NEUROPLASTICIDAD
NEUROPLASTICIDAD
NEUROPLASTICIDAD
PLASTICIDAD CEREBRAL
GRUPO 7:
Apaza Tirado, Rogelio Wilmer
Asalde Parente, Karen Esmeralda
Bravo Mogollón, Edgar Walter
Lecaros García, Victoria Elena
ASESOR:
Dr. Javier Rolando Vidal Soldevilla
LIMA – PERÚ
2022
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CONCLUSIONES…………………………………………………………….50
REFERENCIAS
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INTRODUCCIÓN
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CAPÍTULO II
PLASTICIDAD CEREBRAL
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más flexible y adaptativamente -por lo tanto, con mayor funcionalidad- a los
cambios o retos del ámbito en el cual vivimos y nos movemos.
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Por lo expuesto, podemos observar cómo el cerebro posee una
estructura moldeable: con diferentes estímulos se pueden generar cambios en
él. Estas modificaciones se manifestarán en nuevos comportamientos,
pensamientos y emociones. A su vez, el nuevo estilo de vida reforzará estos
cambios, haciéndolos más duraderos. De esta manera, nuestro cerebro no solo
es plástico y moldeable, sino que aprende continuamente, creando nuevas
redes neuronales. También al repetir las nuevas conductas se reforzarán las
conexiones interneuronales. Por ejemplo, si siempre realizamos un mismo
hábito, las neuronas o la parte del cerebro que se ocupan de esa acción,
pensamiento o emoción, tenderán a repetirse, como cuando uno viaja a algún
sitio y por economía neurológica solemos ir por el mismo lugar para mientras
realizar otras actividades. Así se “automatiza” el patrón de comportamientos y
uno puede enviar mensajes por celular mientras camina o manejar un vehículo
sin pensar conscientemente en el recorrido.
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acorde con nuestros valores, posibilita cambios cerebrales y en nuestros
esquemas cognitivos.
CAPÍTULO IV
TIPOS DE PLASTICIDAD
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medio (desplazamiento, comunicación, interacción social). Pero no es
infinita, ya que está ligada a períodos críticos durante los cuales el
cerebro está óptimamente preparado para adquirir una nueva
función. La mayoría de los niños aprenden a percibir su entorno, a
andar, a hablar y relacionarse de forma espontánea. No precisan de
una enseñanza activa, basta un medio que le permita desplazarse,
oír, contemplar como los demás se relacionan, para que aprenda
estas habilidades.
- Plasticidad del cerebro en periodo de aprendizaje:
La plasticidad cerebral es una de las herramientas que ayuda en la
adquisición de capacidades cognitivas. Por lo tanto, esta tiene la
facultad de moldear nuestro cerebro para que logre adquirir y
mantener los nuevos aprendizajes. Pudiendo asemejarse, a los
efectos del ejercicio físico. Esta etapa va de 5 a 15 años de edad.
- Plasticidad del cerebro adulto: A medida que ganamos nuevas
experiencias, algunas conexiones se fortalecen mientras que otras
son eliminadas. Este proceso se conoce como poda sináptica. Las
neuronas que se utilizan con frecuencia desarrollan conexiones más
fuertes y aquellas que rara vez o nunca se usan eventualmente
mueren. Mediante el desarrollo de nuevas conexiones y la
eliminación de las débiles, el cerebro es capaz de adaptarse al
entorno cambiante.
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- Plasticidad en las lesiones que afectan cualquiera de los
sistemas sensitivos: Los seres humanos comprendemos nuestro
entorno, reaccionando ante em medio que nos rodea y es así como
sobrevivimos a los peligros, y esto lo logramos gracias a nuestros
sentidos. Es por eso que el perder un sentido significa tener un
impacto de proporciones inimaginables en la vida y en la manera de
ser de cualquier persona. Como por ejemplo podemos quedar ciego
o sordo, esto nos hace percibir el mundo, desde otro punto de vista, y
podemos decir que el cerebro se adapta y va entender, que debe
seguir viviendo y adapta y estimula los otros sentidos para poder
sobrellevar la carencia de uno o más sentidos. Estos traumas, sin
embargo, son superables gracias a la capacidad de adaptación de
nuestro cuerpo, que desarrolla habilidades que permiten a un
impedido valerse por sí mismo. Es así que ahora podemos responder
a algunas interrogantes que antes parecían imposibles ¿es verdad
que, al perder un sentido, los demás se potencian? Una persona
ciega, ¿ve incrementada su capacidad auditiva? Un sordo, ¿ve
mejor? ¿Realidad o mito? Y esto se logra gracias a la
Neuroplasticidad en donde el cerebro gracias a su adaptación y
regeneración va regulando los demás sentidos para suplir la
necesidad del que se atrofio o perdió, por ejemplo, el visual o el
auditivo, procesan otra información sensorial. En el caso de los
ciegos, el área cerebral encargada de procesar estímulos visuales
procesa información auditiva o somatosensorial”.
- Plasticidad en la afectación del lenguaje: Las lesiones congénitas
limitadas a un hemisferio cerebral, sea el izquierdo o el derecho,
afectan a las capacidades cognitivas generales, tanto de índole
verbal y no verbal. Las lesiones focales que afectan a los sistemas
cortico-subcorticales del lenguaje en el hemisferio izquierdo, se ha
comprobado una buena suplencia de las funciones lingüísticas por
las zonas perilesionales respetadas en el hemisferio dañado y por
sistemas homólogos contralaterales. En esta situación, aunque el
desarrollo lingüístico primario se realiza a un ritmo retrasado, llega a
ser normal a edad preescolar en casi la totalidad de los niños con
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parálisis cerebral hemiparética derecha. Dentro de la capacidad de
nuestro cerebro este hará que los hemisferios a pesar de ser
independientes la zona dañada o lesionada, sede su responsabilidad
a la zona del hemisferio sano, y así como el lenguaje con
estimulación y perseverancia el individuo o sujeto puede recuperar el
lenguaje, sea este caso de pérdida por alguna lesión o consecuencia.
c. Por Patologías
- Plasticidad del cerebro malformado: aquí se hace referencia por
ejemplo a las malformaciones genéticas, estas pueden tener un
origen genético, infeccioso o ambiental, aunque en la mayoría de los
casos resulta difícil identificar su causa.
- Plasticidad del cerebro con enfermedad adquirida. En este punto
se refiere a enfermedades como la inflamación del cerebro por
estrés, fiebre, etc.
- Plasticidad neuronal en las enfermedades metabólicas: La
plasticidad cerebral y el metabolismo están estrechamente
conectados por una entrada constante de glucosa periférica al
sistema nervioso central para satisfacer las altas demandas
metabólicas impuestas por la actividad neuronal. Los trastornos
metabólicos afectan en gran medida la plasticidad neuronal, lo que
subyace a la comorbilidad prevalente entre los trastornos
metabólicos, el deterioro cognitivo y la disfunción del estado de
ánimo. (obesidad, la diabetes y la enfermedad de Alzheimer
CAPÍTULO V
12
muy pocas alteraciones del azúcar en la sangre y mejorando el humor,
la memoria y atención.
e. Frutas y Vegetales. las frutas y vegetales ricos en antioxidantes son
esenciales para mantener a los niños fuera las enfermerías y dentro de
las aulas. Para máximos beneficios de salud, anime a su niño a
comerlos de diferentes colores
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social, parece ser que el confinamiento puede tener efectos en nosotros, más o
menos a largo plazo.
Los psicólogos generalmente describen un aumento en el
comportamiento agresivo, ansiedad, depresión y problemas de sueño (con
fatiga todo el día) entre las personas que se encuentran en una situación de
aislamiento social.
Estos comportamientos también están asociados con un aumento de la
atención en la corteza cerebral visual a estímulos sociales
negativos – amenaza, rechazo, exclusión –. Estos comportamientos podrían
ser una defensa, para las personas en aislamiento social, de cualquier
amenaza al acceso a los recursos.
Una de las consecuencias más importantes de la crisis del coronavirus ha sido,
sin duda, la restricción de movilidad de las personas y su confinamiento.
Aunque se trata de una medida imprescindible para afrontar la pandemia y está
salvando miles de vidas, también resulta obvio que puede producir efectos
negativos sobre la población. Especialmente si se alarga mucho en el tiempo y
si no se pone en marcha medidas para reducir su impacto.
Es probable que estas reacciones den lugar al abuso de medicamentos,
alcohol o drogas. Todos estos efectos que pueden estar presentes durante el
confinamiento caracterizan el exceso de tensión.
Por eso cualquier experiencia adversa, y en particular el aislamiento,
puede tener a estas edades un impacto más fuerte. Hasta tal extremo que
puede interferir en la construcción de nuestros circuitos cerebrales y producir
alteraciones que persistan hasta a la edad adulta.
Una de las formas en que el confinamiento afecta nuestro cerebro es el
agotamiento mental. Casi sin darnos cuenta, comenzamos a generar un
pensamiento tras otro hasta que creamos una bola mental en la que estamos
atrapados. Este efecto también es una consecuencia directa del miedo y la
incertidumbre.
La crisis provocada por el nuevo coronavirus ha sumido al mundo en la
incertidumbre. Nuestro cerebro se lleva mal con la incertidumbre, cuando siente
que está secuestrada nuestra capacidad para hacer planes. Las personas
durante la cuarentena y debido al número de contagiados, tiene una sensación
de alerta porque cree que va a pasar algo. Todo es incierto.
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La ansiedad es uno de los principales causantes del insomnio. Para
evitarlo se recomienda mantener la calma y los sentimientos positivos. Evitar,
además, la exposición al bombardeo informativo, especialmente si no deriva de
fuentes oficiales, para evitar preocupaciones.
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Las cefaleas, así como la apatía y el desinterés, suponen un rechazo del
niño hacia sí mismo. Es posible que como consecuencia de la falta de sueño,
se sentirán desmoralizados, impotentes, frustrados, y con una autoestima baja
en el colegio, y ante sus compañeros. Y además, todo eso puede generar una
depresión. Ya no sabrán cómo tomarse sus errores ni sus faltas. Se sentirán
ausentes, y harán de todo para llamar la atención, interrumpiendo a los demás,
mostrándose impacientes y coléricos. Es importante atacar el trastorno del
sueño, antes de que el niño sufra por sus consecuencias.
La falta de sueño bloquea irreversiblemente la plasticidad neuronal
La insuficiencia de sueño provoca además otro riesgo para la salud infantil: la
hiperactividad. La hiperactividad es una enfermedad que se calcula afecta hoy
día a entre un 5 y un 10% de la población infantil y juvenil, siendo unas 3 veces
más frecuente en varones. Estos niños son capaces de dormir pocas horas y
dar la sensación de que no necesitan mayor descanso, pero esto no es cierto.
El hecho de no dormir afecta a su rendimiento escolar, a su nivel de atención y
a problemas más graves como su estatura, ya que durante la aparente
inactividad se segregan hormonas importantes para el correcto funcionamiento
del organismo, como, por ejemplo, la hormona del crecimiento.
Algunos niños con falta de sueño pueden mostrar cambios cognitivos y
conductuales similares al trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
La falta de sueño en los niños puede llegar a provocar falsos TDAH en algunas
ocasiones. La falta de descanso da lugar a que muchas veces niños con
alteraciones del sueño sean diagnosticados como TDAH.
Los expertos recomiendan que las familias observen y analicen el
comportamiento de su hijo durante la noche. Es muy importante para su
crecimiento y la madurez de su sistema nervioso central.
Según los investigadores esta irregularidad de horario podría llegar a
alterar los ritmos circadianos del organismo, causando falta de sueño y
dañando la plasticidad cerebral.
El sueño es el precio pagado por la plasticidad del día anterior y las
inversiones necesarias para permitir el aprendizaje al día siguiente. El
desarrollo infantil temprano tiene profundas influencias en la salud y el
bienestar a través del curso de la vida. Por lo tanto, reducir o interrumpir el
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sueño, sobre todo si ocurre en momentos clave en el desarrollo, podría tener
un impacto importante en la salud durante toda la vida.
Los cambios producidos en los últimos años en el uso del tiempo libre de
forma inadecuada, con un consumo excesivo de televisión y videojuegos, son
los responsables directos de ese desajuste.
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El riesgo de obesidad, obviamente porque el uso de estos dispositivos es
sinónimo de sedentarismo.
Y favorece trastornos del sueño. Exponerse a la luz de las pantallas antes
de dormir es perjudicial por partida doble: dificulta la liberación de melatonina,
la hormona que favorece el sueño, y además hace que el cerebro esté en
estado de alerta impidiendo el descanso.
Para que un niño pequeño aprenda, lo que se le enseña tiene que estar
próximo a él. Por eso, cuando nos dirigimos a un menor de 2 años solemos
señalar el objeto del que le estamos hablando (lo que el niño no ve no existe),
se lo repetimos si observamos que no nos entiende... Nos amoldamos a él. Ese
feedback no existe en los dibujos animados porque el lenguaje está
descontextualizado: no tiene en cuenta el nivel del pequeño o si lo ha
entendido.
Por tanto, si un niño consume muchos dibujos, el lenguaje acaba
perdiendo interés para él porque, directamente, no le acaba de encontrar un
sentido útil.
En los primeros 3 años de vida existe un solo código cerebral fundamental:
el código emocional. Es en este contexto donde se desarrolla el lenguaje
emocional que lleva a la comunicación a través de gestos, sonidos…
construyendo poco a poco el lenguaje.
El segundo código cerebral es la imitación, la manera más perfecta de
aprender. Es el vehículo que ancla la emoción, puesto que lo primero que se
imita son los seres queridos.
El tercer código cerebral es el juego, el disfraz donde se oculta el
aprendizaje y la memoria. Jugar no es perder el tiempo.
Nacemos con pocas neuronas y pocas conexiones neuronales. Gracias
a la estimulación ambiental, sensorial, cognitiva y de movimiento, se producen
la multiplicación de las neuronas y sus conexiones, imprescindibles en
educación infantil. En 3 años se triplican y se forman árboles sinápticos gracias
a la estimulación; a los 4 poseemos 1.000 billones de conexiones neuronales.
El movimiento es fundamental en estas edades, el desarrollo infantil debe tener
un sustrato motor y, si es al aire libre, mejor.
Nuestros cerebros están diseñados para desarrollarse en los primeros
años mediante la exploración del entorno físico y la interacción social de aquí
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se desprende la importancia del correcto desarrollo sensorial y perceptivo, y la
importancia de jugar. Si queremos que los niños y niñas tengan ideas,
pensamientos a partir de los 6 o 7 años, es necesario que tengan aprendizajes
adquiridos previamente por la percepción y las emociones positivas. La
información sensorial llega al cerebro y luego al sistema límbico, donde se
impregna de significado. A partir de esa información con significado nuestro
cerebro construirá nuestras ideas y pensamientos. Este proceso sólo puede
llevarse a cabo a través de sus vivencias, de la propia experiencia vital, que
desde que nacemos conforma nuestro bagaje personal.
La importancia de no exponerlos a las pantallas demasiado pronto, y
nunca antes de los 3 años. A partir de esta edad, la exposición a pantallas, de
más de 2 horas de navegación, deteriora la atención ejecutiva, que es la que
necesitamos para el aprendizaje y el estudio. Los niños y niñas que exceden
este tiempo maduran más lentamente y son mucho más inquietos, debido a
que esta exposición activa el sistema de neurotransmisores de recompensa y
placer, por eso roba toda la atención incluso sólo con su presencia. Al
producirse esta activación se generan serotoninas, motivo fundamental de la
“adicción” al dispositivo. Se alteran las redes atencionales por
sobreestimulación.
El cerebro de un recién nacido es un cerebro en construcción. A pesar
de que tenga más del doble de las neuronas que necesita, es un cerebro cuyas
células nerviosas no están conectadas. El ambiente en el que se desarrolle el
niño hará que estas neuronas comiencen a conectarse y comunicarse entre
ellas. En esencia, son los padres y sus valores, los que determinarán, en un
primer momento, la manera de aprender del niño. Los cuidadores principales y
el ambiente en el que viva el niño serán los que determinen en qué sentido se
desarrollará el cerebro del menor. Por lo tanto, los padres y profesores son
imprescindibles en este proceso de aprendizaje y evolución.
Los niños no deberían tener contacto frecuente con dispositivos con
pantalla hasta los seis años, puesto que durante los seis primeros años de
vida se están desarrollando las funciones ejecutivas en una parte concreta del
cerebro: la corteza prefrontal. Las funciones ejecutivas son las que nos
diferencian del resto de las especies: concentración, inhibición de impulsos,
memoria operativa, planificación, autorregulación emocional, etcétera. En estos
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seis o siete primeros años de vida, los niños desarrollan los rudimentos básicos
de las funciones ejecutivas. Si los niños están expuestos a demasiados
contenidos en pantallas, es más que probable, que se encuentren con
dificultades en procesos ejecutivos.
A mayor número de horas que un niño ve la televisión, mayor
probabilidad de que en el futuro tenga dificultades de concentración. La
concentración es un proceso ejecutivo que requiere de voluntariedad,
consciencia y perseverancia. Cuando los niños ven contenidos agresivos o no
adecuados para su edad en televisión, les provoca hiperactividad. En cambio,
estar en contacto y disfrutar de la naturaleza tiene como consecuencia todo lo
contrario. Los entornos naturales les enseñan a esperar, a ser pacientes y a
retrasar la gratificación.
CAPÍTULO VI
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entre la actividad física y el rendimiento escolar se debe a que el cerebro es
nutrido y tonificado con sangre y oxígeno.
El deporte reduce los efectos de la depresión, aumenta la autoestima,
permite una mayor tolerancia al estrés, genera adrenalina transformando a las
personas en seres más felices y más sociables. Además, hacer ejercicio al
menos tres veces a la semana (en sesiones de al menos 40 minutos) mejora
las funciones cardíacas, la capacidad pulmonar, oxigena el cerebro
regenerando las células nerviosas.
El hipocampo es clave para la creación de nuevos recuerdos, y es una
de las primeras regiones del cerebro que se deteriora cuando nos volvemos
mayores y mucho más severamente en la enfermedad de Alzheimer. Mejorar la
función del hipocampo es muy prometedor para mejorar la memoria en
situaciones cotidianas.
Lo ideal del ejercicio es comenzarlo en la niñez para que tenga influencia en la
plasticidad cerebral y el aprendizaje de habilidades de coordinación y
capacidad aeróbica y fuerza. El ejercicio físico aumenta la talla del hipocampo,
éste es imprescindible para la memoria explícita y el aprendizaje, es una de las
regiones cerebrales más influenciadas por el ejercicio físico.
El BDNF segregado como consecuencia del ejercicio físico es muy
importante porque:
Mejora la plasticidad sináptica, es decir, fortalece las conexiones
neuronales que garantizan el aprendizaje. Cuando se bloquea esta
molécula en ratones, se eliminan los beneficios cognitivos de la actividad
física.
Aumenta la neurogénesis en el hipocampo, una región imprescindible
para la formación de las memorias. Este proceso de formación de
nuevas neuronas facilita los procesos cognitivos.
Aumenta la vascularidad cerebral. El aumento de sangre en las
neuronas permite la llegada de toda una serie de nutrientes que mejoran
su funcionamiento. Este proceso en el que intervienen también otros
factores de crecimiento como el IGF-1 o el VEGF está directamente
relacionado con la neurogénesis.
El ejercicio aeróbico es beneficioso a partir de los 50 años, mejora el
rendimiento de la memoria.
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la función cerebral y la condición física, y un mayor aumento en el flujo
sanguíneo cerebral en el hipocampo, la región clave del cerebro afectada por la
enfermedad de Alzheimer.
El ejercicio puede reducir el riesgo de una persona para la enfermedad
de Alzheimer e incluso puede retrasar el envejecimiento cerebral en
aproximadamente 10 años.
Existen la práctica de otros ejercicios aeróbicos mejoran la función
cognitiva general. Ciclismo, trotar, pero también Cardio-boxeo o Zumba: son
algunos ejemplos de disciplinas que corresponden a esta definición. Todos
comparten una cosa en común. Son lo suficientemente leves como para no
causar dificultades respiratorias o dolor muscular, si se practican con una
intensidad razonable.
Los ejercicios de resistencia muscular tienden a mejorar la función
ejecutiva, la memoria y la memoria funcional. Esto corresponde a ejercicios que
solicitan los músculos, con o sin pesas y otras halteras. Las sentadillas,
abdominales y yoga entran, por ejemplo, en esta categoría.
Según los investigadores ahora existe una gran cantidad de
investigación que respalda el efecto protector de la actividad física en el
cerebro continúa creciendo. Podría explicarse por el impacto de esta práctica
en el órgano. El deporte tenderá a promover la neurogénesis y la angiogénesis,
pero también la plasticidad cerebral, al tiempo que reduce los procesos
inflamatorios y el estrés celular.
El ejercicio físico permite mejorar lo que es llamada comúnmente
“memoria muscular “o "memoria motora". Durante el ejercicio físico, la hipófisis
y el hipotálamo producen endorfinas, conocidas también como hormonas de la
felicidad. Éstas ayudan a atenuar el estrés y el dolor causado por la depresión.
Aunque el ejercicio físico aumente el nivel de cortisol – la hormona que provoca
el estrés – su efecto en realidad es invertido. El deporte va a aumentar el límite
de tolerancia al cortisol y a fortalecerse frente al estrés.
Para optimizar sus funciones cognoscitivas a cualquier edad, es mejor practicar
una actividad deportiva regularmente. Es decir 30 minutos de actividad
moderada 5 veces a la semana para los adultos.
Hay que evitar caer en el entrenamiento exagerado. Al constatar los
efectos positivos, algunas personas van entrenarse en exceso y desarrollar
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inclusive una dependencia, lo que causará que los síntomas de la depresión
sean todavía más intensos. Es preferible integrar gradualmente la actividad
física al estilo de vida con el fin de mantener los beneficios a largo plazo.
6.4. Socializar
Mantener lazos frecuentes con las personas de nuestra red social
estimula el cerebro y lo protege de la decadencia cognoscitiva. Las actividades
sociales como el hecho de compartir comidas, diversiones, salidas,
conversaciones, sostienen un modo de vida activo, mejoran la calidad de vida,
aumentan la estima de sí, previenen el aislamiento y reducen el estrés y el
riesgo de depresión.
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El hecho de realizar actividades y aumentar la cantidad de relaciones
interpersonales mejora el estado anímico, por lo que se le podría proponer a
una persona una agenda de acciones para mejorar su ánimo. Eso impactaría
en su cerebro, aumentando la cantidad de serotonina, un neurotransmisor y
mensajero químico entre las neuronas que, entre otras funciones, regula el
estado de ánimo.
6.5. Meditación
La meditación consiste en hacer el vacío total en sí y en concentrarse
sobre lo que pasa dentro de nuestro cuerpo (respiración, funciones vitales,
etc.). Ella nos ayuda a hacer abstracción de todo lo que nos estresa y a
expulsar de nuestro espíritu emociones, ideas, preocupaciones, etc. y a
concentrarnos en el interior.
La meditación ha demostrado provocar cambios positivos en el cerebro,
capaz de influir en el flujo sanguíneo vascular y en la estimulación de regiones
específicas del cerebro. Además, es una excelente herramienta para controlar
el estrés y la respuesta al miedo, que están directamente vinculados con el
proceso inflamatorio que se asocia con la demencia.
Cuando se medita, partes concretas del cerebro emiten ondas theta, que
alivian el estrés y a largo plazo producen una sustancial reducción de la
ansiedad, aumentan la habilidad mental, impulsan la imaginación y la
creatividad; reducen el dolor, producen un estado de euforia y estimulan la
secreción de endorfinas.
6.6. La música
La música ejerce una influencia en la activación y desarrollo de
diferentes regiones cerebrales. El uso consciente de la música con los bebés
favorece su desarrollo tanto físico como psicológico.
El sentido del oído es el primero que se desarrolla en el ser humano. A
partir de los seis meses de gestación, el bebé ya puede escuchar; a los dos
meses de edad es capaz de captar ritmos y con tan solo medio año de vida
consigue reconocer melodías.
La música favorece el desarrollo cerebral del bebé, ya que desde el
vientre materno ya pueden escuchar. Esto se debe a que el oído está
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totalmente formado desde el quinto mes de embarazo y el feto reacciona a los
sonidos que escucha desde el sexto.
Al ser el primer sentido que se desarrolla, el oído es también el primero
que se puede utilizar para estimular al bebé, ya desde el útero materno.
Para el desarrollo psicológico del bebé son necesarios estímulos para sus
neuronas, tanto físicos como sociales. La música transmite emociones,
favorece la creatividad, relaja al bebé y por tanto, se ha convertido en un
elemento indispensable para el desarrollo y educación del bebé.
Las actividades con música que se pueden utilizar para favorecer el
desarrollo cerebral del niño, dependerán de la etapa de maduración en la que
se encuentre, existiendo una serie de habilidades musicales que se van
adquiriendo acordes con ésta.
Cantar favorece el desarrollo del cerebro infantil, los expertos creen que
este fenómeno se debe a que cantar hace que el organismo humano produzca
una mayor cantidad de las hormonas que desencadenan la sensación de
bienestar y a la vez disminuya la producción de otra serie de compuestos
hormonales asociados a los comportamientos agresivos, como han demostrado
diversos estudios neurobiológicos y fisiológicos previos.
Los cursos de música pueden literalmente ‘remodelar’ el cerebro de los
niños de una manera que mejora el procesamiento de sonido, lo que podría
conducir a mejores habilidades de aprendizaje y del lenguaje.
Aprender música desarrolla la madurez emocional el entrenamiento
musical puede ayudar a los niños a controlar sus emociones, reducir su
ansiedad, y centrar su atención.
La música estimula la concentración y la atención del niño. Y por su
forma de implicar los dos hemisferios cerebrales, ayuda a crear nuevas
conexiones neuronales, lo que aumenta su capacidad de aprendizaje.
La educación musical proporciona un desarrollo de ambos hemisferios
cerebrales:
Hemisferio izquierdo: percepción rítmica, control motor, rige mecanismos de
ejecución musical, el canto, aspectos técnicos musicales, lógica y
razonamiento, captación de lo denotativo, percepción lineal.
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Hemisferio derecho: percepción y ejecución musical, creatividad artística y
fantasía, captación de la entonación cantada, percepción visual y auditiva,
percepción melódica y del timbre, expresión musical, apreciación musical.
El sonido, la música y el movimiento son elementos que propician la
activación del sistema sensorial y su integración. Cuando los sentidos trabajan
organizadamente, el aprendizaje se da con mayor facilidad.
Los niños que aprenden música desde pequeñitos desarrollan mejor el
pensamiento lógico y la capacidad matemática. Esto se debe a que la función
cerebral que han de realizar para descifrar las notas musicales es la misma que
la que precisan para comprender las letras y los números, por lo que les resulta
más fácil aprender a leer, a escribir y a resolver problemas matemáticos.
Aquellos niños que crecen escuchando música, cantando y moviéndose
al ritmo de la música gozan de un mejor sistema sensorial, creando más
enlaces en las conexiones neuronales del cerebro.
Estudios neurológicos actuales demuestran la influencia que ejerce la
música en la activación y desarrollo de diferentes regiones cerebrales, así
como también el influjo que tiene en la formación de nuevas conexiones
neuronales cuando ha existido algún tipo de lesión cerebral.
Youtube https://www.youtube.com/watch?v=JE8ORAjUAu0
Este es el video
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REFERENCIAS
Drodal P (1992). The central nervous system structure and function. Oxford
University Press. 5-50
Kolb, B., & Gibb, R. (2011). Brain plasticity and behavior in the developing
brain. Journal of the Canadian Academy of Child and Adolescent
Psychiatry. 20(4), 265-276.