
obedeciendo órdenes. Por eso seguía en guerra, en medio de la
Operación Claridad. Allí también se centralizaron las conocidas
listas negras, aunque quedan dudas sobre si eran elaboradas en
la side y enviadas a Valladares, o si había cierta autonomía para
elaborarlas. Es sabido que los canales de televisión se repartían
entre la Armada, Ejército y Aeronáutica. Pero un artista podía
estar prohibido en uno y habilitado para actuar en otro. Fuentes
que actuaron cerca de Valladares aseguran que los informes in-
cluían a escritores como Julio Cortázar o Jorge Luis Borges, aun-
que en diferentes niveles. Cortázar estaba en la «Fórmula 4», la
gente considerada más peligrosa. Borges estaba en la «Fórmula
166 1», sin «antecedentes marxistas» pero que convenía «seguir de
cerca». Según la fuente, Ernesto Sábato figuraba como «Fórmula
3». Es sabido que hubo nóminas similares con otros actores (Hé-
ctor Alterio, Norma Aleandro, Norman Briski), escritores y pe-
riodistas (Osvaldo Bayer, Rogelio García Lupo, Abelardo Castillo,
Dalmiro Sáenz). En el material obtenido por Clarín hay una de
esas listas, y se informa textualmente: «La nómina surgió de una
serie de expedientes enviados por la jefatura iii de Operaciones
del Estado Mayor General del Ejército, producidos por dicho or-
ganismo en el marco de la llamada Operación Claridad».

26. 20 por ciento menos de


exportaciones se registraron en 1980.

Uno de sus antecedentes documentados más importantes


es la «directiva del comandante en jefe del ejército Nro
507/78», con firma y sello de Roberto Eduardo Viola, entonces
Jefe del Estado Mayor General del Ejército. Allí se plantea que
las leyes para lograr la «inhabilitación y despido del personal je-
rárquico o de cuadros docentes o no docentes, laicos o confesio-
nales, enrolados o simpatizantes de la ideología marxista no han
logrado los resultados deseables». Entre las causas se menciona:
«No haberse logrado la total comprensión del problema por par-
te de los rectores, decanos, supervisores y docentes de todos los
ciclos de enseñanza, quienes se han mostrado poco dispuestos a
asumir tareas y responsabilidades acorde con las exigencias que
impone el Proceso de Reorganización Nacional». Por lo tanto el
informe ratifica que «interesan fundamentalmente aquellos in-
formes referidos a: a) Funcionarios y directivos que, mediante
acción o inacción favorecen la infiltración. b) Docentes religio-
sos o laicos que impriman a sus clases una clara o encubierta
orientación marxista». El documento explica luego que se deben 167
reunir hasta «Datos de familiares de cada causante». Luego de-

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fine la relación entre los Comandos de Zona, la Jefatura iii de
Operaciones, la Jefatura ii de Inteligencia, la forma de encarrilar
la información entre el sector miitar y el ministerio de Educación.
Un ítem del informe es breve. Dice: «Velo: mantiene su encubri-
miento de operacion claridad», y más abajo: «servicios para
apoyo de combate, de acuerdo con lo establecido en la directiva
del cje (Comando en Jefe del Ejército) 504/77 (Continuación de
la ofensiva contra la subversión durante el período 1977/78)». La
firma es de Viola. Es interesante mencionar que en ninguno de
estos documentos aparece la palabra «guerra» para referirse al
accionar antisubversivo, término que apareció mucho después,
cuando lo encubierto empezó a conocerse, y los responsables del
gobierno militar intentaron justificar los crímenes por los cuales
se los acusaba.

27. 30 por ciento más de


importaciones también en 1980.

El general Albano Harguindeguy era ministro del Interior


pero asumió interinamente Cultura y Educación. En noviembre
de 1978 emitió la resolución 1650 en la que ordena que el orga-
nismo encabezado por Valladares centralice toda la información
sobre «la detección de agentes propiciantes de la subversión y/o
el terrorismo». ¿Qué hacer una vez que se detectaba a alguien
a quien se creía peligroso? El punto 4.1.1. de la resolución de
Harguindeguy dice: «Las autoridades educativas, culturales y de
ciencia y tecnología deberán informar las novedades sobre la
detección de agentes o presuntas actividades subversivas a que
diere origen el personal a sus órdenes, a las autoridades milita-
168 res de su jurisdicción». La forma de detectar enemigos ya había
sido detallada por Valladares en uno de sus informes de mayo
de 1977 donde, al hablar de la estrategia antisubversiva, propone:
«Volcar el centro de gravedad específico, sobre los ciclos prima-
rio y secundario. En el primero, operar preferentemente a través
de los cuadros de preceptores a seleccionar». Con respecto a la
Universidad, planea crear «una red confidencial de reunión de
información». Además ordena: «Infiltrar y penetrar las organi-
zaciones ctera, faudi, franja morada y mor, especialmente».
El primero es el gremio docente, y las otras son agrupaciones
estudiantiles. El punto g) del trabajo dice que hay que «prever la
adopción de un esquema de búsqueda dentro de las áreas de Cul-
tura y de Ciencia y Tecnología», y explica de qué modo en el pun-
to h): «Apelar, para estructurar el sistema de reunión de informa-
ción, al aporte de los miembros de la familia del personal militar,
de las fuerzas de seguridad y policiales, que se desempeñen en el
sector educacional». Consultado sobre estas cuestiones, el ex mi-
nistro Bruera dijo a Clarín: «¿Y para qué carajo íbamos a querer
infiltrar a ctera, Franja Morada y esas cosas, si en ese momen-
to no aparecían ni a placé? El problema podía ser Montoneros,
pero tampoco estaban porque después de que Perón los echa de
la plaza (en mayo de 1974) entraron en una bancarrota impre-
sionante». Las dudas de Bruera parecen razonables, pero refle-
jan que lo razonable no estaba incluído en estos planes: aunque
en los informes se hablase de «terroristas» y «subversivos», las
acciones militares apuntaban contra cualquier persona opuesta,
aún potencialmente, al Proceso. (Investigaciones recientes han
revelado, por ejemplo, que más del 90 por ciento de los desapa-
recidos no eran guerrilleros).

28. 37 entidades financieras


quebraron en el período.
169

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


A fines de 1978 Horacio Guarany volvió a la Argentina, lo
que motivó un parte de la side. Se menciona que Guarany firmó
una solicitada por el fin de la guerra en Vietnam (1968) y otra
contra la dictadura de Augusto Pinochet (1973). Se menciona que
fue autor de canciones de «apoyatura a la subversión ideológica»
tales como Recital a la Paz y Recital a la Infancia. «Se estima
conveniente seguir de cerca sus actividades a efectos de que el
causante no pueda volver a difundir, a través de sus actuaciones,
mensajes ideológicos comprometidos con la subversión marxis-
ta». El «memo» incluye una copia del volante que promocionaba
la reaparición de Guarany en el Club Atlanta, de Junín, junto a
conjuntos que ya no están de moda: Los Duques Negros y Los
Espectros. El siguiente parte (enero de 1979) está dedicado al
actor Carlos Carella. Se lo califica como «Fórmula 4», el mayor
grado de peligrosidad en los informes de la side, se enumeran
solicitadas firmadas por él y se plantea también «seguir de cerca
sus actividades a efectos de evitar que pueda convertirse en un
‘comunicador llave’ que sirva, posteriormente, a la difusión de
mensajes con connotaciones ideológicas ajenas a nuestro sen-
tir nacional». Sin embargo el parte de la side nació «al tomarse
conocimiento que recientemente se presentó con su versión es-
cénica de martín fierro». La documentación posiblemente sea
infinita. En algunos casos sólo sirve para ver en qué se gastaban
las partidas secretas. Hay un informe secreto de enero de 1980
sobre «infiltración a una secta esotérica» en Bahía Blanca. Se
dice que «la vida privada de algunos de sus miembros denota
lo pernicioso de sus actividades». Se menciona el programa de
estudio (las materias eran «El bien y el mal», «Karma» y «Seres
infernales» entre otras). Los «servicios» detectaron a todos los
adherentes, incluyendo a María Adela Scilingo, hermana del ma-
rino que el año pasado confesó haber participado en los vuelos
170 que su arma organizaba para arrojar a personas al mar. La cali-
fican en 1973 como «incursa en actividades de extrema izquierda,
participa en pegatina de afiches», y en 1978 sólo «miembro de la
secta esotérica».

29. 22.285 fue el número del decreto


que desde 1981 reglamentaba los
servicios audiovisuales en Argentina
hasta bien entrado el tercer milenio.

Desde el primer día, la Junta Militar dispuso una comitiva


para analizar la aptitud ideológica de centenares de personali-
dades públicas. Para eso fue creado el Equipo Compatibilizador
Interfuerzas (eci), un organismo que tenía el deber de coordinar
reuniones semanales donde confluían representantes de la Secre-
taría de Información Pública (sip), la Secretaría de Inteligencia
del Estado (side) y representantes de cada una de las tres armas.
El eci no era un organismo permanente: se conformaba
para cada ocasión. «Aún no hemos encontrado responsables di-
rectos. Los eci se conformaban para cada tarea. Para mí es un
término nuevo, a pesar de los años que llevo investigando el fun-
cionamiento administrativo de la dictadura. Creo que estaban en
el ámbito de la Junta Militar, y generalmente quedaban bajo la
órbita de los secretarios generales de cada fuerza», concluyó la
Directora de Derechos Humanos de la Cartera.
Si bien fueron encontrados muchos más de tres listados -el
primero el 18 de junio del ‘76- el ministerio de Defensa destacó
tres paradigmáticos: uno fechado el 6 de abril de 1979, el segun-
do el 31 de enero de 1980, y el tercero el 21 de septiembre de 1982.
En esos listados el eci definió cuatro «fórmulas» para califi-
car a las personas que entraban o salían de las listas:
Fórmula 1: la integraban quienes no tenían «antecedentes 171
ideológicos marxistas».

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Fórmula 2: La escala de peligrosidad era mayor para quie-
nes sus antecedentes «no permiten calificarlo desfavorablemente
desde el punto de vista ideológico marxista».
Fórmula 3: registraban «algunos antecedentes ideológicos
marxistas» pero los mismos no son suficientes para que se cons-
tituyan en un elemento insalvables para su nombramiento, pro-
moción, otorgamiento de beca, etc…
Fórmula 4: «antecedentes ideológicos marxistas que hacen
aconsejable su no ingreso y/o permanencia en la administración
pública. No se le proporcione colaboración», ordenaban a esta
cuarta categoría, la más «peligrosa».
En este contexto, la definición del «marxismo» respondía a
la propaganda de la dictadura: sin rigor teórico, era un criterio
amplio que buscaba la legitimación de los horrores que se come-
tían. «Eran todos marxistas prácticamente. Montoneros era mar-
xista. Y eso era utilizado deliberadamente: decirle a este pueblo
que alguien era marxista no era lo mismo que decirles que eran
peronistas», explica Segado.
La primera lista, doce páginas mecanografiadas, incluyen
285 nombres de «Fórmula 4» de todos los oficios posibles: lo-
cutores, pintores, escritores, periodistas, concertistas, actrices y
actores, directores teatrales, abogados, profesores de bellas artes,
docentes, músicos, escultores, críticos de arte, guionistas, publi-
cistas, escenógrafos, compositores, cineastas, dibujantes. Hasta
titiriteros, médicos pediatras y psicólogos. Entre los hombres
peligrosos para los ojos del régimen, había artistas reconocidos
como Pino Solanas, Juan Carlos Gené, Rogelio García Lupo, Ja-
cobo Timerman, Marilina Ross, José Octavio Getino y Leonardo
Favio, entre muchísimos otros.
La segunda aumentaba los ranqueados F4 a 331 nombres,
con algunas recomendaciones sobre ellos: no debían ser difun-
172 didos y, en última instancia, debían «ser incinerados». Las reu-
niones semanales del eci aumentaban o filtraban esa lista: como
insumos, las mentes militares utilizaban informes de la side.
Pero también se discutían casos individuales acercados por los
representantes de las Fuerzas, o a pedido de los mismos intere-
sados. Norma Aleandro, Héctor Alterio, Osvaldo Bayer y Jorge
Luis Bernetti figuraban en esta.

30. 6 de cada diez desaparecidos


tenían entre 21 y 30 años
(32,62 por ciento entre 21 y 25 años
y 25,90 por ciento entre 26 y 30 años,
sumando un total de 58,52 por ciento).

El último listado, fechado el 21 de septiembre de 1982, tuvo


un carácter distinto: luego de la Guerra de Malvinas, y el dete-
rioro de la imagen pública de la dictadura, una nota de la Secre-
taría de Información Pública destaca la directiva del gobierno
de «marcar una transición hacia la vida institucional plena del
país». Por ello, propone «evitar medidas y actitudes oficiales que
atenten contra esa imagen en el campo de la comunicación». El
14 de octubre de 1982, el tema fue tratado en el seno de la Junta.
El acta N° 236 -que integra el corpus hallado- refleja que los
dictadores deciden «proceder en forma gradual a desafectar per-
sonas (del listado de Fórmula 4) siguiendo el criterio propuesto
para la variante 2 de la sip».
Esa gradualidad se tradujo en la conformación de cuatro
sub grupos dentro del universo de 199 personas que aún conti-
nuaban inhibidas dentro del listado de «Fórmula 4». La reincor-
poración iba a ser escalonada: 41 de ellas debían pasar a «contra-
tables» a fines de 1982; otras 60 personas debían dejar de estar en
el listado en el primer semestre de 1983; y otras 52 en el segundo 173
semestre de ese año. «Finalmente, la sip recomendaba (y la Jun-

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


ta Militar así lo decidió) que 46 argentinos, bajo ningún punto
de vista, salieran del listado de «Fórmula 4». Nunca dejaría que
«un grupo de argentinos puedan ser contratados para trabajar»,
explica el comunicado del Ministerio de Defensa. Entre ellos, es-
taban los actores Norman Briski y Nacha Guevara, el cineasta
Justo Octavio Getino, el músico Miguel Ángel Estrella -que ha-
bía estado secuestrado en la esma- y el poeta popular Armando
Tejada Gómez.

31. 6 de cada diez desparecidos eran


obreros, empleados, profesionales y
docentes, es decir trabajadores
(obreros 30,2 por ciento; empleados
17,9 por ciento; profesionales 10,7
por ciento y 5 por ciento, docentes;
haciendo un total de 63,8 por ciento
del total de desaparecidos).

«Milagros no hay», eran las palabras del gerente de produc-


ción de Mercedes-Benz Argentina, Juan Tasselkraut, cuando en
el Juicio por la Verdad el juez le preguntó si había relación entre
la desaparición de 14 obreros durante la dictadura militar y el
aumento significativo de la productividad en la fábrica. Este do-
cumental fue emitido por varios canales de televisión en América
Latina, pero los canales alemanes nunca se atrevieron a hacerlo.
Un documental de Gaby Weber.

32. 21 por ciento de los desaparecidos


174 eran estudiantes.

El 21 de abril de 1977, el obispo de Viedma, Miguel Esteban


Hesayne intentó presentar a Harguindeguy, de visita en Río Ne-
gro, los casos de secuestros y torturas que se denunciaban en el
Obispado. «Regresé de dicha entrevista, angustiado, apenado y
embargado de un gran temor por el futuro inmediato de nuestro
país», escribió tres días después Hesayne en una carta dirigida
a Harguindeguy. El ministro «a cargo del orden interno admite
por principio la tortura como instrumento», recapitula Hesayne.
En ese diálogo «no sólo encontré errores», agrega, «sino abierta
declaración de principios de acción contrarios a lo más elemen-
tal de la moral cristiana». Hesayne dejó constancia por escrito de
que «la tortura es inmoral la emplee quien la emplee. Es violen-
cia y la violencia es antihumana y anticristiana, en frase célebre
de Paulo vi para sintetizar la doctrina católica, al respecto». El
obispo decía haber comprobado con angustia que las Fuerzas
Armadas «optan para ganar una batalla muy dura y peligrosa
por los principios maquiavélicos, renunciando de hecho a Cris-
to y a su Evangelio, no obstante los actos de culto católico que
programen». Había comprobado que no se trataba de «errores
cometidos por algunos» sino que «desde la alta oficialidad se re-
niega prácticamente del Evangelio al ordenar o admitir la tortura
como medio indispensable». Ante esta «triste realidad, Dios no
puede seguir bendiciendo a Fuerzas Armadas que ultrajan cria-
turas suyas, bajo el pretexto que fuere. Sigue siendo válido siem-
pre aquello afirmado rotundamente por Jesús: Lo que hiciereis al
más pequeño, a mí me lo hacéis». Con una clarividencia que po-
cos tuvieron, Hesayne advierte que «una victoria a costa de actos
indignos se convierte pronto en derrota, porque nadie construye
ni al margen ni contra Dios. Fuerzas Armadas que torturan no
saldrán impunes ante Dios Creador». Si en la historia argentina
«hubo pena de excomunión para quienes violaron templos mate- 175
riales, ¿qué pena merecen los que violan torturando los templos

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


vivos de Dios, que son todo hombre o mujer?», concluye.

33. 3,8 por ciento de los desaparecidos


eran amas de casa.

«Señores jueces:
«Se ha probado durante este juicio la existencia de un plan
criminal que no concluyó cuando fueron reemplazados los pro-
cesados Galtieri, Anaya y Lami Dozo. La crisis interna que pro-
dujo entre las autoridades del Proceso de Reorganización Nacio-
nal la derrota militar sufrida en las Islas Malvinas, no importó
ningún cambio en las directivas dadas a raíz de la lucha contra
la subversión.
«(…)
«Este proceso ha significado, para quienes hemos tenido el
doloroso privilegio de conocerlo íntimamente, una suerte de des-
censo a zonas tenebrosas del alma humana, donde la miseria, la
abyección y el horror registran profundidades difíciles de imagi-
nar antes y de comprender después.
«Dante Alighieri -en La Divina Comedia- reservaba el sép-
timo círculo del infierno para los violentos: para todos aquellos
que hicieran un daño a los demás mediante la fuerza. Y dentro
de ese mismo recinto, sumergía en un río de sangre hirviente y
nauseabunda a cierto género de condenados, así descriptos por
el poeta: «Estos son los tiranos que vivieron de sangre y de rapi-
ña. Aquí se lloran sus despiadadas faltas».
«Yo no vengo ahora a propiciar tan tremenda condena para
los procesados, si bien no puedo descartar que otro tribunal, de
aún más elevada jerarquía que el presente, se haga oportuna-
176 mente cargo de ello.
«Me limitaré pues a fundamentar brevemente la humana con-
veniencia y necesidad del castigo. Sigo a Oliva Wondell Holmes,
cuando afirma: «La ley amenaza con ciertos males si uno hace cier-
tas cosas. Si uno persiste en hacerlas, la ley debe infligir estos ma-
les con el objeto de que sus amenazas continúen siendo creídas».
«El castigo -que según ciertas interpretaciones no es más
que venganza institucionalizada- se opone, de esta manera, a
la venganza incontrolada. Si esta posición nos vale ser tenidos
como pertinaces retribucionistas, asumiremos el riesgo de la se-
guridad de que no estamos solos en la búsqueda de la deseada
ecuanimidad. Aún los juristas que más escépticos se muestran
respecto de la justificación de la pena, pese a relativizar la finali-
dad retributiva, terminan por rendirse ante la realidad.
«Podemos afirmar entonces con Gunther Stratenwerth que
aún cuando la función retributiva de la pena resulte dudosa, tác-
ticamente no es sino una realidad: «La necesidad de retribución,
en el caso de delitos conmovedores de la opinión pública, no po-
drá eliminarse sin más. Si estas necesidades no son satisfechas,
es decir, si fracasa aunque sólo sea supuestamente la administra-
ción de la justicia penal, estaremos siempre ante la amenaza de la
recaída en el derecho de propia mano o en la justicia de Lynch».
«Por todo ello, señor presidente, este juicio y esta condena
son importantes y necesarios para la Nación argentina, que ha
sido ofendida por crímenes atroces. Su propia atrocidad torna
monstruosa la mera hipótesis de la impunidad. Salvo que la con-
ciencia moral de los argentinos haya descendido a niveles triba-
les, nadie puede admitir que el secuestro, la tortura o el asesina-
to constituyan «hechos políticos» o «contingencias del combate».
Ahora que el pueblo argentino ha recuperado el gobierno y con-
trol de sus instituciones, yo asumo la responsabilidad de decla-
rar en su nombre que el sadismo no es una ideología política ni
una estrategia bélica, sino una perversión moral. A partir de este
juicio y esta condena, el pueblo argentino recuperará su autoesti- 177
ma, su fe en los valores sobre la base de los cuales se constituyó

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


la Nación y su imagen internacional severamente dañada por los
crímenes de la represión ilegal…
«Los argentinos hemos tratado de obtener la paz fundán-
dola en el olvido, y fracasamos: ya hemos hablado de pasadas y
frustradas amnistías.
«Hemos tratado de buscar la paz por la vía de la violencia y
el exterminio del adversario, y fracasamos: me remito al período
que acabamos de describir.
«A partir de este juicio y de la condena que propugno, nos
cabe la responsabilidad de fundar una paz basada no en el olvi-
do sino en la memoria; no en la violencia sino en la justicia.
«Esta es nuestra oportunidad: quizá sea la última.
«(…)
«Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pre-
tensión de originalidad para cerrar esta requisitoria.
«Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque per-
tenece ya a todo el pueblo argentino.
«Señores jueces: Nunca más», dijo el entonces fiscal federal,
Julio César Strassera, en diciembre de 1985.
34. 120 ex soldados argentinos en
Malvinas presentaron denuncias
por haber sido torturados por sus
superiores durante la guerra.

178 Una de las actas da cuenta del testimonio de un teniente


primero que relata que un oficial «lo ató de pies y manos a la
espalda, colocándolo de cara al suelo, en la arena mojada de la
playa, desde las 9 hasta las 17 horas», u otro de un sargento que
recibió patadas en los testículos por lo cual debió ser operado.
Otro documento secreto -firmado por el entonces coman-
dante en jefe del Ejército, teniente general Cristino Nicolaides,
el 30 de diciembre de 1982, seis meses después de terminada la
guerra- revela un plan de la dictadura para ocultar esos delitos
cometidos en las islas.
En el texto -rotulado como secreto por el Ejército- Nico-
laides dejó asentados los lineamientos para ocultar las torturas y
vejámenes que aplicaron a los conscriptos, en una nota dirigida
al comandante del v Cuerpo del Ejército.
En esa nota, a la que también pudo acceder Télam, se indica
que a la hora de impulsar una investigación interna, los vejámenes
fueran considerados como simples «faltas disciplinarias» y que en
los casos en que sea imposible por la gravedad del hecho, que se
le informe la situación a él en persona para resolver el problema.
«En los casos en que se acreditare alguna infracción las res-
pectivas resoluciones no excederán el ámbito disciplinario, den-
tro de pautas de mesura, guardando la adecuada reserva», fue la
orden escrita por Nicolaides, a fin de evitar filtraciones a la socie-
dad en un momento en que los dictadores procuraban conservar
el poder tras la derrota en la guerra.
«Esta documentación demuestra que hubo una planifica-
ción de Inteligencia para evitar que los relatos de los soldados
trascendieran cuando volvieran al continente», explicó Alonso,
quien adelantó que todo el material desclasificado también será
remitido a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Los ex combatientes recurrieron a esta instancia por «nega-
ción de justicia» luego de que la Corte Suprema de Justicia decla-
rara prescripta la causa y clausurara la investigación.
179

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


35. 517 mil por ciento fue la inflación
acumulada entre 1976 y 1983.

Gómez Alcorta sostuvo en la presentación del informe so-


bre empresas y dictadura que los orígenes de este trabajo situado
a comienzos de 2014 comenzó a entenderse una necesidad: «Una
vez reconstruida las características del aparato represivo, iden-
tificamos que no estaba disponible un insumo para entender el
universo del colectivo de víctimas entre los trabajadores». «Ante
la lectura de todos los casos juntos nos encontramos en condicio-
nes de explicar la clara responsabilidad de un sector del empre-
sariado en los crímenes que tuvieron a estas víctimas», explicó.
«Por eso decimos que la palabra ‘participación’ o ‘complicidad’ a
priori no resulta correcta para la comprensión de los crímenes
en estas intervenciones.» El informe encontró «un patrón común
en las prácticas represivas y una estrategia común de disciplina-
miento laboral de terrorismo de estado». Marca distintas formas
de disciplinamiento de las fábricas en las que se encuentra el
extremo de haber tenido centros clandestinos de detención. Pero
también hubo formas más invisibilizadas, como la entrega de lis-
tas, el señalamiento de blancos o delegados, listas de direcciones,
fotos, legajos personales o apoyo de logísticas. En esos «patro-
nes de recurrencia» encontraron que en el 88 por ciento de las
empresas hubo secuestros o despedidos; el 76 por ciento entregó
información privada de los trabajadores; el 72 por ciento tuvo
presencia de actividad militar, control y amedrentamiento y en
el 52 por ciento de las firmas hubo presencia de cuadros empre-
sariales en la detención, secuestro y tortura de los trabajadores.
«En este sentido, evidencian las distintas formas de combinación
de prácticas empresariales y militares del terrorismo de estado
180 que tuvieron como víctimas a los trabajadores.»

36. 21.526 es el número de la llamada


ley de entidades financieras que rige
desde el 14 de febrero de 1977.

«Se identificaron casi 900 trabajadores que resultaron vícti-


mas del terrorismo de Estado. 354 víctimas están desaparecidas,
65 fueron asesinadas y más de 450 sufrieron formas diversas de
represión y fueron luego liberadas. La mayoría eran trabajado-
res/as y ex trabajadores/as de las empresas analizadas al mo-
mento de los hechos», indica el informe.
Y agrega: «entre los últimos, fueron incluidos quienes partici-
paron de los procesos de conflicto y organización obrera hasta los
últimos tiempos antes de iniciada la dictadura y fueron despedi-
dos o debieron renunciar a raíz de la represión y para preservar su
seguridad. También fueron incluidos casos ‘conexos’, tratándose
de personas que sufrieron la represión a raíz de su vinculación con
trabajadores o ex trabajadores o distintas formas de conexión con
la empresa, pero no tenían un vínculo laboral».
Mediante distintos criterios de selección, se elaboraron
veintidós informes donde se investiga a las siguientes empresas:
minera El Aguilar, La Veloz del Norte, Grafanor, ingenios Ledes-
ma, La Fronterita y Concepción (noa); Alpargatas, Molinos Río
de la Plata, Swift, Propulsora Siderúrgica, Astillero Río Santia-
go y Petroquímica Sudamericana (cordones del conurbano sur
bonaerense); Grafa, Ford, Mercedes-Benz, Lozadur y Cattáneo,
astilleros Astarsa y Mestrina, Dálmine-Siderca y Acindar (norte
y oeste de la provincia de Buenos Aires y sur de Santa Fe); fiat
(zona Centro); Las Marías (nea); Loma Negra y La Nueva Provin-
cia (interior de Buenos Aires).
Algunas causas tienen imputados a dueños o cuadros em- 181
presariales, al tiempo que en otras los imputados son militares.

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


También existen causas que incluyen casos de obreros víctimas
de delitos de lesa humanidad como parte de un cuerpo de víc-
timas más numeroso y heterogéneo. Actualmente, el caso más
avanzado contra un empresario es el de La Veloz del Norte de
Salta, cuyo ex dueño, Marcos Levín, se encuentra enfrentando el
juicio oral y público.
En cinco de los casos existieron entre sesenta y más de cien
trabajadores víctimas de la represión: Astillero Río Santiago, Dál-
mine-Siderca, Acindar, ingenio Ledesma y fiat. En otros cinco, las
víctimas fueron entre treinta y cuarenta, al tiempo que en otras
catorce empresas existieron entre diez y treinta trabajadores vícti-
mas. Una sola empresa de este conjunto analizado, el taller gráfico
de La Nueva Provincia, tuvo dos trabajadores víctimas.

37. 1,6 por ciento de los desaparecidos


fueron periodistas.

Citados por la oficina de prensa del iii Cuerpo de ejército, el


29 de abril de 1976, periodistas de distintos medios de Córdoba
llegaron al Regimiento 14 de Infantería, situado justo en frente
del despacho que el general Luciano Benjamín Menéndez tenía
en los cuarteles de camino a La Calera. Ante su presencia y la del
teniente coronel Gorleri, Jefe del Regimiento, los trabajadores de
prensa empezaron a ver cómo centenares de libros previamente
confiscados de las librerías de Córdoba ardían en una gran fo-
gata. Fue entonces cuando Gorleri hizo uso de la palabra para
justificar una acción propia de la Inquisición, cuando además de
libros, la Iglesia Católica quemaba personas en la plaza pública:
«Incineramos esta documentación perniciosa que afecta al inte-
182 lecto, a nuestra manera de ser cristiana…, y en fin a nuestro más
tradicional acervo espiritual sintetizado en Dios, Patria y Hogar».

38. 1.500.000 de libros


fueron quemados

El 30 de agosto de 1980 la policía bonaerense quemó en un


baldío de Sarandí un millón y medio de ejemplares del Centro
Editor de América Latina, retirados de los depósitos por orden
del juez federal de La Plata, Héctor Gustavo de la Serna. Los
libros ardieron durante tres días. Cabe aclarar que no fue esa la
única vez que la dictadura quemó libros. El 29 de abril de 1976,
Luciano Benjamín Menéndez, jefe del iii Cuerpo de Ejército con
asiento en Córdoba, ordenó una quema colectiva de libros, entre
los que se hallaban obras de Proust, García Márquez, Cortázar,
Neruda, Vargas Llosa, Saint-Exupéry, Galeano… Dijo que lo ha-
cía «a fin de que no quede ninguna parte de estos libros, folle-
tos, revistas… para que con este material no se siga engañando a
nuestros hijos». Y agregó: «De la misma manera que destruimos
por el fuego la documentación perniciosa que afecta al intelecto
y nuestra manera de ser cristiana, serán destruidos los enemigos
del alma argentina». (Diario La Opinión, 30 de abril de 1976).
39. 700 millones de dólares
costó el Mundial 1978.

Así, con secuestrados por todo el país, en junio del ‘78 los
argentinos que podían caminar sin preocupaciones por la calle
se sentaban en un sillón para ver los partidos del Mundial, ese 183
en el que la dictadura gastó 700 millones de dólares, una cifra

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


sideral y envuelta de corrupción. Lo primero en crearse fue el
Ente Autárquico Mundial 78 (eam 78), que les facilitaba a los
militares el control absoluto del torneo. El primer presidente fue
el general Omar Actis, del Ejército y enfrentado con Carlos La-
coste -un íntimo de Emilio Massera, de la Armada e integrante
de la Junta-. Fue Lacoste quien finalmente terminó controlan-
do el eam 78 ante la sospechosa y nunca esclarecida muerte de
Actis en 1976, en un hecho que se trató de atribuir oficialmente
a la guerrilla pero sobre el que siempre sobrevoló la sombra de
Massera. Eso favoreció el gasto millonario en el que se incluyó la
remodelación total del edificio de atc, con el declamado objetivo
de garantizar la mejor calidad de transmisión, como también la
terminación de los estadios de River, Vélez y Central y la realiza-
ción de los de Córdoba, Mar del Plata y Mendoza.

40. 160 por ciento fue la inflación


del año del Mundial, en 1978.

El 25 de marzo la Junta recibió de manos del deporte una


de las primeras adhesiones. La dio el presidente de la Confedera-
ción Brasileña de Deportes (cbd), almirante Heleno Nunes. «Tal
vez sea la mejor garantía de la Copa del Mundo en Argentina»,
dijo Nunes. Al día siguiente arribó a Buenos Aires una comisión
de la fifa, para inspeccionar las obras del Mundial, encabezada
por el alemán Hermann Neuberg, ss en los tiempos de Hitler.
«El cambio de Gobierno no tiene nada que ver con el Mundial.
Somos gente de fútbol y no políticos», dijo Neuberger. Más claro
aún fue el propio mandamás de la fifa, Joao Havelange. El 28 de
marzo decía desde el exterior que «la Argentina está ahora más
184 apta que nunca para organizar el mundial». Recibiendo a la fifa
en Ezeiza aquel 25 de marzo estaba ya el almirante Carlos Lacos-
te, la bota que Massera puso dentro del deporte, para manejar el
poder y los negocios. •
Epílogo 185

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Cuarenta años después del golpe del 24 de marzo de 1976,
el sueño colectivo inconcluso de la igualdad continúa siendo el
gran proyecto todavía no alcanzado.
Somos lo que soñamos.
Y lo que hacemos en función de transformar la realidad
para concretar esos ideales.
La ferocidad del capitalismo se demuestra en la vida cotidia-
na y también en la depredación de la naturaleza.
Tal como lo decían desde los sacerdotes por el tercer mun-
do a todos y cada uno de los militantes revolucionarios de los
años setenta, no hay posibilidad de un futuro para los que son
más en esta cápsula espacial llamada planeta Tierra dentro del
actual sistema de dominación económica, política y cultural.
Las actuales luchas contra el narcotráfico y los modelos extrac-
tivistas a través de sus múltiples caretas (desde el sojalismo exacer-
bado a la minería a cielo abierto) son peleas contra el capitalismo.
Construcciones colectivas de respuestas que surgen desde
abajo como verdaderas alternativas ante los negocios que se im-
ponen desde diferentes nichos corruptos de los gobiernos nacio-
nales, provinciales y municipales.
La generalización, sin embargo, es un problema.
Precisión, socialización de la información, construcción de
espacios sociales y políticos en lo cercano, amplitud, humildad
186 y tolerancia parecen ser etapas de un proceso que vaya asomán-
dose ante las mayorías como una real posibilidad de un presente
mejor, necesariamente mejor.
El país dependiente que sigue siendo la Argentina (el 60 por
ciento de las principales cincuenta empresas que concentran la
economía son extranjeras) tiene, al mismo tiempo, el problema
histórico de la imposición de visiones políticas, económicas y
culturales que viene desde Buenos Aires. Somos una nación que
se dice federal pero que es profundamente unitaria, según las
claves políticas jamás desechas del siglo diecinueve.
Los apuros y los atajos, generalmente, llevan a la inmola-
ción. Rodolfo Walsh advertía, hacia 1975, el dramático problema
político de las vanguardias que, al separarse del pueblo, termi-
nan convirtiéndose en patrullas perdidas.
La palabra paciencia debe tener una dimensión política de
importancia para todos aquellos que consideran la necesidad de
construir un socialismo que permita vivir en igualdad y también
en libertad.
Las diferencias políticas que parecen insalvables entre or-
ganizaciones del llamado campo popular deberían pensarse de
acuerdo a los ojos de los desaparecedores. Algunos sobrevivien-
tes de los centros de detención han confesado que bajo la mirada
de los torturadores, trotskistas, comunistas, peronistas, cristia-
nos, radicales, socialistas e independientes eran todos iguales.
Eran tratados como «mutantes», una especia subhumana que ha-
bía desafiado el supuesto orden natural impuesto por las clases
dominantes. Alguna vez habrá que tener en cuenta estas cosas
a la hora de pensar y construir herramientas políticas de verda-
dera transformación social, tanto a nivel municipal, provincial,
regional y nacional.
A cuarenta años del golpe de estado más sanguinario de la
historia argentina es preciso construir puentes entre las diferen-
tes generaciones.
El individualismo y el consumismo, principales valores del 187
capitalismo, deben ser combatidos desde la práctica concreta y

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


la valoración de aciertos y errores de experiencias colectivas an-
teriores.
Cuarenta años después, los negocios de los titiriteros, de
los delincuentes de guante blanco, parecen gozar de buena salud.
Sin embargo acá estamos nosotros.
Emocionados testigos de las luchas anteriores, conmovidos
receptores de mensajes revolucionarios que aún tienen vigencia,
enamorados de nuestras hijas y comprometidos con los nuevos
protagonistas de la historia para que sigan creyendo que lo hu-
mano está por encima de cualquier negocio.
Por eso, cuarenta años después, seguimos peleando.
No nos han vencido.

Carlos del Frade


Rosario, enero de 2016.
188
Fuentes 189

Carlos del Frade | 40 años después Titiriteros y dignidad


Entrevistas

AGUIRRE, Osvaldo (periodista).


ALOI, Jorge (sacerdote católico).
AMADOR, Manuel (ex detenido).
AMELONG, Fernando (ex directivo de Duperial).
AMELONG, Daniel (ex integrante de los Servicios de Inteligencia del Ejército
e imputado de distintos delitos de lesa humanidad).
ARAMBURU, José (sacerdote).
ARANCEDO, José (arzobispo de Santa Fe).
ARANDA, Carlos (militante social).
ARAYA, Dolores (integrante de hijos).
ARIZAGA, Susana (maestra).
ARROYO, Juan (ex sacerdote).
AUZMENDI, Armando (dirigente político).
AYALA, María del Rosario (militante social).
AYALA, Néstor (militante social).
AYASTUI, Matías (hijos).
AZUM, José (ex directivo de pasa).
BALBI, Víctor (sobreviviente de varios apremios ilegales en democracia).
BARBERO, Edgardo (dirigente sindical).
BARELLO, Raúl (empresario).
BARRIONUEVO, Oscar (dirigente sindical).
190 BAYER, Osvaldo (historiador y escritor).
BELFER, Jaime (juez federal).
BELLO, Osmar (militante social).
BERERCIARTUA, Roberto (dirigente político).
BERNADU (coronel del ii Cuerpo).
BERTOLINO, Marta (psicóloga y sobreviviente del Servicio de Informaciones).
BERRA, José (sobreviviente del Servicio de Informaciones).
BLANDO, Manuel (abogado).
BONAFINI, Hebe de (Madre de la Plaza).
BONASSO, Miguel (periodista, escritor).
BONGELLI, Oscar (dirigente gremial).
BORDA, Graciela (sobreviviente).
BORGONOVO, Esteban (ex subsecretario de asuntos legislativos).
BORNEMANN, Jorge (directivo de Dow Chemical).
BRACACCINI, Gladys (ama de casa).
BRUERA, Matilde (abogada).
BUGNA, Anatilde (militante de Organismos de Derechos Humanos).
CABRERA, Sandra (dirigente sindical asesinada el 27 de enero de 2004).
CABRERA HANSEN, Olga (abogada y sobreviviente del Servicio de Informaciones).
CACERES, Ricardo (militante político misionero).
CAGGIANO, María Eugenia (abogada).
CAMARA, Ana (sobreviviente).
CAPELLA, José Luis (abogado ambientalista).
CARRA, Osvaldo (ex obrero de pasa).
CARRILLO, Carlos (juez federal).
CARRIO, Elisa (dirigente política).
CASCO, Judit (trabajadora social).
CASTRO, Jorge (ex preso político).
CATERINA, Luis (juez de instrucción).
CAVALLERO, Héctor (diputado nacional).
CENSABELLA, José (dirigente empresarial).
CENSI, Mario (abogado).
CERUTI, Leónidas (historiador).
CEVALLO, Eduardo (dirigente político y ex ministro de gobierno de Santa Fe). 191
CLARA, Mirta (militante social).

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CORTES, Alberto (concejal rosarino).
COSIDOY, Laura (jueza federal rosarina).
CONSTANZO, Eduardo (asesino y ex servicio de inteligencia).
CRIPPA García, Oto (camarista provincial).
CRACOGNA, Horacio (militante social).
CHABABO, Rubén (director del Museo de la Memoria).
DAMBROSIO, Ángel (dirigente político).
DAMICO, Roberto (sacerdote católico).
DE LA TORRE, Carlos (miembro de la apdh).
DIGERONIMO, Omar (juez federal).
DUNDA, Rubén (ex diputado provincial).
ECHEGOY, Lilián (miembro de Familiares).
EL KADRI, Envar (militante de la vida, hoy fallecido).
ENZ, Daniel (periodista).
FALCON, Ricardo (sociólogo).
FERMOSELLE (ex policía y nombrado en la Causa Feced)
FERHMANN, Marta (docente).
FERNÁNDEZ, Reynaldo (militante social).
FIGUEROA, Marta (ex mujer del «Gato» Saichuck).
FORESTELLO, Victoria (estudiante).
FORESTELLO, María Adela (jubilada).
FOUSSAL, Raúl (docente).
FRACCAROLLI, Aurora (Madres, Gualeguaychú).
FRAGUEYRO, Ricardo (empresario).
GALANZINO, Luis (ex policía).
GALASSO, Norberto (historiador).
GALICCHIO, Darwinia (Abuela de Plaza de Mayo).
GARCÍA, Guillermo (directivo de Celulosa).
GENOLET, Rubén (ex directivo de Duperial).
GERMANO, Guillermo (funcionario de Entre Ríos).
GHIOLDI, Rubén (dirigente gremial).
192 GIGLIONE, Daniel (sobreviviente del Servicio de Informaciones).
GONZÁLEZ, Josefina (hijos).
GORRIARAN MERLO, Enrique (ex dirigente del erp)
GOYA, Emilio (Hijos).
GROSSO, Jorge (dirigente sindical).
GUALLANE, Carolina (hija de desaparecidos).
GUILLERMO (sobreviviente del Servicio de Informaciones).
GUTIÉRREZ, Alicia (dirigente política).
HERNÁNDEZ, Ester Andrea (Jueza Federal).
HERNÁNDEZ LARGUÍA, Mariana (dirigente de Derechos Humanos).
HERRERA, Manuel (ex directivo de pasa).
HESAYNE, Miguel (sacerdote católico).
HOURCADE, Eduardo (historiador).
ISERN, María José (miembro de comunidades de base).
ISERN, Omar (dirigente social y funcionario rosarino).
JALIL, Nelma (Madre de Plaza de Mayo).
JUAREZ, Jorge (juez de instrucción provincial).
KARAMAN, José (sacerdote).
KOFMAN, Celina (Madre de Plaza de Mayo de Santa Fe).
KOFMAN, Hugo (dirigente social).
KOHAN, Alberto (ex funcionario menemista).
KOHAN, Judith (cientista social).
KOZAMEH, Alicia (escritora y militante).
LAURA (vecina de la calle Santiago al 2800).
LEGUIZAMÓN, Ramón (abogado).
LENSCAK, Juan (militante político).
LEONE, Carlos (empresario).
LO FIEGO, José (torturador).
LÓPEZ MAYORGA, Ricardo (empresario).
LOZANO, Claudio (economista).
LUCERO, Carmen (militante de Organismos de Derechos Humanos).
LUCERO, Juan (sobreviviente y exiliado).
LUENGO, Alejandro (fiscal federal de Santa Fe).
LUNA, Daniel (ex concejal). 193
LUNA, Élida (militante de Organismos de Derechos Humanos).

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MAC GUIRE, Santiago (sacerdote católico).
MADERNA, Horacio (ex oficial del Ejército).
MAGGI, José (periodista).
MANCUSSO, Lorenzo (sacerdote católico).
MANSUR, Alejandra (artista e hija de desaparecido nacida en cautiverio).
MARCOTE, Mario (torturador).
MARTÍNEZ, Gustavo (dirigente sindical)
MARTÍNEZ DE HOZ, José (ex ministro de economía).
MAS, Gerardo (dirigente sindical).
MELLADO, Fernando (abogado penalista).
MÉNDEZ, Héctor (periodista).
MENESES, Carlos (dirigente sindical).
MIDON, Hugo (militante social).
MIGUELES, Jorge (militante social).
MINELLA, Alberto (médico, Los Surgentes).
MIRAS, Eduardo (arzobispo de Rosario).
MONTALDO, Edgardo (sacerdote católico).
MURRAY, Juan (fiscal federal de San Nicolás).
NARANJO, Rubén (artista y dirigente de Derechos Humanos).
NATALE, Alberto (diputado nacional).
NAZABAL, Cecilia (docente).
NUÑEZ, Joaquín (sacerdote católico).
OLIVARES, Norberto (dirigente de Derechos Humanos).
OLIVEROS, Amadeo (comandante mayor de Gendarmería).
OPERTO, Walter (periodista).
OSCAR M. (ex empleado de la tesorería de la Jefatura de Policía).
OYARZABAL, Francisco (contador).
PAGURA, Federico (obispo metodista).
PALADINI, Roberto (empresario).
PAPALARDO, Hugo (sobreviviente).
PAULON, Victorio (dirigente sindical).
194 PEDRAZA, Jorge (abogado y sobreviviente).
PENDINO, Jorge (dirigente gremial).
PFEIFFER, Beatriz (sobreviviente).
PERAZZO, Leyla (jefa de la policía provincial).
PERDIA, Roberto (ex conducción de Montoneros).
PÉREZ VARA, Liliana (jueza de instrucción de Rosario).
PETERS, Bárbara (hijos).
PICCININI, Alberto (dirigente gremial y político).
PIOLA, Juan Carlos (toxicólogo).
POCHETINO, Domingo (funcionario provincial).
POLES, José (ex dirigente sindical).
PONCE DE LEON, Ana (familiar de desaparecidos).
PORCU, Ángel (ex dirigente sindical de Acindar).
PRESELLO, Ángel (docente).
PRESMAN, Hilda (militante social).
PUYOL, Lucía (integrante de hijos).
QUAGLIARO, Héctor (dirigente sindical).
QUINTANA, Gregorio (militante social).
QUIROGA, Edgardo (dirigente sindical).
RAIMONDI, Miguel (dirigente político).
RAVELO, Alejandra Leoncio de (Abuela de la Plaza).
RAZZETI, Carlos (comerciante).
REMONDINO, Marcelo (dirigente social).
RIVERO, Juan (dirigente político y social).
RODRÍGUEZ, Pedro (concejal de San Lorenzo).
RODRIGUEZ ARAYA, Lisandro (estudiante).
ROLDÁN, Carlos (ex directivo de Acindar).
ROSARIO (ex concubina de Agustín Feced).
ROSENVAIG, Eduardo (escritor e historiador).
ROSUA, Roberto (ex ministro de Gobierno de Santa Fe).
RUOPPOLO, Antonio (ex policía).
SAENZ, Elsa (maestra).
SAICHUCK, Marcelo (hijo del ex titular del Servicio de Informaciones de la
policía rosarina). 195
SALAMI, Víctor (sobreviviente).

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SALCEDO, Sebastián (dirigente sindical).
SANTILLÁN, Daniel (dirigente sindical).
SANTISO, Agustín (dirigente cristiano) .
SEMINARA, «Pochi» (ama de casa).
SHILLMAN, Raúl (sobreviviente del Servicio de Informaciones).
SHULLMAN, Eduardo (ex detenido y actual periodista).
SIÑERIZ, Daniel (sacerdote).
SOBKO, Clarisa (hija de desaparecido).
SOSO, Elías (dirigente empresario).
TESSA, José (dirigente gremial).
TESAN, Dionisio (camionero de Los Surgentes).
TIZZIANI, Juan (periodista).
TRUCCO, Edgardo (sacerdote católico).
TONIOLLI, Eduardo (integrante de hijos).
TONIOLLI, Fidel (padre de desaparecido).
TOSETTO, Josefina (hija de desaparecidos).
TRIGLIA, Carlos (juez de instrucción).
VACS, Raúl (dirigente social de San Nicolás).
VALLINA, Cecilia (periodista).
VEGA, Iván (hijo de desaparecidos).
VEGA, Santa Isabel Gianfelice de (abuela).
VENESIA, Gualberto (ex vicegobernador de la provincia).
VERMEULEN, Norma (Madre de la Plaza 25 de Mayo).
VERNET, José (ex gobernador de Santa Fe).
VITIELLO, Juan José (concejal y ex detenido).
VANRELL, Antonio (ex vicegobernador de Santa Fe).
YACO, Salvador (sacerdote católico).
YANUZZI, María de los Ángeles (socióloga).
ZAMBONI, Horacio (abogado laboralista).
ZINNA, Gabriela (periodista).
ZOTTO, Edgardo (ex ministro de gobierno de Santa Fe).
196

Documentos Judiciales

Causa federal 47.913, «Agustín Feced y otros», 49 cuerpos depositados en el


subsuelo de los Tribunales Federales de Rosario.

Comisión Bicameral, Caso Brandazza, Cámara de Diputados de la provincia


de Santa Fe, 1975.

Legajos de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas, en el subsuelo


de los Tribunales Federales de Rosario.

Presentaciones sobre los casos Cambiasso-Pereyra Rossi, Quinta de Funes


(testimonio de Jaime Dri).

Usurpación del domicilio de Santiago 2815, Causa Shillman, autos de proce-


samientos de las causas Halford, Arzamendia y Lascurain -vinculadas al nar-
cotráfico y su relación con la policía provincial de Santa Fe-, Caso Galanzino,
entre otras.

Presentaciones por las causas por la verdad histórica en los juzgados federa-
les de Santa Fe y Rosario.

Pericia caligráfica que demuestra que Agustín Feced estaba vivo en 1988, dos
años después de su oficial muerte por la que se cerró el expediente 47.913.
Bibliografía 197

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Dedicatorias 205

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A Victoria y Lucía, mis hijas.
A Sandra, mi amor compañera.
A mis padres que creyeron que sólo bastaba con ser buenos y
fueron ninguneados.
A los amigos de siempre y a sus hijos.
A todos los pibes de estos arrabales del mundo.
A los hijos de los desaparecidos y de los desocupados.
A los que luchan todos los días contra la impunidad y la censura.

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