Ankel P
Ankel P
Ankel P
La
teoría
del trauma
en
Ferenzci
Jay B. Frankel
New York University, Posdoctoral Program
ABSTRACT RESUMEN
In his last years, Ferenczi, himself a “wise Durante los últimos años de su vida,
baby” (1930-1932, p. 274), became increasingly Ferenczi, él mismo un “bebé sabio” (1930-1932,
interested in the crippling effects of psychological p. 249), se interesó en forma creciente en los efec-
trauma and its treatment. His experiments in tos catastróficos del trauma psicológico y en su
technique, especially relaxation technique and tratamiento. Sus experimentos en la técnica, es-
mutual analysis, were attempts to treat patients pecialmente la técnica de la relajación y del análi-
who were not responsive to more standard analytic sis mutuo, fueron intentos de tratar pacientes que
treatment because their personalities had been no respondían al tratamiento analítico más
damaged by child abuse. Ferenczi’s explorations estándar porque sus personalidades habían sido
of trauma and analytic technique led him dañadas por el abuso infantil. Las exploraciones
ultimately to accuse the standard analytic de Ferenczi en torno al trauma y a la técnica ana-
technique of his time as itself retraumatizing these lítica lo condujeron, finalmente, a acusar a la téc-
patients (1933, pp. 159-160). Ferenczi’s nica analítica estándar de su época de re-
experiments in restructuring analytic treatment traumatizar a estos pacientes (1933, p. 142). Los
to address the therapeutic requirements of abuse experimentos para re-estructurar el tratamiento
victims have had profound effects on subsequent analítico orientándolo hacia los requerimientos
conceptions of the analytic relationship-even if his terapéuticos de las víctimas de abuso han tenido
influence on these conceptions has often been profundos efectos en posteriores concepciones de
unacknowledged. la relación analítica, a pesar de que con frecuen-
Ferenczi’s investigations of trauma were certainly cia, no ha sido reconocida su influencia en estas
ahead of his time; in important ways they are at the concepciones. Las investigaciones de Ferenczi en tor-
edge of our current understanding of trauma. This no al trauma estaban, sin duda, adelantadas a su
paper has brought together Ferenczi’s observations época, y de manera importante están bordeando nues-
from various sources with the aim of presenting a tra actual concepción del trauma. Este trabajo ha re-
comprehensive statement of Ferenczi’s theory of trau- unido desde diferentes fuentes las observaciones de
ma-something Ferenczi himself never got the Ferenczi con el fin de presentar una exposición
opportunity to do. compresiva de su teoría del trauma, algo que él nun-
ca tuvo oportunidad de hacer.
1
Título original: “Ferenczi’s trauma theory”. Publicado en American Journal of Psychoanalysis, Nueva
York, marzo 1998, Vol. 58. Traducción: Valeria Muscio. Revisión técnica: Alicia Casullo
2
Nota del autor: Todas las referencias, salvo las expresadas de otra manera, remiten a obras de
Ferenczi. Ferenczi también escribió sobre trauma en su libro Thalassa [(1923) 1982] pero lo hace en
relación a los traumas sufridos por la raza humana en tanto especies y no como individuos. Thalassa,
más que una obra basada en la observación clínica, es una obra altamente especulativa y
metapsicológica. Por esta razón, las ideas de trauma presentes en esa obra no han sido consideradas
en este artículo.
3
Nota de editor: Esta editorial ha equiparado las referencias y números de página de las obras de
Ferenczi utilizadas por el autor a las traducciones en castellano citadas en las referencias biblio-
gráficas.
4
También en 1988 la Editorial Conjetural de Buenos Aires lo edita en castellano bajo el nombre
Diario Clínico.
bién se refirió al “terrorismo del sufrimiento” (1932, pp. 93, 278; 1933, p.
148): “Una madre que se queja de sus constantes desdichas” (1933, p.
148) puede ser una carga terrible para su niño y atarlo a ella convirtién-
dolo en “una especie de enfermera, una madre sustituta” (1933, p. 148),
rol que puede adoptar el niño con el fin de lograr que los padres sean
capaces de cuidarlo a él.
Sin embargo, cuando Ferenczi hizo del trauma su preocupación prin-
cipal, la situación sobresaliente que focalizó y la que consideró funda-
mentalmente más destructiva, fue el abandono emocional de los padres,
(que por supuesto queda implícito en el resto de los actos traumáticos
dirigidos al niño) (1929; 1931, p. 119; 1932, p.171, 225, 269; 1933, p. 146-
147). Además de padres que odian a su hijo, o que lo abandonan a nivel
emocional, habló de padres que no desean ni aman al niño (1929). Pensa-
ba que quitarle el amor a un niño es, en un punto, un trauma mayor que
la violación (1932, p. 225). Para él, los efectos traumáticos de presenciar la
escena primaria eran el resultado de que el niño quedaba solo en ese
momento, sin nadie con quien pensar la situación y ayudarlo (1932, p.
269). Una variante del abandono es la falta de comprensión por parte de
los padres que, según Ferenczi, conducía a la desesperación (1932, p. 273).
Los efectos perdurables del trauma resultan de la ausencia de un entorno
bondadoso y compresivo (1929, p. 109; 1932, p. 278; 1933, p. 145-146).
Decía: “El traumático estar solo […] eso hace traumático al ataque, o sea,
produce una grieta en el alma” (1932, p. 258).
Ferenczi enfatizó como clave en la producción de consecuencias per-
judiciales posteriores al trauma (1931, p.123; 1933, p. 145) la hipocresía de
los adultos y la negación de los hechos traumáticos ocurridos al niño,
hechos que consideraba una variante particular del abandono emocio-
nal. Por ejemplo, el perpetrador del trauma puede negar que este haya
ocurrido, o insistir en que el niño es el responsable y no él. Puede incluso
castigar al niño por haber reaccionado ante el trauma (1931, p.123; 1933,
p. 145). Puede también darse el caso de que el padre que no ejerció la
violencia contra el niño no tenga un vínculo suficientemente estrecho con
él, como para que el niño busque consuelo allí. Este otro padre puede
también minimizar el hecho, ignorar las percepciones y reacciones que
manifiesta el niño ante éste, o puede negar la necesidad de ayuda del
niño. Ferenczi tenía “la impresión que los niños superan shocks incluso
graves, sin amnesia ni consecuencias de índole neurótica, si está a mano
la madre y ésta actúa con comprensión y con ternura y (lo que es más
raro) con toda sinceridad” (1931, p.123). Pero cuando los padres niegan el
técnica, por ejemplo los de 1925, comienzan a mostrar cierta cautela res-
pecto del uso de la autoridad por parte del analista. Sin embargo, para el
año 1929, había llegado a creer que la típica actitud de “fría objetividad
del médico” (1930, p. 103) constituía una manifestación de autoridad que,
por su propia naturaleza, era una experiencia traumatizante para el pa-
ciente, al menos para el paciente que había sido abusado de niño (1930,
p.103; 1933, p.142). También consideraba que el ejercicio de la autoridad
en formas que parecían legítimas y benevolentes, en realidad podían ser
expresiones del sadismo inconsciente del analista (1925, p.164; 1932, p.148-
151; 1933, p.142). El curso de sus investigaciones sobre los resultados del
trauma, que comenzó explorando los efectos psicológicos de los impac-
tos físicos repentinos, lo condujo a descubrir que el poder de una persona
sobre otra puede tener consecuencias similares.
p. 131, 139-140, 197, 270; 1933, p.147). El niño desarrolla estas capacida-
des precoces, hipersensibilidades, superinteligencias e incluso clarividen-
cia (por ej., 1930-1932, p. 249; 1932, p. 131, 139-140, 282) con la finalidad
de evaluar el entorno y calcular la mejor forma de sobrevivir (1932, p.
176, 289) y con ello conseguir adaptarse a estas necesidades (1932, p.51,
171-172; 1933, p. 147). Esta es la parte de la personalidad que se identifica
con el agresor y que por ello puede gratificar todo lo que el agresor quie-
re del niño (1932, p.156-157). Es una parte de su personalidad “solícita y
llena de amor, de actitud maternal” (1930-1932, p. 216) es un self cuidador
(1931, p.121), el “ángel de la guarda” (1932, p. 50, véase también p. 164-
165) del self del niño herido. Ferenczi la llamó “Orfa” (1932, p. 50, 176).
Este fragmento debe conservar la vida, la parte interna viva de la perso-
nalidad que ha sido escindida (1932, p. 50-51), y también consolar y anes-
tesiar a la parte sufriente de la personalidad (1932, p. 49-50, 239-240). Si
bien está dotado de una superinteligencia no posee sentimientos ni con-
vicción. Cualquier sentimiento propio sería una distracción y reduciría
su eficiencia en estas tareas (1932, p. 269). Ferenczi sugirió que en situa-
ciones de necesidad extrema se pueden alucinar órganos para sobrevivir
que realmente ayudan (1932, p.171-172).
La tercera parte de la personalidad a la que se refirió Ferenczi es la
que permanece cuando se reprime el alma y Orfa conduce la superviven-
cia del niño: “el cuerpo que ha quedado sin alma, cuyo despedazamiento
ya no se siente, o se considera desde fuera, como algo perpetrado en un
ser extraño” (1932, p. 50). Ferenczi la describió como un cuerpo sin alma
que ejecuta mecánicamente (1932, p. 112) y como “las cenizas del anterior
sufrimiento anímico” (1932, p. 51).
mientos de culpa del agresor (1932, p.256; 1933, p.145). Consideraba que
“la introyección de los sentimientos de culpa del adulto” constituye el aspecto
más destructivo de la identificación con el agresor (1933, p. 145). Los sen-
timientos de vergüenza también los atribuía a la identificación con la ver-
güenza de los padres y la sociedad (1932, p. 224-225).
La idea de Ferenczi de la introyección de los sentimientos de culpa
del adulto supone un sentimiento de culpa en el agresor, éste puede no
estar presente en todos los casos. En esas situaciones, ¿el niño supone
que el agresor se siente culpable basándose en lo que él aprendió previa-
mente sobre lo que es correcto o equivocado? De ser así ¿el niño se iden-
tifica con los juicios morales de la sociedad? ¿O es esta identificación con
la vergüenza del agresor –que puede estar presente aunque la culpa del
adulto esté ausente– sobre la que se monta la culpa?, Fairbairn (1943)
propuso una explicación diferente para el sentimiento de maldad propio
del niño abusado: el niño asume la maldad abusadora de los padres por
asociación con el abuso, es el abuso lo que siente como malo, y es por esto
que puede seguir considerando buenos a los padres. Todo niño, básica-
mente, necesita sentir que los padres son buenos. Ferenczi parece acordar
(1932, p. 130).
Con bastante frecuencia, los agresores, luego de un ataque, suelen
ponerse severos y punitivos con el niño culpándolo, esencialmente, por
lo que ellos le han hecho (1933, p.145). La angustia, la negación y las ame-
nazas del agresor –o del otro miembro de la pareja parental– (1932, p.
256; 1933, p. 145), el odio inexpresado (1932, p. 266), también y de modo
similar, le comunican al niño que ha participado en algo malo. Ferenczi
utilizaba el término “‘intropresión’ del superyo” (1930-1932, p. 253) para
describir esa conducta de los adultos. Es probable que el niño responda
identificándose con la percepción del agresor y aceptando el reproche
(1933, p. 146). Los sentimientos resultantes de complicidad y culpa (1932,
p. 266; 1933, pp. 146-147) pueden conducir al niño a una reacción de
“hiperbondad por sentimiento de culpa” (1932, p. 266).
5
Nota de editor: La expresión “excessive achievement” no fue traducida en ninguna de las dos
traducciones al castellano. La cita aquí transcripta corresponde a la edición de Paidós. La otra, de
Madrid: Espasa Calpe, 1984, está en p. 336, tomo 4. Ver referencias bibliográficas. Transcribo el
párrafo en ambos idiomas:
“Ability to achieve in not proof of real will to achieve and of real pleasure to achievement.
Traumatically acquired ability to excessive achievement is (because of the always strong ucs tendency
to regression) mostly passagère (in the mental sphere aphoristic), and has not the character of
permanence and of resistance against emerging obstacles”. (1930-1932, p.262)
[“La capacidad de realizar no constituye una prueba real de voluntad de realizar y de
verdadero placer de realización. Una capacidad traumáticamente adquirida es (a causa de la
tendencia inconsciente a la regresión, siempre poderosa) transitoria y no tiene un carácter de
permanencia y de resistencia frente a los obstáculos que pueden aparecer”. (1930-1932, p.238)]
momento en que la escribió, sino que también vinculó la escisión del self
y de los objetos con el trauma. Esta conexión no se había hecho en la
literatura psicoanalítica hasta que Fairbairn la estableciera a comienzos
de la década del 40’. Ferenczi hizo referencia a diversos yoes o selves como
resultado de la escisión inducida por el trauma. La víctima puede identi-
ficarse con estos selves, y estos selves pueden también relacionarse entre sí
de ciertas maneras. Por ejemplo, como tratábamos anteriormente, “la
escindida inteligencia del desdichado bebé se comportaba, […] como una
persona separada que tenía el deber de prestar ayuda, con toda urgencia,
a un niño que se hallaba casi mortalmente herido” (1931, p.120). Esta par-
te del self “solícita y llena de amor, de actitud maternal” (1930-1932, p.
216), que Ferenczi denominó “Orfa” (1932, pp. 49-51 176), consuela, anes-
tesia y “asiste” (1930-1932, p. 216) al aspecto herido del self.
Ferenczi también explicitó que el trauma conduce a la creación de
objetos internos. Por ejemplo, describió la “introyección del agresor […]
[quien] desaparece como parte de la realidad externa, transformándose
en algo intrapsíquico, en lugar de extrapsíquico” (1933, p. 144). Este agre-
sor interno puede ser proyectado en personas reales y afectar tanto la
percepción de la víctima como su reacción a esas personas, incluido el
analista. Por ejemplo, Ferenczi escribió acerca de varios pacientes con his-
torias de abuso que, en estado de trance, lo acusaban de ser “insensible, frío,
y hasta duro y cruel, […] egoísta, hombre sin corazón y presumido” (1933, p.
140). Es decir, lo veían como el agresor y, cuando no estaban en estados de
trance, respondían a él de la forma típica en que las víctimas responden a los
agresores: identificándose con él, suprimiendo u ocultando su hostilidad y
crítica (1933, p. 140-141). Si bien Ferenczi llegó a la conclusión de que
tanto su propia contra-transferencia como la de la técnica analítica estándar
(1930, p. 109-110; 1933, p.141-142; 1932, p. 148-152), contenían una hostili-
dad enmascarada hacia los pacientes que justificaba sus críticas; también
tenía claro que la coloración que daban sus introyectos a las actuales rela-
ciones interpersonales, sensibilizaba a estos pacientes ante cualquier hos-
tilidad oculta en el terapeuta (1932, pp. 239, 269; 1933, p. 147-148).
Como consecuencia típica de trauma se pueden crear otros objetos
internos que, posteriormente, también pueden influir la percepción de la
víctima respecto de otras personas. Por ejemplo, Ferenczi sugirió que
“Orfa” puede ser proyectado en otras personas, incluido el analista. Ve-
mos esto en la descripción de la paciente que Ferenczi llama RN, una
mujer que de niña había sido horriblemente abusada. Ella veía a Ferenczi
como “el amante ideal” (1932, p. 88, 111-112, 282) o el “amante perfecto”
psicosomático, que tal vez refleje un deseo de morir (1929, p.90). Ferenczi
vio a ciertos trastornos respiratorios, incluyendo el asma bronquial, los
espasmos de glotis, así como a otras dificultades respiratorias durante el
sueño y la relajación como intentos de autoestrangulamiento y como conse-
cuencias del trauma (1929, p. 90; 1932, pp. 155, 190-191). Ferenczi también
creyó que la hipocondría podía ser una consecuencia del trauma, en la que el
self guardián queda fijado observando el self infantil herido (1931, p. 120).
Como resultado del trauma sexual la vida sexual del niño perma-
nece no desarrollada o se pervierte (1932, p.234-236; 1933, p.145). Las sen-
saciones genitales asociadas con el trauma pueden desplazarse hacia otras
partes del cuerpo y convertirse en experiencias sensoriales de conversión
histérica (1932, p. 65, 129). Otro resultado puede ser la conducta sexual
mecánica, separada y complaciente, con pérdida del sentimiento sexual
(1932, p. 111-112; 1933, p. 149). Ferenczi creía que las perversiones son
reacciones histéricas al trauma y no “infantilismos” (1932, p. 215; 1933, p.
148-149). Es decir, son el resultado del temor y no una fijación basada en
una gratificación excesiva o insuficiente. Son un modo de satisfacer el
deseo sin hacer nada aterrorizante (por ejemplo, el intercambio hetero-
sexual puede sentirse aterrorizante como resultado de haber sido abusa-
do o violado [1932, p. 216-217]).
El trauma genital en la infancia también puede conducir a desem-
peños sexuales compulsivos (1932, p. 139). Puede darse una fijación en la
masturbación, incluso puede ocurrir durante el intercambio sexual, como
una fantasía privada que sustituye a la experiencia compartida (1932, p.
139-140). Ferenczi veía la masturbación como un sustituto del amor no
correspondido. La comprendía como un caso de splitting, una parte de la
personalidad se identifica con los sentimientos y actitudes de rechazo del
amante decepcionado, gratificando a la otra parte de la personalidad. Si
nos apropiamos del lenguaje de Fairbairn (1943) la masturbación es, esen-
cialmente, la continuación de una relación con un objeto malo. Ferenczi
la consideraba inherentemente patológica por estar basada en el splitting
(1932, p. 280-281). Sentía que conduce al agotamiento y a la culpa –resul-
tante de la “identificación con el objeto de amor bajo el supuesto de los
pensamientos y juicios despreciativos de esa misma persona” [1932, p.
281] que rechaza–.
traumática original. Como se dijo más arriba, otro motivo para olvidar un
ataque puede ser la protección y preservación de la familia (1932, p. 172).
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS