El Mexicano
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El Mexicano
Matrícula: 2239053945
Nombre del Asesor: Mtro. Fernando Murillo Rendón.
Nombre del curso: Epistemología
Actividad: El Mexicano: hijo de la chingada y el padre ausente.
Fecha: 10 - 12 - 2022
El Mexicano: Hijo de la chingada y el padre ausente.
Una reflexión sobre nuestras influencias etnológicas y nuestro comportamiento, un
análisis de la chingonería que tanto nos enorgullece y el apego a malos hábitos
producto de la violación y el abandono.
Porque sentimos estas sensaciones de haber sido engendrados por un padre que
solo se aprovecho, engaño y ultrajo, el porque del desprecio, hacia la madre que a
partir del ultraje nos acoge y nos rechaza, y así, la amamos, y a la vez la
lastimamos.
Y así, el mexicano se ve en medio de la peor pesadilla que un niño puede tener, “el
abandono de sus padres” y entonces como mecanismo de defensa creamos una
identidad que nos proteja y nos saque del abandono en que estamos, y nuestro
caparazón para protegernos de todo lo que nos puede hacer vulnerables, gira
entonces, alrededor como lo plantea Octavio Paz en su libro: “El laberinto de la
soledad”, y en la lectura “Los hijos de la Malinche” gira entorno a la chingada, que
la podemos entender desde su forma verbal: chingar, hasta su adjetivo: chingon.
Los chingones que nos estacionamos donde no esta permitido, pues al cabo que
tanto es tantito, Somos chingones para ignorar reglamentos, cruzamos por donde
nos da la gana, rodamos por la banqueta, nos apropiamos de todos los carriles,
aceleramos con la luz amarilla, damos mordida a la menor oportunidad,
construimos en la vía publica, como buenos chingones contamos que pagamos
menos por lo que nos pedían. Y quien no ha sido el chingon que un día paga un
boleto al doble o al triple de su valor en reventa y al otro, regatea el precio del
trabajo y talento de nuestros artesanos.
Somos bien, pero bien chingones porque dejamos un basurero a nuestro paso, para
que los de servicios públicos tengan trabajo, porque tiramos una, dos, tres, miles
de colillas en la calle. Eso si que nadie lo haga en nuestra casa o arde Troya.
En pleno siglo XXI somos bien chingones, porque aún somos clasistas, machistas,
racistas, y en muchos casos malinchistas. OK, hagamos una pausa chingona.
Somos ultrachingones defendiendo a madres, hijas, hermanas y esposas, pero al
mismo tiempo, manoseamos a otras mujeres, o las desvestimos con la mirada, las
piropeamos con frases ofensivas y libidinosas, sin importar que se sientan
incómodas.
Las chingonas pelean por su derecho a la igualdad, eso sí sin renunciar a que el
“hombre” les abra la puerta, a que les pague la cuenta, o que les cargue la bolsa,
porque ese es su deber. Que chingona soy.
Somos los chingones que exigen una educación de calidad, los mismos chingones
que permitimos a nuestros hijos decir: “El indio ese”, “la vieja esa”, “el mongol”,
“el joto ese”, “la gorda esa”, “heee… puto”, como si el físico, el sexo, la orientación
o condición de vida definiera a las personas.
Nos indigna más un penal, que no fue penal, que la desigualdad, el hambre, o el
abandono de los nuestros. Eso es de verdaderos chingones.
Y de pensar bien las cosas, El día que dejemos de creer que somos chingones por
chingarnos a los demás, ese día seremos chingones de verdad.
Y entonces debemos parar, buscar y apoyar los liderazgos que nos lleven a
construir los nuevos y renovados rasgos de la nueva sensibilidad del mexicano,
reconstruirnos nuevamente, pues ya hemos tenido oportunidades para
deconstruirnos y renacer con lo mejor de nuestro pasado, nuestro presente y
alcanzar a formular una identidad de un nuevo mexicano, uno que amalgama y
abraza todo lo que fue, lo que es, y que busca reconciliar para avanzar a una
sociedad mas justa, equilibrada y progresista.
¿Lo lograremos?