Trabajo de Sociología
Trabajo de Sociología
Trabajo de Sociología
Palabras clave:
1. Introducción
De acuerdo con Giroux (2019), la educación ha sido puesta al servicio del neoliberalismo, que la ha
convertido en una proveedora de mano de obra. Esta afirmación sirvió de base para la elaboración de este
artículo reflexivo que tiene por objetivo analizar los presupuestos teóricos de la Pedagogía crítica y de la
Teoría de la resistencia, así como los puntos en las cuales convergen, bajo la consideración que ambos
enfoques buscan formar personas comprometidas con la transformación social a partir del desarrollo del
pensamiento crítico. Este artículo consta de tres apartados; el primero aborda los principios de la
Pedagogía crítica, donde se plasman los fundamentos filosóficos y epistemológicos que sustentan dicha
teoría. En el segundo se analiza el rol de los medios de comunicación y su relación con las instancias de
poder; y en el tercero se hace un acercamiento a la Teoría de la resistencia, sus contribuciones para la
emancipación social y sus encuentros con la Pedagogía de la liberación propuesta por Paulo Freire.
Este enfoque pedagógico aplica los principios teóricos de la Escuela de Frankfurt, específicamente los de
Habermas (2004), estructurados en su reconocida obra Teoría de la Acción Comunicativa, donde postula
que las personas usan el conocimiento para ponerse de acuerdo.
2. El interés práctico, que tiene la intención de guiar la comprensión humana a través de los principios
de las ciencias hermenéuticas, por eso sus productos son de carácter interpretativo y “anima a los
educadores a hacer interpretaciones de las circunstancias sociales y educativas actuales en
situaciones reales concretas y a tomar decisiones sobre la base de su razonamiento práctico”
(Kemmis, 1998, p. 87).
3. El interés emancipador, que tiene como intención liberar a los seres humanos “de las ideas falsas,
de las formas de comunicación distorsionada y de las formas coercitivas de la relación social que
constriñen la acción social humana” (Kemmis, 1998, p. 87).
Teniendo en cuenta lo consignado, se nota la importancia que este enfoque pedagógico otorga a la
comunicación, al análisis hermenéutico y a la liberación. El primero de estos principios, el de
comunicación, corresponde a la producción de Habermas y los de análisis hermenéutico y liberación a la
Escuela de Frankfurt.
Para la comunicación, el instrumento central de trabajo es la acción comunicativa; según sus supuestos,
utilizarla favorece la creación de ciertas situaciones que posibilitan las superaciones de las relaciones
asimétricas, resultantes del establecimiento de niveles entre los que participan en la escuela: maestros,
estudiantes y comunidad.
Con relación al análisis hermenéutico, es indispensable verlo como uno de sus principales criterios
metodológicos, el cual según Nadal (2019, p. 194) desde la perspectiva heideggeriana se concibe “como
una filosofía universal de la interpretación”. El objetivo del análisis hermenéutico es “llegar al sentido”, el
cual se “construye a partir de una primera proyección de los significados propios del sujeto que estudia,
para después en sucesivas interpretaciones ir descubriendo otras dimensiones y siempre en relación con
el entorno” (Sáenz, 2008, p. 13).
Respecto al papel liberador o emancipatorio, que toma Habermas directamente de la Teoría crítica, fue
propuesto por diversos teóricos de este enfoque y tiene como objetivo la creación de un pensamiento
crítico, que debe tener un carácter develador, que descubra “lo no-dicho”, es decir, aquellos aspectos de la
realidad no establecidos en los discursos oficiales, pero que hacen parte de la realidad, no buscando
propiciar con esto discusiones interminables en torno a las disposiciones “legales”, sino permitirle al
hombre alcanzar su libertad. Por tal razón, el aula es considerada un lugar de resistencia en firme
oposición al pensamiento dominante (Santamaría, Benítez, Sotomayor & Barragán, 2019).
Para alcanzar el pensamiento crítico, este enfoque recalca el papel que tiene la ciencia en la sociedad, el
cual de ninguna manera es neutral, ya que el conocimiento validado responde a intereses sociohistóricos
y, por tanto, reconoce la jerarquía de valores establecidos, pues las ideologías permean las teorías y por
eso una de las tareas de la Teoría crítica es analizar y criticar la ideología dominante (Kemmis, 1998).
La Teoría crítica pretende ir más allá de la interpretación del mundo, por eso brinda a los estudiantes
herramientas que les permitan transformarlo, entre las cuales se destacan la mayéutica socrática y la
investigación-acción. La primera de estas herramientas se encuentra relacionada con la “acción
comunicativa”, que en este marco se denomina “acción educativa”, y se relaciona con “una situación ideal
de habla”, según Habermas (como se citó en Sáenz, 2008); esta situación se presenta cuando los
participantes, como agentes activos, no solo pueden participar en los actos comunicativos sino que están
en condiciones para afirmar o refutar los argumentos asumidos como válidos.
Con respecto a la investigación acción, este enfoque parte de la contextualización de un problema y
pretende responder cuestionamientos como: ¿qué está sucediendo?, ¿en qué sentido es problemático”,
¿qué puedo hacer yo al respecto?, preguntas que buscan dinamizar la situación activando el ciclo de
planificación-acción-evaluación.
Por otra parte, es indispensable analizar el papel de los medios de comunicación en el ejercicio de
informar, a partir del interés por parte de los centros de poder. Actualmente, se plantea en algunos países
la disyuntiva de quién controla los contenidos en los distintos medios, ya que como afirma Giroux (1997,
p. 67) la historia muestra que “bajo el régimen del positivismo, la razón siente una admiración reverencial
por los hechos (...) Bajo el régimen del positivismo, la razón se detiene inevitablemente antes de la crítica”;
ante tal premisa: ¿qué es lo objetivo en la información mediada?, o ante los simples hechos ¿se puede
formar a los jóvenes con postura crítica? Son cuestiones que se plantean respecto al papel de los medios
de comunicación en la labor educativa.
Los medios de comunicación en la era del positivismo consideran que lo “objetivo” es la columna vertical
del conocimiento científico y que al aplicarse en el hecho social o cotidiano, como lo percibe Giroux (1997,
p. 69), “se separan de los valores, la objetividad socava la crítica, y la idea de que la esencia y la apariencia
pueden no coincidir carece de sentido”.
Esta visión influyó en la formación de una conciencia colectiva donde la “razón” prevalece sobre la crítica,
pero ¿los medios contribuyen a la formación de una conciencia social que sirve a una clase dominante de
la sociedad? El solo hecho de que los medios de comunicación se presenten como entes objetivos ante
una confiada audiencia no le asigna el papel de formadores de personas de pensamiento crítico; aunque
el docente no debe permanecer neutro ante los mensajes que invade la mentalidad de los jóvenes, ante
esta perspectiva si el docente toma una actitud pasiva, los medios asumen el papel de formadores.
En tal caso, los medios como simples presentadores de los hechos no contribuyen, según lo expresado
por Giroux ((1997, p. 76), a presentar “una concepción dialéctica de la sociedad y la teoría sostendría que
la observación no puede tomar el lugar de la reflexión y la comprensión críticas”; es decir, el medio
objetivo no existe, pues debe ir más allá de presentar los hechos; su papel al igual que el del docente es
preparar a laspersonas para que tengan criterios de base para establecer la capacidad de diálogo y de
participación. Solo de esta forma podrán acercar a las personas a su emancipación.
Dentro de la programación de los medios, como la televisión, su “valor reside en la aptitud para establecer
las posibilidades del pensamiento y la práctica reflexivos por parte de quienes la usan; en el caso de los
docentes, se convierte en un instrumento invalorable de crítica y comprensión”; por lo tanto, los medios en
la actualidad deben utilizar las ventajas de la tecnología en los procesos de diálogo para estimular el
pensamiento libre.
Los medios de comunicación, como la televisión, al ofrecer únicamente entretenimiento solo alcanza un
objetivo: poner la audiencia al servicio de los intereses económicos o políticos, sin libertad de conciencia
para tomar sus decisiones. Situación que se incrementa al invadir la privacidad del hogar, a través de la
radio, la prensa, la televisión y el internet, “la colonización del lugar de trabajo se complementaba ahora
con la colonización de todas las otras esferas culturales” (Giroux, 1997).
Por otra parte, los educandos no visualizan cuál es la ideología predominante en su contexto; según
Giroux (1997, p.124), “los alumnos no pueden conocer la ideología por el mero hecho de que se les
enseñe que los significados se construyen socialmente en los medios masivos de comunicación y otros
aspectos de la vida diaria”; no establecen criterios de juicio de conciencia crítica, porque los medios, la
familia y su entorno más inmediato conforma su cosmovisión limitada
Ante esta situación, Giroux (1983) invita a un proceso de resistencia contra la ideología y la política
cultural de los grupos dominantes, expresados en la escuela a través del “currículum oculto”; por tanto, la
Pedagogía crítica estudia cómo clase y cultura se integran para ofrecer descripciones según políticas
culturales vistas desde la semiótica y los sistemas de significado que conforman el campo cultural del
oprimido, buscando analizar los elementos contrahegemónicos existentes en ese campo y la forma como
son incorporados dentro de la cultura dominante, despojándolos de su fuerza política, es decir
convirtiéndolos en discursos políticamente inofensivos.
La resistencia desde la perspectiva pedagógica planteada por Giroux ofrece importantes contribuciones
para indagar acerca de la relación escuela-sociedad. Esta teoría está llamada a erigir una pedagogía
radical de emancipación social desde el proceso de la escolarización, donde la reproducción no es solo
vista como el reflejo de la sociedad dominante o de fuerzas externas (familia, escuela) imposibles de retar
o modificar, sino como resultado de fuerzas internas que inconscientemente promueven la resistencia y
que soportan un constante ajuste con elementos de oposición parcialmente percibidos (divisiones
sociales y sexuales, por ejemplo).
La teoría de la reproducción social devela la función de la escuela como sostén de las relaciones
capitalistas de producción a través de la formación de habilidades laborales y la producción de
conciencias compatibles (actitudes, valores y normas) con los intereses de la sociedad dominante; así los
estudiantes de diversas clases sociales aprenden lo que requieren para ocupar los lugares que les
corresponden según su clase en la división ocupacional del trabajo, yendo en desmedro del desarrollo de
habilidades que permitan ir más allá del límite establecido (Giroux, 1998).
Althusser, Bowles y Gintis analizan los diferentes aspectos del proceso de reproducción dados en el
vínculo economía-escuela, relación que permite el mantenimiento y la reproducción de los países
industrializados de Occidente, así como la forma en que los sistemas sociopolíticos ubican a los seres
humanos de acuerdo a la fuerza de trabajo y a la dinámica de la interacción de clase bajo el sistema
capitalista. Las relaciones sociales en el salón de clase sirven para inculcar tales actitudes y
disposiciones a los estudiantes, tal como señalan Bowles & Gintis (Giroux, 1998).
Sin embargo, como lo afirma Giroux (1998), estos autores no tienen en cuenta que el conocimiento en las
aulas está influido tanto por la cultura de la escuela y de la clase como por el significado que los maestros
y los estudiantes le otorgan durante el estudio, además no explican cómo el conocimiento es producido,
ni el rol de la conciencia, la ideología, las contradicciones y las formas de resistencia durante la
escolarización.
Bourdieu y Passeron desarrollaron una sociología del currículum que vincula cultura, clase y dominación
en sus teorías de reproducción cultural (Giroux, 1998). Las escuelas, según ellos, no son solo un espejo
que reproduce la sociedad, sino que son relativamente autónomas (pretexto de independencia y
neutralidad) y solo están indirectamente influenciadas por las instituciones políticas y económicas
poderosas.
La escuela es vista como un universo amplio de instituciones simbólicas (violencia simbólica) donde las
relaciones existentes de poder se reproducen sutilmente a través de una cultura dominante. La cultura
pasa a ser el vínculo mediador entre los intereses de la clase dirigente y la vida cotidiana para establecer
una definición del mundo social de acuerdo con sus intereses. Para analizar lo que sucede en la escuela
crean conceptos como: capital cultural (herencia lingüística y cultural familiar), que permite identificar los
determinantes generadores tanto de ventajas como de desventajas que tendrán socialmente y habitus
como esquemas de pensamiento y cuerpo internalizados que estructuran experiencias sociales.
Una de las críticas de Giroux (1998) al legado de Bourdieu se cimienta en que la producción cultural de la
clase trabajadora, al no ser homogénea, es un simple reflejo de la cultura dominante y no se reconoce su
vínculo con la reproducción por medio del proceso de incorporación o acomodamiento. También, le critica
el hecho de darle un tratamiento unilateral a la ideología, en el sentido de que las ideologías dominantes
no son solo transmitidas por las escuelas en un acto pasivo, sino que además son enfrentadas y
reconstruidas por los miembros de la comunidad escolar.
Bernstein, según Giroux (1998) en su análisis sobre el rol de la educación en la reproducción cultural de
las relaciones de clase, se refiere a un código educacional o sistema de mensajes que organiza la forma
en que las diferentes manifestaciones de la experiencia escolar (currículum, pedagogía, evaluación)
median con la autoridad y el poder. Pero, Giroux confiere a estos códigos el carácter de limitados, al
minimizar tanto la resistencia y la lucha contrahegemónica como el papel de los actores sociales como
agentes de cambio.
Giroux, desde un análisis de la teoría educativa, determinó que esta desarrolló un análisis teórico
estructural e interaccional del proceso de escolarización y suministró nuevos modos de descubrir las
ideologías e intereses que caracterizan la cotidianidad en las escuelas, a través de los modos de análisis
de un currículum oculto, que como lo indica el mismo nombre no se evidencia en la teoría y la práctica
educativa, al hacerse evidente una separación de poder y conocimiento, disociando la cultura de la
política.
El trabajo de Giroux se mueve entre una sólida perspectiva teórica crítica y reflexiva de la escolarización y
una práctica cuya especificidad reside, a su vez, en la teoría como centro de gravedad. La teoría toma su
forma de la práctica y su costo le otorga “la habilidad de ofrecer la reflexión necesaria para interpretar a la
experiencia concreta que es el objeto de investigación” (Giroux, 1998, p. 133).
Giroux, refuerza este hecho con el proceso de investigación. Para él la teoría debe estar interconectada
con la experiencia, representando distintos momentos analíticos, y no deberían presentarse
enfrentamiento entre ellas, de acuerdo a lo planteado por Horkheimer (como se citó en Giroux, 1998).
Esta implicación entre la teoría como mediadora en los estudios de la resistencia neomarxista y su
especificad en la práctica representa para Giroux el punto de partida de su análisis de una teoría
pedagógica crítica (radical) de reproducción y de la resistencia, aludiendo las inconsistencias de los
postulados teóricos de los autores que estudia, por carecer de profundidad en sus bases teóricas.
Giroux entra en oposición con los autores que estudió, ya que estos no hacen uso de ejemplos válidos de
hechos de dominación coherentes u homogéneos; por ejemplo, en cuanto a la omisión de problemas de
género y raza (se reduce solo a hombres, prácticas sexistas, relego de necesidades y deseos por parte de
los educadores), a reducción de categorías y nociones descriptivas que caracterizan la teoría de la
resistencia, el análisis del discurso y las prácticas en el salón de clase, referido a la forma de producción
de subjetividades (no visibles, subversivas, menos obvias, progresistas, actitudinales) o situaciones
inmediatas suscitadas en un salón de clase, sin considerar la resistencia como un hecho en construcción
con principios de determinación individual y social que puede terminar siendo acomodación,
conformismo o actos de autoindulgencia, más que de resistencia u oposición a ideologías de dominación
que se erigen desde una herencia histórico-social-familiar y de conciencia e ideología represivas
personales.
Para Giroux, la resistencia debe promover el pensamiento crítico y la acción reflexiva, así como estimular
la lucha política colectiva ante el poder y el determinismo social, yendo más allá de lo inmediato,
buscando develar lo que hay tras las escenas: su lógica oculta.
La resistencia desde esta perspectiva educativa analiza la cultura de la escuela dentro de un escenario en
constante lucha y enfrentamiento, donde el conocimiento educativo, los valores y las relaciones sociales
están ubicados en contextos antagónicos. Los elementos de la resistencia les permiten a los estudiantes
vivir una gran diversidad de experiencias por medio de las cuales puedan manifestarse y valorar las
dimensiones positivas de su cultura e historia.
Estos supuestos se sintonizan y concuerdan con los propósitos de Freire (2005) en su Pedagogía del
oprimido, al plantear cómo la práctica pedagógica debe ser elaborada con el sujeto dominado y no para él,
reflexionando sobre la opresión y sus causas, de la cual emergerá el compromiso para luchar por su
liberación, motivo central de esta pedagogía.
En la misma línea del pensamiento de Giroux, aunque analizando la situación educativa desde otro
contexto, Freire (2005) apoya sus postulados en el avance hacia una pedagogía crítica o radical
denominada por él Pedagogía del oprimido o Pedagogía liberadora, la cual reacciona ante un sistema de
dominación capitalista, que incorpora a los individuos a través de la escolarización.
Freire estructura sus fundamentos en diversos enfoques del siglo xx aplicados al quehacer educativo
(psicológico, sociológico). A su vez, va más allá de la amplitud social y cultural del individuo, sin ser
individualista, analizando la estructura de pensamiento (condicionadas) y las contradicciones (adherencia
al opresor) padecidas por el “oprimido”, desde las relaciones sociales y la existencia humana (cualidad
relacional), para lo cual se apoya en la interdisciplinariedad, en estudios de corte marxista y
psicoanalíticos y en situaciones experienciales, con el fin de intentar comprender y explicar las formas, el
sentimiento y hasta los miedos generados por la opresión, consciente o inconsciente, adquiridas,
manifestadas y hasta encubiertas por las sociedades.
La opresión, para Freire, desde la perspectiva psicológica, constituye uno de los más profundos
sufrimientos que pueda vivir un ser humano, en lo material, económico, político, espiritual, educativo, ya
que genera en él un agravante de contradicción y problema existencial. En esta visión del mundo y del
individuo, Freire (2005) conduce su pedagogía del opresor a una pedagogía que pueda “liberarlo” del
carácter dual de opresor y oprimido, de la acomodación y adaptación que él mismo alberga al adherir a
las formas del ser y actuar del opresor. Mientras esta dualidad permanezca, en la cual “ser es parecer y
parecer es parecerse con el opresor”, es decir, la identificación con su contrario, es imposible llegar a una
pedagogía con una visión liberadora o emancipadora.
Desde esta perspectiva, Freire (1971) apunta a ver el proceso educativo como el iniciador y promotor de la
lucha por la liberación como conquista, mas no como donación ni generosidad del opresor, sino desde el
currículum escolar y el entendimiento de una relación positiva, asertiva y conciliadora entre educandos y
educadores, de carácter recíproco, es decir de “todos con todos”.
La explicación de Freire alude a una educación netamente humanizante, opuesta a una educación rígida
dominada por la autoridad y los “saberes” del educador, unilateral y direccionada (educación bancaria),
que se expresa como una suerte de prohibición a ser feliz y, por lo tanto, opresiva, en decadencia a las
necesidades específicamente humanas (Sánchez, Sandoval, Goyeneche, Gallego & Aristizabal, 2017;
Mora, 2018; Niño, 2019).
Según Freire, una tarea fundamental del educador debe ser la identificación y la superación de la rigidez
psicológica que lo lleva a oponerse al diálogo. En lugar de eso, es necesario incentivar la horizontalización
de las relaciones humanas, la cual, sin llegar a ser utópica, apunta a una doble visión y transformación del
hecho educativo, tanto en el interior de la persona como en las estructuras sociales. “La concepción de
una persona esencialmente libre, comprometida con unos valores y abierta al otro caracteriza la visión de
Freire, donde la transformación de lo humano resulta el rasgo vital y definitorio de la existencia” (Santos,
2008, p. 172).
3. Conclusiones
La Pedagogía crítica surge y se desarrolla durante el siglo xx. Su estructura se da a partir de los principios
de la Escuela de Frankfurt, fundamentalmente a partir de la obra de Habermas Teoría de la Acción
Comunicativa. Este enfoque pedagógico considera indispensable analizar el papel de los medios de
comunicación, los cuales responden a las instancias de poder; ante esta situación promueven la
resistencia por medio del desarrollo del pensamiento crítico y la acción reflexiva, propósitos en los cuales
se encuentran con los planteamientos de Paulo Freire, quien postuló una pedagogía liberadora, que
concibe la educación como un proceso de lucha por la liberación.
Tanto Giroux como Freire instan a los educadores a ser precisos sobre lo que la resistencia es, para que
así estructuren una pedagogía crítica o “liberadora”, fundamentada en razonamientos teóricos rigurosos y
útiles, enmarcada como un modo de discurso de análisis de la conducta de oposición que requiere de un
conjunto de supuestos acerca de la escolarización, negados tanto por la teoría tradicional de la escuela
como por la de la reproducción social y cultural.
Referencias
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