Análisis Soledades de Góngora, Olave - Rivera
Análisis Soledades de Góngora, Olave - Rivera
Análisis Soledades de Góngora, Olave - Rivera
Integrantes:
Sebastían Olave
Matías Rivera
TAI 204-103
Lingüística Histórica
Profesor:
Miguel Ruiz Stull
Desde el punto de vista de la historia de la lengua, es a través de las diversas
formas de las obras literarias (narración, poesía, diálogos, etc.) que se evidencia en
una cultura la conciencia de la lengua, como también la intención de experimentar
con ella.
Con el propósito de estudiar la lengua, mejor material de análisis podría
proporcionar un idioma en su uso natural. Sin embargo, ya que este aspecto se
pierde a medida que más se pretenda remontar al pasado a través de la historia,
solo nos quedan como material de estudio los registros de tipo escrito para este
propósito.
Tomando en cuenta lo anterior, pretendemos realizar un análisis lingüístico e
interpretativo de las obras de Luis de Gongora “Soledades”. Para tal propósito,
tomaremos en cuenta como base de análisis la matriz teórica sobre la retórica
propuesta por Quintiliano hace ya aproximadamente 2 milenios, quien, en palabras
de Albaladejo “(...)concibe la retórica como un instrumento para las relaciones
humanas y, así, ésta proporciona estructura comunicativa a los elementos que
son necesarios para estas relaciones. La proyección comunicativa de estos
elementos es llevada a cabo por la retórica, que conecta a través de ellos a
oradores y oyentes” (2003, p.27). Así, a través de las operaciones retóricas
denominadas inventio, dispositio y elocutio, podremos entender la retórica como el
proceso por el cual se produce un texto (ya sea escrito u oral). Dicho proceso
resulta ser una técnica a través de la cual se logra el entendimiento del uso de la
palabra de la manera más eficiente para conseguir su intención comunicativa.
Para profundizar en lo anterior, tomaremos un fragmento de la obra de
Gongora que ayude a ilustrar lo expuesto:
Romance (1580)
Hermana Marica, mañana que y a mí me pondrán
es fiesta, mi camisa nueva,
no irás tú a la amiga, sayo de palmilla,
ni yo iré a la escuela. media de estameña;
Pondraste el corpiño, y si hace bueno
y la saya buena, trairé la montera,
cabezón labrado, que me dio la Pascua
toca y albanega; mi señora abuela…
En primer lugar, en el fragmento anterior, se logra entrever el argumento de
la narración, el cual se relaciona con un evento social que se anuncia y cómo se
planea asistir. Esta conjetura es pertinente tomando en cuenta elementos
perifrásticos como: “mañana que es fiesta”, “ni yo iré a la escuela” o “y a mí me
pondrán mi camisa nueva”; además, podemos apreciar que se trata de mujeres
jóvenes, de seguro niñas y/o adolescentes.
Sin embargo, el atractivo no gira en torno al tema con el que Gongora “se
encuentra”, o sea, la inventatio, sino, en torno a la disposición de los elementos o
dispositio. Este orden de los elementos va a producir un efecto de sentido, que a su
vez hará uso de las significaciones ya normalizadas (diccionarios, enciclopedias,
etc.). Así, se establecen una serie de estrategias retórico-literarias para poder
encubrir la “intención esencial” del autor.
Por otra parte, se logra apreciar un patrón de la disposicion de los elementos
del texto, en el termino de la mayoria de los versos que componen el fragmento:
“...Marica”, “...fiesta”, “...amiga”, “...escuela”, etc. Este despliegue de significantes
para establecer un significado también obedece a una cadencia o estilo
determinado, el cual se encarga de producir cierto efecto de sentido y que, por lo
demás, está estrechamente ligado con la operación retórica de la elocutio, que tiene
que ver con la representación concreta de un texto o enunciado.
Ahora bien, Gongora reclama la experiencia de la belleza de manera
definitiva. En su escritura expresiva se puede acentuar la elegancia del estilo
gongorino, que conforma el núcleo del cuerpo del poema, dotándolo de una
originalidad donde cada palabra sirve como pequeñas notas. Dicho estilo, en la
retórica, es conocido como “Amplificatio”, y consiste en una operación lingüística en
la cual el autor hace uso de un despliegue de significantes (construcciones y
enunciados extensos), para definir o hacer alusión a un concepto de manera
indirecta, a través de otros conceptos que bien pueden no estar relacionados
directamente con la idea final. Esta herramienta de fines descriptivos, resulta ser
entonces un proceso de refuerzo, el cual logra evocar la representación de un
concepto e ir a través de una serie de ideas ocultas a simple vista. Es un
refinamiento de la complejidad, lo que le permite enriquecer su obra y, a su vez, nos
ayuda a experimentar la intrincada e íntima visión poética de la forma utilizada por
Góngora.
No está de más decir que el juego de significados que realiza con conceptos
de la realidad a través del uso de alusiones y la perífrasis, nos permite ver cómo
estas se pueden usar para asociar conceptos con marco fijo (referentes) a una
definición expresiva diferente (referencia). Como dice Dámaso en el texto “Es éste
un doble juego en el que tanto se pierde como se gana” (Alonso, 1928, pp. 177-
202), donde se refiere a que, por la omisión de descripciones elegidas de manera
previa, la cual priva al lector de una idea clara, se crea un efecto de mayor
profundidad en el tema principal de la obra. Osea, se restan elementos descriptivos,
con el propósito de resaltar otros. Esto se puede evidenciar en este fragmento de “Al
Duque de Béjar” :
Ocupando la perífrasis como la espina dorsal del texto, donde elude las
palabras concretas, Góngora consigue una expresión taciturna entre significados y
significantes. Es comun, en el trabajo de Gongora, una especie de disonancia entre
las perífrasis alusivas que conforman la obra, dado que entre estas se pueden notar
distinciones: Mientras hay algunas cuyo contenido llega a ser evidentemente más
cercano a la idea que se desea representar, en otras perífrasis el sentido estricto se
aleja rotundamente del mensaje a entregar y, aún así, teniendo la peculiaridad de
poder funcionar una seguida de la otra, como es en el caso del siguiente fragmento:
En las primeras palabras se nos habla de fresnos, osea árboles si nos vamos
a lo escrito literalmente, mientras que la intención y la idea es hablar de un cetro, lo
cual es símbolo de autoridad, lo cual no resulta tan obvio como lo que le sigue,
“acero” y “sangre” que es más relacionable al contexto de un Duque en guerra.
Con todo lo anterior, podemos afirmar que este y otros autores “re articulan la
retórica”, entendiéndola como una técnica que conoce las potencialidades y los
efectos de configurar los enunciados.
Referencias bibliográficas
https://revistas.um.es/monteagudo/article/view/78151/75531