Entre los escritores peruanos más relevantes del siglo XX se encuentra José María
Arguedas. Sus obras destacan por una rica narrativa de inspiración indigenista, siendo autor
de varias novelas y cuentos que lograron transmitir el aspecto multicultural de su país.
Pensando en esto, el presente ensayo está enfocado a analizar las características más
importantes de su trabajo literario, tomando especial énfasis en el mensaje que siempre
buscó trasmitir.
José María Arguedas también trabajó como profesor y se especializó en antropología y
etnología peruana. Asimismo, la realidad que le tocó vivir estuvo caracterizada por una gran
variedad de tradiciones culturales, donde las creencias del pueblo andino estaban en
constante conflicto con las occidentales. Se trababa de un país que estaba en plena búsqueda
de su propia identidad, por lo que se planteó la misión de crear un vínculo entre estos dos
mundos. Para conseguirlo, fue de gran ayuda su conocimiento del quechua y el castellano,
algo que le permitió tener una visión más profunda e incisiva.
El tema fundamental que se plantea en la mayoría de sus obras es la división que existía en
el Perú, y que aún prevalece en distintos ámbitos de su sociedad, donde la cultura rural de
origen andino existe en paralelo con aquella urbana de raíces europeas. El mensaje que
buscó transmitir es la necesidad de establecer una relación armónica, pero nunca olvidando
el carácter mestizo de su nación. De este modo, expone los dilemas más comunes del
pueblo andino, incluyendo todas las angustias y esperanzas que experimenta su gente.
A lo largo de su vida, José María Arguedas dedicó sus esfuerzas a recoger fuentes orales de
origen indígena. Desde cantos y mitos populares, hasta los cuentos que encontraba en
diferentes provincias. Como la mayoría de peruanos ignoraba el idioma quechua, esto hizo
posible adaptarlos a los géneros literarios más conocidos en Occidente, como son la novela
y el cuento. Así muchas personas, hasta la actualidad, han logrado conocer un mundo que
suele ser dejado de lado. Esto lo ha convertido en un traductor cultural de increíble
importancia para la evolución de la narrativa indígena.
Para terminar, solo queda decir que el humanismo de José María Arguedas no tuvo límites.
A pesar de la depresión que sufrió en sus últimos años, y que finalmente lo condujo a la
muerte mediante el suicido, siempre intentó transmitir un mensaje multicultural, donde el
desprecio que muchos peruanos sentían hacia lo andino, se transformara en admiración.
Según él, solo de esta forma es posible establecer una sociedad justa donde todos puedan
coexistir en armoní
Resumen de la vida de José María
Arguedas
José María Arguedas nació un 18 de enero de 1911 en Andahuaylas, zona andina
caracterizada por la pobreza, hecho que le permitió vincularse con la realidad de la
sociedad andina y que le permitiría trasladar sus experiencias en varias obras
literarias.
Se formó académicamente cursando estudios secundarios en Ica, Huancayo y Lima.
Al establecerse en la capital del Perú, ingresó a la Facultad de Letras de la UNMSM
donde estudió literatura.
Arguedas fue hijo de un abogado, quedó huérfano de madre a los tres años. Su
madrastra, una hacendada, que le hizo vivir en primera persona, las desigualdades y
contrastes de la vida del indígena y del gamonal, al maltratarlo y dejarlo en la cocina
con los llamados indios, mientras su padre salía de viaje por largos periodos.
SU EXPERIENCIA DE VIDA LO TRASLADÓ A
SU OBRA LITERARIA
Estas experiencias las trasladó a su universo literario, llevando a muchas de las
personas que conoció como el cornetero Pantacha del cuento Agua. Víctor Pusa
de Los ríos profundos.
Felipe Maywa de El Zorro de arriba y el zorro de abajo, cabe destacar que su obra se
nutrió de las experiencias de campesinos, músicos, artesanos, artistas indígenas que
provenían de poblaciones de la sierra y la selva.
En 1963 es nombrado catedrático de la facultad de Letras de la UNMSM y también
director de la Casa de la Cultura del Perú, cargo al que renuncia al año siguiente,
como gesto de solidaridad para con el presidente de la Comisión Nacional de
Cultura.
En el año 1964 publicó su obra más ambiciosa: Todas las sangres, novela de gran
consistencia narrativa, en la que el escritor quiere mostrarnos toda la variedad de
tipos humanos que conforman el Perú. Para 1965 Arguedas es nombrado director
del Museo Nacional de Historia. Al divorciarse de su primera esposa, se casa con
Sybila Arredondo, quien lo acompañó hasta el final de su vida.
Legado de José María Arguedas
El reconocido antropólogo peruano, Rodrigo Montoya, nos explica que Arguedas
(quien fu su maestro en la UNMSM) dejó dos grandes cauces que deben ser de
pleno desarrollo en la visión antropológica, “El socialismo no puede ser incompatible
con el mundo mágico de los indígenas en general (Todo tiene vida, todo tiene espíritu), su
punto de vista refuerza la idea de que lo tradicional y lo moderno se dan de manera
conjunta, coexisten, los pueblos son modernos y al mismo tiempo tradicionales y
viceversa. Esto fue fruto del incansable trabajo de campo en Puquio y de las lecturas
básicas que formaron su posición política”.
Lo segundo, “Él plantea una solidaridad efectiva con los pueblos andinos, siempre que
había algún tipo de abuso en contra de los pueblos indígenas, los representaba alzando
su voz de protesta y reivindicando la hermosura de la sierra mediante su literatura”,
detalla el estudioso de la obra de Arguedas.
De esta forma, Rodrigo Montoya manifiesta que estas fueron las bases para que se
construya otra forma de ver la antropología, y por ende una nueva visión de la
Identidad Nacional.
IMPACTO EN LA ANTROPOLOGÍA Y LA
LITERATURA
“No fue valorado en su momento, quien sabe por qué, dejó de enseñar en San Marcos sin
que se le reconociera como docente a tiempo completo; se fue a enseñar quechua a la
Universidad Agraria, donde no había su especialidad”. Y recalca,“me limito a señalar la
contradicción tan grave de cómo un antropólogo tan ilustre como Arguedas, graduado de
Doctor no podía enseñar en San Marcos a tiempo completo, y tuvo que irse a la
Universidad Agraria, dejando por completo sus clases en San Marcos”.
Con algo de nostalgia y agradecimiento, el Profesor Montoya le da un valor
agregado a la enseñanza de Arguedas, “Los alumnos que pasamos por sus manos,
aprendimos a tener un espíritu antropológico de solidaridad y de profundo compromiso
con la cultura quechua”.
Con una narrativa impactante y una investigación antropológica constante, sería
mezquino señalar que Arguedas sólo destacó en una de estas dos disciplinas. El
propio Rodrigo Montoya nos explica que, “José María Arguedas fue una persona que
combinó la antropología y la literatura todo el tiempo.
En Los Ríos Profundos, construye a Ernesto a su imagen y semejanza, como un hombre
andino en su totalidad, mágico, que habla a través de la naturaleza con su padre,
insertando la antropología como entendimiento de esta ideología quechua”.
“Los que conocemos su vida afirmamos que la antropología y la literatura coexisten en el
mundo arguediano, no se oponen, muy por el contrario, una sirve a la otra y la
enriquece”, destacó Montoya.
SU INFLUENCIA EN LA EDUCACIÓN
La incansable labor de Arguedas nunca se detuvo, su pasión por la enseñanza y sus
nuevas didácticas hizo que su trabajo sea reconocido por sus amigos. “Él hizo un
hallazgo maravilloso en la educación, propuso que el curso de lengua y castellano sea un
curso de vida, no un manual de presentación de obras, sino una presentación de la
literatura andina.
En Sicuani, pidió a los estudiantes de primaria que recolectaran las leyendas e
historias de sus pueblos.
Esa compilación demostró una riquísima literatura, en una época donde el Cusco
tenía arte y teatro en quechua. Esta experiencia, se la hizo llegar a su amigo el
ministro de educación Cueto Fernandini, es allí donde lo trae nuevamente a Lima
para implementar la experiencia pedagógica de Arguedas”.
“Aquí, entre la obra revolucionaria de educación, y la burocracia agobiante del ministerio,
Arguedas empieza a pensar, es donde se da cuenta que la clave era ser antropólogo”, nos
cuenta amablemente el estudioso.
Sobre su aporte en la interculturalidad, el Dr. Montoya, evocando una afirmación
rotunda del Ministerio de Educación, explica el correcto uso de la palabra
interculturalidad desde la cosmovisión arguediana, “Arguedas coloca a la diversidad
que existe en el país como una riqueza, es por ello que se le puede denominar
pluricultural o multicultural; sin embargo, el primer error es confundir interculturalidad
con diversidad cultural”.
Y continúa, “La diversidad cultural, consiste en mostrar la heterogeneidad cultural que
hay en el país, la cantidad de culturas y subculturas, mientras que la interculturalidad
significa que es lo que está entre una cultura y otra. Es un término que supone dos
culturas y una relación entre los elementos en común que ambas poseen”.
LA INTERCULTURALIDAD EN EL PERÚ
Asimismo, Montoya señala su perspectiva en este tema, “yo distingo dos maneras de
ver la interculturalidad. La interculturalidad de hecho, existente entre las culturas
ubicadas en pueblos y zonas de frontera, donde hay tres culturas con sus respectivas
lenguas y costumbres, donde los pobladores se mueven con absoluta libertad entre ellas;
por ejemplo, en el lago Titicaca hay personas que hablan castellano, aimara y quechua
indistintamente”.
“Este conocimiento les permite valorar y respetar cada una de estas culturas. Y la
interculturalidad deseada, que es aquella que ha sido propuesta por la Educación, en sus
distintos niveles, a través de los lineamientos en las currículas”.
Ante ello reflexiona que “nuestro país no es un país intercultural, la interculturalidad es
un buen deseo, donde exista dialogo, igualdad, respeto y tolerancia… ¿Dónde se
encuentra eso?
“Nos choleamos todos los días, nos discriminamos todos los días, nos dividimos en
peruanos de tercera, cuarta y última categoría”, resalta el estudioso de José María
Arguedas.
El desafío es razonar sobre los supuestos teóricos y reconocer que hay una contradicción
profunda en la propia sociedad. ¿Cuántas empleadas domésticas están obligadas a
comer en la cocina, por qué no pueden sentarse a la mesa como todos los demás?
Arguedas era un devoto del respeto entre las culturas, él decía que todos éramos iguales,
y nos daba visos de un socialismo que exprese la igualdad y respeto de todos”.