Segunda Transformación: Aprendizaje Basado en Problemas

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Segunda transformación: aprendizaje basado en problemas

El aprendizaje basado en problemas (ABP) se presenta como una innovación


que permite combinar la adquisición de conocimientos con el desarrollo de
otras habilidades indispensables en la formación médica. Con la guía del tutor
los estudiantes aprenden a trabajar en equipo y de manera colaborativa para
solucionar problemas. Aprenden a planear sus objetivos de aprendizaje, a ser
autónomos en el estudio y en la búsqueda de información. De esta manera,
los estudiantes adquieren destrezas en contextos que les acercan a su
realidad profesional.

El ABP surgió en 1968 en la Escuela de Medicina de la Universidad de


McMaster en Canadá con el propósito de mejorar la enseñanza de la
medicina, principalmente para evitar la dificultad de aplicar a problemas
reales de la medicina los conocimientos adquiridos en clase. Si bien no hay
una definición universal de la estrategia, Norman y Schmidt la definen como
un método instruccional que provee al estudiante de conocimientos para la
solución de problemas.3
Las principales metas de esta estrategia son facilitar y promover: la
adquisición de conocimientos significativos, la integración del conocimiento, la
aplicación de los conocimientos básicos a problemas clínicos, el desarrollo de
la adquisición de destrezas para la solución de problemas incluyendo el
razonamiento clínico, el aprender a trabajar en grupo y capacitar para el
aprendizaje independiente a lo largo de toda la vida.

Las metas del ABP se alcanzan porque al trabajar de manera sistematizada


un problema y con bases de la psicología cognitiva y constructivista del
aprendizaje, se puede elevar la motivación de los estudiantes y la posibilidad
de que transfieran los conocimientos a nuevas situaciones o problemas.3
Howard Barrows4 enumera seis categorías sobresalientes del ABP en la
formación del médico: a) el modelo educativo está centrado en el estudiante,
b) el aprendizaje se lleva a cabo en pequeños grupos de estudiantes, c) el
papel de los profesores es el de guías o facilitadores, d) los problemas son el
estímulo eje para propiciar el aprendizaje, e) los problemas son el vehículo
que permite el desarrollo de las habilidades de razonamiento clínico para
resolver problemas y, f) la nueva información se adquiere a través de un
proceso autorregulado e independiente.
Como menciona Borrel1 esta estrategia o modelo (ya sea una estrategia más
del curriculum o la única utilizada) representa un cambio positivo que
considera elaboraciones intelectuales complejas y críticas al construir y
plantear problemas desde un marco reflexivo e interdisciplinario, crea
interacciones más horizontales entre profesores y estudiantes, desarrolla una
nueva práctica y filosofía de trabajo colaborativo, acerca a los estudiantes al
contexto social y asistencial de la medicina, y propicia la autonomía de los
estudiantes.

Tercera transformación: las competencias

El enfoque educativo basado en competencias se ha establecido sólidamente


en la educación médica debido a que se asume que forma médicos mejor
capacitados en la práctica médica y competentes para dar solución a los
problemas actuales de atención en salud.5 Su historia remite a diversos
antecedentes, entre estos se encuentra la reunión de Ginebra en 1994 de la
Organización Mundial de la Salud y la Comisión Educacional para Médicos
Graduados Extranjeros. El propósito fue establecer el núcleo de los
estándares universales de la profesión médica para una práctica profesional
de calidad en cualquier parte del mundo.6 Esta iniciativa es identificada en el
ámbito internacional como los requerimientos globales mínimos esenciales
(GMER, por sus siglas en inglés), creados por el Instituto para la Educación
Médica Internacional IIME y publicados en 2002.7 En este mismo sentido, en
el año de 1999 la Reunión de Bolonia agrupó a 29 países europeos con el fin
de identificar un marco común para las titulaciones, un sistema de movilidad
de estudiantes, profesores y profesionales con créditos compatibles, así
como el fortalecimiento de la calidad de la enseñanza con base en
competencias. Ya en el terreno de la educación médica, el Consejo de
Acreditación para la Educación Médica de Posgrado (ACGME por sus siglas
en inglés), en 1998 produjo un proyecto para mejorar las habilidades de los
médicos residentes a través de dictar dominios de competencia general e
identificar sus componentes constitutivos.8
Más recientemente la Comisión de Lancet2 (en 2010) llevó a cabo un
diagnóstico que dejó ver que las grandes contribuciones y avances para el
desarrollo de la salud no impactaban de manera satisfactoria a la educación y
la atención en salud, porque no se estaban modificando las estrategias de
acción y de enseñanza de acuerdo a la nueva realidad. Por ello, la Comisión
promovió un movimiento social global transformativo con la participación de
educadores, estudiantes, trabajadores del área de la salud, grupos de
profesionales, universidades, fundaciones y todos los involucrados en el área
de la salud para mejorar los sistemas educativos y de servicios de salud. Con
base en el enfoque educativo por competencias, se recomendó a las
escuelas de medicina romper con el aislamiento de profesionales para lograr
una educación interprofesional con mejores relaciones de comunicación y
colaboración para formar equipos eficaces; así mismo se invitó a promover un
nuevo profesionalismo que utilice las competencias como criterios objetivos
de clasificación de los profesionales de la salud, y que desarrolle una base
común de valores en torno a la responsabilidad social.
Cierto es que diversos países han tomado el reto de desarrollar propuestas
para la planeación, enseñanza y evaluación del currículo por competencias
en el pregrado y posgrado de Medicina. En síntesis, es posible identificar que
en países como Estados Unidos y Canadá sus consejos de acreditación
nacionales han implementado los criterios de las competencias para el
posgrado de la educación médica. Además se ha propuesto un marco para
guiar el desarrollo de competencias base para la educación médica de
pregrado. En la Unión Europea y como parte del proceso de Bolonia se ha
requerido que todas las escuelas de medicina establezcan de manera clara y
precisa las competencias de los currículos de pregrado.9

Definición y evolución del concepto de competencias


El concepto de competencia no es unívoco, se encuentran múltiples
acepciones debido a que es multidimensional y se refiere a diferentes niveles
del saber (saber-saber, saber-hacer, saber-ser, saber-estar, saber-convivir).
Su eje son los desempeños, el saber-hacer, en este hacer se articulan
conocimientos, habilidades, actitudes, valores y tiene que ser congruente con
el contexto y con la complejidad del problema que se atiende para que sea un
actuar responsable y efectivo.

En el campo de la medicina Epstein10 define las competencias como “El


juicioso y habitual uso de la comunicación, conocimientos, habilidades
técnicas, razonamiento clínico, valores y la reflexión en la práctica diaria en
beneficio de los individuos y las comunidades que se atienden”. Albanese y
colaboradores11 consideran que el concepto de competencias es muy
complejo y que en ocasiones es difícil diferenciarlo de lo que son los objetivos
y las metas. Los autores destacan que lo que distingue a una competencia de
una meta u objetivo es el centrarse en el producto final de la instrucción y no
en el proceso, además se refieren a aspectos más globales que los fines de
un curso. Las competencias se utilizan para establecer estándares de
desempeño que se deben cumplir. Por tanto conceptualizan a las
competencias como los conocimientos, habilidades, actitudes y atributos
personales esenciales para la práctica médica. Para definir una competencia,
los autores proponen cumplir con los siguientes cinco criterios:
1.
Centrarse en el rendimiento del producto final de la instrucción. En la
educación médica, esto podría ser un médico en ejercicio o, tal vez, un
residente que posee las habilidades clínicas y la capacidad necesaria
para asumir las responsabilidades del cuidado del paciente.

2.
Refleja expectativas desempeño, esto es, la aplicación en el contexto
real de lo que se aprende en un programa educativo. Por lo tanto, una
competencia médica no es recordar información, es utilizar, por
ejemplo, la información y habilidades en la interacción con el paciente;
cuando la información es utilizada o aplicada refleja la competencia.

3.
Se expresa en términos de conductas medibles. Especificar los
comportamientos que se desean alcanzar es esencial para medir si se
cumplen los estándares y así poder definir a un sujeto como
competente o no competente.

4.
Se utiliza un criterio para juzgar el logro de la competencia. La
competencia representa un resultado que todos los estudiantes deben
alcanzar. Requiere de instrucciones claras de lo que el estudiante tiene
que demostrar.
5.
Se informa a los estudiantes lo que se espera de ellos, de tal manera
que el estudiante pueda tener un grado de control sobre su propio
aprendizaje y evaluación.

Por otro lado, el Consejo Americano de Medicina Interna (ABIM por sus siglas
en inglés) tomó la definición de Frank y colaboradores para delimitar las
competencias como un modelo de educación basado en resultados para
diseñar, implementar y evaluar los programas de educación médica utilizando
el marco organizado de competencias.12 La Asociación Americana de
Colegios de Medicina13 (AAMC por sus siglas en inglés) conceptualiza las
competencias como aquellas habilidades observables del profesional de la
salud y que integran múltiples elementos: conocimientos, destrezas, valores y
actitudes. Al ser desempeños observables, las competencias son
susceptibles de medirse y evaluarse para asegurar su correcto desarrollo y
ejecución.
Nótese entonces que cada institución conceptualiza las competencias con un
matiz diferente que atiende a su contexto particular, con ello se muestra el
interés por aplicarlas pero también puede presentarse confusión. Al respecto
es interesante aludir el reporte del ACGME. Como se mencionó, en 1998
generó un proyecto con seis dominios de competencias que deberían
desarrollar los graduados de los programas de residencias para actuar de
manera precisa y eficaz en los sistemas de atención médica. En los inicios
del programa se generó una gran confusión en los educadores de residentes
del uso de las competencias como parte de los requerimientos de
acreditación. Por tanto, los educadores solicitaron una explicación más
detallada del significado práctico de las competencias, de los criterios para la
implementación exitosa y ejemplos concretos de la manera de fomentar el
aprendizaje y evaluar las capacidades de los residentes en los seis dominios.
Por ello, el ACGME y sus socios colaboradores se han comprometido en la
constante mejora del proyecto, y en acciones como talleres en reuniones
multi-institucionales de la educación médica de posgrado para construir el
conocimiento práctico para el desarrollo curricular. Los seis dominios también
han estado en permanente modificación (Tabla 1).
Tabla 1. Resumen de los componentes de los seis dominios de competencias del
Consejo de Acreditación para la Educación Médica de Posgrado (ACGME por
sus siglas en inglés).

Cuidado del paciente: comunicación efectiva, demostrar un comportamiento cálido y respetuoso, tomar
1 decisiones informadas sobre las intervenciones diagnósticas y terapéuticas, proporcionar asesoramiento
y la educación del paciente, ...
Conocimiento médico: obtener conocimiento biomédico, clínico, social y epidemiológica, pensamiento
2
analítico ...
Aprendizaje basado en la práctica: identificar los puntos fuertes, las deficiencias y los límites en el
3 conocimiento y la experiencia propia, establecer metas de aprendizaje y de mejora, reflexionar
sistemáticamente la práctica e implementar cambios para mejorarla, ...
Habilidades de comunicación interpersonal: comunicarse de manera efectiva con los pacientes, las
4
familias y el público, con colegas, otros profesionales de la salud, …
Profesionalismo: demostrar respeto, comprensión, integridad, adherencia a los principios éticos,
5
demostrar excelencia y desarrollo profesional continuo ...
Práctica en los servicios: comprender cómo las propias acciones afectan y son afectados por el sistema,
6
coordinar la atención al paciente, incorporar la conciencia de costos y beneficios, ...

Las seis competencias que presenta el ACGME se pueden interpretar como


los dominios en los que un médico debe demostrar su competencia. Por ello,
la construcción de competencias es una integración compleja pero
demostrable al concretar los numerosos objetivos relacionados que la
componen en comportamientos medibles. La definición de las competencias
ayuda a alcanzar una meta compleja e integradora, que por su naturaleza es
abarcadora, de largo alcance, pero también con poca claridad.
En México en el año 2008 la Asociación Mexicana de Escuelas y Facultades
de Medicina14 publicó el perfil de competencias del Médico General Mexicano
en el que se buscó integrar la exigencia internacional con los requerimientos
de la sociedad. Así, se presentó un punto de partida para que las
universidades transformaran su sistema de enseñanza. La Facultad de
Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México en el Plan de
Estudios 2010 con base en la literatura nacional e internacional presentó
ocho competencias de egreso15:
1.
Pensamiento crítico, juicio clínico, toma de decisiones y manejo de
información

2.
Aprendizaje autorregulado y permanente

3.
Comunicación efectiva

4.
Conocimiento y aplicación de las ciencias biomédicas, sociomédicas y
clínicas en el ejercicio de la medicina

5.
Habilidades clínicas de diagnóstico, pronóstico, tratamiento y
rehabilitación

6.
Profesionalismo, aspectos éticos y responsabilidades legales

7.
Salud poblacional y sistema de salud: promoción de la salud y
prevención de la enfermedad

8.
Desarrollo y crecimiento personal
El interés en las competencias sigue creciendo porque al médico se le
considera un experto con un amplio conjunto de competencias identificables.
Dado que las competencias se pueden pensar como posibilidades y los actos
médicos son hechos observables, se están llevando a cabo proyectos que
permitan la clara concreción de las competencias en la práctica médica.
Como dos ejemplos: el ACGME se está ocupando del proyecto de hitos
o milestones denominado Outcome Project8 para identificar en cada
competencia los niveles de dominio que debe lograr el estudiante según el
grado académico. El modelo de Ten Cate16 y colaboradores propone que la
enseñanza y evaluación de las competencias estén ligadas a las situaciones
clínicas particulares, de tal manera que la evaluación de las competencias
esté vinculada al nivel de desempeño del estudiante en las actividades
profesionales esenciales que definen la profesión. Competencias y
“actividades profesionales confiables” (APC) se relacionan entre sí como dos
dimensiones de una cuadrícula. Esta visión que concreta las actividades de
las competencias, se presenta como una guía para planear y evaluar
curricularmente. Los autores explican, de acuerdo con la curva de Dreyfus y
Dreyfus, cómo el estudiante alcanza los hitos que marcan el paso de un nivel
a otro (novato, avanzado, competente, proeficiente, experto). Como novato,
un residente tiene los conocimientos y algunas habilidades, pero aún no se le
permite actuar de manera independiente; en el nivel avanzado actúa bajo
supervisión; cuando es competente, la supervisión solo ocurre cuando el
residente la solicita; en el nivel de proeficiencia, el residente actúa de forma
independiente, y en el nivel de experto, puede actuar como supervisor e
instruir.16
Los colaboradores internacionales de la educación médica basada en
competencias12 (CBME por sus siglas en inglés) realizan un análisis de los
debates en torno al paradigma de las competencias y puntualizan cuatro
aspectos en favor de las competencias:
1.
Centrarse en los resultados que se desean alcanzar; en un área de alta
responsabilidad como la medicina se debe asegurar que sus graduados
sean competentes en las áreas de dominio de la medicina. Entre otros
puntos, no todos los currículos explicitan los resultados deseados o
aseguran que sus graduados hayan adquirido todas las habilidades
necesarias de su práctica. La educación médica debe ser transparente
para los alumnos, maestros y el público con respecto a sus objetivos y
efectividad.
2.
Énfasis en las competencias como los principios organizadores del
curriculum; los currículos de medicina deben enfatizar las habilidades
médicas. Es frecuente que haya mayor dedicación a los conocimientos
y se descuiden las habilidades y actitudes en la formación del médico.
El énfasis en las habilidades de los estudiantes debe ser derivada de
las necesidades de los servicios de salud y la sociedad.
3.
Redefinir la capacitación basada en el tiempo; el tiempo es un recurso
que debe ser adaptado a las necesidades de los docentes y los
alumnos. Los planes de estudio tienden a enfatizar los tiempos fijos
dedicados a la formación. Los estudiantes pueden progresar a ritmos
diferentes, y pueden alcanzar las competencias más rápido o más lento
que el promedio de pares.
4.
Promover mayor participación del estudiante en su formación; el
currículo por competencias proporciona metas claras para los
estudiantes. Contar con la ruta de los hitos que se deben ir alcanzando
proporciona un camino transparente y que el estudiante puede ajustar
para el desarrollo las competencias.
Este grupo de investigadores define las competencias como una habilidad
observable de un profesional de la salud, que integra múltiples componentes,
tales como conocimientos, habilidades, valores y actitudes. Dado que las
competencias son observables, pueden ser medidas y evaluadas para
asegurar su adquisición. Es posible además organizarlas como bloques de
construcción para facilitar su progresivo desarrollo.
En este mismo tenor es pertinente recuperar la experiencia de las escuelas
de medicina españolas ya que es posible identificar ciertas semejanzas en las
problemáticas que surgen en la implementación del modelo educativo por
competencias. Al respecto Palés17 señaló que en la transición de un Plan de
Estudios por objetivos a uno por competencias se deben contemplar cinco
importantes puntos:
1.
Qué se entiende por competencias

2.
Definir bien las competencias

3.
Implementación real de las competencias genéricas

4.
Determinar cómo se van a adquirir las competencias

5.
Cómo evaluar las competencias

Además de procurar las anteriores recomendaciones, el autor sugiere la


redefinición de las competencias con el objeto de relacionarlas con la
formación especializada y así asegurar el continnum educativo; reestructurar
el currículum a fin de que sea orientado realmente a competencias y, por
último utilizar variados y adecuados instrumentos de evaluación de
competencias genéricas y específicas. En relación con este último punto, por
la naturaleza compleja de la educación basada en competencias se requiere
un sistema de evaluación robusto y multifacético que atienda a los diversos
escenarios de la práctica clínica y a distintos niveles: el proceso educativo,
los programas de enseñanza y sus contextos.18
Dentro del debate de las competencias se incluye la problemática de tener
que ajustarse a un tiempo determinado para el cumplimiento del curriculum.
La demanda de tiempo para las prácticas es mayor en las competencias por
lo que se requiere disminuir el tiempo reservado para la adquisición de
conocimientos teóricos. Con base en esta situación Kerdijk y
colaboradores9 comparan la adquisición de conocimientos, el desempeño en
las prácticas y la percepción de la preparación en las prácticas de dos
currículos: uno de ellos con el enfoque de competencias y aprendizaje activo,
y el otro solamente de aprendizaje activo. Los resultados no muestran
diferencias en el conocimiento, ni en el desempeño en las prácticas,
solamente los estudiantes del currículo con enfoque por competencias se
sienten mejor preparados para analizar el problema del paciente en un
contexto amplio que incluye aspectos políticos, sociales, económicos y
culturales.

Discusión
Actualmente en la educación el uso del término competencias es tan
frecuente como complejo. En las últimas décadas, los modelos educativos
por competencias han atraído la atención de los responsables de las políticas
educativas en diversas partes del mundo. En general, el debate suele
centrarse en la viabilidad o no del enfoque en los diseños curriculares; una
discusión a nuestro juicio incompleta si no se reconoce además que el
análisis de la complejidad del enfoque mismo ha sido dejada en segundo
término o se ha olvidado.

Es importante aceptar que existen distintas escuelas de pensamiento en el


ámbito del modelo educativo por competencias. Esto debe reconocerse y
hacerse explícito en los currícula basados en el enfoque, no hacerlo ha sido
la omisión más frecuente en el diseño e implementación bajo esta
perspectiva. Como consecuencia, se encuentran grandes dificultades para
definir en los programas cómo enseñar y cómo evaluar las competencias,
dejando a los docentes con una responsabilidad incierta para cumplir con su
labor educativa.12,17
Ponderando la práctica y el uso del conocimiento en situaciones y contextos
reales, es preciso decir que el modelo educativo basado en competencias
surgió como una propuesta más para dar respuesta a un viejo problema
todavía no resuelto en la educación: el predominio del enciclopedismo.19 Si
bien este enfoque se presenta como una alternativa plausible para aquellos
ámbitos donde es posible identificar una cantidad considerable de
competencias, (por ejemplo en el terreno de la medicina) dicha perspectiva
también tiene como principal crítica el ocasional empleo utilitarista del
conocimiento, en este sentido pensamos que tanto el enfoque por
competencias como cualquier otra posibilidad educativa puede ser
implementada tomando en consideración dos premisas: la primera es que
todo modelo educativo tiene ventajas y desventajas que por lo general están
dadas por las características propias del momento histórico en el cual surgen;
la segunda, siendo la educación un fenómeno social, es difícil pensar que un
modelo educativo, sea cual sea, solucione por sí mismo todos los problemas
que se circunscriben a la formación de los sujetos. Todas las propuestas,
modelos o perspectivas educativas guardan en sí mismas elementos de
transformación y evolución constante.

Conclusiones
La conceptualización de las competencias no ha logrado un acuerdo en todos
sus componentes por lo que genera múltiples discusiones y se encuentra en
permanente evolución. Por ello, el enfoque de competencias requiere todavía
de la colaboración, exploración y construcción de sus premisas para poder
llevarlo a la práctica y contar con estrategias precisas para su enseñanza y
evaluación.

Financiamiento
Ninguno.

Presentaciones previas
Ninguna.

Contribución de los autores


MVR y JDMC contribuyeron en la realización total del artículo.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener conflicto de intereses.

Agradecimientos
Ninguno.

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