La Pequeña Historia de La LOPCYMAT Por Eric Omaña

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Por Eric Omaña.

Las leyes nacen para que los colectivos humanos puedan convivir en paz y armonía, así como
para dictar las pautas de funcionamiento de todas las instituciones del Estado, incluyendo las
encargadas de imponer la justicia. Hay gente que piensa que lo que no está en una ley está
permitido, y puede que no lo esté en verdad, por lo cual corresponde a la rama legislativa generar
la ley respectiva si la acción va en contra de la paz y la armonía del colectivo.

En el caso de las leyes laborales podemos mencionar que nacieron para regular la relación entre
gentes que trabajan y las gentes que tienen la propiedad de las empresas o las administran en
nombre del Estado, es decir, entre trabajadores y trabajadoras, por un lado, y empleadores y
empleadoras por el otro, sean públicos o privados.

Con las leyes, el Estado trata de velar por la convivencia de esas dos clases sociales, que son de
por sí antagónicas, porque en definitivas unas se enriquecen con el trabajo de las otras, que
implica generalmente la salud y seguridad de esas otras que son las personas que en las fábricas,
en los campos, mares, oficinas, etc. producen la riqueza del país, y suelen disfrutar muy poco de
ello.

Sin ser jurista, ni mucho menos, me voy a atrever a dejar testimonio sobre cómo nació la Ley
Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (LOPCYMAT), cuál es su
origen, al menos de los elementos que tengo conocimiento, con la intención de hacer a futuro
toda corrección e incorporación que me indiquen quienes acostumbran leerme, y sientan la
necesidad de introducir algún cambio.

El origen de la ley estuvo siempre en la cabeza de su redactor principal, el Dr. Emigdio


Cañizales Guedez. Como funcionario que fue él de la Sección de Ingeniería Ambiental de la
desaparecida Dirección de Malariología y Saneamiento Ambiental del Ministerio de Salud, pudo
comprobar en la práctica el terrible impacto que sobre la salud y seguridad de los trabajadores se
causaba por el hecho de que hubiesen varios organismos del gobierno haciendo lo mismo,
procurando velar por las condiciones y medio ambiente de trabajo.

Por esto, junto con el otro titan de la Salud Ocupacional en Venezuela, el Dr. José Rafael Felice,
llevaron en 1974 a la Asamblea de la Sociedad Venezolana de Pública (SVSP) una ponencia que
planteaba que debía cesar el paralelismo entre el Ministerio del Trabajo, el IVSS, el Ministerio
de Salud y el Ministerio de Fomento, e incluso mencionaban al Ministerio de Minas, porque
además de ser pequeñas organizaciones sin peso específico en las instancias donde se
encontraban, en la calle entraban en contradicción. Cañizales tipificaba esa actitud con la palabra
“celopatía”.

En lo personal vivimos esas experiencias cuando por primera vez se inició una actividad que nos
obligaba a trabajar juntos, en lo que se llamó el Programa para Desconcentración Industrial de
Caracas, que buscó alejar de la ciudad a empresas caucheras, cementeras, siderúrgicas, etc.

Vimos, por ejemplo, para citar un caso, que si los del grupo de Higiene Ocupacional del
Ministerio de Salud ordenábamos que se diseñara e instalaran sistemas de control de
contaminantes del aire, con ventiladores, motores, filtros, etc., los de Medicina del Trabajo del
IVSS planteaban que solo se pusieran unos extractores en los techos y los de Seguridad
Industrial del Ministerio del Trabajo se oponían y planteaban que lo que había que hacer era
darle al personal expuesto mascarillas de protección respiratoria. Y por supuesto el empleador
aceptaba está última solución que le causaba la menor inversión.

Esa Asamblea de la Sociedad Venezolana de Salud Pública de 1974 acordó y emitió la


Declaración de Tucupita, por ser el sitio donde se celebró. Lamentablemente el documento
declarativo, con las mudanzas de sede fue desaparecido, pero sin duda ahí está el germen, la
semilla de lo que ahora es la LOPCYMAT: la necesidad de acabar con el paralelismo de tantas
instancias en funciones similares y compitiendo entre ellas, lo cual daba paso a la corrupción, el
chantaje, etc. Es decir, reunir en una sola ley todas esas funciones dispersas en variados
organismos públicos.

Este dúo de Cañizales y Felice ingresan como delegados de sus respectivos partidos a la
Federación Médica de Venezuela (FMV) y logran dos cosas, la primera que se desarrollara  la
Salud Ocupacional como tema central en una de esas prestigiosas reuniones anuales que antes
hacían los médicos. El resultado llevó a lo segundo, esa asamblea de la FMV acordó solicitarle al
Ejecutivo Nacional se creara una comisión especial, con carácter presidencial, para hacer un
estudio del estado de la salud y seguridad en el trabajo en nuestro país.

Eran años en que la FMV tenía mucho poder al igual que la Confederación de Trabajadores de
Venezuela (CTV). Así el Presidente de entonces, Carlos Andrés Pérez produjo un decreto
conformando la Comisión Presidencial de Riesgos Laborales, nombrando a Emigdio Cañizales
Guédez Coordinador de un equipo de alto nivel que presentaban: a la mayor central obrera, la
CTV, a la mismísima FEDECÁMARAS, cuya representación la llevó el médico ocupacional de
la transnacional Eternit, a la Cátedra de Medicina del Trabajo de la UCV y a las instancias arriba
mencionadas.

Esa comisión recorrió el país. Tuve la suerte de ser incorporado como personal técnico que era
del Programa de Higiene Ocupacional del Ministerio de Salud. Visitamos instalaciones
petroleras, siderúrgicas, cementeras, empresas productoras de pinturas y hasta a una
ensambladora de vehículos en Valencia. De allí surgió el borrador de la ley. El mismo Cañizales
lo tecleó con su vieja máquina de escribir, en su cubículo de la Cátedra de Medicina del Trabajo
de la UCV. Nosotros en el Ministerio de Salud le imprimimos unos dos centenares de esos
folletos. El Dr. Enrique Agüero Gorrin, para entonces Consultor Jurídico de la FMV pulió
jurídicamente el trabajo de la comisión.

El documento fue entregado en 1977 al Despacho de la Presidencia de la República, pero no


gozó del apoyo del Ministro del Trabajo porque quizás el informe con semejante ley estaba
firmado por la propia FEDECAMARAS que sintió que le habían metido un strike en la esquina
de afuera. Eso llevó al Ministro del Trabajo a solicitar a la OIT una comisión para hacer un
contra-trabajo al de la Comisión coordinada por Cañizales.

Y vinieron de Ginebra unos funcionarios del Programa Internacional para el Mejoramiento de las
Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (PIACT), y trabajaron duro, pero su informe fue
similar al ya preparado por Cañizales y su equipo. La diferencia de forma fue que lo imprimieron
su documento en imprenta mientras el nuestro lo fue en viejos multígrafos.

Pero la gran diferencia, la de fondo, estaba en el proyecto de ley, dado que el del OIT diluía la
responsabilidad del accidente y de la enfermedad laborales entre el Estado, el empleador y los
propios trabajadores, mientras que el de la Comisión Presidencial sentaba la responsabilidad solo
en el empleador, tanto objetiva como subjetiva, con el agravante para el sector empleador que se
introdujo la figura de “muerte de trabajador” con penas de prisión que superan al clásico
homicidio culposo de nuestro Código Penal, que fue sin duda la motivación del Ministro del
Trabajo para llamar a la OIT en su auxilio.

Ambos proyectos de ley fueron analizados en la Comisión de las Consultorías Jurídicas


Gubernamentales, que con los argumentos que defendían la representación de la CTV y Emigdio
como coordinador con nivel Presidencial, apabullaron al proyecto del Ministerio del Trabajo. Así
nuestro proyecto pasó entonces al Congreso Nacional, como así se llamaba antes la Asamblea
Nacional. Pero el impulso se paró. Vino el cambio de gobierno y ni tirios ni troyanos quisieron
saber más del asunto. La CTV recibió al nuevo gobierno con el tema del aumento salarial y
olvidó la ley.

Pasaron varios años con la ley en una gaveta del Palacio Legislativo. Luchas por la salud y
seguridad las hubo a montón. Cañizales siempre era activado por los trabajadores en conflicto y a
veces nos invitaba a acompañarle. Con él aprendimos que la historia se hace con la gente, en su
ambiente trabajo, y no en una cómoda oficina con aire acondicionado.

En 1984 sucede un caso de varios trabajadores contaminados con material de sílice en la


transnacional NALCO ubicada en Anzoátegui. Para el momento, el Dr. Pedro Ortega Díaz, era
Diputado del Partido Comunista, y como venía acompañando a los trabajadores en esas luchas
sindicales, donde la salud y seguridad siempre sobresalía como tema, logra rescatar el proyecto
de ley de esa gaveta ya mencionada.

Comenzaron las discusiones en el parlamento y por fin en 1986 la ley es promulgada. Pero no es
ninguna sorpresa, la LOPCYMAT es sometida a escarnio, se decían cosas que escuchamos en un
congreso de las petroleras, en relación a que los trabajadores, para cobrarle a las empresas y
buscar pensiones por discapacidad, se iban a dejarse cortar los dedos y las manos, cosas que
nunca sucedieron. Y finalmente la colocaron en el olvido, pero como estaba ahí, era como
escribimos arriba “las leyes sirven para dictar las pautas de funcionamiento de todas las
instituciones del Estado” siempre aparecían demandas en el marco de la ley. Los trabajadores se
apoyaban en ella para sus luchas sindicales.

De esos años es mi Manual de Contratación Colectiva en Condiciones de Higiene y Seguridad


Laboral que publicara el Sindicato de Artes Gráficas y la Central Unitaria de Trabajadores de
Venezuela (CUTV) y que fuera prologado por el Dr. Isaías Rodríguez, nuestro Fiscal de la
Diginidad aquel fatídico 12 de abril durante el derrocamiento del Presidente Chávez. Emigdio
nos propuso la tarea desde el Departamento de Salud y Trabajo que él dirigía de esa central
obrera. Se puede decir que fueron muchas las luchas obreras por hacer valar los contenidos de la
LOPCYMAT, pero el Estado no estaba ganado para permitir que se cumpliera su mandato, el del
Estado de dar pautas para el funcionamiento de sus instituciones.
Y así llegamos al 2002, cuando a iniciativa del Dr. Pedro Ortega Díaz, el Presidente Hugo
Chávez Frías decreta la puesta en marcha del INPSASEL, que dio la base de lo que hoy
conocemos. Para el año 2005 se promueve una reforma de la ley, que es la que aparece en todas
partes, con algunas mejoras importantes, entre ellas: los Servicios de Seguridad y Salud en el
Trabajo, ahora integrados, en la de 1986 aparecían cada uno por su lado, los Delegados y
Delegadas de Prevención, ahora con un fuero realmente efectivos, el Comité de Seguridad y
Salud Laboral, ahora con los Delegados integrados a los mismos, y la importantísima Vigilancia
Epidemiológica Ocupacional, enmarcadas en un solo Programa bajo una política preventiva,
pero que eliminó de la ley original dos elementos vitales, uno la dispositiva de sanción penal
para los funcionarios del INPSASEL que cometieran actos dolosos, recuerden que esa fue una de
las motivaciones de unir en una sola dependencia a las diversas instancias que en la IV República
se encargaban de la SST, y lo segundo que eliminaron era la obligación de los jueces de actuar
de oficio, cada vez que por notitia ciminis se enteraran de accidentes fatales, muy graves y
graves sufridos por los trabajadores.

Para cerrar, debo mencionar que esa reforma de la LOPCYMAT de 2005 se empezó a dar con la
creación de la Comisión Presidencial para el Servicio de Seguridad Social integral, en el marco
de una ley privatizadora del sistema que se había aprobado con el Presidente anterior a Chávez,
el Abgo. Rafael Caldera. La Comisión la Presidió Isaías Rodíguez, y crearon varias sub-
comisiones, una fue de la seguridad y salud en el trabajo, de tal forma que trabajamos en el
marco de esa reforma, antes que en la Asamblea Nacional le introdujeran esos cambios que a mi
me desagradaron, las siguientes personalidades, que hasta ahora recuerdo: Pedro Luis
Garmendia, quien era el representante de Banesco, en cuya sede nos reuníamos, la médica 
Milagros Galeno, quien representaba a la CUTV, el Abdo. Leonardo Rodríguez que hacia el
vínculo con la Comisión Presidencial, Leopoldo Yánez, en representación del Postgrado de
Salud Ocupacional de Maracay y Eric Omaña, actuando como Suplente del Presidente del
INPSASL, el Dr. Enrique Agüero Gorrín. Hubo representación de la CTV, de la Federación de
Comerciantes y otras instancias empresariales, que en cuanto rescaté los nombres, las incorporo
a este texto.

Así es esta pequeña historia que puedo narrar, como escribía el Dr. Alí Rodríguez Araque, en el
título de su último libro “Antes que me olvide”. He visto por ahí más de un mercenario dando
discursos en los cuales destacan haber tenido algún papel en esta historia, espero que la gente sea
capaz de expulsarlo de todo lo que tenga que ver con la SST, por mentiroso.

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