Texto à Tica y Fundamentos
Texto à Tica y Fundamentos
Texto à Tica y Fundamentos
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puede elegir entre diferentes posibilidades. Esto conlleva el riesgo de equivocarse.
La libertad es la clave fundamental para la vida ética. Saber que al ser libres somos
también responsables de nuestros actos nos lleva a buscar la forma de que ellos
sean buenos para que lo sea nuestra conducta y lo seamos nosotros también.
La Ética
Ëtica viene de la palabra griega ethos, que significa ‘costumbre’, igual que la
palabra latina mos, porque la ética y la moral se refieren a los comportamientos
(costumbres) buenos para el hombre. Pero mientras la palabra moral se aplica a los
actos humanos que merecen la calificación de “buenos”, la palabra ética se utiliza
para referirse a la reflexión sobre los actos humanos para que éstos sean buenos,
es decir, que su finalidad sea buena para el hombre Por eso la ética, en tanto
supone una reflexión, es la parte de la filosofía que se ocupa de los actos humanos.
Podemos decir que la ética es la ciencia que estudia la conducta humana o las
costumbres de los hombres.
El punto de partida de la ética es lo que se denomina experiencia ética: El ser
humano experimenta que hay actos que son buenos, justos, etc. y otros que no lo
son. Así, hay actos que son buenos y otros que son malos para el hombre. Por eso
necesita conocer cuáles son las condiciones de posibilidad para que sean buenos.
2
Los actos humanos son, entonces, actos donde hubo determinados momentos que
lo componen en su totalidad:
a. Intención: Es el conocimiento del fin del acto, se comprende para qué se
quiere realizar, con qué fin se lo quiere hacer.
b. Deliberación: Consiste en visualizar varias posibilidades para elegir cómo
hacerlo, es el momento en que la libertad elige en base a diferentes
preferencias.
c. Ejecución o realización: Es el acto mismo que se lleva a cabo con
consentimiento del autor.
d. Resultado: Es el estado de alegría o tristeza que produce la satisfacción o
insatisfacción de la consumación del acto.
Sólo el hombre es capaz de realizar este tipo de actos. Por eso decimos que la
conducta humana es libre y la del animal es determinada por la necesidad. Así
podemos graficar ambas:
respuesta 1
Hombre: motivo respuesta 2
respuesta 3, etc.
La Felicidad
Todos los seres obran por un fin: el hombre también realiza actos que tienen una
finalidad, pero –además- es el único ser que conoce ese fin (es decir que sabe que
su acto tiene una finalidad y que es el para qué de su acción. Por eso se dice que el
hombre obra por fin pero que conoce el fin como fin. Así puede comprender lo que
hacer y por qué lo hace. Por lo tanto, el hombre es el único ser que puede
conocer su fin y realizarlo
3
¿Cuál es el fin del hombre? El fin de hombre es la felicidad. Todos estamos de
acuerdo en que los hombres buscan y desean la felicidad, pero el problema es saber
en qué consiste eso que llamamos felicidad.
Hay dos dimensiones de eso que llamamos felicidad: qué es (sentido objetivo) y o
en qué consiste ser feliz (sentido subjetivo).
La felicidad en sentido objetivo es lo que se denomina bien supremo, ya que el
hombre tiende al bien (aunque se comporte mal lo hace bajo la forma de bien:
aunque robe o mate lo hace por algo que le cree que es bueno) y si la felicidad es el
fin último, éste será el bien superior a todos. Cuando se examinan los bienes que el
hombre considera así, podemos preguntarnos si alguno de ellos puede constituir la
felicidad. El dinero, la fama, el poder, la salud, la belleza, ciertamente son bienes,
pero cuando los convertimos en un fin último o superior a todo, esos instrumentos
de felicidad se convierten en el objeto último de ésta y se transforman en lo que no
son. No son fines, sino medios o instrumentos que el hombre utiliza para algo más,
ese algo más es algo que atrae la inteligencia y la voluntad del hombre porque está
por encima de todos los bienes. Ningún bien instrumental puede saciar el deseo del
hombre, cuando lo posee siempre quiere más. Por eso estos bienes no logran
colmar el deseo del hombre. Siempre se quiere más…y más…. El Bien Supremo
no puede ser un bien material ni finito porque el hombre busca y desea lo Infinito.
Por eso los hombres que convierten a estos bienes en el Fin Supremo no logran ser
felices. Cuando los utilizan sabiendo que están dirigiéndose a otro Bien que está
más allá, entonces son útiles para lograr ser feliz.
En sentido subjetivo nos preguntamos qué significa para el ser humano ser feliz:
El fin del hombre es para Aristó teles la felicidad,1 ella es entendida no como un
estado a la manera de los estoicos o de la filosofía oriental contemporá nea
para uso de occidentales adinerados, sino como una actividad2 y esta
actividad está caracterizada como virtuosa.3 Esto ú ltimo equivale a decir que
la felicidad está flanqueada por dos posibilidades de defecció n: una por exceso
1
El término eudaimonía ha sido tradicionalmente traducido por felicidad. Una ú ltima
traducció n de E.N. al castellano( Sinnott, Ed. Colihue, Bs.As. 2007) lo hace por el término dicha,
con lo cual se produce una distorsió n fatal del concepto de eudaimonía, pues la dicha es,
bá sicamente, un estado y no una actividad, tal como está pensada por Aristó teles.
2
E.N. 1090 A 15-17; 1176 A 32 B2; Polit, 1325 a 32.
3
Polit. 1325 a 14-15. E.N. 1176ª 35- E. N. 1177ª 2.
4
y otra por defecto. De modo tal que la eudaimonía consistirá en establecer el
justo medio entre los dos extremos. Claro está , que “lo que prescribe la virtud
no es un medio absoluto geométrico, sino una media relativa a cada uno de
nosotros.”4
Así pues, el término medio es para cada hombre y en cada circunstancia algo único
Ahora bien, nos preguntamos, ¿existe un criterio o norma para establecer esta
medietas como gustaba traducir Ciceró n, la que indudablemente no es una
mediocritas?.
En varios lugares de sus obras se plantea Aristó teles el estudio sobre la norma
de la praxis humana, también nos advierte que nos encontramos en el campo
de la conducta humana sobre el cual se pude bosquejar un esquema general
hablando sobre lo verosímil pero no es un sistema exacto; puesto que la
materia del comportamiento humano no tiene nada fijo e invariable sino todo
lo contario. De modo tal, que no existe una receta de la felicidad y aunque si
bien, el hecho de obrar conforme a la recta razó n es una cosa comú nmente
admitida, ello excluye la existencia de un principio como norma absoluta del
obrar humano. El principio ético fundamental que debe aplicarse a la realidad
concreta para obrar bien es Hacer el bien y evitar el mal. Pero la interpretació n
de este principio en cada caso concreto es algo personal.
4
Moreau, Joseph: Aristotele et son école; P.U.F., 1962 (Hay traducció n castellana, Buenos
Aires, Eudeba 1972, p.199).
5
realizados. La felicidad como autorrealización personal es una tarea más profunda
que el logro del éxito, que implica el reconocimiento ajeno, el prestigio, la fama,
etc. todos bienes que están sujetos a lo relativo del mundo en que vivimos. Por eso
si consideramos que el éxito es la felicidad podemos nos equivocarnos cuando no
logramos lo que nos habíamos propuesto o cuando ese éxito fracasa.
Esto es un defecto de la vida moderna: poner en el éxito el máximo del logro
humano, como si el hombre sólo tuviera la finalidad de triunfar en la vida y nada
más.
6
(Vicente Fatone. Lógica e Introducción a la Filosofia)
7
El intelecto práctico, por su parte, se desarrolla a través las virtudes intelectuales
que se ordenan al:
1. hacer: a. si el fin lo constituye un objeto útil, es decir, la fabricación de un
utensillo o instrumento, la virtud será la técnica.
b. si el fin es la producción de un objeto bello, es decir, lo que
llamamos un objeto artístico, la virtud será el arte
2. obrar: tiene como fin el bien de la propia conducta humana, que es
conducta moral. La virtud -intelectual y moral (por dirigirse a la acción del
hombre)- es la prudencia, que consiste en conocer los principios del obrar
humano (dimensión intelectual) y aplicarlos a la situación concreta para
realizar el acto bueno.
Las virtudes morales o que perfeccionan la voluntad humana son cuatro:
1. La prudencia, que dijimos que era una virtud intelectual y moral.
2. La justicia, virtud que consiste en dar a cada uno lo que le corresponde, lo
suyo, es decir, su derecho. Por ello es necesario el previo reconocimiento
del derecho del otro para la realización del acto justo.
3. La fortaleza, que perfecciona el apetito irascible, consiste en vencer los
obstáculos que se nos presentan en la realización de los actos buenos; pero
también, en saber resistir con paciencia cuando esos obstáculos resultan
invencibles.
4. La templanza, que opera sobre el apetito concupiscible y ordena con
armonía la satisfacción de los placeres sensibles.
Los griegos consideraban a la virtud como un medio entre dos extremos
defectuosos, según su cosmovisión armónica y equilibrada de la realidad que debía
reflejarse en la conducta del hombre: por ej. la valentía era un justo medio entre la
cobardía y la temeridad. El modelo pedagógico (en griego παιδεια, "educación" o
"formación", a su vez de παις, país, "niño") consistía en la belleza del cuerpo y la
virtud o bondad del alma (καλὸς κἀγαθός). El cultivo de las virtudes constituía, por
tanto, la educación del alma del ciudadano griego para la realización de ese ideal de
joven bello y bueno (kalokagathos).
Las virtudes configuran, en la cultura clásica, la perfección de las capacidades
propiamente humanas y disponen al hombre para la realización de actos buenos, es
decir, éticos según el primer principio del obrar: Hacer el bien y evitar el mal, que
debe aplicarse a cada situación singular.
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La Libertad
El hombre es el único de los seres naturales que dispone de su interior para
autodeterminarse a obrar con libertad. Los restantes seres se encuentran ligados
exclusivamente al determinismo de las leyes físicas, químicas, biológicas e
instintivas. Por eso observamos en ellos un comportamiento regular y estable,
surgido de las necesidades de su especie. El ser humano, en cambio, sólo en el
plano de lo material está regido de ese modo, porque mediante la voluntad puede
superar ese determinismo y dirigir su actividad ejerciendo su autodominio. La
libertad es una cualidad de la voluntad para optar entre bienes, hacia los cuales no
se encuentra determinado. Al realizar actos voluntarios, el hombre elige entre
varios bienes, incluso cuando esa elección conscientemente conduce a un mal
moral. La otra posibilidad de la voluntad es decidirse por obrar o abstenerse de
hacerlo. Por eso decimos que la libertad tiene varias formas:
1. Libertad de actuar: Es la ausencia de coacción, es una libertad exterior. Un
acto violentado no es un acto libre. Esta libertad comprende la libertad:
a .física: Es poder actuar sin fuerza superior.
b. civil: Es poder actuar sin que lo impidan las leyes
c. política: Es poder actuar sin que lo impida el gobierno
e. moral: Es poder actuar sin que lo impida la ley moral.
2. Libertad para actuar: Es una libertad interior, la verdadera libertad.
Comprende:
a. libertad de ejercicio: Actuar o no actuar
b. libertad de especificación: hacer esto o lo otro, es decir, elegir entre
bienes.
El tema de la libertad está íntimamente relacionado con el tema moral. La libertad
constituye el fundamento de la moral o condición de posibilidad, ya que
hablamos de moral porque el hombre es libre, si no lo fuera su obrar no podría ser
bueno ni malo, sería necesario como en los demás seres. Como consecuencia de
obrar libremente, el hombre es responsable de sus acciones. Todos los
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movimientos involuntarios y procesos orgánicos que se realizan en el hombre se
ponen en marcha sin la intervención de su voluntad. Pero, las acciones que le
pertenecen íntimamente, que él decide, esas son libres. La responsabilidad, la
imputabilidad y la culpa son hechos morales indubitables que no pueden
confundirse con meras ilusiones, puesto que en ocasiones van contra los intereses
personales y, aún así, se imponen a la conciencia. La auténtica libertad no es
incondicionada, tiene que hermanarse con la verdad, ser libre no significa no tener
límites sino que es tener la facultad de vencer las dificultades que se opongan al
logro de nuestro yo. Así entendida la libertad, podemos decir que dejar de ser libre
es dejar de ser hombre. La libertad no interesa por sí misma, sino por lo que nos
permite hacer: la libertad es medio, no fin. No hay libertad para nada. La verdadera
libertad es la que puede experimentarse desde dentro. Ser libre no es carecer de
freno, sino poder elegir la manera de alcanzar nuestros fines.
La vida moral representa el punto más elevado de la existencia temporal del
hombre. La dignidad y la trascendencia que supone para el hombre su dimensión
ética lo pone en el umbral de una vida superior. La vida moral del hombre se basa
en las elecciones concientes que realiza. La opción por los bienes particulares no va
fijando en la orientación o desorientación nos va fijando en la orientación o
desorientación existencial con respecto al bien pleno y último, que es Dios mismo.
Por eso, llegamos a ser lo que nuestras opciones morales van haciendo de nosotros.
Los Valores
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El concepto o idea de “valor” es de origen económico: las cosas tienen un “valor”,
según su situación en el mercado. Algo vale más cuando es un bien escaso y
necesario, como por ej. algunos alimentos en tiempos de escasez que se vuelven
más caros porque no se pueden conseguir. En el plano filosófico los valores se
refieren a una cualidad de los bienes que los vuelven deseables o apetecibles
porque se refieren a una afectividad subjetiva que los busca alcanzar. Por eso
decimos que las personas obran conforme a sus valoraciones o preferencias según
sea su escala de valores. Porque existe una escala de valores que se base en la
realidad y es objetiva, según la jerarquía de los seres que hay en la realidad. Así
tenemos una valoración que considera que la escala va de lo más necesario a lo
más importante:
1. Valores materiales relacionados con las cosas necesarias para la subsistencia
material y física de las personas. (Riquezas, bienes materiales, cosas)
2. Valores vitales relacionados con las formas de vida que aseguran un bienestar
físico como la salud, el deporte, la vida sana y natural.
3. Valores éticos o morales: relacionados con el bien y el mal moral, la justicia y
la injusticia, lo prudente y lo inconveniente.
4. Valores absolutos que se relacionan con la Patria, la Religión o la Piedad: como
ofrecer la vida por una causa Superior como su Nación o el martirio religioso
que hace que valgan más que la vida humana. Son valores que van más allá de
una ética humana.
Pero también hay una escala de valores que es subjetiva o relativa a una sociedad que
establece cuál es esa escala de valores. Como cuando una comunidad decide que los
valores más importantes son los materiales o económicos que subordinan a los valores
éticos y absolutos a esos valores materiales. Las sociedades modernas han
privilegiado estos valores y han cambiado el orden jerárquico de los valores objetivos.
Por eso se dice que muchas de ellas tienen una “crisis de valores” que ha producido
una crisis sobre la consideración de lo humano y de sus valoraciones morales.
La conciencia moral
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De la conciencia moral, que significa con ciencia, es decir, tener un conocimiento
cierto de algo, dice San Agustín: “Tú me pusiste la ley. Tú (se refiere a Dios), más
interior que lo más íntimo mío, dentro, en el corazón, me pusiste la Ley”5. Se
refiere a que todo hombre tiene en su interior una voz, un conocimiento interior,
que le permite discernir el bien y el mal. Habitualmente decimos que tener
conciencia de algo es “darse cuenta” de algo. Implica un conocimiento reflexivo
sobre lo que hemos hecho, dicho, pensado, etc.
La conciencia moral es en primer lugar un acto intencional en el cual el objeto es a
su vez otro acto intelectivo-voluntario. La capacidad del intelecto de volver a
conocer los propios actos y los de la voluntad es consecuencia de la naturaleza
misma de la inteligencia humana, que puede conocer las facultades y el alma a
través de sus actos. Hay por decirlo así una “objetivación” del acto que a su vez se
dirige a un objeto determinado. Puede afirmarse por lo tanto que la conciencia es
también un acto reflexivo, no dirigido directamente al yo, sino a otros actos del
mismo ser humano que se abren a su vez a distintos objetos y relaciones entre
objetos. Pero su especificidad consiste no en examinar dichos actos desde una
perspectiva psicológica o antropológica, sino moral, es decir, tiene por fin evaluar
dichos actos desde un punto de vista ético. Esto hace que el acto constitutivo de la
conciencia moral tenga a la vista intencionalmente dos “objetos”: uno es la acción
(y los hábitos a ella consiguientes) que, dirigida a su vez a un determinado objeto
de su querer, es objetivado por el acto de toma de conciencia; otro es la
especificidad moral de dicha acción, para lo cual se requerirá un conocimiento de
la ley o de los valores morales a cuya luz se evalúa la acción o las acciones.
Pero esta conciencia no es innata, sino que se forma, se desarrolla con la persona y
con la educación que va configurando o dando forma a esa posibilidad de discernir
entre lo “bueno” y lo “malo”. Por eso hay personas que pueden tener una
conciencia recta y otras que no. Hay distintos grados de conciencia moral que van
desde una conciencia laxa, donde la conciencia de lo malo es muy débil, hasta una
conciencia escrupulosa, que considera todo como “malo” o “peligroso”. Una
conciencia recta conoce lo que es “bueno” e intenta realizarlo sabiendo que se
puede equivocar.
5
San Agustín, In Ps., 118, 22, 6.
12
Como no es fácil juzgar la conciencia de los hombres porque sus intenciones no
siempre son claras y explícitas, se los juzga por sus actos o conductas. Pero el en
última instancia la conciencia es el fundamento de la moralidad de sus actos. A
veces, las personas obran mal con una conciencia bien intencionada, por ello es tan
difícil juzgar la intención de las personas, es decir, su conciencia.
Por ej. si una persona es acusada de un acto ilícito hay que demostrar su
culpabilidad. Siempre hay que presuponer la inocencia hasta que se pueda
demostrar lo contrario. Porque es difícil demostrar la mala intención que nace de la
conciencia. Una persona que causa un daño a otra (aún la muerte) no siempre tuvo
intención de hacerlo, no siempre tenía la conciencia de estar haciendo algo “malo”.
Por eso sólo podemos juzgar los actos y no las intenciones de las personas.
Ética Social
Los actos humanos que son objeto de la ética no sólo tienen consecuencias para la
persona que los realiza, sino también para la comunidad donde se vive. Por eso
todos los actos humanos son objeto de la ética en su dimensión individual como
social, ya que todos vivimos en ella y las consecuencias de nuestras acciones
recaen sobre los demás. La dimensión ética de nuestras acciones es tanto individual
como social. No hay dos éticas sino que la ética es una sola y es tanto individual
como social.
Pero en la dimensión social tenemos que considerar al hombre es un ser social que
vive con otros en una comunidad.
La sociedad está compuesta por seres humanos que tienen un fin común: El Bien
Común que solamente se consigue con la vida en común. Ese Bien Común implica
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la realización de la justicia. La vida social se funda en los actos humanos y produce
una vida en común con características propias de cada comunidad. Por eso hay
diferentes sociedades. Algunas son más justas que otras
Los fenómenos sociales que las caracterizan son producidos por actos intencionales
que pueden o no orientarse al bien. Y, por eso, hablamos de sociedades “mejores”
donde hay más justicia, igualdad, desarrollo, cooperación, solidaridad, etc.. que
son valores sociales
https://www.lanacion.com.ar/opinion/mas-etica-mas-desarrollo-nid475292/
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desigualdades y de apoyo a la equidad y a la igualdad de
oportunidades.
15
En una América Latina y una Argentina con un enorme potencial pero
agobiadas por gravísimos problemas sociales, debería prestarse mucha
atención a estos factores. La Unicef dice que mueren anualmente en la
región 500.000 niños por causas previsibles, y más de 95 millones son
pobres. En la Argentina, casi el 75 por ciento de los niños se halla por
debajo de la línea de la pobreza, y el 46 por ciento de los jóvenes de la
Capital Federal y el conurbano están desocupados. Entre las causas de
que países potencialmente tan ricos tengan tanta pobreza, se coincide
hoy en destacar los déficit éticos y el hecho de que éste es el continente
más desigual de todo el planeta, y que ello es regresivo para el progreso
económico y social.
Círculos virtuosos
17
Sin valores sociales, es decir, sin ética no puede haber desarrollo en la sociedad.
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que cumplirse en cada una de esas profesiones, como una especie de manual que
comprende las reglas que deben cumplir los profesionales.
Empatía
Es un tema que nace con el cristianismo, puesto que recién con la enseñanza
de Jesucristo el prójimo es el otro frente al cual el hombre se halla naturalmente
situado. La vinculación ideal entre el yo y el otro se encuentra reflejada en la
parábola del “Buen Samaritano”: no hace acepción de personas, cualquier otro es
un tú, por ser la imagen de Cristo. La actitud que cabe frente a él es la caridad, la
cual es la máxima virtud que debe vivir el cristiano en relación con los otros. Pero,
al margen de este pensamiento cristiano, la reflexión sobre este tema marcha según
otros paradigmas que se relacionan con la filosofía de la época.
Cada momento de la historia tiene una peculiar manera del ver el mundo –una
cosmovisión- y el hombre es un aspecto de ella, como también la forma en que se
relaciona con los demás. Así en la época moderna el hombre está anclado en una
radical soledad, y ya no pone su esperanza en Dios sino en la ciencia y el poder del
mundo.
Recién el siglo XX dará un giro debido al “profundo sentido de alineación
frente al general estilo de vivir”. Testimonio de ello es el pensamiento de Max
Scheller y Ortega quienes manifiestan un cambio de actitud del hombre que
condiciona un nuevo planteo del problema del otro; por ejemplo, Max Scheller6,
caracteriza al burgués como el protagonista de la cultura moderna, cuya manera de
relacionarse con la realidad y los hombres inclusive es de dominio.
6
Al respecto, Edith Stein dice de Scheller: “Ideas como virtud, arrepentimiento, humildad,
que prácticamente habían desaparecido de los círculos intelectuales e incrédulos
modernos, fueron rescatadas por Scheller y hechas accesibles a los intelectuales y
también adversarios en su sentido más originario”. Stein; Edith. La pasión por la verdad.
Bonum. Buenos Aires, 1994; pág. 71.
19
La empatía según Edith Stein
20
sensaciones, y no puede reducirse solamente a ese nivel, pues es “la aprehensión de
las vivencias extrañas –sean sensaciones, sentimientos o cualquier otra cosa- es una
modificación unitaria, típica de la conciencia y necesita un nombre unitario, para
tal fin, hemos escogido el término empatía”11.
Otro fenómeno que percibimos frente al otro, además de un cuerpo vivo
extraño, portador de una vida psíquica, dados de una manera conjunta, es que ser
expresa a través de aquel. De manera que, siendo una acción una unidad de
comprensión o de sentido, y con él forman una vivencia. Por el fenómeno de la
percepción se accede al interior de los nexos significativos de lo psíquico y, al
mismo tiempo, se adquiere un medio poderoso para la corrección de actos de
empatía. Por medio de ésta se aclara la comprensión que se esconde detrás de la
fisonomía y también se diferencia la expresión auténtica de la falsa. Así concluye
que “a partir de la percepción externa de un cuerpo físico como vivo, el individuo
se constituye como tal en los actos de empatía, gracias a este fundamentarse el
alma en el cuerpo es posible la empatía del individuo psicofísico sólo para un
sujeto del mismo tipo”12.
La tercera parte es la consideración de la empatía en su estrato más alto: el
espíritu, que es lo constitutivo de la persona del otro como tal. Pero el fundamento
–no sólo como comienzo sino también como basamento- se encuentra en lo
corpóreo: ·”Ya desde que concebimos un cuerpo viviente ajeno como centro de
orientación del mundo espacial, ya asumimos el yo que le pertenece como sujeto
espiritual, ya le hemos atribuido una conciencia constitutiva... toda percepción
externa se realiza como un acto espiritual. Igualmente, en cada acto de empatía en
sentido literal, es decir, en cada aprehensión de un acto sensitivo hemos penetrado
ya en el reino de los espíritus”13.
11
Ibídem; pág. 106.
12
Ibídem; pág. 144.
13
Ibídem; pág. 149.
21
especialmente en autores, además del citado Laín Entralgo, como Max Scheller y
Edith Stein.
En el primero la relación interhumana tiene –según su concepción de la
realidad- diferentes estratos y el de la empatía, o simpatía, debe estar fundado en el
amor y es un modo que consiste en ponerse en el lugar del otro, lo cual es
indispensable para poder establecer una relación interpersonal.
Un análisis más profundo es el de Edith Stein, quien, a través del método
fenomenológico, va clarificando la relación empática, cuya primera datidad es la
percepción del otro en su corporeidad hasta elevarse a lo más hondo de la persona:
lo espiritual que se abre a un mundo de valores. El acceso a lo más profundo de la
persona es la vivencia ligada a la motivación, propia del mundo espiritual.
Para que la relación intersubjetiva sea de persona a persona es necesario que
la empatía recorra todos los niveles o estratos humanos: desde lo corpóreo hasta el
núcleo espiritual de la persona. Dicha empatía tiene como punto de partida lo
corporal (el gesto, la mirada, etc.) pero para que sea una auténtica debe llegar al
corazón de la persona, entendido como el núcleo significativo de las vivencias
personales. Sin ello, la relación puede ser formalmente empática pero no lo es su
contenido por no haber llegado a lo verdadero y “sólo quien se experimenta a sí
mismo como persona, como un todo significativo puede entender a otra persona”14
FUNDAMENTOS
14
Ibídem; pág. 181.
22
blanco” para acertar en sus decisiones fundamentales y poder lograr su
autorrealización personal.
Esta visión de totalidad que necesita el hombre es una visión del mundo que está
condicionada por la época y la cultura en que se vive. Nuestra época tiene como
paradigma la Posmodernidad ¿Qué significa?
Hasta que en el siglo XX, con las dos guerras mundiales, cae este paradigma y
surge otro: la Posmodernidad, que significa la crisis de la razón y la postulación de
la “emoción” y una forma de vida basada en los sentimientos con la búsqueda de lo
placentero que se realiza “aquí y ahora”
23
desprendiéndose de todo compromiso y de todo valor. Por ello la posmodernidad es
radicalmente relativista y constructivista. Es relativista porque no cree que exista la
verdad, sólo relatos que son verdaderos en el sentido de ser verdades para sus
adeptos, y constructivista porque consideran que los hechos en los que creemos han
sido construidos por la sociedad a la que pertenecemos.
Frente a esta realidad, la actitud reflexiva nos permite tomar conciencia de que este
paradigma, que prevalece con la globalización, no le permite hacerse cargo –
responsabilizarse- de su vida para darle “valor” y “significado”. Por eso es
importante comprenderlo para evitar la ceguera moral porque el hombre es el único
ser que puede conocer su fin y realizarlo, pero para ello debe asumir su vida como
una tarea que tiene entre sus manos y que sólo él es capaz de realizarla…
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metafísico que sirva de fundamento a la concepción de la persona humana y su
dignidad, vista en apertura intersubjetiva y en la ampliación de su horizonte a
través del mundo cultural y social, muestra su actualidad y su fecundidad. Permite
además discutir y afrontar filosóficamente estos temas en un marco de ético
racional (no racionalista) anterior a las propuestas que surgen más inmediatamente
de la fe, pero en apertura constitutiva a la revelación
http://www.revistadefilosofia.org/66-26.pdf
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