Antropologia 4to Año
Antropologia 4to Año
Antropologia 4to Año
La antropología cultural:
Antropología aplicada: Estudia y hace Antropología médica: Estudia los factores
propuestas para solucionar problemas biológicos y culturales en la salud y en la
prácticos y evaluar resultados. enfermedad y el tratamiento del enfermo.
Arqueología:
Arqueología histórica: Estudia las culturas Arqueología industrial: Usa técnicas de la
del pasado reciente por medio de una arqueología histórica para centrarse en
combinación de material escrito archivado factorías e instalaciones industriales.
y excavaciones arqueológicas.
Arqueología cultural: Lleva a cabo encuestas arqueológicas para la defensa del medio
ambiente y la protección de lugares históricos.
Lingüística Antropología:
Lingüística histórica: Reconstruye los Lingüística descriptiva: Estudia la sintaxis
orígenes de lengua específicas y de las y la gramática de las lenguas.
familias de lenguas.
Sociolingüística: Estudia el uso actual de la lengua en la comunicación cotidiana.
Antropología física:
Primatología: Estudia la vida social y Paleontología humana: Busca y estudia
biológica de los monos, grandes monos y restos fósiles de primitivas especies
otros primates. humanas.
Antropología forense: Identifica a las Genética de la población: Estudia las
víctimas de asesinatos y accidentes. diferencias hereditarias en las poblaciones
humanas.
La Antropología Cultural se ocupa de la descripción y análisis de las culturas
del pasado y las del presente. Tiene una subdisciplina, la etnografía, que se consagra a
la descripción sistemática de culturas contemporáneas. La comparación de culturas
proporciona la base para hipótesis y teorías sobre las causas de los estilos humanos de
vida.
Ésta es una clara alusión a los ritos, elementos que habían sido interpretados como
indicadores de la continuidad sin ruptura de las sociedades.
Intenta dar, también, razón tanto de la continuidad como del cambio de la sociedad.
Por otra parte, creemos que es posible reivindicar el hecho de que nuestra disciplina
ha dado a la cultura occidental el acceso a otras fuentes que aquellas de la
antigüedad clásica con la que contaba, convirtiendo en posible un humanismo de
más amplias resonancias. Los datos de la Antropología proporcionan el
conocimiento de toda la historia cultural del hombre, desplegada en la diversidad de
la experiencia humana.
Esta disciplina, que se desarrolla en forma plena y autónoma en las postrimerías del
siglo XIX y se consolida en la primera mitad de nuestro siglo, teniendo como
elemento fundante y que le va a conferir originalidad ''el trabajo sobre el terreno", en
localidades situadas lejos de las metrópolis de donde provenían los antropólogos, va
construyendo su objeto de-estudio y el recorte de la realidad que le interesa
investigar, de acuerdo con los distintos momentos históricos. Sus formulaciones, sus
elaboraciones teóricas, son el producto de una situación histórica: el Colonialismo.
El Colonialismo ha sido la condición necesaria de la aparición de la Antropología.
Pierre Bonte distingue cinco períodos históricos-científicos en el desarrollo de la
Antropología, que caracteriza de la siguiente manera:
Texto de elaboración propia en base al libro, Mirta Lischetti. Antropología compilada. Ed.
Universitaria de Buenos Aires. 2° edición. 2004
Tema 3 7
Historia de la Antropología Social
Tal y como hemos indicado al principio de este tema, una corriente teórica en
antropología se refiere a la dirección o actitud concreta que los y las antropólogas
adoptan a la hora de explicar los diversos fenómenos culturales. Por otro lado, cuando
definíamos el concepto de cultura en el tema anterior, indicábamos que existen tantas
definiciones del término como corrientes antropológicas o incluso, como antropólogos y
antropólogas. Uno de los objetivos de las líneas que siguen es demostrar lo anterior. Por
ello, hablaremos sobre las teorías antropológicas más destacadas y también sobre las y
los antropólogos más emblemáticos dentro de cada una de ellas. Finalmente, a pesar de
que varias teorías se han desarrollado de manera simultánea en diferentes lugares (las
tres escuelas clásicas en antropología son la británica, la francesa y la norteamericana),
en la medida de lo posible, hemos ordenado las corrientes en orden cronológico. Con
ello queremos dejar constancia de la importancia que el conocimiento acumulativo al
que nos referíamos con anterioridad ha tenido para el desarrollo teórico de esta
disciplina.
3.3.1. El Evolucionismo
El principio básico del desarrollo unilineal es que la evolución humana pasa por
diferentes estadios y cada uno representa siempre un nivel superior a su precedente. Por
lo tanto, la evolución humana es unilineal en el sentido de que todas las culturas
recorren una misma línea de evolución que va desde el “salvajismo” hasta la
“civilización”. Esta teoría lleva implícita la idea de progreso la cual asemeja cambio
social con desarrollo. El cambio social indica las continuas modificaciones que tienen
lugar en el espacio social mientras que el concepto de progreso se ubica en el ámbito
ideológico ya que expresa un determinado ideal, concretamente, aquel que afirma cómo
debe de ser y cómo debe producirse el desarrollo.
La idea ilustrada sobre la evolución caló a partir del siglo XIX en las ciencias
sociales. El primer teórico social sobre la evolución fue el naturalista, filósofo y
sociólogo, Herbert Spencer. Al mismo se le atribuye la creación del concepto de
darwinismo social que consiste en rescatar los descubrimientos realizados por Charles
Darwin en el ámbito de la biología y aplicarlos a la teoría social y cultural. Como
resultado de la conexión encontrada entre las ciencias sociales y naturales surgió la
analogía orgánica que consiste en explicar la sociedad como si se tratara de un cuerpo
humano. Dentro del citado esquema teórico, Spencer utilizó el concepto de
supraorgánico para referirse a la cultura. Esta estructura supraorgánica supera la
individualidad y se refiere al conjunto de ideas y hechos que residen más allá de los
intereses personales. Aquí encontramos la primera definición posible del término
cultura. En relación a esta premisa elaborada por Spencer surgió la primera teoría
antropológica sobre la cultura. Los dos antropólogos más representativos de la
interpretación evolucionista sobre la cultura fueron Lewis Henry Morgan y Edward
Burnett Tylor.
las culturas del mundo siguen esta dirección que es universal por lo que las diferencias
entre las culturas son diferencias de grado o cuantitavias.
Para Tylor, aquello que posibilita que todos los pueblos del mundo transiten por
las mismas fases de desarrollo es la unidad psíquica de la humanidad. La cultura es para
Tema 3 12
Historia de la Antropología Social
Tylor un elemento universal, una cualidad de todos los seres humanos que deriva de
esta unidad psíquica que nos une. Tylor elaboró la primera definición antropológica
sobre el término cultura. La definición elaborada por Tylor fue tan minuciosa que la
antropología contemporánea, al intentar ofrecer una definición sobre el mismo, aún se
remite a ella.
3.3.2. El Difusionismo
Tema 3 18
Historia de la Antropología Social
A. R. Radcliffe-Brown (1881-1955)
Por otro lado, tal y como el mismo nombre indica, el Estructuralismo francés
interpreta la cultura como la máxima expresión de la estructura social. Sin embargo,
éste nunca podrá ser inferida de la propia realidad social o empírica, tal y como
proponía Radcliffe-Brown, ya que existe únicamente en la mente de las personas, es
decir, en el mundo de las ideas.
Por otro lado, la cultura, en tanto que sistema simbólico, produce la unidad
psíquica de los seres humanos. Esta unidad se produce gracias a las invariantes, es
decir, a los elementos y características comunes que comparten todas las personas. La
Cultura, por lo tanto, es única y universal pero por otro lado, la diversidad cultural
también existe en tanto que cada sociedad o comunidad interpreta de una manera
diferente esa Cultura. Por lo tanto, la diversidad cultural diferencia o distingue culturas
pero no personas en tanto que todas compartimos la misma estructura lógica o ideal.
Según Levi-Strauss existe un criterio mental universal que es la propia capacidad de
hacer cultura. Gracias al mismo, las personas somos capaces de comprender e
interpretar el resto de culturas. Por lo tanto, el Estructuralismo reconoce la diversidad
cultural en tanto que realidad empírica aunque lo que realmente le interesa es,
precisamente, encontrar aquellas cualidades y características comunes en todas las
personas.
Harris, en una de sus primeras y principales obras, Cows, Pigs, Wars and
Witches: The Riddles of Culture (1975), demuestra, entre otras cosas que lo que
realmente produce que la vaca sea un animal sagrado en la India no se debe tanto a
explicaciones de carácter simbólico relacionadas con su naturaleza sagrada sino con el
hecho de que en aquel determinado entorno físico, las vacas resultan mucho más
rentables vivas que muertas. Es decir, los beneficios que ofrecen la leche y sobre todo,
el estiércol de este animal (el cual representa un importante material combustible en
India), son económicamente mayores a los que se conseguirían mediante su carne. Por
lo tanto, no hay nada de místico ni simbólico en la vaca en India según la interpretación
del Materialismo, como tampoco lo hay en otras muchas acciones sociales. Casi
siempre la explicación medioambiental, tecnológica o material es la más acertada.
3.4. Resumen
3.5. Bibliografía
Rossi, Ino & O’Higgins, Edwar. (1981). Teorías de la cultura y métodos antropológicos.
Anagrama; Barcelona.
Introducción
En diálogo con la línea de pensamiento que entiende a la Etnografía como un estilo de
producción de conocimiento social (Lassiter, 2005; Marcus, 2008) y que indaga sobre las
condiciones de producción, circulación y recepción de las etnografías, en el siguiente artículo
presentamos un conjunto de reflexiones elaboradas a partir de analizar comparativamente
experiencias etnográficas protagonizadas en el transcurso del desarrollo de nuestras tesis
doctorales.39
A la luz de los actuales debates de la crítica cultural, el objetivo de este artículo es exponer y
describir comparativamente lo que entendemos como performances de campo, situando como
objeto de análisis la experiencia etnográfica en sí misma. Dada la coyuntura, en la que las obras
etnográficas aún no están finalizadas en su totalidad, nos limitaremos a analizar sólo las
condiciones performáticas de producción, dejando las de circulación y recepción para indagaciones
futuras. Para dicho análisis, seleccionamos como soporte empírico, nuestras notas de campo y
registro fotográfico correspondientes al lapso 2005-2010. En la medida en que las condiciones de
producción etnográfica reúnen mediaciones e interrelaciones cuyas propiedades varían a lo largo
del proceso, identificamos tres grandes escenas: 1) la presentación (personal y de la investigación);
2) la selección de interlocutores y construcción del vínculo; 3) la consolidación de relaciones
colaborativas. Concibiendo las etnografías como actos de poder (Katzer, 2009a) es posible
identificar un entramado político intersocietario en el que se alternan como constitutivo del proceso
colaborativo, relaciones de conflicto, poder y negociación.
39 Los sujetos etnográficos son: indígenas huarpes de la provincia de Mendoza y qom de la ciudad de La Plata,
provincia de Buenos Aires.
40 Es necesario reconocer en la base de estos enfoques la propuesta de análisis de los ‘60-‘70 acerca de las
formas desiguales de contacto entre la sociedad occidental con las sociedades no occidentales (Gluckman,
[1958] 1987; Balandier, 1963; Asad, 1973). Gluckman (1987) propuso la categoría de situación social, para
referirse a las configuraciones interactivas conflictivas y cooperativas a la vez entre diversos grupos y
elementos culturales.
41 En el original: "the messiness of the baroque".
[60]
Leticia Katzer y Agustín Samprón
[61]
El trabajo de campo como proceso...
así como un planteamiento sobre el uso de los resultados, que articulados, resultan en una
construcción dialógica de la cultura.
Es decir, la etnografía así concebida es reflexiva, se halla articulada a la vida privada en una
especie de inter-subjetividad, consolidándose a través de la experiencia propia y la de los
interlocutores. Como proceso-práctica y texto, el código ético refiere por tanto a ambas dimensiones;
en tanto patrón de legitimidad de las relaciones establecidas, como de los textos resultantes.
Respecto al primero, se citan los siguientes ítems: elaboración inicial de las necesidades y objetivos
de la comunidad estudiada; consentimiento del informante como condición necesaria; prohibición
de prácticas engañosas; garantía de la privacidad y de la confidencialidad respecto a los
interlocutores; posicionamiento del antropólogo como mediador, es decir, utilización de sus
conocimientos y técnicas para proponer debates y problematizar ciertas cuestiones que afecten a la
comunidad; responsabilidad de presentar de manera minuciosa los resultados parciales y finales de
la investigación. Respecto a la producción textual: generación de oportunidades para la revisión de
los textos, re-trabajarlos si fuera necesario, y relanzamiento de discusiones sobre los temas ya
trabajados; lectura/representación, co-interpretación y edición compartida; re-escritura a partir de
las consultas realizadas con la gente, y por ende generación de resultados negociados a veces
incluso en la redacción; uso por la comunidad de los textos producidos en colaboración.
En esta dirección reflexiva y en un intento por contribuir a los estudios de la Etnografía
Colaborativa, pretendemos describir y analizar escenarios etnográficos que demuestren el potencial
para-etnográfico de las redes sociales configuradas en el trabajo de campo.
[62]
Asimismo sostiene la pérdida de significación de las fronteras espaciales de los Estados-nación como
límites relevantes de unidades de identidad, lo que se hace extensible a otras entidades territoriales existentes.
Y aspira a reducir el papel del Estado al rol de árbitro coordinador e impulsor de relaciones entre
entidades financieras, en vez de hacerlo entre los diferentes grupos del Estado-nación.
3. 3. DIFERENCIA Y DESIGUALDAD
3. 3. 1. Culturalización y naturalización de la desigualdad
- Como sostiene Teresa San Román (1996, 1997), la noción de diferencia se sitúa en un plano distinto
a la idea de desigualdad.
Lo igual y lo horizontal no son lo contrario de lo diferente, sino de lo jerarquizado y vertical, mientras
que la diferencia no tiene un significado opuesto a la igualdad, sino a lo idéntico o a la similitud.
Del mismo modo, la similitud no conlleva forzosamente la igualdad, como tampoco las diferencias se
convierten obligadamente en desigualdades.
Por ejemplo, una misma comunidad religiosa puede hallarse enormemente jerarquizada, en tanto que
individuos pertenecientes a distintas religiones pueden perfectamente estar adscritos a igual clase social
(Alsayad y Castells, 2002). Más claro aún resultaría este ejemplo, si en lugar de religión, hubiéramos
hablado de lengua o de territorio.
- Es común atribuir a diferencias culturales lo que se debe principalmente a disparidades sociales.
Pero, al hablar de diversidad cultural, es preciso no camuflar las desigualdades bajo el manto de la
cultura (Bauman, 2003; Stolcke, 1995).
La confusión de ambos campos se manifiesta con nitidez, por ejemplo, en la visión exótica de la
“cultura de la pobreza”, atribuyéndola a una construcción étnica determinada, a una opción cultural o a
una mentalidad concreta y eliminando de las razones que la explican todo factor social, político y
económico. Según Oscar Lewis, creador del concepto de “cultura de la pobreza”, ésta agruparía todo un
conjunto de conductas, sentimientos e ideas que responden adaptativamente a una marginalidad
económica que se reproduce de modo autosostenido, que permanece invariable ante la eventualidad de
cambios y condena, por sí misma a los pobres a la miseria. Es una cultura responsable de sí misma, en la
que la categoría de clase se diluye en otras identificaciones y se alude en último lugar.
- Por el contrario, en otras ocasiones se obvian diferencias culturales significativas entre individuos
que conviven en un mismo espacio social o marcos sociales próximos.
- El discurso del Estado-nación, al que frente a otros la cultura de la modernidad y la historia le han
otorgado y aún le otorgan una capacidad hegemónica para clasificar y categorizar a la humanidad, para
explicar y legitimar a los distintos grupos sociales y a su propia diversidad interna, es un eje vertebrador
de dominaciones de unos y de dependencias para otros (Azcona, 2003).
Se trata de un sistema de producción de diferencias bajo las que subyace, de una forma u otra, en
superior o inferior grado, el rasgo común de la desigualdad.
La propia incidencia del discurso cultural en la homogeneidad y uniformidad de los individuos busca
conseguir la cohesión y la unidad necesaria para frenar la emergencia de las desigualdades.
En este sentido puede decirse que la cultura es una invención política de la política. Creando la ficción
de que todos jugamos al mismo juego y con las mismas cartas, establece normas, actos
institucionalizados, etiquetas y límites que garantizan la asimilación virtual de las supuestas diferencias y
la negación real de toda asimetría.
- Por otra parte, la ideología de la globalización, propia de las clases medias altas y las elites globalizadas,
ha desarrollado nuevos esquemas posmodernos de hegemonía, unidad y oposición entre segmentos
polarizados de la clase media y elementos de la clase trabajadora y grupos sociales marginados.
La sustitución del nacionalismo por la hegemonía del mercado ha reemplazado la idea de un proceso
diacrónico y lineal de asimilación de la diferencia, por la visión del pluralismo sincrónico, en el que las
distintas identidades culturales son valoradas igual y positivamente.
El neoliberalismo traslada su ideología de libre mercado a la libertad de una diferencia, aparentemente
neutral, que supuestamente iguala los procesos de circulación y consumo del mercado, obviando la
producción y las relaciones de explotación que ésta conlleva.
Es curioso que el argumento del pluralismo se haya utilizado a lo largo de la historia, y sobre todo durante
el siglo XVIII y XIX, como base del dominio de las sociedades coloniales.
Se reduce a la población de la nación a un grupo étnico entre otros muchos y se persigue reemplazar la
identidad nacional por el pluralismo.
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Se parte de que las diferencias e identidades específicas culturales, lingüísticas, étnicas o nacionales son
irrelevantes y, por tanto, asimilables por sí mismas y desde ellas mismas. No tiene interés la asimilación de
una persona o un grupo de una cultura distinta (Friedman, 2003; Turner, 1993, 2003).
El mercado global no tiene la perspectiva estructural de un Estado.
Desde su ventajoso punto de vista -el globo- todos somos consumidores y productores y coexistimos en el
mismo presente. Las mismas leyes universales del mercado se aplican igual y a la vez a uno y a todos.
Bajo esta visión supuestamente cosmopolita, pluralista e híbrida de una sociedad sin identidad nacional, se
concibe que su diversidad, nunca considerada desigualdad, heterogeneidad y, mucho menos, conflicto, es
consumible como un producto cultural -gastronomía, arte, música- “auténtico”, un adorno de la existencia.
Desde los auspicios de la nueva hegemonía del mercado, el pluralismo identitario se valora positivamente
como un fin en sí mismo en sociedades consumistas, dedicadas a la realización de la identidad personal y la
diferencia colectiva (Friedman, 2003; Turner, 1993, 2003).
El pluralismo sincrónico concibe la cultura como una sustancia, capaz de fluir espacio-temporal sin
fronteras, y que, al estar contenida en todos los sujetos, les hace homogéneos dentro de un todo sólo
diferenciado por las proporciones en que se tiene y comparte tal sustancia. Toda distinción es del mismo tipo.
No se tiene en cuenta que, aunque los elementos culturales puedan ser compartidos e incluso importados,
lo distintivo es la forma en que son integrados en estructuras coherentes en las que adquieren sentido.
- La lógica esencialista y la ocultación de verticalidades implícitas en los procesos de culturalización de la
desigualdad son los mismos que hallamos en la naturalización de ésta.
Aunque determinadas desigualdades aluden a ciertos rasgos naturales, las primeras no las definen los
segundos, sino la representación concreta de ellos.
De hecho, hay diferencias naturales que, al no adquirir significado en un contexto particular, no se
visibilizan como factor de distinción alguna o de desigualdad, permaneciendo más o menos neutras.
Esas mismas diferencias en otro contexto distinto podrían, no obstante, ser objeto de atribución de sentido.
Y a ello cabe agregar que tales diferencias, en el caso de que fueran representadas, adquirirían un sentido
u otro dependiendo de los contextos concretos de tales representaciones.
Ahora bien, lo puesto en juego al representar diferencias naturales suele ser más la naturalización de las
desigualdades como forma de legitimarlas y reproducirlas que la naturalización de distinciones culturales
(Stolcke, 1992).
- Así, hay que señalar que a lo largo de los siglos, los grupos dominantes han utilizado la ideología racial,
su fundamentalismo cultural, para justificar, explicar y preservar sus posiciones de poder y privilegio social
y su posesión de recursos, asegurando que los otros son innatamente, biológicamente, inferiores de manera
inmutable y que sus diferencias son irreductibles.
La inferioridad se concibe no ya sólo en el campo social, sino como un conjunto de carencias -
inteligencia, capacidad de toda clase, habilidad, conformaciones genéticas, carácter- que se transmiten de
generación en generación.
Esta categorización de determinados grupos e individuos como inferiores conduce a su exclusión social,
pero, sobre todo, a su consideración como sujetos que por su propia naturaleza degradan, provocan pobreza
y comportamientos marginales.
Se entiende, por tanto, que estas patologías sociales radican en los propios sujetos y que las arrastran por
donde pasan, creyéndose que la desaparición de tales individuos y grupos conllevaría por sí misma la
eliminación de las lacras, con las que se les asocia y que subvierten al conjunto de la sociedad. Se trataría de
que las inferioridades, al ser innatas, no se perpetúen.
En consecuencia, los sujetos, así definidos, se convierten en chivos expiatorios de los desajustes sociales,
que provocan los procesos de dominación, y en la coartada para que los intereses del Estado-nación y del
poder logren la complicidad y el consenso del resto de los grupos de la sociedad.
La exclusión de los sujetos racializados implica algunas veces su desaparición física -limpieza étnica,
etnocidio- o, en la mayoría de los casos, espacial -expulsión y desplazamiento-, pudiendo ésta llevarse a
cabo ser material o simbólicamente. Y, en otras ocasiones se procede a la destrucción de sus culturas, a una
asimilación forzosa o a formas más veladas de racismo como reglas de hipofiliación, que sitúan a los sujetos
nacidos de matrimonios mixtos en el rango racial más excluido -Estados Unidos, Japón-.
- Pero la desnaturalización de las desigualdades naturales -unicidad genética de la especie humana e
inexistencia de razas- emprendida por el conocimiento sobre la naturaleza y lo genético no resulta, sin
embargo, el mejor camino, por importante que sea, para hacerlo, pues pudiera suceder que la igualdad
sólo se entendiera como legítima cuando la desigualdad no poseyera ninguna base natural para afirmarse.
Este conocimiento no puede ser el juez de las decisiones de poder y sobre derechos que afectan a los
individuos y a los grupos.
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La decisión es política y se construye desde el análisis social de prácticas y representaciones.
No lo entiende así Lévi-Strauss (2000) que hipervalora la base biológica de toda afirmación racista,
vinculándola casi con exclusividad a su expresión seudo-científica, construida en el siglo XIX, sin tener
en cuenta que el racismo existió antes y se desarrolla después de que las ciencias naturales desterraran el
mito de la raza para explicar conductas y fragmentar y jerarquizar la especie humana.
- Es más, el racismo no se restringe al terreno de lo biológico sino que se amplía al neorracismo,
disfraz bajo el que el anterior aparece con la globalización (Taguieff, 1988).
El nuevo racismo ya no defiende tanto la superioridad natural de unos grupos frente a otros en función
de su herencia genética, sino de su cultura o identidad, en virtud de las cuales se legitiman exclusiones,
segregaciones, discriminaciones, desigualdades y las formas de violencia que muchas veces llevan
aparejadas estos comportamientos (Chebel D’Appollonia, 1998).
Hay una gran diversidad de sujetos racializados y de modos de racialización.
Hablaríamos, de este modo, de la existencia de grupos estables, homogéneos o cerrados -ya
constituyan culturas, etnias o linajes-, en los que el individuo es una mera expresión de los rasgos
distintivos y estereotipados del colectivo.
Aludiríamos asimismo al sentimiento primordialista de pertenencia racial, cultural o étnica, en los
términos descritos por Weber (1967, 1969), y a la concepción esencialista del diferencialismo en el
sentido de que éste constituye un valor y toda homogeneización su pérdida, por lo que ha de ser
mantenido a ultranza, o de que las diferencias entre los seres humanos son insalvables, ya sean éstas
culturales, raciales o étnicas.
Los prejuicios, la mixofobia y la xenofobía expresan la traducción al campo de la conducta de esas
concepciones neorracistas.
- La exclusión social es objeto tanto de culturalizaciones como de naturalizaciones de la desigualdad.
- Cuando a la desigualdad se suma la ausencia de interdependencia entre los sujetos, se produce la
dependencia de unos frente a otros y la exclusión social.
Con la globalización se ha multiplicado el nivel de marginación, que afecta en especial a la población no
nativa o no tenida como tal.
La exclusión social nace de las relaciones de desigualdad que implican la ausencia de interdependencia,
entendiendo ésta como la mutua capacidad para poder forzar al otro, porque se tiene más poder que él, o
para neutralizar de algún modo, incluso circunstancialmente, el mayor poder que el otro tiene sobre uno y el
predominio absoluto de la dependencia y, por lo tanto, la incapacidad de ejercer presión porque se es
innecesario para que la otra parte sea lo que es y ocupe la posición que ocupa.
Al contrario de lo que sucede en situaciones de desigualdad, en las que existe interdependencia entre los
estamentos desiguales, la exclusión supone que nada depende de lo que el marginado haga; las cosas son lo
que son en la estructura de desigualdades haga éste lo que hace o no lo haga.
La esencia de lo que tipificamos como marginación se produce en situaciones de competencia, que
pueden resolverse con la suplantación de uno de los competidores por el otro, quedando el primero excluido
de los espacios sociales en que se produce la competencia, de un acceso institucionalizado a los recursos
comunes o públicos.
En líneas generales, puede decirse que en una sociedad dada están integrados los miembros que
comparten las prácticas y representaciones generalizadas en el grupo, y están marginados los que, ya sea por
su falta de incorporación al sistema productivo, dificultades de endoculturación y asimilar y plantear
características diferentes a las colectivas, no pueden o quieren o no se les permite participar en un
determinado tipo de actividades del grupo: las actividades integradoras.
La marginación tiende a multiplicar el alejamiento inicial de las prácticas y representaciones comunes,
dando lugar en distintos casos y condiciones a su contravención o abandono.
Pero la desviación, incluida las dificultades de acceso a los recursos económicos, es un elemento
sistémico producido por la interacción social.
A través de ésta van cambiando aspectos sociales y culturales más o menos significativos, que
constituyen desviaciones respecto a las prácticas y representaciones dominantes y mayoritarias.
Hay, entonces, una intrínseca coexistencia e interinfluencia de normalidad y desviación, que permite
presentar a ésta como ruido de fondo, como irregularidad del movimiento del sistema.
La desviación tiene que pasar por una serie de barreras sociales: si es aceptada, se considera una
innovación social y pasa a formar parte de la normalidad; en caso contrario, su rechazo puede llevar a la
transformación de la desviación en marginación.
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Todo sistema tiene sus mecanismos de defensa, y uno de ellos es presentar algunas de las conductas,
situaciones o expresiones desviadas como patologías individuales o sociales e institucionalizarlas como tales
a través del control policial -cárceles-, sanitario -hospitales y manicomios- o alternativo -trabajo social-.
La estigmatización de la desviación se convierte así en pieza clave de la marginación e implica una
reacción de la sociedad, que presupone la visibilidad social de la primera.
El proceso de marginación produce, se acompaña y alimenta de, una representación ideológica que da
racionalidad y justifica la exclusión.
El intento descalifícador de la marginación está en la base misma de los mecanismos del poder, por lo
que las categorías utilizadas para definir la marginalidad de ciertos pueblos o personas son, más que nada,
conceptos de poder, aunque se manifiesten y expresen a través de aspectos culturales y naturales que
aparecen con relativa independencia de las relaciones de poder.
- Sin embargo, ni la desigualdad ni la dependencia son nociones aplicables permanentemente a los
mismos sujetos, sino a sus situaciones y condiciones.
Lo demuestra la actual integración social de los gitanos.
- En los intentos de controlar la naturaleza y la cultura, la humanidad coloca cada vez más elementos y
sectores sociales fuera de control.
La organización de la sociedad en estructuras cada vez más complejas y reguladas se logra a un costo
considerable de exclusión social de ciertos individuos y grupos.
Pero sujetos que, a primera vista, parecerían fatalmente sumergidos en la entropía y anomia, en la
periferia del sistema organizado, y destinados a una marginación permanente, a la disolución o al
exterminio, tienden, ante la disyuntiva de reorganizarse o perecer, a generar principios de orden.
Tales principios de orden, fuera del gran esquema global, se expresan en una infinidad de organizaciones
informales que, a partir de redes personales y grupos básicos, llegan a constituir mecanismos, a veces muy
poderosos, que permiten a diversos sujetos subsistir y desarrollarse al margen o en los límites de lo formal y
reglamentado (Adler, 2003).
La multiplicación de lo pobreza no es el factor principal que decide el encuadramiento de los sujetos en
las redes informales, acrecentadas por la globalización.
La condición esencial que les reúne es ser segmentos sobrantes de la estructura social organizada, cada
vez más compleja.
El criterio de agrupamiento es estructural -la marginación no integrada funcionalmente-, no exclusivo de
sociedades favorecidas y no cuantitativo como podría ser la pobreza, ya que la eventual eliminación de ésta
con hipotéticos subsidios generalizados o la institucionalización del subempleo generalizado no eliminaría
la marginalidad -la pobreza imposible de erradicar con subsidios-, que siempre conllevan los procesos de
concentración económica y política y la complejidad que introducen en la organización de la sociedad.
La analogía de Adams (1975), por la cual los procesos de exclusión resultan equiparables con los que, en
el ámbito de la ecología, convierten los recursos naturales en productos útiles y basura, para ser reutilizados
de nuevo, explica bien una marginación que, cuando genera sus propios principios de orden y supervivencia
mediante la construcción de redes informales, termina complementándose con las estructuras de lo formal.
Se produce así una articulación sistémica entre lo informal y lo formal, que aparecen ligados dándose
una interdependencia de ambos tipos de economía y sociedad.
De hecho, lo informal cubre los intersticios sociales y económicos que escapan del control de lo formal
tanto bajo la faceta de la precariedad -desempleo, inmigración, trabajos a tiempo parcial, traspaso de
funciones del Estado del bienestar a las unidades domésticas...- como en lo relativo a la creación de poderes
alternativos, políticos y económicos anexos -mafias, tráfico de influencias, bienes y servicios, corporaciones
bancarias del tipo de la hawala...-.
Estas redes informales se organizan en base a instituciones y relaciones precapitalistas, como la familia,
las fórmulas de clientelismo, la amistad y la pertenencia étnica; y se guían por la ayuda mutua y
reciprocidad, fundadas en sistemas de creencias y, sobre todo, de confianza y lealtad de tipo tradicional.
Hablaríamos, en suma, de la inclusión de la exclusión, de que el sistema genera sistema hasta cuando
crea antisistema, de que la basura vuelve a ser alimento de nuevo, de que los Estados han establecido
mecanismos que permiten reincorporar a parte de los marginados.
La informalidad no sería un residuo, sino un componente intrínseco de la formalidad, una respuesta a las
deficiencias de la formalización.
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¿Por qué estudiar Antropología?
En los últimos años los antropólogos han tenido una buena acogida en una gran
variedad de puestos públicos y privados: en el sector público, en órganos
gubernamentales relacionados con el bienestar, el abuso de vivienda, la salud mental, el
impacto del medio ambiente, la educación, la ayuda exterior y el desarrollo agrícola; el
sector privado, como asesores de relaciones personales y étnicas y como asesores de
dirección de empresas multinacionales; así como miembros de la plantilla de hospitales
y fundaciones.
La cultura de una sociedad tiende a ser similar en muchos aspectos de una generación a
otra. En parte esta continuidad en los estilos de vida se mantiene gracias al proceso
conocido como Endoculturación. La endoculturación es una experiencia de aprendizaje
parcialmente consciente y parcialmente inconsciente a través de la cual la generación de
más edad incita, induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de
pensar y comportarse tradicionales. La endoculturación se basa, principalmente, en el
control que la generación de más edad, ejerce sobre los medios de premiar y castigar a
los niños.
1.1.3 Etnocentrismo:
Todos los antropólogos culturales son tolerantes y sienten curiosidad por las diferencias
culturales. Algunos, no obstante, han ido más lejos y, adoptando el punto de vista
conocido como relativismo cultural, con arreglo al cual toda pauta cultural es,
intrínsecamente, tan digna de respeto como las demás. Aunque el relativismo cultural es
una manera científicamente aceptable de referirse a las diferencias culturales, no
constituye la única actitud científicamente admisible. Como todo el mundo, los
antropólogos también se forman juicios éticos sobre el valor de las diferentes clases de
pautas culturales. No hay por qué considerar el canibalismo, la guerra, el sacrificio
humano y la pobreza como logros culturales valiosos, para llevar a cabo un estudio
objetivo de estos fenómenos. Nada hay de malo en tratar de estudiar ciertas pautas
culturales porque se desee cambiarlas. La objetividad científica no tiene su origen en la
ausencia de prejuicios – todos somos parciales -, sino en tener cuidado de no permitir
que los propios prejuicios influyan en el resultado del proceso de investigación
(Jorgensen, 1971).
1.1.4 La Difusión:
A principios de este siglo la difusión era considerada por muchos antropólogos como la
explicación más importante de las diferencias y semejanzas culturales. Los persistentes
efectos de este punto de vista todavía se pueden apreciar en intentos de explicar las
semejanzas entre grandes civilizaciones como consecuencia de derivar unas de otras:
Polinesia de Perú, o viceversa; las tierras bajas de Mesoamérica, de las altas; China de
Europa, o viceversa; el nuevo mundo (Las Américas) del viejo, etc. No obstante, en
años recientes la difusión ha perdido fuerza como principio explicativo. Nadie duda que,
en general, cuanto más próximas están dos sociedades tanto mayor serán sus semejanzas
culturales. Pero estas semejanzas no se pueden atribuir, sencillamente, a una tendencia
automática, a la difusión de rasgos. Es probable que sociedades próximas en el espacio
ocupen ambientes similares, de ahí que sus semejanzas puedan deberse a la adaptación a
condiciones parecidas (Harner, 1970). En otras palabras, la resistencia a la difusión es
tan común como su aceptación. Si no fuese así, no habría conflictos entre los católicos y
los protestantes de Irlanda del Norte; los mexicanos hablarían inglés (o los
norteamericanos español) y los judíos aceptarían a Jesucristo.
raciales, expresados, como es frecuente en estos casos, con una actitud pseudo –
científica. La Antropología es la ciencia del hombre en cuanto ser psicofísico o
simplemente en cuanto entidad biológica dentro de los demás seres animados y, en
última instancia, dentro de la Naturaleza. La Antropología científica es así por una
parte, un capítulo de la Biología o por lo menos, un capítulo de la ciencia que requiere
el concurso de múltiples disciplinas; que no solamente se sirve de la Biología, sino
también de la Psicología... Sin embargo la Antropología, sin dejar de ser por supuesto,
“científica” es menos científico - natural que científico – cultural, e inclusive es
llamada a veces Antropología cultural para distinguirla de la Antropología clásica. En
cambio la Antropología filosófica sobrepasa a ésta por considerar al hombre no sólo un
ser natural, sino también un ser esencial.
El concepto de cultura fue puesto de moda por los antropólogos, incluso antes de
que fuese objeto de un examen minucioso y de esfuerzos de definición sistemática. El
término Antropología cultural surgió de un modo natural en el momento en que se
dibujó en el estudio del hombre un reparto de las tareas, y ha seguido siendo empleado,
de un modo cada vez más exclusivo, por la tradición americana. El término de
antropología social es más tardío, fechable aproximadamente en los primeros años del
siglo XX. Sin embargo, existe en ello algo más que una trivial diferencia de uso y
tradición, más que una simple diferencia de acento. Se plantea un problema más hondo,
la definición y empleo de los conceptos de cultura y sociedad. Estas ideas son
transmitidas por Paul Mercier en su libro “Historia de la Antropología”.
Mientras en Gran Bretaña se daba preferencia a la denominación de la antropología
social, otros se inclinaban a separar la antropología social y cultural, bien atribuyéndoles
dimensiones distintas, bien colocándolas en diferentes esferas. Está diversidad de
terminologías vuelve a aparecer en el interior de la propia antropología social y
cultural.
Como quiera que sea en el punto de partida está la recolección de datos y la
descripción... lo que comúnmente se llama etnografía.
Observación participante:
Participar en la vida local significa que los etnógrafos hablan constantemente con la
gente y les preguntan sobre lo que observan. Cuanto más aumenta el habla nativa van
entendiendo más y mejor, se dan varias etapas del aprendizaje de la misma. Primero la
fase de nombrar, preguntando nombre tras nombre de los objetos que nos rodean. Luego
hacemos preguntas más complejas. Entendemos conversaciones sencillas ente la gente,
y si el dominio de la lengua nos ayuda, somos capaces de comprender las veloces
discusiones públicas y las conversaciones en grupos. La oratoria especial suele contener
liturgias, conjuntar secuencias formales de palabras y acciones que podemos recoger
para su posterior análisis con un experto local.
Con la entrevista con cuestionarios, el etnógrafo habla cara a cara con sus informantes,
hace preguntas y anota las respuestas. Los otros procesos de cuestionarios tienden a ser
más indirectos e impersonales; con frecuencia es el propio encuestado el que rellena el
formulario.
<Nuestra meta de obtener una muestra total nos permitió contactar con casi todas las
personas del pueblo y nos ayudó a establecer una relación. Sin embargo, como en otras
encuestas, nuestras entrevistas con cuestionarios recogieron una información
cuantificable comparable. Esto nos proporcionó una base para evaluar patrones y
excepciones de la vida del pueblo. Nuestros cuestionarios incluían un número de
preguntas que se hacía a todos por igual y que a veces surgían preguntas interesantes.
Luego, seguiríamos estos cabos sueltos en muchos sentidos de la vida comunitaria.
De modo, que esta entrevista con cuestionarios nos proporcionó una estructura marco
que nos orientaba, pero no nos confinaba en nuestra investigación. Ello permitió que
nuestra etnografía fuera tanto cuantitativa como cualitativa>.
El método genealógico:
Antropología urbana:
Análisis comparativo:
Capítulo II:
Historia de la trata en Argentina
1. La “Trata de Blancas”
La trata de personas es una práctica muy antigua en la historia de la humanidad. Como problemática social se hace visible hacia
fines del siglo XIX y comienzos del XX; momento en que se la denomina “Trata de Blancas”, para referir al traslado y comer-
cio de mujeres en su mayoría de origen europeo y americano. Este reconocimiento se apoyó en la idea de que el fenó-
meno implicaba secuestros, engaños y violencia ejercida sobre mujeres que se encontraban en situación de vulnerabilidad.
En nuestro país pueden reconocerse actividades de trata ligadas a la explotación sexual desde fines del siglo XIX, cuan-
do las mujeres europeas poblaron los burdeles de Buenos Aires en el periodo culminante de la emigración transatlán-
tica, entre 1870 y la Primera Guerra Mundial22.
En el año 1875, con la reglamentación de la actividad de los prostíbulos en Buenos Aires, comenzó un proceso de lega-
lización de la prostitución. Si bien la Ley prohibía esta actividad con personas menores de edad, definía una excepción:
“La hipocresía de la sociedad de entonces autorizaba legalmente el ejercicio de la prostitución a niñas menores de edad
si habían sido iniciadas tempranamente”23.
Esta excepción definida en la norma, generaba una clara separación o distinción en el tratamiento de las mujeres menores
de edad, mientras buscaba proteger a unas, desprotegía a otras. Tal “abandono” de la letra de ley se apoyaba en patrones
patriarcales que construían “cuerpos que importaban”, a diferencia de los que “podían ser usados como mercancías”.
En efecto, hasta entrado el siglo pasado sobrevolaba la idea de la prostitución como “un mal necesario”. Lo cual remi-
te a las relaciones de poder que históricamente han determinado la cotidianidad de los sujetos, creando concepciones
capaces de habilitar, reproducir y naturalizar el sometimiento de las mujeres a la voluntad de los hombres24.
A lo largo de la historia, estas prácticas han legitimado situaciones de explotación “controladas” por los municipios y la poli-
cía. De esta manera, el “mal necesario” se convirtió en política de Estado. Según datos aportados por la policía de aquella
época: “El comisario auxiliar Miguel Costa ordenó el 15 de junio de 1885 a los comisarios de Sección, que debían hacer
saber a las prostitutas que podían abandonar las casas aunque tuvieran deudas contraídas con los dueños (del prostíbulo)
y que en cualquier circunstancia encontrarían apoyo en la autoridad para resistir los malos tratos o violencia de que fueran
objeto”25. Esta disposición describe nítidamente la condición de trata en la que encontraban sumergidas las víctimas, al men-
cionar la deuda económica que debían asumir con los rufianes, quienes les cobraban por la vivienda, la ropa, la comida y
otros gastos que ellas generaban mientras se encontraban esclavizadas. Deuda que, difícilmente, lograba saldarse.
En la misma obra histórica, se menciona la cantidad de prostíbulos que funcionaban en la Ciudad de Buenos Aires en
1933 (233 oficializados), y en alusión a los proxenetas responsables de la prostitución callejera -en su mayoría extran-
jeros- se establece el procedimiento efectuado de expulsión del país de acuerdo con lo establecido por la Ley de
Residencia vigente entonces.
A la migración europea se sumó la alta burguesía porteña para conformar la clientela, sosteniendo una doble moral:
discursos moralistas por un lado y concurrencia a los prostíbulos por otro. Finalmente, la evolución del negocio hizo
que tanto los proxenetas europeos como las mujeres explotadas de la misma procedencia, terminaran desplazando a
sus pares locales.
En cuanto a las causas del crecimiento de la prostitución con el comercio de mujeres, Schnabel sostiene que es impo-
sible separarlo del conjunto de fenómenos que sobreviene a las dos Revoluciones Industriales, tales como “el crecimien-
to del capitalismo moderno, el aumento poblacional de las grandes urbes, la oleada que emigra del hambre de Europa
y poblará nuestro país - necesitado de mano de obra para desarrollar el modelo que Argentina ocupará en la división
internacional del trabajo- y el incremento de los medios de transporte”26.
Con el afianzamiento del capitalismo a nivel mundial, se conformaron algunas de las grandes “sociedades
delictivas”27 que pasarían a dominar el mercado de nuestro país durante buena parte del siglo pasado. De esta mane-
ra, el negocio de dimensiones internacionales alcanzó altos niveles de organización y de poder económico
y político.
Sin embargo, varios sectores del país estaban decididos a terminar con la trata. Como antecedente significativo puede
mencionarse a un grupo de ciudadanos que, en 1903, propuso una ley para permitirle al gobierno controlar la inmi-
gración de mujeres menores que arribaran al país sin acompañamiento o autorización, para que pudieran ser enviadas
a los asilos o devueltas a sus padres. De acuerdo a esta propuesta, los traficantes serían castigados con tres años de
cárcel. El proyecto fue enviado al Senado de la Nación, pero lamentablemente transcurrirían diez años antes de que el
Congreso Argentino aprobara una ley contra este delito.
La denominada Ley Palacios (N° 9.143) de 1913, fue la primera ley contra la “Trata de Blancas, la prostitu-
ción de niñas y adolescentes y el proxenetismo”, modificaciones que fueron incorporadas al Código Civil de
Argentina como los artículos 125 y 126.
En este marco, y preocupada por las dimensiones que estaba adquiriendo esta problemática, la Sociedad Civil creó en
Buenos Aires la “Asociación Nacional Argentina contra la Trata de Blancas”, que se ocuparía principalmente de gestio-
nar los hogares transitorios para las mujeres rescatadas, coordinar bolsas de trabajo y controlar los avisos engañosos
publicados en los diarios de la época que servían para reclutar a las víctimas.
Resulta importante destacar la participación en esta lucha que distintas mujeres tuvieron a lo largo de la historia. Una
de las más comprometidas desde la mencionada Asociación fue Cecilia Grierson. Por su parte, entre 1922 y 1923 la
uruguaya Paulina Luisis fue una integrante activa de la “Comisión de Lucha contra la Trata de Mujeres y Niñas” de la
Sociedad de las Naciones. Luego, en la década de 1930, la anarquista Emma Goldman cumplió un rol fundamental
contra la trata de mujeres28. Como corolario, en 1936 fue sancionada la Ley de Profilaxis que abolió la prostitución.
Todo lo anterior fue posible gracias a la difusión que adquirió por entonces la existencia de las organizaciones delicti-
vas y los delitos cometidos, tomando notoriedad pública los procesos judiciales que favorecían a los explotadores y fun-
cionarios, así como otras situaciones de cohecho vinculadas. Resultará evidente que la existencia de una Ley no termi-
nó con la explotación de las mujeres, pero sí puede decirse que favoreció un cambio en las formas de su ejercicio.
A pesar de ello, unos años más tarde nuevamente decreció el interés colectivo por esta problemática. Para Schnabel,
ello podría relacionarse en parte, a los procesos de inclusión generados desde el Estado en la década de 1950, en los
que amplios sectores de población ingresaron a los circuitos laborales, educativos y sanitarios. La sociedad accedió a
otros recursos materiales y simbólicos que impactaron en las costumbres sociales transformándolas. Ya en los ‘60s, la
lucha de diversos movimientos feministas permitieron a las mujeres conquistar nuevos espacios de poder; por lo menos
a algunas de ellas29.
Si bien la Ley Palacios significó una conquista que puso a nuestro país en un lugar de avanzada con
respecto a la impronta internacional, esta normativa se mantuvo congelada durante muchos años. Es
notorio el tiempo transcurrido entre la sanción de esta Ley en 1913 y el Decreto-Ley de 1957 y luego la Ley de
1960, documentos mediante los cuales Argentina ratificó el “Convenio para la Represión de la Trata de Personas
y la Explotación de la Prostitución Ajena” (ONU, 1949).
Por otra parte, a nivel internacional los discursos sobre la “trata de blancas” fueron acaparados por el movimiento abo-
licionista de la prostitución, que consideraba a esta última como una forma de esclavitud de la mujer.
Su triunfo se vio reflejado en la incorporación de la temática en la agenda mundial, a través de diversos acuerdos inter-
nacionales para la supresión de la Trata desarrollados desde 1904 y hasta 1949, año en que la Asamblea General de
las Naciones Unidas (ONU) aprobó el mencionado “Convenio para la Represión de la Trata de Personas y la Explotación
de la Prostitución Ajena”. Aunque se trató de un logro sumamente paradigmático, ello no repercutió en acciones con-
cretas por parte de los países miembros para frenar este delito.
De manera que el tema tomaría relevancia nacional e internacional recién entrados los años ´80, cuando se
produjo un significativo incremento de la migración femenina trasnacional, que venía gestándose desde
fines de los años 7030. Es en ese momento que la antigua definición de “trata de blancas” cae en desuso, “por
no corresponder ya a las realidades de desplazamiento y comercio de personas y tampoco a la naturaleza y dimensio-
nes de los abusos inherentes a este flagelo”31.
28. TORCHON, Yvette; “Las rutas de Eros. La trata de blancas en el Atlántico Sur. Argentina, Brasil y Uruguay (1880-1932)”. Ed. Taurus. Montevideo, 2006.
29. SCHNABEL, Raúl; Op. Cit., 2009.
30. “La Trata de Personas: Aspectos Básicos”. Publicación de la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), Organización
Internacional para las Migraciones (OIM), Instituto Nacional de Migración y del Instituto Nacional de las Mujeres del México. Ciudad de México, 2006. Pág. 9.
31. Ibídem.
TRATA DE PERSONAS, UNA FORMA DE ESCLAVITUD QUE AFECTA PRINCIPALMENTE A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES 17
A nivel regional, en 1994 fue fundada la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres (CATW) de Venezuela con el objetivo
de ampliar la cobertura de acción contra la explotación sexual en el país. Luego se conformó la filial regional, amplian-
do su misión para “establecer y desarrollar una Red Latinoamericana y del Caribe dirigida Contra la Explotación de
Mujeres y Niñas en Prostitución y Tráfico, bajo la perspectiva filosófica de la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres, que
define a la explotación sexual de la mujer en todas las modalidades de la prostitución, pornografía y tráfico, como vio-
lación de los Derechos Humanos”32.
Desde 1986 las fundadoras e integrantes de esta organización trabajan conjuntamente con UNESCO en la revisión de
diversos documentos. Esta investigación los llevó a sostener, entre otros puntos, que resulta inaceptable el concepto de
“prostitución forzada”; ya que el supuesto de una prostitución libremente practicada, cualesquiera que sean
las formas de ejercerla, quedó negado, en vistas de las características que adquiere el sistema patriarcal
imperante y del lugar que ocupan las mujeres en la sociedad33.
Pero el fenómeno continuaría creciendo hasta nuestros días. Tal como distintos trabajos señalan, en paralelo
a una creciente desigualdad en la distribución de la riqueza y a la existencia de profundas diferencias
de los niveles de desarrollo entre países, durante la década de los ‘90 la trata de personas fue aumen-
tando considerablemente a nivel mundial. En la actualidad, miles de personas —especialmente muje-
res, niñas y niños— son captadas, engañadas y sometidas a diversas formas de explotación.
En el año 2002, la República Argentina sancionó la Ley que ratifica la “Convención de las Naciones Unidas con-
tra el Crimen Organizado Trasnacional” y sus tres protocolos34, aprobados en la ciudad de Palermo (Italia) en el
año 2000. El Protocolo de Palermo reviste singular importancia porque se refiere específicamente a la trata
de personas en mujeres y niños. En este marco, el Gobierno argentino designó a la Oficina de Asistencia Integral a
la Víctima del Delito (OFAVI) como “Punto focal”35 en la lucha contra la trata de personas.
En el mismo año, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) propuso el “Programa de Asistencia a las
Víctimas de Trata” (AVOT), basado en una estrategia de intervención múltiple, con asistencia y protección a la víctima
y apoyo para el retorno voluntario al país de origen.
32. Conclusiones del Seminario-Taller “Explotación Sexual y Tráfico de Mujeres y Niñas Latinoamericanas y del Caribe” organizado por la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres
(Venezuela), auspiciado por The Global Fund for Women, Shaler Adams Foundation y UNESCO -quien otorgó carácter Regional al evento- el día 10-3-94 en Caracas,
Venezuela.
33. Actualmente, la Red Latinoamericana y del Caribe de la Coalición desde Venezuela, articula información y acciones con sus coordinadoras locales, con programas destina-
dos a mujeres y niñas prostituidas, e igualmente presta consultoría y asesoramiento gratuito a las ONG que lo solicitan.
34. Protocolo para Prevenir, Erradicar y Sancionar la Trata de Personas, especialmente Mujeres y Niños (Protocolo de Palermo); Protocolo contra el Tráfico Ilícito de Migrantes
por Tierra, Mar y Aire; y el Protocolo contra la Fabricación y el Tráfico Ilícito de Armas de Fuego, sus piezas, componentes y municiones; ONU, 2000. Para ampliar la infor-
mación acerca de los acuerdos internacionales y la legislación nacional vinculados con la temática de la trata de personas, consultar el Capítulo V. “Aspectos Normativos”.
35. El Punto Focal funciona como una instancia nacional de articulación y sensibilización. Desde que la Convención entró en vigor, cobró sentido tener un referente nacional
para contar con una adecuada identificación de los problemas relativos a las cuestiones abordadas por la Convención. Uno de ellos es la adecuación de las normas legales
a los estándares de la Convención y la modificación de las prácticas.
18 TRATA DE PERSONAS, UNA FORMA DE ESCLAVITUD QUE AFECTA PRINCIPALMENTE A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES
Tal como ha sucedido a lo largo de la historia, la problemática ha sido abordada de manera pionera por la Sociedad
Civil36. Desde el año 2003, la Red “No a la Trata” nuclea distintos organismos nacionales y provinciales, organizaciones
no gubernamentales (ONGs) y personas físicas que articulan acciones contra este delito (mediante mensajes de correo
electrónico pero sin acciones efectivas). En el mismo año fue creada la ONG “Luz de Infancia”, en Puerto Iguazú
(Provincia de Misiones), destinada a proteger a las niñas y niños víctimas de prostitución. Iniciativa que actúa hoy en
coordinación con la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (CONAETI) presidida por el Ministerio
de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.
Corresponde señalar además, la tarea realizada por la “Coalición Alto a la Trata y a la Explotación Sexual Comercial
Infantil”, que funciona desde el año 2005 con sede en Posadas, junto a la Secretaría de Cultura de la Provincia de
Misiones. Esta organización se ha ocupado del seguimiento de los artículos clasificados de los diarios misioneros que a
partir de la oferta de trabajo intentaban reclutar menores; también ha confeccionado el “Código de Ética Hotelera con-
tra la Trata y la Explotación Sexual Comercial Infantil” al que adhirió la Asociación Misionera de Bares, Hoteles,
Restaurantes y afines, y la Subsecretaría de Turismo de la misma Provincia.
En noviembre de 2004, la Honorable Cámara de Diputados de la Nación organizó un Seminario para trabajar sobre la
temática. Mientras que el entonces Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (CONNAF) abordó el tema rea-
lizando una investigación nacional sobre “Tráfico de niños, niñas y adolescentes con fines de explotación sexual comer-
cial. Marcos normativos y pornografía infantil en Internet”. Por su parte, el Consejo Nacional de la Mujer –cuyos obje-
tivos comprenden, entre otros, fortalecer las áreas de mujer provinciales y locales-, administró durante el año 2005 una
“Encuesta sobre trata de personas” destinada a las consejeras federales de cada provincia, a fin de realizar un diagnós-
tico sobre el reconocimiento social del problema. Los resultados obtenidos evidenciaron de manera contundente la exis-
tencia del fenómeno.
La Cancillería Argentina, particularmente a través de la Representación especial para Temas de la Mujer en el Ámbito
Internacional, llevó adelante acciones de prevención, atención y asistencia a las víctimas. Las acciones de información
y sensibilización desarrolladas comprendieron jornadas y talleres sobre trata de mujeres y niñas. En este marco, duran-
te el año 2005, se organizó una “Campaña Nacional de Prevención de la Violencia contra las Mujeres y la Trata de
Personas” en todo el territorio nacional.
Complementariamente, en la IV Reunión de las Altas Autoridades en Derechos Humanos y Cancillerías del MERCOSUR
y Estados asociados (2005), fueron aprobadas las “Recomendaciones sobre derechos y asistencia a las niñas, niños y
adolescentes, víctimas de trata, tráfico, explotación, abuso y/o venta”. El documento define específicamente los dere-
chos y la asistencia a la víctimas de estos graves delitos.
A su vez, la Dirección Nacional de Asistencia Directa a Personas y Grupos Vulnerables, de la Secretaría de Derechos
Humanos de la Nación, ha participado activamente en el proceso de redacción de un Anteproyecto de Ley en materia
de Trata, utilizando como criterios orientadores el Protocolo de la Convención Interamericana de los Derechos del Niño
y el “Protocolo de Palermo”.
36. En efecto, desde el año 2000 existen denuncias y declaraciones de las ONGs de las zonas más comprometidas por el delito de trata de personas. Sin embargo los casos rara
vez tomaron la suficiente relevancia como para determinar el accionar de los decisores.
TRATA DE PERSONAS, UNA FORMA DE ESCLAVITUD QUE AFECTA PRINCIPALMENTE A NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES 19
Finalmente, puede mencionarse como antecedente un proyecto elaborado por el Procurador General de la Nación (Dr.
Eugenio Freixas), y presentado por el Senador Agundez en el año 2006, año en el cual la OIM destaca un incremento
notable de la cantidad de menores asistidos, que llegaron a representar aproximadamente la mitad de las víctimas regis-
tradas. Este escenario introdujo el desafío de garantizar la reinserción social de los niños y niñas, en condiciones tales
que evitaran que fueran re-victimizados.
Pero la situación comenzó a cambiar radicalmente cuando en el año 2006, en parte gracias al accionar de la Sociedad
Civil, el Ministerio del Interior redactó un proyecto de ley que incluía un Programa de Prevención, Erradicación de
la Trata de Personas y Asistencia a sus víctimas mediante el Programa “Las Víctimas contra las Violencias”37. Al
mismo tiempo, el Senado de la Nación produjo su proyecto que es el que actualmente constituye la Ley de Trata de Personas.
En octubre del año 2007, el entonces Presidente Dr. Néstor C. Kirchner firmó el Decreto PEN 1281, consagran-
do definitivamente la propuesta anteriormente mencionada y dando vida al Programa propuesto38. Luego, en
Abril de 200839 fue sancionada la Ley 26.364 de “Prevención y sanción de la trata de personas y asisten-
cia a sus víctimas”.
Otro organismo gubernamental, la Procuración General de la Nación (PGN), comunicó en su “Informe Anual de
2009”, la confección de una base de datos con los casos judicializados en todas las provincias del país. Esta informa-
ción, junto a las respuestas brindadas por las fiscalías, los trabajos de campo y el material periodístico recolectado, vali-
dó la hipótesis de que el Norte Argentino se presenta como la región de mayor captación o reclutamiento de
personas (en su gran mayoría mujeres) con fines de explotación sexual; constituyéndose, a su vez, en área
de paso o transporte de personas (principalmente hombres) destinadas a la explotación laboral.
Respecto de la asistencia a las víctimas, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a través de su
Proyecto de Asistencia a Víctimas de Trata (AVOT)- con cobertura en los países del Cono Sur: Argentina, Brasil,
Chile, Paraguay y Uruguay-, atendió en la Argentina, hasta octubre de 2009, a 525 personas; de las cuales 306 fueron
víctimas de explotación sexual, mientras que 219 fueron explotadas laboralmente.
La experiencia del Programa AVOT permite constatar un incremento constante de mujeres jóvenes víctimas de trata con
fines de explotación sexual. Asimismo, la tendencia del último año indica que las víctimas de explotación laboral
son cada vez más jóvenes y adolescentes.
Los países de origen de las víctimas son principalmente Paraguay y Bolivia, además de República
Dominicana, Brasil, Perú, Colombia y Argentina. De los casos asistidos durante el periodo analizado, 288 personas
decidieron retornar voluntariamente a sus países de origen. El 48% regresó a Bolivia, el 31% a Paraguay; el 10% res-
tante regresó a República Dominicana. El 11% final se distribuyó entre Colombia, Brasil y Perú.
El Programa AVOT tiene como contrapartes a los gobiernos de la región a través de sus Ministerios de Justicia, Oficinas
de Asistencia a las Víctimas, Ministerios del Interior, Ministerios de Relaciones Exteriores, Secretarías de la Mujer,
Ministerios Públicos Fiscales y Poder Judicial, Defensorías del Pueblo y organizaciones de la sociedad civil40.
Por otra parte, de acuerdo al “Informe anual 2010” de la Unidad Fiscal de Asistencia en Secuestros Extorsivos y
Trata de Personas (UFASE), dependiente del Ministerio Público Fiscal, durante ese año se iniciaron 107
Investigaciones Preliminares (en el período del Informe 2009 se iniciaron 102 investigaciones Preliminares) y 61
Expedientes de Colaboración en causas judiciales (en el período del Informe 2009 se iniciaron 48 Expedientes de
Colaboración)41.
40. Información actualizada en el sitio web OIM a noviembre 2011, disponible en: http://www.oimconosur.org/varios/index.php?url=pyp_avot
41. El documento completo se encuentra disponible en: http://www.mpf.gov.ar/index.asp?page=Accesos/Ufase/ufase1.asp
Subcultura,contracultura,tribus urbanas y culturas juveniles:¿homogeneización o diferenciación?
2. Contracultura
4. Tribus urbanas
¿Qué tan útil es categorizar a los grupos que surgen como expresiones
alternas a la sociedad? En base a mi experiencia dentro del área de
Antropología, por un lado, el uso de conceptos sirve para delimitar y
hacer hincapié en la independencia y su diferencia de sus expresiones con
la sociedad “adulta”, “del maistream”, “dominante”, o alguna otra variación.
Sus propuestas se vislumbran claramente en sus territorios, su jerga, su
vestimenta y en sus preferencias sexuales y musicales, principalmente.
Por otro lado, a) sólo han servido para categorizar y estandarizar a los
diversos grupos, con lo cual se creó una especie de miopía que no permite
sus particularidades y sus propuestas como independientes e innovadoras,
es decir, no permiten ver su expresión local ni particular entre cada uno
de ellos; b) sólo se logra generalizarlos como personas que tienen que
contar con las mismas reacciones, propuestas o, en su defecto,
comportamiento; y c) sólo se generan más confusiones al darles
forzosamente un concepto global, es decir, crear categorías universalmente
aplicables.
Estas limitaciones también se reflejan en conceptos que han servido
para explicar el interior de los grupos –estilo, lifestyle, consumo, identidad,
entre otros– por contar con un análisis y marco conceptual acertado, sin
embargo no pueden seguir siendo utilizados para estudiar el interior de
las culturas como si fueran iguales y/o tuvieran los mismos patrones.
Por ejemplo, el estilo y el consumo no pueden ser entendidos de la
misma manera con los fresas ni con los góticos 5 . Para los fresas el consumo
5
Con góticos me refiero a un grupo de personas –a nivel mundial– que son mayores de 30 años, su música
es underground, generan sus propias vestimentas y sus espacios de ocio y de trabajo. Es un grupo que se
caracteriza por estar a favor de la autogestión y la autocreación.