Valles Capítulo 24
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LA ACCIÓN COLECTIVA:
(3) LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
¿Instrumentos o actores?
Al tratar de la comunicación política (IV.20) hemos subrayado la im
portancia de los medios de comunicación de masas. ¿Es concebible la polí
tica contemporánea sin contar con ellos? Basta un sencillo ejercicio de ima
ginación para darse cuenta de lo extraño que nos resultaría un mundo polí
tico sin prensa, sin radio o sin televisión. Los medios están continuamente
presentes: son los transmisores de la mayoría de mensajes que se entrecru
zan en el escenario de la política. Con ello contribuyen a la identificación de
las cuestiones políticas, a la elaboración de propuestas alternativas de regu
lación y al éxito o fi-acaso de su aceptación y aplicación.
• En la actualidad, estos medios ya no son simples instrumentos pasivos,
accesibles por igual a todos los miembros de la comunidad política. A me
diados del siglo XIX era relativamente sencillo y poco costoso poner
en marcha un periódico diario: la mayoría de grupos o partidos políticos
—incluso de relevancia secundaria— contaban con él para divulgar sus
propuestas entre sus partidarios o simpatizantes. En esta situación, un
diario hacía las veces de boletín interno o de circular que se difundía entre
amigos y militantes y era financiado mediante la contribución de sus lec
tores y de algunos donantes más generosos. En la actualidad, la gran in
versión requerida para poner en marcha un medio de comunicación de di
fusión general —sea prensa escrita o radiotelevisión— no está ya al alcan
ce de los partidos políticos ni de algunos patrocinadores individuales: sólo
es rentable si produce resultados económicos mediante su venta masiva.
¿Qué venden los medios? Lo que los medios venden es, no sólo informa
ción convertida en mercancía, sino —sobre todo— publicidad comercial.
Prácticamente todos los medios —con la excepción de algunas radiotelevi
siones públicas— basan su financiación en la publicidad: así se explica la
lucha feroz —y a veces sin reglas— por extender la difusión y ampliar
la audiencia. Todo ello da a los medios un papel propio: dejan de ser sim
ples canales de tríinsmisión y se convierten en actores del sistema poUtico.
380 LA POLÍTICA COMO PROCESO: (2 ) LOS ACTORES
Defienden los intereses de los grupos empresariales de que dependen y
elaboran estrategias particulares para hacerlo, ejerciendo su influencia
sobre los demás actores.
¿ U n debate im parcial ?
• Es posible, pues, identificar tres posibles papeles que los medios han ido
acumulando y que representan en la actualidad en diferente medida. Los
tres papeles pueden identificarse como eco, comparsa y protagonista. En
algunos casos, los medios transmiten el eco —más o menos fiel— de los
mensajes emitidos por otros actores políticos: los dirigentes, las organi
zaciones, los ciudadanos, etc. En otros casos, los medios acompañan
como comparsas a otros actores: apoyan o critican las posiciones de los
partidos, de los movimientos y organizaciones sociales, del gobiemo o de
la oposición, etc. Finalmente, los medios se convierten en protagonistas
cuando deciden desarrollar una estrategia propia en la escena política:
por ejemplo, promoviendo una campaña de oposición sistemática al go
biemo o de apoyo permanente a algún partido o candidato con el que se
alian. Esta intervención directa puede tener objetivos políticos. O puede
estar relacionada con intereses económicos de la propiedad del medio:
un aumento de la audiencia o de la difusión a cualquier precio, una estra
tegia empresarial de consolidación o de oposición a eventuales competi
dores, etc.
No todos los medios asumen los tres papeles mencionados ni —cuando
lo hacen— los ejercen a la vez o con la misma intensidad. Pero en los tres
supuestos su influencia sobre el proceso político en las sociedades contem
poráneas es de primera magnitud y no puede ser ignorado.
LA ACCIÓN colectiva : (3 ) LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN 381
El medio y el mensaje: ¿qué transmiten los medios de comimicación?
Un examen de los medios nos revela los diversos componentes de su
contenido. En un diario, en un programa de radio o en una emisión de tele
visión aparecen generalmente elementos informativos y elementos de opi
nión, que se dosifican de manera variada.
— Por un lado, los elementos informativos suministran datos sobre hechos
que se presuponen de interés para la opinión pública en general o para
alguno de sus sectores: «la inflación del mes anterior se ha situado en el
2,1 % anual»; «ha disminuido el número de accidentes mortales en ca
rretera»; «se ha convocado una manifestación de protesta para el próxi
mo martes», etc.
— Por otra parte, los elementos de opinión trasladan al público apreciacio
nes o juicios que el medio —en sus editoriales o a través de los artículos de
sus colaboradores— formula sobre los hechos: «el discurso del líder de la
oposición no convenció», «la inversión presupuestada en obra pública es
insuficiente», «el déficit en materia escolar es inaceptable», «el gobiemo
de X sostiene una política agresiva contra sus vecinos», etc.
• Pero en el periodismo contemporáneo no siempre es sencillo distinguir la
información de la opinión: la selección de materiales disponibles, la aten
ción relativa que se les presta, la titulación y la adjetivación que les acom
paña casi siempre trasladan al destinatario una cierta valoración del su
ceso y no una mera descripción del mismo. Es cierto que los medios
audiovisuales permiten transportar a domicilio y en tiempo real un acon
tecimiento —una reunión, una declaración, una meda de prensa, una
guerra, un golpe de estado, etc.—. Su impacto reside en la apariencia ob
jetiva de lo que se transmite: una imagen, una voz. Pero esta transmisión
—que quiere ser más objetiva que el relato escrito— también ha sido pre
cedida de una selección y ha sido sometida a un tratamiento propio del
medio. En este tratamiento el impacto visual o sonoro predomina sobre
el análisis y el gesto personal se impone sobre los argumentos.
• Ello hace que la influencia de los medios audiovisuales se exprese doble
mente. Por una parte, los medios seleccionan el material que ofrecen: «lo
que no aparece en televisión no existe», «quien no sale en la tele o en la
radio no cuenta». Pero, al mismo tiempo, la influencia menos explícita
—pero quizá más potente— de estos medios deriva de la manera median
te la cual nos aproximan a los fenómenos políticos: simplificación de las
situaciones y de los conflictos, apelación a las emociones más que a los
argumentos, contraposición tajante entre «éstos» y «aquéllos», preferen
cia por lo inusual y lo conflictivo.
Ello hace que las intervenciones de los demás actores políticos —orga
nizaciones, ciudadanos, instituciones, líderes— se sometan con frecuen
cia a las exigencias del medio: el continente —el medio— acaba determi
nando el contenido —el mensaje—. Así, por ejemplo, los mítines electo
rales y las intervenciones de los oradores políticos que participan en los
382 LA POLÍTICA COMO PROCESO: (2 ) LOS ACTORES
mismos se diseñan y programan de acuerdo con las condiciones y los ho
rarios de los telediarios de las grandes cadenas de televisión. Incluso al
gunas acciones militares recientes de Estados Unidos —durante la guerra
del Golfo ( 1991 ) o en Somalia ( 1992)— se han visto condicionadas por las
características del medio televisivo. Como se ha dicho, el medio se ha
convertido en el mensaje (MacLuhan): la transmisión del acontecimiento
llega a ser más importante que el acontecimiento mismo.
• Esta influencia del medio sobre el contenido explica también que las op
ciones fK)líticas estén obligadas a encamarse en un rostro: el personaje
que abandera una propuesta política adquiere mayor relieve que el con
tenido de la misma. Lo que importa a los medios es disponer de las decla
raciones de un personaje, a menudo replicando las declaraciones de otro:
no son los hechos o las cuestiones lo que importa transmitir, sino las re
acciones y contrarreacciones de los personajes políticos frente a dichos
hechos y cuestiones. También se refuerza hasta el límite la simplificación
y el esquematismo de los mensajes: en las campañas electorales televisa
das de Estados Unidos se considera demasiado larga una frase que supe
re los nueve segundos. Del mismo modo, los medios acentúan los antago
nismos entre personajes y alternativas —el contraste entre «buenos» y
«malos»—, en lugar de prestar atención a las zonas de coincidencia.
Todo ello hace que en la mente de unos ciudadanos expuestos constan
temente a los medios audiovisuales se constmya una determinada concep
ción de la política: simple, emocional, caricaturesca, de confrontación per
manente en tertulias o debates artificialmente provocados. Los medios con
tribuyen a convertir la política en un espectáculo o «gran guiñol» y, acto se
guido y rizando el rizo, se aprovechan de ello para ridiculizar el efecto de su
propia influencia mediante la difusión de secciones y programas humorís
ticos.
L a «ESPECTACULARIZACIÓN» DE LA POLÍTICA
Los mensajes políticos —tanto los explícitos como los que se contienen
en productos de diversión y ocio— se difunden hoy gracias a las facilida
des que proporcionan los formatos digitales. Se condensan, almacenan y
distribuyen de manera prácticamente ilimitada. Ésta es la actividad de los
grandes grupos de la comunicación de masas que a menudo se ocupan
de todo el ciclo: producción y acumulación digital de textos, imágenes y
sonidos para encargarse de su posterior distribución; edición, prensa,
cine, radio, televisión, internet, publicidad. Son muy pocos los miembros
de este selecto club empresarial de la comunicación mundial. Los más
importantes son;