NEUROPLASTICIDAD

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ESCUELA DE POSGRADO

MAESTRÍA EN PSICOLOGÍA EDUCATIVA

ASIGNATURA: DESARROLLO DE SISTEMAS SENSORIALES

PLASTICIDAD CEREBRAL

GRUPO 7:
Apaza Tirado, Rogelio Wilmer
Asalde Parente, Karen Esmeralda
Bravo Mogollón, Edgar Walter
Lecaros García, Victoria Elena

ASESOR:
Dr. Javier Rolando Vidal Soldevilla

LIMA – PERÚ
2022
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

I. CAPITULO I: El sistema nervioso


I.1. Anatomía del sistema nervioso………………………………………
4
1.1.1. Sistema nervioso
central……………………………………..4
1.1.2. Sistema nervioso periférico………………………………….14

II. CAPITULO II: Plasticidad Cerebral


II.1. Definición e importancia de la plasticidad cerebral………………20

III. CAPITULO III: Fisiología de la neuroplasticidad


III.1. Fisiología del Sistema Nervioso………………………………………24

IV. CAPITULO IV: Tipos de plasticidad


IV.1. Plasticidad neuronal………………………………………………… 30
IV.2. Tipos de plasticidad en función a lesiones……………………… 31

V. CAPITULO V: Factores que dificultan la neuroplasticidad


V.1. La comida chatarra degenera los circuitos cerebrales…………..34
V.2. El aislamiento social en la Infancia causa disfunciones cognitivas
y de comportamiento………………………………………………...35
V.3. Los niños y los adolescentes necesitan dormir…………………...37
V.4. Exposición a pantallas afecta desarrollo del lenguaje en niños...39

VI. CAPITULO VI: Actividades para estimular la neuro plasticidad.


VI.1. Hacer ejercicio físico…………………………………………………43
VI.2. Juegos para estimular el cerebro……………………………………
46
VI.3. Aprender un idioma nuevo…………………………………………..47
VI.4. Socializar……………………………………………………………...47
VI.5. Meditación…………………………………………………………….47
VI.6. La música……………………………………………………………..48

CONCLUSIONES…………………………………………………………….50

REFERENCIAS

2
INTRODUCCIÓN

La plasticidad cerebral es una propiedad general del sistema nervioso


central. Con ella, el sistema tiene la habilidad de cambiar la funcionalidad y
estructura, en respuesta a cambios o factores externos e internos.
Este proceso se presenta a lo largo de la vida, ya que ayuda a la
adaptación de la persona a los cambios ambientales (Cabras, 2012).
Asimismo, existe el concepto de plasticidad cognitiva, que hace parte de
la plasticidad cerebral. Esta representa la capacidad que tiene el individuo para
adquirir nuevas habilidades, especialmente relacionadas con el desarrollo de
funciones cognitivas. Teniendo un papel importante no solo en el desarrollo de
las mismas, sino también, en la mejora a través de la práctica y el aprendizaje.
Tomando protagonismo nuevos ambientes y conocimientos en la
modificación en el cerebro. De igual manera, encontramos la neuroplasticidad,
relacionada con cambios en la reactividad del sistema nervioso por
activaciones sucesivas en el mismo. Como resultado, el tejido nervioso sufre
cambios adaptativos y reorganizativos de su estado. Estos cambios se dan,
tanto por aprendizaje como por adaptación a situaciones internas o externas.
En este proceso, se pueden incluir actividades como la neurogénesis,
apoptosis (muerte cerebral) o brotes de dendritas y axones, entre otros
(Garcés-Vieira y Suárez-Escudero, 2014).
Por lo tanto, a pesar de que existen varios conceptos, todos ellos hacen
parte de los procesos relacionados con la plasticidad. En la que se observan
cambios tanto dentro de la estructura de la célula como de las conexiones y
funciones cerebrales.

3
CAPÍTULO II

PLASTICIDAD CEREBRAL

2.1. Definición e importancia de la plasticidad cerebral.


Antiguamente el desconocimiento por parte de la ciencia y, por lo tanto, de la
sociedad acerca del funcionamiento cerebral, su dinámica y el modo en que es
afectado por la relación con el ambiente, había llevado a pensar que no hay
nada por hacer contra el deterioro de las funciones cognitivas o envejecimiento
(pérdida de algún tipo de memoria, disminución de la atención, lentificación del
razonamiento, tareas motrices, etc.). Si bien a lo largo del tiempo se lentifica la
plasticidad neuronal, hoy se sabe, gracias a la tecnología que se dispone en los
estudios cerebrales (resonancia magnética funcional, emisión de positrones,
tomografía por contraste, etc.) que existe una propiedad llamada
Neuroplasticidad.

La neuroplasticidad es un proceso que representa la capacidad del sistema


nervioso de cambiar su reactividad como resultado de activaciones sucesivas.
Tal reactividad permite que el tejido nervioso pueda experimentar cambios
adaptativos o reorganizacionales en un estado fisiológico con o sin alteración.
Otros autores la definen de manera global como toda respuesta cerebral que
se origina frente a cambios internos o externos y obedece a modificaciones
reorganizacionales en percepción y cognición.

He aquí en la que radica la importancia de la neuroplasticidad, ya que debido a


esta capacidad que tiene cada individuo en su cerebro de realizar cambios en
la forma, función y conexión de sus neuronas para poder adaptarse mejor al
ambiente es que se puede responder de un modo más eficiente a las
exigencias del medio, ya sea tanto en sus comportamientos, pensamientos e,
incluso, emociones.

Es por ello que no importa tanto la cantidad neuronal, sino la cantidad de


conexiones porque ello es lo que formará múltiples circuitos para responder

4
más flexible y adaptativamente -por lo tanto, con mayor funcionalidad- a los
cambios o retos del ámbito en el cual vivimos y nos movemos.

Los hallazgos de los últimos años aportan esperanza en la modificación


y el mejoramiento de vida, dando cuenta de que nuestro cerebro puede
cambiar si, por ejemplo, padecemos alguna lesión específica y puede
compensarse desde otro lugar. El aprendizaje nunca termina, lo que sí puede
llevar más tiempo y, sabiendo todo esto, se puede realizar una “rehabilitación”
o estimulación para entrenar aquellas cuestiones con las cuales tengamos
dificultades.

La neurociencia también nos ha ofrecido evidencia de que el desarrollo


de nuestro cerebro y el aumento del rendimiento de nuestras capacidades gran
parte se debe al estímulo de los vínculos sociales. Es por ello que muchos
neurocientíficos marcan que nuestro cerebro es social y necesita sociabilizar.
Es decir, a partir de relacionarnos con otros y, gracias a su característica de
plasticidad, es decir, nuestra predisposición al cambio para una mejor
adaptación, podemos estimular áreas y desarrollarlas con mejor eficiencia
(menor costo, mayor beneficio) que quienes que tienen pocos vínculos
sociales.

Lo que se quiere destacar es que ante la dificultad presentada (depresión,


dolores, etc.) es probable que el médico derive a un neurólogo, neuropsicólogo
o psicólogo, para el estudio del paciente y se detecte que el estilo de vida que
está llevando no es funcional tanto para sus huesos, músculos y cerebro. Por lo
tanto, no lo será para sus funciones mentales o cognitivas. Entonces se
propondrá una rehabilitación, entrenamiento o tratamiento, realizando cambios
ambientales para la modificación de áreas cerebrales.

Se evidenció que el hecho de realizar actividades y aumentar la cantidad


de relaciones interpersonales mejora el estado anímico, por lo que se le podría
proponer a una persona una agenda de acciones para mejorar su ánimo. Eso
impactaría en su cerebro, aumentando la cantidad de serotonina, un
neurotransmisor y mensajero químico entre las neuronas que, entre otras
funciones, regula el estado de ánimo.

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Por lo expuesto, podemos observar cómo el cerebro posee una
estructura moldeable: con diferentes estímulos se pueden generar cambios en
él. Estas modificaciones se manifestarán en nuevos comportamientos,
pensamientos y emociones. A su vez, el nuevo estilo de vida reforzará estos
cambios, haciéndolos más duraderos. De esta manera, nuestro cerebro no solo
es plástico y moldeable, sino que aprende continuamente, creando nuevas
redes neuronales. También al repetir las nuevas conductas se reforzarán las
conexiones interneuronales. Por ejemplo, si siempre realizamos un mismo
hábito, las neuronas o la parte del cerebro que se ocupan de esa acción,
pensamiento o emoción, tenderán a repetirse, como cuando uno viaja a algún
sitio y por economía neurológica solemos ir por el mismo lugar para mientras
realizar otras actividades. Así se “automatiza” el patrón de comportamientos y
uno puede enviar mensajes por celular mientras camina o manejar un vehículo
sin pensar conscientemente en el recorrido.

Sin embargo, si un individuo decide variar su ruta, esta nueva acción a


partir de una decisión voluntaria y consciente (es importante tener en cuenta
esto, ya que uno puede hacer cosas para estimular cambios en el cerebro) es
probable que requiera más esfuerzo mental, mayor atención, conocer las
nuevas calles, dedicarse solo a eso (y ya no mirar el celular). Esto crea y
genera cambios en el cerebro, nuevas conexiones, un esfuerzo que, a pesar de
eso, nos beneficia porque genera flexibilidad (la capacidad de responder de
distintas maneras ante la resolución de un problema).

Mientras más nos esforcemos en una tarea que demande esfuerzo


mental, más aumentará nuestro cerebro su capacidad funcional. Es decir,
creará nuevas conexiones, conectará neuronas de diferente manera y
aumentará o disminuirá los neurotransmisores que se manifestarán en una
mejor calidad de vida, o en un envejecimiento saludable, por decirlo de algún
modo.

A través del tiempo, la plasticidad del cerebro va disminuyendo,


especialmente en el adulto mayor. Sin embargo, la buena noticia es que eso
puede estimularse y trabajarse. Toda situación que nos saque de nuestra zona
de comodidad, rutinas y hábitos para adentrarnos en una zona de aprendizaje

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acorde con nuestros valores, posibilita cambios cerebrales y en nuestros
esquemas cognitivos.

Hoy es posible trabajar intensamente en individuos que han tenido


alguna lesión cerebral para recuperar funciones, estimularlas, o con personas
de distintas edades, reforzando alguna capacidad específica, teniendo en
cuenta las tareas que se pueden realizar conociendo mejor nuestro cerebro y
sistema cognitivo o de aprendizaje. Por ejemplo, alguien que presenta
problemas de atención o memoria, trabajará sobre ello, sabiendo que habrá
modificaciones porque hay una base neural modificable que las sostiene.

Asimismo, se está trabajando mucho con el sistema educativo con el


modo en el que las neurociencias pueden aportar a la educación. Esto es muy
importante ya que aporta ítems clave a la hora de generar el espacio de
aprendizaje conjunto.

Todos los seres humanos poseemos el mismo cerebro en cuanto a la


forma. Si bien existe una pequeña diferencia en el tamaño, hombres y mujeres
tenemos los mismos hemisferios, lóbulos, etc. Las variables son muchas:
información genética, número de conexiones, tipo de conexiones neurológicas,
cantidad de neurotransmisores, el ambiente en el que nos movemos y todo el
aprendizaje que se obtiene cerebro-genes-ambiente. También las relaciones y
experiencias que mantenemos, nuestra crianza y muchas variables que
moldean el funcionamiento cerebral que se expresará en una forma de “ser”,
que, a su vez, puede ser modificada, con esfuerzo, paciencia y empatía.

Por esto, conociendo la capacidad neuroplástica que tiene nuestro


cerebro, es conveniente la buena difusión de estas capacidades; hacer uso de
las mismas en la vida diaria y en la vida cotidiana; difundirlas en colegios y en
la comunidad, para que se sepa que uno es y puede ser activo y generar
cambios a voluntad en su cerebro.

CAPÍTULO IV

TIPOS DE PLASTICIDAD

4.1. Plasticidad neuronal 


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Existen 2 tipos en concreto:
- Neuroplasticidad Funcional: Es la encargada de provocar la
generación de nuevas neuronas, estimular la conexión entre ellas y
fortalecer los nexos neuronales existentes. Propiciando así la
adquisición de nuevas habilidades y conocimientos, y consolidar las
capacidades que ya se poseen.
- Neuroplasticidad Estructural: Es la encargada de suprimir aquellas
conexiones neuronales en desuso o que ya no se emplean o usan.
- Neuroplasticidad reactiva: es el conjunto de cambios
metabólicos que el cerebro realiza para contender los cambios
ambientales de corta duración, pero que afectan las funciones
neuronales, y pueden ser la hipoxia y la inanición.
- Neuroplasticidad adaptativa: es el fenómeno en el que el
cerebro sufre una modificación de manera permanente para
generar un circuito neural con el fin de instalar una ruta de
conexiones nueva. Dichos cambios ocurren en procesos como el
aprendizaje y la memoria.
- Neuroplasticidad reconstructiva: es el fenómeno plástico por el
cual el cerebro es capaz de recuperar de manera parcial o total
las funciones perdidas en el caso de un trastorno mecánico o
fisiológico.
- Neuroplasticidad evolutiva: se refiere se refiere al proceso
plástico que ocurre en el cerebro en maduración, en virtud del
cual los patrones de conexión entre las neuronas pueden ser
modificado por la influencia ambiental predominante en dicho
momento. El tipo de modificación ejercida puede ser positiva o
negativa para el sistema nervioso.

4.2. Tipos de plasticidad en función a lesiones


a. Por edades
- Plasticidad del cerebro en desarrollo: La plasticidad cerebral es
máxima en los primeros años del neurodesarrollo, cuando se
adquieren los aprendizajes imprescindibles para la adaptación al

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medio (desplazamiento, comunicación, interacción social). Pero no es
infinita, ya que está ligada a períodos críticos durante los cuales el
cerebro está óptimamente preparado para adquirir una nueva
función. La mayoría de los niños aprenden a percibir su entorno, a
andar, a hablar y relacionarse de forma espontánea. No precisan de
una enseñanza activa, basta un medio que le permita desplazarse,
oír, contemplar como los demás se relacionan, para que aprenda
estas habilidades. 
- Plasticidad del cerebro en periodo de aprendizaje:
La plasticidad cerebral es una de las herramientas que ayuda en la
adquisición de capacidades cognitivas. Por lo tanto, esta tiene la
facultad de moldear nuestro cerebro para que logre adquirir y
mantener los nuevos aprendizajes. Pudiendo asemejarse, a los
efectos del ejercicio físico. Esta etapa va de 5 a 15 años de edad.
- Plasticidad del cerebro adulto: A medida que ganamos nuevas
experiencias, algunas conexiones se fortalecen mientras que otras
son eliminadas. Este proceso se conoce como poda sináptica. Las
neuronas que se utilizan con frecuencia desarrollan conexiones más
fuertes y aquellas que rara vez o nunca se usan eventualmente
mueren. Mediante el desarrollo de nuevas conexiones y la
eliminación de las débiles, el cerebro es capaz de adaptarse al
entorno cambiante.

b. Por sistemas afectados


- Plasticidad en las lesiones motrices: de acuerdo a los estudios
realizados en los últimos años podemos concluir que las lesiones
motrices generadas en el ser humano hacen que el cerebro
comience a restaurar la zona dañada y de acuerdo a las
estimulaciones y rehabilitaciones que se realicen estas órganos o
miembros dañados pueden recuperarse y restaurar su tonicidad. De
ser el caso, que la parte dañada sea amputada o cercenada el
cerebro mantiene su condición de uso, esto fenómeno se llama
“miembro fantasma”, esto genera que el cerebro sienta la presencia
de los dedos, etc.

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- Plasticidad en las lesiones que afectan cualquiera de los
sistemas sensitivos: Los seres humanos comprendemos nuestro
entorno, reaccionando ante em medio que nos rodea y es así como
sobrevivimos a los peligros, y esto lo logramos gracias a nuestros
sentidos. Es por eso que el perder un sentido significa tener un
impacto de proporciones inimaginables en la vida y en la manera de
ser de cualquier persona. Como por ejemplo podemos quedar ciego
o sordo, esto nos hace percibir el mundo, desde otro punto de vista, y
podemos decir que el cerebro se adapta y va entender, que debe
seguir viviendo y adapta y estimula los otros sentidos para poder
sobrellevar la carencia de uno o más sentidos. Estos traumas, sin
embargo, son superables gracias a la capacidad de adaptación de
nuestro cuerpo, que desarrolla habilidades que permiten a un
impedido valerse por sí mismo. Es así que ahora podemos responder
a algunas interrogantes que antes parecían imposibles ¿es verdad
que, al perder un sentido, los demás se potencian? Una persona
ciega, ¿ve incrementada su capacidad auditiva? Un sordo, ¿ve
mejor? ¿Realidad o mito? Y esto se logra gracias a la
Neuroplasticidad en donde el cerebro gracias a su adaptación y
regeneración va regulando los demás sentidos para suplir la
necesidad del que se atrofio o perdió, por ejemplo, el visual o el
auditivo, procesan otra información sensorial. En el caso de los
ciegos, el área cerebral encargada de procesar estímulos visuales
procesa información auditiva o somatosensorial”.
- Plasticidad en la afectación del lenguaje: Las lesiones congénitas
limitadas a un hemisferio cerebral, sea el izquierdo o el derecho,
afectan a las capacidades cognitivas generales, tanto de índole
verbal y no verbal. Las lesiones focales que afectan a los sistemas
cortico-subcorticales del lenguaje en el hemisferio izquierdo, se ha
comprobado una buena suplencia de las funciones lingüísticas por
las zonas perilesionales respetadas en el hemisferio dañado y por
sistemas homólogos contralaterales. En esta situación, aunque el
desarrollo lingüístico primario se realiza a un ritmo retrasado, llega a
ser normal a edad preescolar en casi la totalidad de los niños con

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parálisis cerebral hemiparética derecha. Dentro de la capacidad de
nuestro cerebro este hará que los hemisferios a pesar de ser
independientes la zona dañada o lesionada, sede su responsabilidad
a la zona del hemisferio sano, y así como el lenguaje con
estimulación y perseverancia el individuo o sujeto puede recuperar el
lenguaje, sea este caso de pérdida por alguna lesión o consecuencia.

c. Por Patologías
- Plasticidad del cerebro malformado: aquí se hace referencia por
ejemplo a las malformaciones genéticas, estas pueden tener un
origen genético, infeccioso o ambiental, aunque en la mayoría de los
casos resulta difícil identificar su causa.
- Plasticidad del cerebro con enfermedad adquirida. En este punto
se refiere a enfermedades como la inflamación del cerebro por
estrés, fiebre, etc.
- Plasticidad neuronal en las enfermedades metabólicas: La
plasticidad cerebral y el metabolismo están estrechamente
conectados por una entrada constante de glucosa periférica al
sistema nervioso central para satisfacer las altas demandas
metabólicas impuestas por la actividad neuronal. Los trastornos
metabólicos afectan en gran medida la plasticidad neuronal, lo que
subyace a la comorbilidad prevalente entre los trastornos
metabólicos, el deterioro cognitivo y la disfunción del estado de
ánimo. (obesidad, la diabetes y la enfermedad de Alzheimer

CAPÍTULO V

FACTORES QUE DIFICULTAN LA NEUROPLASTICIDAD

5.1. La comida chatarra degenera los circuitos cerebrales

Consumir demasiada comida chatarra, causa corto circuitos en los


neurotransmisores del cerebro. Por ejemplo, comer donas inicialmente eleva el
nivel de azúcar en la sangre, para luego, inmediatamente bajarlo en picada.
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Los neurotransmisores indican al cerebro que hay un desequilibrio químico, así
que se come otra dona para lograr una estabilización temporal, y así el ciclo
continúa.
La obesidad puede comenzar en el vientre de la madre. Los bebés nacidos
de madres obesas tienen ritmos metabólicos de descanso más bajos que
aquellos bebés nacidos de madres de peso adecuado.
La comida chatarra, la preferida de muchos niños y adolescentes es
adictiva, así lo revelan estudios del Instituto de Investigación de The Scripps,
California, han llegado a la conclusión que la comida chatarra no sólo influye en
el sobrepeso, también degenera los circuitos cerebrales, que cada vez perciben
menos placer por comer y por lo tanto generan el impulso de comer mayores
cantidades.
“En términos evolutivos, el hombre comía grasas para sobrevivir, ya que
son una gran fuente de energía, pero en la actualidad no es necesaria la
ingesta abundante de estas para vivir”, dijo Daniele Piomelli, director del
Departamento de Drug Discovery del ITT.
Un refrigerio nutritivo debe contener alimentos de las siguientes 5
categorías
a. Grasas saludables. Hay una razón porque las nueces lucen como
cerebros.  La naturaleza nos da una pista : el cerebro humano es 60%
de grasa; y la grasas insaturadas son las saludables y que se
encuentran de forma natural en semillas, la palta, aceitunas, entre otros
son buenas desarrollo y desempeño.
b.  Calcio. Los niños necesitan calcio para el crecimiento y reparación de
huesos y dientes.  El brócoli, almendras y tofu son alimentos ricos en
calcio que ayudan a desarrollar la masa ósea.
c.  Proteínas. Además de alimentar los neurotransmisores que envía
mensajes entre el cerebro y las células, las proteínas construyen y
reconstruyen el tejido muscular. Y así tiene sentido que mientras más
alta sea la calidad de la proteína, más productivas serán las células
cerebrales y mejor la reparación del tejido muscular.
d.  Granos enteros. Los carbohidratos compuestos presentes en panes de
grano entero ayudan a liberar energía gradualmente.  Estos alimentos
ricos en fibra permiten una absorción lenta de los nutrientes, causando

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muy pocas alteraciones del azúcar en la sangre y mejorando el humor,
la memoria y atención.
e.  Frutas y Vegetales. las frutas y vegetales ricos en antioxidantes son
esenciales para mantener a los niños fuera las enfermerías y dentro de
las aulas.  Para máximos beneficios de salud, anime a su niño a
comerlos de diferentes colores

5.2. El aislamiento social en la Infancia causa disfunciones cognitivas y


de comportamiento

Somos una especie social. La interacción con nuestros congéneres es una


parte fundamental de nuestras vidas: nuestro cerebro está diseñado para
socializar y sufre cuando vemos reducidas las relaciones.
El aislamiento puede afectarnos en todas las etapas de nuestra vida, pero
ciertamente tiene un impacto mayor en las primeras de nuestra existencia. Se
debe a que nuestro cerebro es particularmente sensible durante la infancia y la
adolescencia, porque aún está acabando de formarse. Concretamente en
algunas áreas cerebrales, como la corteza prefrontal – la parte más anterior de
nuestro cerebro –, aún se están formando contactos entre las neuronas y se
están terminando de perfeccionar los circuitos cerebrales que gobernarán
aspectos críticos de nuestro comportamiento.
Los niños que sufren negligencia grave y aislamiento social experimentan
problemas cognitivos y sociales en la edad adulta.
El aislamiento social durante la vida temprana evita que maduren las
células que forman la materia blanca del cerebro, y que se produzca la
cantidad adecuada de mielina en las fibras nerviosas.
Sufrir aislamiento durante la juventud supone llegar a la edad adulta con
disfunciones cognitivas y de comportamiento, así como alteraciones en la
materia blanca del cerebro.
La separación del entorno social en esa etapa temprana impide que se
produzca la cantidad necesaria de mielina, una lipoproteína de la corteza
prefrontal del cerebro.
Ya sea a través de la interrupción de las rutinas habituales, un clima
ambiental más provocador de ansiedad o la limitación extrema del contacto

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social, parece ser que el confinamiento puede tener efectos en nosotros, más o
menos a largo plazo.
Los psicólogos generalmente describen un aumento en el
comportamiento agresivo, ansiedad, depresión y problemas de sueño (con
fatiga todo el día) entre las personas que se encuentran en una situación de
aislamiento social.
Estos comportamientos también están asociados con un aumento de la
atención en la corteza cerebral visual a estímulos sociales
negativos – amenaza, rechazo, exclusión –. Estos comportamientos podrían
ser una defensa, para las personas en aislamiento social, de cualquier
amenaza al acceso a los recursos.
Una de las consecuencias más importantes de la crisis del coronavirus ha sido,
sin duda, la restricción de movilidad de las personas y su confinamiento.
Aunque se trata de una medida imprescindible para afrontar la pandemia y está
salvando miles de vidas, también resulta obvio que puede producir efectos
negativos sobre la población. Especialmente si se alarga mucho en el tiempo y
si no se pone en marcha medidas para reducir su impacto.
Es probable que estas reacciones den lugar al abuso de medicamentos,
alcohol o drogas. Todos estos efectos que pueden estar presentes durante el
confinamiento caracterizan el exceso de tensión.
Por eso cualquier experiencia adversa, y en particular el aislamiento,
puede tener a estas edades un impacto más fuerte. Hasta tal extremo que
puede interferir en la construcción de nuestros circuitos cerebrales y producir
alteraciones que persistan hasta a la edad adulta.
Una de las formas en que el confinamiento afecta nuestro cerebro es el
agotamiento mental. Casi sin darnos cuenta, comenzamos a generar un
pensamiento tras otro hasta que creamos una bola mental en la que estamos
atrapados. Este efecto también es una consecuencia directa del miedo y la
incertidumbre.
La crisis provocada por el nuevo coronavirus ha sumido al mundo en la
incertidumbre. Nuestro cerebro se lleva mal con la incertidumbre, cuando siente
que está secuestrada nuestra capacidad para hacer planes. Las personas
durante la cuarentena y debido al número de contagiados, tiene una sensación
de alerta porque cree que va a pasar algo. Todo es incierto.

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La ansiedad es uno de los principales causantes del insomnio. Para
evitarlo se recomienda mantener la calma y los sentimientos positivos. Evitar,
además, la exposición al bombardeo informativo, especialmente si no deriva de
fuentes oficiales, para evitar preocupaciones.

5.3. Los niños y los adolescentes necesitan dormir


Los trastornos del sueño infantil afectan la actividad cerebral y pueden dar
lugar a problemas de conducta y fracaso escolar.
Al igual que los mayores, los niños también sufren las consecuencias de
los trastornos del sueño. No conseguir dormir les puede hacer pasar un día
terrible, en familia, entre amigos o en la escuela.
La falta de sueño continuada puede alterar el estado de ánimo y las
capacidades motoras y cerebrales de los niños, alterando la memoria, el
lenguaje y los procesos de solución de problemas. Dormir es tan importante
como comer para mantener un estado de salud óptimo.
Los niños en edad escolar, que pierden más de 3 o 4 horas de sueño al día
de manera continuada, pueden presentar, a corto plazo:
 Irritabilidad e impulsividad
 Inquietud
 Desánimo y decaimiento
 Cansancio y agotamiento
 Baja tolerancia a la frustración
 Déficit de memoria
 Falta de auto control y de atención
 Bajo rendimiento motor
 Falta de motivación y falta de ánimo
 Apatía y oposición
 Disminución del rendimiento escolar
 Falta de concentración
 Cefaleas
 Accidentes, en menor y mayor medida
 Disminución de los reflejos
 Propensión a las infecciones

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Las cefaleas, así como la apatía y el desinterés, suponen un rechazo del
niño hacia sí mismo. Es posible que como consecuencia de la falta de sueño,
se sentirán desmoralizados, impotentes, frustrados, y con una autoestima baja
en el colegio, y ante sus compañeros. Y además, todo eso puede generar una
depresión. Ya no sabrán cómo tomarse sus errores ni sus faltas. Se sentirán
ausentes, y harán de todo para llamar la atención, interrumpiendo a los demás,
mostrándose impacientes y coléricos. Es importante atacar el trastorno del
sueño, antes de que el niño sufra por sus consecuencias.
La falta de sueño bloquea irreversiblemente la plasticidad neuronal
La insuficiencia de sueño provoca además otro riesgo para la salud infantil: la
hiperactividad. La hiperactividad es una enfermedad que se calcula afecta hoy
día a entre un 5 y un 10% de la población infantil y juvenil, siendo unas 3 veces
más frecuente en varones. Estos niños son capaces de dormir pocas horas y
dar la sensación de que no necesitan mayor descanso, pero esto no es cierto.
El hecho de no dormir afecta a su rendimiento escolar, a su nivel de atención y
a problemas más graves como su estatura, ya que durante la aparente
inactividad se segregan hormonas importantes para el correcto funcionamiento
del organismo, como, por ejemplo, la hormona del crecimiento.
Algunos niños con falta de sueño pueden mostrar cambios cognitivos y
conductuales similares al trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
La falta de sueño en los niños puede llegar a provocar falsos TDAH en algunas
ocasiones. La falta de descanso da lugar a que muchas veces niños con
alteraciones del sueño sean diagnosticados como TDAH.
Los expertos recomiendan que las familias observen y analicen el
comportamiento de su hijo durante la noche. Es muy importante para su
crecimiento y la madurez de su sistema nervioso central.
Según los investigadores esta irregularidad de horario podría llegar a
alterar los ritmos circadianos del organismo, causando falta de sueño y
dañando la plasticidad cerebral.
El sueño es el precio pagado por la plasticidad del día anterior y las
inversiones necesarias para permitir el aprendizaje al día siguiente. El
desarrollo infantil temprano tiene profundas influencias en la salud y el
bienestar a través del curso de la vida. Por lo tanto, reducir o interrumpir el

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sueño, sobre todo si ocurre en momentos clave en el desarrollo, podría tener
un impacto importante en la salud durante toda la vida.
Los cambios producidos en los últimos años en el uso del tiempo libre de
forma inadecuada, con un consumo excesivo de televisión y videojuegos, son
los responsables directos de ese desajuste.

5.4. Exposición a pantallas afecta desarrollo del lenguaje en niños


Los resultados mostraron la relación entre el tiempo que los niños pasan
frente a una pantalla y el desarrollo cerebral, quienes dedican más rato
tienen menor integridad estructural de la sustancia blanca – parte del sistema
nervioso central – en regiones del cerebro con un papel importante en el
lenguaje.
Si bien los cerebros se pueden volver a reconectar, los pequeños son
mucho más receptivos, por eso se dice que son esponjas, porque resultan
mucho más fáciles de estimular. La preocupación es que los niños con
cerebros poco estimulados en la primera infancia podrían desarrollar
conexiones menos eficientes y eso resulta más difícil de corregir a lo largo de
los años.
Según los investigadores, desde el punto de vista de la ciencia cerebral, lo
que necesitan los niños pequeños son experiencias que refuercen esas redes
de manera más sólida. Si las pantallas están remplazando la interacción con
sus padres o cuidadores, o actividades relacionadas con el habla y el juego, los
niños quizá no estén aprovechando al máximo la sorprendente plasticidad
neuronal y el potencial de esos primeros años.
Lo mejor del cerebro – y sobre todo de los cerebros jóvenes – es
la plasticidad.
Su cerebro "organiza" mal y progresan menos. Este órgano funciona como
un director de orquesta que nos permite organizar las tareas que hacemos,
insistir en aquello que no nos sale tan bien... Es lo que los médicos llaman
funciones ejecutivas y ayudan al niño a aprender y a madurar. Pero si se abusa
de las pantallas, estas funciones se ven mermadas y afectan al desarrollo
cognitivo del niño.
Pueden provocar una baja tolerancia a la frustración e incluso favorecer
problemas de atención e hiperactividad.

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El riesgo de obesidad, obviamente porque el uso de estos dispositivos es
sinónimo de sedentarismo.
Y favorece trastornos del sueño. Exponerse a la luz de las pantallas antes
de dormir es perjudicial por partida doble: dificulta la liberación de melatonina,
la hormona que favorece el sueño, y además hace que el cerebro esté en
estado de alerta impidiendo el descanso.
 Para que un niño pequeño aprenda, lo que se le enseña tiene que estar
próximo a él. Por eso, cuando nos dirigimos a un menor de 2 años solemos
señalar el objeto del que le estamos hablando (lo que el niño no ve no existe),
se lo repetimos si observamos que no nos entiende... Nos amoldamos a él. Ese
feedback no existe en los dibujos animados porque el lenguaje está
descontextualizado: no tiene en cuenta el nivel del pequeño o si lo ha
entendido.
Por tanto, si un niño consume muchos dibujos, el lenguaje acaba
perdiendo interés para él porque, directamente, no le acaba de encontrar un
sentido útil.
En los primeros 3 años de vida existe un solo código cerebral fundamental:
el código emocional. Es en este contexto donde se desarrolla el lenguaje
emocional que lleva a la comunicación a través de gestos, sonidos…
construyendo poco a poco el lenguaje.
El segundo código cerebral es la imitación, la manera más perfecta de
aprender. Es el vehículo que ancla la emoción, puesto que lo primero que se
imita son los seres queridos.
El tercer código cerebral es el juego, el disfraz donde se oculta el
aprendizaje y la memoria. Jugar no es perder el tiempo.
Nacemos con pocas neuronas y pocas conexiones neuronales. Gracias
a la estimulación ambiental, sensorial, cognitiva y de movimiento, se producen
la multiplicación de las neuronas y sus conexiones, imprescindibles en
educación infantil. En 3 años se triplican y se forman árboles sinápticos gracias
a la estimulación; a los 4 poseemos 1.000 billones de conexiones neuronales.
El movimiento es fundamental en estas edades, el desarrollo infantil debe tener
un sustrato motor y, si es al aire libre, mejor.
Nuestros cerebros están diseñados para desarrollarse en los primeros
años mediante la exploración del entorno físico y la interacción social de aquí

18
se desprende la importancia del correcto desarrollo sensorial y perceptivo, y la
importancia de jugar. Si queremos que los niños y niñas tengan ideas,
pensamientos a partir de los 6 o 7 años, es necesario que tengan aprendizajes
adquiridos previamente por la percepción y las emociones positivas. La
información sensorial llega al cerebro y luego al sistema límbico, donde se
impregna de significado. A partir de esa información con significado nuestro
cerebro construirá nuestras ideas y pensamientos. Este proceso sólo puede
llevarse a cabo a través de sus vivencias, de la propia experiencia vital, que
desde que nacemos conforma nuestro bagaje personal.
La importancia de no exponerlos a las pantallas demasiado pronto, y
nunca antes de los 3 años. A partir de esta edad, la exposición a pantallas, de
más de 2 horas de navegación, deteriora la atención ejecutiva, que es la que
necesitamos para el aprendizaje y el estudio. Los niños y niñas que exceden
este tiempo maduran más lentamente y son mucho más inquietos, debido a
que esta exposición activa el sistema de neurotransmisores de recompensa y
placer, por eso roba toda la atención incluso sólo con su presencia. Al
producirse esta activación se generan serotoninas, motivo fundamental de la
“adicción” al dispositivo. Se alteran las redes atencionales por
sobreestimulación.
El cerebro de un recién nacido es un cerebro en construcción. A pesar
de que tenga más del doble de las neuronas que necesita, es un cerebro cuyas
células nerviosas no están conectadas. El ambiente en el que se desarrolle el
niño hará que estas neuronas comiencen a conectarse y comunicarse entre
ellas. En esencia, son los padres y sus valores, los que determinarán, en un
primer momento, la manera de aprender del niño. Los cuidadores principales y
el ambiente en el que viva el niño serán los que determinen en qué sentido se
desarrollará el cerebro del menor. Por lo tanto, los padres y profesores son
imprescindibles en este proceso de aprendizaje y evolución.
Los niños no deberían tener contacto frecuente con dispositivos con
pantalla hasta los seis años, puesto que durante los seis primeros años de
vida se están desarrollando las funciones ejecutivas en una parte concreta del
cerebro: la corteza prefrontal. Las funciones ejecutivas son las que nos
diferencian del resto de las especies: concentración, inhibición de impulsos,
memoria operativa, planificación, autorregulación emocional, etcétera. En estos

19
seis o siete primeros años de vida, los niños desarrollan los rudimentos básicos
de las funciones ejecutivas. Si los niños están expuestos a demasiados
contenidos en pantallas, es más que probable, que se encuentren con
dificultades en procesos ejecutivos.
A mayor número de horas que un niño ve la televisión, mayor
probabilidad de que en el futuro tenga dificultades de concentración. La
concentración es un proceso ejecutivo que requiere de voluntariedad,
consciencia y perseverancia. Cuando los niños ven contenidos agresivos o no
adecuados para su edad en televisión, les provoca hiperactividad. En cambio,
estar en contacto y disfrutar de la naturaleza tiene como consecuencia todo lo
contrario. Los entornos naturales les enseñan a esperar, a ser pacientes y a
retrasar la gratificación.

CAPÍTULO VI

ACTIVIDADES PARA ESTIMULAR LA NEUROPLASTICIDAD

El cerebro es un músculo y como cualquier otro músculo, necesita mantenerse


en forma. Existen factores que influyen en el estilo de vida para reducir el
proceso que envejece el cerebro. En los últimos años diversos estudios han
demostrado que mantener el cerebro activo a lo largo de su vida, ya sea a
través de la lectura, la escritura o juegos de inteligencia, ayuda a mantenerlo
joven. La mejor manera de tener un órgano activo es utilizándolo, ya que el
cerebro envejece en las partes que no se han trabajado.

6.1. Hacer ejercicio físico


El cerebro humano, debido a su plasticidad, tiene una enorme capacidad
para modificar su estructura y funcionamiento a través de la interacción con el
entorno. Y en este proceso continuo de adaptación y supervivencia de la
especie durante miles de años que ha permitido que el cerebro se desarrollara,
es innegable que la actividad física ha desempeñado un papel crucial. 
La realización de ejercicio físico requiere una activación cerebral
generalizada, pues supone el movimiento de grupos musculares, aumento de
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flujo sanguíneo, consumo de glucosa, respiración, ritmo cardíaco… regulado
por diferentes centros nerviosos ubicados en distintas zonas del cerebro. Ello
quiere decir, que el ejercicio físico activa amplias zonas cerebrales.
La actividad física influye en la manera en qué se piensa y se siente y
afecta al aprendizaje, al estado de ánimo, a la atención, a la ansiedad, al estrés
y tiene la capacidad de inmunizar contra algunas enfermedades o, al menos,
refrenarlas o paliarlas.
Algunos de los beneficios más importantes que produce la realización de
actividad física son la neurogénesis (creación de neuronas) y la disminución de
la muerte de las neuronas (apoptosis). Además, el ejercicio hace que las
conexiones entre las neuronas sean mayores, más fuertes y eficaces,
favoreciendo capacidades como aprendizaje y memoria, entre otras.
Se ha demostrado científicamente que el ejercicio físico aumenta la función
cognitiva y cerebral, mejora el aprendizaje y la memoria, y protege contra las
enfermedades degenerativas de las neuronas. 
El ejercicio físico genera la producción de la hormona de crecimiento en el
cerebro que ayuda a revitalizar las neuronas. Como consecuencia del ejercicio
físico se segregan toda una serie de neurotransmisores y factores de
crecimiento cerebrales que estimulan el desarrollo de nuevas neuronas en el
hipocampo y el fortalecimiento de las conexiones neuronales que facilitan la
memoria y el aprendizaje.
Especialmente importantes son los estudios con niños en los que se
demuestra la mejora de las funciones ejecutivas básicas como la capacidad de
inhibición, la memoria de trabajo o la flexibilidad cognitiva que son
imprescindibles para el buen desarrollo académico y personal de los alumnos.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Illinois, publicado
por la revista Pediatrics en diciembre 2014, indica que el cerebro, sobre todo de
los niños, mejora sus funciones cognitivas a medida que se ejerce mayor
actividad física. Algo especialmente importante, debido a que durante la
infancia se producen grandes cambios en la estructura del cerebro.
Observaron una mayor capacidad para bloquear la distracción y
mantener mejor la atención en las tareas, una mejora en la memorización y
mayor flexibilidad cognitiva para alternar entre diferentes tareas, el vínculo

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entre la actividad física y el rendimiento escolar se debe a que el cerebro es
nutrido y tonificado con sangre y oxígeno.
El deporte reduce los efectos de la depresión, aumenta la autoestima,
permite una mayor tolerancia al estrés, genera adrenalina transformando a las
personas en seres más felices y más sociables. Además, hacer ejercicio al
menos tres veces a la semana (en sesiones de al menos 40 minutos) mejora
las funciones cardíacas, la capacidad pulmonar, oxigena el cerebro
regenerando las células nerviosas.
El hipocampo es clave para la creación de nuevos recuerdos, y es una
de las primeras regiones del cerebro que se deteriora cuando nos volvemos
mayores y mucho más severamente en la enfermedad de Alzheimer. Mejorar la
función del hipocampo es muy prometedor para mejorar la memoria en
situaciones cotidianas.
Lo ideal del ejercicio es comenzarlo en la niñez para que tenga influencia en la
plasticidad cerebral y el aprendizaje de habilidades de coordinación y
capacidad aeróbica y fuerza. El ejercicio físico aumenta la talla del hipocampo,
éste es imprescindible para la memoria explícita y el aprendizaje, es una de las
regiones cerebrales más influenciadas por el ejercicio físico.
El BDNF segregado como consecuencia del ejercicio físico es muy
importante porque:
 Mejora la plasticidad sináptica, es decir, fortalece las conexiones
neuronales que garantizan el aprendizaje. Cuando se bloquea esta
molécula en ratones, se eliminan los beneficios cognitivos de la actividad
física.
  Aumenta la neurogénesis en el hipocampo, una región imprescindible
para la formación de las memorias. Este proceso de formación de
nuevas neuronas facilita los procesos cognitivos.
  Aumenta la vascularidad cerebral. El aumento de sangre en las
neuronas permite la llegada de toda una serie de nutrientes que mejoran
su funcionamiento. Este proceso en el que intervienen también otros
factores de crecimiento como el IGF-1 o el VEGF está directamente
relacionado con la neurogénesis.
El ejercicio aeróbico es beneficioso a partir de los 50 años, mejora el
rendimiento de la memoria.
22
la función cerebral y la condición física, y un mayor aumento en el flujo
sanguíneo cerebral en el hipocampo, la región clave del cerebro afectada por la
enfermedad de Alzheimer. 
El ejercicio puede reducir el riesgo de una persona para la enfermedad
de Alzheimer e incluso puede retrasar el envejecimiento cerebral en
aproximadamente 10 años.
Existen la práctica de otros ejercicios aeróbicos mejoran la función
cognitiva general. Ciclismo, trotar, pero también Cardio-boxeo o Zumba: son
algunos ejemplos de disciplinas que corresponden a esta definición. Todos
comparten una cosa en común. Son lo suficientemente leves como para no
causar dificultades respiratorias o dolor muscular, si se practican con una
intensidad razonable.
Los ejercicios de resistencia muscular tienden a mejorar la función
ejecutiva, la memoria y la memoria funcional. Esto corresponde a ejercicios que
solicitan los músculos, con o sin pesas y otras halteras. Las sentadillas,
abdominales y yoga entran, por ejemplo, en esta categoría.
Según los investigadores ahora existe una gran cantidad de
investigación que respalda el efecto protector de la actividad física en el
cerebro continúa creciendo. Podría explicarse por el impacto de esta práctica
en el órgano. El deporte tenderá a promover la neurogénesis y la angiogénesis,
pero también la plasticidad cerebral, al tiempo que reduce los procesos
inflamatorios y el estrés celular.
El ejercicio físico permite mejorar lo que es llamada comúnmente
“memoria muscular “o "memoria motora". Durante el ejercicio físico, la hipófisis
y el hipotálamo producen endorfinas, conocidas también como hormonas de la
felicidad. Éstas ayudan a atenuar el estrés y el dolor causado por la depresión.
Aunque el ejercicio físico aumente el nivel de cortisol – la hormona que provoca
el estrés – su efecto en realidad es invertido. El deporte va a aumentar el límite
de tolerancia al cortisol y a fortalecerse frente al estrés.
Para optimizar sus funciones cognoscitivas a cualquier edad, es mejor practicar
una actividad deportiva regularmente. Es decir 30 minutos de actividad
moderada 5 veces a la semana para los adultos.
Hay que evitar caer en el entrenamiento exagerado. Al constatar los
efectos positivos, algunas personas van entrenarse en exceso y desarrollar

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inclusive una dependencia, lo que causará que los síntomas de la depresión
sean todavía más intensos. Es preferible integrar gradualmente la actividad
física al estilo de vida con el fin de mantener los beneficios a largo plazo.

6.2. Juegos para estimular el cerebro


Dado que cada vez que el cerebro aprende algo construye redes neuronales
nuevas, en los últimos tiempos las investigaciones se han centrado en la
creación de juegos que propicien esta creación de nuevas redes de neuronas y
hagan trabajar al “músculo” cerebral en personas de la tercera edad.
Crucigramas, rompecabezas, juegos matemáticos son importantes para este
cometido. Más recientemente se han desarrollado algunos juegos en
computadoras y aplicaciones móviles con el propósito de estimular distintas
funciones del cerebro, sobre todo la concentración.

6.3. Aprender un idioma nuevo


Ciertas partes del cerebro se desarrollan, especialmente el hipocampo,
la parte del cerebro implicada en la adquisición de nuevos conocimientos y la
consolidación de la memoria. Hablar varios idiomas permite además retrasar
los efectos de la edad.
Cuando un adulto aprende un idioma hay un mejoramiento de la
integridad de la materia blanca. La materia blanca conecta las neuronas, así
mientras más sean conectadas, mejor será la posibilidad de realizar una tarea
cognoscitiva. El aprendizaje de un idioma desarrolla la reserva cognoscitiva, lo
que hace más resistente a las lesiones cerebrales.

6.4. Socializar
Mantener lazos frecuentes con las personas de nuestra red social
estimula el cerebro y lo protege de la decadencia cognoscitiva. Las actividades
sociales como el hecho de compartir comidas, diversiones, salidas,
conversaciones, sostienen un modo de vida activo, mejoran la calidad de vida,
aumentan la estima de sí, previenen el aislamiento y reducen el estrés y el
riesgo de depresión.

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El hecho de realizar actividades y aumentar la cantidad de relaciones
interpersonales mejora el estado anímico, por lo que se le podría proponer a
una persona una agenda de acciones para mejorar su ánimo. Eso impactaría
en su cerebro, aumentando la cantidad de serotonina, un neurotransmisor y
mensajero químico entre las neuronas que, entre otras funciones, regula el
estado de ánimo.

6.5. Meditación
La meditación consiste en hacer el vacío total en sí y en concentrarse
sobre lo que pasa dentro de nuestro cuerpo (respiración, funciones vitales,
etc.). Ella nos ayuda a hacer abstracción de todo lo que nos estresa y a
expulsar de nuestro espíritu emociones, ideas, preocupaciones, etc. y a
concentrarnos en el interior.
La meditación ha demostrado provocar cambios positivos en el cerebro,
capaz de influir en el flujo sanguíneo vascular y en la estimulación de regiones
específicas del cerebro. Además, es una excelente herramienta para controlar
el estrés y la respuesta al miedo, que están directamente vinculados con el
proceso inflamatorio que se asocia con la demencia.
Cuando se medita, partes concretas del cerebro emiten ondas theta, que
alivian el estrés y a largo plazo producen una sustancial reducción de la
ansiedad, aumentan la habilidad mental, impulsan la imaginación y la
creatividad; reducen el dolor, producen un estado de euforia y estimulan la
secreción de endorfinas.

6.6. La música
La música ejerce una influencia en la activación y desarrollo de
diferentes regiones cerebrales. El uso consciente de la música con los bebés
favorece su desarrollo tanto físico como psicológico.
El sentido del oído es el primero que se desarrolla en el ser humano. A
partir de los seis meses de gestación, el bebé ya puede escuchar; a los dos
meses de edad es capaz de captar ritmos y con tan solo medio año de vida
consigue reconocer melodías.
La música favorece el desarrollo cerebral del bebé, ya que desde el
vientre materno ya pueden escuchar. Esto se debe a que el oído está
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totalmente formado desde el quinto mes de embarazo y el feto reacciona a los
sonidos que escucha desde el sexto.
Al ser el primer sentido que se desarrolla, el oído es también el primero
que se puede utilizar para estimular al bebé, ya desde el útero materno.
Para el desarrollo psicológico del bebé son necesarios estímulos para sus
neuronas, tanto físicos como sociales. La música transmite emociones,
favorece la creatividad, relaja al bebé y por tanto, se ha convertido en un
elemento indispensable para el desarrollo y educación del bebé.
Las actividades con música que se pueden utilizar para favorecer el
desarrollo cerebral del niño, dependerán de la etapa de maduración en la que
se encuentre, existiendo una serie de habilidades musicales que se van
adquiriendo acordes con ésta.
Cantar favorece el desarrollo del cerebro infantil, los expertos creen que
este fenómeno se debe a que cantar hace que el organismo humano produzca
una mayor cantidad de las hormonas que desencadenan la sensación de
bienestar y a la vez disminuya la producción de otra serie de compuestos
hormonales asociados a los comportamientos agresivos, como han demostrado
diversos estudios neurobiológicos y fisiológicos previos.
Los cursos de música pueden literalmente ‘remodelar’ el cerebro de los
niños de una manera que mejora el procesamiento de sonido, lo que podría
conducir a mejores habilidades de aprendizaje y del lenguaje.
Aprender música desarrolla la madurez emocional el entrenamiento
musical puede ayudar a los niños a controlar sus emociones, reducir su
ansiedad, y centrar su atención.
La música estimula la concentración y la atención del niño. Y por su
forma de implicar los dos hemisferios cerebrales, ayuda a crear nuevas
conexiones neuronales, lo que aumenta su capacidad de aprendizaje.
La educación musical proporciona un desarrollo de ambos hemisferios
cerebrales:
Hemisferio izquierdo: percepción rítmica, control motor, rige mecanismos de
ejecución musical, el canto, aspectos técnicos musicales, lógica y
razonamiento, captación de lo denotativo, percepción lineal.

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Hemisferio derecho: percepción y ejecución musical, creatividad artística y
fantasía, captación de la entonación cantada, percepción visual y auditiva,
percepción melódica y del timbre, expresión musical, apreciación musical.
El sonido, la música y el movimiento son elementos que propician la
activación del sistema sensorial y su integración. Cuando los sentidos trabajan
organizadamente, el aprendizaje se da con mayor facilidad.
Los niños que aprenden música desde pequeñitos desarrollan mejor el
pensamiento lógico y la capacidad matemática. Esto se debe a que la función
cerebral que han de realizar para descifrar las notas musicales es la misma que
la que precisan para comprender las letras y los números, por lo que les resulta
más fácil aprender a leer, a escribir y a resolver problemas matemáticos.
Aquellos niños que crecen escuchando música, cantando y moviéndose
al ritmo de la música gozan de un mejor sistema sensorial, creando más
enlaces en las conexiones neuronales del cerebro.
Estudios neurológicos actuales demuestran la influencia que ejerce la
música en la activación y desarrollo de diferentes regiones cerebrales, así
como también el influjo que tiene en la formación de nuevas conexiones
neuronales cuando ha existido algún tipo de lesión cerebral.

Youtube https://www.youtube.com/watch?v=JE8ORAjUAu0

Este es el video

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REFERENCIAS

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