Tema 2 Fundamenos Físicos y Equipos

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Fundamentos Físico y Equipos

Cristina Ballester Escribano – 2ºLCB

TEMA 2 – CARACTERIZACIÓN DE LOS EQUIPOS DE RADIOLOGÍA


CONVENCIONAL

1. RADIACIÓN X.
1.1. Interacción de las partículas cargadas. Tipos de colisiones.
1.2. Características de la radiación X utilizada en radiología convencional.
1.2.1. Definición y partes de un espectro de rayos X.
1.3. interacciones de los rayos X con la materia.
1.3.1. Atenuación de fotones.
1.3.2. Ley de atenuación.
1.3.3. Procesos de interacción.
1.3.4. Formación de imagen radiológica.
1.3.5. Número atómico efectivo.

2. COMPONENTES Y FUNCIONAMIENTO DEL TUBO DE RAYOS X.


2.1. El generados de rayos X.
2.1.1. El circuito de baja tensión.
2.1.2. Transformadores.
2.1.3. Autotransformador.
2.1.4. El circuito del filamento.
2.1.5. El circuito de alto voltaje entre cátodo y ánodo.
2.1.6. Generador con sistema de rectificación monofásico.
2.1.7. Generador con sistema de rectificación trifásico.
2.1.8. Forma de la corriente.
2.1.9. El generador de alta frecuencia.
2.2. El tubo de rayos X.
2.2.1. El cátodo.
2.2.2. El ánodo.

3. CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS DEL HAZ DE RADIACIÓN.


3.1. Foco térmico y foco efectivo.
3.2. Tamaño del punto focal y geometría de la imagen.
3.3. Efecto anódico o efecto talón.
3.4. Filtración de los rayos X.
3.5. Radiación fuera del foco (off focus)
3.6. Curvas de carga.

4. RADIACIÓN DISPERSA. REJILLAS ANTIDIFUSORAS.


4.1. Radiación dispersa.

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4.2. Rejillas antidifusoras.

5. DISPOSITIVOS RESTRICTORES DEL HAZ DE RADIACIÓN.

6. MESAS Y DISPOSITIVOS MURALES. DISEÑOS, COMPONENTES Y APLICACIONES.

7. RECEPTORES DE IMAGEN.
7.1. Parámetros que definen la calidad de imagen.
7.2. Sistemas de imagen.

8. CONSOLA DE MANDOS.
8.1. Exposimetría automática.
8.1.1. Manejo práctico de la exposimetría automática.

9. USO EFICIENTE DE RECURSOS.

Desde el inicio de la medicina, los primeros estudiosos del cuerpo humano se encontraron
con la barrera de no disponer de ningún medio que les permitiese observar el interior del
cuerpo. Se intentó por diversos medios, como la trepanación de cráneo que iniciaron los
egipcios y que continuó practicándose durante siglos, con mayor voluntad que éxito.

Ha sido en los dos últimos siglos en los que han aparecido los recursos tecnológicos que han
permitido a los médicos obtener información del interior del cuerpo, desde el simple
estetoscopio hasta los más potentes equipos de resonancia magnética nuclear.
Posiblemente, el hito más importante para la obtención de información del cuerpo humano
hayan sido los rayos X, que descubrió Röntgen casualmente mientras realizaba
experimentos con un tubo de rayos catódicos. A partir del hallazgo de Röntgen se inició el
desarrollo de toda una nueva rama de la medicina, la radiología diagnóstica.

Desde los primeros sistemas de producción de rayos X y de obtención de imagen hasta los
actuales, la evolución tecnológica ha sido rápida y ha incidido en todas las ramas de la
medicina, ya que la mejora en los sistemas de imagen ha permitido, por ejemplo, localizar
con mayor precisión lesiones o zonas patológicas de cara a su posterior abordaje quirúrgico,
entregando al cirujano información previa sobre lo que busca y dónde lo va a hallar.

En el tema siguiente se describe la física que subyace bajo la creación y el uso de los rayos
X, los elementos que actualmente componen un equipo de rayos X empleado para radiología
convencional, así como los sistemas que lo acompañan, y se muestra cuál es su
funcionamiento.

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1. RADIACIÓN X.

1.1. Interacción de las partículas cargadas. Tipos de colisiones.

Cuando las partículas interaccionan con la materia producen una serie de efectos en función
del tipo de partícula, de su energía y del medio con el que interacciona (componentes,
densidad, estado físico, etc.). Cuando se habla de la influencia del tipo de partícula se
considera fundamentalmente su carga eléctrica y su masa. Las partículas cargadas producen
interacciones muy distintas respecto a las creadas por las no cargadas. Las primeras se
dividen en partículas consideradas “pesadas” (protones, partículas alfa, fragmentos de fisión,
etc.), las cuales pierden su energía de forma diferente que las consideradas “ligeras”
(electrones y positrones).
Las partículas cargadas pierden su energía al interaccionar con la materia
fundamentalmente por colisiones coulombianas, esto es, colisiones debidas a la interacción
de las cargas de las partículas incidente con las cargas de los electrones y protones de los
átomos. Fundamentalmente, estas colisiones se producen a través de tres tipos de
interacciones:
 Colisión elástica. La partícula choca con los átomos del medio, desviándose de su
trayectoria y cediendo una cierta cantidad de energía en forma de energía cinética.
No se produce alteración atómica ni nuclear en el medio.
 Colisión inelástica. La partícula interacciona con los electrones atómicos
transfiriendo a estas pequeñas cantidades de energía. La energía transferida puede
provocar que el electrón atómico escape de la atracción del núcleo produciendo la
ionización del átomo, o que el electrón atómico pase a un estado menos ligado
produciéndose en este caso la
excitación del átomo (Figura 2).
Cuando la interacción inelástica se
produce en medios moleculares
puede llegar a ocasionar
fenómenos de disociación o
radiólisis (ruptura de enlaces). El
proceso de disociación genera
radicales libres que poseen una
gran reactividad química. Un
ejemplo típico es la disociación del
agua (Figura 3).

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 Colisión radiativa. La partícula cargada se “frena” o se “desvía” en su interacción con


los átomos del medio y como resultado emite ondas electromagnéticas (conocidas
como radiación de frenado). Este proceso, a nivel elemental, se produce con mayor
probabilidad en las proximidades del núcleo atómico como consecuencia de
pequeñas “desviaciones” de la partícula incidente, ocasionadas por las cargas
eléctricas del núcleo.
Este es el fundamento físico de la producción de rayos X. Se aceleran electrones que se
frenan bruscamente en un material de número atómico alto. La intensidad (I) de la onda
electromagnética emitida (cantidad de fotones) resulta ser proporcional al cuadrado de la
carga de la partícula (z), al cuadrado de la carga del núcleo con el que interacciona (Z) e
inversamente proporcional al cuadrado de la masa de la partícula incidente (m).

Esto implica que, a menor masa de la partícula incidente, mayor será la intensidad de la
radiación de frenado. Por ello, la radiación de frenado para partículas pesadas es

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despreciable, siendo mucho más intensa para partículas ligeras, como los electrones.
Asimismo, de la fórmula se deduce que a mayor número atómico del material en el que
interaccionan las partículas cargadas, la intensidad de la radiación de frenado será mayor.
1.2. Características de la radiación X utilizada en radiología convencional.
Si se desea obtener radiación de frenado significativa en el espectro de los rayos X, un haz de
electrones con energía cinética adecuada debe impactar contra un material de número
atómico alto, por ejemplo, el wolframio (Z = 74). La energía de la radiación de frenado
dependerá de lo “mucho” o “poco” que se frenen los electrones en el medio. Si un electrón
de 100 keV sufre una colisión radiactiva, la energía de los fotones de radiación de frenado
será de unos pocos eV si el electrón se frena poco, pudiendo tomar valores de forma
continua hasta un máximo de 100 keV en caso de que el electrón se frene de todo. La
energía de los electrones se consigue sometiéndolos a una tensión de polarización de 100
kV.
El rendimiento de la interacción de los electrones con el material del blanco es
extremadamente bajo con respecto a la creación de rayos X. Solo el 1% de la energía de los
electrones se transforma en radiación de frenado. El resto da lugar a ionizaciones y
excitaciones.

1.2.1. Definición y partes de un espectro de rayos X.

El espectro de rayos X se define como el número relativo de fotones de rayos X emitidos en


función de la energía de dichos fotones. Consta de una parte discreta y una continua.
Parte discreta del espectro de rayos X
La parte discreta del espectro se
denomina rayos X característicos. Se
producen cuando un electrón ioniza a un
átomo, es decir, el electrón arranca un
electrón (A en la Figura 6) de las capas
atómicas más internas, produciéndose una
transición de otro electrón (B en la Figura
6) más externo hasta el hueco de la capa
interna. Esta transición va acompañada
por la emisión de un fotón de rayos X. La
energía de los rayos X característicos es
distinta para cada elemento, ya que la
energía de ligadura de los electrones en
cada capa es distinta y dependiente del
tipo de átomo.

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Parte continua del espectro de rayos X


La parte continua del espectro es la radiación de frenado también denominada
bremsstrahlung. La energía de los fotones va desde cero hasta la máxima energía de los
electrones incidentes (expresada en keV, es numéricamente igual al valor del potencial de
aceleración, kV).
Por ejemplo, en un tubo de rayos X que opere a 150 kV, los electrones procedentes del
cátodo impactarán en el ánodo con una energía de 150 keV. Ese ánodo emitirá fotones de
frenado con energías que van de 0 a 150 keV.
Factores que modifican el espectro de rayos X
La forma del espectro depende de los siguientes factores:
 La corriente del tubo (mA)
 El tiempo de exposición (s)
 El potencial del tubo (kV)
 La filtración del haz (mm aluminio equivalente [mm Al eq.])
 Material del blanco (Z)
 Forma de rectificación de onda de la tensión
La corriente del tubo (mA) controla el flujo de electrones que va del cátodo al ánodo. A
mayor mA mayor número de fotones de todo el rango de energías presentes en el espectro.
Un cambio en la corriente del tubo produce un cambio proporcional en la amplitud del
espectro de emisión.
El tiempo de exposición (s) tiene el mismo efecto que el mA. El número de fotones de
cualquier energía en el haz es directamente proporcional al tiempo de exposición. La
corriente del tubo y el tiempo de exposición se funden en un parámetro: La corriente
instantánea (mAs).
El potencial del tubo (kV) afecta a:
 La intensidad del espectro de emisión: al aumentar la tensión, el área bajo la curva
aumenta con el cuadrado del factor por que el que se elevó el kV.
 La posición del espectro de emisión de rayos X: un aumento de la tensión desplaza el
espectro hacia energías más altas. Una variación de la tensión no desplaza la posición
del espectro de emisión discreto (radiación característica).
El efecto de la filtración del haz (mm Al eq.) es la atenuación de los fotones de cualquier
energía y el desplazamiento del espectro de emisión hacia la banda de alta energía. Mayor
energía promedio (mayor penetración) pero de menor intensidad. Distinguimos tres tipos de
filtración: inherente, añadida y total.
El material del blanco (Z) influye más en la parte discreta que en la continua. Al aumentar el
Z del blanco, el espectro discreto se desplaza hacia la derecha, ya que la radiación
característica es de energía más alta.

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En la Figura 11 se muestran los diferentes espectros de emisión de rayos X en función del


material del blanco. Cada material presenta sus propios rayos X característicos.

La forma de rectificación de onda de la tensión repercute de forma distinta según la


componente del espectro que se considere. La rectificación de alta frecuencia desvía la parte
continua del espectro es mayor. Con respecto a la parte discreta (rayos X característicos), no
hay desplazamiento de energías, pero aumenta ligeramente la cantidad, debido al mayor
número de electrones incidentes disponibles para interaccionar con los electrones de la capa
K del blanco.
Cantidad de rayos X
La cantidad o intensidad (I) de los rayos X es el número de fotones en el haz útil. Es
proporcional al área bajo la curva del espectro. Se ve afectada por:
 Miliamperios segundo (mAs): si se dobla la corriente, se duplica número de
electrones que alcanzan el blanco y, por tanto, se emiten dos veces más rayos X.

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Si se dobla la tensión, la cantidad de rayos X que llega al paciente se multiplica por cuatro,
pero la cantidad de fotones que llega al receptor de imagen (una vez atravesado el paciente)
aumenta en un factor bastante mayor que cuatro, pero indeterminado.

Calidad de rayos X
Se define calidad de rayos X como la capacidad de penetración de un haz de rayos X. De este
modo, los haces se califican como:

 Duros: de alta penetración o alta calidad.


 Blandos: de baja penetración o baja calidad.

Se parametriza mediante el valor de la capa hemirreductora (CHR), también conocida por


las siglas HVL de la expresión inglesa Half Value Layer, definida como el grosor del material
absorbente para reducir la exposición producida por el haz a la mitad de su valor original. Se
mide en mm de aluminio equivalente (Al eq). El valor habitual para los rayos X utilizados en
radiodiagnóstico es de 3-5 mm Al eq.

Hay dos factores que afectan a la calidad. El primero es el potencial del tubo (kV), ya que un
aumento de tensión provoca un aumento de la penetración (el espectro se desplaza hacia la
banda de alta energía), lo que ocasiona un aumento de la CHR.

El segundo factor es la filtración, la cual aumenta la calidad del haz, pero disminuye la
cantidad (menor intensidad).

Influye sobre la densidad óptica (definida como el grado de ennegrecimiento de la película


convencional) y el brillo (en monitores de TV), mediante la cantidad (mAs) y por la calidad de
la radiación. Un aumento de mAs ocasiona un aumento del número de rayos X que alcanzan
el sistema de imagen, lo que implica un aumento de la densidad óptica (mayor
ennegrecimiento) o del brillo (Figura 14).

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Influye sobre el contraste definido como la diferencia de densidad óptica entre estructuras
anatómicas adyacentes. Si las estructuras densas aparecen muy blancas y las estructuras
menos densas muy negras, estamos ante una imagen muy contrastada. Si esa diferencia de
tonos se reduce a un conjunto de grises claros y grises oscuros, la imagen es una imagen
poco contrastada.
Es importante el papel de la capacidad de penetración del haz (la calidad), ya que la
penetración relativa en los distintos tejidos determina el contraste de la imagen. La tensión
de pico es el principal factor que controla el contraste radiográfico (Figura 15).

Influencia del espectro sobre la dosis al paciente

La dosis al paciente se ve afectada por tres parámetros:

 Un aumento de kVp reduce la dosis al paciente, ya que permite disminuir los mAs,
para mantener un nivel de densidad óptica aceptable.

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 La filtración debe ser la suficiente para evitar que el paciente se irradie con fotones
de bajas energías que no intervienen en la formación de imagen al ser absorbidos en
el paciente.
 Cuanto mayores sean los mAs mayor es la dosis que recibe el paciente.
1.3. Interacciones de los rayos X con la materia.
La interacción de fotones con la materia tiene interés desde dos puntos de vista:
 Uno macroscópico, referido a la forma de atenuar un haz con objeto de reducir el
número de fotones o cantidad de energía que llega a una persona, dispositivo o
instalación (blindajes o filtros).
 Otro microscópico, con objeto de conocer los procesos elementales de interacción
de los fotones con los átomos del material irradiado, así como sus distintas
probabilidades de ocurrencia en función del número atómico y de la energía (de
interés en técnicas de obtención de imágenes, radiobiología, etc.)
1.3.1. Atenuación de fotones.

Cuando un haz de rayos X o gamma penetra en un medio material, se observa una


desaparición progresiva de los fotones que lo constituyen. Esta disminución, denominada
atenuación, se debe a la interacción de un cierto número de ellos con los átomos que
componen el medio. En la interacción de un fotón con un átomo, parte de la energía del
fotón se transfiere a un electrón que sale proyectado con una cierta energía cinética. El
electrón consume esta energía produciendo ionizaciones de los átomos del medio. Así, parte
de la energía del fotón incidente es absorbida por el medio. Esta forma de transferencia de
energía es la responsable de los efectos biológicos que se producen en la irradiación con
rayos X o gamma. Otra parte de la energía de los fotones que interaccionan reaparece en
forma de fotones cuya energía es igual o inferior y cuya dirección es distinta: son los fotones
dispersados. La atenuación se debe tanto a los procesos de absorción como a los de
dispersión (Figura 16).

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1.3.2. Ley de atenuación.


Si un haz monoenergético de fotones incide perpendicularmente sobre un material de
espesor x se producirá una atenuación del haz que depende del tipo de material, de su
espesor y de la energía de los fotones incidentes. Si se toma un espesor elemental dx situado
a profundidad x adonde llega un número N de fotones/cm 2, el número dN de fotones que
desaparecen del haz en el elemento dx es dN = µ N dx, donde µ es una constante de
proporcionalidad que depende de la energía de los fotones y del tipo de material absorbente
(de su número atómico y densidad). Se denomina coeficiente de atenuación lineal y tiene
dimensiones de L-1 (inverso de longitud).
Reescribiendo la expresión en función de µ se tiene µ = - dn / Ndx, y se ve que µ representa
la fracción de fotones que interaccionan por unidad de espesor del material absorbente y,
por tanto, la probabilidad de interacción por unidad de recorrido. De la expresión anterior se
deduce que la disminución relativa en el número de fotones en cada espesor dx es siempre
la misma.
Al integrar la expresión considerando µ constante se llega a N = No e-µx. Un haz de fotones
monoenergéticos se atenúa de forma exponencial al atravesar un absorbente. Esta
expresión solo es totalmente válida cuando se trata de:
 Fotones monoenergéticos (al integrar se ha asumido que µ es constante, pero µ es
función de la energía de los fotones, por lo que en caso de haces con variedad de
energías la integración no es directa, ya que incluye la dependencia energética).
 Haz muy colimado, superficie transversal del haz muy pequeña.
 Espesor de absorbente muy delgado.
El coeficiente de atenuación lineal µ se suele expresar en cm -1 y el espesor x en cm. Es útil
utilizar un tipo de “espesor” que evite la dependencia con la densidad del medio (ρ), el
denominado espesor másico (masa por unidad de superficie), x m, expresado en g/cm2. El
espesor másico (xm) es igual al espesor lineal (x) multiplicado por la densidad del medio (ρ)
expresada en g/cm3. Por analogía con el coeficiente de atenuación lineal ahora se define el
coeficiente de atenuación másico µm = µ/ρ medido en cm2/g y que, dado un fotón de una
energía determinada, será el mismo para cada medio independientemente de la densidad.
Sustituyendo x por xm y µm se tiene N = No e-µmxm
Para haces monoenergéticos, se denomina semiespesor o espesor de semirreducción (d 1/2) al
espesor de material necesario para reducir la intensidad del haz a la mitad de su valor inicial.
Se calcula mediante la expresión d1/2 = In(2)/µ = 0,693 µ. De igual forma, el espesor
decimorreductor (d/1/10) es aquel que reduce la intensidad del haz a su décima parte y su
valor es d1/10 = In(10)/µ.
1.3.3. Procesos de interacción

Los fotones interaccionan con la materia fundamentalmente por tres tipos de procesos: la
interacción fotoeléctrica (IF), la interacción Compton (IC) y la creación de pares (CP).

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Interacción fotoeléctrica
El fotón interacciona con el átomo invirtiendo toda su energía en arrancar un electrón que
suele ser de los más ligados, y comunicarle energía cinética.
hν = energía ligadura + energía cinética del electrón
El coeficiente de atenuación lineal fotoeléctrico µ(IF) o la probabilidad de que se produzca
un efecto fotoeléctrico:
 Disminuye rápidamente cuando aumenta la energía de los fotones
(aproximadamente como 1/E3).
 Aumenta de forma importante cuando aumenta el número de atómico del blanco
(proporcionalmente a Zn) (n > 3). Para radiodiagnóstico, el efecto fotoeléctrico
aumenta proporcionalmente con Z3.
La interacción fotoeléctrica es la interacción dominante a bajas energías, por debajo de 100
keV, con tejidos biológicos, caso en que prácticamente toda su energía se deposita en el
medio.
Interacción Compton
Se produce mayoritariamente entre el fotón y los electrones atómicos poco ligados (los de
las capas más externas), generando un fotón dispersado, de menor energía que el incidente
y un electrón con energía cinética prácticamente igual a la diferencia de energía entre ambos
fotones.
La cantidad de energía que se transfiere al electrón atómico varia con la energía del fotón
incidente, siendo más importante a medida que aumenta la energía de este. A bajas
energías, el electrón se expulsa con muy poca energía, llevando el fotón dispersado casi toda
la energía del incidente.

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El coeficiente de atenuación lineal Compton µ(IC) o la probabilidad de que se produzca una


interacción Compton:
 Disminuye al aumentar la energía de los fotones (aproximadamente como 1/E).
 Varía poco con el número atómico del material (Z).
 Es proporcional a la densidad atómica del medio, (ρ).
La interacción Compton es la interacción dominante a energías intermedias, entre 100 y
1.000 kev en tejidos biológicos.
Interacción de creación de pares electrón-positrón
Consiste en la conversión del fotón en un electrón y un positrón. Sucede para energías
superiores a 1,02 MeV, ya que la energía mínima del fotón debe ser la suma de las energías
en reposo de ambas partículas, 0,511 MeV.

1.3.4. Formación de imagen radiológica.

La imagen radiológica se forma con el haz de fotones transmitidos por el paciente que
alcanza el sistema de registro de la imagen. Esos fotones pueden ser, bien los fotones
primarios que han pasado a través del paciente sin interaccionar, bien los fotones
dispersados originados en los procesos de interacción Compton en el paciente. Los fotones
primarios son los que transportan la información más útil, ya que su intensidad, en cada
parte del haz transmitido, depende de las diferencias de absorción de los fotones incidentes
producidas en los tejidos atravesados. Así, la imagen radiológica puede considerarse una
“sombra” del objeto producida por los rayos X.
El efecto fotoeléctrico produce imágenes de excelente calidad por dos razones: en primer
lugar, porque no origina radiación dispersa y, en segundo lugar, porque aumenta el
contraste natural entre los distintos tejidos. Puesto que las diferencias de absorción
dependen de la tercera potencia del número atómico, pequeñas diferencias en la
composición química de dos tejidos (diferencias en el Z ef) originan importantes diferencias

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de absorción. Ya que la probabilidad de la absorción del fotón disminuye cuando aumenta la


energía de los fotones. En consecuencia, el contraste disminuye al aumentar la tensión
aplicada al tubo (la tensión regula la energía máxima de los fotones). Para obtener suficiente
contraste, por ejemplo, en mamografía, para discriminar entre grasa, músculo o parénquima
glandular es necesario usar tensiones bajas, de 25 a 30 kV. Desde el punto de vista de la
dosis impartida al paciente, el efecto fotoeléctrico no es deseable puesto que toda la
energía del fotón incidente es absorbida (se cede al paciente).
Los fotones dispersados son originados mayoritariamente en la interacción Compton y su
intensidad aumenta al hacerlo la energía media del haz y el volumen atravesado. La
dispersión Compton proporciona menos contraste entre tejidos con distinto número
atómico promedio que el efecto fotoeléctrico, excepto a altas energías para que el
fotoeléctrico es más improbable. Además, los fotones dispersados en este proceso pueden
ser emitidos en cualquier dirección, dando lugar a un velo uniforme sobre la imagen que
deteriora su contraste. Para evitar este deterioro, se recurre a la utilización de rejillas
antidifusoras que pueden eliminar hasta un 90% de la radiación dispersa. La energía
depositada en el paciente es una pequeña fracción de la energía del fotón incidente y, por
tanto, al aumentar el número de interacciones Compton disminuye la dosis impartida.
En resumen, las interacciones por efecto fotoeléctrico son deseables desde el punto de vista
de la calidad de la imagen porque proporcionan un alto contraste sin producción de
radiación dispersa, pero desafortunadamente la dosis impartida al paciente es más alta que
cuando se produce la interacción Compton. En consecuencia, la elección del kV adecuado
para la obtención de una imagen radiológica ha de ser un compromiso entre los
requerimientos de baja dosis y alto contraste.
En la Figura 20 se observa la
variación con la energía de
los coeficientes de
atenuación másico para
hueso y tejido blando
(además de para yodo y
plomo). La diferencia para
ambos coeficientes es muy
grande a bajas energías y
disminuye a medida que
aumenta esta, reduciendo, en
consecuencia, el contraste
entre ambos tejidos.

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1.3.5. Número atómico efectivo.


En la práctica, los materiales con los que interaccionan los fotones están formados por varios
elementos químicos. Para obviar esta dificultad se utiliza un número atómico efectivo (Zef)
que permite tratar globalmente el material a efectos comparativos con otros materiales
puros. El número atómico efectivo de un material compuesto es el número atómico que
tendría un material puro que se comportase, en cuanto a la interacción de fotones, de la
misma forma que lo hace el compuesto.

2. COMPONENTES Y FUNCIONAMIENTO DEL TUBO DE RAYOS X


Se ha descrito cómo se pueden crear rayos X y cómo estos interaccionan con la materia.
Además, se ha descrito y parametrizado el espectro de rayos X adecuado a las necesidades
de la exploración radiológica. Ha llegado el momento de ver cómo, técnicamente, se obtiene
este haz de rayos X y conocer el elemento fundamental, el equipo de rayos X, constituido
básicamente por tres grandes partes: generador, tubo y sistema de imagen.
2.1. El generados de rayos X.
El generador es el circuito que, conectado a la red eléctrica, proporciona corriente al tubo,
tanto para producir la emisión de electrones en el filamento (efecto termoiónico) como para
establecer la diferencia de potencial adecuada entre ánodo y cátodo que acelerará los
electrones. En el generador, o en un cuadro de mandos conectado al mismo, es donde se
encuentra el sistema que permite controlar el equipo de rayos X, seleccionando las
características de disparo y efectuando el mismo. La red eléctrica alimenta al generador
normalmente mediante corriente alterna monofásica de 220 V y 50 Hz, significando que
invierte su polaridad, de positivo a negativo, a intervalos regulares, con una frecuencia de 50
ciclos cada segundo.
El generador, eléctricamente, tiene un circuito para el filamento y un circuito de alto voltaje
para acelerar los electrones. Además, presenta un tercer circuito que regula el tiempo de
exposición, el cual puede incorporar la posibilidad de control automático de exposición
(CAE).
El control automático de exposición es un sistema que, mediante detectores de radiación
situados inmediatamente después del dispositivo de imagen, permiten al generador realizar
un disparo con la carga necesaria para generar una imagen en el dispositivo, sin que el
operador tenga que seleccionar manualmente, según el espesor del paciente, el valor de
carga adecuado.
Los tres circuitos están interrelacionados y el técnico puede acceder a ellos mediante la
mesa de control.

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2.1.1. El circuito de baja tensión.


El circuito de baja tensión es el encargado de proporcionar la corriente que alimenta el
filamento o cátodo para que este emita electrones. Para calentar el filamento basta con
corrientes pequeñas, del orden del amperio, para las que son suficientes tensiones de entre
diez y veinte voltios. Este circuito está controlado por el selector de miliamperios en la
consola de operación. Cuanto mayor será la corriente de filamento mayor temperatura
alcanzará el filamento y se emitirá un mayor número de electrones, proporcionando el
equipo un haz de radiación de mayor intensidad.
2.1.2. Transformadores.
El generador de rayos X contiene dos tipos de transformadores:
 El transformador de alto voltaje que transforma la corriente de red en corriente de
alto voltaje (de 220 V a 150.000 V).
 El transformador de bajo voltaje que transforma la corriente de red en corriente de3
bajo voltaje (de 220 V a 10 V).
2.1.3. Autotransformador.
El potencial acelerador (kVp) que se aplica al tubo de rayos X se mueve en un amplio rango
de valores, por ejemplo, entre 40 y 150 kVp. Estos valores generados en el secundario se
consiguen variando el voltaje aplicado al primario mediante un dispositivo denominado
autotransformador. Este aparato tiene un único bobinado que se rige por el principio de la
autoinducción. A partir de la corriente de red de 220 V se induce un voltaje en cada una de
las espiras del bobinado. Mediante la adecuada selección del número de espiras se obtendrá
el voltaje del primario, tanto para el transformador de alto voltaje como para el de bajo
voltaje. Proporciona:
 Un voltaje de unos 100 V al primario del circuito del filamento.
 Voltajes variables al primario del transformador de alta.
 El adecuado voltaje a otros circuitos.
 El medidor que indica el potencial aplicado al tubo de rayos X durante una
exposición.
2.1.4. El circuito del filamento.
Este circuito regula el flujo de corriente a través del filamento. Consta de una resistencia
variable y de un transformador de baja tensión. La intensidad de corriente que fluye por este
circuito puede variarse por medio de una resistencia. Como la intensidad de la corriente que
calienta el filamento determina el valor del mA puede considerarse que la resistencia
variable es el selector del mA.

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2.1.5. El circuito de alto voltaje entre cátodo y ánodo.


El transformador de alto voltaje tiene muchas más espiras en el secundario que en el
primario: unas 600 veces más, ya que, en ciertos casos, debe ser capaz de aumentar el
voltaje entre 220 V y 150.000 V.
Al circuito de alto voltaje se incorpora un amperímetro que mide el mA del circuito de algo,
es decir, el número de electrones que fluyen entre cátodo y el ánodo (corriente del tubo). El
interruptor que abre y cierra el circuito de alto voltaje está colocado entre el
autotransformador y el transformador de alto voltaje. Este interruptor da comienzo y fin a la
exposición. Funciona mediante un mecanismo regulador del tiempo de exposición, que es el
tercer circuito en importancia para el funcionamiento del tubo de rayos X.
En función del modo de generar la corriente de alta tensión podemos distinguir los
siguientes tipos de generador:
 Generadores de descara de condensador. En ellos, un condensador es cargado
previamente empleando diferencias de potencial de hasta 350 voltios. En el
momento del disparo el condensador es conectado al tubo y proporciona a este un
pulso de corriente muy intenso y de muy corta duración. A medida que el
condensador se descarga, el pulso disminuye en intensidad hasta que la diferencia de
potencial proporcionada no permite acelerar suficientemente los electrones como
para que estos adquieran la energía necesaria para la emisión de rayos X, momento
en el cual cesa el disparo. Habitualmente este tipo de generadores se emplea en
equipos portátiles, ya que sus características básicas los hacen muy adecuados para
ese uso. Ofrecen tiempos de disparo muy cortos y, aunque la diferencia de potencial
proporcionada no es constante, su variación durante la descarga tampoco resulta
crítica. El mayor inconveniente está en el tiempo de espera entre disparo y disparo,
ya que el condensador debe volver a cargarse entre uno y otro. De ahí su uso en
generadores portátiles, en los cuales rara vez resulta necesario realizar dos disparos
muy seguidos. En estos equipos el tiempo de disparo es controlado por la rapidez con
la que se descarga el condensador, y depende, por lo tanto, de la carga que en él se
ha almacenado, que a su vez dependerá de las características seleccionadas de
disparo (kV y mAs).
 Generadores con baterías. Se componen de miles de células de batería que
proporcionan una diferencia de potencial del orden del voltio, siendo la combinación
de todas ellas la que proporciona al sistema una diferencia de potencial continua del
orden de los kilovoltios. En estos equipos existe un temporizador que conecta y
desconecta las baterías durante el tiempo de disparo. Su principal ventaja es su
autonomía, ya que pueden funcionar en lugares sin corriente eléctrica, o con una
corriente eléctrica que no tiene suficiente potencia como para alimentar
directamente un tubo de rayos X, y que proporcionan una diferencia de potencial
constante en todo el disparo. Como contrapartida, las baterías deben recargarse

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cada cierto tiempo, aunque soportan cargas de varios disparos antes de quedar
descargadas.
 Generadores con sistemas de rectificación. La rectificación es el proceso de convertir
la corriente alterna en corriente casi continua. El transformador de alto voltaje
proporciona corriente alterna de alto voltaje. El rectificador permite que la corriente
eléctrica discurra en una determinada dirección, pero impide que discurra en la
dirección contraria.
La manera más simple de utilizar este alto voltaje es conectar directamente el tubo de rayos
X al secundario del transformador de alta tensión. En la mitad del ciclo, cuando el cátodo es
negativo respecto al ánodo, se generan los rayos X. En la otra mitad del ciclo, con cátodo
positivo y ánodo negativo, no se generan rayos X. Solo la mitad superior de cada ciclo
eléctrico se aprovecha para la producción de los rayos. El propio tubo actúa como un
rectificador (circuito autorrectificado). Esta situación tiene dos ventajas:
 Solo se utiliza un pulso de cada ciclo, de forma que el tiempo de exposición tendrá
que ser el doble que si se utilizara el ciclo completo.
 El ánodo podría convertirse en emisor de electrones, por sobrecalentamiento tras
repetidas y prolongadas exposiciones, y producir una corriente de electrones durante
el pulso inverso del ciclo, corriente que bombardearía el filamento con el peligro de
destruirlo.
2.1.6. Generador con sistema de rectificación monofásico.
Para obtener, a partir de la corriente alterna de la red, una corriente pulsátil unidireccional
puede suprimirse la onda negativa teniéndose un circuito de rectificación a media onda.
Cuando la corriente fluye del cátodo al ánodo los rectificadores permiten su paso y cuando
se invierte el voltaje durante la segunda mitad del ciclo, los rectificadores impiden el paso de
la corriente. La única ventaja que se obtiene sobre el circuito autorrectificado es que se
protege el tubo de rayos X.
También se puede invertir la dirección de la corriente solo durante el tiempo que dure la
onda negativa teniendo un circuito de rectificación a onda completa. Se consigue una
corriente pulsátil directa, unidireccional. Sin embargo, el voltaje a través del tubo fluctúa
desde cero hasta el kilovoltio pico seleccionado en cada pulso, lo que supone 100
fluctuaciones cada segundo. El tiempo de emisión de rayos X tiene lugar solo durante la
parte central del ciclo, lo que conlleva una gran desventaja si se compara con el tiempo útil
ideal, que proporcionaría una corriente continua. En los valles entre los pulsos se
desaprovecha mucho tiempo de exposición. Para solucionar este inconveniente se han
diseñado los generadores trifásicos.

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2.1.7. Generador con sistema de rectificación trifásico.

Los generadores trifásicos producen un voltaje casi constante para el tubo de rayos X. Los
generadores trifásicos tienen tres juegos de bobinado del primario y otros tres de
secundario del circuito de alto. Pueden ser:
 Seis pulsos y seis rectificadores, bobinado del primario en delta, bobinado del
secundario en estrella.
 Seis pulsos y doce rectificadores, bobinado del primario en delta, doble bobinado del
secundario en estrella.
 Doce pulsos y doce rectificadores, bobinado del primario en delta, bobinado del
secundario en estrella y en delta.
2.1.8. Forma de la corriente.
Varía con el proceso de rectificación, pudiéndose definir tres posibilidades:
 La obtenida con un generador monofásico con rectificación a onda completa: dos
pulsos cada 1/50 segundos, es decir cada 20 ms, que es la duración de un ciclo.
 La obtenida con un generador trifásico de seis pulsos. Para cada periodo de la
corriente alterna original se generan seis pulsos, de modo que la corriente ya no cae
a cero entre un pulso y el siguiente, solo disminuye en un 14% respecto a su valor
máximo. A este porcentaje, de caída del mínimo con respecto al máximo, se le
denomina factor rizado y es un indicador esencial de la calidad de la rectificación de
corriente. En el caso de generadores monofásicos el factor de rizado es del 100%, por
lo que la reducción hasta valores teóricos en el entorno del 14% (los valores reales
son próximos al 25%) hacen que el rendimiento de los equipos trifásicos sea muy
superior al de los monofásicos (Figura 23B).
 La obtenida con un generador trifásico de doce pulsos: funcionan de modo muy
parecido a los de seis pulsos, con la diferencia de que generan doce pulsos por ciclo
de corriente alterna en vez de seis; de este modo, el factor de rizado se reduce hasta
valores teóricos próximos al 4% (los reales están en torno al 10%); es decir, la
diferencia de potencial aplicada al tubo es prácticamente constante en toda la
duración del disparo.
2.1.9. El generador de alta frecuencia.
Es un generador especial que produce un voltaje casi constante para el tubo de rayos X.
representa un concepto de generador diferente a los generadores trifásicos. Su elemento
original es un rectificador-convertidor que transforma una corriente alterna monofásica o
trifásica con una frecuencia de 50 Hz, en una corriente alterna con una frecuencia muy
superior, entre los 5.000 y los 6.000 Hz. Primero, la corriente de red es rectificada y filtrada.
A continuación, el rectificador-convertidor la convierte en una corriente alterna de alta
frecuencia. Se eleva su voltaje en el transformador de alto voltaje. Se rectifica y se filtra de
nuevo para suministrar al tubo de rayos X una corriente casi continua. La principal ventaja

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del generador de alta frecuencia es proporcionar una corriente de voltaje casi constante.
Otra ventaja añadida es que el generador de alta frecuencia precisa de un tanque muy
pequeño, por lo que su emplazamiento requiere poco espacio.

2.2. El tubo de rayos X.


El tubo de rayos X (Figura 24) tiene la misión de conseguir, a partir de la señal eléctrica
suministrada por el generador, la emisión de radiación.

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Cuenta con dos elementos principales, el cátodo, que calentado por una corriente de baja
intensidad, emite electrones por efecto termoiónico, y el ánodo, hacia el cual se aceleran los
electrones y en el que estos producen radiación de frenado y emisión de rayos X
característicos.
El conjunto cátodo-ánodo se encuentra en el interior de un recipiente sellado de cristal
(vidrio Pyrex) en el que se ha realizado el vacío, con el fin de que los electrones, en su
aceleración hacia el ánodo, no interaccionen con moléculas de aire, no se vean desviados de
su trayectoria y no pierden la energía adquirida en el proceso de aceleración.
El tubo va montado en una
estructura blindada (Figura 25)
denominada coraza o carcasa
protectora (compuesta de
blindaje de plomo y material
metálico), en la que se ha
practicado un agujero en la
dirección del haz de radiación
útil. La misión de la coraza es la
de evitar que se produzca
emisión de radiación en
direcciones distintas a las del
haz útil, ya que, tanto la
radiación de frenado como los
rayos X característicos son
emitidos sin privilegiar ninguna
dirección en particular.
La radiación que es capaz de atravesar la coraza, en direcciones distintas a las del haz útil, se
denomina radiación de fuga (Figura 29). Su determinación es esencial en protección
radiológica, ya que además es un parámetro indicador de la integridad de la coraza. Su
intensidad debe ser inferior a 1 mGy/h a 1 mA a la máxima carga que soporte el tubo
durante una hora de funcionamiento. Los otros tipos de radiación que aparecen en la figura
son:
 Haz útil o radiación primaria o haz directo: son los rayos X emitidos a través de la
ventana del tubo.
 Radiación dispersa: la radiación producida al “chocar” el haz primario con un objeto.
El paciente es el principal productor de radiación dispersa.

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Cada uno de estos tres tipos de haces tienen diferentes intensidades. Ordenados de mayor a
menor:
 Haz primario.
 Haz disperso: intensidad disperso = 0,1 % Intensidad primario a 1 m.
 Radiación de fuga.
2.2.1. El cátodo.
El cátodo o, también, conjunto del cátodo (Figura 30), está formado por filamento, zócalo o
taza focalizadora y cableado asociado. El cableado suele medir entre 0,1-0,2 mm de espesor
y de 7 a 15 mm de longitud. El filamento es un pequeño rollo de fino hilo de tungsteno (con
partes de torio [Z=90]). La adición de 1-2% de torio incrementa la eficiencia de la emisión
termoiónica.

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El cátodo propiamente dicho está


compuesto de un filamento que
será calentado por efecto Joule al
recibir la corriente proporcionada
por el circuito de baja tensión. Al
calentarse, algunos átomos del
material podrán invertir esa
energía térmica suministrada en
ionizarse. A este fenómeno se le
denomina efecto termoiónico y es
el causante de que el cátodo emita
electrones. En la Figura 31 se
esquematiza el proceso. El número
de electrones emitidos por el
cátodo depende de la corriente que circula por él: a mayor corriente, mayor temperatura
alcanza y mayor número de electrones es capaz de emitir.
Debe cumplir unas determinadas condiciones para resultar operativo: debe estar formado
de un material que haga posible el efecto termoiónico a temperaturas no excesivamente
grandes; con un punto de fusión alto, para evitar que las temperaturas que alcanza puedan
dañarlo; de tamaño lo más pequeño posible, ya que influye decisivamente en la calidad de
imagen. El tungsteno (Z=74) es el material de elección debido a su alto punto de fusión
(3.422 °C) y su bajo nivel de evaporación. Como materiales alternativos se utilizan también el
renio (con un punto de fusión de 3.186 °C) y el molibdeno (con un punto de fusión de 2.623
°C).
Muchos tubos de diagnóstico tienen doble filamento, lo que significa la posibilidad de
elección entre foco fino y foco grueso.
El tamaño del filamento influye en la calidad de imagen, ya que de él depende la resolución
del sistema, pero los filamentos de tamaño muy pequeño no pueden soportar temperaturas
tan altas como los de tamaños superiores. Por ello, la mayoría de tubos destinados a
radiología convencional disponen de dos tamaños de filamento, seleccionables por el
usuario en la consola de control.
El filamento de mayor tamaño (foco grueso) da una peor resolución en la imagen, pero
permite emplear cargas mayores que el foco fino, empleándose en exploraciones de
regiones anatómicas con espesores grandes, como columna, abdomen, etc. Existen en el
mercado equipos con posibilidad de foco variable donde aparece una tercera posición que,
al activarse, usa ambos focos simultáneamente, entregando al foco fino la mayor carga que
puede soportar sin dañarse, y al foco grueso, el resto de la carga necesaria para obtener la
imagen. De este modo se consigue una imagen de la mayor calidad posible con la carga
seleccionada.

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No todos los electrones emitidos termoiónicamente por el filamento son atraídos al ánodo.
Un pequeño porcentaje se evapora y se deposita en el interior del tubo produciendo una
degradación paulatina que ocasionará una avería futura. Avería que también se produce al
romperse el filamento como consecuencia de la pérdida de material a medida que se
produce la evaporación. Cuando aproximadamente el 10% del diámetro del filamento se ha
evaporado, es probable su rotura.
La taza, zócalo o sistema
focalizador es la ligera
depresión (Figura 36) en el
conjunto del cátodo destinada
a acoger el filamento. Muchos
diseños lo mantienen al
mismo potencial negativo que
el filamento, e incluso a un
valor negativo mayor (biased)
con el fin de disminuir aún
más el tamaño del haz de
electrones.

El zócalo se diseña de forma que, al cargarse negativamente, dirija los electrones emitidos
hacia el ánodo, tratando de focalizarlos para que la incidencia sea en un único punto. Así, el
foco de emisión de rayos X tiene el menor tamaño posible. En los equipos con más de un
filamento, estos pueden disponerse en el zócalo de forma contigua, uno al lado del otro, o
bien consecutivamente, uno encima del otro. La primera disposición tiene como ventaja que
ambos focos dirigen sus electrones a la misma región del ánodo, no siendo necesario
construir más que una única zona en la que impactarán los electrones, de forma que el foco
efectivo se halla siempre en la misma posición. En la segunda disposición los electrones
incidirán en zonas distintas del ánodo, existiendo un pequeño desplazamiento del foco
efectivo. La ventaja de este sistema es que el desgaste del ánodo se repartirá en una zona
de mayor tamaño alargando la vida del ánodo.
2.2.2. El ánodo.
El ánodo es el blanco en el que impactan los electrones emitidos por el cátodo. Todo el
conjunto del ánodo (Figura 37) consta de ánodo propiamente dicho, estativo (sistema de
soporte) y rotor (en el caso de ánodos rotatorios). Los electrones van a perder la mayor
parte de su energía en forma de energía térmica (entre un 98 y un 99% de su energía total) y
no de emisión de radiación (el 1-2% restante). A causa de esto, el ánodo alcanzará
temperaturas muy altas en el punto de impacto, lo que hace necesario disponer de sistemas
de refrigeración que permitan la rápida disipación de esa energía térmica para evitar el
deterioro del blanco.

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El material que compone el ánodo debe cumplir determinadas características como: tener
un punto de fusión lo más alto posible, tener una energía de emisión característica adecuada
al propósito diagnóstico de los rayos X.
El tungsteno es el material de elección de uso general para el blanco de los tubos de rayos X
en radiología convencional, ya que presenta un número atómico alto (Z=74), lo que
incrementa la producción de rayos X, tiene un elevado punto de fusión (3.270 °C) y una
conductividad térmica media alta. Los tubos diseñados específicamente para mamografía
tienen blancos de rodio (Z=45) o molibdeno (Z=42) debido a la baja energía de los rayos X
característicos de estos materiales. El uso normal del tubo hace que el punto de impacto de
los electrones (foco) pueda alcanzar temperaturas entre 1.000 y 2.000 °C. El tungsteno
puede permanecer operativo a estas temperaturas al tener un punto de fusión a
temperatura superior.
Con el fin de conseguir una mejor disipación térmica, existen los sistemas de ánodo
giratorio, en los cuales la disipación de calor se reparte en una superficie mucho mayor,
gracias a la rotación continua del ánodo durante el disparo. La adición de renio aporta
tensión mecánica y elasticidad térmica en los ánodos rotatorios. El ánodo rota mediante un
motor de inducción. La velocidad de rotación en tubos normales es de 3.000 a 4.000
revoluciones por minuto (rpm), mientras que los tubos de alta eficiencia llegan a valores
entre 10.000 y 12.000 rpm. Si el motor se avería, el calor generado por el haz de electrones
incidente puede dañar el ánodo.
Las elevadas temperaturas creadas en el ánodo obligan a un calentamiento previo antes del
uso del aparato para prevenir la rotura del dispositivo debido a los bruscos cambios de
temperatura. Muchos ánodos de diseño actual son capaces de soportar la tensión creada
por los cambios de temperatura. Disipan el calor de forma más eficiente, por tanto, no
requieren un procedimiento elaborado de calentamiento.

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En los equipos de ánodo fijo o estacionario el ánodo es una pequeña capa tungsteno que se
ha incorporado a un bloque grande de un metal con buena conductividad térmica,
habitualmente cobre. Así, el calor se disipa por conducción térmica entre metales hacia el
cobre. El bloque de cobre se suele, a su vez, mantener refrigerado sumergiendo su extremo
en un baño de aceite, que queda en el interior de la coraza y disipará el calor generado a la
propia coraza y de esta, al aire de su alrededor. Los sistemas de ánodo fijo son cada vez
menos usados debido a la poca capacidad de disipación térmica que presentan, y, por lo
tanto, a las bajas cargas a las que pueden ser sometidos.
En los tubos de ánodo giratorio, debido a la complejidad mecánica del sistema de giro,
situado en el interior del tubo de rayos X y sometido a vacío, el calor no puede disiparse por
conducción. Un exceso de calor en los rodamientos que permiten el giro, unido a la propia
disipación de calor ocasionada por la rotación de los mismos, podría dañarlos inutilizando el
mecanismo de giro del ánodo. Por ello, en tubos de ánodo giratorio, el calor se disipa por
radiación en toda la superficie anódica.
La presencia del molibdeno o grafito en el ánodo hacen que su pérdida de calor por
conducción sea mínima, ya que ambos materiales tienen una conductividad térmica muy
baja. Así, el sistema no pierde calor por conductividad hacia el eje de rotación y el sistema
mecánico, protegiendo al mismo de daños por sobrecalentamiento.
La superficie anódica, al hallarse a una temperatura superior al medio en el que se
encuentra, tenderá a perder energía emitiendo radiación. Esta radiación se emite
fundamentalmente en la banda infrarroja, visible y ultravioleta, banda para la cual tanto el
vacío de la ampolla, como el cristal de la misma, resultan transparentes. La ampolla se
encuentra sumergida en un baño de aceite que absorberá la radiación emitida por la
superficie anódica para enfriarse, calentándose a su vez, y disipando el calor recibido hacia la
coraza y el exterior del tubo de rayos X. Este intercambio de calor es mayor cuanto mayor es
la diferencia de temperaturas entre ánodo y baño de aceite, por lo que en el momento en el
que el ánodo alcance una temperatura suficientemente alta, su pérdida de calor por
radiación se hará muy grande.
En ambos sistemas de ánodo, las altas temperaturas alcanzadas por el ánodo hacen que
parte del material anódico pueda experimentar una fusión superficial de la capa de
tungsteno, formándose en el interior de la ampolla vapores de tungsteno que pueden
depositarse en la superficie de la misma, rompiendo su aislamiento eléctrico. En estas
circunstancias pueden producirse arcos voltaicos que hacen que el funcionamiento del tubo
sea inestable a altos potenciales. Además, se emitirá un haz de menor intensidad y de mayor
energía media, ya que el tungsteno depositado en la ampolla actuará como filtración
adicional del tubo. Para retrasar la aparición de este tipo de degradaciones del tubo la pista
anódica se compone de una aleación de tungsteno y renio, en la que es más difícil que
aparezca una fusión superficial.

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Curva de enfriamiento del ánodo


El calor generado almacenado en el ánodo se disipa a través del circuito de refrigeración
mostrando un patrón de enfriado denominado curva de enfriamiento que, típicamente,
presenta dos partes: por un lado, las curvas de entrada (unidades de calor almacenadas en
función del tiempo) y, por otro, la curva de enfriamiento propiamente dicha. En la Figura 44
se muestra que:
 Un procedimiento que libera 500 HU/s (unidades de calor por segundo) puede
continuar indefinidamente.
 Si libera 1.000 HU/s debe detenerse tras 10 minutos.
 Si el ánodo ha almacenado 120.000 HU, necesitará del orden de 5 minutos para
enfriarse completamente.
3. CARACTERÍSTICAS TÉCNICAS DEL HAZ DE RADIACIÓN.

3.1. Foco térmico y foco efectivo.


La superficie anódica en la que impactan los electrones se denomina foco térmico o foco
real. Cuanto menor sea su tamaño menor superficie del ánodo estará disponible para disipar
la energía térmica generada por los electrones, por lo que, desde el punto de vista de la
disipación térmica, interesa que el foco sea del mayor tamaño posible. La proyección del
foco térmico o real en la dirección de emisión de radiación nos da el tamaño del foco óptico
o efectivo, siendo este el que influye directamente en la calidad de imagen y, por lo tanto,
peor la calidad de imagen. Por ello, desde un punto de vista de la calidad de imagen
interesa obtener un foco efectivo del menor tamaño posible.
Con el fin de conseguir focos térmicos del mayor tamaño posible y focos efectivos del menor
tamaño posible, una de las posibilidades que se presentan es influir en la inclinación del
ánodo respecto al haz de electrones incidente. Una disminución en el ángulo anódico
conducirá a tamaños de foco térmico mayores, manteniendo el tamaño de foco óptico. Los
ánodos pueden presentar diferentes ángulos respecto al haz de electrones incidente.
Normalmente entre 5 y 15 grados. No obstante, a medida que disminuye el ángulo anódico,
el tamaño de campo radiación que se obtiene disminuye por simples razones geométricas.
3.2. Tamaño del punto focal y geometría de la imagen.
Si el tamaño del punto focal no es estrictamente puntual se generará una imagen con
pérdida de nitidez. La mejora de la nitidez implica un punto focal pequeño. En el caso de la
mamografía, el tamaño nominal es igual o inferior a 0,4 mm. Por otra parte, un foco fino
(puntual) implica que disminuye la intensidad del haz de radiación lo que implica tiempos de
exposición más largos. Al contrario, un foco más grueso permite mayor intensidad del haz lo
que necesariamente lleva a tiempos de exposición más cortos. La selección de uno u otro
depende del movimiento del órgano (órganos con movimiento rápido podrían requerir un
foco mayor). La pérdida de nitidez se debe a la generación de penumbras.

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3.3. Efecto anódico o efecto talón.


Una desafortunada consecuencia del
proceso de focalización es que la
intensidad de la radiación en el lado del
cátodo del campo de rayos X es mayor
que en el lado del ánodo debido a que los
electrones interaccionan a varias
profundidades en el interior del blanco
(Figura 48).
Los rayos X que constituyen el haz útil
emitidos a través del ánodo deben
atravesar un mayor espesor del material
del blanco que los rayos X emitidos hacia
la dirección del cátodo. La intensidad de
los rayos X emitidos a través del “talón”
del blanco es reducida debido al mayor
camino recorrido en el blanco y el subsiguiente incremento de la absorción. Es el llamado
efecto talón.
La diferencia en la intensidad de la radiación a lo largo del haz de radiación puede variar
hasta en un 45%. El rayo central del haz útil es la línea imaginaria generada por el rayo más
central del haz. Si designamos la intensidad del rayo central como 100%, entonces la
intensidad en el lado del cátodo puede ser tan alta como el 120% y la del lado del ánodo tan
baja como el 75%.
El efecto talón es importante cuando se exploran estructuras anatómicas que difieren en
gran manera en grosor o espesor másico. En general, la colocación del lado del cátodo del
tubo de rayos X sobre la parte más gruesa de la anatomía permite una exposición de
radiación más uniforme en el receptor de imagen.
Existe una característica contrapuesta al efecto anódico, beneficiosa para la calidad de
imagen. La proyección del foco real en las distintas direcciones da distintos tamaños,
resultando que en la dirección anódica, el foco efectivo tiene un tamaño inferior al que tiene
en el centro del campo, que a su vez es interior al que tendría en el extremo opuesto del
campo. Eso causa que la nitidez de la imagen sea mayor en el lado del ánodo que en el lado
opuesto.
3.4. Filtración de los rayos X.
Se ha visto que el haz de rayos X está formado por fotones cuyo rango de energías va desde,
prácticamente, 0 keV hasta el valor máximo del potencial de aceleración del tubo. Los
fotones de baja energía no penetran en el paciente y, por tanto, no pueden aportar
información en la construcción de la imagen radiográfica. Necesitan eliminarse. Esto se

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consigue mediante el proceso de filtración. El filtrado permite incrementar la calidad del haz
y disminuir la dosis al paciente.
Por un lado, está la filtración inherente, que es la filtración que incorpora el tubo por diseño,
la cual incluye la autoabsorción en el ánodo, la botella que encierra el tubo, el aceite
refrigerante, y demás dispositivos directamente relacionados con el diseño del tubo. La
filtración inherente de un equipo viene fijada por el diseño y la fabricación del mismo y no
puede modificarse, siendo equivalente a aproximadamente 0,5 mm de aluminio (0,5 mm Al
eq). No es suficiente para el propósito de filtrar el haz, es decir, eliminar fotones de baja
energía. Por ello los tubos cuentan con una filtración adicional, denominada filtración
añadida, que suele consistir en unas láminas de aluminio o cobre que se incorporan a la
salida de haz para filtrarlo. La filtración añadida suele poder modificarse por parte del
servicio técnico, en caso de que sea necesario. La filtración añadida es aproximadamente de
1-2 mm Al eq. Para tubos operando sobre 70 kVp requiere al menos que la filtración total
sea 2,5 mm Al eq.
Muchos equipos actuales suelen llevar una filtración adicional, seleccionable por el usuario
desde el colimador, que permite usar haces de radiación con mayor o menor energía media
(más o menos duros).
3.5. Radiación fuera del foco (off focus)
Los tubos de rayos X están diseñados para que los electrones procedentes del cátodo
interaccionen con el blanco solo en el punto focal. Sin embargo, algunos de los electrones
rebotan en el foco y aterrizan en otras zonas del blanco, generando rayos X fuera del punto
focal. Es lo que se denomina radiación fuera del foco. Esta radiación extra focal no es
deseable, ya que aumenta el tamaño del punto focal. Los rayos X adicionales incrementan la
dosis a piel de forma modesta pero innecesaria. La radiación extrafocal puede reducir
significativamente el contraste de la imagen y puede generar imagen de una parte del
paciente que se había excluido mediante colimadores. Ejemplos de imágenes no deseables
son orejas en exploraciones de cráneo, tejido blando más allá de la espina dorsal y pulmón
más allá de la columna torácica.
3.6. Curvas de carga.
La carga de trabajo que un tubo de rayos X es capaz de soportar depende,
fundamentalmente, de su capacidad de disipación de calor. Así, un tubo con una mala
disipación de calor no podrá soportar cargas de trabajo tan grandes como un tubo que tenga
una mejor disipación de calor.
El calor que debe disipar el ánodo depende de todos los parámetros del disparo, el potencial
(kVp), que regula la energía con la que los electrones llegan al ánodo, los miliamperios
seleccionados, que regulan la cantidad de electrones por unidad de tiempo que llegarán al
ánodo, y, obviamente, también el tiempo de disparo, que nos indica durante cuánto tiempo
recibirá el ánodo el impacto de los electrones. Adicionalmente, influye la forma de onda

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(proceso de rectificación) del potencial acelerador y el número de exposiciones efectuadas


en secuencia rápida.
Toda esta información viene recogida en las curvas de carga de los equipos de rayos X. La
interpretación de la curva de carga es inmediata, ya que proporciona los límites de
disipación térmica del sistema, ya venga este límite impuesto por el ánodo o por el cátodo.
Cualquier disparo por debajo de la curva de carga es posible, ya que implica disipaciones de
calor inferiores a las máximas soportadas por el tubo, por lo que no pone en peligro la
integridad del tubo. Los disparos que quedan por encima de la curva de carga están
prohibidos, puesto que exigen una disipación térmica que el tubo no es capaz de soportar, y
por eso pueden dañar el tubo, bien sea causando la rotura del filamento y, por lo tanto,
causando una avería irreparable, bien degradando la superficie del ánodo, con el
consiguiente riesgo de metalización del tubo y la presencia de efecto anódico.
El calor, en unidades de calor (HU, medido en julios), se puede obtener según la expresión
siguiente:
Potencial (kV) x corriente del tubo (mA) x tiempo de exposición (s)
Los equipos actuales disponen de bloqueos de seguridad que impiden trabajar fuera del
rango de las curvas de carga, por lo que, si se seleccionan unos parámetros de disparo no
admisibles, el equipo no permitirá el disparo. De igual modo, si se efectúan varios disparos
seguidos con una carga grande, el equipo impedirá que se siga disparando en el momento en
el que se supere su curva de carga, teniendo que esperar hasta que el tubo recupere su
temperatura de funcionamiento normal.
4. RADIACIÓN DISPERSA. REJILLAS ANTIDIFUSORAS.
4.1. Radiación dispersa.
La radiación dispersa generada por el paciente tiene un efecto nocivo sobre la generación de
imagen. La obtención de una imagen diagnóstica de calidad con la mínima dosis al paciente
implica que, en un caso ideal, de todos los fotones emitidos por el tubo de rayos X, una
proporción adecuada llegue a la placa radiográfica sin sufrir interacciones (fotones c), y que
el resto sufra una interacción por efecto fotoeléctrico en el paciente, de modo que el fotón
que ha interaccionado desaparezca del haz (fotones b). De este modo, las zonas en las que
se produzcan más interacciones de los fotones, bien sea por su mayor número atómico,
atenuarán más la radiación, apareciendo en la placa radiográfica como zonas claras. En
contraposición, aquellas zonas en las que los fotones experimenten pocas interacciones,
atenuarán muy débilmente la radiación, llegando la mayoría de fotones a la placa y
produciendo una zona oscura en la misma.
En el caso real, además de los fotones que no interaccionan, y los que desaparecen al
interaccionar por el efecto fotoeléctrico, existe un número grande de fotones que
interaccionan por efecto Compton (fotones a y d), cediendo solo una parte de su energía y
desviándose de su trayectoria inicial.

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Dentro de este grupo de fotones, se distinguen tres


situaciones: los que se dispersarán en el interior
del paciente, que contribuirán a aumentar la dosis
a paciente, además de dar dosis en zonas fuera del
campo de radiación directa; los fotones que se
dispersarán fuera del paciente, pero no hacia el
sistema de imagen (fotones a); estos fotones
contribuyen a aumentar los niveles de radiación en
la sala de radiodiagnóstico y en las dependencias
colindantes, por lo que su contribución es
aumentar la dosis que recibe el personal de
operación y los miembros del público. Finalmente,
habrá fotones que, tras verse dispersados, viajen
en la dirección del sistema de imagen (fotones b);
estos fotones producirán un deterioro en la calidad
de imagen, al incidir en la placa en puntos en los
que deberían incidir fotones que provienen de
zonas distintas del paciente.
En el cao real, además de los fotones que no interaccionan, y los que desaparece al
interaccionar por efecto fotoeléctrico, existe un número grande de fotones que
interaccionan por efecto Compton (fotones a y d), cediendo solo una parte de su energía y
desviándose de su trayectoria inicial.
Los factores que afectan a la radiación dispersa son:
 Potencial (kVp): un bajo kVp produce dispersión mínima y además una imagen con
alto contraste, aunque obliga a aumentar los mAs y, por lo tanto, la dosis.
 Tamaño del campo: a mayor tamaño de campo, mayor radiación dispersa. Los
dispositivos restrictores (conos, colimadores…) reducen la radiación dispersa.
 Grosor del paciente: a mayor grosor, mayor radiación dispersa. Los dispositivos de
comprensión mejoran la calidad de la imagen.
La radiación dispersa e empeora el contraste, genera un mayor ruido de fondo en la imagen
(parecido a un velo) y aumenta la penumbra alrededor de los objetos de la imagen
ocasionando una peor resolución. Por tanto, la mejora de la imagen pasa por la disminución,
en el mayor grado posible, de la radiación dispersa. Esto se consigue bajando, en lo posible,
el valor del potencial (kVp), favoreciendo el efecto fotoeléctrico frente al efecto Compton;
reduciendo el espesor mediante comprensión de tejidos (mamografía); con dispositivos de
colimación y mediante rejillas o parrillas antidifusoras.

4.2. Rejillas antidifusoras.


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La rejilla antidifusora (Figura 57) es un dispositivo que se sitúa entre el paciente y el receptor
de imagen y consiste en una serie de láminas de plomo (radiopaco) separadas por espacios
que dejan pasar la radiación (radiotransparente). La orientación de estos espacios es tal que
por ellos solo pasa la radiación proveniente del foco de rayos X, es decir, la propagada en
línea recta desde la fuente al receptor de imagen (fotones que no han interaccionado en el
paciente), mientras que los
rayos X transmitidos en
dirección oblicua, en un cierto
ángulo con la rejilla, son
absorbidos por la misma.
Las rejillas disponibles
comercialmente pueden
tener sus láminas paralelas o
focalizadas. Las rejillas
paralelas atenúan más los
rayos X primarios en el borde
de la radiografía que en el
centro. Por tanto, la densidad
óptica es mayor en el centro y
menor en los bordes. Las
rejillas focalizadas
proporcionan una densidad
óptica más uniforme siempre
que estén colocadas a la
distancia correcta del foco
(distancia de focalización).
Se define el factor de rejilla (r) como la relación entre la altura de las láminas (h) de plomo y
la distancia (d) entre ellas r = h/d. Los factores más comunes se sitúan entre 8 y 12. La
efectividad de una rejilla para mejorar el contraste de la imagen aumenta con el factor. Sin
embargo, las rejillas con un factor mayor de 12 son difíciles de alinear y requieren una mayor
exposición del paciente a la radiación.
A veces, la sombra de la rejilla interfiere en la identificación de pequeñas estructuras en la
imagen radiográfica. Para evitar esto se utilizan frecuentemente las rejillas móviles. La
distancia a la que se mueven las rejillas es pequeña (entre 1 y 5 cm) y la dirección de
movimiento no debe ser paralela a las láminas de la misma. Las interferencias producidas
por la rejilla se eliminan difuminando su imagen en la película.
La rejilla elimina la mayor parte de la radiación dispersa que se produce en el paciente, pero
también absorbe parte de la radiación directa, por lo que se necesita mayor exposición para
obtener una imagen. Su uso supone mayor dosis al paciente, hecho compensado por una
mejor calidad de imagen. Si el objeto estudiado tiene un volumen pequeño (mano, bebé), la
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generación de radiación dispersa es baja y el aumento de dosis por el uso de la rejilla puede
que no compense la pequeña mejoría en la imagen al eliminar la radiación dispersa.
Una rejilla no se describe únicamente por su factor de rejilla, ya que este puede aumentarse,
ya sea aumentando la altura de las láminas o reduciendo el ancho de los espacios entre ellas.
Como consecuencia, además del factor de rejilla, se habla del número de láminas por
centímetro y del contenido de plomo de la rejilla en g/cm 2. Las rejillas con muchas láminas
por cm2 producen sombras en la imagen radiográfica menos visibles que las que producen
aquellas rejillas más gruesas en una rejilla con menos láminas por cm.
Se define también el factor de mejora del contraste como el cociente entre el máximo
contraste alcanzable con la rejilla y el máximo contraste alcanzable sin la rejilla. Este factor
puede utilizarse para comparar la efectividad de distintas rejillas para eliminar la radiación
dispersa. Para una rejilla dada, el factor de mejora del contaste varía con el espesor del
paciente y con el tamaño y la energía del haz. La selectividad de una rejilla es la relación
entre la radiación primaria y la radiación dispersa, transmitidas por la rejilla.
5. DISPOSITIVOS RESTRICTORES DEL HAZ DE RADIACIÓN.
Un limitador del haz es un elemento anclado a la ventana del tubo de rayos X con el
propósito de regular el tamaño y la forma del haz, restringiendo los fotones más
divergentes. Existen diafragmas de apertura, conos, cilindros y, los más habituales en
radiodiagnóstico, que son los colimadores de apertura variable.
El diafragma de apertura es, básicamente, una pieza de plomo o recubierta por esta,
adjuntado a la cabecera del tubo de rayos X. La apertura se diseña para que cubra algo
menos que el tamaño del receptor de imagen utilizado. Con un diafragma diseñado
apropiadamente, para una altura específica, el borde del sistema de imagen, alrededor de
un centímetro en cada borde, no está expuesto a la radiación. Los diafragmas de apertura se
usan a veces junto a un cono o un cilindro.
Los conos o cilindros de
extensión (Figura 60): se
consideran modificaciones
de diafragma de apertura
variable. Su estructura
metálica restringe el haz de
rayos X y le dan forma
circular, determinando el
tamaño del campo. Si se
utilizan correctamente los
resultados son buenos para
radiografías de estructuras pequeñas, como el oído o los senos.

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Pero su utilización es engorrosa ya que


hay que cambiarlos con cuidado para que
no haya holguras en su anclaje con el tubo.
Un tipo de limitador fijo es el localizador
trapezoidal de algunos mamógrafos, cuyo
objetivo es proteger el tórax de la paciente
de la radiación directa.
El colimador de apertura variable (Figura
61) es el limitador más habitual,
presentando dos ventajas principales:
pueden conformarse infinidad de campos
cuadrados y rectangulares y mediante un
haz de luz se aprecia el centro y la exacta
configuración del campo que se pretende
exponer.
Para eliminar la radiación extrafocal, se coloca un componente con hojas de colimación
múltiple sobresaliendo en la parte superior del colimador. Por debajo se coloca un juego de
espejo y bombilla que simula el campo por radiografiar. Se ilumina por un haz de luz que es
reflejado a través de un espejo que se coloca en el trayecto del haz, con un ángulo de 45°. El
foco y la bombilla deben estar exactamente a la misma distancia del centro del espejo para
una correcta simulación del haz de rayos X. Más abajo, dos juegos de diafragmas controlan
las dimensiones del campo. Cada juego lo forman dos láminas de plomo que se mueven
conjuntamente, un juego en el eje vertical y el otro en el horizontal. Estos dos juegos evitan
la penumbra o zonas parcialmente expuestas en la periferia del haz. En la parte inferior del
colimador se coloca una fina lámina de plástico donde se dibuja una cruz. De esta forma, el
haz de luz que muestra el campo de irradiación; muestra también la cruz indicando el punto
correspondiente al rayo central.
Los aparatos actuales disponen de colimadores automáticos o limitadores positivos del haz.
Son similares al descrito anteriormente, con la diferencia de que un sistema digital detecta el
tamaño del receptor de imagen y coloca la apertura de las láminas haciéndolos coincidir con
el receptor. Asimismo, estos dispositivos permiten la manipulación manual para poder hacer
aún más pequeño el campo en caso de ser necesario. Sea con colimación manual o
automática, siempre se debe limitar el campo radiográfico al área que se quiere estudiar.
Un campo mayor que el necesario aumenta la radiación al paciente y aumenta la radiación
dispersa con la consecuente pérdida de calidad de imagen.
6. MESAS Y DISPOSITIVOS MURALES. DISEÑOS, COMPONENTES Y APLICACIONES.
El tubo de rayos X viene acompañado, salvo en los casos de unidades sencillas como las de
odontología intraoral, de mesas de colocación del paciente. Las mesas suelen ser digitales y
presentan los siguientes componentes básicos:

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 Tablero (1): zona plana donde se situará el paciente para la exploración radiológica.
 Base elevadora telescópica (2): que permite situar al paciente a la distancia del tubo
adecuada a la exploración programada y al sistema de imagen.
 Una serie de pedales (3, 4, 5) que permiten accionar la mesa mientras se coloca al
paciente, manteniendo las manos del operador libres para este cometido.
 Botones de bloqueo (6): situados al costado de la cabecera y pie de la mesa, evitan el
movimiento vertical de la mesa.
 Botón de emergencia (7): que detiene cualquier movimiento de la mesa al
interrumpir el suministro eléctrico.
 Un botón para posicionar manualmente (8) el detector del sistema de imagen en
caso de que el sistema automático no lo pueda efectuar correctamente.
Otro tipo de mesas son móviles, tipo camilla muy adecuadas para tubos de rayos X de
soporte mural o de techo en los cuales es el tubo el que dispone de mecanismo de
movimiento telescópico. En la Figura 66 se indican los componentes básicos de un tubo con
soporte mural.

7. RECEPTORES DE IMAGEN.
El dispositivo de imagen es aquel elemento sensible a la radiación, que permite obtener una
imagen a partir de los fotones que han pasado a través del paciente, incluyendo los sistemas
necesarios para obtener la imagen definitiva (procesadora, monitores, etc). También forman
parte del sistema de imagen todos los accesorios que intervienen en la formación de la
imagen una vez que la radiación ha atravesado el paciente.
La radiación transmitida por el paciente no puede ser observada directamente, pero puede
convertirse en visible mediante el uso de algún tipo de sistema de imagen, como son los
sistemas de película radiográfica y cartulina de refuerzo, intensificador de imagen y

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monitor de televisión o los sistemas digitales. Antes de hablar sobre cada uno de ellos se
deben enumerar los principales parámetros que define la calidad de imagen.

7.1. Parámetros que definen la calidad


de imagen.

La calidad de imagen se define mediante


tres parámetros fundamentales: resolución,
contraste y brillo; este último, asociado a los
sistemas con intensificador de imagen y
monitor de televisión.

La resolución espacial del sistema receptor


de imagen está relacionada con la capacidad de
un sistema de representar los objetos con
exactitud y tiene dos componentes, la
resolución espacial y la resolución de contraste.
La resolución espacial se define como la
capacidad de un sistema para representar
separadamente las imágenes de dos objetos
muy cercanos el uno al otro. Se suele medir por
los pares de líneas por milímetro (pl/mm) que pueden detectarse en la imagen y se expresa
mediante un valor numérico. Cuanto mayor es este número, mejor será el detalle del objeto
representado.
La resolución de contraste es la capacidad de un sistema para representar la imagen de un
objeto relativamente grande que difiere muy poco en densidad de su entorno. La visibilidad
de bajo contraste viene determinada por el ruido. Cuanto más homogéneo es el fondo, es
decir, menor es el ruido, mejor es la visibilidad de las imágenes de bajo contraste.
El contraste se define como la variación de densidad óptica presente en un sistema receptor
de imagen. La diferencia de densidad óptica entre estructuras adyacentes es el factor
principal en la calidad de imagen. La escala de contraste es el intervalo de densidades
ópticas comprendido entre la parte más blanca y la más ennegrecida de un sistema de
imagen. Los sistemas de alto contraste producen escalas cortas, es decir, muestran el
cambio del blanco al negro en pocos saltos. En cambio, los de bajo contraste producen
escalas más largas y numerosos matices de gris.
El brillo de la imagen de una pantalla fluorescente de un intensificador de imagen puede
valorarse mediante la comparación con el brillo de un patrón. La ganancia de brillo se define
entonces como el cociente entre el brillo de la pantalla del intensificador de imagen y el
brillo de dicho patrón cuando ambos reciben una exposición a la radiación idéntica. Si la

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imagen del intensificador es 6.000 veces más brillante, se dice que la ganancia de brillo es
6.000. La ganancia de brillo tiende a empeorar con la edad del intensificador de imagen.
7.2. Sistemas de imagen.
Existen 3 sistemas de imagen básicos:
 Conjunto cartulina-película.
 Sistemas digitales:
 CR (Computed Radiography).
 DR (Digital Radiography).
 Intensificador de imagen + sistema de TV.
El conjunto de cartulina-película ha sido el sistema más utilizado durante décadas, aunque
en la actualidad está en franco retroceso, prácticamente en desaparición, sustituido por los
sistemas digitales. Las películas radiográficas consisten en una emulsión sensible a la
radiación compuesta de cristales de haluro de plata, donde la energía cedida por la radiación
se traduce en la formación de una imagen latente, no visible inmediatamente después de su
exposición y, mediante una serie de procesos químicos adecuados la imagen latente, se
convierte en una imagen en la película radiográfica.
Las películas van dentro de chasis que incorporan pantallas intensificadoras o “cartulinas de
refuerzo” formadas por material centelleador: wolframato de Ca o compuestos de tierras
raras (La, Gd) con alto rendimiento de fluorescencia. Los diferentes centelleadores emiten
en distinta longitud de onda. La película debe presentar alta sensibilidad a dicha longitud, lo
que implica una buena combinación cartulina-película.
El tubo intensificador de imagen está basado en principios físicos ya conocidos. En la entrada
tiene un material fluoroscópico, habitualmente yoduro de cesio (Cs), cuya misión es
producir fotones luminosos según recibe la radiación incidente, es decir, realiza la misma
función que las pantallas de refuerzo en los sistemas basados en conjuntos cartulina-
película. Los fotones luminosos producidos, no obstante, son dirigidos a un fotocátodo, un
material que al recibir fotones luminosos emitirá electrones. Los electrones emitidos por el
fotocátodo son acelerados por una diferencia de potencial de entre 25 y 35 kV hacia la
pantalla de salida. La pantalla de salida tiene un tamaño inferior a la de entrada, de modo
que los electrones, además de ser acelerados, son focalizados mediante campos
electromagnéticos hacia la pantalla de salida, sin cambiar su configuración geométrica, con
el fin de no distorsionar la imagen.
La pantalla de salida está formada por materiales que al recibir los electrones incidentes
emiten luz (normalmente sulfuro de cadmio-zinc activado con plata). Esta luz es recogida por
una cámara que posteriormente la presentará en un monitor.
Los motivos por los cuales el intensificador de una imagen amplifica la imagen inicial son
dos: en primer lugar, dado que la pantalla de salida tiene un tamaño menor que la pantalla
de entrada, los electrones generados se concentrarán en una superficie menor, siendo

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capaces de producir más fotones luminosos al interaccionar; en segundo lugar, los


electrones serán acelerados en su camino hacia la pantalla de salida, de forma que al llegar
a esta, con la energía que han sido capaces de adquirir, van a poder generar un número
grande de fotones. Así, a partir de una imagen obtenida en la pantalla de entrada de poca
intensidad, mediante la aceleración de electrones y su focalización, se obtiene a la salida una
imagen con mayor intensidad. El sistema óptico de la cámara y del monitor se encargan de
presentar esa imagen adecuadamente. Las cámaras actuales son CDD de TV compactas.
Gracias a los sistemas digitales se pueden considerar a la radiología digital como el mayor
avance tecnológico en sistemas de imágenes de uso médico de la última década. En pocos
años, la película fotográfica para rayos X ha caído casi completamente en desuso.
Los beneficios que aporta la radiología digital son enormes. Mediante esta técnica se puede
llegar a prescindir completamente de las películas en las instalaciones o departamentos
radiológicos. El médico que prescribió el examen puede ver en su ordenador personal o en
su portátil la imagen que solicitó, e incluso emitir un informe pocos minutos después de
haberse realizado la exploración. Las imágenes ya no se guardan en un único lugar, sino que
varios médicos situados a kilómetros de distancia las pueden ver simultáneamente. Además,
el paciente se puede llevar las imágenes de rayos X en un disco compacto para ponerlas a
disposición de otros médicos u otros hospitales.
Los sistemas digitales de proyección utilizados hoy en día son los sistemas CR (Computed
Radiography) y los digitales directos o DR (Digital Radiography). En los sistemas de
radiografía computarizada o CR se realiza la adquisición de una imagen mediante una
lámina de fósforo fotoestimulable que se utiliza dentro de chasis convencionales. Dichos
chasis se utiliza en los sistemas de radiografía convencional en lugar de los sistemas
cartulina-película, y la obtención de la imagen requiere igualmente un procesado de los
fósforos. Este procesado convierte la imagen latente formada en el fósforo en imagen digital
mediante lectura con un láser. Una vez digitalizada, la imagen puede ser procesada en un
ordenador y almacenada de manera electrónica.
Los sistemas de radiografía digital directa se denominan así porque en ellos la adquisición
de la imagen es directamente digital. Esto se consigue con los denominados paneles planos
(flat panel), detectores que convierten los fotones de rayos X en una imagen digital sin
necesidad de un procesado previo. Presentan dos tecnologías básicas basadas en paneles
de silicio amorfo y selenio amorfo.
Otras técnicas se basan en dispositivos de carga acoplada (CDD) y en dispositivos CMOS
(Complementary metal oxide semiconductor).
Estos sistemas tienen las ventajas de que son muy robustos (son compactos y sin partes
móviles), el proceso de exposición y lectura se hace en un único paso (con películas y con CR
se realiza en dos pasos) por lo que se pueda ver la imagen inmediatamente (no hay demora
de unos minutos hasta saber si la imagen es aceptable) y poseen una gran eficiencia en el
uso de la radiación para formar la imagen.

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8. CONSOLA DE MANDOS.
También forman parte del equipo de rayos X los soportes en los que se sitúa el tubo (raíles,
columnas pivotantes, suspensiones de techo…) y los que ayudan a colocar el paciente (mesa,
reposapiés, asideros, elementos de comprensión y/o de inmovilización…). A través de los
mandos de la mesa de control se accede al circuito de filamento, al circuito de alto voltaje y
al circuito de tiempo de exposición. Cada mando o botón de la mesa tiene su actuación en el
correspondiente circuito eléctrico del generador.
Cuando el Técnico se dispone a efectuar una radiografía, lo más interesante es la selección
en la mesa de control de los adecuados valores de exposición. Los componentes básicos de
la mesa de control son:
 El interruptor de encendido-apagado (ON-OFF).
 El selector del foco.
 El selector del kilovoltio.
 El selector del miliamperio.
 El selector del tiempo de exposición.
 El amperímetro y el voltímetro.
 El botón de preparación-exposición.
En el funcionamiento más habitual, al conectar el equipo, se iluminarán las luces del panel y
el equipo hará un chequeo interno de los sistemas. El equipo siempre se conecta
seleccionando el foco grueso, ya que es el foco que permite mayor carga al tubo en menos
tiempo. Por lo tanto, hay que prestar atención al tipo de prueba que se va a realizar para
seleccionar correctamente el foco. El selector del tiempo y el mA se utilizan en conjunto para
generar la intensidad de corriente en un determinado tiempo. Por ejemplo: si se seleccionan
100 mA y 1 s, se obtendrá 100 mAs, pero este valor se formará también con 200 mA y 0,5 s o
con 400 mA y 0,25 s y hasta con 1000 mA y 0,001 s. De esta manera el Técnico deberá optar
por la mejor manera de producir los mAs según el tipo de paciente y la estructura a
radiografiar, ya que, por ejemplo, un foco fino no suele soportar más de 100 mA.
En los equipos con exposimetría automática el selector del kilovoltaje es el más crítico.
Muchos equipos modernos tienen en la consola las estructuras a radiografiar con los valores
preseleccionados según el tipo de pacientes. Por ejemplo, al seleccionar una rodilla AP con
potter Bucky se seleccionan automáticamente 12 mAs y 58 kV, aunque el Técnico siempre
podrá variar esas condiciones si cree que esos valores no son precisos. El voltímetro y el
amperímetro miden la intensidad de corriente y el kilovoltaje respectivamente.
El botón de preparación de exposición tiene una doble función con dos interruptores
independientes, que actúan sobre distintos circuitos del generador. Consta de dos
pulsadores (Figura 75). Al presionar el pulsador superior se sitúa en la posición de
preparación. Tras un breve espacio de tiempo se sigue presionando, esta vez sobre el
segundo pulsador, y da comienzo la exposición.

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En la posición de preparación ocurren dos cosas: se cierra el circuito del filamento que
regula el flujo de corriente a través del filamento del tubo de rayos X, el filamento se pone
incandescente y emite electrones; da comienzo la rotación del ánodo.
En la posición de exposición se activa el temporizador de la exposición que actúa cerrando
el interruptor del circuito de alta tensión. Transcurrido el tiempo de exposición
preseleccionado, el temporizador vuelve a actuar abriendo el interruptor. Si el Técnico deja
de presionar el botón de exposición antes del tiempo preseleccionado, la exposición se
interrumpe. En caso de seguir impulsando el botón de exposición cuando esta haya
finalizado no pasa nada porque no es posible ni alargar la exposición ni volver a hacer otra
exposición consecutiva. El temporizador y el interruptor de la exposición tienen circuitos
independientes en el generador, pero su actuación es coordinada.
Los valores de exposición son la diferencia de potencial (kVp) entre cátodo y ánodo y el
mAs, intensidad de la corriente del tubo de rayos X.
8.1. Exposimetría automática.

En la exposimetría automática, los controladores automáticos de exposición (CAE), llamados


también phototimers, miden la cantidad de radiación requerida para obtener una densidad
óptica adecuada. Primero hay que elegir la diferencia de potencial. Del mAs se encargan los
controladores o exposímetros automáticos, que cortarán la exposición tras el tiempo
adecuado y mínimo, en función del kilovoltio seleccionado y la potencia del generador. Tipo
de exposímetros automáticos:
 Detectores foto multiplicadores.
 Las cámaras de ionización.
 Detector en estado sólido.
 Los temporizadores por contaje de pulsos.
Sin entrar en detalles sobre su construcción todos ellos deben cubrir cumplir los siguientes
requisitos:
 Deben detectar la radiación.

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 Deben medir una dosis de regresión previamente ajustada.


 Deben responder a esa dosis con una pequeña señal eléctrica, que es la que abre el
interruptor de exposición.
Los detectores o cámaras de la exposimetría automática suelen ser tres (Figura 76).
Habitualmente el detector central suele ser rectangular y los dos laterales, cuadrados o
circulares.

8.1.1. Manejo práctico de la exposimetría automática.


La sensibilidad de los detectores se ajusta empíricamente, tras pruebas con maniquís, hasta
lograr la densidad fotográfica deseada. Por lo general, el ajuste se hace para tres densidades
progresivas que se denominan normales, bajas y altas, y para un tipo concreto de
combinación película-pantalla (sistema de imagen). La selección de la operatividad de los
detectores es misión del Técnico.
Se debe tener en cuenta que, por muy perfeccionado que sea el equipo de exposimetría
automática, está concebido para sujetos relativamente normales. Sin dejar de considerar
que existen pacientes que por su constitución o patología son candidatos de la técnica libre,
un buen profesional no debe ignorarla. Los detectores ajustan la dosis de revisión adecuada
y se lo dicen al interruptor para que corte la exposición, pero lo detectores pueden
engañarse si les llega una excesiva radiación dispersa y entonces se corta prematuramente la
exposición. El resultado es una radiografía subexpuesta. Esta es una tercera razón para
diafragmar siempre; las otras dos razones son: menor irradiación al paciente y mejora del
contraste de la imagen.
Como resultado práctico del manejo de la exposimetría automática:
 Colimar debidamente el campo a radiografiar. Seleccionar el potencial.
 Elegir el detector o detectores que deben actuar.
 Modificar, si hace falta, la densidad (sensibilidad de los detectores).

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 Olvidarse del tiempo de exposición, ya que va a ser el adecuado y además el mínimo


que permite la potencia del generador.
9. USO EFICIENTE DE RECURSOS.
Partiendo del hecho de que muchos diagnósticos de paciente se basan en la imagen
radiológica, se acepta que esta práctica es beneficiosa para el paciente, ya que le permite
salir de la incertidumbre y proporciona al médico fundamentos para iniciar un tratamiento.
Para que la práctica radiológica sea eficiente se debe seleccionar la mejor estrategia, se debe
realizar con prontitud y eficacia, analizar e integrar la información obtenida y emitir un
informe preciso y conciso.
Las exploraciones con tecnologías actuales producen un enorme número de imágenes. Por
ejemplo, los estudios de TC o RM pueden producir de 300 a 1.500, o incluso más, imágenes.
Esto hace necesario la adquisición de sistemas de análisis y, por consiguiente, ordenadores
para el procesamiento.
Según la OMS, el 80% de las decisiones médicas se toman con ayuda de la radiología. La
utilización correcta de los rayos X influye directamente sobre el paciente y sobre la calidad
del diagnóstico, siendo un equilibrio entre el riesgo que supone y el beneficio que aporta. La
exploración radiológica influye en la dosis de radiación individual y colectiva y en el gasto
sanitario.
La sociedad impulsa cambios socio-sanitarios:
 En la forma de ejercer la medicina  mayor necesidad de ver las alteraciones.
 En los ciudadanos  requieren pruebas objetivas.
 En la demanda  aumento anual 10%  se duplicará en 10 años.
En un Hospital General, por cada 100 ingresos se producen 120 exploraciones por rayos X.
Esto implica que al menos se produce 1 exploración por ingreso, lo cual tiene un impacto
directo sobre el coste de la estancia media, ya que el crecimiento en el gasto hospitalario
pasa de 3,7 % al 5m 5-6 %. Si se incorpora el gasto por equipamiento el porcentaje sube a
6,5 – 7% sobre la estancia media.
La distribución de exploraciones en un hospital es aproximadamente del 70% para radiología
convencional, del 12% en ultrasonidos y del 11% entre TC y RM.
Frente a una demanda creciente con un crecimiento anual 10%, con un aumento
exponencial de procedimientos complejos, del crecimiento del tiempo médico y en los
cambios en la atención intra-extrahospitalaria, se impone la eficacia y el uso racional de
recursos mediante guías, protocolos, itinerarios homogéneos para toda la población asistida
con equidad en el acceso y en la calidad del servicio prestado.
La actividad se debe basar en la investigación básica y en la clínica  permite el diagnóstico
y/o tratamiento  con la capacidad de difusión del conocimiento  implica programas de
formación  y creación de utilidades que valoren la relación coste/efectividad  todo ello

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lleva finalmente a una gestión de la imagen dentro de un entorno donde el desarrollo sea
multiprofesional incluyendo técnicos, radiólogos, clínicos, físicos, ingenieros, informáticos,
químicos, biológicos…
La radiología debe organizarse de modo que permita:
 Igualdad de acceso a todos los ciudadanos.
 Con las mismas garantías de rapidez y calidad.
 Distribución adecuada y equilibrada de los recursos humanos y tecnológicos.
 Desarrollo de guías y circuitos asistenciales del mayor número de procesos posibles.
 Trabajo coordinado de los comités integrados por los especialistas implicados en la
atención de los pacientes.

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