El Espíritu Santo - Parte 1

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 12

El Espíritu Santo _Parte 1

La Deidad y Personalidad del Espíritu Santo


No. 88
Un sermón predicado el Domingo 13 de Marzo de 2022,
Por Víctor A Muñoz Gómez,
A la congregación Soberanía y Gracia, Subachoque, Cundinamarca,
Colombia.

El Espíritu de Dios me ha hecho, y el aliento del Todopoderoso me da vida.


JOB 33:4

Como cristianos, creemos y decimos: “Dios es uno en esencia y tres en


personas”. En otras palabras, Dios es trino; Él es una Trinidad. Esto significa
que existen tres personas en la Divinidad. En teología, estas personas se
entienden como personajes distintos. Las diferencias entre los tres, el Padre,
el Hijo, y el Espíritu Santo son diferencias reales, pero no esenciales. En otras
palabras, la Divinidad solo tiene una esencia, no tres. En nuestra experiencia
como seres humanos, cada persona que encontramos es un ser separado.
Una persona significa un ser, y viceversa. Pero en la Divinidad, existe un ser
con tres personas. Debemos mantener esta distinción para no caer en alguna
forma de politeísmo, en el que veríamos las tres personas de la Divinidad
como tres seres que son tres dioses separados. Ninguno de nosotros puede
explorar las profundidades de la Trinidad cabalmente, pero podemos dar
algunos pequeños pasos para entenderla mejor.
Cuando hablamos acerca de las personas de la Divinidad, típicamente no
usamos la palabra existencia, pero sí usamos la palabra subsistencia. ¿Cuál es
la diferencia entre estos términos? Nótese, que la palabra subsistencia
incluye el prefijo sub-, que significa “debajo”. Por lo tanto, la subsistencia es
existencia que está debajo de algo más. Esta idea está implicada en el
concepto de Trinidad. Dios es un ser con tres subsistencias, con tres personas
distintas. Ellas subsisten dentro del ser de Dios.
Y una de las tres personas que subsisten dentro de toda la esencia de la
Divinidad, es el Espíritu Santo
A lo largo de la historia de la iglesia la doctrina del Espíritu Santo no ha sido
tan atacada o negada como la doctrina acerca de la persona de Cristo, sin
embargo en la modernidad una de las doctrinas que es quizá de las más mal
entendidas es la de la persona del Espíritu Santo y se debe a que la idea del
Espíritu Santo en la actualidad surge de especulaciones bíblicas pero no de un
profundo entendimiento de la Teología, en la modernidad la especulación
acerca del Espírita Santo proviene principalmente de experiencias externas
de personas que dicen tener un contacto especial o más íntimo con el
Espíritu Santo que otros cristianos promedio, entonces la principal fuente de
“conocimiento” acerca de la Persona del Espíritu es el misticismo y la
experiencia vivencial más que la Escritura misma.
Una vez nos adentremos al estudio de la doctrina del Espíritu Santo veremos
la brecha teológica que nos separa del cristianismo moderno y sus vertientes.
La rama de estudio acerca de la persona del Espíritu Santo dentro de la
Teología se conoce como Pneumatología y esta es una palabra interesante ya
que proviene de la palabra griega ‘pneuma’, la cual usamos en español para
herramientas neumáticas, herramientas accionadas por aire y es que esta
palabra pneuma, en el Nuevo Testamento, también puede ser traducida
como viento o respiración o espíritu. Y Claro cuando vemos las Escrituras
Una de las imágenes más bellas que encontramos de Dios en el Antiguo
Testamento está no sólo en su obra de la creación del universo, sino en la
narrativa de la creación de la especie humana, donde se nos dice que Dios
toma del polvo de la tierra y lo moldea y le da forma, así como lo haría un
escultor, pero cuando Dios crea seres humanos, no simplemente crea una
estatua inerte o un ídolo o un ícono o una pieza vacía de escultura, como lo
haría un artista, reacomodando la piedra o el barro en nuestros días. Pero,
cuando Dios termina de dar forma y de moldear esta figura que hace del
polvo, Él condesciende a agacharse y respirar en esta forma inerte y sin vida
que ha hecho de la tierra y se nos dice que el hombre se convirtió en
un ‘ruah’ viviente, un espíritu viviente.
Y en esa narrativa de la creación de la especie humana que estamos viendo –
vemos que Dios respira en este barro su propia vida. Obviamente, uno de los
mayores misterios a los que nos enfrentamos en la ciencia y la filosofía, y que
hemos enfrentado durante milenios, es el misterio de la vida en sí. Y, sin
embargo, desde una perspectiva bíblica se remonta, en última instancia, a la
fuente de poder. La fuente o el génesis de la vida es Dios el Espíritu Santo.
Recuerden lo que Pablo enseña: que en Dios vivimos, nos movemos y
tenemos nuestro ser. Entonces, hay un sentido, mis amados, en que cada
persona en el mundo tiene vida porque el dador de vida es el Espíritu Santo,
esto no quiere decir que debido a que el Espíritu Santo es le dador de vida,
todas las personas se van a salvar, sino simplemente en el sentido biológico,
porque es el autor y el dador de poder de la vida en sí, porque es que
ninguna criatura ni siquiera pudiera respirar sin el poder del Espíritu Santo.
Entonces, el Espíritu Santo es aquel que genera y sostiene la vida en todas
sus formas. Es el que da la vida o el que genera poder o el poder del génesis,
si lo quieres así. Y aunque la Biblia habla de manera singular y milagrosa de
que Cristo fue concebido en el vientre de María a través del poder del
Espíritu Santo en un sentido más amplio, en un sentido más general, nadie es
concebido en el vientre excepto por el Espíritu Santo porque, de nuevo, Él es
la fuente de poder para la vida en sí. Y, es interesante para mí que tanto en
hebreo como en griego encontremos un juego de palabras con el concepto
de espíritu, porque la misma palabra en hebreo para espíritu es también la
palabra para el viento y para respirar y esta es “Ruaj”.
Y cuando vemos el Nuevo Testamento podemos ver el vínculo tan estrecho
entre el Espíritu de Dios y el aliento de vida.
Pero esto es solo una breve introducción acerca de la tercera persona de la
trinidad, es necesario que nos sumerjamos en las Escrituras y podamos
entender con claridad esta doctrina tan maravillosa acerca de nuestro Dios,
porque ciertamente el Espíritu santo es Dios mismo y es lo siguiente que
quiero que veamos.
LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO
Mientras que la deidad de Cristo ha sido tema de debate por siglos, y este
debate todavía continúa en la actualidad, la deidad del Espíritu Santo es
generalmente aceptada en la iglesia. Posiblemente la razón por la cual la
deidad del Espíritu Santo no ha sido tan controvertida es porque el Espíritu
nunca tomó forma humana.
Aunque la iglesia en su mayoría acepta esta doctrina, no deja ser muy mal
interpretada y aunque se acepta la idea de que el espíritu Santo es Dios, no
se le ve como tal y no se le trata como tal, debido al mal entendimiento que
se tiene acerca de Su Santa persona y a los desvíos doctrinales y Escriturales
que la iglesia enfrenta actualmente.
La Biblia claramente representa al Espíritu Santo como poseyendo los
atributos Divinos y ejerciendo la autoridad Divina. Desde el siglo cuarto, casi
todos los que concuerdan con el hecho de que el Espíritu es una persona
también concuerdan con que es Divino. En el Antiguo Testamento lo que se
nos dice de Dios también es dicho sobre el Espíritu de Dios.
Claramente el salmista nos habla del Espíritu Santo como omnipresente y
omnisciente: “4Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh Señor,
tú ya la sabes toda. 5Por detrás y por delante me has cercado, y tu mano
pusiste sobre mí. 6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;
es muy elevado, no lo puedo alcanzar. 7¿Adónde me iré de tu Espíritu, o
adónde huiré de tu presencia? 8Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en
el Seol preparo mi lecho, allí estás tú.” (SALMO 139:4-8)
Isaías nos habla del Espíritu Santo como Soberano y Todo Poderoso:
“13¿Quién guió al Espíritu del Señor, o como consejero suyo le enseñó? 14¿A
quién pidió consejo y quién le dio entendimiento? ¿Quién le instruyó en la
senda de la justicia, le enseñó conocimiento, y le mostró el camino de la
inteligencia? 15He aquí, las naciones son como gota en un cubo, y son
estimadas como grano de polvo en la balanza; he aquí, Él levanta las islas
como al polvo fino. 16El Líbano no basta para el fuego, ni bastan sus bestias
para el holocausto. 17Todas las naciones ante Él son como nada, menos que
nada e insignificantes son consideradas por Él.” (ISAÍAS 40: 13-17)
Las Escrituras claramente nos muestran el Poder creador del Espíritu Santo:
“1En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2Y la tierra estaba sin orden y
vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se
movía sobre la superficie de las aguas. 3Entonces dijo Dios: Sea la luz. Y hubo
luz.” (GÉNESIS 1:1:3)
En la Escritura vemos que el Espíritu participa en las obras trinitarias de
creación y redención. Génesis 1 muestra que el Padre ordenó que el mundo
llegara a ser. El Nuevo Testamento nos dice que el agente por medio del cual
el Padre trajo a existencia el universo fue el Logos, la segunda persona de la
Trinidad, nuestro Señor Jesucristo: “Por medio de él todas las cosas fueron
creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir.” (Juan 1:3, NVI)
Sin embargo, el Espíritu también estaba involucrado en la creación: “El
espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.” (Génesis 1:2)
Por esta energizante obra del Espíritu, se produjo la vida.
Los atributos divinos son atribuidos al Espíritu Santo en el Antiguo
Testamento y las expresiones tales como “Dios dijo” y “el Espíritu dijo” son
utilizadas sin distinción la una de la otra en repetidas ocasiones.
En el Nuevo Testamento este esquema continúa, y posiblemente el pasaje
con más fuerza en este sentido sea el que encontramos en Hechos 5:3-4,
donde Pedro dice: "Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que
mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeseis del precio de la heredad? No has
mentido a los hombres, sino a Dios."
La declaración del apóstol es muy clara y enfática, mentir al Espíritu Santo es
mentir a Dios mismo y esto sólo puede ser si el Espíritu Santo es Dios y
ciertamente lo es. La Escritura en el nuevo Testamento también le tribuye los
atributos Divinos al Espíritu Santo, Pablo escribe sobre la omnisciencia del
Espíritu: "El Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque
¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre
que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu
de Dios." (1CORINTIOS 2:10-11)
El Nuevo Testamento también nos habla del espíritu Santo como Eterno:
“14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a
sí mismo sin mancha a Dios, purificará vuestra conciencia de obras muertas
para servir al Dios vivo? ” (HEBREOS 9:14)
Ambos son atributos de Dios. Estos, además, son atributos incomunicables,
atributos de Dios que el ser humano no puede compartir.
Somos la morada de Dios por medio del Espíritu Santo: “siendo Cristo Jesús
mismo la piedra angular, 21en quien todo el edificio, bien ajustado, va
creciendo para ser un templo santo en el Señor, 22en quien también vosotros
sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (EFESIOS
2:21-22)
Lo que es más importante, la redención es una obra trinitaria. El padre envió
al Hijo al mundo (1 Juan 4:14). El Hijo realizó toda la obra necesaria para
nuestra salvación: vivir una perfecta vida de obediencia y morir para hacer
una perfecta satisfacción (Filipenses 3:9; 1 Corintios 15:3). Pero nada de esto
nos resulta de provecho mientras no se nos aplique personalmente. Por lo
tanto, el Padre y el Hijo enviaron el Espíritu Santo al mundo para aplicar en
nosotros la salvación.
“Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros
corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre! 7Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo;
y si hijo, también heredero por medio de Dios.” (GÁLATAS 4:6).
El rol del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento es principal y
fundamentalmente aplicar la obra de Cristo en los creyentes.
Como conclusión final sobre la deidad del Espíritu Santo tenemos la
bendición de Pablo en su segunda carta a los Corintios, "La gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos
vosotros. Amén" (2 Corintios 13:14).
Presentándonos a las tres personas de la trinidad.
Entonces llegamos al siguiente cuestionamiento:
¿Sabes quién es el Espíritu Santo? ¿Comprendes al Espíritu Santo en el
sentido de una relación personal? ¿O el Espíritu sigue siendo para ti un
concepto vago, nebuloso y abstracto, o una fuerza ilusoria y amorfa?
Lo que nos lleva a la segunda parte de esta enseñanza.

LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO


Es muy común que las personas lleguen a pensar en el ESPÍRITU SANTO como
en una especie de fuerza o energía y no como alguien, es decir como una
persona.
Cuando hablamos sobre la personalidad del Espíritu Santo, queremos decir
que el Tercer Miembro de la Trinidad es una persona y no una fuerza.
El hecho de que el Espíritu Santo es una persona se aprecia en
innumerables formas en la Escritura. Una de las evidencias primordiales
es que la Biblia usa reiterada y sostenidamente pronombres personales
para referirse a él. Se lo denomina “él”, y no “esto” ni “eso”. Además, él
hace cosas que asociamos con la personalidad.
La Biblia lo describe en términos personales. Es afligido por el pecado
“30 Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis
sellados para el día de la redención.” (EFESIOS 4:6)
Él nos enseña y nos instruye de manera personal: “Mas el Consolador, el
Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará
todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
(JUAN 14:26)
Él intercede, una fuerza o una simple energía no puede hacer eso, estas
acciones sólo las puede hacer una persona. “Y de la misma manera,
también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos
orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles;” (ROMANOS 8:26)
Como el Espíritu Santo es una persona, es posible que le oremos. Su papel en
la oración es ayudarnos a expresarnos de manera adecuada al Padre. Del
mismo modo que Jesús intercede por nosotros como nuestro Sumo
Sacerdote, así el Espíritu Santo intercede por nosotros en la oración.
Él habla y nos guía: “Y cuando os lleven y os entreguen, no os
preocupéis de antemano por lo que vais a decir, sino que lo que os sea
dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que
habláis, sino el Espíritu Santo.” (MARCOS 13:11)
Él nos convence de pecado: “Y cuando él venga, convencerá al mundo
de pecado, de justicia y de juicio.” (JUAN 16:8)
No centra la atención en Sí mismo, sino en Cristo el Hijo. “El me
glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. 15 Todo lo que
tiene el Padre es mío; por eso dije que Él toma de lo mío y os lo hará
saber.” (JUAN 16:14-15)
Él realiza todas esas cosas a nivel personal, una simple fuerza o una
manifestación de energía no puede llevar a cabo estas tareas
personales. Los objetos impersonales no se comportan de esa forma.
Solo una persona puede hacer esas cosas. Pero en la Escritura no se
considera al Espíritu Santo meramente como persona, sino además
como alguien plenamente Divino como ya lo vimos anteriormente.
El Espíritu Santo no es una mera fuerza abstracta. Él es una persona que
potencia al pueblo de Dios para la vida cristiana. En las siguientes
enseñanzas, consideraremos algunas de las formas en las que él lleva a
cabo esa misión.
Pero lo que quiero que podamos ver con total claridad es que el Espíritu
Santo se trata de una persona real y precisa y no de una fuerza
impersonal, nosotros tenemos la posibilidad de disfrutar una relación
personal con Él, y esto es lo que creo debemos enfatizar bastante,
muchas veces dentro de nuestro caminar cristiano nos sentimos solos,
sentimos que no hay nadie acompañándonos pero no es así, aunque no
lo podamos ver, o palpar de manera física, el Espíritu Santo está con
nosotros los creyentes a toda hora, en todo momento y en todo lugar,
pues Él habita dentro de nosotros y por medio de Él el Padre y el Hijo.
Nuestro Señor dijo que enviaría “el Espíritu de verdad, al cual el mundo
no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
18No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” (JUAN 14:17-18)
El Espíritu Santo está con nosotros y además está involucrado de una
manera personal con cada creyente, una de Sus obras ministeriales más
importantes es aplicar la obra de Cristo en la vida del cristiano y Él está
involucrado de una manera muy íntima
Pablo le dio su bendición a la iglesia de Corinto resaltando este hecho,
"La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del
Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén"
(2 Corintios 13:14).
Tener comunión con alguien es entrar en una relación personal con ese
alguien.
El Espíritu Santo vive con nosotros y nosotros ahora vivimos conforme a
Él, es una relación personal estrecha, Pablo lo recuerda cuando dice:
“9Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que
el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, no es de él. 10Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en
verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de
la justicia. 11Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús
mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará
también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en
vosotros.” (ROMANOS 8: 9-11)
¿Cuál es la explicación para esto? Bueno, Pablo comienza a decirnos en
los versículos 9, 10 y 11. Dice que la explicación es que ya no estás en la
carne, sino en el Espíritu, si el Espíritu de Dios habita en ti. Piensa en
estos dos términos, carne y Espíritu, como dos naciones. La nación de la
carne en la que una vez viviste y la nación del Espíritu a la que ahora has
llegado. Esto es lo que te ha pasado a ti. Has sido sacado de la nación en
la que Adán era rey y el pecado reinaba en la muerte por la carne, y has
sido traído a la nación del Rey Jesús, donde la gracia reina a través del
Espíritu y produce justicia. Y Pablo quiere que entendamos que una vez
fuimos ciudadanos de la nación de la carne, pero ahora somos
ciudadanos de la nación del Espíritu. Se nos ha dado una nueva
identidad en Jesucristo. Y esa nueva identidad involucra este glorioso
ministerio del Espíritu Santo.
Y notarás cómo lo enfatiza. Dice: «Vosotros no estáis en la carne sino en
el Espíritu si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros». Y luego lo
refrasea y lo dice de esta forma: «Pero si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, el tal no es de Él». Y luego lo vuelve a refrasear, diciendo: «Y si
Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo esté muerto a causa del
pecado, sin embargo, el espíritu está vivo a causa de la justicia».
Tú necesitas detenerte y pensar en esto. Pablo está diciendo que las
tres Personas de la Trinidad están involucradas en transformarte. Dios,
el Padre que envía Su Espíritu. Cristo, el Hijo cuyo Espíritu viene a
habitar en ti. Y Cristo mismo habita en ti, dice, si el Espíritu de Cristo
habita en ti.
Y esa es la explicación. Que el Espíritu del Padre y el Hijo ha llegado a
habitar en tí como un humilde cristiano que ha creído en Jesucristo y ha
sido traído del reino de Adán al Reino de nuestro Señor y Salvador,
Jesucristo.
Entonces, ¿qué es importante que entendamos de esta explicación? Es
que, aunque ahora somos ciudadanos del Reino de Cristo donde reina el
Espíritu, somos personas que una vez fueron ciudadanos de la nación de
la carne. Y como continúa diciendo, en el poder del Espíritu necesitamos
ser capaces de matar, de eliminar las características que teníamos
cuando éramos ciudadanos de esa antigua nación. ¿Cómo podremos
hacer esto? Es porque, aunque ya no estamos en la carne sino en el
Espíritu, el Espíritu nos da poder para vivir para la gloria del Señor
Jesucristo.
Y aquí debemos enfatizar dos importantes lecciones que fluyen del
pasaje como un todo. La primera es esta. Que estos contrastes nos
ayudan a ver lo maravilloso de la transformación que nuestro Señor
Jesucristo ha hecho en nuestra vida. Y el contraste es útil ¿no es así?
Muchas veces sólo vemos las cosas con claridad cuando las vemos por
medio de un contraste con su opuesto. Y Pablo nos está enseñando la
absoluta maravilla de esta transformación que Dios ha forjado en
nosotros. Que al no ser ya condenados por nuestros pecados porque
somos justificados en Jesucristo, la vida del cristiano ya no es como
cumplir una sentencia, sino como salir de prisión, siendo capaces de
vivir cada vez más para la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
«Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne
Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de
pecado, condenando al pecado en la carne, para que el requisito de la
ley pudiera comenzar a cumplirse en nosotros —de acuerdo a la
promesa en Jeremías 31— que no andamos conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu».
Así que Pablo nos está ayudando a ver lo maravilloso de la
transformación que hace el Espíritu. Pero también nos ayuda a ver lo
maravilloso de la nueva identidad que se nos da por la presencia del
Espíritu. Hay un Himno Escoces que tiene esta frase: «Piensa qué
Espíritu habita dentro de ti, que la sonrisa de nuestro Padre es tuya». Y
me pregunto si pensamos así. Con frecuencia pensamos sobre los dones
del Espíritu y la gente quiere el poder del Espíritu, pero lo que Pablo
está enfatizando aquí no son los dones del Espíritu; no necesariamente
el poder del Espíritu, sino la presencia del Espíritu que viene a habitar
en ti como el Espíritu de Jesucristo. Y ayudándonos a entender que
fuimos sacados de esa vieja nación de Adán hacia la nueva nación de
Jesucristo. Y que se nos ha dado una identidad completamente
diferente como alguien en quien el Espíritu del Señor Jesús habita.
Lo dice muy brevemente en Colosenses 1:27, ¿no es cierto? Dice, oh
cristiano, entiende que Cristo habita en ti por Su Espíritu como “la
esperanza de la gloria”.
Creo que eso es de enorme importancia para nosotros. Pero quizá
especialmente importante para los más jóvenes. Nuestros gobiernos
gastan billones de pesos y dólares en ayudar a los jóvenes a elegir su
identidad, como si pudieran. Y esto es algo que hace que alguien joven,
hombre o mujer, destaque y sea luz en este mundo impío. Que ellos
saben quiénes son. Saben cuál es su identidad. Han venido a la fe en
Jesucristo y en sus vidas habita el Espíritu del Señor Jesús. Y esa es la
verdad fundamental sobre ellos, esa es la verdadera identidad del
cristiano, que Dios habita en él y no solo eso, sino que el Creador del
universo tiene una relación personal de intimidad absoluta contigo que
eres creyente.
Entonces, mis amados, ¿han comprendido esto? Este contraste de las
formas de pensar. Y la absoluta maravilla de ser alguien en quien el
Espíritu del Señor Jesús habita. ¿Quién no pensaría que la vida cristiana
es lo más glorioso en todo el mundo si supiera en quién él o ella se ha
convertido gracias a la morada del Espíritu Santo?
Dios nos ayude a disfrutar lo que significa que no hay ahora
condenación para los que están en Cristo Jesús, nuestro Señor.

También podría gustarte