Apuntes de Metafisica
Apuntes de Metafisica
Apuntes de Metafisica
Considero oportuno explicar en esta pregunta que Aristóteles trata de solventar la dificultad de la equivocidad del ser
apelando a una división de tipos de homonimia, es decir, si bien ha quedado claro que se aplica la homonimia como
una falta de unidad entre el nombre y los significados. Sin embargo, debemos tener en cuenta si esta homonimia es
“natural e inevitable” y “otra accidental” (Aubunque 1981), a pesar de esta distinción, la homonimia debe ser superada
ya que la multiplicidad de significados invalida el hecho de significar una sola cosa, y, por lo tanto, si no significa una sola
cosa, no significa nada, desvirtuando por completo el dialogo. Para superar la homonimia, Aristóteles propone ser más
laxos a la hora de analizar la homonimia, a lo que propone que, dentro de la homonimia y su falta de unidad, hay cierta
unidad. Esto lo explica argumentando que de igual manera que el término “sano se dice en todos los casos en relación
con la salud — de lo uno porque la conserva, de lo otro porque la produce, de lo otro porque es signo de salud, de lo
otro porque ésta se da en ello...” (Aristóteles. and Calvo Martínez 1994) Esto permite, según Aristóteles, que haya una
cierta unidad, aunque esta sea más débil que la univocidad o sinonimia. Este ejemplo supone la respuesta o intento de
solventar el problema de la homonimia, permitiendo que haya cierta unidad dentro de esta, puesto que de una manera
u otra se encuentra cierta unidad dentro de “lo que es”- explica Tomas Calvo- al estar basado “en la referencia o relación
de sus distintos sentidos a uno y el mismo principio” (Aristóteles. and Calvo Martínez 1994). Si bien Pierre Aubunque
hace referencia a que esto supone la superación de las dinámicas sofistas, es decir, argumenta que “sobre la pluralidad
de las significaciones de una palabra se apoyan la mayoría de los argumentos sofísticos”(Aubunque 1981) y no soy nadie
para contradecir la conclusión de Aubunque, sino que creo que el proyecto de Aristóteles de luchar contra la propiedad
homónima del ser para poder así rebatir a los sofistas, produce también una solución para situaciones de violencia
epistémica, es decir, tanto la epistemología como el proyecto de Aristóteles tuvieron y tienen el propósito de designar un
referente a los distintos significados, y esto, al menos en mi lectura, se explicita en el siguiente fragmento: “pero el Ente
se dice en varios sentidos, aunque en orden a una sola cosa y a cierta naturaleza única, y no equívocamente”(Aristóteles.
and Calvo Martínez 1994. pág.162), permitiendo así, y validando, de cierta manera la univocidad de las palabras dentro
de los diálogos (aunque todo esto se complica acorde a la profundidad de las reflexiones de la epistemología entorno al
acceso privilegiado a los estados mentales de los otros sujetos)
Una palabra que tenga significado para el que la dice y para el que la escuche, de esta manera habrá algo ya determinado,
es decir, el principio de no contradicción reafirma su validez. Esto determinado se refiere a que las palabras tienen un
único sentido, pues si tienen muchos significados, estas no tienen nada. En conclusión, hablar es admití que las palabras
tienen un sentido. Y así el que habla, lo quiera o no, lo diga o no, admite eso. Hablando, a dimite que sus palabras tienen
un sentido
▪ Diferencias entre naturalismo y convencionalismo
Es menester, primero, reconocer que la originalidad de Aristóteles radica en haber elaborado una teoría de la
significación, es decir, del espesor que separa al lenguaje de lo referido por el: la referencia del discurso a las cosas esta
mediada por la significación. Las palabras son símbolos que no se refieren directamente a la realidad, sino
indirectamente, es decir, a través de los rasgos diferentes entre simbol y signo.
“Los sonidos emitidos por la voz son símbolos de los estados del alma, y las palabras escritas, símbolos de las pablaras
emitidas por la voz. Y así como la escritura no es la misma en todos los hombres, tampoco las palabras son las mismas,
aunque los estados del alma de los cuales estas expresiones son signos inmediatos sean idénticos en todos, como
también son idénticas las cosas de las cuales son imágenes estos estados”
Es importante matizar estas cuestiones puesto que pueden verse desde dos posiciones: desde una perspectiva
naturalista como la que propone antistenes o una posición convencionalista como la que propone Gorgias. Atendamos
primero la postura naturalista: esta postura reconocer que no es posible contradecir, ni mentir ni equivocarse; el
lenguaje no es una sola cosa con el ser que expresa, y el verbo legein es así empleado en su uso transitivo: hablar es
nombrar. No es hablar de algo ni hablar de alguien, sino fundamentalmente decir algo. Toda predicación es
tautológica y existe así una herencia natural entre las palabras y las cosas. Siendo esta posición la de Crátilo en el
dialogo platónico del mismo nombre. El lenguaje es, pues, una sola cosa con el ser.
Por otro lado, la postura convencionalista y de la que sería un claro representante Gorgias. Este último sostiene que
nada existe; si existiera, seria incognoscible; si pudiera conocerse, seria incomunicable. El lenguaje es una cosa entre las
cosas y no es posible que trascienda su propia naturaleza en dirección a otra cosa más allá de él. Las palabras no
comunican realmente nada y hablar es ligar de manera caprichosa y convencional un ser (la palabra) a otro ser (la
cosa).
Ambas posiciones vienen a reflejar lo mismo: no hay distancia entre el ser y lenguaje. En un caso el lenguaje es el ser,
en el otro el lenguaje es un ser. Sin embargo, las palabras no son las cosas, no dicen las cosas; pero las refieren las
muestran, las evocan: siendo ellas mismas, evocan otra cosa distinta. Esa función expresiva de las coas no sería posible
sin el reconocimiento de la distancia entre el lenguaje y el ser, de la importancia del plano intermedio del sentido. Ese
es justamente el mérito de Aristóteles.
▪ Las condiciones de posibilidad de la comunicación (Fundamentación ontológica del PNC y El fundamento
teológico del PNC)
Si alguien habla y al mismo tiempo niega la validez del principio de no contradicción comete una petición de principio.
Además, pone en evidencia un desacuerdo radical entre lo que dice y lo que hace, cometiendo una contradicción
performativa, evidente conflicto que tiene lugar en el plano de los hechos y de las intenciones humanas que se
manifiestan en el diálogo, en la comunicación. La esencia del discurso es la significación.
Si el diálogo es posible es porque tiene un fundamento objetivo, la esencia. Si las palabras tienen un sentido es porque
las cosas tienen una esencia. El principio de no contradicción tiene un alcance lógico y ontológico y su estudio compete
también a la ciencia de lo que es en tanto que algo que es. Este principio da cuenta del lenguaje humano. En este
punto está la argumentación trascendental, pues sirviéndose de un procedimiento o de análisis regresivo pone de
relieve lo que en esencia son las condiciones de posibilidad de la comunicación.
Si los hombres se comunican, lo hacen dentro del ser y así el ser es un presupuesto indispensable de la comunicación,
del lenguaje. Todo lenguaje es una ontología, pero la ontología no puede prescindir del lenguaje. Una ontología como
ciencia puede y debe proponerse la tarea de establecer el conjunto de las condiciones a priori que permiten a los
hombres comunicarse: estudiar los axiomas comunes, cuyo sistema seria la ontología equivaldría a algo así como una
axiomática de la comunicación. Principios onto-lógicos de lo que es. La ontología tiene que hacerse cargo del examen
de las distintas significaciones de la palabra humana sobre el ser y del hecho no menos importante de que la
comunicación se funda en la existencia de unidades objetivas de significación que Aristóteles llama esencias. La
reflexión final es que si las palabras tienen un sentido es porque las cosas tienen una esencia. La vertiente teológica
viene de ¿Qué es aquello que permanece el mismo, idéntico a sí mismo? La entidad, en general, pero especialmente la
Entidad Primera, aquello que es Acto puro sin mezcla ni potencia. Luego, el principio de no contradicción se cumple
perfectamente en Dios y es a la filosofía primera o teología a la que corresponde su estudio. De ahí se deduce la triple
vertiente lógica, ontológica y teológica del principio de no contradicción.
LA AFECTIVIDAD COMO MODO DE SER
3.1. Los existenciarios y las categorías
Por un lado, Aristóteles, en el catálogo que realiza de las categorías, tiene un lugar reservado para la pasión, entendida
como afección, es decir, como modificación de un ente, que es lo afectado, y opuesta a la acción. En todo caso se trata
de una modalidad de ser que, junto a otras, compone el conjunto de las formas últimas de predicación, esto es, de
atribución de un predicado a un sujeto. Tales son los géneros supremos o modos de ser. Por otro lado, Heidegger
eleva la afectividad al rango de un existenciario en su ontología fundamental. La afectividad es el modo de ser de la
existencia, y si la ontología clásica llama “categorías” a los distintos modos de ser, la ontología fundamental de
Heidegger denomina “existenciario” a ese modo de ser de la existencia que es la disposición afectiva. Y las formas
constitutivas o existenciarios del Dasein son: la disposición afectiva (Befindlichkeit), el comprender (Verstehen) y el
discurso (Rede).