Trabajo
Social
Aportes a la historia reciente
Martín Hornes y
COLECCIÓN MORRAL DE APUNTES
Javier Nascone
(compiladores)
Aldana Lescano, Alejandra
Andrada, Belén Demoy,
Denise Fernández, Javier
Nascone, Martín Hornes,
Paula Villadangos, Sabrina
Giuliano y Yanina Rivolta
(autorxs)
Trabajo social:
aportes a
la historia
reciente
Trabajo social:
aportes a la
historia reciente
Martín Hornes y Javier Nascone
(compiladores)
Aldana Lescano, Alejandra Andrada,
Belén Demoy, Denise Fernández,
Javier Nascone, Martín Hornes,
Paula Villadangos, Sabrina Giuliano
y Yanina Rivolta (autorxs)
COLECCIÓN MORRAL DE APUNTES
Trabajo Social : aportes a la historia reciente / Javier Nascone ... [et al.] ; compilación
de Martín Hornes ; Javier Nascone ; prefacio de Darío Kusinsky ; prólogo de Cristina
Inés Bettanin. - 1a ed. - José C. Paz : Edunpaz, 2023.
Libro digital, PDF - (Morral de apuntes. Trabajo Social)
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-8262-04-8
1. Trabajo Social. 2. Identidad Profesional. 3. Historia Contemporánea. I. Nascone, Javier,
comp. II. Hornes, Martín, comp. III. Kusinsky, Darío, pref. IV. Bettanin, Cristina Inés, prolog.
CDD 361.309
1ª edición, febrero de 2023
© 2023, Universidad Nacional de José C. Paz. Leandro N. Alem 4731
José C. Paz, Pcia. de Buenos Aires, Argentina
© 2023, EDUNPAZ, Editorial Universitaria
ISBN: 978-987-8262-04-8
Universidad Nacional de José C. Paz
Rector: Darío Exequiel Kusinsky
Vicerrectora: Silvia Storino
Secretaria General: María Soledad Cadierno
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Sistema de Bibliotecas: Bárbara Poey Sowerby
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Índice
Presentación
Darío Kusinsky 9
Prólogo
Cristina Inés Bettanin 13
Introducción
Javier Nascone y Martín Hornes 25
Capítulo 1. Aproximaciones al Movimiento
de Reconceptualización en Trabajo Social.
Legado e implicancias para la profesión
Paula Villadangos y Yanina Rivolta 31
Capítulo 2. Trabajo social y dictadura en Argentina.
Heridas que siguen abiertas
Javier Nascone 51
Capítulo 3. Pobreza e intervención social
en la Argentina de la transición democrática
Aldana Lescano y Martín Hornes 69
Capítulo 4. La intervención fragmentada:
entre los años 90 y la crisis del 2001
Denise Fernández y Alejandra Andrada 85
Capítulo 5. Poscrisis y expansión profesional.
Dilemas y resignificación del trabajo social
Belén Demoy y Sabrina Giuliano 103
Sobre las autoras y los autores 119
Presentación
Darío Kusinsky
Con inmensa alegría la UNPAZ presenta una nueva edición de la colección
Morral de Apuntes, que sin lugar a dudas es una de las propuestas más inno-
vadoras que tiene nuestra editorial, EDUNPAZ. De hecho, esta producción
se corresponde con la continuidad de un primer volumen que reconstruía
los inicios de la profesión titulado Trabajo Social: lecturas históricas y apuntes
para la reflexión, publicado en el año 2021 y que ya lleva más de mil descargas
en línea.
El impacto que tuvo la producción del primer volumen en los estudiantes
de la carrera ha motivado a este equipo docente, autores y autoras, a redoblar
la apuesta generando una nueva elaboración pedagógica pensada desde el in-
terior de una materia, hacia sus estudiantes y el colectivo profesional amplia-
do. Podríamos afirmar que se trata de una “propuesta pedagógica” situada,
donde la complejidad territorial, política, económica y social evidencian la
necesidad de construir otros contratos pedagógicos sustentables que persi-
gan la calidad académica sin resignar el perfil profesional que la institución
anhela.
Este libro propone continuar recorriendo la historia reciente del trabajo
social de nuestro país: desde los años setenta hasta la primera década del si-
glo XXI, conociendo diferentes períodos que dejaron una huella significati-
va. Presentados a través de sus capítulos, cada uno de ellos profundiza en la
importancia del contexto político-social y el impacto que tuvo en la profe-
sión como colectivo y también como práctica profesional. En este sentido se
11
Darío Kusinsky
presentan categorías conceptuales sobre la intervención social, la formación
académica y la actualización profesional.
En suma, podemos decir que la presente producción pretende recuperar
la historicidad profesional del trabajo social argentino reponiendo discusio-
nes relevantes de los últimos cincuenta años del campo disciplinar. Al mismo
tiempo que comprender los procesos sociales en clave histórica, resulta un
insumo fundamental para el pensamiento estratégico de las y los estudiantes,
y seguramente esta publicación viabilice este propósito.
Sin lugar a dudas una producción enmarcada en la colección Morral de
Apuntes está pensada por y para nuestros estudiantes, pero, aun así, espe-
ramos que esta creación resulte de relevancia no solo para ellos y ellas, sino
también para docentes y equipos de investigación, que también trascienda al
colectivo de la UNPAZ y que pueda resultar de interés para colegas docentes
de las universidades todas. También anhelamos que despierte curiosidad en el
colectivo profesional en general, y que interpele además a las organizaciones
sociales e instituciones de nuestro territorio paceño.
En un contexto y escenario complejos, es necesario seguir pensando y re-
flexionando sobre la producción y gestión de las universidades públicas don-
de la multiplicidad de actores, sus demandas y sus problemáticas aparecen re-
configuradas y representan un desafío no solo para los sectores populares sino
también para aquellos que apostamos a la inclusión académica de calidad.
Los y las invitamos a zambullirse en la lectura de esta nueva producción.
Darío Kusinsky
Rector de la Universidad Nacional de José C. Paz
12
Prólogo
Cristina Inés Bettanin
La dimensión colectiva de
procesos instituyentes
El texto de este libro que fui invitada a prologar constituye un trabajo co-
lectivo que reúne aportes para pensar la profesión del trabajo social en el con-
texto argentino de las últimas décadas, entendidas como historia reciente y
eso supone comprender la dinámica pasado-presente y cómo estas tempora-
lidades se van entrelazando y cuando no superponiendo. El aporte de nuevas
perspectivas sobre lo acontecido en términos económicos, políticos y sociales
con sus propios enfoques analíticos sigue siendo relevante para las ciencias
sociales; más aún, cuando ello involucra las diversas respuestas a la cuestión
social, y las concepciones sobre estos temas se vuelven imprescindibles para
nuestra disciplina particularmente. Esta producción se corresponde con la
continuidad de un primer volumen que reconstruía los inicios de la profesión,
titulado Trabajo Social: lecturas históricas y apuntes para la reflexión.
Sugiero tomar nota de la continuidad de este propósito de enseñanza ya
que considero que una de las riquezas se corresponde con el proceso peda-
gógico en un sentido más amplio, que jaquea los límites de la organización y
el dictado de una “materia” y que a mi entender forma parte del contexto de
producción de los aportes del libro al proceso de enseñanza-aprendizaje del
colectivo estudiantil de la UNPAZ, principal destinatario del esfuerzo de las y
los docentes, hoy autores y autoras de la publicación.
15
Cristina Inés Bettanin
En ese sentido, sitúo este segundo libro en el marco de lo que podríamos
denominar como la consolidación de la institucionalización de la carrera de
Trabajo Social en la UNPAZ. Para cuando el equipo docente se propuso con-
tinuar con las tareas de escritura que facilitaran/contribuyeran al proceso de
enseñanza-aprendizaje, ya algunos y algunas contaban con experiencia sos-
tenida en la dirección de proyectos de extensión universitaria o dirigían im-
portantes proyectos de investigación como la convocatoria Pisac 2020;1 par-
ticipando de ese modo en la formación de estudiantes y docentes desde otras
funciones de la universidad pública. Asimismo, otros y otras participaban en
espacios de gobierno universitario como el Consejo Departamental y el Con-
sejo Superior, y/o formaron parte del equipo de gestión de la Licenciatura en
Trabajo Social y del Departamento de Ciencias Jurídicas y Sociales. De ese
modo, el crecimiento sostenido de la UNPAZ fue generando en los equipos
docentes la posibilidad de construir líneas de trabajo guiadas por las funcio-
nes de la universidad: enseñanza, investigación y extensión universitaria.
Entre otras cosas, en esos marcos institucionales tuvieron la posibilidad
y responsabilidad de representar a esta unidad académica en el marco de la
FAUATS, nutriéndose, así, de las discusiones, debates y desafíos que presenta
nuestra profesión en la actualidad, pero, sobre todo, siendo parte de espacios
de nuestro colectivo profesional más amplios que permiten avisar y distinguir
por dónde pasan los desafíos principales para el crecimiento de nuestra pro-
fesión en el contexto actual.
Quiero detenerme por un momento en un desafío particular que se vincu-
la con el sentido dado (y practicado) respecto de la llamada inclusión educati-
1. En junio de 2020, la Agencia I+D+i abrió la convocatoria “PISAC COVID-19. La sociedad
argentina en la post pandemia”, un instrumento que busca fortalecer los aportes de las ciencias
sociales para comprender y pensar a futuro las transformaciones sociales que el coronavirus
produce en nuestras sociedades. En este marco el proyecto dirigido por Martín Hornes y co-
dirigido por Javier Nascone, “Dinámicas de Endeudamientos de Familias y Empresas durante
la Pandemia y Pos pandemia CODIV-19. Impactos sobre las Desigualdades” fue seleccionado
y financiado por el Ministerio, posicionando a la UNPAZ a nivel nacional entre las univer-
sidades seleccionadas. Cabe destacar que el Departamento de Ciencias Jurídicas y Sociales
participó en la promoción de la convocatoria desde su membresía en el CODESOC.
16
Prólogo
va. Resulta que a partir de la conformación y del crecimiento de las llamadas
Universidades del Bicentenario, esta noción se impuso en los distintos ámbi-
tos como objeto de debate, interpelando a las comunidades educativas, tanto
a las más antiguas como a las de reciente creación.
En este escenario tuve la oportunidad de participar en los primeros en-
cuentros tendientes a la conformación de la Red de docentes de primer año
de Trabajo Social, impulsada por la UNLA y luego avalada por la FAUATS. En
ese ámbito, que luego creció significativamente y también incluyó la realiza-
ción de foros, encuentros y publicaciones conjuntas, se revisaban indicadores
problemáticos como la deserción de estudiantes en los primeros años de la
carrera, a la vez que se abordaban aspectos subjetivos respecto a los procesos
de transformación de subjetividades en los casos de estudiantes llamados “de
primera generación de universitarios en sus familias” e intercambiaban ex-
periencias diversas que se proponían iniciar o mejorar los acompañamientos
institucionales a aquellos estudiantes recién llegados a la Universidad. ¿Qué
desafíos presenta la enseñanza en los primeros años?, ¿cómo presentar y ex-
plicar nuestra profesión?, ¿de qué modo introducir al colectivo estudiantil
en las reflexiones, debates, cuestiones aún irresueltas, sin sintetizar, sobre los
sentidos de la profesión?, ¿qué herramientas y dispositivos pedagógicos son
las más eficientes?, ¿tienen verdadera utilidad las tutorías?, ¿cómo estamos
evaluando?, ¿qué imagen de estudiante “ideal” tienen formada las y los do-
centes y qué sucede cuando eso no se corresponde con estudiantes “reales” y
sus condiciones?
Todas las cuestiones mencionadas inquietaban a las y los docentes de los
primeros años que participaban en estas redes y movilizaron diferentes ini-
ciativas por parte de la carrera de Trabajo Social, en conjunto con otras áreas
tales como la Secretaría Académica de la UNPAZ y EDUNPAZ y como parte
de una Universidad que fue consolidando sus políticas de acompañamiento a
las trayectorias educativas “reales” de sus estudiantes. Presento estos elemen-
tos para enmarcar algunos de los modos en que las autoras y los autores “ha-
bitan” la universidad y practican su rol docente, y vuelvo a traer la noción de
17
Cristina Inés Bettanin
“propósito” tan acuñada por Paula Carlino en sus cursos de formación.2 Asi-
mismo, sigue estando presente en nuestra memoria el período de pandemia y
la respuesta ejemplar de la UNPAZ por su rápida adaptación para el dictado
de clases en el marco de la virtualidad que supuso adecuación de normativas
y capacitaciones docentes, entre otras estrategias tendientes a sostener el rol
de la Universidad en su territorio. En fin, como sugerí al principio, es difícil
separar el texto de ese contexto de crecimiento y consolidación de la UNPAZ
y de su comunidad educativa.
Los capítulos: ¿cómo transmitir el vínculo
entre trabajo social e historia reciente?
La clave de lectura propuesta en el libro consiste en la distinción de perío-
dos ordenados de modo secuencial en cada capítulo. En cada uno se profun-
diza en la importancia del contexto político social para el avance, el retroce-
so, las resistencias, de la profesión como colectivo y también como práctica
profesional: se presentan concepciones sobre la intervención social, diversas
expectativas, horizontes… Conocer en clave histórica resulta un insumo fun-
damental para el pensamiento estratégico de las y los estudiantes, y su lectura
lo posibilita.
El libro inicia con la presentación del Movimiento de Reconceptualización,
como punto de quiebre en la historia de la profesión. Al calor de su época, este
movimiento puso todo en revisión. Como señalan las autoras: “presupuestos
teóricos, políticos, éticos, metodológicos y operativos con los que se llevaba a
cabo la intervención profesional”.
Como bien sabemos los que formamos parte del colectivo profesional, la
referencia a este período es ineludible en cualquier intento de sistematiza-
ción de la época y/o de explicar al trabajo social en la contemporaneidad. Tal
como indica Norberto Alayón (2004), el trabajo social en ese contexto había
recibido “un shock conceptual y político de enorme oxigenación”. Así, los tex-
2. Durante los años 2017 y 2018 Paula Carlino, especialista en educación superior, dictó
talleres presenciales en UNPAZ destinados a la formación de docentes de los primeros años.
18
Prólogo
tos académicos que abordan este movimiento forman parte de la bibliografía
obligatoria de vastas materias específicas de las más diversas unidades acadé-
micas de nuestro país y de la región; su vigencia en la formación de nuevas y
nuevos profesionales es indiscutible.
Lo provechoso del planteo del capítulo es la puesta sobre la mesa de las
diversas corrientes vinculadas con las matrices de pensamiento que confor-
maban al trabajo social. La decisión de presentar, pero también explicar las
tendencias dentro del movimiento, acorde con las diferentes tradiciones que
existían en esos momentos de nuestra disciplina, aporta al desarrollo de la
capacidad de análisis de las y los estudiantes. Les exige considerar que el de-
sarrollo de la profesión no fue monolítico, sino conformado a partir de dife-
rentes tradiciones. El detalle acerca de los modos de disputar mediante la es-
trategia de seminarios y publicaciones específicas conducen a la valoración de
las instancias aún presentes en nuestro colectivo profesional, pero que pueden
presentarse como naturalizadas. Sin lugar a dudas, hoy, las y los estudiantes
pueden reconocer a la revista TS. Territorios y la participación sostenida en
los Encuentros Nacionales de Trabajo Social, por solo mencionar dos instan-
cias que conforman el cotidiano de la vida universitaria en UNPAZ, como
instancias donde también se juega la partida acerca del perfil profesional.
Por último, la acertada selección de la información de hechos y procesos
que enmarcan al período permite a las autoras esclarecer la influencia del con-
texto en los cambios y replanteos de la profesión y logra inscribir a la profe-
sión en un contexto de época.
La caracterización del período de dictadura suele presentar un desafío res-
pecto de la tensión entre la reproducción del horror acontecido que genera
más parálisis o la posibilidad de transmisión de la experiencia en términos
de comprensión y luminosidad para otros procesos. Lo que Elizabeth Jelin
(2002) explica mediante las categorías del uso literal de la memoria, o el ejem-
plar, cuando aporta en la construcción de escenarios presentes y futuros, a
partir de resignificaciones de los acontecimientos. En este plano, valoro posi-
tivamente la decisión de incorporar al capítulo una fuente relevante y actuali-
zada como es el “Archivo Histórico Dictadura y Trabajo Social” del Colegio de
19
Cristina Inés Bettanin
Trabajadores Sociales de la Provincia de Buenos Aires. En principio porque
el mismo constituye un trabajo de memoria colectiva en términos de Jelin
(2002); su existencia da pistas acerca de por dónde pasan las preocupaciones
de un colectivo particular como el de trabajo social. También porque aporta
nuevos aspectos respecto de las “consecuencias” del período, en sus térmi-
nos: “intenta recuperar, sistematizar y visibilizar los múltiples impactos del
terrorismo de Estado en nuestra profesión”. Este Archivo no solamente repo-
ne información producida en el marco de la histórica investigación de la CO-
NADEP acerca de las y los profesionales detenidos desaparecidos, sino que
inscribe en el espacio público otras dimensiones. Me refiero a lo que denomi-
nan como “trayectorias alteradas” de estudiantes y docentes y la consecuencia
de su alejamiento de la formación, por un lado y, por otro, a las instancias
de exilios forzados y/o persecuciones que sufrieron aquellos, alumbrando las
experiencias definidas como “limites” en términos de Pollak (2002).
EL trabajo de testimonio realizado por diferentes colegas (tanto las que
lograron poner palabras a su experiencia tantos años después, como aquellas
que les solicitaron esa tarea) es valorado en el capítulo para iluminar la rela-
ción entre las dimensiones económicas, de tipo estructural, y las dimensiones
subjetivas de los procesos que se conocen mediante los relatos de vida. Así,
representa un hallazgo poner en valor determinadas prácticas de resistencia,
ejercidas de modo consciente por determinados colegas que nos habla de di-
versos modos de sobrevivir al período.
Por todo lo dicho, entiendo que una lectura detenida nos invita a pensar y
reflexionar acerca de cómo habrán sido los marcos de escucha que pudimos
producir como colectivo profesional sobre esas experiencias para que co-
miencen (y continúen) emergiendo en este presente y también, de qué modo
su comprensión permitirá atender a determinadas marcas que persisten en la
actualidad y que dan cuenta de la dinámica pasado-presente.
Para presentar el período de transición democrática los autores nos condu-
cen rápidamente al punto crítico que evidenciaba la transformación de la so-
ciedad argentina, constituido por el aumento significativo de los indicadores
de pobreza. Nos invitan a detenernos en uno de los modos en que el primer
20
Prólogo
gobierno democrático posdictadura pudo ir haciéndose cargo de la cuestión
de la pobreza, que tiene que ver con la puesta en marcha de la primera política
de alimentación directa que se implementaba en el país, denominado Progra-
ma Alimentario Nacional (PAN). Constituido como un hito en la historia de
las políticas sociales, el PAN dejó sus marcas en los modos de intervención
directa para las políticas que continuaron esa temática; sin embargo, no siem-
pre se lo analiza desde el prisma que proponen las y los autores del capítulo: la
importancia de la producción de datos en materia de política pública.
La referencia al uso del primer “mapa de emergencia social” y los datos
del Censo de 1980 fueron como insumos indispensables para la elaboración e
implementación de una política pionera en transferencia directa de alimentos
de alcance nacional que a su vez focalizaba en el segmento de extrema pobre-
za. Ambas condiciones requirieron de instrumentos específicos e incluyeron
modos determinados de concebir a los destinatarios de las políticas: el “sujeto
pobre”, en el marco de la “lucha contra la pobreza” en América Latina. Se sitúa
en ese proceso la tecnificación de la política y la “entrada” de actores funda-
mentales como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial.
Con intención de profundizar en el tema se exponen y explican datos
producidos a partir de diferentes fuentes que posibilitan caracterizar la im-
plementación del programa desde sus principales indicadores, facilitando la
toma de conciencia acerca del alcance y el impacto de esa política pública. Se
permite ver, además, un aspecto significativo de toda política que refiere a la
tensión entre la planificación y la implementación; aspecto que se deduce en
el hecho de que fue pensada para producir efectos en un período acotado a
dos años y debido a la magnitud de la problemática debió continuarse por
muchos años más.
Asimismo, el texto proporciona elementos para pensar el rol específico de
la profesión más allá de la asistencia directa que proponía el Programa ya que
presenta y explica otros componentes de la política orientados a la promo-
ción social. Así, se visibiliza una línea divisoria con las prácticas en dictadura
en tanto se convocó a profesionales a partir de una valoración acerca de su
conocimiento de territorios definidos como “lugares de riesgo elevado”, la ex-
21
Cristina Inés Bettanin
periencia en coordinación de grupos y otras competencias profesionales que
jugaron su papel en la implementación de la política reactualizando modelos
de otros períodos.
Entre otras cuestiones el capítulo concluye que el programa consolidó la
noción del derecho a la alimentación como derecho universal y es esa pista
la que permite la articulación con el siguiente capítulo, en el cual se aborda el
período menemista y las consecuencias de las políticas neoliberales llevadas a
cabo. Su lectura reaviva la memoria acerca de la efectividad de la construcción
discursiva antiestatal para una reforma del Estado sin precedentes. Presenta el
impacto en los modos de intervención social a partir de la focalización de las
políticas sociales, en detrimento de la universalización de derechos.
Llegando al final nos encontramos con un capítulo que da con la clave de
todo lo anterior. Propone a los lectores y a las lectoras pensar la profesión en
términos de palimpsesto, metáfora que permite la interpretación de lo acon-
tecido en un período concreto en términos de huellas y reescrituras, y con
posibles finales abiertos. Focalizando en las transformaciones del Ministerio
de Desarrollo Social orientadas a universalizar políticas, en el mismo momen-
to en que jerarquizaba nuestra profesión, este capítulo se anima a revisar de
modo crítico el quehacer profesional de los años más cercanos a nuestro pre-
sente. Asume la responsabilidad de marcar límites a una de las experiencias
más importantes que tuvo nuestra profesión al punto de volverse marco para
la promulgación de la Ley Federal de Trabajo Social, a partir de valiosa infor-
mación que va caracterizando los tópicos más importantes de las políticas: el
robusto presupuesto, el corrimiento hacia “lo popular” mediante el reconoci-
miento de actores colectivos, el alcance de las políticas y su territorialización,
la cuestión asistencial.
Para finalizar, considero que el libro, como un juego de lo universal y lo
particular, da la posibilidad de pensar en términos estructurales, al mismo
tiempo que incluye dimensiones subjetivas y particulares. El modo en que se
aborda la relación entre contexto e intervención social puede servir de mo-
delo para las y los estudiantes. Apuesto a que despierte la curiosidad y contri-
buya a un análisis crítico en sus primeras experiencias profesionales, cuando
22
Prólogo
se encuentren con efectos de las políticas, los dispositivos, las acciones y las
construcciones discursivas, en fin, con los modos de habitar los espacios pro-
fesionales.
Bibliografía
Alayón, N. y Molina, L. (2004). Acerca del Movimiento de Reconceptualización.
Prospectiva, 9, 1-115.
Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Buenos Aires: Siglo XXI editores.
Pollak, M. (2002). Memoria, olvido y silencio, la producción social de identidades
frente a situaciones límites. La Plata: Ediciones Al Margen.
23
Introducción
Javier Nascone y Martín Hornes
Este libro es el resultado de un proceso de trabajo mucho más amplio en el
cual se encuentra involucrado el grupo docente de la asignatura Trabajo So-
cial I, perteneciente a la carrera de Trabajo Social de la Universidad Nacional
de José Clemente Paz. Representa uno de los tantos desafíos planteados en
materia de docencia, investigación, extensión y transferencia que nos hemos
propuesto desarrollar junto al equipo de trabajo.
En el año 2021, el equipo docente que moviliza la presente propuesta
elaboró un primer documento titulado Trabajo Social: lecturas históricas y
apuntes para la reflexión.1 Con muchísimo esfuerzo y dedicación, en aque-
lla producción encuadrada en la colección Morral de Apuntes de la editorial
EDUNPAZ, las y los profesores de la materia ofrecimos una aproximación a la
noción de cuestión social (una categoría fundante y central de nuestro campo
disciplinar) y un recorrido sobre los antecedentes y orígenes del trabajo social
argentino. En este libro nos proponemos continuar recorriendo la historia
reciente del trabajo social de nuestro país: desde los años setenta hasta la pri-
mera década del siglo XXI.
Entonces, la presente producción pretende recuperar nuestra historicidad
profesional reponiendo discusiones relevantes de los últimos cincuenta años
del campo disciplinar. El capítulo 1, “Aproximaciones al Movimiento de Re-
conceptualización en Trabajo Social. Legado e implicancias para la profesión”,
1. Disponible en línea: https://edunpaz.unpaz.edu.ar/OMP/index.php/edunpaz/catalog/
book/64.
27
Javier Nascone y Martín Hornes
de las profesoras Yanina Rivolta y Paula Villadangos, nos invita a recons-
truir el impacto del Movimiento de Reconceptualización en Trabajo Social
latinoamericano, prestando especial atención a las principales discusiones
teórico-metodológicas, sus formas de difusión y los legados para el trabajo
social contemporáneo. El capítulo 2, elaborado por el profesor Javier Nascone
y titulado “Trabajo social y dictadura en la Argentina. Heridas que siguen
abiertas”, propone una aproximación a un período macabro de la historia po-
lítica argentina, detallando tanto los avatares que sufrió el campo profesional
como los desafíos que asumieron las y los colegas vinculados a los espacios
de intervención en lo social. Las interpretaciones de Javier reponen testimo-
nios inéditos de las especificidades que afectaron al campo profesional en la
historia reciente.
El capítulo 3, elaborado por la profesora Aldana Lescano y el profesor Mar-
tín Hornes, lleva el título de “Pobreza e intervención social en la Argentina
de la transición democrática”. Recuperando el contexto social y político de
nuestro país en el período 1983-1989, el capítulo propone un abordaje de la
política social central del gobierno de Raúl Alfonsín: el Programa Alimenta-
rio Nacional (PAN) o popularmente conocido como “Caja PAN”. El capítulo
introduce las principales características que asumió el programa PAN, conso-
lidándose como la primera iniciativa de entrega directa de alimentos a los ho-
gares considerados pobres, con un despliegue territorial inédito para la época.
El capítulo 4, titulado “La intervención fragmentada: entre los años noventa
y la crisis del 2001”, realizado por las profesoras Denise Fernández y Alejan-
dra Andrada, nos ofrece un recorrido por la catalogada “otra década perdida”
por diferentes historiadores y referentes de las ciencias sociales. Con avidez
y lectura crítica, las autoras hacen énfasis en el modelo de Estado neoliberal
que primó en los años noventa, las perspectivas residuales sobre la cuestión
social y un esquema de política social que profundizó las características de la
descentralización, la tercerización y la focalización.
El capítulo 5 y final de este trabajo, nos ofrece una lectura mucho más
próxima del campo profesional del trabajo social. Bajo el título “Poscrisis y
expansión profesional: dilemas y resignificación de la intervención profesio-
nal”, las profesoras Belén Demoy y Sabrina Giuliano retoman los desafíos po-
28
Introducción
líticos y sociales que arrojó la crisis del año 2001-2002, y nos invitan a navegar
las tensiones del campo profesional. Como señala el agudo análisis propuesto,
el escenario poscrisis resituará al trabajo social en tanto disciplina central del
Ministerio de Desarrollo Social de la República Argentina, potenciando su
expansión. Sin embargo, y como lo señala la historia de nuestra profesión,
dicho proceso implicará tensiones y controversias: por un lado, la expansión
permite consolidar a la profesión en el ámbito de acción ministerial, pero, por
otro lado, los perfiles y las intervenciones propuestas rememorarán facetas de
la dimensión asistencial de la profesión.
Esperamos que esta producción resulte de relevancia para todo el colec-
tivo de nuestra querida UNPAZ. Por supuesto que el principal objetivo del
presente es facilitar y potenciar los procesos de aprendizaje que nos vinculan
con las y los estudiantes que recorran la materia troncal Trabajo Social I. Sin
embargo, también añoramos que esta producción pueda resultar de interés
para colegas docentes de la Universidad y para el colectivo profesional en ge-
neral, e involucrar a las inquietudes de las organizaciones sociales del ámbito
de José C. Paz.
Cabe destacar que este proyecto académico no hubiese sido posible sin
un contexto institucional que lo propicie. Agradecemos especialmente a las
autoridades de la UNPAZ por la motivación a emprender esta tarea y por
brindarnos el aval académico e institucional que la misma requiere. Nos su-
mamos con esta humilde producción al inmenso trabajo que lleva adelante la
UNPAZ por multiplicar las instancias de formación, investigación, extensión
y transferencia en el territorio del Conurbano Bonaerense, bregando por el
desarrollo regional y la inclusión social.
29
Capítulo 1
Aproximaciones
al Movimiento de
Reconceptualización
en Trabajo Social
Legado e implicancias
para la profesión
Paula Villadangos y Yanina Rivolta
Introducción
En este capítulo nos proponemos reflexionar acerca del Movimiento de
Reconceptualización en cuanto proceso histórico-político particular del cam-
po del trabajo social, el cual no puede leerse al margen del contexto de época,
sino en interlocución con la historia de nuestro quehacer profesional en Amé-
rica Latina, y que además se explica en relación con el contexto de época.1
El Movimiento de Reconceptualización (de ahora en más MR) se inicia en
la década del sesenta en América Latina. Se trata de un movimiento heterogé-
neo en su conformación, desarrollo y cierre en cada uno de los países en los
que tuvo lugar. Sin embargo, en rasgos generales, podemos adelantar que tuvo
como propósito problematizar, poner en cuestión y en debate las formas en
que se intervenía en el campo social desde nuestra profesión y esto trascendía
el debate de la dimensión operativo-instrumental,2 abarcando fuertemente la
dimensión ético-política. Se lo conoce como “Movimiento” en cuanto que allí
1. Este documento ha sido elaborado con el propósito de colaborar con los procesos de
enseñanza y aprendizaje de estudiantes de la materia de Trabajo Social de primer año en la
Universidad Nacional de José Clemente Paz. Para tal fin señalamos que hemos consultado,
sobre todo, fuentes secundarias de información y hemos seguido en detalle los aportes de
María Virginia Siede (2015).
2. Virginia Siede (2015) afirma que esta dimensión junto a la dimensión ético-política han
sido las más atravesadas en los debates reconceptualizadores, quedando más relegada la
dimensión teórico-metodológica.
33
Paula Villadangos y Yanina Rivolta
se han hecho presentes diferentes ideas, posturas y reflexiones de los profesio-
nales que formaron parte del mismo. Las mismas se han nutrido y atravesaron
el MR, mas no surgen dentro de la profesión de trabajo social en sí, sino que
dan cuenta de los debates y conflictos que se procesaban a nivel societal. Si-
guiendo a Virginia Siede (2015), la categoría de reconceptualización no alude
exclusivamente a procesos de intención de ruptura radical en relación con
los conceptos de la profesión, sus fundamentos teórico-metodológicos, éti-
co-políticos y operativo-instrumentales; sino que por el contrario, más bien
da cuenta de un proceso ambiguo en donde se incluyen diversos caminos,
con distintas perspectivas que incluyen intentos de ruptura, actualización y
modernización por parte del colectivo profesional.
Proponemos recorrer este proceso en tres apartados. En un primer apar-
tado esbozamos algunos elementos y eventos histórico-sociales que nos per-
miten caracterizar el contexto en el que se desarrolló y del cual fue parte el
MR. En un segundo apartado, nos interrogamos acerca de la particularidad,
significación e implicancia del MR para nuestro campo disciplinar. Para ello
recorreremos las diversas posturas, posicionamientos, que se procesaron al
interior del mismo, en consonancia con los debates de época de las ciencias
sociales. Abordamos el movimiento en cuanto proceso en relación con los
momentos-instancias que se fueron sucediendo a lo largo del mismo; las vías
de difusión, los seminarios que posibilitaron la transmisión de los diversos
discursos y posicionamientos que buscaban establecerse como hegemónicos
en el campo disciplinar en los diferentes momentos históricos. En el apartado
final, revisamos los legados del MR y el impacto del mismo al interior de la
profesión. Nos permitiremos esbozar algunas líneas que sugieran mantener
enseñanzas que nos ha dejado el MR como prisma mediante el cual proble-
matizar temáticas que se establecen en agenda actualmente y que de alguna
forma nos interpela en nuestro quehacer profesional.
34
Aproximaciones al Movimiento de Reconceptualización en Trabajo Social
Contextualización
El MR como proceso particular del campo disciplinar del trabajo social
latinoamericano implica y se explica a partir del contexto histórico en el que
tuvo lugar; es decir que debe ser comprendido a luz de las transformacio-
nes sociales, políticas, culturales, ideológicas y económicas que se daban en
nuestro país, en el continente y en el mundo en las décadas de 1960 y 1970.
Por ello, y sin pretender un detalle minucioso, dejaremos planteadas algunas
cuestiones que nos parecen centrales para comprender el MR del trabajo so-
cial en clave y perspectiva histórica, formando el mismo parte de ese mismo
marco de referencia.
Para comenzar, se destaca el escenario post Segunda Guerra Mundial
como antecedente inmediato y clave del MR. En relación con ello, y con el
correr de los años, se fueron identificando dos grandes bloques; uno de ellos,
denominado “occidental”, vinculado al modo de producción capitalista, li-
derado por EE.UU., y el otro bloque, denominado “oriental”, representado
por la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), proponía como
forma de regulación social el sistema comunista. De este modo es que en
el mundo se sucedieron grandes procesos que implicaron transformaciones
sociales, políticas, económicas e ideológicas; impactando también en nues-
tro continente y por ende en nuestro país. Comunismo versus capitalismo,
la confrontación de ideas y de formas de organización que conllevan estos
modos de reproducción de la vida social en correlación con los marcos de re-
ferencia simbólico-materiales que de ellos resultan dan cuenta de las grandes
transformaciones y eventos que operan en esos años. Podemos mencionar
algunos de ellos, tales como el Mayo Francés (1968),3 la Revolución cubana
3. El 3 de mayo de 1968 tiene lugar una protesta estudiantil que comienza en la Universidad
de Nanterre (situada en un barrio obrero) y que va avanzando progresivamente hacia la
Universidad más prestigiosa de Francia, La Sorbona. A este movimiento se le suman los
sindicatos obreros, ascendiendo a casi 9 millones de trabajadores, que en conjunto con los
estudiantes denunciaban las desigualdades sociales y económicas producto del sistema ca-
pitalista. Se trata de la huelga más importante que registra Francia y toda Europa.
35
Paula Villadangos y Yanina Rivolta
(1959),4 las luchas independentistas en África (1960), la guerra de Vietnam
(1955-1975).
Por su parte, la preponderancia de los EE.UU. y el despliegue de estrate-
gias para sostener y afianzar la hegemonía del sistema capitalista permiten
comprender cómo se configuró el escenario regional en aquellos años. Así
es que podemos encontrar la estrategia desarrollista5 desplegada desde los
EE.UU. para América Latina, cristalizada en la denominada “Alianza para el
Progreso” (1961), la cual “perseguía el objetivo de implementar programas de
gobierno que favorecieran el desarrollo de los países de la región, considera-
dos por los países dominantes como subdesarrollados” (Hornes y Nascone,
2021: 101). Formaba parte de la misma estrategia la creación y consecuente
presencia en el continente de organismos internacionales tales como el Fondo
Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Organización de
Estados Americanos (OEA) y la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (CEPAL).
A su vez, en estas décadas cobraron relevancia los movimientos sociales
y culturales mediante los cuales se materializaron las críticas y denuncias de
las desigualdades sociales, económicas y políticas que resultaban del modo
de producción capitalista. No solo se trató de proyectos políticos revolucio-
narios, sino de referentes que encarnaban tales proyectos e idearios, en este
4. La Revolución cubana puso en cuestión la injerencia de EE.UU. en la región. Desde Cuba
se proponía y se concretaba otra forma de vida, más allá de los límites impuestos por el
sistema capitalista. A partir de la Revolución se apelaba a la idea del “hombre nuevo”, a la
liberación del imperialismo, instaurando el socialismo en un país de América Latina.
5. No resulta objeto de este capítulo dar cuenta en profundidad de lo que implicó la “estra-
tegia desarrollista”. Para profundizar sobre este tema, se puede consultar Hornes, M. y Nas-
cone, J. (2021), capítulo 5. Sin embargo, con relación al análisis propuesto, mencionaremos
que la estrategia desarrollista, para ser implementada en la región, era representada como
estrictamente técnica (neutral), con financiamiento a programas y proyectos diseñados para
la intervención en las comunidades. Para ello se consolidan abordajes que tenían por obje-
tivo la promoción y el desarrollo (en términos evolutivos, positivistas) de las comunidades
marginadas de los llamados países subdesarrollados. Se apunta a la integración de tales
“sectores marginales” mediante el despliegue de acciones planificadas, llevadas adelante por
técnicos que se desempeñan en cuanto “agentes de cambio”.
36
Aproximaciones al Movimiento de Reconceptualización en Trabajo Social
sentido podemos mencionar figuras tales como Ernesto “Che” Guevara, Fidel
Castro, Mao Tse-Tung.
En esta dinámica, se destaca la participación en la esfera pública de los
jóvenes, en cuanto actores sociales y políticos críticos del sistema capitalista.
En el terreno político partidario surge la llamada “Nueva Izquierda”, por fuera
de las tradicionales expresiones políticas, ampliando las posibilidades, formas
de participación y de representación de las y los jóvenes y trabajadores en la
militancia y también en la lucha armada.
A su vez surgieron nuevos cuadros políticos al interior de la Iglesia en diá-
logo con ideas marxistas de las cuales se nutren; es decir que el pensamiento
social dentro de la institución eclesiástica se va transformando.6 De esta forma
es que se planteó el trabajo de los curas en relación directa con los pobres, el
trabajo de base en las comunidades, denunciando y poniendo en evidencia las
desigualdades sociales.
Desde mediados de la década del setenta en adelante comenzaron a insta-
larse las dictaduras cívico-militares en toda la región. Por su parte, en nuestro
país en los años 1969-1970,
se produjeron estallidos populares que estremecieron a la sociedad argentina y
surgieron diversas organizaciones guerrilleras. Una impresionante marea social
se puso en marcha: Cordobazo, Tucumanazos, Rosariazos, manifestaciones y
concentraciones populares en los lugares más alejados y apacibles, conmueven
al país (Galasso, 2017: 437).
Cabe destacar que el contexto en el cual tomó forma, fuerza y continui-
dad el Movimiento de Reconceptualización se ve claramente interrumpido
6. En aquellos años posteriores al Concilio Vaticano II (1962-1965) tiene lugar dentro de la
institución un quiebre entre los sectores más conservadores y aquellos que se expresaban
más cercanos al pensamiento marxista. Este proceso dará lugar a lo que se conocerá como
“teología de la liberación”. Implica básicamente otra forma de vincularse desde la Iglesia
con la sociedad, especialmente con los llamados “pobres”. De alguna forma la dimensión
ético-política será considerada en cuanto al posicionamiento que van tomando los curas en
opción a los pobres. Así es que se conocieron en Francia “los curas obreros”; en nuestro país
“Sacerdotes para el Tercer Mundo”.
37
Paula Villadangos y Yanina Rivolta
en cada uno de los países en los que tuvo lugar a partir de la instauración de
las dictaduras cívico-militares que golpearon a nuestra región y de las cuales
nuestro país no quedó exento.
La Reconceptualización como movimiento:
¿qué se reconceptualizaba?, ¿quiénes
formaban parte? Influencias de los
debates sociales de la época
El MR, en cuanto proceso profesional situado aproximadamente a media-
dos de la década del sesenta, puso en agenda y debate al interior de nuestra
profesión los presupuestos teóricos, políticos, éticos, metodológicos y ope-
rativos con los que se llevaba a cabo la intervención profesional, al mismo
tiempo en el que la sociedad asiste a procesos de gran ebullición en términos
políticos e ideológicos. Este movimiento, tal y como mencionamos en la in-
troducción de este escrito, lo estudiamos en forma de proceso, no de manera
lineal ni homogéneo: con debates, discusiones, avatares, grupos que hegemo-
nizan el debate en ciertos momentos del período al que llamamos Reconcep-
tualización, que impulsan y dinamizan las discusiones, generan respuestas,
reflexiones y contestaciones al interior del mismo movimiento y por supuesto
también oposiciones y contestaciones. Confluyeron en este movimiento pos-
turas reformistas modernizantes y posturas más críticas que planteaban que
se debía dar una ruptura clara con la forma tradicional del ejercicio profesio-
nal y, además, unificar el ideario profesional en pos de un compromiso con la
transformación societal considerada injusta, lo que demostraba la manera en
la que las determinaciones sociales y particulares impactaban en la profesión.
Virginia Siede (2015) analiza y afirma la existencia de tres claras matrices
de pensamiento que delinearon grupos de acción dentro del debate profesio-
nal durante el movimiento reconceptualizador.
38
Aproximaciones al Movimiento de Reconceptualización en Trabajo Social
Una primera matriz vigente en los debates del grupo ECRO,7 que militó la
jerarquización profesional con base científica, estuvo fuertemente alineada a
los objetivos de los primeros gobiernos desarrollistas y al interior de la profe-
sión, a la figura de agente de cambio. Se conjugaban las propuestas de organi-
zación comunitaria desarrollistas junto a la creciente politización de los de-
bates profesionales en pos de consolidar un ECRO profesional que implicara
un esquema referencial conceptual operativo, común a los colegas que dieran
fundamento a la práctica (praxis) profesional, con coherencia ética y política
y que estuviese vinculado a la transformación-revolución social. Este ECRO
debía condensar y sintetizar los debates de un trabajo social latinoamericano
(versus servicio social en Latinoamérica).
Una segunda tendencia en clara, evidente y manifiesta oposición a esta pri-
mera era liderada por los sectores más conservadores de la profesión y encar-
nada en los posicionamientos del secretariado latinoamericano de la Unión
Católica Internacional de Servicio Social (UCISS), que en palabras de la auto-
ra intentó eliminar el debate y a sus referentes más críticos implementando la
estrategia de erigirse como el ámbito de la actualización profesional y el res-
cate del trabajo social tradicional, por un lado, y denunciando y exponiendo a
los colegas representantes del grupo ECRO, por otro, con el mismo objetivo.
La tercera tendencia era presentada como la más ambigua, ya que tomaba
algunas de las posturas abandonadas por el grupo ECRO en su propia supera-
ción, actualizándolas y siendo espacio de vehiculización de posturas heterogé-
neas; identificada con los autores y profesionales que difundían sus ideas a tra-
vés de Selecciones de Servicio Social, tal y como lo expresa Virginia Siede (2015).
Para comprender la manera en la que el MR creció, se fortaleció, se masifi-
có y conquistó adhesiones y oposiciones es necesario remitirnos a sus princi-
pales vías de difusión: los seminarios y revistas de trabajo social.
7. En una de las ediciones de la revista Hoy en Servicio Social, en el artículo titulado “¿Qué
es el ECRO?”, Barreix explica que la palabra ECRO refiere a la sigla Esquema Referencial
Conceptual Operativo y que fue tomada de las ideas de Enrique Pichon-Rivière. De manera
muy sintética este esquema alude a una manera de pensar y actuar sobre la realidad. Para un
análisis ampliado sobre la apropiación de esta categoría por parte del grupo ECRO consultar
Siede (2015).
39
Paula Villadangos y Yanina Rivolta
Vías de difusión de los debates
profesionales durante el Movimiento
de Reconceptualización
Los seminarios de trabajo social durante el MR fueron siete encuentros en-
tre colegas realizados en los países de Brasil (Porto Alegre, 1965 y 1972), Ar-
gentina (Gral. Roca, 1967), Uruguay (Montevideo, 1966), Chile (Concepción,
1969) Bolivia (Cochabamba, 1970) y Perú (Lima, 1976) en donde se exponía
acerca de la preocupación y necesidad de construcción de un trabajo social
latinoamericano. Esto se erigía en clara oposición a la formación vigente den-
tro de la profesión que asimilaba fuertemente los aportes del trabajo social
norteamericano y retaceaba el debate social, político y cultural al no conside-
rarlo incumbencia profesional. Los seminarios representaron la necesidad de
cambio social y en cada uno de los mismos las discusiones llevaron a superar
las propuestas en cuanto a las estrategias más atinadas para esto.
Los seminarios eran organizados por estudiantes y profesionales del tra-
bajo social y contaban entre sus expositores con referentes que sintetizaban
los debates de los grupos de la primera de las tendencias de pensamiento
mencionadas previamente, además de otras exposiciones y foros de debate
en torno a las mismas preocupaciones. Fueron los primeros encuentros ma-
sivos, internacionales e independientes del auspicio de organismos de crédito
y asesoramiento externo y extranjero. Se realizaban crónicas de cada uno de
los encuentros y culminaban con un pronunciamiento sobre la lectura social
y profesional
Revistas de trabajo social
editadas en Argentina
Otra de las importantes vías de difusión del MR han sido las revistas pro-
fesionales editadas en Argentina: la revista Hoy en Servicio Social luego de-
nominada Hoy en Trabajo Social y la revista Selecciones de Servicio Social. Si
bien no eran estas las primeras revistas específicas de la profesión publicadas
en Argentina, ya que existía la revista de la Escuela de Servicio Social de Santa
40
Aproximaciones al Movimiento de Reconceptualización en Trabajo Social
Fe desde 1961 y los Cuadernos de Sociopatología y Servicio Social desde 1963.
Las revistas mencionadas son consideradas de relevancia por su masividad y
alcance en cuanto a los debates y difusión del MR.
La revista Hoy en el Servicio Social se editó desde 1961 a 1971 cuando, al
reconceptualizarse la manera de denominar a la profesión y lo que esto impli-
caba,8 comenzó a llamarse Hoy en Trabajo Social hasta sus últimas ediciones
en 1977. Durante doce años estuvo bajo diversas direcciones. En los primeros
años, su director era Alberto Dufour, posteriormente pasó a estar a cargo de
un Comité Directivo conformado por Norberto Alayón, Juan Barreix, Alber-
to Dufour, Luis R. Fernández; a partir del número 15 se ausenta de dicho
Comité Norberto Alayón; y posteriormente quedaron a cargo de la edición
de la misma solo Juan Barreix y Luis Fernández. Las novedades enrolaban
claramente la nueva impronta transformadora presente en el grupo ECRO así
como también el hecho de la divulgación del ideario vía textos latinoamerica-
nos en detrimento de las anteriores publicaciones que incluían traducciones
de textos y autores sobre todo norteamericanos y europeos.
Siede (2015) afirma que entre 1967 y 1969 la revista Hoy en Servicio So-
cial inicia un paulatino cambio de rumbo en sus contenidos y fundamentos
para la discusión profesional. Luego de haber aparecido en escena fuertemen-
te influenciado por la impronta desarrollista y alineado con los organismos
internacionales, a partir de 1967, lentamente y con avances y retrocesos, el
grupo comienza a buscar instancias de superación de la perspectiva tecnocrá-
tica ascética que marca sus inicios. La revista dedica varias de sus siguientes
tiradas a explicitar la articulación necesaria con la teoría de Pichon-Rivière
y el concepto ECRO (adoptado por grupo ECRO) como necesidad y como
organizador de su praxis implicando la necesidad de definir la ideología pro-
fesional, centrar la discusión en torno a la formación profesional y tensionar
la alienación presente en el colectivo profesional.
8. Barriex refiere en 1971, previo al cambio de nombre de la revista Hoy en Servicio Social
por Hoy en Trabajo Social, que el trabajo social implicaba revolución mientras que la deno-
minación servicio social quedaba ligada al reformismo.
41
Paula Villadangos y Yanina Rivolta
La segunda de las revistas estudiadas corresponde a Selecciones del Social
Work en 1968, que luego de 1970 pasó a llamarse Selecciones del Servicio So-
cial, y mantuvo sus tiradas desde 1968 a 1978. La revista era editada por Hu-
manitas, editorial creada por Aníbal Villaverde y su esposa Sela Sierra (ini-
cialmente dedicada a la publicación de libros vinculados al área de educación
y pedagogía), da inicio a su línea editorial dedicada al servicio social en el año
1963 con los Cuadernos de Asistencia Social.
Los primeros números de Selecciones del Social Work traducían y generaban
divulgación de textos y artículos norteamericanos de la revista norteamericana
Social Work, editada por la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales de Es-
tados Unidos (National Association of Social Workers - NASW), y luego fueron
incorporando autores latinoamericanos. A partir de su noveno número (1970),
la revista cambió de nombre y se pronunció al respecto acusando la intención
de adherir a la búsqueda del trabajo social latinoamericano, el alejamiento de la
imitación del trabajo social norteamericano y la aclaración de la intención de no
aislarse con respecto a los demás países. Asimismo, reemplazó la incorporación
de artículos de la revista Social Work de la NASW por artículos latinoamericanos.
Es en el artículo número doce de la revista donde la editorial se pro-
pone reunir diversos artículos de variados autores comprometidos con “el
problema de la reconceptualización”: se destaca el artículo de Ezequiel An-
der-Egg, titulado “La problemática de la Reconceptualización del Servicio
Social Latinoamericano a comienzos de la década del 70”, donde clasifica
las tendencias heterogéneas sobre la discusión de lo que requiere ser recon-
ceptualizado. De manera sintética quedan abrevadas siete posturas: 1) las
de quienes promovían la jerarquización científica de la profesión y dentro
de ellos algunos quienes consideraban que debía ser una ciencia en sí mis-
ma; 2) quienes hacían énfasis en lo teórico, tecnológico y metodológico, y
dentro de esta vertiente, quienes bregaban por la construcción de una me-
todología científica, específica de la profesión; 3) quienes hacían más énfa-
sis en las discusiones político-ideológicas; 4) quienes proponían erigir a la
profesión como una nueva ciencia de la vida cotidiana; 5) quienes luchaban
por lograr estatus profesional; 6) quienes colocaban el énfasis en la práctica
denostando la teoría; 7) quienes comulgaban con la idea de la profesión
42
Aproximaciones al Movimiento de Reconceptualización en Trabajo Social
como modo de vida, como desafío existencial. Todas estas posturas retratan,
según Ander-Egg, el mosaico de perspectivas y marcos de acción en danza
en esta etapa del MR. No obstante, no hubo acuerdo pleno sobre qué actores
él consideraba dentro de cada clasificación.
Los momentos en el Movimiento
de Reconceptualización
Siguiendo los aportes de Virginia Siede (2015), tres hechos son señalados
por diversos autores (Barreix, 1971; Parra, 2002) como los fundantes del Mo-
vimiento de Reconceptualización en América Latina. El primero de ellos es
la realización del primer Seminario Regional de Servicio Social en la ciudad
de Porto Alegre (Brasil), en donde se afirma la necesidad de búsqueda de un
trabajo social latinoamericano. El segundo evento está ligado a la reformula-
ción del plan de estudios de la carrera de Servicio Social en la Universidad de
la República en Montevideo (Uruguay) y, el último evento, con la aparición
del primer número de la revista Hoy en el Servicio Social, publicada por Ba-
rreix-Carrasco y Cía. Editores.
Para la autora, el primer momento,9 iniciado en 1965, transcurre hasta
1968 e incluye los tres primeros seminarios regionales. De hecho, Argenti-
na, Brasil y Uruguay son considerados los iniciadores de este movimiento.
En nuestro país, hay diferencias en cuanto a la lectura de la relación entre
propuesta política y la gestión estatal desarrollista y los iniciadores del movi-
miento reconceptualizador en Argentina. Hay quienes entienden que el grupo
inicial adhirió a las propuestas desarrollistas y quienes a partir del fracaso
de las mismas afirman que surge y se fortalece el movimiento reconceptuali-
zador. Existen también algunas diferencias sobre quienes eran considerados
reconceptualizadores, quienes se autoproclamaban de tal modo y quienes no
9. “Estos períodos no son concebidos como una separación rígida o estanca entre sí, en la
que la fase anterior desaparece y emerge una nueva completamente, sino como momentos
en los que las posiciones anteriores se diversifican, a partir de la emergencia de nuevas posi-
ciones teóricas y políticas en el seno de la profesión” (Gianna, 2016: 51).
43
Paula Villadangos y Yanina Rivolta
acordaban. Han existido otras tantas diferencias y persiste el interés por ana-
lizar las implicancias de MR en perspectiva histórica.
Hay acuerdo en que en esta primera instancia se centró en la búsqueda
del trabajo social latinoamericano. Tal afirmación queda evidenciada en la
actividad de las revistas y seminarios cuando se denuncia la dificultad e in-
conveniencia de optar por los métodos, técnicas y análisis de la profesión pro-
venientes de países europeos y sobre todo de Estados Unidos. Se traza una
fuerte crítica a la propuesta de los métodos clásicos de caso social individual,
de grupo y de organización de la comunidad, y la idea de cambio y transfor-
mación social aparece ligada a la figura del agente de cambio como cataliza-
dor de esa transformación en el marco del trabajo comunitario y las técnicas
de participación popular, junto con la importancia de la educación popular.
El grupo ECRO asume la tarea de encarnar el proyecto reconceptualizador
en Argentina y se podría decir con claridad que luego del segundo seminario
en Montevideo, Uruguay se proclama: superar la concepción tecnocrática del
quehacer profesional; integrar los métodos clásicos y adaptarlos al contexto
latinoamericano; analizar críticamente el papel de la profesión en las políticas
de desarrollo como agente de cambio; enfatizar en la necesidad de formación
profesional y perfeccionamiento científico –esto también en pos de incidir y
participar en la planificación de políticas sociales– y profundizar en los deba-
tes ético-políticos y en esta dimensión de la intervención profesional.
Luego del tercer seminario quedan trazados de manera más clara los víncu-
los entre el humanismo cristiano y algunos sectores de la profesión. Asimismo,
se va delineando el quiebre generacional entre los colegas reconocidos como
reconceptualizadores y los pertenecientes al trabajo social tradicional acusados
por intervenciones más bien intuitivas, filantrópicas, benéficas y/o caritativas.
Un segundo momento se inicia en 1969 con el cuarto seminario que tiene
lugar en Chile y se extiende hasta 1972. Se ampliaron los debates a otros países
y a otros colegas. Este momento se caracteriza por mostrar mayor contun-
dencia de la influencia del marxismo (Parra, 2002) y se enfatiza en la crítica a
la sociedad capitalista, su carácter explotador, el rol de Estado y las políticas
sociales como productoras y reproductoras de ese orden. Asimismo, se conso-
lida una fuerte crítica al rol del trabajo social inserto y contratado para aliviar
44
Aproximaciones al Movimiento de Reconceptualización en Trabajo Social
y regular los problemas sociales con fines de conservar ese orden social. El
ejercicio profesional debía estar involucrado y comprometido con la militan-
cia social por una sociedad más justa y menos desigual solo posible por la
vía socialista. En este momento cabe la crítica que algunos colegas realizan
sobre la incorporación al MR de un “marxismo sin Marx”, haciendo alusión
a lecturas marxistas lavadas, tergiversadas o erróneas que no daban cuenta
de la lectura y estudio epistemológico de las producciones marxistas origi-
nales. Es en este momento en donde se brega por cambiar la denominación
de servicio social a trabajo social, exigiendo, por un lado, el reconocimiento
de la categoría trabajador para el profesional enfatizando en la diferenciación
con las prácticas voluntaristas e intuitivas y, por otro lado, distinguiéndose de
la pretensión más reformista y revolucionaria que atravesó al servicio social.
Son varios los autores que consideran que la tercera etapa que va desde
1973 a 1975 es la etapa crítica del movimiento reconceptualizador y muchos
afirman que allí culmina. Las tensiones y enfrentamientos entre colegas se
profundizan y las posturas antagónicas conllevan en algunas ocasiones a acu-
saciones y denuncias de comulgación de los colegas reconceptualizadores con
grupos reaccionarios y con el comunismo internacional, responsabilizándo-
los por hacer peligrar los objetivos de la profesión (con todos los sujetos y no
solo con la clase oprimida), de politizar el trabajo social y confundirlo con mi-
litancia. Los sectores más conservadores estaban representados al interior del
colectivo por el secretariado latinoamericano de la UCISS, y como canal de
difusión de estos sectores funcionaba la revista Selecciones de Servicio Social,
de Editorial Humanitas. Como mencionamos anteriormente, convivían hete-
rogeneidad de posturas dentro del movimiento reconceptualizador. Y, por otra
parte, para el caso de Argentina, hay autores que vinculan el inicio de esta eta-
pa dentro del movimiento con la corta vuelta del peronismo a la gobernación.
Gustavo Parra (2002) señala que existió un quinto momento que tiene que
ver con el traslado de los debates y las vías de difusión hacia Perú y abarca
desde 1974 a 1982. En el año 1974 se fundó el Centro Latinoamericano de
Trabajo Social (CELATS). Desde allí se postularon debates, estudios e inves-
tigación crítica y marxista al interior de la profesión, sistematizados en la re-
vista Acción Crítica como vía de difusión. Este hecho se lee y entiende, sobre
45
Paula Villadangos y Yanina Rivolta
todo en relación con la censura y obstrucción de debates (entre otras nefastas
y sangrientas expresiones y estrategias impartidas desde el autoritarismo es-
tatal) que comenzaron a atravesar a los países del Cono Sur frente al avance e
instauración de procesos de gobierno dictatoriales.
Conclusiones: legado del movimiento
reconceptualizador en el campo profesional
Por todo lo expresado en este capítulo y siguiendo los aportes que realiza
Siede (2015), podemos mencionar que el MR resulta un punto de inflexión en
el devenir de nuestra profesión.
En este sentido, pensamos el MR en cuanto proceso histórico-político par-
ticular del campo del trabajo social en el que confluyeron diversas posturas,
perspectivas y modalidades de abordaje. Es decir, que no fue un movimien-
to homogéneo, más bien por el contrario, dejó en evidencia que no hay una
única modalidad de ejercicio profesional, que hay diferentes apreciaciones y
perspectivas. Esto implicó disputas por el sentido hegemónico que debía te-
ner la profesión, es decir, cómo explicar e intervenir en la realidad social.
En estas confrontaciones por el sentido, tuvo lugar el cuestionamiento a
la visión más conservadora de entender la sociedad, lo que nos remite a la
presencia de la matriz conservadora en los inicios de la profesión del trabajo
social y la trama societal que permitió ponerla en cuestión décadas más tarde.
Han sido sumamente interesantes los debates y acciones al interior de MR,
en cuanto han permitido un crecimiento intelectual y profesional notable
del colectivo. Se posicionó el debate sobre la jerarquización profesional en
el plano legal que da cuenta de momentos de alta organización del colectivo.
Lograron también habilitar, probablemente como nunca antes, la discusión y
formación sociopolítica, científica e investigativa, ampliando los horizontes
de debate y alcance de incumbencias.
Por lo tanto, entendemos que allí podemos situar uno de los principales le-
gados que nos deja la Reconceptualización como enseñanza con plena vigen-
cia en la actualidad. Hacemos referencia a la incorporación de la dimensión
ético-política en el posicionamiento profesional, en los procesos de interven-
46
Aproximaciones al Movimiento de Reconceptualización en Trabajo Social
ción y en su necesario ejercicio reflexivo. La trama de intervención profesional
expresa también una “trama política” y resulta guiada por acuerdos éticos es-
tablecidos a nivel social y en el colectivo profesional. Quien ejerce la profesión
no puede pensarse exenta/o de las determinaciones que se sintetizan a nivel
social, político, cultural, tecnológico, ya que estos atravesamientos orientan
los procesos de intervención. Así como también escoge y se posiciona desde
determinados presupuestos teóricos, realiza tal o cual lectura de la sociedad,
de los problemas sociales, de los sujetxs con los que trabaja e interviene, de
los grupos, del rol comunitario, del Estado, de las políticas sociales, de lo que
considera trabajo; escoge determinados instrumentos técnico-operativos, se
basa en determinadas corrientes teórico-metodológicas: en todo esto y en
más se trasluce la dimensión ético-política.
En paralelo a lo mencionado, la Reconceptualización abrió una instancia
de trabajo y debate en los diferentes países de Latinoamérica en los que tuvo
lugar, siendo este también un aporte de relevancia, ya que es un movimien-
to propio de nuestra profesión, pero también de nuestro continente. En esta
dinámica es que tuvieron lugar un número significativo de las producciones
escritas de autores latinoamericanos que propiciaron marcos de análisis a par-
tir de nuestra propia realidad. A su vez las vías de difusión resultaron ser los
medios para circular tales conocimientos, evidenciar los debates de la época
en la profesión y permitir que los mismos trasciendan, propiciando la pro-
ducción de conocimiento y la reflexión sistemática en el ejercicio.
Es menester mencionar que una de las críticas que se le realiza al MR
tiene que ver con las limitaciones teórico-metodológicas con las que fue
abordado el marxismo y algunas categorías de análisis que han sido tergi-
versadas en relación con la propuesta original y los aportes de Marx. Se pos-
tulaba también que la profesión en los ámbitos estatales funcionaba como
mera reproductora de control social, y esto interpelaba y conducía en mu-
chas ocasiones a colegas a abandonar puestos de trabajo en esfera del Estado
en pos de desalinearse de la presunta complicidad con la producción de
un orden desigual e injusto. Años más tarde ingresan al debate académico
las teorías que amplían los debates sobre los mecanismos de reproducción
social y las explicaciones sobre Estado y sociedad parecieran volcarse ma-
47
Paula Villadangos y Yanina Rivolta
yoritariamente a la comprensión de los mismos como arena y terreno de
disputa, de luchas de intereses por la hegemonía.
En nuestro país, el MR encontró su límite “externo” con el advenimiento
de la dictadura cívico-militar del año 1976. Este evento implicó un triste y
sangriento cambio de rumbo en la vida de nuestro país, al que no fue ajeno
el trabajo social. En retrospectiva, se nos presentan interrogantes respecto de
qué senderos podría haber recorrido el MR; desde su propia profundización
–contemplando también la dimensión metodológica– hasta un desarrollo más
crítico y abarcativo de todo el proceso en consonancia y como consecuencia
de los debates que se sintetizaban a nivel societal, que parecían de tal magnitud
y prometedores de cambios profundos frente a los cuales la respuesta fue el
intento de aplastamiento y exterminio por la vía de la gobernanza coercitiva.
Al respecto conocemos que, a partir del año 1983 y con la apertura demo-
crática, el colectivo profesional encontró oportunidad de articular los debates
en vigencia y en alza en el terreno de los derechos humanos y sociales. Perdu-
rando algunas de las dicotomías que ya se habían puesto en evidencia, pero
en un nuevo contexto. Se torna interesante analizar las huellas del MR en cada
uno de los momentos sociohistóricos subsiguientes marcados como sobresa-
lientes, como por ejemplo la década neoliberal de los noventa, la crisis 2001-
2002, el período pos convertibilidad hasta hoy. No obstante, varios autores
coinciden en afirmar que a lo largo de los noventa, la discusión ético-política
dentro del campo profesional ha atravesado su momento de baja.
Entendemos que los legados del MR han trascendido en tanto que tienen
la fuerza suficiente para impregnar con sus debates y convocar a la reflexión,
a su estudio e investigación a nuevas generaciones de profesionales. Con esto
no queremos afirmar que existe una continuidad con este proceso, más bien
coinciden numerosos autores en ubicar su cierre con los distintos procesos
dictatoriales como bien mencionamos previamente. No obstante, quizás pue-
dan rastrearse y pensarse los desafíos que la profesión afronta en cada época,
las instancias de organización dentro del colectivo profesional que proponen
tensionar determinadas categorías, la lectura de ciertos problemas, la coloca-
ción en agenda de debate de determinados problemas sociales, discusiones
sobre la lectura de ciencia, de fundamentos teóricos, de métodos y técnicas,
48
Aproximaciones al Movimiento de Reconceptualización en Trabajo Social
de formación profesional, de organización política, de articulación con los
debates societales y las discusiones de índole ético-política.
La dinámica del MR deja en el campo disciplinar los legados mencionados
y la posibilidad concreta y dialéctica de pensarnos y repensarnos en nuestro
quehacer profesional (situado en un contexto determinado) a la luz de nuevos
desafíos y temáticas que se van instalando socialmente.
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49
Capítulo 2
Trabajo social y
dictadura en Argentina
Heridas que siguen
abiertas
Javier Nascone
Introducción
Lo terrible de esta historia es tener en cuenta que los
colegas fueron asesinados por defender una política de
reivindicación de un país libre, justo y democrático,
después vinieron los años de la dictadura con los 30.000
desaparecidos, años cruentos de la historia, los más
sangrientos del siglo XX en Argentina.
Spina y Pietrangeli (2022: 7)
La última dictadura cívico-militar en Argentina, sin lugar a dudas tuvo
un impacto significativo social, económico, político e institucional en nuestro
país. Produciendo un quiebre muy importante en nuestras sociedades, mar-
cando un antes y un después y sembrando las bases para la instalación del
modelo económico neoliberal.
En este período histórico que abarca desde el año 1976 al 1983, el trabajo
social al igual que otras disciplinas se verá entrampado en un retroceso sig-
nificativo no solo para ejercer la profesión sino también en el ámbito de la
formación profesional de grado y posgrado. En un escenario de reducción del
Estado y, por ende, de inversión en políticas sociales, el colectivo profesional
se verá limitado para ejercer la profesión.
La represión, persecución, el asesinato y la desaparición forzada de personas
seguida de tortura y muerte se instalaron como modus operandi del gobierno
de facto, intentando aniquilar toda forma de resistencia al modelo hegemónico
53
Javier Nascone
imperante. Los y las trabajadoras/es sociales no quedaron exentos de este con-
texto,1 muchos estudiantes y graduados de trabajo social fueron asesinados y/o
desaparecidos, otra gran cantidad tuvo exiliarse ya sea al exterior o al interior
del país, mientras que el resto se vio obligado a abandonar la profesión o a bus-
car mecanismos de “adaptación” dentro de los dispositivos institucionales como
mecanismo de supervivencia. En este sentido Susana Cazzaniga (2022) mencio-
na que es muy duro el exilio interno ya que no siempre se les dio el lugar en la
historia y son de los que menos se habla, de hecho, ella reconoce que tampoco
lo hace. Llevándonos a preguntarnos si no tenemos quizás una deuda pendiente
con el transitar de las colegas que tuvieron que migrar hacia otras ciudades y
vivir en el anonimato. Muchas colegas fueron expulsadas de sus instituciones
o por decisión propia abandonaron los espacios de trabajo. Cazzaniga refuerza
esta idea en su relato: “muchos colegas se los echó de sus instituciones y otros
tuvieron una especie de retiro o guardarse, y hacer solo tareas administrativas,
y no por ello fueron colegas desleales. Hubo muchos colegas que resistieron
mucho como pudieron” (Cazzaniga, 2022: 7).
Si bien existen varios textos que describen la atrocidad que sufrió nuestra
sociedad llevada a cabo por el gobierno de facto, y por lo tanto también nues-
tra disciplina de manera directa e indirecta, resulta interesante estudiar como
el trabajo social por un lado retrocede como disciplina propiamente dicha,
pero por otra parte va encontrando formas de resistencia para seguir forman-
do profesionales y ejerciendo la profesión propiamente dicha. Para ello inten-
taré recuperar las palabras de algunas trabajadoras sociales que resistieron y
sobrevivieron a este período tan oscuro, tomando algunos fragmentos de las
entrevistas realizadas por el Colegio de Trabajadores Sociales de la Provincia
de Buenos Aires (CATSPBA) en la construcción de su Archivo Histórico, que
busca recuperar las voces de estudiantes y colegas que atravesaron la repre-
sión en sus cuerpos y/o en sus vínculos más próximos.
1. Según un informe realizado en base a un proyecto de investigación que se encuentra en
permanente revisión y actualización, al año 2011 se llevaban registrados/as 98 colegas des-
aparecidos/as y/o asesinados/as entre estudiantes, docentes y profesionales. Cinco de estos,
asesinados por la triple A previo al golpe (Melano, 2011).
54
Trabajo social y dictadura en Argentina
Algunas palabras que describen y
orientan el escenario del terror
Reconocer realmente el quiebre que fue para toda
una sociedad y para la profesión, lo decimos, pero no
llegamos a procesarlo, no es menor. Y ahí, habría que
remirar, repensar, creo que el miedo caló hondo y el
neoliberalismo ingresó con la dictadura.
Cazzaniga (2022: 9)
Con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 comienza una nueva etapa
en Argentina, produciendo sin lugar a dudas un quiebre sustancial en la histo-
ria reciente de nuestro país. Nuestra sociedad se verá atravesada por cambios
drásticos en el aspecto social, político, económico, cultural, en suma, en todos
los factores que intervienen en la consolidación de un pueblo como sociedad.
No es el objetivo de este apartado desglosar minuciosamente las características
políticas y económicas de este período, ya que existen numerosos autores que
lo han desarrollado exhaustivamente. Pero sí poder hacer referencia a ello con
el objetivo de enmarcar el contexto en el cual se sucedieron también los cam-
bios hacia nuestra profesión y todo el colectivo de trabajo social, generando
también cambios significativos en la formación de grado y posgrado. Y por su-
puesto también en los diferentes espacios de inserción e intervención profesio-
nal. Es interesante el relato de Cazzaniga (2022: 6) para graficar este contexto:
Hay un tema que dice que la Reconceptualización se circunscribió a los ámbitos
académicos, pero no en todos los espacios. Acá nuestras colegas trabajaban con
todos estos cambios acerca del Trabajo Social al graduarse; recuerdo muy bien
en el año 1973, cuando asume el peronismo, muchas colegas van a trabajar a la
municipalidad de Santa Fe, y llevan adelante una propuesta muy reconceptuali-
zadora. Cuando empiezan las persecuciones, las colegas terminan sancionadas y
las mandan a dirigir el tránsito. Muchas de ellas están desaparecidas.
Distintos factores endógenos y exógenos fueron permeando en la sociedad
argentina para lograr la consolidación del modelo económico neoliberal, pero
sin lugar a dudas que la presencia de un Estado fuertemente represivo que
55
Javier Nascone
gobernó mediante la doctrina de la seguridad nacional como bandera ocupó
un lugar central. María Alejandra Parkansky refiere que la violencia estatal
favoreció la implantación de la política económica que introdujo Martínez
de Hoz en 1976, en vinculación estrecha con factores de índole internacional.
Un modelo económico basado en el disciplinamiento social. Aquí coincido
con la postura de muchos autores y autoras que hacen hincapié en que se
necesitó de una dictadura tan atroz como violenta para poder instalar defini-
tivamente el modelo económico pretendido por distintos sectores de poder,
y continuando con el pensamiento de Parkansky, podríamos afirmar que a
las dictaduras se las comprende, no solo como parte del sistema capitalista,
sino fundamentalmente como uno de los instrumentos para su reproducción
(Parkansky, 2022).
La implementación del nuevo modelo económico neoliberal trae apareja-
do un incremento de los problemas sociales y económicos y paradojalmente
hay un achicamiento del Estado y de la inversión en políticas sociales que
pudieran dar respuesta a las manifestaciones de la cuestión social. En este
sentido, se va a producir lo que algunos autores y autoras mencionan como el
pasaje de la matriz estadocéntrica a una matriz mercadocéntrica. Desde ahora
será el mercado, el organizador de la sociedad, desplazando al Estado de su rol
central como protector de los derechos. El Estado dejará de intervenir y si lo
hiciere sería en favor del mercado.
Este modelo llevó a una pérdida muy significativa del empleo corriendo el
eje del trabajo como organizador de la sociedad y generando un fuerte impac-
to en las subjetividades de la vida cotidiana; incrementando la fragmentación
social, que trae aparejados el individualismo y la falta de empatía con el otro u
otra. En contraposición con el modelo de Estado más de corte paternalista que
brindaba protección social a los más débiles, a los sectores más postergados o
empobrecidos, pasando ahora a un Estado represor que persigue, tortura y des-
aparece personas reproduciendo y naturalizando el terror en la cotidianidad.
En este contexto, se cierran muchas fábricas, una de las instituciones prin-
cipales de la sociedad que actuaba como “ordenadora”, otorgando un sentido
de pertenencia, al igual que otras instituciones de la comunidad. De a poco,
todo lo referido a lo barrial, a lo comunitario, se va diluyendo. Las familias
56
Trabajo social y dictadura en Argentina
comienzan a realizar otro tipo de actividades de subsistencia (las conocidas
“changas”). A esto se suma la erradicación de villas, los desalojos y mudanzas
forzosas, que hacen que muchas familias pierdan sus viviendas y sus espacios
de desarrollo de la vida cotidiana, provocando el desmantelamiento del tejido
social y un aumento significativo de la pobreza en general.
Este escenario adverso va a significar por un lado un retroceso en el campo
de intervención profesional, por otro lado, va a interrumpir la continuidad
de las actividades barriales y comunitarias llevadas a cabo por trabajadoras
sociales al mismo tiempo que el colectivo profesional encontrará formas de
resistencia y/o resquicios dentro de las instituciones para seguir ejerciendo de
alguna manera la profesión.
Ejercer la profesión en medio del terror
como forma de supervivencia
Mi participación en espacios profesionales en la época
del Terrorismo de Estado fue nula, por dos cosas: lo
más importante porque tenía que rearmarme y seguir
viviendo para criar a mi hijo y, además, porque el
terror a involucrarme en cualquier espacio de reflexión
o participación grupal o comunitaria, me lo impedía.
Fueron años de mucho esfuerzo por sobrevivir al terror y
a la pérdida de mi compañero.
Gastaldi (2022: 6)
En este contexto de fragmentación social muy elevada es que el trabajo
social empezará a tener dificultades para la intervención ya que tanto aquel
como otras disciplinas se van a ver afectadas por las restricciones institucio-
nales; por ejemplo, se va a prohibir explícitamente el trabajo social comu-
nitario, las actividades barriales, el trabajo con organizaciones sociales, etc.
Así lo explica Pietrangeli (2022: 3) en su testimonio: “en esos años nosotros
empezamos a trabajar en los centros comunitarios que se crearon en la muni-
cipalidad de La Plata, que era trabajo barrial que hoy consideramos realmente
importante y que con la dictadura se cerraron”.
57
Javier Nascone
Las políticas sociales son vistas por el Estado como un gasto público y no
como una inversión, propiciando un achicamiento de ese “gasto” social y un
deterioro de las políticas universales como salud y educación.
Rápidamente se va produciendo un deterioro de lo público, en contrapo-
sición de lo privado, que será subsidiado y apoyado por el sistema financiero.
Como consecuencia, las instituciones de acción social van a deteriorarse y por
ende perderán legitimidad ante la población. Lo que permitirá el incremen-
to de participación de organismos multilaterales de financiamiento externo
como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, el Fondo
Monetario Internacional o las Naciones Unidas, entre otros, con una fuer-
te incidencia en planificación y ejecución de las políticas sociales. Al mismo
tiempo se iniciará un proceso de privatización y tercerización de las políticas
sociales, dando lugar a la aparición de las ONG que posibilitarán la inserción
de algunas trabajadoras sociales.
La aplicación de la doctrina de seguridad social en trabajo social va a signi-
ficar un retroceso; regresando al formato antiguo paramédico y parajurídico
que se dio en las décadas del treinta y del cuarenta en nuestro país. Es decir, el
trabajo social vuelve a ser utilizado como auxiliar de otras disciplinas. Reto-
mando la idea del “funcionalismo”, buscando carencias en las mismas perso-
nas que padecen las desigualdades, fomentando y alimentando la relación de
la pobreza con el delito:
Después que mataron a los chicos los cuales trabajaban en el mismo centro co-
munitario, se achicaron las actividades comunitarias. Una vez que se dio el golpe
se cerraron los centros, se convirtieron en casas del niño y no hubo más trabajo
comunitario, se cerró el área, se trabaja en familia y asistencia directa, entidades
de bien público; es decir, el Servicio Social municipal fue completamente desac-
tivado (Spina y Pietrangeli, 2022: 7).
En cuanto al carácter técnico-instrumental nuestra profesión también va
a estar atravesada por un retroceso significativo, poniendo el foco solo en el
aspecto técnico y dejando de lado el carácter profesional. Se retoma el uso
de las encuestas con un carácter punitivo, una herramienta que en los años
sesenta había dejado de utilizarse, al igual que la intervención social con
58
Trabajo social y dictadura en Argentina
grupos, buscando el control social de los sectores más vulnerables, tendien-
do a la desprofesionalización y a la despolitización del ejercicio profesional,
retrocediendo en uno de los principales legados que nos había dejado la
Reconceptualización.
En muchas oportunidades las trabajadoras sociales y estudiantes eran con-
vocadas e instigadas por diferentes organismos del Estado y del ejército para
participar de desalojos de villas miserias, repatriación de inmigrantes y/u
operativos de rastrillaje. La convocatoria se hacía generalmente mediante un
telegrama bajo apercibimiento de sanción, mediante el cual las profesionales
eran convocadas para presentarse en un lugar determinado generalmente por
la noche. Una vez en el lugar se les daba a conocer el motivo de la convoca-
toria, cuál era la tarea que debían realizar y sin mayores detalles se las subía a
camiones o colectivos del ejército y se las llevaba a realizar los operativos sin
detallar el barrio o el lugar hacia donde se dirigían. Así lo describe Parkansky
(2022: 4) haciendo referencia al ¨Mega operativo cívico militar¨ en Villa Jar-
dín, Lanús, provincia de Buenos Aires, en el año 1978:
Esa madrugada, cuando llegaron a destino, personal del Ejército obligó a todas
las personas, a bajar y colocarse en fila contra un largo paredón. Allí se les asig-
nó a cada una, dos uniformados armados que las acompañarían, uno era un
joven “colimba” (corre-limpia-barre) cumpliendo el Servicio Militar Obligatorio
y otro militar de rango superior. A las trabajadoras sociales, se les entregó en
mano unas extensas planillas.
Aquí queda en evidencia cómo el terrorismo de Estado se implementó en
todos los estratos sociales sin ninguna distinción, ya sea mediante la perse-
cución hasta el exilio, la desaparición forzada seguida de tortura y muerte o
en muchos casos el sometimiento a participar de operaciones cívico-militares
involucrando a profesionales, estudiantes o cualquier persona de la sociedad
civil en general. Si bien hay varios testimonios de trabajadoras sociales que
tuvieron que exiliarse, y de sus relatos se desprende lo tortuoso que fue so-
brevivir en el exilio, no siempre se ha tenido en cuenta el padecimiento de
las colegas que han decidido por diferentes motivos residir en sus espacios e
intentar resistir desde cada uno de ellos.
59
Javier Nascone
Resulta pertinente compartir aquí un fragmento del testimonio de María
Inés Pietrangeli (2022: 8):
en ese momento no pensabas en la muerte, después durante la dictadura se vivía
cómo se podía, salías a la calle veías tiros, secuestros. Pero elegimos quedarnos
en el país, a seguir luchando. Durante la dictadura vivíamos casi en la clandesti-
nidad, colaborando en las luchas populares para derrotar a la dictadura.
En medio de este contexto resulta impensado entender cómo las colegas
lograban organizarse para llevar a la práctica diferentes prácticas de resisten-
cia, dando lugar al surgimiento de asociaciones semiclandestinas de trabaja-
dores sociales que van a emitir comunicados, generar reuniones y/o activida-
des defendiendo la profesión, arriesgando su integridad física. Cabe recordar
que no existía ningún tipo de paraguas jurídico y mucho menos una ley del
ejercicio profesional que regulara y/o protegiera la actividad profesional; esta
aparece recién con el retorno a la democracia.
Hemos leído muchos testimonios sobre la represión y la tortura de los dete-
nidos desaparecidos, y el espanto no deja de sacudirnos al hacerlo. ¿Pero aca-
so los cuerpos y las mentes de quienes tuvieron que ejercer la profesión en este
contexto no fue también algo que nos marcó de manera contundente? ¿Acaso
no deberíamos hablar también de las trabajadoras sociales sobrevivientes a
este período tan oscuro de nuestra historia? ¿Cómo pudieron sobrellevar los
días posteriores, luego de atestiguar operativos de esta envergadura? Si bien
muchas colegas refieren a que en esos tiempos se “convivía con la muerte” y
se vivía en clima de violencia permanente, no quita que no haya generado un
impacto significativo y que al día de hoy todavía no hemos podido sanar.
El operativo fue extremadamente violento. El joven uniformado pateaba o gol-
peaba la puerta, la trabajadora social era puesta como escudo o al menos la pri-
mera persona en ingresar a la casilla, y una vez en el interior, mientras se le pre-
guntaba a algún miembro del aterrorizado grupo familiar, de acuerdo al registro
que debían hacer en las planillas de tipo censal, sobre sus condiciones de habita-
bilidad, salud y trabajo, se solicitaban documentos y libretas sanitarias, también
60
Trabajo social y dictadura en Argentina
se preguntaba sobre los programas de televisión y noticieros que miraban, en
tanto los uniformados revisaban minuciosa y violentamente todas las casillas.
Entre los pasillos de la villa, se escucharon disparos y hubo personas que fue-
ron sacadas del lugar por la fuerza. Los uniformados se comunicaban por radio,
identificando nombres y apellidos, para seguir con la cacería. Al finalizar el ope-
rativo el funcionario de facto dijo a las/os colegas y estudiantes: a partir de ahora
están en libertad (Parkansky, 2022: 5).
La censura y la persecución en
la (des)formación profesional
Sin lugar a dudas la dictadura cívico-militar en Argentina tuvo también un
impacto significativo en la formación de grado y posgrado de trabajadoras
sociales. Si las décadas del sesenta y setenta protagonizaron álgidos momen-
tos de debates, discusiones y reformulaciones en cuanto a la currícula uni-
versitaria y la formación de profesionales, atravesados por el desarrollismo y
la Reconceptualización, el golpe no solo va a interrumpir este proceso, sino
que hará retroceder nuestra profesión a las décadas del cuarenta y cincuenta.
Siguiendo a Moljo y Moljo, el advenimiento de la última dictadura militar tra-
jo como una de sus consecuencias la interrupción del proceso de formación
de los estudiantes, los graduados y los docentes. Significó la falta de nuevos
profesionales en el mercado de trabajo, de actualización y capacitación de sus
egresados, así como también la reducción de los espacios de inserción profe-
sional durante un decenio; evidentemente ningún tipo de discusión teórica
era posible (Moljo y Moljo, 2007).
Comenzaría para nuestra profesión y otras disciplinas, principalmente de
las ciencias sociales, una persecución y censura permanente hacia profesiona-
les y casas de estudio. Según un estudio realizado por Castronovo (1999: 8),
de un total de cuarenta y cinco escuelas de trabajo social que existían en ese
momento, catorce fueron cerradas o suspendidas en su funcionamiento. Hay
un hecho muy significativo que sucedió en la localidad de Bahía Blanca, al
sur de la provincia de Buenos Aires, me refiero al cierre de la Licenciatura en
Servicio Social en la Universidad Nacional del Sur. Quiero destacar este hecho
por dos motivos, el primero porque su cierre se produce casi de inmediato a
61
Javier Nascone
tan solo un año de abrirse la carrera en esa universidad y el segundo es porque
al día de hoy, el colectivo profesional sigue luchando por la reapertura de la
carrera, a casi cuarenta años del retorno a la democracia ininterrumpida en
nuestro país, todavía seguimos sin poder reparar daños como estos, dejando
heridas abiertas.
Este período va a estar atravesado por la censura permanente, incremen-
tando las listas de textos prohibidos, muchos de los cuales circulaban en las
universidades. Al mismo tiempo se van a llevar a cabo quema masiva de tex-
tos de pensamiento “comunista-marxista” o que alimentaban la subversión.
Se producen allanamientos a las librerías y posterior quema de publicaciones
de cualquier ideología que no estuviera asociada a la dictadura. Acá también
vuelvo a la idea de la implementación del terror como mecanismo de adoc-
trinamiento, donde muchas familias quemaron y destruyeron sus libros por
temor a arriesgar sus vidas.
Se instala la idea del “enemigo interno”, quien era sospechoso de atentar
contra los principios de la patria. Es decir que toda persona que tenía un pen-
samiento crítico al orden imperante y principalmente al modelo económico
de desarrollo iba a ser tildada de subversiva y por lo tanto peligrosa. En este
sentido, comienza una persecución a docentes y estudiantes de las universi-
dades. Muchos fueron detenidos, torturados y algunos de ellos desaparecidos,
quienes lograron escapar de las persecuciones comenzaron el exilio ya sea
interno o externo del país. Así lo relata una de las sobrevivientes:
Me fui a Buenos Aires, y empiezo a ver ¿cómo irme del país?, porque no tenía los
recursos. Vendí el auto y me hicieron un arreglo para salir un día domingo muy
temprano, que había menos control. Pude salir armando un camuflaje, ya que en
ese momento era la secretaria general de la Cruz Roja para toda la juventud del
país, lo que me permitió tener unos papeles que falsifiqué para decir que tenía
el aval internacional de la Cruz Roja para salir (Paradela y Palomas, 2022: 4).
Sin embargo, aun aquellas que lograban exiliarse, no se sentían a salvo, la
amenaza era permanente y en muchos casos la persecución y hostigamiento
se trasladaba a los países en los que se habían exiliado. Tal es el caso de Susana
Palomas, quien, continuando su exilio por América Latina, en Ecuador inten-
62
Trabajo social y dictadura en Argentina
ta continuar estudiando en el posgrado de Ciencias Sociales, aunque por in-
tervención de la dictadura argentina, su nombre es tachado y no puede seguir
estudiando. O el caso de Patricia Gastaldi, quien, a pesar de haber logrado
salir en libertad luego de estar detenida, la dejan cesante en el Registro Civil
donde trabajaba en el mes de julio de 1977, cuando transitaba su licencia por
maternidad y su hijo tenía un mes de vida, con una inhabilitación para traba-
jar en organismos del Estado durante cinco años.
Como ya mencioné anteriormente, se cerraron carreras, otras devinieron
en tecnicaturas reduciendo su duración y las que sobrevivieron fueron inter-
venidas, perdiendo las universidades su carácter autónomo. No había libertad
de cátedras, los programas de las materias eran impuestos por el interventor
de turno. Se hizo extensiva la prohibición de los centros de estudiantes y cual-
quier tipo de organización estudiantil para todos los niveles de estudio. Em-
pezó a penetrar el temor a pensar en una sociedad más justa, más igualitaria,
es decir, de aquellos ideales de los sesenta y setenta.
Nos sentíamos agentes de cambio, era la época de la Reconceptualización del
Trabajo Social. Me acuerdo que hacíamos reuniones con profesionales, incluso
con gente de Brasil. Nos reuníamos en nuestras casas a capacitarnos, buscando
nuevas ideas, por ejemplo, de la teología de la liberación y otras tantas (Spina y
Pietrangeli, 2022: 7).
Y esto trae como consecuencia directa que muchos docentes y estudian-
tes debieran pasar a la clandestinidad o exiliarse. Estos cierres de carreras
y de universidades, sumados a la persecución y prohibición antes mencio-
nada, significaron falta de graduados y de nuevos profesionales insertados
en el mercado de trabajo y por ende la suspensión del debate político en la
formación profesional que se venía sosteniendo durante las últimas décadas.
En coincidencia con Marta Cimarosti (2022), podríamos afirmar que el ata-
que a la formación, la desarticulación de los espacios colectivos, así como
la prescripción de lecturas que problematicen e interroguen la reproducción
capitalista, fueron expresiones que ratificaron posiciones antagónicas entre la
profesión y la dictadura, lo cual tensionó la posibilidad de sostener el trabajo,
la capacitación, incluso la vida, en este contexto histórico de referencia.
63
Javier Nascone
Al igual que en el apartado anterior cuando mencioné algunas de las es-
trategias de resistencia que encontraron las colegas para ejercer la profesión,
aquí también quiero detenerme a mencionar cómo en el ámbito de formación
y actualización profesional también se dieron algunos pequeños espacios de
resistencia que mantenían viva la llama del debate, lo que permitía generar un
espacio de encuentro, de contención colectiva.
Frente a la clausura del espacio formativo y a pesar del difícil escenario so-
cial que se vivía (en donde todo “circulaba clandestinamente”), las trabajadoras
sociales se reunían en pequeños grupos de trabajo, como forma de poder com-
partir las experiencias, de debatir lo que acontecía en la profesión como en la
sociedad, y también se formaban grupos de estudiantes que se juntaban a leer
y debatir autores o textos que estaban prohibidos o no estaban incluidos en el
material de la universidad. Por ejemplo, autores de la Reconceptualización y
también algunos ejemplares de las revistas de trabajo social de la Reconceptua-
lización que estaban prohibidas. Estas reuniones se realizaban en una especie de
semiclandestinidad y/o en sus propias casas (Moljo y Moljo, 2007), retomando
la conocida estrategia durante el onganiato, como la universidad de las cata-
cumbas en la ciudad de Rosario. Allí se empezó a cultivar la necesidad de la
creación de la Asociación de Asistentes Sociales de Rosario, con el objetivo de
capacitar profesionales y la reapertura de la escuela de TS que finalmente tuvo
lugar en 1986. Esta Asociación se fundó en 1980 en plena dictadura, pero venía
trabajando desde el 78 en la clandestinidad. Otro de los objetivos fue la creación
del Colegio de Asistentes Sociales del Rosario que pudo sustanciarse en 1987.
Recién con el proceso de redemocratización política, se pudo comenzar a
recuperar la formación profesional, posibilitando retomar las discusiones teó-
ricas y políticas que habían sido interrumpidas. La inserción de las escuelas de
trabajo social nuevamente en el ámbito universitario recuperó el debate con
otras disciplinas, generando la posibilidad de construir conocimiento científico,
creando equipos de investigación. Con el correr de los primeros años en demo-
cracia, se van consolidando los espacios institucionales, como la Federación Ar-
gentina de Unidades Académicas de Trabajo Social (FAUATS), y de los colegios
profesionales de cada jurisdicción, recuperando las viejas prácticas, como los
seminarios y encuentros que habían surgido en la Reconceptualización.
64
Trabajo social y dictadura en Argentina
A modo de reflexiones finales
Posiblemente la necesidad de decir para hacer visible,
para reparar, para transitar un futuro diferente, es
una práctica en la cual podemos decir que contamos
con una trayectoria significativa en relación a la
última dictadura cívico miliar en Argentina.
Cimarosti (2022: 2)
Volver a transitar las historias de vida, los vaivenes personales y familiares,
en suma, los caminos por los que han andado cada una de las trabajadoras
sociales que sobrevivieron al período más terrorífico que vivió la historia re-
ciente de nuestra profesión; sin dudas implica reabrir viejas, pero no sanadas
heridas que desde mi punto de vista merecen tener un espacio de revisión en
el colectivo profesional y también en nuestra sociedad.
Mientras recorría cada una de las historias aquí citadas, pero que segura-
mente son muchas más y que merecen ser escuchadas y también contadas,
pensaba en cuál hubiera sido el camino transitado de nuestra profesión sino
hubiera sido interrumpido por la dictadura cívico-militar. ¿Qué debates hu-
bieran continuado por los pasillos y las aulas de las escuelas de trabajo so-
cial que fueron cerradas?, ¿cuántos textos podrían haber sido leídos sino se
hubieran quemado, y cuántos nuevos textos se hubiesen publicado sino se
nos hubiera callado?, ¿qué hubiera pasado con los y las intelectuales de la Re-
conceptualización y sus ideas que interpelaban el propósito de la profesión?,
¿cómo hubiera impactado todo el saber colectivo acumulado en los trabajos
comunitarios que se desarrollaban en los barrios populares?, ¿cuántos líderes
y lideresas hubieran emergido desde los sectores más postergados para alzar
la voz de los y las que no tienen voz?, ¿cuál hubiera sido el rol de nuestra
profesión en cada una de las instituciones sino hubiese sido relegada como
auxiliar de otras disciplinas? Seguramente muchos ya se han hecho algunas
de estas preguntas, pero creo que vale el esfuerzo de volver a repensar que
este proceso interrumpido en nuestra profesión dejó heridas abiertas o mal
cicatrizadas que necesariamente ocupan un lugar importante del proceso his-
tórico del trabajo social.
65
Javier Nascone
Algunos autores y autoras han recorrido los “legados de la Reconceptua-
lización” a los fines de recuperar algunos de los ejes más significativos que
protagonizaron aquel período. Yo quiero detenerme en la ponderación de la
dimensión ética y política de nuestra profesión para pensar el porqué de tanta
persecución y prohibición hacia el trabajo social, en el marco del conjunto de
otras disciplinas de las ciencias sociales. En un análisis de la profesión, que
procura dirimir distancias de aquellos tiempos con estos días, Patricia de la
Mata (2022) refiere que a quienes somos trabajadores y trabajadoras sociales
siempre nos han perseguido, y encuentra en ello la explicación de nuestra
vinculación con la pobreza, con las familias pobres y los procesos de denuncia
e “incomodidad” que ello implica.
Me pregunto cuánto de este tipo de persecuciones hacia quienes ejerce-
mos en “lo social” se ha ido desterrando definitivamente y cuanto de aquello
(salvando las grandes diferencias con la dictadura) aún hoy convive en las
instituciones. ¿Acaso el trabajo social ha logrado su emancipación definitiva
o en ciertos espacios sigue siendo vista como auxiliar de otras disciplinas?
Cuando fijamos una postura política con relación a ciertos temas, ¿no resulta
extraño tener que aclarar en más de una oportunidad que lo hacemos desde
una dimensión ético-política que tiene nuestra profesión con el compromiso
en la defensa de los derechos humanos, por ejemplo, y no desde una posición
política partidaria?
Quizás tengamos que reescribir nuestra historia, la historia de quienes
sobrevivieron al terror de aquellos años oscuros, para reafirmar que mucho
de aquellos maravillosos años sesenta y setenta quizás recorran hoy nuestras
prácticas cotidianas en cada espacio de intervención profesional, y entonces
ahí quizás nos demos cuenta de que el esfuerzo por sobrevivir de nuestras
colegas está presente de alguna manera en el trabajo social contemporáneo.
66
Trabajo social y dictadura en Argentina
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67
Capítulo 3
Pobreza e intervención
social en la Argentina
de la transición
democrática
Aldana Lescano y Martín Hornes
Introducción
El 30 de octubre de 1983 la República Argentina vuelve a recuperar su de-
mocracia. Luego de más de siete años de la historia más cruenta de nuestro
país impuesta por la dictadura cívico-militar (1976-1983), Raúl Alfonsín es
elegido como presidente de los argentinos mediante la vía democrática del
voto universal por el partido de la Unión Cívica Radical (UCR). El 10 de di-
ciembre del mismo año iniciaría su mandato sobre los pilares de restablecer el
orden democrático y recuperar la plena institucionalidad del país.
Uno de los escenarios particulares del gobierno de la transición democrática
de Raúl Alfonsín (1983-1989) y, además, considerado como un hecho político
inédito para la historia reciente de nuestro país, será el escenario de pobreza y
desigualdad social que heredará de la dictadura cívico-militar. Con la vuelta a
la democracia, la República Argentina presentará los mayores índices de pobre-
za jamás conocidos: estadísticas oficiales previas a su mandato señalaban que la
pobreza alcanzaba a un 20% de la población argentina. En su discurso de asun-
ción, el entonces presidente afirmaba: “La defensa de los derechos humanos no
se agota en la preservación de la vida, sino además también en el combate que
estamos absolutamente decididos a librar contra la miseria y la pobreza de nues-
tra Nación” (Raúl Alfonsín, discurso de asunción del 10 de diciembre de 1983).1
1. Recuperado de https://www.cultura.gob.ar/30-de-octubre-de-1983-recuperacion-de-la-de-
mocracia-argentina-9684/
71
Aldana Lescano y Martín Hornes
La propuesta de este capítulo es reponer el nuevo paradigma de interven-
ción sobre la cuestión social que tendrá lugar con la vuelta a la democracia en
la República Argentina. Principalmente, nos centraremos en la implementa-
ción de la primera iniciativa estatal centrada en entregas directas de alimentos
dirigida a las poblaciones más vulnerables de todo el territorio argentino: nos
referimos al Programa Alimentario Nacional (PAN) o popularmente conoci-
do como “Caja PAN”.
El capítulo se organizará de la siguiente manera. En un primer apartado,
presentaremos las características del programa PAN, sus requisitos de acceso
y las principales líneas de acción. En un segundo apartado, prestaremos aten-
ción a las formas de intervención territorial que propuso la política alimen-
taria: esta aproximación nos permitirá abordar el rol del trabajo social en la
implementación de la medida e identificar las funciones específicas de nuestra
profesión. En un tercer apartado, aportaremos lecturas acerca de la tecnifi-
cación de las políticas sociales que surgen a partir del período en cuestión,
elementos que nos permitirán comprender aún más las cualidades técnicas y
políticas del PAN y reflexionar en torno a los aportes que dicha medida realiza
a los procesos de profesionalización de las políticas sociales argentinas. En un
cuarto y último apartado, reflexionaremos en torno a las formas de interven-
ción social que caracterizaron al período en cuestión y el rol preponderante
del trabajo social como disciplina.
El Programa Alimentario Nacional (PAN)
El programa PAN surge en el año 1984, a un año de la asunción de Raúl
Alfonsín como presidente de la república, y con un objetivo explícito como
preocupación de jerarquía del programa de gobierno del entonces presidente:
“la reparación moral, social y material de los sectores populares, en el contex-
to final de la dictadura militar y el principio de la transición democrática en
el país” (Vommaro, 2011: 48).
La restauración del orden democrático en la República Argentina trajo
consigo el desafío de abordar una problemática inédita en el país, como ser
los elevados índices de pobreza a escala nacional. Ante dicho escenario, el
72
Pobreza e intervención social en la Argentina de la transición democrática
PAN se presenta como una innovación en el campo de la intervención estatal
por dos cuestiones centrales: en primer lugar, porque se crea el primer pro-
grama gubernamental masivo de entrega directa de alimentos y, en segundo
lugar, porque el alcance de la política establece criterios de focalización de los
recursos a ser distribuidos entre la población considerada en condiciones de
pobreza extrema.
Al momento de su creación, el PAN era considerado como un programa
temporal de dos años de duración centrado en la distribución de alimentos a
los sectores populares como estrategia masiva de tratamiento rápido y directo
de las condiciones de pobreza en la Argentina. El Censo Nacional realiza-
do en el año 1980 demostraba que el país se encontraba en una situación de
emergencia social, y la consecuente confección de un Mapa de la Emergencia
Social permitía reconocer los vastos territorios de la República Argentina en
los cuales se asentaban los aglomerados más importantes de pobreza.
Bajo dependencia directa del entonces Ministerio de Salud y Acción So-
cial, presidido por el médico sanitarista Aldo Neri, la intervención del PAN se
centraba en la distribución de cajas con alimentos no perecederos, de allí su
identificación popular bajo la denominación “Caja PAN”. La caja en cuestión
contenía los siguientes alimentos: 2 kilos de leche en polvo, 2 kilos de harina
de trigo, 2 kilos de harina de maíz, 2 litros de aceite de girasol, 1 kilo de fideos,
1 kilo de arroz, 1 kilo de porotos y 1 kilo de carne enlatada. Esta distribución
cubría el 30% de los requerimientos alimentarios de una familia tipo.
73
Aldana Lescano y Martín Hornes
Figura 1. Publicidad oficial vinculada al Programa Alimentario Nacional.
Fuente: disponible en páginas web, de acceso abierto y uso irrestricto.
El PAN no solo significó el establecimiento de la primera política masiva
de entrega de alimentos, sino que, además, reinstauró en las políticas sociales
argentinas la noción de un programa de intervención dirigido a “los pobres”
como población objetivo. Durante la década del cuarenta, y bajo las presiden-
cias consecutivas de Juan Domingo Perón (1946-1951/1951-1955), el sujeto
principal de la intervención estatal argentina fue la figura del trabajador (Fer-
nández y Andrada, 2021). Como ya hemos señalado (Hornes, 2021), durante
los años sesenta, las iniciativas estatales desarrollistas se centraron en inter-
venciones de promoción sobre las poblaciones marginadas. A partir de los
años ochenta, los paradigmas sobre la intervención estatal vuelven a reponer
la figura de los pobres y la pobreza para definir sus líneas de acción.
Con lo anterior, precisamos señalar que el PAN se constituirá como una polí-
tica de alcance universal pero focalizado. Básicamente, porque se tratará de una
iniciativa que atenderá a las poblaciones pobres y, por lo tanto, no construirá
74
Pobreza e intervención social en la Argentina de la transición democrática
formas de protección dirigidas a los sectores populares asalariados y tampoco
tendrá el espíritu desarrollista de ampliar los bolsones de marginalidad. Como
lo veremos en próximos apartados, el PAN recurrirá al campo de las estadísticas
en las ciencias sociales para definir a su población objetivo: a) se incorporarán
instrumentos para focalizar la intervención en los territorios pobres, b) para lo-
calizar los hogares donde realizar un trabajo de asistencia directa y promoción y
c) para promover la intervención de los denominados “agentes PAN”.
El PAN también marca otro hito para las políticas sociales de la región:
inaugura el ciclo del “combate contra la pobreza” en América Latina y el Cari-
be, cuyos principios de acción guía serán la focalización, la descentralización
y la participación de la sociedad civil, elementos que marcarán fuertemente
la política social de la década del noventa (véase el capítulo 4 de Fernández y
Andrada en este libro).2
Tabla 1. Nivel de cobertura del PAN y cajas distribuidas
anualmente según año de implementación.
Año de Nivel de cobertura
Cajas distribuidas anualmente
implementación (familias)
1984 907.360 4.490.948
1985 1.487.118 15.070.186
1986 1.331.771 15.875.502
1987 1.341.078 16.488.304
1988 1.506.470 14.950.678
Fuente: elaboración propia en base a diferentes referencias bibliográficas.
2. Seguimos la conceptualización de Madaglia y Silveira (2011) para periodizar tres oleadas
neoliberales en la región de América Latina. La primera de ellas se extiende desde mediados
de la década del ochenta hasta los primeros años de la década del noventa, y se caracte-
riza por la presencia de políticas transitorias dirigidas a los sectores de extrema pobreza.
La segunda oleada tiene lugar durante el transcurso de los años noventa donde, si bien
persisten las estrategias del período anterior, surgen políticas multisectoriales y focalizadas
para poblaciones con necesidades insatisfechas. La tercera oleada se inicia con la llegada del
nuevo siglo, donde los paquetes específicos de protección comienzan a ganar terreno y las
transferencias monetarias surgen como megaintervenciones de alcance regional.
75
Aldana Lescano y Martín Hornes
Además del objetivo general de complementar la alimentación de las fa-
milias pobres, el PAN poseía diferentes componentes de intervención orga-
nizados en subprogramas vinculados a la educación para la salud; control de
crecimiento y desarrollo de niñas y niños; huertas; compras comunitarias; y
saneamiento básico y agua potable. Tales componentes dinamizaban los ob-
jetivos complementarios del PAN: desarrollar y mejorar hábitos y pautas de
consumo alimentario favorable a la salud de la población; enseñar a las ma-
dres a preparar alimentos eficientemente, privilegiando el uso de aquellos que
sean más accesibles según el área geográfica específica; estimular la lactancia
materna; difundir la necesidad de efectuar el control de crecimiento y desa-
rrollo de los niños y del embarazo; desarrollar campañas tendientes a evitar
la deserción escolar; divulgar la existencia de otros programas de desarrollo
social; captar los problemas sociales y referirlos a los servicios específicos;
estimular la participación comunitaria (Sordini, 2018: 61). El trabajo social
junto a otras disciplinas de intervención social y diferentes operadores terri-
toriales vinculados al PAN resultarán figuras centrales en la implementación
de los denominados subprogramas.
Formas de implementación y
estrategia de intervención
Como señalamos en el apartado anterior, el Censo Nacional de Población
del año 1980 permitió elaborar un Mapa de la Emergencia Social en la Repú-
blica Argentina, gracias a la intervención del Instituto Nacional de Estadística
y Censos (INDEC) y otros organismos estatales involucrados en la medición
de la pobreza. La confección del Mapa de la Emergencia Social resultó central
para que las autoridades del PAN realizaran un recorte geográfico para selec-
cionar a los destinatarios de la política, identificando las regiones, provincias
y localidades del país con los índices más elevados de pobreza.
La información arrojada por el mapa permitía iniciar el proceso de imple-
mentación realizando una primera localización geográfica de los posibles titula-
res de la política. Luego de esta instancia, comenzaban los procesos de admisión
territorial descentralizada, donde los denominados “Agentes PAN” aplicaban la
76
Pobreza e intervención social en la Argentina de la transición democrática
Ficha de Evaluación del programa en vistas a evaluar los criterios de acceso. La
selección e ingreso del hogar al PAN se daba a partir de la combinación de tres
variables: a) la desocupación o trabajo inestable por parte del jefe, b) la presen-
cia de menores de seis años y, c) el embarazo de la madre o mujer del hogar. A su
vez, se definían cuatro niveles distintos de riesgo posible dentro del grupo fami-
liar, donde el riesgo nutricional y sanitario del hogar definía a la población con
mayor vulnerabilidad y, por lo tanto, de incorporación inmediata al programa.
La distribución de la Caja PAN se realizaba de forma mensual y se entre-
gaba a la persona responsable de la comida en el hogar (en general, y sobre
todo para la época, a la madre o mujer responsable). Las entregas se hacían
efectivas en escuelas, clubes y/o sociedades de fomento, consideradas como
instituciones sociales territoriales y de proximidad en la vida cotidiana de las
familias de los sectores populares, en el contexto de reuniones barriales de
aproximadamente treinta personas.
Figura 2. Distribución de cajas PAN en el
Área Metropolitana de Buenos Aires.
Fuente: disponible en páginas web, de acceso abierto y uso irrestricto.
77
Aldana Lescano y Martín Hornes
El momento de entrega de las Cajas PAN marcaban el encuentro de los
titulares con los agentes territoriales del programa; los denominados “agen-
tes PAN”. Se trataba de figuras que tenían diferentes tipos de formación en
el campo de las ciencias sociales (trabajo social, sociología, antropología,
etc.) o cierto saber experiencial (referentes territoriales o de base), quienes
recibían formación en técnicas de coordinación de grupos para, no solo
realizar las entregas de las cajas sino, además, brindar información sobre
aspectos nutricionales, de crecimiento y desarrollo e, incluso, dictar cur-
sos de formación de “agentes comunitarios” acerca de la problemática de
la alimentación. Los agentes PAN atendían un área que comprendía entre
seiscientas u ochocientas familias en zonas urbanas y doscientas familias en
áreas rurales (Sordini, 2018).
Cabe resaltar algunas de las cualidades atribuidas al trabajo social que la
tornaron una disciplina central en la implementación del Programa Alimen-
tario Nacional. En primer lugar, se los consideraba actores que conocían las
zonas en donde trabajan y, por lo tanto, tenían un conocimiento pormenori-
zado de la situación de la población en el ámbito comunitario (áreas centrales
y problemas sociales específicos). En segundo lugar, se los consideraba como
profesionales que conocían los recursos con los que contaba la comunidad,
cualidad que los posicionaba como interlocutores válidos para favorecer y
potenciar las actividades del PAN. En tercer lugar, se trataba de agentes esen-
ciales con acceso a “los lugares de riesgo elevado” en los cuales residían los
potenciales beneficiarios de la política, cuestión que favorecía la accesibilidad
a los hogares. En cuarto lugar, se trataba de agentes idóneos para aplicar la
Ficha de Evaluación, una suerte de admisión al programa donde se evaluaban
lo criterios de acceso según el nivel de riesgo que presentaba el hogar. En
quinto y último lugar –pero no por ello de menor importancia–, el trabajo
social estaba involucrado en las actividades de “promoción social y comuni-
taria”: una disciplina que puede impulsar las instancias de distribución de las
Cajas PAN en las sociedades de fomento barriales, clubes y/o las escuelas de
diferentes distritos.
78
Pobreza e intervención social en la Argentina de la transición democrática
Entonces, la presencia del trabajo social en el contexto de implementación
del PAN sintetizaba distintos aspectos de nuestra disciplina. En primer lugar,
el trabajo de asistencia de forma directa que implicaba el conocimiento de los
territorios y el contacto con los sectores pobres / población objetivo de la po-
lítica alimentaria. En segundo lugar, la participación en las actividades de pro-
moción social, en tanto “agente de cambio” capaz de acompañar los procesos
de organización y desarrollo de la comunidad, en una clara vinculación con
los paradigmas de intervención que caracterizaron al período desarrollista en
nuestro país (Hornes, 2021).
Conocimiento experto en la política social
A partir de los años ochenta, tanto en la República Argentina como en los
países de la región de América Latina, asistimos a un proceso de tecnificación
y profesionalización de la política social. Si bien no se trata del aporte central
de este capítulo, en este apartado intentaremos dar cuenta del impacto de dicho
proceso en la implementación del PAN, siendo que esta intervención inaugura
la era de los programas del “combate contra la pobreza” en nuestro país.
Con la vuelta a la democracia, y el arduo proceso de recomposición del
orden institucional del país, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
de la República Argentina (INDEC) sufriría una serie de transformaciones.
En primer lugar, y debido a la importancia otorgada a la pobreza creciente
en nuestro país, el organismo comenzaría a recibir financiamiento de dife-
rentes organismos internacionales –como ser, el Banco Mundial y el Banco
Interamericano de Desarrollo– a los fines de desarrollar instrumentos de me-
dición de la pobreza. En segundo lugar, y en el marco de dichas fuentes de
financiamiento e intercambio de saberes, se crearía en el marco del INDEC el
programa de Investigación sobre la Pobreza en Argentina (IPA), conformado
por especialistas del INDEC, de los organismos internacionales arriba men-
cionados y por destacados académicos e intelectuales locales. El programa
IPA perseguía el objetivo de caracterizar de forma detallada la pobreza urbana
79
Aldana Lescano y Martín Hornes
en nuestro país y otorgar eficacia y eficiencia en los procesos de distribución
de los recursos destinados a las políticas sociales.
Si bien los procesos de profesionalización y tecnificación de la política so-
cial fueron transformaciones innovadoras para la época, iniciaron un pro-
ceso que luego veríamos profundizar en los años noventa con el celebrado
Consenso de Washington: la participación de los organismos internacionales
en el financiamiento de las políticas sociales argentinas y, por ende, su fuerte
incumbencia tanto en los diseños de los procesos de planificación social como
en las instancias de implementación, monitoreo y las evaluaciones de impacto
y efecto de las intervenciones.
En dicho proceso, y en el marco de la ejecución del PAN y respecto de la
marcada preocupación por entender la complejidad y la magnitud del fenóme-
no del empobrecimiento en nuestro país, es que comenzarán a implementarse
dos enfoques para caracterizar y medir la pobreza: el método de Necesidades
Básicas Insatisfechas (NBI) y el enfoque de la línea de pobreza (LP). En el pri-
mer caso, se trata de un indicador NBI que busca reconstruir las carencias en
torno a la pobreza, señalando indicadores de tipo estructural: a) hacinamiento,
b) tipo/precariedad de la vivienda, c) condiciones sanitarias, d) asistencia es-
colar de niñes, e) existencia de ingresos en adultos, etc. En el segundo caso, el
método LP considera los ingresos monetarios y no monetarios del hogar, en
vistas a establecer una línea desde la cual considerar a un hogar pobre o no po-
bre contemplando el cálculo actualizado de la denominada canasta básica total
necesaria para la subsistencia y reproducción de la unidad doméstica.3
Resulta interesante llamar la atención en el surgimiento de este tipo de en-
foques para caracterizar y medir la pobreza porque se incorporarán de forma
directa al conocimiento experto vinculado a la instrumentación del PAN. En
primer lugar, estos instrumentos resultarán centrales para definir las zonas geo-
gráficas prioritarias del país donde implementar el PAN, gracias al cruce de la
información estadística del Censo Nacional del año 1980 con las dimensiones
y variables de los enfoques para caracterizar y medir la pobreza de NBI y LP.
3. Para más precisiones técnicas, se puede consultar la información oficial disponible en la
página del INDEC: https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-4-43-149
80
Pobreza e intervención social en la Argentina de la transición democrática
En segundo lugar, las dimensiones preeminentes en los enfoques de NBI y LP
se incorporarán a la implementación de la política. Solo por dar un ejemplo,
algunas de las dimensiones relevantes formarán parte de la Ficha de Evaluación
de acceso al PAN, y otras dimensiones similares se considerarán para evaluar el
impacto de la medida.
En este sentido, y tal como lo señalamos al comienzo de este apartado, el
PAN resulta un promotor de la incorporación del conocimiento experto en la
política social. Se trata de un punto de partida en la República Argentina para
observar la intervención profesional y técnica en todos los momentos que mar-
can los procesos de diseño de las políticas públicas: el diagnóstico, la formula-
ción, la implementación, el monitoreo y la evaluación con foco en resultados.
Conclusiones
A partir del año 1989, el Programa Alimentario Nacional comenzaría a ser
reemplazado gradualmente por el Bono Solidario: una política centrada en la
distribución de vales en dinero por un monto intercambiable en alimentos en
cualquier comercio (Andrenacci y Falappa, 2009: 75-76). La política alimen-
taria que llegó a ejecutar un presupuesto de 10 millones de dólares mensuales
(Arias, 2012: 127) llegaba a su fin a menos de cuatro años de su creación.
Con el correr de los años, y tal como lo señala la agenda de investigación de
Martín Ierullo (2011), quedaría demostrado que el PAN dejaría un legado en
el campo de las políticas alimentarias argentinas: las intervenciones compar-
tirán el criterio de ser celebradas como un recurso transitorio de emergencia
hasta que el crecimiento impactase y mitigase la situación social. Las premisas
de desarrollo de los años noventa y el auge de la teoría del derrame sustenta-
rán dicho criterio.
A lo largo de este capítulo propusimos un breve repaso acerca de la inter-
vención del PAN tomando tres ejes centrales. En un primer momento, presen-
tamos sus características, requisitos de acceso y principales líneas de acción.
En un segundo momento, hicimos referencias a las formas de intervención
territorial que el programa asumía para identificar las funciones específicas
81
Aldana Lescano y Martín Hornes
del trabajo social, en tanto disciplina de intervención en lo social que aportó
saberes específicos en la implementación de la política. En un tercer momen-
to, abordamos las lecturas acerca de la tecnificación de las políticas sociales
que surge en los años ochenta y el proceso de profesionalización que impulsa
en diferentes disciplinas de las ciencias sociales.
La selección de dichos ejes no resultó azarosa sino, más bien, enfocamos
nuestra mirada en aspectos cruciales a resaltar: a) el PAN inauguró la era de
las políticas masivas de entregas de alimentos en la República Argentina, b)
replicó ciertas lógicas de intervención desarrollista destacando los aspectos
promocionales del trabajo social en ámbitos comunitarios y c) profundizó
la expertise técnica (medición de línea de pobreza y necesidades básicas in-
satisfechas) en la escala de intervención del trabajo social y otras disciplinas
sociales.
A casi cuarenta años de su creación, quisiéramos resultar que el Programa
Alimentario Nacional cumplió con creces con la necesidad de señalar el de-
recho a la alimentación como una necesidad humana básica como deber del
Estado argentino y para el desarrollo integral de las personas. En la actuali-
dad, programas como la Asignación Universal por Hijo/a para la Protección
Social y el Programa Alimentar alcanzan a 2,4 millones de familias argentinas,
y continúan garantizando un complemento alimentario para los hogares más
vulnerables de nuestro país. Estas iniciativas, no solo albergan concepciones
más integrales acerca de la política social, sino que, además, comprenden vi-
siones más amplias de la cuestión social en el escenario de intervención. Sin
embargo, continúan albergando un desafío para el trabajo social y otras disci-
plinas de intervención social: proseguir en la senda de acompañar los proce-
sos de reducción de las desigualdades y promover una mayor inclusión social.
82
Pobreza e intervención social en la Argentina de la transición democrática
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83
Capítulo 4
La intervención
fragmentada:
entre los años 90
y la crisis del 2001
Denise Fernández y Alejandra Andrada
Introducción
En este capítulo nos proponemos realizar un análisis sobre las implicancias
de la implementación de las políticas públicas neoliberales en nuestra sociedad.
En primer lugar, veremos fundamentalmente como el gobierno de Car-
los Menem abandonó por completo el modelo intervencionista del Estado,
en tanto regulador de la economía y de las relaciones sociales. Para ello des-
cribiremos las características centrales de este Estado, tales como la desna-
cionalización, el quiebre de la estructura productiva y la instalación de la
flexibilización laboral, bajo la implementación de un conjunto de políticas
denominadas neoliberales. Analizaremos brevemente la última, agregando
una lectura feminista.
A partir de ello y en un segundo momento, realizaremos una construc-
ción analítica que nos permite entender cómo este Estado neoliberal explicó
la cuestión social y cómo esta forma de entenderla, como así también su
postura ideológica, produjo un abordaje sobre la cuestión social, que lejos
estuvo de intervenir en pos de garantizar derechos y la integración de las
clases populares.
Luego analizaremos cómo este abordaje impactó en las vidas cotidianas de
las personas, tanto en el plano material como subjetivo, produciendo situacio-
nes de desigualdad, injusticia y padecimiento subjetivo.
87
Denise Fernández y Alejandra Andrada
Para finalizar, nos detendremos a describir las características de las políticas
públicas de asistencia a la pobreza y su impacto en las personas destinatarias.
Reforma del Estado, características
centrales del período
El hasta entonces gobernador de La Rioja, Carlos Saúl Menem (1989-
1999), arribó a la presidencia de la Nación de la mano del justicialismo. Sin
embargo, no siguió la ortodoxia peronista de la justicia social, ni la soberanía
política ni la independencia económica, sino que se distanció fuertemente
de la matriz peronista. Llegó bajo las promesas electoralistas de salariazo y
revolución productiva, en el marco de la hiperinflación con la que terminaba
el primer gobierno democrático posdictadura cívico-militar (Véase Hornes y
Lescano en esta compilación). Luego de su adelantada asunción, el 8 de julio
del año 1989, se encontró un país quebrado, asolado por el hambre, por el
desempleo, con una inflación que ascendía a límites excepcionales.
A nivel político, su gobierno se definió por una profunda concentración
de poder, un cambio estructural de las políticas públicas y privatizaciones
generalizadas. Se acercó a los partidos conservadores, girando a la derecha,
alejándose de los aliados tradicionales del peronismo, como eran los sindica-
tos y la clase trabajadora. A nivel de derechos humanos, se vivió un retroceso
significativo al decretar los indultos como forma de “reconciliación” con los
militares y con la sociedad.1
Su primer ministro de Economía pertenecía a una de las empresas priva-
das más tradicionales de la Argentina, adoptó los principios del Consenso
de Washington e implementó políticas ortodoxas en la esfera económica. En
agosto de 1989 se sancionó la Ley N° 23696, conocida como la Ley de Refor-
1. La nómina incluía militares procesados y condenados por violaciones a los derechos hu-
manos en la última dictadura, los responsables de los levantamientos carapintadas, fun-
cionarios de la dictadura, militantes populares y la cúpula montonera. Enmarcando en el
paradigma de la “reconciliación nacional”, el entonces presidente determinaba así cuál sería
el tratamiento que tendrían las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la
última dictadura cívico-militar para su gobierno.
88
La intervención fragmentada: entre los años 90 y la crisis del 2001
ma del Estado, la cual permitió la privatización de más de sesenta empresas
estatales. Comenzó así una etapa de privatización de las empresas naciona-
les, como los ferrocarriles, la energía eléctrica, el gas, obras sanitarias, YPF,
Aerolíneas Argentinas y telefonía, que pasaron a manos de conglomerados
extranjeros: “Nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del Es-
tado”, fue el fallido de un ministro menemista de la época. En este proceso de
privatizaciones y apertura de la economía, el Estado perdió el control de em-
presas estratégicas para la economía del país, revirtiendo las viejas conquistas
del peronismo tradicional:
El Estado se retiró de sus tradicionales formas de intervención en los mercados
privatizando la totalidad de las empresas del sector público, alzó las barreras que
protegían al mercado interno del comercio internacional de bienes y capitales
y desactivó uno a uno los instrumentos de regulación del mercado de trabajo
(Falappa, 2009: 52).
Política laboral y empleo
Con la crisis de los Estados de bienestar y en un nuevo mundo globalizado,
se produjo una disolución de las estructuras tradicionales que ordenaban las
relaciones laborales, donde “el trabajador” era un actor social clave para la
identidad de la sociedad argentina. En muchos casos los sindicatos perdieron
poder y el control que tenían del entramado social, fragmentando el vínculo
proteccionista que, desde el año 1945, había guiado por las lógicas de la jus-
ticia social. Estela Grassi (2005) entiende que este “neoliberalismo populista”
quebró al Estado social, vaciando de sentido la seguridad y protecciones so-
ciales a través de la implementación de estas políticas neoliberales.
En 1991 se sancionó la Ley Nacional de Empleo N° 24013, siendo la pri-
mera reforma de la Ley de Contrato de Trabajo. Con ella se instalaron los pri-
meros cambios contractuales por tiempo determinado, se establecieron topes
a las indemnizaciones por despido, se creó el Sistema Integral de Prestaciones
por Desempleo. Se sancionó la Ley de Accidentes Laborales, que limitaba el
monto indemnizatorio por accidentes de trabajo, dando paso a la creación de
las Aseguradoras de Riesgo de Trabajo (ART).
89
Denise Fernández y Alejandra Andrada
Se llevó adelante un Proyecto de Modernización Integral de las Relaciones
Laborales, con la posibilidad de ajustar los períodos de trabajo y la duración
de la jornada laboral, fijando topes de horas anuales, y los períodos de licencia
por vacaciones a las demandas de producción. Este gobierno propuso dismi-
nuir los aportes patronales a la seguridad social, instalar el modelo de empleo
transitorio, de tres años sin indemnización al finalizar el período, y suprimió
las escalas por antigüedad para vacaciones e indemnizaciones. En contrapo-
sición con los años del peronismo clásico, de ampliación de derechos, se ins-
tala un período de empleos provisorios, conocidos como “contratos basura”
(Grassi, 2003).
Todo ello fue posible, de la mano de una amplia campaña mediática de
desprestigio al aparato estatal, ya sea por su déficit, por ser obsoleto y por
falta de modernización. El tejido industrial sufrió un de degradación a nivel
infraestructura, que lo volvió poco competitivo frente a las importaciones de
la época. La inserción internacional de la Argentina en la economía mundial
se convirtió en pasiva y periférica.
Las políticas de desindustrialización y flexibilización laboral que primaron
en el período produjeron el aumento del desempleo y/o empleo precario y
la desestructuración productiva, mientras que la privatización de las empre-
sas públicas –desnacionalización– provocó la reducción del sector público. Si
bien, en materia económica, este proceso fue iniciado durante la dictadura
cívico-militar de 1976 y se profundizó en los años noventa. La ideología neo-
liberal se caracterizó por el “desmontaje del trabajador como colectivo”, donde
se ponderó los procesos de individualización, marcados por el interés propio
(Grassi, 2003).
El 14 de noviembre de 1993 se firmó “El pacto de Olivos” y una de las
principales modificaciones fue la reelección presidencial –con un manda-
to de cuatro años–. Se implementó el puesto de jefe de Gabinete, se creó
también el Consejo de la Magistratura para la selección de magistrados y el
Ministerio Público para promover la justicia. En 1995, C. Menem es reelecto
con un amplio apoyo gracias a la convertibilidad instalada por el ministro
de Economía D. Cavallo, ello le permitió profundizar las medidas imple-
mentadas hasta ese momento. Ejemplo de ello es el Estatuto PyME, que se
90
La intervención fragmentada: entre los años 90 y la crisis del 2001
aplicó a las empresas con un número no mayor de cuarenta empleados; se
eliminó el pago de indemnizaciones en el caso de las modalidades de con-
tratación a término.
Reforma de la seguridad social
como política pública
Para llevar adelante este tipo de medidas, fue necesaria la profunda refor-
ma en el ámbito de la seguridad social y seguro de salud, es decir, al interior
de las protecciones sociales clásicas. La crisis del sistema previsional formaba
parte de la crisis del Estado y las jubilaciones y pensiones fueron señaladas
por el bloque hegemónico, a través de las campañas masivas de comunica-
ción, como un factor generador del déficit fiscal, por lo que contribuyó a fo-
mentar la privatización.
En este marco, en 1993 se dictó una ley que transformó el sistema de re-
parto en uno mixto que reunió dos componentes: por un lado, un Régimen
Estatal de Reparto y, por el otro lado, un Régimen de Capitalización de Fon-
dos Individuales. Nacieron así las Administradoras de Fondos de Jubilaciones
y Pensiones, mejor conocidas como AFJP.
En lo que respecta a los seguros de salud, en tanto protecciones derivadas
de las obras sociales, se reforzó una vez más la individualidad por sobre el
colectivo: es decir, la calidad en las prestaciones dependía de la capacidad de
aporte de los trabajadores por rama de la economía, desfinanciado las mis-
mas, en pos de las prepagas.
Cuestión social, políticas públicas
y representaciones sociales
Retomando la noción de cuestión social, en tanto el conjunto de las pro-
blemáticas complejas que surgen como consecuencia de la relación de explo-
tación entre capital y trabajo, nos preguntamos con qué marco ideológico el
Estado neoliberal abordó dicha cuestión social.
91
Denise Fernández y Alejandra Andrada
En primer lugar, podemos decir que los intereses que el Estado privilegió
fueron los intereses de acumulación del capital. Estos últimos estaban repre-
sentados por grupos locales asociados al capital financiero, los intereses em-
presariales, las grandes corporaciones con capacidad de controlar el mercado
y los capitales extranjeros. Para garantizar los intereses económicos y de acu-
mulación de capital de estos actores, se procedió a reducir el gasto público en
salud, educación y a su correspondiente universalización, y a bajar los costos
de la fuerza de trabajo.
Reducir los costos de la reproducción de la fuerza de trabajo y adaptar la
misma a las necesidades del mercado fue una estrategia para que la produc-
ción ganará competitividad; para tales fines se implementaron las políticas
laborales mencionadas en la primera sección de este capítulo. Un indicador
de que dicha estrategia fue funcional a la lógica de acumulación, fue el creci-
miento económico traducido en el aumento del producto bruto interno (PBI)
en 1998, en un marco de desempleo y pobreza.
Consideramos pertinente reflexionar sobre cómo este conjunto de políti-
cas públicas se implementa en la práctica, acompañadas de un conjunto de
lógicas y sentidos que operaron para disciplinar a la clase trabajadora, como
así también para legitimar el modelo de Estado y naturalizar la pobreza.
En segundo lugar, instalada la problemática del desempleo, los trabajado-
res no podían hacer más que aceptar las ofertas de empleo precarizadas y el
trabajo informal, ya que las largas filas de desempleados operaban como ame-
naza de desempleo. Así el trabajador debía renunciar y entregar sus derechos
para garantizar su supervivencia. Esta práctica fue acompañada por la idea
de que el trabajo es una necesidad de los trabajadores, cuya fuerza se asienta
también en la expresión ya conocida “el trabajo dignifica a las personas”. Estas
ideas, que subyacen a la lógica de la implementación de las políticas públicas,
servían para legitimar la subordinación del trabajador.
El derecho a trabajar fue investido de la idea de que adquirirlo es un asunto
individual y, por lo tanto, adquirir un puesto laboral se transformó en una
competencia entre los propios trabajadores. Estos valores acerca del trabajo
operaron rompiendo los sentidos de solidaridad entre los trabajadores, y del
Estado como garante de la relación laboral.
92
La intervención fragmentada: entre los años 90 y la crisis del 2001
En este sistema de representaciones, el otro, mi compañero, mi semejante se
vuelve un obstáculo, y es con quien debo competir ante el miedo de quedar
excluido. Estas valoraciones coadyuvan para ir comprendiendo los argumen-
tos que sustentan el paradigma de la época respecto de la cuestión social.
En síntesis, se puede decir que el desempleo era causa de las carencias del
sujeto y no del sistema; y por ende, la pobreza, un problema de “sujetos ca-
rentes”. Estas nociones que predominaron en los años noventa intentaban
construir explicaciones legítimas, acerca del porqué del empobrecimiento y
del desempleo, corriendo el eje de la verdadera causa del deterioro social: la
desigualdad estructural y la explotación de unos hacia otros.
Mientras la mirada más se pone sobre el sujeto y el desempleo, menos re-
cursos se destinarán a las políticas públicas, para cambiar los factores estruc-
turales que producen la pobreza. Por lo tanto, la responsabilidad de que el
sujeto disponga de lo necesario para resolver sus necesidades de reproducción
cotidiana se transforma en una cuestión de competencias individuales.
En la ideología del Estado neoliberal, donde el mercado es el principal re-
gulador de la sociedad, basado en la lógica de acumulación, hay “ganadores”
y “perdedores”, “fuertes y débiles”. Esto guarda coherencia con la lógica del
individualismo, la autonomía y la responsabilidad personal para garantizarse
cada uno su bienestar. Los sujetos deben adaptarse y desplegar sus recursos
e incluirse en las lógicas cambiantes del mercado. Uno de los resultados de la
implementación de las políticas de orden neoliberal se expresó en los niveles
de desigualdad social:
comenzó la década del 90 con una diferencia de 15 veces entre los deciles ex-
tremos, pero al final de la misma esa diferencia ya era de 22 veces. Esta situa-
ción se agravó con posterioridad a la crisis del 2002 hasta llegar a 24 veces
(Grassi, 2003).
93
Denise Fernández y Alejandra Andrada
Impacto de las políticas públicas neoliberales
en la vida cotidiana de las clases populares
A continuación, caracterizamos como esta desigualdad social, que también
se traduce en situaciones de injusticia social, se expresó en la vida cotidiana
de las clases populares.
Para comenzar, nos interesa exponer algunos porcentajes sobre los indica-
dores de desocupación y pobreza que caracterizaron estos años y que nos per-
mite tener una especie de fotografía que nos aproxima a conocer la situación
en la que se encontraba la población hacia fines de la década de los noventa y
principios del 2002:
Desde 1995 el indicador más impactante del deterioro social estuvo dado por la
extraordinaria desocupación, que entonces más que duplicó la del 1990: pasó de
ser 8% en mayo de aquel año, al 18% en el mismo mes de 1995 (Grassi, 2003: 113).
La evolución de la desocupación corresponde a las dos fases señaladas. Fue
inferior a 5% desde los años 1940 hasta los años 1980, alcanza el 7,6% de la
población activa en 1989, el 8,6% en 1990, el 13% en 1994 (23% en el caso
de los jóvenes de 14 a 24 años) y el 18,4 % en 1995. Si sumamos las tasas de
desempleo y las de subempleo, obtenemos el 30,1% de la población activa en
1996, lo cual continúa más tarde en aumento, con la resección de 1998-2002
(Bustelo y Minujin, 1998: 29).
Luego de mostrar estos indicadores cuantitativos, nos preguntamos por
los aspectos cualitativos, es decir, por cómo estos indicadores se expresan
e impactan en la vida cotidiana y en las condiciones de vida de las clases
populares.
Denise Merklen (2010) usa la noción de “inestabilidad” para caracterizar
la experiencia en el plano material y subjetivo de las familias de las clases
populares en situación de pobreza. El autor refiere que dicha inestabilidad
se origina en las formas en que las instituciones abordan la cohesión social.
Cuando hablamos de las instituciones nos referimos a las políticas públicas
y los derechos institucionalizados que implementa el Estado para proteger
94
La intervención fragmentada: entre los años 90 y la crisis del 2001
y garantizar los derechos de sus ciudadanos. En las sociedades capitalistas
el sistema de integración está constituido por la relación con el trabajo y las
instituciones públicas.
En primer lugar, con la desinstitucionalización de la relación laboral, la
grave caída de los ingresos económicos de las familias populares y la escasa
participación del Estado en lo que respecta a los subsidios para el acceso a los
bienes de consumo masivo –como ser, por ejemplo, los alimentos básicos, los
servicios de transporte, la recreación, el turismo– produjeron la mercantiliza-
ción de las necesidades de reproducción social que durante un tiempo habían
sido cubiertas por las políticas públicas del Estado.
En este contexto, la resolución del acceso a las necesidades prioritarias y de
reproducción social se vuelve una cuestión de responsabilidad de la familia,
es decir, que se torna un asunto privado y no una cuestión pública. A este
panorama le agregamos el impacto en las protecciones sociales:
a principios de la década, el 27% del empleo no estaba registrado en la seguridad
social; esta proporción trepó a 38% en 1997 y, finalmente, igualó al empleo for-
mal. Siendo que se trata de fuerza de trabajo flexibilizada de hecho, su legislación
no tenía ninguna incidencia en el empleo aunque sí en la desprotección. En esa
condición, el nivel de salario puede ser hasta un 40% más bajo que el que corres-
ponde al empleo formal, no existen aportes a la seguridad social, ni seguro de
desempleo, ni vacaciones, ni licencias, ni jornadas de duración preestablecida y
regular, ni límites para el despido (Grassi, 2003: 114).
Uno de los presupuestos de la lógica de regulación del mercado supone
que los individuos actúan según sus propios intereses, aquí el mercado oferta
diversidad de servicios de calidad variable, donde cada persona puede “elegir”
(salud, seguridad, jubilación, etc.). Entonces, el acceso a protección, la seguri-
dad contra riesgos, estaría garantizado por el esfuerzo de aportes que realiza
cada persona, su capacidad de ahorro y de compra en el mercado. Hablamos
de la capacidad de elección de los bienes y servicios a través del mercado, pero
¿qué pasa con aquellos que no tienen capacidad de ahorro, aquellos que no
pueden aportar para su previsión social?
95
Denise Fernández y Alejandra Andrada
Esta disminución de las protecciones sociales en torno al trabajo se agrava
con la universalización de las políticas públicas de salud y su consecuente
deterioro en la cantidad y calidad de sus servicios. En este contexto, transitar
la cotidianeidad, el día a día, la resolución de las eventualidades y riesgos se
torna una experiencia de incertidumbre, de escasa previsibilidad, de inestabi-
lidad y una falta del control del porvenir.
Carácter asistencialista y focalizado
de las políticas públicas
Los pobres (trabajadores desocupados, algunas capas de ocupados formales
–precarios y no precarios– e informales), es decir, quienes no podían dar res-
puesta a sus necesidades a través del mercado, resultaron perdedores y devinie-
ron en carácter de “sujetos carentes”, “nuevos pobres”, “indigentes”, “víctimas”
(lo cual oculta la producción y la responsabilidad del Estado en la situación de
exclusión). En este grupo se focalizaron los planes de asistencia a la emergen-
cia (alimentaria y laboral). Estas políticas públicas adquirieron el carácter de
“lucha contra la pobreza” y los recursos giraron a dar respuesta a las mínimas
necesidades de supervivencia (ligadas a niveles de reproducción biológica).
Estas políticas seleccionan como destinatarios a la población en “riesgo”,
de “extrema vulnerabilidad”, para ser merecedores de la asistencia. Este con-
junto de personas, quienes no acceden a los bienes y recursos por medio del
mercado y el trabajo, como instancia legítima donde se deben resolver las
necesidades de reproducción social, van a ser las destinatarias de las políticas
de asistencia focalizadas y con un mayor contenido asistencialista:
entendemos como “asistencialista” a toda política o a toda práctica asistencial
cuya justificación se asienta en la “buena voluntad” o en la “decisión” de orden
moral, del que da (el Estado, una institución, un grupo), en la que uno y otro
de los actores entran en relación, se “personalizan” e “individualizan (Grassi,
Hintze y Neufeld, 1994: 17).
Siendo que la política de asistencia depende de la “buena voluntad”, el ac-
ceso a los derechos se vuelve una experiencia vergonzante. El carácter de fo-
96
La intervención fragmentada: entre los años 90 y la crisis del 2001
calización de las políticas públicas neoliberales implica una delimitación de
grupos que se encuentran en mayor situación de vulnerabilidad. Esto tiene
implicancias sobre la construcción que estas políticas realizan sobre la pobla-
ción destinataria o la “población objetivo”. Así, el sujeto “merecedor” en las
políticas focalizadas es quien tenga la capacidad de demostrar objetivamente
su incapacidad para garantizar su supervivencia de forma autónoma y quien
encuentre su supervivencia amenazada.
Esto explica por qué los destinatarios fueron los niños menores de 6 años,
niños en situación de desnutrición y los adultos mayores. Las políticas focali-
zadas también se caracterizan por delimitar los recursos satisfactorios de las
necesidades consideradas legítimas por el Estado. Estos se han caracterizado
por ser aquellos básicos para garantizar la supervivencia cuasi biológica de
los sujetos despojándose de las necesidades humanas, sociales, culturales que
hacen a nuestra reproducción como personas y a vivir vidas dignas de ser
vividas.
El carácter de focalización se opone a la lógica de universalización de los
derechos, que implica que la persona accede a una política de asistencia por
ser un sujeto de derecho, por lo tanto, al quitar el carácter de universalización,
el sujeto para ser un “merecedor legítimo” de la asistencia debe dar cuenta de
su estado de precariedad.
No podemos dejar de mencionar la experiencia de acceso a las políticas de
asistencia: largas filas de espera para ser atendido en los servicios de salud, en
las instituciones para acceder a una “bolsa de alimentos”, el tener que exponer
a través de relatos lastimosos las propias condiciones de vida; están muy ale-
jadas de los sentidos del derecho.
Para finalizar, en el contexto de corrimiento del Estado, adquirieron pre-
sencia la filantropía, el voluntariado, la beneficencia privada, las redes de ac-
ción civil, las viejas asociaciones sin fines de lucro (beneficencia clásica) y
otras organizaciones formadas para gestionar los préstamos con fines sociales
a organismos internacionales.
Como ya analizamos en el libro Trabajo social: lecturas históricas y apun-
tes para la reflexión (EDUNPAZ, 2021), las prácticas reproducen la asistencia
como “deber del que da y no como un derecho del que recibe”. La implemen-
97
Denise Fernández y Alejandra Andrada
tación de las prácticas, desde estas instituciones, suele ser en gran medida dis-
crecional, es decir, que se administran según los intereses e interpretaciones
propios, sobre las problemáticas que afectan a las clases populares, vaciándose
del carácter de derecho. A su vez, los recursos entregados dependen de las
voluntades particulares, lo cual refuerza las experiencias de incertidumbre de
las familias que los reciben. Asimismo, al ser instituciones no orgánicas al Es-
tado, la garantía de los derechos no tiene el respaldo institucional del Estado,
lo cual reproduce la asistencia como caridad y filantropía (moral laica).
Flexibilización laboral en clave feminista
El mercado laboral no es una entidad sexualmente neutra y la flexibiliza-
ción laboral fue un eje transversal de todo el período menemista. Como ya
señalamos anteriormente, las condiciones de precariedad e inestabilidad en
los puestos de trabajo tuvieron distintas connotaciones y alcances en la vida
cotidiana de las familias. Debemos tener presente que el empleo remunerado,
en tanto trabajo productivo, se desarrolla en el mercado, mientras que el tra-
bajo reproductivo se desarrolla al interior de los hogares.
Entendemos que las economías capitalistas se asientan sobre la base de la
división sexual del trabajo, en tanto mecanismo que produce y reproduce las
desigualdades sexo-genéricas en el trabajo. La misma deben ser entendida
como el reparto social de actividades, según sexo/género, que trae consi-
go distintos procesos de sexualización en la división social y una inserción
desigualitaria de las feminidades, masculinidades y disidencias en los espa-
cios de la reproducción –de la fuerza de trabajo– y en los de la producción
–ganancias–. Las mujeres y disidencias, en tanto feminidades, son quienes
históricamente se han encargado de la reproducción social en las sociedades
capitalistas y son las que sufrieron en mayor medida los ajustes que impone el
mercado de trabajo. Debemos entender que una de las fuentes de desigualdad
de género está dada por el tiempo de trabajo no remunerado que las mismas
destinan para garantizar la reproducción social.
Si bien en la década de los noventa se produce un incremento de participa-
ción de las mujeres en la población económicamente activa, la misma respon-
98
La intervención fragmentada: entre los años 90 y la crisis del 2001
de, como vimos, al deterioro de las condiciones de trabajo de los históricos
jefes de familia –varones–. En un mercado laboral desregulado, se introdujo a
una fuerza de trabajo femenina, considerada como secundaria hasta ese mo-
mento (Pautassi, 2001), pero que fue quien se adaptó mejor a los cambios
caracterizados por la subocupación y la informalidad.
Poner en cuestión la división sexual, nos permite desnaturalizar las asigna-
ciones habilitadas a las feminidades y masculinidades en el mercado laboral,
analizando la desigual participación, reflexionando especialmente en lo que
refiere a tareas de cuidado. La reproducción social se vuelve así una cuestión
feminista, porque la misma descansa sobre el género y no solo sobre la clase
(Fraser, 2019):
para avanzar en la justicia social es necesario superar la visión en la que las mu-
jeres asumen los costos asociados a las tareas de reproducción de la fuerza de
trabajo, además de cumplir con el rol de abaratar esos costos sociales, mientras
es la sociedad en su conjunto la que recibe los beneficios del trabajo que ellas
realizan (Goren, 2017: 17).
Conclusiones
Iniciamos este capítulo caracterizando el gobierno de Carlos Menem du-
rante los años noventa, sus principales intervenciones, el rol del Estado y sus
consecuentes políticas públicas de carácter neoliberal.
Las lógicas, valores e ideología que subyacen a las políticas públicas neoli-
berales fueron parte de un nuevo paradigma bajo el cual se concibió y abordo
la cuestión social.
La reducción del gasto público, la desuniversalización de los derechos, la
consistente intervención del Estado para institucionalizar la flexibilización
laboral y las políticas focalizadas fueron algunas de las principales líneas de
abordaje de la cuestión social.
Hemos observado las consecuencias de la implementación de este modelo,
como el masivo desempleo, la precarización laboral, la extrema desigualdad
social, la pérdida de las protecciones sociales y la pobreza, entre otras.
99
Denise Fernández y Alejandra Andrada
Todas estas problemáticas se han expresado de forma particular y singular
en las experiencias cotidianas de las personas produciendo vivencias signadas
por la desprotección, las necesidades materiales, la inestabilidad, la precarie-
dad y el padecimiento subjetivo.
El paradigma de las políticas públicas neoliberales no fue solo de orden
económico, sino que han producido una forma particular de organizar la so-
ciedad, produciendo la fragmentación y desigualdad de la misma. Han pro-
ducido sentidos en torno a la concepción de nosotros mismos y de los otros,
fundamentalmente quitando la concepción de “derecho” en torno al trabajo y
al acceso a las políticas de asistencia, como en las experiencias de apropiación
de las mismas.
Deseamos que las reflexiones a lo largo de este capítulo sean útiles para nu-
trir la construcción de intervenciones en el campo del trabajo social, tendien-
tes a la búsqueda de la restauración del lazo social, permitiendo la integración
para que las personas en situación de vulnerabilidad vivan vidas “dignas de
ser vividas”.
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101
Capítulo 5
Poscrisis y expansión
profesional
Dilemas y resignificación
del trabajo social
Belén Demoy y Sabrina Giuliano
Introducción
Con los efectos vivos del acontecimiento político del año 2001, Néstor Kir-
chner asume la presidencia del país en 2003. La pérdida de legitimidad insti-
tucional, la puesta en marcha de otros modos de politicidad –traducidos en
experiencias autogestivas de organización laboral y de expresión popular– y
los altos índices de pobreza y desocupación fueron los rasgos preponderantes
de esta época. En este clima político, el Ministerio de Desarrollo Social de la
Nación –a cargo de Alicia Kirchner– pone en marcha un repertorio de polí-
ticas sociales que necesariamente requerían de un perfil profesional idóneo
y específico para abordar las problemáticas sociales vigentes. La disciplina
del trabajo social cobra aquí una impronta significativa en cuanto a su saber
profesional. Sus destrezas asistenciales, afectivas y territoriales se pusieron de
relieve en este nuevo período de abordaje social en la asistencia social pública.
Desde esta mirada, en este capítulo nos proponemos analizar el rol y las
prácticas del trabajo social y su expansión profesional en el período kirchne-
rista (2003-2015). Podemos pensar que su puesta en relevancia se anuda en la
dirección que tomó el gobierno a fin de relegitimar el aparato estatal posesta-
llido social. El capítulo se divide en tres apartados que van desde el contexto
general del año 2001 y el surgimiento del kirchnerismo, hasta adentrarnos en
el perfil profesional del trabajo social.
105
Belén Demoy y Sabrina Giuliano
De esta manera, el primer apartado se aproximará a la politicidad encarna-
da en el efervescente 2001 en el marco de una crisis de legitimidad que tuvo
una fuerte implicancia en la historia de nuestro país. Allí podremos conocer
–brevemente– cómo fueron los inicios de una fuerza partidaria como es el
kirchnerismo.
En un segundo momento se reunirán las principales características que
tomó el Ministerio de Desarrollo Social nacional para entender el despliegue
de sus políticas sociales de “la mano” del trabajo social. Aquí se enfatizará en
la jerarquización del rol profesional, las vicisitudes de la trayectoria institucio-
nal y su articulación con la regulación de la cuestión social.
Para seguir profundizando en esta vinculación, el tercer apartado anali-
zará el quehacer profesional dentro del Estado. Nos detendremos en el pro-
tagonismo que obtuvo su saber orientado al conocimiento “territorial” y el
valor de sus destrezas. La figura del palimpsesto nos va a ayudar a encontrar
las reminiscencias de los abordajes sociales de otros períodos del ejercicio
profesional.
El rearmado estatal post 2001
El modelo de acumulación neoliberal fue perdiendo puntos de apoyo so-
bre el final del siglo. Las políticas de “ajuste estructural”, castigadoras de los
sectores medios y bajos pero beneficiadoras de las élites empresariales, vie-
ron sus impactos no solo en el más de medio país en situación de pobreza
e indigencia, sino también en una pérdida de legitimidad sobre el sistema
político. Por un lado, la creciente organización popular vinculada principal-
mente a los movimientos de desocupados, a las fábricas cooperativizadas y
a las asambleas barriales fue explorando nuevas formas de politicidad; pero
por otro, experiencias como las del Movimiento 501 también socavaron la
autoridad del Estado. En las vísperas de las elecciones presidenciales de 1999,
esta iniciativa invitaba a desplazarse a más de 500 kilómetros de distancia
del domicilio para quedar exceptuado de la obligatoriedad del voto. En este
gesto ya podía vislumbrarse la impugnación al sistema representativo de la
clase gobernante, al tiempo que anunciaba silenciosamente el “Que se vayan
106
Poscrisis y expansión profesional
todos”. Dos años más tarde, en las elecciones legislativas de 2001, el voto en
blanco y el impugnado –aquel en el que se incentivaba a votar a Clemente, un
personaje del humor argentino– resultaron tan significativos que pasaron a la
historia como el “voto bronca”.
En este contexto de descreimiento de la clase política y de las capacidades
del Estado de cuidar los intereses de la ciudadanía, se asistió a la mayor crisis
económica y social. Entre saqueos y corralitos, la desesperación por la super-
vivencia y el creciente malestar social, el acontecimiento político 2001 tomó
la Plaza. Se trató, como analiza el historiador Pablo Hupert, de “Un nosotros
fuerte que descree de la autoridad del Estado, que no quiere ser gobernado”
(2011: 55).
Luego de la múltiple sucesión express de presidentes, Eduardo Duhalde
queda al mando del país por un corto período de tiempo que incluso no lo-
gra llegar a cumplimentar ante el impacto social que tuvo bajo su gobierno
el asesinato de los militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados,
Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
En mayo de 2003 asume Néstor Kirchner la presidencia habiendo obtenido
cerca del 23% de los votos y luego de que Carlos Menem renunciara al ballot-
tage. El desafío era enorme: recomponer la economía de un país con el 57,5%
de hogares bajo la línea de pobreza, el 21,5% de desocupación y el 19,9% de
subocupación (INDEC, 2002), el aumento de la informalidad laboral, y hacer-
lo en un contexto de extrema crisis institucional y de representación política.
Siguiendo los aportes de Hupert, observamos que la llamada recomposi-
ción o vuelta al Estado debía asumir necesariamente formas novedosas para
construir una nueva legitimidad (2011: 21). La proliferación de experiencias
autogestivas de nuevas formas de cooperación, de transacción, de trabajo, en
definitiva, de lazo social, conllevó a una inevitable transformación de la so-
ciedad que ya no pudo ser gobernada –ni representada– como en sus décadas
precedentes. “Que se vayan todos” dejó su huella planteando la “imposibili-
dad de seguir gobernando sin considerar de alguna manera las demandas de
los sectores populares” (Hupert, 2011: 55).
Cuidándose del veto popular, Kirchner debió diseñar su estrategia guber-
namental con tres condicionamientos, según señala Hupert: la imposibilidad
107
Belén Demoy y Sabrina Giuliano
de reprimir, de hacer ajustes y de representar (2011: 39). Se afianza, así, una
gobernabilidad basada en la “gestión de la redistribución” en pos de asegurar
la armonía social (2011: 93), además de una inevitable articulación con los
movimientos sociales y de atención a sus demandas.
La institucionalización de las políticas sociales
Como sostuvimos en el apartado anterior, la desconfianza en la clase diri-
gente, la inestabilidad económica y la amplia brecha social eran factores que
necesitaban un ritmo acelerado de respuesta del gobierno, no solo con políti-
cas sociales efectivas sino con una lectura acertada del acontecimiento políti-
co vivido –vivo–. En este clima de época, el Ministerio de Desarrollo Social de
la Nación (MDSN) se constituyó como un organismo relevante para legitimar
la gobernabilidad del presidente Néstor Kirchner, post estallido social 2001.
Para poder comprender la importancia que obtuvo el MDSN durante este
período nos interesa revisar la trayectoria de su institucionalidad. Los aportes
de la autora Luisina Perelmiter (2011 y 2012) ilustran la trama interna de la
política asistencial del MDSN.
La institucionalización de la asistencia social pública sufrió variados for-
matos desde sus incipientes inicios en 1943 con la Dirección Nacional de
Atención Médica y Asistencia Social hasta convertirse en Ministerio de De-
sarrollo Social en 1999, con mayor relevancia a partir de 2003. Una de las
características que busca resaltar la autora es la volatilidad del área social por
sus constantes modificaciones en: su rango institucional y consolidación polí-
tica; su denominación, que podría vincularse con la mirada que cada gestión
gubernamental quiso imprimir a la asistencia social; y su individualización
de otros sectores –como Salud– que nos da indicios de su rol subsidiario en
otros campos de conocimiento. En esta línea, otro dato pertinente es la hete-
rogeneidad de perfiles que presentaron quienes dirigieron esta área estatal.
Como bien registra Perelmiter: “desde 1983 se alternaron, a menudo de ma-
nera contigua, prestigiosos especialistas, importantes dirigentes políticos, ex-
trapartidarios, operadores de confianza del presidente, inminentes candidatos
electorales, mujeres familiares de los presidentes” (2012: 314). Pareciera que
108
Poscrisis y expansión profesional
no se podría definir una trayectoria o expertise clara para llevar adelante este
cargo, y dicha diversidad influyó en el variado despliegue de políticas sociales
a lo largo del tiempo.
Esta caracterización nos invita a adentrarnos en los cambios de rumbo,
perspectivas y delegaciones que tuvo la política social nacional. Así como
también, su vinculación instrumental en la regulación de la cuestión social.
Es decir, en los modos de abordaje y relación que encontraba el Estado con/
sobre las clases populares.
Durante los inicios de la gestión del gobierno en 2003, Alicia Kirchner
asume el MDSN, manteniendo su cargo hasta fines del segundo mandato de
Cristina Fernández, orientado por la misma línea política “kirchnerista”. Con
más de doce años en su rol, fue la primera persona que sostuvo más tiempo la
dirección de esta cartera estatal. La permanencia en su cargo le permitió de-
sarrollar y consolidar líneas claras en la implementación de la política social.
En la gramática de poder, la ministra contaba con el apoyo y confianza
del presidente para la reconstrucción social de un país que presentaba casi un
60% de pobreza. A su vez, la coyuntura de efervescencia social ponía en el
foco la potencia política y creativa de la autogestión: las fábricas y empresas
recuperadas, las asambleas barriales, la puesta en práctica de presupuestos
participativos, entre otros.
El perfil de Alicia Kirchner se destacaba por su profesionalidad y militan-
cia: licenciada y doctora en Trabajo Social, con una amplia experiencia de
trabajo en la gestión provincial y local en la provincia de Santa Cruz. Su tra-
yectoria conjugaba varias cualidades alojadas en sus antecesores. Como una
suerte de “antídoto”, la elección de su figura fue significativa y perspicaz para
la gestión que le auguraba.
A modo de seguir replicando y fortaleciendo su impronta, podemos afir-
mar que la disciplina del trabajo social obtuvo una jerarquización dentro del
Ministerio. De acuerdo con esta decisión de gestión, se triplicó el ingreso de
profesionales a las diversas áreas obteniendo una mayor categorización en el
escalafón estatal, reflejado en un incremento monetario. Entendemos que el
cambio más significativo fue el reconocimiento de espacios ocupacionales de
autoridad en la planificación y gestión de las políticas sociales, lo que significó
109
Belén Demoy y Sabrina Giuliano
un hito crucial en la subjetividad del colectivo profesional. Para invitarnos
a pensar, Perelmiter nos habla que en este período se desarrolló una “jerar-
quización paradójica” del trabajo social, haciendo alusión a la virtud de los
estereotipos habitualmente asociados al desprestigio de la disciplina en cuan-
to a su destreza asistencial. Este punto lo vamos a desarrollar en el próximo
apartado sobre el perfil profesional.
Retomando el protagonismo del Ministerio en la política estatal, cabe re-
saltar que contó con un presupuesto robusto en relación con otros ministe-
rios. Este escenario permitió reorganizar las acciones y los planes vigentes
que se encontraban solapados, como también el despliegue de políticas que
buscaban la proximidad con los sectores populares. En este sentido, hubo una
expansión de la política nacional a fin de “territorializar” sus objetivos en an-
clajes locales. Es decir, la búsqueda de un Ministerio que conozca su campo de
acción y que se plantee como accesible y presente a lo largo y ancho del país.
Con el nuevo repertorio de políticas públicas se afianzó el sistema institucio-
nal del Ministerio en un doble movimiento: un fuerte poder en la cúpula y un
esparcimiento de las oficinas públicas en el territorio.
Dentro del conjunto de acciones llevadas a cabo por el Ministerio, la im-
pronta rectora que asumió esta gestión se basó en la premisa: “la mejor po-
lítica social es el empleo” (Arias, 2012: 151). Sobre esta línea que comprende
al trabajo como el estructurador social, una política emblemática del período
resultó la Asignación Universal por Hijo (AUH), basada en la transferencia de
fondos para aquellas familias por fuera del sistema formal de empleo aseme-
jando este recurso al salario familiar.
Por su parte, en la insistencia por generar una respuesta urgente y válida,
el MDSN centralizó todas las iniciativas asistenciales vigentes y las organizó
conforme a tres planes: el Plan Familias, donde se condensaban las variadas po-
líticas de transferencia de ingreso –iniciadas en la década del noventa– y el sis-
tema de pensiones no contributivas; el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria,
con una fuerte cobertura de comedores y organizaciones sociales; y el Plan de
Desarrollo Local y Economía Social “Manos a la obra”, el cual se centraba en el
reconocimiento y ampliación de los emprendimientos productivos incluyendo
las experiencias autogestivas de las empresas y fábricas recuperadas.
110
Poscrisis y expansión profesional
Estos programas relacionados a la dimensión del trabajo conviven con po-
líticas asistenciales que tuvieron sus antecedentes en la década anterior, como
el Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados (PJJHD).
Por último, resulta otro signo de legitimación del accionar estatal en el área
social la novedosa incorporación de referentes de movimientos sociales en
cargos de gestión. El poder acumulado de las organizaciones sociales durante
los últimos años ofrecía un acercamiento al territorio que implicó, necesaria-
mente, una resignificación del sujeto de intervención. Ana Arias afirma que el
sujeto pobre volvía a ser definido desde la noción de sujeto popular “a partir
de sus organizaciones y a partir de las formas de politicidad o sociabilidad
que construían territorialmente” (Arias, 2012: 162). Este cambio de enfoque
implicó nuevos sentidos vinculados a las solidaridades, soportes y potencia
que se gestaron alrededor de las luchas por la subsistencia.
¿“Nuevo” perfil profesional y
modos de intervención?
La configuración de actores, políticas sociales y prácticas del MDSN que se
construyó en el en el período kirchnerista nos adentra en un nuevo esquema de
sentidos donde el trabajo social adquirió un rol preponderante. En contraste al
período previo, el quehacer profesional obtuvo un reconocimiento y puesta en
escena significativos que impactó en la subjetividad del propio colectivo.
Como bien retratan las autoras Denise Fernández y Alejandra Andrada en
esta compilación (véase capítulo 4), el modelo neoliberal que comenzó en la
República Argentina con la dictadura cívico-militar en el año 1976 y que se
profundizó en la década del noventa fue un punto de inflexión –también– en
la historia del trabajo social. En términos generales, la práctica profesional se
encontraba encapsulada en un perfil tecnocrático subsidiario a las políticas
sociales vigentes. La nueva narrativa del sector empresarial impregnó todas
las dimensiones públicas, y el trabajo social quedó enmarcado con una im-
pronta de gerencia social.
A tono con la época, el rol profesional sostuvo una visión necesariamente
técnica, alejada del posicionamiento político que había signado la profesión
111
Belén Demoy y Sabrina Giuliano
en tiempos predictatoriales. Esta postura también se trasladó a los propósitos
de las políticas sociales, en las cuales la visión de “participación social” pre-
sentaba una práctica funcional a la dinámica institucional. Asimismo, la su-
perposición de tareas entre lxs trabajadores sociales y lxs “promotores socia-
les” (personas referentes en los territorios) generaba una relación conflictiva y
de desentendimiento en los roles. El ejercicio profesional quedó subsumido a
tareas de logística y administrativas para desarrollar programas –en su mayo-
ría– puramente asistenciales. Siguiendo los aportes de Adriana Clemente: “el
trabajo social quedó atrapado entre el discurso de lo público como sinónimo
de ineficiente y la hiperfocalización de las prestaciones sociales como garantía
de eficacia” (2003: 79). El avance del esquema gerencial ganó adhesiones en
un Estado orientado a políticas neoliberales provocando tensiones en el co-
lectivo profesional.
Los hechos ocurridos al calor del 2001 pusieron un tope a las políticas
sociales de corte asistencialista y demandaron nuevos modos de atender la
cuestión social. Como vimos, los movimientos sociales se constituyeron en
nuevos actores relevantes en la escena política al punto de posicionar algunas
problemáticas en la agenda pública y de convertirse en ineludibles para la
nueva gestión.
En consonancia con el giro político que asumió el MDSN a partir de 2003,
el saber profesional del trabajo social resultó ponderado y resignificado en esta
nueva coyuntura. Acorde con la intención de territorializar la política social,
se pretendía que lxs trabajadores sociales estén presentes en los lugares donde
convergen las problemáticas sociales. En oposición al perfil tecnocrático de la
década precedente, se invitaba a “correr el escritorio”, a “embarrarse”, a “estar
ahí”. En esta línea, cobró fuerza la articulación con determinadas organiza-
ciones sociales y asumió protagonismo la figura de “promotores territoriales”.
El análisis sobre el rol del trabajo social en este período resulta interesan-
te no solo porque rompe con las prácticas de la época anterior, sino porque
convergen aquí diversas improntas que asumió nuestra profesión a lo largo de
su historia. Como en una suerte de palimpsesto, en el cual pueden apreciarse
en un manuscrito huellas de una escritura anterior, podemos observar que
en el ciclo inaugurado por Alicia Kirchner pueden apreciarse vestigios de la
112
Poscrisis y expansión profesional
asistencia tradicional directa, del trato personalizado y afectivo propio de la
Fundación Eva Perón, de la apuesta por el desarrollo de las comunidades que
promovió la Teoría de la Modernización y de la Marginalidad, y del compo-
nente político que despertó el Movimiento de Reconceptualización, tal como
veremos a continuación.
En lo que refiere a las políticas de asistencia directa, la labor de lxs traba-
jadores sociales consistía en las tradicionales visitas domiciliarias respaldada
por el clásico informe social. Esta metodología de intervención también supo-
nía el contacto cara a cara con los sectores más desfavorecidos, incluso a tra-
vés de la recepción de cartas dirigidas a la ministra con pedidos de todo tipo.
Por un lado, la cercanía con la población requirió que lxs trabajadores so-
ciales estén presentes y conozcan a las personas con las que se intervenía, bajo
el mandato de “bajar al territorio”. Esta noción escenifica aquel doble movi-
miento al que hacíamos referencia en el apartado anterior: el Ministerio –que
está “arriba”, en la “cúpula”– baja con sus políticas sociales al territorio donde
está “la gente”, y lo hace a través de la instalación de oficinas descentralizadas
para atender las demandas locales –los Centros de Referencia– o visitando
las zonas más alejadas y aisladas del país con el Tren de Desarrollo Social
y Sanitario. Desde la misma perspectiva territorial, otra línea de trabajo se
orientaba a promover “procesos de inclusión social y desarrollo local a través
de la conformación de redes, la promoción de la organización y participación
comunitaria y el reconocimiento de las identidades locales”, tal como rezaba
el objetivo del emblemático “Plan Ahí”.1
Por otro lado, el estar presente en el territorio pretendía garantizar un ma-
yor conocimiento de las problemáticas sociales a atender así como también
desplegar un mayor “compromiso con la gente” (Perelmiter, 2011: 156). Es
posible advertir aquí dos rasgos articulados y fundamentales del perfil pro-
fesional del trabajo social en el período 2003-2015: el componente afectivo
y la militancia política. Sentir los problemas de las poblaciones vulneradas,
involucrarse con ellas, amalgamaba una impronta histórica atribuida al tra-
1. Recuperado de https://www.desarrollosocial.gob.ar/wp-content/uploads/2015/07/1.-M-
-s-info-PLAN-AH--.pdf
113
Belén Demoy y Sabrina Giuliano
bajo social con una resignificación de la militancia político partidaria. El
compromiso social no respondía solo a una cuestión sensible, sino también a
una bandera política. En este sentido, la distancia entre el Estado y “su gente”
era leída como un problema político que podía subsanarse con la presencia
territorial de sus agentes. Tal como afirma Perelmiter: “al ethos tecnocrático
en el perfil de las burocracias asistenciales se le opondría un ethos militante”
(2011: 142-143). Este compromiso político del trabajo social estaba sostenido
en banderas, como la de restitución de derechos, que ya proclamaba el gobier-
no de Kirchner en otras esferas estatales.
Un hecho significativo que concretiza el cambio de enfoque lo constituye
la sanción de una nueva ley de ejercicio profesional. Desde el año 86, la labor
del trabajo social se entendía como la:
actividad esencialmente educativa, de carácter promocional, preventivo y asis-
tencial, destinada a la atención de situaciones de carencia, desorganización o
desintegración social, que presentan personas, grupos y comunidades, así como
la de aquellas situaciones cuyos involucrados requieran sólo asesoramiento o
estimulación para lograr un uso más racional de sus recursos potenciales (Ley
Nacional Nº 23377, art. 2).2
En 2014 se sanciona la Ley Federal de Trabajo Social N° 27072, en la que
cambia notablemente el objeto de la profesión:
profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el
cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la libera-
ción de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos,
la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para
el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias socia-
les, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra
a las personas y estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el
bienestar (Ley Federal Nº 27072, art. 4).3
2. Recuperado de https://www.trabajo-social.org.ar/ley-nacional-no-23-377/
3. Recuperado de https://www.trabajo-social.org.ar/ley-federal/
114
Poscrisis y expansión profesional
Esta impronta política y militante de lxs trabajadores sociales se conjugaba
con un posicionamiento jerarquizado de su expertise profesional, la cual pue-
de apreciarse en las menciones a la pertenencia académica de la disciplina y a
su respaldo teórico explicitadas en la nueva ley. No obstante, la impronta “evi-
tista” invocada por los propios agentes estatales del Ministerio, rememorando
la labor de la Fundación Eva Perón, presentaba una suerte de paradoja, tal
como señalamos en el apartado anterior: el colectivo profesional del trabajo
social fue distinguido y ponderado en virtud de destrezas asistenciales por las
cuales supo ser desprestigiado en otras épocas.
Sobre la base de la cercanía –tanto territorial como afectiva– de lxs traba-
jadores sociales con los sectores populares, su destreza se funda, tal como ad-
vierte Perelmiter, en el saber asistir (2011) como lugar legítimo del quehacer
profesional.
Reflexiones finales
A lo largo de este capítulo hemos intentado dar cuenta de un período clave
en la historia del trabajo social transcurrido entre 2003 y 2015. Sostuvimos
que la impronta asignada a nuestra profesión fue un engranaje de los tantos
necesarios para construir y garantizar la gobernabilidad luego de la crisis de
representación política que supuso el 2001.
Recorrimos brevemente los acontecimientos previos a la llegada de Nés-
tor Kirchner al poder para comprender el contexto político: “Que se vayan
todos” puso fin a una lógica de Estado y socavó su legitimidad. Asimismo, la
situación económica del país señalaba una crisis de una magnitud alarmante.
Dentro del repertorio de acciones estatales en este contexto, una apuesta
contundente fue la conducción del Ministerio de Desarrollo Social de la Na-
ción por Alicia Kirchner. Si bien el organismo llevaba cuatro años de exis-
tencia, fue a partir de 2003 que cobró relevancia con la asunción por primera
vez de una trabajadora social como ministra y en la que se triplicó la nómina
de profesionales de nuestra disciplina dentro de sus filas. La profesionaliza-
ción del Ministerio rompió con la tradición del manejo de la política social
115
Belén Demoy y Sabrina Giuliano
y lo constituyó en una institución idónea y experta en el tratamiento de la
cuestión social.
Las políticas sociales se caracterizaron por prestar asistencia directa y por
fomentar las iniciativas laborales. Al respecto, la frase de la ministra resulta
un emblema de su posicionamiento: “La mejor política social es el empleo”.
La gestión del MDSN durante este período asumió un modelo de interven-
ción basado en la cercanía con los sectores populares, traducido en la presen-
cia de agentes estatales en los diversos territorios del país. La capilaridad de la
política social fue la fuente de legitimidad y poder del Ministerio.
En este marco, el trabajo social asumió un rol clave que permitió su jerar-
quización en el estrado ministerial. Se resignificó su saber experto en mate-
ria de atender la cuestión social, de la mano de territorializar sus prácticas y
de llevarlas adelante con afecto y compromiso político. A la par que eviden-
ciamos este giro enaltecedor del trabajo social, observamos –de la mano de
Perelmiter– que la disciplina fue ponderada por sus destrezas anteriormente
desprestigiadas: el saber asistir. Hemos visto en este capítulo la vigencia du-
rante este período de discursos y modelos de intervención de otras épocas del
trabajo social.
Nos gusta pensar que nuestra profesión se comporta como un palimpsesto
en el cual se va escribiendo su historia a través de los hechos, borroneando
algunas líneas y resaltando otras, pero no pudiendo nunca eliminar del todo
sus huellas.
Bibliografía
Argentina, Ley Nacional Nº 23377/1986 Del Ejercicio de la Profesión del Servicio
Social o Trabajo Social.
----- Ley Federal de Trabajo Social Nº 27072.
Arias, A. (2012). Pobreza y modelos de intervención. Aportes para la superación del
modelo de asistencia y promoción, capítulo VI. Buenos Aires: Espacio Editorial.
Clemente, A. (2003). Conflicto y sociedad. Tensiones del trabajo social después de los
90. En A. Clemente y A. Arias (comps.), Conflicto e intervención social. Buenos
Aires: Espacio Editorial.
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Hupert, P. (2011). El Estado posnacional. Más allá de kirchnerismo y antikirchneris-
mo. Buenos Aires: Pie de los Hechos.
INDEC (2002). Incidencia de la Pobreza y de la Indigencia en los Aglomerados
Urbanos. Octubre 2002. Información de Prensa.
Perelmiter, L. (2011). Saber asistir: técnica, política y sentimientos en la asistencia
estatal Argentina (2003-2008). En S. Morresi y G. Vommaro (comps.), Saber lo
que se hace. Expertos y política en la Argentina. Buenos Aires: Prometeo.
----- (2012). La constitución de una autoridad plebeya. El ministerio “de la pobre-
za” en la Argentina reciente. Dossiers “Hacia una Sociohistoria del Gabinete
Nacional”, PolHis, año 5, (9).
117
Sobre las autoras
y los autores
Aldana Edith Lescano
Licenciada en Trabajo Social por la Universidad Nacional de San Martín
(UNSAM). Profesora en educación superior por la Universidad Tecnológica
Nacional (UTN). Coordinadora docente de la Residencia en Trabajo Social
“Hospital Eva Perón” del partido de General San Martín, provincia de Buenos
Aires. Directora de la carrera de Trabajo Social en el Centro Universitario San
Martín, dependiente de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Socia-
les (IDAES-UNSAM).
Alejandra Andrada
Licenciada en Trabajo Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA); di-
plomada en Género, Poder y Cultura por la Escuela Interdisciplinaria de Altos
Estudios Sociales (IDAES-UNSAM) y en Equidad de Género en Salud por la
Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Actualmente se desempeña como
profesora de grado en la Universidad Nacional José Clemente Paz (UNPAZ) y su
trayectoria laboral es principalmente en los distintos niveles de la salud pública.
Belén Demoy
Licenciada en Trabajo Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y
maestranda en Hábitat y Pobreza Urbana en América Latina (UBA). Se espe-
cializa en el abordaje territorial y en la investigación de problemáticas relati-
vas al hábitat popular. Es docente de la Universidad Nacional José Clemente
Paz (UNPAZ), donde dirige un proyecto de extensión universitaria vincula-
121
do a temas urbano-ambientales. Es parte del Comité Editorial de la revista
TS-Territorios (EDUNPAZ).
Denise Fernández
Licenciada en Trabajo Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Actualmente se desempeña como trabajadora social en la Dirección Nacional
de Emergencias en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. En el ám-
bito académico, es ayudante ad honórem en la UBA y profesora de grado en
la Universidad Nacional de José Clemente Paz (UNPAZ).
Javier Nascone
Licenciado en Trabajo Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Sus investigaciones y prácticas recientes, así también como sus antecedentes de
gestión, están relacionados con la intervención social en la producción social
del hábitat. Integra actualmente el Comité Editorial de la revista TS-Territorios
(EDUNPAZ). Ha ocupado el cargo de director de la carrera de Trabajo Social
de la UNPAZ (2017-2020) y de vicedirector del Departamento de Ciencias Ju-
rídicas y Sociales de la UNPAZ (2022-2022). Ha representado a esta casa de
estudios ante el Consejo de Decanas/os de Facultades de Ciencias Sociales y
Humanas (CODESOC) y también ante la Federación Argentina de Unidades
Académicas de Trabajo Social (FAUATS). Actualmente se desempeña como
profesor adjunto de la carrera de Trabajo Social de la UNPAZ y codirige un
proyecto de investigación científica y tecnológica en la misma casa de estudios.
María Paula Villadangos
Licenciada en Trabajo Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA),
diplomada en Gestión y Control de Políticas Públicas por la Facultad Lati-
noamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y en Políticas Sociales para la
Gestión y Desarrollo Local por la Universidad Nacional de General Sarmien-
to (UNGS). Actualmente se desempeña como docente de grado en la Univer-
sidad Nacional José Clemente Paz (UNPAZ) y forma parte del Equipo de In-
novación del Municipio de Tigre, en la implementación de políticas públicas
vinculadas a la innovación y el desarrollo local.
122
Sobre las autoras y los autores
Martín Hornes
Doctor en Sociología por la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios
Sociales (IDAES-UNSAM); magíster en Antropología Social por el Instituto
de Desarrollo Económico y Social (IDES) y licenciado en Trabajo Social por
la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sus investigaciones recientes se con-
centran en los significados sociales que adquiere el dinero transferido desde
el Estado hacia los sectores populares argentinos. Es autor del libro Las tramas
del dinero estatal. Saberes, prácticas y significados del dinero en las políticas so-
ciales argentinas (2008-2015) (TeseoPress, 2020). Coautor, junto con Carolina
Maglioni, del libro Expertos, actores locales estatales y hogares titulares. Un en-
foque relacional sobre los programas de transferencias monetarias (TeseoPress,
2021). Actualmente se desempeña como profesor de grado en la Universidad
Nacional de José Clemente Paz (UNPAZ) y en la Universidad Nacional de
General San Martín (UNSAM).
Sabrina Giuliano
Licenciada y profesora en Trabajo Social por la Universidad de Buenos
Aires (UBA) y maestranda en Género, Sociedad y Políticas por la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Sus áreas de análisis se en-
focan en la intersección entre problemáticas urbanas y estudios de género.
Posee experiencia en coordinación de proyectos y programas sociales en el
sector público y en organizaciones no gubernamentales. Asimismo, ha traba-
jado como consultora en diversos organismos. Docente de la materia Trabajo
Social 1 en UNPAZ y en posgrado en FLACSO. Es parte del Comité editorial
de la revista Territorios (UNPAZ).
Yanina E. Rivolta
Licenciada en Trabajo Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y
profesora de enseñanza media y universitaria en la misma casa de estudios.
Maestranda en Trabajo Social por la Universidad del Centro (UNICEN). Ac-
tualmente se desempeña como trabajadora social en un Centro de Atención
Primaria de la Salud en el Municipio de Tigre y como docente e investigadora
en la Universidad Nacional de José Clemente Paz (UNPAZ).
123
TS
El libro, como un juego de lo universal y lo particular, da la po-
sibilidad de pensar en términos estructurales, al mismo tiempo
que incluye dimensiones subjetivas y particulares. El modo en
que se aborda la relación entre contexto e intervención social
puede servir de modelo para las y los estudiantes. Apuesto a que
despierte la curiosidad y contribuya a un análisis crítico en sus
primeras experiencias profesionales, cuando se encuentren con
efectos de las políticas, los dispositivos, las acciones y las cons-
trucciones discursivas, en fin, con los modos de habitar los espa-
cios profesionales.
COLECCIÓN MORRAL DE APUNTES
[Extracto del prólogo de Cristina Inés Bettanin]
Este libro propone continuar recorriendo la historia reciente del
trabajo social de nuestro país: desde los años setenta hasta la pri-
mera década del siglo XXI […] Pretende recuperar la historicidad
profesional del trabajo social argentino reponiendo discusiones
relevantes de los últimos cincuenta años del campo disciplinar.
Al mismo tiempo que comprender los procesos sociales en cla-
ve histórica, resulta un insumo fundamental para el pensamiento
estratégico de las y los estudiantes.
[Extracto de la presentación de Darío Kusinsky]