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Fallo TC Clínica Las Condes

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CUATROCIENTOS SESENTA

2023

REPÚBLICA DE CHILE
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
____________

Sentencia

Rol N° 13.447-22 INA


[3 de mayo de 2023]
____________

REQUERIMIENTO DE INAPLICABILIDAD RESPECTO DE LOS


ARTÍCULOS 4°, INCISO PRIMERO, SEGUNDA FRASE, DE LA LEY
N° 19.886, DE BASES SOBRE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS DE
SUMINISTRO Y PRESTACIÓN DE SERVICIOS; Y 495, INCISO
FINAL, DEL CÓDIGO DEL TRABAJO

CLÍNICA LAS CONDES S.A.

EN EL PROCESO RIT T-1923-2020, RUC 2040309629-7, SEGUIDO ANTE EL


SEGUNDO JUZGADO DE LETRAS DEL TRABAJO DE SANTIAGO, EN ACTUAL
CONOCIMIENTO DE LA CORTE DE APELACIONES DE SANTIAGO, POR
RECURSO DE NULIDAD, BAJO EL ROL N° 1230-2022 (LABORAL COBRANZA)

VISTOS:

Introducción y preceptiva legal impugnada

A fojas 1, Clínica Las Condes S.A. deduce requerimiento de inaplicabilidad por


inconstitucionalidad respecto de los artículos 4°, inciso primero, segunda frase, de la
Ley N° 19.886, de Bases sobre Contratos Administrativos de Suministro y Prestación
de Servicios; y 495, inciso final, del Código del Trabajo, en el proceso RIT T-1923-
2020, RUC 2040309629-7, seguido ante el Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de
Santiago, en actual conocimiento de la Corte de Apelaciones de Santiago, por recurso
de nulidad, bajo el Rol N° 1230-2022 (Laboral Cobranza).

La preceptiva legal impugnada dispone:

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Artículo 4°, inciso primero, segunda frase, L. 19.886:


Podrán contratar con la Administración las personas naturales o jurídicas, chilenas o
extranjeras, que acrediten su situación financiera e idoneidad técnica conforme lo disponga el
reglamento, cumpliendo con los demás requisitos que éste señale y con los que exige el
derecho común. Quedarán excluidos quienes, dentro de los dos años anteriores al
momento de la presentación de la oferta, de la formulación de la propuesta o de la
suscripción de la convención, según se trate de licitaciones públicas, privadas o
contratación directa, hayan sido condenados por prácticas antisindicales o
infracción a los derechos fundamentales del trabajador, o por delitos concursales
establecidos en el Código Penal.

Artículo 495, inciso final, Código Trabajo:


Copia de esta sentencia deberá remitirse a la Dirección del Trabajo para su registro.

Antecedentes de la gestión pendiente y conflicto constitucional sometido al


conocimiento y resolución del Tribunal

Afirma la parte requirente, Clínica Las Condes S.A., que fue denunciada de
tutela laboral por vulneración de los derechos fundamentales con ocasión del
despido y cobro de indemnizaciones y prestaciones laborales. Se denuncia por los 8
demandantes, señoras y señores Jaime Urria Schwarzenberg; Felipe Ruiz-Peña
Villar; Erasmo Carlos Seguel Seguel; Nataly Andrea Alderete Gutiérrez; Graciela del
Tránsito Ávila Ramírez; Aída Yarela Miranda Pacheco; Ricardo Antonio Paillamilla
Hernández y Valeria Victoria Figueroa Cabello, la vulneración de sus derechos a la
integridad física y psíquica.

El juicio fue sustanciado ante el Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de


Santiago (RIT T-1923-2020, RUC 2040309629-7), tribunal que, por sentencia de 5 de
abril de 2022, acogió la demanda de tutela laboral, declarando que Clínica Las
Condes S.A. ha vulnerado derechos de los trabajadores al despedir a cada trabajador
denunciante de manera discriminatoria al formar parte del grupo de riesgo con
ocasión de la Pandemia, y condenó a la requirente al pago de indemnizaciones y
prestaciones.

La Clínica dedujo recurso de nulidad, que se encuentra en actual


conocimiento de la Corte de Apelaciones de Santiago, bajo el Rol N° 1230-2022
(Laboral Cobranza).

En síntesis, se sostiene que la sentencia de primera instancia incurre en


graves vulneraciones a los principios de "no contradicción" y "razón suficiente"
exigidos por la regla de la sana crítica. La sentencia también es nula por ser necesaria
la alteración de la calificación jurídica, sin modificar los hechos asentados en el fallo.
Por último, la Sentencia debe ser declarada nula por haber sido dictada con
infracción a los artículos 161, inciso primero, y 454, N° 1, inciso segundo, del Código
del Trabajo, e infracción al artículo 13, en relación con el artículo 52, ambos de la Ley
19.728.
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CUATROCIENTOS SESENTA Y DOS
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La causa se encuentra pendiente y suspendida conforme a lo decretado por la


Primera Sala de este Tribunal Constitucional, a fojas 55.

En cuanto al conflicto constitucional, se afirma por la parte requirente que la


aplicación de la preceptiva legal impugnada, en cuanto determina la imposición de
la sanción de excluirlo por dos años para contratar con el Estado o sus organismos
importa vulnerar la igualdad ante la ley y los principios de razonabilidad y de
proporcionalidad, garantizados por el artículo 19 N°s 2 y 3 de la Constitución,
configurándose en la especie una sanción injustificada y excesivamente gravosa, que
se torna arbitraria y discriminatoria a la luz de la Carta Fundamental; además de
afectarse el debido proceso desde que la inhabilidad para contratar con el Estado
opera de plano y no es susceptible de ponderación ni revisión judicial.

La requirente añade la vulneración de los artículos 4°, 6° y 7° de la


Constitución, en orden a la prohibición constitucional de la arbitrariedad en el
ejercicio del poder; y agrega que en el caso concreto la aplicación de la normativa
cuestionada es particularmente desproporcionada.

Tramitación y observaciones al requerimiento

El requerimiento fue acogido a tramitación y declarado admisible por la Primera


Sala de este Tribunal, suspendiéndose además el procedimiento en la gestión
judicial pendiente (fojas 55 y 440).

Conferidos los traslados de fondo a los órganos constitucionales interesados


y a las demás partes en la gestión invocada, no fueron formuladas observaciones al
requerimiento.

Vista de la causa y acuerdo

A fojas 448, fueron traídos los autos en relación.

En audiencia de Pleno del día 16 de noviembre de 2022 se verificó la vista de


la causa, oyéndose la relación pública y los alegatos certificados por el señor Relator.
Con fecha 6 de diciembre de 2022 quedó adoptado el acuerdo y la causa en estado
de sentencia.

Y CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que, traídos los autos en relación y luego de verificarse la vista


de la presente causa, se procedió a votar el acuerdo respectivo, obteniéndose el
siguiente resultado:

La Presidenta, Ministra señora NANCY YÁÑEZ FUENZALIDA y los Ministros


señora MARÍA PÍA SILVA GALLINATO, señor RODRIGO PICA FLORES y señora DANIELA
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CUATROCIENTOS SESENTA Y TRES
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MARZI MUÑOZ, estuvieron por rechazar el requerimiento deducido, en todas sus


partes.

Por su parte, los Ministros señores CRISTIÁN LETELIER AGUILAR, JOSÉ IGNACIO
VÁSQUEZ MÁRQUEZ, MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ GONZÁLEZ y la Suplente de
Ministra señora NATALIA MUÑOZ CHIU, estuvieron por acoger el requerimiento.

SEGUNDO: Que, conforme a lo anotado en el motivo precedente, se ha


producido empate de votos, con lo cual, atendido el quórum exigido por el artículo
93, inciso primero, N° 6°, de la Carta Fundamental, para acoger un requerimiento de
inaplicabilidad por inconstitucionalidad, y teniendo asimismo en cuenta que, por
mandato de la letra g) del artículo 8° de la Ley N° 17.997, Orgánica Constitucional de
este Tribunal Constitucional, el voto del Presidente no dirime un empate en este
caso; y no habiéndose alcanzado la mayoría constitucional necesaria para acoger el
presente requerimiento de inaplicabilidad, éste deberá ser necesariamente
rechazado.
Los fundamentos de los respectivos votos son los que se consignan a
continuación.

I. VOTO POR RECHAZAR EL REQUERIMIENTO


La Presidenta, Ministra señora NANCY YÁÑEZ FUENZALIDA, y los Ministros
señora MARÍA PÍA SILVA GALLINATO, señor RODRIGO PICA FLORES y señora
DANIELA MARZI MUÑOZ, estuvieron por rechazar el requerimiento deducido, por
las siguientes consideraciones:

I. GESTIÓN JUDICIAL PENDIENTE Y GARANTÍAS ADUCIDAS


COMO SUSTENTO PRINCIPAL DE LA ACCIÓN

1°. La gestión judicial pendiente que da origen al requerimiento de estos


autos consiste en una denuncia por concepto de tutela de derechos fundamentales
deducida en contra de la requirente Clínica Las Condes S.A., encontrándose en
tramitación los recursos de nulidad deducidos por ambas partes en contra de la
sentencia que acogió dicha denuncia.

2°. En relación con tal gestión, la empresa requirente dedujo ante esta
Magistratura un requerimiento de inaplicabilidad respecto del artículo 4°, inciso
primero, de la Ley N° 19.886 y del artículo 495, inciso final, del Código del Trabajo.

3° La requirente señala que la aplicación de las normas impugnadas, en


cuanto impiden a la requirente contratar con el Estado o participar en licitaciones
públicas por dos años, resulta contraria a la Constitución por vulnerar la prohibición
de arbitrariedad en el ejercicio del poder, el principio de igualdad ante la ley, el
debido proceso y la proporcionalidad de las sanciones.
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CUATROCIENTOS SESENTA Y CUATRO
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Alega la actora que las normas impugnadas vulneran la interdicción


constitucional de arbitrariedad toda vez que por su aplicación sufre graves
infracciones en sus derechos constitucionales por imponerle una sanción
completamente irrazonable.

En cuanto al derecho a la igualdad ante la ley, contemplado en el artículo 19,


Nº 2, de la Constitución, señala que éste se ve vulnerado por cuanto la norma
homologa arbitrariamente situaciones muy diferentes lo que carece de justificación,
perjudicando a la contratación administrativa.

En relación con el debido proceso, la requirente aduce que los preceptos


impugnados se imponen sin un procedimiento previo que permita controvertir,
discutir, probar, impugnar o siquiera observar algo. Asimismo, indica que se infringe
el principio de non bis in ídem, ya que permite que se aplique otra sanción de
naturaleza completamente distinta a la que emana del mismo hecho que dio lugar a
la sanción laboral original.

Por último, manifiesta que se afecta el principio de proporcionalidad, puesto


que la sanción en este caso es particularmente grave atendido que no ha existido
daño sindical alguno; que los despidos de trabajadores fueron dentro de un proceso
de reestructuración acreditado; y, que actuó de buena fe, entre otras circunstancias
que indica.

4°. Esta sentencia desestimará la inaplicabilidad solicitada, recogiendo al


efecto la doctrina emanada de las últimas sentencias dictadas por esta Magistratura
(entre ellas, las roles N°s 12382, 12264, 12319, 12595, 12635, 12750, 12782, 12882), la
cual, a su vez, retoma en gran parte la que provenía de las sentencias roles N°s 1968,
2133, 2722, según se argumentará a continuación.

II. IMPLEMENTACIÓN DE POLÍTICAS HORIZONTALES EN LA


CONTRATACIÓN PÚBLICA

5°. Como la materia de que tratan los preceptos legales impugnados se


vincula a la participación en licitaciones públicas a fin de poder contratar con el
Estado, conviene partir por recordar que los contratos administrativos se mueven en
el ámbito del Orden Público Económico, específicamente de las relaciones de
carácter patrimonial que mantiene el Estado con los particulares.

Tales contratos han sido definidos como “acuerdos de voluntades entre un


organismo de la Administración del Estado que actúa dentro de su giro y tráfico
propio administrativo y en ejercicio de sus competencias específicas y un particular
u otro organismo público que actúa como particular y no dentro de sus
competencias específicas, que tiene por objeto la satisfacción de necesidades
públicas, produciendo entre ellas derechos y obligaciones”(Bermúdez, Jorge (2014),
”Derecho Administrativo General” (Santiago, Legal Publishing, p. 239). Mientras
que Enrique Silva Cimma los define como un “acto jurídico bilateral celebrado entre
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la Administración y un particular u otro órgano de aquella, que persigue un fin


público y que se somete a las reglas del derecho público” (“Derecho Administrativo
Chileno y Comparado”, Ed. Jurídica de Chile, 1995, p. 174).

Dichos contratos se caracterizan porque: a) una de las partes es un ente


integrante de la Administración del Estado; b) se rigen, en primer lugar, por las
normas del derecho público que regulan la actividad estatal, aplicándose las normas
del derecho privado sólo a falta de regulación expresa; c) pueden recaer sobre bienes
que no están dentro del comercio, como ocurre, por ejemplo, al entregar una
concesión sobre un bien nacional de uso público; d) en ellos opera el principio de
preeminencia de la Administración, en cuanto a que los contratos están
estructurados bajo cláusulas exorbitantes que no serían posibles de estipular en
contratos del derecho común; e) existe en ellos desigualdad entre las partes, como
consecuencia de que el organismo público que suscribe estos contratos persigue una
finalidad pública, mientras que la contraparte un interés particular, convirtiéndose
esta última más bien en un colaborador del Estado; f) las licitaciones públicas deben
propender a la eficiencia, eficiencia y ahorro en sus contrataciones.

Además algunos de los principios que rigen a tales contratos son: 1) el de


libre concurrencia de los oferentes, por lo cual, potencialmente, cualquier persona
puede concurrir a una licitación y adjudicarse un contrato; 2) el de estricta sujeción a
las bases de licitación, porque ellas conforman el marco jurídico aplicable al
contratante y a la Administración; y, por último, 3) el principio de igualdad ante las
bases, conforme al cual el organismo debe tratar a todos los interesados del mismo
modo, eligiendo la propuesta que resulte objetivamente más conveniente.

6°. Tradicionalmente, se adjudicaban estos contratos a quienes ofrecían el


menor precio posible y cumplían ciertos estándares de calidad exigidos por el
respectivo organismo. Sin embargo, en la última década se ha puntualizado que esa
eficiencia, eficacia y ahorro si bien implican buscar el mejor “valor por el dinero”
(value for money o best value), ello no lleva necesariamente a adjudicar el contrato a
quien efectué la oferta más baja, sino que deben considerarse además una serie de
otros factores para elegir aquella que cumpla de mejor forma con los requerimientos
del organismo y de los usuarios finales. De este modo para la adjudicación deben
sopesarse diversos factores: el precio, la calidad, el cumplimiento de las normas, los
riesgos asociados, el costo total de la vida del producto, el presupuesto, la
sustentabilidad y la competencia para lograr la consecución de ciertos bienes de
relevancia pública. (Deloite, (2015) “Economic benefits of better procurement
practices”. Disponible:
https://www2.deloitte.com/content/dam/Deloitte/au/Documents/Economics/deloitte-
au-the-procurement-balancing-act-170215.pdf)

7°. El empleo de la contratación pública como herramienta para


implementar políticas públicas resulta ser un fenómeno cada vez más común y
ampliamente estudiado (Arrowsmith, Sue (2010): «Horizontal policies in public
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procurement: a taxonomy», en Journal of Public Procurement, Nottingham University,


Vol. 10, N° 2, pp. 149-186). A través de tal contratación “responsable”, “sostenible” o
“estratégica”, como también se le ha denominado, se busca que el Estado influya en
los mercados y en el comportamiento de las empresas con las cuales se relaciona
para lograr objetivos de interés público. De este modo, mediante las denominadas
“políticas horizontales”, “socioculturales” o “secundarias” el Estado busca asegurar
el cumplimiento de leyes generales o, incluso, establecer exigencias que van más allá
del marco legal, como pagar remuneraciones “justas”; asegurar la igualdad de
género en la contratación; luchar en contra de la corrupción; apoyar a las pymes;
luchar contra el desempleo; integrar personas con discapacidad; propiciar el
comercio justo, la eficiencia y ahorro energético; proteger el medio ambiente;
impulsar el ahorro energético, la innovación y el desarrollo tecnológico, etc.

Tales políticas horizontales pueden incidir en la decisión o no de contratar;


en establecer distintos criterios para evaluar con mejor puntaje a quien cumpla con
ciertos objetivos; en establecer ciertas condiciones de consumo de un producto o
servicio; en fijar medidas de producción, entrega y disposición para disminuir
ciertos impactos en la fabricación o entrega del producto o servicio; en limitar el
acceso a algunos contratos para incentivar a quienes observen la ley y castigar a
quienes la vulneren sin que estos últimos puedan acceder a los contratos públicos en
aras de proteger ciertos bienes jurídicos, etc.

8°. En el contexto actual de globalización, por la internacionalización de las


cadenas logísticas y de producción, así como por la complejidad a que se enfrentan
los estados para hacer cumplir sus propias legislaciones respecto a las actuaciones de
empresas transnacionales, diversos organismos internacionales han promovido el
establecimiento de políticas horizontales en la regulación de los contratos
administrativos, por cuanto tienen la ventaja de influenciar directamente en las
dinámicas privadas -en vez de tratar de intervenir mediante mandatos generales,
como serían las leyes- y, por ende, también son capaces de contar con una esfera de
influencia que traspasa las fronteras entre países (Beckers, Anna (2016): “Using
contracts to further sustainability? A contract law perspective on sustainable public
procurement”, en SJÅFJELL, Beate y WIESBROCK, Anna (edit.): Sustainable public
procurement under EU law: new perspective on the state as a stakeholder, Cambridge,
Cambridge University Press, p. 206).

9°. Desde ya algunos años que en Europa las políticas horizontales en la


contratación pública son un fenómeno que cada vez ha ido adquiriendo una mayor
extensión, lo cual ha sido aceptado en forma progresiva por el Tribunal de Justicia
de la Unión Europea al aceptar la inclusión en la contratación pública de cláusulas
sociales y ambientales.

El primer hito de esa evolución recae en la sentencia Beentjes, de 20 de


septiembre de 1988, en la que el Tribunal acepta establecer como cláusula la
condición de emplear trabajadores en paro prolongado “si no incide de forma
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discriminatoria directa o indirectamente por lo que respecta a los licitadores de otros


Estados miembros de la Comunidad. Esta condición específica adicional debe
obligatoriamente ser mencionada en el anuncio del contrato”. En el año 2002,
mediante la sentencia Concordia Bus Finland, el Tribunal sentenció que es posible
incluir criterios ambientales a la hora de adjudicar un contrato pues “no cabe excluir
que factores que no son puramente económicos puedan afectar al valor de una
oferta”. Finalmente, otro de los casos más relevantes relativos a la materia es la
sentencia RegioPost, de 17 de noviembre de 2015, en la que se manifiesta que es
compatible con el derecho comunitario excluir de la participación de un
procedimiento de adjudicación de un contrato público a los licitadores que se
nieguen a comprometerse a pagar al personal, que llevará a cabo las prestaciones
objeto del contrato, un salario mínimo fijado por dicha normativa.

La jurisprudencia del TJUE fue recogida por la Directiva 2014/24/UE del


Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión Europea, norma comunitaria básica
del derecho sobre contratación pública en Europa y que sigue la línea de usar la
contratación pública como medio para contribuir con otros fines de ese carácter.
Específicamente el artículo 57 de la Directiva 2014/24 dispone que los poderes
adjudicadores deben excluir de la participación en los procedimientos de
contratación pública a los operadores económicos que hayan sido condenados
mediante sentencia firme o sanción administrativa por los diversos motivos que
indica, tales como cuando el operador ha incumplido sus obligaciones en lo referente
al pago de impuestos o cotizaciones a la seguridad social o cuando ha cometido una
falta profesional grave que pone en entredicho su integridad.

Para ajustar el ordenamiento jurídico español a la mencionada Directiva, se


dictó la Ley de Contratos del Sector Público, cuyo apartado V indica que “con el
ánimo de favorecer el respeto hacia los derechos humanos, y en especial hacia los
derechos laborales básicos de las personas trabajadoras y de los pequeños
productores de países en vías de desarrollo, se introduce la posibilidad de que tanto
los criterios de adjudicación como las condiciones especiales de ejecución incorporen
aspectos sociales del proceso de producción y comercialización referidos a las obras,
suministros o servicios que hayan de facilitarse con arreglo al contrato de que se
trate, y en especial podrá exigirse que dicho proceso cumpla los principios de
comercio justo que establece la Resolución del Parlamento Europeo sobre comercio
justo y desarrollo (2005/2245(INI)”.

Asimismo, el Comité de Derechos Humanos del Parlamento del Reino Unido,


en su Informe de derechos humanos y empresas de 2017, manifiesta que "las
empresas, de las que los tribunales o el Punto de Nacional de Contacto [de la OCDE]
hayan determinado que han cometido abusos, o un acuerdo extrajudicial indique
que han cometido abusos de derechos humanos, también deberían excluirse de los
contratos con el sector público por un periodo definido y significativo. (Tornos Mas,
J., 2020, “Contratación pública y derechos humanos”, Revista Digital de Derecho
Administrativo, N° 24, p. 24).
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10°. En cuanto a las directrices que provengan de organismos internacionales


que vinculan a nuestro país, no puede obviarse que la Asamblea General de ONU,
de 25 de septiembre de 2015, aprobó la “Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”.
Se trata de un plan de acción conformado por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible
y 169 metas para poner fin a la pobreza, proteger el medioambiente y combatir el
cambio climático, propender al progreso económico y la paz, entre otras
aspiraciones. Teniendo en cuenta las distintas realidades, capacidades y nivel de
desarrollo de cada país, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sustentable se
encuentra el de “promover prácticas de adquisición pública que sean sostenibles, de
conformidad con las políticas y prioridades nacionales” (N° 12), lo cual importa
incluir criterios de sostenibilidad en sus legislaciones de compra pública, lo que es
un típico ejemplo de una política horizontal; y el N°8, sobre “trabajo decente y
crecimiento económico”, tiene entre sus metas “promover políticas orientadas al
desarrollo que apoyen las actividades productivas, la creación de puestos de trabajo
decentes, el emprendimiento, la creatividad y la innovación, y fomentar la
formalización y el crecimiento de las microempresas y las pequeñas y medianas
empresas, incluso mediante el acceso a servicios financieros”, políticas de fomento
que pueden ser impulsada a través de la contratación pública.

11°. Por su parte, la OCDE, de la cual Chile forma parte, tiene dos guías
fundamentales respecto a políticas horizontales en la contratación pública, ambas de
2015. En la Recomendación del Consejo sobre Contratación Pública sugiere a los
Estados adherentes que: “reconozcan que todo uso del sistema de contratación
pública que pretenda conseguir objetivos secundarios de política deberá sopesar
estas finalidades frente al logro del objetivo principal de la contratación” (el valor
por dinero), lo que conlleva una estrategia adecuada para integrarlos, considerando
una evaluación de riesgos y la realidad de cada país, para emplear una metodología
adecuada de evaluación de impacto para cuantificar sus efectos. Además, se lanzó la
guía “Principios de compra pública sostenible”, señalando que “la buena
contratación pública es contratación pública sostenible”, lo que implica discernir
acerca de lo que se está comprando o contratando en todas sus etapas: desde la
obtención de los materiales hasta la disposición final del producto, y la posibilidad
de abordar a todos los actores de dicha cadena, incluyendo a las autoridades
ambientales, el comprador, proveedor, a los trabajadores, etc. Estas guías pretenden
que los estados que son parte de la OCDE vayan incorporando estos criterios dentro
de sus ordenamientos, entregando apoyo y haciendo un seguimiento de tales
políticas para que se avance en su implementación.

En fin, cabe recordar que el Convenio N° 94 OIT, aun cuando no ha sido


suscrito ni ratificado por Chile, busca asegurar que los salarios de los trabajadores no
sean un elemento de competitividad para contratar con el Estado, y por ello asegura
ciertos estándares de remuneración.

12°. Conforme a lo ya expuesto, cabe concluir que la tendencia mundial es


que la contratación pública “no puede concebirse exclusivamente como una herramienta de
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aprovisionamiento de los poderes públicos, sino como un poderoso instrumento para llevar a
cabo políticas públicas tan diversas como la promoción de la innovación, el fomento de las
Pymes o la sostenibilidad social y ambiental” (Gallego Córcoles, M. I., 2017, “La
integración de cláusulas sociales, ambientales y de innovación en la contratación
pública”, Documentación Administrativa, (4), p. 93).

13°. De lo anterior resulta que, entre las diferentes políticas horizontales que
pueden adoptarse en la contratación pública, existen múltiples razones para que el
Estado exija contratar sólo con empresas que cumplan con las leyes laborales -como
exige el precepto legal impugnado en estos autos constitucionales- de manera de
evitar asociar al Estado con comportamientos ilícitos que vulneren los derechos de
los trabajadores. Ello puede lograrse proporcionando incentivos adicionales al
cumplimiento de la ley, para evitar así vulneraciones legales en el cumplimiento del
contrato y garantizar una competencia justa, entre otras razones, (Arrowsmith, p.
154). En nuestro sistema jurídico la finalidad de la sanción se puede sintetizar en las
siguientes razones:

a.- Aseguramiento de libre competencia, cuestión que se tuvo a la vista y que


consta en la historia legislativa de este precepto, en la moción que dio origen a la Ley
N° 20.238, que incluyó este artículo a la Ley N° 19.886, se razonó que: “el óptimo
funcionamiento de estos mecanismos, además, precisa la libre competencia entre los
proveedores, la que se ve dificultada y entorpecida por actitudes desleales en
algunos oferentes que, mediante la violación de las leyes laborales, sociales y
tributarias, consiguen mejorar sus costos y tener así mayores posibilidades de éxito
en las licitaciones y convocatorias.” (Historia de la Ley, pp. 4-5).

b.- Reputación y buena fe en la contratación con el Estado: La provisión de


bienes y servicios del Estado tiene ciertas particularidades que hacen imprescindible
que, además del establecimiento de licitaciones públicas, igualitarias y transparentes,
se garantice que quienes contratan con el Estado cumplan la legislación y los
contratos plenamente y de buena fe.

En primer lugar, porque se paga con recursos públicos; en segundo lugar,


porque la mayoría de las veces la contratación está ligada con políticas públicas,
servicios públicos, y en general con asuntos de bien común que requieren de calidad
y continuidad. Las empresas que contratan con el Estado deben garantizar el
cumplimiento de la legislación y la buena fe en el cumplimiento de las cláusulas
contractuales. La condena por prácticas antisindicales es un indicio de que la
empresa en cuestión no sólo infringe las normas laborales, sino que además hace uso
de maniobras ilícitas y vulnera derechos fundamentales (incluyendo la libertad
sindical). Normas de este tipo se han incluido progresivamente en la legislación, y
algunas de ellas han sido revisadas por el Tribunal Constitucional, como ocurrió con
el proyecto que introdujo la televisión digital (STC 2645).

c.- Incentivo económico para el cumplimiento de legislación laboral: El


establecimiento de esta inhabilidad constituye un poderoso incentivo para que las
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empresas cumplan la legislación laboral y, al mismo tiempo, es una medida


altamente eficiente, pues fomenta el cumplimiento de la ley y disminuye la presión
en la fiscalización de la misma, ya que las empresas estarán interesadas en no ser
condenadas por prácticas antisindicales o por vulnerar los derechos fundamentales
de sus trabajadores.

14°. El establecimiento de incentivos a través de la ley, especialmente en el


caso de la protección de los derechos de los trabajadores es legítimo y coherente con
el principio protector del trabajo, asegurado en la Constitución y en toda la
normativa laboral. Así esta Magistratura ha señalado que la protección
constitucional del trabajo a que se refiere el artículo 19, Nº 16°, de nuestra Carta
Fundamental, “no se limita sólo a garantizar la libertad de elección y de contratación
laboral, sino que, al incluir la garantía constitucional el reconocimiento expreso de la
libertad de trabajo y su protección, la Constitución extiende la protección al trabajo
mismo, en atención al compromiso inseparable de respeto a la dignidad del
trabajador en la forma en que efectúa su labor y a la ineludible función social que
cumple el trabajo” (STC roles N°s 2086-12, 2110-12, 2114-12, 2182-12, 2197-12); […]
Que lo que la Constitución protege es “un trabajo de calidad, con condiciones justas
y favorables de trabajo o de la actividad lícita desempeñada” (Daniela Marzi Muñoz:
“Derecho al trabajo: Trabajo con contenido y fines”, en Derechos económicos,
sociales y culturales en el orden constitucional chileno. Editorial Librotecnia.
Santiago, 2012, p. 127).

Se ha agregado que el trabajo que debe protegerse es el “digno” y el


“decente”. El trabajo digno, según ha señalado el Comité de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de Naciones Unidas, es aquel que respeta los derechos
fundamentales de la persona humana, así como los derechos de los trabajadores en
lo relativo a sus condiciones de seguridad laboral y remuneración. También lo es
aquel que ofrece una renta que permite a los trabajadores vivir y asegurar la vida de
sus familias. Estos derechos fundamentales también incluyen el respeto a la
integridad física y mental del trabajador en el ejercicio de su empleo. Por su parte, el
trabajo decente es aquel trabajo productivo para hombres y mujeres en condiciones
de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana (Daniela Marzi Muñoz:
“Derecho al trabajo: Trabajo con contenido y fines”, en Derechos económicos,
sociales y culturales en el orden constitucional chileno. Editorial Librotecnia.
Santiago, 2012, p. 131);” (Prevención de STC 2470, c. 9° y 12°).

III. LA INHABILIDAD ESTABLECIDA POR EL ART. 4° INCISO 1° DE


LA LEY 19.886 NO CONFIGURA UNA DIFERENCIA ARBITRARIA NI
VULNERA EL DEBIDO PROCESO

15°. En relación con el precepto legal impugnado de la ley 19.886, este


Tribunal ha considerado que: “a) Se trata de una inhabilidad congruente con los objetivos
perseguidos, desde un comienzo, por la legislación que reguló la contratación con la
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Administración del Estado. b) La inhabilidad en cuestión es el efecto o consecuencia de una


sentencia judicial ejecutoriada, esto es, de un proceso judicial en que quien resulta imputado
de haber lesionado derechos fundamentales de sus trabajadores ha podido defenderse
formulando sus descargos. (…). No se trata, por ende, de una apreciación o juicio formulado
por la Dirección del Trabajo o por la Dirección de Compras y Contratación Pública, (…). En
consecuencia, existe una gran diferencia entre la suspensión o eliminación del Registro de
Proveedores que puede efectuar la Dirección de Compras y Contratación Pública en virtud del
N° 6) del artículo 92 del Decreto Supremo N° 250, del Ministerio de Hacienda, de 2004, y la
condena por infracción a los derechos fundamentales del trabajador de la misma norma), que
opera con el solo mérito de la sentencia judicial ejecutoriada que la pronuncia. c) La
inhabilidad de que se trata persigue evitar la repetición de conductas lesivas a los derechos de
los trabajadores, pero no impedir del todo el desarrollo de la actividad económica del
empleador, que podrá seguir contratando con entes o personas que no pertenezcan a la
Administración del Estado. Ésa es la razón de que la inhabilidad sólo dure dos años.” (STC
1968 c. 32°).

16°. Asimismo, esta Magistratura ha puesto énfasis en el modo concreto en


que se han ejercitado los derechos procesales de las partes acorde a un estándar de
racionalidad y justicia del debido proceso. Es por eso que, en la causa Rol 2133, se
sostuvo “[q]ue, en el proceso laboral aludido precedentemente, la parte demandada y actual
requirente de inaplicabilidad tuvo amplias posibilidades de defenderse, según dan cuenta
diversos considerandos de la sentencia que se ha venido citando. (….). Así, y teniendo a la
vista todos los antecedentes (…), esta Magistratura no comparte el argumento conforme al
cual la inhabilidad consecuencial que lo afecta impidiéndole contratar con la Administración,
por haber sido excluido del Registro Oficial de Contratistas, no se haya fundado en una
sentencia pronunciada por un juez de la República, fruto de un proceso legalmente tramitado
y en que la defensa del banco demandado no haya podido ejercitarse.”

17°. Se agregó que “[p]or lo demás, la afectación al principio de que no puede


presumirse de derecho la responsabilidad penal, tampoco ha podido producirse, toda vez que
esa prohibición, contenida en el inciso séptimo del artículo 19 N° 3° de la Carta
Fundamental, sólo resulta aplicable en materia penal, y no en causas en que se ha hecho
efectiva la responsabilidad civil, mediante la imposición de la respectiva indemnización de
perjuicios –y la inhabilidad consiguiente-, como ocurre en la especie.” (STC 2133 c. 22°).

18°. De lo anterior resulta que la inhabilidad de que se trata no resulta


desproporcionada ni injusta, toda vez que constituye una exigencia de cumplimiento
de la ley. No se trata de requerimientos que excedan el marco legal y, de hecho, no se
exige que los proveedores cumplan todas las reglas laborales; sólo se trata de que no
incurran en conductas especialmente graves; en segundo lugar, de acuerdo a las
finalidades que persigue la ley y que fueron expuestas, la aplicación de esta
inhabilidad es fundamental para proteger al Estado de futuras responsabilidades y
para incentivar una justa y sana competencia; en tercer lugar, nos encontramos aquí
con una inhabilidad temporal y no definitiva, pues exige que los proveedores no
hayan sido sancionados sólo durante los dos años previos; la determinación del
0000472
CUATROCIENTOS SETENTA Y DOS
13

proveedor que ha incurrido en algunas de estas conductas no la realiza la


Administración, sino que los Juzgados de Letras del Trabajo competentes, pudiendo
la requirente ejercer todos sus derechos en el proceso respectivo (STC Rol N° 1968, c.
32).

IV. APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS ANTES EXPUESTOS EN


RELACIÓN CON EL FONDO DE LOS CUESTIONAMIENTOS

a) Igualdad ante la ley

19°. La requirente esgrime, en primer lugar, que la aplicación de los


preceptos impugnados vulnera la igualdad ante la ley.

Este derecho consiste en que las normas jurídicas deben ser iguales para
todas las personas que se encuentren en las mismas circunstancias y,
consecuencialmente, diversas para aquellas que se encuentren en situaciones
diferentes. No se trata de una igualdad de carácter absoluto, sino que ha de aplicarse
la ley en cada caso conforme a las diferencias constitutivas del mismo. La igualdad
supone, por lo tanto, la distinción razonable entre quienes no se encuentren en la
misma condición (STC N° 784, c. 19°) (En el mismo sentido STC 2664, c. 22°, STC
2841, c. 6° y STC 2895, c. 8°).

20°. Por otra parte, las garantías son funcionales a los derechos que tutelan y
no pueden quedar indexadas a una rigidez normativa que si se justifica en mayor
grado para las normas que los reconocen y configuran. De tal modo, el derecho a la
igualdad ante la ley se focaliza en la protección o distribución de otros bienes, en
especial de derechos fundamentales. Lo que hace la norma es proveer criterios para
evaluar si un determinado trato debe considerarse como igual o desigual.

21°. Desde otra perspectiva, la igualdad ante la ley prohíbe toda


discriminación arbitraria. Sin embargo, esto último no importa la exigencia de un
trato legal específico frente a toda diferencia, pues ello imposibilitaría la existencia
de reglas generales. “Lo que la Constitución prohíbe no es hacer diferencias, sino
que diferencias arbitrarias. No se prohíbe dar trato igual a situaciones diferentes,
sino hacerlo arbitrariamente; esto es, sin un fin lícito que lo justifique; lo prohibido es
hacerlo sin razonable justificación” (STC Rol N° 807, c. 22°).

22°. Lo objetado por la requirente es una presunta contradicción entre la


sanción de inhabilidad temporal para contratar con el Estado que se encuentra
establecida en la norma del artículo 4° de la ley N° 19.886 y el principio de igualdad
ante la ley consagrado en la Carta Fundamental, por cuanto, por una parte, se aplica
para todos los destinatarios de la norma, tanto a aquellos de quienes se aprovechan
de sus trabajadores en forma severa o reiterada con otros, como la requirente, que
efectuó una severa reestructuración fundada en la necesidad de revertir ingentes
pérdidas y readecuar la dotación de trabajadores debido a los efectos derivados de la
pandemia.
0000473
CUATROCIENTOS SETENTA Y TRES
14

Por otra parte, se objeta que se vulnera el principio de proporcionalidad,


toda vez que habría una serie de factores y circunstancias que redundan en que los
preceptos impugnados producirían efectos desproporcionados destacando, entre
otros, que en la especie no ha existido daño sindical alguno, que actuó de buena fe,
que no es reincidente y que Clínica Las Condes cumple una función pública
innegable.

23°. Sin embargo, la aplicación del artículo 4° de la ley N° 19.886 -que


corresponde a una medida accesoria destinada a perseguir un fin legítimo
establecido por el legislador, cual es evitar la afectación de garantías constitucionales
de los trabajadores en el contexto de su relación laboral o con ocasión del término de
la misma o la ocurrencia de prácticas antisindicales- no atenta en el caso particular
en contra del derecho a la igualdad ante la ley ni constituye una discriminación
arbitraria con respecto a la requirente, por las siguientes razones: i) su aplicación es
consecuencia del cumplimiento del requisito que exige la ley para que opere la
inhabilidad: condena en sentencia judicial precedida de un procedimiento en que el
demandado pudo defenderse, como ocurrió en la especie; ii) la diferencia que
establece la norma es entre una misma categoría de personas: quienes desean
contratar con la Administración, diferenciación que resulta necesaria e idónea para
cumplir con las finalidades perseguidas por el legislador, esto es, la protección más
eficaz de los derechos fundamentales de los trabajadores y de sus sindicatos.
Cuestión que también se ha plasmado en la incorporación de los procedimientos de
tutela laboral y otras modificaciones al Código del Trabajo, acorde al deber que
impone el artículo 5°, inciso segundo, de la Constitución; iii) el artículo 4° de la Ley
de Compras Públicas es una regla de Orden Público Económico, que refleja los
valores de la libertad de contratar y, a su vez, limita el ejercicio de determinados
derechos, como el que se desprende del artículo 19 N° 21 de la Constitución. No nos
encontramos aquí, en efecto, con una medida irracional y de una desproporción tal
que impida al requirente seguir ejerciendo su actividad propia. Se trata de aquí de
“evitar la repetición de conductas lesivas a los derechos de los trabajadores, pero no
impedir del todo el desarrollo de la actividad económica del empleador, que podrá
seguir contratando con entes o personas que no pertenezcan a la Administración del
Estado” y por ello la inhabilidad sólo dura dos años (STC Roles N°s 1968, c.37). Lo
mismo ocurre con la aplicación del artículo 495 del Código del Trabajo impugnado,
cuyo único objeto es mandatar al tribunal de fondo a que remita copia de la
sentencia a la Dirección del Trabajo para su registro.

b) Debido Proceso

24°. En segundo lugar, la requirente alega que se vulnera el debido proceso


en la medida que “los Preceptos Impugnados han permitido la imposición de una
sanción severa (exclusión del sistema de contratación pública), sin que esa sanción
haya sido precedida de siquiera una discusión previa, menos aún posibilidad de
0000474
CUATROCIENTOS SETENTA Y CUATRO
15

rendir prueba, impugnar la decisión, etc” (fs. 11).

25°. No obstante, como ya se afirmó, la inhabilidad de que se trata es el


efecto o consecuencia de una sentencia judicial ejecutoriada, esto es, del resultado de
un proceso judicial en que quien resulta imputado de haber lesionado derechos
fundamentales de sus trabajadores pudo defenderse formulando sus descargos, por
lo que la inhabilidad constituye sólo una medida accesoria que resulta de la
sentencia condenatoria.

26°. Por lo demás, los efectos que produzca tal sentencia sólo comenzarán
con la incorporación del requirente en el registro de proveedores que no pueden
contratar con el Estado. Desde entonces el afectado podrá reclamar contra tal acto
administrativo, impugnándolo por la vía de reposición o jerárquica y, estando a
firme el acto administrativo si no le es favorable, puede interponer las acciones
jurisdiccionales que correspondan, como son la que establece la propia Ley de
Contratación Pública o el recurso de protección, por lo cual no se aprecia que se
vulneren las garantías del debido proceso por la aplicación en el caso de los
preceptos impugnados.

27°. En cuanto a la supuesta infracción al principio non bis in ídem, este


Tribunal lo ha identificado como una regla de integración convencional a contenidos
constitucionales. Por lo mismo, “hemos sostenido la vía complementaria y
convencional del contenido expreso desde los artículos 14.7 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos y el 8.4 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, a través del artículo 5° inciso segundo de la Constitución. Cabe ahora
especificar las normas constitucionales internas, lo que traducido en el primer
estándar material del non bis in ídem implica que no es posible sancionar a una
persona dos veces en lo mismo. De este modo, “ningún delito se castigará con otra
pena (...)”. Este es un mandato dirigido al legislador penal que puede vulnerar
cuando establece otras penas por los mismos sujetos, hechos y fundamentos,
vulnerando el principio de legalidad penal, señalado en el inciso 8°, numeral 3° del
artículo 19, de la Constitución. Esta vertiente material puede complementarse
interpretativamente como una infracción al principio de tipicidad puesto que el
dilema radica en la configuración normativa de los ilícitos” (Sentencia Rol 3054, c.
20°).

28°. Asimismo, “en cuanto a la vertiente procesal del principio de non bis in
ídem, por una parte, están las reglas del debido proceso puesto que sería una
garantía de un procedimiento e investigación racional y justo. Sin embargo,
podríamos entender que una de las variantes del principio se encuentra consagrado
de modo indirecto al establecer la prohibición de que el “Presidente de la República
y el Congreso” Nacional pueda “hacer revivir procesos fenecidos” (frase final del
inciso primero del artículo 76 de la Constitución). Este precepto viene reiterándose
en la larga trayectoria constitucional chilena como una manifestación del principio
de cosa juzgada; Que de este modo, con base normativa concreta, es posible advertir
0000475
CUATROCIENTOS SETENTA Y CINCO
16

que los fundamentos que explican el principio non bis in ídem se relacionan en la
Constitución chilena con el principio de legalidad penal y de tipicidad, en su
dimensión material, y con el debido proceso y la cosa juzgada en la vertiente
procedimental del principio non bis in ídem material. Y en ambas circunstancias,
complementadas por los tratados internacionales que regulan específicamente la
materia” (STC Rol N° 3054, cc. 21° y 22°).

29°. Adicionalmente, y ahora aplicando estos criterios a las materias


concernidas en esta causa, hemos sostenido “[q]ue, en cambio, el fundamento o
causa de la inhabilidad prevista hoy en el artículo 4° de la Ley N° 19.886, modificado
por la Ley N° 20.238, se encuentra en la falta de idoneidad para contratar con la
Administración en que incurre aquella persona natural o jurídica que, estando
inscrita en el Registro Oficial de Contratistas de la Administración, infringe derechos
fundamentales de sus trabajadores, así declarado por una sentencia judicial
ejecutoriada. Así, los bienes jurídicos que están protegiendo los artículos 489 del
Código del Trabajo y 4° de la Ley N° 19.886, modificado por la Ley N° 20.238,
respectivamente, al contemplar las sanciones indicadas, son diferentes, lo que no
permite sostener que se haya vulnerado, en la especie, el principio del non bis in
ídem, y así se declarará” (STC 1968 c. 40° y 41°).

30°. En este caso, la sentencia declaró que la requirente ha vulnerado la


garantía protegida en el artículo 2° del Código del Trabajo al despedir a cada
trabajador denunciante de manera discriminatoria por formar parte del grupo de
riesgo con ocasión de la pandemia, condenándola a pagar las indemnizaciones y
prestaciones que indica. Mientras tanto, la aplicación del artículo 4° de la Ley N°
19.886 tiene muchas funciones que van más allá de la sanción laboral, tal como se
expuso previamente.

V. DEFECTOS FORMALES DE QUE ADOLECE EL REQUERIMIENTO

31°. A mayor abundamiento, y sin perjuicio de los argumentos que se han


dado a conocer en los considerandos anteriores relacionados con la fundamentación
de los preceptos legales impugnados, necesariamente el requerimiento debe ser
rechazado por adolecer de defectos formales.

Al respecto cabe recordar que esta judicatura constitucional ha razonado


con anterioridad que, si bien una de sus salas puede dar por cumplido el requisito de
admisibilidad, el pleno de este Tribunal puede formular un rechazo formal acerca de
la procedencia de un requerimiento como resultado del examen que le compete
realizar (STC Roles 2.693, 2.881, 3.146, 5192, entre otras).

32°. Ha de tenerse presente que la gestión pendiente recae en los recursos de


nulidad interpuestos por la parte denunciada y por la denunciante, siendo las
causales para interponerlo de derecho estricto. Pues bien, de acuerdo a los
antecedentes de la gestión pendiente aparece que los preceptos legales impugnados
0000476
CUATROCIENTOS SETENTA Y SEIS
17

de inaplicabilidad no serán decisivos en la resolución de tal recurso, por cuanto éste


se funda en otras disposiciones.

En efecto, según consta de dichos antecedentes, el recurso de nulidad


interpuesto por la requirente se funda en la causal contemplada en la letra b) del
artículo 478 del Código del Trabajo, en virtud del cual se alega que “si la
sentenciadora hubiese apreciado la prueba conforme a las reglas de la sana crítica
del modo que se ha señalado, habría concluido que, efectivamente, hubo un proceso
de reestructuración que implicó la desvinculación de cientos de trabajadores (…)
"desvinculándose tanto a trabajadores que se encontraban bajo el beneficio de
resguardo, como es el caso de 3 los demandantes mencionados, como también
a otros que no lo estaban, no habiéndose adoptado como factor de determinación
para decidir el despido de un trabajador la circunstancia de estar o no bajo
resguardo, por lo que no se incurrió en discriminación alguna en contra de los
denunciantes con ocasión de su despido”(fs. 409). En subsidio de la causal anterior,
se alegó la causal del artículo 478, letra c), del Código del Trabajo, manifestando que
“"el fallo recurrido justamente califica ciertos hechos establecidos en la causa de
forma tal que los desajusta de la normativa jurídica laboral vigente, dando así un
alcance distinto al que correctamente se debió haber dado a esos hechos” (fs. 409).

33°. De acuerdo con el art. 93 Nº 6 de la Constitución, la atribución del


Tribunal Constitucional es resolver la inaplicabilidad de un precepto legal “cuya
aplicación en cualquier gestión que se siga ante un tribunal ordinario o especial,
resulte contraria a la Constitución”, exigiendo el inciso 11° del mismo art. 93 que “la
aplicación del precepto legal impugnado pueda resultar decisivo en la resolución del
asunto”.

Si conforme al art. 93 Nº 6 de la Constitución la atribución del Tribunal


Constitucional es resolver la inaplicabilidad de un precepto legal “cuya aplicación en
cualquier gestión que se siga ante un tribunal ordinario o especial, resulte contraria a
la Constitución”, queda de manifiesto que no es la aplicación de los preceptos
impugnados en esta gestión pendiente la que produciría efectos en ella.

34°. En efecto, la inaplicabilidad, que surte efectos en un caso concreto, en


una gestión y ante un tribunal determinados, no sirve para producir el resultado
esperado por la requirente.

No es la aplicación de los preceptos impugnados en esta gestión pendiente


la que produciría los efectos inconstitucionales que reclama el requirente, sino que
una aplicación futura e indeterminada de éstos -en especial del artículo 4° de la ley
19.886- dentro de un proceso de contratación pública, en la cual una posible
declaración de inaplicabilidad no tiene efecto alguno.

35°. Considerando lo anterior, y en relación al momento en que se presenta


el requerimiento de inaplicabilidad, esta Magistratura señaló que “no resulta, siempre
y a todo evento, inocuo el momento en que esa gestión se encuentre para acudir ante esta
Magistratura, ya que, en todos los casos, tienen que considerarse sus particularidades, desde
0000477
CUATROCIENTOS SETENTA Y SIETE
18

que no cabe realizar, en esta sede, un juicio en abstracto de constitucionalidad del precepto
legal (c. 9°, Rol N° 4.696), sino que debe analizarse su aplicación en el contexto de la causa
judicial que se encuentra en curso al momento de ser deducida la acción y su devenir
ordinario, en la eventualidad de que ésta no haya sido del todo suspendida por este Tribunal,
ya que necesariamente la inaplicabilidad debe ser resuelta teniendo en cuenta los antecedentes
que obran en el expediente constitucional, puesto que ha sido la propia parte requirente la que
ha decidido la instancia procesal de la gestión pendiente para accionar en esta sede, o lo ha
hecho el juez, de acuerdo a la atribución que le confiere la Carta Fundamental” (STC Rol N°
5419 c. 30°)

Se agregó que “para examinar las inconstitucionalidades a que da lugar la


aplicación del precepto legal impugnado puede resultar relevante el momento que se elija para
accionar, pues, si ello se realiza en etapas muy preliminares de la gestión pendiente, es
probable que esta Magistratura deba emitir un pronunciamiento sobre bases más o menos
probables, tanto en relación con la determinación de los hechos, como respecto de la aplicación
del Derecho.” (c. 31°)

36°. En definitiva, la afectación a los derechos del requirente sólo podría


plantearse cuando la referida denuncia se resuelva y únicamente en la etapa de
ejecución del fallo, lo cual supone que exista una sentencia ya ejecutoriada. Por lo
tanto, el problema que plantea el requirente no tiene efecto alguno en el inter de la
relación laboral, sino que se vincula con el derecho administrativo, cual es la
incorporación en el registro de proveedores del requirente en su calidad de
condenado por prácticas antisindicales o por infracción a los derechos
fundamentales del trabajador. Solo entonces el acto administrativo que inhabilite a la
requirente para contratar con entidades públicas por dos años, como ya se expresó,
podrá impugnarse por las vías administrativas o judiciales que correspondan.

37°. Por todo lo expuesto, se rechaza el requerimiento de autos.

II. VOTO POR ACOGER EL REQUERIMIENTO

Los Ministros señores CRISTIÁN LETELIER AGUILAR, JOSÉ IGNACIO VÁSQUEZ


MÁRQUEZ, MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ GONZÁLEZ y la Suplente de Ministra
señora NATALIA MUÑOZ CHIU, estuvieron por acoger el requerimiento, por las
razones que a continuación se indican:

1º. Que el requerimiento de autos es interpuesto por Clínica Las Condes S.A.
respecto de los artículos 4°, inciso primero, segunda frase, de la Ley N° 19.886, de
Bases sobre Contratos Administrativos de Suministro y Prestación de Servicios; y
495, inciso final, del Código del Trabajo, en el proceso RIT T-1923-2020, RUC
2040309629-7, seguido ante el Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, en
actual conocimiento de la Corte de Apelaciones de Santiago, por recurso de nulidad,
bajo el Rol N° 1230-2022 (Laboral Cobranza). La requirente fue demandada por 8
0000478
CUATROCIENTOS SETENTA Y OCHO
19

personas de tutela laboral por vulneración de los derechos fundamentales con


ocasión del despido y cobro de indemnizaciones y prestaciones laborales.

2º. Que en este orden de circunstancias, la parte requirente plantea que la


aplicación de los preceptos legales impugnados al caso concreto supone una
afectación a la garantía constitucional del artículo 19 numeral 2, al afectarse la
igualdad ante la ley y también el principio de proporcionalidad. Asimismo, señala
que se transgrede el artículo 19 N° 3 en lo referido al debido proceso, toda vez que la
preceptiva impugnada no contempla la oportunidad para discutir ante los tribunales
laborales la procedencia o duración de la pena de inhabilitación impuesta en virtud
de su artículo 4° de la Ley N° 19.886 menos aún posibilidad de rendir prueba,
impugnar la decisión se traduce en una medida que se impone automáticamente, sin
posibilidad alguna de un procedimiento e investigación racionales y justos. Plantea
también que, derivado de lo anterior, se transgrede la prohibición de doble punición
o “non bis in ídem” y también se vulnera la exigencia de proporcionalidad que
subyace al ámbito sancionatorio. Finalmente estima que se transgreden los
principios constitucionales consagrados en los artículos 4, 6 y 7 de la Norma
Fundamental.

3º. Que tal como se advierte, el cuestionamiento planteado por la requirente


guarda relación con una consecuencia diversa a la eventual condena de que puede
ser objeto en el proceso judicial laboral de la especie, sino que alude a una sanción
anexa a dicha respuesta punitiva del orden jurídico laboral, la que se produce por la
aplicación de ambos preceptos legales objetados en este requerimiento y que a su
vez son el resultado automático e ineludible del solo hecho de haber sido
condenado, sin importar la entidad de la pena impuesta o la gravedad de la
conducta imputada.

4º. Que en efecto, sin perjuicio de la consideración a las circunstancias


específicas del caso concreto, los preceptos legales cuya inaplicabilidad se solicita,
imponen como efecto forzoso de la condena en sede laboral, la prohibición o
imposibilidad de contratar con la Administración del Estado, específicamente a
quienes dentro de los dos años anteriores al momento de la presentación de la oferta,
de la formulación de la propuesta o de la suscripción de la convención -según
corresponda-, hayan sido condenados por prácticas antisindicales o infracción a los
derechos fundamentales del trabajador (artículo 4 de la Ley Nº 19.886), mientras que
el artículo 495 del Código Laboral en su inciso final, impone el deber de enviar una
copia de la sentencia dictada en un proceso de tutela laboral a la Dirección del
Trabajo, para su registro, el cual tiene directa relación con la inhabilitación para
contratar a que hemos hecho mención.

5º. Que el conflicto constitucional se origina a consecuencia de la eventual


imposición por vía legal de una medida de prohibición de ingentes consecuencias.
En efecto, establecida una conducta atentatoria al ordenamiento jurídico laboral e
impuesta la condena correspondiente por la jurisdicción competente, por el solo
0000479
CUATROCIENTOS SETENTA Y NUEVE
20

ministerio de la ley se impone automáticamente otra sanción consistente en la


inhabilidad para contratar con el Estado como reproche a una conducta que ya ha
sido debidamente castigada.

6º. Que sobre esta problemática este Tribunal Constitucional ha tenido la


posibilidad de pronunciarse en numerosas oportunidades, existiendo criterios
asentados en nuestra jurisprudencia, los que necesariamente debieran ser
considerados en la resolución del presente requerimiento de inaplicabilidad por
inconstitucionalidad. Por lo pronto y tal como ha señalado la jurisprudencia
constitucional sobre la materia, “la exclusión a priori instituida por el inciso primero
del artículo 4° impugnado, no puede reconducirse a algún requisito de aptitud o
idoneidad exigible a quienes contratan con el Estado, atinente a que las empresas
infractoras de los derechos laborales -por ello- se granjearían ahorros y
distorsionarían sus costos reales, lo que les permitiría postular con ventajas en los
procesos de contratación pública regidos por la Ley N° 19.886. En efecto, el texto
original de la Ley N° 19.886 (30.7.2003), siendo ya plenamente eficaz en la
consecución de los objetivos públicos llamada a cautelar, no contempló la norma
objetada. Sin que en el intertanto se conozcan casos en que la supuesta falta de
idoneidad de los proveedores -por este concepto- haya afectado el buen
funcionamiento del sistema de compras del Estado, dicho inciso primero del artículo
4° fue introducido varios años después, por la Ley N° 20.238 (19.1.2008), cuyo título
declara un objetivo diverso a aquél, cual es asegurar ahora “la protección de los
trabajadores y la libre competencia en la provisión de bienes y servicios a la
administración del Estado” (STC 3570-17 c. tercero)

7º. Que, en efecto, tratándose de un cuerpo legal -el de la Ley Nº 19.886- cuya
regulación se vincula con el establecimiento de un estándar de requisitos objetivos
de índole técnico, económico y de probidad que deben estar presente en todos
quienes pretendan contratar con la Administración del Estado, de modo de asegurar
un tratamiento igualitario de acceso a todos los potenciales oferentes, no se advierte
la justificación y fundamento de una norma de efectos absolutos en la exclusión de
contratantes, a partir de haber sido objeto de una determinada condena, con
prescindencia de considerar la entidad de la sanción impuesta, el cumplimiento de la
misma o las características particulares del reproche efectuado, cuestión que, además
y necesariamente genera un cuestionamiento desde la proporcionalidad y la
racionalidad de la sanción prohibitiva. En este caso basta haber sido objeto de una
sentencia condenatoria en materia laboral por infracción a derechos fundamentales
del trabajador o práctica antisindical, sin consideración alguna a su entidad para
quedar excluido de inmediato, ipso facto -y sin que se pueda revisar, impugnar o
siquiera ponderar la extensión- de la posibilidad de contratar con el Estado.

8º. Que siendo de este modo, no se logra advertir el fundamento -desde la


lógica de la contratación pública- que haga merecedor a un potencial oferente de una
sanción o medida prohibitiva tan gravosa como es la imposibilidad siquiera de optar
a contratar con la Administración del Estado por el solo hecho de haber sido
0000480
CUATROCIENTOS OCHENTA
21

condenado en sede laboral, en los términos descritos. Y no se entiende la justificación


racional ni la razonabilidad o la proporcionalidad de una medida como la descrita
cuando, tal como ha señalado la jurisprudencia constitucional “el propósito de
asegurar que el Estado no contrate con aquellos oferentes que falsean sus costos por
mantener deudas laborales o previsionales actualmente impagas, afectando con ello
la competencia legítima, se encuentra cautelado en el inciso segundo del artículo 4°
de la Ley N° 19.886” (STC 3570-17 c. cuarto)

9º. Que, para comprobar la razonabilidad de un acto o decisión autoritativa,


sea administrativa, jurisdiccional o legislativa (como el mandato legal impugnado en
autos), es preciso verificar que aquel tenga validez, para cuyo efecto deben
observarse determinados procedimientos y reglas propias de un Estado
constitucional de derecho, consagrados en los artículos 6º (supremacía
constitucional), 7º (juridicidad) y 8º (probidad y publicidad) de la Constitución
Política de la República, así como también, los límites contemplados en el artículo 1º
y 5º, respecto de la consecución del bien común y al ejercicio de la soberanía (pleno
respeto de los derechos y garantías constituciones y de los derechos esenciales que
emanan de la naturaleza humana, respectivamente).

10º. Que, asimismo, cabe tener especialmente presente que la exigencia de


razonabilidad tiene un reconocimiento constitucional en forma de límite, dispuesto
en el inciso final artículo 19 Nº 2, el cual dispone la prohibición a la ley y a toda
autoridad para establecer discriminaciones arbitrarias, debiendo advertirse que el
principio de razonabilidad, aun cuando se relaciona con la garantía de la igualdad
ante la ley - como se comprueba de su ubicación en el mismo precepto constitucional
citado-, sin embargo, guardan diferencias. La igualdad ante la ley exige para
verificar su vulneración o no en el ejercicio de un derecho, la existencia de
situaciones que sean comparables entre sí, o como señala el Tribunal Constitucional
español “…para que su examen pueda ser realizado, [necesita] de un tertium
comparationis, frente al que la desigualación se produzca…(STCE rol 209/1985). En
cambio, el principio o juicio de razonabilidad no requiere esa comparación, sino, más
bien, corresponde a un parámetro de control jurisdiccional de la regulación legal o
administrativa de los derechos, que normalmente se utiliza para analizar desde el
caso concreto y, en forma de testeo, la idoneidad, necesidad y ponderación de
aquélla y, en consecuencia, la justicia o no de su aplicación particular, esto es, el
equilibrio entre los intereses contrapuestos.

11º. Que de este modo, para verificar que una regulación legal que discrimina
en el ejercicio de un derecho fundamental, no exceda los límites constitucionales de
la discrecionalidad otorgada al legislador o no vulnere la prohibición de
arbitrariedad a la que está obligado constitucionalmente aquél, será necesario
examinar si tal regulación está debidamente motivada, justificada y fundada, de
manera que resulte idónea y necesaria para el fin perseguido por el legislador, línea
argumental que viene suficientemente desarrollada por la doctrina constitucional
alemana, Así lo formula el ex ministro del Tribunal Constitucional alemán, Gerhard
0000481
CUATROCIENTOS OCHENTA Y UNO
22

Leibholz, como el jurista Heinrich Triepel (véase en Juan Carlos Gavara de Cara,
Derechos Fundamentales y Desarrollo Legislativo, Centro de Estudios
Constitucionales, 1994, pp. 318-319).

12º. Que, además de lo precedentemente expresado, cabe consignar que en el


derecho comparado, tanto en Estados Unidos y Europa así como en Iberoamérica, la
jurisprudencia ha considerado a la razonabilidad como límite a las restricciones que
se impongan a los derechos fundamentales y como un principio inherente al Estado
de Derecho, vinculado tanto a la garantía de la igualdad ante la ley como al derecho
a la tutela judicial efectiva, en cuanto este último permita la revisión judicial de los
actos y resoluciones públicos de naturaleza autoritativa, ya sean de carácter general
o particular.

13º. Que ahondando en el análisis de la razonabilidad de la medida legal


prohibitiva que se impugna, importa advertir que no se advierte la naturaleza de la
prohibición dispuesta en el artículo 4º, resultando anómala e indeterminada, pues,
en estricto rigor no se está frente a lo que la doctrina nacional ha entendido como
sanción administrativa, esto es, “[…] un acto decisorio desfavorable, que se emita
por un sujeto dotado de potestades públicas administrativas, que la medida esté
antecedida de un procedimiento previo, y que su finalidad sea la represión de una
contravención normativa” (Enteiche, Nicolás, Las Sanciones Administrativas: el
problema de la proporcionalidad, Tirant Lo Blanch, 2017, ).

14º. Que, de acuerdo a lo anterior y siguiendo al mismo autor, la sanción,


medida o castigo que no es impuesto por acto alguno, ni por órgano de la
Administración, que emana del mismo precepto legal impugnado y que se impone
ipso facto -salvo el mero registro por la Dirección del Trabajo-, sin que se contemple
un procedimiento de impugnación que permita, al menos, revisar la entidad de la
infracción laboral y, en consecuencia, graduar el tiempo de prohibición para
contratar con el Estado, no es más que una “autotutela ejecutiva”. y agrega a
continuación “Sabemos que el Tribunal Constitucional chileno ha establecido que un
castigo administrativo debe someterse al debido proceso, ínsito en el artículo 19 N° 3
de la Constitución Política, en cuanto a la formulación legal de una atribución
castigadora. El elemento del debido proceso que radica como esencial respecto de las
sanciones administrativas es aquel que obliga a que el castigo esté precedido de un
procedimiento administrativo y judicial, previo a su aplicación práctica. De omitirse
un debido procedimiento, la norma que establezca la sanción será únicamente una
manifestación de la excepcional autotutela ejecutiva de la Administración”
(Enteiche, “Acerca de las sanciones administrativas”, en Actualidad Jurídica Nº 29,
2014, p.234-235).

15º. Que, de acuerdo a lo anterior, de entenderse que no se trata de una


sanción impuesta por la Administración, sino de una medida legal prohibitiva y, por
tanto, de castigo, que no observa las garantías constitucionales de un justo y racional
procedimiento, judicial o incluso administrativo, se llegará a la misma conclusión de
0000482
CUATROCIENTOS OCHENTA Y DOS
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lo expuesto precedentemente, en cuanto a calificarla como una excepcional y


anómala “autotutela legal” y cuyo efecto es la vulneración del principio de
razonabilidad, es decir, de la prohibición de arbitrariedad y del criterio de
proporcionalidad, en relación a la pretensión del legislador de proteger los derechos
de los trabajadores o la libertad sindical.

16º. Que, en efecto, desde la perspectiva judicial en general y de justicia


constitucional en el presente caso, en el cual la jurisdicción laboral resuelve de
acuerdo a su propia regulación las infracciones propias del ramo, ya sea aplicando
multas o condenando al pago de las indemnizaciones que correspondan y, en todo
caso, observando las reglas de un debido proceso laboral, no se logra justificar la
razonabilidad ni la proporcionalidad de la medida prohibitiva del artículo 4º de la
Ley 19.886 sobre contratación pública. Porque, sin perjuicio de que pueda ser
pertinente la procedencia de una regulación laboral específica que promueva la
observancia de los derechos de los trabajadores, ella debe encontrarse en la propia
normativa laboral y no en la legislación administrativa, por imperativos derivados
tanto de la certeza jurídica, así como de la garantía de un justo y racional
procedimiento.

17º. Que, a mayor abundamiento, el establecimiento de la medida legal


prohibitiva en cuestión, que opera como un mecanismo de castigo, una vez que se ha
condenado judicialmente al infractor, resulta inadecuada, innecesaria y,
principalmente, desproporcionada, pues, el equilibrio jurídico entre los intereses en
el conflicto correspondientes a las partes empleadora y trabajadora, que puede
reestablecerse a través de la respectiva condena en sede laboral, resulta alterado y
roto por la imposición al empleador de la prohibición de contratar con el Estado,
generándole una evidente conculcación de derechos fundamentales, es decir, la ley
excede todos sus límites constitucionales ya señalados anteriormente.

18º. Que, en efecto, la aplicación de la medida prohibitiva o de castigo, al no


encontrar una justificación en los fundamentos que sustentan la regulación
contenida en dicho cuerpo legal, aparece como contraria a la garantía de igualdad
ante la ley y de prohibición de toda arbitrariedad por parte de la ley y las
autoridades, según se dispone en el artículo 19 Nº 2 de la Constitución. Ello, por
cuanto como ha señalado esta Magistratura “La igualdad ante la ley consiste en que
las normas jurídicas deben ser iguales para todas las personas que se encuentren en
las mismas circunstancias y, consecuencialmente, diversas para aquellas que se
encuentren en situaciones diferentes. No se trata, por consiguiente, de una igualdad
absoluta sino que ha de aplicarse la ley en cada caso conforme a las diferencias
constitutivas del mismo. La igualdad supone, por lo tanto, la distinción razonable
entre quienes no se encuentren en la misma condición.” (STC 784 c. 19). Entendiendo
la garantía de igualdad ante la ley en los términos descritos, se debe tener especial
consideración a que la Carta Fundamental se proyecta en el artículo 9° de la Ley N°
18.575, orgánica constitucional sobre Bases Generales de la Administración del
Estado, al señalar que, en lo administrativo contractual, “El procedimiento concursal
0000483
CUATROCIENTOS OCHENTA Y TRES
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se regirá por los principios de libre concurrencia de los oferentes al llamado


administrativo y de igualdad ante las bases que rigen el contrato” (inciso segundo).
Tal disposición, concreta los principios por los cuales debe regirse la Administración
del Estado, según el artículo 38, inciso primero, constitucional, además de abrevar
del derecho de igualdad ante la ley que asegura la misma Carta Fundamental, en su
artículo 19, N° 2º”. (STC 3570-17 c. octavo)

19º. Que, por ende, una diferenciación y discriminación arbitraria, como la


que realiza el precepto legal contenido en el artículo 4º de la Ley Nº 19.886 respecto
de un potencial condenado en sede laboral, como ocurre con la requirente,
excluyéndola de toda posibilidad de contratar con el Estado, en forma anticipada y
sin considerar siquiera las circunstancias de la condena que le pueda ser impuesta, la
gravedad de la conducta reprochada o si estas últimas se relacionan efectivamente
con los presupuestos exigibles a todo oferente que desee contratar con la
Administración del Estado, al amparo de la Ley de Bases sobre contratos
administrativos de suministro y prestación de servicios, constituye una afectación a
la garantía contenida en el artículo 19 Nº 2 constitucional.

20º. Que por lo demás, y tal como lo ha señalado anteriormente este Tribunal
Constitucional “[l]a inconstitucionalidad del precepto contenido en el inciso 1° del
artículo 4° de la Ley N° 19.886 se manifiesta, fundamentalmente, en tanto aquel
obsta participar a todos los empleadores condenados por igual, con independencia
de su comportamiento individual y sin atender a que puedan haber cumplido el
respectivo fallo condenatorio, en su oportunidad. La disposición, entonces, opera
con desaprensión a las particulares circunstancias, que pueden constituir como
diverso un caso respecto de otro, imponiendo un tratamiento idéntico en todo
evento. Pese a que pueden cometerse infracciones no iguales –desiguales - la
respuesta del legislador, materializada en la norma impugnada, es y será siempre la
misma”. (STC 10018-20 c. décimo séptimo) Asimismo, esta Magistratura ha
entendido que “la disposición cuestionada desborda los límites que debe respetar el
legislador a la hora de perseguir y castigar a quienes cometen ilícitos, conforme a la
Carta Fundamental. Por cuanto, cualquiera sea la naturaleza o entidad de la falta
cometida, con prescindencia absoluta de su extensión o gravedad, siempre e
ineluctablemente la disposición legal objetada da lugar a esa sanción única de
obstrucción contractual durante el lapso inamovible e invariable de dos años” (STC
3750-17, c. noveno).

21º. Que, la falta de razonabilidad del precepto legal en cuestión deriva no


sólo del hecho de la aplicación de una suerte de segunda de sanción legal mediante
la prohibición de contratar, que, en todo caso, bien puede ser considerada una
especie de vulneración del principio del non bis in idem, sino, además, y de manera
aún más flagrante, de la forma en que ella se ejecuta y que la propia requirente
describe como fundamento de su acción. Porque en la imposición de penas y
sanciones emanadas del ius puniendi estatal, como este Tribunal y la propia
jurisprudencia emanada de los tribunales ordinarios de justicia lo reconocen, deben
0000484
CUATROCIENTOS OCHENTA Y CUATRO
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respetarse las garantías del debido proceso, como lo exige la Constitución en el


artículo 19 Nº 3 inciso sexto.

22º. Que además la requirente plantea una infracción al artículo 19 Nº 3 de la


Constitución en lo referido a la igual protección de la ley en el ejercicio de los
derechos y en forma particular en lo referente a la garantía de un debido proceso.
Sobre este punto, cabe indicar que tal como ha señalado esta Magistratura, “[l]a
infracción a la garantía constitucional del artículo 19, número 3, inciso 6°, que
conlleva la aplicación de la norma impugnada, se produce en tanto la Ley N° 19.886
no contempla una oportunidad en que el afectado pueda discutir, ante los tribunales
laborales, la procedencia o bien la duración de la pena de inhabilitación que se le
impone en virtud del inciso primero de su artículo 4°. De esta suerte, el afectado no
tiene una posibilidad de discutir la procedencia o extensión de la sanción que en
virtud de la norma reprochada se le impone, coartando en definitiva toda posible
intervención suya, en defensa de sus intereses, al no arbitrar el legislador
oportunidad alguna que resulte idónea al efecto, lo que equivale lisa y llanamente a
negarle toda posibilidad de defensa” (STC 9840-20 c. decimonoveno).

23º. Que los términos en que se encuentran establecidos los preceptos legales
impugnados determinan la imposición de una verdadera sanción de plano, con
grave trasgresión al mandato que le impone la Constitución al legislador, de
establecer siempre las garantías de un justo y racional procedimiento (19 Nº 3 inciso
sexto), lo que importa la existencia de un debido proceso que requiere toda
respuesta punitiva estatal. Tal restricción se refleja en la imposición de la medida
misma de exclusión, la que no puede ser discutida en su procedencia, así como
tampoco puede ser objeto de ponderación en su extensión. Ello en contrapartida a la
condena que en sede laboral se puede llegar a imponer por el ilícito reprochado, la
cual si deberá observar dicho estándar constitucional. De este modo, la imposición
por el legislador de una medida en los términos descritos -auténtica sanción
prohibitiva-, no resulta conciliable con la exigencia constitucional de un debido
proceso.

24º. Que la conclusión anterior ha sido ya recogida en nuestra jurisprudencia


constitucional que expresamente ha señalado que “la Ley N° 19.886 no contempla la
oportunidad para discutir ante los tribunales laborales la procedencia o duración de
esta pena de inhabilitación impuesta en virtud del inciso primero de su artículo 4°.
De modo que si el afectado nunca tiene una posibilidad para discutir la procedencia
o extensión de esta verdadera pena de bloqueo contractual, inexorable e indivisible,
que impone directamente dicho precepto legal, entonces se consagra una sanción de
interdicción con ejecución directa e inmediata, esto es que opera por el solo
ministerio de la ley y sin más trámite, habida cuenta de que se valida y surte efectos
con su sola comunicación, independientemente de la conducta del afectado. En
circunstancias que, con arreglo al derecho escrito y natural, no hay sanción válida sin
juzgamiento previo. A partir del artículo 19, N° 3°, inciso sexto, constitucional, la
cuantiosa jurisprudencia que avala este aserto es demasiado conocida para que sea
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CUATROCIENTOS OCHENTA Y CINCO
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necesaria otra cosa que reiterarla nuevamente, ante una ley que hace de la aplicación
de cierta sanción un hecho puramente maquinal”. (STC 3570-17 c. decimocuarto).

25º. Que la requirente, también cuestiona la expresión “Copia de esta


sentencia deberá remitirse a la Dirección del Trabajo para su registro”, contenida en
el artículo 495 del Código del Trabajo. Sobre el particular, baste con indicar -
siguiendo la jurisprudencia de esta Magistratura- que “[e]sta norma del orden
laboral constituye complemento indispensable para la aplicación de la inhabilidad
de contratar, pues se relaciona con la materialización de la misma, por parte de la
Administración del Estado. Motivo por el cual también se declarará inaplicable, por
cuanto el vicio de inconstitucionalidad que posee aquel artículo 4°, inciso primero, se
comunica igualmente a esta” (STC 10018-20 c. vigésimo primero)

26º. Que por las razones expuestas, unido a las vulneraciones


constitucionales reseñadas, las que constituyen fundamento suficiente para una
decisión estimatoria, estos ministros son partidarios de acoger el presente
requerimiento de inaplicabilidad por inconstitucionalidad.

Y TENIENDO PRESENTE lo preceptuado en el artículo 93, incisos primero,


N° 6°, y decimoprimero, y en las demás disposiciones citadas y pertinentes de la
Constitución Política de la República y de la Ley N° 17.997, Orgánica Constitucional
del Tribunal Constitucional,

SE RESUELVE:

1) QUE, HABIÉNDOSE PRODUCIDO EMPATE DE VOTOS, NO SE HA


OBTENIDO LA MAYORÍA EXIGIDA POR EL ARTÍCULO 93, INCISO
PRIMERO, NUMERAL 6°, DE LA CARTA FUNDAMENTAL PARA
DECLARAR LA INAPLICABILIDAD REQUERIDA, MOTIVO POR EL
CUAL SE RECHAZA EL REQUERIMIENTO DEDUCIDO A FOJAS 1.

2) QUE SE DEJA SIN EFECTO LA SUSPENSIÓN DEL PROCEDIMIENTO


DECRETADA EN AUTOS. OFÍCIESE.

3) QUE NO SE CONDENA EN COSTAS A LA PARTE REQUIRENTE, POR


HABER TENIDO MOTIVO PLAUSIBLE PARA LITIGAR.

Redactó la sentencia, en su voto por rechazar, la Ministra señora MARÍA PÍA


SILVA GALLINATO y, en su voto por acoger, el Ministro señor JOSÉ IGNACIO VÁSQUEZ
MÁRQUEZ.

Comuníquese, notifíquese, regístrese y archívese.


0000486
CUATROCIENTOS OCHENTA Y SEIS
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Rol N° 13.447-22 INA.

Nancy Adriana Yáñez Fuenzalida


Fecha: 03/05/2023

Cristián Letelier Aguilar José Ignacio Vásquez Márquez


Fecha: 03/05/2023 Fecha: 04/05/2023

María Pía Silva Gallinato Miguel Angel Fernández González


Fecha: 03/05/2023 Fecha: 03/05/2023

Rodrigo Pica Flores Daniela Beatriz Marzi Muñoz


Fecha: 03/05/2023 Fecha: 03/05/2023

Pronunciada por el Excmo. Tribunal Constitucional, integrada por su Presidenta,


Ministra señora Nancy Adriana Yáñez Fuenzalida, y por sus Ministros señor
Cristian Omar Letelier Aguilar, señor José Ignacio Vásquez Márquez, señora
María Pía Silva Gallinato, señor Miguel Ángel Fernández González, señor
Rodrigo Patricio Pica Flores, señora Daniela Beatriz Marzi Muñoz y la Suplente
de Ministro señora Natalia Marina Muñoz Chiu.

Autoriza la Secretaria del Tribunal Constitucional, señora María Angélica Barriga


Meza.

María Angélica Barriga Meza


Fecha: 04/05/2023

C9477E88-036B-4883-99A9-DE4309FBC601
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