Igualdad Ante La Ley - Tesis

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 12

Igualdad ante la ley

De Wikipedia, la enciclopedia libre


Saltar a: navegación, búsqueda

El principio de igualdad ante la ley o igualdad legal es el que establece que todos los
seres humanos son iguales ante la ley, sin que existan privilegios ni prerrogativas de sangre
o títulos nobiliarios. Es un principio esencial de la democracia. El principio de igualdad
ante la ley es incompatible con sistemas legales de dominación como la esclavitud, la
servidumbre, el colonialismo o la desigualdad por sexo o religión.1 2

El principio de igualdad ante la ley se diferencia de otros conceptos, derechos y principios


emparentados, como la igualdad de oportunidades y la igualdad social.

Igualdad ante la ley, es el conjunto de deberes, derechos y garantías del ordenamiento


jurídico. El contenido de las leyes sea igual para todos, o desigual si así corresponde, sobre
la fase o en función de la justicia.Igualdad ante la ley, implica que todos debemos cumplir
el mandato de la ley, no sólo los órganos del Estado, como asimismo, tales órganos deben
interpretar y aplicar el ordenamiento jurídico, sin incurrir en discriminación.

Índice
 [ocultar] 

 1 El principio por países


 2 En las monarquías parlamentarias
 3 Referencias
 4 Véase también
 5 Enlaces externos

El principio por países[editar]


En El Salvador Se reconoce en el artículo 3 la Constitución de la República de 1983:

Art. 3.- Todas las personas son iguales ante la ley. Para el goce de los derechos civiles no podrán
establecerse restricciones que se basen en diferencias de nacionalidad, raza, sexo o religión. No se
reconocen empleos ni privilegios hereditarios.

En Argentina el principio de igualdad ante la ley está reconocido en el artículo 16 de la


Constitución:

La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: No hay en ella fueros


personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los
empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas
públicas
En Nicaragua, Artículo 27 de la Constitución, ley máxima de la nación:

Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho a igual protección. No habrá
discriminación por motivos de nacimiento, nacionalidad, credo político, raza, sexo, idioma, religión,
opinión, origen, posición económica o condición social. Los extranjeros tienen los mismos deberes
y derechos que los nicaragüenses, con la excepción de los derechos políticos y los que establezcan
las leyes; no pueden intervenir en los asuntos políticos del país... El Estado respeta y garantiza los
derechos reconocidos en la presente Constitución a todas las personas que se encuentren en su
territorio y estén sujetas a su jurisdicción.

En España, Artículo 14 de la Constitución:

Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de
nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquiera otra condición o circunstancia personal o
social.

En Colombia el principio está establecido en Artículo 13º de la constitución:

Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las
autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna
discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión
política o filosófica.
El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en
favor de grupos discriminados o marginados.
El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o
mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos
que contra ellas se cometan.

En Chile, está asegurado en el art. 19 N° 2 de su Carta Fundamental:

La igualdad ante la ley. En Chile no hay persona ni grupo privilegiados.


En Chile no hay esclavos y el que pise su territorio queda libre. Hombres y mujeres son iguales ante
la ley.
Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias.

En México, el primer artículo establece las garantías individuales y la igualdad ante la ley
con el siguiente texto:

En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos
en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte. [...]
Estas garantías tienen el objeto evitar los privilegios injustificados y colocar a todos los gobernados
en la misma situación frente a la ley. La igualdad jurídica consiste en evitar las distinciones que se
hagan por raza, sexo, edad, religión, profesión, posición económica, etc.

Art. 1º Goce para todo individuo de las garantías que otorga la constitución.
Art. 2º Prohibición de la esclavitud.
Art. 4º Igualdad de derechos sin distinción de sexo.
Art. 12º Prohibición de títulos nobiliarios.
Art. 13º Prohibición de fueros
En Ecuador, está regulado en el art. 11 de la Constitución:

Art. 11.- EI ejercicio de los derechos se regirá por los siguientes principios: (...) 2. Todas las
personas son iguales y gozaran de los mismos derechos, deberes y oportunidades.

Nadie podrá ser discriminado por razones de etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad de
género, identidad cultural, estado civil, idioma, religión, ideología, filiación política, pasado
judicial, condición socio-económica, condición migratoria, orientación sexual, estado de salud,
portar VIH, discapacidad, diferencia física; ni por cualquier otra distinción, personal o colectiva,
temporal o permanente, que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento,
goce o ejercicio de los derechos. La ley sancionará toda forma de discriminación.

El Estado adoptará medidas de acción afirmativa que promuevan la igualdad real en favor de los
titulares de derechos que se encuentren en situación de desigualdad.

(...)

Como complemento, el art. 9 de la misma Constitución, establece también la igualdad, en


cuanto a la titularidad de los mismos derechos y deberes, entre ecuatorianos y extranjeros:

Art. 9.- Las personas extranjeras que se encuentren en el territorio ecuatoriano tendrán los mismos
derechos y deberes que las ecuatorianas, de acuerdo con la Constitución.

Y el Código Civil, en desarrollo del principio, establece :

Art. 43.- La ley no reconoce diferencia entre el ecuatoriano y el extranjero, en cuanto a la


adquisición y goce de los derechos civiles que regla este Código

En las monarquías parlamentarias[editar]


Existe un debate sobre la existencia del principio de igualdad ante la ley en sistemas de
monarquía constitucional, como España, Reino Unido, Japón o Camboya.3 4

Quienes sostienen que en las monarquías parlamentarias el principio de igualdad ante la ley
no existe o solo existe de manera atenuada, argumentan que toda monarquía, por atenuados
que estén los poderes del rey y los nobles, es en sí misma una contradicción al principio de
igualdad ante la ley. Sin importar las diferencias entre los distintos sistemas de monarquía,
el principio no existe si la ley de un país establece que algunos cargos públicos y el
ejercicio del poder político que ellos conllevan, sólo puede ser ocupados por algunos
ciudadanos y no por otros, simplemente a causa de los antepasados de quienes descienden.

Quienes sostienen que la monarquía parlamentaria no es incompatible con el principio de


igualdad ante la ley utilizan diferentes argumentos, según las características de cada
sistema. En España, argumentan que, la desigualdad de nacimiento y de mujer o hombre
(sexo) establecida para el acceso al trono, no implican desigualdad ante la ley porque se
trata de una desigualdad establecida por una ley constitucional, que queda fuera del ámbito
de acción de dicho principio.

LA IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LOS DELITOS DE CORRUPCIÓN COMO PROPUESTA


POLÍTICO CRIMINAL REPRESIVA

BY MORIS LANDAVERDE · 10 FEBRERO, 2015

Corrupción

1.- La prescripción en materia penal.

La prescripción es una causa de extinción de la responsabilidad penal


fundada en la acción del tiempo sobre los acontecimientos humanos[1]. Su
fundamento radica en razones de seguridad jurídica[2]. Se trata de impedir el
ejercicio del poder punitivo, una vez que han transcurrido determinados plazos a
partir de la comisión del delito, sin que se inicie la persecución penal
(prescripción de la acción penal, Art. 32 y 33 del Código Procesal Penal- en
adelante Pr.Pn.), una vez iniciado el proceso al entrar en inactividad (prescripción
durante el procedimiento, Art. 34 Pr.Pn.) y del pronunciamiento de la condena,
sin haber cumplido la sanción (prescripción de la pena, Art. 99 del Código Penal
–en adelante Pn.).
 La vigente redacción del Art. 32 inciso último Pr.Pn., establece como excepción,
la imprescriptibilidad –de la acción y del procedimiento- para  los delitos
cometidos en casos de tortura, terrorismo, secuestro, genocidio, violación de
leyes o costumbres de guerra, desaparición forzada de personas, cuyo
cometimiento se hayan realizado con posterioridad a la vigencia de dicha norma.
Lo anterior significa, que en nuestro país, los delitos de corrupción regulados a
partir del Título XVI relativo a la Administración Pública y capítulo II de la
Corrupción, (Arts. 325 al 336 de Pn.), prescriben por no estar regulados como
excepciones.

 2.- El fenómeno de la Corrupción.

A efectos de esta propuesta, no nos detendremos a conceptualizar el fenómeno de


la Corrupción, ya que dicho esfuerzo, no sólo sobrepasa los objetivos, sino que
también, nos encontramos con la dificultad de la abundancia y pluralidad de
definiciones que hace imposible adoptar un único concepto[3].

Basta con decir que al ser muchas las definiciones, se han clasificado en base a
conceptos fundamentales de las mismas[4]; así tenemos aquellas que se centran
en el concepto de oficio público[5], para las cuales, corrupción es aquella acción
en las que un funcionario público desvía sus obligaciones normales en busca de
beneficios (monetario o no), a su favor o de terceros. De igual manera, tenemos
las definiciones que se centran en el mercado, según las cuales corrupción es
aquella conducta que hace énfasis en la decisión entre ofertante y cliente de
involucrarse en dichas prácticas, maximizando su utilidad. También, existen las
definiciones en las que el concepto de interés público es el determinante,
conceptualizando la corrupción como aquella actividad que favorece el interés
privado, en detrimento del público. Por último, están las definiciones basadas en
las actitudes y opiniones del público, para las cuales es necesario indagar que es
lo que una sociedad determinada entiende por corrupción.

Dado lo anterior, es necesario advertir, que el esfuerzo a fin de establecer si todas


las conductas reprochables penalmente, y por lo tanto, sancionables en nuestra
legislación, abarcan todos los fenómenos que podrían englobarse en el concepto
de corrupción; que en esta ocasión estará limitado a las propuestas y
recomendaciones dadas por las Convención Interamericana contra la
Corrupción (en adelante CICC) y la Convención de las Naciones Unidas
Contra la Corrupción (en adelante CNUCC), las cuales han sido ratificadas por
nuestro país y por lo tanto, ley de la República.

En ese sentido, desde el ámbito puramente punitivo, es decir política-criminal


encaminada, no a prevenir delitos, sino a reprimirlos, la primera, en su artículo 5
número 1 establece la obligación de cada Estado Parte de “adoptar las medidas
que sean necesarias para ejercer su jurisdicción respecto de los delitos que haya
tipificado de conformidad con esta Convención cuando el delito se cometa en su
territorio”.  En ese sentido, a partir del Art. 6 al 9 de dicha Convención, se nos
exige tipificar las conductas ahí señaladas.

De igual manera, la CNUCC, a partir del Art. 15 al 28, establece una serie de
conductas constitutivas como corrupción, cuyo contenido se espera que sea
regulado por el Estado Salvadoreño como delitos. Se advierte que ambas
convenciones realizan una propuesta o exigencia de expandir el derecho
penal en nuestro país a las conductas por ellas descritas, punitivizando
acciones que a la fecha no son delitos[6].

Nuestro país no es ajeno a dicho fenómeno. Un índice de percepción[7] de


corrupción nos coloca, en el año 2013, con una puntuación de 38 puntos, en
una lista de 175 países, posicionándonos en la casilla número 83, a la par de
países como Burkina Faso y Jamaica. Recientes casos cuya acción penal se ha
promovido lo demuestran.

La consecuencia de ello, es ser un fenómeno que influye sobre los niveles de


desarrollo de nuestro país, concretamente en el gasto efectivo en bienes públicos
y de capital social. Entre más corrupción, como lo sería el aprovechamiento
privado de las decisiones colectivas, se reduce el gasto en bienes y servicios
de los que disfrutan la mayoría de los ciudadanos[8].

A su vez, una mayor corrupción se identifica con una mayor ineficiencia y un


uso de prácticas como soborno que generan desconfianza social. La
corrupción opera también a través de relaciones jerárquicas de padrinazgo,
clientelismo o amiguismo, que inhiben la creación de redes horizontales de
confianza mutua o capital social[9].

Lo que nos interesa, no es tanto cómo la corrupción pone trabas a los


mecanismos políticos institucionales o cómo interfiere en el correcto desempeño
de la burocracia; sino más bien, cómo se relaciona con el poder, de qué modo se
dispone, cómo se practica y de qué manera interviene en estos juegos. La
corrupción se convierte así, en un fenómeno generador de prácticas y en un
punto de referencia de un modo diferente de entender, plantear y pensar la
política, el poder y la autoridad[10].

Como se expresa en la parte considerativa de la decisión 668 del Consejo Andino


de Ministros de Relaciones Exteriores: “…la corrupción socava la legitimidad
de las instituciones públicas, atenta contra los derechos humanos, la justicia
social y el desarrollo integral de los pueblos e impide el eficaz aprovechamiento,
en condiciones de equidad, de los beneficios, reales y potenciales, de la
integración política, económica, social y cultural de los países miembros de la
Comunidad Andina”[11].

En síntesis, la corrupción constituye un obstáculo al desarrollo, por lo que es


necesario combatirle integralmente con políticas preventivas y represivas.
De estas últimas, pasaremos a exponer una de ellas a continuación.

 3.- Propuesta político criminal de imprescriptibilidad de los delitos de


corrupción para nuestro país.

El ámbito de la persecución penal para este fenómeno no ha sido


desarrollado intensamente en nuestro país, ya que no se le ha otorgado
debida relevancia. El hecho de que, no obstante habernos comprometido
internacionalmente en el combate a la corrupción a través de las convenciones
estudiadas con anterioridad,  y no haber criminalizado conductas establecidas en
dichos convenios, calificadas como corrupción y que actualmente no están
tipificadas como delitos; que además, no se han incrementado las penas en los
delitos con que contamos en el Código Penal referidos a dicho fenómeno; ni
mucho menos se han establecimiento nuevas reglas para la prescripción de
dichos delitos, tal y como exige la CNUCC, en su Art. 29, es una muestra de ello.

Esta última disposición establece que “cada Estado Parte establecerá, cuando
proceda, con arreglo a su derecho interno, un plazo de prescripción amplio para
iniciar procesos por cualesquiera de los delitos tipificados con arreglo a la
presente Convención y establecerá un plazo mayor o interrumpirá la
prescripción cuando el presunto delincuente haya eludido la administración de
justicia”.

Tal y como se refirió en el preámbulo, el Art. 33 Pr.Pn. establece que los delitos
prescribirán, incluidos los de corrupción, “después de transcurridos un plazo
igual al máximo previsto en los delitos sancionados con pena privativa de
libertad; pero, en ningún caso el plazo excederá de quince años, ni será inferior
a tres”.  En otras palabras, transcurrido la cantidad de años que resulta el límite
máximo del marco penal para los delitos de corrupción, estos estarían prescritos.

El delito relativo a la corrupción con mayor pena, es el de Peculado, previsto en


el Art. 325 Pn. siguiéndole Enriquecimiento Ilícito, Art. 333 y Cohecho Activo,
Art. 335 todos del C.Pn.  El resto de delitos, tiene penas más bajas, incluidas
menos graves (inferior a tres años) y de multa.  Esto significa que el legislador ha
realizado en abstracto una ponderación, valiéndose del principio de
proporcionalidad, entre el desvalor del hecho y desvalor del resultado de los
delitos tipificados como corrupción, con lo cual se considera que las penas de los
delitos de corrupción deben ser más cortas que los delitos producto del
movimiento liberal, por ejemplo. Esto lleva a concluir que el legislador
considera más grave el raterismo que los delitos de cuello blanco.

En ese sentido, el Estado Salvadoreño, a fin de cumplir a cabalidad la exigencia y


compromiso contenidos en la CNUCC, referente a ampliar los plazos de la
prescripción para los delitos de la corrupción, sólo tendría que aumentar el
marco penal para ellos, lo que devendría en una ampliación de los plazos de
prescripción de manera automática.
Empero nuestra propuesta va más allá, puesto que lleva la finalidad de que se
declaren imprescriptibles el cometimiento de ciertos delitos de corrupción,
como excepción idéntica a las establecidas en el inciso final del Art. 32 del
Pr.Pn.

4.- Intereses en Juego.

El profesor alemán Claus Roxín[12] señala que si un precepto pertenece al


derecho penal no es porque regule normativamente la infracción de mandatos o
prohibiciones –pues eso lo hacen también múltiples preceptos civiles o
administrativos-; sino porque esa infracción es sancionada mediante penas o
medidas de seguridad. Pero si bien el derecho penal constituye la respuesta
más violenta y extrema del Estado, contra las personas que incurren en la
comisión de un ilícito, aquel ha estimado que el poder de persecución no sea
eterno. Para ello ha establecido la institución de la prescripción.

No obstante, ya advertimos que en nuestra legislación opera una excepción, a


gravísimas expresiones en contra de derechos fundamentales[13], en los
cuales se sacrificó la seguridad jurídica, llevando a los autores de dichos
delitos, a verse toda su vida sometidos a la posibilidad de su persecución penal.

No obstante ello, algunos países de la región, han optado por la calificación de


imprescriptibles, no solo delitos de “lesa humanidad”, sino también los de
corrupción, verbigracia, Bolivia, cuya Constitución establece que los delitos
cometidos por funcionarios públicos que importen un perjuicio en el patrimonio
del Estado son considerados imprescriptibles. De igual manera, la Constitución
Política de Ecuador, consagra que: “Las servidoras o servidores públicos y los
delegados o representantes a los cuerpos colegiados de las instituciones del
Estado, estarán sujetos a las sanciones establecidas por delitos de peculado,
cohecho, concusión y enriquecimiento ilícito. La acción para perseguirlos y las
penas correspondientes serán imprescriptibles.”

En nuestro país, la referida excepción está legitimada por la gravedad de los


hechos a perseguir; lo cual también puede muy bien predicarse de los delitos de
corrupción, sin que les llamemos de “lesa humanidad”, sino más bien, delitos
imprescriptibles.

Adviértase que del catálogo de delitos de corrupción con los que a la fecha
contamos en nuestro Código Penal, solo el Cohecho Activo (Art. 335), Soborno
Transnacional (Art. 335-A) y Tráfico de Influencias (Art. 336), pueden ser
cometidos por cualquier sujeto activo. Es decir que los restantes delitos son
oficiales, sólo pueden ser cometidos por funcionarios públicos, autoridad pública,
empleados públicos y agentes de autoridad, de conformidad al Art. 39 Pn.

En ese sentido, al ser la mayoría de delitos de corrupción oficiales, existen serios


problemas para su persecución, como lo sería el poder político que detentan los
sujetos activos de dichos delitos, las inmunidades que gozan y, sobre todo,
siendo parte de la Administración Pública, la facilidad con que podrían
esconder elementos de prueba para su persecución.

De igual manera, es de advertir que la corrupción como los delitos de “lesa


humanidad” comparten ciertos fundamentos, ya que como atentan indirectamente
contra la expresión más elemental del goce de los derechos fundamentales,
apareciendo la pena como necesaria, ya que necesidad es en función de un
individuo, sino de la sociedad o del pueblo en general[14].

En conclusión, es imperante regular en nuestra Constitución de la República,


la  imprescriptibilidad de los delitos más graves de corrupción, como lo
serian el peculado, cohecho, concusión y enriquecimiento ilícito, cuando son
cometidos por funcionarios públicos y en los que resulte seriamente afectado el
patrimonio del Estado.

[1] Ver MARTINEZ PARDO, Vicente José. “La Prescripción del Delito”.
Publicado en la Revista Internauta de Practica Jurídica, Numero 27, año 2011.
https://www.uv.es/ajv/art_jcos/art_jcos/num27/4La%20prescripcion%20del
%20delito.pdf

[2] Ver PEREZ LUÑO, Antonio Enrique, “La Seguridad Jurídica”, Editorial
Ariel, 2 Edición, Madrid, 1994, Pág. 20.

[3] De la Mata Barranco resalta la dificultad de mantener un único concepto de


corrupción para definir conductas que pueden afectar a bienes jurídicos muy
diversos. Ver DE LA MATA BARRANCO, Norberto, «El delito de cohecho
activo», en Revista de Derecho y Proceso Penal, núm. 12, 2004, Pág. 30.

[4] Ver CARUSO FONTAN, María Viviana, “El concepto de corrupción. Su


evolución hacia un nuevo delito de fraude en el deporte como forma de
corrupción en el sector privado”. Foro Nueva Época, No. 9, 2009.
http://revistas.ucm.es/index.php/FORO/article/viewFile/FORO0909120145A/
13481

[5] Ver ROWLAND, Michael, “Visión contemporánea de la corrupción”, en


A.A.V.V. La hora de la transparencia en América Latina, El manual de
anticorrupción en la función pública. Buenos Aires, Argentina. Granica/Ciedla,
1998. Págs. 31-42.

[6] Ver CANCIO MELIA, Manuel, De nuevo: ¿”Derecho Penal” del enemigo?,
en A.A.V.V. Derecho Penal del Enemigo. El Discurso penal de la exclusión,
Edisofer S.L y B de F Ltda. España y Montevideo, Vol. 1, Págs. 349-360.

[7] Índice de Percepción de la Corrupción 2013 de “Transparency International”.


La Puntuación del IPC correspondiente a un país o territorio indica el grado de
corrupción en el sector público según la percepción de empresarios y analistas de
país, entre 100 (percepción de ausencia de corrupción) y 0 (percepción de muy
corrupto).

[8] Ver PRATS CABRERA, Joan Oriol, “Causas políticas y consecuencias


sociales de la corrupción”.
http://www.raco.cat/index.php/papers/article/viewFile/119870/159755.
[9] Ibidem.

[10] Ver MUJICA, Jaris. Estrategias de Corrupción. Poder, autoridad y redes de


Corrupción en espacios Locales. En: Vicios Públicos. Poder y Corrupción. Fondo
de Cultura Económica, Lima, 2005, Pág. 133.

[11] CA. Decisión 668, Plan Andino de Lucha contra la Corrupción. Consejo
Andino de Ministros de Relaciones Exteriores. 2007. Disponible en:
http://www.comunidadandina.org/normativa/dec/D668.htm

[12] Ver ROXIN, Claus, “Derecho Penal. Parte General”. Tomo I. Editorial
Civitas, Madrid, 1997, Pág. 41

[13] Crímenes internacionales como los reconocidos en el derecho internacional


penal o en el derecho internacional de los derechos humanos.

[14] BUSTOS RAMIREZ, Juan, “Manual de Derecho Penal. Parte General”, 3°


edición aumentada, corregida y puesta al día, Editorial Ariel, Barcelona, España,
1990, Pág. 372.

Si deseas citar este artículo hazlo así:

LANDAVERDE, MORIS. “LA IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LOS DELITOS


DE CORRUPCIÓN COMO PROPUESTA POLÍTICO CRIMINAL
REPRESIVA”. Publicado en la Revista Jurídica Digital “Enfoque Jurídico” el
10 de febrero de 2015. http://www.enfoquejuridico.info

También podría gustarte