SACRAMENTO DE LA CONFECION Mi Primera Confesion
SACRAMENTO DE LA CONFECION Mi Primera Confesion
SACRAMENTO DE LA CONFECION Mi Primera Confesion
Texto:
Gabriela Kast Rist
Ilustraciones:
Isabel Margarita Becker
ISBN: 978-956-246-667-7
1a Edición eBook: 2011
Buscalibros
Chile
GABRIELA KAST RIST
ILUSTRACIONES DE
Jesús quiere mucho a las niñas y a los niños. Cierto día unas
mamás le trajeron a sus hijos para que Jesús los bendijera; los
discípulos pensaron que ellos le molestaban a Jesús y los retaron.
“Jesús al ver esto se enojó y dijo: ¡Dejen que los niños se acerquen a
mí: no se lo impidan!: el Reino de Dios pertenece a los que son como
ellos. Les aseguro, el que no recibe el reino de Dios como un niño,
no entrará en él. Y los acariciaba y bendecía imponiendo las manos
sobre ellos”.
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de la Reconciliación. Jesús los acoge con inmenso cariño y les
perdona sus pecados.
P. Mario Borello G.
SACERDOTE SALESIANO
EX DIRECTOR NACIONAL DE CATEQUESIS
8
Introducción
E
L Sacramento de la Reconciliación o de la
confesión, es un misterio que nos ha dejado
nuestro buen Padre Dios, para volver una y otra
vez a la gracia a la verdadera amistad con Él, rota por
los pecados o faltas cometidas después del bautismo. Es
un regalo de misericordia, con los débiles y pecadores.
Comenzar y recomenzar, ya que somos caminantes que
nos caemos una y otra vez, ante la llegada a la meta: el
cielo.
Jesucristo ya nos perdonó y disculpó una vez con Dios
nuestro Padre al morir en la Cruz. Él nos abrió las puertas
del cielo, nos devolvió la vida en Dios, es decir la gracia.
Él, que no tenía pecado y entregó su vida por cada uno
de nosotros para devolvernos a todos la vida en Dios,
nuestro Padre. Nuestro Señor Jesucristo anunció, que
Él había venido a cumplir su misión preferentemente
por los pecadores, y que había más alegría en los cielos
por un pecador arrepentido que por noventa y nueve
justos que no necesitan penitencia. Todo el Evangelio
nos muestra a Jesús compasivo y misericordioso con los
pecadores. Él dijo: “He venido para que tengan vida y
la tengan en abundancia”. Jesús no quiere la muerte del
pecador, sino que se arrepienta y viva…
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Dios conoce el corazón del hombre y sabe que en la
condición humana hay misterios de luz y de sombras,
de gracia y de pecado, de bondad y maldad. Dios sabe
cómo el pecado marca y cuánto dificulta la felicidad
y plenitud que buscan todos los hombres. Mientras
vivamos nuestra condición terrestre, la realidad del
pecado nos acompañará.
Este libro va dirigido a niños que hacen su primera
confesión. Ojalá los anime a tener confesiones habituales
y no se queden con la primera vez. Los padres somos
los primeros formadores de nuestros hijos, les animo a
dar el buen ejemplo de verdadera humildad al acercarse
también al sacramento de la reconciliación, para ser
libres del pecado, de los vicios y malas inclinaciones.
Existe en Chile una pequeña niña llamada Laurita
Vicuña, ya beata y que seguramente será muy luego
una gran santa, que se confesaba habitualmente. Ella
quería parecerse a nuestra Madre, la Santísima Virgen
María, quien no tuvo pecado alguno. ¿No les gustaría
tratar de ser como ella? ¿Tratar de no tener faltas en
el corazón, y así agradar a Dios y parecerse a nuestra
Madre pura e inmaculada?
Gabriela Kast R.
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Jesús con sus Apóstoles
En cuanto resucitó Jesús, el mismo domingo, le dio a los
Apóstoles y a sus sucesores el poder de perdonar los pe-
cados, cuando dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A quienes
perdonen los pecados le serán perdonados y a quienes se
los retengan le serán retenidos.” (Jn 20,21-23)
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Manuel se confiesa
por primera vez
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Te leeré la parábola de la oveja perdida, para que veas cómo se
alegra Jesús por cada niño o persona que se arrepiente de lo que
no ha hecho bien y encuentra de nuevo el camino a casa:
La mamá tomó el Nuevo Testamento, lo abrió y leyó:
Jesús enseñó esta parábola, diciendo:
¿Quién de Uds. que tiene cien ovejas y pierde una de ellas,
no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que
se ha perdido, hasta hallarla? Y
al hallarla, la pone sobre sus
hombros alegre, y cuando
llega a casa reúne a sus
amigos y vecinos, y les dice:
“Alégrense conmigo, porque
he hallado mi oveja que se
había perdido. ¡Les digo que
del mismo modo habrá más
gozo en el cielo por un
pecador que se arrepiente,
que por noventa y nueve
justos que no necesitan de
arrepentimiento! (cf. Mt 18,10-14)
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Manuel, continúa la mamá, el sacerdote es el representante de
Jesús en la tierra, él actúa realmente como “Cristo en persona”,
como ese pastor que sale en busca de su oveja perdida y está
preparado para escuchar y olvidar, para entregárselo todo a Dios.
Manuel, el sacerdote hizo una promesa de nunca contarle las
faltas de otros a nadie. Eso se llama “sigilo sacramental”. Él no
puede contar nunca nada de lo que otros le han confesado, porque
si no, él estaría cometiendo una falta muy grave y ni siquiera si
él estuviese bajo amenaza de muerte, puede decir un pecado. El
prefiere morir antes que revelar
los pecados de otro.
Pensando un rato… Manuel le dice… Pero después cuando me
vea, él se va a acordar de todo lo que le dije y capaz que no me
quiera nunca más.
Manuel le dijo su mamá… Nadie es perfecto y mientras más
humildes seamos y contemos todas las cosas, mejor nos sentiremos.
Además muchos sacerdotes me han dicho que las faltas que
nosotros les contamos en la confesión, se las entregan a Dios y ya
no se acuerdan más de ellas. Ellos solo son sus intermediarios.
¿Se confiesan los sacerdotes? preguntó Manuel pensativo.
Sí, los sacerdotes también, contestó la mamá. Ellos enseñan lo que
viven y les gusta mucho dedicarse a perdonar y a pedir perdón.
Es un remedio para el alma. Recuerda siempre que Jesús no hizo
este sacramento para complicarnos, sino para desenredarnos y así
ser mejores al recibir el perdón de Dios.
Él nunca obliga a nadie a portarse bien o mal. Él nos hizo libres
de conocer y reconocer nuestros errores. Somos nosotros los que
debemos elegir entre hacer el bien que nos enciende el fuego del
corazón y nos hace felices o el mal que nos entibia y nos aleja
de Él.
El sacramento de la reconciliación, se llama así, porque nos
devuelve la amistad con Dios nuestro Padre, con la Iglesia y con
nuestros hermanos.
Nos perdona los pecados graves y leves. Además, aumenta en
nosotros la gracia, es decir, la amistad con Dios, y nos ayuda a
estar más unidos a la Iglesia.
Mamá: ¿cuáles son los pecados graves?
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Manuel, los pecados graves o mortales son aquellos que matan
la vida espiritual y expulsan al Espíritu Santo que vive dentro
del alma en gracia. Estos pecados son los que haces con pleno
consentimiento, es decir, queriendo el mal que haces. Y con plena
advertencia, que es sabiendo perfectamente que eso que haces
está mal. Causan el alejamiento total de Dios.
¿Y los pecados leves? preguntó Manuel a su mamá.
Los pecados leves o también llamados veniales, no destruyen la
vida divina y el amor en la persona, solo disminuyen la amistad
con Dios. Son como un resfrío. Es muy bueno confesarlos,
porque nos ayuda a formar la conciencia y luchar contra las
malas inclinaciones. Recibimos ayuda de Dios para cicatrizar las
heridas.
Verás Manuel, este martes, después de decir todo lo que no
has hecho bien y ser perdonado, será como recibir un abrazo
muy grande… de ese Papá que está en los cielos. Que ya sabe
todo, pero espera que cada uno llegue a conocer, a examinar su
conciencia y reconocer que hemos hecho algunas cosas que a Él
no le gustan.
Mamá… ¿Cómo puede ser eso si yo no veo a Dios? ¿Cómo me
va a dar un abrazo?
La mamá pensativa le dice a Manuel.
¡Tienes razón! Ese abrazo del perdón que te hablo yo, es una
realidad de orden espiritual. Nos envuelve su luz, su fuerza y su
ternura. Dios, tu Papá, te quiere abrazar con todo su corazón;
pero como cuando yo te abrazo físicamente, eso solo será
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en el cielo. Ahora lo que
experimentarás será una paz
y una alegría muy grande por
haber sido disculpado de todo
lo que te tenía preocupado de
haber hecho mal.
Al día siguiente la mamá volvió
a interesarse por el tema. Así es
que le preguntó a Manuel.
¿Te enseñaron en la catequesis las
partes que debes hacer para hacer
una buena confesión?
Sí, dice Manuel, muy
entusiasmado, justo hoy lo vi con
el profesor en clases de religión…
son cinco partes. Mira, si abro
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esta mano… cada dedo es una parte de ella. Dice el profesor
que como la mano tiene que estar completa… si falta una… la
confesión no está bien hecha.
1. Examen de
conciencia
2. Dolor de los
pecados
3. Propósito de
enmienda
4. Confesar los
pecados
5. Cumplir la
penitencia
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1. El examen de conciencia: es el esfuerzo de
verdad en recordar los pecados o faltas, desde la
última confesión bien hecha.
2. El dolor de los pecados: es reconocer que
se ha ofendido a Dios, que tanto nos quiere, y
estar muy arrepentido. Es un dolor de amor, la
pena de haber ofendido a un Padre tan bueno
que nos quiere tanto.
3. El propósito de enmienda o decisión
de no volver a pecar: es la simple y sincera
determinación de tratar de no volver a pecar por
amor a Dios, y alejarse de las futuras ocasiones
de pecado.
4. Confesión de los pecados: Hay que hacerlo
de una manera sincera, concreta y sencilla,
sin vergüenza. Por lo general, uno se acerca al
confesionario y se pone de rodillas. Después
hace la señal de la cruz y se dicen las faltas que
uno ha cometido.
5. Cumplir la penitencia: La penitencia
puede ser un acto de caridad, de obediencia, un
sacrificio o una oración. Debe cumplirse lo antes
posible, en el tiempo que el sacerdote lo indique.
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1
¿Cómo puedo hacer un buen
examen de conciencia?
E
sa noche, después
de rezar y mientras la
mamá le acariciaba el pelo,
ella le fue contando a Manuel
las distintas maneras de hacer
un buen examen de conciencia.
El examen de conciencia es una sincera mirada al corazón,
para ver si se está actuando como Dios quiere que lo haga.
¿Cómo puedo saber lo que Dios quiere que haga… si no lo veo
ni me habla como tú? preguntó Manuel pensativo.
Es verdad Manuel, no lo ves ni lo oyes como a mí…, pero en
tu corazón hay una voz muy silenciosa, que a veces se pone más
fuerte y dice: Esto ¡NO! ¡Esto SÍ! Es la voz de la conciencia que
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cada uno tiene en su corazón. Permite escuchar esa voz de Dios
y qué es lo que quiere que hagamos. Deberíamos pedirle a Jesús:
“Jesús, que yo me vea como Tú me ves, muéstrame lo que hay
dentro de mí, que no te guste a Ti”.
Manuel, continuó la mamá… nunca es fácil hacer un buen examen
de conciencia. Muchas veces no reconocemos que hemos hecho
algo mal, y nos justificamos de muchas maneras: que yo no quería
o ¿cómo va a hacer malo si lo hacen todos? o que el otro tuvo la
culpa.
Sí, dijo Manuel, como cuando Martín le pegó a Fernando y me
echaron la culpa a mí. Eso fue muy feo.
Es verdad, Manuel, eso no se hace. Pero también hay que tratar
de no juzgar las intenciones de los demás. Recuerda cómo se
portó Jesús con los que lo trataban mal. Siempre fue bueno y
compasivo; debiéramos agradecerle una y otra vez a Jesús, porque
no nos condena ni nos juzga, porque nos perdona cada vez que
hacemos algo mal y pedimos perdón.
Manuel, dice la mamá, hay distintas formas de revisar la conciencia.
Lo que a mí me resulta más fácil es revisar:
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Jesús me invita
1º Jesús me invita a
reconciliarme con Dios su
Padre
• ¿He rezado en la mañana y en la
noche?
• ¿Voy a Misa todos los domingos?
• ¿He usado el nombre de Dios, mi
Padre, sin respeto?
• ¿Doy gracias a Dios, por todos los
regalos que Él me hace?
• ¿Soy obediente a Dios mi Padre?
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Manuel, dijo la mamá:
Recuerda pedir siempre
ayuda al Espíritu Santo.
Él te ayudará a revisar
cómo está tu amor a Dios,
al prójimo, a ti mismo, a
la naturaleza, a las cosas,
el trabajo y el estudio. El
Espíritu Santo, quien vive
en ti desde tu bautismo, te
iluminará. También el ángel
de la guarda que te acompaña
cada día se encargará de
recordarte. No te preocupes.
Manuel, es importante
saber, que quien tiene
conciencia de haber
manchado su corazón con
un pecado grave o mortal, no
puede comulgar, sin haberse
confesado antes, porque Jesús
no puede llegar a un corazón
que no esté en gracia, es decir
en amistad con Dios. Eso sería
muy triste.
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2
¿Cómo puedo dolerme o
arrepentirme de mis pecados?
M ientras
iban a comprar el pan, la mamá le comentó a Manuel:
Manuel, para que haya perdón, es necesario sufrir verdadero
dolor de haber ofendido a Dios, que nos quiere más que nadie,
porque somos sus hijos predilectos.
Dios Padre nos perdona siempre, cuando estamos arrepentidos.
Piensa en tu papá… cuando le has mentido ¿cómo te sientes?
Seguro que muy mal y sólo te sientes mejor cuando de verdad
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le pides perdón de todo corazón. Él te perdona y tratas de no
hacerlo nunca más. El amor de un papá o de una mamá es lo más
cercano al amor de Dios. Aunque no lo veamos, Él nos quiere
aún mucho más.
Este arrepentimiento sólo es posible con la ayuda de Dios,
continúa su mamá. Rézale mucho al Espíritu Santo para que te
ilumine y puedas hacer un arrepentimiento verdadero, un dolor
de amor y no de temor.
Mamá, le dice Manuel, en la televisión a veces veo hombres muy
malos que han matado a personas. ¿Tú crees que Dios los va
perdonar algún día?
Manuel, le dice su mamá ¡Dios es misericordia! Él es compasivo
con todos. Él perdona a cada hijo suyo, aunque haya hecho lo
más terrible del mundo, también si ha matado a alguien. Pero eso
sí, no olvides, que esa persona debe tener arrepentimiento de lo
que ha hecho, sino no hay amistad con Dios, no hay perdón de
su pecado, si no está dispuesto a cambiar. Debemos rezar mucho
y hacer sacrificios por todas las personas que han hecho cosas
muy terribles para que algún día se arrepientan de sus pecados y
así puedan llegar al cielo.
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3
¿Cómo puedo hacer el propósito
de enmienda?
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Santo. Hay que pedir el don de fortaleza que sana y fortifica
nuestra voluntad.
–Pero, ¿y si vuelvo a hacer lo mismo, después de haberme
confesado?– preguntó preocupado Manuel a su mamá.
Quédate tranquilo, nadie es perfecto, y a veces ciertas faltas las
volvemos a repetir, pero la intención en la confesión es intentar
no volver a hacerlas. Somos todos muy débiles y el Señor
nos deja caer una y otra vez, para que nunca creamos que son
nuestras fuerzas las que nos sostienen, sino la gracia de Dios.
Mamá, ¿qué pasa con las tentaciones? –Hay veces que tengo
muchas ganas de hacer algunas cosas malas… o pesadeces y a
veces me aguanto no hacerlas, pero en otras oportunidades sí
las hago, y sé que eso no le gusta a Dios.
Manuel, si son sólo tentaciones, esas ganas de hacer cosas que
son malas y no las haces, ¡no cometes pecado! Jesús también
tuvo tentaciones y muy fuertes, pero no cedió, no se dejó
arrastrar por ellas.
¡Hay que ser muy valiente, Dios siempre nos ayuda con la
oración!
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4
¿Cómo se hace la confesión de
los pecados?
P
or lo general, se hace en un confesionario.
1. Lo primero que dice el sacerdote es “Ave María
purísima.”
2. Y nosotros contestamos: “Sin pecado concebida.”
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3. A veces el sacerdote no lo hace así y solo nos
persignamos: “En el nombre del Padre del Hijo y
del Espíritu Santo.”
4. El sacerdote a veces dice: “El Señor esté en tu
corazón para que puedas arrepentirte humildemente
de tus pecados.”
5. Luego el sacerdote casi siempre pregunta: “Hace
cuánto tiempo que no te has confesado”. Como para
ti es la primera vez, debes decirle que es tu primera
vez y si puede ayudarte si se te olvida algo. Así
empiezas a contar tus faltas. Esta es la parte más
importante del sacramento de la reconciliación. En
la confesión nos enfrentamos a los pecados o faltas
de los cuales somos culpables, asumimos nuestra
responsabilidad y nos abrimos al perdón de Dios y a
la comunión de la Iglesia. Lo hacemos sabiendo que
Dios es bueno, Dios es Papá, Dios es compasivo con
nosotros.
6. Después de decir las faltas o pecados el sacerdote
nos da algún consejo y esperamos la absolución. El
Sacerdote, en nombre de Cristo dice:
“Dios, Padre misericordioso que reconcilió consigo al mundo por
la muerte y resurrección de su Hijo y derramó al Espíritu Santo
para el perdón de los pecados, te conceda por el ministerio de
la Iglesia el perdón y la paz. Yo te absuelvo de tus pecados en el
Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.”
“Amén” dices tú, que significa, “Así sea.”
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Después de esto, se puede rezar la siguiente oración:
Señor mío Jesucristo,
Me pesa de todo corazón haberte ofendido. Por
ser Tú tan bueno y digno de ser amado, te pido,
ayudado por tu gracia, no volver a pecar. Amén
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5
¿Cómo se cumple la penitencia?
Después de tomar té, y mientras
hacía sus tareas, Manuel
vuelve a preguntar. Mamá, me
quedé preocupado con lo de la
penitencia ¿De qué se trata?
¿Qué es lo que hay que hacer?
La mamá le dice a Manuel:
Después de haber dicho
las faltas graves y las
leves que recuerdes
y haber recibido
la absolución, es
decir, el perdón
de los pecados,
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viene la penitencia que el padre te impondrá. Lo importante es
siempre cumplirla con amor y lo mejor posible y en el tiempo que
el sacerdote te diga. Depende de cada sacerdote cuál penitencia
debas hacer. Puede ser una buena obra, un acto de obediencia, un
sacrificio o alguna oración. Seguro que después de tu confesión
sentirás una gran alegría en tu corazón.
Mamá… ¡Creo que me gustaría hoy mismo ir a confesarme! ¿Por
qué a la gente le cuesta tanto ir, si es tan bueno hacerlo?
Manuel, un sacerdote me dijo un día que el demonio se alegra
cuando te hace pecar y él mismo se encarga de que te de vergüenza
ir a confesarte. Te voy a dar una idea que es como yo me lo digo
a mí misma “Vergüenza para pecar, pero no para arrepentirte e
ir a confesarte”.
¡Ojalá eso nunca te pase!, le dijo su mamá con cariño. Sé siempre
valiente para reconocer cuándo has fallado y anda a confesar tus
faltas con la frente muy alta, porque el premio para tu corazón
será muy grande. ¡Siempre encontrarás paz y alegría!
A Manuel se le iluminó su cara. Estaba tan tranquilo con todo
lo que la mamá le había contado. Luego ella agregó.
Manuel, recuerda siempre que por el sacramento de la penitencia
o reconciliación, Dios nuestro Padre, nos acoge como a ese hijo
que se ha ido por mucho tiempo de la casa y luego lo vuelve
a encontrar. Es el Espíritu Santo quien santifica de nuevo su
corazón. ¿Sabes? En la Iglesia se produce una gran alegría cuando
un hijo vuelve al corazón de Dios Padre.
La Iglesia es nuestra familia, tuya, mía y de todos las bautizados.
¡Qué bueno saber que todos somos hermanos!
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ORACIONES
La señal de la Santa Cruz
En el nombre del Padre,
y del Hijo,
y del Espíritu Santo. Amén.
Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
El Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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El Credo
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
en la santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.
Confesión general
Yo confieso ante Dios todopoderoso,
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a ustedes hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios nuestro Señor. Amén.
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Acto de contrición
Señor mío Jesucristo,
Me pesa de todo corazón haberte ofendido. Por ser Tú tan
bueno y digno de ser amado, te pido, ayudado de tu gracia,
no volver a pecar. Amén.
Oh Señora Mía
¡Oh Señora mía!
¡Oh Madre mía!
Yo me ofrezco enteramente a ti,
y en prueba de mi filial afecto
te consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo,
Madre de bondad,
guárdame y defiéndeme
como instrumento y posesión tuya. Amén.
En tu poder y en tu bondad
En tu poder y en tu bondad
fundo mi vida;
en ellos espero confiando como niño.
Madre admirable,
en Ti y en tu Hijo,
en toda circunstancia
creo y confío ciegamente. Amén
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Bendita sea tu pureza
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón,
mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía. Amén.
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Fórmulas de Doctrina Cristiana
Las Bienaventuranzas
• Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
• Bienaventurados los mansos,
porque ellos poseerán en herencia, la tierra.
• Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
• Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos quedarán saciados.
• Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
• Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
• Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
• Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
• Bienaventurados serán cuando los injurien, los persigan y
digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi
causa.
“Alégrense y regocíjense,
porque su recompensa será grande en los cielos.”
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Las Tres Virtudes Teologales
1. Fe
2. Esperanza
3. Caridad
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Los Diez Mandamientos
1 º Amar a Dios sobre todas las cosas
2 º Respetar el nombre del Señor
3 º Santificar las fiestas
4 º Honrar padre y madre
5 º No matar
6º No cometer acciones impuras
7 º No robar
8 º No mentir
9 º No consentir en pensamientos ni deseos impuros
10 º No codiciar los bienes ajenos
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Los Cinco Mandamientos de la Iglesia
1. Oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar
2. Confesar los pecados graves o mortales al menos una vez
al año y en peligro de muerte
3. Comulgar al menos por Pascua de Resurrección
4. Ayunar y abstenerse de comer carne cuando la manda la
santa Madre Iglesia
5. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades
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Índice
Dedicatoria• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 3
Presentación•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 5
Prólogo••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 7
Introducción•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 9