Trabajo de Exposicion de Antropologia Final II (Autoguardado)

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA


UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
DIRECCION REGIONAL DEL EJE CACIQUE GUAICAIPURO
DIRECCION DEL ESTADO LA GUAIRA
EJE MUNICIPAL “JOSE MARIA VARGAS”
PROGRAMA DE GRADO DE ESTUDIOS JURIDICOS

JURISDICCION INTERNACIONAL Y
PARTICIPACION POLITICA

ESTUDIANTES:
Nepdys García C.I. V- 17.956.491
Nicolás Tineo C.I. V- 18.215.526
Annelis Guzmán C.I. V- 26.648.157
Eurídice Cardona C.I. V- 6.143.923
Landy Cordovéz C.I. V- 15.780.759
UNIDAD CURRICULAR: Antropología Jurídica
DOCENTE: Prof. Iván Rodríguez

Mayo, 2023
INDICE DEL CONTENIDO

1. INTRODUCCION

2. OBJETIVOS

3. JURISDICCION INTERNACIONAL Y PARTICIPACION POLITICA


3.1. Definición de:
3.1.1. Jurisdicción Internacional
3.1.2. Competencia Judicial Internacional
3.2. Contextos Socio-Políticos y Culturales Latinoamericanos
3.2.1. Latinoamérica o América Latina, Origen y Evolución
3.2.2. América Latina y Venezuela: Del proteccionismo al Neoliberalismo
3.2.3. Luchas e Insurrecciones de la Sociedad Multicultural durante la
Venezuela Colonial
3.2.4. Venezuela, Origen y Evolución
3.2.5. Impacto Cultural en Venezuela
3.3. Participación Orgánica y Derechos Multiculturales
3.3.1. El Contexto Social y la Participación Étnica en América Latina
3.3.2. Derecho de Participación Política y su segmentación en
Sociedades Étnicas de América Latina
3.3.3. Participación Social y Política de los Pueblos Multiculturales en
Venezuela
3.4. Legitimación de la Autonomía Político-Cultural de los Pueblos
3.4.1. El Estado ante la Sociedad Multiétnica y Pluricultural en
América Latina
3.4.2. Legitimidad de la Autonomía de la Sociedad Multicultural
Latinoamericana
3.4.3. Marco Jurídico de los Derechos Políticos para la Participación de la
Sociedad Multicultural Venezolana

4. CONCLUSIONES

5. BIBLIOGRAFIA
INTRODUCCION

En las sociedades contemporáneas, el campo jurídico es una constelación de legalidades que


operan en espacios y tiempos locales, nacionales e internacionales, lo cual impacta las
conceptualizaciones tradicionales en torno al pluralismo jurídico.

De esta manera, ya no es posible analizar los sistemas jurídicos multiculturales al margen de


los procesos de globalización en los que se insertan, ni mucho menos como sistemas auto
contenidos, respondiendo a lógicas propias y separadas de los sistemas jurídicos hegemónicos,
como se planteó en los momentos iniciales de la antropología jurídica.

Desde una perspectiva, el derecho tiene tanto una dimensión regulatoria, incluso represiva,
como un potencial emancipatorio que puede ser usado para la movilización política.
Si bien, se trata de una distinción analítica, ya que ambas dimensiones intervienen en los
procesos políticos, este planteamiento nos lleva a abordar la doble dimensión de la globalización:
la globalización desde arriba y la globalización desde abajo, dada la relevancia que adquiere en
relación con la temática de este trabajo investigativo.

En particular, hay dos componentes medulares de los debates en la antropología y


sociología jurídica contemporáneas de América Latina que sirven como ejes analíticos
como: la globalización del derecho y la problemática de la justicia.

El inicio de este nuevo milenio está marcado por la globalización en tres dimensiones
discernibles: la económica, la cultural y la comunicacional. Conviene destacar el papel central del
derecho en el proceso de globalización capitalista y el sentido en que afecta la relación del Estado
con los pueblos multiculturales, el derecho como forma social de la dominación no permanece
idéntico a sí mismo, sino que asume configuraciones específicas de acuerdo con coyunturas
históricas dadas.

En la actualidad, los estudios sobre pluralismo jurídico, los derechos humanos y los
derechos multiculturales, así como el análisis de los cambios legales que abren el
reconocimiento de los derechos colectivos, han nucleado en gran medida los análisis de la
antropología jurídica latinoamericana y de la corriente crítica del derecho.
Si bien, han sido enriquecidos por nuevas perspectivas marcadas por los problemas contemporáneos
de nuestras sociedades, como sucede respecto de la globalización y la crítica al multiculturalismo.

Al mismo tiempo, hemos visto que la modernización del campo jurídico ha impactado el
modelo mismo de la justicia estatal, bajo el supuesto de la descentralización y desjudicialización,
como es el caso de la introducción de nuevas formas para dirimir disputas por la vía de los medios
alternos de la justicia que ha tenido lugar en diversos países del continente.
La presión que ejerce el movimiento multicultural en reclamo del
reconocimiento, tanto de sus derechos económicos, políticos y culturales, como de sus
sistemas jurídicos, la demanda de autonomía y las apuestas por construir modelos de
desarrollo integrales que valoren las epistemologías y saberes propios son reflejo de la fuerza que
ha adquirido el movimiento multicultural y su vínculo con otros movimientos sociales.

Cada día se hace más evidente, que mientras la globalización desde arriba
destruye el hábitat del globo, las propuestas de globalización desde abajo ofrecen alternativas de
sustentabilidad, no sólo para los mismos pueblos multiculturales, sino de manera creciente para las
economías nacionales e internacionales.

La biodiversidad, el conocimiento de técnicas y prácticas de agricultura sustentable;


las conceptualizaciones y cosmovisiones inscritas en las lenguas originarias; las epistemologías
propias y la reconceptualización del discurso de los derechos, como sucede
con los derechos humanos; el papel activo de mujeres indígenas por redefinir los
espacios de poder locales y regionales; las nuevas formas de justicia que surgen a partir
de la renovación y reinvención creativa de los sistemas normativos y de derecho; la fuerza de las
comunidades y regiones, así como la apuesta por la paz y la no violencia,
son sin duda aportes centrales de los pueblos indígenas y de las colectividades étnicas
al mundo contemporáneo.

En general, el presente trabajo investigativo busca de ahondar sobre los procesos autónomos
culturales latinoamericanos deducido de la teoría democrática en sociedades segmentadas y
multiétnicas para analizar la participación étnica en países latinos que reflejan diferentes
procesos políticos sobre el debate de la autodeterminación que entraña su inclusión de los
grupos étnicos en el estamento jurídico constitucional del Estado, que le permitan al estudiante
conocer su importancia dentro de la jurisdicción internacional y su participación política en los
diferentes ámbitos del Estado, todo basado dentro del contenido programático de la
unidad curricular de Antropología Jurídica, de esta honorable casa de estudios universitarios,
garantizándole al conglomerado estudiantil la trascendencia de los cambios políticos que gestaron
las nuevas reformas constitucionales en América Latina y, en especial, Venezuela, incorporando la
defensa de las luchas sociales en sociedades multiculturales por la reivindicación de su
autonomía e identidad en el ordenamiento jurídico de la nación, en torno a sus derechos culturales,
sociales, económicos y territoriales desde la época colonial hasta el día de hoy, revelándose como
aspectos relevantes de los nuevos debates y retos por la justicia y la diversidad multicultural y
pluricultural de los pueblos en toda Latinoamérica.
OBJETIVO GENERAL:

Reflexionar acerca de los desafíos de los procesos autónomos culturales latinoamericanos.

OBJETIVOS ESPECIFICOS:

1. Comparar aspectos resaltantes que enfrentaron comunidades, organizaciones y movimientos


multiculturales hacia su autonomía e identidad nacional.

2. Sistematizar la forma en que dichas comunidades, organizaciones y movimientos indígenas


hicieron frente a las políticas públicas de los Estados nacionales de América Latina.

3. Establecer la importancia del ordenamiento jurídico que garantice un compromiso político en


favor de la defensa de los derechos indígenas y de la justicia social de las sociedades
multiculturales.
1. JURISDICCION INTERNACIONAL

DEFINICIÓN:

Jurisdicción: Es el poder en cuya virtud, los tribunales de justicia del país, pueden conocer, juzgar
y hacer ejecutar lo juzgado en las materia que les compete. Ésta jurisdicción se les reconoce a las
Tribunales de Justicia, y es propia de todos los asuntos de orden temporal y territorial.

La Jurisdicción Internacional: Es la capacidad de la corte de cualquier estado para juzgar o


enjuiciar a personas por crímenes cometidos fuera de su propio territorio (jurisdicción territorial),
sin que esto, esté unido al estado por la nacionalidad del sospechoso (jurisdicción de la personalidad
activa), o de las víctimas (jurisdicción de la personalidad pasiva) o por daño a los intereses
nacionales del propio estado (jurisdicción protectora).

Competencia Judicial Internacional: Es la aptitud legal de los órganos del Estado para conocer
sobre todas las situaciones privadas internacionales. En cada Estado para la determinación de la
competencia se encuentran presentes los elementos: Materia, Territorio, Cuantía.

La potestad jurisdiccional, “actividad pública realizada por órganos competentes nacionales o


internacionales, con las formas requeridas por la ley, en virtud de la cual, por acto de juicio, se
aplica el orden jurídico establecido para dirimir conflictos y controversias mediante decisiones
susceptibles de adquirir autoridad de cosa juzgada, eventualmente factibles de ejecución”

Podemos concluir, que es la potestad estatal resultante de la soberanía, que se conjuga con la
coexistencia de pluralidad de Estados cada uno titular de sus propios cometidos en la materia,
por lo que la jurisdicción internacional delimita entre los Estados la potencia para resolver los
litigios planteados y da respuesta a la distribución de dicha potestad en el espacio.

La jurisdicción internacional no somete la relación controvertida al imperio de las normas que


conforman el ordenamiento jurídico de un país, sino que determina, las situaciones jurídicas sujetas
a la potestad jurisdiccional del Estado.
PROCESOS AUTONOMOS CULTURALES EN AMERICA LATINA
2. CONTEXTOS SOCIOPOLITICOS CULTURALES LATINOAMERICANOS

LATINOAMÉRICA O AMÉRICA LATINA, ORIGEN Y EVOLUCIÓN

Latinoamérica alcanza a todos los países que pertenecieron a las colonizaciones de España,
Portugal y Francia. Dado que los idiomas de estos países provienen del latín, el término
Latinoamérica ha servido para designar a las naciones que fueron sus territorios en el Nuevo
Mundo.

En la época de la Colonización, Cristóbal Colón y los Navegantes Europeos en sus viajes


entre 1492 y 1594, conquistaron y colonizaron para las Coronas de España y Portugal los extensos
territorios del Nuevo Mundo. Desde las bases que habían establecido en las islas del mar Caribe,
los españoles extendieron la conquista a Centroamérica, México y Perú, esclavizando a los pueblos
que hallaron en su camino. A finales del siglo XVI tenían ocupado prácticamente la totalidad de
Sudamérica y Centroamérica, así como la parte de Norteamérica que queda al sur de la actual
frontera meridional de Estados Unidos. Los conquistadores introdujeron los preceptos del
Derecho romano en cuanto a legislación y administración de justicia, el cual fue aplicado por la
burocracia del sistema colonial e impuesto a través del idioma, la religión, la cultura y las
instituciones de los españoles y los portugueses sobre la población nativa.

El papel principal en toda esta mezcla unificadora en la colonización fue la Iglesia Católica.
Asimismo, la Iglesia fue el principal agente económico con la única; excepción del gobierno real,
la más grande propietaria de tierras en las colonias. Los clérigos ocuparon altos cargos en el
gobierno virreinal, desde banqueros a guías espirituales. Una vez desaparecido el dominio de los
conquistadores, Gran Bretaña paso a serla principal potencia comercial, consiguiendo establecer un
dominio pleno en la América independiente.

A finales del siglo XIX, había triunfado en lo político el liberalismo y en la economía se


abrían nuevas posibilidades para la agricultura comercial, la minería y la modernización en las
infraestructuras. Estados Unidos (E.E.U.U.), había reemplazado a Gran Bretaña como mercado más
importante y como principal inversor de bienes de capital en Latinoamérica y en el siglo XX,
los Estados Unidos establecieron su influencia a todos los niveles sobre la región, inmiscuyéndose
con frecuencia en los asuntos internos de la mayoría de los países del continente hasta la actualidad.
LUCHAS E INSURRECCIONES DE LA SOCIEDAD MULTICULRURAL DURANTE LA
VENEZUELA COLONIAL

Dentro de un esquema, que sólo ha dado importancia relativa a ciertos movimientos


insurreccionales que tuvieron lugar a fines del siglo XVIII, nuestra historiografía nos ha venido
presentando la época colonial y, dentro de ella, incluso, la etapa inicial de la conquista, como un
tiempo mas o menos tranquilo, enmarcado en un típico determinismo, donde la vida transcurría de
un modo apacible y sin sorpresas. Esta visión idílica de nuestros primeros tiempos no concuerda
exactamente con la realidad.

Venezuela, ha sido siempre un territorio poblado por gentes con un crónico apego a la
libertad, partiendo desde sus primitivos habitantes, quienes la concibieron de la manera más amplia
en la vastedad de nuestra imponente naturaleza.

La dominación española, no pudo quebrantar en nuestros aborígenes, la voluntad de sentirse


libres y desligados de cualquier vínculo moral con los conquistadores. La noción de libertad emerge
así, como el más antiguo de nuestros bienes espirituales. Esta libertad, entendida en su sentido más
completo, dentro del concepto de que sin ella, la vida esta privada de toda libertad, ha sido una
constante en nuestro devenir histórico; a tal punto, que podríamos afirmar que constituye el primer
elemento formativo de la personalidad del venezolano.

Desde los primeros momentos, puede precisarse este sentimiento que habrá de transformarse
en una convicción profunda para animar el espíritu de contienda hacia el triunfo de los mejores
ideales. Si algo, es un valor específico de nuestra psicología es ese amor orgánico por
la libertad, el cual ha caracterizado nuestras luchas como pueblo hasta llevarnos a las
gestas heroicas de la independencia.

Esta fue la culminación de un largo proceso, que tuvo su origen en aquel reiterado sentimiento
que definió nuestro carácter nacional; a pesar de, todos los altibajos de nuestra trayectoria histórica,
sigue siendo una condición intrínseca del ser venezolano. En nuestra geografía, tanto el indio como
el negro, el pardo y el blanco criollo, han dado pruebas de que es cierta esta afirmación.

La integración de todas estas razas en la estructura de nuestro cuerpo social, ha hecho de


nosotros; antes que otra cosa, un animal político. Un recuento de los episodios de la historia política
venezolana, demuestran su arraigo como la mayor prueba veraz de este asidero.

En los primeros tiempos, fue la resistencia indígena; ya que en ninguna otra parte de América,
se tornó tan tenaz la actitud de repudio al invasor como en nuestra tierra venezolana.
Si bien; en algunos sitios los españoles fueron recibidos pacíficamente, muy pronto los abusos que
cometieron determinaron que los naturales empuñaran sus armas para enfrentarse a la violencia.
La lucha fue encarada; sin desmayos, en donde los conquistadores comprendieron que tenían
que enfrentarse a los habitantes de “Tierra Firme”.

Durante el primer siglo de dominación española, se gesta una lucha por la libertad natural,
contra la esclavitud y la explotación, reflejada en la resistencia de los indios y en
la rebeldía de los negros. Estos grupos étnicos actuaron utilizando como medios de defensa sus
armas primitivas, por lo que tuvieron poco éxito al rebelarse contra sus opresores; pues éstos,
poseían instrumentos de guerra y conocimientos militares mucho más eficaz y avanzado.

Es de hacer señalar, que durante la conquista colonizadora los pardos, mulatos y zambos
conjugaron la sangre de las etnias oprimidas, imponiendo por la fuerza sus derechos, para hacer de
Venezuela, territorio recién fundada un ensayo clasista de gobierno; la cual en la práctica, esto
viene a coincidir con la quiebra de la resistencia indígena; aunque todavía, hubo algunos focos
indómitos y con el término devastador de la conquista.

La trayectoria de nuestras luchas en la época colonial, traza como objetivos, en una escala
ascendente, la búsqueda de una libertad natural, primero; de una libertad económica y, luego, de
una libertad política de los indios, negros, pardos y blancos criollos, defendiendo cada cual sus
propios intereses, quienes participaron en la larga contienda. De ahí, que todas estas etnias
multiculturales con sus diferentes matices, tienen en nuestra historia sus caracterizados precursores.

El ideal de la emancipación podrá congregar buena parte de ellos; pero será mucho después de
declarada la Independencia, tras de una guerra fratricida, cuando vendrán a integrarse en un
frente común. No obstante, en el plano político, es partiendo de un plural sentimiento de libertad
como se configura el concepto de pueblo; colocándose las bases de la acción separatista,
en búsqueda de romper la dependencia colonial. Es así, como nace la aspiración que orienta hacia
los grandes fines del Estado, para lograr conformar en el orden jurídico el principio constituyente
que determina la identidad y reconocimiento de los pueblos originarios en nuestra patria.

IMAGEN DE LUCHAS DE LA SOCIEDAD MULTICULTURAL DE VENEZUELA


COLONIAL
AMÉRICA LATINA Y VENEZUELA: DEL PROTECCIONISMO AL NEOLIBERALISMO

En Latinoamérica ya en el siglo XX, en la economía se abrían nuevas posibilidades


para la agricultura comercial, la minería y la modernización en las infraestructuras.
Pero, E.E.U.U. estableció su hegemonía a todos los niveles sobre la región, interviniendo con
frecuencia en los asuntos internos de la mayoría de los países del continente.
El liberalismo del XIX se hizo cada vez más conservador en el ámbito sociopolítico en tanto que
sus programas económicos favorecieron el surgimiento y desarrollo de las clases medias y
trabajadoras urbanas.

En algunos países, especialmente Argentina y Brasil, la inmigración europea extensiva


aceleró el crecimiento. Ésta organizaría partidos políticos más modernos para hacer frente a las
viejas elites liberales. Las nuevas clases sociales exigieron cada vez más su participación en la
vida política. Entre tanto, la población rural continuaba viviendo en la más profunda pobreza y
opresión, si bien elementos revolucionarios empezaron a aparecer en su seno a lo largo
del siglo XX. La migración rural a las ciudades se convirtió en algo habitual y característico, a
menudo creando extensos cinturones de miseria, y aunque se mantuvo la desigualdad en el modo de
vida entre la ciudad y el campo, la producción agrícola continuó siendo el pilar de la economía de
exportación de Latinoamérica.

Las revoluciones, dirigidas y promovidas generalmente por las clases medias y apoyadas por
los trabajadores y el campesinado descontento, tuvieron lugar en México, Brasil, Argentina,
Guatemala, Bolivia, Cuba, Nicaragua y en otros países; en todas ellas, sus líderes adoptaron
diversas ideologías emergentes tales como: el populismo, nacionalismo, socialismo.

El hecho de compartir un mismo idioma, una religión mayoritaria y una misma cultura,
además de su situación de dependencia económica, es el principal factor de unión de la región y
ha significado un importante incentivo para que los países latinoamericanos establezcan estrechos
vínculos culturales y comerciales.

América Latina en general, ha experimentado importantes cambios económicos, en especial


luego de los años ochenta, antes de esa fecha, la mayoría de los países de la región habían adoptado
la política de sustitución de importaciones recomendada por la CEPAL con la cual, se restringía
fuertemente la inversión extranjera buscando favorecer la producción industrial de los
países de la región.
Al mismo tiempo, las juntas militares que habían gobernado en gran parte de los
países latinoamericanos en las décadas de 1970 y 1980, fueron depuestas y reemplazadas por
regímenes en proceso de democratización decididos a crear un futuro más próspero, a pesar de las
graves carencias estructurales en toda la región. Desde la década de los setenta Venezuela y
América latina han experimentado un proceso importante de separación, congestión política,
económica y administrativa, que ha generado un mayor equilibrio geoeconómico, aunque todavía se
mantienen enormes desequilibrios en la ocupación y aprovechamiento del espacio geoeconómico
venezolano y latinoamericano.

No obstante, los modos distintos de apropiarse de la tierra por medio de culturas diferentes en
distintas territorialidades, son las principales luchas populares que se dan hoy en el continente; las
cuales no pueden ser comprendidas, sin reconocer la centralidad que en éstas tienen la dimensión
territorial. Son luchas de movimientos indígenas, de afrodescendientes y de campesinos, que dejan
claramente, la contraposición de racionalidades diferentes de concepciones divergentes de la
propiedad, de nociones confrontadas de la territorialidad. En la medida, que avanza la frontera de la
ocupación/apropiación capitalista en grandes extensiones territoriales, previamente ocupadas por
poblaciones indígenas, afrodescendientes y campesinos, se produce un proceso equivalente al del
cercamiento de las tierras, bosques y aguas de uso común y compartido, tal como ocurrió durante la
Revolución Industrial en el Reino Unido.

Con la privatización de aquello que es de uso compartido, con la mercantilización de la


“naturaleza”, se socavan las condiciones de vida de las poblaciones afectadas; por lo tanto,
la lucha por la preservación del territorio; es al mismo tiempo, por la defensa de la propia
cultura de estos pueblos y comunidades.

A finales de los 80’ y en parte arrastrados por una tendencia mundial iniciada en los
EE.UU. e Inglaterra, y promocionada por organismos como el Banco Mundial y el
FMI (Fondo Monetario Internacional), los países latinoamericanos comenzaron a aplicar políticas
para la privatización de las empresas públicas y la apertura de sus mercados nacionales.
A mediados de la década de los 90’, después de muchos años de recesión económica, se empezó a
vislumbrar una notable mejoría en las condiciones y niveles de vida de la población.

VENEZUELA
Venezuela, cuyo nombre oficial es, República Bolivariana de Venezuela, país de Sudamérica,
que limita al norte con el mar Caribe, al este con el océano Atlántico y Guyana, al sur con Brasil y
al suroeste y oeste con Colombia. La economía venezolana se basa principalmente en la explotación
del petróleo y sus derivados.

En las últimas décadas tiende a diversificarse con exportaciones de mineral de hierro,


aluminio, carbón y cemento, y productos no tradicionales como materias petroquímicas,
manufacturas metálicas de acero y otras. Hasta comienzos de la década de1980, Venezuela disfrutó
de una alta renta petrolera de origen externo, que permitió al Estado elevar constantemente su gasto
sin aumentar la tributación interna, disfrutando la población de un alto nivel de vida con una notable
mejora de los servicios de salud pública y educación.

Es por ello, que el sistema económico venezolano ha sido definido como capitalista-rentista,
donde existe la iniciativa y la propiedad privada, pero poca participación del Estado en la inversión
económica privada. Ocurre, además, que dicho Estado obtiene recursos para ésta participación de
los beneficios de la actividad petrolera, es decir, vive de la Renta petrolera de ahí la denominación
de Estado rentista.

A pesar, de la subsistencia de formas de producción no capitalistas, el modo capitalista de


producciones; sin duda, el predominante en la economía venezolana. No obstante, Venezuela, en los
últimos veinte años (20) del XX, fueron en especial difíciles para la Economía venezolana que
creció entre 1976 y 1996 a una tasa promedio anual de 2,14%, mientras la población crecía en el
mismo período a un ritmo d e2,18% anual, tasa ésta mayor que el nivel de crecimiento económico,
ya mencionado.

Como consecuencia de ésta situación, Venezuela, según estadísticas del Banco Mundial, pasó
de ocupar el primer lugar en 1976 entre los países latinoamericanos en cuanto al Ingreso Per Cápita,
al octavo puesto en 1996.

Venezuela logró una industrialización interna que sustituía muchas importaciones, la


construcción de una importante infraestructura que variaba, desde regadío e hidroelectricidad y la
formación de grandes empresas públicas. Es de suma importancia resaltar que antes de la década de
los 80’, las expectativas económicas de Venezuela apuntaban a una enorme facilidad para acceder a
una riqueza cada vez mayor, así como a una cada vez mayor igualdad en el ingreso familiar que
hacia surgir una clase media cada vez más numerosa.

Pero Venezuela, a partir de 1989 adoptó políticas de apertura comercial, privatización y


liberalización de la economía, que llevaron a quienes se oponían a dichas políticas a acusar al
gobierno de Neoliberal. Aunque en el resto de los países latinoamericanos las reformas siguieron
adelante, en el caso venezolano, el impulso hacia la liberalización económica se vio detenido,
luego de 1992, como consecuencia del aumento del grado de conflictividad social que desencadenó
una profunda crisis política que llevo a la destitución del presidente Carlos Andrés Pérez.
Esta realidad, señalaba un creciente aumento de la desigualdad, que se manifiesta en el
hecho de que, para el año 2000, el 10% de la población venezolana concentraba en sus manos
cerca del 42% del ingreso total del país.

El mercado fluctuante capitalista, produjo una caída sostenida del ingreso petrolero, el cual se
redujo a un tercio en 1993, acompañado con altos pagos de la deuda pública externa y una sostenida
presión financiera por la fuga de los recursos monetarios internacionales, que culminó en 1994 con
una grave crisis bancaria, altos niveles de corrupción y un descenso en la calidad de vida.

En este tiempo, se implantó una nueva política económica con la unificación y flotación
cambiaria, la liberalización de los precios internos y de las tasas de interés, el inicio de la
privatización de empresas públicas y la renegociación de la deuda externa.

La combinación de mayor desigualdad y disminución del Ingreso per cápita se ha traducido


en el caso venezolano, en un notable y preocupante incremento de la pobreza, la relativa
prosperidad que vivió Venezuela hasta inicios de los 80’, hizo surgir el calificativo de
Venezuela Saudita, a referirse a los cuantiosos recursos que generó el auge de la actividad petrolera.

Esa prosperidad, no se debió al trabajo de los venezolanos; sino al aumento de la


Renta Petrolera, siendo esto agravado por el mal uso que se dio a gran parte de los ingresos
obtenidos, que no fueron destinados a la creación de formas degeneración de riquezas distintas del
ingreso petrolero.

En este marco se inició, en 1996, un cambio económico en el que se acentuó la privatización


de empresas públicas deficitarias, el estímulo a la inversión extranjera en varias industrias, como:
petróleo, petroquímica, minería del oro, diamante, carbón, níquel, explotación forestal, turismo y
otros sectores. Ello se expresó, además, con la libertad de precios y dificultad de adquisición de
divisas y con cambios en el régimen de Seguridad Social.

En 2006, el producto interior bruto (PIB) fue de 181.862 millones de dólares, dando un
ingreso per cápita de 6.730,40 dólares. Al inicio del siglo XXI, la sociedad venezolana ofrece un
cuadro variado y complejo a los ojos de los analistas, especialmente por los hábitos y tensiones de
la sociedad urbana, la difícil situación de los reducidos sectores rurales del país, la agudización del
conflicto político con su respectivo impacto en la realidad socioeconómica, los índices de
criminalidad, los fenómenos de transculturación, los movimientos migratorios internos y externos,
la violencia política y no política, las drogas, las características del consumo y por encima de todo,
el impacto de la riqueza originada por el ingreso petrolero.

La evolución hacia la modernidad de la sociedad venezolana, se produce en momentos de


grandes transformaciones mundiales. Las tendencias a la globalización de la economía y
las interdependencias de los mercados imponen modelos de producción, distribución y consumo
a toda sociedad que quiera modernizarse. La competencia en un mercado mundial con
alta exigencia tecnológica y de productividad supone una enorme presión sobre países como
Venezuela en alcanzar las exigencias de ese mercado, supone unos ajustes estructurales cuyos
costos sociales resultan muy altos.

Siendo, la tecnología de la sociedad capitalista la que apunta a la confianza omnipotente en


las posibilidades del control creciente sobre la naturaleza y el crecimiento material sin limites.
Es la forma, en que se relaciona con la “naturaleza” una sociedad que tiene fe ciega en el progreso.

IMAGEN DE LA VENEZUELA SAUDITA

IMPACTO CULTURAL EN VENEZUELA


La población venezolana actual es producto de un fuerte mestizaje iniciado en los tiempos de
la colonia entre la población indígena y la española; posteriormente, a finales del siglo XVI,
se observó un importante aporte de población esclava procedente del continente africano.

Con el paso del tiempo, se acrecentó el proceso de mestizaje caracterizado por la libre unión,
aceptado como institución en el país. A finales de la década de 1940, con el comienzo del proceso
de industrialización, se inició una importante inmigración de origen español, italiano y portugués,
que fue aumentando hasta 1958. En la década de 1970 tuvo lugar este mismo proceso, pero
protagonizado por ciudadanos de origen sudamericano, debido al desarrollo de la
economía venezolana y a la recesión de sus países de origen. En la actualidad, todas estas
migraciones han dado origen a una población completamente integrada entre sí, donde no existe
ningún tipo de conflicto interracial.

La cultura venezolana es el resultado de un largo proceso historico que, en las ltimas ddécadas
ha estado vinculado a transformaciones derivadas de la abundante riqueza petrolera y de la
influencia de culturas extranjeras; que se difunden a traves, de los veloces medios de
comunicación social.

Venezuela posee un enorme potencial de recursos culturales que, estimulados y bien


orientados, nos servirian de base para acceder a un pais mejor, a una sociedad mas justa y capaz de
ofrecer a todos/as una mejor calidad de vida.

3. PARTICIPACION ORGANICA Y DERECHOS MULTICULTURALES


EL CONTEXTO SOCIAL Y LA PARTICIPACION ETNICA EN AMERICA LATINA

PARTICIPACION ORGANICA

El ejercicio de los derechos de participación ciudadana y organización social se regirá,


además de los establecidos en la Constitución, por los siguientes principios:

Igualdad: Es el goce de los mismos derechos y oportunidades, individuales o colectivos de las


ciudadanas y los ciudadanos, colectivos, comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades
indígenas, pueblo afro ecuatoriano y montubio, y demás formas de organización lícita, para
participar en la vida pública del país; incluyendo a las ecuatorianas y los ecuatorianos en el exterior;

Respeto a la diferencia: Es el derecho a participar por igual en los asuntos públicos, sin
discriminación alguna fundamentada en la etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad de
género, identidad cultural, estado civil, idioma, religión, ideología, filiación política, pasado
judicial, condición socioeconómica, condición migratoria, orientación sexual, estado de salud,
portar VIH, discapacidad, diferencia física; ni por cualquier otra distinción personal o colectiva,
temporal o permanente, o de cualquier otra índole;

Pluralismo: Es el reconocimiento a la libertad de pensamiento, expresión y difusión de las


diferentes opiniones, ideologías políticas, sistemas de ideas y principios, en el marco del respeto a
los derechos humanos, sin censura previa.

América Latina, es una región de gran actualidad para el análisis de instrumentos


participativos para grupos étnicos, a fin de examinar su potencial para la inclusión efectiva de los
pueblos indígenas y afrodescendientes, tomando en cuenta el contexto social del país.
Además, es necesario considerar las características organizativas de los pueblos, así como
limitaciones estructurales tales como las relaciones de poder para fomentar la participación étnica:
consulta previa, autonomía y cuotas étnicas, que permita contribuir a engrosar los aspectos
relacionados sobre cómo los estados latinoamericanos manejan su composición multiétnica, cuyos
resultados revelen la importancia de mirar más allá de las renovaciones institucionales para
promover la autodeterminación indígena y afrodescendiente.
DERECHOS MULTICULTURALES

El reconocimiento de las identidades y expresiones culturales, la igualdad de trato, el respeto


a la dignidad de las personas y las comunidades, la apertura a los otros y el debate y los
intercambios interculturales son elementos fundamentales para promover la diversidad cultural.

Es importante destacar, que la diversidad cultural no se da únicamente entre los distintos


grupos y sociedades, sino también en el seno de cada uno de ellos. Es preciso el diálogo
intercultural e interreligioso en todos los niveles, desde el comunitario al internacional.
En el marco de las comunidades, el intercambio cultural debe incluir a las familias, los intelectuales
y los dirigentes locales. En particular, hay que promover la participación de los jóvenes en el
diálogo intercultural; por ejemplo, mediante programas escolares de correspondencia o foros de
internet sobre temas concretos y acontecimientos artísticos.

En el ámbito nacional, la implementación de la ley y el funcionamiento de las instituciones


democráticas son requisitos previos para el establecimiento de un clima favorable al auténtico
diálogo y la compresión. Es preciso que las personas tengan confianza en el sistema, y la diversidad
en el seno de las instituciones puede contribuir a crear este marco. Para ello, hay que incorporar la
perspectiva de la diversidad, por ejemplo, en los nombramientos de los organismos legales, los
proyectos de vivienda y los currículos escolares.

Los Estados deben adoptar medidas que favorezcan la creación y la conservación de espacios
abiertos necesarios para el ejercicio de las libertades culturales y que permitan a las personas y los
grupos realizar y gestionar los cambios culturales de forma participativa y conservar, desarrollar y
transmitir su herencia cultural. A este respecto, las instituciones educativas desempeñan un
papel esencial, por su capacidad de inculcar un espíritu de tolerancia o bien promover las tensiones
desde una temprana edad. Por este motivo, debe resaltarse la importancia de una educación abierta
que enseñe a los niños a reconocer y apreciar la diversidad.

El enfoque de la participación ciudadana debe estar impulsado por instrumentos que


promulgue la participación formal por sí mismos; y que, a su vez, conduzcan automáticamente a
políticas más inclusivas; donde también el potencial para ser utilizados debe ser efectivamente.

Por lo tanto, cuando se examinan a fondo las características organizativas de los pueblos
indígenas y afrodescendientes, así como posibles limitaciones estructurales tales como las
relaciones de poder, que resultan centrales para entender las diferencias en el grado de éxito de los
procesos participativos.

Existe un interés mundial en aumentar la participación ciudadana, en democracias tanto


establecidas como nuevas.
En las últimas dos décadas, la implementación de instrumentos de democracia directa y
deliberativa ha avanzado a nivel mundial. Sin embargo, emanando de diagnósticos sobre estructuras
ineficaces, encontramos una discusión activa sobre si más instrumentos participativos pueden
realmente resolver los déficits democráticos.

La teoría de la democracia ofrece dos enfoques para deducir del contexto un conjunto
adecuado de instrumentos participativos. De un lado, tenemos un enfoque que se centra en la
desigualdad social, la misma que puede amenazar la estabilidad de las democracias. De otro lado, el
segundo enfoque se centra en la segmentación social que puede imponer ciertas demandas sobre el
diseño institucional de una democracia estable.

Estos enfoques se presentan como elementos básicos de que las características del contexto
social pueden amenazar la democracia mayoritaria. Según este concepto, la democracia busca
asegurar la libertad individual y la igualdad. Es la extensión de la autodeterminación individual en
el ámbito de las decisiones colectivas; por lo tanto, es promulgada por individuos que participan
efectivamente en las decisiones que les afectan. La principal preocupación debe ser es cómo
conservar la cultura de un grupo en el marco general del Estado.

Al visualizar una representación minoritaria especial ante las presiones externas creadas por el
predominio de los grupos mayoritarios; en consecuencia, en lo que respecta a las reglas electorales
sugiere un sistema de votación proporcional, con un umbral de representación lo más bajo posible
para mejorar la igualdad en el proceso político.

Sin embargo, tal igualdad formal de oportunidades a menudo puede ser insuficiente, ya que
las minorías con frecuencia padecen al mismo tiempo desventajas económicas. Es por eso que,
dichas desventajas, profundamente arraigadas, justifican la representación minoritaria garantizada,
por ejemplo, a través de un número fijo de escaños legislativos.
La desigualdad socioeconómica es un tema aún más importante para la calidad de la
democracia o de cualquier sistema de gobierno de inclusión en América Latina; ya que la
distribución equitativa de los recursos es una condición necesaria para la igualdad de oportunidades
en el proceso político y, por ende, el de garantizar su participación y lograr reivindicar sus derechos
multiculturales legítimos.

La interculturalidad es el fenómeno social, cultural y comunicativo en el que dos o más


culturas o, más bien, representantes de diferentes identidades culturales específicas, se relacionan en
condiciones de igualdad, sin que ningún punto de vista predomine sobre los demás o sea
considerado “normal”. Este tipo de relaciones favorecen el dialogo, el entendimiento, la integración
y el enriquecimiento de las culturas.

Si bien, la cultura ha sido siempre un campo de frecuentes intercambios, mestizajes e


hibridaciones, el concepto de la interculturalidad es propio de los tiempos modernos.
Hoy, la globalización y el comercio digital han puesto en contacto a individuos de geografías y
culturas muy alejadas y la migración es un fenómeno cotidiano. Por eso, la idea de la
interculturalidad está en contacto con otras similares, como las de diversidad, pluralidad y
multiculturalidad, en este sentido, el concepto de interculturalidad es más útil que el de
multiculturalidad o pluralismo, que simplemente diagnostica la presencia de elementos
socioculturales distintos de los tradicionales en una comunidad.

En conclusión, en combinación con la segmentación social, la desigualdad se convierte en un


elemento importante a considerar, cuando se investiga el diseño de los instrumentos de
participación ciudadana.

De la combinación de segmentación social y desigualdad, es decir, de situaciones en las que


grupos socioeconómicamente desfavorecidos son al mismo tiempo segmentos cerrados o minorías
étnicas, como en América Latina, surge una situación particularmente delicada, pues tal
superposición puede tener un efecto de refuerzo y pueden surgir serios problemas para una
participación efectiva.
DERECHO DE PARTICIPACION POLITICA Y SU SEGMENTACION EN
SOCIEDADES ETNICAS DE AMERICA LATINA

En sociedades segmentadas, los conflictos ideológicos a menudo atraviesan a un país.


En tal contexto, el derecho a la participación del destino de los pueblos de América Latina, pueden
fomentarse mediante la autonomía territorial. Los derechos de participación, deben ser vistos como
una solución vital para lograr la armonía y romper con los diversos conflictos ideológicos, que
denotan las divisiones étnicas y socioeconómicas las cuales se superponen para que pueda ocurrir
sobre la base de una representación proporcional, aunque no sea suficiente, para obtener el consenso
necesario que requieren las mayorías calificadas y los mecanismos de consenso para los procesos de
toma de decisiones.

Bolivia, Nicaragua y Colombia son ejemplos de la implementación de procesos que


permiten calificar la efectividad institucional, en lo referente a los instrumentos participativos que
se implementan para establecer las relaciones de poder de los grupos étnicos y sus características
dentro de su segmentación social, que pudiesen frustrar su acceso a la toma de decisiones, en lo
concerniente a la efectividad de los órganos o estructuras formales que regula el Estado del país, su
derecho participativo en la toma de decisiones de su propio destino.

Con respecto, a su grado de segmentación étnica, estos tres (03) países mencionados, tienen
una importante población étnica indígena, como es el caso de, Bolivia con un 62% de su población.

Nicaragua y Colombia tienen una proporción mucho menor de pueblos indígenas,


en el caso de, Colombia el 3,4% de la población es indígena y se divide en más de
80 pueblos diferentes. El porcentaje de afrocolombianos es de 10,4% lo que hace de
Colombia el país con la segunda población afrodescendientes más grande de la región,
después le sigue, Brasil.
Asimismo, Nicaragua su población étnica es de 8,5%, que no sólo incluye a los indígenas con
un 6,4%, sino también un grupo étnico minoritario de afrodescendientes de 2,1%, en los tres casos
su concentración territorial varia, aunque en cada país encontramos grupos que constituyen
mayorías regionales.

En Bolivia, los departamentos andinos de Potosí, Oruro, Cochabamba, La Paz, Chuquisaca


están habitados por pueblos indígenas y los mestizos de origen europeo están representados en las
Tierras Bajas. En Colombia, los indígenas están más dispersos y en su mayoría residen en
comunidades monoétnicas en áreas remotas y los afrocolombianos se concentran en
la costa del Pacífico; en el departamento de Chocó, representan el 90 % de la población.

Su segmentación social es más compleja en Bolivia, donde las divisiones sociales se


superponen a muchos niveles. Desde la década de 1980, la identidad indígena se ha politizado
cada vez más.

A principios del siglo XXI, se agudizaron las divisiones ideológicas entre la élite blanca y
mestiza y el Movimiento al Socialismo (MAS), que representaba a la izquierda en coalición con los
movimientos indígenas. Paralelamente, la división regional entre las Tierras Bajas más ricas y
dominadas por las élites mestizas, y las Tierras Altas dominadas por la población Aymara,
se exacerbó con el acceso al gobierno del MAS de Evo Morales.

Nicaragua, no es sólo uno de los países más pobres de América Latina. También está muy
marcado por una fuerte desintegración centro-periferia y una notable desigualdad económica entre
la capital y áreas más distantes En 2007, el ex partido revolucionario Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN) tomó el gobierno.

Durante el periodo presidencial, el presidente Daniel Ortega estabilizó su posición dominante


mediante una mezcla de reformas institucionales, fraude electoral y represión.
En años anteriores, el FSLN consiguió el apoyo de los grupos marginados, y fuerzas de oposición
como el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) hasta hoy, son débiles.

La relación de los pueblos indígenas con el FSLN, es históricamente propensa a conflictos y


oscila entre cooperación pragmática y confrontación abierta.

Los indígenas nicaragüenses viven en las regiones más pobres del país que están sumamente
descuidadas por la administración pública.

En Nicaragua, los grupos étnicos viven en la periferia rural, dependiendo de las


raíces históricas, los indígenas viven en la costa, ya sea, en el Pacifico o del Caribe.
Al igual que en Colombia, las organizaciones indígenas se han creado para defender
demandas que van más allá del reconocimiento cultural y se orientan también a lograr mejoras en la
profunda desigualdad existente y a incidir en temas relacionados con los recursos naturales y la
conservación del medio ambiente.

En Colombia, la coalición del Frente Nacional, el sistema bipartidista entre partidos liberales
y conservadores, terminó a principios la década de 1990, cuando se hicieron intentos para abrir este
sistema dualista que había excluido a otros actores políticos durante décadas.

Las organizaciones indígenas se beneficiaron de las respectivas reformas electorales que se


llevaron a cabo en la década de 1990. Desde fines de los años 1960, organizaciones como el
Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) comenzaron a movilizarse a nivel regional y,
a fines la década de 1970, varias organizaciones ya lograron actuar relativamente unidas a
nivel nacional. A pesar de su bajo número, los pueblos indígenas colombianos crearon
organizaciones estables para la representación nacional, como por ejemplo la Organización
Nacional Indígena de Colombia (ONIC). Aunque, los afrocolombianos también lograron crear
organizaciones nacionales, por ejemplo, Cimarrón, la política nacional de blanqueamiento cultural
impidió el surgimiento de una identidad política afrocolombiana.

En general, la segmentación étnica discurre paralelamente a los fuertes patrones regionales de


desigualdad en Colombia. Los indígenas y afrodescendientes pertenecen a los segmentos más
desfavorecidos y viven en las zonas más pobres y periféricas.
PARTICIPACION SOCIAL Y POLITICA DE LOS PUEBLOS MULTICULTURALES EN
VENEZUELA

La participación de la sociedad indígena, nace por los diferentes conflictos de resistencia y


rechazo a la humillación y a la discriminación de sus facultades humanas en todos sus ámbitos, que
durante la historia venezolana, han generado inconformidad de la importancia de sus capacidades
hacia una verdadera reivindicación por quienes demandan el reconocimiento por parte del
Estado Venezolano, siendo fundamental como un derecho ancestral que se ejerce de forma activa,
pues la idea de cambio o propuesta a nivel político, económico y social, nace en forma directa de
los actores indígenas.

Por el contrario, la consulta se origina en cuanto exista previamente una información por parte
del ente público o privado que advierte la posibilidad de afectar los intereses individuales o
colectivos de los diversos pueblos y comunidades indígenas.

La participación, es entonces, el mecanismo directo mediante el cual los indígenas ejercen el


derecho, y la consulta es el medio indirecto para lograr tal participación se propone una
clasificación del derecho a la participación de los pueblos indígenas en tres niveles diferentes, pero
articulados: la participación directa, la participación compartida y la consulta o
participación indirecta: “La participación propiamente dicha se da en aquellos casos que obedezcan
a razones de política de Estado o a principios rectores del nuevo modelo pluricultural y
democrático reconocido constitucionalmente.”

En los modos de participación directa se destaca la participación política en los términos de


los Art. 125 y 186 de la Constitución, y la participación en la administración de justicia,
según el artículo constitucional.
En la participación compartida, los supuestos operan en aquellos casos en los cuales la
responsabilidad de crear ciertas directrices nace de manera simultánea tanto para el Estado como
para los representantes de los pueblos indígenas, incluyendo, como ejemplos, la participación en la
demarcación del hábitat y tierras colectivas (Art. 120 de la C.R.B.V.) y la participación en el
desarrollo económico (Art. 123 de la C.R.B.V.) la responsabilidad del Estado Venezolano ante la
sociedad multiétnica y pluricultural (Art. 119, 121 y 126 de la C.R.B.V.)

Por su parte, con relación a la consulta previa o participación indirecta, ésta opera en aquellos
casos en los cuales hay planes de desarrollo o aprovechamiento de recursos naturales por parte del
Estado o de particulares, que afectan los intereses de los pueblos indígenas.

La participación en los asuntos públicos se considera hoy día, como un principio


constitucional en la defensa del interés general, de la comunidad, lo que permite una ósmosis
recíproca entre el Estado y la sociedad como una reafirmación de la legitimidad del Poder Público.

Por otra parte, el hecho que se consultaron los referidos organismos nacionales de
actuación idónea, no exime la obligatoriedad de cumplimiento de la consulta popular sobre todo en
una materia en la cual están involucrados el régimen de excepción de las comunidades indígenas de
rango constitucional, el carácter multiétnico y pluricultural, la biodiversidad, la cultura, religión y
lengua propia de las comunidades indígenas, el derecho a la tierra que respecto a dichas
comunidades es de interés social e inalienable.”

EL ESTADO ANTE LA SOCIEDAD MULTIÉTNICA Y PLURICULTURAL:


POLÍTICAS PÚBLICAS Y DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN VENEZUELA

El Derecho a la Participación Política de los Pueblos Indígenas Venezolano se establece en el


Art. 125 de la Constitución señala que “Los pueblos indígenas tienen derecho a la
participación política. El Estado garantizará la representación indígena en la Asamblea Nacional
y en los cuerpos deliberantes de las entidades federales y locales con población indígena,
conforme a la ley.”

Esta disposición constitucional establece el derecho específico de los pueblos indígenas a la


participación política en los asuntos públicos, garantizando su presencia en la discusión y
toma de decisiones en las diferentes estructuras políticas, administrativas y legislativas del
Estado venezolano. El Art. 125, comienza ratificando que los pueblos indígenas tienen
derecho de participar en los asuntos públicos, es decir, el derecho a la participación política de los
pueblos indígenas.
Seguidamente, establece un principio constitucional, en el sentido de que el Estado garantiza
la representación indígena en la Asamblea Nacional y en los demás cuerpos legislativos de los
estados y municipios con población indígena. El derecho a la participación política, en los términos
establecidos en la primera parte del Art. 125, debe entenderse en sentido amplio; es decir, que los
pueblos indígenas tienen la potestad de participar en todos los asuntos públicos en los cuales tengan
interés o que los afecten como pueblos y comunidades, a los fines de lograr el bienestar colectivo e
individual de sus miembros y contar con presencia y representación en los diferentes órganos
legislativos y deliberantes del país.

Algunos autores han señalado, que los derechos políticos de los pueblos indígenas, si bien se
encuentran en todo el texto constitucional, están resumidos y encuentran su génesis particular en el
Art. 125 de la Constitución. Al respecto, se ha indicado que: “De todos los derechos indígenas
constitucionalizados, el derecho de participación constituye una manifestación de la autonomía de
los pueblos originarios, pues los indígenas aspiran articularse a la sociedad nacional mediante la
reproducción de sus culturas, pero no restringidas sólo al interior de sus territorios o
áreas de influencia, sino también en el desarrollo nacional, tanto en el orden político como en el
económico y social”.

Más específicamente, el derecho de consulta de los pueblos indígenas permite a sus


miembros participar previa y activamente en todos los niveles de actuación de la
administración pública, de manera especial, en aquellas medidas legislativas o administrativas que
afecten sus intereses, así como en las actividades de los particulares susceptibles de afectar el
desarrollo cultural de dichos grupos sociales.
4. LEGITIMACION DE LA AUTONOMIA POLITICO CULTURAL DE LOS PUEBLOS
EN AMERICA LATINA

EL ESTADO ANTE LA SOCIEDAD MULTIETNICA Y PLURICULTURAL EN


AMERICA LATINA

En las sociedades contemporáneas, el campo jurídico es un conjunto de legalidades que


operan en espacios y tiempos locales, nacionales e internacionales, lo cual impacta las
conceptualizaciones tradicionales en torno al pluralismo jurídico.

Al mismo tiempo, la modernización del campo jurídico ha impactado el modelo mismo de la


justicia estatal, bajo la premisa de la descentralización y de legitimidad, como es el caso, de nuevas
formas para dirimir disputas por la vía de los medios alternos de justicia que ha tenido lugar en
diversos países del continente.

En varios países de América Latina, las políticas de descentralización neoliberal han


ocasionado la destrucción de la base territorial de los pueblos multiculturales, en especial, a los
pueblos indígenas, al volver cada vez más inviable su sustentabilidad económica.
Esto ha favorecido los flujos migratorios; como el que se observa, a través de la frontera
México-Estados Unidos, que involucra habitantes de todo el continente Latino.
Los migrantes indígenas abandonan sus pueblos originarios y, muchos de ellos, logran reconstituir
sus redes étnicas y comunitarias dentro de los nuevos espacios.

En las últimas décadas, se observa el desarrollo de una fuerte globalización desde abajo,
promovida en primera instancia por movimientos sociales que se organizan desde el nivel nacional
e internacional. Estos construyen redes trasnacionales en defensa de sus intereses, comparten los
instrumentos de la comunicación global para denunciar las injusticias y socializar nuevas
experiencias organizativas, tal como lo revela la fuerte presencia de representantes de pueblos
multiculturales en distintos escenarios políticos de ámbito nacional e internacional.

La presión, que ejerce el movimiento indígena en reclamo del reconocimiento de sus derechos
económicos, políticos y culturales y de sus sistemas jurídicos, la demanda de autonomía y las
apuestas por construir modelos de desarrollo integrales que valoren las epistemologías y saberes
propios reflejan la fuerza que ha adquirido el movimiento indígena y su vínculo con otros
movimientos sociales.

La globalización desde abajo, está promoviendo la reivindicación de formas propias de


regulación, entendidas no como usos y costumbres, sino como sistemas jurídicos propios en
dialogo e interacción con sistemas de derecho internacional y nacional.
Junto con ellas, observamos la apropiación del lenguaje de los derechos, en particular de los
derechos humanos, enriquecidos desde sus visiones como pueblos, así como la exigencia de una
profunda transformación de los Estados nacionales para que estos reconozcan y practiquen la
pluralidad jurídica.

En los tiempos recientes, cobra mayor fuerza la demanda de género desde la


diversidad cultural que cuestiona modelos tradicionales del derecho y la cultura indígenas,
obligando a valorar la participación de la mujer en los espacios que le estaban prohibidos.

La radicalización de las demandas indígenas, no sólo pone en jaque a los Estados nacionales,
sino también a los sistemas globales de dominación. Las luchas por los territorios, por su
sustentabilidad, las identidades culturales y la defensa de sus pueblos tornan incompatible con la
globalización y homogenización desde el Estado.
LEGITIMIDAD DE LA AUTONOMIA DE LA SOCIEDAD MULTICULTURAL EN
AMERICA LATINA

Para garantizar la representación de los diversos grupos étnicos de América Latina, los países
han promulgado leyes en el ordenamiento jurídico del Estado, implementando instrumentos que
legitimen sus derechos políticos, culturales, sociales y económicos, por medio de las diversas
Constituciones a nivel nacional en muchos países del hemisferio, que recaben las necesidades y
derechos que reclaman dichos grupos étnicos ante sus diferentes Asambleas Nacionales.

Por ejemplo, La Constitución Política de 2009, define a Bolivia como un Estado plurinacional
y contempla cuatro (04) niveles de autonomía: para territorios autónomos regionales,
departamentales, municipales e indígenas. La Ley de Autonomías y Descentralización,
promulgada en el año 2010, fundamenta las capacidades y los procesos que involucran a los niveles
autónomos: la Autonomía Indígena Originaria Campesina (AIOC), se otorga exclusivamente a los
pueblos indígenas concentrados territorialmente (Art. 6, II). Los cuatro tipos de autonomía se
obtienen a través de un referéndum (Art. 50-54).

A su vez, pueden ejercer poderes legislativos y reguladores que cubren varios campos de las
políticas públicas (vivienda, recursos naturales renovables, transporte, etc.) (Art. 45)
Todas las unidades autónomas están integradas en el presupuesto del gobierno nacional
(Art. 106-131).

La Constitución de 2009 también prevé consultas, que constituyen una forma de autonomía
funcional según nuestro modelo, en el caso de medidas legislativas y administrativas y de
explotación de los recursos naturales que afectan el territorio indígena (Art. 30, 15).
La Ley de Hidrocarburos (Ley 3058) y el Decreto 29033 regulan las consultas en este sector.
Con respecto a otras áreas de autonomía funcional, de acuerdo a la Constitución la jurisdicción
indígena se encuentra a la par de la jurisdicción regular (Art. 179).

La representación indígena está garantizada en el Senado y en la Cámara de Diputados por


cuotas electorales (Art. 147, II). Además, la Constitución prevé el establecimiento de distritos
electorales indígenas en zonas donde los pueblos indígenas conforman minorías (Art. 146, VII).

Con respecto a la representación de diferentes segmentos sociales, la votación proporcional se


utiliza para la Cámara de Diputados (Art. 146, 147). Además, cada departamento tiene cuatro
representantes en el Senado que son elegidos en listas (Art. 148).

Los dilatados avances del proceso de autonomía en Bolivia son atribuidos a un tratamiento
arbitrario por parte de los funcionarios públicos. El proceso de evaluación y certificación del
Ministerio de Autonomía es especialmente propenso a las intromisiones.
Se han reportado intentos de cooptación y presiones a solicitantes indígenas para fortalecer la
agenda corporativa del MAS. Otro tema es la falta de recursos financieros necesarios para que el
Ministerio de Autonomías pueda apoyar técnica y jurídicamente a los municipios indígenas.

Otras limitaciones estructurales, se dan particularmente en el campo de los recursos naturales.


Por ejemplo, el poder de toma de decisiones de las AIOC termina cuando el tema tiene que ver con
la gestión de recursos no renovables. Se trata de una limitación crítica, ya que el control completo
sobre los recursos naturales constituye un requisito indispensable para la independencia financiera
de las unidades sus nacionales. A medida, que los gobiernos de América Latina promueven la
extracción de recursos, incluida la administración de Evo Morales, surgen graves conflictos en el
campo de la gestión de los recursos naturales. Es en ese mismo campo de políticas públicas,
altamente disputado, en el que las consultas con las comunidades indígenas están legalmente
prescritas en Bolivia.

Como se ha demostrado, las cuestiones relacionadas con el uso de la tierra y los


recursos naturales pueden desatar conflictos; sobre todo en un movimiento indígena, ya de
por sí dividido. Las divisiones entre los propios grupos indígenas se han evidenciado como uno de
los grandes desafíos que enfrenta la implementación de los cambios institucionales en Bolivia.
El proceso de autonomía exacerba asimismo, la fragmentación indígena y las
luchas de poder locales.

Algunos referendos locales sobre las AIOC; no solo resultaron en un “no”, sino que también,
en varios territorios; los votos a favor del “sí”, apenas alcanzaron un poco más del 50%.
Esto revela, una discordancia local e entra-étnica en torno al tema de la autonomía.

El paso de establecer un estatuto autonómico, ha demostrado ser aún más susceptible a los
bloqueos internos. La necesidad de deliberar sobre un estatuto común en algunos casos llevó a una
erupción de luchas de poder locales entre diferentes federaciones indígenas y campesinas.
Además, el requisito de la titulación definitiva de las tierras genera conflictos, intensifica las
estructuras de competencia y exacerba las tensiones intra e intercomunitarias que antes habían
estado latentes.

En resumen, la legislación de Bolivia otorga muchos derechos a su población indígena y


también ofrece instrumentos para que los diversos segmentos sociales y regiones estén
representados. Sin embargo, los procedimientos nacionales de toma de decisiones carecen de
requisitos de consenso suficientes para nivelar las múltiples divisiones que atraviesan el país. Por
ejemplo, no existe un requisito para mayorías calificadas en ningún campo de decisiones.

Por su parte, en Colombia, la concentración territorial de afrocolombianos e indígenas ofrece


la opción de autonomía territorial, de acuerdo con nuestro modelo. Sin embargo, incluso después de
que el Acuerdo de Paz de 2016 formalmente pone fin a más de 50 años de guerra civil, todavía
encontramos un contexto de Estado limitado donde la autoridad pública no llega a todas regiones.
Como los esfuerzos de autonomía territorial son problemáticos sin una categoría de Estado, la
autonomía funcional; así como los mecanismos de consenso, parecen ser formas más apropiadas
para garantizar la participación étnica. Además, la representación de todos los segmentos sociales
debería apoyarse en un sistema de votación proporcional, complementado por cuotas étnicas.

En cuanto a Colombia, lo más notable de este país es que posee instrumentos jurídicos
para asegurar la representación legislativa de delegados indígenas y afrocolombianos.
La ingeniería electoral, que abarca la reserva de escaños y distritos electorales especiales para
representantes indígenas y afrocolombianos en las dos cámaras legislativas, es comúnmente
aclamada por haber fomentado sustancialmente la participación de organizaciones étnicas en la
política nacional.

El parlamento colombiano está formado por dos cámaras donde se aplica la


representación proporcional. Algunos asientos están reservados para representantes indígenas y
afrocolombianos (República de Colombia, 1991, Art. 171). Desde las reformas electorales de 1991,
todos los miembros del Senado son elegidos en un distrito electoral nacional. Una razón de esta
reforma fue facilitar el acceso de representantes étnicos al Senado, al permitir que grupos pequeños
y dispersos ganen votos en todo el país y obtengan escaños.

Con respecto a la autonomía funcional, se ha otorgado autonomía administrativa limitada a


los territorios indígenas mediante los resguardos, aunque sus competencias permanecen bajo la
supervisión de las provincias (Art. 286, 321). Formalmente, en los resguardos, se puede ejercer la
ley indígena y se han fortalecido los sistemas educativos indígenas propios (Art. 246).

Sin embargo, el sistema del resguardo se mantiene inestable por un lado debido a la falta de
titulación por parte de las instituciones del Estado y, por el otro, debido a la presencia sostenida de
fuerzas irregulares.

El artículo 330 y el decreto 1320 regulan la consulta previa en torno a proyectos y medidas
administrativas y legislativas que afectan a los territorios indígenas y afrocolombianos
(para este grupo, véase la Ley 70). En general, los esfuerzos formales orientados a promover la
participación étnica parecen apropiados con relación al contexto social en Colombia.

En el caso de Colombia, hemos visto que en la actualidad los representantes


afrodescendientes son relativamente más exitosos en obtener escaños legislativos que los
candidatos indígenas. Se encuentra una explicación para el debilitamiento de los partidos indígenas,
en el dilema clásico que enfrentan los movimientos sociales ascendentes. La institucionalización de
los movimientos indígenas durante la década de 1990, contribuyó a reforzar luchas internas de
poder y liderazgo y acentuó disputas intraorganizacionales.

Un asunto crítico de controversia, que afectó particularmente la cohesión interna de las


organizaciones tradicionales ASI y AICO, fueron las disputas sobre hasta qué punto deberían ser
integrados los grupos sociales afiliados (no indígenas), por ejemplo, los campesinos.

En el caso de Nicaragua, las autonomías de la Costa Atlántica para el autogobierno


miskito-indígena. El predominio mestizo en los Consejos Regionales ha creado severos conflictos
interétnicos durante las últimas dos décadas y ha debilitado la autonomía costera.
Esto es particularmente, destacable en la RAAS (Región Autónoma del Atlántico Sur),
donde los Miskitos todavía constituyen un porcentaje importante de la población (60 %).
En la RAAS, el FSLN domina el Consejo: actualmente, Yatama apenas tiene uno de los siete
escaños en la Junta Ejecutiva y el FSLN tiene cinco (quedando un último escaño para el
Partido Liberal Constitucionalista (PLC).

En las elecciones regionales de 2019, Yatama también permaneció relativamente poco


representada en la RAAN (Región Autónoma del Atlántico Norte), con 25 % de los votos, contra el
56 % obtenido por el FSLN (y el 6 % obtenido por el PLC).

El predominio de los partidos tradicionales, y en particular la hegemonía del FSLN, aún


debilitan la influencia de los intereses de los Miskitos de cara al gobierno central. Asimismo, los
intentos de Yatama por obtener escaños en la Asamblea Nacional se han visto frustrados. Debido a
la imposición de nuevas restricciones a la inscripción de partidos para las elecciones nacionales,
desde 2006 Yatama tuvo que formar alianzas electorales y optó por apoyar al FSLN hasta 2014,
cuando acusó al FSLN de fraude electoral.

Con la finalidad de subsanar las deficiencias institucionales de las regiones autónomas,


en 2003 se estableció un marco legal modificado para fundamentar el autogobierno subregional.
La Ley de Tierras Comunales (Ley 445) regula la titulación de las comunidades étnicas y reconoce
sus propias formas de gobierno y autoridades. Estas autoridades, ahora tienen que otorgar permiso
para el uso de los recursos que se encuentran dentro de su territorio. Aunque, la ley ha sido acogida
como un mecanismo prometedor para fomentar el autogobierno indígena en el actual entorno
multiétnico de la Costa Atlántica, el proceso de titulación ha demorado mucho, entre otras cosas
debido a la falta de voluntad política; además, el proceso ha exacerbado conflictos territoriales que
en el pasado habían permanecido latentes.
Nicaragua, muestra que los grupos indígenas son pequeños y una gran parte reside en
áreas dispersas del país. Sin embargo, podrían instaurarse escaños reservados en la
Asamblea Nacional para garantizar su representación. Además, se debería otorgar autonomía
funcional en los campos de educación y derechos lingüísticos. Para los Miskitos que están
concentrados regionalmente, la autonomía territorial es la medida apropiada para salvaguardar su
autodeterminación según nuestro modelo. Finalmente, se podría lograr una acomodación del clivaje
centro-periferia fortaleciendo las competencias de los departamentos frente a la capital, Managua, a
través de la descentralización.

Nicaragua fue uno de los primeros países de América Latina (además de Panamá) que otorgó
autonomía a unidades subestatales indígenas. Desde 1987, dos regiones de la costa del Caribe son
autónomas (República de Nicaragua, 1987; Estatuto de Autonomía, 1987).

Hoy en día, la composición multiétnica de las regiones mencionadas se ha vuelto


problemática. En la actualidad, seis grupos étnicos habitan dichas regiones: tres grupos indígenas
(Miskitu, Sumu-Mayangna, Rama), dos grupos afrodescendientes y grupos mestizos. La Ley de
autonomía establece que todos los grupos deberían estar representados en los gobiernos regionales o
Consejos Regionales.

Estos tienen competencias legislativas y administrativas en varios campos, entre ellos


planificación económica, salud, gestión de los recursos naturales y educación. También pueden usar
el veto contra proyectos de explotación de recursos naturales planeados desde el Estado central.
Debido a la intensa migración de los pobres urbanos a la costa caribeña, actualmente los mestizos
dominan los Consejos, a pesar de las cuotas vigentes, que deberían asegurar la representación de
todos los grupos étnicos.

En respuesta a la presión internacional, en 2003, el gobierno de Nicaragua aprobó la


Ley 445 que regula la demarcación de territorios étnicos colectivos en las regiones del Atlántico.
Desde entonces, la creación de unidades semiautónomas a nivel local está asegurada formalmente;
la ley amplía las competencias de las asambleas locales de los territorios indígenas y
afronicaragüenses, por ejemplo en lo que se refiere a la gestión de los recursos naturales (Art. 16).

Con respecto al nivel nacional, la educación bilingüe está garantizada constitucionalmente


para todos los pueblos indígenas en Nicaragua (Art. 121). Los miembros de la Asamblea Nacional
son elegidos sobre la base de 20 distritos electorales nacionales y 70 de los departamentos.
Las administraciones departamentales tienen derecho a iniciativas legislativas en la Asamblea;
pero el hecho de que dependan económicamente del gobierno central, restringe su independencia en
gran medida.

En Nicaragua, la asimetría de poder entre el gobierno central y la periferia se ha visto


agravada por la hegemonía que ostenta el FSLN desde 2006. Las regiones autónomas se ven
especialmente afectadas por la negligencia financiera del gobierno. Pertenecen a las partes más
pobres del país con una infraestructura precaria y la tasa de desempleo más alta.

Dado, que los Consejos Regionales dependen en gran medida de la asignación de fondos de
parte del gobierno central, el gobierno nacional puede hacer que los gobiernos regionales sean
inoperables e inducir a la cooptación política asignando presupuestos menores o reteniendo los
fondos por completo. Desde la remontada del FSLN, la lealtad al partido hegemónico se ha vuelto
cada vez más importante.

Una interferencia más directa en la política regional se manifiesta, particularmente, en el


campo de la política de recursos naturales, donde las competencias autónomas frecuentemente se
pasan por alto. Dado que formalmente la gestión de los recursos naturales es responsabilidad de los
Consejos Regionales, las concesiones también deberían ser autorizadas por los Consejos.
Sin embargo, en la práctica, es el gobierno central el que otorga las concesiones.

En la última década, se ha acelerado la actividad extractiva, sin el consentimiento de los


Consejos Regionales y a raíz del desplazamiento de los residentes locales. En Nicaragua, una
dinámica análoga surgió en el transcurso de la implementación de los nuevos derechos en materia
de tierras comunales. Los procesos de demarcación también resultaron ser altamente propensos a
los conflictos. Las disputas en torno a las tierras se han intensificado; en algunas disputas se hizo
uso de la fuerza.

Las divisiones existentes entre los propios indígenas como uno de los desafíos para la
implementación de los cambios legales también se manifiestan en las elecciones de la RAAN y la
RAAS y el predominio del FSLN, derrotando decisivamente a Yatama y reduciéndolo a una
fuerza marginal dentro de los Consejos. Debido a las sucesivas revisiones de las leyes electorales,
Yatama no sólo ha perdido gran parte de su identidad indígena, sino que también se ha visto en la
necesidad de participar en pactos electorales con el FSLN y el PLC, que han utilizado estas alianzas
para mejorar su propia fortuna electoral a nivel nacional.
MARCO JURIDICO DE LOS DERECHOS POLITICOS PARA LA PARTICIPACION DE LA
SOCIEDAD MULTIETNICA Y PLURICULTURAL VENEZOLANA

El Art. 125 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) reza que:


“Los pueblos indígenas tienen derecho a la participación política. El Estado garantizará la
representación indígena en la Asamblea Nacional y en los cuerpos deliberantes de las entidades
federales y locales con población indígena, conforme a la ley”.

De entrada, debemos ampliar el sentido del concepto de “participación política”, que:


“la participación política en sentido amplio, se refiere a toda actividad pública realizada por un
grupo de personas o colectivo de ciudadanos a los fines de lograr el bien común y, en el caso
concreto de los pueblos indígenas, su derecho específico a la participación política se refiere, no
sólo a su participación en las diferentes estructuras de decisión del Estado, sino que debe entenderse
como el conjunto de acciones y actividades realizadas por sus comunidades y organizaciones para
lograr su bienestar colectivo y el respeto a sus derechos.”

A nivel jurisprudencial, un antecedente importante sobre el derecho a la participación de los


pueblos indígenas en Venezuela, lo constituye la decisión de la antigua Corte Suprema de Justicia
de 1996, que anuló la Ley de División Político Territorial del Estado Amazonas, demandada por
varios pueblos y organizaciones indígenas, alegando razones de inconstitucionalidad e ilegalidad y
por desconocer el derecho a la participación de los pueblos indígenas en la formación de las
leyes que los afectan.

La demanda fue presentada por la Organización Regional de Pueblos Indígenas de Amazonas


(ORPIA) y otras organizaciones, señalando al entonces, Asamblea Legislativa había aprobado dicho
texto legal, sin consulta previa y efectiva a los diferentes sectores de la población del Estado de
Amazonas; especialmente, a las comunidades indígenas que representan más del 50 % de la
población total de la entidad. En dicha sentencia, la Corte evidenció los vicios constitucionales y
legales denunciados, dictaminan la violación del derecho a la participación de los pueblos
indígenas, anuló parcialmente la ley y ordenó la aprobación de una nueva que se adaptara a la
especificidad sociocultural de la región.

La decisión señala que: “En este sentido, la Corte examina la alegada violación del derecho
a la participación política, en la formación de la ley el acto impugnado, mediante la consulta
popular y referendos a las comunidades indígena. Se aprecia este derecho por considerarlo de
contenido esencial de protección de la comunidad indígena por ser el derecho a la participación
política en una sociedad democrática un principio general de rango constitucional, lo que la
doctrina define como gobernabilidad participativa”. La Corte consideró que en el caso no se
demostraba el cumplimiento de la normativa en cuanto a la participación política, por lo cual la ley
impugnada carecía de legitimación originaria proveniente de la consulta popular.

Al respecto: “La Corte observa que en el presente caso, no se demostró el cumplimiento


cabal de la normativa en cuanto a la participación ciudadana, restándole al acto impugnado la
legitimación originaria conferida por la consulta popular. La sentencia reafirma los derechos de
los pueblos indígenas en la formación de las leyes, ya que, Estima este alto Tribunal que en la
formación de una ley de división político-territorial del Estado, como lo es el de Amazonas, con la
cual se modifican las condiciones económicas y sociales de la región, se cambia el entorno vital
del individuo, se establecen los municipios y sus límites, se modifica la normativa jurídica a
consecuencia, de la mencionada división, se afecta la tenencia de las tierras, se ordena el
territorio bajo un nuevo modelo del derecho a la participación política de los pueblos indígenas.

Por lo tanto, aunque se cambia la vida cotidiana de la población, no debe desestimarse la


expresión de la voluntad de los mismos indígenas. Más aún, su participación debe ser
considerada con especial atención; en vista de que los indígenas, constituyen uno de los grupos
sociales más expuestos a la violación de sus derechos humanos, por sus condiciones socio-
económicas, culturales, y aislamiento, por cuanto en su hábitat intervienen intereses distintos y, a
veces contrarios a los legítimos, derechos de la población autóctona.”

La representación indígena en la Asamblea Nacional y en los demás cuerpos legislativos


establecido en el Art. 186 de la CRBV, como expresión de los derechos políticos de los pueblos
indígenas, reza que: “Los pueblos indígenas de la República Bolivariana de Venezuela elegirán
tres (03) diputados o diputadas de acuerdo a lo establecido en la ley electoral, respetando sus
tradiciones y costumbres. Cada diputado o diputada tendrá un suplente, escogido o escogida en el
mismo proceso.”

La primera parte del artículo constitucional 186, establece la composición general de la


Asamblea Nacional con diputados y diputadas elegidos o elegidas en cada entidad federal por
votación universal, directa, personalizada y secreta, según cada base poblacional determinada.

El mismo artículo, también establece que los pueblos indígenas de la República elegirán tres
diputados o diputadas adicionales, de acuerdo a la ley especial en la materia, respetando sus
tradiciones y costumbres. De esta forma, la Constitución garantiza a los pueblos indígenas el
derecho específico de elegir tres representantes a la Asamblea Nacional por vía directa, según lo
establecido en la ley especial que regula la materia y con respeto a sus tradiciones y costumbres.

JURISDICCION INDIGENA

Existen en el ordenamiento normativo jurídico venezolano, leyes que estipulan todo lo


concerniente a la participación política de las sociedades multiculturales en Venezuela, a fin de
garantizar la defensa de sus derechos sociales, civiles, económicos y territoriales, los cuales son los
siguientes:

MARCO LEGAL

1. Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras de los Pueblos Indígenas. G.O. Nº 37.118
del 12/01/2001.

2. Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas. G.O. Nº 38.344 del 27/12/2005.

3. Ley de Idiomas Indígenas. G.O. Nº 38.981 del 28/07/2008.

4. Ley del Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indígenas. G.O. Nº 39.115 del
06/02/2009.

Leyes Aprobatorias de Tratados Internacionales:

1. Ley Aprobatoria del Convenio Nº 169 “Sobre Pueblos Indígenas y Tribales” G.O. Nº 37.305
del 17/10/2001.

2. Ley Aprobatoria del Convenio Constitutivo del Fondo para el Desarrollo


de los Pueblos Indígenas de América latina y El Caribe. G.O. Nº 37.355 del 02/01/2002.

3. Ley Aprobatoria del Protocolo de Cartagena “Sobre la Seguridad de la Biotecnología del


Convenio Sobre diversidad Biológica”. G.O. Nº 37.355 del 02/01/2002.

4. Ley Aprobatoria del Tratado Internacional “Sobre Recursos Filogenéticos para la


Alimentación y la Agricultura”. G.O Nº 38.093 del 23/12/2004.
5. Ley Aprobatoria de la Convención Sobre la Protección y Promoción de la
Diversidad de las Expresiones Culturales. G.O. Nº 38.598 del 05/01/2007.

Asimismo, dentro del ordenamiento jurídico venezolano se contemplan normas y leyes que
estipulan los derechos y deberes de la sociedad multicultural venezolana, entre ellas están:

 Art. 44 de Ley sobre Sustancias, Materiales y Desechos Peligrosos, G.O. Nº 5.554


Extraordinaria del 13/11/2001.
 Art. 37 de Ley Especial que crea el Distrito de Alto Apure. G.O. Nº 37.326 del 16/11/2001.
 Art. 12, 13, 51 y 55 de Ley Nacional de la Juventud. G.O. Nº 37.404 del 14/03/2002.
 Art. 3 y 4 de Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública. G.O. Nº 37.463 del
12/06/2002.
 Art. 6 de Ley de los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación
de Políticas Públicas. G.O. Nº 37.509 del 20/08/2002.
 Art. 1 y 8 de Ley de Semillas, Material para la Reproducción Animal e
Insumos Biológicos. G.O. Nº 37.552 del 18/10/2002.
 Art. 32, 43, y 280 de Ley de Reforma Parcial del decreto con Valor, Rango y Fuerza de la
Ley de Marinas y Actividades Conexas. G.O. Nº 37.570 del 14/11/2002.
 Art. 11 de Ley Orgánica de Seguridad de la Nación. G.O. Nº 37.594 del 18/12/2002.
 Art. 17 del Decreto Nº 6.243 con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Reforma Parcial de la
Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social, G.O. Extraordinaria N° 5.891.
 Art. 60 de la Ley de Extranjería y Migración. G.O. Nº 37.944 del 24/05/2004.
 Art. 16, 38, 39, y 40 de la Ley Orgánica de la Defensoría del Pueblo. G.O. Nº 37.995 del
05/08/2004.
 Art. 3 y 4 de la Ley de Reforma Parcial de la ley de Responsabilidad Social en
Radio y Televisión, G.O. Nº 38.333 del 12/12/2005.
 Art. 3, 12, 235 y 248 del Decreto Nº 6.072 con Rango, Valor y Fuerza de
Ley del Régimen Prestacional de Vivienda y Hábitat. G.O. Extraordinaria Nº 5.889 del
31/07/2008.
 Art. 30 de la Ley de Reforma Parcial de la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo. G.O. Nº 38.236 del
26/07/2005.
 Art. 9. Ley de Reforma Parcial del decreto de la ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e
Innovación. G.O. Nº 38.242. del 03/08/2005.
 Art. 21, 43 y 67 de la Ley de Servicios Sociales. G.O. Nº 38.270
del 12/09/2005.
 Art. 46. Ley Orgánica contra el Tráfico Ilícito y el Consumo de Sustancias Estupefacientes y
Psicotrópicas. G.O. Nº 38.337 del 16/12/2005.
 Art. 9, 11, 12, 13, 14, 15, 19 y 23. Ley Orgánica de Identificación. G.O. Nº 38.458 del
14/06/2006.
 Reglamento Parcial de la Ley Orgánica de Identificación, para la identificación de los
indígenas, G.O. 37.817 del 13/11/2003.
 Art. 45 y 100. Ley de Registro Público y del Notariado. G.O. Nº 5.833 del 22/06/2006.
 Art. 38, 41, 48 y 78. Ley Orgánica del Ambiente. G.O. Nº 5833 Extraordinaria del
22/12/2006.
 Art. 6. Ley de Protección de Víctimas, Testigos y demás Sujetos Procesales. G.O. Nº 38.536
del 04/10/2006.
 Art. 5, 24, 32, 39 y 66. Ley de Aguas. Gaceta oficial Nº 38.595 del 02/01/2007.
 Art. 77 y 78. Ley de Reforma Parcial de la Ley Orgánica de la Defensa Pública.
G.O. Nº 39.021 del 22/09/2008.
 Art. 4, 71 y 121 de Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia. G.O. Nº 38.770 del 17/09/2007.
 Art. 48, 49 y 50 de la Ley Orgánica del Ministerio Público. G.O. Nº 38.647 del 19/03/2007.
 Art. 9 y 12 de la Ley de Promoción y Protección de la Lactancia Materna.
G.O. Nº 38.763 del 06/09/2007.
 Art. 10 de la Ley para la Protección de las Familias, la Maternidad y Paternidad,
G.O. N° 38.773 del 20/09/2007.
 Art. 36, 41, 60, 136, 137, 138, 147, 148, 149 y 161. Ley Orgánica para
la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes. G.O. Nº 5.859 Extraordinaria del 10/12/2007.
 Art. 67. Decreto N° 6.070, con Rango, Valor y Fuerza de ley de Bosques y Gestión Forestal.
G.O. Nº 38.946 del 05/06/2008.
 Art. 5, 6 y 18. Decreto Nº 5.838, con Rango, Valor y Fuerza de Ley de
Creación del Fondo para el Desarrollo Agrario Socialista.
G.O. Nº 38.863 del 01/02/2008.
 Art. 6 y 9. Decreto N° 5.999 con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica de Turismo.
G.O. Extraordinaria N° 5.889 del 31/07/2008.
 Art. 27, 34, 36, 40, 42, 67, 100, 101 y 129. Ley de Gestión de la Diversidad Biológica
G.O. N° 39.070 del 01/12/2008
CONCLUSIONES

Los líderes de los gobiernos de América Latina, a pesar de no tener ningún poder más allá del
que les otorga su autoridad moral, son personas de gran influencia a la hora de tomar decisiones que
afectan a la colectividad. Sus opiniones, al ser generalmente fruto del consenso y representar los
intereses de la facción o grupo local al que pertenecen, tienen gran peso en los procesos de
toma decisiones de sus comunidades.

Pero, no todos los coresidentes participan de igual manera en los asuntos colectivos dentro de
las comunidades cada facción suele tener su líder o lideres quienes conforman un consejo informal
en el que se toman las decisiones de interés colectivo de una manera bastante democrática.

Sin embargo, más allá de las relaciones de su facción, linaje o comunidad, fuera del
contexto local y especifico de su comunidad o del grupo de las comunidades con las que se
mantienen alianzas, el papel de su liderazgo y autoridad, el peso que puedan tener sus opiniones, así
como la legitimidad de la representatividad que asume en determinados contextos, suele debilitarse.

Los pueblos indígenas, constituyen cada vez más un componente fundamental de las
dinámicas de transformación que viven las sociedades en su conjunto. De ahí surge la necesidad de
analizar de qué manera se construyen, reconstituyen y reproducen estas sociedades en contextos
nacionales y transnacionales, y el papel que desempeña el derecho en estos procesos, un aspecto
medular de la presente obra.

Los debates sobre los pueblos indígenas, han incidido también en la construcción
de los nuevos paradigmas del multiculturalismo, los derechos humanos y las ciudadanías en las
sociedades contemporáneas, confrontando las tradiciones jurídicas hegemónicas para pensar el
derecho y la cultura.

Las reivindicaciones indígenas, han servido de ejemplo al propiciar la reconfiguración étnica


de otros colectivos etnoculturales, igualmente excluidos, como es el caso de las poblaciones
afrodescendientes o los pueblos conocidos como gitanos; que demandan a su vez, el reconocimiento
de sus derechos culturales y políticos ante un Estado que se los ha negado.

Conviene destacar, el papel central del derecho en el proceso de globalización capitalista y el


sentido en que afecta la relación del Estado con los pueblos indígenas, el derecho como
forma social de la dominación no permanece idéntico a sí mismo; sino que asume configuraciones
específicas, de acuerdo con coyunturas históricas dadas.

De poco sirve, que los Estados latinoamericanos concedan derechos culturales, o


incluso que reconozcan derechos de libre determinación para el ejercicio de la autonomía de los
pueblos indígenas, cuando el mismo Estado, respondiendo a los intereses
del capital transnacional, destruye las bases económicas y sociales para ejercerlos.
Paralelamente, las políticas oficiales descentralizadoras se valen del discurso sobre el
multiculturalismo, para atomizar los poderes regionales y mediatizar las demandas
autonómicas de los pueblos indígenas al reducir los derechos culturales a su mínima
expresión o al propiciar espacios de regulación acotados, fragmentados y subordinados
a las lógicas del derecho estatal.

En estos procesos, se revela la capacidad de reelaboración del derecho propio al incorporar


nuevos lenguajes jurídicos globales que son apropiados y reelaborados desde los mismos
modelos culturales, permitiendo discutir; así las tradiciones y generar alternativas de gobierno,
no exentas de sus propias contradicciones. Los pueblos indígenas hacen uso de distintos referentes
de legalidad y se mueven en diferentes escenarios locales e internacionales.

Dan cuenta, de una enorme capacidad para renovar sus costumbres, elaborar sus
demandas y defender sus derechos, si bien se enfrentan a poderosas fuerzas que buscan
subordinarlos y discriminarlos.

¿Convertido en una realidad sobre el terreno o si hemos retornado a un sistema neocolonial


que simula crear nuevos espacios para los pueblos indígenas, pero que en realidad
permite a otros intereses aprovecharse y llenar esos espacios?

Algunos, aluden a países específicos de América Latina y a sus legislaciones relativas a la


explotación de recursos naturales, con frecuencia introducidas o modificadas después de que las
reformas pluralistas han entrado en vigencia, y no obstante carecen de referencias sustantivas a
derechos indígenas, que serían necesarias para cumplir con la protección constitucional
que se supone provee el marco para el ejercicio de los nuevos derechos indígenas.
Las culturas milenarias de los pueblos indígenas sobrevivieron a las primeras olas
de la colonización y al establecimiento de colonos que se apropiaron de tierras y recursos indígenas.

La pregunta permanece: ¿qué significa para el futuro lo que se propone el libre comercio con
sus tierras y recursos?

En el presente, los acuerdos de libre comercio aseguran principalmente un irrestricto


acceso corporativo a los recursos y las tierras; sin remuneración para los pueblos indígenas, quienes
son los propietarios reales, constitucionalmente protegidos.

Así, ¿qué sucede en una situación en la que diversas obligaciones comerciales internacionales
y constituciones nacionales están en conflicto potencial?

Y, esta comprensión de las diferencias culturales es un elemento básico para la praxis


concreta de la tolerancia y el pluralismo, a fin de fomentar el sentido de pertenencia e identidad.
Sobre la base de una síntesis comparativa de los tres estudios de caso, demostramos que los
instrumentos legales orientados a la participación de los pueblos indígenas y afrodescendientes
pueden tener efectos positivos; pero también detectamos déficits cuando se trata de su uso práctico,
básicamente derivados de una implementación inadecuada y de restricciones informales, basado en
una breve reflexión sobre el riesgo de alimentar conflictos interétnicos cuando los países
experimentan con diseños participativos incipientes.

Además, para garantizar la autodeterminación de las minorías, se recomienda dos


mecanismos: diferentes formas de autonomía y derechos de veto. Si los grupos minoritarios
conforman una mayoría regional, una solución ideal sería la autonomía territorial.
Si no están concentrados territorialmente, las áreas de toma de decisiones autónomas podrían
asegurar el autogobierno sobre un tema específico como forma de autonomía funcional.
La autonomía funcional abarca campos de políticas que son centrales para la identidad cultural del
grupo como la educación. Los derechos de veto son un instrumento alternativo para proteger los
intereses minoritarios en estos campos.

No se necesita, mayor argumentación para ver que una filosofía interculturalmente


transformada ayuda a comprender que las diferencias culturales y sus correspondientes modos de
vida, que son siempre universos, materialmente organizados y no sólo 'estilos' individuales
opcionales, no son contradicciones que amenazan la vida de la humanidad. Todo lo contrario, son la
riqueza que nos regala la vida, y el cultivo de esas diferencias es la mejor forma de cultivar la vida
de alcanzar así una cultura de vida en abundancia.

Esta filosofía interculturalmente transformada se convertiría en el aporte a una política que,


como consecuencia del reclamo a la tolerancia y al pluralismo, busca cumplir con el derecho que
tienen las culturas y los pueblos, no solamente a decir que ven el mundo de forma distinta, sino
también, y, sobre todo, hacerlo según su propia manera de vivir. Finalizamos este trabajo con las
reflexiones de diferentes investigaciones sobre el desafío de las sociedades actuales, el cual se
centra en el relevante papel de la educación intercultural, que conlleva la formación de ciudadanos
interculturales en un mundo global

Es por ello, que, en combinación con la segmentación social, la desigualdad se convierte en


un elemento importante a considerar cuando se investiga el diseño de instrumentos de participación.
De la combinación de segmentación social y desigualdad, es decir, de situaciones en las que grupos
socioeconómicamente desfavorecidos son al mismo tiempo segmentos cerrados o minorías étnicas,
como en América Latina, surge una situación particularmente delicada. Tal superposición puede
tener un efecto de refuerzo y pueden surgir serios problemas para una participación efectiva.

El fundamento de un proyecto civilizatorio reposa en el imaginario venezolano, centrado en la


convicción profunda de que la parte sustantiva de nuestra realidad cultural y social, esta enraizada
en un proceso civilizatorio originario suramericano: venezolano, caribeño, amazónico y andino, que
ha tratado de ser desplazado por una versión maquillada de la civilización occidental.
Somos participe, que el proyecto de país desde el ámbito cultural e inmerso en una
perspectiva sustentable, debe fundamentarse en un reconocimiento reflexivo sobre nuestros
pueblos originarios, sobre nuestras raíces históricas y culturales, basamento de nuestra identidad.

Como lo ha reconocido, la Constitucion de la República Bolivariana de Venezuela de 1999,


esta concepción de país, debe apoyarse en promover y fortalecer en un pluralismo cultural, la
noción de la diversidad y de la aceptación del otro/a como una gran meta.

En este mismo orden de ideas, al profundizar en los diversos estudios que giran alrededor de
nuestras raíces africanas, reconocemos algunos elementos todavía vigentes, como la discriminación
y el racismo a la luz del siglo XXI, planteándose la urgente necesidad de no ceder en el debate;
por todo lo contrario, es necesario involucrarse con compromiso en la búsqueda de las raíces de
nuestros pueblos originarios y, a partir de ellos, explicarnos el devenir histórico-cultural del país.

La efectividad de la participación étnica parece estar altamente sujeta al tipo de


campo de la política. Si hay políticas distributivas en juego, como el manejo de
recursos naturales, frecuentemente la efectividad de los instrumentos participativos se ve desafiada.
Esto, seguirá siendo una limitación crítica para la participación de los pueblos indígenas y
afrodescendientes, ya que los conflictos en torno a los recursos naturales continúan siendo uno de
los campos de disputa más prevalentes en la región Latinoamericana.

Un concepto que será útil a los fines de los organismos internacionales asegura que la
existencia de divergencias no entraña el rompimiento de los acuerdos, pues las alianzas
trascendentales son las que resuelve los conflictos de valores a favor de los intereses conjuntos,
ya que en aquellas relaciones en las que predominan y convergen similares intereses no sería
necesario tener alianzas.

Las alianzas se forman para superar las diferencias. En consecuencia, las discrepancias entre
los postulados de UNASUR y ALBA no deberían acarrear impedimentos tales que anulen su propia
actividad o generen contradicciones entre sus miembros. Asimismo, con la globalización un mundo
de relaciones económicas, financieras, sociales o de derecho internacional ha llevado a que el poder
no resida solamente en los estados y sus estructuras formales de asociación, sino que está también
conformado por “constelaciones de poder” derivadas de la acción de comunidades,
organizaciones no gubernamentales, instituciones internacionales y corporaciones transnacionales.
Para posicionarse y gobernar ese mundo globalizado, se supone que las asociaciones regionales o de
intereses funcionan como articuladoras entre los distintos niveles.

Así es, que cada acuerdo lleva a una negociación problemática en la cual hay que satisfacer
tanto las demandas de actores no estatales como congeniar con las otras instancias regionales y
globales a las que cada Estado está sometido.
El punto de mayor coincidencia entre ALBA y UNASUR es que ambos acuerdos son expresa
y primariamente políticos y no económicos. Ello no implica decir, que carecen de regulaciones
económicas, financieras, productivas o comerciales, sino que, a diferencia del Mercosur, no se
plantearon como un proceso de liberación de mercancías y cooperación económica que
consecuentemente producía vinculaciones políticas pacíficas. Al contrario, primero se definió un
entrelazado político cuyas consecuencias se extienden al campo económico.

Aunque ambas propuestas tienen la finalidad de mejorar la calidad de vida de sus habitantes,
la alianza tiene una carga ideológica que la hace restrictiva, mientras que los impedimentos de
UNASUR son solo geográficos. En ambos casos, es un discurso eminentemente
político y diplomático. A diferencia del Mercosur, en donde se ocultaban las desconfianzas y
se delegaba en el acuerdo económico las intenciones de pacificar las relaciones bilaterales,
en el caso de UNASUR y ALBA se han manifestado expresamente y hasta públicamente
(recordemos el encuentro de Bariloche, Argentina el 28 de agosto de 2009). Allí UNASUR trató de
resolver el conflicto entre Venezuela y Colombia manifestado a partir de la instalación de bases
militares estadounidenses en este último país.

A petición del presidente colombiano, Álvaro Uribe, la totalidad de la discusión fue


televisada, algo inaudito y desconcertante para las tradiciones diplomáticas. En los dos mecanismos
regionales las preocupaciones de defensa son explícitas y dieron lugar a la creación de instancias
concretas de control y salvaguardia. En un contexto de multipolarismo, la estrategia de construir
alianzas resulta acertada en la medida que ello genere mayores instancias de participación a cada
una de las naciones y limite el poder de los grandes actores de la región. Esto es lo que se trasluce
del argumento mencionado, cuando se sostienen que el balance de poder no es lo que da estabilidad
al sistema internacional, ya que a corto plazo generan mayor inestabilidad y a largo plazo estos
sistemas conducen a su autodestrucción.

Podríamos asegurar que pese a una desconfianza inicial, UNASUR, que respondía a la
política externa de Brasil, se fue acomodando al juego múltiple de los doce países que lo
conforman. De una estrategia basada en la autonomía y la búsqueda de poder, se pasó a «la
aceptación de una manera pragmática de la idea de la democracia como un valor universal,
contribuyó al establecimiento de un consenso de la diplomacia brasilera alrededor de los lazos entre
la democracia, la integración regional y las perspectivas del desarrollo nacional.

De la misma forma, es preciso reconocer que a ojos de otros actores de peso, ni ALBA ni
UNASUR son referentes en la agenda internacional. Tampoco se puede definir que este sea un
modelo acabado de nuevo regionalismo fundado en una “razón integradora” y con proyección
eficaz a largo plazo. Las afinidades diferenciales de algunos miembros (por ejemplo en relación con
Irán) dan cuenta de caminos divergentes.
Es por ello, que el peso de las personalidades hace recaer la continuidad o validez de los
acuerdos en la existencia de un líder que lo motorice. Si es que se perfila un nuevo regionalismo,
este aún es más un esbozo que una realidad.

En definitiva, la conclusión suena a paradoja pues cuanto menos institucionales son los países
que conforman una alianza, más posibilidades existen que la alianza sobreviva pese a sus
contradicciones internas y con otros organismos. Y ello es así porque la existencia de los acuerdos
no reside en sus regulaciones sino en la voluntad del poder ejecutivo. Las maniobras personales
tienen más crédito que cumplir con las obligaciones pactadas. Entonces, de existir ese nuevo
regionalismo suramericano, sería la expresión del personalismo y de la inestabilidad política interna
llevado al ámbito vecinal.

Y, finalmente, el multiculturalismo, se define como la presencia o el apoyo a la presencia de


varios grupos culturales o étnicos distintos dentro de una sociedad, es decir, Es diversidad.
La Biblia ciertamente enseña que Dios creó y ama a personas de todas las culturas y grupos étnicos.
Desde el principio, el plan de Dios era que fuesen bendecidas todas las familias de la tierra
(Génesis 12: 3). Al final de los tiempos, esta imagen de diversidad cobra vida en Apocalipsis, donde
leemos que había “una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan
grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas
blancas y con ramas de palma en la mano.” (Apocalipsis 7: 9). Dios claramente, no usa la cultura o
el origen étnico como una razón para excluir a las personas de su reino. De hecho, parece deleitarse
con la diversidad de personas que lo alaban.

Pablo enseña que las prácticas culturales que no entren en conflicto con la ley de Dios pueden
continuarse y permitirse. Exhorta a los colosenses a que “Así que nadie los juzgue a ustedes
por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo.”
(Colosenses 2:16). En pocas palabras, les está diciendo que sus prácticas culturales sobre qué
alimentos comer o los días que eligen celebrar o no celebrar son apropiados para continuar y no
necesitan ajustarse a otro estándar cultural.

Pablo admite a los Corintios: "Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos.
Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo no
vivo bajo la ley), a fin de ganar a estos. Entre los que no tienen la ley me volví como los que están
sin ley (aunque no estoy libre de la ley de Dios, sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de
ganar a los que están sin ley.

Entre los débiles me hice débil, a fin de ganar a los débiles. Me hice todo para todos, a fin de
salvar a algunos por todos los medios posibles." (1 Corintios 9: 20–22). Pablo era un experto en
asumir las prácticas culturales que fueran necesarias para compartir el evangelio de manera efectiva.
De hecho, en Atenas, Pablo hizo referencia al "Dios desconocido" de los atenienses y citó a
sus "propios poetas" (Hechos 17:23- 28). Estos ejemplos muestran que las diferencias culturales
pueden celebrarse y apreciarse como muestras de la creatividad de Dios en las diversas formas en
que Él es glorificado.

Una advertencia importante a lo anterior es que en cada cultura existen "prácticas culturales"
que están claramente en contra de Dios. Por ejemplo, una "celebración cultural" que rinde culto a
los antepasados es inapropiada, ya que es una "norma cultural" de engaño o un "valor cultural" de
éxito monetario por cualquier medio necesario. También es cierto que algunas culturas proscriben la
adoración a Dios. En tal caso, claramente es mejor obedecer a Dios que aceptar la norma cultural
(Hechos 5:29). La libertad de participar y disfrutar de la diversidad de culturas en todo el mundo no
significa libertad para participar en los pecados de ninguna de esas culturas.

Tampoco significa que debemos conformarnos a una cultura específica. 1 Pedro 2: 12–17 nos
aconseja: "Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de
hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la
salvación. Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea al rey como suprema
autoridad, o a los gobernadores que él envía para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los
que hacen el bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que, practicando el bien, hagan callar la
ignorancia de los insensatos.

Eso es actuar como personas libres que no se valen de su libertad para disimular la maldad,
sino que viven como siervos de Dios. Den a todos el debido respeto: amen a los hermanos, teman a
Dios, respeten al rey." (1 Pedro 3: 14-17). Honrar a Dios es nuestro objetivo principal; lo hacemos
en parte siendo respetuosos con los demás, ya sea que compartamos una cultura mutua, que seamos
visitantes en su cultura o que sean invitados en la nuestra.

Pablo enseña que, como cristianos, nuestra identidad principal es la de "conciudadanos de los
santos y miembros de la familia de Dios" (Efesios 2:19). "Ya no hay judío ni griego, esclavo
ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús." (Gálatas 3:28).
Nuestra identidad ya no se encuentra en nuestro grupo cultural o étnico, sino en nuestro papel como
parte del cuerpo de Cristo. En Efesios 4: 3–6, Pablo les dice a los efesios que mantengamos
"la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así
como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo;
un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.
" Nuestra nueva identidad en Cristo nos lleva a una unidad con nuestros hermanos y hermanas
espirituales de diferentes orígenes culturales y tenemos la libertad de disfrutar y apreciar estas
diferencias cuando nuestra identidad en Cristo se prioriza adecuadamente.
Una idea a la que el multiculturalismo puede conducir cuando se lleva al extremo es la idea
del relativismo, donde ningún punto de vista particular se considera realmente verdadero,
correcto o moral. La afirmación de que todas las religiones son verdaderas, todos los conceptos de
Dios son igualmente válidos y que cada enfoque con respecto a la religión es correcto es
incompatible con la Biblia. Jesús enseñó que "Nadie llega al Padre sino por mí." (Juan 14: 6).
También enseñó que el Dios de la Biblia es "el único Dios verdadero" (Juan 17: 3).

Mientras, en Romanos 12:18 dice: "Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en
paz con todos." Unos pocos versículos antes, Pablo les dice a sus lectores: "No se amolden al
mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar
cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta." (Romanos 12: 2).

El Dios de las Escrituras y Su Palabra son la única fuente de verdad en este mundo y las
personas no deben ser engañadas por el relativismo cultural o religioso. El Dios de la Biblia es el
único Dios verdadero y creó y ama a todas las personas de todos los orígenes culturales.
Somos libres de disfrutar de esa diversidad cuando nuestra identidad en Cristo se prioriza
adecuadamente.

BIBLIOGRAFIA
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10. ZAMORANO, C. "Dinámica Migratoria... ¿Hibridación Cultural u


Homologación Global? Nóesis: Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, 2014.

ANEXOS
1. Gráfico de Segmentación Social por etnias en Latinoamérica

2. Gráfico de Segmentación Social por territorios indígenas en Latinoamérica

3. Gráfico de Segmentación Social en Venezuela

4. Gráfico de Segmentación Social por etnias y razas en su Participación Política en Venezuela

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