Logica Proposicional 2020
Logica Proposicional 2020
En general, un razonamiento es un conjunto de enunciados dentro de los cuales uno de ellos -la
conclusión- se infiere de los demás enunciados -premisas-. Se ofrecen razonamientos con el
propósito de defender un enunciado -la conclusión- sobre la base de otros enunciados que son
aceptados por el hablante y pretendidamente por los oyentes -premisas-.
¿Qué es la lógica?
Lógica Proposicional
Razonamientos y proposiciones
Ahora bien, ¿qué es un razonamiento? Desde el punto de vista de la lógica, lo que nos interesa
es estudiar, no una cierta actividad mental -que es lo que podemos entender a veces por
“razonar”- sino una cierta estructura lingüística; más específicamente, una sucesión de
proposiciones o enunciados (tomaremos estos términos como sinónimos) organizada de tal
modo que una o varias proposiciones, que llamaremos premisas, brinde razones o fundamentos
para creer en la verdad de otra proposición, que llamaremos conclusión. Todo razonamiento
tiene, entonces, una o varias premisas, y una conclusión. Veremos algunos ejemplos de
razonamientos inmediatamente, que nos permitirán al mismo tiempo comenzar a clasificarlos.
Para analizar los razonamientos podemos adoptar dos enfoques: el de la lógica deductiva, que
se interesa por determinar si las premisas de un razonamiento prueban o no con absoluta
certeza la conclusión (si lo hacen, el razonamiento será válido y si no lo hacen, será inválido) y
el de la lógica inductiva, en la cual la relación entre premisas y conclusión es analizada en
términos de grados de apoyo que las premisas le brindan a la conclusión, y ya no en los términos
“absolutos” en los que evalúa la lógica deductiva un razonamiento. Para el enfoque deductivo,
o bien las premisas de un razonamiento implican su conclusión (razonamiento válido) o bien no
la implican (razonamiento inválido), y estas son todas las opciones a considerar. Si de hecho la
implican, entonces ninguna proposición adicional que podamos añadir al conjunto de premisas
cambiará esta condición; las premisas implicarán la conclusión y nada hará que la impliquen
“más” o “menos” (esto es lo que se llama “monotonía” de los razonamientos deductivamente
válidos). En un enfoque inductivo, por el contrario, podemos analizar cómo, dado un
razonamiento, ciertas premisas adicionales fortalecerían o debilitarían nuestras razones para
aceptar la conclusión. Dado que en este seminario lo que nos interesa es el análisis
epistemológico del conocimiento científico, para el cual típicamente se han utilizado las
herramientas de la lógica deductiva, nos atendremos a este enfoque. Los razonamientos
deductivamente válidos, como todos los razonamientos son conjuntos de enunciados con una
estructura premisas-conclusión, pero con una particularidad: la estructura lógica de los
razonamientos deductivos es tal que las premisas implican lógicamente a la conclusión. Esto
quiere decir que cuando las premisas son verdaderas la conclusión también debe serlo por
necesidad lógica. Esto no sucede con los razonamientos inválidos. Consideremos un par de
ejemplos:
Observemos en el primer ejemplo que aceptar la verdad de las premisas 1 y 2 no obliga a aceptar
necesariamente la verdad de la conclusión (3). Es posible que 1 sea verdadero, Juan se oponga
al capitalismo (2) , pero no sea comunista (que 3 sea falso) - Juan bien puede oponerse al
capitalismo pero adoptar una posición política que no sea el comunismo-. En cambio en el
segundo razonamiento, es imposible que si 1 y 2' son verdaderos, 3' sea falso; en otras palabras,
sería contradictorio aceptar 1 y 2’ pero rechazar 3’, puesto que el significado de 3’ está
contenido en las premisas 1 y 2’. La verdad de 1 y de 2' implica lógicamente la verdad de 3'. En
esto consiste que un razonamiento sea deductivamente válido. Y, como ya mencionamos, esta
propiedad se da de manera absoluta, no admite grados. Cualquier premisa adicional (que los
ensayos comunistas fracasaron, que Tomás tiene posiciones políticas radicalizadas, que Tomás
es una buena persona, lo que fuere) va a ser, desde este punto de vista, irrelevante para la
relación lógica: la conclusión ya está probada por las premisas y no va a estar implicada por ellas
en mayor o en menor grado.
Proposiciones y oraciones
Ahora bien, ¿por qué para referirnos a estas estructuras lingüísticas que son los razonamientos
hablamos de “proposiciones” o “enunciados” en vez de decir simplemente que se componen de
oraciones? La respuesta es que queremos precisar que una proposición es el significado de una
oración, que es lo que resulta relevante para los razonamientos en que ella puede aparecer, y
en este sentido hay diferencias entre oraciones que no implican diferencias entre
proposiciones. Un ejemplo famoso es el de las siguientes dos oraciones:
¿Se trata aquí de dos oraciones distintas, o hemos escrito dos veces la misma? Claramente, son
distintas, porque “oración” es un concepto gramatical, y desde un punto de vista gramatical nos
interesa señalar, por ejemplo, que la primera oración tiene un verbo en voz activa y un
complemento de objeto, mientras que la segunda oración tiene un verbo en voz pasiva y un
complemento agente. Esta diferencia es irrelevante desde el punto de vista de la proposición:
ambas oraciones expresan la misma proposición. Del mismo modo, una misma proposición
puede ser expresada en oraciones en diferentes idiomas; las diferencias gramaticales propias
del inglés o el castellano, por ejemplo, no afectarán la mismidad de la proposición.
Verdad o Validez
enfoque deductivo). Debemos distinguir los dos conceptos y mantener separados ambos niveles
de análisis. Pues existe una relación entre la verdad de los enunciados y la validez en los
razonamientos deductivos, pero esa relación es condicional: si las premisas del razonamiento
son consideradas verdaderas, y se trata de un razonamiento cuya estructura es válida, entonces
la conclusión debe necesariamente ser considerada verdadera. Veamos ahora otro ejemplo
para comprender mejor por qué la validez se atribuye a la estructura de los razonamientos:
Si con Dostoievsky aceptamos 1 y junto a Nietzsche creemos que 2, entonces debemos aceptar
necesariamente la verdad de 3. Las premisas (1 y 2) pueden ser consideradas verdaderas o
falsas. Pero en el caso en que las consideremos verdaderas, necesariamente debemos
considerar que lo es también la conclusión (3). Y ello no por el contenido informativo de los
enunciados sino en virtud de la estructura del razonamiento.
El razonamiento en 3 tiene la siguiente estructura:
1. Si p, entonces q.
2. p.
Por lo tanto,
3. q.
Sean cuales fuere los significados de los enunciados p y q, en el caso en que las premisas sean
verdaderas, la conclusión debe serlo necesariamente, en virtud de la estructura o forma lógica
del razonamiento.
Ahora bien, hasta aquí hemos hecho uso de la noción de “estructura” o “forma lógica” de un
razonamiento, y nos hemos servido de ella para hablar de validez, pero ¿cómo podemos
identificar una forma lógica? ¿Cómo justificar que, como acabamos de ver, hayamos
reemplazado parte del último razonamiento con símbolos como “p” o “q” y otra parte con la
expresión “Si… entonces…”?
¿En qué condiciones podemos aceptar como verdadero este enunciado, regido por la conectiva
“y”? Cuando analizamos este enunciado desde el punto de vista de la lógica, intentamos traducir
el uso de esta conectiva en el lenguaje ordinario en los siguientes términos:
“Hoy llueve y hace frío” será verdadero si y solo si “Hoy llueve” es verdadero y además “Hoy
hace frío” es verdadero. Como hablantes del idioma castellano, no aceptaríamos que “Hoy llueve
y hace frío” sea verdadero en otras condiciones: por ejemplo, si reconocemos como verdadero
“Hoy llueve” pero consideramos falso “Hoy hace frío” (por ejemplo, si llueve y la temperatura
es de 20 grados) no estaríamos dispuestos a reconocer como verdadero el enunciado “Hoy
llueve y hace frío”. Es verdadera una sola de las dos “partes” de este enunciado, de modo que
el enunciado como tal (la “conjunción”, que es como llamamos a los enunciados que tienen
como conectiva principal una “y”) será falso.
Ahora bien, ¿siempre necesitamos que ambas “partes” sean verdaderas para que el enunciado
que forman también lo sean? Seguramente no, como podemos ver en el siguiente ejemplo.
Supongamos que le prometemos a un niño de nuestra familia lo siguiente:
¿Diremos, aquí también, que el enunciado solo es verdadero si los dos enunciados que lo
componen, “Este fin de semana te llevo al cine” y “Este fin de semana te llevo al teatro”, son
ambos verdaderos? Seguramente no: la diferencia entre “y” y “o” es que un enunciado cuya
conectiva principal sea “o” puede ser verdadero incluso si uno solo de los enunciados que ella
pone en relación es verdadero. Siguiendo este ejemplo, uno de los significados que podemos
darle es que habremos cumplido la promesa con nuestro hijo o sobrino si lo llevamos al cine
(aunque no lo llevemos al teatro), si lo llevamos al teatro (aunque no lo llevemos al cine) o
también si lo llevamos al cine y también al teatro (puesto que una interpretación posible, la que
hace de esta una disyunción inclusiva, es que nos comprometimos a hacer al menos una de las
dos cosas, pero no excluimos la posibilidad de que se den ambas). Pero en este caso hay tres
posibilidades que hacen verdadero al enunciado, y no solo una como en el caso de la conectiva
“y”.
Así entonces, podemos pasar en limpio cómo funcionan en nuestro lenguaje estas primeras dos
conectivas veritativo-funcionales; como ya adelantamos, este funcionamiento se limita a cómo
ellas determinan las condiciones de verdad de los enunciados en los que ellas aparecen. Vamos
a hacer esto por medio de lo que llamamos “tablas de verdad”, que son cuadros de doble
entrada por medio de los cuales podemos determinar cuál es el valor de verdad (“verdadero” o
“falso”) de un enunciado complejo a partir de los posibles valores de verdad de los enunciados
que lo componen. Veamos el caso de la conjunción, es decir, de la utilización de “y”:
p q 𝑝∧𝑞
V V V
V F F
F V F
F F F
¿Qué quiere decir esto? Lo hemos visto ya intuitivamente: el enunciado “Llueve y hace frío” va
a ser verdadero solo en el caso (valuación 1) en que tanto “Llueve” como “Hace frío” resultan
verdaderos. En los otros tres casos (esto es, cuando el primer enunciado es falso y el segundo
verdadero, cuando el primero es verdadero pero el segundo es falso, o cuando ambos son falsos)
“Llueve y hace frío” va a resultar falso.
Pero no tenemos lo mismo con el caso de la disyunción inclusiva, es decir, el caso de los
enunciados con “o”, interpretados de modo tal que son verdaderos cuando al menos uno de los
dos enunciados que lo forman es verdadero también. Pasemos nuestro ejemplo a la forma de
una tabla:
p q 𝑝∧𝑞
V V V
V F F
F V F
F F F
Como notamos, aquí el enunciado disyuntivo es verdadero en los primeros tres casos, es decir,
en las valuaciones 1, 2 y 3.
Ahora bien, ¿no usamos también la disyunción en un sentido “exclusivo”, es decir, de un modo
tal que queremos decir que se será verdadero uno de los dos enunciados que ponemos en
relación con la “o”, pero no ambos a la vez? Pensemos un caso como “Todas las hamburguesas
estarán acompañadas de una guarnición de papas fritas o ensalada”. Es posible que si soy el
encargado de un restaurante dándole indicaciones a los otros empleados, quiera indicar con
este enunciado que los clientes tendrán derecho o bien a una guarnición de papas fritas o bien
a una guarnición de ensalada, pero no a ambas; si los otros empleados sirven papas fritas y
ensalada, consideraré que no están cumpliendo mis indicaciones.
Entonces, la valuación 1 de nuestra tabla de verdad será diferente: dado el sentido exclusivo
que quiero darle a la “o”, el enunciado “Todas las hamburguesas estarán acompañadas de una
guarnición de papas fritas o ensalada” será verdadero en el caso en que se sea verdadero “La
hamburguesa está acompañada de papas fritas” y sea falso “La hamburguesa está acompañada
de ensalada” y en el caso en que el primero de estos enunciados sea falso y el segundo de ellos
sea verdadero. Pero, siendo exclusiva, la disyunción ya no será verdadera si los dos enunciados
son verdaderos.
p q 𝑝△𝑞
V V F
V F V
F V V
F F F
Ahora bien, hasta aquí hemos visto varias conectivas veritativo-funcionales que ponen en
relación dos enunciados para formar uno mayor. Por eso las llamamos “diádicas”, que viene de
la misma raíz que “dos”. Pero, ¿son diádicas todas las conectivas veritativo-funcionales? Pues
no: tenemos una más simple, que funciona sobre la base de un solo enunciado: es, justamente,
la conectiva “no”, que representamos en lógica simbólica como ~ o como ¬. Pensemos una vez
más en cómo usamos, en el lenguaje cotidiano, las conectivas, en este caso la negación de
proposiciones. ¿Qué quiero decir cuando digo “Un robo no es un homicidio”? Quiero decir que
es falso que un robo sea un homicidio, o sea, que es falso el enunciado “Un robo es un
homicidio”. Si, por el contrario, considero verdadero el enunciado “Un robo es un homicidio”,
entonces consideraré falsa su negación. De lo cual resulta la siguiente tabla de verdad:
p ~𝑝
V F
F V
En otras palabras: cuando consideramos que una determinada proposición (p) es verdadera,
consideramos en consecuencia que su negación (no p) es falsa; a la inversa, si consideramos que
la proposición es falsa, consideramos que su negación es verdadera.
Hasta aquí hemos visto los casos de cuatro conectivas veritativo-funcionales (conjunción,
disyunción inclusiva, disyunción exclusiva, negación) en los que resulta fácil determinar, sin
alejarnos del uso que hacemos en el lenguaje cotidiano, cuál es el valor de verdad del enunciado
que formamos cuando hacemos uso de la conectiva en cuestión. Esto es importante porque
queremos que la lógica simbólica nos sirva como herramienta para analizar los usos reales del
lenguaje (por ejemplo, queremos que nos sirva para entender por qué, si mi sobrina entiende
igual que yo el sentido de “Te voy a llevar al cine o al teatro”, ella podrá reprocharme, en caso
de que no la haya llevado al cine ni al teatro, que mi promesa no resultó verdadera. Lo único
que hemos hecho por medio de la tabla de verdad es señalar que, si no la llevé ni al cine ni al
teatro, se da el caso en que la disyunción es falsa, porque no es verdadero ninguno de los dos
enunciados que la componen). Sin embargo, desafortunadamente, tenemos cierta conectiva
diádica en el lenguaje cotidiano cuyo uso no podemos definir tan fácilmente en términos de la
verdad o la falsedad de los enunciados en que ella aparece. Es el caso de “si… entonces…”,
conectiva de la cual solemos decir explícitamente solo la parte del “si”. Imaginemos cómo
determinaríamos el valor de verdad de un enunciado de esta forma en la vida cotidiana.
Supongamos que le digo a mi sobrina lo siguiente:
no sea verdad que q” (en nuestro ejemplo, esto significaría: “No es el caso que mi sobrina se
porte bien y yo no la lleve al cine”). Esto preserva la idea de que cuando el antecedente del
condicional es verdadero y el consecuente es falso, el condicional será falso, y la de que cuando
tanto el antecedente como el consecuente son verdaderos, el condicional es verdadero. Pero,
por otra parte, agrega el valor “verdadero” para los dos casos en que el antecedente es falso: lo
único que “prohíbe” el enunciado condicional, así interpretado, es que a la vez el antecedente
sea verdadero y el consecuente sea falso, y lo cierto es que esta condición no se da cuando el
antecedente no es verdadero. De lo cual resulta la siguiente tabla de verdad:
p q 𝑝→𝑞
V V V
V F F
F V V
F F V
Volvamos a un ejemplo simple: si acepto como verdadero “Hoy llueve y hace frío”, esto quiere
decir que estoy considerando verdadero a “Hoy llueve” y también a “Hoy hace frío”; en
consecuencia, esta conjunción implica deductivamente a cada uno de los enunciados atómicos
que la integran. Dado el significado que tiene la conjunción -el cual puedo analizar mediante la
tabla de verdad de la conectiva “y”-, no puedo, sin contradecirme, considerar verdadero “Hoy
llueve y hace frío” y considerar falso “Hoy llueve”. Esto mismo puede aplicarse, con diferentes
grados de complejidad, a todas las conectivas. En otras palabras: formas de razonamiento como
“p y q, por lo tanto p”, o “Si p entonces q; p; por lo tanto q” son formas de razonamiento válidas,
con lo cual la única forma en que podemos racionalmente considerar falsa la conclusión de estos
razonamientos es considerar falsa alguna de sus premisas (o la premisa, en singular, cuando hay
una sola). Si, por el contrario, consideramos verdaderas las premisas de un razonamiento válido,
estamos obligados, por el significado mismo que ellas tienen, a aceptar como verdadera también
la conclusión.
p q 𝑝↔𝑞
V V V
V F F
F V F
F F V
Tautologías-Contradicción-Contingencia
Una clase importante de proposiciones son aquellas cuyas tablas de verdad contiene sólo V en
la columna final; esto es, proposiciones que son siempre verdaderas y se denominan tautologías,
en el caso de contener F en la columna final se denominan contradicción, y cuando surgen V y F
en la columna final, contingencia.
Constantes: V F
b. . 1) Si p, entonces q
2) No p
Por lo tanto
3) No q
c. 1) Si p, entonces q
2) q
Por lo tanto
3) p
d. 1. Si p, entonces q
2. Si q, entonces r
3. No r
Por lo tanto
4. No p
e. 1. p o q
2. Si (no q), entonces r
Por lo tanto
3. (No p) o r
f. 1. p
2. Si (p o q), entonces r
Por lo tanto
3. r
g. 1. No p
2. Si (p o q), entonces r
Por lo tanto
3. No r