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Índice

 
Copyright
Capitulo uno
Capitulo dos
Capitulo tres
Capitulo cuatro
Capitulo cinco
Capitulo seis
Capítulo siete
Capitulo ocho
Capitulo nueve
Otros libros de Myranda Wolf
 

 
Cam Boy: Mi sexy vecino

Myranda Wolf

Copyright Myranda Wolf© 2017


Todos los derechos reservados.
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización
expresa del autor.
Este es un trabajo de ficción destinado a mayores de 18 años. Todos los
nombres, eventos y lugares aquí reflejados son ficticios.
Capítulo uno

Entro al ascensor y presiono el botón para el cuarto piso. Justo antes de


que la puerta de acero se cierre, escucho un muchacho que me grita.
—¡La puerta, por favor!
Detengo la puerta con el brazo y un chico de aproximadamente
veintidós años entra al elevador de una carrera. Sostiene una enorme caja de
cartón con sus dos brazos.
—¿A qué piso vas?— le pregunto una vez que estamos adentro.
—Sexto, por favor—  me responde todavía algo agitado por el esfuerzo.
Yo aprieto el botón del piso seis y el aparato comienza su trayecto
cuesta arriba. No soy  un tipo sociable; vivo en este edificio hace más de
tres años y apenas recuerdo el rostro de  mis vecinos. Pero estoy seguro que
a este chico no le he visto nunca. Lo estudio con disimulo; tiene el cabello
rubio prolijamente cortado y un aro expansor en su oreja derecha. Sus ojos
son redondos y celestes, y lleva puesta una sudadera gris que revela una
contextura bastante delgada pero atlética. La desproporcionada manga
abierta deja asomar sus costillas puntiagudas y yo me encuentro
admirándola s en silencio,
—No te he visto por aquí— le digo. Me sorprende oírme  mi mismo
iniciando conversación con un completo extraño, pero hay algo enigmático
en ese muchacho.
—No, me estoy mudando hoy— responde con una enorme y simpática
sonrisa. Con algo de incomodidad, extiende uno de sus brazos para
estrechar mi mano, sin soltar su pesada caja. —Me llamo Riley.
—Evan— respondo mientras estrecho su mano.—vivo en el 4C.
—6D — sonríe Riley, y suelta mi mano. Cuando se acerca, puedo oler
su loción fresca y juvenil, con dejos cítricos y amanerados.
—¿Vives solo?— pregunto, con una arrojo poco común en mi. Una
sonrisita se curva en los labios rosados y carnosos de Riley.
—Si, De hecho, no conozco a nadie en esta ciudad. ¿Y tú?
—También. Solo— asiento con la cabeza y coloco mis manos en los
bolsillos frontales de mis tejanos.
¿Debería decirle que tengo novia? no vive conmigo, pero me visita a
menudo. Y las cosas no nadan muy bien, pero al fin y al cabo Nora y yo
seguimos juntos ¿debería aclararlo? por algún motivo no lo hago, y eso me
crea un agujero ardiente de culpa en el centro de mi pecho. Riley me mira
sonriente y yo me encuentro admirando sus pómulos altos y redondeados.
Seguro que este chico es  modelo o algo así.
Hay algo en estar encerrado con este chico que me tiene nervioso; mis
palmas están sudando y los latidos de mi corazón se han acelerado. De
forma instintiva, alejo mi mirada de Riley, y los dos permanecemos en un
horrible silencio mientras el ascensor sube.
Debería quedarme callado. Ya casi llegamos al cuarto piso; mi
salvación. Una vez fuera del ascensor probablemente jamás vuelva a
cruzarme con ese chico. Pero en lugar de simplemente despedirme, digo:
—Bueno, si necesitas ayuda con la mudanza solo avísame.
—De hecho, si necesito ayuda— Riley me ofrece una sonrisa tímida.
El ascensor se detiene en el cuarto piso pero yo no me bajo.
—Perdoname, es que realmente no tengo amigos aquí.— el muchacho
se encoge de hombros con un ademán culposo. Yo me quedo petrificado,
observo sus ojos celestes y trato de entender el recién nacido cosquilleo en
la boca de mi estómago, garganta y muslos.
Ante mi prolongado silencio, el muchacho dice:
—Si estás ocupado, no hay problema— y ladea su cabeza de una
manera encantadora. Sí, definitivamente este muchacho debe ser modelo
publicitario. O actor.
—¡No seas tonto! No tengo nada que hacer— finalmente respondo, y
oprimo el botón hacia el sexto piso una vez más.
—Gracias Evan. —Riley me sonríe de nuevo.
—Tampoco es que tengo mucho que hacer. He salido del del trabajo e
iba a pasar la tarde jugando videojuegos hasta que anochezca— me encojo
de hombros.
—¿Acaso tu vida es tan aburrida?— pregunta Riley con un movimiento
de hombros algo afeminado. Yo me quedo mudo.
¡Este chico es gay! Dios ¿como no me he dado cuenta antes? ¡Y ahora
yo voy a estar encerrado en el departamento de un gay!
Tranquilo, tampoco es que va a violarte ¡Apenas pude cargar solo una
caja de cartón!
Se abre la puerta del ascensor; hemos llegado al sexto piso. Ayudo a
Riley a cargar su pesada caja de cartón mientras él busca las llaves en sus
bolsillos. Entramos al departamento casi vacío, donde hay más cajas de
cartón desparramadas por el piso. Yo deposito en el suelo la que venía
cargando en mis brazos. Cuando Riley se inclina en el piso, no puedo evitar
mirar cómo se contraen los músculos de sus brazos. Son delgados, pero más
torneados que los míos. Se nota que va al gimnasio más que yo.
¿Entonces por qué necesita mi ayuda?
—¿Qué necesitas que haga?¿Mover algun mueble?— pregunto al cabo
de unos segundos.
—Oh...bueno, de las cajas me ocuparé yo. No te preocupes por ellas.
Pero si necesitare ayuda para configurar la red nueva de Internet...es que
soy un desastre para esas cosas, y es bastante urgente. Tengo trabajo que
hacer esta noche.
Uhm, entonces no deber ser modelo. Tal vez diseñador gráfico o
diseñador web.
Riley abre una de las cajas y toma su laptop. Me conduce hacia una
habitación de paredes celestes, la cual descubro con un nudo en el estómago
que es su dormitorio. Hay una gran cama sin sábanas y un pequeño ventanal
por donde entra la luz del atardecer.
—¿Seguro quieres instalar el módem en el dormitorio?— le pregunto
mientras tomo el aparatito negro y desenredo los cables.
—Sí. Después de todo, aquí es donde más usaré la laptop— responde
Riley y apoya la portátil en un pequeño escritorio blanco enfrente de su
cama.
Me toma algunos minutos hacer las conexiones correspondientes. Abro
su laptop y la enciendo, todo parece funcionar bien. Riley se acerca por
detrás de mí y siento su aliento en la curva de mi cuello y hombro. Esa
pequeña ráfaga de aire caliente me despierta un escalofrío. Y el aroma de su
loción masculina me envuelve.
—Listo— le digo —Te he configurado una red privada. Solo tienes que
ingresar una contraseña.
—Gracias ¡eres muy bueno en esto!
—Bueno, es mi trabajo— respondo, ignorando lo incómodo que me
pone la cercanía con el muchacho —Soy técnico en redes.
—Eso suena muy aburrido— Riley deja escapar una risita. Tengo sus
brazos a ambos lados de mis hombros mientras él escribe en el teclado.
—¿Y tú qué haces?— pregunto con un pequeño temblor en la voz.
—Yo trabajo desde casa. Por eso necesitaba Internet urgente. Con todo
esto de la mudanza me he retrasado mucho.
—¿Trabajas con una laptop y no sabes configurar una red?
Cuando escucho mis propias palabras me doy cuenta lo maleducado que
he sonado
—Disculpa, no quería ser metiche— me disculpo. Pero Riley me sonríe
como si nada.
—No te preocupes ¿quieres una cerveza? —el muchacho finalmente se
aleja de mí.
—No debería— me pongo de pie.
—¡Vamos! Una cerveza refrescante, con este calor— Riley se dirige a la
cocina. Regresa en unos segundos con una botella de cerveza en cada mano.
Me ofrece una —Será la única paga que obtendrá, Señor Técnico.
Como la cerveza y dejo escapar una risita. Tomo un sorbo y la frescura
de la bebida me tranquiliza un poco. Riley se sienta al borde de su cama y
yo doy un vistazo alrededor.
No puedo sentarme en la cama junto a él.
Tomo asiento en el escritorio, luego de girar la silla para enfrentar a
Riley.
—¿Por qué tan lejos?— el muchacho protesta en forma seductora, y se
lleva la cerveza a los labios. Yo siento otro estremecimiento y trago saliva.
—¡Estoy bromeando!— Riley deja escapar una carcajada musical. Su
risa es contagiosa y yo no puedo evitar sonreír —Cuéntame ¿ hace mucho
eres técnico?
—Cuatro años.— le doy un sorbo a mi cerveza —No me ha quedado en
claro qué haces tú.
La sonrisa de Riley se desvanece unos segundos.
—Pues, yo soy modelo publicitario.— responde.
—Oh…¿ y usas Internet para enviar tus fotos?
—Algo así— el muchacho vuelve a sonreír.
—¡Sabía que eras modelo!
—¿Oh?
—Quiero decir...tienes rasgos muy atractivos.
Riley arquea una de sus cejas rubias y se muerde el labio inferior. Me
tiemblan las rodillas y el calor sube por mi rostro.
—Me refiero…¡fotogénicos!— me apuro a corregir — Yo no salgo bien
en las fotos.
—Estoy seguro que tienes otros encantos, Evan— declara con un
susurro ronco.
Inmediatamente yo bajo la vista hacia el suelo, y escuchó la risita de
Riley.
—Vamos, relájate. No te tomes tan a pecho lo que digo— Riley termina
su cerveza.
—Te ha quedado bien el apartamento. La pintura, digo. Y te gustará el
vecindario, es tranquilo.
—Si…¿como es la onda por aquí?— me pregunta.
—¿Onda?
—Ya sabes..bares,antros ¿Que haces para divertirte?
—No lo sé… No soy de salir mucho— respondo con algo de timidez.
—Llevas la vida de un anciano…— Riley deja escapar una carcajada —
¿Qué edad tienes?
—Cumplo treinta en junio— refunfuño.
—Todo un papito.
Siento el ardor estallar en mi rostro. No sé qué cara debo haber puesto
pero Riley ríe todavía más fuerte.
—Eres joven...actúas como si tuvieras cien.— responde el muchacho
mientras se enjuga las lágrimas.
— Yo...simplemente prefiero una noche tranquila en mi casa. Con pizza
y videojuegos.
—Eso suena divertido. Me gustaría quedar para pizza y videojuegos
contigo— sonríe entusiasmado Riley. Luego se pone de pie con un
movimiento energético y camina hacia la cocina —¿Otra cerveza?
—No, gracias— me pongo de pie y lo sigo. —¿No conoces a nadie
aquí?
—Nop...a nadie. Y quise que así sea. Quiero empezar de cero.— Riley
cierra la puerta de su refrigerador y se cruza de brazos.
—¿De qué o quién huyes?— pregunto.
Riley arquea sus cejas una vez más y me ofrece una sonrisa sospechosa.
—¿Por qué crees que estoy huyendo de algo? ¿Crees que soy un
prófugo o algo así?
—No...es solo que...la gente hace borrón y cuenta nueva cuando quiere
dejar algo, o alguien detrás.
Riley deja escapar otra risita y da un paso hacia mí.
—Algo de razón tienes. Digamos que en mi ciudad natal la gente no es
muy…—Riley revolea sus ojos celeste de una forma adorable —...abierta
de mente.
—Ya entiendo— asiento con la cabeza.
Supongo que no debe ser fácil ser gay en un pueblito pequeño.
De pronto me acuerdo la hora; debería volver a casa. Tal vez Nora me
llame y quiera saber dónde estoy. Tal vez quieta que nos veamos.
No tengo ganas de verla esta noche…
—Ya es tarde— murmuro, y giro hacia la puerta.
—¡Oye!— Riley me toma del brazo, y el tacto de su piel me estremece
—¿No quieres que pidamos una pizza? No tengo nada de comida así que
iba a ordenar de todas maneras.
—Es que…—balbuceo.
Nora podría enojarse.
Hemos discutido mucho últimamente. No quiero echarle más leña al
fuego.
Pero quiero quedarme…
—¿En serio prefieres pasar la velada solo con tus videojuegos?— Riley
ladea su cabeza y se muerde los labios. Es dificilísimo resistirse a eso.—
Está bien en ese caso. Solo espero que mis chistes no te hayan incomodado.
Ya vez porque no tengo muchos amigos…
—No me has ofendido— suspiro.
A la mierda Nora.
Que sea mi novia no significa que sea mi dueña.
—Es solo que estaba esperando un llamado, pero pueden localizarme al
móvil— explico.
Los labios de Riley se curvan en una enorme y luminosa sonrisa. En ese
breve instante me olvido de todas mis preocupaciones y me doy cuenta que
yo tampoco tengo muchos amigos.
Riley ordena una pizza con triple queso y a falta de orden en su
departamento nuevo, comemos directo de la caja y sentados en el piso de la
sala.
Al principio siento algo de culpa de estar en su casa, pero entre la charla
y las risas, recuerdo lo que es pasar un buen momento con un amigo. A
pesar de que he conocido a Riley hace algunas horas,y su energía juvenil y
chispeante es muy diferente a mi introversión, su compañía me produce un
calor agradable en el pecho.
También me produce un extraño cosquilleo, que no tengo deseos de
analizar justo ahora. Especialmente cuando Riley regresa de la cocina con
más cerveza, y se sienta a escasos centímetros de mí. Puedo oler el aroma
masculino de su cuello, y una extraña sensación se apodera de mí. El
muchacho mueve su rostro y nuestros ojos se encuentran. Siento que el
tiempo se detiene. Él se está riendo de algún chiste tonto pero yo no dejo de
admirar el celeste de sus ojos. Riley deja de reírse y sus ojos se posan en
mis labios. Antes de que yo pueda darme cuenta lo que está ocurriendo,
Riley me besa.
En ese instante fugaz que sus labios se posan en los míos siento una
descarga eléctrica por todo mi cuerpo. Dentro del caos que es mi mente, me
sorprendo de lo suave que son sus labios.
Me aparto con un movimiento violento. Estoy jadeando, tratando de
ordenar mis pensamientos y mis palabras. Siento que mi pecho, mi cara,y
todo mi cuerpo arde de sorpresa y furia. El rostro de Riley también beata
enrojecido, su boca está abierta y sus ojos claros abiertos de par en par.
—Yo...Yo…— balbuceo —¡Tengo novia!¡Soy hetero!
—Ese si que es un buen chiste.— refunfuña Riley.
Quiero gritarlo, maldecirlo y golpear ese rostro perfecto. En su lugar,
huyo de su apartamento.
Capítulo dos

Llego al cuarto piso con el corazón acelerado. Todavía no puedo creer


que Riley me ha besado. Aun puedo sentir el sabor y la suavidad de sus
labios mientras atravieso el pasillo con las rodillas temblando. Cuando llego
a la puerta de mi apartamento, mi corazón da otro vuelco al encontrar a
Nora.
Está de pie contra la puerta, con sus brazos cruzados y una expresión
furibunda en su rostro.
—¿Dónde estabas? Te he estado llamando hace dos horas y no
respondías…— me dice con sus delgados labios apretados.
Genial, justo lo que necesito ahora.
—Nora...yo…— balbuceo, con mi cabeza todavía dando vueltas—
Estaba con un amigo, tomamos unas cervezas…
—¿Cual amigo?
—No lo conoces. Se ha mudado hoy, lo estaba ayudando y me invitó
una pizza.
—¿Y no se te ha ocurrido revisar tu teléfono?— me increpa.
—Mirs, Nora No siento deseos de esto esta noche. No otra discusión—
murmuro mientras busco las llaves en mi bolsillo.
—No sientes deseos de nada últimamente.— refunfuña ella por lo bajo,
y la furia se desata en mi pecho.
La tomo de la cintura y beso sus labios con rabia, rabia que ella
malinterpreta como pasión. Se sujeta de mi espalda y entramos a mi
departamento dado tumbos.  Sus labios se sienten tan distintos a los de
Riley.
No compares, mierda, ¡no compares!
No siento el más mínimo deseo de follar, pero para cuando llegamos a
mi dormitorio ya le he arrancado los tejanos.  Los besos se sienten fríos,
duros.
Y lo que debería estar duro, no lo está.
Nora cae de espaldas sobre mi cama y yo caigo encima de su cuerpo.
Deslizo mis manos bajo su blusa y palpo sus pechos. Aun así no logro
conseguir una erección. Los ojos celestes de Riley brillan en la oscuridad.
Nora extiende su brazo hacia mi mesa de noche para encender la luz. Yo la
tomo de la muñeca y la detengo.
—No, con la luz apagada es mejor— murmuro en su oído.
Pero haga lo que haga, mi miembro no reacciona ¡ Si tan solo sintiera
una cuarta parte del cosquilleo que sentía riendo y comiendo pizza con
Riley! Pero mi cuerpo esta inerte, frío, insensible.
Vamos, tenemos que hacer esto…
¿Acaso te ha contagiado lo puto?
Nora besa mi cuello y yo no siento nada. Mi polla permanece muerta y
blanda bajo mis pantalones, y yo me doy por rendido. me tumbo en mi
cama boca arriba y dejo escapar una exhalación frustrada.
¿Qué mierda te está ocurriendo?
—Perdón...creo que he bebido demasiada cerveza— me disculpo con
Nora. Ella enciende la luz y otra vez encuentro la rabia en su rostro.
—No sé qué me sorprende— refunfuña ella mientras peina su cabello
rubio con sus dedos. Se coloca los pantalones y yo permanezco en mi cama,
tratando de no comprar su cuerpo delgado y femenino con los músculos
torneados de Riley.
—Nora ¿quieres cortar?— le pregunto luego de un profuso silencio.
Pronunciar esas palabras me cuesta mucho más de que creía, sin embargo,
creo que es lo correcto.
Sus labios se separan en una expresión de horror, su rostro se enrojece
una vez más. Con toda la frustración del mundo, anticipo otra discusión
inminente.
Justo lo que yo quería evitar.
—Vamos, ni tu ni yo somos felices ¿por qué quieres continuar así?—
insisto.
—Es tan típico de ti, Evan ¿Cuándo maduraras?— Nora me brinda una
sonrisa amarga —Ante el menor problema quieres echar todo por la borda.
Siempre eliges el camino fácil.
—¿Qué propones, entonces?—— elevo mi voz, mi corazón retumba de
una manera horrible. No quiero gritarle, pero la furia se retuerce en la boca
de mi estómago como un volcán.
—Trabajar en nuestra relación. Eso hace la gente madura; no destruye el
esfuerzo de años ante un obstáculo.— explica mientras busca su bolso del
piso y se lo coloca al hombro una vez más.
Esto no es un simple obstáculo.
Asiento con la cabeza y esbozo una sonrisa, tal vez porque me siento
demasiado confundido y agotado para seguir discutiendo. Además,
probablemente ella tenga razón: yo estoy demasiado confundido esta noche
como para tomar decisiones importantes. Nora ha sido mi novia hace cinco
años, mi única novia a decir verdad. Si termino nuestra relación esta noche
seguramente me arrepentiré en la mañana.
Nora deposita un beso seco en mis labios y se retira de mi apartamento.
En el segundo que me quedo solo, mis pensamientos comienzan  a
torturarme. Permanezco inmóvil, con mi espalda sobre el colchón y la vista
fija en el cielorraso donde la humedad ha comenzado a hacer su presencia.
Mi pobre cerebro no puede procesar tanta información nueva en tan poco
tiempo. Riley me ha besado ¡Un hombre me ha besado! Y no puedo decir
que haya sido desagradable. De hecho, creo que me aparte y hui de su casa
por puro terror. Pero si trato de recordar aquel momento preciso:¿ acaso
sentí asco por los labios de un hombre contra los míos?
No.
¿Debería haber sentido asco? Yo creo que sí. A un hombre heterosexual
debería repugnar besar a otro hombre. Pero yo no sentí asco. Tal vez porque
fue demasiado rápido.
Y si eres tan hetero ¿por qué no ha podido follar a Nora? No follan
hace meses.
Eso no tiene nada que ver. A todos los hombres les pasa de tanto en
tanto. Es fruto del stress. Seguramente estabas alterado por lo que ocurrió
con Riley y por eso tu cuerpo no respondió.
Más el stress del trabajo.
Y  las discusiones recientes con Nora.
Si, seguro no hay nada de qué preocuparse.
Nada de qué preocuparse.
Capítulo tres

Estoy en el apartamento de Riley de nuevo, todas las cajas de cartón han


sido vaciadas y sus pertenencias ordenadas. La cama ya no está desnuda
sino que está prolijamente tendida con sábanas y ligeros cobertores azul
Francia. Yo estoy tendido de espaldas sobre ella y Riley está sobre mí,
besando mis labios.
—Qué bueno que has regresado. Me alegra que hayas recapacitado— el
muchacho suspira contra mi boca cuando se toma un descanso para respirar.
Siento un escalofrío cuando esos inmensos ojos celestes me miran. Sus
dedos acarician mi barba castaña y Riley me sonríe antes de besarme de
nuevo. Sinto que sus labios son eléctricos, y mi polla comienza a despertar
entre mis piernas.
¿Por qué no has reaccionado así antes con Nora?
No pienses en Nora ahora.
Acaricio la espalda de Riley por debajo de su sudadera, y el me ayuda a
quitarsela. Cuando su torso está desnudo, Riley se incorpora y queda
sentado a horcajadas de mi. Nuestras erecciones se rozan por debajo de
nuestros pantalones. Yo me siento en la cama y  beso sus hombros y
pezones. Deslizo mis manos por su cintura y este deja escapar un gemido
lastimoso.  Me arranca la camiseta y muerde mis labios.
Mi polla está pulsando fuera de control, dura como roca debajo de mi
ropa. Nunca he sentido tanta urgencia de follar a alguien como a este chico.
Lo giro en la cama y ahora quedo yo encima de él.  Riley muerde mi labio
inferior y desliza su lengua en mi boca. El beso es tan profundo que mi
polla duele. Nuestras lenguas se saborean la una a la otra y yo siento sus
manos bajar hasta mi entrepierna. Cuando acaricia mi erección por encima
de mis tejanos, yo dejo escapar un gruñido de placer. Hace tanto que nadie
me ha tocado así. De hecho, creo que nadie me ha tocado así jamás. Cada
caricia me envía cada vez más al límite. Mi respiración se acelera y muerdo
el cuello del chico.
No quiero analizar porqué disfruto tanto esto,porque he regresado a su
apartamento con tantas ansias. Solo quiero fundirme en cada sensación, en
cada caricia de sus dedos y en cada beso. Quiero perderme en esta pasión
avasallante mientras el me masturba con suavidad por sobre la ropa. Con
dedos ágiles el abre mi cierre y libera mi miembro. Al sentir el calor de su
mano envolverme, arqueo mi espalda con placer y echo mi cuello hacia
atrás. Una vez más, Riley se coloca por encima de mi.  Besa mi pecho y mi
estómago mientras su jaladas se aceleran. Sus labios descienden por mis
caderas y encuntran mi erección. Mientras su manos sujetan la base, sus
labios besan la punta y yo me estremezco. Juega con su lengua alrededor de
ella, y el placer me ciega.
Sus labios envuelven mi miembro y su cabeza baja. Dejo escapar un
gruñido de alivio al sentirme rodeado de su boca húmeda y calient. Sus ojos
celestes están abiertos de par en par, mirándome mientras su rostro sube y
baja, engullendo mi polla cada vez más profundo.Jamás  nadie me la había
chupado tan bien,con tanta hambre, como si su vida dependiera de ello.
Riley se toma una pausa para respirar y escupe sobre mi miembro. me
masturba un par de veces  con una gran sonrisa y vuelve a metérsela en la
boca.
Con cada instante el placer se multiplica, hasta que no puedo tolerarlo
más.
Necesito follarlo.
Una chupada no es suficiente; necesito enterrar mi polla dura en lo más
profundo del muchacho. Necesito embestir, empujar con violencia dentro de
su culo, hasta hacerlo aullar de placer.
Lo tomo de la cintura y lo arrojo a la cama con una fuerza que le
sorprende. Abro sus piernas y escupo en su entrada. Sujeto mi polla de la
base y la presiono sobre su agujero ajustado y caliente….
….y me despierto.
Despierto solo en mi cama, cubierto de sudor. Enciendo la luz con mano
temblorosa y trato de recuperar la compostura. Mi polla está dura bajo las
sábanas, oculta bajo mi ropa interior.
Un sueño.
Todo ha sido un sueño.
Por un lado me alivia no haberle puesto los cuernos a Nora. Por el otro
¿qué coños significa esto?¿Ahora tengo sueños húmedos con tíos?
Bueno, técnicamente no ha sido un sueño húmedo; no me he corrido.
Mi miembro todavía está duro y palpitante, desesperado por algo de alivio.
Pero tengo cosas más importantes que atender ahora.
Ademas, si te masturas pensando en tu vecinito sería todavía peor….
Como por ejemplo entender por qué mierda he soñado con follar a
Riley. Y por qué lo he disfrutado tanto.
Esa es la parte que más me asusta.
Por primera vez en veintinueve años de vida me pregunto si realmente
soy homosexual. Jamás me lo he cuestionado durante mi adolescencia;
simplemente asumí que soy hetero. Nunca he tenido conductas afeminadas,
ni me he sentido atraído por un tio.
Tal vez porque no habías encontrado al tipo indicado.
¿Riley es el indicado?
¡Ni siquiera lo conozco!
Al mismo tiempo, tampoco es he sido un éxito con las chicas. He tenido
algún que otro rollo en la escuela, hasta que conocí a Nora en la
Universidad. y fue ella quien insistió para que seamos novios.
Pero nunca has disfrutado el sexo con ella.
Ni tu orgasmo más fuerte con Nora le llega a los talones a lo que has
sentido en este sueño.
Basta.
Yo no soy gay.
Tomo asiento en mi cama y me refriego los ojos. La cabeza me ha
comenzado a doler. Miro el reloj en la pared, las dos de la madrugada.
Debería dormir. Mañana trabajo temprano así que debería descansar. Pero
aunque mi cuerpo está cansado, mi mente da mil vueltas por segundos,
acosada por preguntas sin respuesta.
De pronto, recuerdo que mi erección todavia esta alli, esperando bajos
las sabanas. Duele. Si no me hago cargo de ella, jamás podré conciliar el
sueño.
Pero si me masturbo pensando en Riley será peor.
Piensa en otra cosa.
No puedo dejar de pensar en él.
En esos ojos celestes, esos brazos torneados y esa sonrisa luminosa.
Esos labios suaves y ese cabello rubio.
¡Basta!
Tal vez todo esto sea bueno para un pequeño experimento. Me
incorporo de la cama, todavía con la polla dura, y me dirijo a la sala de
estar. Me siento en mi sofá y enciendo mi laptop sobre la mesita de café.
Es hora de un pequeño experimento; voy al primer sitio porno que se
me viene a la mente y escribo free gay porn en su buscador. En una
milésima de segundo tengo miles de opciones titilando frente a mis ojos,
todas de tíos con tíos. Se me hace un nudo en la garganta, no puedo creer
que estoy haciendo esto. Veo imágenes de tipos peludos y musculosos
follando jovencitos delgados y jóvenes, imágenes de tres, cuatro o más
hombres enredados en intrincadas posturas, imágenes de hombres
atragantándose con pollas del tamaño de un extinguidor de incendios…
No tengo idea de cuál video elegir. Realmente ninguno me llama mucho
la atención ¿Eso es una buena señal, acaso?
Pero mi polla aún está dura, así que simplemente hago clic en un video
cualquiera. Recuesto mi cuello en el respaldo del sofá e instintivamente
envuelvo mi polla con mi mano derecha. Comienza la escena; dos hombres
están en el gimnasio haciendo pesas y flexiones. Los ángulos de cámara le
brinda especial atención a sus brazos cubiertos de sudor y sus abdominales
marcados. No son cosas que particularmente me atraigan pero sigo
mirando. Uno de los hombres lleva una sudadera roja y una gorra con la
visera para atrás. Me recuerda un poco a Riley, pero mi vecino es mucho
más bello de rostro.
Comienzan a besarse. Veo sus lenguas entrelazarse de manera animal y
sus brazos aprietan el uno al otro. Hay un torpe corte de edición y de pronto
ambos están desnudos, uno de ellos está de rodillas tragando la polla del
otro hasta lo más profundo de su garganta. El que está de pie sujeta su nuca
con fuerza y le recuerda lo buena perra que es. Parece que quiere sofocarlo
con su miembro.
Realmente no es lo mío. Siento como la fuerza de mi erección comienza
a desvanecerse. Esa es buena señal ¿no?
Otro segundo corte desprolijo de edición y uno de los hombres está en
cuatro patas sobre el piso del gimnasio, el otro esta b
follándolo bien duro. Empuja con tanta fuerza que parece que quiere
asesinarlo. Y confieso que los gemidos  me dan vueltas por la cabeza y
multiplican las palpitaciones en mi polla. Acelero el ritmo de mis jaladas,
mi mano sube y baja y mis ojos están fijos en la pantalla. En cuestión de
segundos, dejo de prestarle atención al video y Riley está de nuevo en mi
cabeza.
Recuerdo su sonrisa pícara, sus ojos celestes. Recuerdo cada vivido
detalle de mi sueño.
Esto es ridículo,pero mi erección pulsa con más fuerza.Ignoro la
pantalla y cierro mis ojos. Dentro de mi mente, estoy en la cama de Riley, al
igual que en mi sueño. Y continua donde deje la escena: el muchacho está
tumbado de espaldas y yo tengo sus piernas a ambos lados de mi cintura. Lo
penetro de un solo movimiento, y el chilla de dolor y placer. Mi mano sube
y baja cada vez más rápido y en mi mente lo estoy follando bien duro.
Cuando llega el momento culminante, cuando mi semen brota a chorros
salvajes de mí y todo mi cuerpo vibrar de placer, tengo el nombre de Riley
entre mis dientes. Y su rostro en mi cabeza mientras la electricidad recorre
mi espina dorsal. Mis piernas tiemblan y las últimas gotas de semen
ensucian mi mano.
No puedo creerlo, me he hecho la puñeta pensando en un tío…
El gozo de mi orgasmo se mezcla con una horrible sensación de culpa y
de vacío. Creo que este experimento no ha sido una buena idea. Me limpio
la mano en la cara interna de mi muslo desnudo y me dispongo a apagar la
laptop.
Pero definitivamente hago algo mal, pues se abre una nueva ventana
que anuncia con enormes letras en rojo ¡CHICOS DESNUDOS POR
WEBCAM!¡ ELIGE TU FAVORITO Y COMIENZA A CHATEAR
AHORA!¡100% REAL SIN ENGAÑO!
No, no es eso lo que yo quiero, Nervioso,comienzo a hacer clic por
todos lados,intentando abandonar la página. Pero en su lugar se abre una
ventana nueva.Allí, veo la transmisión en vivo desde un dormitorio vacío.
Ese dormitorio resulta horriblemente familiar; con una gran cama sin
sábanas  un ventana, cerrado ahora pues es de noche,
Mierda…
Y Riley entra en escena usando nada más que unos bóxeres grises súper
ajustados. se sienta al borde de la cama con sus piernas semiabiertas y
acaricia su erección bajo la ropa interior mientras mira la cámara. Es
urgente que yo cierro esta puta ventana pero mis ojos van directo a ese
miembro semiduro entre sus piernas.
¿Cómo puede un muchacho tan delgado tener un miembro tan grande?
Eso no importa ahora; tengo que huir de este sitio antes de que descubra
que soy yo. Mi corazón se acelera una vez y un leve cosquilleo nace entre
mis piernas. Veo al muchacho escribir en su teclado y segundos después en
la ventana de chat puedo leer.
Riley Hard: Hola Anónimo ¿acaso no quieres mostrarte?
Es preciso que huya de este sitio web ya mismo.
Riley Hard: Si te interesa una función privada haz click aquí  ;)
No,no.no Gracias a Dios la webcam de mi portátil está apagada. Con un
nudo en el pecho hago clic con fuerza en todas partes buscando el botón
para cerrar la ventana. Pero como un idiota, termino encendiendo mi
webcam.
El terror se apodera de mi cuando veo mi propia imagen en un rincón de
la pantalla, sentado en ropa interior en el sofá y con la verga afuera.
—Vaya, vaya…— escucho la voz de Riley a través del micrófono. —
Buenas noches, señor vecino….
—Mira, esto es un error, no sé cómo termine en esta página— explico
con un temblor patético en la voz. Riley me sonríe a través de la cámara de
alta definición, la cual transmite  con lujo de detalles la suavidad blanca de
su piel, la forma en que los músculo suaves de su pecho se contraen. Se
siente casi palpable, como si no hubiera una pantalla entre nosotros. El
cabello dorado de Riley brilla como oro y sus ojos celestes se pueden
apreciar a la perfección.
—Claro que si, Evan. Un error— responde Riley, y comienza a acariciar
su propia erección por sobre la ropa. Mis ojos van directo a ella. —¿Ahora
vas a decirme que seres hetero?
—Lo soy— suspiro.
¿Por qué me quedo charlando con él? Debería cerrar la puta ventana y
rogar que nunca vuelva a cruzármelo por el pasillo.
Dios, si le cuenta a Nora…
Riley deja escapar una sonora carcajada, y se pone de pie frente a la
cámara. Su entrepierna queda en primerísimo primer plano y yo siento mi
polla despertarse una vez más. Se baja la ropa interior frente a la cámara y
su enorme erección queda a la vista.
—Te diré algo, esta sesión será gratis, para agradecer como me has
ayudado hoy con la mudanza.
Quiero negarme, quiero decirle que no me interesa ninguna sesión de
nada. Pero muy en el fondo se que eso sería una mentira. Además, me es
imposible articular una oración, mis ojos están fijos en ese miembro en la
pantalla de piel suave con pequeñas venas azuladas recorriendolo. Esta algo
enrojecido por la fuerza de su propia erección, y un delicioso mechón  de
vello claro lo corona.
—¿Te gusta esto, Evan?— me pregunta, y su mano alg huesuda
envuelve su propio miembro.
Yo respondo con un suspiro quedo, incapaz de decir algo coherente. Sin
siquiera pensarlo empiezo a acariciar mi propio miembro duro.
—Parece que si te gusta— ríe Riley del otro lado. Se vuelve a sentar en
el borde de su cama desnudo, y se masturba frente a la cámara con una gran
sonrisa satisfecha.  Su mano sube y baja por su miembro grueso, y yo hago
lo mismo del otro lado de la pantalla,
Me limito a masturbarme en silencio, con movimientos rápidos y
desesperados, Mis ojos recorren cada centímetro de la piel desnuda de
Riley, aunque sea a través de la pantalla. Admiro su pecho juvenil pero
torneado, su abdomen firme y sus muslos casi sin vello. Admiro como sus
manos acarician su propia erección en forma salvaje, y como su mirada
parece penetrarme.
Pero  parece que el desea charlar.
—Dime Evan ¿eso es para mí?— me pregunta sin dejar de masturbarse.
—¿Qué?— pregunto con el aliento entrecortado. El aire duele en mi
pecho y mi rostro arde.
—Esa polla tan grande y tan dura que tienes….¿es para mí?— insiste
Riley, y se muerde el labio inferior en forma tentadora.
No respondo, tan solo continuo mi auto placer.Prefiero hacer esto en
silencio. Si hablamos es peor. Si hablamos todo se torna más real.
—Me gustaria chuparte esa polla tan grande y dura…—insiste Riley
con un susurro ronco.
Su voz va directo a mi polla, aumentando las pulsaciones. Acelero el
ritmo, y si bien yo prefiero quedarme callado, en secreto disfruto escuchar
las cosas sucias que me dice Riley. Él se da cuenta de ello, y continúa.
—Pasaría mi lengua por todo el largo de tu polla, y luego por tus
huevos. Me gustaría chupártelos también, hasta que tu polla chorree…—
suspira el muchacho, y aumenta sus propias jaladas. Su pecho y su rostro
están teñidos de un hermoso color rosado oscuro, y sus ojos celestes son
pira pupila.  Mi polla se siente a punto de explotar: Escupo en mi mano y
me la jalo todavía más duro.
—¿Quieres correrte en mi boca, Evan? ¿Te gustaría que me la trague
toda?— insiste Riley, y yo siento como mi polla vibra fuera de control una
vez más.
—Me tragaría hasta la última gota, Te dejaría la polla limpia con la
lengua.— agrega Riley, y el placer me ciega. Todo mi cuerpo se tensa y por
un glorioso segundo, no hay preguntas ni culpa en mi cabeza. Solo
oscuridad y placer. Echo mi cuello hacia atrás y dejo escapar un gemido; mi
semen brota de mi con furiosos chorros, ensuciando la pantalla de mi
laptop. No me importa.
Cuando abro mis ojos, todavía jadeante, veo en la pantalla como el
muchacho rubio se contrae de placer Los músculos de su abdomen se
contraen de una manera deliciosa, y su semen blanco y espeso sale
escapando en abundantes ráfagas. Es algo hermoso de ver, y sonrió como
un idiota mientras recupero el aliento.
Riley se queda observando a la cámara, con la boca abierta mientras su
respiración se normaliza. Su pecho sube y baja, cubierto de una brillante
capa de sudor, y su propio semen ha ensuciado sus muslos de una manera
obscenamente hermosa. Pero lo más devastador es la expresión de
satisfacción plena en su rostro.
Esa expresión me hace doler el pecho, y me obliga a cerrar mi laptop de
un golpe.
Capítulo cuatro

Han pasado cinco días desde aquel episodio frente a la cámara web que
no quiero recordar. Cinco días y cinco noches en los cuales he utilizado
toda mi fuerza de voluntad para no pensar en Riley. Tampoco quiero
responder las miles de preguntas en mi cabeza. Simplemente las he
silenciado con el trabajo. Mi jefe está extasiado de verme hacer tantas horas
extras en una sola semana. Y mi cheque ser más generoso el próximo mes,
tal vez hasta pueda arreglar la humedad en el baño. Pero aun así no logro
alegrarme. No logro eliminar ese punzón extraño en el centro de mi pecho.
Por supuesto ni siquiera le he mencionado el tema a Nora. Me da
demasiada vergüenza. Además ¿qué coños ha sido aquello? ¿Cuenta cómo
infidelidad un sueño erótico? por supuesto que no ¿Y una puñeta?
Tampoco.
Aunque Riley participó de ella en forma indirecta.
Más que directa, si somos sinceros.
Si quieres sacarte de encima a Nora, cuéntale que te has corrido
pensando tocándote con otro hombre en la pantalla.
Se volverá loca, gritara y te insultara. Tal vez hasta intentará golpearte,
pero luego te dejara en paz.
No, ella no se merece esto.
Mejor me olvido de todo este asunto ¿qué otra mujer se fijara en ti?
Quédate con Nora, arreglen todos sus problemas de pareja y deja toda
esta locura atrás.
Llego a mi edificio y subo al elevador con un nudo en la garganta. Me
da pánico la idea de cruzarme con Riley de nuevo. Pero la fortuna me
sonríe, y comparto mi camino hacia el cuarto piso con una parejita de
ancianos que me ignora abiertamente. Una vez en el cuarto piso, busco mis
llaves en mi bolsillo y mi móvil está vibrando. Un mensaje de texto de
Nora. Nada nuevo. Teníamos planeado quedar esta noche pero ella va al
cine con sus amigas. Una parte de mi siente alivio. Odio admitirlo, pero no
sentía deseos de verla.
¿Y ahora qué vas a hacer solo el fin de semana?
¿Acaso aguantaras la tentación de volver a meterte en internet y buscar
a Riley Hard?
Qué seudónimo más estúpido…
Ni siquiera necesitas entrar en internet solo tienes que tomar el
ascensor al sexto piso y….
En un intento por acallar mi mente, me pongo a ordenar mi
apartamento. Junto la ropa sucia esparcida por mi dormitorio y me doy
cuenta que no he hecho la colada  sucias en una cesta de plástico y vuelvo a
salir de mi apartamento. Tomo el elevador una vez más, pero ahora rumbo
abajo, hacia el subsuelo donde se encuentra la lavandería del edificio. Estoy
ensimismado en mis propios pensamientos cuando oigo el rugir de una de
las lavadoras. Una sola Que bueno,las demás estarán desocupadas;esto sera
rapido.
per cuando pongoun pie dentro de la lavanderia, mi corazon da un
vuelco cuando veo a Riley.
Está apoyado contra una de las lavadoras, hojeando una revista. Yo dejo
escapar un suspiro quedo y él levanta su vista hacia mí. Una enorme sonrisa
se dibuja en sus labios y sus ojos celestes brillan con picardía. Siento un
escalofrío en todo el cuerpo.
Es tan extraño verlo cara a cara después de haberlo visto en la pantalla.
—Vaya,vaya...Buenas noches,vecino— me dice cuando paso a su lado.
Arroja la revista a un lado y se acerca a mi.
Yo meto mis prendas en la lavadora vacía con desgano y trato de
controlar los temblores en mis rodillas. Cuando Riley suspira en mi nuca,
casi pierdo el control.
  —Eres un chico muy sucio ¿vienes a lavar tu ropa?— su aliento
caliente acaricia mi cuello. En respuesta yo giro con violencia para
enfrentarlo.
—¡Basta!— le grito —¡Mejor déjame en paz…!Lo de anoche ha sido
un accidente y jamás puede repetirse.
Cierro la tapa de la lavadora de un golpe y presiono el botón con furia.
—¡Cuanta testosterona! —ronronea Riley.
—Estoy hablando en serio— le digo —No puede volver a ocurrir.
—¿Por qué no? Ambos lo hemos disfrutado. No puedes negarlo, te he
visto correrte….— Riley pone sus ojos en blanco durante un segundo —
¿Acaso vas a volver a decirme que eres hetero?
—Tengo novia— respondo con un nudo en la garganta.
Riley se desvanece en un instante, su piel pálida se torna fantasmal y la
curva de sus labios desciende en una expresión de desilusión. Hasta me
siento culpable. Durante unos largos segundos, ninguno de los dos dice
nada, y el único sonido entre nosotros es el traqueteo constante de las
lavadoras.
—No sé por qué me sorprendo. Siempre me pasa lo mismo— murmura
Riley.
Yo no sé cómo responderle; siento un nudo tenso en mi estómago.  Sus
enormes ojos celestes vuelven a mirarme y yo siento un escalofrío. Me alejo
de él y camino hacia la lavadora. Toco algunos botones y fino estar
chequeando la presión del agua y la cantidad de suavizante solo para no
hablar con Riley.
Ninguno de los dos se dirige la palabra o la mirada, durante  la sesión de
lavado que parece ser eterna. Veo con el rabillo de mi ojo que la ropa de
Riley ya está seca. La dobla cuidadosamente y la guarda en su cesta de
color violeta. La coloca debajo de su brazo y está a punto de retirarse. La
adrenalina me invade: por un lado quiero que se vaya y no volver a
cruzármelo jamás. Por el otro, siento la estúpida urgencia de decir algo, No
sé qué. Pero deseo detenerlo.
—Oye...no puedes hacer esto— finalmente me dice Riley con tono
suplicante.
—¿A qué te refieres?—pregunto sin apartar mis ojos de mis prendas.
—A vivir fingiendo ser algo que no eres. Confia en mi; ya he estado en
ese lugar.Y no es bueno.— insiste Riley.
Da un paso hacia mí y me toma del brazo, obligándome a mirarlo. Tiene
la expresión más serie que le he visto en el poco tiempo de conocernos.
Nuestras miradas se encuentran y mi rodillas tiemblan una vez más. Riley
deja su cesta en el piso, busca la revista y arranca un trozo de una de sus
páginas. Toma un bolígrafo de su bolsillo, escribe algo en el pedacito de
papel y me lo entrega.
—¿Qué es esto?— pregunto.
—La contraseña para shows privados. Puedes usarla todas las veces que
desees— me dice Riley con una sonrisa orgullosa. Su rostro se enrojece y se
ve adorable —La casa invita.
Ahora es mi rostro el que arde con calor. Sonrió como un idiota e
intento devolverle el papel a Riley.
—No puedo aceptar esto— murmuro con un temblor en la voz.
—Es un regalo. No la uses nunca si no quieres— Riley recoge su cesta
violeta del piso —Pero prométeme que explorarás ese aspecto de tu vida,
aunque sea con otro que no sea yo. Créeme, no hay nada peor que vivir
negando quien eres.
—¿Sabes? Yo soy mayor que tú, yo debería dar consejos sabios— le
sonrío.
Riley me devuelve la sonrisa y me guiña el ojo.
—La casa invita— me repite, y abandona la lavandería con su cesta
bajo el brazo.
Capítulo cinco

Ya es casi madrugada y he superado la tentación de meterme en Internet


durante casi seis horas. Todo un récord. Para estar más que seguro, he
arrojado a la basura el papel con la contraseña. Y todo parecía funcionar
bien ;me he preparado la cena, le envié un mensaje de texto a Nora ,vi una
película por cable y me he ido a dormir sin inconvenientes. Mañana es
sábado así que puedo dormir tranquilo hasta tarde.
Solo que no puedo dormir.
En la oscuridad de mi dormitorio, los ojos celestes de Riley brillan. Su
sonrisa pícara me persigue cada vez que cierro los ojos despertando un
intenso cosquilleo en mi interior y quitándome el sueño.
Mierda.
Doy vueltas en la cama, enredado bajo las sábanas, pero no hay caso.
No pudo dormir. Solo un pensamiento me atormenta; buscar a Riley en
Internet. No dejo de pensar en su cuerpo desnudo, delgado y pálido, pero
con hermosos músculos firmes asomando hacia la superficie. En esos
brazos delicadamente torneados y en esas manos con venas azuladas.
Recuerdo su miembro, duro, grueso y palpitante, enrojecido entre sus
propias manos. Mi propia polla comienza a despertar bajo mi ropa interior..
me desespero; intento pensar en otra cosa pero es imposible. Todo mi
cuerpo está poseído por una sensación similar al hambre; hambre de
sensaciones, de placer, de Riley.
De libertad.
Enciendo la luz, me levanto de la cama y camino hacia la sala con un
nudo en mi estómago. Me arrodillo en el piso n ropa interior y busco en el
cesto de basura. Soy patético, lo sé, pero una alegría desenfrenada se
apodera de mí cuando encuentro el papelito con la contraseña. Vuelvo a la
cama con mi portátil bajo el brazo y una tonelada de culpa encima. Pero es
más fuerte que yo; enciendo el aparato y busco en el historial la página
porno donde trabaja Riley. Inmediatamente se despliegan frente a mis ojos
varias capturas de distintos muchachos en sus respectivas cámaras web.
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Cada muchacho espera, con las cámaras instaladas en sus respectivos
dormitorios. Muchachos morenos, rubios, asiáticos, delgados, musculosos,
gorditos. Algunos ya se están masturbando vigorosamente. Pero yo lo
quiero a Riley. Siento como mi pulso se acelera violentamente cuando no lo
encuentro. Paso páginas y páginas pero Riley Hard no aparece
Dios, esto es ridículo.
Hasta que encuentro su delgado cuerpo pálido en una de las ventanas.
Está sentado al borde de su cama, mirando hacia la cámara con sus
profundos ojos celestes. Se ve aburrido. No hay palabras para describir la
alegría que siento al verlo. Incluso veo en la pantalla  de mi portátil  el
reflejo de mi propia sonrisa idiota. Hago clic en el enlace y la ventana de
Riley se maximiza. veo con lujo de detalles su torso desnudo y sus
pequeños pezones marrones.
Tengo tantas ganas de besarlos y morderlos...
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CONTRASEÑA.
Mis dedos tiemblan un poco cuando ingreso la contraseña. Trago saliva
y en cuestión de segundos se abre otra ventana, con una sesión privada para
Riley y yo.
—Hola, Evan— el muchacho me sonríe —Ya te has tardado demasiado.
Solo puedo ver su torso desnudo frente a la cámara, pero yo se que está
desnudo. El muchacho desliza su mano por su pecho y yo deseo que sus
dedos fueran los míos acariciando esa piel caliente y sedosa.
—¿Me has extrañado, Evan?— ronronea frente a la cámara. Un mechón
de su cabello rubio cubre parcialmente uno de sus ojos celestes. Desearía
que mi mano pudiese atravesar la pantalla para apartarlo de su rostro.
Mi cabeza da vueltas, ardiendo. Me cuesta respirar y mi erección ya está
causando dolor entre las piernas. e alegra mucho haber tomado coraje para
hacer esto pero al mismo tiempo, se que la culpa me aplastara una vez que
la calentura baje. Riley me sonríe frente a la cámara, se muerde los labios y
se inclina un poco más sobre su cama dejando ver el vello claro entre sus
piernas y su erección rojiza.
—Yo si te he extrañado a ti, Evan— me dice, y envuelve su miembro
durísimo con su mano derecha.
veo como acaricia su propio cuerpo con suavidad,y como el placer tiñe
su rostro. la vergüenza se hace presente y forma un nudo en mi garganta.
—Oye, no hagas eso— le digo —Si vamos a hacer esto no hables tanto.
Mi voz suena más a súplica que a orden.
—Oh, creí que te gustaba cuando hablo— Riley finge decepción y hace
un mohín con sus labios. —Está bien, habla tu entonces ¿que deseas que
haga?
Me mira fijo a través de la cámara, y sus ojos parecen penetrarme,
Observo como su mano sube y baja por su polla, la cadencia de sus
movimientos me hipnotiza. Embelesado por tal imagen, me he olvidado de
mi propia erección, pulsando bajo mi ropa interior, demandando atención.
Deposito la laptop sobre mi cama y ajusto el ángulo de la webcam para que
Riley también pueda verme. Con un movimiento rápido libero mi propio
miembro. Una sonrisita se curva en los labios de Riley.
—Me gusta verte a ti también…— dice, y continúa masturbándose.
—Hey. Dijimos que yo iba a hablar— lo regaño a modo de broma.
—¡Perdón, Perdón!—rie Riley— Oye tienes muchas exigencias para no
pagarme…¿qué quieres que haga, entonces?
Esa pregunta desata miles de opciones en mi cabeza, cada una de ellas
más excitante y liberadora que la anterior. Esa bocanada de libertad
despierta una euforia increíble, y siento como mi propio miembro se
retuerce de placer entre mis manos. Tengo que controlarme para no
correrme tan pronto. Riley espera con el rostro acalorado y los labios
semiabiertos.
—Incorporate. Quiero verte— le digo un poco inseguro. Riley obedece
al segundo; se pone de rodillas sobre su cama, sin soltar su miembro. Puedo
apreciar cada rincón de esa piel perfecta, cada musculo suave y contraído.
—¿Así?— me pregunta con falsa inocencia. Cuando alza su cuerpo los
músculos de sus muslos se tensan de una forma deliciosa.
—Sí. Perfecto— suspiro, y mi mano sube y baja más rápido. Creo que
me voy a correr más rápido de lo previsto. Jamás había visto a un muchacho
tan hermoso, jamás me había sentido tan excitado —Perfecto…
—¿No te gustaría que me dé la vuelta?¿Verme del otro lado también?—
Ofrece Riley mientras se muerde el labio.
—Sí. Si— respondo entre jadeos.
Riley sonríe satisfecho ante mi respuesta. Sujeta su polla y se da la
vuelta sobre sus rodillas, dejando su trasero en primer plano. Toma una
almohada y recuesta su pecho sobre ella, dejando sus nalgas redondas y
firmes a la vista.
—¿Te gusta esto Evan?
De mis labios escapa un agónico si, entre jadeos y gruñidos. Acelero las
jaladas de mi mano y siento como mi polla comienza a vibrar. Admiro cada
centímetro de su piel mientras mi pulso se acelera.
Dios, como desearía poder tocarlo.
—Ojala pudieras tocarme, Evan…—ronronea Riley mientras desliza
sus manos por sus nalgas pálidas y suaves —¿Tu quieres tocarme?
—Si…—suspiro.
El muchacho toma sus nalgas en sus manos y las separa suavemente
frente a la cámara Me estremezco al ver su pequeña entrada rosada abrirse
frente a mis ojos. De pronto, siento un hambre como el que no he sentido
jamás en mi vida. La pulsaciones en mi polla se multiplican por mil y yo
siento una ola de vértigo que anuncia mi orgasmo.
—¿Quieres follarme, Evan?— suspira Riley, y uno de sus dedos se
desliza delicadamente cerca de su entrada, describiendo pequeños círculos.
El muchacho gira su cuello y lo veo sonreír Creo que le gusta verme
tocarme. Lo veo llevar uno de sus dedos a su boca y chuparlo
generosamente. Luego introduce su dedo húmedo en su propia entrada y yo
dejo escapar un gruñido de placer. —Respóndeme, ¿quieres follarme?
Ninguna respuesta sale de mi boca; tan solo respiro agitado mientras mi
mano sube y baja con furia. Lo veo introducir su dedo en su culo con una
delicadeza increíble, y cada movimiento es hipnótico. Lo retira al cabo de
unos minutos, y desliza la almohada bajo su pecho hasta su entrepierna. Su
trasero queda más elevado ante la cámara, y yo me deleito ante tal vista. Al
cabo de unos segundos, noto que Riley comienza  á hacer movimientos
ondulantes.
—Yo quiero que me folles, Evan...bien duro— suspira mientras frota su
erección contra la almohada. Con cada movimiento los músculos de su
trasero se contraen de una manera hermosa.
Veo como se masturba, frotando su polla contra la almohada, y con cada
segundo sus movimientos son más vigorosos y desesperados. Yo también
acelero el ritmo de mi mano, y pronto el placer me invade. Hago un
esfuerzo enorme de mantener mis ojos abiertos; no quiero perderme ni un
segundo de lo que está ocurriendo en la pantalla. Riley arremete contra la
almohada vez más duro, y su cuerpo pálido esta brillante por el sudor.
Cuando lo oigo gemir pierdo el control; una vez más mi semen brota de mi
con una fuerza furiosa. Todo mi cuerpo se contrae y escapa de mí un
gemido casi doloroso. Siento que toda mi fuerza vital se escapa de mí en
gruesos chorros que ensucian mi teclado y mis sábanas. Mientras mi
orgasmo aun me está golpeando sin piedad, veo como Riley se retuerce en
la pantalla.
Es hermoso como todo su cuerpo se tensiona en un momento exquisito;
cada músculo de su delicado cuerpo está en la tensión perfecta. Un hermoso
gruñido de éxtasis llega a mí a través del micrófono y de pronto lo ve
relajarse. Cae desplomado sobre su cama y durante unos minutos tan solo
veo su espalda subir y jara mientras recupera su aliento.
Finalmente, vuelve a girar sobre su cama, cuando veo su rostro
arrebolado y sonriente, creo que es lo más hermoso que jamás he visto.
Siento que me estremezco de nuevo, a pesar de que mi eyaculación me ha
derrotado por completo. Nos quedamos ambos en silencio, mirándonos el
uno al otro a través de la pantalla.
—Mira lo que me has hecho hacer…— protesta Riley, y me muestra la
almohada manchada con su propio semen.
—Lo siento— respondo , todavía con la respiración agitada.
El muchacho arroja la almohada al suelo y vuelve a mirar a la cámara.
Sus ojos claros se ven cansados y adormilados, y su cabello rubio está algo
húmedo. Realmente parece un ángel y esa visión es increíblemente
dolorosa.
Ahora es el momento cuando la culpa se apodera de mí; cuando me roba
cada fibra de placer para convertirlo en dolor y vergüenza.
Pero Riley se ve tan hermoso y  tan satisfecho, que me cuesta mucho
arrepentirme de esto. O sentirme mal. Tan solo puedo contemplar su
belleza, y desear que estuviera en este mismo dormitorio junto a mí para
abrazar ese cuerpo pequeño y sudado.
Nora.
Dios mío ¡Nora! ¡ Lo he hecho de nuevo!
Soy un hijo de puta.
—¿Está todo bien?— me pregunta Riley, ladeando su cabeza a un lado.
—Si, si...yo…— trato de ocultar mi culpa con una sonrisa —Tan solo
estaba pensando que debería desconectarme y dormir un poco. Seguro que
tú tienes más clientes. Clientes que de hecho te paguen….
—Es cierto— sonríe Riley, peor algo me dice que no me cree. hay algo
extraño en esa mirada —De todas formas, eres bienvenido cuando gustes.
Siempre me hare un ratito para ti…
—¿Por qué?— pregunto cuando en realidad debería cerrar el pico y
desconectarme —¿Por qué haces esto por mí?
—¿No es obvio?— Riley se muerde los labios durante un segundo —
Porque lo disfruto.
Y su mirada es tan sincera, tan libre, que me hace doler el pecho. Sus
labios rosados se curvan en una sonrisa cómplice y yo me siento más
pequeño, más dolorido.  Su rostro se torna tan insoportablemente bello y
opresivo que una vez más cierro la tapa de mi portátil de un golpe violento.
Una vez más, me desconecto sin despedirme de Riley. Y eso me
provoca más culpa que pensar en Nora.
Capítulo seis

Estamos sentados en la mesa de un restaurante donde una ensalada vale


más que mi salario. Claramente un intento por sobre compensar lo mal que
va nuestra relación. Un manotazo de ahogado, como diría mi abuelo. Pero
no funciona. La luz de las velas refleja en el cabello dorado de Nora y yo no
dejo de pensar en Riley. De no ser porque Riley siempre está sonriente, y
Nora siempre tiene su mandíbula apretada y una mirada de desaprobación.
Apenas hablamos durante la cena, ambos estamos más ocupados en
nuestros móviles hasta que llega la cuenta. Nora me indica con sus ojos que
ella no pagará la cuenta y yo le entrego mi tarjeta de crédito al mozo.
Regresamos a casa en taxi, y yo siento cómo la culpa me consume.
No hay razón por la cual debas sentirte culpable; no has follado a
Riley.
El taxi se detiene frente al edificio de Nora. Ella acaricia mi muslo y me
susurra al oído.
—¿Quieres subir?— me ofrece. Su aliento huele a vino.
—No...he bebido demasiado— respondo con amabilidad. Beso su
mejilla y ella me dirige una mirada asesina antes de bajar del taxi.
El taxista me dirige una mirada extraña desde el espejo retrovisor. Le
indico mi dirección y emprendemos camino.
Está pensando que eres un maricón por rechazar a Nora.
Y está en lo cierto.
Llego a mi casa agotado. Tomo el elevador y por un instante me
ilusiono con encontrarme con Riley. Pero viajo solo hasta el cuarto piso.
Incluso siento la tentación de presionar el botón hasta el sexto piso…
Derribar la puerta del apartamento, arrojar a Riley al piso y follarlo
allí mismo. Bien duro,con su hermoso rostro hundido en los almohadones
del piso.
Ese culo se veía tan ajustado en cámara… Imagina meter tu polla
allí….imagina los sonidos que haría…
Basta.
Nora.
Tu novia es Nora y eres hetero.
Bueno, tal vez no sea del todo hetero...bisexual o bicurioso. Pero  de
todas formas, Nora sigue siendo mi novia y debo dejar toda esta locura
detrás.
Entro a mi apartamento y enciendo las luces. Me doy una ducha rápida
antes de irme a dormir. Pero por supuesto, una vez que estoy en la
oscuridad de mi dormitorio,no puedo dormir. Mi mente da vueltas y
vueltas,tratando de encontrar una solución a mi angustia.
¿Debería contarle a Nora lo de Riley?
¿Contarle que? No lo has follado…
Fue solo una puñeta...dos puñetas...bueno,masturbarse no cuenta como
infidelidad. Soñar tampoco…
Pero hay sentimientos de por medio ¿Eso no es infidelidad acaso?
¿De dónde has sacado que hay sentimientos? Fue solo follar…¡ y ni
siquiera eso!
Giro en mi cama, me coloco boca arriba y dejo escapar un suspiro.
Enciendo la luz de la mesa de noche y observo las manchas de humedad en
el cielorraso.
Tal vez si estoy exagerando. Una puñeta no es lo mismo que poner los
cuernos.
Entonces...podría hacerlo de nuevo…
No, no ¡no! Definitivamente no…
Mi pecho comienza a subir y bajar, agitado. Me muerdo el labio
recordando a Riley desnudo. Pero lo que hacer hervir mi sangre es recordar
su rostro sonriente en la lavandería, su risa juvenil mientras comíamos pizza
la primera noche que nos conocimos.
Quiero conectarme.
Quiero verlo.
Necesito verlo...
No debería.
A la mierda…
Me incorporo de un salto y busco mi portátil. Vuelvo a subir a mi cama
con otro salto entusiasta. Enciendo la maquina y tipeo la dirección del sitio
porno. Mientras carga,me voy quitando la camiseta y la ropa interior.
Cuando el nombre de Riley está en la pantalla, yo ya estoy desnudo.
Es la última vez, hoy es la última vez.
Suenas como un adicto.
Me sé la contraseña de memoria, y mientras la escribo siento un
cosquilleo en mi estómago y entre mis muslos.
—Hola, Evan…te he extrañado— me saluda Riley desde su dormitorio
a través de la pantalla. Cuando escucho su voz y veo su sonrisa
radiante,todo mi cuerpo siente una descarga eléctrica.
—Yo también te he extrañado— respondo sin pensar.
¿Estas loco?
Ni siquiera a Nora le hablas así.
Pero lo he extrañado.
¿Sabes que él solo está haciendo su trabajo, no? Le dice lo mismo a
todos los que pagan…
Pero yo no pago.
¿Qué coño significa eso?
—Ya veo…¿acaso ya estás duro por mí? Mueve la laptop así te veo
mejor— Riley arquea una ceja y observa hacia mi entrepierna desnuda.
Yo deposito la máquina a los pies de mi cama y ajusto el ángulo de la
cámara para que Riley pueda verme mejor.
—Mira...de tan solo pensar en ti— le digo mientras acaricio mi recién
nacida erección.
—¿Has pensado mucho en mí, Evan?— pregunta Riley, y sus dedos se
deslizan lentamente por su torso, hacia el mechón de vello dorado entre sus
piernas.
—Constantemente— confieso con un suspiro.
—Interesante…—suspira con aire orgulloso.
Sus dedos recorren todo el largo de su miembro. Yo también lo recorro
pero con mis ojos. Inmediatamente envuelvo mi miembro duro con mi
mano y comienzo a masturbarme.
—Además me alegra que te hayas conectado pues tengo un juguete
nuevo para estrenar ¿quieres verlo?— ofrece Riley.
Asiento con la cabeza, sin despegar mis ojos de la pantalla y de su
magnífico cuerpo masculino. Riley  baja de su cama y sale de escena
durante unos segundos. En esos escasos instantes, mi excitación se
multiplica por el misterio. Riley regresa con algo en la mano. No alcanzo a
ver qué es, pero reconozco una botella de lubricante en su otra mano. Se
sienta al borde de la cama y me muestra su juguete nuevo; algo que parece
un rosario con cuentas moradas.
—¿Qué es eso?— pregunto.
—¿No sabes qué es?— pregunta Riley tan divertido como asombrado.
—Bueno, en tal caso, Evan, solo mírame.
Fijo mi mirada en la pantalla, no quiero perderme ni un segundo. Riley
sube ambos pies a su cama y abre las piernas frente a la cámara. Veo su
erección apuntando hacia arriba sobre sus testículos rosados. Y más abajo,
su entrada pequeña y ajustada. Me relamo los labios ante tal espectáculo, y
froto mi polla despacio para no correrme antes de tiempo. Veo como Riley
abre la botella de lubricante y moja sus dedos. Humedece cada cuenta del
juguete con una parsimonia que me enloquece, y luego humedece su propio
agujero.
Siento miles de cosquillas en mi polla mientras Riley desliza sus
propios dedos en su interior, despacio. Lo veo jugar mientras se muerde sus
labios de placer, y a mí me cuesta no acabar ya mismo.
—¿Te gusta lo que ves?—El muchacho pregunta mientras sus dedos
entran y salen de él con pasión.
—Si…— suspiro entre jadeos.
—Entonces te encantará lo que sigue…
Riley toma el rosario, con sus seis cuentas moradas brillantes por el
lubricante, abre más sus piernas sobre la cama e inserta la primera cuenta
dentro de su cuerpo. Le cuesta un poco, y cuando su rostro se enrojece por
el esfuerzo algo de pre semen chorrea fuera de mí. Un gemido de placer
escapa de su garganta, y empuja una segunda cuenta con sus dedos y una
sonrisa en sus labios.
—¿Se siente bien?— le pregunto, mesmerizado por la escena.
—Se siente de puta madre…— gime Riley.
Luego de deleitarse unos segundos, el muchacho expulsa las cuentas
con la fuerza de sus músculos internos, ayudado por sus dedos que jalan del
rosario. Sale una cuenta, y luego la segunda, y Riley deja escapar un
delicioso gemido de alivio y placer. Yo me masturbo cada vez más duro, y
siento mi corazón golpear contra mi pecho con furia.
—¿Te gustaría que me las meta todas ahora?— ofrece Riley mientras
juega con el rosario entre sus dedos.
—Si…—exhalo —Haz de cuenta que es mi polla dentro de ti…
—Mmm...me gusta eso— ronronea Riley, y usa más lubricante en el
juguete y en su entrada.
Juega un poco con sus dedos mojados y vuelve a introducir la primera
cuenta. Gime de placer y empuja la segunda bolita y la tercera. Su pecho
pálido está enrojecido, al igual que sus mejillas. Sus ojos están cerrados y
su boca forma una O perfecta, una sublime expresión de gozo. Los
músculos de su abdomen se tensan de una manera exquisita, y yo frotó mi
polla hacia arriba y abajo cada vez con más ímpetu. Pero también con algo
de frustración, pues amaría ser yo quien está desbordando de placer al
chico.
—Se siente tan bien, tan ajustado…— suspira Riley e introduce una
cuarta cuenta dentro de su cuerpo. —Me estoy abriendo para tu polla,
Evan…
Cuando dice mi nombre siento una corriente eléctrica. Mi mano sube y
baja por mi erección a un ritmo frenético. Es extraño que la experiencia
sexual más intensa de mi vida no involucre ningún tipo de contacto a físico
real. Pero todo mi cuerpo urge por tocar a Riley con mis propias manos, con
mi propia boca,con mi propia polla.
—Ojala fuera tu polla la que está dentro de mí gime Riley,y empuja una
quinta cuenta en su interior. Su erección sigue dura entre sus piernas,roja y
palpitante,pero Riley la ignora. En su lugar, empuja la sexta y ultima cuenta
en su interior.Cuando el rosario entero está dentro de su cuerpo,el
muchacho deja escapar un gemido agónico,que retumba en el micrófono y
en mi cerebro. Retumba en todo mi cuerpo,acelerando mi orgasmo.
El pecho de Riley sube y baja mientras respira, tenso por el placer, y mi
polla se está contrayendo entre mi palma.
—Ojalá fuera tu polla en mi culo ahora mismo— solloza Riley con los
ojos cerrados. Envuelve su erección en su mano y comienza a masturbarse
frente a la cámara.
—Háblame, Evan…¡ por favor!— me suplica y abre sus ojos.
—Quieto follarte,Riley….quiero estar dentro de ti— respondo entre
dientes.
El muchacho sonríe ante mis palabras, y su sonrisa me enloquece. Con
su mano izquierda,jala del rosario con fuerza y una a una,las seis cuentas
son expulsadas,junto con sus espesos chorros de semen y unos aullidos
hermosos de gozo.
Ante tal espectáculo, yo también me corro. Mi corrida brota a chorros
furiosos, haciendo un desastre con las sábanas una vez más. Una fuerza
electrizante irradia desde mi polla hacia todo mi cuerpo, tensándome y
relajándome. El placer me ciega y grito el nombre de Riley.
Segundos más tarde, ambos estamos mirándonos el uno al otro a través
de la cámara. Ninguno dice nada, tan solo recuperamos nuestro aliento.
Riley se ve hermoso, como siempre después de eyacular; su cabello rubio
hecho un desastre, sus labios hinchados por mordérselos y sus mejillas
rosadas.
—Es la primera vez que no te desconectase apenas acabamos— suspira
Riley al cabo de unos segundos.
—Es verdad— respondo —Es que he encontrado la manera de no
sentirme culpable por esto.
—¡Bien por ti!— el muchacho asiente orgulloso.
—Es que,verás, no tengo porqué sentir culpa de engañar a mi
novia,cuando ni siquiera hay contacto físico.
—¿Que quieres decir?— La sonrisa de Riley desaparece.
—Que esto no cuenta como infidelidad— me encojo de hombros.
—Entiendo…— Riley se queda pensativo unos segundos —Que
conveniente.
Su sonrisa  tiene un dejo amargo y sus ojos celestes pierden la chispa en
un instante. Yo me doy cuenta que la he cagado, pero no entiendo cómo.
Separo mis labios para preguntar pero Riley me gana de mano.
—Oye, debo desconectarse ahora— me dice en tono seco, sin
emociones.
—Claro, de acuerdo— le sonrío, y esta vez es Riley quien se desconecta
sin despedirse.
Capítulo siete

Estoy sentado en su sofá, con su cabeza descansando sobre mi hombro.


El aroma de su perfume me molesta. Es extraño, nunca me había molestado
hasta hoy. Creo que hasta yo se lo he regalado hace unos años. Estamos
mirando una comedia estúpida por cable. Ni Nota ni yo reímos. Me doy
cuenta que hace mucho que no compartimos una carcajada. Con Riley
sonrío todo el tiempo.
Y de la nada, las palabras brotan de mi garganta.
—Nora, ya no podemos estar juntos— digo —Te he sido infiel.
Ella levanta su cabeza de mi hombro y me mira fijo. Toma el control
remoto y apaga el televisor,luego me dedica otra mirada asesina.
—¿Quien es ella?— me pregunta,y su voz baja es la calma que antecede
la tormenta. Puedo ver la furia en sus ojos, pero sé que estoy haciendo lo
correcto.
—No es una ella...es un él— respondo con un hilo de voz.
La vergüenza es tal que bajo la mirada. Cuando tomo coraje para volver
a mirar el rostro de Nora, su boca está contraída en una expresión de
disgusto y confusión.
—¿Te has acostado con un tío?— pregunta, algo confundida.
—No, bueno. No me he acostado.
—¿Lo has besado?
—No, yo...yo solo...lo he visto a través de una webcam…— cada
palabra me hace doler más. Aun así, sigo creyendo firmemente que es lo
correcto.
—No entiendo— insiste Nora— ¿Ahora de pronto eres gay?
—No lo sé…— suspiro.
—Has follado conmigo miles de veces…¿ y de la noche a la mañana te
haces gay?
—No fue de la noche a la mañana...solo que…no lo sé.
Me quedo mudo, no sé qué quiero decir, ni cómo decirlo.
—Pero me has sido infiel…
—Bueno si...me he...me he tocado mientras lo miraba.
Espero que Nota se vuelva loca; espero que grite, incluso que me dé un
bofetazo. Lo merezco. Pero en su lugar, deja escapar una risotada cruel.
—¡Evan! ¿Te crees que masturbarte pensando en un tío te hace gay? Las
puñetas son fantasías, nada más. Y hay gente que imagina cosas mucho más
perversas…
—¿ No estás enojada?— pregunto sin salir de mi asombro,
—Lo estoy. Pero lo solucionaremos— Nora sujeta mi mano —No debes
sentirte tan culpable; una puñeta no cuenta como infidelidad. Y además, tu
siempre has tenido este problema…
—¿A qué te refieres?
—Quiero decir, siempre hubo rumores en la escuela de que eras…—
Nota hace un ademán afeminado con su muñeca y ríe.
—No sabía nada de eso…¿y tú no crees que yo pueda ser gay?
— Me consta que no lo eres— Nora besa mi mejilla.—Además, incluso
si te hubieras follado a un tipo,lo que realmente me dolería es que me
dijeras que estás enamorado de uno.
Me quedo en silencio unos minutos. Nora vuelve a encender la
televisión.
—¿Y si estuviera enamorado de un hombre?— pregunto con hilo de
voz.
—Solo estás confundido— me responde Nora sin apartar sus ojos de la
televisión.
Capitulo ocho

Llego a la medianoche a mi casa; me he rehusado a dormir con Nora de


nuevo. No solo no sentía deseos, sino que además tenía la horrible
sensación de estar traicionando a Riley.
Esto se torna cada vez más ridículo. Y ni hablar de que debería sentirme
aliviado de haber solucionado mis problemas con Nora, aliviado de que ella
me haya perdonado. En su lugar me siento acorralado, como un animal
herido.
Espero el ascensor con la idea de llegar a casa, darme un buen baño y
dejar toda esta locura detrás. No más webcam, ni chat, ni nada.
No más Riley.
Nora tiene razón; esto es una mera etapa que debo dejar atrás.
Pero cuando la puerta del ascensor se abre,me encuentro cara a cara con
Riley. Y toda mi fortaleza se tambalea al ver esos ojos celestes posarse en
mí.
—¿Bajas?— pregunto.
—No, iba subiendo cuando llamaste al ascensor— me responde. Suena
algo molesto.
Subo al ascensor con un nudo en el estómago y presiono el botón del
cuarto piso. El del sexto ya se encuentra iluminado. Comienza el trayecto
hacia arriba con un silencio sepulcral entre nosotros.
Observo al muchacho; hace mucho que no lo veía vestido. A través de
la cámara siempre está desnudo. Ahora lleva puesta una camiseta negra que
resalta sus ojos claros y su piel pálida. Su cabello rubio está peinado, para
variar. Durante un segundo pienso que se ve igual de arrebatador con la
ropa puesta.
—Hace mucho que no te veo— le digo.
—No te has conectado— me responde.
¿Acaso está molesto?
—Si, bueno….con respecto a eso...— me aclaro la garganta y pienso
con cuidado mis próximas palabras. Lo último que deseo es herir a Riley —
No volveré a conectarme. Creo que está mal.
—¿Por qué coños está mal?— pregunta Riley molesto.
—Pues, tengo novia.
—¿De veras?— Riley ladea su cabeza —¿Ella aún no se ha dado cuenta
que eres marica?
—No lo soy.
—Ya veo, eres tú quien no se quiere dar cuenta— refunfuña el
muchacho.
—Riley, esto ha sido solo...un experimento. Fue divertido para ambos
pero ahora debe terminar. Lo siento si te he lastimado. Conozco a Nora por
años, hemos estado juntos por años.
Riley sacude su cabeza y una sonrisa amarga se dibuja en sus labios.
—Siempre tienen novia...yo no aprendo más— murmura el muchacho.
—¿Qué significa eso?— pregunto.
La puerta del ascensor se abre, ya estamos en el cuarto piso. Pero yo no
desciendo. Permanezco en mi sitio, esperando una respuesta de Riley con el
corazón en la boca.
—Significa que ya conozco a los de tu tipo— responde con dientes
apretados. Sus ojos están acuosos, como si quisiera llorar — Todos tienen
una novia pues es más cómodo llevar una linda vida de hetero que asumirse
marica. A veces hasta están casados con una mujer a quien no follan nunca.
En su lugar, follan a escondidas a algún idiota ingenuo y desechable.
La voz de Riley se quiebra.
—¿Es por eso que has dejado tu ciudad?— le pregunto —¿Por eso
querías comenzar una vida nueva aquí?
—Es inútil, siempre tropiezo con la misma piedra— responde Riley—
Este es tu piso, bájate.
Lo miro unos segundos, y todo mi cuerpo tiembla.
—No quiero bajarme— le digo, con una seguridad que no he sentido en
años.
Riley parece a punto de quebrarse. La puerta del ascensor se cierra de
nuevo y seguimos rumbo arriba, hacia el sexto piso. Doy un paso hacia él y
tomo su rostro en mis manos.
—Riley…— suspiro su nombre y acaricio sus mejillas con mi pulgar .
El muchacho se rehúsa a mirarme a los ojos y trata de evitar mis labios.
Hay lágrimas en sus ojos.
—¡No puedes usarme así!— murmura el chico.
—No quiero usarte.— respondo —Me gustas. De veras. No me interesa
nadie más que tú. Me gustas mucho,Riley.
Sus ojos se encuentran con los míos y siento un estremecimiento.
Cuando mis labios encuentran los suyos, siento que el tiempo se detiene.
Riley abraza mis hombros y deja que lo bese. Saboreo sus labios y lo
estrecho más fuerte contra mi cuerpo. Separa sus labios para que mi lengua
roce la suya y una corriente eléctrica me atraviesa. Saboreo su lengua y dejo
que muerda mi labio inferior con suavidad.
Cuando la puerta del ascensor se abre de nuevo en el sexto piso,ya
estamos enredados en un encendido abrazo, saboreando nuestros labios y
lenguas con pasión.
Entramos a su apartamento dando tumbos, negándonos a separar
nuestros labios por más que unos segundos. Riley enciende la luz y yo
cierro su puerta de un golpe. Lo tomo en mis brazos con fuerzas renovadas.
El muchacho patea sus zapatos a un lado y enreda sus piernas en mi cintura.
Me cuesta alzarlo pero logro cargarlo hasta su dormitorio sin dejar de
morder su boca. Lo arrojó de espaldas a su cama con los brazos cansados.
Me quito los zapatos y él me jala sobre su cuerpo.
Ninguno de los dos puede creer que esto esté ocurriendo. Riley me besa
los labios y el cuello entre risitas incrédulas. Sus ojos brillan de una manera
hermosa, mil veces más hermosa que a través de la cámara. Acaricio su
rostro unos segundos y aún me cuesta creer que estoy tocándolo con mis
propias manos, sin ningún puto aparato de por medio. Riley vuelve a chocar
sus labios contra los míos, ansioso, y yo me deleito con su sabor.
No puedo creer que esté en esta habitación…
Me alejo de Riley unos segundos para quitarme la camiseta, él me
ayuda con manos urgentes. Besa mi cuello, mi pecho y mi estómago.
Prácticamente le arranco su camiseta y acaricio su pecho con mis dedos. El
mismo torso perfecto que tantas veces he admirado a través de la cámara,
ahora palpitando bajo mis dedos. Su calor se siente increíble.
Me inclino sobre su cuerpo y beso sus pezones, el muchacho gime de
gusto y enreda sus dedos en mi cabello con fuerza. Me jala de él y me besa
de nuevo, con hambre. Nuestras lenguas se cruzan y cuando dejo descansar
mi cuerpo sobre el suyo, siento la fuerza de su erección contra la mía. Es
una sensación electrizante, que me llena de euforia.
Le bajo el cierre de su pantalón y él mueve sus caderas, ayudándome a
que se lo quite. Me ayuda a quitarle su ropa interior también, y cuando su
miembro duro y enrojecido está libre, dejo escapar una exhalación. Lo
envuelvo en mi mano y lo acaricio despacio, deleitándome con su grosor.
Riley me besa y siento sus manos hurgar entre mis piernas. Palpa mi
erección por sobre mis tejanos y de pronto mi polla está asomando entre su
mano. Me acaricia y yo gimo contra sus labios.
Con unos movimientos rápidos me incorporo y me termino de desvestir.
Antes de que pueda volver a subir a la cama, Riley toma mi polla en su
mano y se la mete en la boca. Me tiemblan las rodillas, pero intento
permanecer de pie. Riley está tumbado con su estómago sobre el colchón,
apoyado sobre sus codos mientras me la chupa. Tengo una visión perfecta
de su culo redondo y firme y me estremezco de nuevo.
Su lengua recorre todo mi largo con lentitud, causándole escalofríos.
Sus labios besan desde la base hasta la punta antes de engullir todo mi
miembro. Su boca está caliente y húmeda y cada movimiento cadencioso de
su cabeza me hace temblar. Acaricio sus cabellos dorados mientras su
cabeza aumenta la velocidad y unos gemidos deliciosos escapan de su boca
llena.
No puedo aguantar mucho más tiempo.
Tomo a Riley de sus hombros y él se incorpora sobre sus rodillas. Nos
besamos con hambre voraz mientras yo subo a la cama. Inmediatamente, el
muchacho vuelve a girar, ofreciéndole su espalda. Se acomoda sobre sus
rodillas y manos, hundiendo su cabeza entre las almohadas. Yo beso su
nuca y su espalda, y el chico gime de gusto. Sujeto su cintura con mis
manos y la punta de mi polla dura presiona entre sus nalgas. Es lo mejor
que he sentido en mi vida.
—Tienes que usar esto, muchachón…— Riley me apunta hacia su mesa
de noche, donde espera la botellita de lubricante.
Con algo de torpeza, lubrico mi propia polla con mis dedos.
—Creo que he usado demasiado…— suspiro algo confundido.
—Mejor que sobre y no que falte— ríe Riley. Luego gira su rostro
contra la almohada y sus ojos celestes me miran de una manera
arrebatadora — Úsalo en mí también.
Humedezco mis dedos y comienzo a explorar su entrada despacio. La
acaricio, dibujo algunos círculos, y luego la penetro con mi índice. Riley
deja escapar un gemido agónico y mi polla se contrae con violencia. No
puedo creer lo ajustado que se siente. Embistió con suavidad y uso más
lubricante. Cuando agrego un segundo dedo, Riley se retuerce de placer. Lo
follo un rato con ambos dedos, hasta que mi propia polla no aguanta más el
dolor.
—Evan...ya es suficiente— suplica Riley en tono lastimoso —Te quiero
dentro de mí.
Son las palabras que más ansío oír. Rápidamente retiro mis deseos de su
interior y me acomodo detrás de su cuerpo, sobre mis rodillas. Me aferro a
su cintura con una mano y con la otra dirijo mi polla contra su entrada.
Entro en el despacio, y el placer me invade.
Riley deja escapar un gemido de dolor y placer, y mis rodillas tiemblan.
Sus ajustadísimos músculos internos me aprisionan, palpitando alrededor de
mi erección y cegándome de placer. Un vez que estoy en lo más profundo
de su ser,espero unos segundos. Oigo a Riley respirar y gemir,y comienzo a
embestir despacio.
Cada movimiento me enloquece,con cada embestida Riley deja escapar
un gemido más excitante y alto que el anterior. Yo aumento mi velocidad,
hundiéndome en su suave y ajustada carne con vigor. Mi polla se contrae en
su interior y el muchacho clama por más, entre gemidos y sollozos.  Sus
músculos internos vibran alrededor de mi erección, anunciando un orgasmo.
Lo veo deslizar la mano entre sus piernas y puedo notar que se  masturba
mientras lo follo. Ojala pudiera verlo.
Ya habrá más oportunidades.
Siento como sus pulsaciones crecen, apretando mi polla con más fuerza
e intensidad, hasta el punto de arrancarme lágrimas de los ojos. Oigo a
Riley lanzar un aullido desesperado y por cómo se deshace debajo de mí, sé
que se ha corrido. Una hermosa capa de sudor cubre su cuerpo y todo su
interior se tensa. Yo también me corro, aprisionado por sus músculos
internos. Mi polla vibra con violencia y yo lo lleno con mi semen caliente.
Permanezco en su interior unos largos minutos, recuperando mi aliento
y gozando de las suaves olas de placer que todavía me atraviesan. Minutos
después, me retiro de su interior con cuidado. Riley se tumba en el lado
derecho de su cama y me mira con su hermosa expresión post orgasmo. Si a
través de la cámara se veía increíble, en persona es algo que me quita el
aliento. Me acuesto a su lado sin decir una palabra, tan solo sonriendo y
acariciando sus labios rosados, admirando sus ojos cansados y su cabello
revuelto.
No puedo creer que esto ha ocurrido.
Y por primera vez en mi vida no hay culpa, solo placer y libertad.
Capítulo nueve

Los primeros rayos del amanecer se filtran por la ventana de mi


dormitorio y me despiertan. En cuanto estoy consciente, me invade una
sensación de urgencia; me he quedado dormido, debo vestirme, debo ir a
trabajar.
Pero un segundo después recuerdo que es domingo y me relajo. Dejo
escapar una exhalación profunda y relajo cada músculo de mi cuerpo. Es
tan placentero. Y más placentero aún es tener el cuerpo cálido de Riley
hecho un pequeño ovillo a mi lado. Su rostro juvenil está descansando
contra mi pecho con una expresión pacífica, sus dedos enredados en mi
vello y su respiración cálida acaricia mi piel desnuda. Me siento tan
afortunado de poder despertar así que no puedo evitar la tentación de
acariciarlo. Deslizo mis dedos a través de su cabello dorado con cuidado
para no despertarlo.
El teléfono suena. Detengo mis caricias y extiendo mi brazo hacía la
mesa de noche para atender. Susurro para no despertar a Riley.
—No, señorita. Ya tengo servicio de cable. No, no me interesa cambiar
de compañía. Si, si estoy satisfecho. Gracias. No. Adiós.
Malditos telemarketers, jodiendo tan temprano.
Cuelgo el teléfono y Riley está desperezándose a mi lado.
—¿Quién era?¿Nora?— pregunta con voz ronca.
—¿Qué?¿Nora?— dejo escapar una carcajada incrédula. No he oído ese
nombre en mucho tiempo —Creo que has tenido una pesadilla y no has
despertado del todo.
—Dime la verdad, Evan. No me enojare— Riley se sienta en la cama y
las sábanas revelan su pecho desnudo.
Me doy cuenta no solo de que Riley está despierto, sino de que habla en
serio. Cuando noto una expresión preocupada en sus ojos claros, siento que
es mi obligación avanzar hacia él y acariciar su rostro.
—Riley, Nora y yo hemos cortado hace seis meses— le tranquilizo
mientras mis dedos rozan sus mejillas. —Era solo una telemarketer tratando
de vendernos algo.
Beso sus labios con dulzura sin soltar su rostro.
—Es solo que..— titubea Riley  —Me han hecho esto tantas veces.
—Yo no te lo haré— le aseguro, y vuelvo a besarlo —Tu eres el único
para mí ¿ no lo sabes a esta altura?
Recién en este momento Riley esboza una sonrisa luminosa en sus
labios, y yo me tranquilizo.
—Si, lo sé— ahora es él quien besa mis labios. —Perdóname, no debí
desconfiar de ti.
—Uhmm no sé, no sé… Deberás esforzarte mucho para que te perdone
— respondo a modo de broma, y me dejo caer de espaldas en la cama con
mis manos cruzadas detrás de mi cabeza.
Riley se muerde los labios y se abalanza sobre mí. Besa mi boca y yo
abrazo su torso, apretujándolo contra mi cuerpo. Separa sus piernas y siento
su polla dura y caliente contra la mía. Dejó escapar un gemido contra sus
labios cuando él roza su erección contra la mía a un ritmo tan necesitado
como placentero. Besa mi cuello y yo acaricio su espalda, mis manos
descienden hacia su cintura y le bajo la ropa interior. Acaricio sus suaves
nalgas y me llevo un dedo a la boca. Lo humedezco bien mientras el chico
muerde mi cuello. Lentamente lo introduzco en su interior. Riley gime y
vuelve a besar mis labios, mientras mi dedo índice lo penetra con calma.
Sus labios descienden por mi pecho y estómago, hasta llegar a mi
entrepierna. Sujeta la base de mi polla con fuerza y se la mete en mi boca.
Mi espalda se arquea de placer cuando él la engulle casi completa. Tiene su
cuerpo curvado de tal forma sobre la cama que yo todavía puedo penetrarlo
con mis dedos.
La cabeza de Riley sube y baja son pausa,tragando mi miembro casi
completo, y mis dedos siguen embistiendo en su entrada ajustada. Ahora
son dos; mi índice y mi dedo medio los que juegan con el agujero pequeño
del muchacho. Lo hago gemir de tal forma que a veces deja de chuparme la
polla solo para recuperar el aliento.
Cuando ninguno de los dos puede más; mi erección duele y el rostro de
Riley está arrebolado, el muchacho se incorpora sobre sus rodillas.
—Suficiente— protesta —Ahora quiero que me folles.
Escupe sobre mi miembro duro y se sienta a horcajadas de mi. Yo sujeto
su cintura pequeña y lo ayudo a sentarse sobre mi erección palpitante. Riley
desciende despacio, y yo disfrutó como sus ajustados músculos internos
envuelven mi polla. Cuando estoy completamente en su interior, el
muchacho deja escapar un aullido agónico.
Comienza a moverse despacio, hacia arriba y hacia abajo, y cada
segundo es el éxtasis. Sujeto su delgado cuerpo y acompaño sus
movimientos con mis manos, mientras el placer me ataca por todos lados.
No soporto la tentación de abrazarlo; me incorporo y estrecho su torso en
mis brazos mientras él muchacho no para de moverse. Abraza mis hombros
y nos besamos, Riley no se detiene ni por un segundo. Beso su cuello y sus
pezones y sus movimientos son cada vez más feroces y rápidos. Me cabalga
con furia y yo sujeto su cuerpo con fuerza, hasta que mi polla comienza a
pulsar fuera de control. Riley se muerde los labios y cierra los ojos, su
rostro completamente rojo. Yo me corro en lo más profundo de su ser,
llenándolo con mi semen caliente. Lo abrazo fuerte mientras todo mi cuerpo
se tensiona y sacude de placer, y él deja escapar un gemido lastimoso.
Tardo unos segundos en recuperarse de un orgasmo tan poderoso.
Finalmente deshago mi abrazo y me dejo caer de espaldas sobre la cama.
Riley aún está sentado sobre mí, con mi polla enterrada en su interior,
palpitando suavemente mientras pierde su fuerza. Pero mientras yo estoy
recuperando mi aliento, noto que su polla todavía está dura. Riley no se ha
corrido aún.
Eso no puede ocurrir.
A pesar de que estoy exhausto, tomo a Riley de la cintura y lo tumbo
sobre la cama con fuerzas renovadas. El deja escapar una risita cuando su
espalda golpea el colchón. Me inclino sobre él y beso sus pezones, beso su
estómago y el vello dorado entre sus piernas. Sin perder mucho tiempo, me
meto su polla dura en la boca. Riley gime de placer y sorpresa, y yo admiro
su dureza bajo mi lengua.
Normalmente le cubriría de besos, dibujaría círculos con mi lengua en
su cabeza hasta hacerlo chillar. Pero ahora solo quiero que acabe.
Sujeto la base de su polla con mi mano derecha y trato de engullirlo lo
más profundo que puedo. Me es difícil; no tengo tanta práctica y Riley la
tiene bastante gruesa. Pero sé que le excita oír cómo me atragantó con su
polla. Así que insisto, subo y bajo mi cabeza con una velocidad increíble,
tratando de tragarla entera. Riley sujeta mi cabeza y yo siento su polla
vibrar sobre mi lengua. Su corrida estalla en mi boca y su semen se desliza
por mi garganta. Trago hasta la última gota, satisfecho. Mientras Riley
recupera su aliento en forma lastimosa.
Me arrastro hacia él, y cuando nuestros labios se encuentran de nuevo,
aún tengo rastros de su semen en mi boca. Riley los busca con sus labios y
lengua, y permanecemos un rato largo intercambiando besos húmedos y
agitados.
Es cerca del mediodía y todavía estamos en la cama, nuestra carne
formado parte del otro, intercambiando suaves caricias y sonrisas con
parsimonia.
—Evan…— susurra Riley en tono serio —En serio, perdón por
desconfiar de ti antes,
—No tienes nada de qué disculparse— respondo, y acaricio una de sus
cejas doradas con dulzura —Te quiero.
—Yo también te quiero.
Riley se aferra a mi pecho y yo lo abrazo con todas mis fuerzas.
Jamás me he sentido tan afortunado.
Fin.

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