Tema 2 Fundamenos Físicos y Equipos
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1. RADIACIÓN X.
1.1. Interacción de las partículas cargadas. Tipos de colisiones.
1.2. Características de la radiación X utilizada en radiología convencional.
1.2.1. Definición y partes de un espectro de rayos X.
1.3. interacciones de los rayos X con la materia.
1.3.1. Atenuación de fotones.
1.3.2. Ley de atenuación.
1.3.3. Procesos de interacción.
1.3.4. Formación de imagen radiológica.
1.3.5. Número atómico efectivo.
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7. RECEPTORES DE IMAGEN.
7.1. Parámetros que definen la calidad de imagen.
7.2. Sistemas de imagen.
8. CONSOLA DE MANDOS.
8.1. Exposimetría automática.
8.1.1. Manejo práctico de la exposimetría automática.
Desde el inicio de la medicina, los primeros estudiosos del cuerpo humano se encontraron
con la barrera de no disponer de ningún medio que les permitiese observar el interior del
cuerpo. Se intentó por diversos medios, como la trepanación de cráneo que iniciaron los
egipcios y que continuó practicándose durante siglos, con mayor voluntad que éxito.
Ha sido en los dos últimos siglos en los que han aparecido los recursos tecnológicos que han
permitido a los médicos obtener información del interior del cuerpo, desde el simple
estetoscopio hasta los más potentes equipos de resonancia magnética nuclear.
Posiblemente, el hito más importante para la obtención de información del cuerpo humano
hayan sido los rayos X, que descubrió Röntgen casualmente mientras realizaba
experimentos con un tubo de rayos catódicos. A partir del hallazgo de Röntgen se inició el
desarrollo de toda una nueva rama de la medicina, la radiología diagnóstica.
Desde los primeros sistemas de producción de rayos X y de obtención de imagen hasta los
actuales, la evolución tecnológica ha sido rápida y ha incidido en todas las ramas de la
medicina, ya que la mejora en los sistemas de imagen ha permitido, por ejemplo, localizar
con mayor precisión lesiones o zonas patológicas de cara a su posterior abordaje quirúrgico,
entregando al cirujano información previa sobre lo que busca y dónde lo va a hallar.
En el tema siguiente se describe la física que subyace bajo la creación y el uso de los rayos
X, los elementos que actualmente componen un equipo de rayos X empleado para radiología
convencional, así como los sistemas que lo acompañan, y se muestra cuál es su
funcionamiento.
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1. RADIACIÓN X.
Cuando las partículas interaccionan con la materia producen una serie de efectos en función
del tipo de partícula, de su energía y del medio con el que interacciona (componentes,
densidad, estado físico, etc.). Cuando se habla de la influencia del tipo de partícula se
considera fundamentalmente su carga eléctrica y su masa. Las partículas cargadas producen
interacciones muy distintas respecto a las creadas por las no cargadas. Las primeras se
dividen en partículas consideradas “pesadas” (protones, partículas alfa, fragmentos de fisión,
etc.), las cuales pierden su energía de forma diferente que las consideradas “ligeras”
(electrones y positrones).
Las partículas cargadas pierden su energía al interaccionar con la materia
fundamentalmente por colisiones coulombianas, esto es, colisiones debidas a la interacción
de las cargas de las partículas incidente con las cargas de los electrones y protones de los
átomos. Fundamentalmente, estas colisiones se producen a través de tres tipos de
interacciones:
Colisión elástica. La partícula choca con los átomos del medio, desviándose de su
trayectoria y cediendo una cierta cantidad de energía en forma de energía cinética.
No se produce alteración atómica ni nuclear en el medio.
Colisión inelástica. La partícula interacciona con los electrones atómicos
transfiriendo a estas pequeñas cantidades de energía. La energía transferida puede
provocar que el electrón atómico escape de la atracción del núcleo produciendo la
ionización del átomo, o que el electrón atómico pase a un estado menos ligado
produciéndose en este caso la
excitación del átomo (Figura 2).
Cuando la interacción inelástica se
produce en medios moleculares
puede llegar a ocasionar
fenómenos de disociación o
radiólisis (ruptura de enlaces). El
proceso de disociación genera
radicales libres que poseen una
gran reactividad química. Un
ejemplo típico es la disociación del
agua (Figura 3).
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Esto implica que, a menor masa de la partícula incidente, mayor será la intensidad de la
radiación de frenado. Por ello, la radiación de frenado para partículas pesadas es
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despreciable, siendo mucho más intensa para partículas ligeras, como los electrones.
Asimismo, de la fórmula se deduce que a mayor número atómico del material en el que
interaccionan las partículas cargadas, la intensidad de la radiación de frenado será mayor.
1.2. Características de la radiación X utilizada en radiología convencional.
Si se desea obtener radiación de frenado significativa en el espectro de los rayos X, un haz de
electrones con energía cinética adecuada debe impactar contra un material de número
atómico alto, por ejemplo, el wolframio (Z = 74). La energía de la radiación de frenado
dependerá de lo “mucho” o “poco” que se frenen los electrones en el medio. Si un electrón
de 100 keV sufre una colisión radiactiva, la energía de los fotones de radiación de frenado
será de unos pocos eV si el electrón se frena poco, pudiendo tomar valores de forma
continua hasta un máximo de 100 keV en caso de que el electrón se frene de todo. La
energía de los electrones se consigue sometiéndolos a una tensión de polarización de 100
kV.
El rendimiento de la interacción de los electrones con el material del blanco es
extremadamente bajo con respecto a la creación de rayos X. Solo el 1% de la energía de los
electrones se transforma en radiación de frenado. El resto da lugar a ionizaciones y
excitaciones.
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Si se dobla la tensión, la cantidad de rayos X que llega al paciente se multiplica por cuatro,
pero la cantidad de fotones que llega al receptor de imagen (una vez atravesado el paciente)
aumenta en un factor bastante mayor que cuatro, pero indeterminado.
Calidad de rayos X
Se define calidad de rayos X como la capacidad de penetración de un haz de rayos X. De este
modo, los haces se califican como:
Hay dos factores que afectan a la calidad. El primero es el potencial del tubo (kV), ya que un
aumento de tensión provoca un aumento de la penetración (el espectro se desplaza hacia la
banda de alta energía), lo que ocasiona un aumento de la CHR.
El segundo factor es la filtración, la cual aumenta la calidad del haz, pero disminuye la
cantidad (menor intensidad).
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Influye sobre el contraste definido como la diferencia de densidad óptica entre estructuras
anatómicas adyacentes. Si las estructuras densas aparecen muy blancas y las estructuras
menos densas muy negras, estamos ante una imagen muy contrastada. Si esa diferencia de
tonos se reduce a un conjunto de grises claros y grises oscuros, la imagen es una imagen
poco contrastada.
Es importante el papel de la capacidad de penetración del haz (la calidad), ya que la
penetración relativa en los distintos tejidos determina el contraste de la imagen. La tensión
de pico es el principal factor que controla el contraste radiográfico (Figura 15).
Un aumento de kVp reduce la dosis al paciente, ya que permite disminuir los mAs,
para mantener un nivel de densidad óptica aceptable.
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La filtración debe ser la suficiente para evitar que el paciente se irradie con fotones
de bajas energías que no intervienen en la formación de imagen al ser absorbidos en
el paciente.
Cuanto mayores sean los mAs mayor es la dosis que recibe el paciente.
1.3. Interacciones de los rayos X con la materia.
La interacción de fotones con la materia tiene interés desde dos puntos de vista:
Uno macroscópico, referido a la forma de atenuar un haz con objeto de reducir el
número de fotones o cantidad de energía que llega a una persona, dispositivo o
instalación (blindajes o filtros).
Otro microscópico, con objeto de conocer los procesos elementales de interacción
de los fotones con los átomos del material irradiado, así como sus distintas
probabilidades de ocurrencia en función del número atómico y de la energía (de
interés en técnicas de obtención de imágenes, radiobiología, etc.)
1.3.1. Atenuación de fotones.
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Los fotones interaccionan con la materia fundamentalmente por tres tipos de procesos: la
interacción fotoeléctrica (IF), la interacción Compton (IC) y la creación de pares (CP).
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Interacción fotoeléctrica
El fotón interacciona con el átomo invirtiendo toda su energía en arrancar un electrón que
suele ser de los más ligados, y comunicarle energía cinética.
hν = energía ligadura + energía cinética del electrón
El coeficiente de atenuación lineal fotoeléctrico µ(IF) o la probabilidad de que se produzca
un efecto fotoeléctrico:
Disminuye rápidamente cuando aumenta la energía de los fotones
(aproximadamente como 1/E3).
Aumenta de forma importante cuando aumenta el número de atómico del blanco
(proporcionalmente a Zn) (n > 3). Para radiodiagnóstico, el efecto fotoeléctrico
aumenta proporcionalmente con Z3.
La interacción fotoeléctrica es la interacción dominante a bajas energías, por debajo de 100
keV, con tejidos biológicos, caso en que prácticamente toda su energía se deposita en el
medio.
Interacción Compton
Se produce mayoritariamente entre el fotón y los electrones atómicos poco ligados (los de
las capas más externas), generando un fotón dispersado, de menor energía que el incidente
y un electrón con energía cinética prácticamente igual a la diferencia de energía entre ambos
fotones.
La cantidad de energía que se transfiere al electrón atómico varia con la energía del fotón
incidente, siendo más importante a medida que aumenta la energía de este. A bajas
energías, el electrón se expulsa con muy poca energía, llevando el fotón dispersado casi toda
la energía del incidente.
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La imagen radiológica se forma con el haz de fotones transmitidos por el paciente que
alcanza el sistema de registro de la imagen. Esos fotones pueden ser, bien los fotones
primarios que han pasado a través del paciente sin interaccionar, bien los fotones
dispersados originados en los procesos de interacción Compton en el paciente. Los fotones
primarios son los que transportan la información más útil, ya que su intensidad, en cada
parte del haz transmitido, depende de las diferencias de absorción de los fotones incidentes
producidas en los tejidos atravesados. Así, la imagen radiológica puede considerarse una
“sombra” del objeto producida por los rayos X.
El efecto fotoeléctrico produce imágenes de excelente calidad por dos razones: en primer
lugar, porque no origina radiación dispersa y, en segundo lugar, porque aumenta el
contraste natural entre los distintos tejidos. Puesto que las diferencias de absorción
dependen de la tercera potencia del número atómico, pequeñas diferencias en la
composición química de dos tejidos (diferencias en el Z ef) originan importantes diferencias
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cada cierto tiempo, aunque soportan cargas de varios disparos antes de quedar
descargadas.
Generadores con sistemas de rectificación. La rectificación es el proceso de convertir
la corriente alterna en corriente casi continua. El transformador de alto voltaje
proporciona corriente alterna de alto voltaje. El rectificador permite que la corriente
eléctrica discurra en una determinada dirección, pero impide que discurra en la
dirección contraria.
La manera más simple de utilizar este alto voltaje es conectar directamente el tubo de rayos
X al secundario del transformador de alta tensión. En la mitad del ciclo, cuando el cátodo es
negativo respecto al ánodo, se generan los rayos X. En la otra mitad del ciclo, con cátodo
positivo y ánodo negativo, no se generan rayos X. Solo la mitad superior de cada ciclo
eléctrico se aprovecha para la producción de los rayos. El propio tubo actúa como un
rectificador (circuito autorrectificado). Esta situación tiene dos ventajas:
Solo se utiliza un pulso de cada ciclo, de forma que el tiempo de exposición tendrá
que ser el doble que si se utilizara el ciclo completo.
El ánodo podría convertirse en emisor de electrones, por sobrecalentamiento tras
repetidas y prolongadas exposiciones, y producir una corriente de electrones durante
el pulso inverso del ciclo, corriente que bombardearía el filamento con el peligro de
destruirlo.
2.1.6. Generador con sistema de rectificación monofásico.
Para obtener, a partir de la corriente alterna de la red, una corriente pulsátil unidireccional
puede suprimirse la onda negativa teniéndose un circuito de rectificación a media onda.
Cuando la corriente fluye del cátodo al ánodo los rectificadores permiten su paso y cuando
se invierte el voltaje durante la segunda mitad del ciclo, los rectificadores impiden el paso de
la corriente. La única ventaja que se obtiene sobre el circuito autorrectificado es que se
protege el tubo de rayos X.
También se puede invertir la dirección de la corriente solo durante el tiempo que dure la
onda negativa teniendo un circuito de rectificación a onda completa. Se consigue una
corriente pulsátil directa, unidireccional. Sin embargo, el voltaje a través del tubo fluctúa
desde cero hasta el kilovoltio pico seleccionado en cada pulso, lo que supone 100
fluctuaciones cada segundo. El tiempo de emisión de rayos X tiene lugar solo durante la
parte central del ciclo, lo que conlleva una gran desventaja si se compara con el tiempo útil
ideal, que proporcionaría una corriente continua. En los valles entre los pulsos se
desaprovecha mucho tiempo de exposición. Para solucionar este inconveniente se han
diseñado los generadores trifásicos.
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Los generadores trifásicos producen un voltaje casi constante para el tubo de rayos X. Los
generadores trifásicos tienen tres juegos de bobinado del primario y otros tres de
secundario del circuito de alto. Pueden ser:
Seis pulsos y seis rectificadores, bobinado del primario en delta, bobinado del
secundario en estrella.
Seis pulsos y doce rectificadores, bobinado del primario en delta, doble bobinado del
secundario en estrella.
Doce pulsos y doce rectificadores, bobinado del primario en delta, bobinado del
secundario en estrella y en delta.
2.1.8. Forma de la corriente.
Varía con el proceso de rectificación, pudiéndose definir tres posibilidades:
La obtenida con un generador monofásico con rectificación a onda completa: dos
pulsos cada 1/50 segundos, es decir cada 20 ms, que es la duración de un ciclo.
La obtenida con un generador trifásico de seis pulsos. Para cada periodo de la
corriente alterna original se generan seis pulsos, de modo que la corriente ya no cae
a cero entre un pulso y el siguiente, solo disminuye en un 14% respecto a su valor
máximo. A este porcentaje, de caída del mínimo con respecto al máximo, se le
denomina factor rizado y es un indicador esencial de la calidad de la rectificación de
corriente. En el caso de generadores monofásicos el factor de rizado es del 100%, por
lo que la reducción hasta valores teóricos en el entorno del 14% (los valores reales
son próximos al 25%) hacen que el rendimiento de los equipos trifásicos sea muy
superior al de los monofásicos (Figura 23B).
La obtenida con un generador trifásico de doce pulsos: funcionan de modo muy
parecido a los de seis pulsos, con la diferencia de que generan doce pulsos por ciclo
de corriente alterna en vez de seis; de este modo, el factor de rizado se reduce hasta
valores teóricos próximos al 4% (los reales están en torno al 10%); es decir, la
diferencia de potencial aplicada al tubo es prácticamente constante en toda la
duración del disparo.
2.1.9. El generador de alta frecuencia.
Es un generador especial que produce un voltaje casi constante para el tubo de rayos X.
representa un concepto de generador diferente a los generadores trifásicos. Su elemento
original es un rectificador-convertidor que transforma una corriente alterna monofásica o
trifásica con una frecuencia de 50 Hz, en una corriente alterna con una frecuencia muy
superior, entre los 5.000 y los 6.000 Hz. Primero, la corriente de red es rectificada y filtrada.
A continuación, el rectificador-convertidor la convierte en una corriente alterna de alta
frecuencia. Se eleva su voltaje en el transformador de alto voltaje. Se rectifica y se filtra de
nuevo para suministrar al tubo de rayos X una corriente casi continua. La principal ventaja
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del generador de alta frecuencia es proporcionar una corriente de voltaje casi constante.
Otra ventaja añadida es que el generador de alta frecuencia precisa de un tanque muy
pequeño, por lo que su emplazamiento requiere poco espacio.
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Cuenta con dos elementos principales, el cátodo, que calentado por una corriente de baja
intensidad, emite electrones por efecto termoiónico, y el ánodo, hacia el cual se aceleran los
electrones y en el que estos producen radiación de frenado y emisión de rayos X
característicos.
El conjunto cátodo-ánodo se encuentra en el interior de un recipiente sellado de cristal
(vidrio Pyrex) en el que se ha realizado el vacío, con el fin de que los electrones, en su
aceleración hacia el ánodo, no interaccionen con moléculas de aire, no se vean desviados de
su trayectoria y no pierden la energía adquirida en el proceso de aceleración.
El tubo va montado en una
estructura blindada (Figura 25)
denominada coraza o carcasa
protectora (compuesta de
blindaje de plomo y material
metálico), en la que se ha
practicado un agujero en la
dirección del haz de radiación
útil. La misión de la coraza es la
de evitar que se produzca
emisión de radiación en
direcciones distintas a las del
haz útil, ya que, tanto la
radiación de frenado como los
rayos X característicos son
emitidos sin privilegiar ninguna
dirección en particular.
La radiación que es capaz de atravesar la coraza, en direcciones distintas a las del haz útil, se
denomina radiación de fuga (Figura 29). Su determinación es esencial en protección
radiológica, ya que además es un parámetro indicador de la integridad de la coraza. Su
intensidad debe ser inferior a 1 mGy/h a 1 mA a la máxima carga que soporte el tubo
durante una hora de funcionamiento. Los otros tipos de radiación que aparecen en la figura
son:
Haz útil o radiación primaria o haz directo: son los rayos X emitidos a través de la
ventana del tubo.
Radiación dispersa: la radiación producida al “chocar” el haz primario con un objeto.
El paciente es el principal productor de radiación dispersa.
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Cada uno de estos tres tipos de haces tienen diferentes intensidades. Ordenados de mayor a
menor:
Haz primario.
Haz disperso: intensidad disperso = 0,1 % Intensidad primario a 1 m.
Radiación de fuga.
2.2.1. El cátodo.
El cátodo o, también, conjunto del cátodo (Figura 30), está formado por filamento, zócalo o
taza focalizadora y cableado asociado. El cableado suele medir entre 0,1-0,2 mm de espesor
y de 7 a 15 mm de longitud. El filamento es un pequeño rollo de fino hilo de tungsteno (con
partes de torio [Z=90]). La adición de 1-2% de torio incrementa la eficiencia de la emisión
termoiónica.
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No todos los electrones emitidos termoiónicamente por el filamento son atraídos al ánodo.
Un pequeño porcentaje se evapora y se deposita en el interior del tubo produciendo una
degradación paulatina que ocasionará una avería futura. Avería que también se produce al
romperse el filamento como consecuencia de la pérdida de material a medida que se
produce la evaporación. Cuando aproximadamente el 10% del diámetro del filamento se ha
evaporado, es probable su rotura.
La taza, zócalo o sistema
focalizador es la ligera
depresión (Figura 36) en el
conjunto del cátodo destinada
a acoger el filamento. Muchos
diseños lo mantienen al
mismo potencial negativo que
el filamento, e incluso a un
valor negativo mayor (biased)
con el fin de disminuir aún
más el tamaño del haz de
electrones.
El zócalo se diseña de forma que, al cargarse negativamente, dirija los electrones emitidos
hacia el ánodo, tratando de focalizarlos para que la incidencia sea en un único punto. Así, el
foco de emisión de rayos X tiene el menor tamaño posible. En los equipos con más de un
filamento, estos pueden disponerse en el zócalo de forma contigua, uno al lado del otro, o
bien consecutivamente, uno encima del otro. La primera disposición tiene como ventaja que
ambos focos dirigen sus electrones a la misma región del ánodo, no siendo necesario
construir más que una única zona en la que impactarán los electrones, de forma que el foco
efectivo se halla siempre en la misma posición. En la segunda disposición los electrones
incidirán en zonas distintas del ánodo, existiendo un pequeño desplazamiento del foco
efectivo. La ventaja de este sistema es que el desgaste del ánodo se repartirá en una zona
de mayor tamaño alargando la vida del ánodo.
2.2.2. El ánodo.
El ánodo es el blanco en el que impactan los electrones emitidos por el cátodo. Todo el
conjunto del ánodo (Figura 37) consta de ánodo propiamente dicho, estativo (sistema de
soporte) y rotor (en el caso de ánodos rotatorios). Los electrones van a perder la mayor
parte de su energía en forma de energía térmica (entre un 98 y un 99% de su energía total) y
no de emisión de radiación (el 1-2% restante). A causa de esto, el ánodo alcanzará
temperaturas muy altas en el punto de impacto, lo que hace necesario disponer de sistemas
de refrigeración que permitan la rápida disipación de esa energía térmica para evitar el
deterioro del blanco.
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El material que compone el ánodo debe cumplir determinadas características como: tener
un punto de fusión lo más alto posible, tener una energía de emisión característica adecuada
al propósito diagnóstico de los rayos X.
El tungsteno es el material de elección de uso general para el blanco de los tubos de rayos X
en radiología convencional, ya que presenta un número atómico alto (Z=74), lo que
incrementa la producción de rayos X, tiene un elevado punto de fusión (3.270 °C) y una
conductividad térmica media alta. Los tubos diseñados específicamente para mamografía
tienen blancos de rodio (Z=45) o molibdeno (Z=42) debido a la baja energía de los rayos X
característicos de estos materiales. El uso normal del tubo hace que el punto de impacto de
los electrones (foco) pueda alcanzar temperaturas entre 1.000 y 2.000 °C. El tungsteno
puede permanecer operativo a estas temperaturas al tener un punto de fusión a
temperatura superior.
Con el fin de conseguir una mejor disipación térmica, existen los sistemas de ánodo
giratorio, en los cuales la disipación de calor se reparte en una superficie mucho mayor,
gracias a la rotación continua del ánodo durante el disparo. La adición de renio aporta
tensión mecánica y elasticidad térmica en los ánodos rotatorios. El ánodo rota mediante un
motor de inducción. La velocidad de rotación en tubos normales es de 3.000 a 4.000
revoluciones por minuto (rpm), mientras que los tubos de alta eficiencia llegan a valores
entre 10.000 y 12.000 rpm. Si el motor se avería, el calor generado por el haz de electrones
incidente puede dañar el ánodo.
Las elevadas temperaturas creadas en el ánodo obligan a un calentamiento previo antes del
uso del aparato para prevenir la rotura del dispositivo debido a los bruscos cambios de
temperatura. Muchos ánodos de diseño actual son capaces de soportar la tensión creada
por los cambios de temperatura. Disipan el calor de forma más eficiente, por tanto, no
requieren un procedimiento elaborado de calentamiento.
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En los equipos de ánodo fijo o estacionario el ánodo es una pequeña capa tungsteno que se
ha incorporado a un bloque grande de un metal con buena conductividad térmica,
habitualmente cobre. Así, el calor se disipa por conducción térmica entre metales hacia el
cobre. El bloque de cobre se suele, a su vez, mantener refrigerado sumergiendo su extremo
en un baño de aceite, que queda en el interior de la coraza y disipará el calor generado a la
propia coraza y de esta, al aire de su alrededor. Los sistemas de ánodo fijo son cada vez
menos usados debido a la poca capacidad de disipación térmica que presentan, y, por lo
tanto, a las bajas cargas a las que pueden ser sometidos.
En los tubos de ánodo giratorio, debido a la complejidad mecánica del sistema de giro,
situado en el interior del tubo de rayos X y sometido a vacío, el calor no puede disiparse por
conducción. Un exceso de calor en los rodamientos que permiten el giro, unido a la propia
disipación de calor ocasionada por la rotación de los mismos, podría dañarlos inutilizando el
mecanismo de giro del ánodo. Por ello, en tubos de ánodo giratorio, el calor se disipa por
radiación en toda la superficie anódica.
La presencia del molibdeno o grafito en el ánodo hacen que su pérdida de calor por
conducción sea mínima, ya que ambos materiales tienen una conductividad térmica muy
baja. Así, el sistema no pierde calor por conductividad hacia el eje de rotación y el sistema
mecánico, protegiendo al mismo de daños por sobrecalentamiento.
La superficie anódica, al hallarse a una temperatura superior al medio en el que se
encuentra, tenderá a perder energía emitiendo radiación. Esta radiación se emite
fundamentalmente en la banda infrarroja, visible y ultravioleta, banda para la cual tanto el
vacío de la ampolla, como el cristal de la misma, resultan transparentes. La ampolla se
encuentra sumergida en un baño de aceite que absorberá la radiación emitida por la
superficie anódica para enfriarse, calentándose a su vez, y disipando el calor recibido hacia la
coraza y el exterior del tubo de rayos X. Este intercambio de calor es mayor cuanto mayor es
la diferencia de temperaturas entre ánodo y baño de aceite, por lo que en el momento en el
que el ánodo alcance una temperatura suficientemente alta, su pérdida de calor por
radiación se hará muy grande.
En ambos sistemas de ánodo, las altas temperaturas alcanzadas por el ánodo hacen que
parte del material anódico pueda experimentar una fusión superficial de la capa de
tungsteno, formándose en el interior de la ampolla vapores de tungsteno que pueden
depositarse en la superficie de la misma, rompiendo su aislamiento eléctrico. En estas
circunstancias pueden producirse arcos voltaicos que hacen que el funcionamiento del tubo
sea inestable a altos potenciales. Además, se emitirá un haz de menor intensidad y de mayor
energía media, ya que el tungsteno depositado en la ampolla actuará como filtración
adicional del tubo. Para retrasar la aparición de este tipo de degradaciones del tubo la pista
anódica se compone de una aleación de tungsteno y renio, en la que es más difícil que
aparezca una fusión superficial.
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consigue mediante el proceso de filtración. El filtrado permite incrementar la calidad del haz
y disminuir la dosis al paciente.
Por un lado, está la filtración inherente, que es la filtración que incorpora el tubo por diseño,
la cual incluye la autoabsorción en el ánodo, la botella que encierra el tubo, el aceite
refrigerante, y demás dispositivos directamente relacionados con el diseño del tubo. La
filtración inherente de un equipo viene fijada por el diseño y la fabricación del mismo y no
puede modificarse, siendo equivalente a aproximadamente 0,5 mm de aluminio (0,5 mm Al
eq). No es suficiente para el propósito de filtrar el haz, es decir, eliminar fotones de baja
energía. Por ello los tubos cuentan con una filtración adicional, denominada filtración
añadida, que suele consistir en unas láminas de aluminio o cobre que se incorporan a la
salida de haz para filtrarlo. La filtración añadida suele poder modificarse por parte del
servicio técnico, en caso de que sea necesario. La filtración añadida es aproximadamente de
1-2 mm Al eq. Para tubos operando sobre 70 kVp requiere al menos que la filtración total
sea 2,5 mm Al eq.
Muchos equipos actuales suelen llevar una filtración adicional, seleccionable por el usuario
desde el colimador, que permite usar haces de radiación con mayor o menor energía media
(más o menos duros).
3.5. Radiación fuera del foco (off focus)
Los tubos de rayos X están diseñados para que los electrones procedentes del cátodo
interaccionen con el blanco solo en el punto focal. Sin embargo, algunos de los electrones
rebotan en el foco y aterrizan en otras zonas del blanco, generando rayos X fuera del punto
focal. Es lo que se denomina radiación fuera del foco. Esta radiación extra focal no es
deseable, ya que aumenta el tamaño del punto focal. Los rayos X adicionales incrementan la
dosis a piel de forma modesta pero innecesaria. La radiación extrafocal puede reducir
significativamente el contraste de la imagen y puede generar imagen de una parte del
paciente que se había excluido mediante colimadores. Ejemplos de imágenes no deseables
son orejas en exploraciones de cráneo, tejido blando más allá de la espina dorsal y pulmón
más allá de la columna torácica.
3.6. Curvas de carga.
La carga de trabajo que un tubo de rayos X es capaz de soportar depende,
fundamentalmente, de su capacidad de disipación de calor. Así, un tubo con una mala
disipación de calor no podrá soportar cargas de trabajo tan grandes como un tubo que tenga
una mejor disipación de calor.
El calor que debe disipar el ánodo depende de todos los parámetros del disparo, el potencial
(kVp), que regula la energía con la que los electrones llegan al ánodo, los miliamperios
seleccionados, que regulan la cantidad de electrones por unidad de tiempo que llegarán al
ánodo, y, obviamente, también el tiempo de disparo, que nos indica durante cuánto tiempo
recibirá el ánodo el impacto de los electrones. Adicionalmente, influye la forma de onda
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La rejilla antidifusora (Figura 57) es un dispositivo que se sitúa entre el paciente y el receptor
de imagen y consiste en una serie de láminas de plomo (radiopaco) separadas por espacios
que dejan pasar la radiación (radiotransparente). La orientación de estos espacios es tal que
por ellos solo pasa la radiación proveniente del foco de rayos X, es decir, la propagada en
línea recta desde la fuente al receptor de imagen (fotones que no han interaccionado en el
paciente), mientras que los
rayos X transmitidos en
dirección oblicua, en un cierto
ángulo con la rejilla, son
absorbidos por la misma.
Las rejillas disponibles
comercialmente pueden
tener sus láminas paralelas o
focalizadas. Las rejillas
paralelas atenúan más los
rayos X primarios en el borde
de la radiografía que en el
centro. Por tanto, la densidad
óptica es mayor en el centro y
menor en los bordes. Las
rejillas focalizadas
proporcionan una densidad
óptica más uniforme siempre
que estén colocadas a la
distancia correcta del foco
(distancia de focalización).
Se define el factor de rejilla (r) como la relación entre la altura de las láminas (h) de plomo y
la distancia (d) entre ellas r = h/d. Los factores más comunes se sitúan entre 8 y 12. La
efectividad de una rejilla para mejorar el contraste de la imagen aumenta con el factor. Sin
embargo, las rejillas con un factor mayor de 12 son difíciles de alinear y requieren una mayor
exposición del paciente a la radiación.
A veces, la sombra de la rejilla interfiere en la identificación de pequeñas estructuras en la
imagen radiográfica. Para evitar esto se utilizan frecuentemente las rejillas móviles. La
distancia a la que se mueven las rejillas es pequeña (entre 1 y 5 cm) y la dirección de
movimiento no debe ser paralela a las láminas de la misma. Las interferencias producidas
por la rejilla se eliminan difuminando su imagen en la película.
La rejilla elimina la mayor parte de la radiación dispersa que se produce en el paciente, pero
también absorbe parte de la radiación directa, por lo que se necesita mayor exposición para
obtener una imagen. Su uso supone mayor dosis al paciente, hecho compensado por una
mejor calidad de imagen. Si el objeto estudiado tiene un volumen pequeño (mano, bebé), la
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generación de radiación dispersa es baja y el aumento de dosis por el uso de la rejilla puede
que no compense la pequeña mejoría en la imagen al eliminar la radiación dispersa.
Una rejilla no se describe únicamente por su factor de rejilla, ya que este puede aumentarse,
ya sea aumentando la altura de las láminas o reduciendo el ancho de los espacios entre ellas.
Como consecuencia, además del factor de rejilla, se habla del número de láminas por
centímetro y del contenido de plomo de la rejilla en g/cm 2. Las rejillas con muchas láminas
por cm2 producen sombras en la imagen radiográfica menos visibles que las que producen
aquellas rejillas más gruesas en una rejilla con menos láminas por cm.
Se define también el factor de mejora del contraste como el cociente entre el máximo
contraste alcanzable con la rejilla y el máximo contraste alcanzable sin la rejilla. Este factor
puede utilizarse para comparar la efectividad de distintas rejillas para eliminar la radiación
dispersa. Para una rejilla dada, el factor de mejora del contaste varía con el espesor del
paciente y con el tamaño y la energía del haz. La selectividad de una rejilla es la relación
entre la radiación primaria y la radiación dispersa, transmitidas por la rejilla.
5. DISPOSITIVOS RESTRICTORES DEL HAZ DE RADIACIÓN.
Un limitador del haz es un elemento anclado a la ventana del tubo de rayos X con el
propósito de regular el tamaño y la forma del haz, restringiendo los fotones más
divergentes. Existen diafragmas de apertura, conos, cilindros y, los más habituales en
radiodiagnóstico, que son los colimadores de apertura variable.
El diafragma de apertura es, básicamente, una pieza de plomo o recubierta por esta,
adjuntado a la cabecera del tubo de rayos X. La apertura se diseña para que cubra algo
menos que el tamaño del receptor de imagen utilizado. Con un diafragma diseñado
apropiadamente, para una altura específica, el borde del sistema de imagen, alrededor de
un centímetro en cada borde, no está expuesto a la radiación. Los diafragmas de apertura se
usan a veces junto a un cono o un cilindro.
Los conos o cilindros de
extensión (Figura 60): se
consideran modificaciones
de diafragma de apertura
variable. Su estructura
metálica restringe el haz de
rayos X y le dan forma
circular, determinando el
tamaño del campo. Si se
utilizan correctamente los
resultados son buenos para
radiografías de estructuras pequeñas, como el oído o los senos.
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Tablero (1): zona plana donde se situará el paciente para la exploración radiológica.
Base elevadora telescópica (2): que permite situar al paciente a la distancia del tubo
adecuada a la exploración programada y al sistema de imagen.
Una serie de pedales (3, 4, 5) que permiten accionar la mesa mientras se coloca al
paciente, manteniendo las manos del operador libres para este cometido.
Botones de bloqueo (6): situados al costado de la cabecera y pie de la mesa, evitan el
movimiento vertical de la mesa.
Botón de emergencia (7): que detiene cualquier movimiento de la mesa al
interrumpir el suministro eléctrico.
Un botón para posicionar manualmente (8) el detector del sistema de imagen en
caso de que el sistema automático no lo pueda efectuar correctamente.
Otro tipo de mesas son móviles, tipo camilla muy adecuadas para tubos de rayos X de
soporte mural o de techo en los cuales es el tubo el que dispone de mecanismo de
movimiento telescópico. En la Figura 66 se indican los componentes básicos de un tubo con
soporte mural.
7. RECEPTORES DE IMAGEN.
El dispositivo de imagen es aquel elemento sensible a la radiación, que permite obtener una
imagen a partir de los fotones que han pasado a través del paciente, incluyendo los sistemas
necesarios para obtener la imagen definitiva (procesadora, monitores, etc). También forman
parte del sistema de imagen todos los accesorios que intervienen en la formación de la
imagen una vez que la radiación ha atravesado el paciente.
La radiación transmitida por el paciente no puede ser observada directamente, pero puede
convertirse en visible mediante el uso de algún tipo de sistema de imagen, como son los
sistemas de película radiográfica y cartulina de refuerzo, intensificador de imagen y
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monitor de televisión o los sistemas digitales. Antes de hablar sobre cada uno de ellos se
deben enumerar los principales parámetros que define la calidad de imagen.
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imagen del intensificador es 6.000 veces más brillante, se dice que la ganancia de brillo es
6.000. La ganancia de brillo tiende a empeorar con la edad del intensificador de imagen.
7.2. Sistemas de imagen.
Existen 3 sistemas de imagen básicos:
Conjunto cartulina-película.
Sistemas digitales:
CR (Computed Radiography).
DR (Digital Radiography).
Intensificador de imagen + sistema de TV.
El conjunto de cartulina-película ha sido el sistema más utilizado durante décadas, aunque
en la actualidad está en franco retroceso, prácticamente en desaparición, sustituido por los
sistemas digitales. Las películas radiográficas consisten en una emulsión sensible a la
radiación compuesta de cristales de haluro de plata, donde la energía cedida por la radiación
se traduce en la formación de una imagen latente, no visible inmediatamente después de su
exposición y, mediante una serie de procesos químicos adecuados la imagen latente, se
convierte en una imagen en la película radiográfica.
Las películas van dentro de chasis que incorporan pantallas intensificadoras o “cartulinas de
refuerzo” formadas por material centelleador: wolframato de Ca o compuestos de tierras
raras (La, Gd) con alto rendimiento de fluorescencia. Los diferentes centelleadores emiten
en distinta longitud de onda. La película debe presentar alta sensibilidad a dicha longitud, lo
que implica una buena combinación cartulina-película.
El tubo intensificador de imagen está basado en principios físicos ya conocidos. En la entrada
tiene un material fluoroscópico, habitualmente yoduro de cesio (Cs), cuya misión es
producir fotones luminosos según recibe la radiación incidente, es decir, realiza la misma
función que las pantallas de refuerzo en los sistemas basados en conjuntos cartulina-
película. Los fotones luminosos producidos, no obstante, son dirigidos a un fotocátodo, un
material que al recibir fotones luminosos emitirá electrones. Los electrones emitidos por el
fotocátodo son acelerados por una diferencia de potencial de entre 25 y 35 kV hacia la
pantalla de salida. La pantalla de salida tiene un tamaño inferior a la de entrada, de modo
que los electrones, además de ser acelerados, son focalizados mediante campos
electromagnéticos hacia la pantalla de salida, sin cambiar su configuración geométrica, con
el fin de no distorsionar la imagen.
La pantalla de salida está formada por materiales que al recibir los electrones incidentes
emiten luz (normalmente sulfuro de cadmio-zinc activado con plata). Esta luz es recogida por
una cámara que posteriormente la presentará en un monitor.
Los motivos por los cuales el intensificador de una imagen amplifica la imagen inicial son
dos: en primer lugar, dado que la pantalla de salida tiene un tamaño menor que la pantalla
de entrada, los electrones generados se concentrarán en una superficie menor, siendo
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8. CONSOLA DE MANDOS.
También forman parte del equipo de rayos X los soportes en los que se sitúa el tubo (raíles,
columnas pivotantes, suspensiones de techo…) y los que ayudan a colocar el paciente (mesa,
reposapiés, asideros, elementos de comprensión y/o de inmovilización…). A través de los
mandos de la mesa de control se accede al circuito de filamento, al circuito de alto voltaje y
al circuito de tiempo de exposición. Cada mando o botón de la mesa tiene su actuación en el
correspondiente circuito eléctrico del generador.
Cuando el Técnico se dispone a efectuar una radiografía, lo más interesante es la selección
en la mesa de control de los adecuados valores de exposición. Los componentes básicos de
la mesa de control son:
El interruptor de encendido-apagado (ON-OFF).
El selector del foco.
El selector del kilovoltio.
El selector del miliamperio.
El selector del tiempo de exposición.
El amperímetro y el voltímetro.
El botón de preparación-exposición.
En el funcionamiento más habitual, al conectar el equipo, se iluminarán las luces del panel y
el equipo hará un chequeo interno de los sistemas. El equipo siempre se conecta
seleccionando el foco grueso, ya que es el foco que permite mayor carga al tubo en menos
tiempo. Por lo tanto, hay que prestar atención al tipo de prueba que se va a realizar para
seleccionar correctamente el foco. El selector del tiempo y el mA se utilizan en conjunto para
generar la intensidad de corriente en un determinado tiempo. Por ejemplo: si se seleccionan
100 mA y 1 s, se obtendrá 100 mAs, pero este valor se formará también con 200 mA y 0,5 s o
con 400 mA y 0,25 s y hasta con 1000 mA y 0,001 s. De esta manera el Técnico deberá optar
por la mejor manera de producir los mAs según el tipo de paciente y la estructura a
radiografiar, ya que, por ejemplo, un foco fino no suele soportar más de 100 mA.
En los equipos con exposimetría automática el selector del kilovoltaje es el más crítico.
Muchos equipos modernos tienen en la consola las estructuras a radiografiar con los valores
preseleccionados según el tipo de pacientes. Por ejemplo, al seleccionar una rodilla AP con
potter Bucky se seleccionan automáticamente 12 mAs y 58 kV, aunque el Técnico siempre
podrá variar esas condiciones si cree que esos valores no son precisos. El voltímetro y el
amperímetro miden la intensidad de corriente y el kilovoltaje respectivamente.
El botón de preparación de exposición tiene una doble función con dos interruptores
independientes, que actúan sobre distintos circuitos del generador. Consta de dos
pulsadores (Figura 75). Al presionar el pulsador superior se sitúa en la posición de
preparación. Tras un breve espacio de tiempo se sigue presionando, esta vez sobre el
segundo pulsador, y da comienzo la exposición.
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En la posición de preparación ocurren dos cosas: se cierra el circuito del filamento que
regula el flujo de corriente a través del filamento del tubo de rayos X, el filamento se pone
incandescente y emite electrones; da comienzo la rotación del ánodo.
En la posición de exposición se activa el temporizador de la exposición que actúa cerrando
el interruptor del circuito de alta tensión. Transcurrido el tiempo de exposición
preseleccionado, el temporizador vuelve a actuar abriendo el interruptor. Si el Técnico deja
de presionar el botón de exposición antes del tiempo preseleccionado, la exposición se
interrumpe. En caso de seguir impulsando el botón de exposición cuando esta haya
finalizado no pasa nada porque no es posible ni alargar la exposición ni volver a hacer otra
exposición consecutiva. El temporizador y el interruptor de la exposición tienen circuitos
independientes en el generador, pero su actuación es coordinada.
Los valores de exposición son la diferencia de potencial (kVp) entre cátodo y ánodo y el
mAs, intensidad de la corriente del tubo de rayos X.
8.1. Exposimetría automática.
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lleva finalmente a una gestión de la imagen dentro de un entorno donde el desarrollo sea
multiprofesional incluyendo técnicos, radiólogos, clínicos, físicos, ingenieros, informáticos,
químicos, biológicos…
La radiología debe organizarse de modo que permita:
Igualdad de acceso a todos los ciudadanos.
Con las mismas garantías de rapidez y calidad.
Distribución adecuada y equilibrada de los recursos humanos y tecnológicos.
Desarrollo de guías y circuitos asistenciales del mayor número de procesos posibles.
Trabajo coordinado de los comités integrados por los especialistas implicados en la
atención de los pacientes.
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