Turismo y Sostenibilidad

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Estudios y Perspectivas en Turismo


ISSN: 0327-5841
[email protected]
Centro de Investigaciones y Estudios
Turísticos
Argentina

Vargas Martínez, Elva Esther; Castillo Nechar, Marcelino; Zizumbo Villarreal, Lilia
TURISMO Y SUSTENTABILIDAD. Una reflexión epistemológica
Estudios y Perspectivas en Turismo, vol. 20, núm. 3, mayo, 2011, pp. 706-721
Centro de Investigaciones y Estudios Turísticos
Buenos Aires, Argentina

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Estudios y Perspectivas en Turismo Volumen 20 (2011) pp 706– 721

TURISMO Y SUSTENTABILIDAD
Una reflexión epistemológica

*
Elva Esther Vargas Martínez
**
Marcelino Castillo Nechar
***
Lilia Zizumbo Villarreal
Universidad Autónoma del
Estad de México - Toluca

Resumen: El artículo efectúa un análisis de los principales argumentos y orientaciones que ha


seguido el turismo sustentable como legitimador de una ideología que torna justificable y viable el
modelo convencional de desarrollo turístico, relegando la subjetividad del individuo como actor
principal de tal modelo. Por ello se puntualiza la importancia que tiene el sujeto y su subjetividad en el
significado de la sustentabilidad, con la posibilidad de obtener una verdad y llevarla a la práctica. Así
se introduce una reflexión en torno a la construcción de la sustentabilidad como un argumento de la
razón instrumental en la sociedad moderna basada en la noción de crisis, la cual regenera un sistema
productivo capitalista del Estado al amparo de sus intereses.

PALABRAS CLAVE: subjetividad, turismo, sustentabilidad.

Abstract: Tourism and Sustainability. An Epistemological Reflection. The article makes an


analysis of the main arguments and guidelines been followed by sustainable tourism as a legitimating
ideology that justified and made viable the conventional model of tourism development, relegating the
subjectivity of the individual as a principal actor in such a model. Thus it points out the importance of
the subject and subjectivity in the meaning of sustainability with the possibility of gain the truth and put
it into practice. This introduces a reflection on the construction of sustainability as an argument of
instrumental reason in modern society based on the notion of crisis, which regenerates a capitalist
production system of the State under their interests.

KEY WORDS: subjectivity, tourism, sustainability.

INTRODUCCIÓN

Existe gran cantidad de estudios administrativos, mercadológicos, económicos y, recientemente,


ambientales en torno al turismo. En ellos ha prevalecido una visión positivista con un énfasis
preponderante en lo funcional y pragmático, ya que el turismo es concebido como una actividad
eminentemente económica generadora de ganancias que se sustenta en el estudio y análisis de las
diversas formas en que se manifiesta, proveyendo la literatura de resultados empíricos (Castillo,
2008). Así, bajo esta concepción convencional del turismo se han establecido políticas, pactos,

*
Maestra en Administración, Profesora-Investigadora de la Facultad de Turismo y Gastronomía de la Universidad Autónoma del Estado de
México. E-mail: [email protected]
**
Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, Profesor-Investigador de la Facultad de Turismo y Gastronomía de la Universidad Autónoma del Estado
de México. E-mail: [email protected]
***
Dra. en Sociología, Profesora-Investigadora de la Facultad de Turismo y Gastronomía de la Universidad Autónoma del Estado de México. E-
mail: [email protected]
E. E. Vargas Martínez, M. Castillo Nechar y L. Zizumbo Villareal Turismo y sustentabilidad

acuerdos y proyectos que, mostrando las bondades de las ganancias y la rentabilidad, atraen a
inversionistas y grandes capitalistas para servir a sus intereses.

También existe una aportación marxista a los estudios del turismo que es denunciante. Bajo este
enfoque existe una preocupación fundamentalmente centrada en el análisis de los trabajadores con el
fin de que incrementen sus márgenes salariales y accedan a una práctica significativa de la
recreación y el ocio de manera que incidan favorablemente en su pleno desarrollo como seres
humanos. Cabe señalar que desde esta perspectiva, pero con una visión revalorativa eminentemente
enmarcada en la teoría crítica, se concibe la economía de la abundancia y se señala que el objetivo
primordial de toda actividad económica es aumentar la calidad de vida de las personas, lo que
replantea el papel del trabajo en la construcción social (Racionero, 1984). Su análisis toma en cuenta
los cambios tecnológicos, urbanísticos, productivos, económicos y ecológicos de la sociedad pos-
industrial de principios de la década de los años ochenta.

Así, la llamada teoría crítica generada en el Instituto de Investigación Social de Frankfurt -fundado
por Horkheimer, y cuya teoría está orientada hacia una transformación-emancipación de la sociedad,
la cual presenta contrapuntos que a posteriori fueron marcados por Jürgen Habermas, Albrecht
Wellmer y Alain Touraine (Páez, 2001)- es también asumida en los estudios del turismo. Este enfoque
genera su crítica al determinismo económico y su interés en el estudio de la subjetividad (Gutiérrez,
1998), su posición de censura se refleja en los juicios que realiza al positivismo, a la irracionalidad de
la sociedad moderna y a la industria de la cultura de masas y del conocimiento, la acción
comunicativa, la dominación y las legitimaciones. En ella está en juego el concepto de razón o
racionalidad, ligado a los valores de libertad, justicia y solidaridad como componentes de la realidad
social en conjunción con la totalidad social histórica en la que destaca el análisis de las relaciones de
dominación entre la conciencia individual, la superestructura cultural y la estructura económica.

Con respecto a la sustentabilidad, la tendencia de esta Escuela alimenta los discursos y


explicaciones de los aspectos instrumentales (tecnocentrismo) fundamentalmente en la relación
turismo-ambiente natural (De Esteban, 2008). En este contexto la orientación está dirigida hacia la
productividad, competitividad y comercialización de los llamados destinos turísticos sustentables
donde las innovaciones tecnológicas de gestión ambiental constituyen el punto de lanza de los
proyectos que en apariencia buscan preservar y conservar la naturaleza, supeditando a un lugar
secundario las verdaderas necesidades del entorno con respecto a los sujetos que lo cohabitan.

TURISMO SUSTENTABLE: CONSIDERACIONES EN TORNO A SU CONCEPTUALIZACIÓN

Antes de la publicación de Nuestro Futuro Común (Fundación Ebert Friedrich, 1987) el tema del
turismo sustentable parecía no discutirse, sus antecedentes inmediatos fueron las posiciones que
algunos grupos adquirieron para promover una conciencia ambiental (Hardy, Beeton & Pearson,
2002). La necesidad de disminuir los impactos negativos por parte del turismo como actividad de
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desarrollo, motivó a que se iniciaran debates para aportar posibilidades de mejora en la planificación
y gestión de los recursos naturales y sociales. Así entonces, la concepción de desarrollo sustentable
fue adoptada y adaptada al turismo con la finalidad de conseguir el bienestar de los turistas,
residentes y operadores turísticos en relación con su entorno, pero sin dejar de lado el crecimiento
económico que busca el sector en los destinos (Bramwell & Lane, 1999).

Desde los primeros trabajos de la Organización Mundial de Turismo (OMT) en busca de encontrar
la vía que permitiera el desarrollo del turismo y la prevención de sus posibles impactos hasta las
posiciones actuales, el binomio de turismo sustentable parece no consolidarse (Ivars, 2001). Nuevos
temas y enfoques se asocian a su significado: los impactos de la actividad, el cambio climático, la
política ambiental, la globalización, los instrumentos económicos, el papel de las organizaciones, la
capacidad de carga y otros tantos aspectos son estudiados desde diferentes perspectivas
disciplinarias (Lu & Nepal, 2009). A pesar de ello existen vacíos entre lo teórico y lo práctico, y se
puede afirmar que el término aún se encuentra en construcción.

La concepción del turismo sustentable se ha venido desarrollando desde los inicios de la década
de 1990 al realizarse el 41 Congreso de la Asociación Internacional de Expertos Científicos en
Turismo (AIEST) celebrado en 1991. En esa ocasión se lo definió como: “un turismo que mantiene un
equilibrio entre los intereses sociales, económicos y ecológicos [...] debe integrar las actividades
económicas y recreativas con el objetivo de buscar la conservación de los valores naturales y
culturales” (López, 2005: 336). Posteriormente, fue retomado por la Cumbre de la Tierra de Río de
Janeiro en 1992, el World Widlife Fund (WWF), el Tourism Concern y la Unión Europea, en 1993; y se
inicia el proceso de aplicación de la Agenda 21 y de la sustentabilidad al ámbito turístico. Aparecen
aportaciones con un matiz sumamente instrumental, como la realizada por la Organización Mundial
del Turismo (OMT-WTO) cuando define al turismo sustentable, como aquel que “… responde a las
necesidades de los turistas actuales y las regiones receptivas, protegiendo y agrandando las
oportunidades del futuro. Se le representa como rector de todos los recursos de modo que las
necesidades económicas, sociales y estéticas puedan ser satisfechas manteniendo la integridad
cultural de los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas en defensa de la
vida” (WTO, 1993: 23). La cúspide se alcanzó en 1995 en Lanzarote, España cuando se
establecieron 18 principios que guiarían a todos los actores del turismo hacia la sustentabilidad (Carta
del Turismo Sostenible, 1995).

Bajo este concepto dos aspectos resaltan la interpretación: la perspectiva de conservación y el


equilibrio entre las dimensiones social, económica y ecológica. La visión de conservación impulsa el
aumento de la conciencia de protección a los ecosistemas (Bramwell & Lane, 1999; Wilbanks, 1994),
de tal forma que ha sido un componente determinante en los discursos y declaraciones locales e
internacionales. Esta posición de conservación generó que muchos países (desarrollados)
establecieran organismos de protección a la naturaleza (Ludwing, 1990) y por supuesto también
provocó la aparición de regulaciones y políticas ambientales.
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Butler (1991) señala que la posición de conservación en el turismo tiene representaciones en


épocas anteriores a la de Cristo, a partir del deseo de preservar los animales y recursos naturales
sólo para el uso exclusivo de las élites en prácticas recreativas. Aunque se aclara que este ejemplo
puede no ser considerado como verdadero antecedente del turismo sustentable en el sentido
moderno, sí constituye una forma antigua del mismo reconociendo la conservación de los recursos
para su uso futuro. Otra demostración de la visión de conservación, pero ya en el Siglo XIX, se da con
la aparición de literatura que expresaba la necesidad de mantener a la naturaleza en armonía con el
ser humano. Bajo esta concepción hubo un reconocimiento creciente de preservación de las zonas
naturales para futuras generaciones; y así iniciaron las declaraciones de parques nacionales en
países como EE.UU. y Australia. No cabe duda que dicho modelo de análisis descansa en la creación
de áreas naturales protegidas (ANP), el uso inteligente de los recursos naturales y la necesidad de
detener el deterioro ecológico por las repercusiones negativas del crecimiento económico; y es
precisamente este discurso el que han llevado los distintos actores que participan en la construcción
de la política ambiental.

Por su parte, Korstanje (2010) hace una evocación a las formas de conservación a partir del
patrimonio que tenían los habitantes de la antigua Roma para preservar sus usos y costumbres de
generación en generación y muestra un valor asociado a la religión y a la salvaguarda de los bienes
materiales recibidos por herencia. En la actualidad el patrimonio es apropiado en el campo del
turismo como un medio para preservar los recursos legítimos de una zona turística, en el sentido de
que el patrimonio representa un medio de consolidación identitaria para los residentes. Pero también
se visualiza como un fuerte activo de rentabilidad de las actuaciones políticas por la capacidad que
tienen de generar flujos económicos a partir de los visitantes (Prats, 2003: 129).

Bajo el enfoque de conservación en las zonas turísticas hay una estrecha relación entre el turismo
sustentable y la capacidad de carga (Butler, 1980; Mathieson & Wall, 1982; Saarinen, 2006), a partir
de que en un espacio turístico deben existir límites al crecimiento, porque cuando se superan éstos
se pueden afectar los componentes sociales, económicos y naturales quizá de una manera
irreversible. Mathieson & Wall (1982) la han definido como el número máximo de turistas que pueden
hacer uso de un lugar sin que se produzcan alteraciones. Sin embargo, el término también ha tenido
que luchar contra críticas y obstáculos de aceptación, pues la capacidad de carga tiene en principio
una condición de escala local (Saarinen, 2006), no existe una capacidad de carga única de destino
(Getz, 1983) y, además, la cantidad de turistas que se pueden tener en un espacio dado depende de
múltiples condiciones (Hughes & Furley, 1996).

Así entonces, a pesar de las discrepancias existentes entre algunos autores acerca de la
capacidad de carga como marco conceptual del turismo sustentable, es cierto que sigue
considerándose una importante herramienta de evaluación desde el punto de vista territorial haciendo
referencia a la escala a la que puede desarrollarse la actividad turística en un determinado destino sin
producir repercusiones negativas.
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Aquí, vale la pena rescatar las investigaciones de Herzer (2008) quien reflexiona en torno a la
gentrificación de las ciudades -fenómeno que ha caracterizado a los destinos turísticos-, explicando
los procesos de transformación socio-espacial que se están experimentando en ellas, ya que
inicialmente las actividades económicas, sociales y culturales se aglutinaban en sus áreas centrales
ubicando a las clases populares en las periferias. Sin embargo, cuando se trasciende de un consumo
de masas a un consumo diferenciado, la tendencia es a la inversa. Las clases poderosas buscan
nuevos espacios afuera de las ciudades provocando con ello el seguimiento del comercio, los
servicios, las actividades de ocio y entretenimiento, pero también la segregación de las clases
populares que estaban asentadas en esos espacios (Prieto, 2010). La política turística de las últimas
décadas ha fomentado los clusters y desarrollos hoteleros e inmobiliarios, expansión que se logra a
costa de la especulación de los terrenos rústicos y de la destrucción de los recursos naturales y las
viviendas rurales; en este caso la conservación urbana y de la naturaleza se deja de lado para dar
paso a inmuebles más costosos para el uso y disfrute del turismo.

Así, la visión de conservación tan importante en el discurso se convierte en aparente pues la


atención para mitigar las repercusiones por un desarrollo económico y demográfico se ha centrado
más en los factores que limitan o influyen en el progreso del sector que en plantear los verdaderos
límites del crecimiento espacial.

Otro aspecto que se rescata de la conceptualización de turismo sustentable es la búsqueda del


desarrollo equilibrado del sector, en donde todos los elementos funcionan de manera coordinada y
tienen el mismo valor (Hunter, 1995; Landorf, 2009; Lu & Nepal, 2009). Esta noción ha sido objeto de
variadas críticas en el sentido de que la noción de equilibrio se vuelve poco realista a partir de la gran
cantidad de intereses que existen en torno al desarrollo del sector a nivel mundial, además de no
dejar claros los términos de su alcance, la escala y el contexto sectorial (Landorf, 2009). Si bien ante
la falta de consenso en relación a cómo debe lograrse el equilibrio, sí existen por lo menos algunos
esfuerzos realizados para identificar los efectos negativos del turismo tratando de determinar ese
alcance y escala a lo que se hace referencia en el párrafo anterior.

Los daños ocasionados en los destinos han sido históricamente atribuidos al turismo de masas,
sin embargo, estudios como los de Butler (1999) y Clarke (1997), demuestran que el turismo de
masas puede llegar a ser sustentable. Clarke señala cuáles han sido los cambios en las posiciones
del turismo sustentable, utilizando la escala para su enunciación: El primer enfoque denominado
polos opuestos concibe al turismo de masas como el gran opositor del turismo sustentable,
visualizado como aquel tipo de turismo que destruye los destinos, además de ser operado a gran
escala de manera insostenible. Por otra parte, el turismo sustentable es visto como un turismo
alternativo a pequeña escala que prefiere el individuo al grupo, o las pequeñas empresas en vez de
las grandes cadenas hoteleras multinacionales (Wheeller, 1991); o sea, esta primera postura
considera al turismo sustentable como un tipo de turismo a pequeña escala. Una segunda posición
establece un continuo entre el turismo de masas y el turismo sustentable pues para poder llevarse a
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cabo hace uso de la infraestructura, transporte y equipamiento turístico establecidos para el turismo
de masas de tal forma que el enfoque continuo sólo propone un turismo hacia una nueva dirección.
Estas posiciones se ven incapacitadas a partir del creciente movimiento de turistas internacionales en
el ámbito mundial, pues no se trata de eliminar la práctica del turismo de masas, sino más bien de
encontrar formas más sustentables de ejercerla. En ese sentido aparece una tercera perspectiva, la
de movimiento, en la cual turistas, funcionarios públicos y empresarios se tornan hacia una gestión
más sustentable; el turismo a gran escala es operado a través de grupos de presión y de poder que
ayudan a salvaguardar la calidad ambiental y el patrimonio cultural de los destinos turísticos. La
cuarta posición propuesta por Clarke es la de convergencia, que representa la comprensión del
turismo sustentable como un objetivo a alcanzar independientemente de su escala aceptando que el
concepto aún está en evolución y eso limita su consolidación. La gran escala del turismo sustentable
tiene una perspectiva ecológica y una orientación empresarial; la pequeña escala tiene una
perspectiva social, local o de destino que al correlacionarse generan un cambio en el comportamiento
del sector.

Aparentemente la respuesta no está en la generación de nuevos tipos de turismo pues el turismo


sustentable ya es la posesión de algunos de ellos. Es decir que el turismo sustentable no es una
característica de cualquier forma actual de ejercer la actividad, sino un objetivo que se pretende lograr
o una situación que se intenta alcanzar. Así pues, la posición más reciente es que el turismo
sustentable puede ser aplicable a todas las formas de turismo independientemente de la escala. Es
por ello que algunos autores prefieren utilizar el término de desarrollo sustentable en el contexto del
turismo en lugar de turismo sustentable con el fin de evitar una interpretación acerca de la actividad
específica que se desarrolla en un destino (Butler, 1993; Hunter, 1997; Wall, 1997).

En otro contexto, los modelos de desarrollo turístico han surgido bajo un enfoque económico, que
intenta explicar por una parte la relación existente entre los diferentes elementos que componen al
turismo (Butler, 1993) poniendo énfasis en el desarrollo de la industria turística y el beneficio que
adquieren las comunidades receptoras (Oppermann, 1993); y por otro lado, el desarrollo se visualiza
a partir del efecto multiplicador que la actividad genera y la facilidad de integrarse en regiones en las
que otros sectores no funcionarían.

Con relación a lo señalado, la argumentación para conceptualizar el turismo sustentable bajo este
enfoque no puede soslayar los paradigmas que sustentan a la disciplina del turismo. Así Jafari (1990)
estudió como los modelos económicos han influido en los enfoques hacia el turismo y proporciona
una base para comprender el contexto histórico en el que se desarrolló el turismo sustentable. De
forma similar al planteamiento de Clarke, menciona cuatro plataformas de transición: la de defensa,
que concibe al turismo como una alternativa económica viable para los países en desarrollo; la de
advertencia, que es una etapa en la que se muestran los impactos negativos del turismo y se inicia
una conciencia ambiental entre los agentes del sector; la de adaptación, que se caracteriza por los
defensores de otras alternativas de turismo frente al turismo de masas y se articulan
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recomendaciones para obtener beneficios; y, finalmente, la plataforma basada en el conocimiento,


una base que plantea las estructuras y funciones del sistema turístico bajo diferentes enfoques
económicos. Cabe mencionar que el modelo de turismo sustentable dio origen a nuevos tipos de
productos turísticos originando al ecoturismo, turismo de aventura, agroturismo y turismo rural, etc.
como parte del llamado turismo alternativo cuya práctica promovía la preservación natural y los
principios sustentables.

Las plataformas propuestas por Jafari y las posiciones de Clarke revelan el cambio en el
pensamiento e interpretación del concepto de turismo sustentable. Es claro que la actividad turística
ha sido vista por muchos años como la posibilidad de desarrollo económico de los pueblos, discurso
que ha sido rebasado por la enorme cantidad de problemas que se generan en los destinos en los
ámbitos sociales, culturales y naturales además de la falta de capacidad para distribuir la riqueza
entre todos los que participan en el sector.

Con el paso de los años y con el reconocimiento de la afectación que produce el turismo cuando
no está bien gestionado, la sustentabilidad gana terreno apoyada por académicos, ONG’s, gobierno y
empresarios. Las actitudes sociales hacia las dimensiones de la sustentabilidad se mueven hacia
propósitos de ayuda para salir de los modos de vida centrados en el consumo. El turismo sustentable
se ha desarrollado en un contexto que da respuesta a dos paradigmas dominantes: el desarrollo
económico y la visión de conservación; sin embargo, es importante considerar que en la construcción
e implementación del turismo sustentable hay que reconocer las necesidades e intereses de todos los
actores involucrados.

Aunque hay quien afirma que la mayoría de los modelos de sustentabilidad incluye la
colaboración de los interesados y, en particular, la de las comunidades como un elemento
significativo en el proceso de desarrollo y en el logro de un sentido de responsabilidad ambiental
(Landorf, 2009); para algunos teóricos (Getz & Jamal, 1994) la propuesta se sumerge en una postura
idealista pues en la realidad existen pocas posibilidades de una efectiva aplicación. Además la falta
de participación de todos los interesados es frecuente cuando se produce la consulta para establecer
las estrategias que guiarán la actuación de los agentes involucrados hacia la sustentabilidad. Según
Aas et al. (2005), aún cuando los grupos tengan la capacidad de participar, lo primero que hay que
superar son los desequilibrios de poder que representan las limitaciones de concertación. A pesar de
ello, la colaboración de los interesados sigue siendo un principio dominante para la sustentabilidad en
el turismo.

SUJETO Y SUBJETIVIDAD, REFLEXIÓN EPISTEMOLÓGICA DEL TURISMO SUSTENTABLE

La argumentación convencional del término turismo sustentable ha recurrido a un sistema lógico


cerrado de la objetividad en la cual la abstracción de este término ha imposibilitado redimensionar la
subjetividad que emana de los sujetos de la sociedad que se forma en los destinos turísticos. Por ello
E. E. Vargas Martínez, M. Castillo Nechar y L. Zizumbo Villareal Turismo y sustentabilidad

es necesario aclarar que el significado de un término es captado comúnmente con más precisión
cuando sus perfiles quedan recortados sobre el fondo de su antagónico, que le sirve de soporte y de
luz. Lo que no es otra cosa que la lógica de un pensamiento objetivo donde, precisamente, la
abstracción resuelve la realidad en mera posibilidad no logrando otra cosa que disolverla y suprimirla.
La elaboración de un sistema lógico, argumentativo y discursivo como sistema cerrado y concluido,
se encuentra radicalmente imposibilitado para poder abrazar la existencia omnímoda siempre abierta
e inacabada ante la subjetividad y el sujeto.

Parece que se está frente a un dilema pero, en realidad, se está ante lo que es imprescindible
para abordar la subjetividad de la sustentabilidad: la reflexión epistemológica crítica. Si se desmenuza
sucintamente este aparente enigma se observa la manera que se configuró un ratio objetivable de la
sustentabilidad que abstrae al sujeto y lo masifica en su concepción, existencia y hacer actual.

Al hacer referencia al sujeto se hace alusión a cada yo individual humano realmente existente en
la actividad turística. Vinculado a la subjetividad, el sujeto la complementa en recíproca
correspondencia. Así, la subjetividad emana de un determinado sujeto al cual ilumina por lo cual toda
subjetividad está incapacitada para ser asumida o utilizada por cualquier otro sujeto, ni siquiera bajo
la excusa de ser dirigida al suyo propio. La subjetividad es captación del sujeto en sí mismo la cual no
requiere ningún tipo de despliegue especial de energías y rechaza todo tipo de desdoblamiento
reflexivo que pueda hacer desequilibrar la relación entre su hacer y su pensar.

El reto que plantea la relación sujeto-subjetividad está enmarcado en la existencia misma del ser.
La perspectiva hegeliana concibe esencia con existencia, con lo cual nunca puede captarse una
existencia real sino una existencia conceptual o ideal; o, lo que podría ser lo mismo inexistente; desde
la perspectiva marxista es la sociedad la que como colectividad enajena al hombre,
desindividualizándolo e impidiéndole la posibilidad de obtener su propia verdad y, en consecuencia,
de llegar a ser él mismo y no el mismo.

Entre tanto, el pensamiento objetivo al captar y capturar cualquier realidad lo hace por medio de
los conceptos, abstrayendo, prescindiendo de la existencia cuando se trata de hablar de ella, de
pensar en ella, de reflexionar en ella. Así surgen dos preguntas: ¿Cómo pretender arrebatar a la
sustentabilidad su esencia de existir si la existencia que se vive en el sujeto se elimina por la
abstracción del discurso? ¿Cómo puede la sustentabilidad diluirse en la posibilidad discursiva sin que
automáticamente se anule como existencia real? Sin duda, la aportación filosófico-epistemológica de
Hegel al introducir el movimiento de la lógica fue sobresaliente, pero no debiera llevar al engaño
creyendo que el devenir lógico de la abstracción se corresponde o identifica realmente con el
movimiento existencial, puesto que el ser de la existencia real concreta y su dinamismo es
circunstancial (Vicente, 2004).
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El pensar abstracto en torno al término sustentabilidad se hace siempre sub specie aeterni, con lo
que al aplicarse a la existencia concreta se suele obviar la dificultad que conlleva el pensar lo eterno
en el devenir preciso de cada existencia, es decir, la particularidad de cada situación diversa y
cambiante de los espacios turísticos. De esta manera se facilita el pensamiento objetivo frente al
subjetivo. A pesar de que lo normal es valorar al pensador abstracto por su ardua tarea y como una
mente privilegiada, muy a menudo se observan argumentos y discursos de la sustentabilidad en una
abstracción despreocupada, desinteresada, descomprometida, sin importarle las contradicciones
internas de la realidad del destino turístico ni de los sujetos que participan en éste.

La importancia que cobra la reflexión epistemológica en torno a la sustentabilidad y el turismo


permite desentrañar bajo esta perspectiva crítica los argumentos, discursos y explicaciones que
colonizan el mundo de la vida del sujeto, y vuelven objetivables los beneficios que el Estado y las
organizaciones internacionales al amparo de sus ideólogos e intelectuales solo encubren una
racionalidad instrumentalizada del desarrollo turístico sustentable.

Por ello, esta forma tan superficial de interpretar la sustentabilidad lleva a observar que
efectivamente se pueden manifestar paradojas como la de Douglas (1996) en la que la visión
utilitarista de la realidad mueve a los sujetos a actuar y a falta de ella los elimina; con lo cual solo se
está hablando del efecto que cumple un discurso en la promesa del beneficio económico. Empero,
cuando se realiza esta reflexión epistémica desde la articulación de realidad la configuración de
pensamientos y la explicación de experiencias, los modelos de actuación ya no dependerán
únicamente de lo utilitario, rentable, mercantil o económico que representa la sustentabilidad sino de
otros ámbitos del sujeto que redimensionan sus significados, sus sentidos; por ende un conocimiento
nuevo que en su discurrir produce nuevas acepciones.

CRISIS AMBIENTAL Y PERSPECTIVA DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA SUSTENTABILIDAD

La relación turismo-ambiente es un binomio sumamente importante en las sociedades actuales


que asimilan procesos de crisis continuas en todos los sentidos. Al analizar el surgimiento del
discurso de sustentabilidad se puede observar su influencia en la construcción de políticas y su
alcance en la toma de decisiones. Así el concepto de sustentabilidad se moldea producto de las
percepciones, experiencias y discursos formulados; y es en ese sentido que las diversas sociedades
mantienen ideas desiguales sobre lo que se puede considerar como crisis ambiental, y por
consecuencia plantean soluciones y toman decisiones en torno a aquello que han establecido como
problema en sus propios términos (Lezama, 2004).

Así entonces, la instrumentalidad en la construcción de la sustentabilidad se manifiesta en la


posición que asumen los tomadores de decisiones referidos específicamente al Estado, a las
organizaciones internacionales y a las asociaciones empresariales que destacan fundamentalmente
la satisfacción de las expectativas de los turistas relegando a la naturaleza, sociedad local y su
cultura en los procesos de planificación para el desarrollo (Centro de Investigación y Planificación del
E. E. Vargas Martínez, M. Castillo Nechar y L. Zizumbo Villareal Turismo y sustentabilidad

Medio Ambiente, 2004). Esto es resultado de una civilización altamente tecnificada de Occidente, que
ha matizado el pensamiento instrumental de la sociedad moderna (Jiménez, 1998).

Para aclarar el aspecto de la instrumentalidad conviene introducir algunas reflexiones a partir del
análisis efectuado por Habermas (1986), de tal forma que se puede observar cómo se configuran las
condiciones materiales de existencia en un modelo de desarrollo (en este caso el sustentable), donde
el Estado y su política se interrelacionan con las esferas económica, social y ambiental vinculando lo
público y lo privado para determinar el sentido instrumental propio de acciones de control y dominio
(burocracia), así como de lucro y ganancia (privatización-empresarial).

Habermas sitúa en los principios de organización de las sociedades su teoría de la crisis. En este
punto repasa las formaciones sociales tradicionales hasta llegar a la aparición del capitalismo liberal y
sus crisis sistémicas. Pero son las tendencias a la crisis en el capitalismo tardío las que centran el
análisis de una de sus obras puesto que inciden fundamentalmente en el proceso de la
sustentabilidad de los destinos turísticos. El paso del capitalismo liberal al capitalismo de organización
ha supuesto una transición muy compleja y muestra interesantes variaciones nacionales. Tal es el
caso de lo que ha significado el modelo convencional de la sustentabilidad enarbolado por la OMT,
que en apariencia combate la pobreza, promueve el desarrollo y gesta nuevas alternativas de
protección y conservación al ambiente. Pero, interesa especialmente señalar el modelo de
capitalismo de organización a través del cual se describe y explican estas tendencias a la crisis
ambiental. Por consiguiente, una de las principales aportaciones de Habermas es la elaboración de
un modelo descriptivo del capitalismo tardío.

El capitalismo tardío, pues, es el que necesita del Estado para organizar los desajustes y en
apariencia los desarrollos turísticos, que con un enfoque de sustentabilidad se valen de actores y
mecanismos para continuar con esta lógica de bienestar referida a las enormes empresas turísticas
multinacionales que usufructúan el producto llamado turismo sustentable. Situación a la que se ha
llegado, entre otras causas, porque el capitalismo ha logrado volver ineficaz la capacidad de otras
fuerzas de imponer límites a su accionar, en nombre de valores diferentes al de la acumulación
incesante de capital. Ya sea subsumiendo el discurso crítico, seduciendo al mundo de las bondades
del modelo o imponiendo estrategias de poder, latentes o manifiestas, de tal envergadura que no se
conciba otro camino posible (Agoglia, 2010:273).

Precisamente Habermas en su modelo recoge el significado de crisis del paradigma marxista que
lo explica y entiende como crisis de integración social y, a la par, lo enlaza con los conflictos como
procesos de crisis sistémicas entre los que destacan las cuestiones ambientales. La conciliación entre
integración social e integración sistémica que hace Habermas se referirá a la comprensión del
concepto de crisis y desajuste en la sociedad del capitalismo tardío como consecuencia de la
imposibilidad de asumir por y en las instancias institucionales y organizativas las demandas sociales.
En el mismo se integra el campo de las estructuras normativas -valores e instituciones- y con ello se
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analizan acontecimientos y estados en su dependencia respecto de las funciones de integración


social, mientras que los componentes no normativos del sistema se consideran condiciones
limitantes). Es decir, se está ante una doble contradicción: la incapacidad del neocapitalismo para
adaptarse a las necesidades de sus sujetos y, asimismo, la incapacidad de los sujetos para adaptarse
a los objetivos de un modelo de sustentabilidad cuyo funcionamiento se articula en la búsqueda de un
estadio permanente de bienestar en las distintas esferas donde participa el sujeto.

Bajo esta perspectiva se puede entender que la crisis ambiental y la construcción de esta llamada
sustentabilidad siguen un proceso instrumental que el Estado y sus aliados hacen racional a sus
intereses. Al diferenciar entre integración social -que alude a los procesos de socialización- e
integración sistémica -que se refiere a los rendimientos colectivos de autogobierno regulado-,
Habermas señala que en la articulación de las estrategias sociopolíticas descansa la función que
mantiene el sistema de intercambios económicos hegemónicos. Empero, las contradicciones entre
integración social e integración sistémica son expresiones de la imposibilidad de autogobierno y
resolución de problemas que tiene el capitalismo tardío y el Estado del Bienestar y cuyo objetivo era
evitar los conflictos sociales. Si el sistema quiere seguir conservando sus límites pese a la mayor
complejidad, todo el sistema se hace inestable. Y es en este punto en donde Habermas sitúa su
concepto de crisis: en la inestabilidad e ineficacia de este modelo económico para asumir y aceptar
sus contradicciones (Habermas, 1986), entre las que emergen las del turismo en su vínculo con el
ambiente natural, social, económico y político.

Al analizar las políticas públicas de lo turístico y la sustentabilidad no se puede limitar a la


descripción de las acciones y programas más importantes que en materia de modernización se han
efectuado hasta el momento. Antes bien conduce a reflexionar que en la conformación de los
compromisos políticos continuamente se encuentra en la recomposición del todo social. En ese
sentido, el alcance de este tipo de análisis permite, entonces, reconocer que las formas de
racionalidad que tienden a imponerse en la sociedad resultan de la conjunción del sistema económico
y la dominación administrativa (Habermas, 1988). Sin embargo, al ser en los contextos donde se
desenvuelve la socialización de los individuos las formas de racionalización adquieren mayor peso y,
por lo tanto, donde hay que analizar la forma como se expresan.

La crítica de la razón instrumental, que va de Marx a Lukács, que hace extensiva la alienación de
la dominación como la de la socialización de los individuos, se interroga sobre el futuro de la historia
sin caer en una posición irracionalista, pero se enfrenta a los resultados de su propia postura crítica.
En efecto, la tesis de que la racionalidad técnica se había transformado en la ideología legitimadora
de un sistema de dominación, y la defensa de una idea de razón que al parecer ya no podía ser
defendida en el ámbito del pensamiento discursivo, da cuenta de esa situación. La creciente
industrialización de las instituciones que velan por el desarrollo sustentable y el turismo, así como el
perfeccionamiento de la técnica y de su empleo social, han conformado un sistema racionalizado de
dominio en el que el sujeto autónomo y su subjetividad queda eliminado.
E. E. Vargas Martínez, M. Castillo Nechar y L. Zizumbo Villareal Turismo y sustentabilidad

CONCLUSIONES

La conceptualización del turismo sustentable ha seguido una orientación de carácter


antropocéntrico cuando resalta el valor intrínseco de las necesidades humanas por sobre las
ambientales. Sin embargo, también aparecen aquellas de corte ecocéntrico, con lo cual ambas caen
en los extremos incidiendo en los procesos de planeación y discursos oficiales para el desarrollo
equilibrado.

Las aportaciones conceptuales del turismo sustentable están abordando diversas perspectivas
disciplinarias que no logran subsanar los vacíos teórico-pragmáticos de la importancia que tiene el
sujeto y su subjetividad en la construcción de su razón histórica al quedar supeditada a la razón
instrumental del Estado y las organizaciones internacionales que difunden un discurso colonizador.

Los modelos de desarrollo turísticos vinculados al término de la sustentabilidad siguen el patrón


convencional salvo por las justificaciones de conservación de los entornos, respeto a las culturas
locales, soporte de carga espacial y generación de empleos, entre otros, que pretenden hacer válida
la estructura y funciones del sistema turístico para que sea más equitativo, justo y tolerante en
apariencia, sobre todo cuando se observan necesidades e intereses encontrados en los actores
involucrados.

Al abordar la importancia del sujeto y su subjetividad es necesario asumirla al yo individuo


humano existente en su hacer y pensar, insustituible por los discursos y explicaciones abstractas
acabadas, objetivadas por los beneficios a lograr por los actores involucrados. El valor de una
reflexión epistemológica crítica en torno a la sustentabilidad ha de permitir configurar una ratio
centrada en la subjetividad del individuo en sociedad. Si se acuerda que la subjetividad queda
definida por la existencia, o mejor aún, por el existente, entonces la existencia no puede quedar
atrapada por el pensamiento abstracto, más bien el pensar surge ligado al existir y el existir unido al
pensar. Por lo que el pensamiento subjetivo emanado del sujeto es la única fórmula que lo revela y lo
ilumina en la realidad concreta de su propio devenir, sin que lo aprisione la malla de la subjetividad o
lo disuelva la generalización abstracta de lo universal.

La construcción conceptual de la sustentabilidad en la sociedad moderna se encuadra en la razón


instrumental que el Estado y las organizaciones internacionales con sus intelectuales, han
desplegado para hacer notar el valor de su intervención, regulación y control centrado en su interés y
programas oficiales. No considerando la subjetividad de los sujetos que participan en el sistema
turístico, que son finalmente los que dan sentido y significado a la sustentabilidad del modelo de
desarrollo turístico de que se trate.

El debate sobre la sustentabilidad tiende a concentrarse principalmente en el uso de los recursos


naturales; sin embargo, los estudios acerca de los recursos socioculturales como elemento
Estudios y Perspectivas en Turismo Volumen 20 (2011) pp 706– 721

importante del turismo están ampliando el panorama de la literatura. Seguramente en los próximos
años las perspectivas aumentarán bajo nuevos temas, pues el término se encuentra en constante
evolución.

Reconocer que la crisis ambiental no solo tiene que ver con la desatención a un estilo de vida y
sociedad consumista sino con un modelo de reconversión capitalista. Es importante señalar que se
forma parte de un sistema que se refuncionaliza para dar identidad a los discursos y explicaciones,
así como intervenciones en la sociedad moderna por parte del Estado con la apariencia de protector
de los intereses locales.

La razón instrumental que impera actualmente en la sociedad moderna conlleva a una ideología
legitimadora de la sustentabilidad turística como modelo de desarrollo integral y equilibrador de las
necesidades sociales, ambientales y económicas, relegando al sujeto autónomo y su subjetividad
como actores principales de su proyecto de vida.

Finalmente se desea precisar que no se hace referencia a la existencia en términos ónticos sino
ontológicos; existencia realidad refiere a una cuestión omnímoda de tal manera que cuando se hace
referencia al discurso no se refiere a las discursividades escuetas y objetivizables de los sujetos
(instituciones y organismos) sino al sentido hermenéutico en que toda realidad (omnímoda) queda
atrapada por un lenguaje que posibilita articular realidades, descifrar experiencias y correlacionar
discursos. En este sentido, la concepción epistemológica asumida aquí refiere al discurso que en su
discurrir produce sentidos y significados nuevos; de tal suerte que la concepción tradicional de
epistemología como teoría de conocimiento se rebasa con esta acepción debido a la
tridimensionalidad asignada a la categoría (véase Tribe, 2009).

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Recibido el 03 de diciembre de 2011


Correcciones recibidas el 18 de enero de 2011
Aceptado el 24 de enero de 2011
Arbitrado anónimamente

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