Clase 10
Clase 10
Clase 10
Como se ha visto anteriormente, los copropietarios tienen el derecho a usar y percibir frutos
del bien común. Puede ocurrir que el uso y disfrute no sea posible, ya sea porque la naturaleza
del bien no lo permite o porque simplemente no hay acuerdo entre los copropietarios. En
tales casos, ¿cómo se administra el bien?
La administración judicial se rige por los artículos 769° y siguientes del Código Procesal Civil.
Cualquier copropietario puede solicitar la administración judicial del bien. El juez convoca a
una audiencia. Si concurren quienes representan más de la mitad de las cuotas en el valor de
los bienes y existe acuerdo unánime de la persona que debe administrarlos, el nombramiento
se sujeta a lo acordado. Si no hay acuerdo, el juez nombra al administrador en la forma
establecida en el artículo 772° del Código Procesal Civil. El administrador tiene las facultades
que acuerden los interesados con capacidad de ejercicio y que el juez apruebe. A falta de
acuerdo, tiene las atribuciones que señale el juez. El administrador puede, excepcionalmente,
vender los frutos que recolecte y celebrar contratos sobre los bienes que administra, siempre
que no impliquen su disposición, ni excedan los límites de una razonable administración. Si
hubiera necesidad de realizar actos de disposición urgentes, el administrador deberá obtener
previamente autorización del juez, quien puede concederla de plano o con audiencia de los
interesados.
La administración de facto, por último, está prevista en el artículo 973° del Código Civil. Si no
está establecida la administración convencional o judicial, cualquiera de los copropietarios
puede asumir la administración y emprender los trabajos para la explotación normal del bien.
El derecho de administración de facto corresponde a todos los copropietarios. Las facultades
del administrador son las del administrador judicial. Sus servicios son retribuidos con una
parte de la utilidad.
Con relación a la administración de los bienes sujetos a copropiedad, debe tenerse en cuenta
que para disponer, gravar o arrendar el bien, darlo en comodato o introducir modificaciones
en él, las decisiones se adoptan por unanimidad. Para los actos de administración ordinaria
las decisiones se adoptan por mayoría absoluta. Los votos se computan por el valor de las
cuotas y en caso de empate decide el juez. La mayoría se cuenta por las cuotas ideales que
las personas tienen en la copropiedad y no por personas.
2. Partición
Jurídicamente, la partición es una permuta por la que cada copropietario cede el derecho que
tiene sobre los bienes que no se le adjudican, a cambio del derecho que le ceden los demás
copropietarios en los bienes que se le adjudican (artículo 983° del Código Civil).
Imaginemos el caso de dos casas de Juan y Pedro. Tanto Juan como Pedro tienen el 50% de
cada casa. Si Juan y Pedro celebran una partición y Juan se queda con una casa y Pedro con
la otra, lo que ocurre jurídicamente es que Pedro le trasfiere a Juan el 50% que tenía en la casa
que se le adjudica a Juan. A cambio, Juan le transfiere a Pedro el 50% que tenía en la casa que
se le adjudica a Pedro. Pedro le transfiere a Juan derechos sobre una casa a cambio de
derechos sobre la otra casa que le transfiere Juan. Esto es una permuta.
La partición no supone necesariamente la división del bien. Si se parten dos casas entre dos
copropietarios y se le adjudica una casa a cada uno, no hay división. Si lo que se parte es un
terreno y se le adjudica una sección a cada copropietario, además de haber partición habrá
división.
La enajenación del bien a un tercero y la distribución del producto de la venta entre los
copropietarios no es partición. Tampoco es partición si un copropietario adquiere todas las
cuotas de sus copropietarios. En ambos casos se habrá extinguido la copropiedad, pero no a
través de la partición.
La partición es, como se dijo, obligatoria. Así como todos los copropietarios tienen derecho
a pedir la partición, todos los copropietarios están obligados a hacerla. Esta obligación tiene
excepciones: la indivisión forzosa, cuando los copropietarios han celebrado un pacto para no
partir el bien durante un plazo determinado o cuando la ley le fija un plazo para ella.
Dice el artículo 985° del Código Civil que la acción de partición es imprescriptible y que
ninguno de los copropietarios ni sus sucesores pueden adquirir por prescripción los bienes
comunes. La acción de partición es imprescriptible no hay plazo para pedirla porque lo que
se quiere es que la copropiedad sobre los bienes termine. Recuérdese que la copropiedad es
transitoria. Está destinada a terminar porque es fuente de dificultades para el uso y
explotación de los bienes. La copropiedad además dificulta la circulación de los bienes, ya
que para la enajenación se requiere el consentimiento de todos los copropietarios. Conviene
entonces que termine y para ello la acción para darle fin, la partición, debe poder ejercitarse
siempre.
A lo anterior hay que agregar que no hay prescripción adquisitiva entre los copropietarios. Si
un copropietario usa exclusivamente el bien, jamás lo adquirirá por prescripción. Si ello es así,
siempre habrá copropiedad. Y si siempre hay copropiedad, igualmente siempre existirá la
acción inherente a la copropiedad que permite ponerle fin.La partición puede ser
convencional o judicial. La partición convencional supone un acuerdo de todos los
copropietarios. Si alguno de los copropietarios es incapaz o ha sido declarado ausente, la
partición convencional se somete a aprobación judicial. La solicitud de aprobación se sujeta
al trámite del proceso no contencioso (artículo 987° del Código Civil).
La partición es obligatoria salvo los casos de indivisión forzosa, de acto jurídico o de ley que
fije un plazo para la partición. El acto jurídico es el pacto de indivisión a que se refiere
el artículo 993° del Código Civil.
El Código Civil permite que los copropietarios celebren un acuerdo, llamado pacto de
indivisión, por el que convienen en no partirse el bien. Diversas razones podrían tener los
copropietarios para celebrar un pacto de indivisión. Un mal momento económico, por
ejemplo, podría resultar perjudicial a los intereses de los copropietarios, por lo que podría
resultar aconsejable que no se parta el bien.
El pacto de indivisión puede establecerse por un plazo no mayor de cuatro años y ser
renovado todas las veces que los copropietarios lo juzguen conveniente. Podría también
colisionar con el interés de los acreedores de alguno de los copropietarios, quienes también
tienen derecho a pedir la partición. El artículo 993° soluciona este potencial conflicto
estableciendo que para que el pacto produzca efecto frente a terceros, debe inscribirse en el
registro correspondiente. Esto es así debido a que el registro publicita la relación jurídica que
existe sobre el bien (pacto de indivisión), haciéndola oponible a todos.
3. Medianería
Las paredes, cercos o zanjas que separan dos predios pueden pertenecer a cada uno de los
dueños de los predios colindantes o a los dos dueños de los predios colindantes. Serán
propias si están construidas en el terreno de cada colindante; serán comunes si están
construidas en terreno de los dos colindantes. En este último caso estamos en presencia de
la medianería. La medianería es un caso de copropiedad con indivisión forzosa.
El artículo 994° del Código Civil señala que las paredes, cercos o zanjas situados entre dos
predios se presumen comunes, mientras no se pruebe lo contrario. La prueba en contra
consiste en acreditar que la pared, cerco o zanja está ubicada en el predio de uno de los
colindantes.
En términos económicos conviene que las paredes, cercos o zanjas que separan dos predios
sean medianeras. De esta forma se produce ahorro para los dos colindantes en terreno y
construcción. Por esta razón, cuando la pared que separa dos predios no es medianera por
haber sido levantada en terreno de uno de ellos, el vecino puede obtener la medianería
pagando la mitad del valor actual de la obra y del suelo ocupado.
Todo colindante puede colocar tirantes y vigas en la pared medianera, y servirse de ella sin
deteriorarla, pero no puede abrir en ella ventanas o claraboyas. Cualquier colindante puede
también levantar la pared medianera, siendo de su cargo los gastos respectivos. De otro lado,
todo colindante tiene la obligación de contribuir a prorrata para la conservación, reparación
o reconstrucción de la pared medianera.