Trabajo 1

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MIRIAM PINEDO CHUQUIBALA

¿QUE ES CAMBIO CLIMATICO?


Se llama cambio climático a la variación global del clima de la Tierra. Esta variación se
debe a causas naturales y a la acción del hombre y se produce sobre todos los
parámetros climáticos: Temperatura, precipitaciones, nubosidad, etc, a muy diversas
escalas de tiempo.

HISTORIA DEL CAMBIO CLIMÀTICO


La historia del descubrimiento científico del cambio climático comenzó a principios del
siglo XIX cuando se sospechò por primera vez que hubo cambios naturales en el paleo
clima y se identificó por primera vez el efecto invernadero natural.
Los científicos atribuyen la tendencia del calentamiento global observada desde
mediados del siglo XX a la expansión humana del “efecto invernadero”, el calentamiento
que se produce cuando la atmosfera atrapa el calor que se irradia desde la tierra hacia
el espacio.

La actividad humana es la causa del aumento de las concentraciones de gases de


efecto invernadero.
Durante el último siglo, la quema de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo
ha aumentado la concentración de dióxido de carbono atmosférico (CO 2). En menor
medida, el desmonte de tierras para la agricultura, la industria y otras actividades
humanas han aumentado las concentraciones de gases de efecto invernadero.

Las actividades industriales de las que depende nuestra civilización moderna han
elevado los niveles de dióxido de carbono atmosférico en casi un 50% desde 1750.
Este aumento se debe a las actividades humanas, porque los científicos pueden ver una
huella isotópica en la atmósfera.

La urgencia de esta misión es cada vez mayor: se prevé que el período comprendido
entre 2016 y 2020 fue el quinquenio más cálido de la historia, y en base de las
tendencias actuales, el mundo no está en condiciones de mantenerse por debajo de los
objetivos del Acuerdo de París. Así lo muestra el informe “United in science 2020”

ESTADO ACTUAL DEL CAMBIO CLIMATICO


El año 2020 comenzó con lo que parecía una ola imparable de cambio de hábitos en
pro de la lucha contra el cambio climático. Por fin, las voces científicas y los movimientos
ecologistas como Fridays for fu ture habían calado tanto en la sociedad como los
gobiernos, que ya dirigían sus estrategias hacia la transición verde. Sin embargo, lo que
parecía ser el año para cambiar de rumbo hacia un planeta más verde, se convirtió en
un año marcado por una crisis económica y de salud sin precedentes. De este modo,
los esfuerzos climáticos fueron relegados a un segundo plano, eclipsados por la
irrupción de la pandemia.
Y aunque en ese año hemos sido testigos de una breve y nunca antes vista disminución
de las emisiones, lo cierto es que este solo fue un efímero respiro para el planeta ya que
las emisiones de CO2 han vuelto a registrar niveles récord y siguen aumentando. Todo
ello nos muestra que el cambio climático no se detendrá ante crisis mundiales como la
de la COVID-19 y necesitamos reducir las emisiones y lograr la neutralidad en materia
de carbono para 2050.

PROPUESTAS PARA MEJORAR EL CAMBIO CLIMATICO


Cada año, en las Conferencias de las Partes (COP), realizadas en el marco de las
Naciones Unidas, los países se reúnen para discutir acciones a tomar para mitigar y
adaptarse al cambio climático. De la COP21 nació el Acuerdo de París, primer acuerdo
mundial vinculante sobre el clima. Este año, durante la COP23, los delegados de
Los gobiernos buscan establecer reglas que permitan la implementación adecuada de
ese marco de acción global.
Como individuos, sabemos cómo aportar a la reducción de las emisiones que provocan
el cambio climático: ahorrar energía, reducir el uso del automóvil, desechar menos y
reciclar, hacer mejores elecciones de consumo y realizar una adecuada planificación
familiar. Pero, ¿qué les toca hacer a las naciones?
Hablar de ello es referirnos a medidas de gran escala. Las decisiones y ambición de
nuestros gobiernos son trascendentales para que los individuos tengamos una mejor
opción de futuro.
Como individuos, sabemos cómo aportar a la reducción de las emisiones que provocan
el cambio climático: ahorrar energía, reducir el uso del automóvil, desechar menos y
reciclar, hacer mejores elecciones de consumo y realizar una adecuada planificación
familiar. Pero, ¿qué les toca hacer a las naciones?

Hablar de ello es referirnos a medidas de gran escala. Las decisiones y ambición de


nuestros gobiernos son trascendentales para que los individuos tengamos una mejor
opción de futuro.

1. PROTEGER Y RESTAURAR ECOSISTEMAS CLAVES


El respeto a la naturaleza es fundamental. Las naciones tienen en sus manos la
capacidad de proteger ecosistemas claves para combatir el cambio climático: ríos,
humedales, océanos, bosques y manglares absorben grandes cantidades de carbono,
revirtiendo el problema. Los manglares también sirven como barrera ante las tormentas
y los humedales absorben el exceso de agua de las inundaciones, ambos eventos
climáticos exacerbados por el cambio climático.
"Sanar el sistema natural es la opción más factible, realista y justa, pues beneficiaría a
toda la humanidad y especies, dice Florencia Ortúzar, abogada del programa de Cambio
Climático de AIDA. "Estamos contra el tiempo en lo que a conservación y restauración
respecta, pues comienzan a observarse fenómenos alarmantes, como que los bosques
están tan degradados, que están perdiendo su capacidad de absorber emisiones de
CO2”.

2. APOYAR A PEQUEÑOS PRODUCTORES AGRÍCOLAS


Según la FAO, la industria cárnica es responsable del 15 al 18% de todas las emisiones
de gases de efecto invernadero, superando incluso al transporte. Además, es la fuente
más importante de uso y contaminación de agua en el mundo. Hoy, 80% de la
producción agrícola se destina a alimentar a los animales de la industria, y no a las
personas. La expansión de terrenos para ganado y de cultivos para alimentarlo, es la
causa más importante de deforestación de la Amazonía.
Las naciones pueden hacer la diferencia apoyando a los pequeños productores locales,
que, a diferencia de los grandes productores de carne, emplean prácticas sostenibles,
se preocupan por la restauración de la tierra, benefician a comunidades cercanas, y
hacen que los animales y los cultivos sean más resilientes al cambio climático. No se
trata de que todos nos volvamos vegetarianos, pero sí de apoyar a quienes producen
respetando la naturaleza.

3 PROMOVER LAS ENERGÌAS VERDES


Desconectar los aparatos electrónicos que no utilizamos ayuda a reducir la demanda de
energía y, por tanto, la necesidad de generar más. Sin embargo, mientras los países
apuestan por más desarrollo, también apuestan por más energía. Y 35% de las
emisiones globales proviene de la producción de energía.
Las energías termoeléctrica e hidroeléctrica han sido consideradas por años las
opciones más baratas, pero el desarrollo tecnológico ha permitido encontrar mejores
alternativas y abaratar sus costos. Con planes a largo plazo, las naciones pueden dejar
de apostar por fuentes de energía del pasado y que agravan el cambio climático (la
energía hidroeléctrica no es verde) y optar por proyectos pequeños de energía eólica,
solar, geotérmica, oceánica y otros, que se adaptan a las características de cada lugar.
“Al pensar en energía, conviene apostar por matrices energéticas diversificadas,
priorizando proyectos cerca de los lugares donde se necesita la energía, ahorrando
pérdidas e infraestructura para transmitirla. Es urgente dar prioridad absoluta a la
protección de la naturaleza. Toda acción, política pública o estrategia tiene que mirarse
bajo ese foco, y la producción de energía es un buen punto de inicio”, dice Ortúzar.

4 COMBATIR LOS CONTAMINANTES CLIMATICOS DE VIDA CORTA


El gas de efecto invernadero más famoso es el CO2 (dióxido de carbono). Dado que
permanece en la atmósfera por siglos e incluso milenios, aún si detuviéramos hoy todas
sus fuentes de emisión, los efectos del cambio climático continuarían por la cantidad del
CO2 que ya está en la atmósfera. La buena noticia, es que existen otros contaminantes
que contribuyen al cambio climático y que sólo duran unos días o pocos años en la
atmósfera. Se les conoce como contaminantes climáticos de vida corta (CCVC), y son
responsables de un 30 y hasta un 45% de las emisiones que contribuyen al
calentamiento global.
Estos contaminantes son el carbono negro (hollín), el metano, el ozono y los
hidrofluorocarbonos (HFC) que encontramos en los refrigerantes. Su control efectivo, a
través de políticas y regulaciones por parte de los países, podría acelerar el combate al
cambio climático en el corto plazo. Además, por contaminar gravemente el aire, las
medidas para mitigarlos beneficiarían también a la salud humana.

5 APOSTAR POR LA ADAPTACIÒN Y NO SOLO POR LA MITIGACIÒN


En la lucha contra el cambio climático, el trabajo orientado a reducir emisiones, detener
sus efectos y consecuencias a futuro es conocido como mitigación. Sin embargo, hay
comunidades que ya viven consecuencias trágicas debido a un clima que ha cambiado
mucho en poco tiempo. Actuar para prevenir catástrofes, aumentar la resiliencia y
reducir la vulnerabilidad de estas personas, es apoyar la adaptación.

Los proyectos para mitigar emisiones son más atractivos financieramente que los
pensados para adaptación, generalmente enfocados en las comunidades más
vulnerables, que viven en la pobreza. Pero es importante darle a la adaptación la
importancia que merece, en reconocimiento que el cambio climático es una realidad.

En la COP de este año, las naciones discuten un mecanismo de “pérdidas y daños”,


referido a la compensación que deben realizar los países desarrollados —principales
causantes del cambio climático— a los países en desarrollo, que sufren pérdidas
importantes por efectos climáticos adversos, explica Ortúzar. Las naciones deben
apoyar las discusiones y comprometerse en el uso efectivo de los recursos, para
mitigación y adaptación por igual.
MAPA MENTAL DEL TERRITORIO PERUANO

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