Dsic - El Trabajo

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CONCEPTO DE TRABAJO

El trabajo es la actividad humana ordenada a un fin, penosa de las cosas y de larga


duración.
El hombre no trabaja cuando duerme o cuando juega, cuando se entretiene simplemente o
cuando descansa, sino solamente cuando produce algo para satisfacer o mejorar
determinadas necesidades.
En sentido estricto, el trabajo humano es sólo aquella actividad humana que por su misma
naturaleza se ordena a la producción de valores materiales o espirituales (bienes o
servicios).

EL TRABAJO EN SENTIDO OBJETIVO: LA TÉCNICA


En el Génesis, primer libro de la Biblia, se determina al trabajo como una dimensión
fundamental de la existencia humana sobre la tierra.
El hombre es la imagen de Dios, entre otros motivos por el mandato recibido de su Creador
de someter y dominar la tierra.
La universalidad y la multiplicidad del proceso de “someter la tierra” ilumina el trabajo del
hombre, de esta manera emerge el significado del trabajo en sentido objetivo, el cual halla
su expresión en varias épocas de la cultura y la civilización.
El hombre demona ya la tierra por el hecho de que se domestica los animales, los cría de
ellos saca el alimento y vestidos necesarios.
En la actualidad, en la industria y en la agricultura, la actividad del hombre ha dejado de ser
en muchos casos, un trabajo prevalentemente manual, ya que la fatiga de las manos y de
los músculos es ayudada por máquinas y mecanismos cada vez más perfeccionados
“El sujeto propio del trabajo sigue siendo el hombre”

EL TRABAJO EN SENTIDO SUBJETIVO: EL HOMBRE SUJETO DEL TRABAJO


El libro del Génesis no habla indirectamente del trabajo en sentido objetivo, a la vez también
habla del sujeto del trabajo, y lo que dicen es muy elocuente y está lleno de gran
significado.
El hombre debe someter la tierra, debe dominarla porque como “Imagen de Dios” es un ser
subjetivo capaz de obrar de manera programada y racional, capaz de decidir acerca de sí
que tiende a realizarse a sí mismo.
Las principales verdades sobre este tema han sido recordadas por el CONCILIO
VATICANO II en la Constitución Gaudium et spes, sobre todo en el Capítulo I. dedicado a la
Vocación del Hombre.
No hay duda de que el trabajo humano tiene un valor ético el cual está vinculado completa y
directamente al hecho de que quien lo lleva a cabo es una persona, un sujeto consciente y
libre, un sujeto que decide de sí mismo.

DIGNIDAD DEL TRABAJO


El cristianismo amplía algunos aspectos ya contenidos en el Antiguo Testamento, partiendo
de todo el contenido del mensaje evangelico y sobre todo del hecho de que aquel, que
siendo Dios se hizo semejante a nosotros en todo.
Esta circunstancia constituye por sí sola el más elocuente “Evangelio del trabajo”, que
manifiesta como el fundamento para determinar el valor del trabajo humano no es en primer
lugar el tipo de trabajo que se realiza, sino el hecho de que quien lo ejecuta es una persona.
La fuente principal de la dignidad del trabajo debe buscarse principalmente no en su
dimensión objetiva, sino en su dimensión subjetiva.
A esto va unida una consecuencia muy importante de naturaleza ética: es cierto que el
hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo el trabajo está en función del
hombre y no el hombre, función del trabajo. El trabajo participa de la dignidad personal del
hombre y merece, por tanto, la más alta estimación.
De la dignidad personal del hombre participa el trabajo humano. Es la obra y el fruto no de
la materia muerta ni de seres irracionales que son arrastrados por el impulso y la coacción
de la naturaleza, sino de un ser independiente. Esta dignidad personal es propia, aunque
con grados, de todo trabajo que el hombre realiza, con tal que sea moralmente
irreprochable y se lleve a cabo con buena intención.

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