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Inseguridad en El Peru

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ANÁLISIS Y PROPUESTA DE LOS CAMBIOS

DEMOGRÁFICOS Y/O POLÍTICAS DE POBLACIÓN


DE LA INSEGURIDAD EN EL PERÚ

INTEGRANTES

• CD Yuly Pineda Ortega


• Lic. Rosa Carmen Chuquimia Rivera
• CD Vanessa Mamani Ancco
• Lic Rocio Atayupanqui Checalla
• CD Jaun Carlos Sagua Quispe
• CD Alexander E. Chambi Cutipa
ÍNDICE

RESUMEN

INTRODUCCIÓN

1. ACONTECIMIENTOS SUSCITADOS REFERENTE A CONDUCTAS DESVIADAS

2. APROXIMACIONES CUANTITATIVAS A LA INSEGURIDAD EN EL PERÚ

3. CAUSAS SOCIALES DE LA INSEGURIDAD

4. REFLEXIONES FINALES

CONCLUSIONES

RECOMENDACIONES

BIBLIOGRAFÏA
Resumen

En Perú, como en toda Latinoamérica, el alto grado de inseguridad generado por la violencia y la
delincuencia obstaculizan el crecimiento económico y la reducción de la pobreza.
Sin embargo, la falta de datos precisos impide formular en forma adecuada el problema. En el caso de
Perú este asunto es, al parecer, particularmente grave. Aunque no existen estudios concluyentes al
respecto, se estima que sólo el 25% de los actos delictivos son denunciados.
Por otro lado, los estudios realizados hasta el momento para el caso peruano han incidido en una u otra
manifestación violenta o criminal para sugerir así los niveles de inseguridad imperantes. Asimismo, gran
parte de las inquietudes se han focalizado en el ámbito de Lima Metropolitana.
Estos enfoques si bien son valiosas contribuciones no dejan de ser parciales. Este documento busca
suplir estos vacíos. En ese sentido ha reunido y ordenado la información oficial disponible tratando de
darle coherencia estadística mediante el levantamiento de índices. También ha interrelacionado las
diversas manifestaciones de violencia que se producen en todo el país, según tipo y frecuencia.

La inseguridad c i u d a d a n a es una situación que se observa en nuestra realidad y cuyos indicadores


son en primer término : los robos, los asaltos, las violaciones, los secuestros, los homicidios, las
drogas, el terrorismo, el pandillaje entre otros, llamadas conductas desviadas y por las cuales la
ciudadanía da respuestas activas o pasivas.

En segundo lugar, la inseguridad también se hace visible en los desastres que se convierten en
amenazas pues dejan daños considerables.

En Perú, el alto grado de inseguridad generado por la violencia y la delincuencia obstaculizan el


crecimiento económico y la reducción de la pobreza.
Sin embargo, la falta de datos precisos impide formular en forma adecuada el problema. En el caso de
Perú este asunto es, al parecer, particularmente grave.

Por otro lado, los estudios realizados hasta el momento para el caso en el Perú, han incidido en una u
otra manifestación violenta o criminal para sugerir así los niveles de inseguridad imperantes. Asimismo,
gran parte de las inquietudes se han focalizado en el ámbito de Lima.
Estos enfoques si bien son valiosas contribuciones no dejan de ser parciales. Este documento busca
suplir estos vacíos. En ese sentido se ha reunido y ordenado la información oficial disponible tratando de
darle coherencia estadística mediante el levantamiento de índices. También ha interrelacionado las
diversas manifestaciones de violencia que se producen en todo el país, según tipo y frecuencia.
El análisis que a continuación presentamos refleja estos dos aspectos que son recogidos por
informaciones de los medios escritos y que son parte del panorama de una realidad por la que
estamos atravesando y por la cual no podemos permanecer indiferentes.
Este estudio interpretativo de la situación de inseguridad servirá como guía para que las instituciones
pertinentes tomen medidas adecuadas basadas en hechos objetivos. Asimismo, profundizaremos en
el análisis y monitoreo del tema como un pilar organizacional, para estar en capacidad de dar
respuesta cuando la coyuntura lo exija o a la solicitud de los usuarios.
INTRODUCCIÓN

La inseguridad generada por la presencia de la violencia y la delincuencia no es un problema reciente en


la sociedad peruana. Durante la década pasada el Perú sufrió los efectos de un fenómeno subversivo
muy violento, que dio como resultado cerca de 30,000 muertos y unos 25 mil millones de dólares en
pérdidas materiales.
Cuando en 1992 fue capturado el líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, dando inicio a la rápida
derrota de la principal organización terrorista peruana, todo hacía suponer que el delicado escenario
anterior había sido por fin superado.
Sin embargo, la disminución de la violencia política a niveles inocuos para la seguridad nacional permitió
ver con mayor claridad un fenómeno que venía desarrollándose desde años atrás: la violencia
delincuencial.
Esto planteó nuevos retos a la política de seguridad del país. Los daños que produce la delincuencia son
elevados para el tamaño de la economía peruana y, por otro lado, generan un clima de desconfianza
muy perjudicial para la organización social.

La inseguridad ciudadana es un hecho que está latente en las sociedades en mayor o menor grado y
existe por diversas causas originadas entre las principales por:
 La exagerada internalización de ansia de dinero, poder y dominación que traen como
consecuencia la violentación de las normas con tal de conseguir dichos objetivos.
 La falta de previsión frente a determinados hechos.

Con respecto a la violación de las normas estas acciones se convierten en conductas desviadas que
van deteriorando el sistema social en todos sus componentes y en donde se va respirando un ambiente
de zozobra e incertidumbre por lo que pueda pasar.

En lo que se refiere a la falta de previsión se encuentran las conductas descuidadas frente a desastres
que no faltan como veremos más adelante.

Viendo este panorama, que es parte de la realidad en que vivimos y por la cual no podemos ser
espectadores pasivos, se hace un análisis de la situación de inseguridad por la que atraviesa nuestro país
a través de la recolección, procesamiento y análisis de las informaciones hechas por los diarios locales,
pues resulta necesario examinar estas situaciones porque nuestra sociedad siempre está en busca del
orden, pero en ese camino no faltan hechos que pueden resquebrajar notablemente el sistema. Por
ello que es conveniente conocer las causas de estos hechos así como también ver medidas preventivas
para el buen desarrollo de nuestra nación.

La inseguridad generada por la presencia de la violencia y la delincuencia no es un problema reciente en


la sociedad peruana. Durante la década pasada el Perú sufrió los efectos de un fenómeno subversivo
muy violento, que dio como resultado cerca de 30,000 muertos y unos 25 mil millones de dólares en
pérdidas materiales.
Cuando en 1992 fue capturado el líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, dando inicio a la rápida
derrota de la principal organización terrorista peruana, todo hacía suponer que el delicado escenario
anterior había sido por fin superado.
Sin embargo, la disminución de la violencia política a niveles inocuos para la seguridad nacional permitió
ver con mayor claridad un fenómeno que venía desarrollándose desde años atrás: la violencia
delincuencial.
Esto planteó nuevos retos a la política de seguridad del país. Los daños que produce la delincuencia son
elevados para el tamaño de la economía peruana y, por otro lado, generan un clima de desconfianza
muy perjudicial para la organización social.
Además, a diferencia de lo que ocurrió con la subversión, esta vez no se tenía al frente un problema
cuyas características podían ser definidas sin dificultad. La delincuencia común es un fenómeno muy
complejo que no responde a criterios organizacionales ni a estrategias puntuales.
Pero, el panorama de la inseguridad en Perú tiene otros factores importantes en su composición. El
narcotráfico es uno de ellos. Durante la presente década esta actividad ilícita viene postrando una
suerte de “reconversión”, exigida por las variaciones de los precios internacionales de los
estupefacientes y las políticas de interdicción llevadas a cabo en la región latinoamericana.
Los resultados, hasta el momento, han sido la reducción de las áreas de cultivo de coca y, por otro lado,
que el Perú deje de ser un exclusivo productor de materia prima para pasar a ser productor final, es
decir, de clorhidrato de cocaína.
Una de las consecuencias de estos cambios en el “negocio”de las drogas es el explosivo aumento del
consumo interno de estas sustancias, especialmente en el mercado urbano.
Por otro lado, la violación de los derechos humanos también debe ser incorporada como un factor
importante que afecta la seguridad del país. Si bien se reconoce internacionalmente que Perú ha
avanzado significativamente en este campo durante los últimos años, es obvio que aún subsisten graves
problemas al respecto.
Al lado de estas manifestaciones ilícitas se encuentran aquellos actos de violencia que atentan contra la
seguridad de los ciudadanos, los cuales no son considerados como ilegales por la población. Entre ellos,
los más notorios son la violencia doméstica ejercida contra las mujeres y los niños y, por otro lado, los
accidentes de tránsito. En ambos casos el Perú muestra un rápido crecimiento de casos que resulta muy
ilustrativo para medir el deterioro de las condiciones de vida.
Todas estas expresiones que fomentan, de una u otra manera, el sentimiento de inseguridad de la
población peruana son sin duda síntomas de graves problemas que radican en la sociedad. Sin
embargo, esta explicación es parcial.
El otro lado del problema es la incapacidad institucional para hacer frente a esta realidad. Es un hecho
que la policía peruana se encuentra sumida en una profunda crisis de manera tal que bien podría formar
parte del problema, dado la gran cantidad de efectivos que se hallan comprometidos en actos delictivos.
Asimismo, las otras instituciones públicas que guardan relación con la seguridad pública, como son el
Poder Judicial y el sistema penitenciario, también procesan sus propias crisis y resultan inadecuados
para las circunstancias actuales que presenta el país.
La falta de respuesta por parte del Estado ha motivado que la sociedad opte por algunas formas de
defensa que, salvo algunas excepciones -como los “serenazgos” organizados por las
municipalidades del perú, son más bien espontáneas y sin ningún control institucional.
Estas respuestas sociales no sólo son onerosas e ineficaces sino también peligrosas y
contraproducentes para disminuir la inseguridad. En los barrios urbanos marginales, por ejemplo, son
cada vez más frecuentes los linchamientos tumultuosos de supuestos delincuentes.
De esta manera, la seguridad ha devenido en un aspecto prioritario para la agenda que debe
desarrollarse en Perú. La población se siente más amenzada que nunca por la delincuencia, los
empresarios están preocupados por sus costos de seguridad y las autoridades buscan diseñar
estrategias adecuadas para un problema urgente.
En ese sentido, el presente texto busca motivar respuestas al cómo, dónde, cuándo y por qué se
producen las acciones que afectan la seguridad de la población peruana. Así, hemos tratado de
reconstruir la evolución de estas expresiones violentas durante la presente década, para de esa manera
ofrecer un acercamiento que ayude a responder las interrogantes expuestas.
A continuación los resultados del estudio del tema, que involucra no sólo al Estado sino también a toda la
sociedad en general.
1. ACONTECIMIENTOS SUSCITADOS REFERENTE A CONDUCTAS
DESVIADAS

En las noticias de diarios locales del presente año, se reflejan conductas desviadas en donde las
estructuras sociales ejercen una presión sobre ciertas personas en la sociedad induciéndolas a
una conducta de rebeldía. Cualquier meta cultural muy valorada en una sociedad, es probable
que la afecte, siendo en estos tiempos las metas culturales contextuadas por el dinero y el poder.
Un equilibrio eficiente suele mantenerse mientras los individuos obtengan satisfacciones. Surgen
problemas cuando hay un desequilibrio, un derrumbe de la estructura cultural que se da sobre
todo cuando existe una discrepancia aguda entre las normas y metas culturales y las
capacidades sociales estructurales de los miembros del grupo de obrar en concordancia con
aquéllas.

Se llaman conductas desviadas a aquellos comportamientos considerados como apartados o al


margen de las normas en un sistema social determinado.

La conducta desviada sobreviene en gran escala cuando un sistema de metas culturales está
por encima de todas las demás metas de éxito comunes para la población en general,
mientras que la estructura social restringe con vigor u obstruye por completo el acceso a los
modos de alcanzar esas metas. Es decir, que se generan conductas desviadas cuando la
sociedad no es capaz de dar adecuadas herramientas, necesarias para el logro de las metas
culturales siendo éste el motivo para que los individuos usen la violencia para conseguir dicho fin.
Un índice de esta naturaleza para un país como el Perú tiene un valor aproximativo, no absoluto
ni definitivo. Su aporte consiste en que ayuda a seguir las tendencias y a establecer
comparaciones respecto a fenómenos complejos como la violencia y la delincuencia.
Ello es así porque, por una parte, dichos fenómenos involucran aspectos cualitativos
difíciles de rastrear estadísticamente. Y por otro lado, las estadísticas disponibles presentan
limitaciones de diverso tipo, siendo una de las más corrientes el margen más o menos importante
de subestimación de los eventos delictivos o hechos de violencia que esas estadísticas recogen
por diversas razones.
Por esto, aun cuando creemos que los índices elaborados contribuyen a establecer las tendencias
generales y la situación relativa de los diversos departamentos del Perú respecto a la inseguridad,
ellos todavía podrían ser potenciados a partir de una mejora en la calidad de las estadísticas
disponibles, del acceso a datos más desagregados que los que presentan las fuentes oficiales, o a
la incorporación de indicadores que recojan las dimensiones subjetivas, como ser la percepción de
la población.
Para proceder a la evaluación de la inseguridad en el Perú, hemos tomado en cuenta las variables
siguientes: delitos contra la vida, el cuerpo y la salud; delitos contra el patrimonio; violaciones de
derechos humanos; narcotráfico, terrorismo; accidentes de tránsito y consumo de drogas. Estas
variables son las consideradas en los informes oficiales sobre criminalidad.
Para los casos de delitos contra la vida, el cuerpo y la salud; delitos contra el patrimonio; tráfico
ilícito de drogas; consumo de drogas y accidentes de tránsito, las fuentes consultadas son las
intervenciones policiales que consignan las estadísticas del Ministerio del Interior. Para el caso de
terrorismo nos hemos remitido a los registros policiales incluidos también en las estadísticas del
Ministerio del Interior. En lo que se refiere a las violaciones de derechos humanos, la fuente ha sido
las denuncias presentadas ante el Ministerio Público

2. Aproximaciones cuantitativas a la inseguridad en el Perú

En promedio, sobre un máximo de 1, el índice de inseguridad del Perú, con datos ya


reajustados, es de 0.41 durante esos años, alcanzando su nivel más alto en 1995, cuando registra
0.50, y el nivel más bajo en 1991, con 0.34. En general, lo que se aprecia es que hasta
1994 no existían grandes desniveles entre año y año, sino una tendencia a fluctuar en un término
medio-alto, pero en 1995 se evidencia una notoria alza en los índices de inseguridad.
Para proceder a un primer nivel de estratificación por niveles de inseguridad hemos formado
cuatro grupos, teniendo como referencia los índices departamentales. Se ha procedido a ajustar
estos índices con la finalidad de que queden incorporados dentro del rango de evaluación que
hemos construído.
El primer grupo sería de "máxima inseguridad" y sus índices son superiores a 0.8; el segundo, de
"inseguridad media alta", tiene un rango que va de 0.5 a 0.8; el tercero lo denominamos de
"inseguridad media baja" y sus índices están entre 0.2 y 0.5; finalmente, el cuarto es el de "baja
inseguridad" y sus índices son menores a 0.2.
En el primer grupo se encuentra el departamento de Lima. Este departamento es el 3% del territorio
nacional. Sin embargo, representan nada menos que el 28% de la población nacional.
El segundo grupo incorpora a los departamentos de Junín, Ayacucho, Amazonas, Tacna, Arequipa
y Callao. Estos hacen un 16% de la extensión del Perú y el 17% de la población.
Respecto al tercer grupo, tenemos que allí se encuentran los siguientes departamentos, en orden
decreciente: Lambayeque, La Libertad, San Martín, Ica, Apurímac, Tumbes, Huánuco, Ancash,
Ucayali, Moquegua, Pasco, Huancavelica, Cusco, Madre de Dios, Piura y Puno. Todos ellos hacen
el 50% del territorio nacional y el 46% de la población.
En el cuarto grupo están los departamentos de Loreto y Cajamarca. Estos suman el 31% del
territorio peruano y el 9% de la población.

a) Delitos contra la vida, el cuerpo y la salud


En esta variable se incluyen homicidios, abortos, lesiones y otros (exponer al peligro o al abandono
a las personas, genocidios, etc.). Se le ha considerado como el principal síntoma de inseguridad,
por lo que se le asigna una ponderación de gravedad de 0.3.
El resultado promedio de inseguridad por este rubro para 1990-1996 es de 0.26, producto de una
evolución que mantuvo sus puntos más altos en los años 1995 y 1996 (ambos con 0.27), y su nivel
más bajo en 1994 (0.22). Por lo que puede verse, no existe una variabilidad notable entre año y
año.
Los promedios del quinquenio nos indican que los departamentos de Lambayeque
(0.52) y Amazonas (0.50) resultan tener el mayor impacto relativo en este tipo de delitos. Entre
ambos reúnen el 6% de la población nacional.
Asimismo, Arequipa, Callao, Lima y Tacna, ubicados en un rango entre 0.4 y 0.5, conformarían la
siguiente agrupación. En todos ellos tendríamos una incidencia media alta en este tipo de delitos, y
estaría involucrada el 37% de la población nacional.
Sobre la media nacional, es decir entre 0.2 y 0.3, estarían los departamentos de Junín, La
Libertad, Moquegua, Ica, Cusco, Madre de Dios, Tumbes y Ancash. En conjunto, representan el
24% de la población.
Una baja incidencia en este tipo de delitos es la que reportan los departamentos que promedian
entre 0.0 y 0.2. Son San Martín, Piura, Huánuco, Apurímac, Ucayali, Puno, Pasco, Ayacucho,
Cajamarca, Loreto y Huancavelica. Todos ellos totalizan el 33% de la población peruana. (Véanse
Cuadros 2 y 3).

b) Delitos contra el patrimonio

Aquí se incluyen los hurtos, robos, apropiaciones ilícitas, estafas, fraudes y otros (extorsión,
usurpación, daños. etc.). La ponderación de gravedad asignada a esta variable es de 0.2.
Los años 1990-1996 arrojan un índice de 0.14. A diferencia de los otros índices, éste marca un
aumento que aunque mínimo, es constante. Así, si para 1990 el promedio es de
0.13, para 1991, 1992 y 1993 es de 0.14, y para 1994, 1995 y 1996 es de 0.15.
En términos departamentales, Lima, Callao y Arequipa encabezan la lista, con índices de 0.37,
0.34 y 0.33, respectivamente. En esta incidencia, por encima del promedio nacional, está
involucrada el 36% de la población.
En un segundo grupo, también por encima del promedio nacional, estarían los departamentos de
Tacna (0.28), La Libertad (0.21), Ica (0.21), Tumbes (0.18), Moquegua (0.17), Lambayeque (0.17),
Junín (0.15) y Ancash (0.15). Ellos representan el 24% de la población.
En el promedio nacional están Amazonas (0.14), Ucayali (0.12) y Cusco (0.11). Estos
departamentos son el 8% de la población.
Por debajo del promedio nacional se encuentran los departamentos de Huánuco (0.09), Madre de
Dios (0.08), Piura (0.08), Loreto (0.07), San Martín (0.07), Puno (0.06), Pasco (0.06), Ayacucho
(0.04), Apurímac (0.04), Cajamarca (0.03) y Huancavelica (0.01). Todos ellos suman el 32% de la
población nacional
c) Violaciones de derechos humanos

A diferencia de los otros rubros, éste es el único que mide la inseguridad ciudadana
generada por el Estado. Incluye los siguientes aspectos: demanda de garantías individuales,
fallecimiento, detención, abuso de autoridad, situación jurídica, ejecución extrajudicial y lesiones.
Se le ha otorgado un peso de 0.2.
Debemos anotar que para este caso no hemos incluido las denuncias sobre desapariciones porque
resulta imposible, a partir de los datos oficiales, discernir sobre las causas de este tipo de casos.
El promedio general para los años tratados es de 0.13. En 1990 el promedio es de 0.14, disminuye
en 1991 a 0.12, sube en 1992 a 0.15, baja a 0.14 en 1993 y vuelve a subir a
0.15 en 1994. En 1995 el índice fue de 0.11 y en 1996 disminuyó a 0.08.
Una de las características que muestra esta variable es la evidente concentración de sus
frecuencias en algunos departamentos. De esa manera, el grupo que manifiesta mayor incidencia
está formado por Ayacucho (0.51), Apurímac (0.46), Lima (0.43), Junín (0.35) y Huancavelica
(0.25). Esto significa que el 39% de la población peruana está enmarcada en un ambiente de
incidencia media alta en la violación de derechos humanos.
Un segundo conjunto es el de aquellos departamentos que se ubican en el promedio nacional.
Estos son Huánuco (0.16), Pasco (0.14), Amazonas (0.13) y San Martín (0.17). Ellos totalizan el
8% de la población peruana.
A continuación se ubican todos aquellos departamentos que se hallan por debajo del promedio
nacional. Debemos considerar que el índice más alto en este conjunto es de
0.10, alcanzado por Ancash. Igualmente, es importante anotar que cuatro departamentos (Tumbes,
Tacna, Madre de Dios y Moquegua), resultan con un índice de 0.

d) Tráfico ilícito de drogas

Bajo esta variable se consignan todas las intervenciones policiales realizadas para los años 1993,
1995 y 1996 pues son los únicos, entre los que hemos tomado en consideración, que tienen una
información desagregada por departamentos. Se le ha asignado una ponderación de
gravedad de 0.1.
El índice promedio nacional es de 0.11. Los departamentos con índices más altos son Tumbes
(0.41) y Ucayali (0.28). Son seguidos por San Martín (0.25), Tacna (0.25), Amazonas (0.22),
Huánuco (0.20), Loreto (0.19), Ayacucho (0.12) y Lima (0.12). Todos ellos representan el 45% de
la población nacional.
En el promedio nacional están Madre de Dios (0.11), La Libertad (0.11), Lambayeque (0.09),
Piura (0.08), Pasco (0.08) e Ica (0.06). Todos ellos suman el 20% de la población peruana.
Por debajo del índice promedio están Cusco (0.05), Ancash (0.05), Junín (0.04), Callao (0.03),
Arequipa (0.02), Puno (0.02), Cajamarca (0.02) y Moquegua (0.02). También Huancavelica y
Apurímac, ambos con índice 0 en este rubro.
Tales cifras muestran visibles distorsiones con relación a lo que acontece en la realidad y estarían
reflejando, al parecer, una seria deficiencia en los registros. Como podrá notarse la acción policial
parece realizar más intervenciones en las habituales puertas de salida de la droga y no en los
lugares en que se produce. Por eso encontramos que sitios como Tumbes, Tacna y Callao (es
decir, zonas fronterizas y de embarque), son los que encabezan los índices, siendo sintomático
que las regiones productoras, ya sea Huánuco, Ayacucho y en cierta medida Cusco, no se hallen
entre los departamentos en donde se ha realizado la mayor cantidad de intervenciones, en
términos relativos.

e) Terrorismo

Las estadísticas utilizadas son las acciones subversivas registradas por la policía, para los
años 1990-1996. Se debe tomar en consideración que para este caso la información
concerniente al Callao, está resumida en la de Lima. La ponderación de gravedad
asignada es de 0.08.
Los índices anuales promedios reflejan, como puede verse en el cuadro respectivo, una notoria
distorsión que hace aparecer a los años 1995 y 1996 con una incidencia mayor que los años
anteriores. La explicación reside en el siguiente fenómeno: a inicios de la década el terrorismo
comprometía una gran parte del territorio nacional, pero a partir de 1994 se fue concentrando en
departamentos de baja densidad poblacional, dando como resultado unos índices relativos altos
que sobredimensionan el promedio anual.
De esa manera, señalado el efecto estadístico que produce el fenómeno terrorista, podemos
concluir que el índice promedio para el período 1990-1996 es de 0.06.
En términos departamentales, un grupo de ellos se establece claramente por encima de la media
nacional. Estos son Ayacucho (0.21), San Martín (0.19), Huancavelica (0.16), Junín (0.15), Pasco
(0.13) y Lima-Callao (0.09). Todos ellos suman el 44% de la población del Perú.
En el promedio nacional se encuentran los departamentos de Ucayali (0.06), Ancash (0.06), Puno
(0.05), La Libertad (0.05) y Apurímac (0.04). Representan el 18% de la población nacional.
Los restantes, ubicados en un rango entre 0.04 y 0, se ubican de la siguiente manera: Amazonas
(0.03), Cusco (0.03), Piura (0.03), Lambayeque (0.03), Cajamarca (0.02), Ica (0.02), Arequipa
(0.02), Tacna (0.02), Loreto (0.01), Tumbes (0.01), Moquegua (0.01) y Madre de Dios (0.00).

f) Consumo de drogas

La fuente utilizada, las intervenciones policiales, están desagregadas por departamentos sólo
para los años 1993, 1995 y 1996. A esta variable se le ha asignado una ponderación de gravedad
de 0.05.

El promedio nacional resultante es de 0.03. Encabezan la lista los departamentos de Lima y La


Libertad, con índices de 0.09 y 0.08 respectivamente. Son seguidos por Tumbes (0.07), Ica (0.06)
y Lambayeque (0.06). Este grupo de departamentos, en donde estaría localizada la mayor
incidencia de consumo de drogas, contienen el 42% de la población nacional.
Luego tenemos una franja limitada por 0.05 y 0.3, que incorpora a los departamentos de Tacna
(0.05), Ucayali (0.05), Huánuco (0.04), Loreto (0.04), Piura (0.03) y Junín (0.03). Son los que se
hallan dentro de los términos promediales del país e incluyen al
20% de la población.
Entre 0.02 y 0.00 están San Martín (0.02), Ancash (0.02), Cajamarca (0.02), Amazonas (0.02),
Pasco (0.01), Moquegua (0.01), Madre de Dios (0.01), Puno (0.01), Cusco (0.01) y Callao (0.01).
También Huancavelica, Apurímac, Arequipa y Ayacucho, todos ellos con un índice de 0.00.
(Véanse Cuadros 12 y 13).

g) Accidentes de tránsito

En este caso, la información por departamento sólo está disponible para los años 1994, 1995 y
1996. Se le ha dado un peso de 0.05.
En términos nacionales el índice resultante es de 0.03 y los departamentos que muestran mayor
incidencia son Lima y Moquegua, con índices de 0.1 y 0.09 respectivamente.

A continuación, entre 0.08 y 0.03, están Tacna (0.08), Junín (0.08), Arequipa (0.08), Callao (0.07) e
Ica (0.06). Estos dos bloques suman, en conjunto, el 45% de la población nacional.
Con una menor incidencia, ubicados en el promedio del país, están Ancash, La Libertad,
Ayacucho, Lambayeque, Tumbes, Huánuco, Piura y Puno. Todos ellos muestran un índice entre
0.03 y 0.02.
Por otra parte, Ucayali, Madre de Dios, Cajamarca, San Martín, Cusco, Amazonas y Loreto tienen
un índice de 0.01. Mientras tanto, Huancavelica, Pasco y Apurímac muestran un índice de 0.00

He aquí algunos ejemplos de conductas desviadas:

HECHOS INTERNOS

1. SUCESOS CRIMINALES
De los sucesos criminales leídos en las noticias se desprenden dos áreas:

a. El crimen pasional, que es abordado de tal manera que su procedimiento puede ser
premeditado o no y en donde se observa que el respeto por la vida es letra muerta, como
podemos observar las noticias a continuación:

b. El crimen y el robo, en donde el móvil es el dinero. A continuación algunos casos de noticias


referidas a ello:
Los hechos criminales se vuelven comunes en nuestra sociedad.

2. INSEGURIDAD PERSONAL
En donde es retratada por:
a. La violencia, donde se observa el abuso de poder de algunas autoridades públicas hacia
los ciudadanos así como también la conducta irracional de algunos. Ejemplos de noticias:

Es importante que el personal de serenazgo respete a la ciudadanía.

-Una joven adicta a las drogas era maltratada en Centro de Rehabilitación y fue encontrada
muerta.

Las drogas

b. Secuestros, en el cual la víctima es privada de su libertad para conseguir una suma de dinero
por el rescate
Los secuestros acrecentan la inseguridad..

c. Violaciones, que van contra la integridad física y psicológica de niñas y jóvenes que nos
deja entrever que hay una trasgresión a las normas y derechos en
nuestro país que inclusive involucra a familiares del presidente. Estos hechos son cotidianos por lo
tanto se han convertido en parte del panorama de nuestra realidad.

B. HECHOS EXTERNOS

1. ATENTADOS: Hechos que ocurrieron en diferentes partes del mundo donde se expuso la vida de seres humanos
algunos de ellos perdieron su vida y otros que quedaron con secuelas.

Estos fenómenos de violencia en la sociedad nos deja ver una expresión más del
debilitamiento del modelo de control social construido, que presiona al hombre, que constriñe su
libertad de acción y de decisión. La violencia se materializa en los procesos de dominación y
conflicto pues ésta es un instrumento de una clase que desea sobresalir.
La violencia que observamos en nuestro entorno nos hace ver que el proceso de la
civilización no ha sido racional sino más que nada ha estado referido al avance en aspectos de
tecnología, de ideología, de expansiones territoriales, etc. En concreto el proceso estuvo y está
destinado a ejercer un dominio sobre todos los escenarios posibles.
´
RESPUESTAS DE LA SOCIEDAD

Con respecto a estas situaciones de inestabilidad la sociedad reacciona de tal manera que
busca mecanismos que pretendan controlar dichos conflictos siendo ejemplo de ello las
siguientes respuestas:

1. Con respecto a los crímenes y violaciones parte de éstos quedan impunes y en los
que se inician procesos y se producen extremas dilaciones, esperando los perjudicados una
larga travesía de citaciones y presentaciones a los magistrados, habiendo pérdida de
tiempo y dinero, por repetición de dirigencias, con el agravante de que el Estado no ejerce sus
funciones en forma adecuada con respuestas que aseguren resultados.
2. En lo que se refiere a las agresiones por parte del sector público, los ciudadanos alzan su voz
de protesta aunque muchas veces no lo hacen porque no conocen sus derechos, o no están
dispuestos a perder tiempo en diligencias que consideran inútiles.

3. Los secuestros llevan mayoritariamente a la concreción de su objetivo que es el de cobrar


grandes sumas de dinero por rescates, ante un control social rebasado.

En cuanto al terrorismo, hay dos posiciones : la primera que podríamos llamar de carácter
competitivo-igualitaria pues responde en el enfrentamiento con hechos de manera similar,
postura en la cual se encuentra Estados Unidos contra Irak y el mundo musulmán, a través de
las acciones de su presidente, quien afirma su posición de contrarrestarlos para según ellos
establecer una real democracia. La segunda posición sería de retraimiento, adoptada por España
porque sabe que al involucrarse con el problema de Irak pone en riesgo su seguridad, siendo
una prueba de ello el atentado en Madrid. Estas reacciones son de carácter político y se observa la
respuesta de Irak contra el monopolio del poder encabezado por los Estados Unidos de
Norteamérica. En cuanto a los otros casos de los demás países estos esperan que la justicia se
haga cargo.

Como se puede observar la sociedad puede reaccionar de dos maneras:


a. Reaccionando justamente queriendo mantener el orden a través de la protesta.
b. Reaccionando pasivamente donde pueden ceder ante las presiones de los acometedores.

A estas respuestas de la sociedad se les llama reacciones sociales frente a la


desviación social que generalmente se considera como ofensivo o peligroso.

Ante estas reacciones sociales, los usuarios de servicio policial generalmente perciben que las
intervenciones e investigaciones policiales se atrasan en algunos casos y en otros se postergan
por la falta de un mayor número de Representantes del Ministerio Público, quienes no se dan
abasto por la carga de trabajo y por otra no permanecen en la sede ininterrumpidamente
durante las 24 horas, inconveniente que se presenta especialmente los fines de semana y
feriados. Además el ente policial carece de medios de transporte apropiados que permitan
efectuar trabajos de Inteligencia operativa (vigilancia, seguimiento), como son placas de rodaje y
documentación que respalde los desplazamientos y no permita una fácil identificación por parte
de los objetivos.
Asimismo, la mayoría del personal policial de las Unidades Operativas que tienen que
tratar con los modos de criminalidad violenta, ( robos, secuestros, homicidios, terrorismo o los
delitos de cuello blanco, etc), en nuestro país cuentan con mas de 20 años de servicios por lo que
en los siguientes años pasarán al retiro un número importante de especialistas en la rama de
pesquisas en la investigación criminal, situación que crearía un desfase, por cuanto la mayoría de
los jóvenes policías no quieren involucrarse en un campo que trae consigo entre otras: trabajos
en horarios continuados, retrasarse o anularse para recibir capacitación o entrenamiento, juicios e
investigaciones por el órgano de control interno por denuncias antojadizas, algunas veces, por
violaciones de derechos, sentencias o procesos judiciales que tienen que enfrentar con su propio
peculio.

Por otro lado, la asignación de personal es limitada y anti-técnica, pues no se tiene en cuenta
índices o radios de la criminalidad y la de su proyección en el tiempo para una correcta toma de
decisión. Es indispensable atender el incremento y preparación profesional del personal que se
asigna, debiendo redoblarse estos esfuerzos particularmente en las últimas promociones para que
sean especializados en el área de investigación policial, para atender la exigencia social, sin
desatender por cierto las tareas preventivas de la comunidad.

Esta doble función que tiene que cumplir la policía nacional : la de investigar y combatir el crimen
organizado, de prevenir la comisión de delitos y faltas y de garantizar el orden público, sumado a
su intervención en los penales y sus tareas de seguridad marcarán el derrotero de las futuras
decisiones en el diseño de una refundación de la policía, en nuestra opinión en la próxima década
que contribuya en sí con su rol esencial y que no le transfiera a la ciudadanía la responsabilidad a
través de los mecanismos de participación ciudadana.
3. CAUSAS SOCIALES DE LA INSEGURIDAD

La inseguridad es una situación inherente a todas las sociedades y se puede verificar a lo largo de la
historia de la humanidad. Siempre habrán conflictos sociales pues una de las causas es que el Estado,
no puede suplir todas las necesidades de la población. Además el ser humano siempre busca lo mejor
,y a veces este concepto de lo mejor se vuelve un valor primordial. En nuestros tiempos el dinero
y el poder son exaltados de manera tal que se piensa que si no lo poseemos prácticamente no
somos nadie y es por ello que se hace uso de la violencia para decir que estamos presentes. Esto se
puede dar a través de los medios de comunicación, la familia, la escuela entre otras instancias, que van
definiendo nuestras pautas de conducta siendo nuestros referentes sociales, y aunque éstos no
sean los adecuados por distintas razones, irán siendo asumidas estas pautas como algo cotidiano y
normal .
El entorno influye en nuestras conductas.
CONSECUENCIAS ECONOMICAS Y SOCIALES DE LA INSEGURIDAD SOCIAL

La inseguridad trae como consecuencia el atraso económico pues no se crean condiciones


adecuadas para la inversión que nos lleva a la falta de empleo y de allí a la pobreza camino a la
inestabilidad.
En lo social se genera un clima de malestar general , de desconfianza y miedo. Asimismo,
muchos optan por emigrar del lugar de origen por uno que les ofrezca mayor seguridad. En general, no
beneficia al país en ningún aspecto porque crea mayor pobreza .

HECHOS REFERIDOS A DESASTRES

Ante ltos hechos se hace imprescindible establecer una estrategia para reducir el impacto de los
desastres en la sociedad. Aún entre los sectores más favorecidos de la sociedad, y los gobiernos
mismos, existen grandes deficiencias en cuanto a las técnicas y los niveles de seguridad
constructivas y la ubicación de muchas edificaciones e infraestructura. La falta de una conciencia en
cuanto a los niveles de amenaza y riesgo existente; sitúa en una condición de alta vulnerabilidad a
amplios sectores de la sociedad.

4. Reflexiones finales

Los comportamientos agresivos pueden ser aprendidos desde muy temprano y asimilados no como una
transgresión sino como actitudes habituales. Niños abandonados o pasando una gran parte del día en las
calles están aún más expuestos a estos contextos de socialización negativa.
También la herencia de 15 años de violencia política con muchos episodios atroces han llevado casi a la
banalización de otros tipos de violencia. En los años 60 un episodio de torturas podía convertirse en un
escándalo político. Hoy en día apenas sería recogido por las crónicas policiales. La sensibilidad de
la opinión pública porece haber disminuido luego de las cruentas experiencias de los años 80.

El entorno económico también tiene una dimensión influyente sobre los procesos de violencia y de
delincuencia. Probablemente sea limitado un enfoque que establezca una relación mecánica entre
pobreza y delito. De hecho no son los departamentos más pobres los que presentan mayores índices de
inseguridad en este informe. Pero acaso sea plausible la relación entre pérdida de ingresos asociada a
deterioro del status y expectativas de consumo frustradas, por un lado y delito, por el otro. Ese tipo de
circunstancias tienen que haber sido muy frecuentes para amplios sectores sociales desde mediados de
los 70 hasta el 92, un período en el que las poblaciones urbanas soportan sucesivos ajustes y períodos

recesivos que dejan una secuela de salarios reales deprimidos y aumento del llamado subempleo, y por
otro lado la delincuencia sigue una tendencia general de crecimiento.
El modelo de inserción del país en la economía global mediante políticas de ajuste y libremercado está
dejando rezagados, si no marginalizados, a amplios sectores de la población cuyas economías
tradicionales no tienen ni la productividad, ni la competitividad, ni el acceso a la educación necesarios
para incluirse en las esferas más dinámicas y rentables. La expansión de las comunicaciones y el
aumento de la cobertura de la educación básica, que ocurren más rápidamente en las ciudades, no
modifican esta situación pero, paradójicamente, pueden estimular actitudes transgresoras pues
incrementan expectativas que van a quedar insatisfechas. Difunden estilos y niveles de consumo que
escapan a las posibilidades de dichos sectores pero los impulsan a forzar su incorporación a modos de
vida presuntamente superiores mediante comportamientos que se ubican en los límites o fuera de la
legalidad vigente.
El escenario político e institucional también tiene un impacto sobre los procesos de inseguridad y de
violencia. Fenómenos como la corrupción policial y judicial debilitan la legitimidad de los discursos sobre
la ley y desalientan las conductas regidas por ella. La crisis de los partidos políticos y de las
organizaciones populares suponen una pérdida de atracción de la actividad política y comunal. Los
impulsos gregarios y contestatarios de los niños y jóvenes pueden ser canalizados por grupos que los
expresan en comportamientos agresivos o ilegales.
Así, el conjunto de dimensiones involucradas configura a la inseguridad como un problema complejo que
requiere la intervención de diversos actores, públicos y privados, en diferentes planos y aspectos de la
vida social del Perú. Este informe aspira a ser una motivación para ello.
CONCLUSIONES

De acuerdo a las noticias analizadas referente a secuestros, homicidios, asaltos, robos, y


violencia en general representado por el pandillaje, barras bravas, marchas violentas, toma y cierre de
carreteras, etc., éstas se llaman conductas desviadas que son acciones que se ejecutan al margen
de las normas y son signos de alerta que nos indican que hay un debilitamiento del orden social .

La inseguridad social (cuando es consecuencia de conductas desviadas), es una situación


constante en la sociedad pero tiene grados de desarrollo, cuando hay un alto grado de inseguridad
quiere decir entonces que algo está funcionando mal en el sistema social, sea la escala de valores o
que las expectativas de la población sean altas con respecto a la realidad en que viven.

El sentimiento de frustración lleva en muchos casos a las personas hacia conductas desviadas pues lo
que quieren es conseguir las metas culturales (el dinero y el poder), no importando usar la violencia con
tal de alcanzar sus fines pues no desean ser excluídos del sistema sino ser partícipe de las
bondades que traen los valores exaltados por dicho sistema. Sin embargo, cuando recurren a la
violencia se ven envueltos en una situación de control social que los sanciona por los delitos cometidos.

Las conductas desviadas también son usadas como instrumento de dominación lo que nos
deja ver que el poder es exaltado de tal manera que se vuelve una necesidad social.

Los referentes sociales ( los medios de comunicación, la escuela, la familia entre otros) son ante
todo principales formadores de los individuos por las cuales se les confía la responsabilidad de enseñar
los valores que tiene la sociedad.

La inseguridad en su mayor grado trae consecuencias en los ámbitos económicos y sociales


pues se generan desórdenes, además que dejan ver una situación de incertidumbre y miedo.

La falta de previsión frente a desastres hace notar que existe una despreocupación de la sociedad
frente a acontecimientos inusitados que se podrían presentar, las noticias de todos los días nos indican
que se siguen repitiendo estos problemas que dejan cuantiosas pérdidas.
RECOMENDACIONES

La inseguridad social es una situación que debe ser abordada a través de enfoques
multidisciplinarios para tomar medidas y disminuir su grado de desarrollo. Para lo cual pueden
diseñarse observatorios para monitorear su evolución y aportar soluciones viables.

Tanto el Estado como la sociedad civil deben aunar esfuerzos por tratar de palear el
grado de conductas desviadas mediante una adecuada educación en valores. Para lo cual
las instituciones responsables del control social deben de salir de su parálisis e interactuar
con la comunidad, adelantándose a las crisis ante la detección de las alertas tempranas.

La escala de valores, en especial la justicia, debe ser legitimada por los ciudadanos y ser uno de
los núcleos del funcionamiento de todas las actividades.

Es importante fomentar el conocimiento de nuestros derechos como ciudadanos para no ser


víctimas de abusos.

Es primordial para nuestro desarrollo asimilar las leyes y respetarlas pues sólo así se verán
resultados óptimos en donde el ser humano no sufra ningún tipo de trasgresión a su integridad.

Es necesario realizar campañas eficaces de prevención frente a desastres por ser ésta una
situación que pone en riesgo la seguridad.
BIBLIOGRAFÍA

1. Aparicio Valdez, Luis (1996), “Mercado de trabajo y desarrollo social”, en: Victor Tokman,
Luis Aparicio Valdez y Gerard Giglio, Crecimiento, empleo y desarrollo social, Universidad
del Pacífico, INAPS. Lima.

2. Naciones Unidas, Comisión para la Prevención del Crimen (1997), Reporte de la


Secretaría General sobre medidas para regular las armas de fuego, Viena

3. Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (1996), “Comités de autodefensa (CAD) por
departamentos (1995)”, en Carlos Iván Degregori y otros, Las rondas campesinas y la
derrota de Sendero Luminoso, IEP. Lima.

4. DESCO, Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (1998), Reporte Especial.


Violencia y seguridad en el Perú de hoy, Nros. 8 (diciembre de 1991), 69 (enero de 1997)
y 81 (enero de 1998), Lima.

5. DESCO, Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (1996), “Conversatorio sobre


terrorismo USIS-DESCO-IEP”, en Reporte Especial. Violencia y seguridad en el
Perú de hoy, No.65, Lima, septiembre.

6. Dirección Nacional Antidrogas de la Policía Nacional del Perú (DINANDRO), “Cifras de


la DINANDRO”, en diario El Comercio, Lima, septiembre.

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