Analisis de Coyuntura 2

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GEOPOLÍTICA, CRISIS, GUERRA Y NUEVO ORDEN

I Geopolítica y poder

Formalmente la geopolítica se fue perfilando como disciplina “científica” entre fines del siglo XIX e
inicios del siglo XX. Geografía, historia, antropología y política, entre otras áreas del conocimiento,
se conjugaron tomando como referencia al Estado, a sus intereses y las vías para hacer realidad sus
procesos de expansión y dominio. Sobra decir que los más destacados exponentes de las teorías
sobre la geopolítica provenían de países que aspiraban a ocupar un lugar de primer nivel en los
procesos de dominación mundial. Suecia, Alemania y Estados Unidos fueron los países de origen
de las primeras formulaciones explicitas sobre geopolítica.

El uso de los conocimientos geográficos, económicos, políticos, militares y aún antropológicos,


como medios para la salvaguarda y la dominación estatal, arrancó mucho antes de que esas
disciplinas fueran instituidas como tales. El pensamiento geopolítico y geoestratégico fue propio de
los organismos estatales y de las
“élites” que aparecieron en las “Civilizaciones Madre”; conocimientos que se perfeccionarían por
los grandes “imperios”. Resulta evidente que el pensamiento geopolítico y geoestratégico es
común a todo Estado, a sus procesos de gestación, expansión y consolidación. Es posible
encontrarlo, en Egipto hace más de 5 mil años o en la Mesopotamia, la India, China, los Andes y
Mesoamérica. Sociedades con fuertes derivaciones comunitarias pero que contaban con cuerpos
sociales estratificados y estructuras estatales centralizadoras y expansivas.

También podemos referirnos a otros casos, más cercanos a la cultura europea; desde Aníbal Barca,
pasando por Roma, hasta la expansión colonialista de Europa con Portugal, España, Inglaterra y los
Estados Unidos. Los juegos de estrategia y las reflexiones sobre la guerra y los dispositivos político-
militares surgieron mucho antes del “Renacimiento” y de la “Modernidad Occidental”. Por ejemplo,
el Chaturanga surgió alrededor del siglo VII a.C. en la India y de ahí se expandió como Xiangqui en
el siglo VI a.C. en China y posteriormente a Persia y al “Mundo Árabe”. Otro ejemplo notorio es el
Arte de la Guerra escrito por “Sun Tzu”, el cual pudo haber sido redactado entre los años 722-481
a.C. En Occidente llega el ajedrez hasta el siglo IX d.C. con los árabes en “España” y que precedió a
la versión final nacida en el siglo XV. Toda esa cultura sobre los dispositivos y los juegos de poder
estatal y comercial, usando la geografía y las disciplinas que se fueron configurando como
científicas se catapultó en las sociedades burguesas.

El proceso de configuración de la hegemonía europea está conectado con la dominación de África


y de lo que hoy es “América”, que tuvieron sus antecedentes en las “Cruzadas” y la “Reconquista”.
El mundo pudo ser visualizado de conjunto y los movimientos de expansión comercial y militar
fueron representados a través de la “Cartografía”, sobre planos y coordenadas. Los funcionarios
estatales, los grandes comerciantes, la aristocracia, el Alto Clero y aún los intelectuales, accedían al
cosmos y al planeta a través de mapas. El estudio de las costumbres y perfiles nacionales, el
impacto de los climas en la vida cotidiana y particularmente en los negocios del Estado, de las
jerarquías eclesiásticas y de los empresarios paso a ser un lugar común en la nueva clase dirigente.

Geopolítica y poder

El pensamiento político-militar encontró carta de naturalización en el naciente


“Orden Mundial”. El tema del poder estatal, económico y cultural atravesó al conjunto de las élites;
algunos personajes representativos del “Nuevo Orden”, entre los siglos XV y XVIII, fueron Enrique
el Navegante; Nicolás Maquiavelo; Isaac Newton y Emanuel Kant. La geopolítica y la geoestrategia,
que es una de sus ramas, asume el estudio de la geografía, la historia y la política desde una lógica
de poder del Estado, la Nación y la Clase. Ante ello toda visión que renuncia a la lucha por el poder
resulta ingenua, carece de armas materiales e intelectuales frente a la rueda implacable de la
historia.

Por razones de presentación académica y social, la Geopolítica en sus inicios fue mostrada como
un ejercicio neutro, ajeno a quienes instrumentalizan el conocimiento con fines de dominación
política, cultural o económica. Como se sabe, la pretendida objetividad científica va de la mano de
una supuesta neutralidad social, de la aparente distancia entre las universidades con respecto al
Estado, los partidos y las empresas privadas, sean estas clericales o no. Sin embargo, no existe la
geopolítica sin la geoestrategia, es decir, sin proyectos de poder, sean estos para la dominación o
para la fraternidad, la cooperación y la solidaridad. Incluso, los últimos también están revestidos de
relaciones de dominación, contra estados, clases, pueblos o naciones enemigas. En el estudio
geopolítico y geoestratégico, el tema de los amigos, los aliados y los enemigos siempre está
presente al igual que la cuestión de la fuerza en todas sus manifestaciones. De modo tradicional la
geopolítica se asume como el estudio de la vida y la historia de los pueblos en relación con el
territorio geográfico que ocupan y los factores económicos y raciales que los caracterizan. Así, la
geopolítica estudia los efectos de la geografía humana y la geografía física sobre la política y las
relaciones internacionales. Es entonces, un método de estudio para entender, explicar y predecir el
comportamiento político internacional.

Desde una perspectiva puramente neutral, la geopolítica se nutre de la historia, las relaciones
internacionales, la geografía política, la ciencia política, la sociología y la antropología. En esa
dirección, la geopolítica es una especie de “interciencia” que no puede abstenerse de incluir el
“Arte de la Guerra” y de expresar posturas políticas relacionadas con las diversas corrientes
políticas, liberales o comunistas de diverso signo. Además, por su origen, no puede desprenderse
de las intenciones colonialistas y supremacistas que le dieron vida. La geopolítica la fundó el
geógrafo sueco Rudolf Kjellén en 1899. En su libro Introducción a la geografía sueca, expuso los
rudimentos básicos de la misma. En 1916 en otro libro: El Estado como forma de vida utilizó por
vez primera el término geopolítica. Otro fundador fue el geógrafo alemán Friedrich Ratzel quien
introdujo la idea de que un Estado es un órgano vivo que debía crecer, expandirse o morirse dentro
de
“fronteras vivientes“ que son dinámicas y sujetas al cambio. Su obra Politische Geographie trata de
las “Leyes del crecimiento de los Estados”.

El estadounidense Alfred Thayer Mahan postuló la importancia estratégica del dominio naval como
clave para la dominación mundial “Quien domine el mar domina el comercio mundial; quien
domine el comercio mundial domina el mundo”. Lo cual tiene directamente relación con el papel
que jugó la navegación de gran calado y a distancia en la expansión de Europa y sus éxitos
coloniales. Destacan en ese proceso países como Portugal, España, Holanda, Francia e Inglaterra,
entre otros. Sus historias de piratería y despojo fueron consideradas como heroicas por sus
gobiernos y por buena parte de sus poblaciones. Más acá, el papel de la flota estadounidense y el
despliegue de sus bases militares, se muestra con el ejemplo más relevante.
En 1904, el inglés Halford John Mackinder, desarrolló la tesis denominada El pivote geográfico de
la historia, de la cual se desprendió la teoría del Heartland (“Corazón Continental”) o “área pivote”
(situada en el territorio de Rusia y de las antiguas Repúblicas soviéticas). A partir del siglo XV, con el
desarrollo de la navegación, un medio de expansión más rápido y eficaz, las potencias europeas
también ganan en penetración terrestre. Lo cual se potenció con la llegada del ferrocarril. Este
nuevo medio de comunicación acortaba el tiempo de desplazamiento de ejércitos y productos, y
aumentaba la capacidad de transporte entre un punto y otro, especialmente en sitios alejados del
mar. Según Mackinder, sólo una potencia terrestre y una potencia marítima, podrían tomar el
control del Heartland. Quien controlase el Corazón Continental, controlaría el “cinturón interior”,
zona que comprendía el resto de la Europa y Asia continental, y quien controlase ese cinturón
interior, probablemente acabase controlando el “cinturón exterior”, que venía a ser el resto del
mundo.

En Alemania, a principios del siglo XX, Karl Haushofer modernizó la geografía política, utilizándola
como instrumento que justificaba la expansión territorial de Alemania durante el Tercer Reich;
desarrollando las teorías de Ratzel del “espacio vital” (“Lebensraum”). Dicha teoría fue asumida
por Adolf Hitler, entre otros políticos, empresarios, intelectuales y militares. El supremacismo racial
y el programa de expansión colonial hacia los países del Centro de Europa y la Unión Soviética, fue
un ingrediente básico de esa teoría que dominó en la geopolítica alemana. Algunos antecedentes
los podemos encontrar en las teorías del “Destino Manifiesto” estadounidense y en su “Doctrina
Monroe” que desembocaron en la teoría de la “Guerra Preventiva” de George W Bush. Otros
ejemplos similares los encontramos en las políticas del Estado israelí o en las del Estado
colombiano. Países como Rusia, China y Japón dieron también gran importancia al análisis
geopolítico durante los años 1930 y 1940 y después como camino para alcanzar un poder global

En la década de 1970, apareció una “nueva corriente”: la Geopolítica Crítica. De la que sobresalen
dos expresiones: la escuela francesa encabezada por Yves Lacoste, quien publicó: La geografía: un
arma para la guerra; y, la corriente inglesa con Peter Taylor, con la obra Geografía política:
economíamundo, EstadoNación y localidad. Entre otros autores situados más allá de la visión
academicista, está Alexander Seversky, de origen estadounidense, quien en su obra Poder aéreo:
clave para la sobrevivencia sostuvo que, por eficiencia y rapidez, el poder aéreo tiene mayor
importancia que el terrestre y el marítimo:
“quien logre la supremacía aérea obtendrá el poder global”; lo cual no pudo hacerse realidad en la
“Guerra de Vietnam” y en otros conflictos más recientes. En tanto, Nicholas Spykman, postuló en
su obra Estados Unidos frente al Mundo
(1942), que “quien logre el control de las áreas periféricas o Rimland del continente Euroasiático
gobernaría Eurasia”. Actualmente, algunos de los autores más destacados de esta corriente de
pensamiento geopolítico son: Yves Lacoste, Peter Taylor, Colin Flint, John Agnew, Christopher
Chase-Dunn, Michael Hardt,
David Harvey, Antonio Negri, Immanuel Wallerstein y Heriberto Cairo Carou. Enero

La geoestratégia es un subcampo de la geopolítica que estudia y relaciona problemas estratégicos


militares con factores geográficos y recursos de un país con sus objetivos geopolíticos. Los
geoestrategas, a diferencia de los geopolíticos, abogan por estrategias proactivas, y el enfoque de
geopolíticas desde un punto de vista nacionalista. Mientras que la geopolítica supuestamente es
neutral, examinando las características geográficas y políticas de diversas regiones; la geoestratégia
implica la planeación operativa, asignando los medios para alcanzar metas nacionales o asegurar
activos de importancia militar o política.

La geopolítica se ha complejizado de tal manera que hoy se habla de la dimensión mental y de los
mapas de poder derivados del control de los medios de comunicación y de la construcción de
narrativas que operan como disputa cultural. Las geografías, o territorios culturales y mentales, se
han convertido en un campo de guerra. La frase de “ganar la mente y los corazones” de las
poblaciones en disputa, ha cobrado mayor relevancia en un contexto en que las teorías
“constructivistas” suponen que las identidades humanas y sociales son construcciones sociales que
no están fatalmente determinas por estructuras puramente biológicas, económicas o geográficas.
Las tecnologías actuales relacionadas con el “ciberespacio” con sus plataformas digitales han
facilitado la disputa por las mentes en una lógica de persuadir e imponer el poder de los centros de
poder político, económico y cultural. Las tesis posmodernas sobre la posverdad y la construcción o
reforzamiento de identidades particulares tienen mucho que ver con las acciones de los cuerpos de
inteligencia y seguridad de las grandes potencias. En las disputas “Occidente”- “Oriente”, la
geopolítica de la mente es una de las dimensiones fundamentales de las guerras por la supremacía
mundial y regional.

Podemos decir que en el Continente Americano se enfrentan principalmente tres visiones


geopolíticas y geoestratégicas: la estadounidense-canadiense; la brasileña y la bolivariana. En la
primera, la región “latinoamericana y caribeña” es un subregión mundial de reservas de materia
prima y fuerza de trabajo, que en general se conciben de segundo orden frente a Europa, China y
Rusia. En está visión concurren tres elementos clave: -La perspectiva de la “anglósfera” muy
conectada con los territorios pertenecientes a la “Mancomunidad de la Naciones”, la
“Commonwealth”, países y élites con quienes comparten intereses e historias comunes, que están
por encima de sus alianzas con Europa. -Otro plano de la visión “geopolítica” de los Estados
Unidos, es su proyecto de dominación mundial, del cual deriva su derecho al ejercicio de la “Guerra
Preventiva”, que se complementa con su concepción muy flexible de lo que es su “Espacio Vital”. -
Un tercer elemento es el derecho que los Estados Unidos creen tener sobre Latinoamérica y el
Caribe como una extensión o “Patio Trasero”.

La teoría fundamentalista del “Destino Manifiesto” y la “Doctrina Monroe”, de


“América para los Americanos”; es decir para los Estados Unidos. Ambas “doctrinas” han servido
para justificar todo tipo de intervenciones y ocupaciones colonialistas. Indudablemente existe un
espíritu fundamentalista, cargado de fanatismo religioso, propio de cualquier Estado o nación que
se presenta como la elegida por dios. En el caso estadounidense, la misión divina le encomendó
expandirse hacia los dos océanos, Atlántico y Pacífico. John Cotton un fanático, de los primeros
puritanos desembarcados en tierras indígenas, afirmó: “que ninguna nación tiene el derecho de
expulsar a otra, si no es por designio divino”. De este modo con el permiso divino, el “Espacio Vital”
de los Estados Unidos abarca, el resto del Continente y el control del Medio Oriente, de Europa, del
Mar de China, de Oceanía; el Lejano Oriente y en Centro de Asia. Para eso están las
800 bases militares y sus 9 Comandos unificados. La “Doctrina Monroe de 1823, es la aplicación del
“Destino Manifiesto” sobre Indoamérica.
En el caso de la “geopolítica” y “geoestratégia” brasileña; hay que recordar la tradición colonialista
portuguesa y el proyecto del Ejército y de las élites empresariales brasileñas para convertirse en la
cuarta potencia mundial para 2050. No hay que olvidar el expansionismo brasileño que sigue
vigente hoy día. Al cual, Ruy Mauro Marini tipificó de “Subimperialismo”. La geoestratégia brasileña
determinada por la oligarquía y el Ejército, se sigue desplegando en el Continente en esa dirección
de ser la gran potencia y para eso, su espacio vital inmediato es toda América del Sur y algunas
regiones de África que fueron colonias de Portugal. Su creciente participación en misiones militares
de “paz”, y la modernización de su ejército, muestran sus aspiraciones de convertirse en una
potencia militar indiscutible. Su participación en el BRICS, en el bloque comercial BrasilRusia-China-
Sudáfrica, es parte de su proyecto de largo plazo, que incluye el establecimiento de fuertes lazos de
dependencia de los países del Sur. El Mercosur es uno de sus instrumentos.

El Proyecto Bolivariano de unidad de los países caribeños y latinoamericanos, sin


Estados Unidos, tiene antecedentes en las ideas de Francisco de Miranda y de Simón Bolívar. Se
volvió a relanzar por el Comandante Hugo Chávez Frías a través de la Alianza Bolivariana Para los
Pueblos de América (ALBA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Dicho proyecto pasa por la concreción del Plan de la Patria que propone convertir a Venezuela en
una potencia en todos los planos. La Geoestrategia Bolivariana ha corrido en dos pistas cuando
menos: las relaciones entre estados a nivel de América Latina y el Caribe y en un plano de mayor
concordancia, con los países del ALBA y los movimientos políticos y sociales asociados al “Foro de
Sao Paulo” y a diversas coordinaciones de movimientos sociales. La muerte de Chávez constituyó y
constituye un duro golpe a dicha estrategia; y más, en el marco de las sanciones estadounidenses y
europeas.

La geopolítica y las herramientas derivadas de los “juegos” de poder y del uso de todas las
disciplinas posibles es la forma dominante en que estados, empresas, iglesias y movimientos
sociales asumen la lucha por poder e influencia. Un problema fundamental a resolver en el caso de
los países de Mesoamérica y de Suramérica que abogan por una Segunda Independencia, es el
trazo de geoestrategias que recuperen las realidades derivadas de las historias de las
“Civilizaciones Madre”, la Andina y la Mesoamericana, sin descartar a otras formaciones culturales.
La posibilidad de convertir a América Latina y el Caribe en una gran potencia, alejada de la inercia
capitalista, pasa por la reconstitución de sus sujetos sociales fundamentales; las clases trabajadoras
y los pueblos originarios. Sin ello, será muy difícil, sino es que imposible, avanzar en la dirección del
sueño de Bolívar, Chávez, Martí, Fidel, Guevara, Morazán y tantas y tantos otros

Las irrupciones populares recientes, tanto en Chile, como en Bolivia, Colombia, Ecuador, Brasil,
Haití y Honduras, colocan en la mesa de la discusión el problema de la integración y la unidad de
Nuestra América. Problema imposible de resolver sin la construcción de un nuevo Estado de
carácter Plurinacional de base comunitaria, que rompa con las inercias del capitalismo
dependiente, semicolonial y criollo que domina en nuestros países, para alcanzar la paz y la
fraternidad entre pueblos y naciones. Sin esa dimensión geopolitica y estratégica las fuerzas
políticas y los movimientos sociales e indígenas que se proponen la descolonización de
Indoamérica no tienen mayor futuro.

II Crisis económica y civilizatoria ¿renovación o decadencia?


Cada tipo de sociedad tiene sus ciclos de reproducción ampliada y sus momentos de crisis. En las
sociedades de base agraria, anteriores al capitalismo de base industrial e “inmaterial”, las crisis
económicas estuvieron asociadas a catástrofes climáticas, caídas de la productividad, a guerras y
epidemias; al crecimiento demográfico, a la disminución drástica de la producción agrícola y a
burbujas especulativas.

Podemos decir de forma esquemática, que a diferencia de las crisis de subsistencia, de escasez
artificial o real, propias de las sociedades de base agrícola; en las sociedades capitalistas las crisis
económicas están motivadas por exceso de riqueza; por la sobreacumulación de mercancías que
no pueden venderse y, también, por un exceso de capital productivo y financiero que se paraliza y
deprecia. Situaciones todas ellas que provocan crisis sociales vinculadas al desempleo, la inflación,
la pobreza, la enfermedad, la violencia, el militarismo y las catástrofes socioambientales.

La economía capitalista se desenvuelve cíclicamente, a través de ciclos que constan de tres o


cuatro fases o momentos: crisis, reanimación y auge, donde el momento de crisis puede
subdividirse en recesión y depresión.

La recesión tiene que ver con un periodo caracterizado por la disminución del ritmo de crecimiento
económico a lo largo de dos trimestres consecutivos cuando menos. Dichas recesiones se
consideran leves y pasajeras siempre y cuando no se prolonguen, siempre y cuando no se engarcen
con otros contextos críticos relacionados con pandemias, crisis climáticas y ambientales, o con
guerras y levantamientos sociales. En cambio, la depresión se caracteriza por una caída aguda de
los niveles de crecimiento, más o menos larga, con altos niveles de desempleo, pobreza, cracs
bursátiles, monetarios, altas tasas inflacionarias y rupturas de las cadenas de comercialización y
suministros.

En los últimos años de capitalismo neoliberal, el ciclo económico ha tendido a sincronizarse a nivel
mundial y a tener una temporalidad que en conjunto ronda los ocho y los diez años de duración.
Las grandes crisis se han producido alrededor de 1992, 2001, 2008-2009 y 2019- 2020. En el
momento actual, en la mayoría de los países se entrelazaron las tendencias recesivas presentes
desde 2019 con la epidemia de COVID 19 y con diversas crisis políticas, financieras y
socioambientales. Lo que dio lugar a una depresión económica y a una crisis general de la sociedad
burguesa.

En términos propiamente económicos, aún no se recuperan los niveles alcanzados antes de la


pandemia; la reanimación y crecimiento de la economía que le siguió en 2021 y 2022, calificado de
rebote, se ha visto ensombrecido por escenarios altamente inflacionarios, recesivos y por quiebras
bursátiles y monetarias.

A diferencia de la crisis de 2008-2009, cuyo epicentro se localizó en Estados Unidos, ahora se ubica
en Europa. Por el momento, la crisis se ha desenvuelto en “cámara lenta” a diferencia de la crisis
disparada por la quiebra súbita del Banco Lehman Brothers, que precipitó el colapso de la burbuja
inmobiliaria conocida como crisis de las “Hipotecas Suprime” en 2008. La cual afectó a las
principales bolsas de valores del mundo y a las empresas de servicios inmobiliarios y de ahí a toda
la cadena de acumulación y reproducción capitalista. Portada: Buque portacontenedores.
La crisis actual se desarrolla en medio de un proceso inflacionario que nos retrotrae a escenarios
semejantes a los experimentados en los años 70 y 80, en los países clave del “Mundo Occidental”.
Inflación derivada de una “Crisis de Productividad” y no sólo de la “Guerra de Ucrania”, del
aumento de circulante y la interrupción de las cadenas de suministro; por lo mismo el problema
inflacionario será difícil de superar. No se descarta que la contracción de circulante, del crédito con
el incremento de las tasas de interés bancario, apacigüe de momento el fenómeno; sin embargo,
sin superar la caída de la productividad, la inflación volverá a emerger como sucedió en la década
de los años 80, después de la aplicación de políticas recesivas por parte los bancos centrales en los
años 70. Todo esto condimentado con un abanico de problemas impresionante; muchos de ellos
derivados de la Guerra en Ucrania y las disputas “Oriente Occidente”, dentro de las que destaca la
decisión China de recuperar su soberanía sobre Taiwán y los múltiples escenarios de confrontación
económica y militar en Asia, el Medio Oriente, África y Latinoamérica.

En estos años de crisis múltiple, se definirá si China desplaza a Estados Unidos del primer lugar,
dentro de la economía mundial; lo cual dependerá del resultado de la disputa por el acceso y el
control de tecnologías relacionadas con la inteligencia artificial, en la que destacan la fabricación
de microchips, la producción de nuevos materiales, el control de “Tierras Raras” y el dominio de las
redes de comunicaciones a través de las redes 5G y de los sistemas satelitales. Dicho cóctel se
complementa con una serie de viejas y nuevas crisis: financieras, climáticas, alimentarias y ético-
culturales. No pocos académicos y analistas identifican los sucesos ocurridos entre 2008 y 2022,
como expresiones de una crisis de decadencia del capitalismo que se conecta directamente con la
decadencia de la hegemonía estadounidense y europea; y con la emergencia de bloques regionales
y fracturas de los vínculos de Estados Unidos con Europa, que sienta las bases de un “Nuevo Orden
Mundial Multipolar” que pone fin a la globalización neoliberal. Lo que no necesariamente implica
la superación de los rasgos neoliberales de las políticas estatales y de las realidades de tipo
cultural, político y económico que acompañaron al capitalismo por más de cuatro décadas.

Toda crisis económica capitalista es una crisis de sobreproducción de mercancías; un exceso de


bienes y capitales que no pueden venderse o colocarse ventajosamente. En la sociedad actual,
cada capitalista individual o corporativo produce bienes, servicios y productos financieros con la
intención de la máxima ganancia. Copar los mercados con sus productos por encima de sus
competidores es el fin y el medio para alcanzar el máximo beneficio. Para ello se ve obligado a
innovar y modernizar equipos; a redoblar la lucha por el control y el despojo de fuentes de
materias primas; a generar instrumentos o burbujas de deuda y especulación financiera que
sostengan y amplíen la demanda de mercancías; y, además, se ve empujado a encontrar mercados
laborales baratos y fácilmente explotables. La crisis entonces resulta de la lucha de los capitalistas
por producir de forma ilimitada mercancías de todo tipo, lo cual lleva a la saturación de los
mercados, a un exceso de mercancías invendibles y a la parálisis y desvalorización de medios de
producción, materias primas y activos financieros; a una ruptura momentánea de la continuidad
del ciclo económico.

La crisis es un momento violento que redistribuye el capital entre los capitalistas grandes y
pequeños a partir de la destrucción y la reorganización de empresas, en la que los perdedores son
desplazados. Esto sucede a nivel de pequeños empresarios individuales pero también a nivel de los
grandes capitalistas y de países completos. Por ejemplo, la fortuna de Elon Musk, el hombre más
rico del mundo, pasó en 2022 de 340 mil millones de dólares a 177 mil millones; la de Jeff Bezos
perdió 65 mil millones y la de Mark Zuckerberg 64 mil millones. En toda crisis, en uno de los lados
de la moneda, unos empresarios ganan y otros pierden, los capitales se reconcentran; del otro
lado, dentro de las llamadas clases “medias” y “bajas” compuestas mayoritariamente por
trabajadores, cuentapropistas o asalariados, únicamente existen perdedores. Toda crisis
reconcentra la riqueza a favor de cada vez menos propietarios y expropia y desplaza de forma
creciente a pequeños burgueses y a las “clases bajas”. Toda crisis se salda con mayores niveles de
desempleo, precarización laboral, caída de los ingresos; con mayor explotación, empobrecimiento
y con el incremento de la violencia y la inseguridad; pero también con mayores índices de
depredación ambiental.

En el momento de expansión de los negocios, de crecimiento económico, la competencia entre


empresarios incentiva la inversión de capital destinada a la innovación técnica y administrativa y a
nuevos instrumentos para la explotación de los trabajadores, el despojo y la especulación. Todo
con la finalidad de incrementar la productividad del capital, la ampliación de la ganancia por cada
unidad invertida. A la larga el proceso de innovación tiene un resultado contrario: para competir se
necesitan masas crecientes de capital e inversiones cada vez más costosas en medios de
producción que tienden a disminuir el número trabajadores empleados. Con lo cual la cantidad de
trabajo vivo disminuye frente a la cantidad de trabajo acumulado en medios de producción y
materias primas, lo que empuja a la caída del nivel promedio o tasa de ganancia. Tendencia
negativa para el capital que se contrarresta a través de múltiples medios: precarización
generalizada, incremento de cargas y tiempos de trabajo, despojo, especulación y más. En el
momento de crisis económica, de la recesión y la depresión, la saturación del mercado y la caída
de la tasa de ganancia se juntan e imponen límites de tiempo a la recuperación económica.
Tiempos que se pueden alargar y complejizar debido a las disputas y enfrentamientos políticos,
económicos y culturales asociados a toda crisis y a la naturaleza de la sociedad burguesa.

Así, toda crisis empuja hacia el reordenamiento de los procesos económicos, productivos y
especulativos en pos de aumentar la productividad. Lo cual se logra a través de una competencia
despiadada en el campo de la innovación científicotécnica; del espionaje industrial y financiero, y
del uso de todo instrumento que genere ganancias elevadas en plazos cortos: fraudes e inclusive
delincuencia.
Actualmente, cuando hablamos de “Crisis Económica” o de “Crisis Mundial”, es común encontrar
formulaciones que la definen como una “Crisis Civilizatoria” o una “Crisis Sistémica”, lo que
introduce conceptos relativos a la decadencia de la sociedad capitalista y a la existencia de una
crisis general de sus estructuras económicas, políticas y culturales, cuya gravedad es mayor a la
provocada por una simple crisis de carácter cíclico. Sin embargo, en medio de las polémicas
también están presentes con mucha fuerza las definiciones que enfatizan el carácter cíclico de la
crisis económica, que si bien suele presentar problemas nuevos y difíciles de resolver, estos no
deben verse como síntomas catastróficos o problemas insolubles que ponen en riesgo la
continuidad del sistema en su conjunto. Al final, como siempre, los mecanismos de mercado, la
“mano invisible” pondrá orden. En realidad, de acuerdo a sus resultados, el “orden del mercado”
es el “orden del caos” y el de su renovación perpetua

No obstante esa visión “optimista” o conservadora, mayormente liberal, sobre la renovación sin
límite del capitalismo a través de sus crisis, digamos que el sólo hecho de hablar de crisis, pone en
cuestión la marcha ininterrumpida del capitalismo, introduce la noción de evolución histórica del
sistema y, por tanto, pone sobre la mesa el debate sobre su posible desaparición. Además claro
está, de la discusión sobre sus posibilidades de refuncionalizarse, ya sea por medio de métodos
reformistas o violentos, o de ambos como ha sucedido en multitud de países, del cual Chile es un
buen ejemplo. De igual manera, pone a discusión la necesidad y la posibilidad de un cambio
revolucionario; eventualidad que no es aceptada en el mundo académico, político y empresarial
burgués y en amplios sectores de la población influidos por la burguesía. En ese mundo, la mayoría
concibe la crisis actual como momentánea o coyuntural, como un fenómeno cíclico que se repite
cada 8 o 10 años. El cual sirve para renovar el sistema deshaciéndose de lo viejo, de lo que estorba
o no sirve; colocándose de esta manera en una posición a favor del capitalismo y de la existencia
de mecanismos que permiten su rejuvenecimiento “perpetuo”.

En cambio, hay quienes asumen que el capitalismo ha dado lugar a situaciones límite para la
naturaleza y la sociedad y que; además, ha entrado en una fase declinante porque los mecanismos
correctivos y renovadores de las crisis coyunturales y de la acción estatal y político-cultural, ya no
contrarrestan sus tendencias hacia la decadencia. Esto último ha sido señalado de manera
insistente luego de la crisis de 2008-2009, cuyos efectos negativos no pudieron ser superados
durante los años subsiguientes por las principales potencias de
“Occidente” y por muchos países “emergentes”. Todo lo cual repercutió en la expansión acelerada
de la economía China e Hindú y en la configuración de nuevos poderes regionales. No es de
extrañar que en el mundo académico y político se haya puesto de moda la lectura de las obras de
Carlos Marx y las discusiones sobre “la caída de los imperios y el ocaso de las civilizaciones”;
además de la teoría relativa a la “Crisis General del Capitalismo” de inspiración soviética; sin faltar
las teorías sobre el derrumbe del capitalismo de Rosa Luxemburgo, Henryk Grossman y Paul Mattik

En medio de las polémicas entre estas dos tendencias, la pro-capitalista y la “anticapitalista”, la cual
no es necesariamente socialista, se registran muchas ambigüedades que oscurecen la comprensión
profunda de la naturaleza capitalista de la crisis actual. Por ejemplo, cuando se señala que existe
una “Crisis Civilizatoria” se debe explicitar a que nos referimos con “Civilización”; es decir, a las
sociedades en las que se desarrollaron y desarrollan las diferencias de clase, la extinción de las
comunidades, la paulatina hegemonía de la propiedad privada sobre las condiciones de vida, la
contraposición campo-ciudad, el binomio trabajo intelectual trabajo manual, el Estado y la
sociedad; además de la supremacía del hombre sobre la mujer, es decir del patriarcalismo. Si bien
ese proceso de oposiciones antagónicas e irreconciliables, fue gradual, a partir de las civilizaciones
de base comunitaria conocidas como “Civilizaciones Madre”, resulta indudable que fueron las
sociedades capitalistas o burguesas quienes llevaron a su máxima expresión los componentes
contradictorios de la “Civilización”. De ahí que la crisis de la “Civilización Capitalista” no se puede
superar sin desmantelar principalmente el núcleo o el eje articulador del sistema de dominación
capitalista: es decir, la explotación del trabajo humano y la depredación de la naturaleza.

Bien vistas las cosas, la crisis económica cíclica y sistémica o civilizatoria del capitalismo tiene la
virtud de revelar las contradicciones fundamentales de la sociedad burguesa: -La contradicción
entre la producción social de la riqueza y su apropiación privada. -El antagonismo entre los
intereses de las clases trabajadoras y los intereses de la clase propietaria de los principales medios
de producción y vida. Es decir, pone en evidencia la contradicción irresoluble entre un puñado de
corporaciones y familias oligárquicas que representan a unas milésimas de la población mundial, y
el resto de la población. Contraposiciones y choques que son especialmente agudos contra quienes
integran a la clase trabajadora; asalariados y cuentapropistas. Trabajadores que en modalidades
diferentes, suman a más del 80 % de la población mundial; con todo y diversidades que se quiera:
de organización social, género, etnia-raza y nación. La
“Crisis de la Civilización Capitalista” pone en evidencia la hipocresía de las clases y las élites
dominantes que postulan un “Capitalismo Verde y Amigable” mientras propagan un productivismo
y un consumismo compulsivo que se sostiene a condición de la depredación de la naturaleza y del
saqueo y despojo colonial y neocolonial de nuestros bienes comunes. De igual modo, la crisis
tiende a visibilizar el uso demagógico de las demandas sindicales, “étnicas” y de género.

Resulta inviable pretender enfrentar la crisis actual sin la estructuración de sujetos sociales que
potencialmente vayan más allá de una crítica parcial, de tipo sectorial o identitario. Se requiere
pasar del sujeto “Pueblo en Sí” al sujeto “Pueblo para Sí”. Para hacer frente a la crisis se debe
trascender la dimensión puramente sociológica, parcelaria, a lo sumo sectorializada de los
componentes nacionales y populares. La “Crisis Capitalista” opera de manera contradictoria: por
una parte agudiza las contradicciones interburguesas y de esas facciones con amplios sectores de
la población, lo cual puede catalizar los procesos constituyentes del sujeto Pueblo; mientras, por
otro lado, contribuye al fraccionamiento de las poblaciones sometiéndolas a situaciones de
sobrevivencia. Empuja al “sálvese quien pueda”, difundiendo imaginarios y estrategias que
aglutinan a segmentos de la población para separarlos del resto. Eso sucede con los sindicalismos,
los ecologismos, los etnicismos y los feminismos separatistas

En años recientes se ha puesto de moda la idea de que en las condiciones actuales la lucha para
enfrentar la decadencia capitalista y el riesgo de destrucción planetaria, es a través de la “Lucha
por la Vida” y por un nuevo “Orden Mundial Multipolar”. Si bien, ambos aspectos deben ser
contemplados en un programa popular y nacional para enfrentar la crisis; por si solos son
insuficientes y pueden contribuir a relativizar el carácter capitalista de la crisis actual. Esa tendencia
al relativismo, es muy aguda en las ideologías “woke” o “Cancel Culture” de matriz estadounidense
y “Occidental”, en tendencias político religiosas y en las propuestas “decoloniales” que enfatizan la
lucha por recuperar la primacía de las formas de conocer desde el Sur; y por priorizar las
alternativas identitarias desde el género, la “etnia” o la “raza”, el “ecologismo” y el sindicalismo.
Frecuentemente, a la luz de tales propuestas, suelen presentarse proyectos que refuncionalizan al
sistema, a pesar de su virulencia verbal y escénica

Sin una precisión sobre las contradicciones fundamentales, la “Lucha por la Vida” es ambigua y
moralizante, al igual que las alternativas separatistas. Por lo mismo, no es accidental que muchas
de sus temáticas sean recuperadas por los “Estados Mayores” que dominan en las grandes
universidades, en las Naciones Unidas, y aún en los organismos de “Seguridad Nacional” del
“Mundo Occidental”; como sucedió con muchas de las expresiones de la “Contracultura” en los
años 60 y 70. Sin proyectos para refundar el proceso civilizador capitalista, desde sujetos
nacionalpopulares es prácticamente imposible hacer frente a los desafíos de la crisis global, tanto
en los países dominantes como en los dominados.

En las colonias y neocolonias no basta el cuestionamiento al extractivismo separándolo de su


dimensión colonial y capitalista; de igual manera, asumir el multilateralismo, la lucha por poner fin
al mundo unipolar, entendido como una alternativa a los problemas derivados del capitalismo y sus
extensiones coloniales y semicoloniales, sin plantearse el cuestionamiento al núcleo articulador de
la dominación capitalista y sus crisis, es bordar montados en espejismos. De igual modo,
sobredimensionar el elemento de la crítica cultural, de la lucha por la justicia epistemológica frente
a “Occidente”; puramente decolonial, puramente critica del eurocentrismo; sin asumir la
integralidad de la lucha política, cultural y económica de una propuesta para la descolonización de
los países que siguen viviendo ese yugo; es muy limitado; más cuando dichas alternativas se
presentan como muy superiores a las ensayadas por pueblos como los de China o Vietnam, para no
ir más lejos.

III El mundo de las “burbujas” y de las crisis financieras


La “Economía Mundial” está inserta en una nueva crisis financiera de alcances globales. De
manera pausada, pero constante, se ha ido configurando una situación parecida a la
experimentada entre 2007 y 2009 con el estallido de la burbuja de las “hipotecas “Subprime”
(créditos para vivienda a personas de bajos recursos). El proceso de quiebras de los especuladores
inmobiliarios inició en
China con el desplome de “Evergrande” en septiembre de 2021; por insolvencia y debido a la caída
de los precios de las viviendas en un 30 %; que puso “en riesgo a más de 1300 desarrollos
inmobiliarios en 280 ciudades del país”. Fenómeno que también empieza a manifestarse en
Estados Unidos y en algunos países de Europa.

Recordemos para ver con mayor perspectiva, el costo de los rescates financieros hecho público por
la “Reserva Federal”: durante la crisis detonada por el estallido de la burbuja “Subprime” de 2007-
2009, el país perdió un estimado de 14 billones de dólares, el equivalente a un año de actividad
económica. Buena parte de ese dinero se fue al pago de rescates a bancos, fondos de inversión y
empresas; entre ellas General Motors. En ese contexto de rescates “las instituciones financieras y
el comercio bursátil han crecido exponencialmente. Por ejemplo, en 1980, el mercado bursátil
estadounidense representaba el doble de lo que gastaban las empresas en inversiones productivas;
en cambio, a partir de 2019, el mercado de valores de Estados Unidos se había disparado en 30
veces la cantidad gastada en inversiones productivas.

Dicho de otro modo, en la era neoliberal, la proporción entre el mercado bursátil y las inversiones
productivas se ha multiplicado por quince. A pesar de controles y leyes para regular la
especulación financiera, existen multitud de huecos que facilitan la creación de instrumentos poco
o nada regulados como los “fondos mutuos de inversión” que integran, entre otros, al “sector
bancario en la sombra”, el cual contabilizaba el 36 % de todos los activos de las instituciones
financieras estadounidenses. Qué decir de los “Fondos Buitre” y de la economía directamente
criminal: tráfico de drogas, armas, y personas; además del contrabando de recursos naturales,
donde circulan hasta 2.2 billones de dólares.

Otro factor de riesgo muy importante, radica en la burbuja constituida por la deuda
estadounidense y la deuda del resto de países. La primera es fundamental porque se conecta con
los fundamentos del “Sistema Monetario Internacional” hegemonizado por el dólar
estadounidense. Hegemonía que le permite, según algunas evaluaciones, un aporte extraordinario
a su PBI de entre el 10 y el 15 %; lo que hablaría de un país parásito, que se mantiene a partir de su
dominio sobre el control de las reservas monetarias, las deudas en dólares y el control de los flujos
de las tasas de interés. Además del aporte que le brindan las actividades especulativas y las ramas
industriales y de servicios dedicadas al despojo neocolonial, a la guerra y a la creación de fuerzas
destructivas. Eso, sin que neguemos el enorme caudal científicotécnico y productivo que aún
posee. Además, en medio de las disputas “Oriente Occidente”, de la competencia por desplazar al
dólar a nivel regional y mundial; la burbuja financiera estadounidense tiene mayores riesgos de
estallar y de impactar negativamente la evolución de la crisis financiera.

Una dimensión de la burbuja financiera global, lo da el monto de la deuda mundial que en 2020
alcanzó la cifra de 226 billones de dólares, el 256 % del PIB mundial; lo que representó un
incremento de 28 %, algo no visto desde la Segunda Guerra Mundial; según el FMI. “Los
incrementos fueron especialmente notables en las economías avanzadas, donde la deuda pública
subió de alrededor de 70% del PIB, en 2007, a 124% del PIB en 2020.” Otro síntoma de la crisis
financiera que se avecina es el desmoronamiento del Bitcoin y otras criptodivisas. En apenas un
año, el precio del Bitcoin ha caído un 77%, pasando de los 69 mil dólares a unos 16,500 dólares.
Dicha criptodivisa representa el 40% del total del mercado, su retroceso ha arrastrado al conjunto
de las monedas virtuales. La “Técnica de la Burbujas”; ha cobrado especial relevancia en la fase
neoliberal del capitalismo. Ha sido un instrumento fundamental para expandir la demanda
artificialmente y elevar la Tasa o el Índice de ganancias, a través del mecanismo de las deudas
privadas y públicas. Estados Unidos es un buen ejemplo. Hoy su deuda asciende a 31.1 billones de
dólares; equivalente al 130 % o más de su Producto Interno Bruto (PIB). Mientras la deuda de los
consumidores estadounidenses es de 4.7 billones. Sin embargo, Elon Musk, el empresario más rico
del mundo, afirma que la deuda nacional es en realidad de 60 billones; lo que equivale a más de 2
veces el monto de toda la economía estadounidense. Un monto similar a la deuda de Japón, que
equivale al 256.9 % de su economía.

Más allá de las “Teorías de la Conspiración” que sirven para enmascarar a un sector de las “élites”
capitalistas que se postulan como “ultraliberales” o “soberanistas”; lo que resulta evidente es el
peso determinante de los circuitos financieros. Tanto en el ámbito de las “políticas públicas”, como
en su incidencia en la definición de las políticas financieras, monetarias y aún productivas a nivel
mundial. El capital financiero se mueve tanto en el ámbito de la circulación comercial y en los
circuitos del capital ficticio; pero, también dentro de la esfera productiva. La mayoría de grandes
fabricantes evolucionó hacía estructuras en las que se articulan las diversas esferas de la actividad
capitalista. Bancos, fondos de inversión y corporaciones productivas y de servicios se entrelazan
formando “Holdings” o “Corporativos” de amplio espectro. Los bancos y otros instrumentos
financieros, expresan intereses de conglomerados de carácter oligárquico. En México cada grupo
oligárquico, de los 30 o 33 existentes, tiene sus propios instrumentos financieros: CARSO (Slim),
Grupo Salinas, Grupo Bal (Bailleres) y Grupo México (Larrea), entre otros

En ese marco analítico, es importante destacar que en medio del estancamiento global, las finanzas
mundiales están fuertemente condicionadas por 28 grandes bancos internacionales. En esas
sociedades financieras se entrelazan viejos linajes aristocráticos, provenientes de la nobleza y de
oligarcas, todos capitalistas de pura cepa. Estas entidades manejan las grandes variables
económicas globales e imponen condiciones a gobiernos de todo tipo, en la búsqueda de
ganancias rápidas y estratosféricas. “Los 28 bancos detentan recursos superiores a los de la deuda
pública de 200 Estados del planeta […] Hay cientos de miles de bancos en todo el mundo, pero
estas 28 entidades concentran el 90% de los activos financieros.”

Hasta antes de 2020 dichos bancos manejaban activos superiores a la deuda pública mundial; lo
que les daba ventajas a la hora de fijar tasas de interés en el mercado cambiario en algunas zonas
de Asia, Europa y Estados Unidos; cinco de esos bancos controlaban el 51% de dicho mercado. La
mitad de los 28 bancos producen derivados equivalente a diez veces el Producto Bruto Interno
mundial. Del 90% de la moneda creada por estos 28 bancos: solo el 10% es responsabilidad de los
bancos centrales. El paso del dinero físico al dinero crediticio está cambiando la ecuación. 11 de
esos bancos manipularon las tasas de interés Libor provocando un escándalo que ha llevado a la
cancelación paulatina de dicho sistema. “Un escándalo similar ocurrió recientemente con Goldman
Sachs, Morgan Stanley y JP Morgan en el mercado de commodities”. En toda la trama el peso de
Estados Unidos e Inglaterra es evidente

Entre los 28 bancos hay 8 estadounidenses (J. P. Morgan Chase, Bank of America, Citigroup,
Morgan Stanley , Goldman Sachs , Bank of New York Mekon, State Street y Wells Fargo), 4
franceses (Groupe Crédit Agricole, BNP Paribas, Société Générale y BPCE), 3 japoneses (Mitsubishi
Ufjfg, Mizuho FG y Sumitomo Mitsui FG), 2 chinos (HSBC y Bank of China), 2 ingleses (Barclays PLC y
Standart Chartered), 2 españoles (Santander y BBVA), 2 suizos (UBS y Crédit Suisse), 1 alemán
(Deutsches Bank), 1 escocés (Royal Bank of Scotland), 1 holandés (ING Bank), 1 italiano (Unicrédit
Group) y 1 sueco (Nordea).

Para Bill Gates, el dueño de “Microsoft” y de muchas otras cosas, las burbujas continúan “mientras
los tontos puedan encontrar más tontos para pagarles por los activos sobrevaluados”; porque
están “100% basadas en la teoría del tonto mayor”. En la teoría del “Greater Fool” donde las
burbujas económicas están “dirigidas por el comportamiento perennemente optimista de los
participantes de un mercado (los tontos) que compran activos sobrevaluados. Las burbujas
terminarán solo “cuando el más tonto se convierta en el mayor tonto que paga el precio superior
por el bien sobrevaluado y cuando ya no puede encontrar otro comprador que pague por él un
precio mucho mayor”.

Después de que la plataforma de criptomonedas FTX se declaró oficialmente en bancarrota; las


criptomonedas siguen cayendo y amenazan con arrastrar al conjunto de las finanzas. En esta
situación se encuentra: el Bitcoin, Ether, Solana, Cardano y Dogecoin; la última es la favorita de
Elon Musk, que fue confrontado por “engaños y estafa”, no obstante, dijo que él seguirá
comprándola. La caída del Bitcoin es ya el quinto mayor colapso financiero de todos los tiempos
(Bloomberg); es el principal de los últimos 50 años; supera a la burbuja de las puntocom; perdió el
77% de su valor en un año.

En años recientes el disparador de las crisis ha sido el estallido de burbujas especulativas; en las
circunstancias actuales están convergiendo varios detonantes lo que complejiza la situación
económica, política y cultural. La crisis socioambiental, particularmente climática desplaza
poblaciones y afecta la producción de alimentos, además de generar escenarios propicios para
nuevas enfermedades. La Guerra de Ucrania, de dimensiones mundiales, catalizó los procesos
inflacionarios, la crisis alimentaria, energética y crisis monetaria, y la configuración de disputas
políticas mayores que pueden agudizar las contradicciones y la inestabilidad política. En ese
contexto, los escenarios que dan piso a la crisis financiera, empujan hacia su profundización. No
por nada, Estados Unidos y la Unión Europea empiezan a recular frente a las exigencias de la
Federación Rusa.

El Fondo Monetario Internacional y bancos como “Barclays” coinciden en un escenario recesivo en


el futuro inmediato que se hará más pronunciado en 2023. Mientras, las economías de Estados
Unidos y la Zona Euro caerán 0.1 y 0.8 por ciento, respectivamente; China reportará un modesto
avance de 3.8 por ciento en 2022 y la India de alrededor del 5 %. En cuanto a la inflación se espera
una cifra de 7 por ciento este año y de 4.5 por ciento en 2023. Barclays redujo su previsión de
crecimiento global para 2023 de 2.2% a 1.7%; en el contexto de una recesión en las economías
desarrolladas.

Desde que la sociedad moderna empezó a girar en torno a los vaivenes de las ganancias
provenientes de la explotación del trabajo y de todo tipo de saqueos coloniales y especulaciones
comerciales y financieras; las crisis económicas han sido un componente congénito de las
sociedades de “libre mercado”. “Las burbujas ocurren cuando la regulación financiera y las
instituciones han sido deliberadamente debilitadas y permiten que la ilusión eche raíces”. “Como
hay muchas personas con acceso a liquidez facilitada por los bancos centrales, entonces tienen
dinero extra para invertir en activos que provocan todo tipo de
burbujas”. “Por eso tenemos burbujas inmobiliarias, en el mercado del arte, en las acciones, en los
clubes de fútbol, en el mercado de los autos, en las criptomonedas”.

Debido a su tendencia congénita a la sobreproducción de mercancías y capital, el capitalismo


necesita estimular el consumo y la inversión para alargar los momentos de recuperación y a auge
económicos. Requiere posponer la aparición de las crisis económicas, para lo cual recurre a
múltiples métodos con el fin de estimular la venta de mercancías y la producción. Por tanto, no
debe extrañar que el capitalismo esté asociado a ondas o burbujas especulativas de todo tamaño.
Han existido burbujas desde la “Tulipomanía” del siglo XVII hasta las “hipotecas tóxicas” que
explotaron entre 2007 y 2009. En ciertos momentos la dimensión especulativa tiende a convertirse
en la característica dominante de la economía; en su aspecto más sobresaliente; a pesar de que
todos saben que estallará

Generalmente las burbujas han estado asociadas a períodos de innovación tecnológica o


financiera; pero también son un recurso permanente para alimentar la expansión de la producción
y de los mercados; un mecanismo artificioso para sortear la recesión y la crisis económica. En
general las burbujas están financiadas con créditos; de la banca privada y con deuda pública; ya sea
para la compra de acciones, criptomonedas o para el financiamiento directo de proyectos
“productivos” susceptibles de ser finaciarizados. No obstante, las grandes burbujas económicas
como las “Puntocom”, las “Subprime” o el Bitcoin, no pueden crecer exponencialmente por
siempre. Existe un momento en que pasan de ser palanca expansiva, a freno y quiebra del proceso
de acumulación; proceso en el que, por regla general, perecen los más débiles e incautos.

El FMI identifica un nuevo riesgo para la economía global: la fragmentación geoeconómica: “Ahora
no parece verse que el comercio colapse, pero ciertamente estamos yendo hacia redibujar el mapa
del comercio global en términos de quién comercia con quién y las implicaciones de esto para la
productividad, para la eficiencia, para el empleo y cualquier otra variable que debemos cuidar”,
señaló durante sus comentarios de apertura de la conferencia anual “23rd Jacques Polak Annual
Research Conference”, en Washington. El riesgo de fragmentación económica es un riesgo que
avanza en los últimos años según expuso, aparentemente no hay cambio en datos que refieran el
comercio como porcentaje del PIB: “Parece que nada está ocurriendo, parece todo estable, pero
[…] creo que la pandemia y especialmente la guerra, han aumentado significativamente el riesgo
de fragmentación económica”. “Estamos viendo crecientes tensiones sobre el comercio, la
inversión en tecnología, tensiones transferidas a la Seguridad Nacional, preocupaciones que han
estado creciendo socavando crecimiento y confianza en el actual sistema de la economía global.
Desde la Guerra en Ucrania, nuestros monitoreos indican que cerca de 30 países han restringido el
comercio en alimentos, energía y otras materias primas prioritarias”.

Burbuja de La Compañía de los Mares del Sur. A comienzos del siglo XVIII en Inglaterra, la
“Compañía” que tenía el monopolio del comercio con las colonias españolas en América Latina.
Estableció su primera ruta comercial hacia la región en 1717 y comenzó a propagar rumores falsos
sobre las maravillas de sus expediciones comerciales. El valor de sus acciones se disparó, pasando
de 128 libras esterlinas a 1.000 libras esterlinas en apenas siete meses. Todos querían tener títulos
de la empresa; incluso el Parlamento Británico le otorgó a la firma una extensa línea de crédito
para la expansión comercial de sus negocios. El rápido incremento en el valor de las acciones
generó un frenesí especulativo en todo el país, que se extendió a la compra de títulos de otras
firmas cuyas ganancias reales no eran demostrables. Los inversionistas empezaron a comprar
títulos de la empresa con dinero prestado por la misma Compañía de los Mares del Sur. Sin
embargo, cuando comenzaron a vender sus acciones llegó el momento de pagar las deudas,
muchos inversionistas no tenían el dinero suficiente para hacerlo. Los precios se fueron al suelo,
muchos bancos británicos quebraron y la economía se desmoronó.

La burbuja del Mississippi es la que corona este ranking. En la década de 1710, John Law creó el
Banque Générale -una entidad con autoridad para emitir billetes- y la Compagnie d’Occident -
dedicada a la explotación comercial en el valle del río Mississippi (EEUU)-, lo que le permitió
monopolizar el comercio francés de tabaco y esclavos africanos, y las finanzas del país. Al igual que
ocurrió con The South Sea Company, las perspectivas de grandes beneficios dispararon el valor de
las acciones de la compañía. La cuestión es que Law decidió entonces fusionar ambas entidades, lo
que en la práctica suponía vincular la deuda francesa con sus títulos. El resultado fue que, cuando
el gobierno francés aprovechó el boom bursátil que recorría Europa para imprimir dinero, la
inflación se disparó y arrastró consigo a las acciones de Compagnie d’Occident, las cuales se
desplomaron un 95%.

Crack de 1929 El crac del 29 fue la más catastrófica caída del mercado de valores en la historia de la
Bolsa en Estados Unidos. Por su impacto, alcance global y su duración (1929-33-38); además de sus
secuelas, se le conoce como “Gran depresión”, desatada por el “Jueves Negro”, el “Lunes Negro” y
el “Martes Negro” (24, 28 y 29 de octubre). Cayeron los precios de las acciones durante un mes
entero; 100 000 trabajadores estadounidenses perdieron su empleo en un periodo de tres días.
Tras el crash, el “Promedio Industrial Dow Jones” no se recuperó hasta inicios de 1930, para volver
a caer, alcanzando el 8 de julio de 1932 su nivel más bajo desde 1800, y no retornó a nivele
IV Crisis sanitaria, pandemias y Covid
I n v e s t i g a c i o n e s académicas en las que convergen especialistas de las más diversas áreas,
han puesto de manifiesto el papel que juegan bacterias y virus en los procesos de evolución natural
de los seres vivos , especialmente de los humanos. En el campo de la historia y de la sociedad
propiamente dicha, es absolutamente evidente la conexión entre los procesos sociales y la
aparición de las pandemias. Las repercusiones de sus interacciones han transformado de manera
profunda la economía, el comercio, el peso de estados, naciones y poblaciones completas.

En opinión de Ana María Carrillo Farga, especialista en historia de la Medicina y Pandemias,


además de profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), la “Pandemia de COVID” y sus consecuencias, son el
resultado de la crisis de la civilización capitalista que estamos viviendo. “Como en el pasado, la
pandemia actual marca la crisis de una manera de vivir.

Los estudios de expertos muestran que la causa profunda de la pandemia de COVID-19 es la


destrucción sistemática de la naturaleza, la cría industrial de animales y la deforestación. Esta
última ejerce una presión considerable sobre los hábitats de los animales y los obliga a moverse,
haciendo que circulen los gérmenes patógenos de unas especies a otras, algo que originó el Ébola
y la enfermedad por el virus del Zika”. “La existencia de microbios no basta para engendrar ni
explicar una epidemia. Estas son resultado de crisis ambientales, alimentarias, migratorias,
sanitarias, económicas, políticas y sociales, y al mismo tiempo agravan las crisis ya existentes,
provocadas a menudo por las guerras y las hambrunas. Las recesiones económicas de los últimos
años han estado acompañadas de pandemias de diverso calado; poniendo en evidencia el vínculo
entre enfermedades y el deterioro de la economía y el medio ambiente. En el Siglo XXI destaca la
aparición del SARS o Síndrome de Respiración Aguda (SAR) que entre 2002 y 2003, mató a cerca de
800 personas en Asia. Un año después de la “Crisis Puntocom”, se presentó la gripe A-H1N1,
enfermedad que cobró 18.000 vidas en el 2009, en plena “Crisis Subprime”. Sin faltar el mortal
brote del “Ébola” en África y los temidos virus transmitidos por mosquito como el “dengue”, el
“zika” y la “chikunguña” en América Latina y el Caribe. Mención especial merece el VIH/sida, que a
partir de 1981 fue considerada oficialmente como una epidemia de transmisión sexual, que ya deja
una estela de 25 millones de fallecimientos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 22% de la población, unos 1600 millones de
personas viven en lugares donde las crisis prolongadas, provocadas por la pobreza, la sequía, el
hambre, los conflictos y la expulsión y el desplazamiento de poblaciones dejan a grandes grupos
humanos sin acceso a la atención médica básica. En esas atmósferas sociales, de carencias
sanitarias y de servicios de salud débiles y privatizados, propios de la aplicación de políticas
capitalistas, las enfermedades y las potenciales pandemias florecen. Portada: Virus del Covid-19.
Abril Abril 01 Sábado 02 Domingo S D L M M J V S D L M M J V S D L M M J V S D L M M J V S D 1 2 3
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historia de las situaciones de enfermedad, epidémicas y pandémicas, han estado marcadas por
prejuicios y miedos, que suelen alimentar manifestaciones de rechazo y persecución contra ciertos
grupos sociales acusados de ser los causantes de la enfermedad. El desconcierto y el miedo ante
las muertes simultáneas y súbitas de las personas, llevó a la búsqueda de culpables; así, se ha
señalado y marcado a grupos de poblaciones pobres o de nacionalidades diferentes: chinos,
eslavos, judíos, gitanos, árabes, negros o indios. El uso de conceptos como “Gripe Española” o
“Virus Chino” o “Virus Gay” está cargado de intencionalidades políticas de dominación y de
discriminaciones y racismos. Ante epidemias y pandemias ha privado, en la generalidad de los
casos, el cálculo propio del frío interés de los negocios, el de sacar ventajas políticas y militares de
la tragedia. En la mayoría de gobiernos se prioriza la no afectación de las relaciones comerciales y
productivas.
En esos escenarios, “la enfermedad y el pánico han sido utilizados para especular con presupuestos
públicos, alimentos y medicinas”.

En mayo de 2021 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba que el número real de
muertes por coronavirus era 2 o 3 veces superiores a los 3,4 millones de fallecimientos hasta ahí
notificados. Es decir, que las cifras reales de fallecidos podrían estar entre los 6,8 y los 10 millones.
Con los datos de octubre de 2022, estamos hablando de 6.62 millones de defunciones registradas;
por lo que la cifra real de decesos pueden estar entre los 13.24 millones y los 19.86 millones. Hay
que anotar además, que sólo el 51% de los países incluyen datos desglosados en sus informes
estadísticos nacionales. Desde 2015 la OMS venía observando que el 90% de países reportaba
interrupciones en los servicios de salud esenciales y que un 3% de los hogares habían gastado más
del 25% de su presupuesto en atención sanitaria. De esta manera, como se observa en países como
México, “de desarrollo medio” o “emergente”; la cobertura sanitaria universal está en crisis, se
colapsó. Entre 40 y 50 % de la atención a pacientes se suspendió. Como reconoce la OMS y la
Organización Panamericana de la Salud (OPS), antes del COVID-19, el 81% de todas las muertes en
el Continente se debieron a “Enfermedades no Transferibles” (ENT). Estimaban que 62 millones de
personas en el Continente vivían con diabetes y 1,2 millones de personas con cáncer en América
Latina y el Caribe. Además, una de cada 4 personas tenía mayor riesgo de enfermar gravemente y
morir si se infectaban con COVID-19 por vivir con una enfermedad crónica.

Los servicios de salud ambulatorios se han visto parcialmente interrumpidos en el grueso de países
del Continente; salvo en dos en los que se interrumpieron completamente. Dichas interrupciones
afectaron todo tipo de atención para personas con ENT, pero la afectación fue mayor en servicios
para diabetes, hipertensión, cuidado dental y rehabilitación. “Las principales razones citadas para
la interrupción de los servicios de ENT incluyeron la cancelación de la atención electiva de servicios
(58 %), el personal clínico que se reasigna a la respuesta de COVID (50 %), y pacientes que no se
presentan (50 %)”. La Directora de la OPS advirtió, que no brindar atención a las ENT durante la
pandemia, puede traer aparejado “una epidemia paralela de muertes prevenibles de personas”
con enfermedades crónicas. Que fue lo que ocurrió y está ocurriendo.

Alrededor del COVID 19 se produjeron cuando menos dos “Burbujas” especulativas: la


protagonizada por las farmacéuticas que produjeron las vacunas y otros medicamentos y
tratamientos y; la comandada por las empresas relacionadas con el campo de la cibernética;
computación, programación y robótica. El teletrabajo, la digitalización, la creciente automatización
y la educación hibrida o virtual ampliaron sus negocios y con ello, el valor de las acciones de las
empresas colocadas en la Bolsa. Si bien, el valor de sus acciones ha disminuido en los últimos
meses, al igual que las fortunas de algunos magnates como, por ejemplo, la de Elon Musk, el
hombre más rico del mundo, pasó en 2022 de 340 mil millones de dólares a 177 mil; la de Jeff
Bezos perdió 65 mil millones y la de Mark Zuckerberg 64 mil. Sin embargo, la disminución sus
fortunas individuales y corporativas, no altera el balance positivo que arrojó y arroja la pandemia.

En dos años el valor bursátil de las seis gigantes farmacéuticas se disparó en más de 350 mil
millones de dólares. En ese mismo periodo 5 millones de personas han fallecido a causa del Covid-
19 y 100 millones han caído en la pobreza extrema como consecuencia del colapso de las
economías. Al inicio de 2020, es decir, antes de la llegada de la pandemia, Johnson & Johnson,
Pfizer, AstraZeneca, Moderna, BioNTech y Novavax, tenían un valor de mercado de
aproximadamente 697 mil 292 millones de dólares; al cierre de 2021 valen un billón 50 mil
millones de dólares, es decir, un alza de 50 por ciento. En este movimiento alcista destacan los
casos de Novavax y Moderna, cuyo valor bursátil se disparó 3 mil 184 y mil 232 por ciento,
respectivamente. En la elaboración y la comercialización de las vacunas y otros tratamientos
contaron con el respaldo de varios gobiernos que habían invertido cerca de 8 mil 600 millones de
dólares en la búsqueda de una cura para el virus.

Son seis las farmacéuticas más importantes en “Occidente”: 1) Johnson & Johnson, la cual pasó de
384 mil 200 millones de dólares a 452 mil 700 millones. 2) Pfizer, que avanzó de 217 mil 600
millones a 330 mil 400 millones de dólares. 3) Moderna que avanzó de 7 mil 700 millones a 102 mil
millones de dólares. 4) AstraZeneca, que de 78 mil millones pasó a 90 mil millones de dólares. 5)
BioNTech, la cual pasó de 9 mil 300 millones a 63 mil 300 millones y 6) Novavax, que saltó de 332
millones de dólares a 10 mil 924 millones. En tanto, el Banco Mundial estima que 97 millones de
personas en todo el mundo cayeron en la pobreza extrema como consecuencia de la pandemia de
Covid-19, y que hoy viven con menos de 2 dólares al día.

Por evidencia empírica es constatable que el COVID 19, como en otras pandemias, hizo estragos de
manera aguda en los sectores populares; entre las malamente llamadas “clases bajas” y las “clases
medias bajas”. En México, según la Universidad Nacional Autónoma de México, el 94% de las
personas fallecidas por COVID-19 eran obreros, amas de casa y jubilados; el resto de fallecimientos,
es decir, el seis por ciento, corresponde a profesionales, directivos y trabajadores del arte y
espectáculos, En cuanto al nivel educativo, la mitad de las personas que han muerto a causa del
coronavirus en el país tenían una escolaridad máxima de primaria.

El impacto del COVID 19 fue desigual según el tipo de trabajo, escolaridad, medio de transporte y
acceso a recursos electrónicos. El trabajo y la educación a distancia resultaba un privilegio en las
condiciones de nuestro país; donde en el nivel básico sólo el 50 %, aproximadamente, podía
acceder a los medios necesarios. Porcentaje que era más bajo en zonas rurales e indígenas, y aún
en las periferias urbanas. Los vectores de contagio eran los propios familiares que debían salir a
buscar la vida, en un país donde alrededor del 60% es trabajador informal y precario. “Respecto al
sexo, en México mueren dos hombres por cada mujer”.

“En cuanto a la edad, el mayor número de casos positivos se encuentra entre los 30–59 años,
siendo el grupo de 30–34 años el más afectado (11 por ciento de los casos totales); mientras que
en los casos entre los 55– 74 años hay una mayor mortalidad, siendo el grupo de 65–69 años el
más afectado (14 por ciento del total de las defunciones)”. Por otro lado, el informe señala que el
92 por ciento de los decesos ocurrieron en instituciones públicas de salud: 52 por ciento en el
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), 32 por ciento en las unidades médicas de la Secretaría
de Salud (Ssa) y ocho por ciento en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los
Trabajadores del Estado (ISSSTE). En hospitales privados sólo sucedieron dos por ciento de las
muertes.

En Europa y en Estados Unidos, un porcentaje muy importante del apoyo financiero por parte del
Estado se destinó al reforzamiento de los mercados financieros a través de la compra de activos y
el otorgamiento de garantías a los préstamos frágiles. El Banco de Pagos Internacionales estimó
que tales intervenciones superaron el 30 % del PIB en Alemania e Italia; más del 20 % en Japón y
aproximadamente el 15 % en el Reino Unido y Francia. Todas estas intervenciones
gubernamentales a gran escala se usaron a modo de rescates para sostener a los mercados
financieros y ayudar a los ricos. Incluso los apoyos a las personas comunes; sirvieron para nutrir las
redes financieras de manera indirecta, buena parte de los recursos provenientes de los bonos de
apoyo refluían hacía bancos.

A pesar de la depresión de la economía, la que según el Fondo Monetario Internacional, se


contrajo en un 3,5 % en 2020; la situación de los mercados bursátiles no experimentó situaciones
de “crac” como las ocurridos entre 2007 y 2009. Incluso se registraron ganancias como las
alcanzadas por el índice Standard and Poor’s 500, un indicador del mercado global– que
aumentaron un 46%. En febrero de 2021, el índice Standard and Poor’s 500 se mantenía un 38 %
más elevado que dos años antes, en marzo de 2019. Si bien esta dinámica no se ha mantenido en
el conjunto de las bolsas que entraron en una inercia bajista; si ilustra el papel de los Estados para
mantener en resguardo a los grandes especuladores. Es muy probable, como lo muestran las
criptodivisas y las hipotecas, que se produzca un cambio brusco en el ritmo de la recesión
económica que ya está corriendo por Europa.

Ébola: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el brote de ébola de 2014-2016 en África
Occidental fue el más extenso y complejo desde que se descubrió el virus en 1976. Se saldó con
casi 30.000 personas infectadas y 11.000 muertes. Su tasa de mortalidad oscila entre el 50 % y el
90 %. El Ébola no se transmite por el aire, sino a través del contacto con animales infectados o por
el contacto de fluidos corporales de personas. Los síntomas más comunes son la fiebre, debilidad
intensa, y dolores musculares, de cabeza y de garganta, vómitos y diarrea, erupciones cutáneas,
deterioro de las funciones renales y hepáticas y, en algunos casos, hemorragias internas y externas.
Se puede tratar con la terapia de reemplazo de fluidos o con la diálisis renal, las transfusiones de
sangre y la terapia de reemplazo de plasma. Además, existe una vacuna experimental, denominada
rVSV-ZEBOV, que según la OMS ha demostrado proporcionar una gran protección contra este virus.
Abril Abril 25

Malaria: según la OMS, unos 3.200 millones de personas están en riesgo de contraer la
enfermedad. En 2018 se produjeron 228 millones de casos y 405.000 muertes, en su inmensa
mayoría en África subsahariana. Es una enfermedad que puede causar la muerte, aunque se puede
prevenir y curar. Se transmite por la picadura del mosquito Anopheles. Provoca fiebre, dolor
articular y de cabeza y vómitos. La lluvia, el calor y la humedad favorecen la multiplicación del
mosquito. Los niños de corta edad, las embarazadas y los viajeros no inmunes procedentes de
zonas libres de paludismo son particularmente vulnerables a la enfermedad en caso de infección.
El 70 % de las muertes se producen en niños menores de cinco años, según la OMS.
VIH: según datos de 2018 de la Organización Mundial de la Salud, hasta ahora han muerto 35
millones de personas; solo en 2017, murieron 940.000 y 1,8 millones se contagiaron. Se le
denomina virus de inmunodeficiencia humana porque va debilitando el sistema inmunitario.
Pueden aparecer infecciones; la más frecuente es la tuberculosis, principal causa de muerte entre
las personas con VIH. La región más afectada es el África subsahariana. El virus se transmite por vía
sexual, a través de transfusiones de sangre contaminada, por el uso compartido de materiales
quirúrgicos contaminados, o de madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia. Puede
haber una fase asintomática que puede durar hasta 10 años. Se puede prevenir usando
preservativo en las relaciones sexuales, cerciorándose de la buena calidad de la sangre antes de
una transfusión y tomando precauciones antes de usar instrumentos quirúrgicos. Las
combinaciones de antirretrovirales o terapias combinadas ayudan a combatir el virus. El
tratamiento es la forma más eficaz de prevención. Reduce la probabilidad de transmisión hasta en
un 96%.

Cólera: según la OMS, cada año se producen entre 1,3 y 4 millones de casos de cólera, y entre
21.000 y 143.000 muertes por esta causa. Es una enfermedad diarreica aguda que, si no se trata,
puede causar la muerte en cuestión de horas. Está provocada por la ingesta de agua o alimentos
contaminados la bacteria Vibrio cholerae. Por ejemplo, en Haití, entre 2010 y 2019 murieron más
de 10 mil personas y afectó a más de 820 mil. El mayor riesgo se da en las comunidades
superpobladas y los entornos de refugiados caracterizados por un saneamiento deficiente y por la
contaminación del agua para beber. Según la OMS, más de 1800 millones de personas en el mundo
beben agua de fuentes contaminadas con heces que pueden contener el cólera, y 2400 millones no
disponen de instalaciones de saneamiento adecuadas. En el 80% de los casos en que se presentan
síntomas, son leves o moderados y se tratan con soluciones de rehidratación oral; un 20% padece
diarrea acuosa aguda con deshidratación grave. Si no se da tratamiento, esta puede ocasionar la
muerte. El suministro de agua potable y el saneamiento son fundamentales para controlar la
transmisión del cólera y de otras enfermedades transmitidas por el agua.

V Crisis energética
La crisis energética de nuestros días es mucho más compleja y grave que las experimentadas en
otros momentos, por ejemplo, que las registradas en 1973 y 1979, que fundamente fueron
petroleras y, aunque de consecuencias globales, sus principales epicentros se localizaron en el
“Medio Oriente” y fueron relativamente cortas. La primera, la de 1973, fue detonada por el
“Conflicto ÁrabeIsraelí” y por la disputa entre la “Organización de Productores de Petróleo” (OPEP)
con las principales potencias occidentales.

Si bien, el detonante del boicot petrolero y de la elevación de precios de los hidrocarburos fue la
“Guerra de Yom Kippur”, que enfrentó a Israel con Egipto y Siria; el motivo de fondo, fue el
aumento de los precios de los combustibles que se habían mantenido excepcionalmente bajos
desde el fin de la “Segunda Guerra Mundial” y que fueron decisivos para el auge de la economía
capitalista. El otro componente de la crisis fue el proceso de nacionalizaciones de la industria
petrolera que afectó de forma aguda a la mayoría de las “7 hermanas”: Exxon, Mobil, Chevron, Gulf
Oil, Texaco, Shell y British Petroleum. Mientras que La crisis de 1979, estuvo vinculada a la
“Revolución Iraní” y a Guerra de Irak contra Irán auspiciada por Estados Unidos y las potencias del
“Occidente Colectivo”. En ambos casos se dispararon los precios de los energéticos y contribuyeron
a los procesos inflacionarios del momento.

“En la reunión del Foro Económico Mundial del pasado mes de mayo en Davos, el Director
Ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía, Fatih Barol, anunció que estamos viviendo la
primera crisis de energía global”. “En los setenta, hubo una crisis del petróleo”, dijo, “y ahora
tenemos una crisis del petróleo, una crisis del gas natural, una crisis del carbón. Todos los precios
se están disparando y la seguridad energética es una prioridad para la mayoría de los gobiernos”

En la crisis energética actual se entrelazan varios procesos, unos relativos al cambio de “patrón
energético”, que ha descansado en los combustibles fósiles, otros que están motivados por las
diputas por el control de las fuentes de energía presentes y futuras, sin que falten los relativos a la
marcha de la crisis económica, financiera y sanitaria de 2019-20 y al proceso recesivo que amenaza
con generalizarse en un contexto de guerra y de catástrofe socioambiental.

En torno al cambio de “patrón energético”, a la transición de energía fósil a energía verde, se


conjugan varias dimensiones de la disputa por la hegemonía mundial. Cambiar de patrón
energético tiene implicaciones en el área de la minería: litio, cobalto, cobre, níquel, grafito, zinc y
“tierras raras”; materiales, entre otros, conectados con la fabricación de chips, teléfonos,
automóviles, paneles solares y aerogeneradores. La fabricación de hidrogeno a través de
procedimientos verdes es otro de los espacios en diputa, que se ve afectado por el factor agua.
Alrededor del cambio de “patrón energético” y del control del agua se define el futuro de la
supremacía mundial, de la continuidad o ruptura de la hegemonía estadounidense.

Por lo pronto, si nos atenemos a la temporalidad de los contratos de gas y petróleo que se han
pactado entre los grandes consumidores de estos hidrocarburos, en este caso Europa, China y la
India, tales convenios donde participan Estados Unidos, Rusia, Qatar e Irán, van más allá de 2040.
Igual, si reparamos en las proyecciones de producción petrolera y gasística de Estados Unidos, su
pretensión es la de mantenerse como principal productor de petróleo y gas más allá de 2040.
Portada: Bomba de extracción de aceite en un campo petrolero.

El cambio climático pareciera no ser un tema tan relevante. Hay quienes ven más allá del 2050, y
esperan que el “Fracking” y el gas “shale” siga siendo una opción, especialmente en países como
China y Rusia, que a diferencia de Estados Unidos, no han recurrido preferentemente a ese
combustible fósil. La crisis energética es de sobreproducción, de sobreabundancia; la escasez y las
variaciones en los precios; son el resultado de conflictos político militares y de la especulación. En
el contexto inmediato del proceso de la crisis actual, de la deuda estadounidense y de las disputas
en torno al “Sistema Monetario Internacional” hegemonizado por el dólar, el control de las fuentes
de energía y de los hidrocarburos es crucial. La Guerra en Ucrania tiene que ver en gran medida
con el plan estadounidense de convertirse en el principal proveedor de Europa. Ante los riesgos
implicados en la “Burbuja de la Deuda”, la “burbuja de la Guerra” y la
“Burbuja del Dólar,” entre otras burbujas, Estados Unidos necesita tener respaldos de capital
productivo o de capital financiero de base productiva para alimentar sus deudas y especulaciones.
Por ello, los recursos económicos derivados de la energía, el petróleo y el gas, son de primer orden
para mantener su supremacía mundial. Aunque hay límites: los intereses de Alemania y Francia,
entre otros.

A partir del impulso de la producción de gas shale por medio del fracking, de la perforación y
fractura de rocas con alto contenido de gas, Estados Unidos recuperó la autosuficiencia energética
que había perdido al inicio de los años 70. De momento, los Estados Unidos se consolidaron como
el principal productor y consumidor de petróleo y gas natural en el mundo. Actualmente produce
el equivalente a 18.88 millones de barriles diario; muy por encima de sus competidores más
cercanos: Arabia Saudita 10.84; Rusia 10.78; Canadá 5.54 y China 4.15 millones. Algunas
estimaciones hablan de que Estados Unidos y Canadá aportan el 99 por ciento de la producción de
gas shale. En cuanto a consumo, Estados Unidos encabeza la lista con 20. 54 millones de barriles al
día; le siguen China con 14. 01; India con 4.92; Japón 3.74; Rusia 3.70 y Arabia Saudita 3.18
millones. Con 4 % de la población mundial EU consume alrededor del 20 % de petróleo. Existen
cifras contradictorias; algunas afirman que EU tiene un déficit de 5 millones de barriles por día;
otros hablan de un déficit de poco más de 1 millón de barriles. En cualquier situación, la potencia
del norte, espera hegemonizar la producción y la comercialización de petróleo y gas en las
próximas 2 o 3 décadas. Ya sea por medio de mantener altos niveles de producción, o por la vía de
la intermediación comercial. Su política de bloqueos y de piratería le ha resultado ventajosa;
sanciona a Rusia por ejemplo, y triangula petróleo ruso; bloquea y sanciona a Irán y Venezuela y
decomisa hidrocarburos ligeros destinados a segunda; por no hablar del robo de combustible a
Siria, Libia o Irak.

Desde 2017 la Agencia Internacional de la Energía (AIE), concluía que la demanda de petróleo y gas
se mantendría a la alza hasta 2040, año en que la población alcanzaría los 9 mil millones de
habitantes. En ese contexto, EU tendría la oportunidad de consolidar su liderazgo y convertirse en
exportador neto de petróleo y de multiplicar su producción de gas; tomando en cuenta que los
combustibles fósiles seguirían ocupando un lugar central, a pesar de los Acuerdos de Paris de 2015
para disminuir las emisiones de carbono y transitar a una economía verde. “Acuerdos” impulsados
por Barack Obama y que fueron repudiados por Donald Trump y que, nuevamente fueron
retomados por Joe Biden.

Las dificultades para mantener la producción de “gas shale” por los altos costos implicados en su
producción, se han venido superando a partir de la introducción de innovaciones técnicas que
aumentaron la productividad y bajaron los costos. Sin embargo, de momento, un buen número de
países ha prohibido el uso de la técnica del fracking por los costos ecológicos implicados, por la
contaminación y depredación del agua y porque ahora les resulta más rentable seguir con la
explotación de los yacimientos de gas y petróleo tradicionales. En el futuro nada asegura que la
extracción de “gas shale” se generalice; más, cuando muchos de los proyectos de energía verde no
son muy prometedores en el corto plazo, o porque no son tan verdes y si muy costosos: “La
petrolera “British Petroleum” cree que este escenario de nuevos productores de gas shale será una
realidad en el 2035, en tanto EU seguirá aumentando su producción de petróleo; aun así para ese
año la petrolera cree que sólo el 70% de la producción de shale procederá de EU y Canadá, una
cifra que al día de hoy es del 99%.”

En el mediano y el largo plazo la situación de Estados Unidos resulta endeble; porque ser el
principal productor no lo convierte en el principal exportador, ni en el poseedor de las principales
reservas de gas y petróleo. Por ejemplo, Rusia e Irán cuentan con las principales reservas de gas;
Venezuela con las de petróleo. En 2021 los principales exportadores de gas licuado fueron Australia
y Qatar; luego Estados Unidos y Rusia. En 2020 Arabia Saudita y Rusia fueron los principales
exportadores de petróleo crudo, seguidos por Estados Unidos. De momento Estados Unidos, a lo
largo de la Guerra en Ucrania, no ha logrado imponer sus criterios para regular los precios y la
comercialización de gas y petróleo; con todo y su reserva estratégica de 727 millones de barriles;
que bien vistas las cosas le alcanza para 35-40 días en una situación más complicada

Con sus compras de petróleo y gas, la Unión Europea (UE) había sido durante un largo tiempo el
mejor cliente de Rusia. En octubre de 2021, la Administración de Información Energética (AIE) de
Estados Unidos informó que un 49% del crudo y condensado de Rusia fue adquirido por los países
europeos miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Además, poco menos de un 75% de todas las exportaciones rusas de gas natural tuvieron como
destino los países europeos en 2021, de acuerdo con la AIE (Deutsche Welle). El peligro para
Estados Unidos no residía exclusivamente en la dependencia de la Unión Europea hacia Rusia; sino
en la consolidación de la influencia “oriental” sobre Europa; especialmente sobre Alemania quien
tiene por principal socio comercial a China. “La cuota de Alemania en el comercio mundial fue de
7.1 % en 2019. Esta cifra sitúa a Alemania en tercer lugar a escala Global, tras China (12 %) y
Estados Unidos (11 %)”. Con un grado de apertura comercial de alrededor del 87.8 %, Alemania es
la economía más abierta de los países del “G7”. En ese año estaba negociando un acuerdo
comercial con China, mientras había suspendido las negociaciones con Estados Unidos. Mayo

Después del incumplimiento del “Protocolo de Minsk” entre Rusia, las Repúblicas Democráticas de
Lugansk y Donetsk con el Gobierno de Ucranía en 2014, la guerra era sólo cuestión de tiempo. Así,
al son de sanciones al por mayor, Rusia reforzó su marcha al “Oriente” sin abandonar su política de
cercanía con Alemania y Francia, entre otros países de la “Unión Europea”. Cabe mencionar que los
dos países citados fueron garantes del “Protocolo de Minsk. De esta manera Rusia empezó a
construir el gasoducto “Power of Siberia”, para transportar gas natural a China. Lo mismo hizo con
Pakistán a través del gasoducto Pakistan Stream, que cuesta 2.000 millones de dólares y que
transportará GNL desde el puerto pakistaní de Karachi, en el sur, hacia el norte del país.

En la estrategia estadounidense el control del mercado europeo es crucial, tanto para asegurarse la
dependencia de Europa en el marco de los acuerdos de la “Alianza del Atlántico del Norte”, como
para hacer realidad su proyecto de debilitar a Rusia, que es el principal enemigo militar de la OTAN,
además de jugar un papel de flanco político, militar y energético de China. El proceso de cerco
político militar contra la Federación Rusa; la campaña contra los oleoductos Nord Stream 1 y 2
respaldada por Inglaterra y Noruega, entre otros; está en el fondo de la actual crisis petrolera,
gasística y eléctrica. Al igual que en el proceso de colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS); la manipulación del precio del petróleo crudo juega un lugar estelar en la
maniobras estadounidenses. La intención de fijar tope al precio del crudo ruso, y del crudo en
general, va contra Arabia Saudita e Irán, porque al ser países exportadores, sus ingresos pudieran
caer o estar sujetos a los intereses de Washington, que no es un gran exportador, aunque si un
gran especulador.

Resulta proverbial aquella frase de Jhon Quincy Adams, sexto presidente estadounidense: “Estados
Unidos no tiene amistades permanentes, sino intereses permanentes.” En medio de la bataola
producida por la Guerra en Ucrania, y por su frustración de no ver rendido a Putin y a su gobierno;
y de los fracasos de la Casa Blanca en sus intentonas de revolución de colores en Bielorusia, Hong
Kong, Irán, y en la propia Rusia; Joe Biden, sin vergüenza y dignidad alguna, ha buscado a Maduro,
por encima del autoproclamado Guaidó, para ver cómo se aumenta el caudal de crudo; lo cual ya
pactó a través de Chevron. Lo mismo ha intentado con los saudíes para saturar un mercado
amenazado por la recesión mundial; todo con el fin de golpear a Rusia. Hasta el momento Arabia
Saudita ha dicho que no, del mismo modo que sus aliados de la “OPEP-PLUS”. En esa pendiente,
fugándose hacia adelante; a la espera de que algún contrincante cometa una torpeza, y en vista de
lo hasta ahora obtenido, atrapado en un torbellino que en parte es su hechura, Biden y sus agentes
hablan de negociar la paz en Ucrania. La crisis energética, en términos políticos, es una de las
tantas “guerras por petróleo” que se han registrado a lo largo de más de un siglo. Abrumado por
los barruntos de una crisis cuya evolución es incierta, Biden busca una tregua sin ceder en sus
pretensiones.

En una jugada económica que sangra a sus aliados usando la política monetaria de la Reserva
Federal que debilita al euro, y aprovechándose de sus necesidades de “protección” militar y de
energía; el gobierno de Biden, de momento, ha conseguido suavizar el aterrizaje de la recesión en
Estados Unidos. Sin embargo, el costo de una ruptura con la Unión Europea, la segunda economía
del mundo, vista en su conjunto y con una Latinoamérica, que se pinta de socialdemocratismo
progresista y de tentaciones revolucionarias; lo prudente sería echar para atrás, sin perder de vista
a China y sin dejar de golpear o presionar a los enemigos. En todo ello, los precios y suministros del
gas y el petróleo son cruciales; porque alimentan las inestabilidades: inflación, frío y hambre; con
más o menos intensidad según el país y la región de quienes los padecen. Así, una Guerra Nuclear
por Ucrania no es rentable; más si ya estallaron los Nord Stream 1 y 2.

El negocio del gas ocupa el primer lugar en los negocios de la transición energética, esto explica el
salto dado por Estados Unidos en el mercado de exportación al que ingreso en 2016. Entre 2006 y
2020 la producción de gas en EU creció 86%. Ello es parte de un proyecto más amplio que
presupone el control del diseño y la generación de energías limpias. Mercado de competencias
despiadadas, como todo mercado en el capitalismo, en el que la violencia y el embuste son una
sola cosa junto al producto. “La transición verde ha disparado los precios en Asia y Europa. Los
productores de electricidad están contratando cada vez más a largo plazo. La producción de la
estadounidense Cheniere Energy está contratada en más de un 90% hasta mediados de la próxima
década. Pero los altos precios benefician a las empresas de EU de Gas Natural Licuado (GNL). La
capacidad productiva de energía que no está ligada a contratos a largo plazo puede venderse más
cara.”

“En la última década, el consumo mundial de gas natural ha crecido a un ritmo medio anual del
2,9%, frente al 1,5% del petróleo y el 0,9% del carbón.” Si bien la producción cayó en 2020 por el
efecto COVID, al igual que en 2008, esta mantiene su tendencia expansiva. El grupo de grandes
consumidores encabezado por EU no ha variado en años. Además, en el marco de los “Tratados de
Libre Comercio” incluido el “T-MEC”; “México ha sido el mercado de mayor crecimiento para las
exportaciones de oleoductos, con 54.300 millones de pies cúbicos del total en 2020. Canadá fue el
otro destino de las exportaciones estadounidenses por gasoducto, con 21.800 millones de pies
cúbicos. México depende en un 90 % de la importación de gas estadounidense; a diferencia de
Francia, Japón y Alemania que compran menos del 52 % a un solo país.

Al ritmo actual de crecimiento de la producción global y de la demanda de combustibles fósiles, las


elites estadounidenses y su “Estado Profundo”, saben que la posibilidad de los Estados Unidos para
mantener un primer plano en la producción y el tráfico de gas y petróleo es limitada. Más si se
generaliza el “Estado de Guerra” abierta; Sabe que en el mejor de los casos su preponderancia
podría mantenerse entre 20 y 30 años más, si bien les va. Por eso su plan para dar un “gran salto
hacia adelante” en el cambio del patrón energético; el 2050 es el plazo inmediato que ellos
avizoran. Mientras tanto hay que quemar todas las existencias de reservas posibles; al precio de lo
que redituablemente convenga: guerras y cambio climático incluidos. Las Reservas de gas de los
Estados Unidos solo representan el 6.7 del total mundial; en tanto, Rusia es el país con más
reservas probadas de gas natural, con 1,3 trillones de pies cúbicos, seguido de Irán, con 1,1
trillones de pies cúbicos. El total de las reservas probadas 2020 era suficiente para satisfacer las
tasas de producción mundial de 2020 durante 48,8 años.

Otra apuesta es por el hidrogeno, el elemento más abundante sobre la tierra que puede usarse
como combustible. De momento, por la inversión de recursos fósiles en su producción, el
Hidrogeno industrial es gris o realmente sucio y nada rentable comparado con otras fuentes.
Además su manipulación sigue siendo complicada y riesgosa, poco o nada compatible con las
tecnologías y productos de consumo existentes. Sin embargo, el hidrógeno podría representar
hasta el 12% del consumo energético mundial en 2050. En la actualidad, el 99% del hidrógeno
usado como combustible se produce a partir de fuentes no renovables. Por las potencialidades del
Hidrogeno y en el marco de la búsqueda de alternativas energéticas y de disputas por la
supremacía, existe toda una “fiebre del hidrogeno” como la hay por el Litio y las tierras raras. Las
inversiones fluyen a ese campo; por ejemplo, la Unión Europea (UE), en su “Estrategia de
hidrógeno para una Europa climáticamente neutra”, publicada a mediados de 2020, se
comprometió a invertir 430.000 millones de dólares en hidrógeno verde entre los días que corren y
el 2030. Desde fines de 2020, siete empresas internacionales que desarrollan proyectos de
hidrógeno verde lanzaron la iniciativa Green Hydrogen Catapult (Catapulta Hidrógeno Verde), como
parte de la campaña Race to Zero (Carrera a Cero) de la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el Cambio Climático.

En todo ello Arabia Saudita juega un papel de primera línea, a pesar de que está empeñada en que
los consumos de crudo y gas se extiendan hasta fines de siglo, cuando menos. En esa coalición
global formada por el grupo saudita de energía limpia ACWA Power, participan el desarrollador
australiano CWP Renewables, el fabricante chino de turbinas eólicas Envision, los gigantes
energéticos europeos Iberdrola y Ørsted, el grupo de gas italiano Snam y el productor de
fertilizantes noruego Yara; quienes en conjunto aspiran a que la industria se multiplique por 50 en
los próximos seis años. Para lo cual esperan que el precio del hidrógeno renovable, se reduzca
menos de US$2 por kilogramo. En tanto, Biden aspira a reducirlo a 1 dólar por kilogramo. Aparte
de la “Quimera del Hidrogeno”, existe la del Litio que enfrenta diversos problemas técnicos y de
sustentabilidad para su uso “verde”. Como se sabe, las baterías de vehículos eléctricos requieren
de una alta porción de litio para garantizar la longevidad y la densidad de energía de las baterías.
En medio de la “ola verde”, “la demanda del litio va a aumentar 40 veces para el 2040, seguido del
grafito, el cobalto y el níquel (que se estima crecerán de 20 a 25 veces). La construcción de las
redes de carga de energía para vehículos eléctricos también requiere de grandes cantidades de
cobre, que se estima se duplicará durante este mismo periodo. En 2021, la demanda de cobre de
Chile, el mayor productor del mundo, ya aumentó alrededor del 80% respecto al año anterior.”

Para no hablar de “Occidente” y de los planes de Biden y socios que esperan disparar la
fabricación de automotores eléctricos e inteligentes; digamos que en el mercado asiático que
representa el 56 por ciento de la demanda mundial, esperan que la demanda de litio siga
aumentando. Con ello su precio se incrementó, por ejemplo, entre 2011 y 2016, la tonelada de
carbonato de litio se duplicó, de 3,870 a 7,475 dólares. El mercado y la producción de litio han
impactado particularmente a Bolivia, Chile y Argentina que poseen más del 60 por ciento de las
reservas totales y manejan el 51% del litio disponible a nivel planetario. El litio puede significar el
ocaso de comunidades, flora, fauna y salares, de la “Madre Tierra”.

VI Crisis socioambiental
En los últimos 70 años, la sociedad ha consumido más energía que toda la consumida a lo largo de
12 mil años por nuestros antepasados. El Grupo de Trabajo del Antropoceno de la Unión
Internacional de Ciencias Geológicas, señala que a partir de los años 50 se ha registrado un
verdadero cambio de época en lo referente al consumo de energía fósil; petróleo, gas y carbón. Las
cuotas de ingesta energética se dispararon de tal manera que se ha hecho necesario introducir una
serie de conceptos para diferenciar dos épocas; una que dio nacimiento en el neolítico y que se
extendió hasta la media centuria del Siglo XX, nombrada Holoceno y la propiamente
conceptualizada como Antropoceno que tiene que ver con la época actual. El consumo energético
del Holoceno ha retrasado hasta por 50 mil años el ciclo de glaciaciones o enfriamiento que
debería estar viviendo la Tierra.

Las emisiones de carbono y el incremento de la población que pasó de 2 600 millones en 1950, a 8
000 millones en 2022; junto a la depredación generada por el modo de vida capitalista, catalizaron
el calentamiento global, convirtiéndose en el principal problema a resolver de la crisis
socioambiental, entre muchos otros. Para ello se han firmado diversos protocolos desde 1992
hasta los suscritos en noviembre de 2022.

Dentro de ese gran número de compromisos, destacan el Protocolo de Kioto y el de Paris; el


acuerdo para aportar 100 mil millones de dólares para proyectos climáticos en países “en vías de
desarrollo” y el compromiso de reducir la temperatura a finales del presente siglo en 2 grados por
debajo del nivel de la época preindustrial. O en 1.5 grados si fuera el caso; además de transferir
tecnologías y realizar monitoreo para evaluar los grados de avance. Sin embargo, como veremos
más adelante, la lógica empresarial capitalista y la lucha entre potencias por la supremacía mundial
que domina y sobredetermina los procesos de cambio del “modelo energético”, avanzan en
sentido contrario.

Como ha explicado el académico y militante Bellamy Foster entre muchos otros; el capitalismo ha
desarrollado fuerzas productivas como ninguna otra sociedad en la historia; sin embargo, la
persecución de la ganancia capitalista entendida como fin y medida del ser humano, ha empujado
al capitalismo a revolucionar constantemente, las bases y los medios y materiales y culturales
sobre los que se levanta. El espíritu que la anima, el máximo beneficio para algunos individuos y
para la gran burguesía, únicamente puede alcanzarse a condición de perfeccionar los métodos de
control y explotación de las clases trabajadoras y de depredación de la naturaleza.

En esa racionalidad empresarial, en esa lógica de poder no se asume cabalmente que en las
condiciones actuales, de mediano y aún de largo plazo; el planeta ya no puede sostener el actual
modo de vida. Si todos viviéramos con los niveles de consumo estadounidense o del norte de
Europa, se necesitarían recursos 5 veces mayores a los producidos cada año. Dominar sobre
hombres y mujeres y sobre su base natural, constituye su condición de existencia; el productivismo
y el consumismo ciegos y frenéticos está en sus genes; constituye su racionalidad intrínseca.
Pueden atemperarse algunos de sus excesos; maquillarse sus rostros y presentaciones; pero
cambiar de fondo su naturaleza sin ir a la raíz es imposible.

Debemos estar conscientes que gritar “¡cambiemos el sistema, no el clima!” impone la


construcción de otra racionalidad que no puede colmarse con ecologismos liberales, mezquinos y
aun perversos, pero tampoco con ecologismos ilustrados y contemplativos y menos, mucho menos
con ecologismos amigablemente ingenuos y superficiales. El capitalismo constituye el cenit, el
punto más alto en la evolución montada sobre las grandes contradicciones de la “Civilización”:
producción social versus apropiación privada; separación y antagonismo sociedad naturaleza;
contraposición trabajo manual y trabajo intelectual; contraposición campo-ciudad; hombremujer;
Estado-comunidad. Su capacidad de creación de fuerzas productivas para el desarrollo de las
posibilidades de humanización del género humano, han sido sepultadas por su capacidad de
creación de fuerzas destructivas; de generación de basura y contaminación; material e intelectual.

En la crisis socioambiental de nuestros días se sintetizan dos movimientos o temporalidades, uno


de larga duración que data del proceso de gestación del capitalismo, que viene del siglo XV y XVI,
que se conecta con la circunnavegación y el saqueo de África y con la Invasión y el exterminio de
buena parte de las naciones primeras de la Abya Yala, hoy América. Movimiento largo que también
se engarza con el proceso de subyugación y conquista de multitud de pueblos y naciones en el
territorio hoy conocido como Europa y, además, con la expulsión de los campesinos de sus tierras
en Inglaterra y el norte europeo, con “el tiempo en que las ovejas devoraron a los hombres”, dando
nacimiento a las clases modernas.

La otra temporalidad o movimiento corto, tiene relación con la crisis socioambiental de nuestros
días; con el cambio climático ocasionado por la emisiones de carbono y las actividades productivas
y la contaminación de la corteza terrestre y el espacio exterior; incluida la contaminación genética
y el agotamiento de los depósitos naturales para la reproducción de la sociedad capitalista. En esta
temporalidad inmediata, la crisis socioambiental, es parte de la crisis general, sistémica o
civilizatoria del capitalismo; de las disputas “Oriente”“Occidente”, de las confrontaciones derivadas
de la defensa de los territorios y sus bienes comunes, y de las iniciativas para modificar el patrón
energético y las políticas de reciclaje y economía circular

Hasta ahora, el motor de la crisis socioambiental y del calentamiento global en particular, tiene que
ver con procesos estructurales que son los que impiden el cumplimiento de los protocolos de Kioto
y Paris. Con todo y compromisos, ya en 2017 se estimaba que la demanda de energía se
incrementaría en un 30 % de aquí al 2040. Es como agregar al consumo mundial de energía a unos
3 mil millones de personas más. Para ese año la población mundial pasará de los 8 mil millones
registrados en 2022 a 9 mil millones. De seguir así, la temperatura aumentará 2.7, grados en lugar
de disminuir; de cumplirse esos pronósticos el calentamiento del planeta se tornaría inmanejable.
Las muertes a causa del calentamiento global crecerían un 40%, pasando de los 2,9 millones
anuales de hoy, a los 4,2 millones en 2040

De momento, 20 años cuando menos, el gas natural estará en el centro de la transición energética.
En la medida que su capacidad calórica es más elevada que la del petróleo y que su impacto
contaminante es menor que el de otras energías fósiles, ha pasado a ser parte de los dispositivos
ideológicos que presentan al
“capitalismo verde” como la posibilidad de vivir en un “Mundo Feliz”. En realidad, en este punto
como en todos cuando hablamos de capitalismo y de “libre mercado” lo decisivo es el negocio. De
ahí la explosión en el crecimiento de la producción y el “trafico” comercial de gas “natural”. Del
crecimiento exponencial de empresas como las españolas Iberdrola, Endesa,Total Energies,
Naturgy, Repsol; Shel España y ENGIE España. Fiel a su tradición, las elites españolas y sus hidalgos;
sin reservas de gas y petróleo propias, hacen el negocio, vendiendo lo que no es suyo. Ahora Pedro
Sánchez y antes Aznar, Zapatero y Rajoy, con su viejo aire de conquistadores junto a su Rey,
participan de cuanto juego les permiten los estadounidenses y sus pares europeos, para llenarse
los bolsillos sin trabajar y con patrimonio ajeno.

Como indican todas las proyecciones montadas sobre las evidencias empíricas existentes, resulta
imposible detener el calentamiento global, sin dejar atrás el uso de combustibles fósiles y el
productivismoconsumismo de la sociedad actual. De momento las “energías verdes” no garantizan
ser tan verdes y el cambio de mentalidades productivistas y consumistas, están descartadas; en
dicho terreno a lo más se habla de circularidad, de reciclamiento virtuoso. Empieza a ser público
que la introducción de “la energía solar, la eólica o los autos eléctricos, requieren de la extracción
de una gran cantidad de minerales para su fabricación. Un auto eléctrico, por ejemplo, requiere
seis veces más minerales que uno convencional, una planta de energía eólica terrestre requiere
nueve veces más minerales que una de gas.”

En la proyección del Departamento de Energía estadounidense el objetivo de mediano plazo es el


de cubrir el 50 % de la demanda de electricidad a partir del uso masivo de energía solar. La primera
etapa se propone generar 40 % de electricidad por ese medio para 2040. En el plan la electricidad
eólica es un complemento básico; la cual se disparó en las tres últimas décadas, pasando de unos
6.000 millones de kilovatios/hora al año en 2000 a unos 338,000 millones en 2020. Para todo esto,
se necesita energía nuclear, además de minerales específicos cuyo procesamiento consume dosis
gigantescas de fuentes fósiles.
Así, por el momento, “la energía verde” y amigable, es un poco una historia propia de la relación
entre el doctor “Jenkill y Mister Hyde”; o del “Hulk” y su huésped amigable. En EU, las centrales
nucleares han generado cerca del 20% de la electricidad del país desde 1990. Hasta diciembre de
2020, había 94 reactores nucleares operando en 56 plantas en 28 estados, lo que convierte a
Estados Unidos en el mayor productor de energía nuclear en el mundo

Las existencias de agua en condiciones de uso es otro límite a la reingeniería


“verde”: gran parte del “agua que se emplea ya no se puede reutilizar, por todos los desechos
tóxicos y radiactivos que le quedan; aunque estas alternativas no producen emisiones, no son tan
limpias como pensábamos. Por cada tonelada de Litio extraída, se requieren hasta 2 millones de
litros de agua, lo que agota los recursos hídricos subterráneos, afectando a comunidades, flora y
fauna Otros minerales terrestres no raros, esenciales para la transición energética, también tienen
procesos de extracción perjudiciales. El cobre, por ejemplo, se extrae detonando explosivos en
grietas del suelo en minas a cielo abierto. En promedio “se pierden 300 metros cuadrados de suelo
por cada explosión” que difícilmente se recupera.

El reciclaje o la “Economía Circular” es la otra “Panacea”, otra quimera como la salud hecha diosa.
Desde una óptica integral, “Holística”; donde cada parte se integra virtuosamente, hasta formar un
círculo, símbolo de la continuidad y la perfección; la esfera de Parménides; una esfera porque si la
perfección existe, esta, necesariamente, debe ser finita como decía Aristóteles. La circularidad
inicia desde el diseño que integra lo “industrial” o productivo, con todas la dimensiones
subsiguientes de la totalidad social, los imaginarios y los entornos ecológicos y ecosociales. “La
circularidad inicia desde el diseño del producto, con el uso de materiales secundarios en nuestras
cadenas de valor, así como con el reciclaje de vehículos de “BMW Group” al final de su ciclo de
vida”. Por ello, en los planes a futuro próximo de la empresa, está disminuir el uso de cobalto en
los cátodos de su actual generación de baterías a menos del 10 %. Lástima que la implacable rueda
de la ganancia empresarial sea el motor que empuja y proyecta una “Revolución Verde” y una
“Circularidad” que siguen calentando al planeta.

Las consecuencias del cambio climático son más que evidentes: calentamiento de los océanos;
disminución de las placas de hielo en la Antártida y Groenlandia; regiones que perdieron entre
1993 y 2016 una masa de hielo que equivale a 286 mil millones de toneladas en la primera y a
unos 127 mil millones de toneladas en la segunda. El retraimiento de glaciares es global: los Andes,
los Alpes, los Himalaya, las Montañas Rocosas, Alaska y África. Lo cual se ha traducido en la
elevación de los niveles marítimos a un ritmo que duplica en los últimos 20 años, las 8 pulgadas
registradas en todo el siglo XX. Los vaivenes extremos en las temperaturas; muy cálidas a muy frías,
generan sequías, inundaciones, huracanes y ambientes propicios para la difusión de
enfermedades, virus y bacterias infecciosos. Pero en el pragmatismo que caracteriza a nuestras
sociedades, “al mal tiempo buena cara”. Se abrirá el Polo Norte a la navegación; extensiones
gigantescas de tierra se volverán cultivables en el Norte a expensas de la desertificación del Sur y la
franja ecuatorial. Seguro que ya se están vendiendo productos financieros de tipo climático. Tal vez
por eso, entre otros motivos, Bill Gates está comprando tierras desaforadamente

Otro renglón crucial es el agua y las guerras en torno a ella. Si para producir una tonelada de litio
se requieren 2 millones de litros de agua, en México se usan hasta 10 mil millones de litros de agua
al año en las armadoras de autos, por entidad o estado productor. Al final del día es muy probable
que el costo socioambiental, en términos económicos, sea mucho mayor al “beneficio” que dejan
las inversiones extranjeras y algunas empresas locales. El robo del agua, la transferencia de ese
bien común a los activos de las empresas a bajo o nulo costo es parte del subsidio que permite
sostener a los grandes empresarios. Veamos: 1 kilo de carne = 15 mil litros; 1 litro de Gasolina = a
97 litros de agua; un celular = 910 litros; Un litro de cerveza, según los fabricantes de 4 a 6 litros;
mientras un litro de Coca Cola requiere 69 litros de agua. Esta empresa, extrae 55 millones de litros
de agua anualmente. Un pantalón vaquero requiere en su producción entre 2,130 y 3,070 litros, de
acuerdo a una investigación de una Universidad española
Según la ONU 2,200 millones de personas el 28 % de la población actual, carecen de acceso al agua
potable; 2 mil millones recurren a centros de salud sin provisiones de agua; 4,200 millones no
tienen saneamientos adecuados; 2 mil millones viven en países con escasez de agua; 297 mil niños
menores de 5 años mueren de enfermedades diarreicas por la mala calidad del agua; el 90 % de los
desastres naturales están relacionados con el agua; el 80 % de las aguas residuales carecen de
tratamiento; en tanto 2 tercios de los ríos transfronterizos están fuera de las regulaciones
ambientales.

El calentamiento global; las emisiones de carbono también están conectadas a la contaminación


por basura. Cada año empresas, hospitales, hogares y comercios generan un volumen de basura
equivalente a 800 mil albercas olímpicas. De ese universo sólo se recicla entre el 15 y el 18 %. Los
daños que produce son múltiples; se contaminan mantos freáticos a través de escurrimientos
derivados de los lixiviados, y mares y grandes extensiones de tierra se llenan de plásticos.
Alrededor de 13 millones de toneladas de plásticos son arrojadas al mar, sin contar con todo tipo
de desechos industriales, derrames de hidrocarburos, escurrimientos de mercurio que contaminan
peces, aves y biota marina. La basura produce metano y contribuye a la propagación de múltiples
enfermedades respiratorias y gastrointestinales. El mal manejo de desechos animales y humanos
agrega millones de heces fecales al aire. Por si fuera poco el espacio exterior inmediato, está
plagado de desechos que se han ido acumulando desde 1950. Muchos de los 13 mil 630 satélites
enviados al espacio son ahora chatarra, al igual que los restos de 6250 cohetes; los fragmentos de
la basura espacial se cuentan por cientos de miles

Más allá de la discusión sobre las repercusiones de la manipulación genética de las cadenas de
ADN, de plantas y animales; su introducción masiva ha creado escenarios de contaminación masiva
por la difusión del Glifosato y otros pesticidas asociados a los transgénicos. Escenarios que van
asociados a los procesos de desmantelamiento de las economías campesinas y a sistemas
alimentarios derivados de producciones y organizaciones sociales de tipo ancestral. Estrategias que
han sido diseñadas desde las empresas químicas y productoras y comercializadoras de alimentos,
para desmontar los soportes de la soberanía alimentaria y de la autosufiencia alimentaria

La contaminación atmosférica es una derivación del uso de combustibles fósiles; de insecticidas, de


los modos de vida montados en el uso de plásticos y productos sintéticos; de las sequías; de la
emisiones gases industriales y de la descomposición de la basura y otros desechos provenientes de
mega granjas porcinas y avícolas, entre muchos otros factores. Sus repercusiones afectan al 99 %
de la población mundial; provocando problemas cardiovasculares;
cerebrovasculares, enfermedades respiratorias y gastrointestinales. La
contaminación del aire también se asocia al desarrollo de canceres; la Organización Mundial de la
Salud estima que mueren más de 13 millones de personas debido a la contaminación atmosférica.

VII Crisis alimentaria


Como crisis del hambre, la crisis alimentaria es un fenómeno permanente, motivado por los
intereses de las empresas que dominan la producción y la comercialización; además del manejo de
las semillas, insecticidas y las patentes.
En gran medida, la crisis del hambre es una consecuencia del orden capitalista y colonial impuesto
desde las trasnacionales y desde algunos estados. Incluso, son esos actores quienes lucran con el
hambre, económicamente y políticamente, auxiliados por una red de organismos no
gubernamentales, laicos y religiosos, que suelen coordinarse con los organismos de las Naciones
Unidas destinados a la atención del hambre. “Los Objetivos del Milenio” primero, y ahora el Plan o
la Agenda 2030 con su hambre cero, son la cara bonita de las inequidades capitalistas y
neocoloniales. De 678 millones de personas que padecían hambre en 2019; se pasó a 828 millones
en 2021, unos 150 millones más.

Ya en el marco de la Pandemia y la crisis económica de 2020 la ONU afirmó que unos 2,300
millones, el 29.3 % de la población mundial, se encontraban en situación de inseguridad
alimentaria. En 2021, 31.9 % de las mujeres se encontraban en situación de inseguridad
alimentaria, mientras los hombres representaban el al 27.6 %. Al mismo tiempo, 145 millones de
niños enfrentaban retraso en su desarrollo y 45 millones menores de 5 años padecían emaciación,
la forma extrema de mal nutrición. Además, en 2020, 3,100 millones no tenían una dieta saludable,
lo cual ha sido la causa de múltiples enfermedades. De forma optimista, la ONU calcula de manera
temeraria que para 2030 unos 670 millones seguirán padeciendo hambre; lo que queda claro es
que la meta de “hambre cero”, estará muy lejos de cumplirse al final de la década.

Sin duda, la Guerra en Ucrania ha sido un factor importante en el proceso de alza de los precios de
los alimentos y de los insumos agropecuarios. Sin embargo, el proceso inflacionario venía desde
2021, año en que se produjo un salto atípico en 15 de 34 economías avanzadas. El conflicto
político-militar entre la OTAN y Rusia y entre Estados Unidos y China que se libra en Ucrania, ha
sido usado para especular con los precios y la distribución de granos e insumos. A nombre de la
necesidad de poblaciones con hambre en África, Asia y Medio Oriente, “la tregua de los granos”
entre Rusia y Ucrania, ha servido para llenar las reservas de los países más ricos de Euro. Lo que,
junto a la política de sanciones contra Rusia, ha favorecido el alza de los precios capitalizada por
Estados Unidos y sus empresas de alimentos y de energéticos, colocando a la Unión Europea en
desventaja.

En cierta medida, la escasez de alimentos es ficticia, ya que en realidad existe sobreabundancia de


alimentos. A lo cual contribuyen, sin duda, las estrategias productivas orientadas a segmentos de
medios y altos ingresos; además de las estrategias de empresas y estados neocoloniales para
impedir cualquier atisbo de soberanía y autosuficiencia alimentaria por parte de la mayoría de
países del mundo. En un mundo donde la ONU afirma que “producimos comida más que suficiente
para alimentar a toda la población mundial”, la escasez y el hambre, que no son exclusivas de los
años que corren, no pueden resultar más que de la especulación y la estructura económica y
cultural dominante. Situaciones que aprovechan los tiburones de las bolsas de valores de Chicago y
de las grandes firmas que controlan la producción de alimentos, la mayoría estadounidenses.

Si bien, la producción de semillas u organismos genéticamente modificados se ofrece como


alternativa para solucionar la crisis del hambre, quienes sostienen este punto de vista, incluida la
ONU, olvida que la crisis actual no está motivada por la escasez de alimentos, sino por el régimen
económico actual, que lucra con los alimentos y el control de los insumos para su producción. El
hambre es parte del negocio, algo construido con fines lucrativos y de manipulación política. La
crisis alimentaria es y será permanente bajo cualquier modalidad, mientras prevalezcan los
intereses de las trasnacionales. En ese sistema de especulación y control de la producción de
alimentos, se dan la mano especuladores que actúan en la Bolsa de Chicago, los productores de
Glifosato, de semillas transgénicas y todo tipo de trasnacionales de la alimentación; la mayoría
estadounidenses. Si reparamos en quienes son los principales protagonistas económicos dentro del
mundo “occidental” se encuentran una multitud de conexiones entre los grupos financieros y las
más variadas empresas, entre ellas, las empresas de alimentos para humanos y mascotas, además
de las empresas que producen organismos genéticamente modificados, fertilizantes e insecticidas.

“Las actividades financieras en la Bolsa de Valores de Chicago o”Chicago Board of Trade,”(CBOT)


son fundamentales para entender los “Juegos del Hambre”; que también guardan relación con los
procesos de fusión de empresas del sector alimentario y biotecnológico. Todas las subidas y
bajadas de precios de los granos y algunas materias primas (comodities) tienen lugar en la Bolsa de
Chicago, que resulto de la fusión de dos mercados, el Chicago Board of Trade (CBOT) y el Chicago
Mercantile Exchange (CME). Fundado en 1848, el CBOT es el mercado de futuros y opciones más
antiguo del mundo. El CME se creó medio siglo después, en 1898. La fusión de ambos mercados se
produjo en 2006, creando CME Group, el que en 2021 tuvo unos ingresos de 4,200 millones de
euros.

Tanto la CBOT como la CME comenzaron como un mercado sin ánimo de lucro para las
transacciones agrícolas. Eran plataformas comerciales donde se negociaba a gritos para regatear y
acordar un precio de mercado para una mercancía Hoy, el 90% del volumen total del mercado se
produce de forma electrónica.” “La Bolsa de Chicago guarda relación con la Bolsa de Nueva York,
una de las más importantes del mundo, la que además de comerciar con materias primas,
comercia con metales preciosos y con petróleo y gas, entre otros productos. Entre las inversiones
más populares que se negocian en la Bolsa de Chicago se encuentran los futuros de divisas, las
monedas, bitcoins por ejemplo; además de los futuros de tipos de interés y los productos agrícolas.
La de Chicago es la mayor bolsa de futuros y opciones de Estados Unidos y la segunda del mundo.
Sólo le supera, en términos de volumen de operaciones, la Bolsa Nacional de la India (Bombay).

“Los activos financieros más operados en la Bolsa de Chicago son las materias primas (llamadas
commodities en inglés). Originalmente, el CBOT comerciaba solo con productos agrícolas como el
maíz, el trigo y la soja. A pesar de su apertura a otros productos financieros, hoy, casi 200 años
después, el mercado de futuros de esas tres materias sigue siendo fundamental. En la lista de
productos agropecuarios que ahí se negocian se encuentran el ganado vivo, cerdos vivos, ganado
de engorde, tres clases de leche (incluida la en polvo), suero seco, queso, mantequilla y madera de
longitud aleatoria. También metales: oro, plata, cobre, platino, plomo, aluminio, hierro y uranio.
Todo esto a distancia; a través de la compra venta de acciones se compran y venden mercancías
que físicamente no están presentes y que a veces ni siquiera existen, más que como expectativas a
futuro.

Los productores ponen a circular sus productos convertidos en acciones antes de que lleguen
físicamente al mercado; en el trayecto juegan, compran y venden según las expectativas a futuro o
las crisis climáticas o guerras que se presenten. Los precios de las acciones y de los productos
suben o bajan según los vaivenes del dólar. En ese espacio de compra y venta de acciones sobre
productos agrícolas que se esperan a futuro, entran a jugar los grandes especuladores que cuentan
con capitales gigantescos obtenidos a bajas tasas de interés y con respaldos gubernamentales.
Tienen capacidad de inflar burbujas; globos financieros, sin saber a ciencia cierta cuales serán
cantidades que se cosecharan; o si se cosecharan. Ahí juegan “desde hace muchos años inmensas
empresas como Dupont, Cargill o Syngenta y grandes corporaciones bancarias como JP Morgan o
Goldman Sachs.” En 2007, cuando estalló la “Burbuja’Subprime”, los grandes fondos de inversión
se movieron al mercado de las materias primas agrícolas para especular.

En todos esos juegos, los hambrientos no cuentan; salvo como coartada para presionar sobre los
precios, hacia abajo o hacia arriba según convenga a los grupos financieros y a los grandes estados.
Así la ONU y la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO),
sirven más como disuasoras de las protestas y movimientos que pudieran cuestionar el orden
capitalista. Mientras tanto, el qué se come; en qué cantidad y a qué precio, se define en la Bolsa de
Chicago y en las gerencias de empresas como: NESTLESUIZA, UNILEVER-USA, COCA COLA-USA,
MONDELEZUSA, ASSOCIATED BRITISH FOOD- INGLATERRA, KELLOGS-USA. DANONEFRANCIA, KRAF
HEINZUSA; INNER MONGOLIA YILI INDUS-CHINA o BAYER-MONSANTO, WALMART, CARGILL
DUPONT, entre otros. En tanto, los pobres gastan alrededor del 50 por ciento de sus ingresos en
alimentos. Otros ni siquiera llegan a pobres.

Alrededor de 2014 se dispararon las fusiones de las grandes empresas “agroquímicas”; año en que
casualmente inició la Guerra en Ucrania, con el Golpe de Estado interno y la rebelión de las
Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk. En septiembre de 2016 se formalizó la compra de
MONSANTO por la farmacéutica BAYER a cambio de 60 mil millones de dólares; entre sus objetivos
no dichos están lo de dominar la producción de semillas, la información genómica, de suelos y la
de climática, como medio para controlar la producción de insumos agrícolas: agrotóxicos, semillas,
fertilizantes; productos veterinarios y maquinaria agropecuaria. Paralelamente se dieron otras
fusiones entre ellas las de JHON DEERE CO. Y PRECISION PLANTING LLD; la primera produce
maquinaria agrícola y pertenecía a MONSANTO. Además se fusionaron SINGENTACHEMCHINAY
DUPONT-DOW. La fusión de MONSANTO-BAYER les garantizo el control de un tercio del comercio
de semillas comerciales y agrotóxicos. Y si a todas ellas sumamos a la empresa BASF, controlarían el
100 % de la producción de semillas, entre otros rubros.

El caso de Ucrania es ilustrativo de muchas cosas; es el país más extenso dentro del territorio
Europeo; con un territorio mayor al que poseen por separado Alemania, Francia o España. Con un
potencial agrícola que puede alimentar a 600 millones de personas; los y las ucranianas son
alrededor de 41 millones; con una base de industria pesada importante y acceso al Mar de Azov y
al Mar Negro. Con todo eso se convirtió en el país más pobre de Europa. En tanto las oligarquías
locales acumularon fortunas de miles de millones de dólares, al igual que las oligarquías que se
apoderaron del espacio postsoviético. Su capacidad productiva resultaba crucial para la regulación
de los precios de los cereales, Rusia había incrementado su producción de cereales y de
fertilizantes.

El principal productor de trigo del mundo es la Unión Europea con 130.2 millones de toneladas,
seguida por China con 130 millones de toneladas y por la India con 90 millones y por EU y Rusia
con 60 millones; Ucrania ocupa el séptimo lugar. La Unión Europea espera exportar en el ciclo
2022-23 unos 38 millones de toneladas; una cifra record. Como se puede deducir, el principal
beneficiado con el alza de los precios del trigo es la Unión Europea. Y según informaciones sobre la
comercialización de trigo ucraniano, ellos han sido los principales compradores y muy
probablemente los principales vendedores para los países con déficit en alimentos y con
escenarios de hambruna. Ese es el buen corazón de la civilizada Europa.

Con todo y vaivenes bajistas, ligados a los movimientos especulativos, los precios de los cereales se
han mantenido a la alza, alcanzando máximos históricos. La comida en general se ha encarecido un
17 %, muy por encima de los niveles inflacionarios del 8-10 % aceptado oficialmente. Los cereales
como el trigo y el maíz son de los productos que más se han encarecido, un 20 %; sólo los superan
los aceites y los vegetales que rondan el 28 %. A esos precios, los 20 millones de toneladas
atascadas en Ucrania pueden ser un negocio ventajoso para todos los intermediarios que
participan de la iniciativa humanitaria. Una que teóricamente tiene la finalidad de evitar una
situación que degenere en hambruna

Diversos organismos internacionales entre ellos la ONU hablan de una situación de emergencia
que va desde América central y Haití, a través del Sahel, la República Centroafricana, Sudán del Sur
y el este del cuerno de África, Siria y Yemen, hasta Afganistán. Suponen que si se mueve el grano
los precios pueden bajar sensiblemente; dando oportunidad a los gobiernos de esos países para
que puedan adquirir los alimentos. Sin embargo; en el hipotético caso de que refluyera la inflación,
difícilmente será en el corto plazo y además; como todo mundo sabe, la mayoría de esos países
atraviesan por crisis muy severas derivadas de la “Crisis Pandémica” y de sus problemas internos
que son muchos. Si no se forma un fondo de emergencia, al que se dé seguimiento; si no se pone
algún tipo de freno a la especulación, lo único previsible es el fracaso. Los niveles de
descomposición violencia y corrupción en muchos de esos países son un obstáculo, que puede
salvarse con reglas claras y mecanismos de seguimiento. Digamos que muchos de esos
funcionarios, son la versión en el tercer mundo de los CEO’s y corredores de bolsa que lucran con
el dolor humano.

La crisis general del capitalismo acrecienta los procesos de centralización, de fusión y


reagrupamiento de todo tipo de capitales para defenderse en el marco de los giros violentos de la
crisis, pero también, para sacar ganancias de las dificultades. Como lo explican los hechos
sistematizados por diversos grupos de investigación, en el terreno de los alimentos, existe una
fuerte tendencia hacia la formación de oligopolios, de holdings, donde se entretejen todo tipo de
figuras empresariales capitalistas que son controladas por unos cuantos magnates y firmas.

Por ejemplo, “de las nueve mayores fusiones o absorciones industriales realizadas en el mundo
desde el 2013, cinco correspondieron a firmas vinculadas a la producción o distribución de
alimentos. Estas operaciones, transcontinentales dieron lugar a gigantescas multinacionales cuya
facturación anual conjunta supera los 180,000 millones de euros anuales.” Con datos de 2019,
dentro del puñado de empresas oligopólicas destacan: (1) NESTLÉ (SUIZA) que produce desde
leche a comida para mascotas. Con un volumen de negocio de casi 78.000 millones de euros en el
2017; sus ganancias sobrepasaron los 6.000 millones. Su empresa de lácteos en la primera en el
mundo; además fabrica galletas, comida para mascotas y alimentos infantiles. Sus presentaciones
son Nespresso, Bonka, Fitness, Maggi, Buitoni, Purina o Nesquik. (2) PEPSICO (EE.UU), con una
facturación de 55.200 millones de euros. Sus presentaciones más conocidas son Pepsi, Kas, 7up o
Aquafina; además de sus aperitivos: Lays, Cheetos, Doritos o Ruffles.
(3) UNILEVER (EE.UU.). Cuidado personal y helados. Se trata de una multinacional británico-
holandesa que vende cerca de 400 marcas en más de 190 países con un volumen anual de
facturación superior a los 51,000 millones de euros. Los más consumidos son Dove, Rexona, Axe
para cuidado personal; y Knorr, Hellmann’s, Flora, Lipton,, Maizena y helados Frigo para
alimentación. (4)
COCACOLA (EE.UU.). En el 2017 su facturación fue de 50.000 millones de euros.

Líder en refrescos de cola; también vende Sprite, Fanta, Nordic Mist, Nestea, Powerade o Aquarius.
(5) MARS (EE.UU.). con un volumen de ventas de 28,700 millones de euros. Produce chocolates y
comida para perros: Twix, M&Ms, Mars u Orbit, Royal Canin, Pedigree o Whiskas. P&G (EE.UU.). El
amo de la higiene personal. Aunque no se trata de una empresa que opera en el sector
alimentario, Procter & Gamble es líder absoluto en el ámbito de la limpieza y la higiene personal.
Raro es el carrito de la compra que no lleva productos suyos como Ambipur, Ariel, Fairy, Ausonia,
Evax, Gillete, H&S, Dodot, Pantene o Don Limpio. Su facturación global en el 2017 superó los
55,000 millones de euros. MARS (EE.UU.). Chocolates y comida para perros. Creada hace más de
un siglo en Nueva Jersey, Mars pasa por ser uno de los mayores fabricantes de snacks y golosinas
del mundo con un volumen de venats de 28.700 millones de euros. Suyas son referencias tan
conocidas como Twix, M&Ms, Mars u Orbit y también otras líderes en el ámbito de la comida para
mascotas como Royal Canin, Pedigree o Whiskas.

El rey del picoteo. Oreo, Toblerone o Trident son algunas de las marcas de referencia de Mondelez,
el mayor fabricante de snacks del mundo con presencia en 165 países. Cuentan con algunos
productos líderes en sus respectivos segmentos como Halls, Milka, Philadelphia. También es
propietaria de LU, que fabrica las conocidas galletas Príncipe. DANONE (FRANCIA). Mucho más que
yogures. Aunque el 52% de sus ventas totales -24.200 millones en el 2017- proceden de los lácteos
y derivados, también cuentan con una presencia significativa en el agua de consumo y en el sector
de la nutrición infantil. De Danone son productos como Actimel, Activia, Danacol, Milupa, Aptamil,
Font Vella o Lanjarón. ASSOCIATED BRITISH FOODS (REINO UNIDO). La dueña de Primark. Menos
conocida para los consumidores resulta todavía la británica Associated British Foods, dedicada
mayormente a la producción de azúcar, levaduras de cerveza y otros ingredientes alimentarios para
el sector de la panadería y la bollería. Una de sus filiales es la conocida marca

VIII Crisis ética y decadencia de “Occidente”


Según el maestro Carlos Pérez Soto, para Kant los dos problemas principales de la filosofía
moderna son el de la “razón teórica” y el de la “razón práctica”, el establecimiento del fundamento
del saber y el fundamento de la acción moral. El primero está referido al saber y sus modos y el
segundo, al ámbito de la ética, a los actos humanos que se corresponden con el saber. Más
adelante, dice que el problema de saber en la sociedad moderna, es decir burguesa, capitalista, es
el primer paso para ordenar las relaciones en un mundo de hombres libres, es decir, de individuos.
El saber para ordenar las relaciones de fuerza y de poder, el saber para ordenar la dominación,
tanto sobre los hombres como sobre la naturaleza.

En los griegos el conocimiento sobre el ser servía para fundamentar la ética, la acción práctica. En
los modernos, el saber, al que se identifica con la ciencia, sirve de fundamento para su
comportamiento ético, práctico. “Sé demasiado, me convierto en mí saber” reza un poema.
En la “Modernidad”; es decir, en el capitalismo, el saber del que sabe, es por regla general el saber
del más fuerte, que se normaliza y naturaliza con el concurso del Estado y sus aparatos culturales;
se hace institución y costumbre, se impone como el “deber ser”, como la racionalidad y la razón,
como un nuevo “sentido común”, como la nueva normalidad. El saber en sí mismo, que
corresponde a la clase intelectual burguesa, naturaliza y legitima al sistema de dominación que lo
ha producido. La racionalidad y la razón del más fuerte.

En la sociedad que nace entre fines del XV y XVI, en la sociedad capitalista que se hizo llamar así
misma: “Europa y Occidente”, dejando atrás el nombre de “Cristiandad” con el que se
autoidentificaba, su saber es universal porque es científico y por tanto incuestionable. ¿Quién lo
dice? Lo dicen sus “científicos” pertenecientes a la clase intelectual y académica, cortesanos que
militan en las diversas burbujas, mafias o estirpes asociadas a una o varias de las tantas caras del
poder burgués.

La crisis ética del capitalismo es la crisis de su saber, de sus valores y de sus instituciones, que nada
tienen que ver con intereses magnánimos, sino con fríos y mezquinos intereses económicos y de
estatus, todos burgueses. Es la crisis nacida de la incongruencia entre los valores de la ciencia y el
bien común y su actuar cotidiano. Propios de un orden social que se levanta sobre la doble moral y
la hipocresía característica del falso creyente, del falso socialista.

No obstante, la crisis ética, en el marco de la decadencia capitalista, no reside únicamente en la no


correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace; digamos que eso ha estado presente desde
su nacimiento.

La debacle ética como una de las dimensiones de la “Crisis General del Capitalismo Decadente”,
que hoy vivimos, expresa el punto más álgido del proceso de ruptura del ser humano, de la
sociedad con la naturaleza. El punto más alto del proceso de disolución de los vínculos
comunitarios, de las relaciones de comunalidad que comprenden al conjunto de relaciones de
complementariedad y reciprocidad entre todos los componentes de la totalidad sociedad-
naturaleza. Por lo mismo, el grado de incongruencia entre lo que se dice y se hace alcanza una
proporción nunca vista, porque el capitalismo renunció a la verdad, a las justificaciones morales e
ideológicas de su acción práctica que descansaban en la “ciencia”.

En esa pendiente, su evolución posmoderna es la confesión cínica de que, por encima de todo
proceder científico, lo que importa es lo que cada quien se inventa desde el poder del Estado, la
Empresa y la Institución Cultural.

Domenico Losurdo, en su marxismo occidental, adelanta un crítica a la quiebra ética y política del
“marxismo occidental”. Explica convincentemente que el cuestionamiento al capitalismo de
muchos de los marxistas más reputados y de un sector de la intelectualidad neoanarquista,
emparentada con Foucault y Deleuze y con toda la posmodernidad, ha sido omisa en el
cuestionamiento a los lazos genéticos, entre liberalismo y colonialismo; entre liberalismo y
fascismo; entre liberalismo y supremacismo racial y de género. Les reprocha que ante el “marxismo
oriental”, el ruso incluido, nunca tuvieran la honestidad de reconocer que los únicos que han hecho
y ganado revoluciones fueron los orientales y sus émulos en África e Indoamérica. En su desdén
por los marxistas “orientales”, hay mucho de racismo y de pretensiones de supremacismo
intelectual. Para Losurdo, la mayoría de los “marxistas occidentales” y sus enemigos
neoanarquistas, se recluyeron en un teoricismo estéril y retrogrado. Moralista, montado en un
“deber ser” alejado de los problemas concretos y de las contradicciones que enfrenta la
construcción del socialismo y la lucha política por el poder; más allá del liberalismo y de sus
instituciones y más allá, de un “cristianismo” moralizante que apela a indefiniciones y
ambigüedades que evaden la centralidad de la lucha contra la explotación capitalista, a nombre de
formulaciones imprecisas sobre la libertad; la lucha por la vida o contra el “extractivismo”
perdiendo de vista o diluyendo la lucha contra el capitalismo y el colonialismo.

El capitalismo se proyectó como un movimiento económico y cultural que progresivamente


garantizaría el bienestar y el progreso para la humanidad. La acción individual basada en el trabajo
y la ciencia colmarían de riquezas al mundo. Libertad derechos, riqueza y paz, paulatinamente
fueron ocupando el contenido de los discursos en medio de revoluciones políticas y económicas.
Poco a poco, rebeliones y presiones populares de por medio, la burguesía, sus intelectuales y el
Estado aprendieron a usar las reformas y las promesas de bienestar como un medio de contener la
revuelta popular y de mantener la esperanza. La de que gradualmente haría justicia al pueblo a
través de la redistribución de la riqueza y la ampliación de derechos políticos y culturales; es decir,
a partir de la integración de la clase proletaria a los beneficios capitalistas. La esperanza, la
expectativa, fue tanta que la mayoría de ideólogos y sindicalistas en Europa; creyeron en la
posibilidad de transformar gradualmente al capitalismo en socialismo; lo que obviamente nunca
fue compartido por la burguesía, ni por las jerarquías estatales, eclesiales y nobiliarias. El punto
culminante del impulso reformista del capitalismo; de búsqueda de alianzas y cooptación de la
clase obrera y del pueblo, fue el “New Deal” (Nuevo Trato), instrumentado por Franklin D
Roosevelt en Estados Unidos y, la aparición del “Estado de Bienestar” o “Estado Social” en Europa.
“Reforma Social” y “Guerra Fria” fueron los medios para contener el avance del comunismo.
Empleo de por vida, jubilación, movilidad social y altos salarios reforzaron la esperanza. El “Estado
Bienestarista” o “Keynesiano”, le dio un nuevo piso a la “aristocracia obrera” reforzando alianzas y
cooptaciones. A este programa de reforma del capitalismo, en algunos países de América Latina, le
conoció como
“Populismo”. Pues bien, el “Neoliberalismo” como teoría económica y política de Estado, se
implantó en oposición al “Estado del Bienestar”; a sus políticas públicas de redistribución del
ingreso y al intervencionismo económico en la producción y comercialización de bienes. El
neoliberalismo clausuró la breve “luna de miel” del capitalismo como esperanza. El acta del
proceso de defunción del “Estado de
Bienestar” se firmó en noviembre de 1997. En el suntuoso Hotel Fairmont de San Francisco se
reunieron 500 invitados al “Foro Sobre el Estado del Mundo”, organizado a expensas de la
“Fundación Gorbachov” y por un selecto grupo de viejos integrantes de la “Comisión Trilateral”,
que fue fundada a iniciativa de David Rockefeller en 1973. Se analizaron las perspectivas de un
mundo sin “Unión Soviética” y se reconoció que la sociedad podía funcionar con el 20 % de la
población mundial; que el 80 % prescindible, debía ser auxiliado por los integrantes de un tercer
sector abocado a socorrerlos y contenerlos.

De este modo, la contradicción a resolver era la generada entre integrados y excluidos, tema que
alimentó al progresismo liberal y conservador, quienes coincidieron en desaparecer de un plumazo
la contradicción entre capital y trabajo, proscribiéndola de las reflexiones académicas y políticas.
Las clases trabajadoras, proletarias y obreras, habían muerto, el liberalismo era la única alternativa
posible. Ahora, en la versión radical neoanarquista de corte “autonomista”, académica y de tintes
“cristianos”, la lucha sería entre excluidos e incluidos, entre los de abajo y los de arriba. Ideologías
funcionales a la mentalidad neoliberal neoanarquizante, antiestalista, marcadamente antisocialista
y anticomunista. Dos libros hicieron época en el contexto del “Foro Sobre el Estado del Mundo”; El
Fin de la Historia de Fukuyama (1992) y El Fin del Trabajo de Rifkin (1995); uno trata del triunfo
definitivo del liberalismo y el otro sobre la automatización y la desaparición de la clase obrera y de
su protagonismo. Al mismo tiempo, coincidentemente, se relanzaba una campaña de derechos
humanos a nivel mundial que priorizaba los derechos particulares e identitarios (“Conferencia
Mundial de Derechos Humanos de Viena” 1993).

Coincidentemente la “Perspectiva de Género” se convirtió en el criterio fundamental de la


arquitectura de los derechos de la mujer (4° Conferencia Mundial de la Mujer). Se consolidaba un
marco teórico de inspiración europeaestadounidense, que legitimaba la “Revolución
Contracultural” y el nuevo protagonismo de las “Clases Medias” y la intelectualidad posmoderna,
como sujeto de vanguardia de los cambios en proceso, cuyos iconos van, entre otros, de
Marcuse a Foucault, Deleuze y Guattari. En el “Foro Sobre el Estado del Mundo” se reconoció que
en la nueva etapa histórica, la sociedad de “libre mercado” ya no podía garantizar bienestar y
justicia a través del trabajo; y, además no tenía obligación de hacerlo. Se pronunció por ensayar
estrategias de contención, de asistencia focalizada, de ciudadanización neoliberal, lo que en
palabras de Foucault se llama gubernamentalidad, entendida como la acción de ciudadanizar a
través del acceso al consumo individualizado y no por medio de los derechos derivados del trabajo
y sus organismos. Los bonos de asistencia como contención y bálsamo; como dadivas desde el
Estado; como construcción de clientelas electorales, consumistas y fanatizadas, que se pueden usar
y desechar sin la molesta injerencia de sindicatos, organizaciones agrarias, comunidades nacionales
y partidos socialistas.

Así, un sector de los voceros del capital entre los que se encontraban Mijaíl Gorbachov, George H.
W. Bush, Margaret Thatcher, Vaclav Havel, Bill Gates y Ted Turner, fundador de la CNN, y otros,
explicó que debían tomarse medidas para dar salida a la frustración del 80 % de población
sobrante. En la reunión convivieron por igual socialdemócratas y conservadores, demócratas y
republicanos y, por supuesto, algunos “excomunistas” como Gorbachov y su “staff”. Todos asumían
que el capitalismo había dejado de encarnar la expectativa de una vida buena y plena para todos.
En la reunión se sinceraron, llenos de euforia, luego de haber presenciado “la catástrofe
geopolítica más grande del siglo XX”, a decir de Vladimir Putin en 2005, refiriéndose a la caída de la
Unión Soviética

En el “Foro Sobre el Estado del Mundo”, se popularizó el concepto de “ttitytainment”,


“entretenimiento y tetas” formulado por Zbigniew Brzezinski; uno de los más connotados
estrategas del “Estado Profundo” estadounidense, sólo equiparable a Henry Kissinger. Personajes,
ambos, siniestros y brillantes, que eran partidarios de la “Democracia Limitada”; de responder a los
reclamos populares con medidas de fuerza y simulación propiamente fascistas. El “Golpe de Estado
en Chile” y la “Operación Cóndor” son buenos ejemplos, entre decenas de otros ejercicios de
“Democracia Limitada”. El concepto “Entretenimiento y tetas”; algo así como entretenimiento, era
una mezcla de alimento físico y psicológico que adormecería a las masas y moderaría su
descontento y sus protestas.“Tittytainment” es el resultado de entrecruzar “entertainment” y
“tits”, entretenimiento como acto de atontar y “tits”; seno, aludiendo a la leche que brota del seno
materno.

“Entretenimiento y tetas”, para hacerlo más simple, es una versión actualizada de “pan y circo” que
incorpora también a los medios de comunicación de masas y todas las estrategias de la guerra
psicológica, la construcción de imaginarios e identidades; conjugadas con “fake news” y con
filosofías e historiografías donde todo es relato. Ideologías donde el problema de la verdad surge
de un ejercicio constructivista y voluntarista, de corte individual y caprichoso. Una actitud
pragmática, cínica, objetivista, individualista y amoral construida desde las gerencias del poder;
desde sus “Estados Profundos”, que se sirven de universidades; estructuras religiosas, ong´s,
ideologías identitarias, del ciberespacio, el narcotráfico, las adicciones, el entretenimiento y los
medios de comunicación para popularizar entre las masas la cultura empresarial y la economía de
las emociones. Entre masas sedientas de deseo, de tener cosas, mercancías virtuales y reales,
sedientas de escapar a sus sensaciones de vacío y frustración, de extrañamiento y separación con
respecto a la naturaleza, a los “otros” y con respecto a si mismos

En esas condiciones de ruptura con la comunidad, entendida como síntesis de las interacciones
sociedad naturaleza, donde son uno la “Naturaleza” o la “Madre Tierra” con sus criaturas, un
toque, un sentimiento o señal, aún simulada de cariño o reconocimiento, de contacto con la
naturaleza es un recompensa. La industria de las mascotas, del coaching, del sexo, de los
ecologismos liberales, del feminismo separatista, de la diversidad sexual, del animalismo, de las
terapias, de los antros y del turismo depredador, es un complemento de ejercicio de la “libertad”,
la “democracia”, la “tolerancia” y la “diversidad” en el capitalismo neoliberal. La crisis ética del
capitalismo ha llegado a tal profundidad, que ha envilecido y renunciado a muchas de las
dimensiones del pensamiento científico, la democracia, la libertad, el bien común, del cristianismo,
la paz, la justicia, la revolución y el socialismo.

El problema de la libertad cobró especial relevancia para los griegos clásicos. En cierto sentido era
comprensible. De algún modo se debía explicar y aún justificar un estado social en el que la
mayoría eran “no libres”. Una sociedad donde las mujeres tenían un lugar explícitamente
subalterno; y la edad adulta, condición de ciudadanía, se alcanzaba después de los 20 años. Así, las
reflexiones sobre el ser particular y su comunidad se dispararon en el esclavismo; al igual que las
nociones sobre el derecho y la propiedad. Para Sócrates, Platón y Aristóteles, matices más, matices
menos; la “libertad” se alcanzaba a través del conocimiento y de la pertenencia a la “Polís”, a una
comunidad política, económica y cultural; en un territorio urbano y su periferia. Su comunidad era
una “Totalidad”, resultado de la articulación de cosmogonías, espacios humanos y naturales
unitarios, y de pertenencia a una “nación”. Su noción de bien vivir estaba ligada al vivir en armonía
con la naturaleza; de ahí sus construcciones éticas y políticas, que en el caso de Sócrates,
proyectaban un socialismo basado en la autoridad de los sabios, de los filósofos y en la clase
militar; a contracorriente de intereses familiares y egoístas. La virtud residía en el conocimiento y
en la realización de la “Polis”.

Es importante precisar que Europa y “Occidente”, empezaron a existir con el sentido histórico que
hoy conocemos a partir del siglo XVI y XVII. Culturalmente deja de ser la “Cristiandad” para
asumirse como “Europa”; una versión laica de una nueva identidad que expresa la ruptura y
disgregación de la “Comunidad” en sus diferentes versiones, incluso cristianas. El individuo,
separado y contrapuesto a la naturaleza, capaz de forjar su destino por propia mano y razón, a
partir de la realización de sus deseos, siempre a contracorriente de los intereses de otros
individuos o de las corporaciones religiosas, de los gremios y del Estado. Esa visión moderna,
propiamente burguesa, profundamente individualista, no era la norma ética de los griegos, ni
siquiera la de los romanos. Los modernos, los burgueses, intelectuales y empresarios nunca fueron
partidarios de la democracia, sus visiones de gobierno siempre fueron oligárquicas o tiránicas,
incluso bajo las versiones de monarquías constitucionales o de repúblicas burguesas.

En la visión de Sócrates, Platón y Aristóteles, la democracia a lo Pericles, no era bien vista por sus
excesos. Por sus tendencias al igualitarismo económico, político y cultural, por métodos
asamblearios propios de las “chusmas”, algo totalmente contrapuesto a lo que hoy se oferta como
democracia. Sin embargo, todos ellos, se concebían como parte de una comunidad que tomaba
cuerpo a través de la “Polis”; Sócrates prefirió morir antes que aceptar su expulsión, antes que
convertirse en bárbaro. Con todas sus diferencias, la cultura griega, tenía muchas convergencias
con las culturas egipcias y mesopotámicas; como explícitamente los filósofos clásicos reconocían.
No fueron europeos como el mito de la Europa contemporánea lo supone. Las ideas de libertad,
democracia, justicia, dignidad que se desarrollaron en la región griega tienen más que ver con la
evolución del pensamiento del Norte de África, del Área del Mediterráneo y el Oriente Próximo, no
con una Europa inexistente.

La crisis ética e intelectual del capitalismo de nuestros días, tiene relación directa con la
decadencia y el agotamiento de los mitos político-culturales sobre los que cimentaron y levantaron
los “europeos” y los “occidentales” su supremacía sobre el mundo. La sociedad burguesa pulió al
máximo los métodos de representación política de los intereses particulares presentándolos como
valores universales y correctos Las cúpulas estatales, eclesiásticas, culturales y empresariales no
tienen ninguna autoridad moral. Se sostienen a través de una red muy compleja de sobornos a
sectores crecientes de la población; por medio de la construcción y el manejo de estados de ánimo
basados en el prejuicio y el fanatismo; en el miedo y en el estímulo a las pasiones más egoístas. Se
mantiene debido a situaciones inducidas de pobreza e ignorancia fácilmente manipulables.

El capitalismo bajo su forma neoliberal, expresa de la mejor manera la bancarrota ética de su


imaginario político-cultural. Más allá de los discursos sobre el libre mercado y la democracia que
no se corresponden a la realidad; el capitalismo, a lo largo de su existencia y particularmente en su
etapa neoliberal, ha dependido de apoyos estatales enormes. En múltiples ocasiones, el orden
económico neoliberal global podría haberse venido fácilmente abajo, de no ser por las numerosas
intervenciones estatales. Las principales instituciones culturales, económicas y políticas están
carcomidas por la corrupción, el crimen, la hipocresía y la doble moral. Los resultados están a la
vista; frente a los hechos las palabras se desvanecen. Es el “mundo de revés” en todos los casos en
que las gerencias del “poder occidental” hablan de derechos humanos, amor al prójimo,
democracia, paz, justicia, libre comercio, terrorismo, genocidas, criminales, narcotraficantes,
honradez, invasores y criminales.

No cabe duda, la “Guerra Cultural” al igual que la muerte, tiene uno y mil rostros. En ese combate
la “Central de Inteligencia Americana” (CIA), también ha jugado un papel de primera importancia.
La “Agencia” trató de utilizar los trabajos de intelectuales como Michel Foucault, Jacques Derrida y
Jacques Lacan. Además del cortejo y los financiamientos a la Ecole des Hautes Etudes, y el uso de la
obra de sus intelectuales, como Marc Bloch, Lucien Febvre y Fernand Braudel, para enfrentar las
formulaciones venidas de Marx. La guerra cultural promocionaba y financiaba a muchos
intelectuales “reformados” como André Glucksmann y Bernard Henri Levy que se convirtieron en
celebridades. Igual, la CIA compró miles de ejemplares de las obras de Hannah Arendt,
MilovanDjilas e IsaiahBerlin. Otro ejemplo, fue el financiamiento a la IV Sección de la Ecole
Pratique des Hautes Etudes, que alojaba a Lucien Febvre y Fernand Braudel, a través de la
Fundación Rockefeller en 1947 y luego la Fundación Ford

Los objetivos de dicha campaña mundial han sido: a) Fracturar a la izquierda cultural en diversos
movimientos a través de lo que se denomina “políticas de identidad en contraposición al concepto
de clase y lucha de clases”. b) Oponerse “a cualquier planteo de unidad de la izquierda”. c) Evitar
que la atención se centrara en el combate al capitalismo y los Estados Unidos. d) Hacerse eco de las
campañas antisoviéticas, y e) Cuestionar la centralidad de la lucha contra la explotación y el papel
fundamental de la clase trabajadora

IX Estados Unidos de América


Hay mucho de cierto en la formulación: “Estados Unidos ganó la “Guerra Fría”, pero está perdiendo
la carrera económica y militar”; la “Madre de todas las guerras”. Alguna gente supone, incluso, que
la frase: “Estados Unidos ganó la Guerra Fría” está en duda. La existencia y el relanzamiento de
China, serían la constatación flagrante de que el juego iniciado en 1945 no ha terminado. China
está de vuelta y no los Estados Unidos, como quisiera Joe Biden.

A la luz de ese hecho, contundente por donde quisiera verse; pareciera que los acuerdos de
posguerra, los que dieron origen a la estructura financiera basada en el dólar, a través de los
“Acuerdos de Breton Woods”, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), estarían llegando a su fin. De la misma manera, que los
soportes políticomilitares que le dieron la “Hegemonía” mundial a Estados Unidos dentro del
“Orden Mundial Bipolar”, aquel nacido de la derrota de “Las Potencias del Eje”, Alemania, Italia y
Japón, donde la Unión Soviética causó el 80 % de bajas al “Ejército Alemán”.

Así, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y la
Organización de Estados Americanos (OEA) estarían severamente resquebrajadas. Algo evidente en
todos los casos menos en el de la OTAN, que se estaría fortaleciendo con la inclusión de más
miembros. Sin embargo, cuando se ve con más detenimiento surgen las dudas, por los costos
implicados en su mantenimiento y porque Rusia y China están aventajando tecnológicamente y
mercantilmente a los Estados Unidos y a sus socios; que cada vez deben pagar un más alto precio
por los servicios de seguridad brindados y por el costo de las armas que deben comprar.

Como todo mundo sabe, cualquier proyecto imperial de supremacía mundial, como el esgrimido
por Estados Unidos, requiere de un soporte, de un sujeto nacional o de un bloque social y étnico
que le consistencia, además de un poderío militar y económico y aún cultural. Necesita de una gran
población, de un gran territorio y de un Estado poderoso. En el caso de la potencia del Norte todo
lo tiene, con una posible excepción. Su “Bloque Social y Étnico” está en proceso de disgregación.
Sin una base sólida en ese ámbito toda ambición imperial está destinada a la decadencia y al
fracaso.

Algunos intelectuales estadounidenses, entre ellos el célebre Francis Fukuyama, autor del libro El
Fin de la Historia, alerta sobre ese proceso de disgregación en cual las nociones de clase y nación
se han diluido frente a la creciente influencia de la “ideología woke” y de la nueva derecha
estadounidense (Alt Right).

El sólo hecho de que se hable de la posible “Guerra Civil” o de que, simulada o efectivamente, se
hagan ensayos de golpes de Estado como el sucedido el 6 de enero de 2021, a iniciativa de Donald
Trump, ilustran ese proceso de disolución de ese piso social, indispensable para ser “Imperio
Mundial”.

En este mundo hibrido, donde los muertos “perecidos” no han muerto o, si quieren, como en las
canicas, reviven a cada paso; las contradicciones que le dieron nacimiento siguen ahí presentes;
para su desgracia hasta el comunismo sigue rondando en las pesadillas de los Biden y los Trump.
Portada: Soldado Norteamericano.

Otra debilidad, cada vez más presente, reside en la disgregación cultural y de algún modo ética de
Estados Unidos y el resto del “Occidente Colectivo”. Digamos que el “charlatán ha sido víctima de
su propia mordedura”. El desgate del discurso sobre los pretendidos valores de la libertad y la
democracia y sobre un orden montado en la verdad y la racionalidad científica; han sido socavados
por las practicas coloniales, racistas, sexistas, explotadoras, intervencionistas y aún fascistas por
parte de quienes enarbolan los valores de occidente. En su intento para moderar su bancarrota,
han apostado por el reciclamiento de las ideologías contra culturales, al posmodernismo filosófico
y político, con el fin de destruir toda verdad y toda identidad y voluntad popular. En el “Mundo de
la Posverdad”, apostaron a la simulación de una nueva hegemonía encabezada por sectores de la
pequeña burguesía fanatizada, de izquierdas y de derechas. Todo sea para golpear moralmente e
intelectualmente a todo colectivismo y comunitarismo, nacional, mundial y de clase; aun al más
deslavado de todos ellos: el bienestarismo. El posmodernismo, en todas sus variantes, constituye
uno de los tantos síntomas de la decadencia intelectual y ética de “Occidente” y de su ente
estadounidense.

La crisis de las “SubPrime” de 2007-2009 señala un antes y un después en la preponderancia de


Estados Unidos y sus aliados europeos y asiáticos. A partir de ese momento se cataliza el proceso
de desplazamiento de sus economías por
China, tanto en comercio mundial como en la producción industrial. La “Crisis
Subprime” dejó lastradas a las economías del “Occidente Colectivo”. Para Estados Unidos los
efectos inmediatos del estallido de la “Burbuja Subprime” tuvieron un costo para de 14 billones de
dólares. El equivalente a un año de actividad económica, según la Reserva Federal. En agosto de
2018, el Producto Bruto Interno (PBI) de los EU permanecía por debajo del nivel alcanzado en
2007. Visto el fenómeno en perspectiva, es claro que la economía de los EU aún no ha logrado
recuperarse. El costo de la crisis para cada estadounidense ronda los 70 mil dólares que deberán
pagar a lo largo de su vida. En el marco de la Pandemia de COVID y de la crisis económica con la
que se enlazó, podríamos decir, hablando de Estados Unidos y de muchos países, que las secuelas
de la crisis del 2007-2009 no se han superado y que los escenarios recesivos, de crisis financiera y
de inflación creciente que hoy padecemos, son aspectos de un proceso de la decadencia del
capitalismo.

En medio de la inflación, de los conflictos que ponen en duda la supremacía del dólar y de la
competencia despiadada por el control del nuevo horizonte técnico científico basado en la
“Inteligencia Artificial” o en la “Cuarta Revolución
IndustrialVirtual”, el debilitamiento productivo de Estados Unidos es evidente; sobresale el
achicamiento de su economía real frente a su componente especulativo, la reducción de la
productividad del trabajo y del capital. También es patente su desplazamiento a un segundo sitio
en el comercio internacional y el peligro de verse superado en lo concerniente a tecnologías
relacionadas con la “Inteligencia Artificial”, los nanochips, las redes digitales, las armas
supersónicas, láser y aeroespaciales. Estados Unidos ha sido desplazado a un tercer sitio entre los
países que más exportan; después de China y Alemania. En la lista de los primeros lugares
aparecen los Países Bajos, Japón, Italia y Francia.

Hasta ahora, las iniciativas del Estado y las élites estadounidenses no acaban de consolidarse. Sus
estrategias resultan defensivas frente a iniciativas como “La
Franja y la Ruta de la Seda” de China. Están centradas en la reconstrucción de su “espacio vital”; en
recuperar lo perdido y saltar hacia adelante sin mayores certezas. Su plan estratégico para la
reconstrucción de su “espacio vital”, tiene dos componentes: la reconfiguración de su base
económica y la reconstitución de su base social, por un lado y; por otro, la recuperación del
liderazgo político internacional. Para concretar el primer componente se necesitan 8 0 10 años
cuando menos y un gasto de entre 8 y diez billones de dólares; además de que el mundo se
comporte de acuerdo a sus planes, lo cual es improbable. En la primera presentación del plan para
que “Regrese América” se habló de 6 billones por parte de Biden; en realidad se piensa en 10
billones de dólares cuando menos. Un año antes, Trump había mencionado una propuesta similar
que rondaba los 4.8 billones. El argumento principal ha sido el de reconstruir lo dañado por la crisis
del COVID y recuperar la grandeza perdida.

El “GREEN NEW DEAL” de Biden, ha sido respaldado con un paquete presupuestario inicial de 1.9
billones; un primer escalón en el camino de los 6 billones. Una porción del 20 % o más servirá de
apoyo a gobiernos locales y a la reconstrucción de las infraestructuras carreteras, aeronáuticas,
ferroviarias, educativas y de salud. Con ese dinero se cubrirán algunos gastos escolares y médicos;
y se destinaran de inmediato a la “Economía Verde” 77 mil millones de dólares y 2 billones a largo
plazo. Todos los bonos de asistencia neoliberal incrementaran sus montos; quien gane anualmente
80 mil por persona, o 160 mil dólares si son pareja, recibirán 1400 dólares al mes o 2800 por
pareja; además de otros dólares por niño; los bonos de desempleo se verán incrementados con
400 dólares. Se crearan 7 millones de empleos; se duplicará el salario mínimo federal, de 7.5 a 15
dólares por hora. Empresas, restaurantes y locatarios también recibirán un bono mensual. Un
verdadero plan de estímulo a la economía; que en buena medida se filtrará al sector financiero;
altamente parasitario y sin fundamento en la economía real. Una burbuja más, que en la situación
actual está destinada a estallar.

En realidad Estados Unidos es en gran medida un “País Burbuja” que se asemeja a una gran pompa
de jabón, mayormente especulativa; el monto de su deuda y de sus gastos militares está muy por
encima de sus capacidades productivas reales. Se apoyan en un ingreso equivalente al 10 o 15 %
de su PIB que es fruto de sus abusos monetarios y otros fraudes. Mientras China aumento su
participación dentro de la producción manufacturera mundial, del 3 % a más del 30 %; Estados
Unidos vio caer su participación del 23 % al 17 %. A inicios de 2022 su deuda alcanzó los 30 billones
de dólares, el equivalente al 130 % de su Producto Interno Bruto; mientras sus gastos militares
rebasan los 800 mil millones de dólares. Uno de sus mayores recursos para evitar que la burbuja de
la deuda estalle, reside en el control que tiene sobre el Sistema Monetario Internacional y de toda
la red de complicidades con Bancos y fondos de inversión por medio de la Reserva Federal de los
Estados Unidos que fija tasas de interés e imprime dólares sin estar respaldados en la capacidad
productiva del país. El de Estados Unidos es un capitalismo “dopado” que vive de dosis de
estimulantes cada vez mayores.

Un aspecto de su estrategia para recuperar su “Espacio Vital” es la relocalización hacia adentro; la


vuelta a casa de sus empresas establecidas en el exterior o, cuando menos el acercarlas a zonas
que garanticen seguridad y altos rendimientos. Relocalización que cimente viejos y nuevos pactos
que garanticen la complicidad de estados, gobiernos y oligarquías locales en la guerra contra China
y otros países como Rusia o Irán. De momento, con la “Iniciativa de Reshoring”, cientos de miles de
empleos manufactureros han regresado a Estados Unidos en la última década. En la lista de países
de los que se han retirado empresas estadounidenses destacan: China con el 44 %; le siguen
México con el 21 %; Canadá 10 %; Singapur 3 %; Alemania 2 % y Hondura 1 %. El gigante asiático,
México y Canadá representaron tres cuartas partes de los empleos reubicados entre 2010 y 2021.

En ese proceso de vuelta a casa, que inicio desde antes de la “Pandemia de Covid”, influyen
cálculos económicos sobre las dificultades implicadas en la interrupción de la cadena de
suministros y los costos del transporte; sin embargo, la decisión es esencialmente política; la de
restaurar el “espacio vital” estadounidense. Una vez que las “élites” estadounidenses y su “Estado
Profundo” asumieron la derrota temporal frente a China, empezaron a rediseñar sus estrategias de
“globalización”. Todas las facciones políticas y empresariales, demócratas y republicanas,
coincidieron en una especie de neoproteccionismo, que delimitaba nuevas fronteras económicas y
político-militares e, incluso, la posibilidad de poner fin a la globalización “abierta”, para pasar a una
nueva globalización montada sobre bloques. En las altas gerencias empresariales de Estados
Unidos existe consenso. En entrevistas a ejecutivos de alto nivel, el 90 % dijo que su compañía
estaba en el proceso o considerando trasladar la producción fuera de China, y alrededor del 80 %
afirmó que estaba considerando traer una parte de su producción a los EU. Seguro que todo
depende de costos y ganancias; el aumento de las de tasas de interés y de la cotización del dólar
hace que la mano de obra y otros factores de producción sean relativamente más caros en los
Estados Unidos.

El futuro de la hegemonía estadounidense, de su recuperación o del aceleramiento de su


decadencia, gira en torno al el monopolio de los chips y nanochips y de los minerales asociados a
su producción. En 1990 USA aportaba el 37 % de los semiconductores en el mundo, en 2022 aporta
el 12 %. Para el 2025 se espera que Estados Unidos aporte el 8 % de la producción de
semiconductores, Taiwán el 43% y China el 27%. Si en medio de la crisis China resuelve esa disputa
a su favor, el ocaso de USA como primera potencia mundial se acelerará. Taiwán ocupa el lugar
número 8 dentro del comercio exterior de Estados Unidos; alrededor de dos tercios de ese
comercio son semiconductores que se usan en la automotriz, la telefonía, en los servicios de
información electrónica (TI) y en empresas como Apple, Qualcomm y NVIDIA. En la disputa entre
potencias las prohibiciones no cesan, de un lado Estados Unidos prohíbe la venta de menores de 6
nanómetros y China prohíbe las exportaciones taiwanesas de tierras raras, un recurso esencial para
la fabricación de semiconductores, que podría resultar devastadora para países como Estados
Unidos.

La reconstitución del “Espacio Vital” contempla varios circuitos productivos y de Seguridad


Nacional. En el terreno productivo están en primer sitio los de casa; los cuales, en el marco de las
políticas d seguridad y de conexiones económicas, incluyen a México y Canadá, que funcionan
como reservas de minerales, fuente de fuerza de trabajo en el caso mexicano, mercados y
depósitos estratégicos de materias primas. En un segundo circuito espacial está Europa, que en
más de algún aspecto económico, cultural y político militar, ocupan el primer plano de las
consideraciones estratégicas de la Casa Blanca. En un tercer circuito espacial está América Latina,
su “Patio Trasero” que hoy, económicamente ha virado hacia
China y aún hacia Rusia. Esto constituye otra debilidad estratégica, en términos de materias primas
y retaguardia político-militar. Además debe recuperar áreas de influencia estratégica en Medio
Oriente, África, el Centro de Asia y el extremo Oriente que han sido penetrados por la Economía
China.

“Ganar las mentes y los corazones” lema muy sobado entre las potencias imperialistas y coloniales,
y entre los ejércitos contrainsurgentes se corresponde bien con la estrategia de reconstitución de
la base social del “sueño americano”. La rearticulación del “Espacio Vital” pasa por el estómago,
por los bonos de asistencia que reparten los “populismos” de derecha y de “izquierda”, sean de
Biden o Trump. “Pan y circo” le llamaban los romanos para mantener contenta a la plebe de Roma.
Poco pan, mucho circo, mucha guerra psicológica e ideología, y, de ser el caso, mucho garrote. En
la realidad todo marcha simultáneamente, con énfasis diferentes según el momento. El “GREEN
NEW DEAL”, la política del “Nuevo Trato Verde” de Biden que pretende emular a Franklin D.
Roosevelt, es un proyecto endeble, sin el alcance suficiente para alimentar un espíritu de misión,
una vocación de destino común de la mayoría.

Existe mucho de falacia en esa clasificación que divide a las facciones de la elite estadounidense
entre “Globalistas” y “Soberanistas”. Bien vistas las cosas todas las facciones expresan diferente
variedades y grados de liberalismo, proteccionismo; colonialismo, fascismo, anticomunismo y de
globalismo imperialista. Todas sus jefaturas son racistas y supremacistas; las heridas provocadas
por decenas y centurias de opresión nacional, de género y de clase, han vuelto a retoñar en el
imaginario de amplios sectores de la población estadounidense. Si bien, hasta ahora, lo que sigue
predominando es la ambigüedad ideológica y el liberalismo anarquizante de la ideología “woke” y
la contracultura, o el dogmatismo delirante de socialistas, el grado de ofuscación de las huestes
derechistas y sus supremacismos fascistoides, dificultan y hasta impiden la formación de una
voluntad nacional de tipo orgánico, coherente y sólida. Si esa voluntad nacional, el imperialismo
estadounidense no podrá garantizar la legitimidad necesaria para el redespliegue de su “Espacio
Vital”. “Estados Unidos nunca pierde y si pierde arrebata”, parodiando un refrán mexicano que
habla bien de lo que ha venido sucediendo en años recientes. Es obvio que en la recuperación de
lo que Estados Unidos entiende como su “Espacio Vital”, se permite a sí mismo, todo tipo de
guerras preventivas, castigos e intervenciones, con o sin mascara humanitaria. Irak, Afganistán,
Siria, Yemen, Serbia o Haití, entre otros ejemplos, dan prueba de la versatilidad de las agresiones
estadounidenses. Desde 2001, a raíz del atentado a las “Torres Gemelas” Estados Unidos dio a luz
un nuevo orden jurídico de excepción. Uno que niega los preceptos legales en que se asentó el
“Orden Mundial” nacido de la posguerra diseñado para un “Orden Mundial Bipolar” con
predominancia estadounidense y europea. Se dio paso a un “Nuevo Orden Unipolar” de corta
duración, que nunca pudo estabilizarse y que hoy está herido de muerte.

Estados Unidos Necesariamente una pretensión como la de Estados Unidos para rehacer su
“Espacio Vital”, sólo podía llevar a un “Nuevo Estado de Guerra Hibrida”, “caliente” y “fría”; en el
que se articulan todos los métodos de combate: económicos, políticos, culturales y militares.
Golpes de Estado “blandos” y “duros”; guerras localizadas o generalizadas; contrarrevoluciones de
colores. El ariete principal de agresión militar son los ejércitos de la de la OTAN. Estados Unidos es
el comandante en jefe, entre los suyos su poderío es incontestable. Hoy cuenta con unas 800 bases
militares en el mundo; por cuestiones de secrecía reconoce unas 254 bases y un despliegue de 173
mil tropas de reacción rápida. La mayor de sus bases se localiza a 100 kilómetros de Corea del
Norte; mientras que en términos numéricos, la mayoría de ellas, 452, están en Europa; de las
cuales unas 230 se encuentran en Alemania, todas apuntando a la Federación Rusa y a China, y a
sus potenciales enemigos. En general dispone de 11 comandos operativos que tienen impacto
global.

Estados Unidos sigue siendo una potencia formidable; sin embargo, la multitud de disputas
internas y externas, la caída de sus niveles de productividad, sus tendencias al parasitismo y la
incongruencia con respecto a los valores supuestamente universales que proclama lo han colocado
en la pendiente del ocaso de su poderío, en un contexto en que la historia ha acelerado su marcha

X República Popular China


China no escapa a las leyes de desarrollo de la economía capitalista, a las leyes del “libre mercado”
y del interés individual, cuyo egoísmo puede ser moderado por leyes morales innatas que empujan
a que las personas reconozcan las ventajas de cooperar: este razonamiento data de 1776, su autor
es Adam Smith, considerado el padre fundador de la “Economía Política”.

El autor de “La riqueza de las Naciones”, quien no deja de criticar el comportamiento de los
capitalistas; mostró en su libro las virtudes de la libre competencia y de una sociedad montada en
los intereses particulares, acompañados por un Estado, no intervencionista; contrario a todo
monopolio. En realidad, en el capitalismo, la “mano invisible” es la crisis, el momento de ajuste del
caos nacido de la competencia entre capitalistas, el momento supremo del desarrollo caótico del
mercado que se supera, momentáneamente, con la destrucción de capitales y de los niveles de
bienestar de las clases trabajadoras.

La crisis es un momento que da lugar al “reseteo”, al volver a empezar, para volver a caer; en una
cadena sin fin. Sin más límite que el impuesto por la existencia de “recursos naturales”, de su
manipulación “científica”, del desarrollo de la técnica, de la explotación del trabajo y de la
regulación de la lucha de clases, para mantenerla dentro de límites manejables.
En la sociedad capitalista actual, ese mercado no es el imaginado por Adam Smith que era
normado, hasta cierto punto, por la competencia entre capitales individuales; el capitalismo de
hoy, se corresponde con la lucha entre monopolios, o corporaciones empresariales asociadas a sus
estados nacionales.

El Partido Comunista de la República Popular China sabe esto a la perfección, en particular su


Comité Central y su dirigente Xi Jinping, quien hace gala del manejo de un marxismo sofisticado.
Por experiencia conoce que “mientras un gato cace ratones, no importa su color”, pero también es
consciente de que hay gatos que en cierto momento prefieren las “whiskas”, que comunistas y
potentados capitalistas chinos, se pueden cansar de comer ratones, como ya ocurre con quienes
han perdido miles o cientos de miles de millones de dólares en la presente crisis.

Se puede decir que China, en el contexto de la crisis actual, es víctima de su éxito, que está
encapsulada en las contradicciones derivadas de un Capitalismo de Estado, dirigido por un Partido
Comunista que sigue reivindicando al marxismo como su teoría y modelo político para la acción
táctica y estratégica. En ese contexto, a diferencia del “Capitalismo de Estado Ruso”, la dirigencia
china apuesta al desarrollo de la riqueza material, usando la regulación estatal y la economía de
mercado para avanzar gradualmente al socialismocomunismo.

Su carta, su “mano visible”, es el Partido comunista con 96 millones de militantes, además, del
Ejército Popular de Liberación y la alta burocracia estatal. Esa sería su gran comuna, desde la cual
consolidaría el apoyo de la mayoría para su causa. Portada: Banderas chinas en la Puerta de la Paz
Celestial del Palacio Imperial, Beijing.

Ya en otras propuestas socialistas, surgidas de crisis profundas, se visualizó la utilidad de formas de


“Capitalismo de Estado” en procesos de transición al socialismo. Un ejemplo es Lenin; aunque para
él eso sólo era viable si se mantenía el poder soviético o comunal. Incluso, se llegó a afirmar por
parte del dirigente soviético, que el “Capitalismo Monopolista de Estado”, aún bajo hegemonía
estatal-burguesa, desde el punto de vista de la creación de condiciones económicas para una
transición al socialismo, nos acercaba al socialismo pero, para que esto fuera completo, se
necesitaba de la revolución. La experiencia histórica también ha demostrado, tal como lo visualizó
Mao Zedong, que en el socialismo siguen existiendo, castas burocráticas y clases que le apuestan al
camino capitalista; el derrumbamiento desde adentro de la “Unión Soviética” fue resultado de un
largo proceso en el que se entrecruzó un modelo económico y político que creó a los sepultureros
de la primera Revolución Soviética. La suerte sobre cuál será el futuro del “socialismo con
características chinas”, dependerá como siempre de qué clase impondrá sus condiciones. El
despliegue de la crisis actual nos depara grandes conmociones.

Mírese por donde se mire; la experiencia China, por no hablar de otras surgidas de revoluciones
similares, es una realidad que constata la hibridez del momento histórico que vivimos; cuyos
antecedentes los encontramos en el proceso de rupturas con pretensiones socialistas abiertas con
la Revolución Soviética. Quiérase o no, a pesar del peso de formas económicas capitalistas en China
y el mundo, el fantasma del comunismo sigue recorriendo el mundo. Esa es la gran tragedia para
quienes ganaron la “Guerra Fría”, para Estados Unidos y el “Occidente Colectivo”; pero también
para las oligarquías derivadas de la derrota del “socialismo real”. China está por ocupar el primer
lugar en la economía mundial y en la negociación de los problemas políticos y ambientales del
orbe. Su renacer, después de más de un siglo de haberse convertido en un país semicolonial, sujeto
a la ocupación extranjera y a la humillación nacional; se conecta con su pasado de “Civilización
Madre”. Nos trae a la memoria que China y la India, en ese orden, fueron las mayores economías
del mundo hasta principios del siglo XIX, en aquellos años, un cuarto de la economía mundial la
aportaba China. La disputa entre “Occidente” y “Oriente” vuelve a poner sobre la mesa la larga
lista de aportes chinos al conocimiento científico, a las técnicas de navegación, al procesamiento de
minerales, al arte de la guerra y el control de epidemias; entre cientos de innovaciones y
descubrimientos, que hicieron época.

Cuando Mao Zedong afirmó que “China se ha puesto de pie” en 1949, durante la fundación de la
República Popular China, suponía que serían capaces de alcanzar cuantitativamente hablando, a
Inglaterra en unos 50 años. Sin embargo, antes de lo vaticinado, está por alcanzar a Estados Unidos
en todos los terrenos de poder económico, político y cultural. A diferencia de lo que muchos
suponen, la economía China mantuvo un proceso de crecimiento económico desde su fundación
en 1949. Las turbulencias registradas en el periodo de “Las 100 Flores”, el “Gran Salto Hacia
Adelante” y la “Revolución Cultural” no impidieron el crecimiento económico. Específicamente, en
la época maoísta (1952- 1978), la economía china creció a una tasa media anual del 4,4% y el PIB
per cápita creció a una tasa media anual del 2,3%, duplicando la renta per cápita en 30 años. A
pesar de ello el atraso y la pobreza de China eran apabullantes (Juan Vásquez
Rojo, 2022). El abandono de la ruta de la comunalización generalizada; bajo el control de una
economía planificada y de la propiedad estatal y popular, fue el resultado de una especie de
revolución interna que aniquiló a la corriente más extrema del maoismo (La Banda de los 4).
Temporalmente la facción más identificada con Mao Zedong, mantuvo la dirección, de la que fue
desplazada por el grupo encabezado por Deng Xiaoping; que representaba a la línea moderada o
capitalista, en el lenguaje de la época

El proceso de descomunalización, de privatización de la tierra y de las empresas públicas, junto a la


flexibilización y apertura ante la inversión extranjera y nacional, se conectó con la radicalización de
la confrontación contra la Unión Soviética y la profundización de su alianza con los Estados Unidos.
La “Diplomacia del Ping Pong” orquestada por Richard Nixon, Henry Kissinger y Zhuo Enlai, para
detener y aislar a la “Unión Soviética”, la que sin abandonar su política de “Coexistencia Pacífica”,
seguía profesando un internacionalismo antimperialista más militante. La élite estatal china, sobre
la base de sus potencialidades internas, detectadas desde el “Gran Salto Hacia Adelante”,
aprovechó el arribo gigantesco de capitales, haciendo todas las concesiones necesarias, pero sin
perder de vista la transferencia de conocimientos y tecnología. Aprovecharon también, el torrente
de fuerza de trabajo generada por la privatización de la tierra, la disolución de las comunas y la
expulsión de campesinos. Inversión extranjera y local, junto a la baja de salarios dispararon las
ganancias de empresas y de segmentos importantes del campesinado acomodado. A la par, en el
marco de una expansión acelerada se amplió la base de profesionistas y sectores medios de la
población que vieron incrementarse sus ingresos y su estatus. “Las Cuatro Modernizaciones”,
propuestas por Zhou Enlai en 1963, que abarcaban agricultura, industria, defensa nacional y
ciencia y tecnología, se desplegaron a todo vapor.

“En el año 2000, las empresas industriales controladas por el Estado representaban el 50,2% de los
ingresos totales del conjunto de las empresas industriales. En 2010, la participación de las
empresas controladas por el Estado en los ingresos por ventas industriales cayó bruscamente hasta
el 27,9% y un
23,4% en 2017. En ese ambiente privatizador, el PIB chino creció a una media del 10% anual entre
1980 y 2007”. La lógica de la rentabilidad capitalista se había impuesto; de tal forma que el
Capitalismo de Estado administrado por los comunistas, se movía según el vaivén dominante de los
negocios privados y las alianzas con las empresas trasnacionales y sus estados. Sin embargo, a
pesar de que el mundo privado aporta entre el 70 % o el 80 %, según quien hace la evaluación, los
recursos y precios son asignados en su mayoría por mecanismos de mercado. El estado chino a su
vez controla y monopoliza sus sectores estratégicos y mantiene una notable regulación económica;
las empresas estatales siguen siendo las más grandes de China. A esa configuración económica el
gobierno chino la denomina “economía de mercado socialista” o “socialismo con características
chinas”.
El crecimiento económico de China, de 1980 a la actualidad, es el mayor y más prolongado de la
historia moderna, llegando a multiplicar su PIB por 75. Así la economía de la República Popular
China es la economía más grande del mundo en términos de PIB nominal y la mayor economía del
mundo en paridad de poder adquisitivo, según el Fondo Monetario Internacional. Su PIB nominal,
estimado en 18.4 billones de dólares (2021) representa alrededor del 18% de PIB mundial. El PIB
en paridad por poder adquisitivo representa casi el 19% del PIB (PPA) global. Para los años de la
crisis de 2007-2008, era evidente para los directivos del Estado chino y del propio Partido
Comunista, que ese modelo estaba agotándose, que era imposible mantener salarios deprimidos
por más tiempo; además, concluyeron en que el ritmo de crecimiento ya no podía sostenerse con
una economía volcada hacia el exterior. Según datos oficiales, la economía del país creció un 9,2%
en 2021 debido al efecto rebote en la economía causado por la recuperación económica
pospandemia.

Los Estados Unidos aceptaba tener a una China fuerte, pero separada del control de los renglones
económicos asociados a la inteligencia artificial: a la fabricación de chips y nanochips y al manejo
del internet y la digitalización integral de la sociedad que ya se abría paso. Podía aceptar que las
redes financieras, los bancos chinos y sus empresarios acrecentaran sus fortunas; pero no tolerar
que pretendieran desplazar al dólar de su lugar privilegiado. Estados Unidos podía ceder algunos
beneficios, pero no aceptaba ser desplazado de su lugar como centro del “Mundo Unipolar”.
Incluso, no tenía inconvenientes, aparte del salpullido que le causaba, que los chinos hicieran todo
a nombre del comunismo. La reorientación del “modelo chino” se hizo más pronunciado en el
contexto de la crisis del 2007-2009, que dio pie a un proceso de elevación de salarios, al estímulo
del consumo interno, a la consecución de nuevas fuentes de financiamiento, a la producción para
el mercado interno y al fortalecimiento de sus alianzas e inversiones en países que estaban
dispuestos a mantener distancias con Estados Unidos.

Las exportaciones chinas entraban a una nueva fase, además de mercancías más baratas que las
estadounidenses y las europeas, empezaron a vender paquetes tecnológicos a mediano o largo
plazo. Ahora se ofertaban sistemas de mercancías complejos que se conectaban con
infraestructuras y con desarrollos tecnológicos vinculados a segmentos propios de la inteligencia
artificial y las redes de internet y los procesos de automatización; sin faltar proyectos de economías
verdes. Junto a ello, se fueron incrementando las restricciones a actividades especulativas en el
área de la construcción y la emisión de valores; se establecieron procedimientos de redistribución
de las ganancias de los “oligarcas” y se pusieron en pie iniciativas para enfrentar al sistema
financiero controlado por el dólar. Así los bancos y las finanzas se han reforzado; al igual que sus
vínculos con Rusia, Irán, Brasil, Sudáfrica y otros países. “Una elaborada planificación estatal, junto
con un plan de inversiones en los sectores estratégicos de la economía, permitieron convertir a
China en una de las economías digitales más grandes del mundo, que en 2018 alcanzó el 34,8% del
PIB nacional. Con esos antecedentes de por medio, el Gobierno prepara el lanzamiento para 2021
de una ofensiva más ambiciosa con el plan “Standars 2035”, que se viene desarrollando desde el
2018 como complemento al “Made in China 2025”.

La clave del proyecto “Made in China 2025” es marcar los estándares principales de uso mundial
en tecnologías disruptivas como la blockchain, el Big Data, el 5G, la inteligencia artificial de nueva
generación, ciudades inteligentes o los sistemas de información geográfica. El “Made in China
2025” se centra en escalar en las cadenas globales de valor, mientras el “Standards 2035” va un
paso más allá, su objetivo es definir las reglas de las tecnologías del capitalismo del siglo XXI”. “En
suma, la construcción del capitalismo digital chino tiene características muy particulares, ya que
pese a crear un ecosistema propio, está altamente entrelazado con el proceso de globalización y
digitalización mundial.” “La “Iniciativa de la Franja y la Ruta” tiene que ver con la construcción de
un corredor económico terrestre a lo largo de la antigua “Ruta de la Seda” que conecta el oeste de
China a través de la región central de Asia, Oriente Medio, Europa Oriental, Meridional y
Occidental; y con el cinturón económico marítimo que une la costa sudeste de China con el sudeste
y el sur de Asia, los estados del Golfo, el este de África y Europa. En dicho marco, los proyectos que
acuerda China con terceros países funcionan como paquetes que incluyen la financiación, el diseño
y la construcción de la infraestructura, aceptando las normas técnicas chinas como base.

Al aceptar los paquetes chinos, los países dependerán de los fabricantes chinos durante décadas
para el mantenimiento y la construcción de infraestructura compatible. Además, como
complemento, Pekín anunció en 2015 una de las principales estrategias del Gobierno chino para
internacionalizar su modelo tecnológico: la Digital Silk Road, “Ruta Digital de la Seda” (DSR). Las
inversiones de la DSR se destinan a mejorar las redes de telecomunicaciones de los receptores, las
capacidades de inteligencia artificial, la computación en la nube, el comercio electrónico y los
sistemas de pago por móvil, la tecnología de vigilancia, las ciudades inteligentes y otras áreas de
alta tecnología. Las inversiones de la DSR cubren la necesidad de los países de África, Oriente
Medio y algunas partes de Europa del Este, América Latina y el Sudeste Asiático de acceso a
tecnología barata y de calidad para ampliar las redes de comunicación digital. Además, en el marco
de la DSR, las empresas chinas impulsan centros de formación e investigación y desarrollo para la
cooperación entre los científicos e ingenieros de los países receptores de las inversiones y sus
homólogos chinos, fundamental en la transferencia de conocimientos técnicos en áreas como las
ciudades inteligentes, inteligencia artificial, la robótica, o la energía renovable. En África, China
proporciona más financiación para las tecnologías de la información y la comunicación que todos
los organismos multilaterales y las principales potencias juntas de Europa.

Nada de este proceso se comprende, si no se toman en cuenta algunos hechos políticos de


primera importancia. El desarrollo de un buen número de huelgas entre 2010 y 20016 por salarios
y mejores condiciones de vida; el desplazamiento de una facción del Partido Comunista
encabezada por Hu Jintao que había dado continuidad a la línea de Zhuo Enlai, Jiang Zeming y
Deng Xiaoping. El ascenso de Xi Jinping a la jefatura del Estado, del Partido y el Ejército es el
resultado de lo que podríamos llamar una intensa lucha de clases y de facciones dentro de la
sociedad china y el Partido Comunista. El combate a la corrupción dentro del Partido y de la
burocracia estatal, ha formado parte de un intenso proceso de reflexión y cuestionamiento de la
permisividad con que han sido tratados empresarios y dirigentes durante las gestiones anteriores a
la de Xi Jinping. Procedimientos que generaron una ola de descontento entre sectores juveniles y
populares, quienes objetan el alejamiento de los principios del marxismo y el maoismo.

En la China actual, que lucha contra la creciente desigualdad social, las palabras de Mao justifican
la ira que muchos jóvenes sienten hacia una clase empresarial que consideran explotadora.
Quieren seguir sus pasos y cambiar la sociedad china; algunos incluso, han hablado de violencia
contra la clase capitalista si es necesario. Aunque Mao nunca desapareció, hubo una época en la
que no era tan popular. En la década de 1980, cuando la libertad y el libre comercio se convirtieron
en palabras de moda, los jóvenes recurrieron a libros de Friedrich Nietzsche, Jean-Paul Sartre y
Milton Friedman. El estudio de Mao era obligatorio en la escuela, pero muchos alumnos dejaban
de lado esas lecciones. Tras la represión de 1989 en la plaza de Tiananmén, las novelas de artes
marciales y los libros escritos por empresarios de éxito dominaron las listas de las publicaciones
más vendidas. Sin embargo, China se ha convertido en un terreno fértil para el renacimiento de
Mao. “¿Morir por la patria? Sí”, dice un eslogan en internet. “¿Morir por los capitalistas? Nunca”.
“Estas actitudes han contribuido a que los cinco volúmenes de Las obras selectas de Mao Zedong
vuelvan a ser populares. En internet circulan fotos de jóvenes vestidos a la moda leyendo sus libros
en el metro, en los aeropuertos y en las cafeterías. Los estudiantes de la biblioteca de la
Universidad Tsinghua, en Pekín, fueron los que más tomaron prestado el libro tanto en 2019 como
en 2020, según la cuenta oficial de WeChat de la biblioteca.”

El gigante asiático desplazó por primera vez en la historia a Estados Unidos como el país con más
personas en el selecto “club” del 10% de la población más rica del mundo. Por primera vez, Beijing
se ha convertido en la ciudad que concentra mayor número de supermillonarios en todo el
planeta. En total, un 10% de los 2,750 mayores millonarios mundiales residen en cuatro ciudades
chinas: además de Beijing; Shanghái, la capital económica del país; Shenzhen, la capital
tecnológica, y Hangzhou, sede del gigante del comercio electrónico Alibaba. Las fortunas del
centenar de los más ricos en Pekín acumulan 484,300 millones de dólares, más que todo el PIB
anual de Argentina (unos 450,000 millones de dólares) y el doble del de Portugal. Entre ellos, el
más adinerado es el fundador de Bytedance, la empresa propietaria de la red social TikTok (o
Douyin, su versión china), Zhang Yiming, que tras ver doblar su valor es dueño de 35,600 millones
de dólares (Forbes). China tiene el liderazgo de nuevos supermillonarios: de los 388 en 2020, ha
pasado en 2021 a 626, y queda sólo por debajo de Estados Unidos, con 724 fortunas superiores a
los mil millones de dólares. El que más ganó en dólares en el país es el criador de cerdos más rico
de China, Qing Yinglin. Su fortuna sumó 14,200 millones de dólares en los últimos 12 meses porque
las acciones de su empresa Muyuan Foodstuff, triplicaron su valor gracias a la carne de cerdo, que
subió de precio porque la fiebre porcina africana redujo la población de cerdos de China.

Sin duda, la crisis tiende a agudizar la lucha por la administración y el reparto de la riqueza entre
empresas estatales y privadas y entre los capitalistas y de estos contra los trabajadores. Por las
informaciones que corren y los conatos de protestas, hasta ahora mínimas, se está produciendo un
reacomodo general, cuyo resultado es incierto. Según Bloomberg, a finales de 2021, de las 100
empresas más valiosas por capitalización de mercado, 49 eran privadas, un descenso en
comparación con las 53 de 2020. Las estrictas regulaciones impuestas por Pekín sobre sectores
como internet, bienes raíces y educación derivaron en la pérdida de1,5 billones de dólares en el
valor de las acciones en la Bolsa pertenecientes a estas compañías. Para diversos analistas, las
personas más ricas de China estaban en camino a tener su peor año en una década, esto como
efecto en la economía de las estrictas políticas de Xi contra el COVID. Hasta 2022, había 76
multimillonarios chinos con una fortuna conjunta de 783 mil millones entre las 500 personas más
ricas del mundo, en comparación con los 79 magnates que reunían un total de 1.1 billones de
dólares a finales de 2021, según el ranking de Bloomberg.

Juntas, las 10 personas más ricas de China; han perdido 224,000 millones de dólares en lo va de
2021 y 2022. En dicho grupo se incluye al creador de TikTok, Zhang Yiming, y al magnate
inmobiliario Hui Ka Yañ, El que más perdió fue Wang Jianlin, 8,.600 millones de dólares en los
últimos 12 meses por el declive de su imperio inmobiliario y por el brusco bajón de sus cadenas de
cines por culpa del coronavirus. Wang, que llegó a proponerse superar a los parques temáticos de
Disney en China, quedó fuera del top 10, con una fortuna de 14,000 millones de dólares. El
descontento de muchos empresarios, algunos vinculados a “Occidente” es un hecho. Ligan la caída
de sus ganancias con las disposiciones del Gobierno chino que, en voz del presidente Xi Xinping, ha
hablado públicamente de frenar la riqueza “excesiva” en busca de la “prosperidad común”. Además
del sector de la educación, las empresas de Internet también se han encontrado en la mira
regulatoria, y el gigante minorista online Alibaba recibió una multa de 3,000 millones por prácticas
monopólicas. La riqueza de los magnates inmobiliarios también se ha derrumbado junto con las
perspectivas de su industria. Los créditos estatales se han restringido, lo que impide que los
desarrolladores endeudados obtengan nuevos préstamos. Por primera vez desde el lanzamiento de
la lista de Forbes en 1999, no hay magnates inmobiliarios entre los 10 primeros. Xu Jiayin,
presidente del gigante inmobiliario endeudado “Evergrande”, se desliza al puesto 70 desde el
quinto.

En medio de la crisis económica, China es hoy el centro mundial para la fabricación de todo tipo de
productos, la mayor potencia industrial y exportadora de bienes. China es el país más poblado del
mundo y con una mayor tasa de crecimiento en consumo, es segundo mayor importador de
mercancías, con una particularidad fundamental, su grado de homogeneidad étnica. El 92 %
pertenece a la etnia Han, esto le da una base de despliegue que no tiene ninguna potencia
mundial, ni siquiera la India que en poco tiempo tendrá la población más grande del mundo, pero
con un nivel de fragmentación étnica elevado. La población china fuera de su país se estima en 60
millones.

XI Guerra y Bloques de poder político-militares


Sin contabilizar los decesos, se habla de 37 millones de desplazados a causa de las últimas guerras
libradas por Estados Unidos; esa sería la contabilidad oficial. Una cifra bastante conservadora; para
ellos, la cifra más cercana a la realidad oscilaría entre los 48 y 49 millones de desplazados. La cifra
más elevada si se le compara con el resultado de otros conflictos, con excepción de la Segunda
Guerra Mundial.
En una proyección que incluye otros conflictos locales, la cifra se dispara de 41 millones en 2010 a
los 79.5 millones en 2019. Tal vez, el indicador que muestra con mayor agudeza la crisis ética de la
sociedad capitalista sea la guerra y la violencia. De acuerdo a una cierta racionalidad y el sentido
común, resulta injustificable que las crisis actuales sean producto de la abundancia; no de la
escasez o de algún shock ambiental o sanitario. Hay alimentos suficientes y más de 800 millones de
personas padecen hambre. Existen recursos suficientes para resolver el derecho a los satisfactores
básicos en demasía; sin embargo, los niveles de pobreza rondan en la mayoría de los países “en
vías de desarrollo” o del “Tercer Mundo” el 50 % de sus poblaciones.

Si reparamos en el dinero invertido anualmente en armamento y en la militarización del planeta, el


gasto rebasa los 2.2 billones de dólares; es decir, más de 2 millones de millones de dólares. El
grado de irracionalidad es evidente, por ejemplo, los 2,400 millones de personas que carecen de
agua potable y servicios de saneamiento podrían ver resuelto su problema con una inversión de 24
mil millones; el problema del hambre podría enfrentarse satisfactoriamente con 260 mil millones.
Las causas no son propiamente morales; ni su solución depende de acciones particulares y de la
toma de conciencia sobre la inhumanidad y la maldad de las personas egoístas.

Las causas radican en un modo de vida que busca la ganancia de unos pocos a costa de la miseria
de los muchos. La violencia y las guerras son parte de los negocios y de los medios necesarios para
mantener ese orden social. Un capitalismo dejado a su propia inercia, a la competencia sin freno, a
la “Ley” simple y llana del más fuerte, acabará autodevorándose; eso sucedería si operara sin
contrapesos la ley del “libre mercado”, de uno que nunca ha sido realmente libre, si así fuera, las
crisis económicas, las inestabilidades y guerras serían mayores.

El Estado capitalista, como administrador de los negocios comunes de la burguesía, como órgano
de contención de las disputas intercapitalistas y como regulador de la protesta social, como órgano
de cooptación, seducción y represión de las clases populares, juega un papel central en el
sostenimiento del capitalismo. Con un problema de por medio: la acumulación de capitales, y su
expansión va de la mano con la ampliación de mercados nacionales y de su internacionalización o
su “globalización”; sin embargo, su base es nacional. Así, cada Estado toma partido por su propia
burguesía; aún el más dependiente tiende a representar los intereses de las oligarquías capitalistas
locales, cuando menos. Todo a nombre de la nación, de la clase burguesa y de las clases populares;
aunque esta “representación” sea ficticia o esté condicionada por los intereses de las facciones
oligárquicas. Por los estratos burgueses más poderosos, más internacionalizados; más
emparentados con una clase burguesa internacional, cosmopolita, con la que comparte valores
culturales y a veces políticos y económicos.

En ese ambiente de confrontaciones, la élites burguesas coaligadas con sus Estados nacionales
compiten entre sí mismas, formando bloques, que a su vez compiten con otros bloques
económicos y político militares. Por ejemplo, las burguesías y los estados pertenecientes al “Grupo
de los 7” formado por Estados Unidos, Canadá, Italia, Francia, Inglaterra, Alemania y Japón, que,
junto a otros países de Europa y Asía, forman el núcleo del “Occidente Colectivo”, compite a
muerte con otros países, ya sea en lo particular o contra bloques, especialmente contra el “Oriente
Colectivo”. En ese contexto el Estado, los estados nacionales, son un instrumento de la guerra
derivada de la competencia capitalista y de la lucha por la supremacía. El intento de revertir la
causa estructural de la guerra moderna, con todos límites y fracasos, han sido los movimientos de
las y los trabajadores, nacionales e internacionales, basados en teorías e ideologías comunitarias.

A pesar de que la violencia es un hecho cotidiano en nuestras sociedades, casi nunca se habla a
profundidad de la “Guerra”, de una de sus formas fundamentales. En espacios civiles es uno de los
tantos temas “tabu”, tanto en medios de tipo académico, político, religioso o del común. Si acaso
se le trata periféricamente, a modo de información, sobre un evento pasado o de actualidad como
sucede con la “Guerra en Ucrania”. En esos intercambios no faltan los pronunciamientos morales,
sobre lo malo del hecho en sí y los buenos deseos sobre la paz mundial y el necesario pacifismo
que debería acompañar a la humanidad. En algunos de esos ambientes se ha puesto de moda citar
a Sun Tzu, particularmente sus apotegmas sobre que la mejor victoria es vencer sin combatir o que
el supremo arte de la guerra consiste en someter al enemigo sin combatir. El sentido formal, literal,
profundamente descontextualizado que se le da a las frases de Sun Tzu, ilustra bien otro de los
rasgos propios de las sociedades donde la separación de lo civil y lo militar, es constituyente de la
relación EstadoSociedad

En medio del agudizamiento de la “Crisis General del Capitalismo”, la militarización y el militarismo


cubren el planeta prácticamente sin excepciones. Vivimos en una sociedad en guerra, bajo un
“Estado de Guerra” permanente, que hace cada vez más profunda la separación antagónica entre
civiles y militares, sean estos últimos, fuerzas armadas regulares o irregulares. Dicha relación de
separación, entre “lo civil” y “lo militar” inicia con la aparición de los primeros estados que, aún
tenían por base alguna forma de sociedad comunitaria, llega a su expresión máxima en la
actualidad. En dicho ambiente, quienes detentan el poder económico, cultural y político, suelen ser
“pacifistas” aunque ellos encabecen al “partido de la guerra”. Postura seudopacifista derivada de
sus intereses, nunca motivada por el respeto a algún tipo de principio de orden moral, sino porque
así conviene a sus intereses: “lanzar la piedra y esconder la mano”. Ellos, los potentados, por
historia y tradición de poder, siguen las enseñanzas de Sun Tzu al pie de la letra, ganar sin combatir,
hacer que el enemigo deponga su voluntad de resistir.

En fin, la separación del orden civil y militar, el monopolio del Estado sobre la violencia “legítima”,
llevó a una situación en que el problema ni siquiera es tratado sistemáticamente por los grandes
intelectuales. “La Escuela de los Anales” y uno de sus grandes referentes son un buen ejemplo de
ello; así, el célebre Ferdinand Braudel, evitaba tocar los asuntos relativos a las revoluciones que
dieron origen a los estados modernos, porque eso lo obligaba a salir de la “larga duración”, donde
la marcha de la historia es lenta, casi congelada. De otra manera su abordaje de la historia debía
entrar al terreno de la lucha política, al de las revoluciones como fenómenos abruptos, que
interrumpen la placidez del tiempo largo. Ejemplos con el anterior abundan y deben ser vistos,
como de las estrategias de “gobernanza” o “gubernamentalidad” que hoy rigen. Como el resultado
de un esquema de dominación global, que desarma intelectualmente y moralmente al conjunto de
la población civil frente al problema de la violencia y la guerra. Frente al hecho, de que toda forma
de relación política, de acción gubernamental, empresarial y aún cultural, instrumentada desde las
“élites”, es fruto de un diseño político militar.

Después de los ataques del 11 de septiembre, la administración estadounidense lanzó una “guerra
global contra el terrorismo”. Desde esa fecha, el Ejército estadounidense ha librado guerras
continuas por casi dos décadas. Sus consecuencias sólo han sido menores, si las comparamos con
las catástrofes demográficas caudas por las invasiones a América, África, Asia, y las dos guerras
mundiales del siglo XX. “Los principales países en los cuales las guerras libradas por Estados Unidos
han creado más refugiados son Afganistán, con 5,3 millones de refugiados; Irak, con 9,2 millones;
Pakistán, con 3,7 millones; Yemen, con 4,4 millones; Somalia, con 4,2 millones; Filipinas, con 1,7
millones; Libia, con 1,2 millones, y Siria, con 7,1 millones. Las operaciones de combate más
pequeñas han desplazado por la fuerza a residentes en: Burkina Faso, Camerún, República
Centroafricana, Chad, República Democrática del Congo, Malí, Níger, Arabia Saudita y Túnez. A ello
se deben sumar los 7.7 millones a causa del conflicto armado en Colombia desde 1985; o los más
de 4 millones de Venezuela, derivados de las sanciones, de la guerra psicológica y de los bloqueos
contra la
República Bolivariana de Venezuela; además de los cientos de miles de haitianos.

La ola de violencia que sacude al mundo resulta de una estrategia de construcción y administración
del “caos” que se regula desde los “estados profundos” y centros de poder trasnacional. Donde
destacan, por parte del “Occidente Colectivo”, la Organización del Atlántico Norte (OTAN); el
Ejército estadounidense; el AUKUS integrado por Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña; y,
además, por organismos de inteligencia. Veamos el caso de la OTAN: “el gasto militar de la Alianza
en 2021 fue de 1.175.332 millones de dólares; registrando un aumento del 1,8% respecto al año
anterior. Esta cifra representa el 56% del gasto militar mundial en 2021, el cual corresponde a
países que representan al 12% de la población mundial. Lo que da idea de la enormidad del gasto
militar de la OTAN y del grado de militarización de sus estados miembros. Un gasto muy superior a
los estados señalados como una amenaza: Rusia (65.908 millones de dólares) y China (293.352). Es
decir, el gasto militar de la OTAN en 2021 fue 17,5 veces superior al de Rusia y cuatro veces
superior al de China, país que representa serios desafíos para “Occidente”.

La OTAN nació en abril de 1949. De sus 12 estados fundadores, entre los que se encontraban
Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Francia, sólo los dos primeros no eran geográficamente
europeos. Desde el final de la Guerra Fría, más de una decena de países del antiguo bloque
oriental, incluidas tres antiguas repúblicas exsoviéticas, se unieron a la alianza por lo que hoy
suman un total de 30 estados. Un punto central de su acuerdo de defensa mutua es el Principio de
defensa colectiva contemplada en el artículo 5°, el cual garantiza que los recursos de toda la alianza
pueden utilizarse para proteger a cualquier nación miembro. En el marco de ese acuerdo, no sin
marcadas contradicciones, los países miembros de la OTAN se unieron a las invasiones de Irak,
Afganistán, Libia y Siria, y a los bombardeos contra Serbia, entre otras muchas operaciones
encubiertas. De las que destacan sus amagos a Venezuela e Irán y, sobretodo, su apoyo al “Golpe
de Estado en Ucrania” en 2014; además de su participación en el adiestramiento y financiación del
Ejército ucraniano, y del “Batallón Azov” abiertamente fascista. Hoy, la “OTAN” participa con
personal y apoyos económicos y militares en la Guerra en Ucrania, a favor del gobierno de
Volodimir Zelenski.

La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), es una coalición político-militar entre
varios países de Europa y Asia Central: Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y
Tayikistán. Este acuerdo político-militar surgido entre 1992 y 2002, fue promovido principalmente
por Rusia, a raíz de la disolución del “Pacto de Varsovia” en 1991. A pesar de los intentos iniciales
por conciliar con la OTAN, la OTSC debió enfrentar a la alianza que ha mantenido una política
expansiva hacia las antiguas Repúblicas soviéticas, entre ellos hacia los países bálticos, Georgia,
Azerbaiyán, Uzbekistán y Ucrania. La carta de compromisos de la OTSC reafirmó el deseo de todos
los Estados participantes de abstenerse del uso o la amenaza de la fuerza. Los signatarios no
podrían unirse a otras alianzas militares o grupos de Estados, mientras que la agresión contra un
signatario sería percibida como una agresión contra todos. Actualmente se ha especulado sobre la
integración de Irán y Siria, mientras Serbia se mantiene como país observador.

La OTSC ha tenido que enfrentar múltiples contradicciones internas: los intereses de los diversos
grupos que se aprovecharon del derrumbamiento de la Unión Soviética no siempre coinciden en
hacer causa común ante la OTAN y los Estados Unidos; aunque la evolución de los acontecimientos
en 2021 y 2022, han solidificado sus alianzas. La guerra entre Azerbaiyán y Crimea y la petición de
apoyo militar de Kazajistán y, por supuesto, la Guerra en Ucrania, en el marco del conflicto global
de Estados Unidos contra China, ha hecho cerrar filas a los países de la OTSC. En el contexto de la
larga serie de eventos conflictivos, como la Guerra en Siria y Libia, además de la derrota de las
tropas estadounidenses y aliados en Afganistán y de los conflictos en el Medio Oriente y el Centro
de Asía, agudizados por la crisis actual, la OTSC, está destinada a jugar más relevante en los años
por venir y particularmente frente a la Guerra en Ucrania. Como ya lo demuestra la postura del
propio Kazajistán, que debió dar marcha atrás a su lejanía hacia Moscú a raíz de la “Operación
Especial” de este último, a favor de las Repúblicas Populares del Donbas y de sí misma. En este
asunto de Ucrania son evidentes las injerencias de Estados Unidos y varios países europeos, para
que Ucrania abandonará su neutralidad aprobada el 3 de junio de 2019 por la Rada Suprema

El AUKUS (del acrónimo en inglés de Australia, Reino Unido y Estados Unidos) es un pacto
estratégico de un sector de países pertenecientes a lo que se ha dado en llamar “la Anglosfera”, el
núcleo de países producto de la herencia colonial inglesa y de las conexiones de sus élites. Estos
tres países anunciaron un pacto de seguridad para compartir tecnología avanzada de defensa, con
el fin de contrarrestar los avances de China en el Indopacífico y Oceanía. Dicha alianza político-
militar es una pieza clave en el proceso de cercos que Estados Unidos y sus aliados quieren
imponer a China y Rusia principalmente. Es un cerco que incluye todo tipo de armas, además de
submarinos de propulsión nuclear y medidas para detener la implantación de los proyectos de
expansión relacionados con la inteligencia artificial y las redes 5 G. El AUKUS es parte de un circuito
que incluye a Corea del Sur, a Filipinas y Japón, entre otros países. “El gobierno de Pekín reaccionó
este jueves a través de un portavoz del Ministerio de Exteriores que aseguró que el nuevo pacto
“amenaza con dañar gravemente la paz regional
[...] e intensificar la carrera armamentista”. También criticó lo que llamó “una mentalidad obsoleta
de la Guerra Fría” y advirtió que los tres países “están dañando sus propios intereses”.

Edward Snowden ex contratista de la Central de Inteligencia Americana (CIA) puso al descubierto


una gran cantidad de documentos de secretos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) (1952)
través del diario británico The Guardian, en los que se dan detalles sobre un programa de
espionaje llamado Prism, que involucraba la participación de la compañía de teléfonos Verizon y
los gigantes de internet Facebook, Google, Microsoft y Yahoo. Ante la amenaza de que le aplicaran
la pena de muerte, huyo a Rusia. Afortunadamente para él, no corrió la suerte de Julián Assange,
quien luego de 10 años sigue prácticamente detenido gracias a las maniobras de la “justicia”
inglesa y estadounidense, todo por hacer públicas la evidencias de muchas atrocidades cometidas
por diversos estados,entre ellas la Invasión a Irak. La NSA es “el hogar de los criptógrafos y los
especialistas en descifrar mensajes codificados”. Su misión, consiste en “prevenir que adversarios
extranjeros adquieran acceso a información sensible o clasificada vinculada con la seguridad
nacional”; además de “recolectar, procesar y diseminar información de inteligencia de fuentes
externas para propósitos de inteligencia y contrainteligencia y para respaldar operaciones
militares”. Ha “provisto información oportuna a los responsables de las tomas de decisiones y
líderes militares por más de medio siglo”. La NSA brinda servicio al Departamento de Defensa,
agencias gubernamentales, contratistas del sector privado que trabajan para el Estado, y aliados de
los Estados Unidos.

“La Agencia Central de Inteligencia (CIA) es la principal agencia de Inteligencia exterior del
gobierno de Estados Unidos. Fue creada en 1947, como sucesora de la Oficina de Servicios
Estratégicos (OSS) de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos fue la última de las grandes
potencias en diseñar una agencia de Inteligencia de carácter civil. De hecho, antes de 1942, el país
carecía de agencias de Inteligencia civil. Anteriormente, en Estados Unidos, las actividades de
Inteligencia eran llevadas a cabo por la Inteligencia del Ejército y por la Oficina Federal de
Investigación (FBI). Sin embargo, había falta de coordinación, pues en muchas ocasiones no se
compartía información recopilada entre agencias, por miedo a poner en peligro la “seguridad” de
la información. Esta descoordinación podía ocasionar graves consecuencias para la Seguridad
nacional. En 1947 el Congreso aprobó la Ley de Seguridad Nacional, que diseñó el Consejo de
Seguridad Nacional (NSC) y, bajo su dirección, la CIA. Popularmente, la CIA se equiparaba al KGB de
la Unión Soviética, disuelta en 1991. No obstante, a diferencia del KGB, la CIA estadounidense tenía
prohibido realizar operaciones de Inteligencia en territorio nacional. Por el contrario, la mayoría de
las operaciones del KGB sucedían dentro de la URSS. La Oficina Federal de investigación (FBI)
(1908) tiene como misión principal la investigación criminal y la lucha contra el terrorismo, pero
también se encarga de la contrainteligencia: prevenir el espionaje y la inteligencia de otros países

El Instituto Central de Inteligencia y Operaciones Especiales, o Mossad, (1949) es una de las tres
principales agencias de Inteligencia de Israel, junto con Amán (Inteligencia militar) y Shin Bet
(Seguridad interna). El Mossad se ocupa de la recopilación de información extranjera y el análisis
de Inteligencia. El Mossad fue creado como el sucesor la Haganá, la fuerza militar judía en Palestina
que operó durante la “soberanía británica”. El Mossad mantiene numerosos agentes secretos
israelíes (katsas, en hebreo), repartidos por las naciones árabes. El Mossad ha llevado a cabo
operaciones antiguos criminales de guerra nazis que residen en el extranjero y ha sido
responsabilizado de múltiples asesinatos de líderes palestinos en Europa, Oriente Medio y el norte
de África. El MI5 (1909) es la agencia de Inteligencia encargada de las actividades de Seguridad
interna del Reino Unido.
Es el servicio de Inteligencia más relevante en Europa occidental. Depende del Ministerio de
Interior y está autorizado para investigar a cualquier persona o movimiento que pueda amenazar la
Seguridad del país. Aunque el MI5 es responsable del contraespionaje nacional, no tiene poderes
de detención, pues estos recaen en Scotland Yard, la policía metropolitana de Londres. En un
principio, la agencia se concibió para identificar a los espías alemanes que trabajaban entonces en
Gran Bretaña. Luego se descubrió que agentes de la Unión Soviética se habían infiltrado tanto en el
MI5 como en el MI6.

El Ministerio de Seguridad del Estado (MSS) (1983) ha sido descrita como una de las agencias de
Inteligencias más secretas del mundo. A diferencia de la mayoría de las agencias de Inteligencia
internacionales, el MSS no obedece al gobierno chino, sino que opera bajo el mandato del Partido
Comunista. Su agencia homóloga militar es la Oficina de Inteligencia del Estado Mayor Conjunto.
Cabe destacar que la misión principal del MSS es garantizar “la seguridad del país a través de
medidas efectivas contra agentes enemigos, espías y actividades contrarrevolucionarias diseñadas
para sabotear, desestabilizar o derrocar el sistema socialista de China” Además, está capacitado
legalmente para arrestar o detener a personas por delitos relacionados con la seguridad del
Estado. También tiene amplios poderes para llevar a cabo muchos tipos de espionaje tanto a nivel
nacional como en el extranjero. La Santa Alianza (1566) es una de las agencias de inteligencia del
Vaticano, el país más pequeño del mundo, es de las más poderosas y de las más herméticas. Fue
creado en 1566 por el papa Pío V para hacer frente al protestantismo. Para ello, su misión inicial
fue asesinar a la entonces reina de Inglaterra, Isabel I, una misión que finalmente no se cumplió. El
Vaticano nunca ha reconocido su existencia, sin embargo, agentes de otros servicios de inteligencia
han resaltado el poder que tiene y la gran información que maneja a través de la información de
sus 300 minutantes repartidos por el mundo. Se trata, como la CIA, del servicio secreto exterior,
mientras que su contraespionaje es el Soldalitium Pianu

El Servicio Federal de Seguridad (FSB) (1994), es la principal agencia de Inteligencia rusa de


Seguridad interna, uno de los organismos sucesores de la KGB soviético. El FSB, el mayor servicio
de seguridad de Europa, es extremadamente eficaz en materia de contrainteligencia. Tras la caída
del régimen soviético, la KGB, fue desmantelada tras el intento de golpe de estado contra el líder
soviético Mijail Gorbachov en 1991. En las investigaciones se descubrió que algunas unidades de la
KGB habían participado en la operación. De esta forma, en 1995, el expresidente ruso, Boris Yeltsin,
renombró a la antigua KGB como FSB. En 1998, Yeltsin nombró director del FSB a Vladímir Putin,
veterano de la KGB y actual presidente de Rusia. A finales de la década de los 90, Yeltsin también
ordenó al FSB que ampliara sus operaciones contra los sindicatos en Siberia y que reprimiera a los
disidentes de derechas. Como presidente, Putin amplió las competencias del FSB para incluir la
lucha contra las operaciones de Inteligencia extranjeras, contra el crimen organizado y contra la
iniciativa separatista de los chechenos. Además, dentro de las redes de inteligencia, sobresalen: la
Administración de Control de Drogas (DEA) de EU, la Dirección de Seguridad Exterior de Francia y
multitud de empresas de mercenarios. Sin faltar sus complementos paramilitares como: la mafia
rusa, japonesa, turca, israelí, albanesa; los Carteles en México, El Salvador, Guatemala, Honduras,
entre muchas otras.

XII Nuevo orden mundial

La polémica sobre qué es el “Nuevo Orden Mundial” ocupa un espacio importante dentro de la
cultura popular y docta de nuestros días. La crisis económica del capitalismo y sus ramificaciones
“multidimensionales” en un contexto de pandemia, avivaron la difusión de las más variadas
versiones sobre el tema que han dado lugar al surgimiento de un espacio polémico que es usado
como campo de batalla en las guerras culturales, políticas e ideológicas que se libran desde los
espacios de poder dominantes y desde los procesos de resistencia y lucha político-cultural de
fuerzas emergentes, nacionales y locales.

La discusión sobre el “Nuevo Orden Mundial” no es inocente, además de estar atravesada por la
voluntad de saber y comprender, también está contaminada de turbiedades, que se difunden
deliberadamente para agudizar el estado de confusión, tanto entre los “doctos”, como entre los
“comunes”. Alrededor del tema, se ha instrumentado una “Geopolítica de la Mente” y un conjunto
de estrategias, destinadas a confundir, a colocar las personas en bandos que no responden a sus
intereses y menos a la comprensión del problema. Pedro Baños, Coronel del Ejército español,
experto en tareas de inteligencia, afirma que en toda la discusión sobre el “Nuevo Orden Mundial”
existe una campaña de desinformación y confusión inducida, que forma parte de una “Guerra
Psicológica” orquestada por los centros de Inteligencia y las jefaturas políticas y empresariales.

Toda la polémica sobre el “Nuevo Orden Mundial”, está atravesada por el bombardeo de las más
disimiles “teorías”, opiniones infundadas, rumores, campañas de odio y terror. Al final, la imagen
global es la de que nadie sabe nada, en tanto, los que saben, si es que saben, no tienen ninguna
oportunidad de compartirlo, ya por debilidad o porque son marginados de los espacios mediáticos.
Así, día a día, cada mañana, medios de comunicación, partidos políticos, universidades, iglesias y
sus comunicadores van hilando la trama, temporada tras temporada, de un abanico de teleseries
telenovelescas sin final; en las que imperan las emociones alejadas de toda reflexión sistemática;
propia de nuestra sociedad dominada por la economía de las emociones y la cultura del consumo.

Desde un punto de vista histórico, la primera globalización tuvo lugar en el Siglo XV y XVI; con la
exploración, invasión y conquista de los territorios desconocidos por las potencias europeas de
aquellos años. Esa primera globalización coincide con la gestación y nacimiento del Capitalismo y,
culturalmente hablando, con la emergencia de la “Modernidad”. Un “Nuevo Orden Mundial” el
primero, que vino a reemplazar al conjunto de espacios o tierras conocidas por sus habitantes, por
una visión de tipo universal, ahora empírica, del mundo conocido.

En ese nuevo universo, una parte de la cristiandad, siguiendo la línea de demarcación geográfica y
cultural derivada del pasado romano, pasó a identificarse con Europa y “Occidente”. Desde ahí,
desde un núcleo de estados y nuevas clases políticas, religiosas, comerciantes, industriales,
terratenientes, financieras e intelectuales, portadoras de un nuevo modo de producción, ahora
capitalista, se constituyó el nuevo centro que articulaba, dominándolo, a territorios y poblaciones
del mundo entero.

En realidad, el “Nuevo Orden Mundial” “Occidental”, en parte era una ficción: por ejemplo China y
la India, seguían siendo las principales economías del mundo y los pueblos del “Oriente Próximo”,
continuaban ocupando un lugar importante. Sin embargo, no era ficción, en el sentido de que el
capitalismo y las formas de vida burguesas o modernas, tenían la virtud de imprimir un ritmo y un
sentido al conjunto de la ahora historia universal, desconocidos hasta ese momento. El mundo se
hacía redondo, bajo el abrigo de Europa del Norte que tenía el derecho y la fuerza, para reclamar
como suyos todos los portentos creados por las culturas que le precedieron. En torno al hambre de
ganancias, de la explotación de la fuerza de trabajo y de la depredación de la naturaleza, cobró vida
el nuevo colonialismo y el supremacismo eurocéntrico, racial y de género. Aspectos todos,
consustanciales al “Nuevo Orden Mundial” recién parido. La evolución del “Nuevo Orden Mundial”,
es decir del realmente existente, ha transitado por varias etapas: el de la disputa por la hegemonía
entre España, los Países Bajos, Inglaterra y Francia, que se resuelve a favor de los ingleses en el
contexto de la Revolución Industrial y el establecimiento del Mercado Mundial. Entre 1770 y 1919,
el mundo vivió bajo la hegemonía inglesa, potencia que comandó la segunda globalización
Al término de la 1° Guerra Mundial, se funda la “Sociedad o Liga de la Naciones”; bajo la
hegemonía compartida de Estados Unidos y una Inglaterra en declinación.
En esa conferencia “mundial” Wodrow Wilson, presidente de Estados Unidos, habla de instaurar un
“Nuevo Orden Mundial” entendido como la nueva base en que se sustentarían la paz y las
relaciones internacionales. En función de los resultados de la Guerra y de los progresos materiales
de la potencia estadounidense, los “Tratados de Versalles” fueron parte de un proceso de
transición que sería coronado con la derrota de las “Potencias del Eje”, Alemania, Italia y Japón, de
la cual Estados Unidos emergería como la principal potencia en el marco de un “Nuevo Orden
Mundial Bipolar” en disputa con la Unión de Repúblicas Socialistas (URRS) y con la República
Popular China. En el marco de la 1° Guerra Mundial y sus resultados, se perfilaron dos procesos de
naturaleza antagónica; la hegemonía estadounidense como núcleo articulador del capitalismo y del
“Occidente Global” y la Revolución Rusa y el surgimiento de la URRS. La constitución de la ONU, los
acuerdos de Bretton Woods, la fundación del Fondo Monetario Internacional (FMI) del Banco
Mundial y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, entre oros convenios y
organismos regionales y mundiales; dieron pie a otra fase de la evolución del “Orden Mundial
Capitalista”; que se desplegó de 1945 a 1989-92 en medio de la Guerra Fría de la que saldría
victorioso Estados Unidos a raíz de la implosión de la Unión Soviética.

A partir de la Guerra Fría se empezó a hablar de un “Nuevo Orden Mundial” marcado por la
derrota final de las ideologías y los régimenes soviéticos. El triunfo del liberalismo y sus formas de
gobierno y convivencia no tenía más rival; la historia de las confrontaciones con las ideologías
comunistas había concluido. Se abría la nueva era de la “Aldea Global” de la globalización y de la
posmodernidad; de las economías fluidas e inmateriales; la “poshistoria había llegado para
quedarse. De esta manera emergía un “Nuevo Orden Mundial Unipolar”, bajo el dominio y la
conducción de Estados Unidos. Los nuevos enemigos dejaron de ser los comunismos y sus
revoluciones, ahora serían el terrorismo, el narcotráfico y la migración ilegal; sin faltar el deterioro
ambiental. Al calor del derrumbe del socialismo real, proliferaron las versiones optimistas sobre el
avance indetenible de la nueva era; en la que el “Occidente Colectivo” veía a la República Popular
China como un complemento, cuyo comunismo pronto sería reemplazado por un régimen liberal.
En esa perspectiva optimista de daban los pasos para que la nueva Federación Rusa entregara sus
inmensos recursos naturales y, de paso, diera lugar a una nueva geografía con la división de ese
territorio tan espantosamente grande; no faltaron los que pensaron en apoyar una posible
República de Siberia

En cambio, un sector menos numeroso de asesores intelectuales como Samuel Huntington


presagiaban un choque de civilizaciones en función de las religiosidades predominantes que daban
base a los procesos civilizadores. Concluía que una vez desaparecida la bipolaridad del “orden
Mundial, se produciría una disgregación nacional y regional de quienes habían sido parte de las
esferas de poder de las dos grandes potencias. Cada grupo de países se reagruparía en torno a
estados fuertes. Henry Kissinger, coresponsable de múltiples golpes de Estado, tampoco profesaba
una fe muy optimista. Para 1994 entendía que la nueva circunstancia le daba un protagonismo muy
importante a Estados Unidos pero debía evitar el optimismo y reconocer una realidad signada por
la presencia de potencias como la Unión Europea, Rusia y China, a la que había que tomar en
cuenta para crear un marco legítimo de instituciones y normas que dieran lugar a una especie de
“Orden Mundial”, entendido como un cuerpo regulados de las relaciones internacionales y de las
correlaciones de fuerza y poder. En los últimos años, como parte del esfuerzo por crear un “Orden
Mundial” insistía en prescindir de estrategias de acorralamiento de la Federación Rusa, las que se
habían provocado el alejamiento de Rusia a consecuencia de la violación de los acuerdos
contraídos con Gorbachov. E igual, en la línea de tener cerca a China aconsejaba negociar con ella
en los mejores términos.

El retroceso de Estados Unidos y Europa se hizo más pronunciado a raíz de la crisis económica de
2007-2009. Para muchos analistas, dicho declive señala el fin del “Orden Mundial Unipolar” nacido
en 1989-92. Para otros el fin de de la era de dominio unipolar se dio antes, en 2001. Lo que destaca
es que el “Orden Unipolar” no existió como una etapa propiamente dicha, relativamente larga y
“estable”. De ser cierta esta observación, estaríamos viviendo un periodo de transición hacia la
configuración de un nuevo sistema de hegemonía mundial, que por costumbre llamamos “Nuevo
Orden Mundial”. Tal sistema de nueva hegemonía, siempre y cuando no ocurra una catástrofe
sanitaria, climática o nuclear, necesariamente sería multipolar o multilateral. Situación en la que la
hegemonía y la dominación de Europa y la de Estados Unidos, pasarían a la historia. Mientras que
el núcleo más importante lo ocuparían los países euroasiáticos, asiáticos y medio orientales.

Oros poderes regionales del “Nuevo orden” se localizarían en el Sur de Indoamérica y en África.
Ahora bien, nada garantiza que un orden multipolar, sea uno de justicia, democracia, libre
determinación y paz, indeterminadamente poscapitalista o socialista.

En ese proceso de deterioro acelerado de la hegemonía estadounidense han influido, además de la


crisis general, sus derrotas político-militares y la inestabilidad y la cortedad de sus victorias. Por
hablar de una región clave por su simbolismo, siendo Latinoamérica una especie de “patio trasero”,
esta se ha convertido en una zona de fragilidad del sistema de dominación establecido por Estados
Unidos. Por ejemplo, los éxitos de Obama se han desvanecido, a pesar de la importancia que
alcanzaron en sus esfuerzos por contener al chavismo y a sectores populares. Luego del vendaval
de Golpes de Estado, duros y blandos, en Brasil, Paraguay, Honduras y de los cercos a la izquierda
colombiana, a Nicaragua, Bolivia y Venezuela, poco queda. Pero los golpes que ha recibido Estados
Unidos son sin duda los asestados en Irak, Afganistán y Siria. Cada día que pasa, propios y extraños
reconocen que la era del orden unipolar hace tiempo que concluyó. Klaus Schwab, presidente del
Foro Social Mundial, hace tiempo que no deja de hablar de un “Nuevo Orden Mundial Multipolar”,
lo más atrevido fue su afirmación de asumir el modelo chino, como la alternativa para resolver los
problemas que se viven a nivel planetario. Lo afirmado no debe llevar a suponer que Schwab giro a
la izquierda, que se hizo comunista, sino que, simplemente, valora que no se puede estabilizar el
caos europeo y mundial, sin tender puentes a los adversarios de Estados Unidos.

Fue Klaus Schwab, en su calidad de presidente del Foro Social Mundial, junto a
Carlos III, ahora rey de Inglaterra, quienes presentaron la propuesta de “Nuevo Orden Mundial”,
proyecto también conocido como el “Gran Reinicio” o el “Gran Reseteo”. Esto ocurrió en junio de
2020, en la ciudad Davos, Suiza, en un espacio que reunió a la élite financiera, tecnológica y política
mundial. Su “Gran Reseteo”, por el momento, no es más que una lista de frases y buenas
intenciones sobre un hipotético “Orden Mundial” que enfrente y atempere las secuelas sociales de
la Pandemia del Covid y del cambio climático. Convoca a coordinar esfuerzos para atender la
pobreza, la crisis educativa y los desbalances que se agudizaron por la crisis sanitaria. Hace especial
hincapié en la participación de los jóvenes. Su proyecto es convergente con el desarrollado en la
ONU, con el nombre de “Agenda 20-30”; que pone metas de hambre cero, reducción de la pobreza,
y la justicia y sostenibilidad ambiental, la paz y las alianzas entre otros puntos. Klaus señala la
necesidad de tomar medidas correctivas en el marco del sistema capitalista actual. Es un proyecto
desde el liberalismo socialdemócrata o progresista.

La propuesta de “Gran Reseteo” aumento el pánico en algunos sectores, porque sus autores, en
particular Klaus Schwab, son parte del “Club Bilderberg”, otro espacio de intercambio entre
personajes que participan de las grandes decisiones en gobiernos y empresas de primer nivel. La
atmosfera pandémica propagó rumores sobre el contenido letal y maléfico de las vacunas
anticovid; además de versiones de que se inyectaría un chip, para tener conocimiento de cada
movimiento de las personas a nivel planetario, a través de las redes 5 G, lo cual daría paso al
gobierno mundial, a una dictadura policiaca por medio de la ingeniería genética, el control
electrónico de los movimientos y un sistema de recompensas y castigos tipo chino. Incluso se
lanzaron todo tipo de infamias racistas, que destacaban las actitudes pasivas de los chinos,
acostumbrados a la servidumbre, a contracara de los habitantes del mundo libre. En realidad lo
que ocurre en las “democracias de la libertad” es semejante: los sistemas de vigilancia, control y
manejo de información sobre las personas son comunes en todos los países que tienen recursos
tecnológicos y económicos para hacerlo. El chip lo llevamos en el cerebro, el celular, los televisores,
los relojes, los autos, las tarjetas de identificación y bancarias, etc. No por nada está preso Julián
Assange y exiliado Edward Snowden.

La propuesta de “Gobierno Mundial” que hace el sector mayoritario de las élites financieras,
empresariales y de la alta burocracia de los grandes estados capitalistas, a los que se les identifica
con el “Estado Profundo” en Estados Unidos, es muy similar a la hecha por Henry Kissinger: lograr
un abanico de acuerdos, legitimados por las élites y sus electores, para desarrollar programas que
moderen algunos problemas asociados a las desigualdades y conflictos y consecuencias
ambientales, generadas por el capitalismo y las pugnas entre potencias. Un plan de gobernanza
mundial entre las élites, para controlar sus contradicciones y a la población mundial en el marco de
un sistema que seguirá igual de caótico. En plan que instituye la existencia de la crisis general del
capitalismo, multidimensional y civilizatoria como lo cotidiano de nuestra vida.
Recurriendo a la frase de un profesor argentino sobre el “Gran Reseteo”, que es un “Sistema que
gobierna por y para la crisis y no para y por la gente”.

¿Quién está detrás de la propuesta de “Nuevo Orden Mundial”, ¿qué grupos políticos y
económicos? Sobresale un gran bloque en el que se interconectan linajes como los Winsor, familias
de banqueros como los Rothschild que tienen acciones en las principales empresas de las 500 que
componen la lista de Fortune y que son parte de las 8 familias que controlan los 4 corporativos
empresariales de “Occidente”. Otros empresarios conocidos son Bill Gates, George Soros, Mark
Zuckerberg; además de políticos de renombre como Bill Clinton, Barack Obama y
Joe Biden; los que a su vez están conectados con los servicios de inteligencia, CIA y NSA, entre
otros; y con los gerentes del Complejo Militar Industrial. Mantienen alianzas con empresarios de la
industria, la banca, los medios, el entretenimiento y la energía. Existen 3 o 4 grupos corporativos
donde se conectan con el núcleo más importante de los capitalistas de Occidente y el mundo, que
son Black Rock, State Street y Vanguard. Donald Trump estaría vinculado a Fidelity. Por su filia
partidaria podría ser considerados socialdemócratas, aunque en realidad mantienen alianzas
estrechas alianzas con un sector de los liberales

Nuevo orden mundial En ese rango de amplias alianzas, los partidarios del “Gran Reseteo” pueden
compartir el pan y la sal con bandas fascistas y ultranacionalistas, las cuales se colocan en el
ámbito de la “derecha alternativa” formada por diversos grupos derechistas que han crecido al
calor de los efectos de la crisis de 2007 y 2009. Un ejemplo, ha sido la conspiración que provocó el
Golpe de Estado en Ucrania en 2014, en el que participaron asesores militares de la OTAN y el
propio hijo de Biden quien está enredado en negocios ilícitos. Los grupos europeos y
estadounidenses de la derecha alternativa suelen ser más radicales que Donald Trump, aunque
votan por él y se aprovechan recíprocamente el uno de los otros y viceversa. En este momento la
mayoría republicana está promoviendo nuevas figuras, más comprometidas con el “Estado
Profundo” estadounidense como el Gobernador de Florida Ron DeSantis, estrechamente vinculado
con las fuerzas navales estadounidenses, tanto como reservista, como defensor de militares de
élite desplegados en Irak. Es importante señalar que los demócratas y los republicanos tipo Bush,
hacen causa común con el globalismo.
Por lo mismo resulta muy confuso hablar de un bando “globalista” y otro “soberanista”. Cuando
nos referimos a los Clinton-Obama-Biden; es más preciso llamarlos socialdemócratas, demócratas
o liberal progresistas. En cambio, también resulta menos confuso llamar a los liberalconservadores
como tales, sean estos republicanos o demócrata cristianos.

Entre los sectores socialdemócratas y los demócrata-cristianos como la expresidenta de Alemania,


Ángela Merkel, es relativamente común encontrar coincidencias de tipo cultural, y político,
particularmente en todo lo que tiene que ver las visiones reformistas y bienestaristas, propias del
“Estado Social” derivadas del “New Deal”, implementado por Franklin Roosevelt, a raíz de la crisis
de 192933-38 y del “Plan Marchall”. Tanto Hillary Clinton como Biden hacen constantes menciones
a la implementación de un “New Deal” en Estados Unidos. Los partidarios del “Nuevo Orden” se
mueven en esa línea de reforma social para mitigar los perfiles más agudos del capitalismo
neoliberal. La “Agenda 20-30” pactada en la ONU, obedece a un pacto entre partidos de ideología
demócrata cristiana y los partidos socialdemócratas. En ese esfuerzo converge la mayoría de la
Iglesia Católica, que se alejó en años recientes de la visión radicalmente neoliberal y anticomunista
de Juan Pablo II y de sus seguidores. En la “Línea de la Agenda 20-30” se coloca el Papa y el Estado
vaticano, una línea que hace énfasis en la crisis socioambiental y en el combate a la pobreza desde
una postura funcional al capitalismo. Aunque el Papa Francisco es crítico de los excesos
conservadores de la Iglesia y de sus complicidades con el colonialismo europeo; muy difícilmente
se confrontara radicalmente con el bando que hace del “Nuevo Orden” su pantalla de
presentación.

Del otro lado del escenario están entre otros, China y Rusia. La primera rompió la inercia
económica del mundo unipolar. La crisis del 2007- 2009 fue una especie de banderazo de salida;
mientras que Rusia y Vladimir Putin sepultaron militarmente el orden unipolar el 24 de febrero de
2022, cuando decidió desatar su “Operación Militar Especial”. La expansión de la OTAN y el
chantaje militar de Estados Unidos entró en crisis al estar enredados en múltiples contradicciones y
problemas. Ambas potencias cuestionan el colonialismo y el imperialismo, sin embargo, para
avanzar a ese otro “Orden Mundial” multipolar, de justicia y paz no existen muchos caminos. La
sociedad no conoce otros, más que diferentes versiones de capitalismo y socialismo. China ya tiene
un plan mayor de disputa global contra Estados Unidos, que incluye todos los ámbitos de la
economía moderna, para eso debe profundizar los controles estatales y la regulación de las
actividades de sus oligarcas y abrir nuevos espacios de participación social, tanto en la política,
como en la distribución de la riqueza. China tiene a su favor la población a modo de palanca
fundamental para dar un nuevo salto, sin embargo, eso sólo será posible en medio de un proceso
de lucha de clases en el plano interno y externo. Los riesgos no son pocos, las divisiones en la
sociedad, los problemas de la integración de Hong Kong y próximamente de Taiwán, agudizaran el
descontento con las oligarquías que han visto reducidas sus fortunas.

En tanto, la Federación Rusa difícilmente podrá avanzar en el objetivo de reconstituir su base


demográfica y su influencia territorial sin concentrar desde el Estado los recursos y las
potencialidades que hoy tiene. En ese sentido, su capacidad energética y de producción de
alimentos le puede proveer de los fondos de inversión necesarios para avanzar en la solución de
los problemas planteados por el desarrollo de la inteligencia artificial, y las redes 5 G, entre otras
áreas, que son indispensables para situarse en un primer plano. Contra ello conspiran los intereses
de la oligarquía y de amplios sectores de la clase política reinante. El peso de su pasado inmediato
es enorme, en su Operación Militar Especial esto es más que evidente. En el mismo espacio
convergen fuerzas profesionales de tipo estatal, milicias populares y un ejército mercenario. La
“nostalgia” comunista sigue estando muy presente; una porción importante del electorado sigue
votando por comunistas y el orgullo ruso no encuentra otra ideología de tipo orgánico que lo
galvanice. La coalición de liberales que gobierna debe recurrir a la simbología soviética, que tanto
atemoriza a occidente y a más de un funcionario, por no hablar de las capas “medias” que se
enriquecieron al calor del despojo de los bienes del pueblo. Las alianzas políticas y económicas de
Rusia, su activismo internacional, la han convertido en un factor, tal vez decisivo, en la solución de
diversos conflictos.

La crisis económica agravada por los efectos de la Pandemia de COVID 19, repercute en los
reordenamientos de los bloques regionales y mundiales que confluyen y disputan el liderazgo en
sus propios espacios. La guerra de Ucrania y el retroceso político de Estados Unidos y Estados
Unidos han reconfigurado el mapa internacional. Prácticamente, el mundo se encuentra dividido
en torno a los temas que resultan medulares: energía, alimentos y, paulatinamente en los que
tiene que ver con el Sistema Monetario Internacional. El Grupo de los 7 ya no es suficiente para
tratar los problemas mundiales; la presencia renovada del Grupo de los 20 y más, con todo y sus
contradicciones dan fe de los cambios en las correlaciones de fuerzas a favor de quienes insisten en
el multipolarismo. Las contradicciones al interior de la Unión Europea, de la OTAN, se han
agudizado entre quienes buscan la autonomía europea y quienes mantienen su adhesión a los
Estados Unidos, a pesar de los costos que se dispararon desde el inicio de la Guerra en Ucrania.
Vivimos una transición, donde todo es hibrido, aunque la tendencia dominante es la que empuja
hacia la decadencia estadounidense y occidental. Lo que sigue en cuestión es el futuro del
capitalismo: tema que empieza a ocupar un espacio importante ante los problemas desatados por
la crisis general. Por consecuencia el “Nuevo Orden” sigue siendo un terreno de disputa, no
resuelto.

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