Exégesis de Qohélet 12
Exégesis de Qohélet 12
Exégesis de Qohélet 12
1 12
Texto en griego
2 antes de que se nublen el sol y 2Antes de que se oscurezca la luz ECC 12:2 antes de que se apaguen
la luz, la luna y las estrellas, y del sol, la luna y las estrellas, y a la el sol y la luz, la luna y las estrellas,
retornen las nubes tras la lluvia. lluvia siga el nublado. y sigan las nubes tras de la lluvia.
4 se cierren las puertas de la calle, 4las puertas de la calle se cerrarán y 4 Cuando se cierren los portones de
y se ahogue el son acompasado el ruido del molino se apagará, se la calle, se apague el rumor del
del molino; cuando se debilite el debilitará el canto de los pájaros, molino, se acalle el canto del
canto del pájaro y enmudezcan las canciones se irán callando, pájaro, y enmudezcan todas las
todas las canciones*; canciones,
3. Estructura literaria
En cuanto a su unidad, la propuesta por Podechard en 1912, fue clásica
hasta 1950. Se distinguían entonces cuatro capas literarias:
1. El fondo primitivo de la obra, marcado por un profundo escepticismo.
2. La relectura de un hombre piadoso (hasid) que ponía en guardia contra
una interpretación equivocada de las ideas de Oohélet, especialmente en
lo que concierne a la retribución.
3. La relectura de un sabio (hakam) que corrige o atenúa ciertas
afirmaciones chocantes respecto a la doctrina tradicional.
4. La edición por un discípulo, el epiloguista.
EPÍLOGO (12,9-14).
Personalidad de Qohélet y su obra (12,9-12).
Resumen moral del epiloguista (12,13-14).
12.2 La vejez, una noche sin estrellas, un invierno sin sol. 2. Se describe
el típico invierno palestinense, con su tiempo nuboso día y noche, sugiriendo
el ingrato efecto del final cercano de la vida.
12.3 En el cuadro doméstico, los guardianes pueden ser los brazos y los
robustos o valientes pueden ser las piernas o los hombros. Es claro que muelen
los molares y dientes y que miran por las ventanas los ojos. Es una casa en que
va faltando la vida. Algunos interpretan este versículo como aludiendo al
abandono en que se encuentra una «casa»; la postura alegorista ve el
equivalente de los guardianes, etc., en los brazos, piernas, dientes y ojos.
12.4 Las puertas son los oídos, ¿o los labios? (cfr. Eclo 22,27) La acción
de moler es masticar; o se para el molino: cfr. Jr 25,10. 4. El silencio y la
inactividad propios de la senectud se indican mediante metáforas que pueden
aludir al cuerpo (puerta, labios u oídos).
12.5 Verso dudoso. El almendro florido parece referirse a las canas del
anciano; la langosta arrastrándose sería la agilidad juvenil perdida, aunque
bastantes comentaristas piensan que se refiere a los órganos sexuales; la
alcaparra excitaba el apetito (¿de comer o sexual?). Los dos primeros esticos
describen los naturales temores de un anciano que ha perdido la agilidad. En
todo este pasaje varían las interpretaciones: el almendro puede entenderse
como alusión al cabello cano de los viejos; la torpeza de la langosta sugiere el
paso cansino; la alcaparra un estimulante del apetito ya no sirve de nada. Los
últimos esticos contienen una clara alusión a la muerte, la morada eterna (lit,
casa de eternidad, como se llama también a la tumba en las literaturas egipcia
y fenicia).
12.6 Hilo y copa, cántaro y polea son objetos domésticos que asumen valor
simbólico. El cántaro que saca el agua del pozo de la vida y la polea que
asegura el retorno del agua del manantial no son difíciles de entender. El hilo,
¿es de vestir o de colgar?; la copa, ¿es de beber o de alumbrar? Los griegos
hablaban del hilo de la vida que hilan y cortan las parcas. La descripción del
cuerpo humano da paso a una exposición en que se simboliza el hecho de que
todavía hay vida: un cuenco dorado (lámpara) pendiente de un cordón
plateado; un pozo que ya no se usa, con la polea rota y los restos de un cántaro
a su lado. Todo ello sugiere agudamente la impresión de la muerte cercana. 7.
Se alude a la muerte en términos de Gn 2,7; el hombre se disuelve.
12,1-2
Y recuerda. El v. 1 es una introducción al poema, en un tono solemne.
Habitualmente es la persona mayor la que vive de sus recuerdos; aquí se invita
a la adolescencia a recordar. Una invitación bastante rara en la tradición
bíblica, fuera del memorial litúrgico de las acciones salvíficas de Dios en la
historia (cf. Éx 20,8; Dt 25,17; 32, 7; Is 44,21; Miq 6,5). El recuerdo, ligado a
la vejez y a la muerte, aparece en la literatura sapiencial: No te mezcles con
los pecadores, recuerda que la ira no tardará (Eclo 7,16; cf. 7,36; 8,7; 14,1-2;
Tob 4,5 hebreo).
En el v.2, que hay que interpretar a la luz de los siguientes, tenemos dos
imágenes distintas para expresar una misma realidad, los años de la vejez. El
oscurecimiento de los astros simboliza el eclipse de la vida que camina hacia
su ocaso. La segunda imagen las nubes que vienen después de la lluvia evoca
el invierno palestinense, cuando a las lluvias no suelen seguir esos días
espléndidos en que el sol brilla triunfante en el firmamento, sino que, apenas
unas nubes descargan su lluvia, otras se ciernen amenazadoras sobre la tierra.
Ocurre lo mismo con los días tristes y sombríos de la vejez, a los que no
suceden los días alegres de la juventud, sino otros igualmente tristes, si es que
no lo van siendo cada vez más.
La voz del ave que cesa se refiere a la voz humana, en cuanto que emite
sonidos musicales, la cual enmudece casi siempre en los ancianos, que no
pueden ya entonar las canciones de sus años jóvenes. Las hijas del canto, que
también debilitan su voz más bien que las orejas, que escuchan el canto, serían
las cuerdas vocales que lo emiten o los cantos en general, que no resuenan en
los labios del viejo porque no tiene voz o que no perciben ya sus oídos a causa
de la sordera.
Los v.6-7, que forman la tercera parte del poema, concluyen haciendo
referencia al fin mismo de la vida y muerte del hombre, que describe Qohelet,
primero bajo imágenes poéticas y después en términos propios. Los judíos y
algunos autores cristianos, antiguos y modernos, siguiendo una exégesis
anatómica, identificaron las expresiones del v.6 con diversos órganos del
cuerpo humano. Hoy los exégetas, casi unánimemente, ven en las cuatro
expresiones otras tantas metáforas para designar el fin de la vida, que sigue a
la vejez. La lámpara suspendida en el techo cuyo cordón se rompe y cae al
suelo, extinguiéndose su luz, simboliza muy bien la existencia humana,
pendiente también de un hilo, que se rompe a la hora de la muerte. El cántaro
que se hace pedazos, derramándose su agua, expresa la destrucción y
disolución del cuerpo humano y cada uno de sus órganos, que se deshacen en
polvo. Por fin, la polea que cae al fondo del pozo ya no puede sacar agua a la
superficie; rota la cuerda de la vida y sepultado el hombre en la tierra, no hay
posibilidad de que aquélla vuelva a animar el cuerpo del hombre.
V. TEMAS TEOLÓGICOS
Dogmática: Dios. Ha hecho todas las cosas y el hombre no puede cambiar
su obra
EL HOMBRE. Cohelet presenta la concepción tricotómica del hombre. El
cuerpo procede del polvo y a él vuelve.
LAS POSTRIMERÍAS: La muerte es cierta y universal, muere sabio y el
necio.
Tal como es verdad con la mayoría de la literatura bíblica de sabiduría,
poca narración histórica se lleva a cabo en Eclesiastés, fuera del peregrinaje
personal de Salomón. El sabio real estudió la vida con grandes expectativas,
pero repetidamente lamentó sus fracasos, los cuales él reconoció que se debían
a la maldición (Gn 3:14-19). Eclesiastés representa la dolorosa autobiografía
de Salomón quien, durante gran parte de su vida, desperdició las bendiciones
de Dios en su placer personal en lugar de la gloria de Dios. Él escribió con el
objetivo de advertir a las generaciones siguientes para que no cometieran el
mismo error trágico, en gran parte de la misma manera en la que Pablo
escribió a los corintios (1 Co 1:18-31; 2:13-16).
La palabra clave es vanidad, la cual expresa el intento fútil por estar
satisfecho de manera independiente de Dios. Esta palabra es usada 37 veces
expresando las muchas cosas difíciles de entender acerca de la vida. Todas las
metas y las ambiciones terrenales, cuando son buscadas como fin en sí
mismas, únicamente producen vacío. Pablo probablemente estaba haciendo
eco de la insatisfacción de Salomón cuando escribió: la creación fue sujetada a
vanidad (la vanidad de Salomón; Ro 8:19-21). La experiencia de Salomón con
los efectos de la maldición (Gn 3:17-19) lo llevaron a ver la vida como
perseguir el viento.
Salomón preguntó: ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo?
(1:3), una pregunta que él repitió en el 2:24 y en el 3:9. El rey sabio enfocó
una considerable porción del libro a dirigirse a este dilema. La imposibilidad
de descubrir tanto las operaciones internas de la creación de Dios como la
providencia personal de Dios en la vida de Salomón también fueron
profundamente problemáticas para el rey, como lo fueron para Job. Pero la
realidad del juicio para todos, a pesar de muchos elementos desconocidos,
emergió como la gran certeza. A la luz de este juicio por parte de Dios, la
única vida de satisfacción es la que es vivida en reconocimiento apropiado de
Dios y servicio a Él. Cualquier otro tipo de vida es frustrante y sin sentido.
Un equilibrio apropiado del tema preeminente de "disfrutar la vida" con el
del juicio divino dirige al lector hacia el Dios de Salomón con el cordón
seguro de la fe. Por un tiempo, Salomón sufrió por el desequilibrio de tratar de
disfrutar la vida sin considerar el temor del juicio de Yahveh sosteniéndolo en
el camino de la obediencia. Finalmente, él llegó a entender la importancia de
la obediencia. Los resultados trágicos de la experiencia personal de Salomón,
junto con el entendimiento de una sabiduría extraordinaria, hacen de
Eclesiastés un libro a partir del cual todos los creyentes pueden ser advertidos
y crecer en su fe (2:1-26). Este libro muestra que, si una persona percibe cada
día de existencia, trabajo y provisión básica como un regalo de Dios, y acepta
lo que Dios le da, entonces esa persona vive una vida abundante (Jn 10:10).
No obstante, uno que busca estar satisfecho fuera de Dios vivirá con futilidad
independientemente de lo que acumule.
VI. HERMÉUTICA: ACTUALIZACIÓN DEL TEXTO
“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud”. El acordarnos de
Dios no significa sencillamente pensar en Él de vez en cuando. Significa
relacionarse con Él, caminar con Él, descubrirle, aprender a conocerle
mientras somos jóvenes. En primer lugar, porque vendrán “los días malos”. La
persona llega a una edad avanzada, y una de las características de esta etapa de
la vida es que, la persona pierde su habilidad para cambiar y aprender cosas
nuevas, además de encontrarse bajo mayores presiones, por lo que esos días se
convierten en días de inquietud y agobio.
La tentación nos rodea por todas partes, de manera sutil, pero al mismo
tiempo poderosa. Las tentaciones que el mundo secularizado ofrece y
especialmente con el tema de la sensualidad está constantemente haciendo que
sean miles jóvenes y personas adultas con la ayuda de la tecnología las que se
apartan de Dios. Las presiones ejercidas por el mal van en aumento, y ésa es
una de las razones por las que es preciso que nos acordemos de nuestro
Creador en los días de nuestra juventud, es decir en todo momento, porque
cuando lleguemos a la edad adulta o en la ancianidad quisiéramos vivir
nuevamente este tiempo para reparar algún daño, pero ya será tarde.
El texto dice que van a llegar los días en los que diremos: “No tengo en
ellos contentamiento”. Es entonces cuando diremos: “No me siento motivado
de ninguna manera”. Otra de las señales de la edad avanzada es el hecho de
que en esa edad la persona no está dispuesta a cambiar en su mayoría de
veces. Yo he observado con frecuencia la tragedia de personas que han
reconocido el hecho de que no habían sido capaces de descubrir el secreto de
la vida, a pesar de lo cual, no estaban dispuestas a cambiar, sencillamente
porque resulta tan difícil hacerlo al llegar a una edad más avanzada
concretamente en el vicio del alcohol, las drogas, el endeudamiento o la
infidelidad. Es por ello que el texto exhorta a la juventud, diciéndonos:
“Aprende ahora acerca de Dios, sobre las Escrituras, sobre la vida de Cristo y
de su iglesia, sobre sus mandamientos ahora que eres joven.
El texto nos invita a disfrutar de la vida, ahora que somos jóvenes, a ser
felices pero esa felicidad solamente podemos encontrarla en Dios; la felicidad
que el mundo ofrece es utópico, si el hombre descuida su alma ahora en los
placeres de este mundo y no se arrepiente, el resultado sería la condenación
eterna en el infierno porque tuvo tiempo pero no supo aprovechar en poner los
medios para salvarse y luego querrá enmendar lo que ha hecho pero ya será
muy tarde, por eso el hombre está llamado a trascender de este mundo ya con
razón Qohélet dice al inicio y al final del libro que todo es vanidad, es mejor
preocuparse de la vida futura, que gozar de los placeres momentáneos que
podemos gozar en esta vida, que puede ser parte de la vida en su momento
pero no quedarse con el y darle la espalda a Dios.
Qohélet nos recuerda una verdad que no podemos negar: Todos envejecemos y
nuestro cuerpo pierde su vitalidad y agilidad hasta morir. Por ello antes que
todos los males que a la vejez acompañan, morir e ir al infierno, debemos
acordarnos del Señor y tener un verdadero arrepentimiento, el cual nos
perdonará nuestros pecados, nos dará una nueva vida y la salvación de nuestra
alma. Esto solo será posible con el sacrificio y la perseverancia en la oración y
los sacramentos.
Bibliografía