Platón - El Nombre y El Poeta

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Platón: el nombre y el

poeta
por Joshua J. Mark, traducido por Waldo Reboredo Arroyo
Publicado el 11 abril 2023

Se dice que Platón (que vivió de en torno a 424/423 al 348/347 a.C.), el filósofo


griego cuyas obras conformaron de manera importante el pensamiento y la
religión occidentales, inició sus actividades como poeta y dramaturgo. A pesar del
frecuente cuestionamiento a que se someten las afirmaciones del poco confiable
Diógenes Laercio (siglo III a.C.), fuente primaria de la aseveración, las propias
obras de Platón se encargan de corroborar que sí poseía tales habilidades.

Laercio no solo afirmaba que Platón había iniciado sus labores como poeta, sino
que además aseguraba que escribía y enseñaba bajo un seudónimo. Manifestaba
que su verdadero nombre era Aristocles, cuyo significado es «la mejor de las
glorias», término proveniente del griego antiguo aristos, «mejor» y kleos, «gloria».
El académico Robin Waterfield, que también ubica la fecha de nacimiento de
Platón entre el 424 y el 423 a.C., rebate tal aseveración. Los Diálogos de Platón
apenas revelan algo de su vida; la mayor parte de la información biográfica
proviene de las cartas que se le atribuyen y de escritores como Laercio, quien, a
pesar de no considerarse confiable, se piensa que utilizó algunas fuentes creíbles,
hoy desaparecidas, que nunca cita.
Según Laercio, el padre de Platón, de nombre Aristón, descendía del gran héroe
mitológico Cadmus, fundador de Tebas, matador de monstruos, a quien se le
aplicaba el epíteto de «inventor de las letras» por haber llevado el alfabeto fenicio
a Grecia. Su madre, Perictione, procedía de la familia del gran político, filósofo y
legislador atenienseSolón (en torno a 640 al 560 d.C.). Platón tenía dos hermanos,
Adimanto y Glaucón, así como una hermana mayor, Potone, y recibió la mejor de
las educaciones de que se podía disponer en la época.

En la antigua Grecia el concepto de educación se definía como el mejoramiento de


la mente y el cuerpo del individuo, y el estudiante tenía que demostrar su
capacidad en ambas disciplinas. El joven Platón recibió clases de gimnasia del
luchador Aristón de Atenas, practicó artes marciales y ecuestres; Metallus
de Agrigento lo instruyó en música, y estudió matemáticas con Draco, hijo de
Damón el Sofista; además cursó dibujo y pintura. Crátilo de Heraclea, quien había
sido alumno de Heráclito de Éfeso, cuya vida se desarrolló alrededor del 500 a.C.,
lo introdujo a la filosofía.

EL ENCUENTRO CON SÓCRATES EN EL
ÁGORA DE ATENAS CAMBIARÍA LA VIDA DEL
JOVEN PLATÓN Y EL CURSO DE LA
FILOSOFÍA Y DE LA CULTURA
OCCIDENTALES.

Los nombres en la antigua Grecia.


En la Grecia de la época la identidad del niño se establecía mediante un nombre
personal, al que se añadía un patronímico y la designación del lugar de
procedencia de la tribu. A los niños casi siempre se les daba el nombre del abuelo o
de la abuela en dependencia de si era chico o chica. Para los griegos que
permanecían vivos constituía un deber sagrado recordar a los difuntos; creían que
de esa manera mantenían con vida a los que habían partido, lo cual les permitía
participar en los planos más perfectos de la vida de ultratumba.
El niño que, ya crecido, llegaría a ser conocido como Platón nació en Atenas o en la
cercana isla de Aegina. Se dice que sus padres se habían contado entre los primeros
colonizadores de Aegina, y que vivieron en la casa de Fidiades, hijo del
filósofo Tales de Mileto, antes de reinstalarse en Atenas en el deme, barrio, de
Colito. Por lo tanto, es posible que el nacimiento de Platón se produjera en una
casa vinculada al primero de los filósofos que se conoce de la antigua Grecia,
aunque es probable que la anécdota sea una invención realizada más tarde. Según
Laercio, con independencia de su lugar de nacimiento, el nombre que recibió
«Platón» fue Aristocles, hijo de Aristón de Colito.

No obstante, Waterfield subraya que el nombre del abuelo de Platón, Aristocles, se


le habría dado al hijo mayor de Aristón, no al más joven, y que Platón era un
nombre corriente en Atenas. Por lo tanto es probable que Laercio confundiera la
información original y que el nombre de pila del futuro filósofo fuera Platón.
Laercio describe como «Aristocles» adquirió su famoso sobrenombre:

Platón aprendió el arte de la gimnasia con el luchador Aristón de Argos. Alejandro,


en su libro Sucesiones, informa que Aristón le cambió el nombre original, debido a
su robusta fisonomía, puesto que con anterioridad se le conocía como Aristocles,
patronímico otorgado en honor a su abuelo. Sin embargo, algunos mencionan que
su apelativo derivó de la amplitud de su elocuencia (platutês), o quizá, según
afirma Neantes, del hecho que tenía una frente (platus) muy ancha. (Vidas y
opiniones, Libro III.V)

Si Laercio se hubiera tomado el trabajo de citar con claridad sus fuentes, los pasajes
anteriores habrían logrado mayor credibilidad entre los académicos de hoy día; no
obstante, dada la situación, a falta de ulteriores informaciones biográficas acerca de
Platón y de distintos filósofos de la antigua Grecia, aún se toma como referencia la
obra de Laercio. Waterfield descarta la información y la califica de «irrelevante»
debido a la imposibilidad de corroborarla, y a que no existe razón alguna para
cuestionar si «Platón» era el nombre de pila de Platón.

Según se ha dicho, Waterfield también pone en duda la fecha de 428/427 a.C. que
se asigna por tradición al nacimiento de Platón:
Existen varios factores que apoyan una fecha de nacimiento posterior al 428/7. La
más importante es que no aparecen pruebas de que participara en alguna de las
últimas batallas de la guerra del Peloponeso del 406 y 405, de manera que es
probable que aún contara con menos de 20 años. En aquel tiempo Atenas
confrontaba una falta de hombres muy crítica, por lo que de seguro habría sido
llamado a filas. (Platón de Atenas, 3)

Sin embargo, otros pasajes de la obra de Laercio se consideran fidedignos, como


los que reportan que Platón era un atleta promisorio y que, como miembro de la
élite aristocrática de Atenas, lo preparaban para una carrera política.

Platón el poeta filósofo


Sin embargo, en algún momento del segundo decenio de su vida el joven noble
gravitó hacia las artes. Se menciona que escribió poesía lírica y tragedias y además
parece haberse dedicado al canto y a la pintura. Al parecer, sus piezas teatrales
contaron con suficiente calidad como para competir por la obtención de un premio
del Teatro de Baco, si bien tal afirmación, como la mayor parte de la información
personal acerca de Platón, no puede ser comprobada.

El aporte que hace Aristóteles (384-322 a.C.), el alumno más famoso de Platón,


sobre el material biográfico relativo a su maestro es casi nulo, y la mayoría de las
cartas atribuidas al filósofo que han logrado sobrevivir se consideran
falsificaciones posteriores escritas para reafirmar su reputación de pensador.
Diógenes Laercio, quien provee el recuento más amplio de la vida de Platón,
escribió siglos después de su muerte, pero conforme se ha dicho, con frecuencia se
critica por sus aseveraciones infundadas.

Sin embargo, al parecer, un encuentro fortuito acaecido en la plaza del mercado


ateniense cambiaría la vida del joven Platón, y con él se modificaría el curso de la
filosofía y la cultura occidentales. Al arribar a los 20 años escuchó las enseñanzas
de Sócrates en el Ágora, el mercado al aire libre de la ciudad. Se dice que
comprendió que la exposición de Sócrates entrañaba un propósito más noble que el
de las artes a las cuales se dedicaba; se encomendó al dios de los hogares, quemó
todos sus poemas y obras teatrales y se hizo alumno del filósofo.

Laercio describe el dramático relato acerca de este punto de inflexión en la vida del
joven, y además menciona una de las obras de Platón, Los Amantes Rivales, que
afirma se representaba en su época. Más aún, varios fragmentos escritos por los
dramaturgos contemporáneos de Platón parecen referirse a él como un colega más,
en cuyo caso se encuentra Anaxandrides de Colofón, quien en una parte de su
obra Teseo califica a Platón de «respetable», a causa de que ambos se dedicaban al
mismo arte.

Conforme sugieren varios escritores, es posible que Platón quemara sus primeras
obras debido a que considerara que no cumplían con sus propios estándares. Esta
afirmación, propuesta por Diógenes Laercio, presenta al joven Platón como un
ambicioso escritor que aspiraba a ser tan grande como Hesiodo u Homero, y que al
verse imposibilitado de alcanzar su propósito, prendió fuego a sus primeros
esfuerzos literarios. Cualquiera haya sido la razón de fondo por la que destruyó
sus obras, parece seguro que halló en la filosofía un campo de trabajo más valioso
que el que había encontrado en sus anteriores ocupaciones. Durante los siguientes
años Platón se convertiría en alumno de Sócrates hasta la ejecución de su maestro
en el 399 a.C., después que los atenienses lo inculparan de haber cometido el delito
capital de irreligiosidad.

Viajes y retorno
Tras la muerte de Sócrates, casi la totalidad de sus estudiantes, Platón entre ellos,
abandonaron Atenas para adoptar o fundar otras escuelas de filosofía; y lo que es
aún más importante, para preservarse de la posibilidad de ser acusados de delitos
similares por haberse asociado a su guía. Se dice que Platón viajó a Megara, Italia,
y antes de dirigirse a Egipto, a otros sitios donde existían famosas instituciones
filosóficas. Se piensa que a lo largo de este período se dedicó a estudiar en escuelas
establecidas por Pitágoras, Euclides, Heráclito y otros, para después dedicarse en
Egipto a la religión y a la metafísica.

A su retorno a Atenas fundó su Academia, donde, conforme al concepto de


Pitágoras, enseñaba geometría como medio de aclarar la mente; además, explicaba
el método socrático para determinar la verdad y la comprensión filosófico-
metafísica de la naturaleza de la realidad (su Teoría de las Formas), todo lo cual se
expresa en la famosa obra platónica Alegoría de la Caverna, perteneciente al Libro
VII de la República. El currículo de la Academia queda indicado por los fragmentos
de escritores que vivieron con posterioridad, así como por los de su sobrino y
sucesor Espeusipo, hijo de la hermana de Platón, Potone (408-339 a.C.). Espeusipo
rechazaba la teoría de las formas y el idealismo de Platón en favor de una
aproximación más práctica a la filosofía. Después de su regreso, Platón comenzó a
escribir los diálogos que establecerían su reputación.

Los Diálogos de Platón
Al leer los famosos Diálogos de Platón, resulta fácil observar que el artista que vivía
dentro del filósofo no había muerto tras la incineración de sus primeros trabajos.
Cada uno de los diálogos constituye una pieza dramática elaborada con sumo
cuidado, contentivos de agudos enfoques, creciente acción y dramáticas
conclusiones. El principal personaje siempre es Sócrates, que cuestiona alguna
forma aceptada de conocimiento y obliga a los demás participantes, además de al
lector, a inquirir acerca de las verdades que, provenientes de otros, han llegado a
admitir.

LA APOLOGÍA DE PLATÓN DESCRIBE A


SÓCRATES COMO UN FILÓSOFO HERÓICO
QUE DEFIENDE SUS CONVICCIONES FRENTE
A LA IGNORANCIA Y EL PREJUICIO DE LAS
TRADICIONES Y COSTUMBRES RELIGIOSAS
DE COMÚN ACEPTACIÓN
No resulta claro si Sócrates en realidad se comportó como Platón lo describe,
puesto que solo uno de sus contemporáneos, Jenofonte (430- en torno a 354 a.C.),
también alumno de Sócrates, escribió en sus
obras Simposio, Apología y Memorabilia sobre el antiguo maestro. La Apología de
Jenofonte se diferencia de manera sustancial del diálogo homónimo de Platón en
que resulta menos literaria y dramática. Jenofonte presenta los hechos acontecidos
en la forma en que los recuerda; Platón presenta cada evento como una
oportunidad para enseñar y explorar algún aspecto del conocimiento aprendido.

La Apología de Platón muestra a Sócrates como un heroico filósofo que defiende sus
convicciones frente a la ignorancia y el prejuicio de las tradiciones y costumbres
religiosas de común aceptación. Meleto, Ánito y Licón, tres importantes
ciudadanos atenienses, acusan a Sócrates de irreligiosidad y de corromper a la
juventud debido a que les enseñaba a rechazar a los dioses de Grecia y a cuestionar
a sus mayores. En uno de los más famosos pasajes de la literatura filosófica
occidental, Sócrates rechaza los cargos, se niega a repudiar sus creencias, y
defiende la búsqueda de la verdad:

Hombres de Atenas, los honro y los amo; pero obedeceré a Dios antes que a
ustedes y mientras posea vida y fuerzas, jamás cesaré de practicar y enseñar la
filosofía, de exhortar a quien encuentre a que actúe igual que yo, y a convencerlo
expresándole: O, amigo mío, ¿por qué tú, que eres ciudadano de la grande,
poderosa y sabia ciudad de Atenas te preocupas tanto de atesorar mayor cantidad
de dinero y honor y reputación, y tan poco por la sabiduría y la verdad y el
mejoramiento del alma, cuestiones que nunca consideras ni atiendes en forma
alguna? ¿Es que esto no te causa vergüenza? Y si la persona con quien discuto
responde: «Pero sí me importa»; no me marcho, ni la dejo ir de inmediato; la
interrogo y la examino e insisto en mis preguntas, y si pienso que no posee
virtudes, sino que solo dice que las tiene, le reprocho que subestime lo importante
y sobrevalore lo insignificante. Y esto debo decir a todos con quienes me
encuentre, jóvenes y viejos, ciudadanos y extranjeros, pero sobre todo a los
ciudadanos, puesto que son mis hermanos. Pues según les haría saber, este es
un mandamiento de Dios: y creo que hasta el día de hoy el estado nunca ha
recibido mayor bien que el servicio que le presto al Dios. Porque no hago otra
cosa sino persuadirlos a todos, viejos y jóvenes por igual, a que no se ocupen de
sus personas ni de sus propiedades, sino ante todo y en mayor parte, que
atiendan al mejor perfeccionamiento de sus almas. Les digo que la virtud no
proviene del dinero, sino que de la virtud procede el dinero y todos los demás
bienes del hombre, tanto públicos como privados. Esto es lo que enseño, y si ésta
es la doctrina que corrompe a la juventud, mi influencia es verdaderamente
ruinosa. Pero si alguien alega que esta no es mi enseñanza, entonces dice
falsedades. De donde, O, hombres de Atenas, les digo, hagan lo que Anytus les
propone, o no lo hagan, y absuélvanme o no me absuelvan; pero sea lo que sea
que hagan, sepan que jamás modificaré mi actuación, aunque tenga que morir
numerosas veces. (29d-30c)

La Apología de Jenofonte no incluye este discurso, en vez de lo cual se centra en la


creencia de Sócrates de que su vida, según la había vivido en público, constituía
defensa suficiente, y presenta una versión muy llana del juicio y su secuela. El
relato de Platón, en el que aparecen un héroe bien definido y villanos trazados con
claridad, es más completo y mucho más dramático. También es de notar que el tipo
de tribunal ante el cual se juzga a Sócrates solo tenía jurisdicción para conocer de
delitos capitales de asesinato y de indiscutible irreligiosidad, tales como los casos
en que se imputaban cargos por profanación de templos o estatuas, o de
propugnar el ateísmo.

Tanto en el relato de Platón como en el de Jenofonte, Sócrates demuestra con


habilidad que no es culpable de irreligiosidad, en virtud de la «voz» que escucha
de los dioses, que lo dirigen en sus acciones y comportamiento, y de su asistencia
de manera continuada a los festivales religiosos. El cargo más serio, que no
constituía una ofensa capital en la Atenas del año 399 a.C., era el de corromper a la
juventud por medio de la práctica de la dialéctica. En consecuencia, la Apología de
Platón no debe considerarse una narración histórica, sino una obra literaria.

Los diálogos que tratan sobre los cargos imputados a Sócrates, el juicio, su prisión
y ejecución, Eutifrón, Apología, Critón y Fedón, que a menudo se publican en la
actualidad bajo el título de Los últimos días de Sócrates, se apegan al paradigma de
estructura literaria en que se reimaginan eventos reales. Como escritor en extremo
educado, Platón hace fuerte uso de la capacidad del lector de comprender las
alusiones a la mitología griega, a sus personajes y situaciones, y además apela a su
sentido del humor.

Aunque el Eutifrón de Platón constituye una investigación seria sobre el concepto


griego de eusebia, piedad, también puede leerse como el estudio de la personalidad
de un joven que con el propósito de impresionar a una persona de mayor edad que
la suya hace ostentación de unos conocimientos que era imposible que poseyera. El
personaje de Eutifrón proclama en forma altisonante disponer de una sapiencia
que resulta imposible que tenga, no solo para justificar su decisión de llevar a su
padre a juicio, sino además para alardear de su inteligencia ante un Sócrates más
mayor que él. La pieza es una jocosa obra maestra en miniatura que describe a un
filósofo muy frustrado que trata de obtener una respuesta directa del desorientado
joven Eutifrón, quien a la postre, para justificarse, alega no disponer de tiempo y
huye de la conversación.

El Critón, un estudio acerca de las leyes del estado y de la obligación de los


ciudadanos de cumplirlas, se desarrolla en la celda de Sócrates, donde solo se
encuentran presentes su viejo amigo Crítón y él. Incluso si se acepta la posibilidad
que Critón le hubiera relatado la conversación a Platón, el estilo de la narración
sugiere que se trata de una creación literaria. Lo mismo ocurre con el Fedón, la gran
defensa platónica sobre la inmortalidad del alma, en donde relata no haber
presenciado la muerte de Sócrates, por lo que a partir de uno de los discípulos del
maestro crea un personaje de ficción, Fedón, con el objetivo de narrar el evento. Se
dice que el verdadero e histórico Fedón acusó a Platón de inventar sus diálogos y
de poner sus propias palabras en boca de Sócrates, quien, por lo tanto, sería uno de
los personajes de ficción más famosos de Platón.

Las Leyes y la República de Platón analizan el estado ideal, y de manera alegórica, la


conducta apropiada del alma; otros obras, tales como Fedro e Ion discuten la
calidad de la literatura, la composición y la verdad. La famosa obra de Platón, El
Banquete, se centra en la verdadera naturaleza del amor, mientras que
en Menón examina el significado del aprendizaje y se pregunta si resulta posible
enseñar la virtud. En todos los textos mencionados, y en muchos otros, el filósofo-
héroe Sócrates lucha contra las fuerzas del conocimiento establecido y atrincherado
para invitar a otros, entre ellos al lector, a que participen en el diálogo y a
cuestionar lo que cree que saben, lo que se les ha enseñado, y a partir en una
búsqueda personal de la sabiduría con una mente abierta y un propósito firme.

Conclusión
Platón escribió 35 diálogos y 13 cartas antes de morir, obras que constituyeron una
enorme contribución a la formación de la filosofía, la cultura y la religión
occidental, cuyo énfasis se centraba en la inmortalidad del alma y la existencia de
un reino de verdades objetivas que debían reconocerse para poder llevar una vida
de bondad. El gran filósofo del siglo XX Alfred North Whitehead considera que
toda la filosofía occidental apenas constituye una nota a pie de página a la obra de
Platón, debido a la influencia que sus escritos han tenido sobre la totalidad de los
pensadores que le siguieron.

Esta influencia se hace muy aparente en el diálogo más famoso de Platón,


la República. El profesor Forrest E. Baird escribe: «Existen pocos libros en
la civilización occidental que hayan tenido el impacto de la República de Platón;
aparte de la Biblia, quizá ninguno otro» (68). Esto no solo se debe a los conceptos
que Platón explica en la República, sino además a la forma en que construye el
diálogo para involucrar al lector en las conversaciones y razonamientos de los
personajes. El estilo de la narrativa de Platón en los Libros I-X de la República lleva
al lector a recorrer la organización de una sociedad ideal y justa, que constituye
una alegoría del estado más perfecto del alma individual.

El Libro I de la República comienza con una discusión sobre la justicia y termina


con una ilustración del concepto mediante el empleo de un relato sobre el guerrero
Er (Ur), que muere, confirma la existencia de la vida después de la muerte y
retorna para contarles a los demás en el Libro X acerca de la importancia de la
justicia; en el intervalo, se describen los detalles acerca de lo que significa una vida
justa, los cuales se examinan y aclaran. La obra se desarrolla como un drama, con
los mismos conflictos, creciente acción y desenlace que puede leerse en
Shakespeare, Shaw, Pinter o Stoppard.

Los conceptos relacionados con el estado del alma, la naturaleza de una vida de
bien, el significado de calidad y justicia, y la búsqueda honesta de la verdad se
desarrollan con el mismo estilo artístico en los demás escritos de Platón. El joven
Platón pudo haber quemado sus poemas y obras iniciales antes de ir en pos de
metas filosóficas, y quizá aquellas no fueron más que esfuerzos juveniles que no
deseó preservar, pero su talento artístico resulta evidente en las obras que escribió
después, las cuales, de manera literal, transformaron el mundo que había dejado
atrás.

Preguntas y respuestas
¿Era Aristocles el verdadero nombre de Platón?
El escritor del siglo III Diógenes Laercio afirma que el verdadero nombre de
Platón era Aristocles y que «Platón» era un apodo. Los académicos de la
actualidad, en específico el profesor Robin Waterfield, han rebatido tal
afirmación. El verdadero nombre de Platón era Platón.

¿Por qué se considera que Diógenes Laercio es una fuente poco confiable en lo
que respecta a Platón?
A menudo se considera que Diógenes Laercio es poco confiable debido a
que no citaba sus fuentes, por lo que muchas de sus afirmaciones no pueden
corroborarse.

Si Diógenes Laercio es una fuente tan dudosa, ¿por qué los académicos lo citan?
Los académicos continúan citando a Diógenes Laercio porque algunos de
sus pasajes pueden corroborarse y otros ofrecen indicios acerca de posibles
hechos acaecidos en la vida de algunos de sus personajes.
¿Existen aún algunas de las obras poéticas o dramáticas de Platón?
No. Supuestamente, Platón quemó todos sus primeros desarrollos literarios
al decidir ir en busca del estudio de la filosofía y convertirse en alumno de
Sócrates.

Bibliografía
 Baird, F. E. Philosophic Classics, Volume I - Ancient Philosophy.  Routledge, 2017.
 Plato (Benjamin Jowett Translation). Plato's Republic. Harvard University Press, 2013.
 Plato (Benjamin Jowett Translation). The Collected Dialogues of Plato. Princeton University
Press, 2005.
 Plato and his dialogues : homeAccessed 1 Dec 2016.
 The Apology of Socrates by XenophonAccessed 19 Mar 2020.
 The Lives and Opinions of Eminent Philosophers by Diogenes LaertiusAccessed 19 Mar 2020.
 Various Authors. The Encyclopedia of Philosophy Volumes 5 and 6. Macmillan Publishing Co.
& The Free Press, 1972.
 Waterfield, R. Athens: From Ancient Ideal to Modern City - A History. Basic Books, 2004.
 Waterfield, R. Plato of Athens: A Life in Philosophy. Oxford University Press, 2023.
 Xenophon. The Whole Works of Xenophon. Andesite Press, 2015.
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Sobre el traductor

Waldo Reboredo Arroyo


Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de
distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana.
En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y ex-profesor de filosofía a tiempo
parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha
viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y
filosofía.

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