Pretty SA para Alumnos
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El caso
En febrero de 2003, Pretty S.A. instaló en Buenos Aires un negocio destinado al
cuidado y belleza personal. En el curso del año, abrió 2 nuevos locales en Rosario y
Pergamino, todos ellos identificados con la misma marca de servicio (cuya solicitud de
inscripción en el Registro de marcas aún se encontraba en trámite). Pocos meses después,
Pretty S.A. ofreció públicamente, a través de una conocida revista de negocios, la
posibilidad de incorporarse a la “cadena”. Elaboró, asimismo, una breve publicación de
propaganda y un dossier informativo. En noviembre de 2003, celebró un contrato de
franquicia de servicios de belleza y cuidado personal con Mitchell S.A. Por este contrato,
de carácter exclusivo, y de 5 años de duración, la franquiciada se comprometió a abrir 15
establecimientos en el curso de los 2 años siguientes, en Buenos Aires y distintas
ciudades del interior, con el objeto de comercializar los servicios del franquiciante,
aplicando su método.
Durante los meses de enero, febrero y marzo de 2004, de acuerdo con la
programación prevista en el contrato, Mitchell S.A. abrió cinco unidades. Pero, a pesar de
cumplir a la letra el manual de operaciones, el arranque no fue auspicioso. Con todo, la
franquiciada, confiando en que la situación mejoraría a medida que la marca se
posicionara en el mercado, siguió adelante con el negocio, e instaló otros 3 locales en los
meses de julio y agosto del mismo año.
En febrero de 2005, Mitchell S.A. se encontró frente a un panorama económico
desolador. La facturación estaba muy por debajo de lo previsto, la inversión realizada
parecía ser desmedida y el pago de las regalías (un 6% de las ventas brutas del
franquiciado), hasta entonces cumplido puntillosamente, agravaba aún más la situación.
De acuerdo con la programación prevista en el contrato, la franquiciada debía
abrir otros 3 locales en el mes de marzo de 2005. Pero, desalentados por el lamentable
desempeño económico de las unidades de negocio que ya estaban operando, los
administradores de la franquiciada optaron por no expandir aún más la red. De todos
modos, los ocho locales ya instalados continuaron funcionando con normalidad. A
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Autor: Andrés Sánchez Herrero. Se autoriza la reproducción y el uso de este material, siempre y cuando
se haga expresa mención del nombre del autor.
mediados de año, los resultados económicos de la red seguían siendo ruinosos. Era
evidente que el negocio franquiciado, a pesar de las expectativas iniciales y de la
inversión realizada, no funcionaba con el nivel esperado. A partir de julio, si bien
continuaba operando con los locales ya habilitados, Mitchell S.A. suspendió el pago de
las regalías.
La relación comercial, aunque tensa, tanto por el deficiente desempeño del
negocio como el cese de pago de las regalías, continuó hasta octubre de 2005. Entonces,
las partes se sentaron a negociar. Tras algunos intentos de reencauzar la relación
comercial y seguir adelante con el contrato, las tratativas fracasaron. A la semana
siguiente, el franquiciante intimó al franquiciado para que cancelase la deuda en un plazo
de 15 días, bajo apercibimiento resolutorio. El plazo otorgado transcurrió sin que
Mitchell S.A. pagase las regalías adeudadas.
De acuerdo con cláusula compromisoria prevista en el contrato de franquicia, la
diferencia fue sometida a un arbitraje de equidad. El franquiciante consideró que hubo
incumplimiento del franquiciado, ya que éste no abrió los locales previstos, incurrió en
mora en el pago de las regalías y administró con negligencia las unidades franquiciadas.
Estos incumplimientos justificaron sobradamente, a juicio de la actora, la resolución
extrajudicial del mes de octubre de 2005. El franquiciado, por su parte, invocó la nulidad
del contrato. En consecuencia, reclamó la restitución de las sumas erogadas -derecho de
entrada y regalías- y el resarcimiento de los daños y perjuicios.
Interrogantes directrices