5 Absceso Epidural

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Capítulo 4. 1.

Infecciones agudas
del sistema
nervioso central
5. ABSCESO
EPIDURAL

5. 1. INTRODUCCION

Proceso infeccioso localizado entre la capa más externa de las


menínges, la duramadre, y el cráneo o la columna vertebral
adyacente. En el interior del cráneo, el absceso epidural casi
siempre es una lesión claramente delimitada y acompañada de un
foco local de osteomielitis, mientras que a nivel espinal suele
ocupar varios segmentos vertebrales y no siempre se acompaña de
osteomielitis.

5. 2. ABSCESO EPIDURAL INTRACRANEAL

La mayoría de los casos son secundarios a sinusitis frontal, aunque


también se asocian a craniotomía previa (68) y mastoiditis. Se
localiza más frecuentemente a nivel frontal y casi siempre con
datos de osteomielitis de la pared interna del seno frontal. Puede
presentarse asociado a empiema subdural, meningitis,
tromboflebitis séptica y/o absceso cerebral.

5. 2. 1. Manifestaciones Clínicas

Suelen sobreañadirse a las del proceso infeccioso desencadenante.


Generalmente, el absceso epidural produce fiebre persistente y
cefalea localizada que posteriormente se generaliza. La presencia
de crisis convulsivas o déficits focales debe hacer sospechar la
existencia de una complicación intracraneal asociada,
especialmente un empiema subdural.

5. 2. 2. Diagnóstico

Debe establecerse la sospecha de este proceso, en todo paciente


con infección de senos u oido medio que presenten persistencia de
la hipertermia y cefalea marcada que incluso ocasiona postracíon.
La TAC o la RNM de cráneo confirmará el diagnóstico mediante
el hallazgo de una área hipodensa periférica bien delimitada, al
mismo tiempo que puede mostrar alteraciones óseas adyacentes
compatibles con osteomielitis.

5. 2. 3. Tratamiento

Consiste en antibioterapia y drenaje quirúrgico. La cobertura


antibiótica inicial, mientras se dispone de resultados
microbiológicos, debe dirigirse contra estreptococos aerobios y
anaerobios y contra staphylococcus aureus, al igual que en el
empiema subdural (Tabla 20). El drenaje quirúrgico puede
realizarse mediante trépanos, junto con drenaje externo del seno
paranasal responsable. En los casos de osteomielitis extensa de la
pared posterior del seno frontal, puede estar indicado la ablación
del seno junto con el drenaje del absceso epidural. La craniotomía
debe reservarse para los casos asociados con otras colecciones
intracraneales (58).

5. 3. ABSCESO EPIDURAL ESPINAL

5. 3. 1. Etiología y Patogénesis

Se origina por extensión directa o por diseminación a partir de un


foco infeccioso lejano. El primer mecanismo se registra en casos
con osteomielitis vertebral, úlceras de decúbito o tras cirugía de
columna, punción lumbar o anestesia epidural. El segundo
mecanismo de producción se puede registrar en procesos
infecciosos orofaríngeos, cutáneos, de tejidos blandos, de tracto
urinario, respiratorio y endocarditis. También se registra en
infecciones relacionadas con cateteres vasculares y en personas
adictas a drogas por vía parenteral. Staphylococcus aureus es el
germen causal más frecuente, seguido de los bacilos aerobios
gram-negativos. Otros gérmenes ocasionalmente implicados son
los estreptococos y los estafilococos coagulasa-negativos. En la
actualidad, cada vez se localizan más abscesos epidurales en la
columna lumbar, mientras que anteriormente la región dorsal era
las más afectada. Este cambio puede deberse a un incremento del
número de procedimientos espinales en los últimos años, la
mayoría de los cuáles se realizan en la región lumbar (69). Los
abscesos epidurales de localización cervical son los menos
frecuentes, aunque son especialmente agresivos al asociarse con
gran frecuencia (74% de lo casos) con compresión medular (70).
El absceso puede formarse tanto en la porción posterior como en
la anterior del espacio epidural espinal. Los abscesos posteriores
se extienden axialmente con más facilidad que los anteriores,
debido a la firme unión de la duramadre al hueso y los ligamentos
en el espacio espinal anterior. La extensión del absceso epidural
suele ocupar cuatro o cinco segmentos vertebrales, aunque puede
extenderse a lo largo de gran parte de la columna. La infección
epidural puede producir lesión de la médula espinal directamente
via compresión mecánica o indirectamente como resultado de una
invasión del plexo venoso espinal.

5. 3. 2. Manifestaciones Clínicas

El absceso epidural espinal es más frecuente en los hombres y


puede presentarse a cualquier edad, aunque se registra más en
personas mayores de 50 años (69, 71). El cuadro clínico se suele
caracterizar por fiebre, dolor vertebral y déficit neurológico. Puede
desarrollarse en pocas horas o días o a lo largo de varias semanas.
La mayoría de los abscesos presentan cuatro fases clínicas: 1ª)
dolor vertebral focal, 2ª) dolor radicular, 3ª) déficit motor,
sensitivo y/o alteración de esfínteres, y 4ª) parálisis (Tabla 23). El
incremento del dolor con la percusión de las apófisis espinosas
suele ser un signo clínico característico. Cefaleas y rigidez de nuca
puede acompañar al cuadro clínico en la 2ª fase. La progresión
clínica desde esta fase hasta la parálisis puede ser rápida. La
sospecha diagnóstica debe establecerse en todo paciente con dolor
de espalda localizado y sintomas radiculares, especialmente
cuando existe evidencia de un foco infeccioso. En ocasiones los
pacientes no presentan fiebre, especialmente si han estado
tomando fármacos anti-inflamatorios no esteroideos o corticoides
con anterioridad (72).

5. 3. 3. Diagnóstico

La radiología simple de la columna puede mostrar la presencia de


un foco de osteomielitis, pero también puede ser normal. La RNM
es la técnica diagnóstica de elección, ya que permite visualizar la
médula y el espacio espinal tanto en cortes transversales como
sagitales. Igualmente, permite descartar la presencia de
osteomielitis, lesiones intramedulares o infección de los espacios
articulares. El empleo de gadolinio como contraste aumenta la
utilidad diagnóstica de esta técnica 73. En aquellos casos en que
no se disponga o no se pueda realizar una RNM, la TAC tras
inyección intratecal de material de contraste es una técnica
diagnóstica válida por su alta sensibilidad (69).

5. 3. 4. Tratamiento

Debe instaurarse tan pronto se realice el diagnóstico y consiste en


laminectomía descompresiva, drenaje del absceso y antibioterapia
con cobertura inicial dirigida contra staphylococcus aureus y
bacilos aerobios gram-negativos. En los casos en que coexiste
destrucción vertebral importante, debe plantearse la necesidad de
fijación posterior de la columna para evitar inestabilidad de la
misma (74). Ocasionalmente se han conseguido buenos resultados
con tratamiento no quirúrgico (75, 76, 77). Esta opción puede
considerarse en pacientes con absceso lumbar sin compresión
neural y con aislamientos microbiológicos obtenidos a partir de
cultivos apropiados (sangre o espacio epidural), aunque la
aparición de signos clínicos de compresión neural debe obligar a
descompresión quirúrgica urgente (71). El tratamiento mediante
drenaje percutaneo bajo control fluoroscópico, también se ha
realizado con éxito en algunos casos de abscesos localizados en el
espacio epidural posterior (78).

El pronóstico de recuperación funcional neurológica está en


relación con la fase clínica en la que se encuentra el paciente
cuando se instaura el tratamiento apropiado (79). Una
recuperación funcional completa se puede obtener en aquellos
casos que sólo presentan dolor vertebral focal o radicular. Cuando
la parálisis se establece durante más de 24 horas antes del
tratamiento, el déficit suele ser irreversible.

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