Prevención Del Consumo de Drogas Desde El Ámbito Familiar
Prevención Del Consumo de Drogas Desde El Ámbito Familiar
Prevención Del Consumo de Drogas Desde El Ámbito Familiar
FAMILIAR
1. INTRODUCCIÓN
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tratamiento debe realizarse desde una perspectiva multidisciplinar (familia,
escuela, grupo de iguales, etc.).
Entre los factores individuales, una baja autoestima, el gusto por las
sensaciones nuevas, la insatisfacción con la forma en que se emplea el tiempo
libre y el fracaso escolar pueden facilitar la implicación en el consumo de drogas.
3. PREVENCIÓN
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la reducción del consumo de drogas entre personas que no las han
probado y las que si la han probado, así como
aminorar la demanda a través de arrestos y controles sobre la venta
de drogas, etc.
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Prevención terciaria. Dirigida a la rehabilitación y reinserción social de
la persona adicta a las drogas. La inserción de estas personas se realiza a
través de :
Tratamientos ambulatorios, en las unidades de desintoxicación.
Hospitales de día y noche, con la finalidad de no aislar por completo
de la sociedad, al individuo adicto a las drogas.
Mantenimiento de la psicoterapia iniciada ya anteriormente, etc.
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cultura a las nuevas generaciones. La familia es, en definitiva, un espacio de
crecimiento y aprendizaje para todos sus miembros, en el que los padres y
madres pueden actuar como agentes de prevención porque:
Por todo ello, desde los primeros años de vida de los hijos, los padres y
madres podemos hacer una importante labor para prevenir el consumo de
drogas.
3.1.PREVENCIÓN COMUNITARIA
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El saber: propiciando la información y los conocimientos básicos y
necesarios para la intervención.
El querer: procurando la motivación suficiente para actuar.
El poder: poniendo a disposición los medios prácticos, los instrumentos, las
habilidades que faciliten la acción preventiva.
El Clima Escolar
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Mala adaptación escolar o escasa integración.
Insatisfacción.
Ausencia de motivación y falta de expectativas.
Bajo rendimiento.
Baja autoestima.
Dificultades para tomar decisiones.
Falta de autonomía.
Falta de responsabilidad.
Determinados sistemas de valores y actitudes.
Poca tolerancia a la frustración.
Dificultad para manejar la ansiedad.
Dificultad para resolver los conflictos.
Escaso sentido crítico.
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Como es lógico, para abordar cada una de estas cuatro áreas, tenemos
que considerar la edad de los hijos. Cada etapa evolutiva tiene sus propias
características y debemos adaptarnos a ellas.
Cuando los hijos son pequeños, deben recibir las normas de forma clara
y ver que al cumplirlas son recompensados (por ejemplo, verbalmente).
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La existencia de lazos afectivos fuertes dentro de la familia es muy
importante para la estabilidad emocional de los distintos miembros de una
familia.
Cuando los hijos son más mayores y ya han emprendido el camino hacia
la autonomía, comenzando a crear vínculos fuera del hogar donde el grupo de
iguales se toma más importante, puede parecer que no necesitan, e incluso, que
no quieren, manifestaciones de afecto de los padres. Sin embargo, en esta fase,
la afectividad y el apoyo incondicional son tan importantes como en etapas
anteriores, porque es lo que les va a permitir completar su proceso de desarrollo
personal y social.
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Asimismo, los padres cuando se comunican con los hijos ofrecen valores
y actitudes. Los valores de los padres, lo que para ellos es realmente importante,
se muestran en conductas verbales y no verbales que serán emitidas desde los
primeros años de vida. La amistad, la lealtad, la honestidad, la salud, la
coherencia... se traducen en comportamientos cotidianos que, cuando son
percibidos por los hijos, pueden ser asumidos como modelos de conducta.
Saber escuchar.
Saber hacer cumplidos.
Aprender a decir no.
Aprender a hacer y recibir críticas de forma adecuada.
Saber negociar.
Además si compartes esas actividades con tus hijos y les facilitas otras,
permitiéndoles explorar sus gustos para desarrollar sus propias aficciones, será
menos probable que el consumo de drogas llegue a ocupar un papel central en
su vida.
Las drogas han existido, existen y existirán; por tanto, debemos educar a los
hijos para vivir junto a las drogas, evitando que lleguen a establecer una relación
problemática con ellas.
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No es imprescindible saber mucho sobre drogas, pero sí necesitas saber
cómo educar a tus hijos.
No intentes que elija las opciones que tú crees que son mejores. Enséñale a
tomar decisiones y a responsabilizarse de sus elecciones.
2. Hablar con nuestro hijo sin sacar las cosas de quicio, con confianza.
Por encima de todo, es importante adoptar una actitud de acogida y no de
rechazo para que, de esta forma, nuestro hijo lo perciba como una ayuda y
no como una censura o control, pero subrayando seriamente nuestra
desaprobación. No hay que hacerlo si está borracho o colocado, sino esperar
a que se le pase. Se trata de intentar hablar con él de:
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Facilitarle la búsqueda de alternativas que sustituyan la función que están
cumpliendo las drogas: motivarle hacia diversas aficciones, despertar nuevos
intereses y nuevos entretenimientos, abrir su abanico de amistades
poniéndole en contacto con otros jóvenes, compartir más tiempo con ellos,
etc.
Estar a su lado si intuimos que tienen algún conflicto escolar, amoroso,
de relaciones sociales de identidad, etc. Hay que hacerles ver que, para
compartir sus problemas y para ayudarles a completar sus propios recursos,
pueden contar con nosotros, buscando posibles soluciones conjuntamente.
4. CONCLUSIÓN
5. BIBLIOGRAFÍA