El Desarrollo de Motricidad en El Niño
El Desarrollo de Motricidad en El Niño
El Desarrollo de Motricidad en El Niño
Carpinella
Resumen:
En este breve espacio intentamos esquematizar de manera sencilla, cómo es que el movimiento se va
dando en el ser humano desde que nace y cómo se va afinando a través de la maduración y las
experiencias propias, dado que estas etapas son las que se suceden en el niño durante su paso por la
escuela básica y resultan, por tanto, motivo de estudio para el educador físico puesto que su labor
docente incide en el desarrollo de la motricidad en el educando.
En este breve espacio intentamos esquematizar de manera sencilla, cómo es que el movimiento se
va dando en el ser humano desde que nace y cómo se va afinando a través de la maduración y las
experiencias propias, dado que estas etapas son las que se suceden en el niño durante su paso por
la escuela básica y resultan, por tanto, motivo de estudio para el educador físico puesto que su
labor docente incide en el desarrollo de la motricidad en el educando.
Así iniciamos comentando que, desde el momento en que el niño nace, inicia, a la par que su
crecimiento biológico, el proceso de descubrimiento de su “yo” y del mundo que le rodea; el
conocimiento progresivo de sí mismo y de su entorno se fundamenta en el desarrollo de sus
capacidades de percepción y de movimiento.
Como hemos señalado, estas líneas ocupan el estudio del desarrollo del movimiento, por lo que
iniciamos con el proceso perceptivo-motor el cual puede describirse como el proceso para
alcanzar la coordinación de la actividad motora (de movimiento) a través de la organización de los
estímulos sensoriales.
Para entender el significado de la percepción, habrá que iniciar considerando que los sentidos son,
en primera instancia, el vehículo a través del cual el ser humano recibe los estímulos provenientes
tanto de su interior, como del exterior. Posteriormente, cuando un conjunto de sensaciones ha
sido procesado por la mente, se transforman en una percepción. De tal forma, que todo
movimiento voluntario, es resultante de la información percibida a través de los distintos
estímulos sensoriales.
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Educación Física Escolar – Lic. Educ. Física Diego A. Carpinella
El desarrollo perceptivo-motor, por tanto, es un proceso que se lleva a cabo en el niño desde que
nace hasta aproximadamente los seis o siete años de edad, por ser la etapa que resulta más
propicia para estimular cada una de las capacidades que conforman sus tres componentes
fundamentales: la corporalidad; la temporalidad y la espacialidad. La síntesis de todos estos
elementos se hace evidente en la adquisición del equilibrio y posteriormente de la coordinación,
capacidades que, en su conjunto, van permitiendo al niño despertar al conocimiento de sí mismo,
del espacio, de las personas y de los objetos que le rodean.
Pero, ¿qué es una capacidad? Aquí señalamos que una capacidad es en principio, aquella cualidad
(atributo nato) que se va afirmando en el niño por medio de los procesos de maduración; cualidad,
que, al ser mejorada a través de la práctica, llega a convertirse en una capacidad. De tal forma, las
capacidades motrices constituyen los cimientos de las habilidades motrices.
Para entender qué son las habilidades motrices, tenemos que empezar por definir al movimiento y
conocer qué son los patrones de movimiento, así como los patrones fundamentales o básicos de
movimiento. Para ser más precisos en lo que a terminología se refiere, nos remitimos a los
estudios que sobre desarrollo motor han sido efectuados por el Doctor Gallahue desde los años
ochenta, en donde señala que el término “movimiento”, está referido a los cambios observables
de la posición de alguna de las partes del cuerpo; en cambio, un patrón de movimiento o patrón
motor, es una serie de movimientos relacionados entre sí, pero que por su simplicidad no llegan a
ser considerados como patrones básicos de movimiento, como levantar y bajar un brazo o una
pierna. En cambio, los patrones fundamentales o básicos, son más complejos porque encierran
una combinación de patrones de movimiento de uno o más segmentos del cuerpo como los que
entran en juego al caminar, correr, saltar, lanzar, cachar etc.
Los patrones básicos de movimiento han sido divididos en general por los estudiosos del tema en
cuatro grandes grupos: desplazamientos, saltos, giros y manipulaciones. Otros como Gallahue,
insertan a los desplazamientos y saltos en una sola categoría o grupo al que le denominan de
locomoción, y al equilibrio en el grupo de los giros, por lo que dividen a los patrones básicos de
movimiento en: locomociones (desplazamientos y saltos); estabilizaciones (giros y equilibrios); y
manipulaciones (lanzamientos, recepciones, golpeos con pies y con manos). Al final, ambas
clasificaciones trabajan lo mismo.
Sin embargo, para que el niño esté en condiciones de realizar algún patrón de movimiento básico
como el correr, debe haber pasado por las etapas previas de desarrollo del movimiento: iniciando
con los movimientos reflejos (movimientos involuntarios realizados durante los primeros meses de
vida); posteriormente y alrededor de los dos años, le fue posible llevar a cabo movimientos
conscientes pero poco estructurados llamados movimientos rudimentarios (alcanzar, apretar y
soltar objetos; controlar sus manos y su cuello y aprender a erguirse y sostenerse en pie).
Más adelante (de los tres a los seis años aproximadamente), comenzó a desarrollar patrones de
movimiento (subir y bajar una pierna o un brazo; mover el tronco hacia delante y hacia atrás, hacia
un lado y al otro), los cuales, a través de la maduración, la ejercitación y la coordinación
combinada de estos movimientos, pudo convertir finalmente en patrones básicos de movimiento
(caminar, correr, saltar, lanzar, equilibrarse).
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Cabe señalar que, mediante la práctica, es posible mejorar y afinar el movimiento, para llegar a
transformarlo en una habilidad motriz.
Para efectos de trabajo práctico, en el área de educación física, las habilidades motrices han sido
clasificadas en: básicas o fundamentales, específicas y especializadas, aunque algunos autores
insertan a las específicas y especializadas en la misma categoría.
Una vez comprendido lo anterior, podemos asentar que las habilidades motrices básicas se
pueden definir como la familia de habilidades amplias, generales y comunes a muchos individuos.
Son el “vocabulario básico de nuestra motricidad”, y son también la base del aprendizaje
posteriores. Estas habilidades pueden servir de plataforma para aprender y desarrollar situaciones
más complejas y elaboradas de movimiento. Como ejemplo podemos mencionar como una
habilidad básica “la carrera” (considerada como un movimiento fundamental integrado dentro del
grupo de desplazamientos). En la medida en que el niño recibe estímulos del exterior (aunado a su
propio proceso de maduración), podrá correr de manera más ágil.
Las habilidades específicas son aquellas habilidades de movimiento cuya enseñanza está
directamente encaminada al aprendizaje de uno o varios deportes; es decir, que son aquellas
actividades motrices que un individuo lleva a cabo en un entorno más concreto como pudiera ser
el del atletismo o el del futbol con fines meramente recreativos.
Las habilidades especializadas, por su parte, son aquellas que se diferencian de la anterior
clasificación (habilidades específicas) porque la enseñanza, el aprendizaje y la práctica misma de
las habilidades, tiene como fin la competencia deportiva, en ocasiones encaminada al alto
rendimiento. Es aquí en donde se van trabajando a la par que la táctica y la técnica propia de cada
deporte, el acondicionamiento físico.
Lo anterior resulta importante porque el profesor de la escuela básica trabaja con los niños y
adolescentes, precisamente en las edades en que éstos se encuentran en las etapas, fases o
estadios idóneos para estimular aprendizajes relativos a los patrones motores, los patrones
motores básicos (o fundamentales) y las habilidades motrices básicas. Al respecto, Sánchez
Bañuelos divide en cuatro las fases o estadios del desarrollo motor:
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Esperamos que estas breves y sencillas líneas sirvan para apoyar la comprensión de la motricidad,
ya que cuanto más conozcamos acerca del niño y del adolescente, estaremos en mejores
condiciones de adecuar nuestro trabajo docente a favor de su desarrollo.
BIBLIOGRAFÍA
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