Lectura Obligatoria para El Primer Parcial
Lectura Obligatoria para El Primer Parcial
Lectura Obligatoria para El Primer Parcial
Resumen: En los años recientes, varios países latinoamericanos han realizado importan-
tes reformas a sus legislaciones relacionadas con la disciplina privada del contrato de
seguro. Particularmente Chile y Perú procedieron a ello, en el primer caso, sustituyendo
el capítulo correspondiente al contrato de seguro en su Código de Comercio de muy
antigua vigencia, y en el segundo, expidiendo una ley específica sobre el tema. También
países como México y Panamá, dentro del marco de sus normas de derecho público
destinadas a regular la actividad financiera y de seguros, han expedido leyes nuevas re-
lacionadas con la vigilancia y el control de la actividad aseguradora, que necesariamente
se proyectan en mayor o menor medida sobre las relaciones particulares que surgen
entre asegurados y aseguradores. El conocimiento de esas nuevas legislaciones es un
elemento insustituible para la reforma que tarde o temprano deberá operarse sobre la
nuestra que data ya de más de cuarenta años. Temas como la reticencia o inexactitud
en la declaración del estado del riesgo, la agravación del riesgo, la imperatividad de
las normas regulatorias del contrato, la identificación de las partes, la regulación de la
oferta y de la etapa precontractual en el contrato de seguro, y muchas otras, son objeto
de análisis y comentario en este artículo.
305
306 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Abstract: Recently a number of Latin American countries have made significant reforms
to its domestic laws relating insurance contract. Particularly Chile, by a reform of the
insurance contract chapter on its Code of Commerce, and Peru, by issuing a specific
insurance law. Also countries like México and Panama, decided to regulate the financial
and insurance sector, by issuing new laws relating the regulation and control of the
insurance business, laws that necessarily project its effects on the special relationships
between insured and insurers. The study of these new pieces of legislation in this
matter, should contribute to discuss about the reform of insurance law in Colombia.
Topics such as the reticence, reticent statements, or misrepresentation on insured’s
declaration of the state of risk; the increase of risk; the application of regulatory
standards for contracts; the identification of the parties; the offer and acceptance on
the preliminary negotiation in the insurance contract; and many others related issues
are remarked on this paper.
I. Introducción
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 307
Qué tan lejos se ha llegado en este empeño tratándose del contrato de seguro;
si falta algo por hacer a este respecto o si se ha ido más allá de lo debido en el
empeño de defender a los asegurados; si se han hecho, o por el contrario, no se
han hecho, adecuadas salvedades del contrato de seguro como contrato carac-
terísticamente aleatorio, quizás el único de este tipo exhaustivamente tipificado
en la ley, frente por lo menos a algunas manifestaciones de esta ola incontenible
del nuevo derecho de los contratos, que definitivamente ha logrado dejar a un
lado los viejos paradigmas de la autonomía de la voluntad y del contrato como
ley para las partes, es algo que está por ser analizado y que requiere ciertamente
nuestra atención.
De las nuevas legislaciones que van a ser examinadas solo las de Chile y Perú
se traducen en leyes nuevas sobre el contrato de seguro –en el primer caso con
el único propósito de sustituir la regulación original de su Código de Comercio
en esta materia–, que se orientan en consecuencia fundamentalmente a regular la
disciplina estrictamente privada del contrato; estas son respectivamente las leyes
20667 de 2013 de Chile, que reemplaza, como se dijo, el título viii del Libro ii
del Código de Comercio de ese país, y la Ley 29946 de 2012 de Perú1. Por su
parte, en Panamá se produjo la Ley 12 de 2012 que reemplazó a la Ley 59 de
1996, y que es integralmente una ley de derecho público de seguros mediante la
cual se “regula la actividad de seguros y dictan otras disposiciones”, muy extensa
y que solo toca tangencialmente la regulación original del contrato de seguro,
que todavía se encuentra en su Código de Comercio, cuyo objetivo fundamental
es la organización y el funcionamiento de la vigilancia y control estatal sobre las
actividad aseguradora y de los intermediarios de seguros, incluyendo un buen
número de normas de protección al asegurado, dentro de las cuales se encuentran
las que mayor influencia tienen en la regulación específica del contrato de seguros.
Esta ley panameña, que tuvo vigencia a partir del mes de abril de 2012, se refiere
específicamente al contrato de seguro y tiene influencia sobre su disciplina privada,
básicamente en lo que se refiere a la regulación que hace de la mora en el pago de
la prima, para privar de validez a los contratos cuya prima no sea pagada por el
contratante, y para declarar la nulidad de las renovaciones de contratos de seguro
en las que suceda lo mismo, estableciendo un régimen de suspensión de la cobertura
durante 60 días en aquellos casos en que se haya pagado la primera fracción de la
prima pero se haya incurrido en mora en los pagos subsiguientes, con la facultad
del asegurador en estos casos de cancelar la cobertura. Por otra parte establece
obligaciones generales para las aseguradoras y derechos básicos de los consumi-
dores de seguros, no siendo clara en lo que se refiere a las sanciones aplicables
por el incumplimiento de las primeras o la infracción de los segundos; establece
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
308 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
igualmente la nulidad de las estipulaciones que impliquen renuncia por parte del
asegurado a los derechos que la ley le reconoce; y establece también un régimen
de cláusulas abusivas de diferente tipo, a las que sanciona con nulidad absoluta
unas y con nulidad relativa otras, señalando especialmente que la declaratoria de
nulidad solo corresponde a la autoridad jurisdiccional y no a la entidad de control.
En México, por su parte, se ha producido igualmente una ley de derecho pú-
blico, denominada “Ley Federal de Instituciones de Seguros y Fianzas” promulgada
mediante el Decreto 04-04 de 2013, que entrará a regir a partir del 4 de abril de
2015 y que reemplaza la Ley Federal de Instituciones de Fianzas que venía de
1950, aunque reformada muchas veces, la última mediante Decreto 04-04-2012,
pero introduce también modificaciones tangenciales a la Ley del Contrato de
Seguro que data de 1935, al igual de lo que ocurre en Panamá con su legislación
referente al contrato mismo.
A las leyes panameña y mexicana solo se harán referencias muy tangenciales,
porque, como ya se dijo, se trata de leyes generales en materia de lo que tradi-
cionalmente se llama derecho público de seguros. En lo que toca con el régimen
del contrato, la ley mexicana se ocupa de imponer algunos deberes adicionales
a las compañías de seguros, particularmente en lo que se refiere a sus deberes de
información (art. 112) y al registro de sus productos ante la entidad de control,
volviéndose particularmente exigente en cuanto a sus requerimientos y pudiendo
llegar a entrañar, en caso de incumplimiento, la anulabilidad de contratos de seguro
o de algunas de sus cláusulas a favor del asegurado. En materia de procedimientos,
establece un severo y oneroso régimen de sanción por mora del asegurador en el
cumplimiento de sus obligaciones (capitalización mensual de intereses moratorios,
entre otros), reglamenta los seguros de caución, e introduce en el artículo 2º de
sus “Disposiciones Transitorias” modificaciones y adiciones concretas a normas
de la ley de contrato de seguro (oferta, facultades de interpretación de cláusulas
contractuales a la Comisión Nacional para la Protección y Defensa del Consu-
midor, interrupción de la prescripción y seguros de personas).
El propósito fundamental de este trabajo es, en consecuencia, registrar el con-
tenido básico de esas nuevas leyes en cuanto toca sobre todo con el contrato de
seguro mismo y su contenido jurídico privado, destacar de ese contenido el que
corresponde a las tendencias más modernas del mercado y de la doctrina jurídica,
y tratar de establecer a grandes rasgos su contraste con la actual legislación colom-
biana sobre la materia. Igualmente se deben hacer algunos comentarios sobre la
manera como los textos del “Proyecto de ley modelo sobre el contrato de seguro
para Latinoamérica”, llamado “Proyecto Morandi” en honor a su principal autor y
promotor, que llamaremos en adelante “proyecto de ley uniforme”, han influido
o no en esos nuevos desarrollos legislativos, lo cual permitirá medir el grado de
influencia que los esfuerzos de unificación han tenido en nuestro ámbito geográfico.
En lo que se refiere al derecho público de seguros, el alcance de este trabajo
es muy limitado dado que, por su misma naturaleza, este tipo de regulación tiene
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 309
en general una orientación más o menos uniforme en cuanto a sus objetivos, que
lo son la preservación de la solvencia de las compañías y el mantenimiento de
un mínimo de armonía en las relaciones entre asegurados y aseguradoras; lo que
cambia al respecto es la idiosincrasia misma de las instituciones de control de
cada país y su grado tradicional de eficacia, por lo cual por este aspecto el análisis
presenta menor interés para la óptica de este trabajo.
Esas nuevas regulaciones de derecho público, que también se han sucedido
en Colombia en los años recientes, miran fundamentalmente el tema, de por sí
complejo, de las llamadas “cláusulas abusivas”, que sería suficiente para justificar un
trabajo específico de gran extensión, y el de los deberes de conducta general de las
aseguradoras frente a su clientela que garanticen el cumplimientos de los que antes
se entendían como deberes secundarios de conducta y que son hoy verdaderas
obligaciones consagradas en fuente legal, para asegurar la adecuada información a
los asegurados sobre los contenidos del contrato, las cargas que pesan sobre ellos
y las consecuencias que puede significar su incumplimiento durante la vigencia de
la póliza, así como la manera de ejercer por su parte sus derechos derivados de la
misma. Caben igualmente dentro de este orden de ideas las normas que también por
vía general se consagran a fin de imponer reglas de interpretación especiales para
el contrato de seguro, que vienen orientadas a un fin asociado con los anteriores.
A este respecto, quizás lo más interesante es observar la manera como la
sanción que las leyes prevén paras las compañías de seguro por la utilización de
las cláusulas abusivas o por la violación de los diferentes deberes de información,
de transparencia, de probidad y de buen servicio a su cargo, que profusamente
se vienen consagrando en la ley, aparte de lo que es la disciplina propiamente
privada del contrato, trascienden el campo de lo puramente administrativo y se
proyectan sobre los acuerdos individualmente considerados, para influir en las
relaciones individuales que nacen de ellos.
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
310 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
uno de los principios que rigen el contrato de seguro, y es bien evidente entonces
que todas estos cuerpos de normas aluden al interés asegurable, si bien no como un
elemento esencial, y admiten, contrariamente a como lo hace la ley colombiana,
que el interés asegurable puede ser futuro (o contingente, como lo denomina la
ley de Perú en el artículo ii) respecto del momento de la celebración del contrato,
y que su presencia es requerida solamente, en consecuencia, en el momento del
siniestro para que el contrato opere.
Por otra parte, de las dos legislaciones nuevas solo la chilena contempla la
necesidad de hablar del interés asegurable en los seguros de personas, pero en este
caso, no tratándolo –como ya se dijo– como un elemento esencial, ni atribuyéndole
un alcance conceptual específico (art. 589: los seguros de personas pueden ser
contratados por el propio asegurado o por cualquiera que tenga interés); puede
decirse que ambas están, a este respecto, en consonancia con la mayoría de las
legislaciones de otros países y con el proyecto de ley uniforme que, a diferencia
del código colombiano nuevamente, como se sabe, tiene una norma expresa (art.
1137 cco.) para señalar cuándo hay interés asegurable en los seguros de personas,
dándole una conceptualización a este elemento muy diferente a la que tiene en los
seguros de daños, al entenderlo, más que todo, como un factor legitimante para la
contratación de seguros sobre la vida de otro y como una medida más para evitar
la especulación sobre la vida de las personas.
La notoria tendencia a desplazar la idea de interés asegurable como elemento
esencial en los seguros de personas, utilizando exclusivamente, como mecanismo
para evitar los peligros que entraña la contratación de esta clase de seguros sobre la
vida de otros, la exigencia del consentimiento escrito del asegurado, generalmente
con indicación del beneficiario y de la suma asegurada (como ocurre en el caso
de la nueva ley chilena) o sin ello (opción que toma la ley peruana), parece salvar
las dificultades que en Colombia ha significado la adopción del interés asegurable
como elemento esencial de los seguros de personas, campo en el cual la definición
del mismo no puede corresponder en ningún caso a las definiciones tradicionales
que se hacen de este elemento que, como se sabe, cuando es incluido exclusiva-
mente dentro de la enumeración de elementos esenciales del contrato de seguro
de daños responde básicamente a la idea de una relación de carácter económico
que es extraña en el campo de los seguros de personas.
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 311
d. El concepto de riesgo
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
312 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
a este respecto establece también a estos últimos, más el riesgo de vicio propio,
como riesgos solo asegurables mediante convención expresa.
Lo anterior deja el concepto de riesgo a su definición usual, lo que presenta en
nuestro concepto el problema de que esa definición usual no deja, estrictamente
hablando, por fuera del concepto de riesgo asegurable, los actos meramente potes-
tativos o que dependen exclusivamente de la voluntad del tomador, del asegurado
o del beneficiario, o hechos como pueden ser las sanciones de carácter pecuniario
penales o administrativas, en caso de delitos o contravenciones.
En cuanto al riesgo putativo, la tendencia es indudablemente a admitir su asegu-
rabilidad en cualquier ramo de seguros bajo condición de que exista incertidumbre
de ambas partes sobre la eventual realización del riesgo en el pasado. La nueva ley
peruana lo estipula de esa manera en su artículo 3º, al igual que el proyecto de ley
uniforme (art. 32). La ley chilena no parece traer una disposición a este respecto.
En cuanto al aseguramiento de la culpa grave, ambas legislaciones permiten
ese aseguramiento en toda clase de seguros: Chile, artículo 535, Perú, artículo
91, estableciendo que en general, cuando el siniestro es causado por culpa grave,
por el asegurado o por el tomador, en el caso de Chile, o por el asegurado o el
beneficiario, en el caso del Perú, estará cubierto si así se hubiere pactado.
Se observa en este caso una cierta confusión en las dos legislaciones en
torno a la conceptualización de los términos para denominar a los diferentes
integrantes de la parte asegurada, debido a que no existe en ninguna de las dos
una definición del concepto de partes que intervienen en el contrato y ninguna
adopta expresamente el concepto de “tomador o suscriptor” del seguro, para
diferenciarlo del asegurado mismo y, eventualmente, del beneficiario, como
ocurre entre nosotros. No obstante, respecto del tema del aseguramiento de
la culpa grave como riesgo asegurable, con respecto a la ley colombiana, estas
soluciones presentan dos características especiales que vale la pena anotar: en
primer lugar, la ya mencionada, en el sentido de permitir el aseguramiento de
riesgos cuya realización esté determinada por culpa grave, cualquiera que sea la
naturaleza del seguro, y, en segundo lugar, el exigir en cualquier caso que esta
cobertura excepcional debe estar expresamente pactada en el contrato, con lo
cual se provee a una definición sobre un punto que ha suscitado polémica en
el caso colombiano, dado que la Ley 45 de 1990, al introducir la posibilidad
de aseguramiento de la culpa grave en el seguro de responsabilidad civil, se
abstuvo de señalar expresamente si debía considerarse este como un riesgo solo
asegurable mediante convención expresa o no, lo que ha llevado a nuestra Corte
Suprema de Justicia, Sala Civil, a sostener hasta el momento la doctrina, errada
y peligrosa en mi concepto, de que en todo contrato de seguro de responsabi-
lidad civil debe sobrentederse cubierto el riesgo de culpa grave del tomador,
asegurado o beneficiario.
En cuanto hace al proyecto de ley uniforme, en su artículo 105 mantiene la
tradicional prohibición de otorgar cobertura en cualquier ramo a pérdidas ocasio-
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 313
nadas por dolo o culpa grave del tomador, del asegurado o del beneficiario, salvo
cuando sean consecuencia de actos cumplidos para evitarlo, o para disminuir los
daños, o de un deber de humanidad generalmente aceptado.
En los nuevos artículos 527 y 528 del Código chileno, como cuestión intere-
sante, se estipula que la prima es devengada por el asegurador íntegramente
una vez que los riesgos comienzan a correr a su cargo, salvo que se estipule la
cobertura por plazo determinado; este es un enunciado contrario al de la ley
colombiana que establece la regla de que la prima se devenga por el asegurador
proporcionalmente al tiempo corrido del riesgo, salvo la excepción expresa
establecida en el caso del seguro de transporte. En cuanto a los efectos de la
mora en el pago de la prima, el Código chileno establece una consecuencia
similar a la que establecía originariamente el colombiano, esto es, concede la
facultad al asegurador de enviar una comunicación escrita al tomador, dando
por terminado el contrato por esa causa, comunicación que tendrá efecto quince
días posteriormente a su envío. No existen reglas especiales para los seguros de
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
314 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
personas y particularmente para los seguros de vida, lo que no deja de ser algo
sorprendente. A partir de su artículo 21, la ley peruana establece la suspensión
automática de la cobertura transcurridos 30 días a partir de la mora, y la ter-
minación del contrato al vencimiento de los 90 días siguientes al vencimiento
del plazo, aunque a partir del momento de la suspensión el asegurador queda
en libertad de “resolver” el contrato mediante comunicación escrita que tiene
efectos 30 días después de su recibo por el tomador. Pero el asegurado puede
rehabilitar la póliza dentro del término en que dura la suspensión. Se trata de un
sistema bastante complejo que puede presentar dificultades de interpretación,
pero que morigera a su manera, al igual que lo hace la ley chilena, la rigidez del
sistema colombiano de terminación automática del contrato de seguro por mora
en el pago de la prima. La tendencia de proteger en este sentido al tomador en
caso de mora es notorio en las nuevas legislaciones, salvo, como ya se vio, en
el caso de la ley panameña.
En cuanto al proyecto de ley uniforme, a pesar de optar por la solución de la
terminación automática del contrato de seguro de daños por mora en el pago de
la prima, da opción para pactar soluciones más elásticas en términos de suspen-
sión de la cobertura y previene mecanismos de preservación para el caso de los
seguros de vida.
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 315
3. El tratamiento de la reticencia
2 Sentencia que sugiere que la falta de orientación del asegurador en el momento de re-
cibir la declaración acerca del estado del riesgo impide al mismo alegar inexactitudes o
reticencias en la declaración del estado del riesgo: sentencia de la Sala de Casación Civil
de la csj, 19 de mayo de 1999, M.P.: José Fernando Ramírez.
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
316 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 317
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
318 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
La ley peruana en su artículo 15 señala, como uno de los casos en los que no pro-
cede la nulidad, la revisión o la resolución del contrato, aquel en que la reticencia
o la declaración inexacta no influyeron en la realización del riesgo. El proyecto
de ley uniforme, en el mismo sentido, dispone que si ocurre el siniestro en el
término que el asegurador tiene para impugnar el contrato se producirá para el
asegurado la pérdida del derecho a la indemnización, pero solo si hay vinculación
causal entre la inexactitud o reticencia y el siniestro. La ley chilena no trae esta
exigencia, como tampoco la ley mexicana de 1935.
En estos dos últimos casos, al igual que ocurre actualmente con la ley colom-
biana, se conserva la perspectiva tradicional de considerar que, como en este caso
se encuentra involucrada la consideración a un eventual vicio en la manifestación
de la voluntad del asegurador, sea por error o por dolo, la nulidad del contrato
procede en cualquier caso por tratarse de un defecto coetáneo a la celebración
del acuerdo, y no en consideración a la manera como se producen sus desarrollos
posteriores.
Las que son destacables, en resumen, como tendencias modernas en esta
materia, son las siguientes:
a) La adopción definitiva del criterio de obligatoriedad para el asegurador en
el sentido de orientar la declaración del tomador del seguro, so pena de quedar
impedido de alegar reticencias o inexactitudes de cualquier clase respecto de ella.
b) La eliminación del efecto automático de ineficacia del contrato en el caso
de reticencia o inexactitudes que no se deban a dolo o culpa inexcusable, caso en
el cual, como se ha visto, tanto la legislación chilena como la peruana se limitan a
disponer una reducción del valor de la indemnización si el siniestro ya ha ocurrido
cuando se detectan, o a darle al asegurador la potestad de exigir modificaciones
al contrato que, de no ser aceptadas dentro de ciertos términos, permiten la re-
vocación unilateral del mismo, en caso de que no se haya producido el siniestro.
c) La limitación del término dentro del cual el asegurador puede invocar la
inexactitud o reticencia, que, como se vio, en el caso de la ley peruana se reduce
a 30 días, y en el caso del proyecto de ley uniforme es de 3 meses.
d) El señalamiento de las sanciones generadas por la inexactitud y reticencia:
es notoria una tendencia a no ubicar este tema en el campo de los vicios de la
voluntad, como los ubica tradicionalmente la ley colombiana al sancionar con
nulidad relativa este tipo de circunstancias. Como se vio, la ley chilena prefiere,
en el peor de los casos, darle al asegurador la posibilidad de rescindir el contrato,
o de abstenerse de pagar la indemnización, sanciones ambas que no implican, la
primera, un efecto automático y, la segunda, un efecto integral sobre la eficacia del
contrato. En el caso de Perú, aunque sí se contempla la nulidad en principio, en el
caso de dolo o error inexcusable, aun en este caso, si el siniestro ocurre dentro del
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 319
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
320 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Tanto la ley chilena como la peruana, así como el proyecto de ley uniforme,
consagran el contrato de seguro como contrato consensual; las diferencias de
tratamiento a este respecto se refieren al tema de la prueba.
En el caso de Chile, el artículo 515 prevé la admisibilidad de todos los medios
de prueba para acreditar la existencia del contrato, siempre que exista un principio
de prueba por escrito. El artículo 25 de la ley peruana consagra una norma muy
ambigua, según la cual el contrato de seguro se prueba por escrito; no obstante,
advierte a continuación que son admisibles todos los demás medios de prueba.
El proyecto de ley uniforme (art. 25) está concebido en los mismos términos del
Código chileno, que es la fórmula tradicional y ya vieja del derecho argentino.
Vale destacar a este respecto, igualmente, que, a diferencia de la nueva ley
chilena, la ley peruana se ocupa de los temas relacionados con las eventuales
reglas especiales que, no obstante la consensualidad del contrato admitida como
regla general, se aplican a los casos de renovaciones o prórrogas, modificaciones
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 321
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
322 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 323
que trata la prima en los seguros de daños como una obligación civil propiamente
dicha y la prima en los seguros de vida como una obligación natural, por lo menos
en lo que se refiere a la primera prima de forma imperativa y de manera supletiva
respecto de las siguientes.
La ley peruana, en sus artículos 17 y siguientes, establece respecto de la obli-
gación del pago de la prima una solidaridad de carácter legal entre el contratante,
el asegurado y el beneficiario en caso de siniestro, y una compensación automática
de la prima en mora con el valor del siniestro en caso de que no haya sido pagada
una vez ocurrido este; establece también que la prima es exigible desde el momento
de la celebración del contrato.
En lo que se refiere a la mora, se prevé una suspensión de la cobertura una
vez transcurridos 30 días a partir de la mora, siempre y cuando haya un aviso
del asegurador. Solo hay extinción del contrato si después de 90 días a partir de
la mora el asegurador no reclama el pago. En el periodo de suspensión la póliza
puede ser rehabilitada a voluntad del asegurado, a menos que el asegurador haya
expresado por escrito su decisión de resolver el contrato, decisión que tendrá
efecto al vencimiento de 30 días siguientes al recibo de la comunicación corres-
pondiente. El asegurador puede cobrar coactivamente la prima aun en los casos
de seguros de personas.
La ley chilena establece que la mora en el pago de la prima dará derecho al
asegurador para dar por terminado el contrato al vencimiento del término de 15
días contados desde el envío de la comunicación correspondiente. La redacción
del artículo 527 es ambigua al iniciar con la frase “El asegurador gana la prima en
el momento en que los riesgos comienzan a correr por su cuenta”, lo cual poste-
riormente es contradicho para los seguros con cobertura de plazo determinado,
pues en ellos la prima se devengará proporcionalmente al tiempo corrido de riesgo.
Es notorio pues que la tendencia moderna respecto a la mora en el pago de
la prima es, como lo fue cuando se redactaron los textos originales de nuestro
Código de Comercio, considerar que la mora en el pago de la prima no debe
afectar de manera automática la eficacia del contrato y debe ser tratada con toda
benevolencia frente al tomador del contrato.
Sobre este punto, y marcando un gran contraste con lo anterior, la nueva ley
panameña se refiere a espacio, para condicionar la validez misma del contrato de
seguro al pago de la prima o de la primera cuota de la prima cuando se ha pactado
ese pago de manera fraccionada; al efecto y de manera un poco incomprensible
para nosotros, decreta la nulidad absoluta, sin necesidad de declaración judicial,
del contrato cuando se incurre en mora en ese pago. Extraño resulta lo anterior,
en la medida que la nulidad ciertamente no es una sanción apropiada para el caso
de incumplimiento de obligaciones contractuales, y extraño también porque
no concebimos, por lo menos en Colombia, como ya se ha dicho, una nulidad
sin necesidad de declaración judicial. En cuanto a las renovaciones, si bien ellas
pueden ser expedidas antes del pago de la prima por el nuevo periodo, la mora
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
324 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 325
abusivas (art. 39), que sería inentendible en el marco jurídico colombiano donde la
nulidad, cualquiera que sea su clase –se reitera–, requiere de declaración judicial.
En el artículo 51 confiere también a las partes la facultad de “resolver” el contrato
en los casos de seguros de duración indeterminada, y de otorgar a las partes, me-
diante disposición contractual, también la facultad de “resolver” el contrato en el
caso de los seguros de duración determinada, una situación que en Colombia se
denominaría realmente “revocación” de carácter unilateral.
Otra característica particular en el caso de la ley peruana que vale la pena
señalar es el establecimiento de causales de caducidad convenidas mediante
cláusula contractual, pero sometidas a un régimen restrictivo en cuanto a las cir-
cunstancias en las que puede proceder esta sanción particular, característica para
el caso de incumplimiento de cargas contractuales, consagradas en los artículos 59
y siguientes de la ley. A este punto muy importante nos referiremos más adelante.
En el caso de la ley chilena también se acusa una divergencia manifiesta en
cuanto al tratamiento de las formas de ineficacia que se atribuyen al contrato con
respecto a la ley colombiana que parece seguir una ruta más coherente a este res-
pecto. Varias de las nuevas normas consagran la resolución o rescisión del contrato
por decisión de parte, por ejemplo en el caso de la agravación del estado del riesgo
o de declaraciones inexactas o reticentes por errores inexcusables, aparentemente
sin que para ello haya necesidad de intervención judicial (arts. 525 y 526). Ya se
ha anotado antes que sanciona con la nulidad del contrato la falta de elementos
esenciales del mismo (art. 521).
El proyecto de ley uniforme también incurre en este tipo de imprecisiones,
por ejemplo cuando sanciona con nulidad la ausencia de riesgo asegurable que
sea coetánea a la celebración del contrato o su desaparición cuando ocurra con
posterioridad a esta (art. 27), o cuando habla de resolución automática del con-
trato en el mismo artículo. También cuando se refiere a rescisión del contrato por
cualquiera de las partes sin expresión de causa, para posibilitar pactos contractuales
en ese sentido aun en los seguros de duración determinada, etc.
En su artículo 539, la ley chilena establece que una reclamación en la cual el
asegurado “a sabiendas” suministre información falsa sustancialmente, implica que
el contrato “se resuelve”, mientras que en ese caso la ley peruana prevé la pérdida
del derecho a la indemnización, que es una sanción quizás más apropiada en este
caso, y que coincide con la que dispone la ley colombiana para el mismo.
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
326 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 327
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
328 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 329
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
330 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
norma que se refiere a las reglas de interpretación del contrato, como por ejemplo
en el sentido de exigir “razonabilidad” en las cargas que se imponen al asegurado
en las cláusulas contractuales, de lo cual puede colegirse que sería abusiva una que
impusiera una carga que pudiera calificarse de irrazonable.
En Colombia, como es sabido, tanto la Ley 1328 de 2009 como la Ley 1480
de 2011 (estatutos de protección al consumidor financiero y al consumidor en
general) se ocuparon largamente del tema y establecieron listados de cláusulas
que deben considerarse abusivas tanto en los contratos de consumo como en los
contratos celebrados por entidades sometidas a la vigilancia de la Superintendencia
Financiera de Colombia, incluidas las compañías de seguro, y además concedieron
facultades a la misma Superintendencia para que, por su parte, pueda eventualmente
hacer adiciones a esos listados.
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 331
12. La prescripción
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
332 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 333
necesidad de adelantar para ello una acción judicial, como ocurrió entre nosotros
por lo menos hasta la muy reciente expedición del Código General del Proceso.
La tendencia es a considerar en este caso que el reconocimiento del derecho
del beneficiario por parte del asegurador (vía universalmente aceptada como
de “interrupción natural” del término de prescripción), pero también la simple
reclamación directa (con o sin determinados requisitos) de la prestación del ase-
gurador por parte del asegurado, es suficiente para interrumpir la prescripción,
o que el mismo efecto debe darse al hecho de que este inicie o participe en los
trámites de liquidación del siniestro. El proyecto de ley uniforme expresa a este
propósito: “Los actos que importan la ejecución voluntaria del contrato o son el
reconocimiento del derecho del asegurado o constituyen la participación en el
procedimiento establecido por la ley o el contrato para la liquidación del daño o
de la indemnización, interrumpen la prescripción” (art. 86).
El Código chileno, más amplio aún a este respecto, le da a la simple “denun-
cia” del siniestro el efecto de interrumpir la prescripción (art. 541), estableciendo
que el término solo se reanuda cuando el asegurador haya tomado una decisión
al respecto y se la haya comunicado al asegurado. Es la expresión máxima de
protección al asegurado en este sentido, que hace casi inaplicable este medio de
extinción de las obligaciones dentro del marco de este contrato.
El proyecto de ley uniforme, al señalar normas de interpretación del contrato de
seguro a las cuales nos hemos referido antes, en su artículo 26, en forma sorpresiva,
establece que la participación del asegurador en el procedimiento de evaluación
de los daños, si bien no implica interrupción de la prescripción en beneficio del
asegurado, importa su renuncia a invocar las causales de liberación conocidas con
anterioridad que sean incompatibles con esa participación.
Una vez más en lo que se refiere a este fenómeno de gran trascendencia para el
contrato de seguro, se revela en las nuevas legislaciones una tendencia clara a la
preservación del contrato en beneficio del asegurado, salvo casos muy extremos,
lo cual nuevamente puede resultar, en nuestra opinión, injustificable desde el punto
de vista de la buena fe que debe presidir la celebración del contrato.
La ley peruana regula la materia en los artículos 60 y siguientes: no otorga térmi-
no para al asegurado para informar al asegurador sobre la agravación del estado del
riesgo, pero sí señala uno (15 días) para que el asegurador decida, una vez recibida
la información, si continúa o no con el contrato o aumenta la prima. Si decide no
continuar, prevé la “resolución” del mismo a instancia del asegurador, sin especificar
los términos de la misma. Si el asegurado no informa sobre la agravación pierde el
derecho a la indemnización si el siniestro ocurre mientras el riesgo se encuentra
agravado, a menos que no haya culpa inexcusable del asegurado, o que la agravación
no haya influido en la realización del siniestro o que el asegurador no haya ejercido
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
334 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 335
obligado a pagar el siniestro, a menos que exista: ausencia de culpa de parte del
tomador o asegurado, fuerza mayor o caso fortuito, conocimiento de la agravación
por parte del asegurador por otros medios, o cuando no exista relación entre el
siniestro y las circunstancias que agravaron el riesgo.
Las tendencias pues, en esta materia, son: a establecer el término que tiene el
asegurador para ejercer su facultad de desvincularse del contrato o modificar sus
condiciones, eliminando esa facultad si no se ejerce dentro de dicho término; y
a excusar el incumplimiento de la carga que tiene el asegurado de denunciar la
agravación del siniestro, salvo cuando exista culpa grave y por el hecho de que la
agravación del riesgo no influya en la realización del siniestro posterior.
Frente al estado actual de la legislación en Colombia, el contraste es enorme
en favor del asegurado (muchísimo más en el caso peruano) y merece reparos
a nuestro modo de ver, nuevamente desde la perspectiva de la aleatoriedad del
contrato y el principio de la buena fe cualificada que debe presidirlo.
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
336 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 337
c. Seguro de personas
Respecto de los seguros de personas, la tendencia que muestran las nuevas legis-
laciones peruana y chilena es a no hacer las distinciones tradicionales que la ley
colombiana adopta en lo que se refiere a la naturaleza de la prima en los seguros
de vida y a las consecuencias de la mora en el pago de la misma. A este respecto
estas legislaciones disponen una regulación idéntica para ambas modalidades de
seguro. Lo mismo ocurre en el proyecto de ley uniforme.
Adicionalmente se observan normas especiales regulatorias del riesgo de
suicidio que son muy útiles para solucionar conflictos que en Colombia son muy
frecuentes al respecto, precisamente por una falta absoluta de disciplina legal y
por el hecho de que tratándose del suicidio del asegurado, que es claramente
voluntario, no se establece ninguna excepción a la regla de que son inasegurables
los hechos que dependen exclusivamente de la voluntad del tomador, asegurado
o beneficiario del seguro. En Chile existe regulación expresa del riesgo de suicidio
conforme a la cual el código presume, salvo pacto en contrario, el cubrimiento
del suicidio (aparentemente cualquiera que sea su calificación) después de 2 años
de vigencia del contrato (art. 598). En el caso de Perú, el artículo 125 dispone de
manera imperativa el cubrimiento del suicidio después de 2 años de vigencia del
contrato, refiriéndose de manera expresa al “suicidio consciente y voluntario de
la persona cuya vida se asegura”. Por otra parte, como ya se mencionó antes, en
ambas legislaciones se consagra la incontestabilidad o indisputabilidad del seguro
de vida después de 2 años de vigencia, en vez de la irreductibilidad, salvo el caso
de dolo (Perú, art. 122, Chile, art. 592).
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
338 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 339
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
340 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 341
La figura del seguro por cuenta reviste, como se sabe, una importancia capital
en el derecho de seguros, y su disciplina legal debe ser lo más clara posible. El
tomador por cuenta, que actúa a nombre propio pero por cuenta ajena, esto es,
para asegurar el interés asegurable de otro, debe en principio revelar esa cir-
cunstancia expresamente en el contrato de seguro, ya que si no lo hace, por el
principio de la relatividad de los contratos, resulta que no existirá estrictamente
el interés asegurable como elemento esencial del contrato, y que el tomador no
podrá acreditar una causa efectiva para cobrar la prestación a cargo del asegurador
en caso de siniestro; lo anterior, a menos que se demuestre que el asegurador no
podía ignorar la calidad en la que actuaba ese tomador, caso en el cual la persona
por cuya cuenta actuaba podrá alegar un error de expedición de la póliza e invocar
de ese modo el derecho a recibir esa prestación.
La situación del tomador mandatario, es un tanto diferente, porque en estos
casos es el contrato de mandato el que explica la actuación del tomador, y su
facultad de percibir la indemnización depende de las facultades que el mandato
le haya conferido, teniendo en cuenta que es claro que, por lo menos en el caso
del mandato con representación, que debe ser forzosamente el más frecuente, el
tomador debe actuar no solo por cuenta sino a nombre del mandante, lo que no
deja lugar a ninguna duda sobre los efectos del contrato.
Las normas de la ley colombiana están dirigidas, aunque no con la suficiente
claridad, a ese objetivo, y por eso resulta de interés registrar las soluciones que
las nuevas legislaciones traen al respecto.
La ley chilena, en su artículo 516, prevé que el tomador por cuenta puede cobrar
la indemnización si está en posesión de la póliza, pero a continuación se dice que
el asegurador puede exigir la prueba de la existencia de mandato o consentimiento
del asegurado, o del hecho de que el tomador actúa en razón de una obligación
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
342 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
o interés legal. La ley peruana tiene una norma similar (art. 57), aunque prevé
también la posibilidad de cobro para el contratante, si le ha sido o le es endosada
la póliza. Es de destacar que en su artículo 55 esta ley se encarga de establecer
expresamente la circunstancia que veíamos atrás, en el sentido de que, aun en los
casos en que el tomador por cuenta no revele la calidad en que actúa, procede el
pago del seguro, entendemos que al verdadero asegurado, cuando el asegurador
conoce o debe conocer quién es el verdadero titular del interés asegurable.
El proyecto de ley uniforme tiene varias normas relacionadas con el seguro
por cuenta, que parecen haber inspirado en gran parte las que se han relacionado
de la legislación peruana, aunque denotan alguna confusión en torno al tema que
se refiere a los derechos del tomador por cuenta, cuando está en posesión de la
póliza. Realmente el hecho de que este tomador se encuentre en posesión de la
póliza no debe implicar ningún inconveniente para que el asegurado ejerza sus
derechos derivados del contrato de seguro, ya que lo contrario sería como asimilar
la póliza de seguro a un título valor con la característica de “incorporación” que es
privativa de esos documentos; en nuestra opinión las relaciones internas que pue-
dan existir entre el tomador por cuenta y el asegurado son de su exclusivo resorte.
15.5. Una nota importante sobre la estructuración del sistema de cargas impuestas
al asegurado. El régimen de garantías
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 343
15.6. Reclamación
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
344 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
to que hace responsable al aseguador”. Esto equivale a decir que basta probar la
pérdida para que se presuma que ha ocurrido un siniestro, esto es, la realización
del riesgo amparado, lo cual excusa al asegurado de esta prueba y transfiere la
carga de probar que no ha ocurrido el siniestro al asegurador, en el sentido de
que no ha ocurrido una pérdida que se encuentre amparada por el seguro. Implica
lo anterior un beneficio apreciable para el asegurado. Otro beneficio importante
en el mismo plano se traduce en la disposición según la cual, existiendo varias
causas concurrentes que determinan el siniestro, el hecho de que alguna de ellas
constituya riesgo amparado por la póliza hace responsable al asegurador.
La ley peruana, en cambio, establece el principio de “causa adecuada”, en el
artículo ii, solución diferente pero que revela una preocupación similar respecto
del mismo tema.
La misma ley peruana, por su parte, en el artículo 74, consagra el concepto de
“consentimiento” del siniestro por parte del asegurador, como punto de partida
para el inicio de un plazo de 30 días que concede a este para efectuar el pago de la
indemnización. Se entiende consentido el siniestro cuando la asegurador aprueba
o no ha rechazado el convenio de ajuste firmado por el asegurado en un plazo
de 10 días contados desde su notificación al asegurador. Si no está de acuerdo
con el convenio de ajuste puede exigir un nuevo ajuste en un plazo no mayor de
30 días (no se entiende bien contado a partir de cuándo, ni si basta que lo exija
dentro de ese término o es necesario que el nuevo ajuste se lleve a cabo dentro de
él), y una vez efectuado este, podrá consentirlo o rechazarlo en forma definitiva,
proponiendo una cifra diferente o proponiendo acudir a una solución judicial o
arbitral. Ya se dijo que, dentro de este contexto, la intervención del ajustador debe
ser acordada por ambas partes.
Si no hay convenio de ajuste, sea porque se ha considerado innecesaria la
designación de un ajustador o porque este no ha concluido su trabajo, se entiende
consentido el siniestro si el asegurador guarda silencio dentro de los 30 días si-
guientes a la presentación del reclamo acompañado de los comprobantes exigidos
por la póliza. Se entiende que si objeta ese reclamo el asegurado deberá acudir a
la vía judicial o arbitral.
Este régimen solo admite la variante de que, sea el ajustador, para terminar
la elaboración de su informe, o sea la aseguradora, para hacer una investigación
más a fondo sobre la realización o las causas del siniestro o la cuantía del mismo,
soliciten a la Superintendencia, dentro de los términos anteriormente reseñados,
una ampliación limitada del mismo, exigiéndose además que la Superintendencia
se pronuncie sobre dichas solicitudes igualmente dentro de un plazo perentorio.
Se trata pues de un régimen estricto dentro del que se pretende limitar al máxi-
mo posible los términos con los que cuenta el asegurador para definir un reclamo,
abogando por que dentro de lo posible exista primordialmente un convenio de
ajuste al que debe llagarse lo más pronto posible; no obstante, sigue existiendo el
problema eterno, cuándo no lo hay, de establecer el momento en que el reclamo
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 345
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
346 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 347
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
348 Andrés E. Ordóñez Ordóñez
siniestro, pudiendo retener la prima devengada por el periodo que corre hasta el
momento en que se enteran de la coexistencia. Se conserva el principio de que
en caso de coexistencia los aseguradores no responden sino proporcionalmente a
los valores asegurados en cada póliza, pero permitiendo la posibilidad de pactar la
solidaridad con los demás coaseguradores. Adicionalmente permite que la relación
entre coaseguradores se rija por relaciones de mandato que permitan al asegurador
“piloto” actuar a nombre de los demás para efectos de cobro de la prima, ejercicio
de la acción en subrogación y demás.
Ese carácter especial que la ley atribuye a la obligación del asegurador y que ha
sido ciertamente discutido –de ser una obligación alternativa, en la medida que
puede pagar la prestación a su cargo, sea en dinero o mediante la reposición, re-
construcción o reparación de los bienes a los cuales se encuentra asociado el interés
asegurable, lo que no sucede en realidad de verdad sino en los casos de seguros
de daños reales– no se observa consagrado de esta manera general e imperativa,
por lo demás, en las nuevas legislaciones.
La ley peruana no dice nada al respecto. La ley chilena simplemente establece,
dentro del aparte correspondiente a los seguros de daños, que el asegurador debe
indemnizar al asegurado en dinero, “a menos que se haya estipulado que pueda
hacerlo mediante la reposición o reparación de la cosa asegurada”.
El artículo 81 del proyecto de ley uniforme deja igualmente en libertad a las
partes para pactar la forma de pago de la indemnización, en una norma que, a
pesar de estar ubicada en la parte general de la regulación, parece solo aplicable
al caso de los seguros de daños.
Conclusión
Son pues muchos y muy variados los temas de la disciplina del contrato, dentro
de los cuales las legislaciones recientes sugieren nuevas tendencias regulato-
rias, dignas de ser analizadas, dentro del propósito plausible de preservar una
relación, lo más pacífica posible, entre aseguradores y asegurados, así como
de aminorar de esta manera la litigiosidad muy frecuente que actualmente se
presenta entre ellos.
No obstante, es un hecho que no toda tendencia por ser nueva es de suyo
conveniente y deseable. De manera particular en Colombia, hemos experimentado
en los últimos años un serie numerosa de reformas legislativas en materias puntua-
les de derecho de seguros, que se han revelado apresuradas y superficiales y que,
adoptadas sin un estudio previo profundo y motivadas por un interés transitorio
y ocasional, han carecido de estructura y tendido a generar más problemas que
los que pretenden solucionar.
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349
Las nuevas tendencias del derecho de seguros en las legislaciones más recientes... 349
Revista de Derecho Privado, n.º 26, enero - junio de 2014, pp. 305 a 349