FILOSOFÍA Ficha 2 2023

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FILOSOFÍA: FICHA DE CÁTEDRA N° 2

Profesora María Laura Calvo

El concurso de tejido, La historia de Minerva y Aracne

Aracne era una campesina orgullosa y, a la vez, una admirable hilandera y tejedora. Las ninfas del agua
dejaban sus ríos, las ninfas del bosque sus florestas para venir a ver cómo Aracne remojaba la lana en
tinturas de color carmesí, tomaba luego los largos hilos y, con sus hábiles dedos, tejía exquisitos
tapices.
-¡Ah! ¡Minerva debió de ser quien te dio semejante don! –dijo un día una de las ninfas del bosque,
refiriéndose a la diosa del tejido y de las artes manuales.
Aracne echó atrás la cabeza y exclamó:
-¡Oh, no! ¡Minerva no me ha enseñado nada! ¡Todo lo que sé, lo he aprendido yo sola! –y enseguida,
decidió retar a la diosa a competir con ella:
-¡Veamos quién de las dos merece llamarse la diosa del telar!
Las ninfas, ante tal cúmulo de propósitos desdeñosos lanzados contra una diosa del Olimpo llena de
poder, se cubrieron las bocas horrorizadas.
Y tenían razón, porque cuando Minerva se enteró de semejantes pretensiones, se enfureció,
Inmediatamente adoptó la apariencia de una anciana de pelo gris, y cojeando, ayudada de un bastón,
se dirigió hacia la cabaña de Aracne.
Cuando ésta abrió la puerta, Minerva, amenazándola con su dedo nudoso, le dijo:
-Si yo estuviera en tu lugar, no andaría comparándome de manera tan engreída con la gran diosa
Minerva, y humildemente le pediría perdón por tus palabras arrogantes.
-¡Ridícula tonta! –repuso Aracne-. ¿Quién eres tú para venir ante mi puerta a decirme lo que debo
hacer? ¡Si esa diosa tiene al menos la mitad del poder que la gente le atribuye, que se presente aquí y
lo demuestre!
-¡Aquí está ella! –anunció una potente voz y, ante los ojos de la joven, la anciana se convirtió al instante
en la diosa Minerva.
Aracne enrojeció de vergüenza. Sin embargo, se mantuvo desafiante, y en forma temeraria caminó
hacia su destino.
-¡Hola, Minerva! –dijo-. ¿Al fin vas a decidirte a competir conmigo?
Minerva se limitó a lanzarle una mirada de fuego a la joven, mientras las ninfas acobardadas al oír tanta
insolencia, atisbaban desde detrás de los árboles.
-Entra si quieres –dijo Aracne dejándole libre el paso a la diosa.
Sin hablar, entró Minerva en la cabaña, mientras algunas servidoras se apresuraban a preparar dos
telares. Luego, Minerva y Aracne se recogieron las largas túnicas y se dispusieron a trabajar. Sus
veloces dedos se movían de arriba abajo, dejando a su paso arcos iris de todos los colores: morados
oscuros, rosados, dorados y carmesíes.
Minerva tejió un tapiz en el que se veían los doce dioses y diosas más grandes del Olimpo; pero el de
Aracne mostraba no sólo los dioses y las diosas, sino también sus aventuras. Luego, la joven rebordeó
su magnífica obra con una franja de flores y de yedra.
Las ninfas del río y del bosque miraban con pavor el tapiz de Aracne. Sin duda su trabajo era superior al
de Minerva, y hasta la diosa Envidia, inspeccionándolo con altivez, dijo:
-No hay en él ningún defecto.
Al oír las palabras de Envidia, estalló Minerva. Rasgó el tapiz y la golpeó sin compasión, hasta que
Aracne, cubierta de oprobio y de humillación, salió arrastrándose y trató de ahorcarse.
Finalmente, movida por un poco de piedad, Minerva dijo:
-Podrás vivir, Aracne, pero permanecerás colgada para siempre, ¡y tejerás en el aire!
Luego, la vengativa diosa la roció con vedegambre, de tal manera que el cabello de la joven, lo mismo
que la nariz y las orejas, fueron desapareciendo. Con la cabeza reducida a un tamaño mínimo, toda ella
quedó convertida en un vientre gigantesco. Sin embargo, sus dedos pudieron seguir tejiendo, y en
pocos minutos Aracne, la primera araña de la tierra, tejió su primera y magnifica tela.

El rapto, La historia de Deméter y Perséfone

Un buen día, Perséfone, la joven doncella de la Primavera, se encontraba recogiendo flores con su
madre, Deméter, la diosa de las cosechas. Con el fin de llenar su canasta de lirios y violetas, Perséfone

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se fue adentrando en el fresco y húmedo bosque, hasta que, mientras observaba los pétalos de un
narciso, se extravió lejos de su madre.
En el mismo instante en que Perséfone tomaba un hermoso narciso, la tierra comenzó a retumbar; de
pronto el suelo se abrió, destrozó capas de helechos y arrancó de raíz árboles y flores. Luego, brotando
del fondo de la tierra, apareció Hades, dios del Averno.
De pie en su negro carruaje, con ferocidad dirigió el dios sus potentes caballos hacia Perséfone. La
joven llamó a gritos a su madre, pero Deméter estaba tan lejos, que no pudo salvarla.
Hades, arrebatando a Perséfone, la introdujo en el carro y regresó con ella hacia el interior de la tierra.
Luego, de nuevo se cerró la hendidura sin dejar el más leve rastro.
Cuando las montañas resonaron con el eco de los gritos de Perséfone, Remeter corrió al bosque, pero
fue demasiado tarde pues su hija ya había desaparecido.
Fuera de sí a causa del dolor, Deméter comenzó a buscar a su hija secuestrada por todas las regiones.
No descansó durante nueve días; dos antorchas la acompañaron en las frías noches mientras trataba
de encontrar a Perséfone.
Al décimo día, Hécate, diosa del lado oscuro de la luna, visitó a Deméter. Con una linterna en la mano,
la encapotada diosa dijo:
_Yo también oí los gritos de tu hija, pero no la vi. Volemos hasta encontrar a Helios, el dios Sol, y
preguntémosle qué sucedió.
Deméter y Hécate volaron hasta encontrar a Helios; con el rostro bañado en lágrimas, Deméter le
preguntó si, mientras alumbraba los bosques, había visto a su hija.
_Te compadezco, Deméter, porque yo también sé lo que es perder a un hijo; pero conozco la verdad:
Hades quería a Perséfone por esposa, así que le pidió a su hermano Zeus, el consentimiento para
raptarla. Éste se lo concedió, y ahora tu hija reina con Hades en la región de los muertos.
Gritando de rabia, Deméter levantó los puños hacia el monte de Olimpo y maldijo a Zeus por haber
propiciado el rapto de su propia hija. Luego regresó a la tierra y, disfrazada de anciana, comenzó a
vagar de ciudad en ciudad.
Un día, mientras descansaba cerca de un pozo, vio a cuatro princesas que venías en busca de agua, y
al recordar a su propia hija, comenzó a llorar.
_ ¿De dónde vienes, anciana?_ le preguntó una de las princesas.
-Unos piratas me raptaron, y yo me escapé_ dijo Deméter_. Ahora no sé en dónde estoy. Las princesas
sintieron piedad de ella y decidieron llevarla al palacio. Una vez allí, la reina madre sintió una simpatía
inmediata por la diosa, cuando vio cómo ésta trataba a su bebé, el príncipe. Así que le pidió a Deméter
que se quedara a vivir con ellas y que fuera el ama del niño, lo que ésta aceptó complacida.
Deméter fue encariñándose tan profundamente con el bebé, que la sola idea de un día pudiera llegar a
viejo y morir, le era insoportable. Decidió entonces transformarlo en dios. Todas las noches, mientras la
gente dormía, derramaba por su cuerpo un líquido mágico y lo ponía luego al fuego, Muy pronto el
príncipe comenzó a parecerse a un dios; todos admiraban su fuerza y su belleza. La reina, preocupada
por los cambios de su hijo, se escondió en los aposentos del niño para espiarlo a él y a Deméter, y
cuando vio cómo ésta lo ponía en el fuego, gritó pidiendo auxilio.
_ ¡Estúpida!_ Exclamó Deméter, retirándolo de la llama.
_ ¡Iba a hacer de tu hijo un dios! ¡Hubiera vivido para siempre! ¡Ahora no será sino un mortal y morirá
como todos los demás!
El rey y la reina se dieron cuenta, entonces, que de que el ama del niño era Deméter, la poderosa diosa
de las cosechas, y quedaron aterrorizados.
_Sólo os perdonaré_ dijo Deméter_, si construís un gran templo en mi honor. Luego le enseñaré a
vuestro pueblo los ritos secretos que propician el crecimiento de las cosechas.
Al amanecer, el rey ordenó la construcción de un gran templo en honor de la diosa; pero una vez
terminado, Deméter no reveló los ritos secretos. En lugar de ello, permaneció sentada todo el día,
apesadumbrada por la desaparición de su hija. Su duelo era tan profundo, que todos los productos de la
tierra dejaron de crecer.
Fue aquél un año terrible; no había comida, y tanto la gente como los animales empezaron a morir de
hambre.
Zeus, comenzó a preocuparse; si Deméter estaba causando la muerte de los habitantes de la tierra, ya
no habría más presentes ni ofrendas para él. Decidió entonces enviar dioses del Olimpo a conversar
con ella.
Los dioses se presentaron ante Deméter portando dádivas e intercedieron ante ella para que la tierra
volviera a ser fértil.
_Nunca lo haré_ respondió, nunca más, mientras mi hija no haya regresado a mí sana y salva.

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Zeus no tuvo otra alternativa que mandar a su hijo Hermes, el dios mensajero, para que buscara a
Perséfone y la hiciera regresar al lado de su madre.
Errando por las profundidades del Averno, Hermes recorrió cavernas humeantes y oscuras en donde
pululaban espectros y fantasmas, hasta llegar al brumoso salón de Hades y Perséfone. Aunque la
doncella parecía aún asustada, se había acostumbrado tanto a su nuevo hogar, que ya casi no
recordaba la vida en la tierra.
_Tu hermano, Zeus, te ordena devolver a Perséfone a su madre_ le dijo Hermes a Hades_. Si no lo
haces, Deméter destruirá la tierra.
Hades sabía que no podía desobedecer a Zeus, pero tampoco quería dejar ir a su esposa para
siempre, así que dijo:
_Podrá irse, pero primero quisiera hablar con ella a solas.
Cuando Hermes desapareció, Hades le habló a Perséfone con dulzura:
_Si te quedas, serás la reina del Averno, y los muertos te honrarán en gran medida,
Mientras Perséfone miraba a los ojos al dios de los muertos, comenzó a recordar vagamente la alegría
del amor de su madre, las flores salvajes del bosque y los prados abiertos y soleados.
_Prefiero regresar_ suspiró.
Hades asintió y luego dijo:
_Está bien, vete. Pero antes de partir, come de estas pequeñas semillas de la granada. Es el alimento
de las profundidades, y te traerá buena suerte.
Perséfone comió las diminutas semillas; luego, el negro carro de Hades partió con ella y con Hermes.
Los dos potentes caballos atravesaron la seca corteza de la tierra y luego galoparon por el árido campo
hasta llegar al templo en donde Deméter lloraba por su hija.
Cuando Deméter la vio acercarse, descendió corriendo por la ladera, mientras Perséfone saltaba fuera
del carro y se echaba en los brazos de su madre. Todo el día estuvieron hablando emocionadas de
todo lo que había sucedido durante su separación; pero cuando Perséfone le dijo a su madre que había
comido las semillas de la granada, la diosa escondió la cara entre las manos y comenzó a lamentarse
con angustia.
_ ¿Qué hice yo?_ gritó Perséfone.
_Comiste el alimento sagrado del Averno _dijo Deméter_. Y ahora tendrás que volver a vivir con Hades,
tu esposo, durante la mitad de cada año.
Y así fue como se crearon las estaciones; cuando llega el otoño y el invierno, la tierra se vuelve fría y
árida porque Perséfone está viviendo en las profundidades con Hades, mientras su madre se aflige por
su ausencia. Pero cuando su hija regresa, Deméter, la diosa de las cosechas, hace retornar la
primavera y el verano a la tierra: crecen los cultivos, y todo florece de nuevo.

El toque dorado, La historia de Baco y el rey Midas

Baco, el alegre dios del vino, levantó su copa.


-Brindo por ti, rey Midas –dijo-, y puesto que has sido tan hospitalario conmigo, pídeme lo que quieras,
que te lo concederé.
-¡Qué gran idea! -respondió Midas- ¿Lo que yo quiera?
-Así es, lo que quieras- dijo Baco.
-¿Cualquier cosa?
-¡Sí! ¡Sí!
-Ah, muy bien -dijo el rey, riendo para sus adentros-. Por supuesto que sólo deseo una cosa: ¡Que lo
que yo toque se convierta en oro!
Midas miró de reojo a Baco porque no podía creer que éste pudiese obsequiarle algo así.
-Amigo mío, tu ya tienes todo el oro que un hombre puede desear- dijo Baco, decepcionado.
-¡Oh, no! ¡No lo tengo! -dijo Midas- ¡Uno nunca tiene suficiente oro!
-Bueno, si eso es lo que quieres, creo que tendré que concedértelo –dijo Baco.
Baco se dispuso a salir. Y mientras Midas le hacía un ademán de despedida, con la mano tocó una
rama que colgaba de un roble, ¡y la rama se convirtió en oro!
El rey dio un grito de alegría, y luego exclamó dirigiéndose a Baco:
-¡Mi deseo se ha hecho realidad! ¡Gracias! ¡Gracias!
El dios se dio vuelta, se despidió con la mano y siguió su camino.
Midas, entusiasmado, miró a su alrededor e inclinándose tomó una piedra del suelo, ¡y la piedra se
convirtió en una almendra de oro! Empujó la arena con el pie, ¡y la arena se trocó en granos de oro!
El rey Midas, echando la cabeza hacia atrás, gritó:

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-¡Soy el hombre más rico del mundo!
Corrió luego hacia sus campos, tocándolo todo. Y todo, todo, se iba convirtiendo en oro: ¡El cabello del
maíz de sus plantaciones! ¡Las manzanas que tomaba de los árboles! ¡Las columnas de su mansión!
Cuando los sirvientes lo oyeron gritar, corrieron a ver que sucedía, y encontraron a su rey danzando
locamente en el prado, mientras el pasto se iba convirtiendo en brillante briznas de oro. Todos se reían
y aplaudían viendo a Midas que, al lavarse las manos en la fuente, ¡transformaba el agua en fulgurante
rocío!
Por último, exhausto pero pletórico de alegría, pidió su comida. Los sirvientes le sirvieron un enorme
banquete que le colocaron enfrente, sobre el prado.
-¡Oh, qué hambre tengo! –dijo mientras ensartaba un trozo de carne y se lo llevaba a la boca.
Entonces, el rey Midas se dio cuenta de repente que su deseo no era tan maravilloso como había
pensado; por lo pronto, al morder la carne, ésta se había convertido en oro.
Midas se rió desconcertado y tomó un pedazo de pan. Pero tan pronto como sus manos lo tocaron,
¡también se transformó en un duro guijarro de oro! Al sentirse debilitado por el temor, buscó un jarro de
agua, pero ¡ay! Lo único que sus labios pudieron tocar fue el frío y duro metal. Hasta el agua se había
convertido en oro.
El rey Midas se cubrió la cabeza y gimió porque se dio cuenta de que su gran deseo iba a matarlo.
¡Perecería de hambre o moriría de sed!
-¡Baco! –profirió levantando las manos al cielo-. ¡He sido un codicio loco! ¡Deshaz mi deseo! ¡Libérame
de mi toque de oro! ¡Ayúdame, Baco!
Llorando, el rey se levantó de su silla y cayó de rodillas. Golpeó el piso con los puños convirtiendo en
oro hasta las más pequeñas astillas. Los sirvientes sentían pena por él, pero no se atrevían a
acercársele por temor a quedar ellos también, por accidente, ¡convertidos en oro!
Mientras todos se lamentaban, Baco apareció de pronto en el jardín del palacio. El alegre dios
permaneció un momento enfrente del lloroso rey, y luego dijo:
-Levántate, Midas.
El rey Midas se puso de pie con dificultad, le pidió perdón a Baco y le suplicó que deshiciera el
sortilegio.
-Fuiste codicioso y necio, amigo mío- dijo Baco-, pero voy a perdonarte. Ahora ve y báñate en las aguas
del río Pactolo que corre por Sardes, ¡y desde ese momento en adelante, ya no desearás tener más oro
que cualquier otro mortal!
El rey Midas hizo lo que Baco le había dicho. Se bañó en el río Pactolo, mientras detrás de él dejaba
raudales de oro en las arenas. Regresó luego a su casa, y muy feliz, pudo volver a saciar el apetito.

El paso del mito al logos

Se suele decir que el inicio de la filosofía radica en el paso del mito al logos, es decir, en el paso de
explicaciones o respuestas tradicionales y arbitrarias a explicaciones lógicas y racionales. Los griegos
protagonistas de este paso o salto fundaron lo que llamamos filosofía; ahora bien, ¿este paso se dio de
una vez o, al contrario, constantemente tenemos que repetirlo?

Los mitos son relatos fabulosos que explican o dan respuesta a interrogantes o cuestiones importantes
para los humanos. Los mitos, por ejemplo, explican como se hizo el mundo, como fue creado el primer
hombre y la primera mujer, como se obtuvo el fuego, como apareció el mal en el mundo, qué hay tras la
muerte. Al mismo tiempo, las actuaciones extraordinarias de los personajes míticos son un ejemplo a
seguir.

En Grecia, en el siglo VI antes de Cristo, los primeros filósofos, empezaron a cuestionarse tanto las
explicaciones que daban los mitos como las pautas de conducta que ofrecían. Eran unos hombres a
quien los atraía hacerse preguntas, que notaban incoherencias en los relatos míticos de su entorno, que
constataban relatos diferentes en pueblos diferentes. Estos hombres, dominados por una plural
curiosidad y por una actitud crítica, son los que protagonizaron lo que se conoce como milagro griego:
el paso del mito al logos. Para ellos, este paso significaba desconfiar de las imaginativas narraciones o
explicaciones populares y, con una mirada nueva, observar y analizar la naturaleza,
intentando descubrir en ella las causas de los acontecimientos; por ello, en vez de hablar de divinidades
empezaron a en inventar conceptos.

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Con los mitos, el mundo era caótico y arbitrario: nada estaba sometido a leyes naturales fijas; con la
visión racional del mundo, éste deviene ordenado y regido por unas leyes estables y fijas que se
pueden descubrir.

Este paso fundacional de la filosofía, acontecido en Grecia y explicable por una confluencia de
factores, no es algo natural y definitivamente adquirido, es un paso que tiene que realizar toda persona
que quiera mantener una actitud despierta e investigadora. Por ejemplo, cuando un niño de seis o siete
años comienza a descubrir incoherencias y contradicciones en la aparición de los Reyes Magos,
entonces comienza a revivir una experiencia parecida a la de los primeros filósofos. Aquello que el niño
había creído durante toda su vida es ahora asediado por una multitud de preguntas; el proceso de
superación de su mito será conflictivo y aleccionador. El abandono o pérdida del agradable relato de los
Reyes Magos y la aceptación de que éstos son los padres será, probablemente, su primer paso del mito
al logos.

Ciertamente, los mitos tienen poder explicativo. Constituyen el inicio de un proceso intelectual. La nunca
satisfecha curiosidad de los primeros filósofos, su constante hacerse preguntas, su actitud crítica, sus
dudas frente a las explicaciones oficiales, etc. condujo a buscar explicaciones o respuestas
argumentadas y abiertas al debate. La propia palabra filosofía, utilizada para designar la actividad de
estos griegos, significaba y significa afán o anhelo de saber, no posesión de saber o conocimiento. El
filósofo es consciente de la dificultad de expresar la última palabra sobre temas como: ¿qué es el ser
humano?, ¿de dónde proviene el mal presente al mundo?, ¿cuál es el principio o cuál es causa de toda
la realidad?

Como ya hemos visto, la actividad de los hombres que por primera vez pasaron de explicaciones
míticas a explicaciones racionales, se ha llamado filosofía o “anhelo de saber”; pero otra palabra muy
significativa podía haberse impuesto: alétheia, que quiere decir “des-cubrir” aquello que está escondido,
“des-velar”, “desenmascarar”. Unas actividades que realizaron los griegos y que han realizado, en
mayor o menor medida, los filósofos de todos los tiempos.

La palabra “mito” deriva del griego mythos, que signfica „palabra‟ o „historia‟. Un mito tendrá un
significado diferente para el creyente, para el antropólogo y para el filólogo. Esa es precisamente una
de las funciones del mito: consagrar la ambigüedad y la contradicción. Un mito no tiene por qué
transmitir un mensaje único, claro y coherente. La mitología no es sino una alternativa de explicación
frente al mundo que recurre a la metáfora como herramienta creativa. Entonces, los relatos se adaptan
y se transforman de acuerdo a quién los cuenta y el contexto en el que son transmitidos. Los mitos no
son dogmáticos e inmutables sino que son fluidos e interpretables.

El paso del mito al logos, el nacimiento de la filosofía

Normalmente se habla del "paso del mito al logos" como una clara superación del mito, por parte de la
filosofía. Si bien es cierto que hay un cambio de concepción en la nueva forma de explicación, también
es cierto, que la filosofía no supuso la eliminación del mito, puesto que ambos convivieron durante
mucho tiempo. La filosofía estuvo reducida a un grupo de personas "selectas" a la vez que el mito
siguió jugando su función social en la mayoría de la población.
Por otro lado, las primeras formas de explicación filosófica mantuvieron muchas de las características
propias del mito, con lo que, aunque realmente se produjo un cambio importante, muchos elementos
permanecieron. Esto es hasta cierto punto lógico, los cambios suelen se mucho más graduales que
revolucionarios, aunque muchas veces, por querer mostrar las novedades, acentuamos lo novedoso
más que los elementos que se conservan.
Entonces, si realmente el nacimiento de la filosofía no supuso la eliminación del mito, ¿qué factores
generaron este cambio? y, ¿por qué no afectaron de forma determinante eliminando el mito?
Por otro lado, cabe también preguntarse, ¿qué novedades aporta la filosofía y qué aspectos mantiene
del mito?
No cabe duda que una de las causas de la aparición de la filosofía fue los propios límites o
insuficiencias del mito, por ese motivo, los primeros filósofos griegos se ocuparon en criticarlo.
Probablemente, uno de los aspectos más débiles del mito, desde una perspectiva práctica era su
concepción arbitraria, caótica e irregular de los acontecimientos. Con una visión así de las cosas no se

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pueden predecir o prever los acontecimientos. Recuerda como, para solventar esta situación, se solía
acudir a los oráculos y pitonisas a fin de poder predecir qué es lo que iba a ocurrir en un futuro.
Por otro lado, los dioses mitológicos se parecían mucho a los seres humanos. Esto hizo pensar a los
filósofos, que quizás los mitos no fueran más que imaginaciones humanas. Empezaron a cuestionarse
tanto las explicaciones que daban los mitos como las pautas de conducta que ofrecían.

Circunstancias que favorecen la actitud filosófica:

El contacto con otros pueblos. Geográficamente la filosofía se cultiva y desarrolla en la zona de


expansión griega por el Mediterráneo. Fundamentalmente en dos ámbitos: las colonias jónicas
(situadas en Asia menor, en la actual Turquía: ciudades como Mileto y Éfeso) y las colonias itálicas (la
actual Sicilia). A partir del siglo VI a.C. los griegos incrementan sus contactos comerciales con otros
pueblos. Los viajes no sólo traen consigo nuevos conocimientos técnicos y geográficos sino que,
fundamentalmente, suponen el conocimiento de otras civilizaciones y formas de vida que llevan a la
convicción de que cada pueblo y cada etnia se representan a los "dioses" de una manera distinta. El
comercio y los intercambios culturales favorecen la relativización de las visiones del mundo "locales" en
favor de una visión "universal". Grecia es un escenario abierto: la filosofía es lo contrario de la
mentalidad cerrada ("dogmática").

El contacto con el Oriente Próximo. Los griegos aprovecharon los elementos culturales,
principalmente matemáticos y astronómicos, del Oriente Próximo. De hecho, las primeras expresiones
de la filosofía surgen en Asia Menor, la región griega más en contacto con Fenicia, Egipto y los pueblos
mesopotámicos.

La ausencia de textos sagrados y de estructura y organismos religiosos posibilitó su crítica. Al no


existir un cuerpo dogmático de doctrina y una estructura eclesiástica, toda interpretación o crítica se
encuentra con menos oposición.

La plasmación literaria del mito facilitó una menor adaptación del mito a las nuevas realidades
sociales. Uno de los aspectos que otorga mayor dinamismo al mito es la inexistencia de versiones
escritas. Al no tener una referencia escrita y trasmitirse oralmente, el mito va cambiando y adaptándose
a las nuevas circunstancias.

La circunstancia política. A partir del siglo VI a. C. tiene lugar en todo el mundo griego una honda
transformación social que culmina en los siglos V y IV a. C. La peculiar organización social de los
pueblos griegos agrupados en Ciudades-Estado (Polis), que gozan de autonomía administrativa,
permitirá la puesta en práctica de distintos modos de organizar la convivencia, entre los cuales la mayor
novedad es el sistema democrático. En la mitad del siglo V en Atenas nos encontramos con el apogeo
de este sistema de gobierno, que reconoce la igualdad de los ciudadanos ante la ley y el derecho a
hablar y ser escuchado en la Asamblea y a participar en el Consejo de Gobierno. En definitiva, la
experiencia política de los griegos fue la que les capacitó para desarrollar "teorías" políticas,
encaminadas a dar respuesta a cuestiones acerca del origen y fundamentación de las costumbres y las
leyes, acerca del mejor modo de vida para los seres humanos... Las leyes y costumbres dejarán de ser
comprendidas en el lenguaje mítico para requerir una justificación puramente racional, es decir,
filosófica.

La razón, logos, o filosofía

La explicación racional pretende ser una nueva forma de acercarse al mundo, que alcance objetividad,
por lo que trata de analizar los supuestos internos de la explicación misma.
No considera la existencia de límites para su explicación e intenta explicar la totalidad de lo existente
sometiéndolo a un orden lógico y sistemático.

Algunas definiciones:

Cosmogonía del griego kosmogonía derivado de kosmos „mundo‟ y la raíz „nacer‟. Es una narración
mítica que pretende dar respuesta al origen del universo y de la propia humanidad. Generalmente, en
ella se nos remonta a un momento de preexistencia o de caos originario, en el cual el mundo no estaba

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formado, pues los elementos que habían de constituirlo se hallaban en desorden; en este sentido, el
relato mítico cosmogónico presenta el agrupamiento paulatino o repentino de estos elementos, en un
lenguaje altamente simbólico, con la participación de elementos divinos que pueden poseer o no
atributos antropomorfos. La cosmogonía pretende establecer una realidad, ayudando a construir
activamente la percepción del universo (espacio) y del origen de dioses, hombres y elementos
naturales. A su vez, permite apreciar la necesidad del ser humano de concebir un orden físico y
metafísico que permita conjurar el caos y la incertidumbre.

Timeo, el relato cosmogónico de Platón

Para Platón, el "Demiurgo" era la inteligencia ordenadora que actuaba sobre el caos, ordenándola y
dándole forma conforme a un plan. El demiurgo es la entidad que sin ser necesariamente creadora es
impulsora del universo. También es considerado un dios creador del Mundo y autor del universo en la
filosofía idealista de Platón y en la mística de los neoplatónicos. Demiurgo significa literalmente:
maestro, artesano. Platón, narra un mito en su diálogo Timeo, en el cual describe como a partir de
razonamientos fundados en la teoría de las ideas y del cosmos. Al principio en el universo sólo había:

 materia, informe y caótica


 ideas, que son perfectas
 el demiurgo, una divinidad
 espacio

Platón nos cuenta que el Demiurgo se compadece de la materia y copia en ella las ideas, obteniendo
con ello los objetos que conforman nuestra realidad. De esta forma explicaba la separación entre el
mundo de las ideas que son perfectas y el mundo real (material) que siendo imperfecto participa como
una copia de la perfección. Esta copia responde a la anterior forma de revisar la esencia en el ser la
cual es indicada como fallida e insostenible.

La religión griega
La religión griega se basó sencillamente en la mitología, que se caracterizó por su carácter sincrético,
ya que incorporaba en sus relatos elementos de diversas culturas. En esta religión politeísta, cualquier
fenómeno y elemento de la naturaleza, así como las principales actividades económicas, quedaron
representados por divinidades con apariencia humana. Así, en los mitos griegos podemos encontrar un
gran número de dioses pertenecientes a épocas y lugares distintos. Por este motivo resulta complicado
reconstruir el panteón completo, de hecho en algunas ocasiones, los dioses se confunden y un mismo
suceso presenta varias versiones, llegándose a dar importantes confusiones. Entre estas divinidades,
que moraban en el monte Olimpo, se formaron complejas relaciones y vínculos que son la base de la
mitología griega. La mitología griega también recoge en sus relatos el origen del Mundo. Pero debemos
tener presente que para el pensamiento religioso griego una cosmogonía suponía no solamente el
origen de nuestro mundo físico, sino también el origen de los dioses, el origen del hombre y la
organización social.

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