ANTROPOCENTRISMO
ANTROPOCENTRISMO
ANTROPOCENTRISMO
El antropocentrismo asigna valor a los elementos de la biosfera, pero lo reduce a su capacidad de respuesta a las
necesidades humanas, es decir, a su valor monetario. Tan es así, que esta perspectiva adoptó desde sus primeros
momentos un modelo económico que le avalase, el capitalismo. Un sistema asentado en la propiedad privada de los
medios de producción, en la representación del capital como generador de riqueza y en la participación social en la
riqueza a través del mercado. Para obtener beneficios económicos, se aprovechan los bienes comunes —recursos
naturales, según este enfoque—. Y cuando esa actividad genera problemas ecológicos, léase desertificación,
sobreexplotación minera o maderera, pérdida de biodiversidad, sobrepesca, degradación del suelo, contaminación,
cambio climático… el capitalismo confía en las soluciones tecnológicas, presentes o futuras.
Sin embargo, más allá de la base económica, la naciente burguesía de la Modernidad requería otro fundamento de
poder, de carácter más social, que justificase y legitimase su nueva manera de actuar. Se asienta así un pacto social
renovado: el heteropatriarcado moderno. Una declaración e institucionalización de la autoridad masculina sobre el
género femenino y los sucesores dentro de la familia y, por extensión, sobre todas las mujeres en la propia sociedad.
Un predominio absoluto del hombre en la esfera pública, instituciones y gobierno.
El capitalismo y el heteropatriarcado moderno forman acciones sinérgicas desde sus inicios; en este sentido, Lener
(1990) considera el establecimiento de la propiedad privada, del estado y del patriarcado como transformaciones
económicas y simbólicas concurrentes que se refuerzan mutuamente. Esos preceptos conforman una nueva
ideología política, el liberalismo. Pensamiento al que, en el siglo XVII, da cuerpo el filósofo inglés Locke
fundamentando “los tres derechos naturales”: vida, libertad y propiedad privada.
En la segunda década del siglo XXI, los análisis más recientes caracterizan el antropocentrismo por:
ÉTICA ECOSOCIAL
La crisis civilizatoria es una situación de emergencia planetaria (Bybee, 1991), congruentemente, es urgente actuar.
Pero, ¿en qué sentido? Las tradicionales éticas antropocéntricas (utilitarismo, ética de la Tierra, el principio de
responsabilidad o las éticas humanísticas católicas) perpetúan el antropocentrismo, causa profunda de la crisis. Por
su parte, las éticas ambientalistas (biocentrismo, ecocentrismo o ética planetaria) ponen el foco en el valor moral de
los seres vivos sin atender al origen de la crisis, ni cuestionar el modelo socio-económico (Gutiérrez Bastida, 2018).
Los efectos de la problemática ecosocial y la situación de urgencia exigen atender a la raíz de la crisis y, por tanto a:
Recuperar los valores humanistas no antropocéntricos. Además, exige abandonar los pseudo-valores
antropocéntricos: individualismo, acaparamiento de bienes, supremacía racial, androcentrismo, violencia,
etc.
Transformar el modelo de sociedad en uno en el que la vida perdure y los seres humanos coexistan de
manera justa y solidaria.
Reemplazar el paradigma económico hegemónico y abandonar el patriarcado.
Crear nuevos valores (participación, empoderamiento, interconexión…) y recuperar valores perdidos
(austeridad, solidaridad, trabajo en común…).
Muchas referencias importantes trabajan en este sentido. Para Morin, en una sociedad, más complejidad conlleva
mayor diversidad, mayor autonomía, mayor libertad y mayor riesgo de dispersión, de tal manera que la solidaridad,
la amistad y el amor se convierten en los cimientos vitales de la complejidad humana. Según este filósofo, la
“conciencia cívica terrenal” obliga a pensar en la humanidad como un destino planetario, una conciencia común a
todas las personas, desprendida y solidaria que nos interconecta y que es parte indisociable de la biosfera (Morin,
2006).
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A través el antropocentrismo, se sitúa al ser humano como el elemento sobre el que giran todas las ramas de estudio
y conocimiento. También sitúa al ser humano por encima de todas las especies, y el resto del mundo ha de procurar
la satisfacción de sus necesidades. El antropocentrismo, además, es una de las características más importantes del
Humanismo.
La palabra proviene, etimológicamente, del griego, siendo anthropos ser humano, kentron centro y el sufijo –ismo
denota corriente o doctrina. Por lo tanto de forma literal, es la doctrina que pone al ser humano como centro.
El antropocentrismo se origina a la vez que el Humanismo. De hecho, es una de las características que lo definieron.
A lo largo de la Edad Media destacó el teocentrismo, la idea de que Dios ocupaba el centro de todo, la divinidad regía
la vida de los ciudadanos y estos debían obrar y vivir en función de ello. Además, todas las ramas de conocimiento
giraban en torno a esta idea.
El antropocentrismo surge en un contexto de cambio, ya que, con el Humanismo, se pasó de la Edad Media a la Edad
Moderna. Y esta idea de que el hombre es el que se sitúa como centro del resto de cosas fue un pilar fundamental
en el cambio.
Supuso un gran avance científico, ya que, hasta el momento, la ciencia estaba relegada. Muchos de los fenómenos se
atribuían a Dios y a su voluntad, y el antropocentrismo rompe con ello, sustituyendo la fe por la razón. Así se
consiguió que las cualidades humanas fueran las que inspiraran el conocimiento, siendo la razón y la investigación
los nuevos pilares que sustituyeron al antiguo método divino.
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CAMBIO DE MENTALIDAD
El resultado del cambio de doctrina fue una nueva mentalidad general. Aquí se incluye un esquema mental que tuvo
como protagonista al ser humano como un ser supremo y en el centro del universo. Este tipo de doctrina considera
que la razón debe ser la única guía para que el ser humano avance y pueda desarrollarse. Pasan de tener la fe como
motor de la doctrina a la razón. Hay que tener en cuenta que todo este cambio de mentalidad provocó una
revolución de todas las creencias en la época.
La doctrina del antropocentrismo estaba basada en que el hombre es un ser independiente de todos los mitos e
historias religiosas y bíblicas. Todas estas historias involucraban hasta ese momento al ser humano y forzaban a la
sociedad a realizar algunos actos o mantener determinadas conductas.
Vamos a resumir cuáles fueron los principales movimientos que fueron la base del cambio de mentalidad gracias al
introducción del antropocentrismo.
Renacimiento
Se trata de un movimiento artístico que surgió en el siglo XV y que surgió en el norte de Italia. Este movimiento
artístico se pudo representar y expresa mediante la pintura, la escultura y la arquitectura. El nombre de
renacimiento viene a través de que en este estilo se utilizaban algunas características de la tradición clásica y
romana. Dado que el antropocentrismo consiguió dominar toda esta época fue que muchos artistas aprovecharon
para plasmar sus representaciones en las obras. Por ejemplo, existieron numerosas representaciones del cuerpo
humano que se realizaron por el arte clásico grecorromano. También existieron algunas corrientes artísticas que
sirvieron para poder recuperar otras técnicas de armonía y proporciones que se perdieron con el paso del tiempo.
El antropocentrismo hizo que el renacimiento se extendiera por toda Europa y se mantuviera vigente hasta el siglo
XVI.
Humanismo
Se trata de otro de los movimientos intelectuales en los que se resumió el antropocentrismo. Se puede originando
en Italia por el siglo XIV y se expresaron en diferentes disciplinas como fueron la filosofía, la literatura y la teología.
La filosofía que había impuesta del antropocentrismo llegó a recuperar la tradición clásica griega y romana. Estas
tradiciones clásicas también situaban al ser humano como objeto y centro de estudio y el responsable de ser el
centro del universo.
Durante toda esta época en la que predominó el humanismo se le hicieron diversas traducciones y divulgación es de
algunas obras grecorromanas. Estas obras se mantendrían ocultas debido a la existencia del teocentrismo durante la
Edad Media. Cabe destacar que, aunque el ser humano era considerado como el centro del universo y responsable
de todas las cosas, en ningún momento se llegó a abandonar por completo la religión. El humanismo se consiguió
extender por toda Europa y tuvo su máximo apogeo entre los siglos XV y XVI.
Vamos analizar cuáles son los principales aspectos fundamentales que tiene el antropocentrismo como doctrina. Hay
que tener en cuenta que la principal característica es que el ser humano y no Dios está situado en el centro del
pensamiento. A raíz de ahí, nacen del resto de pensamientos y corrientes que se iban extendiendo en la sociedad de
aquella época.
Gracias a las características de esta doctrina encontramos una plena confianza en el ser humano. Se confiaba
plenamente en todo lo que fuera una creación del ser humano y en la capacidad de este para poder dominar el
entorno. Eran valores altos los que se le daban al prestigio, la gloria, el poder o la fama. Llegaron hasta un punto en
el que fueron considerados como ambiciones que iba navegando valor al ser humano. Es decir, personas que no
tenían prestigio o poder no tenían valor.
Todo esto desencadenó en un mayor optimismo. Aunque existía una mayor preocupación por la vida terrenal, se
impuso la idea de que el ser humano vivía gozar del aquí y ahora. Esto se conoce como carpe diem. Y es que
significaba que el mundo dejaba de ser un lugar de tránsito y pasa a ser un lugar que servía para ser disfrutado en su
totalidad.
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Papel de la mujer:
En el Renacimiento, período que abarcó entre el siglo XV hasta el siglo XVIII, caracterizado por ser la transición de la
Edad Media a la Edad Moderna, por su antropocentrismo y la reivindicación de aspectos de la cultura clásica greco-
romana, la figura de la mujer permaneció como inferior a la del hombre, por lo que el machismo fue una constante
de la época. Hasta el siglo XVIII, la mujer era mirada a través de una perspectiva aristotélica, es decir, subyugada por
el hombre. “El macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada; este
principio de necesidad se extiende a toda la humanidad.” ( (Aristóteles, Política, 1254b, 13-15). A través de estas
palabras, podemos apreciar cómo Aristóteles creía en la mujer como una persona sumisa al hombre, en lo cual se
basan los ideales del Renacimiento en torno a esta, como una figura servil y fiel.
el hombre deseaba una mujer dedicada al hogar, y tampoco se consideraba una opción diferente, pues era
inherente al ser humano de esa época valorar a la mujer según su trabajo como madre y ama de casa. Además, se
hace notar la lógica que se tenía en torno a una pareja/ matrimonio, en el cual la mujer debía complacer a su marido,
despejarlo de sus penas, cuidarlo y servirle, convirtiéndose en una relación desequilibrada, sin igualdad de roles.
Por otro lado, la castidad de una mujer, o llámese virginidad, era motivo de honra para el marido como para el
Estado, pues la mujer era “propiedad” de ambos. En la sociedad se necesitaba a la mujer como dueña de casa, tal
como mencionamos anteriormente, y también como una figura la cual mostrar en la vida pública, honrada, fiel y por
sobretodo casta; parecido, podría decirse, a un trofeo.
A diferencia del ideal de mujer que existía en la época, también surgió otra figura importante en torno a la mujer,
que contradecía todo lo que se planteaba sobre esta, pues era rebelde y liberal: la mujer cortesana. En el
renacimiento hubo una cierta elevación de la mujer cortesana, como por ejemplo, en Italia y en Venecia. El oficio de
estas mujeres era la prostitución, a medida asociada con ricos y aristócratas. Estas lograron traspasar de a poco la
barrera que las separaba de los hombres, y consiguieron educarse en las materias más importantes, pues al no ser
mujeres “dignas” según la sociedad, y como no habrían de crear familia por un largo tiempo, debían hacerse valer y
conseguir trabajo a través de otros medios, pues para llamar la atención de un hombre no era suficiente la belleza,
por lo que instruirse en variadas materias se hizo necesario para tener éxito. El trato que se les daba y la libertad de
la que gozaban era profundamente envidiado por sus similares más “decentes”, donde sus funciones exclusivas
seguían siendo la procreación y la satisfacción del hombre.
Siendo las cortesanas la excepción, la educación no era algo habitual para el común de las jóvenes europeas. Las
familias nobles se limitaban a educar a sus hijas para que estas tuvieran la capacidad de ayudar a sus maridos a
administrar sus tierras. Las mujeres eran educadas y conducidas por los varones, pues eran responsables de su
educación.
De todas formas, como en todas las épocas, siempre hay figuras que se rebelaron contra lo establecido, y el
Renacimiento no es la excepción. Además de las ya comentadas cortesanas, hubieron algunas mujeres destacadas,
ya sea en el campo de las artes o de la literatura, que lograron hacer de sus talentos una profesión, viviendo de ello.
Un ejemplo de ello fue Christine de Pizan, nacida en Venecia, Italia, en el siglo XV. Recibió educación tal como una
princesa, al ser parte de la corte francesa por motivos del trabajo de su padre. Creció en un ambiente intelectual, y
como tal, comenzó a leer en grandes cantidades. Pasada su infancia, pasó de la poesía a los textos de tono político. Y
así comenzó a escribir textos con un claro rasgo de lo que hoy podría llamarse “feminismo”. Así, en el año 1405 sería
publicada su obra “La ciudad de las damas”, la cual es la más reconocida, en la cual defiende temas que
curiosamente coinciden con asuntos contemporáneos, como la supuesta inferioridad física de la mujer, la
justificación de la violación, como también temas que se ajustan más al contexto social en el que vivía, como el
impedimento de participación política en la ciudad por parte de las mujeres, los matrimonios impuestos, entre
otros.
Christine de Pizan se atrevió a cuestionar, inclusive, a famosos filósofos, con el objeto de entender el machismo de la
época, y que al final concluye en un discernimiento y desacuerdo en torno a lo que es y debiera ser la mujer, siendo
una rebelde frente al pensamiento de la época, por lo que podríamos atrevernos a decir que esta escritora es una de
las primeras feministas que comienzan a luchar por los derechos de las mujeres, en un mundo de hombres.
De todas formas, a pesar de que Christine de Pizan haya sido una mujer que resaltó por sus pensamientos
revolucionarios, no significa que el resto de las mujeres que sí estaban sometidas al poder masculino tuvieran un
papel menos importante en la sociedad. Por el contrario, ellas tenían un rol influyente en torno a los ámbitos
privados, como en la familia, donde les correspondía el cuidado y enseñanza de los hijos, lo cual definía las
generaciones a futuro, en los labores del hogar, entre otras responsabilidades que lograban hacer una sociedad con
mayor cohesión.
Así como las dueñas de casa también ocuparon un destacado papel en la sociedad del Renacimiento, también las
cortesanas tuvieron un rol muy importante en esta, al ser íconos revolucionarios y contrarios al ideal de mujer que
se tenía en la época, siendo mujeres diferentes, que a pesar de su oficio, la prostitución, sabían y aprendían al igual
que los hombres, pues para poder interesar a alguien del sexo opuesto a través de su negocio se necesitaba más que
belleza. Estas lograron demostrar que ambos sexos tenían las mismas aptitudes al pensar, actuar y decidir.
https://lamujerrenacentista.wordpress.com/la-mujer-renacentista/
Hay mayor consideración del hombre en su dignidad y en la independencia de su razón; hay, en fin, secularización
manifiesta de cultura, ciencia y vida. Ha nacido el hombre moderno en aras de autosuficiencia y capacidad crítica de
su entorno y de si mismo. La cultura y la educación, no obstante, eran aristrocráticas, aunque ya no es la posesión de
la tierra, en manos de la burguesía, la riqueza de la nobleza, sino el comercio favorecido por el descubrimiento del
nuevo mundo, dando lugar a una economía monetaria frente a la agrícola y a una cultura urbana frente a la rural.
El arte en el siglo XVI italiano, se manifiesta antropocéntrico, profano y laico. El canon de belleza ya no radica tanto
en la divinidad, cuanto en lo natural y real, siendo el cuerpo y su desnudo el exponente más frecuente y para cuya
conformación entra en juego las matemáticas, en genral, y la geometría en particular.
De cualquier modo, el hombre renacentista se percata de su dignidad como persona o individuo diferenciado por su
razón; y tal advertencia se confirma en el mundo del arte y de la literatura. Mas, esta dignidad tiene pretensiones de
rehacer la vida en aras de fama y honor; y social, en la que la fortuna y virtu se contraponen. Saber y poder van
acompañados siempre del querer de la virtu o esfuerzo personal. El tiempo y el dinero, conducen a la fama y a la
independencia personal, poniendo así las bases del capitalismo inicial.
En el siglo XVI se camina hacia una “educación natural y práctica” y no tanto abstracta y teórica; se entiende hacia
una “educación física” en la que el cultivo del cuerpo tiene preeminencia; se manifiesta con pretensiones de
universalidad la “educación secular y laica” frente a la clerical; en el ámbito urbano y en el sector noblinario, surge
con afanes aristocráticos , la “educación cortesana” que se desenvuelve entre la cortesía Y EL DEBER SOCIAL, LA
ESTÉTICA Y LAS BUENAS MANERAS, SE PRETENDE, EN GENERAL, UNA EDUCACIÓN ATRACTIVA, lúdica con ausencia
de castigos y sobre todo, se persigue una “educación intelectual” donde entra el saber expresar lo que se piensa
críticamente, el saber hacer y el saber vivir social y moralmente en la directriz ética de la conducta.
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